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FABIO FUSARO Mi Novia Manual de Instrucc
FABIO FUSARO Mi Novia Manual de Instrucc
Mi novia
Manual de instrucciones
Te dej ó t u novia.
La única que t e im port a en la vida.
Sent ís que nunca vas a encont rar ot ra com o ella. Es m ás, no t e
int eresa encont rar ot ra.
Todavía no lo podés creer.
No sabés com o hacer para seguir viviendo.
Si est ás viviendo una sit uación sim ilar a ést a, debés sent ir que
est ás sobre arenas m ovedizas, donde cada vez que hacés un
m ovim ient o para salir a flot e, t e hundís m ás. Bueno, voy a dart e una
buena not icia: t enés en t us m anos algo así com o el elefant e de
Tarzán para ayudart e a salir de esa sit uación.
Est e libro fue escrit o en base al análisis de m is experiencias
personales y las de m is am igos, las cuales nos han dej ado m uchas
enseñanzas que querem os com part ir con vos.
Todas las hist orias narradas son absolut am ent e verídicas. Sólo
fueron cam biados los nom bre para respet ar la privacidad de est as
personas.
Tal vez t u sit uación no sea exact am ent e la ant erior, pero t e la ves
venir. Desde hace algún t iem po la not ás rara. Aparecieron en su
act it ud lo que llam arem os “ I .D.Q.” ( I ndicadores de Quilom bos) que
podrían ser:
•
•
Ya no t e m ira com o ant es.
•
No reacciona de la m ism a m anera ant e un “ t e quiero” .
Cuando t e at iende por t eléfono no dem uest ra la m ism a em oción
•
que hace un t iem po at rás.
•
Se ve m olest a si le pregunt ás “ ¿m e ext rañast e?”
Le da lo m ism o hacer el am or que ver una película o ir a t om ar
•
un café.
•
Cuando se ven no se calient a en arreglarse m ucho.
Est á m ás peleadora de lo habit ual.
Y por lo general t odo est o desem boca en los padres de t odos los
I DQ: los fam osos “ Est oy confundida” y “ Necesit o un t iem po” .
Paula est aba m uy enam orada de su nuevo novio Juan, hast a que a
ést e se le ocurrió la gran idea de decirle: “ Mi am or por vos es t an
grande que j am ás se va a t erm inar, y no voy a perdert e nunca,
porque ese día voy a perseguirt e hast a que vuelvas a est ar conm igo” .
Qué rom ánt ico. Un t igre el t ipo. Seguram ent e pensó: “ Con ést a
m at o” .
Y m at ó nom ás. Pero lo que m at ó fueron las ganas de Paula de
seguir con él. Lo dej ó al ot ro día.
En realidad no sabem os si Juan lo decía en serio o fue sólo para
im presionar.
Si fue sólo para im presionar, realm ent e im presionó. Pero dudo
que haya provocado el efect o esperado.
Algunas veces, en el afán de enam orarlas perdidam ent e, uno
ent ra en la variant e de decir cosas que en la t ot alidad de los casos
producen un efect o cont rario al que se busca al decirlas.
Es que cuando una m uj er t iene la seguridad absolut a de que t e
t iene t ot alm ent e ent regado y m uert o de am or por ella, al punt o que
si no la t enés t e m orís, es com o que ya se acabó el j uego. ¿Y quién
perdió? Bien… vas ent endiendo.
•
•
Si m e dej ás m e m at o.
•
Siem pre voy a est ar con vos pase lo que pase.
•
Decim e que m e am ás.
Quiero que seas la últ im a m uj er de m i vida.
Est án viendo una película de am or, de las que les gust an a ellas.
De ésas que con ver el t ít ulo uno ya sabe que se t rat a de un hom bre
y una m uj er que se enam oran y luego t ienen un quilom bo pero
después se am igan. Esas películas de m ierda que t ienen nom bres
t ales com o “ El cariño de t u am or” , “ El am or de los dos” , “ Dos para un
am or” , “ Que herm oso es am art e” et c.
En el final de esa película el galancet e de t urno, que seguram ent e
t iene una facha bárbara y alguno de los hom bres present es lo acusó
de ser put o con el asent im ient o de los dem ás hom bre y los “ Callat e,
nada que ver” de las dam as, va en busca de una reconciliación.
¿Cóm o lo hace?
Se pone su m ej or ropa, com pra un gigant esco ram o de flores y va
de noche, debaj o de una lluvia infernal a t ocar el t im bre de su am ada
y cuando ella sale, le dice con oj os lagrim osos: “ He com prendido que
no puedo vivir sin t i” .
Ent onces ella lo abraza y lo besa llorando, y es ahí cuando oím os
los suspiros de las m uj eres present es y t enem os que escuchar
com ent arios t ales com o “ Qué divino” , “ Cóm o no vas a volver con un
t ipo que hace eso” , “ Me m uero con un hom bre así” .
Si t rasladam os est o a la vida real pueden pasar alguna de las
nena, ahí en la puert a hay un pelot udo t odo m oj ado con unas
Flavio vivía con sus padres y sus dos herm anos. Esa noche habían
ido a cenar su prim a Silvana con su novio Ricardo.
A la m adre de Flavio se le ocurrió en ese m om ent o que sería una
buena idea invit ar a Carla, la novia de su hij o, a cenar t am bién para
que conociera a Silvana y Ricardo.
A Flavio t am bién le pareció buena idea y se aprest ó para ir a
buscarla, pero ant es de salir se dio cuent a de que en la m esa, que ya
est aba puest a con ant erioridad, falt aría un plat o. –Me voy a buscarla,
pero ant es agreguen un plat o en la m esa –dij o.
Silvana y Ricardo observaban la escena.
- Andá, yo ya lo pongo, - le respondió su m adre.
- No –dij o Flavio- , t e vas a olvidar y no quiero que lo agreguen
delant e de ella, porque va a sent ir que la invit am os de últ im a.
Agregalo ahora ant es de que yo m e vaya. Silvana m iraba a su prim o
con adm iración. En cam bio Ricardo, viej o bucanero, m iraba de
cost adit o y no em it ía sonido porque no t enía la suficient e confianza
con la fam ilia de Flavio.
Silvana ent onces com enzó a dar rienda suelt a a su adm iración por
la act it ud de su prim o:
- Qué caballero… vist e Ricardo… qué buen novio… qué suert e que
t iene la chica de t ener un novio así.
Hast a que Ricardo se hinchó las pelot as y respondió ant e la
at ónit a m irada de Silvana y el rest o de los present es: - ¡¡Pero por qué
no t e callás! ! ¿A vos sabés cuant o t e dura un gil de est o?.. ¡¡Ni cinco
m inut os t e dura! ! ... Y vos… - dirigiéndose a Flavio- , con que sigas así,
sos firm e candidat o a los cuernos.
