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SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL

El término “sostenibilidad” aparece por primera vez en el año 1987 con el informe “Nuestro
Futuro Común”. En palabras de la misma Comisión, el informe no pretende ser una predicción
futurista sino un llamado urgente en el sentido de que ha llegado el momento de adoptar las
decisiones que permitan asegurar los recursos para sostener a esta generación y a las siguientes.
(UPV, s/f)
El desarrollo sostenible se puede definir como un desarrollo que satisfaga las necesidades del
presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras, para atender sus propias
necesidades.
Sin embargo, en la actualidad, el desarrollo sostenible no comprende únicamente aspectos
ambientales, sino también, como afirma la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL), refleja “un complejo equilibrio entre distintas perspectivas sobre la relación entre
medio ambiente y desarrollo económico y social”. De este modo, cuenta con tres pilares o
dimensiones: el económico, el social y el ambiental.
Es por esta razón que alcanzar una sostenibilidad ambiental depende del compromiso de los
países, pero también de las empresas, organizaciones e individuos. Todos tenemos un papel
activo en el cambio en nuestro patrón de desarrollo productivo, y los beneficios se reflejan, y no
únicamente en la calidad de vida, sino también en términos económicos. (Santander (1), 2022)
Las características que debe reunir un desarrollo para que lo podamos considerar sostenible son:
• Busca la manera de que la actividad económica mantenga o mejore el sistema ambiental.
• Asegura que la actividad económica mejore la calidad de vida de todos, no sólo de unos
pocos selectos.
• Usa los recursos eficientemente.
• Promueve el máximo de reciclaje y reutilización.
• Pone su confianza en el desarrollo de tecnologías limpias.
• Restaura los ecosistemas dañados.
• Promueve la autosuficiencia regional
• Reconoce la importancia de la naturaleza para el bienestar humano.
Para conseguir un desarrollo sostenible es necesario un cambio de mentalidad. En la mentalidad
humana está firmemente asentada una visión de las relaciones entre el hombre y la naturaleza
que lleva a pensar que: Los hombres civilizados estamos fuera de la naturaleza y que no nos
afectan sus leyes; el éxito de la humanidad se basa en el control y dominio de la naturaleza; la
Tierra tiene una ilimitada cantidad de recursos a disposición de los humanos.
Un cambio de mentalidad es lento y difícil. La educación ambiental es el eje fundamental para
impulsar los procesos de prevención del deterioro ambiental. La toma de conciencia de la
ciudadanía en este proceso es crucial, e implica una educación que fomente valores y hábitos
para un medio ambiente en equilibrio. Fomentar la conciencia de esto, implica usar todos los
medios disponibles a nuestro alcance para lograr una cultura ecologista que reubique al ser
humano dentro del contexto de la naturaleza.
El principal objetivo es lograr un cambio de actitud, dirigido al aprovechamiento sustentable de
los recursos naturales y que logre una revalorización de la cultura y del valor implícito de la
naturaleza, y que propicie una nueva visión hacia el futuro.
Tipos de sostenibilidad. (Santander, 2022)
Tal y como se señala en el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático (IPCC), aunque las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan de forma
radical en la actualidad, el calentamiento global medio superará, con bastante probabilidad, los
1,5 grados centígrados en un futuro cercano. Este aumento de la temperatura puede tener
consecuencias desastrosas, como el deshielo de los glaciares, la desaparición de especies
animales y vegetales, los incendios forestales y las sequías, entre otros.
De ahí que tanto las personas como las empresas tengan un papel fundamental para combatir
el cambio climático e impulsar medidas que apoyen la sostenibilidad. No obstante, la
sostenibilidad no solo se refiere al medioambiente, sino que se debe implantar en otros muchos
aspectos. En este sentido, es importante destacar que existen varios tipos de
sostenibilidad. (Santander, 2022)
Entonces, el desarrollo sostenible puede dividirse conceptualmente en tres partes: ambiental,
económico y social. Se considera el aspecto social por la relación entre el bienestar social con el
medio ambiente y la bonanza económica.
Deben satisfacerse las necesidades de la sociedad como alimentación, ropa, vivienda y trabajo,
pues si la pobreza es habitual, el mundo estará encaminado a catástrofes de varios tipos,
incluidas las ecológicas. Asimismo, el desarrollo y el bienestar social, están limitados por el nivel
tecnológico, los recursos del medio ambiente y la capacidad de éste para absorber los efectos
de la actividad humana.
Sostenibilidad ambiental. La sostenibilidad ambiental es la que se centra en la preservación de
la biodiversidad sin renunciar al progreso económico y social. Las bases de la sostenibilidad
ambiental son: cuidar el agua, ahorrar energía, reducir residuos, utilizar envases reciclables,
limitar o eliminar el uso de plásticos, utilizar transporte sostenible, reutilizar el papel y cuidar la
flora y la fauna.
