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¢Seguiremos siendo amigos? Paula Danziger Nacié en Washington y se crié ‘en Nueva York. Ha sido profesora de Instituto y de universidad. Su primera novela tuvo tanto éxito ‘que pronto pudo dedicarse solo 2 escribir Ha recbido muchos ‘Premlos en Norteamerica. Sus personajes parecen tan realeque los nifios siempre le dicen que tienen la impresion de concertos. ‘Ambar y Justo son inseparables. ‘Se conocen desde que eran pequefios, y sus madres ya son amigas. ‘Saben pasirselo bien de verdad yy echarse una mano cuando uno ‘e los dos esta en apuros. stan untos en clase y, después, en casa de Justo mientras la madre de Ambar trabaja. YY de repente.. lega la catastrofe: Justo tene que ise a vir a otra Ciudad. Ambar esta muy triste. Y se enfada con Justo porque parece feliz Solucionarin sus problemas antes de separarse? - UNO "a Dentro de exactamente diez minutos todos los nifios y nifias de nuestra clase vamos a subir al avién para ir de viaje a China. Yo, Ambar Dorado, soy una alumna de tercer afio y estoy muy emocionada. Mi mejor amigo, Justo Da- niels, se va a sentar a mi lado. Ahora mismo estd sentado en el banco de al lado haciendo de reloj. Lo tinico que oigo es un sua- ve tic-tac, pero estoy absolutamente supersegura de que ya tiene pensado hacer alguna otra cosa. 10 Siempre que nuestra clase va a volar a algiin lugar lejano nos senta- ‘mos juntos. De hecho, llevamos sentindo- nos juntos desde que nos conocimos en kinder, pero ésa es otra historia. No es nada fécil encontrar mi pasaporte y lus pasajes, porque yo, Ambar Dorado, soy una alumna de tercero muy desordenada. Saco répidamente las cosas de mi banco: el cuaderno en el que voy a escribir sobre el viaje, medio paquete u de chicles de fresa, mis calcomanias, dos cintas para el pelo, siete gomas de borrar, once clips, dos cuadernos de ejercicios y, finalmente, mi pasa- porte y los pasajes, que he metido dentro de una caja decorada espe- cialmente por mi con un montén de calcomanias. —Raring, cu-cu empieza a decir Justo, mientras se columpia pa- ra adelante y para atrés. Enconces le pego en la cabeza con el pasaporte y los pasajes. 2 —jSe puede saber qué estds haciendo? —Soy un reloj cuct: —dice Justo, sin parar de columpiarse. ‘Cuando una tiene a Justo Da- niels de mejor amigo, la vida es su- perdivertida. Lo mismo pasa con mi macs- tro, el sefior Coten. —Dispénganse a.embarcar. Y el sefior Coten apaga y en- ciende las luces para que sepamos que se ha acabado una actividad y es- t4.a punto de empezar otra. Hemos puesto todas las sillas de le clase en fila para que parezca un avidn de verdad, con pasillos y un sitio para el piloto, el copiloto y los auxiliares de vuelo. El sefior Coten siempre es el piloto. El dice que sélo es porque 1B ninguna otra persona de nuestra cla- se tiene carnet de conducit, pero yo sé cudl es la verdadera razén por la que siempre hace de piloto. Es por que quiere asegurarse de que Hegue- mos adonde tenemos que llegar. Una vez dejé que Ricardo Curton hiciera de piloto, y cuando aterrizamos, Ri- cardo anuncié que nos habia llevado a Disneylandia en lugar de a la Re- publica del Congo. ‘Asi que ahora el sefior Coten siempre es el piloto y clige cada vez unos nifios diferentes para que hagan de copilotos y auxiliares de vuelo. Cuando me toque a mf quiero ser copilota, No quiero tener que re- partir bolsitas de manf porque hay al- gunos chicos que son unos nitios chi cos y hacen ruides como los monos al comer el mani, y otras bobadas. 4 ~ ., Pero Justo no shace bobadas. El y,yo pasamos el tiempo leyendo la revista Tercero B en vuelo. (Los ar- ticulos los escribimos entre todos. También hacemos el crucigrama que inventa el sefior Coten). Bueno, la verdad, si hay que ser sincera, a veces Justo también ha- ce ruidos de mono. Ahora ka clase se ha puesto en fila, esperando a que el sefior Coren revise los pasaportes. Ana Burton se ha quedado mirando la foto de su pasaporte. 