“ Est e t ipo est á m al de la cabeza” , pensó Flavio.
Ricardo, viej o corredor de pist as, recibido en la universidad de la
calle con t ít ulo de honor en su doct orado en m uj eres, predij o con su
sabiduría lo que sucedería poco t iem po después.
El perfect o novio Flavio, era corneado para el cam peonat o y
abandonado por su t an querida y cuidada novia.
¿Hay alguna explicación lógica?
Sí. No les gust a lo que dicen que les gust a.
Lágrimas de mujer
Cacho es bueno.
¿Por qué?
Porque siem pre piensa en el bien de los dem ás. Hace cualquier
cosa por un am igo que se encuent re en problem as. Es capaz de
prest arle lo que le pidas. Siem pre est á dispuest o a escuchar y a dar
una m ano.
¿Hast a cuando va a ser bueno?
Va a ser bueno siem pre. Lo llega en la sangre. Ser bueno es su
form a de ser.
Andrea es celosa.
¿Por qué?
Porque cree que cualquier m uj er puede quit arle su parej a. Le pasó
con t odos los novios que t uvo. Es m uy posesiva e insegura.
¿Hast a cuándo va a ser celosa?
Sus celos pueden dism inuir a m edida que su parej a le vaya
dem ost rando seguridad, pero nunca van a desaparecer
com plet am ent e.
No puede evit ar ser celosa aunque luche para lograrlo. Es su
form a de ser.
Carolina es fiel.
¿Por qué?
Porque j am ás m ient ras est uvo de novia, salió con ot ro hom bre.
¿Hast a cuándo va a ser fiel?
Hast a que un día se le present e una oport unidad de ser infiel que
no rechace.
Daniela era una pendej a de diecisiet e años que est aba para
m at arla. De sólo verla t e enam orabas, t e calent abas, t e volvías loco.
Todo j unt o.
Est aba de novia hacía dos años con Claudio, un pibe cuyos padres
t enían una casa en un count ry al que Daniela iba t odos los fines de
sem ana con sus dos herm anas ( que t am poco est aban para t irarlas) y
un grupo de am igos del novio que les t enían bast ant es ganas.
A las chicas les gust aba ir al club del lugar. Allí podían t om ar sol,
ir al bar, o pract icar algo de deport e. Los chicos de ese grupo
preferían quedarse en la casa.
Het e aquí que de t ant o ir solas al club, Daniela y sus herm anas se
hacen am igas de ot ro grupo de chicos.
Una t arde, las chicas con sus nuevos am igos, est aban j ugando un
ent ret enido part ido de voley cuando inesperadam ent e irrum pen en el
club el novio de Daniela y sus am igos, a los cuales el hecho de ver a
sus chicas t an divert idas con ot ros t ipos, no les gust ó ni m edio. Fue
ent onces cuando em pezaron a hacer com ent arios provocat ivos desde
el cost ado de la cancha.
Est os com ent arios eran ignorados por t odos hast a que el novio de
Daniela dij o claram ent e: - Qué linda que est á la t arde para boxearse…
No t uvo en cuent a que los chicos del club t enían bast ant es pocas
pulgas. Alej andro, uno de ellos, dej ó de j ugar al voley, se le acercó y
le pegó t ant as piñas en diez segundos, que las ganas de boxearse se
le borraron inst ant áneam ent e, pero ya era t arde. Los am igos de
Alej andro, m ient ras t ant o, corrían a los ot ros am igos de Claudio que
huían despavoridos. El novio de Daniela cobró para el cam peonat o.
Meses m ás t arde, Daniela est aba en la cam a con Alej andro.
Sí m is queridos am igos, leyeron bien. No se confundieron de
nom bres. Daniela est aba en la cam a con Alej andro.
Ella luego de hacer el am or lo abrazó dulcem ent e y con la cabeza
sobre su hom bro le dij o:
- ¿Sabés cuándo m e em pezast e a gust ar?... el día que lo cagast e a
t rom padas a m i novio.
Porque, por si no les dij e ant es, Daniela seguía de novia con
Claudio.
Que bueno, pero que bueno que est as cosas sólo le pasan a los
dem ás.
Aunque Gabriel y Marcos, los cuales nunca se ent eraron de nada,
seguram ent e t am bién piensan lo m ism o. Ellos creen que sus novias
son las m ej ores del m undo. Piensan que si las llegaran a perder no
encont rarían ot ra igual. Que allí t erm inaría su vida. Est án
absolut am ent e seguros que ellas los am an y por lo t ant o serían
incapaces de engañarlos. Y t al vez “ eran” incapaces de hacerlo. Hast a
que un día fueron capaces.
Es posible que t u novia sea sincera cuando t e dice: “ Jam ás t e
engañaría” , pero puede ser que en algún m om ent o cam bie de opinión
y de eso no t e vas a ent erar porque nunca t e lo avisan.
“ ¿Te acordás que la sem ana pasada t e dij e que eras lo m ás
im port ant e en m i vida y que para m í no podría exist ir ot ro hom bre?...
bueno, ¿sabés que m e parece que est oy cam biando un poco de
opinión, porque hay un com pañero del laburo que m e est á
em pezando a gust ar?”
Y… ¿qué opinan? ¿Alguna vez les dij eron algo así? Seguram ent e
no. Y no se los van a decir.
Lo peor puede pasar
Lo peor t am bién puede pasar. ¿Qué es para ust edes lo peor que les
puede hacer su parej a?
Bueno, eso puede pasar.
¿Qué no?
Que sí.
Dent ro de un bolillero con un m illón de núm eros est á el 10.000.
Si sacam os un solo núm ero, ¿va a salir? Lo m ás probable es que
no. Pero, ¿puede salir?
Y… sí. Poder puede.
Est as hist orias m acabras que t e acabo de relat ar, a vos no t e
pasaron. Y lo m ás probable es que no t e pasen. Pero… ¿t e pueden
pasar? Sí. Te pueden pasar.
Dent ro del bolillero est án t odos los núm eros. Es im port ant ísim o
t om ar real conciencia de est o.
Las reacciones m ás desfavorables se t ienen cuando nos sucede
algo que ni rem ot am ent e sospechábam os que nos podía ocurrir. Lo
prim ero que hacem os es no creerlo. Lo segundo es t rat ar de
dem ost rarnos que no es ciert o. Al no conseguir ninguna de las dos
cosas int ent am os convencernos de que no es t an grave. Todo es un
aut oengaño. Volvem os a hacernos t ram pa j ugando al solit ario.
Puede ser que las hist orias ant eriores nos hayan divert ido, pero
en realidad no serían nada divert idas si nosot ros fuéram os los
prot agonist as principales.
