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if LA JUSTEZA DEL CINE MEXICANO Zoogocho. fuerza de los nifios para “abrirse camino en la adversidad” o cosas por el estilo. La pelicula jamds se manifiesta en términos edificantes ni ejemplares, ni beatos ni positivistas, y eso es lo que importa. En contraposicion, la risa se desata con facilidad al sorprender la caida por torpeza de un nifiin distraido en el surco, o la conmocién vagamente dolorosa se concita al contemplar el largo, interminable plano abierto del mayorcito de los amigos sentandose a descansar con la pe- lota verde atesorada en la mano al término de su feriante-pirotécnica travesia de pinta clandesti- namente compensadora, libertaria, tal como lo certifica el desfile de créditos entre residuales imagenes impresionistas de la patoaventurera escapada. Y la justeza de la patoaventura era ante todo un llamado de atenci6n solidaria a modo del leitmotiv de un cornetazo, un reducido mosai- co reinventa el cine del terrufio més laxo y feraz desde una perspectiva infantil y en una discreta linea paralela a la del desconcertante Aquel queri- do mes de agosto del auteur portugués en ascenso al culto internacional Miguel Gomes (2008), una contundente negativa a hacer etnograffa facil o chantajista demagogia descarnada en los Trépi- cos Tristes hoy pasando de la inmigracién a la i ha sedentario antipintoresquismo om reprimidos im ote una oe : cea ions ' dios jamas viheteadac ee YEP Jamas vineteados y nunca a la ventura, una expuesta contingencia dichosa. La justeza de la evidencia El pizarrazo inicial sobre lo que fuera el magno edificio de la Secretaria de Relaciones Exteriores en Tlatelolco y el ubicador letrero escrito sobre la pantalla (“2 de octubre de 2008”) remiten de en- trada a la mejor época del cine de la desconstruc- cién, denunciando de antemano que el filme que vamos a ver es sélo eso, un filme mas que se asu- me como tal desde su prologo-pértico-portada, Pero los pannings de ida y vuelta sobre la ci- catrizada Plaza de las Tres Culturas y su extensa plancha actual, hasta detenerse a contemplar la regia fachada impasible del colonial templo de Santiago Tlatelolco, mientras se escuchan fuera de visién ruidos de pisadas en marcha militar que remiten sutil, insinuantemente a otras evi- dencias temporales, a modo de ominosos ecos hist6ricos, sobre todo ahora que el ultimo tra- velling lateral parece convertir las barras de un barandal callejero en barrotes carcelarios. Hay pasarelas atiborradas de celebrantes en una es- pecie de carnaval funerario como tributo al pa- sado, hay top-shots panordmicos sobre la plaza incdlume, contrapicados de jé6venes andando, un orondo edificio coronado por un abominable anuncio de Telcel, porque tal parece que aqui nunca ha pasado ni pasard nada. Borrén de la memoria y cuenta nueva corporativa. Luego, los parpadeos de la camara cual su- bliminales fotofijas de un cartel-inscripci6n-ma- nifiesto en evidente clave reiterada (“A los com- paneros caidos el 2 de octubre de 1968 en esta pla- za”) culminan perentoriamente en el big close-up del rojizo ojo Ppapujado pero desmesuradamente avizor de un vetarro canoso Declarante (Jorge Ayala Blanco pese a haber declarado que ningu- na cinta que lo incluya como entrevistado puede ser buena) cuya voz se escucha fuera de cuadro (“Para mi la imagen es siempre una ilusi6n, es un engafio”). De inmediato se suceden imagenes en bombardeo 6ptico. Imagen fija de un valet parking lujoso, letrero lateral de hamburgue- sas McDonald, tarjeta Visa a Nueva York, cielo entrevisto desde un auto en movimiento, cartel desgarrado de No Estacionarse, efigie oval de un pelon hablando inaudiblemente hacia camara en imagen virada, luz de semdforo con mirfada de ados de cha- uito cerrado de en io de mensaje del tren subte- foro reflejante, en barboncillo con sus audifonos, ‘08 a la orilla de una ) vertiginoso debe oa que la imagen se 1 al rape detenido a su vez entre la: e una biblioteca. Ahora los gallardos dificios modernos van a mostrar una primera image ee , 5 inte del viejO movimiento estudiantil del “68 impresa sobre los cristales ex- reriores, se escucha un contundente rasgueo de cuerdas desgarradas que abre paso a un bloque de imagenes referidas a la exposicion sobre el Movimiento que se mont6 inaugural, soberbia, hipermodernamente en el antiguo edificio de Relaciones Exteriores convertido en museo de la UNAM (Centro Cultural Universitario Tlatelol- co). Reina en ese Memorial del 68 un irreprocha- ble y apabullante buen gusto curatorial