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ANTIGOEDAD ¥ MEDIEVO 19 del pasado, que escapa a toda reconstruccién integral. La alegovsa y la filologia no son, pcs, fases sucesivas de un desarrollo historico-cientifico ~del mito al lag metédico a la episene » sino, mas bien, lustran “el doble propésito que esta en los ongenes de la hermenéutica, ai como sus razones, a saber, la Auficbug 0 Ia climinacion de la distancia histbrica entre el texto y l lector. La historia de la hermenéutica no se puede entender come el decursar re- gular predilecto de Dilthey sino, poro menos en igual medida, como el conflicto entre estos dos propésitos” (Scandi 1975, 21). 1.2 EL CRISTIANISMO, LA PATRISTICA VLA ESCOLASIICA (*) 1.2.1 Algandria y Antiogaéa *) La cultura hebraica se posesioné pronts, en los iltimes dos siglos antes de Cristo, de los métodos (lol6gicos y del patrimonio cultural elaborados por la dznd helenistiea. Pero los problemas planteados por la interpretacién de la Biblia eran, al menos en pare, diferentes de los estimuladas por la lectura de los casicos: presuponer la inspiracién divina de los poe- 1s es un poco diferente a aftontar un texto que por dogma es dictado por Dios y cuyo valor veritativo y no s6l0 cultural ¢s superior al de Ia tradicion literaria (por ms que en el mundo antiguo los poemas homéricos tuviesen un valor mucho més canénico que el de nuestra literatura). Fn la exégesis de la Sagrada Escritura, la interpretacin tiene por fin, ante todo, la def icin de um significado unoce: “se trataba”, ha escrito Ebeling (1959, 53}, “no obstante algunos elementos mitics, de una historia en cuyo proceso se tomaba parte y euya interpre tacién debia recordarse. El punto focal consistia, pues, en la interpretacion conereta, lo mis literal posible, de la Ley”. El primer gran exponente de esta amalgama de flosfia griega y tradicién hebraica cs Flin de Alejandra (20 ca, a.C. - 50 ca. dC): a interpretacion de la Bila parte de un sentido literal e histérico para legar a la detesminacion de un sentido ‘univoco, que empero es de tipo alegérico. Aqui la alegoria se enlaza a la filolega, pero el significado alegorico es accesible vila al creyente,y requiere un esfuerzo que no es puramen tc intelectual, sino mas bien espiritual, es decit, pneumtico (en cuanto inherente al alma camo piaoma}: de mado que la filologiay la teologia se colocan en dos niveles diferentes =y sentido timo, teoldgico, vale sélo en ef marco de un acto de fe. (Igualmente, en el siglo T 4.C,, Rabbi Ben Akiba, frente a um texto “profano” como el Cantica dei catic,x¢ encontraba ef la misma situacion de Taegene di Reggio frente a los homéricos, y adoptaba la misma solucion, viendo en el cmtico la alegoria del amor entre Israel y Jehov’). ‘Con el crstianismo se imponen problemas hermenéuticos ain nuevas. Primero, el de la ruptura introducida por el Nuevo Testamento respecto al Antiguo, o sea, cl hecho de que la predicacion de Cristo sea una Novedad, la cual empero, es anticipada (esto es, jstfcada) por las profecias del Antiguo Testamento, Asi, muy pronto, Pablo (pe. 1 Caring 10, 1-11) introduce el principio de ia interpretacibn alegérica del Antiguo Testamento como profeca del Nuevo y a justficacion de Cristo frente alos hebreos. Se trata de la asi llamada interpre- 20 DELOS OR/GENES A LAILESTRACION taci6n ffobigica (aunque el término es mucho mas tardfo que el método y aparece hacia el siglo XVIII, del cual encontramos un ejemplo en el capinile cuarto de la Garta a los yélatas: “Decide, los que queréis estar bajo la ley: zno habéis oido la ley? Porque esta escrito que Abraham tuve dos hijos; unto de la esclava, cl otro dc la libre, Pero el de Ia esclava macio segiin ia carne; mas cl de la libre, por la promesa. To eual es una alegoria, pucs estas mujeres son los das pactos; el uno proviene de monte Sinaf, ol cual da hijos para esclavitudl; 6st es “Agar, Porque Agar cs cl monte Sinai en Arabia, y cortesponde a la Jerusalén acuual, pues Gta, junto con sus hijos, est cn esclavitud, Mas la, Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. Porque est excite: Regoatate, ob ester, que no das 2 lux; Prorrarpe en jabilo y easna, e6 que wo tenes dolores de patos Porqne mis son los hijos de I desolada, que de la que tne marido, Asi que, herrasnos, nose= ros, come Isaac, somes jos eel oro coma eromecs el gue habia nacido segin la carne erseiaia al que habia nace sgn ol Espiek, as también ahors, Mas gqué dice Ia Bsescura? Ech gra a In eselava ya st ijo, porque na heredasa cl hijo de La eselava con el hija de lz libre. De manera, berreanes, gue no somos hijos de la eselaa, sno de la libre. 