El hecho de saber que esas cosas pasan, nos pone m ás en
sint onía con la realidad. Y el hecho de t om ar conciencia que esas
cosas podrían pasarnos a nosot ros, nos va ayudar, en el caso de que
alguna vez sucedan, a act uar con coherencia en lugar de t erm inar
int ernados en un neuropsiquiát rico con un chaleco de lona grit ando:
“ ¡Ella m e am a! ¡Ella m e am a! ” .
El enemigo puede ser
cualquiera
Para las m uj eres, a diferencia de los hom bres, el sexo por el sexo
en sí, no exist e.
Si un hom bre anda m edio calient e, se va de put as, t iene sexo,
paga, y salvo rarísim as excepciones, se va y se olvida. Esa relación
significó para él m enos que parar en un kiosco y t om arse una
gaseosa. Es m ás, en el 90% de los casos una vez concluido el act o,
desearían no haberlo realizado y volver a t ener en el bolsillo el
im port e abonado.
Un hom bre ve a una m uj er con buen cuerpo y eso es suficient e
para que quiera t ener sexo con ella.
Según las m uj eres, est o a ellas no les pasa. Un hom bre no las
calient a por su aspect o físico. Siem pre t iene que haber algo m ás.
Tiene que caerles bien por algún ot ro m ot ivo. Tal vez que sea
sim pát ico, com pañero, que las haya ent endido en algún problem a
que t enían y las haya aconsej ado pat ernalm ent e; que sea dulce,
t ierno, rom ánt ico. Tal vez les cuent an alguna hist oria que han t enido
con ot ra m uj er y eso les provoca ciert a adm iración. Est o es lo que
hace que t u novia nunca venga de un día para el ot ro a decirt e que
est á enam orada de ot ro. Porque t al vez no lo est á aún.
Vos pudist e haber t enido una hist oria. Te gust ó ot ra m ina, t e la
clavast e, le dist e salida y allí t erm inó la cosa. Luego la fuist e a buscar
a t u novia, le dij ist e: “ Hola m i am or” , le dist e un beso y aquí no ha
pasado nada.
Ellas no. Ellas t ienen ot ros m ecanism os de enam oram ient o.
Tal vez exist a un com pañero de t rabaj o o de colegio o de facult ad
de nuest ra m uj er que ha com enzado a despert arle ciert o “ no se qué”
por algún m ot ivo. Hast a que est o se t ransform e en una relación a la
nuest ra, con sexo incluido, puede pasar bast ant e t iem po. Es m ás,
puede ser que ella se vaya dando cuent a de a poco.
Eso a nosot ros no nos pasa. Los hom bres a prim era vist a sabem os
si una m uj er nos cabe o no.
Durant e ese período de enam oram ient o, nuest ras novias se van
enfriando cada vez m ás con nosot ros a m edida que se van calent ando
con el ot ro. Y lo peor es que al principio es com o que no lo saben.
Sient en ciert a at racción con el ot ro t ipo, pero no lo asum en de
m anera conscient e.
En m uchos casos est os sent im ient os hacia ot ra persona no llegan
a m ayores, dado que a las m uj eres, aunque se em peñen en
disim ularlo, cerebro es lo que les sobra y analizan m uy
cuidadosam ent e los riesgos que t raería t ener ot ra relación.
Claro que en algunos casos salim os perdiendo en ese análisis y
nos m et en unos cuernos que parecem os Olaf el Vikingo o, lo que es
peor, luego de un t iem po de culparnos por det erm inadas cosas, nos
dej an
Es im port ant e saber det ect ar cuando algo así puede est ar
sucediendo. Nunca t e confíes por el aspect o físico de alguien que
com part e varias horas del día con ella. Tal vez sea gordo, pelado,
pet iso, bizco, feo y de t odas m aneras puede ser el enem igo. Porque
dado lo que vim os ant eriorm ent e, est e hom bre puede est ar
abordando sus sent im ient os desde ot ro lado. Puede ser siendo dulce,
com prensivo, com pañero, o cualquier cosa que a ella le im pact e.
Marina era una best ia. Era una pendej a de diecisiet e años que no
se podía creer. Rubia, pero rubia en serio. Pelo por la cint ura, oj os
celest es, un m et ro set ent a y cinco de alt ura y un lom o que t e m orías.
Cuando las t enías de frent e, no podías dej ar de m irarle las t et as. Era
un verdadero infierno. Cualquier t ipo que se le cruzaba se la quería
levant ar. Javier, su novio desde hacía dos años, lo sabía, pero le t enía
una confianza ciega.
Un día Javier llega sin avisar a la casa de m arina, que vivía en un
piso cat orce y sube direct am ent e por el ascensor, sin t ocar el port ero
eléct rico porque la puert a de abaj o est aba abiert a. Toca el t im bre en
el dpt o. “ D” y t ardando un poco m ás de lo lógico, su novia le abre la
puert a. Est aba en cam isón.
Javier la saluda y ent ra. La puert a del dorm it orio est aba cerrada.
- ¿Qué hacías? –le pregunt a él cariñosam ent e.
- Est oy est udiando en el cuart o con Mart ín –responde ella.
Mart ín era un com pañero de colegio m ás feo que la m ierda.
Cuando nació lo pusieron en una incubadora con vidrios polarizados.
Una vez t uvo un accident e y quedó m ej or. Cuando el cuco era
chiquit o la m adre le decía: “ Si no t om ás la sopa lo llam o a Mart ín” .
Era realm ent e feo, y Javier lo sabía, por lo t ant o no le dio im port ancia
al hecho de que est uviera a solas con su novia.
Gran error. De eso hablábam os. Las m uj eres se fij an en ot ra cosa.
Es im posible saber en qué, porque est as cosas en las que se fij an
pueden ser m uy variadas.
Javier, que t an boludo com o parece no era, se pregunt ó para sí
m ism o: “ ¿Est udiando?... si ést a no agarra un libro ni para apoyar la
pava” . “ ¿Y en cam isón?”
Con t em or a que ella piense que él est aba dudando de su fidelidad
le pregunt ó:
- ¿Est ás est udiando con Mart ín en cam isón?
- Sí, est oy cóm oda –Respondió Marina.
Javier no pudo evit ar decirle: - Mirá, no m e parece bien que est és
encerrada con él así vest ida. Puede pensar m al, o t al vez cont arle a
alguien que vino a est udiar con vos y est abas así, m edio en bolas, y
qué van a decir.
La puert a del dorm it orio, a t odo est o, cont inuaba cerrada. La cosa
est aba cant ada, pero no podía ser. Marina est aba m uy pero m uy
buena y el pobre m uchacho que est aba del ot ro lado de la puert a,
seguram ent e t enía el bocho part ido en cuat ro por est ar con ella, pero
las posibilidades que t enía de hacerle som bra siquiera a Javier eran
absolut am ent e nulas.
