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En la segunda mitad del siglo 

xx, América Latina (AL) y el Caribe registran 3


grandes patrones migratorios: la inmigración de ultramar originada
principalmente en el viejo mundo, la migración intrarregional y la emigración
hacia el exterior de AL y el Caribe, concentrándose fundamentalmente en EE.
UU. Todos estos flujos migratorios afectan en mayor o menor grado a la
población infantil ya sea porque ellos se ven involucrados en la migración o por
la desintegración familiar que implica la migración de sus padres.
Los movimientos migratorios, influidos principalmente por factores económicos,
la falta de trabajo, la violencia, el terrorismo e inseguridad, el turismo, la
búsqueda de bienestar social y de mejores condiciones de salud, además de
los beneficios para el país receptor, pueden ocasionar algunos cambios en la
epidemiología local.
El continente americano tiene un importante flujo de migraciones
principalmente hacia los países del norte (EE. UU. y Canadá) y en el sector de
América del Sur, los principales países receptores en la actualidad son
Venezuela, Chile y Argentina. Dichos movimientos obedecen principalmente a
factores económicos y de seguridad.
Se reconoce que la población que mayoritariamente migra es aquella
socialmente más vulnerable y con menor educación que busca mejores
oportunidades en países con mayor desarrollo socioeconómico. A esta
vulnerabilidad de base se agrega aquella derivada de la frecuente disgregación
familiar, al mayor riesgo de inequidades socioeconómicas o en salud tanto para
el niño que queda en su país sin uno o 2 de sus padres, como para el que
acompaña a sus padres. Hay consenso sobre que diversos indicadores
demográficos y socioeconómicos de los países o comunidades reflejan la
situación de vulnerabilidad de sus integrantes, en especial de los niños .

Bolivianos y paraguayos en Argentina


Argentina es, pese a sus altibajos económicos, uno de los países más pujantes
del continente, y prueba de ello es que es el Estado suramericano que más
inmigración intrarregional recibe, como muestra el informe Panorama migratorio
de América del Sur 2012. Son un total de 1,5 millones de latinoamericanos
legalmente registrados, en su mayoría, provenientes de los países limítrofes
más Perú, y se benefician de una ley migratoria que permite obtener la
residencia con un sencillo trámite burocrático. Si hace unos años hubo una
fuerte corriente de inmigrantes chilenos y uruguayos, en este momento los
flujos mayoritarios provienen de Bolivia, Paraguay y Perú.
Según el último censo oficial de 2010, los inmigrantes suponen el 4,5% de la
población en Argentina. La comunidad paraguaya es la más numerosa, con
550.700 personas; le siguen 345.000 bolivianos, 191.100 chilenos y 157.500
peruanos. Paraguayos, bolivianos y peruanos son también los que más están
creciendo en los últimos años y tienden a concentrarse en el área
metropolitana de Buenos Aires. Desde entonces, las radicaciones concedidas
legalmente han superado las 200 mil personas al año, con un pico de más de
300 mil en 2012. Un estudio de la Cepal demostró la división del trabajo según
nacionalidades y sexos: los bolivianos son responsables de muchas verdulerías
en la Capital Federal de Buenos Aires y se ocupan también en el sector textil,
no siempre con condiciones laborales aceptables. En cuanto a los paraguayos,
ellas se dedican mayoritariamente al servicio doméstico, y ellos, a la
construcción.

Éxodo masivo de venezolanos genera preocupación en el continente


De acuerdo con cifras presentadas por las Naciones Unidas más de dos
millones de venezolanos han salido de Venezuela debido a la crisis social,
económica y política que afecta a esa nación sudamericana. Colombia, Perú,
Ecuador, Chile, Argentina y Brasil, han sido los países escogidos por los
migrantes para buscar una mejor calidad de vida.
La llegada masiva de venezolanos a países como Perú y Ecuador, provocó que
las autoridades establecieran mayores controles migratorios e iniciaran la
solicitud de un pasaporte para el ingreso a esas naciones, algo que no todos
los migrantes cumplían.
“En general, los venezolanos que llegan a Argentina son profesionales que
están dispuestos a trabajar en lo que se pueda para ganarse el pan de cada
día”, informó Tamara Taraciuk, investigadora senior para las Américas de la
ONG Human Rights Watch en una conversación con el corresponsal de France
24 en Buenos Aires, Natalio Cosoy.
Argentina ha sido otro de los destinos escogidos por los venezolanos para huir
de la crisis. De acuerdo con las cifras de la oficina de migración de ese país
entre 2012 y 2018 alrededor de 82 mil venezolanos han establecido su
residencia en ese país.

La decisión migratoria, entonces, estaría fundada en una compleja combinación


de factores internos y externos; entre los externos más significativos
destacamos:
1. Falta de alternativas para los logros ocupacionales.
2. Incertidumbre social sobre el futuro económico.
3. Inseguridad general frente al crecimiento de la violencia.
4. Necesidades básicas insatisfechas.
Entre los factores internos destacamos:
1. Frustración en las expectativas de vida.
2. Frustración en la realización personal.
3. Mandato generacional ligado a la comunidad de la cadena migratoria
familiar.
4. Acceso a la información acerca de las opciones en el exterior.
5. Convicción de la imposibilidad de la realización ético-valorativa en la
sociedad de origen.

A partir de este planteamiento general surgen los siguientes supuestos:


1. La inseguridad laboral determina las causas de la frustración en la
realización económica, lo cual conduce a crear expectativas de encontrar una
mejor situación de vida en el exterior de la propia comunidad de origen.
2. La inseguridad que produce el aumento progresivo de la violencia social
genera conflictos ético valorativos, produciendo tendencias a abandonar la
comunidad o el país de origen, según el caso.
3. La falta de acceso a oportunidades en la realización personal lleva a la
frustración sociocultural, lo que produce un descontento con la situación de la
comunidad o país de residencia.
4. La migración de recursos humanos calificados es inducida y forma parte
fundamental del proyecto de concentración de la inteligencia de los países
centrales.
 
El país receptor aparece, imaginariamente, como un espacio de grandes
oportunidades e ingresos. La búsqueda de mejores condiciones de vida
motoriza los movimientos migratorios, cuyas consecuencias políticas,
económicas y sociales, provocan, en muchos casos, situaciones de conflicto en
el país receptor. Se puede incrementar la competencia laboral, pueden surgir
nuevos bolsones de pobreza, aumento de la discriminación, la xenofobia, etc.
Puede ocurrir que los trabajadores menos calificados se perjudiquen por la
pérdida de empleos —que irán a parar a los migrantes— o por la disminución
de sus salarios.
Entre los efectos negativos podemos mencionar el problema de la integración y
adaptación, la competencia laboral, los nuevos bolsones de pobreza, el
aumento de la discriminación y la xenofobia, la disminución de los salarios de
los trabajadores nativos por la competencia con los migrantes, la selección de
mano de obra (ejemplo: ley de extranjería de España). Si a esto le sumamos
que los gobiernos no tienen políticas sociales y demográficas coherentes para
afrontar los problemas de la migración, y que la población migratoria irregular
presiona sobre el mercado de trabajo, observaremos cómo los efectos de los
movimientos migratorios impactan en el mercado de trabajo, en el sistema de
salud, en los servicios públicos (agua, electricidad) y en todas las estructuras
de los países emisores y receptores.

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