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Lloraré sobre Babilonia (conclusión de "El síndrome Babilonia")

Chapter · May 2022

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Alain Musset
Institut Universitaire de France
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Meteoritos, terremotos, guerras, pestes, ataques alienígenas,

Alain Musset
crisis climática y dioses enfurecidos. Moviéndose desde
la Biblia a la ciencia ficción, el destacado geógrafo Alain
Musset nos ofrece un recorrido magistral acerca de las
miles de maneras en que hemos imaginado la destrucción
de nuestras ciudades.

Fondo Nacional de
Fomento del Libro
y la Lectura

EL SÍNDROME BABILONIA

ALAIN MUSSET
EL SÍNDROME BABILONIA:
GEOFICCIONES DEL FIN DEL MUNDO
Alain Musset
EL SÍNDROME BABILONIA:
GEOFICCIONES DEL FIN DEL MUNDO EL SÍNDROME BABILONIA:
Alain Musset
GEOFICCIONES DEL FIN DEL MUNDO
Alain Musset

EDITOR IAL BIFURCACIONES Diseño y diagramación


Sociedad Civil Bifurcaciones Ltda. Cité Studio
Pje Int 10 ½ Oriente 1297 Talca, Chile Corrección de estilo
editorial@bifurcaciones.cl Cristina Vega
www.bifurcaciones.cl Supervisión de imágenes
Martina Pérez e Isabel Serra
Primera edición de 1.000 ejemplares Edición al cuidado de
Febrero de 2022. Talca, Chile Ricardo Greene

ISBN: 978-956-9501-22-7 TR ADUCIDO DEL FR ANCÉS POR


Primera edición en francés: Alain Alain Musset
Musset (2012). Le syndrome Magdalena Isaurralde
de Babylone: Géofictions de César González García
l'Apocalypse. París: Armand Colin. Eugenia Pérez Alzueta
Sofía Pérez Herrera
Luis Alberto Velasco Ruiz

Si fuésemos una editorial cualquiera les


diríamos que este libro está protegido bajo
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y que no pueden reproducir, duplicar,
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les permitiremos hacer todo lo anterior e
incluso jactarse de ello, siempre y cuando
nombren autor y fuente, y lo hagan sin
fines de lucro. Con todes sino pa k.

Fondo Nacional de
Fomento del Libro
y la Lectura
ÍNDICE

9 INTRODUCCIÓN
9 Ciudad, apocalipsis y ciencia ficción

16 1. PR ELUDIO DEL APOCALIPSIS:


EL MITO DE LA ATLÁNTIDA
16 1.1. Antes del fin del mundo: La Atlántida de Platón
19 1.2. La Atlántida castigada
26 1.3. En el espejo de la Atlántida

33 2. LOS CUATRO PILAR ES DEL APOCALIPSIS


33 2.1. Nuevos diluvios
39 2.2. Meteoros y cuerpos celestiales
44 2.3. Convulsiones terrestres
47 2.4. Pestes y pandemias

52 3. DEL APOCALIPSIS NUCLEAR


A LA CR ISIS ECOLÓGICA:
LA HUM ANIDAD VER DUGA DE SÍ MISM A
52 3.1. El espectro de la guerra atómica
58 3.2. El hongo atómico, ícono del apocalipsis
60 3.3. Fukushima mon amour
64 3.4. El náufrago de la Nave Espacial Tierra

71 4. GAIA CONTR A ATACA


72 4.1. Ya no hay estaciones (sabiduría popular)
76 4.2. El apocalipsis climático
78 4.3. Hacia el invierno eterno
82 4.4. Cuando Gaia se rebela

alain musset 5
88 5. CIUDADES M ALDITAS 198 11. EL ÉXODO UR BANO
89 5.1. Bajo el signo de Babilonia Y EL R EGR ESO A LA TIER R A
96 5.2. Una filosofía anti-urbana 200 11.1. Los citadinos al campo
100 5.3. Los ee.uu. y la ciudad contra natura 205 11.2. La venganza de los campesinos
209 11.3. Et in Arcadia ego
108 6. PAR ÍS. CUANDO SE APAGA 214 11.4. Las ciudades fuera de la ley
LA CIUDAD DE LA LUZ
108 6.1. Las ruinas futuras de París 218 12. LA SOLUCIÓN «ARCA DE NOÉ»
114 6.2. ¡París ultrajado! ¡París roto! ¡París martirizado! 219 12.1. Del refugio nuclear a la ciudad bajo cúpula
118 6.3. El París de Barjavel, fusilado para dar ejemplo 226 12.2. En busca de otra cesta
122 6.4. París y el turismo oscuro del apocalipisis 230 12.3. Las élites y los elegidos

