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Había una vez una pequeña casa en el bosque donde vivía una simpática anciana.

Todas las mañanas salía a la terraza a tomar el sol y a alimentar a los pájaros que
venían a visitarla. A pesar de su edad, la abuela era muy ágil y siempre estaba
ocupada haciendo manualidades o cocinando deliciosos pasteles.
Un día, un joven viajero se perdió en el bosque y llegó a su casa pidiendo ayuda.
La anciana le ofreció un lugar donde dormir y algo de comer. Por la noche, el joven
escuchó unos ruidos extraños que provenían del sótano de la casa, pero la abuela
le aseguró que no tenía motivos para preocuparse.
A la mañana siguiente, el viajero despertó temprano y se dio cuenta de que la
anciana había desaparecido. Alarmado, bajó al sótano a buscarla y descubrió que
había quedado atrapada en una trampa para animales. Rápidamente, la liberó y la
llevó de vuelta a la casa.
Desde ese día, la abuela y el joven formaron una gran amistad y él se quedó a vivir
con ella para ayudarla en todo lo que necesitara. Juntos, pasaron muchos años
felices en su pequeña casa en el bosque.b

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