Luego de aconsej ar a su novia sobre su vest im ent a, Javier se
ret iró para que ella siguiera est udiando. La puert a del dorm it orio
nunca se había abiert o.
Horas m ás t arde, se encont ró con su am igo Eduardo que
coincident em ent e conocía a Mart ín, el com pañero de Marina, y le
cont ó lo sucedido.
Eduardo se rió –Olvidat e –le dij o- . Yo a ese flaco lo conozco y
j am ás, pero j am ás t u novia se podría fij ar en él.
En realidad Eduardo no le dij o nada nuevo, pero siem pre viene
bien que un am igo t uyo avale t us pensam ient os.
- ¡Qué dos boludos! Así com o las m uj eres no pueden opinar sobre
m uj eres, los hom bres no deberíam os opinar de hom bres.
Est á de m ás, m e im agino queridos am igos lect ores, que les
cuent e com o t erm inó la hist oriet a ent re Marina, Javier y Mart ín. Ella
em pezó con raros plant eos hacia su novio t ales com o: “ Est ás m uy
pendient e de m í, necesit o m i espacio” , su voz en el t eléfono no era la
m ism a y si no se veían por un par de días, no pasaba nada.
Clarísim os I DQ’s.
Luego vino la frase “ Necesit o un t iem po” .
Com o era de esperarse, ese t iem po Marina lo necesit aba para salir
con Mart ín.
Moralej a: Feo, gordo, pelado, viej o, boludo o put o, cualquiera
t iene posibilidades de am argart e la vida.
La transparencia
¿Cóm o se llegó a est a sit uación?, t e pregunt arás en det erm inado
m om ent o. Si est aba m uert ísim a con vos. Al principio ella t e veía
com o si fueras un Dios y vos t enías un t errible agrande. Era ella la
que sent ía que t enía que ir t odos los días de rodillas a Luj án por
t enert e y eras vos el que j uguet eaba creándole de vez en cuando
alguna duda o invent ándole alguna hist oria para ver su reacción
desesperada ant e la m ínim a posibilidad de perdert e.
Era super celosa y eso t e encant aba. ¿Qué pasó?, t e pregunt as.
Lo que pasa en m uchos casos es que de a poquit o y sin darse
cuent a el hom bre va dando vuelt a la t ort illa hast a que se coloca por
debaj o de la m uj er. Ahora es el hom bre el m uert o que suplica y ella
la agrandada.
Es fundam ent al darse cuent a de est o a t iem po o vam os sin frenos
hacia el precipicio.
I m aginem os la siguient e sit uación.
Ella no t e llam a un día ent ero y vos al ot ro día t e m ost rás
t ot alm ent e m olest o y enoj ado. Le est ás dem ost rando que si no t enés
not icias de ella por veint icuat ro horas t e m orís. Le est ás diciendo en
ot ras palabras que la necesit as m ás de lo que ella cree. Y ellas
perciben t odo. Nunca las subest im es por m ás enam oradas y boludas
que parezcan.
Tu reacción fue sim plem ent e un act o de sinceridad, pero ella la va
a t om ar com o un act o de debilidad. Le est ás diciendo que ella t iene
m ás im port ancia en t u vida de la que suponía.
Es en esos casos donde la t ort illa com ienza a darse vuelt a.
Si no le hubieses dado im port ancia al hecho, o m ej or aún, si al
ot ro día no t e hubiese podido ubicar ella, la sit uación sería m uy
dist int a.
Obviam ent e un solo hecho com o ést e no va a cam biar nada, pero
lo que sucede es que ést os nunca son t ot alm ent e aislados. Es la sum a
de act it udes sim ilares a la recién descript a lo que va haciendo que
nuest ra posición dent ro de la parej a varíe.
Es que en realidad al principio t al vez vos t am bién est abas super
enam orado, y se lo dem ost rabas pero hast a ahí. Con el paso del
t iem po nuest ras dem ost raciones de am or com ienzan a ser m ás
fuert es y paralelam ent e las de ellas m ás débiles. ¿Por qué?, porque
no t ienen la necesidad de com probar a cada m om ent o lo que
sent im os dado que no les dej am os espacio para la duda. De un día
pera el ot ro com enzam os a excedernos en los “ t e quiero” , los “ t e
am o” y los “ t e ext raño” , som os nosot ros los celosos y pasam os
t am bién a ser nosot ros los que dem uest ran m iedo a perderlas. A las
m uj eres les gust a que est em os “ enam orados” , no “ ent regados” .
Cuando nos querem os dar cuent a, la sit uación inicial est á t ot alm ent e
invert ida.
Gran cagada. Cagada de la que fuim os art ífices nosot ros m ism os.
Est o se puede revert ir pero es bast ant e difícil. Cuando un nene le
pierde el m iedo al cuco es m uy difícil que alguien lo vuelva a asust ar
con lo m ism o.
Si no nos dice que nos quiere t an seguido, lo ideal no es
pregunt árselo, sino que sient a el m ism o t em or que nosot ros y sea
ella la que se vea obligada a pregunt ar: “ ¿qué t e pasa?, ¿no m e
querés com o ant es?”
Pensem os ant es de act uar. No perdam os nuest ro espacio.
No las llenem os de raros plant eos, dudas, pregunt as, celos y
boludeces. Siem pre t ienen que sent ir que som os m ás de lo que ellas
pueden pret ender. Y para que realm ent e sient an que som os m ás de
lo que ellas pueden pret ender, no t enem os por qué ser nosot ros los
t em erosos, los celosos, los babosos… en fin, los boludos.
Esas t ienen que ser ellas.
“ Nunca perm it as que un ext raño sepa lo que est ás pensado” , dij o
Marlon Brando en su papel de Vit o Corleone en la película “ El
Padrino” .
Y ellas son ext raños. Nos equivocam os si creem os lo cont rario.
Cuando som os excesivam ent e abiert os y t ransparent es y expresam os
t odo lo que sent im os est am os perdiendo punt os. Y los est án sum ando
ellas.
Porque com o dij o m i am igo Nando, “ El am or es un j uego. Un
j uego de dos” .
Epa, te dejó
C. Lewis y A. Wright
La única form a de que t e vaya bien con las m uj eres pensando así,
es que seas Luis Miguel. Y vos no sos Luis Miguel.
A veces duele ver ciert as cosas y por eso preferim os no verlas,
convenciéndonos a nosot ros m ism os de que son de ot ra m anera.
A part ir de est e m om ent o com ienza una bat alla. Y sos vos cont ra
ella. Suena feo, pero es así. Y hay que ganarla.
