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Dia SEGUNDO ¢ El dia o la noche? dF tr cuestin es saber cudl de los dos es mas elocuente, si cl dia o la noche. El dia es magnifico, pero ila noche es tan solemne! El dia nos ilumina la tierra, la noche nos descubre los ciclos. Estos pensamientos nos vienen a propdsito de San José. Uno se sorprende de las sombras oscuras que envuel- ven a este incomparable santo... Se conocen con preci- sién los actos y la historia de un gran nimero de hom- bres célebres cn diversas actividades. De San José no se dice casi nada. Algunas lineas en cl Evangelio, donde ni una palabra propia de 1 se refiere, cso es todo. Se nota que este hombre esté en la noche. Su vida es para el mundo una noche oscura y verdadera, como lo es la noche, profunda, majestuosa y religiosamente conmove- dora. Hasta tal punto que uno termina por encontrar esta existencia tam escondida, mas bella, més grande, més interesante, sin comparacién, que las que son com- pletamente didfanas. La profundidad que esconde un matiz tan poco deli- neado crece a medida que se la sondea, y el alma termina’ -14- ‘intiéndose en presencia de un abismo, Entonces, se _ @Hcuentra como insensiblemente elevada por encima del Mundo ordinario de sus pensamientos. Respira un aire ‘mis puro, més embriagador. Se diria que le llega una brisa de Ja patria eterna, Pacificada en si misma, siente fomo una cierta vecindad con Dios, Esta impresién, uando uno se acerca interiormente a San José, es la que acostumbra sentir al entrar en un santuario. Un san- io es la paz, es el silencio, es una cierta oscuridad hace volver a entrar el espiritu en si mismo, Es un jar grave, profundo y suave que pide ¢ inspira respeto, inclina a la humildad, hace olvidar el mundo y pro- ¢ un sabor anticipado del Cielo. De hecho, un san- io, cualquiera que sea, es un lugar donde Dios de, Dudo que se pueda pensar en San José sin alguno estos sentimicntos. San José es, por su estado, la da y el revestimiento del mas grande de Jos miste- : el de Dios hecho hombre cn ef seno de una hi; el de Jestis y Maria. Las santas reglas de la liturgia prescriben que la istia conservada en nuestros sagrarios permanezca un copén de oro y plata y que ¢l mismo copén sea bierto con un velo de oro, plata o seda, En el miste- del Verbo Encarnado, la hostia consagrada es Jestis, in €S Maria Santisima, el velo es San José, Del modo que el copén esta destinado Gnicamente a tia, asi mismo el velo est4 solamente destinade a la yelcopén. Asi como Maria no existe, 20 vive més para Jestis, José no existe, no vive mas que para y Maria ( Monsefior Gay), En honor Con la ayuda de San José, esforzar- de San José se en amar el silencio y la vida escondida, sin querer distinguirse a los ojos de los hombres, Oracidn, pig. 156 siguientes, ae ae del sigho XIX, el Padre Juan, Abad de la Abadia de Fontfroide ( Francia ), fie testigo de un favor particular, con- cedido por San José a un alma que tenia la costumbre de invo- carlo. He aqui cme cuenta el hecho ; «Durante mi estancia en Ja abadia de Sénanque, me paseaba un atardecer, em contra de mi costumbre, por un prado cercano a la puerta de la entrada, El hermano portero se acercd ; — Un sefior pregunta por Usted. — ¢Por mi ?... éMe conoce ? — Si, sin duda, lo ha visto y Jo ha sefialado. Voy a su encuentro. Era un hombre apuesto, bien ves- tido, de modales distinguidos, pero parecia muy turbado. A Pocos pasos de él, pastaba un soberbio caballo negro, el mas hermoso que yo habia visto en mi vida. iOh! i Qué her- moso animal | — Sefior, me dice el visitante, yo no lo conozco a Ud. Lo he visto de lejos y lo he hecho llamar. Mi caballo me lev por las rocas y se ha detenido