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Literature 2022
Literature 2022
gitano – Federico García Lorca
Romance de la luna, luna
A Conchita García Lorca
La luna vino a la fragua
Con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
habrían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
‐Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
Cómo canta la zumaya,
¡ay, como canta en el árbol!
por el cielo va la luna
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.
Romance sonámbulo
Verde que te quiero verde. ni mi casa es ya mi casa.
Verde viento. Verdes ramas. —Dejadme subir al menos
El barco sobre la mar hasta las altas barandas;
y el caballo en la montaña. —¡Dejadme subir! dejadme
Con la sombra en la cintura, hasta las verdes barandas,
ella sueña en su baranda, Barandales de la luna
verde carne, pelo verde, por donde retumba el agua.
con los ojos de fría plata. *
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana, Ya suben los dos compadres
las cosas la están mirando hacia las altas barandas.
y ella no puede mirarlas. Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
* Temblaban los tejados
Verde que te quiero verde. farolillos de hojalata.
Grandes estrellas de escarcha Mil panderos de cristal
vienen con el pez de sombra herían la madrugada.
que abre el camino del alba. *
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas, Verde que te quiero verde,
y el monte, gato garduño, verde viento, verdes ramas.
eriza sus pitas agrias. Los dos compadres subieron.
Pero ¿quién vendrá? ¿Y por dónde?… El largo viento, dejaba
Ella sigue en su baranda, en la boca un raro gusto
verde carne, pelo verde, de hiel, de menta y de albahaca.
soñando en la mar amarga. ¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
—Compadre, quiero cambiar dónde está tu niña amarga?
mi caballo por su casa, ¡Cuántas veces te esperó!
mi montura por su espejo, ¡Cuántas veces te esperara
mi cuchillo por su manta. cara fresca, negro pelo,
Compadre, vengo sangrando, en esta verde baranda!
desde los puertos de Cabra. *
—Si yo pudiera, mocito, Sobre el rostro del aljibe
este trato se cerraba. se mecía la gitana.
Pero yo ya no soy yo, Verde carne, pelo verde,
ni mi casa es ya mi casa. con ojos de fría plata.
—Compadre, quiero morir Un carámbano de luna
decentemente en mi cama. la sostiene sobre el agua.
De acero, si puede ser, La noche se puso íntima
con las sábanas de holanda. como una pequeña plaza.
¿No ves la herida que tengo Guardias civiles borrachos
desde el pecho a la garganta? en la puerta golpeaban.
—Trescientas rosas morenas Verde que te quiero verde.
lleva tu pechera blanca. Verde viento. Verdes ramas.
Tu sangre rezuma y huele El barco sobre la mar.
alrededor de tu faja. Y el caballo en la montaña.
Pero yo ya no soy yo,
VIERNES
Prendimiento de Antoñito el Camborio en el camino a Sevilla
Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,
con una vara de mimbre
va a Sevilla a ver los toros.
Moreno de verde luna
anda despacio y garboso.
Sus empavonados bucles
le brillan entre los ojos.
A la mitad del camino
cortó limones redondos,
y los fue tirando al agua
hasta que la puso de oro.
Y a la mitad del camino,
bajo las ramas de un olmo,
Guardia Civil caminera
lo llevó codo con codo.
*
El día se va despacio,
la tarde colgada a un hombro,
dando una larga torera
sobre el mar y los arroyos.
Las aceitunas aguardan
la noche de Capricornio,
y una corta brisa, ecuestre,
salta los montes de plomo.
Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,
viene sin vara de mimbre
entre los cinco tricornios.
—Antonio, ¿quién eres tú?
Si te llamaras Camborio,
hubieras hecho una fuente
de sangre con cinco chorros.
Ni tú eres hijo de nadie,
ni legitimo Camborio.
¡Se acabaron los gitanos
que iban por el monte solos!
Están los viejos cuchillos
tiritando bajo el polvo.
A las nueve de la noche
lo llevan al calabozo,
mientras los guardias civiles
beben limonada todos.
Ya las nueve de la noche
le cierran el calabozo,
mientras el cielo reluce
como la grupa de un potro.