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EPOCA PREHISTORICA

Consta de fases e información del rio Mataje (vertiente del Pacífico y que durante

aproximadamente la mitad de su trayecto es la frontera entre Colombia y Ecuador) que abarca

más o menos 400 años de desarrollo cultural.

El primer período, Mataje 1, finaliza alrededor del año 400 A.C, y se caracteriza por tener una

alfarería de grandes platos, vasijas globulares, alcarrazas, vasijas con soportes cónicos

alargados y sólidos y fragmentos de figurillas antropomorfas macizas; la decoración es incisa

geométrica, baño rojo y pintura blanca sobre rojo y naranja.

El período Mataje 2, se inicia en el 300 A.C y abarca hasta el 10 D.C; en él persisten muchas de

las formas y decoraciones del período anterior, pero también existen algunas variaciones,

apareciendo grandes tinajas y la decoración incisa fina tiende a desaparecer. Algunas figurillas

observadas guardan similitud de rasgos con aquellas representaciones humanas del período

Ilama de Calima, en la Cordillera Occidental.

El tercer período, Mataje III, con dataciones alrededor del año 1000 D. C. Existe la posibilidad

de que los orígenes de estos desarrollos culturales sean mesoamericanos, cuyas primeras

influencias pudieron llegar a las costas del Ecuador y Colombia alrededor del año 500 o 400

A.C, mediante oleadas migratorias norte-sur; se detectan a partir de la introducción de nuevos

elementos culturales, tales como tumbas de pozo y cámara lateral, figurillas antropomorfas

macizas y huecas en cerámica, vasijas polípodas, alcarrazas, sellos, pitos biomorfos y

representaciones de felinos y serpientes.

La fase Inguapí va desde el año 325 hasta el 50 A. C. El primer período de esta fase tiene

algunos rasgos decorativos en su alfarería, que se relacionan con el material Chorrera, del

final del Formativo ecuatoriano. El resto de la cerámica de la fase Inguapí se caracteriza por

tener formas de cuencos y escudillas simples o trípodes, alcarrazas y vasijas cerradas


trípodes y de silueta compuesta; la decoración consiste en incisión de líneas paralelas y

horizontales, pintura roja, naranja, blanca y negra; también existen figurillas antropomorfas y

zoomorfas, moldes y rayadores.

La fase siguiente, El Balsal, con una fecha del año 50 D.C; fue definida únicamente por su

alfarería diferente a la de la fase anterior; las escudillas con bordes directos tienen soportes

huecos y en forma de bulbos, y en cuanto a las figurillas sus rasgos clásicos desaparecen.

La fase Nerete no tiene ubicación cronológica en este momento, pero es posible que sea una

variación local de la fase El Balsal, ya que su alfarería guarda algunas similitudes,

especialmente con escudillas trípodes con soportes mamiformes y figurillas antropomorfas

idénticas.

La fase El Morro, fechada en el año 430 D.C, en esta fase tenemos que las formas cerámicas

son totalmente nuevas en el área con decoración pintada roja o bicolor; sus figurillas

antropomorfas son diferentes a las habitualmente observadas en la región de Tumaco. Existe

la posibilidad de que estos nuevos elementos en la región sean el resultado de la llegada de un

nuevo grupo cultural que introdujo una diferente alfarería en el área.

La fase Bucheli con una fecha de 1075 años D. C. Marca un nuevo hiato en la evolución cultural

de la historia precolombina de la región. En los complejos cerámicos se nota una fuerte

regresión en técnicas y estilos decorativos, observándose formas simples con decoración en

motivos geométricos incisos repetitivos; desaparición por completo de pinturas y las

figurillas son rudimentarias y a veces estilizadas. Como rasgo característico aparece un nuevo

modelo de asentamiento, ya no sobre la topografía natural, típico de fases anteriores, sino

sobre montículos artificiales, a veces de grandes proporciones.

La fase Tachina, considerada como una derivación del Chorrera del Manabí o Guayas, podría

situarse entre el 1000 y 500 A. C.


La fase Tiaone correspondiente al período de Desarrollos Regionales; su cronología tiene una

antigüedad que va desde el año 500 A. C. hasta el 500 D. C. En la fase Tiatone se incluyen

muchos sitios arqueológicos relacionados entre sí, tales como Mataje, Inguapí (Tumaco), La

Tolita, Tiaone, La Propicia, Atacames (Temprano) y Jamacoaque, es decir desde la costa sur de

Colombia hasta la región central de Manabí en el Ecuador. En las características de la alfarería

destacamos la presencia de una gran profusión de figurillas antropomorfas y zoomorfas

modeladas, vasijas polípodas, de silueta compuesta y aquilladas; rayadores, moldes y

silbatos, entre otros elementos. En la industria lítica se destacan los metates y manos de

moler, cantidad de pesas para redes de pescar, hachas trapezoidales, machacadores y gran

cantidad de lascas de obsidiana.

