Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
"ABC
SUMARIO
“Esperanza para la Humanidad”, por
Arnold J. Toynbee. Página 6.
“La eterna juventud”. El Dr. Caldas en El humor de Bellus, de Mingóte, de K¡- “Raquel Welch, la mujer nueva”, por
trevistado por J. M.’ Morelro. Pág. 36. raz. Páginas 14-15, 24-25 y 51. Harpo. Página 41.
LA MUSICA DE AYER Y DE HOY
Por Arthur RUBINSTEIN
«PICASSO ME ENSEÑO QUE EL SECRE
TO RESIDE EN SER TODOS LOS DIAS
UN HOMBRE DIFERENTE»
♦
«El público ha mejorado mucho en las
últimas décadas: actualmente no acep
ta la informalidad»
19
Un cerebro lúcido; unas manos ágiles su tiempo. Hoy nos dejaría atrás a todos.
sobre la blanca dentadura de un piano; Nunca he oído a nadie tocar con tal
un genio: Arthur Rubinstein, que con facilidad, tal maestría y elegancia, las
fiesa: “Es importante renovarse con obras más difíciles. Sin embargo, a veces
tinuamente. Esta lección la aprendí de había en él algo irritante y pesado. Por
mi buen amigo Picasso. Una grabación ejemplo, Busoni interpretaría el “Adagio”
nueva de cualquier obra me abre un de la Sonata “Hammerklavier”, de Bee-
mundo nuevo, porque la música me ha thoven, con una especie de toque irónico.
bla en un lenguaje siempre diferente.” No conseguiría el sentimiento profundo y
triste que la obra tiene. El “Adagio” es real
mente el final de la vida, el fin del mun
do y de todo—con esos intervalos vacíos,
esos largos períodos—. Incluso esa volun
tad esperanzada que se insinúa a veces
es desesperada. Viene a decir que si el
mundo se rompe en pedazos o morimos
todos, debemos dar gracias por lo que
hemos tenido.
Busoni le daría un pequeño centelleo
de ironía, como queriendo decir: “Estoy
haciéndolo, pero no creo en nada de esto”.
Por lo demás, lo haría maravillosamente.
Busoni nunca tuvo éxito en los Estados
Unidos. Llegó simplemente como un pia
nista berlinés, sin toda esa publicidad
que precedió a Richter, por ejemplo. Y
tocó para nuestros auditorios una música
difícil: las “Goldberg Variations”, de Bach,
y algo de Beethoven, pero no una sola pie
za de Liszt, que le hubiese dado un éxito
enorme y la ovación de la galería.
La gente no estaba acostumbrada a una
cosa de ese tipo. Entonces se estilaban pro
gramas fáciles y pasados de moda. De vez
en cuando, alguno se atrevía a tocar la
“Marcha fúnebre”, de Chopin. En aque
llos conciertos se complementaba el pro
grama con obras de Mendelssohn o con
el “Preludio” de Rachmaninoff.
El “Preludio” de Rachmaninoff en do
menor era muy conocido a primeros de
siglo. Toda hija de familia distinguida in
tentaba interpretarlo (sin éxito, debo de
cir).