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Problemas en las familias actuales y su determinación social.

Un
abordaje desde la lógica de cuidado
Ficha de cátedra. Lic. Cecilia Arnaudo

INTRODUCCIÓN

En este texto se intentan reunir los aportes de diversos autores/as en relación al tema que vamos a
trabajar en esta clase. Los textos utilizados se encuentran disponibles y citados en la bibliografía para
quienes deseen acceder a ellos.

En un primer lugar se intentará definir qué entendemos por problemas familiares dentro de las
situaciones que se presentan como consulta/s a salud y algunos de los factores sociales que condicionan
tanto su surgimiento como sus formas de presentación.

En segundo lugar desarrollaremos brevemente algunos de los problemas familiares prevalentes como
ejemplo de demandas actuales concretas al sector salud.

Finalmente se propone un modelo de abordaje desde la lógica de cuidado y el diseño de proyectos


terapéuticos singulares como forma privilegiada para trabajar estas situaciones complejas.

¿A QUÉ LLAMAMOS PROBLEMAS FAMILIARES DENTRO DE LA CLÍNICA ACTUAL?

Ya vimos en unidades anteriores que la familia, como institución de la sociedad, ha variado su dinámica y
sus formas de presentación y por lo tanto también han cambiado las definiciones y conceptos sobre ella.

Cuando hablamos de problemas familiares, hacemos referencia a un tipo de situación que genera
conflicto o malestar con impacto dentro de este microgrupo. Isidoro Bernstein, un reconocido
psicoanalista argentino, propone llamarlas situaciones familiares argumentando que la denominación
problemas familiares surge desde el momento en que se instituye una forma de familia como oficial y las
que no siguen ese modelo pasan a ser problemáticas.

Luego de esa aclaración menciona que estas situaciones familiares disruptivas pueden darse en tres
áreas que separaremos solamente a fin de su comprensión pero que en la realidad se encuentran
imbricadas:

A. Hay situaciones provenientes de las relaciones familiares, como por ejemplo no tener hijos y
desearlos, las separaciones, muerte de alguno de los padres, desaparición de alguno de ellos,
migraciones, nuevo emparejamiento de personas con hijos del matrimonio anterior, cambios en
los tipos de elección de género que no son aceptadas en el círculo familiar, etc. En ellas puede
exacerbarse algún conflicto latente o darse alguno no previsto o presentarse bajo formas
nuevas.
B. Hay situaciones familiares provenientes del mundo social: guerras en determinados países,
grandes migraciones por problemas de hambre o políticos, desocupación y la pérdida del
trabajo, la proliferación de empleos precarios, que trae para la familia una inseguridad laboral
relativamente nueva (nueva pobreza y procesos de "descalificación social"). Si sostenemos el
criterio moderno de que el trabajo es junto con el amor una base de la salud, su pérdida trae un
grave deterioro de la subjetividad. La pérdida del trabajo orientó de otra manera las esferas de la
vida individual (privada), familiar (vincular) y social (pública). Ocurre que si ésta última no
sostiene al sujeto al desproveerlo de su trabajo y su protección social, se reanudará el tipo de
solidaridad en la propia familia o, más aún, en el grupo de pertenencia y ello da lugar a conflictos
nuevos. En los países que hay seguro de desempleo, éste cubre en parte la necesidad económica
pero no la pérdida de subjetividad porque es producida en la destrucción del vínculo, laboral y
por lo tanto social en este caso.
C. Hay situaciones familiares provenientes de cada sujeto y variaciones en su mundo interno que
producen efectos en los vínculos familiares pero cuya determinación la buscamos en su
interioridad.

Cualquiera sea el área en donde se ubique el conflicto, ciertamente impacta en mayor o menor medida
en las demás y lo importante es comprender que cada familia presentará el problema de manera
particular y que se debe también tomar en cuenta además de la forma de presentación de los
padecimientos, los modos que han encontrado para resolver conflictos anteriores y los recursos
saludables que tienen para lidiar con el malestar y los problemas.

