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T R AT AD O DE DERECHO A D MI N I STRATI VO

y o bra s sel ectas

TOMO 10
Libro I
Agustín Gordillo:
A MI PADRE: “ÉSTE SOY YO” (Carl Rogers)
Aprender y enseñar. Caos, creación y memoria

Libro II
Mario Rejtman Farah:
(Sección III por Isaac Augusto Damsky, coord.)
DIÁLOGOS CON AGUSTÍN GORDILLO
AGUSTÍN GORDILLO
MARIO REJTMAN FARAH
(Sección III por ISAAC AUGUSTO DAMSKY, coord.)

Tratado de Derecho
Administrativo
y obras selectas

TOMO 10

A mi padre: “Éste soy yo” (Carl Rogers)


Diálogos con Agustín Gordillo
Primera edición

FUNDACIÓN DE DERECHO ADMINISTRATIVO


Buenos Aires
2014
Gordillo, Agustín
Tratado de derecho administrativo y obras selectas : a mi padre Éste soy yo Carl Rogers - diálo-
gos con Agustín Gordillo . - 1a ed. - Buenos Aires : Fundación de Derecho Administrativo, 2014.
v. 10, 782 p. ; 23x16 cm.

ISBN 978-950-9502-56-7

1. Derecho Administrativo. I. Título.


CDD 342.06

TRATADO DE DERECHO ADMINISTRATIVO


TOMO 10
Libro I - A gustín G ordillo : A mi padre: “Éste soy yo” (C arl R ogers ).
Aprender y enseñar. Caos, creación y memoria.
Libro II - M ario R ejtman F arah (Sección III por I saac A ugusto D amsky ,
coord.): Diálogos con Agustín Gordillo

1ª ed., Buenos Aires, F.D.A., 2014

I.S.B.N.: 978-950-9502-56-7

Copyright by Agustín Gordillo y Fundación de Derecho Administrativo


Viamonte 749, piso 10, of. 8, Buenos Aires (C1053ABO), Argentina
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
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Este libro puede consultarse gratuitamente en [www.gordillo.com] autorizándose la reproducción
de su material con cita del autor y editor, título de la obra, sitio en la www, capítulo y parágrafo
o nota utilizado, o de la obra completa en su caso. El autor agradecerá cualquier sugerencia o
crítica, sea por carta en la dirección arriba indicada, por fax al (5411) 4322-2169, o al e-mail:
agustin@gordillo.com
Coautores: M ario R ejtman F arah e I saac A ugusto D amsky . La Fundación agradece a los coautores
por su generosa y desinteresada colaboración a sus finalidades sin fines de lucro.
T R AT AD O DE DERECHO A D MI N I STRATI VO
y o bra s sel ectas

TOMO 10
Libro I
Agustín Gordillo:
A MI PADRE: “ÉSTE SOY YO” (Carl Rogers)
Aprender y enseñar. Caos, creación y memoria
Tratado de Derecho
Administrativo
y obras selectas

TOMO 10

Primera edición

Libro I

Agustín Gordillo

A MI PADRE: “ÉSTE SOY YO.”


(Carl Rogers)
Aprender y enseñar. Caos, creación y memoria
Agradecimientos

A medida que avanzaba en la corrección fui sometiendo cambiantes versiones a


la opinión crítica de amigos y recibí sugerencias que ayudaron a superar muchas
imperfecciones. Agradezco de corazón sus consejos (puntualizando que también
los recibí de otros que por distintas circunstancias quedan en el anonimato), en
particular: M ario Rejtman Farah, Luis A. Carello, Nicolás Diana, Julio R affo,
Claudia Caputi, Ismael Farrando, Federico Campolieti, Daniela Ugolini, Jorge
Fernández Ruiz, Héctor A. M airal, M aría Isabel A zaretto, M aría A ngélica
Gelli, Daniel Enrique Butlow, Estela Van Acken, M arcelo Bruno Dos Santos,
Daniela A letti, Carolina Fairstein, Guillermo Bluske, M aría Eugenia Urquijo,
Julio I. A ltamira Gigena, Tadeo Leandro Fernández, Natalia M ainetti, A lberto
L. Zuppi, Josefina Pazos, Estela B. Sacristán, Graciela Güidi, Shaylih Muehl-
mann, José M aría F ernández , A lejandro Ruiz Schulze.
PRÓLOGO

Sumario

1. Esta escritura es parte de mí........................................................P-1 / 35


2. ¿Es acaso un colofón de mi vida?................................................... P-5 / 39
3. Es continuación de El Método en Derecho y Habilidades profesio-
nales.............................................................................................. P-6 / 40
PRÓLOGO

1. Esta escritura es parte de mí

Escribir es un dato fundamental de mi vida, como el derecho, que enmarca o al


menos transmite parte de quién soy.
Me es indispensable comenzar por allí, aunque deba emplear este Prólogo y el
primer capítulo para ello. Creo que no distraeré demasiado al lector al postergar
por una veintena de páginas el inicio de mi relato filial, pero si le interesa más,
puede empezar por el capítulo segundo, que es el verdadero comienzo. O puede
leer en cambio el cap. XV, “La factura de esta obra.”
Por doquier encontrará ligeras repeticiones, como las notas que marcan, con
resonancia interior, la cadencia de una música. Las principales reverberan un
eterno “éste soy yo.”
¿Por qué demoro en empezar? Yo soy también mi propia escritura. Estoy ha-
blando de mí, todavía no de mi padre. Es una lucha interna que tuve en todo
el trabajo. Al terminarlo, resultó ser un libro de introspección, que lleva a la
introspección del lector. No es una autobiografía, aunque por momentos se le
parezca. Pero no creo haber vivido una vida lo suficientemente interesante como
para justificar una biografía o autobiografía. Sólo algunos retazos de historia
sirven, tal vez, para guardar en el recuerdo.
Contaré pues algo de mi ser antes de mostrar el vínculo indisoluble que tengo
con mi padre. ¿Por qué mi padre y no mis padres? A pesar de que mi madre fue
mi sempiterno ejemplo de lectura constante, mi personalidad, según la entiendo,
tiene la impronta y es el reflejo de la de mi padre. La lectura es una herencia
materna; la personalidad, paterna, como contaré en este libro. La explicación
más sencilla es la cantidad de tiempo que cada hijo pasa en su vida con su ma-
dre y con su padre. Al trabajar el padre fuera de la casa, la relación filial se da
con intensidad natural con el progenitor presente en la casa, o sea la madre. En
nuestro caso, al trabajar todos en el mismo local y la misma casa, se produjo una
P-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

división de las tareas en la cual la relación mía con mi padre tuvo amplia oportu-
nidad de intenso desarrollo, pues él estaba siempre en el negocio y yo trabajaba
y estudiaba en el mismo local. Las charlas, indicaciones, consejos, comentarios,
respuestas a interrogantes infantiles, silencios y la educación por excelencia
que provoca el ejemplo del progenitor, se dieron en el negocio, por la cantidad de
tiempo allí compartido. Con mi madre tenía los almuerzos y las cenas; con mi
padre el resto del tiempo en vigilia.
Antes de las computadoras escribí con notas al pie de página. En la era digital
no es fácil y muchas editoriales agrupan las notas en algún lugar, haciendo o
no links.
Experimento aquí con notas dentro del mismo texto, con cuerpo e interlínea
menor y mayor sangría, que las haga visibles como anotaciones y no como parte
del texto.
En vez de footnotes, invento pues, estas midnotes. No seré Da Vinci, pero algo a veces se me
ocurre. Claro que pueden quedar como sus máquinas: Diseños que finalmente no sirven a
menos que otros los piensen mejor.

Hay distintos tipos de lectores: Los que leen o miran todas las notas, los que no
leen ninguna pues prefieren la lectura de corrido y otros, entre los que me cuento,
que según la ocasión curiosean el comienzo de alguna nota para determinar si
el resto les interesa o no y actuar en consecuencia. Mis notas no están escritas
para ser leídas en su totalidad, ni para que el lector vaya a sus fuentes salvo que
por algún motivo puntual le interesen. Pueden ser evitadas.
Mi vida se traduce en todo lo que he escrito y con ello en el oficio de escribir,
que aquí inicio con el relato de la puntual experiencia de haber escrito esta obra.
Todo este escrito es al mismo tiempo, en círculo vicioso o virtuoso, un aspecto
de mi vida. Ése, en parte, soy yo. A partir del capítulo II mostraré la simiente,
que es mi padre y avanzaré en nuestra compleja alquimia.
Este trabajo tuvo dos momentos definidos de escritura. El primero, desde la
Navidad de 2011 y el resto del verano de comienzos del 2012. Allí alcancé a algo
más de 300 páginas; luego suprimí cien y más tarde el libro volvió a crecer. El
título inicial y sus variantes giraron en torno a “A mi padre: Aprender y ense-
ñar (derecho o la vida).” Es un profundo sentimiento mío, pero no soy el último
sobreviviente de su espíritu indomable.
Una muy querida amiga, que tuvo importancia decisiva en mi vida intelectual,
me comenta alternativas como El magma interior; Caos y creación. Otra variante
es Pasión intacta de George Steiner. (Butlow.)
Los tres me gustan, pero el primero ­— que me deleita— mostraría mucho
mi natural inmodestia. He tenido versiones divergentes respecto a esto último,
desde algunos que piensan que tengo un problema de baja auto-estima (uno de
mis analistas, provocando risotadas de mi hijo mayor), otros que piensan que

36
prólogo P-3

soy modesto; yo que me creo en la cúspide de la montaña, como Schopenhauer y


además soy argentino.
Para darle la razón a su risotada, ironicé: ¡Y yo que dudo si soy el mejor o uno de los mejores
del mundo! Los amigos generosos me alaban, pero explican al mismo tiempo los problemas
que la descripción provoca: Infra, Libro II, sección III, “Homenaje,” pp. 635-683.

La cuestión no pasa por cuánto uno se estime a sí mismo, sino cuál es su con-
cepción científica. Hay quienes creen poseer la Verdad, otros que piensan que no
hay sino hipótesis susceptibles de demostración de su falsedad. Lo primero no es
necesariamente vanidad, es en primer lugar error; pero algunos pueden cometerlo
y además estar orgullosos de ello. (Errare humanum est, sed perseverare diabo-
licum.) Lo segundo no es modestia, es conocer la moderna filosofía de la ciencia.
No me considero modesto pero soy sencillo, hablo y a veces escribo coloquial-
mente, no tengo engolamiento ni soy ceremonioso, no soy demasiado formal en la
vestimenta. Fomento la crítica y el disenso y doy la razón a quien me demuestra
un error. Soy sincero, “brutalmente sincero,” como a veces me han dicho.
Me dicen que este libro es corto, que faltan datos y es cierto, está plagado de
omisiones mías, de mi padre y mi familia. Tampoco soy Castañeda ni a él nadie
pidió datos y fechas de su personaje mítico. Mi personaje fue un hombre real,
que vive en mi corazón, pero al que no sentiría homenajear bien si contara even-
tuales aspectos suyos, míos o familiares que no hacen a esta historia. Prefiero
dejar su imagen en un halo de misterio, como al resto de mi familia, junto a mi
vida interior.
Él deseaba que el tiempo se concentrara con eficacia para la finalidad a cumplir.
Otro gran amigo me dice que un subtítulo posible sería “lo que aprendí en
la vida, viví de acuerdo a ello e intenté transmitir.” Esa frase nos reflejaría por
igual a mi padre y a mí. Quien me conoce lo conoce también a él. Quien conoció
a mi padre me conoce a mí. Nuestras actividades fueron diferentes, nuestras
personalidades son casi iguales.
En marzo o abril de 2012 se cortó el impulso creativo y el trabajo quedó en
hibernación. Aproveché ese tiempo para leer o releer muchas biografías y auto-
biografías, memorias, testimonios de viajes y recuerdos, con la sorpresa que las
coincidencias metodológicas eran bajas.
Cada historia individual es única e irrepetible en el contenido, la secuencia y
la manera de contarla. Acá se agrega el dato que son solamente algunos momen-
tos de mi vida los que cuento. Basta leer las obras semejantes existentes, para
verificar que todas han sido únicas, como nuestra alma y nuestro DNA.
En el Musée de la Decouverte de París se explicaba hace décadas que las
combinaciones posibles del genoma humano son tres mil quinientos millones de
individuos diferentes. Con una población excedida de sus límites genéticos se

37
P-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

repetirán genomas, pero no seres humanos concretos: Varía el tiempo, el hábitat,


las interrelaciones, las propias vivencias, todo confluye en determinar quiénes
somos en cada caso. Todos somos y vivimos diferente, no somos hermanos gemelos
de quienes tengan al azar nuestro mismo DNA.
La afirmación precedente no tiene soporte científico que conozca, pero me
parece una conclusión inescapable de haberse duplicado los genomas sin haberse
producido ninguna visible clonación natural de seres humanos. Eso, o la hipóte-
sis del Musée de la Decouverte ha perdido vigencia. La alternativa no varía mi
hipótesis, la mejor prueba popperiana de su carácter no científico.
Un caso aparte es el de Berlioz, que además de componer se ganaba la vida
(¡y enemigos!) como crítico musical. Sus Memorias son muy buenas y merecen
ser leídas aún por quien no se interese por su arte, como es mi caso.
Otro personaje de la música con historia escrita es Chopin, de quien Liszt no
ahorra elogios en sus honras fúnebres, pero también cuenta parecidas misera-
bilidades y enemigos mediocres como los que sufrió Berlioz. El hombre envidio-
so de menor talento es en toda la historia el enemigo implacable de cualquier
creador, bueno o no. Si se escribe para generaciones posteriores, esa información
es interesante porque ilumina una de las posibles falencias del ser humano. Es
bueno saberlo.
Dos colegas y amigas han calificado de Salieri a algún personaje que conocí,
pero es apuntar demasiado alto salvo en mi profunda admiración y gusto de
la obra de Mozart. Por más que me esforcé, no encontré ninguna comparación
posible con aquel a quien Salieri hizo el más bello de los elogios, de estar con
su música más cerca que él de Dios. Con esta salvedad fundamental, el juego de
intrigas y poder sí es de Salieri.
En ese género de escritura se mezclan a veces informaciones de viaje, lo que
no suele ser una feliz combinación. No he incurrido en el relato de viajes, aunque
son inevitables las referencias a lugares específicos en una vida viajera. (R aúl de
Zuviría decía que yo tenía más millas que un piloto de Aerolíneas Argentinas.)
No son sino muy puntuales circunstancias en mi andar por el mundo, que se
pueden justificar con medio siglo de presencia internacional.
Otra variante permite detectar el pensamiento de un hombre sobre parte de
lo que va sucediendo bajo su mirada. Son algo así como los comentarios literarios
publicados a través del tiempo, como el excelente La vie litteraire, de A natole
F rance, que leí con sumo placer y provecho.
He escrito en primer lugar sobre derecho, materia mucho más frágil que la
literatura y con menor mercado, pero me pareció que podría resultar de interés
al lector introducir notas remisivas a trabajos publicados por mí que pudieran
ilustrar algún punto. Una lectora se dejó llevar por el interés hacia leer El méto-

38
prólogo P-5

do en derecho. Es un empleo útil del tiempo y eso es lo que importa: Es un libro


hermano de éste.
No intento abarcar el resto de mi universo interior, mis afectos y mi entorno
familiar. La fuerza creadora, el impulso vital de esta obra, ha nacido con exclu-
sividad de mi experiencia con las enseñanzas de mi padre.
No es un relato de mi historia familiar o laboral, ni una descripción de mis
padres, familiares y amigos. No es una biografía de mi padre; no se describe su
tumba ni causa de muerte, datos que por lo demás no definen a una persona. No
hay sino poquísimos datos de mis bisabuelos paternos o mi madre, mi hermana,
mis hijos y nietos, mi intimidad, mis falencias y defectos; como no cuento sino
pocos trazos de mi vida, no es tampoco una autobiografía. Algo digo, pero no
mucho: He dedicado un capítulo a explicar mi protección de la privacidad.
No incorporo nada de la prolífica correspondencia que mantuve (y reuní en
nueve voluminosos tomos encuadernados, siete de los cuales son cartas de y al
exterior) durante las décadas del sesenta y comienzos del ochenta. Es una épo-
ca fenecida de cartas en papel de avión, desencuentros epistolares, luchas con
los correos, todo lo que desapareció con el mail y la computación. Aparecen allí
más de un centenar de profesores de muchísimos países de Europa y las tres
Américas. Muchos de ellos ya no están con nosotros. Casi basta con mencionar
ese dato del pasado.
Wade, Rivero, Gianinni, para recordar algunos.

No he cubierto las actividades de mis últimos veinte o treinta años, salvo alguna
mención a cuestiones actuales que provienen de mi herencia paterna. Comienzo
con mi infancia y si bien de algún modo difumino el relato a partir de su muerte,
sin embargo cuento algo del presente de mi octava década.
Se trata, en suma, de pinceladas, no de un “Tratado orgánico de la familia
Gordillo.”
El leitmotiv son las enseñanzas de mi padre, pues esto es un canto a su vida
y a la de mis seres queridos.

2. ¿Es acaso un colofón de mi vida?

En este intento literario es inevitable preguntarse si es un trabajo iniciado al


final, por un hombre cansado, reflejando recuerdos, opiniones y testimonios para
la posteridad, en una suerte de colofón material de su vida. Es arquetípico de
ese estilo Bioy Casares con su Descanso de caminantes. No es ése el contexto de
esta narración.
Luego de casi un año de hibernación, en enero de 2013 comencé a trabajar de
nuevo en la escritura, ahora con ímpetu hasta llevarla a su conclusión a fines
del mismo año. En el verano y otoño del 2014 sigo corrigiendo sin cesar, con una

39
P-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

necesidad interior de mejor contar este relato, cuyos primeros momentos explico
en el cap. I, § 4, p. I-10 / 54 y en el cap. XV, § 6, p. XV-8 / 338.
Este homenaje al padre se tiñe de las emociones y los sentimientos del hijo
que se recuerda selectivamente para él, como en una filial rendición de cuentas
de lo aprendido y lo hecho en función de ese aprendizaje.
Quizás ese dato de dedicar a mi padre el relato de aspectos cruciales de mi
aprendizaje con él y su materialización a través del tiempo sea esencial. Al haber
sido vividos y recordados no con quejas sino con admiración y profundo agrade-
cimiento son, antes que nada, producto del corazón y no de la razón. Por eso mis
amigos me han protegido in loco parentis, custodiando con su mente y con su
afecto las desprolijidades de mi ser.
Es con su auxilio que fui suprimiendo mucho material y agregando alguna
línea aquí y otra allá, con el sorprendente resultado material que la extensión
no varió, salvo las correcciones finales que lo acortaron bastante. Mis primeros
borradores son endebles y breves, salvo muy contadas excepciones; el tiempo y el
trabajo los mejoran y extienden. Es la primera vez que mis borradores son más
extensos que el trabajo que avanza hacia la luz.
No está escrito desde el dolor sino la felicidad, pues me he encontrado a mí
mismo y las pérdidas familiares quedan como un constante canto de afecto, más
que casi imperceptible pena.
¿Cómo se comunica un hijo con un padre muerto hace décadas, para contarle la
vivencia infantil y el resultado adulto de sus enseñanzas? No existe comunicación
directa posible y es también factible que en caso contrario las ideas no se expre-
saran con total libertad. Algo del respeto y amor al padre viviente dificultarían
la expresión del mensaje.
Así como mi padre entendía dejar una suerte de legado a la posterioridad, a sus
hijos y los hijos de sus hijos, así también creo que puedo elegir el mismo cuerpo
etéreo para compartir con otros lo que necesito decirle a él.
Decía mi padre que la deuda que cada generación tiene con la precedente no la
puede pagar sino a la próxima. En mi caso no sé cuánto he dado a la generación
que sigue, pero este intento de escribirle a mi padre recordando sus enseñanzas
puede ser un mensaje de él, no mío, para las siguientes.

3. Es continuación de El Método en Derecho y Habilidades profesionales

Incluyo varias enseñanzas de mis cursos de Habilidades Profesionales, una de-


rivación de las enseñanzas de mi padre. Me enseñó a trabajar mucho pero sobre
todo a hacerlo bien y con eficacia, o eficiencia y eficacia como se estila decir hoy.

40
prólogo P-7

Creo que esos preceptos, que intenté adaptar y retransmitir también a mis
jóvenes colegas, aparecen en las enseñanzas de mi padre desde el comienzo de
mi vida. No hice un acápite específico bajo ese título de Habilidades, pues el
lector interesado deberá descubrir que la primera habilidad profesional es darse
cuenta, el saber ver (sapere vedere) de Miguel Á ngel.
Hay también conexiones con El método en derecho, La administración para-
lela (ambos ahora en el tomo 6), El derecho administrativo en la práctica (tomo
7), Introducción al derecho y le subyace, como no podía ser de otra manera, mi
cosmovisión de toda la materia desde la impronta recibida primero de mi padre
y luego de R afael Bielsa.
Los tres pueden verse, respectivamente, en http://www.gordillo.com/pdf_tomo6/02/cap1.
pdf, http://www.gordillo.com/tomo7.html y http://www.gordillo.com/pdf/int_der/iad_1_ii.pdf.

Otra versión también fidedigna de la influencia de Bielsa, puede verse en el Libro II de M ario
Rejtman Farah, en la sección II, “Diálogos,” cap. V, pp. D-1 / 555 a D-2 / 556. He revisado
cuidadosamente este Libro I teniendo a la vista el material que él afectuosamente aporta,
para tratar de evitar repeticiones. No lo he logrado con plenitud, esta virtual autobiografía
parcial es ya parte de mí.

Un amigo mío dice que cuando puede, se acerca a la lectura de un autor


comenzando por su biografía, para entender primero el personaje y desde esa
perspectiva analizar luego su obra. No creo que este relato entrecortado pueda
cumplir esa función, aunque sirve al menos para explicar la cantidad escrita y
mis variantes trabajos y etapas vitales. Y como punto final del prólogo, podría
tirar la modestia a los vientos y aceptar que sí, mi pasión sigue intacta, el fuego
todavía sigue ardiendo. El caos sigue.
El caos es el método.
Agustín Gordillo

www.gordillo.com
agustin@gordillo.com

41
Capítulo I

ACUARELA DEL ACTO DE ESCRIBIR A MI PADRE

Sumario

1. Acerca de la dedicatoria...................................................................I-1 / 45
2. También, carta a mí mismo.............................................................I-3 / 47
3. Otras líneas temáticas.................................................................... I-4 / 48
3.1. La realidad y los papeles escritos.......................................... I-4 / 48
3.2. Mi padre, escritores muertos................................................. I-5 / 49
3.3. ¿Diálogos con otros, o conmigo mismo?................................. I-6 / 50
3.4. Vivir hasta la muerte, escribiendo y publicando...................I-7 / 51
3.5. La palabra escrita en la lucha por el Derecho y la Justicia. I-9 / 53
4. El nacimiento de la parte de mí que es esta obra. Fiestas y velo-
rios................................................................................................I-10 / 54
5. La construcción de la memoria......................................................I-11 / 55
6. Mi padre soy yo y yo soy mi padre................................................I-12 / 56
7. ¿Memoria, alucinación?..................................................................I-12 / 56
8. Problemas inversos de memoria....................................................I-13 / 57
9. Hermanos de este relato................................................................I-14 / 58
10. Mi lado docente extra sistemático en toda la vida......................I-16 / 60
11. Apostilla sobre el cerebro consciente e inconsciente...................I-16 / 60
Capítulo I

ACUARELA DEL ACTO DE ESCRIBIR A MI PADRE

1. Acerca de la dedicatoria

Este libro se compone de una serie de láminas superpuestas y caóticas, como a


mi me gusta percibir el momento de la creación.
Ha estado preparándose en mi interior a lo largo de toda la vida, aunque ha
sido en los años más recientes que quería salir y nacer, sin lograrlo. Algo así
como Hermann Hesse, en Demián: “Quería tan sólo intentar vivir [aquí, contar]
aquello que tendía a brotar espontáneamente de mí. ¿Por qué había de serme
tan difícil?” Reflexiones parecidas no son infrecuentes en la literatura, pero hizo
primero huella en mí la de Demián y por ello es la que uso.
Encontré una mejor metáfora en Joseph Conrad: “descender dentro de sí”
para buscar aquella parte de nuestro ser que no depende de la sabiduría, sino
de nuestra capacidad de dolor, asombro, belleza, justicia, aspiraciones e ilusiones
que unen a los seres humanos, para hacer sentir, hacer ver; detenerse a mirar
la luz del sol y las sombras, todo aquello que responde a nuestra capacidad de
sentir: Ver el Prefacio a su The nigger on the “Narcissus,” publicado como The
Children of The Sea.
En este párrafo he tomado imágenes y palabras de su Prefacio, donde se refiere a la crea-
ción literaria; no incluyo más comillas porque no es una transcripción textual, aunque esté
construida con sus propias palabras y no las mías. La mejor novela de Conrad es desde luego
Heart of Darkness, pero lo que aquí tomo como referencia es el Prefacio (ulterior) a esta otra
novela menor de título cuestionable, no la novela misma.

Mi padre, Eulogio A. Gordillo, hijo de Ignacio Gordillo y Delia García, tuvo


inscripción posterior e incompleta de su nacimiento, en los albores del siglo XX:
El 17 de Setiembre de 1903 quedó declarado por mi abuelo como nacido el 15 de
Setiembre. Según consta en mi partida de nacimiento, en 1938, mi abuelo Igna-
cio (igual que el segundo nombre de su primer tataranieto) era a su vez hijo de
Agustín Gordillo y Mónica Rivera. El biznieto y su mujer llevamos los nombres
I-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

de pila de mis bisabuelos, Agustín y Mónica. Me complace mucho llevar el nom-


bre de pila de mi bisabuelo, aunque no tengo referencia alguna de él, ni sabía al
apocopar mi nombre que me identificaba con él.
Mi padre quedó inscripto como Eulogio A., sin que nadie supiera bien al final
de la historia qué representaba la letra A. Una teoría familiar que me comentaron
es que el probable día real (no el declarado) de nacimiento correspondiera a San
Amado y que ése pudiera ser el significado de la letra “A.”
Otra posibilidad, más cierta, figura en su partida de matrimonio con mi madre
el 8 de octubre de 1934, como Eulogio Alberto. Tengo pues el primer nombre de
Agustín de mi bisabuelo y el segundo nombre, Alberto, que mi padre utilizó al
momento de casarse, aunque su partida de nacimiento consigna solo “Eulogio A.”
Por consejo de M arienhoff modifiqué mi cambiante denominación como “Agus-
tín A. Gordillo” (mi preferida, por la inicial igual que mi padre) por “Agustín
Gordillo,” para evitar confusiones.
No he indagado en especial sobre el origen de mi nombre, pero sé que mi padre,
yendo al registro civil para inscribir mi nacimiento como “José Luis,” como quería
mi madre, en el camino fue convencido por la Directora de la escuela de utilizar
algún otro nombre y entonces él eligió el de su hermano y su abuelo como primer
nombre y, como segundo, aquel con que él se identificaba en esa época, Alberto.
Le agradecí siempre, in pectore, su criterio para elegir mis nombres.
Mi padre, al fallecer el suyo, se fue a vivir con su hermano a Tucumán; yo llevo
con placer el primer nombre compartido de mi tío y mi bisabuelo. Con Internet
encuentro que el mundo está bastante superpoblado de personas llamadas “Agus-
tín Gordillo,” aunque el sitio “www.gordillo.com” esté registrado exclusivamente
a este Agustín Gordillo, gracias a un gran amigo que me lo reservó por su propia
iniciativa en los albores de Internet.
Luego de varias renovaciones quinquenales, olvidé de hacer a tiempo la última y el sitio es-
tuvo disponible veinte días; opté entonces por utilizar la opción de pagar un siglo de reserva.
Deberé anotar bien la fecha para no volver a olvidarme de la renovación.

En todo momento he recibido generosísima ayuda de mis amigos. A veces ante


mi pedido, otras en forma espontánea. Si bien he corregido y reescrito mucho,
mi fin último ha sido contar a mi padre lo que a él más le interesaría saber, sin
ninguna preocupación por nada que no fuera el fluir del sentimiento pero también
homenajeando en silencio a todos mis seres queridos.
En cambio, en The economy of cartoneros: from paper to book scrapping, http://www.gordillo.
com/cv/art_57.pdf no he hecho muchas correcciones, como expliqué en el seminario realizado
en la Universidad Bocconi de Milán, http://www.gordillo.com/cv/art_56.pdf donde se analizó
otro de mis trabajos no jurídicos, la versión italiana de La administración paralela.

46
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-3

2. También, carta a mí mismo

Este capítulo contiene mis ideas previas y simultáneas a la primera escritura de lo


que era entonces un total de 40 páginas, incluido el instante eterno de la muerte
de mi padre. Escribo para satisfacer el impulso vital de la deuda que siento con
él. Nuestras vidas son una misteriosa unidad que pintaré en el § 6, p. I-11 / 55.
Todo libro es escrito con el fin último de lograr ser leído, pero todo relato vital,
a su vez, sea integral o parcial, se escribe como “un ejercicio práctico dirigido a
mí mismo,” tal como decía en 1643 Thomas Browne.
Tomas Browne, Religio Medici, la religión de un médico, citada por Nuland, Sherwin B., How
We Die. Reflections on Life’s Final Chapter, Nueva York, Knopf, cuarta reimpresión, 1994, p.
62; refuerza la idea en la p. 264.

Lo estoy explicando desde el ángulo de mi propia escritura. De adolescente


me escribí cartas para fijarme algunos objetivos próximos y otros distantes.
Como adolescente que era, no dudaba que estaría allí para abrirlas y leerlas.
Esa creencia, justificada por la edad y la contención familiar, no terminó siendo
falsada (en sentido popperiano: Refutada) por la historia.
No recuerdo crisis de mi adolescencia, ni siquiera una modesta rebelión cir-
cunstancial: Estaba amparado en el cariño de mi padre. Juntos construíamos mi
identidad. Más aún, yo era excesivamente tímido y retraído, no salía de casa en
la primera adolescencia salvo para estudiar o andar en bicicleta, en Avellaneda.
Mi padre me sugirió y logró, que comenzara a salir, socializarme, abrirme al
mundo exterior. Me costó. Nadie diría hoy que soy o pude haber sido una perso-
na tímida, pero ese rasgo primario de mi personalidad subsiste y a veces tiene
ocasiones de manifestarse. De vez en cuando reaparece dentro de mí el hombre
solitario, abstraído pero sin sensación de aislamiento.
Tenía razón en escribir en el anverso de esas cartas que eran para ser destrui-
das en tal fecha (lo escribía en inglés; es mi segundo idioma), pues los objetivos
fueron incumplidos y quizás incumplibles: Aprender a bailar, nadar, tirar, andar
a caballo, reiterados así, de a cuatro. Bailé bastante mientras el baile suelto
estuvo de moda, pues la posibilidad de crear los movimientos en lugar de seguir
los establecidos me causaba real placer.
Uno de mis declarados objetivos a larguísimo plazo, desopilante porque nunca
he hecho nada para encaminarme a él, era ser presidente de la república; tiene
interés porque muestra una temprana inclinación por la cosa pública. Esa auto-
correspondencia anual de finalidades y aspiraciones la habré escrito durante
tres años, antes de entrar a la Universidad y todas fueron puntillosamente
incumplidas y destruidas.
Tuve así una temprana experiencia de la inutilidad de la planificación, pero
no me fue posible internalizarla hasta mucho tiempo después de haber hecho

47
I-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

tres ediciones de un libro sobre ella. Algo parecido a lo que me ocurrió con mi
tesis doctoral.
En lo referido a mi tesis, puede verse la explicación en el anexo al cap. XXXII del t. 7 del
Tratado de derecho administrativo y obras selectas, http://www.gordillo.com/pdf_tomo7/
capitulo32.pdf, pp. 651-655. Ampliar infra, cap. II, § 12, p. II-24 / 90. En lo que hace a la
planificación, parte de lo que he escrito se reproduce en el libro Marchas y contramarchas en
economía y derecho administrativo, de esta misma colección.

En mi octava década este ejercicio de “escribirme” es para comenzar en paz y


relativa salud a prepararme para una lenta y demorada despedida de mí mismo,
comprendiéndome primero. No creo que se aplique la división que Carlos Cossio
formula en el decurso vital, primero como descubrimiento y luego como despedida
(Julio Raffo): Sigo haciendo descubrimientos, por lo menos hasta ahora. Tampoco
creo que me despida nunca del todo: Seguiré haciendo lo que pueda hasta el final.
No escribo ahora para formular planes sino para ejecutar un proyecto: Bu-
cear en mi propia alma, tratando de entenderme y explicarme mejor quién soy
en realidad.
Soy el actor que representa su propia historia, improvisando el recuerdo mien-
tras la cuenta a sus seres queridos. Es posible así que me equivoque en la selec-
ción de trazos y en la pintura misma, pero ello es parte de la condición humana.
Según algunas versiones, Shakespeare escribía y componía mientras las escenas se iban
desarrollando a continuación. Víctor Hugo, desde otra perspectiva, cuenta de sus piezas
teatrales que “los días siguientes pueden corregir el primer día:” Notas a Le Roi s’amuse, 30
de noviembre de 1832.

Ya no estoy en edad ni con ganas de buscar explicación analítica del significa-


do de una lenta y suave despedida. Recuerdo de la campaña electoral de 1972/3
que un poster opositor al gobierno realizó una ingeniosa composición fotográfica,
en que L anusse aparecía dándose él la mano, en espejo y entregándose el poder
presidencial. El poster denunciaba desde la oposición el alegado intento de “con-
tinuismo” del presidente de facto, que fue antes y sería después la pretensión de
varios de los siguientes gobernantes de iure y de facto: Continuismo, eternidad,
herederos políticos, mil años, verba volant.
Acá estoy abrazando a mi padre y dándome la mano: No para repetirme sino
para ver si logro entenderme, nada más y conversar un poco con los míos en el
recuerdo de lo aprendido de mi padre.

3. Otras líneas temáticas


3.1. La realidad y los papeles escritos

Empiezo otra vez desde más acá en el tiempo. En cualquier tema hay que hacerse
primero de los “papeles” físicos o digitales. Según mis viejos compañeros de oficina

48
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-5

de la OEA, en Buenos Aires desde 1960 a 1978, en mi escritorio debiera tener


un cartel que dijese: “Nada se dice, todo se escribe.” Pero, escritos o encontrados
los documentos pertinentes, debe contrastárselos con la observación directa de
la realidad. Hay que encontrar, ver y saber ver, los papeles, pero también es
indispensable la observación directa.
Mis pensamientos están casi todos escritos y publicados. Conocer el mundo
de mi ignorancia es fácil: Todo lo que no sé es fácilmente identificable, en espejo,
en lo que no publiqué hasta el presente. No me pidan más descripciones de mi
ignorancia, pues eso es lo que son, universos desconocidos. Es además una verdad
eterna que el hombre que supiera todo lo que ignora sería el más sabio del mundo.
El término ignorancia es aquí válido en el sentido de tema no investigado, no reflexionado en
detalle. Al Tratado del dominio público de M arienhoff, dado que era lo que estudiaban los
alumnos de su cátedra en La Plata (antes de aparecer su Tratado de derecho administrativo)
lo tengo leído y releído, pero solo escribí sobre el tema las pocas páginas —sin convicción—
que se encuentran hoy en el tomo 9, Primeros Manuales, libro I, Derecho administrativo de
la economía, cap. XVII, pp. 353 a 366, originariamente publicado en 1967.

Los papeles, si bien insustituibles, no alcanzan para mostrar la realidad. Hay


un viejo y engañoso dicho jurisprudencial que lo que no está en el expediente no
existe, salvo el dossier mismo que no todos saben leer con minuciosidad. Aquí
estoy mentando el contexto que por lo general no está en la documentación del
legajo ni en las publicaciones, pero forma parte de la realidad.
Lo explico en http://www.gordillo.com/pdf/int_der/iad_1_v.pdf. Otro ejemplo infra, cap. XII,
§ 2, p. XII-2 / 282.

Hay muchas anécdotas demostrativas de lo expuesto. En los procesos orales


el juez puede dejar que el testigo exponga un punto de vista que luego instruye
al jurado a desoír, sabiendo que el jurado no lo desoirá.
Ver por ejemplo Gilbert, Michael (editor), The Oxford Book of Legal Anecdotes, Oxford, Oxford
University Press, 1989, p. 36.

En conclusión, sea cuidadoso en buscar, encontrar y estudiar todos los papeles,


pero no olvide que afuera de ellos hay un mundo real que Usted debe conocer y
en su caso aportar al expediente. Tampoco lo olvido yo, que con estas páginas
que ahora escribo estoy todavía construyendo mi persona.

3.2. Mi padre, escritores muertos

Los escritos que “piensan” y hacen pensar no surgen solo de las enseñanzas de
mi padre, sino también de mis maestros: Hoy ninguno de ellos está con vida.
Eludí hablar de mis contemporáneos; en cambio no he tenido dudas al hablar
de aquellos que, desaparecidos del mundo de los vivos, los tuve de maestros o
compañeros en el sendero de la vida y el derecho, la escritura y la docencia, del
aprender y enseñar, leer y escribir.

49
I-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

Mi propio padre queda indefenso en su memoria si mi recuerdo falla en cual-


quier aspecto y por cualquier causa. Por eso esto no es una biografía suya, sino
un relato de mis sentimientos, recuerdos, inquietudes o falsas certezas, sobre él.
Si algo digo inapropiado de alguien ello dirá más sobre quien escribe que sobre
la persona mentada; el riesgo es así mío y es en mi propio interés salir indemne
de la prueba, máxime que no lo escribo para publicarlo desde ultratumba, sino
que lo tengo terminado y proyecto publicarlo yo.
No serán todas loas a mis maestros y a mi padre, pero al menos he logrado
no transmitir algunos de mis aspectos negativos a mis hijos. Les habré legado,
en todo caso, otros errores de mi propia cosecha y ellos harán lo propio con los
suyos. Es la historia de la humanidad.
¿Es esto justo? Tal vez no, pero ¿Quién dijo acaso que el mundo era justo? ¿O
siquiera racional, coherente, comprensible?

3.3. ¿Diálogos con otros, o conmigo mismo?

Como anécdota, quizás macabra, quizás no, pero que no era vivida trágica sino
objetivamente por M arienhoff, recuerdo que en uno de los muchos sábados de
los años 1962 a 1969 que me invitó a visitarlo en su estudio, donde él escribía,
señaló a sus bibliotecas y me dijo:
—“Acá estoy, conversando con los muertos.”
Su tono no era trágico. El sentía que estaba dialogando con los autores del
pasado.
Es interesante contrastar la reflexión de M airal , sin el ingrediente sobre la muerte, en “Mis
diálogos callados con Agustín Gordillo,” infra, Libro II, pp. 697-8.

Quizás por eso, porque no esperaba ni era posible esperar respuesta alguna
de los muertos, todo lo que escribió y publicó quedó sin modificar. Él entendía
que escribía de una sóla vez, para la historia de las ideas, de allí su constante
preocupación: “No me puedo equivocar.”
Incluso temía ejercer una presión exagerada sobre funcionarios y magistrados
que, a su juicio, no estarían en condiciones subjetivas de contestarle sus puntos
de vista. Esta fantasía es más común de lo que parece al relatarla.
La única forma de llevarse bien con él era no discutirle en forma directa, de
palabra o por escrito. Algunos de sus discípulos han mostrado en sus propias
publicaciones que las alabanzas hacia él eran buen negocio en la lucha por el
poder académico y han retransmitido esa lección, que es la antípoda de la lucha
por la libertad.
Pero es la más persistente y eficaz arma de lo que José Ingenieros llamó a
comienzos del siglo pasado El hombre mediocre, libro devorado muchas veces

50
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-7

en mi adolescencia. No debe culparse sino a los que han elegido el destino de la


autoridad y no de la libertad.
En otro sentido, un gran amigo me ha dicho que si bien “Todo libro genera un
vínculo entre el lector y el autor, sin embargo, en este género, el vínculo es todavía
superior, por cuanto el autor «se comparte» con el lector en un diálogo consigo
mismo.” Esa es la idea que también inspira el magnífico prólogo de Jorge A. Sáenz
a los cuatro primeros tomos, a quien aquí renuevo mi profundo agradecimiento.
Se trata del prólogo al entonces llamado Tratado de derecho administrativo.

3.4. Vivir hasta la muerte, escribiendo y publicando

Todos vivimos hasta la muerte, quizás corresponda poner énfasis en vivir para
darle un poco más de sentido. Desde Buda hasta K rishnamurti han expresado
lo que hoy es un lugar común. Mi padre tenía una versión semejante: “Vivir la
vida como si se hubiera de morir al día siguiente, o no morirse nunca.” Vivir cada
día sin el fantasma de la muerte. Es una visión práctica y útil, tal como él la
entendía. Puede también tener un sesgo existencial o filosófico, pero no era así
como la veía él y me la transmitió de tal modo. No la he modificado.
Tanto M arienhoff como Diez, ambos de igual generación, me contaron ―como
lo deben haber hecho a otros― que querían apurarse con la publicación del tratado
respectivo para terminarlo antes de morir.
Con ambos me unen infinitas deudas de gratitud, mucho más con Diez, a quien
dediqué mi primer libro por su incansable y generoso apoyo a las vocaciones do-
centes, quien me dio la total y absoluta libertad de enseñar y aprender y jamás
se preocupó que yo hiciera cosas que poco tenían que ver con las que él hacía en
la enseñanza. Sin su generoso y permanente apoyo mi carrera docente, además
de más lenta y difícil, no hubiera sido igual.
Quise de entrada no comenzar a publicar el tratado a una edad en que ellos
(sin razón, según felizmente resultó ser) temían por su propia muerte antes de
terminarlo. Así es que comencé a publicar mi tratado en 1974, poco antes de
cumplir 35 años y seguí publicando sin apuro, de acuerdo a mi concepción del
tiempo y de la reflexión. Quería no enfrentar el dilema que ellos tuvieron.
¡Qué ironía del destino, entonces, que si bien al escribir este esbozo todavía
tengo tiempo de publicarlo antes de mi muerte, no esté seguro que ello también
ocurra con la colección en curso de ser publicada! En mi mente oscilo entre 14 y 15
volúmenes, pero falta tiempo y trabajo. Hace poco eran 12 en mi mente errabunda.
Ahora la versión papel se torna secundaria, pues lo principal era y sigue
siendo, dado que existe desde los albores de la Internet el sitio www.gordillo.
com, incluirlos primero allí como dominio público gratuito, de ideas de libre uso

51
I-8 i. a mi padre: “éste soy yo”

y reproducción por quien tenga interés. No es una donación de ideas al dominio


público: Nacieron así, al menos en mi caso.
Muchos comprendieron esta concepción, que por lo demás no era mía y co-
menzaron a florecer los sitios, nacionales y extranjeros, que facilitan la descarga
gratuita e instantánea de las distintas publicaciones mías y de otros existentes
en Internet. También los subí a Google Books con la expresa aclaración que no
tenía derecho de autor alguno que percibir pues estaban en el domino público;
estoy comenzando a hacer lo mismo con los iBooks de Apple. Amazon es una
historia diferente que aún no he resuelto. Proview es la versión contemporánea
de La Ley: Su tecnología hace que, por su valor agregado, esas ediciones sean
propiedad de La Ley.
Se está produciendo un movimiento mundial hacia la libre reproducción de la
música e ideas en Internet, que no hará sino acrecentarse en el futuro. Mi vida
puede o no coincidir con la terminación del proyecto actual. Por ahora estoy tra-
tando de no caer en la ansiedad de terminarlo, sino seguir con calma pero con
intensidad, descansos e interrupciones, como de costumbre. En todo caso, los
siguientes volúmenes están proyectados y en curso de preparación. Si el destino
llega antes, tal vez otros puedan terminarlos por mí. Pero en tanto continúe
yo, seguiré pensando y corrigiendo algo más. Como en el cuento de la rana y el
escorpión, está en mi naturaleza, no puedo evitarlo.
De todas maneras, también está en mi naturaleza pedir ayuda por doquier y
delegar cuanto pueda. Esa tendencia se ha incrementado en los más recientes
volúmenes del tratado, como cualquiera puede comprobarlo. Por ello, lo que he
publicado es producto colectivo y no individual.
Ahora que me conozco mejor, las ideas ven la luz como bien público común, de
uso también común y gratuito.
Si no lo hago yo, será la Fundación de Derecho Administrativo quien resolverá
subir los tomos restantes también a Internet, en el obligado modo gratuito con que
fueron escritos para el uso público de la comunidad. Los publicados en Internet
antes y ahora, pueden todos reeditarse facsimilarmente en cualquier parte del
mundo y por cualquiera, sin necesidad de previa autorización de nadie ni pago
obligado de derechos de autor.
Todos las ediciones de la Fundación tienen la característica de no pagar a
nadie derechos patrimoniales de autor, por así haberlo resuelto los autores de
cada publicación. Los autores que contribuyen con su generosidad son demos-
tración palmaria del reconocimiento social a los principios que rigieron y rigen
a la Fundación.
Una cabal expresión de mi persona y de mi padre: Mirar muy lejos, no apenas
unos pasos más. La realidad universal es una Internet donde la creación digital

52
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-9

se multiplica al infinito en sitios y países, como también se repiten las ediciones.


Nadie puede detener ese fenómeno.

3.5. La palabra escrita en la lucha por el Derecho y la Justicia

La justicia y la vigencia del derecho eran mi sueño adolescente después de leer


La Lucha por el Derecho, de Ihering, a los 17 años, pero aprendí que es una lucha
eterna que hay que librarla de por vida, pues nunca se puede dar por terminada,
ni menos por ganada.
Ihering se desencantó bastante con el tiempo y así fue como escribió, prime-
ro con seudónimo y luego con nombre y apellido, su acre Bromas y veras en la
ciencia jurídica, Scherz und Ernst in der Jurisprudenz, Ridendo dicere verum.
(Madrid, Civitas, 1987.)
El mundo no es justo, el hombre de derecho debe estar en eterna lucha por la
libertad y la justicia, con renovada y vigilante defensa.
Es igual que la lucha contra la corrupción, como lo aprendí con Lord Denning
y O’ Noonan (o Noonan), en este segundo caso con su monumental Bribes; todo
está citado, hay que encontrarlo con cualquier buscador.
Es hoy indispensable bajar todo lo que nos interese y esté disponible. Bajarlo a los discos duros
interno y externos de la computadora o subirlo a las nubes y hallar cómo buscar en ellas, esa
es la tarea de investigación del hombre contemporáneo.

Su tamaño es la mejor demostración de la necesidad de aprender inglés y actua-


lizarse sin pausa con la computación. Su extensión hace inviable económicamente
una traducción a idioma alguno. La lectura de Noonan es imprescindible, al menos
hasta que el lector se convenza, a través de su pormenorizado relato fáctico, que
la corrupción ha sido y será eterna y por ello así debe ser nuestra lucha contra
ella, como la lucha por la libertad y contra sus enemigos.
Al igual ocurre con la libertad de prensa: Las amenazas que sufre no son no-
vedosas, cesarán y renacerán, pero así es como también deben repetirse nuestros
esfuerzos cada vez que se produzca su reaparición.
¿Lucho aquí contra la injusticia? No, aquí estoy en una etapa más primitiva
de la reflexión humana, el Insight de los psicólogos o psicoanalistas, el verse
como se es, como paso inicial hacia la curación final, si es que alguna vez llega.
Algo de eso adelanté en las Jornadas Intercátedras de la Facultad de Derecho de la UBA, a
fines del 2012, http://www.gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo32.pdf, Anexo, p. 651 y ss.

No estoy pues dando clases de qué ni cómo debe hacerse, estoy tratando de
descubrirme, en cuanto pueda ser útil para otros.
Recuérdese, por fin, que quiero situarme en el terreno de la literatura y es otra
forma distinta de acometer algunos de los grandes temas que me han ocupado.

53
I-10 i. a mi padre: “éste soy yo”

Su objetivo es incitar al lector a pensar, pero ello se mezcla con la evocación de


sus propios sentimientos y memorias, que nacen con espontaneidad.

4. El nacimiento de la parte de mí que es esta obra. Fiestas y velorios

Varias veces pensé que estaba listo para escribirla, pero nunca apareció el impulso
vital necesario para tomar el teclado. No era como el bloqueo de mi infancia con
mi original vocación de escritor, pues entonces no tenía ni idea acerca de qué
escribir. Ahora la idea existía, todo el relato estaba en mi cabeza porque no es
sino mi propio recuerdo. No necesito reflexionar para escribir, todo lo he vivido
y es nada más que encontrar las palabras adecuadas o, mejor dicho, dejar que
ellas salgan de mi mente por la yema de mi dedo en la tableta. A pesar de ello,
escribir estas difíciles páginas fáciles es para mí un verdadero milagro.
Otra vez Demián, “¿Por qué había de serme tan difícil, Warum war das so
sehr schwer?” Mis trabas para escribir todo esto fueron profundas y duraderas,
a pesar de tener bastante hábito a soltar el inconsciente cuando éste me llama
la atención sobre algo.
Escribiéndola, no sale como agua de un manantial, ni siquiera a borbotones,
sino como una canilla caprichosa que en ocasiones deja salir un pequeño hilo de
agua. Hay que ir juntándolos con paciencia para construir el propio curso de agua.
Lo que evoca A llan Watts, El camino del curso de agua y su reminiscencia del principio chino
de no nadar contra la corriente, sino dejarse llevar por ella.

Si bien fue, como dije, esa Nochebuena cuando sentí llegado el momento, no
comencé esa misma noche por la carga emotiva que suelen tener los fines de año
en la familia de mis padres, negativa y con pesadumbre por tantas muertes de
diciembre que arrastraron desde generaciones pasadas, según me enteré por mi
madre cuando también falleció mi hermana, un 22 de diciembre de hace muchos
años, el mismo día y mes que antes mi padre.
Para colmo es el mismo día de mi nacimiento, aunque en otro mes. (El 22 fue
siempre mi número para jugar a la ruleta y perder, no ya el diploma sino mi
apuesta inconsciente a la muerte y a la vida, en simultáneo.) Las fiestas tuvieron
desde tiempos remotos un ánimo de velorio y no de festejo en casa de mis padres,
de lo que algo se ha pegado a mí, aunque felizmente no a quienes me siguen.
En la casa de mis padres no hubo jamás cumpleaños, aniversarios o regalos;
esto fue la impronta de una familia nacida en la pobreza de la década del 30. A
mis contemporáneos de hoy les cuesta entender que algo que para ellos es natural,
para mí sea desconocido y ajeno.
Varios acontecimientos familiares míos, posteriores y acumulativos, han dado
múltiples ocasiones de genuino festejo al mes de diciembre: El nacimiento de dos

54
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-11

de mis hijos, mi matrimonio y el cumpleaños de mi mujer. Pero como todos los


míos lo saben, no he podido superar ese previo trauma generacional de muertes
en diciembre, venido desde muy lejos en la historia de mis padres, antes de haber
nacido ellos mismos. Aunque al menos termina conmigo, como el cigarrillo, el
alcohol y la gordura.
Esa carga también me llevó a llorar intensamente, con las lágrimas del alma,
la muerte de mi padre por más de veinte años, hasta que a comienzos de los
noventa el dolor pasó a ser normal y no extraordinario. Pero no creo que pueda
festejar ningún mes de diciembre, que toda mi familia me lo perdone, o al menos
lo comprenda. Es mi historia, son mis genes, es mi casa natal.
Escuchaba con mi mujer en esa Nochebuena el discurso del 2005 de Steve
Jobs en Stanford —bajado un día antes de Internet— con su amargo recuerdo
de su nacimiento y entrega en adopción, sus estudios para–sistemáticos en la
Universidad y su recomendación de no vivir la vida de otros sino la propia. Allí
tuve el impulso de empezar a poner en negro sobre blanco mis vivencias, en la
imagen de mi padre y viceversa.
Hay así una unión, una fusión casi, entre haber escuchado a Steve Jobs y
haber comenzado a escribir esta obra, leyendo su biografía en la misma tableta.
Es para mí un hito fundamental, pues me convencí tanto de la mayor utilidad de
la tableta que desde allí en más casi nunca volví a escribir sino en ella. Sé que a
mis amigos les parece una exageración y no lo hacen. No aspiro a convencerlos
de nada, harán la actualización tecnológica que les resulte más funcional y todo
volverá a cambiar de nuevo, una y otra vez, sin jamás cesar.

5. La construcción de la memoria

No pretendo ofrecer una pintura equilibrada. Uso el efecto curativo del olvido y
recuerdo todo lo bueno que me ha pasado. No faltaré a la verdad, pero tampoco
contaré toda la verdad. Por ejemplo, trato de omitir las intrigas palaciegas,
trampas de corredor, golpes a traición. Quizás tuve demasiados, pero al final se
triunfa, en mi experiencia.
He tenido momentos amargos y no los olvido a todos, pero doy preferencia a
los buenos y entre ellos los que se refieren a lo que me dejó mi padre, con lo bueno
y con lo malo producto de mi propio decurso histórico. También debo llorar, sin
duda, su muerte, pero ése será el principal toque dramático voluntario y delibe-
rado de este trabajo. También hay algunas notas dolidas pero no las he vivido ni
las recuerdo así, salvo los diciembres tristes.

55
I-12 i. a mi padre: “éste soy yo”

6. Mi padre soy yo y yo soy mi padre

El consejo de una psicóloga de mis hijos fue que no indagara la relación entre
una madre y una hija, porque era posible que ni ellas mismas la comprendieran.
Esa reflexión me lleva a mi a sostener que mi padre soy yo y yo soy mi padre. Es
un misterio que tal vez mi padre entendería. Nuestras historias de vida están
inextricablemente unidas. Dos personas, dos vidas, un único continuum interior.
Hay muchas generaciones muy unidas, sin duda, pero siento que las nuestras
están fundidas en la misma fragua, son un mismo magma interior.
A él en todo caso se lo dedico y, como no está entre nosotros, el juicio es ina-
pelable. Aunque parezca soberbio (y no es que yo sea modesto) lo cierto es que se
trata de una cuestión propia de la intimidad del alma, la de mi padre y la mía,
que en representación suya cuento aquí con el alcance limitado que lo hago.
Al escribir salió a menudo a la pantalla un recomenzar, contar otra vez algún
aspecto mío o de mi padre empezando por otro lado, una suerte de Stirb und
Werden (morir y devenir) de Goethe.
Imposible darle una secuencia ordenada sin un sistemático recorte, que he
llevado a cabo en parte. No quiero presentar algo técnico ni científico y prolijo
para su consulta, quiero contar mis estudios y aprendizaje con su impronta, tal
como los recuerdo, en el orden en que salen. Me da placer hacerlo así y ello me
ayuda en el proceso de conocerme a través de la honra a mi padre, escribiéndole
y contándole mi proceso interior en el acto de esta escritura, aquella que ambos
alguna vez contemplamos como uno de mis posibles proyectos de vida.
Me gustaría que el lector pensara, buceara en su propia mente, cuestionara,
preguntara, dudara, sintiera. Los que conozcan sea mis clases o mis textos El
método en derecho o la Introducción al Derecho, se darán cuenta.
Como me comenta uno de mis queridos amigos que recuerdo al comienzo y al
final, este esfuerzo es una continuación de lo que he hecho toda mi vida.
Algo parecido a la que dijo Montaigne y repitió Goethe: “No enseño, cuento.” (Goethe, Obras
completas, Aguilar, México, 1991, t. III, p. 453.)

7. ¿Memoria, alucinación?

Otro problema que tiene toda memoria es su grado de confiabilidad. Una cosa es
lo que el propio autor advierte o reconoce como incierto, que puede entonces dejar
de lado, según esté queriendo hacer un relato de ficción o no ficción.
En un supuesto está sujeto a las falencias de su memoria, en otro se encuentra
en el ámbito de la libre creación y así debe tomarlo el lector: Si disfruta del relato,
vale por su entretenimiento e incluso reflexión, algo así como las enseñanzas del
personaje de Carlos Castañeda.

56
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-13

También el autor puede hacer uso deliberado de la ficción que presenta como
cierta, un recurso frecuente en muchas novelas, incluso best sellers como los de
Umberto Eco o algunos menos conocidos como el personaje de Flashman on the
Charge. Esta última novela utiliza un recurso de ficción que se encuentra mucho
antes en Borges, inventar citas de antiguas referencias bibliográficas que parecen
auténticas y dejar como desafío al lector calificarlas de irreales. Pero Borges fue
mucho más allá y entre otras invenciones de su juventud, publicó una impecable
reseña bibliográfica que luego, al incluirla en un volumen de ficciones, mostró
que el objeto de la reseña era inexistente.
Estoy aquí escribiendo un trabajo de ubicación literaria, pero su referencia a
mi propio padre parece demasiado fuerte como para no ser creíble. Muchos de los
datos pueden ser corroborados por la investigación histórica, si alguno quisiera
hacerla. Otros quedan en el plano de mi recuerdo o bajo el manto de duda de
quien lo cuenta.
Lo que apunto con vocación de escritor se refiere a recuerdos que albergo como
ciertos y, si resultaran no serlo, no habrá de ser por engaño voluntario al lector
o por uso deliberado de la ficción. De todas maneras, caben aquellas reflexiones
acerca de si la realidad existe o, apenas, nuestra percepción de ella; o si nuestra
mirada modifica el objeto observado y todas las demás elucubraciones existentes
al respecto. El lector verá algunas circunstancias en que dudo de mi recuerdo
o del de mi padre que aquí retransmito, a veces casi setenta años después de
haberle escuchado.

8. Problemas inversos de memoria

Puede ocurrir que un autor escriba largas páginas en la absoluta convicción que
son producto de su creatividad y otro, o él mismo, descubra luego que en verdad son
copia textual o casi textual de textos, monografías o artículos leídos por el autor.
Una explicación es el plagio, deliberado o no. En el segundo caso, me refiero
a lo que por ejemplo relata Carl J. Jung, El hombre y sus símbolos, Barcelona,
Caralt, 1977, p. 33 respecto de Así Habló Zathustra de Nietszche: “es inconcebi-
ble que tuviera idea alguna de estar plagiando aquel relato. Creo que cincuenta
años después se deslizó inesperadamente bajo el foco de su mente consciente.”
En sentido similar me contó Bartolomé F iorini que una vez publicó un tra-
bajo original, laborioso, reflexionado y escrito con cuidado, de su completa y
exclusiva autoría, en la “Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales”
de la Universidad Nacional de La Plata. Pero algún tiempo después encuentra
de casualidad en su propia biblioteca una revista italiana donde estaba, muy
subrayado por él, un artículo de un autor italiano que decía lo que él reprodujo
después, creyéndolo propio. Fue a visitar al Decano de la Facultad a contarle lo
acontecido y ofrecerle su renuncia, pero el Decano le respondió con una sonrisa

57
I-14 i. a mi padre: “éste soy yo”

que lo dejara nomás, que lo más probable es que nadie se diera cuenta. Y nunca
nadie se dio cuenta.
Pues bien, nadie se dio cuenta salvo F iorini y, como él era un creador original,
se puede perdonar el error de quien cite ese trabajo sin saber que el primer autor
era otro. Al que no se puede perdonar es al que cite a un plagiario renombrado,
el contenido de cuyas tapas son tijera y engrudo, poniendo en su autoría lo que
ha sido copiado por sus empleados y subcontratistas, sin atribución, del resto de
su nutrida biblioteca.
Otro caso que guarda alguna similitud, pero no analogía, es la referencia que
hace Baudelaire respecto de Poe: “La primera vez que abrí un libro suyo vi, con
espanto y arrebato, no tan sólo temas que yo había soñado, sino frases pensadas
por mí, y escritas por él veinte años atrás.” (Charles Baudelaire, Edgar Allan
Poe, Barcelona, Fontamarra, 1981, p. 184.)
Las anécdotas de F iorini y la de Nietszche que cuenta Jung, requieren un
método de trabajo que puede hacer uso de las modernas tecnologías, no para
copiarse de otros sino para evitarlo aún desde el inconsciente. En este sentido
creo que mi sistema de lectura y escritura, de muy vieja data, sirve para evitar
ese problema.
Todo este trabajo es una explicación subjetiva de lo que explico objetivamente en El método
en derecho. Ver en especial infra, cap. II, § 20 y § 21, pp. II-31 / 97 a II-39 / 105. Con todo,
no hay superposición.

Los que leen o escriben de un tirón largas páginas sin anotar, son los que
arriesgan más. Los menos expuestos, aquellos que leen un par de líneas y ano-
tan, escriben un par de líneas y buscan referencias (salvo la versión inicial) y
re–escriben sobre la computadora o la tableta, con referencias y basamento en
fuentes que tienen a la vista, en pantalla o en papel, al momento de escribir.
Pero aún los que escriben largas páginas de un tirón o sin recurrir a las fuentes,
como es a veces también mi caso, deben extremar el cuidado de revisar y controlar
el borrador contra todas las fuentes posibles, para detectarlas y consignarlas.
Lo explico con más detalle en http://www.gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap10.pdf; http://www.
gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap11.pdf; http://www.gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap12.pdf; http://
www.gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap13.pdf

9. Hermanos de este relato

La formación de este trabajo guarda estrecho paralelismo con El método en


Derecho, del que escribí dos páginas a poco de comenzar mi docencia en derecho
y no volví a ellas pero las tuve presentes como tema, hasta que Jorge A. Sáenz
siendo Decano me pidió que hiciera un folleto sobre el método de enseñanza.
Habían transcurrido más de dos décadas desde aquellas únicas dos páginas,
nunca perdidas, amarillentas por el curso del tiempo. De una sentada escribí

58
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-15

el doble de un folleto, con lo que fui a verlo y abandonamos la idea inicial pero
continué la nueva.
En poco tiempo llegué hasta la extensión final que más tarde tuvieron la pri-
mera edición y sucesivas reimpresiones españolas del libro, con un inconveniente:
Lo tenía listo para mandar a imprenta, cuando advertí que en una transcripción
que para mí era fundamental y estaba entrecomillada, no constaba la cita al pie.
No sabía siquiera de qué autor provenía. Podía modificar la cita y quitarle las
comillas, omitirla, tantas cosas más. Pero pensé que por la importancia de la
cita era necesario encontrar al autor.
Era un típico bloqueo de los que explica F reud en su tomo I, aunque de bas-
tante más larga dilucidación: Tardé ocho meses en llegar al momento en que,
estando en casa, recordé de pronto, con exactitud, la fuente de la cita y el lugar
en mis bibliotecas donde se encontraba. Conocedor de F reud, subí de inmediato a
buscarlo, lo abrí de un vamos en la página requerida (F reud, claro), anoté la cita
faltante y mandé el original de El método en derecho a España. Nunca tampoco
indagué en terapia el posible significado de este bloqueo mental.
Lo olvidé y lo encontré “casualmente.” Carl Rogers, El proceso de convertirse
en persona. Mi técnica terapéutica. Leí su capítulo primero varias veces a través
del tiempo, con sumo cuidado. Han sido alumnos de postgrado que me señalaron
coincidencias metodológicas con otras partes de su libro; pero no creo haberlas
leído.
Otra cuestión al pasar, ¿por qué España? Es que a lo largo del tiempo fui cons-
truyendo relaciones que a su vez fueron evolucionando y cambiando y parecía un
país natural para seguir explorando, ante la oportunidad de editar otra vez por
Civitas, luego de haber mandado allí La administración paralela por sugerirme
algunos colegas que, en 1982, era preferible a publicarlo en la Argentina,
Ahora, décadas después de la primera edición de El método en Derecho, he subido a Internet
(además de imprimirlo en papel), una segunda edición dentro del tomo 6, http://www.gordillo.
com/pdf_tomo6/indice.pdf.

Ese muy largo tiempo de elaboración y mayor acceso inconsciente es lo que


tienen en común El método y A mi padre, además de mi Introducción al Derecho,
el único que escribí en otros dos idiomas.
El proceso de creación tampoco ha sido lineal o secuencial. ¿Acaso podría al-
guien rememorar y contar cronológicamente su relación con su padre? Además,
trato de contar la interacción con él, a través de sus recuerdos en mí y luego de
los míos a propósito o en ocasión de lo vivido.
Mucho de esto es un relato sin forma de verificación, lo que hace más impor-
tante aún la tarea del lector: Pensar. Muchos no han querido hacer mis cursos y

59
I-16 i. a mi padre: “éste soy yo”

otros sí, pero tal vez algunos se intriguen por mis explicaciones a la distancia y
quieran leer un sucedáneo de aquellos cursos, imaginar o revivir sus momentos.
Estos tres hermanos componen así la misma mágica trilogía que mis tres
hijos, la continuación de la sangre de mi padre Eulogio y sus ancestros Ignacio y
Agustín y otros en la historia. Después viene la joven cuarta generación, de cara
al siglo XXII, también tres por ahora, portando todos el apellido de mi padre,
abuelo y bisabuelo.

10. Mi lado docente extra sistemático en toda la vida

Despunto el vicio de la enseñanza extra sistemática, que tanto traté de cultivar


en mis cursos de grado, postgrado y doctorado. Los mejores cursantes supieron
aprovechar la experiencia de aprendizaje y creación, otros huyeron despavoridos,
no por falta de condiciones intelectuales, sino de coraje para enfrentar nuevos
desafíos e inventar otras técnicas; o escudriñar hechos desconocidos (¿acaso no
lo son todos?), otros futuros que por ahora quisieron no tener que enfrentar. No
puedo criticarlos, fui uno de ellos en mi carrera de grado y doctorado, no en la
docencia libre con R afael Bielsa, una experiencia de libertad como la que al
propio tiempo viví con Diez.
Este libro, entonces, es también una continuación del texto y los cursos de El
método en derecho. Quien haya hecho alguno se dará cuenta de inmediato, no
obstante las obvias diferencias. Lo mismo con los cursos de Habilidades profe-
sionales.

11. Apostilla sobre el cerebro consciente e inconsciente

He venido hablando sobre la memoria, su reconstrucción y distintos aspectos de


lo que es fisiológicamente nuestro cerebro. Antes era más elegante decir “mente”
o “espíritu,” pero está demostrado que la “mente” no existe sin el cerebro.
Sobre el tema del lenguaje puede verse, en http://www.gordillo.com/pdf_tomo1/capituloI.
pdf, la bibliografía de la primera parte del cap. I de mi t. 1, donde hago un resumen. Para la
cuestión del cerebro ver El método en derecho, 2ª ed., Libro I del t. 6, caps. IX y X, que deben
complementarse con los caps. XI y XII del mismo libro.

Hay tan solo cerebro, después de tantos siglos de sesuda discusión filosófica y
hasta religiosa sobre la dicotomía mente–cerebro, como si una cuestión científica
pudieran resolverla los filósofos o los santos, como intentaron —siglos antes de la
medicina contemporánea— A ristóteles y Santo Tomás de Aquino, al discurrir,
el primero, Sobre el alma y continuarlo el segundo.
Pero si no existe sino cerebro, ello no significa que no tenga subdivisiones
físicas y funcionales, ni que funcione unívocamente. Hay diversos planos que se
ha intentado ahondar en Schopenhauer, en Hegel con su “astucia de la razón,”

60
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-17

en Carl Sagan con Los dragones del Edén y otros autores. Ver lo escrito sobre el
tema en el capítulo II de este libro y en mi texto El método en derecho.
Aparecen en mi memoria los autores que a primera vista representan o cuen-
tan algo ocurrido (Umberto Eco, Castañeda, Flashman), para poner a prueba
el suspension of disbelief propio de las películas. Hay que pensar aún en las
fantasías que se leen.
Es la conexión con el inconsciente: Creo que Capablanca se refería al incons-
ciente al afirmar que todo buen jugador de ajedrez debe poseer suerte. Un amigo
dice encontrar vestigios de Tres momentos de una vida de Hesse en el espíritu
de este libro. Si bien no lo he leído hasta ahora, es posible que haya tomado de
otros autores u otros escritos suyos, secretos aromas de su pluma.
Queda mucho todavía, quizás siglos o milenios, hasta que la ciencia conozca
mejor la relación entre la conciencia y el inconsciente: Pero esa falta de descubri-
miento no significa que no exista, sino que la experimentamos sin conocerla. A
Sócrates le inquietaba: “Conócete a tí mismo,” tarea imposible sin acceso cierto
al inconsciente, pero que todos intentamos como lo hago en este libro y lo hice
en mi vida. Reflexiones parecidas en Sun Tzu, El arte de la guerra: “Hacerte
invencible significa conocerte a tí mismo.”
En los aspectos científicos de las series televisivas con frecuencia se está
dentro de lo tecnológicamente posible, aunque el producto no esté en el mercado
todavía ni el espectador esté seguro de una cosa o la otra. Recuerdo un aviso de
propaganda de Samsung, a página entera impar, con un hermoso dibujo y unas
excitantes descripciones tecnológicas, “alucinantes” como diría uno de mis hijos.
Todo eso en letras de molde. Al pie, en letra muy pequeña e imperceptible salvo
para el ojo entrenado de un abogado, una leyenda: “Esta descripción corresponde
al estado existente de la tecnología. El aparato mencionado no se encuentra en
el mercado.”
A veces los grandes magos gastan fortunas en utilizar como trucos lo que
la ciencia conoce como cierto, pero no está aún en el conocimiento colectivo ni
menos como productos ofrecidos a la venta. He visto hologramas en los teatros
de Las Vegas y mi inquietud novelesca me decía lo que luego resultó cierto: Que
era una técnica no disponible aún para el consumo masivo, pero existente. No
era magia, era ciencia aún no conocida, como si alguien, cuando aún el público
no conocía la técnica de los hermanos Lumière, hubiera hecho un espectáculo de
magia utilizando la proyección de cine.
Mecanismo que explota muy bien la dulce película El Ilusionista, aunque mezcla datos reales
y al mismo tiempo finge utilizar tecnología que en verdad no existe ni tal vez existirá nunca.
Allí el truco mental es doble, o triple, porque la película se sitúa en el siglo XIX.

Viendo ahora series de hace pocos años como CSI, advierto que lo que parecían
entonces prototipos o maquetas simuladas, en verdad eran productos que luego

61
I-18 i. a mi padre: “éste soy yo”

entraron en producción y venta. Las tabletas y los hologramas de la serie La


femme Nikita también son un clásico en el empleo de tecnología que aún no se
vendía en el mercado, pero al fin apareció. Qué cree el lector que es ficción pura;
qué se da cuenta que existe en el mercado; qué advierte que aunque no esté a la
venta en el país, puede estarlo en el futuro; qué por fin, cierto y existente en el
mercado, considera que es ficción, todo eso es su ecuación personal. Es la cuestión
que debe enfrentar para mejor relacionarse con el inconsciente.
Mi Tratado empezó, en cuanto apareció la Internet, a ser publicado en www.
gordillo.com y las tapas consignaban cuál era el sitio. Una vez una estudiante de
la Facultad me dijo que pensaba que era un chiste mío, no se le ocurrió buscar en
Internet si el sitio existía o no. Es como en Galileo de Brecht, en que los asesores
del príncipe querían determinar por medio del debate si es posible o no ver lejos
con un telescopio, en lugar de poner el ojo al telescopio y resolver la duda en el acto.
En esta reconstrucción de la historia, parte consciente, parte escudriñada en
el inconsciente, el lector se verá también asaltado por la duda. Uno de mis amigos
dice no creer que las anécdotas que rememoro sean ciertas; en contraposición,
circulan por la facultad infinidad de anécdotas ficticias sobre mi paso por ella
en la enseñanza.
Mis anécdotas, las que yo cuento, son ciertas en el registro de mi memoria,
pues sabemos por Popper que la Verdad no existe en el conocimiento humano.
Como en la prestidigitación, quedará la duda de cuánto poner en la cuenta del
suspension of disbelief y cuánto no. Esa es la tarea del lector: Dudar y pensar.
Estas páginas están escritas para hacer sentir y pensar. O primero entretener
y luego pensar, como quería Brecht que fuera el teatro. Hay otros que lo han
hecho antes; también lo hice en mis actividades docentes y en publicaciones: Es
ahora mi turno literario en tiempos digitales.
Conté algunos de los dilemas generales y particulares de la escritura de esta
obra. Toca ahora bucear en más profundidad.

62
Capítulo II

ÉSTE SOY YO: EL PRIMER TRAZO GRUESO

Sumario

1. La imagen del primer trazo........................................................... II-1 / 67


2. La elección del trazo....................................................................... II-2 / 68
3. Mi padre: Su escuela primaria incompleta. Mis estudios en
Avellaneda. Mi madre..................................................................II-3 / 69
3.1. La temprana muerte de mi abuelo. Sus biznietos, hoy........II-3 / 69
3.2. Mis padres.............................................................................II-3 / 69
3.3. Mi niñez en Ascensión..........................................................II-3 / 69
3.4. Avellaneda.............................................................................II-4 / 70
4. Flashforward: Visita a Formosa, setenta años después............... II-5 / 71
5. Flashback: Otra vez en Avellaneda, en mi infancia, adolescen-
cia y primera adultez................................................................... II-7 / 73
6. La idea fundacional de mi vida según mi padre........................... II-9 / 75
7. Ver películas, leer novelas de acción y estudiar idiomas.
Nuances...................................................................................... II-13 / 79
7.1. Explicación previa............................................................... II-13 / 79
7.2. La base................................................................................ II-13 / 79
7.3. El desarrollo. Las nuances.................................................. II-13 / 79
8. El poncho tejido por mi abuela, o mis tías, como metalenguaje.II-18 / 84
9. Mi lenguaje escrito y oral............................................................II-20 / 86
10. No perder el tiempo.................................................................... II-21 / 87
11. Algunos libros centrales............................................................. II-22 / 88
11.1. Algunos libros invendibles................................................ II-22 / 88
11.2. F reud, A dler, Jung, William James, otros...................... II-23 / 89
11.3. 150 (o algo menos) volúmenes de la jurisprudencia de la
CSJN y la responsabilidad del Estado................................ II-23 / 89
12. La hipótesis y tesis de mi trabajo de doctorado........................II-24 / 90
13. Pienso escribiendo, pienso hablando......................................... II-25 / 91
14. Leyendo en inglés....................................................................... II-26 / 92
15. Las charlas informativas, que no cuestionan ni hacen
pensar......................................................................................... II-27 / 93
16. Mi tema en el homenaje a Reiriz y un problema en evolución.
El inconsciente........................................................................... II-27 / 93
17. Lo comprado en las librerías de viejo de la calle Corrientes..... II-28 / 94
18. Mi primera experiencia de trabajo y estudio............................II-30 / 96
19. La primera lección recibida in loco parentis.............................II-30 / 96
20. Mi segunda materia universitaria. Hacia el descubrimiento
del método.................................................................................. II-31 / 97
21. El descubrimiento del método de estudiar................................II-32 / 98
21.1. Los pasos previos...............................................................II-32 / 98
21.2. La causa del problema......................................................II-32 / 98
21.3. Cómo lograr la máxima concentración. Por el caos
hacia el orden.......................................................................II-33 / 99
21.4. ¿Un click en el cerebro?...................................................II-34 / 100
21.5. La eficacia del método.....................................................II-34 / 100
21.6. El mantenimiento constante de la atención................... II-36 / 102
21.7. El empleo paralelo de métodos anticuados y modernos
de escribir........................................................................... II-36 / 102
21.8. Causas concurrentes del fracaso de mi tesis doctoral... II-37 / 103
21.9. Concentración y tecnología, hoy..................................... II-37 / 103
21.10. Mi vocación docente durante mis estudios de grado.... II-38 / 104
21.11. Mi ejercicio docente....................................................... II-38 / 104
22. El confronte con la realidad..................................................... II-39 / 105
23. Las falencias de la enseñanza de entonces y mis intentos
fallidos por enseñar distinto.................................................... II-41 / 107
23.1. El problema de estudiar.................................................. II-41 / 107
23.2. Un examen muy particular............................................ II-41 / 107
23.3. La enseñanza acrítica del derecho.................................II-42 / 108
23.4. Los materiales de aprendizaje........................................II-43 / 109
23.5. Mirar dos páginas...........................................................II-43 / 109
23.6. Mirar dos carátulas........................................................ II-44 / 110
23.7. El expediente administrativo del curso.......................... II-45 / 111
23.8. Balance fallido................................................................ II-45 / 111
24. “¡Aquí sí que hago derecho!”.................................................... II-50 / 116
25. Un concurso para profesor titular........................................... II-50 / 116
26. Un concurso para profesor adjunto......................................... II-51 / 117
27. ¿Cuándo y dónde aprender y enseñar?.................................... II-51 / 117
28. Mirando al futuro.................................................................... II-52 / 118
Capítulo II

ÉSTE SOY YO: EL PRIMER TRAZO GRUESO

1. La imagen del primer trazo

Imagen mental, primer plano de una mano con pincel de dibujo de caracteres
orientales, en alguna película sobre Japón o China.
El personaje comienza con trazo firme y mano elevada, sin apoyar el brazo, a
realizar con un solo gesto, lento y cuidadoso, el primer trazo grueso de una letra
del idioma, desde arriba hacia abajo. Luego seguirá su letra con otros trazos y yo
aquí los míos, pero ahora me concentro en el primer trazo grueso, visto por mí.
Al utilizar la tableta apoyo el antebrazo izquierdo sobre la mesa para asegurar
la espalda y en lugar de pincel utilizo el dedo índice en la pantalla. La tecnología
está avanzando hacia otros modos de escritura, sea dictando, mirando, quizás
pensando en WiFi: El chiste me lo hizo un vendedor de tecnología en el Datasoft
de Galería Jardín. Estaba antes en un film de Clint Eastwood, que comandaba,
pensando en ruso, un avión por él robado a la URSS. La serie Intelligence retoma
la idea, ahora con un chip en el cerebro.
Cuando inicio el título de este capítulo por la frase “Éste soy yo” estoy utili-
zando parte del título de este relato, que es a su vez el primer capítulo que más
me ha impresionado de cuanto libro he leído o comenzado a leer y que olvido pero
al que vuelvo en mi mente y en mis enseñanzas y aprendizaje. Años de terapia y
largas lecturas adolescentes de La psicopatología de la vida cotidiana de F reud
me hacen saber que es un bloqueo del inconsciente, con alguna explicación muy
profunda en mi psiquis, pero que nunca traté ni me interesa tratar en análisis,
ni siquiera indagar con análisis profano.
El primer tomo de F reud me convenció, cualquiera fuese el mensaje querido
por el autor, que es inútil tratar de explicarse esos bloqueos rutinarios, hay que
seguirlos y obedecerlos.
Es lo más práctico.
II-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

El lector que conozca F reud en serio deberá notar que estoy contando una ex-
periencia subjetiva, no dando clases de F reud. Lo digo de entrada porque éste es
un tema recurrente en mí y sin embargo no volví sobre el primero de sus veintidós
tomos, aparecidos en Editorial Rueda, edición argentina de 1942.
Leo lo serio con sumo cuidado, resumiendo y anotando, comparando y pensando.
Bien leído, no necesito volver a leerlo. En cambio las novelas de ficción, que nunca
reflexioné demasiado, las he releído cada quince años cuando eran mis preferidas,
hasta tirarlas todas en tandas sucesivas, por falta de espacio y obsolescencia física
total del papel y tapas blandas. Tengo pues diferentes velocidades de lectura: Una
muy rápida para buscar algo, otra veloz para las novelas, una muy lenta para
lo técnico, en que con frecuencia releo con cuidado un párrafo más de una vez y
anoto, antes de seguir leyendo el siguiente; comparo, hago referencias cruzadas.
Es un resultado del método que descubrí para estudiar, como explico infra, § 20 y § 21, pp.
II-31 / 97 a II-39 / 105.

Cuando era meritorio en un juzgado civil, el Secretario decía que mi lectura


de un fallo “hacía cosa juzgada.” La chanza apuntaba a la minuciosa atención
que ponía en su estudio e interpretación. Lo sigo haciendo. Me he digitalizado
por necesidad, en mi casa y el estudio. Pasado un cierto umbral, es imposible
manejarse con el soporte físico papel. Así, en un caso que me ocupó apenas una
semana, tenía 170 anexos en un CD: Los hice subir a la PC; luego de consultar-
los y ver su relevancia los hice imprimir; al terminar mi vinculación con el caso
ofrecí darlos a mi ex cliente o destruirlos yo, en las seis grandes cajas de cartón
que los contenían. Ante la falta de respuesta hube de hacer lo segundo para
recuperar el espacio físico. Pero quedan en la computadora y las nubes de casi
infinita capacidad de almacenamiento.

2. La elección del trazo

A medida que voy escribiendo avanza en mí la sospecha que todo el relato es un


largo “Éste soy yo,” lo que no debiera causar sorpresa. Este puntual capítulo,
directa aunque problemáticamente inspirado en el primer capítulo ya varias veces
citado, ha tenido un tránsito azaroso en mi ser. Si todo queda desordenado no es
por falta de trabajo, sino por las razones que explico al comienzo. Y en todo caso
porque me causa placer trabajar y escribir en apariencia sin orden. En el fondo
de mi cerebro, todo (o casi todo, para no exagerar demasiado el arábigo estilo
al-Ándalus) se ordena. Ése también soy yo.
Vuelvo pues a encarrilar mis recuerdos. Creo que lo que más me define es
mi vocación hasta ahora inextinguible por leer y estudiar, donde mi pensar se
confunde con el escribir y contar; en el caso del derecho (y quizás de cualquier
disciplina de la mente), con el hacer.

68
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-3

Aquí ese hacer es el acto de vivir, algunas décadas ya. Tengo 73/4 años al
redactar (75 al hacer las revisiones finales previas a la imprenta y la web) estas
líneas; en mi cerebro parecen comenzar en cualquier tiempo y lugar y luego
toman caminos diferentes.

3. Mi padre: Su escuela primaria incompleta. Mis estudios en Avellaneda.


Mi madre
3.1. La temprana muerte de mi abuelo. Sus biznietos, hoy

Mi abuelo paterno Ignacio murió a los 43 años, dejando doce hijos en Piedra
Blanca, Catamarca.
Desde chico mi padre fue “bravo” (sus palabras) y les daba problemas a su
madre y a sus propias hermanas, según me contaba.
Uno de mis tíos, sacerdote; otro, Agustín, sin descendencia masculina con
igual apellido; las demás, hermanas mujeres. El único que transmitió el apellido
fue mi padre, a mí, pero tengo descendencia con el apellido de mis ancestros: Por
ahora, tres nietos varones. Con la muerte del abuelo, mi padre fue a vivir con su
hermano Agustín a Tucumán, sin haber terminado antes ni después la escuela
primaria. En su adolescencia hizo cursos de caligrafía por correspondencia. No
recuerdo haberlo visto leer, al contrario de mi madre, que lo hacía sin cesar. Pero
había escuchado con pasión y perseverancia los discursos políticos de Balbín en
las plazas públicas, notando las repeticiones.

