Está en la página 1de 16
Alejandro Cattaruzza Historia de la Argentina 1916-1955 > SsrsE indice Introduccién PRIMERA PARTE. 1880-1916 1. La Argentina conservadora Lecturas diversas cle una transformacion profunda, Algunas cifras del cambio, Los modos de la politica (I): el regimen conservedor. Los modes de la politica (li: 9! noventa, La retorma electoral, Conjeturas: la cuestion de la democracia en la década de 1910 SEGUNDA PARTE 1916-1930 2. Los gobiernos radicales. ‘Yegoyen fege 2 la presidenca, Le disputa central: Ia impertancia de las imagenes, Del llang al gotierno, La candidatura de Mamsio T. de Alvear. 1Un nuevo eje det contlicto politico? Las lineas de: acciin del gobieino de Alvear. La vuelta de Yrigoyen. El camino hacia e! golpe de estado. Interpretaciones, De 1912 a 1930 3. La cultura y la politica La guerra y la revolucién. La Reforma Universitaria. Un clima de renovacion cultural, Otros itinerarios. Mas ak de los j6venes. Mas alla de los intelectuales, La cultura ce masas y os cambios. sociales: 4, Las transformaciones sociales Loa grandes cambios a través de fos nimeros. Fuere de las ciudades. Dos contictos relevantes: La Forestal y la Patagonia, En Ia ciudad: la Semana Trdgiza de 1919, El movimiento obvero. Ctra vor en kas ciudades, Variaciones eiuddadanas 13 28 ot 10 Historia de le Argentina, 1918-1988 TERCERA PARTE 1930-1943 5. La disputa politica, de un golpe a otro Los términes del problema. La dictadura de Unburu, El cuadso polities en tos primers afios de la presidencia de Justo. Los. radiceles: ol reiomo y el fraude, Las elecciones de 1987. La presicencia de Ortiz, Castiloy los conservadares. Escandales y desprestigios. Otras formas de la inlervonciin politica. Boos de fa Guerra Civit espanoie, El tactor miktar 6. Actividades intelectuales, acciones politicas Tiempos de discusion intensa. Los intelectuales y la poiiica, Debates en tomo a la funcign social de los intelectuaies, Principales dliemas de los hombres de ls cultura. La cuestion dela identidad nacional. Otves versiones del pasado y un cambio de cima politico 7, Camblos y continuldades en la sociedad Escenerios en transtormacién. Las ciudades: Buenos Aires, De la agroexpertaciin al mercado interno: economia y sociedad. Los trabeladeres. Los sindicatos, fa poitica y la aecion estatal, Limites, Elestado CUARTA PARTE 1943-1955, 8. La tleqada del peronismo, 1943-1946 Otro golpa. £1 GOU. Pein, los sindicatos y la Secretaria de Trabajo, Hacia ol 17 do Octubre. Elecciones. 1945-1946: dspitas polticas, dimensiones sociales, confictos imaginatios. Cambios perdurablos 9. El peronismo en el gobierno La primera presidencia de Peron. La economia: nuevas condiciones. Hac a reforma constitucional. La continuldiad wicial el actiaismo obrero. Ottas moviizaciones. Un cambio de etapa: caisis economica y reelaccién. Le segunca presidencia. Accién sindical y recomposicion salarial, £1 conilicto con la iglesia 115 135 187 vat 203 40. Otras dimensiones de la experiencia peronista 229 E! peronismo y la exiension del bienester social. Salarios, consume y vivienda, Salud puibfica y turismo social. Educacion y cultura, Los que se fueron: zintelectuales peronistas? Inagenas. de pasado If), Imagenes de! pasado (I) Bibliogratia 251 42 Historic de la Argentina, 1916-1955 En Europa, la ampliacién del derecho al sufragio se realizaba muchas veces aboliendo requisitos como el de la propiedad, la disponibilidad de recursos econémicos o ka capacidad de leer 0 escribir, En el caso ar- gentino, las restricciones no habian sido exactamente ésas: los reclamos tenian que ver con el establecimiento de garantias para los comicios y el respeto a sus resultados, En este sentido, aun en un contexte legisla- tivo mas restringido, Inglaterra habia establecido el voto secreto en 1872; Noruega lo habia hecho en 1885; Dinamarea, en 1901, y Finlan- dia, en 1905, El panorama latinoamericano resulta mas heterogéneo, pero en términos generales ~y con la excepeidn de Argentina, Uruguay y México~ los requisitos de ser propietario y saber leer, que en algunos escenarios nacionales sc establecieron en el siglo XIX y constitufan mo- dos del voto censitario, fueron climinados s6lo hiego de 1945. Ala huz de todos estos datos, ¢s evidente que la apertura a formas de- mocraticas a través de la extensién del derecho al voto o del estableci- miento de garantias para su emisién sin coacciones no fue un fend meno exclusivamente argentino, y que la elite local decidié, como en otros émbitos y entre desafios, voluntad reformista y cdlculo politico, ese cambio. Ademas, al momento de empefiarse en la reforma, los diri- gentes argentinos contaban con modelos previos en los que la amplia- cidn de los derechos politicos no habia praducido ningtin cataclisme politico o social. Sin embargo, en la Argentina, la idea de que el poder se retendria result6 errada, y, aunque el radicalismo era una fuerza mo- derada, ello devino en la pérdida del control conservador de parte de la administracion del estado. Es probable que ese error y su resultado hayan sido los factores que hicieron que las elites percibieran la demo- cracia como una amenaza en los aiios siguientes, De todas manetas, ni siquiera en los afios cercanos ala sancién de la Ley Saez Pefia la preven- cion hacia formas ampliadas de democracia habia desaparecido del todo entre importantes dirigentes conservadores argentinos: el 16 de septiembre de 1911, el general Roca seiialaba, en una encuesta publi cada por el diario La Nacién: “En vez del voto obligatorio debiera pen- sarse en cl calificado, pues el voto universal es la causa decisiva de nucs- tras malas costumbres electorales”. SEGUNDA PARTE 1916-1930 2. Los gobiernos radicales Entre 1916 y 1930 se sucedieron tres gobiernos radicales, ef Ultimo de ellos interrumpido por un golpe de estado. Durante e808 afios, uno de los conflicts politicos més rolevantes se libro entre los grupos conservadores, alejados del control del estado debido a la aplicacién de la Ley Séenz Pafia, y of radica~ lismo conducide por Hipélite Yrigoyen. La etapa culminé con el golpe militar que, el 6 de septiembre de 1930, derrocé a Yrigoyen @ impuso al general Uriburu como presidente. ‘Yrigoyen llega a la presidencia FI 12 de octubre de 1916, rodeado de un notable fervor po- pillar, Hipélito Yrigoyen asumia la presidencia; comenzaba de este Modo un ciclo de casi catorce aiios durante los cuales las principales dlpposiciones de las leyes electorales de 1912 rigieron los comicios en la Argentina, También se traté de un perfodo en el cual la Unién Giviea Radical resulté imbatible en el ambito nacional desde el punto de vista Alectoral. En 1922, a Yrigoyen lo sucedi6 otro presidente radical, Mar- teloT. de Alvear; seis aitos més tarde, en 1928, Yrigoyen volvia a la pre- tdlencia luego de una gran eleccion, en la que los niveles de participa- ¢ién fueron altos. La presencia radical en Diputados también crecia en ‘aun aiios, El periodo habria de cerrarse el 6 de septiembre de 1930, timndo el general José Félix Uriburu encabez6 un golpe de estado con #t upoyo de sectores de las fuerzas armadas, de gran parte de la oposi- J6n