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Clasicos, nifios y jOvenes Ana Maria Machado Premio Cecilia Meireles 2003 GRUPO Ana Maria Machado ‘Nacié en Rio de Janeiro, Brasil, en 1941. Ha escrito numerosos cuentos para nifios y j6venes, como Ab, pajarita, si yo pudiera, Pimienta en la cabecita, Eso no me lo quita nadie y Del otro mundo, entre otros, todos publicados por Editorial Norma. En el afio 2000 fue galardonada con el premio Hans Christian Andersen, la maxima distincién en el mundo de la Literatura Infantil. una casa. Es decir, aunque los cuentos de hadas no s6lo nos permitan entender tantas cosas bue- nas que se estén escribiendo actualmente a partir de una reinvencién de ese género, ellos contintan’ siendo un manantial inagotable y fundamental de clésicos literarios para los jévenes lectores. No han pasado de moda; siguen teniendo mucho que de- Cirle a cada generaci6n, porque hablan de verdades profundas e inherentes al ser humano. Capitulo 8 Un mar de historias maritimas Simne me ha gustado mucho el titulo de una anrologia de cuentos clésicos universales que Paulo Rénai y Aurélio Buarque de Holanda le pu- sieron a una coleccién, en varios volimenes, que hicieron hace muchos afios: Mar de historias. Me parece que el mar es una metéfora excelente de la literatura y de los placeres y desafios que ella nos depara; de su inmensidad, variedad, profundidad y su belleza siempre nueva y cambiante, asi como de su capacidad para alimentarnos de una manera casi infinica, Mar historias siempre estuvieron asociados en la mente humana. Todo el mundo sabe que las historias de pescadores suelen ser exageradas, que 126 opeupepy uHe Puy los relatos de viajes pueden despertar el deseo de viajar, y ambos son prueba de que, desde la anti- ajiedad, quien se hacia a la mar cenfa muchas cosas ‘que contar. Varios de los clisicos de los que ya hemos hablado estan Ilenos de elementos maritimos, des- piden aroma marino, suenan a velas desplegadas al viento, a madera de cascos que se resquebrajan, a olas que rompen contra las rocas 0 que revien- tan en la playa, a gaviotas que graznan mientras desctiben circulos sobre la embarcacién, Ulises no s6lo era un guerrero astuto, sino también un exi- mio marinero. Su Odisea fue la primera narracién ‘maritima fascinante que atraves6 los siglos, ha~ ciendo que la humanidad sofiara con olas, sirenas ¢ islas Menas de encantamientos. En la Biblia, la historia de Jonas y la ballena personifica, mas que cualquier otra, el pavor por los monstruos gigan= tescos y por las fuerzas incontrolables, capaces de aterrorizar a cualquiera; asf como el castigo divino yel peligro absoluro, frente a los cuales el hombre carece de poder, Como en todos los otros casos, no existe una formula ni una receta para un primer contacto con: 80s libros. En mi caso personal, el descubrimien- to se dio gracias a Robinson Crusoe, que me rega- laron en su versién original cuando cumpli ocho afios, Viviamos en Argentina y el libro estaba en espafiol; era un libro pesado, de unos cinco palmos por tres, en las medidas de mi nifiez; ahora puedo interrumpir la escritura e ir hasta el estante y me- dir sus treinta y dos centimetros de alto por vein- titeés de ancho, De cualquier modo, era un libro enorme. Estaba ilustrado por Carybé, y traducido del inglés por Julio Cortézat. Lo hojeé, fascinada por las ilustraciones a color, tanto como por aque- Ilas en blanco y negro. Al dia siguiente, ya estaba leyendo la primera de las cuatrocientas paginas, ‘que comenzaba asf: “Naci en 1632, en la ciudad de ‘Nueva York, de buena familia, pero venida de otro pais, pues mi papi...” Yo interrump/ la lectura y comencé a mirar hacia adentro, porque todo eso tenia que ver con- migo, ya que yo también podia decir que venia de buena familia, y también de otro pais, puesto que mi papé habfa ido a parar a Buenos Aires con nosotros, por motivos de trabajo. Poco a poco fui avanzando con Ia ayuda de mis padres, entre continuaciones ¢ interrupcio- nes. Ellos siempre lefan algo conmigo, bien fuera 127 sauaagl & sopra *s0018915) opepeyy ayy ey en vox alta antes de que yo me durmieta, 0 bien resumiendo capitulos que yo lefa después. Fue muy emocionante. Me fasciné la historia de aquel hombre solo en una isla soleada, rodeado de playas como las de Rio o las de Espiritu Santo, de las que yo sentia tanta nostalgia. Me sobrecogié aquel petsonaje que cuvo que rehacer su vida con las po- ‘cas cosas que habfa rescatado del navio y construir, plantar, recolectar, esconderse de canibales y en- frencarse a sus enemigos. Sélo mucho més tarde, en varias relecturas adultas, fui descubriendo el ideal colonialista y mercantilisea de la época, la- tente en el argumento, que ayudaba a construir el mito del self-made man, S6lo entonces comencé a percibir la relacién de dominio de Robinson sobre su compafiero Viernes. En mi época, incluso en mi adolescencia, yo no percibi nada de eso. Era apenas la historia de una gran aventura: la del naufragio, la del hombre que lucha contra la naturaleza por su supervivencia, intentando ir més allé de la con- dicién animal para reinventar la cultura, En rigor, el libro de Defoe también ayudé a creary a consolidar el género de historias de super- vvivencia, Una gran parte de ellas transcurre en is- las desiertas luego de un naufragio; a veces, inclu- so, hacen un homenaje explicito al libro original, como es el caso de La familia del Robinson suizo, Viernes 0 La vide salvaje y ¢1 magnifico Foe, de J.M. Coetzee, el autor sudafricano que gané el Premio Nobel de Literatura en el 2003. Otras veces, hacen apenas unas variaciones a partir del tema original, como La isla de coral, El caballo negro (en donde, ademés del nifio, también se salva un caballo de pura sangre) 0 La laguna azul (en la que los dos nifios sobrevivientes crecen en un ambiente pa~ radisfaco, y luego, en la adolescencia, viven una historia en donde descubren el amor). Otras obras también derivadas de esa misma idea analizan la supervivencia en situaciones y escenatios diversos: en el desierto, en el hielo, en las montafias, en las selvas afticanas o amazé6nicas. Uno de los libros