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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación

UNEL “Martín Luther King”

Barquisimeto – Edo. Lara

Obras
de
Estudiante: Kenny Hernández

CI: 27492363

Trayecto IV

PNF: Construcción Civil

Prof. Petra Amaro


Introducción

El Patrimonio Arquitectónico y Cultural forma parte de nuestra


identidad, de nuestros valores y principios comunes. Es nuestro deber
recuperar para las generaciones futuras bienes de interés cultural de
nuestro pasado.
En cada rincón de la geografía mundial es fácil encontrar obras
arquitectónicas o edificadas con carácter patrimonial que dieron, y aun
dan, albergue a un sin fin de vivencias, insertas en la memoria y en el
imaginario de cada lugar. Los últimos siglos, han dejado un legado
patrimonial significativo, que ha sido poco reconocido y valorado,
generándose una especie de reforzamiento de la cultura de la
indiferencia, que hace que se perciba el patrimonio como algo poco
relevante. Lejos de adoptar una postura romántica en relación a la
valoración del patrimonio, se debe marcar una posición clara ante lo
que se puede denotar como un patrimonio en riesgo; dejar perder
aquellos símbolos arquitectónicos que representaron una época
determinada, es perder parte de la memoria histórica.

El Patrimonio Arquitectónico y Cultural forma parte de nuestra identidad, de


nuestros valores y principios comunes. Es nuestro deber recuperar para las
generaciones futuras bienes de interés cultural de nuestro pasado.
1.- Etapas de una Obra de en Restauración

Criterios Generales
La conservación, consolidación y restauración del patrimonio
arquitectónico requieren un tratamiento multidisciplinar.

El valor y la autenticidad del patrimonio arquitectónico no


pueden fundamentarse en criterios predeterminados porque el respeto
que merecen todas las culturas requiere que el patrimonio material de
cada una de ellas sea considerado dentro del contexto cultural al que
pertenece.

El valor del patrimonio arquitectónico no reside únicamente en su


aspecto externo, sino también en la integridad de todos sus
componentes como producto genuino de la tecnología constructiva
propia de su época. De forma particular, el vaciado de sus estructuras
internas para mantener solamente las fachadas no responde a los
criterios de conservación.

Cuando se trate de realizar un cambio de uso o funcionalidad, han de


tenerse en cuenta, de manera rigurosa, todas las exigencias de la
conservación y las condiciones de seguridad.

La restauración de estructuras, por lo que se refiere al


Patrimonio Arquitectónico, no es un fin en sí misma, sino un medio al
servicio de un fin que no es otro que el elemento construido en su
conjunto.

Las peculiaridades que ofrecen las estructuras arquitectónicas, con


su compleja historia, requieren que los estudios y propuestas se
organicen en fases sucesivas y bien definidas, similares a las que se
emplean en medicina: Anamnesis, diagnosis, terapia y control,
aplicados a la correspondiente búsqueda de datos reveladores e
información; determinación de las causas de deterioro y degradación;
elección de las medidas correctoras, y control de la eficacia de las
intervenciones. Para conseguir un equilibrio óptimo entre el coste y los
resultados y producir el mínimo impacto posible en el
patrimonio arquitectónico, utilizando los fondos disponibles de una
manera racional, se hace normalmente necesario repetir estas fases
de estudio dentro de un proceso continuado.
No deben emprenderse actuaciones sin sopesar antes sus posibles
beneficios y perjuicios sobre el patrimonio arquitectónico, excepto
cuando se requieran medidas urgentes de protección para evitar la
ruina inminente de las estructuras (por ejemplo, tras los daños
causados por un seísmo); no obstante, se tratará de evitar que tales
medidas urgentes produzcan una modificación irreversible de las
estructuras.

Investigación y diagnóstico
Habitualmente, un equipo pluridisciplinario, cuya composición
vendrá determinada por el tipo y la envergadura del problema, debe
trabajar conjuntamente desde las primeras fases del proyecto, así
como en el examen inicial del lugar y en la preparación del programa
de investigación.