126 7. NUEVA YOR K Y EL FIN DE LA MODER NIDAD 238 13. EL ETER NO R ETOR NO DE ADÁN Y EVA
127 7.1. Nueva York, ciudad global y blanco ideal 238 13.1. «Yo Adán, tú Eva»
131 7.2. Manhattan, joyero del apocalipsis 245 13.2. «Serás un hombre, hijo mío»
136 7.3. La simbología de los rascacielos 249 13.3. ¿Humanidad 2.0?
139 7.4. Cuatro colosos con pies de arcilla
259 CONCLUSIÓN: LLOR AR É SOBR E BABILONIA
146 8. ÍCONOS Y GEOSÍMBOLOS DEL APOCALIPSIS
147 8.1. La jerarquía ambigua de los íconos apocalípticos 265 BIBLIOGR AFÍA
152 8.2. Los geosímbolos emergentes del fin del mundo 265 novelas y cuentos cortos
155 8.3. El espectro de la torre Eiffel 273 historietas, novelas gráficas, mangas
158 8.4. Las mil muertes de la «gran mujer verde» 274 películas y tv
276 videojuegos
164 9. LA METÁFOR A DE LA CAR R ETER A 276 académicos
165 9.1. El automóvil y la carretera en el corazón del
mito americano
169 9.2. Caminos del éxodo y cadáveres de autos
174 9.3. Muerte de las carreteras, muerte del mundo

180 10. MUNDOS SALVAJES


180 10.1. Tierras quemadas, tierras malditas
184 10.2. Ciudades muertas
190 10.3. El fin de las sociedades
194 10.4. El reino de la violencia

6 el síndrome babilonia alain musset 7


Estos tres desenlaces, tan trágicos como místicos, son una nueva —y CONCLUSIÓN
tal vez última— forma de eucaristía. Al identificarse al mismo tiempo LLOR AR É SOBR E BABILONIA
con Adán y Noé, los personajes de Rosny aîné, Stork y Bester ofrecen su
cuerpo al universo tal como Jesús, el Hijo del Hombre, ofreció el suyo
a sus discípulos durante la Última Cena: «Y mientras comían, tomó
Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: “Tomad,
comed; esto es mi cuerpo”» (Mateo 26:26). Sin entrar en las polémicas
entre el dogma católico de la transubstantación⁵⁸ y la doctrina protes-
tante de la consubstantación⁵⁹, podemos sugerir que los cuerpos de
esos tres últimos hombres de ciencia ficción no son sino hostias consa- ¿cómo se puede añadir una conclusión al fin del mundo? Sólo
gradas encargadas de transmitir y difundir la esencia de la humanidad la hipótesis de un renacimiento puede permitirnos pensar en cómo
en las extrañas formas de vida que se desarrollarán en un futuro ines- debería haber sido nuestro mundo para evitar volver a cometer los
perado. La humanidad ha muerto, ¡viva la humanidad! mismos errores. La guerra, la peste, la hambruna, las estrellas que caen
del cielo, los terremotos, las tormentas, las langostas amenazantes, las
aguas envenenadas, todas las fuerzas del cielo y de la Tierra pueden
combinarse para intentar derribarnos, pero el animal testarudo que
inventó la escritura y la bomba atómica, el Taj Mahal y las cámaras de
gas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la esclavitud
seguirá siendo siempre prisionero de sus contradicciones.
Como hemos visto, los relatos posapocalípticos rara vez son opti-
mistas, y los que tratan del Día D o la Hora H justifican este resultado
inevitable por la inconsistencia, cobardía y egoísmo de nuestros com-
portamientos individuales y colectivos. Esta filosofía sigue basándose en
gran medida en textos bíblicos que condenan claramente el mal uso de
las riquezas terrenales, la injusticia de una sociedad segmentada entre
dominantes y dominados, el olvido de los valores morales y el desprecio
de los poseedores por los que no tienen nada. Como está escrito en el
Evangelio según Mateo: «Mas os digo que más liviano trabajo es pasar
un camello por el ojo de una aguja que entrar un rico en el reino de Dios»
(Mateo 19:24). No importa la forma del castigo, ya que la sociedad en su
conjunto es culpable de haber elegido el camino equivocado.
Esta sociedad, cuyo horrible rostro se refleja en el espejo del apo-
calipsis, es en su mayor parte producto de la revolución industrial y de
un capitalismo depredador que, desde Europa y los Estados Unidos, ha
extendido su dominio a todo el planeta, imponiendo sus reglas, nor-
mas y prácticas a casi todas las naciones, como lo han demostrado
58. Toda la substancia del pan, hasta su más minúsculo pedazo, se convierte real-
claramente pensadores como Mike Davis y David Harvey. Si bien la
mente en la substancia del cuerpo del Cristo. ciencia ficción contemporánea no olvida que seguimos amenazados
59. Según Lutero, la substancia del pan no está alterada por la presencia de Cristo por un cataclismo cósmico del que sólo Dios o la casualidad pueden
y permanece a su lado. considerarse responsables, cineastas y novelistas nos han convertido,