3.2. Mis padres

Mi madre se llamaba Carolina García de Gordillo, hija de Herminio García y


Fernanda Iglesias, nacida en 1913 en un pueblo de la Provincia de La Pampa;
sus padres eran madrileños. Agréguese mi convicción que mis genes paternos
son andaluces: A mi padre le encantaba la música andaluza y muchas veces
presenciamos esos espectáculos. Mi mujer honra su memoria y me lleva también
a tablaos en Buenos Aires o España.
Mi padre en apariencia no leía pero le gustaba hablar. Heredé la segunda
característica, aunque por momentos soy callado.

3.3. Mi niñez en Ascensión

Mi aprendizaje con mi padre se divide en dos lugares: En Ascensión, partido de


General Arenales, al Noroeste de la Provincia de Buenos Aires, hasta tercer
grado de la escuela primaria. En ese pueblo donde nací en 1938, se casaron mis
padres, en 1934.

69
II-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

No recuerdo sino lo que mi padre me contó de los primeros cinco o seis años de
mi vida, que para él eran los más importantes de la educación de una persona.
A partir de allí, en mi pueblo natal, mis recuerdos también son los que él me
contó, salvo poquísimos pantallazos: El gran tacho de preparación de helado de
crema, rodeado de sal y hielo, que yo era el primero en girar sobre su eje, con una
manija, hasta que mis fuerzas llegaban a su fin; luego, con igual límite, seguían
por turno mi hermana y mi madre; mi padre tomaba la posta final.
Recuerdo haber escalado el alambrado del patio trasero que daba a la calle
de atrás, para ir a jugar con unos chicos que estaban afuera; el comentario de
mi padre fue que estaba bien, pero que otra vez saliera por la puerta, avisando:
Era más un afectuoso consejo que un reproche o una orden. También recuerdo
haberme quedado fuera de hora en penitencia por hablar en clase, primero por
altura en la lista de castigados, con guardapolvo blanco, cabizbajo y pensativo,
jugando con un diminuto bandoneón que me había hecho con una hoja de cua-
derno. La demora fue de cinco minutos y mi madre no notó la tardanza, hasta
ver mi gesto y oír el relato de mi penitencia.

3.4. Avellaneda

En mi tercer grado nos mudamos a Avellaneda, en la misma Provincia, porque


mi padre quería llevarnos a un lugar en que hubiera escuela secundaria (la más
próxima estaba antes a 200 kilómetros de Ascensión, en Junín) y Universidad
cercana. Estuvo buscando oportunidades en varias provincias y municipios o
ciudades, pero la que a su juicio le ofrecía mejores condiciones fue Avellaneda
para comprar el fondo de comercio de un bar, con escuela secundaria a pocas
cuadras (Escuela Normal Mixta Anexo Nacional de Avellaneda) y la Universi-
dad de Buenos Aires en la Capital vecina. Su decisión, que pudiéramos seguir
estudiando hasta terminar la Universidad, era inquebrantable.
De mi infancia en Avellaneda recuerdo bien nuestra casa y negocio y tengo
pantallazos de recorrer el Mercado cuando ya estaba vacío, de día o los fines de
semana, explorando los distintos modos de entrar. Ya más adolescente, cuando
aún no habíamos comprado la casa del Pasaje Magnasco, varias veces regresé de
noche y no había llevado la llave. Con la agilidad de esos años escalaba la pared
de la calle, me descolgaba a la terraza y por allí ingresaba a la casa e iba a mi
dormitorio. Nunca lo conté, porque sabía la respuesta. Desde entonces al presente,
tengo sumo cuidado de llevar conmigo las llaves de casa. También está grabado
en mi memoria ir caminando una mañana de sol hasta la escuela secundaria,
de guardapolvo blanco, disfrutando el paseo en el aire primaveral.
Al empezar las clases de la escuela primaria en Avellaneda, tengo grabado
el tierno agradecimiento a una joven maestra que no tenía a su cargo el tercer
grado en que me encontraba, que me hizo una caricia afectuosa en la mejilla,

70
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-5

durante el recreo: Me vio parado en el patio, sin jugar ni hacer nada, y me brindó
ese imborrable gesto de afecto. Mi mujer acostumbra hacerme el mismo gesto de
amor, que me llega cada vez al corazón.
Como dicen algunos de mis amigos, soy beneficiario del Estado de Bienestar y la
educación gratuita. Pero lo que trabajó mi padre y trabajé yo, eso no es frecuente
en el Estado de Bienestar sino en el capitalismo salvaje, pero aquí íntegramente
en provecho propio. Si es posible una síntesis del Estado de Bienestar y trabajar
como en el capitalismo salvaje pero en provecho propio y con alegría, mi padre
la descubrió y me la transmitió.

4. Flashforward: Visita a Formosa, setenta años después

Este libro estaba escrito, con las enseñanzas y carácter con que mi padre me
formó, cuando vino a dar parecido testimonio, setenta años después, un hecho al
que rindo sincero agradecimiento, que lo doy también en nombre de mi padre. En
su búsqueda de un futuro de estudios para sus hijos visitó distintos lugares de
nuestro país, entre ellos la provincia de Formosa, antes de recalar en Avellaneda.
Una reverencia del destino hacia el espíritu viajero de mi padre, hizo que
fuera la ciudad de Formosa el lugar elegido por la Asociación Argentina de De-
recho Administrativo, para hacer en agosto del 2013 la celebración conjunta de
las XXXIX Jornadas Nacionales de Derecho Administrativo y el IX Congreso
Internacional de Derecho Administrativo de la AADA, ambos “En homenaje a
Agustín Gordillo y su obra.”
Mi amigo Ismael Farrando, en ese momento Presidente de la AADA, me entre-
gó públicamente una placa en representación de “todos los Miembros del Comité
Ejecutivo,” “autoridades y amigos,” “con profundo cariño,” “en reconocimiento de
su destacadísima trayectoria académica y docente, en la que demostró cabalmente
su compromiso con la verdad, la justicia y el bien.”
“En su lucha por la libertad y contra la arbitrariedad fue inclaudicable, con
valor, coraje y pasión.”
Ése es el legado de mi padre: La pasión, el valor y el coraje inclaudicables que
me enseñó con su conducta. Ése es el magma interior.
“Con especial creatividad, ha sido formador en el tiempo de innumerables
cuadros de discípulos y administrativistas con pensamiento crítico y capaces de
defender y afianzar las garantías ciudadanas. Es éste su mejor legado.”
Aquí aparece la genuina modestia o al menos la pragmática prudencia frente
a la dimensión del elogio. Nunca me sentí un “caposcuola” —la negación de la
libertad— pero es cierto que hay otros recorriendo mi sendero, estén o no de
acuerdo con mis ideas.

71
II-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

También Ismael Farrando me hizo nombrar, antes, Profesor Honorario de la


Universidad Nacional de Cuyo.
En el Libro II de M ario Rejtman Farah se encuentra alguna de sus tempranas cartas en mi
red social de mails, sección I, cap. IV, § 24.1, p. M-155 / 523.

Mi amigo Carlos Botassi, siendo Decano propuso y obtuvo, de la Universidad


Nacional de La Plata, mi designación como Profesor Honorario. Luego organizó
unas jornadas de homenaje, en el Colegio de Abogados de La Plata y las editó y
publicó bajo el título Temas de derecho administrativo. En Honor al Prof. Doctor
Agustín A. Gordillo, Platense, 2003. Jorge A. Sáenz habló y escribió sobre mi
producción, en lo que luego fue parte de su legendario Prólogo a mi tratado.
Botassi rememora el homenaje en el Libro II, sección III, p. H-37 / 671; ver también sección
I, § 23, p. M-29 / 397.

Otro importante recuerdo lo organizó M aría Graciela Reiriz en su “Homenaje


al Prof. Dr. Agustín Alberto Gordillo,” en Reiriz (coord.), Derecho administrativo
y rediseño institucional de la República, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2004.
Luego Botassi organizó por su parte el “IV Congreso de la Asociación Bo-
naerense de Derecho Administrativo. En Homenaje al Dr. Agustín Gordillo,”
Dolores, 23 de noviembre de 2007, el que fuera realizado “En reconocimiento a
su inclaudicable gestión para la instalación de la Justicia Administrativa en la
Provincia de Buenos Aires.” Expusieron en el homenaje Inés D’A rgenio y M abel
Daniele, a todos los que testimonio mi renovado agradecimiento.
Ahí reaparece, en letras de molde, el término “inclaudicable,” que nos abarca a
mi padre y a mí, heredándolo desde la niñez. Está en los genes. Una forma poética
de destacarlo se puede encontrar en las palabras de Luis A rias, Libro II, p. 658.
El siguiente homenaje en el país antes de las Jornadas y Congreso Internacional
de la AADA en Formosa, lo hizo en Buenos Aires la Legislatura de la Ciudad, bajo
la coordinación de Isaac Augusto Damsky. Allí hablaron en muestra de estima y
afecto diversos legisladores, magistrados y académicos argentinos y adhirieron por
mail varios académicos extranjeros. La Legislatura dictó una ley declarándome
“Personalidad destacada en la enseñanza de las ciencias jurídicas.” Cada uno de
ellos elogió cualidades o aptitudes que me fueron todas enseñadas por mi padre.
Se puede consultar en: http://www.gordillo.com/homenajes.html; infra, Libro II, sección III,
Isaac Augusto Damsky (coord.), “Homenaje al Dr. Agustín Gordillo, Personalidad destacada
en la enseñanza de las ciencias jurídicas,” infra, pp. H-1 / 635 hasta H-49 / 683.

Un homenaje posterior fue recibir en el 2013 el Premio “Justicia,” de la UCES,


primer administrativista argentino en obtener esa distinción. El premio fue creado
y otorgado, por primera vez, a Jorge Bacqué, que siendo Ministro de la CSJN
anunció que si aumentaban el número de miembros de la Corte, renunciaba. Lo
hicieron y renunció. Soy amigo de él desde hace décadas y me enorgullece extraor-
dinariamente que sobre ese primer modelo recayera años después mi galardón.

72
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-7

Hubo otros homenajes, antes y después, en el exterior: Brasil, Colombia, Costa


Rica, Perú, México.

5. Flashback: Otra vez en Avellaneda, en mi infancia, adolescencia y primera


adultez

Volvamos a mi niñez, para conocer la simiente que dio lugar a esos frutos. Niño,
adolescente y adulto hasta mis 24 años en Avellaneda: Fueron etapas sin solu-
ción de continuidad, un único profundo proceso de aprendizaje, de gran riqueza
personal e intelectual para mí. Es la época de mi vida en que pensé, leí y estudié
más intensamente. Lo más importante de mi vida intelectual ocurrió en ese
entonces. Allí se forjaron mi personalidad y el resto de mi vida.
También en esa primera juventud escribí bastante y luego tuve años muy
fructíferos en cuanto a producción escrita, además de ejercer la profesión y la
docencia, viajar y seguir todo lo de antes, por un tiempo con menos intensidad.
El trabajo compartido con mi padre constituyó una fuente inagotable de impulso
al aprendizaje. Mi padre logró que mi infancia y adolescencia fueran, en cuanto
al estudio, opuestas a las posibilidades suyas en igual edad. Vivía con profunda
satisfacción todo cuanto yo aprendí, como propio de sus enseñanzas. Si alguien le
decía que “tenía mucha suerte con sus hijos” su categórica y fuerte respuesta era:
—“¡Suerte no, los eduqué!”
Suscribo sus palabras. Pasaron innumerables cosas en esos años intensos,
todas gratas. En la Escuela primaria número 46 de Avellaneda, el maestro de
cuarto grado organizó una elección democrática de “Director de la biblioteca” del
aula. Todos sabíamos que el cargo era un mero símbolo y hubo dos candidatos
finales. Por cosas de niño, nada más, sentí mi deber cívico votar por el otro can-
didato. Así y todo gané la primera de muy pocas elecciones.
Pero mi destino no estaba en el voto popular, a pesar de ese temprano signo y
luego, en la escuela secundaria, haber sido electo Presidente del CEDA, Centro de
Estudiantes de Avellaneda. Con el tiempo fui varias veces nombrado presidente
de asociaciones académicas argentinas o internacionales, por consenso; dos veces
como presidente de un tribunal administrativo internacional. Eso fue todo, desde
aquella lejana votación que gané en cuarto grado. Una última mini votación: Fui
elegido por ambas partes para presidir un proceso arbitral entre la nación y un
importante grupo internacional.
En Avellaneda terminé la escuela primaria, hice la secundaria y la Universi-
dad, me doctoré, entré a la Facultad como profesor adjunto interino ad honorem,
publiqué varios artículos (alrededor de 24) y mis tres primeros libros (además de
escribir el cuarto, que se terminó de imprimir el 18 de agosto de 1964); aprendí

73
II-8 i. a mi padre: “éste soy yo”

inglés y francés, entré en Buenos Aires a la OEA como profesor e investigador,


hice el Proyecto de código administrativo.
Más importante que todo eso, leí mucho, con lápiz en la mano, anotando,
comentando, buscando y señalando similitudes, diferencias y contradicciones,
haciendo un índice selectivo en la primera página en blanco para buscar luego
algo que me interesaba recordar. Esto último lo mantuve como hábito toda la vida.
Antes y durante la carrera fui asiduo asistente, los días de semana, de la
biblioteca pública municipal de Avellaneda en su antigua sede. Allí estudié las
materias, hice todos mis apuntes y sobre todo descubrí lo que luego sería mi
método de estudio para recibirme.
Ver infra, § 20 y § 21 de este cap. II; pp. II-31 / 97 hasta II-39 / 105.

Durante mi carrera universitaria, los sábados y domingos iba a estudiar todo


el día a la Facultad de Derecho. Tengo como recuerdo por momentos penoso el
estar viajando en ómnibus un domingo de sol ¡para ir a estudiar a la biblioteca
de la Facultad! Era un par de segundos, nada más.
Variaba además de biblioteca cuando los conocidos de alguna me hablaban,
haciéndome perder el tiempo y la concentración. Por esa razón también frecuenté
las demás bibliotecas públicas de mi ciudad, sobre todo el quinto piso de Indepen-
diente que me quedaba más cerca, pero también la de Racing cuando necesitaba
otra vez cambiar de lugar de estudio para concentrarme mejor.
También fui a los bailes de ambos, no a sus partidos de fútbol. Como vivía
cerca de las canchas, el griterío de los domingos fue para mí infernal, desde niño.
En mi vida solo vi tres partidos de fútbol. No soporto escuchar la transmisión
radial o televisiva de un partido de fútbol. Me gusta ver jugar a Roger Federer,
pero debo poner la TV en “silencio” para evitar la cháchara de los locutores his-
panos de ESPN.
Mi madre nunca me lo sugirió pero me lo mostró, leía todo el tiempo que podía:
Yo la imité y leí en todo momento. A pesar de tan eximia lección, decía mi madre,
“Es muy difícil enseñarle algo a un (hijo) adulto, si no pregunta.”
Por eso es tan importante que los docentes universitarios sean buenas per-
sonas, pues es frecuente que actúen in loco parentis. El padre que les falta a los
hijos por dedicarse a la docencia actúa entonces in loco parentis de otros adultos
que no son sus hijos.
Y le ha tocado a este autor haber recibido valiosísimos consejos in loco parentis,
de colegas tanto mayores como de mi edad pero también mucho más jóvenes, hasta
ex alumnos, preocupados por las resonancias adversas que distintas versiones
de este libro pudieron ofrecer como flancos débiles. También me lo advirtieron
cuando circulaba información y opiniones por e-mail a unas mil personas.

74
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-9

Una de la advertencias y mi respuesta se encuentran en el Libro II, sección I, apartado 5


(segundo párrafo) del § 15.1, p. M-127 / 495 y mi respuesta en § 15.4.2, p. M-129 / 497. Ahora
aprendí a seguir un poco más esos consejos.

Mi gratitud no tiene límites, pienso que la profunda influencia de mi padre


debe haberles despertado, por empatía con él, ahora a través de mi relato, el deseo
bondadoso de preservar y ayudar su legado.

6. La idea fundacional de mi vida según mi padre

Mi padre me transmitió de muy chico la idea fundante (fundadora o fundacional,


me dirían los cultores de la lengua):
—“Estudiá nene, porque si tenés que trabajar te vas a morir de hambre.”
Esa primera lección no me fue repetida pero me fue ejemplificada, comparando
estudiar con ganas vs. trabajar por obligación. Si me veía sin hacer nada, en-
contraba alguna tarea que mandarme ejecutar, aunque sea limpiar otra vez las
botellas que había limpiado antes. En cambio, si estaba leyendo o estudiando,
jamás me interrumpió para encargarme nada.
Cuando compró el fondo de comercio del bar en Avellaneda, calle Colón 476
(infra, p. 236), éste tenía un joven empleado para atender las mesas. Yo lo consi-
deré un despilfarro (en Ascensión no existía empleado alguno, éramos los cuatro
miembros de la familia que hacíamos todo lo necesario), e insistí de niño ante
mi padre, recién llegados a Avellaneda, para que lo despidiera porque yo podía
hacer su trabajo mejor que él. Lo hice con la inocencia, o la maldad, de un niño,
pero fue gracias a esa relación de colaboración con mi padre que mi educación
infantil, luego adolescente y por fin adulta se pudo profundizar. Mentiría si dijera
que fue altruismo y vocación de colaboración. Imagino que en realidad el trabajo
me interesaba y quizás no fuera detalle menor recibir las propinas de los clientes.
Aún recibido de abogado (y ya doctor, profesor, autor) seguía ayudándole y
atendiendo las mesas; así continué hasta mi casamiento y consiguiente mudan-
za. Después, no sería sino ayuda económica pues el bar resultó económicamente
inviable con la liberación de los alquileres y hubo que abandonarlo, pero yo tenía
un buen ingreso profesional desde mis 23 años. Empalmé bien entonces, al igual
o a la inversa de mi padre, uno de los fines del Estado de Bienestar con uno de
los comienzos del liberalismo. Casualidades del destino, con el único nexo del
esfuerzo titánico de mi padre, que yo en algo heredé.
El bar trabajaba en sincronía con los horarios nocturnos del entonces Mercado
de Abasto de Avellaneda, cuya estructura edilicia subsiste y es hoy sede del Recto-
rado de la Universidad Nacional de Avellaneda. (Infra, p. 236.) Cada madrugada,
al comenzar a mermar el nivel del trabajo en el Mercado, los puesteros, quinteros
y changadores se acercaban al bar para hacer alguna consumición. En función

75
II-10 i. a mi padre: “éste soy yo”

de ello mi padre abría el bar a las cuatro de la madrugada; teníamos un timbre


conectado a mi habitación, donde yo dormía lejos, vestido. Cuando entraba el pri-
mer cliente mi padre tocaba el timbre y yo me levantaba de inmediato e iba desde
mi dormitorio hasta el salón a la calle, para atender al instante al o los clientes.
Esta modalidad implicaba que mientras no entraran clientes, podía seguir
durmiendo en mi habitación. He tenido entre veinte y cuarenta minutos más de
sueño diario en mi dormitorio gracias a esta combinación. Al día de hoy todavía
suelo levantarme de inmediato al despertarme, alrededor de las siete, lúcido y
fresco. En compensación ando cansado y con sueño todo el día.
Estaba en la escuela primaria, pero el trabajo del bar terminaba antes del
comienzo de la escuela; cada verdulero se iba a abrir su negocio, los productores
regresaban a sus quintas, los puesteros a sus casas. El Mercado quedaba casi
vacío, aunque manteníamos abierto todo el día por alguna consumición eventual,
que se daba. Cuando yo salía para la escuela mi mamá continuaba ayudando a
atender el negocio.
En aquel entonces él caminaba con dificultad con su pierna ortopédica y
bastón o antes con muletas. Para la atención de los clientes en horas pico era
indispensable caminar rápido hacia las mesas y atender con eficacia el pedido.
Se trata de recuerdos que, por lo profundos, no puedo evitar retomar en las pp. 233-235. No
he logrado podar el texto en uno u otro lado.

Ese relacionarme con gente de trabajo, desde la infancia, dejó alguna influencia
en mi formación y además una imperceptible aculturación del Sur de Italia, de
donde muchos de ellos eran descendientes, más un vasco y un japonés que fue
muy amigo en mi infancia. Cuando visité Nápoles no encontré raíces de aquella
aculturación suritálica, recién la descubrí en Calabria. He conocido frases del Sur
italiano hasta que por fin estudié italiano en mi octava década. Por eso algunos
de mis trabajos recientes han sido escritos en ese idioma. La abuela materna de
mi mujer nació en Catanzaro y tuve el privilegio de tratarla hasta su muerte,
sobre el filo de los cien años.
Cuando había clientes en el bar no necesitaba orden de mi padre pues inte-
rrumpía mi lectura para atenderlos al instante. Sentía las miradas y observaba
los gestos con la visión periférica, tratando de evitar que nadie necesitara llamar-
me de viva voz. Con levantar la mirada debía ser suficiente, ése era el lema de
mi padre y fue también mío desde entonces. Me molesta la persona que no está
atenta a su trabajo. Percibo las miradas ajenas, como algunos perciben las mías.
Mi padre decía también que cada movimiento suyo tenía que darle dinero, yo
tenía la idea, similar, de no dejar pasar un minuto sin estudiar o pensar, pues
si no, tendría que trabajar. Pero el trabajo era primero.

76
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-11

Si bien el trabajo que realizaba era manual, me gustó y a la par aprovechaba


para estudiar, cada segundo que no tenía requerimientos de clientes, en la misma
mesa al lado de la vitrina a la calle con la victrola (hoy vitrola) atrás mío.
Es una constante, hace décadas que evito todo trabajo manual. Prefiero estu-
diar, leer, escribir, pensar, ver series grabadas o películas sin propaganda. Me
gustaba con todo alimentar los hogares a leña, en el campo de Mercedes, hasta
que mi innata torpeza me produjo a mis 75 años una quemadura de tercer grado
en el pie derecho, con el previo antecedente de casi incendiar la casa. Me dejó de
gustar. Mi padre, como siempre, tenía razón.
Si no tengo más remedio que hacerlo, entonces me gusta. Alguna que otra cosa
material he hecho por placer: Desarmar y rearmar un sillón, modificándolo para
adaptarlo a mi espalda, construir un atril para el teclado, armar bases para los
monitores. Más, desde luego, el placer que significó trabajar con mi padre; pero
todavía llevo en las manos cicatrices de obras en asta para la escuela primaria.
El esfuerzo físico no era mi fuerte, ni siquiera disfrazado de aprendizaje.
Mi trabajo intelectual y profesional fue placer, cualquiera fuese el que realizara;
nunca lo consideré trabajo en el sentido de castigo, de ganarse el pan con el sudor
de la frente. Más aún, la palabra trabajo pasó a tener para mí la connotación de
trabajar sin ganas, por obligación y como todo lo hice con ganas y sin sensación
de esfuerzo o sacrificio, puedo entonces decir que en tal sentido nunca trabajé,
pues disfruté todo lo que hice. El juego de palabras puede también expresarse
así: Disfruté todo lo que hice, fuera o no “trabajo.” El sentido de esta palabra
me elude hasta el día de hoy, aunque todo lo que hago lo estimo productivo. Dos
anécdotas pueden ilustrar este juego de palabras. La primera anécdota era de mi
madre viuda, que a través de los años al llamarme por teléfono me preguntaba:
—“Y qué tal, nene, ¿mucho trabajo?”
Durante mucho tiempo caí en la trampa de la pregunta y relaté minuciosa-
mente todo lo que estaba haciendo. En realidad no me quejaba, nada más rendía
cuentas del uso de mi tiempo, como obligado por la pregunta. Ella me corregía:
—“Alegráte, nene, alegráte.”
Así, el estudio y el trabajo en algún momento quedaron fundidos en mí. Tra-
bajar era motivo de alegría, según la repetida tesis de mi madre, que de algún
modo se entremezcló con el mandato paterno de estudiar para no tener que tra-
bajar. Estudiar era el placer para evitar un destino peor, pero cuando descubrí
que el trabajo también era estudiar, entonces ambos quedaron confundidos en un
único placer. Disfruto por igual estudiar, trabajar, pensar o descansar. Aunque
sospecho que el descanso y los entretenimientos son meros momentos que utiliza
mi inconsciente para preparar nuevas ideas.

77
II-12 i. a mi padre: “éste soy yo”

La segunda anécdota corresponde a un pariente médico, que cuando nos vemos


cada tantas semanas en alguna reunión familiar, me pregunta:
—“Y qué tal, Agustín, ¿mucho trabajo?
Es una fórmula de cortesía, una forma de decir “Qué tal, ¿cómo estás?” sin que
nadie espere una perorata como respuesta. En mi caso me quedo pensando porque
nunca sé si estuve trabajando o no. Lo único que sé es que no estuve perdiendo
el tiempo y que disfruté, pasándola bien. Creo que jamás pierdo el tiempo ni me
aburro, salvo cuando me toca escuchar conferencias informativas: Me duermo.
Cuando tengo que hablar, si puedo elijo algún tema sobre el que no haya
escrito antes y en lo posible de actualidad. Como leo con cuidado los diarios, se
presenta así la ocasión de mencionar algún pronunciamiento judicial de esos
días y las novedades jurídicas de la semana, en cuanto se vinculan al caso que
comento. Dicen mis amigos que hablo mejor cuando improviso que cuando leo algo
preparado. Después, si lo que dije me parece interesante, lo reescribo a partir de
la desgrabación y lo sigo puliendo hasta por último publicarlo.
He oído hasta a clientes observar que yo trabajaba “como loco” en cuanto a
la intensidad y cuidado o dedicación al trabajo; así he vivido, con concentración,
esmero y placer, cada cosa que me tocó hacer. Cuando es necesario trabajo de
noche, los feriados, sábados y domingos, a toda hora: El descanso comienza cuando
termina la creación o la obligación.
Hace mucho tiempo tengo enmarcada en mi estudio una fotografía ampliada
que tomé de una frase de Confucio: “Elige una profesión que ames y nunca tra-
bajarás un día en tu vida.” En mi caso, como he tenido muy distintas ocupaciones
y todas las he disfrutado con placer, tal vez el lema pudiera ser: “Ama lo que
tengas que hacer y nunca trabajarás.” Como se ve, la fotografía es uno de mis
entretenimientos, que cuando puedo vinculo a la reflexión.
Ése ha sido el lema de mi padre, que alguna vez nos contó que llegó a tener al
mismo tiempo ocho ocupaciones distintas, entre ellas fotógrafo, organizador de
eventos, carpintero, profesor de gimnasia, no sé cuántas cosas más. No pregunté
porque me parecía normal, escuchándolo. Mi madre también tenía varias ocupa-
ciones. Tenía nenas del campo pensionadas por sus padres para asistir a la única
escuela primaria del pueblo de Ascensión y hacerlas estudiar; era bibliotecaria
del club. Eran tiempos difíciles. De allí vengo yo. En la vieja cancha de bochas
del club, mientras varios amigos jugaban, mi padre y otro amigo convencieron al
hijo pequeño de uno de los jugadores a asomarse y decir repetidamente: “Papá,
¡tengo hambre!” Hasta en los chistes aparecía el miedo al hambre.
El club, hoy, puede verse en http://www.csdascension.com.ar/home.htm; http://www.singlar-
club.com/; http://es.wikipedia.org/wiki/Ascensión_(Buenos_Aires); http://www.arenales.8k.
com/clubsocial.htm.

78
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-13

7. Ver películas, leer novelas de acción y estudiar idiomas. Nuances


7.1. Explicación previa

En materia de idiomas hice un mix del deseo de aprender y el divertimento de


practicarlos. Los idiomas son indispensables en el mundo del siglo XXI.

7.2. La base

Los idiomas concitaron mi interés desde la infancia. En la primaria y secundaria,


había estudiado muy bien inglés en institutos privados; en la secundaria, muy
bien francés con una profesora privada; italiano, mal, un día. En la universidad,
alemán y ruso, regular. Lo que más rinde y por ende lo más barato son los profe-
sores privados, que se adecuan paso a paso a la evolución de nuestro aprendizaje.
Así estudio ahora italiano con intermitencias, con mi mujer.
Nunca estudié latín, pero me divirtió, desde Derecho Romano (mi tercera
materia) en adelante, juntar latinazgos de todo tipo, aprenderlos y ordenarlos.
Los pocos abogados que saben latín se dan cuenta que no lo sé y a veces se mo-
lestan, los demás estamos todos contentos. En algún momento compré todo lo
que encontré en el mundo, sobre adagios y frases latinas. Los recopilé y ordené
en mi PC. Es una fuente inagotable de entretenimiento cuando decido vestir un
trabajo jurídico y hay algo dicho en latín que es apropiado para la ocasión.
Los grandes principios jurídicos contemporáneos en buena medida se remontan al derecho
romano, como se explica en el tomo 9, pp. 613-624.

En la misma cuarta o quinta década también junté frases en sánscrito y otros


idiomas propios del hinduismo (sin conocerlos, solo por divertimento), pero hasta
ahora no he encontrado ocasión de utilizarlos sin resultar agresivo. Hasta el
alemán tuve que utilizarlo poco porque hubo colegas que se sentían amenazados
por mi uso de la lengua. Ni qué decir que abandoné el ruso.

7.3. El desarrollo. Las nuances

Cuando veo televisión trato de mirar programas en otro idioma, en lo posible


sin subtexto o al menos con subtexto en el propio idioma de la película. No leo
traducciones, tampoco. (De los idiomas que conozco, se entiende.)
Si el subtexto de la película está en mi idioma, hago un gran esfuerzo por al
menos escuchar bien las palabras y entonces comparar y criticar en mi mente la
defectuosa traducción realizada, a fin de que cada película sea un pequeño ejer-
cicio de idioma, un pequeño aprendizaje o al menos mantener vivo un lenguaje.
Dado que las películas que más me entretienen son las policiales y de acción,
ocurre en ellas con frecuencia que los personajes de diversos estratos sociales
tienen diferentes tipos de lenguaje y así aprendo los niveles del habla de cada

79
II-14 i. a mi padre: “éste soy yo”

idioma. Recuerdo un folleto para aprender francés, llamado Nuances, que ya


adulto compré en El Ateneo, sabiendo bastante francés, pero interesado por la
propuesta del opúsculo.
En una reunión de embajada, al comentar una copa de vino se podía por
ejemplo decir:
—“Ce vin est une délice.”
Pero si se está en una reunión de amigos universitarios cultos, esa frase suena
un poco rebuscada para la ocasión y es más común hacer algún comentario del tipo:
—“Ce rouge est très bon.”
Era el lenguaje argentino en las obras de teatro y entre personas cultas, hace más de medio
siglo.

Si, en cambio, se está en un bajo fondo u orilla (Borges) en que se habla argot,
es posible que pueda escuchar en cambio, con igual sentido, la siguiente frase:
—“Ce picrate est vachement bon.”
Es el lenguaje ordinario, procaz, lleno de malas palabras, con el cual los teatros porteños
“adaptan” en el siglo XXI obras extranjeras que no lo utilizan. La calificación de “guarango”
que nos propinara Ortega y Gasset a comienzos del siglo XIX se ha extendido al teatro por-
teño, que se iguala en su lenguaje al arrabal de antaño. A veces incluso el arrabal es menos
grosero que el teatro capitalino.

He visto y escuchado gestos y frases obscenas ¡hasta en el Teatro General San Martín! Sé
que esto suena como Oscar Wilde con su People are as common in London as flowers are in
the country (en su obra The Importance of Being Ernest, 1895), pero la procacidad alcanza,
en el teatro porteño, a todas las preferencias de orientación sexual. Es la democratización de
la guaranguería, el populismo en la cultura.

Aquella última construcción francesa, dicha en el segundo contexto, es de


mala educación, grosera. Si es en el primero, una ofensa. Gracias a mis amigos
franceses fui dándome cuenta que muchas cosas “aprendidas” leyendo novelas
policiales no pertenecían al lenguaje corriente de personas cultas, lo que deducía
de las miradas que recibía al utilizar alguna de tales palabras.
Una vez pregunté ¡en la mesa de su casa! a Gérard Timsit, Rector universi-
tario de la Sorbona cuya mujer era embajadora ante la vieja Alemania Oriental,
cuál era el significado de una frase en apariencia inocente, que aquí no voy a
repetir, pero sí el diálogo que le siguió: La diplomática mira interrogante a su
marido y le dice,
—“¿Qué quiere decir, querido?”
—“Es demasiado grosero querida, no te lo puedo explicar.”
De todas maneras me explicó con circunloquios que era un tipo de palabra o
frase que una persona culta no utiliza. Una vieja vecina francesa, cuando trataba

80
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-15

de perfeccionar mi francés para ir a dar clases a París en 1984 y 1985, atendía


mis consultas sobre los giros de las novelas que leía. En una ocasión me hizo un
comentario parecido:
— “No se lo puedo explicar, no se utiliza.”
Cuando vuelvo a mi casa y tomo el diccionario, encuentro que existe un sig-
nificado claro, tanto directo como figurado y que ese uso existe y se utiliza en
castellano, pero con muchísimo cuidado. Encuentro también que puedo utilizar
la palabra en algún momento de particular y muy puntual enojo, o en algunas
situaciones muy especiales, pero jamás la empleo en el lenguaje ordinario.
No está mal saberla en el propio idioma y en lenguas extranjeras, pero es
mejor limitar su uso al idioma nativo, en que se domina con mayor precisión las
nuances, para en cambio concentrarse en entender cuando algún personaje real,
teatral, fílmico o novelesco, la utiliza en cualquier otro idioma.
Recuerdo una película francesa que miraba en París (ergo, sin subtítulos),
donde el jefe de una banda de delincuentes hablaba un francés culto entendible,
pues como es sabido los grandes delincuentes también se relacionan en el mundo
civilizado para la comisión de sus delitos; a muchos los conocemos y hasta los
podemos escuchar, si esa es nuestra preferencia. Encima, hablan con simpatía,
son agradables. Es propio de su métier.
Como se dice en las películas sobre la mafia, cuando mandan matar a alguien, It’s just busi-
ness, no compromete sus afectos ni altera su permanente simpatía.

Su chofer, que lo llevaba a todos lados y debía estar a la altura de su empleador


en cualquier circunstancia, hablaba un francés más tosco, pero todavía entendi-
ble. Los hombres de armas que los acompañaban, en cambio, hablaban un argot
en parte incomprensible. Entender la película, para mí, era todo un desafío y
un ejercicio intelectual.
Así veo, con inquietud y curiosidad, todas las películas en las cuales me en-
tretengo pero también aprendo.
También, antes o después, literatura francesa culta: Valéry, Verlaine, Rim-
baud, Vauvenarges, R acine, Molière, A ragon, Musset, Saint-Exupéry, M alraux,
Foucault, Chateaubriand, todos los demás que han entrado al dominio público
gratuito que puedo bajar sin costo, legalmente, a mis tabletas.
La cantidad de autores leídos en aquel tiempo era superior en el ámbito de la
literatura popular, pues mi finalidad básica no era enriquecer mi cultura sino
aprender francés de manera grata. Escuché infinidad de veces, por placer y de
paso para aprender el francés que utilizaba, la totalidad de las canciones de
Brassens. Lamenté mucho su temprana muerte sin haber podido escucharlo en
persona en París; mi admiración por él es plena, hasta el día de hoy.

81
II-16 i. a mi padre: “éste soy yo”

Así me divierto y estudio y no soy el único que lo hace de ese modo. Una vez
conocí a un joven estadounidense que provenía de Nueva York y hablaba un per-
fecto español con acento mexicano. Le pregunto dónde lo aprendió y me contesta:
—“Viendo películas mexicanas en Nueva York.”
Viendo películas estadounidenses e inglesas, incluso australianas o canadien-
ses, empecé a ver las nuances, matices, las frases que una persona del bajo fondo
utiliza pero una persona universitaria no, aunque las entienda. Y cómo algunos
pueden percibirla mas fuerte y otros un insulto, según el contexto y de acuerdo
a él utilizar abreviaturas o no, hasta prescindir del vocablo. Ocurre en castella-
no, pero son palabras propias de cada idioma y no traducibles en forma directa.
El R.S.V.P. tiene una versión argentina, en distinta nuance, como C.N.S.T. Usarla o no depende
del contexto, luego de averiguar su significado.

Cuento todo esto para señalar que he logrado transformar el placer de ver
películas que me gustan, en el placer también de estudiar idiomas y sus nuances
o matices. Estaba una vez en París, queriendo comprar algo en una zapatería. La
vendedora era una dama culta que me miró primero con curiosidad y expresión
neutra; a continuación llamó a un hombre para que me atendiera. ¡Pero hasta el
hombre tenía dificultad en entender la palabra que yo estaba utilizando! Aprendí
luego que era una palabra común en las novelas que había leído de la primera
mitad del siglo XX. Con el tiempo su significado se fue abandonando para trans-
formarse en otro harto diferente... Desde entonces todos los zapatos me los hago
hacer con suela de goma, para no tener que averiguar cómo pido en París un
revestimiento de plástico para utilizar los días de lluvia.
En Washington D.C. tuve una experiencia opuesta pero similar, en que mi
palabra al vendedor era culta, al revés del caso parisino, pero el vendedor no la
entendía hasta que pudo captar mi mensaje y me lo corrigió con alegría al slang
estadounidense. El cockney londinense de los taxistas presenta iguales desafíos.
Ni qué decir de una serie televisiva en que los actores emplean inglés con el acento de diversos
países de donde, se supone, provienen: Crossing lines.

Aprendo, pero estoy atento y, a menos que un nativo de la lengua me dé una


explicación de cómo utilizar los matices, las nuances, no las empleo en otro idioma
aunque las entienda, porque nunca estaré seguro del uso contextual.
En francés boulot es claro, pero cuando en una consulta un médico ginebrino
me pregunta:
—¿À quoi boulez vous?” contesté, no correspondiendo al lenguaje familiar del
interlocutor,
—“Je travaille como juge du tribunal administratif du Bureau International
du Travail.”

82
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-17

El médico habrá pensado para sus adentros, en francés, el equivalente de un


castizo “¡Qué zopenco!” pero en todo caso no lo dejó traslucir. Es que resulta im-
posible competir con el uso coloquial y de modismos de otras lenguas, ni siquiera
compartirlos sin error.
Así, estoy atento a los cambios del idioma propio y de los ajenos. Palabras que
en mi juventud eran de poca educación, el tercer nivel de Nuances que mencioné,
en la actualidad lo utilizan numerosos profesionales serios sin inconveniente
alguno, “laburo” por ejemplo. Yo no las utilizo, en mi interior algo se estremece
al oírlas, para mí fuera de contexto, para muchos utilizables en compañía de
amigos o colegas.
Es como las polainas, ya no existen y la palabra también desapareció, pero
hay nuevas formas juveniles de referirse a prendas que pueden o no ser nuevas,
pero en todo caso se denominan de forma diferente respecto al idioma aprendido.
De mi madre aprendí la palabra cobija, que luego pareció desaparecer del len-
guaje argentino (pero sigue por ejemplo en Colombia) y se transformó en colcha,
cubrecama, edredón.
Ello me hace concentrar mucho en las películas y si estoy viendo una cuando
mi mujer me quiere comentar algo, lo primero que hago es detener la reproduc-
ción. Por eso muchas veces cuando estoy viendo películas y ella aparece, le digo
sin pregunta alguna de su parte, con tono humorístico:
—“Estoy estudiando.”
Es un chiste, pero no excesivo. Soy capaz de ver una película en alemán (que
en realidad no me interesa cultivar ni entiendo demasiado: Galileo Galilei de
Brecht, algún clásico como Fitzcarraldo), pero no en el castellano que uso a dia-
rio. Hasta presencié un larguísimo acto oficial en Barcelona en catalán, con un
esfuerzo extraordinario para entender algunas de las palabras que se parecían
a otras lenguas.
Y sólo por excepción veo una película doblada al castellano, lo considero una
pérdida de tiempo pues allí sí que no aprendo nada. He visto en Europa películas
dobladas a alguno de los lenguajes corrientes de la región. Prefiero el idioma
originario que utilizaron los actores, más cuidado que el de una película donde
deben hacer coincidir la traducción con el movimiento de los labios; produce
resultados desopilantes para el que conoce la lengua y el texto. ¿Pueden acaso
imaginar Mission Impossible hablada en francés? Yo la he visto...
Más de una vez paso y repaso una frase clásica como las de Clint Eastwood en
sus viejas películas de acción (“Make my day, punk,” “Hang in there”) hasta estar
seguro que la entiendo, que sé bien cómo se escribe y que comprendo el contexto
del uso de la frase para determinar a qué nivel de las Nuances pertenece y si
la puedo utilizar en algún caso o no. Aunque la conclusión sea que no la puedo

83
II-18 i. a mi padre: “éste soy yo”

utilizar, me divierte igual saberlo. Es aprendizaje inútil para la cotidianeidad,


inútil para mi trabajo, pero diversión con aprendizaje al fin. Claro está, no se
trata de indagar cada frase de la película o serie, apenas aquellas que pican mi
curiosidad. No es estudio sistemático, es diversión parasistemática.
Mi nivel de lenguaje castellano en esta obra no apunta al nivel diplomático y
escapa cuanto puede al lenguaje orillero. Es como estar conversando con amigos,
sensación que más de uno de ellos me contó haber tenido al leerla. No hay en ello
una toma de posición lingüística, sino el simple deseo de mejor comunicarme con
mis lectores en una afectuosa charla.

8. El poncho tejido por mi abuela, o mis tías, como metalenguaje

Manta y poncho eran palabras y hechos de mi niñez. Mi abuela y tías paternas,


de las cuales no guardo ningún recuerdo visual, tejían con lana de vicuña. En la
jerga de mi familia eran producto de las manos de mi abuela, pero se sabe como
son esas historias familiares. Con mi propia tendencia genética a la delegación,
imagino que mi abuela le habrá hecho tejer a sus nueve hijas el poncho para su
único hijo varón con descendencia del apellido familiar. Si fue así o no, es un
secreto escondido en demasiadas tumbas.
De pequeño tenía ponchitos de vicuña, luego colchas de vicuña para camas de
niño y de grande heredé el imponente poncho de vicuña que mi abuela le tejió a mi
padre, sin agujero para poner la cabeza, que había pasado de moda; se utilizaba
al hombro o las espaldas, configuración que no era práctica.
Ahora, con el revival de las pashminas, vuelve a estar de moda.

Como era una prenda cara y poco vista en esa calidad de vicuña, mi padre la
usaba entre otras situaciones, para entrar a los palcos de los desfiles militares,
como si fuera un militar de graduación. Nunca lo interrumpieron. En sentido
similar en cuanto al procedimiento, contaba M arienhoff que Benjamín Villegas
Basavilbaso, siendo Presidente de la Corte Suprema de la Nación y trasladándose
en el coche oficial, no lo dejaban pasar por los controles militares para llegar al
palco que tenía asignado, por más que él y su chofer invocaran su status oficial de
cabeza de uno de los tres poderes del Estado. Villegas Basavilbaso hizo entonces
probar una entrada diversa y al acercarse bajó la ventanilla y dijo en voz clara
y fuerte, de mando como corresponde al grado, “General de la Nación” y nadie
lo interrumpió en su paso.
Cómo hizo mi padre, de a pie y con el poncho, para pasar, no lo sé. Debe haberlo
ayudado que en la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral le calificaron todos
los años con las más altas notas, con la única observación que tenía la mirada
“demasiado altanera.” Hace algunos años, me ha pasado más de una vez mirar a

84
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-19

un policía o soldado de guardia y ver que en respuesta me hace la venia formal.


Se ve que algo tengo de la mirada de mi padre.
La mirada de mi padre, entonces, podría ser demasiado altanera para un
suboficial de la Nación, pero era en cambio adecuada para un oficial de rango
mayor como para entrar de “gorra” o bastón y poncho de vicuña en las espaldas
(no al hombro), a un palco oficial en un desfile militar.
Entre la anécdota de Villegas Basavilbaso y las de mi padre, veo que lo de la
administración paralela lo había escuchado y visto antes de escribir al respecto.
El tema que lo subyace es tan antiguo como el mundo.
En todo caso, mi padre le encontró así un doble uso, aggiornado para suplir
el que el poncho había cumplido en las épocas del gaucho Martín Fierro, para
envolver el antebrazo izquierdo y usarlo para guardarse de los cortes del facón
del contrincante, en la pelea cuchillera.
A mi padre nunca lo vi en una pelea cuchillera (ni tenía tampoco cuchillo),
aunque sí lo vi poner orden a la fuerza en una pelea ajena, de varias personas. Al
concluir se había doblado un dedo; de un tirón, como en las películas de Rambo,
se lo enderezó. Si le dolía o no, no nos enteramos por él. Después aprendí que los
golpes no duelen en el momento, pues el cuerpo produce endorfinas que enmas-
caran por horas el dolor. Duele cuando el cuerpo y el lugar del golpe se enfrían.
Para hacer otro flashforward de película, volviendo de Spetses en el año 2012
caí luego de bajar del barco, arrastrando en el puerto mis pesadas valijas. (Nunca
aprendí, ni quiero aprender, a viajar liviano, estoy siempre demasiado lejos de
casa.) Me lastimé las rodillas y las manos, o sea que caí bien y me dolió muy poco
en el tránsito primero al aeropuerto de Atenas y luego en el vuelo a París. Fue
recién en el vuelo París–Buenos Aires, en un extraordinario sillón de Air France,
que descubrí, al encontrar la posición perfecta luego de acomodar mil botones,
que me dolía muchísimo la pierna izquierda y un poco las palmas de las manos.
Yo tenía pasaje por millas vía Alitalia, pero las cambiaron para el mismo vuelo
de Air France que a su regreso de América del Sur se había caído al mar en las
afueras del continente sudamericano (otro avión, ningún sobreviviente, error
humano); como el vuelo de Air France fue más caro, el sillón era también mejor
que la clase Magnifica de Alitalia. Claro que a Alitalia no se le habían caído
tantos aviones. Esta vez tampoco se cayó el de Air France, aunque el equipo de
a bordo conversaba sus cuitas en voz baja.
En cuanto al poncho de mi padre, al no tener agujero para pasar la cabeza, no
le encontré nunca utilidad material salvo ponerlo sobre la cama como abrigo, ni
intenté ir a un desfile militar. (En eso, soy un poco como Brassens.)

85
II-20 i. a mi padre: “éste soy yo”

9. Mi lenguaje escrito y oral

Al dar charlas, clases o conferencias generalmente improviso y hablo en len-


guaje coloquial. Corregir una clase desgrabada requiere un importante trabajo
artesanal, pero al menos se tiene de base un material fresco, con ideas nuevas.
Al pasar del lenguaje oral al escrito hay que suprimir y agregar bastante,
pero mi lenguaje final guarda más similitudes que diferencias, al menos en lo
coloquial. Es mi forma natural de hablar. Sin embargo, hay distintos niveles de
coloquialismo y cualquier exceso debiera ser corregido. En cuanto al estilo, los
chicos de hoy dirían “Es lo que hay.”
Mis preferencias lingüísticas para escribir en castellano están reflejadas en
dos vertientes distintas: Una, la de mi producción jurídica, donde mi meta fun-
damental es las ideas y la claridad, no el estilo. También trataba de cuidar la
estética de cada página, lo que me obligaba a agregar o quitar parte de texto o
notas, para que quedase mejor armada. El estilo queda olvidado, pues el texto
jurídico–administrativo es en todo caso un producto muy perecedero.
La segunda vertiente se ve reflejada aquí: Su redacción escrita salió del in-
consciente y luego la fui puliendo con reflexión y ayuda, durante bastante más
tiempo que el que empleo en los trabajos jurídicos. Mis pre–lectores fueron ha-
ciendo, a mi pedido, una larga serie de observaciones críticas, que por lo general
incorporé y agradezco de todo corazón. Muchas fueron de fondo y terminaron
en un importante acortamiento del libro. Si fuera de sangre andaluza (lo soy),
diría que esta obra debe ser una de las más auto censuradas de la historia. ¡Ay,
Granada! Pero con tanta censura social en mi historia vital, bueno es que ahora
extreme los cuidados de auto preservación.
Las correcciones de forma tenían que ver con acentuaciones anticuadas, tiempos
de verbo preferibles, reglas gramaticales y también las incorporé. No acepté poner
cursivas o entrecomillar palabras no reconocidas por la RAE. Sigo la práctica
alemana de construir a mi gusto palabras nuevas, añadiendo prefijos o sufijos
si la palabra final transmite con claridad la idea. El idioma, cualquier idioma,
tiene que ser una expresión de la libertad. Además todas las palabras nacen y
mueren o cambian de significado. El lenguaje es algo vivo, con movimiento, no
una escultura marmórea. Prefiero seguir los usos linguísticos internacionales
en el mundo contemporáneo, como hacían los trovadores y juglares medievales,
mezclando palabras de las lenguas de la época. Todos los idiomas se cultivan por
el uso, no por las academias.
Utilizo toda clase de anglicismos, galicismos, palabras y frases en otros idiomas.
Solo a veces les pongo cursivas, sin traducirlas, salvo del alemán. Es el uso inter-
nacional que frecuento. Así se están construyendo los lenguajes contemporáneos.
El idioma es una parte no despreciable de la libertad individual. No es coherente

86
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-21

tener un pensamiento proclive a las libertades públicas y privadas, pero aceptar


en forma acrítica los clásicos encorsetamientos oficiales. He quitado algunas veces
en este libro, pero reaparecerán, palabras que Borges o Unamuno detestaban.
Alguno de mis pre–lectores anónimos, a la inversa, ha tragado sapos leyendo
mi pensamiento escrito. Como somos amigos, ambos hemos disfrutado de nuestra
contienda epistolar.

10. No perder el tiempo

La idea recibida de mi padre fue, nunca jamás perder un segundo (Al Ándalus)
en otra cosa que no fuera estudiar o trabajar. Conviene citar también a Goethe:
“Aquellas enfermedades… y trastornos… [fueron] doblemente enojosos; pues nues-
tro padre… quería ... desquitarse enseguida de la pérdida de tiempo y cargaba
a los ya curados de lecciones dobles.”
De mi vida. Poesía y verdad, en Obras completas, Aguilar, México, 1991, t. III, p. 453.

Mi distracción fundamental era leer y estudiar, vivir el mundo de fantasía


de la lectura; entre cada cosa que tenía que hacer en el bar para todo cliente,
seguía leyendo o estudiando. Aprendí así a estudiar sentado, parado, viajando
y a pensar en lo que había estudiado. Mi hábito de pensar implica no conocer el
aburrimiento.
Nunca me gustó perder el tiempo, preferí hacer algo, aunque fuera pensar o
en todo caso divertirme, a mi manera. Además, aprendí de William James que
se pueden realizar en simultáneo actividades intelectuales y tareas menores o
maquinales como atarse los cordones de los zapatos, afeitarse o caminar. Desde
que lo supe también aprendí así a utilizar doblemente el tiempo, mientras hago
otra cosa. Esto me vale el bien ganado mote de torpe y distraído, que uno de mis
médicos atribuyó a “la hiperconcentración.” Se non è vero, è ben trovato.
Estudié y pensé con fruición. Claro que también me pregunté, en algún lugar
de mi cerebro, si esto era auténtico en mí o respondía a un posible trauma here-
dado de mi padre. Nunca quise investigar la respuesta, satisfecho que mi padre
y yo teníamos un camino conjunto, que yo seguía recorriendo con placer, sea un
sendero mío, suyo o el que él quiso marcarme; o nuestro, o una gran mezcla de
todo lo anterior. Jamás le oí quejarse y le agradezco mi éxito en lo que emprendí,
dándole entonces el sentido vital que él quiso dar a ambos. Así lo dije en silencio
desde mi interior al acompañar su muerte, como lo cuento más abajo.
Ver infra, cap. VII, § 1, p. VII-1 / 215.

Lo siento una decisión compartida, aún a mis 75 años y recorrer este sinuoso
curso vital me sigue dando placer, aunque no tanto a los míos: Mi padre no tenía
previsión para tantas generaciones felices trabajando con su esquema de vida,
aunque tampoco ha terminado aún de influenciar a nietos y biznietos. De los

87
II-22 i. a mi padre: “éste soy yo”

tataranietos tendrán que dar razón, si lo quieren, los nietos y biznietos. Este
autor en su rol de hijo de 75 años tiene todavía fuerzas para escribir, imitando
al personaje central de Castañeda; pero esa otra tarea no le corresponde a él.
Si mis trayectos fueron producto de los suyos y sus eventuales traumas, o de
su percepción de mi propia personalidad y rutas a emprender, nunca me interesó
pues determinarlo.
Estoy contento y satisfecho de mi vida, en que estudiar, pensar, leer, escribir,
han sido y son el nervio central de mi personalidad. Si fueron su trauma no cambia
el sentido de mi vida, aunque como digo en el capítulo de su muerte, creo que he
logrado al menos lo que él se propuso y lo he hecho con ininterrumpido placer.
Infra, cap. VII, § 1, p. VII-1 / 215.

11. Algunos libros centrales


11.1. Los invendibles

Entre Ascensión (desde mi nacimiento hasta tercer grado) y Avellaneda (desde


tercer grado hasta ser profesor universitario) no existió diferencia en la educa-
ción recibida, salvo que en Ascensión quizás hojeaba El Tesoro de la Juventud,
una enciclopedia para adolescentes que estaba en la biblioteca del Club Social
y Deportivo.
En Avellaneda encontré un quiosco de viejo en la esquina de mi escuela secundaria.
Vendía casi reliquias antiquísimas y arruinadas, invendibles salvo a mí, baratos
como correspondía a su valor de mercado en las condiciones de deterioro físico
en que se hallaban. Nadie sino yo hubiera comprado en italiano, el quiosquero
me lo decía, Così parlà Zarathustra. Era baratísimo, como todo lo invendible.
A ese Zarathustra no lo leí nunca, aunque luego lo compré, con igual suerte, en
alemán: Also Sprach Zarathustra. A esta altura creo que ni siquiera en castellano
lo leería. En todo caso esa circunstancia se presta para una anécdota, también
contada por mi padre cuando yo era adolescente y tenía, por lo visto, ingentes
cantidades de libros. Alguien le habría preguntado:
—“¿Leyó realmente todo?”
—“¡Por supuesto!” Lo decía ofendido de tan impertinente duda.
No me animé nunca a decirle que no, no los había leído, los tenía por si quería
leerlos; no sentía obligación alguna de leerlos. Al día de hoy manejo todas mis
bibliotecas, tanto las reales en acelerada extinción, como las virtuales, con igual
criterio.
Hoy son más las virtuales que las de anaqueles y creo que el proceso está des-
tinado a seguir modificándose a favor del libro virtual; es más barato y transpor-

88
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-23

table que los integrantes de una biblioteca con estantes, tiene más posibilidades
de destacar en color, buscar en el mismo texto, hacer notas y además consultar
al instante en el diccionario correspondiente a cada idioma, Internet o Wikipedia.
Eso jamás lo logrará una edición en papel.
Ni tampoco se podrían llevar consigo cientos de tomos por si se quisiera leerlos,
ni menos en 700 ó 350 gramos. Napoleón al mando de sus tropas se hacía llevar
un arcón lleno de obras para leer; de haber existido la tableta la hubiera sin duda
utilizado en sus campañas militares.

11.2. Freud, Adler, Jung, William James, otros

En algún momento temprano me he desprendido de esa traducción italiana de


Nietzsche, como de muchos otros destruidos por haberlos comprado tan antiguos
y haber luego vivido más aún. Una vieja edición en papel de poca calidad no so-
porta tres cuartos de siglo con el aditamento de algo de sol y polvo.
Pero los de F reud, en similar estado deplorable de conservación, los sigo pa-
sando de estante en estante, en las cada vez más reducidas bibliotecas. Compré
una colección nueva, que guardo intacta; mientras, no sé por qué, voy perdiendo
ejemplares de la vieja. Es habitual en mí perder cosas: Debe haber alguna explica-
ción analítica, pero no me interesa; me doy por satisfecho con la vieja explicación
de F reud en la Psicopatología de la vida cotidiana.
Alguna vez en la vida hice encuadernar ediciones viejas en vías de destruc-
ción total. Eso preserva el estado de las páginas interiores pero su costo priva
de adquirir otros y en todo caso los lomos encuadernados tampoco compiten con
éxito contra la falta de paredes. Fue un error de mi primera juventud en el que
no he vuelto a incurrir, salvo para preservar algún libro mío agotado que no
pienso reeditar.
Un caso importante es la segunda edición de mi Introducción al derecho administrativo, que
si bien es de interés para mí, no justificaba inflar más esta colección. Pero al menos una de
sus partes, el Proyecto de código administrativo de 1964, quedó incorporado al tomo 5.

11.3. 150 (o algo menos) volúmenes de la jurisprudencia de la CSJN y la res-


ponsabilidad del Estado

El hueso más duro de roer fue una vieja colección de los primeros 150 (o algo
menos, sospecho, porque la cantidad exacta me suena a 138 pero no tengo dón-
de verificarlo) volúmenes de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, comprados de viejo por mí, encuadernados en negro, maltrechos,
amarillentos, con polillas.
Era mi primer año de la carrera de derecho y muestra cómo mi actitud pasa-
tista en el aprendizaje estaba acompañada de la convicción acerca de la necesidad

89
II-24 i. a mi padre: “éste soy yo”

de estudiar aparte, en serio y no para pasar materias. Para ello era necesario
comprar por mi cuenta, según mi libre albedrío, más materiales y sistemas de
aprendizaje de idiomas que los que habría de leer o estudiar. Una vez alguien
me dijo “Ahora hay que utilizarlos.” No le contesté, pero mi lógica fue y es tener
varias posibilidades de elección.
Había comprado en Ginebra software digital para aprender cinco o seis idiomas y cometí el
error de comentarlo.

Nunca creí que iba a leer esa colección entera, pero ¡oh sorpresa! al hacer en
1958-1959 mi tesis doctoral sobre la responsabilidad del Estado la leí completa,
rápido pero con cuidado, mientras buscaba todo lo que pudiera referirse a mi
tema de tesis y allí me detenía con más atención al detalle.
Todos los fallos que encontré, se ha vuelto un lugar común citarlos, sin que
nadie indique de dónde obtuvo el dato; fui el primero que se leyó uno por uno
desde el tomo 1 en adelante todos los fallos de la Corte, hasta algo menos del 150.
En el resto no hice igual trabajo.
Ese hurgar en el pasado ha tenido el resultado que Héctor M airal generosamente atribuye a
mi definición de acto administrativo: Todo el mundo la repite y nadie sabe siquiera de dónde
viene. Así lo dice en “Hacia una noción más acotada del acto administrativo (donde se explica
cómo los argentinos pasamos, sin darnos cuenta, de obedecer la ley a obedecer a los funcionarios
públicos,” RPA, Res Publica Argentina, 2011-1 y 2, pp. 7-49, esp. pp. 19/20 y nota 69, también
en el t. 7, cap. XXVIII, pp. 507 a 556, http://www.gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo28.pdf

También se podría decir, como M ax P lanck , que “Una nueva [conjetura] … científica… triun-
fa… porque sus opositores eventualmente mueren, y se desarrolla una nueva generación que
está familiarizada con aquélla.” La escéptica referencia está hecha, junto a otras elucubraciones
parecidas, en M ichael Crichton, Travels, Nueva York, Knopf, 1988, p. 358.

Sobre la inutilidad y efecto nocivo del tipo de lectura sistemática que describo en el texto, algo
expliqué en el tomo 7 de mi tratado, al referirme a mi tesis de 1958/9 sobre responsabilidad
del Estado, pp. 651 y ss., http://www.gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo32.pdf. Ahora volveré
sobre el tema pues creo importante que mis lectores comprendan mejor mi error y puedan
evitar repetirlo.

12. La hipótesis y tesis de mi trabajo de doctorado

Hay un segundo aspecto para reflexionar. Mi tesis tenía un gran marco teórico,
como postulan los profesores de metodología, pero no tenía hipótesis ni tesis.
Hoy no hubiera sido aprobada.
Como decía Bielsa en su época, “Hay algunos que estudian cinco horas y
piensan una. Es al revés, debieran estudiar una hora y pensar cinco.” Estuve
insatisfecho con ese trabajo, que era sin embargo el que más había estudiado.
Algunas veces, temprano en la docencia, pedía evaluaciones anónimas de los
alumnos preguntando entre otras cosas qué temas a su juicio yo había estudiado
menos. La respuesta invariable era “Responsabilidad del Estado.”

90
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-25

Después encontré la explicación: No era el que había estudiado menos, era el


que por haber estudiado demasiado, no había pensado lo suficiente.
Se trataba del tema que menos tenía reflexionado, por más que “supiera” sobre
él. Y se manifestaba como aparente falta de información, cuando era superabun-
dancia de información y escasez desértica de reflexión. Entendí pronto el problema,
pero había seguido adelante, era doctor, tenía otras cosas interesantes por hacer
y ésta no era una de ellas. Casi medio siglo después la cuestión se resolvió sola.
Me invitaron a hablar en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos
Aires en unas jornadas en homenaje a Graciela Reiriz. Ella tuvo en su libro sobre
la Responsabilidad del Estado la plena honestidad intelectual de reconocer toda
mi investigación previa, jamás publicada ni, en rigor, publicable.

13. Pienso escribiendo, pienso hablando

Como ha sido mi costumbre cuando hablo en mi propio idioma, improvisé y su-


pongo (con certidumbre, pero sin pruebas registradas en la memoria) que el título
“La responsabilidad del Estado en la práctica,” fue propuesto por mí.
Es uno de mis modos de pensar: Elegir un tema nuevo, no tratado por mí
antes y desarrollarlo improptu, en jam session o jazz session, sin texto ni parti-
tura, en voz alta y delante del público, una suerte de stand up comedy. Yo sé que
mi cerebro trabaja inconscientemente y me confío a él, no me ha fallado. Como
precaución, con todo, en la actualidad suelo escribir primero lo que voy a decir
o leer después. No quiero enterarme demasiado tarde que la imaginación para
temas nuevos no es un recurso inagotable de mi inconsciente.
Si fijan de oficio algún tema, cosa que no ocurre hace muchos años, en caso de
aceptar explico (o no) al público mi predicamento con el tema asignado y hablo de
lo que me parece mejor se ajusta a la temática de las jornadas y mi propia inspi-
ración del momento, luego de escuchar a los demás y sin repetir lo que han dicho.
Quienes me conocen saben que es inútil fijarme un tema, pues termino encon-
trando, en público, excusas para cambiarlo en el momento y, además, con éxito
y aplausos que tornan incuestionable la decisión de exponerlo así, aunque no
responda a lo programado por los organizadores. Cuando, más joven, era yo el
que organizaba eventos académicos, jamás sugerí tema alguno a mis mayores,
ni a nadie. Los invitaba a hablar de lo que quisieran. Cuando tenía sus tópicos,
los agrupaba y ordenaba temáticamente, poniéndoles títulos adecuados.
Mi conversación cotidiana es reflexiva y libre al propio tiempo. Reflexiva,
porque pienso; libre, porque digo lo que pienso. Lo digo sin importarme si es
políticamente correcto o no. Por eso muchos expositores son aburridos, porque
no corren el riesgo que alguien se moleste con lo que dicen.

91
II-26 i. a mi padre: “éste soy yo”

He tenido rencillas con terceros, pero no las cuento por consejo y afecto de mis
amigos más caritativos (el llorado Julio Comadira, Jorge Fernández Ruiz, tantos
otros más). Es el precio que pago con gratitud a tantos amigos espiritualmente
mejores que yo. Ahí no estoy cumpliendo con las enseñanzas que me transmitió
mi padre a mis tres años de edad. Creo que en la práctica él tenía razón, pero
me inclino ante la sabiduría espiritual de otros.
El consejo paterno a mis tres años lo cuento en el cap. III, § 8, primer párrafo, p. III-10 / 134.

14. Leyendo en inglés

Ahora que soy más grande a menudo me invitan a dar la “conferencia de clau-
sura” o de “apertura” o algún otro título genérico, siendo un valor entendido que
hablaré de lo que se me ocurra sobre el contenido del evento o la realidad de esos
días: El público y los organizadores quedarán contentos. Cada vez acepto menos
hablar sobre temas puntuales, porque es posible que mi enfoque no coincida con
el que tal vez tenían en mente los organizadores
Preparo las charlas en inglés, francés o italiano por escrito y por anticipado.
Las practico pronunciándolas en voz alta en la intimidad, tratando de cuantifi-
car el tiempo en que digo, sin apresuramiento, cada parte de la charla. En esos
ensayos muchas veces los nervios me traicionan (¡en privado!) y se me enreda
la lengua con alguna palabra, o me olvido de cómo seguir sin consultar el texto,
pero continúo en la experiencia incluso para pulir mi dicción en la expresión de
las ideas, hasta superar asimismo todas las lagunas que puedan presentarse.
Al exponer casi la sé de memoria pero igual leo y el conocimiento del texto me
permite levantar la vista con frecuencia para mirar al público, ingrediente indis-
pensable de una comunicación eficaz. Además me da la posibilidad de enfrentar
mejor eventuales modificaciones en el tiempo acordado por el presidente del panel.
Esa repetida práctica me permite tener soltura al hablar y enfrentar ocasiona-
les modificaciones en el tiempo acordado por el coordinador. En general se espera
que hable no más de veinte minutos, pero a veces el tiempo de los demás se corre
y piden que hable menos. La primera vez que me pasó me pidieron que hablara
nada más que diez o quince minutos. Como tenía cronometrada mi presentación
le informé al coordinador que mi participación duraba 17 minutos y medio, si
le parecía que podía hacerlo así. Con amplitud y simpatía me contestó que sí,
pero la reunión terminó tarde a la noche, cuando debíamos comenzar temprano
al día siguiente. No estuve acertado en la solicitud, aunque la indulgencia me
haya sido concedida.
Ahora estoy preparado para cualquier extensión que me indiquen y cuando
me toca cerrar un debate, durante su transcurso voy redactando varios párrafos
posibles, según el tiempo que luego puedan conceder. Me preparo así con algo

92
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-27

escrito durante el debate, como para hacer el cierre en cinco, uno o dos minutos,
según me lo pidan o parezca oportuno. La concisión y brevedad en el cierre pro-
duce complacencia en el auditorio. Todo ello es trabajo y preparación.

15. Las charlas informativas, que no cuestionan ni hacen pensar

No me gusta dar una conferencia o charla para retransmitir información conocida


por los especialistas, sino para cuestionar el estado existente del conocimiento,
o comentar algo nuevo si es que lo sé o me inspiro en esa ocasión.
En una oportunidad me invitaron a una conferencia de clausura en un semi-
nario en Brasilia en homenaje a la jurisprudencia del Superior Tribunal Federal.
Fui tranquilo pensando que luego de escuchar todas las exposiciones locales
algo útil se me ocurriría al final. Sin embargo, una lumbalgia hizo cancelar a
último momento la apertura que iba a dar Celso A ntônio y me asignaron esa
conferencia inaugural, que para nada tenía preparada. Opté por hablar de “Una
mirada vecina.”
Brasil ha recorrido un largo y duradero trecho desde la dictadura militar, cuando publiqué mi
primer libro en portugués, ensalzando la democracia y el Estado de Derecho, que era el motivo
por el que mi generoso prologuista Geraldo Ataliba Nogueira quiso que yo escribiera y él hizo
traducir y publicar Princípios Gerais de Direito Público. Una segunda edición, traducida al
castellano, aparece en el tomo 9, Primeros Manuales, de este Tratado. En implícito homenaje
a su memoria, jerarquicé el capítulo VII, pp. VII-1 / 613 a VII-12 / 624, cuya idea central a él
le complacía citar y recordar. En igual sentido, infra, p. IX-9 / 249 in fine.

Ya me tocó dar, en San Pablo, la conferencia inaugural de un seminario internacional efec-


tuado totalmente en inglés, con la participación de universidades europeas. (Año 2004, www.
gordillo.com/cv/2_8.html)

16. Mi tema en el homenaje a Reiriz y un problema en evolución. El incons-


ciente

En el homenaje a Reiriz mi exposición versó sobre “La responsabilidad del Estado


en la práctica,” pero no registro en mi memoria qué expuse, ni siquiera el hecho
de haber hablado del problema. No demasiado tiempo después la Universidad
Austral organiza uno de sus habituales seminarios temáticos y propongo “La
responsabilidad del Estado en la práctica.” Me lo aceptaron, hablé; tampoco re-
cuerdo nada de lo que dije en esa ocasión.
Cuando estaba por hacer una de las reediciones del tomo 2 y pido consejos a
mis amigos y colegas, Federico Campolieti me sugiere, por mail, que junte en
uno esos dos artículos y los incluya en el tomo 2, con igual título. Como no tenía
mucha idea acerca de qué me estaba hablando, le envié un mail pidiéndole por
qué no me lo hacía él. Pero me di cuenta enseguida que la tarea era mía y me
dediqué a buscar los dos artículos publicados. Allí comienzo a hacer una serie

93
II-28 i. a mi padre: “éste soy yo”

de descubrimientos casi antropológicos en mi propio cerebro, de reconstrucción


de la memoria.
Hice una versión única, antes en el t. 2, www.gordillo.com/pdf_tomo21.pdf , hoy en el t. 7, cap.
XXXII, pp. 633-650, http://www.gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo32.pdf. La próxima edición
del t. 2, a cargo de M arcelo A. Bruno dos Santos está prevista para el 2014 y no tendrá la
momentánea duplicación actual.

Para mi total sorpresa, al leerlos me di cuenta que se trataba:


1°) Del texto desgrabado de mis dos conferencias, ambas improvisadas.
2°) Que las dos habían sido corregidas por mí, sin darme cuenta de la du-
plicación: Conozco mi escritura y mis correcciones, pero no tenía registrado su
recuerdo.
3°) Avanzando en su nueva lectura me doy cuenta, atónito, que al fijar el tema
de la segunda conferencia tenía olvidado que había hablado al respecto en la UBA
y que había corregido esa conferencia desgrabada, que la UBA había publicado.
Un blanco absoluto en la memoria.
Pues bien, las dos conferencias (dadas y corregidas por mí para la publicación,
sin conciencia de la repetición) eran distintas, tenían pocas superposiciones y
ninguna contradicción. Y allí aparecieron, más de cincuenta años después, la
hipótesis y la tesis que me había faltado al investigar y redactar mi tesis docto-
ral. Una amiga que tiene también escrito del tema dice que mi capítulo es el de
“La Irresponsabilidad del Estado.” Es que mi tesis actual termina siendo que
a pesar de todo el gran caudal de información que existe, en la realidad casi no
hay responsabilidad del Estado que funcione, salvo tal vez en la jurisdicción de
la CABA.
Semejante conclusión con tanta investigación (casi 600 páginas, más de un año
de trabajo a pleno) justificaba, me parece, la rebelión de mi inconsciente frente a
las conclusiones (reprimidas) de mi conciencia. Quizás, como en Demián, tanto
la hipótesis como la tesis pudieron por fin aflorar a mi conciencia, o nacieron
recién entonces en ella, no lo sé.
¿Warum war das so sehr schwer? ¿Por qué era tan difícil?

17. Lo comprado en las librerías de viejo de la calle Corrientes

Poseer información y acumularla en el cerebro no es suficiente para resolver bien


los problemas y hasta puede ser un obstáculo si su cantidad termina atiborrando
el inconsciente, impidiéndole pensar con imaginación. Las lecturas mediocres
producen pensamiento mediocre. Proteja su cerebro, no le aporte material de
esa calidad.

94
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-29

¿Cómo elegir la información o lectura apta para el desarrollo intelectual? Hoy


en día se recurre al medio digital con las neuronas bien atentas. En los tiempos
del soporte papel todo era más tosco, pero fue lo que hubo que recorrer desde
entonces hasta ahora. Pues bien, gran parte de mis lecturas extra sistemáticas
de la escuela primaria, secundaria y carrera universitaria, nacieron del quiosco
de usado en Avellaneda y de las librerías de viejo de la calle Corrientes, más que
de las bibliotecas públicas que también conocía.
Es que me gustaba leer sin apuro ni obligación de devolver el libro; anotar y
marcar, escribir en los márgenes, guardar y comparar, hacer anotaciones en la
primera página en blanco como una suerte de índice personal de las cosas más
destacables para mí, establecer relaciones entre distintas partes del texto y otras
referencias cruzadas.
Recuerdo haber comprado un libro de A ristóteles donde explicaba su teoría
del término medio, en el que yo anotaba al margen, con pasión adolescente pero
también con formación andaluza que aún llevo pujante en la sangre, “¡Estúpido!”
Me gustan las exageraciones, aunque los seres queridos me ayudan a introducir
más prudencia. Como es obvio, además de pasión y Andalucía, modestia no era
lo que me sobraba. O tal vez no sabía quién era A ristóteles. Nunca tuve un
gran afecto intelectual por él, salvo las ideas que cito. Y en cambio con los años
encontré muchas coincidencias con Santo Tomás de Aquino en cuanto al modo
crítico de pensar, aunque en muchos temas el avance de la ciencia ha tornado
obsoletos determinados razonamientos.
No soy pues aristotélico-tomista. Enojé a un amigo mío, cuando el observador en
una pequeña charla que dicté por invitación suya, le reportó que yo había dicho en
clase (aún hoy lo sostengo) que muchos que se dicen aristotélico tomistas pueden
haber leído a A ristóteles pero seguro no han leído a Santo Tomás de Aquino.
Pruebas al canto, jamás lo pude conseguir en librería alguna de Buenos Aires.
Ni siquiera en latín. Una profesora de filosofía, muy amiga de mi mujer, me dice
que en una biblioteca de La Plata había en su juventud una colección de su obra,
una sola. ¿Si no había ejemplares casi en ningún lado, cómo podían pretender
ser seguidores de sus ideas? Ahora está en Internet, pero no es un texto fácil.
En mi juventud concurría mucho a las librerías de viejo de la calle Corrientes.
No sé dónde, por esa época, compré F reud, A dler, Jung, William James. Ellos y
otros fueron, como todo lo relativo a la psicología, psiquiatría, psicoanálisis, fisio-
logía del cerebro, de interesante y utilísima información para mis estudios y toda
mi escritura y formación científica, que se hace con el cerebro. El conocimiento
de cómo funciona es imprescindible para toda persona que pretenda utilizarlo.
Mis fuentes de información en la materia, con todo, quedan pronto desac-
tualizadas, como explico en el prólogo a la segunda edición de El método, http://

95
II-30 i. a mi padre: “éste soy yo”

gordillo.com/pdf_tomo6/01/noticia.pdf. El conocimiento humano crece y cambia;


lo escrito y leído que sea falsado (Popper), con el tiempo perece.
Hoy en día casi no compro papel impreso, todo está en Internet, iTunes, iBooks,
Amazon, Google Books, tantos otros. Los diarios sí los compro, claro está, pero
algún vicio retro es necesario tener: Los leo y anoto en su primitivo papel.

18. Mi primera experiencia de trabajo y estudio

El cerebro funciona consciente y sobre todo inconscientemente. Debemos cultivar


su actividad cualquiera sea la tarea que estemos realizando.
En mi caso, trabajaba con mi padre en el club social del que él era encargado
en Ascensión y luego, también en el bar del inmueble que alquilaba en Avella-
neda. Allí yo ocupaba una mesa mirando a la vereda, atendía las otras mesas y
estudiaba, ambas cosas con concentración. Estudié lo que quedaba de mi escuela
primaria y toda mi escuela secundaria en esa mesa, abstrayéndome de la música
(ni siquiera puedo decir qué tipo de música era) pero no de los llamados de los
clientes del bar.
El bar se encontraba en Colón 476, cuya ubicación se puede apreciar en el gráfico de la p. 236.

En quinto año de la secundaria elegí otra más distante para estudiar todas
las tardes (pues a esa hora no había clientes) dos o tres horas de Introducción al
Derecho. Sabía que el paso a la Universidad sería fuerte y que debía prepararme
para el cambio de intensidad.

19. La primera lección recibida in loco parentis

Una tarde de 1955, antes o después de cumplir los 17 años, se paró a mi lado un
típico abogado con la impronta del San Isidro de aquel entonces, traje y chaleco,
voz impostada pero simpática:
—“¿Que estás haciendo pibe?”
—“Estoy preparándome para la universidad porque sé que es un cambio difícil.”
—“¿Querés un consejo, pibe?”
—“Sí, claro, cómo no, por favor.”
—“Mirá, lanceáte todas las materias, no estudiés ninguna completa. Estudiá
las bolillas pares o las impares, o la mitad del programa de la materia y tratá
de recibirte lo más pronto que puedas. Lo importante es que sepas que en la
universidad no aprendés nada útil, sino que además todo lo que aprendés te
perjudica. Cuando te recibís tenés que saber que ahí sí tenés que empezar a
estudiar en serio, mientras vivas y que tenés que olvidar todo lo que te ense-
ñaron en la universidad porque es pernicioso.”

96
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-31

Un padre, cliente y empresario poderoso, me envió a su hija adolescente para que yo la acon-
sejara en sus próximos estudios de derecho. Su percepción de lo que su hija le transmitió de
nuestra conversación, que yo no recordaba ni siquiera entonces y menos ahora, le horrorizó:

—“¡Qué me hizo, Gordillo! ¡¿Qué le dijo a mi hija?!”

Supongo que él quería que le explicara a ella la llave del éxito en sus futuros estudios de abo-
gacía, viendo mi éxito en mi profesión y no imaginaba que el consejo fuese el que se desprende
de este capítulo, motorizado por ese primer consejo in loco parentis.

Curiosamente, él también era en cierto modo un calco de mi padre, pues nunca lo consideré
muy estudioso ni muy culto, aunque sí muy exitoso en las empresas que formó, desarrolló y
multiplicó.

Rendí apenas bien Introducción al Derecho por el mecanismo tradicional, que


me llevó una inmensa inversión de tiempo sin un resultado proporcional. No las
dos o tres horas diarias de quinto año de la secundaria sino con total intensidad
desde noviembre y diciembre de 1955, con la Introducción al Derecho de A ftalión
y García Olano, más La Lucha por el Derecho de Ihering. En enero de 1956 in-
tensifiqué aún más mi estudio y en febrero o marzo de ese año, no recuerdo bien,
aprobé esa primera materia y comencé a “leer” la segunda; a partir de allí fue
estudiar a máxima velocidad e intensidad, sin hacer otra cosa, hasta fin de año.
Aprobé once materias en 1956, sin desaprobar ninguna. Pero había cambiado de
raíz el método, como explico a continuación.

20. Mi segunda materia universitaria. Hacia el descubrimiento del método

Me encontraba leyendo mi segunda materia, la parte general de Derecho Civil,


en la biblioteca pública de Avellaneda, a media mañana, en completo silencio y
sin distracción alguna externa, cuando de pronto me sorprendo...
¡Mirando al vacío, distraído!
Me di cuenta de la gravedad del hecho y traté de recordar al menos qué estaba
leyendo, sin éxito. Perseveré. Sabía la materia del libro (Derecho Civil, Parte
General, Salvat, tomo I) pero aparte que estaba leyendo con orden el primer
tomo, no pude recordar en qué tema me encontraba ¡ni tampoco los anteriores!
Creía evocar que me hallaba alrededor de la página 83, información inútil si
las hay. (Pero dato útil sobre la complejidad del cerebro y la memoria.) No era
un bloqueo mental, era otra cosa, esperé largo tiempo a ver si la memoria volvía.
Mientras tanto pensaba en su significación para mi estudio y modos alternativos
para encararlo.
Estamos, así, ante uno de los misterios más insondables de la humanidad, el
cerebro. (Supra, cap. I, § 11, p. I-16 / 60 y I-17 / 61.) Como vivimos de y gracias
al cerebro, se comprenderá mi preocupación e inquietud por él. Las antiguas
reflexiones sobre la mente (el alma, el espíritu, la identidad, la inteligencia, el
raciocinio) y el cerebro (la base física de la mente), más el cartesiano Pienso, luego

97
II-32 i. a mi padre: “éste soy yo”

existo y otros enfoques parecidos, todos permiten una reflexión actual: Nuestra
esencia, nuestro ser, es el propio cerebro.
Esa es nuestra condición humana. Sin embargo, no la conocemos ni parece que
estemos próximos a conocerla, después de milenios de muy pequeños progresos.
Si ninguno de nosotros podrá avanzar mucho, por lo menos adoptemos el consejo
de Sócrates.
“Conócete a ti mismo.” Se refería, digo hoy, al cerebro.
Reitero la cita de la p. I-17 / 61, porque ese imperativo ha guiado este libro.

21. El descubrimiento del método de estudiar


21.1. Los pasos previos

En esos largos minutos de reflexión no encontré nada en mi memoria, ni miré en


el libro abierto qué es lo que estaba “leyendo.” Pero esa misma mañana de 1956
di con el método de estudio que utilicé hasta la última materia y después, con
máxima concentración constante, total aprovechamiento del tiempo, posibilidad
de repasar mi propio apunte en poco tiempo, tantas veces como lo deseara.
Soy consciente que hice en apariencia lo contrario de lo que Brecht destaca de
Galileo, queriendo mostrarle al príncipe que se puede ver lejos con un telescopio,
mientras sus asesores discutían si en teoría era posible ver lejos, en lugar de
aplicar el ojo al instrumento. Pero mi problema no era encontrar la página, que
hasta creía recordar por su número y además tenía el libro abierto en ese lugar,
sino indagar en mi propia mente cómo fue que leí decenas y decenas de páginas
sin recordar nada, ni siquiera cuáles eran los asuntos tratados.

21.2. La causa del problema

Llegué a la obvia conclusión que había estado leyendo sin suficiente atención o
concentración, agravada por la falta de motivación e interés en esas cuestiones.
Necesitaba entonces, ya que no tenía motivación y concentración suficientes,
encontrar un método que las supliera.
Antes de la Universidad, a mis diecisiete años, creo haber leído en 1955 un
folleto de algún gran psicólogo o psiquiatra de principios del siglo XX (sé que lo
presté y nunca me lo devolvieron, nunca más presté un libro; lo busqué en biblio-
tecas y librerías, luego en Internet, nunca lo encontré: ¿A dler, Jung, F reud?),
sobre Psicología de la atención. He encontrado otras cosas sobre el tema, menos
buenas que lo que estimo haber leído entonces, pero el mensaje es simple y claro:
La focalización constante sobre un tema sin la suficiente motivación puede dis-
persar la atención, pero el cambio de objeto de atención la aumenta.

