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Capítulo I
Capítulo I
EL NEOLIBERALISMO*
Por eso Karl Marx, que había estudiado toda la bibliografía económica,
escribe en 1851 a Engels: “En el fondo, esta ciencia [la economía
política] no ha progresado desde Adam Smith y David Ricardo, si bien
tanto se ha hecho en lo que respecta a investigaciones especiales y con
frecuencia extremadamente delicadas”.2 Más adelante, también Lenin
concedió mucho valor a la labor de los científicos burgueses en materia
de investigaciones prácticas especiales y subrayó que no se debía dejar
de utilizarlas.
Pero, si bien las distintas disciplinas económicas concretas llegaron a
precisar su objeto (por ejemplo, la estadística o la organización de la
actividad bancaria y de crédito, etc.), precisamente en los trabajos de los
economistas burgueses,4 después de Ricardo se retrocedió en lo que a
Economía Política se refiere.
Por eso uno de los grandes méritos científicos de Karl Marx y
Friedrich Engels consiste en que definieron claramente el objeto de
estudio de la Economía Política, su especificidad y su lugar dentro del
sistema de los conocimientos económicos.
Veamos, entonces, qué estudia la Economía Política. La exposición
anterior hace evidente que su objeto de estudio se encuentra en la
esfera de la producción material. Pero esto no basta para comprender la
particularidad de la Economía Política, puesto que todas las ciencias
económicas estudian, directa o indirectamente, la producción material.
Más aún, muchas ciencias naturales y tecnológicas también tienen que
ver con el estudio de los procesos productivos como las ingenierías.
Las investigaciones concretas aparecía el “sello burgués”, es decir, que
se realizaban para la burguesía y en beneficio suyo.
Está claro que para establecer una diferenciación entre los objetos de las
distintas ciencias relacionadas con el estudio de la producción hay que
comenzar por explicar qué es esta última.
Entre los múltiples aspectos de la actividad humana el que tiene
primordial importancia es la creación de los objetos imprescindibles para
la vida del hombre como los alimentos, vestidos, calzado, vivienda, etc.
Todos estos bienes materiales son creados en el proceso del trabajo
humano. Pero para que el proceso de trabajo pueda realizarse se
necesitan algunas condiciones:
Deben existir los instrumentos de trabajo mediante los cuales el
hombre transforma la naturaleza. Tanto las primeras piedras que alguna
vez el hombre tomó en sus manos para obtener alimento, como las
complejas máquinas, aparatos y equipos automáticos modernos, son
instrumentos de trabajo. Los medios de trabajo constituyen un
concepto más amplio en el cual, además de los instrumentos de trabajo,
están incluidas otras condiciones materiales necesarias para el proceso
de producción, por ejemplo, la tierra, los edificios destinados a la
producción, los canales, caminos, tuberías, etcétera.
El segundo elemento imprescindible para el proceso de producción son
los objetos de trabajo, es decir, todo aquello hacia lo que está dirigido
el trabajo del hombre. Pueden ser dados directamente por la naturaleza,
como el carbón, el petróleo, los minerales, la madera o bien objetos de
una actividad precedente del hombre (como el petróleo en las refinerías,
el carbón en las calderas, la madera en la fábrica de muebles y otros).
Por último, la tercera y más importante condición para que se lleve a
cabo la producción es el hombre, en tanto que portador de la capacidad
de trabajar, o sea, como ser humano con determinadas fuerzas físicas y
espirituales, de un conjunto de hábitos y conocimientos, ante todo, el
progreso de los conocimientos científicos y tecnológicos aplicados a los
procesos productivos y de servicios, gracias a los cuales está en
condiciones de crear y poner en movimiento los medios de producción.
Esta capacidad de trabajar de los hombres se denomina fuerza de
trabajo. Por perfectos que sean los modernos sistemas de máquinas,
que incluyen equipos de dirección automática, computadoras
electrónicas, robots cibernéticos, etc., el hombre fue, es y será la
principal figura del proceso productivo.
El conjunto de los elementos que hemos enumerado, tomados en su
unidad e interconexión recíproca, forman las fuerzas productivas, la
capacidad de transformación productiva con que cuenta la sociedad.
No obstante, al hablar de los elementos integrantes de las fuerzas
productivas, debemos hacer una advertencia más. Debido a que el
cúmulo de conocimientos científicos y tecnológicos se acrecienta
continuamente y a que se acentúa su papel en el desarrollo social, es
hoy plenamente justo considerar a la ciencia como fuerza productiva
directa. Sin embargo, no corresponde tomarla como un elemento aislado
e independiente de las fuerzas productivas. Los conocimientos
científicos se reflejan y concretan en las aceleradas modificaciones que
se operan en los medios de producción en su conjunto; se expresan en
la elevada calificación de los hombres que intervienen en la producción,
en las nuevas y más eficaces combinaciones de los diversos elementos
del proceso productivo, en el perfeccionamiento de la dirección de la
producción, etc. Dicho de otro modo, la ciencia interviene “en forma
evidente y con todo su peso” en las fuerzas productivas, pero no como
un elemento diferenciado de éstas, sino como proceso permanente del
perfeccionamiento de los conocimientos sociales del hombre acerca de
la realidad.
