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FACULTAD DE HUMANINADES

Licenciatura en Psicología Clínica


PSICOMETRÍA II (PRUEBAS PROYECTIVAS)
Licda. Sonia Elizabeth Sánchez Bendfeldt

PSICODIAGNÓSTICO CLÍNCO INFANTIL, MARÍA VIVES GOMILA

EL DIAGNÓSTICO EVOLUTIVO: FASES DEL DESARROLLO DE


LA LIBIDO
El concepto freudiano de pulsión se ha ido imponiendo a la noción de instinto. En la
primera teoría de las pulsiones, en ¨Tres ensayos sobre una teoría sexual¨, Freud (1905)
distingue entre pulsiones del Yo, cuya función es el mantenimiento de la propia existencia
según el principio de realidad, y cuya energía está al servicio del Yo, y pulsiones sexuales,
inicialmente fragmentadas en pulsiones parciales que se satisfacen localmente hasta
alcanzar la genitalidad.
Hacia 1920, en ¨Más allá del principio del placer¨, y debido al papel relevante que se
concede a la agresividad, Freud diferencia entre pulsiones de vida -sexuales y de
autoconservación-, y pulsiones de muerte -autodestrucción y pulsión agresiva-,
investigaciones que continuará y matizará M. Klein a lo largo de su obra.
M. Klein (1926, 1932, 1934) y seguidores sostienen la existencia de pulsiones de vida y
pulsiones de muerte a partir del nacimiento. El estudio de la agresividad, tanto a nivel
diagnóstico como terapéutico, y la capacidad que tiene cada individuo de integrarla tiene
una gran importancia para los seguidores de esta orientación.
Entre 1896 y 1897, Freud trata de establecer una ¨sucesión de épocas¨, desde las primeras
etapas de la vida hasta la adolescencia, etapas que muy pronto relaciona con el predominio
o abandono de determinadas zonas erógenas. Pero, es en ¨Tres ensayos sobre una teoría
sexual¨ (1905) donde Freud diferencia entre una sexualidad infantil y una sexualidad
adolescente y adulta, estableciendo una serie de fases relacionadas con una zona erógena
específica: oral, anal, fálica, edípica, de latencia y genital.
1. FASE ORAL:
En 1915, S. Freud reconoce la oral (0 a 12 meses) como la primera fase de la sexualidad
humana que vincula a una zona erógena específica, cuyo fin es la incorporación del objeto.
K. Abraham (1924) añade, a la descrita por Freud, dos subetapas:
- Una fase precoz de succión, más pasiva, en la que apenas hay diferenciación entre el bebé
y su ambiente -estadio oral primitivo- de 0 a 6 meses.
- Una fase oral-sádica, en la que la actividad de morder lleva implícita la destrucción del
objeto. Abarca de 6 a 12 meses.
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En este período, la relación de objeto se caracteriza por la evolución desde un narcicismo


primario -estado de no diferenciación entre madre e hijo- a un estadio en el que, gracias a la
reiteración de experiencias gratificadoras y frustradoras, los primeros objetos empiezan a
ser percibidos de forma parcial -relación parcial de objeto-.
Hacia finales del primer año de vida, la madre que hasta ahora era percibida sólo
parcialmente, empieza a ser reconocida y representada por el bebé en su totalidad,
iniciándose las primeras relaciones ¨de objeto total¨.
2. FASE ANAL:
La segunda fase de evolución de la libido que abarca el segundo año de vida (Freud la sitúa
hasta después de los dos años), se organiza alrededor de otra zona erógena, y la relación de
objeto es expulsivo-retentiva. Es la etapa en la que el niño, mediante el control de los
esfínteres, aprende sus hábitos de limpieza y el dominio que puede ejercer sobre sus padres
y adultos de su entorno.
K. Abraham (1924) distingue nuevamente dos sub fases en la organización anal-sádica:
- En la primera, el erotismo va unido a la evacuación, y la pulsión, a la eliminación del
objeto.
- En la segunda, dicho erotismo va unido a la retención, y la pulsión, al control posesivo del
objeto (Laplanche-Pontalis, 1986).
M. Klein concede especial importancia a la pulsión agresiva en la infancia, dada su fuerza
desorganizadora y fragmentadora y, a diferencia de A. Freud, considera esencial su
interpretación en el tratamiento psicoanalítico.