La fase Balao, última de la secuencia, tiene una cronología que abarca desde el 500 hasta el

1500 D.C. se caracterizan por la presencia de montículos artificiales a lo largo de la costa. Su

alfarería tiene una pasta de muy mala calidad, de escasa decoración, siendo la más popular

banda rojas sobre superficies alisadas y en general se observa poca variedad en las formas de

los recipientes.

EPOCA PRECOLOMBINA

Desde el punto de vista arqueológico, en las regiones costeras del río Guapi y Timbiquí, se ha

podido observar, 4 fases precolombinas, con fechas que van desde el siglo II A. C. hasta

momentos del contacto español. Una ocupación más tardía fue detectada en las regiones del

río Timbiqui, con sitios no precolombinos posteriores al siglo XVI; los restos culturales de

estos sitios se componen de abundantes conchas marinas, cerámica ordinaria para cocina,

cerámica con la técnica del vidriado y restos de piezas de hierro oxidado. Es probable que estos

sitios estén relacionados con el desarrollo de la minería y sean los restos culturales de grupos

negros que sirvieron como esclavos en labores de minas y haciendas coloniales. (Las Delicias,

El tamarindo, La cocotera, San Miguel)


Familia Emberá:

Chocó ha sido la denominación más común con la cual se conocen los nativos del litoral

pacífico, término que se ha usado desde los inicios de la conquista para designar a los

indígenas que se llaman EMBERÁ, palabra que en su idioma significa GENTE. El idioma Emberá

pertenece a la familia independiente Chocó, que tiene relación con las familias Arawak, Karib y

Chibcha, pero no pertenece a ninguna de ellas. Está emparentada con el idioma Waunana.

La colonización del territorio Emberá se inició en 1511 con la fundación de Santa María la

Antigua del Darién y posteriores poblados como Toro, Cáceres, Arma, Anserma, entre otros,

pero sin relacionarse directamente con los Emberá. Sólo hasta el siglo (17) XVII, entre 1600-

1640, se inició el reconocimiento del Río Atrato y los contactos comerciales, por medio de los

cuales los indígenas adquirían herramientas metálicas que llevó al inicio de un acercamiento

pacífico. Fruto de este intercambio con los Emberá, son los pactos que se crearon entre los

Tatamá y los españoles, contra los Citabará en 1628. En ese tiempo se fundaron pueblos en

territorio indígena, San Juan de Castro, 1628, y Salamanca de los Reyes, los cuales fueron

destruidos por los nativos. Este fracaso hizo cambiar la política española.

Entre 1638 y 1645 las incursiones en el territorio Emberá fueron violentas, debido a la

matanza que éstos propinaron a la expedición de Martín Bueno en 1637; además, los poblados

fracasaron y los Emberá, por su organización social, se introdujeron en la selva. Esto condujo a

un cambio de táctica española, la cual fue reemplazada por la labor misional a partir de 1645;

política que se consolidó con la fundación de cuatro nuevos pueblos en el Atrato, entre 1668

y 1672. Las misiones fueron asumidas por jesuitas en el San Juan y franciscanos en el Atrato,

decidieron implantar el corregimiento, los castigos y la obligación de estar en los pueblos. Tal

actitud por parte de los franciscanos desencadenó las protestas y los levantamientos indígenas,

siendo el más importante el de 1684, disuelto por el ejército español y por indígenas

noanama, y su huida a territorios alejados o independientes del dominio español.


A comienzos del siglo XVIII (18), entre 1718 y 1730, se fundaron nuevas poblaciones en el alto

San Juan y en el Atrato, incentivándose la colonización aurífera y motivándose el

cimarronismo o huida de los nativos a zonas selváticas aún más apartadas. Los Emberá

expandieron así su territorio hacia el bajo Atrato y Costa Pacífica en 1750, desterrando a otros

indígenas habitantes de dichas zonas. Su unidad territorial continuó resquebrajándose, pues la

colonización en el siglo XIX (19) se consolidaba con la creación de nuevas poblaciones en

diferentes áreas del territorio indígena. Estas fundaciones llevaron a la desintegración de los

resguardos Emberá.

