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GLOSARIO FINAL COMPLETO

UNIDAD 1 Y UNIDAD 2
Enseñanza de la clínica: lo transmitible de una práctica.
Práctica propiamente dicha: atender a lo singular (síntoma único e irrepetible).
Psicoanálisis y medicina: Lacan en “Psicoanálisis y medicina (1966)” señala que el lugar del PSA en la
medicina es marginal y extraterritorial. Hay dos puntos de referencias: la demanda del enfermo y el goce del
cuerpo; ambos confluyen en la dimensión ética, aquí interviene el PSA como praxis. Del lado de la demanda
el médico se interesa por la demanda del enfermo en relación con las especies mórbidas sin considerar al
sujeto de la enfermedad. Hoy la medicina entra en su fase científica: el médico es requerido en la función de
científico fisiólogo. En relación al cuerpo, todo progreso de la ciencia y la medicina cae en una falla
epistemo somática. Lo excluido de la relación epistemo somática es que el cuerpo no solo es algo extenso,
sino que un cuerpo es algo hecho para gozar de sí mismo. La dimensión del goce está excluida. Ese lugar
vacío lo pasa a ocupar el analista. El PSA introduce la estructura de la falla que existe entre la demanda y el
deseo.
Lugar alfa: designa el espacio que puede abrirse en una institución a partir de la presencia de los
practicantes del psicoanálisis, en la medida que se pueda instalar algo, por humilde o diverso que sea el
modo, del discurso analítico.
Síntoma: formación del inconsciente. Es siempre singular (de cada sujeto). Tiene dos caras: una de sentido
(síntoma) y una de goce (sinthome; más allá de la interpretación y del fin de análisis).
Leer el síntoma: consiste en privar al síntoma de sentido. Mantener a distancia la palabra y el sentido que
ella vehiculiza a partir de la estructura como fuera de sentido, como letra. La lectura, por sobre la
interpretación por la palabra (agrega sentido), apunta a la materialidad de la escritura, a la letra en tanto que
produce el acontecimiento de goce que determina la formación de los síntomas. La interpretación como un
saber leer.
Interpretación: las interpretaciones no deben dirigirse a descubrir un significado oculto sino a desbaratar el
sentido, a reducir los significantes sin sentido para encontrar los determinantes de la conducta del sujeto.
Debe servir para que el analizante oiga el mensaje que está dirigido inconscientemente a sí mismo. Es un
recurso táctico para que el analizante siga hablando. Suárez dirá que es un poder particular de la palabra que
esclarece y descifra, y refiere tanto a un saber leer como a un bien decir. Es una puntuación del discurso del
sujeto donde se trata de liberar al significante de su significado.
Cuerpo: lo concebimos en los tres registros. Imaginario (cuerpo especular); real (cuerpo que goza); y
simbólico (valor en la formación del síntoma). Los tres registros se encuentran anudados por el nudo
borromeo que permite “tener un cuerpo” (desajuste del nudo lleva a psicosis).
Goce: expresa el sufrimiento que deriva de la propia satisfacción. Prohibido al entrar en lo simbólico (la
castración implica renuncia al goce). Tres modos: pulsión parcial (zona erógena); goce fálico y “el otro
goce”.
Tiempos lógicos de la cura: primero, las entrevistas preliminares (la interpretación apunta a producir el
sujeto del inconsciente), seguido por la entrada en análisis; segundo, el análisis del síntoma (en relación al
inconsciente); tercero, el atravesamiento del fantasma; y, por último, el retorno al síntoma (la cara del goce).
Entrevistas preliminares: apuntar a
● Establecer un diagnóstico (presuntivo).
● Obtener un sujeto del inconsciente (que pueda leer las interpretaciones) y a la rectificación subjetiva.
● La instalación del SSS.
● Formar un caso clínico.
● Finaliza con la entrada en análisis.
● En cuanto a la relación con los discursos: el paciente llega con el discurso del amo; en las EP tiene
que permitirse la histerización del discurso (para que emerjan los significantes; para implicar una
rectificación subjetiva (aparece el sujeto del inconsciente); y, con la entrada en análisis, el discurso
analítico donde el sujeto desarrolla su verdad, su historia.
Discurso del amo: hace que desaparezca el sujeto (S tachado) bajo la primacía de un significante amo (S1)
que toma como esclavo al Otro que sabe (S2) para producir un excedente (a). La posición de agente es
ocupada por un significante (S1) que representa al sujeto para todos los otros significantes (S2).
Eficacia de la interpretación: Suárez delimita tres momentos.
1. La precipitación del síntoma y la instalación de la transferencia: la interpretación inaugural instala
la transferencia (efecto en el sujeto que considera de otro modo sus síntomas; de la queja a la
pregunta). Se introduce al sujeto la creencia del inconsciente. Algoritmo de la transferencia. Eficacia:
instalación del sujeto supuesto saber (se supone que sabe la significación).
2. La asociación libre y la interpretación significante: momento de la verificación del inconsciente. El
significante y significado NO es algo dado. Se produce la caída del significante por el cual sufre el
sujeto. Eficacia: revelar al sujeto cuál es el significante que lo retiene en la vía de su deseo.
3. La destitución del SSS y lo indecible: la interpretación de coté (el objeto del deseo no tiene
significante). La interpretación implica un rodeo del objeto y la producción de un corte entre el
significante y el objeto. El analista ocupa el lugar de objeto. Se hace un duelo del sujeto por lo que ha
sido para él la causa de su deseo (duelo por lo que nunca se tuvo). Eficacia: caída del SSS.
Sujeto supuesto saber: el SSS no designa al analista mismo, sino una función que el analista puede llegar a
encarnar en la cura. Solo cuando el analista es percibido por el analizante como encarnando esta función
puede decirse que se ha establecido la transferencia, el SSS es el pivote donde se articula la transferencia
¿qué tipo de saber se presupone al analista? Se supone que sabe aquello de lo cual nadie puede huir, la
significación. ¿supuesto para quién? Es supuesto por el Significante que lo representa para otro significante.
Se suele suponer que el analista sabe el sentido oculto de las palabras del analizante, las significaciones que
desconoce la misma persona que habla. Es necesario destacar que este Supuesto Saber no engloba
específicamente a la persona del analista, el SSS no es real, el supuesto saber es un error subjetivo
inmanente para la entrada en análisis. El analista presta su persona para encarnar este SSS, pero no debe
identificarse a él, su posición debe ser de Docta ignorancia, un saber que consiste en conocer sus límites. El
fin de análisis llega cuando el analizante deja de suponerle saber al analista, de modo que éste cae de la
posición de SSS.
Algoritmo de la transferencia: implica St🡪Sq (abajo: s (S1, S2… Sn). St, es el significante de la
transferencia, un sujeto; s representa al sujeto que surge de ese significante. Entre paréntesis está el saber
supuesto de los significantes en el inconsciente. Ese sujeto supone un cierto saber (significantes) que son
dirigidos hacia la persona del analista (Sq). Es claro que el analista no sabe nada del saber supuesto, el Sq no
tiene nada que ver con los S de la segunda cadena. La articulación del significante de la transferencia (S) con
el significante cualquiera del analista (Sq) tiene como efecto la producción del sujeto, aquello que un
significante representa para otro significante. El psicoanalista elige el lugar del no saber.
Diagnóstico: algunas personas piensan que el diagnóstico es inútil en el discurso analítico, pero también
están quienes denuncian el uso del diagnóstico como un abuso, lo cual no es lo mismo. Diagnosticar es hacer
entrar el caso singular en una especie general. En psiquiatría el diagnóstico es un hetero-diagnóstico, un
diagnóstico que viene del Otro y en el cual la palabra es el vehículo de los signos. En el PSA se acoge el
síntoma de una manera muy distinta; el síntoma que se puede tratar en el PSA está constituido de un modo
diferente, es un síntoma necesariamente auto diagnosticado (lo que el sujeto considera como síntoma). Se
plantea de entrada entonces la cuestión de la demanda, sólo es síntoma tratable aquel que se presenta como
un significante de la transferencia, es decir, que suponga un sujeto. Nosotros estamos persuadidos de la
necesidad del diagnóstico previo para saber si la persona que recibimos puede o no beneficiarse con el
proceso analítico y de qué modo. La necesidad del diagnóstico es solidaria del racionalismo de la
orientación lacaniana, es decir, del postulado según el cual la relación analítica con su experiencia de palabra
y el instrumento del lenguaje, por un lado, y por el otro, el campo que ella trata (los síntomas), ambos están
regulados por leyes, mecanismos. El diagnóstico implica siempre un juicio ético y un juicio ético no es un
juicio de saber.
Clasificaciones diagnósticas: en cuanto a las clasificaciones diagnósticas estas son artificiales, no se
fundamentan en la naturaleza y permiten la conversación entre los practicantes. En psicoanálisis, el uso de
diagnósticos no está destinado a la clasificación. El uso es más para trabajar entre profesionales y para la
dirección de una cura posible con ese paciente; es un saber que se usa para dirigir la cura. Un diagnóstico no
es algo que se deduce lógicamente siempre de manera clara y distinta, hacer un diagnóstico es hacer un
juicio, sin regla ni clase preestablecida. No es aplicar una teoría, si bien esta es necesaria, la práctica es
redescubrir los principios del caso en cada caso. Es decir, entender que hay algo que siempre se sale de la
regla, de lo conceptualizado. Juzgar es usar categorías universales en casos particulares. No aplicar una
regla, y no decidir si la regla se aplica. Los efectos de verdad de estas clases son que, dado que las
Clases/Clasificaciones se fundamentan en la “Verdad” así entendida, los efectos de verdad que las mismas
producen, están circunscriptos a coordenadas espacio-temporales concretas. La verdad es un efecto sin
fundamento en lo real: siempre depende de un lugar, un tiempo y un proyecto particular. Define al sujeto
como… “el animal justifica el platonismo porque realiza totalmente a la especie, y se puede decir que lo
hace manera exhaustiva, como ejemplar. Pero el ser hablante, el sujeto, el ser del lenguaje nunca realiza
ninguna clase de manera exhaustiva y sólo puede imaginarse confundido con la especie humana cuando se
piensa mortal. Llamamos sujeto al efecto que desplaza sin parar el individuo, que aparta el individuo de la
especie, que aparta lo particular de lo universal y el caso de la regla”. Las clasificaciones son históricas,
relativas, artificiales, no están en la estructura ni en lo real. Para clasificar se vuelve al individuo un ejemplar
de una clase, en base a ciertos signos que corresponden a esa clase y de allí se hace un diagnóstico. Pero el
individuo real nunca va a coincidir del todo con el universal de la clase. Si bien habrá síntomas típicos habrá
que ver qué significantes particulares los sostienen y ahí nos encontramos con el sujeto. En este texto, Miller
nos trae una noción de síntoma que aparece al final de la obra de Lacan y que se acerca más a la noción de
“Sinthome”. Y que por eso lo nombra como la respuesta que se da el sujeto frente a la ausencia de regla,
frente al universal negativo. Este Universal Negativo tiene que ver con la No Relación Sexual, no hay
proporción, no hay un modo de funcionamiento establecido respecto de lo sexual para los seres hablantes.
Hay un vacío respecto de eso. Cada sujeto debe inventarse su modo de relación con el sexo, y a ese modo lo
llama síntoma aquí.
UNIDAD 3
Histeria: la neurosis tiene estructura de pregunta y en la histeria el sujeto se pregunta por su posición sexual.
¿Qué es ser una mujer? (es una pregunta cuya determinación es inconsciente, por eso también está
entramada en los síntomas; pregunta desde lo simbólico), donde hace una identificación viril como medio
para aproximarse a esa definición (respuesta desde lo imaginario). Y esto se debe a que en la histeria no se
inscribe en lo simbólico ese significante. En esta estructura clínica entonces el sujeto va a intentar responder
a aquello para lo cual en lo simbólico falta el significante. La histérica se apropia del deseo del Otro
identificándose con él; pero sólo sostiene el deseo del Otro con la condición de no ser ella el objeto de su
deseo, la histérica no soporta ser objeto del deseo porque eso haría revivir la herida de la privación. Ejemplo:
“mi mujer no es nada para mí”, se le ofrece el goce del Otro y ella no lo quiere porque ella lo que quiere es
el saber cómo medio de goce (ella representa al amo castrado). Debe cumplir la función de ser el falo. En el
análisis: la histérica hablará de un objeto privilegiado (no perderse en este tema sino ver lo que hay entre
líneas); hay que orientarla a que conozca la pregunta que sostiene su estructura (por la sexualidad femenina);
y buscar cuál es su implicación en lo que le pasa.
