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Cuento para Comunicació n Social

Solemos decir que la vida es una montaña rusa, por todas


esas subidas y bajadas que puede llegar a tener, una
diferente a la otra, más corta o más larga lo importante es
saberla disfrutar con quien tienes al lado.
Gabriel era un chico que perdido en su cabeza, recordando
de cuando era un niño y lo feliz que se sentía con tantas
personas buenas que lo rodeaban, hundido en la nostalgia
sus lágrimas empezaron brotar de sus ojos y con una
pequeña sonrisa dijo:
-(SUSPIRO) Que buenos tiempos…
En los que no me tenía que preocupar por tantas cosas de
mí vida.
Mientras miraba una foto de su abuelo con él en sus brazos,
las lágrimas empezaron a brotar aún más de sus ojos, ya
sumamente perdido en la tristeza de ese momento dijo:
-Cuanta falta me hiciste en esos tiempos en los cuales sentía
morir por dentro y que solo quería terminar con todo
aquello… Con el poco tiempo que te pude disfrutar como
abuelo, pude aprender de todas tus acciones y gracias a
muchas de ellas aún estoy de pie.
Derrotado por todo eso comenzó a recordar un amor de
adolescencia.
Que en ese momento deseo conocer mejor poder y
disfrutar de su cercanía.
Con el pasar del tiempo su deseo se cumplió, ella comenzó a
acercarse a él, con toda simpatía hablaron hasta que se
tuvieron que ir, sin antes obvio pedir su número de
teléfono, al llegar a su hogar él no dudo en comenzarle a
hablar, siguiendo el tema que había quedado pendiente, él
aún con su entusiasmo de poder estar a su lado la
entretenía con su humor tan vasto y haciéndola reír a cada
rato.
Mientras hablaba con ella las horas parecían ser minutos
que él disfrutaba sin perderse ninguno.
Habían pasados semanas y era tal el buen trato y la
confianza que incrementaba a cada rato que pasaban
juntos, que se decidió a decirle lo que sentía por ella…
Gabriel:- (Nervioso) Eeh… Nos llevamos tan bien y la
pasamos muy bien juntos que se me ocurrió pedirte algo…
Te… te quería decir que seas mi novia…
Ella: -(Suspiro) Es poco tiempo el que llevamos hablando, y
si, tienes razón, la pasamos muy bien juntos pero no estoy
segura de querer estar contigo…
Devastado por la respuesta, no tuvo otra que despedirse y
emprender el camino a casa.
Estaba bastante perdido en las letras de las canciones que
se reproducían, hasta que empezó: BUROCRATAS DEL
AMOR.
Repitiendo cada frase de la letra, se comenzó a centrar más
en una que decía: “Te doy todo, hasta un día que me quede
por vivir”.
Gabriel: ¿Algún día pagaremos por amor…?. Me asusta con
solo pensarlo.
Me dijo que no y porque deprimirse, no perdí nada.
Convencido de que lo que hizo no era nada malo sino un
impulso de sus sentimientos por alguien que quería
demasiado. Con una pequeña sonrisa, llego a su casa y
olvido lo que había sucedido al salir de la escuela y comenzó
a hablar con ella con el mismo entusiasmo que siempre
tuvo.
Mientras hablaban y reían, ninguno mencionaba lo que
había ocurrido…
Pasaron los meses. Y ellos seguían igual de unidos como
siempre, saliendo a desayunar o merendar en la única plaza
que los conoció juntos.
Hasta que una tarde ella estaba nerviosa y un poco callada
que de costumbre, él seguía con sus juegos y tratar de
hacerla reír, hasta que se decidió a preguntar:
Gabriel: -¿Estás bien? ¿Quieres que no vayamos a otro
lado?
Ingrid:- No, estoy bien, pasa que estoy un poco nerviosa…
(Silencio corto entre los dos)
Ingrid:- Es que te quería preguntar algo… No sé si te
acuerdas que hace mucho vos me pediste algo.
Un poco perdido, Gabriel comenzó a recordar todas las
cosas que le pidió y en ningún momento se le paso por la
cabeza lo de ser su novia
Gabriel:- Te pedí tantas cosas Ingrid que ni me acuerdo ya
Ingrid:- No importa ya. Te lo voy a decir yo…
Te quería decir que este tiempo a tú lado fue maravilloso,
de las cosas que hablamos o del tiempo que pasamos o de
las veces que me consolaste cada vez que lo necesite, esos
momentos que guardo con tanto amor, derivan a una
simple pregunta: ¿Quieres ser mi novio?
Gabriel no contesto, solo se acerco y mirándola a los ojos le
dio un beso que respondió a esa simple pregunta.
Gabriel (ADULTO) (En voz alta):- Los momentos inolvidables
que pase a tu lado, todas esas horas que me hiciste el
hombre más feliz del mundo y esas palabras cursis si no
fueran por lo que sentíamos.
Pequeño silencio… SUSPIRO
Gabriel (ADULTO):- Mientras en nuestra cama me acuesto,
miro nuestros recuerdos de días que después de ese beso
fueron cada vez mejor. Una gran responsabilidad me
dejaste tras tu partida, una pequeña luz que mi vida ilumina
como lo hacías tú.
Eso cómo si al mirar sus ojos te viera a ti y al abrazarla ella
con su tierna voz me dice TE QUIERO PAPÁ.

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