al radicalismo, la prensa e importantes franjas de la opinién pi- hlica. Con ese episodio se clausuraba la experiencia democratica mas thuadera en la Argentina del siglo XX, hasta la que se abrirfa en 1983. Las elecciones de abril de 1916, en las que debian elegirse los miem- Imus del Colegio Electoral que a su vez designarfa al presidente, fueron knnaclas por el radicalismo con el 46 por ciento de Jos votos emitides, (40 Fistor Ce fa Argentina, 1STO TI aproximadamente. Las distintas formaciones conservadoras provincia les consiguieron el 25 por ciento de los votos. El Partido Demécrata Progresista (PDP) creado poco tiempo antes sobre la base de la Liga del Sur, fuerte en Santa Fe, como alternativa conservadora liberal ron- daba el 13 por ciento, mientras que el Partido Socialista lograba casi el 9 por ciento. La victoria de la candidatura de Yrigoyen en el Colegio Electoral estavo en duda hasta que se confirmé que votarian por él los electores del radicalismo disidente de Santa Fe ee le ee ee ee ee Mesa electoral en 1916 La sancién de las leyes electorales impulsacas por el prasidente Saenz Pela, en 1912, inicié el proceso que culminaria con el triunfo de ia Unién Gvica Radical en las elecciones de 1916. Se eligieron en esa oportunidad los integrantes del Colegio Electoral que. finalmente, harian presidente a Hipélito Yrigoyen, Archivo General de la Nacion. ai” TN ONE Hin embargo, el mundo politico argentino estaba mas fragmentado de lo que estos cuatro agrupamientos pueden sugerir. El radicalismo, davde antes incluso de la eleccién de 1916, se encontraba dividido en algunas provincias, y luego de la llegada al gobierno, esas divisiones se Multiplicarfan notablemente; casi no hubo provincia en la que no se pro«lujeran conflicts internos, algunos muy agudos. Se entiende Ia im- porlincia de estas pujas porque, en los hechos, las provincias eran los ios donde las elecciones tenian lugar. Durante la primera presi- dencia de Yrigoyen, las disidencias radicales no se articularon en un thovimiento de alcance nacional, ni respondieron a razones idénticas 0 A perfiles ideolégicos que pudicran ser reconocidos con claridad; en cambio, se trataba de peleas casi facciosas por el manejo de la adminis- tracién o por el reconocimiento de los organismos del partido, Algunos {Mentos de las autoridades partidarias para lograr la reorganizacion fue- tin Infructuosos y, en Las elecciones de 1922, dos agrupaciones radicales Jirnentaron candidaturas diferenciadas a presidente: la UCR, cuyo can tllelate fue Alvear, y la UCR Principista, que promovié la candidatura lel dirigente entrerriano Miguel Laurencena. El principismo criticaba el extilo que Yrigoyen imprimia a la direcci6n del radicalismo oficial. lox grapos conservadores habian fracasado, como se indicé, en la greucién de una fuerza unificada de escala nacional que pudiera en- frentar a la UGR en 1916, y en los afios siguientes esa unidad tampoco fie alcanzada, aunque se celebraron acuerdos electorales y se empren- ilieron acciones parlamentarias coordinadas. El PDP, a pesar de tener expresiones en algunos otros distritos, era un partido cuya base electo- wl extuba bien localizada en el sur santafecino. Vor su parte, el Partido Socialista (PS) tenia arraigo en la Capital Fe- deal, donde logré competir con el radicalismo con cierto éxito; en el tento del pats, aunque el socialismo tenia locales, en ocasiones prensa, inllitanies y candidatos, su poderio era escaso, con alguna excepcién. Paco tiempo luego del comienzo de la presidencia de Yrigoyen, la Re- yolucién de Octubre llev6 a los bolcheviques al poder y abrié la expe- Heneia de la Rusia soviética. La revolucidn, asi como la guerra civil y ta Iiervencién extranjera que se sucedieron luego de octubre, conmo- vieton a todo el mundo politico; en la Argentina, el PS -por cierto, el tiv importante de América Latina- terminé dividiéndose como en isos paises. En principio, los disidentes (grupos més afines a la revo- hucidn bolchevique) constituyeron el Partido Socialista Internaciona- lista en 1918, uno de los nucleos del Partido Comunista que se fund os mas tarde. Ya a fines de la década de 1920, el socialismo su- frié una nueva escisiou cuando varios dirigentes crearon el Partido Socialista Independiente, que tivo una vida relativamente efimera y es- tablecié alianzas con sectores conservadores, hasta Hegar a ubicar a al- gunos de sus hombres en importantes posiciones de gobierno en la dé- cada de 1980. RARE MAMA MAMMA AAA El socialismo frente a la UCR La Vanguardia, el diario del Partido Socialista, publicé el 12 da octubre de 1916, fecha de ia asuncién de Higdilo Yrigoyen, el siguiente andlisis det hecho, que revela les dificultaces que tenia ei socialismo a la hora de caractorizar a la UCR, con ia que ademas tuvo una fuerte competencia slectoral on la Capital: “Es indisautible que ol nuevo presidente representa la voluniad papular, bremente manifosiada, y que, por lo tanto, tiene un significado democratic [...]. El pusblo tebajador sabe Unicamente que en este dia sube al poder un partido popular, pero de origan y carécter burgués, un artido apoyado por grandes terratenientes y cepitalistas, que ha contado desde su primera hora con el concurse de los militares de profesion y cuenta hoy con la simpatia, el aplauso y la adulacion interesacia de (os elementos olericales, Sabe soto que comienza un gobierno de clase, como todas los anteriores, para el cuel primaran siempre los intereses capitalistas sabre los derachos del proietariado, {...) Para coneluir con el regimen actual, o atenuar sus males y reducir Sus privilegios, no bastaré con poner ia primera magistratura an manos de un cludadano, sino que sera preciso formar esa conciencia colectiva que permite a los pusbios emanciparse a si mismos sin jefes, ni caucilos, ni presidentes- por obra de la instruccién general y de la educacion chica’. a La disputa central: la importancia de jas imagenes Mis alli de las dinémicas propias de las provincias y de fas disidencias internas que se producian en las agrupaciones, durante estos afios la disputa politica argentina tuvo su nticleo en el conflicto entre el radica- lismo y quienes habjan sido los beneficiarios det antiguo orden. En esas luchas, desempefiaron un papel de importancia las imagenes que de si mismos y del adversario construyeron los contendientes. eEeEeyEeE—e——e—_————— eee Desde fines del siglo XIX, en particular luego del suicidio de Leandro NN. Alem ocurrido en 1896, Yrigoyen habia ganado un prestigio inigua- lado por ningun otro dirigente radical. Todavia hoy sigue Hamando Ja Alencién su tipo peculiar de conduccién, Sin pronunciar grandes discur- tur, ms proclive a la charla individual ¢ intima, criptico en sus escritos, tonstruyendo de si mismo una imagen sobria y austera, alejado de cual- quler ostentacion, Yrigoyen fue objeto de devocién por parte de amplios grupos populares, Al mismo tiempo, para él y también para muchos otros tirigentes y activistas radicales, la UCR era algo mas que un partido poli- tivo, Segtin esta perspectiva, los partidos eran agrupaciones efimeras, que Adlo perseguian