Discurso histérico: el discurso de la histérica tiene el mérito de mantener en la institución discursiva la
pregunta por lo que constituye la relación sexual, a saber, cómo un sujeto puede sostenerla o, por el
contrario, no sostenerla. En efecto, la respuesta a la pregunta por saber cómo puede sostenerla es: dándole la
palabra al Otro y precisamente como lugar del saber reprimido. Lacan le da un mérito fundamental al
discurso de la histeria por el hecho de que intenta mantener a nivel del lazo social la pregunta por la relación
sexual. A nivel del discurso, la histérica en el lugar de agente, instituye la relación sexual como enigma e
interpela al amo tratando de hacerlo trabajar en ello sin cesar. Para esto, luego de llamar su atención, de
causar su deseo, de seducirlo, le sustraerá el objeto que podría procurarle satisfacción, para dejarle un vacío.
En el discurso histérico: S (lugar de agente, síntoma/sujeto); a (lugar de la verdad; plus de goce); S1 (lugar
de el otro, pone a trabajar al amo); S2 (producto; este discurso señala el camino hacia el saber).
Neurosis obsesiva: en la neurosis obsesiva en el eje simbólico tenemos como pregunta velada, obturada,
amordazada, la pregunta por la existencia: ¿estoy vivo o estoy muerto? Pero del lado de la respuesta
imaginaria, la que lleva el sujeto a cabo con el yo, ayudado por un partenaire, tenemos: la hazaña o proeza a
la que le va a dar el estatuto de una pantomima. Lacan va a decir que esa respuesta se concretiza en una
conducta a la que llama pantomima. Esta tiene distintas formas: en la neurosis obsesiva tiene forma de
hazaña y en la histeria toma la forma de la identificación viril (de pasar por el otro masculino para
responderse a la pregunta por la feminidad). El concepto de pantomima vale para las dos. La pantomima, sea
obsesiva o histérica, es una respuesta, la situamos en el eje imaginario, que es usada para desviar la
pregunta, para amordazarla. Es del orden del comportamiento, de una conducta efectiva, ejecutada con el yo
con la ayuda de un semejante, un compañero imaginario. Es entonces una respuesta imaginaria pero que
hunde sus raíces en el eje simbólico; tiene una determinación simbólica y por eso es descifrable. Lacan toma
a la neurosis obsesiva desde la dialéctica de la demanda y del deseo. En este marco va a volver sobre la
hazaña obsesiva. La demanda es una palabra dirigida a Otro simbólico (Otro con mayúscula, que puede ser
por ejemplo la madre) del cual se va a esperar una respuesta. El paradigma de la demanda es la relación
madre-hijo: el niño, al tener hambre, por ejemplo, reclama al otro materno la satisfacción de una necesidad.
En la medida en que se trata de una palabra, la demanda tiene una articulación significante: es decir, el
sujeto, para disponer de ese significante, tiene que pasar necesariamente por el lugar del Otro. Es el Otro el
que interpreta con sus significantes la necesidad del niño. Al ver que el niño llora, dice, por ejemplo, “debe
tener hambre”. La que convierte ese “grito” en “llamado” es el ser hablante, que suele ser la madre. La
demanda es impensable si no pasa por el Otro. El sujeto entonces para constituirse depende del Otro tanto
para disponer de esos significantes como para obtener la satisfacción de la necesidad planteada. Además de
solicitar la satisfacción de la necesidad, el sujeto solicita el amor del Otro. La demanda entonces desdobla al
Otro: le pide por un lado la satisfacción de una necesidad, pero por el otro lado le pide que esté presente, que
le dé su amor. En ese intervalo entre la satisfacción de la necesidad y la demanda de amor que aparece algo
del orden del deseo: entonces la demanda precede a la formulación del deseo. El deseo, entonces, es siempre
deseo del Otro, algo del deseo del sujeto va a emerger a partir de la respuesta que el Otro le dé a la demanda,
se vehiculiza en la respuesta del Otro a la demanda. El deseo, a diferencia de la demanda que es articulable
con los significantes, desborda al significante: el objeto (por ejemplo, el pecho de la madre) está perdido
irremediablemente para siempre, y eso va dar lugar a una búsqueda, e indefectiblemente lo que se va a
encontrar en el lugar del objeto perdido y añorado siempre va a ser otra cosa que no es la original. Esto hace
a la indestructibilidad del deseo, o sea que nunca hay un objeto que le convenga al deseo (por eso es
metonímico, es decir, se va desplazando). Ahora bien, en la neurosis obsesiva la demanda tiene un modo de
presentación muy particular que es el de una exigencia absoluta. Esto tiene un efecto desgastador del Otro,
destructor del Otro, porque el obsesivo no acepta del lado del Otro que éste le responda “no puedo” o “más
tarde”. Ese carácter de condición absoluta del obsesivo es correlativo a una anulación del deseo, se excluye
el deseo mismo; es decir, el obsesivo, al destruir al Otro con su demanda absoluta, destruye también una
formulación posible de su propio deseo. Dicho de otra manera, cuando el obsesivo destruye al Otro, destruye
a su vez el deseo del Otro. Y como el deseo siempre es deseo del otro, el obsesivo no se da cuenta que
destruye su propio deseo: el deseo del obsesivo se manifiesta anulado. Por eso el deseo es evanescente, se le
desvanece. Cada vez que el obsesivo intenta aproximarse a su objeto, a un supuesto objeto de deseo, cada
vez que lo logra, ese objeto no significa nada para él, se desvanece, se esfuma. Ahora bien, esto pone al
obsesivo en un problema, porque un deseo totalmente anulado hace imposible que sobreviva como sujeto.
Para sobrevivir como sujeto necesita restituir a ese Otro que ha destruido con su demanda, y esto lo logra
reduciendo el deseo a la demanda. Así, por ejemplo, está siempre pidiendo permiso, (esa es una forma ya de
la solución), o inventa un Otro bien consistente, un amo a quien obedecer, que le prohíba o lo autorice. Esto
le permite redefinir la hazaña obsesiva. Nunca se lleva a cabo una hazaña sólo: tiene que haber por lo menos
dos (el a y el a’) en el registro de lo imaginario para que haya algo del orden de una competencia, de un
desafío, de un duelo con un semejante. El obsesivo se mete en una lucha a ver quién tiene más prestigio, más
poder. Pero también hace falta un tercero, alguien que registre esa escena: el que cuenta en realidad es el que
registra la hazaña, aquel que le levanta el pulgar o que se lo baja. El obsesivo tiene dos modos de defensa
principales: una cara de compulsión (tomar el instrumento fálico con un valor lógico de para todos) y una
cara de la postergación/duda (para reducir el deseo a la demanda del Otro). El fin de la defensa es
reconstituir el Otro. Lo inquietante, de lo que hay que defenderse es de la castración del Otro, de su deseo.
La angustia del obsesivo se vincula al deseo del Otro, no soporta ese deseo, tiene que anularlo para constituir
Otro completo. Lo que ha renunciado de goce fálico y de todo goce en la realización de sus escenas se
realiza en la posibilidad de Otro total, un Otro que lo ama, que lo reconoce, que le festeja sus proezas. El
primer paso que debemos dar en el análisis con un obsesivo es constituir el síntoma en su forma clásica, para
que el síntoma salga del estado de enigma el sujeto debe percatarse de que éste tiene una causa (objeto a),
solo a partir de ello es posible que la implicación del sujeto en su conducta se quiebre. Una de las estrategias
utilizadas en la dirección de la cura es el “desdén” que puede ser aplicado mediante el corte de la sesión,
esto desorientará sus resistencias y su coartada hasta entonces inconsciente empieza a descubrirse para él, va
a buscar la razón de tantos esfuerzos.
Fobia: el síntoma fóbico es una solución a la angustia, es una transformación de la angustia en miedo.
También el síntoma fóbico se constituye en apoyo a la función paterna. Tiene una función positiva, por más
que sea molesto. Tendemos a eliminarlo, pero también hay que considerar esta dimensión en la cual creo yo
que magistralmente el sistema fóbico nos muestra al síntoma como solución, solución que a su vez vamos a
tratar, pero se presenta como una solución. Por un lado, decíamos que la fobia convierte una angustia, que es
lo que consideramos más real, en un miedo. Vamos a dejar un poco armada esta lógica que, detrás del objeto
del miedo, está el objeto de la angustia, que es más real e indecible. El objeto de miedo podría ir variando, lo
que podría formar parte de un logro terapéutico, pero tras ese miedo hay un objeto real que es el de la
angustia. Si tomo otras cosas desde el punto de vista no tanto del objeto sino del sujeto, tenemos que
considerar que el síntoma fóbico es un síntoma que se produce porque el sujeto tiene una dificultad en el
segundo tiempo del Complejo de Edipo. Lo fundamental que ocurría en este tiempo es lo que Freud llamaba
el Complejo de Castración, hoy tenemos toda una clínica donde no contamos con la castración, que era un
operador terapéutico importante. La función paterna en el segundo tiempo es aquella que separa de la buena
manera al niño de ese lugar de ser el objeto de deseo de la madre. El problema de la fobia es que se
confronta de nuevo con el deseo de la madre y no tiene recursos simbólicos suficientes, el nombre del padre
suficiente para sostenerse. Entonces la fobia viene en apoyo de esa función. Viene a ayudar a Juanito a
aceptar la castración, como función ideal. Lo saca de la angustia de la confrontación del deseo materno, y
pasa a tener un miedo que viene en sustitución de la angustia de volver a confrontarse con el deseo de la
madre. Vuelve a ser la x. Se entiende la fobia como un síntoma que viene a apoyar a la función paterna en
este sentido, para poder hacer lo que Freud llamaba el Complejo de Castración, en uno de esos aspectos,
porque en otro de esos aspectos hay un descubrimiento de lo sexual. La cura tiene que apuntar a ayudar al
paciente a elaborar todas las diversas permutaciones que involucra el significante fóbico, ayudar al sujeto a
desarrollar su mito individual de acuerdo con sus propias leyes y de este modo agotar todas las posibles
combinaciones de elementos significantes disolviendo la fobia.
Perversión: lo que define la perversión es una ubicación diferente del fetiche, es decir que los términos del
fantasma están invertidos. En el caso de la Neurosis ubicamos al sujeto de un lado, y el objeto del lado del
otro. Un sujeto deseante ubica su objeto en el campo del otro, entonces si ese objeto se presenta o no como
un fetiche es secundario. Es un fantasma neurótico. En la constitución perversa, el fantasma está invertido, el
sujeto perverso está identificado al objeto, o podríamos decir que está identificado al fetiche, al objeto que es
causa de ese deseo. La división subjetiva la pondríamos en el campo del otro, el sujeto lo pondríamos en el
campo del otro. La consecuencia es, por ejemplo, una de las manifestaciones clínicas de la perversión que es
una imposibilidad estructural de conseguir la división subjetiva en el perverso, en tanto está identificado a
esa posición de ser causa, y el hecho de que el sujeto perverso busca la angustia en el otro, busca
angustiarlo. Está la castración, pero está del lado del otro. Se trata de una posición refractaria a la división
subjetiva, que se ubica por esa identificación, es un lugar de saber sobre el goce del otro, lo que es una
impostura, se llama impostura perversa. Busca la angustia como forma de división subjetiva en el otro. La
perversión se define siempre en acto. No hay mucha clínica de la perversión por consulta espontánea en un
consultorio (falta la pregunta a diferencia de una neurosis, está convencido de ser el medio para el goce del
Otro), o en un dispositivo hospitalario. Pero sí puede ser un tema a considerar en cuanto la consulta en
realidad es la demanda de un juez o de otro. Es decir, en dispositivos carcelarios y en otros dispositivos,
donde muchas veces tenemos entrevistas y diagnósticos diferenciales en relación a sujetos que no
necesariamente solicitan el tratamiento con el psicólogo. Hay que diferenciar la perversión de posiciones
subjetivas cínicas o canallas. No necesariamente son una estructura perversa. La perversión se diferencia de
las demás estructuras clínicas por la operación de la renegación. Reniega la castración; percibe que la madre
carece de falo y al mismo tiempo se niega a aceptar la realidad de esa percepción traumática; de modo que,
el niño se identifica con el objeto imaginario de deseo de la madre, es decir, con el falo (fetiche) En la
perversión el sujeto se sitúa como objeto de la pulsión, como el medio para el goce del Otro (fantasma
invertido). El perverso no realiza la actividad para su propio placer sino para el goce del Gran Otro. El
perverso lleva al límite el intento de ir más allá del principio de placer (ej.: exhibicionismo). Desde el punto
de vista del desarrollo genético la perversión está en el mismo nivel que la neurosis ya que ambas han
alcanzado el tercer tiempo del Edipo. Mientras que la neurosis tiene estructura de pregunta, la perversión se
caracteriza por la falta de esta pregunta, el perverso no duda de que sus actos sirven al goce del Otro.