Por consiguiente, en base a lo expuesto se puede decir que la
producción es el proceso de la actividad laboral racional del hombre en
el cual éste, apoyándose en los medios de producción existentes y en
sus conocimientos, trasforma y adapta los objetos de la naturaleza para
satisfacer sus diversas necesidades. También se puede definir la
producción de otro modo: como proceso de interacción del hombre y la
naturaleza para transformarla y darle una forma útil.
Pero éste es sólo un aspecto de la actividad productiva. “En la
producción los hombres no actúan solamente sobre la naturaleza, sino
que también actúan unos sobre otros. No pueden producir sin asociarse
de un cierto modo para actuar en común y establecer un intercambio de
actividades. Para producir, los hombres contraen determinados vínculos
y relaciones y a través de estos vínculos y relaciones sociales, y sólo a
través de ellos, es cómo se relacionan con la naturaleza y cómo se
efectúa la producción”, ya que el proceso de producción siempre es
social e histórico.
El método predilecto del pensamiento económico burgués,
especialmente de la economía vulgar, es ignorar este segundo aspecto
de la producción. Y esto no es casual, porque precisamente aquí, en las
relaciones que existen entre los hombres en la producción está incluido
lo que los apologistas del capitalismo quieren ocultar, disimular y
tergiversar. Uno de los principales personajes que trae a colación la
economía política burguesa al analizar la producción es Robinson
Cruosoe, quien “enfrentándose aisladamente con la naturaleza mediante
sus fuerzas, no comparte nada con nadie”.6 Pero, observa Marx “la
producción de un solitario aislado, al margen de la sociedad [...] es tan
inconcebible como el desarrollo del lenguaje sin individuos que vivan en
común y hablen entre ellos”.7 Los hombres realizan siempre la
producción conjuntamente, en comunidades, grupos, colectividades,
entablando inevitablemente unas u otras relaciones entre sí. “En la
producción social de su vida -escribe Marx-, los hombres establecen
determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad,
relaciones de producción, que corresponden a una fase determinada de
desarrollo de sus fuerzas productivas materiales”.8
A la vez, para evitar futuros errores, es preciso que señalemos ya mismo
que en la producción se van conformando y existen relaciones de
naturaleza dual. Por una parte, surgen relaciones ligadas a la
organización del proceso productivo, que reflejan la interacción de los
diferentes elementos de las fuerzas productivas, por ejemplo, la
correlación entre la masa de medios de producción y la cantidad de
obreros, la sucesión de los procesos tecnológicos, su combinación en las
distintas ramas de la producción, la distribución de quienes trabajan en
diversos grupos según su oficio y otras. Estas relaciones constituyen una
faceta indispensable de cualquier producción, son ante todo vínculos que
existen dentro de las fuerzas productivas, y en la literatura suele
denominárselas relaciones técnico-organizativas.
Por otra parte, en la producción social surgen entre los hombres otras
relaciones de producción, igualmente objetivas, las económicas,
vinculadas a la apropiación de los medios y de los resultados de la
producción, las cuales se expresan en la división de los hombres en
diferentes clases y grupos, y determinan su situación en la producción y
el carácter de las relaciones mutuas entre ellos. Cuando en los trabajos
de los clásicos de la Economía Política Socialista se tratan las relaciones
de producción, se hace referencia precisamente a éstas, a las relaciones
económicas, que constituyen la faz fundamental en el segundo aspecto
de la producción y definen su forma social. Aunque no agotan el
contenido de todas las relaciones sociales, las relaciones de
producción constituyen, por su parte, un sistema muy complejo o un
conjunto que puede ser analizado desde distintos ángulos y dividido en
varios elementos. Karl Marx dio la clave para comprender la estructura
interna de las relaciones de producción sobre todo en su “Introducción” a
la obra Contribución a la crítica de la economía política.