mas interesantes en esta modalidad es contemporéneo y fue escrito por el inglés William Golding, quien luego de obtener un gran éxito con esa historia recibié el premio Nobel de literatura. El libro es EI setar de las moscas (1954) y cuenta la historia de un avién que trans- porta a unos nifios que estaban siendo evacuades de Inglaterra para evitar los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, y que cae en una isla 10 5 s2uagol soure ‘sonep 130 opeupepy eueye 2uy Los adultos mueren y se salvan todos los nifios y adolescentes, quienes construyen una nueva socie- dad, con todas sus tensions, intrigas, disputas y erueldades. Aunque es un libro muy bien construi- do y bien escrito, es profundamente perturbador y no es precisamente agradable. Es casi tetrorifico, pero puede ser fascinante para aquellos adolescen- tes maduros a quienes les guste leer, ya que es un’ libro que el lector no soltara facilmente. Sin embargo, por mas que me gust6 ese li- bro, mi libro de islas preferido es otro. Es una obra que fuc escrita especialmente para el piiblico juve nil y que nunca me decepcioné en ninguna de mis leceuras posteriores. Me refiero a La isla del tesro, de Robert Louis Stevenson. “Me acuerdo como si fuera ayer...” ¢5 una de las primeras frases del na- tradot. Es un comienzo muy acertado, porque es tuno de esos libros que permanecen en la memo- ria del lector durante toda la vida y que recordar como si siempre lo euviera cerca y lo hubiera lefdo recientemente. La isla del tsoro no es una aventura de nau- fragio ni de supervivencia, sino una apasionance historia de btisqueda. Comienza en Inglaterra, entre neblina y pefiascos al lado del mar, en un ambiente de misterios y promesas implicitas, pero después da un giro radical y se sittia en una isla tropical. De cierto modo, también fue el funda- dor de un género; el de las historias de mapas de tesoros. Ademés, ese fue justamente su origen: un mapa que el hijo del antor trataba de dibujar. Hay piratas, luchas y una cancién que petmanece para siempre en la mente del lector, como ocurtié con el poeta Fernando Pessoa, quien la utiliz6 en uno de sus poemas més famosos. Quien lee el libro, se vuelve también compafiero de Robert Louis Ste- venson, quien inventé una melodfa para que el lector cante mentalmente: Quince hombres sobre el baiil del muerto Ho-ho-ho Y una botella de ron. Por sobre todo, Lat isla del tsorv hace una ob- servacién aguda sobre el proceso de la curiosidad y del miedo. Se adentra en la inquietud de una pesadilla llena de aventuras, descrita con fuerza, y que transcurre en una isla exética en la que esque- letos blancos se suman a palmeras verdes y a mares de zafiro. El libro también juega con el miedo del spuaap! & sgt “0215915 opmipeyy ney e0y lector. Desde un comienzo, hace que el lector tema’ a los personajes equivocos, sélo para que después vaya descubriendo paco a poco qué es lo que debe enfrentar o evitar y por qué. Parece que sélo fuera una emocionante aventura de piratas, pero es mu- cho mas que eso: es nna reacci6n al pesimismo y all desénimo, un acto de confianza en el potencial de la juveneud, Por esa raz6n, es un libro que permanece para siempre. Es también una sefial de iniciacién a la vida, un libro sobre el bien y el mal en coda su ambigiiedad, sobre la traicién y la confianza, sobre el fin de la inocencia y los caminos de crecimiento, sobre hombres medioctes y villanos prodigiosos. En el fondo, es el mapa de un tesoro entregado al lector; y, como bien resumié Roberto Cotroneo! al hablar de esa obra, “no existe libro de historia, tra- tado 0 ensayo que pueda describir mejor el alma humana”. No es casual que Jorge Luis Borges afir- me que “el descubrimiento de Stevenson es una de las felicidades mas duraderas que la literatura puede proporcionar”. La isla del tesora es una de sus mejo- res obras; no obstante, esta novela puede ser apenas el comienzo del viaje por la obra del escocés, a juicio de Borges, “uno de los autores més escrupulosos, inventivos y apasionados de toda la literarura’,® oO Las historias del mar no se limiran a las islas. Algunas ahondan y se sumergen en las profundi- dades, como Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne, también autor de La isla misteriosa. A pesar de haber tenido un éxito apabullance en su €poca, pocos de sus libros resisten bien el paso del tiempo. Dotado de una imaginacién que lo aden tra por los caminos de la aventura, mezclada con elementos fundadores de la ciencia-ficcin, este autor francés emocioné a gencraciones completas de lectores. Sin embargo, sus cualidades tienen que ver més con las peripecias y situaciones del argumento que con el Lenguaje o la fuerza de sus personajes. Por eso, luego de haber sido duran- te mucho tiempo clasicos juveniles para muchas personas, sus libros actualmente parecen ingenuos Y Poco atractivos, con raras excepciones como La vuelta al mundo en ochenta dias y, en cierta medida, Dela tierra a la luna, No obstante, otros autores mantienen viva su capacidad de fascinar al lector debido a los personajes inolvidables que crearon y a la fuer- za con que desctibieron la naturaleza. Es el caso, 13, s9u269| 4 sore ‘sory, opeyepy eueyg oy por ejemplo, de dos norteamericanos muy diferen- tes. El primero es Jack London, con B/ lobo marino El otro, excelente, es Herman Melville, que tiene dos libros maravillosos que transcurren en el mar, aprovechando su experiencia personal como mari- nero. Uno, Moly Dick, cuenta la tettible historia del prolongado enfrentamiento entre un hombre, el capitén Ahab, y una monstruosa ballena blanca. Pero el libra es mucho més que esto; es una obra inolvidable sobre la obsesién, que transcusre en un. ambiente de pesadilla, con una carga simbilica tre- menda. El otro libro, Billy Budd, es un sutil relaco que también transcurre en un arco, pero que es completamente diferente; es una historia que cues~ tiona la justicia y la ley, a partir de la tragedia de un joven héroe perplejo ante el universo aduleo y establecido, No es un libro para nifios y no abundan las adaptaciones, pero en su forma integral puede set muy estimulante y sugerente