GHaley - El Narrador en Don Quijote

También podría gustarte

Está en la página 1de 16
GEORGE HALEY EL NARRADOR EN DON QUIJOTE: EL RETABLO DE MAESE PEDRO* En los libros de caballertas encontré Cervantes un tema pintipara- do para la parodia y, con él, un modo de contar que reclamaba el ‘mismo tratamiento que ésta, De tema y modo se sirvio en Don Qurijo- te para logear la doblefinaldad del regoco comico de reece didicica’ Pero en el. Receeso de satrizar la ténics narratva de los libros de caballerias, Cervantes utilizé los procedimientos de éstos y Jos amplié con tal habilidad que, en sus manos, los gastados moldes recobraron una vex mis fresca expresividad. Mediante su manejo del autor ficticio, uno de los tdpicos favoritos del género caballeresco, Cervantes se las ingenis para poner ante el lector una novela ya con. clusa y, a la vez, todavia en proceso de realizacion; la interaccion dinémica de una historia con sus narradores dramaticos y sus lectores teatralizados. Este es el aspecto de Dan Quijote que quiero examinar, Paralela.2 Ja supuesta historia de las aventuras de Don Quijote la novela de Cervantes se incluye otra historia suplementaria, con desa- rollo auténomo y distinto reparto de actores. Esta es la historia de a conferenci fue pronunciada por vez primera el 12 de noviembre de 1964 ene Eestval dedicado a Shakespeare y el Renscimianto por a Uniecoeld de Chitgea ey ‘pti en Bryn Mave College, e19 de marzo de 1965, El material aqui presentale og te de un estudio mis amplio en el que apacecerdligeramenterevigad Por eo mos inentado hacerlo ahora. Las citas del Quijote extin tomas de la Nueva cdacin (itis, de Francisco Rodriguez Marin (Madrid, 1947-1949) Solamente se denifican [a Hi sleapilo de os isis que no pertencen al Prlopoo epzodio mam de . Marse Pedro (Il, XXVIC Js obras crises y de especislizacion a que el texto se refer, son, por exe orden: Joag Qube Teoria de la novela en Cervantes (3d, Maid, 1981), 9p. pp. 316927) Apsé Onrecn v Gasser, Meditecones del Quijote, en Obres Completak t (Made $946), 280; J.B, Vane, Historaa de los tferer en Espaia (Matti, 1957), 3p. pp REBT; Amtico Casrno, «Cervantes y Pirandello, en Sante Teveray oiros emer {Saneander, 1925), pp. 219-231; Leén Livincsront, sleterior Duplicacon and the Rigblem of Form in the Modern Spanish Novel, PALA, LXXIN (1958), 397, Emnst Robset Cunrius, Exropean Literature and the Latin Maddie Agent. de Willard Re Brash, Bollingen Series, XXXVI. (New York, 1953), 138-144; Ramén MaNtNDEE Prom, Un aspect en la elaboracién del « Quijote» (Madrid 1924) -269- ‘cémo las aventuras de Don Quijote legaron a conocerse y transmitit- se, con la informacién sobre los avatares de su existencia en viejos escritos, y sobre las etapas seguidas hasta llegar al libro de Cervantes. Sef los pasos 2 través de los cuales un fragmento leg6 2 tansfor- ‘arse en ibro completo, proceso que, en la mayoria de os novelists, sies que oer, orure en cuademos de wabsjooen davon. En Don Quijate, por el contrario, este proceso hecho luz sobre el papel, cons-* tuye parte de la novela en cuanto tal. A medida que evoluciona, al albur de las aventuras de Don Quijote, esta historia secundaria desa- rrolla su propia intriga, con sus propios momentos culminantes, que tienen poco que ver con la empresa loca de Don Quijote, y mucho gan la necesdad de que la historia se remateylegue «converse en Los personajes de esta historia secundaria estin todos implicados cn el mecanismo de contar y transmitir la historia de Don Quijote. Sus aventuras, no tan violentas como las de Don Quijote, pero si tan fascinantes, se centran en la biisqueda de las fuentes materiales por los archivos de la Mancha, en la creacién de una narracién con continui- dad, partiendo de fuentes fragmentarias, y en ocasiones casi coinci- dentes, en la traduccién de la narracién completa, del érabe al castella- no, en fa refundicién de la traduccién y en la publicacién de la version refundida, ingiriéndose en ella con persistentes comentarios persona- En primer lugar hay un «yo» anénimo que comienza la narracion is, anc “by que