delante de su puerta, ¢Dénde estoy ? (Qué casa es esta? ¢Una de campo ? ~ No, un monasterio. — No he visto nunca un monasterio, Y ¢por qué va Usted vestido de blanco y negro como un payaso ? ~16- el habito de nuestra Orden. Pero, digame ¢quién es ? el director del circo imperial de Lyon. est arruinado ? jo, tengo wna fortuna de un millén por lo menos ; mis van de mar Tengo bajo mis érdenes un per- Numeroso, pero estoy atormentado por la idea de sui- to tomé del brazo y le dije sonrienda: 0, Usted no irda Lirarse al rio, el agua estd demasiado cuidaremos su caballo, Me contaré su historia y decidiremos. Singular personaje empezd enseguida este relato extra- bo! nunca conoci a mi padre. A la edad de 7 afas, perdi a e. Murié un atardecer. Una procesién se la Levd. legé a la casa un cura con unos nifos vestides de solideo, cinturén y vestido rojo con una especie de de cncaje encima. me impresioné. Mas tarde me dijeron que era para la primera comunién a mi madre. Después de su , cogi el poco dinero que encontré en casa y me fui a Circo vecino. Estaba completamente solo, no tenfa ni tes ni amigos. Le pregunté al dueho del circo si me ba. Eres demasiado joven, Dile a tu padre... No tengo. A tu madre... La hemos enterrado hoy. ¢Dénde vives ? lo dije. Regresa matiana, ya veremos, = Regresé; me admitié; formé parte de su compaiia. Me trate sicmpre como a un hijo suyo y al morir me dejé su ciroo, Anduve por todas partes; gané mucho dinero. Pero desde hace un tiempo no sé lo que me pasa: me siento des- ataciado, me quiero ahogar. —¢Tiene fe? ~ No sé Jo que es. -€Cree en Dios ? ~ Si, vagamente; pero no sé tampoco lo que es. — éSabe hacer la sefial de la cruz? — Mi madre la hacia y me la mandaba hacer, No la hice mas desde entonces. Ella me ensefié también una oracién que me hacia recitar todos los dias. Se la voy a decir. Y me recité la oracién : Dios te salve, Jord ( véase pig. 175) — ¢Usted la dice algunas veces ? = Nunca dejé de decirla cada noche antes del descanso, ~ tSabe Usted quién es San José ? - No. = ¢Y por qué es usted desdichado ? — No sé. El aburrimiento se apoderé de mi, el disgusto de todo, tltimamente de la vida misma. Llevé mi caballo a orillas del Rodano ; pero salté hacia aurds y escaps. Por pri- mera vez en mi vida no he sido duefio de mi animal. ~ i Muy bien! Es la Providencia la que lo guié hasta aqui, — €Qué es la Providencia ? ~ Es la mano de Dios hecha sensible. Es ella la que lo conduje aqui, porque Dios quiere salvarlo. Usted fue bauti- zado ; él no quiere dejarlo morir como un pagano. No es en el Rédano, ¢s en las aguas de la gracia donde tiene que sumergirse, Trabajaremos juntos en eso, Nunca bajo al jar- din a esta hora. Inspirdndome venir allf, el Maestro bueno me envid hacia Usted. Lo compadezco con toda mi alma; permitame abrazario, Lo abracé con efusidn ; él se sintié conmovide. -18- Usted cenari con nosotros esta noche, agregué. mira sobre el duro suclo, y mafana, en vez de regresar, ra la jornada aqui. quedé no sédlo el dia siguiente, sino tres dfas enteros. instruf sobre las verdades fundamentales, Era muy inte- ite y Dios te habia mostrado que ni los placeres, ni la na dan la felicidad, Se confesd y comulgd, Nos despe- os Muy a su pesar. Regresé a Avignon totalmente trans- wado, ordend sus negocios, vendid su circe, distribuys ero a los pobres y se hizo religioso. Algunos afios mas le, se sintid aquejado de fiebres altas, y murié como un >, joven atin y desconocido. can, agregaba el buen Padre, lo que le vale a un alma la eccién de San José, Fue fiel a la oracién, incluso sin iprender lo que decia, ni saber a quién se dirigia. Por bid su recompensa e.

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