Al hablar de la problemática familiar actual, algunos/as autores/as coinciden en señalar que en general
las demandas más habituales tienen que ver con problemas vinculares de pareja y entre
padres/madres/cuidadores e hijes. En el primer caso suele suceder que la individualidad de quienes
conforman la pareja evoluciona de manera diferente, con intereses y necesidades nuevas, con
problemas surgidos en el ámbito laboral y otras situaciones muy variadas que generar una inestabilidad
difícil de tramitar. En el segundo caso algunas cuestiones que pueden surgir tienen que ver con el
manejo de los límites1, la comunicación (tanto de cuidadores, madres y padres con sus hijos(as), como
entre cuidadores, padres y madres)2, las crisis de pareja que impactan en las funciones de crianza, la
situación económica y el tener que restringir y ajustar gastos o que otros miembros salgan a trabajar
cortando así las posibilidades de estudio que tenían, la violencia familiar y de género3

Por otra parte, muchas veces surgen problemas puntuales en familias que tienen a su cargo el cuidado
de alguna persona con problemas de salud o dificultades diversas y ante estas situaciones suele

1
En ocasiones, los padres no saben o no pueden poner límites a sus hijos(as), esta situación se complica cuando
ambos están ausentes por cuestiones de trabajo, lo que hacen que se sientan culpables a la hora de poner reglas o
límites, pues sienten que ya de por sí sus hijos están carentes de atención y cariño por parte de ellos.
2
Muchas veces se cita el abuso de los dispositivos tecnológicos (celular, televisión, etc. como “culpables” de la
mala comunicación.
3
El silencio que la caracteriza ha hecho que pase inadvertida, y no es sino hasta ahora que hay mayor apertura
social para la denuncia de estos hechos que se sabe que están presentes en muchas de las familias. Esta violencia
es sufrida principalmente por las mujeres, los niños, las niñas, los (las) adolescentes y los (las) ancianos(as), a nivel
físico, sexual, emocional y patrimonial. Provocando la denigración de la persona en su condición de ser humano,
lesiones físicas y emocionales, disminución de su autoestima, pérdida de la confianza en sí misma y en la familia y
daña, no solo a la persona que lo sufre sino también a los que están a su alrededor y a la sociedad en general.
verificarse como denominador común un desgaste emocional y físico de quien encarna el rol de cuidador
o cuidadora principal. Como vimos también en clases anteriores este rol generalmente es desempeñado
por mujeres de la familia y por eso también el mayor número de consultas por problemas familiares al
sistema de salud proviene de parte de éstas.

Atendiendo a la diversidad de situaciones que puede atravesar un grupo familiar y el malestar que puede
surgir ligado a distintos conflictos difíciles de resolver sin apoyo externo, es que la figura del/a
acompañante terapéutico/a (al igual que la de otros/as profesionales/as del campo de la salud) surgen
como actores clave para el desarrollo y fortalecimiento de estrategias de afrontamiento y gestión del
conflicto.

En este sentido volvemos a subrayar lo que en reiteradas clases presentamos sobre la importancia de
diseñar proyectos terapéuticos singulares en función del problema y recursos que tienen las personas y
en este caso en función de las posibilidades y límites del grupo familiar. A continuación retomaremos
brevemente algunos conceptos claves y trabajaremos en profundidad cómo implementar éstas
estrategias desde una lógica de cuidado.

UN ABORDAJE DESDE LA LÓGICA DEL CUIDADO.

Como sabemos tradicionalmente la atención de los padecimientos se centraba en la enfermedad y en la


asistencia individual de quien consultaba, sin tener en cuenta la dimensión subjetiva (es decir los miedos,
intereses y necesidades de cada persona en particular) y sin trabajar con las familias o el entorno.

Actualmente, a partir de ciertos movimientos ideológicos y políticos dentro del campo de la salud, se
abrió un universo de prácticas e intervenciones destinado a sostener y acompañar a las personas y
comunidades que presentan alguna necesidad o crisis no solamente desde el tratamiento clínico sino
también desde comprender la situación que los/as rodea. Así es que se propone una lógica de cuidado
que tiene como premisas la integralidad de la atención, la humanización de la asistencia y como
característica principal la valorización del saber y de las opiniones de los/as usuarios/as y familias en la
construcción del proyecto terapéutico.

Estos proyectos terapéuticos singulares (PTS) se implementan en el caso de situaciones complejas que
merecen justamente intervenciones integrales y por eso necesitan del trabajo interdisciplinar para
llevarse adelante desde el momento de diagnóstico (diagnóstico de situación acordado entre los/as
diversos/as profesionales) como en las diferentes etapas del desarrollo. Luego, en el transcurso del
mismo, se pautarán diferentes intervenciones y procedimientos a cargo de los/as distintos/as
profesionales.

El PTS se basa en una noción de responsabilidad compartida en el que tanto las personas/familias como
los/as trabajadores asumen un compromiso y una o múltiples acciones en una relación de construcción
colectiva y una gestión participativa.

¿CÓMO ES EL DISEÑO DE UN PTS?


Partiendo de la base de que exista la posibilidad de un trabajo mancomunado e interdisciplinario, vamos
a pensar en los pasos o etapas que sigue la construcción de un proyecto.

