La vuelta de
Pedro Urdemales
Floridor Pérez
\Vuelve este popular personaje de la
tradicion folclorica hispana. Pedro es el
pillo que trata de sacar provecho de
toda circunstancia, Sin embargo, como
‘explica el autor, la opinién mas
importante sobre Pedro "es la que cada uno
se forme después de conocer las aventuras
y desventuras de este tipo sufrido y divertido,
de este huasito que, segtin dicen que dice,
viene del campo, pero no de las chacras...".
Floridir Pérez nacio en Yates, “Chiloé
continental", en 1937. Ha sido profesor
de escuela y universidad por muchos afios
y ha escrito libros para nifios y adultos.
En el dificil género de la poesia infantil
ha publicado Cielografia de Chile y pronto
aparecera Navegancias. También ha escrito
Cuentos de siempre para nifios de hoy, Mitos
y leyendas de Chile y biografias de Manuel
Rojas, Francisco Coloane, Gabriela Mistral y
Pablo Neruda, Desde 1988 dirige el
Taller de Poesia de la Fundaci6n Pablo
Neruda y desde 1989 escribe la revista
Tateas Escolares Zig Zag,
ALFAGUARA
cs){INDICE
Pedro Urdemales, un huaso del
campo, pero no de las chacras ..
Una verdad
del porte de un certo
La apuesta con un eampedn rau. 13
Las ctes flores. 17
Los cerdos empantanados vse 23
El charqui pat Julio
El cartero def otro mundo sone 35
Laollita de viru ... oer)
Ganar mucho y perderto t040 sn 45
El drbol de la plata 53
EL huevo de yegua .. 7]
El sombrerito buen pagador sun. 61
Glosario . 67
‘Scanned with CamScannerPedro Urdemales,
un huaso del campo,
pero no de las chacras
Cuando yo era nito, convct a
Pedro Urdemales en mi Libro de Lec-
‘ura, donde era el cartero del otro
mundo. A la salida de la escuela me
volvia lentamente a casa, deteniéndo-
‘me en cada esguina sin perder la espe-
ranza de verlo entrar al pueblo mon-
tado al revés en un burro, mirando
hacia atrds...
7 Ue - raes.1 Cae ese apellida
de resulta bien diflll negar su fama de
pille. Sin embargo, & asegura gue no en-
‘gata a nadie, ;Otra cosa muy distinta es
que nose deje engahar!
Yyo diria que junto con algu-
‘nas diablaras suele darles un merecido
‘Scanned with CamScanner8
excarmiento a los avaros, que quisie-
ran tener una ollita que caliente sin*
‘fuego, 0 un drbol que en vez. de frutos
‘dé dinero, 0 un sombrerito que pague
ss gastos...
Pedro Urdemales les dice «no,
seflores: si quieren gastar menos, ¢0-
nomicen combustible, génense el dine-
10 con el sudor de su frente y paguen
sus deudas»,
Pero la opinién mas importan-
tees la que cada uno se forme deiputs
de conocer las aventuras y desventuras
de este roto sufido y divertio, de ete
aso que, segin dicen que dice, vie-
ne del campo, pero no de las chacras.
Hloridor Pérez
‘Scanned with CamScannerUna verdad del porte de un cerro
Un pueblino de esos que creen
saberlo todo, se encontré con Pedto Ur-
demalesen un polvoriento camino rural.
‘Al verlo de chupalla, pan-
talén aremangado y ojotas, se le
‘ocurrié burlarse de ese huasito.
‘A poco de entablar conversa-
cién, le
Y qué tal es para calcular,
—Me defiendo no més, sefor
~respondié Pedro, con humildad.
—Bueno pues, digame en-
tonces, ide cudntas camionadas cal-
cula usted que podefa llevarme a ta
ciudad aquel cerro?
‘Scanned with CamScanner2
Y le mostraba el cerro més al-
to del fugar, en cuya cumbre una
enorme cruz parecia abrazar al valle.
Pedro se acomodé la chupalla
con aire pensativo:
—Eso depende del tamafio de
‘su cain, caballero. Si su camién es
de la mitad del cetro, va a necesitar
dos camionadas. Pero si se consigue
tun camién del porte del cerro, ide
una camionada se lo lleva!
Sy
La apuesta con un campeén
Una helada mafiana de invis
no, camino de la ciudad, Pedro Ur-
demales encontré un gorrién casi
escarchado, que ni podla caminas,
mucho menos volar.
Compadecido, lo recogié y se
lo eché al bolsillo.
Entrando a la ciudad pasé
por el estadio, donde se entretuvo
rmirando a un atleta que se entrenaba
en el lanzamiento de la bala.
Pedro parecfa tan interesado,
que el deportista pens6 jugarle una
bbroma y lo llamé a la pista.
—Pareces un huaso forzudo
-lc dijo a modo de saludo- y si me
‘Scanned with CamScanner8
ganas a laazar la bala, ce invitaré a
una parcillada en el restaurante del
frente.