98
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-33

Estela Sacristán me indica que puede ser un artículo o capítulo de William


James y como de adulto la lectura de su obra me fue utilísima, estimo que debe
ser él el autor del folleto traducido que recuerdo.
Sería el cap. XI, “Attention,” de su clásico The Principles of Psychology, 1890, en http://www.
psychclassics.asu.edu, “Classics in the History of Psychology.”

Desde que apliqué esa regla en febrero o marzo de 1956, la seguí para todas
las sucesivas materias en la Facultad, luego de la Introducción al derecho que
había estudiado demasiado extensa e inútilmente por el método tradicional.
La Introducción al derecho que escribí y publiqué en inglés y francés en 2003, tiene menos
de doscientas páginas para pensar, en lugar de las más de mil para repetir de los “Manua-
les” de entonces. Nadie la utiliza para enseñar derecho, aunque espero que algunos hayan
aprendido algo con ella.

No hice pues un descubrimiento psicológico. Nada más vinculé lo que sabía


sobre la atención, por mis lecturas previas, con lo que me estaba pasando en mi
segunda materia de la carrera.
Introducción al Derecho me interesó mucho por su carácter reflexivo y pude
estudiar ordenadamente sin necesidad de hacer un apunte propio.
El carácter dogmático del derecho civil fue una sorpresa contra la cual mi
inconsciente se rebeló. El método que recordé, de haber leído Psicología de la
atención, resultó eficaz para luchar contra el aburrimiento de una materia
dogmática, pero también para elevar al máximo mi concentración en cualquier
futura materia. Fue para siempre mi sistema, salvo que después de recibido
en vez de hacer un apunte, cambio seguido de texto, anoto, relaciono y subrayo
todo lo que leo; las ideas que se me ocurren las anoto de inmediato, antes en la
computadora, hoy en la tableta.

21.3. Cómo lograr la máxima concentración. Por el caos hacia el orden

Decidí hacer el estudio y no la mera lectura, por el orden caótico del programa
de examen, con un cuidadoso apunte en que resumía cada punto del programa
de examen, en el orden en que aparecía.
Descubrí que estudiar según el programa de examen era la mejor preparación
para rendir examen con bolillero: Ésas eran las condiciones reales en las cuales
debería rendir la materia y por ello lo pragmático era utilizar, para estudiar, el
mismo sistema con el cual habría de ser evaluado. La Facultad, sin saberlo, me
indicó el camino.
Además de esa ventaja metodológica para rendir examen con bolillero, había
una ventaja más fundamental. Al estudiar una parte del caos deliberado del
programa de examen, tenía que hacer un esfuerzo de híper–concentración para
tratar de entender lo mejor posible esas dos o tres páginas descontextualizadas,

99
II-34 i. a mi padre: “éste soy yo”

resumirlas y anotarlas con la mayor precisión posible en mi cuaderno cuadrillé,


donde escribía en cada diminuto renglón. (Hoy sería una tableta.) El avance
era lento, pero permitía dar un vistazo en el camino y otro general (varios, en
realidad) al terminar.
Sin duda que esas anotaciones parciales, con un adelanto de lo que sería el
examen, tenían una total falta de contexto con el resto de la información. Resultó
ser una ventaja, porque me obligaba a prestar atención (nunca me distraje un
segundo con ese método); también, porque era indispensable, al terminar, resolver
el “rompecabezas” y concebir la materia como una unidad en mi cerebro: Como
en el dicho, por el caos hacia el orden.

21.4. ¿Un click en el cerebro?

Al terminar el apunte y el texto, leía dos o tres veces, con cuidado, el “desordena-
do” resumen, e inevitablemente mi cerebro encontraba las relaciones y contexto
de los temas puntuales en el total de la materia. No era el ¡Eureka! ni un click
en el cerebro, pero era un proceso rapidísimo y eficaz.
No importaba que la información fuese descontextualizada y casi inentendible.
Una vez terminado de resumir el libro y releído una y otra vez mi resumen, todo
adquiriría sentido. Pocas horas o días de estudio intenso de mi resumen y estaba
en condiciones de rendir examen con éxito. En las horas previas podía releer
muchas veces el apunte, a veces hasta las exactas bolillas que me podían tocar.

21.5. La eficacia del método

Esa híper–concentración y ese método me permitieron aprobar la totalidad de las


materias en diciembre de 1958, dos años y ocho meses después. Ello, teniendo en
cuenta que además estudiaba idiomas, leía y escribía otras cosas y, en el tercero
y último año de mi carrera, cursé al mismo tiempo el primer año de la carrera
de Docencia Libre en derecho administrativo (luego suprimida) y comencé mi
futura tesis sobre La responsabilidad del Estado, con una beca otorgada por el
organismo predecesor del CONICET.
Al estudiar de esta manera mi avance por el libro era muy lento, difícil y en
total desorden. Tenía que hacer un gran esfuerzo de concentración para enten-
der párrafo a párrafo y resumirlo con minucioso cuidado. Una primera cosa es
segura, jamás volví a distraerme.
Además escribí algunos artículos, uno para rendir Familia y sucesiones, otros
para la carrera de Docencia Libre con R afael Bielsa (La crisis de la noción de
poder de policía; Reestructuración del concepto y régimen jurídico de los servicios
públicos) que empecé a publicar desde 1959 en adelante. En 1960 se publicó La

100
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-35

crisis de la noción de poder de policía, cuya tesis mantengo inalterada en todas


mis obras posteriores.
“Efectos jurídicos de la ausencia con presunción de fallecimiento,” Lecciones y Ensayos, n°
10/11, Buenos Aires, 1959, p. 117 y ss.; “La crisis de la noción de poder de policía,” Revista
Argentina de Ciencia Política, n° 2, Buenos Aires, 1960, p. 227 y ss.; “Reestructuración del
concepto y régimen jurídico de los servicios públicos,” en LL, 106-1187, año 1962, reproducido
en Páginas de Ayer, La Ley, año 5, número 10, noviembre de 2004, pp. 29-39; los dos últimos
reproducidos a su vez en Estudios de derecho administrativo, Buenos Aires, Perrot, 1963;
hoy son los caps. V (http://gordillo.com/pdf_tomo2/capitulo5.pdf) y VI (http://gordillo.com/
pdf_tomo2/capitulo6.pdf) del t. 2.

Vuelvo a mis personalísimos apuntes. Con tres o más lecturas detenidas (mi
única forma de estudiar) de mi breve pero intenso y muy cuidado resumen per-
sonal, tenía toda la materia unificada en mi cabeza, lista para dar examen. Con
ese método podía estudiar cualquier cantidad de horas sin cansancio. Estudiaba
desde que me despertaba hasta que me acostaba, con la única interrupción de las
comidas; una vez estuve sin afeitarme ni salir de mi casa durante doce días, entre
examen y examen, para preparar una materia a tiempo para el nuevo examen.
Era Obligaciones y saqué “Bueno.”
Terminaba de estudiar antes de comenzar la mesa examinadora y escuchaba
todos los exámenes. Hay profesores que tienden a repetirse y eso es el origen de
muchos apuntes textuales de sus exámenes. En La Plata conocí, siendo profesor,
un apunte llamado “Inesita” que se vanagloriaba —con razón— de tener todas
las 80 preguntas de examen del profesor titular de la cátedra.
Yo también había advertido esa reiteración y prestaba intensa atención a las
preguntas formuladas por la mesa examinadora a otros compañeros. Muchas
fueron después preguntas que también me hicieron a mí. Y sin embargo, no era
usual que todos los que estaban por rendir la materia presenciaran los exámenes
previos al suyo. Así estuvieran estudiando o repasando la misma materia, ello
no era la distribución más eficaz de su propio tiempo.
En los exámenes incluso me sentaba en primera fila y anotaba las bolillas
que salían y quedaban y hacía el cálculo de números. (Que está prohibido en
algunos casinos, pero no es ilegal.) Iba repasando de mi apunte las bolillas que
iban quedando y a veces las que me tocaban las tenía repasadas apenas unos
minutos antes.
Cuando me tocó ser profesor y tomar examen con bolillero, reponía pronto
algunas bolillas en el bolillero, sin mostrar cuáles, las reacomodaba como un
prestidigitador, para no facilitar la reiteración de la triquiñuela si alguien más
la había descubierto. Los que rinden al final de la lista, si tienen la habilidad
de escuchar todos los exámenes previos, tienen sin duda mejores posibilidades
de aprobar.

101
II-36 i. a mi padre: “éste soy yo”

Cuento todo esto para mostrar hasta el hartazgo


la inutilidad de la enseñanza y los exámenes teóricos.

21.6. El mantenimiento constante de la atención

En todas mis actividades he tratado de cambiar de continuo el objeto de atención,


a menos que me encuentre motivado, en cuyo caso continúo con el tema a mano
hasta que se acabe la inspiración o el interés. No interrumpo por cansancio sino
por falta de motivación y, entonces, busco otra cuestión que concite mi interés.
Ese manejo de la atención me ha dado resultado en brindarme el máximo rendi-
miento en la concentración, aprovechamiento del tiempo y del cerebro. Mantengo
el objeto de análisis cuando estoy motivado por lo que hago y lo cambio al menor
indicio de decaimiento de la concentración o creatividad, tantas veces como sea
necesario; hasta que algo me interese y cautive otra vez mi atención; no haciendo
nada si nada me interesa.
Aún no haciendo nada, el cerebro trabaja. (Schopenhauer, Die Schöpferische
Pause.) Hoy la ciencia lo confirma.
Es una repetición, para enfatizar cuan útil me fue el concepto.

Cuando retomo el tema que dejé para ocuparme de otros o ninguno, no impor-
ta cuántos ni cuánto tiempo haya pasado, mi cerebro inconsciente encuentra de
inmediato las conexiones y retoma el nexo sin problema alguno. Claro que tomo
notas de todo o subrayo lo más importante y mucho más ahora con las tabletas.

21.7. El empleo paralelo de métodos anticuados y modernos de escribir

En la investigación de la tesis, en mi tercer y último año de la carrera en 1958,


seguí las reglas clásicas de armar primero el “marco teórico” y así escribí casi
seiscientas inpublicables páginas. Había descubierto antes cómo estudiar mate-
rias y aprobarlas, me faltaba ahora encontrar un método para hacer algo publi-
cable. Lo descubrí en paralelo, al escribir los artículos que menciono y avanzar
en la docencia desde 1959 y 1960, como lo cuento en otras partes y lo explico en
mi libro El método en derecho.
Desde entonces abandoné la cursiva y uso letra de imprenta cuando escribo con
lápiz o bolígrafo, cada vez con menos frecuencia. Escribir con letras de imprenta
facilita que otro pase a máquina lo que uno borronea. Claro que ello deteriora la
claridad de la cursiva, por falta de práctica. Ya casi nada escribo a mano, desde
que aprendí a tipear primero con todos los dedos en el teclado de la PC y ahora en
la pantalla táctil con la yema del dedo índice de la mano derecha, ese God given
finger a que aludía Steve Jobs al impulsar la creación de la escritura táctil, sin
stylus ni nada más que el dedo sobre la pantalla.

102
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-37

En los negocios de Apple en EE.UU. la compra se firma en la pantalla con el dedo, no con
un stylus.

La velocidad que he desarrollado se aproxima a la de los adolescentes habi-


tuados a escribir mensajes de texto en el celular, utilizando los dos pulgares. Allí
hace falta una vista que no tengo y unos dedos muy pequeños o una precisión y
destreza estupendas.

21.8. Causas concurrentes del fracaso de mi tesis doctoral

El subtítulo que antecede requiere aclarar una aparente contradicción. Por de


pronto, investigué muchísimo y en profundidad. Recopilé y analicé todo lo que
pude encontrar. Compré e hice traer por correo desde Europa, gracias al financia-
miento adicional a mi beca, los últimos libros sobre el tema. El Tribunal de Tesis
integrado por Diez, Jorge T ristán Bosch y M arienhoff (en el concurso público
de oposición para profesor asociado, que presencié, el orden del jurado fue 1º]
Bosch, 2º] M arienhoff, 3º] Canasi) la calificó con Sobresaliente y la recomendó
al Premio Facultad.
Así contado, mi tesis fue galardonada por el éxito.
Pero había un movimiento subterráneo, en mi cabeza, que pugnó largos años
por salir a la superficie de mi conciencia.
Imagino algún paralelismo con la censura inconsciente. Apareció hace poco
en mi conciencia, no de la nada sino de lo más profundo de mi cerebro. El germen
reprimido contrariaba, una vez más, mis ilusiones juveniles preuniversitarias.
Lo cuento en el anexo, p. 651 y ss., a mi capítulo XXXII, La responsabilidad del Estado en la
práctica, en el tomo 7, El derecho administrativo en la práctica, Buenos Aires, FDA, 2013,
http://gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo32.pdf.

21.9. Concentración y tecnología, hoy

Leyendo en la tableta se pueden hallar al instante similitudes y diferencias,


consultar el diccionario o Internet y anotar, hacer reflexiones o comentarios. Es
más entretenido y focaliza mejor la atención. Permite cambiar casi al infinito el
objeto de atención, si se ha tenido la precaución de cargar la tableta con materiales
interesantes, e-books (Apple, Google, Proview) CD’s y DVD’s, debates, entrevis-
tas, revistas: Todo el mundo está a nuestro alcance si lo sabemos aprovechar. Si
tenemos conexión de Wi Fi, todo es más fácil, pero la información ya cargada a
la tableta funciona también sin Wi Fi.

103
II-38 i. a mi padre: “éste soy yo”

21.10. Mi vocación docente durante mis estudios de grado

Estudié pues con total intensidad y concentración para recibirme muy pronto y
disminuir al máximo el daño de repetir información, en aquél entonces como hoy,
sin conexión con la práctica profesional que luego tocaría enfrentar.
Si esto parece un designio de alejarse de la Universidad, no era en absoluto
así. Pues al mismo tiempo estaba resuelto a ser profesor titular de la facultad;
me faltaba resolver en qué materia: La previa lectura de La lucha por el Derecho
lo explica. Al comenzar la carrera estaba buscando de qué materia ser profesor,
algo absurdo pero que pude llevar a cabo, sino que también me había formulado
un objetivo y hasta una decisión más absurda e irreal aún, tan ambiciosa como
fueron los sueños de mi padre para su propia realidad. Resolví temprano, con
una convicción total, que no viajaría al exterior a estudiar; viajaría recién, en su
momento, para enseñar. Quiso el tesón heredado del gen y el ejemplo paterno, que
lo lograra. Por supuesto hay en esta hipótesis algo simplista, pues no se aprende
o se enseña solamente: Una actividad implica la otra, si ambas suponen pensar
y no recibir o transmitir información que está publicada en cualquier parte.
Mi experiencia y balance final fue que aprobé mi carrera e incluso mi doc-
torado acumulando información, pero que aún antes de cumplidas esas metas
iniciales ya había comenzado a pensar por mi cuenta, como mis artículos de aquel
entonces lo demuestran.

21.11. Mi ejercicio docente

De a poco, me dediqué a enseñar a pensar, aprendiendo entonces de los alumnos


en la discusión y el razonamiento. No exigí conocimiento in vitro, apenas cono-
cimiento aplicado a partir del libro abierto.
Quien quiere enseñar a pensar, aprende también a pensar, porque está mi-
diendo la inteligencia de un individuo, el profesor, con las decenas o centenas de
inteligencias acumuladas de personas jóvenes. Si los demás son jóvenes y están
libres de pensar y participar, sus inteligencias acumuladas son superiores a la
propia. De todas las clases que di, salí enriquecido con las preguntas, dudas,
objeciones, de miles y miles de estudiantes.
Nuestra máxima capacidad y cantidad neuronal se da en la adolescencia;
aunque con el tiempo se van perdiendo neuronas, a cambio se construyen más
y mejores conexiones neurales, si se piensa y ejercita el cerebro. Más allá de
las apariencias, los mayores tienen menos neuronas que los más jóvenes, pero
las usan con ventaja si no permiten, o los jóvenes no quieren, pensar y discutir,
cuestionar, crear.
El cerebro se reduce con los años pero lo que queda se usa mejor. Con todo,
añoro mi adolescencia por la cantidad de lecturas reflexivas que acumulé. Creo

104
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-39

que nunca reproduje ese nivel de fértil actividad mental. La facilidad de la escuela
secundaria me dejó el tiempo libre para la lectura y reflexión de los mejores libros
que concitaron mi interés.
La nota más disonante fue la Universidad en cuanto alumno y doctorando.
Nada hice allí para mejorar el sistema, contribuí a su “normal” funcionamien-
to. Reservé todas mis energías para cambiarlo después. Lo logré en mi propia
docencia; no pude en cambio influir lo suficiente como para cambiar el sistema
general, pero es un esfuerzo en el que no estuve solitario ni tampoco fui pionero.
Otros han tomado la posta y siguen enseñando a hacer y pensar.
Desde la adolescencia creí en el derecho y en la lucha por el derecho, lo que no
despertaba igual convicción era el modo en que ello se enseñaba en la Univer-
sidad. La triste conclusión de mi tesis, suprimida desde la conciencia, negaba
pues todas mis creencias juveniles. No eran estas últimas las erróneas, lo era el
no haber todavía aprendido a descifrar la realidad completa de cualquier caso
de derecho y su indispensable contexto.
Ampliar en http://www.gordillo.com/pdf/int_der/iad_1_v.pdf, cap. V, “Cómo leer una sentencia.”

22. El confronte con la realidad

Al comienzo de mi docencia universitaria decía que cuando era joven, antes de


comenzar a estudiar, quería aprender derecho para estar seguro, en cualquier
situación, de cuáles eran mis derechos en el caso concreto: Después de investigar
y pensar, lo que aprendí es que salvo ejemplos tan claros que ni vale la pena
mencionar, en ninguna situación se sabe bien cuáles son sus derechos. Todo
depende del caso.
Aprendí a distinguir y diferenciar lo que dice la norma, los distintos libros, de
lo que expresa cada profesor, luego el Juez, el Secretario y los funcionarios de la
Secretaría que preparan las resoluciones del Juzgado; que el proceso se repite en
segunda instancia entre cada uno de los camaristas y sus funcionarios o relato-
res; en la Corte Suprema entre sus jueces y sus más de doscientos funcionarios
letrados de muy alto nivel.
Y aprendí que ejecutar al Estado la sentencia firme que lo condena, es difícil
y a veces ni siquiera posible. Aprendí con mis clientes a transar, con la sentencia
favorable consentida, para lograr que algo de ella se transforme en hechos, renun-
ciando mi cliente, otra vez, a una parte sustancial de sus derechos reconocidos
por sentencia, para al fin cobrar algo. Advertí que los letrados del Estado en juicio
tienen un mandato tácito, “demorar y disminuir.” Aprendí por qué es entonces
tan difícil cobrarles a los clientes, a diferencia de las novelas de Grisham, en que
los abogados esquilman a los clientes de pocos recursos.

105
II-40 i. a mi padre: “éste soy yo”

Y fue temprano, en la Procuración del Tesoro de la Nación, donde en el escri-


torio de una vieja bibliotecaria estaban bajo el vidrio unas estrofas en italiano,
que aprendí en castellano y son de Venecia en 1610, anónimas:
Para hacer juicio hace falta
Bolsa de banquero,
Paciencia de ermitaño,
Tener razón
Saberla exponer
Encontrar quien la escuche
Y se la quiera dar
Y deudor que pueda pagar.
En una de las primeras ediciones del tomo 2 de mi tratado, proponía como
trabajo práctico para el lector que discutiera cuáles de esas líneas eran verda-
deras o falsas.
Uno de los que aceptó el desafío y escribió su versión fue un amigo y docente de mi antigua
cátedra, Butlow en concierto, Buenos Aires, Arquilegal, 2008, cap. 112, “Reflexiones sobre
un verso,” también en su página de Internet.

Cultivé el desorden pero la intensidad en el estudio: Es mi método y lo explico


en el libro de ese nombre. Estudié y trabajé caótica pero intensamente, dejándo-
me llevar por la pasión o el interés del momento, abandonando cada cosa en el
momento que dejaba de interesarme y retomándola cuando llamaba de nuevo,
sabiendo que tratándose del deber, él volvería a tiempo para cumplir con mis
obligaciones.
Nunca me hice problema por leer un libro completo, ni por escribir uno completo.
Cuando escribo no importa si será un artículo, un capítulo o qué, ni siquiera si
será publicable o no. Tampoco tengo respuesta alguna a la frecuente pregunta
de cuándo estimo que lo voy a terminar. No lo sé, ni me importa. Cuando esté
terminado, lo estará.
Si no se termina nunca, o terminado no sirve, pues es parte normal de la crea-
ción. Después de todo, entre mi tesis, mas otro libro inédito y múltiples borradores
inconclusos, tengo miles de páginas no publicables, sin contar las publicadas que
carecen hoy de interés. No me importa: Primero escribo, luego veo el resultado
y si alguna vez parece publicable, pues lo publico. Y si no, no.

106
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-41

23. Las falencias de la enseñanza de entonces


y mis intentos fallidos por enseñar distinto
23.1. El problema de estudiar

Estudié con intensidad pero, por todo lo expuesto, en el grado no fui “buen” es-
tudiante, porque la carrera tenía entonces como objeto accesible leer (y repetir
sin cuestionar) información, no analizar ni discutir expedientes administrativos
ni judiciales, carpetas de estudios jurídicos, documentos reales de la profesión.
Tampoco se ofrecía estudiar el texto concreto de contratos civiles, comerciales
o de minería, no se proponía leer testamentos, actas o partidas de nacimiento,
casamiento o defunción; hipotecas, poderes generales o especiales, escrituras
de compraventa, servidumbres, usufructos vitalicios; sociedades anónimas o de
responsabilidad limitada; balances; estatutos de asociaciones civiles, cooperativas
o fundaciones; actos, reglamentos y contratos administrativos.
El primer cheque lo conocí siendo abogado, igual que el primer pagaré y nunca
he visto una letra de cambio.
Lo mío no es un caso excepcional, sino más bien normal. Los mejores alumnos
buscan obtener mejores notas y para eso la clave no es pensar más, sino estudiar
más; si el objetivo es la nota, el medio idóneo no son los problemas, inciertos, sino
la información, segura sobre todo si es oficial.
Algunos compañeros brillantes de mis épocas de estudiante invirtieron can-
tidades desproporcionadas de su tiempo en leer más y más información, no en
resolver casos o problemas porque eso no aseguraba la nota sobresaliente.
Nunca estudié problemas en la Facultad. Pero quise enseñar con ellos y no
acepto enseñar de otra manera. Los parciales escritos que tomé fueron a libro
abierto, pues no pedía que me repitieran información sino que supieran encon-
trarla y aplicarla en su razonamiento de los hechos del caso.

23.2. Un examen muy particular

Al rendir Familia y Sucesiones, el examen se comenzaba con una exposición so-


bre un tema libre. Preparé un trabajo, publicado al año siguiente, sobre “Efectos
jurídicos de la ausencia con presunción de fallecimiento,” Lec­ciones y Ensayos,
n° 10/11, Buenos Aires, 1959, p. 117 y ss., mi primer artículo publicado, inter-
pretando una norma de la ley 14.394, entonces reciente. Un profesor escuchaba
con particular atención mi exposición, tanto que me dirigía a él todo el tiempo.
Poco antes de finalizar, no puede más e interrumpe para decirme:
—“Muy interesante su exposición, pero falla por la base. Pues el artículo tal
no dice “tal cosa,” como Usted cuenta, sino “Tal otra.”

107
II-42 i. a mi padre: “éste soy yo”

Mi sorpresa fue genuina y mi gesto auténtico. Miré el código que tenía delante
y al levantar la vista inquisitivamente el profesor me dice, bien claro, igual que
antes,
—“Sí, claro, fíjese en el código.”
Me fijo en el código, veo el artículo y miro al profesor, azorado.
—“Lea en voz alta.”
Procedí a hacerlo y el artículo decía lo que yo sostenía que expresaba, no lo
que él creía recordar. Con eso terminó mi exposición sobre el tema libre y de allí
en más el examen fue cruento. Pero con mi sistema yo sabía bien la materia. Al
terminar mis compañeros me felicitaban, “¡Sacaste sobresaliente, seguro!”
Yo, en cambio, sabía que me habían bochado, por la impertinencia de recordar
un artículo mejor que el profesor. Y así fue.
Ver y comparar infra, cap. II, § 25, p. II-50 / 116. Allí preví correctamente el resultado opuesto.

Como era una mesa notoria por sus arbitrariedades, en la siguiente clase
masiva, antes de la llegada del profesor, me puse de pie delante del alumnado y
les propuse hacer ese día una huelga y reclamar al Decano. Hubo instantáneo
asentimiento y nos fuimos todos del aula, derecho al Decanato para quejarnos.
El Decano aceptó recibir a una decena de nosotros. Era Guaglianone, profesor
de derecho civil, de indiscutible sapiencia en la materia. Luego de escucharnos,
lo que hizo fue hacernos preguntas de derecho civil a cada uno de nosotros, en
varias vueltas. Todos contestamos bien y de inmediato, pues no hubiéramos ido
en persona a quejarnos al Decano si no hubiéramos sabido bien la materia.
La mesa fue intervenida y rendimos examen con éxito. Había aprendido una
lección: Ni siquiera teniendo razón se pelea fácil con la autoridad.
Aprendí y luego repetí a mis alumnos de la carrera docente y a los integran-
tes de mi cátedra, que serían de verdad docentes el día que pudieran decir con
sinceridad a un alumno, cuando correspondiera, “No sé” y “Tiene razón.”

23.3. La enseñanza acrítica del derecho

En esa misma materia en que yo trataba con mi examen de mejor interpretar el


derecho nuevo, con el condigno castigo por mi atrevimiento de pensar, “aprendí”
muchas cosas sin que se me incitara o permitiera tampoco pensar.
Adquirí acríticamente información que no debiera darse sin hacer reflexionar.
Mi padre me enseñó a ser generoso, pero Vélez Sarsfield y sus docentes no me
explicaron que el derecho civil pretende castigar la generosidad: Todo lo que se
dona, desde que se nace hasta que se muere, se descuenta en el fallecimiento de
la porción disponible para testar.

108
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-43

El Código Civil enseña y se lo repite sin pestañear, que quien sea generoso y
solidario será castigado a su muerte, en proporción a su generosidad. Una suerte
de juicio final anticipado en contra de la solidaridad social. ¿Se puede enseñar
Sucesiones sin decirlo?
La ayuda económica que di a mis padres hasta su muerte, ¿tiene castigo en
algo que pretende llamarse Derecho?
Sí, sé que todo se puede interpretar, ajustar, contornear.
¿Es ésa la lección universitaria?

23.4. Los materiales de aprendizaje

Leyes y sentencias fueron lo único que, como gran dádiva, se me ofrecía para
atisbar la práctica profesional.
Nunca supe qué era un pliego (imaginaba un cuadernillo a partir de un
pliego grande de papel doblado muchas veces) de licitación, antes de entrar a la
administración pública; el primer expediente administrativo lo encontré allí. Mi
concurso de ingreso a la Procuración del Tesoro de la Nación en 1961 lo rendí
dictaminando, por primera vez, sobre el primer expediente administrativo que
tuve en mis manos, sin experiencia previa.
Al menos sabía escribir a máquina (algo que muchos de mis alumnos luchaban
por no aprender, como si pudieran andar en bote sin remos) porque había pasado
1958 y 1959 escribiendo a máquina la tesis doctoral y mis primeros artículos.
Primer expediente, primer dictamen, primer concurso, todo en 1961, en la
profesión. Ahora el problema es también la tablet, Internet, inglés.
Muchos alumnos siguen resistiéndose a aprender y a pensar.
Algunos periodistas no abogados peor, muchos aprendieron y se enseñaron entre ellos que
los jueces “dictaminan” en lugar de sentenciar. Técnicamente, un juez nunca “dictamina.” O
tal vez quieran mostrar una decadencia tan generalizada que incluso los jueces no deciden,
meramente “opinan.” O es una simple deficiencia de inglés al traducir “Opinion.”

23.5. Mirar dos páginas

Cuando intenté, en la docencia universitaria, extrapolar estas experiencias al


aprendizaje estudiantil, me gané a veces el afecto, otras veces el temor, algunas
el odio de aquellos a quienes quería enseñar la realidad que enfrentarían después.
Tengo en mi memoria múltiples ejemplos de una sola experiencia de enseñanza
y aprendizaje fracasada y por ello nunca repetida: Llevé una vez un expediente
real al examen, se lo entregué al alumno, le mostré un par de páginas y le pre-
gunté qué era lo que le había indicado. El estudiante, observando la calidad y
gramaje del papel, el sello del Poder Ejecutivo Nacional y la frase final

109
II-44 i. a mi padre: “éste soy yo”

El Presidente de la Nación Argentina


DECRETA
etc., contestaba, seguro y contento de sí mismo:
—“¡Un Decreto del Poder Ejecutivo!”
—“No, fíjese bien.”
—“Un Decreto del Poder Ejecutivo.”
—“No, fíjese bien otra vez, con cuidado.”
—“Un Decreto del Poder Ejecutivo.”
—“No, vea que no tiene la firma: Es un proyecto de decreto, aún no es un
acto administrativo, no produce efecto jurídico alguno hasta que sea firmado,
refrendado y notificado.”
Una anécdota semejante la he vivido con colegas contemporáneos: No distinguir al tacto entre
un original de grueso gramaje y una simple fotocopia en papel más liviano; o confundir una
fotocopia a color con el original de una escritura, sin reconocer la diferente trama del papel.
No advertirlo puede causar muchos dolores de cabeza y algunos papelones.

23.6. Mirar dos carátulas

El ejemplo se postergaba hasta el infinito, mostrando la absoluta incapacidad del


alumno para ver lo que tenía delante de sus ojos y de la Facultad para enseñárse-
lo, yo incluido, desde luego. También, apenas una vez, por el resultado obtenido,
hice lo siguiente: Llevé dos expedientes, uno administrativo y otro judicial y los
puse enfrente del alumno.
—“Puede Ud. determinar, mirando solamente las carátulas, si ambos son
expedientes judiciales o ambos administrativos o uno judicial y otro adminis-
trativo y en tal caso cuál es cuál?”
El alumno, bloqueado, fue incapaz de dar respuesta alguna, cualquiera fuera
el tiempo de que dispusiera. Con leer sin nervios era imposible equivocarse: Uno,
limpio, cosido y ordenado, se intitulaba:
“PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN.
JUZGADO...”
etc., en tanto el otro, sucio, desprolijo, desparejo y unido con ganchos, decía:
“PODER EJECUTIVO NACIONAL.
MINISTERIO DE...”, etc.
Nada de eso intentaron enseñarme, ni intenté yo o creí que se pudiera, aprender
en la Facultad donde estaba cursando. Todo, o casi todo, quedaba para después

110
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-45

de recibido fuera de los cursos obligatorios de necesaria aprobación para la ob-


tención del título, en forma parecida a la que relata la biografía de Steve Jobs.

23.7. El expediente administrativo del curso

Entonces pasé a experimentar como docente, a mi juicio con éxito, una relación
burocrática por expediente administrativo entre administración y administrado
con los alumnos, con la única diferencia que cada alumno tendría en sus manos
el expediente de su actuación en el curso, con sus propios escritos, foliatura,
cargos y demás proveídos.
Les dictaba reglamentos, hacía providencias, actos administrativos; interpo-
nían recursos administrativos que yo resolvía. Al final del curso presentaban un
alegato escrito en su propio expediente administrativo y luego un alegato oral
previo a la entrevista pública con el expediente de cada cursante a la vista, en
que daba y fundaba la calificación.
Muchos llegaban a la entrevista con su propio expediente no conocido ni
leído, pensando tal vez que yo tampoco iba a leerlo. Lo leía delante de ellos, les
preguntaba algo simple sobre su propia prueba, previo indicarles en qué folio se
encontraba el material, del que tenían copia en sus manos.
Los que no conocían su propio expediente, reprobaban y aprendían que como
abogados, no podían ir a un tribunal a hacer un alegato in voce con el expediente
mal leído: Una receta para el fracaso.
Apliqué el mismo método en los cursos de la especialización, en el postgrado de
distintas materias. Los expedientes son únicos e irrepetibles porque los trabajos
y problemas encomendados lo fueron.

23.8. Balance fallido

Mucho de lo que aprendí fue con profesores de la Universidad, pero no en los cur-
sos regulares sino a veces en sus charlas y conferencias libres, conversaciones de
pasillos, o trabajando en un caso concreto. Recuerdo que por afecto compartido
a una persona pude hacerle ver un borrador de acción judicial a Genaro Carrió.
Al comenzar a leer, lo primero que me dijo fue: “Gordillo, el exordio debe llevar
distinta redacción, por supuesto, pero debe coincidir, en lo pertinente, con el
petitorio.”
Mis grandes mentores, mis grandes maestros, fueron a menudo profesores
universitarios (en el caso de Carrió, renunció en 1966 y nunca quiso regresar),
pero actuando fuera del ámbito de los cursos sistemáticos de la Universidad.
También aprendí mucho de compañeros de estudios que sabían de las cosas
prácticas que los profesores no nos enseñaban pero conocían. Uno de aquéllos
me contó la realidad de las subastas judiciales y tuve ocasión de comprobarlo,

111
II-46 i. a mi padre: “éste soy yo”

años después, al acudir a una con intención de compra. Allí conocí mejor cómo
funciona “la liga.”
Un colega de la profesión me contó que trabajando como secretario privado de
un camarista, éste le pidió que sacara algunas fotocopias. Cuando regresó con la
tarea cumplida, el magistrado lo hizo esperar y revisó delante de él los originales
y las copias. Faltaba una. Ergo, el que hace sacar fotocopias debe controlar bien
la tarea. A veces son miles y los abogados experimentados que llevan el caso no
se han tomado el trabajo de verificarlas, leerlas y analizarlas con detalle.
Dando clases en Bolonia en el 2001 conocí una abogada argentina que trabajaba en un im-
portantísimo y exitoso estudio jurídico, con sub sedes en varios países y ciudades. Al visitar
el estudio, imponente, me contó que el dueño “nunca estudiaba.” Le pregunté qué hacía y su
respuesta fue “se lo pasa todo el día leyendo expedientes y escribiendo.” Para ella, “estudiar”
era leer libros.

Todas son lecciones sencillas de aprender, pero hasta tanto cada una sea
aprendida, la espada de Damocles del error imperdonable pende sobre la cabeza
de cada uno.
La institución como tal no deja suficiente lugar a la creatividad didáctica de
sus mejores docentes y termina por exfoliarlos en beneficio de los más tradicio-
nalistas en la exposición, los más ordenados en el programa, los más previsibles
para seguirlos, los menos creativos para imaginar experiencias de los alumnos.
No busqué ni conocí todos los buenos profesores, porque no había guía alguna
para siquiera saber quiénes eran.
Sí sabíamos quiénes eran famosos, grandes autores, grandes juristas, mag-
níficos jueces, pero la urgencia en recibirse hacía ir de materia en materia,
alocadamente. En mi caso, buscaba la materia de la que sería profesor titular.
Primero pensé que sería derecho político, del que leí algo más de lo requerido;
luego derecho constitucional, donde también expandí mis lecturas; más adelante
finanzas y derecho tributario (donde llegué a escribir 110 páginas de una inédita
y desaparecida Teoría General de las Finanzas Municipales) y por fin derecho
administrativo. Como mi inclinación por el derecho público estaba clara y no
quedaban más opciones que explorar en la carrera, pues derecho administrativo
fue. No me arrepiento de la elección de la materia, sino de las alternativas que
no contemplé.
Cometí pues egregios errores, después descubrí que había profesores que ense-
ñaban con la realidad en la mano, como Bielsa lo hacía al contar sus anécdotas
(como yo aprendí de él a hacerlo), pero no al examinar. (Era demasiado bondadoso.)
Luego intenté enseñar como aquellos pocos profesores que entrenaban a expe-
rimentar, a contrapelo de la historia; pero el medio nos fue adverso y la opinión
pública estudiantil era contraria a quienes no éramos parcos con las exigencias
de experimentación del estudiante para el aprendizaje y la problematización de la

112
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-47

realidad, ni, por ende, generosos con las notas, como la profesión no es generosa
con sus propias notas a nuestro trabajo.
Los que fueron buenos alumnos en mis cursos tuvieron buenos desempeños,
a veces incluso extraordinario: No es que yo los haya formado así, es que pude
conocerlos desde temprano en sus verdaderas habilidades profesionales y no traté
de frustrarlas sino nutrirlas.
Fueron y fuimos apenas el 5% (figura de lenguaje) del profesorado los que
remábamos contra la corriente de lo que el estudiantado quería, que no era la
inseguridad de los problemas y los casos sino la seguridad de repetir el libro de
texto y pasar. Los españoles inventaron la palabra “pasatista.” Yo fui un excelente
pasatista, pero tenía conciencia que eso era un punto de partida, no de llegada.
Recuerdo que una alumna de alto promedio me comentó, muy al comienzo de
mi carrera docente, que mi método era muy interesante, parecido al de Winizky.
Horrorizado (pues Winizky era uno de los profesores que la mayoría de mis com-
pañeros de antaño recomendaban evitar), le pregunté qué hacía Winizky: “Nos
manda a una librería donde venden una bolsita con pagarés, letras de cambio,
cheques y otros documentos comerciales, nos los hace llenar y nos señala si son
válidos o no, o los llena él y nos pregunta si son exigibles y nos hace observar en
qué nos equivocamos.”
Allí lamenté no haber cursado con Winizky y no fue el único con quien lamenté
no haber cursado. Como el mundo es redondito y pequeñito, el centro de estudian-
tes recomendó, mientras fui profesor de grado en la facultad, no cursar conmigo.
El problema no es propio de ninguna universidad, sino de la sociedad en su
conjunto y los jóvenes que debieran ser el instrumento de cambio son, no obstante,
el obstáculo más fuerte a superar. Por eso no me queda sino apostar al futuro,
escribiendo y publicando como lo hago ahora y lo hice desde la juventud.
La mayoría estudiantil no quiere aprender, quiere recibirse: Fue la temprana
lección que recibí antes de entrar a la Universidad. Esa es la lucha constante,
que se sigue percibiendo en el postgrado, en las especializaciones, las maestrías,
los doctorados, los post-doctorados. Y de allí sale la madera de las siguientes
generaciones docentes.
En cualquier caso, para las clases en que el profesor no hacía sino repetir lo
que estaba escrito en manuales, artículos o fallos, yo tenía un cálculo cuidadoso
del tiempo que me insumía cambiarme, ir hasta la parada del colectivo, esperarlo,
viajar hasta la facultad, llegar hasta el aula, esperar al profesor, escucharlo y
tomar notas y repetir todo el proceso de regreso: La relación era de uno a tres.
O sea, yo podía estudiar tres veces más por mi cuenta que lo que aprovechaba
yendo a una hora de clase de tales características.

113
II-48 i. a mi padre: “éste soy yo”

Si la clase hubiera sido de razonamiento, discusión, intercambio de ideas,


casos, problemas o experiencias, hubiera sido distinto. Es lo que explico en el
libro de El método. Ir a una clase en que el profesor repite lo que está publicado
en algún lado es un mal aprovechamiento del tiempo. Además, se lee más rápido
que escuchar y se piensa aún más rápido que en el acto de escribir, incluso con
la computadora.
Si a esto se le agrega que no todos los docentes manejan una cantidad razonable
de idiomas ni, hoy en día, un mínimo adecuado de tecnología de la información,
el estudiante debe priorizar el estudio de estos instrumentos del conocimiento
actual antes que la acumulación de información perecedera, aún cuando ello vaya
en detrimento de sus notas en la Facultad.
Claro está que si encuentra profesores que le enseñen la práctica profesional y
la realidad del derecho, entonces sí debe estudiar con ellos y aprender a pensar.
Pues es la Facultad quien está equivocada en sus prioridades, a causa de las
demandas mayoritarias de sus alumnos, los padres de estos y la sociedad en que
están todos inmersos.
Los verdaderos genios al estilo Steve Jobs o Bill Gates pueden omitir la
Universidad; los demás debemos obtener nuestros títulos, sí, pero investigar y
reflexionar además y/o a pesar de ello, cada instante posterior.
Si encontramos profesores que nos enseñan a pensar, en modo alguno debemos
desaprovecharlos. Antes o después de los estudios formales.
Sin embargo, muchos profesionales desaprovechan los encuentros ocasionales
para charlar con profesores. Parecieran responder a un consejo estudiantil de
preferir la exposición unilateral del docente y mantener así la actitud pasiva de
alumno, olvidando la necesidad de construir un sistema inteligente de relacio-
nes, con amistad, excelencia y dedicación: A mayor exigencia intelectual de la
relación, mayor provecho.
Lo explico en el § 1 del cap. XIV, esp. p. XIV-2 / 320.

Muchos desarrollan variantes estudiantiles de mostrar estar atentos, parecer


ser diligentes, sin cumplir con las condiciones de amistad, dedicación y excelen-
cia. Lo he hecho y me dijo una vez Norman Brisky ante mi estudiada postura
en una clase de teatro:
—“No te hagás el buen alumno.”
En el caso de la abogacía, como la medicina y otras profesiones que requieren
el título habilitante para ejercer la profesión, será indispensable obtenerlo de la
Universidad. Cuando se instituya el examen de habilitación (y rehabilitación
quinquenal) profesional, allí el alumno deberá preocuparse en serio de apren-

114
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-49

der de entrada, pero su título no lo eximirá de seguir aprendiendo y pensando


mientras viva.
Si se dará la mixtura al estilo estadounidense o no, imposible saberlo ahora.
En Estados Unidos la Universidad enseña a pensar y luego el alumno estudia
por su cuenta la información que necesita retener por poco tiempo para dar el
examen de admisión a la profesión.
Allí, la Universidad garantiza que piensa; el examen de habilitación profesional
en ese momento puntual, que además “sabe.”
Aquí y ahora cada Universidad pretende garantizar, sin lograrlo, que “sabe,”
pero en realidad no garantiza que piensa.
Muchos distinguidos científicos han homenajeado a cada Universidad que les
enseñó a pensar, como la famosa anécdota de Niels Böhr.
Ver en el Libro II de este t. 10, sección I, cap. I, § 3, p. M-6 / 374 y ss.

Julio Cueto Rúa, al recibir un premio, agradeció a su colegio secundario que


le enseñó a pensar. Yo creo que se lo debo a mi padre.
Ahora bien, la información deviene obsoleta en cortísimo plazo y en cualquier
caso los sistemas de almacenamiento y recuperación de la información son hoy
sofisticados y especializados como para que sean ellos los que deben ser dominados,
con plena actualización, por cualquier alumno, profesional o docente por igual.
Hay que demostrar, de instante en instante, que se piensa, aunque no se sepa.
Es más importante.
Hoy en día hay distinguidísimos profesionales de distintas disciplinas (conste
que yo no soy uno de ellos ni mi hábitat profesional de abogado me lo permitiría
por el momento) que trabajan, atienden un paciente, dan una clase, con la com-
putadora al lado y con la pantalla en la pared para ilustración del o los desti-
natarios, con Internet. Yo utilizo la tableta para todo, aunque tengo una All in
One con un tera de memoria, comprada hace poco más de un año y acercándose
a la obsolescencia.
No nos ha llegado todavía a los abogados el momento de hacerlo, pero las table-
tas empiezan a aparecer en las reuniones y los teléfonos inteligentes descubren
al que aparenta estar atento a la reunión, pero lee y contesta con subterfugios
mensajes de texto: Imagina, con grave error, que está al abrigo de las miradas
ajenas cuando en verdad se somete al juicio implacable de los demás. La tableta,
al ser más visible su uso, no la he visto utilizar para otras cosas que atender la
reunión
Estemos más que atentos y preparados, porque el cambio está a la vuelta de la
esquina. No hagamos a hurtadillas, con la tecnología, lo que no podemos hacer
con ella ostensiblemente.

115
II-50 i. a mi padre: “éste soy yo”

Al que cree contestar y utilizar su smartphone a escondidas, le molesta que uno tome la
tableta y haga lo mismo que él, pero sin tratar de “ocultarse.”

24. “¡Aquí sí que hago derecho!”

Volviendo al medio forense, judicial y universitario, recuerdo una antiquísima


anécdota de un muy destacado camarista y profesor de derecho que decía que le
encantaba ser profesor porque;
—“Aquí (en la Facultad) sí que hago derecho.”
La pregunta obvia era entonces: ¿Qué entendía que hacía en el Poder Judicial
de la Nación cuando dictaba sentencias? Poner esa frase en boca de un abogado
de la matrícula, de un funcionario público o de un árbitro, tiene el mismo nivel
de disparate. Cada profesional debiera enseñar en la Universidad, si le gusta la
enseñanza, entre otras cosas lo que considere que debe saberse para ejercer con
aptitud la profesión en el ángulo que la conoce.
Si alguien se pregunta por el ser y el deber ser, la cuestión puede verse en la Introducción al
Derecho, http://www.gordillo.com/int_der.html.

No la ficción con la que sueña, o pretende imaginar, pero que nada tiene que ver
con la realidad profesional, que es la que el alumno necesita para luego trabajar
con eficiencia y eficacia. Eso es lo que me alaban o reprochan haber tratado de
enseñar en la Universidad.

25. Un concurso para profesor titular

Como anécdota referida al clima clásico de la sociedad y universidad argentinas,


en un concurso para profesor titular de derechos humanos uno de los temas era
“Metodología de la enseñanza,” para lo que teníamos algunos días de tiempo de
preparación.
Elegí ese tema, sobre el que tenía un libro publicado (El método en Derecho) y
armé tres casos con guías de lectura al estilo de los de mi libro Derechos Humanos,
el cual publiqué antes del concurso. Preparé y desarrollé tres casos nuevos, sobre
leyes y sentencias de derechos humanos de la misma semana, con los criterios de
metodología de la enseñanza que estaban y están, desde la primera edición en
1990 de mi libro Derechos Humanos (http://www.gordillo.com/der_hum.html) y
antes en El método en derecho. Hice nuevas guías de lectura de más de doscientas
preguntas cada una, para esos tres casos de la semana.
O sea, tenía dos libros publicados a la fecha del concurso, que se entrecruzaban
para dar lugar a la exposición. Mi clase de oposición no era improvisada; era
creación: Tanto los casos como las guías de estudio eran absolutamente nuevas,
sobre eventos jurídicos acaecidos esa misma semana.

116
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-51

Uno de los miembros del jurado primero me negó que fuera uno de los temas
elegibles, hasta que el que lo presidía y por lo visto lo había puesto asintió con
la cabeza y los demás comprendieron. Luego otro de los miembros del jurado me
incitó a tratar el tema elegido, interrumpiendo con cuestionamientos, diciéndome
que seguía estando fuera de tema, que no perdiera el tiempo.
Por lo visto no entendían que el derecho se pudiera dar, entre otros medios,
a través de problemas y guías de estudio y reflexión preparadas por el profesor.
Finalmente me puse furioso ante la inutilidad de todas mis explicaciones y hube
de decir, “Perdón, pero yo no creo que sea una pérdida de tiempo enseñarle algo
a alguien que no lo sabe.”
Un adjunto mío, que había presenciado todas las exposiciones, me dijo al salir:
—“Te bocharon.”
—“No, porque es obvio que no han leído todavía el expediente.”
Yo sabía que en su mente mi exposición era para un “dos,” pero como mi ex-
pediente sugería otra cosa, acordaron ponerme un “ocho.”
Acerté en la apreciación de la realidad como antes, con opuesto resultado, en § 23.2, “Un
examen muy particular,” II-41 / 107 y II-42 / 108.

26. Un concurso para profesor adjunto

Otra vez, siendo yo jurado, había leído primero el expediente y tenía bien en
claro quién era quién. Uno de los expositores habló mal, tanto que al salir dijo
en público que se había ganado un bochazo; que era la peor clase que había dado
en su vida. Al reunirse el jurado, dije que si le poníamos el bochazo que mere-
cía, no podíamos de modo congruente proponerlo como profesor adjunto, que, en
cambio, merecía según sus antecedentes. Transamos entonces en ponerle un seis,
“bueno,” para que no quedara mal nuestra decisión de proponerlo como profesor.
Así es el derecho en la práctica. No sugiero que sea bueno o malo, no defiendo
ni censuro lo ocurrido. Tan solo lo cuento. Cada lector se formará su propio juicio
de valor.
Allí se termina de entender el consejo que recibí a mis 17 años y que, a mi
manera, seguí.
Comparar el concurso para ayudantes que relato en el cap. IX, § 5 in fine, p. IX-8 / 248.

27. ¿Cuándo y dónde aprender y enseñar?

¿Cuándo y dónde se debe aprender y enseñar? La respuesta es categórica: A cada


instante, en cada lugar. Estamos hablando, claro está, de enseñar y aprender a
pensar.

117
II-52 i. a mi padre: “éste soy yo”

M ariscal destacaba el deber de enseñarle a un taxista; el gran médico Jorge


Domínguez, el de enseñarle al paciente; mi padre, el de enseñarle a todo el
mundo, todo el tiempo, en cualquier lugar.

Conmigo lo cumplió a conciencia mientras viví bajo su techo. Por el tipo de


educación que me dio, sigo con cambiantes proyectos de vida, en adaptación en-
tusiasta a las diversas circunstancias que me toque vivir.
En ocasiones adversas he aprendido a modificar con utilidad y alegría la
ocupación de mi tiempo, mutando mis actividades, aceptando mayor cantidad
de invitaciones del exterior donde seguir aprendiendo y enseñando, escribiendo
y publicando.
En esa constante adecuación logré encontrar placer en todo lo que hice, tra-
tando de hacerlo a conciencia, con esmero. Esa adaptación optimista frente a la
adversidad la recibí de mi padre y fue a su vez adquirida por él para su propia
supervivencia y para la construcción del futuro de su familia.
¿Cómo no llorar su muerte más de treinta años?
¿Cómo no sentir el alma torturada, cuando lo recuerdo con tanta intensidad?
¿Cómo no haber hecho de mi vida una ofrenda a la suya?
En su legado espiritual estaba también la sabiduría de que una carrera no
alcanza, hacen falta muchas; que un proyecto de vida tampoco alcanza, hay
que rehacerlo con perseverancia, fuerza y creatividad. Tengo pues, aún ahora al
homenajearlo, otros proyectos en danza. Éste es ahora el más caro a mi corazón.
Ése era mi padre. Éste soy yo.

28. Mirando al futuro

Desde que yo era niño mi padre miraba al futuro; en primer lugar el de sus hijos
cuando les tocara ir a la escuela secundaria y a la Universidad: La imagen del
hijo cuyo hijo supera al padre y al abuelo.
El golpe magistral de su mirada fue cuando me recibí a los 20 años: Aconsejó
no empezar a trabajar sino seguir estudiando. Eso, como lo dije en otros lugares,
permitió estar algo más de un par de años después, trabajando en mi propia espe-
cialidad, en un lugar cómodo donde sobre todo aprendí derecho, pude practicarlo
y además ganaba bien: La Procuración del Tesoro de la Nación. Un año antes
había llegado a profesor adjunto ad honorem de la UBA y profesor rentado de un
centro interdisciplinario de la OEA dedicado a la investigación y a la enseñanza
de posgrado para América latina. Eramos tres profesores argentinos y tres de
otros países de América del Sur.
Muchas veces pensé si podría tener semejante mirada para mis hijos. Me dí
cuenta que la tarea de mi padre había sido única e inimitable. Hice cuanto pude

118
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-53

por mis hijos, pero me tocó pensar en circunstancias diferentes. Tuve en claro que
no les convenía, por su propia salud y felicidad, seguir mi profesión. No habían
tenido mi cuna, mi infancia, mi adolescencia. No les podría transmitir lo que mi
padre me transmitió a mí.
No me culpo, pues el mío fue un hogar de pobreza, el de ellos uno de clase
media acomodada. Nada de lo que conté de mi padre se registró en sus mentes.
Era una realidad demasiado diferente.
Sí les dije que estudiaran lo que quisieran y que en aquello que estudiaran
deberían ser excelentes, porque el horizonte no se presentaba promisorio para
ellos ni para nadie.
Mi madre anticipaba que lo que vendría sería peor, según ella, que lo que había
vivido en la Gran Depresión de 1930. Si se considera las villas de emergencia
que entonces casi no existían y hoy no son erradicables, quizás tuviera razón.
Hay además otros fenómenos de pobreza, desde luego, como explico en “The economy of car-
toneros (from paper to book scrapping) in Buenos Aires: a literary essay,” http://gordillo.com/
articulos/art8.pdf.

Hasta las distancias operan peor: “I mezzi di trasporto da Buenos Aires,” Segunda Universidad
de Nápoles, http://www.gordillo.com/articulos/art5.pdf.

El salto cualitativo que yo tuve se debió al drama vital de mi padre y cómo él


lo procesó y encaró la enseñanza de sus hijos; dado que eso era irrepetible, sin
darme cuenta comencé a pensar cada vez más en el futuro.
No porque hiciera futurología, como a veces lo hago, sino porque las propuestas
terminaban siendo demasiado renovadoras para mi ambiente, quizás excesiva-
mente conservador por la profesión de abogado.
Al ser tan innovadoras, nunca fueron aceptadas de inmediato por nadie. Pero
tampoco fueron refutadas (en cambio, negadas y no citadas), con lo que siguieron
el curso del agua, del tiempo y, en más de una ocasión veinte, treinta o cincuenta
años después, las ideas que propuse mucho tiempo atrás finalmente son aceptadas,
sea con reconocimiento de mi autoría o no.
Recibí este año un risueño mail de alguien que me tuteaba y me decía que,
habiendo escuchado una charla mía, recordaba el supuesto acierto del dicho “Con
Gordillo podés o no estar de acuerdo, pero a la larga siempre tiene razón.”
Al ofrecérseme el premio Justicia de la UCES, el profesor que hizo la presenta-
ción dijo que mis enseñanzas habrán de guiar a las generaciones venideras. Son
todas muestras de afecto, con hipérbole pero el mismo sentido general. Recibo
alguno que otro mail de alguien que me conoce por Internet y me aprecia o me
agradece, comparte alguna anécdota o chiste, comenta algo, da más información,
hace referencias bibliográficas, señala errores.

119
II-54 i. a mi padre: “éste soy yo”

A veces hay reconocimientos explícitos, o implícitos pero no menos inequívocos.


En otras, quedo a pesar de mis años como el joven rebelde, independiente. No he
sido acusado de arbitrariedad en mis notas, sino de dar problemas a resolver y
libertad en buscar la información.
Un alumno de las cátedras nuevas, cuando no estoy en la Universidad sino
como emérito, cuestionaba según me dijo las enseñanzas recibidas y uno de los
profesores le recomendó que leyera mi libro La administración paralela.
http://www.gordillo.com/tomo6.html, Libro II, antes L’amministrazione parallela. Il «pa-
rasistema» giuridico-amministrativo. Introducción de F eliciano Benvenuti, ed. Giuffrè,
Milán, 1987.

Ver también el tomo 7 del tratado y Parole lette come introduzione al seminario sul libro “L’
Amministrazione Parallela,” Universidad Bocconi, Milán, accesible en los iBooks y en http://
www.gordillo.com/cv/art_56.pdf.

A partir de allí el joven alumno fue tomando interés por mi obra, sin conocer
los tiempos y edades o generaciones de cada una de las fuentes que había recibido
o conocido.
Ver también la ilustrativa experiencia que relata A lejandro Carrió en el Libro II, p. T-5 / 691.

Su percepción era que las cátedras que me habían sucedido en el tiempo,


representaban la visión tradicional del derecho administrativo, en tanto que yo
era el representante de la visión innovadora, de algún modo juvenil. Si bien él lo
transmitía como un halago sincero, era al propio tiempo la condena del fracaso
de mis esfuerzos. Pero mis ideas en Internet tienen tiempo por delante.
Otro joven alumno, a su turno alumno de profesores que a su vez fueran
alumnos y con edad para ser mi nieto, se me acerca en un homenaje para dispen-
sarme su halago en una frase que parecía sincera, concisa y pensada: “Gracias
por predecir el futuro.” Él no sabía que mis predicciones últimas, in pectore, son
peores que las que escribí antes.
El tiempo puede estar de mi lado, aunque para el largo plazo, aquel en que
según K eynes estaremos todos muertos. De todas maneras, aún de ser así no
me importa, pues esto no es una cuestión de poder personal académico, sino de
aporte de ideas que sirvan a la comunidad en algún momento.
Hasta ahora ese momento ha llegado décadas después de haber hecho lo que
consideraba mi aporte, atravesando por diversas etapas intermedias de negación.
Es una experiencia común de muchos que innovan: Los que no pueden hacerlo
son los que más se oponen a todo cambio.
Si al final muchas de mis ideas de antaño van siendo aceptadas y se tornan
generalizadas, no deja de ser optimista el pensar que otras puedan también ser
de utilidad más adelante. Que me las atribuyan o no, no tiene importancia en

120
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-55

las tumbas, aunque sería bueno para los que expresen ideas, saber ellos mismos
si las pensaron por primera vez u otro las pensó antes; quién y cuándo lo hizo.
Y si bien lo que sigue no es un gesto de modestia, debo también señalar que
no es que mi mente haya tenido una inventiva con una visión rayana en la pre-
dicción astrológica. Tuve como norma analizar lo que pasa ahora en el mundo
desarrollado y en mi propia realidad, para desde allí tratar de escudriñar lo que
quizás ocurrirá con el tiempo.
Cuando escucho o leo a personas más inteligentes que yo o que tienen más
experiencia, presto atención y trato de aprender y luego enseñar. Es lo mismo
que hicieron, según cuenta la historia, los próceres de Mayo de 1810, que traje-
ron, de lo aprendido por ellos en Europa en sus viajes anteriores, ideas entonces
revolucionarias.
El método de mirar el futuro observando el espejo de las sociedades más
desarrolladas no es nuevo, en modo alguno: Hace falta conocer idiomas, viajar,
estar atento, observar, reflexionar. No digo que esto sea fácil ni que yo carezca
de todo mérito; pero no ha de ser fácil en nuestro medio. Hace muchas décadas,
hablando de uno de mis viajes a un señor mayor que no había salido del país, él
me observaba:
—“Lo que Usted cuenta es muy distinto de lo que cuentan otros que han via-
jado a los mismos lugares.”
Sí, muchas veces he tenido esa sensación. En mi largo periplo por Europa a fines
de 1982 y comienzos de 1983 me encontré con unos conocidos, de casualidad, en
una esquina de Madrid. Todos habíamos estado en Europa largo tiempo. Y todos
teníamos cosas divergentes que contarnos. Era como si no hubiéramos visitado
el mismo continente, habiendo estado en los mismos lugares. En un viaje fugaz
sería explicable, en varios meses es más difícil entenderlo.
También al día de hoy, comparando ciudades del mundo, veo que gente que ha
estado en algunas de las ciudades que conocí, tiene percepciones harto diferentes.
Quizás la mejor combinación la haya hecho Joseph Conrad tomando notas de
viaje de sus experiencias en el Congo belga, después recurriendo a ellas para
ambientar su Heart of Darkness, cuya magnífica frase culminante, tal vez una
variante de Macbeth (donde la exclamación original aparece tres veces), es
reiterada, con mínimas variaciones, por el personaje representado por M arlon
Brando en la película de F rancis Ford Coppola, Apocalypse Now.
El guión de Apocalypse Now está inspirado en la novela Heart of Darkness, aunque no trata
del Congo belga en el siglo XIX sino de la Guerra de Vietnam en el siglo XX.

Todas ellas son ejemplo de creación a través de la imitación, no plagio. Las


mínimas variantes de redacción en la fase culminante no destruyen un escenario
propio a cada obra, único y exclusivo de ella, cada uno a su manera irrepetible.

121
Capítulo III

MI PRIMERA INFANCIA

Sumario

1. Los primeros cinco años. ¿Juguetes?..........................................III-1 / 125


1.1. Primera secuela................................................................. III-2 / 126
1.2. Segunda secuela................................................................ III-3 / 127
2. Flashback / Flashforward. Los últimos años: Juguetes para
la PC, antes de la tableta......................................................... III-4 / 128
3 El nuevo juguete maravilloso..................................................... III-5 / 129
4. Compartir................................................................................... III-5 / 129
5. Servir y ser servido.................................................................... III-6 / 130
6. La Perle du Lac.......................................................................... III-8 / 132
7. El antipóster..............................................................................III-10 / 134
8. El arte de la no pelea................................................................III-10 / 134
9. Mi rebeldía frente al poder.......................................................III-12 / 136
9.1. Año del Libertador General San Martín.........................III-13 / 137
9.2. My Reason for Living.......................................................III-13 / 137
9.3. El periódico “Enfoques”...................................................III-13 / 137
9.4. El acto y sus prolegómenos..............................................III-14 / 138
9.5. Otras connotaciones del año 1955...................................III-15 / 139
9.6. Dos actos fuera de contexto.............................................III-16 / 140
10. Gordillo y el miedo al hambre................................................III-16 / 140
11. Felicidad. Descanso.................................................................III-18 / 142
12. El deseo de leer.......................................................................III-18 / 142
13. Aprobado, bueno, distinguido, ¿sobresaliente?.......................III-19 / 143
14. La realidad: El otro capítulo...................................................III-20 / 144
Capítulo III

MI PRIMERA INFANCIA

1. Los primeros cinco años. ¿Juguetes?

Mi padre recordaba que según un gran educador, lo principal de la enseñanza


eran los primeros cinco años. Su anécdota preferida era que a ese educador le
llevaron un niño de tal edad para que lo educara y contestó:
—“Ya es demasiado tarde.”
Todo el impulso que tuve después, se puede tal vez rastrear a esos primeros
cinco años iniciales, pero no los tengo en mi mente.
He intentado vagamente indagar con los profesionales de la mente en el sentido
de si la presunta o imaginable insatisfacción de mi padre con su propia vida,
producto de la desgracia familiar, era algo que me había transmitido a mí como
carga ajena.
Mi opinión es que no. Nunca lo vi como un intelectual fracasado, pues sus
intereses estaban más cercanos de lo físico; sino como alguien que, advirtiendo
mi poca inclinación al esfuerzo físico, concluyó claramente que mi única salida
era la intelectual.
Comparo algo de su infancia y la mía, hasta donde puedo, en las pp. 203-4.

Así, en esos para mí ignotos primeros cinco años, supuestamente le pedí que
me enseñaran a leer. Mi duda actual es si realmente le pedí, en esa temprana
edad, aprender a leer para entender las tiras cómicas. Ese habría sido el motivo
por el cual fui alumno particular de la directora de la escuela y pude saltear
primer grado inferior. Difusos recuerdos me hacen sentir cierta la historia, pero
como eso ocurrió en los primeros cinco años, la etapa para él más importante de
la educación, cabe también interrogarse si fui persuadido por él.
También al cumplir cinco años, según mi padre me contó después, resolvió
que no recibiera más juguetes. Cuando cuento esta historia, a las mujeres les
III-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

resulta triste y tal vez lo sea, pero yo lo viví con naturalidad. En cualquier caso,
no recuerdo haber visto tampoco a otros niños con juguetes que yo no tenía: Mi
contexto de Ascensión no era uno de chicos con juguetes, en la década del 30 y
del 40. No hay pues ninguna referencia comparativa a terceros en mi ausencia
infantil de juguetes.
En casa hubo siempre un ambiente de fe en el futuro. Recuerdo que en Ave-
llaneda, una o dos veces al año, nos visitaba un franciscano que se había hecho
amigo de mi padre. Venía desde lejos, con sus sandalias descubiertas y su hábito
marrón. Lo imagino en una tarea personalmente evangelizadora con mi padre.
Fuere lo que fuese, nos trajo un día desde Roma una indulgencia plenaria para
papá y nosotros. De los cuatro, quedo solamente yo en vida.
Entre ese ambiente ocasionalmente visitado de santidad y pobreza francisca-
na, no había lugar para lamentar juguetes no conocidos. Pero en cualquier caso
contribuyó mucho, también, que tanto mi padre como mi madre eran muy afectos
a contar toda clase de chistes, en los que por norma estaba en juego la agudeza
e inteligencia, no la información.
Muchos chistes se referían a profesionales de distintas ramas del conocimien-
to carentes de destrezas intelectuales, en la mente del repetidor de los chistes.
Muchos son, a mi pesar, irreproducibles. De allí vengo yo.
Esa veta humorística me quedó para toda la vida, aunque no la realizo a cos-
ta de los profesionales. Trato en cambio, con humor, que tengan imaginación,
creatividad, capacidad de observación y sepan pensar. No lo tengo en claro, pero
parece que mis clases han sido divertidas, según me cuentan; también me han
dicho que este libro por momentos lo es. En ambos casos el humor ayuda a pensar
y fijar ideas, disipa las tristezas y enmascara las tragedias.
Además de lo ya contado y a contar, de esa infancia me ha quedado la fe en el
futuro y el humorismo, pero hay dos secuelas más, una seria para los demás y
la otra divertida para mí.

1.1. Primera secuela

Una, no soy afecto a hacer regalos en las ocasiones que la sociedad y la familia
estiman que deben ser hechos. En mi familia paterna no hubo regalos de ninguna
especie, en ninguna ocasión social, para nadie. No estaba en su cultura ni en sus
tradiciones. Por mi parte, creo haber efectuado, con ayuda, los regalos de prácti-
ca, pero mi corazón no estuvo ni está allí: El peso de la memoria paterna estará
firme hasta mi muerte. Por todo eso es mi mujer quien se ocupa de los regalos
familiares y yo envidio la iniciativa de todas las mujeres que se las ingenian
para regalar cosas lindas, útiles, baratas, con el arte y la facilidad de preguntar
primero y parecerles natural que se cambie después.

126
iii. mi primera infancia III-3

Hacer regalos bien es una habilidad que nunca estará conmigo. Creo que es una
herencia impensada de mi padre, que computo como “negativa” no por sentirla así,
sino en testimonio de respeto a toda la sociedad que piensa distinto a mi padre,
porque yo no le reprocho, en modo alguno, lo que pudo vivir. En cambio, hago
pequeños regalos sin justificación social, cuando la situación lo permite: Tomos,
folletos, artículos. Todos escritos por mí. No suena a modesto, lo sé.

1.2. Segunda secuela

La segunda secuela es ser lo que se suele llamar un gadget man, una persona
inclinada a comprarse aparatos a menudo inútiles, pero percibidos como intere-
santes. Es compensar una infancia sin juguetes. En el dicho “He who dies with
the most toys, wins,” estoy entre el pelotón de candidatos a ganador, salvo que
los juguetes tecnológicos perecen, por obsolescencia acelerada, mucho antes que
su propietario.
Me acuerdo, después de mis primeros cinco años, entretenerme clavando
clavos en maderas terciadas tratando de unirlas por los cantos, empresa como
es obvio infructuosa; pero cuyo fracaso no tomé a mal: A mi manera y en mis
posibilidades, jugaba.
De todas maneras, me queda la duda acerca de si alguna vez tuve juguetes y
no están mi hermana Hebe ni mi madre Carola (como la llamaban las amigas)
para preguntarles. Jamás le hubiera preguntado a mi padre, pues hubiera sido
cuestionarle su palabra. Si debo optar, diría que quizás no haya recibido tampoco
regalos en los primeros cinco años.
En todo caso, sus esfuerzos para mi educación fueron intensos desde mi primera
infancia, pero tengo muchos recuerdos posteriores de ejemplos y orientaciones
que fueron de extraordinaria utilidad, mientras viví en nuestra casa. Ese efecto
mágico desapareció, lo advierto ahora, cuando me casé y me mudé. Ahí se cortó
el cordón umbilical. Quizás yo mismo lo estaba deseando, es una etapa que se
cumple.
Entre las cosas inútiles que me compré de grande y que no tiré sino guardo
con cariño, hasta tanto se pierdan por el tiempo, figuran pequeños focos para
iluminar cuadros en las paredes sin que se vea de dónde viene la luz. El problema
es que son de 110v y como requieren entonces adaptador, su intentada discreción
desaparece. Y ahora que los hay minúsculos, no tengo ya cuadros que iluminar.
Se los llevó la vida.
También me compré unas hermosas piedras de decoración, falsas, de plástico,
que adentro tenían reproductores que simulaban música funcional en el jardín,
en la terraza, donde quisiera, sin cables. El problema era que al conectarse por

127
III-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

radio recibían transmisiones por error, con lo cual no servían. Aún las tengo,
no se por qué.

2. Flashback / Flashforward. Los últimos años:


Juguetes para la PC, antes de la tableta

He comprado cosas que me resultaron útiles, como un enorme brazo metálico


para sostener y girar el monitor cuando pesaba decenas de kilos; diversos ti-
pos de asientos y respaldos para ayudar la posición de la espalda frente a la
pantalla, adminículos de diversa altura para colocarla un poco más alto o bajo,
pequeños depósitos adheribles al monitor para tener diminutas cosas sueltas a
mano; brazos giratorios de luz y para sostener papeles a diferente distancia de
la vista, a veces rodeándome en semicírculo, todo tipo de teclados buscando el
que mejor se adaptara a mis gustos. He trabajado con dos y tres computadoras
y pantallas en simultáneo.
También para evitar problemas con el “codo de tenista” o “codo de pianista,”
pues nadie usa otra frase para referirse a los problemas del codo con el teclado,
compré una vez en San Francisco un simple pero ingenioso producto escandinavo
que se aferra a la mesa y permite apoyar los antebrazos y girarlos horizontalmente
en 360 grados, en círculos concéntricos o excéntricos. Imposible describirlo, pero
en todo caso descubrí en la práctica que lo mejor es cambiar de posición: Distintas
mesas o escritorios, asientos, monitores, teclados, apoya brazos (espaldas, tecla-
dos, papeles), para así reducir los movimientos repetitivos que pueden causar dolor.
El cambio constante de posiciones disminuye los dolores aunque se escriba
mucho. Los arquitectos con sus mesas de dibujo y elementos complementarios o los
odontólogos, son una fuente de inspiración para esta materia. Es la proliferación
de monitores, brazos para apoyar papeles a distintas alturas y tenerlos todos a
la vista, para contar con el teléfono y otros artículos al alcance de la mano. El
entorno del personaje de García en Criminal Minds, o el del Nerd en las pelícu-
las de parques de dinosaurios, se aproxima bastante, aunque exageradamente
como corresponde a una película, al que trato de utilizar cuando las barreras de
importación no lo impiden.
La tableta alejó mis dolores de espalda, como mi primer vehículo previno la
reaparición de mi sinusitis crónica adolescente. Cuando antes de la tableta táctil
todavía utilizaba el teclado, no alcancé a conocer a tiempo los programas que
permiten eliminar teclas. Debí recurrir a sistemas rústicos para enfrentar mi
problema: Entre mis dificultades con el teclado, sin darme cuenta al utilizar la
tecla de mayúscula terminaba apretando la tecla de arriba, la de las mayúsculas
permanentes, por varios caracteres hasta que lo adviertía y la volvía a pulsar,
con lo cual (como no escribí nunca textos que utilicen todo mayúsculas, pues me
parecen inelegantes y en todo caso empleo letras tipo versalita para los nombres

128
iii. mi primera infancia III-5

y apellidos) eliminé las teclas de mayúscula permanente, por el tosco proceso


de arrancarlas o pegarle suplementos a la tecla mayúscula simple para hacerla
más alta y así reconocible táctilmente.
También me solían provocar dificultades las tecla de insertar y de borrar
cuando hay más de una, de modo que también las eliminaba para disminuir el
margen de error al escribir ligero.

3. El nuevo juguete maravilloso

Todo eso quedó superado con la tableta. Ofrece una ventaja adicional, la manio-
brabilidad de un libro y la posibilidad de colocarla a la distancia y ángulo de la
vista que se prefiera. Las nuevas notebooks y tablets con teclados desprendibles
de la pantalla ofrecen algo parecido: Poder acomodar la pantalla a la vista de
cada usuario. Seguiré comprando lo que el mercado ofrezca, para experimentar.
Para qué abundar, todo me ha dado placer y me lo sigue dando, aún desde la
utilidad de entonces o la inutilidad actual. Seguiré comprando cuanto adminículo
tecnológico aparezca, que atrape mi fantasía de serme más útil que los anteriores.
¿Es un resabio de los juguetes que no tuve de niño? No me interesa, me divierto
con todos ellos y a veces me resultan también útiles, hasta muy útiles. Mi in-
consciente los puede incluso tornar indispensables. Como le dijo un aduanero en
EE.UU. a un amigo residente que traía a ese país, desde el suyo y como adorno,
una antigua y muy grande máquina de coser, de hierro y con ruedas del mismo
metal, “You couldn’t live without it.”

4. Compartir

Tengo un caleidoscopio de recuerdos de aquellos primeros tiempos, algunos de


mi propia memoria, otros provenientes de sus anécdotas. De los que recuerdo en
forma directa está el haberme enseñado a ser generoso con los que estuvieran
en peor condición económica que yo, lo cual es destacable puesto que éramos
pobres, aunque no al punto de pasar hambre ni comer sin proteínas: El lema de
mi padre era:
—“Si no comí carne, no comí.”
Él me insistía que si otro chico de la escuela no tenía goma de borrar, debía
partir al medio la mía y darle la mitad a él, pero con una advertencia: Nunca
pasar por tonto.
De esa enseñanza me quedó compartir con todos la información y las ideas que
puedo, cuanto voy descubriendo que los demás aún no las conocen.
Empero, su preocupación por la comida terminó siendo un problema para el
resto de mis días. A veces me contaba de sus reclamos a su madre, grande, por

129
III-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

errores que ella habría cometido en su educación, a comienzos del siglo XX. La
respuesta de ella, que él me contaba, era:
—“¡Qué quiere, m’hijo, es la ignorancia!”

5. Servir y ser servido

Tengo en claro, pero no lo exploro, que todo el tema que sigue en este acápite referido a las
propinas, no resulta de mayor interés para algunas de mis lectoras: Deberán saltear éste y el
siguiente, porque esta parte de la psicología masculina la conocen y experimentan los hombres.

Se me ocurre este título para contraponerlo, a años luz, al “Ver y ser visto” de
otros sectores sociales argentinos, que conocí por las revistas. Imagino que nadie
que sea o haya sido parte del “ver y ser visto” se enterará siquiera de este libro y,
en cualquier caso, carezco de elementos para la comparación, salvo el hiperbólico
retruque andaluz que conforma este pequeño subtítulo.
Vi a mi padre dar propinas a toda persona que le prestara algún servicio.
Jamás me dio consejo alguno en tal sentido, pero con el ejemplo basta y sobra,
como mi mamá leyendo.
Pero esto plantea aún hoy un problema de género: Por alguna razón mis-
teriosa, las mujeres no suelen dejar mucha propina y no por ello se resiente el
servicio que reciben. En el hombre, por ahora, es una parte de sus relaciones
interpersonales. Intentaré aquí explicar cómo, en la vivencia de mi padre y mía,
son fundamentales para el hombre.
A aquel primer ejemplo le sigue la propia experiencia como mozo en el café de
mi padre, desde la infancia hasta recibirme de abogado y después. Allí aprendí
a ser veloz y diligente, a trabajar sin el menor atisbo de desgano, a atender bien
y de inmediato a toda la gente, según su orden, a saber servir, ser cortés y res-
petuoso, a no tolerar el maltrato. Se debe estar mirando a todas las mesas, para
que un cliente que quiera llamarlo únicamente tenga que levantar la mirada
(papá dixit), para lograr que el mozo se acerque. Son pocos los mozos en el mundo
que están a la altura de estos estándares. Como la gente me daba propina, era
parte importante de mi trabajo.
Ver a mi a padre dar propina y recibir yo propinas, fueron pues dos actos pa-
ralelos muy formativos, con significado no económico sino moral, además de una
necesaria recompensa del trabajo ajeno y una muestra de solidaridad social. En
toda película o serie en que un mozo comenta la propia experiencia con algún
cliente, el tipo de comentario es análogo, sobre la generosidad o miserabilidad de
la propina. Los guionistas han encontrado igual percepción en los demás mozos
del mundo.
Cuando, adulto y sin la presencia física y ni siquiera moral perceptible de
mi padre a este respecto, repito esa conducta de dar el diez o veinte por ciento

130
iii. mi primera infancia III-7

de propina, ponía antes nerviosos, inquietos o críticos a mis hijos y a mi mujer,


pues no lograba satisfacerlos con esta explicación, pues doy más propina que la
que se estila en mi medio. Lo tomo como un precepto moral, aprendido de mi
padre, algo que escapa a la capacidad de decisión, como si fuera un mandato o
imperativo categórico kantiano. También, es cierto, me veo en el lugar de la otra
persona cuando yo era el que, de adolescente y joven adulto, prestaba el servicio.
Más de una vez, en el país y en el exterior, el destinatario me ha señalado
que me debo estar equivocando y entonces contesto que ésa es la propina exacta
que quiero darle para expresar mi aprecio por la calidad de los servicios que he
recibido. También me permite medir la calidad moral del destinatario, según dé
las gracias acorde a la propina o se haga el estúpido pensando que me equivoqué
y tratando de que no lo advierta a tiempo. Esta comprobación tiene consecuencias
prácticas si la ocasión se repite: La próxima propina será normal conforme las
pautas lugareñas.
En cuanto al porcentaje del 10%, es más de lo que se estila en nuestro medio,
más de lo que se acostumbra en otras partes del mundo, menos de lo habitual en
USA, donde el monto y la obligación social es mucho mayor. En Top of The World
y otros lugares de lujo de Nueva York cargan un 30% en concepto de propina, de
oficio, a la cuenta. En cualquier lugar 15% es lo mínimo normal; al mostrador
también se da propina pero algo menos, nunca inferior a un dólar si la consumi-
ción es mínima. (Precios de hace muchas décadas.)
En una cadena de restaurantes comunes de Nueva York, de precios razonable-
mente baratos, el menú consigna que se debe dejar el 15% o más si el servicio lo
ha dejado muy satisfecho. Si no está satisfecho debe quejarse en la caja. O sea,
no puede dejar menos del 15% aunque esté disconforme: Corresponderá, en tal
caso, consignar la insatisfacción al cajero.
Es mi historia, es mi cuna de pobreza sin hambre, es mi padre, soy yo. Como
dijo mi mujer en otra circunstancia y por otro motivo, algo exasperada:
—“¡No seas vos!”
No tengo interés en cambiar, ni siquiera en reflexionar acerca de si estoy obran-
do bien o mal. Tampoco pretendo transmitirlo como enseñanza para nadie. Es
mi historia, no la de otros. De todas maneras, tiene también su costado práctico.
Recuerdo un libro para turistas estadounidenses en Nueva York, según el cual
la propina no es el agradecimiento por el servicio recibido, sino la indicación del
servicio que se desea recibir la próxima vez.
Funciona, vaya si funciona.
De ese mismo libro recuerdo consejos universales: No pedirle nunca indicacio-
nes ni direcciones a una persona que está ocupada con su trabajo. Esperar que se
desocupe y le dirija la vista; recién entonces cabe hacer la pregunta. Agregaría,

131
III-8 i. a mi padre: “éste soy yo”

ni siquiera a una persona que está caminando. Estaba paseando por lo que era
entonces Berlín Oriental, del otro lado de la cortina de hierro, cuando un chico
de unos diez años se me acerca andando en bicicleta en sentido contrario y desde
unos cinco metros antes de cruzarse conmigo me mira a los ojos y me pregunta:
—“Wieviehl Uhr ist es?”
Era el muy simple ¿qué hora es?, pero hasta que lo decodifiqué en mi mente,
el chico estaba cinco metros atrás mío, pedaleando sin pausa. Demás está decir
que no comencé siquiera a elaborar en mi cerebro cómo decirle qué hora era y en
alemán. Ni siquiera atiné a mirar el reloj, tan rápido pasó todo, tan lento fue mi
cerebro en la decodificación. Tampoco, claro está, es el alemán mi fuerte.
El consejo completo para turistas (o nativos que se dirigen a un tercero des-
conocido, da lo mismo) sería entonces, no pregunte a nadie que no esté parado o
sentado sin hacer nada. De lo contrario se reciben respuestas descorteses, como
es habitual en algunas partes del mundo o, si no, mudas como la mía.
Creo que los únicos que ofrecen su consejo sin que le sea pedido son los bri-
tánicos (y habitantes de otras ciudades culturalmente desarrolladas), cuando
ven una persona dudando frente a un mapa o a los carteles de las esquinas. Su
amabilidad es extrema y hasta lo acompañan al lugar que quiere ir, si estiman
que las indicaciones pueden no ser suficientes. Sean Connery, en una película
hollywoodense de corte oriental, pronunciaba en el momento adecuado la frase:
“Perhaps I can be of assistance.”

6. La Perle du Lac

Tengo muchas anécdotas gratificantes por haber sabido dar propinas, de acuerdo
a mi capacidad económica y sin pretender llegar a los extremos muy novelescos,
pero reales, de M acoco de Á lzaga Unzué.
En el libro Tirando manteca al techo (Vida y andanzas de Macoco de Álzaga Unzué) en-
contramos sus propios relatos y más datos proporcionados por el autor Roberto A lifano. Su
extravagante historia despertó mi curiosidad y también la de Hollywood, que entre variadas
vinculaciones contemporáneas a su vida, hizo mucho después una película con Glenn Ford
en el rol de playboy hijo de un rico estanciero argentino, a su imagen. Creo recordar que se
llamaba Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Relata su actuación durante la guerra, la rela-
ción con los alemanes y los aliados como agente doble. El libro es más interesante aún, pues
incluye su relación con A l Capone, Errol flynn y un armador griego, entre otras cuestiones
más, todo lo cual merece ser leído. Es como Schoklender , son datos a veces delictivos pero
que un argentino debiera conocer.

