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Ejercer la docencia:
¿vocación, trabajo, profesión, oficio?
Lea Fernanda Vezub
Profesora e investigadora
Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación
Universidad de Buenos Aires
Consultora del IIPE/UNESCO, Buenos Aires
Varios autores han señalado que los cambios sociales, políticos, económicos y culturales
vividos en la Argentina particularmente a partir de los años noventa
han hecho estallar las representaciones que por décadas consolidaron nuestras imágenes
de lo que es ser docente, ser alumno. Esto produjo la erosión de los pilares
y las matrices fundacionales de la escuela (Duscha- de la educación, ni convivir en las aulas con los pro-
tzky, 2001; Dubet, 2004; Redondo, 2004) y alteró blemas derivados de la pobreza y la exclusión social.
profundamente las características que el trabajo Los alumnos en situación de riesgo, con configura-
docente asumió a partir de la modernidad. ciones familiares diferentes a la estructura clásica y
Dubet (2004), al analizar el caso francés, señala dominante, que compartían su escolarización con
que el ejercicio de la docencia se ha convertido hoy el trabajo o con las actividades delictivas, eran ex-
en un trabajo mucho más difícil de realizar que cepciones y no la norma. Cuando estas diferencias
hace algunos años. Bastante más complejo que en se hacían presentes el patrón homogeneizante y
los orígenes de los sistemas educativos, cuando los unificador de la escuela las ignoraba o excluía, dado
principios y valores fundamentales del programa que la idea de igualdad era interpretada en términos
escolar moderno no se cuestionaban y por lo tanto de homogeneidad (Dussel, 2004).
otorgaban legitimidad, protección y seguridad a la Las escuelas, en tanto que instituciones de con-
tarea del docente. currencia masiva y obligatoria, no están al margen
La comunidad docente parece añorar nostálgi- de la conflictividad social, de la crisis de proyecto
camente aquella época “de oro” del oficio en la cual futuro que atraviesan los jóvenes, del deterioro de
no había que justificar la legitimidad de la acción los lazos sociales, ocurridos en un contexto de deso-
pedagógica ni negociar la autoridad con los alumnos; cupación, pobreza y exclusión social que afecta a
no era necesario “seducirlos”, convencerlos de la vastos sectores. Completa este panorama el reciente
importancia de estudiar. Tampoco los docentes “de proceso vivido de achicamiento del Estado, el retro-
antes” tenían que interactuar con los rasgos culturales ceso de su capacidad de regulación y de articulación
y sociales que hoy configuran a los nuevos sujetos simbólica de lo social.
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Podemos decir que desde los inicios de siglo emplazo del docente laico, funcionario del Estado
xx hasta los años ochenta de ese mismo siglo las pero con identidad apostólica, se diseñaron y apli-
familias creían en la escuela y confiaban en los caron formas de racionalización y tecnificación del
resultados de la educación como factor clave para trabajo docente. Frente a la creciente masificación
lograr la inclusión y movilidad social ascendente. y extensión de la escolarización, la apuesta por un
De ahí que frente a los crecientes procesos de currículum estandarizado, programas detallados y
exclusión muchos se hayan aferrado a esta idea paquetes instruccionales elaborados por expertos
intentado sostener a la escuela como la “última sedujo a muchos especialistas y penetró fuertemente
frontera de lo público” (Redondo y Thisted, 2000), tanto en el sistema de formación docente inicial
escenario privilegiado de la presencia del Estado, como en los dispositivos de capacitación en servicio
de la aplicación de políticas compensatorias y de- (Davini, 1995).
mocratizadoras. Este modelo promovió la eficacia a través del
Mientras el programa escolar de la modernidad entrenamiento de las habilidades técnicas e instru-
duró, la formación del docente pudo apostar más mentales del docente, de la transmisión de esquemas
a las virtudes morales y a las cualidades personales universales, fáciles de reproducir e implementar, en
del maestro que al entrenamiento de sus saberes detrimento de sus capacidades intelectuales, de su
científicos y pedagógicos. Los rasgos fundantes del autonomía profesional y, fundamentalmente, de la
oficio docente consolidados en el modelo norma- construcción de un sentido en torno a la tarea de
lizador triunfante en la Argentina (Alliaud, 1992; enseñar.