intereses sectoriales, parciales y, por eso mismo, mezqui- tux, En cambio, ef radicalismo era concebido como la expresién de la tuiamisima nacién, de coda ella; los limites que los radicales atribuian a al entidad tendian a aproximarla imaginariamente a otra, cuya evoca- ¢l6n tenia también enorme fuerza: el pueblo. Su programa de gobierno, tastenian, era la propia Constitucién Nacional. Marcelo T. de Alvear, un dirigente moderado, procive a configurar la disputa politica en términos tmenos absolutos, sefialaria afios mas tarde, revelando lo extendido de es- {um supuestos que identificaban al radicalismo con la nacién, que “ser ra diieal es ser dos veces argentino”. La certeza de constituir la “causa” de la tiacidn frente al “régimen” -ambas concebidas como entidades incompa- tiles, excluyentes- era una pieza central de la identidad radical, que se Jrunfa en juego més alld de la coyuntura electoral. Garigalura de Hipdlite Yrigoyen, come “E! peludo", por Ramén Columba. Yor nit parte, quienes habfan manejado los asuntos puiblicos en la etapa previa tendian a pensar que, por razones de experiencia, posicién social OEE SOTE GG Ta TET, Phe TS y educaci6n, eran quienes debfan continuar en esa funcién, En torno a estas cuestiones, conviene tener en cuenta que el proceso de transforma- cién social evocado en el capitulo anterior ~algunos de cuyos rasgos fue- ron la urbanizacién, la aparicién de nuevas formas del conflicto social, la presencia de grandes masas immigrantes- fue visto por muchos miembros de las elites como tm fenémeno peligroso, que contribufa a la altera- ¢ién de un orden que apreciaban. Se sumaba al cuadro la imprevista de- rrota electoral de 1916, que ponia en manos nuevas la direecién de parte de la administracién nacional y algunas provinciales. Sin embargo, no debe suponerse que la Hegada del radicalismo al go- bierno significé un cambio violentisimo en este plano, ya que la diti- gencia radical, al menos parcialmente, tenia procedencias sociales muy semejantes a las de los miembros del régimen, Pero también integraron las filas de la UCR hombres que exhibian otros origenes, quienes acce- dicron luego de 1916 a los elencos de gobierno y parlamentarios: algu- nos altos fincionarios y diputados fueron hijos de inmigrantes, lo que significaba la ruptura de una pauta previa bastante firme, Entre sus ad versarios conservadores, paulatinamente se extendié la imagen de los gobiernos radicales como gobiernos de “los incapaces", miembros de un partido que se imponfa, sin més virtudes ni méritos, por la suprema- cia del voto y el poder del ntimero. Otra nota que la oposicion en gene- ral, no sélo la conservadora, destacé por la negativa fue la ruptura del protocolo en las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo por parte de Yrigeyen, que durante su presidencia no concurria a las sesio- nes de apertura ni enviaba a sus ministros a responder las interpelacio- nes, ¥ en ocasiones trababa 0 desconocia disposiciones del Congreso. ‘Asi, en las imagenes que conservadores y radicales construyeron del adversario, fueron puestos en primer plano rasgos que, si bien existian en la realidad, aparecfan exagerados y cargados de una dimensin so- cial muy marcada: “Hemos pasado del escarpin de baile a la alpargata”, se horrorizaba el senador conservador Benigno Ocampo, el mismo dia de la asuncién de Hipolite Yrigoyen. Del Ilano al gobierno El radicalismo enfrentaba ahora el tdnsito de partido de oposicién, que no dudaba en apelar ocasionalmente a la protesta armada, sin mas que ofrecer que un lugar en el combate por la causa, a partido de gobierno. Esa transformaci6n venfa impulsada por distintas circunstancias: por un eee Indo, debia someterse regularmente a elecciones; por oro, debia asumir feaponsabilidades de gestion. El cuanto al primer punto, el desempefio tulical fue destacabie, y la UCR amplié sustantivamente el niimero de gus representantes en la Camara de Diputados. En 1917, habia alli 45 re- presentantes radicales sobre un total de 114; en 1922, al asut Marcelo "fy de Alvear la presidencia, los diputados radicales eran 10T sobre 150, aunquea poco de andar el bloque se partiria, augurando la division par tidaria que tuvo lugar en 1924, En parte religi6n civica forjada en les afioy heroicos del siglo XIX y en parte maquina electoral afinada que en varias zonas se entramaba con el estado; un cierto tono popular en sit composicién social, dificil de defini estrictamente y con precision, pero tnmnbién dificil de desmentir; una dimension nacional que convivia con Nucttes tensiones entre los diversos grupos provinciales que la integra- hun, de los cuales, sin embargo, ninguno resignaba la identidad radical: In LICR exhibio todos estos rasgos al mismo tiempo A pesar de que, con el paso de los aiios, la potencia electoral del radi- talismo quedé en evidencia, el comienzo en 1916 fue complicado. La posicién del gobierno nacional no era cémoda, dado que tanto el Gon- wteso como muchos de los gobiernes provinciales estaban en manos bpositoras. Yrigoyen buscd desactivar estas bases de la oposicién. En el tuae de las provincias, apelo a las intervenciones, que se sucedieron alo lurgo de su presidencia y en varias oportunidades se establecieron por tlecreto, con el argumento de que sus gobiernos habian Iegado a esa panicion por efecto de la manipulacién de las elecciones y que fa autén- {lea autonomia era para los pueblos. Algunas provincias fueron interve- tildas en mas de una oportunidad. En cuanto al Congreso, las sucesivas slecciones consolidaron a la bancada radical, atmque la Camara de Se- imdores continud siendo un bastién opositor. uanto al desempeiio en el gobierna, hacia 1916 los radicales disponian de dirigentes entrenados en el manejo de la admi- no con practica parlamentaria reciente a nivel nacional, En- te lox varios frentes que debid asumir el gobierno radical se destaca tl de la politica exterior, ya que la Primera Guerra Mundial continuaba au curso, Yrigoyen decidié mantener la neutzalidad que habia adop- tutto eb gobierno argentino ante el conflicto, mientras que Ia mayor Innte ile la oposicién y de la gran prensa se habia tornado favorable all Init de Brancia, Inglaterra, Italia, la Rusia zarista y, luego de abril ie 1917, de los Estados Unidos. El gobierno norteamericano presiond Jmta que el argentino cambiara de posicién y rompiera relaciones con atm cnemigos. ¥ si bien algunos episodios puntuales como el hundi- (De PISCE CE A ALQEMURE, PITG- TI miento de los buques argentines Monte Frotegido y Toro, en la prt mera mitad de 1917- tomnaron la cuestién mas acuciante, el presi- dente mantuvo su actitud. La guerra habia impactado tambign en la economia local. Al comienzo del conflicto, se produjo una baja general en el comercie internacional, y tanto las exportaciones como las importaciones disminuyeron. Luego, la exportacién de productos agropecuarios repuntd, mientras las im- portaciones continuaban deprimidas. Asi, la balanza comercial result favorable, aunque la baja de las importaciones resintio ef desempeaio de la administracién, que en buena medida se sostenfa con los impues- tos