Una que recuerdo en particular se divide en dos partes. Cuando iba dos veces
por año a Ginebra por el Tribunal Administrativo de la Organización Internacio-
nal del Trabajo, quince días cada vez, era frecuente que todo el tribunal reservara
un salón para agasajar a alguno de sus ex miembros que nos visitaba, o algún

132
iii. mi primera infancia III-9

miembro que se despedía. Todos éramos pues conocidos en el restaurante sobre


el lago de Ginebra, La perle du Lac. Detalle al margen: No pagaba el tribunal,
sino todos nosotros en forma personal distribuyendo los costos al día siguiente,
para reembolsar al secretario que había pagado por nosotros.
Una vez cené con mi mujer y luego de pedir la cuenta dejé en efectivo la can-
tidad necesaria para cubrir el monto y la propina, le hice una seña al maître
para indicarle que partía y dejaba el dinero en la mesa. Recuerdo que estábamos
caminando hacia la calle cuando, cincuenta metros afuera del restaurante, me
alcanza para preguntarme si no me había equivocado. Le contesté que no, que
estaba expresando mi agradecimiento por el excelente servicio recibido.
Algunos años después volví con mi mujer al mismo sitio, un sábado a la noche,
sin haber efectuado reservas. Al ver el lugar lleno, hago un gesto para retirar-
nos pero veo que el maître, mirándome y con la pericia que dan muchos años de
trabajo e inteligencia, había hecho un gesto a otros mozos para que trajeran una
mesa de otro lado. Me quedé, es claro, intrigado en primer lugar acerca de dónde
podrían colocarla, puesto que el restaurante estaba colmado.
Descubrí que la colocaron en un lugar especial, muy cerca del piano, reservado
por si alguien quisiera bailar, aunque nadie lo hiciera, en todas las veces que fui.
Era un lugar fino y caro, pero no romántico porque el público era familiar y de
trabajo, aunque confieso que al estar al lado del lago, mirando con mi mujer el
chorro de agua (el famoso jet d’eau) que se eleva iluminado de noche y las luces
de la ciudad en la orilla opuesta, resulta romántico como lugar.
En todo caso, allí nos ubicó el maître una mesa especial y así cenamos. Ja-
más se me hubiera ocurrido siquiera pedir una mesa cuando era obvio que no
existía ninguna disponible. Haber sido buen cliente y dado la propina adecuada
al servicio que me hubiera gustado recibir, hizo que lo recibiera una y otra vez,
con naturalidad.
Recuerdo que el maître tenía la costumbre de saludar a la salida a los clientes
especiales, como éramos los miembros del tribunal cuando reservábamos un sa-
lón en el restaurant. El idioma era el francés. En la ocasión de la mesa que nos
puso aquel sábado a la noche, nos esperó como en otras ocasiones en la puerta de
salida para despedirse y, por primera vez en todos los años que allí había estado,
nos habló en castellano.
Era español y hablar en nuestro común idioma era, en el lugar, una gentileza
especial. En otros países es común, sobre todo en Grecia, que el mozo sepa las
banalidades apropiadas a la ocasión en varios idiomas y trate de adivinar el del
cliente, pero esa no es la costumbre ginebrina, sepan o no el idioma. Quiso con
ello significar un paralelismo con su gesto también inusual de hacer poner una
mesa adicional para nosotros un sábado a la noche, sin reserva.

133
III-10 i. a mi padre: “éste soy yo”

Para mí, que vengo de la profesión en mis años mozos, la propina no es una cuestión de dinero,
es también y en primer lugar una cuestión de delicadeza, respeto, aprecio, agradecimiento.

No se le aplica, en absoluto, aquella reflexión sobre la “timely application of that perennial


solvent of reluctance, a handful of dollars.” Sherwin B. Nuland, How We Die. Reflections on
Life’s Final Chapter, Knopf, cuarta reimpresión, Nueva York, 1994, p. 25.

Curiosamente, si bien la frase es de Nuland, él cita como referencia un artículo de 1878 de A dam
H ammer , “Ein Fall von thrombotischem Verschlusse einer der Krankarterien des Herzens,”
publicado en Viena. Uso la frase de Nuland que en su momento me gustó en su literalidad.
La frase original de H ammer , menos lograda, era “Frente a este remedio universal aún las
más leves hesitaciones […] eventualmente ceden.”

Es claro que no pretendo dar clase de nada, solo explico lo que sé que sentía
cuando servía y recibía propinas y lo que estoy seguro que transmito cuando
doy propina.

7. El antipóster

Esto se presta para muchos comentarios y desarrollos que no haré en este libro.
Pero sí me recuerda el comentario de un profesor de metodología de la investiga-
ción con quien, junto a otros cuatro profesores de la O.E.A. de diversa nacionali-
dad, compartimos cursos por toda América Latina durante muchos años, desde
comienzos de la década del ‘60 hasta 1978.
Con él en particular hablamos de todo, en las larguísimas horas de inactividad
en cualquier pueblo del interior latinoamericano (o ciudad, o capital), cada vez
que terminaban nuestras clases y hasta caer la noche o en los fines de semana
intermedios. Esos fueron todos viajes de trabajo, en los cuales aprendí mucho,
en vivo y en directo, de la polifacética América Latina.
Decía mi amigo, quien tenía importantes preocupaciones sociales (trabajaba
con la Iglesia, de la cual era asesor teológico, además de ser amigo del padre
Mugica) que yo era el antipóster de la izquierda, pues demostraba que se puede
atravesar las clases sociales sin la revolución armada.

8. El arte de la no pelea

Otra faceta de mi personalidad comienza con un relato de mi padre referido a


cuando yo tenía tres años. Había regresado llorando porque un chico me había
pegado y mi padre me aconsejó que si volvía a hacerlo, entonces le pegara yo
también. La siguiente vez volví muy satisfecho para informarle que había hecho
eso y el otro chico no me había molestado más. Si bien no recuerdo el incidente,
sigo satisfecho de su memoria, indirecta en el relato.
Aún sin leer el contenido, mi mujer espía este subtítulo y se ríe: Para ella, soy
peleador. Algunos de mis amigos dicen que me gusta pelear, pero en verdad lo

134
iii. mi primera infancia III-11

hago cuando resulta necesario, no por deporte ni menos con placer. No tolero la
injusticia ni el desconocimiento de mis derechos, debo rebelarme.
No sé quién se ajusta a la verdad. Tal vez discrepemos en cuanto a cuáles he-
chos son causa suficiente para una queja formal y cuáles no. En cualquier caso,
mi susceptibilidad a la agresión intelectual, verbal o física, es grande.
Otra anécdota y consejo de mi padre, lo leí luego en forma similar en El arte
de la guerra de Sun Tzu: Toda pelea (en el caso de Sun Tzu, toda guerra) se
gana o se pierde antes de empezarla. En la guerra están dadas de antemano las
condiciones para ganarla o perderla. En la pelea, casi nunca hace falta siquiera
hacerla, a menos que se enfrente a un psicópata, drogado o beodo, en cuyo caso
lo mejor es evitarla, desde luego.
La actitud frente al eventual contendiente, en los demás casos, resuelve la
contienda de antemano, sin necesidad de golpes. Presencié muchas veces amagos
de peleas en las que todo se resolvía sin la violencia, aunque sí, a veces, con el
suave y amenazante contacto físico. Es la amenaza creíble lo que funciona, no
hace falta superar el umbral del golpe.
Como se advierte, nuestro ambiente no era de lo mejor, enfrente del Mercado
de Abasto de Avellaneda hacia el fin de la primera mitad del siglo XX, aunque
todo el barrio ha mejorado y el Mercado hoy no funciona en ese edificio, sino el
Rectorado de la Universidad Nacional de Avellaneda.
Ver el gráfico de la p. 236.

Pero mi personalidad y ambientación iniciales las sigo arrastrando, no sin


cierta satisfacción. Aquel ambiente y comportamiento lo volví a ver en una
puesta en escena de El conventillo de la Paloma, en Buenos Aires del siglo XXI:
Dos guapos de comienzos del siglo XX sacan pecho y empujan hacia el frente,
desafiándose, pero no llegan a la pelea.
Leí también que los gorilas en la selva, cuando se encuentran frente a frente,
se golpean el pecho con los brazos, gesticulan y braman, desafiándose, hasta
que uno de los dos se da por vencido sin dar pelea y abandona la confrontación.
Nunca escapo entonces a la pelea, enfrento al contrincante, estoy dispuesto
a lo que sea y eso ha hecho hasta ahora que nunca haya tenido un intercambio
real de golpes. Mis años de aprender teatro con Norman Brisky, el ejemplo del
gorila, más la lección y el repetido ejemplo de mi padre, me han enseñado todo
lo que sé y he desarrollado en esta materia teatral del apronte callejero para la
gresca que no será.
En el campo, he aprendido el valor de las armas de fuego (por supuesto, para
exasperación de mis hijos) y que su uso sigue parecidas reglas, que deben per-
manecer en el anonimato.

135
III-12 i. a mi padre: “éste soy yo”

Ahora bien, no olvidar que mi padre también me enseñó a no ser tonto. Lo que
utilizo para los amagos callejeros no lo utilizo en mi profesión de abogado. Allí
las reglas y el arte son otros. Una vez me trajeron un caso absurdo, de mucha
cuantía económica, que me había reenviado un colega con el mensaje,
—“Andá a verlo a Gordillo, que no le tiene miedo a nada.”
El caso lo rechacé sin el menor atisbo de duda. Como suelo también decir,
estoy muy encariñado con mi propio pellejo, porque es el único que tengo y deseo
conservarlo lo más posible.
Solo se puede sobrevivir con honor (sin actos de cobardía ni convertirse en
delator voluntario de la dictadura, como lo hicieron conmigo) con extrema cautela
y prudencia, entereza y coraje, pero no con la puesta en escena de El Conventillo
de La Paloma, ni con el despliegue de los gorilas o el teatro de Norman Brisky.
Pero también allí me sirvieron las enseñanzas y los relatos de mi padre, que
además de haber hecho la carrera de suboficial en la escuela Sargento Cabral,
era partidario del servicio militar obligatorio, fue jefe de policía en un pueblito
de la Quebrada de Humahuaca en Jujuy, designado por el gobierno del Partido
Radical hasta que con el golpe del 30 lo despidieron, poco después que depusieron
por las armas al gobierno nacional de ese partido, electo por el pueblo.
Le gustaban los desfiles militares y las historias de guerra reales y se fue
en colectivo desde Avellaneda a Plaza de Mayo a presenciar más de cerca el
bombardeo de 1955. Nunca contó nada. Años después me enteré bien de lo que
había pasado en cuanto al bombardeo y las muertes. Imagino que mi padre fue
un testigo temerario, como a uno de mis hijos también le gusta serlo. Aunque no
lo sepa, tiene a quién salir.
Así fue la educación de mi padre hacia mí, muy entretejida con vacíos y omi-
siones cuyo significado fui comprendiendo a través del tiempo. Espero que mis
hijos lean esta historia del abuelo paterno, les completará un poco el cuadro.

9. Mi rebeldía frente al poder

Ya conté que mi padre recibía la observación de “Mirada demasiado altanera” en


la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral. Registré el dato de la importancia
de la mirada y la utilizo. Pero esa invocada altanería de mi padre era su forma
de revelar un dato que fue también característico de mí, la rebeldía frente a la
autoridad. No soporto bien el ejercicio de autoridad sobre mí. Mis hijos tampoco.
Este dato genético tiene comprobación ulterior en cuanto a su racionalidad: Naim, Moisés,
The End of Power, que también recuerdo en la p. 357.

136
iii. mi primera infancia III-13

9.1. Año del Libertador General San Martín

En la escuela primaria me causó bastante disgusto que en el año 1950 se sobre-


imprimiera un sello en todos los cuadernos y todos los manuales: “1950. Año del
Libertador General San Martín.” Nunca tuve entonces bien en claro el por qué
de mi disgusto, por cuanto nada tenía en contra de San Martín. Luego advertí
que lo que me disgustaba y disgusta era y es la imposición del lema oficial, como
todos los lemas oficiales incluso conmemorativos. No me gustó nunca, ni me gusta
hoy, ninguna forma de propaganda oficial.

9.2. My Reason for Living

En tercer año de la escuela secundaria recuerdo una clase de la profesora de


inglés, tratando de cumplir con su mandato curricular de enseñar La Razón de
mi Vida en inglés. Alcanzó a discurrir sobre si la mejor traducción del título sería
“The Reason of my Life” o “My Reason for Living,” dejando librado a la reflexión
estudiantil cuál sería la elección correcta.
Con el tiempo, mi sangre andaluza contaba este episodio agregando que lo
mismo había ocurrido con francés y latín, pero en realidad no tuve francés ni latín
en la escuela secundaria. Pero sonaba lindo y yo lo contaba, que había traducido
ese libro al inglés, francés y latín. Por eso los intentos oficiales de adoctrinamien-
to político en el sistema educativo producen resultados opuestos en los jóvenes.

9.3. El periódico “Enfoques”

En quinto año de la escuela secundaria armamos un periódico con mi amigo


Néstor Feldman. Lo llamamos Enfoques y alcanzamos a publicar dos números
en ese año, 1955. Lo sufragamos nosotros y lo distribuimos gratis. En pocos años
dejé de tener ejemplares y no sé qué había en ellos. Escribía y publicaba muchos
pequeños alegatos sobre la cosa pública, la Res Publica Argentina que después
así denominamos en la revista RPA para la Revista Argentina del Régimen de
la Administración Pública, RAP.
Sí recuerdo que para gran desasosiego de Néstor, una vez que no había estu-
diado para una clase, resolví “ratearme” esa clase. No tenía sentido, ni lo había
siquiera imaginado, esconderme o escaparme del Colegio por ese día, o no haber
asistido, pues era apenas una hora de clase la que no había preparado.
En las últimas revisiones, mayo de 2014, aflora a mi memoria un recuerdo muy escondido:
En Ascensión, pedí permiso a mis padres para no ir a la escuela “porque no me sentía bien.”
Rato después mi padre advierte que estaba jugando, sin malestar alguno ostensible. Me llevó
suavemente de una oreja a la escuela. Obviamente la lección de no ratearse todo el día fue
duradera. Ver, con todo, mi vivencia del cap. VII, § 8, p. VII-13 / 227.

137
III-14 i. a mi padre: “éste soy yo”

Resolví hacerlo a simple vista: Me dediqué a caminar por todo el colegio, su-
biendo y bajando escaleras, recorriendo pasillos, con paso veloz pero sin correr,
como persona apurada porque está haciendo algo importante que le mandaron.
Llevaba conmigo un ejemplar de Enfoques por si era confrontado y pensaba
inventar que estaba autorizado por la Directora de la Escuela para hacer algo
para la revista, o quizás que ella me lo había encomendado.
Para mi decepción, recorrí toda la escuela durante cincuenta minutos y no
fui confrontado por ningún docente ni celador. Los pasillos estaban desiertos y
cuando me crucé con una maestra que no conocía, por ende no la miré ni saludé
y proseguí con mi paso vivo de persona con un claro objetivo, que no parecía
“ratearse” cuando en realidad sí lo estaba haciendo.
No se le ocurrió preguntarme qué hacía caminando por los pasillos en hora
de clase, pues mi forma de comportarme parecía demostrar que estaba haciendo
algo necesario e importante, con las debidas autorizaciones u órdenes superiores.
Esa experiencia, que no tuve necesidad de repetir, me dejó muy feliz.
Allí estaba una conjunción de la carta robada de Edgar A llan Poe, La admi-
nistración paralela de mis años maduros, la actividad teatral que luego estudié
con Norman Brisky y las películas bélicas americanas en las que los prisioneros
burlaban a los guardias alemanes en los Stalags. Estas comparaciones y reflexio-
nes surgen recién ahora, al escribir este libro.
Esta historia verídica de la revista, la “rateada” y sus actuales evocaciones
sirven como escenario previo en el cual insertar la escena siguiente.

9.4. El acto y sus prolegómenos

Pienso ahora que no se trataba de la rebeldía juvenil contra un régimen auto-


ritario caído, era también revancha por haber creído, de niño, las bondades del
gobierno que me enseñaban en la escuela.
En el colegio primario recordaba volver inocente a recitarle a mi padre, que
después supe era radical, la tontísima frase: “Perón y Evita, en una cucharita.”
Recuerdo asimismo haberle pedido, cuando iba a votar en las elecciones de 1946,
que lo hiciera por Perón. Mi padre, con apenas un sonriente rictus, me decía,
“Sí, nene.”
Luego vino la escuela primaria en Avellaneda con el sello “1950: Año del
Libertador General San Martín” y una anécdota de quinto grado contada por
la maestra a su complaciente auditorio, en el que me encontraba, acríticamente:
—“Hoy estuve tomando un examen a una persona mayor que no hizo la es-
cuela primaria. Le pregunté quién era el Presidente de la República. No me
quiso contestar.”

138
iii. mi primera infancia III-15

El murmullo de desaprobación hacia ese réprobo fue unánime en mi grado,


complaciente a la actitud crítica de la maestra. Como ella aclaraba, “No le había
hecho una pregunta política, sino institucional.”
Sí, de eso sabemos mucho en la Argentina.
El busto de yeso con pintura dorada que engalanaba la escuela secundaria
lo tomé con mis manos y lo arrojé con todas mis fuerzas al medio de la calle en
septiembre de 1955, destrozándolo. Mantengo la convicción de haber obrado bien.

9.5. Otras connotaciones del año 1955

Ya he contado cómo y por qué 1946 y 1950 fueron importantes para mí. Acabo de
contar el punto de inflexión de 1955. Era el último año de mi escuela secunda-
ria y lo pasé leyendo Introducción al Derecho para rendir al año siguiente en la
Universidad. Cumplí 17 años, recibí el consejo de no estudiar en la sistemática
Facultad, pero hacerlo después sin desfallecer, caso por caso, extra sistemática-
mente en cuanto a cursos oficiales, pero día por día. Aún sigo haciéndolo con el
mismo placer.
También en 1955 fue la elección en el Centro de Estudiantes de Avellaneda.
Había un grupo que lideraba y era en cierto modo oficial, integrado por tres
estudiantes de derecho. Yo comencé a armar un equipo diferente para pelear
las elecciones. Nos mirábamos de reojo, y amigos comunes me dijeron que uno
de ellos decía:
—“El día que Gordillo se reciba de abogado, si es que alguna vez se recibe, en
la mesa de examen final estaremos nosotros tres.”
Fue una apuesta y un desafío errados. Gané las elecciones, me recibí de abo-
gado y fui yo profesor de ellos tres, en diferentes años.
Con todo, mi presidencia del Centro de Estudiantes de Avellaneda tuvo sus
aspectos negativos. En lo positivo, intenté hacer muchas actividades académicas
y su organización y, a veces, el fracaso me enseñaron mucho para cuando luego
fui el primer presidente de la Asociación Argentina de Derecho Administrativo.
Éxitos y fracasos me fueron enseñando por igual.
En lo negativo, asistí por el Centro a un par simultáneo de congresos estu-
diantiles que se organizaron por ese mismo año en Buenos Aires, donde llené
una ficha de inscripción que me hizo ingresar a los archivos de la Secretaría de
Inteligencia de Estado.
Si bien se me escapó la naturaleza de ambos congresos, de los que nada útil
tuve que informar al Centro que presidía, lo cierto es que tales archivos consigna-
ron que yo había participado en tales encuentros de orientación “filo comunista.”

139
III-16 i. a mi padre: “éste soy yo”

9.6. Dos actos fuera de contexto

Para ser nombrado decano en 1969 y 1973 era indispensable pedir el informe a
la SIDE, que volvía con esas dos magras líneas. El comentario que me hicieron
quienes pidieron y obtuvieron el informe, indispensable para realizar el nombra-
miento y percibir el sueldo, era que se trataba de una “tontería de la juventud.”
Yo no tengo en claro que haya sido una tontería de la juventud, ni tampoco
de un error de la SIDE en calificar de “filo comunista” al congreso que se auto-
numeraba como dos en uno, en que realicé una sola ficha y quedé “pegado” dos
veces. No sé si consigna todavía esos datos, pero lo curioso es que suponiendo
que fuera cierta la filiación política de la agrupación a la cual asistí un solo día
y firmé la ficha, quedaba fuera de proporción con el resto de mis décadas, de las
cuales nada más se agregó como constancia. Solamente el dato negativo de esa
inscripción, ninguna de mis otras actividades republicanas y democráticas.
A la inversa, lo mismo me ocurre con mis conexiones a gobiernos militares.
Los grupos estudiantiles y a veces de dirigentes académicos, no dejan de recordar
esos dos cargos de decano en gobiernos militares, sin consignar tampoco mis
otras actividades republicanas y democráticas.
En el primer borrador de este acápite escribí que en cada caso creí cumplir
con un deber cívico.
Mi amigo Julio R affo ha tenido a bien recordarlo y ampliarlo en el homenaje de la Legislatura
de la Ciudad de Buenos Aires, http://gordillo.com/homenajes.html; transcripto infra, Libro
II de este t. 10, sección III, pp. 637-8. La información correspondiente se complementa infra,
cap. XIII, § 2, p. XIII-2 / 308 y § 3, p. XIII-5 / 311 y ss. y los diálogos que figuran en el cap.
VIII, “Decanatos,” p. D-37 / 591 y ss.

10. Gordillo y el miedo al hambre

Cuestiono en la biografía de Steve Jobs detenerse en aspectos que no hacen a lo


que es su principal logro y nada tiene que ver en apariencia con éste.
En mi caso, dudo si todo lo referido al hambre y la gordura tiene sentido para
entender mi personalidad conformando una suerte de simultáneo apetito literal
e intelectual. ¿Existe correlación en mi apetito insaciable por aprender, que no
llegó a sustituir el apetito excesivo para comer? ¿Eso me hace gordo o Gordillo
y estudioso, todo hasta la hora final?
Por otra parte, desde los veinte y hasta los treinta años mantuve peso similar,
de persona delgada; al comenzar a los treinta años a engordar, hice régimen
con pastillas hasta los cincuenta años y fui muy flaco ese largo período. Volví
a engordar al dejar las pastillas porque habían prohibido las sustancias que el
médico empleaba en ellas. Desde entonces ando con altibajos y toda clase de
experimentos para bajar de peso, sin éxito.

140
iii. mi primera infancia III-17

Es una herencia importante como para ser contada, siendo la única crítica que
recuerdo respecto a la educación que me dio mi padre y que él, a su vez, quizás
recibió en su temprana infancia. Mi madre tal vez aprendió lo mismo de sus
padres madrileños del siglo XIX.
Del estudio y aprendizaje me alegro, de la gordura no; pero el paquete vino
cerrado, pareciera responder a un determinismo histórico. Así como aprendí de
mi padre a no tener miedo físico, heredé de mis ancestros españoles del siglo XIX,
pero en todo caso a través de mis padres, el miedo al hambre. El concepto no es
mío, sino de uno de los incontables médicos que consulté por mi gordura, quien
tenía una teoría antropológica al respecto. También era incurable, a juicio suyo.
Mis abuelos maternos eran madrileños del siglo XIX que emigraron en el XX
a la Argentina y Carolina, mi madre, nacida en nuestro país, tenía fortísimas
referencias críticas hacia sus ancestros remotos, calificándolos de “muertos de
hambre.” Era su forma favorita de desacreditarlos, por más que se refiriera a
dichos tal vez escuchados de sus padres en relación a su propia realidad en la
España del siglo XIX. Muchas veces intenté convencerla que estaba equivocada
y era al propio tiempo injusta con la España contemporánea. Sus oídos fueron
sordos.
La afirmación muestra, en su tozuda reiteración, que la necesidad de alimento
hasta el punto del exceso estaba incorporada a nuestra cultura familiar. De allí
el apellido. Imagino que, como dijo la médica de Shanghai que consulté en la
Argentina, habremos ganado este apellido gracias a ser obesos en una economía
y cultura donde imperaba la hambruna. Claro que así hemos venido acortando
nuestras vida, generación tras generación.
Imagino que a los Delgado les ha ido mejor en la adaptación para la supervi-
vencia de las especies. Pero mis hijos y sus hijos son delgados aún con la portación
del apellido Gordillo.
De niño era de contextura normal, pero mi padre tenía miedo a lo que llamaba
el estirón de la adolescencia, de modo que me transformó en un niño obeso, con
eficaz ayuda de mi madre.
Cuando pegué el estirón de la adolescencia quedé flaco, pero con pancita.
Desde entonces lucho contra el progresivo exceso de peso y hasta hace apenas un
lustro me acostaba a la noche comiendo de más, sin hambre, para no despertar
a la noche con hambre.
La médica china con diploma de Shanghai que antes referí, luego de escuchados
mis antecedentes me dijo:
—“Obesidad infantil y con ese apellido: ¡Incurable!”

141
III-18 i. a mi padre: “éste soy yo”

11. Felicidad. Descanso

Dado que pienso publicarlo en Internet y no dejaré entonces algo para que sea
dicho desde el más allá, este relato para nada se equipara con el libro final de
Bioy Casares Descanso de caminantes. Pues no estoy aún descansando, ni estoy
escribiendo para el descanso. No me disgustaría sin embargo el chiste de la lápida
en que constaría: “Aquí sigue descansando Fulano de Tal.” Algo parecido a la
bellísima Supplique pour être enterré a la plage de Sète, de Brassens.
Pues siento y he sentido mis años como un continuo descanso, un continuo
placer. Sé que no es cierto, pero tampoco tengo necesidad de ser coherente en mi
relato interior si ello me hace feliz ¿verdad? Las personas lo hacen, los países
lo hacen, los gobiernos lo hacen. La cuestión es saberlo, y neminem lædere, no
dañar injustamente a nadie con el relato.
Sobre esta dicotomía individual o colectiva entre realidad e imaginación, ver el excelente,
divertido e ilustrativo trabajo de Yannis Drossos, “Una conferencia en Harvard y una cena
en Buenos Aires,” RPA, Res Publica Argentina, 2008-1, p. 7 y ss., también publicado en griego
como libro, en Atenas, al año siguiente. En clave de humor, es la versión griega del relato.

12. El deseo de leer

Acepto, pues ha sido confirmado por la experiencia personal ulterior, que de


muy niño habría querido leer las tiras cómicas de las revistas. En todo caso, me
acuerdo de algunas de las series de Billiken. Con dicho motivo, en el pueblito en
que nací, donde setenta años después viven 2.500 personas (Brassens diría Au
village sans prétentions...) mi padre me había enviado, según me contó, a tomar
clases con la directora de la escuela del pueblo, para satisfacer mi deseo de leer
las tiras de dibujos animados.
Ello significó que aprendí lo suficiente para saltear primer grado inferior y
entrar a primer grado superior. También fue una temprana lección de lo que
luego sería La administración paralela, de la cual mi padre me dio muchísimos
ejemplos tácitos. Porque fue la propia directora quien estaba en condiciones de
determinar y decidir, si yo tenía o no aptitudes para entrar a primer grado su-
perior, como lo hice.
Me acostumbré de entrada a ser el más joven, primero de la fila por tamaño,
de menor a mayor. En la secundaria las palabras de papá eran que debía estar
entre los siete u ocho mejores y, jamás de los jamases, repetir un año. (Implicaría
perder toda mi ventaja inicial.)
No recuerdo en absoluto mis clases particulares con la directora de la escuela.
En cambio, rememoro el intento de mi padre de sentarme para tocar el piano, él
a mi lado, yo con cuatro o cinco años y absoluta incomodidad. Fue una sola vez y
no volvió a intentarlo. Es que él tampoco sabía tocar ni, por lo tanto, enseñarlo.

142
iii. mi primera infancia III-19

Tal vez imaginó por un instante lo que luego Steve Jobs impuso a las nuevas
computadoras: Ser “instintivas” y “amigables,” en que el usuario aprende con la
natural curiosidad de un niño que explora su entorno y experimenta, sin manual
de aprendizaje. El manual es el usuario y su grupo de relaciones; de paso nos
ahorramos todos unos dólares. Mi padre se adelantó varias décadas pero fracasó
en implementar la idea.

13. Aprobado, bueno, distinguido ¿sobresaliente?

De ese conjunto de preceptos yo construí uno adicional, de mi propia cosecha pero


una derivación natural de los anteriores: Jamás ser un alumno “Sobresaliente”
como promedio. Consideré que aspirar a esa nota era un mal empleo del tiempo,
pues se dedicaba una dosis muy grande de esfuerzo extra para pasar de lo que
sería 8 ó 9, a un 10 absoluto en todas las materias curriculares; el esfuerzo de
un 3 a un 4 es indispensable; de un 9 a un 10, absurdo. Parece más sensato, de
lejos, dedicar ese tiempo y esfuerzo adicionales a intereses extra curriculares.
Cuando hice los expedientes del curso para los alumnos, establecí un regla-
mento por el cual el alumno que aspiraba a “10” debía señalarlo por escrito al
comienzo del curso.
Ver la segunda edición de El método en derecho, en el tomo 6 del Tratado, Buenos Aires, FDA,
2012, libro I, http://www.gordillo.com/tomo6.html.

Nunca nadie me avisó que aspiraba a “10” en el resto de mi carrera docente


universitaria, en tanto que varios se habían quejado, antes, que les había arruina-
do un promedio de sobresaliente absoluto poniéndoles un “9,” distinguido. Jamás
pude entender cómo un “9” puede perjudicar a alguien en su carrera, aunque
entiendo cerebralmente el concepto de abanderado, diploma (y/o medalla) de honor,
medalla de oro, mejor alumno. La pregunta es: ¿Sirve para algo?
Similares reflexiones en un mail de comienzos de siglo, infra, Libro II.

Se podrá replicar que sirve como antecedente laboral, pero Robert Samuelson
destaca que a los seis meses de entrar a trabajar al mismo lugar el mejor egre-
sado de Harvard y el egresado de la peor Universidad, ganan según el mérito y
calidad de su trabajo efectivo, no de acuerdo a sus antecedentes y notas previas.
El sueldo inicial de un recién egresado puede ser influido por las notas univer-
sitarias, pero luego la performance decide.
Dicen mis amigos que el promedio cuenta para hacer el doctorado en una
Universidad extranjera. Pero creo que lo hace cuando proviene de instituciones
que enseñan a pensar, no a retener información perecedera. En el primer caso
la nota es un test previo de creatividad, inteligencia, imaginación, no uso de la
memoria. En el segundo es un lastre.

143
III-20 i. a mi padre: “éste soy yo”

Ser el mejor egresado de una Facultad que enseña a pensar no es comparable


con ser el mejor egresado de una Facultad en que recibe mejores notas el que
acumula y recuerda más información; no el que mejor resuelve problemas. Tener
memoria es bueno, emplearla en retener información que consta en múltiples
lugares, no. Quien no sabe resolver problemas, por otra parte, no progresará
mucho en la profesión de abogado. En estos casos el mejor promedio no hace al
mejor abogado.

14. La realidad: El otro capítulo

Otra vez partiendo desde la infancia, por uno más de los senderos de la historia,
vuelvo a la cuarta década, aquélla en que la luz orientadora de mi padre se apaga,
pero no para mí. Y allí hay cuanto menos dos historias superpuestas.
La que debiera ser de interés e importancia para todos es ¿Cómo se estudia?
¿Cómo se aprende? ¿Cómo se crea? ¿Cómo se escribe? ¿Cómo se divulga el pen-
samiento? ¿Cómo se enriquece el pensamiento?
Son preguntas que de algún modo objetivo abordé en El Método en Derecho y
en Introducción al Derecho.
Aquí lo encaro de manera subjetiva, contando qué hice, qué me aconsejó mi
padre. O al revés, pues ambos nos confundimos en uno en la memoria. Al intro-
ducir esa versión subjetiva cambia el registro. Pues aunque esté hablando del
tema aprender, estudiar, enseñar, el colorido del anteojo le da una tonalidad muy
distinta. Aunque no lo quisiera, el tema central somos mi padre y yo y todo lo
demás pasa a un segundo plano.
Regreso entonces a mi primera infancia, en el siguiente capítulo.

144
Capítulo IV

NUESTRA POBREZA

Sumario

1. Un auto examen de conciencia para el lector............................. IV-1 / 147


2. El casamiento de mis padres en la Gran Depresión..................IV-4 / 150
3. ¿Los libros me sacaron de la pobreza?.......................................IV-6 / 152
4. Lecturas leves de un hombre adulto..........................................IV-9 / 155
5. Los contrastes económico-sociales de mis veinte años............ IV-10 / 156
5.1. La vestimenta................................................................... IV-10 / 156
5.2. Mojarse los pies................................................................ IV-11 / 157
6. Habilidades profesionales......................................................... IV-11 / 157
7. Complejo de pobre...................................................................... IV-12 / 158
8. Mi salud y la Universidad......................................................... IV-14 / 160
9. Otros contrastes........................................................................ IV-14 / 160
10. Reflexiones sobre la pobreza en mi vida................................. IV-15 / 161
11. Los tomos de papel como prioridad en extinción.................... IV-15 / 161
12. Nunca regale un libro que no ha leído.................................... IV-17 / 163
13. Libros eternos, antes o después de Gutenberg y de corta o
larga vida, incluso eternidad, en Internet.............................. IV-17 / 163
13.1. Obras eternas................................................................. IV-17 / 163
13.2. Mi placer sensorial, hoy................................................. IV-18 / 164
13.3. ¿Cómo llegué a este estado de ánimo?........................... IV-19 / 165
14. Los libros digitales: La biblioteca pública universal............. IV-20 / 166
14.1. Las virtudes de la web................................................... IV-20 / 166
14.2. La ecuación económico-financiera de los libros
digitales............................................................................. IV-23 / 169
14.3. El libro en papel y el libro digital.................................. IV-23 / 169
14.4. Los tomos en papel y su ansia insaciable de paredes... IV-24 / 170
15. La lectura tecno contemporánea............................................ IV-25 / 171
16. Los errores financieros............................................................ IV-26 / 172
16.1. ¿Betamax o VHS?.......................................................... IV-26 / 172
16.2. La máquina Singer de mi suegra.................................. IV-27 / 173
16.3. Una notebook de 1984 y sus chips de memoria............. IV-27 / 173
16.4. Un monitor gigante, antes de las pantallas planas...... IV-27 / 173
16.5. Wang............................................................................... IV-28 / 174
16.6. Apple vs. clones de IBM................................................. IV-28 / 174
16.7. La red ARNET de ENTel............................................... IV-28 / 174
16.8. Un balance distinto........................................................ IV-29 / 175
16.9. El balance final, sin números........................................ IV-30 / 176
16.10. El balance de mis descendientes.................................. IV-31 / 177
17. La tableta vs. la Notebook....................................................... IV-31 / 177
18. ¿Será al fin la pobreza otra vez?............................................. IV-33 / 179
19. Distintas pobrezas, hoy. Los asentamientos urbanos............IV-34 / 180
Capítulo IV

NUESTRA POBREZA

1. Un auto examen de conciencia para el lector

Al llegar a este punto, si el lector ha leído lo relativo a otros aspectos del tema,
le toca el momento de bucear un poco más dentro de sí mismo, como parte del
mismo proceso de introspección que quizás la lectura le ha generado. Todos
tenemos algunos miedos reprimidos: A la enfermedad (a los jóvenes y adultos
sanos no les gusta oír de las enfermedades ajenas; suprimí por ello dos capítulos
y toda mención relativa al cuidado de la salud), a la vejez (los viejos a veces son
menospreciados o cuanto menos ignorados), a la muerte (existe un profundo culto
a los muertos, que no es con todo mi objetivo), pero hay otros miedos más. Entre
ellos trato también el miedo al hambre, que no solemos tener a menos que car-
guemos con alguna historia familiar más allá de nuestra percepción consciente.
También hay miedos disociados: Mi cerebro no tiene miedo a los viajes aéreos,
ni siquiera se inquieta por las turbulencias, pero mi cuerpo en cambio registra
cada vuelo con un cansancio inhabitual y una necesidad extra de amplio descanso.
Transamos: Mi cuerpo acepta viajar, mi cerebro atiende sus reclamos de reposo;
trato entonces de no aceptar ningún paseo ni reunión, siquiera social, antes de
un día y medio o dos después del aterrizaje y en consecuencia viajo a cualquier
evento por lo menos dos o tres días antes de su inicio.
La pobreza campestre del gaucho es cantada con loas por innumerables cancio-
nes folklóricas, a veces mezcladas con un reproche al dueño de la tierra, aunque no
al comerciante del pueblo. En esa versión el pobre es bueno, de espíritu superior,
generoso, desprendido, solidario. La escucho hoy, sobre todo, en las radios locales
del campo y no conozco versiones folkóricas que se refieran a la pobreza urbana
y suburbana que hay en cada pueblo de campo.
Ése es el terreno del que se ocupa en cambio, en Buenos Aires, el tango, junto
al conventillo, los arrabales, las peleas de cuchilleros y los guapos del 900.
IV-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

Son dos pobrezas distintas. Nací en un pequeño pueblo, como dije, frente a una
calle céntrica asfaltada, con luz, agua corriente y cloacas. En Avellaneda, tanto
el bar como luego nuestra casa estaban sobre el empedrado, con luz eléctrica y
todos los servicios urbanos y no eran inundables como sí lo era la calle Paláa,
cuyos desagües recién más tarde empezaron a funcionar bien.
Ver el gráfico de la p. 236.

No celebro, idealizo ni tampoco lamento, cual el folklore o el tango, la pobreza


en que nací. Pero me alegro, por supuesto, que gracias al esfuerzo y la inteligencia
de mi padre y el propio esfuerzo que instaló en mi espíritu, pudimos superarla y
disfrutar los beneficios que cuento en este libro.
Si me tocara volver a enfrentar la pobreza, ella me quitaría la constante ac-
tualización tecnológica que mi trabajo necesita y la atención que mi salud por su
parte requiere. La imagino como las notas torturadas del Requiem de Mozart,
inconcluso a su muerte en 1791. Me conmueven, me estremecen, pero no creo
temerles. Su registro se adelanta al de La Tormenta de Beethoven, otra de mis
preferidas junto a su Appassionata. No conozco música, proyecto en ese arte
ajeno los sentimientos que su magma me inspira. Como dice M arta A rgerich
de toda la música, “nos transporta, nos saca de nosotros mismos, nos pone en
un paréntesis que ya no es nuestra vida” y recuerda cómo los kamikazes pedían
escuchar Tchaikovsky o Beethoven antes de su misión.
Scalisi, Cecilia , “El enigma Argerich,” R. La Nación revista, 17-XI-2013, p. 26.

Ahora bien, cada cual vive como puede el temor a la pobreza propia o ajena.
Existe una variante de miedo o fobia que se manifiesta como resquemor o resenti-
miento contra los pobres de antaño que han dejado de serlo, un rechazo instintivo
a que se atrevan a estar próximos a él, que “nunca fue pobre.” El parvenu, el
“venido a más,” le amenaza la seguridad inconsciente que necesita para su paz
espiritual. Es el miedo a ser alcanzado o superado por otro a quien consciente o
inconscientemente juzga o siente inferior, por no tener la estirpe que se atribuye.
El mecanismo de autodefensa que ese tipo de fobia a veces utiliza es pretender
que el otro no existe, ignorarlo, excluirlo de su círculo áulico, cortarle el paso de
los pasillos de poder (intereses, relaciones, negocios) que frecuenta, no aceptar-
lo en las cofradías que integra. Se olvidan que hasta las casa reales europeas
incorporan plebeyos a la familia real. Tales fóbicos, que sin embargo nunca
estuvieron a la mesa de un rey, a menudo fingen un abolengo que no tienen sino
en su febril imaginación.
Si el otro sufre por esto, él es feliz: La exclusión y la espiral de silencio funcionan
y lo protegen en su coraza de cristal que cree de acero. Si el otro en cambio ignora
esas exclusiones y encuentra otros senderos para realizarse y seguir progresando
en los infinitos caminos de la vida y del mundo, entonces su resentimiento puede

148
iv. nuestra pobreza IV-3

llegar al odio irracional, más allá de las posibilidades de su control consciente.


Por ello como sujeto no es moralmente reprochable, es un karma que arrastra
como eternas cadenas. Ésa es su condena. Por su historia de ideas proteicas se
ha confinado, merced a su propia falta de esfuerzo, a las rígidas fronteras de la
lengua. Fuera de ellas no se lo encuentra.
Me han contado de una persona que dijo: “Eso no se lo deseo ni siquiera a mi
peor enemigo: Ni siquiera a Fulano.” A veces podemos incluso leer: “Ni siquiera
Fulano ha llegado a sostener eso.” “Obsérvese que ni siquiera (...) ha sostenido
semejante principio.”
Ésta es una cita textual de una publicación contemporánea.

Fulano, el otro, pareciera aproximarse al más execrable de los hombres, en lo


más recóndito de su inconsciente, pero a veces no puede evitar la fascinación de
imitarlo sin control consciente, como una compulsión, hasta en detalles cromáticos.
El lector agudo y atento lo habrá observado. La imitación aparece disfrazada de
crítica insidiosa, pero es imitación al fin: No sería censurable si reconociera la
fuente, pues la imitación honesta es una de las fuentes de la creatividad.
La copia y entramado expreso de palabras ajenas fue el leit motiv de mi pre-
sentación en Buenos Aires de Eduardo García de Enterría, que él luego eligiera
como prólogo a su libro Conferencias de Argentina. El resultado fue poético, como
poéticas eran las palabras de Borges con las cuales enhebré mi homenaje. La copia
y la imitación, si son honestas y no plagio, son una de las fuentes de la creación.
Se encuentra reproducido en el Libro II de este t. 10, sección V, p. P-27 y ss, 737-40.

En el plagio descarado e inconfeso se forma un lazo dialéctico conflictivo e


inextricable entre imitador e imitado. El cultor del poder, en su infinita habilidad
para desempeñar su rol en la historia, puede también disfrazarse de perseguido
para iluminar su pátina de tiempo, pareja y gris.
Lo suyo es el orden, lo proteico y maleable, la simpatía, las excelentes relacio-
nes de poder. Es una suerte de no–discípulo que quiere ser maestro, caposcuola
pero en lengua castellana, para mostrar atributos de mando, de superioridad en
el poder, como si eso tuviera valor alguno.
En cualquiera de esas variantes y otras intermedias lo que está en juego es
la pureza del espíritu, que permita al lector no perder el respeto a quien cuenta
su historia, como si haber sido antes pobre y no serlo hoy fuera un demérito, un
salto de clase inadmisible para quien partió de la pobreza.
Hace siglos, en sociedades feudales, esto era entendible. Pensarlo hoy es un
problema para la psicopatología.
La pobreza que aquí cuento no es la propia sino la de mis padres. Sus gran-
des esfuerzos frente a la adversidad fueron exitosos y heredé muy temprano esa
filosofía de vida. Me recibí de abogado en 1959 (a los veinte años), me doctoré y

149
IV-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

fui designado profesor adjunto de la UBA en 1960. (A los 21 años, menor de edad
en aquel tiempo.) Ese mismo año fui designado profesor de un Centro de la OEA
en Buenos Aires, de postgrado interdisciplinario y así viajé seguido por América
Latina, enseñando y aprendiendo.
Ver también infra, cap. V, § 6, p. V-11 / 197 y cap. IX, § 6, p. IX-9 / 249.

Entré a trabajar al año siguiente (en 1961, a los 22 años) como Abogado Prin-
cipal de la Procuración del Tesoro de la Nación. En ese tiempo la pobreza había
quedado atrás y pude darme el lujo de educar luego a mis hijos y, desde antes,
sostener a mis padres.
La lucha por la vida la enfundé dentro del esfuerzo por el progreso intelectual
y por eso mi desarrollo material fue la resultante, no el motor, de mi crecimiento
intelectual. En 1969 fui designado profesor titular por concurso, fui decano. Todo
eso lo hice integrando la clase media–media.
Décadas después mejoraron mis ingresos, justo a tiempo para enfrentar las
inversiones tecnológicas hoy indispensables para no retrasarme en los tiempos
que corren. Como decía mi padre, soy un tipo con suerte.
Pago mis impuestos desde 1961 y hoy exhibo con orgullo, en el sitio web, la “data
fiscal” correspondiente que enmarca y da color al contexto. El mismo color cian
que utilizo en esta colección, como lo hice en el tratado desde 1974 en adelante.
Ampliar y comparar infra, § 13.2, tercer párrafo, p. IV-18 / 164; cap. X, § 5, p. X-6 / 266.

Una anécdota de mi ex–contadora, habiendo recibido una citación de la AFIP


para que explicara un nivel de gasto tecnológico más propio de una PYME que
de un profesional independiente: “¡Y qué quiere, con la edad que tiene, todavía
sigue trabajando!” Va implícito que además de trabajar y no usar la seguridad
social, sigo contribuyendo al sistema...

2. El casamiento de mis padres en la Gran Depresión

En plena Gran Depresión, 1934, mis padres se casaron. Mi padre tenía orgullo
no obstante la pobreza de los tiempos que le tocó vivir, orgullo que mantuvo in-
cólume en toda circunstancia y por toda su vida. Ese orgullo lo heredé también
y hoy lo llamo “complejo de pobre.”
Lo digo porque no todos saben respetar la pobreza ajena. Sentí, en algún lec-
tor que no menciono en la lista de agradecimientos, que me dejaba traslucir su
curiosa pérdida de respeto hacia mí al leer algunos relatos de la pobreza de mis
progenitores y mis esfuerzos tratando de imitar a mi padre para otras épocas
y otras circunstancias, para superar las limitaciones de distinto tipo que nos
signaron, a cada uno de manera diversa. ¿Cómo puede alguien menospreciar al
que hace un esfuerzo mayor que él?

150
iv. nuestra pobreza IV-5

Ello, unido al consejo de un querido amigo, me ha llevado a borrar también


esos recuerdos de mi relato, por pura y simple preservación ante la perversidad de
quienes han intentado hacerme mal y siguen haciéndolo cada vez que pueden. Ese
mismo amigo me dijo en mi peor década, “Agustín, si te dicen que sos paranoico,
te advierto que no lo sos. Te persiguen de verdad.” Pero no me han doblegado,
eso está heredado en mi DNA, la más preciosa de las herencias.
Aunque borré los ejemplos, de todos modos mi persona surge de las ense-
ñanzas de mi padre en el lugar común de trabajo, en el contexto de su pobreza
en la Gran Depresión y nuestra condición de clase media–media en mi niñez y
adolescencia, clase media alta después. La necesidad puede así ser una fuente de
buenas enseñanzas y aprendizaje cuando la familia es liderada por un hombre
de las cualidades y entereza de mi padre.
Pero no he luchado aislado contra el mal, nunca. Toda mi vida encontré por
doquier gente de buen corazón, en números mayores a los que han tratado de
dañarme. Con su ayuda, una y otra vez, he podido absorber los golpes y seguir
mirando adelante con renovado optimismo, sorteando los nuevos obstáculos del
sinuoso camino. Me ayudó a desarrollar la aptitud para adaptarme a los cambios
de la vida.
En 1935 nació mi hermana Hebe, lo que llevó a mi padre a atravesar el pueblo
en pleno invierno, de noche, buscando a la partera. (Obvio, no había teléfono ni
vehículos.) Adquirió así un problema pulmonar que lo acompañó toda la vida. A
pesar de su poderoso físico, perfeccionado en la juventud, la salud no lo favoreció.
A la inversa, he sido cuidadoso con mi salud salvo el peso y la sedentariedad.
En 1938 nací yo. Según me contó mi padre, a los once meses tuve una enfer-
medad intestinal que llevó al médico a recomendar que volviera a la leche ma-
terna. También me dijeron que me olvidé de caminar, aunque no parece que con
esa edad pudiera caminar más de un paso. Estoy contando anécdotas recibidas
hace muchas décadas.
Nuestra vivienda estaba dentro del importante club social del cual mi padre
era encargado y concesionario del bar. Guardé una idea aproximada de la dispo-
sición de nuestras habitaciones, de las dependencias del club, del inmenso patio
que llegaba hasta la calle de atrás de la manzana, la biblioteca del club que daba
al frente, la cancha de bochas al costado, todo en un edificio que no porta signo
alguno de pobreza.
Siendo pequeño, me parecía de dimensiones monumentales. Cuando hace pocos
años regresé a Ascensión, en compañía de mi mujer, tuve un shock depresivo. En
primer lugar, el pueblo era pequeño y, si bien pintado y arreglado, tenía casas
abandonadas y destruidas. En el 2006 eran cerca de 2.500 habitantes.

151
IV-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

¿Cuántos habrán sido en 1934, 1940? Yo ahora medía 1,70 m. Y descubrí que
en mi recuerdo el club estaba agigantado en la memoria de mi estatura infantil,
desde la entrada en más. Ahora al verlo con estatura de adulto todo parecía
erróneamente diminuto, triste, apagado, gris. Mi depresión regresó así por un
instante, ex post facto, al volver, sesenta años después, a lo que fue la casa de
mi primera infancia.
Pero es obvio que lo que me deprimió no fue el lugar sino todas las ausencias
irreparables que albergaba.
Ahora se está enmendando mi memoria al revisitar el recuerdo, escribiendo y
reconstruyendo o deconstruyendo lo que quedó en la retina de mi alma. En estas
páginas ya no tengo la memoria depresiva, al darme cuenta que en mi niñez
todo el para mí amplio club estaba a mi disposición, para recorrerlo según mi
libre albedrío. Así, gocé siempre de plena libertad en su predio de más de media
manzana para moverme a mi antojo.
En Avellaneda, fue la terraza del bar y el Mercado cerrado durante el día y
el fin de semana, pero al que podía entrar y explorar a mi gusto. Más grande,
pedaleaba por sus largas aceras en mi bicicleta.
La extensión del predio se puede apreciar en el gráfico de la p. 236.

He visitado con mi mujer muchos otros pueblos pequeños de la Provincia de


Buenos Aires y los encuentro deliciosos: El recuerdo triste no se repite.

3. ¿Los libros me sacaron de la pobreza?

La influencia de esa biblioteca de libre acceso en mi infancia, sumada a saltear


el primer grado inferior de la escuela primaria, debe haber tenido también un
efecto determinante en mí, sumatorio a todo lo demás que he explicado. Recuerdo
que en Avellaneda, en sexto grado de la escuela primaria había leído la colección
completa que empieza con Tarzán de los Monos. (Edgar Rice Burroughs.)
Luego seguí con la colección Robin Hood de tapas duras amarillas, de precio
accesible, donde estaban muchísimos de los grandes clásicos de la niñez y la
primera adolescencia. Algunos los recuerdo con memoria visual borrosa de su
tapa, otros de distintas colecciones. Pero, en uno u otro lado, son los héroes y
el deleite de todo niño: Julio Verne, A lejandro Dumas (padre e hijo), Salgari,
Zola, Walter Scott, Ridder H aggard, Daniel Defoe, todos los demás y sus
múltiples creaciones y personajes que quedaron en mi mente: Cien mil leguas
en viaje submarino, Los tres mosqueteros, La estocada de Nevers, El último de
los Mohicanos, El hombre de la máscara de hierro, El corsario negro, Simbad el
marino, Robinson Crusoe, Las minas del Rey Salomón, El tigre de la Malasia,
Capitán Hook, Ivanhoe, Los Caballeros de la Mesa Redonda, El Rey Arturo, Sir
Gallahad, Ricardo III Corazón de León, El mago Merlín, Saladino, Ayesha, Ella,

152
iv. nuestra pobreza IV-7

la de los diez mil años, Nostradamus, El pirata, Miguel Strogoff, El jorobado de


Notre Dame, Barrabás, Alí Babá y los cuarenta ladrones....
¡Tantos sueños y ensoñaciones juveniles! ¡Tanto para disfrutar y recordar de
la primera adolescencia!
A todos ellos más tarde hube de darlos de baja. Su momento mágico había
pasado.
También en esa época temprana de la escuela secundaria y la adolescencia
estaban Cronin, Zweig, Leslie Charteris.
Sir A rthur Conan Doyle y su Sherlock Holmes, me gustaron, desde luego, aun-
que lo que más me impresionó fue que el propio autor se cansara de su brillante
creación y decidiera darla por terminada a pesar de su éxito. La motivación, aún
coronada por el éxito, puede extinguirse.
Le ha pasado a infinidad de escritores y hasta filósofos, si consideramos la
versión de la muerte de Sócrates que da I. F. Stone, el autor de The Trial of
Socrates, a su vez producto de una vocación tan tardía y postergada como la mía
aquí. Me causó mucha gracia, aunque es un asunto bastante serio, que el autor
hiciera un especial reconocimiento y una expresa “libación” (à la Brassens) al
“large fat black” cuerpo 24 de Chicago Bold en su Mackintosh, que le permitió
superar la dificultad visual de sus décadas finales para escribir el libro. Quise
utilizar el Chicago Bold para ilustrar esa frase pero no figura entre los tipos hoy
disponibles de Windows ni de Apple.
Por mi parte, estaba hasta hace poco disfrutando de pantallas cada vez más
grandes, en las que puedo poner Vista/Ancho de Página para utilizar todo el
frente del monitor y además elegir los cuerpos que me plazca de la cada vez más
generosa oferta visual de las computadoras actuales. El cuerpo 24 de Times
New Roman (soy abogado, después de todo) lo utilizo a veces, aunque en general
empleo el 12, 14 ó 16. Las notas en el texto de este libro están compuestas, en
pantalla, en cuerpo menor y con indent. En años jóvenes utilizaba los cuerpos 6
y 8 para las notas. M arienhoff utilizaba un cuerpo gigante, que fue respetado
en sucesivas ediciones posteriores a su muerte.
La tecnología abre mundos nuevos también para las personas que ven sus
capacidades físicas disminuidas, por lo que son los más viejos —que suelen tener
menos deseos de actualizarse— quienes debieran tener el máximo interés en
aprovecharlo, como instinto de supervivencia. Los jóvenes también, en cuanto
aspiren a llegar allí.
Durante la secundaria fui pasando por lecturas intermedias, como Los deberes
del hombre, de M azzini, con lo que provoqué una vez la hilaridad del aula, que
entendía, entonces como ahora, de derechos pero no de deberes. En la adolescencia
pasé a Hermann Hesse (Demián, El lobo estepario, Siddharta), F reud (Obras

153
IV-8 i. a mi padre: “éste soy yo”

completas), A ristóteles, Schopenhauer, Jung, A dler, tantos otros, antes de entrar


a la Universidad. Con el correr de los años se agregaron K ropotkin, L ao Tsé,
Bronowski, Gracián, A ragón y así continué, hasta el presente. Seguí teniendo mis
lecturas superficiales y ellas también fueron a la hoguera virtual en diferentes
etapas. Algunos clásicos leí de joven, Séneca el más notable, pero a la mayoría
los comencé a leer de a poco, desde mi edad adulta, cada vez con mayor fruición.
En la Facultad me apuré a recibirme para (en lugar de memorizar y repetir
información perecedera) seguir estudiando y leyendo con productividad. Sabía
que repetir información no lo era.
Sin espacio para indagar, criticar, cuestionar, aplicar, pensar, todo el tiempo
empeñado de ese modo era improductivo, en ese lugar como en cualquier otro.
Eso se sabe desde la escolástica, aunque no se lo aplique, por las razones que
explico en este libro.
Quería terminar cuanto antes esos tiempos improductivos para luego ense-
ñar lo que de verdad estaba aprendiendo, que por cierto no era repetir ni contar
información que está publicada. Desde Gutenberg la tradición oral no debiera
dedicarse a trasmitir información que es necesaria pero a la cual se accede con
facilidad, sin necesidad de tutor, clases ni exámenes de información aislada, o
para peor dictada e incluso leída. Hay que saber buscar y encontrar la informa-
ción pertinente, por supuesto, pero luego lo principal es determinar qué uso se
hará de ella.
Por eso los exámenes de entonces los tomaba a libro abierto (hoy sería con ta-
bleta o notebook y Wi Fi), cada vez con problemas nuevos. Me precio de no haber
nunca exigido en la UBA el conocimiento memorístico de libro o norma alguna,
pues los tenían —todos los que quisieran— en sus manos, delante de su vista.
Como en la profesión, era necesario saber encontrarlos y luego determinar su
correcta aplicación al problema.
En la Universidad Nacional de La Plata lo más común eran los exámenes teóricos, que se
tomaban de esa manera. No pude escapar a la regla.

Logré pasar la Facultad sin por ello interrumpir mis verdaderos estudios.
Dediqué mis mejores esfuerzos a pensar y luego, desde aquel ámbito, a enseñar
a pensar.
Sé de abogados grandes, ex alumnos míos de grado y postgrado, que recuerdan
como exitoso mi método de enseñar a pensar.
Los alumnos brillantes, es claro, lo eran antes de ser alumnos míos. Por ser
brillantes no se amilanaron a mis desafíos docentes y se destacaron aún más y
me enseñaron mucho desde el pupitre y después.
Ubico por su apellido a notables que fueron alumnos míos pero no lo registran
en su memoria o al menos no me lo han mencionado nunca.

154
iv. nuestra pobreza IV-9

Otros me han distinguido con su recuerdo, como se puede ver en la obra de M ario Rejtman
Farah, Diálogos con Agustín Gordillo, que figura como Libro II en este tomo 10. Me honran
con su recuerdo entre otros, los participantes del homenaje que coordinó Isaac Augusto Dam-
sky, sección III, pp. 637-84, 689-98 y los cuatro comentarios de la sección IV, pp. 689-698.

Es normal que un profesor se acuerde de sus alumnos y no a la inversa. Más


de una vez estuve seguro de reconocer en la calle el rostro de un ex alumno, sin
que su mirada devolviera mi recuerdo.
Aprendí que el contacto de la vista (eye contact) es indispensable para hablar a
cualquier auditorio (para saber si mantiene su atención) y también para caminar
por la calle. (Para avisar a un posible ladrón que se lo ha visto, se está preparado
y también se lo recordará.)
En un caso, el padre de dos hermanos que cursaban al mismo tiempo conmigo
vino a agradecerme la enseñanza que les daba a sus hijos. Supongo que ellos ha-
brán comentado en casa los problemas que yo planteaba, como muchos alumnos y
alumnas decían hacerlo con su familia. También tuve una vez de alumnos a una
pareja casada, muy joven, que me contaban que de noche se quedaban discutiendo
mis casos en la cama hasta las 3 de la mañana.
De la pobreza material en Ascensión surgió, en todo caso, la simiente de la
riqueza intelectual y con ella un buen pasar económico desde los 23 años, estu-
diando y escribiendo, trabajando por placer, produciendo.

4. Lecturas leves de un hombre adulto

De adulto también leí novelas intrascendentes, aunque es para mi un rango casi


en extinción en mis últimos años. Vendí como viejos, por monedas, John Le Ca-
rré, Len Deighton, tantos otros. Todos los best sellers de espionaje, guerra fría y
las infinitas variedades de estos géneros policiales y de aventuras. Estaban casi
todos en inglés, algunos en alemán. El precio fue el del quioskero de Avellaneda.
Conservo, aunque no la volveré a hojear, la hermosa colección lujosamente encuadernada
en rojo con letras doradas, 22 voluminosos tomos de las Œuvres Complètes de San A ntonio
(F rédéric Dard), Éditions Fleure Noir. El lujo extremo de las tapas de la edición (más la
deliberada y ostensible inferior calidad del papel interior) son otro humorismo del novelista,
que se explica en el volumen I, p. 5, desarrollando cómicamente, sin decirlo, una reflexión
sarcástica de Schopenhauer. Guardo también M arivaux, Brassens, otros autores franceses.

Aquellas ventas fueron indoloras, pues eran parte del indispensable lugar para
nuevas lecturas. Con el mismo destino final, tuvieron y tienen para mí una reso-
nancia diferente las novelas o best sellers de abogados, como las de Grisham (The
Pelican Brief, The Firm, The Street Lawyer, The Litigators) o las de Perry Mason.
El personaje bisoño de Grisham en The Litigators, por su parte, recurre a reruns
(repeticiones) de viejos programas de televisión de la serie de Perry Mason, no a
las novelas que ni en Estados Unidos se consiguen hoy. Las novelas son algo más
complejas y más argumentadas en derecho que lo que puede serlo una serie de

155
IV-10 i. a mi padre: “éste soy yo”

televisión, dotada de otro formato y con una limitación de minutos harto inferior
a la cantidad de páginas de la obra escrita por un abogado experimentado.
Todas esas novelas tuvieron la doble condición de lecturas gratas en las que
presté mucha atención y aprendí mucho o al menos pensé bastante.

5. Los contrastes económico-sociales de mis veinte años


5.1. La vestimenta

En 1960 iba a dar clases a la Facultad de Derecho, donde a menudo pasaba bue-
na parte del día (pues no recuerdo volver a Avellaneda a almorzar a la casa de
mis padres), con zapatos negros lustrosos, medias negras, traje oscuro, camisa
y corbata.
Después cambié a zapatos marrones y medias largas azules. Más tarde opté por
el saco sport azul y el pantalón gris topo cuando lo encuentro y si no, algún gris
oscuro o tirando a oscuro. Fui aprendiendo que hay muy poca libertad elegante
para combinar corbatas con traje, hasta para elegir corbatas y que una errónea
decisión de vestimenta puede hacer mal empleo de aquel principio según el cual
“There’s never a second chance to make a first impression.”
La elección del uniforme de saco azul y pantalón gris con zapatos marrones y
medias azules tuvo también en cuenta el consejo de uno los grandes de la moda,
que tenía una decena de pantalones negros, camisas negras, zapatos negros, me-
dias negras, con lo cual su uniforme era el negro y no tenía necesidad de pensar
cada mañana o cada noche cómo se vestiría para la ocasión. En la biografía de
Steve Jobs se advierte cómo en su edad madura eligió también su propio tipo de
uniforme, pantalones jeans azules y poleras negras.
Tengo pocos trajes grises para las ocasiones más formales de mi profesión.
Mis viejos trajes azules desaparecieron y el único traje marrón que una sola vez
tuve lo usé para fracasar en el examen de Finanzas, en el tercer y final año de
mi carrera. Cuando confronté mi vestimenta con la del profesor Ahumada, todo
vestido de negro, no hacía falta ser un genio para advertir que había equivocado
feo la vestimenta.
Hasta que aprobé su materia y un tiempo después, mientras lo seguí y escribí
sobre finanzas (todo inédito y desaparecido), pensando que podría ser mi materia,
vestí de negro.
Después, cuando supe de los zapatos más claros que el pantalón, pasé al cal-
zado marrón y los distintos tonos de gris para el pantalón. Hoy en día, cuando
veo algún abogado con traje negro, me da un cierto frisson.
A lo que agregué el motto de una olvidable pieza teatral que vi en Londres,
“Gentlemen never wear brown.” Obsérvese que la admonición es más estricta que
la clásica “Never blue before five, never brown after six.”

156
iv. nuestra pobreza IV-11

Si bien el libreto en la superficie cuestiona y se rebela contra aquella regla de


vestimenta de la upper class inglesa, al punto tal que en la escena final el actor
usa un traje marrón, contento de haberse liberado de la prohibición cromática
de la clase superior inglesa, lo cierto es que este otro consejo simplifica la vesti-
menta. Ni traje azul, ni traje marrón: Gris para los encuentros formales y luego
el uniforme para todas las demás ocasiones profesionales.
Claro está, estos son consejos para los no elegantes, pues una amiga recuerda
a A mbrosio Gioja impecablemente vestido con un traje marrón oscuro y camisa
celeste, un espectáculo de elegancia, incluso después de las siete de la tarde.
Quienes dan atención esmerada a su vestimenta no necesitan consejos; son, en
cambio, los menos atildados o más apurados con el tiempo, los que preferimos
simplificar y sistematizar las opciones cromáticas.

5.2. Mojarse los pies

De soltero y profesor universitario, en 1960 y después, volvía a veces tarde a la


noche a la casa de mis padres y en más una oportunidad había llovido o estaba
lloviendo, lo cual significaba que la calle Paláa, de indispensable travesía para
llegar, estaba inundada de pared a pared de las veredas opuestas.
Era todo muy simple y mecánico porque no había opción alguna: Me quitaba
los zapatos, los llevaba en una mano, me arremangaba los pantalones y cruzaba
con cuidado el empedrado de la calle inundada. Al menos estaba adoquinada, no
había pozos ni vidrios y nunca me lastimé ni me caí. No se anegaban en cambio ni
el Pasaje Magnasco ni la casa paterna en su número 357, quizás de construcción
posterior o con mejores desagües pluviales.
Ver el gráfico de la p. 236.

Pero era imposible no reflexionar sobre los entonces majestuosos y lujosos


salones de la Facultad de Derecho, en especial su entonces reservada Sala de
Profesores, con boiseries y cuadros al óleo de grandes juristas argentinos del
pasado. (Amables pero firmes ordenanzas vedaban el ingreso de los estudiantes;
ordenanzas que, al estar por ingresar el profesor al aula, entonaban: “El Profesor”
y todos los alumnos se ponían de pie.) No era cómico ni trágico para mí, pero no
podía dejar de advertir el contraste que vivía así con cierta frecuencia.
En los últimos años comienzo a encontrar mayores espacios de libertad y to-
lerancia social, porque los parámetros de vestimenta han ido cambiando según
la ocasión.

6. Habilidades profesionales

Hay un viejo dicho de no dar puntada sin hilo, que yo he cambiado a que hay que
dar más de una puntada con la misma aguja e hilo; es decir, utilizar al máximo el

157
IV-12 i. a mi padre: “éste soy yo”

material. En el punto anterior hice unas reflexiones sobre la vestimenta, que son
pasibles de mayor desarrollo en la profesión de abogado, tal como lo he tratado de
hacer en la materia que dictaba en la especialización en derecho administrativo,
Habilidades Profesionales junto a El método en derecho administrativo, hasta que
la segunda fue suprimida y la primera modificada, en el nuevo plan de estudios,
lo mismo que Audiencias públicas.
A ello cabe agregar habilidades profesionales en la postura, el movimiento
corporal, la colocación de la voz, las expresiones faciales (que ilustra muy bien la
serie Lie to Me), las expresiones actorales que necesitamos para nuestro trabajo
profesional, con más el hacer escritos profesionales y conocer las estrategias a
seguir en distintas hipótesis, tener ideas creativas, pensar.
Debemos estar preparados para actuar en diferentes ámbitos sociales y profe-
sionales. Yo lo aprendí quizás frente a circunstancias más adversas, pero todos
debemos saber manejarlas y reflexionar sobre ellas.

7. Complejo de pobre

A veces le digo a mi mujer, tratando en el fondo de no explicar alguna conducta


inexplicable en relación al manejo del dinero: “Complejo de pobre.” Es un tema
inexplorado y a esta altura inexplorable en mí.
Mi padre contaba la anécdota de un médico en San Juan, quizás ex gobernador,
que en la antesala de su consultorio tenía una bandeja con dinero y un cartel:
―“Al que le falte, saque; al que le sobre, ponga.”
En nuestro bar, tanto mis padres como yo cobrábamos y dábamos vuelto, no
sé cómo arreglaban las cuentas entre ellos pero presumo que las riendas las
llevaba él. Sin ser consciente de utilizar el precepto del médico sanjuanino de
comienzos del siglo XX, cuando yo necesitaba dinero sacaba lo necesario del ca-
jón (terminología arrabalera usada entonces en mi familia, hoy diríase la caja)
del mostrador y desde luego nunca aporté. Mis padres deben haber advertido la
circunstancia, más el hecho que nunca recuerdo haber pedido dinero, ni para el
más mínimo gasto rutinario. Por eso, una vez que mostré con naturalidad que
me había comprado un calendario de mesa, tosco, simple, barato, mi padre me
preguntó más o menos.
—“¿Por qué lo compraste?”
Recuerdo haber dado alguna respuesta tan insatisfactoria como las que tuve
que dar luego para cada juguete tardío que me compré. Con las computadoras
soy un maestro en la explicación de cómo, poco menos que el destino del universo
depende de mi próxima adquisición, o la anterior, o la que haré después aunque
también pronto la abandone, con la excusa fácil de su obsolescencia tecnológica.

158
iv. nuestra pobreza IV-13

En todo caso, la siguiente pregunta de mi padre no era retórica:


—“¿De dónde sacaste la plata?”
—“Del cajón.”
Como yo no tenía el menor atisbo de culpa, ni de necesidad de rendir cuentas,
se limitó a quedarse inexpresivo y callado, sin decirme nada. De ahí en más, sin
razonarlo siquiera, proseguí sacando dinero cuando lo necesitaba, hasta después
de recibido, sin jamás “pedirle” un centavo:
—“Al que le falte, saque.”
Una vez me dijo, en esa mi primera adolescencia, que darme plata era como
echarme agua en la palma de las manos. También he sido tildado de “pródigo,”
de “tirar” la plata y hasta, a veces, de tirar la plata de otros cuando estaba en
todo caso gastando la que había ganado con mi esfuerzo. Ahorré para luego
gastar mejor.
Como parte del mismo orden natural de las cosas, mi padre tuvo que dejar el
bar pues cesaron los efectos de las entonces vigentes leyes de locación y el bar no
daba como para afrontar el nuevo alquiler que nos pedían. Por suerte, para en-
tonces estaba colaborando económicamente con ellos y lo seguí haciendo hasta su
muerte, con la misma naturalidad que por años usé para sacar dinero de la caja.
Yo le entregaba con frecuencia dinero a mi madre, parte en dólares y ella hacía
un uso espartano de esos fondos, advirtiéndome que estaban a mi disposición si
los necesitaba.
De vez en cuando iba a visitarla llevándole sus nietos y pidiéndole plata, que por
supuesto me daba. Como yo no los llevaba cuando le acercaba fondos, la imagen
que mis hijos traducían en palabras eran:
—“¡Es Fort Knox, la abuela!”
(“Al que le sobre, ponga.”) Cierta o no la historia del médico sanjuanino, las
relaciones de mis padres conmigo y viceversa se rigieron por aquel precepto. Lo
cuento porque no creo que sea un caso muy común y me ha dado una relación
muy peculiar con el dinero: Trato de cobrar caro a los que pueden pagarlo, de dar
gratis a los que tienen menos y de gastar el dinero mientras vivo.
Al menos alcanzó para mis estudios y los de mis hijos hasta donde quisieron
hacerlos, para ayudar a mis padres cuando hizo falta, para ayudar a mis hijos en
igual situación, para tratar de dejar algo a la sociedad: A través de lo concebido
y publicado gratis en Internet, de los miles de árboles comunes y algunos nobles
plantados, los cuerpos de agua diseñados (lagos, estanques, fuentes, cursos de
agua), las construcciones encaradas.

159
IV-14 i. a mi padre: “éste soy yo”

Podría haber seguido mil senderos distintos, pero los que he seguido son los
que relatan esas páginas y no encuentro razón para arrepentirme.
Rindo cuenta, satisfecho, a mi padre: Viví según sus enseñanzas y enseñé a
todos los que pude.

8. Mi salud y la Universidad

Los enfriamientos al cruzar en invierno la inundada calle Paláa con los pies
mojados, agravaron un problema de rinitis alérgica y sinusitis crónica que ad-
quirí en la escuela secundaria, intentando aprender a nadar, en invierno, en la
pileta climatizada del club Racing. Los pasillos y demás instalaciones no estaban
calefaccionadas.
Algo más de medio siglo después, por constantes vacunaciones anuales, apenas
la alergia molesta. No me volví a engripar. Estornudo a menudo, estrepitosamen-
te y mis ojos lagrimean sin cesar. Una amplia dosis de pañuelos me acompaña
todo el tiempo
Pensé en algún instante comprarme una motocicleta. R aúl de Zuviría y
Z avaleta, compañero de trabajo y de oficina en el sector de obras públicas de
la Procuración del Tesoro de la Nación, biznieto de un constitucionalista, ar-
gumentó con irrefutables razones de decoro que sería un disparate llegar a la
Facultad de Derecho con casco, con las manos engrasadas sin poder reciprocar
la mano ofrecida por otro profesor. El ejemplo sirve para continuar mostrando
mis mundos diversos.
Me compré así un pequeñísimo Isard 400 sport, de dos puertas, que motivaba
gritos de:
—“¡Por qué no te comprás un auto!”
Cuando contaba esto, mi padre me sugería que cuando, en el futuro, me en-
contrara en la situación inversa, dijera comprensivamente:
—“No te preocupes, yo también fui pobre.”
En cualquier caso, la compra del Isard fue el tratamiento más eficaz para la
sinusitis crónica y la rinitis alérgica, porque nunca más sufrí tanto el frío de
la calle, en invierno. Desde los 65 años agregué la vacuna contra la neumonía,
además de las vacunas antigripales que siempre me apliqué.

9. Otros contrastes

En mis años de estudiante, durante los días de examen, pasaba el día entero
en la Facultad. En una de esas ocasiones, uno de mis compañeros me invita a
tomar un café a su casa. Recuerdo que se trataba de una importante mansión en

160
iv. nuestra pobreza IV-15

una esquina de la Avenida Alvear, hoy intacta y que fue sede de una institución
pública no estatal, con una espléndida escalinata de mármol hasta un primer
piso muy elevado, con un enorme foyer vacío en el medio. Una casa de otro siglo
en todo el sentido de la palabra.
La casa estaba vacía y oscura, como deshabitada, aunque yo esperaba en cual-
quier momento ver aparecer algún ceremonioso mayordomo inglés a ofrecernos
té en bandeja de plata, mientras a mi vuelta en Avellaneda, si llovía tendría que
cruzar Paláa con los zapatos en la mano y los pantalones arremangados. Por
suerte no había nadie, ni siquiera un Butler inglés y mi amigo preparó café en
una cocina del primer piso, en ambiente distendido. La experiencia se ha repetido
en mi juventud.
Y me ha tocado volver a visitar de adulto el mismo edificio, en una de sus
nuevas funciones públicas no estatales, con una sonrisa burlona en mi corazón.
No me aceptaron, como corresponde. Es que, como bien dijo Groucho M arx, “Yo
nunca sería miembro de una institución que me aceptara.” (“I don’t care to belong
to any club that will have me as a member.”) Después se mudaron.
De adulto me acostumbré a las contradicciones y cuando los roles se invierten,
mutatis mutandis, trato de obrar como el anfitrión de aquella primera ocasión.

10. Reflexiones sobre la pobreza en mi vida

La pobreza fue el tema de mayor incidencia en mis padres. Gracias a su visión


y mucho trabajo de todos, con perseverancia pudimos salir de ella e ingresar
yo a una clase media acomodada, o incluso clase alta si se toman en cuenta los
parámetros económicos usuales.
Sigo trabajando en la octava década y contemplo seguir haciéndolo hasta el
final de mis días, en la medida que las fuerzas me lo permitan. Por suerte mi
mujer trabaja su campo y me suplirá cuando yo no pueda. Sigo teniendo pedidos
de participación profesional como letrado patrocinante, consultor, árbitro, etc.
Espero no caer en el insondable abismo de la quebrada seguridad social.
Por mi educación paterna, supe que el estudio era la prioridad número uno
para progresar y que estudiar requiere esfuerzo continuo pero también inversión
económica constante: Primero, en mi infancia aparecen las tiras cómicas; segundo,
las obras en formato papel; tercero, triunfa el libro digital.

11. Los tomos de papel como prioridad en extinción

Creo que en la pobreza tuve mis prioridades claras. Pero a medida que los años
fueron pasando, mi progreso económico nunca fue acompañado pari pasu por la
necesaria cantidad de paredes con biblioteca del piso al techo, ni divisorias, ni
espacio que alcanzara.

161
IV-16 i. a mi padre: “éste soy yo”

Comencé a distribuir parte de mis bibliotecas en casa de mis padres, en mi


propia casa, en todas las paredes del estudio, en armarios. Llegó un primer
momento, todavía transitando la veintena de años, en que no tenía sentido eco-
nómico tratar de alquilar o comprar ¡depósitos! en lugar de comprar nuevos y
mejores libros. El papel no desaparecerá, pero la edición exclusiva en papel está
en franca declinación.
Vino así la primera inevitable racionalización, ajuste, prescindibilidad, re-
organización, sintonía fina, lo que fuere. Cada uno elige o inventa significados
para atacar o disfrazar la racionalidad, pero no por ello la Irracionalidad se ve
coronada por los laureles del éxito.
Ruego ver http://www.gordillo.com/articulos/art4.pdf

Para incrementar y mejorar mi biblioteca debía desprenderme de


parte de ella. En todos los casos, fui dando de baja por obsolescencia física o
tecnológica los que apenas tenían valor emocional pero no valor de mercado; la
AFIP los dio de baja con valor cero, a su amortización. El haberlos comprado
usados hizo además que su deterioro físico fuera acelerado y final.
Ahí terminaron su vida útil todos los textos con que había aprobado las mate-
rias de la secundaria y la Universidad, mis cuadernos de apuntes universitarios,
viejas novelas para la juventud de la época de la secundaria, como Burroughs,
H aggard, Dumas, Salgari, Verne.
Lo leído por puro placer —todo, salvo las materias que debí “aprender” para
repetir inútil información, rendir y recibirme de abogado— me ha sido además
fuente de aprendizaje, sin importar cuán banal fuera la novela que estaba leyendo
en el momento. Ahora aprovecho mejor el tiempo leyendo non fiction o series de
televisión y películas de acción en su propio idioma de origen. Internet y la tableta
han pasado a ser mi principal fuente de lectura, no ya el soporte papel, salvo que
no estén en la Web. Pero allí el déficit es del medio.
No me gustan las películas serias ni dramáticas. Bastantes dramas tuve como
para disfrutar otro en una película, pieza de teatro, novela. En las series que veo,
tengo el stress placentero de ver capítulos disociados de distintas temporadas. Se
torna necesario, en esta forma de ver televisión, armar el rompecabezas, como
estudié las materias de la facultad. La falta de secuencia aumenta mi atención
y es ya normal en mí.
En otras palabras, lo descubierto para el estudio que relato en los § 20 y 21 del cap. II, p.
II-31 / 93 y ss. se hizo tan habitual que lo utilizo hasta para ver series de televisión. Grabo
todo, incluso las series viejas, y las veo o abandono en desorden. El juego así se incrementa
con rearmar la historia en mi cabeza.

162
iv. nuestra pobreza IV-17

12. Nunca regale un libro que no ha leído

He leído a Grisham con placer, pues es un abogado novelista que escribe muy
buenos y gratos best sellers, algunos llevados al cine con éxito. Pero pinta los
aspectos sórdidos de un supuesto modo de ejercer la profesión. No soy un santo
abogado, pero como abogado distingo la abogacía real de la ficción, sin por un
instante imaginar que ello pueda reflejar prácticas generalizadas.
No hay problema si la trama es muy fantasiosa e implica asesinatos apañados
desde la Corte Suprema de Estados Unidos o algún Senador como es la práctica
novelística estadounidense, o incluso el Presidente de los Estados Unidos. Allí
el suspension of disbelief dura tanto como la lectura (o el film), salvo para los
espíritus conspirativos que prefieran fabular y no estudiar o al menos escribir su
propia novela o denuncia. Eso es fácil de entender para cualquiera, sin importar
su grado de conocimiento o desconocimiento de la abogacía, el Poder Judicial o el
Senado estadounidenses. El informe pelícano y La firma entran en esa categoría,
excelentes novelas y películas, por lo demás.
Grisham tiene además el arte de pintar lo sórdido, en The Litigators, que re-
cuerda mucho a Dickens o Dostoievsky. Cada uno en su contexto, dado que estos
pintaban la pobreza siniestra en el siglo XIX y él muestra la miserabilidad de
alguna abogacía en el siglo XXI. La ambientación y escenografía cambian para
ser creíbles en su localización contemporánea, lo cual es todo un elogio en el arte
del suspension of disbelief.
Son aspectos siniestros los que caracterizan algunos best sellers contemporá-
neos pero ubicados en cambio en el siglo XIX, como El cementerio de Praga de
Umberto Eco, libro que no hay que regalar sin antes leer pues a algunos puede
causarles disgusto, no placer. Fue mi caso y como encima la novela es buena no
pude dejar de leerla, malgré moi. Nadie me la regaló, la compré y leí por mi propia
culpa. Cuando terminé la destruí, detestándola con pasión. Umberto Eco se ríe
del éxito de su novela negra.

13. Libros eternos, antes o después de Gutenberg


y de corta o larga vida, incluso eternidad, en Internet
13.1. Obras eternas

Nuestra cultura tiene en su haber muchos poemas y reflexiones que son o parecen
eternas (Homero, Virgilio, Séneca: Los ejemplos sobreabundan), que nacieron al
conocimiento humano antes de la invención de la imprenta.
Los amantes de la cultura todavía hoy tenemos placer de hojear o leer; en mi
caso recuerdo incluso el primitivo placer de oler la tinta —¿tendría pegamento?—
en las imprentas, desde el periódico Enfoques en la escuela secundaria. Lejos de
ser eterno, fue una flor de primavera.

163
IV-18 i. a mi padre: “éste soy yo”

En tiempos más remotos los escritores y lectores quizás hayan percibido


sentimientos o sensaciones equiparables: Tener en las manos y leer un papiro,
leer y mirar una copia monacal en caligrafía, leer una tableta de arcilla con
inscripciones.
Imagino que los arqueólogos tendrán también placer en descubrir e interpretar,
in situ o en pantalla, jeroglíficos o distintas lenguas hoy desaparecidas.

13.2 Mi placer sensorial, hoy

Hoy me debato entre el placer de tener, mirar, leer, consultar o anotar un libro
y el placer emocional de escribir y publicar digitalmente. Al acordar una edición
de muchos volúmenes, pedí que la colección se publique con la versión digital de
Proview incluida. No podré ser generoso (pues no pedí ejemplares para regalar)
con su distribución gratuita a mis amigos y colegas, porque de todos modos ya
tienen el libro en papel y mi versión digital en www.gordillo.com.
Los que quieran disponer del placer sensorial, que comparto, de tener la
colección encuadernada y consultar el Proview podrán acceder a tales placeres
por las leyes del mercado (como yo en toda mi vida), pero la información de base
continuará publicándose en mi sitio y los de soporte en papel seguirán existiendo
y distribuidos en edición de tapas blandas.
La información es pública, el placer es privado. Espero que algunos de los que
me quieren bien estén dispuestos a hacer el sacrificio a mi memoria, no de colocar
un busto en sus estudios, sino una reluciente colección celeste y blanca como la
bandera de Belgrano, sin el sol de la guerra.
El título del § 12 del cap. III, a sugerencia de un poeta amigo, fue un casi
freudiano: “El deseo de leer.” Acepté entonces, sin hesitación, esta otra evocación
de las sensaciones y emociones que comento ahora, que también me fue sugerida.
Pero no la percibo hoy en igual medida.
Supra, p. III-18 / 142.

Para compensar, sigo anticuado con la lectura, subrayado y recortes de los dia-
rios. Pero al final, más temprano que tarde, terminan tirados. Los suplementos
(deportes, compraventa, automóviles, moda, belleza, gastronomía, espectáculos,
countries, barrios, enfoques, conversaciones) que no me interesan, en el acto; lo
que queda de cada diario, al día siguiente. Algún recorte especial, hasta que se
estropee.
Los recortes, al colmarse el mueble abierto en el cual los voy depositando,
al lado de mi silla de trabajo. El placer de la lectura del diario no se repite al
consultar los polvorientos recortes y cada tanto es preciso, previo repaso final,
prescindir de ellos y alimentar la cadena socioeconómica de los cartoneros. Ayer
tiré otro año de recortes.