museo- grafico en pésters magnificamente valorados, monitores contextuales de los orfgenes pari- sinos, documentos y volantes de época, signos y simbolos impresos facilmente descifrables, el vocero sexagenario de la honda Onda superficial José Agustin diserta sin sonido a doble pantalla contrapuestas, pancarta enarbolada para defen- der a perpetuidad a “Gilly escritor”, chava exten- diendo por completo ambos brazos que terminan en V de la victoria ansiada, chavo con pafiuelo en nariz huyendo pasmado de los gases lacrimége- nos congelados para siempre, instalacién plas- tica con ropas desperdigadas por el suelo cual remembranza-residuo-reducci6n al absurdo de la vestimenta de los chavos semidesnudos por el ejército para que alzaran los brazos sobre la pared, ruidos de muchedumbre airada, llaves de paso de la cafterfa ilum ni da en azul para seguir Libertad para los presos politicos. Nue- ub! aha les. Vérti- ‘medio. Iconografia con- legantemente montada LA justeza DOCUMENTAL h Fa . ea : Imagenes inatrapables en efecto cual cto de un efectista polvo lanzado oe ohms flamigero (incluso hay Ila- ticos ‘Gveries ac eae a . eee Ses) Beiowevs aic so = posicion de fir- ehae 6 ie nate acia el objetivo de la difuminarse on an ee aes eek nente ellos a hn ie AOR que cede el paso i oo pr er me oe a oe a otros barrotes de la prision de , porque tal parece que hubiésemos estado recorriendo un equivalente de la carcel de libros del arcaico aunque archivigente docu- mental cruelmente metaférico de Resnais sobre la Biblioteca Nacional de la Ciudad Luz (Todos los libros del mundo, 1957). Mas que irreales, surgen bellas imagenes en plena antinaturalista desrealidad, captadas por el solvente disolvente camarégrafo cueque- ro Eduardo Rivas Servello (fotografia en color, super 16mm, video HD) dentro de un centro co- mercial cualquiera al sur de la ciudad de Me- xico (Plaza Universidad): una imaginaria tan- da como fotogénica tunda en la tienda-ambito atractiva y sofisticada que fascina a los jovenes paseantes (maniquies, virtualidades, artificial cascada interior), previa a veloces opiniones ju- veniles en torno al viejo movimiento estudiantil tan trafdo y llevado desde su infancia, solo para demostrar que la ignorancia (“Pues que fueron provocadores gno?”) y la desinformacién (efi- gie del televiso Lopez Dériga en electronicas imagenes disueltas), que no la malevolencia, pero tanto como los intereses voraces y vende- patrias que las eobiernan, constituyen los maxi- mos enemigos de la democracia en México y en donde “la industria de la manipulacién de las conciencias” (Enzensberger citado sin crédito) desempena un rol fundamental, predominante porque “La imagen es un virus”, segun reza un escrito tipo Mayo 68 en la pared y homologan- do lo que va de ayer a hoy en montajes imbri- cados. Pero de pronto, saltando de bloque = blo- que, en una inventadisimo simulacro guerrita-ti- ruccién mas que hibrida delibe- roteo de reconst ¢ rada confesamente ficticia, brotan fusiles cone | puesto que vuelven los del pasado simple y com a los ojos, LA JUSTEZA DEL CINE MEXICANO vuelve a sacudir a disparar por montaje y el caos la autosuficiencia de las imagenes, el pict tual y pretérito que desmontan, mas que evo vocan. ag Inicia el ultimo tercio con reflejos de atarde- ceres zombies, sombras ominosas, desperdiga- das luces encendidas, rayos luminosos sin pro- cedencia, sembradio de enlutecidas veladoras- luciérnagas sobre la ancestral explanada de la masacre (“Ya no sabia qué hacer con tanto ca- daver”), un performance in memoriam, la de- saparicion, el estentéreo olvido impronunciable e informe (“La imagen tiene hoy mas realidad que la realidad que le dio origen”), la denuncia filmica mordiéndose la cola (“Echeverria comi- siono a su cineasta favorito Servando Gonzé- lez para que filmara en grande la planeadisima matanza de Tlatelolco completa; a la mafiana Siguiente se senté a verla en una salita de la Se- cretaria de Gobernaci6n”), las mil caras de la su- plantaci6n del espiritu de lucha (“Se ensordecen los ojos, es una manera de agobio”), la triada de plagas mayores se plasma en godardianos letreros cual poema visual de los afios sesenta (“Enajenacién / Manipulacién / Desinforma- cion”), tal como al Movimiento lo justifican y re- prueban ahora los incrédulos chavos de hoy en in y en off escépticos (“Sigue lo mismo, es una pregunta muy compleja”). Sonidos desplazados, musica techno, ecos de ecos: un cartel reza “No se olvida”, asi nomdas fuera de especificacién y de contexto y de referente