Marco Teórico Con Correcciones

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Marco teórico

I VIOLENCIA DE GÉNERO

«Hasta puñetazos en la barriga cuando estaba embarazada», Y entonces sacó una

recortada que había escondido en los hierbajos y me cogió por el cuello, me apuntó

con ella a la cabeza y me dijo: 'Ahora me vas a tener menos acobardado'. entonces

me disparó. (Gloria)

1. ¿Qué es violencia de género?

La violencia es el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo,

otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy

probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos,

problemas de desarrollo o la muerte1.

La violencia de género es un fenómeno complejo y con múltiples causas que ha

tenido lugar a lo largo de la historia y consiste en la desigualdad y/o violencia ejercida

hacia la mujer.

Tradicionalmente se ha reconocido el origen de la violencia ejercida sobre la mujer

en una estructura patriarcal donde la socialización de los roles de género es clave

para comprender este fenómeno sustentado en la relación de poder del hombre

sobre la mujer2.

1
OMS. (s. f.). violencia. ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD
2
Guerra Verdeja, 2104
A) ¿Por qué la violencia hacia la mujer se le ha denominado violencia de

género?

El género se define como la red de creencias, rasgos de personalidad, actitudes,

valores, conductas y actividades que diferencian a mujeres y hombres. Tal

diferenciación es producto de un largo proceso histórico de construcción social, que

no solo produce diferencias entre los géneros femenino y masculino, sino que, a la

vez, estas diferencias implican desigualdades y jerarquías entre ambos 3

El género es una condición que los seres humanos adquirimos desde temprana edad

a través de una serie de identidades sociales asignadas a hombres y mujeres, las

cuales establecen y delimitan el modo de actuar en sociedad de unos y otros

mediante un proceso psicológico individual derivado de las distintas estructuras e

instituciones políticas, sociales, religiosas y sus interacciones. Son estos diversos

modos de actuar, sentir y de pensar los que construyen los estereotipos sociales, los

cuales, consolidan las desigualdades y jerarquías entre los géneros exaltando la

supremacía del hombre frente a la mujer, desde una imagen de mujer débil, sumisa,

sacrificada y complaciente, encasillada en el papel de madre, hija, esposa, etc., y de

la figura del hombre protector y proveedor, de fuerza y dominio en las relaciones y en

la vida pública enalteciendo su condición de jefe de familia.

La influencia y presencia de las relaciones de poder generadas desde las estructuras

sociales en la adquisición de la identidad femenina o masculina desde una visión

tradicional sexista ha sido la causa principal para la existencia de un sistema de

desigualdades entre géneros y de los problemas derivados de las distinciones y el

3
Burin y Meler, 1998:20
desequilibrio de poder entre lo femenino y lo masculino. Así lo precisa Scott al definir

al género como un “elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las

diferencias que distinguen los sexos y como una forma primaria de las relaciones

significantes de poder”.4

Cuando utilizamos el concepto violencia de género comprendemos que los crímenes

contra las mujeres superan los conceptos de maltrato, violencia doméstica o

violencia familiar.

La expresión “Violencia de género” es la traducción de la expresión inglesa <gender

violence> que se refiere a la violencia, tanto física como psicológica, que se ejerce

contra las mujeres por razón de su sexo y basada en su supuesta inferioridad

biológica frente al varón.5

Con la expresión violencia de género se hace referencia al tipo de violencia

sistemática que han vivido las mujeres por una situación tradicional patriarcal de

sometimiento al varón, que las ha considerado personas inferiores, situadas

únicamente en el mundo doméstico, alejadas del ámbito público, sin derechos de

ningún tipo. Con este término se hace hincapié en que no solo se trata de algo que

ocurre en el ámbito doméstico o intrafamiliar, sino que es una violencia que también

se produce en el ámbito social, político e incluso religioso.

Utilizar el concepto de violencia de género es comprender que los crímenes contra

las mujeres no solo son sucesos pasionales, sino un problema de Estado que

4
Lamas, 1996 en Vélez, 2008:31
5
Lozano, B. (2020, 30 abril). Feminicidios en la pandemia
concierne a toda la sociedad. De esta forma, el concepto de violencia de género

supera los conceptos de maltrato, violencia doméstica o violencia familiar. 6

En el marco jurídico mexicano define a la violencia de género de la siguiente manera

“Cuando se habla de violencia por razones de género nos referimos a la violencia

hacia las mujeres que puede ser perpetrada por su pareja-hombre, por un

desconocido, por un familiar, por amigos, vecinos e incluso por el propio Estado y

sus agentes; los ámbitos donde puede ocurrir dicha violencia son en el privado (en

las relaciones familiares o en las unidades domésticas) o en el público (ámbitos extra

domésticos como los laborales, institucionales, parques, calles, comunidad, escuela

y otros sitios de acceso público); los tipos de violencia: física, sexual, psicológica,

económica y patrimonial. Puede ocurrir en cualquier momento del ciclo de vida de las

mujeres, esto es, desde su nacimiento, en la niñez, adolescencia, edad adulta y en la

vejez. La violencia contra las mujeres adopta diversas formas: discriminación,

humillación, tortura, golpes, hambre, mutilación, incluso asesinato. Todas estas

formas, tipos, ámbitos de la violencia se conceptualizan como violencia de género.

Por lo tanto, llegamos a la conclusión que la violencia de género es aquella violencia

física, sexual y psicológica de las niñas y las mujeres dentro del hogar (dote,

violación, mutilación genital, etc.), la violencia física, psicológica y sexual ejercida a

niñas y mujeres a nivel de la comunidad (violación, explotación, hostigamiento y

acoso sexual, intimidación sexual, prostitución forzada, tráfico de mujeres), la

violencia física, psicológica y sexual ejercida a niñas y mujeres a nivel de estado

6
Instituto de la mujer. org
(prepotencia, violación de derechos, procesos largos y sin resultados, liberación de

violadores, etc.)

Friederich Engels expone en su libro El origen de la familia, la propiedad privada y el

Estado que, durante el paso de las sociedades primitivas hacia las esclavistas, los

hombres para poder mantener la propiedad que habían adquirido por medio de la

línea paterna, generaron instituciones represivas en contra de la mujer. Si

observamos así la historia de los pueblos antiguos, como Roma y Grecia, en sus

años formativos, podemos apreciar un alto grado de misoginia y de violencia directa

en contra de la mujer.7

Así como se observa violencia política-social en contra de la mujer en Roma y

Grecia, de igual manera lo encontramos dentro de la sociedad judía. Nancy Cardoso

Pereira afirma que las cuestiones reproductivas, familiares, cuestionamiento sobre la

exclusividad del poder masculino y de la posesión de la tierra van a colocar a la

mujer judía en una línea de peligro, revelando el carácter sexista de la sociedad. 8 Lo

dicho con anterioridad lo podemos confirmar en el libro de Números Capítulo 36, en

donde los varones preocupados en la perdida de las tierras de su línea patriarcal,

condicionan a la mujer heredera de la tierra a casarse con un miembro de su misma

tribu, regla que no se le impone al varón.

2. Diferentes formas de violencia contra la mujer

A) Violencia personal

7
Friederich Engels, El origen de la familia (1969)
8
Nancy Cardoso, Las mujeres y la violencia sexista
Se piensa que la violencia personal es un asunto privado, pero la realidad nos

muestra que no es así, la violencia personal afecta no solamente a las mujeres sino,

también afecta a aquellos que la rodean.

La violencia contra la mujer no solamente afecta física y psicológicamente, también

afecta su espiritualidad. En el ámbito religioso, se anima a las personas a buscar

apoyo en sus guías espirituales, dirigentes o instituciones espirituales, sin embargo,

cuando una mujer maltratada busca soluciones, alternativas o consuelo en estos

dirigentes e instituciones espirituales muchas veces el trato que encuentra es

inadecuado e ineficaz e incluso se le cuestiona la hace sentir sola, traicionada y

enojada. Entonces, en medio de su dolor se pregunta: ‘¿Dónde está Dios y para qué

sirve la iglesia?’

Hoy en día la mayoría de las mujeres necesitan trabajar a la par del varón para poder

sacar a su familia adelante, realizando el triple de su rol para nutrir su hogar, sin

embargo, se espera que ella siga cumpliendo el rol de mujer sumisa que administre a

la perfección su hogar. Estos roles que se espera que cumpla, suponen largas

jornadas de trabajo sin remuneración económica justa, menos tiempo de sueño,

estrés excesivo, hasta que sus cuerpos no pueden más. Si, además, encuentran en

casa a un cónyuge que ejerce violencia, sus vidas son más desdichadas.

