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NOMBRE: Ángel Joel.

APELLIDOS: Carrillo Gómez.


Maestra: Anabella Guzmán.

LAS CORRIENTES DE PENSAMIENTO ÉTICO


FILOSOFICO.

COLEGIO: Mixto Evangélico Gilgal.


GRADO: 6To Perito Contador.
INTRODUCCIÓN.
El siguiente trabajo consiste en una investigación sobre los
pensamientos u opiniones de filósofos que fueron y seguirán siendo
recordados para un buen tiempo o incluso por siempre tras sus
creaciones de estos pensamientos filosóficos.
ÉTICA DE LAS VIRTUDES.
La ética de las virtudes es la corriente de estudio de
la moral que parte en que esta surge de rasgos internos de la
persona, las virtudes, en contraposición a la posición de
la deontología —la moral surge de reglas— y
del consecuencialismo —la moral depende del resultado del
acto—. La diferencia entre estos tres enfoques de
la moral yace más en la forma en que se abordan los dilemas
morales que en las conclusiones a las que se llega.
La ética de virtud es una teoría que se remonta a Platón y, de
modo más articulado, a Aristóteles, quien consideraba que
una acción es éticamente correcta si hacerla fuera propio de
una persona virtuosa. Por ejemplo, si para el utilitarismo hay
que ayudar a los necesitados porque eso aumenta el
bienestar general, y para la deontología hay que hacerlo
porque es nuestro deber, para la ética de virtudes, hay que
ayudar a los necesitados porque hacerlo sería caritativo y
benevolente.
La ética de las virtudes busca explicar la naturaleza de un
agente moral como fuerza motriz para el comportamiento
ético, en lugar de reglas (deontología) o consecuencialismo,
que se deriva como correcto o incorrecto del resultado del
acto en sí mismo.
Se fija en las normas y reglas, pero a partir de los valores y
de los ideales. En la ética no se trata solamente del actuar del
hombre sino también de la finalidad de su praxis. Se trata de
reflexionar sobre la praxis para que esta sea buena, del valor
de la praxis. El bien es el fin de cada praxis. Por eso la ética
de la virtud es teleológica o una ética de finalidad. La finalidad
es inherente a la praxis. Para lograr la finalidad debemos
respetar ciertas reglas. Las reglas están en función de lograr
la buena vida.
Aunque la preocupación por la virtud aparece en varias
tradiciones filosóficas, en la Filosofía Occidental, la virtud es
presente en la obra de Platón y Aristóteles, y aún hoy en día
los conceptos clave de la tradición se derivan de la
antigua filosofía griega. Estos conceptos
incluyen areté (excelencia o virtud), phrónesis (sabiduría
práctica o moral), y eudaimonia (felicidad).
En Occidente la ética de la virtud fue el enfoque
predominante de pensamiento ético en los períodos antiguo y
medieval. La tradición de la ética de las virtudes fue olvidada
durante el período moderno, cuando el aristotelismo cayó en
desgracia. La teoría de la virtud volvió a la prominencia en
el pensamiento filosófico occidental en el siglo XX, y hoy es
uno de los tres enfoques dominantes a las teorías normativas.
FILOSOFIA DE HEDONISMO.
Filósofo griego fundador del Jardín y del epicureísmo. En el
341 a.C., nació en Samos. Hijo de Querastasa y Neocles, un
colono ateniense afincado en Samos que, posteriormente,
tuvo que emigrar y se instaló en Colofón viviendo como
maestro. Ya de niño se interesó por el origen del Caos, del
que hablaba Hesíodo en su Teogonía. Su primer maestro de
filosofía, todavía en Samos, fue el platónico Panfilo. El año
323 a.C. (año de la muerte de Alejandro Magno) marchó a
Atenas a cumplir con la milicia. No pudo conocer a
Aristóteles, que a la muerte de Alejandro tuvo que marchar de
Atenas por motivos políticos. Sin embargo, sí que conoció a
Jenócrates, el sucesor de Platón en la Academia. El año 321
marchó a Colofón para reunirse con su familia. Allí entró en
contacto con el peripatético Praxífases de Rodas, y con el
atomista Nausífanes, discípulo de Demócrito y de Pirrón.
Ejerció de maestro en Mitilene, donde el año 311 fundó una
escuela. Al año siguiente se trasladó a Lámpsaco, donde
impartió clases durante cuatro años. Allí conoció a sus
discípulos Idomeneo, Metrodoro, Leonteso y, su mujer,
Themista; Hedeira, Colotes, Timócrates y Hermarco, que fue
quien, posteriormente, le sucedió en la dirección de su
escuela. En el 306 marchó a Atenas, donde permaneció
hasta su muerte acontecida el año 270 a.C. En Atenas, fundó
su escuela (llamada el Jardín), en una pequeña propiedad de
las afueras, en dirección a El Pireo, no lejos de la Academia
platónica. Debido a la existencia de un jardín en dicha
propiedad, que era el lugar favorito de encuentro de sus
miembros, la escuela de Epicuro tomó este nombre, que
enlazaba con la enseñanza epicúrea según la cual el sabio ha
de amar el campo y la naturaleza.

