Rodriguez Schleider

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CAPÍTULO IX

CAUSALIDAD, RESPONSABILIDAD
Y LIBERTAD*

Jorge L. rodríGuez**
Tobías J. sCHleider**

1. INTRODUCCIÓN

Herbert Hart señaló con verdad que las discusiones en torno al concepto de
responsabilidad frecuentemente se enrarecen por efecto de presuposiciones

el libre albedrío, todo ello agrupado —podemos agregar— en torno a la noción


de causalidad1.

Más allá de algunas precisiones que haremos luego, nos interesa aclarar
aquí brevemente cuál es el concepto general de responsabilidad que resulta
central para este trabajo. Nos concentraremos en la responsabilidad por
conductas humanas (propias, esto es, la responsabilidad directa, no la vi
caria o por hechos de otros por quienes se debe responder).
Además, se aplica a un individuo cuando él es sujeto adecuado de reproches
o castigos (también elogios o premios, pero este aspecto es despreciable

* Este trabajo fue realizado en el marco de los proyectos SEJ2007-67491-C02-02/JURI y DER2010-


21331-C02-02, ambos del Ministerio de Ciencia e Innovación (España).
** Universidad Nacional de Mar del Plata.
1
Cfr. Hart, 1968: 173.
252 JORGE L. RODRÍGUEZ / TOBÍAS J. SCHLEIDER

ahora) aplicables como respuesta a sus actos. En otras palabras, cuando está

que hizo 2.
Con aristóteles3, se ha sostenido que un agente puede considerarse re-
sponsable siempre que no haya ignorado ciertas características y consecuencias
de su comportamiento, ni haya sido forzado a proceder como lo hizo. La pri-
mera condición, que puede etiquetarse como «epistémica», no será discutida
aquí. Sí se abordará la segunda, vinculada con el libre albedrío, o la libertad de
acción o de elección.
Hasta los albores de la década de 1970, era casi un lugar común sostener
que la clase de libertad necesaria para la responsabilidad moral requiere que
estén disponibles posibilidades alternativas de actuación. Esto a veces se ex-
presa en términos de «libertad», y otras de «control» (como opuesto a la suerte).
La clase de control (o libertad) relevante implica, entonces, que un sujeto es
responsable por su comportamiento sólo si eligió en ese momento uno de vari-
os caminos accesibles.

que deben existir varios caminos abiertos para el agente (esto es, que existan
posibilidades de que actúe de un modo alternativo). La segunda, que el agente,
y no alguna fuerza externa o la mera suerte, seleccione el camino que seguirá4.
Si no se satisface la primera condición, esto es, si el agente no cuenta con
posibilidades alternativas, no parece que pueda decirse que cause un en
el mundo. Si no se satisface la segunda condición, esto es, si falta lo que se ha
denominado control de un agente5, no parece que pueda decirse que haya sido
él quien causó un cambio en el mundo.
Nos concentraremos, sobre todo, en el primero de los factores: la existencia
de posibilidades alternativas, que visto desde el punto de vista del agente se
presenta como su «capacidad para actuar de otro modo», o su «control regula-
tivo» (esto es, aquel que ostenta un sujeto respecto de algo, si puede producirlo
y también abstenerse de producirlo). No obstante, es necesario decir algo más
sobre el control del agente.

2
Cfr. Hart, 1968: 196-197, 210-230, 264-265; fisCHer-ravizza, 1998: 6-7; wallaCe, 1994: 75-77;
watson, 1996: 234; ziMMerMan, 1988: cap. 5; esHleMan, 2004; duff, 2008: esp. ap. 1; Gardner, 2008. Por
simplicidad, dejaremos fuera del análisis la distinción que suele trazarse en inglés entre y lia
(cfr. duff, 2008; Gardner, 2008: ap. 2). Para otras concepciones de la responsabilidad que tampoco
serán objeto de tratamiento aquí, véase ziMMerMan, 1988: 38ss; Glover, 1970: 74; feinberG, 1970: 30-31;
watson, 1996; esHleMan, 2004, y strawson, 1962.
3
aristóteles, 1908: III.1-5.
4
Cfr. fisCHer, 1999: 99; 2010: 316-317; bratMan, 2002.
5
Cfr. o’Connor, 1993: 500.
CAUSALIDAD, RESPONSABILIDAD Y LIBERTAD 253

2. CAUSALIDAD HUMANA

La idea de que los agentes pueden causar algo sin ser, a su vez, ellos mismos

CHisHolM y taylor6, aunque luego ambos la rechazaron en diversa medida7.