aduaneros a los productos que ingresaban al pais. El cuadro se com- pletaba con una baja importante en ios salarios reales. Finalizada la guerra en 1918, se produjo cierta recuperacién parcial de la actividad econémica internacional, que se frenaria hacia 1920-1921. Incluso en esa. etapa, Ia inflacién complicé la sitnacidn, y en los comités radicales Negé a venderse “came radical" y "pan radical”, mas baratos que los corrientes. A su ver, Yrigoyen intents solucionar el problema del financiamiento de tas actividades estatales, que dependia casi exclusivamente de los im- Puestas al comercio exterior. Con ese objetivo, present6 al Parlamento un proyecto de impuesto a los ingresos personales, que sin embargo no fue tratado. En este marco, y en lo que se refiere a su posicion ante la cuestion so- cial, Yrigoyen comenzé su gestién intentando ubicar al gobierno como arbitro frente a los conflictos obreros. Esa fue la actitud asumida, por ejemplo, a fines de 1916 ante una huelga lanzada por dos sindicatos que, en una economia dedicada a la agroexportacion, tenfan un papel eS SD EINES Aires, culminé en una huelga més amplia; las fuerzas policiales fueron deshordadasy solo dias después el ejército logré controlar la situacién. Yn en 1921, se produjeron otros conflictos importantes, como el de La Porestal y el de la Patagonia, que fueron reprimidos duramente, como examinaremos en el capitulo 4. ; Laiego de la Revolucién Soviética, surgieron en la Argentina agrupa- clones peculiares. La Liga Patriética Argentina, fundada en 1919, tuwndo tuvo lugar la Semana Tragica, es un buen ejemplo. Algunas es- {uvieron vinculadas a fas asociaciones patronales; omas se nutrieron de Jovencs de la elite y destacados dirigentes conservadores, pero también de radicales y demécrata progresistas, al punto que el diario oficialista La poca solia publicar sueltos con el anuneio de Jas reuniones de la Liga, conducida por Manuel Garlés, también radical. Todas se mani- teataban hostiles hacia el activisme obrero y de izquierda, con algunos {unos xendfobos y apelaciones exaltadas a la movilizacién patriética rantra lo que concebian como el caos social. Si bien no constituyeron purticlos politicos en regla, intervinieron en los asuntos pablicos organi- vando conferencias, congresos y campaiias, y también actuando como Krupos de chogue que, en los hechos, desafiaban el ejercicio del mono- polio estatal de la violencia. En la mayor parte de los casos, et gobierno tle Yrigoyen toleré ese desafio con escasa reaccién. En el caso de la Liga, la convocatoria se extendié a las mujeres, quienes a través del de sarvollo de tareas caritativas, afianzaron relaciones con sectores catéli- ton que se dedicaban a ello hacia tiempo. Exan éstas las expresiones de tn nuevo tipo de agrupacién de derecha, dispuesta entonces a desarro- Mav alguna forma de activismo social y a la disputa callejera para enfren- importante: los que agrupaban a los trabajadores portuarios, por una parte, y a los ferroviarios, por otra. Esa gravitacién otorgaba a las orga- nizaciones Ia posibilidad de instalarse en posiciones de cierta fuerza a Ja hora del conflicto. El presidente recibié a las delegaciones sindicales, atendié varios de sus reclamos y se negé a reprimir, respuesta que le demandaban las asociaciones patronales. La politica de Yrigoyen fue criticada también por la oposicién conservadora, que la denunciaba por su debilidad ante el cesorden social, cuando no por darle impulso. La agitacion que siguié a la Revolucién de Octubre, tanto entre las es- peranzadas fuerzas de izquierda como entre quienes imaginaban que habria de acarrear calamidades sociales inminentes, angosté el espacio. para el desarrollo de esa politica presidencial, que tendria su final en los episodios de la Semana Tragica. En enero de 1919, una huelga de los tra- bajadores metaltirgicos de los talleres Vasena, en la ciudad de Buenos tue w quienes consideraba sus enemigos. Le candidatura de Marcelo T. de Alvear Mucrelo T. de Alvear era miembro de una de las familias mas connota- iw y ricas de la Argentina, cuye linaje se remontaba al siglo XVILL Era twmbién un radical de los primeros tiempos, ya que siendo muy joven Iwwhia participado en Ja Revolucién del Parque y luego en el levanta- inlentu de 1893, cuando ocupé posiciones de responsabilidad. En 1912, y Alvear se conté entre los ocho diputados del partido que se ‘on al Congreso. Por entonces, la relacién de Alvear con la inc orpor " : politica era irregular: largas estancias en Paris, donde tenia una rest ESS IS IIS ENOTES dencia, se combinaban con la actividad partidaria. Al egar Yrigoyen a Ja presidencia, le ofrecié el cargo de ministro de Guerra a Alvear, quien decliné la propuesta; finalmente fue nombrado ministo plenipotencia- fio en Paris, precisamente. Durante la guerra y también en ocasién de Jas negociaciones posteriores a Ia paz, Alvear manitesté diferencias con las posiciones de Yrigoyen, pero termin6 por aceptar la linea fijada por el presidente. Mas alld de la politica, los lazos de afecto entre Yrigoyen y Alvear eran antiguos. he ee Presidentes radicales El presidente Yrigoyen recibe a Marcelo T. de Alvear, ya presidente alecto, que llegaba desde Paris, en septiembre de 1922, Ambos dirigentes tenian una antigua relacion imiciada en tiempos de la Revolucion del Parque, en 1890, que no Impidi¢ las disputas internas en ‘al radicalismo durante la presidencia de Alvear. Finalmente, el partido se quebraria er 1924, Archivo General de la Nacién. ai Hacia 1921, comenzaron las negociaciones para definir la préxima can- didatura radical ala presidencia: aunque varios nombres circularon, el parecer de Yrigoyen definié la cuestién a favor de Alveat, quien fue con- vertido en el candidato oficial en Ia Convencién Nacional de la UCR Los gobierngs radicales 99 que sesioné en marzo de 1922. Vista a Ia luz de disidencias, conflictos y distanciamientos posteriores entre ambos, aquella decision de Yrigoyen puede Hamar la atencién. Sin embargo, es necesario considerar que, ia 1922, Alvear era un importante dirigente, con experiencia parla- mentaria y diplomatica, de lealtad probada incluso a pesar de las dife- tencias de eriterio, con extensa pertenencia pattidaria y relacin perso- wal con el lider. Durante la campaiia electoral de 1922 no faltaron los episodios de vio- lencia, en especial en algunas provincias. En las elecciones, celebradas en abril mientras el candidato se hallaba todavia en Paris, fa UCR que soxtenia su candidatura se enfrenté a la Coneentracién Nacional ~cons- tituida por los grupos conservadores-, al PDP, al PS ya la UCR Princi- pista, Las listas de electores radicales lograron imponerse en 12 distritos sobre un total de 15 (en 1916 lo habfan hecho solamente en 6). Un nuevo eje del conflicto politico? ¥u los nombres de los ministros designados por Alvear se ley6 un pritner esto de autonomia respecto de Yrigoyen, ya que sélo uno de ellos soste- fa contactos estrechos con ¢l ex presidente. Ese conflicto se intensifica- Ia y se convertiria en una de Jas cuestiones politicas relevantes durante aquellos anos. En esta ocasién, los