En primer lugar, la recopilación y el tratamiento de los datos y la


información deben llevarse a cabo de forma equilibrada, prudente y
ponderada, con el fin de establecer un plan integral de actuación
proporcionado a los problemas reales de las estructuras.

La práctica de la conservación requiere un conocimiento exhaustivo de


las características de la estructura y los materiales. Es fundamental
disponer de información sobre la estructura en su estado original y en
sus primeras etapas, las técnicas que se emplearon en la
construcción, las alteraciones sufridas y sus efectos, los fenómenos
que se han producido y, por último, sobre su estado actual.

En los lugares con vestigios arqueológicos pueden plantearse


problemas específicos, dado que las estructuras deben estabilizarse al
mismo tiempo que se realiza la excavación, cuando el conocimiento
todavía no es completo. Los comportamientos estructurales en una
construcción puesta al descubierto por este tipo de obras pueden ser
completamente diferentes a los de otra que no se ha mantenido oculta.
La soluciones urgentes que sea preciso adoptar para estabilizar una
estructura a medida que se procede a su excavación, no deberán
poner en peligro el significado integral de la edificación, tanto por
lo que se refiere a su forma como a su uso.

El diagnóstico debe apoyarse en métodos de investigación histórica


de carácter cualitativo y cuantitativo; los primeros, han de
basarse principalmente en la observación de los daños estructurales y
la degradación material, así como en la investigación histórica y
arqueológica propiamente dicha, y los segundos, fundamentalmente
en pruebas de los materiales y la estructura, en la supervisión continua
de los datos y en el análisis estructural.

Antes de tomar la decisión de llevar a cabo una intervención que


afecte a las estructuras, es indispensable determinar cuáles son las
causas de los daños y la degradación, y después, evaluar el grado de
seguridad que dichas estructuras ofrecen.

En la evaluación sobre seguridad, que constituye la última fase de


la diagnosis, y en la que se determina la necesidad de aplicar un
tratamiento, se deben estudiar conjuntamente las conclusiones de los
análisis cualitativos y cuantitativos: la observación directa, la
investigación histórica, el análisis estructural y, en su caso, los
resultados experimentales y las pruebas que se hayan realizado.

A menudo, la aplicación de coeficientes de seguridad concebidos para


obras nuevas conduce a la adopción de medidas que resultan
excesivas, e incluso imposibles de llevar a la práctica. En estos casos,
puede estar justificado recurrir a otras soluciones respecto a la
seguridad, si así lo aconsejan unos análisis específicos y otras
consideraciones aplicables al caso.

Todos los aspectos relativos a la información obtenida, así como


el diagnóstico, incluyendo en éste la evaluación de la seguridad, y la
decisión de intervenir, deberán recogerse, de forma descriptiva, en
una “MEMORIA INFORMATIVA”.

Medidas correctoras y de control


La terapia debe estar dirigida a las raíces del problema más que a
los síntomas.

La mejor terapia es la aplicación de medidas de mantenimiento de


índole preventiva.

La evaluación de la seguridad y un buen entendimiento del significado


de la estructura deben constituir las bases de las medidas de
conservación y consolidación.
No debe emprenderse acción alguna sin haber comprobado antes que
resulta indispensable.

Cada intervención debe ser proporcional a los objetivos de


seguridad previamente establecidos, y limitarse al mínimo
indispensable para garantizar la seguridad y la perdurabilidad del bien
con el menor daño posible a los valores del patrimonio.

El proyecto de intervención deberá basarse en una comprensión clara


de la clase de factores que causaron el daño y la degradación, así
como de los que hayan de tenerse en cuenta para analizar la
estructura tras la intervención, puesto que el proyecto debe realizarse
en función de todos ellos.

La elección entre técnicas “tradicionales” e “innovadoras” debe


sopesarse caso por caso, dando siempre preferencia a las que
produzcan un efecto de invasión menor y resulten más compatibles
con los valores del patrimonio cultural, sin olvidar nunca cumplir las
exigencias impuestas por la seguridad y la perdurabilidad.

En ocasiones, la dificultad de evaluar el grado real de seguridad y los


posibles resultados positivos de las intervenciones puede hacer
recomendable emplear un “método de observación” consistente, por
ejemplo, en una actuación escalonada que se inicie con una
intervención de baja intensidad, de tal forma que permita ir adoptando
una serie de medidas complementarias o correctoras.