Dicha escuela era bien distinta de la Academia platónica y del


Liceo aristotélico y, aunque en el Jardín se efectuaban
también investigaciones filosóficas, no era un centro de
enseñanza para discípulos nuevos sino que,
fundamentalmente, era el lugar de reunión y de convivencia
de amigos (incluidas mujeres y esclavos) que compartían
unas mismas ideas y una misma orientación vital. Y es que
Epicuro entendía la filosofía fundamentalmente como
investigación de la felicidad humana, como reflexión acerca
de los temores que atenazan a los hombres (el miedo a la
muerte, el miedo a los dioses, el deseo desmesurado de
placeres y el miedo al dolor) y como lucha contra los
prejuicios y las ideas que, como las del platonismo, sitúan la
felicidad en otra vida. Consecuentemente con estas ideas, y
con su máxima: «vive retirado», prefería la compañía de sus
amigos antes que el aplauso público. No obstante, esta vida
retirada no la concebía como un alejamiento total de la
sociedad, ya que él mismo participaba en diversos actos
colectivos, sino que la entendía como una forma de vida
basada en el sosiego.

    El contexto histórico en el que se enmarca la filosofía de


Epicuro es el llamado período helenístico, marcado
especialmente por grandes modificaciones sociales surgidas
de las conquistas de Alejandro Magno, que conllevaron el fin
del ideal de la polis tal como había sido entendida hasta
entonces. Las polis pierden su autarquía y aparecen
solamente como provincias de un vasto imperio, lo que
generó la aparición de una nueva mentalidad y de un nuevo
espacio mental capaz de abordar, de una forma nueva, el
distinto marco de convivencia humana, de manera que la
pérdida del sentimiento de colectividad que acompañó a la
pérdida del ideal de la polis clásica produjo cambios en todos
los ámbitos del pensamiento. Por una parte, cambiaron las
mismas concepciones religiosas: los dioses domésticos de
las polis fueron sustituidos por dioses más cósmicos; por otra,
junto a ello, apareció la necesidad de teorizar más el espacio
privado. En este ambiente, surgen las nuevas escuelas
morales y el nuevo ideal del sabio del que la filosofía epicúrea
es un ejemplo (ver epicureísmo).

LA FILOSOFIA DE EPICUDEISMO.
Según Diógenes Laercio , Epicuro dividió la filosofía en tres
partes: la Canónica (lógica y teoría del conocimiento), la
Física y la Ética. Pero, puesto que concibe la filosofía como
una reflexión para alcanzar la felicidad, la Canónica y la
Física estaban en función de la Ética. A su vez, en cuanto
que Epicuro era abiertamente enemigo de las especulaciones
platónicas y aristotélicas, fundamentaba todo saber en un
empirismo sensualista: el único criterio de verdad  lo
proporciona el cuerpo.