para adolescentes inteligentes y maduros que acostumbren leer. ‘Lo cierto es que hay una buena profusién de libros de aventuras que transcurren en el mat, his torias de piratas, de batallas, de persecuciones y asaltos. Pueden ser libros de puro entretenimiento, pero que han alimentado la imaginacién de varias generaciones de lectores. Héroes como el capitan Blood, autores como Rafael Sabatini, Emilio Sal- gari y el Capitan Marryat son sdlo algunos de los ‘més famosos. Son clasicos de la llamada literatura popular o de entretenimiento. En general, no son considerados como grandes exponentes de la lite- racura de mucho prestigio y no suelen ser reedita~ dos. Peto, si en unas vacaciones se los encuentran en el fondo del armario de la abuela o en el estante de alguna biblioteca, con toda seguridad podrin garantizarle codavia a cualquier adolescente unos momentos de lectura emocionante y divertida. Otras historias de mar seguramente seduci- rn al lector con sus encantos. Dependiendo del gusto de cada uno, el llamado puede provenir de Somerset Maugham (Historias de los mares del sur), de James Michener (La bahéa de Chesapeake), de Jorge Amado (Mar muerte), de Joseph Conrad (Lord Jim), de Ernest Hemingway (El viejo ef mar, Islas on el golft), de Umberto Eco (La isla del dia de antes), de Iris Murdoch (E/ mar, el mar), de Virginia Wolf (Al faro, Las olas), de James Barth (Cuentos de Ja marea), de Pat Conroy (El principe de las mareas), de John Fowles (E/ mago), 0 de muchisimos otros. Pero la atraccién siempre sera mayor, casi irresisci- “so0181 souangl & soyta opeapeyg seyy say ble, cuando, en el fondo de cada llamado, resuene cl eco de las historias juveniles de islas y océanos, que trae el recuerdo de las leccuras maritimas de la infancia y la adolescencia, y que fueron pobladas por el poder magico de la evocacién de las pala bras cuyo significado no entendiamos muy bien (y que tampoco nos preocupébamos por buscar en. un diccionario, porque no hacfa falta). Pero que, al igual que la formula magica de “abrece sésamo”, revelaban un mundo de tesoros y de posibilidades infinitas, y servian para atestiguar que estébamos en plena mar, sintiendo el olor de los sargazos, con Ja espuma que humedecfa nuestra cara, envueltos por estas palabras: — lear velas! —iRecoger la mesana! Ojalé que nuevos lectores puedan continuar viviendo esa experiencia imperecedera Notas ‘COTRONEO, Roberto. Si una mafiana de verano un aio (Carta a mi hijo sobre el amor a las libras), Extra. Alfagua~ 12, Buenos Aires, 1998, 2 BORGES, Jorge Luis. Biblio personal, Alianza Editorial, Madrid, 1988. Capitulo 9 Aventuras sin fin 1 Leimert de los grandes libros de aventuras que se convirtic~ ron en clisicos juveniles. Existié una coleccién de este tipo de historias que se llamaba Terramarear. Es un buen nombre, porque los escenatios eran muy variados y describfan peripecias en medio de la naturaleza o en los corredores y los salones de palacios. Muchas de las obras constituyen Io que se acostumbra llamar “novelas de capa y espada”. Puede que no sean una maravilla como modelos de calidad literaria sofisticada, pero si son muy agra- dables de leer, en la medida en que son un fantés- tico viaje por argumentos Hlenos de peripecias y opepeyy PBeyy ey transformaciones, asi como excelentes ejemplos de: Jo que se suele denominar como “literatura popu- lat”. Varias fueron divulgadas como folletines, es decir, que se publicaron por capftulos en revistas © periddicos (muchas veces, diariamente), y el pte blico las seguia con pasién, de la misma forma en que hoy lo hace con las telenovelas. Generalmente, los capitulos terminaban en una situacién de sus- penso, dejando al lector a la expectativa de lo que iia a acontecer. El gran maestro de ese género fue el francés Alejandro Dumas, a veces llamado Dumas padre, para distinguirlo del hijo que también fue escritor y que escribié La dama de las camelias. Dumas padre fue el autor de folletines muy emocionantes como: Las res mosqueteras, una historia que sigue encusias- mando a generaciones de lectores, con las diver- tidisimas peripecias de Achos, Portos y Aramis, y del inolvidable fanfarr6n D'Artagnan, aspirante a mosquetero del rey. La historia tuvo tanto éxi- to que el propio autor la retomé posteriormente, y escribi6 una secuela Hamada Veinte aftas desputs D’Artagnan, personaje popularisimo, reaparecié posteriormente en la obra de otros autores, como Edmond de Rostand en Cyrano de Bergerac. Dumas también escribié otros folletines per- tenecientesa ese mismo género hist6rico-fancéstico, que siguen atrayendo tanto a lectores como a espec- tadores; pues ademas de varias decenas de versiones teatrales y cinematogréficas de Las tres mosqueteras, otros libros suyos también fueron adaptados. Es el caso de La mascara de hierro y de El Conde de Monte- cristo, Estas obras estan llenas de inerigas en la corte, traiciones, fugas espectaculares, fiestas deslumbran- tes, noviazgos complicados y mucha esgrima. En materia de acci6n intensa y de mucha in- triga en ambientes histéricos, me falta mencionar dos de mis libros favoritos. Historia de dos ciudades, del inglés Charles Dickens, alterna Ia accién en- tre Londres y Paris en la época de la Revolucién Francesa. Es tan emocionante como La pimpinela escarlata, de la Baronesa de Orczy, s6lo que mucho ms complejo y mucho mejor escrito. La serie de Los Pardaillan, de Michel Zevaco, es igualmente emocionante. Esta obra, que consta de varios volti- menes, rectea toda una época histérica: transcurre en el tiempo de las guerras religiosas entre cat6- licos y protestantes en Francia, Alli se describen personajes inolvidables envueltos en situaciones emocionantes, con intentos de envenenamiento, Ss seuagpl sopra ‘80215915, ‘opeuaeyy HuEWY Puy puertas secretas, trampas que se abren de repente y lanchas que esperan en la bodega del buque para escapar por el rio Sena, Hace mucho tiempo que esta serie estd agotada y no creo que piensen ree- ditarla. Por eso dudé en mencionarla, pero es tan buena que no puedo dejar de hacerlo. Si el lector la encontrara, deberfa embarcarse en ella, porque es una maravilla, Es