Sostenibilidad económica. Cuando se crea una empresa, se genera una estructura en la que hay
unos costes y unos ingresos. En el momento en que se alcanza un equilibrio entre ambos
factores, la empresa recibe unos beneficios. La sostenibilidad económica hace referencia a la
capacidad de la organización de administrar los recursos que tiene y generar rentabilidad de
forma responsable a largo plazo.
La sostenibilidad económica tiene mucho que ver con nuestro día a día y con las acciones que
realizamos y que influyen en las otras personas. Estas son las bases sobre las que se sustenta:
(Oxfam, s/f)
• Lo importante no es solo la productividad y la competitividad. Aunque es evidente que los
gobiernos deben preparar el terreno para que las empresas puedan desarrollarse,
también hace falta que apoyen e inviertan en aquellos sectores que no son rentables para
las empresas privadas (por ejemplo, algunos sectores energéticos) y que son necesarios para
la sociedad, de forma que se cree un equilibrio.
• La apuesta por la eficiencia. Aprovechar al máximo los recursos que tenemos y cuidar los
recursos escasos logra cumplir con otro de los pilares de la sostenibilidad económica, que
es la eficiencia. Por ejemplo, usar con precaución los recursos naturales escasos como
el agua nos permitirá garantizar un futuro para estos.
• El desarrollo de la innovación. La tecnología debe ir de la mano de la innovación para crear
soluciones que sean sostenibles desde diferentes niveles: sociales, medioambientales y
económicos.
• Los límites de los recursos. Los recursos renovables no deben utilizarse a un ritmo superior
a su generación, lo que nos lleva a una limitación en el consumo: los recursos no renovables
deben ser sustituidos paulatinamente por recursos renovables.
• La diferencia entre crecimiento y desarrollo. El crecimiento supone un aumento
cuantitativo, sin embargo, el desarrollo supone la mejora de las cualidades. Ese desarrollo,
además, debe ser sostenible en el tiempo desde un punto de vista económico, social y
ambiental.
Sostenibilidad social. En cualquier comunidad en la que se realice una actividad económica en
un entorno determinado podemos encontrar las tres formas de sostenibilidad conectadas: la
ambiental, la económica y la social. Sin embargo, la sostenibilidad social, en particular, tiene
como objetivo fortalecer la cohesión y la estabilidad de grupos sociales concretos.

Transiciones hacia la sostenibilidad.


Kenneth Boulding escribió en 1966: “la Tierra se ha convertido en una nave espacial, no solo en
nuestra imaginación sino también en las duras realidades de los sistemas sociales, biológicos y
físicos en los que el hombre está inmerso”. El término “Nave Espacial Tierra” y la imagen de la
Tierra "como una joya azul plateada" en el espacio, fotografiada desde la Nave Espacial Apolo
17, se convirtieron en un icono permanente para los ambientalistas en la década de los años
sesenta. En ese momento, el principal mensaje de los ambientalistas era que teníamos un
planeta, de tamaño finito, y que las demandas de los seres humanos sobre este no se podrían
incrementar indefinidamente. Boulding indicó que casi todo lo que hacemos se adapta
pobremente a esa realidad: nuestra tecnología se enfoca en asuntos triviales, nuestra ciencia
hace las preguntas equivocadas, nuestra sociedad no está adaptada para sobrevivir. Sin
embargo, Boulding creía que las cosas estaban cambiando y escribió: Ahora no tendemos a
pensar en la Tierra como una nave espacial, ni en sus seis mil millones de habitantes como
astronautas. Las naves espaciales no funcionan como metáforas en el siglo XXI, como lo hicieron
en los años sesenta. Han pasado 36 años desde que una persona voló más allá de la órbita de la
Tierra y los satélites ahora son comunes, ya sea para posicionamiento global, comunicaciones o
percepción remota, y la mayoría de las personas los conciben como parte de la normalidad. Toda
una generación ha alcanzado su madurez y los viajes extraplanetarios son un logro remoto
histórico, quizás mejor registrado que la construcción de los templos mayas, pero igual de
distante de la vida diaria. Sin embargo, el desafío incómodo de los ambientalistas en los años
setenta continúa: sólo existe un planeta Tierra, y la sociedad está condicionada por la capacidad
de sus ecosistemas y recursos naturales. En los años setenta, los ambientalistas temían que la
Tierra se estaba quedando sin recursos, pero luego se probó que este no era el problema crítico.