164
iv. nuestra pobreza IV-19

¿Por qué habría de ser distinto el proceso intelectual y sensorial de la mayoría


de los libros?

13.3. ¿Cómo llegué a este estado de ánimo?

En mi felizmente larga vida (y no renuncio a continuarla) muchas veces compré y,


en ocasiones, consulté material que luego destruí. Eso ocurrió con publicaciones
de distintas épocas, entre ellas más de doscientas en el país sobre planificación.
El gobierno militar de 1976-1983 fue muy prolífico en esta materia editorial, has-
ta demostrar su propia ignorancia en el arte de la guerra. Como decía entonces
la CIA: Mucha planificación (ninguna), mucha estrategia (de la teoría, como se
enseña derecho en la Facultad), ninguna logística aplicada que sirviera.
En las librerías de Estados Unidos hace mucho tiempo que se ha puesto fecha
de vencimiento a las publicaciones, que a los seis meses se quitan de la estante-
ría. El costo directo y además financiero del stock es antieconómico. En tiempos
pretéritos se perseguía entre nosotros el agio y la especulación. Hoy, más que
falta o delito, es un error económico propio del subdesarrollo.
Pero, como el título del tomo 11, siempre hay Marchas y contramarchas en economía y derecho
administrativo.

Recuerdo haber buscado un libro en la quinta avenida de Nueva York ­—una


Doubleday hoy desaparecida, enfrente de la Trump Tower— y al preguntar por
uno que había salido al mercado seis meses antes, me dijeron, luego de consultar
la pantalla, que no los guardaban tan antiguos. Los costos de almacenamiento
físico, no digital, los hicieron prohibitivos: No solamente los serios, también
los cómicos de A rt Buchwald, excelentes todos los que leí, pero muchos de los
cuales no pude conseguir a tiempo por no coincidir su aparición con una visita
a Estados Unidos.
¿Tendré que esperar que aparezcan en una colección para leerlos todos? ¿Apa-
recerán alguna vez? ¿Me enteraré?
A rt Buchwald fue en vida un autor muy exitoso, que incluso ganó juicios contra Hollywood
por pagos inadecuados de derechos de autor. Pero los que no hemos podido leer la totalidad
de sus libros hemos quedado empobrecidos por faltarnos su humor. Debiera haberlos subido
a la web. ¿Ahora habrá que esperar a que estén en el dominio público, si sus herederos no lo
hacen? Parece socialmente injusto y un demérito a la memoria del gran humorista. Cuando,
décadas más tarde, ingresen al dominio público, ya no serán de interés por haberse perdido en
la historia el recuerdo de su imprescindible contexto político local. El daño será irreparable.

Mientras tanto, me estoy dando un gusto mayúsculo publicando mi colección


en Internet y papel, además de encarar una edición bellamente encuadernada de
todos sus tomos, con el e-book incluido.
No serán tan divertidos como A rt Buchwald ni entretenidos como F rédéric
Dard... Pero yo me divierto y entretengo como si lo fueran.

165
IV-20 i. a mi padre: “éste soy yo”

14. Los libros digitales: La biblioteca pública universal


14.1. Las virtudes de la web

No entiendo por qué los autores, sin perjuicio de hacer una edición en papel, no
confían sus ideas en forma digital y gratuita, desde el vamos, como hice en los
últimos años, a la comunidad digital de Internet, a la gran biblioteca pública
universal que ella comporta.
Parecen caer en la trampa melancólica de utilizar únicamente el papel impre-
so, no habiendo atravesado, como yo, décadas y décadas de contemplar ediciones
amarillentas deshaciéndoseles en las manos. Allí el placer de amar un libro se
transformó en el dolor de ver un amigo enfermo. La etapa terminal de un libro
nada tiene que ver con la profundidad emocional de la agonía de un amigo, pero
comparte algunos de sus trazos de tristeza e inevitabilidad, resignación en suma.
Todo lo que digo a favor de Internet es sin perjuicio del hedonismo de tener una
edición en papel. Pero en el placer hedonista de ver multiplicarse volúmenes que
en el lomo ostenten la etiqueta (en sentido de la filosofía analítica del lenguaje,
que resumo en el capítulo I del tomo 1) con mi apellido, no puede estar ausente la
condición que la razón demanda: Que al mismo tiempo estén en versión digital,
en este caso del Proview y desde luego en Internet, la Fundación, etc.
El libro del siglo XXI debe crearse y hacerse digital, público y libre en Internet
desde su concepción misma, sin valor material que termine obstaculizando el valor
cultural de la difusión de las ideas. Versiones digitales y en papel como Proview
o Amazon tendrán para sus propietarios y adquirentes un valor de mercado; las
de Apple, Google o www.gordillo.com, no. El placer sensorial es distinto.
Sin negar los sentimientos placenteros de ver mis tomos encuadernados en
edición de lujo, es funcionalmente más satisfactorio encontrar ideas en Internet
en cualquier momento, a un click de la pantalla. Steve Jobs lo vio claramente
como la mejor opción para los lectores, al no tener que cargar las espaldas de los
estudiantes con mochilas de textos; o, en todo caso, llevar por la calle carritos
de avión, con ruedas, para acarrear sus papeles durante el día.
¿Puede alguien llevar siempre consigo diez tomos encuadernados, por las
dudas que llegue a necesitarlos? La mejor opción es cargarlo en una liviana
tableta portátil. Por ende es la opción que conviene a los autores que no acepten
entorpecer la difusión de sus propias ideas.
Es lindo deleitarse con el aroma, el tacto y observación del papel impreso, por
cierto, pero disfrutarlo no es incompatible con el análisis racional de maximizar
el aprovechamiento social de la obra, en el presente y a través del tiempo.
El papel no es único en dar placer, ni es mayor ese deleite visual que el intelec-
tual de observar la difusión de las propias ideas en Internet. Tenerlos gratuitos

166
iv. nuestra pobreza IV-21

ab origene en Internet permite la satisfacción de recibir mails de jóvenes agra-


decidos de distintos países (y del propio), porque han podido estudiar o consul-
tarlos también gratis en Internet. Repito, no es incompatible con que se realicen
además ediciones en papel, para los que tengan paredes y anaqueles disponibles.
Permite más flexibilidad a las distintas cátedras para armar material de lectura
de fuentes diversas, si así lo prefieren como es de práctica.
Ver el comentario de A lejandro Carrió en el Libro II, sección IV, p. T-5 / 691.

Algunos jóvenes que no leen desde Internet, a veces piensan que esta opción
está reservada para quien no puede comprar. En lo que me concierne, leer un
libro desde la tableta no me hace extrañar en nada la versión papel a la que no
accedo. A veces ella ni siquiera existe en Buenos Aires ni es fácil encontrarla en
Londres, París o Nueva York. Éste es el mundo de hoy: Globalizado, lo que no
está en Internet desaparece.
Por supuesto, hay múltiples sentidos de la palabra “globalización.” En este caso lo referimos
a Internet, un mecanismo de comunicación e información que traspasa cualquier frontera.

Aún pudiendo acceder a la compra de todo, acumularlos no es una opción


ilimitada, para quien no puede adquirir mansiones de superficies infinitas como
Borges podría imaginarlas. Al ocupar tantas paredes y anaqueles terminan ale-
jándose físicamente del lector–propietario, dificultando la satisfacción del deseo
de tenerlos en las manos. Ir a consultar a las bibliotecas públicas en papel, a su
vez, consume más tiempo aún.
En una enorme mansión de lujo con tantas bibliotecas como cuartos en un
castillo, no debe haber austeridad como para deambular de habitación en habi-
tación a la búsqueda de la lectura seria que otorgue placer.
En algún punto de nuestras vidas, pues, todos terminamos con pilas en el piso,
a nuestro alrededor: Ya no podemos disfrutar táctilmente sino de lo que tenemos
al alcance de la mano, en la mesa o escritorio de estudio y trabajo. Es una ínfima
parte de los que se ha tenido en la vida.
Actualmente mis trabajos e ideas están multiplicados en Internet en sitios de
terceros, algunos de carácter internacional, gratuitos, sin molestas propagandas,
superfluas suscripciones o peligrosas entregas de datos. Existen también múl-
tiples ediciones en papel en varios países de Latinoamérica: Brasil, Colombia,
Perú, México, Venezuela. Ello, sin computar primeras ediciones de otros libros
en Brasil, España, Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia.
Comencé asimismo a publicar trabajos solamente en Internet, sin versión papel:
Han sido leídos y comentados y me han proporcionado percepciones sensoriales
e intelectuales positivas, cada uno en su singularidad.
A veces la versión impresa no puede publicar todos los gráficos, mapas, fotogra-
fías e ilustraciones de Internet. Me ha empezado a ocurrir que sea más completa

167
IV-22 i. a mi padre: “éste soy yo”

e ilustrada a colores la edición de Internet que la que pudo recoger la editorial


para su versión papel, por razones de costo.
Es lo que ha ocurrido con mi artículo “I mezzi di trasporto da Buenos Aires,” que solo se puede
leer completo, ilustrado, con gráficos, mapas, fotografías, etc. en http://gordillo.com/articulos/
art5.pdf. La edición en papel no ostenta esa riqueza visual. M ario Rejtman Farah propone
incluirlo en el volumen 11, Marchas y contramarchas en economía y derecho administrativo,
pero su empleo de colores excede la racionalidad de publicarse a cuatro colores en papel. Es
un caso que puede repetirse, que Internet sea el único medio racional de publicación con
equilibrio costo-beneficio. Está pasando en medicina y arte.

También se puede acordar implícita o explícitamente con los editores, citando


la fuente, el acceso directo a la reproducción de artículos nuestros publicados en
colecciones, volúmenes o revistas del país o del exterior, que no serían de fácil ni
inmediato acceso si no fuera por esta vía.
Lo suelo hacer, como en Access to Justice, Legal Certainty and Economic Rationality, en
http://www.gordillo.com/articulos/art4.pdf; Administrative Procedure Reform: The Experien-
ce of the Americas, en http://www.gordillo.com/articulos/art3.pdf; The Status of the Judge:
Independence and Impartiality, en http://www.gordillo.com/articulos/art6.pdf; Comments by
Judge Gordillo, http://www.gordillo.com/articulos/art2.pdf; Civilizations and Public Law:
a View from Latin America, http://www.gordillo.com/articulos/art2.pdf; Parole lette come
Introduzione al seminario sul libro “L’Amministrazione Parallela” nell’Università Bocconi,
http://www.gordillo.com/articulos/art7.pdf.

Como es natural en un mundo libre, también hay sitios que permiten el acceso
gratuito a trabajos digitales, pero al mismo tiempo ofrecen otros a la venta y
pasan propaganda. Allí el libro digital gratuito es un señuelo que lleva a la venta
de otros productos, así sean usados y en papel. Complace que se multiplique el
acceso, pero el navegante/comprador deberá estar atento a lo que no es gratuito:
Caveat emptor.
También hay, en mi sitio y entre otros, videos con charlas, entrevistas, foto-
grafías, mapas: Esa versatilidad jamás la puede tener un texto en soporte papel.
Existen, por supuesto, ocasionales ediciones con láminas, bellísimas, como los
libros de arte y de medicina. El costo es mucho más alto que Internet, aún en
sitios pagos.
Oponerse a la Internet es como oponerse a la biblioteca pública, quizás con la
única salvedad que la biblioteca pública en papel tiene algún grado de selección
(pues debe dar de baja material sobrante y, es posible, orientar el acervo para los
lectores) mientras que la biblioteca pública universal, digital, no tiene mecanismo
alguno de selección que no sea el propio criterio de quien navega y lee.
El inconsciente es una fuerza muy poderosa: Aún quien es adoctrinado, en lo
profundo de su mente puede estar sembrando las semillas de la rebelión. Quien
navega sin aparente criterio por la Internet, aprende como autodidacta a navegar

168
iv. nuestra pobreza IV-23

en las turbulencias de la corriente y en los remansos peligrosos. Confiemos en su


inconsciente, aprenderá. Es el principio de la libertad de pensamiento.
Eso obliga a examinar, revisar, evaluar, en suma pensar antes, durante y des-
pués de leer. Y por supuesto obliga a escribir las reflexiones, cuestionamientos,
dudas e hipótesis provisionales. Todo ello requiere un soporte digital y puede
llegar a la edición en papel, sin perjuicio de Internet como un producto nuevo.

14.2. La ecuación económico-financiera de los libros digitales

Con mi producción digital producida y subida a Internet algunos admiran y alaban


la generosidad; me han dicho que otros critican el ego. Me complazco en hacerlo
por auténtico interés propio, para mejor difundir las ideas y no condenarlas a
anaqueles polvorientos y escondidos, descartables.
Hace muchos años que mis ideas son concebidas sin valor material. He creado
mis ideas para el dominio público universal.
Es indispensable eliminar ese absurdo derecho inverso de ultratumba, que
antepone los alegados derechos económicos de los deudos a los verdaderos dere-
chos intelectuales de los autores desaparecidos (transformándolos en un interés
económico que nunca fue motor de las ideas) y al superior interés social de acceder
sin valladares al pensamiento del tiempo contemporáneo y del pasado.
Ello, sin perjuicio del absurdo, que el propio Código Civil en otras partes con-
dena pero aquí consagra, de condicionar la libertad de donar al límite de una
condición futura, indeterminada e indeterminable mientras viva. Solo después de
muerto, si visita el mundo de los vivos, sabrá qué consecuencias jurídicas tuvieron
sus actos válidos en vida. Eso es un inconstitucional e irrazonable disparate,
indigno de personas racionales.

14.3. El libro en papel y el libro digital

El libro en papel no desaparecerá, pero el grueso de la producción intelectual del


pasado no cabe más en las estanterías de las paredes de la mejor mansión del
universo; hasta las grandes bibliotecas públicas deben dar de baja volúmenes
por falta de espacio.
En cambio la biblioteca pública universal del futuro próximo es Internet y las
nubes. En mi caso personal, todo papel importante y todo libro que haya de usar,
los hago escanear (si no están ya en forma digital, algo cada vez más improbable)
e incorporar a mi base digital.
Cuando se advierte la extraordinaria cantidad de publicaciones que lícitamente
se pueden bajar gratis, de los grandes clásicos de la humanidad, es lamentable
que una pequeña razón económica haga que alguno se autoexcluya de ese medio

169
IV-24 i. a mi padre: “éste soy yo”

por su propia voluntad o la de sus potenciales herederos; o, peor, por una ley que
en el sigo XIX era cuestionable y hoy resulta aberrante.
Si alguien se puede hacer rico con sus publicaciones, enhorabuena para él,
pero al no ser mi caso lo mejor es producirlos en forma directa para Internet.
El bien inmaterial, así, no está ni habrá estado nunca económicamente en el
patrimonio del autor.

14.4. Los tomos en papel y su ansia insaciable de paredes

A fines del siglo XX tuve disponibles más paredes para bibliotecas, a más de es-
tar a full todas las paredes del estudio con excepción de una salita de diplomas
y algunas fotos en mi despacho. Hay fotos en blanco y negro y a color, tanto de
Facundo de Zuviría como mías. Nadie confunde las fotos de él con las mías, pero
fotos, libros y diplomas se hacen mudo reproche por el lugar que los otros ocupan.
Al empezar a amontonarse en nuestra casa, en el suelo y los pasillos, infinidad
de nuevos tomos que tampoco entraban, hubo que empezar otra vez desde cero
el ajuste, sintonía fina, racionalización, lo que se quiera.
Más importante que lo que se descarta es lo que se incorpora, en primer lugar
Popper gracias a una conversación con Vilanova en 1983, que luego Pelel fue
aumentando con los años con sus continuas sugerencias de lecturas ulteriores de
Popper, culminando con su espectacular autobiografía, brillantemente titulada
Unended Quest, traducida al español por algún no amante de Borges (que, me
cuentan los poetas, execraba la palabra), como “Búsqueda sin fin.” A Pelel, que
inició en 1961 mi vocación por la filosofía del derecho, le debo también haber
acicateado después mi curiosidad por la filosofía de Popper, acercando telefóni-
camente ideas, lecturas y sugerencias.
De lo viejo, en el campo había mucho de descarte, más todos los best sellers de
los últimos tiempos, que seguí, también con placer, a veces tanto en novelas como
en películas, como fue el caso del agente 007. Uno de mis accidentes de auto vino
luego de estar inspirado por una película de Sean Connery. Por eso aparecen
ahora los disclaimers que estos stunts no deben ser intentados en la casa por los
espectadores… Ni manejando el coche, Agustín, ni manejando el coche.
A esa penosa lista se agregaron, víctimas de la tecnología, todos los VHS y
alguno que otro texto superado de medicina, psiquiatría, economía, política, so-
ciología, incluso tratados referidos a la acústica, que aprendí luego de numerosas
lecturas.
Guardo algunas joyas muy clásicas y próximas a mi corazón (hasta tres ejem-
plares de todo Shakespeare, además de haber bajado algunas a mi tableta), pero
la escritura está en la pared.

170
iv. nuestra pobreza IV-25

Aquel sistema de almacenamiento físico de la información está perimido y ha


devenido imposible de hecho utilizarlo. El data retrieval se hace ahora digital,
no en los anaqueles de las bibliotecas públicas o privadas, sino en la biblioteca
pública universal que es Internet.
Hice en varios días el prodigioso esfuerzo espiritual de tirar casi todo, quedán-
dome apenas con lo más caro a mi corazón. Y luego vino desde casa la avalancha
de todo lo que estaba en los pasillos, en el piso, en los armarios...
Ya está otra vez llena la biblioteca/depósito del campo y en cuanto me reponga
del shock intelectual tendré que empezar de nuevo. Aquí me convenzo otra vez
en el cerebro y en el corazón, que la digitalización es por ahora lo único posible,
a nivel individual y social.
En la lucha del papel contra las paredes, ganan las paredes.
Ello no ocurre en la biblioteca pública digital universal. Luchar contra la
propia digitalización subida a Internet es como luchar contra las paredes que no
pueden albergar sino una cantidad limitada de volúmenes.

15. La lectura tecno contemporánea

Un buen libro digital es gratis o cuesta la mitad que en las librerías. Una Tablet
o tableta permite llevar una enorme cantidad de textos consigo. Se puede ir a
una reunión y leer (tomar notas, escribir o consultar el calendario) de cualquier
tema en los momentos previos a la reunión, durante ella y después, en cualquier
lugar que se esté, multiplicando el tiempo útil hasta la totalidad de las horas de
vigilia si se quiere.
Pero ese dinero que gano al adquirir obras digitales más baratas o gratuitas,
al no necesitar espacio de bibliotecas, al trabajar con más eficiencia, debo rein-
vertirlo en seguir al día con los avances de la tecnología de la información. Es
un proceso que no tiene fin, con ocasionales interrupciones como las que cuentan
las obras con las cuales me estoy inspirando para generar ideas.
También hay combinaciones casi exóticas de costo–beneficio. Haber comprado
las tabletas ha sido caro, pero al acceder a los innumerables textos y aplicaciones
digitales gratuitas del Apple Store, la ecuación económico–financiera cambia.
Lo mucho gratis se resta de manera constante del monto pagado; las mayores
comodidades tecnológicas, también. Ni qué decir de la mayor y mejor cantidad
de trabajo eficiente y veloz.
Además de trabajar en la profesión, ahora estoy leyendo en inglés, francés
o italiano, autores de otros siglos, la mayor parte por primera vez. Lo puedo
hacer con el lujo agregado de destacar texto, buscar definiciones instantáneas
en el diccionario de cualquier idioma, hacer notas, copiar, escribir con todos los
teclados virtuales de todos los lenguajes que conozca o quiera conocer y lo que

171
IV-26 i. a mi padre: “éste soy yo”

en adelante futuras mejoras tecnológicas traigan. También marcar con colores


diferentes, mejor que con los marcadores que tengo al lado cuando leo los diarios,
pero que se secan pronto y no son baratos.
Se producen situaciones nuevas, si se quiere exóticas: Tengo la tableta en-
frente para ver y leer con todas esas posibilidades, sumado al placer inmenso
de conocer la pluma de varios siglos de autores cuyos volúmenes me resultan de
difícil o imposible obtención y, además, anotar mis reflexiones en notas digitales
en la tableta.
Si bien he leído antes, leo muchísimo más y mejor, desde que accedo a los libros
digitales gratuitos en mi tableta.
La tecnología resulta así cara en un sentido, pero cuantiosa, ilimitada y libe-
radora en extremo, en otro y entonces barata al mismo tiempo.

16. Los errores financieros

Esa liberación que produce la tecnología tiene un costo que acarrea traspiés fi-
nancieros. Es inevitable que se cometan equivocaciones, al no poder ver el futuro
desde un presente en constante evolución.
El peor error es el que los técnicos prefieren recomendar: “No compre el siste-
ma o programa nuevo, todavía tiene problemas, siga con el viejo que anda bien.”
Están hablando de sus propios problemas como técnicos, que todavía no conocen
lo nuevo pero manejan lo viejo con comodidad.
Mi consejo: Compre lo nuevo y cambie de técnico. Le dará dolores de cabeza,
frustración momentánea, necesidad de pensar e imaginar, usar la intuición. Su
cerebro se mantendrá vivo y en poco tiempo más tendrá mejores herramientas
para trabajar cada vez con mayor velocidad y eficacia.

16.1. ¿Betamax o VHS?

¿Debí acaso privarme del Betamax o del VHS hasta ver cuál triunfaba? Desde un
punto de vista financiero sí, desde un enfoque económico creo que no. Pues mien-
tras se resolvía la lucha de titanes fui disfrutando de ambas tecnologías. Ahora
resulta que ganó el VHS, el Betamax se perdió en la oscuridad de los tiempos,
pero lo mismo le llega luego al VHS, cuyos video–casetes y reproductores estoy
también tirando. Imposible venderlos, no existe comprador. Regalar lo anticuado,
por otra parte, es hacer daño al otro.

172
iv. nuestra pobreza IV-27

16.2. La máquina Singer de mi suegra

A veces subsisten quienes arreglan aparatos que no están en el mercado, si la


tecnología es simple. Mi mujer heredó de su madre una vieja máquina de coser
Singer, de las antiguas, que no funcionaba.
Pudo encontrar quien la arregle, cuya tarjeta de presentación indica que es
especialista en arreglar antiguas máquinas de coser Singer. Es más que respe-
table como nicho de anticuario, pero no existe uno para los aparatos digitales
técnicamente obsoletos para manejar los nuevos programas que exigen nuevo
hardware. Ni las bellas Apple lo logran.

16.3. Una notebook de 1984 y sus chips de memoria

Una notebook primitiva que compré en París en 1984 para mis clases en la
Sorbona, por U$S 2.000, me sirvió y dio inmensas satisfacciones por años, pero
un día se quedó atrás en la evolución tecnológica. Recuerdo haberla llevado a
Estados Unidos a ver si conseguía memorias para agregarle, pero fue inútil pues
no se fabricaban más.
Incansable, seguí buscando y las encontré de oferta en un negocio del ramo. Pero
se trataba de luchar contra un tsunami tecnológico. No servían ni la notebook ni
las memorias que utilizaba, que tenían una curiosa forma de cucaracha tecnoló-
gica, luego suplantadas por los cada vez más pequeños y mejores chips de Intel.
Compré las viejas memorias obsoletas a precio de regalo pero las pagué caras:
Hube de guardar sin uso las memorias extra y la notebook obsoleta. No las tiré
porque las guardo con cierta nostalgia, nada más. Algún día servirán para un
museo de la historia de la tecnología, tal vez, pero no sé de ninguno existente
aquí y ahora.
Como son objetos pequeños, puedo guardarlos por nostalgia, pero los grandes
no tendrán igual destino.

16.4. Un monitor gigante, antes de las pantallas planas

Por mis problemas de visión compré hace muchos años un monitor de un tamaño
enorme, por U$S 3.400. Todavía lo tengo en el campo, donde su tamaño pasa
inadvertido, pero en todo caso no lo uso más. Por supuesto, ya no sirve para nada.
He visto varios despachos con una vieja máquina de escribir a mano, Rem-
ington u Olivetti, expuesta como decoración. Este gigantesco monitor, cuando
ahora todo es pantalla plana, no sirve siquiera como decoración de oficina: Es
ofensivo a la vista.

173
IV-28 i. a mi padre: “éste soy yo”

16.5. Wang

Ya anoté en otro lado que cuando compré la primer computadora elegí IBM y casi
de inmediato me arrepentí de no haber comprado la Wang, con lo cual “rectifiqué
mi error” y compré la Wang también, a U$S 6.500 y, como su impresora era mejor,
U$S 2.000 más por ésta.
Era al revés, el error no fue no haber comprado la Wang, el error fue com-
prarla… Un cliente amigo me ofreció adquirirla a su vez, por piedad. Acepté,
vencido ante la muestra de afecto.

16.6. Apple vs. clones de IBM

Del mismo modo, había optado por el sistema de clones de IBM utilizando el
Windows de Microsoft, cuando el proyecto editorial de hacer una edición anotada
de los tomos de Bielsa me hizo comprar una Apple, U$S 2.500, porque era la
tecnología que utilizaba en ese momento la editorial en cuestión.
Casi de inmediato cambiaron de tecnología y eligieron lo que yo había elegido
antes. Con lo cual la hermosa Apple de U$S 2.500 está en lo que fue habitación
de uno de mis hijos, arrumbada a la espera que alguien la quiera, no sé para qué.
Habrá que tirarla, no queda otro remedio. Si la vida humana no es eterna ¿por
qué habrían de serlo los utensilios humanos? Todo, vida y bienes muebles, perece.
Nada se construye o fabrica con una larga vida útil, porque no tiene sentido: El
cambio tecnológico llega antes que el cansancio de los materiales.
Los inmuebles construidos duran un poco más, pero también envejecen y se
deprecian. No sobreviven al paso del tiempo.
Hay excepciones, desde luego, como las pirámides egipcias y otras maravillas que se valorizan
con el tiempo; por su parte, el suelo mantiene su valor en tanto no se desertifique...

Es una ley de la existencia, tener necesariamente fin.


Todo muere, todo perece, menos las ideas... si se ha tenido la precaución de
compartirlas al mundo a través de Internet.

16.7. La red ARNET de ENTel

Estaba anunciado en el país, en la época de ENTel, que se estaba construyendo


la red ARNET, una suerte de pre–Internet. Como era una empresa pública, se
sabía por adelantado lo que costaría inscribirse e incorporarse al nuevo sistema:
U$S 2.000. Los junté y guardé, dispuesto a incorporarme a la red ARNET en
cuanto estuviera habilitada.
Cuando una mañana los diarios anunciaron que se había abierto la inscripción,
mandé mis U$S 2.000 y fui el inscripto número 1.

174
iv. nuestra pobreza IV-29

Pero fui preterido y los 400 lugares disponibles se los dieron todos a entidades
bancarias y financieras. Alguien en el sistema paralelo administrativo había re-
suelto que otros necesitaban la red ARNET más que yo. Tal vez tuvieran razón y
no intenté siquiera recuperar el dinero porque me hubiera costado más esfuerzo
y horas de trabajo lograrlo y estaría luchando contra el para–sistema que había
funcionado de esa manera.
Muchos años después fui asesor honorario del Ministro del ramo, en democra-
cia. Le comento la circunstancia y motivó su genuino enojo contra el sistema que
dependía de su cartera ministerial. Hizo una larga nota de Ministro ordenándole
a ENTel atender a su suscriptor número 1, quien aquí escribe.
ENTel me informó por escrito que cómo no, ARNET estaba a mi disposición.
Único problema, era obsoleta a su vez. Mis U$S 2.000 quedaron sacrificados en
el altar de la tecnología, esta vez en manos de una empresa estatal argentina,
hoy inexistente.
¿Me arrepiento? No, es el costo de estar atento a los cambios de la tecnología.
Es como en el 2013 comprar la notebook/tableta ASUS, sin posibilidad de exami-
narla pues sólo se vendía por teléfono. No debí haberla comprado, pues es inferior
a la Apple. Es difícil no equivocarse haciendo, pero no haciendo actualización
alguna, ni siquiera intentos, se comete un error más importante.

16.8. Un balance distinto

Voy a contar ahora una realidad diferente, al estilo de Carlos Castañeda. Una
vez puse en números el balance económico financiero de un viaje al África por
motivos académicos. Quedó anotado en los mails que hace una década mandaba
a mis colegas interesados en el derecho administrativo, como un personal trainer
intelectual.
Ver el Libro II de este t. 10, sección I, “Mails,” cap. II, § 18.1, pp. M-62 / 430 a M-67 / 435.

Aquella cuenta salió mal. El trabajo escrito que hice como relator pude publi-
carlo en castellano pero me fue rechazado para su publicación en inglés por la
revista de la organización que había organizado el evento y propuesto el tema.
Allí descubrí la esencia de una organización a cuya revista dediqué, como par-
te de su consejo de redacción, más de una década de esfuerzos y viajes pagados
de mi peculio. Temas desafiantes y de avanzada para sus congresos en el tercer
mundo; pero esos temas no son para la revista, que es del mundo desarrollado.
Así me lo explicó el entonces director canadiense de la revista, a quien escribí
furioso, como también escribí furioso a la organización, cuyas cuotas nunca más
pagué. Al director canadiense le hice un gran envío por correo privado con todos
mis volúmenes, todos los que tenía disponibles.

175
IV-30 i. a mi padre: “éste soy yo”

Entre eso y mis cartas entendió el mensaje, supongo, pues renunció a la di-
rección de la revista.
Enhorabuena.
He tenido conductas comparables y resultados equiparables en otras organi-
zaciones internacionales. No me arrepiento ni las puedo contar. Ese es mi padre,
ese soy yo.
Mi padre contaba un chiste: “Me gusta pelearme con los grandotes, por el ruido que hacen
cuando se caen.”

No soy una persona fácil ni tolerante con el error manifiesto, ni con la carencia
de las tres virtudes cardinales que enunció F logaitis. (Infra, p. XIV-2 / 320.) En
los cuerpos colegiados que integré en mi vida (consultivos, normativos, arbitrales,
ejecutivos, judiciales) nunca dejé de expresar mi opinión, en el debate interno, si
era distinta de las demás.
Cuando el organismo colegiado tiene la tradición de decidir por mayoría pero consignar el
resultado sin expresar disidencias, he seguido desde luego la regla consuetudinaria.

A veces hay que estar dispuesto a pagar el precio de la libertad de pensamien-


to y de conciencia. Es mi entrenamiento de abogado litigante; de la lucha por el
derecho que leí a los 17 años y contribuyó a mi elección profesional.
¿Debo lamentarme, en el sentido que de vivir de nuevo todo el mismo proceso,
evitaría repetirlo? No lo creo, pues lo que así incorporé también fue mucho y se
agrega a todo lo bueno y lo malo que he aprendido.
¡Tengo tantos “errores” acumulados de este modo!

16.9. El balance final, sin números

Pero lamentarse no sería distinto a quejarse de lo que cuesta atender la salud,


los medicamentos, los profesionales y demás prestadores del sistema sanitario.
Si se quiere y puede mantener la salud, entonces hay que pagar el costo de su
atención preventiva.
Lo mismo ocurre con la tecnología, con la diferencia que ella hace al funcio-
namiento del cerebro, a la destreza y rapidez para trabajar con la inteligencia, a
la propia competitividad en el mercado.
Si quiero que mis ideas tengan impacto, tengo que proveer a su difusión por
las tecnologías actuales. En esta circunstancia histórica no llega a superar el
costo–beneficio otra divulgación de las ideas que por Internet. Si alguien quiere
también publicarlo en papel, es libre de hacerlo.
Internet ha tomado un impulso gigantesco y grandes empresas se dedican a
volcar a ella textos, noticias y diarios o notas aparecidas en papel. Todo se va
digitalizando y creo que si aparece un medio tecnológico ahora desconocido de

176
iv. nuestra pobreza IV-31

manejar ese tipo de información, la migración será mucho más barata, fácil y
rápida. Más aún, no será una migración a lo digital de lo que primero está en
papel, será la primacía de lo digital por sobre lo supletorio del papel. No hay
migración, todo nace en forma digital.
Todavía no terminé de hacer gastos o inversiones perecederas. Van apareciendo,
o me voy enterando de nuevos aparatos o programas que no conocía o no existían,
que hacen de mejor modo lo que yo antes efectuaba de una manera primitiva, por
ejemplo el almacenamiento de la vieja información digital. El sistema de server
que tenía en el estudio también ha quedado obsoleto y tuve que cambiarlo, como
el almacenamiento en disquetes rígidos, antes en floppy disks… y así en más.
Todo se tira por obsoleto e inútil, más a la corta que a la larga.
Las actualizaciones automáticas y gratuitas de todos los software que uno
adquirió son una realidad contemporánea, imposible de no seguir.

16.10. El balance de mis descendientes

Estoy seguro que recordarán la lección, que viene con todo el bagaje de lo bueno
y lo malo que he recibido y puedo haber transmitido. Espero seguir ganándome
el costo creciente de mi supervivencia como para que ellos no me tengan que
mantener en mis años finales, si pueden, como yo tuve el privilegio de ayudar
a mis padres.
No creo tampoco que me pase lo de la anécdota que cuenta, de boca de un tercero, Bioy Ca-
sares, op. cit., p. 484, de Agustín P. Justo, a quien su hijo le reclamó el anticipo de lo que le
correspondería por herencia futura. Según Bioy, Justo “se disgustó, le dijo que se llevara todo
lo que quisiera, se inclinó sobre la mesa y murió.”

Hizo a su manera una versión de lo que, según una anécdota contada por Bielsa , haría un
honorable ministro, muchísimo tiempo después. Al pedirle el presidente un cargo para un
amigo suyo en el ministerio, el ministro metió la mano en el bolsillo y dijo, “Justamente tengo
uno disponible” y le dio la carta previamente escrita, a la que le faltaba la fecha y firma,
que allí colocó. Era su renuncia indeclinable al cargo de ministro, que llevaba lista sin firma
precisamente para una ocasión como ésa.

No tengo preparada mi muerte para algún reclamo intempestivo, porque sé que no se pro-
ducirá. Esa parte de la herencia moral de mi padre, acertada o equivocada, estoy seguro que
ha sido recibida por mis hijos. Puede haber siempre, sin duda, pedidos al desprendimiento
paterno mientras haya fondos, como yo le pedía en su momento a mi madre.

Qué herencia dejarán a sus propios hijos es cuestión de ellos, aunque los tiempos nuevamente
no parecen promisorios, como no lo fueron para mis padres, aunque con creatividad, inteli-
gencia y sacrificio pudieron superarlos.

17. La tableta vs. la Notebook

Al escribir este punto dentro del total del libro, intenté utilizar la Notebook. Al
sentirme cansado, apago la Notebook para que de paso se enfríe (no tengo, donde

177
IV-32 i. a mi padre: “éste soy yo”

escribo en este instante, los sistemas adicionales de enfriamiento para suplir


la insuficiencia de ventilación interna) y al llegar a la habitación para ver algo
de televisión se me ocurre, antes de recostarme o encender la televisión, una
nueva idea.
Vuelvo pues al comedor para escribirla. Esto es una regla de oro. Jamás despre-
cio una idea antes de escribirla y, por ende, conocerla. Hay tiempo para escribir
en el acto, nunca para recuperar una idea que se fue. Mientras regreso hacia la
mesa y espero que la Notebook se re–encienda, casi pierdo la idea.
Luego de escribirla (mejor que lapicera y papel, claro está), tuve que ir a casa
un par de días después, ponerlo en red con las demás computadoras, subirlo a
la primera (notebook, PC, All in one) y de allí pasarlo como addenda a iTunes,
luego a las demás computadoras y tabletas, para ubicar los párrafos en los lu-
gares pertinentes.
Conclusión: No escribo más en las PC o notebooks, ni siquiera con la maravi-
llosa pantalla plana de la All in one. Me entregué por el momento a las tabletas,
de las cuales uso varias en paralelo, todo el tiempo.
Con estar conectado a Wi Fi, basta que suba un documento a iTunes para que
en un par de segundos baje a las otras tabletas, con automaticidad. Si se trata
de un libro, por ejemplo éste, la copia en la segunda tableta empieza cuando la
versión de la primera aún se está guardando. Es instantáneo.
Logro con ello un doble ejemplar en las tabletas, un back up en la nube y seguir
trabajando sin pausa, en la otra tableta, cuando se acaba la batería de la que
esté utilizando. La enchufo para que se cargue y sigo utilizando la otra, u otras.
El aparente disparate del personaje “Penelope García” en Criminal Minds, trabajando con
varias computadoras simultáneas, ha sido tan exitoso que en otra variante de Criminal Minds
cambiaron todos los demás actores y personajes, menos el de ella.

Ahora las series policiales estadounidenses tienen necesariamente personajes tecnológica-


mente actualizados. A veces casi todos lo son, salvo el jefe algo mayor... (NCIS.)

Absurdo o no, no importa, pues el trabajo y el placer de la escritura es así


muchísimo más rápido y no hay que distraerse demasiado, salvo en la continua
adquisición de destreza en el manejo de todos los cambiantes adminículos. Ese
aprendizaje y entrenamiento es un costo adicional de obtener los beneficios de
la constante actualización tecnológica. En el pasado he dado una impresión su-
rrealista con tanta parafernalia.
Ahora hago mucho más, mejor, más fácil, con mejor aprovechamiento del tiem-
po, todo el tiempo, con más discreción. O tal vez es el artefacto adecuado que me
llega en el momento justo.
El sueño de Steve Jobs, que los estudiantes no fatiguen sus espaldas cargando
múltiples textos en sus mochilas, se ve ahora realizado, gracias a él. Queda la

178
iv. nuestra pobreza IV-33

esperanza que luego aparecerá el aparatito nuevo, que cumplirá todas aquellas
funciones al mismo tiempo y algunas más.

18. ¿Será al fin la pobreza otra vez?

Se advierte de lo que cuento que nací en la pobreza y salí de ella. Que pude edu-
car a mis hijos, en la medida que lo quisieron. Que pude ayudar a mis padres a
tener una vejez digna.
Pero aunque no lo haya dicho, los de mi generación sabemos al presente que
los tiempos no permiten que nuestros hijos puedan hacer lo mismo por nosotros.
Le toca a la siguiente generación reiniciar el ciclo, como lo probaron en el pasado
las constantes migraciones desde y a Europa, ahora hacia los Estados Unidos.
Los de mi generación, pues, quedamos por ahora solos frente al futuro.
No olvido que los sistemas jubilatorios jamás han servido en el país, al menos
al común de la población, para una vejez que no sea otra cosa que el regreso a la
pobreza. La administración pública no resiste la tentación de apropiarse indebi-
damente de las reservas para los fondos jubilatorios, ni ha sido nadie procesado
por esa malversación de caudales públicos. El fenómeno se repite en forma cons-
tante en nuestra historia.
Por ello, lo más a lo que se puede aspirar es a haber hecho un fondo personal
de jubilaciones, la propia inversión para ir disponiendo de ella a medida que se
necesite, en lo posible con el objetivo de no recaer en la pobreza si la muerte se
demora más allá de los bienes adquiridos o la capacidad de volver a generarlos.
Conociendo mi país y su historia, jamás cruzó por mi mente confiar en las AFJP
que el Estado, para mí previsiblemente, habría de confiscar este siglo. Las jubi-
laciones fueron siempre la “variable de ajuste” de nuestro sistema estatal.
Es progresivo comerse los ahorros y también parte del capital en el lento tránsi-
to final, sin saber si se alcanzará a sobrevivirlo, lo cual es harto difícil con el costo
actual de la medicina y la expectativa creciente de años, no de calidad, de vida.
Y mientras tanto seguir haciendo los gastos e inversiones necesarias para
tener la aptitud de generar ingresos en cada nuevo contexto.
Tal vez otra visión más optimista podría señalar que tenemos un sistema
fiscal adecuado para solventar los gastos corrientes e inversiones del Estado en
salud, educación, vivienda y un sistema de pensiones para quienes no puedan
físicamente trabajar.
Una mejor utilización de los recursos públicos, sin ahuyentar inversiones,
permitiría atender el gasto social (y de pensiones, no el sistema jubilatorio, un
resabio inviable del Estado de Bienestar en la realidad argentina de las recientes
décadas), sin endeudamiento excesivo y con equilibrio fiscal.

179
IV-34 i. a mi padre: “éste soy yo”

19. Distintas pobrezas, hoy. Los asentamientos urbanos

La pobreza vivida y que en este libro relato no me exime de al menos tomar


nota de la pobreza que veo hoy a mi alrededor, ahora que transito —muy lento,
espero— mis últimos, ojalá muchos años.
En este punto debo cambiar el registro, porque no voy a hablar de algo vivido,
sino de algo advertido de lejos con la mente, aunque sin tanta lejanía física que
no haya podido mirar, al menos, parte de lo que comento y con ello contar mi
desasosiego ante una realidad más brutal.
Hice lo que pude en las circunstancias que me tocó vivir, pero al acercarse el
final y recordar el pasado, no puedo sino percibir que al presente existen otros
bolsones de pobreza, quizás nuevos, quizás peores.
Un gobernador de Corrientes, de familia acaudalada, me decía a comienzos de
la década del 70 que entendía cómo y por qué los pobres de su provincia partían
para las villas de emergencia de Buenos Aires.
—“Quien vive en una tapera del campo en Corrientes, sin luz eléctrica, con
agua a dos o tres kilómetros, estará mejor en un asentamiento de Buenos Aires.
Pues allí el agua la tendrá a cien o doscientos metros, posiblemente obtenga
luz eléctrica “colgándose” de algún cable, tiene más posibilidades de conseguir
trabajo y el fin de semana, si tiene plata se puede ir a ver un partido de fútbol
y si no, por lo menos puede ir a pasear por la calle Florida.”
No lo sé. Vayan pues con mis excusas a los pobres de hoy mis dolidas reflexiones
de un pobre de ayer, impotente ante la realidad que ahora encuentra. Mi padre
pudo salir de la pobreza en la cual nacimos sus hijos y aún más, lograr que uno
de esos hijos, además de superar aquélla, pudiera proyectarse al mundo, viajar,
disfrutar trabajando y estudiando; pensar y observar, crear.
Pero la mirada sobre el mundo se vuelve estéril frente a la cambiante realidad
que me toca observar en estos últimos años. Para ir a la Facultad de Derecho
de la Universidad de Buenos Aires, desde los diecisiete años en adelante, hice el
mismo recorrido desde Avellaneda hasta Figueroa Alcorta, pasando por Retiro.
En la Facultad de Derecho, en los ventanales de atrás veíamos las vías del fe-
rrocarril, trenes yendo y viniendo, nada más.
En Retiro, desde varias cuadras antes había galpones y otras construcciones
que albergaban un imponente parque de diversiones y diversas clases de negocios,
talleres mecánicos, espectáculos; en la Costanera estaban antes solo los galpones
aduaneros con ingreso custodiado por prefectos armados. Todo ese entorno ha
ido cambiando profundamente en pocos años.
Si hago un flashforward, desaparecieron los galpones de Retiro y se remode-
laron los depósitos aduaneros. Ahora hay grandes bolsones de riqueza en Puerto

180
iv. nuestra pobreza IV-35

Madero, con vista privilegiada al río, en un lugar todavía custodiado por la Prefec-
tura, sin los controles de ingreso del pasado. Rascacielos más, rascacielos menos
(según mi modificación del cuento santiagueño), parece un barrio de Nueva York.
Pero también cambiaron otras realidades. Las eternas villas o asentamientos
irregulares de otras zonas de Retiro fueron desalojadas para reinstalarse en la
misma zona. Ya no son de emergencia, entraron al sistema socioeconómico en
forma permanente.
Con el tiempo primero se extendieron en superficie y luego crecieron en altura.
Cuando viajo hacia la Facultad de Derecho o hacia el norte de la ciudad también
puedo verlos desde la autopista, en distintos lugares, comenzando desde Retiro
pero replicándose en todas direcciones.
Ver las fotografías y planos agregados, en la versión de Internet, I mezzi di trasporto da
Buenos Aires, en http://gordillo.com/articulos/art5.pdf.

La cercanía con el centro de la Ciudad es cada vez más notoria; el fenotipo


urbano de los alrededores va cambiando. En otras partes de la Ciudad ocurrió
igual con otros asentamientos, que se aproximan a constituir un corredor o cordón
urbano de asentamientos irregulares.
¿Cómo miro estos asentamientos crecientes, con la aparente paz interior y
estabilidad actuales?
¿O con la mirada del pasado no tan lejano? Pues es una única persona a la
que le toca ver los dos extremos, tan cerca de uno como el otro; como si nuestro
país fuera la India o Brasil en cuanto a la desigualdad, pero con infinitamente
menor producto bruto interno y poderío económico.
Contesto de entrada que no lo sé, pero mi desasosiego se inserta en el mundo
de mis intrigas y reflexiones, ensayos y comentarios pero no investigaciones.
“The economy of cartoneros,” en http://gordillo.com/articulos/art8.pdf. También se llega al
sitio poniendo el título en Google.

Si bien no nací ni viví en uno de ellos, existen demasiados paralelismos men-


tales con la pobreza de mis padres como para que el tema no deje de tocar alguna
fibra íntima, aunque las materializaciones de la pobreza hayan sido diferentes.
Ver también supra, p. IV-1 / 147 y IV-2 / 148.

Nací en la pobreza del pueblo de Ascensión, terminé mi infancia y transcurrí la


adolescencia en la pobreza o clase media baja orillera de la Avellaneda de entonces.
Ahora vivo como clase media alta en las proximidades de Santa Fe y Cerrito,
lugar al que también acuden los habitantes de los asentamientos cercanos de la
Villa 31 y 31 bis. Un amigo que vive cerca, en la calle Posadas, dice con ácido
humor estar en la “Villa 32.” Otro amigo me muestra, en la escuela de “cinco
esquinas,” la misma integración social. Algo parecido cuentan mis amigos ita-
lianos de los pisos “nobles” de hace un par de siglos, compartidos en todos los

181
IV-36 i. a mi padre: “éste soy yo”

edificios con otros pisos de clases media y baja, con escalera común, como una
de las razones de no haber tenido ellos la revolución francesa.
Durante muchos años miré los asentamientos irregulares como una excepción
en la ciudad, pero luego he ido tomando cada vez más nota que se trata de un
fenómeno creciente y en definitiva connatural a esta ciudad, que se ha fomentado
desde el poder público con la copiosa entrega oficial de materiales de construcción
para que el asentamiento crezca, incluso verticalmente.
Lo del apoyo oficial con entrega abundante de materiales de construcción surge del creíble
aunque moral y jurídicamente objetable libro de Schoklender , aparecido en 2011.

Las políticas de erradicación de asentamientos urbanos que se utilizaron en el


último gobierno militar han sido abandonadas como sistema; se trata en cambio
de consolidarlos allí donde están y contribuir a su denominada urbanización.
Digo llamada “urbanización,” porque no se pretende introducir el código ur-
banístico a lo que nació fuera de él, sino amoldar o corregir algunos extremos
y proveer algunos servicios y amenidades a las comunidades existentes, en la
medida que ello sea posible sin grandes modificaciones del hábitat: Calles de
acceso, pequeñas plazas y reconocer de hecho la perpetuación de la anormalidad
edilicia que les es propia desde su nacimiento.
Uno de los problemas con que se convive en los asentamientos irregulares
es muy diferente de todas las clases de pobreza que he conocido y rememoro en
la contada por mis padres. Es que los asentamientos irregulares, por su confi-
guración de calles tan angostas que impiden físicamente el acceso de móviles
policiales o ambulancias, a veces se utilizan como guaridas de delincuentes que
explotan a los trabajadores que viven allí, cobrándoles un peaje y produciendo
en general mayor inseguridad.
El gobierno nacional ha realizado en algunos casos operativos, con gran em-
pleo de personal de gendarmería, que rodeando el asentamiento logran un censo
progresivo de su población estable, con el efecto directo que los que practican la
criminalidad buscan otros lugares para reubicarse y seguir en el delito.
Al mismo tiempo que observo este contexto cotidiano, recuerdo y comparo todos
los laberintos del primer mundo europeo, algunos nacidos desde la edad media y
que el sucesivo paso de los siglos ha consolidado como lugares que no son nichos
pobres y hasta pueden lucir poderío económico.
El Trastevere de Roma es un ejemplo, Venecia otro, las callejuelas y laberintos
de París o Londres otros más y así sucesivamente. Esos siglos que han pasado
desde los orígenes medievales caóticos de la urbanización sin norma en Europa,
aportando progresivo aunque lento desarrollo socio–económico, haciendo lugares
deliciosos por lo pintoresco de lo que alguna vez fueron antros de miseria, no
deja de provocarme al mismo tiempo una sensación de lentitud exasperante en

182
iv. nuestra pobreza IV-37

el cambio. El futuro será mejor no tanto para las personas físicas que hoy viven
en tales asentamientos, sino para las ciudades que visitará el turista del futuro.
Mientras tanto, se puede rescatar del pasado siglo XIX la memoria contada por M atilde
Serao, Il ventre di Napoli, accesible en Internet. Lo que cuenta la pasión de Serao es más
dramático, sin duda, que la realidad de los asentamientos actuales en Buenos Aires, casi un
siglo y medio después. Pero muestra el sendero de la historia urbana.

No sé si pudiera haber hecho mi carrera, tal como aquí la cuento, si mi na-


cimiento, en lugar de haberse producido en el centro asfaltado de un pueblo, se
hubiera producido en esta nueva realidad habitacional urbana. No sé cuántos,
quiénes ni cómo han salido de la pobreza de los asentamientos urbanos irregu-
lares de hoy. No sé cómo se hubiera manejado mi padre, aunque en su homenaje
debo decir que hubiera luchado denodadamente.
La pobreza que viví no estuvo ligada al hambre, sino al miedo al hambre.
Tampoco sería honesto decir que ahora le tengo miedo al regreso posible a la po-
breza, pero no tengo dudas que las mayores esperanzas de longevidad me llevan
a otro contraste. Como no estoy jubilado, sé también que si me jubilo mi ingreso
no me alcanzará para atender y cuidar mi salud o mi actualización tecnológica,
vivir con el confort a que he llegado.
No puedo confiar en el Estado para atender mi salud y prevenir enfermedades;
el sistema tributario ni siquiera me permite descontar todos mis gastos médicos
documentados y probados. No tengo más remedio que tratar de mantener lo que
he logrado para que me dure hasta la partida final.
Como me decía un médico que me atendía pero fallecería en enero del año
siguiente y conocía su enfermedad terminal:
—“Alguna vez todos fuimos jóvenes y quisimos salvar al mundo.”
No recuerdo si he querido salvar al mundo, sí ayudar a que mi país mejorara
institucionalmente, que hubiera menos abuso de poder, que rigiera el Estado de
Derecho y el Estado de Bienestar, todo lo que mi tratado explica. Pero ni siquie-
ra en esos objetivos he tenido éxito, han ganado la batalla los que defienden el
status quo.
Por ello quiero reflejar aquí el comentario de un amigo mío muy religioso.
Ambos contábamos que habíamos nacido en la pobreza y tenido el mismo consejo
paterno de estudiar y continuar los estudios luego de la obtención del diploma,
no empezar todavía a trabajar.
Y cómo habíamos tenido la oportunidad, ambos, no solamente de ayudar a
nuestros hijos, lo cual es normal, sino también de ayudar a nuestros padres.
—“¡Es una gracia, Agustín, es una gracia!”

183
IV-38 i. a mi padre: “éste soy yo”

Él utilizaba la frase en sentido religioso, como se advierte, pero lo cierto es que


muchas personas de mi edad no creen que el ciclo se vaya a repetir de inmediato
en las primeras generaciones siguientes.
Ese estado de gracia no es fácilmente repetible.

184
Capítulo V

IN LOCO PARENTIS

Sumario

1. Descansar intensamente..............................................................V-1 / 187


2. Estudiar Teoría General del Derecho.......................................... V-4 / 190
3. Difundir la propia obra................................................................ V-4 / 190
4. No quedarse más atrás que el medio en la tecnología.................V-7 / 193
5. La digitalización en particular...................................................V-10 / 196
6. ¿Las comparaciones son útiles o inútiles?..................................V-11 / 197
Capítulo V

IN LOCO PARENTIS

1. Descansar intensamente

Pude aprender de los consejos de personas mayores actuando in loco parentis. No


sé si esto es un mérito heredado, propio o adquirido, aunque en todo caso me han
señalado que he elegido bien los consejos, dado que obviamente debo haber recibido
más consejos que los que cuento, recuerdo y atesoro. Si recibí malos consejos, no
lo sé, pues no los he registrado en mi consciencia y ni siquiera en el inconsciente.
Un primer consejo fundamental que guardo en la memoria me fue dado en
ocasión de ir en tren a Mar del Plata para tomar mis primeras vacaciones, a fines
de 1956, al terminar con once materias aprobadas mi primer año calendario en
la Universidad. Mi compañero de viaje era un señor amable en su sexta década,
que pronto trabó conversación conmigo al observar que me aprestaba a leer una
pequeña obrita de teatro, comprada barata, vieja, amarillenta y destrozada pero
encuadernada con mis iniciales: Jean Giraudou, La guerre de Troie n’aura pas lieu.
Mirando y mirando las bibliotecas, encuentro “de casualidad” justo este libro
que hace treinta días comenté en estos borradores. No lo buscaba en verdad, mi
inconsciente actuó por sí.
Pero es interesante tenerlo en la mano y comprobar varios datos. Haberlo en-
contrado es tarea del inconsciente. Inútil forzar la conciencia para encontrarlo.
Primero, el libro está publicado en París en 1935. Segundo, tiene una firma
de su anterior propietario, fechada el 10 de enero de 1952. Tercero, tiene el se-
llo del quiosco donde lo compré, que parcialmente reza Libros. Revistas. Venta.
Compra, Belgrano y Alsina, Avellaneda. Cuarto, tiene una encuadernación en
lo que hoy parece ser un color rojo amarronado que ha preservado bastante el
texto amarillo por casi ochenta años desde su publicación en 1935.
Tiene el mismo sello que muchos de mis volúmenes de antes, con mi nombre
y apellido. No tiene mis iniciales en el lomo, como sí lo tienen unos pocos; mi
V-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

recuerdo errado, en el texto precedente, respecto a que sí estaban en el lomo, es


intrascendente, pero muestra la incertidumbre de la memoria. Lo estuve hojeando,
revisando mis propias anotaciones (casi todas de traducción, en mi adolescencia)
y subrayados. Entre los subrayados hay uno que es apropiado para esta ocasión,
en que el padre de Héctor, Demokos, le dice: “Prepara tu discurso un poco mejor
que el que acabas de hacer a los muertos, encontrarás más contradicción.” El
diálogo, precisamente, era acerca de si ofendía o no a los muertos con el recuerdo.
Mi compañero de viaje me preguntó que hacía y conté mis estudios de dere-
cho, las 11 materias aprobadas ese primer año de Facultad; preguntó la edad,
que entonces eran 18 años recién cumplidos. Otra de sus preguntas fue por qué
iba a leer ese libro. Mi respuesta, que era para mejorar mi francés. Debo haber
transmitido la idea que lo hacía por obligación, aunque al evocar para esta ocasión
mi pasado anterior, no estoy seguro.
Si hubiera tenido mi edad actual en su lugar de entonces y la respuesta de
aquel joven hubiera sido “Porque me intriga la guerra de Troya” o cualquier otra
denotación de interés o curiosidad, no hubiera dado el consejo que me dio. Pero
mi respuesta indicaba —al parecer— que lo estaba haciendo no por placer sino
por obligación auto–impuesta sin justificación en el placer interno. Eso, en el
contexto de un año de intenso estudio.
Su consejo fue, más o menos:
— “Hay un tiempo para trabajar y un tiempo para descansar. Así como hay que
trabajar a pleno, también hay que descansar a pleno. Ahora le toca descansar.”
Anoté que el libro quedó en mis manos, “sin leer por décadas en homenaje a
aquel consejo, hasta que lo leí ahora.” Así escribí el final del recuerdo, pero en
realidad parece que sí lo había leído, con diccionario y con cuidado, anotando y
subrayando antes de haberlo hecho encuadernar. Más aún, como el recuerdo de
este libro es tenerlo en mis manos, encuadernado, en el tren y las anotaciones son
previas a la encuadernación, por la firmeza de ésta, resulta que algo más falla
en mi memoria del hecho, no solamente la ausencia de mis iniciales en el lomo.
¿Cómo dar fe de hechos acaecidos, si acaso lo fueron, hace más de medio siglo?
¿Qué decir de cierto, entonces, sobre mi niñez hace algo menos de siete décadas?
Más aún, en Mar del Plata me encontraba con cuatro amigos del barrio, estu-
diantes o no, que íbamos a pasar las vacaciones juntos. Ellos observaron en mí,
en esas vacaciones, una persona extrovertida, festiva, desconocida. He disfrutado
mucho de la playa. No por nada tantos le han cantado a su mágica combinación
cielo/sol/arena/mar/olas, todavía más si tiene palmeras en la playa. Shaw hizo
los bosques en Pinamar, alguien debiera agregar las palmeras.
Chanceaban que a mitad de la ruta, en Dolores, me quitaba la máscara y
mostraba mi verdadera personalidad. No lo sé. En un par de ocasiones descubrí

188
v. in loco parentis V-3

un “Doppelgänger,” alguien que se desprendía de mí y actuaba por sí, hasta que


yo literalmente me lo llevaba. Un reputado psiquiatra me ha dicho que es un
fenómeno conocido en psiquiatría. No ha sido ese el caso de las pocas ocasiones
extrovertidas, sociables y festivas que he tenido. Prevalece en mí la timidez, lo
que no me impide tener una importante actividad pública.
Entonces, ¿cómo hice en ese contexto de timidez para cumplir con el consejo
de trabajar intensamente y descansar intensamente?
He tenido otros momentos proto marplatenses pero en su mayor parte el des-
canso ha quedado confinado a las actividades de viajar, observar, comparar, leer,
caminar, pasear, escuchar, conocer espacios y ámbitos distintos, gente diversa;
cambiar, probar, experimentar, aprender cosas alternativas, hacer ejercicio, ir
a conciertos y al teatro, hacer yoga, fotografía, pesas; cuidar la salud, comprar
gadgets, aprender nuevas tecnologías, ver cine y televisión en todas sus nuevas
variantes tecnológicas.
A todo ello cabe agregar Internet y sus casi trescientos millones de dominios
creciendo vertiginosamente; aprender, aprender, aprender... Mi sitio ocupa, por
consultas, un lugar algo inferior a dos millones, dentro de los casi trescientos
millones que existen.
Nada he hecho constantemente, pues la variedad es la sal de cualquier vida.
Pero cada vez hice algo novedoso, inesperado. La explosión tecnológica contem-
poránea abre un torrente adicional de posibilidades para la experimentación.
En suma, hacer todo intensamente, sea trabajar o descansar, llevó con pos-
terior introspección a una distinta percepción: No tengo nunca conciencia de
trabajar, de hacer algo por deber, por obligación, por necesidad; hago lo que sea,
invariablemente, por placer.
Que además sea trabajo es indistinto, pues el trabajo profesional independiente
me place, como también me place realizar múltiples actividades: Cambiantes,
breves, entremezcladas con entretenimiento y distracción.
He sido funcionario público nacional, contratista intelectual o consultor de
municipios, provincias y entes interjurisdiccionales y supranacionales, funcio-
nario público nacional e internacional, magistrado de seis tribunales adminis-
trativos internacionales, árbitro nacional e internacional, consultor de parte
en arbitrajes internacionales, profesor, profesor invitado, profesor honorario de
varias universidades argentinas y de América latina; profesor emérito de la UBA
(cargo vitalicio), conferencista, asesor nacional e internacional, interno y externo,
público y privado, magistrado judicial sustituto (nacional y provincial), litigante,
asesor de contratistas públicos nacionales, concesionarios nacionales y locales,
empresas nacionales y multinacionales. Todas mis actividades me han gustado
por igual. Todas me han dado placer.

189
V-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

No he tomado a mi cargo, claro está, actividades que se me presentaban ex


ante como displacenteras. Y si alguna actividad al inicio placentera empieza luego
a serlo menos, la dejo en cuanto puedo, sin importar cuán glamorosa parezca o
bien rentada esté. Pues se rinde mucho menos cuando no se trabaja con placer.
Ello me ha permitido trabajar intensamente, con ganas, sin esfuerzo, con el
mismo placer con que leo un libro o miro televisión, por ejemplo un partido de
Roger Federer; o voy al teatro o escucho un concierto de piano y orquesta o una
jam session live de hot jazz. (El cool jazz me deja frío. Mi ritmo interior exige
más tempo.)
Aclaro que jamás leo algo por obligación: Tengo abiertas en alguna parte
infinidad de lecturas a las que vuelvo o no según la inclinación del momento.
Algunas las termino, son las menos. La mayoría están inconclusas y terminarán
así, mientras abro otras y repito el proceso.
No dejo de percatarme de otra ironía que la vida me juega, pues mi propia colección de hasta
ahora diez tomos tampoco será leída entera por casi nadie.

Es infinita la cantidad de cosas útiles y formativas que se pueden hacer con


placer, como para que sea necesario hacer alguna por obligación.
Los documentos de la profesión los leo con infinito cuidado pero invariable
placer. Soy perfeccionista por puro placer.

2. Estudiar Teoría General del Derecho

El segundo gran consejo que recuerdo me lo dio M aría Isabel A zaretto, estando
ambos en la Procuración del Tesoro de la Nación, en que me recomendó no hacer
una materia solamente, como derecho administrativo en mi caso, sin tener una
sólida formación de teoría general del derecho.
Ella hizo más aún, me recomendó a su amigo Rabossi, profesor como ella, quien
me dio clases personales peripatéticas de introducción y teoría general. Luego
seguí con los consejos de A lchourrón, Buligyn y finalmente Genaro Carrió. Más
tarde me enriquecieron otros puntos de vista y orientaciones de Juan F rancisco
Linares, Vilanova, mi gran amigo R affo, mi dilecto prologuista Jorge A. Sáenz.
Breitel y Rivero, entre otros, también aportaron sus gemas de sabiduría.

3. Difundir la propia obra

Fue también en la Procuración del Tesoro de la Nación donde recibí un consejo


clave, esta vez empírico, de Werner Goldschmidt. Le estaba entregando en 1962
un ejemplar de mi primer libro, Introducción al derecho administrativo (ahora
reproducido en el tomo 5, libro I de mi tratado) y al recibirlo hizo el siguiente
diálogo:

190
v. in loco parentis V-5

—“¿Si Usted publica un libro es porque cree que tiene algo que decir, no?
—“Sí.”
—“¡Entonces sepa que nadie se va a enterar de él si Usted no se ocupa!”
De hecho, en ese instante me estaba ocupando de ello, pero el consejo sirvió
para dejar marcado a fuego el principio. Veo ahora que Steve Jobs hizo un even-
to de cada una de sus presentaciones anuales de productos de Apple. Cada uno,
claro, en la medida de sus fuerzas, pero el principio es el mismo.
Para esa época recibí un consejo paralelo de Fernández A rias, que había per-
dido todos los ejemplares de sus primeras obras. Me recomendó que guardara
ejemplares para el futuro. Así lo hice y si bien no pude encontrarlos yo, al menos
los encontró mi mujer, los últimos cinco ejemplares, todos sanos, de mi primer
libro. Como dije en un prólogo, “El primer libro, jamás se olvida.”
Toda una hazaña luego de medio siglo de su aparición, pero también una ha-
zaña que se torna innecesaria para el futuro, porque de aquí en más todo libro
debe ser puesto por el autor en Internet, gratis.
Si termina sus días sin haberlo hecho, corre el riesgo que sus herederos crean
que hay interesantes sumas a cobrar por derechos de autor, con lo cual frustrará
todo posible acuerdo editorial, al no estar su propia voluntad y quedar la decisión
en las manos de ellos durante setenta años, sin pasar todavía al dominio público
para que cualquiera pueda editarlo y subirlo a Internet. Setenta años a partir
de su muerte, sin que se puedan publicar libremente las ideas de una persona,
es manifiestamente absurdo.
Por eso hay que subirlos a Internet como primer paso. Cada vez son más los
autores que saltan el valladar y suben la imagen de sus publicaciones a Internet.
Es la fuerza de atracción más potente, que espera la decisión del autor o la autora.
Recientemente: http://www.estelasacristan.com.ar; Bruno dos Santos, M arcelo (dir.), Una
mirada desde el fuero contencioso administrativo sobre el derecho procesal administrativo,
Buenos Aires, FDA, 2013 y en www.gordillo.com, “Otros libros gratuitos.”

De todos modos, creo que todo lo que no está en venta en el mercado es libre-
mente reproducible por cualquier medio, porque no compite con otros editores que
ejerzan su derecho. Todo derecho se pierde por falta de uso, es absurdo pretender
que un alegado derecho de editar libros de antepasados cercanos se mantenga
incólume en el no ejercicio del alegado derecho. Eso es abuso del derecho, por lo
tanto antijurídico. Reproducir artículos o capítulos propios de revistas o libros
colectivos no perjudica la venta de estos, sino que al contrario la promociona.
En el libro editado en Gran Bretaña y Estados Unidos cuyo capítulo mío
reproduje en http://www.gordillo.com/articulos/art4.pdf, previamente consulté
al director de la publicación, un profesor británico amigo, muy cuidadoso con el

191
V-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

derecho, quien me dijo que si yo ponía la fuente, indicando todos los datos del
libro, la editorial Hart no tendría problema alguno. Es lo que hice y hago con
todos mis artículos en revistas o libros y nunca tuve ningún reclamo.
Una cosa es no perjudicar la distribución de la herencia ordenada por el Código
Civil y otra muy distinta concebir el autor sus ideas ab initio para el dominio
público. ¿Alguien hará a tiempo y con éxito una interdicción de disponer de sus
ideas como de sus bienes? La historia contemporánea conoce casos de futuros
herederos adultos, con capacidad laboral, lograr impedir judicialmente la dispo-
sición de sus bienes por el padre vivo. Espectáculo grotesco y denigrante que la
sociedad debiera evitar.
He dispuesto libre y racionalmente de mi ideas al concebirlas gratis para In-
ternet y autorizar su reproducción también gratuita en papel por quien quiera;
cederlos a la Fundación de Derecho Administrativo, a Google Books, iBooks de
Apple, editarlos sin derechos patrimoniales para el autor en Argentina, Brasil,
Colombia, España, Estados Unidos, Gran Bretaña, Grecia, Italia, México, Perú,
Venezuela.
Me place afirmar que se han reproducido en Internet como hongos después de
la lluvia y no afectaron la venta ulterior de nuevas ediciones, muy al contrario:
Sirven de propaganda gratuita para la venta de la nueva edición y su conocimiento
en la medida de lo posible.
Aprendí también que difundir las ideas no es suficiente, si se quiere que
triunfen en su propio tiempo, en cuanto a reconocimiento público. Para ello es
necesaria otra batalla, la batalla del poder político y académico. Pero es una
auto–contradicción, pues el derecho administrativo al servicio del poder ilimita-
do niega su propia razón de ser, que es la protección de los particulares contra
eventuales abusos del poder administrador.
El derecho ha condenado, en toda su historia, la auto–contradicción bajo
cualquiera de sus formas, aunque algunos se dejan seducir por la cercanía al
poder que debieran controlar pero en cambio adulan y protegen. Eso, hasta que
se quedan sin acceso al poder y entonces deben recurrir a la justicia, invocado el
derecho administrativo de otros, pues el de ellos no les sirve para la defensa de
los derechos frente a la administración.
A pesar de no librar la batalla por el poder, a veces se puede ganar en vida
alguna de las batallas de las ideas. Me lo adelantó Sayagués L aso en una visita
a Buenos Aires a comienzos de la década del sesenta: “El profesor universitario
enseña y escribe sin pensar que pueda tener eco institucional o político pero,
décadas después, escucha discursos parlamentarios recordando sus enseñanzas,
lee leyes tomando ideas de su cátedra, actos oficiales y sentencias aceptando sus
interpretaciones del derecho.” O sea, al final se llega.

192
v. in loco parentis V-7

Aquella otra batalla puntual por el poder inmediato, en cambio, nunca la libré
y aunque llegué a ocupar altos estratos universitarios, nunca busqué el poder
académico real. Pues altos cargos y poder no son equivalentes. Si dijese que
esa batalla la libré, debería consignar que la he perdido. Pero no la he librado,
atentaría contra todos mis principios y los principios del derecho administrativo.
Aposté más lejos en el tiempo, a la vigencia de las ideas, no al poder que se pueda
ejercer desde los pasillos del mundo académico o del poder político.
Gané en vida muchas batallas por las ideas. Me queda solamente saber si el
resto las ganaré con el tiempo o no, pero en todo caso no necesariamente en mi
tiempo. No me importa, pues no es el poder lo que se debe buscar, sino el razo-
namiento. Otros dirían la Verdad, pero yo soy popperiano.
O también puede hacerse la reflexión de M ax P lanck recordada por Crichton,
que comento en otra parte de este libro.
Si Usted está leyendo en versión digital puede utilizar la función “buscar,” escribir “Max” y
encontrará la cita.

4. No quedarse más atrás que el medio en la tecnología

Diversos consejos o cuestionamientos puntuales pueden resumirse en el título


de este acápite. Hay un poema de Pope según el cual:
“Be not the first
By whom the new is tried
Nor yet the last
To lay the old aside”
En materia tecnológica es un poco más complicado. Todo depende del medio
en que el individuo se mueve. En mi caso, se trata de mis clientes. Hace muchos
años uno de ellos me dijo:
—“Le mando un fax.”
—“No tengo fax.”
—“¿Cómo, no tiene fax?”
Quedé en falta, compré el fax, seguí actualizado con el fax aunque hoy casi
no se use.
Otra vez un cliente y amigo, que entre otras empresas tenía una de tecnología,
me regaló el dominio www.gordillo.com, que registró cuando todos los entendidos
comenzaban a hacerlo.
Tiempo después me hace un regalo de fin de año, una impresora láser:
—“Te la regalo, porque veo que vos no te la comprás más.”

193
V-8 i. a mi padre: “éste soy yo”

En verdad yo había comprado una impresora de puntitos súper rápida que me


había costado cinco mil dólares y era tan potente que debía tenerla en el piso,
puesto que sobre cualquier mesa o escritorio vibraba demasiado. Había comprado
tanta potencia con tecnología vieja y encima cara, por no haberme informado
adecuadamente.
Estuve mucho tiempo haciendo fotocopiar en la librería de enfrente hasta que
encontré que ahora había multifunciones con fax, fotocopiadora y scanner. Es lo
que compré y allí por lo menos llegué a tiempo porque poco después un colega a
quien le imprimí un documento en la impresora laser y le ofrecí imprimir otra
copia, me pidió en cambio una fotocopia y pude hacerla en la multifunción sin
tener que argumentar el tema.
Mis obras digitales antiguas las armaba con Page Maker, que debí aprender
para saber corregir lo que me preparaban (y controlar y evaluar el trabajo), pero
sobre todo para componer las páginas de modo tal que las notas comenzaran y
terminaran en la página en que aparecía la llamada. Luego pasé al InDesign y
además veo que hay otras tecnologías gratuitas para transformarlas en e-book
para la web y de allí para las tablets, Google, Apple, PC’s. Todo más sofisticado,
mejor pero más complejo para hacerlo; más para aprender y para gastar o inver-
tir, según se lo vea.
El Kindle de Amazon donde estuve leyendo en la iPad la biografía de Steve
Jobs, al mismo tiempo que escribía este libro, está dentro de los parámetros tec-
nológicos actualmente en uso. No tuve necesidad de comprarme la tableta Kindle
Fire de Amazon y el demasiado voluminoso libro en papel es incomparable en peso
y tamaño con la biblioteca completa que llevo en una de las tabletas que utilizo.
Algunos amigos han comprado otras tablets y lamento haberme perdido la
salida al mercado local de la HP Notebook/Tablet reversible, hoy no existente en
esta plaza aunque está por reaparecer. Eso puede explicar, con retroactividad,
tanta compra de más que he hecho en el pasado. Temo perder la oportunidad y
que no se repita en tiempo útil.
En los cursos de postgrado en mis dos materias preferidas, Habilidades pro-
fesionales y El método, en cada momento fui llevando a los cursantes hacia el
estado de la tecnología informática entonces existente en nuestro medio. Alguna
vez llevé 40 disquetes de 3½ pulgadas con tareas e información, obligándolos de
hecho a actualizarse hasta ese punto. Hoy en día casi nadie recuerda el formato,
todos los profesionales en actividad tienen computadora y mail y se van actuali-
zando de manera constante.
Así, años después, el primer día de clase les encomendaba hacer una lista con
sus e-mails y pasársela a algún voluntario, a quien yo a mi vez enviaba informa-
ción y tareas por e-mail. Finalmente, armé una red que osciló en torno a los mil
contertulios virtuales, con intensa correspondencia. Hice, a mi modo, una red de

194
v. in loco parentis V-9

mails en lo que denominé personal training, imitación intelectual del personal


trainer de ejercicios físicos.
Ver la selección de ella presentada por M ario Rejtman Farah, infra, Libro II, sección I. Se
verá que hay una constante mutación numérica del número de destinatarios, según el mail de
que se trate. La enunciación que los mails hacen del número de destinatarios en el respectivo
momento no guarda correlación, porque la selección de mails ha sido hecha, como lo explica
el autor en su prólogo, “al azar.” (P. P-3 / 365.)

Las cátedras nuevas siguen experimentando con las cambiantes tecnologías


de comunicación y sobre todo de acceso a la información.
En paralelo, debo retrotraerme un poco en el tiempo para contar cómo hice en
lo personal el seguimiento de la evolución de las computadoras para composición
de texto, pues sabía que escribir era lo esencial de mi profesión. Había aprendido
a hacer notas con colores (una docena de marcadores) en mis borradores, pegar
papelitos de texto o notas con cinta scotch, hacer largas señales de distintos
colores y remisiones y escribir al dorso y cuando el texto era casi ilegible, pasar
a máquina todo ex novo y empezar otra vez con los papelitos, la cinta scotch, los
colores, el reverso. Así escribí las casi 600 páginas finales de mi tesis doctoral y
todo lo demás hasta mis sucesivas computadoras. Recuerdo que la primera edición
de la Introducción al derecho administrativo, hoy Libro I del tomo 5, la pasé a
máquina repetidamente para volver a hacer legible el texto luego de anotaciones,
marcas, papelitos con cinta scotch, etc. Por deporte, conté cuántas veces la pasé
en limpio antes de mandarla a la imprenta. Fueron, si no me falla la memoria,
ciento diez veces. Con la computación, el presente libro ha sido corregido, a ojo
andaluz, largos centenares de veces.
Necesitaba y esperaba ansioso el cambio, atesorando divisas para ese momento.
No dudé, pues además no tenía el dinero, pero al menos lo pensé, cuando apareció
la procesadora Wang de 25.000 dólares que ocupaba una habitación. (Llegó al
país para una exposición.) Lo pensé bastante cuando llegó una Apple por 12.500
dólares. Veo ahora en el libro de Steve Jobs que los tiempos del primer mundo
fueron más rápidos y baratos que los de las economías de frontera. El proceso se
repite hoy y los costos individuales y sociales también lo harán.
A través de los años seguí con los clones de IBM y el software combinado. En
particular, para el programa de escritura había comprado en EE.UU. los que
estaban más en boga y una revista con un estudio comparativo de ellos. Ensa-
yándolos en Buenos Aires me decidí por el MultiMate, que pareció el mejor para
mis tareas. Fui cambiando las versiones sucesivas hasta que llegué al MultiMate
Advantage II Plus. Pero la empresa que lo fabricaba fue comprada por Ashton–
Tate, que discontinuó el MultiMate. No es una queja al mercado pues el Estado
hace lo mismo, suprimiendo carreras inconclusas y materias en curso, derechos
jubilatorios en ejercicio, incumpliendo sentencias judiciales firmes, etc.

195
V-10 i. a mi padre: “éste soy yo”

Tuve entonces que pasarme a la tecnología dominante, el Word de Windows.


Había antes adquirido total destreza en el MultiMate y me tocó tener que echar
al olvido todas sus combinaciones de teclas, en que me sentía un pianista consu-
mado. El proceso de cambio tecnológico sigue, indetenible.
Estoy entonces condenado, por ahora, a seguir usando los clones tipo IBM,
con los sofisticados programas que manejo, como el InDesign de Adobe, pero en
primer lugar, para escribir, utilizo la tecnología de la tableta.
No le han encontrado la vuelta para controlar los sitios ubicados en servers
de terceros países soberanos, con dominios a su vez internacionales. Una econo-
mía de frontera no puede imponerse al mundo. Mis consejeros tecnológicos van
variando los países donde sitúan el server de mi sitio. Nunca, por cierto, al fácil
alcance de las fauces del Estado argentino.
Cuyas permanentes contradicciones se mostrarán en el t. 11, Marchas y contramarchas en
economía y derecho administrativo.

Perduran resabios y prejuicios antiguos. Tengo iPhone pero no lo empleo; relojes


que me gustan pero no uso; no utilizo el calendario ni la carpeta de contactos;
no llevo lapicera conmigo; no consulto siempre los mails recibidos, eso lo hacen
mis secretarias con la supervisión de mi mujer.
A un amigo no le complace ver adolescentes “enroscados como arañas” sobre
sus celulares, pero he visto profesores hacerlo en actos académicos, colegas en
reuniones de trabajo. No me parece un uso socialmente amable de la tecnología.
Las opciones que he realizado me permiten un cierto desenchufe tecnológico,
mantenerme al margen del excesivo stress cotidiano. Mis secretarias me recuerdan
por fax a mi casa, todo lo que tengo que hacer en las horas y días siguientes. Mi
mujer me ayuda a mantener y supervisar el calendario.

5. La digitalización en particular

En mi profesión de abogado hube de llevar conmigo información escaneada, por si


hacía falta en una reunión. Y también debí llevar todo lo que una tablet permite
hoy en día tener. Y debo ir preparándome para cuando el proceso judicial esté
“despapelizado” y digitalizado, como es el anunciado propósito del Poder Judicial
de la Nación. Pero ya no hay empresa que no tenga en formato digital toda la
información necesaria.
Tarde o temprano, la digitalización judicial estará en funcionamiento. Mejor
que a los abogados no nos sorprenda dormidos:
“Vigilantibus,
et non dormientibus,
Jura subveniunt”

196
v. in loco parentis V-11

El inolvidable R aúl de Zuviría traducía “El derecho protege a los despiertos,


no a los dormidos.” Pero tenía también versiones más breves y coloridas, que dejo
a la imaginación del lector.

6. ¿Las comparaciones son útiles o inútiles?

Toda comparación con quienes me precedieron en el tiempo es objetable, pero tam-


poco puedo omitir las influencias que mis mayores, además de mi padre, tuvieron
sobre mí. Yo estaba escribiendo con intensidad, en paralelo a la escritura de su
tratado por M arienhoff. Por lo tanto y como lo veía muy seguido, pues estaba
en su cátedra de La Plata, sabía bien de la evolución de su pensamiento. Nunca
pensé en compararme con él, ni con Bielsa, Diez o Fiorini, que eran mis mayores.
Tal vez traté de emular a Bielsa y a Jorge T ristán Bosch, pero no al punto de
la comparación competitiva, jamás. Con Bielsa tuve muchos desacuerdos en el
papel, aunque yo sabía que en lo fundamental era discípulo suyo. También recibí
durante muchos años una fuerte influencia de Jorge T ristán Bosch, que además
me honró con su amistad y consejo permanente. Fue él que dió mi nombre para
entrar a la OEA en 1960, en un cargo que le habían ofrecido. Pasé gratos años
allí, hasta 1978 en que hube de renunciar como lo cuento en otra parte de este
libro: Infra, cap. IX, § 6, p. IX-9 / 249.
En cuanto a Bielsa, por más que mis construcciones técnicas divergieran de
las suyas, algo más que explicable por el largo siglo de diferencia entre sus fuen-
tes y las mías, el aroma de su espíritu anidaba en mí. Su lucha de entonces por
las libertades y contra el poder, su libertad personal, su independencia absoluta,
su creatividad, su don crítico, ejercieron influencia decisiva en mi formación
temprana.
Jamás se me ocurrió compararme con Bielsa, aunque un buen amigo mío, que
me tenía que presentar en una ocasión, dijo que lo haría como se presentaba a
Bielsa en su tiempo, diciendo tan solo,
—“Señores, R afael Bielsa.”
Esa presentación, magistral en su simplicidad, tiene un jocoso contrapunto
en la que hace, con cara muy seria, mi gran amigo don Jorge Fernández Ruiz:
—“Le cedo la palabra al académico epónimo del Instituto Internacional de
Derecho Administrativo «Dr. Agustín Gordillo.»”
Hubo mucha simultaneidad de reflexiones contrapuestas con M arienhoff, pero
al igual que con Bielsa tampoco imaginé nunca estar comparándome. Tan solo
iba construyendo mis propias ideas y reflexiones.
Cuando publiqué la primera edición de mi segundo libro, El acto administrativo,
en 1963 (reproducido sin cambios como libro II del tomo 5, http://www.gordillo.