face presenta, de Don Quit, para tener que cantar la pal jodia'al final del capitulo octavo, confesando su incapacidad para continuar la historia, dejando a Don Quijote con Ja espada al aire, ya ‘que sus fuentes se agotan en ese preciso instante, ‘A éstclo sigue un «segundo autor» que asume al «yor y la narra- ‘cin con la descripcién de su experiencia de lector insatisfecho con los ‘ocho eapitulos iniciales, que le habian dejado en ascuas, curioso por saber cémo acababa el episodio. No tuvo mucho que esperar, nos dice, porque la foreuna lehizo der con el manuscrto original drabe de la historia de Don Quijote en el mercado de Toledo. El descubrimien- to, sin embargo, le crea un problema nuevo y origina otro momento de expectacidn. ¢Cémo enterarse de lo que dice el manuserito? Esta dificulead también queda resuelta pronto, tras requerir los servicios de uun morisco para la traducci6n al castellano, De este modo las aventu- ras de Don Quijote ya pueden continuar. En el punto en que el «segundo autor» termina su detectivesca historia autobiogsfic y wuelre 2 Don Quijote, an con I epada en cl aire, lo que ofrece a sus lectores ¢s Ta versién del original arabe realizada por el traductor morisco. ¥ es exactamente aqui donde hace suaparicién el auto del manuserio orginal: Cide HameteBenengely moro y eronista primigenio de las altas hazahas de Don Quijote. Pero Cide Hamete es un autor contradictorio, como ha subrayado E.C. Riley. Es en parte mago, debido a su omnisciencia, que sin -270- | ‘embargo hace compatible con el uso de fuentes documentales; e parte histtiador, causa de su deeotada devoién per ls verdad come él Ia ve, a pesar de ser moro y, por consiguiente, falez, por definicién (en opinién del segundo auior cristiano). ¥ es, por iltimo, algo poeta, segiin se desprende de su confesado afin de selecciSn, de oneia a yde: eee -estilisticas, on la aparicién del moro cronista la pers; cambia: de. bdgquedia de fuentes se pasa aa area dele Someone de la narracién de Don Quijote se convierte esencialmente en la histo, ria de cémo narra Cide Hamete, con evidentes reminiscencias de la presencia relleja de los demas intermediarios Las advereenelas al ec, tor de Cide Hamete constituyen un mosaico variado: opinicn sobre el comportamiento de Don Quijote, alardes profesionales sobre el vir- tuostsmo de la narracin, con sus escllosy sus satsfacciones revel Clones personales, ‘A medida que la novela avanzs, el empeiio narrativo de Gide Ha, mete se va convirtiendo en una misién tan militante como la caballe- resca profesin de su héroe. Con la novela medio escrita, le sale al paso un rival, adversario adecuado para un hombre de Tetras que acepta el desafio lanzado al final de la primera parte eon palabras de Ariosto: «Forse altri cantera con miglior plettro.» Ese rival fue Ave. llaneda, que publics una continuacidn espureade Don Quijote mien. -| iras Cervantes preparaba su Segunda Parte, Cide Flamete-da cusses debidamente de la afrenta, enristra la pluma y se enzarza en duelo verbal ons endr, a historia de Cide Hamete acaba cuando, tras describir la muerte de Don Quijote, aleja su atencién del protagonista y cl lector, que hasta entonces la habian retenido, para envonar un ean de csne Su propia pluma. Al arrinconar el instrumento de escritor que ha mane Jado al mismo tiempo como ‘arma, sugiere el Paralelismo obvio con la entrega de su espada por parte del héroe, coincidiendo asi, por sitima vex ctl obra las armas y las letras. La parodia del cto caballeresc, fe un adios muy en su punto al historia de Don Quijote, en la cual B se Ja de cémo llegs a escribirse. Pero micnuras la mision de e en Quijote gabe en cee y desil one Jos esfuerzos del cronis- ta les corona el éxito: el rioso triunfo literari¢ narracion Reigtoments conclusa. me =_— jueda un intermediario: el agente pasado por alto por aquellos ue quieren identifica al segundo autor con Cervantes, El nebuloso Peronaie que cobra cuerpo al fin del capitulo Vill, para hilvanar el faemento del primer autor con la aportacién. del’ segundo, que ‘eaparece en el capitulo final de la