3. FASE FÁLICA:
Freud introduce el concepto de fase fálica (3-4 años) hacia 1920-1923, cuando considera
que desde la infancia existe una verdadera organización de la sexualidad muy parecida a la
del adulto, pero que se diferencia en su aspecto esencial por el que sólo se reconoce el
órgano genital masculino.
En esta etapa, el niño empieza a tener explicaciones sobre las diferencias anatómicas entre
niños y niñas. Parafraseando a Laplanche y Pontalis, desde el punto de vista genético, la
actividad-pasividad (par antitético) que predomina en la fase anal, se transforma en par
fálico-castrado que precede a la masculinidad-feminidad, propia de lo que será más
adelante, la identificación adulta. Sólo en la pubertad llega a establecerse la oposición
masculinidad-feminidad.
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La declinación del ¨Edipo¨ se halla vinculada a la amenaza de castración, fantasía por la


que el niño siente que puede ¨actuarse¨ la amenaza paterna en respuesta a sus actividades
sexuales, cuya realización depende de si la autoestima del niño gira en torno a su órgano
sexual, así como al descubrimiento de la falta de dicho órgano en la niña, en quien puede
suscitarse la envidia del pene. M. Klein, junto a otros psicoanalistas europeos, considera la
fase fálica como una formación secundaria del tipo defensivo, próxima a la edípica.
4. FASE EDÍPICA:
En la fase edípica (4,5-6, 7 años) predomina la angustia de castración y la tendencia a
identificarse con uno de los progenitores. En dicha fase, la fuente de la pulsión reside en la
excitación sexual centrada en la posesión y dominio de las figuras parentales de sexo
opuesto.
En la fase edípica (según Freud entre los 3 y los 5 años) predomina la angustia de
castración y continúa el proceso de identificación con las figuras parentales del mismo
sexo. En ella, Freud plantea la existencia de una sexualidad infantil junto a un deseo
incestuoso hacia las figuras que considera más fuerte, siendo su competidor en el deseo
amoroso hacia su madre.
En esta fase, se observa la ambivalencia del niño respecto de la figura parental con la que
intenta identificarse, ambivalencia que Freud explica, no como resultado de una situación
de rivalidad con el progenitor de su mismo sexo en el niño, sino por la interacción de
componentes hétero y homosexuales.
El paso del ¨Edipo¨ representa la superación de la triangularidad afectiva, por la que el niño
renuncia a su madre y se identifica con su padre. Las etapas pre edípicas, contempladas
desde la regresión a puntos de fijación, todavía no superados, representan un núcleo no
resuelto de la evolución del niño, especialmente al no superar el ¨Edipo¨, y efectuar una
regresión a dichas etapas, desde las que se puede evolucionar o quedarse fijado en ellas. La
declinación del Edipo indica la entrada en el período de latencia.
M. Klein, por su parte, admite la presencia de un Edipo precoz, un Super-Yo temprano,
además de considerar el papel que el instinto de muerte ejerce en el desarrollo humano.
5. FASE DE LATENCIA:
La fase de latencia (7-12 años) se presenta como un estadio sin conflicto, de sexualizado y
en la que la problemática edípica puede extenderse fuera del entorno familiar. Es debido a
la situación poco conflictiva de esta etapa que algunos terapeutas consideran más
gratificante el tratamiento con ¨latentes¨.
6. FASE GENITAL:
La fase genital se caracteriza por la organización de las pulsiones parciales bajo el
predominio de la zona genital. Se corresponde con la pubertad y adolescencia. La pulsión
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sexual, inicialmente autoerótica, y proveniente de zonas erógenas separadas, busca un


nuevo objeto sexual y todas las pulsiones parciales actúan conjuntamente para obtenerlo,
organización que se alcanza plenamente en esta fase.
En ella, se reactivan los problemas no resueltos en las fases anteriores (emergencia de
pulsiones masivas con reactivación y resolución del ¨Edipo¨, predominio de defensas
regresivas y represivas; elaboración de la idea de muerte, etc.), produciéndose crisis y
dificultades en el proceso de identificación e identidad que, en muchos casos, requieren de
un tratamiento farmacológico y terapéutico para ser resueltas.
Este hecho representa evolucionar desde un proceso de pensamiento primario, en el que
predomina lo inconsciente, la confusión entre fantasía y realidad y el pensamiento de tipo
mágico, a un proceso de pensamiento secundario, caracterizado por el predominio de un
pensamiento racional y abstracto y un lenguaje consciente.

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