Pretendo acompañarte a través del recorrido de la historia, retomando el rumbo
seguido hasta ahora por los hombres, para que con lo aprendido, puedas convertirte en protagonista. Es decir, que logres adquirir las capacidades que te permitan asumir libremente la responsabilidad de definir tus metas y compartir activamente las de la sociedad toda. Y tal vez te preguntes ¿por qué pensar la historia?. Una pista podría ser porque el camino de la humanización (como ya veremos) no en vano se señala como punto fundamental de la evolución del Homo Sapiens. Pensar es la característica distintiva de la condición humana. ¿Cómo renunciar a ella entonces? “Atrévete a pensar” decía un enorme filósofo llamado Immanuel Kant, con quien probablemente te toparás en unos años en tu camino y en tu rol de estudiante. Acepta el desafío y aplícalo a la historia. Y para ello, una de las tantas formas, podría ser mirarnos en el espejo de los grandes maestros de la historia, que conocerás este año. Tener memoria siempre será bueno, pero lo realmente imprescindible es rescatar de la historia sus lecciones y transformar esos valores en cosa viva. Podríamos decir que: aprender a aprender es necesario porque nos aporta procedimientos para alcanzar el conocimiento, pero lo esencial, aunque pueda resultar invisible a los ojos, es aprender a ser, porque es lo que potencia nuestras actitudes para con los otros, tornándonos un poco más humanos. En conclusión: si bien es importante lo que aprendemos, lo fundamental es lo que hacemos con lo que aprendemos.
Por esto y por muchas otras cosas que iremos viviendo juntos, los invito a pensar, siempre.