Por ello, en la canónica, la filosofía epicúrea tomó como


centro de reflexión, no un supuesto mundo más allá, sino el
radical más acá que es el cuerpo. Así, el alma se diluía en
todo el organismo y era concebida, a la manera atomista,
como formada por átomos. De esta manera, eliminaba todo
dualismo entre alma y cuerpo, así como todo dualismo entre
sensación-intelección, o entre doxa y episteme, y podía
elaborar una teoría del conocimiento según la cual el criterio
de verdad es la percepción, que se produce por la recepción
de los efluvios que provienen de las cosas; la percepción es
siempre verdadera y los errores provienen del juicio. La
eliminación de toda forma de dualismo y la reivindicación de
la corporeidad (pansomatismo) del ser humano sentaban las
bases de una nueva psicología y los fundamentos para la
elaboración de una nueva antropología.

En física adoptó la teoría atomista de Demócrito (Epicuro


negaba la existencia de Leucipo), a la que añadió la
existencia del clinamen para explicar el movimiento de
colisión de los átomos en el vacío. Según él, los átomos caen
continuamente en el vacío de forma vertical, pero tienen la
propiedad de declinar (i8\F4H) espontánea-mente de su
trayectoria. En esta declinación se producen choques al azar
y se engendran los distintos cuerpos. El aspecto de
indeterminación que introducía el clinamen permitía, según él,
explicar la libertad del alma humana. A su vez, estas teorías
ayudaban a eliminar dos de los cuatro temores que impiden la
felicidad humana: el miedo a la muerte y el temor a los
dioses. La muerte no consiste en otra cosa que en la
disgregación de los átomos de los que estamos compuestos.
Cuando esto ocurre, ya no tenemos sensibilidad para darnos
cuenta de ella: cuando estamos nosotros, no está ella, y al
revés. Y, en cuanto a los dioses, cree que existen pero, como
todo cuanto existe, también están hechos de átomos y viven
en otros mundos, por lo que no son providentes ni se
preocupan de nuestros actos. Son dioses que no causan
males, ni vigilan nuestros actos, ni son vengativos. Dioses sin
odio que no deben inspirar ninguna clase de temor, alejados
tanto de los dioses de los mitos clásicos (que Epicuro quiere
desterrar), como de las elaboraciones teóricas de los
platónicos, los aristotélicos y los estoicos.
ESTOICISMO.
El estoicismo es una escuela filosófica fundada por Zenón
de Citio en Atenas a principios del siglo III a. C. Es una
filosofía de ética personal basada en su sistema lógico y sus
puntos de vista sobre el mundo natural. Los estoicos creían
que todo alrededor operaba según una ley de causa y efecto,
resultando en una estructura racional del universo. Pensaban
que «no podemos controlar lo que pasa a nuestro alrededor,
pero sí podemos controlar lo que pensamos sobre estos
eventos» en vez de imaginar una sociedad ideal falsamente
positiva.
Su doctrina filosófica estaba basada en el dominio y control
de los hechos, cosas y pasiones que perturban la vida,
valiéndose de la valentía y la razón del carácter personal.
Como seres racionales, su objetivo era alcanzar, basándose
en la tolerancia y autocontrol, la eudaimonía (felicidad o
bienaventuranza) y la sabiduría en aceptar el momento tal
como se presenta, al no dejarse dominar por el deseo
de placer o por el miedo al dolor, por usar la mente para
comprender el mundo y hacer su parte en el plan de la
naturaleza prescindiendo de los bienes materiales, trabajar
juntos y tratar a los demás de manera justa y equitativa.
Los estoicos son especialmente conocidos por enseñar que
«la virtud es el único bien» para los seres humanos, y que
esas cosas externas, como la salud, la riqueza y el placer, no
son buenas o malas en sí mismas (adiaforía), pero tienen
valor como «material para que la virtud actúe». Junto a
la ética aristotélica, la tradición estoica constituye uno de los
principales enfoques fundacionales de la ética de las virtudes.
Los estoicos también sostenían que ciertas emociones
destructivas eran el resultado de errores de juicio, y creían
que las personas deberían apuntar a mantener una voluntad
(llamada prohairesis) que esté «de acuerdo con la
naturaleza». Debido a esto, los estoicos pensaron que la
mejor indicación de la filosofía de un individuo no era lo que
una persona decía sino cómo se comportaba una persona.4
Para vivir una buena vida, uno tenía que entender las reglas
del orden natural ya que pensaban que todo estaba enraizado
en la naturaleza.
Muchos estoicos, como Séneca y Epicteto, enfatizaron que
debido a que «la virtud es suficiente para la felicidad»,
un sabio sería emocionalmente resistente a la desgracia. Esta
creencia es similar al significado de la frase «calma estoica»,
aunque la frase no incluye los puntos de vista estoicos
«éticos radicales» de que solo un sabio puede ser
considerado verdaderamente libre y que todas las
corrupciones morales son igualmente viciosas.
CRISTIANISMO.
Los términos “cristianismo” y “ética” se prestan a muy
diversas interpretaciones que pueden dar lugar a
malentendidos. Por ello conviene comenzar estas reflexiones
sobre la relación entre el cristianismo y la ética aclarando en
qué sentido serán utilizados aquí. Por “cristianismo” vamos a
entender el movimiento que forman actualmente las personas
de todo el mundo que se consideran seguidoras de la
persona y mensaje de Jesús de Nazaret tal como queda
reflejado en los cuatro evangelios que la tradición ha
considerado como canónicos; esto significa que no me voy a
referir en este trabajo a lo que el cristianismo ha sido a lo
largo de los siglos, y que no voy a tener en cuenta como parte
del cristianismo a ciertas sectas que se dicen cristianas pero
que no se basan en los evangelios para configurar su imagen
de Jesús. En líneas generales, hablaré del cristianismo que
comparten tanto la Iglesia Católica como el conjunto de
Iglesias Cristianas, tanto occidentales como orientales, que
se han ido desgajando a lo largo de los siglos del aquel
tronco común inicial que se inició con los testigos de la
resurrección. En este sentido, el cristianismo actual es
sumamente plural: está constituido por una gran diversidad
de grupos y mentalidades a lo largo y ancho del planeta. Este
enorme pluralismo interno es una característica que vamos
subrayar desde el inicio como especialmente relevante: no
hay, en realidad, un solo y único cristianismo, sino “muchos
cristianismos” a los que apenas une entre ellos un cierto aire
de familia en torno a la común referencia a Jesús de Nazaret,
a quienes todos ellos confiesan como el Cristo, el Ungido por
Dios que fue devuelto a la vida para no volver a morir, y que
desde entonces actúa en el mundo de un modo misterioso, y
que algún día regresará de nuevo al mundo para culminar el
proceso de reconciliación de la humanidad con Dios.