Señala que la producción social no es un acto único fijado en el tiempo y
el espacio, sino un proceso que se efectúa ininterrumpidamente y se
renueva continuamente, pues “cualquier niño sabe que una nación
perecería si detuviera el trabajo no ya durante un año, sino aunque fuese
por algunas semanas”.9
Por eso la producción social es una unidad inseparable del proceso de
producción de los bienes materiales propiamente dicho, de la distribución
del producto creado, del intercambio de la producción entre los diferentes
productores (ramas, empresas) y, por último, del consumo (productivo y
personal). Al margen de la unidad de estos cuatro momentos o esferas,
la producción social no es realizable: por eso “producción, distribución,
intercambio y consumo forman las partes de un todo, las diferencias
dentro de la unidad”.10
El momento fundamental y definitorio en esta unidad es la producción,
puesto que a partir de ella comienza una y otra vez todo el proceso, en
ella se crea los productos que luego se convierten en objeto de la
distribución, el intercambio y el consumo. Así, el conjunto de las
relaciones económicas entre los hombres, que existen en todas las
esferas mencionadas, es definido por un solo concepto: relaciones
sociales de producción.
Por lo tanto, el sistema de las relaciones de producción (dejamos de lado
las relaciones técnico-organizativas) son relaciones sociales entre los
hombres que se van creando y desarrollando en el proceso de
producción y también en los procesos de distribución, intercambio y
consumo, a la vez que el carácter de las relaciones establecidas
directamente en la producción predetermina el carácter de las relaciones
en todas las otras esferas de la vida económica.
Para dar respuesta a la pregunta: ¿cuál es concretamente el carácter
que tiene todo el sistema de relaciones de producción?, es necesario
hallar, identificar y diferenciar en él el elemento principal y definitorio. Los
fundadores del marxismo descubrieron en sus trabajos que ese elemento
básico y decisivo en cualquier sistema de relaciones de producción es la
forma de propiedad sobre los medios de producción.
Los hombres llevan a cabo la producción mediante los medios de
producción, y según a quién pertenezcan éstos, quién disponga de ellos,
se crea uno u otro tipo de relaciones entre los hombres en el proceso de
producción y también -consiguientemente- en las otras esferas de la vida
económica. Así, de la propiedad privada capitalista sobre los medios de
producción deriva inevitablemente la desigualdad situación de obreros y
capitalistas en la producción, la desigualdad en la distribución de los
bienes materiales creados, la gran diferencia en el nivel de consumo
personal, etc., es decir, el carácter de todo el sistema de relaciones de
producción inherente al capitalismo. De ahí que no sea posible cambiar
la esencia del sistema capitalista de relaciones de producción aplicando
algunas medidas parciales como el paso de una forma de salario a otra
más “justa” o la implantación de la venta de mercancías a crédito, etc.;
para cambiar la esencia de las relaciones de producción es
imprescindible cambiar la forma de propiedad sobre los medios de
producción.
La propiedad de los medios de producción es la relación de producción
básica y esencial de la sociedad; las relaciones entre los hombres (sobre
todo entre las distintas clases), que existen en la producción, la
distribución, el intercambio y el consumo, son las formas en las cuales se
pone de manifiesto esta relación determinante.
Al mismo tiempo, en cada esfera de la vida económica existen, a su vez,
relaciones primarias, es decir, más importantes, directamente vinculadas
con la forma de propiedad de los medios de producción, y relaciones
secundarias, terciarias, etcétera, las que sólo están ligadas de manera
mediata con las relaciones básicas. Por ejemplo, la producción de
plusvalía (excedente económico) y su apropiación por los capitalistas es
una relación de producción primaria, o sea, una relación entre la clase
obrera y la burguesía, en tanto que las formas de distribución de la
plusvalía entre los diversos grupos de la burguesía es ya una relación
derivada.
En consecuencia, el conjunto de relaciones económicas productivo-
sociales constituye un sistema complejo que puede ser examinado en
dos cortes: en el horizontal aparecen las relaciones en la producción, la
distribución, el intercambio y el consumo; en el vertical (o según círculos
concéntricos), la forma de propiedad de los medios de producción, las
relaciones primarias consiguientes en todas las esferas de la
reproducción social y las relaciones derivadas secundarias, terciarias,
etc.11
Recordemos una vez más que en la producción y en las otras esferas de
la reproducción, junto a las relaciones económicas existen también las
técnico organizativas. Su peculiaridad reside en que expresan
principalmente los nexos existentes dentro de las fuerzas productivas,
entre sus elementos. Aunque también ellos están bajo la influencia
(llevan el sello) de las relaciones económicas imperantes en la sociedad,
como no determinan las formas ni el carácter de la producción social, en
este análisis las dejamos a un lado.
Las fuerzas productivas y las relaciones de producción, tomadas en su
unidad, constituyen el modo de producción, en el cual las fuerzas
productivas son el contenido, en tanto que las relaciones de producción
constituyen la forma social de la producción. El modo de producción es la
base de la interacción y determinación de los fenómenos sociales y
también relativamente en el ambiente.