Aquello que se postula como causado por los agentes varía según los autores. Se
proponen como candidatos los movimientos corporales, ciertos eventos cereb-
rales, los emprendimientos o intentos, las intenciones, las elecciones o «voli-
ciones». Además, a veces el evento directamente causado por el agente es consid-
erado como una acción, o como un evento que da comienzo a la acción, mientras
que otras veces se entiende por acción a la producción (causal) del evento por
parte del agente. En este último sentido, ClarKe sostiene que la causalidad em-
anada de un agente involucraría exactamente la misma clase de causalidad que la
causalidad de eventos8. La única diferencia estaría en los elementos conectados
por la relación: sólo eventos en el caso de la causalidad normal; un agente y un
evento en el de la causalidad de un agente. Además, sostiene que el evento cau-
sado por un agente puede también ser causado como cualquier evento. Tal acción
sería libre (en el sentido relevante para las adscripciones de responsabilidad) sólo
si fuese causada, de un modo indeterminista, por las razones del actor9.
Para o’Connor, en cambio, los eventos causados de manera directa por el
agente son intenciones determinadas, inmediatamente ejecutivas, para actuar
de diversos modos. A su juicio, los agentes tienen una capacidad para decidir,
y ello implicaría que el evento causado por un agente no esté sujeto a la cau-
salidad de eventos10. La causalidad de un agente sería, así, un poder que en las
circunstancias adecuadas es ejercido a voluntad por el agente, y carecería del
componente de necesidad que está presente cuando se trata de objetos que no
son agentes autodeterminados.
Con independencia de dicha cuestión, en las discusiones sobre si un agente
ha causado un cierto resultado dañoso, ocupa un lugar central el determinar qué
tipo de condición debe poner un agente con su acción para que pueda decirse
que ella causó el resultado. Una respuesta en apariencia intuitiva consiste en
-
sultado, en el sentido de que, si no fuera por la acción del agente, el resultado
no se habría producido:
(i) causó y sólo en caso de que, si no hubiera ocurrido, y no habría ocurrido.

6
Cfr. CHisHolM, 1966; 1971; 1976a; 1976b; taylor, 1966; 1992. Más recientemente, o’Connor, 1993;
1995; 1996; 2000; ClarKe, 1993; 1996.
7
Cfr. CHisHolM, 1982a; 1982b; 1995; taylor, 1982.
8
Cfr. ClarKe, 1993; 1996.
9
Cfr. fisCHer, 1999: 108.
10
Cfr. o’Connor, 1996: 145ss.
254 JORGE L. RODRÍGUEZ / TOBÍAS J. SCHLEIDER

El análisis de la causalidad en términos de una condición necesaria ofrece


Moore11, podríamos
decir que dicho análisis resulta a la vez y . Los
problemas de sobreinclusividad serían los que muestran que la fórmula de la
condición necesaria es demasiado débil, y comprende más casos de los que se
esperaría de ella (varias cosas pueden ser condiciones necesarias para otra, y
sin embargo no todas cuentan como causa, que es la objeción que se dirige or-
dinariamente contra la teoría de la conditio sine qua non en el derecho penal).
Los problemas de subinclusividad, por su parte, serían aquellos que ponen en
evidencia que la fórmula de la condición necesaria es, además, demasiado rigu-
rosa, y no considera causas a circunstancias que reputaríamos intuitivamente
como tales.
Dentro de la última categoría, hay problemas que genéricamente han sido
denominados de : en ciertos supuestos, puede ocurrir que

sin embargo, ninguna de ellas sea necesaria para ello, de modo que de acuerdo
con esta idea ninguna sería causa del resultado, lo cual resulta por lo menos
contrario a nuestros usos lingüísticos. Pero esta caracterización apareja otro

adelante resultan particularmente relevantes—, que han sido denominados


problemas de evitación12: supóngase que el agente realiza una cierta acción,
por caso, arroja una piedra, y con ello causa un cierto resultado, por ejemplo,
rompe una ventana. Pero adicionalmente supongamos que B también estaba
interesado en producir ese mismo resultado, y de hecho estaba aguardando a
ver cómo se comportaba y dispuesto a intervenir para romper la ventana si
no lo hacía. Frente a una situación semejante, deberíamos admitir que si no
hubiera arrojado la piedra, la habría arrojado B, y si B hubiera arrojado la pie-
dra, habría roto la ventana. No obstante, fue quien arrojó la piedra y con ello
causó que la ventana se rompiera. Pero entonces no es posible sostener que el
que puso una condición
necesaria para la rotura de la ventana, puesto que ella se habría roto de todos
modos si no hubiese arrojado la piedra13.

con su acción un resultado dañoso no puede analizarse en términos de poner

11
Cfr. M. S. Moore, 2009: 84-89.
12
Michael Moore denomina a los problemas de este tipo como de , que
subdivide en tres clases: de anticipación (cuando la causa anticipadora elimina algo que el factor
anticipado necesita para realizar su tarea causal); tardía (en los cuales no hay un último evento necesitado
por el factor anticipado y evitado por la causa anticipadora, salvo el efecto último mismo) y triunfante (casos

e—, pero no causa e en esta ocasión porque una causa anticipadora triunfa sobre ella (cfr. Moore, 2009:
86-87, 419-425, 491-495).
13
Sobre ambas objeciones al análisis de la causalidad en términos de condiciones necesarias, véase
tHoMson, 2008: 144.
CAUSALIDAD, RESPONSABILIDAD Y LIBERTAD 255

una condición necesaria para ese resultado debido a que no es posible descartar
que el resultado se hubiera producido incluso de no haber mediado la acción
del agente. Para ello no era necesario imaginar a un segundo agente: bastaría
con señalar que la ventana podría haberse roto debido a otras causas. Lo que
con su acción evitó que fuera B
quien causara el resultado, y esto forma de alguna manera también parte de lo

ser captado desde la perspectiva del análisis de la causalidad en términos de


una condición necesaria.
-
tivas del tipo de condición requerida para poder sostener que un agente causa
con su acción un resultado. Entre ellas, parece particularmente promisoria la
idea propuesta por Hart y Honoré según la cual es un factor causalmente
relevante para y si y sólo si es un miembro necesario de un conjunto de ele-
y14.
De acuerdo con esta idea, resulta una condición necesaria de una condi
para y condición con
para y15. En un diagrama podríamos presentar esta idea del siguiente
modo16: sea un agente; Elecciónm una función que mapea a dicho agente y a
un momento m en una partición de un conjunto de posibles historias H; y ~
son acciones posibles del agente (que se corresponderían, siguiendo nuestro
ejemplo anterior, con arrojar o no arrojar una piedra) y R y ~R posibles resulta-
dos (que una ventana se rompe o no se rompe). Supongamos que el mundo real
está representado por la historia h :
Elecciónm R h