mucho mejor que otra serie his- t6rica francesa que continué reeditandose después, titulada A la sombra de los reyes malditos, de Maurice Druon, que termina por ser repetitiva y cansar un poco con su solemnidad. (tra Linea tradicional de novelas de avencuras es la que eranscurre en los bosques, ¢ incluye una serie muy famosa, la de Tarzéin, de Edgar Rice Bu- rroughs. Tal vez sean los libros mAs famosos de la selva de todos los tiempos, aunque distan mucho de set los mejores. Consolidaron un personaje mitico, y 80 no es poco. Pero s6lo el primer libro, Taran ade los monos, conserva su atractivo para ser lefdo hoy en dia, Las minas del rey Salomén, de Sis H. Rider Haggard, es un libro que se sostiene mucho mejor, Fue escrito poco después del éxito de La isla del te- oro (1883) y utiliza esa formula de la bitsqueda de un tesoro en un lugar remoto. Como puede verse, no llega a ser muy ori- ginal; sin embargo, su evocaciGn de los paisajes africanos es muy fuerte y atractiva, y tiene mucho sentido del humor, con algunos personajes ligera- mente c6micos. Tiene, a su vez, una segunda linea narrativa que cuenta el derrocamiento de un tira no usurpador de un trono africano y el restableci- miento del gobernante legitimo. Al mezclar esos elementos con mucha habilidad y dosificdndolos bien, ef autor logr6 armar un buen libro de accién que es capaz de Hamar Ia atencién gracias al mis- terio que atravicsa la obra. Los bosques americans son el escenario de otro clésico de la literatura juvenil, El sltimo mobi- cano, de James Fenimore Cooper, una historia que debe mucho a los encantos del protagonista, al amor por la naturaleza, a la celebracién de la liber- tad y al hecho de moserar las cosas desde el punto de vista de los indigenas, vistos por primera vez como seres amenazados y no como una amenaza. Casi un siglo mas tarde, otro escritor norteameri- cano, Jack London, también se volveria extrema damente popular gracias a su solidaridad con los petseguidos y al hecho de haber descrito la natu~ raleza con tanto entusiasmo, de aproximarse a ella souaal & ogra ‘som opeupepy eHere Pay de una forma tan intima y cercana, y con tanto fes~ ppeto, que los actuales movimientos ecolégicos ven en él a un precursor. Lobos, osos y perros en los bosques del noroeste estadounidense o de Alaska siguen conmoviendo a los lectores de B/ Hamada de la selva 0 de Colmillo Blanco. Jack London no se preocupé por dirigirse exclusivamente a un pibli- co joven, pero su celebracién de la vida salvaje, de Ja naturaleza y de la libertad, le garantiz6 una pre- ferencia por parte de esa franja de lectores. Quizé el gran clésico de Ia selva sea E/ libro de la selva (1894), del inglés Rudyard Kipling, quien rect biria el premio Nobel de literatura en 1906. Fue escrito para adolescentes y luego fue complemen- tado por otra obra suya de cuentos para nifios, que se desarrollan en las selvas tropicales de la India, llamado Historias precisamente ast. Una de las histo- rias del primer libro es la de Mowgli, el nif lobo. ‘Tal vez haya sido una de las historias de su época més amadas por los nifios y adolescentes ingleses. No es sélo la historia de un nifio, sino la de un grupo de animales con sus propias personalidades: el lobo Akela, el oso Baloo, la pantera Bagheera, el tigre Shere Khan, Criado por una manada de lo- bos, Mowgli tiene el privilegio de vivir entre estos animales en una maravillosa integracién, enten- diendo bien lo que dicen y hablando con ellos sin que sus amigos jamés dejen de ser animales, ni él, humano. Ese encanto ya no tiene Ia misma vali- dez, Ciertos conceptos, como el de la superioridad humana sobre los animales, o el cédigo masculino de conducta, son completamente obsoletos en la actualidad. Pero el libro eseé escrito de una for- ‘ma tan brillante, que todavia garantiza una buena lectura, asf tenga que ser realizada con una visi6n critica, Otro de sus libros sigue siendo fascinante: Kim, una delicada novela de iniciacién, en la que un nifio acompafia a un hombre santo al Tibet y, poco a poco, aprende de él la sabiduria de la vida. Correr riesgos y enfrentar peligros no es pri- vilegio de los personajes de los libros de aventuras. Existen otras dos familias de historias que tratan directamente estos aspectos, pero que, en rigor, no pueden ser clasificados en esta categoria La primera esté conformada por los libros que exploran el miedo y, su extremo, el terror, Los mejores libros de este género van mucho més alla del recurso exclusivo de un arsenal de trucos pre- visibles y de efectos repetidos que constituyen el repertorio tradicional, En realidad, algunos de es- souagl {sop “son8915) tos clésicos dieron origen a un nuevo género y me- recen set analizados con profundidad y atencién. Son lecturas que no se limitan a un mero desfile de escenas aterradoras, sino que estén muy bien construidas, se internan en el alma humana y en la ambigua convivencia del bien y el mal. Es el caso de Frankenstein, de Mary Shelley, o de E/ Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886), de Robert Louis Stevenson, dos: verdaderas obras maestras, fibulas de la ciencia pervertida, cuestionamientos sobre 1a capacidad humana de domar sus monstruos, exploracién de nucstra propia duplicidad mental, apoteosis de los conflictos susceptibles de ser creados por la inteli- gencia y por la imaginacién. As{ mismo, Drécula (1897), de Bram Stoker, es muy interesante, con su personaje mitico y seminal, construido a partir de las leyendas de vampiros. El jorobado de Nuestra Seiora, de Victor Hugo, aunque persiga un am- biente gético y algo tétrico, se sitta en otro géne- ro, mucho més leve y litico: el del romance histé- rico que cuenta una historia de amores dificiles y dolores causados por prejuicios de todo tipo. 3 Indispensables también son los cuentos de Edgar Allan Poe. Bl gran escritor argentino Jor- ge Luis Borges dice que la literatura actual serfa inconcebible sin Poe, y probablemente tenga ra- z6n. Bl poeta francés Charles Baudelaire decfa que todas las noches le rezaba a Poe, como si fuera su patrono. Considerando a Ja literatura como una construccién mental (y no como