258 el síndrome babilonia alain musset 259


desde hace más de cuarenta años, en los principales culpables del amenaza un sistema inicuo y brutal en el curso de una sangrienta
destino que nos espera. Hemos visto que el saqueo del planeta para «lucha final» entre las diferentes «razas económicas». Para evitar lo
obtener un beneficio inmediato, sin pensar en las consecuencias eco- peor, propone sustituir la economía de consumo, que con el tiempo ha
lógicas o sociales de nuestras acciones, se ha convertido en una fuente terminado por suplantar a la antigua economía de subsistencia, por una
inagotable de inspiración para los defensores de Gaia. No sólo está economía de distribución que se aproxima bastante al ideal comunista.
en juego la relación entre los humanos y la naturaleza, sino la propia Para Alfred Bonnardot, también es una revolución social la que
organización de la sociedad capitalista. provocará el fin de la civilización en 2050, y así lo sugiere en su Arqueó-
En Lluvia negra, de Ron Oliver, por ejemplo, la lluvia verdadera- polis, publicada en 1859, en el apogeo del Segundo Imperio. Todo va
mente ácida que cae sobre el mundo —aquella que devora todo lo que cada vez peor en un mundo —que debería haber conocido la Edad de
toca— es causada por una fábrica cuyos codiciosos gerentes han decidido Oro gracias al desarrollo de la tecnología—, los desastres se multipli-
deliberadamente enviar nubes de humo tóxico a la atmósfera para no can, el clima se deteriora, las enfermedades proliferan y un cometa
interrumpir su producción. Yves Varende (El artefacto del apocalipsis) argu- asfixia a todos los habitantes del continente americano: «Se alzó una
menta así que toda la sociedad de consumo, con su insaciable e insoste- voz acusadora, no sabemos de dónde, para dirigir el odio de las masas
nible búsqueda del bienestar material, es la que nos ha llevado al borde hacia los ingenieros jefes que representaban el poder financiero y la
del abismo. La condena es aún más fuerte en Cuando los mundos chocan, clase aristocrática. Miles de periódicos hicieron eco de esta voz fatal.
ya que uno de los personajes centrales de la novela de Wylie y Balmer no Entonces se realizó el antiguo apólogo de los miembros y el estómago»
duda en decir que no hay razón para lamentar el mundo que hemos cono- (1859, 80). Desde una perspectiva más actual, Mauro Corona apuesta
cido, aplastado como una nuez por el planeta Bronson Alpha: en El fin del mundo equivocado que la desaparición de las fuentes de
energía revelará las injusticias de un sistema social basado en una dis-
Cuando recuerdo la suciedad de nuestras ciudades, la codicia tribución desigual de la riqueza, ¡aunque la desaparición de las como-
de los individuos y de las naciones, el salvajismo de las gue- didades de la civilización haga a los pobres más eficientes que los ricos
rras, los horrores del pauperismo que existen junto al lujo y en su lucha por la supervivencia!
la abundancia, nuestro egoísmo, nuestros odios, nuestras en- Conocido por su compromiso con las doctrinas socialistas, Henry
fermedades, nuestra suciedad —todo ese horror al que hemos George Wells también expresó ideas revolucionarias en una de sus nove-
llamado civilización—, no puedo lamentar que el mundo que las apocalípticas, En los días del cometa. Según Wells, el paso de la Tierra
hemos profanado sea ahora sólo fragmentos volando alrededor a través de la cola de un cometa tiene un efecto inesperado. Mientras se
del Sol, completamente imposibles de recomponer (1999, 188). espera el fin del mundo (como en El fin del mundo de Flammarion o en
La zona ponzoñosa de Sir Arthur Conan Doyle), y a medida que las luchas
Sin ir tan lejos, Clifford D. Simak señala que es el injusto sistema social sociales se vuelven cada vez más violentas, la inteligencia de los habitan-
de los Estados Unidos el que más tarde llevará al abandono del modelo tes de la Tierra se despierta repentinamente por los gases que acaban de
capitalista por parte de los hijos de nuestros hijos: «Las grandes corpo- inhalar. Entonces entienden que la sociedad injusta que han construido
raciones son cada vez más ricas y arrogantes, los impuestos son cada necesita ser reformada y que deben preparar el camino para una nueva
vez más altos, los pobres son cada vez más pobres y cada vez son más utopía. El paso del cometa no significa el fin del mundo, sino el fin de
numerosos» (1975, 178). un mundo marcado por intolerables desigualdades entre ricos y pobres,
El feroz crecimiento de las desigualdades e injusticias que entre explotadores y explotados, entre dominantes y dominados⁶⁰.
caracterizan a un mundo gobernado por «la puta de Babilonia» lleva
a algunos autores a un verdadero empecinamiento político, donde el
apocalipsis es sólo la metáfora de la gran noche que quizás —o quizás
no— se abra a un mañana más brillante. Este es el punto de vista de G. 60. En este sentido, Wells castiga la peor injusticia de todas, la de la propiedad indivi-
Morris en Sobrevivir juntos, donde el fantasma del armagedón social dual de la tierra, fuente de un eterno conflicto entre los poseedores y los excluidos.

