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Demian (Hermann Hesse)

«Demian: Historia de la juventud de Emil Sinclair» es una novela que narra -como indica el
título- la historia de la juventud de Emil Sinclair. Su tránsito de la infancia a la adolescencia y
como a partir de ese punto su vida se abre paso hacia la madurez.

Se trata por tanto de una novela sobre la experiencia donde se traza ese camino de
aprendizaje que llevará a Sinclair a pasar del mundo luminoso y seguro de la infancia
representado por la vida familiar al mundo oscuro del conocimiento representado por su
amigo Max Demian y los que como él llevan en la frente el «estigma de Caín». En este sentido
es también la historia de una amistad. Esta historia no será por tanto solamente un viaje hacia
el mundo de los adultos sino también un viaje hacia el interior de sí mismo.

Demian es también una repulsa de la sociedad burguesa y masificada. Fue escrita tras las
trágicas experiencias de la Primera Guerra Mundial. La narración que termina precisamente
con estos hechos dramáticos es un llamamiento también a la formación de otros ideales
humanitarios que permitan reconstruir otro hombre (ejemplificado en los que llevan el
estigma) sobre los escombros de la guerra.

Introducción

Aquí podemos imaginar a un Emil Sinclair maduro que se propone escribir sobre su juventud y
constituye por tanto la declaración de intenciones del narrador.

Del carácter de su relato: «(…) mi historia me importa más que a cualquier poeta la suya, pues
es la mía propia, y además es la historia de un hombre: no la de un ser inventado, posible, ideal
o no existente, sino la de un hombre real, único y vivo.» De sus características humanas: «He
sido un hombre que busca, y aún lo sigo siendo; pero ya no busco en las estrellas yu en los
libros, sino que comienzo a escuchar las enseñanzas que me comunica mi sangre.» «La vida de
cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero».
Y finaliza: «Podemos entendernos los unos a los otros; pero interpretar es algo que sólo puede
hacer cada uno consigo mismo».
Capítulo I, Los dos Mundos

Siempre en primera persona, la voz narrativa de esta novela, correspondiente a


Emil Sinclair, su protagonista, comienza por describir los mundos que han
marcado su vida, los cuales se caracterizan por ser sumamente divergentes: uno,
conformado por su ambiente familiar, en el cual resaltan las figuras de sus
padres, hermanos y amigos, los cuales son descritos como seres circunscrito en la
esfera del bien; por otro lado, estaría el mundo exterior al núcleo familiar, que
estaría conformado por persona que sólo buscarían su propio bienestar,
encontrándose en el ámbito del mal.

Capítulo II, Caín

Por su parte, el segundo capítulo comienza con el ingreso de un nuevo compañero


de clases, en el colegio donde asiste Emil. Se trata de Max Demian, joven que desde
el inicio es descrito como una persona bastante madura e inteligente, que ha
desarrollado y mantiene su propia visión sobre el bien y el mal, interpretando a su
manera la historia bíblica de Caín y Abel, invirtiendo las posiciones concebidas por el
común denominador, y por el contrario tildando a Abel de malo y a Caín de bueno. Así
mismo, cuenta cómo Demian intercedió para acabar con la influencia negativa de
Kromer.

Capítulo III, El mal ladrón

Así mismo, este capítulo sirve de escenario a otra exposición controversial, por parte
de Damián sobre otra historia bíblica, la del ladrón bueno y el ladrón malo, que el
cristianismo coloca como acompañantes de la crucifixión de Jesucristo. En este sentido,
Demian aprovecha para comentarle a Max que de acuerdo a su opinión en realidad el
mal ladrón era el mejor de todos, pues al no cambiar su posición inicial, demostraba
fortaleza de carácter, mientras que el ladrón bueno, al arrepentirse, revelaba debilidad.
Es en este capítulo, donde Demian también expresa que el mundo está dividido en
buenos y malos, y siempre se tiende a rechazar una mitad, en vez de buscar o crear una
deidad que incluyera tanto el bien como el mal en sí, terminando con la necesidad de
dividir la humanidad.
Capítulo IV, Beatrice

De improviso, los padres de Emil deciden enviarlo fuera de la ciudad, inscribiéndolo en un


internado. Sin embargo, al contrario de lo que pensaban, el cambio procuró aspectos
negativos en el muchacho, quien comenzó a salir mal en sus calificaciones, convirtiéndose
además en un asiduo visitante de las tabernas, en las cuales se emborrachaba, poniendo en
peligro también su puesto en la escuela. No obstante, el destino lo llevaría a conocer a una
linda muchacha, de quien se enamoró, y en ignorancia de su nombre, decidió llamarla
Beatrice, como la inspiración del protagonista de La Divina Comedia.