15 —Es una foto horrorosa, No sé por qué no nos han dejado tract una foro de casa. Cada vez que empezamos a estudiar un pafs, nos vamos «volan- do» a conocerlo y, todas y cada una de las veces, Ana se queja de la foro que tiene en el pasaporte. —Estas muy bonita —le di- go, mirando la foto. Todos tenemos las fotos que nos hicieron en el colegio, menos Brenda Colvin, que empezé las cla- ses cuando ya nos habian hecho las fotos. El pasaporte de Brenda leva una foto que le hizo el sefior Coten con su propia cémara. —Soy muy bonita —me co- rrige Ana—, pero en esta foto salgo horrorosa. Hago como que no he ofdo lo que ha dicho. —Ya sabes que el sefior Coren quiere que nuestros pasaportes de mentira parezcan de verdad. Acuét- date de cuando nos enseiié su pasa- porte de verdad. Estaba horrible, y tampoco es tan feo. ‘Ana hace una mueca y sonrie. —Ambar, sdlo porque a ti se te olvidé aquel dia que nos iban a hacer las fotos no significa que a los demés no nos importe cémo hemos salido en nuestra foro. En la cuya, parece que al salir de la cama te pu- siste lo primero que encontraste y te peinaste con el rastrillo del jardin, Me fijo en la foto de Ana. Lleva su largo pelo rubio muy bien peinado y se ha puesto un cintillo de colores muy bonito. Me fijo en mi foto: 7 Ojos castafios y nariz peco- sa... El pelo, castafio, estd un poco despeinado y lo llevo sujeto con dos~ trabas. Voy vestida con ropa de dia- rio. De hecho, llevo mi ropa favori- ta: una camiseta muy larga que me trajo mi tia Pamela de un viaje a Londres y unas mallas negras. (Aun- que no se ven, me acuerdo de qué pantalones llevaba. Yo, Ambar Dora- do, cengo miuy buena memoria). No estoy tan fea. Es verdad que se me olvidé que ese dia iban a acernos las fotos. ¥ eso que el sefior Coten nos lo dijo un millén de veces y lo escribié dos millones de veces en la pizarra para que no se nos olvidara. Es que soy un poco despistads. Pero Ana Button no tiene to- da la razén. Yo no me peino con el 18 rastrillo del jardin, Puede que a veces me peine con los dedos, pero nurica con un rastrillo. —A mi si que me gusta tu fo- to —me dice Justo con una sonti sa—, Estds idéntica, No estés como te vemos sino como realmente eres. —Es decir, desordenada—dice Ana riéndose Me gustaria arrancarle ese es- tdpido cintillo que leva en la cabeza. —Ni se te ocurra —me dice Justo, deteniendo mi brazo. Me encanta que Justo casi siempre adivine lo que estoy pensan- do porque también yo casi siempre sé lo que él estd pensando. El sefior Coten nos revisa los pasaportes, comprucba las tarjetas de embarque y Mario Fortunato nos conduce a nuestros asientos, 19 Cuando todos nos hemos seatado, Mario nos enseiia a ajustar- nos el cinturén de seguridad y nos explica lo que tenemos que hacer en caso de emergencia. El sefior Coten toma enton- ces su mictéfono de mentira y nos dice que nos preparemos para el via- je més bonito de nuestra vida. Y allé nos vamos... hacia el cielo azul. Los alumnos de tercero he- mos despegado camino a China acorinr. = bos . China. Es un lugar bonito para ir de visita, Después de bajar del avisn, el sefior Coten nos mostré una pelicu- la sobre China y luego sacamos nuestro cuaderno de actividades para empezar el trabajo sobre el viaje. Justo y yo recortamos foros de los folletos que nos ha enviado la agencia de viajes. Convertimos las foros en pos- tales para que parezca que de verdad hemos estado en China, y luego es- cribimos en el cuaderno los datos =a i i if | | 22 mds importantes de cada sitio. Justo me ensefia una foro en la que sale un panda gigante y me dice: —Vamos a mandarle esto a Dani el Mocoso. —Te refieres a Dani el Moco- 50, tu hermano pequefio de cuatro aos, con el que te horroriza com. partir la misma habitacién —y pego 1h foto en una ficha de cartén _ EL mismisimo, st, sefiora, El tinico y extraordinatio Dani el Mocoso —Ime contesta Justo, haciendo un yes- to afitmativo con la cabeza, a tiempo ue coge la tarjeta y se pone a escribir: Alacer dle gs me sali api nin LE ow, fonlarkicors. Se escribe FAN-TAS-TLCO —le comento. 