Aunque la Palabra de Dios no trata toda situación que


podamos enfrentar en nuestras vidas, es suficiente para vivir
una vida cristiana. En la mayoría de los casos, podemos
simplemente ver lo que dice la Biblia y seguir el camino
apropiado basado en ello. En los casos donde la Escritura no
nos da instrucciones explícitas para una situación dada,
necesitamos encontrar principios que puedan ser aplicados a
la situación. Debemos orar sobre Su Palabra y abrirnos a Su
Espíritu. El Espíritu nos enseñará y nos guiará a través de la
Biblia para encontrar el principio sobre el cual necesitamos
afirmarnos para poder andar y vivir tal como lo debería hacer
un cristiano.
SUBJETIVISMO.

El subjetivismo ético es un concepto completamente


distinto del relativismo moral. El relativismo moral afirma
que las declaraciones son verdaderas o falsas en función
de quién las dice: incluyen indexicales de la misma
manera que la verdad de la declaración "Estoy en
Senegal" depende de quién está haciendo esa
declaración. Dependiendo de la variedad de relativismo
moral, estas declaraciones pueden indexarse a una
sociedad en particular (es decir, relativismo cultural,
cuando digo que robar está mal, solo es cierto si robar
no es aceptable en mi cultura), o indexarse a un
individuo (relativismo individualista). relativismo).El
subjetivismo ético, por otro lado, afirma que la verdad o
falsedad de las afirmaciones éticas depende de los
estados mentales y las actitudes de las personas, pero
estas verdades éticas pueden ser universales (es decir,
los estados mentales de una persona o grupo pueden
determinar qué es correcto o incorrecto). para todo el
mundo).