Es cierto que algunos recursos están escaseando y sus costos de extracción son elevados –en
particular la era del petróleo barato parece haber terminado. Pero todo indica que el límite más
inmediato para las ilimitadas aspiraciones humanas, en un planeta finito, no es la escasez de
recursos por extraer, sino la falta de lugares para disponer la basura. La acumulación de CO2 y
otros gases de efecto invernadero en la atmósfera; los clorofluorocarbonados y otros
contaminantes químicos que destruyen la capa de ozono; la expansión de contaminantes
orgánicos persistentes en los océanos, tierra y cuerpos humanos: todos estos y otros efectos
secundarios de la tecnología y el consumo amenazan la vida humana y la calidad de vida en la
Tierra. Como lo expresó Boulding en 1965, “en una nave espacial no hay cloacas”. (Adams y
Jeanrenaud, 2008)
Si bien las políticas a nivel de diversos países y los esfuerzos de las Naciones Unidas y otras
organizaciones han contribuido a una mejora sustancial del estado del medio ambiente en
muchos países o regiones, algunos retos como los relacionados con el cambio climático, la
biodiversidad o el uso de los recursos no se pueden abordar solamente con políticas
ambientales. Se hace necesario cambiar de completamente los sistemas de producción y
consumo insostenibles, se debe hacer una reingeniería de los mismos. Entonces, se requiere una
transformación fundamental de los grandes sistemas sociotécnicos, lo que incluye cambios en
las tecnologías, la infraestructura, la legislación, los mercados y las conductas, entre otros. Las
transiciones hacia la sostenibilidad las podemos entender como transformaciones dadas a largo
plazo de dichos sistemas hacia modos de producción y consumo más sostenibles.
Las economías y las sociedades se transforman constantemente. Pero para lograr unos
resultados sostenibles, la transición debe guiarse y gestionarse de una forma adecuada. Las
políticas públicas pueden respaldar soluciones nuevas capaces de facilitar transiciones hacia la
sostenibilidad y atenuar la resistencia de los agentes que defienden el statu quo y sus derechos
adquiridos. Por lo general, los eruditos describen las transiciones como la desestabilización o
transformación sistémica de «regímenes» preexistentes o insostenibles, por medio de la
aparición de «nichos» nuevos y sostenibles. (Comisión europea, 2021)
El problema más crítico hoy en día para muchos países, sobre todo en vías de desarrollo sea la
falta de lugares adecuados para disponer la basura y el tratamiento de la misma, ya sea por falta
de tecnología o por falta de recursos económicos y en algunos otros casos por falta de interés
político. Otro problema es la acumulación de dióxido de carbono y otros gases de efecto
invernadero en la atmósfera. También, la expansión de contaminantes orgánicos e inorgánicos
persistentes en los océanos, tierra y cuerpos humanos: todos estos y otros efectos secundarios
de la tecnología y el consumo.
Una transición hacia la sostenibilidad es vital y profundamente desafiante. Se requiere serios
cambios en la forma en que los seres humanos negociamos entre nosotros y con la naturaleza,
pues lo hacemos enfrentándonos a un mundo dividido y desigual.
Se puede decir que hay tres dimensiones de cambio que sobresalen y que son: el desafío de
descarbonizar la economía mundial, el desafío de comprometerse con la justicia y la equidad y,
el desafío de la conservación o sea de defender la vida y la biósfera.
• Descarbonizar la economía mundial. La descarbonización es el proceso de reducción de
emisiones de carbono, sobre todo de dióxido de carbono (CO2), a la atmósfera. Su objetivo
es lograr una economía global con bajas emisiones que consiga la neutralidad climática a
través de la transición energética. (Iberdrola, s/f)
Para estabilizar el clima será necesario reducir de forma relevante, rápida y sostenida las
emisiones de gases de efecto invernadero para, finalmente, lograr cero emisiones netas
de dióxido de carbono (CO2), el principal causante del cambio climático.
Según algunas proyecciones las emisiones de carbono por uso de combustibles fósiles se
pueden duplicar en los próximos 50 años, y esto significaría que se podría triplicar las
concentraciones atmosféricas de CO2 respecto a su nivel preindustrial.
Una economía mundial descarbonizada no puede provenir solamente de la tecnología y el
sector urbano industrial. Aproximadamente una tercera parte de las emisiones de gas de
efecto invernadero se generan en la deforestación, la agricultura y la industria maderera.
• Compromiso con la equidad y la justicia. Los temas de justicia y derechos humanos son
centrales para cualquier transición efectiva hacia la sostenibilidad mundial. Para integrar la
equidad al debate, se requiere poner énfasis en la justicia y en el diálogo con la sociedad
civil. Para producir una transición hacia la sostenibilidad, los movimientos ambientalistas y
conservacionistas deben comprometerse seriamente con la justicia: en efecto, la
preocupación actual por el desarrollo sostenible debe sustituirse por un interés nuevo y más
amplio por la sostenibilidad ambiental y la justicia.
La equidad y la ética son conceptos intrínsecos al concepto de la sostenibilidad y nos
plantean la necesidad de mirar a las futuras generaciones. Sin estos conceptos no es posible
enfrentar un problema global que puede plantear diferentes responsabilidades pero que
obliga a la ética no sólo como Estados sino como ciudadanos. (Pulgar-Vidal, 2015)
Los temas de justicia son absolutamente centrales para discutir sobre la transición hacia la
sostenibilidad.