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Aunque no pretende dibujar una utópica sociedad del futuro como Wells, Ya que la era del hombre —ese Antropoceno tan criticado, que ha visto
Serge Parmentier aprovecha el fin de los tiempos para denunciar, en una al planeta violado, saqueado y asesinado por un depredador insaciable—
novela más o menos esotérica, Las calaveras del apocalipsis, las perversio- parece estar llegando a su fin, tal vez no sea inútil darse la vuelta para
nes de un sistema capitalista globalizado cuyos amos ocultos imponen ver que no toda nuestra herencia es espantosa y que, como los hebreos
su ley. A medida que se acerca el día del Juicio Final, los ricos y poderosos que llegaron a las murallas de Babilonia, tenemos derecho a sentarnos
hacen todo lo que esté a su alcance para tratar de preservar los signos y las y llorar, recordando las bellezas de Sión. Así es como en el futuro falsa-
marcas de su dominación sobre una sociedad que ha sido pasiva durante mente bucólico de la novela de Leigh Brackett, El largo mañana, la ciudad
demasiado tiempo, pero que ahora está lista para rebelarse⁶¹. es a menudo idealizada por los jóvenes que escuchan las historias de sus
La destrucción del mundo, aunque sea el resultado de un ele- mayores. Los rebeldes y nostálgicos piensan que los seres humanos ante-
mento externo que no puede ser previsto (como la caída de un cometa riores a la guerra atómica sacaron toda su energía y encontraron su razón
sobre la Tierra), es la expresión de una justicia inmanente porque, como de ser en las ciudades. Fue la concentración de la población lo que per-
dice una vez más la Biblia: «No os engañéis, Dios no puede ser burlado, mitió a la sociedad superarse, ser creativa y encontrar nuevas soluciones
pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el a nuevos problemas, como el padre de Len recuerda melancólicamente:
que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que «Concentración, Len. Organización. Como un reloj, cada pequeño engra-
siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna» (Gálatas 6:7-8). naje depende de todos los demás para funcionar. […] Fueron las ciudades
Henry Armitage, el predicador loco de El martillo de Lucifer, atrae las que hicieron todo posible, Len. Y cuando las ciudades desaparecieron,
a sus seguidores al denunciar un mundo malvado y corrupto que ya ya no fue posible» (Brackett 1976, 200).
no tiene nada que ver con el designio original de su Creador: «Hemos En un mundo que se está muriendo, las luces de la ciudad son
dividido a la humanidad en naciones, y dentro de las naciones hemos sólo un recuerdo, pero este recuerdo hace que la angustia del presente
dividido a los hombres en ricos y pobres, blancos y negros, y hemos sea aún más terrible, como en Los genocidas, de Thomas Disch, donde
creado guetos para nuestros hermanos» (Niven y Pournelle 1983, 462). los últimos humanos tratan de cultivar las últimas milpas de maíz
Por supuesto, para este antiguo televangelista, la ciudad donde se con- amenazadas por «las plantas», esta vegetación invasora que ocupa
centran todas las desigualdades de la sociedad y donde se expresan toda la tierra disponible. En las profundidades de su retiro, Buddy
abiertamente las fronteras espaciales y simbólicas entre los incluidos recuerda con cariño a Babilonia, la gran ciudad de antaño cuyas lumi-
y los excluidos es el foco del mal, un foco que no debemos reconstruir nosas calles no son ahora más que oscuros túneles, una señal de que la
ahora que Dios ha expresado su juicio. humanidad nunca más encontrará su lugar en la Tierra.
De hecho, como hemos visto a lo largo de este recorridos, nues- La Rebeca del Síndrome Apocalipsis de Hugues Douriaux siente el
tras modernas Babilonias no merecen ser salvada. Después del paso mismo triste vértigo cuando piensa en el Houston que conoció antes
del cometa que despertó a la humanidad y le hizo comprender que de la guerra atómica, con sus luces, sus colores brillantes, sus ruidos
tenía que tomar otro camino, H.G. Wells se convirtió así en un urba- incesantes. La ciudad del pasado es también la hamburguesa o el
nista discípulo de Ebenezer Howard y sus ciudades jardín para borrar helado que solía comer mientras caminaba por la calle, de la mano de
y eliminar el espectro del viejo Londres, esa oscura y contaminada su padre. Puesto que la ciudad es vida, la muerte de las ciudades es sólo
metrópoli, llena de ruido y desorden, poblada por clérigos arrogantes, un paso hacia la extinción de la especie humana, tal como lo vemos en
prostitutas pobres y mendigos siniestros. la novela City de Clifford. D. Simak, y esto a pesar de todas las prome-
sas de los partidarios de una Arcadia posapocalíptica.
Al final del capítulo 12 de este libro, dejamos a Antoine Archinost,
el personaje clave de la novela de Gérard Rosenzweig, Antes del apocalip-
61. En Polar shift, de Clive Cussler y Paul Kemprecos, son neoanarquistas fanáticos los sis, confinado en la cueva de Lascaux para esperar el final de los tiempos.
que quieren provocar el fin de un mundo devorado por el capitalismo, el neolibe- Cuando finalmente logra salir de su refugio, se da cuenta de que nada
ralismo y la globalización. sobrevivió en la Tierra, excepto unos insectos mutantes de los que se