Las formas más evidentes de violencia personal son la agresión física, sexual,

emocional, psicológica y espiritual, las cuales tienen enormes repercusiones y tener

secuelas a largo plazo son las siguientes:

a) La agresión física
La agresión física se define como una manifestación del comportamiento agresivo

del ser humano expresada por medio de elementos corporales, conductas motoras y

acciones físicas, llevadas a cabo para provocar un daño corporal al individuo

agredido de una manera directa, que requiere de violencia para ser considerada

punible por los delitos del Código Penal.9

La agresión física es todo daño infligido de cualquier forma sobre el cuerpo de la

mujer, deje o no una marca o magulladura física: aventar, golpear con la mano o con

objetos; quemar con cigarrillos, encerrar, sacudir, patear, esterilización y abortos

forzados; mutilación genital, daño a la propiedad, etc. 10

b) La agresión sexual

La agresión sexual incluye ataques como la violación o intentos de violación,

así como cualquier contacto sexual no deseado. Por lo general, ocurre un ataque

sexual cuando alguien toca cualquier parte del cuerpo de otra persona sin su

consentimiento con multas sexuales, incluso si el contacto es a través de la ropa. 11

Cualquier acción en la que se utiliza a una persona, sin su consentimiento, para

satisfacción sexual de otra estando o no casada con la persona que ejerce la

violencia sexual. Puede ser la violación, el incesto, la inmoralidad y el acoso sexual

de colegas y subordinados mediante contactos, besos, demostraciones de cariño,

caricias, penetración vaginal, anal y oral, o cualquier otra actividad que denigra a

mujeres y niños para estímulo sexual del autor. También puede darse sin contacto

9
Carlos Vicente Guembe
10
Profamilia.org
11
Revista Safe House center
físico mediante miradas sugestivas; comentarios obscenos o licenciosos; obligando a

la mujer a mirar pornografía o a ser objeto de ella; exhibiendo los genitales; haciendo

llamadas telefónicas obscenas y anónimas, o acosando y persiguiendo, etc. Puede

darse a través de publicaciones de videos o fotos privadas de la víctima sin su

consentimiento.

b) Vejación emocional y psicológica

El maltrato, sea del aspecto que sea, físico o psicológico, personal, familiar o

institucional, paterno-filial, de pareja o senil, es una forma negativa y agresiva de

relación personal violenta, que tiene una honda repercusión en el desarrollo

psicológico12.

Dios formo al ser humano con la necesita de relacionarse, el ser humano se

relaciona con sus pares por una cuestión de identidad y pertenencia. Esta necesidad

de reciprocidad y responsabilidad compartida le lleva a buscar relaciones,

mantenerlas e invertir en ellas. Pero si alguna de las partes es considerada un objeto

o es manipulada, esta relación se convierte en abuso y explotación.

Algunas formas de abusos emocionales son Excluir: Hacer como si las mujeres no

existieran, lo que por lo general se expresa mediante el lenguaje corporal. Rechazar:

Manifestar el deseo de que la mujer no exista; por ejemplo: ‘Quisiera que no fueras

mi esposa (compañera)’. Aislar: Impedir que alguien apoye a las víctimas o que se

tenga contacto con ellas. En algunos casos, después del casamiento, se aleja a la

joven mujer del apoyo de su familia para que viva con su familia política que no la

12
El maltrato psicológico/emocional como expresión de violencia Agustín Bueno
ayuda, le niega información sobre su familia y la mantiene encerrada o confinada.

Criticar: Sermonear, acosar, insultar, ridiculizar, acusar y denigrar a la mujer cuando

está sola o frente a los demás. Amenazar: Con herir o abandonar a la mujer o con

lastimar a algunos de sus seres queridos (hijos u otros familiares y aún animales

domésticos). Corromper: Utilizar a la mujer para que haga algo ilegal; por ejemplo,

prostituirse o traficar y vender drogas.13

B) VIOLENCIA ESTRUCTURAL

Estructuras como la familia, la comunidad, y las instituciones religiosas ofrecen un

sentido de identidad y pertenencia. Ellas pueden convertirse en instrumentos de

violencia. Aun así, se espera que las mujeres sean las guardianas de esas

mismísimas estructuras y desempeñen roles en ellas.

La violencia estructural, a menudo pasa desapercibida y es mantenida y validada

colectivamente en nombre del orden y la estabilidad.

Las características de la violencia estructural son cuando las víctimas pueden ser

tanto individuos como grupos o colectividades; La ley impone cambios, pero las

estructuras siguen siendo las mismas. “La violencia contra la mujer está

profundamente arraigada en las relaciones de poder entre hombres y mujeres”. Se

les da a los hombres poder social sobre las mujeres, pero este poder es abusivo

cuando se opta por utilizarlo para ejercer control y oprimir a otros. A muchas mujeres

se les inculca que son impotentes y que no tienen derecho al propio poder porque

transmite imágenes de patente autoridad, el cual se le ha otorgado al varón. A las

13
EL MALTRATO PSICOLÓGICO / EMOCIONAL COMO EXPRESIÓN DE VIOLENCIA, Agustín Bueno
mujeres se les enseña y se les hace creer a menudo que merecen este mal trato.

Además, muchas sociedades hacen poco o nada por reducir la violencia y castigar a

los que la cometen. Aún en lugares donde existen leyes explícitas contra la violencia

doméstica, este problema es frecuentemente menospreciado o trivializado por la

policía y los tribunales. Es aún más doloroso cuando las mujeres, agentes de

socialización, perpetúan esta dañina tendencia. En muchas partes del mundo la

iglesia tiende a marginar a las mujeres separadas, divorciadas, solteras, o madres

solteras. La condena se intensifica si las mujeres son prostitutas o víctimas de

violación, sin hacer ningún esfuerzo por comprender el sistema que contribuye a

esas situaciones. Por otro lado, a los hombres a menudo no se les condena ni

siquiera cuando han creado o contribuido a crear esas situaciones. El sexismo

perpetúa la creencia de que unas personas son superiores o inferiores a otras en

función de la biología. Históricamente, el sexismo ha mantenido que las personas de

sexo masculino, por naturaleza son superiores a las de sexo femenino y que tal es el

verdadero orden de las cosas y ha actuado de maneras discriminatorias para hacer

cumplir ese orden. En un modelo análogo al del racismo, este prejuicio clasifica de

deficiente a un grupo de seres humanos, ordena roles de subordinación para ellos y

les priva de determinados derechos pura y exclusivamente por sus características

físicas, psicológicas o ambas. Al igual que el racismo, que atribuye una dignidad

inferior en función del color de la piel o del legado étnico, el sexismo hace lo propio

con el sexo biológico y sus consiguientes funciones, considerando que la mujer

esencialmente vale menos que el hombre, y hace todo lo que está a su alcance por

mantenerla en el lugar social ‘que le corresponde’. En ambos ismos, las

características corporales pasan a ser toda la esencia del ser humano, violando la
dignidad fundamental de la persona. El sexismo es un factor multidimensional que

fija roles estereotipados a hombres y mujeres. Al respecto, en muchas sociedades,

en virtud de determinadas expectativas, se niega a niñas y mujeres la posibilidad de

estudiar y de elegir su carrera o su trabajo, confinándolas en puestos de trabajo

limitados y roles concretos o en una reducida área geográfica. A hombres y mujeres

se les inculca desde la infancia que este proceder es normal y necesario para

mantener el orden y la estabilidad de la familia y la sociedad. Ahora bien, la división

del trabajo parte del supuesto de que el hombre debe controlar los recursos y las

instancias decisorias, lo que deja a la mujer sin poder alguno de negociación.

a) Androcentrismo

El sexismo puede ser de distintas clases, una de ellas y la que prevalece

dentro de la sociedad y la iglesia es el androcentrismo, el cual ve al mundo

exclusivamente desde la perspectiva masculina. El androcentrismo muestra a la

mujer más que un sujeto, un objeto.

También estipula normas que excluyen a las mujeres de los roles de liderazgo,

como, por ejemplo, ordenando hombres únicamente arguyendo que entre los

apóstoles no había mujeres.

El androcentrismo es la visión del mundo que sitúa al hombre como centro de todas

las cosas.

Esta concepción de la realidad parte de la idea de que la mirada masculina es la

única posible y universal, por lo que se generaliza para toda la humanidad, sean

hombres o mujeres.
El androcentrismo conlleva la invisibilidad de las mujeres y de su mundo, la negación

de una mirada femenina y la ocultación de las aportaciones realizadas por las

mujeres.14

b). Ginopia

Es una manifestación del androcentrismo que consiste en la imposibilidad de ver

lo femenino. Se utiliza principalmente en el área legal para referirse a la omisión del

punto de vista de la mujer en casos de violencia hacia ellas.

La ginopia es la invisibilidad. Un ejemplo es la falta de relatos de mujeres en las

Escrituras, los evangelios dicen que María Magdalena fue la única, o una de las

mujeres que vio a Jesús resucitado, pero cuando San Pablo habla de ello en 1ª

Corintios 15:5–6 dice: “... y que (Jesús) apareció a Cefas y después a los doce.

Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez.” La primera aparición ante

una mujer se borra totalmente.15

c) Misoginia

La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación (LFPED, 2003) de

nuestro país, considera a la misoginia como una conducta discriminatoria, en el

mismo estatus que la homofobia, la xenofobia, la segregación racial y el

antisemitismo.

14
Mujeres en Red (revista)
15
Dirección de igualdad de género.org
La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de violencia

(LGAMVLV,2006) en el artículo, 5 fracción XI refiere la misoginia como:

“…conductas de odio hacia la mujer y se manifiesta en actos violentos y

crueles contra ella por el hecho de ser mujer”.

La palabra misoginia proviene de dos voces griegas miso y gyne que significan

detestar a la mujer. Se usa para referirse a creencias o expresiones emocionales,

psicológicas e ideológicas de odio hacia las mujeres y a lo femenino.

La misoginia prevalece en culturas o sociedades que consideran a las mujeres

inferiores a los hombres y les atribuyen un rol centrado en la reproducción de la

especie humana, en el cuidado de hijos/as y en el hogar. Por ello, redunda en

práctica de subordinación, sometimiento, violencia e incluso crímenes contra las

mujeres.