Primera Parte para hacer las ltimas servaciones, Es el intermediario mas dstanciado de las aventuras de con Quijote: he al mismo tiempo, el mas intimo, tanto para el libro {pmo Para el lector. En realidad este intermediaries quien establece 'trelacién entre el autor implicito y el lector ideal, cuando transmite - 271 el deseo del segundo autor de cémo el lector debe dar a la historia «el mesmo crédito que suelen dar los discretos a los libros de caballeris, Que tan validos andan en el mundo ..» (I, LI). El virtuosismo de este palimpsesto revela el interés de Cervantes por jugar con las téenicas hrarrativas de un modo que s6lo osarfa utilizar un artista seguro de si mismo, Cervantes, retérico consumado, demuestra un afin vivo, ade~ mas, por el efecto que una historia produce sobre los lectores, y eso le lleva a dramatizar el acto de leer. Cada uno de los intermediarios que intervienen en la narracién y en la divulgaci6n de la historia de Don Quijote, funciona, a la vez, como lector eritico de una versién previa de esa historia, En todos los casos la narracién se estructura de acuer- do con la habilidd profesional del escritor que Iee y selecciona con rier eetico sus materiales y con ls exigncias propia del acto de narrar. Pero ninguno de los intermediarios olvida al lector que le sigue fen sus secuencias. AI principio, Cide Hamete se dirige a un lector hhipotético. El traductor es ese lector, identificado en la novela, quien, asuvez, dedica traducei6n y comentarios a su propio lector, el segun- do autor que le contrat6 para realizar la traducci6n. El segundo autor fs una mezela del lector hiporético de Cide Hamete y del lector real del traductor, que, de manera semejante, se dirige al hipotético lector de su versin. Gracias a los servicios del altimo intermediario, el hipotetico lector del segundo autor se convierte en el hipotéticg lector dal libro de Cervantes, que (parece obvio) deberis asumir las funcio- nes de todos, si no fuera porque nos sale al paso una dificultad. Todos los demas intermediarios refteren en la historia sucesos por venir. La han lefdo antes de poner manos a su propia versién. Son lectores enterados. El lector que postula el libro de Cervantes, es por el con- trario, un lector virgen, para quien estén expresamente organizados cfectos que dependen de una progresiva induccién, como veremos en Seguida, En la historia de la aventuras de Don Quijote, laimteraccion entre historia, narrador y lectores se repite, a mayor o menor escala, dde modo diferente, con variantes incontables. Quisiera examinar aho- sauna de esas variants, que aes ofezea a iustracin mds clara de auditorio estan literalmente dramatizados. Me refiero al episodio del retablo de Macse Pedro al que la tradicion folklérica lego la leyenda ‘original ofreciéndole las bases para una adaptaci6n teatral. Cervantes habia transformado ya, en el Entremés del Retablo de las maravillas, esta forma de arte popular en una funcién de ilusionismo. En el reta- blo de Maese Pedro examina el mismo problema estético desde otra perspectiva y més profundamente. “Maese Pedro llega ala venta con un mono parlante y su retablo, en el momento exacto en que el hombre de las lanzas da fin al relato de tuna anécdota sobre los dos concejales que rastrearan los bosques en busca del jumento desaparecido. Los regidores rebuznan a coro com tal habilidad que se confunden reciprocamente, no sin fundamento, -m- ues en ella, narrador, relato.y_ con el asno. La peregrina historia del hombre de las lanzas se repetira mis tarde, teniendo a Don Quijote y a Sancho por actores. De mo- mento viene al pelo como preparacidn inmediata del piblico reunido en Ia venta y para la no menos peregrina representacin de Maese Pedro. Después de oir las maravillas del rebuano edilicio, Don Quijo= ey el resto del «senado y auditorio» pueden pasar sin esfuerzo a la primera parte de la funcién de Maese Pedro, que ofrece un invertida paralelo de lo escuchado en Ia destreza de un mono hablador. La historia de los concejales borriqueles y la exhibicion del mono humanizado son una introduecién