197
V-12 i. a mi padre: “éste soy yo”

com/tomo5.html), M arienhoff estaba pari pasu construyendo el tomo II de su


tratado, relativo también al acto administrativo.
Eso lo advertí de casualidad. Antes de la aparición de su segundo tomo, los
alumnos de La Plata estudiaban el tema acto administrativo por mi entonces
pequeño libro, sin cuestionamiento ni problema alguno de parte del profesor titu-
lar que presidía la mesa examinadora, M arienhoff. Pero tiempo después, en un
examen, aún antes de publicar él su propio libro, un alumno estaba explicando
el tema según el mío y de pronto M arienhoff empieza a corregirlo en cada frase.
El alumno me mira interrogante y yo entonces le digo al oído a M arienhoff:
— “Lo que pasa, doctor, es que el alumno está repitiendo lo que digo en mi libro.”
Ante lo cual dijo en voz alta:
—“Ah, bueno, entonces no es culpa suya m’hijito. Váyase nomás, está bien.”
En la siguiente clase dije a los alumnos que no estudiaran más por mi libro
y tomaran en cambio apuntes de las clases de él, que estaba desarrollando en
paralelo su propia construcción.
Mientras tanto, yo estaba preparando la segunda edición de la Introducción al
derecho administrativo, cuya primera edición era de 1962 (su reproducción inal-
terada se encuentra en el tomo 5 de mi tratado, libro I, http://www.gordillo.com/
tomo5.html), previa a su tomo I y que M arienhoff tuvo la deferencia de citar allí.
Al publicar la segunda edición, en 1966, analizo las diferencias de criterio. Luego
me entero por un amigo que estaba en su estudio con mi libro sobre el escritorio,
criticando con severidad mi atrevimiento. Lo fui a visitar y su objeción no era
en verdad de fondo, sino que me reprochaba la forma en que lo mencionaba. Era
muy ceremonioso para referirse a terceros; yo no, por las razones que explico en
El método en derecho. (Libro I de http://www.gordillo.com/tomo6.html.)
Ante su reacción adversa, preparé una muy cuidadosa renuncia a mi adjuntía,
en la cual nada más expresaba que sinceras loas y agradecimientos hacia él, sin
referencia alguna al entredicho puntual. Este modo genérico de actuar lo aprendí
de él, quien aconsejaba nunca irse dando un portazo sino cerrando con suavidad
la puerta. Es lo que hice en el caso.
La presenté primero por mesa de entradas en la Facultad y luego fui a visitarlo
el sábado siguiente para entregarle en manos la copia sellada. Al verla, comenzó
a hacer cariñosas referencias a su padre cuando lo llevaba de la mano a sus seis
años y otros comentarios de igual tenor afectuoso, para decirme en forma im-
plícita que el diferendo no justificaba mi renuncia. Debe haber hablado bien de
mí en la Facultad, pues ésta rechazó la renuncia en los más lisonjeros términos.
Seguí pues con él en su cátedra, pero había aprendido que no le complacía el
enfrentamiento directo. Alguna vez me dijo, en otra oportunidad, que le hubiera

198
v. in loco parentis V-13

gustado estudiar medicina porque allí hubiera luchado contra la naturaleza y no


contra la arbitrariedad de los hombres.
En paralelo se gesta la nueva edición de mi segundo libro El acto adminis-
trativo publicado inicialmente en 1963, antes que apareciera su tomo II. Seguí
muy curioso y atento la evolución de su pensamiento sobre el acto administrativo
según lo iba explicando, hasta que poco después lo publicó.
Es natural que haya estado repensando mi propio libro a medida que escucha-
ba las ideas del suyo y que cuando su tomo II apareciera, preparara la referida
segunda edición de El acto administrativo, que apareció en 1969, teniendo en
cuenta su pensamiento ahora publicado. La diferencia temporal entre su tomo
II y mi segunda edición del acto administrativo fue importante porque yo estaba
muy activo, en esa época, con otras publicaciones paralelas.
Si bien lo relato en otro lugar, reproduzco aquí el listado:

Introducción al derecho administrativo, 1962;

El acto administrativo, 1ª ed., 1963;

Estudios de derecho administrativo, 1963;

Procedimiento y recursos administrativo, 1ª ed., 1964;

Proyecto de código administrativo, 1964, que luego fuera tomado como fuente de muchas leyes
provinciales de procedimiento administrativo;

Empresas del Estado, 1966;

Derecho administrativo de la economía, 1967;

Derecho administrativo de la planificación, 1ª ed., 1967;

Una versión integral de mis publicaciones en http://www.gordillo.com/autor.html en sus


apartados 2.6 y 2.7.

Como yo sabía que él no quería que se discrepara citándolo con nombre y


apellido, pero no objetaba las diferencias de criterio que no lo mencionaran, opté
por escribir mi segunda edición haciendo en lo pertinente referencia a las ideas
distintas que ambos teníamos, pero sin referirme a su obra, que por lo demás
era en ese momento y quizás aún hoy, de público y notorio conocimiento en los
especialistas de nuestro medio.
Entre mi primera edición de 1963 y la segunda de 1969, la novedad importante
en nuestro medio era que había aparecido el tomo II de M arienhoff, tratando
de otro modo el mismo tema. No podía dejar de referirme a sus ideas, ni podía
tampoco citarlas al criticarlas, para no incurrir sin necesidad en su enojo.
Mi elaboración doctrinaria había tomado, desde el inicio, un camino propio.
Repensé siempre toda idea nueva diferente y dí cuenta de mis razonamientos,
pero no me impulsaba otra cosa que mi contrucción interior. Eso es así hasta el
día de hoy.

199
V-14 i. a mi padre: “éste soy yo”

Es una cuestión temporal y bibliográfica: Mientras yo publicaba los primeros


libros que serían las bases de mi futuro tratado, empezado en 1974, él construía
y publicaba el suyo a partir de 1964. En la concepción y publicación de las ideas
fueron paralelos en el tiempo (su Tratado, mis ediciones de esa época); en la
publicación con el nombre de Tratado los separó una década.

200
Capítulo VI

SU INFANCIA. MIS CÚSPIDES

Sumario

1. Su infancia y la mía, entremezcladas........................................VI-1 / 203


2. El momento culminante de sus enseñanzas..............................VI-2 / 204
3. Encuentros con la lucha por y en contra del poder....................VI-3 / 205
4. Mi aprendizaje en la Procuración del Tesoro de la Nación.......VI-7 / 209
5. Los tramos siguientes.................................................................VI-8 / 210
Capítulo VI

SU INFANCIA. MIS CÚSPIDES

1. Su infancia y la mía, entremezcladas

Frente a tanto que mi padre hizo por mí, es injusto decir que algo en particular
haya sido lo más importante. Entre las circunstancias vitales que agradezco,
está que cuando, al año de vida, tuve un “empacho” que se “curaba” “tirando el
cuerito” en el curandero del pueblo, mi padre dijo que si me tenía que morir, que
fuera en manos del médico, no de un curandero.
Hoy en día no es más optar entre el médico y el curandero, hay que optar entre
los médicos buenos y malos, actualizados y desactualizados; para ello se requiere
un seguimiento y atención informada y constante de todo lo referente a nuestra
salud y enfermedades con todo el historial clínico escaneado y ordenado en la
tableta y sus nubes. Un médico clínico lo llamaba “la historia clínica paralela.”
La salud es igual que la libertad y la lucha contra la corrupción, hace falta un
esfuerzo constante para defenderla o prevenirla.
Los relatos suyos de su propia infancia, comparados a sus relatos de mi in-
fancia, muestran dos actividades por momentos diferentes. Mi padre me contó
varias anécdotas de su infancia. En la casa de su madre en Piedra Blanca,
Catamarca, de niño muy pequeño una vez hachó un árbol y se lo llevó contento
a mi abuela, diciéndole:
—“Mamá, ¡mirá que linda talita que haché!”
¡Y era un frutal de la propia casa!
Otra vez tomó un chancho de una pata y lo despatarró, con lo cual hubo que
cocinarlo y para disimular el desastre comió tanto chancho que se enfermó.
Comían los doce hermanos de una gran fuente común y las hermanas se
quejaban:
—“¡Mamá, el Negro come ligero!”
VI-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

Es el hambre en la historia familiar. Cuando las hermanas hacían empanadas


él se quejaba que no estaban bien picantes y así fue que una vez le prepararon em-
panadas especiales y se quedaron a mirarlo mientras las comía. Le preguntaron:
—”¿Ahora están bien picantes?”
Su respuesta:
—“No tanto como sus intenciones.”
Mis travesuras infantiles fueron mínimas, quizás porque era tímido y el
carácter de mi padre, en cambio, era fuerte como lo es hoy igualmente el mío.
No he vivido en absoluto la vida que él hubiera querido vivir para sí, sino la
que él y yo pensamos que era adecuada para mí y que me ayudó a elegir, iniciar,
continuar, seguir, perfeccionar y finalmente poner la frutilla en el postre, como
explico más abajo en el § 2 de este mismo capítulo. Francamente no me importa
si fue su proyecto o el mío, creo que una mezcla de los dos, pero en todo caso viví
con gratitud sus enseñanzas y orientaciones.
Terminé rápido mi escuela primaria y secundaria, con profusas lecturas
extra–sistemáticas de todo tipo y anotaciones al margen; estudié inglés y fran-
cés. Terminé mi carrera universitaria, estudiando además alemán y ruso; hice
al mismo tiempo el primer año de la docencia libre en derecho administrativo,
avanzando en la tesis doctoral con una beca de iniciación científica del organis-
mo predecesor del CONICET; siendo además jefe de trabajos prácticos en dere-
cho administrativo. La carrera me llevó un poco menos de tres años, con tales
aditamentos incluidos. También estudié algo de common law con un curso por
correspondencia con la Universidad La Salle de EE.UU. Todo lo último (docencia
libre, beca de investigación, proyecto de tesis, estudios de common law, inicio de
carrera docente, ruso y tercer año de alemán) lo hice en mi tercer y último año
calendario de la carrera.
¿Qué correspondía hacer a comienzos de 1959, ahora que tenía el título de
abogado bajo el brazo, que me habilitaba sin más el ejercicio de la profesión?
Ahí hacen su nueva entrada triunfal las enseñanzas de mi padre.

2. El momento culminante de sus enseñanzas

La cúspide de su guía siendo yo adulto, su máxima realización, su mejor consejo,


fue cuando, luego de recibido de abogado a los veinte años, planeaba comenzar
a trabajar, un poco porque pensaba que debía colaborar en el ingreso del hogar
paterno.
Pero mi padre me dijo en 1959:

204
vi. su infancia. mis cúspides VI-3

—“Mirá, si ahora empezás a trabajar, dentro de cinco años, cuando tengas 25,
no va a haber ninguna diferencia entre que te hayas recibido a los 20 o a los
25 años. En cambio, si ahora seguís estudiando, podrás hacer una diferencia.
Si mantenés el nivel modesto de gastos que tenés hasta ahora, yo te prometo
que te puedo mantener hasta los 25 años.”
Con el consejo y sobre todo el apoyo moral de mi padre fue sencillo: Continué
haciendo la tesis y yendo a la Facultad, para hacer más intensamente lo mismo;
seguir escribiendo y publicando.
Más me costó escuchar las preguntas de mis noveles colegas acerca de por
qué no estaba aún trabajando. No podían entender que siguiera estudiando. Ese
seguir estudiando con el mismo ímpetu e intensidad que traía desde mis años
pre y para–universitarios fueron absolutamente decisivos en mi futura carrera.
Pues apenas un año después, en 1960 era Doctor en Derecho y Ciencias
Sociales, profesor adjunto interino ad honorem de derecho administrativo en
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires
siendo menor de edad, profesor de la OEA; seguía publicando artículos y al año
siguiente era Abogado Principal, por concurso, en la Procuración del Tesoro de
la Nación, con excelente sueldo para mi nivel de gastos.
Poco de eso fue tan sencillo como contarlo.

3. Encuentros con la lucha por y en contra del poder

En aquel entonces era muy verde, todavía lo soy pero no tanto, de las intrigas
palaciegas y los celos burocráticos del mundo académico local: Intrigas, conspi-
raciones de expertos navegantes en los tortuosos pasillos del poder, injusticias,
molestias, envidias, trabas; ataques desde atrás, jamás de frente, denigrando la
persona al no tener argumentos racionales que contraponer a las ideas ajenas.
(No me ocurre en Europa o Estados Unidos, por ser de otro continente.) La fuerza,
conexiones, amiguismo, eso es lo que cuenta en nuestro contexto de lucha por y
desde el poder político.
Entre los que no integramos esas cofradías del poder, sin embargo, se forman
a su vez lazos espontáneos de solidaridad, cooperación, ayuda, generosidad,
aporte mutuo de ideas, esfuerzos compartidos, pertenencia común a objetivos
de justicia y paz social a través del trabajo desinteresado. Sirven, como mínimo,
para el acicate a la acción y la reflexión, el recíproco estímulo y enriquecimiento
intelectual colectivo e individual.
Estos otros aportes más puros no quedan a la deriva, mientras el esfuerzo
persista. Por eso constituyen un factor de progreso económico e institucional,
por sus propios méritos individuales y grupales así desarrollados y sin rendir
cuentas ni tener deudas que saldar con factor alguno de poder.

205
VI-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

Al final se puede, al final se vence. Éste es otro motto de este libro y esta historia,
que retomo en el epílogo. A pesar de todo, vale la pena: Se triunfa. Algo parecido
expresé como cierre de las entrevistas que me hizo M ario Rejtman Farah en el
libro II, sección II, de este tomo 10. Me repito pues creo que es un consejo útil
para quien quiera hacer el esfuerzo.
He ganado muchas batallas de las ideas y también llegué a cierto prestigio
académico, autónomo e independiente, pues nunca fue mi objetivo ese engranaje
de prebendas y contraprestaciones de intereses.
El derecho administrativo es la lucha contra el poder. Mi padre era rebelde
frente al poder y yo heredé algo de esa particularidad. También mis hijos, sin
excepción, lo han replicado.
También se reforzó gracias a R afael Bielsa , que antes de los funestos golpes de estado que
comenzaron en 1930 pensaba y escribía lo mismo. Ver El cacique en la función pública. Pa-
tología política criolla, Buenos Aires, Lajouane, 1928. Es un libro del total de 525 que pude
elegir y comprar por mi propio precio de la muy extensa biblioteca de Jorge T ristán Bosch, a
su propia iniciativa. Intelectual y materialmente, fue una donación de extraordinaria impor-
tancia por su calidad y tratarse de libros inhallables. Su aporte a mi formación e información
fue invalorable y constituye uno más de mis tributos agradecidos a su memoria.

Mi beca desde 1958 en el organismo predecesor del CONICET requería desig-


nar un lugar físico de estudio, que lo fue el Instituto de Derecho Administrativo
de la Facultad, cuyo director era el Dr. M anuel M aría Diez. Era lógico que él
fuera mi director de Estudios.
Cuando terminé la tesis, en aquel entonces era natural también que el jurado
lo integrara él.
Pero mi tesis sobre “La responsabilidad extracontractual del Estado” defendía
la responsabilidad del Estado, en tanto que R afael Bielsa, con quien hacía la
carrera de Docencia Libre también desde 1958, la criticaba.
Bielsa con su cátedra me aprobó los dos primeros años de la carrera de Do-
cencia Libre, mientras ésta existió. Su aprobación tenía como sustrato fáctico mi
asistencia a todas las clases y presentación de trabajos escritos (en que sostenía
tesis distintas de las suyas y las publicaba), sin que a él le pareciera mal que yo
pensara diferente.
Yo iba a todas las clases de Bielsa, que tenía una designación de especial
dedicación horaria. A veces éramos apenas cuatro o cinco alumnos en las clases
libres. También asistía a sus cursos de promoción en el Instituto, los de doctorado
y cuanta conferencia dictara.
Recuerdo mi creencia en aquel entonces que eran 14 horas de clase semanales,
pero una nueva visita al pasado de mi memoria me sugiere que era un cálculo
exagerado, a menos que incluyera las otras clases a que también asistía, de los
demás profesores de las dos cátedras. A esta altura no sé ni tiene importancia.

206
vi. su infancia. mis cúspides VI-5

Sin embargo, Bielsa vivió mal que rindiera mi tesis de Doctorado con un
jurado que pensaba lo contrario a sus ideas en ese asunto y así me lo hizo saber.
Cincuenta años después encuentro que yo me había equivocado con la tesis,
como lo explico en las ps. 651/5 del t. 7, El derecho administrativo en la práctica,
Buenos Aires, FDA, 2013, director M arcelo A. Bruno dos Santos, disponible
también en http://www.gordillo.com/tomo7.html. Quizás Bielsa estaba meramente
fastidiado con mi inexplicable dificultad para entender el tema en su contexto, lo
que me llevó medio siglo más comprender. Estudiar, estudié mucho toda mi vida,
pero este fracaso de aprendizaje es en mi interior el más estrepitoso que tuve.
Asistí al homenaje a su memoria en Rosario a los diez años de su fallecimiento
y su hijo Pedro se acercó para decirme que su padre me quiso mucho, como la
familia también me quería.
Aquello de 1960 había sido una rencilla íntima, en suma, tanto que el propio
Rafael Bielsa me saludó con afecto al terminar la votación del Consejo Académico
por la cual me designaron profesor adjunto interino ad honorem siendo aún menor
de edad y me felicitó por el nombramiento en los mejores términos, contándome
cosas de su propia juventud como para dejar en claro que toda aquella desave-
nencia había sido una cuestión del momento, por entonces superada.
Curiosamente, yo mismo no estaba demasiado convencido de mi designación,
por estimarla prematura. Así se lo dije a Diez cuando él me sugirió proponerme
para el cargo, pero su respuesta fue tan singular como definitoria:
—“Mire Gordillo, ahora Usted se dedica plenamente a estudiar y si lo desig-
nan va a continuar estudiando, mientras que si no es profesor se va a casar
y después va a emprender otras actividades profesionales y quién sabe si se
dedicará al derecho administrativo.”
Más allá del argumento del casamiento, por entonces prematuro pues ni si-
quiera estaba de novio, lo cierto es que a las vocaciones jóvenes hay que estimu-
larlas temprano. Eso Diez lo tuvo en claro y actuó en consecuencia. A él dediqué
por ello mi primer libro, escrito desde la casa paterna de Avellaneda, Colón 476.
Muchos consejeros opinaron y votaron en contra. Hubo que realizar varias
votaciones y la sesión demoró como tres horas, con consejeros que dieron vuelta
su voto. Algunos argumentaban no conocerme, lo cual era cierto.
Uno, amigo de Bielsa y también mío, argumentaba a la inversa, conocerme
y por ello votar a favor. Finalmente, en la tercera votación, por apenas un voto,
fui nombrado. Muchos años después, algunos de los distinguidos consejeros que
votaron en mi contra me presentaron sua sponte sus excusas, Dassen (padre)
uno de ellos.
Que mi designación haya sido tan difícil y contestada me hizo redoblar los
esfuerzos. En 1960 aparecieron los cursos de promoción sin examen y decidí dictar

207
VI-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

dos, uno a la mañana y otro a la noche, lo cual motivó un pedido de aclaración


en el Consejo Directivo de por qué dictaba (y por hipótesis cobraba) dos comisio-
nes, hasta que se les aclaró que era profesor ad honorem o sea que dictaba dos
comisiones, pero que no cobraba por ninguna de ellas.
Cuando, años después, se me designó profesor adjunto rentado, se me pagaron
los sueldos retroactivos, pero no las comisiones de promoción sin examen, ninguna
de ellas, para evitar discusión alguna al respecto.
Dictar dos comisiones, a la mañana y a la noche, me hizo tener mucha acti-
vidad docente: Experimentación, aprendizaje y presencia en la Facultad, todo el
tiempo; pero también mayor resistencia del sistema.
Yo era un Rulebreaker, en el sentido estadounidense de empleado que trabaja
más que la media. El sistema lo resiente y tarde o temprano lo demuestra.
Pero no lo hacía para desafiar ni competir con nadie, ni mostrarle o enseñarle
nada a nadie. Lo hacía tan solo por placer, como hago todo trabajo.
Por lo visto hasta el placer ajeno en el trabajo resulta incómodo para algunos
que no logran disfrutarlo por igual. Creo que los diversos traspiés que tuve en
mi vida académica local tuvieron todos el mismo componente básico, sea cual
fuere el argumento empleado, a veces ni siquiera dicho.
Aunque los tropezones den satisfacción a quienes me dan zancadillas, no
logran extinguir mi pasión por hacer, enseñar, escribir, producir ideas. Con ello
se retroalimenta un círculo que parece vicioso pero que termina siendo virtuoso,
pues me enriquece todo el tiempo al ayudarme a recorrer cambiantes senderos.
Me acostumbré a cambiar, como norma.
A mis actuales años ya estoy curtido; sigo estudiando y escribiendo, el mejor
antídoto para todos los obstáculos, que hasta podría agradecer: Me impulsan a
hacer más y mejor.
En mis adversarios he creado carreras académicas; sus luchas no hacen sino
enriquecer sus esfuerzos y los míos. Sin saberlo, nos hemos ayudado recíproca-
mente, cada uno en su propia y autónoma lucha, por el poder o por las ideas.
Lo mismo me ha pasado, en distinta historia, en el plano editorial: Un editor
con quien nunca publiqué una obra a mi solo nombre quería convencerme, hace
décadas, de no publicar más por la Fundación de Derecho Administrativo y hube
de justificarme ante él con argumentación: No mi libertad, sino mi hobby, como
otros gustan lavar su coche, hacer carpintería, pintar la casa, lo que fuere. Le
costó aceptarlo como excusa válida.
Para convivir en paz, suelo hacer las primeras ediciones, de mayor riesgo,
de escritores noveles y luego los dirijo al mercado para las siguientes ediciones,
más seguras y productivas. La Fundación ni siquiera intenta competir con el
mercado editorial.

208
vi. su infancia. mis cúspides VI-7

El ejemplo más destacado de estas dos etapas es Hutchinson, a quien edité, con deliberación,
sólo sus dos primeros libros: Su futuro editorial estaba asegurado. El prólogo a su libro Las
corporaciones profesionales, 1982, se encuentra en el Libro II, pp. 707-710 de este tomo 10.

Como contrapartida, edité por iniciativa de Juan F rancisco Linares su libro final Los sistemas
dogmáticos del derecho administrativo, cuya tapa y contratapa fueron un cuadro pintado por
él y fotografiado a colores por Facundo de Zuviría. Ése fue un homenaje que él quiso hacer a
la fundación, tanto que sufragó de su bolsillo los costos de la reproducción fotográfica de su
cuadro. También se sintió complacido, es claro, por mi idea que uno de sus cuadros ilustrara
la tapa y contratapa de su libro. Me contó que cuando lo entregaba decía con humor: “Te
regalo un libro y un cuadro míos.”

En mis últimas décadas he tratado de variar la localización territorial de mis


actividades y trabajar y publicar, en lo posible, en distintos países e idiomas.

4. Mi aprendizaje en la Procuración del Tesoro de la Nación

En 1961, un año después de ser doctor, profesor adjunto ad honorem y entrar a la


OEA como profesor e investigador (por recomendación de Jorge T ristán Bosch),
ingresé por concurso en la Procuración del Tesoro de la Nación, como Abogado
Principal. Logré así muchísimas cosas al mismo tiempo, apenas a dos años y
algo más de haberme recibido de abogado:
1°) Trabajar, desde el primer empleo, en lo que era mi especialización, sin
desperdiciar años haciendo generalidades de derecho común, sin interés para mí.
2°) Cobrar, desde el primer momento, un buen sueldo (más el sueldo de la
OEA), que me permitió casarme, sustentar mi familia y ayudar económicamente
a mis padres.
3°) Hacer experiencia real con expedientes reales.
4°) Aprender de la excelente colección de dictámenes de la Procuración del
Tesoro de la Nación, que por entonces no era de acceso público como lo fue des-
pués, en gran parte porque hice pública su doctrina a través de mis publicaciones
mientras era abogado de ella. Sabía del derecho a la publicidad y la transparencia.
5°) Construir así un derecho administrativo fundado en la práctica, en la
cotidianeidad del derecho administrativo argentino y la administración pública
argentina, sin perjuicio claro está de la jurisprudencia judicial que era cuantita-
tivamente menor que la administrativa y de menor actualización temporal: Los
dictámenes administrativos se producían pari pasu con los hechos y los actos
administrativos, los fallos judiciales venían mucho después en el tiempo.
Todo eso, que es y parece mucho, empalidece frente a un hecho de extraordi-
naria significación para mí, que fue el que ahora paso a contar.
6°) Es el magnífico grupo humano con el cual trabajé y aprendí todos los días,
durante más de siete años. Debiera mencionarlos a todos, en rigor, pero también

209
VI-8 i. a mi padre: “éste soy yo”

sería injusto con los que ocupan un lugar más especial en mi corazón. En primer
lugar, mis dos compañeros de oficina, aquellos con quienes más traté y quienes
más me enseñaron, hoy desaparecidos: R afael Castro Videla y R aúl de Zuviría
y Z avaleta. Al primero le he dedicado uno de mis tomos, señalando en particular
que fue él quien me enseñó derecho. Palabras sencillas pero de honda significación.
R aúl, amigo dilecto y una persona muy especial, me enseñó de todo.
Decía risueñamente que el Poder Ejecutivo debiera dictar un decreto diciendo
“Visto el libro Procedimiento y recursos administrativos, déjase cesante a Agustín
Alberto Gordillo.” Ese chiste era en 1964; fue premonitorio. Otro libro, otro cargo,
otra época, la misma idea pero no risueña.
En las oficinas vecinas se encontraba M aría Isabel A zaretto, Pelel, de quien
dije que me dio el consejo in loco parentis más importante que recibí; en otra,
Jorge A. Sáenz, prologuista dilecto.

5. Los tramos siguientes

En 1962 publiqué mi primer libro, Introducción al derecho administrativo y en-


tré en la Universidad Nacional de La Plata como Profesor Adjunto Ordinario de
Derecho Administrativo, por concurso de antecedentes y oposición, en la cátedra
de Miguel S. M arienhoff. Entre las muchas facetas desconocidas de M arienhoff
estaba su ocasional humor.
Una vez que me presentó a otro colega como su profesor adjunto en La Plata,
su interlocutor dijo:
—“Pero…¡el doctor Gordillo es muy joven!,” a lo cual M arienhoff, muy serio,
contestó:
—“No, doctor, el doctor Gordillo no es muy joven. El doctor Gordillo es un niño.”
Cuando en la UBA aparecieron cursos experimentales como los de parciales
escritos, dicté alguno que tuvo seiscientos cursantes con parciales escritos a
libro abierto, con problemas, casos prácticos y expediente administrativo, que
calificaba uno por uno con un acto administrativo fundado.
Como en todos mis cursos, nunca pedí a nadie reproducir las argumentaciones
de doctrina. Tenían los materiales e información que quisieran delante de sí
(algunos venían con changuito a ruedas, repletos) y su examen era resolver los
problemas conforme al derecho vigente.
La información es perecedera y cambiante y la memoria a largo plazo no la
incorpora. Lo importante no es recordar información sino saber buscarla, encon-
trarla y resolver conforme a ella.
Se trata de detectar y saber aplicar la información, no de memorizarla sin
necesidad real. En los exámenes contemporáneos de oposición para la judicatura

210
vi. su infancia. mis cúspides VI-9

se permite el uso de la computadora. Si yo tomara el examen lo haría en un lugar


con WiFi, permitiría el uso de Internet y las nubes, el disco rígido y los libros
que además quieran. El problema, claro está, sería nuevo por igual para todos.
No tenía sentido, pues, que los alumnos copiaran la información, sino que
pensaran cómo resolver el problema en base a ella.
Estuve trabajando como si fuera a tiempo completo aunque tuve siempre dedi-
cación simple. Pude hacer todo eso gracias a la magnífica generosidad del apoyo
a las vocaciones docentes de M anuel M aría Diez.
Pienso que esa laboriosidad y dedicación tuvo peso adicional cuando llegó el
momento del concurso para titular que gané en 1969, a los 31 años, cuando tam-
bién era profesor del doctorado en derecho administrativo y tenía nueve libros
publicados, además de innúmeros artículos.
Ese mismo año quedé a cargo de la titularidad en la Universidad Nacional de
La Plata, por el retiro, forzado por el límite de edad de 65 años, de M arienhoff.
En el siglo XXI me alcanzó el retiro obligatorio a mis propios 65 años. Pero creo
haberlo procesado distinto, pues tuve toda una vida para prepararme. Si no lo
hice bien, no puedo sino culparme. Pero no me siento inclinado al auto reproche:
Creo estar haciéndolo bien. Además, fui nombrado profesor emérito de la UBA
y profesor honorario de otras universidades argentinas y latinoamericanas. Y
mi primer acto, el número 1, como decano en La Plata fue proponer a la UNLP
la designación de M arienhoff como profesor emérito, lo que así ocurrió, muy
merecidamente.
Así como 1959 fue, una década antes, el año decisivo en mi proceso de for-
mación gracias a mi padre, 1969 fue el año cúspide de mi carrera docente, con
la titularidad de la cátedra tanto en la Universidad de Buenos Aires como en la
Universidad Nacional de La Plata. Fui Decano en 1969 y 1973 en esas Facultades.
Por esos años se apagaba la vida de mi padre.

211
Capítulo VII

SU MUERTE

Sumario

1. La cara de la tragedia................................................................VII-1 / 215


2. Mi vida a partir de la suya....................................................... VII-2 / 216
3. Mi padre el gimnasta................................................................ VII-3 / 217
4. El hijo del gimnasta.................................................................. VII-5 / 219
5. La vida continúa. Y termina nuevamente............................... VII-7 / 221
6. Mentira y verdad. Andalucía. Moral luterana. La lógica de
mis viajes................................................................................. VII-9 / 223
7. El escritor y su tecnología en viajes....................................... VII-11 / 225
8. No hacer nada......................................................................... VII-12 / 226
9. El miedo a mis notas................................................................VII-14 / 228
Capítulo VII

SU MUERTE

1. La cara de la tragedia

Tenía 68 años. Todo ocurrió al mismo tiempo, a las seis de la tarde del 22 de
diciembre de 1971, aunque no pueda ser descripto sino por instantes sucesivos.
Papá dijo:
— “Me muero…”
Las comisuras de sus labios marcaron entonces la máscara de la tragedia
en el teatro griego, mi madre extendió de inmediato su mano para bajarle los
párpados y cubrir unos ojos que no alcancé a ver volcarse hacia el infinito y yo
pensé, en tributo interior,
—“Descansa en paz, papá, porque tu objetivo en la vida se ha cumplido.”
Me acuerdo bien de la primera parte de esta reflexión, la segunda es apro-
ximada. Mi padre dedicó su vida a tratar que sus hijos hicieran de sus vidas
mucho más de lo que él pudo hacer, para sí, de la suya. Todo su enorme esfuerzo
y trabajo tuvo esa sola finalidad.
Ver también supra, pp. II-10 / 87 in fine y II-11 / 88.

En los siguientes capítulos no se encontrarán muchas referencias directas a


él, pero es claro que el motor de mi existencia se configuró en aquel maravilloso
espacio común de nuestras vidas superpuestas.
Ruego al lector que no piense que este relato dedicado a mi padre y en suma
a todos mis seres queridos termina con su muerte. Por eso cuento también mo-
mentos del presente que encuentran su misma raíz en el pasado de mi niñez y
juventud con él.
Él recordaba una lápida que supuestamente decía:
VII-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

—“Aquí yace un hombre cuyo hijo fue más grande que él y cuyo nieto fue más
grande que ambos.”
Aquí estaba también un segundo mandato no verbalizado. Ése era quizás su
objetivo central, que sus hijos y sus nietos fueran más grandes que él. Cuando
pienso la trayectoria que me ayudó a recorrer en relación a la suya, me doy cuenta
que jamás hubiera tenido la inteligencia, imaginación y creatividad para hacer
algo parecido por mis hijos, pero al menos ellos tienen una vida mejor que la
que él tuvo. El efecto de sus actos ha trascendido la primera generación y, con
certeza, también lo hará en las siguientes.
Recuerdo poco o nada del velatorio, nada más haber ido antes a comprar el
ataúd y luego estar acompañado por R aúl de Zuviría y Jorge A. Sáenz.
Sí recuerdo los posteriores días de silencio y lágrimas compartidos en inmo-
vilidad con mi madre.

2. Mi vida a partir de la suya

Esto no significa que yo viví su vida deseada y no la mía, pues la suya era que yo
viviera la mía lo mejor que pudiera, en mis propios términos. No me alcanza el
sabio pensamiento de Steve Jobs en su conferencia de 2005 en Stanford, “Vivan
su propia vida, no la de otros.” Supongo que se refería a que sus mayores querían
que terminara la Universidad y él decidió no hacerlo; mi padre quería que hicie-
ra la universidad y lo hice llegando hasta profesor titular, decano, finalmente
profesor emérito, repetidas veces miembro de la Comisión de Doctorado, también
miembro de la Comisión de Post Doctorado y por último Director del Post Docto-
rado, pero en cada ocasión di más importancia a la formación para–sistemática
que a la sistemática.
Nada de eso fue fácil en un contexto adverso.

Mi padre no depositaba su fe en la Universidad como fin sino como medio. Sus


palabras eran:
—“Lo único que te voy a dejar va a ser un diploma, porque a ése no te lo vas
a gastar ni jugar a la ruleta.”
De esa frase, nunca olvidada, viene mi poco afecto por el casino y otros juegos
de azar.
Hebe murió en un parto que su conciencia le impidió abortar, de un infarto
a los 43 años, a igual edad que lo hizo, también por infarto, mi abuelo paterno.
La hija de Hebe, muerta en el parto, descansó a sus pies en el mismo ataúd; fue
enterrada con ella.
Mi padre, arrastrando enfermedades no bien tratadas, llegó a los 68 años; mi
madre, a los 83. Yo, a los 75, estoy preparado y comenzando, sin ningún apuro, à

216
vii. su muerte VII-3

dire mes adieus. Pero antes necesito contar a mis seres queridos al menos aquello
que me hubiera gustado que mi padre supiera.
He vivido la calidad de vida que él hubiera querido que viviera: Intensa, culti-
vada, sincera, auténtica, libre, útil, cómoda, sin temores y que él ayudó a construir
durante más de treinta años. Lo sigue haciendo desde la tumba.
La estrofa de Verlaine:
—Vous que voyez la lumière,
—¿Vous souvenez–vous de moi?
tuvo y tendrá categórica respuesta en cada instante mío bajo la luz del sol.
Estas páginas son pues un tributo escrito a su sabiduría, sacrificio y amor,
además de inteligencia y visión de futuro para sus hijos y los hijos de sus hijos.

3. Mi padre el gimnasta

Mi padre intentó fugaz y, me parece, algo salvajemente, hacer de mi hermana


mayor una atleta. Fracasó, igual que conmigo con el piano. Ni siquiera intentó el
atletismo conmigo. O sabía de antemano que era inútil, pues fui la contracara de
su cuerpo trabajado, musculoso, como atleta de olimpíadas (hacía anillas, p. ej.
y toda clase de aparatos olímpicos), jamás gordo pues su musculatura consumía
cuanta caloría ingiriera.
En todo caso, él no era de mucho comer en relación a su musculatura; asado los
fines de semana, hasta donde recuerdo. Gozaba con la parrilla y (a los seis o siete
años) me subía a su regazo cuanto estaba en la mesa, por propia determinación
y con una servilleta secaba la transpiración que perlaba su frente.
No era la pimienta ni los picantes, pues los consumo en abundancia y los
conozco: Era la emoción de comer, que también conozco, sin transpirar pero con
un perceptible aumento de la temperatura corporal.
Advertí con insistencia de este karma a mis hijos y hacen la necesaria gimna-
sia y comen lo suficientemente lento y poco como para ser flacos. Aproximándose
cada uno al medio siglo de vida, nunca han sido gordos. Ojalá nunca lo sean,
prolongará sus vidas.
Soy consciente que no quise pasarles a mis hijos el problema con la comida que
heredé y no pude superar, pero también que mi pasión por aprender y leer viene
dada por los valores que me marcó mi padre, aunque él no pudo disfrutar de ellos.
Estoy seguro que el estudiar me fue transmitido por él y no era una carencia
suya que yo debía suplir para él, sino una difícil lección que me enseñaba tempra-
no; igualmente que la falta total de vocación por el ejercicio físico viene también de
él y allí sí era un trauma que quizás arrastró por haberse ejercitado demasiado,

217
VII-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

sin compensación tangible en la vida. No hubo palabras intercambiadas entre


nosotros, solo comunión espiritual.
Construyó en su juventud una musculatura prodigiosa y fue una cruel ironía
del destino que resulté “beneficiario” de su invalidez, a mis 17 años, cuando tra-
mitamos con éxito mi excepción al servicio militar obligatorio.
La Junta médica evaluó en un 90% su discapacidad, pero creo que deben ha-
ber tomado en cuenta su probable argumentación, que yo lo necesitaba para no
interrumpir mis estudios haciendo el servicio militar obligatorio.
Sé que fue un momento bastante conflictivo para él, pues era partidario del
servicio militar obligatorio cuya eximición estábamos tramitando para mí.
Argumentaba que lo necesitaban las capas menos incluidas en la sociedad,
jóvenes que bajaban de la montaña sin instrucción alguna, ni siquiera primaria,
a comienzos del siglo XX.
En Suecia hay servicio militar obligatorio por igual para hombres y mujeres.
En el cambio de la guardia del palacio real es interesante ver desfilar primero
jinetes de ambos sexos, luego músicos a pie ídem, por fin soldados de a pie tam-
bién de ambos sexos, todos sin uniforme de gala ni aire marcial. La absoluta
igualdad de sexos debe prevenir, imagino, los abusos y la inutilidad del servicio
militar que tuvimos nosotros hasta que en época de Menem se derogara de golpe,
en operación política reservada, la ley de servicio militar obligatorio.
Ese mecanismo reservado, no conocido con antelación por el público, fue tam-
bién adoptado por el Congreso para la suscripción del tratado de Roma sobre
crímenes de guerra y la corte penal internacional. No soy el único que se cuida
de una sociedad altamente conservadora y sus mecanismos de poder real...
Como trabajaba hacía años en el bar y conocía todos sus mecanismos, costos y
precios, la asistente social que vino sin aviso previo, me encontró sin mis padres y
me escuchó en detalle sobre el negocio; quedó conforme e hizo un informe favorable.
Gracias a ello y a que mi padre hizo el sacrificio espiritual, contrario a sus
creencias de principio, de ayudarme a obtener la eximición del servicio militar
obligatorio, con más su muy desmejorada salud, pude terminar con éxito mi
primer trámite y seguir estudiando sin perder el tiempo corriendo, barriendo y
limpiando, en el mejor de los casos.
Celebro que mis hijos no hayan hecho tampoco el servicio militar y que, final-
mente, se lo haya eliminado, espero que para siempre. La guerra es cuestión de
profesionales que elijan su vocación.
Circula una escalofriante propuesta de reimplantar el servicio militar obligatorio para forzar
la inserción institucional de los jóvenes sin trabajo ni estudios. Si lo hacen, no arreglarán el
narcotráfico que les preocupa pero sepultarán para siempre el poco Estado de Derecho que
aún nos queda.

218
vii. su muerte VII-5

4. El hijo del gimnasta

Rindo aquí tributo a algunas de mis lecturas adolescentes, como El árabe y El hijo del árabe.
Acá le doy un tono zumbón.

Creo que no me empujó a hacer algún deporte o actividad física, porque él hizo
actividad física por dos generaciones, la suya y la mía. Mis hijos han retomado
la posta que yo dejé caer, con deliberada distracción y conste que tampoco hice
nada para que la retomaran. Lo hicieron por su cuenta, por iniciativa propia. Yo
sabía que algo debía hacer, pero nunca tuve grandes proyectos ni mucho menos.
Por necesidad y no por vocación, a mis 75 años he comenzado un régimen de dos
clases semanales de gimnasia postural.
Cuando rendí las condiciones en el Tiro Federal Argentino, no podía siquiera
pegarle al blanco. Fui al oculista y descubrió un punto ciego en el centro de mi
ojo derecho, por lo que cuando hace pocos años comencé a practicar con distintas
versiones de pistolas de 9 mm., utilizo la posición militar de extender ambos
brazos y no hago mira con un ojo sino con los dos, o a lo sumo con el izquierdo.
En la soledad del campo es necesario contar con armas, para disuadir a la
eventual amenaza; además, claro está, de tener rejas y postigos de seguridad,
zanjas perimetrales (de riego, forestación y seguridad), perros guardianes, siste-
mas de alarma y seguridad, personal armado, precauciones complementarias y
sobre todo nada valioso que justifique un asalto tipo comando. No recuperarían
ni el valor de la nafta.
Un menor de edad, nieto de ex-empleados, ha realizado ya dos hábiles intrusiones, una de
ellas sin que sonara la alarma; como no encontró nada de valor para llevarse, la segunda
vez buscó comida y se llevó atún y yogurt. No da para una instancia judicial pero sirve para
testear y mejorar las alarmas y extremar los cuidados de no tener nada de valor en la casa.
Debiéramos agradecerle que nos ayude a estar alertas y asegurarnos de no tener nada, salvo
algo de comida y alguna manzana, en recuerdo a la canción de Brassens. La empresa que
maneja las alarmas dice en cambio que “se come un garrón” y mejora sus precauciones.

En una época se me dio por hacer varias cosas al mismo tiempo, durante algo
así como cinco años: Reiterada gimnasia aeróbica (varias clases por día), pesas,
mucho estiramiento, mucho yoga. En Plaza San Martín, podía haber alguien
desinformado pero bienintencionado que preguntaba si me sentía bien, cuando la
posición parecía demasiado rara; todavía hoy, cuando quiero estirar mi cintura en
una posición del yoga, debo interrumpirla para atender el solícito requerimiento
“¿Se encuentra Usted bien, Señor?” Una vez, alguien más informado me dice “¡El
cuchillo, el cuchillo!” o sea, operarme.
En ese mismo período hice meditación (nunca tuve introspección alguna por
ese medio), teatro (aprendí mucho durante tres años, en varias clases semana-
les tanto de comedia —o sea, tragedia— como generales con Norman Brisky),
expresión corporal, lo que encontré.

219
VII-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

Una doble curiosidad la presenta una de las actividades que era parte de los
cursos de teatro: Realizar una actividad ridícula delante del casi centenar de
compañeros (dos o tres éramos gerontes, los demás, veinteañeros, todos tratando
de encontrarnos nosotros mismos). Tuve una idea y pedí hacer el ejercicio. Fui el
primero. Para el caso hice una imitación, lo mejor que pude, de una de las más
difíciles danzas rusas, en que el bailarín, de cuclillas y con los brazos cruzados,
extiende alternativamente cada pierna hacia adelante.
Casi de inmediato Norman Brisky da por terminado mi ensayo, se me acerca
y me elogia al oído, “¡Qué coraje, Agustín, qué coraje!” O sea, cumplí a pleno la
consigna de hacer algo ridículo. En esa época yo era flaco, estaba en buen estado
atlético y era muy flexible (aún lo soy): En mi autopercepción hice bien la danza
rusa, no con ridiculez. Pero mi inconsciente me conocía mejor que mi conciencia
y por eso me dictó ese ejercicio, para cumplir con la consigna de hacer el ridículo.
Un antecedente que mi inconsciente debe haber registrado y aplicado fue que en la escuela
secundaria el profesor de música nos reunía a los alumnos para seleccionar candidatos al
coro. Debíamos cantar algunas estrofas de una canción patria, pero le bastaron dos notas
para excluirme.

Obedecí entonces, aún sin convicción, al inconsciente, con óptimo resultado.


Una de las condiciones para ser actor es no temerle al ridículo. Nunca le temí.
Dejarse guiar por el inconsciente es necesario, pues es mucho más inteligente,
usa más neuronas y conexiones neurales, todo a una velocidad y por un proceso
que la conciencia no logra registrar.
También hice una muy completa y detallada lectura de cuanto texto oriental
pude encontrar: Hinduísta, chino, zen (El arte del tiro al blanco), árabe. Enrique-
ció bastante mi cultura e inteligencia, no creo que haya mejorado mi espíritu.
Finalmente, tomó la posta principal en mi desarrollo intelectual el impacto de
las tecnologías de la información, que seguí desde muy temprano aunque no de
manera consistente, más bien por etapas de intensa dedicación de tiempo, dinero
y alta concentración mental.
Como se ve, de deporte, casi nada. Sobre 75 años, cinco de ejercicio intenso.
(Pero luego algo de gimnasia postural, por obligación.)
Bernard Shaw tenía buenos comentarios cáusticos para los críticos. En ver-
dad, para todo el mundo. Con frecuencia los cuento, como todos los chistes que
recuerdo. De acuerdo al tomo III de F reud, sé que el chiste habla de mí, desde
el inconsciente.
Pero no trato de controlarlo: Ése también soy yo.

220
vii. su muerte VII-7

5. La vida continúa. Y termina nuevamente

Mi padre sabía desde temprano que ser escritor estaba entre mis posibles voca-
ciones. Lo habíamos charlado más de una vez y las posibilidades, tal como él las
resumía, estaban entre ser escritor, político, filósofo o abogado.
En esa evaluación que hacíamos yo pensaba que como filósofo me moriría de
hambre pero que como abogado me podría ganar el pan y luego estudiar filosofía,
en tanto que como escritor todo dependía de que pudiera escribir algo, lo que no
parecía demasiado probable pues había hecho algunos intentos infructuosos. Ni
un cuento, ni una poesía, nada. Ni una idea. No exploramos mucho la opción de
la política.
Buscando ayuda, fui en 1955 a un Instituto de Orientación Universitaria que
tenía entonces la Universidad de Buenos Aires. Me acuerdo que éramos pocos
aspirantes pidiendo orientación. Nos tuvieron dos o tres días completos haciendo
toda clase de dibujos, ensayos, números, trabajos sobre el pizarrón, tests, algu-
nos de los cuales recuerdo con bastante precisión, como así también cómo y en
qué términos me dieron razón del sorpresivo dictamen verbal que transmitió el
director del instituto en persona, en su escritorio:
—“Su orientación es claramente la arquitectura.”
—“Pero yo odio la arquitectura.”
Palabras irreflexivas de adolescente. Solo creía odiar la medicina y tampoco
era cierto.
—“Entonces puede estudiar ciencias exactas.”
—“Odio las matemáticas.”
En verdad, mucho no me gustaban, pero había sacado notas altas en la materia
durante la secundaria y recibido felicitaciones. Parece que tenía aptitudes para
ella, me gustara o no. Cuando le pregunté por qué me decía lo de las matemáti-
cas, me mostró cómo había tratado una progresión, que era cuestión de lógica,
no de números. Era la progresión F ibonacci, que no resolví pero al menos había
advertido que tenía un sentido a descubrir.
—“¿Usted qué quiere estudiar entonces?”
—“Estoy dudando entre filosofía y letras o abogacía.”
—“Puede estudiar cualquiera de las dos, no hay nada que indique lo contrario
en los estudios que le hicimos.”
Muchas veces me tocó trabajar en equipos interdisciplinarios de consultoría,
entre otros profesionales, con arquitectos: De ellos aprendí acerca de sus criterios

221
VII-8 i. a mi padre: “éste soy yo”

profesionales y con el correr de medio siglo he descubierto que mi vocación era


efectivamente, entre otras cosas, la arquitectura.
Me gustan las formas y texturas, las proporciones, las distancias, la pro-
fundidad, la belleza, las sombras, los colores y hace años que me peleo con los
arquitectos por las percepciones de ellos acerca de estos elementos en cualquier
construcción en la que tenga algo que ver. Ese gusto lo ejercito por puro placer
y sin ninguna finalidad útil que no sea entretenerme.
Acepto ahora como correcto aquel consejo recibido a los 17 años, aunque no
lamento no haber estudiado arquitectura, quizás tenga que ver con una absoluta
incapacidad innata para el dibujo, la música y la danza.
Como dato curioso, algunas de mis pocas pesadillas y casi todos mis sueños
tienen abundante riqueza arquitectónica.
En la escuela primaria mi amigo Okada y mi hermana me hacían los dibujos
para el cuaderno y en la secundaria, Dibujo fue la única materia en que me fui
a examen. En el examen de diciembre tenía que dibujar a lápiz una flor de lis
y hasta la profesora se apiadó de mí y me corrigió el dibujo, durante la prueba,
para que pudiera pasar de año. En el campo elegí las terminaciones en flor de lis
para las chapas de los techos, no por inclinación ni pretensión aristocratizante,
sino como humilde homenaje y gratitud de mi inconsciente (no fue deliberado) a
mi profesora de Dibujo del primer año de la secundaria.
Tal como lo traté con mi padre, terminé derecho y me anoté en filosofía y le-
tras, pero mientras tanto avancé mucho y pronto como profesor en derecho, con
lo que me sentía incómodo con mi traje y corbata de abogado, estudiando con
adolescentes de filosofía y letras vestidos como tales. Añoro, pero no lamento, no
haber tomado ese derrotero.
Por eso y alguna razón más que n’a rien à l’histoire, pero mis hijos conocen,
abandoné la carrera.
Todavía no había estudiado con Norman Brisky como para adoptar el disfraz
adecuado y en todo caso lo suplanté con los estudios de teoría general del de-
recho y, por ende, de filosofía, por mi cuenta y con ayuda, pero no por sistemas
curriculares.
Se va viendo así cómo fui juntando diversas carreras en mi vida, superpuestas
como muñecas rusas o cajas chinas, pues escribo sobre derecho con una preocupa-
ción filosófica y también sociológica. No estaba en el paquete adolescente inicial,
pero era parte de mi preocupación fáctica, pronto adquirida gracias a Bielsa.
También hice algunos gráficos que ahora se pueden ver en los tomos 8 y 11.
Cada vez he tratado de ir mejorando mi estilo literario y si bien no puedo decir
que he liberado la pluma, al menos esta vez no estoy escribiendo sobre derecho,

222
vii. su muerte VII-9

sociología o filosofía sino sobre mí y mi padre. Aunque por mi vida dedicada a


aquellas preocupaciones, todo termina siendo un círculo.
De arquitectura, nada: No estaba en mí esa llama creadora, aunque he estu-
diado bastante sobre acústica para aislarme de los ruidos que no me atraen. Me
complace el ruido del agua, las cascadas, las fuentes, la lluvia, el mar sin oleaje,
las hojas de los árboles, el viento. Puedo concentrarme en escucharlos o tenerlos
como sonido blanco mientras me concentro en cualquier otra cosa.
Si tomo la muerte de mi padre como el momento de comenzar este capítulo
no es como falta de respeto sino como acto de amor y confianza, la que muestra
Pedro M airal cuando hace cuentos en primera persona en que un hijo habla de
su padre.
Uno siente que es Héctor, el padre, el que está siendo mentado, pero no puede
dejar de olvidar que es un cuento, entre tantos otros cuentos extraordinariamen-
te bien escritos, creíbles e inverosímiles al mismo tiempo. Como soy amigo de
Héctor, sé que ama a Pedro y no le importa en absoluto el uso que Pedro haga
de su figura, cierta o imaginaria, en sus cuentos. Al contrario, debe darle placer
y orgullo, estoy seguro de ello.
Aquí hago uso de una figura paterna cierta y mis propias anécdotas son
también ciertas, pero lo que estoy escribiendo es un intento, bueno o malo no me
importa todavía, de esfuerzo literario. Como dice el mismo Pedro M airal, “No es
que la realidad supere a la ficción, lo que pasa es que no necesita ser verosímil.
La realidad es absurda, inverosímil, imposible.” (“Historia por entregas,” Perfil,
21-I-2012, p. 38.)
Es así un homenaje a mi padre retomar un poco una de mis últimas vocaciones
adolescentes que había quedado nonata al momento que él me animó a seguir
estudiando, todavía incumplida a su muerte.

6. Mentira y verdad. Andalucía. Moral luterana. La lógica de mis viajes

Como relaté, este libro se basa en lo que me acuerdo de lo oído a mi padre y lo que
recuerdo y considero apropiado de mi vida y de la suya, así que tiene el doble o
múltiple filtro de la memoria de él y la mía, más el filtro adicional de mi selección
de recuerdos y el filtro casi final de lo que mis amigos me han aconsejado omitir.
Tal vez por esas omisiones es que escribo y escribo, dando vueltas asimétricas y
círculos no concéntricos, para que el lector tenga para armar la parte del rom-
pecabezas que crea que valga la pena.
Mi padre era muy orgulloso y pretendía tener razón, cualidades que mi mujer
me dice que he heredado. Si oigo razones opuestas, por supuesto que las escucho
y analizo; lo que no parece lógico, en cambio, es que sin ningún argumento nuevo
cambie de opinión por la mera repetición del mismo argumento contrario.

223
VII-10 i. a mi padre: “éste soy yo”

Creo que eso era lo que tenía mi padre, pues siempre le escuché argumentos
y razones, nunca el principio de autoridad salvo que se tratara de una orden de
trabajo. Creo que fue dialogando con él, desde la infancia, que aprendí a pensar.
Mis amigos dicen que escucho todas las opiniones y luego resuelvo lo que me
parece. Es cierto.
Él no era tan exagerado como sí lo soy yo. Rasgo andaluz, me parece, de la
lejana historia familiar. En todo lo demás, se me hace claro que justifico y excuso
su figura, pero así es como lo recuerdo. ¿O acaso si había momentos malos o fallas
de su carácter, tengo obligación moral de recordarlos, contarlos y quizás juzgarlos,
cuando yo no viví su vida? No soy un historiador, soy un hijo que escribe sobre
su padre para sus afectos y sus lectores.
Tengo presente los momentos buenos, los demás no están en mi conciencia.
Con lo cual soy feliz y puedo sentir que he sido feliz, aunque los demás no puedan
percibirlo desde afuera.
Los datos reales que proporciono, más los muchos que callo, les darían la razón
si la vida hubiera de ser juzgada por el prisma de los demás en lugar de quien
la ha vivido y la recuerda como la siente. Esta es mi vida y soy quien tiene el
derecho de contarla como me plazca, en tanto sea útil y de interés para el lector
y mis seres queridos.
Mi infancia y adolescencia de trabajo y estudio intenso me han permitido
triunfar temprano en la vida y disfrutar más tarde de muchas comodidades y
placeres, hasta el día de hoy, actualizándome sin cesar en tecnología sin importar
demasiado su costo, así como en otras épocas compré cuanto libro me interesó y
viajé cuanto quise con igual comodidad, con la sola limitación de haberme cons-
truido una moral casi luterana con motivo de mi origen humilde: Necesito una
excusa que tenga fundamento en el deber, para sentirme justificado en viajar.
Mi mujer ha logrado, en los últimos años, una combinación que nos funciona:
Viajamos juntos a Europa, ella se queda en algún circuito turístico de su elec-
ción y yo voy a mi destino profesional o académico y al final de mi periplo nos
encontramos para hacer otro paseo juntos. Es una combinación feliz para ambos.
Así conocí, de paseo, Praga. Deliciosa, llena de pequeñas iglesias con concier-
tos; paseos, el río, la casa de K afka; revivir e imaginar El castillo en la sombra
omnipresente que se ve desde cualquier ángulo de la ciudad y sobre todo desde
abajo de su cima, donde se encontraba la morada del escritor. (Sí, sé que la sombra
en la cúspide es de la catedral, no del castillo, pero el escritor podía tomarse su
licencia literaria, ¿no?)

224
vii. su muerte VII-11

7. El escritor y su tecnología en viajes

Así estuve en Londres... escribiendo en el sótano de una casa de chascos que


tenía computadoras (no había llevado una notebook y aún no existía la tableta),
para hacer los primeros borradores de lo que luego fue mi libro The Future of
Latin America, Londres, 2003, accesible en http://www.gordillo.com/tfola.html.
Mi mujer recorría Londres durante el día, yo escribía en el sótano, tratando de
no oír la máquina de chascos que, en la vereda, repetía ruidosamente el sonido
de ¡Un vómito!
A la noche íbamos al teatro, incluso un espectáculo tipo Bollywood, pero tam-
bién disfrutamos teniendo la experiencia teatral medieval de la representación en
The Globe (A Midsummer Night’s Dream, de lo que dejé versos ajenos y parodias
propias en The Future of Latin America.) Viajamos también a Stratford–upon–
Avon para ver The Tempest y yo, en el hotel, seguía escribiendo a mano.
Hicimos un paseo a Escocia, en tren y como seguía pensando, al llegar a
Edimburgo y comenzar el paseo, vi otra casa de computación, le pedí permiso a
mi mujer, la dejé hacer el paseo sola y seguí con el libro... Como no sabía cuan
fructifera habría de ser mi escritura, no se me pasó por la cabeza comprar otra
notebook.
Londres, París, Praga, Roma, Venecia, Atenas y las islas griegas, Ginebra,
Nueva York, Washington D.C., son lugares que adoro, donde lo pasamos magní-
ficamente bien, donde hemos paseado, disfrutado, pero donde mi excusa inicial
era algo de trabajo. Así en el resto del mundo.
Claro está, al Caribe (especialmente Aruba), Miami, Las Vegas, Nueva Orléans
(y otra vez Venecia, París, Londres entre otros), fuimos sin excusa de trabajo,
meramente a disfrutar. Toda mi vida pasé algunos días en Nueva York cada vez
que pude, por placer y con provecho intelectual.
La primera vez que estuve en Venecia fue invitado por Feliciano Benvenuti
para hablar sobre La administración paralela (que él había prologado, hecho
traducir y publicar en Giuffrè) desde un palacio gótico mirando de reojo al Gran
Canal...
Fui con ella a Milán a un seminario sobre dicho libro: Parole lette come in-
troduzione al seminario sul libro “L’ Amministrazione Parallela,” Universidad
Bocconi, Milán, http://gordillo.com/articulos/art7.pdf (gratis en los iBooks) lo que
me permitió volver a reflexionar sobre mi temprana pero infructuosa vocación
literaria.
No es que haya mejorado sino que me siento con algo más de libertad inte-
rior para escribir. Pero no tanta, como allí lo explico a propósito en italiano. Al
reducirse el universo de lectores, se disminuye el eventual impacto negativo del
pensamiento. Creo que mi inclinación a escribir y publicar en otros idiomas o

225
VII-12 i. a mi padre: “éste soy yo”

países fue para morigerar y dividir el posible desafío que mis ideas pudieran
provocar. No logro entender por qué, pero en mi país mis ideas terminan con
frecuencia siendo risquées, sin intención expresa de hablar así.
Publicar afuera en castellano, a su vez, me sirvió muchas veces para testear
la opinión pública local sin necesidad de enfrentarla ya mismo del todo.
Antes de las computadoras, viajaba con una máquina de escribir portátil,
una Remington Noiseless y tuve varias otras marcas a lo largo de la vida. Luego
adquirí cambiantes computadoras portátiles, a veces compradas en el exterior
porque eran más modernas, pero que luego terminaban arrumbadas por el
cambio tecnológico.
Aprendí a no esperar el nuevo subsiguiente mejor modelo, porque ése llega
demasiado tarde. Todo modelo deviene obsoleto, gracias a Dios; ello ocurre en
lapsos de tiempo cada vez más cortos y es absurdo esperar. Cuesta mucho dinero
estar al día, es cierto, pero también rinde dinero, por la creciente eficiencia y
rapidez que se logra en el trabajo.
Y a la inversa, se pierde mucho dinero estando atrasado en tecnología por la
menor eficiencia que se tiene para trabajar.
De todas maneras, reciclo las PC’s de mi mesa con las del escritorio de mi mu-
jer, las tres o cuatro del estudio, la de mi TV del dormitorio con WiFi e Internet,
entre otras cosas. Es un gran caos, que en todo momento necesito me ayuden a
desenredar, corregir, utilizar, aprender, actualizar, re-actualizar, re-re-actualizar.
Ese caos es también físico de papeles y libros sobre mi mesa de trabajo, que es
el comedor de casa...
Como dice Pedro M airal, con el humor de sus genes, ahora habrá que empezar
a guardar los malos libros, porque los buenos estarán todos en Internet.
Yo debo apostar a que mis libros sean de los segundos y por eso primero los
subo al ciberespacio.
En el siglo XXI, un libro escrito de manera digital debe ser dado al público de
ese modo, al menos; si se lo desea, también en versión papel, pero parece un total
desperdicio hacer la impresión en papel y no la previa distribución gratuita en
la forma digital en que está compuesto. Mi experiencia es que conviene subirlos
gratis a Internet en primer lugar.

8. No hacer nada

Mi padre no podía verme no hacer nada. Si me veía desocupado, me mandaba


hacer algo, así fuera limpiar nuevamente lo que había limpiado antes. No era
cuestión de desobedecerle.
No llegó nunca a pegarme, ni amenazar con pegarme, ni darme ningún tipo
de castigo, ni amenaza de castigo; ni siquiera quitarme premios o permisos. Su

226
vii. su muerte VII-13

mirada era suficiente. Jamás la sentí amenazante, por lo demás: Solo firme y
afectuosa.
Incluso un recuerdo que afloró en el 2014 lo viví como sanción moral, no material: Supra, cap.
III, § 9.3, nota, p. III-13 / 137; conocedor de su fuerza, su tomada de mi oreja no dolió, solo el
bochorno de llegar así a la escuela.

Toda su vida fue empujarme a hacer algo, liberarme, darme confianza, sol-
tarme hasta mis límites, hacerme volar; en definitiva y en los hechos, leer y
estudiar, dos actividades mancomunadas a las que poco después agregaría, con
igual indiferenciación, escribir.
En cualquier caso, esa amenaza pendiente sobre mi cabeza, que si no hacía
nada tendría que hacer algo que él me ordenaría, llevaba a que la conducta más
auto–protectora para mí fuera estudiar o al menos leer, pues entonces no inte-
rrumpía mi actividad.
Nunca controló qué era lo que leía. Gocé de total privacidad. Y me quedó, como
necesidad, siempre leer algo.
Cuando viajo hago alto consumo de la prensa de varios países cuyos diarios
son económicamente menos accesibles en nuestro país y además a veces llegan
un día después.
También están en Buenos Aires, por cierto, pero afuera tengo más tiempo para
leer los diarios del día, que aparecen en ediciones múltiples en distintas ciudades
del mundo desarrollado: The New York Times, The International Herald Tribune,
The Guardian, The Times y lo que vaya encontrando en los quioscos.
Una vez un quiosquero ginebrino me preguntó lo que en mi adolescencia pre-
guntaban a mi padre, si los leería todos. Opté por el instinto paterno de contestar
que sí, aunque hay varias secciones que no suelo leer y otras como las deportivas
que jamás miro. Lo que sí leo, con diversos grados de atención y detalle, son las
noticias que despiertan mi interés. Me concentro más en los artículos de opinión,
y las miniactualizaciones que aparecen en diversos campos del conocimiento
humano.
Lo macabro no suele interesarme, aunque estuve tres días en Buenos Aires
pegado a los canales internacionales de cable cuando ocurrió el ataque a las
Twin Towers.
Cuando viajaba más al interior del país arrasaba con un ejemplar de cada uno
de los principales periódicos disponibles. Un quiosquero mendocino me preguntó
una vez, en palabras que no recuerdo, si mi trabajo tenía que ver con la opinión
pública; era un modo diverso de preguntarme por qué compraba tantos diarios.
Mi trabajo me acerca a la cosa pública: La actualización y contraste de opiniones
diversas sobre la realidad ayuda a pensar el pasado, presente y futuro de la vida
política.

227
VII-14 i. a mi padre: “éste soy yo”

9. El miedo a mis notas

Algunas colegas y amigas de la docencia universitaria que fueron alumnas mías


en el pregrado, me confiesan haberme tenido miedo como alumnas, pero que día a
día me evocan en algo en sus tareas. En otras palabras, mis cursos les resultaron
formativos. Al menos no recuerdo haber hecho llorar a ningún alumno o alumna,
como algún colega mío de aquellos tiempos sí lo hacía.
Algunos médicos y dentistas experimentan lo mismo, resienten tener un
paciente que dé su consentimiento verdaderamente informado, que consulte la
Internet y otros médicos, recuerde y tenga versión digital de todos los estudios,
diagnósticos y tratamientos pasados, sobre todo de los más recientes. Otros,
seguros de sí mismos, enseñan y admiten aprender frente al paciente.
Volviendo al miedo que se me dice inspiraba, algunas anécdotas pueden expli-
carlo. Cuando comencé a dictar los nuevos cursos de promoción sin examen, resultó
una experiencia inédita en la Facultad, con cupo limitado; la mitad correspondía
a alumnos por promedio y la mitad por sorteo. Tuve así una extraña mixtura de
alumnos. Algunos estudiaban porque eran excelentes y era fácil calificarlos sin
examen. Otros en cambio hacían esa tarea más compleja.
En el primer curso, que empezaba a las ocho de la mañana, algunos se que-
jaban por la puntualidad de la hora de inicio. “Solo falta la sirena de la fábrica,”
me decía aparte un vago de Avellaneda.
En los cursos posteriores hube finalmente de tomar exámenes parciales y
poner notas parciales que luego promediaba, para que el curso tuviera algo de
previsibilidad para los cursantes de estos nada plausiblemente denominados
cursos de promoción “sin examen.” La eterna lucha por recibirse sin estudiar,
por pasar sin aprender: Lo he visto en todos los niveles de la educación superior
y no parece que esté en vías de disminuir ni menos desaparecer.
También hubo cursos experimentales de parciales escritos, sin asistencia
obligatoria. Tomé siempre los exámenes con casos y problemas, a libro abierto.
Y comencé a calificar de “0” a “10,” lo cual significó poner, en exámenes escritos,
muchos “0,25,” “0,50,” “0,75,” para luego oír la argumentación que la sola firma
valía “1.” Como todavía no se había comenzado a divulgar el tema de los derechos
humanos, nadie argumentó a tiempo que eran notas degradantes o humillantes.
Pero si alguien no logra escribir ni una línea, teniendo los libros, ¿qué nota merece?
En mis últimos tiempos solo ponía “Ausente” a los no aprobados. Cambié en
cualquier caso de sistema y comencé, al llegar a la titularidad en 1969, a poner
nuevamente “3” para el insuficiente, aunque muchas veces otros colegas de la
mesa examinadora preferían el “2” para evitar el argumento: “¿Por un puntito
me reprobó?” Anoté el transcurso de cada examen oral, con subnotas internas
en cada subtema que preguntaba.

228
vii. su muerte VII-15

Casi toda mi vida tomé notas de cada entrevista o reunión: Era un resabio de mis tiempos
de estudiante en que tomaba nota minuciosa de lo que leía. (Supra, cap. II, § 20 y 21, pp.
II-31 / 97 - II-36 / 102.) Ello llevó a mis colegas de la OEA a inventarme un lema: “Nada se
dice, todo se escribe,” como cuento supra, cap. I, § 3.1, pp. I-5 / 49. Sobre el tema de las notas
puede verse también el mail incluído en el Libro II, cap. II, § 19, p. M-67 / 435 a M-68 / 436.

229
Capítulo VIII

¿EL “TRABAJO INFANTIL”?

Sumario

1. ¿Un título duro?........................................................................VIII-1 / 233


2. El Mercado de Abasto de Avellaneda......................................VIII-2 / 234
3. Las horas de enseñanza paterna: Todo el día.........................VIII-3 / 235
4. Interrogante terapéutico..........................................................VIII-5 / 237
Capítulo VIII

¿EL “TRABAJO INFANTIL”?

1. ¿Un título duro?

Con tanta normativa prohibiendo el trabajo infantil elijo un título duro, porque
me parece que algunos de sus mejores ápices han sido olvidados por quienes
condenan con razón el trabajo infantil en relación de dependencia con terceros.
La ley no condena sino que algo condescientemente excluye de su prohibición
al trabajo de los hijos con sus padres.
Salvo casos de explotación por terceros a la familia entera, en mi propia y
limitada experiencia personal, el estado debería premiarlo, no perdonarlo. Es, o
ha sido para mí, una experiencia totalmente diferente. Hablo pues en primera
persona del singular, limitándome a contar cuán beneficioso fue para mí.
No estoy sugiriendo poner nuevamente en marcha las novelas de Dickens,
pero quiero destacar que los beneficios que obtuve de la educación de mi padre
los recibí en su mayor parte en las conversaciones que tenía con él en nuestro
negocio, en ocasión de trabajar o de pequeños descansos durante el trabajo común.
Eso fue así en Ascensión, donde recuerdo solo quitar la cáscara a los maníes
y cosas por el estilo, pero se potenció en Avellaneda.
Ver supra, cap. II, § 6, p. II-9 / 75.

Bajo este nuevo sistema de trabajo familiar se produce un hecho trascendente:


Por una enfermedad preexistente le amputan a mi padre la pierna derecha por
debajo de la rodilla y seguimos trabajando mamá y yo durante su internación.
Luego retoma el trabajo en muletas y largo tiempo después, le colocaron su pri-
mera pierna ortopédica y comenzó a usar un para mí distinguido bastón de caña
que guardé con cariño hasta que la noche de los tiempos se lo llevó.
En esa época, más o menos, acordamos que él abriría el bar a la hora habitual,
las 04.00 de la mañana, yo me levantaría a las cuatro o cuatro y media, más o
VIII-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

menos, al llegar el primer cliente y mamá tomaría la posta cuando me fuera a


la escuela.
No sé cómo lo vivieron ellos, sé cómo lo viví yo: Con naturalidad.

2. El Mercado de Abasto de Avellaneda

El bar trabajaba con los diversos comerciantes que frecuentaban el Mercado


de Abasto de Avellaneda: Puesteros que actuaban como consignatarios de los
quinteros, allí presentes para controlar las ventas; verduleros que venían a apro-
visionar sus verdulerías; changadores para la carga y descarga de mercaderías,
inspectores municipales. Al comienzo el mercado también era de carnes, con
igual proceso de comercialización. Recuerdo los changadores vascos cargando
una media res al hombro.
El trabajo intenso del mercado empezaba a medianoche y decrecía a partir de
las dos de la mañana. A las cuatro algunos puesteros y quinteros comenzaban a
venir al bar para ordenar y contar el dinero y arreglar sus cuentas. A los chan-
gadores supongo que les pagaban en el acto pues nunca presencié transacciones
con ellos.
La clientela aumentaba cada vez más y se terminaba de retirar alrededor de
las siete de la mañana. El resto del día venían muy pocos clientes, en general.
Eran los mismos puesteros que, descansados, venían a tomar algo.
Al entrar el primer cliente mi padre sonaba el timbre y segundos después yo
estaba en la mesa respectiva preguntando qué se iban a servir. Me despertaba
totalmente alerta, algo que se mantiene hasta el día de hoy. Con una variante
fundamental introducida en mi vida los últimos veinte años: Habiendo aprendido
que los infartos son más frecuentes desde la mañana hasta el mediodía, ahora
comienzo el día bien despierto pero muy tranquilo, lento, cauteloso.
Trato de no adquirir ningún compromiso de trabajo antes del mediodía y no
tengo problema en trabajar hasta cualquier hora de la noche. Pero la mañana se
la reservo a la salud cardíaca. Mi abuelo paterno y mi hermana mayor, ambos
muertos de un infarto masivo a los 43 años de sus vidas, me han dado el preaviso
necesario.
Adquirí una múltiple capacidad de concentración, abstracción y atención de
mi hábitat, como los perros en el campo. Ni la música ni el ruido me distraían del
estudio, pero percibía de inmediato la mirada de un cliente para ir a atenderlo.
Los perros en el campo o la ciudad tienen un incomprensible déficit de visión periférica que les
hace ponerse delante de las ruedas de un camión o vehículo cualquiera y perecer, atropellados.

La consigna de mi padre, que poquísimos mozos de bar o restaurante conocen


o cumplen, es que un cliente no debe tener que llamar al mozo. Debe bastarle con
alzar la mirada en su dirección para que éste atienda de inmediato su pedido.

234
viii. ¿el “trabajo infantil”? VIII-3

La atención del bar, con tan pocos clientes todo el día, no se interrumpía por el
almuerzo o la cena. Lo hacíamos por turnos y el bar atendía sin solución de conti-
nuidad hasta que nos acostábamos. En aquellos tiempos no se vivía inseguridad.

3. Las horas de enseñanza paterna: Todo el día

Es así como no recibí consejos en la mesa de la cena o en otro lugar cualquiera


de la casa, los recibí en el lugar de trabajo dentro del negocio. Todos los grandes
consejos paternos que guiaron mi vida, incluso el que fue pivote al empujarme
a seguir estudiando en vez de comenzar a ejercer la profesión, los escuché en el
lugar de trabajo. Guardo en mi mente hasta la ubicación física cuando se produjo,
en un espacio de comunicación entre el frente y detrás del mostrador, yo en el
medio, él cerca de mí detrás del mostrador.
Al escribir advertí de inmediato las palabras ápice y luego pivote. Parecen
inapropiadas en un contexto de educación infantil, pero muestran, me parece,
que el trabajo infantil o adolescente e incluso adulto con el padre puede ser, al
mismo tiempo, el cumplimiento por ambos de un deber elemental en la vida, la
ocasión de conocerse mutuamente cada vez mejor y el modo directo, inmediato
y cariñoso en que un padre puede enseñar a su hijo cómo trabajar, en primer
lugar dando el ejemplo.
No se trata de la técnica de cada trabajo, sino de las constantes universales
de exigencia y dedicación, atención, esmero, responsabilidad, detalle, eficacia.
No por las malas, sino por el ejemplo constante y el consejo oportuno.
Mi padre jamás me tuvo que levantar mínimamente la voz para que lo obede-
ciera. Él había aprendido a mandar y lo hacía con el tono de voz justo.
El trabajo en cualquier lugar y medida es duro si ha de tener éxito. Trabajar
en la casa es trabajar mucho tiempo, pero es trabajar en familia, no lejos de la
familia. A veces la idea de trabajo paterno es asociada con la idea de un padre
que no está mucho en la casa, pero se olvida el caso quizás excepcional del padre
que trabaja junto al hijo, que por estar en casa o en el negocio, trabajando jun-
tos, tendrá mil oportunidades razonables de estar con los suyos todo el tiempo y
transmitirles las indispensables enseñanzas de la vida.
Ya más grande vivíamos en una casa que compramos a la vuelta de manzana
del negocio, en Pasaje Magnasco 357. Allí falleció mi padre, en la habitación
conyugal.

235
VIII-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

1– Mercado de Abasto de Avellaneda, hoy Universidad Nacional de Avellaneda.

2– Colón 476.

3– Pasaje Magnasco 357

https://www.google.com.ar/search?q=Pasaje+Magnasco+Avellaneda+Provincia+de+Buenos+
Aires&ie=UTF-8&oe=UTF-8&hl=es&client=safari

Sin embargo, el tener vivienda propia aparte del negocio no cambió el esquema
de relación, pues aún entonces las lecciones que recibí las aprendí en ocasión de
estar con él por el trabajo en común, no en casa.
El trabajo de mi padre era ocasión para compartir con mi trabajo de niño, ado-
lescente y finalmente adulto, pero ¿trabajo? al fin. Cualquier persona que trabaje
en cualquier lado sabe que es imposible hacerlo en forma continua, que tomamos
frecuentes pequeños descansos. Si el trabajo mismo tiene intermitencias, mucho
mejor, más tiempo para charlar entre los compañeros de trabajo.
Ahora, si los compañeros de trabajo son padre e hijo, la interacción es espec-
tacularmente sana, o al menos lo fue para mí.
Todo depende de si consideramos el trabajo como maldición divina, “Ganarás
el pan con el sudor de tu frente,” al ser expulsado Adán del Paraíso donde se
disfrutaba y no se trabajaba; pero también podemos considerarlo y así lo veo,
como una bendición divina cuando podemos elegir nuestro trabajo y lo podemos
cumplir con nuestra familia, haciendo con disfrute y goce lo que queremos, por

236
viii. ¿el “trabajo infantil”? VIII-5

propia elección. Es el don de realizarse a sí mismo en el trabajo. Realizarse ple-


namente es sin duda un placer.
Es lo que hago ahora, trabajando en casa y mi mujer atendiendo los asuntos en
el estudio o en el campo, yo en casa escribiendo y leyendo (o en cambio escuchando
televisión o leyendo con detalle los diarios, antes siete, hoy tres) y ella ocupán-
dose del campo (y de la infinita minucia de cuyas ocupaciones nadie de la ciudad
tiene noticia) por sus barrosas calles rurales, o de las complejas regulaciones
impositivas y administrativas de nuestras respectivas actividades.
Pero a la mañana, al mediodía, a la tarde y a la noche compartimos el tiempo,
hablamos de nuestras ocupaciones y disfrutamos de la felicidad de estar juntos.
Los fines de semana vamos juntos al campo, yo para escribir y ella para atender
los asuntos del lugar; ambos para seguir compartiendo la felicidad de estar juntos.

4. Interrogante terapéutico

Hice en mi vida muchísimos años de terapia de distinto tipo y los respectivos


profesionales (psicólogos, psiquiatras, psicoanalistas) indagaron en profundidad
sobre casi todos los aspectos de mi vida, descubriendo puntos dolorosos. Pero
jamás surgió en terapia el tema del trabajo infantil con mi padre enfermo y la
lucha por la supervivencia familiar y el desarrollo personal.
Si fue omitido por ellos en la terapia, u olvidado por mí, o incluso reprimido,
no lo creo. Ni reprimidos ni olvidados, seguro. Vividos y recordados con felicidad,
agradecimiento y sin trauma que supiera o notara, también. Si los psiquiatras,
psicoanalistas y psicólogos consideraron todos que mejor no arreglar lo que no
estaba roto, tampoco lo sé.
Así como sé de amarguras y sufrimientos en mi vida, los que trato de olvidar,
así también sé que entre ellos no figuran mi infancia, adolescencia y primera
juventud trabajando con mi padre mientras estudiaba.
No desde luego en mi consciente y a esta altura de la vida sospecho que tam-
poco en mi inconsciente, que tan buenos servicios me ha dado siempre. Algún
investigador de la psiquis ajena podría buscar una interpretación diferente, a
partir de elementos como este libro. Yo la descarto y aunque pueda equivocarme
respecto a la visión ajena, nunca lo estaré en vida en la mía, de algo tan directa
e intensamente vivido.

237
Capítulo IX

HOY

Sumario

1. Primero, lápiz y papel. ¿O tableta, Notebook, PC?.................... IX-1 / 241


2. Inspiración y tecnología para poner el pensamiento en letras.. IX-2 / 242
3. La biblioteca pública universal. Res communis omnium..........IX-3 / 243
4. Otros cambios en paralelo..........................................................IX-5 / 245
5. El trabajo en comunidad, en mi vida.......................................... IX-7 / 247
6. Mis constantes viajes, un sucedáneo del exilio interior............IX-8 / 248
7. Mi vida, hoy: El proyecto de vida inicial y sus remiendos....... IX-12 / 252
8. Vagando por la vida a la búsqueda del remiendo adecuado.... IX-13 / 253
9. Otras anécdotas de mi vida adulta........................................... IX-16 / 256
10. Rapidez e inmediatez para todo.............................................. IX-16 / 256
Capítulo IX

HOY

1. Primero, lápiz y papel. ¿O tableta, Notebook, PC?

La observación paterna de que en mi infancia el dinero se me escurría como agua


entre las manos encuentra una larga aplicación adulta, bajo su recuerdo afectuo-
so. La tenencia simultánea de dos tabletas en uso constante (y dos de reserva)
es una multiplicación de los panes y los peces, si se me excusa la irrespetuosa y
andaluza alegoría.
A la Notebook o la PC primero hay que acercárseles en lugar de estirar la
mano y tomar la tablet; hay que esperarlas que se reenciendan poniendo mien-
tras tanto las ideas en remojo. La tableta está lista para escribir con un par de
clicks para recibir las ideas antes que se vuelen. Y dejar la Notebook encendida,
dicen, gasta demasiada energía, inapropiada en una economía en crisis; pero,
como mi técnico en computación recuerda, también se puede dejar suspendida o
hibernando, que su gran consumo de energía es al encenderla, no al reiniciarla
luego de la suspensión o hibernación. En cualquier caso, gana la tableta en cuanto
a rapidez de disponibilidad, lista para escribir una idea que puede escaparse de
la mente si se demora.
El lápiz o la lapicera también son de acceso instantáneo, pero hay que tener
papel a mano y si las ideas son más de una, otra vez gana la tableta en espacio,
velocidad y legibilidad. Más velocidad implica más ideas capturadas desde el in-
consciente hasta el disco duro. Si hace copias digitales y tiene un buen buscador,
no corre el riesgo de no encontrar el papel cuando lo necesita.
Con los programas amigables o intuitivos tengo que experimentar cada vez de
nuevo, hasta volver a grabar el recuerdo en mi memoria pasajera. Mi cerebro sabe
que no sirven para la memoria permanente. Todos los programas que manejaba
con destreza en la All in one no me sirvieron para la iPad. Cuando, después de
IX-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

usar dos años la iPad, adquirí experimentalmente una tableta/notebook con


Windows, tuve que readquirir las destrezas perdidas.
Aprender y olvidar, aprender de nuevo y olvidar otra vez, ésa es la perpetua
orden del día en materia tecnológica.
Respeto además los bloqueos de mi inconsciente. Bastante ha trabajado, si
quiere hacer descanso no programado él sabrá.
Tengo un libro de Schopenhauer , El mundo como voluntad y como representación, profusa-
mente anotado por mí, que destaca los problemas del olvido, la inspiración (la niega en la p. 9),
la intuición, la inteligencia, la imaginación, la fantasía, el talento, la voluntad, el instinto, el
cerebro. Si bien están superados, esos aspectos de sus preocupaciones calaron profundo en mí.

Dejar blancos o puntos suspensivos en un trabajo profesional de derecho es


normalmente una práctica que considero errónea, pues hay que tener los papeles
o el PDF a mano para contrastar lo que se va haciendo y someter la memoria al
control de los documentos. Pero en todo caso no se debe perder la ilación de las
ideas mientras van naciendo, sino dejar para después el perfeccionarlas, pulirlas,
enmendarlas, enhebrarlas, reordenarlas.

2. Inspiración y tecnología para poner el pensamiento en letras

Quienes estén inspirados y no quieran gastar tiempo en volcar la primera idea


al papel o al disco duro antes de perderla, se beneficiarán más en la medida que
utilicen las nuevas y cambiantes tecnologías en el arte de escribir. Todavía no
existe mecanismo de escritura que alcance la velocidad del pensamiento, pero
en esa dirección general vamos con la tecnología y no debemos quedarnos ni un
paso atrás: Lo que está en juego es la capacidad de nuestro propio cerebro para
expresarse.
Y es la aspiración de mi padre, jamás hacer un movimiento inútil así como en
mí, no pasar un instante sin estudiar.
Y gastar, pues van juntos. Una cosa es que me arregle bien con la tecnología
del pasado, que lo hago, otra es que me niegue a adquirir (gastando más dinero) la
nueva tecnología, para experimentar nuevos modos más eficientes de hacer lo que
hago, por lo tanto de mejor y más rápido aprovechamiento de la fugaz inspiración.
De todas maneras, no pregono estar actualizado con el Simply Speaking o el DragonDictation,
nada más los tengo anotados en mi listado de cosas para hacer, cuando mejoren. Un amigo me
dice que la lectura del texto por esa voz mecánica y sin entonación, es muy útil para descubrir
los defectos de estilo, cadencia, reiteración o cacofonía de palabras.

Trato de no darme por satisfecho con lo realizado antes de ahora y seguir


incansable en la adaptación temprana y no tardía al cambio tecnológico que
concierne a mi trabajo.

242
ix. hoy IX-3

No quiero perder un instante de mi vida, propósito compartido con mi padre: Él


en su trabajo, yo en mi aprendizaje y enseñanza, que era también parte del suyo.

