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Mburukuja

En una ciudad llamada Mborayhu, en donde viven todos


juntos el padre, la madre y demás miembros de una familia en
donde el amor y la justicia reinan entre ellos. el padre trabaja como
mecánico en un taller, la madre trabaja como costurera de todo tipo
de prendas, la hija mayor va a la escuela por las mañanas, mientras
que el menor se queda a jugar en el patio de la casa.
Mburukuja, una niña de 7 años, una vez mientras se
encontraba por el camino que llevaba a la escuela, se encontró con
dos niñas mayores que ella, las mismas la invitaron sacándola del
camino para enseñarle lindas ropas, anillos, aros, y cadenas
brillantes.
Luego de una larga charla, dejando de lado las palabras de sus
padres, olvidando las enseñanzas de su maestra, comenzó a
caminar con miedo en el corazón junto con sus amigas.
Ellas llegaron a una pequeña casa blanca, en ese lugar una dulce
señora las saludo y las invitó a entrar a su casa para invitarles cosas
dulces y jugos.
Panchita, su amiga de 15 años pidió a Doña Perla (dueña de la
casa) para mostrar las cosas deslumbrantes que tenía, con alegría la
señora extendió sobre la mesa, las ropas y joyas como habrían
dicho sus amigas.
Comenzaron a preguntarle el precio y ella empezó a decir el precio
de cada uno de los objetos.
Concluyendo este trabajo dijo a las niñas:
-Si quisieran algunas de estas cosas que les gusta pero no tienen
el dinero pueden conseguirlo en Asunción si se van en la casa de mi
amiga Tani ella tiene una gran casa, ella necesita de jovencitas para
cuidar tanto a ella como a su casa, también dijo que ese trabajo
genera buenas ganancias.
-Con ese dinero podrían estudiar, ayudar a sus padres, y
comprar cualquier cosa que deseen.
Al llegar la tarde ellas se marcharon a sus casas. Al día siguiente,
Mburukuja toda intranquila pensando en la situación de su hogar,
sus sentimientos volaron a Asunción.
Una vez su maestra la señora Margarita que siempre la vigila y
saluda, la llama para preguntarle que es lo que la inquietaba.
Mburukuja adora a su maestra por ese motivo le explicó lo que le
estaba sucediendo. La maestra la escuchó a escondidas y en
silencio, ella preguntó por qué la niña no contó a sus padres lo que
estaba sintiendo y pasando, Mburukuja respondió:
-No sé, parecía ser que mi boca estaba con miedo de hablar y
también con dolor y tristeza.
Luego de esa conversación, la maestra Margarita fue a buscar
la casa de Doña Perla y investigar todo lo relacionado con ella,
conocer la situación de la señora y su vida. Y asombrada la maestra
se enteró que Perla no es una señora con buenas intenciones ya que
ella trabajaba con otra señora y un señor que se dedicaban a llevar
jovencitas a Asunción para malas intenciones.
Con lágrimas se dirigió a la casa de Mburukuja y con el
corazón acelerado relató todo lo que sabía a ella y a sus padres.
Mburukuja agradecida de ser salvada de ir por un terrible
camino y destino, recuperando así la paz que la caracterizaba desde
antes.

Fin.

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