La misoginia es el odio a la mujer que se justifica atribuyéndole ser la causa del

pecado, por ejemplo: ‘Las mujeres son portales del mal’. Actitudes similares

tienden a repetirse.

d) Generalización absurda

Esta se da cuando en un estudio se usan sólo sujetos masculinos o

femeninos, pero en las conclusiones se generaliza. En francés, basta que haya

un bebé en medio de un grupo de 10 millones de mujeres para que se utilice el

género masculino en lugar del femenino. En ese mismo idioma, derechos

humanos se dice todavía droits de l’homme (derechos del hombre). La iglesia


sigue nombrando el milagro, ‘Alimentación de los cinco mil’, a pesar de que el

texto diga: “Los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las

mujeres y los niños.” (Mt 14:21)

Existe una insensibilidad respecto a cuestiones de género y doble sistema de

apreciación Desde el punto de vista jurídico, en muchos países y sociedades se

considera que el hombre es el jefe del hogar, inclusive cuando está desempleado

o es improductivo y la mujer aporta los principales medios de sustento de la

familia. Se considera al hombre la principal fuente de ingresos mientras que los

ingresos de la mujer, a menudo, se consideran suplementarios. En muchos

países se castiga a las mujeres por faltas de conducta, pero se les permite a los

hombres continuar en libertad por las mismas ofensas. Un ejemplo de este doble

sistema de apreciación es el incidente de la mujer sorprendida en adulterio (Jn 8).

Se le permitió al hombre seguir libre pero la mujer fue llevada ante Jesús para ser

juzgada y apedreada. A la madre que sale a trabajar es muy común que se le

pregunte: ‘¿Cómo se las arreglarán tus hijos si vas a trabajar?’. Pregunta que

nunca se hace a un padre porque se supone que el cuidado de los niños es deber

maternal y no una responsabilidad compartida. 16

e) Familismo

Se entiende por tal dar primacía únicamente a los roles tradicionales de la

mujer en el seno familiar. Se da por sentado que la familia es la unidad nuclear

más pequeña, y no una serie de individuos que son sus miembros, y que es

16
DISCRIMINACIÓN, IGUALDAD Y DIFERENCIA POLÍTICA Miguel Carbonell Jesús Rodríguez Zepeda Rubén R.
García Clarck Roberto Gutiérrez López
responsabilidad primordial y única de la mujer. Ella debe tomar todas las

disposiciones del caso para dar cabal prioridad a su familia.

f) Dicotomismo sexual

Se entiende por tal tratar a hombres y mujeres como grupos distintos con

características diferentes. Por ejemplo, el hecho de poner marcado énfasis en

que el hombre es racional y la mujer emocional, o en que el hombre es ‘fuerte’ y

la mujer ‘débil’.

g) Programa político de fachada

Cuando por salvar las apariencias o en nombre de la representación

equilibrada de hombres y mujeres, se hace un gesto simbólico para cumplir con

una determinada política. Por ejemplo, la iglesia ordena a una mujer o elige a una

mujer para que ocupe un cargo en un órgano eclesiástico. La mayoría de las

veces, por falta de presencia o apoyo de otras mujeres, la mujer tiende a

retirarse, a ser más bien precavida que osada, adoptando, en muchos casos, el

sistema masculino, llegando incluso a comportarse como los hombres para ser

aceptada por ellos.

C) Violencia Cultural

De los obstáculos que impiden la igualdad entre hombres y mujeres en todas

las regiones, el factor mencionado con más frecuencia era la persistencia de

normas culturales y sociales, creencias tradicionales y estereotipos negativos con

respecto a la mujer.
La cultura es la suma de valores, actitudes, creencias, relaciones entre hombres y

mujeres, maneras de criar a los hijos, modalidades de gobierno, etc. Se trata de

la organización económica, política, social y espiritual de un pueblo. Algunas

culturas han evolucionado viviendo en un contexto por un período de varios años,

otras mediante la migración, el comercio, la colonización y, últimamente, la

mundialización. La diferencia de trato que se reserva a niños y niñas se fortalece.

Motivos o sistemas culturales pueden causar violencia, citemos como ejemplo, el

feticidio y el infanticidio femeninos, el hecho de descuidar la salud y la educación

de la niña y la mutilación genital femenina. Además, la colonización que abarcó

85% del mundo, aportó el cristianismo en su vertiente occidental, arrasando

muchas culturas locales que eran saludables. Han surgido nuevas formas de

tratar a la mujer como objeto. Un ejemplo es la ‘mulata’ que es apreciada como

‘mujer sexy’ durante los carnavales en Brasil. Más aún, se le atribuyen hoy a la

cultura significados problemáticos que son utilizados para impedir mecanismos de

derechos humanos. En el contexto de la iglesia, el código Deuteronomio refuerza

las culturas locales que son perjudiciales para las mujeres, por ejemplo, el

concepto de pureza, contaminación, e impureza de las mujeres debido a la

menstruación (Lv 15:19–31). Además de esto, todavía hoy, algunos siguen

utilizando textos bíblicos para respaldar ideologías racistas, sexistas y clasistas.

a) Vejación ritual

Es aquella que se lleva a cabo como práctica tradicional, por ejemplo, la

prostitución en el templo y el sacrificio de niños, creencia oculta o culto satánico

pueden ser vejaciones rituales. En algunas regiones, las viudas están obligadas a
seguir rituales, procedimientos durante toda su vida, y códigos de vestimenta y

conducta determinados. En India, por ejemplo, cuando las mujeres enviudan

deben dejar de usar todo tipo de símbolos de buena fortuna tales como

sindhoors, (marcas rojas en las rayas del pelo), bindis (lunares) en la frente,

crema de cúrcuma, flores. Se las margina socialmente de la participación en las

ceremonias de buenos auspicios, inclusive en sus propias familias. Tampoco

pueden heredar las propiedades, posesiones y salarios pendientes de su marido.

En algunas culturas, se espera que la hereden sus cuñados junto con las

propiedades del marido por lo que durante toda su vida dependen de ellos y no

tienen libertad ni autodeterminación alguna.

En diversas denominaciones cristianas, a la mujer no se les permite hablar o

enseñar frente al varón, no es considerada digna de enseñar las escrituras, se le

manda guardar silencia frente a su marido. Para algunos movimientos cristianos

el cuerpo de la mujer debe de cubrirse ya que es causa de pecado. La mujer es

considerada la causante de la caída de la humanidad.

b) Mutilación genital femenina

Se supone que la mutilación del órgano sexual femenino preserva la castidad

de la mujer y la protege de tener sensaciones sexuales que pueden llevarla a la

tentación y eventual desgracia. Según un informe de Naciones Unidas, “se mutila

a 2 millones de niñas por año; Egipto, Etiopía, Kenia, Nigeria, Somalia y Sudán

representan 75% de los casos.” Además del trauma y el dolor que causa, las

secuelas son aún mayores; hemorragias graves, envenenamiento de la sangre y


tétanos pueden ser los efectos inmediatos pero también puede causar

inflamación de las vías urinarias y los riñones, incapacidad de controlar la orina,

acumulación interna de flujo menstrual porque los tejidos cicatrizados obturan el

aparato genital. Asimismo, puede haber disfunción sexual debido al trauma y al

dolor agudo que se siente durante el coito. Por último, la labor del parto es mucho

más larga que lo normal por lo que el bebé puede nacer muerto. Las

investigaciones sobre los efectos psicológicos y sociológicos para la mujer, así

como el efecto para el recién nacido todavía son insuficientes. A la mayoría de las

mujeres se les inculca que la mutilación genital es un deber religioso, aunque las

Sagradas Escrituras no lo mencionen. La presión cultural que se ejerce en los

padres es tal, que incluso las mujeres más conscientes y con alto nivel de

educación someten a sus hijas al dolor y la tortura innecesarios de la mutilación

genital que tradicionalmente se fundamenta diciendo que es un rito de pasaje y

una ceremonia de iniciación a la vida adulta. También se afirma erróneamente

que acrecienta la fertilidad y protege el útero. La mutilación genital femenina es

una importante fuente de ingresos para los y las profesionales que la practican y

además aumenta la dote de la niña. Todo esto obra contra su abolición.

c) Deshonra

La honra es el valor que una persona considera tener y el que tiene a los ojos de

los demás integrantes de su grupo. “La honra es honra únicamente cuando la

exigencia interior y la reputación exterior coinciden.” La finalidad de la honra es servir

como una suerte de clasificación social que otorga a una persona el derecho de

actuar de determinadas maneras con sus iguales, sus superiores y sus


subordinados, de conformidad con las indicaciones culturales que prescribe la

sociedad. La honra colectiva de la comunidad se juzga más importante que la del

individuo. El honor del macho se basa en la exclusividad o la pureza sexual de las

mujeres relacionadas con él (madre, esposa, hijas y hermanas) no con su propia

pureza sexual. Por consiguiente, se espera que las mujeres sean sumisas, pasivas,

tímidas, dependientes y dóciles, y si lo son, se les honra. Hisako Kinukawa la llama

‘cultura de la vergüenza’ más que ‘cultura del honor’ porque este último se obtiene

evitando una conducta vergonzosa. Las mujeres son castigadas si escapan a las

expectativas inherentes al rol que se le adjudica o no cumplen las normas sociales.