En pleno siglo XX este proceso no ha parado, se ha dado a través del frente agroindustrial

(caucho, oro, platino, etc.), con la inmigración de nuevos pobladores. La realidad política del

país también afectó a la nación Emberá, pues la violencia de 1950 contribuyó aún más a la

dispersión de esta etnia hacia Panamá y al incremento de la población en el Baudó y costa

Pacífica. Otros cambios, que han afectado a la cultura, manifiestos en las diferencias a nivel de

la pintura facial y corporal, vestuario, objetos de cultura material, ceremonias, economía, se

han venido presentando de acuerdo con el tipo de aculturación al que se han visto sometidos.

En la actualidad, finales del siglo XX. los Emberá con territorio fraccionado debido a los

procesos de conquista, colonización y contacto con otras culturas (indígenas, negra, blanca) y

teniendo para cada región sus particularidades, mantienen una cohesión a nivel cultural con

elementos de identidad muy fuertes como su idioma, tradición oral, jaibanismo, organización

social y una nueva organización política a través de las organizaciones regionales como la

Orewa y la Oia. Tanto los instrumentos como los utensilios provienen del medio selvático y

del río. Siendo la madera un elemento vital, con ella se elaboran la vivienda, las canoas y los

objetos de uso cotidiano y ritual.

Los actuales pueblos emberas (Katío, Chamí, Dobida, y Eperara Siapidara) en tiempos

prehispánicos compartieron un espacio común y características culturales semejantes tales


como la lengua, la cosmovisión, el jaibanismo, la movilidad territorial, el gobierno

descentralizado, la vida selvática, y sus formas de organización y de representación. En la

actualidad, finales del siglo XX, los Emberá con territorio fraccionado debido a los procesos de

conquista, colonización y contacto con otras culturas (indígena, negra, blanca) y teniendo para

cada región sus particularidades, mantienen una cohesión a nivel cultural con elementos de

identidad muy fuertes como su idioma, tradición oral, jaibanismo, organización social y una

nueva organización política a través de las organizaciones regionales. La vestimenta de los

Emberá es particular, a través de las prendas y particularmente de sus accesorios, cuentan

historias. Con dientes de mono, huesos y semillas realizaban collares, pulseras y apliques, que

fueron suplantando con chaquiras (cuentas o abalorios). Hay accesorios creados para el

matrimonio, el nacimiento o un entierro. En los niños se colocan collares negros y rojos y

pulseras en la pierna izquierda para el mal de ojos, que deben estar bendecidos para que

surtan efecto. Los jóvenes usan pulseras en el brazo derecho si son solteros y en el izquierdo si

están comprometidos. Okama ("Camino que recorre el cuello"). Collar que concede distinción

a la mujer que lo porta, contando su historia y rol en la comunidad. El telar es una tabla con el

largo de la pieza a realizar, las chaquiras se insertan a mano, y el amarre se realiza con aguja.

GRUPOS

 Dobida ("Hombres de Rio"): Los Dobida son la gente cuyo modo de vida gira en torno

al río: sus casas y huertos están a orillas del río, la pesca es una actividad permanente.

Emplean la pintura facial y corporal como una de las manifestaciones más importantes

de su cultura; representa y comunica actitudes sociales que se generan a partir del

individuo hacia la colectividad y viceversa. Es a través de la pintura que el indígena es

reconocido y es la forma como expresa sus estados y ciclos vitales. Conservan gran

parte de su pensamiento propio, tradición oral y celebración de rituales. Se destaca


dentro de su cultura la figura del Jaibaná, quien se desempeña como médico

tradicional y además ejerce la autoridad, el control social y el manejo territorial.

 Siapadara (“Eperara”): La estructura social Eperara Siapidara está constituida sobre la

base de una organización familiar de trabajo agrícola. Dirige la comunidad la Tachi

nawe -nuestra madre- máxima jefe espiritual y sacerdotisa. La autoridad tradicional de

la salud está en cabeza del llamado Jaipana, quien hace parte activa de la identidad

social y de su dinámica. Este Jaipana es el equivalente al Jaibaná de los otros grupos

embera. El Jaipana y la Tachi-nawe poseen el conocimiento del universo mítico

ancestral. Se denominan a sí mismos como eperara síapidara. Epera es voz aborigen

para designar a la “gente “, ra es un morfema para indicar “plural “, sía es el “nombre”

de la lengua, pidara es un “reportativo “.