~R h2
~ R h3
m ~R h

14
Cfr. Hart y Honoré, 1959: 106. Este análisis coincide en lo fundamental con las condiciones INUS o
NESS (por « », de MaCKie, y
« », de wriGHt). Para este entendimiento, un evento c causa un evento e si,
y sólo si, c e (cfr. MaCKie, 1974;
wriGHt, 1985). Como lo señala Moore
de sobredeterminación. En los casos genéricos, cuando dos factores se unen para producir, por ejemplo, un

evitación, cuando los factores no se unen para dañar, y

su conjunto falta la existencia del elemento que pueda ser dañado (cfr. Moore, 2009: 146 y cap. 17).
15
Cfr. von wriGHt, 1951: 73.
16
stit (see to it that) que
se exploran de un modo formalmente riguroso en Horty, 2001: cap. 2.
256 JORGE L. RODRÍGUEZ / TOBÍAS J. SCHLEIDER

En h realiza la acción P (arroja una piedra) y ello produce el resultado R


(la rotura de una ventana). La acción realizada por no es una condición nece-
saria del resultado R, puesto que en h3 el resultado se produce (por ejemplo,
porque B tiró su piedra) pese a que se abstuvo de realizar . Tampoco es una
R, puesto que en h2, pese a que realizó la acción , R
no se produjo (por ejemplo, porque un pájaro se atravesó en la trayectoria de la
piedra). Pero la acción constituye una condición necesaria de una condición
R, esto es, , conjuntamente con otros factores, garantizan la pro-
ducción de .
Tal como lo resalta tHoMson, en realidad Hart y Honoré no sostienen que
causar un resultado consista en poner una condición contribuyente en los tér-
minos antes explicados: así caracterizan la idea de introducir un factor causal
mente relevante17. Para que pueda decirse que causó y se requiere algo más:
no debe haberse dado el caso de que y siguió a sólo debido a la presencia de
cierto tercer factor z, consistente en a) un evento anormal, o un acto volun-
tario de cierta persona distinta del agente de . Si tales precisiones son adecua-

3. DETERMINISMO Y LIBRE ALBEDRÍO.


COMPATIBILISMO E INCOMPATIBILISMO

En el planteamiento tradicional de la cuestión de la libertad y las posibili-


dades alternativas, se discute si el libre albedrío puede existir en un mundo
(causalmente) determinista. El «determinismo causal» o «nomológico» es la

momento y una formulación completa de las leyes de la naturaleza implican


conjuntamente la verdad de lo que ocurra en todo momento ulterior18.
En otros términos, respecto de un cierto mundo posible m, el determinismo
causal es verdadero si y sólo si todo mundo posible en el cual son verdaderas
las mismas leyes de la naturaleza que en y que es exactamente igual a m en
cualquier momento t, es exactamente igual a m en todo tiempo futuro respecto
de t19. El determinismo causal no debe ser confundido con el determinismo
lógico, esto es, con la tesis de que el principio de bivalencia vale para toda
proposición, incluso para las proposiciones acerca de las acciones futuras. Por
otra parte, también ha de tenerse presente que el determinismo causal es una
tesis ontológica acerca del carácter de las leyes naturales (que ellas son regula-
ridades no sujetas a excepciones y que son omnicomprensivas) y no una tesis

17
Cfr. tHoMson, 2008: 160ss.
18
Cfr., por ejemplo, laplaCe, 1814: Introd.; von wriGHt, 1973: 116 y ss.
19
Cfr. van inwaGen, 1983: 3.
CAUSALIDAD, RESPONSABILIDAD Y LIBERTAD 257

-
do en un cierto tiempo t
t. La distancia entre el determinismo causal y la tesis de la predictibilidad pue-
de mostrarse mediante la consideración de dos ejemplos: la teoría del caos y la
mecánica cuántica. La primera parece indicar que ciertos sistemas determinis-
tas son muy difíciles de predecir; por el contrario, la segunda mostraría —al
menos bajo algunas interpretaciones— que el comportamiento de ciertos siste-
mas probabilísticos —no deterministas— es en varios aspectos muy fácil de
predecir20.
Se ha denominado a la postura que sostiene que la capaci-
dad para actuar de otro modo, que involucra la libertad o el control necesarios
para responsabilizar a los agentes por sus acciones, es compatible con el deter-
minismo. El rechaza tal pretensión21.
Una manera de defender el compatibilismo ha sido analizar condicional
mente la formulación «podría haber actuado de otro modo». Desde esta posi-
-
mente que habría actuado de otro modo si hubiera elegido hacerlo. Eso
constituye una propiedad disposicional: por ejemplo, si las razones para actuar
de un agente hubiesen sido distintas, podría haber escogido actuar de manera
diferente y, por ende, haber actuado de otro modo. El actuar de otro modo bajo
suposiciones contrafácticas es compatible con que esté causalmente determina-
do el que uno actúe como lo hace dadas las condiciones reales22.
Los incompatibilistas consideran defectuoso el análisis condicional ante-

posibilidad causal de actuar de otro modo en el mundo real (esto es, tal como
son las cosas). Aun si una disposición a actuar condicionada contrafácticamen-
te fuese compatible con el determinismo, podría igualmente ser imposible —de
hecho— elegir un modo alternativo de actuación (y actuar en consecuencia), y
que pese a eso continúe siendo verdadero que si se hubiera optado por actuar
de otro modo, haberse actuado de otro modo. El argumento central en
contra del análisis condicional se vale del contraste entre la secuencia real de
eventos que conduce a la acción y una eventual secuencia alternativa23. La
capacidad para actuar de otro modo supone la posibilidad de una secuencia
alternativa de eventos. En cambio, la disposición para actuar, que llevaría a
comportarse de manera diferente bajo suposiciones contrafácticas, es parte de
la secuencia real de eventos que conducen al acto realizado24.