Cinismo: la posición del cínico es una posición de rechazo de la verdad y, por definición, el cinismo es una
posición que descree del Otro. Se afirman en un goce propio, que a veces se muestra. Por ejemplo,
masturbarse en un lugar público da cuenta de afirmarse en el goce propio y de no creer en el Otro. No es
necesariamente de una estructura u otra, es una posición subjetiva. Pero es refractario al tratamiento
analítico, al tratamiento por la palabra. El sujeto que consulta, sea en el dispositivo que sea, es portador de
un sufrimiento y deposita en el otro las posibilidades de respuesta, incluso deposita en el otro la posibilidad
de un saber respecto de su sufrimiento, el campo de una verdad posible respecto de su sufrimiento. En las
posiciones subjetivas refractarias esto está invertido, la verdad la tengo yo, el saber lo tengo yo, la división
subjetiva trato de conseguirla de tu lado. El sujeto supuesto saber normalmente se arma en el campo del otro,
en el neurótico la suposición de saber está en el otro. Una posición subjetiva donde esto está invertido no
deja mucho margen de operación.
Canalla: el canalla no tiene consideración por el otro. Es una posición ética y no una patología (diferente al
perverso). Están fuera de toda regulación, no están regulados por ningún ideal. El canalla es aquel que “se
hace” el Otro, el que nos dice cuál es la realidad. La canallada es una posición ética en relación al Otro. Uso
del otro como medio para alcanzar el goce, una satisfacción, se busca gozar sin importar lo que haya que
hacer para conseguirlo.
UNIDAD 4
Clínica de la angustia: La clínica de la angustia tiene como referencia al objeto a. La pregunta que va a
estar en juego no es qué soy yo como sujeto sino qué soy como objeto en el deseo del Otro; porque no sólo
somos sujetos deseantes sino también objetos del deseo del Otro. La angustia se puede presentar como
angustia, como acting out o como pasaje al acto (tres transformaciones de la angustia). La angustia no se
interpreta porque no hay un sujeto que pueda leer la interpretación, porque lo que está en juego no es la
dimensión del sujeto sino la del objeto (diferencia con clínica del síntoma). ¿Qué es la angustia? La angustia
es un afecto. Tiene un estatuto ético en PSA porque la angustia es señal de lo Real. Si uno sigue su vía nos
lleva a lo real, a ese agujero, a eso que es imposible y que no es nada más y nada menos que la sexualidad,
nos lleva a los síntomas que el sujeto se ha armado para hacer con eso y al punto en que esos síntomas
fallan. El ideal de la época actual es un sujeto sin angustia (articular con malestar siglo XXI y DSM). Esto
es imposible porque el ser hablante está afectado por la falta y entonces necesariamente hay angustia y es ahí
donde muchos discursos actuales buscan eliminar la angustia, pero el PSA reivindica ese afecto como un
afecto ético en tanto articulado al sujeto y a su falta en ser. En palabras de Laurent, a la angustia no se la
elimina, sino que se la pone a trabajar, a anudar esa angustia a ciertos significantes, a síntomas específicos.
Una vez que esto ocurre el sujeto ya no está en la indeterminación absoluta y es donde se vuelve operativa al
dispositivo analítico. Es una angustia que motoriza el trabajo analítico. Entonces podríamos decir que como
analistas no tendemos a desangustiar, pero los sujetos se desangustian por añadidura en la medida que van
hablando y van anudando su angustia a ciertos significantes. Laurent también expresa que nosotros no
desculpabilizamos; acá se retoma a Lacan cuando dice que el sujeto es culpable de haber cedido en su deseo,
y acá es donde debemos sancionar, ya que ceder en su deseo tiene sus consecuencias. ¿Cómo se presenta la
angustia? Una de las fórmulas que nos da Lacan es que la angustia aparece ante el deseo del Otro, ante la
pregunta de ¿qué soy como objeto en el deseo del Otro? Para hablar de esto es necesario hablar del objeto a.
Esta noción es muy obscura en PSA y difícil de definir, pero podríamos decir que es un agujero, es el objeto
que falta a la pulsión, es Real. Es un agujero en lo simbólico, es lo que no hay para la sexualidad humana. Si
yo me pongo a hablar del objeto a (no existe porque es agujero) es una forma de darle imagen a algo que no
existe. Ahora, como no existe, yo me invento en mi fantasma objetos que vienen a taponar ese agujero:
objeto mirada, objeto voz, etc. Nos inventamos en el fantasma un objeto. Por definición (dos caras) también
decimos que el objeto a es la causa del deseo (que nunca puede alcanzarse) y es objeto de la angustia. Pero
también el objeto a en el fantasma representa al sujeto, lo que yo soy como objeto en el deseo del Otro. El
fantasma también es una respuesta a la pregunta ¿qué soy para el Otro? Son esas respuestas fantasmáticas
que yo le doy (la chiquita, la princesita, el campeón) lo que permite ubicarse ante el Otro, saber cómo
moverse, como responder, cómo reaccionar. Entonces si yo soy la preferida de mi papá y eso implica no
casarse nunca, voy a responder a eso así me creo que tengo un lugar como objeto en el deseo del Otro.
Mientras eso funciona hay padecimiento, pero hay un umbral, hay síntomas, a veces fallidos. Puede haber
cierto padecimiento, pero me puedo sostener en el lugar. El problema es cuando el fantasma vacila y no
puedo responder a la pregunta de ¿qué soy para el otro? Y es allí donde aparece la angustia. Ejemplo:
cuando en el caso de la joven homosexual (preferida del padre) el padre deja embarazada a la mujer y el
fantasma que ella se había construido tambalea. La intervención en el análisis ante, por ejemplo, un sujeto
que recurre a la consulta muy angustiado es intentar que esa angustia empiece a anudarse en ciertos
significantes, no para hacer catarsis, sino para localizar qué es lo que lo angustia, y es esa localización la que
por añadidura genera efectos de alivio. ¿Desangustiar? Más bien acompañar al sujeto en ubicar sus puntos
de angustia para aliviar y capitonear la angustia a un síntoma.
Acto: a diferencia del acting out y del pasaje al acto, tiene una elaboración previa. Marca un antes y un
después pero también implica un acto que es sin garantías, por lo tanto, no es sin angustia. No hay Otro
simbólico que me diga que puede llegar a pasar a partir de ese acto.
Acting out: es un recurso contra la angustia, un modo de transformación de la angustia, montado siempre
dentro de una escena dirigida a Otro. Si bien Lacan sostiene que el acting out resulta de la imposibilidad de
recordar el pasado (tal como lo planteaba Freud), subraya también la dimensión intersubjetiva del recuerdo.
El recuerdo no involucra solo recordar algo a la conciencia, sino también comunicarlo a otro por medio de la
palabra. Por lo tanto, el acting out se produce cuando el Otro se ha vuelto sordo y el sujeto no puede
transmitir un mensaje en palabras viéndose obligado a expresarlo en acciones. De este modo, el acting out es
un mensaje cifrado que el sujeto dirige a otro. Ejemplo: la joven homosexual que relata Freud, la misma, se
pasea con su dama por las calles más concurridas de Viena e incluso delante del trabajo de su padre como un
mensaje enviado a éste en forma de acting. La mayoría de los analistas dicen que cuando se produce en el
curso de un análisis, el acting debe entenderse en relación a la transferencia, como una resistencia a la cura,
como un mensaje destinado al analista que permanece sordo ante algo que quiere manifestar el analizante.
En este caso Lacan ilustra el caso del analista Kris (de la “ego psychology”), quien a su entender formuló
ante su paciente una interpretación adecuada pero que no iba al corazón del asunto, lo cual dio lugar a un
acting de su paciente quien se comía un plato de sesos frescos al finalizar la sesión con él. El analista no se
sitúa en el lugar del Otro, sino en eso que falta al Otro, es decir, el objeto a. En el Acting Out la
interpretación no es posible por una falta de subjetivación, en este punto debemos diferenciarlo del Síntoma.
En el Acting Out el sujeto no se queja, pasa desapercibido como natural, el sujeto desconoce que tenga
sentido y surge como respuesta cuando a la interpretación se extravía. El síntoma, en cambio, es reconocido
por el sujeto, el lugar del sujeto está aquí representado, el síntoma erige su mensaje como metáfora. El
analista no debe interpretar el Acting, sino tomarlo en transferencia. En el caso de la joven homosexual no es
que ella tiene una elección de objeto homosexual sino más bien es que ella hace con Cocot es un acting para
el padre, haciendo todo lo contrario a lo que el padre quería (modo de verificar o no si el Otro me quiere
haciendo lo que no le gusta que le haga). Pero hay una escena donde ella verifica que no tiene lugar en el
padre y efectivamente pasa al acto, o sea que algo puede ser acting out hasta determinado momento donde
hay un signo que le dice que no tiene lugar en el padre y allí pasa al acto. En cuanto a la diferencia entre el
síntoma y el acting out podemos decir que el primero no sólo tiene una cara significante y metafórica, sino
que también tiene una cara de goce, que se resiste al significante o es más difícil que se anude a lo
simbólico. Entonces Lacan dirá que el goce no llama al Otro, el goce no puede ser interpretado, no llama a
un sentido. El síntoma se vuelve interpretable en las entrevistas preliminares y con las interpretaciones del
analista. Lacan introduce tres contraindicaciones respecto de lo que uno no debe hacer con el acting out:
NO hay que prohibir; NO hay que reforzar al yo; NO hay que interpretar. La intervención con el acting out
es alojar y dar un signo de deseo que le dé cuenta al sujeto que para mí tiene un lugar, y una vez que lo alojo,
lo que él es como objeto, ahí recién puedo empezar a hacer otras intervenciones (ahí doy lugar a la palabra
porque el acting anula la palabra).
Pasaje al acto: es un recurso contra la angustia, un tipo de transformación de la angustia, que supone para el
sujeto una salida total de la escena, es una huida respecto del Otro hacia la dimensión de lo Real. Es una
salida de la red simbólica, una disolución del lazo social, por un momento el sujeto se vuelve puro objeto.
Ejemplo: en el caso de la joven homosexual, cuando el padre la descubre y le dirige una mirada colérica, la
joven se arroja a las vías del tren como un intento de suicidio resultado de un pasaje al acto, puesto que la
simbolización se había vuelto imposible para la joven. El pasaje al acto está en el fantasma del lado del
sujeto en tanto barrado. En el momento de mayor embarazo (vergüenza), con la emoción como desorden del
movimiento, el sujeto se precipita como lugar de la escena y cae fuera de ella. En el pasaje al acto el sujeto
cae de la escena y se precipita al mundo Real. En el pasaje al acto no hay sujeto (para el sujeto es imposible
de relatarlo). La intervención acá es ubicar qué coordenadas lo precipitaron a ese pasaje al acto, qué es lo
que hizo que efectivamente pasara al acto. Hay que ayudarlo a construir otra respuesta que no sea pasar al
acto. Lacan nombra las dos condiciones que se producen en el pasaje al acto: máximo embarazo (momento
en el que el sujeto queda absolutamente dividido) y máxima emoción (hay algo que motoriza el cuerpo).