Se les tortura o asesina para lavar el honor de la familia, el clan, la casta o la

comunidad. Se les castiga para escarmentar a otras y que no se atrevan a atravesar

las líneas de control establecidas por la sociedad. Por ejemplo, cuando los Talibanes

tomaron el poder en Afganistán en 1996, las mujeres fueron obligadas a usar el

burka, que las cubre de pies a cabeza, dejando ver solamente los ojos; muchas han

sido golpeadas y apedreadas en público por no haberse vestido correctamente,

incluso si se trataba simplemente de no llevar el velo sobre los ojos. A las mujeres no

se les permitía trabajar y ni siquiera mostrarse en público sin un pariente varón.

d) Sexualidad y matrimonio

Se considera al matrimonio una institución santa ordenada por Dios. Esta

opinión es real si ambos cónyuges lo consideran de la misma manera. Pero muchos

hombres todavía defienden la supremacía masculina y el patriarcado en lugar de la

reciprocidad. En la mayoría de los casos, los votos de matrimonio y los sermones de

la ceremonia traducen estas características que sientan las bases de una relación
desigual. Considerar que el cuerpo de la mujer es para goce del hombre, que el

deber primordial de la mujer es procrear, nutrir a la familia, y ocuparse de la

planificación familiar, supone una pesada carga para la mujer. El tabú de que no hay

que hablar de sexo en público, el analfabetismo de la mujer y la falta de conocimiento

de su propio cuerpo, se suman a estos problemas. Además, las consecuencias

morales poco claras respecto al embarazo no deseado, el aborto, el infanticidio

femenino y los métodos de planificación familiar someten a la mujer a sentimientos

de culpa, vergüenza, desaprobación social y severo castigo. En algunas culturas, si

la mujer está divorciada se la priva de sus hijos. La iglesia a menudo permanece en

silencio en las culturas que apoyan la poligamia. A veces se excluye de la familia a

las mujeres que no pueden concebir. Hay una creciente necesidad de comprender

diferentes orientaciones de vida. La iglesia tiende a esquivar las discusiones abiertas,

o evita tomar decisiones sobre estos temas que podrían ser causa de división.

Especialmente, cuando la pandemia del VIH/SIDA continúa causando estragos en

países y comunidades, la persistencia de ciertas prácticas como por ejemplo el

hecho de que un hombre herede como esposa la viuda de su hermano, no les da a

las mujeres ninguna posibilidad de negociar para asegurar conductas sexuales

responsables por parte de los hombres y las expone a grandes riesgos y privaciones.

La iglesia a menudo ha sido reacia a cuestionar tales prácticas culturales dañinas o a

ofrecer consejo ético.

D) La mujer como objeto de tráfico

La trata de mujeres y niños es la tercera fuente principal de ingresos después del

tráfico de armas y el tráfico de drogas. Se comete mediante rapto o con el


conocimiento de ‘intermediarios’, de la familia o de la propia víctima, obligada por las

circunstancias a buscar mejores posibilidades económicas. Las mujeres y niños que

son arrestados, en muchos casos son tratados como delincuentes por los oficiales,

los inculpan de haber entrado al país ilegalmente, o los arrestan sin motivo alguno.

Se les multa, y si no pueden pagar, se les encarcela o se les envía a un centro de

detención no especificado, por un período de tiempo indefinido, sin que haya habido

acta de enjuiciamiento o sin haber recibido asesoramiento jurídico. En otros casos,

se les deja en la frontera de un país extranjero sin medios de regresar con seguridad

a su hogar. Esto a menudo provoca que vuelven a ser arrestados, detenidos e

incluso, torturados. También se produce la trata de mujeres para matrimonios con

extranjeros que pueden ser perjudiciales para ellas. Las estadísticas demuestran que

más y más niños y niñas caen en manos de la mafia que controla esta actividad

insidiosa y que, en muchos casos, se ejerce con la complicidad de la policía. Quien

quiera que trate de intervenir pone en peligro su vida. La trata afecta a 10 millones de

niños y niñas en todo el mundo; cada año, 2 millones son víctimas de la trata a través

de las fronteras y, cada día, aqueja a 1 millón tan sólo en Asia. La trata se lleva a

cabo clandestinamente o utilizando documentos de viaje, visado de turista válido por

tres meses o matrimonio falso.

a) El turismo sexual

Este también es una rama de actividad económica en pleno auge. En 1999, 8

millones y medio de turistas visitaron Tailandia. Se estima que habitualmente, 70%

de los turistas son hombres que viajan solos y que 49% vienen expresamente para

mantener relaciones sexuales con niños y niñas. De ser así, significa que
aproximadamente 49% de turistas vienen para mantener relaciones sexuales. La

mayoría son del Este de Asia, de los EE.UU. y de Europa. Algunas agencias de viaje

que trabajan en conjunto ofrecen esta clase de excursiones baratas. A raíz de la

indigencia económica de los países empobrecidos por disturbios políticos y étnicos,

la mujer no tiene prácticamente ninguna otra posibilidad que vender su cuerpo y el de

los miembros de su familia para sobrevivir. Pero las propias familias y sociedades las

estigmatizan aún más por ello.

b) La violación utilizada como arma

La violación es la penetración forzada en las partes más íntimas, vulnerables e

incluso podríamos decir más sagradas, del cuerpo humano y, como tal, constituye

tanto un crimen espiritual como físico. “La violación es también todo el odio, el

desprecio y la opresión de la mujer en esta sociedad, concentrados en un solo acto.

La violación en ‘banda’, o violación colectiva, es una de las formas más brutales de

vejación sexual. No siempre es un hecho aislado y, en muchos casos, la

victimización se repite. Entraña una amenaza de muerte incluso si la violación física

no va acompañada de golpes. El aterrador mensaje es que las mujeres son objetos

que deben ser controlados por quienes detentan la fuerza bruta o una determinada

posición o condición social o a quienes se considera de una clase o raza superior. La

violación ha sido utilizada como arma de colonización y de más en más, se utiliza

ahora como arma de guerra y en situaciones de conflicto armado, como arma política

de represión y de tortura de prisioneras. También se utiliza para gratificar y ejercer

poder y dominio. Se estima que es un método eficaz de ultrajar a las mujeres, a

quienes se considera propiedad de los hombres, y de mancillar la pureza de la raza,


produciendo descendencia. A menudo es premeditada y planeada meticulosamente.

No es una expresión de una urgencia sexual incontrolable sino un acto de agresión

motivado por la necesidad de expresar poder, autoridad, odio a las mujeres y deseo

de humillarlas y de vengarse. El consumo de alcohol o drogas no puede ser tomada

como causa de violación. No sólo las mujeres jóvenes y bonitas son violadas sino

también bebés, niños y aún ancianas. Un hombre puede violar a cualquier ser

vulnerable, accesible y que esté a su alcance. Las mujeres no quieren ser violadas.

Un tercio de las violaciones ocurren en el hogar y un tercio durante el día. Más de

50% de las violaciones son cometidas por alguien conocido personalmente por la

víctima. Hoy en día, en algunos países, la violación matrimonial se considera

violencia y es castigada por la ley

II. El patriarcado como origen de la violencia

2. El patriarcado

Según el diccionario Cear-Euskadi, el patriarcado es un sistema de dominio

institucionalizado que mantiene la subordinación e invisibilización de las mujeres y

todo aquello considerado como ‘femenino’, con respecto a los varones y lo

‘masculino’, creando así una situación de desigualdad estructural basada en la

pertenencia a determinado ‘sexo biológico’. El patriarcado tiene su origen histórico en

la familia, cuya jefatura ejerce el padre y se proyecta a todo el orden social. Esta

situación se mantiene a través de regímenes, hábitos, costumbres, prácticas

cotidianas, ideas, prejuicios, leyes e instituciones sociales, religiosas y políticas que


definen y difunden una serie de roles a través de los cuáles se vigila, se apropia y se

controla los cuerpos de las mujeres, a quienes no se les permite gozar de una

completa igualdad de oportunidades y derechos.

Dado que este sistema de dominación se justifica a través del ‘sexo biológico’, el

orden que impone es normalmente percibido como natural y no como una

construcción social que puede ser transformada. Por lo tanto, los roles que desde el

patriarcado se imponen a las mujeres por el hecho de serlo, suelen ser percibidos

como fijos y no intercambiables.

Por lo cual la institución familiar es el grupo social más violento y en el que se ejerce

más violencia. Es más probable que una persona sea agredida o asesinada por

algún familiar o en su casa, que en otro lugar o por otra persona.

En la Declaración de las Naciones unidas, con motivo de la conmemoración del Año

Internacional de la Mujer en 1980, se dijo que “la violencia contra la mujer es el

crimen encubierto más numeroso del mundo” por el mero hecho de ser mujer, que

por su condición es víctima de una serie de delitos.

La violencia doméstica contra la mujer ha permanecido y permanece en un enorme

porcentaje de casos oculta y silenciada por las víctimas, lo que ha provocado su

perpetuación a lo largo de la historia hasta nuestros días. Esto ha sido así porque

hay una serie de factores socio-culturales que lo permiten.

El patriarcado es una de las primeras estructuras de dominación y subordinación de

la historia y aún hoy sigue siendo un sistema básico de dominación, el más poderoso
y duradero de desigualdad y el que menos se percibe como tal, al contrario, es el

sistema de dominación más aceptado por la sociedad.

Podríamos definir el patriarcado como la relación de poder directa entre los hombres

y mujeres en las que los hombres, que tienen intereses concretos y fundamentales

en el control, uso, sumisión y opresión de las mujeres, llevan a cabo efectivamente

sus intereses.

Esa opresión y subordinación está profunda y poderosamente arraigada en la

organización de la sociedad, lo cual no es consecuencia del azar o de otros factores

como la biología o la socialización en roles de sexo, sino simplemente en una

desigualdad entre hombres y mujeres. El patriarcado es una estructura primaria de

poder que se mantiene de manera intencionada y deliberada.

Ana. D. Cagigas Arriazu en su libro el patriarcado como origen de la violencia de

género afirma “La sociedad patriarcal considera que la mujer carece de relevancia y

de valía en comparación con el hombre, y que son éstos los que deben ocupar

predominantemente los puestos de mayor poder en empresas, política, gobierno,

casa y religión. Las mujeres tienen asignados espacios físicos y simbólicos que no

han sido elegidos por ellas y que no suponen el reconocimiento ni el poder del

colectivo genérico, que los hombres se reservan para sí”

A) El patriarcado sustentado por la religión

La profesora Alicia Puleo distingue dos tipos de patriarcado: el duro o de

coerción y el blando o de consentimiento. El primero parte de la idea o mejor de la

ideología de que las mujeres son inferiores: las leyes defienden la desigualdad de
género y el proceso de socialización establece diferentes roles en función del sexo.