4, 218). Aqui dos figuras del Ansiguo Testamento son vistas como personificaciones, dentro del Antiguo, con respecto a éste a esclava)¥ det Nucvo ia libre}, de manera que la superacion fe! viejo acto est ya comprendida y prescrita cn cl texto eransmitide, Tanto mis pore la cexigencia de una acalizacifa a hace: mas que prolongar el magisterio de Cristo. “Encleet, tno de los agpectos de este magisevia consist justamente en see una exegesis del Antiguo ‘Testament, La primera homilia midrashice eristiana es la exégess dada pos Jesus de Z: 61, 1-2, cu la sinagoge de Nazareth [.-] El mécodo hermenéutieo [.-| no aparece come un nameno secundario, como un. hecho cultural, que habria sido susttuido por la exegesis cientifca, Al comtrari, ls exégrsis civoligiea de} Ansiguo Testamento aparece a los ojos det crisianismo primitivo camo auténtica extgesis y, mas bien, como la unica exégesis au- tenia. Haber sido intirprote del Antisuo Testamento es ua aspecto constitnive de Cristo” Damidlow 1963, 260-261). Pronto se cratari, pues, de exender el mwdo aleyéricy al mie Nuevo Testamenso, aque no cs entendido simplemente camo el relato de he vida de Cristo, si cers eae la legitimacin de Ia Iglesia y de la jerarquiaeclesistica y como el anuncio del destino de la Iumanidad, Esta perspectiva actualizante se volveré a proponcr ea anuchas acasiones em la Iistoria de la hermenéutica biblica, hasta Rudolf Bulunann en el siglo XX; la “modecni= dad! con parecidas perspectivas es subrayada por Ebeling "Se nos podria preyuntar, en resumidas cuentas, qué de ells, de la interpretacidn, ests ain aqui, siel Antiguo Testamenso zo cs omado en si mismo, sina que es interpretado através del Nuevo, apnrecide con Jess- rig, Con todo, jastamente aqui sale ala luz, con extraordinaria agudeza y con importan= «ia historicamente snica,e] problema ée fa diferencia entre el texto y In stuacién de aquél que lo comprende” (Ebeling 1959, 54). Por otra parte, el principio de la alegoria no fue universalmente compartidas asi que en los primeros sighs después de Cristo se replantea en el Ambito tecl6gico la aternativa entre el métoda historicorgramatical y el método alegirice que habia ya enfrentado las escuelas ANTIGUEDAD Y MEDIEVO a de Alejandria y Pérgamo en el campo filologico y profano, Alejandris se dispondré ahora a. la alegoria, o mas precisemente por una integraciin entze la exéyesis del sews leas y ka del senses siriuats, mientras los representantes del rétodo histbrico-gramatical se unten en torno a la excuela de Antioquia El principal exponente ce Ja nueva escuela alejancrina fie Origenes (185 63-258 ca. LC), sus posiciones se reconocen especialmente en las tess del Pri anton, 1V. Ligado al platonismo medio, Origenes estaba dividido entre fa necesidad cle ver en la Biblia una al soria que jusiicase la llegada de Cristo, y la de proporeionar céniones paa la alegoria tales «que impicieran una hermenéutica ifimitada. De aqui, a idea de encontrar més niveles de sentide en el texto biblico (an sentido literal, que se presta a un antdlisishist6rico-gramatica; un sentido moral y, en fin, un sentido alegérico, que Origenes Hama también “anayégico”) A estes tes niveles les corzesporide una tiparticién de la realidud, que se divide en fisca, psiquica y espiritval (o pneumatical. Estes drdenes son sancionados por la Biblia, porque “en toda ka Escrtura cxiste una diferencia entre el alma y el espirita” y Origenes, observa de Lubac (1959-1964, 351), “por efecto de una atrevida analogia”, aplica esta division x la Excritura misina: “Como el hombre, die é, ell tiene un cuetpo, un alma y un. espirity; por «sto, los nombres de sentido corporal para la historia, de sentide psiquico para la moral y de sentido cspiriual para la alegoria (o anagogia). Existe aqui una transposicién de la vieja analogia, por lo dems ericada por el, entre el microcasmios el macrocosmos" De manera que “la evencia de la Sagrada Escritura y de la revelacion en ella contenich, correspande a ta estructura esencial de la realidad, y por ésta, a su vez, ex determinada ka estructura de la comprensién, Asi la alegoria no aparece como explicaciém arbitraria, iro como orientada hacia Ia esencia de la cosa misma” (Fbeling 1959, 55-56), La hermenéutica se alia» la ontologia, intexpretar es defini los modos de ser y la sustancia de la realidad. Es precisamene wna de las primeras formanlariones de la teorfa del sentido misiple de la esti- tra (literal, moral, alogorico y anagogico) la que predominara durante todo el medievo. En ei cuarto libro cel Pt acon leemos: “He aquilo que nos parece ser el crterio segtn 1 cual se deben seyuir las Escrituras y comprender alli su significado, un crterio sacado de Is propias palabras de la Hscritura, En los Przerbios de Salandn encontramos este concepio sobre los pensamientos divines canfiados alo escrito. ‘No te he escrito tres veces en coase- Jjosy en ciencia, para hacerte saber la certdumbye de las palabras de verdad, a Ba de que ‘raelvas @ evar palabras de verdad a los que te enviaron?” (Pran., 22, 20 s). Por eso, tes veces €9 necesario registrar en la propia alma los eoncepros de las Sagradas Escrituras: as, Jo simple encuentra edificacion, por asi deci, en la earne de la Escritura ~seiialamos asi] sontide que esta mas ala mano; aquel que ha progresacio un poco encuentra edificacion en lalma de la Bscritura; el perfecto y el que es parecido a aquellos de los cuales dice el ap6ie tol “Hablamos sabidturia entre los que han alcanzado maduree;y sabiduria, no de este siglo, ni de los principes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabidurfa de Dios en misterio, la sabiduria oculta, la cual Dios predestind antes dc los siglos para nuestra gloria’ (1 Cae, 2, 6 ss}, encuentran [los perfects] edlfcacién en la ley expiritual, la oual contiene la sombra ce os bienes fururos (Ram. 7, 14; Hb, 10, 1). En efecto, como el hombre esta formado ce ccuczpo, alma y espiritu, lo mismo debemos pensar de fa Escritura que Dios ha decidido dar ‘de los hombres" (Origenes, ed. Simonetti 1968, 501 ss). 2 [DE LOS ORIGENES ALA TLUSTRACION Como se ha dicho, la escuela de Antioquia, que tavo como lider a Didloro de Tarso (330 a, - 395 d.G), autor, en particular de la obra Tis diaphor dhaias kai aleorias, que no nos Wa Hegado como todas las obras de la escuela de Antioquia-, perseguia, por el contrario, una interpretacién exclusivamente histérica de Ia Biblia, y Conve aligoicas se inticulaba progea aticamente el escrito ~perdide- de Teodoro de Mopsuestia(sece. 1V-¥), el cual no omitié ‘enunciar fos problemas, principalmente porque, sla alegoria podia desembocar en posicio- nes libres y heréticas, por otro lado, la interpretacin histérico-gramatical se aventuraba en siguicados que contrastaban con el sentido comin eclesifstico tradicionalmente aceptado. 1.2.1 Prisca y ecoldstica en Occideate(*) En Occidente, la elaboracién del problema exegético fue, por mucho tiempo, més sumaria ‘que la desarrollada en Oriente. Un momento significative es el representado por la acti dad de Tertuliano (169 ¢a, - 220 ca, 4G, }, abogado de formacién {y, por lo tanto, en contac- {0 con el formalisma y cnn el positivismo caracteristicos de I retorica}, el eual aporta eéno- nes de gran refinamiento pars la recta comprensién de los textos sagrados, pero sin claborar tun sistema tcol6gico capaz de jusifcar e aparato metodico, Sélo con Agustin se asstrd ala confluencia ~mas alli que enire la tradicién oriental y occidental— entre las tendencias his- térico-gramaticales de los de Antioquia y de Tertuliano, y las perspectivas alegéricas y nco- platnicas de los alejandrinos. 