Trauma: extraído de “la llamada perdida del trauma”. En esto texto se expresa que el trauma es el encuentro
con UN real (no con LO real) haciendo hincapié en que cada sujeto en el trauma se encuentra con un real
distinto, por lo tanto, es singular de cada quien, eso contingente puede ser disruptivo para alguien y para otro
sujeto no. Se resalta la idea de que lo importante en el trauma no es lo que se recuerda de ese hecho sino “lo
que no cesa de no inscribirse”. Eso que está ahí a la espera de ser simbolizado es lo que aparece en el
trauma. En el trastorno por estrés postraumático (Caso Minna), un síndrome bien definido, el sujeto sueña
por el trauma. Esto puede interpretarse de dos maneras, una es que el inconsciente trata de elaborar ese
trauma. Lo repite para elaborarlo, como una película que uno no entendió, retrocede y vuelve a ver ese
pedazo, hasta que lo entiende. Ahí puede olvidarlo, el problema del trauma es que tiene una presencia
constante hasta que puede ser olvidado, pero cuando puede ser olvidado es porque fue elaborado. Puesto en
otra lógica, en el más allá del principio de placer, se entiende que el inconsciente me lleva otra vez al
trauma, es decir, compulsión de repetición. El trauma parece accidental, pero en realidad no hay sujeto sin
trauma, lo contingente se convierte en necesario. Lo segundo a tener en cuenta es cuando no tenemos las
posibilidades del inconsciente para la elaboración del trauma, un trauma donde la elaboración simbólica no
es posible. Esto plantea la invención de otro tipo de recursos que no sean los simbólicos. Para que se le
otorgue el estatuto de trauma, debe haber una participación o implicación subjetiva. Esto es, cuando un
hecho (puede ser cualquiera) entra en oposición con una dicha alcalescencia de la vida del paciente, cuando
hay una contradicción entre el hecho y el dicho del paciente. Esto explica porque ante un mismo hecho que
cualquiera clasificaría como "traumático" hay personas afectadas y otras no subjetivamente. En el caso de
Minna el traumatismo es la consecuencia de la discrepancia, de la incoherencia entre un mundo que tiene
una ley, la ley del padre todo amor, (que le enseño que siempre hay que poner la otra mejilla) y la
emergencia de lo real sin ley. Es eso lo que la traumatiza, que en este mundo así ordenado ese hecho del
atentado se vuelve totalmente incomprensible.
Depresión: la clínica psicoanalítica refuta la entidad “depresión”. Sin embargo, el término no deja de insistir
en la época. A esta que el PSA sabe aportarle respuestas. Lo que enmascara la noción tramposa de
depresión, al rebajar esta multiplicidad indefinida, es que no recubre nada diferente que el dominio de la
eficacia de los antidepresivos. La clínica psicoanalítica interroga la manera particular en la que cada sujeto, a
través de los efectos depresivos que padece, intenta acomodar su relación a lo que llamamos el goce,
término lacaniano que designa el más allá del principio de placer. Los afectos depresivos acompañan el
trabajo de duelo, que tiene por función simbolizar la pérdida del objeto y operar una redistribución libidinal.
Cuando el sujeto no logra efectuar esta pérdida, esta separación, surgen efectos depresivos. La tristeza, o
depresión, dice Lacan, es simplemente una falla moral, una cobardía moral. De otro modo, se trata de una
sustracción, de una falta simbólica, de una renuncia del sujeto que cede en su deseo frente al goce, que deja
lo simbólico para dejarse llevar al goce y esto lo afecta bajo el modo depresivo. Cuando el sujeto cede en su
deseo por el goce, se deprime. Esta es la depresión estructural neurótica, versión de la cobardía moral, son
los trastornos de humor en la psicosis, cuando este ceder va hasta el rechazo del inconsciente, el sujeto sufre
bajo el modo depresivo de su alienación al Otro. La depresión es un fenómeno moderno, al menos por la
extensión que ha tomado este significante, sin embargo, efectos depresivos han existido siempre. La
cuestión merece ser planteada de otra manera ¿el sujeto estaría estructuralmente predispuesto a la depresión
por el hecho mismo de que hay falta de significante y del ser, o, al contrario, por el hecho de que algo viene
a colmar dicha falta? El afecto depresivo es una de las modalidades de cierto encuentro con el objeto, y, por
consiguiente, con el modo de goce. Para el ser hablante por el hecho mismo que habla, el goce se encuentra
aparejado al significante y por esto mismo debe plegarse a la renuncia forzada de un goce, a partir de
entonces mítico. Es la definición lacaniana de castración. La repetición, que llama al retorno del goce
perdido, es la marca de esa pérdida. Pero queda un goce residual que pasa por el lenguaje, que es entonces
solidario de la función de deseo: es el goce pulsional. Es este al que Lacan designa plus de goce, que suple la
pérdida, compensa, es una ganancia recuperable. Pero cuando se tiene este goce en más, urge despilfarrar.
Este plus de goce es necesario para que la máquina marche, pero no demasiado porque entonces el sujeto
quedará librado a la glotonería de un superyó feroz que exige de él que renuncia a esta satisfacción pulsional
y entonces cede en su deseo, es precisamente la causa misma del malestar en la cultura. Pese a la renuncia,
el deseo persiste y a partir de eso se desarrolla un sentimiento de culpa. Ahora bien, el sujeto no desea e
inviste los objetos sin en tanto que le faltan. Cuando viene la depresión, es que la falta viene a faltarle. Es
como evitamiento, como alternativa ante la angustia que se presenta la depresión. Como en la angustia, no es
la falta de objeto, sino su presencia inminente que alcanza y afecta al sujeto. Pero en vez de sufrir la
amenaza de efracción de un goce insoportable del cual la angustia es señal, el sujeto domestica el objeto, al
precio de haber cedido en su deseo (se deprime).
UNIDAD 5
Psicosis: Es definida como una de las tres estructuras clínicas caracterizada por la operación de la
forclusión. En esta operación, el NDP no es integrado al universo simbólico del psicótico (es forcluido) y
con el resultado de que en el orden simbólico queda un agujero. El inconsciente está presente pero no
funciona. De modo que la estructura simbólica resulta de una cierta disfunción del complejo de Edipo, una
falta en la función paterna. En la década del ’70, Lacan reformula su enfoque de la psicosis en relación al
Nudo Borromeo. Mientras que en la neurosis estos tres anillos están eslabonados, en la psicosis se sueltan.
Sin embargo, esta disociación psicótica puede evitarse con una formación sintomática que actúa como cuarto
anillo, el Sinthome. Es también el énfasis en el orden simbólico lo que lleva a Lacan a valorar por sobre todo
los fenómenos lingüísticos de la psicosis, fundamentales para su diagnóstico. Dentro de estos fenómenos es
posible encontrar holofrases y neologismos, estos últimos pueden ser palabras totalmente nuevas, o palabras
ya conocidas pero redefinidas. Los neologismos son de significación intransmisible, no pueden transmitir lo
que significan como efecto un efecto de cadena rota, tiene una significación plena que inunda, que no remite
a otra significación, solo a sí misma (el significante no está encadenado). Se da una falla significante que se
traduce en un exceso de goce en lo Real. Otro tipo de fenómeno del lenguaje es el que se relaciona a los
mensajes interrumpidos que el sujeto debe completar, frase inconclusa que se completa con algo ofensivo
para el sujeto. El fenómeno alucinatorio le presenta al sujeto al Prótasis del mensaje (parte de una frase que
por sí sola no alcanza a tener significación) y el sujeto completa el mensaje con una Apódosis (parte del
mensaje que cierra la significación) que le agrega lo insultante al mensaje. Lacan atribuye estos trastornos a
una falta en el psicótico de una cantidad suficiente de puntos de almohadillado, lo cual significa que la
experiencia psicótica se caracteriza por un deslizamiento constante del significado bajo el significante. Esto
constituye un desastre para la significación, hay una continúa cascada de los retoques del significante de la
que procede el desastre creciente de lo imaginario, hasta que se alcanza el nivel en el cual significante y
significado se estabilizan en la metáfora delirante. Hay más de una vertiente como principio de detención:
tenemos las estabilizaciones, el pasaje al acto, la posibilidad de (en un momento dado) de cortar al sujeto de
los fenómenos que lo invaden. Le damos una medicación y esta funciona como corte y puntuación. Cuando
hablamos de interpretación en psicosis, es con un horizonte: apuntamos al momento en el cual el sistema
para, se detiene. Al instalarse la eclosión delirante, el analista es llamado al lugar de suplir con sus
predicaciones el vacío percibido de la forclusión. Se le demanda que el analista haga de oráculo y legisle
para ella. El analista es llamado a constituirse como suplente y hasta como competidor de las voces que
hablan en ella y la dirigen. Si el analista se instala ahí, sobrevendrá la erotomanía mortífera, el retorno a la
casilla “salida”. ¿Qué maniobra de la transferencia permitió evitar su emergencia? No se operó con la
interpretación ya que no tiene lugar cuando se está ante un goce no reprimido. Un primer modo de
intervención fue un silencio de abstención cuando el analista es solicitado como el Otro primordial, este
silencio deja el campo a la construcción del delirio; el analista se coloca como otro Otro y no otro del Otro,
es un testigo al que se supone no saber, no gozar y presentar un vacío en el que el sujeto podrá colocar su
testimonio. Un segundo modo de intervención es la orientación del goce, que intenta hacer de prótesis a la
prohibición faltante, consistió en decir no. La tercera intervención fue alentarla a que persiga y sostenga su
proyecto artístico (decisivo ya que nunca más volvió a solicitar al analista como Otro y comenzó a reducir su
delirio; se entró en la reconstrucción del sujeto).
Estabilizaciones en psicosis: el pasaje al acto (ej.: Aimé); la vía del delirio (ej.: metáfora delirante: si la
metáfora delirante puede permitir lo que Lacan designa con el nombre de estabilización es en el sentido de
que vuelve a dar una función de la palabra que basta para organizar el campo del lenguaje. En cambio, este
equilibrio es precario, pues lo deja desarmado frente a la intrusión, en ese campo, del goce. En ese campo, el
goce está desencadenado. En efecto, lo que conecta al sujeto neurótico con el goce, es el fantasma; pero si el
fantasma de un marco al goce, es en tanto que la fusión de castración circula entre él y el sujeto y el objeto,
la exclusión de la castración tiene como efecto desencadenar el goce. La metáfora delirante estabiliza, pero
le da al sujeto una significación fija); y el sinthome (ej.: Joyce “El” artista; da cuenta que el síntoma tenía
otra solución que no era el NDP).
Esquizofrenia: cuando el objeto causa de deseo (a) ingresa en la cadena significante, se rompe la cadena y
produce una diversidad de S1, lo representan al sujeto una cantidad de significantes amo. Se presenta el
efecto de lenguaje de órgano, el esquizofrénico no puede organizar su cuerpo, esto es consecuencia de que
los significantes no pueden regular el goce y ese goce se localiza en un órgano o función. Cuerpo como otro,
un cierto número de órganos pasan fuera del cuerpo, tienen su propia vida. El esquizofrénico está obligado a
inventarse un discurso como recurso para poder hacer uso de su cuerpo. La memoria esquizofrénica se
caracteriza por ser puntual, no puede resignificar su historia. Su mundo se orienta al interior, su fenómeno
elemental se localiza en el cuerpo, hay una introversión de la libido que se retira del mundo y se dirige hacia
su cuerpo. El delirio está pobremente articulado, tiene una falta de coherencia. Presenta fenómenos de
despersonalización e interceptación de pensamientos que interrumpen el discurso. Respecto a que es la
invención en la psicosis, Miller en “La invención psicótica” va a decir que invención no es creación ya que
la creación es de la nada y la invención es a partir de materiales existentes. Con respecto a su cuerpo el
esquizofrénico tiene el sentimiento de estar fuera de él y necesita inventar los recursos para ligarse a su
cuerpo. Por ejemplo, las ataduras sobre las partes del cuerpo son una manera mínima de invención. La
esquizofrenia enigmatiza la presencia del cuerpo, vuelve enigmático el ser en el cuerpo (relación con el
estadio del espejo con el hecho de que el cuerpo no viene dado en tanto totalidad, sino que al comienzo está
fragmentado y se construye con el otro ser). Si el gran Otro de lo simbólico existe, el sujeto es simplemente
efecto del significante y el que inventa es el Otro. Con el otro que no existe, el acento se desplaza del efecto
al uso, al saber-hacer allí con su traumatismo. El sujeto está condicionado a devenir inventor, a
instrumentalizar el lenguaje.
