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PERSONA Y FINAL DE VIDA

En primer lugar es importante conocer el valor de la vida, donde está en juego la persona
humana desde nuestra fe cristiana nos oponemos al aborto porque consideramos que la vida
humana, en todo su desarrollo, es un valor primero en toda escala de valores éticos, que debe
ser salvaguardado; porque si existe una obligación de proteger y defender la vida humana,
esta obligación es aún más urgente cuando se trata de una vida desamparada, que no puede
hacer valer sus propios derechos. Porque pensamos, finalmente, que el valor de la vida
humana es tan fundamental que debe ser cuidadosamente protegido.

La iglesia dice al respecto: La vida humana es sagrada, porque desde su inicio comporta la
acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su
único fin. Solo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término, nadie, en ninguna
circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser inocente”.

“El ser humano tiene la dignidad de persona, desde su concepción hasta su muerte”

(cfr. CCE 357 y Evangelium vitae (1995) 53).

La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la
concepción .Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ser reconocido los
derechos de la persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la
vida y su dignidad que es sagrado y nadie puede quitártelo.

“Toda la doctrina social se desarrolla a partir del principio que afirma la inviolable dignidad de
la persona humana”

Es necesario partir que este pensamiento está fundada sobre la razón, desde nuestra
inteligencia, el sentido común, todo iluminado y orientado por la fe, por la palabra de Dios y
por las experiencias de las personas, nuestra vida está guiada por la voluntad de Dios sobre la
persona. Hay que respetar a la persona humana que ha sido creada por Dios para el llamado a
la vida eterna.

El concepto de derechos de la persona o derechos humanos está implícito en toda la tradición


cristiana. Ya en el Decálogo se “ponen de relieve los deberes esenciales y, por tanto
indirectamente, los derechos fundamentales, inherentes a la naturaleza de la persona
humana” (CCE 2070).

La iglesia no va contra nadie, simplemente previene contra las conductas y actitudes que
degradan al ser humano, que va contra la misma naturaleza y contra las leyes que rigen el
curso de la humanidad. Porque Dios nos hizo libres y esa libertad exige entonces la
responsabilidad: la libertad le brinda al hombre el poder decidir qué hacer con su existencia,
qué sendero recorrer responsablemente, para destruir o construir día a día su destino.

Podemos observar la infelicidad en la que se encuentran muchas personas que han recurrido
al aborto o al suicido mismo y las tristes consecuencias que piensan que es la única opción
posible para terminar con los problemas de la vida. La iglesia ante estas situaciones no puede
permanecer indiferente ante las personas que sufren. La iglesia trata de ir a favor de algo y no
en contra, y es a favor de la vida, la persona misma, la familia.

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