radicales que, sin renegar de su con- dlicién de tales, se distanciaron de Yrigoyen lograron articular una alter- nativa nacional, y luego de que el bloque parlamentario se separara en lox hechos desde 1923, en 1924 los disconformes organizaron un partido diferenciado, la Union Civica Radical Antipersonalista, Algunos de sus eles fueron Vicente Gallo, Leopoldo Melo, los Lencinas de Mendoza, Valuardo Laurencena de Entre Rios. Muchos tenian largas y destacadas trayectorias radicales, que inclufan desde a participacién en revolucio- ues hasta el ejercicio de responsabilidades parlamentarias y ejecutivas: Gallo era, por ejemplo, ministro del Interior de Alvear. El rasgo en co- nuin era Ja critica a Yrigeyen, que también tenia diversos origenes, jwompaiiada de Ta pretensin de constituir el auténtico radicalismo, cuya area era tetomar la Hinea expresada en los documentos iniciales del si- lo XIX, donde se denunciaba Ia actitud politica personalista, Mas alla le exas posiciones minimas, era dificil hallar homogeneidad. Par su parte, los yrigoyenistas continuaban reteniendo la estratégica provincia de Buenos Aires y hacian pic firme en ta Capital Federal y otros distritos. En esta corriente comenz6 a plantearse una lectura de la SO stone OG te Agentnd, WIE TOS gestion de Yrigoyen que tendria larga vida en la UCR. Interpretando et antipersonalismo como vna escision conservadora impulsada por quie nes no eran verdaderamente radicales, los partidarios de Yrigoyen hicie- ron de su figura la encarnacién de una politica popular, atenta a los mds humildes, antiimperialista, y de defensa de ta soberanfa nacional. Dado que fas relaciones entre el presidente y el caudillo eran inestables, en ocasiones la critica yrigoyenista se detenia ante Ia figura de Alvear, sin embargo, en el acto de transmisién del mando en 1928, la acusacién de traicién afcanz6 al presidente saliente, RAR A RAMA AAA ae Fragmentos del mensaje del presidente Alvear al abrir fas sesiones ordinarias del Congreso en 1928: Los principios politicos que etrajeran rris simpatias y tuvieron a su servicio toda mi vida ciudadana mantienen su preeminencia en todo el pais, puesto qué esos principios han sido invocados por los dos grandes niicleos de opinion que han intervenide en ta reciente camparia electoral ‘Sé muy bien que [a retativa imprecision can que esas ideas se anuncian ‘82 relacionan con las formas posttivas de su interpretacién ha dado ocasion a que ee discuta sobre quiénes las entienden bien o fag aplican do mejor modo en beneficio de! pais. $6 también que en la exaltacion apasionada de esa controversia, los unos niegan a los otros hasta la sinceridad de sus respectivas asaveraciones, Todo olio significa, a mi juicio, solamente un afén saludable de esclaremientos sucesivas [...]. Pero la cbservacién desapasionada impone a la sinceridad el reconocer ‘ue las costumbres polticas han [...] asegurado el pradomino veraz y definitivo de los valores representativos de la demosracia, Presidencia Alvear 1922-1928. Compilacion de mensajos, layes, decretos ¥ reglamentes, tomo |, Buenos Alres, Pesce, 1928, A” El Congreso fue uno de los lugares en que se libro este conilicto entre petsonalistas y antipersonalistas. Gran parte de las bancas radicales en Diputados estaban en manos yrigoyenistas, y la obstruccién, llevada ade- lante incluso a través de la ausencia en el recinto, fue una prictica co- rriente, de la que Alvear se quejé sistematicamente en sus mensajes al cuerpo, A través de decretos, el presidente Ilegé a clansurar en tres oportunidades las sesiones extraordinarias, en razon de la parilisis par- Jamentaria. Por su parte, el antipersonalismo no desdend el acuerdo LOS GOD KTFIGS f4QIehes OF ton sectores conservadores. Pero una de las piezas clave para dirimir el enfrentamiento era el control de la provincia de Buenos Aires, que -se suponia~ habria de permitir al antipersonalismo desmontar la maquina electoral yrigoyenista. Aun presionado por algunos de sus ministros “Gallo en particular-, Alvear no tomé la decisién de intervenir la pro- vincia ~aunque a Jo largo de sn mandato las intervenciones fueron diez=, y en 1928 la UCR, que nuevamente impulsaba la candidatura de Yrigoyen, triunfé de manera contundente sobre sus competidores anti- personalistas, aliados a los conservadores. Las lineas de accién del gobierno de Alvear Vin un plano que comenzaba a ser relativamente sensible, como el del pe- Wwéleo, debe destacase la gestién del general Enrique Mosconi al frente dle YPF. En junio de 1922, ya a fines de su presidencia, Yrigoyen habia creado una Direccin General de Yacimientos Petroliferos Fiscales, en el frea del Ministerio de Agricultura, y Masconi fue puesto al frente del or- wunismo por Alvear, a comienzos de su gestién. También se cre6 fa Fi- nica Nacional de Aviones de Cérdoba, en 1927. En ambos casos, una nueva preocupacién militar por cuestiones industriales asociadas a la de- feusa nacional determin esas decisiones; en el futuro, esa politica habria le extenderse. Recuperando la iniciativa impositiva de Yrigoyen, Alvear wulvi6 a proponer al Congreso la creacién de umn impuesto a los bienes personales, que tampoco recibié tratamiento. Por otra parte, e] Ejecutivo impulsé la sancién de varias leyes labo- rales; algunas reglamentaron el trabajo de mujeres y menores en los (ercitories nacionales y en la ciudad de Buenos Aires, mientras que en 1926 se establecié el descanso dominical en este tiltimo ambito. En el mismo plano, se destaca el Iaudo de Alvear en un fuerte conflicto des- alado entre caieros y obreros de los ingenios tucumanos, por una parte, y las empresas, por otva. La intervenci6n de Alvear devino en la ¢reacién de una entidad provincial encargada de tratar tales conflic- ws en el futuro. En 1924, el Poder Bjecutive envié al Congreso un proyecto de ley que establecfa el feriado para el 1° de Mayo, aso- tinndo la efemérides proletaria con fa fecha de la sancién de la Gons- litucién de 1853. Aunque el proyecto no fue tratado, el feriado se es- ablecié por decreto. Entre la legislacion referida a las cuestiones xociales y lahorales, también debe contarse e] proyecto de extender el ciones, impulsado por el Ejecutive en 1924. Ni las pa- ister SRST SIG TNA, PID TD tronales ni fas centrales obreras aceptaron el proyecto -cn el tiltimo caso porque suponia la disminucién del salario de bolsillo-, que ter- miné fracasando. La conflictividad social tendié a descender en los atios de Alvear, si se la compara con la det periodo 1917-1921, que habia resultado singu- Jarmente alta, Ello se evidencia en la disminucién del ntimero de huek gas y huelguistas involucrados, y en cierto estancamiento del recluta- miento sindical. Sin duda, la recomposicién econémica producida luego de Ia crisis de la inmediata posguerra, soportada por la adminis: tracién de Yrigoyen, fue un factor determinante, en particular por la recuperacién de los salarios reales. En ese cuadro, sobre todo desde 1923-1924, la exportacién agropecuaria volvio a functonar con cierta eficacia, hasta que wna nueva crisis, esta vez mas profunda, revelé sus limites a partir de 1929, La