Paranoia: el goce queda localizado en el Otro convirtiéndose en una amenaza para el sujeto. Su mundo se
orienta al exterior, el fenómeno elemental se localiza en el discurso. El delirio es masivo y se hace
sistemático. Presenta fenómenos de imposición de ideas.
Melancolía: la melancolía es efecto de la forclusión. Esta es “rechazo del inconsciente”, la causa primera de
la psicosis. En la melancolía aparecen dos grupos de fenómenos: los que pertenecen a la categoría de
mortificación y los de delirio de indignidad. ¿Cómo se desencadena el episodio melancólico? Hay una
pérdida observable en los hechos. Lo que domina el cuadro clínico es una vivencia de pérdida que hará
desaparecer toda idea de defensa. La pérdida es sentida como fenómenos de mortificación reales. La
melancolía entra dentro de la estructura psicótica con efectos de la forclusión, lo que la distingue de otros es
que se suele desencadenar más por una perdida que por el encuentro con un padre en lo real. Esta pérdida
introduce al sujeto en algo más que un sentimiento de pérdida. Lo introduce en fenómenos de mortificación
bien reales: los sujetos no quieren levantarse de la cama y son presas de la indiferencia. En términos
freudianos se podría decir que es un correlato del repliegue de la libido objetal sobre el yo. Aparece algo que
Soler retoma de Lacan que es la negatividad del lenguaje, algo que en el neurótico común seria pasar por la
castración introduciendo un NO al goce, pero si a algo de él. Según Soler en “Pérdida y culpa en la
melancolía”; la melancolía es efecto de la forclusión, rechazo del inconsciente, causa primera de la psicosis.
Hay dos grupos de fenómenos en la melancolía: los de mortificación y los de delirio de indignidad. El
episodio melancólico se desencadena por una perdida invocada u observable en los hechos. La pérdida
introduce en el sujeto fenómenos de mortificación bien reales. En la melancolía la instancia de la perdida se
absolutiza y desencadena; se cae bajo la acción de la negatividad del lenguaje. Un elemento diagnostico
fundamental es que el melancólico subjetiviza la perdida como dolor moral. La falta adopta la significación
de la culpa y de ahí el delirio de indignidad, ideas de responsabilidad delirante. El delirio melancólico se
reduce a un único postulado causal, un MEA CULPA obsesionante, tiene certezas sobre su ser. El insulto
alucinatorio es un ejemplo de retorno en lo real, es significante en lo real. Dificultad en el análisis: el PSA
procede por elaboración y subjetivación. El rechazo del inconsciente (melancolía), se opone a esto; esto
suele querer decir que el sujeto no quiere pensar en él y menos aún hablar de él. Freud diferenciaba entre el
duelo y la melancolía, ahora estamos hablando de un duelo melancolizado. Freud planteaba que la diferencia
estaba en la aceptación del sentimiento de dignidad. La indignidad del sujeto puede ser llevada al delirio
(afección muy profunda del narcisismo; la vida libidinal en general) lo que nos va a dar la categoría de
melancolía psicótica. La melancolía psicótica no se desencadena por el encuentro con un padre sino a partir
de una pérdida. Los rasgos fundamentales para diagnóstico diferencial son el delirio de indignidad y el
delirio de culpa. Muchas veces el contenido delirante no te da elementos de diagnóstico diferencial, pero sí
te lo da la imposibilidad de dialéctica.
Manía: Soler la presenta en el texto como el inverso de la melancolía, sin embargo, ambas responden a la
forclusión y al retorno en lo real. Es una explicación mortal, el retorno en lo real del filo mortal del lenguaje.
En la manía y en la melancolía triunfa la instancia negativa del lenguaje, sea en forma de excitación moral o
en forma de abatimiento mortífero y pasaje al acto. Según Colette soler en “la manía, pecado mortal”, Lacan
da la fórmula de la manía como pecado mortal y habla de la excitación maniaca de la psicosis. Los
fenómenos de la manía se ordenan y se dejan concebir como defecto del punto de almohadillado. Si la manía
aparece tan festiva y desorientada es porque se ha librado de las obligaciones de la semántica y emancipado
de ese real que está en juego en la gramática. El sujeto maniaco está disperso en el infinito del lenguaje que
lo atraviesa, en el automaton de los signos de los que él es marioneta ya que al no estar localizado ahí no
puede ni parar ni reconocerse. Aparece la falta del significante amo, localizador. Lacan va a decir que en la
manía no funciona el objeto a, el cual está implicado en la constitución de todo mensaje. Un daño a nivel del
discurso es un daño a nivel de la regulación del goce. La excitación maniaca es un ejemplo de ello,
desenfreno de la palabra y desorden de la historicidad. Reduce las necesidades del cuerpo animado por una
vida que marcha hacia la muerte. La excitación maniaca es ese goce que la función fálica no regula y en el
cual el uno del cuerpo es asediado por los unos múltiples del lenguaje en lo real hasta que sobrevenga la
muerte del ser viviente.
Clínica del sinthome: designa una formulación significante que está más allá del análisis, es inanalizable, un
núcleo de goce inmune a la eficacia de lo simbólico. Lejos de pedir alguna disolución analítica, el Sinthome
es lo que permite vivir al permitir una organización singular del goce. De modo que la tarea del análisis es
llevar al analizante a la identificación con el Sinthome. En sus seminarios del ‘75/76, amplía su teoría del
nudo Borromeo al añadir el Sinthome como cuarto anillo en la triada de lo RSI, con lo cual se mantiene
unido un nudo que constantemente amenaza con desatarse. Realiza en este seminario una lectura del Joyce
como un extenso Sinthome. Enfrentando en su niñez con la carencia del NDP, Joyce logró evitar la psicosis
desplegando su arte como suplencia, como cordel suplementario al nudo subjetivo. El texto joyciano entraña
una relación especial con el lenguaje, su remodelación destructiva como Sinthome, la invasión del orden
simbólico por el goce privado del sujeto. Al rechazar cualquier solución imaginaria, pudo inventar un nuevo
modo de usar el lenguaje para organizar el goce. El texto de Miller plantea la perspectiva del Sinthome como
ultima enseñanza de Lacan. El SINTHOME fue inventado para el caso Joyce, caso sin análisis, donde no
hubo desciframiento, no se entregó a la asociación libre. Joyce se encontraba desabonado del inconsciente.
Lacan infiere que no tenía relación con el Icc. El Sinthome es el NEGATIVO DEL ICC, designa lo singular
en su carácter absoluto. Lacan creyó percibir que hay Sinthome en cada uno y la singularidad está, pero
recubierta. Clínica del Sinthome 🡪 es una clínica plana, no escalonada, no estratificada, no se distingue el
síntoma y el fantasma, no se puede hablar de un avance y una resistencia ni de una salida, lo que prevalece
es dar vueltas en círculo. El SINTHOME está condicionado no por el lenguaje sino por lalengua más acá de
toda articulación. El Sinthome será lo que designará en la singularidad la sustancia gozante. El modo de
gozar absolutamente singular es irreductible, es un resto absoluto. Así el Sinthome singular es una verdad
universal que se expresa. Todo el mundo está loco. Todo el mundo hace una elucubración de saber sobre el
Sinthome, la significancia es una elucubración de saber sobre su modo de gozar. El NdelP que condiciona la
realidad psíquica no es más que un nombre del modo de gozar. Es el modo de gozar captado en su carácter
universal.
Sinthome: designa una formulación significante que está más allá del análisis, es inanalizable, un núcleo de
goce inmune a la eficacia de lo simbólico. Lejos de pedir alguna disolución analítica, el Sinthome es lo que
permite vivir al PERMITIR UNA ORGANIZACIÓN SINGULAR DEL GOCE. De modo que la tarea del
análisis es llevar al analizante a la identificación con el Sinthome. En sus seminarios del ‘75/76, amplía su
teoría del nudo Borromeo al añadir el Sinthome como cuarto anillo en la triada de lo RSI, con lo cual se
mantiene unido un nudo que constantemente amenaza con desatarse. Realiza en este seminario una lectura
del Joyce como un extenso Sinthome. Enfrentando en su niñez con la carencia del NDP, Joyce logró evitar la
psicosis desplegando su arte como suplencia, como cordel suplementario al nudo subjetivo. El texto
joyciano entraña una relación especial con el lenguaje, su remodelación destructiva como Sinthome, la
invasión del orden simbólico por el goce privado del sujeto. Al rechazar cualquier solución imaginaria, pudo
inventar un nuevo modo de usar el lenguaje para organizar el goce.
UNIDAD 6
Clínica de los síntomas contemporáneos
Voy a arrancar con los síntomas contemporáneos, lo que tiene como un doble marco: por un lado, el
paradigma de la psicosis ordinaria; y, por otro lado, una cierta caracterización de nuestro orden simbólico
actual, que se ha modificado. Generalmente se toma como contrapunto el orden simbólico llamado del
discurso del amo, que es el orden simbólico tradicional, sobre el cual se construyó toda una idea de la
práctica analítica. Que entendida sería que el psicoanálisis es el reverso del discurso del amo. Decir el
discurso del amo es una expresión muy escrita, es una fórmula verbal, resume muchísimo, para nosotros
resume desde lo que nos interesa en la práctica analítica toda la idea clásica del inconsciente y el Complejo
de Edipo, que son el discurso del amo. Es resumir mucho decir que la práctica del psicoanálisis es el reverso
del discurso del amo. Pero es muy claro.
Existe el psicoanálisis en esa versión porque existe el discurso del amo, y porque el discurso del amo fracasa
y aparece el síntoma. Por eso cuando uno se ubica en términos del discurso del amo, y todos de alguna
manera nos ubicamos, nos aparece algo que no funciona; eso que no funciona, lo percibimos como algo que
no funciona porque hay un “debiera funcionar así”. Cuando yo digo “esto no funciona” es porque tengo una
idea de que debería funcionar de cierta manera. Ahora, uno podría decir siguiendo este razonamiento que
implica todo el psicoanálisis clásico porque cuando decimos discurso del amo decimos el inconsciente, el
Complejo de Edipo, todo lo que el psicoanálisis analizaba. Pasamos de eso a discutir que para el siglo XXI,
el orden simbólico cambió, es otro. Es decir que sigue habiendo un orden, sigue habiendo un discurso amo,
pero no es el discurso del amo. Por eso fue necesario que muchos años el psicoanálisis se estudió en base a
distintas hipótesis interpretativas, en qué consistía el orden simbólico del siglo XXI, incluso la posibilidad
de que no fuera ningún orden.
Hubo varias hipótesis interpretativas que se pueden tomar juntas, como si cada una enfatizara un cierto rasgo
de la civilización. Cuando se reflexiona sobre eso, el interés para el psicoanálisis es qué es la práctica
analítica en el siglo XXI, qué es la práctica analítica cuando lo que manda no es el discurso del amo. Uno
podría pensar la posibilidad de que la práctica del psicoanálisis quedara obsoleta, por el avance del malestar
en la cultura, que la cultura empezara a producir tipos de malestares que el psicoanálisis no podría tratar.
Si ustedes se tienen que quedar con una versión última y sencilla, sería decir que el orden simbólico del
Siglo XXI está comandado por la ciencia y el capitalismo. Acá la cuestión que estamos discutiendo es qué
sustituye al discurso del amo ahora. Si tienen que quedarse con una respuesta única y sencilla, es la ciencia y
el capitalismo.