3. La biblioteca pública universal. Res communis omnium

El mandato paterno de esta familia y sus descendientes es compartir, no excluir


ni lucrar con la exclusión de otros. Mis ideas legalmente no generan nunca de-
rechos de autor porque ahora se conciben para ese mundo libre de las ideas y, a
través mío o de la Fundación, se ponen primero en el dominio público gratuito
universal para el que fueron concebidas.
Nuevas tecnologías permiten también imprimirlo por cualquier usuario en edi-
ciones limitadas o no, sin otro costo material que el relacionado con la impresión
y encuadernación. La edición en sí es barata, lo que resulta caro es el complejo
y largo sistema de distribución y comercialización del volumen en soporte papel.
Dije antes que si lo escrito está disponible de modo gratuito en Internet, enton-
ces ello ayuda a vender la edición en papel. En un seminario al que fui invitado
en Barcelona, en 2001, había una reunión de editores y directores de revistas
jurídicas. El director de la Harvard Law Review comentaba que el 62% de los
ingresos provenía de las ventas digitales por Internet, en tanto que el 38% se
originaba en la comercialización de la revista en versión papel.
El dueño de una pequeña editorial británica que tenía sus ediciones gratis
en Internet y las vendía en papel, decía que la puesta en Internet equivalía a las
librerías en las cuales el libro se puede leer en sillones, sin pagar nada y si a
algún lector le interesa, puede también comprarlo en papel y llevárselo. Es como
una propaganda que permite al usuario ensayar y utilizar el producto antes de
comprarlo; además, para que tenga sentido adquirirlo en papel, su precio debe
a su vez ser asequible.
Es lo que hago con la Fundación, con el previo recaudo que las publicaciones
digitales están gratis a disposición del público; Existe también la posibilidad de
comprar ejemplares en papel, sea de las ediciones argentinas de la Fundación,
sea de otras ediciones, que no necesitan autorización de nadie. Hoy en día, con
la mejor resolución de las pantallas, el papel no compite respecto del menor
cansancio de la vista y las tablets lo superan en su mayor portabilidad, menor
peso, mayor accesibilidad y mejor manejo rápido y eficaz de múltiple información,
Internet entera si se quiere.
No existen ediciones “no autorizadas” de mis ideas (salvo plagio), pues ellas
están gratuita y previamente autorizadas, de pleno derecho, pues no hacen sino
ayudar a la difusión del pensamiento del autor, único motor de su creatividad.
Nadie puede pretender explotar con exclusividad las ideas, cuando ellas no han
tenido esa modalidad de creación.

243
IX-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

No existe derecho sucesorio sobre las reflexiones cuya explotación económica


no era objeto de propiedad económicamente productiva o explotable y no pertene-
cieron, por ende, al acervo hereditario. Cuando antes cobraba derechos de autor
debía gastarlos y poner plata encima para distribuirlos a mis colegas. Nunca fue
un haber, era un debe.
Los ingresos que esas publicaciones producen, cuando lo hacen, permiten la
distribución gratuita de ejemplares, también para difusión inmediata entre los
cultores de la disciplina, funcionarios, profesores, magistrados, de modo tal que
el público tiene a su disposición directa e inmediata el libro, ahorrando un tiem-
po que a nadie sobra. No hacen falta dos o tres años de penetración en el ciclo
comercial: Bastan las pocas semanas necesarias para su primera distribución
gratuita o su consulta en Internet.
Mi perspectiva ha sido la de una visión a futuro, en la cual tiene primacía la
difusión de las ideas: Mi padre estaría de acuerdo.
A veces los libros quedan sin reeditar porque los editores no consideran rentable
pagar a los herederos un 10% del precio de tapa por la nueva publicación de la
obra de un autor fallecido, que no podrá aplicar energías a su difusión. Condenar
a la sociedad a no acceder al pensamiento de alguien durante setenta años es
irrazonable y transgrede el interés público superior del desarrollo y divulgación
accesible, tanto de la información como del pensamiento universal.
Para no dar sino algunos ejemplos de sitios que reproducen gratuitamente mis ideas y lo
hacen por su propio derecho, sin autorización previa ni pago de derechos económicos de autor,
con la aplicación gratuita scribd, http://es.scribd.com/doc/38688848/Tratado-de-Derecho-
Administrativo-Tomo-1-Parte-General (y casi todas mis otras obras, incluso muchas agota-
dos pero que se pueden libremente reproducir); también http://www.cesda.org.ar/doctrina/
BJA%20-%20GORDILLO,%20AGUSTIN%20-%20TRATADO%20DE%20DERECHO%20
ADMINISTRATIVO.%20TOMO%201.%20PARTE%20GENERAL%20-%20FDA%20-%20
8ED%20-%20.pdf. Hay sitios oficiales que hacen, correctamente lo mismo: http://www.mpf.
gov.ar/docs/RepositorioB/Ebooks/qa432.pdf

De tal modo, las ediciones papel en el país y en el exterior no tributan derechos económicos
de autor, ni tampoco lo hacen las innúmeras ediciones en Internet; también se han hecho, de
igual modo, ediciones en CD en Costa Rica.

También los he subido, gratis, a Google Books y me causa placer recibir la “ren-
dición de cuentas” de Google Books contándome cuántas veces han sido bajados,
señalando lógicamente que los derechos económicos de autor en cada caso son cero.
También se hallan disponibles para la venta en Internet, de segunda mano, casi todas las
ediciones previas de mis obras, por si a alguno le pudieran interesar comparar ediciones ante-
riores. http://listado.mercadolibre.com.ar/agustin-gordillo-tratado-de-derecho-administrativo.
Mis amigos de larga data van guardando también las viejas ediciones pero el problema es,
como siempre, el espacio físico.

244
ix. hoy IX-5

Por necesaria coherencia, también todos los ejemplares de otros autores


en papel que utilizo son de propiedad de la FDA, la cual por lo demás realiza
intercambio gratuito de sus propias publicaciones, todo lo que forma parte del
patrimonio (exento de impuestos) de la FDA. Esa es una contribución social para
que aquella finalidad pública se materialice y la quebrantaría pretender que
produzca réditos privados.
A su extinción (no la mía), deberán pasar a otra entidad sin fines de lucro, por disposición
expresa de los estatutos aprobados hace décadas por la IGJ. Ver http://www.gordillo.com/
fda.html, artículo 17.

4. Otros cambios en paralelo

Al mismo tiempo estaba leyendo otras cosas, todos los diarios independientes
(aclaración necesaria en nuestra frontera), bajaba música y libros de iTunes, obras
de Amazon y luchaba contra cada tropezón e inconveniente que me depararon en
esos días estas máquinas sin las cuales hoy no existo con esa eficacia.
Seguro, todavía escribo con birome y papel y leo con marcador y lapicera en
la mano, pero los avances tecnológicos son irrefrenables y es suicida prescindir
de ellos. Estar al día en tecnología es difícil en el primer mundo, imposible desde
un país que está prohibiendo las importaciones.
Suena absurdo que el adelanto tecnológico haya que conseguirlo con los me-
dios más apropiados de la administración paralela en una economía de frontera.
Hace muchos años miré con sorna a un colega que debía fijarse en la PC para
ver su agenda, ahora yo tengo que hacer lo mismo, aunque en verdad derivo a
mi secretaria y a mi mujer el manejo de mi agenda.
Sin darme cuenta, hace varios años que no tengo un calendario como los que
compraba cuando iba seguido a Estados Unidos, ultradelgado para no molestar
en el bolsillo. Compré este año el más delgado de nuestro medio, le arranqué
las tapas y cuantas páginas más pude, pero aún así es demasiado grueso para
llevarlo con comodidad en el bolsillo interior del saco.
Además me obligaría a utilizar lapicera fuera de casa, que hace demasiado
tiempo tampoco llevo conmigo. La birome me sirve en casa para anotar conver-
saciones telefónicas que luego pongo en la memoria digital. Cuando tengo una
próxima reunión profesional, repaso primero las conversaciones anteriores e
impresiono por mi memoria. No es memoria, es trabajo, precaución y estudio.
Utilizo un OMRON, pequeño aparato que permite hacerse un electrocardio-
grama; me da sensación de seguridad verificar mi funcionamiento cardíaco y en
caso necesario enviar los resultados acumulados, por mail, a mi cardiólogo. Se
descompuso y no encontré nadie en mi país que lo arreglara ni tampoco se hallaba
en el mercado nacional para comprarlo de nuevo. Esperé un viaje a Italia para

245
IX-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

pedirle a una familia amiga que me lo consiguiera y tengo la versión ulterior del
mismo aparatito conmigo, funcionando.
Al mismo tiempo que leía y escribía, también he visto series de televisión con
intensidad, como es habitual en mí.
En mi infancia la televisión no existía y a mi padre jamás le ví escuchar la
radio. Mucho de eso se trasladó, como por ósmosis. No escucho radio ni miro
programas populares de televisión. No miro los programas de aire ni tampoco
los de cable, sino las series de televisión por cable, que grabo con anticipación en
inglés, para mantener viva la lengua. Al saltear las propagandas, cada programa
de una hora se reduce a la mitad, paso rápido las series y las borro.
Otra alternativa, que me señala un amigo, es buscar por Internet http://www.moviesdatacen-
ter.com/Browse_TVShows.html, gratuito. También los canales de cable en HD pasan muchas
series en inglés sin subtítulos.

Antes de suscribirme a la grabación por cable, compraba en el exterior o en el


país ingentes series de DVD, con la ventaja de poner los subtítulos en inglés o el
idioma que correspondiera.
Pero el costo es mucho menor con la grabación por cable y además todo en-
vejece y cambia con velocidad. Tuve que estar tirando, por tercera o cuarta vez
en mi vida, tomos y pockets viejos, pero hube de agregar al descarte todos los
cientos de videocasetes en HVS, antes en Betamax; después le tocará el turno a
los DVD’s. No compré el aparato ni los discos de alta densidad, porque morirán
antes de generalizarse su uso y en todo caso no agregan eficacia ni velocidad a
mi trabajo. Para entretenimiento, con las series que grabo me alcanza y para el
placer de escribir, tengo lo más nuevo y mejor.
Mi interés cambia, las series también. Empiezo a ver algunas series con
vivo interés y en algún momento las abandono. (House, Body of Proof, In Plain
Sight, Castle, Bones, The Mentalist, The Shield, CSI, CSINY, Law and Order [y
sus varias series diferentes], Alias, Lie to Me, Boston Legal, 24, Heroes, Psych,
Commander in Chief, Prison Break, O.C., Lost, Nikita, JAG [Judge, Advocate,
General], Miami Vice, ER [Emergency Room], Gray’s Anatomy, NCIS, Unforget-
table, Intelligence.) También he visto series británicas, pero las hay menos y la TV
estadounidense comienza a incluir personajes que hablan el inglés de Londres,
sin perjuicio de tener ingleses y australianos que hablan americano y viceversa.
Mezclar eso con los diversos acentos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Austra-
lia, Irlanda, con incremento notable de los acentos y fenotipos latinoamericanos,
más los cambios en la programación, producción, dirección y actuación, hace todo
bastante entretenido.
Puedo así detener la reproducción cuando mi mujer entra a la habitación, con-
versar y luego seguir, o detener para volver a escuchar alguna frase memorable,

246
ix. hoy IX-7

o congelar alguna imagen que quiero ver con más detalle; para experimentar
(con el trípode apropiado, que lo tengo hace décadas) si con mi nueva máquina
fotográfica digital se puede hacer una fotografía pasable de la pantalla digital
en alta definición y concluir lo obvio: No. Las fotografías hay que bajarlas direc-
tamente de Internet si tienen buena resolución o hacerlas a partir de una versión
papel, o fotografiando la realidad. Todo eso es parte del placer que disfruto al
escribir, leer, pensar, explorar, hacer en cada instante lo que viene a la mente.
Escucho también música, pero poco, porque no me gusta tenerla como sonido
de fondo, sino que prefiero concentrarme en escucharla cuando lo hago y si se
trata de algún cantante preferido como Brassens me gusta tener la letra escrita
a la vista para mejor traducir, en la mente, los sonidos al lenguaje. Todo esto con
el orden que el gusto del inconsciente indique.
No hago pues cerebral multitasking simultáneo; pero sí puedo cambiar de tareas
en distintos momentos, con intermitencias o sin solución de continuidad, según
lo indique la atracción que cada una tenga en ese momento para mí.

5. El trabajo en comunidad, en mi vida

Cuando hace algunos años el distinguido rector de una universidad brasileña me


presentaba al auditorio en ocasión de conferirme el título de doctor honoris causæ
de su Universidad (http://www.unibrasil.com.br/noticias/detalhes.asp?id_noti-
cia=846) tras una presentación suya que no escatimó elogios, me tocó el momento
de contestar preguntas del público.
Una señora de unos sesenta o más años se puso de pie y me preguntó cómo
había hecho para hacer tanto en mi vida. Le contesté que delegando, que gran
parte de lo que aparecía hecho por mí era el resultado de la colaboración de mu-
cha gente. Respuesta correcta, que tiene parcial anotación de agradecimiento en
casi todas mis publicaciones. En alguna sumé todas las personas que me habían
ayudado en distintas épocas con sus consejos, sugerencias o críticas.
Una segunda respuesta, también correcta, tiene que ver con el espíritu de
estudio, aprendizaje y trabajo intelectual que me insufló mi padre, aun no ha-
biendo él terminado la escuela primaria. Ese impulso vital me acompaña hasta
el presente y lo he vivido como placer del intelecto, como gusto de la vida, como
disfrute, jamás como esfuerzo o sacrificio.
Todo lo que hice en mi vida fue por placer, por distracción, con satisfacción; o
dicho de otra manera, jamás hice ningún trabajo que no me diera placer.
También, heredero del carácter rebelde e independiente de mi padre, he
preferido la investigación y el estudio extra sistemáticos, libres de ataduras y
programas de investigación que sea obligatorio seguir: Prefiero ser responsable
ante mí mismo y ante la sociedad, pero no ante la burocracia estatal o privada.

247
IX-8 i. a mi padre: “éste soy yo”

Los puedo iniciar, suspender, abandonar temporaria o definitivamente, o por


varias décadas, a nadie importa sino a mí y no debo rendir cuentas ni explica-
ciones a nadie. Esa libertad creativa ha sido un motor de extraordinaria fuerza.
Así trabajaba mi padre, con impulso y motor propios, sin parar.
Recuerdo en particular un compañero, ya fallecido, en la cátedra de Derecho
Administrativo que desde 1969 quedó a mi cargo, que era entonces ayudante de
segunda y acababa de regresar de hacer un postgrado en Italia con Giannini.
Me pidió que le diera una comisión a cargo, algo a lo que no me sentía inclinado
entre otras razones por no conocerlo. Charlé largamente con él y lo acompañé
varias cuadras hasta su casa cerca de la Facultad, al caer la tarde, debatiendo
el tema. Me impactó el punto saliente de su reclamo:
―“Pero Agustín, ¡vos no podés exigir a los demás como te exigís vos mismo!”
Pues eso era lo que yo había aprendido de mi padre. No lo recibí entonces como
crítica, sino como una muda felicitación paterna.
En todo caso conversé con los asociados y adjuntos de la cátedra (éramos siete
profesores) e hicimos un concurso público de oposición entre todos los miembros
de la carrera docente de la cátedra para seleccionar los que iban a estar al frente
de las comisiones. Por unanimidad, el colega venido de Italia y otros obtuvieron
un diez; algunos fueron menos afortunados y uno, recibido de abogado apenas
tres años antes en 1966 y mayor que yo, sacó seis y se enojó. Todavía le dura,
pero al menos motorizó su crecimiento personal.

6. Mis constantes viajes, un sucedáneo del exilio interior

No dedicaré aquí mucho tiempo al tema de mis viajes, un dato importante de


mi vida. Mi padre viajó por distintas provincias buscando mejorar, dispuesto a
todo. Aprendí de él la diversidad, ver otras formas de pensar y analizar, distintas
construcciones mentales, reconocer y reaccionar frente a diferentes niveles de
desigualdad social.
He conocido mucha gente en el mundo, sobre todo en el ámbito académico, en
distintas especialidades del derecho, pero en particular en derecho administrativo.
Durante algún tiempo esos viajes fueron vistos desde afuera como un sucedáneo
de una suerte de exilio interior, tal como me lo dijo por teléfono Eduardo García
de Enterría en 1978, llamándome para ello desde España.

Le he rendirle un sentido homenaje póstumo en La Ley, 23 de setiembre de 2012, pp. 1, 6 y 7.


Reproducido, sin notas, en la revista española AJA Actualidad Jurídica, Navarra, Aranzadi,
año XXII, número 870, p. 11. Reiteré allí mi prólogo a su libro Conferencias de Argentina,
Madrid, Civitas, 2002. Se lo puede encontrar en el Libro II de este t. 10, sección V, p. P-37
/ 737 y ss.

248
ix. hoy IX-9

Pero había empezado a viajar mucho antes, en la década del 60, luego de entrar
en agosto de 1960 como profesor e investigador a un programa académico de la
OEA en América Latina con sede principal en Buenos Aires, el Proyecto 102.
Las novedades y los desafíos me fascinan; de allí vienen mis esfuerzos con la
planificación, la participación, el sector público de la economía, el cambio social.
Era el Proyecto 102 de Cooperación Técnica de la OEA, donde se dictaba el “Curso Intera-
mericano de Administración de Programas de Bienestar Social.” Ver también supra, cap. IV,
§ 1, p. IV-4 / 150 y cap. V, § 6, p. V-11 / 197.

Recuerdo el placer de mi primer viaje en avión y al exterior para enseñar en


postgrado, en este caso a Colombia por Avianca y cómo miraba admirado los
dibujos del papel que decoraba el interior de la aeronave. Al llegar a Bogotá me
llevé la sorpresa de que no había ninguna sorpresa que llevarse. Cada viaje por
la OEA era de quince días, de modo que tenía oportunidad de conocer también
algo del interior de cada país.
En ese primer viaje comencé a escribir lo que sería la primera edición de mi
Derecho administrativo de la planificación, que se publicó en Bogotá en 1967. Y
fue también en Colombia y por la OEA que terminé de armar el primer tercio,
por instrucción programada ramificada de problemas de respuesta múltiple, de
la segunda edición del mismo libro en 1973.
Una tercera edición en Caracas, en 1981, dio punto final al tema, pues la pla-
nificación había quedado para mí en el pasado. No para todos, por eso el tomo
11 del Tratado, Marchas y contramarchas en economía y derecho administrativo,
incluye planificación, empresas del Estado, reforma del Estado, inflación, impre-
visión, mayores costos, etc.
Mis viajes por Latinoamérica merced a la OEA duraron hasta que el gobierno
militar prohibió en 1978 un curso que la OEA planeaba dictar en la Provincia
de Buenos Aires, dando como motivo verbal que yo era profesor del curso. El
director del Proyecto no cedió, pero yo entendí que no había lugar para mí en
ese contexto y renuncié.
Un gran amigo mío, Geraldo Ataliba, hace mucho tiempo fallecido, hizo tra-
ducir al portugués y publicar en San Pablo, en plena dictadura militar brasileña,
Princípios Gerais de Direito Público, que prologó con extrema generosidad y confió
a una editorial de sólido prestigio. Su traducción, corregida, es parte del tomo 9
de la colección. Su capítulo final (pp. 613-624), a su vez, refleja mi experiencia
en distintos tribunales administrativos internacionales con los principios y las
normas jurídicas, desarrollando el argumento que antes había expuesto en la 2ª
ed. de la Introducción al derecho administrativo, idea que Geraldo siempre citaba.
Era una señal para la comunidad académica brasileña en tiempos de dicta-
dura, pues el libro, por supuesto, estaba concebido en términos democráticos y

249
IX-10 i. a mi padre: “éste soy yo”

pluralistas y el prologuista era mi amigo y promotor de la publicación, el Rector


de la Pontificia Universidad Católica de San Pablo.
Con todo ese bagaje previo, la falta de ataduras académicas me dio más tiempo
para viajar y enriquecer mi intelecto, además de ayudar a mi ejercicio profesional.
Como me contaron en Brasil, más de un acomodado profesor decía que debía su
buena situación económica a haber sido sancionado por la dictadura, pues entonces
la comunidad de negocios estimó que ahora se dedicaría más a pleno a la profesión.
En esas décadas de viajes por América y España (a partir de 1982/3 comencé
a agregar el resto de Europa y retornar a Estados Unidos) fui tempranamente
relator general de un congreso internacional en Santiago de Chile, en 1969.
“Cauces de participación ciudadana,” ponencia general presentada al V Congreso Hispano
Luso Americano Filipino de Municipios, Santiago de Chile, 1969, publicado en Cro ́nica del
V° Congreso Hispano Luso Americano Filipino de Municipios, Madrid, 1970, del Instituto
de Estudios de Administracio ́n Local, t. I, pp. 1057-1085; tambie ́n publicado en el libro La
Planificacio ́n en los entes locales, t. I, Estudios generales, publicacio ́n del Instituto de Ciencias
Sociales, Barcelona, 1971, pp. 37-63; luego incluido en el libro Planificacio ́n, participacio ́n y
libertad en el proceso de cambio, Me x́ ico y Buenos aires, 1973, pp. 165-216. He vuelto sobre
el tema en Participation in State and Non-State Administration in Latin America, trabajo
presentado al seminario Law in the Design and Administration of Strategies of Alternative
Development, Coventry, University of Warwick, 1980.

En dicho Congreso mis compañeros de mesa en los almuerzos y comidas eran


los españoles, no los argentinos. Pues mis compatriotas viajeros estaban con fre-
cuencia vinculados a los gobiernos de turno y por ende con poca simpatía hacia mí:
En mis libros construyo un derecho administrativo para el débil frente al poder
político, no para el poderoso en el ejercicio del poder estatal de turno. Mis obras
tienen todas esa impronta: Privilegio el desarrollo de las acciones de clase, los
derechos de incidencia colectiva, los amparos para proteger el medio ambiente,
los medios colectivos de defensa de los derechos de los más débiles. Mis primeras
décadas de profesión siguieron ese parámetro pero aunque hay que tener un
derecho administrativo a favor del débil, es difícil defenderlo con eficacia, como
explico en el cap. XII, § 9, p. XII-24 / 304. Ver también Carrió, Libro II, p. 691.
En décadas recientes he asesorado también grandes empresas, muchas de ellas
multinacionales, en la indagación de algún punto intermedio, alguna fórmula
transaccional que permita compatibilizar los fines administrativos con la mejor
tutela de los intereses económicos empresarios. A ningún empresario le interesa
tener un juicio contra el Estado, hay que advertir a tiempo, para evitarlos, los
nubarrones que asomen en el horizonte. No hay en esto prejuicio alguno contra
la gran empresa, pues el empresario es el primero en saber que se debe negociar:
Si no es por dinero contante y sonante, puede ser por hallar la fórmula del mejor
equilibrio de la situación. Esto último es lo que manejo, tratando de imaginar
salidas alternativas que sean aceptables para ambas partes. Por eso mis laudos

250
ix. hoy IX-11

arbitrales fueron consentidos por las partes, por eso casi siempre he tenido casos
en que mis clientes quedaron conformes. El desacuerdo, si existe, se plantea al
comienzo, al diseñar mi estrategia y entonces, si no hay acuerdo, no hay relación
profesional. Me pasó pocas veces.
Pude contribuir así más tarde al armado de lo que fue el Instituto Internacional
de Derecho Administrativo Latino, que presidí en su fundación, sucedido en el
tiempo con distintas organizaciones académicas, latinoamericanas, iberoameri-
canas, internacionales. En algunas de ellas también fui el primer presidente.
La Asociación Iberoamericana de Derecho Administrativo, que presidí al inicio,
me homenajeó luego en Costa Rica: “Revista Iberoamericana de Derecho Público
y Administrativo,” San José, año 4, número 4, 2004, Homenaje al Dr. Agustín
Alberto Gordillo, ps. 3, 7, 9, 11 y ss.
De tal año es la fotografía publicada en ese número de la Revista, que desde
entonces luce en el Colegio de Abogados de Costa Rica. La elegimos con mi mujer
a partir de un “book” preparado a su requerimiento por una fotógrafa profesio-
nal, entre decenas y decenas de tomas. A pesar de mi pedido, la fotógrafa no
quiso agregarme más pelo con photoshop. Las arrugas, no las tenía ni las tengo.
Pero la foto no me representa bien, pues es la mejor toma posible de un sinfin
de posibilidades. Este libro es como esa foto, he prescindido de todos los ángulos
que menos me favorecen y muestro solamente mi mejor perfil, pero no usé el
Photoshop para mejorarlo.
Et voilà:

251
IX-12 i. a mi padre: “éste soy yo”

7. Mi vida, hoy: El proyecto de vida inicial y sus remiendos

Poco antes de morir mi padre, me tocó leer, estando en Tobago (mal lugar para
estar con problemas del alma, créanme), un libro del psiquiatra español Carlos
Castilla del Pino denominado La depresión. Un ensayo de antropología dialéctica,
Madrid, Alianza, publicado a mediados del siglo pasado.
Furiosamente anotado a cuatro colores por mí, explicaba que era la enfer-
medad psiquiátrica del siglo XX, así como la histeria había sido la enfermedad
psiquiátrica del siglo XIX. Según su experiencia clínica, se podía presentar en
dos momentos en la vida: Primero al completar lo esencial del proyecto de vida,
en edad madura pero aún joven y luego alrededor de los 65 años. Hoy hay que
correr la segunda marca.
La causa determinante o desencadenante en edad joven, según él, se debía a
que cuando la persona había realizado lo principal de su proyecto de vida, era
posible que en su inconsciente se cuestionara si ése era el mejor que podría haber
elegido para sí.
Hay un antecedente lejano en F reud con “el fracaso del éxito,” según me han
dicho, aunque esa parte no la recuerdo ni la he buscado. Según Castilla del Pino,
en esta primera manifestación de la enfermedad, el enfermo puede cambiar de
raíz su proyecto de vida resolviendo por fin seguir el que no pudo elegir de joven
o remendarlo; o, por fin, haciendo cualquier otro cambio en su vida y olvidarse
del viejo proyecto y sus dudas.
La segunda gran manifestación de la enfermedad, según Castilla del Pino,
llegaba cuando la persona se daba cuenta que se aproximaba a la muerte y que,
nuevamente, su proyecto de vida había sido errado aún en el éxito y ésa era in-
curable, ante la real proximidad de la muerte.
Como corresponde, quedé deprimido por la lectura del libro y la muerte de mi
padre. En definitiva hice un combo: Introduje cambios en mi vida, hice remiendos
en mi proyecto y seguí adelante.
Sufrí así dos profundas depresiones acumuladas: La muerte de mi padre y la
insatisfacción con el proyecto de vida que habíamos construido e ideado juntos. Ello
multiplicaba el dolor. Épocas de dictadura y persecuciones, dudas de mi proyecto
vital, introspección, teatro, yoga, gimnasia, pesas, orientalismo, sin abandonar
sino al contrario aumentar el intenso ejercicio de la profesión. Económicamente,
etapa floreciente. Anímicamente, mala. (Pero finalmente pude superar el trance,
remendé de a poco mi proyecto y rehice mi vida.)
Desde 1978 aproveché para aceptar múltiples invitaciones para viajar más por
el mundo, publicar en el exterior, seguir estudiando y escribiendo, realizar toda
clase de actividades; pero nada me quitó la profunda depresión que arrastraba.

252
ix. hoy IX-13

La hipótesis de Castilla del Pino era que se había elegido el proyecto de vida
sin suficiente libertad, ¿Se aplicaba a mí y mi padre?
Pero yo a lo sumo podría decir que hubiera querido ser escritor, si hubiese
tenido idea alguna para hacer una novela, un cuento, aunque fuera un cuentito,
una poesía, una estrofa. Pero nada salió de mi mente. Ese aspecto fue nonato,
hasta estas páginas que pretenden enfrentar a ése, mi fracaso de toda una vida.
No podía culpar al sistema ni a la sociedad, las dos hipótesis preferidas de
Castilla del Pino en su Ensayo de antropología dialéctica; ni siquiera a mi
padre, el responsable perfecto que todo hijo tiene a su disposición. No creía que
pudiera en nada culparlo a él del fracaso íntimo de mi exitoso proyecto de vida.
¿Debía acaso deprimirme más porque yo mismo tenía la culpa de no haber
podido realizar mi “auténtico” proyecto de vida, por falta de aptitud suficiente,
por carencia de ideas y de inspiración?
¿Era mi problema no haber encontrado la musa inspiradora? ¿Tenía su ausen-
cia la culpa de mi fracaso como escritor, tanto que nunca tuve creatividad para
escribir nada en el ámbito de la literatura, salvo en el del derecho?
Por último, séame permitido consignar una crítica a estas reflexiones que me parece débil,
pero interesante: “¿Qué es esta extraña idea que se encuentra aquí y allá, la idea de distinguir
la literatura de la escritura?” “Cuando llega la puesta en palabras […] comienza la creación
literaria.” Elsa T riolet, La mise en mots, Ginebra, Skira, 1969, pp. 133/4.

8. Vagando por la vida en busca del remiendo adecuado

Como se advierte, no encontré respuestas. El intento de “remiendo” del proyecto


de vida hizo carne y continuó, se transformó sin quererlo en el nuevo leitmotiv
de mi vida, en busca de algo nuevo, pero no demasiado; quizás un buen remixado
para seguir reloaded hasta el final.
A los 75, sigo innovando. Y en este continuado deambular, siento que repito
los viajes de mi padre buscando su proyecto de vida. Mi proyecto es el cambio
mismo. Ése también soy yo.
Seguí estudiando y escribiendo sobre temas diversos no vinculados al derecho
administrativo y lo seguí inter–relacionando con cuanto tema se me ocurría
posible. El remiendo (remixado, reloading) constante se transformó así en mi
objetivo, mi tarea para el hogar de aquel psiquiatra español. Mi padre hubiera
aprobado el esfuerzo constante: No perder jamás las fuerzas frente al infortunio,
en circunstancia alguna; tampoco en el éxito.
Toda mi niñez y adolescencia lo vi trabajar sin descanso, sin oírle jamás una
queja ni observar un ritmo menor de su trabajo por la discapacidad física, mori-
gerada por un cuerpo atlético y trabajado en alto grado.

253
IX-14 i. a mi padre: “éste soy yo”

Esa entereza que le tocó mostrar de adulto fue aquella con la que debe haber
afrontado la muerte de su padre cuando era niño, tener que abandonar la familia
paterna para irse a vivir con un hermano a Tucumán, no haber podido terminar
la escuela primaria, aprender tarde por correspondencia, haberse inscripto y
graduado con las mejores calificaciones en la Escuela de Suboficiales Sargento
Cabral, probar toda suerte de oficios: Trabajó, entre otras cosas, como empleado
en una tienda; el gobierno radical lo designó “Jefe de Policía” en Humahuaca, en
la segunda mitad de la década del 20, pero el gobierno militar del 30 lo despidió.
Hizo de todo en su vida, con una honestidad absoluta y un esfuerzo inagotable.
Fue una persona que se sobrepuso con entereza gigantesca a las adversidades
más extremas.
Esa energía heredada en los genes y el ejemplo diario de mi padre me sacó
a flote en la depresión generada o multiplicada por su muerte. Busqué temas y
experiencias nuevas, como mi propio padre. Que fueran circunstancias diferentes
no quita que algo de su temple haya florecido en un hijo con ocupaciones tan dis-
tintas, como lo fueron a su vez los desafíos de la vida que cada uno debió afrontar.
En muchos de los diversos esfuerzos que intenté para enfrentar mi propia
adversidad, fui precursor y estaba cansado de una nueva cuestión cuando la
sociedad decidía, finalmente, encararla. Me acostumbré a hablar, como algo
normal, del horizonte del derecho y hasta fui invitado a participar de un coloquio
en Barcelona donde la materia era los próximos cien años de cada disciplina. Fue
divertido. Fue mi padre, en algún sentido: Él tenía en su mira el futuro lejano.
(Lo que allí escribí formó parte del Tratado de Derecho Administrativo, tomo 1, Parte general,
Buenos Aires, FDA, 10ª ed., cap. IV, sección II, La prospectiva, parágrafo 3, ps. IV-16 a IV-27.
Ese capítulo ha cambiado de lugar en 2013 y de allí en más se encuentra en el tomo 7, http://
www.gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo08.pdf, en lo atinente en las ps. 112 a 117.)

Esto me ha valido con frecuencia la calificación de pesimista, no necesariamente con sentido


crítico, como para los trabajos míos que recuerda Campolieti en la página 28 de http://www.
gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo02.pdf. Más de una vez debí enfrentar auditorios enojados con
mis prognosis y por eso últimamente reparto lingüística y geográficamente mis comentarios
sobre futuribles cercanos. Los que menciona Campolieti merecieron otras críticas. Ahora
digo lo mismo en cambiantes idiomas y lugares más dispersos. Todavía los subo a Internet,
práctica que espero no tener que cambiar: http://www.gordillo.com/articulos/art3.pdf, http://
www.gordillo.com/articulos/art4.pdf, http://www.gordillo.com/articulos/art5.pdf, http://
www.gordillo.com/articulos/art6.pdf, http://www.gordillo.com/articulos/art7.pdf, http://www.
gordillo.com/articulos/art8.pdf.

Por ello, al revisar estas líneas, se me ocurre que un mejor homenaje a mi


padre es que un tomo nuevo de esta colección sea Hacia el derecho administrativo
global. Lo estoy comenzando a pensar y borronear mientras reviso estos recuer-
dos. Ese libro contiene una prognosis optimista sobre el futuro lejano y procura
comenzar a transitar ese camino.

254
ix. hoy IX-15

Quizás por el descompás de estar un año más adelante en mi escuela prima-


ria, algo más de hecho en la secundaria (ningún compañero tenía mis lecturas
y hasta las objetaban con firmeza), dos o tres más en la Facultad, diez o quince
años en la carrera docente, estaba siempre con la cabeza puesta en otros temas
futuros. Ello, al final de cuentas, me ayudó a salir y me hace ahora intentar un
salto mayor en el referido nuevo tomo.
Recuerdo que era muy común en aquellas épocas que la gente me atribuyera
al menos diez o quince años más que mi edad verdadera, porque es probable que
la asociaran con el tiempo que podría haberme insumido dar tales pasos.
Otras veces la gente se preguntaba si vivía todavía, porque me suponían un
antecesor de M arienhoff (1903-1998), pues él me citaba en su Tratado de 1964.
Por último, la gente me conoce lo suficiente y quizás en exceso, porque ahora
no aceptan que no esté tan inclinado a viajar como lo estaba antes. Ahora me
suponen, sin motivo, más joven. No aceptan de buen grado mis excusas fundadas
en los desafios de la edad. En eso no me parezco para nada a mi padre, que jamás
se quejó de su salud.
Es versión común que soy muy chistoso, cómico para hablar y dar clases o
conferencias, en las cuales trato de matizar todo lo posible. Aprendí estudiando
teatro con Norman Brisky que detrás de todo cómico hay un trágico; es posible
que haya salido de la tragedia con ayuda de la comedia. No lo creo en verdad,
pero lo apunto como una posibilidad teorética.
Ahora los chistes quedan principalmente en casa, con las amistades y los
clientes. Las oportunidades públicas las voy espaciando cada vez más.
Hasta el presente he viajado casi todos los años a Grecia, a la Organización
Europea de Derecho Público (http://www.eplo.eu/), cuya Corte Administrativa
integro y no he dejado de hacer algún viaje anual por Europa, Norteamérica o
América Latina, con algunos días de descanso intercalados en cada viaje, tal
como lo había hecho toda la vida.
En general mis viajes al exterior eran de quince días, jamás dos o tres; en el
otro extremo, una vez estuve vagando por Europa, con distintas actividades aca-
démicas, desde diciembre de 1982 hasta marzo de 1983, merced a un importante
asunto que había cobrado,
Fundamentalmente participé en un seminario de la Universidad de Warwick, Coventry, Gran
Bretaña con un trabajo luego publicado como Participation in Latin America. Nueva York,
1982; estuve también en actividades académicas en España, Francia y Bélgica.

No me interesó nunca conocer nuevos lugares por más fascinantes que pa-
recieran. Preferí escuchar, comparar, informarme, observar y sobre todo leer y
escribir, pensar y actualizarme en tecnología para hacer todo con mayor eficacia.

255
IX-16 i. a mi padre: “éste soy yo”

Mirar el mar Egeo o el mar del Norte desde la escotilla del camarote es des-
estresante, sí, pero también lo es mirar el verde de los árboles y la pradera; o las
plantas del balcón y jardín de invierno en el comedor de mi casa. Lleva menos
tiempo y exige menos a la osamenta.
Otra vez me reencuentro, en paz y armonía, con mi padre y ahora también
conmigo mismo, en forma definitiva. Ahora llevo al menos dos décadas de tranqui-
lidad de espíritu, de felicidad y al mismo tiempo de intensa actividad profesional
e intelectual.
Es en estas últimas décadas que he ido formando parte, sucesiva y en algún
caso simultáneamente, de diversos Tribunales Administrativos Internacionales
que enriquecieron mi vida y mi intelecto y contribuyeron sin duda a mi creci-
miento profesional.
También, a mi visión de las normas y principios, como explico en el capítulo final, “Normas y
principios,” del tomo 9, Primeros manuales, Buenos Aires, FDA, 2014, pp. 613-624, aunque
su origen en mi pensamiento es más antiguo, como explico supra p. 249 in fine.

9. Otras anécdotas de mi vida adulta

En los capítulos que siguen agrupo por afinidad otras anécdotas anteriores y
posteriores de mi vida. Contar anécdotas era una forma frecuente de expresarse
de mi padre, como lo fue también de R afael Bielsa.
Voy contando chistes y cuentos por los senderos de la vida, como si fuera parte
de un circo trashumante. Dicen muchos que enseño la vida, aunque el comentario
me deja perplejo. La he vivido con intensidad, tengo muchos cuentos para contar,
pero no sabría cómo se explica la vida.
En las anécdotas que siguen quiero mostrar, desde el recuerdo, cómo operó
en mí la formación recibida de mi padre, junto a todo lo demás que gracias a él
pude descubrir. El flashback y el flashforward continúan.
Una influencia tan grande como la que tengo de mi padre presenta un aparente
punto débil cuando he contado cómo nunca le he visto leer un libro, ni siquiera
el periódico y yo al contrario casi no he hecho otra cosa que leer y escribir. Pero
él razonaba todo el tiempo, y eso me lo transmitió en forma directa.
Creo que contar mi historia desde otros ángulos, como los que voy a mostrar
de aquí en más, puede ilustrar mejor nuestras similitudes bajo el manto de dos
vidas en apariencia muy diferentes.

10. Rapidez e inmediatez para todo

Volverán en lo que sigue otras muestras de la influencia de mi padre. Una al


azar es la siguiente.

256
ix. hoy IX-17

Era minucioso, detallista o perfeccionista, pero no lento sino muy rápido en


el pensamiento y la acción. Todo debía hacerse de inmediato. Creo que también
aprendí de él a no postergar nada que pudiera ser hecho en el mismo instante
en que se concebía. Por supuesto, no era alocado. Repetía que había que medir
cinco veces y cortar una, válido para la madera o la tela. Él hacía carpintería y
había sido empleado de tienda en Ascensión.
Pero todo lo que no eran cortes incorregibles, debía ser hecho de inmediato y
luego corregido tantas veces como fuera necesario.
Tengo en otro lado ejemplos de esto (http://www.gordillo.com/pdf_tomo6/01/
cap10.pdf), pero quizás una anécdota risueña sirva mejor para mostrar el trazo
grueso familiar. Una vez me indicó hacer algo y demoré un instante en dar eje-
cución a la orden. Me lo reprochó, seria pero amablemente y yo, con mi germen
de abogado, argumenté:
—“¿Pero si tengo en las manos una pila de platos, qué hago?”
Su respuesta andaluza nos marca a los dos:
—“En ese caso la tirás al suelo y hacés lo que yo te dije”.
Estaba clara la hipérbole pero también el sustrato. Todo debe hacerse de
inmediato, sin jamás perder un segundo. Creo que es la clave de la creatividad,
no demorarse nunca. Equivocarse, corregir, pero no postergar. No procrastinar.
Quisiera concluir este punto con una anécdota de Miguel Á ngel: Tenía en
ejecución la Capilla Sixtina y cierto día no fue a pintar y estaba en otro lado de
la ciudad.
De pronto regresó presuroso a su obra en el Vaticano, subió los andamios, tomó
un pincel ¡e hizo una sola pincelada! Esto no era su forma habitual de trabajar.
http://www.portalplanetasedna.com.ar/sixtina.htm.

Satisfecho, bajó del andamio y siguió con lo que estaba haciendo en otro lado
de la ciudad.
En el libro de El Método está incluido un trabajo de A bre sobre el tratado de
la pintura de Leonardo Da Vinci, http://www.gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap22.
pdf que también ilustra aspectos universales de la creación. No incurriré en el
ridículo de comparar a mi padre con uno u otro, pero sí es bueno recordar que
suelen ser trazos comunes de la humanidad, cuando la motivación es fuerte.

257
Capítulo X

MI PRIVACIDAD

Sumario

1. Trazos generales...........................................................................X-1 / 261


2. Administrar las fuerzas............................................................... X-4 / 264
3. La privacidad de mis bibliotecas y reflexiones de ocasión.......... X-5 / 265
Capítulo X

MI PRIVACIDAD

1. Trazos generales

Hace muy pocos años, en plena libertad democrática, se comenzaron a ver nuevos
nubarrones, primero percibidos por los empresarios, que tienen especial olfato
para ello. Un artículo que hice con mucha profusión de notas, por lo tanto bas-
tante técnico y nada propagandístico, fue rechazado por dos editoriales. En una,
la más amiga, dijeron que no era para la revista de ellos pero que lo publicara
igual; lo mandé a otra editorial, pequeña, para un libro colectivo y me lo recha-
zaron con excusas. Fue el coordinador el encargado de decirme, en la intimidad
de la amistad recíproca, que en verdad había sido rechazado porque les parecía
demasiado atrevido. Lo tuve que publicar por mi cuenta, en una revista de la
cual era director independiente.
Se trata de “La constitucionalidad formal del eterno retorno,” Res Pública Argentina, RPA,
2006-6, pp. 59-102, también accesible en http://gordillo.com/articulos/art53.pdf; reproducido
en el tomo 7, El derecho administrativo en la práctica, cap. XII. Los temores de los editores
eran infundados, pues luego fui presidente, por común acuerdo de las partes, de un tribunal
arbitral por un litigio entre la Nación y un grupo privado; fui Procurador General de la Na-
ción sustituto en dos oportunidades, bajo distintos titulares de la Procuración General de la
Nación; participé en la defensa del Estado en uno de los juicios llevados por la Procuración
del Tesoro de la Nación en el CIADI; he sido repetidamente consultado por tirios y troyanos,
gobierno y oposición, distintos partidos políticos. La unidad de mi conducta frente a la diver-
sidad de situaciones proviene de un elemento común: Siempre digo lo que pienso. Podré estar
equivocado, pero soy coherente.

Es así una sociedad en que el miedo a Rosas (cuya imagen comanda nuestro
billete de veinte pesos y desde allí mancilla el art. 29 de la Constitución) en la gran
aldea, sigue siendo el miedo a la dictadura militar y a cualquier forma de poder
concentrado; continúa vigente en democracia, sin cesar de rendirle homenajes a
la Mazorca, el Terror, sus 42.000 muertos, su sistema prebendario, populista y
tiránico. Hemos aprendido a convivir con el miedo y el poder excesivo (visible u
X-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

oculto), desde siempre. Cambian los gobiernos, dictaduras, dictablandas, demo-


cracias populistas, democracias hegemónicas y populistas, pero la sociedad sigue
impávida, alegremente sometida.
La entereza y fiereza de mi padre, que algo debo haber heredado, nunca me
dejó contento frente al poder público o privado excesivo. Si publico, lo hago sin
temores, pues de otra manera no vale la pena vivir; pero allí se acaba mi coraje
y entra en juego mi intimidad. Prefiero que se sepa de mí lo menos posible, salvo
lo que acá cuento en grageas administradas con prudencia de médico con con-
trol letrado múltiple: Mis amigos me han ayudado a quitarle aristas o astillas
demasiado filosas.
Valoro mucho mi privacidad y no hay demasiadas fotos mías en Internet,
ni entro a redes sociales con fotografías o datos míos, ni de ninguna manera.
En el Libro II de este tomo 10 se encuentra la selección al azar, recopilación y
ordenamiento de una pequeña parte de una serie de mails que distribuí masi-
vamente durante años pero suspendí cuando aparecieron lo que llamé primeros
“nubarrones en la red.”
Infra, Libro II, cap. III, “Nubarrones en la red.” Tampoco están expresos. Hace falta inferirlos.

Si tengo que pagar algo por Internet, utilizo la tarjeta con límite más bajo, para
que la pérdida no sea grave si alguien hackea mi PC. Si para entregarme algo
gratis en Internet piden mis datos, lo rechazo. La identificación existe en Apple
de todas maneras, pero no es cuestión de extenderla demasiado.
Me disgusta cuando alguien curiosea en mi biblioteca. Volveré sobre esto más
adelante, pues el ocasional fisgoneo ajeno es perenne. Muy pocos resisten la curio-
sidad de investigar una biblioteca ajena, como si no tuvieran en casa suficientes
tomos de esa persona, de cuya lectura ocuparse.
No me gusta que nadie entre a mi habitación, salvo mi mujer. No me gusta
que nadie use mi TV, ni mi PC, ni ninguno de mis aparatos electrónicos, ni mis
colecciones de música, ni lo que tengo guardado en formato digital. Siempre, claro
está, con la misma salvedad conyugal.
Con todo, mis secretarias (quienes necesitan acceso remoto a todo cuanto
tengo en la PC y por consiguiente la red de computadoras que tengo en casa co-
nectadas por WiFi) me ayudan en todo momento con el manejo de la información
digital, pulimento tipográfico de borradores, actualización de índices, manejo de
la agenda, recordatorios.
Muchas veces las llamo para que me impriman en mi casa, por control remoto
desde el estudio, los documentos que quiero usar en papel. Pero también realizo
muchas de esas tareas yo mismo. Prefiero, como siempre, la duplicación como
forma de eficacia y control.

262
x. mi privacidad X-3

Y si alguna vez tengo un trabajo que se me pide sea de segura y absoluta


reserva, lo pido en una llave USB, lo trabajo en ella y no en el disco rígido de la
PC y lo devuelvo como única versión existente. Ello, a pesar que en un estudio
jurídico se hace un culto a la privacidad de los clientes. Yo doy un paso más.
En todas mis conversaciones telefónicas parto de la base que alguien puede
estar grabándolas, con o sin orden judicial, incluso en las líneas de red. Nunca
tengo una conversación presencial reservada con más de una persona a la vez.
Son todas herencias de la dictadura militar que la prudencia aconseja mantener,
como se aprecia leyendo los diarios, nada más.
Hasta el Papa dice que se cuidaba de las escuchas furtivas poniendo fuerte la
radio, en Buenos Aires. No es suficiente para la tecnología actual, pero muestra
la preocupación.
Para trabajar con documentos en la red, prefiero que mis secretarias utilicen
el TeamViewer, que no aprecian demasiado, pero en él puedo ver qué y cómo
están trabajando en mi PC; si estoy frente a ella y con el teléfono al lado puedo
comentarles o preguntarles lo que estime apropiado, según el caso. Todo esto me
obliga a duplicar en el estudio la mejor tecnología por la que empiezo en casa.
No tengo teléfono celular para contestar llamadas, ni contesto con puntualidad
todos los mails, aunque sí atiendo los llamados telefónicos a mi casa. Mi mujer
y mis secretarias miran los mails por mí y me van haciendo una lista de los que
tengo que contestar, los de trabajo primero.
A mis clientes les insisto que llamen a mi casa, porque aquí trabajo, pero
tengo placer en visitarlos en sus oficinas o las de sus otros letrados para cual-
quier reunión de trabajo. No quiero, en cambio, ser prisionero de contestar de
inmediato el celular o el mail. Las respuestas instantáneas tienen un margen
de error muy alto.
Lo acaba de señalar S.S.Francisco, para explicar por qué no da conferencias de prensa aunque
charla en forma individual con cada reportero.

Hace varios años que no voy regularmente a la oficina y mi casa está más apta
para trabajar solo y/o o recibir amigos que para otra cosa. Puse vidrios dobles
y triples para evitar tanto ruidos como escuchas indeseadas. Tengo fuentes de
agua que enciendo cuando quiero oír su rumor.
Pero el estudio sigue existiendo y si alguien prefiere no reunirse en sus oficinas
o las de sus letrados tengo disponible, desde luego, mi propio estudio. Allí las
puertas están blindadas, como en mi casa.
Aprendí la lección de preservar mi hábitat de toda mirada, aún amiga: A veces
provoca algún comentario divertido para el otro, pero demasiado mordaz para
mí, o en todo caso indeseado.

263
X-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

Cuando era profesor titular en ejercicio, hacía las reuniones de cátedra en


casa, para proveer un ámbito más amable, servir a mi gusto, y no tener que ir
todos a la Facultad. Pero desde que esa responsabilidad no recae sobre mí, las
reuniones académicas en casa son infrecuentes.

2. Administrar las fuerzas

Además, trato de reducir los compromisos sociales pues el peso sigue siendo
uno de los problemas centrales de mi salud, que se descontrola más en situación
social. No quiero la tarea extra de tener que resistir a ricas comidas, agradables
bebidas, solícitos paseos.
Escapo ahora a los viajes, aún por motivos académicos y agrego la advertencia
de Bioy Casares: “Líneas aéreas llevando a todos los rincones del planeta prestigio-
sos moribundos: los viejos escritores a quienes se agasaja y se mata con premios,
recepciones, entrevistas, doctorados honoris causa.” (Descanso de caminantes,
op. cit., p. 472.) Debo puntualizar que, a la inversa de lo expuesto por Bioy, viajo
con placer a recibir premios y homenajes. Pero escapo a las recepciones, desayu-
nos, comidas, fiestas. Viajar horas y horas en avión para hablar veinte minutos
en castellano no me atrae en absoluto, a esta altura de la vida. Lo hago solo por
excepción, pues lo considero una mala inversión del tiempo.
Quienes no han llegado a ese tramo de la vida y aún gozan de las razonables
fuerzas de la edad adulta, verán extrañas estas reflexiones. Nadie les cree a
los mayores el relato de sus penurias y limitaciones físicas si no están ostensi-
blemente en silla de ruedas; olvidan toda precaución y persisten en caminatas,
paseos, exóticas comidas lugareñas, horarios juveniles, hasta la presencia física
obligatoria del visitante a cuanta conferencia exista.
Cuando estoy en confianza respondo negativamente a la invitación de viajar
para hablar en público en mi idioma nativo:
—“Si la gente hispanoparlante no ha leído sino una pequeña parte de cuanto
tengo publicado en castellano, ¿para qué desgañitarme en repetirles oralmente
lo escrito o peor, decirles algo novedoso respecto de lo escrito, cuando no tienen
modo de saber que es original?”
Claro está, si la invitación es para hablar en Buenos Aires y no lleva mucho
tiempo de recorrido, en circunstancias adecuadas voy. Es que estoy administrando
mis fuerzas, tal como se las he visto administrar a Braibant en sus últimos años
y lo dije en el homenaje del que participé en su presencia, en Spetses, algunos
años antes de su muerte.
“Laudatio of President Guy Braibant / Laudatio du Président Guy Braibant,” en el folleto del
European Group of Public Law / Groupe Européen de Droit Public, Laudatio of President Guy
Braibant / Laudatio du Président Guy Braibant, European Public Law Center, Atenas, 2002,

264
x. mi privacidad X-5

pp. 27-33. Reproducido en la Revue Européenne de Droit Public/European Review of Public


Law, vol. 15, n° 1, pp. 37-44, Londres, Primavera de 2003, Esperia. También reproducido en
The Future of Latin America: Can the EU Help?, Londres, Esperia Publications Ltd., 2003,
pp. 145-152. Ver: http://www.gordillo.com/pdf_tfola/anexo.pdf.

En cambio, si me invitan a viajar para hablar en otra lengua, la situación


cambia. Allí sí viajo con placer pues lo considero una ocasión de aprender. Pre-
fiero escribir y publicar algo más en otro idioma, que hacer viajes para hablar, en
castellano, a los que no han leído toda mi producción escrita en nuestra lengua,
que son por cierto mayoría.
Creo que es un uso más eficiente del tiempo, lo que fue la gran preocupación
de mi vida y la gran enseñanza de mi padre.

3. La privacidad de mis bibliotecas y reflexiones de ocasión

En el bienio 1976-1978, siendo el primer presidente de la Asociación Argentina


de Derecho Administrativo, hacía las reuniones del Comité Directivo en casa.
Recuerdo cómo un colega local pegó un respingo al mirar una de las obras de
psiquiatría de mi biblioteca. Y recuerdo también que hasta mis amigos me hicie-
ron algún chiste sobre los títulos, a veces exóticos. No se puede por lo visto tener
una biblioteca original a la vista de los amigos ni menos de cualquiera invitado.
Ya por entonces había llevado a casa de mi madre los que pudieran hacer
recaer sospechas sobre mí, en la paranoica supervivencia al poder militar de
entonces y seguí así, de a poco, depurando el contenido de mi biblioteca. Un desliz
de imprudencia en el momento inadecuado podía, en manos militares, costar la
vida. De allí comencé a valorar más mi intimidad. La preservación de la vida
puede volver a uno muy intimista, muy recoleto. No es la impresión que he dado
al hablar en público: En años recientes, luego de escuchar mi charla en tiempos
de democracia, un conocido se me acerca al terminar:
—“Agustín, no es solamente que te han perseguido por lo que dijiste en el
pasado, ¡te van a seguir persiguiendo por cualquier cosa que digas!”
No estaba haciendo un discurso incendiario, solamente hablaba de la rea-
lidad contemporánea en relación al derecho administrativo vigente, en temas
de intervención del Estado en la economía, vías de hecho de la administración,
capitalismo de amigos, jurisdicción internacional en los delitos de corrupción.
A quien me hizo la reflexión que acabo de anotar, un distinguido camarista
federal de buena relación conmigo y que me recuerda haber sido alumno mío, le
pareció risqué. Para qué insistir, no mandé el trabajo —ni tampoco me lo pidie-
ron, bueno es notarlo— para la publicación, ni a ningún otro lugar. Tampoco lo
subí a Internet.

265
X-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

¿Serán voces imaginarias de pequeños enanitos verdes? ¿Deberé ponerme un


casco con papel de plomo para que no haya interferencias extraterrestres o de
las torres que mandan la señal del WiFi?
No, creo estar todavía en suficiente contacto con la realidad como para saber
que no estoy imaginando cosas. En el living room de mi casa, donde vivo desde
fines del siglo XX, no tengo una sóla biblioteca a la vista, solo algunos pocos
ejemplares decorativos.
En el campo no tengo bibliotecas en el living ni en el comedor, pero un par
de pequeñas bibliotecas anodinas en la antecocina a veces despiertan miradas,
conclusiones y comentarios extrapolados de la posesión de algún libro.
En el último gobierno militar hubo gente asesinada por tener un libro rojo, ¡El
código civil! Extrapolar conclusiones disparatadas a partir de la posesión de un
libro no fue privilegio del absurdismo militar de entonces, lo es de toda nuestra
sociedad civil.
Por eso mis publicaciones evocan más bien el celeste y blanco de la bandera
(utilizo cian y blanco, en verdad), aunque sin el amarillo del para mí inapropiado
sol de guerra.
El mismo juego de colores está en mi página de Internet compartiendo igual base cromática
de los sellos de la AFIP. Algo más de lo mismo en el cap. IV, § 1, p. IV-4 / 150; § 13.2, tercer
párrafo, p. IV-18 / 164. Me gustan los colores patrios originarios.

No se respeta mucho la intimidad del otro. Les gusta escudriñar en los pliegos
ocultos de la mente ajena, a partir de un anaquel, para “descubrir,” cual programa
de TV abierta, servicio de inteligencia o mecanismo de espionaje, el “verdadero”
Fulano de Tal. No es un problema exclusivo. Lo hablo con mis colegas. Cada uno,
según la posición que le toca desempeñar en cada momento de la vida, preserva
su intimidad y se ajusta al contexto y a su circunstancia, en la frase de Ortega
y Gasset.

266
Capítulo XI

ANÉCDOTAS DE ENSEÑANZA

Sumario

1. Enseñanza y aprendizaje............................................................ XI-1 / 269


2. Habilidades profesionales: La hora............................................ XI-1 / 269
2.1. Reuniones sociales en el primer mundo y clases en
Buenos Aires.......................................................................XI-3 / 271
2.2. La hora en las clases en París I y en Stanford.................XI-4 / 272
3. Las banalidades de una conversación culta...............................XI-5 / 273
4. Un cocktail en la Corte Suprema de Estados Unidos................ XI-6 / 274
5. El factor sorpresa y la capacidad de razonamiento................... XI-7 / 275
6. Los hechos, siempre los hechos...................................................XI-8 / 276
Capítulo XI

ANÉCDOTAS DE ENSEÑANZA

1. Enseñanza y aprendizaje

Si mi padre no estudió ni leyó, ¿de dónde sacó esa reflexiva sabiduría? Para su
explicación, me imagino el personaje de Carlos Castañeda, con la diferencia que
aquí las personas son reales. No es que lo haya tomado por modelo, sino que lo
recuerdo para esta circunstancia y encuentro inspiración en el tono y la invitación
a pensar, aunque no exista coincidencia temática.

2. Habilidades profesionales: La hora

Uno de los temas fundamentales que enseñé teórica y prácticamente en la mate-


ria de habilidades profesionales, fue llegar antes de tiempo a cualquier reunión
profesional.
Eso no lo aprendí de mi padre, que tenía en cambio el concepto “just in time,”
justo a tiempo. Pero sí he aplicado ese concepto paterno para mi trabajo profesional
escrito y de allí mis referencias favorables a la inspiración forzosa para el escrito
presentado en dos horas de gracia, como explico en el tomo 6.
Mi propia aplicación profesional del principio la explico en http://www.gordillo.com/pdf_
tomo6/01/cap14.pdf.

No sé si mi padre conocía el concepto manufacturero estadounidense de aquel


entonces, pero su idea era exactamente esa, como lo atestigua la anécdota del
timbre para atender en el acto al primer cliente.
Aprendí mucho en cambio de Breitel, quien era parte del Tribunal Adminis-
trativo del BID. (Infra, cap. XIV, § 2, p. XIV-5 / 323 a XIV-8 / 326.) Él me enseñó
cómo es el cumplimiento de la hora en el mundo desarrollado, luego de contarme
una anécdota de una entrevista que él, como magistrado de la Corte Suprema de
Nueva York, tenía concertada con el Master of the Rolls en Londres. La cita era
XI-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

a las 10.00 de la mañana y cuenta Breitel que llegó al escritorio del secretario
y le dijo que tenía cita con aquél a esa hora.
Entonces el secretario consultó con ostento su reloj y con tono sentencioso le dijo:
— “You had an appointment at 10 o’clock.”
Breitel me contó que en ese momento eran treinta segundos pasadas las
diez de la mañana y que consideró una exageración que no lo recibiera por ese
motivo, máxime tratándose de un extranjero visitante en Londres, que pudiera
haber tenido algún inconveniente con el tráfico. Me enseñó, primero en la teoría
y luego en la práctica, que:
— “The only way to be on time, is to be ahead of time.”
Cuando lo he contado en mis clases de Habilidades Profesionales en Buenos
Aires, repitiéndolo en castellano, los cursantes tenían dificultad en retener y re-
petir lo relativo a que para estar a tiempo, hay que estar antes de tiempo. Por lo
visto, cuesta entender el concepto: A mí me costó aprenderlo y me cuesta explicarlo
de forma convincente. Por la importancia que tiene en el mundo desarrollado y
para mí también en el nuestro, creo que vale la pena detenerse un poco en el
examen de una cuestión crucial que escapa a nuestra cultura.
He señalado mucho antes este problema cultural que nos aqueja, sin mucho éxito, en: “8. The
Notion of Time,” en el libro The Future of Latin America: Can the EU Help?, en http://www.
gordillo.com/pdf_tfola/chapterII.pdf.

Las reuniones del Tribunal Administrativo del Banco Interamericano de De-


sarrollo que integrábamos, estaban citadas para las diez de la mañana. Breitel
me invitaba a tomar el desayuno en nuestro hotel, algo así como a las 07.30, no
recuerdo bien, con el diario leído. Esa era la consigna, el diario se lee antes de
salir de la habitación. Desayunábamos y charlábamos de las noticias del día, y
a las 08.30 o la hora que fuere, me decía in loco parentis:
― “Ahora nos vamos a cepillar los dientes y nos encontramos aquí de nuevo
a las nueve.”
Bueno es recordarlo, la frase inglesa es “nine o’clock,” evocando la noción de
“nueve según el reloj,” no el capricho de cada uno. Un profesor galés que encontré
en Caracas hace varias décadas, acordó conmigo encontrarnos a las ocho de la
noche en la puerta del ascensor y con simpatía me dijo: “¿Sabe qué queremos decir
los británicos cuando decimos «las ocho»?” Ante mi negativa, contestó: “Las ocho
menos dos minutos.” Curioso, estuve esperándolo desde las ocho menos diez en la
puerta del ascensor, pensando si había sido exacto o aproximado en su aclaración.
Había sido exacto. Las puertas del ascensor se abrieron dos minutos antes de las
ocho, nos saludamos y fuimos a cenar juntos. Le quedé, claro está, agradecido
por una oportuna aclaración, aunque no se lo verbalicé.

270
xi. anécdotas de enseñanza XI-3

A esa hora exacta salíamos a paso lento del hotel, rumbo al cercano edificio
del BID donde teníamos la reunión una hora más tarde, a las diez. Mientras
caminábamos solía detenerse para mostrarme y comentarme con parsimonia
algún interesante detalle cultural, edilicio o histórico de Washington D.C.
Él regulaba el paso y llegábamos a la puerta del edificio del Banco a las 09.25.
Allí cumplíamos los trámites de presentar el documento, la consulta telefónica
por la guardia de seguridad al piso correspondiente, la entrega de las tarjetas
de identificación y finalmente terminábamos ese trámite alrededor de las 09.35,
dependiendo de cuánta gente hiciera el mismo trámite.
Caminábamos sin apuro en dirección al grupo de ascensores que debíamos
tomar, bajábamos en el piso correspondiente, recorríamos los pasillos necesarios
para llegar a la sede del Tribunal y por lo general entrábamos por su puerta
principal a las 09.40.
Allí comenzaba el ritual social de colgar los abrigos en los guardarropas o
percheros, saludar a las secretarias y al personal que estuviere presente, tener
con cada persona las pequeñas amabilidades de ocasión, servirnos café y luego
entrar a la sala de sesiones y tomar nuestros respectivos asientos a las 09.55.
Éramos los primeros y a su vez lo primero que hacíamos era ordenar nuestras
carpetas, block de notas, lápices. A las 10.00 estábamos en condiciones de empezar
la sesión. Que la sesión no empezara a esa hora era responsabilidad de otros, no
nuestra. Todo esto me lo había contado Jorge Tristán Bosch de sus reuniones
de trabajo en el primer mundo, pero recién lo pude aprender al vivenciarlo con
las enseñanzas prácticas de Breitel.
Estas lecciones las aprendí: Cuando era presidente, estaba en la cabecera, a
las 10.00, listo para iniciar la sesión. Cada uno llegaba a su propia hora y uno
de ellos, cuya nacionalidad no recordaré, llegaba sin excepción una hora y media
después.

2.1. Reuniones sociales en el primer mundo y clases en Buenos Aires

Cada vez que tuve alguna reunión u obligación en el mundo desarrollado el cál-
culo horario era igual. Si se trataba una reunión social, los invitados estábamos
afuera de la entrada al menos diez minutos antes, esperando que fuera la hora
en que abrieran las puertas y las volvieran a cerrar una vez que ingresaran los
invitados.
Así ocurrió en una cena para profesores extranjeros efectuada por el Decano
de la Universidad de París I, Panthéon–Sorbonne, en su departamento oficial
dentro del edificio al lado del Panthéon. La invitación era para las 20.30 y 10 ó
15 minutos antes varias personas hacíamos tiempo caminando por la zona; a las
20.29 todos nos acercábamos al pie de la escalera del departamento, como en una

271
XI-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

coreografía de ballet. Al mismo tiempo exacto el Decano y su señora bajaban las


escaleras para recibirnos al pie de ellas; subíamos al departamento y las puertas
se cerraban detrás. Imposible saber si alguien había llegado tarde, pues nadie
entró después de ese momento y la mesa no tenía lugares vacíos.
Cuando daba clases en Buenos Aires en la especialización llegaba al aula diez
o quince minutos antes y comenzaba a conversar con los que estaban antes o iban
llegando después. Luego de la hora y durante cinco o diez minutos les marcaba
a cada uno de los que llegaban tarde que la hora de comienzo de la clase había
sido las 14.00, por ejemplo y no las 14.07 en que habían llegado. Trataba, a mi
modo, de transmitir las enseñanzas de Breitel.
Algunos cursantes percibieron mi conducta como agresiva y así lo cuentan. Otro ejemplo lo
relata el Libro II, infra, p. 579 in fine.

2.2. La hora en las clases en París I y en Stanford

Cuando dicté por primera vez clase en Panteón–Sorbona invitado por su Rector,
Gérard Timsit, llegaba a la sala de profesores veinte minutos antes de mi clase
de las 13.30, pues me era más difícil calcular el tiempo desde el barrio latino.
Los demás profesores comenzaban a llegar con el tiempo mejor calculado, entre
las 13.15 y 13.25, casi no se saludaban y partían para su clase dos o tres minutos
antes de las 13.30, según pude observar.
Cada uno había calculado el tiempo que le llevaba caminar desde la sala de
profesores hasta la entrada al aula, de modo de hacerlo a las 13.30. En una clase
en que, a pesar que Gérard Timsit me había dicho: “Cincuenta minutos de ex-
posición, ocho minutos de preguntas,” estuve en el aula hasta las 14.30. Advertí
la gravedad de mi desliz recién cuando los alumnos que entraban y salían lo
hacían molestándose mutuamente y el siguiente profesor esperaba afuera con
una fría mirada.
Había que terminar dos minutos antes de la hora, para dar tiempo a los
alumnos a salir del aula y a los de la clase siguiente entrar, para que el profesor
los encontrara a todos sentados cuando llegaba a la puerta del aula exacta y
precisamente a las 14.30.
Dando charlas en Carolina del Norte, mis amigos argentinos residentes allá me
recordaban el momento de interrumpir la clase dos minutos antes de la hora, por
el mismo motivo de permitir a los presentes retirarse e ingresar los siguientes,
para comenzar la próxima clase en punto. El entusiasmo con que hacía la charla
me hacía olvidar una parte fundamental de ella, el reloj.
He dado clases sentado en el pasto en Stanford, con alumnos también sentados
a mi alrededor y no variaban las reglas horarias, ni ninguna otra.

272
xi. anécdotas de enseñanza XI-5

Podría extender los ejemplos hasta casi el infinito. ¿Se convencerán mis lectores
argentinos sin vivenciarlo? Creo que desde A ristóteles está claro que se aprende
haciendo y por ello generaba las vivencias de aprendizaje para mis alumnos en
los cursos de El método en Derecho y Habilidades Profesionales.

3. Las banalidades de una conversación culta

Otra habilidad profesional que es necesario desarrollar y mantener toda la vida


se refiere a tener preparada con antelación alguna conversación de media hora:
Culta, de actualidad, interesante. Algo de eso traté de ejemplificar en la red de
mails que en su momento hice.
Ver infra, Libro II, sección I, “Mails,” donde se encuentran diversos ejemplos de actualidad,
en ese momento, como orientación de este punto, § 6, p. M-9 / 377; § 16, p. M-18 / 386 y ss., etc.

En el mismo caso de la cena en el departamento decanal de la Universidad


Panteón–Sorbona, los lugares estaban asignados y recuerdo que se encontraba
a mi derecha la mujer de un profesor suizo de derecho constitucional, que estaba
enfrente, a mi izquierda. Ni bien nos sentamos la señora volcó su mirada hacia
mí y me preguntó, en francés:
― “¿Considera Usted que la enfermedad del SIDA que ha aparecido en el mundo
(era 1984) preanuncia la extinción de la especie humana?”
Era una pregunta para iniciar una conversación cultivada, nada más y la du-
ración total de cada conversación no excede la mitad del tiempo asignado oficial-
mente para el evento, pasada lo cual lo correcto es dirigirse hacia la otra persona,
yo a la de mi izquierda, ella a la de su derecha y reiniciar una nueva charla. La
otra persona tenía una pregunta impactante, interesante, inteligente, a veces
punzante, para realizar en primer lugar. Décadas antes me lo había advertido
mi gran amigo y dilecto profesor Jorge Tristán Bosch, con lujo de detalles, pero
es difícil aprehenderlo sin haberlo vivido. El total de la charla con cada vecino
de mesa no supera la media hora.
Cuando dictaba los cursos de “Habilidades Profesionales” una de las cosas
que enseñé a los cursantes de la Especialización era tener preparada, para cada
ocasión, una batería de alternativas de conversación de esas características o,
al menos, la primera pregunta de tal conversación. Lo ejemplifiqué en los mails
que se encuentran en el Libro II de este tomo 10 citados en este párrafo en la
midnote precedente, entre otros, muchos de ellos en idioma inglés. Pero algunos
cursantes se sienten agredidos, no creen que siempre deben aprender cosas nuevas
en contextos diferentes.
Me remito al Libro II de M ario Rejtman Farah, p. 579 in fine.

La pregunta puede también ser filosa. En una cena muy exclusiva y por ende de
pocas personas, en Grecia, estaba a mi derecha Paul Craig. Cuando, a la media

273
XI-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

hora precisa, concluyó su charla con la dama que tenía a su derecha, volvió su
mirada hacia mí para preguntar:
­—“­­¿Cuánto tiempo hace que conoce a F logaitis?”
Contesté que hacía más de treinta años, en Louvain-laNeuve, en 1983. Su
mirada indicó que la respuesta era satisfactoria.
Cuando me nombraron juez de la Corte Administrativa de la EPLO, yo le
decía a Gérard Timsit del “milagro” del crecimiento exponencial de la EPLO y
él, amigo de décadas, me dijo con picardía: “También está el milagro Gordillo”
por mi ascenso algo meteórico no siendo europeo.

4. Un cocktail en la Corte Suprema de Estados Unidos

También recuerdo que la Corte Suprema de Estados Unidos tiene la tradición de


realizar un cocktail mensual para magistrados de diversos tribunales, a los cuales
se invita también al colegio federal de abogados y al colegio de representantes de
la administración. Una de las veces que estaba reunido en Washington D.C. el
Tribunal Administrativo del BID, le tocó en rotación no solamente asistir sino
ser invitado a hablar. La reunión tenía como anfitrión a uno de los miembros de
la Corte. En el caso, era A ntonin Scalia a quien yo había conocido en Buenos
Aires y vuelto a encontrar en Estado Unidos. (Infra, cap. XIV, § 2.3, p. XIV-7 /
325 in fine.)
Yo presidía en ese momento el tribunal administrativo del BID que era invita-
do y me tocaba hablar en nombre de los demas miembros del tribunal, también
presentes. Pregunté a Breitel, preocupado, qué debía hacer. Contestó:
­­
—“Es simple, debe tan solo preparar unas palabras para cinco minutos. Si
quiere se las reviso.”
Además de su gentileza de ofrecerse a revisar, me estaba anticipando que era
una cuestión formal y breve, de cinco minutos (lo cual significa exactamente eso),
que debía prepararla y que debía someterla a su examen previo. Estarían, des-
pués de todo, magistrados y camaristas federales, uno de los jueces de la Corte,
en total no más de veinte personas.
Preparé mi borrador de algo menos de cinco minutos, menos de dos páginas
tamaño carta. Debía decir algo interesante y apropiado para la ocasión, no una
epopeya del derecho pero tampoco una charla de café en un programa porteño de
TV. Hice mi mejor esfuerzo y sometí a su opinión las casi dos páginas preparadas
para la ocasión.
Las leyó y dijo que estaban bien, pero que debía decir al comienzo algunas
palabras de elogio turístico a Washington D.C., a sus cerezos en flor, emociones
por el estilo. Como él era neoyorkino, no pudo evitar una sonrisa cómplice al

274
xi. anécdotas de enseñanza XI-7

decirlo; pero si hubiera sido Nueva York, imagino que alguna cosa me habría
sugerido que dijera en ese tono amable sobre la ciudad.
Se trató de “Law–making at an International Tribunal,” palabras pronunciadas en la Corte
Suprema de los Estados Unidos, Washington D.C., 6 de octubre de 1988. Son ideas que están
actualmente en el cap. VII, “Normas y principios,” del Libro II del tomo 9, pp. 613-624.

Una vez que me tocó hablar en Québec, en consecuencia, tuve esas palabras
previas en francés antes de comenzar mi exposición en inglés y la primera vez
que hablé en la isla de Spetses, en Grecia, también tuve unas palabras para el
sol mediterráneo, incluyendo un bocadito en griego: El cuero no me dio para
más. Cuando hablé en París, no me pareció del caso decir nada de la ciudad, era
demasiado obvio.
En Brasil prefiero alabar las instituciones en castellano; no retomé siete meses
de estudiar portugués en la década del setenta, aunque el 10 de enero de 1989
manuscribí una carta a Clovis Beznos, de siete páginas (aun conservo copia),
para contestarle y agradecerle al colega y amigo, que había publicado un libro
entero dedicado a criticar mi breve artículo de 1960 de cuestionamiento al poder
de policía. Era un homenaje de él, en suma, por eso le escribí en su lengua. Fue mi
único caso de escritura en portugués. Entiendo el portugués del mundo académico
de Brasil y ellos entienden mi castellano, no hace falta más para comunicarse.
Lo mismo ocurre entre los paises escandinavos con sus respectivos idiomas.

5. El factor sorpresa y la capacidad de razonamiento

Conozco anécdotas de profesores en distintas Facultades que utilizaban el factor


sorpresa para ver si sus alumnos podían razonar bien en ese contexto. En una
reunión social unos dentistas rememoraban a un profesor que revoleaba por el
aire una pieza dental, la tomaba con la mano y preguntaba qué era: Canino,
incisivo, molar. Coincidí con el profesor: Si alguien va a aplicar el torno a una
pieza dental mía, mejor que sepa al vuelo cual es cuál.
En un curso profesional orientado sobre derecho procesal administrativo
estaba tratando de explicar las diferentes reglas de vestimenta para abogados,
en ocasión de hacer distintos trámites en Tribunales. Luego de varias clases de
experimentos, en una de ellas, en los institutos que tienen mesas largas y grandes,
desde la cabecera, sentado, me quité el cinturón, lo puse sobre la mesa y pregunté:
—“¿Este cinturón es fino o no?”
La respuesta unánime fue que no. Les aclaré que habían cometido dos errores:
Primero, dejarse sorprender por un gesto inusual del otro y distraer su atención,
que era el efecto buscado: Habían perdido por un instante su capacidad analítica.
El segundo error fue de análisis del cinturón, pues me había sido regalado por
un distinguido y finísimo amigo, era de la mejor calidad, pero nada ostentoso; al

275
XI-8 i. a mi padre: “éste soy yo”

contrario, de apariencia campestre. Mi gesto rústico e inesperado y la apariencia


del cinturón, los habían confundido doblemente.
Ese tipo de experiencia de enseñanza se puede hacer una sola vez, para que
tenga el efecto sorpresa y de novedad. Nunca me gustó repetir los ejemplos en
clase. El que acabo de dar, desde luego, lo hice una sola vez. Acostumbrar al pro-
fesional a manejar bien el factor sorpresa hace mucha falta en la vida. El famoso
abogado que interrogó a Oscar Wilde en su proceso penal, durante tres días de
interrogatorio lo dejó gozar y manejar a gusto su superioridad intelectual. En el
momento preciso, le hizo la pregunta fatal, que Wilde contestó admitiendo sin
equívocos el delito por el que se lo procesaba. No manejar la sorpresa le costó
la cárcel.

6. Los hechos, siempre los hechos

Hubo un caso en que a un alumno le di por aprobado un curso con la calificación


de sobresaliente y, además, lo liberé de asistir al resto del curso. Esos son varios
casos cuando uno le agrega los hechos, que en la motivación expresa de mis ca-
lificaciones apenas variaba. La motivación o explicación no era lo determinante:
Los hechos externos al acto lo eran.
En un caso, en un curso de postgrado que realizaba con expedientes foliados
de cada alumno, con sus escritos, pruebas y mis providencias, había un graduado
muy singular, que se sentaba siempre en última fila y en cada clase se retira-
ba unos minutos antes del final, previo gesto recabando mi autorización para
retirarse, a lo cual yo asentía. Me llevó algún tiempo darme cuenta que se iba
en el preciso momento en que la clase comenzaba a flaquear: Existía sustento
fáctico para la dispensa de su presencia, sin perjuicio que quizás tenía algún
compromiso a esa hora.
El curso tenía dos parciales y para concluir un alegato escrito del alumno,
previo a la entrevista final para decidir la nota. Cuando vi su primer parcial,
excelente, lo califiqué de tal manera y agregué distintos fundamentos fácticos
correctos; elaboré un acto bastante bien motivado en que le daba por aprobado el
curso y lo liberaba de seguir asistiendo y presentar los trabajos siguientes. Bri-
llante como era, no hizo lo que el acto le decía y continuó asistiendo, realizando
los trabajos y retirándose cuando el interés de la clase decrecía. Sabía que yo
carecía de atribuciones para dispensarlo de asistir y puesto que siguió viniendo
hizo también los trabajos que, por lo visto, además de obligatorios le parecieron
interesantes.
En su alegato final hizo abundante uso de mi calificación anterior, señalando
que cuanto menos significaba que hasta ese momento del curso tenía derecho a
la calificación asignada. Continuó alegando sobre su desempeño en el resto del
período y solicitó por último que la misma calificación de sobresaliente fuera

276
xi. anécdotas de enseñanza XI-9

aplicada a todo el curso. Estaba tan bien argumentado, que me limité a escribir
que por los fundamentos fácticos y jurídicos por él expuestos (que constaban en
el expediente), lo calificaba de Sobresaliente y firmé.
Para así hacerlo tuve presente la fórmula del antiguo derecho inglés para
resolver un caso judicial, consignando la decisión favorable, sin más, al dorso de
la petición. Se lo llamaba Endorsed on the Bill. Sus fundamentos eran los del
peticionante. Por supuesto esto fue un divertimento pero en la práctica real del
derecho administrativo a los cursos universitarios no invalidaba el acto.
Tenía como antecedente, en mi experiencia pre adolescente, que faltando veinte
días para concluir el primer año de la escuela secundaria, el profesor de mate-
máticas me calificó con 9 en el curso a su cargo y me liberó de seguir haciendo
los trabajos, no de mi asistencia a clase. Yo todavía no había aprendido derecho
y en mi alegría me limité a disfrutar la mera observación del curso restante.
No advertí hasta ahora que lo cuento, que me estaba estimulando a hacer un
poco más y sacar 10. ¡Más de sesenta años después, el profesor de matemáticas
sigue enseñándome desde el más allá! Ése quisiera ser yo.
Otro caso lo cuenta Butlow de su propio curso como alumno mío. Como su relato
es más completo y preciso, me limito a resumir aquí que le pregunté si sería un
acto válido calificarlo como sobresaliente, sin tomarle examen o entrevista final.
Su respuesta afirmativa fue correcta, puesto que en su expediente había sobrado
sustento fáctico para tal decisión y esa fue la nota que puse, dando por terminado
su curso. No recuerdo el caso con tanta precisión como él, pero lo cierto es que
intenté hacer ver cómo casos “iguales” o “parecidos” diferían mucho en los hechos
previos o externos al acto y, por lo tanto, en el derecho aplicable.
Ver Butlow en concierto, antes citado en este libro, op. loc. cit.

En otro caso se trataba de un examen libre y lo primero que hice fue tomar un
papel y escribir un largo acto administrativo con diversos fundamentos, dando
por aprobado el examen. Termino sus aspectos formales, lo firmo y lo entrego al
alumno. Éste lo lee, lo piensa y resuelve darse por notificado del acto. Pero no
hace gesto de levantarse e irse como quien aprobó un examen.
Le pido la hoja y escribo a continuación, con una larga y correcta fundamen-
tación, que no había existido sustento fáctico alguno para el acto, que se trataba
(como recuerdo en el tomo de El Acto Administrativo) de un claro ejemplo de
enseñanza o aprendizaje, que no había producido ni podido producir efecto jurí-
dico alguno y que por lo tanto me limitaba a constatar su inexistencia. No había
nacido nunca al mundo jurídico, a pesar de mi firma y su notificación. En aquel
tiempo un anexo del libro tenía una docena de casos de notas o actos míos en un
curso, todos por supuesto distintos, salvo su similar apariencia exterior.

277
XI-10 i. a mi padre: “éste soy yo”

El alumno sabía por intuición, en cualquier caso, que todo ello no había sido
una real aprobación del curso. En lugar de notificárselo de conformidad, debiera
haber señalado su inexistencia. Como el error carecía de proporción en relación
al recién comenzado examen, éste continuó. Pero el alumno mantuvo su presencia
de ánimo y continuó el examen con normalidad hasta aprobarlo.
La vida nos sorprende, la Facultad debe enseñarnos a enfrentar con calma las sorpresas.

Cuando dictaba Derechos Humanos en el primer año de la Facultad tuve una


anécdota de aprendizaje, no de enseñanza. Una alumna recién salida de la es-
cuela secundaria, ante una afirmación mía sobre Descartes, me devuelve una
aguda explicación al respecto. Recuerdo haber dicho: “¡Prometo que no hablaré
de Descartes durante los próximos diez años!” En realidad han pasado varias
décadas pero mantengo vigente mi promesa.
En ese curso di después “un” caso sobre la hipótesis de un alumno consumiendo
en clase alguna de las diez sustancias, legales, ilegales o dudosas que mencionaba
a continuación. Obviamente eran diez casos distintos, no uno.
Ese y otros casos pueden encontrarse en G ordillo -F lax, Derechos humanos, cap. X, “El
derecho a la salud y el medio ambiente,” Anexo I, “El caso del deber de no fumar en público,”
Guía de reflexion, Nº 34, p. X-15, http://gordillo.com/DH6/capX.pdf.