cuidadosamente escalonada del re- tablo de Maese Pedro. Los dos casos complementarios de remedo subrayan'los eslabones precisos en un proceso de deshumanizacién, ‘que culmina en la representacién de Gaiferos y de Melisendra por mufecos de escayola. Son, al mismo tiempo, los escalones ascenden- tes de una estructuracién mas refinada, que asciende gradualmente desde el remedosencillo an complicado mimetismo levada a eabo fen una rudimentaria obra de arte. Que Cervantes pretendiera presen tare eablo de Mocse Pedro coma el clmar deel cseaceareeea se hhace més evidente luego, cuando el lector se entera de que s6lo en esta ‘casi6n sigue Maese Pedro el orden indicado («lo primero que hacia era mostrar su retablo, el cual unas veces era de una historia y otras de ote, pero todas alegre, regoiadas, conocidas, Acabada la mues- tra proponia ls habldades desu mono i» (1, XVM, El piiblico, que comienza escuchando la historia del reeiproco gafatongenao de los repdoresrebuznantes, basado en cl remedo, se deja encandilar en seguida por la mas dificil artimaiia del mono par- Fante, y de este modo se sumerge en una zetitud mental propicia para recibir una ilusin mimétiea, de mayor alcance y complicacion, cuan- ao los titeres comiencen, Embotados sus sentidos pot la prestdigits- ign de un charlatén, los espectadores estin ahora totalmente entrega- dos ala magia del artista, . Las velas estin ardiendo ya sobre el tablado de las marionetas. Ponen contornos a lo que Oriega llama la «frontera de dos continen= tes espirituales.» Maese Pesiro se oculea trae el retablo, Su syudance, fasill en mano, se sitia frente al escenario, Don Quijote, Sancho y los demas espectadores esperan, excitados por la curiosidad. El ayu- lante empieza a hablar, pero no llega a los oidos del piblico lo que ¢sti modulando. Su discurso ha sido interrumpido por Cide Hameve, que interviene en este instante, y nos recuerda que estamos leyendo la storia que dt estd narrando, que estamos contemplando el especté- Bulo de otro piblico que asiste a la funcién de que habla. Se nos Promete que lo que dice el trujaman seré visto y oido, tanto por los ue le escuchan, los espectadores de la venta, como por quien leyere: 2. Que oid y vers el que le oyere, 0 viere el capitulo siguiente.» La Gea disyuntivao, iene aqui valor de y copulativa, El pablico sen- en Ia sala de la venta ha sido ampliado sutilmente para incluir ~273- explicitamente al lector, aun cuando ese piblico estd formando parte dela representacidn desde la perspectiva mis amplia del lector. Se produce un uteroraplazamieno,porgue un capital sca, recordando al lector una vez mas que ésta no es sdlo una historia, sino también un libro, El capitulo siguente comicnca con un verso, como Isnovels misma, aunque en este caso es una cia de Virgo: «Callaron todos, tirios y troyanos.» Este auditorio, no menos heterogéneo que tl que escuchara a Eneas relatar Ia caida de Troya, ests integrado por un sedicente caballero andante, su escudero, un ventero, un paje, un primo de alguien y otros més. ¥ lo integran no solo los personajes de la historia, sino también los lectores de un libro, que todavia espe- ran en silencio lafuncién de titres, que antes de terminar les sugerira tis de un paralelo con la destraceion de Troy. Se oye Tu twompetasy" sonar de la artleia,y el trujaman reanuda su expl ion, ya sin interrupciones. Sus palabras fluyen ahora agiles, y la historta continda tanto para los keetores como para ls eopectadores del retablo. La historia es la leyenda de Gaiferos y Melisendra sacada de los romances espaiioles del ciclo seudocarolingio. Aunque el retablo no tiene titulo formal, varias veces se alude a él designindole como «la libertad de Melisendra», en obsequio a su final tradicional, que en esta icza se modifica de manera may curosa, Segin el aywdance, la Evcriad de Melisendra» es una verdadera historia, garantzada por un drbol genealdgico que se remonta, a través de los romances espsnoles, hasta fas crénicas franeesas. El ayudante menciona ciertos autores que hhabian puesto manos a la obra en la compilacidn de esta