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Hola voy a empezar a contar mi historia procuraré ser lo menos aburrido posible ir
contándoos todo lo que yo recuerdo de mi vida de la vida de mis padres de la vidas
de los abuelos y para acláranos, queda claro que cuando digo abuelos digo padre le
digo siempre refiriéndome a mi directamente digo abuelos serán mis abuelos cuando
vosotros tenéis que pensar que serán una generación más es decir mis abuelos son
vuestros bisabuelos mis bisabuelos son vuestros tatarabuelo bueno está bien
entendido.
Yo nací allá por el año 1950 un viernes 8 de septiembre soy virgo por tanto (no sé si
eso tiene de verdad algo que ver con el carácter de cada persona). Nací en Madrid y
ya sabemos que cada uno de nosotros nacemos en una ciudad y no sabemos si
realmente somos de ella o han sido las circunstancias de la vida de nuestros
antepasados los que nos han hecho nacer en esa ciudad, por mi parte os diré que
casi todos mis antepasados no eran de Madrid, tan cercanos como los bisabuelos
prácticamente todos eran de fuera si empezamos por el el abuelo de mi padre es
decir mi bisabuelo se llamaba Lorenzo, nació en un pueblecito de León que se
llamaba se llama Tabladillo de Somoza, está en en la Maragatería, sus padres sus
abuelos se dedicaban al transporte de mercancías es decir eran trajineros
maragatos el que fue mi bisabuelo, Lorenzo no le gustó absolutamente nada eso de
estar yendo desde Galicia hacia Madrid y de Madrid a Galicia, transportando
mercancías a lomos de mulas y burros, además en esa época, ya el negocio estaba
decayendo, debido a que ya habían aparecido los coches a motor, y la competencia
era muy grande. Él decidió largarse del pueblo y muy joven no me acuerdo yo bien
de las historias que me contaba mi padre pero era muy joven unos 18 ó 19 años
cuando se fue para Madrid, dedicándose a las carnes, fue de los primeros carniceros
en la familia, después fueron sus hijos y algo pero poco sus nietos. Tuvieron una
fábrica de embutidos parte de esa fábrica y del matadero con que estaba al lado
llegué yo a conocer no en funcionamiento pero si donde estaba ubicado el matadero
en particular, yo lo conocí como un depósito municipal ya no pertenecía a la familia.
Cuando mis padres se casaron mis abuelos prepararon un piso, los padres de mi
padre donde yo viví hasta que me fui terminada la carrera, el piso que arreglaron, era
lo que fue el secadero de jamones de la fábrica que lo adaptaron más o menos para
hacer la vivienda.
No era precisamente una maravilla de casa a lo largo de los años mis padres con
gran esfuerzo fueron adaptándolo y cambiando las ventanas y cambiando techos
para que poder adaptarlo a la mejor condición para poder vivir allí con sus hijos.
Yo soy el cuarto de cinco hermanos mi hermana mayor Matilde y los demás todos
chicos Pedro,Fernando (Nano) Javier y Santi, en este punto tengo que decir que mis
padres se esforzaron enormemente por todos nosotros, todos pudimos estudiar y
prepararnos para la vida, eso es una de las muchas cosas que agradezco a mis
padres.
Yo fui un niño feliz yo no tenía problemas ni creaba problemas, ni los buscaba, más
bien huía de ellos, me conformaba prácticamente todo, si había juguete bien los que
podían llegar muy bien, a partir de unos diez años me los construía, También con el
resto de cosas que tenía me conformaba. Me llevaba bien con mis hermanos pero no
éramos especialmente amigos, digámoslo así, unos con otros cada cual iba un poco
a la suya por las circunstancias de la vida, Matiti vivió poco con nosotros pues se fue
muy joven a vivir a casa de mis abuelos maternos, por causas que todos podéis
imaginaros, monetarias, porque criar cinco hijos en aquella época era bastante duro y
mi padre de haber sido carnicero y haber trabajado en la carnicería de sus abuelos,
luego de sus padres, durante toda la vida, a la hora de la verdad sus padres
vendieron las carnicerías eliminaron todo, lo hicieron dinero y no lo compartieron
con sus hijos, es decir los cuatro hermanos mi padre y sus tres hermanos tuvieron
que buscarse la vida, de hecho justo seis meses antes de que yo nacíera mi padre
tomó la terrible decisión de emigrar y se fue Argentina, sin mi madre, al estar
embarazada de mí no podía viajar, esperaron a que yo tuviera seis meses de edad
para que mi madre con los cuatro hijos, se fuera hacia Argentina con los cuatro hijos,
ella sola la mayor de cuatro años y yo con seis meses, un mes de travesía en el
barco llamado “Salta” del cual tenemos la foto.