vuelta de Yrigoyen A pesar del desafio que signified la escision antipersonalista, la UCR que permanecta fiel a Yrigoyen logré triunfar en las elecciones de reno- vacion parlamentaria de 1924 y 1986. De todas maneras, es probable que la disidencia radical alentara las esperanzas conservadoras de obte- ner la derrota del yrigoyenismo en las elecciones presidenciales previs- tas para 1928, En los comicios celebrados en abril de este wltimo aito, la UCR obtuvo 839 000 votos y 249 electores, y la UCR Antipersonalista, con el apoyo conservador, 439 000 votos y 127 electores. Luego se ubica- ron las listas del PS y del PDP. La campaia fue particularmente intensa: en las elecciones hubo una gran participacién, la mayor hasta ese mo- mento, y €l triunfo de Yrigoyen fue contundente en todos los distritos en los que se presentaron listas de electores que apoyarfan su candidatura. El radicalismo yrigoyenista vio en estos resultados la confirmacién de muchos de sus presupuestos, en particular el que indicaba que Yrigoyen era él lider de las mayorias populares. En sus términos, éste era un ple- biscito que avalaba las politicas pasadas del caudillo y también las fu- twas, La lectura de la eleccién como plebiscito era absolutamente consistente con aquella otra imagen que el radicalismo leal a Yrigoyen vena labrando de si mismo y del conflicto politico argentino: los autén- ticos radicales ~expresién de la nacién y del pueblo- frente al régimen -oligrquico y conservador-, sin espacio para otros actores, articulando toda Ia disputa en un combate esencial. hee Los gobiernos radicales 59: Si bien los conservadores y el antipersonalismo habian podido sos- pechar el uiunfo de Yrigoyen, el dato significative era su magnitud: lla hacia evidente la dificultad de conseguir una derrota del yrigoye- nismo por la via electoral. Muchos de sus dirigentes veian en la falta de eultura civica popular la causa del triunfo radical. En algunas reflexio- thes se ponfa incluso en duda lo atinado de la reforma electoral de 1912, y pronto se enlazaron con ellas las consideraciones que evaluaban otras vias para recuperar el gobierno. Asi, nego de las elecciones y an- tes del traspaso del mando, circularon rumores acerca de un golpe de extado, que conduciria el general Agustin P. Justo, quien, sin embargo, Ip desminti6 piiblicamente. Entre los opositores a Yrigoyen también se contaron algunas agrupa- slones que comenzaban a llamarse nacionalistas, muchos de cuyos in- fegrantes tendrian una actuacién destacada en Ia década siguiente. Si hien exhibfan cercanias con las franjas conservadoras mas radicaliza- «as, sus relaciones con ellas no fueron siempre apacibles. Tenfan, ade- mis, algunas coincidencias con intelectuales catélicos, aunque no era éxta todavia la nota dominante en su pensamiento, y con aquellas orga- nizaciones de derecha surgidas en tiempos de la Semana Tragica, In- cluso exhibian algiin perfil generacional relativamente homogéneo: imchos eran jévenes nacidos con el siglo, que no habian desdefiade fa actividad literaria en los ambitos cercanos a las vanguardias, aparecidas et Buenos Aires en los tempranos afios veinte, La Nueva Repiblica, pur blicacién fundada en 1927, fue uno de sus emprendimientos mis ca tucteristicos, y los hermanos Julio y Rodolfo Ivazusta, junto a Emesto Palacio, nombres conocides de sus elencos. Ellos buscarfan ofrecer el spporte intelectual y suministrar cuadros de gobierno al uriburismo luego del golpe de 1930. El camino hacia el golpe de estado Hipolito Yrigoyen comenzaha su segundo mandato amparado en el no- Inble éxito electoral. Sin embargo, pronto los primeros indicios de la tains que finalmente habria de Mevar a la caida de Wall Street en octu- Inte dle 1929 se hicieron sentir en la Argentina. Los fondos fiscales men- giaron, cl gasto del estado disminuyé y afects una de las piezas centra- tex de ia maquinaria oficial: se produjo una baja de sueldos y comenz6 1 proceso inflacionario. Ese aito de 1929, el conflict politico se inten- ailicd, ya que el oficialismo volvis a recurtir a las intervenciones para (SO rastona da la Argentina, 1916-1965, terminar de reducir a los opositores. Pronto se Hegé a la violencia, que en diciembre se cobré la vida de Carlos Washington Lencinas, dirigente mendocino que habia sido gobernador de la provincia entre 1922 y 1924, cuando fue intervenida. Lencinas habia sido parte del antiperso- nalismo y al momento de su muerte era senador nacional electo, aun que el Congreso habia rechazado su diploma. Poco después, el propio Yrigoyen era victima de un atentado, fallido, a cargo de un anarquista que, al parecer, actuaba en soledad, Tampaco faltaron los enfrenta- mientos callejeros entre los grupos de choque del nacionalismo, como ta Liga Republicana, a la que més adelante se sumaria la Legion de Mayo, y los partidarios radicales. En la opinién ptiblica el clima estaba cambiando, y a medida que avanzaba el afto 1980, se multiplicaron las movilizaciones contra el gobierno. La violencia se volvié més intensa en ocasién de la campaiia previa a las elecciones de diputados nacionales para renovar parcialmente el cuerpo, que tuvieron lugar ése mismo afi. Al momento de los comi- cios, se produjeron algunas denuncias de fraude y de presi6n de los in terventores y la policia. Esta vez, los candidatos radicales a diputados, en conjunto, pasaron del 57,4 por ciento obtenido en 1928 al d1,7 por ciento; en la Capital, el radicalismo ocupé el tercer hugas; luego del Par tido Socialista Independiente y del PS. De todas maneras, en las cuen- tas globales continuaba siendo la primera fuerza. La opesicién inclufa ya pulblicamente no séle a los partidos sino tam- bién a 6rganos de prensa, como el muy difundido diario Critica, y, en poco tiempo, a agrupaciones estudiantiles. En esos ambitos, lo que po- dia verse como un éxito electoral propio atin parcial ~o, al menos, como el retroceso del radicalismo~ no desactivé las simpatias de mu- chos por los planes de un golpe de estado a cargo del ejército, un ele- mento en los calculos politicos cuya importancia se revelaria duradera en la Argentina del siglo XX. Desde fines del siglo XIX, se habia avan- zado en Ta constitucién de fuerzas armadas mas modernas, con institu- ciones que se afianzaban, criterios mas 0 menos estandarizados que re- gulaban ascensos y jerarquias internas, y una estructura burocrdtica en crecimiento, ya que, desde la sanci6n de fa Ley de Servicio Militar Obli- gatorio, a fines de 1901, era recibido anualmente un importante nti- mero de rechatas que debia ser sometide a control médico, alojado, en- wenado y reducido a la disciplina militar, El ejército se profesionalizaba yal mismo tiempo se tornaba una corporaci6n que tendia a suponerse depositaria casi exclusiva de la tradicion patria, La politica yrigoye- nista de reparacién de las situaciones de oficiales que habian partici- HOS YORIAIRS TOMEI padlo de la rebelién de 1905 vino a cruzarse con aquella logica profesio- nal, poco afecta a admitir la intervencién externa en Ia fuerza. A lo lnrgo de la década del veinte, cuando la consolidacion profesional se asenté atin