Siempre que sea posible, las medidas que se adopten deben ser
“reversibles”, es decir, que se puedan eliminar y sustituir por otras más
adecuadas y acordes a los conocimientos que se vayan adquiriendo.
En el caso de que las intervenciones practicadas no sean
completamente reversibles, al menos no deberán limitar la posible
ejecución de otras posteriores.

Deben determinarse todas las características de los materiales


(especialmente cuando son nuevos) que vayan a utilizarse en una
obra de restauración, así como su compatibilidad con los existentes.
En ese estudio deben incluirse los impactos a largo plazo, a fin de
evitar efectos secundarios no deseables. No deben destruirse los
elementos diferenciadores que caracterizaban a la edificación y su
entorno en su estado original o en el correspondiente a las etapas más
antiguas.

 Cada intervención debe respetar, en la medida de lo posible, el


concepto, las técnicas y los valores históricos de la configuración
primigenia de la estructura, así como de sus etapas más tempranas, y
debe dejar evidencias que puedan ser reconocidas en el futuro.

La intervención debe responder a un plan integral de conjunto que


tenga debidamente en cuenta los diferentes aspectos de la
arquitectura, la estructura, las instalaciones y la funcionalidad.

Deberá evitarse, siempre que sea posible, la eliminación o alteración


de cualquier material de naturaleza histórica, o de elementos que
presenten rasgos arquitectónicos de carácter distintivo.

Las estructuras arquitectónicas deterioradas deben ser reparadas, y


no sustituidas, siempre que resulte factible.

Deberán mantenerse las imperfecciones y alteraciones que se


hayan convertido en parte de la historia de la edificación, siempre que
no atenten contra las exigencias de la seguridad.

Sólo se debe recurrir a la alternativa de desmontar y volver a montar


los elementos cuando así lo exija la propia naturaleza de los
materiales y siempre que su conservación por cualquier otro medio
sea imposible o incluso perjudicial.

Los sistemas de protección provisional utilizados durante la


intervención deben servir a su propósito y función sin causar perjuicios
a los valores patrimoniales.

Cualquier propuesta de intervención debe ir acompañada de un


programa de control que, en la medida de lo posible, deberá llevarse a
cabo mientras se ejecuta la obra.

No deben autorizarse aquellas medidas que no sean susceptibles de


control en el transcurso de su ejecución.

Durante la intervención, y después de ésta, deben efectuarse


unas comprobaciones y una supervisión que permitan cerciorarse de
la eficacia de los resultados.
Todas las actividades de comprobación y supervisión deben
registrarse documentalmente y conservarse como parte de la historia
de la construcción.

2.- Metología para el Abordaje de Obras de Patrimonio

FASE DIAGNÓSTICA.
El Documento de Madrid (2011) plantea que la metodología utilizada
en la evaluación del significado del patrimonio debe seguir criterios
de conservación adecuados, incluyendo una investigación histórica
y el análisis de las políticas de conservación, gestión e
interpretación de su significado cultural; recalcando que estos
análisis previos deben realizarse antes de comenzar cualquier
trabajo, para garantizar que la aplicación de los criterios específicos
de conservación guiarán su intervención. Por lo tanto, para el
estudio del PC Edificado, se debe comenzar con una fase
diagnóstica, cuyo primer punto es la identificación del bien objeto de
análisis; en tal sentido, se deben precisar las características que
permitan calificar dicho bien como patrimonio cultural edificado. El
ILAM (s.f.) al referirse a la identificación del PC edificado, plantea la
observación de que éste sea creación y expresión del hombre,
adquiriendo con el tiempo un valor excepcional. En tal sentido, cada
país posee dentro de su legislación aplicada al área patrimonial,
parámetros para la identificación de bienes con estas
características, con sus respectivas clasificaciones. Con respecto a
este punto, la UNESCO (2008) plantea calificaciones tales como:
bien de interés cultural, monumento, área histórica o arqueológica,
entre otras denominaciones aplicables a obras edificadas de
carácter patrimonial. La identificación correcta del bien estudiado,
permite determinar su pertinencia patrimonial y de no estar
registrado ante el organismo local, nacional o internacional
competente, se puede emprender una acción de catalogación,
necesaria para el reconocimiento y denominación de bien
patrimonial.
Millán. L (2022) Pautas metodológicas para el abordaje del
patrimonio cultural edificado. Año 10 – Vol. 19 / Issn:2244-8764
Dentro de esta etapa de identificación, se propone una investigación
documental sobre el PC edificado, procurando recurrir a fuentes
primarias y secundarias, que permitan obtener la mayor cantidad de
datos históricos, técnicos, constructivos y de pertinencia comunitaria
sobre el bien. Es importante aclarar, que muchas veces las
edificaciones patrimoniales no poseen mucha documentación, sobre
todo las más antiguas; entre otras causas, por la falta de registro
catastral en la época de su construcción y la poca data asentada a
través de otros tipos de registros históricos; situación que amerita
especial atención.

