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El cuidado del medio ambiente representa a todas aquellas conductas que los seres vivos

deben tomar en pro a la salud de la naturaleza. La finalidad es hacerlo un medio con


más oportunidades y más provechos que satisfacen la vida de todas las generaciones.
Podemos pensar que nosotros, personas corrientes, no podemos hacer nada al respecto,
que son las grandes empresas o gobiernos los que tienen la obligación de tomar las
medidas necesarias para acabar con este problema, pero no, lo cierto es que
absolutamente todos somos responsables del maltrato que sufre nuestro planeta y que sí
está en nuestra mano cambiar con esto con cualquier acción por pequeña que sea.
De acuerdo con el expositor el daño al medio ambiente siempre nos han reflejado hacia
nosotros pero la concientización de la población en temas ambientales no ha sido, ni
será, suficiente para hacer frente a la crisis ambiental, pero no por la razón que creemos.
Reflexiona sobre cómo a la población se le exige tener esta responsabilidad ambiental y
se nos culpa por no lograr los objetivos impuestos para frenar la degradación del medio
ambiente debido a la “falta” de solidaridad y compromiso por parte de cada uno de
nosotros, la nueva generación verde, escondiendo la realidad de cómo los factores
políticos y económicos son los principales responsables de la contaminación y
explotación de recursos, representando un peligro social y ambiental al perpetuar un
sistema de crecimiento que sobrepone el progreso al bienestar ambiental y un cambio
en el modelo económico basado en la explotación y el consumismo y que el verdadero
culpable, el sector industrial, tome acciones reales. Torre-Marín, G. C., Granados, R. S.,
Herrera, G. R., & Martínez, F. R. (2009) señalan que “el desarrollo económico basado en
la producción masiva de bienes y servicios, ha traído consigo severos daños al ambiente
debido a la estrecha relación que existe entre el crecimiento poblacional e industrial y el
deterioro ambiental” (p.63) Como argumento del abordaje de validez temática, basta
con voltear a cualquier lado de nuestro entorno para demostrar que existe una crisis
ambiental y que las actitudes que cada uno de nosotros tenemos respecto a ello están en
función de cómo lo percibimos, cómo nos afecta de acuerdo a nuestras valoraciones,
cómo le damos sentido a esa relación de afectación que en múltiples casos se considera
como buena y natural. Que las condiciones materiales determinan el actuar de los
individuos y que esta actuación transforma la manera en cómo se percibe la realidad es
una constante que hoy más que nunca tiene vigencia. El abordar un tema implica un
posicionamiento teórico o perspectiva de cómo ver la realidad y ello conlleva
valoraciones. Esta visión ética de la realidad está íntimamente ligada con la relación que
guardamos con nuestro entorno. Pérez, R. M. (2016) señala que “nuestro modo de vida
consumista y depredador nos es presentado si no como el óptimo, sí como el que
permite lograr desarrollo y beneficios para todos, económicos, sociales y
ambientalmente, pues como nos lo presentan, los recursos naturales son casi infinitos y
el desarrollo de la ciencia y la tecnología nos permitirá corregir los abusos que a veces
salen a la luz pública” (p. 20). Nada más erróneas son algunas de las afirmaciones
presentadas anteriormente, al pensar que nuestro planeta y la vida que se encuentra en
su interior son interminables, pues sus recursos se deben mantener en equilibrio para
seguir cohabitándolo como lo conocemos. De los elementos más claros que presentan
afectación ambiental encontramos el agua y el aire contaminados, la deforestación, el
calentamiento global, la desertificación, la toxicidad de desechos, los agujeros de la
capa de ozono, entre muchas evidencias más. La sobrepoblación, el alto consumo, los
modelos de producción industrial, la tecnología aplicada a la movilidad, a la producción
de energías, son por mucho los causantes de las afectaciones anteriormente
mencionadas. Aunado a lo anterior pero siendo parte de ello está el modelo económico
que fomenta el desmesurado consumo y la acumulación de capitales en pocas manos,
generando pobreza y desigualdad. Lo anterior, conlleva a adoptar distintas posiciones o
valoraciones de los fenómenos presentados en función de la relación que se tenga frente
al medio ambiente, generando diferentes puntos de vista. Pero veamos de manera más
clara el panorama de cómo se concibe la relación humano – naturaleza y su correlación
con la ética a través de algunos de sus principales exponentes teóricos. Así, por ética del
medio ambiente entendemos las relaciones morales sistemáticas entre los seres humanos
y el medio ambiente natural.
Para Doppelt (2003), la sostenibilidad moderna para realizar negocios promueve la
inclusión social, optimizando la utilización de los recursos naturales y reduciendo el
impacto sobre el medio ambiente para preservar la integridad del planeta en beneficio
de las futuras generaciones sin perjudicar el desarrollo económico y financiero de la
empresa. Römpczyk, E. (1995) señala que “en América Latina, y en el resto del mundo,
una red entre ONGs, especialistas y militantes a favor del desarrollo sustentable son
quienes pueden construir propuestas alternativas al modelo ecónomico vigente, y darle
posibilidades de viabilidad ciertas a mediano plazo” (p. 143) Si bien es cierto, la política
ambiental sigue siendo del dominio exclusivo del Estado nacional, la gobernanza
ambiental responde cada vez más a preocupaciones y procesos de toma de decisiones
globales, aunque estos no sean necesariamente vinculantes. En efecto, esta última se
inscribe cada vez más en un acervo de reglas definidas a nivel internacional y que
constituyen un régimen ambiental internacional.
En conclusión lo más importante no es solo tomar conciencia cada individuo sino es
actuar en conjunto tanto el gobierno implementando políticas ambientales como las
empresas en su sostenibilidad moderna, si se actúa en conjunto podremos opacar la
crisis ambiental.

Bibliografía
Torre-Marín, G. C., Granados, R. S., Herrera, G. R., & Martínez, F. R. (2009). Ecología
industrial y desarrollo sustentable. Ingeniería, 13(1), 63-70.

Pérez, R. M. (2016). El cuidado del medio ambiente, una cuestión ética. Sincronía, (69), 20-31.

Römpczyk, E. (1995). Los actores de la política ambiental y las posibilidades de


desarrollo. Nueva Sociedad, (137), 142-163.
Nombre: Pacco Quispe Edgar Enrique

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