El patriarcado duro o de coerción está muy presente en nuestra sociedad en todos

los niveles: laboral, familiar, educativo, económico, religioso, político etc. Un ejemplo

claro de su supervivencia es el caso que vivió en 2021 la senadora Bertha Caraveo

cuando el legislador Mario Mata le llamo “iletrada y casi analfabeta”, “falta de luz y

brillo propio” y que “su IQ no da para más”, entre otras calificaciones.

El patriarcado de consentimiento defiende la igualdad entre hombres y mujeres que

tiene su reflejo en las leyes y en la socialización, pero en la práctica las mujeres

hacen lo mismo que en el patriarcado de coacción, si bien, se dice, libremente.

Estamos ante lo que Ana de Miguel llama "el mito de la libre elección", porque

continúan, entre otros asuntos, la desigualdad y la discriminación en la

representación política, la distribución de los recursos económicos, los salarios, la

conciliación y el reparto de las tareas domésticas.

Juan José Tamayo agrega un tercer tipo de patriarcado a la lista de Alicia Puleo, la

cual se la atañe a la ejercida por las religiones, él afirma que es una de los

patriarcado más resistentes e influyentes, el cual, Juan José Tamayo ha definido con

el nombre de un grupo musical español de rock “Extremoduro”. El patriarcado

Extremoduro se trata de un sistema de dominación múltiplemente discriminatorio de

las mujeres, las niñas y los niños, homófobo, basado en la masculinidad sagrada

como fundamento de la inferioridad de las mujeres y de su dominio por parte de los

hombres. Y ello por voluntad divina y conforme al orden natural. Como afirma le

pensadora feminista Mary Daly: “Si Dios es varón, el varón es Dios”. El patriarcado

religioso legitima, refuerza y prolonga el patriarcado social, político y económico.


Las religiones no suelen reconocer a las mujeres como sujetos religiosos, morales y

teológicos, las reducen a objetos las cuales están sujetas en todo ámbito a sus

padres o esposos. El patriarcado Extremoduro coloniza los cuerpos y las mentes de

las mujeres, ejercen todo tipo de violencia contra ellas: física, psicológica, religiosa,

simbólica. Sin embargo, no pocas mujeres suelen ser las más fieles seguidoras de

los preceptos religiosos, las mejores educadoras en las diferentes creencias

religiosas y las que a veces mejor reproducen la estructura patriarcal de las

religiones.

Por otro lado, las mujeres están subalimentadas en cuanto al amor se refiere y de

esta manera el patriarcado Extremoduro no depende totalmente de las leyes legales

o religiosas, sino de una dinámica en donde los ideales afectivos toman un papel

muy impórtate en esta relación de dominador y dominada, aún en los casos en que

no hay dependencia económica, sigue habiendo patriarcado porque así han sido

enseñadas.

Margarita Pintos, teóloga feminista lanza una pregunta que sería interesante poder

contestar ¿Qué razones tienen las religiones, que se basan en el amor y la

tolerancia, para no lograr ser eficaces en la convivencia pacífica de los pueblos, sino

que propician conflictos, guerras e intolerancia en el nombre de sus dioses, así como

la subordinación de grandes colectivos?

Los dirigentes religiosos critican la teoría de género con descalificaciones gruesas.

No la reconocen carácter científico y la llaman “ideología de género”. Incluso llegan a

hablar de “las zarandajas de la ideología de género”. La califican de bomba atómica,

que socava y destruye el orden natural y el orden divino de la creación. El cardenal


Cañizares ha osado definirla como la ideología más perversa de la historia de la

humanidad. A ella la hacen responsable incluso de la violencia contra las mujeres.

Condenan los movimientos de emancipación de las mujeres y sus reivindicaciones.

Se oponen a los derechos sexuales y reproductivos. Son contrarios a la educación

afectivo-sexual en las escuelas. Quien mejor ejemplifica esta actitud es el Papa

Francisco con su afirmación insultante: “Todo feminismo es un machismo con

faldas”.

El claro ejemplo de este patriarcado convenido, que aún tiene vigencia son las

declaraciones del portavoz de la iglesia Católica Romana, el Papa argentino

Francisco, este se pronuncia en contra de la violencia de género, condena la

violencia contra la mujer diciendo “Basta, herir a una mujer es ultrajar a Dios”, sin

embargo, sigue limitando el papel de la mujer a “madre”, afirma que las mujeres son

esenciales en el mundo actual porque son ellas “las madres” las que saben mantener

unidas los hilos de la vida, que pueden contrarrestar los demasiados alambres de

púas de la división.

En enero del 2011 sale un comunicado oficial del papa Francisco en donde se

promulga una ley eclesiástica en donde recién en ese año se les permite leer el

evangelio a las mujeres y asistir en el altar, pero no pueden oficiar misas. Podríamos

pensar que eso solo sucede en la tradición católica Romana, pero no es único caso

en donde la mujer no es valorada como capaz de tomar un papel de liderazgo dentro

de la institución religiosa, lo mismo sucede con otras doctrinas protestantes

evangélicas como la bautista, la pentecostés, la presbiteriana, en donde la mujer

debe de callar frente al varón y no puede oficiar un culto o reunión, sin embargo, son
a ellas a donde se les envía a misiones donde hay escases de recursos como

también baja seguridad.

III. Masculinidad sagrada

La enseñanza religiosa reproduce como al hombre como el fin absoluto de toda la

creación o, el carácter patriarcal de la imagen de Dios y a la mujer como la culpable

del pecado original que hizo caer al varón en el pecado.

2. EL DIOS VARÓN

En la mayoría de las religiones son los varones quienes llevan el poder absoluto del

poder eclesial, bajo el argumento de que son “ellos” los escogidos para ser

representantes de Dios, y al ser los representantes son “ellos” los que reflejan la

verdadera imagen en la tierra en función de la masculinidad que define a Dios, dejando a

la mujer como parte de la creación de Dios como lo es la luz y las tinieblas, los árboles y

las plantas, los animales y las bestias.

Las religiones en general, y especialmente las monoteístas, presentan y representan a

Dios como varón. Por ejemplo, en la Biblia hebrea es presentado como Dios de los

Padres (Patriarcas), de Abraham, Isaac y Jacob, Pastor de Israel, Roca, “Médico”,

“Adonai” (el Señor), “El Saddai” (Dios Todopoderoso), “Yhwh Sebbaot” (el Señor de los

Ejércitos), Batallador, Guerrero, Padre, Creador, el Santo, el Eterno, Rey (uno de los

atributos o nociones divinas más importantes en el Antiguo Testamento), Redentor,

Salvador, Creador, etc. (Mettinger, 1995).


La Biblia hebrea es muy reservada a la hora de aplicar a Dios la imagen de “padre”.

Tanto en los relatos bíblicos de la creación como en la tradición del éxodo, donde

encontramos la primera representación bíblica de Dios, está ausente su imagen como

padre. En la Biblia hebrea a Dios se le llama “padre” catorce veces, y en ninguna de

ellas se trata de una plegaria.

Las pocas veces que se emplea la imagen del padre aplicada a Dios en la Biblia hebrea

es para referirse a acciones de Dios como liberar a los esclavos, dar de comer a las

personas hambrientas, sanar a las personas enfermas, reconocer los derechos de los

pobres, proteger a los huérfanos, las viudas y los extranjeros.

Las raíces del uso de “padre” aplicado a Dios están en la vida familiar del antiguo Israel.

“En la más antigua etapa de la vida social que refleja la Biblia, las personas entraban en

relación con Dios como miembros de una familia cuya cabeza se situaba al padre;

aquella familia, a su vez, formaba parte de un clan, de una tribu, y de una nación cuyos

dirigentes ocupaban una posición semejante a la del padre en la familia. Todo el sistema

social así constituido estaba en última instancia al servicio de Dios, que se entendía

como garante de la autoridad de aquellos ‘padres’ y que, por consiguiente, era

imaginado semejante a ellos por lo que se refiere a sus rasgos esenciales” (Kelly, 1981:

440-441).

Los atributos divinos tienen que ver con el poder y autoridad, atributos que

históricamente le han sido asignados al varón.

Los textos sagrados vinculan de cierta forma a Dios con la violencia, la cual constituye a

su vez otro de los rasgos definitorios de la masculinidad patriarcal. En la Biblia hebrea


hay en torno a 1000 textos que vinculan a Dios con la violencia, más que los que

vinculan a esta con los seres humanos.

Norbert Lohfink (1978) afirma que “La Biblia hebrea, es uno de los libros más llenos de

sangre de la literatura mundial. Hasta mil son los textos que se refieren a la ira de Yahvé

que se enciende, juzga como un fuego destructor y castiga con la muerte. El poder de

Dios se hace realidad en la guerra, batallando del lado del “pueblo elegido”, y su gloria

se manifiesta en la victoria sobre los enemigos”. El tema de la venganza sangrienta por

parte de Dios, según Schwager, aparece en el Antiguo Testamento con más frecuencia

incluso que la problemática de la violencia humana. “Sólo hay tres libros

veterotestamentarios en los que no se asocia a Dios con la guerra: el libro de Ruth, el de

Esther y el Cantar de los Cantares” (Barbaglio, 1992). De tal manera que el varón

justifica la violencia que ejerce en la imagen que se le ha enseñado de Dios, toma textos

aislados de la biblia hebrea como un manual para ejercer su masculinidad sagrada.

3. RELACIÓN DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA

La violencia se ejerce en donde hay condiciones propicias para que se legitime y

el seno familiar es un entorno favorable para la violencia, sobre todo en los hogares de

América Latina en donde la cultura ha enseñado que la autoridad puede ejercer

violencia. Incluso En el caso de familias con tradiciones religiosas, puede existir el riesgo

de caer en prácticas violentas sustentadas bíblicamente que atentan con la dignidad de

los miembros de la familia.

