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TRABAJO PRÁCTICO
INDIVIDUAL
Docentes:
- Dra. Stella Samaniego de Centurión
- Dr. Tito Ángel Britez Jara
- Dra. Gloria Troche
C.I.: 6.359.855
2023
Asunción - Paraguay
Santiago Andrés Calonga López
Introducción.
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Marco teórico.
Antecedentes
El título del mismo es: La Rosa Azul, de fecha Julio de 2005, que encarna el
tema de la proyección de un cosmos indisolublemente ligado a su persona, a partir
de una identificación consubstancial con la tierra de origen. Rubén parece
modelado con la argamasa de su pueblo. Su oriundez intrínseca, entrañada, su
activa y versada pertenencia, personificando el Paraguay en sí.
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Justificación
La Rosa Azul
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Y ni qué decir de Mbyja, el caballo, el amigo, el que sabe del juego macabro
de los grandes, en la “cárcel vieja”, donde fue a parar su amo, Rubén Bareiro
Saguier, por pensar diferente. Mas el animal lo aguarda, fiel, como una infinita
sombra siempre montada.
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El Libro
El libro “La rosa azul”, del escritor y poeta Rubén Bareiro Saguier. La obra
lleva el sello editorial de Servilibro. Aquella esencia del ser, la patria, en este caso
la patria chica, Villeta del Guarnipitán, que le fuera despojada al vate, cuando
marchó al exilio, vuelve a su memoria, a través de “La rosa azul”.
Y ni qué decir de Mbyja, el caballo, el amigo, el que sabe del juego macabro
de los grandes, en la “cárcel vieja”, donde fue a parar su amo, Rubén Bareiro
Saguier, por pensar diferente. Mas el animal lo aguarda, fiel, como una infinita
sombra siempre montada.
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ÍNDICE:
A MODO DE COMENTARIO
INTRODUCCIÓN
EL SALUDO FINAL DE BORIS
CIRCUNSTANCIA IMPREVISTA
DÚO DE SILENCIOS HABITADOS
CREPÚSCULO DE TARDE EN AMENAZO
EL CARTERO DESCALZO
EL PEQUEÑO CATECISMO HISTÓRICO Y LAS POLILLAS
LA MAR SE LLAMA CHARITO
MUÑECA DE TRAPO
EL VAGÓN DE LAS MARAVILLAS
EL PINDÓ COSMOGÓNICO
LA ROSA AZUL
EL GRILLO CIEGO - LA CONFESÓN - MBYJA.
A modo de comentario
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Tierra incógnita, gran madre, morada del Pastor del Ser (El Poeta), tiempo mítico
donde el hombre no se baña jamás dos veces en el mismo río, según el principio
de Heráclito.
Digamos que para Rubén el mundo sensible es una pasión y una exigencia; la
unión mágica de la sensación y el sentimiento. Mirada y conocimiento en el minuto
mismo de la imagen. La utopía miniaturizada de una ontología de la mirada, será
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Entre prosa y mundo no hay homotecia, hay, sí, la prosa del mundo, es decir,
nuestra mirada, nostálgica y dulce-amarga, nuestra mirada en busca de la unidad
perdida, nuestra mirada errante entre jirones de tiempo, nuestra mirada hechizada
por los instantes que transcurren aboliéndose los unos a los otros. La poesía de
esta prosa surge de esa mirada sorprendida por la simultánea pluralidad focalizada
en el instante.
Introducción
Escribir es, para mí, una necesidad. Cada vocablo, cada frase, cada poema o
cuento, cada libro es el resultado de una profunda carga que se va acumulando,
hasta que el peso de la misma desencadena la tormenta de la palabra. La
necesidad de transponer el asco y el rechazo ante la degradación de mi sociedad,
da origen a parte de mi escritura. La infancia, la prisión y el exilio transitan por
páginas y páginas y páginas. ¡Y el amor, esa dimensión absoluta en mi existencia!
Las obras de erudición o de análisis que he escrito parten de un interés evidente
por un tema, pero su realización obedece a menudo al acicate de una propuesta
exterior más profunda. Las otras -las que conforman la dimensión imaginaria, las
que vuelven visibles mis fantasmas-, las escribo con la sangre, con las tripas, con
las manos de los sueños, con las uñas de las pesadillas. En ellas, en su
elaboración, hay algo de automatismo, pero no al estilo de los surrealistas, pues
existe siempre una razón de partida. No creo en la gratuidad de la escritura ni en el
inicio ni en las consecuencias.