En términos del psicoanálisis, saben que cuando discutimos a este nivel de la civilización
solemos usar mucho la teoría de los discursos. Para nosotros, la teoría de los discursos es la manera de
estudiar el malestar en la civilización. No llamamos discurso a cualquier cosa, no refiere a un relato le
damos un sentido estricto. Solamente nos referimos no al contenido de lo que se dice, sino hablar de cierto
número de relaciones escritas que definen lugares y relaciones.
En esta institución predomina el discurso universitario. Esto que llamamos, por ejemplo, a partir de esta
situación, el discurso universitario que hay una gente que sería yo, el profesor, y que soporta un saber que
enseña a alguien que está en posición del objeto, que aprende. Nos referimos a esa relación escrita, que es
algo que si ustedes lo siguen hacia atrás con variaciones viene desde hace muchísimos siglos (Siglo X, XI).
Así como lo que se llama discurso del amo, que se considera que fue primero en nacer. Lo que escribimos
con la idea de discurso es eso, y no los contenidos, no la diversidad de relatos.
Una de las hipótesis interpretativas que vamos a tomar sobre el orden simbólico actual, que describimos
como capitalismo y ciencia, uno de los discursos que vamos a tomar como dominantes de nuestra
civilización es el discurso universitario. Es que el S1 se sustituyó por el S2. Eso me interesa que lo anoten
porque no me refiero solo a la situación digamos de los sistemas educativos, el sistema educativo que
comienza en el jardín de infantes y continúa hasta los doctorados y eso, no me refiero solo a eso. El sistema
educativo es el lugar donde debiera mandar el discurso universitario. Sin embargo, en nuestra civilización
eso se desparramó por todos lados. Desde las formas de gobierno hasta el mercado de trabajo, hasta la
familia, todo fue inundado por la idea progresista de que hay que saber.
En psicoanálisis, esto que se consideró una revolución cultural sobre todo en el Mayo francés pero que se
venía gestando desde antes, esa revolución en el psicoanálisis consistió en un cambio de discurso, en una
especie de “que no nos manden más un amo, que nos manden un saber”, entonces en la civilización piensen
ustedes que un par de generaciones atrás sus abuelos o mis abuelos, quizás habían terminado la escuela
primaria como toda la educación recibida, y después de eso ya a los 13 años salían al mercado de trabajo.
Hoy entran al jardín maternal a los 6 meses, tomando solo el eje sistema educativo, y supongamos que hace
una carrera universitaria o un master. Pero ese es un indicador nomás, el otro indicador es que el mercado
laboral es exactamente igual, no hay un mercado laboral en el que vos no tengas que empezar por
capacitarte. En el seno de la familia misma, el padre o la madre pasó a ser una especie de profesor. En
donde, por decir así, se organizan en relación a un saber, que les viene de otro lado.
Hoy se comanda a través de un saber, y ese saber que comanda es la ciencia. Lo que la gente acepta es lo
que está dicho en nombre de la ciencia. Inclusive se puede probar que si ustedes dicen “se comprobó que o
un estudio en tal universidad dice” eso es aceptado. La palabra ciencia para nosotros tiene como doble
escritura, una es la ciencia propiamente dicha y otra es la que escribimos con mayúsculas, la Ciencia, que es
como el efecto la ciencia. Producen cuerpos diferentes, atrapa cuerpos.
El discurso científico dice hoy qué es un cuerpo sano, la gente adopta sus propuestas y sus medidas, sus
rutinas, y eso les parecerá poco o mucho, pero termina siendo un modo de vivir. Es mucho más universal
que la gente acepte que los mande el saber a qué los mande un S1. Y, segundo, lo que yo les dije de la
ciencia como comandante del mundo difunde su discurso por vía del discurso universitario. Si quieren ser
más finos, aunque esto daría lugar a un desarrollo más complejo, la ciencia en sí no es discurso universitario,
pero la difusión de sus resultados y la ejecución de su saber se hace a través del discurso universitario.
Allá por el siglo XV, XVI hubo un grupito que realmente inventó algo nuevo, que no era discurso religioso,
inventaron un modo de manejar los números fundamentalmente y las operaciones numéricas a lo que
pudieron verificar que lo real les respondía. Es como yo les digo, yo te escribo acá la fórmula de la energía
nuclear, son significantes, nosotros que trabajamos con esa materia decimos son significantes. Incluso hasta
podemos decir son significantes sin sentido porque yo no los entiendo. Pero se reconoce que son
significantes y relaciones entre significantes. Pero lo nuevo fue que eso se verifica que yo puedo con eso,
por ejemplo, hacer una bomba atómica. Ese es un uso del significante, a lo que lo real responde. A eso
estrictamente llamamos ciencia, de ahí vino el prestigio de la ciencia. Por eso la ciencia fue un discurso
nuevo de la religión.
Hago esta aclaración porque después todo lo que nosotros conocemos como la ciencia estadística y
probabilística, que es lo que se aplica a los seres humanos; la ciencia nace en el mundo físico, pero después
surge otro paradigma, que no es exactamente ese y que es el que hoy todo el mundo llama la ciencia, que es
el cálculo probabilístico y estadístico. Esa ciencia, van a ver por qué se las marco, porque ese paradigma
científico fue el que se aplicó a los seres humanos y es el que sirvió también para la industria capitalista.
Mucho más que el otro. Todo lo que son objetos de consumo, toda la mano de electrodomésticos, nace con
un paradigma de ciencia que no es el de la original ciencia que atrapa lo real.
Entonces también, para darle un poco de bola a la parte del capitalismo, me fui para el lado más de la
ciencia, saber, universitario. Ese es un orden simbólico nuevo. Si tomamos la pata ciencia, ustedes ven que
inicialmente la ciencia no tenía nada que ver con la producción de productos de consumo, nació para otra
cosa. Era una forma de búsqueda de una cierta verdad que estaba en lo real, una especie de qué está hecho
en lo real. El científico es el que te podía decir qué es lo real. Los griegos hablaban de que el universo está
compuesto de agua, aire, fuego y tierra. Son los cuatro elementos. La ciencia sustituyó eso por la tabla
periódica de los elementos. La diferencia es que tierra, aire, agua y fuego son elementos de lo real, tratan de
nombrar de qué están compuestos, pero conservan una especie de metáfora. La ciencia te dice lo real está
compuesto por elementos químicos que son así y asá. Eso no estaba destinado a lo que llamamos la
explotación capitalista.
Entonces también en algún momento hubo una convergencia entre el discurso de la ciencia y el capitalismo,
una convergencia tal que ya nos resulta difícil imaginar una ciencia que no esté al servicio de producir algo.
Sea un producto que vaya al mercado o sea otro tipo de producto que va a ser útil para vender, comprar, etc.
El alimento que es producto de la ciencia y el capitalismo, es un alimento que está descompuesto en sus
elementos químicos y producido en cantidades. La televisión, cuando quiere vender un producto, lo que hace
es respaldarlo por ciencia.
Dentro de este sistema, hay otra cosa que se modificó o que se está modificando de manera cada vez más
feroz, dentro de este orden simbólico. Es que la relación a la ley es sustituida cada vez más por un contrato.
El orden simbólico antiguo es la relación del sujeto con la ley, el Complejo de Edipo es eso. Tiene varios
ejes, pero uno que se sigue cuando ustedes estudian el Complejo de Edipo es cómo el sujeto se hace sujeto
de la ley, como subjetiviza la ley. Es una transmisión por vía del discurso. La ley está sustituyéndose cada
vez más por el contrato.
Son órdenes diferentes, no es lo mismo atenerse al contrato que inscribirse en la ley. Agrego a este orden
simbólico la generalización de los procesos de evaluación, a todas las alturas de la vida. Que es un
procedimiento del discurso universitario. Hoy se evalúan cada vez más cosas, cada vez más tiempo y cada
vez más seguido.
Es un orden sin castración, lo que tiene consecuencias en la presentación de los síntomas. Primero sin
castración, segundo rechazo de la castración y sustitución muchas de las veces por un objeto de consumo. La
otra caracterización que voy a usar, que ese orden es un orden sin amor.
Cuando relean los apuntes traten de no hacer una valoración, porque con ese orden simbólico tenemos que
hacer algo. Puede ser un recurso a la vez que me trae un problema, desde el punto de vista clínico. No hay
que ser nostálgicos del viejo orden, ni tampoco idealizar los nuevos ordenes rápidamente.
El orden simbólico antiguo estaba enteramente apoyado, reproducía un orden natural, si quieren digámosle
un supuesto orden natural. Se apoyaba en eso. Siempre fue un orden simbólico autóctono. Nuestro orden
simbólico de ciencia y capitalismo separó el orden natural del orden simbólico. Se reveló algo que es una
gran verdad para nosotros, que nada es natural. Todo puede ser intervenido, todo, cualquier cosa del orden
natural, puede ser intervenida.
Orden de hierro: es la orden de la sociedad actual que viene a suplantar la orden del nombre del padre. La
orden del NDP daba cuenta que la cría humana viene al mundo desorganizado y es el Edipo (de Freud) o el
NDP (de Lacan) lo que la organiza. Lo decisivo de este ordenamiento es que el amor puede ejercerse en
NDP. La mujer madre introduce una serie de prohibiciones diciéndole no al goce ilimitado. La prohibición la
hace por amor en NDP, encarnando en al menos un hombre. Entonces el goce edificó, es un goce ilimitado,
es decir, primero se prohíbe el goce y luego es positivado y permitido, lo que se manifiesta bajo la estructura
del deseo imposible e insatisfecho. El orden de hierro es el orden de la sociedad actual donde lo que
comanda es la permisividad, la abundancia de objetos destinados al goce, objetos que no están prohibidos.
La ley de hierro exige gozar y gozar cada vez más. Esta orden rechaza todo efecto de división subjetiva y la
anulación de la pérdida. Es un goce no edípico, un goce reducido al acontecimiento del cuerpo. La función
del superyó fue reemplazada por la voz del superyó que le dice sí al goce y en lugar del no del NDP.
Psicosis ordinaria: Miller en “Efecto retorno sobre psicosis ordinaria” plantea que la psicosis ordinaria no
es una categoría de Lacan, sino que es extraída de su última enseñanza como efecto retorno del desarrollo
pragmático de su enseñanza. Miller no inventa con esto un concepto sino un sintagma, un significante que
tenía como motivo esquivar la rigidez de una clínica Binaria: Neurosis/Psicosis. La Psicosis Ordinaria es una
forma de introducir el tercero excluido por la construcción binaria uniéndose por el lado derecho del binario.
Miller habla de Psicosis Ordinaria cuando no se reconocer signos evidentes de neurosis y así se conduce a
decir que es una psicosis disimulada, velada. Cuando no se tiene el aspecto de ser neurosis no tiene la
estabilidad, constancia ni repetición de la neurosis y cuando no se tienen claros fenómenos de psicosis
extraordinaria entonces es una psicosis disimulada. Debemos ponernos a la búsqueda de pequeños índices.
Es una cuestión de intensidad, de más o de menos. Es lo que Lacan llama un desorden provocado en la
juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto. Este desorden se sitúa en la manera en que sienten
el mundo que los rodea, en la manera que sienten su cuerpo y en la manera de referirse a sus propias ideas.
Los indicios debemos localizarlos en 3 registros.
● Una externalidad SOCIAL: el índice más claro se encuentra en la relación negativa que el sujeto
tiene con su identificación social. El sujeto es incapaz de asumir su función social. Son sujetos
que van de una desconexión social a otra, se desconectan del mundo. Se pueden ver psicóticos
ordinarios que han investido su trabajo demasiado y cuya pérdida desencadena la psicosis porque
su trabajo quería decir más que eso. Tener ese trabajo era su NdelP.
● Una externalidad CORPORAL: partimos del principio de que no es un cuerpo, sino que se tiene
un cuerpo. En la psicosis ordinaria hay un desajuste, el cuerpo se descompone y el sujeto es
llevado a inventar lazos artificiales para reapropiarse de su cuerpo, una manera de ligarse. Este
elemento suplementario oficia de NdelP. Por ejemplo, los tatuajes.