En los hogares cristianos, se reconoce como autoridad a la figura paterna, la cual como

se menciona con anterioridad es la figura representativa de Dios en la tierra y por lo


tanto se convierte en la figura de autoridad en el núcleo familiar, “el marido es la cabeza

de la mujer” (Efesios 5:23)

En la Biblia hebrea y la Biblia cristiana hay una importante diferencia numérica, en la

aplicación del término “padre” atribuido a Dios. La aplicación del término es escasa en la

Biblia hebrea, pero vemos un gran cambio en la el uso del término “padre” en la Biblia

cristiana, su uso por parte de Jesús llega a ciento setenta veces, de echo en el

cristianismo la primera oración que se acostumbra a enseñar a los niños desde

pequeños y que se considera la forma más adecuada de dirigirse a Dios es el Padre

nuestro. La explicación de dicha centralidad es que se trata de la oración con la que

Cristo ordenó a sus discípulos relacionarse con Dios

“Padre” es la imagen que mejor sirve para identificar a Dios entre los cristianos, y es está

figura la que más se relaciona con el varón y que representa autoridad. Al identificar al

varón con la figura de Dios se la da toda potestad y autoridad en referencia con los

miembros de su familia, relegando el papel de la mujer a solo ser dadora de vida, ayuda

al varón.

La imagen de Dios como padre trasciende de tal manera en el ámbito cristiano que se

ha dado legitimidad al patriarcado de autoridad violenta, el cristianismo justifica la causa

de dominación de los hombres sobre las mujeres.

Así lo constata Catherine Halkes (1981: 451), para quien “Dios, como Padre patriarcal,

se ha fijado de tal manera en la imaginación humana, que no sólo ha consolidado el

status quo de la sociedad patriarcal, sino que ha sido también la causa de la dominación
de los hombres sobre las mujeres con arreglo al plan de Dios, y de que este orden divino

quede legitimado e incluso actualizado”.

Padre es la imagen de Dios que más se abusa la religión autoritaria para reprimir y a la

vez justificar las actitudes violentas que someten no solo a la mujer, sino, a aquellos que

están bajo su autoridad.

Tres son los elementos estructurales de la religión autoritaria, nos recuerda Dorothee

Sölle (1996),siguiendo a Erich Fromm (1956): el reconocimiento de un poder superior

que rige nuestro destino; la sumisión a dicho poder, que no precisa de legitimación moral

alguna; una concepción pesimista del ser humano, a quien se considera impotente e

incapaz de amor, justicia y verdad.

A la mujer cristiana se le instruye desde muy pequeña en la completa sumisión al varón,

se le enseña que es la obediencia en su mayor esplendor la que ella necesita para a

alcanzar a cumplir el plan que Dios tiene para su vida, el varón se vuelve el centro de su

ser. En manos del varón se deposita el destino la mujer, según la religión autoritaria, la

mujer debe de esperar la revelación de su destino a través del varón, ya que este se

vuelve en el poder superior que rige el destino de la mujer. Para la religión autoritaria el

varón representa la imagen de Dios y la mujer representa el pecado.

La religión autoritaria usa una imagen de Dios que tiene más parecido con el dios Moloc,

que exigía al sacrificio de los niños, que con el Padre misericordioso que perdona al hijo

pródigo cuando vuelve a casa.


Las estadísticas revelan que dentro de las congregaciones el 80% son mujeres, lo que

nos lleva a cuestionarnos todo esto es el por qué las mujeres adoran a un Dios que

legitima la violencia contra ellas. La teóloga alemana feminista Dorothee Sölle (1996: 29)

se pregunta, entre indignada y escandalizada, por la concepción masculina de Dios

vinculada con la violencia y la masculinidad sagrada que legitima el patriarcado.

En las escrituras se revela el amor de Dios por la humanidad, desde la creación hasta el

fin del discurso, sin embargo, el ser humano, ha dado más importancia a el poder y la

autoridad, cuyo interés es la sumisión.

IV Fundamentalismo religioso

El fundamentalismo religioso expresa un conjunto de creencias basadas en una

interpretación literal de un manuscrito considerado sagrado, con una exigencia

intransigente de sometimiento a una doctrina. Diferentes variables psicosociales como el

autoritarismo, la dominancia social, la necesidad de cierre y la ideología del rol de

género han sido estudiadas en relación con fundamentalismo religioso.

De acuerdo con Altemeyer y Hunsberger (1992) el fundamentalismo religioso se define

como “La creencia de que hay un conjunto de enseñanzas religiosas que contienen

claramente la verdad de modo infalible acerca de la humanidad y la deidad” (p. 118).

Además, los autores sostienen que esta verdad esencial se opone fundamentalmente a

las fuerzas del mal, el cuál debe ser combatido enérgicamente y que esta verdad se

debe seguir en la actualidad de acuerdo con las prácticas fundamentales e inmutables

del pasado. En este sentido, el fundamentalismo religioso apela a la creencia que los

que profesan y siguen estas enseñanzas fundamentales son aquellos que tienen una
relación especial con la deidad. Dado que esta definición podría aplicarse a muchas

religiones, se ha optado por definir el fundamentalismo no como un conjunto particular

de doctrinas, sino como una actitud hacia dichas creencias (Altemeyer y Hunsberger)

1. Fundamentalismo religioso y Autoritarismo

Los individuos que profesan el fundamentalismo religioso se caracterizan por

actitudes autoritarias y de sumisión. Altemeyer considera al fundamentalismo

religioso como ese autoritarismo del ala de derecha.

Altemeyer (1981) define al autoritarismo del ala de derechas como la covariación de

tres conglomerados actitudinales en un individuo: la Sumisión autoritaria (un alto

grado de sumisión a las autoridades percibidas como legítimas en la sociedad en la

que se vive), la Agresión autoritaria (agresión general dirigida a diferentes personas o

grupos que son percibidos como diferentes a los que plantean las autoridades

establecidas o las normas endogrupales) y el Convencionalismo (un alto grado de

adherencia a las convenciones sociales, las cuales son percibidas como avaladas

por la sociedad y las autoridades establecidas) 7

El fundamentalismo religioso refiere a un alto nivel de sometimiento, legitimación y

aceptación de las acciones de las autoridades, aun siendo éstas injustas o ilícitas; las

cuales tienen una tendencia a perjudicar a ciertos grupos de personas dentro de su

movimiento, sin embargo, estos grupos perjudicados, a partir del convencimiento de

que dichos actos están legitimados, tienen un alto grado de aceptarlas sin juzgarlas,

ya que esta establecido por el poder o autoridad.


Uno de los trabajos pioneros en el análisis de las relaciones entre el

fundamentalismo religioso y el autoritarismo del ala de derechas fue el desarrollado

por Altemeyer y Husberge, estos hallaron que cerca de dos tercios de las personas

que obtuvieron altos niveles en autoridad de ala de derecha, también tuvieron un alto

puntaje en fundamentalismo. Además, estudios desarrollados en la misma línea años

más tarde, han observado los mismos patrones de correlación entre el

fundamentalismo religioso y el autoritarismo del ala de derechas. A partir de dichos

estudios, se ha podido llegar a la conclusión que, si bien no todas las personas

autoritarias son fundamentalistas religiosos, ambas variables guardad una estrecha

relación.

Si bien, no todas las religiones promueven este fundamentalismo religioso, si en las

mayorías de ellas fomentan la sumisión de la mujer.

La combinación entre fundamentalismo religioso y el entorno machista que se viven

en México no son buena combinación en relación con la mujer, ya que en el varón

existe la necesidad de luchar contra el “mal” con agresión autoritaria, siendo la

motivación detrás de este esfuerzo el objetivo ideológico para imponer el dominio del

propio del varón y garantizar que los valores y las normas propias se conviertan en

estándares para la sociedad.

Tales orientaciones hegemónicas podrían ser la expresión de una orientación a la

dominancia social, que al igual que sucede con el autoritarismo del ala de derechas,

también ha sido una de las principales variables con las que se ha asociado al

fundamentalismo religioso.
2. Fundamentalismo religioso y Dominancia social

El interés en mantener la superioridad de su propio grupo de referencia, en

particular se ve motivado si el estado del grupo se percibe en riesgo o la delimitación

de los grupos parece disolverse, es allí donde las personas intentarán estabilizar o

expandir su dominio (Sidanius & Pratto, 1999


). En este sentido, la teoría de la Dominancia

Social postula que la discriminación grupal tiende a ser sistemática porque las

ideologías sociales ayudan a coordinar las acciones entre instituciones e individuos.

La aceptación de ideologías que legitiman la desigualdad está en parte determinada

por el deseo general de los individuos de dominación de unos grupos sobre otros.

Este deseo es capturado por el constructo denominado Orientación a la Dominancia

Social (SDO), definido como la intención de los individuos por mantener relaciones

jerárquicas por sobre relaciones igualitarias ( Pratto et al., 1994).

Estudios previos han señalado que las personas que poseen altos niveles de SDO

también muestra altos niveles de fundamentalismo religioso, el cual parece reflejar

un sistema cerrado, dogmático y aparentemente prejuicioso respecto a las relaciones

intergrupales (Altemeyer, 2003 Altemeyer & Hunsberg, 1992 Galen, Wolfe, Deleeuw & Wyngarden, 2009
;  ;  ; Jakubowska &

Oniszczenko, 2010 Saroglou, 2016 Saroglou & Muñoz-García, 2008


;  ;  ).

