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Por Una Etica de La Intervencion
Por Una Etica de La Intervencion
Alejandro Raggio
G. Deleuze
Es necesario establecer una discriminación entre estas dos dimensiones: la moral, está
referida a valores trascendentes, válidos en cualquier espacio-tiempo, la ética, es algo
diametralmente opuesto, en tanto lógica de los encuentros y las afecciones, se refiere a
los valores inmanentes producidos en el encuentro de los cuerpos. La ética es por ende
amoral2.
Por lo tanto, ninguna vocación sacerdotal alienta nuestras reflexiones, por lo contrario,
apuntamos a producir un movimiento que nos permita pasar del universo trascendente
de la clínica, la cura, la técnica, a la consideración efectiva de los procesos en los que
intervenimos y a la valoración inmanente de nuestra intervención en ellos. Hay entonces
un despliegue crítico, un impulso político y transformador, un cuestionamiento de lo
establecido como natural, un acto vital contra la trascendencia, un acto inmoral. Y es al
mismo tiempo un acto afirmativo, propositivo, una propuesta que sólo adquiere sentido
en tanto propuesta de trabajo.
1
La experiencia griega es la referencia. La aparición de la pólis, la democracia, la filosofía, unida a
los nuevos problemas que la vida social había colocado en el mundo griego de los siglos V y VI,
constituyen la compleja realidad en la cual la reflexión ética se inaugura.
2
Acerca de la diferencia entre una ética y una moral, ver la obra de G. Deleuze (1984). Spinoza:
filosofía práctica. Barcelona: Tusquets.
Simultáneamente estas notas son un primer movimiento hacia una labor más audaz y
compleja: una precisa formulación del pasaje de la clínica a la intervención. Una
inflexión que nos posibilite trascender la herencia médica y sacerdotal que alienta
nuestros quehaceres y nos permita la producción de modalidades no violentas capaces
de orientar nuestras prácticas. Otro título para estas notas podría ser: por una ética de
la no violentación.
Para que esto sea posible es necesaria inicialmente, una labor genealógica y
necesariamente crítica -la cual apenas esbozaré- que despliegue las diferentes líneas
que componen esta problemática, las cuales escapan consecuentemente a cualquier
intento de reducción, de apresurada explicación, de consideración "en última instancia", o
didáctica simplificación.
La modernidad, como nueva época que el capitalismo inaugura, produce una nueva
lógica del control. Una lógica refinada y sutil, que abandonará progresivamente los
castigos directos y crueles sobre el cuerpo del infractor. Los castigos, de mantenerse,
estarán al servicio de otra cosa: del disciplinamiento, del "buen encauzamiento de las
conductas". "El poder disciplinario, en efecto, es un poder que, en lugar de sacar y
retirar, tiene como función principal la de "enderezar conductas"(...) No encadena fuerzas
para reducirlas; lo hace de manera que a la vez pueda multiplicarlas y usarlas."
(Foucault, 1989).
Todo se irá tornando progresivamente motivo de control, de control disciplinario: la
producción, la locura, la delincuencia, el cuerpo, la mujer, los niños, los adolescentes.
Esto supone la implementación de dispositivos sostenidos por el juego de miradas cada
vez más tecnificadas, que encontrarán su efectividad en la medida que vean sin ser
vistas. Las diversas instituciones disciplinarias (fábrica, escuela, hospital) serán las
encargadas de implementar dichos dispositivos de control y vigilancia3.
3
Señalemos, en referencia a nuestra actualidad, que las sociedades de control, eclosionan en
nuestro siglo. La moderna sociedad disciplinaria de los espacios de encierro (fábrica, escuela, hospital,
cuartel, prisión) en los siglos XVIII y XIX, buscará el control a través del disciplinamiento, nuestra
sociedad de control buscará el control a través del control mismo, los espacios abiertos diagramados
por los ordenadores reemplazan así al disciplinamiento moderno. Una suerte de tecnofascismo se va
imponiendo cada vez con más fuerza en nuestra vida.(Ref. G. Deleuze (1990). Posdata sobre las
sociedades de control. En Pourparlers, París: De Minuits.
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Esta temática está brillantemente tratada por Foucault en su obra El nacimiento de la clínica (1991),
obra a la cual remito, ya que el problema de la medicalización de nuestras profesiones es una cuestión
cada vez más difícil de eludir.
5
Cabe señalar en este caso la caducidad de la separación público- privado a la hora de analizar el
Estado y sus ramificaciones.
Emergiendo de este proceso de institucionalización y captura por la máquina estatal,
surgirán delimitadas y funcionales las diversas tecnologías de la subjetividad: son
paradigmáticas en este sentido la psiquiatría, con su fuerte estatuto médico, y más
tardíamente la psicología con su fuerte repertorio de técnicas y dispositivos terapéuticos,
incluido el psicoanalítico.