 Chami ("Habitante de Montaña"): Los Embera Chamí comparten la historia

prehispánica y colonial de los Embera, caracterizada por su continua resistencia a las

incursiones conquistadoras hasta el siglo XVII, cuando la mayoría de los pueblos

huyeron hacia las selvas. Este pueblo se destaca por la dispersión de sus asentamientos

ubicados sobre las cuencas de los ríos, en donde han desarrollado por cientos de años

una cultura adaptada a los ecosistemas de selva húmeda tropical.

 Katio ("Habitantes de Montaña"): En tiempos prehispánicos los emberá se conocieron

como indígenas “Chocó”, y compartieron la lengua nativa, la cosmovisión jaibaná, la

movilidad territorial, el gobierno no centralizado, la cultura selvática y la estructura

social, que radica en unidades familiares la base de su sociedad y en unidades sociales

más amplias, el desempeño de diversas actividades. Este es uno de los pueblos más

influenciados por la iglesia católica, debido al proceso de evangelización, los

encargados de dar la palabra son los mayores y los tabarau, ellos son los responsables

de que este mundo se siga manteniendo, son los encargados tácitamente por parte de
la comunidad, de entregar la palabra en representación suya, por esto, cuando hay una

reunión dentro o fuera del territorio, se enviará a las personas con mejor capacidad de

entregar palabra, quienes tienen el conocimiento que se logra mediante la experiencia.

Emplean la pintura facial y corporal como una de las manifestaciones más importantes

de su cultura; representa y comunica actitudes sociales que se generan a partir del

individuo hacia la colectividad y viceversa. Es a través de la pintura que el indígena es

reconocido y es la forma como expresa sus estados y ciclos vitales.

Movimientos artísticos:

Artesanías: En las artesanías por primera vez se evidencia implícitamente el signo y símbolo,

actualmente por desplazamiento y confinamiento armados las mujeres Embera salen a vender

sus artesanías de manera informal en espacios públicos como parte de intercambio

económico para adaptarse y sobrevivir en la ciudad. Este símbolo y signo también está

inscrito en la pintura corporal. En ambos casos representa una forma de mantener viva la

cultura y del pensamiento que subsiste en los territorios.

Escritura: Dentro de los escritos Embera hallamos de igual manera signos y símbolos donde se

logran identificar mensajes de la comunidad los cuales nos dan un acercamiento a su mitología

y la descripción sígnica y simbológica

Pintura Corporal: Como se ha venido hablando uno de los ritos más importantes para

identificar a la comunidad Embera en la pintura corporal, no solo está representado su estado

de ánimo o social, sino que también les da un puesto como individuo de la comunidad. A través

de la pintura el hombre/mujer comunican su cambio de rol, expresando también que todo está

listo para la reproducción y continuación de los comportamientos sociales aprendidos durante

la niñez igualmente dan a entender que es una forma de comunicarse con su parte espiritual.

INDEPENDENCIA
Los españoles inician en América uno de los comercios más oscuros de la historia: la esclavitud

del pueblo africano, pero el amor por la libertad hace que en 1728 Barule, un esclavo, lidera la

más grande insurrección en el Chocó junto a los hermanos Antonio y Mateo Mina. Fundan el

Palenque Tadó en donde es proclamado rey. Lo conforman 120 cimarrones. El 18 de febrero de

1728 tiene lugar la batalla entre el ejército realista y los cimarrones y vencidos estos últimos,

Barule y los hermanos Mina son fusilados por el teniente Tres Palacios Mier.

En 1795 Agustina, una esclava abusada por el esclavista Miguel Gómez quien quería hacerla

abortar, lo denuncia ante el juez Álvarez Pino quien falla en contra de ella. En respuesta, ella

quema varias haciendas de lo que hoy es el municipio de Tadó.

Hacia el año 1810 la situación económica del Chocó era decadente, pues muchos de los

esclavos habían huido hacia el norte de la provincia, en tanto se habían abandonado las minas

de oro, que se trasformaron en simples lavaderos de aluviones. El 31 de agosto de 1810 se

estableció en Citará (Quibdó) una junta gubernativa presidida por José María Valencia,

mientras la junta suprema de Nóvita se estableció el 27 de septiembre de 1810 presidida por

Miguel Antonio Moreno. El 17 de marzo de 1811 Nóvita envió ayuda, como parte de buena

voluntad, a las Ciudades Confederadas del Valle del Cauca y el 10 de septiembre el nuevo

presidente de Nóvita, Francisco Antonio Caycedo de Llera, declaró la autonomía de la ciudad

en relación con España. El 2 de febrero de 1813 Tomás Pérez proclamó la independencia de