mismo. Escenas de manifestaciones actuales, toma de fotos con ce- lular para la nostalgia del futuro mas que para la memoria vivencial, los estropicios va inevitables y tradicionales en las presentes mar- chas conmemorativas, el despliegue protector y extinguidor de los granade que parece generalizarse. Al final todo se pausado, bajo cdlcul abstinente, el encha de pontificar y mejo ndalicos ya tos, el desconcierto Precipita en un marasmo 0 y timing en apariencia marrado Declarante desiste : r se larga a otra Parte con su Nariguda carota Prognata vasco-drabe y su rollo intelectual también hueco a su manera, el uni- verso no c 1 ima no cambia y las Imagenes sobreviven nee a su Propio desastre, gracias a | a musica conjunta en relevos de Annie Gosfield (“Cheating ah at Z Stealing”), The Flaming Lips, Otto von Ensach y Otomo Yoshihide. Bee tasia significante si las hay, omisa de retérica, ™ cha de sabias, sugerentes 0 explicitas imagenes filmicas, la evidencia habla, anuda y desanuda, enreda y desenreda, su propio discurso. Es p,. limpsesto (polvo en los ojos), breve pero conciso y ejemplar documental estudiantil (CUEC : UNAM, 13:50 minutos, 2009) de Arian Sanchez Covisa (corto ficcional casi a simultaneo: Sombras bajo los parpados, 2009), con guidn y coedicién del propio realizador (junto a Daniel Gonzdélez Olvera en e! montaje), un oportuno y circunstancial reporta- je que rebasa toda oportunidad y circunstancia gracias a la reflexién y la puesta en tela de jui- cio del documental mismo con todos sus congé- neres, un ensayo visual sobre la imagen oficial sobreviviente y la mitificaci6n del Movimiento Estudiantil Mexicano de 1968, que también do- cumenta la enajenacién y la manipulacién que han hecho de ese acontecimiento los medios de comunicaciOn masiva, asi como la funcién de és- tos en la sociedad actual. Un collage de image- nes a Cuarenta anos del movimiento, sus distur- bios y su represién brutal, convertido en una reflexién sobre el fenémeno hoy de la imagen en si, la funcién que cumplen, y Ia naturaleza (sus- titutiva, desviadora, autarquica, profundamen- te extempordnea y a fin de cuentas mentirosa) de las evidencias que nos ofrece, nos entrega y nos impone. Una disertacién teorética sobre la evidencia al estilo de Harun Farocki sin apenas mo Palimpsesto ( polvo e n los ojos) (2009). La yusTEzA slo aqui. Ur estudio en acto sobre la juste- — : ja, realizado con enorme justeza. 2 a de la evidencia combate, desde La justeza ce. aire det la plaga maniatico-inepta wee tico a base de cabezas parlantes y ee ceria icénica (tipo las esttipidas contrapro- : centes infraoportunistas de izquierda Voces : itenciadas de Mariacarmen de Lara, 2008, sobre e]_martirio periodistico-radiof6nico de Santa Carmen Aristegui), al hacer que el Declarante se deje citar y parasitar, utilizar y disolver, atomi- zat Y pulverizar, desintegrar y reintegrar, deste- rritorializar y reterritorializar, segun convenga al ensayo radicalmente visualista, reduciendo su discurso verbal a unas cuantas frases con- tundentes, insertadas a modo de aforismos-guia que ni se sueltan de manera autoritaria (el de- clarante piensa hablando) ni son secundados en forma subordinada alguna, ni se estrujan ni se lamentan ni se lamen, sino se les mantiene, sos- tiene y entretiene siempre sujetos a ser antecedi- dos y comentados, corroborados, desdoblados, desbordados o contradichos por el flujo ain mas contundente, tajante y elocuente, de las image- nes en si, para si y en contra de si, a veces lami- nares, en ocasiones turbulentas, puntualmente puntualizador. La justeza de la evidencia se aboca a una tri- ple acepcién del término evidencia en el puesto de mando. En primer lugar pone en evidencia declaraciones y museograffas y testimonios ya inanes, En segundo lugar vuelve evidente todo aquello y aquellito que ya apuntaba para obvio. Y en tercer lugar retine evidencias probatorias de crimenes y delitos de lesa politica y lesa hu- idad cometidos en el pasado y atin impunes ate. A la vez y de una vez por todas, : de cuerpo entero a un desmonta- multiple operacién contraria y eliculas carrofieras, resurrec- y conmemorativas con base es de época, reenfoques a etas de valerosos o mentiro- les comentarios en perspectiva alrededor del Gran Tema. Ante er evitarlos, Palimpsesto (polvo en constituirse a la vista y erigirse a denuncia de denunciadores y de- los 708) viene a “wn tiempo en DOCUMENTAL Palimpsesto (polvo en los ojos). nuncia actualizada con los ojos frescos (sin pol- vo en ellos), para acometer la perfecta