Si bien estas posiciones a menudo se mantienen juntas,


no se relacionan entre sí. Por ejemplo, alguien que
afirme que cualquier cosa que su rey quiera que suceda
es lo moralmente correcto para todos sería un
subjetivista ético (lo correcto y lo incorrecto se basan en
estados mentales), pero no sería un relativista moral (lo
correcto y lo incorrecto). son iguales para todos). Por el
contrario, un relativista moral podría negar el
subjetivismo moral si pensara que lo moralmente
correcto es seguir las leyes escritas de su país (esta
moralidad es relativista ya que "las leyes de su país"
seleccionan diferentes leyes para diferentes individuos,
pero no subjetivista ya que depende de las leyes
escritas, que no están en la cabeza de nadie).

Algunas formas universalistas de subjetivismo incluyen la


teoría del observador ideal (que afirma que las
proposiciones morales se refieren a las actitudes que
tendría un observador ideal hipotético). Aunque algunos
consideran que la teoría del mandato divino es una forma
de subjetivismo ético, los defensores de la perspectiva
de que la teoría del mandato divino no es una forma de
subjetivismo ético dicen que esto se basa en un
malentendido: que los defensores del mandato divino
afirman que las proposiciones morales se refieren a lo
que actitudes que Dios tiene, pero algunos consideran
incorrecta esta comprensión, como Robert Adams, quien
afirma que la teoría del mandato divino se ocupa de si un
mandato moral es o no "contrario a los mandatos de (un
Dios amoroso)".
ÉTICA FORMAL.
Denominamos en nuestra lengua como ética a todo
aquello propio o relativo a esta rama de la filosofía que
trata de la moralidad de las acciones humanas y que de
acuerdo a su circunstancia nos permitirá calificarlas como
buenas o malas.
También, el concepto de ética designa a todo aquello que
se ciñe a la moral y a las buenas costumbres y a la serie
de normas que regulan una relación o conducta humana
dentro de un contexto específico como puede ser la
medicina, la abogacía, el periodismo, entre otras
actividades profesionales.

La Ética Formal, es la que se conoce como Ética Kantiana,


en homenaje a su propulsor, el filósofo alemán Immanuel
Kant.

En lo que respecta a la historia de la ética y a la teoría del


conocimiento, en el siglo XVIII, se producirá un cisma con
la aparición en escena del filósofo alemán Emmanuel
Kant, por un lado, por su crítica a la razón pura y por otra
parte porque su proposición de una ética formal vino a
contrastar ciertamente a las éticas materiales vigentes.

Su propuesta ética promueve la libertad y la dignidad de


todos los hombres por sobre todas las cosas. Kant
sostenía que lo objetivamente bueno es una buena
voluntad, el resto de las cosas que solemos considerar
como valiosas, como ser la inteligencia, el valor, la
riqueza, entre otros, no lo son, e incluso hasta pueden
volverse peligrosas para el hombre cuando lo que prima
es una voluntad torcida.

Otro concepto relevante dentro de la propuesta kantiana


es el imperativo categórico, que son aquellos actos
mandados por el deber; este imperativo mandará siempre
pero sin fin alguno, solo por respeto hacia el deber, por
tanto, el hombre que lo siga, que sea capaz de mandarse
a sí mismo, será un ser libre.

Así como se concibe que la ley moral no puede disponer


de nada empírico, el imperativo categórico tampoco lo
podrá contener, solamente la forma de lo moral.

A Kant le gustaba decir al respecto que había que obrar de


acuerdo a la máxima de modo tal que puedas querer a la
vez que se vuelva una ley universal; recomendaba
también obrar como si a máxima acción fuera a
convertirse por la propia voluntad en una ley universal de
la naturaleza; y finalmente decía que había que obrar de
tal modo que se use a la humanidad tanto en la persona
de uno como en la de otro, siempre como fin y jamás
como medio.

Ninguna de las propuestas expresadas por Kant disponía


de nada vinculado a la experiencia, sino que solamente se
atañe a la forma de lo moral. No decía jamás al otro como
debía comportarse de modo concreto y expreso, ni
propugnaba como única alguna norma, ni tampoco
promovía un fin con interés de algún tipo.