La segunda etapa en esta primera fase metodológica, lo representa


el diagnóstico del bien patrimonial, el cual parte de dos estudios
fundamentales; el primero es el estudio histórico, que complementa
esa documentación histórica obtenida en la etapa de identificación,
abordando la data de creación del edificio, hechos geo-históricos
relevantes relacionados al mismo, implicaciones y manifestaciones
ligadas a la historia e imaginario local, entre otros. El segundo es el
estudio técnico, que parte de la evaluación integral de la edificación,
basándose en los aspectos, constructivos, arquitectónicos,
tecnológicos y de ingeniería, considerando a su vez la evolución
técnica que ha tenido en el tiempo la edificación, denotando su
grado de conservación, daños e intervenciones a las que ha sido
sometido.
Con respecto a la información requerida en el estudio histórico,
Romero (2021) expone que el arquitecto e historiador ítalo-
venezolano, Graziano Gasparini, ante la dificultad de obtención de
material documental sobre las edificaciones patrimoniales, recurría a
lo que el mismo denominó método de asociación. Este método
consistía en cotejar información obtenida a través de entrevistas a
lugareños de edad avanzada, historiadores y otras personas de la
comunidad donde se encontraba la edificación, así como también
reunía datos obtenidos en fuentes bibliográficas, hemerográficas y
fotográficas, para luego procesar y confrontar el material obtenido,
detectando coincidencias, descartando datos pocos sustentados,
hasta asociar aquellas informaciones relevantes, consideradas de
peso documental para el registro del bien patrimonial objeto de
estudio.
Para la realización del estudio técnico es conveniente indicar que
las edificaciones deben abordarse tanto en su unidad integral, como
en sus relaciones con el entorno circundante con el cual se ejercen
tensiones espaciales importantes de considerar para posteriores
acciones de intervención. Particular atención se debe tener con
respecto a los materiales y técnicas constructivas utilizadas
originalmente en la construcción del edificio, en el entendido que
muchas herramientas e insumos actuales no son compatibles con la
naturaleza constructiva del mismo.

Otro tópico a analizar en la etapa diagnóstica, son los aspectos


normativos y regulatorios con respecto a la protección del
patrimonio a escala local, estadal o nacional, ya que la ausencia o
disfuncionalidad en este marco legal, traen consecuencias negativas
en lo que a salvaguarda y conservación se refiere. Muchas
edificaciones patrimoniales se han perdido, algunas por falta de
mantenimiento, otras han sido demolidas para dar paso a nuevos
proyectos y otras se encuentran aún en pie, con un gran riesgo de
desaparecer por deficiencias en el cumplimiento de las normativas
de protección o por la no existencia de las mismas, situación que
merece particular observación, en tal sentido se puede precisar que:
Todos los bienes incluidos en la Lista del Patrimonio Mundial deben
contar con mecanismos de protección y gestión legislativos,
reglamentarios, institucionales y/o tradicionales adecuados que
garanticen su salvaguarda a largo plazo. Esta protección ha de
abarcar unos límites claramente definidos. Asimismo, los Estados
Partes deberán demostrar un nivel de protección adecuado del bien
propuesto a nivel nacional, regional, municipal y/o tradicional. En la
propuesta de inscripción tendrán que adjuntar textos que contengan
una clara explicación sobre cómo se implementa la protección
jurídica del bien en cuestión (UNESCO, 2008: 28).