La locura plantea un doble problema al nuevo orden burgués: por un lado un problema
de gobierno, administrativo, ya que el loco por carente de razón e irresponsable de sus
actos, no puede ser objeto de sanción jurídica. Como plantea R. Castel "debe ser
administrado, pero según normas distintas de las que se asignan a los sujetos
'normales'" (Castel, 1980). Por otro lado un problema moral o quizás ideológico, ya que,
el loco con su sola existencia irracional cuestiona el pretendido basamento racional del
orden burgués, sus normas y sus arbitrarios modelos. El delincuente no respeta el orden
jurídico, el loco no respeta el orden racional, la lógica respeto-transgresión es la misma y
la lógica de la sanción, aunque disfrazada, también será la misma. La psiquiatría,
apadrinada por la medicina (aun siendo pre-médica en un sentido epistemológico),
proporcionará la racionalización necesaria requerida por la administración
jurídico-policíaca del nuevo orden burgués. En otras palabras, dotará de racionalidad a la
sanción de la que será objeto el loco.
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Diferencio especialmente la locura de la enfermedad y de la anormalidad. Enfermedad, anormalidad,
desequilibrio, son formas de captura simbólica, social e históricamente producidas, destinadas a dar
cuenta de un fenómeno que no pretendo por ahora categorizar: la locura.
Desde sus orígenes en tanto psicología experimental (umbrales, tiempos de reacción,
etc), y sus primeras aplicaciones técnicas como psicología laboral, así como los estudios
de Le Bon sobre la psicología de las masas, como respuesta a las demandas de la
sociedad industrial y urbana, irá lentamente medicalizándose y tornándose una
sofisticada tecnología de la subjetividad humana. Este proceso es por cierto lento y
sumamente complejo aunque claramente constatable.
EL PROBLEMA DE LA TECNICA
Todo el mundo tiene una o varias técnicas, mas aún, a cada práctica, a cada
"operación", a cada intervención parece inevitablemente corresponderle
-imperativamente- una o varias técnicas. En el universo de todos aquellos que de una
manera u otra desarrollan su quehacer en el denominado campo psicológico,
institucional o comunitario, las técnicas se instalan como algo en lo que naturalmente hay
que adiestrarse, instruirse y luego aplicar, para obtener entonces los esperados
resultados y previstos efectos que detalladamente figuraban en el manual que guió el
adiestramiento. Se han tornado producciones sumamente estables y perdurables, se han
incorporado sutilmente en el modo de existencia dominante, de forma tal que son
fuertemente valoradas y apreciadas por una correlativa comunidad de diestros técnicos,
sagaces aprendices y usuarios casi permanentes.
En cierto sentido podemos decir que trabajan solas, a lo sumo podrá haber una
diferencia de grado en su aplicación, pero no de naturaleza. Nuestro primer movimiento
es entonces este: poner en cuestión esta naturalidad y este valor "en si" que las
técnicas parecen tener.
Nuestras mas sofisticadas técnicas de diagnóstico y tratamiento de los "males del alma",
las mas eficaces técnicas educativas, las diversas técnicas grupales no son azarosas,
tienen condiciones específicas de producción, un sentido histórico de surgimiento y una
funcionalidad propia en la vida social 7. Son el destilado inevitable y necesario de las
distintas tecnologías del poder disciplinario, los engranajes específicos que
conectan en el nivel práctico las profesiones, sus agentes y sus destinatarios, los
instrumentos que hacen que un técnico sea técnico de algo, que manipule algo.
7
Las primeras técnicas de investigación psicológica tienen su emergencia en el preciso momento en
que el factor humano empezaba a ser un problema en las nuevas urbes industrializadas. Francis
Galton (el "padre" de los tests), por requerimientos propios de sus investigaciones acerca de las
variaciones individuales produjo los primeros tests de rendimiento así como los primeros métodos
estadísticos para analizar la gran cantidad de datos obtenidos. Ciertamente Galton se asombraría de
la vigencia que sus aportes tienen actualmente, insertos en la tecnología informática.
Dejamos por ahora este problema planteado en estos términos, para retomarlo mas
adelante.
F. Nietzsche
El análisis de la implicación.