20
Cfr. briCMont, 1995; Hoefer, 2003.
21
En el planteamiento de las posiciones que siguen, nos basamos, sobre todo, en Hurley, 2003:
cap. 1.
22
Cfr. Ginet, 1980; Hurley, 2003: 16, 18.
23
Cfr. Klein, 1990; fisCHer, 1994: caps. 7-8.
24
Cfr. fisCHer-ravizza, 1998: 53, n. 144.
258 JORGE L. RODRÍGUEZ / TOBÍAS J. SCHLEIDER

Contemporáneamente, el campo de debate respecto de la atribución de


responsabilidad y la posibilidad de actuar de otro modo ha variado sensible-
mente. Antes, compatibilistas e incompatibilistas coincidían en que la respon-
sabilidad requiere la capacidad para actuar de otro modo (esto es, la existencia
de posibilidades alternativas de actuación, y de «control regulativo»), y diferían
en cuanto a si ese extremo podía satisfacerse si el determinismo causal fuese
verdadero. Ahora se discute más bien si la responsabilidad exige condiciones
de secuencia alternativa o condiciones de secuencia real. Las primeras requie-
ren la posibilidad de una secuencia alternativa de eventos con determinadas

la acción evaluada mediante la exigencia de que posea ciertos caracteres. Des-


de este último punto de vista, Susan Hurley distingue entre la posibilidad
causal genuina, esto es, no hipotética o condicional, de actuar de otro modo,
que sería una exigencia de secuencia alternativa, de condiciones como la de
regresión, esto es, que para ser responsable por algo el agente debe ser respon-
sable por sus causas, que sería una exigencia de secuencia real. Si estas dos
exigencias son efectivamente separables, el determinismo podría ser compati-
ble con la responsabilidad, aun si fuese incompatible con la posibilidad causal
genuina de actuar de otro modo. Ello, por cierto, si fuese correcto que la res-
ponsabilidad se basa en el carácter de la secuencia real de eventos que llevan al
acto y no en la posibilidad de secuencias alternativas25.
Hay una variedad muy rica de exigencias que pueden hacerse respecto de
la secuencia real de causas que llevan a un acto. Podría demandarse que una
causa próxima del acto fuese una elección del agente, o que tal elección consis-
tiera en causar el acto de ciertas maneras y no de otras. Podría exigirse que el
acto fuese controlado, y también que las razones tuvieran un rol especial en el
sistema de control involucrado. Un tipo de condición de secuencia real para la
responsabilidad que ocupa un lugar central a partir de la última década del siglo
pasado es la exigencia de ( ), esto
es, que un acto se produzca como respuesta a razones . 26

fisCHer considera explícitamente que la sensibilidad a razones es una exi-


gencia de secuencia real. Enfatiza la relevancia del proceso que lleva a la ac-
-
mo» por el cual actúa el agente. Para fisCHer, el mecanismo que opera en la
secuencia real como respuesta a razones debe poseer ciertas características
disposicionales: manteniendo constante el mecanismo, el agente tiene que res-
ponder de modo diferente en al menos algunas circunstancias en las cuales las
razones fuesen diferentes.
Esto permite apreciar que el elegir cómo actuar en respuesta a razones está
relacionado de manera estrecha con el control: la sensibilidad a razones es una
25
Cfr. Hurley, 2003: 17-19, 23-28.
26
Cfr. fisCHer, 1994; 1999; 2006; fisCHer-ravizza, 1998; wallaCe, 1994; sCanlon, 1988.
CAUSALIDAD, RESPONSABILIDAD Y LIBERTAD 259

clase de control que opera a través de la elección, ya que las elecciones del

objetivo ejerzan factores externos, actos de otros sujetos, su experiencia en si-


tuaciones similares anteriores, etcétera27.
Para Hurley, el mecanismo en virtud del cual una persona actúa puede ser
fuertemente sensible a razones, en cuyo caso la acción sigue a la razón; o
mente sensible a razones, en cuyo caso alcanza con que exista algún mundo
posible —no necesariamente próximo al mundo real— en el cual existan bue-
nas razones para actuar de otro modo, es decir, en el cual opere el mismo me-
canismo de acción y éste conduzca a la persona a actuar de acuerdo con tales
razones28. Además, Hurley distingue entre la sensibilidad a
y la sensibilidad a , de modo que habría cuatro versiones de la
concepción de la responsabilidad como sensibilidad a razones: sensibilidad
fuerte a razones subjetivas; sensibilidad fuerte a razones objetivas; sensibilidad
débil a razones subjetivas y sensibilidad débil a razones objetivas (Hurley se
inclina por la última).
No obstante, fisCHer -
mente con la responsabilidad moral, sí exige secuencias alternativas, es decir, la
capacidad para actuar de otro modo29. Para Hurley, en cambio, el control, como
la sensibilidad a razones involucra propiedades disposicionales de la secuencia
real. Lo necesario para el control sería una disposición para actuar de ciertas
maneras bajo condiciones contrafácticas. La capacidad para actuar de otro
modo, todo lo demás constante, no sería entonces necesaria para el control30.
Ahora bien, ¿es cierto que la atribución de responsabilidad no exige posi-
bilidades alternativas de actuación? ¿Es reprochable, legítimamente, un agente
que no podría haber actuado de un modo distinto al que lo hizo? Una respuesta
franKfurt,