Escribo por algo y para alguien; obedezco en ello a una necesidad de comunicar,
de comunicarme. Considero que la escritura no se agota en su componente
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estético: debe ser sostenida por una armazón ética. No hablo de la ideología ni del
discurso, sino del espinazo que la sustenta, de las nervaduras que la vuelven
sensible, de las venas que la irrigan.
-Tengo que hablarte, por favor no te vayas sin verme. Nos encontramos a las 12 y
10 en la puerta. ¡Sin falta!
- ¡Boris se suicidó...!
-No sé..., no sé por qué... -repetía Marina entre hipos nerviosos y lagrimones-. Esta
mañana al llegar a la pensión había un gran alboroto. Los policías me interrogaron,
y yo no sé nada. Doña Maruja descubrió el cadáver en la cama hoy temprano.
Sospechó algo, pues desde ayer de tarde en que se encerró, no había escuchado
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ningún ruido en la habitación... Fue ella quien me llamó... Sí, lo vi allí tendido, como
siempre, tan... -Marina se calló y miró por lo bajo a Gustavo, quien hizo una mueca
de disgusto-. A quien otro podía apelar..., lo siento, pero... -continuó con voz
lastimera, hasta que una especie de sollozo parecido a una tos de perro le cortó la
palabra.
Un viaje fantástico
En el relato que lleva por título “El vagón de las maravillas”, emprendemos con el
autor un viaje fantástico. Olemos, escuchamos, vemos, y nos asombramos con él,
metido en el vagón de un tren, entre la ruidosa compañía extranjera. El viaje es
dificultoso, pero un hombre de edad infinita, enjuto y moreno, con una maleta de
madera, nos acerca, a través de sus conocimientos sobre los fenómenos del
firmamento, a la pintura mejor lograda del cielo. Un cielo tachonado de estrellas.
Por otro lado, está el río, siempre el río, presente en “La rosa azul”. El río de Villeta
del Guarnipitán, con su aspecto unánime y celeste, corre, gravitante, no solamente
por los relatos, sino además por las poesías del vate.
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El poeta de Villeta del Guarnipitán llegó al pueblo y se quedó en él. Eligió la plaza
instalada frente a la municipalidad para dejar allí, entre el zumbido profundo de la
naturaleza, y el follaje gigante que echa buena sombra, su corazón, su alma, su
humanidad toda.
El pindó cosmogónico
En el fondo del patio, exacto centro de nuestro mundo, se yergue una de las cinco
palmeras azules, con las que Nuestro Padre ultimo Primero creó la tierra, la
primera tierra, la perfecta.
Allí se enraizó, después que Ñamandú desató el diluvio que la destruyó por causa
de la trasgresión mayor, cuando Jeupié copuló con la hermana de su propio padre.
Yo no le cuento a nadie, porque desde que Jakairá, el dueño de la bruma, creó, sin
mucha convicción, la tierra imperfecta, todos andan buscando el yvy marae’y, la
tierra sin mal. Ella hace parte de esta tierra que habitamos cada día del tiempo y
del espacio. Y si se llega a saber, invadirán mi patio y yo ya no podré guardar la
eternidad para mí.
Para evitar que la maraña del olvido enrede mi híbrida memoria, hice grabar al pie
del pindó cosmogónico unas palabras en una franja de cemento. Como soy mestizo
de pura raza, es decir mancebo de la tierra, utilicé un fragmento del libro que
trajeron los que vinieron a intentar “reducir” a mis antepasados: el salmo 142, que
como el ñe’ê porâ, la bella palabra habla, nombra, consagra el “lugar”, siempre
añorado en momentos de persecuciones y celebrado cuando se lo alcanza.
Naturalmente, hay una mezcla, una integración de la Biblia con las variaciones
extraídas del Ayvu Rapyta, que son raíces de la palabra alada, esas que
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El río, mi río compañero y los barcos que lo surcan alejan a los que pudieran
acercarse al pedazo de la tierra sin mal, en la que el pindó cosmogónico levanta su
penacho verde y lustroso, desde el origen de los tiempos y hasta la eternidad.