Llegados a este punto voy a retroceder otra vez en la historia para poder llegar a
llenar lagunas que me he dejado por el camino lo primero es que la esposa de mi
abuelo de mi bisabuelo Lorenzo se llamaba Vicenta Gómez. Lorenzo tuvo más hijos
no se bien cuántos entre ellos el que fue mi abuelo se llamaba Pedro, se casó con
una prima hermana suya que se llamaba María, por ello mi padre y mi abuelo se
llamaban Pedro Criado Gómez los dos tenían el mismo nombre y apellidos. Por parte
de mi Abuela Maria no tengo recuerdos de sus padres, esa parte no la tengo clara.
Mi bisabuelo juntos con otros médicos del hospital, furron los primeros que trajeron
esta medicación España y está reconocido en una sala del hospital, exactamente la
biblioteca donde están los nombres de todos los médicos que trabajaron en el
hospital en esa época como una un reconocimiento a la labor que realizaron.
Como ya he dicho a los seis meses mis padres se fueron a Argentina así que yo
empecé a andar y empecé a hablar en Argentina con lo cual yo tenía muchas
palabras del vocabulario argentino no decía cuerda decía piola y che algunas más,
debido a que tenía mi mamá una asistenta argentina, Se cuentan anécdotas mías ya
desde el principio me gustaban los animales tenía una perrita que se llamaba Pelusa,
es la que está en las fotos, esa perrita y yo parece ser que éramos uña y carne,
contaban mis padres de que ya me gustaba también estar por el campo moverme por
las plantas, muy pequeño de hecho cuentan siempre una anécdota de que había de
mi casa un peral que daba unas peras muy grandes entonces había unas peras que
llegaban cerca del suelo y yo empezaba andar y siempre me parece ser que me iba
todas las mañanas a tocar una de Las peras que estaban a mi altura para ver si
estaban maduras y se soltaban y tengo que decir que parece ser que es verdad que
hasta que no tuve la pera en mi mano no dejé de ir allí y que estaba me puse
contentísimo porque había conseguido tener ya la pera.
Volvimos a España en el 53 pues había problemas aquí en España aunque mis
padres parece ser que estaban bien en Argentina. De niño siempre oí que le echaban
la culpa de que mi abuela materna se quedara ciega al hecho de nuestra marcha a
Argentina Yo me alegro de haber vuelto a España eso no se lo diremos a nadie.
A mis abuelos los quería mucho, mi abuelo Pedro también me quería a mí mucho y
murió en 1958 y al último acto que salió de casa fue a mi primera comunión, es otro
de los flashes que tengo en mi memoria, cuando iba en la fila de los comulgantes por
la iglesia, levantar la cabeza, cosa no permitida y le vi a él con su sonrisa bonachona.
Este abuelo solo permitía entrar en el cuarto de sus herramientas a mi, según decía
mi padre pues era muy celoso de sus herramientas pero conmigo siempre hacía
excepciones y eso que yo sólo tenía seis o siete años, tengo perfectamente en mi
mente la foto de aquel cuarto situado al final del largo y ancho pasillo de la casa de la
calle Relatores trece en Madrid, y mientras yo estaba con las herramientas mis
hermanos solían jugar al billar en otra sala de la inmensa casa de mi abuelo Pedro y
mi abuela María.