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BIBLIOGR AFÍA
alimentará más adelante. Como todas las pinturas prehistóricas de la
cueva han sido destruidas, comienza a repintar las paredes para repre- novelas y cuentos cortos
sentar los lugares que jugaron un papel importante en su vida y que
son parte de nuestra memoria colectiva; elige Venecia primero, pero Alten, Steve. Le serpent de l'Apocalypse (El testamento maya). París: Éd. du Rocher, 2001.
Amsterdam, Steven. Ces choses que nous n'avons pas vues venir (Cosas que no vimos
también otros sitios que encarnan la miserable grandeza de la especie venir). París: Gallimard, 2012 (2009).
humana: «París desde mi ventana, la oscura playa de acero de Hawái, las Anderson, Poul. The dancer from Atlantis (El bailarín de Atlantis). Nueva York: Signet, 1972.
antenas de la meseta de Bure, el horizonte de Nueva York destacándose Andrevon, Jean-Pierre. Cela se produira bientôt (Sucederá pronto). París: Denoël, 1971.
en una bahía siempre pacífica, y Sunión y su templo, que nunca he visto, — Retour à la Terre (Regreso a la Tierra). París: Denoël, 1975.
— Retour à la Terre 2 (Regreso a la Tierra 2). París: Denoël, 1976.
pero cuya augusta grandeza nunca me ha abandonado» (1999, 362). Le désert du monde (Mundo desierto). París: Denoël, 1977.
Después del fin del mundo, es la memoria (e incluso la memoria de — «La tigresse de Malaisie» («La tigresa de Malasia», 1983). En Il faudra bien se résou-
los lugares que no conocimos en la realidad) la que nos permite volver a dre à mourir seul, 161-186.
los territorios arrasados para amarlos mejor. El círculo se cierra entre los — Visiteurs d'Apocalypse (Visitantes del apocalipsis). París: Fleuve Noir, 1990.
— Le monde enfin (El mundo al fin). París: Pocket. 2010.
sitios a los que una historia personal dio un significado particular y los — «El último hombre en París». En Le monde enfin. París: Pocket. 2010.
que forman parte de otra geografía, menos íntima pero igual de intensa, Arcadius. La Terre endormie (La Tierra dormida). París: Hachette, 1961.
que compartimos con toda la humanidad. Cuando Antoine muere, está Arnaud, Georges-Jean. La compagnie des glaces (La compañía de hielo). París: Fleuve
rodeado por el pueblo de las arañas inteligentes que sucederá a la raza Noir. 1996 (1980).