una sdbica inspi- racién espirieual), Poe alters las coordenadas con las que se abordaba el quehacer literario y preparé al pablico para la revolucién moderna. Varios de sus cuentos, como Manuccrito encantradn en una bo~ tella, exploraron la literatura fantéstica y abrieron caminos para todos los escritores posteriores, Otros cuentos como Les orfnenes de la calle Morgue no s6lo creaton un nuevo género, el de las historias de de- tectives, sino que propusieron una nueva forma de leer ficcién en la que se desconfia de lo que dice el autor, en la que se deben buscar pistas y elaborar en nuevos términos el pacto de “la suspensién del descteimiento” del que hablaba Coleridge y que ya hemos mencionado. Todos los autores de novelas policfacas que implicitamente les piden a sus lec- totes que los acompafien en el desciframienco de tun misterio son hijos directos de Poe. souaag! A sgt ‘S029 Entre esos seguidores hay algunos clésicos también. Arthur Conan Doyle es uno de ellos. Fue el cteador de Sherlock Holmes y de un tipo de narrativa con una dindmica propia, que también. cjerceria una gran influencia en la forma de narrar historias, El gran novelisea inglés John Fowles! tiene tun hermoso estudio sobre la forma en que Conan Doyle resuelve una tensién permanente de la nove- la, que es la incompatibilidad natural entre el di logo y la narracién; el conflicto entre lo que quie~ re el autor y lo que quiere el lector. Por eso, hay quienes, al leer, omiten los fragmentos del diélogo realista en donde no sucede nada, mientras que cottos se saltan las descripciones. Fowles muestra c6mo Conan Doyle excluye de la conversacién casi todo lo que no permita el avance de la narracién co aquello que no revele aspectos del personaje que impulsen la accién. A continuacién, ya que él se apoya tanto en el didlogo, inventa un juego perma- nente de visiones opuestas para su historia, hacien- do conversar a dos personajes de temperamentos antitéticos: el agudo detective Sherlock Holmes y su crédulo amigo Watson. Eso le permite estable- cer contradicciones y dar pistas falsas, incitando al lector a seguirlas. A continuacién, utiliza otro recurso moderno: se acerca totalmente a la acci6n, Ja comenta de cerca, la muestra en close-up, elabo- 1a dilogos inmediatos sobre todo, pero se niega a presentar una distancia que permita una visién global y sitvie todo en perspectiva. Con ese truco, reserva ese movimiento (el de mirar desde lejos) para el final. Slo en el momento de la solucién final del misterio, es que todas las piezas encajan. ‘Me extiendo en la repeticién de estos comentarios cxiticos porque creo que nos ensefian muchas cosas sobre el modo coneemporineo de leer, al observar la estructura de la narracién como si el texto fue- se un poco transparente y nos permitiera ver su esqueleto. Es un enfoque que revitaliza todas las obras antiguas, confiriéndoles un estado de nove- dad al ser lefdas de ese modo. Creo que gran parte de la vitalidad y vigencia de los grandes libros no esté en que estén acaba- dos y cerrados, sino, precisamente, en el potencial de lecturas que permiten. De ahf que una discu- si6n sobre los clisicos no pueda confundirse con una lista de lo que debe leerse, ni limicarse a una defensa de por qué estos deben permanecer entre nosotros. Estas reflexiones s6lo pueden adquirir un spuoag! & sogre 020591 = opeyaeyy rey euy sentido completo si también le prestamos atencién ala forma en que leemos. Cémo leer? Esa es una gran pregunta que nos hacemos constantemente cuando nos adentramos en los libros esenciales. Leer criticamente es una de las respuestas. Significa que no leemos para coincidir en actitud reverencial, ni tampoco para disentir ni refurar en un desafio eterno. Para mi, ese aspecto se parece mucho a lo que siento cuando converso con algu- ‘0s ancianos maravillosos que amo y admiro mu- cho. Por eso, muchas veces me parece que la tal llamada lectura critica de los clisicos puede tener que ver con una lectura amorosa; pero que, tam= bién, dicha admiracién siempre vaya de la mano con un contrapunto critico que actualice la lec- tura, y que esta constituido por todo el bagaje de lecturas que cada lector trae a ese encuentro. Esto conduce a otra actitud fundamental: aquella de leer de forma contextualizada, es decit, entendiendo la época, sin tener actitudes contem- pordineas o de una manifestacién culeural de otto tiempo y otra sociedad. Asi, seria inttil rechazar Las mil y una noches con el argumento de que tie- ne cuentos sexistas; a Robinson Crusoe, porque €s mercantilista; a Mark ‘Twain, porque utiliza la palabra nigger (peyorativo para referirse a los ne- gt0s); oa Emnest Hemingway porque era machis- ta, Quien sale perdiendo con esa intolerancia es el propio lector, Una de las consecuencias de esta contextua- lizacién esté relacionada con la posibilidad que tiene el lector contemporéneo de incorporar una gran riqueza a sus leccuras: el recuerdo de ottas y la consciencia de la red liveraria que conforma la literatura; de los posibles dings que puede realizar. Gracias a esto, el lector tendré cada vez una ma yor capacidad de leer con irunfa ¢ imaginacién, lo que exige un cierto nivel de acencién, asi como la capacidad de tener ideas contradictorias, como nos recuerda Harold Bloom. Ese conjunto de actitudes lectoras aumenta enormemente el placer de leer y el estado de exal- tacién de la inteligencia provocado por un buen libro. Significa leer con profundidad, ejerciendo plenamente esa extraordinaria caracterfstica cere- bral de Ia especie huniana que nos hizo posibles la lectura y Ia escritura. Leer con disposicién de encontrar la otredad, de enfrencar cambios y dife- rencias, pero con la mente limpia de prejuicios y de consignas, de tal suerte que no deseemos buscar souaap{ & soura ‘S015. opepeyy Heyy ey mensajes, moralejas o recetas de vida. Este es uno’ de los grandes principios de la lectura para Harold Bloom: “No intentes mejorar a los dems con las Jecturas que has elegido o con la forma en que las. lees". Es decir, que si queremos mejorar a alguien, primero tenemos que mejorarnos @ nosotros mis- mos. En otras palabras: no