Hacía hincapié en la universalidad de nuestros actos y


siempre privilegiando lo que la propia voluntad determina,
haciendo de esto modo prevalecer la libertad y la
autonomía de las personas que deciden.

Para él, la voluntad no podía estar sujeta a ningún


elemento de la experiencia ni mucho menos, deberá ser
libre y el imperativo que es el que tiene la misión de
regularla no promueve ninguna conducta, siendo así que
la voluntad deberá darse per se una norma de conducta,
atribuyéndole un absoluto carácter autónomo.

Lo que ha destacado a la ética kantiana del resto de las


éticas es el foco puesto en las formas de las decisiones
éticas.

PRAGMATISMO.
El pragmatismo es una corriente filosófica centrada en la
vinculación de la práctica y la teoría. Describe un proceso en
el que la teoría se extrae de la práctica y se aplica de nuevo a
la práctica para formar lo que se denomina práctica
inteligente. Posiciones importantes características del
pragmatismo incluyen el instrumentalismo, el empirismo
radical, el verificacionismo, la relatividad conceptual y
el falibilismo. Existe un consenso general entre los
pragmatistas de que la filosofía debe tener en cuenta los
métodos y los conocimientos de la ciencia moderna.
El primer uso impreso del nombre de pragmatismo fue en
1898 por James, quien atribuyó a Peirce el haber acuñado el
término a principios de la década de 1870. James consideró
la serie "Ilustraciones de la lógica de la ciencia" de Peirce
(incluida "La fijación de la creencia" (1877), y especialmente
"Cómo hacer que nuestras ideas sean claras" (1878), como la
base del pragmatismo. A su vez, Peirce escribió en 1906 que
Nicholas St. John Green había sido instrumental al enfatizar
la importancia de aplicar la definición de creencia
de Alexander Bain, que era "aquello sobre lo que un hombre
está dispuesto a actuar". Peirce escribió que "de esta
definición, el pragmatismo es poco más que un corolario, de
modo que estoy dispuesto a pensar en él como el abuelo del
pragmatismo ". John Shook ha dicho:" Chauncey Wright
también merece un crédito considerable, ya que tanto Peirce
como James recuerdan que fue Wright quien exigió un
empirismo fenomenalista y falibilista como alternativa a la
especulación racionalista".
Peirce desarrolló la idea de que la investigación depende de
la duda real, no de la mera duda verbal o hiperbólica, y dijo
que para entender una concepción de una manera fructífera:
"Considere los efectos prácticos de los objetos de su
concepción, ya que la concepción de esos efectos es la
totalidad de su concepción del objeto", que luego llamó la
máxima pragmática. Equivale a cualquier concepción de un
objeto hasta el alcance general de las implicaciones
concebibles para la práctica informada de los efectos de ese
objeto. Este es el corazón de su pragmatismo como un
método de reflexión mental experimental que llega a las
concepciones en términos de circunstancias confirmatorias y
confirmatorias imaginables, un método hospitalario para la
generación de hipótesis explicativas, y propicio para el
empleo y la mejora de la verificación. Típica de Peirce es su
preocupación por la inferencia de las hipótesis explicativas
como fuera de la alternativa fundamental habitual entre el
racionalismo deductivista y el empirismo inductivista, aunque
era un lógico matemático y uno de los fundadores de la
estadística.

UTILITARISMO.
El utilitarismo es una teoría ética que trata de diferenciar el
bien del mal al enfocarse exclusivamente en los resultados de
las acciones. Es una versión del consecuencialismo.

El utilitarismo determina que la opción más ética es la que


produce el mayor beneficio para el mayor número de
personas. Es el único marco moral que puede ser usado para
justificar el uso de fuerza militar y hasta la guerra. También es
una perspectiva de las cuestiones éticas mucho más común
en el mundo empresarial ya que toma en cuenta los costos y
beneficios.

No obstante, ya que no podemos adivinar el futuro, es difícil


saber con certeza si las consecuencias de nuestras acciones
serán buenas o malas. Este es uno de los límites del
utilitarismo.