1.2.11 Agustin (854490), Hermenéutica semiétca,fosofia de I historia.) En Agustin, el problema hermenéutico se entreteje con Ia claboracion de una eoria del conocimicnto fundamentada en una semiética. No es cientamente la primera vez que se verifica una simple interseccién, y en general, se puede decir que la hermenéutica y Ia se- rmistica nacen y se desarrollan paralelamente. Es el caso de Aristételes (que, por lo demas, retoma una tradicién mas antigua, que se remonta hasta Heraclito] y de los estoicos, los ‘cuales, por un lado. elaboran teusias hermenéuticas (como se ha visto en Crates}, y por el ‘otro, desarrollan una gnoscologia de base semitica. (La actual confluencia entre la herme- néucica y la semidtica no supera, pues, una disensién milenaria, sino intenta, més bien, me= iar en una separaciga reciente, por la cual, de una aparte, la hermenéutica, a partir de Heidegger y después con Gadamer, tematiza un fuerte ostracismo ante las conirontaciones de las metédicas modeladas seqiim las ciencias naturales ~y de la otra, la semiética, princ- palmente en la.época del estructurslismo, enfatiza una autocomprensién epistemologica de {po positivista) ‘Ahora bien, para Agustin las palabras son esencialmentesignos (ef en particular el De doctinachrisiena y ol De Magis), y en el dinbito de este marco sumario distingue Agustin entre los signos (signa) y las cosas sigmficadas(sgncabii; entre los sighos vsives y les audi- tivoss y entre los términas que remiten a otros signos (como “gesto” 0 “palabra”) y los que designan cosas (como “piedra”). De modo que ~como escribe Gilson aunque las palabras sean esencialmente signos, “no son sélo ¢s0, ya que fos gestas zon signos visives, Como las ANTIGUEDAD ¥ MEDEVO 3 ppalabras son signos auditives Si se me hubiese preguntado qué ¢s un muro, puedo respon- der indicando un muro con un dedo; y este modo de significar se extiende atin mas alld del campo de las cosas visibles, las més ficiles paca ser designadas. Un mudo habla, por asi decir, con la ayuda de fos gestos; pregunta, responde, hace saber alos demas lo que quiere, ‘mas o menos. En fin, cuando se trata de significar una accién que no se quiere o no se putde escribir con la ayuda de palabras, queda siempre un recurso el de levatia a eabo. Sise me pregunta qué es andar, basta con andar” (Gilson 1969, 88) Esta concepcién puede parecer orientada por una desvalorizacién del enguaje frente al pensamiento 0 a la referencia: pew la perspectiva agustiniana se basa en la omnipotencia y Ia inefabilidad del Frbun-Dios. ¥ surge, mas bien, de una desvalorizacion de la palabra externa respecto al palabra interior cn Ia que ticne lugar Ia revelacién, “El hecho de que en cualquier Lenguaje el verbum sea expresado de modo distinto significa [.-] que € no puede mostrarse en su verdadero ser en la lengua humana (..}- La palabra ‘verdadera’ el ream cod, es completamente indepen diente de esta aparicncia” (Gadamer 1960, $82). ero, zqué se aprende a través de los signos y a través de exe subconjunto suyo que ese Jenguaje verbal? En el dilogo, nosotros no podemos jams tener la certeza del hecho de que nuestro interlocutor haya comprendido todo lo que pretendemos decir; las expresiones que usamos Genen un cierto significado para nosotros, pero pueden tener un sentido del {odo diferente para quien nos escucha. El problema que se presenta es el del realotendio “Agustin ha (..] visto muy bfen cémo las conversaciones se reducen muchas veces a mon- Jogos paralelox; se cree intercambiar ideas y se tiene s6lo un intercambio de palabras, y las palabras percibidas no nas comunican las ideas de los que nes las offecen, descubren en nosotros solo las nuestras; no nos es jams dado sino Io que ya teniamos. Se nas abjetara que se trata, en este caso, de malentendidos y que, a pesar de todo, el malentendido no esa ley del Jenguaje, nila regla normal de la conversacion. Agustin lo reconoce: comprender de modo correcto las palabras de las cuales se conoce el signiieado quiere decir, por principio, conocer el pensamiento de quien las ha pronunciado; s6lo que, una vez concedido esto, el problema suscitado permanece tal cual. Dado que hemos constatado, en algunos casos, una disociacin manifesta del lenguaje y del pensamiento, puede