existe una ética de la lectura. La propia superacién de la mente y del es- piritu constituye de por si un verdadero proyecto. No hay necesidad de transformar a la leceura en un’ acto utilitario o en una herramicnta del activismo, Los lectores que se mejoran a sf mismos estarén mejorando asi a su pais y al mundo. No necesitan caer en el fundamentalismo de querer convertir a los otros a sus lecturas u opiniones. Leer bien es ser mas tolerante y humilde, aceptar la diversidad, estar dispuesto a tolerar la diferencia y la diver- gencia, y no lo conerario, Por ello, ninguna de estas reflexiones y con- sideraciones presupone que el placer de la lectura tenga que convertirse en una marafia intelectual y ‘que deba implicar la pérdida del deseo. Al contra- tio, ese deseo se confunde con el impulso narrativo que empuja la lectura hacia adelante y que per- mite que la acci6n avance. De ahi nuestra sed de tramas, de buscar un significado en la narraci6n, y nuestra permanente valoracién de la competencia del autor para narrar bien. De ahi, también, toda esa larga referencia a Bloom y a lo que Fowles es- cribié sobre Conan Doyle y sobre el modo en que las novelas de Sherlock Holmes contribuyeron al género detectivesco. Ese género no sélo nos reve- la quignes son los criminales, sino que también nos muestra que, en una buena narracién, nada es inocente, pues se trata, en definitiva, de grandes aventuras del espiritu, mG souangl & sours ‘S025 Notas * FOWLES, John. Obra citada. Capitulo 10 Emociones cotidianas Aisa ees acetiscrt erro ron al lector y le dieron la posibilidad de transpor- tarse a tierras exéticas y a situaciones fantasticas, cn las que la diversién estaba garantizada. Pero también ha existido otra clase de libros en los que la realidad cotidiana estaba presente y venia car- gada de emociones; como si de algiin modo fuera necesario recordarles a las personas que las expe- riencias intensas que le dan significado a la vida no tienen que ocutrir necesariamente lejos de casa y que cada persona puede vivir una situacién de una complejidad psicolégica enorme; que cada familia puede vivir un drama muy intenso; que cada ciu- dad esta lena de tragedias sociales; que cada calle 15 opeupeny eHEHY POY es cruzada todos los dias por personas que tienen’ suftimientos y alegrias, miedos y suefios, por per- sonas que, a fin de cuentas, son s6lo eso: personas. Mark ‘Twain, uno de los mas destacados an~ tores de obras clisicas de la literarura juvenil, no tuvo necesidad de irse lejos para que sus personajes conquistaran el coraz6n de los lectores. Bast6 con ubicar a dos nifios en su paisaje natal, a las orillas del rio Mississippi, y contar las aventuras que alli les sucedian, La fuerza de su obra proviene del sen- tido de observacién critica de la sociedad circun- dante, desde el punto de vista de los protagonistas j6venes y de un modo que nadie se habia atrevido a realizar hasta ese entonces. Y todo esto con un lenguaje nuevo, cuidadosamente elaborado, tras escuchar atentamente la forma en que se expre- saban las personas de su entorno. Las aventuras de Tom Sawyer y Las aventuras de Huckleberry Finn son libros deliciosos, especialmente el segundo. Nunca olvidaré la sensacién de apertura infinita que me brindaron, como si yo también pudiera salir, nave- gar rfo abajo y conquistar el mundo, remar hacia la liberead y ayudar a liberar a un esclavo profugo. Luego de haber leido toda la obra de Monteiro Lo- bato, necesitaba de algunos libros como estos, que me hicieran sentir en casa y que también pudiera habitar. La obra de Mark Twain me dio eso y mu- cho més. Devoré todo lo que escribié, e incluso recientemente tuve la alegria de traducir Un ase- sinato, un misterio y una boda, wn. maravilloso libro inédito, recién descubierto. ‘Muchos de los mejores escritores norteameri- canos del siglo XX, desde William Faulkner hasta Ernest Hemingway, celebran a Mark Twain como cl gran fundador de la ficcién de su pais, eras ha- ber escrito Las aventuras de Huckleberry Finn, Pero Jo que hace de este un libro tan importante no es un ciimulo solemne de elementos grandiosos, sino la sucesién de momentos reales, de episodios divertidos y emocionantes, de descripciones vivi- das, de dialogos concretos y, sobre todo, el punto de vista bien construido de un adolescente que va descubriendo el mundo, que se cuestiona sobre lo correcto y lo incorrecto, y que cuenta esa histo- ria con toda la naturalidad posible; es decir, a su manera, de la forma en que ve las cosas y que no necesariamente es la que tiene el lector. Esa dis- tancia del punto de vista adolescente permite una lectura de una riqueza raramente alcanzada, como cuando, por ejemplo, Huckleberry Finn cree en un souaap{ & souyu ‘S00 opeuzeyy eimeyy eoy embustero que, al contrario, no puede engafiar a los leccores; 0 cuando se ve obligado a tomar una’ decisién moral que est més all de su tiempo y que no percibe, pero de la que todos desconfiamos, porque vivimos después de él. Es un libro exce- lente, que todo el mundo tiene derecho a leer. Si todavia no lo ha lefdo, corra a buscarlo, Al otro lado del Adéntico, otro gran escritor también fue extremadamente popular algunos afios antes, luego de escribir historias realistas con algue nos destellos de humor. Sélo que el inglés Charles Dickens no pretendia dirigirse al piblico infantil © juvenil. Sin embargo, como algunos de sus libros tienen personajes infantiles 0 adolescentes (al me- nos, al comienzo de los libros), este autor logeé cau- tivar en gran medida a los j6venes lectores. Descubrir a Dickens también me desperté el deseo de leer en serie. Queria leer sus libros, uno tras otro, hasta leerlo todo, lo que no era fécil,, pues fue un escritor muy prolifico y algunos de sus libros (como David Copperfield) son bastante ex- tensos. Pero lef los mas importantes. Entre ellos, recomiendo Oliver Twist para la iniciacién de jéve- nes lectores. Es un libro muy triste que nos hace llorar con facilidad, pero que es excelente. Cuenta Ia historia de un chico pobre y huérfano, criado en un orfanato en donde lo maltratan y lo explotan. Es uno de esos libros que uno no puede