• Proteger la vida y la biósfera. Una transición hacia la sostenibilidad debe primero y ante todo
proteger la vida, entonces, las especies importan. La biodiversidad debe estar en el centro
de cualquier programa de transición hacia la sostenibilidad. El éxito en la transición hacia la
sostenibilidad requiere del pleno entendimiento e integración del valor de la biodiversidad
y los servicios de los ecosistemas en la economía. La planificación de la conservación debe
integrar la dinámica de los ecosistemas y la evolución de la biodiversidad.
El modelo predominante de desarrollo, basado en la satisfacción ilimitada de lo que desean los
consumidores, nos conduce inexorablemente a un exceso de consumo debido a que aún
percibimos que los flujos de recursos son abundantes, y no desarrollamos un sentido de límite
adecuado para nuestro consumo. Es necesario que los países identifiquen formas de mantener
la calidad de vida en el futuro, mientras se despojan de los hábitos y estructuras que dañan la
biosfera y que algunos países dejen de acaparar recursos que necesitan otros.
La economía mundial se multiplicó casi por cinco en los últimos cincuenta años, pero ese
crecimiento tuvo un costo enorme para el medio ambiente. Las naciones tienen que empezar a
sopesar cuál es el verdadero beneficio después de sumar y restar esos factores para lograr un
futuro sostenible para las sociedades. (ONU, 2021)
Un requisito crítico para una economía planetaria es que todas las estimaciones económicas
tomen en cuenta apropiadamente la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas.
El uso de energía, a partir de combustibles fósiles producen una gran parte de la contaminación
ambiental a través de emisión de productos tóxicos a la atmósfera y de contribuir al efecto
invernadero y a un cambio climático potencialmente catastrófico como ya lo estamos sintiendo.
El uso de energías renovables como la solar, la eólica, hidráulica, etc. son una alternativa a este
problema.
Se debe tratar de buscar alimentos que, aunque sean procesados tengan una composición en
base a materias primas vegetales o animales o ambas pero que sean lo menos procesadas
posibles o que utilicen ingredientes y aditivos de preferencia naturales y con el menor impacto
a medio ambiente para mejorar su sostenibilidad. Debe de incluirse el empaque en cuanto a sus
materiales que cumplan con aportar a la sostenibilidad ambiental y no a su degradación.
Si bien es cierto que las ciudades presentan algunas ventajas como variadas oportunidades de
vida y trabajo, también es cierto que la mayoría presentan un medio ambiente de mala calidad,
ruidoso, hacinado y contaminado.
Muchas ciudades ya están desarrollando planes de mejora a su medio ambiente, como el hecho
de prohibir el ingreso de vehículos al centro de la ciudad o potenciar el uso de energías
renovables y no contaminantes, o sembrar vegetación en tejados y cubiertas públicas, o mejorar
y acondicionar de manera eficiente las vías públicas para que no sean solamente para uso de
vehículos motorizados sino también de otros no contaminantes como bicicletas u otros
vehículos menores.
Nos hemos acostumbrado a cambiar de armario cada temporada con ropa barata y de mala
calidad, a base de materiales sintéticos que no son reciclables y, la generación de este tipo de
residuos está convirtiéndose en un verdadero engorro para la gestión de residuos urbanos.
Las acumulaciones de residuos difíciles o imposibles de tratar, desde toallitas de baño a coches
usados, atestan cada vez más nuestro paisaje. Se trata de pasar de productos diseñados para
ser desechados a productos diseñados para ser reutilizados, recuperados, reparados y
reciclados. La llamada economía circular está lidiando con este problema.

NORMATIVIDAD AMBIENTAL

Nuestro país tiene una condición privilegiada ya que es uno de los países con mayor
megadiversidad del mundo y esto nos debe hacer reflexionar sobre nuestro actuar frente a los
recursos naturales, entendidos estos como componentes de la naturaleza, aprovechados por el
ser humano para satisfacer sus necesidades y con un valor actual y potencial en el mercado, y
sobre la promoción de su uso sostenible. Una sostenibilidad busca el equilibrio intergeneracional
en el uso racional de los recursos naturales para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible,
la defensa del medio ambiente y la protección de la biodiversidad.
Las leyes y reglamentos en el área ambiental nos permiten integrar en forma eficaz el medio
ambiente y las políticas y prácticas ambientales del país que deben estar basadas en principios
sociales, ecológicos, económicos y tecnológicos racionales, que permitan un Desarrollo
Sostenible del país.
Para lograr la gestión de los recursos naturales, se requiere la aplicación de diversas normas
como la Constitución Política del Perú; la Ley Orgánica para el Aprovechamiento Sostenible de
los Recursos Naturales que es la Ley N° 26821; la Ley General del Ambiente que es la ley Ley N°
28611; la Política Nacional del Ambiente al 2030 a través del Decreto Supremo N° 023-2021-
MINAM; la Ley sobre la Conservación y Aprovechamiento Sostenible de la Diversidad Biológica
que es la Ley N° 26839; la Ley Marco sobre Cambio Climático o Ley N° 30754; entre otras. De
este grupo de instrumentos, destacamos la Política Nacional del Ambiente que es de
cumplimiento obligatorio para las entidades de la Administración Pública, así como para las
personas jurídicas de derecho privado y la sociedad civil, en cuanto les sea aplicable, porque
desarrolla objetivos prioritarios relacionados a la gestión de los recursos naturales, o con
impacto en éstos.