23 —Con el oso panda ahi, queda mejor F-A-N-I-A-S-T-LC.0-S-0 —me dice Justo haciendo una mueca—. No te preocupes. Dani ni siquiera sabe leer. —Con esa letra, seguro que no puede leet —le digo impresiona- da por los garabatos. —Yo me ocupo del pegamen- to y wi de hacer las letras bonitas —me dice Justo, mirando la tarjera. ‘Me fijo en cémo he puesto el pegamento y pienso en la palabra «desordenada». Si la limpieza y el or- den sirvieran para subir mucho la nota, yo sélo sacarfa ceros. Justo, sin embargo, es muy limpio y ordenado cuando se pone a pegar cosas. Pero yo tengo una letra mu- cho més bonita. Ese es otro ejemplo del gran ae 24 equipo que formamos. Nos ayudamos el uno al otto. Ademas, aprendemos las cosas més 0 menos al mismo tiempo, y si uno de los dos aprende primero, siempre ayuda al otto. Cuando aprendf a hacer la we» hacia adelante (en vez de hacia atrds . Y se ha quedado con ese nom- bre. Ahora todo el mundo lo lama Dani, menos Justo y yo cuando que- remos hacerlo rabiar. Enconces, Dani empieza a cantar: —Ambar Dorado es un li piz... un ipiz.. un lépiz... de colores estropeado ‘A veces me parece que nunca deberia haberle contado que me da ra- bia que los nifios se burlen de mi nom- bre. Supongo que no es buena idea burlarse del nombre de otra persona cuando ellos pueden burlarse del tuyo. Nes comemos unas cuantas galletas més; después colocamos un pote de pléstico y empezamos a tirar galletas dentro —Dos puntos. jCanastal —— 37 —chillo cuando mi galleta roza el borde y cae dentro. —Buen tiro —dice una voz extrafa, Levanto la vista y veo a una sefiora embarazada que aplaude al ver mi hazafia deportiva. —A lo mejor, Ambar deberia presentarse a la medalla de oro en las Olimpiadas Galleteras —dice Justo con una sontisa. —A lo mejor, deberfan jugar en otra habitacién mientras le ensefio. la cocina a la sefiora Brandy —nos di- ce la sefora Daniels con una sonrisa para que salgamos de la habicacién. —No se preocupe. Me gusta ver nifios en la cocina. Yo ya tengo uno de cuatro afios —dice, y, déndo- se una palmadica en la barriga, conti- ntia—; ¥ éste estard aqui denro de 39 pocos meses. Por eso me gusta la idea de una cocina Ilena de nifios jugando. Y entonces empieza a exami- ) nar con detenimiento la habitacién. Dudo si decirle que hay dragones en el sétano, fantasmas en las paredes y ectoplasma en el Atico. —Lo han decorado ustedes de maravilla —dice la sefiora Brandy, que esté contemplando un armario con estantes giratorios. —Gracias —dice la sefiora Daniels—, Hemos vivido muy a gus- to aqui y esperamos que la proxima familia también disftute. Pero yo no quiero que ningu- nna «otra familia» viva aqui. Me acuerdo de cémo estibamos todos sentados viendo el papel mural y otras cosas cuando reformaron la cocina. 40 La sefiora Daniels dijo que co- ‘mo todos los que estdbamos en Ja casa fbamos a ver la cocina todos los dias, también tenfamos que ayudar todos a decorarla, Ademds, dijo que como yo era practicamente una més de la fami- lia, también podfa ayudarles. Pero no escogieron el papel de jugadores de baloncesto que nos gustaba a Justo y a mi. Ahora la pared esta lena de flores por todas partes. —Si no le importa —dice la sefiora Brandy—, me gustaria que mi marido viniera pronto a ver la casa. Pronto. Parece que van en serio. —Espero que no le importe que haya cocodrilos en el cuarto de bafio —suelto entonces sin poder contenerme. La sefiora Brandy parece sor- prendida, pero répidamente sonrfe. "1 —Cocodrilos en el cuarto de bafio. Eso es una ventaja adicional, Ella y la sefiora Daniels se mi- ran y sonrien. Est claro que no es buena sefial. Los mayores salen entonces de la habitacién. Justo, Dani y yo se- guimos jugando al baloncesto con las galletas. Hacemos como que no ha pasado nada. Yo intento no ponerme de- masiado nerviosa. Al fin y al cabo, ya ha venido un billén de personas a ver la casa y nadie la ha comprado. ‘A lo mejor al marido de la sefiora Brandy le parece horrorosa. Espero estar aqui cuando venga a verla, Entonces sf que dejaré caer lo de las termitas gigantes. La sefiora Daniels entra otra vez en la habitacién. a —Ambar, ge gustaria que- darte a cenat? Voy a llamar a tu madre para ver si quiere venir ella también. Pediremos una pizza. —S{ le digo, y me siento un poco mejor. Lo de cenar aqui lo hacemos con frecuencia sobre todo desde que se divorciaron mis padres. 