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Desde el siglo XIX los biólogos iniciaron a desarrollar técnicas para extraer, cultivar y hacer
proliferar células provenientes de órganos y/o tejidos de organismos pluricelulares, imitando
al mayor grado posible las condiciones a las que se verían sometidas en su medio natural.
Con los avances científicos y tecnológicos del siglo XX, como, por ejemplo, la revolución de
los antibióticos, el proceso de cultivo in vitro (por fuera del cuerpo del organismo que se
quiere estudiar) se especializo y tecnifico, dando como resultados importantes alcances para
tanto la biología teórica como la aplicada; como lo sería la producción de fármacos a escala
industrial.
Sin embargo, es el cultivo celular primario el más usado por su alta practicidad, y relativa
facilidad. Tiene una lógica similar a la anterior, pero su enfoque va hacia la disgregación
celular, aunque se pierda la interacción intercelular (incluyendo aquella con la matriz).
Existen dos tipos de cultivos primarios: en monocapa y en suspensión, que vienen de células
especializadas con este particular tipo de crecimiento (eg: células hematopoyéticas).
Lo anterior hace referencia a los cultivos continuos, o subcultivos en los que los individuos
empiezan a adquirir características genotípicas con notables diferencias de las células
originales: las llamadas líneas celulares transformadas genéticamente. Llegados a este punto
(aproximadamente 70 pases), y con las medidas asépticas garantizadas en todo momento, se
obtiene un crecimiento de escala indefinida. Ahora bien, cuando lo pretendido es llevar a
cabo un proceso de estructuras más complejas, o enteras, en cultivos histotípicos (tejidos) u
organotípicos (organos) se pueden llevar a cabo tridimensionalmente pero no se garantiza
gran crecimiento, solo periférico.
Teniendo en cuenta todo lo anterior no cabe duda que las utilidades de estas técnicas desde
campos de biotecnología, ingeniería de tejidos, farmacología, inmunología, toxicología,
virología, microbiología, ecología celular, bioquímica y genómica; teóricas y práctica, es
enorme. Pese al enorme grado de esterilización que se debe tener en el laboratorio para evitar
colonizaciones( fúngicas, virales, microplasmáticas o bacterianas) que pueden amenazar al
cultivo y otras precisiones para preparar la correcta (y más rápida) evolución de los productos
celulares (eg: suplementos o marcadores) -en pocas palabras alta sensibilidad del proceso-;
las ventajas que la ciencia, y toda la humanidad saca del trabajo en cultivos celulares es muy
significativa, solo por mencionar algunas: las variables son controladas siempre y la
experimentación in vivo, que fácilmente seria contemplada en otros animales, se puede evitar.