Birgin, 1999; Vezub, 2002), cuyos principios fueron Tedesco y Tenti (2002) señalan que la tensión
la vocación, el sacrificio, el papel redentor, sagrado y entre los dos paradigmas que estructuraron el trabajo
civilizador del maestro, están en crisis. No obstante, del maestro —el de la vocación y el apostolado,
debemos considerar que: versus el del oficio aprendido— hoy continúan pre-
sentes en las representaciones y la conciencia práctica
en las condiciones objetivas y también en la sub- de los docentes. A estos dos modelos estructurantes
jetividad de los actuales maestros y maestras, se de la identidad docente se sumó la imagen del tra-
esconden rasgos propios de las etapas históricas y las bajador militante promovida por los movimientos
identidades colectivas generadas en el pasado (Núñez de sindicalización de la docencia producidos en los
Prieto, 2004: 73). años setenta. Esta identidad reivindicó un lugar para
los docentes al lado del conjunto de los trabajadores
Las identidades que posteriormente cuestionaron asalariados, cuestionó las visiones idealizadas y ro-
esta imagen vocacional del docente revindicaron la mánticas de la docencia, reivindicando el derecho a
idea de un docente trabajador y/o profesional. Más la huelga, a la lucha por la mejora de las condiciones
incierta parece ser la identidad futura del maestro salariales y laborales.
del siglo xxi. Quizá por ello en el campo de la for- En la actualidad, la idea de la docencia como
mación docente actualmente podemos encontrar trabajo es resignificada en el contexto de los cre-
una proliferación de listas que no siempre coinciden cientes índices de desempleo y de los procesos de
entre sí acerca de los saberes, las competencias, ha- flexibilización y precarización de las relaciones
bilidades básicas y estándares que deberían orientar laborales. Esto motiva a muchos jóvenes a elegir
la formación y el desempeño de los docentes.1 la carrera docente, y a otros ya adultos a retornar a
ella en tanto que resulta ser un empleo con salario
El discurso de la profesionalización escaso pero estable y con una serie de beneficios
Desde mediados del siglo xx, y particularmente sociales todavía vigentes para los empleados estatales
en nuestro país a partir de los años sesenta, en re- (Alliaud y Davini, 1997; Birgin, 1999).
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Las políticas públicas a través de las reformas una importante función socializadora y disciplina-
emprendidas en la formación docente durante los dora, tareas que por lo general escapan a la lógica
años noventa en diversos países han instalado y racionalizadora y científica.
extendido el modelo profesional como reemplazo Por otra parte, el profesionalismo evoca las
del vocacional. La idea de que es necesario dotar imágenes de las profesiones liberales, ligadas a la
de profesionalismo a la tarea docente se funda en autonomía, el prestigio, estatus y alto reconoci-
tres pilares básicos: el conocimiento científico de miento social. Sin embargo, actualmente no parece
la enseñanza y su dominio técnico, la responsabi- existir una relación tan directa entre la adquisición
lidad por los resultados de su tarea y la necesidad de rasgos profesionales y el logro de estatus. Entre
de constante perfeccionamiento.2 El proceso de los años 1997 y 1999, en el marco de las políticas
profesionalización se verifica, por ejemplo, en los públicas de capacitación vigentes, la formación
siguientes procesos: permanente de los docentes fue concebida como
una tarea clave de los procesos de reforma educa-
• La prolongación; mayor duración de la for- tiva y profesionalización, adquiriendo un carácter
mación docente inicial fundamentalmente instrumental. Las políticas
• La proliferación de tipologías con largas listas de capacitación se propusieron reconvertir a los
de competencias profesionales
• Los proyectos y/o la implementación de
mecanismos nacionales de evaluación del
desempeño docente
• La creación de estándares para la obtención
de las licencias profesionales
• El establecimiento de nuevos requisitos para
ascender en la carrera docente
• La aparición de nuevas ofertas de formación
y postítulos especialmente destinados a los
docentes, y
• Las políticas de fortalecimiento y elevación
de la calidad de las instituciones que brindan
la formación docente inicial, especialmente
cuando se realiza fuera de las universidades
El oficio se adquiere en la práctica y ésta se citación en el contexto de las actuales demandas que
inscribe en las coordenadas institucionales de la or- enfrenta la profesión y el oficio. El desafío es que
ganización escolar en la cual se ejerce la tarea. Es en los docentes se apropien de nuevas claves de lectura,
las escuelas, en culturas institucionales específicas, interpretación y acción que les permitan trabajar en
donde los conocimientos de la formación inicial son contextos escolares heterogéneos, con problemas
puestos en juego en la construcción de sentidos para sociales y culturales diversos.