mas y hallé en el general Agustin P. Justo, ministro de Gue- tra de Alvear, un importante impulsor, la divisidn entre oficiales que planteaban la necesidad de privilegiar los criterios profesionales y los que se asumian radicales tomé forma: los primeros se organizaron en logias, de las cuales la San Martin fue una de las més importantes, y tn elas crecié el antiyrigoyenismo. En los momentos anteriores al 6 de septiembre, existian en el efército dos corrientes implicadas en Ia organizacién del golpe: una reunida al- tededor de Justo, y 1a otra dirigida por el general José F, Uriburu; am- bas tenfan contactas con dirigentes civiles. Justo convocaba, en general, A quienes exhibian un perfil ideol6gico conservador moderado y libe- tal, entre los cuales se contaban varios antiguos radicales, mientras que ¢nel uriburismo se alineaban algunos antiguos conservadores ahora vi- tudlos hacia posiciones de derecha mas extremas, como Carlos Ibargu- ten, y los jdvenes nacionalistas, varios de los cuales imaginaban que Uri- fwiru seria el lider militar y de autoridad que pondrfa fin a los supuestos desquicios que Ia democracia habfa acarreado. ; Por su parte, el PSy el PDP exhibicron recelos ante la salida golpista. nfs alld de que algunos de sus miembros estuvieran dispuestos a apo- yarla, A pesar de tal cautela, ambas agrupaciones compartian el diag- infistico que indicaba que el yrigoyenismo habia levado a las institucio- hex a una situacién critiea. Otro factor a tener en cuenta a la hora de explicar este golpe de es- tado es la intensa competencia interna entre altos funcionarios radi- len cercanos al presidente, que incluy6 planes contrapuestos y bas- tante mezquinos para el reemplazo de Yrigoyen. Ademiés, esos pleitos Juunfan al propio presidente en el papel de quien debia resolver las iwasiones. En los tiltimos tiempos, cuando las actividades de los futu- vox golpistas eran piiblicas y visibles, mientras algunos ministros Nega- Jon a pronunciatse a favor de la represi6n, otros entendian que la si- Iuacién no lo reclamaba: fue la posicién de estos tiltimos la que se puso. EL 6 de septiembre, practicamente sin resistencia, triunfé el yolpe en Buenos Aires, como resultado del avance de una colamna ile cacletes relativamente pequeiia, con apoyo civil. En cl interior, la n se repetia con menos despliegue militar aun que en el caso piral (Be histor de a Argeniina, 1916-1955. he ee ee ee ee El golpe de estado del 6 de septiembre de 1930 Aviones sobrevuelan ia ciudad de Buenos Aires el 6 de septiembre. El movimiento militar no encontro escollos de importancia en su camino y las fuerzas involucradas répidamente tuvieron controlada la situacion en la cludad. A poco de andar, sin embargo, quodaria claro que e! radicalismo derrocado conservaba mucho de su amraigo electoral. Archivo General de la Nacion. iv” Interpretaciones. Si bien no hubo resistencias significativas, los golpistas no contaban con guarniciones importantes y muchos mandos estaban cerca del off- cialismo radical, lo que hace dificil interpretar el golpe como una ac- cin institucional del ejército. Por otra parte, desde la propia arena politica se habia alentado la intervencién militar, aunque el argu- mento mtilizado con mayor frecuencia aludia a la necesidad de restau- rar las regias de juego institucional, que habrian sido violadas por Hi- Pélito Yrigoyen. El “Manifiesto de los 44”, firmado por parlamentarios opositores poco antes del golpe, exigia al gobierno “el cumplimiento de ta Constitucién Nacional”, Estos planteos no bastan para caracteri- zar definitivamente el golpe ni para descifrar los impulsos auténticos LOS QODIEMNDS FaCKcales Bo de los actores, pero no deben desestimarse. Sinceros © no, sugieren Jos limites que tenia una accién de este tipo: debfa ser presentada como un medio para restaurar Ia ley. El uriburismo, que con mayor osadia dejé entrever desiellos de un proyecto corporativo més cerril, pronto fue derrotado. De lo delicado de la operacién de interpretacién que debieron rea- lizar los participantes del juego politico da cuenta la declaraci6n del dirigente socialista Nicolés Repetto, aparecida el 7 de septiembre de 1930 en La Vanguardia : “Nos ducle ver confundido hoy a nuestro pais en el montén de gobiernos sudamericanos”, En la vision de Repetto, el movimiento del dia anterior habia arrastrado a la Argentina a la situa- cién vivida en paises en los que él motin cuartelero era habitual, Debe considerarse, ademds, que en los dfas previos al golpe algunas acti es de revancha social se entramaron con el derrocamiento del radica- limo. El mismo 6 de septiembre, comenzaron los despidos de activis- tas sindicales en la Unién Telefonica, mientras un funcionario policial anunciaba a los trabajadores gréficos en huelga que “habia terminado ol escéndalo”. Fl gobierno surgida del golpe militar fue encabezade por el general José F, Uriburu como presidente provisional. En la coyuntura que se ithrfa, con la UCR derrocada, una nueva disputa politica se libré entre lox bandos que habian participado del movimiento. Los apoyos del presidente no eran demasiados: los nacionalistas y los conservadores inds extremos, entre los civiles, y algunos oficiales idealdgicamente tercanas, que de todos modos estaban lejos de ser mayoritarios en el sjército. En esta institucién, el sector de Justo era notoriamente mas podleroso, y su jefe contaba con un amplio sistema de contactos en el mundo politico, sostenido en su antigua participacién en el radica- llamo y su condicion de ex ministro. KI] uriburismo intenté impulsar una reforma corporativista de Ia Constitucién Nacional, rapidamente bloqueada por los partidos que hahfan participado en el golpe. Uriburu ensayé luego uma tactica que Insscaba plebiscitar su gestidn a través de elecciones escalonadas, pero alida también fracas6. La disputa entre Uriburn y Justo termind ton cf triunfo de este tiltimo, quien fue finalmente el candidato oficia- linta a presidente en las elecciones celebradas en noviembre de 1931. Alatio siguiente, se bizo cargo de la presidencia. 