everdadera historian, pero no cta a ninguno por su nombre, y solamente sporta trozos de Fomances como prueba dela hisoricidad del relato. La historia es sone Conpienza ain medias ress, lo que no gj sorprendente, Pero en esta versin acaba de Ia misma manera, lo que sf es sorprendente, o al menos digno de subrayarse. La sin par Mel sendra, esposa de Gaiferos, estd cautiva de los moros, en Espaia. Gaiferos, obligedo por Carlos Magno, «padre putativor de Melisen- ara, vai de ineapelto pararescatafany & las avegla para poneray connie con Maliande un store Meena econo cea su esposo y juntos emprenden la fuga, perseguides porlos moros- Mientras que la leyenda original les sigue a lo largo de su huida, con la victora de Gaiferos sobre los moros que les acosan, hasta su entrada trlunfl en Paris, a versiSn de Maese Bedro dela sverdadera historia termina bruseamente en el momento en que los mores incian la per= ‘secucion. ar, * El ayudance de Maese Pedro earece de nombre. Es simplemente el muchacho, o el criado, hasta el comienzo de la representacion en la aque se le stignan tres nombres diferentes, pero rlationados entre sie indicadores de sus distintas fupciones en el espectaculo: intérprete, declarador, trujamén. Es, etimolégica y funcionalmente, un interme 274 diario, un esclarecedor, un traduetos. El ayudante esté fuera de esces ina PerO es, no obstante, personaje central del especesculo, Su ubica. cion fisica est indicando que no es pare del repart,y, sin embargo Ja funcién que realiza fuera dela escena es esencial ala Yepresentacion, La varilla que maneja no slo sefala gréficamente los tteres que en, tran en escena, sino también su oficio de sintérprete y declaradon, Puesto que los titeres que va seialando con la varilla representan clog misterios de tal retablo» (advigrase la reminiseenciay aqui tice so connoraciones, del origen eclesiastico del nombre emplesdo para ln escenografia), se ofrece ademas la sugerencia de que el uso dela vorlla implica una alusin ala magia. Y,electivament, asi ocurre, pus la varilla le permite introducirse en la escena, aun permaneciends fe de alt. La mayoria de los narralores son personajen scons El pat dante sintetiza esta doble naturaleza, cuando esté pendiente de los movimientos de los titeres para traducitlos en palabras y al mismo tiempo observa el efecto en el auditorio de movimientos y palabras La caracteristica mis singular del retablo de Macse Pedro ce fu foram hibrida, Si por una parte los titeres son los actores, por otra el ayus dane es quien mata, Narrary representa son aqui actos simlneos, y.el retablo es, a la ver, accidn narrativa y representacidn dramftes, EI mono hablador necestaba un imerprete fa waduce sae ‘oral sus inarticulados gestos mimicos. Las palabras eran el factor de sivo en la creacién de la ilusin y elas hacfan creible lo que los es. Pectadores habian visto en el instante de verlo: un mono suptesta- mente hablando. Lo mismo ocurre con los gestos de los titeress a Pesar de la advertencia de Maese Pedro inmediatamente antes ae coe menzar la funcidn: «Operibus eredite, et non verbin» Al lector de ‘rvantes no le queda otra salida que arenerse a las palabras. Pero las palabras del retablo no siguen Ia forma dramstica corriente, aplicable también a una funcién de marionetas, Los titeres no tienen You, me, ‘nos ain voz individual, y esa falta debe ser suplida por el ttiitero, Ni Siquiera hablan en silbidos como acostumbraban a cxpresaie lo tie tage crpce de Cervances, spin die JF. Varo. Tampoco hay sake £2 8 pieza; solamente dos emisiones orales supuestamente Roduladas por los personajes actores. Los dos ejemplos son cits de Comanes, ¥ en ambos hablan por si mismos fos aetores. Pero; en CENA jeluso estos ejemplos de locucion directa estin tan sobre- acbados de introduciones marrtivas—adieen que le djo~ -con quien Pas) todas aquells razones y coloquios de aquel romance que dicen: Bedey Gtales nodigo yo ahora, porque de la proljidad se suele en- Bek ap doe ie le natualea drama de ales parlamentos ee reterid, sf nororiamente deseibujada por el

También podría gustarte