● Una Externalidad SUBJETIVA: lo más habitual es localizar la experiencia del vacío, la
vaguedad, la identificación no es simbólica sino real, sobrepasa la metáfora. El sujeto puede
transformarse en un desecho, descuidarse al punto extremo. Es característico las identificaciones
construidas como un popurrí.
Laurent en “La psicosis ordinaria” señala que la orientación de la cura consiste en privilegiar el capitón, la
escansión, las rupturas para evitar a un sujeto la construcción de un delirio para que esto se mantenga al
nivel de esos fenómenos que aparecen como pedazos de real sin que haya necesidad de constituir una
enorme construcción delirante que corta al sujeto del discurso común y que solo le permite recuperar
después de un largo recorrido. Si se puede evitar esta misma construcción con la puntuación sobre esos
momentos, surgimientos erráticos de lo real, ahorramos al sujeto un trabajo y será investigado en la práctica
sobre los efectos las que dirán como se mantiene ¿Por qué no desencadena a psicosis? Porque hay un
Sinthome que estabiliza.
Anorexia: Fernández Blanco en “Mas allá del A: la posición anoréxica” establece una clínica diferencial de
los trastornos del comer utilizando como criterio ordenador el sentimiento de culpabilidad. La culpa indica
la responsabilidad del sujeto en relación con un goce que no debería haberse permitido. Culpa que
sintomatiza el goce y es condición de apertura al tratamiento (en algunos casos, no en la anorexia
restrictiva). A partir de la culpa distingue tres presentaciones: anorexias que rechazan ingerir comidas: más
allá de un límite subjetivamente fijado cada vez más escaso. Controlan obsesivamente el consumo de
proteínas, calorías, etc.; anorexia por bulimia: son sujetos que comen sin límites, al atraco sigue el vómito.
Se llenan para provocar vacío. La culpa les permite pedir ayuda para limitar un goce que las conduce a lo
peor; bulimia sin vómitos: son sujetos que no pueden parar de comer lo que los lleva al autodesprecio y
provoca la culpa. Esta ansiedad por comer deforma el cuerpo del bulímico, cuanto más se llena más vacío se
encuentro. Repleto de la nada que lo alimenta, todo lo que comió es nada, se autodesprecia por no saber
parar de comer, lo vive como un síntoma y pide ayuda. Fernández Blanco se centra en el primer tipo, la
anorexia restrictiva come nada porque la nada es el objeto que interponen frente a la demanda del Otro. La
dificultad para el tratamiento tiene que ver con que estos sujetos no tienen el problema por no comer sino
por hacerlo. Por esto hace síntoma para su medio, pero no para ella misma. Son casos de pura PULSION
AUTOFAGICA de auto devoración de la que el sujeto anoréxico se hace objeto, reduciéndose a nada, al
resto. La anorexia no hace síntoma para someterlo a la transferencia, su rechazo es a la demanda del Otro.
En la anorexia se produce un rechazo a la situación: el cuerpo se desfaliciza, pierde todo brillo y capacidad
de operar como instrumento de seducción. Pasa a evocar un signo de muerte. La respuesta anoréxica supone
negar la necesidad de tener un cuerpo para el viviente. En este proceso alimentos y de todo goce corporal
hace objeción al deseo de vida y a la transmisión (no solo impide el encuentro sexual sino también a la
maternidad). La anorexia es una posición límite sostenida en el rechazo a la demanda asfixiante del otro. Es
la negación de la necesidad y del placer corporal. La anoréxica se esfuerza en reducir el registro de la
necesidad a cero, la lleva a actuar en lo real, encarnando el objeto a, la separación del Otro. Para
diferenciarla de la Histeria el autor parte del rechazo a la sexualidad que comparten ambas, pero explica que
mientras que, en la histeria, la insuficiencia del goce no lleva a su exclusión donde puede repetir encuentro
sexual para repetir la insatisfacción. En el caso de la anorexia hay una negación del erotismo del cuerpo
eliminando hasta rasgos secundarios. El cuerpo pierde brillo, no puede actuar como instrumento de
seducción. En la histeria el cuerpo habla, en la anorexia su cuerpo se reduce a la nada. En la histeria hay una
identificación fálica y en la anoréxica hay identificación al objeto a, al objeto resto.
Bulimia: Lacan en su enseñanza de los años 50´ que se funda en la estructura simbólica del amor, en el
centro de la cuestión bulímica sitúa: la DEMANDA de amor del sujeto; la FRUSTRACION de dicha
demanda por parte del Otro a quien el sujeto se dirige para obtener el signo de su amor; la
COMPENSACION IMAGINARIA de esta frustración de la demanda de amor que se produce a través del
consumo del objeto real de la necesidad. De esto Lacan hace surgir dos principios cardinales: la función de
la operación de compensación: asume un valor de amor y cada vez que hay frustración se compensa
mediante la satisfacción de la necesidad; y el valor del objeto: un objeto real adquiere su función como parte
del objeto de amor. Adquiere su significación como simbólico y la pulsión se dirige al objeto real como
parte del objeto simbólico. La bulimia lleva siempre un núcleo singular de goce que da razón de la
capacidad de penetración del síntoma bulímico. La bulimia encarna para el sujeto la función de defensa
respecto a un goce no dominable, una modalidad de goce autista alternativa al goce sexual y al vinculo
amoroso (afinidad con la toxicomanía). El funcionamiento bulímico implica el empuje al sujeto a evacuar
del cuerpo todo cuanto ha incorporado a través del atraco en su empresa imposible de mantenimiento de la
homeostasis y de control de goce.
Toxicomanía: la operación toxicómana es la que no requiere al cuerpo del Otro como metáfora del goce
perdido y es correlativa de un rechazo mortal del inconsciente. Esta operación procede por un rechazo del
Otro, no es un mensaje dirigido a Otro y no se reduce a la combinatoria significante, sino que implica un
goce no articulado ni al partenaire ni al Otro sexo. Es una operación que separa del otro sexo y se procura su
goce por un camino que no es sexual sino orientado al propio cuerpo. Es una elección contra la castración,
contra la división del sujeto y contra el inconsciente. El llamado toxicómano es leal a su goce, a su
partenaire, pero su partenaire no es el otro ni el semejante sino lo que coloca en ese lugar. En el lugar de la
perdida estructural de goce, de la no relación sexual, no viene el falo sino el goce toxico que es ruptura con
el falo. Es una operación sobre la estructura que se realiza por una experiencia, por un hacer puntual donde
cada vez se obtiene una ganancia de goce contra la castración (+ goce – castración). La chance clínica es en
el plano del sujeto, en sus determinaciones simbólicas, de su relación problemática al goce donde se
encuentran las raíces claves de la problemática a la que la droga aporta su solución. Una de las condiciones
para hacer posible una intervención es que la droga ya no aporte esa solución y que la cuestión del deseo se
infiltre en el vacío de la experiencia. Entonces la única chace clínica es hacer hablar. Hablar no es garantía,
pero aleja de la muerte al menos por un tiempo. La operación toxicómana es inversa: no habla para
permanecer en la satisfacción que evacua la significación. Que evita el falo, que alivia de la indeterminación
del deseo, de la muerte que el significante impone. El toxico procura una manera de mantenerse por fuera
del decir fuera del discurso (a-dicto) en la positividad de la repetición. Es lo opuesto a la operación analítica
que busca que de pasar al acto pase al decir. La OPERACIÓN TOXICOMANA no se interpreta, sino que se
trata de obtener la interpretación del síntoma de los sueños las formaciones del Icc, la transferencia, el
trabajo del Icc. Esto solo existe si hay un analista. Solo esa función produce la significación de un saber
supuesto. La OPERACIÓN DEL ANALISTA es la de producir en el comienzo la significación de una falta
de saber cómo causa del padecimiento. Una dirección que va de la droga a la falta de saber. Hay una
oposición entre experiencia del toxico y experiencia del PSA, entre operación toxicómana y operación
analítica: una rechaza el Icc y la otra como operación de castración espera producirlo. Siguiendo el texto de
Laurent “tres observaciones sobre las toxicomanías” el autor realiza un recorrido sobre tres observaciones
respecto a este tema:
1. Primero retoma una frase de Lacan “La droga única forma de romper el matrimonio del cuerpo con
el pequeño pipi con el goce fálico”. Esto quiere decir que la toxicomanía no es un síntoma en el
sentido de que no es consistente. La droga nos introduce a un modo de ruptura con el goce fálico y
esta ruptura Lacan la usaba para hablar de la psicosis: en ese lugar donde los NdelP producen
significación fálica tenemos en la psicosis Po – Fo (Sin nombre del padre sin significación fálica).
Pero lo que la utilización de tóxicos le lleva a pensar es que puede haber producción de esta ruptura
con el goce fálico sin que haya forclusión del NdelP. Plantea Lacan también la idea de que la ruptura
con el goce fálico suprime las particularidades (los toxicómanos no quieren una cosa precisa, se
entrega a los estupefacientes siendo indiferente a lo que toman). Entonces la primera observación es
la ruptura con el goce fálico (sin necesidad de forclusión del NDP) por fuera de la psicosis.
2. Segundo: tiene que ver con la ruptura con las particularidades del fantasma, con lo que el fantasma
supone objeto de goce en tanto que incluye la castración. Es por esto que el toxicómano no es un
perverso porque la perversión supone un uso muy específico del fantasma mientras que la
toxicomanía es un uso del goce fuera del fantasma, no toma caminos complicados justamente porque
es un CORTOCIRCUITO, ruptura, su consecuencia es que pueda gozar sin el fantasma.
3. Tercero: podemos tratar la toxicomanía como el surgimiento en nuestro mundo de un GOCE UNO en
tanto no. El goce sexual no es uno, esta fracturado, no es aprehensible más que por la fragmentación
del cuerpo. Mientras que en la toxicomanía se presenta como uno, como único. La relación de
nuestra civilización al goce se va a jugar alrededor de este punto. Las drogas han sido la introducción
efectiva de goces exóticos sucesivos. Son la integración del mercado único de los goces. En este
sentido el PSA es el discurso que intenta mantener al sujeto en la vía del deseo, única vía que puede
tener a raya al goce.
Entonces podríamos plantear lo siguiente. La operación toxicómana se lleva a cabo a partir de un rechazo
del Otro, lo que implica un goce no articulado. Esta operación implica la separación del otro sexo y procurar
el goce por un camino que no es el sexual, sino que está orientado al propio cuerpo. Esta es una elección
frente a la castración. El toxicómano es leal a su goce siendo su partenaire lo que coloca en ese lugar. En el
lugar de la pérdida estructural de goce, de la no relación sexual, no viene el falo sino el goce toxico que
marca la ruptura con el falo. La toxicomanía no es un síntoma en el sentido de que no es consistente. La
droga nos introduce a un modo de ruptura con el goce fálico y esa ruptura Lacan la utilizaba para hablar de
la psicosis: en ese lugar donde los NDP producen significación fálica, en la psicosis no hay significación
fálica porque no hay NDP. Pero lo que la utilización de tóxicos nos lleva a pensar es que puede haber
producción de esta ruptura con el goce fálico sin que haya forclusión del NDP. Lacan plantea también la idea
de que la ruptura con el goce fálico suprime las particularidades (los toxicómanos no quieren una cosa
precisa, sino que se entregan a los estupefacientes indiferenciadamente).
En relación al discurso capitalista decimos que hoy este nos coloca en una relación particular como sujetos
en relación al objeto de consumo. Se genera una adicción en forma de compulsión que nos presenta la cara
de goce: hay satisfacción en esa compulsión.
UNIDAD 7
Diferencia sexual: para Lacan la masculinidad y feminidad son posiciones simbólicas y la asunción de una
de ellas es fundamental para la construcción de la subjetividad: el sujeto es esencialmente un sujeto sexuado.
“Hombre” o “Mujer” son dos significantes que representan estas dos posiciones subjetivas. Solo cuando se
descubre la diferencia sexual en el complejo de castración se puede comenzar a tomar una posición sexual.