soltar, en donde el lector vive los miedos y temores de un nifio que huye del maltrato y que se va a la calle, tratando de sobrevivir a toda costa y de escapar a Ja maldad de los adultos que intentan explotarlo y confinarlo a la marginalidad. A veces logra ser cémico y, otras, desolador, pero siempre permane- cerd incrustado en el coraz6n del lector. Asi como Los miserables, del escritor francés Victor Hugo (y como Gapitanes de arena, de Jorge Amado), es un libro que emociona, que despierta nuestra solida- ridad, nuestra repulsién, y que nos produce deseos de hacer algo al respecto. A Brasil, especificamen- te, le ensefia que los paises actualmente desarrolla- dos, como Inglaterra y Francia, también tuvieron problemas con sectores de su poblacién que vivian en la escasez, sin techo, y cuyos nifios vivian ro- bando en las calles; que también fueron paises con unas pésimas condiciones carcelarias, y en donde sucedian todas esas tragedias que nosotros pen- samos que s6lo pertenecen a nuestro tiempo. En aquella época, ademas, esas naciones tenfan colo- nias, y muchos otros paises trabajaban para ellos. i 5 opeypey Ee ey Dickens no fue un autor de literatura infan- til o juvenil, sino un ejemplo més de un escritor que los adolescentes incorporaron a sus leccuras Otro de estos esctitores, también de la Inglaterra del siglo XIX, es Charlotte Bronté, quien escribié Jane Pyre, Fue un libro que lei y relet cuando tenia trece afios, y que me encant6. Hace pocos afios, en una relectura, descubri cosas interesantisimas que se me habjan escapado en aquel entonces y que le confirieron una nueva dimensién que yo ni siquiera sospechaba. Pero recuerdo perfectamente la forma en que, durante mi adolescencia, me con- movié la historia de la jovencita que se ganaba la vida como nifiera y que va a dar a una casa Ilena de misterios, gritos en medio de la noche, con una loca en el s6tano, y que acaba viviendo un romance prohibido y un tragico incendio. Me gusté tanto ese libro, que descubri que Ja autora tenia una hermana que también era es- ctitora; se trata de Emily Bronté, quien escribié Cumbres borrascosas. Ese libro me proporcioné una de las lecturas més hipnotizadoras de mi adoles- cencia. Quedé obsesionada con los personajes, principalmente con Heathcliff, su fascinante pro- tagonista. Yo no sabia si él me apasionaba o me asustaba, pero lo cierto es que yo sofiaba con él. La sieuacién era casi semejance a la de otros libros, la de la muchacha que va a trabajar a la gran man- si6n, Pero la atmésfera del libro es insuperable, con elementos géticos y Itigubres, en medio de un paisaje agreste y misterioso que incorporé para siempre en mi imaginario los pantanos cubiertos de neblina, los brezos en el erial (cuve que buscar el significado de esas palabras en el diccionario, pero esto s6lo aumenté el encanto del libro), los vientos desencadenados y constantes, y toda una atmésfera impregnada de memot is terribles, de un dolor profundo, de la tentacién de vencer el suftimiento por el amor, Brezos y etiales y grandes mansiones oscu- ras y ldgubres también reaparecieron en la obra de otra autora, Frances Hodgson Burnett, aunque a un nivel cocalmente diferente. Bila escribfa exclu- sivamente para nifios, y tuvo mucho éxito desde el comienzo con E! pequeito Lord (1886). No era mi bro preferido, y atin me parece un poco comercial, repetitivo y previsible, pero sus otros dos libros, escritos mas de veinte afios después, muestran su madurez como escritora y mantienen vivo su in- terés para los lectores; lo que tal vez explique que souapl sor ‘021915, opeyzeyy euey Puy ambos hayan sido recientemente adaptados al cine y hasta en un musical de Broadway. Me refiero a La princesita (1905) y a El jardfn seceto (1911), este {iltimo directamente influenciado por Jane Eyre, los cuales traduje al portugués. A pesar de hacer concesiones a ciertas fSrmulas ya consagradas an- tes (por ejemplo, el tema de La Cenicienta, 0 el de la victoria de los mas jévenes) y de revelar un cier= to sentimentalismo tipico de su época, la autora ogra crear unos personajes infanciles fuertes, re- beldes e independientes, y apostarle a la capacidad. de redimirse, no séla de la pobreza y de la enfer- medad, sino de la represién en todas sus formas. Los nifios son actores de la narracién; los criados ocupan papeles centrales; la naturaleza desempefia una funcién esencial, casi divina. Esos aspectos ga- rantizan su modernidad, a pesar del tono frecuen- temente melodramstico y de una cierta nostalgia colonialista, propia de la época Hablando de melodramas, no hay nada que pueda superar a Poliana (1913), de la autora norte- americana Eleanor H. Porter. Por més que una mi- rada adulta pueda encontrar insoportable el opti- mismo azucarado que tiene ese clisico infantil, es impresionante ver c6mo, hasta la actualidad, sus inyecciones de esperanza contintian tocando lecto- res de ambientes y clases sociales completamente diferentes, cal como lo he podido comprobar con varios lectores de muchas regiones del Brasil. El libro natra la historia de una chica que sufre un ac- cidente y que queda paralitica. Aunque es huérfana y ha sido criada por una tfa solterona y malgenia- da, acostumbra buscarle el lado bueno a las cosas. Tas pruebas de su permanencia en el imaginario popular estén en expresiones que son ampliamente utilizadas en el Brasil, como una que, traducida li- teralmente, dice “hacer la Poliana”. También, por el sorprendente ntimero de nifias bautizadas con ese nombre, en honor a la herofna, muchas veces conocida apenas por las versiones cinematogrificas de la historia La obra de Louisa May Alcore, otra escritora norteamericana, y que casi siempre transcurre en el ambiente doméstico, ha sido Ilevada al cine con mayor frecuencia, El més famoso de sus libros es ‘Mujerctas (1868), aunque sus lectores suelen bus- can los tres voltimenes que le dan secuencia a esta obra, Ellos quedan encantados afectivamente por su cflido universo de unién familiar, a pesar de Jas privaciones que viven sus personajes. Sin em- souangl A sour ‘$0019919 5 a OPEN PEAT EY bargo, una mirada mas acenta revela que