Dado que los fundamentalistas religiosos son autoritarios, con altos niveles de

orientación a la dominancia social y altamente dogmáticos, la necesidad de cierre

cognitivo (Webster & Kruglanski, 1994) se ha propuesto como otra de las variables asociadas al

fundamentalismo.

A) Fundamentalismo religioso e Ideología del rol de género


La ideología de los roles de género se define como un conjunto de actitudes y

creencias sobre los roles propios de las mujeres y los hombres en la familia o la

sociedad, que podrían considerarse en un continuo que va desde valores igualitarios

a valores tradicionales (Eagly & Wood, 2016). En esta línea, en ocasiones se la considera una

construcción histórica cuyo significado se deriva de cada cultura o contexto y es el

sustrato sobre el cual se dan diferentes significados a los sexos ( Siordia, 2016).

Las instituciones religiosas formales, pueden influir en las actitudes de los roles de

género (Inglehart & Norris, 2003


). Aunque la ideología religiosa puede ayudar a apoyar el

bienestar psicoemocional de los individuos, también puede inculcar normas de

género desiguales, definiendo qué comportamientos y creencias son legítimos,

valiosos e incluso esenciales para un orden social saludable ( Edgell, 2006). Otros autores

han indicado que las ideologías religiosas ayudan a promover ideas que interpretan a

mujeres y hombres como fundamentalmente diferentes ( Edgell & Docka, 2007


), donde los

géneros se desarrollan en esferas separadas: los hombres en la esfera pública (e.g.

el trabajo); y las mujeres en la esfera privada (e.g. el hogar) ( Moya, Exposito & Padilla, 2006
).

Podría decirse que la creencia tradicional de lo que es y debería ser una familia,

según lo informado por la ideología religiosa, promueve la reproducción de actitudes

inequitativas de género, donde hombres y mujeres son vistos como

fundamentalmente diferentes y donde las mujeres asumen un papel subordinado.

Por ello, si las ideologías religiosas en su estado actual ayudan a perpetuar las

actitudes de desigualdad de género, entonces podríamos esperar que aquellos que

exhiben opiniones religiosas más fuertes tengan actitudes de género más

tradicionales.
Diferentes estudios dan cuenta de cómo la religión da forma y configura ideologías

relativas al género, sobre todo sus formas más conservadoras y fundamentalistas

(Haeri, 1993; Velázquez Solís, 2013).

V. Características patriarcales de la iglesia

Las iglesias en su mayoría tienen un modelo de jerarquía y patriarcado dentro

del cual hay menos espacio para que los hijos e hijas de Dios sean valorados de la

misma manera, amados, y participen con equidad en la creación de Dios,

compartiendo la plenitud de la vida ofrecida por Cristo.

Patriarcado es un término controvertido y un complejo sistema sustentado por la

religión, la política, la economía y la sociedad. Facilita la supremacía masculina que

secunda el dominio masculino en cada unidad de la sociedad, engendra una

estructura de poder jerárquica, y el imperio de una ‘elite de machos’. Ello no sólo

implica la subordinación de los machos que no forman parte de la elite sino también

que estos últimos son superiores a las mujeres que tampoco forman parte de la elite

y a quienes sojuzgan. Indudablemente, la elite de mujeres puede subordinar a los

hombres que no forman parte de la elite masculina, pero aún así, la elite de las

mujeres, si es que existe, nunca será igual a la de los hombres.

En virtud de esta ideología, existe la posibilidad real de que incluso las mujeres

puedan ser dominantes y no apoyen la causa de las mujeres. Hombres y mujeres

tienen que entender bien este mecanismo para que los hombres no se hagan ideas

erróneas respecto a las mujeres y viceversa.


El lenguaje utilizado para referirse a Dios modela el pensamiento y la orientación de

vida, de la comunidad de fe en su conjunto y de cada uno de sus integrantes. Núcleo

de verdad absoluta, el misterio sagrado de Dios apuntala, e implícitamente orienta,

todos los principios, empresas, opciones, sistema de valores y relaciones del

creyente... Mientras que oficialmente se dice correcta y coherentemente que Dios es

espíritu y, por lo tanto, escapa a toda identificación masculina o femenina, el lenguaje

utilizado a diario en la prédica, el culto, la catequesis y la instrucción transmite otro

mensaje. Las imágenes de Dios usadas por la iglesia son principalmente masculinas:

padre, rey, señor, etc. Una de las dificultades que esto crea es que mientras

comprendemos la masculinidad de Dios como metafórica, esta metáfora puede

atribuir divinidad a lo masculino, dándole supremacía sobre lo ‘no divino’ femenino.

Por lo tanto, todas y cada una de las palabras sobre Dios debe analizarse para saber

si se habla de Dios o de alguien que habla de Dios y lo interpreta; si se habla de los

atributos y de la misericordia divina o del poder de quien utiliza ese lenguaje. Por

más difícil que parezca, es preciso hacer esfuerzos para ir más allá del género, hacia

el divino misterio de Dios.

1. La masculinidad de Jesús y su preferencia por los discípulos varones

Estas características han sido impuestas como normas para el clero masculino, la

sucesión apostólica y el liderazgo de la iglesia. Es indispensable revisar esta

cuestión a la luz del testimonio del Nuevo Testamento y de la iglesia primitiva.

VI. EL CUERPO DE LA MUJER VISTO COMO PECADO


El cuerpo es el medio por el cual el hombre se comunica con su entorno, y es uno

de los principales objetos de su conciencia individual y social. En la concepción que

una civilización tiene del cuerpo humano se ve plasmada su visión de la vida y de la

muerte, de la materia y del espíritu; en ella se manifiestan sus valores y sus tabúes,

por ella se entretejen los hilos sutiles del control ideológico dentro de la telaraña que

es la vida social.

Acertadamente Anselm Grün afirma: “Quien no se siente a sí mismo, no puede sentir

a Dios. Quien no se ha experimentado a sí mismo, no puede experimentar a Dios”.

Los sentidos, la sensación placentera de tocar, oler, gustar, no sólo conectan con la

realidad sino que permiten acceder y profundizar en relaciones de intimidad y de

conocimiento del otro.

Articular sensualidad y espiritualidad resultaría para muchos un planteamiento

absurdo, pues a lo largo de la tradición religiosa cristiana han sido aspectos casi

irreconciliables. Sin embargo, es precisamente la espiritualidad un camino clave para

despertar los sentidos para despertar en nosotros sensibilidad y, asimismo, son los

sentidos y la conciencia que tenemos de ser y estar permanentemente en un cuerpo

lo que nos puede dar la clave para trascender. Una espiritualidad “encarnada”, nos

permite acceder a nuestra propia esencia, a nuestra propia humanidad. Así lo afirma

San Buenaventura: “Dios entra en nuestra vida a través de los sentidos a través de

ellos se acerca a nosotros”

Pensamos encontrar a Dios donde el cuerpo termina: y lo hicimos sufrir y lo

transformamos en una bestia de carga, en cumplidor de órdenes, en máquina de

trabajo, en enemigo a ser silenciado, y así lo perseguimos, al punto de elogiar la


muerte como camino hacia Dios, como si Dios prefiriera el olor de los sepulcros a las

delicias del Paraíso. Y nos hicimos crueles y violentos, permitimos la explotación y la

guerra. “Pues si Dios se encuentra lejos del cuerpo, entonces todo se le puede hacer

al cuerpo”. Alves, Rubem. Creio na ressurreicao do corpo. 17

Sin embargo, el cuerpo ha sido visto de forma pecaminosa, especialmente el de la

mujer, dentro de la religión se intenta ocultar el cuerpo de la mujer porque se

considera causante de pecado. Según la religión el cuerpo de la mujer es lo que lleva

a pecar al varón.

El cristianismo ortodoxo medieval, sostenido por una poderosa Iglesia que controlaba

todos los medios de difusión, definió el papel del cuerpo dentro de una cosmovisión

que había heredado mucho del dualismo persa. La lucha cósmica entre el bien y el

mal, la luz y las tinieblas, el espíritu y la materia se trasladó al ámbito humano en la

oposición alma-cuerpo.

el término carne fue condenado por la Iglesia como enemigo potencial del alma,

junto con el mundo y el demonio.

La visión trascendentalista, que consideraba esta vida como un valle de lágrimas

y al hombre como un expatriado cósmico en tránsito al más allá, no podía darle al

cuerpo un valor en sí mismo y lo consideró solamente como un instrumento para

la salvación o la condenación del alma. En su negación y su sometimiento por

medio del castigo estaba la solución para convertirlo en un aliado eficaz del bien;

17
(Río de Janeiro: CEDI, 1984). Citado por Cardoso, Nancy. “Sagrados Cuerpos”, Revista de Interpretación Bíblica

Latinoamericana 38 (2001), p. 5.
en cambio, los cuidados corporales excesivos y los deleites abundantes para los

sentidos llevaban por el camino ancho de la perdición. En el discurso religioso

cristiano el cuerpo se convirtió en alegoría de lo espiritual o en símbolo de pecado

de acuerdo con la presencia o ausencia de lo sexual. En este aspecto, la visión

religiosa occidental se movió entre dos concepciones antagónicas: la del cuerpo

beatificado y la del cuerpo satanizado.

A) El cuerpo de la mujer como herramienta del maligno

En diferentes religiones a las mujeres se les obliga a usar vestimenta que cubra la

mayor parte de su cuerpo y no solo eso sino que también se les obliga a taparse

el cabello.

En el judaísmo bíblico, la regla es que las mujeres casadas deben cubrir su

pelo para ser modestas y poco atractivas, el velo que cubre el cabello de

las monjas de la tradición romana, significa pudor, como si el cabello de la

mujer fuera provocador para el hombre.