Otra anécdota de mi abuelo Pedro fue la siguiente. Tenía yo cuatro o cinco años y
tuve la varicela, con bastantes granos y muchos debajo del pelo y debido a rascarme
o no se que más pudo pasar estos se infectaron produciéndose una gravísima
septicemia me me llevó a un seudo coma que según contaban me tuvo una semana
sin despertarme y todo esto en casa cuidado por mi abuelo Pepe y un médico
pediatra que se llamaba el doctor Alaman. Bien pues la anécdota es que cuando me
desperté del cóma, estaban varias personas en la habitación entre ellos mi padre que
se salió y se fue a llorar a otra habitación, y mi abuelo Pedro y según contaban lo
primero que pedí nada más despertar fue un filete con patatas y una guitarra, mi
abuelo Pedro salió rápidamente y al poco rato volvió con la guitarra y creo que me
comí el filete también.
A esta edad de cinco años también fui operado de apendicitis de urgencia, todavía
conservó la cicatriz.
De mi abuela María tengo pocos recuerdos pues no era especialmente cariñosa,
según contaban le afectó mucho el hecho de que su única hija , la tía María Luisa se
fue a Argentina más o menos que cuando nosotros, pero ella no volvió. No la volvió a
ver hasta que nosotros ya éramos mayores que pudo hacer un viaje a Buenos Aires.
De mi abuela María lo que sí recuerdo es que fue en su casa donde vi la televisión
por primera vez. Un mueble grande y aparatoso y una pantalla de unas dieciochos
pulgadas.
Mis primeros estudios fueron en el colegio Nuestra Señora del Buen Consejo en
Madrid que estaba que está en la calle Juan Montalvo 30 es un colegio antiguo
creado por los Padres Agustinos. Recuerdo una vivencia de esas que se quedan en
el fondo de los recuerdos que me ocurrió el primer día de llegar al colegio, yo un niño
de tres o cuatro años bastante tímido, llegamos al colegio mis dos hermanos Pedro y
Nano y yo, nos pusieron a todos el unas largas filas todos mezclados, llegó Pedro y
le preguntan a qué clase vas tú, Pedro contestó a primaria pues por allí, a Nano a
qué clase vas pues a primero de primaria y llegué yo y me preguntan A QUE CLASE
VAS TÚ, con aquella voz impresionante, me quedé callado y al momento rompí a
llorar, pues no tenía ni idea de dónde iba, así que, allí, me quedé, apartado delante
de todo el bullicio de niños, hasta que vino Pedro a rescatarme y decir a qué clase
iba Durante el tiempo que estuve en el Buen Consejo fui un niño contento, me
gustaba el colegio, estaba bien considerado por los curas, incluso practicaba algún
deporte. Un día en uno de los recreos jugando al fútbol, el balón se salió del patio a
un descampado contiguo, y allá fuimos un montón de niños a saltar la valla, con tan
mala suerte que yo me quede enganchado de uno de los espinos del alambre por el
brazo izquierdo a la altura de delante del codo, cuando vino el cura de turno a
desengancharme, dije que no tenía nada y seguí jugando. Al rato como la zona me
picaba mucho me quité el jersey y la camisa y me vi una herida en forma de 7 de
unos cuatro centímetros de largo y uno de profundidad que sangraba muy poco y
claro a la enfermería y al hospital a ponerme unos cuantos puntos, no muy bien
hechos por cierto, así por lo menos he conservado la cicatriz toda la vida. Esas eran
las mayores trastadas que hacía.