4. LOS CASOS FRANKFURT Y LA POSIBILIDAD


DE ACTUAR DE OTRO MODO

En las discusiones sobre si un agente es responsable por un cierto resultado


dañoso, ocupa un lugar central el determinar si para atribuir responsabilidad a

27
Cfr. fisCHer-ravizza, 1998: 53, 143 n. 31; Hurley, 2003: 42-43.
28
Cfr. Hurley, 2003: 39-40. La posición comentada de fisCHer constituiría una exigencia débil de
sensibilidad a razones. En fisCHer-ravizza, 1998, no obstante, se considera que ella constituye una condi-
ción demasiado débil para el merecimiento de castigo.
29
Cfr. fisCHer-ravizza, 1998: 20, 24, 37, 338.
30
Cfr. Hurley
sean compatibles con el determinismo: Hurley destaca que, por caso, la exigencia de regresión no lo es (cfr.
Hurley, 2003: 40-41).
260 JORGE L. RODRÍGUEZ / TOBÍAS J. SCHLEIDER

un sujeto constituye un presupuesto necesario que el agente sea , en el


sentido de que podía actuar de otra manera. Intuitivamente asumimos dicha
presuposición, porque interpretamos que un sujeto es responsable por un cierto
resultado dañoso si lo causó pese a que tenía el deber de abstenerse de hacerlo.
Y si implica , entonces la posibilidad de actuar de otro modo es una

no hubiese tenido esa posibilidad, no le atribuiríamos responsabilidad porque


no podríamos decir que ha incumplido un deber. Tenemos entonces:
(ii) Si un agente no tuvo posibilidad de actuar de otro modo, no es moral-
mente responsable por lo que hizo.
Esta idea, como dijimos, ha sido objeto de controversia. Fundamentalmen-
te a partir de los trabajos de Harry franKfurt
la idea de que la responsabilidad exige la posibilidad de actuar de otro modo.
El argumento de franKfurt apela a casos de ciertas características, que se co-
nocen desde entonces como «casos franKfurt»31.
Supóngase que B quiere que realice una cierta acción , y está dispuesto
a intervenir, si es preciso, para garantizarlo. No obstante, B espera a que esté
a punto de decidir lo que va a hacer, y no hace nada a menos que esté seguro de
que no va a hacer . En este último caso sí toma intervención para garantizar
que haga . Puede que dirija una terrible amenaza sobre para forzarlo a
hacer ; puede que le haga tomar una poción o lo hipnotice para generarle una
compulsión irresistible para hacer ; o puede ser que manipule los procesos
cerebrales de para que decida hacer y efectivamente lo haga. Ahora bien,
en el caso concreto , fundado en sus propias razones, decide hacer , de modo
que la intervención de B no resulta necesaria. En tal situación, según franKfurt,
no podía actuar de un modo diverso a como actuó, pero pese a ello debería
ser responsabilizado por lo que hizo, ya que la circunstancia de que no podía
actuar de otro modo no habría resultado completamente irrelevante respecto de
su determinación a hacer 32. Esto mostraría que el principio de posibilidades
alternativas, según el cual una persona es responsable por lo que hizo solo si
podía haber actuado de otro modo, debería ser abandonado o, al menos, refor-
mulado sustancialmente.
La conclusión que extrae franKfurt de este tipo de casos es que una perso-
na no es moralmente responsable por lo que ha hecho si lo hizo no

analizado, porque la circunstancia de que no podía actuar de otro modo no


tuvo ninguna relevancia en su decisión de hacer . franKfurt apela así a la
31
Cfr. franKfurt, 1969. franKfurt reconoce haber descubierto que Robert noziCK propuso antes, en
algunas conferencias, ejemplos similares encaminados a objetar la misma idea (cfr. franKfurt, 1969: n. 2).
Por su parte, fisCHer franKfurt» original fue adelantado por John loCKe, en loCKe,
1690: Libro 2, cap. 11, sec. 10 (cfr. fisCHer, 1999: 114; 2010: 315).
32
Cfr. franKfurt, 1969: 835-836.
CAUSALIDAD, RESPONSABILIDAD Y LIBERTAD 261