La Constitución Política del Perú señala en su Art 2°, inc. 22°, que toda persona tiene derecho a
gozar de un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de su vida, también en su artículo 66
clasifica los recursos naturales como renovables y no renovables y los considera patrimonio de
la nación. En su Artículo N° 67, menciona que “El Estado determina la política nacional del
ambiente. Promueve el uso sostenible de sus recursos naturales” y, sobre esta base surgen
diversas normas, tales como la Ley Orgánica de aprovechamiento de recursos naturales Ley N°
26821, la Ley Forestal de Fauna Silvestre Ley N° 29763 que en su primer artículo establece
que Toda persona tiene el derecho de acceder al uso, aprovechamiento y disfrute del patrimonio
forestal y de fauna silvestre de la Nación de acuerdo a los procedimientos establecidos por la
autoridad nacional y regional y a los instrumentos de planificación y gestión del territorio;
además de participar en su gestión. Toda persona tiene el deber de contribuir con la
conservación de este patrimonio y de sus componentes respetando la legislación aplicable. Esta
ley sufrió su última modificación en diciembre del 2021 a través del decreto legislativo en donde
se incorpora la decimo cuarta disposición complementaria que trata sobre beneficios tributarios
al sector forestal y de fauna silvestre destinados al manejo y aprovechamiento, hasta el año
2025; o la Ley de Áreas Naturales Protegidas Ley N° 26834 que norma los aspectos relacionados
con la gestión de las Áreas Naturales Protegidas y su conservación de conformidad con el
Artículo 68 de la Constitución Política del Perú. Estas leyes desde los años 90, empiezan a generar
una importante base legal ambiental, sobre todo a partir de la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, realizada en Brasil en 1992.
En muchos sentidos, las leyes ambientales son como una póliza de seguro para cubrir aspectos
como la seguridad alimentaria y la del agua, la protección de recursos y el equilibrio ecológico.
No podemos subestimar la importancia de proteger a la ecología. La cadena alimentaria, el ciclo
del agua y la preservación de nuestros recursos dependen de qué tan bien se proteja nuestro
medio ambiente. Cualquier alteración en este equilibrio puede ocasionar problemas a largo
plazo y de gran escala y, es más, ya los estamos viviendo en carne propia, por lo menos en varios
lugares del mundo.
En el año 2005 se promulga la Ley General del Ambiente que deroga al Código del Medio
Ambiente y Recursos Naturales. Esta reconoce que toda persona tiene el derecho a gozar de un
ambiente saludable y el deber de contribuir a una efectiva gestión ambiental y de proteger el
medio ambiente; además, a participar responsablemente en los procesos de toma de
decisiones, así como en la definición y aplicación de las políticas y medidas relativas al ambiente
y sus componentes, que se adopten en cada uno de los niveles de gobierno; también tiene
derecho de acceso a la justicia ambiental, etc.
A través de esta ley, también se define a la Política Nacional del Ambiente (PNA), como el
conjunto de lineamientos, objetivos, estrategias, metas, programas e instrumentos de carácter
público, que tiene como propósito definir y orientar el accionar de las entidades del Gobierno
Nacional, regional y local, las del sector privado y las de la sociedad civil, en materia ambiental.
La primera Política Nacional del Ambiente (PNA) se aprobó con el Decreto Supremo N° 012-
2009-MINAM, siendo el Ministerio del Ambiente el ente encargado de formular, planear, dirigir,
coordinar, ejecutar, supervisar y evaluar la PNA.
Hoy contamos con una política nacional del ambiente al 2030 aprobada con DS 023-2021-
MINAM, donde se considera la disminución de los bienes y servicios que proveen los
ecosistemas que afectan al desarrollo de las personas y la sostenibilidad ambiental y, en su
diagnóstico indica que la acción humana está generando una acción sostenida, pero no
ambientalmente sostenible, sobre la naturaleza y los recursos; que esta acción humana, a su
vez, está generando impacto sobre los servicios que proveen los ecosistemas (aire limpio, agua,
recursos forestales, suelos, biodiversidad, entre otros) y, que la pérdida que genera la
degradación de los ecosistemas, está afectando el capital natural, es decir, suelos, ecosistemas,
etc., y está perjudicando significativamente el bienestar humano. Es de cumplimiento
obligatorio para las entidades de la Administración Pública, señaladas en el Artículo I del Título
Preliminar del Texto Único Ordenado de la Ley Nº 27444, Ley del Procedimiento Administrativo
General aprobado por Decreto Supremo Nº 004-2019-JUS, en el marco de sus competencias, así
como para las personas jurídicas de derecho privado y la sociedad civil, en cuanto les sea
aplicable. (Artículo 2, D.S. N° 023-2021, Política Nacional del ambiente)
Problemas ambientales en el Perú.