La sexualidad femenina tiene dos espacios vitales: uno es el de la procreación y otro es el


del erotismo. Se reconoce la procreación femenina como un deber ser. Por su carácter natural
es irrenunciable, debe ser realizada, en cambio el erotismo es el espacio vital reservado a un
grupo menor de mujeres ubicadas en el lado negativo ya que son consideradas por su
definición erótica como mujeres malas y por lo tanto sus cuerpos son usados para tentar al
varón.

Identificar la sexualidad con la reproducción, es un dispositivo de poder genérico que ha


conformado al maternalismo en un doble movimiento de afirmación y de negación del cuerpo
femenino. En el sujeto maternal, la parte maligna, negada, es la sexualidad placentera, el
derecho a sentir, al goce. La religión le enseña a las mujeres que su sexualidad tiene que ser
casta De ahí que el sujeto feminista de la segunda ola inicie su construcción poniendo en
evidencia la "política sexual" que rige los cuerpos, y reivindicando la libre sexualidad y el
derecho al control reproductivo bajo el lema "mi cuerpo es mío". La forma como se percibe el
cuerpo indica, a su vez, la forma como se concibe el poder en una sociedad, poder ejercido por
varones perpetuando la dominación sobre las mujeres.

Cuerpo femenino: receptor de violencia


La visión nazi de la mujer como propiedad de control masculino, es un ejemplo concreto
de la violencia sufrida por las mujeres a lo largo de la historia en todos los continentes. En
palabras de Nietzsche, para los nuevos superhombres arios de Alemania, las mujeres debían
ser como algún "animal doméstico a menudo placentero", que los hombres utilizaban para su
goce sexual, servicio personal, entretención y procreación. Las mujeres eran para los nazis
básicamente lo mismo que para los kurdos: el botín de guerra.

Aunque las guerras afectan a los dos sexos de manera cruel, las mujeres son objeto de
violencias específicas que no afectan a los hombres. Desde el rapto de las Helenas hasta los
campos de concentración, pasando por la violación de miles de mujeres tutsis durante el
genocidio de Ruanda, hasta las cifras escandalosas que ha dado Amnistía internacional sobre
el tema de las violaciones a mujeres colombianas en el marco del conflicto armado de mi país,
todos ellos, son ejemplos de cómo la apropiación del cuerpo de las mujeres es utilizada como
estrategia de guerra.

El cuerpo femenino no sólo ha sido colonizado sino que también ha sido hecho objeto de
toda clase de abusos. La violencia sexual contra las mujeres y niñas, dentro y fuera de los
hogares, ayuda a mantener el orden patriarcal de dominación masculina. El cuerpo de las
mujeres está sometido a la violación en todas sus formas: racial, dentro del matrimonio, en
tiempos de guerra, en pandillas, en malos tratos, leyes sobre el aborto y el control de la
natalidad, esterilizaciones involuntarias, las histerectomías innecesarias, la clitoridectomía y
las mutilaciones genitales, la prostitución, la pornografía y los feminicidios son formas de
violencia contra las mujeres. Son formas de mostrar y mantener la fuerza biológica del macho,
lo cual es un imperativo del patriarcalismo.
Al expandir nuestro imaginario de cuerpo, posiblemente hemos tomado conciencia de que
el cuerpo femenino está fuertemente afectado por la concepción patriarcal imperante. Ahora
nos detendremos en otra visión de él: el dualismo, que una vez interiorizado, tiene unas
consecuencias desastrosas en la vida cotidiana de las mujeres.

CUERPO Y DUALISMO
Llamamos dualismo a la visión dicotómica y jerarquizada de la realidad, de mundo, del ser
humano. Se opone y contrapone ambas esferas de lo creado sobrecargando cada una de ellas
de un sentido bivalente (bueno-malo). Esta visión incide en la Antropología y la Cosmología
que hemos recibido. El dualismo perdura hasta el día de hoy, en formas tan sutiles que, a
veces, ni lo percibimos en nuestra realidad. De acuerdo con él es posible dividir el mundo en
dos columnas opuestas:

Malo bueno
Profano sagrado
Cuerpo alma
Emotividad racionalidad
Mujer varón
Naturaleza cultura
Inferior superior

El dualismo afecta profundamente nuestra imagen de cuerpo. Nos ha dificultado el vivir


unificadas/os. Niega la bondad del cuerpo y nos crea sospecha sobre él. Se instrumentaliza el
cuerpo respecto del alma. Se nos inculca el odio al cuerpo si queremos salvar el alma. Con
ello, nuestra existencia corporal queda degradada y el cuerpo hay que dominarlo, vencerlo y
mortificarlo. Todo placer sensorial es visto como peligroso o por lo menos poco espiritual.
Todo lo referente a la sexualidad, equiparada a la genitalidad, es algo impuro, sucio y
pecaminoso. Lo sexual, equiparado a lo carnal, es algo que hay que someter, controlar o negar.
El sexo se presenta como anti-espiritual y para vivir espiritualmente hay que evitar vivir
y disfrutar el placer sexual, el encuentro corporal. Esto nos llevó a situar la virginidad por
encima del matrimonio. El dualismo también ha contaminado el concepto de espiritualidad,
contraponiéndolo a lo material, al cuerpo y al sexo.

Además desde la perspectiva de género, observamos que, los dualismos están


sexualizados porque se aplican a las mujeres los rasgos menos valorados y jerarquizados, y
todo lo deseable se identifica con el lado masculino de los dualismos. Las estrategias
feministas que rechazan la sexualización y jerarquización no se contentan con pedir la
igualdad, sino que recientemente se está defendiendo el abolirlos o al menos cuestionarlos,
aunque haya que remontarse demasiado lejos en la historia de las culturas para rastrear el
origen y las consecuencias.

La Antropología dualista o Antropología de la complementariedad es una muestra clara


de cómo el dualismo se aplica a todas las disciplinas. Basándose en una concepción
esencialista del género, otorga a la mujer y al varón dos tipos de naturaleza humana,
prácticamente separadas y dotadas de características propias. Sobre esa base, esta
argumentación proyecta a María como la mujer ideal, que encarna lo mejor de la naturaleza
femenina.

Pensando en términos duales, se eleva la diferencia sexual a principio ontológico, que


parte a la raza humana en dos tipos de personas radicalmente diferentes: los hombres, que
tienen una naturaleza masculina, y las mujeres, que tienen una naturaleza femenina. Cada uno
de esos tipos llega equipado con un conjunto distinto de características. La naturaleza
masculina se distingue por la razón, la independencia, la capacidad de análisis, de tomar
iniciativas y hacer juicios. La naturaleza femenina, sin embargo, se distingue por la
emotividad, la receptividad, la facultad de alimentar, de mostrar compasión y de sufrir por
amor. A partir de estas cualidades intrínsecas a cada naturaleza, el dualismo de género asigna
a hombres y mujeres unos roles sociales diferentes, que se desarrollan en esferas rígidamente
predeterminadas.
Este dualismo tiene un pasado histórico y a través de las generaciones se ha extendido
hasta nuestros días. El análisis feminista sugiere que, lejos de ser accidental, la oposición entre
lo masculino y lo femenino, es esencial para la existencia real del discurso patriarcal y para el
orden simbólico del patriarcado. Su utilización no es simplemente simbólica, ya que aplicadas
en relación con personas concretas, implica comportamientos en el mundo real.

A la hora de abordar la diferencia sexual, la igualdad y la diferencia son conceptos


imprescindibles en la historia del pensamiento y el movimiento feminista. Las posturas
enfrentadas hace largo tiempo, aceptan hoy que la oposición binaria igualdad/desigualdad no
es lo mismo que igualdad/diferencia. Pensar la igualdad en la diferencia, exige que se aterrice
en la experiencia concreta de las mujeres y los hombres, tanto en el ámbito privado como en el
público. Hay que reconocer que en la práctica es muy difícil generar un modo de convivencia
basado en el respeto mutuo y la colaboración. El paso a relaciones más igualitarias y
equilibradas, supone proponer instancias o nuevas instituciones donde se viva la asociación y
la vinculación.

Es necesario, replantear esta antropología dualista dentro de un esquema plural, que


permita a las mujeres y los hombres, de todas las razas y clases, conectarse desde sus
diferencias, más que garantizar constantemente su identidad mediante oposiciones de género.
Para tal fin, la teología feminista de la liberación propone la antropología igualitaria del
compañerismo.

Superar el dualismo supone, por tanto, en primer lugar, tomar conciencia de él, de su
origen y de las nefastas consecuencias que tienen en las múltiples dimensiones de nuestra
vida. Esto nos llevará a buscar creativamente la forma de superarlo, no sólo en nuestros
imaginarios, sino también en nuestra experiencia de vida y en nuestras prácticas cotidianas.

En el Antiguo testamento

VIII VIOLENCIA DE GÉNERO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO


Números 5,11-31: la prueba de la mujer bajo sospecha de adulterio.

Números 12,1-16: el castigo de Miriam.

20,1: la muerte de Miriam.

Números 25,1-18: la masacre de Cozbí, la madianita.

Números 27,1-11: las cinco hermanas y la tierra.

Números 30,1-16: voto de mujer.

Números 31,1-18: la masacre de las madianitas.

Números 32,26: entre los rebaños y los niños.

Números 36,1-13: el control de la herencia de las mujeres.

Levitico19 y 20 concubina de un levita

1 Samuel. Ana, comparada por la concubina

3. Estadísticas en la comunidad IMMAR CASE suroriental


4. Testimonios
5. Análisis de las posibles causas

III. Análisis de textos bíblicos descontextualizados usados para ejercer violencia de


genero

IV. El papel de la iglesia frente a la violencia de género

1. Una nueva perspectiva teológica, el lugar que Dios le ha dado a la mujer

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