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LA CUEVA SIN SEÑAL - La depresión.

   
Si estás luchando contra la depresión, debes saber que no eres el único.

Entre los jóvenes, concretamente el 70% de los adolescentes, dicen que la


ansiedad y la depresión son problemas importantes entre sus compañeros.

La depresión puede ser algo de lo que no nos gusta hablar como cristianos.
Sin embargo, Dios no quiere que huyamos de estos temas ni dejemos de pedir
ayuda. Y si estás aquí es porque no te conformas y quieres salir de ahí. ¡Buen
Paso!

LA DEPRESIÓN ES UNA SEÑAL

La depresión es una señal, pero cómo estamos acostumbrados a


autosabotearnos, nos gusta ir a la cueva, donde no podemos mandar señal ni
recibir. 

Es importante entender esto: La depresión no es aleatoria; es una señal a la


que hay que responder.

Es una señal de necesidades más profundas que han quedado insatisfechas o


que han sido directamente rechazadas en el pasado o en el presente. Dios nos
creó con necesidades relacionales (Génesis 2:18). Nos creó con deseos y
anhelos del corazón que impulsan todo lo que hacemos (Proverbios 4:23).
Tenemos necesidades y deseos legítimos: ser amados, aceptados, sentirnos
conectados con lo demás, seguros y mucho más. Cuando estas necesidades no
se satisfacen, o son rechazadas abiertamente a través de experiencias
negativas y dolorosas, surge la depresión.

A menudo, la depresión puede desencadenarse por el rechazo, el daño


relacional y las experiencias traumáticas. El resultado pueden ser
pensamientos y sentimientos de inutilidad y desesperanza sobre nosotros
mismos o sobre las situaciones de la vida. Con el tiempo, esto puede crear
vías neurológicas fijas en nuestro cerebro, formas fijas de pensar y sentir, que
facilitan cada vez más la aparición de episodios de depresión.

Entonces, si la depresión es una señal, ¿cómo respondemos a ella? ¿Qué


hacemos para avanzar hacia la libertad?

 Identificar la depresión en nuestras vidas. 

 Identificar las necesidades insatisfechas y las heridas subyacentes. 


 El tercer paso es pedir ayuda a Dios y a los demás para abordarlas.

Gran parte de la libertad y de la sanidad comienza con la comprensión de que


las luchas no son aleatorias. Al contrario, son señales a las qué hay que
responder. 

ELIAS HUYE A LA DEPRESIÓN

Todos los personajes de la biblia son interesantes, pero lo que me impacta de


la historia de Elías, es que era un hombre que confiaba plenamente en Dios,
pero en un momento de su vida; interpretó que tuvo depresión.

Elías tuvo grandes victorias, he increíbles sucesos en su vida, que pareciera


que solo conocía la victoria. El había sido usado por Dios para cumplir uno de
los milagros más impresionantes de ese tiempo. Hasta que tuvo una amenaza
de muerte por Jezabel. 

Jezabel, la esposa de el rey, juró matarlo.

Esto causó tanto miedo y confusión a Elías que, escapó al desierto y oró a
Dios que le quitara la vida, pero lo que hizo Dios, fue enviar un ángel para
que este, le diera de comer, de beber y pudiera descansar.

Elías estaba en un punto en que sentía lástima de sí mismo. Esta inseguridad y


rechazo hizo que Elias entrara en depresión.

Me lo puedo imaginar en la cueva llorando mucho, sintiendo que la vida no


tenía sentido…¿Te ha pasado? ¿Te has sentido así?

Sus señales de depresión eran bastante obvias; se aisló a un lugar apartado, no


tenía energías, dormía mucho, no tenía ánimo, ni interés, y le pedía a Dios
que le quitara la vida, sin embargo, aunque Elías creía que ese era su final,
este no era el propósito de Dios para el.

EXPRESA LO QUE SIENTES. 

Expresar y decir lo que sentimos nos sirve tanto para desahogarnos y


separarnos de nuestras emociones, como para cambiar los pensamientos
negativos por positivos. Además, encontrar el apoyo y el punto de vista de
nuestro círculo nos hará sentir más valorados y queridos.

Dios es tan respetuoso porque El nos da libertad de decidir si queremos


seguirlo o no, es por ello que sino nos expresamos El respeta y no responde,
pero si nos expresamos El está ahí para acompañarnos, consolidarnos y
ayudarnos.  

Luego de que Elias expresó su deseo; no fue que cambió todo de forma
automática, sino más bien se le apareció un Ángel para hacerle compañía. 