El contexto de la literatura
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Es por ello que la guerrilla de 1960/1961, que tuvo dos vertientes, un organizado
por sectores disidentes de partidos tradicionales y el otro, por el Partido Comunista,
se enfrenta con una organización del estado totalmente diferente al de 1947. Por el
tenor del cuento “Pacto de Sangre”, se supone que los guerrilleros corresponden al
movimiento de los sectores disidentes de los partidos tradicionales. El hecho de
que le personaje haya pensado que su apellido podría por si solo constituir una
garantía para el éxito de la lucha está abonando esta idea.
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Por último, quisiéramos plantear una percepción, en tanto lector paraguayo, que
nos estuvo rondando en la cabeza, como un fantasma oscurecido y perentorio,
durante todo el tiempo de la elaboración de este artículo: la relación texto- contexto/
narrador y su propia visión de la muerte.
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A través de este diálogo; acercó su vida, su exilio, sus anécdotas, sus comienzos
en la literatura.
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- ¿Qué fue lo que le movió a elegir la labor como escritor? ¿De dónde le
nació la vocación?
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- ¿Cuál es su pasatiempo?
La lectura, la escritura, la reflexión, la lectura otra vez, la amistad, el
intercambio con los jóvenes.
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alguien que escribe en castellano paraguayo. Creo que hay una continuidad
histórica en esto.
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- ¿Hay alguna distancia entre aquel autor de “Ojo por diente” y éste, el de
“La rosa azul”?
Hay una continuidad. En mis obras está la esencia del Paraguay de mis
sueños, de mis afectos y de mi sangre. Y tu poesía –recuerdo por ejemplo "A la
víbora de la mar"– dónde flota el universo guaraní en versos muy escuetos.
Ese libro soñé en guaraní y lo escribí en castellano.
Alguien me dijo que eran como los haikús japoneses. El padre Melià fue el que
dio en el ojo: "son los kotyu guaraní", me dijo. Y es cierto. Yo le quiero
entrañablemente al guaraní. Por eso combato para que sea una lengua viva y
no de laboratorio.
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Conclusión.
El poeta, así como no se ausenta del todo, puede regresar físicamente, pero
la huella del destierro permanece, a simple vista o no, pero está presente, en su
poesía. El escritor amasa la experiencia dolorosa del exilio y la convierte en poesía,
en algo bello. Triste, trágico, pero bello. Si esa experiencia es o no útil al hombre, si
le hace crecer o lo hunde, o ambas cosas, en la constante paradoja de la vida,
paradoja presente a menudo en los poemas, lo cual no sucede en balde, porque la
existencia humana está saturada de contrastes y contradicciones. El exilio deja su
impronta en el alma y se patentiza en el libro, en el verso, en la novela, lo demás es
poesía.
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Tres títulos ya se encuentran a disposición de los lectores. Ellos son: Ojo por
Diente, La rosa azul y El séptimo pétalo del viento. La rosa Azul le valió a su autor
el Premio Nacional de Literatura año 2005. Es una obra vasta, profunda, marcada
por las evocaciones. En relación con El séptimo pétalo del viento, es importante
dejar constancia de que apareció por primera vez en 1984, fue incautado por la
policía y cuenta con un "diálogo a fondo" entre Augusto Roa Bastos y el autor de la
obra.
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tierra enraizada en el poeta y el poeta enraizado en ella. Hay una relación de vasos
comunicantes con ese territorio perdido y recobrado que le dio identidad y
carnadura. Pero la tierra está presente no como una abstracción de la nostalgia,
sino como una presencia lejana pero tangible, poblada de hombres, de mujeres, de
gente que habla y siente y sufre como él: «Los mismos campesinos / Bordan los
mismos surcos / En una tierra vieja / Cansada de semillas»".
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Señora de la Asunción, 1990). Fue también coeditor -junto a Carlos Villagra Marsal-
de la antología bilingüe (español-francés) titulada Poésie Paraguayenne du XXe
Siècle (1990), y compiló -en colaboración con Jacqueline Baldran- varios textos de
la tradición oral de las culturas precolombinas, editados bajo el epígrafe de La tête
dedans.
A finales de los años ochenta vio la luz una muestra antológica de su producción
literaria, Antología de Rubén Bareiro Saguier (México: Universidad Nacional
Autónoma de México, 1987), con selección y prólogo a cargo de Daniel Leyva.
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