a) Pérdida de la diversidad biológica. En el marco de la Evaluación de los Ecosistemas del
Milenio (Millennium Ecosystem Assessment en inglés); “(…) los servicios de los ecosistemas
examinados, aproximadamente el 60% (15 de 24), se están degradando o se usan de manera
no sostenible (…). Los costes totales de la pérdida y la degradación de estos servicios de los
ecosistemas son difíciles de medir, pero los datos disponibles demuestran que son
considerables y que van en aumento (…)”. (Capítulo II: Diagnóstico, D.S. N° 023-2021,
Política Nacional del ambiente), Aquí también se sostiene que la acción humana está
generando una acción sostenida, pero no ambientalmente sostenible, sobre la naturaleza y
los recursos, que esta acción humana, a su vez, está generando impacto sobre los servicios
que proveen los ecosistemas (aire limpio, agua, recursos forestales, suelos, biodiversidad,
entre otros), que la pérdida que genera la degradación de los ecosistemas, está afectando
el capital natural (suelos, ecosistemas, etc.), y está perjudicando significativamente el
bienestar humano.
También podemos mencionar como parte de esta pérdida de biodiversidad a las actividades
ilegales e informales de aprovechamiento de la diversidad biológica que se puede ilustrar a
través de los aproximadamente 1,500 delitos anuales que se registran por actividades
ilegales contra el ambiente y recursos naturales, según reporte del INEI.
La pérdida de la biodiversidad, así como el cambio climático están relacionados con la
diseminación de enfermedades metaxénicas virales (dengue, zika, chikungunya),
bacterianas (rickettsiosis, ehrlichiosis), enfermedades zoonóticas (leptospirosis, peste) así
como al incremento de vectores (mosquitos, pulgas, garrapatas) y reservorios en nuestro
país (principalmente roedores). (Anaya, Elizabeth, citada en: La pérdida de la biodiversidad
afecta la salud de los peruanos. MINSA). También se agrega que existe una relación directa
entre nutrición y biodiversidad, así tenemos que; cuando los suelos sufren cambios ya sea
para la construcción de viviendas, industrias o para la siembra de nuevos productos, no solo
son afectados la diversidad biológica sino también la producción de alimentos en el planeta.
En un informe de PNUMA sobre la Covid-19 y el medio ambiente, apuntan que el planeta
debe estar sano; es fundamental para nuestra capacidad de recuperación de la pandemia
de la Covid-19 y para prevenir futuras enfermedades zoonóticas. El deterioro de los
ecosistemas y su diversidad biológica —desde la pérdida y la modificación de los hábitats, el
desarrollo agrícola y el cambio climático, hasta la contaminación o la sobreexplotación de
las especies— aumenta el riesgo de pandemias causadas por zoonosis (EL PAÍS, 2020, citado
por Helvetas Perú en su artículo: “Diversidad biológica 2020: Nuestras soluciones están en
la naturaleza”)
También colabora la introducción de especies exóticas e invasivas y de organismos vivos
genéticamente modificados y, aunque el Perú no cuenta con registros de pérdidas, se han
identificado 127 Especies Exóticas e Invasivas de diferentes grupos animales y vegetales.
Tenemos, también, la escaza eficiencia de los incentivos para la conservación y uso
sostenible de la diversidad biológica, aunque en el Perú se presentan diferentes tipos de
incentivos tales como los pagos por servicios ambientales, los mecanismos de Reducción de
Emisiones de Gases de Efecto Invernadero causados por la Deforestación y Degradación de
los bosques (conocido como REDD+), la certificación y ecoetiquetado, los subsidios o
deducciones de impuestos, los impuestos diferenciados para usos del suelo, entre otros.
b) Deterioro de la calidad ambiental. Esto tiene que ver con altas emisiones contaminantes
sobre todo de la industria extractiva y productiva informal, según el Ministerio del
Ambiente, los problemas de contaminación del aire en el Perú se presentan
predominantemente en las ciudades, en particular en áreas metropolitanas y en zonas
industriales.
Según el Análisis ambiental del Perú del Banco Mundial precisa que el impacto de la
degradación ambiental para los pobres en relación a los no pobres, es 20 por ciento más
alto en términos de impacto por cada 1,000 personas.
También se indica que el costo de la degradación de nuestro ambiente es más alto que en
otros países con niveles similares de ingreso.
Este resultado se debe, principalmente, al parque automotor en las ciudades porque
deteriora la calidad del aire. El mayor número de vehículos y la antigüedad de la flota
vehicular, especialmente para transporte urbano de pasajeros, han incidido en una mayor
contaminación de la calidad del aire; sobre todo, en las principales ciudades del país.
La contaminación ambiental tiene una incidencia importante en las enfermedades diarreicas
agudas (EDA) y en las infecciones respiratorias agudas (IRA). Estas enfermedades afectan en
general a toda la población; pero con mayor preminencia, intensidad y vulnerabilidad a los
niños menores de 5 años.
