Aunque el uso de plaguicida ha generado beneficios concretos en la
producción agrícola, el empleo inadecuado de los mismos expresado en términos de tipos de plaguicida, toxicidad, numero de aplicaciones y sobredosificación ha producido diferentes formas de contaminación ambiental que afectan al suelo, agua, aire y a los productos agrícolas por la acumulación de residuos (Pierre y Betancourt, 2007).
El intenso uso de plaguicidas organosistéticos ha traído una serie de
problemas como la inducción de resistencia en plagas, la alteración del equilibrio dinámico de los ecosistemas terrestres y acuáticos, acumulación de residuos tóxicos, eliminación de enemigos naturales, el surgimiento de nuevas plagas y el incremento en los costos de producción. (Hernandez et al.,2000; Reyes et al., 2000; Rodriguez, 2000; Soto et al., 2000).
Con lo expuesto anteriormente la búsqueda e integración de métodos
alternativos para el manejo integrado de plagas, como productos biorracionales es una opción aceptable. Entre estos se incluye el uso de jabones agricolas