Crénicas de la extincién. La vida y la muerte de las especies animales
a aceptar la realidad de la extincidn como proceso
natural.
PRIMER ACTO: LOS ELEFANTES DE ANTBAL
En los primeros afios del siglo v, la costa norte de Africa
era, como lo habia sido desde hacia mas de quinientos
afios, una provincia de los dominios romanos. Agustin
de Hipona, o san Agustin, era el obispo de Hippo Re-
gius, en lo que hoy en dia es Argelia. En La ciudad de
Dios, Agustin describe un diente de gran tamafio que
habia sido encontrado cerca de su lugar de residencia:
“Yo mismo vi, y otros conmigo, en la costa de Utica, un
diente molar de un hombre, de tamajfio tal que, si se
partiera y se hicieran con él dientes como los nuestros,
me parece que se podrian hacer cien de ellos. Pero ése
era, pienso yo, el molar de algtin gigante”.* La ciudad
de Dios trata la existencia en tiempos biblicos de seres
humanos de talla enorme. “Existian entonces los gigan-
tes en la tierra —detalla el libro del Génesis— y también
después, cuando los hijos de Dios se unieron con las hi-
jas de los hombres y les engendraron hijos.”? Si Agustin
aceptaba la veracidad del relato biblico, entonces
écémo podia explicar la ausencia actual de gigantes so-
bre la tierra? El fildsofo respondid argumentando que
tal vez los hombres se han reducido en tamafio y que
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su tiempo de vida también se ha ido acortando con el
paso de las generaciones. Asi, razono el pensador cris-
tiano, en nuestra época ya no vemos a los gigantes de
antafio vagando por el mundo ni nos topamos con al-
gun matusalén de mas de novecientos afios de edad.
En todo caso, el gigantesco molar de Utica era para el
ilustre padre de la Iglesia una prueba irrefutable de la
existencia de los gigantes antediluvianos de la Biblia.
El diente que observé Agustin de Hipona pertenecid
no a un gigante humano sino a uno animal, tal vez un
elefante. Los elefantes son facilmente reconocibles por
su gran tamajfio, su trompa y sus colmillos, pero ade-
mas tienen otra caracteristica menos visible aunque
igual de particular: la forma y estructura de sus dientes
molares, Las piezas dentales mas notables de un ele-
fante son sin duda los colmillos, que son los dos incisi-
vos superiores del animal. El resto de la dentadura esta
formada por veinticuatro molares. En un momento de
su vida, un elefante tiene expuestos solo cuatro mola-
res, dos superiores y dos inferiores, y uno en cada lado
de la boca.
A lo largo de la vida del animal, los demas molares
crecen de atras hacia delante, remplazando paulatina-
mente a las muelas que se van desgastando. En total,
un elefante tiene seis juegos de molares, pero sdlo uno
de ellos es funcional en un momento particular de la
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vida del animal. Como corresponde a un animal de la
talla de un elefante, sus molares son también enormes
e impresionantes; cada uno de ellos tiene dimensiones
similares a las de un ladrillo de construccién, aunque la
forma es mas oblonga y el peso es de mas de dos kilos.
Por las dimensiones de los molares del elefante, es
comprensible el asombro que debe haber suscitado en
Agustin la muela que le mostraron, sobre todo conside-
rando que el ilustre pensador probablemente no haya
conocido nunca un elefante vivo. En los tiempos de
Agustin de Hipona no existian elefantes en el norte de
Africa, aunque apenas unos siglos antes estos animales
eran relativamente comunes al norte del desierto del
Sahara, mas alla de la cordillera del Atlas. De hecho, los
elefantes norafricanos son los famosos animales de ba-
talla utilizados por el general cartaginés Anibal para
combatir a los romanos durante la segunda Guerra Pu-
nica del siglo 111 antes de nuestra era.
Cuando la Republica romana envio a su ejército a ba-
tirse contra las tropas de Cartago en su propio territo-
rio, el general Escipién desembarcé justamente en Uti-
ca, en donde siglos después seria hallado el molar que
observo Agustin. Para recibir a los romanos, Anibal te-
nia dispuestos ochenta elefantes de batalla. Se dice que
Escipion utilizé trompetas para asustar a los elefantes
cartagineses y lograr que los animales, confundidos por
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el ruido, embistieran al propio ejército cartaginés, lo
que llevo a una humillante derrota para el orgulloso
Anibal. Varias décadas después de este episodio, y con
la dominacién romana sobre el norte de Africa, el ele-
fante de la region se extinguid, probablemente por la
caceria excesiva de la que fue sujeto.
Hoy en dia existen tres especies reconocidas de ele-
fantes: el elefante asiatico y dos especies africanas.
Desde el estudio de Cuvier de 1796 y hasta el afio 2001
se pensaba que en Africa existia un solo tipo de elefan-
te, pero en ese afio se demostré que los tipicos elefan-
tes de las sabanas son una especie separada de otro
tipo de paquidermo que habita los bosques tropicales
del oeste de Africa; este animal se conoce ahora como
el elefante africano de bosque.* Se piensa que el ele-
fante norafricano fue una subespecie o variedad geo-
grafica del elefante de sabana, aunque también es posi-
ble que haya sido una especie separada, un tercer tipo
de elefante africano.
Las ilustraciones de la época de Anibal muestran que
el elefante norafricano tenia un aspecto similar al de los
elefantes de sabana, aunque mas pequefio. Ademas,
los relatos hablan de un elefante que podia ser domado
y entrenado para la guerra, siendo capaz de cargar en
su lomo varios soldados cartagineses a la vez. Este uso
de los elefantes en las cacerias o en batalla aparece
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también en la India en el caso del elefante asidtico,
pero no existe registro alguno de un elefante africano
de sabana que haya podido ser domado de esa manera.
Todo esto apunta a la posibilidad de que el elefante no-
rafricano haya sido realmente una especie separada de
las dos africanas que existen ahora, pero la verificacion
de esta idea tendra que esperar un andlisis cientifico
detallado. En cualquier caso, ya sea que haya sido una
especie o sdlo una variedad, el hecho es que el elefante
norafricano es un animal extinto.
La otra especie de elefante actual, el asidtico, es
igualmente un sobreviviente de un clado con un pasado
muy diverso, Este linaje se origino en el este de Africa y
de ahi se extendié hacia el oriente hasta las islas de la
Sonda, en el sureste de Asia, y también hacia el norte
hasta Europa. En diferentes épocas —desde hace unos
dos millones de afios hasta apenas hace unos miles de
afios— se extinguieron diez especies del género del ele-
fante asiatico. Segtin estudios recientes, los parientes
mas cercanos de estos elefantes son los mamuts,° los
protagonistas de nuestra siguiente historia.
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