Cuando termine la primaria me cambié del colegio al instituto San Isidro que está en
la calle Toledo en Madrid, para llegar tenía que coger el metro y tardaba unos 3/4 de
hora en llegar al instituto. Alli estudié los dos primeros años del bachillerato hasta
los 12 años, Del instituto no tengo agradables recuerdos los compañeros que
encontré allí no eran como en el colegio y tuve que espabilarme pronto. Las anécdota
que tengo en mi memoria son de esas que deseas olvidar, yo una persona tranquila y
poco conflictiva reaccione de forma muy brusca en dos ocasiones una en un recreo
los chicos de otra clase se empezaron a meter con nosotros, los amigos que
estábamos jugando no se a que, en un momento determinado uno de ellos profirió un
insulto a mí madre y reaccioné de una forma tremenda dándole tortas y puñetazos
hasta que se fueron. Este incidente no trajo consecuencias, pero si el otro. Un día
durante la clase de francés el compañero de detrás no hacía más que fastidiarme me
pinchaba con el lápiz en la espalda me daba en la cabeza, en un momento ya harto
que me pellizcó en la espalda me levante de golpe y le asesté en medio de la clase
una bofetada que casi lo saco del pupitre, como consecuencia expulsados del aula,
llamada a los padres, pero el castigo creo que fue una semana espulsados de la
asignatura pero no del instituto, creo que fue solo eso porque el otro admitió su parte
de culpa.
Yo no era muy buen estudiante, en el buen consejo sacaba entre cinco, seis o siete
cates entre ocho o diez asignaturas, pero…..a partir de la enfermedad cambié
bastante y no es que fuera un estudiante muy brillante pero ya empecé a no tener
ningún suspenso prácticamente hasta que termine el bachillerato.
Durante los veranos vuestra madre se iba con sus padres a Tánger siempre un mes
y pico y yo, muchos años fui a Pobladura. Durante esos días nos escribíamos
bastante y están las cartas por ahí alguna vez las veréis.
La primera vez que fui yo a Tánger fue en el año 1973 fui en tren hasta Algeciras y
allí cogí el ferry a Tánger. Me alojé en una pensión cerca de la casa de los abuelos
de Chuchú, era una pensión un poco a lo moro, estaba también conmigo en la misma
pensión el tío Ramon Angel que veía las cucarachas y las magnificaba como si
fueran dinosaurios, en su favor diré que eran rubias con unas grandes alas de casi 5
o 6 cm de largo, es la primera vez que vi yo esas cucarachas.
Estando por los pasillos de la facultad a principio de 1976, escuché a un bedel que
decía que en Guadalajara pedían un veterinario para trabajar en una cooperativa de
aves, allí me fui yo sin dudarlo al día siguiente y conseguí mi primer trabajo como
veterinario, aunque todavía me faltaba una asignatura, precisamente bromatología.
La empresa era, como dije antes una cooperativa de productores de huevos
principalmente, también había miembros que tenían cerdos y uno que tenía pollos de
engorde. La mayoría era pequeños granjeros que tenían unas mil gallinas.en la
central de la empresa que tenía su sede en Guadalajara capital se fabricaban los
piensos, para los miembros de la cooperativa, empresas que todavía existe se llama
Avicu, aunqueha pasado tiempos muy malos cuando se unió a otra empresa. Esta
unión al parecer obtuvo muy buenos resultados, la unió se rompió dejando a Avicu
con unos malos momentos aunque al final parece que se recuperó con mucho
esfuerzo. También había granjas grandes de hasta cincuenta mil aves la mayor de
ellas tenía cien mil aves, se llama “Cantos blancos”, dado el volumen a de animales
ellos preparaban sus propios piensos. Terminé la carrera en junio de ese año. Así con
25 años me fui a vivir a Guadalajara y me compré mi primer coche un seat 850 de
color blanco y de segunda mano. El piso que alquile para mí estaba en la calle “algo
de tabernero” cerca de la antigua prisión de Guadalajara, era un piso de tres
habitaciones, una de ellas estaba cerrada con llave donde el propietario tenía
muebles y enseres según me dijo él, pues yo no entre nunca.
Paula empezó a ir a la guardería San Cristóbal en la calle Moncofar cerca de lo
que hoy es El Centro de Salud Rafalafena, después muy pronto la apuntamos en la
Consolación ya sin tanto problema pues tenía una hermana estudiando allí.