embestida antimilitancia facilista, antidemagogia global o facciosa, antiespiritu conmemorativo, anticom- placencia sacrilega, antiparanoia antimegalo- maniaca todoabarcadora, antibeatitud del culto beato, y antidealizacién banalizadora, antirre- lectura estructural sincrénica y diacrénica para académicos. Un corto de cara al futuro y vuelto critico al presente en su limite extremo, cerca de lo antitodo, desde posturas asimismo antideolé- gicas, casi nihilistas (“El nihilismo empieza por uno mismo”, decian los muros que tomaron la palabra en el ‘68). La justeza de la evidencia postula tacita- mente que la Belleza del cine politico sera hoy nihilista o no sera. Se roba la belleza de las ima- genes petrificadas del especifico tiempo pretéri- to, se busca y rebusca la belleza impersonal de las autovisiones juveniles, se elabora y reelabora una bella danza de imagenes presentes y exqui- sitos cromos museograficos, monta y desmonta sentidos y significados bajo control severo que simula perpetuamente querer fugarse hacia la abstraccién pura y nula., Es la belleza nihilista del Palimpsesto, el ensamblaje de imagenes su- perpuestas por la acumulacién misma, la belleza que se permite cualquier cosa menos ser orna- mental como ya lo es el Movimiento multisa- queado y deformado y desfigurado y habitado por seudolideres farsantes o corroidos de ma- quillaje y clamor destemplado. Es la belleza del manuscrito antiguo cuya tradici6n renovable ya 313 ha sido reescrito en demasia, la belleza a contra- corriente que atin conserva huellas de una escri- tura anterior borrada para escribir de nuevo, la belleza de una tablilla ancestral en la que puede borrarse sin parar lo escrito para mostrar y de- mostrarse su propia imposibilidad de rehacer lo escrito. gLa evidencia estara también tefida y brufida de nihilismo? No, ella simplemente sera justa, Y la justeza de la evidencia era ante todo la reescritura al infinito de las imagenes ultra- significantes por otras baldfas pero mucho més nuestras. La justeza del lancherismo El lancherismo es un humanismo, uno de los pocos que restan sin estudiar, uno de los mds desconocidos y menos valorados por la especie humana. En Calentamiento local (Fernando Frias — Ca- nal 22, 52 minutos, 2008), personalisimo docu- mental de autor producido, editado y dirigido por el comunicélogo por la Ibero y publicista de 29 afios Fernando Frias (documental previo: Jimigration, 2007), si bien escrito por Alfredo Hubard y fotografiado por Emilio Valdés bajo la coordinacién creativa general de Tania Pérez, primer premio en la secci6n México Digital del FICCO 2009 y premio al mejor documental mexi- cano para televisién en el DOCSDE 2009, se retra- tan desde una suerte de enfoque antropolégico Calentamiento local (2008). fear, en Oaxaca, donde relacionan con los nativ te llamados lancheros 0 estuviese hablando de e no clasificadas, raras aves” distantes en espacio, tiempo. : me se plantea a modo de ensay extrafante y lejano, impersonal través de cinco segmentos y un mente diferenciados, todos aproximadamente de la misma duraci6n (10 minutos, salvo el pré- logo de apenas minuto y medio), introducidos por letreros inobjetables en su designacién me- ramente numeral, que sélo busca enfocar con bastante excepcional justeza el desdefiado o sa- tanizado fenémeno del lancherismo en las costas nacionales, La justeza del lancherismo inicia en las re- Silas colinas cercanas a la playa donde se erige en triunfo perentorio un nativo que ondea como bandera viviente en una hora préxima del oca- So, antes de brotar imagenes reventadas por la luz grumosamente reflejada sobre una superficie marina Ocre que contagia al horizonte, al cielo y a todo el encuadre, mientras la voz madura del narrador diserta en do mayor, més objetivo y conforme que critico o escéptico, sobre la condi- cién de hombre contempordneo “dado por su yo y su contexto”, porque “hasta su sociedad y sus suenos son acotados” y “sabe lo doloroso de !a existencia, lo insignificante de la vida moderna y lo peligroso de los sentimientos en este siste- ma de lucha por la supervivencia metafisica”, pero donde “aparece entonces la posibilidad de la Aventura”, cuando ya, creando un contraste con lo dicho, un hombre parsimonioso ha entra- do por la izquierda del encuadre, en lento y tranquilo equilibrio con la naturaleza. Luego el tiempo del montaje se acelera: rapidas imagene* de familia veraneando, figuras en la playa, O° tros atentos de bafistas que contemplan los nr

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