En principio, habrá alguien dentro del sistema de salud que reciba la demanda de atención y en este
sentido es esencial que ese/a trabajador/a pueda determinar si se trata de una demanda compleja4 o de
una situación simple que puede entonces resolverse con una intervención más o menos directa.

Al identificar la complejidad de la demanda es momento entonces de organizar el dispositivo de atención


que necesita la persona: o bien se le deriva a un servicio especializado (si el problema lo amerita) o bien
se encargará personalmente de armar un equipo con aquellos/as profesionales cuya intervención sea
necesaria.

Una vez convocado el equipo se procede a realizar un diagnóstico de la situación entendiendo que el
mismo es dinámico, es decir, que puede variar a lo largo del tiempo de tratamiento y que por eso mismo
será necesario realizar evaluaciones periódicas del proceso.

Luego del diagnóstico suele ser importante nombrar a un/a profesional del equipo que funcione como
referente y lidere el desarrollo del proyecto. Este profesional suele ser aquel que tiene más
conocimiento sobre el problema en cuestión o quien tiene mayor afinidad con la persona o grupo
familiar. En el caso de que el problema emergente sea por ejemplo que alguien de la familia presenta un
problema de salud mental, podrá ser el/la psicólogo/a o el/la at quien se encargue de liderar el proceso y
quien se constituya como puente entre el equipo y la familia.

Ya con diagnóstico provisorio y equipo conformado, es necesario acordar con la persona/familia el


acuerdo sobre el diagnóstico e ir estableciendo objetivos a lograr a corto, mediano y largo plazo. Este
proceso no se realiza de una vez y no es necesario que se realice por medio de entrevistas con todo el
equipo, se pueden ir estableciendo los objetivos en los distintos espacios terapéuticos que transite la
persona/familia: entrevistas con los/as profesionales, actividades con el at, controles de salud, etc. Lo
importante es que en un tiempo inicial que no debería durar más de 2 meses, se logre establecer la
transferencia y confianza necesarias para proseguir en dichos acuerdos.

Tanto el diagnóstico inicial como los objetivos del proyecto terapéutico deben de ser acordados con las
personas y familias, es decir que ellas deben de tener también el espacio para opinar sobre su situación y
cuál piensan que es el problema que tienen y también de poder transmitir sus dificultades, motivaciones,
intereses y posibilidades sobre las opciones terapéuticas disponibles.

Finalmente es necesario establecer una evaluación periódica conjunta entre el equipo y también entre el
equipo y la familia de los avances y dificultades en relación a los objetivos planteados

4
Recuerden que la complejidad de un problema se define por el tipo y cantidad de variables que lo atraviesan, no
se define por su gravedad.
CONCLUSIÓN.

Sabemos que el abordaje de cuestiones complejas de salud es un desafío para nuestros esquemas de
trabajo dado que implican un modo de integración de intervenciones interdisciplinares muy difícil de
lograr.

Muchas veces las dificultades en la comunicación entre profesionales que deberían integrarse en un
equipo y las dificultades de construir espacios coordinados generan frustraciones en quienes tienen la
intención de implementar tratamientos desde esta posición que llamamos clínica ampliada.

La ampliación de la clínica implica muchas ampliar el territorio de las intervenciones y la red de actores
implicados/as en el problema y esto necesariamente lleva a redoblar esfuerzos dado que se trata de
acciones poco exploradas para trabajadores/as y profesionales, tan acostumbrados/as al reduccionismo
y al abordaje clínico individual.

Finalmente hemos visto en esta clase que los problemas familiares se definen justamente como
problemas complejos, atravesados por múltiples variables y obligan a pensar intervenciones desde esa
mirada que va más allá del consultorio. En esta clase volvemos a proponer que es posible el diseño de
estrategias de intervención adecuadas a estas situaciones particulares y aunque entendemos el desafío y
el nivel de dificultad que conlleva, también apostamos a que paulatinamente nuestro trabajo se centre
cada vez más en el sujeto que padece y menos en la enfermedad y el hospital.

BIBLIOGRAFÍA:

Projeto terapêutico singular na produção do cuidado integral: uma construção coletiva. Texto &
Contexto Enfermagem, vol. 20, núm. 3, julio-septiembre, 2011, pp. 293-302. Universidade Federal de
Santa Catarina. Santa Catarina, Brasil. Disponible em:
https://www.redalyc.org/pdf/714/71421157010.pdf

BERENSTEIN, Isidoro. Problemas Familiares Contemporâneos o Situaciones Familiares Actuales:


Invariancia y Novedad. Psicol. USP [online]. 2002, vol.13, n.2, pp.15-25. ISSN 1678-5177. Disponible en:
https://doi.org/10.1590/S0103-65642002000200003.

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