La presencia de material particulado en el medio ambiente también es un factor que
contribuye al deterioro del mismo.
Otro factor del deterioro de la calidad ambiental son los altos vertimientos de aguas
residuales sin tratamiento alguno en la mayor parte de ciudades y comunidades de nuestro
país, así mismo, una inadecuada gestión de residuos por parte de las autoridades y
entidades encargadas de ellos.
También tenemos pasivos ambientales con limitada atención como los derrames de
petróleo en nuestra amazonia y en nuestra costa; también tenemos una inadecuada gestión
de sustancias tóxicas como por ejemplo de los centros de salud y algunas industrias. Una
parte fundamental de este deterioro ambiental es, sin lugar a dudas, el incumplimiento de
las obligaciones por parte de ciudadanos, organizaciones y del estado.
c) Incremento de riesgos e impactos ante peligros naturales y antrópicos en un contexto de
cambio climático. Los peligros de origen natural y antrópicos afectan tanto a la persona
como a sus medios de vida y, en el caso de estos últimos, la mayoría de las veces resultan
afectados algún tipo de ecosistemas o alguna especie de flora o fauna que producen bienes
y servicios ecosistémicos. Esto tiene que ver con un incremento en la vulnerabilidad y
exposición de los ecosistemas, de la población y sus medios de vida, también con la
insuficiente vigilancia de peligros en un contexto de cambio climático y, deficientes prácticas
en el manejo de la infraestructura natural y ocupación del territorio que no consideran los
riesgos en un contexto de cambio climático.
d) Débil gobernanza ambiental. Esto tiene que ver con un marco normativo ambiental no
armonizado, deficiente implementación de la gestión ambiental descentralizada,
insuficiente participación de la población en materia ambiental, inadecuada ocupación del
territorio con enfoque ambiental, insuficiente conocimiento tecnológico y científico
ambiental para poder llevar a cabo una buena gestión ambiental, además, de falta de
innovación y desarrollo sostenible en este rubro y, esto aunado a una inadecuada gestión
de la información ambiental para la toma de decisiones.
e) Aumento de procesos productivos de bienes y servicios no ecoeficientes ni sostenibles. La
acción humana está generando una acción sostenida, pero no ambientalmente sostenible,
sobre la naturaleza y los recursos. Esta acción humana, a su vez, está generando impacto
sobre los servicios que proveen los ecosistemas (aire limpio, agua, recursos forestales,
suelos, biodiversidad, entre otros). La pérdida que genera la degradación de los ecosistemas,
está afectando el capital natural (suelos, ecosistemas, etc.), y está perjudicando
significativamente el bienestar humano. Todo esto tiene que ver con el uso intensivo de
tecnología de baja eficiencia e intensivas en carbono, también con insuficientes incentivos
para la implementación de negocios ecoeficientes y sostenibles, así mismo, con un limitado
aprovechamiento de energías no renovables, que en nuestro país están esperando ser
utilizadas, y el uso de combustibles limpios.
f) Comportamientos ambientales no sostenibles de la ciudadanía. El mayor problema aquí es
nuestra inadecuada cultura ciudadana en lo referente a medio ambiente, su cuidado y
sostenibilidad. Falta un comportamiento ambiental responsable de los ciudadanos que
actúan y participan en la sociedad como agentes de cambio en el ámbito privado y público,
a escala local, nacional y global, a través de acciones individuales y colectivas, en la dirección
de la resolución de problemas ambientales.
Esto supone un cambio crucial en nuestro papel como ciudadanos, ya que no solamente
somos receptores pasivos de regulaciones ambientales, sino que también tenemos un papel
fundamental al ser agentes de cambio. Esto no supone tener toda la responsabilidad.
Nuestras acciones como individuos siempre van a estar enmarcadas en las acciones del
Gobierno. Pero también somos valedores de las transformaciones del gobierno. Por ello,
tenemos un doble papel como agentes de cambio ambiental: nuestro propio
comportamiento ambiental y nuestro papel en el cambio de la agenda de los Gobiernos.
(Portal ambiental.com, 2021)
También podemos hallar otros organismos y entidades que tienen que ver con el medio
ambiente. Por ejemplo, el código penal en su Título XIII «Delitos Contra la Ecología», se
establecen los comportamientos o conductas que, de verificarse en la realidad, constituirán los
llamados delitos ecológicos o delitos contra la ecología, siendo los más importantes los
siguientes: Contaminación del medio ambiente, Responsabilidad del funcionario público por
otorgamiento ilegal de licencias, Depredación de flora y fauna legalmente protegidas,
Depredación de bosques protegidos, Autorización ilícita de habilitación urbana, entre otras.