El utilitarismo también tiene dificultades con valores como la


justicia y los derechos individuales. Por ejemplo, supone que
en un hospital hay cuatro personas cuyas vidas dependen de
un trasplante de órganos: un corazón, unos pulmones, un
riñón, y un hígado. Si una persona llega al hospital, sus
órganos pueden ser usado para salvar cuatro vidas a cambio
de perder una. Esto podría producir el mayor bien para el
mayor número de personas. Pero pocos lo considerarían una
medida aceptable, y mucho menos la más ética.

Entonces aunque el utilitarismo puede ser el marco más


razonable para diferencias el bien del mal, tiene limitaciones
obvias.

Es una versión del consecuencialismo, al considerar que solo


las consecuencias de una acción son un criterio a observar
para definir moralmente si esta es buena o mala. A diferencia
de otras formas de consecuencialismo, como el egoísmo,
considera los intereses de todos los individuos por igual. Mill
se otorga, en la evaluación moral de los actos, la misma
importancia a sí mismo que a los otros. En este sentido, se
remite explícitamente a la regla evangélica: "Trata a tu
prójimo como a ti mismo". Este precepto sería una primera
formulación de la máxima utilitarista bien comprendida
No señala únicamente cómo proceder ante un dilema moral,
sino también sobre qué problemas pensar, dado que los
problemas que considera van más allá de las consecuencias
a un futuro a corto plazo, atendiendo a los efectos de
decisiones tomadas para personas que todavía no existen, ya
que nuestras acciones tendrían un impacto potencial en
estas.

MARXISMO.
La ética marxista es una doctrina de moralidad y ética que se
basa o deriva de la filosofía marxista. El marxismo-
leninismo sostiene que la moral, como otras formas
de ideología, es de carácter de clase y se manifiesta en el
comportamiento de las personas de diferentes maneras en
diferentes condiciones históricas de acuerdo con los intereses
de las clases o estratos sociales que ocupa una persona.
Los principales principios metodológicos de la ética marxista
son el materialismo y la dialéctica. La ética marxista-leninista
es materialista: los ideales, estándares y virtudes que
prevalecen en la sociedad se interpretan como un reflejo de
las relaciones (de valores) interpersonales realmente
existentes, una expresión de los intereses y requisitos de los
grupos y clases sociales. La moralidad no se reduce a una
ideología ética que se ha aislado del mundo y reclama un
valor absoluto. La ética marxista describe la moralidad como
una propiedad de la conducta de uno condicionada por la
existencia social e histórica como aquellos valores morales
que unen (o separan) a los seres vivos.
La ética marxista-leninista es dialéctica: sostiene que, como
la moral en su conjunto, cada una de sus manifestaciones,
cada norma y virtud, está en perpetuo movimiento,
emergiendo, desarrollándose, desapareciendo, pasando de
un estado cualitativo a otro. Arrancada del proceso histórico
concreto, la moralidad en general simplemente no existe.
Cada tipo de moralidad está condicionada social e
históricamente; este es el principio fundamental de la ética
marxista. El núcleo objetivo de la moralidad transmite el
carácter de relaciones sociales definidas: relaciones de
propiedad de los medios de producción, la interacción de las
diversas clases y grupos sociales y las formas de distribución
e intercambio. De esto se sigue que la moral tiene contenido
de clase. Si la naturaleza de los vínculos sociales determina
la esencia de la moralidad (y en una sociedad de clases estos
vínculos se manifiestan, ante todo, en las relaciones entre
clases), entonces la moralidad que los refleja tiene un sello de
clase.
El marxismo contiene valores importantes: el valor del trabajo
 

humano, la necesidad de justicia social, el rechazo del


egoísmo y la utilidad práctica del pensamiento. Su
contribución más importante consiste en la atención que
prestó a los posibles condicionantes socioeconómicos de
determinados sistemas morales.
EGRAFÍA.
Este trabajo fue realizado gracias a la ayuda de
varias páginas de internet las cuáles fueron las
que proporcionaron mayor parte de la
información de esta investigación formal.

Wikipedia, Unifilosofo, Éticoworld.

Conclusión.
Agradezco por su tiempo y atención prestado
hacia este trabajo formal realizado por el
estudiante Ángel Carrillo.
Gracias Por Su Atención.

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