8 Normalmente, me quedo con los Daniels hasta que mi madre vuel- ve a casa de trabajar y luego a veces cenamos todos juntos. La pizza es la comida favorita de Justo y la mia también. La sefiora Daniels habla por tcléfono. Mi madre dice que si. Entonces, la sefiora Daniels lama a los de las pizzas. —Una extra de queso, cham- pitiones y salame, por favor. i¥ que no se le pase ningu- na anchoa, que no nos gustan! —chi- llamos Justo y yo al mismo tiempo. Y de repente nos reimos imagi- ndndonos al tipo sujetando las anchoas. Y, durante un rato, se me olvida que a lo mejor venden la casa, Zo CUATRO . «Boing. Boing. Boing». Justo salea de un lado a otto cuando sali- mos de la escuela, Estoy de muy buen humor. Sé que los dedos cruzados han fun- cionado porque no han vuelto a saber nada de la sefiora Brandy. iY qué libro vas a escoger para el trabajo? —le digo con voz normal, como si Justo no estuviera haciendo nada raro. «Boing, Boing. Boing». Sigue saltando a mi alrededor. —No conocfa ese libro. Quién lo ha escrito? —le digo en tono de 46 burla, miréndolo a los ojos. Pero no es nada ficil mirar a los ojos a alguien que estd saltando de arriba abajo mientras da vueltas a wu alrededor. Seguimos andando un par de manzanas. Yo hablo, Justo sigue con su «Boing. Boing» y habla también. Yo voy a leer El Superzorro y lucgo haré un diaporama -—le co- ‘mento, mientras yoy dando saltitos detris de él —Boing. Boing. Boing —di- a7 ce Justo sin dejar de saltar. Entonces intento pisarle. —Estés haciendo el tonto. Sabes que hicimos diaporamas cuan- do preparamos el trabajo sobre cl descubrimiento de Amética. Deja de dar saltos y bablame. —Boing. Boing. Boing. Pero Justo salta demasiado ré pido para poder agarrarlo y detenerlo. —jBasta ya! —le grito—. De- ja de hacer eso. Me estds volviendo loca. zA qué estés jugand: } ‘ i 48 Por fin, se para. —Estoy practicando para ha- cer de canguro cuando vayamos a Australia. El sefior Coren dice que iremos dentro de tres semanas. —(No pensards estar tres se- manas haciendo el canguro, verdad? le digo meneando la cabeza—, Justo, a veces parece que estés un po- quito loco. Else acerca a un drbol y reco- gc una hoja del suelo. No, si quieres que te diga la verdad, también he pensado ser un koala parte del tiempo. —iNo! le grito al ver que se ha puesto a masticar la hoja. ___ Justo sonrfe y se mete un tro- cito més en la boca. —Justo Daniels, deja de hacer eso ahora mismo —le digo, amena- 49 randolo con el dedo—. No sabes si algin gusano asqueroso ha dejado to- da su baba encima, ni si algiin péjaro ha dejado caer algo en la hoja, ni. —Basta —dice Justo, escu- piendo trocitos de hoja. No soy capaz de para, Yo, Ambar Dorado, tengo lo que el se- fior Coren llama una «imaginacién desbordada», —Ni si ha venido un perro mientras la hoja estaba en el suelo... —Qué asco —dice él, hacien- do una mueca. Le hago una reverencia y sigo hablando. —Ni si estds comiendo hie- dra venenosa, ni si vas a coger la en- fermedad de los olmos holandeses, 0 como se llame kz enfermedad que di- jo mi madre que tenia nuestro arbol. 50 Justo menea la cabeza. —Ambar Dorado, eres una preocupona. —Pues ya ves cémo me preo- cupa serlo —y le sacaada lengua Yo muevo las orejas, frunzo la nariz y le saco la lengua. Ana Burton y Brenda Colvin pasan a nuestro lado. —iQué tontos! —comenta Ana para que la oigamos. —;Gracias por el piropo, do- fia Perfecta! —gritamos los dos, y le hacemos una reverencia —iQué tonwos son! —repite ‘Ana, moviendo la cabeza como con pena. Brenda nos sontfe y nos salu- da con la mano, y las dos se alejan caminando. —Boing. Boing. Boing. 5st —;Quieres echar una carrera? —me dice Justo Claro —y me pongo a su Jado—, En sus puestos.... prepara- dos.» salten. Y vamos saltando camino de su casa, “;Gané) le grito al llegar delante de su casa antes que 4. Justo deja de dar saltos. —jGané! —repito—. Ya co- noces las reglas. Tienes que decir:

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