intuición de que lo relevante para merecer un reproche es el porqué de la acción


del agente. No interesa qué otras opciones hayan estado cerradas para él, salvo
que esa falta de disponibilidad su acción33.
La argumentación de franKfurt es innegablemente atractiva. Esto se debe
a que si su ataque a la versión tradicional del principio de posibilidades alter-
nativas fuese correcto, la capacidad para actuar de otro modo no sería una
-
pone conciliar nuestras prácticas de atribución de responsabilidad con la posi-
bilidad del determinismo causal. No obstante, el ataque de franKfurt no es en
modo alguno concluyente.
Adviértase en primer lugar que la estructura de los casos franKfurt es se-
mejante a la de los ejemplos de evitación que comentáramos al examinar la
causalidad humana. Aquí, como entonces, podríamos decir que un agente B
está dispuesto a garantizar la producción de un resultado (para seguir con nues-
tro caso, la rotura de una ventana) que es el mismo que tiene en mente con-
cretar34. También aquí B realiza una acción
(arrojar una piedra) que produce ese resultado. Y también aquí el ejemplo se
utiliza para mostrar la falsedad de un enunciado condicional: que si un agente
no podía actuar de otro modo, no se le puede atribuir responsabilidad por lo
que hizo.
No obstante tales similitudes, en los casos franKfurt el agente en las som-
bras, B, no puede limitarse a intervenir produciendo el resultado (la rotura de la
ventana) de cualquier modo, puesto que de lo que se trata es de intentar demos-
trar que puede haber responsabilidad pese a que el agente de
otro modo. De ahí que ahora sea preciso que B garantice la producción del re-
sultado . En otras palabras, si B se circunscribiera
garantizar la producción del resultado (la rotura de la ventana) en caso de que
no lo haga, esto sería perfectamente compatible con sostener que podía
actuar de un modo distinto al que lo hizo, y los casos franKfurt no cumplirían
el cometido para el cual fueron diseñados.
Peter van inwaGen ha desarrollado un argumento complejo orientado a
mostrar que tres principios muy emparentados con el que pretenden controver-
tir los casos franKfurt, esto es, que una persona es moralmente responsable
por lo que ha hecho sólo si pudo haber actuado de otro modo, resultan inmunes
a contraejemplos con la estructura de los casos franKfurt35. Uno de esos prin-
cipios concierne a omisiones: que una persona es moralmente responsable por
no llevar a cabo un cierto acto sólo si pudo haberlo cometido; el segundo a
33
Cfr. Klein, 1990: 34.
34
franKfurt no habla de resultados sino de acciones (cfr. franKfurt, 1969: 835), tal como a continua-

y diferencias con los casos de evitación.


35
Cfr. van inwaGen, 1983: 162 y ss.
262 JORGE L. RODRÍGUEZ / TOBÍAS J. SCHLEIDER

eventos: que una persona es moralmente responsable por un cierto evento sólo
si pudo haberlo prevenido, y el tercero a estados de cosas: que una persona es
moralmente responsable por un cierto estado de cosas sólo si pudo haber pre-
venido que se produjera.
Pero van inwaGen no traslada directamente sus argumentos al principio que
controvierte franKfurt, que involucra acciones, porque entiende que eso sería

No obstante, tal como intentaremos mostrar, consideramos contrariamente que

franKfurt, po-
tencia su incapacidad para controvertir el principio de que la responsabilidad
por una acción requiere que el agente haya podido actuar de otro modo.
Precisemos un poco nuestro ejemplo. decide hacer por sus propias ra-
zones. Por caso, odia a C porque le ha robado a su novia y quiere vengarse de
algún modo. Está frente a la casa de C, ve una piedra frente a él y decide romper
una ventana de la casa de C con ella. lleva a cabo esa acción sin que tome
intervención alguna B, quien está dispuesto y en condiciones de asegurar que
romperá la ventana de la casa de C incluso si desiste de su plan. franKfurt
reconoce que, en cierto sentido, el que -
nes o como resultado de la intervención de B es algo que depende del propio .
No obstante, sostiene que en cualquiera de los dos casos estaría realizando la
misma acción36 no podía
actuar de un modo distinto al que lo hizo.
franKfurt -
te debe realizar la misma acción en cualquiera de las alternativas, pues de lo
contrario no mostraría que no podía actuar de otro modo. Así como ya señala-
mos que B no puede limitarse a garantizar la producción del resultado de cual-
quier modo sino mediante una acción de , tampoco alcanza con que lo garan-
tice mediante cualquier acción de , puesto que si en el supuesto considerado
hubiera tenido a su disposición la posibilidad de elegir entre diferentes accio-
nes, aunque B pudiera garantizar que todas ellas producen el resultado de rom-
per una ventana de la casa de C, esto no demostraría que no podía actuar de
otro modo.
Pero el que franKfurt
es en todos los casos la misma y que lo logre, son dos cosas diferentes. ¿Cómo
podría B asegurarse de que realizará incluso si se decide a no hacerlo? La
pregunta por el cómo podría descomponerse en dos cuestiones diferentes: la del
modo y la del medio. En cuanto al modo, franKfurt de hecho incluye en su
análisis un cierto modo en el que B podría determinar si actuará o dejará de
actuar en el sentido pretendido. Se trata de una especie de «signo previo» que
36
Cfr. franKfurt, 1969: 836.
CAUSALIDAD, RESPONSABILIDAD Y LIBERTAD 263

