Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LITERATURA. TEMA 4 y 5
LITERATURA. TEMA 4 y 5
A comienzos del siglo XX, el género teatral presentaba en España dos manifestaciones distintas: un teatro
para ser representado, ya que satisfacía los deseos de diversión del público y un teatro con intención
renovadora, pero que chocaba con los gustos del espectador y que por ello muchas veces no llegaba a los
escenarios
TEATRO COMERCIAL
La comedia burguesa
También conocida como comedia benaventina, ya que fue Jacinto Benavente su autor más representativo.
Benavente (Premio Nobel de Literatura en 1922) ofreció un teatro con un mayor interés por el diálogo y un
tono más realista.
Benavente tuvo una primera época vinculada al Modernismo, en El nido ajeno. Este teatro no triunfó y
evolucionó hacia uno más conservador que se limita a criticar superficialmente las hipocresías y
convencionalismos burgueses, pero sin traspasar lo considerado de buen tono. De su producción teatral
destaca La malquerida.
El teatro poético
Surge directamente del Modernismo. Se trata de un teatro de evasión, sin relación con la realidad, que
recupera temas históricos y legendarios. Destacan Eduardo Marquina (Las hijas del Cid) y los hermanos
Machado (La Lola se va a los puertos).
El teatro cómico
La finalidad de este teatro es el entretenimiento del público. Destacan Carlos Arniches, quien presenta en
sus sainetes los personajes pintorescos de Madrid (chulapos), con sus problemas y su forma castiza de
hablar. La señorita de Trevélez.
Pedro Muñoz fue el creador del astracán caracterizado por los juegos de palabras. Su obra más popular es
La venganza de don Mendo (1916).
Los hermanos Álvarez Quintero estrenaron gran cantidad de obras en las que predomina el ambiente
andaluz. Son obras en las que sobresale el empleo de un diálogo gracioso. La reina mora
TEATRO INNOVADOR
La Generación del 98
Frente a las tendencias del teatro comercial y convencional, encontramos el fracaso teatral al que se vieron
sometidos autores de la Generación del 98 como Unamuno y Azorín. Unamuno cultivó el teatro como un
medio de expresar sus inquietudes existenciales; sus obras se caracterizan por sus diálogos densos y una
mínima escenografía. Es un teatro intelectual y filosófico que refleja su obsesión por la muerte y la
búsqueda de la felicidad. Entre sus obras destacan: Fedra o El otro.
En la generación del 98 también destaca Azorín.
La novela escrita por autores en el exilio había tendido a la rehumanización y el compromiso social. Aquí
se encuentra la literatura de Ramón J. Sender (Réquiem por un campesino español) o Rosa Chacel
(Memorias de Leticia Valle), quienes al acabar la guerra marchan al exilio por su apoyo a la República.
Su obra se realiza al margen de la literatura que se hace en España y, en general, tratan con insistencia
sobre el tema de la guerra.
La colmena de Camilo José Cela (1951) es un precedente de la novela social. Como técnica narrativa, se
recurre al objetivismo: el narrador desaparece y todo el relato se basa en el diálogo de los personajes. Se
distinguen dos tendencias:
· El neorrealismo. Que se centra en los problemas del hombre como ser individual. Destaca Rafael
Sánchez con El Jarama y Carmen Martín Gaite (Entre visillos).
· Novela social: se centra en los problemas de los grupos sociales. Destaca Jesús Fernández Santos con
Los bravos
Las novedades no afectan solo al argumento o la estructura, también a la ortografía, ya que algunos autores
suprimen los signos de puntuación o párrafos. No se pretende sólo denunciar la situación social, sino que
también se persigue la belleza formal. La experimentación contribuye a esta finalidad con la introducción
de otros elementos como saltos hacia atrás o hacia delante en el argumento, la alternancia de personajes
narrativos, la creación de neologismos, el uso del monólogo interior libre …
Dos novelas son consideradas los modelos de las nuevas tendencias: Tiempo de silencio de Luís Martín
Santos y Señas de identidad de Juan Goytisolo. A ellas se puede añadir las de autores ya consagrados.
Miguel Delibes: Cinco horas con Mario, Camilo José Cela Oficio de tinieblas.