De una cancha vecina habla
caldo una destefiida pelota de tenis,
yel lanzador la tomé, sirnulando que
pesaba como las balas de fierro con
que se estaba entrenando. Luego, to-
mando impulso, la lanz6 con cl
fuerza, que fue a caer debajo de las
galerias de la cancha de fitbol.
jLejazos la tiré! ~comenté
Pedro agachéndose a recoger algo
Alléen el campo sélo lanzo pefiasca-
20s ~explicé-, de modo que lanaaré
esta piedra.
Y mientras el atleta aprobaba
sin preocuparse de lo que lanzara,
Urdemales cambié la piedra por el
gorrién que llevaba en el bolsillo.
jAIls val ~exclamd Pedro
lanzando el pajarillo que, repuestas
‘Scanned with CamScanner6
sus energias y recobrada su libertad,
‘old, volé y volé en linea recta.
El atleta no salfa de su asom-
bro, mieneras eso que crefa una pie-
dra cruzaba sobre la pista las galerfas
y hasea las blancas murallas del Esta-
dig Municipal
Por un momento temid que el
peiascazo fuera a caer justo en los
ventanales del restaurante del frente,
donde ahora deberta it a pagar su
puesta a Pedro Urdemales, que ya lo
esperaba con un hambre olimpica
By
Las tres flores
Bl fundo Las srs flores era la
admiracién de todos en la cofarca.
‘Alls agricultores se les hacfa agua la
boca ver sus rubios crigales, y a los
hhuasos jévenes, las rubias trenzas de
las tres hermosas hijas de su propie-
tario: Rosa, Margarita y Jazmin.
Sea porque el padre no se con-
solara de su temprana viuder, sea que
pensara que en la zona no habla amis-
tades dignas de lo cierto es que rara
ver salla de su propiedad. 2¥ las nifias?
iApenas podla vérselas algunas veces,
tas un velo de polvo levantado por su
caballo cochero trorando rumbo a la
ciudad! Si fas nifias se animaban a
‘Scanned with CamScannerpedir permiso para paseos o fiestas la
respuesta del padre era siempre: jno!
Bra difkil creer, entonces, que
Pedro Urdemales pudiera presencarse
con las tres sefioritas en la inaugura-
cin de las préximas ramadas de Fies-
tas Patras, Pero ast lo habfa asegura-
do él en unas carreras ala chilena. Y
Jas apuestas no se hicieron esperar.
La més sonada fue la de un
conocido agricultor, que le prometié
un caballo ensillado si legaba con las
tes nifias... Pero si no lo consegula,
deberia cosecharle a echona, sin ayu-
day gratis, una cuadra de igo.
‘Como vispera de fiesta, en las
casas del fundo Las tres flores ese 17
de septiembre se almorz6 cazuela de
pava y empanadas de horno. Hasta
una jarca de vino de su propia mesa
mand6 el patcén a la cocina, pero
aunque todo estaba sabroso y todos
‘Scanned with CamScanner2
{gozaban la comida y la bebida, Pedro
Urdemales andaba desabrido. ;C6-
‘mo harla para ganar la apuesta?
La inauguracién oficial de las
ramadas serfaalas siete de la tarde, y
alas cinco, metido ya en su pantalén
de mezclilla y su camisa a cuadros,
Pedro recibié la orden de acompafiar
al patrén a la loma, Dos lefiadores
hablan descubierto alll un decrumbe
‘en un canal de riego, y era urgente
remediarlo. Como para ese caso de
nada servian las hachas de los lefa-
dores, el pattén le dijo a Pedro:
—Te veo demasiado clegante
para esto: te puedes ir a esas rama-
das, pero antes mandame a Ruperto
con las tres palas grandes.
Las tres..ts, pensé Flin Pe-
dro y vold cuesta abajo,
Ya.en la casa, se planté frente
a las eres hermanas:
2
—El patrén se ha arrepentido
de negarles permiso, sefioritas, y me
manda que las Hleve a las tres a la
inauguracién de las ramadas.
Y como a las bellas nifias, con
toda razén, les costaba creer lo que
ofan, les dijo:
—Asomense a esa puerta y lo
verén.
‘Acto seguido se pard en me-
dio del patio y, haciendo bocina con
las manos, grité hacia la loma:
las teees... y pron-
Ya ven “les dijo Pedro- y a
1 no le gusta repetir las Grdenes.
Yeso sf lo sablan muy bien
sus hijas.
‘Scanned with CamScanner2
Y mientras Ruperto subfa la
Joma cargando las tres palas, por la
puerta del fondo Pedro subfa su pre-
ciosa carga al coche. Y no paré el
tote hasta ver las banderas de las ra-
madas ondeando al viento.
ad Fyre
Los cerdos empantanados
‘Aburrido de su fama de hom-
bbre poco serio, Pedro Urdemales se de-
idi6 a buscar trabajo, y lo encontré en
una granja.
Y sucedié que el granjero, des-
contento con su crianza de cerdos, se
decidié a vender el iltimo piti
—Dan poca ganancia -