6 mustora Ge ta Argentina, 1916-1955, DRAMA AADAA AMAA El golpe del 6 de septiembre segiin sus responsables Los grupes complicados on el golpe da estado el 6 de septiemiore dieron 8 conocer un manifesto, cuyo texto final fue el resultado de una interven- clén del sector de Justo sobre ta propuesta de! urburismo. Se indicaba all que las “promesas de dadivas personales” hablan sido los mecanis~ mos utiizados para “corromper las conciencias” obteniendo de ese modo “sanciones plabiscitarias” a favor do fas polticas oficialstas. Sus autores sostenian que tenlan “fundadas razones para admitir que 6| desengarto de los que se han dejado tentar con aquetas promesas es definitive”. A Su vez, aclaraban que “el gobiemo proviserio, inspiracio en el bien pUibiico ¥y evidenciande los patristioos sentimiertos que lo animan, proctama su respeto a la Conslilucion y a las leyes vigentes y su anholo de volver cuanto antes a la normalidad”. Mas adelante indicaban que “los miembros dal gobierno provisorio contraen ante el pais él comprcimiso de honor de ‘no presentar ni acepler ol auspicio de su candidatura a la presidencia de fa Republica’. Las citas textuales diel manifiesto estan tomadas de Tulio Halperin Danghi, La Reptiblica imposible (1930-1948), Buenos Aires, Ariel, 2004 [toma V de la Biblioteca del Pensamiento Argentino]. i” De 1912 a 1930 Un balance sobre Ia experiencia de la democracia argentina entre la sancién de la Ley Séenz Peiia y el golpe de estado de 1930 puede em- prenderse desde distintas perspectivas. En principio, si se tiene en cuenta que el intento de los reformistas, en particular del presidente Séenz Pea, habfa side promover fa aparicién de partidos organicos como actores del sistema, debe admitirse que el resultado fue bastante dudoso. Bl radicalismo se encontraba lejos de ese modelo, y tampoco Jos conservadores lo habfan conseguido, Puede ser que el Partido So- Gialista, parcialmente, se acercara més al ideal, pero no era la agrupa- cién que le daba el tone al fancionamiente de la politica en la Argen- fina, a la que solfa criticar con Ia expresién “politica criolla* para destacar sus defectos. Ast, el sistema de partidos en conjunto asumia los rasgos de los dos actores mas poderosos, radicales y conservadores, que no exhibian aquellas anheladas caracteristicas orgdnicas. De todas LOS gabiernas radicales 65: Muncras, debe reconocerse que esos rasges tampoco eran excesiva- Mente frecuentes en otros dmbitos nacionales, ni en el horizonte su- damericano ni en el europeo. # Por otra parte, se ha mencionado ya la existencia de denuncias Berrea de las presiones ejercidas a la hora de los comicios por autorida- dap locales, asf como de intervenciones que permitian manejar las fuer $i policiales en provincias con un efecto similar hacia la oposicin. Si ben en este periodo no se registraron objeciones masivas ni impugna- ones amplias a los resultados electorales, tampaco faltaron las quejas ptiiales, en particular en fa eleccién de 1930. Asi, las disposiciones de leyes de 1912 regian globalmente, pero una mirada més atenta a lo Que ocurria a escala local permite corroborar las violaciones de las que Gemionalmente eran objeto. La experiencia surgida de la ampliacion de los derechos electorales @n In Argentina estuvo a su vez condicionada por algunos modos pre- oa en los que los actores concibieron el conflicto politico. El tone ge- feral que asumieron las posiciones radicales en torno a él heredaron Wloterpretacion que veia a la “causa” en combate contra el “régimen”, Y algunas posiciones de sus adversarios fueron funcionales a esa ma- fers cle configurar el enfrentamiento. De este modo, la democracia ar- Intina luego de 1916 tendié a tener en su centro mucho més ka exhi- Ben de apoyos populares en la contienda electoral que el respeto a boa snecanismos institucionales. Cierto es que, durante la presidencia We Alvear, se les otorgé algo mas de atencién, pero la extendida inter- jacién del triunfo que llevé a Yrigoyen a su segunda presidencia en Thin como un plesbicito demosiré que se trataba mas bien de un fend- tirno acotado, Vinalmente, pueden realizarse algunas consideraciones acerca de as- oeres culturales ¢ ideolégicos relacionados con estos asuntos, Gon las culiaridades que acaban de mencionarse, las disposiciones de la ley fay tornado la puja politica més competitiva y abierta, y eso devenia fii estuerzos de los partidos por lograr que mas gente participara no #lu en las elecciones, sino también en otras actividades que se desarro- Wabins on torno a sus estructuras y asus locales. Estas tareas mas opacas ¥ menos visibles, quiz4 también més continuadas, en un sentido eran talmixno politicas: la celebracién de conferencias, la organizacién de la nxt partidaria local -pequeiia, acotada, pero que demandaba tra- te y empenio-, las manifestaciones callejeras, la atencién a cuestiones feiclules realizada desde los locales partidarios. En un nivel mas opera- Wo, debe sumarse a este conjunto [a afiliacién, la intervencién en las hee (06 Mistona o¢ fa Argentina, TIO 19 reuniones del partido -fueran las de los organismos de direccién de la localidad o aquellas que se realizaban en el comité barrial- y aun las prdcticas que debian ponerse en marcha para la apertura de un local. De este modo, crecia la participacién, se multiplicaban y se extendian Jos mecanismos de expresién de las opiniones acerca de los asuntos pti- biicos, y todo ello, por sendas que se sumaban al valor simbélica.que habfa asumido el ritual del voto, sostenia la expansién de la idea que in- dicaba que la politica no se reducta a sus aspectos mas formales y que, a su vez, la ciudadania tenia una clara dimensi6n politica. Pero estas mismas acciones, muchas veces realizadas en corno al co- mité partidario, tenvan también otros costades. Si por una parte se tra- taba de modos de participaci6n y movilizaci6n politica en la base, por otra, esas mismas pricticas e instituciones pasaban a formar parte de re- des clientelares que los caudillos barriales o de Ja localidad tejian, con habilidad y constancia, a partir de la distribucion de bienes, recursos, empleos incluso, suministrados en definitiva por el estado. En la orga- nizacion de ese tipo de estructura, pocos rasgos permitian establecer al- guna diferencia importante, salvo en lo que hace a su eficacia, entre las redes radicales y las organizadas por los conservadores, o mas adelante por el antipersonalismo, Asi, el objetivo de la reforma no se habia alcanzado en lo que respecta al tipo de partido politico que sus autores anhelaban, ni al tipo de pric- ticas que habyia de sefialar la regeneracién de la politica nacional. A pe- sar de estos fracasos relativos y de las violaciones que ya se menciona- ron, las pautas fijadas por la Ley Séenz Pefia funcionaban como un reglamento amplio que muy pocos se atrevian a cuestionar puiblicamente todavia. Las quejas, en buen ntimero, solfan destacar precisamente que no se cumplian sus disposiciones. Sin embargo, existian algunas agru- paciones que no sélo abjetaban las leyes electorales argentinas, sino la idea misma de que un gobierno democratico con las instituciones fun- cionando a pleno fuera deseable; las habia a la derecha, en el nuevo na- cionalismo de fines de los aftos veinte, y también a la izquierda, cuando, por ejemplo, la linea politica adoptada levaba a Jas columnas de mani- festantes del Partido Comunista a corear la consigna “Soviet si, Parla- mento no”, como ocurrid en 1929, ‘Todas estas circunstancias se relacionan con el discurso que asumié una parte importante del golpismo de 1930, en particular, como se in- dicd, quienes se hallaban cercanos a Justo. Se sostenia que el golpe era un mecanismo para recuperar la vigencia de la Constitucion y las reglas que debian regir la vida institucional, desconocidas por Yrigoyen. Asi, ¢l Los gobiernos racicales 67 Fespeto a Ia Constitucién y a las leyes electorales que garantizaban Ia ex- presion de la voluntad popular, asociadas a la democracia, aparecfan como principios mayoritariamente admitidos en las declaraciones pii- blicas. Una apelacién que, en tiempos de un golpe de Estado, no deja de sonar paraddjica.

También podría gustarte