Para eso es fundam ent al asum ir la realidad de la sit uación
ut ilizando la m ent e y no el corazón, com o dij im os ant eriorm ent e. No
nos hagam os t ram pa j ugando al solit ario.
Mi am igo Willy una vez en una sobrem esa, hablando de su novia y
ant e la sorpresa de t odos dij o: “ La I sa es m uy buena… pero m uy
put a” .
Un fenóm eno, ¿cóm o iba a decir que la novia era m uy put a? Y
bueno, si en realidad lo era, era m ej or asum irlo.
Tal vez cuando conocist e a t u ex, ella est aba de novia con ot ro
t ipo y lo dej ó por vos. Pero claro, vos eras un t ipo especial y el ex era
un paquet e. Las pelot as. Si hace un t iem po ella fue capaz de hacer
eso con alguien, ¿por qué no podría volver a hacerlo con vos? Es
fundam ent al que asum as la verdad de la sit uación por dolorosa que
sea.
Dej á de pensar que t u ex es única en el m undo. Es igual que
t odas, o que la gran m ayoría. ¿Creíst e que era diferent e? Bueno, los
hechos act uales t e est án dem ost rando que no. ¿Duele? Y sí… duele,
pero es m ej or darse cuent a de t odo, asum irlo y t irarse a llorar un par
de horas ( o de días) en la cam a boca abaj o y a los grit os, que seguir
pensando cosas que no son reales.
Es clásico engañarse creyéndoles, por ej em plo, cuando nos dicen
“ Est oy confundida” .
¿Alguna vez est uvist e “ confundido” con respect o a lo que sent ís
por ella?
No.
Si alguna vez hubieras est ado “ confundido” , ¿se lo hubieras
dicho?
No.
Lo que hubieras hecho en ese caso es esperar a que se t e pase la
“ confusión” ant es de abrir la boca y hacer m acanas.
Y ent onces, ¿por qué ella dice con t ant a nat uralidad y seguridad
“ est oy confundida” ?
En el am or nunca nadie est á confundido. La confusión no exist e.
Uno se confunde cuando en lugar de agarrar por una calle agarra
por ot ra y se va a parar a la m ierda.
Todo el m undo sabe perfect am ent e si quiere o no a su parej a.
O sea que ahí t e est á m int iendo. Reconocelo. No t e engañes.
Puede ser que no t e quiera m ás, o que sí t e quiera pero hay algún
nabo que le est á m oviendo el piso. Oj o, dij e el piso y no el guiso ( al
m enos por ahora) .
Bueno, che… lo del guiso fue un chist e… no t e pongas así… pero
guarda, hay que ser fuert e con respect o a t odo. Yo sé que es casi
im posible m ancarse la idea de que t u novia o ex novia est é en bolas
en la cam a con ot ro t ipo, pero si esa es la realidad que t enem os que
enfrent ar, t am bién vam os a t ener que poner huevos y asum irla, y no
t rat ar de t aparla para no verla. Porque en ese caso est aríam os
viviendo una sit uación irreal y nuest ro accionar nunca nos conducirá
a buen puert o.
Sería algo así com o est ar en New York creyendo que est am os en
París y decirle a un t axist a que nos lleve a la t orre Eiffel.
Evident em ent e no vam os a llegar a ningún lado.
O sea. Conozcam os y asum am os la realidad de lo que est á
pasando.
Si le gust a ot ro t ipo, le gust a ot ro t ipo.
Si es lesbiana, es lesbiana.
Si es m edio at orrant a, es m edio at orrant a.
No disfracem os las cosas aunque duelan.
Desaparecé
Riiiiing, riiiiing.
Ella: Hola.
El: Hola Mariana, soy Germ án.
Ella: Ah, com o est ás. ( Epa, no se not aba m ucha em oción) .
El: Bien… Me gust aría que hablem os un poco. ¿Podríam os ir a
t om ar un café?
Ella: Hoy no puedo.
El: ¿Mañana?
Ella: Mañana t am poco.
El: Bueno, ¿cuándo?
Ella: Y… podría ser… el viernes.
Y ahí fue com o quedaron en verse el viernes, pero obviam ent e
algo no olía bien. La act it ud de ella no era acorde a lo descrit o por
Mart a.
Y se encont raron nom ás.
Cuando Germ án le propone que vuelvan a est ar j unt os, ella m uy
en superada le dice que no. Que en t odo caso volverían a hablar al
regreso de su viaj e.
Y ni rast ros de las lágrim as, ni de los “ lo ext raño” y los “ lo
quiero” .
Y com o si t odo est o fuera poco y por el m ism o precio, la t ipa se va
de viaj e ( m uy t ranquila sabiendo que su ex est aba m uert o con ella y
esperándola) , conoce ot ro t ipo y se “ confunde” m ás t odavía, m ot ivo
por el cual a su regreso, cuando Germ án la llam a, ella le saca una
t arj et a roj a m ás grande que una casa.
Conclusión, nunca acept es consej os de m uj eres. Ellas ven las
cosas desde ot ra ópt ica. Puede ser que alguna vez aciert en en algo,
pero ést e sería un hecho fort uit o.
Es m uy sencillo, no pueden dar consej os sobre lo que no saben.
Ellas, excluyendo las lesbianas, nunca se levant aron una m ina, nunca
una m uj er las dej ó, ni nunca t uvieron que rem ar para recuperar una.
Ellas que opinen de hom bres porque de m uj eres no saben nada.
Y si no fij at e cuando la ven a Pam ela Anderson y t e dicen: “ Mide
un m et ro cincuent a” y a vos t e dan ganas de decirle: “ ¡Y a m í que
caraj o m e im port a cuant o m ide! ” , o que t al o cual “ est á t oda
operada” , y vos la part irías com o un queso.
Las m uj eres no pueden opinar sobre m uj eres.
La lástima, el peor enemigo
“Lo que pasa es que m e da lást im a” , dij o Alej andra con respect o a
Albert o, su ex novio. Y ése seguram ent e fue el final de las aspiracione
de Albert o de recuperar a Alej andra.
Es m uy probable que en el m om ent o de cort ar, ella no sint iera
lást im a por él, pero las act it udes que ést e t om ó en pos de recuperarla
despert aron ese sent im ient o en ella.
Cuando una m uj er sient e lást im a por un hom bre se acabó el
j uego. Y el hom bre perdió.
La persona que en algún m om ent o sint ió am or por nosot ros, y
ahora nos ve m al por su culpa, es probable que sient a lást im a.
La lást im a es un recurso que ut ilizan algunos hom bres com o un
últ im o salvavidas sin darse cuent a que est án t rat ando de florar
agarrándose de un yunque.
Com o Pablo, que con un aerosol negro pint ó en una pared en
frent e de la casa de su ex un graffit i que decía: “ Me enseñast e a
am art e pero no a olvidart e. Pablo” .