La etapa siguiente a abarcar es el registro, donde se procesa toda la


información de la fase de identificación y diagnóstico, incluyendo los
estudios históricos y técnicos, para luego asentarla en un
instrumento de registro que lleva por nombre Ficha de Inventario
Patrimonial de Bienes Inmuebles y/o Bienes Urbanos. Esta ficha
permite, en un mismo instrumento, registrar la mayor cantidad de
datos inherentes a la edificación patrimonial estudiada, con el
propósito de agrupar información de valor, estructurada y ordenada
para servir de insumo para actualizaciones necesarias en los
Catálogos Nacionales de Patrimonio Cultural, y a su vez, es una
herramienta fundamental para el diseño de planes de intervención,
conservación y protección.

FASE PROCEDIMENTAL

Contemplados los distintos aspectos inherentes al diagnóstico del


PC edificado, se obtienen una serie de datos y herramientas teórico-
prácticas que posibilitan el planteamiento de un proceso de
evaluación, formulación y ejecución (intervención) cuyo objetivo
central es la conservación de dicho bien, lo que puede representar
acciones específicas para mantener o devolver la integridad
originaria del mismo, respetando su significado histórico y
comunitario.

La primera etapa de la fase procedimental, es la evaluación, la cual


consiste en un proceso de documentación y ensayos de técnicas y
materiales originarios de la edificación patrimonial y su adaptabilidad
a tecnologías e insumos actuales. Este procedimiento posee una
gran significación, ya que la improvisación en las acciones de
intervención, por la inapropiada utilización de materiales y técnicas
no compatibles con la integridad constructiva del bien patrimonial,
es una maniobra arriesgada, que en muchos casos desencadena
daños irreparables.

En la actualidad, existe tecnología instrumental para la realización


de pruebas y ensayos para determinar la naturaleza de los
materiales originales de la obra edificada, medir resistencia de
componentes de concreto y acero de refuerzo, diagnosticar daños
internos de elementos estructurales y de mampostería. También
están disponibles pruebas químicas para determinar la data de
creación de determinada obra edificada; lamentablemente ésta y
otras tecnologías, debido a sus costos y especificidad, muchas
veces no están al alcance de los investigadores y proyectistas. Por
tanto, se necesita apelar al buen criterio y pericia de los ingenieros y
expertos en esta área, para la toma de decisiones que apunten a
propuestas de acción adaptadas al requerimiento constructivo que
demanda la obra estudiada.

El proceso de evaluación, complementa el aporte de insumos para


la realización de la siguiente etapa que se trata de la formulación, la
cual expone los resultados del proyecto o guion de intervención, en
el cual se desglosan las acciones destinadas a recuperar,
conservar, mantener, entre otros tópicos, la esencia patrimonial del
edificio a intervenir. Toda acción restauradora, que implique
mejoramiento de la integridad del bien patrimonial, representa un
proceso de revalorización o puesta en valor del mismo y que a su
vez impacta en la dinámica urbana de su entorno.

En este sentido, Palacios e Hidalgo (2009) manifiestan sobre la


puesta en valor del patrimonio, que se trata de recuperar a través de
algún proceso de intervención los bienes culturales, con la finalidad
de dotarlos de nuevos usos o significados y así reinsertarlo en la
dinámica social garantizando su resguardo y protección; en otras
palabras representa la adaptación del bien patrimonial a las
necesidades del entorno social actual.

Dentro del proceso de formulación, se encuentran una serie de


acciones inherentes a la conservación de los bienes patrimoniales,
todas apuntan a métodos y técnicas de carácter preventivo y
correctivo, propuestas con base a las labores de diagnóstico y
evaluación efectuadas previamente. Antes de la formulación de
estas acciones de intervención que se desglosan en la tabla Nº 1,
es conveniente realizar una valoración del nivel o grado de
intervención, que viene dado por la magnitud del deterioro de la
edificación, desde el punto de vista estructural, arquitectónico y
artístico. Esta etapa se consolida con la elaboración de un proyecto
de intervención o ejecución donde los expertos en el área proponen
las consideraciones, procedimientos, técnicas y materiales a
contemplarse en la siguiente etapa.