En cuanto a normativa internacional Algunos países han firmado un acuerdo internacional para
reducir las emisiones de los principales compuestos químicos causantes del problema de la
destrucción de la capa de ozono. El Protocolo de Kioto de 1997 aborda algunos de los problemas
relacionados con el calentamiento del planeta. Aquí se sostiene que el crecimiento económico
de los países hará que un número cada vez mayor de problemas trascienda las fronteras
nacionales. De modo que el progreso de las políticas ambientales de cada país deberá ir
acompañado de soluciones multilaterales a los problemas ambientales.
Los primeros acuerdos internacionales en materia de recursos naturales se firmaron hace
muchos años, cuando los países tuvieron que acordar reglas de navegación para los países
oceánicos. Hay números acuerdos sobre contaminación marítima, desde acuerdos sobre
vertidos de petróleo hasta medidas más generales de control de contaminación.
Debemos tener en cuenta que la negociación de los acuerdos internacionales suele estar
centrada en aspectos políticos.

ÉTICA AMBIENTAL

La ética ambiental es una rama de la filosofía, pero que considera especialmente las relaciones
que se establecen entre hombres y el medio ambiente en que se desenvuelven, enfocándose en
cuidar y preservar el medio ambiente, no solo como individuos sino también como
organizaciones y pensando en las generaciones por venir; es el estudio ético de las interacciones
humanas con y el impacto humano sobre la naturaleza y sus ecosistemas. Nos ayuda a regular
que las acciones de los hombres no atenten contra el desarrollo y evolución de la naturaleza.
La primera obligación ética ambiental o ecológica es garantizar nuestra supervivencia y también
la dignidad de la vida humana actual y hacia el futuro o con sostenibilidad.
Los hombres no pueden desligarse del medio ambiente en el que se desenvuelven, sin embargo,
sus conductas agresivas, la falta de políticas ambientales y actividades ecocidas se han venido
incrementando a lo largo de los años.
El mundo, la naturaleza son frágiles y las actividades humanas puedan destruirlos, pueden
destruir ecosistemas completos que incluyen diversas especies de animales y plantas
endémicas.
Es necesario introducir un concepto redefinido de progreso ya que éste va más allá de lo
cuantitativo y debe estar orientado hacia la sustentabilidad ecológica, lo que implica producir
de forma más eficiente, o sea, hacer más con menos energía y con menos materias primas y que
los sistemas socioeconómicos respeten los límites de la biosfera, siendo la economía circular
una buena ayuda para este propósito. Un sistema económico será ecológicamente sostenible
solo si el empleo de los recursos para generar bienestar se limita de forma permanente a un
tamaño y una calidad que no sobreexplote las fuentes, ni que sobrecargue los sumideros de
carbono.
Para poder tener y gozar de una justicia ecológica planetaria se necesita tener en cuenta la
justicia global, la justicia interespecífica y la justicia intergeneracional.
La justicia global se basa en el reconocimiento de todos los individuos como miembros de la
comunidad en base a los derechos humanos básicos de subsistencia y distribución justa de los
recursos; garantizando estos derechos de supervivencia por sobre el bienestar de otros,
mediante un comercio justo y la compensación de daños ecológicos bajo el principio de
responsabilidades comunes pero diferenciadas.
La justicia interespecífica tiene que ver con la idea de que somos una especie dependiente de
los procesos de la ecósfera que desarrollan otros seres vivos, y que no debemos apropiarnos de
modo desigual del espacio ambiental que compartimos.
La justicia intergeneracional tiene que ver con el deber no recíproco de responsabilidad por las
generaciones futuras, que se articula en tres principios derivados: principio de conservación de
opciones, principio de conservación de la calidad del planeta y principio de conservación de
acceso al legado de las generaciones pasadas.

BIBLIOGRAFÍA:
• Adams, W. y Jeanrenaud, S. (2008). Transición a la sostenibilidad: hacia un mundo
humanitario y diverso. UICN, Suiza.
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del pacto verde europeo con la política de cohesión. Oficina de publicaciones de la Unión
Europea, Luxemburgo.
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• ONU (2021). ¿Es posible integrar medioambiente y economía? Consultado el 13/10/22.
https://news.un.org/es/story/2021/03/1488962
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14/10/22. ¿Qué es la ciudadanía ambiental? (portalambiental.com.mx)
• Pulgar-Vidal, M. (2015). Seminario Internacional: Cambio climático, sustentabilidad y
equidad intergeneracional. Ministerio del ambiente, Perú. Consultado el 11/10/22.
https://www.minam.gob.pe/ambienteenaccion/2015/11/04/manuel-pulgar-vidal-sin-
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• UPV (s/f). Nuestro futuro común. Consultado el 7/10/22
http://www.upv.es/contenidos/CAMUNISO/info/U0506189
• Santander (2022). Sostenibilidad ambiental: cómo cuidar el futuro de nuestro planeta.
https://www.becas-santander.com/es/blog/sostenibilidad-ambiental.html Consultado el
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• Oxfam (s/f). 5 claves de la sostenibilidad económica. Consultado el 8/10/22.
https://blog.oxfamintermon.org/las-5-claves-de-la-sostenibilidad-economica/

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