Pablo cagó.
Las m uj eres no vuelven con uno porque le t ienen lást im a. La
lást im a no es un sent im ient o que provoque am or.
Parece lógico pensar que si una m uj er nos quiere, no le gust e
vernos sufrir, y si est am os sufriendo porque ella nos dej ó y no desea
last im arnos, va a volver con nosot ros. Pero no.
La lást im a y el am or son dos sent im ient os que nunca pueden
coexist ir.
¿Y por qué pueden t enernos lást im a?
Porque un am igo nuest ro va y le cuent a lo m al que est am os. ( Por
lo general por indicación nuest ra) .
Porque nos encuent ra hast a en la sopa con cara de “ m i am or no
puedo vivir sin vos” . ( Busqué infruct uosam ent e ot ro ej em plo para esa
cara, pero no lo encont ré. Es única.)
Porque le suplicam os.
Porque lloram os.
Porque le escribim os una cart a cont ándole que no podem os est ar
sin ella.
Porque se lo escribim os en una segunda cart a por si no ent endió
la prim era.
Porque andam os desaliñados y con barba de una sem ana.
Porque llam am os por t eléfono doce veces por día.
O t e quieren o t e t ienen lást im a, por lo t ant o si provocam os
lást im a, est am os evit ando que nos quieran. Y si no nos quieren no
vuelven. Elem ent al Wat son.
Si saben que estás muerto,
estás muerto
Ellas deciden. Nosot ros acat am os. Aunque para despoj arse un poco
de la culpa digan: “ Fue algo m ut uo” . Y t ango lo dicen que hast a
nosot ros t erm inam os creyéndolo.
Si la sit uación act ual es que nuest ra m uj er no quiere est ar con
nosot ros por el m ot ivo que fuera y eso nos t iene ext rem adam ent e
m al, significa que nosot ros no decidim os nada. Si hubiéram os t enido
oport unidad de decidir hubiéram os dicidido seguir j unt os. Y son ellas
las que dicen “ Ahora sí” o “ Ahora no” .
Puede pasar por ej em plo una sem ana de separación con nosot ros
ext rañándolas com o locos y t al vez pensando que la sit uación no se
recom pondrá.
Suena el t eléfono.
Nuest ro corazón com ienza a lat ir com o si acabáram os de correr la
m arat ón de 9 de Julio. No querem os que se dé cuent a de que
est am os t an hechos de gom a que at endem os al prim er llam ado,
ent onces esperam os a que suene t res veces. Jam ás dej aríam os el
cont est ador por m iedo a que ella no quiera dej ar un m ensaj e
grabado. Respiram os hondo, ponem os voz de locut or de FM y
decim os:
- Hola.
- Hola querido, habla la t ía Francisca.
Tía Francisca y al reput a m adre que t e re- m il parió.
Y así put eam os para nuest ros adent ros a cuant o fam iliar o am igo
llam e en esa sem ana. Porque aunque no nos gust e reconocerlo,
est am os esperando que ella quiera volver a vernos y se digne
llam arnos.
Finalm ent e un día, levant am os el put o auricular y es ella. Quiere
vernos. Hay posibilidades de un arreglo. Por supuest o, cuando nos
pregunt a - ¿Cuándo podem os vernos? –le cont est am os: - ¿Podés
ahora?
Prim er gran error.
Lo esperable sucede. Nos encont ram os, charlam os un poco, nos
abrazam os, nos besam os y creem os que ya est á t odo solucionado y
que nos encam inam os j unt os hacia una vida llena de dicha y felicidad
donde est e m al t rance sólo se verá com o un pequeño recuerdo que
será t apado por m illones de buenos m om ent os.
Segundo gran error.
Ella decidió dej arnos, nosot ros acat am os.
Ella decidió volver, nosot ros acat am os.
Ni bien nos ext rañaron un poquit o, nos llam aron y ahí est ábam os.
Pero, ¿est á solucionado el problem a de fondo que generó el
conflict o?
No.
Tal vez nosot ros cream os que sí. Pero no.
Y ent onces, si no est á solucionado, ¿por qué volvieron?
Porque nos ext rañaron un poquit o.
Ent onces la cosa no sólo que no m ej oró sino que em peoró. Porque
ahora sabe que si una vez pudo irse y volver, puede hacerlo
nuevam ent e. Ent onces a la m enor duda en sus sent im ient os se
vuelve a ir. Tot al… se puede volver. En esos m om ent os som os com o
un yo- yo. Siem pre nos t ienen enganchados del hilit o.
Nos t iran cont ra el piso, nos hacen pat inar un rat o y cuando se les
da la gana, ¡¡¡Hop! ! ! Dan el t ironcit o y nos t ienen ot ra vez en la
m ano. Ent onces se ent usiasm an y em piezan a j ugar m ej or. Y nos
hacen hacer el perrit o, y el t riangulit o, y la vuelt a al m undo. Y
después vuelven a dar el t ironcit o y ot ra vez arriba. La t endencia es
que est o se repit a hast a que un día se aburran de j ugar al yo- yo, se
desenganchen el hilo y se lo regalen a algún prim it o o lo t iren a la
m ierda.
Ant e est as sit uaciones sólo hay una salida.
Tener el quiero. Com o en el t ruco.
Revert ir la sit uación de m anera t al que sient an que no son ellas
las que deciden y nosot ros los que acat am os.
Es difícil. Muy difícil. Pero la del yo- yo no nos lleva a ningún lado.
Hay que cort ar el hilo. Si est am os separados por decisión de ella, por
supuest o hay que esperar que llam e. Jam ás llam ar nosot ros. Aunque
encont rem os una m aravillosa excusa t al com o “ Tengo t u osit o” o
“ ¿Querés t us fot os?”
Si quiere su osit o o las fot os t e las va a pedir. Es probable que lo
haga y que est o sea una excusa de ella para vert e.
Que no lo logre. Si quiere vert e que t e lo diga con t odas las let ras
com o cuando t e dij o que no t e quería ver m ás. Si ese es el caso,
decíle que si quiere sus cosas pase a buscarlas en un m om ent o en el
que vos no est és. Ahí la vas a desconcert ar y por prim era vez le va a
t em blar un poco el piso.
Sí, ya sé, para hacer est o t enés que ser San Mart ín. Pero no t e
queda ot ra. Te aseguro que si querés reconquist arla en serio, no t e
queda ot ra. Com o ya dij im os ant es, si nos quiere va a llam ar, y si no
nos quiere, para qué querem os que llam e.
Ella, suponiendo que t iene el yo- yo en la m ano, va a llam ar para
que se encuent ren y hablar. Y ese es el m om ent o para que el yo- yo
cam bie de m ano.