Para Freud, la posición sexual del sujeto es determinada por el sexo del progenitor con el que se identifica en
el CDE. Para Lacan, por el contrario, el CDE SIEMPRE ENVUELVE LA IDENTIFICACION
SIMBOLICA CON EL PADRE, y, por lo tanto, la identificación edípica no puede determinar la posición
sexual. ES LA RELACION DEL SUJETO CON EL FALO LO QUE DETERMINARÁ SU POSICION
SEXUAL. Esta relación puede ser de “tener” o “no tener”, los hombres tienen el falo simbólico, las mujeres
no. La asunción de esta posición sexual es fundamentalmente simbólica, en el orden simbólico el único
significante sexual es el Falo, es un símbolo para el cual no hay correspondencia, se trata de una asimetría en
el significante que conduce a la asimetría en el CDE en hombres y mujeres. Mientras que el varón desea el
progenitor del otro sexo y se identifica con el progenitor del mismo sexo; la mujer, desea al progenitor del
mismo sexo y se le requiere que tome la imagen del otro sexo como base de su identificación. Por lo tanto,
la realización del sexo de la mujer se realiza mediante la identificación con el objeto paterno, lo que implica
un rodeo adicional. La cuestión de lo que uno tiene que hace como Hombre o Mujer es un drama que se
despliega por completo en el campo del Otro, es decir, que el sujeto solo puede realizar su sexualidad en el
nivel simbólico.
Relación sexual: con ello Lacan refiere a la relación entre la posición masculina y femenina. La fórmula
condensa algunos puntos a tener en cuenta: en primer lugar, entre los seres humanos varones y mujeres no
existe ninguna relación instintiva porque toda la sexualidad está marcada por el significante. En segundo
lugar, no existe ninguna reciprocidad o simetría en las posicione F y M porque el orden simbólico es
fundamentalmente asimétrico, un solo significante, el falo, es el que gobierna la relación entre ambos sexos,
de modo que no hay ningún símbolo para una relación sexual asimétrica, la relación sexual no puede
inscribirse. La relación entre hombres y mujeres no puede ser armoniosa, el amor no es más que una ilusión
destinada a reemplazar la ausencia de la relación armoniosa entre los sexos. Las pulsiones sexuales no se
dirigen hacia una persona total sino hacia objetos parciales, no hay por lo tanto ninguna relación entre estos
dos sujetos, sino solo entre dos sujetos y un objeto parcial.
Mascarada femenina: es la identificación de la mujer a ser el falo, pero para ubicarse bajo la identificación
fálica debe rechazar una parte de su feminidad. No se enmascara para lo específico de su goce, sino para
volverse deseo de un hombre, para consentir ser el objeto de fantasma de un hombre, producirse como plus
de gozar. La mascarada va a pasar a ser un don de amor, ella da lo que no tiene y pretende ser amada por lo
que no es, por ello una falta de atención de parte de quien ella le dedica su mascarada puede significar una
falta de amor y una caída de la escena.
Falo: la designación de Falo es utilizada para designar las funciones que ocupa el órgano genital masculino
en los registros imaginario y simbólico. Lacan habla de tres tipos de falo: real, imaginario y simbólico.
Falo Real, es el pene como representante del órgano biológico real. El interrogante que plantea el CDE es
¿Dónde está el falo real? La respuesta necesaria para la resolución de este complejo es que está en el Padre
Real.
Falo imaginario, Es la imagen del pene, el pene imaginado como un objeto parcial que puede ser separado
del cuerpo mediante castración. El falo imaginario es percibido por el niño en la fase preedipica como
aquello que desea la madre más allá de él. El CDE y de castración traen la renuncia del niño a intentar ser
este falo imaginario de la madre.
Falo simbólico, el falo es un significante, el Significante del deseo del Otro y de goce. “El falo es un
significante, el significante destino a designar como un todo el efecto del significado”. La pregunta por la
diferencia sexual gira en torno a este falo simbólico. El falo no tiene ningún significante femenino que le
corresponda, es un significante asimétrico. En el ’61 Lacan afirma que el falo simbólico es lo que aparece en
el lugar de la falta del significante en el Otro, la presencia real del deseo en sí.
UNIDAD 9
Fin de análisis: podríamos plantearlo entonces a partir del texto de Soler. La autora plantea tres momentos
de Lacan con respecto al fin de análisis:
1. El reconocimiento del deseo por la palabra (luego lo niega por la incompatibilidad del deseo con la
palabra).
2. El atravesamiento del fantasma (trastocar el fantasma).
3. La identificación al síntoma (un saber hacer con el síntoma; importancia del Sinthome; y que por eso
lo nombra como la respuesta que se da el sujeto frente a la ausencia de regla, frente al universal
negativo. Este Universal Negativo tiene que ver con la No Relación Sexual, no hay proporción, no
hay un modo de funcionamiento establecido respecto de lo sexual para los seres hablantes. Hay un
vacío respecto de eso. Cada sujeto debe inventarse su modo de relación con el sexo, y a ese modo lo
llama síntoma aquí).
Fantasma: para Freud, el fantasma designa una escena que se presenta en la imaginación (aunque también
ocupa un lugar en el eje simbólico) y que dramatiza un deseo inconsciente. El sujeto invariablemente
desempeña un papel en esta escena. La escena fantasmatizada puede ser consciente o inconsciente, el
analista debe reconstruirla sobre la base de indicios. En “El obsesivo y su deseo”, Lacan define al fantasma
como lo imaginario capturado en cierto uso del significante. El fantasma es lo que le permite al sujeto
sostener su deseo y también aquello por lo que el sujeto se sostiene a sí mismo en el nivel de su deseo que
desaparece. Lacan sostiene además que hay siempre un Fantasma Fundamental que es inconsciente. En el
curso de la cura, el analista reconstruye el fantasma del analizante en todos sus detalles, sin embargo, el
tratamiento no se detiene allí, el analizante debe continuar hasta atravesar su fantasma fundamental, es decir,
la cura debe producir alguna modificación en el modo de defensa fundamental del sujeto, alguna alteración
en su modo de goce. Para Lacan no se trata de curar al paciente de su fantasma fundamental. El fin del
análisis busca una cierta modificación de la posición subjetiva en el fantasma fundamental. El fantasma es el
residuo del desarrollo de un análisis. Residuo de la interpretación del síntoma. Énfasis en la función
protectora ante la falta en el Otro. Respuesta del sujeto al deseo enigmático del Otro (¿qué es lo que el otro
quiere de mí?)
ETICA EN PSICOANALISIS
El saber se encuentra del lado del paciente y en psicoanálisis no está la idea de normalidad. No busca
imponer determinados ideales a un paciente, no busca la adaptación del sujeto a la norma sino alojar un
sufrimiento. Que actúe acorde a su deseo dirá Lacan.
Se refiere al planteo de Lacan sobre política, táctica y estrategia. Lacan expone que el analista es más libre
en la táctica que en su estrategia. La táctica hace referencia a las decisiones que va tomando a corto plazo,
que son las interpretaciones que hace, dependiendo del material que surja en análisis. La estrategia hace
referencia a la transferencia, y en eso es menos libre el analista porque no puede hacer y actuar libremente,
es decir, dentro de un análisis hay mayor libertad para realizar intervenciones (interpretar, hacer una
construcción) ya que no hay una forma de llevar adelante una táctica. En cambio, en la relación
transferencial (estrategia con la que trabaja el analista) se es menos libre, ya que el analista pone sus
sentimientos en el lugar del “muerto”, es decir, los deja por fuera. Por último, en donde tiene menor libertad
es en la política, en la acción, porque el psicoanálisis no es solo una técnica, sino también una ética, que se
rige siguiendo las reglas del analista el cual deja de lado sus ideales, su juicio, para dirigir la cura y no al
paciente.
El problema del psicoanálisis con la ética capitalista es que los modos de vida estructurados a partir del
consumo, la felicidad a partir del consumo, nos llevan a una frase paradojal de Lacan, “es una felicidad
triste”. Es la renuncia a, sea cual sea la marca de los deseos que a ustedes los habitan, es la renuncia a la
singularidad de cada uno por obtener lo que ofrece el mercado.
Principios directores del acto psicoanalítico
1- El PSA es una práctica de la palabra, la paciente habla de lo que trae, su sufrimiento, su síntoma
que está articulado a la materialidad del Icc. El analista puntúa para que el analizante componga
el tejido de su Icc.
2- La sesión psicoanalítica es un lugar donde pueden aflojarse las identificaciones más estables a las
cuales el sujeto está fijado.
3- El analizante se dirige al analista, pone en él, creencias, expectativas, ideales. El desciframiento
del sentido no es lo único que está en juego en los intercambios entre analizante y analista. Esta
también el objetivo de aquel que habla: recibe su propio mensaje invertido.
4- El lazo de la transferencia supone un lugar, el lugar del Otro que no está regulado por ningún otro
particular. Este lugar es aquel donde el Icc puede manifestarse en el decir con la mayor libertad y
donde aparecen los engaños y las dificultades.
5- No existe una cura estándar
6- La duración de la cura y el desarrollo de las sesiones no pueden ser estandarizadas. La aplicación
del PSA ha variado y la duración se define a medida de la experiencia que ha hecho como para
dejar al analista. Se persigue el acuerdo del sujeto consigo mismo.
7- Su objetivo y fin no es de adaptación de la singularidad a las normas.
8- La formación analítica reposa en un trípode: seminarios de formación teórica, prosecución de un
análisis hasta el final, la transmisión pragmática de la práctica en las supervisiones. Es una
ilusión pensar en una identidad del psicoanalista, la definición es la variación misma. La
nominación del psicoanalista permite decir quién es psicoanalista. Este decir se efectúa en
procedimientos que tienen lugar en las comunidades analíticas. El psicoanalista nunca está solo,
depende de otro que lo reconozca. El psicoanalista afirma haber obtenido de la experiencia lo que
podía esperar de ella, afirma haber franqueado un pase. Este testimonia el franqueamiento de sus
impasses, la interlocución con la cual quiere obtener el acuerdo sobre ese atravesamiento, se hace
en dispositivos institucionales.
Demanda de felicidad y deseo advertido del analista.
Lacan en “las metas morales del PSA” va a decir que lo que se le demanda al analista es la felicidad. Ya en
“la dirección de la cura” señalaba que el analista debe pagar con algo para sostener su función. Paga con sus
palabras, con sus interpretaciones, pero también con su persona ya que por medio de la transferencia él es
desposeído de eso, él no es un analista sino el SSS. Además, el analista pagara con un juicio en lo
concerniente a su acción ya que el análisis es un juicio.
Entonces Lacan se pregunta ¿El fin de análisis es lo que se nos demanda? Y responde, se nos demanda
felicidad. De esto se trata y explica que una sola cosa hace alusión a una posibilidad feliz de satisfacción: la
sublimación. Esta es la satisfacción de la tendencia en el cambio de su objeto, eso sin represión. No es un
objeto nuevo sino el cambio en sí mismo por lo cual la satisfacción consiste en que es aquí donde hay pasaje
del no saber al saber bajo la forma del reconocimiento de que el deseo no es otra cosa que la metonimia de
ese discurso de la demanda que el deseo es ese cambio como tal.
Esto es lo que conviene recordar al analista que se encuentra en posición de responder a quien le demanda
felicidad. Haber llevado a su término un análisis es haber reencontrado, chocado rudamente con ese límite
que es donde se plantea toda la problemática del deseo. Lo que conquista el sujeto en análisis es su propia
ley. Es la aceptación de algo que ha comenzado a articularse antes que él en las generaciones. Lo que el
analista tiene para dar contrariamente al partenaire del amor es ese que él tiene. Su deseo advertido. Es
imposible en el analista si su deseo esta advertido que consienta en detenerse en el señuelo. El analista no
puede prometerle felicidad al sujeto, pero puede mostrarle al sujeto que si arregla las cuentas con su deseo
puede estar mejor. Es una acción ética.
La ética consiste en un juicio sobre nuestra acción haciendo la salvedad de que solo tiene alcance en la
medida en que la acción implicada en ella también atañe a un juicio. Luego Lacan nos dice que la única cosa
de la cual un sujeto puede ser culpable es de haber cedido en su deseo, aunque a veces haya sido por el
mejor motivo.

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