Hacer hincapié en el hecho de que para la realización de esta etapa,


es necesario cubrir las etapas previas; muchos procesos de
ejecución o intervención han fallado o se ha incurrido en daños
graves al patrimonio por no realizar un proceso adecuado de
diagnóstico, evaluación y formulación. Para la puesta en marcha de
esta etapa, deberán estar cubiertos los trámites de permisología
ante el ente legislador respectivo y de igual forma se debe tener
especial observancia a las normativas y ordenanzas de protección
patrimonial.

Millán. L (2022) Pautas metodológicas para el abordaje del


patrimonio cultural edificado. Año 10 – Vol. 19 / Issn:2244-8764
En un proceso de intervención, se debe profundizar en el respeto
por la esencia y carácter originario del bien edificado, observando
con detenimiento aquellos elementos arquitectónicos, ornamentales
o artísticos presentes en los mismos y que deben ser resguardados
e incluso reforzados en algunos casos. Cuando se habla de
conservar la esencia y el carácter originario, se refiere a manejar
opciones que respeten un conjunto de elementos que forman parte
de la identidad del edificio, pueden ser de índole formal, espacial o
funcional, así como también de índole histórica y social.

No se trata necesariamente de retornar radicalmente a la imagen y


uso original del bien edificado, se trata más bien de profundizar en
el respeto al valor patrimonial, siguiendo los lineamientos
formulados por los expertos en cuanto a los elementos de la
edificación que deben ser intervenidos y cómo deben ser
intervenidos. Esta intervención también debe abocarse a la
adopción de criterios de sostenibilidad, perfectamente adaptables a
este tipo de labor, optimizando el uso de técnicas y materiales de
bajo impacto ambiental y empleando estrategias para el manejo
eficiente de recursos energéticos en la edificación, procurando
también la eficiencia y ahorro en el mantenimiento de la misma.

FASE DE SEGUIMIENTO.

Una vez concluida la fase de ejecución, se recomienda profundizar


en la fase de seguimiento, la cual reviste una pertinencia de gran
nivel, pues es aquí donde se ejecutan los procedimientos para
mantener en el tiempo las obras de intervención realizadas. La
primera etapa de esta fase es la documentación, donde se realiza el
registro de todas las actividades de intervención realizadas, junto a
las recomendaciones.

El seguimiento es la etapa inherente al mantenimiento y


conservación del bien patrimonial, la cual debe ejecutarse siguiendo
parámetros de sostenibilidad, enfocados al uso de procedimientos
amigables con el medio ambiente. También es necesario el
abordaje preventivo de la edificación con el objeto de preservar su
integridad en el tiempo, lo que significa un ahorro tangible en cuanto
a la disminución de intervenciones futuras de gran envergadura.

También en la fase de seguimiento se encuentra la etapa de


difusión, la cual contempla las estrategias comunicacionales
dirigidas a exponer y mostrar los resultados obtenidos en el proceso
de estudio e intervención del patrimonio; estas estrategias estarán
enfocadas a campañas didácticas de difusión y concientización a
nivel comunitario, incluyendo las escuelas, instituciones de
formación u otros espacios de participación, haciendo uso de los
medios de comunicación y redes disponibles, resaltando la
importancia de la valoración y protección patrimonio cultural
edificado.
Conclusión

En las obras de patrimonio se deben seguir los pasos antes


mencionados para la restauración de dichas obras.

En este sentido, l planteamiento de una metodología que establezca,


ordene y formule aspectos generales sobre el abordaje del patrimonio
cultural edificado desde sus fases preliminares, hasta llegar a sus
consideraciones de seguimiento futuro, representa una herramienta
teórica que posibilita procedimientos prácticos y de ejecución, que
puede ser tomada como referencia en proyectos de investigación,
evaluación e intervención de estas obras patrimoniales, con un
enfoque conservacionista y sostenible.

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