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Ortega y el perspectivismo.

Dos textos significativos


Desde distintos puntos de vista, dos hombres miran el mismo paisaje. Sin embargo, no ven lo
mismo. La distinta situación hace que el paisaje se organice ante ambos de distinta manera. Lo
que para uno ocupa el primer término y acusa con vigor todos sus detalles, para el otro se halla
en el último, y queda oscuro y borroso. Además, como las cosas puestas unas detrás se ocultan
en todo o en parte, cada uno de ellos percibirá porciones del paisaje que al otro no llegan.

¿Tendría sentido que cada cual declarase falso el paisaje ajeno? Evidentemente, no; tan real es
el uno como el otro. Pero tampoco tendría sentido que, puestos de acuerdo, en vista de no
coincidir sus paisajes, los juzgasen ilusorios. Esto supondría que hay un tercer paisaje auténtico,
el cual no se halla sometido a las mismas condiciones que los otros dos.

Ahora bien, ese paisaje arquetipo no existe ni puede existir. La realidad cósmica es tal, que sólo
puede ser vista bajo una determinada perspectiva. La perspectiva es uno de los componentes de
la realidad. Lejos de ser su deformación, es su organización. Una realidad que vista desde
cualquier punto resultase siempre idéntica es un concepto absurdo. Lo que acontece con la visión
corpórea se cumple igualmente en todo lo demás. Todo conocimiento es desde un punto de vista
determinado. […] el punto de vista ubicuo, absoluto, no existe propiamente: es un punto de vista
ficticio y abstracto. No dudamos de su utilidad instrumental para ciertos menesteres del
conocimiento; pero es preciso no olvidar que desde él no se ve lo real. El punto de vista abstracto
sólo proporciona abstracciones.

ORTEGA Y GASSET, “La doctrina del punto de vista”, en El tema de nuestro tiempo, 1923

Desde este Escorial, rigoroso imperio de la piedra y la geometría donde he asentado mi alma,
veo en primer término el curvo brazo ciclópeo que extiende hacia Madrid la sierra del
Guadarrama. El hombre de Segovia, desde su tierra roja, divisa la vertiente opuesta. ¿Tendría
sentido que disputásemos los dos sobre cuál de ambas visiones es la verdadera? Ambas lo son
ciertamente, y ciertamente por ser distintas. Si la sierra materna fuera una ficción o una
abstracción o una alucinación, podrían coincidir la pupila del espectador segoviano y la mía. Pero
la realidad no puede ser mirada sino desde el punto de vista que cada cual ocupa, fatalmente,
en el universo. Aquélla y éste son correlativos, y como no se puede inventar la realidad, tampoco
puede fingirse el punto de vista.

La verdad, lo real, el universo, la vida ―como queráis llamarlo– se quiebra en facetas


innumerables, en vertientes sin cuento, cada una de las cuales da hacia un individuo. Si este ha
sabido ser fiel a su punto de vista, si ha resistido a la eterna seducción de cambiar su retina por
otra imaginaria, lo que ve será un aspecto real del mundo. Y viceversa: cada hombre tiene una
misión de verdad. Donde está mi pupila no está otra; lo que de la realidad ve mi pupila no lo ve
otra. Somos insustituibles, somos necesarios […] Dentro de la humanidad cada raza, dentro de
cada raza cada individuo es un órgano de percepción distinto de todos los demás y como un
tentáculo que llega a trozos de universo para los otros inasequibles. La realidad, pues, se ofrece
en perspectivas individuales.”

ORTEGA Y GASSET, El espectador

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