suceder que, ep los dems c1- sos, su unin no sea tan estrecha como se imagina” (Gilkon 1989, 89), Nola palabra externa, sino el cium cords, es la garantia de muestra intetigencia, “En io ‘externo del alma se pueden y se deben tener informadores, monitores sigmos que la inviten ‘entrar en si misma para consultar alli la verdad, pero sn espontaneidad especiica perma- rece inviolable puesto que, si bien se apropia de estos signos para interpretarios, es siempre desde dentro de donde extrac Ia sustancia misma de todo lo que parece recibir” iid, 9t- 99), ‘Otro aspecto de la contribucién de Agustin a la protohistoria de ls hermenéutica no esta relacionalo con su gnoscologia; es con Agustin con quien se bosqucjala primera flosofia de Ia historia, © mejor, can él (y mis sistematicamente con su discipulo Orosio, en los Histor: 1am adversuspaganas libri Vit} con quien se aclara la diferencia entre la concepeién pagana del tiempo como retorne circular de lo mismo y la concepciGn cristiana, que ve en el tiempo un desarrollo lineal, que tiene un comienzo, con la Greacmn, yun fin, com a Restrreccién. Los ‘Paganos atribuyen al mondo lo que es de Rios, es decir fa eternidad. Ahora bien, como ht Fy BELOS ORIGINS ALA ILSTRACION advertide Lowith (1949, 216), “la cosmologia griega [ex] tedricamente irrefutable desde Ia fe cristiana”, desde el momento en que el desarrollo de la providencia no se apoya en una cevilencia sensible, sino se basa en la fe de lo que esta dicho en Ia Eseritura, segin la cual, en principio, Dios ered el cielo yla tierra. “El argumento decisivo en contra de la concepcién clisica del tiempo €s, pues, de cardcter moral: la teoria pagana esta privada de esperanea, porque la eaperanza y la fe estan por eaencia ligadas al fuluro y no puede haber alls an ver- dadero faturo si los tiempos pasadas y veniceras son coneebidas como fases equivalentes dentro de una recurtencia ciliea sin principio ni fin” (ibid, 219). De aqui, segtin Lawith, el Ihecho de que Ia filosofia de la historia en Agustin sea esencialmente teolégica. “Enxigi del autor de las Cnysianes na critica historiea de los hechos empiicos, estaria, (an fuera de Ingar coma esperar, de un historiadar moderno, un interés por ef problema de la resuerec- cin de la carne, al eval Agustin Ie dediea todo el itimo libro De ciitate De? (bid, 213). Invertando ol futuro, el eristianisme inventa igualmence el pasado, y construyen asi un hor zonte conceptual para aquello que los antiguos jamis habian tematizado ~el alejarse del pasado y caer en el ulvido y en la incomprensiilidad de sus cestimonios literarios y monu- mmentales. 1.2.2.2 La Facolistion y el cuddruple seusida de la Escritura (4 La velativa estabilidad de tas adquisiciones exegéticas antiguas en la escobistica medieval poxtria tl vez confirmar fa hipétess seein la onal el problema hermenéutico obtiene una ‘mayer actualidad em los momentos de transicién cultural, canna en el paso de ka sotigtedad pagana al eisianismo y después del medievo ala época moderna. Esto no significa, obvia- rente, que la exégesis haya tenido un papel secundarin en la eultara medieval a cual, se caractetiza mis bien precisamente por la observancia de los textos transmits). Bs lo ha puesto en evidenein Hensi de Lubae en su monumental estudio sobre la exegesis medieval {1959-1964}, que econsteuye la evolucion en la interpretacién de la Bibiia a lo largo de mil sos, Pero las oviensaeiones hermenéaticas, ene! medievo, continian en la execial las que tstin presentes ex la patristica y en particular la hipétesis de la coexistneia ce un seats Ftas,histrico, eon un sens spirtals, mistica, divide, a su ver, en alegérico, moral y anagogico. Esta tetraparticin se ilusrra en el dstico reportada por Nicola di Liea, hacia 1530, en la nota dela carta alos galas: “Litera gesta docet, quid credas allegoria / Mora- Tis quid agas, quo tendas anagogi a metafisica infhayente- que guia la teoria del cuadruple sentido de las Escvinuras es ka ‘extension teologica de ia experiencia cet cardcter candnico de los textos en la eultaca elisi-

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