Nóvita y el 2 de septiembre del mismo año el Cabildo de Citará proclamó la independencia

de toda la provincia bajo el nombre de El Chocó. El 2 de noviembre siguiente se realizaron

negociaciones con el Estado Libre de Antioquia para la unión en una sola república, pero

estas fracasan. Durante la época de emancipación de las colonias americanas (1810-1816), se

incorporó a las Provincias Unidas de la Nueva Granada en noviembre de 1811. El 28 de marzo

de 1811 en la parte baja del Rio Palacé, cerca al actual municipio de Totoró en el

departamento del Cauca. Las tropas de las Ciudades Confederadas del Valle del Cauca con
ayuda de tropas de la Junta Suprema de Santafé derrotan a las tropas españolas. El grito de

independencia en el Chocó se daría el 2 de febrero de 1813, pero el 25 de mayo de 1816 la

ciudad de Nóvita fue tomada por el realista Julián Bayer, lugarteniente de Pablo Morillo,

retornando la provincia al gobierno hispano. El 7 de mayo de 1816 los españoles al mando de

Julián Bayer vencieron a los chocoanos en Arrastradero de San Pablo y el gobernador Miguel

Buch fue apresado. Esto abrió un periodo de casi dos años de enfrentamientos continuos en el

sur de la actual Colombia y que sería la base de la guerra que llevó al conflicto final el 7 de

agosto de 1819. Esta es la primera parte de esa lucha en el Valle de Cauca, vendrían 8 años

más de zozobra que culminaría con la independencia definitiva con la Batalla de San Juanito,

el 28 de septiembre de 1819.

EPOCA REPUBLICANA

Durante la independencia y Primera República, Provincias Unidas de la Nueva Granada de 1811

a 1816, esa área formó parte de las Ciudades Confederadas del Valle del Cauca. Una vez

liberadas la Nueva Granada y Venezuela, se expide el 17 de diciembre de 1819 en el Congreso

de Angostura la Ley Fundamental que creó la República de Colombia, cuyo vicepresidente fue

el medellinense Francisco Antonio Zea. El 12 de julio de 1821 el Congreso de Cúcuta, bajo la

presidencia de José Manuel Restrepo, expidió la Constitución de Cúcuta, basada en la de

Angostura, que dividió la República en departamentos y a estos en provincias, perteneciendo

entonces Chocó al departamento del Cauca.

Ante la disolución de Colombia en 1830 es de destacar que, entre junio de ese año y finales

de 1831, el Chocó, que entonces era parte del departamento del Cauca, se anexó al recién

creado Estado del Ecuador; sin embargo, esta fugaz aventura no prosperó por iniciativa de los

dirigentes del Citará. Por Ley Fundamental del 17 de noviembre de 1831, Chocó adquirió el

carácter de departamento, y en la constitución de 1832 de la Nueva Granada, el de provincia.

Durante la República de la Nueva Granada de 1831 a 1858, en términos generales valle del
Cauca formó parte de las provincias del Cauca y Buenaventura. En 1835 fueron segregadas

las provincias de Buenaventura y Pasto de la de Popayán, y en 1843 esta última fue

subdividida en tres provincias: Popayán, Cauca y Barbacoas, más la completa segregación del

territorio del Caquetá. Entre 1848 y 1850 la provincia del Chocó tuvo problemas fronterizos

con la de Antioquia, pues la región de Urabá le fue adjudica a esta última en reiteradas

ocasiones. Debido a los aires federalistas que estaba tomando la nación, el congreso de la

entonces Confederación Granadina dicta la ley del 15 de junio de 1857 que crea los estados de

Bolívar, Boyacá, Cauca, Cundinamarca y Magdalena, con el fin de evitar el rompimiento de la

república. En 1858 se creó oficialmente el Estado Federal del Cauca, en él estaba incluido

Caquetá, Chocó y Pasto. Durante la guerra civil de 1860 a 1862 se produjo en la región del

Quindío un movimiento separatista que buscaba segregar dicho territorio del Cauca y elevarlo

a la condición de estado federado con el nombre de Estado Soberano del Quindío; este

perduró apenas entre mayo y agosto de 1860. Durante la constitución de 1886 el Estado

Federal del Cauca se convirtió en el departamento del Cauca, y en 1910 se separa del

departamento del Cauca el territorio donde se establece el departamento del Valle del Cauca

con capital en Cali.

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