hay mu- chos otros elementos cautivantes en esca historia de cuatro hermanas que deben sobrevivir al lado de su madre, mientras que su padre va a la gue- tra. Ante todo, esti la fuerza de los personajes, que son diferentes encre si, pues cada nifia tiene sus Propias caracterfsticas y no son precisamente un ‘manantial de cualidades. ‘Todas tienen algéin de- fecto (egoismo, codicia, vanidad, timidez excesiva, rebeldia), lo que las aproxima al lector, permitien- do una identificacién sutil, como pocas veces se vio hasta entonces en las lecturas juveniles, ya que tara vez un autor de ese género se habja atrevido a asignarles defectos a sus protagonistas. Ademés de esto, al hacer de Jo Marsh una aspirance a escrito- ta, la autora crea un espacio inusitado de discusién sobre la propia escritura y sobre las convenciones teratias predominantes, lo que puede compararse con lo que hizo Mark ‘Twain (aunque con recursos diferentes) al transformar al escritor Julio Verne en un personaje de Un asesinato, un misteria'y una boda, 0 al acentuar en Tom Sawyer el gusto por las exageradas acciones de las novelas de aventu- tas, haciéndole citar a Dumas y a Cervantes entre sus hétoes. Esa posibilidad de hacer que un libro dialogue con otros y de contestar o reforzar la tra- dici6n literaria, eso que hoy Ilamamos interfextua~ lidad, es un aspecto muy moderno de Mujercitas, que confirma que la obra va mucho més all de un simple drama doméstico convencional. Entre los libros posteriores y contempord- neos que se ambientan en un escenario doméstico 6 de aventuras cotidianas, se podria decir que al menos dos autores adquirieron la categoria de clé- sicos que les garantizan a los j6venes una lectura fascinante. El primero de ellos es J.D. Salinger, autor de El guardian en ef cnteno. Sin duda alguna, es un salto grandioso en relacién con esas obras de las que estamos hablando. Y no s6lo en el tiempo, al haber sido publicado en 1957; también constituye un punto de ruptura en el lenguaje, en el punto de vista, en el cardcter problematico del protagonista Holden Caulfield, uno de los personajes mas influ- yentes del siglo XX. Tal vez ningiin otro libro que describa lo cotidiano haya tocado tanto el alma de los lectores adolescentes en los tiltimos cincuenta afios como este, Es un libro sobre la transgresién, tipica de un adolescente normal e igual a tantos otros, que busca desesperadamente la generosidad 0 HOD souaag( & sour ry Ope SET BOY y su lugar en el mundo. Ya se ha dicho de esta obra que es un verdadero tratado contra el egofs- mo, pero también lo es contra la mediocridad y la hipocresfa; s6lo que se da en lo que parece ser una simple conversacién, algo dicho en los términos en que la gente habla todos los dias, cambiando de un tema a otro mientras cuenta las cosas que le sucedieron, y que se desvfa cada vez que se hacen comentarios sobre el mundo y criticas a la socie~ dad por el modo en que esta pasa por encima de los jévenes. Es la historia de una fuga: Holden es expulsado del colegio y, en lugar de irse a casa a cenfrentar a sus padres, camina sin rambo por las calles de Nueva York, conversa con todo el que se encuentra, recnerda episodios pasados, tiene ideas divertidas, y también se entristece y se preocupa por cosas que la mayorfa de las personas olvidan. No resumiré mas, pero puedo asegurar que es uno de los mejores libros que he leido. Es un libro transformador, en donde el lector termina siendo una persona diferente a la que era cuando comenz6 a leerlo. Jamis, en todos los afios que estuve en la librerfa, conocf a algiin lector joven que se hubiera decepeionado de El guardicin en e centeno. Mis hijos Jo han lefdo varias veces con entusiasmo, en me- dio de sorpresas y de nuevos descubrimientos; es la huella que deja un gran clasico como este. ‘También creo que dentro de algunos afios se hablar de Katherine Paterson, la ganadora del premio Andersen de 1998, como una autora clé- sica, Algunos de sus libros estén publicados en Brasil, como la candente historia de rivalidad y sufrimiento Jacob Have I Loved, o la sensible ela- boracién de la muerte de un amigo, A Bridge 10 Terabithia, Estas dos historias transcurren en los tiempos actuales, en el ambiente de una familia normal, con todos sus problemas. Tienen un len- guaje vivo y contemporaneo y un punto de vis- ta narrativo adolescente que est perfectamente construido; por lo demés, la creacién de los per- sonajes es increible, hasta el punto de producirnos un nudo en la garganea. La inmersién en historias que suceden en la cotidianidad suele transformar al lector joven al hacerlo ver de un modo diferente la realidad que lo circunda, Ademés, esta lectura le ofrece un gran regalo, pues lo prepara para un encuentro poste- rior con los grandes maestros de la novela realista, uno de los platos principales del gran ment lite- rario de la narrativa occidental. En general, estos souaaol & sopre ‘021915, opeymeyy Heyy ey no son libros para ser leidos en versiones abrevia- das; pero es a partir de estos contactos placenteros con las historias cotidianas que muchos lectores se sentirin en capacidad de explorar las obras de grandes maestros como Balzac, Flaubert, Ega de Queirés, Machado de Assis, Thomas Hardy, Tols- toi, Dostoievski, Chejov y tantas otras obras que constituyen la riqueza de nuestro inmenso tesoro literario, Capitulo 11 Clasicos infantiles de verdad Ge, todas los libros que hemos comen- tado hasta ahora no fueron escritos para el piibli- co infantil, aunque los lectores jévenes se hayan apoderado de varios de ellos 0, por lo menos, de algunas versiones abreviadas de dichas historias. Pero existen también los grandes clésicos infanti- les que fueron concebidos especialmente para esta etapa de la vida. De modo general, fueron escritos a partir de la segunda mitad del siglo XIX, en tuna época que se extendié hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Muchos estudiosos definen esta época como “la edad de oro” de la literatura infantil, porque fue entonces cuando este género se diferencié claramente de la Literatura para adul-

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