8
"Tampoco se tiene ya por fin de si misma [la crítica] sino sólo por un medio. Su pathos esencial es
la indignación, su trabajo central la denunciación.(Marx, K.: Crítica de la filosofía del Derecho de
Hegel)
9
Desde la perspectiva abierta por el Análisis Institucional francés, la institución ya no se confunde con
su evidencia empírica. Desde ella, la institución es una red simbólica socialmente sancionada en la
cual se articula junto a su componente funcional un componente imaginario. (Castoriadis, 1983).
empezado la psiquiatría del siglo XIX: hacer aparecer un discurso familiar y
moralizado de la patología mental, vincular la locura "a la dialéctica semi-real
semi-imaginaria de la Familia", descifrar en ella "el atentado incesante contra el padre",
"el sordo estribo de los instintos contra la solidez de la institución familiar y contra sus
símbolos más arcaicos" (Deleuze, Guattari, 1985: 54). La familia, patriarcal y
monogámica, es tomada por el psicoanálisis como algo dado y natural, en un movimiento
que desconoce tanto sus condiciones históricas de producción, como su función en la
sociedad de clases y más específicamente en la sociedad capitalista10.
Es aquí donde la reflexión ética demuestra su carácter propositivo por excelencia. Lo que
inicialmente adopta la forma negativa, una negativa a la violentación de los procesos en
los que intervenimos, pasará necesariamente a una forma afirmativa, a la afirmación de
una modalidad (no ya un modelo) de intervención.
10
Señalemos -como dato interesante- que el primero en denunciar esta situación fue un psicoanalista:
Wilhem Reich.
11
Despliego esta temática guiándome por ciertas ideas indicadas por J.C. De Brasi; fue a el a quien
por primera vez escuché enunciar esta cuestión términos de una ética de la no violentación.
(Seminario sobre "Concepción operativa de grupos", llevado a cabo en el Centro de Investigación,
Formación y Asistencia en Psicología Social y Grupal "Enrique Pichón-Riviere", Montevideo 1989)
-simultáneamente- el campo de intervención sólo puede ser considerado un campo de
problemas, procesual por naturaleza. Una técnica funciona como tal aplastando o -en el
mejor de los casos- ignorando los procesos. Su lógica sólo se conecta eficazmente con
la lógica de la estructura: la historia detenida, las temporalidades aplastadas, el tiempo
vuelto "tiempo cronológico" (fases, etapas, estadios).
Una dimensión que permite valorar el proceso de acuerdo a las relaciones que lo
constituyen y no según modelos y códigos disciplinarios preestablecidos. La
práctica guiada no ya por un "Bien" trascendente ("cura", "salud", o como se le quiera
denominar), sino dirigida al sostén de la producción deseante y de la interrogación
12
Nada mas ajeno a la idea de proceso, que incongruencias conceptuales como "proceso evolutivo",
"proceso de desarrollo". A un proceso "no hay que tomarlo por una finalidad, un fin, ni hay que
confundirlo con su propia continuación al infinito" (Deleuze, Guattari, 1985: 13). Acerca de los tres
sentidos de proceso, ver los comentarios de Deleuze y Guattari en el texto referenciado.
13
En este punto se vuelve necesario marcar las limitaciones de la noción de inconciente como
inconciente representativo, expresivo, en tanto, sustituye las fuerzas productivas del inconciente, por
un sistema representacional. El inconciente no podrá hacer otra cosa que expresarse. Acerca de la
idea de un inconciente productivo. (Deleuze, Guattari, 1985).
acerca de su modo de existencia14. O sea, el sostén de la vida misma y de una
interrogación de sus modos de producirse, de sus bloqueos, de sus frenos, de sus
sentidos actuales y posibles.
En ella está jugada, además, otra cuestión ética cardinal: ¿quien formula los problemas?
y por consiguiente ¿quien y como funda el campo de análisis? Resignificamos, de este
modo, el aporte psicoanalítico y ubicamos el espacio de análisis en una dialogía
inmanente al campo, relanzando así, la reflexión acerca de la función del analista.
14
La reflexión ética, al plantear una consideración de "los modos inmanentes de existencia", desplaza
las preocupaciones acerca del Bien y del Mal, reemplaza la moral y sus valoraciones trascendentes.
"Sustituye la oposición de los valores (Bien-Mal) por la diferencia cualitativa de los modos de
existencia (bueno-malo).(Deleuze, 1984)
Bibliografía
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profesionalidad". En: 1er. Congreso Uruguayo sobre grupos, familia e instituciones,
Montevideo, octubre 1990. (versión desgrabada).
Castel, R. (1980). El orden psiquiátrico. Madrid: De la Piqueta.
Castoriadis, C. (1983). La institución imaginaria de la sociedad. Barcelona: Tusquets.
De Brasi, J.C. (1988). Crítica y transformación de los fetiches. En: Baremblitt et al. Lo Grupal 6.
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Deleuze, G.-Guattari, F. (1985). El Anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia. Barcelona: Paidós.
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Lourau, R. (1975). El análisis institucional. Buenos Aires: Amorrortu.
Marx, K. Crítica de la filosofía del Derecho de Hegel. s/d.