Atwood, Margaret. Le dernier homme. Oryx y Crake (El último hombre). París: Robert
humana y construirá una nueva civilización. Aunque inmóvil durante Laffont, 2007 (2003).
mucho tiempo, en su cueva pudo contemplar la imagen de esas lindas — The year of the flood (Año de la inundación). Londres: Virago Press, 2010.
Babilonias desaparecidas para siempre, cuyo recuerdo sólo se desvane- Audiberti, Jacques. La fin du monde et autres récits (El fin del mundo y otras historias).
cerá cuando el último hombre y la última mujer hayan dejado de soñar. Actes Sud/Labor, 1983 (1943).
Bacigalupi, Paolo. The water knife (Cuchillo de agua). Londres: Orbit, 2015.
Ballard, James Graham. Le vent de nulle part (El viento de ninguna parte). París: Le Livre
de poche, 1979 (1962).
— Le monde englouti (El mundo sumergido). París: Denoël, 1964 (1962).
— Sécheresse (The drought; La sequía). París: Gallimard, 2011 (1965).
— I.G.H. (High rise). París: Calmann-Lévy. 1976 (1975).
— Salut l'Amérique! (Hola, América). París: Denoël, 1981.
Balmer, Edwin y Philip Wylie. When worlds collide (Cuando los mundos chocan). Lin-
coln: University of the Nebraska Press, 1999 (1932).
— Le choc des mondes (Cuando los mundos chocan. París: Hachette, 1952 (1932).
Barbet, Pierre. 1972. La planète empoisonnée (El planeta envenenado). París: Fleuve Noir.
Barjavel, René. Ravage (Destrucción). París: Gallimard, 2009 (1943).
Le diable l'emporte (El diablo me lleva). París: Gallimard, 2008 (1948).
— Une rose au paradis (Una rosa en el paraíso). París: Pocket, 1982.
Barnes, John. La mère des tempêtes (Mother of storms; La madre de las tormentas). París:
Le Livre de poche, 2001 (1994).
Baxter, Stephen. Les enfants de la destinée (Los niños del destino). Vol. 1, Coalescence (Coa-
lescent). París: Presses de la Cité, 2006 (2003).
— Les enfants de la destinée (Los niños del destino). Vol. 3, Transcendance (Trascendente).
París: Presses de la Cité, 2008 (2005).
— Flood (Inundación). Londres: Orion-Gollancz, 2009 (2008).
— Arche (Ark; Arca). París: Pocket, 2012 (2009).
Bear, Greg. La musique du sang (Música en la sangre). París: Gallimard. 2005 (1985).
Béliard, Octave. «Une expédition polaire aux ruines de París» («Una expedición
polar por las ruinas de París», 1911). Lecture pour tous 13, 9: 797-808.

264 el síndrome babilonia alain musset 265

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