Este amor, inspiraría los mejores sentimientos en Emil, quien abandonó los vicios, y se
entregó a procurar el bien. Obsesionado con la imagen de esta muchacha, Emil decidió
pintarla, sin lograr precisar el rostro que amaba. Por el contrario se dio cuenta de que su dibujo
más bien se parecía a su amigo Max, aunque desde algunos ángulos le parecía también verse a
sí mismo. Finalmente, concluyó que probablemente su dibujo expresaba cómo sería su amigo,
cómo luciría su amada y cómo sería él en el futuro.

Después de dormir un rato, encontró que la lluvia entraba por la ventana de su habitación, al
cerrarla, reparó también en que el agua había dañado su dibujo, el cual se había convertido en
un rostro bastante parecido a su amigo Max. Impresionado por la semejanzas entre el sueño
que había tenido y la suerte que había vivido su dibujo. Esto ocasionó que decidiera dibujar el
pájaro o ave del sueño, y se lo enviara a Max.

Capítulo V, El pájaro rompe el cascarón

Para sorpresa de Emil, Max respondió su dibujo con una carta, en el a cual éste le contaba que
el pájaro que le había enviado subía hacia el nuevo Dios, que llevaba por nombre Abraxas.
Sorprendentemente, mientras pensaba en esta extraña respuesta, durante su clase de
Filosofía, su profesor nombró a Abraxas, a quien definió como una antigua deidad que
contenía en sí el bien y el mal. Confundido salió a caminar, encontrándose con una iglesia, de
donde salía una música que llamó su atención. Entró y se quedó oyendo al organista, cuando
éste salió, lo siguió hacia un bar, en el que entabló una conversación sobre música. De repente
Emil sintió ganas de contarle lo de Abraxas, a lo que el organista lo invitó a su casa, donde
comenzaron a pensar sobre esta deidad, la cual además estaba relacionada también con el
fuego.
Capítulo VI, La lucha de Jacobo

Un buen día, Emil recibió la solicitud de Kramer –compañero de escuela- para que lo ayudara a
permanecer en el sendero del bien, alejándolo de la idea constante del sexo, la cual lo
perseguía. Cuando Emil afirmó que no podría ayudarlo, recibió la terrible molestia de Kramer.
Posteriormente, Emil se sintió atribulado una noche, en la que decidió salir a pasear, sintiendo
el deseo de entrar a un edificio en construcción, en la que se encontró nuevamente con
Knamer, quien se sorprendió al verlo, sobre todo cuando Emil le confesó que una fuerza
extraña lo había conducido a él.

Capítulo VII, Frau Eva

Emil decide buscar a su amigo Max, pero al llegar a su casa, se entera por una vecina que éste
ha partido con su familia de viaje. Emil lo siguió, hasta que se encontraron. Max lo recibió con
alegría y lo acogió en su casa, en la que vivía con su madre, Frau Eva, de quien Emil se
enamoró. En este capítulo,  Max también le habla a Emil de la importancia de no dudar, para
poder conseguir las cosas que se desean.

Capítulo VIII, El principio del Fin

Este capítulo cuenta el comienzo de la Guerra en Rusia, y cómo los dos amigos marchan al
frente de batalla a luchar. Ya en plena batalla, Emil resulta herido en una explosión, siendo
enviado al hospital, donde encontró también a Max herida. No obstante, al hablar con Emil,
Max Demian le augura que pronto partiría, y que si alguna vez necesitaba hablar con él, lo
buscar en su espíritu. A la mañana siguiente, no había rastros de Max. En su lugar yacía otro
soldado herido.

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