Ahí es cuando vos t enés que pasar a t ener “ el quiero” .
¿Cóm o? Sencillo.
Hay que t ener huevos, pero es sencillo. Le decís que esa sem ana
no podés. Y bueno… t e dij e que había que t ener huevos.
¿No los t enés?
Ah bueno, ent onces le decís que esa sem ana no podés, que a vos
t am bién t e est án pasando cosas y que t am bién t enés que aclarar un
poco t u m ent e ( sanat a t ot al) ant es de hablar con ella. Y lo que es
fundam ent al, no pongas en esa prim era conversación ninguna fecha,
ni lej ana, para ese encuent ro. Lim it at e a decir: “ Yo t e llam o” . Ese “ Yo
t e llam o” hizo que t odo cam biara. Ahora ya no es ella la que decide y
vos el que acat a. Ahora ella no puede hacer m ás que esperar t u
llam ado y vos ya no t enés ese nudo en el pecho. Te sent ís m ás
desahogado porque sabés que el “ quiero” lo t enés vos.
Se le cort ó el hilit o del yo- yo.
Dej á pasar un t iem po prudencial.
¿Cuál es el t iem po prudencial? No lo sé, depende el caso, pero
com o regla general t e diría que cuant o m ás aguant es m ej or, y que
nunca ese t iem po sea inferior a t res días. Lo ideal es que t enga un fin
de sem ana en el m edio, donde ella se rom pa la cabeza pensando que
vos, t eniendo la posibilidad de llam arla, t e fuist e de j oda solt erit o.
Si t e vuelve a llam ar insist iendo, volvé sobre lo m ism o: “ No
puedo, yo t e llam o” . Eso sí, después de que se arreglen no t e m andes
la ranada de cont arle lo m al que est uvist e en el t iem po que
est uvieron separados, que no podías dej ar de pensar en ella, que en
realidad ese fin de sem ana t e quedast e t irado en la cam a rodeado de
sus fot os y sus cart as. Eso le volvería a poner el hilo en el dedo y se
t ent aría de volver a j ugar.
Que por unos días sient a que t al vez vos no la llam es, que t al vez
no quieras volver, que t al vez t engas ot ra. Después la vas a llam ar,
se van a encont rar, van a hablar y seguram ent e se van a arreglar.
Pero porque vos quisist e. No porque ella lo decidió y vos acat ast e.
Eso va a hacer que t odo cam bie de ahí en adelant e. Ahora que
sabe que no sos un j uguet e t e va a valorar m ucho m ás.
No le aflojes la pelota
En sit uaciones com o la ant erior o sim ilares, a veces nos puede dar
la sensación de que no est am os excediendo. Que est am os haciendo
sufrir a la ot ra persona m ás de la cuent a. Y t al vez sea ciert o, pero
ese no es nuest ro problem a. Cuant o m ás nos ext rañe y sufra por
nosot ros la ot ra part e, dicho sea de paso la que provocó el conflict o,
m enos posibilidades hay de que en el fut uro se vuelvan a repet ir
est os acont ecim ient os.
•
querés?
O que realm ent e t e quiera. Si es así, act uando de la m anera
adecuada, ést a no va a ser m ás que una sit uación pasaj era que
vos no sólo vas a revert ir, sino que vas a capit alizar a t u favor.
En est e últ im o caso, por lo general el m ás com ún dado que las
m uj eres son t odas unas hist éricas y les encant an est as idas y
venidas, hay que preparar una j ugada para recuperarlas.
Si llevo a cabo la opción uno, ella podría pensar que realm ent e
est oy de acuerdo con t erm inar. No va.
Si llego a cabo la opción dos, descargaría la bronca que t engo,
pero est o haría que ella piense que est oy enoj ado, que la odio y que
no la quiero ver m ás. Tam poco va.
Si llevo a cabo la opción t res, m e colocaría m uy por debaj o de ella
y no es la im agen que quiero dar. No m e convendría en absolut o.
Tam poco va.
Si llevo a cabo la opción cuat ro t al vez m e diga “ OK” , m e devuelva
m is fot os y ahí se t erm ino la hist oria. Yo ya habría hecho m i j ugada y
se t erm inaría el part ido.
Linda canción. Muy rom ánt ica por ciert o. Creo que a t odos los
novios abandonados nos gust aría poder cant ársela a nuest ra ex.
Claro que ant es de hacer est o sería convenient e t ener en cuent a un
par de cosas, com o por ej em plo que si t u novia t e dej ó por ot ro le
im port a bast ant e poco cuant o m ás la conocés en com paración con su
nueva parej a.
Es m ás, el hecho de que el ot ro no la conozca t ant o le da m ás
em oción a la nueva relación, dado que hay m ucho por descubrir.
Tam bién le im port a bast ant e poco, por no decir nada, cuant o la
am ás. De lo cont rario no t e hubiese dej ado. Y dado que ella no t iene
bronca, sino que sim plem ent e se enam oró de ot ro, podríam os decir
que hast a preferiría que no la quisieras m ás.
Y con respect o a si el ot ro t iene la sensibilidad de encont rar el
punt o exact o donde explot ar al am ar, lam ent ablem ent e debem os
asum ir que sí la t iene.
Nos encant aría saber que no, pero sí, la put a que lo parió, la re-
t iene. Y si no la t iene, ella se va a encargar de enseñarle
absolut am ent e t odo cuant o necesit a saber.
Hablarle de nuest ros sent im ient os a nuest ra ex, para convencerla
de que volvam os a est ar j unt os es com o ir a una concesionaria de
aut os y cont arle al dueño cuánt o anhelam os t ener la cupé roj a que
est á en exposición.
En la put a vida el t ipo nos va a decir “ Bueno, si t ant o la quiere
llévela nom ás” .
A nuest ra ex le im port a un pit o cuánt o la querem os. Lo único que
puede hacer que vuelva es que ella nos quiera.
El hecho de decirle: “ Pero yo t e quiero…” no va a conm overla ni a
hacer que cam bie sus sent im ient os. A lo sum o le darem os lást im a, y
com o vim os unos capít ulos at rás, ese es el com ienzo del verdadero
final.
Usem os el cerebro. ¿Qué es lo que nos hace pensar que diciéndole
lo que sent im os, ella va a sent ir lo m ism o por nosot ros? En ot ras
palabras lo que est am os diciéndole es: “ Vos quedat e t ranquila y
disfrut á de t u solt ería, o de t u nueva relación que igual yo sigo
est ando acá reenam orado, esperándot e para cuando quieras volver a
est ar conm igo” .
¿Alguna vez le diríam os aso? Ni en pedo. Pero de una m anera m ás
resum ida, con el “ yo t e quiero…” se lo est am os diciendo.