indica cuál será la decisión de antes de que ésta se tome. De manera que el
caso así concebido tendría la siguiente estructura: si está a punto de decidirse
en un momento m2 por hacer en m3, mostrará un signo involuntario, que po-
dría ser un gesto o un cierto patrón neurológico, en m . Al detectar este signo,
B no interviene. Pero si va a decidirse en m2 por no hacer en m3, entonces
mostrará otro signo involuntario diferente, que moverá a B a intervenir para
provocar que se decida en m2 por hacer , y haga en m337.
La naturaleza de este «signo previo» es decididamente problemática. Si se
considera que el signo revela ya una decisión tomada, la intervención de B sería
posterior al momento relevante, en este caso m , y nada de lo que B pudiera
hacer después obstaría a que la posibilidad de exhibir uno u otro signo cuente
como posibilidad de actuar de otro modo38. De ahí que franKfurt sostenga que
el signo debe ser previo a la decisión. Pero en tal caso, aunque franKfurt se
esfuerce por tratar de negarlo39, la capacidad de predicción de B de la conducta
de sobre la base del signo incuestionablemente presupondría —en lugar de
demostrar— que , luego de exhibir el signo en cuestión en m , estaba causal-
mente determinado a actuar de cierto modo y, consiguientemente, que en m3 no
podía actuar de un modo distinto al que lo hizo, con total independencia de la
intervención o no de B.
En cuanto al medio, en cambio, franKfurt se limita a ofrecer algunos
ejemplos que ya hemos comentado al presentar el caso: B podría apelar a una
amenaza seria, a una poción, al hipnotismo, o a una manipulación de los proce-
sos cerebrales de -
car que produce en todos los casos el resultado realizando la misma acción.
re-
quiere considerar movimientos corporales del agente que producen un cambio
en el mundo (la rotura de la ventana de C), pero no sólo eso, puesto que un
cierto conjunto de movimientos corporales es compatible con un sinnúmero de
acciones diferentes: mover el brazo, levantar una piedra, arrojarla hacia una
ventana, romper la ventana, etcétera40. Se requiere además considerar un com-
ponente subjetivo, al que por simplicidad llamaremos la intención del agente.
En nuestro caso, la acción que el sujeto realiza —y por la que resulta res-
ponsable— es romper la ventana de C arrojando una piedra por venganza.
Respecto de la acción así descrita, la circunstancia de que B hubiera intervenido
en cualquiera de las formas consideradas en caso de que decidiera no realizar
no permite sostener que no tenía posibilidad de actuar de un modo distinto
al que lo hizo. Si B hubiese dirigido una seria amenaza sobre , y este último

37
Cfr. bluMenfeld, 1971; fisCHer, 1999: 109 y ss.
38
Cfr. fisCHer, 1994: 131-159; 2010: 317-321, 326-227, 328 n. 21, 334-336; véase además Kane, 1996:
142-45; Ginet, 1996; widerKer, 1995; 2000.
39
Cfr. franKfurt, 1969: 835, nota 3.
40
Cfr., por ejemplo, davidson, 1963.
264 JORGE L. RODRÍGUEZ / TOBÍAS J. SCHLEIDER

hubiera roto la ventana como consecuencia de ello, la intervención de B habría


alterado el balance de razones de y su acción no sería ya la acción , esto es,
romper la ventana de C arrojando una piedra por venganza, sino que sería una
acción diferente : romper la ventana de C arrojando una piedra debido a la
amenaza de B. Si hubiese actuado como un autómata a las órdenes de B en
virtud de una poción, de haber sido hipnotizado o como consecuencia de una
manipulación de B sobre sus procesos mentales, habría roto la ventana de C,
pero no realizando la acción . De hecho, en situaciones semejantes dudosa-
mente diríamos que la acción realizada es del propio y no de B. En ninguno
de los casos se trata de la misma acción.
franKfurt, como dijimos, se limita a consignar unos pocos ejemplos res-
pecto del medio que podría emplear B -

actuar de otro modo» podría responder a esa pregunta por sí mismo describien-
-
levante, no podía actuar de otro modo41.
Veamos entonces algunas alternativas. Von wriGHt ha sostenido que la
frase «poder actuar de otro modo», que parafrasea con la más sugerente «podría
haber omitido lo que fue hecho o hecho lo que fue omitido», tiene varios signi-
42
. En un sentido débil, la expresión sería verdade-

omisiones de acciones son contingencias lógicas. En un sentido menos débil, la


frase sería verdadera de la realización u omisión de una acción genérica que el
agente es capaz de ( , ) hacer u omitir, de modo que en
ocasiones el agente lleva a cabo acciones individuales de esa clase y en otras se
abstiene de hacerlo. En un sentido más fuerte, la frase sería verdadera cuando
un sujeto por algún motivo realiza u omite una acción individual de un tipo que
es capaz de realizar o de omitir: la acción u omisión nace, entonces, de la auto-
determinación del agente.
No nos parece que pueda discutirse seriamente que en los casos franKfurt
el agente conserva la posibilidad de actuar de otro modo, si se la interpretara en
cualquiera de los dos sentidos más débiles que examina von wriGHt, esto es, la
posibilidad lógica de actuar de otro modo y la posibilidad de actuar de otro
modo como capacidad de realizar una acción genérica. Y si supusiéramos, por
la razón que sea, que el sujeto no contaba con la posibilidad de actuar de otro
modo en cualquiera de estos dos sentidos, no le atribuiríamos responsabilidad.
En un sentido más fuerte, que von wriGHt no analiza, los casos franKfurt
resultan igualmente inconcluyentes. Si se asume un análisis condicional de la
exigencia de posibilidad de actuar de otro modo, un sujeto sería responsable si

