La tecnificación de los procesos ha llevado a la humanidad al Desarrollo en varios sentidos:
el cultural, el económico, el social, etcétera; de esta manera se puede lograr una lectura positivista de la historia. En esta misma vía la digitalización de los procesos políticos en una plataforma como la democrática, que es de alta profundidad a nivel mundial, pueden ser leídos o contemplados como parte de ese desarrollo. Lo curioso acá es que deshumaniza y re-burocratiza la convivencia social. Si bien la consideración del progreso a nivel histórico-mundial nos ha llevado a concebir los desarrollos científico-tecnológicos como una arista del avance, habría que preguntarse hasta qué punto esta forma de ver y construir el mundo es realmente acertada. Lo que procuramos plantear aquí, en términos críticos, es una revisión de las falencias que el desarrollo del gobierno digital tiene con respecto a la sociabilidad del mundo o bien como la sociabilidad del mundo se ha visto afectada por los diferentes desarrollos históricos que le ha permeado a tal punto de omitir de facto los vacíos sociales que estos procesos le han aquejado. A esta idea le denominaremos deshumanización del desarrollo; que para fines de un acercamiento a la crítica del gobierno digital se puede leer como la auto destrucción de la humanidad política. Procuremos entender la formalidad innata del ser humano, la gregariedad, como la necesidad primigenia de hacer con los otros y ser parte de los otros. En este sentido, la digitalización de procesos que hacen parte de la gobernabilidad y de las múltiples propuestas de Estado Nación que de partida han sido compuestas con numerosas falencias, fronteriza en lo absurdo. Es construir sobre lodo, no ataca ni procura reestructurar las fallas ontológicas del estado que han sido encarnadas en los diferentes modelos de gobernabilidad, también en la gobernanza digital. La accesibilidad a las diversas plataformas digitales existentes en este punto de la historia se reduce a quizá menos de la mitad de la humanidad, hablamos de una serie de privilegios de acceso a lo digital. Si las propuestas de e-governance avanzan a tal punto, como lo podemos corroborar en nuestros tiempos, de convertirse en un modelo hegemónico, hablamos de un modelo inasequible para al menos la mitad de la población mundial; cosa que por lo demás es irrisoria. Bien se habla no de una búsqueda de cambio de paradigma sino de un complemento, argumento que tambalea cuando una vez más evidenciamos que de partida la gobernanza análoga ya es fallida desde su concepción. El problema, aunque cambie de apariencia, seguirá siendo el mismo, al menos a vistas de esta mirada, la inaccesibilidad a procesos políticos que busquen un cambio de tajo sobre las conductas de consumo exacerbado a las que también los diferentes Estados existentes le hacen dueto.
Bibliografía
Cardona, D. (2004). El gobierno electrónico. Una herramienta estratégica de toma de