1 Reyes 19 1-9 (NVI) Elías huye a Horeb

19 Acab le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho, y cómo había
matado a todos los profetas a filo de espada. 2 Entonces Jezabel envió un
mensajero a Elías para decirle: «¡Que los dioses me castiguen sin piedad si
mañana a esta hora no te he quitado la vida como tú se la quitaste a ellos!» 3
Elías se asustó[a] y huyó para ponerse a salvo. Cuando llegó a Berseba de
Judá, dejó allí a su criado 4 y caminó todo un día por el desierto. Llegó
adonde había un arbusto,[b] y se sentó a su sombra con ganas de morirse.
«¡Estoy harto, Señor! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy mejor que
mis antepasados». 5 Luego se acostó debajo del arbusto y se quedó dormido.
De repente, un ángel lo tocó y le dijo: «Levántate y come». 6 Elías miró a su
alrededor y vio a su cabecera un panecillo cocido sobre carbones calientes y
un jarro de agua. Comió y bebió, y volvió a acostarse. 7 El ángel del Señor
regresó y, tocándolo, le dijo: «Levántate y come, porque te espera un largo
viaje». 8 Elías se levantó, y comió y bebió. Una vez fortalecido por aquella
comida, viajó cuarenta días y cuarenta noches hasta que llegó a Horeb, el
monte de Dios. 9 Allí pasó la noche en una cueva.

El camino de la compañía. 

Como sucedió con Elías, muchas veces podemos sentirnos confundidos y


desanimados, pero esta historia nos muestra que Dios se relaciona
íntimamente y personalmente con nosotros; El suple nuestras necesidades
físicas, nos anima, aconseja, e instruye en cómo actuar y nos asegura que no
estamos solas.

1 Reyes 19 9-18 (NVI) El Señor se le aparece a Elías

Más tarde, la palabra del Señor vino a él. —¿Qué haces aquí, Elías? —le
preguntó. 10 —Me consume mi amor[c] por ti, Señor Dios Todopoderoso —
respondió él—. Los israelitas han rechazado tu pacto, han derribado tus
altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que
ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también! 11 El Señor le
ordenó:—Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque estoy a punto de
pasar por allí. Como heraldo del Señor vino un viento recio, tan violento que
partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el Señor no estaba en el
viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el Señor tampoco estaba
en el terremoto. 12 Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco
estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo. 13 Cuando
Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la
entrada de la cueva. Entonces oyó una voz que le dijo:—¿Qué haces aquí,
Elías? 14 Él respondió: —Me consume mi amor por ti, Señor Dios
Todopoderoso. Los israelitas han rechazado tu pacto, han derribado tus
altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que
ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también! 15 El Señor le
dijo:—Regresa por el mismo camino y ve al desierto de Damasco. Cuando
llegues allá, unge a Jazael como rey de Siria, 16 y a Jehú hijo de Nimsi como
rey de Israel; unge también a Eliseo hijo de Safat, de Abel Mejolá, para que
te suceda como profeta. 17 Jehú dará muerte a cualquiera que escape de la
espada de Jazael, y Eliseo dará muerte a cualquiera que escape de la espada
de Jehú. 18 Sin embargo, yo preservaré a siete mil israelitas que no se han
arrodillado ante Baal ni lo han besado.

Después de un tiempo, Elias vence la depresión, porque el mismo Dios lo


alimentaba, saciaba su sed, lo dejaba descansar, hablaba con él y lo escuchaba
atentamente.

El Señor le ordenó a Elías caminar cuarenta días y cuarenta noches; Elías


disfrutó tanto de la compañía de Dios que en la historia nos relatan que
Jehová no estaba en el viento, ni el terremoto, ni el fuego, sino en el silbo
apacible y delicado, donde se posaba su presencia.

Algo que quiero hacer énfasis en esta historia; es que Elias era obediente; y
aún en medio de la depresión, quiso obedecer a Dios y tomó decisiones día
tras día, aún en medio de la depresión. 

Las decisiones diarias marcan la dirección y determinan tu destino.


Desarrollan nuevas vías en tu cerebro, disminuyendo con el tiempo la
depresión. 

Los siguientes hábitos diarios te ayudarán a sanar y a crecer en tu bienestar


espiritual, emocional y mental:

 Preguntándote para comprender qué te lleva a la depresión.


¿Qué heridas y necesidades insatisfechas del pasado o del
presente pueden desencadenarla? ¿Qué cosas concretas
provocan pensamientos y sentimientos de desesperanza o falta
de valor?
 Conéctate de forma significativa con Dios y busca un consejero.
Procesa las emociones, los miedos y los sentimientos
incómodos. Habla con Dios y tu consejero sobre tus
preocupaciones, sueños y de lo que pasando en tu vida.

 Reduce el uso de la tecnología. No hay nada malo en las redes


sociales, los videojuegos o en los vídeos en línea, pero pueden
llevar a la desconexión, la comparación y a hacer frente a las
cosas de forma poco saludable, en lugar de procesar la vida de
forma sana.

 Lee la Biblia y experimenta la presencia de Dios.

El obedecer y el escuchar a Dios, trae aliento, paz, victoria y recompensa.

Elías era humano y luchó con debilidades que todos como humanos tenemos,
sin embargo, fue usado poderosamente por Dios; Jehová, le dio la fuerza para
poder seguir caminando, y esa misma fuerza que levantó a Elías, te levantará
a ti.

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