la tarea de educar. Por ello, la modificación de los Una nueva configuración del trabajo docente,
rasgos e imágenes asociados al ejercicio del trabajo capaz de dar respuesta a la complejidad e impredicti-
docente no puede ser disociada de la transformación bilidad de las situaciones que ocurren en las escuelas
de las instituciones y de las gramáticas escolares que y en los salones de clase, probablemente esté ligada a
estructuran las experiencias de alumnos y maestros la posibilidad que los docentes tengamos para:
en las escuelas.
El aprendizaje en la práctica debe ser acompa- • Revisar los orígenes, las matrices fundantes
ñado de un trabajo sistemático de reflexión, lectura del oficio a la luz de las condiciones actuales
e interpretación de la actividad, de diálogo con el de la escolarización, de las nuevas identidades
colectivo docente y con la producción del campo infantiles y juveniles que habitan la escuela
pedagógico. De lo contrario difícilmente puede • Profundizar, diversificar, reconstruir los
movilizar, cambiar rutinas que están fuertemente espacios, las temáticas, los dispositivos y las
arraigadas y es probable que termine reforzando estrategias de intercambio de experiencias y
las prácticas existentes sin cuestionarlas. Pero esta formación permanente de los docentes
posibilidad requiere a la vez de la creación de nuevos • Participar del análisis de las prácticas escolares
espacios de trabajo para el docente y la transforma- cotidianas para transformar rutinas y generar
ción de las actuales condiciones laborales. nuevas alternativas, estrategias y modalidades
Ser profesor en los nuevos escenarios de agu- de intervención sobre la escolarización de
dización de la pobreza y la exclusión social, del niños y jóvenes
surgimiento de nuevas configuraciones familiares e
identidades juveniles, en el marco de las aceleradas Referencias
transformaciones culturales y de los modos de proce- Alliaud, A. “Los maestros y su historia: Apuntes para la
reflexión”. Revista Argentina de Educación, núm. 18,
sar el conocimiento y la información, puede ser una
AGCE, Buenos Aires, 1992.
oportunidad para desarrollar nuevos conocimientos, Alliaud, A., y M. C. Davini. “¿Quiénes eligen hoy ser
esquemas de percepción, clasificación y acción para maestros en Argentina?” Perspectivas, vol. XXVII,
asumir el control sobre su práctica y mejorar las UNESCO, 1997.
experiencias escolares de niños y jóvenes, ocupando Batallán, G. “¿Puede la docencia ser una profesión?” Versio-
un rol protagónico en la transmisión y producción nes, núm. 12, Eudeba, Buenos Aires, 2001: 47-56.
Birgin, A. El trabajo de enseñar. Entre la vocación y el
cultural, construyendo nuevos sentidos para la
mercado: las nuevas reglas del juego. Buenos Aires:
tarea de enseñar. O, por el contrario, si esto no se Troquel, 1999.
acompaña de políticas y acciones específicas para Bourdieu, P. “Transmitir el oficio”. Respuestas por una
que suceda, puede provocar un empobrecimiento, antropología reflexiva. Bourdieu y Wacquant. México:
la paralización y el vaciamiento del oficio docente. Grijalbo, 1995.
En este marco es que debemos replantearnos Davini, M. C. La formación docente en cuestión: política
y pedagogía. Buenos Aires: Paidós, 1995.
la discusión acerca de la formación inicial y per-
Dubet, F. “¿Mutaciones institucionales y/o neoliobera-
manente del docente, cuáles son los dispositivos lismo?” Gobernabilidad de los sistemas educativos en
más adecuados para su desarrollo profesional, qué América Latina. E. Tenti Fanfani. Buenos Aires: IIPE
propósitos deberían perseguir las acciones de capa- /UNESCO, 2004.
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