Si seguim os usando nuest ro cerebro, nos vam os a dar cuent a
t am bién que si ella nos dej ó, no sólo no deberíam os decirle que aún
la querem os, sino que deberíam os est ar al m enos algo enoj ados,
dado que no hace m ucho t iem po nos dij o un m ont ón de cosas y t al
vez nos hizo un m ont ón de prom esas que acaba de t irar por la borda.
Si a pesar de t odo est o, cuando la vem os le recordam os que la
querem os, ¿qué im agen de nosot ros le est am os dando? ¿No nos
est arem os desvalorizando ant e sus oj os?
Es m uy lógico que ella piense: “ Le dij e que lo quería, le prom et í
m il cosas, lo dej é, quedó al descubiert o que le m ent í, y el t ipo t odavía
viene y m e dice que m e quiere” .
Am pliando el concept o ant erior creo que est am os en condiciones
de asegurar que no sólo que no les im port a que las querram os, sino
que adem ás hast a les puede llegar a m olest ar.
Recordem os ent onces que la form a de recuperarla no es hablarle
de nuest ro am or, sino hacer con diversas acciones que ella se de
cuant a de sus propios sent im ient os con respect o a nosot ros.
“ Te quiero, t e am o, t e necesit o” , a veces pueden significar “ Soy
un idiot a que sin vos no puede vivir a pesar de que t e hayas
com port ado conm igo com o la m ism ísim a m ierda” .
Guardem os esas palabras rom ánt icas para los m om ent os en que
realm ent e las m erecen, y para cuando al decirlas provoquen el efect o
que buscam os.
Esa nueva relación “Free”
Lucas est aba de novio con Luciana desde hacía t res años. Tenían
una relación bast ant e t urbulent a, con m uchas idas y vuelt as pero se
querían con locura. Lucas no concebía la vida sin Luciana. Ella t enía
que ser la últ im a m uj er de su vida.
En varias oport unidades se vieron dist anciados por cort os
períodos de t iem po, pero siem pre volvían a est ar j unt os. No podían
vivir el uno sin el ot ro.
“ Est oy segura que sos el hom bre de m i vida” era una de las frases
favorit as de Luciana.
“ Te am o” , era ot ra.
“ Te necesit o t ant o…” era ot ra.
En fin, la cant idad de frases favorit as era innum erable.
Tenían un enganche t al que daba la sensación de que pasara lo
que pasara, siem pre volverían a est ar j unt os. Se querían dem asiado.
Una noche Luciana y Lucas est aban t om ando algo en uno de esos
rom ánt icos lugares para parej as, con luz t enue y m úsica lent a.
Luciana lo m ira y le dice: - El próxim o j ueves m e voy a Bariloche a
vivir un año.
Lucas no sabía si lo que había escuchado había sido una ilusión
ópt ica del oído, o si lo que est aba t om ando le había afect ado el
cerebro, o si Luciana le est aba haciendo un chist e de pésim o gust o.
- ¿Qué el j ueves qué? –se lim it ó a pregunt ar.
- Sí, lo que escuchast e. El j ueves, ( era lunes) m e voy a vivir un
año a Bariloche.
- ¿Y qué vas a hacer en Bariloche?
Luciana le respondió que no sabía, que necesit aba encont rarse
con ella m ism a, o alguna pelot udez por el est ilo. Que sólo cont aba
con t reint a pesos y un pasaj e en t ren de ida y que se iba a lanzar a la
avent ura de irse y conseguir algún t rabaj o. Unos parient es lej anos
t enían una host ería. Em pezaría probando suert e por ahí y luego vería.
Obviam ent e algún t rabaj o iba a conseguir seguro, dado que era
una t errible yegua rubia de un m et ro set ent a y cinco y 110- 60- 90.
Lucas quería despert arse, pero est aba despiert o. La cabeza le
daba vuelt as com o un t rom po y le cost aba ordenar sus pensam ient os
com o para decir algo coherent e.
Luciana seguía hablando, pero él est aba com o volando. De
repent e baj ó a la t ierra y escuchó que ella con t ot al nat uralidad
est aba diciendo: “ …porque un año pasa pront o…” .
¿Un año pasa pront o? El no podía est ar lej os de ella ni un día. En
ningún m om ent o creyó posible el hecho de que se fuera y al año
volviera a buscarlo y t odo cont inuara.
Era el fin. Si ella se iba, él sabía que no volvía m ás. Y si volvía
dent ro de un año, era lo m ism o. Est ar sin ella un año com o diez años
o t reint a años, daba exact am ent e igual.
Y llegó el j ueves.
Y se fue.
Lucas se despidió de ella el m iércoles, dado que había decidido no
ir a la est ación el j ueves. Hubiera sido dem asiado fuert e ver alej arse
ese t ren.
Est á de m ás decir com o se sint ió Lucas a part ir de ese m om ent o.
Todos los días est aba pendient e de una llam ada, una cart a o t al vez
una aparición inesperada.
No volvió a verla, ni a hablar con ella nunca m ás.
De est o ya pasaron dieciséis años.
Al principio le cost ó sobreponerse. Cada nueva relación que
int ent aba com enzar le t raía recuerdo de ella. Con el t iem po com enzó
a sent irse m ej or, hast a el punt o en que logró hast a reírse de su
propia hist oria. Nunca supo bien cuando fue el m om ent o exact o en
que dej ó de sufrir por ella, si es que hubo un m om ent o exact o.
Claro que Lucas no se t om ó al m es un t ren para ir a verla, ni
averiguó donde est aba, ni le escribió, ni nada. Asum ió que si ella se
había ido era porque no lo quería y cualquier cosa que él hiciera sería
pero.
Tenía que ponerse en cam paña de form a inm ediat a para volver a
sent irse bien. Si ella volvía m ej or, pero si no, había que seguir
viviendo y no había t iem po que perder.
El t iem po se encargó de hacer el rest o.
El t iem po t ransform a t odo am or en casi nada, dice Robert o
Carlos. Y decim os en “ casi” porque lo único que queda es un lej ano
recuerdo que no produce absolut am ent e nada. Lucas est á casado
desde hace cuat ro años y t iene una hij a de t rece m eses. Hoy en su
corazón ya no quedan ni rast ros de Luciana.
Lo que le pasó a Lucas fue feo. Su novia se fue porque ya no lo
quería y cont ra eso no hay t écnica que valga. Pero hast a en ese caso
hay solución para volver a sent irse bien. Se necesit a am or propio y
t iem po.
Si est ás at ravesado una sit uación sim ilar, pensá que es pasaj era.
Aunque t e parezca que no, que va a durar para siem pre. El t iem po es
t u aliado. El va a hacer que un día, t al vez no m uy lej ano, t odo est o
que est ás pasando sea nada m ás que un m al recuerdo.
Tu amigo el dolor