41
Cfr. franKfurt, 1969: 835-836.
42
Von wriGHt, 1985.
CAUSALIDAD, RESPONSABILIDAD Y LIBERTAD 265

tuvo posibilidad de actuar de otro modo en el sentido de que habría actuado de


otro modo si hubiese podido elegirlo; por ejemplo, si sus razones hubiesen sido
diferentes43. Bajo esta interpretación, la posibilidad de actuar de otro modo se
examina en términos de las disposiciones reales del agente. Así, en el ejemplo
planteado, a pesar de los mecanismos adoptados por B para que hiciera en
cualquier caso, o cualesquiera otros que se pudiera imaginar, podría ser que las
disposiciones de para actuar fuesen tales que, si sus razones hubiesen sido
distintas, habría optado por actuar de otra manera. Con esto, la situación plan-
teada sería compatible con sostener que podía, en ese sentido, haber actuado
de otro modo.
En el tercero de los sentidos que presenta von wriGHt, se dice de un sujeto
-
diciones: a) el sujeto tiene la capacidad de (en el sentido de que )
realizar e igualmente de omitir una acción genérica; el sujeto realiza una
acción individual subsumible en esa acción genérica y c) el sujeto actúa como
lo hace sobre la base de una razón o plexo de razones. Desde este punto de
vista, igualmente en el ejemplo planteado el agente es responsable pero podía
—en el sentido indicado— haber actuado de otro modo.
Como puede apreciarse, si los casos franKfurt no ofrecen ninguna res-
puesta satisfactoria sobre cuáles serían el modo y el medio mediante los cuales
B era capaz de garantizar que no podía actuar de modo diferente al que lo
hizo, ellos no muestran lo que deberían mostrar. De hecho, a juicio de franKfurt,
la propia intervención de B resultaría prescindible: podríamos sustituirlo por
una máquina programada —no se advierte cómo esto podría sustituir la inter-
vención de B, dado que semejante máquina debería ser programada por al-
guien—, o por las fuerzas de la naturaleza —otra vez, ¡por la asunción del de-
terminismo causal!—44. Pero si esto es así, ¿qué es lo que queda de los casos
franKfurt?
-
primimos la cuestión del «signo previo»: simplemente asumimos que B, de
decidirá. Supongamos
también que suprimimos toda precisión en cuanto al medio empleado por B
para asegurarse de que realizará la acción en cualquier caso. Supongamos
ahora que suprimimos al propio B. Asumamos, sencillamente, que no podía
actuar de un modo distinto al que lo hizo, pero aceptando que, si bien podría-
mos concebir historias alternativas, en todas ellas, por razones inescrutables, el

43
Cfr. G. E. Moore
hipotética del agente, trivializa la idea de responsabilidad: respecto de cualquier estado de cosas E es posible
preguntarse con relación a cualquier agente si hubiese elegido E o no E de haber podido, de modo que bajo
esta concepción de la responsabilidad, con respecto a cualquier estado de cosas E y con relación a cualquier
agente , sería responsable por E o por no E (cfr. Hurley, 2003: 26-28, 167-168).
44
Cfr. franKfurt, 1969: 836, nota 4.
266 JORGE L. RODRÍGUEZ / TOBÍAS J. SCHLEIDER

sujeto haría la misma acción. Lo que resta de los casos franKfurt es lo siguien-
te: , fundado en sus propias razones, decide hacer . Y si bien por hipótesis
asumimos que no podía actuar de un modo diverso a como actuó, deberíamos
de todos modos responsabilizarlo por lo que hizo, porque actuó fundado en sus
propias razones y no forzado por su imposibilidad de actuar de otro modo.
Esto, por sí mismo, no demuestra que la atribución de responsabilidad no re-
quiere como condición necesaria la posibilidad de actuar de otro modo.
Lo que queda de la argumentación de franKfurt —para lo cual no se re-
quiere en absoluto de los casos franKfurt— es este planteo general de que una
persona no es moralmente responsable por lo que hizo si lo hizo no
podía haber actuado de otro modo, esto es, si esa imposibilidad de actuar de
otro modo fue lo que lo determinó a actuar. Esto es lo que franKfurt muestra
al comienzo de su trabajo examinando la incidencia de la coerción en la atribu-
ción de responsabilidad. Supóngase un agente que decide hacer , pero a la
vez recibe una seria amenaza de B de sufrir un mal si no hace . La amenaza
no le resulta indiferente a , sino que, por el contrario, la toma muy en serio.
Pero hace porque ya lo había decidido, no debido a la amenaza de B. Si estu-
viéramos seguros de que actuó como lo hizo sobre la base de su decisión
-
tuación se podría decir que no actuó bajo coerción, con fundamento en que
no podría estimarse que un agente ha actuado bajo coerción si no actuó como
lo hizo debido a la amenaza que sufre; o se podría considerar que sí actuó bajo
coerción, pero en tal caso deberíamos aceptar que actuar bajo coerción no ex-
cluye necesariamente la atribución de responsabilidad, salvo que el sujeto haya
actuado como lo hizo debido a la coerción sufrida. El problema es que el propio
franKfurt reconoce que esto no demuestra que la atribución de responsabili-
dad no exija como condición necesaria la posibilidad de actuar de otro mo-
do45.
En conclusión, resulta un tanto inexplicable la fama que han ganado en la
franKfurt, dado que ellos resultan insustanciales.
Lo rescatable de la presentación de franKfurt, independientemente de la suer-
te de sus «casos», consiste en señalar que el principio:
(ii) si un agente no tuvo posibilidad de actuar de otro modo, no es moral-
mente responsable por lo que hizo
debería ser sustituido por:
(ii’) si un agente no tuvo posibilidad de actuar de otro modo, no es moral-
mente responsable por lo que hizo,
haya sido determinante de su acción.

45
: 834.
CAUSALIDAD, RESPONSABILIDAD Y LIBERTAD 267

En esto podríamos darle la razón a franKfurt, sin perjuicio de señalar que


podría controvertirse si la precisión introducida por esta versión alternativa del
principio no se encontraba, de algún modo, ya presupuesta en la formulación
originaria.

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