A la clase siguiente, la alumna de la anécdota se sienta en primera fila mas-


ticando con ostentación. Recuerdo que, siguiendo el juego, le pregunté con seve-
ridad qué masticaba y contestó: “Un chicle.” No argumentó nada en defensa de
su implícitamente cuestionado comportamiento. Le expresé que era una falta de
consideración y respeto al docente y le ordené que se quitara el chicle de la boca.
Con la voz afectada por una expresa y ruidosa masticación, me dijo “Pues se lo
va a tener que aguantar.” Como era evidente que el caso lo tenía bien pensado, le
puse sobresaliente y la eximí de seguir asistiendo o hacer los demás trabajos del
curso. Inteligente como era, lo dio por inexistente salvo en la nota parcial, continuó
y concluyó el curso con esa calificación, una y otra vez ganada con casos nuevos.
Como corresponde a su contrapartida, fue la única vez que mascó chicle en clase.
Muchos años después, al finalizar una charla conjunta con M airal ante un
auditorio repleto, veo que se acerca en línea recta hacia mí, con sus ojos puestos
en mi mirada, una mujer cuyas palabras fueron: “¿No me reconoce, verdad? Yo
soy la del chicle. Es que después de su curso, en la Facultad nunca más tuve
oportunidad de pensar.” Se había ido cuando por fin la recordé. Su aguda in-
teligencia advirtió que yo no habría repetido ese caso: Su afirmación respecto
del chicle la identificaba con plenitud, a su criterio, en el contexto de mi tipo de
enseñanza. Tenía razón.
Nota al margen, fui tan lento para procesar su comentario y su gesto de amargura como
cuando el chico alemán me preguntó la hora en Berlín Oeste: Supra, cap. III, p. III-8 / 132.

278
Capítulo XII

CASOS PRÁCTICOS PROFESIONALES

Sumario

1. Aclaración previa.......................................................................XII-1 / 281


2. Ver los papeles, ver también la realidad.................................. XII-2 / 282
3. La percepción intuitiva de la realidad: El butano propano..... XII-3 / 283
3.1. Las razones dadas por escrito y las reales...................... XII-5 / 285
3.2. No agotar los argumentos............................................... XII-6 / 286
3.3. Tener presentes aspectos fácticos no incorporados al
acto o sentencia................................................................. XII-6 / 286
4. Las obras públicas de tierra para el agua................................ XII-7 / 287
4.1. El caso del canal anguloso de tierra para frenar un
curso violento de agua...................................................... XII-7 / 287
4.2. El caso del camino de tierra atravesando un pantano... XII-8 / 288
4.3. Conclusiones parciales..................................................... XII-9 / 289
5. El dique, el agua y la piedra porosa....................................... XII-10 / 290
6. El caso del pavimento deficiente..............................................XII-11 / 291
7. Casos de inflación e hiperinflación......................................... XII-12 / 292
7.1. ¿En principio es simple?................................................. XII-13 / 293
7.2. El Rodrigazo y la velocidad del ajuste............................XII-14 / 294
7.3. La hiperinflación de Isabel Perón...................................XII-14 / 294
7.4. La indexación del gobierno militar................................ XII-15 / 295
7.4.1. La inflación del 10.000% anual o del 6%
mensual......................................................................XII-16 / 296
7.4.2. La hiperinflación de Cavallo.................................XII-16 / 296
7.5. La nueva hiperinflación en democracia......................... XII-18 / 298
7.6. La sintonía fina.............................................................. XII-19 / 299
8. Casos de política y administración......................................... XII-20 / 300
8.1. Caso 1............................................................................. XII-20 / 300
8.2. Caso 2............................................................................. XII-20 / 300
8.3. Caso 3............................................................................. XII-21 / 301
8.4. Caso 4............................................................................. XII-22 / 302
9. Los casos de abordaje psicológico........................................... XII-23 / 303
Capítulo XII

CASOS PRÁCTICOS PROFESIONALES

1. Aclaración previa

El derecho se ejerce y se aprende trabajando y resolviendo casos singulares y


concretos: No existe otra manera. Por ello en el discurso de un abogado pareciera
que no pueden faltar al menos algunos de sus casos, no por el renombre que ellos
hayan podido tener (y para mí es parte de la habilidad profesional, a la inversa,
que el caso no entre, o si lo está salga un poco, del estrépito fori), sino por su
interés profesional, por el método o las habilidades.
Así planteado, tal vez un abogado con muchos años de profesión no encuentre
en ellos mayor interés. Tampoco puedo imaginar si de verdad le interesará a los
abogados jóvenes o deberán apenas hojearlo o saltearlo.
Pero sí sé, al menos, que el derecho se aprende a través de casos. (El método en
Derecho, en el Tratado de derecho administrativo y obras selectas, tomo 6, Libro I;
Introducción al Derecho, ambos en www.gordillo.com.) Y como el derecho depende
de la prueba de los hechos, su determinación anticipada es privada y decisiva.
Se trata de una selección de casos y anécdotas que a veces he contado para
ilustrar un punto de método o habilidades. Como siempre, la aplicación del método
al caso, o las habilidades profesionales requeridas del abogado joven, no están aquí
explicitadas, sino que quedan para ser descubiertas por el lector: Sapere vedere.
Si luego de leídos algunos casos salteados el capítulo no presenta novedades
para Usted, hará bien en omitirlo. Lo mismo se aplica, para mi desazón, al libro
entero.
Los contaré entremezclados a propósito en el tiempo, aunque no me referiré
a ninguno de los últimos años: Su importancia no es histórica ni periodística,
sino metodológica y de habilidades, preocupaciones propias del autor y que tienen
para él importancia autobiográfica. Acordé con mi padre que la abogacía era una
XII-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

posibilidad, a su muerte llegué a dudar del proyecto vital, no puedo ahora menos
que ratificar que el proyecto me fue útil y sigo creyendo en él, aún con remiendos.

2. Ver los papeles, ver también la realidad

Una vez me consultó un empresario mediano que quería hacerle un juicio de daños
y perjuicios a Gas del Estado por haberle denegado mal, según él, la aprobación
de la instalación de un tanque de butano propano.
El expediente, del que tenía fotocopiado el total, parecía darle la razón. Sin
embargo, de los informes y dictámenes administrativos, que no daban suficiente
razón de la decisión adoptada, surgía a mi criterio una autoconfianza adminis-
trativa que me parecía sospechosa, o al menos daba para pensar.
Sea que mi sospecha fuera buena o no, lo cierto es que tenía que observar los
hechos. Mi cliente se resistía mucho a hacerlo, porque la planta estaba a más de
trescientos kilómetros de Buenos Aires y además todo le parecía una pérdida
de tiempo, teniendo el expediente completo y no dando éste razón suficiente de
la negativa.
Insistí en que antes de hacer el juicio debía visitar el lugar donde estaba ins-
talado el tanque no aprobado por Gas del Estado. Le argumenté también, para
reforzar el criterio, que en el juicio se produciría prueba y que un perito iría
finalmente a informar sobre los hechos en el lugar.
Partimos entonces un sábado a la mañana, yo con mi máquina de fotos y su-
ficientes rollos de film. Al llegar al lugar y luego de saludar al personal fuimos
juntos a ver el tanque.
Estaba apoyado sobre dos pilotes de hormigón armado hechos a medida para
abrazar y así sostener en el aire los extremos del tanque; el tanque, a su vez,
tenía en la parte inferior de cada extremo dos lugares reforzados, para apoyarlos
sobre los pilotes.
El problema era que uno de los extremos del tanque sobresalía casi medio metro
del lugar de apoyo, con lo cual el tanque estaba bien asentado en su pilote en un
extremo; pero no en el otro, en que apoyaba no por la parte reforzada, sino por una
parte sin reforzar. Casi un cuarto de tanque estaba mal suspendido en el aire.
Habían construido los pilotes sin tener bien las medidas del tanque, o habían
comprado el tanque incorrecto. La solución era cambiar el tanque por uno que
tuviera los apoyos coincidentes con las bases de hormigón, o rehacer uno de los
extremos de las bases para que coincidiera con el tanque y éste pudiera apoyar
con normalidad.
El problema era tan auto evidente que ni mi cliente ni yo pronunciamos palabra.
Fuimos a almorzar con los empleados y nadie dijo nada sobre el tanque, que todos
sabían era el motivo de la visita. A nuestro regreso a Buenos Aires, tampoco.

282
xii. casos prácticos profesionales XII-3

Fue largo y peligroso el regreso en coche por trescientos kilómetros con el


cliente conduciendo y mascando vaya a saber cuántas rabias. Por suerte para
nuestra salud física, llegamos de vuelta sin percances automovilísticos. Pero el
problema del tanque quedó como tarea para el hogar, no de Gas del Estado, sino
del cliente y sus operarios.
¿Nadie había mirado el tanque y los pilotes? ¿O nadie se había dado cuenta
del problema? ¿O nadie le había informado al propietario? En todo caso, la acti-
tud autosuficiente y casi sobradora de Gas del Estado se justificaba. El juicio lo
hubieran ganado con costas, con bombos, pitos y matracas.
Tener y estudiar todos los papeles existentes es fundamental, pero no alcanza,
es fundamental observar directamente los hechos.
El caso del cine Callao que explicamos en otro lugar puede ser una buena guía
metodológica para este tipo de problemas. Quien no haya contestado su guía de
estudios podría encontrar utilidad profesional en ella.
Ver Derechos Humanos, 6ª ed., 2007, cap. X, “El Derecho a la salud y el medio ambiente,”
Anexo, pp. X-8-15, http://gordillo.com/DH6/capX.pdf; ver también Tratado, t. 2, 9ª ed., 2009,
cap. V, pp. V-1-30, http://gordillo.com/pdf_tomo2/capitulo5.pdf.

3. La percepción intuitiva de la realidad: El butano propano

Expliqué los fundamentos reales pero no expresados de las decisiones públicas


en el libro Introducción al derecho, cap. V, “Cómo leer una sentencia.” http://
www.gordillo.com/pdf/int_der/iad_1_v.pdf. Aquí voy a empezar un poco antes,
cuando se observa la realidad pero otros tienen distintas percepciones de ella,
otras hipótesis de trabajo, diferentes abordajes.
A veces es difícil acertar en la percepción de la realidad y sus problemas. Allí
es donde el ojo clínico del observador es más valioso, en la medida en que su
intuición no resulte luego refutada por la prueba.
Vino una vez a consultarme un colega que tenía un caso en que una planta de
varios tanques de butano propano, en la Provincia de Buenos Aires, había sido
prohibida por ordenanza municipal, bajo el argumento de que dañaba el medio
ambiente. Debían, por ende, desalojar la planta.
Mi colega quería hacer un juicio de expropiación inversa, para eso venía a
mí. Le dije que quería visitar la planta y que estuviera presente el experto en
seguridad de ella porque quería hacerle algunas preguntas y que explicara cómo
funcionaba.
La primera pelea la tuve con mi colega: Había venido para que hiciera el juicio
de expropiación inversa, no para que visitara la planta. Me puse firme y le dije
que no tomaba el asunto sin ver la planta y oír al técnico de seguridad.

283
XII-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

Yo no sabía nada en ese momento del butano propano, pero de alguna mane-
ra fantaseaba con la explosión de los tanques y su efecto sobre el ambiente y la
población.
Llevé ocho rollos de film y saqué fotos de los tanques, su emplazamiento y los
alrededores; subido a uno, saqué fotografías en 360 grados. Lo más importante
fue la explicación del técnico y, como siempre, la observación in situ.
Además, para ese momento había leído un poco sobre accidentes de camiones
tanques de butano propano, uno en Málaga con casi doscientos muertos, otro en
México con algo menos de un centenar de muertos.
De acuerdo a la información del técnico era imposible que los tanques explota-
ran. Aún en caso de recibir un impacto de tipo lanzacohetes, el tanque se rompe
y el butano propano se incendia y se derrama encendido, pero no explota. Eso
sí, no existe forma práctica conocida de apagar el fuego antes que se consuma.
Resta esperar entonces que se extinga al quemarse en su totalidad el gas líquido.
En precaución de tales accidentes las normas obligaban a construir una suerte
de denso muro perimetral capaz de contener la totalidad del contenido del tanque
para el caso que se derramara. Si además se incendiaba, pues habría que esperar
a que se consumiera, dentro del recipiente conformado por el muro perimetral.
Si, multiplicando la hipótesis, el muro cedía y el líquido encendido se derrama-
ba afuera de ese perímetro, entonces bajaba por la ley de la gravedad hacia los
terrenos más bajos, quemando todo cuanto encontrara. En esa nueva hipótesis de
peligro las fotografías del entorno eran fundamentales, pues en dos de los lados
había un cementerio, del tercer lado empresas que fabricaban y vendían lápidas y
del cuarto lado, poquísimas viviendas aisladas, conscientes del peligro potencial
en que se encontraban, pues habían tomado suficiente distancia.
Sumé a esto que los accidentes de Málaga y México eran de camiones tanques
que habían tenido accidentes de tránsito, con vuelco, incendio e incineración de
cuanto el líquido ardiendo encontró en la ruta. El peligro real no era la planta
de tanques en un lugar determinado, pues no existían siquiera registros de tal
tipo de accidentes que hubieran superado el muro de contención de cada tanque.
El peligro era el transporte en camiones tanque.
Escribimos mucho sobre los aspectos económicos y sociales del problema, la
pérdida de empleos en el lugar, tratando de demostrar que de todas las hipótesis
posibles, la menos peligrosa y mejor para la sociedad, era dejar la planta donde
estaba, en un lugar casi desierto. Tratamos también, con el máximo desarrollo,
la cuestión de la peligrosidad, explosión e incendio.

284
xii. casos prácticos profesionales XII-5

3.1. Las razones dadas por escrito y las reales

Luego de una larga tramitación del expediente llegó el momento de su dictamen


final por la Asesoría General de Gobierno de la Provincia, previo a su decisión
por el Poder Ejecutivo provincial pues era un gobierno militar. Pedimos audiencia
y fuimos recibidos. ¿Sobre qué quiso indagar a mayor abundamiento el Asesor
General de Gobierno? Pues, de la peligrosidad y la posible explosión y muertos.
Estuvimos una hora desarrollando lo escrito y al dar por terminada la entrevista,
el funcionario me da la mano con cordialidad y afirma:
—“Quédese tranquilo doctor, la política económica del gobierno no es bajar
persianas de puestos de trabajo.”
Ese había sido uno de nuestros argumentos. Cuando salió el dictamen hizo
lugar a la presentación, concluyendo con un argumento que no habíamos utiliza-
do, que el Municipio no tenía competencia en la materia porque la competencia
era provincial. El decreto provincial salió en el mismo sentido y el Municipio
no insistió en su postura originaria, porque había quedado demostrado que el
argumento in pectore, no dicho pero fundamental, era la peligrosidad y no el
medio ambiente.
¿Por qué el Municipio no argumentó, de entrada, su real fundamento, la pe-
ligrosidad? Porque de haber jugado esa carta tendría que haber clausurado de
inmediato la planta, con todas las consecuencias adversas, sin estar comprobada
la supuesta peligrosidad.
¿Por qué el Asesor de Gobierno no expresó en el dictamen su verdadera preocu-
pación, que era también la peligrosidad? Porque no había necesidad de utilizar un
argumento que, de acaecer un hecho dañoso, se volvería en contra del dictamen
y la decisión administrativa.
Una cosa es que un abogado asuma la responsabilidad unilateral y de parte
de asegurar que no hay riesgo, es su trabajo si cree que no lo hay. Ese mismo
abogado, actuando como funcionario o juez, no hubiera jugado las cartas con tanta
vehemencia. Hubiera sido discreto en su decisión y tal vez hubiera empleado otros
fundamentos. Hubiera adoptado la línea del menor esfuerzo, no por el esfuerzo
argumental mayor o menor sino por la línea de menor resistencia: Cuanto más
superficial y formal el razonamiento, menos susceptible de generar críticas.
La decisión que había que adoptar era no erradicar la planta. Hacerlo por
argumentos de fondo como los expuestos en nuestros escritos no estaba exento
a su vez de responsabilidad política. La línea sensata, del menor esfuerzo y la
menor peligrosidad política de la decisión que era preciso y debido tomar, era un
argumento formal. En el caso, el elegido fue la supuesta incompetencia municipal.

285
XII-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

Al resolver por escrito la incompetencia municipal por razón de la materia,


quitaba al Municipio y sus autoridades y funcionarios la responsabilidad política
por el problema; al no tomar la Provincia la iniciativa en la materia de la planta
en cuestión, el tema quedaba cerrado en sede administrativa, sin apertura de
la vía judicial.

3.2. No agotar los argumentos

Viene a cuento el viejo consejo de Augusto M ario Morello, más tarde aprendido
como indispensable habilidad profesional:
­ “No agotes los argumentos, dejá algunos para que el juez pueda utilizar sin

necesidad de repetir los tuyos.”
Es más hábil. En casi todos los casos que gané, el tribunal o la administración
me dieron la razón por distintos argumentos que los míos.
Lo mismo se aplica para las citas de jurisprudencia y doctrina: Más se cita,
menos latitud se le deja al juez para darle la razón. Más citas he hecho, más
dificultados le he ocasionado al juez. No es hábil.
En el caso, para ser honestos, no habíamos incluido ese argumento porque
no lo vimos.

3.3. Tener presentes aspectos fácticos no incorporados al acto o sentencia

Otra conclusión es que no hay que limitarse a la letra escrita del caso en su
decisión inicial o final, sino que es indispensable tomar en consideración todo el
contexto y todos los elementos de hecho que lo conforman en el plano de lo fáctico,
estén o no invocados en las decisiones que se adoptan.
Por supuesto no se trata de cuestiones jurídicas sencillas, por las limitaciones
del régimen probatorio a incluir en la argumentación judicial hechos que el juez
conoce, o no puede ignorar, pero que no han sido introducidos en la causa.
En ocasiones el juez puede introducirlos como medidas para mejor proveer, en
otras se comporta influenciado por esos hechos pero sin fundar en ellos su deci-
sión. El abogado debe tener la habilidad necesaria para percibir o intuir todos
estos elementos y obrar en consecuencia.
Ver supra, t. 4, caps. VI, “Apertura a prueba. Medios de prueba,” http://gordillo.com/pdf_tomo4/
capitulo6.pdf y VII, “Producción y valoración de la prueba,” http://gordillo.com/pdf_tomo4/
capitulo7.pdf. También, t. 2, cap. I, http://gordillo.com/pdf_tomo2/capitulo1.pdf.

286
xii. casos prácticos profesionales XII-7

4. Las obras públicas de tierra para el agua


4.1. El caso del canal anguloso de tierra para frenar un curso violento de agua

He tenido casos interesantes en cuanto a la intersección metodológica del dere-


cho y la técnica. Recuerdo una obra ejecutada hace décadas en la Provincia de
Buenos Aires por una empresa que hace tiempo cesó sus actividades, cuyo ex
dueño sigue siendo amigo y de vez en cuando llama para saludarme. Aclaro que
la empresa no quebró ni entró en convocatoria de acreedores, sino que vendió
todos sus bienes hasta que no quedó ningún acreedor.
Había sido una más de las muchas malas ideas que ha tenido la provincia,
partiendo del error de no recordar lo que Ameghino observó hace más de un siglo,
que su territorio es una gran cuenca deprimida. Igual que la Ciudad de Buenos
Aires, cuando hay grandes lluvias o crecidas, el agua no tiene fácil salida al río
o al mar.
Ahora el tema son las inundaciones y las barreras puestas por el hombre a los
cursos de agua, que por impericia profesional (al no proveer suficientes espacios
para escurrimiento de los viejos cursos de agua, en caso de inundación, bajo las
nuevas rutas) pueden costar más de medio centenar de muertos como en las inun-
daciones de La Plata en el 2013. ¿Se debe enseñar a pensar esos problemas en
la Universidad o aún después, o hay que esperar hasta que, al costo de múltiples
vidas humanas como en el 2013, lo aprendan más tarde?
Como no parece por ahora posible modificar la habilitación profesional, al
menos habría que prever una indispensable rehabilitación cada cinco años, en
acto público al que los damnificados de la mala praxis puedan acercar su voz.
En el caso que me tocó ver no se perdieron vidas humanas pero sí un ingente
gasto público. Los ingenieros hidráulicos habían concebido un canal de alivio de
fuertes crecidas que amenazaran con inundar la cuenca, para facilitar su salida
al mar. Habían concebido un canal solo de tierra, con ángulos importantes para
ir frenando la fuerza de las aguas hacia la salida.
Mi cliente ejecutó la canalización y a la primera gran crecida los ángulos del
canal de tierra cedieron, como era obvio y el canal quedó casi destruido. El pri-
mer problema práctico era que no había sido definido oficialmente como para ser
utilizado por única vez. El contratista estaba obligado por un artículo de la ley
que pone a su cargo la prevención y reparación de los daños producidos por fuerza
mayor: La norma parece un disparate, tomada en su literalidad, pero ninguna
empresa se ilusiona con ganar juicios sino con evitarlos.
El problema principal no era que la ley le imponía a mi cliente hacerse cargo
del problema, al menos al comienzo, sino que además podía quedar atado de por
vida, pues por ley de la naturaleza el canal de tierra, sin hormigón, se destruiría
de nuevo cuando hubiera otra crecida importante y violenta del curso de agua.

287
XII-8 i. a mi padre: “éste soy yo”

Consulté mi predicamento aprovechando un viaje académico que hacíamos


juntos, de Buenos Aires a La Plata, varios cultores del derecho administrativo.
Quiso la casualidad que fuéramos en el mismo auto, además de este abogado
asesor de empresas privadas, un amigo que se encontraba en el poder judicial y
dos que se encontraban, cada uno, en los principales organismos de asesoramiento
jurídico de la Provincia, la Fiscalía de Estado y la Asesoría General de Gobierno.
El consejo unánime que recibí fue el de escribir mucho y hacer poco. Con un
ingeniero de la empresa, con el que luego trabé amistad, fuimos haciendo exten-
sas presentaciones en las cuales explicábamos con ilustraciones, fotografías y
datos técnicos abundantes, el problema empírico del canal. Fuimos presentando
distintas alternativas técnicas para encarar el problema, todas partiendo de la
base que el diseño original no era apto sino para ser utilizado una sola vez y que
había cumplido con su destino.
El expediente nunca tuvo pronunciamiento de la administración sobre cuál
alternativa de las que proponíamos convenía elegir. La respuesta era obvia, nin-
guna, no había que hacer nada, era el proyecto el que estaba fallido. Pero tampoco
hubo amenazas para hacer responsable a la empresa del fracaso del proyecto. La
solución de habilidades profesionales de escribir mucho y hacer poco, dada por
los organismos de control, fue la que resolvió el problema.
Muchas veces, en cambio, la solución es la inversa: Cambiar el contexto fáctico,
modificar a costa propia lo necesario en los hechos y argumentar con la nueva
situación de hecho, no la antigua. Todo depende del caso. Veamos ahora uno de
ésos de modificaciones parciales.

4.2. El caso del camino de tierra atravesando un pantano

El proyecto previsto en el pliego era hacer una calle de tierra sobre un pantano
formado por aguas del río que oscilaban con las altas mareas ordinarias y ex-
traordinarias y las sudestadas. Por esa oscilación natural del nivel de aguas del
pantano, el proyecto preveía caños por debajo del camino para facilitar el drenaje
del agua en ambos sentidos. (Hubiera sido más sensato hacer el camino sin caños,
obturando el pantano y dejándolo para que se secara naturalmente.) Cuando la
marea subía, el agua pasaba al lado interior del pantano. En bajante, la cañería
permitía que el agua atrapada del interior saliera hasta el nuevo nivel del río.
El nivel de ambos lados era oscilante y quedaba sujeto a la acción constante
de las aguas, pues las cañerías facilitaban la circulación hacia arriba, tierra
adentro en la creciente y hacia el río en las bajantes. Ni qué decir que cuando
a la tierra se le suma agua en constante movimiento, se transforma en barro.
La calidad de la tierra en la parte inferior fue, pues, deteriorándose y se hizo
necesario aumentar la cantidad de tierra nueva a aportar sobre él. Al finalizar
comenzaron las recriminaciones de la administración municipal sobre la cantidad

288
xii. casos prácticos profesionales XII-9

y calidad de la tierra aportada, como si no hubiera estado ni siquiera el inspector


para vigilar el aporte correcto de tierra desde el fondo del pantano, hacia arriba.
El argumento municipal subyacente imaginaba que la empresa hubiera cons-
truido un cruce vehicular de barro a través del pantano, una imposibilidad física
que cualquiera que haya jugado con barro conoce. Es peor que hacer un castillo
de arena en la playa pues allí, por lo menos, mientras no venga la nueva ola, el
castillo se mantiene en pie.
Todavía no ha nacido el niño, ni el hombre, que pueda construir un castillo
de arena bajo las aguas…
Fui con otro amigo ingeniero a ver el camino y pude verificar la normalidad
transitable de la superficie y que la parte barrosa era la que estaba en contacto
con el agua. Alguno de los informes municipales sugería el agregado de cal para
restablecer la calidad de la tierra. Si era sensato haber asentado una calle de
tierra en el fondo barroso de un pantano con crecientes y bajantes, lo dejo libra-
do a la imaginación del lector. Ante la sugerencia municipal aconsejé lo mismo
(agregar cal) y documenté con fotografías el trabajo. Hace años que no llevo el
juicio, pero la empresa aún no cobró su primer y único certificado de provisión
de tierra. El juicio, imagino, continúa, treinta años después.
Lo que los pliegos tradicionales no contemplan es la posibilidad de escuchar los
consejos técnicos de las empresas del ramo antes de hacer el proyecto y sacarlo
a licitación pública, cuando nadie puede hacer propuestas técnicas alternativas,
pues queda afuera de la licitación. El momento de escuchar opiniones y propuestas
es antes de hacer el proyecto y el llamado.
Eso lo han aprendido, con todo, algunos organismos del Estado nacional, como explica Patricia
Miravé en su trabajo incorporado al tomo 7, http://www.gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo29.pdf.

4.3. Conclusiones parciales

No sé si existe algún curso en la carrera de ingeniero hidráulico que lo explique,


pero es bueno recordarlo aquí. Si se construye con tierra sobre el agua, o para
canalizar el agua, el agua y la tierra se transforman: No mezcle tierra con agua,
se produce barro.
Este es un grupo de casos en que la falta de sentido común se trasladó a proyec-
tos públicos, presupuestos, licitaciones, adjudicación por mejor precio para cometer
la estupidez proyectada y por fin la necesaria conclusión de la materialización
plena y definitiva del disparate al amparo del viejo derecho administrativo.
El derecho administrativo tradicional no cree posible hacer nada para evitarlo.
Pero es igual que en la corrupción, la clave está en las medidas preventivas, como lo manda
la Convención Interamericana contra la Corrupción.

289
XII-10 i. a mi padre: “éste soy yo”

Existen mecanismos e instituciones para prevenir estos errores, si se desea


evitarlos y el primero es la elaboración participada de pliegos, como explica Pa-
tricia M iravé, op. loc. cit.

Segundo, es publicar gratis las bases del llamado en Internet, en lugar de poner-
le precio a la venta de los pliegos como para que nadie más que los interesados en
el negocio puedan comprarlo. De tal manera se ayuda o se impide, según el caso,
la participación ciudadana y que funcionen con eficacia las cautelares judiciales
que una ley inconstitucional pretende limitar.
Ver “Hay jueces en la Argentina: La inconstitucionalidad de la prohibicio ́n de imponer as-
treintes a los funcionarios públicos,” LL, 2004-C, 152-5, http://www.gordillo.com/cv/art_28.pdf

1º) Sin elaboración participada de los pliegos, 2º) sin publicidad gratuita de
las bases del llamado, 3º) sin medidas cautelares que puedan detener y corregir
el error humano en su nacimiento, la mesa está servida para el festín de los que
se equivocan o de los corruptos, pues el mecanismo es idéntico.
Me remito a Diritto amministrativo e criminalità, Copanello, Calabria, junio de 2013.

5. El dique, el agua y la piedra porosa

Una gran empresa constructora ganó una licitación internacional para construir
un dique sobre el curso de un ancho río que en determinado lugar había visto
invadido su curso decamilenario por una erupción volcánica. Había sobre el río
una pequeña montaña de piedra volcánica que desde milenios desviaba parte del
curso del agua hacia un estrecho costado en forma de hoz y luego retomaba su
cauce natural, otra vez ancho y recto. La piedra volcánica forma un cerro sobre
el curso natural y ancho del río y éste continúa por un costado en forma reducida
hasta volver a la dirección original ancha luego del cerro volcánico.
Nadie se preguntó a tiempo qué pasaba en los lugares en que el río era más
ancho, luego más angosto, luego más ancho otra vez. Se angostaba el cauce del
río, por supuesto, pero ¿se potenciaba y angostaba también el agua del río? Algu-
na explicación debía haber de ese fenómeno, pero los ingenieros de la consultora
internacional responsable del proyecto, que planearon hacer el dique en la parte
más angosta del río, no se lo preguntaron.
Así, una vez construido el dique sobre la parte más angosta, los proyectistas
internacionales descubren que no todo el caudal del agua del río pasa por el di-
que, sino que una parte importante sigue fluyendo por el cauce decamilenario, a
través del cerro volcánico. Entre los inspectores y los proyectistas internacionales
deciden hormigonar esos importantes drenajes a través del cerro, del curso normal
del río al lado del dique, a un costo alto. Hubo que construir túneles dentro del
cerro para hacer los nuevos trabajos imprevistos.

290
xii. casos prácticos profesionales XII-11

Pero una vez que fueron tapados todos estos agujeros descubrieron que no
alcanzaba, que el agua seguía en realidad pasando subterráneamente por debajo
de la formación volcánica.
Cuando fui a visitar el lugar, me impresionó que desde lejos y lo alto de la
formación volcánica, no se veía la parte angosta del río desviado, sino las partes
anchas continuas antes y después del cerro.
Al descender del cerro hacia la parte angosta del río uno advierte, a simple
vista, cómo el río es más ancho aguas arriba y aguas abajo de la formación
volcánica y es más angosto, en cambio, cuando pasa a su lado. No se lo ve como
una forma natural del cauce en el lecho de piedra, sino como una interrupción y
desviación fugaz del cauce natural, por la montaña de lava que hace milenios lo
invadió y, en parte, corrió.
Si estuviéramos hablando de un cerro de piedra sólida el problema hubiera
dado lugar a más reflexión; pero siendo formación volcánica era obvio, para
cualquiera que supiera mirar, que la piedra volcánica es porosa, por lo tanto el
agua pasa a través de sus poros. Si el río es más ancho aguas arriba y aguas
abajo de la formación volcánica, es porque la parte que no se vuelca por el lado
angosto del curso del agua, continúa a través y por debajo de la piedra volcánica.
La cantidad de agua y el ancho del río son iguales aguas arriba y aguas abajo
del cerro volcánico; apenas una parte pasa por el lecho más angosto.
Quien imaginó construir el dique en la parte más angosta del río no advirtió
que el cerro volcánico es poroso y que el río no se angosta como a simple vista
parece, sino que se divide en dos cursos de agua: Uno por el lecho angosto, el
que está a la vista y otro, oculto a través y por debajo del poroso cerro volcánico.
Quien haya tenido en sus manos un trozo de piedra volcánica lo sabe de in-
mediato: Es porosa a simple vista.
Hubiera sido más eficiente y más barato construir un dique de una vez en
la parte más ancha del río, con un solo tipo de tecnología, que construirlo dos
veces, uno al lado del otro, con características tecnológicas diferentes, a un costo
multiplicado y con técnicas improvisadas por la administración y sus consultores
internacionales; haciendo, en suma, dos diques paralelos pero distintos, uno para
aprovechar la mitad del río en el curso angosto a la vista y el otro para taponar
el curso del agua en la parte fuera de la visión.

6. El caso del pavimento deficiente

Una Municipalidad contrató la realización de un pavimento, conforme al pliego


de la licitación, para una calle de intenso tránsito de camiones de mucho peso. La
empresa realizó el pavimento y en cuanto empezaron a circular camiones sobre
la nueva calle, se rompió. Conversando sobre el problema con un amigo ingeniero

291
XII-12 i. a mi padre: “éste soy yo”

llegamos a la conclusión que el proyecto estaba mal calculado y que no había en


realidad ningún estudio serio sobre el tránsito de camiones ni el peso promedio
que la calle debía soportar para no romperse.
Mi cliente había realizado lo que pidieron en la licitación. No tenía sentido que
realizara a su costa los estudios de tránsito que debiera haber encarado previa-
mente la Municipalidad, pues además había que evaluar distintas alternativas
de costo de diferentes tipos de pavimento y resolver cuál era el grado de inversión
que se justificaba en función del problema.
Ante los hechos consumados, sugerí que buscara la alternativa más segura
que encontrara en otros países. Descubrió unos folletos belgas que sugerían una
calle de hormigón armado, no simple, con estructura de hierro de determinado
grosor, que consignaba.
Comenzamos a escribirle a la administración por el sistema de notas de pedido,
a mano, informando del problema que se había presentado y pidiendo instrucciones
acerca de cómo proseguir en la reparación del pavimento.
Repararlo conforme a pliego no tenía sentido, pues se había demostrado en
los hechos su insuficiencia para soportar el peso del tránsito de la zona. Así lo
consignamos en las notas de pedido y acompañamos la folletería belga que re-
comendaba el tipo de hormigón armado que allá se utilizaba para estos efectos.
Mientras tanto, el ingeniero seguía en contacto con el inspector de obra, charlando
sobre las alternativas posibles de encarar el problema.
Fue obvio que ni el inspector ni sus superiores podían de hecho autorizar ni
proponer una calle de mayor envergadura que la licitada, pues ello importaba
poner en juego la responsabilidad de los funcionarios que se habían equivocado
con el proyecto. Sin embargo, tampoco tenía sentido reincidir en el error para
poner más de manifiesto la equivocación de los proyectistas de la administración.
La pícara advertencia del funcionario que dio por terminada la cuestión, para
molestar al amigo ingeniero, fue:
―“¡Ojalá hicieras tan buenas obras como escritos!”
Fue el amigo ingeniero que me lo comentó, sabiendo que el problema de habili-
dad profesional estaba en un punto intermedio entre la abogacía y la ingeniería.

7. Casos de inflación e hiperinflación

Si vivió o le tocará vivir épocas de inflación e hiperinflación, este capítulo es


para Usted.

292
xii. casos prácticos profesionales XII-13

7.1. ¿En principio es simple?

No tiene sentido discutir aquí en qué porcentajes de depreciación de la moneda


o encarecimiento de los precios se puede decir que existe inflación y cuándo hi-
perinflación, o cuánta inflación es tolerable. Tampoco de discutir los méritos o
deméritos de la actualización de precios.
Hay mucho escrito al respecto desde la economía. Pero el derecho no tiene la
elasticidad suficiente para adaptarse a los cambios en los hechos.
El abogado, como el economista, debe conocer la moneda en la cual se traducen
los hechos y su mutabilidad a través del tiempo. Esa mutabilidad del signo mo-
netario, en cualquier país y tiempo, podrá o no ser reconocida por las soluciones
que en cada caso se impongan, pero en modo alguno puede ser ignorada por el
abogado.
Todo empresario tiene que controlar sus costos y sus precios de venta, para
asegurarse que, de tener éxito con su producto, obtendrá ganancia. Calcular costos
no es fácil, pero es claro que uno de sus elementos es el precio de los insumos en
el mercado en relación al precio de venta.
Comprar insumos y vender el producto final son datos económicos que se pro-
ducen en tiempos distintos de un mismo proceso fabril o comercial. Es necesario
considerar si el tiempo influye en ellos.
Por de pronto, stockear mucha mercadería tiene costos de almacenamiento
y de interés financiero sobre el capital invertido, de modo que la solución no es
acaparar muchos insumos para protegerse de la inflación.
Tampoco es cuestión de decir “Aumento el precio” pues si compró caros los
insumos o calculó mal los costos, el mercado puede no aceptar ese precio; en
otras palabras, la gente puede no comprar el producto que aumentó de precio, o
no hacerlo en iguales cantidades.
Ello lleva a comparar los tiempos en que se calculan los insumos y los distintos
costos de producción y el tiempo en que se venderán los bienes producidos. Si en
ese tiempo existe inflación entonces hay que contrastar dos elementos móviles.
Si además hay regulación de los precios en la economía, o precios contractuales
con el Estado que prevén cualquier tipo de actualización o ninguno, en todos los
casos entran en juego los abogados, no para hacer juicio por la diferencia, sino
para analizar cómo se comporta el derecho frente a estas cambiantes variables.
Si el empresario se equivoca, pierde. Si el cliente del abogado pierde, pierde
también el abogado, no porque esté asociado a las ganancias ni a las pérdidas,
sino porque pierde el cliente a quien no asesoró con eficacia en la evaluación de
tales parámetros.

293
XII-14 i. a mi padre: “éste soy yo”

7.2. El Rodrigazo y la velocidad del ajuste

Por razones profesionales escuché, en 1974, el discurso del nuevo Ministro de


Economía de Isabel Perón, Celestino Rodrigo. Un simpático gesto de ella ha-
cia él en el balcón de la Rosada signó su propio destino en una foto inolvidable.
Quizás por eso y otras razones, muchos presidentes después esquivan utilizar
el famoso balcón.
A mí me pareció sensato lo que decía, por ejemplo que no era posible adminis-
trar desde el Estado tres o cuatro mil precios de productos regulados.
El caos resultante es demasiado obvio. Un porta–lámpara bueno para exteriores
que por entonces quería comprar valía 11 pesos, pero con los precios regulados
empezó primero a aumentar y luego a faltar. Aparecieron porta-lámparas nuevos
en el mercado, de 13 y 15 pesos, pero como tenían que ser distintos a los de 11
para no hacer manifiesta la violación del precio oficial, eran diferentes e impro-
visados, de manifiesta menor calidad. El bueno de 11 no existía más.
Recuerdo que finalmente tuve que comprarlos peores aún, de 17 pesos. Todos
eran precios oficiales, pero el producto no era el mismo, la calidad menos, la
prestación tampoco. Aún guardo ejemplares de los distintos porta-lámparas de
exterior. El que era bueno de 11 y desapareció porque no lo dejaron aumentar,
todavía funciona en exteriores, bajo la lluvia de décadas. Los otros son cáscaras
vacías, que funcionan mal incluso bajo techo en el jardín de invierno.
Ni el ministerio estaba seguro acerca de cuántos eran los precios regulados;
como las leyes de delegación del legislativo al ejecutivo que, se suele decir, oscilan
entre 3.000 y 5.000. Nadie sabe bien cuántos y cuántas.
Celestino Rodrigo pasó mal a la historia, como el autor del “rodrigazo.” Todo aumentó, de
inmediato a la liberación de precios, un 70%.

En 2011-2012 el sistema de inflación contenida por subsidios comienza a hacer


agua y en lugar de hacer un rodrigazo, en el 2013/2014 se procede por etapas. Lo
que debiera haberse aprendido, con todo, no es la velocidad con la cual abandonar
un sistema absurdo, sino no volver a crearlo.

7.3. La hiperinflación de Isabel Perón

El país no se repuso del rodrigazo y entró en su fase de éxito la lucha contra la


guerrilla y en su fase de fracaso el mantenimiento del orden constitucional. Se
comprende que en ese clima las variables económicas desmejoraron aún más,
tanto que al momento del golpe militar la inflación anual estimada se acercaba
al 10.000%.
Desde el año anterior era una época en que cada persona que operaba en la
economía tenía conocimiento exacto de los horarios en que los bancos acreditaban

294
xii. casos prácticos profesionales XII-15

y debitaban los cheques, para calzar las acreditaciones de los cheques de terceros
con los débitos de los cheques que uno emitía contra ellos.
No era cuestión de esperar que estuvieran acreditados, la inflación diaria
era cuanto menos el 1% y a veces más. Podía ocurrir que, consultado el saldo al
cierre del día y no haber a esa hora cheques entrados, se librara un cheque para
que entrara al día siguiente en el débito de la propia cuenta, para encontrarse
con la sorpresa, la siguiente mañana, que el cheque emitido y entregado fuera
de horario bancario el día previo, había sido también depositado y debitado ese
mismo día anterior.
El destinatario del cheque, poderoso agente económico, había logrado que le
aceptaran el depósito después de hora y le acreditaran la suma en el mismo día,
con lo cual la cuenta propia quedaba al descubierto y debía irse corriendo, antes
del mediodía siguiente, a cubrir el saldo deudor.
Era una época de malabarismos en los depósitos y de caos económico. Como dato
económico y político, puede mencionarse que el país necesitaba más impresoras
de dinero y las tuvo que contratar afuera por razones de urgencia, pero no tuvo
más remedio que aceptar la condición puesta por el vendedor: Que él comenzaba
a fabricar las máquinas una vez recibido el pago completo de la operación, desde
luego en su propia divisa.

7.4. La indexación del gobierno militar

En 1976 se había dictado un decreto-ley previendo la indexación de las deudas,


pues era imposible a la administración contratar con tales montos de inflación,
no mensurables con anticipación. El artículo 8° disponía la irretroactividad de
la norma.
Un cliente de esa época me consultó si podía, no obstante, cobrarlo con re-
troactividad. Hice el reclamo administrativo, no el juicio, confiando en que la
cuestión mientras tanto sería resuelta de uno u otro modo en el derecho objetivo,
en tal sentido.
Así ocurrió: La CSJN dispuso la inconstitucionalidad del artículo 8°, mi cliente
cobró con indexación y confió en el sistema. No le fue bien, pues cuando apareció
la Circular 1050 del Banco Central, no todos conocían su minucia. Dado que es
atinente a lo que luego le pasó a ese empresario, cuento ahora con qué informa-
ción yo contaba.
Para esa época tenía la posibilidad de comprar una oficina si obtenía la ayuda
de un crédito bancario. Fui a ver a un gerente de sucursal que había sido cliente
mío para preguntar qué posibilidades tenía.
Comenzó por explicarme el mecanismo de la Circular 1050 del Banco Central
y me advirtió que si me daban el crédito no comprometiera más allá del 10% de

295
XII-16 i. a mi padre: “éste soy yo”

mis ingresos, porque podía fácilmente dispararse el monto mensual de pago.


Además, que si lo conseguía hiciera lo imposible por cancelarlo cuanto antes,
con urgencia, pues era un crédito peligroso.
Si bien su consejo fue valiosísimo, también es cierto que al banco no le sirve
quedarse con bienes de los clientes ni hacer juicios, le es más útil que funcione
el sistema financiero que tiene contemplado. Si él proponía a la gerencia general
un crédito a un cliente que luego no pagaba, tampoco quedaba bien como gerente.
Con todas esas advertencias pedí y obtuve el mínimo indispensable de crédito
y lo cancelé con prontitud. No fue un crédito barato, pero pude hacer la operación,
claro que aplicando todas esas extremas precauciones.
El cliente que había conseguido cobrar la indexación retroactiva, por su parte,
perdió sensación de realidad respecto del sistema financiero. Era entendible que
le pasara, pero no por ello menos riesgoso. Un día vino a decirme, contentísimo,
que había conseguido un muy importante crédito bancario a una tasa del “x”
mensual, baratísimo.
Le pregunto si el crédito se regía por la circular 1050 del BCRA, que en
definitiva multiplicaba las tasas de interés; no la conocía, pero efectivamente
se aplicaba. Fue su ruina. Nunca más lo ví en mi estudio, aunque una vez nos
cruzamos en la calle y nos saludamos con afecto, sin tocar el tema.

7.4.1. La inflación del 10.000% anual o del 6% mensual

Otra medida económica del gobierno militar fue tratar de ir domando de a poco
la locura hiperinflacionaria y así fue como se fijó la famosa “tablita” que preveía
una depreciación oficial mensual del peso en relación al dólar, del 6%.
Ese monto mensual parece hoy desmesurado y lo es, pero piénsese que se
pretendía bajar de una inflación proyectada del 10.000% anual.

7.4.2. La hiperinflación de Cavallo

No alcanzó y M artínez de Hoz fue sustituido por Cavallo. Se rumoreaba en los


círculos económicos que éste pensaba hacer una devaluación gigantesca, pero
nadie lo sabía a ciencia cierta.
Un cliente me consulta entonces si puede presentarse a una licitación pública
llamada por precio fijo (“ajuste alzado”), sin actualización monetaria ni mayores
costos, en la cual un importante adelanto de acopio servía como colchón financiero
para la tablita de ajustes preanunciada por M artínez de Hoz.
El problema era saber si, en caso de producirse la hipotética catástrofe, habría
chances de discutir el precio acordado. En aquel entonces los argentinos sabíamos

296
xii. casos prácticos profesionales XII-17

mucho de teoría de la imprevisión, hecho del príncipe, dificultades materiales


imprevistas, indexación, mayores costos, intereses.
Ver “Mayores costos, imprevisio ́n, indexacio ́n,” en el libro de la A.A.D.A., Contratos Adminis-
trativos. Re ́gimen de pago y actualizacio ́n, Buenos Aires, Astrea, reimpresio ́n 1982, pp. 103 y
ss. Reproducido infra, t. 11, Marchas y contramarchas en economía y derecho administrativo.

Evaluamos los pros y contras de presentarse con un precio absurdo que previera
el incierto acontecer de las medidas que eventualmente adoptara Cavallo, precio
absurdo con el cual quedaría fuera de los parámetros de la licitación.
En la inflación del 2012-2013 la situación está dentro de los parámetros que los empresarios
pueden calcular en situación de igualdad de riesgo. Se contrata, igual que en el pasado, por
ajuste alzado (sin actualización monetaria ni mayores costos), y los precios están en rangos
comparables. Pero contratar lo mismo un año antes o después contiene diferentes previsiones
inflacionarias de los ofertas y, por lo tanto, los precios de una licitación y otra difieren de ma-
nera sensible. La cuestión reside en que no se trata del mismo valor real del signo monetario.

Evaluamos ofertar un precio sensato en las condiciones existentes en el mer-


cado, bajo la cláusula del derecho romano y argentino “estando las cosas como
están.” (Rebus sic stantibus.) Mi cliente se presentó con un precio razonable
estando las cosas como estaban y ganó la licitación.
Luego se produce el cambio fenomenal de la economía que llevó la inflación,
de un 6% mensual a un 19-23% mensual, según el mes, en setiembre, octubre,
noviembre y diciembre de 1982.
Hicimos el planteo y encontramos una administración tan shockeada como todo
el país por el desbarajuste, con buena voluntad para analizar la situación. Treinta
años después, en el 2012 comenzaron a cobrarse algunos de los juicios iniciados
en aquel fatídico año 1982. Otros están aún pendientes de decisión judicial.
Nosotros no queríamos el juicio y la administración tampoco, de modo que fue
negociándose el posible ajuste contractual, palabra que se cambia según las épo-
cas: Recomposición, actualización, indexación, inflación, sintonía fina, lo que fuere.
En diciembre de 1982 mi cliente vuelve a visitarme, acompañado de un nuevo
ingeniero. Yo le había dicho que contratara un contador o un actuario para cal-
cular no solo el cambio producido hasta el momento que arreglara, sino también
el cambio estadísticamente previsible para el resto de la ejecución de la obra, que
ahora se recalculaba conociendo la nueva realidad.
Me informa, calmo y tranquilo como lo era en cualquier circunstancia, que
acaba de firmar un acuerdo con un nuevo precio, en el cual se pactaba otra vez
precio fijo para el resto de la obra, pero se contemplaba en el pago del acopio fi-
nanciero una inflación del 10% mensual para el resto de la ejecución contractual.
―“¡Pero ingeniero, con la inflación actual del 23% mensual, ¿cómo calcula Us-
ted que pueda en los meses siguientes haber una inflación del 10% mensual?!
¡Es imposible!”

297
XII-18 i. a mi padre: “éste soy yo”

―“¡Es que si hay una inflación mayor al 10% mensual, el país se hunde!”
―“¿Y dónde está garantizado que el país no se va a hundir?”
El crudo diálogo debiera haber sustituido “país” por “empresa.” La empresa se
hundió y no el país; la administración le rescindió más adelante el contrato por
incumplimiento y le aplicó cruentas multas. Lo comunicaron a todas las demás
administraciones contratantes, que dispusieron también la rescisión en cadena,
“por culpa del contratista.” Inició juicios, consiguió alguna medida cautelar, la
suspensión de las multas, pero estaba escrito en la pared: El juicio principal se
ganó, pero tarde y por menos del daño real demostrado.
La sentencia final en el ámbito local calculaba la indemnización parcial que
se le otorgaba al contratista, pero no era una reparación integral del perjuicio.
Ante el recurso extraordinario de la provincia, la CSJN en sus laberintos revisó
la minucia de las cuentas locales para ver si no había algún despropósito y al
concluir que no lo había a favor sino en contra del contratista, rechazó el recurso
extraordinario de la Provincia.
Quedó así firme el monto de la condena, pero luego la Municipalidad se negó
con tesón a pagar si no se le hacía una nueva quita y espera adicionales. Se llegó
a firmar un convenio que la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Bue-
nos Aires nunca homologó; venció, se volvió a renegociar y por fin el intendente
reelecto desde hacía 23 años, comentó que había conseguido autorización del
Concejo Deliberante para hacer lo que se había acordado, en una open meeting
con la comunidad, para pagar la sentencia sin actualización, con una reducción
del 30% y en cuotas sin intereses.
Y nos señaló que era mucho hacerse cargo de la deuda de una administración
del gobierno militar, anterior a su gestión democrática durante 23 años. Esto no
era un argumento jurídico, desde luego, sino político. Pero se sabe que es imposible
ejecutar una sentencia contra la administración si no hay un juez muy fuerte y
resuelto, en un caso en que no esté en juego la vida de una persona. Aquí el juez
era la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires.
Mi cliente tuvo que aceptar y el depósito en el expediente todavía llevó alguna
demora más. Como la sentencia no había condenado en costas a la municipali-
dad, no tuve el estómago de cobrar los honorarios regulados y los renuncié en el
expediente.

7.5. La nueva hiperinflación en democracia

Estábamos en democracia y la economía se recalentaba. Un viernes en una re-


unión de grandes empresarios, escucho a uno de ellos sumamente contento de
haber colocado una enorme suma de dinero por el fin de semana en un banco, en
call, a una tasa del casi 1.000 % anual.

298
xii. casos prácticos profesionales XII-19

Cuando el lunes leo en los diarios que el gobierno civil dictó por decreto el plan
Bonex por el que todos esos depósitos (y los había muchos y de empresas muy
grandes), quedaban congelados y estatizados y se pagarían en bonos, no tuve
dudas. El extremo recalentamiento de la economía, otra vez, había disparado una
escalada de intereses que era indispensable detener, por la salud de la economía.
Hubiera llegado, si no se la detenía, otra vez al 10.000% anual proyectado para
Isabel Perón a la fecha de su derrocamiento.
Todas las grandes empresas que sufrieron este enorme desapoderamiento
estuvieron mucho tiempo con grandes dificultades económicas y financieras,
pero sobrevivieron.
Tal como yo lo había calculado, la CSJN declaró la constitucionalidad del plan
Bonex, pero lo hizo con un complicado razonamiento que todavía hoy los juristas
estudian. A mi juicio fue una medida de emergencia justificada a la luz de los
hechos que la precedieron. No sienta ningún precedente ni enseña nada nuevo.
De todas maneras, no estará demás recordar un elemento fundamental de
aquella ecuación financiera de emergencia: En la historia argentina contempo-
ránea de esa época la diferencia de los Bonex con otros bonos del Estado era que
los primeros “siempre fueron pagados” y eran considerados “una inversión de
gran seguridad y altísimo rendimiento.”
Rivas, A níbal Ricardo; Bartolomé, Gerardo M iguel , Cómo invertir en Bonex, Buenos Aires,
Tesis, 1990, pp. 8 y 74.

La aclaración resulta necesaria porque en un Estado que en el siglo XXI es


un defaulteador serial, ser pagado en bonos suena hoy estrepitoso; no lo era en
aquel momento.
Ver la p. V-24 de http://www.gordillo.com/pdf_desref/cap5.pdf. El tema se incluye ahora en el
t. 11, Marchas y contramarchas en economía y derecho administrativo.

Como curioso dato final, el Estado es tan afecto a la ficción que no siempre
hace con los bonos emisiones físicas como las de papel moneda. Todos son, por
lo general, meros registros contables. Algunas han hecho y hasta un cliente me
pagó con una lámina, la única que vi en mi vida. De mis otros bonos solo tengo
el registro contable y la fe inconmovible en el estado.

7.6. La sintonía fina

La sintonía fina depende de cómo la manejen determinados funcionarios. Hay


inflación reprimida y se está recurriendo a algunas de las medidas económicas
de Gelbard que recibió Celestino Rodrigo, pero hay demasiadas variables aun
no conocidas como para estimar su evolución a partir del 2014.

299
XII-20 i. a mi padre: “éste soy yo”

8. Casos de política y administración


8.1. Caso 1

Una multinacional fue notificada de que había cesado su derecho a realizar de-
terminada explotación, para la que había realizado considerables inversiones en
el país. Luego de diversas consideraciones procesales y de fondo, decidimos hacer
un juicio ordinario y pedir una cautelar para tener, al menos, el acto suspendido
mientras el juicio se llevaba a cabo. Si bien el acto era un disparate, el peso de la
administración se hacía sentir y costó conseguir que la primera instancia federal
otorgara la medida cautelar.
Manteníamos comunicación con la otra parte, incluso por la naturaleza de la
inversión; no dábamos traslado de la demanda, a la espera de que alguna de las
negociaciones iniciadas rindiera fruto. O sea, con la cautelar notificada, negociá-
bamos en primer lugar que no fueran a ejecutar el acto. (A pesar de la cautelar
que lo prohibía. Parece K afka, pero es lo que pasó.)
En el ínterin llega al país uno de los directivos mundiales de la multinacional
y se entrevista con el ministro del ramo. La decisión comunicada a los abogados
es que se ha resuelto desistir de la acción. Traté de explicar que desistir de la
acción implicaba consentir el acto, renunciando a todos los derechos patrimoniales
correspondientes a la inversión realizada.
La decisión se ejecuta y la empresa acepta mi negativa a patrocinar el desisti-
miento, pues es un acto que, aun teniendo expresas instrucciones del mandante,
podría interpretarse como falta de seriedad en el planteo y no estaba dispuesto
a dejarlo tan explícito.
Una vez desistida la acción y cerrado el asunto en sede administrativa, el
ministro del ramo, por contrario imperio, ¡revoca el acto anterior!
El razonamiento, las intuiciones, quedan para el lector. Piénselo.

8.2. Caso 2

Una actividad distinta, un ministerio diferente: Una multinacional es notificada


de un acto administrativo que implica el cese virtual de gran parte de su actividad.
Redactamos el recurso administrativo y lo presentamos, pero hicimos también un
amparo pidiendo la suspensión del acto como medida cautelar. La conseguimos
y cuando nos reunimos los abogados internos y externo de la empresa, con el
presidente de la multinacional, se expresa:
―“Está bien, pero sabemos que la cosa no pasa por ahí.”
En otras palabras, tener razón, haberla hecho reconocer en justicia, no era el
tema, por allí no pasaba la cuestión. En la reunión surge que uno de los letrados

300
xii. casos prácticos profesionales XII-21

es amigo de uno de los gremialistas de ese sector. Se decide pues contactarlo y


él a su vez habla con otro gremialista (que es el que tiene contacto oficial) quien
pide al alto funcionario que reciba al abogado de la empresa.
El abogado interno de la empresa, el mismo que tiene el contacto gremial, va
a visitar al alto funcionario. Su conversación en representación de la empresa es
la antítesis de lo que tenemos escrito y bien escrito; por eso nos han otorgado la
cautelar. Pero él no iba para hacer un alegato jurídico sino político.
Dijo que la empresa reconocía que había estado mal en su proceder y que el acto
administrativo era justo, pero que la empresa quería llevarse bien con el gobierno
y por ello adecuar su conducta a los lineamientos administrativos, dispuesta a
hacer lo que fuera necesario para cumplir con sus obligaciones.
Ante la recomendación gremial y visto ese discurso conciliador el alto funcio-
nario toma el teléfono y llama al director de asuntos jurídicos, a quien le dice,
“Aquí está conmigo Mengano, que viene de parte de Zutano (el gremialista);
quiero que lo atiendas bien y veas si podés resolverle el problema.”
El abogado va a ver al director de asuntos jurídicos, previo concertar la
pertinente entrevista y éste tenía en sus manos el expediente con el recurso de
reconsideración que habíamos interpuesto, virtual copia anticipada de la ulterior
presentación judicial exitosa en obtener la cautelar, que todavía no habíamos
notificado. La administración tampoco había hecho intento alguno de ejecutar
el acto que implicaba el virtual cese de operaciones de la empresa.
Luego de un breve intercambio de palabras, repitiendo lo esencial de la anterior
entrevista, el director de asuntos jurídicos dice “Bueno, primero retire el recurso
y después vemos.” El recurso se desiste y en efecto, en pocos meses se dicta un
acto administrativo nuevo que autoriza el funcionamiento de la empresa, dejando
de hecho sin efecto el acto que provocaba el agravio.
La demanda judicial de amparo y la cautelar nunca se notificaron. Saque
usted sus conclusiones.

8.3. Caso 3

Un viernes a las cinco de la tarde viene a mi estudio el director de asuntos ju-


rídicos de una gran empresa cuya radicación principal se encuentra en el país y
que tiene también actuación internacional. Me pregunta si puedo preparar un
recurso para el lunes a las 11.00 hs. y patrocinarlo. El pedido de patrocinio hace
obvio que quieren un trabajo por el cual yo me responsabilice, por lo tanto, sólido.
Estoy acostumbrado a no preguntar lo que no es indispensable y no inquiero
por qué me piden un escrito para el lunes a la mañana si el caso es en realidad
mucho más viejo y no hay tanto apuro procesal. Acordamos el honorario. Trabajo
toda la noche del viernes, todo el sábado menos la noche, todo el domingo y la

301
XII-22 i. a mi padre: “éste soy yo”

noche del domingo (era bastante más joven) revisando 600 páginas que me habían
traído y escribiendo el borrador. Terminé a las nueve de la mañana del lunes
y llamé para decir que había terminado y se los enviaba, pero que necesitaba
dormir. No me objetaron que de ese modo no se podía presentarlo el lunes a la
mañana. El plazo real era entonces para que yo entregara el proyecto, no para
presentarse a la repartición.
Combinamos una reunión para las 15.00. Vienen dos abogados, dos contadores
y dos ingenieros. En la minuciosa revisión que hicieron del escrito, contesté todo
lo que me preguntaron o plantearon, e incluso me di cuenta que, con apenas tres
días de trabajo aunque muy intenso, conocía el material mejor que ellos. Casi no
hubo correcciones al escrito, salvo la que comento más abajo.
Esto no es una crítica a ellos ni mucho menos, como se verá, una alabanza a
mí mismo, sino la constatación que el asunto estaba frío, como lo indicaban los
papeles, pues no era una de las cuestiones que a la empresa le apremiara. El
apuro, entonces, era misterioso, máxime que habían venido nada menos que seis
profesionales, de tres carreras diferentes, a revisar palabra por palabra el escrito
para el que me habían dado un sábado y domingo como plazo.
Hubo una hesitación donde yo introduje el monto principal del asunto, lo que
derivaba de la documentación y equivalía al reclamo. Quedaron en consultar y
lo eliminaron: El recurso quedó con monto indeterminado aunque determinable.
Con mi firma estampada el lunes a la noche en la versión limpia del escrito,
el recurso se presenta el martes a la mañana.
El jueves a la tarde se desiste.
Por lo que pude reconstruir, la empresa estaba por ser contratada y existía
en la administración algún dejo de resistencia a adjudicarle, a pesar de ser la
mejor oferta.
Se me ocurre que deben haber conversado que era indispensable que la empresa
tuviera alguna carta negociadora que ofrecer para superar el obstáculo y se les
ocurrió que lo mejor sería desistir en forma definitiva de aquel reclamo que de
hecho habían dejado enfriar, pero que para que el desistimiento tuviera valor
de negociación, primero era necesario actualizarlo, fortalecerlo, vivificarlo, para
darle máximo vigor y credibilidad.
Así, con el desistimiento del muy buen recurso interpuesto el martes, el jue-
ves se les adjudicó la contratación. Tampoco hubo firma mía en el desistimiento.

8.4. Caso 4

Hace varias décadas una empresa privada internacional, con subsede en el país, se
presenta con otras tres empresas internacionales a una importantísima licitación
pública internacional llevada a cabo por una empresa estatal entonces existente.

302
xii. casos prácticos profesionales XII-23

El pliego del llamado, más las especificaciones técnicas, medía doce centíme-
tros de grosor. En sus ofertas los otros tres oferentes habían hecho toda clase de
reparos a las bases y especificaciones técnicas del llamado y, de hecho, habían
ofrecido algo distinto a lo solicitado. La empresa que yo asesoraba, en cambio,
se había ajustado en un todo al pliego.
La empresa estatal da vista cruzada de las ofertas y todos presentamos sesu-
dos trabajos sobre las cuatro ofertas. De su estudio resulta claro que, aunque los
únicos que habíamos ofertado conforme a pliego éramos nosotros, nuestra oferta
era la menos seria porque el proyecto no era serio.
Luego de analizado el expediente, el ministro del ramo cita a la empresa que
yo asesoraba y primero me dice a mí, que había sido asesor de él en alguna ad-
ministración anterior:
—“Dr. Gordillo, lo que me complace de esta licitación es que yo voy a decidir
lo que corresponde y Usted se tendrá que guardar el derecho administrativo.”
Yo recordaba que mis consejos (de no violar las normas jurídicas y los principios
administrativos) nunca le habían causado placer. De todas maneras, ahora los
roles eran diferentes porque yo no lo asesoraba a él sino a un particular.
El ministro comienza a explicar en lenguaje político-comercial, no técnico ni
jurídico, que le va a adjudicar a las otras tres ofertas, dividiendo el mercado entre
ellas, para lo que se harían los ajustes necesarios.
En cuanto a ellos, les recomendaba que instalaran una planta en el país, pues
si hacían esa inversión los tendría en cuenta en la siguiente licitación. Me callé la
boca, pero me sorprendió que mis clientes asintieron y prometieron la inversión
e incluso la hicieron después.
Habernos conformado al pliego fue nuestra condena, porque demostró la poca
seriedad de nuestra oferta, equiparable a la poca seriedad del proyecto y pliego
de la licitación. Triunfó la razón, perdió mi cliente.

9. Los casos de abordaje psicológico

En casi todos los casos de personas físicas que me consultaron aprendí con el
tiempo a asesorarles sobre la evaluación no solo de las chances de éxito y fracaso,
del costo en dinero y en tiempo, sino también del costo emocional de pelear un
asunto personal.
Mi experiencia de los primeros años de vida profesional atendiendo este tipo
de asuntos, es que cualquier persona física siente, en la inmediatez de la situa-
ción, una profunda sensación de injusticia que debe ser reparada y casi todos
piensan en ese momento inicial que están dispuestos a pagar cualquier costo,

303
XII-24 i. a mi padre: “éste soy yo”

hacer cualquier esfuerzo, soportar cualquier carga (estoy tomando prestada la


hermosa hipérbole de J.F. Kennedy) para obtener la reparación de la injusticia.
Sin embargo, un sano mecanismo del cerebro les lleva a superar el incidente
y tratar de olvidarlo, no mantenerlo vigente. En esos años de mi vida en que
atendía consultas por este tipo de asuntos, les pedía que evaluaran el costo-
beneficio de mantener vivo un dolor, de no dejar cerrar una herida. Una figura
de lenguaje que utilizaba mucho era decirles que era lo mismo que si tuvieran
una lastimadura en la mano. No debían irritarla, tocarla todo el tiempo, sino
cuidarla, taparla, dejarla curar.
Un caso bien distinto, por cierto, es el de las creencias. Uno de esos casos es mencionado en
la nota 3 de la p. 462, en el Libro II de este tomo 10.

Lo mismo con las heridas del alma. Uno puede creer que la mejor forma de
reparar el daño causado por una injusticia es pelear para remediarla, pero ello
requiere de personas con el temple y la vocación de abogados luchando por el
derecho propio y ajeno, perseverando a través del tiempo sin sufrir más de lo que
han sufrido con el injusto mal recibido.
Por eso hay que luchar por la participación ciudadana en todos los actos prepa-
ratorios, para prevenir los abusos, antes que intentar luego corregirlos. “Melius
est, intacta iure servare, quam vulneratæ causæ remedium quærere.”

304
Capítulo XIII

CARGOS PÚBLICOS

Sumario

1. Lecciones prácticas en la Procuración del Tesoro de la


Nación.....................................................................................XIII-1 / 307
1.1. Una revolución y un expediente administrativo............XIII-1 / 307
1.2. El expediente que no regresó..........................................XIII-1 / 307
2. Decano en La Plata..................................................................XIII-1 / 307
3. Decano en Buenos Aires..........................................................XIII-5 / 311
3.1. La transición constitucional...........................................XIII-5 / 311
3.2. La “oportuna” renuncia..................................................XIII-6 / 312
3.3. Horario vespertino de tesorería.....................................XIII-6 / 312
3.4. Diplomas antedatados, post firmados............................XIII-6 / 312
3.5. El caso del sumario inexistente......................................XIII-6 / 312
4. 1983, democracia, INAP.......................................................... XIII-7 / 313
5. Mi vuelta a la Universidad......................................................XIII-8 / 314
5.1. Asesor honorario del Rector y CS de la UBA................. XIII-8 / 314
5.2. Profesor y miembro del Consejo Consultivo................... XIII-8 / 314
6. El caso del profesor emérito.....................................................XIII-8 / 314
7. Comisión de doctorado.............................................................XIII-9 / 315
Capítulo XIII

CARGOS PÚBLICOS

1. Lecciones prácticas en la Procuración del Tesoro de la Nación

Aprendí derecho en la Procuración del Tesoro de la Nación, a ver la realidad y el


contexto de un caso de derecho. Este primer aprendizaje profesional lo hice aún
soltero, viviendo con mis padres en Avellaneda.

1.1. Una revolución y un expediente administrativo

La anécdota me la contó un viejo amigo que, encontrándose en el Palacio de


Hacienda donde funcionaba por aquel entonces la Procuración del Tesoro de la
Nación, tenía un expediente sin solución. Al cercar los tanques la Plaza de Mayo
y sus alrededores en una de las tantas revoluciones militares de aquellos tiempos
idos, con sus secuencias de bombas y metralla, decidió tirar el expediente por la
ventana del ministerio. Nunca más volvió a oír de él.

1.2. El expediente que no regresó

Fue el mismo amigo, a quien le comento de un proyecto de nota para ser dirigida
desde un expediente que yo tenía cargado, pidiendo a determinada repartición
cierta información que necesitaba para dictaminar con eficacia, me dijo:
—“No Gordillo, que si la nota no vuelve contestada usted queda con el expe-
diente cargado y encima con una nota que dice que no lo puede resolver hasta
recibir contestación. Mande la nota con el expediente. A lo mejor no vuelve más.”
Nunca más volvió.

2. Decano en La Plata

Este punto y el siguiente se complementan con las reflexiones de Julio R affo en el Libro II,
pp. 637-8 y con las entrevistas de M ario Rejtman Farah en igual Libro II, pp. 591-4.
XIII-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

Tuve algunas aproximaciones a la vida pública desde lados buenos, esto es, en
democracia y otros malos, en gobiernos militares. Mi primera gran aproximación
a la vida pública fue, como lo relaté, mi ingreso a la Procuración del Tesoro de
la Nación, por concurso, en un gobierno democrático. Allí tuve la oportunidad de
hacer el primer borrador de dictamen en los distintos expedientes que llegaban
a mis manos.
Estuve allí desde 1961 hasta 1969, en que tenía resuelto dejar la función pública
cuando un ofrecimiento fortuito me ayudó a dar el paso. Salí de la administración
pública para ingresar a otra función pública, de mayor envergadura, decano de
la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La
Plata. La posición me la ofreció Carlos A lchourrón, el decano saliente, de quien
después me hice amigo y que poco tiempo después, no estando tampoco yo en el
decanato que él había dejado, me dijo:
―“Qué lástima, si hubiera sido amigo tuyo entonces, no te hubiera ofrecido
el cargo.”
Si bien no es mi estilo arrepentirme de las cosas que he hecho con convicción
en mi vida, debo al menos consignar cuáles fueron los errores que no advertí al
momento de aceptar. Con todo, entrar a un torbellino, en tiempos de tormenta
interior, sirvió al menos para ahogar el dolor que por entonces comenzaba a
transitar.
No he corrido carreras de automóviles pero me ha gustado el vértigo del peligro,
la necesidad de la máxima concentración. Algo parecido pasa con esos cargos en
tiempos difíciles. Con lo cual concluyo que pude dar un respiro al alma, pero si
no fuera por ello la racionalidad de la conducta hubiera sido harto cuestionable
Sin perjuicio de todo lo antes expuesto, el primer gran error fue no haber
estado bien atento a la evolución de la vida pública o política argentina. Eran
tiempos calientes, en los que el gobierno militar era jaqueado con movimientos
armados. El año anterior se había producido “El Cordobazo,” un levantamiento
armado contra el gobierno militar. Recuerdo, sí, titulares del diario La Razón
que consignaban “Operaciones de limpieza en Córdoba.”
Pero esos fueron recuerdos rescatados del olvido por mi memoria cuando
estaba en el asiento caliente. Eran tiempos tan difíciles para el gobierno que ni
siquiera podían evaluar bien las designaciones a realizar en las vacantes que se
les producían, como la renuncia de A lchourrón al decanato en la Plata. Cuando
a su propuesta fui a una entrevista con el entonces rector de la Universidad, un
arquitecto de buenas intenciones, tuve al menos la previsión de decirle, pues no
lo conocía, que tenía desde el vamos mi renuncia a su disposición si no resultaba
la persona adecuada para el cargo.

308
xiii. cargos públicos XIII-3

Dicho sea en honor suyo que cuando la Secretaría de Educación de la Nación,


en aquella época de universidades intervenidas, quiso echarme del cargo, el rector
insistió en que le había ofrecido mi renuncia de entrada y además se la había
elevado unos días antes, por lo que correspondía que aceptaran mi renuncia, no
que hicieran una suerte de despido.
Duré dos meses en el cargo, dos meses durante los cuales viajaba a La Plata
a la mañana temprano y llegaba de regreso a Buenos Aires a medianoche. Ex
alumnos de aquella época, hoy tan grandes como yo, se acuerdan de haberme
visto tomar el colectivo de vuelta a las diez y media de la noche en La Plata. Como
dato comparativo de interés, de la vida política de hoy y entonces, este recuerdo
actual me lo hacen no en mi calidad de decano sino en mi calidad de profesor.
Fueron dos meses de intensa actividad en la que intentaba devolver a la Fa-
cultad parte de la normalidad que antes había conocido y ahora no existía. Así es
como las tareas administrativas se mezclaban entre las de rutina de todo cargo
público y los intentos de restablecer alguna semblanza de normalidad.
Uno de los primeros días, por ejemplo, se agolpó en la entrada al decanato un
grupo de jóvenes estudiantes, liderados por quien tuvo luego alguna figuración
en su partido (el mismo que yo votaba, por lo demás, cuando había elecciones),
para hacerme planteos de orden político–académico.
Los invité a ingresar al despacho y se negaron optando, en cambio, por hablar
conmigo desde la puerta. Con lo cual, de hecho, la primera figura del grupo blo-
queaba la entrada y la visión a los demás.
Recuerdo también las negociaciones con los grupos estudiantiles acerca de
los lugares en los que podrían colocar sus carteles y los que no. Durante muchos
años se mantuvo en vigencia aquella distinción física que logré acordar con los
estudiantes y en la Facultad de Derecho de Buenos Aires existe un acuerdo tácito
similar, que ambas partes respetan.
Tengo también presente una asamblea de estudiantes espontánea en un aula
principal que tenía entre sus reclamos pedir que yo estuviera presente. Así lo
hice en cuanto me enteré y me senté al escritorio de los profesores. Estábamos
intercambiando opiniones, las de ellos eran subidas de tono y las mías calmas
(ya conté de mi vocación actoral), hasta que de pronto, luego de algo así como
una hora de ida y vuelta de opiniones, alguien lanzó desde el fondo una arenga
que incluía términos descomedidos. Ante ello, me levanté y comenté que en tal
caso no estaban dadas las condiciones que permitieran un diálogo recíproco,
saludé y dejé el aula.
Al regresar a mi despacho llama el rector para avisarme que una columna
estudiantil venía avanzando por la calle principal hacia la Universidad y que
desalojara la Facultad pues habría intervención policial. Le dije que no hacía falta,

309
XIII-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

porque en la asamblea estudiantil en la que había estado presente, resolvieron


dejar la Facultad, lo que en ese momento estaban haciendo por decisión propia.
Su voz sonó a síncope telefónico, aunque no lo fue. No podía entender que
hubiera una asamblea estudiantil en la Facultad, ni que yo hubiera estado allí,
pero de todo esto lo que menos podía entender era que los alumnos se retiraban
por su propia voluntad, sin necesidad de ninguna disposición administrativa
ordenándola ni, menos aún, de intervención policial.
Era obvio que le parecía un despropósito que la asamblea hubiera existido sin
mi objeción, peor que yo hubiera asistido a la asamblea. Le ahorré los detalles
de lo sucedido.
Creo que allí nació la primera simiente de mi destino administrativo, pero lo
que me eyectó del cargo fue otra circunstancia semejante. Me solicitan el aula
magna para realizar una conferencia con una mesa redonda, en la cual estarían
presentes un profesor, un egresado y un alumno. No tuve necesidad de hacer
ninguna sesuda reflexión administrativa ni política, pues era suficiente con lo
que había aprendido con mi formación jurídica. Di de inmediato la autorización
y un par de días después se realizó el acto académico.
El diario La Razón sacó una fotografía de los integrantes de la conferencia con
mesa redonda, consignando que eran un profesor, un egresado y un estudiante.
Eso motivó, según me enteré después, una llamada telefónica en que el Secretario
de Educación de la Nación bramaba al rector acerca de que aquello parecía el
gobierno tripartito de la Facultad o la Universidad.
El secretario académico de la Facultad, un hombre joven muy interesante con
el que luego perdí contacto, había sido secretario académico de los tres decanos
anteriores. Cuando, al proponerme aceptar el cargo, le ofrecí que continuara, me
pidió que almorzáramos juntos en La Plata para conversarlo.
Era un hombre muy agradable y muy franco, quien me dijo que él no tenía
interés en seguir ejerciendo el cargo, salvo varias condiciones. La primera era
preguntarme para qué yo aceptaba el cargo, si era para agregar una línea a mi
currículum o porque pensaba quedarme al menos un par de años.
La conversación era sin par por la ingenuidad y sinceridad de ambos, pero sobre
todo por la ingenuidad, la mía mayor que la de él, aunque ambos la padecíamos.
Le contesté que sí había aceptado el cargo para quedarme dos o tres años, pues
había renunciado a la Procuración del Tesoro de la Nación, cargo incompatible
con el decanato en La Plata, para dedicarme a esta nueva actividad.
De todas maneras, creo que quedó en claro, sea en esa conversación o en otras
posteriores, que tampoco estaría atado al cargo, como también se lo expresé al
rector al aceptar el ofrecimiento de proponerme para mi designación. Entre las
condiciones del secretario académico para seguir en el cargo estaban varias

310
xiii. cargos públicos XIII-5

medidas de ordenamiento administrativo y académico, todas respetables y bien


intencionadas pero que requerían un carácter fuerte para ser llevadas a cabo.
Como las propuestas me parecían correctas, acepté, fue mi secretario académico
e implementamos, entre otras, las medidas que él tenía pensadas.
Como es obvio, nuestro contacto fue diario, durante todo el día en esos tiem-
pos de fuego y él sabía al detalle todo lo que estaba ocurriendo en la Facultad,
incluida la conversación con el rector, la asamblea estudiantil, la mesa redonda
tripartita. También sabía de mi ofrecimiento inicial de renuncia al rector y de
no estar atado al cargo.
Fue él, que vivía en La Plata y percibía el “olor a miedo” (sus propias palabas)
que circulaba en la ciudad, quien primero se dio cuenta, cuando salió en La Razón
la fotografía de la mesa tripartita, que los dados estaban tirados. Él mismo, sin
consultarme, llamó ese mismo día al diario El Día de La Plata para anunciar
que yo había renunciado al cargo y así lo consignó el periódico al día siguiente,
casi en simultáneo con la llamada ministerial al rector pidiendo mi cabeza.
En definitiva, mi amigo actuó en mis mejores intereses y también dejó el cargo,
que tampoco le interesaba. No era objetivamente posible que yo desempeñara
ese cargo, así era evidente para cualquiera (menos para mí) desde el comienzo.

3. Decano en Buenos Aires


3.1. La transición constitucional

En 1973 se avecinaban las elecciones que reintroducirían por un tiempo el ré-


gimen democrático en la Argentina y yo al menos no contaba con lo masivo del
resultado electoral favorable al peronismo.
No estaba pues muy bien preparado para el cambio, cuando al día siguiente
de las elecciones renuncia el decano de Derecho bajo el fundamento de que “un
cono de sombra” se avecinaba sobre el país. Él tenía razón, yo no lo estaba ad-
virtiendo, todavía estaba disfrutando el próximo advenimiento de un gobierno
constitucional aunque no lo había votado.
Así es que cuando, ante esa vacancia el Secretario General de la Universidad,
Jorge R. Vanossi, me invita a ser decano de la Facultad, pensé que no era sino
un deber mínimo colaborar con la transición constitucional.
Es interesante comparar la opinión intercambiada al respecto con un distinguido ex alumno
de aquellas épocas, hoy muy destacado profesor: Ver infra, Libro II, p. 637.

Tampoco advertí que el cambio venía fuerte, a pesar de comenzar a existir


señales crecientes de que así era. Otra vez la miopía política. De mi breve paso
hasta el recambio de autoridades, hay algunas anécdotas que vale la pena contar,
no tanto por su valor político sino por su mostración de la realidad administrativa.

311
XIII-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

Las salvedades genéricas en lo profundo de mi ser fueron iguales, en ambos


casos.

3.2. La “oportuna” renuncia

Eran días turbulentos, no muy aptos para la reflexión madura de nada y un día
me llaman desde la universidad para pedirme la renuncia así me la aceptaba
el gobierno saliente y no quedaba sometido al tratamiento que dispusieran dar-
me las nuevas autoridades. El tema no había pasado por mi mente, pero en las
circunstancias pareció apropiado seguir el consejo y así lo hice. Mi renuncia fue
entonces aceptada por el gobierno saliente y publicada en el Boletín Oficial del
gobierno entrante.

3.3. Horario vespertino de tesorería

Como profesor tenía molestias con el hecho que la tesorería atendiera nada más
que de mañana. Convoqué a la jefa del sector y le pregunté si sería posible, con
el personal existente, reordenar las tareas de modo que atendieran también a la
tarde. Me contestó que sí y entones dicté una resolución habilitando el horario
vespertino. El hecho es insignificante, pero el resultado final no.
Cuando asumió el decano del nuevo gobierno, una de las primeras medidas
que tomó fue dejar sin efecto la mía habilitando el horario de la tarde. Da para
muchas interpretaciones, quedan todas abiertas a la curiosidad del lector.

3.4. Diplomas antedatados, post firmados

Estando en funciones el nuevo decano, llegó una gran cantidad de diplomas desde
la universidad que, por las demoras que provoca su confección caligráfica, tenían
fechas anteriores al cambio de gobierno. Todas las otras firmas estampadas en
alrededor de cuarenta diplomas, correspondían a las autoridades anteriores.
Se me invitó al decanato, que se puso para ello a mi disposición, a firmar los
cuarenta diplomas, con tinta china e invocando el inexistente cargo de decano
en ejercicio. Los conocedores del derecho administrativo saben que esto plantea
varios interrogantes jurídicos, al menos en el plano teórico. No tiene sentido
señalarlos en este lugar.

3.5. El caso del sumario inexistente

Ese mismo año llevé como siempre casos nuevos a clase, pues los casos viejos se
conocen y lo que interesa no es la capacidad de memoria del alumno para recor-
darlos, sino su aptitud de resolver problemas nuevos.

312
xiii. cargos públicos XIII-7

Uno de los cursos a mi cargo ese año era de parciales escritos, donde tenía
muy nutrida concurrencia de más de trescientos alumnos. Mi propuesta era no
tomar asistencia y en los exámenes dar un caso, con los textos que quisieran a
la vista. Para aprobar se requería lectura e inteligencia, no memoria.
Es de interés el generoso recuerdo de aquel u otro curso similar, que hace una profesora de
la Facultad, entonces alumna, infra, Libro II, p. 693.

Aún estaba fresco el cambio de gobierno nacional y universitario y así es que


un día, caminando rumbo a la clase, se me ocurre un role playing para el curso
y lo pongo en práctica. Entro a la clase como una tromba, “visiblemente” nervioso
(lo cual no me es nada difícil representar) y comento de entrada que me acabo de
notificar de un sumario que se me está haciendo por mi actuación como decano
de la Facultad.
El alumnado estaba acostumbrado a mis “sorpresas” y reaccionó como debía
hacerlo, en este caso actuando cual un bufete de abogados, preguntando primero
sobre los hechos del caso (que inventé) y luego evaluando distintos cursos po-
sibles de acción. El comportamiento del alumnado en el aprendizaje fue el que
correspondía y no dije cuál era la respuesta que me parecía correcta. Me fui algo
menos “ofuscado” que al iniciar la clase.
Al día siguiente sale en el diario Clarín un suelto informando que el ex decano
de Derecho había sido sumariado por su actuación como decano y precisaba los
nombres. A la clase siguiente lo primero que hago es comentar la noticia y decir:
—“Acá hay dos posibilidades. Una es que un cronista de Clarín haya venido
a clase a la pesca de noticias y se haya razonablemente confundido. Eso no
presenta problemas. La otra posibilidad es que uno de ustedes sea periodista
y además un alumno que no entiende nada.”
Hubo una carcajada general.

4. 1983, democracia, INAP

En diciembre de 1983 estaba caminando por Plaza San Martín cuando me cruzo
con un amigo quien me saluda y en el acto me ofrece integrar el directorio del
Instituto Nacional de Administración Pública, lo que acepto allí mismo, en plena
plaza, aclarando que fuera ad honorem pues ejercía la profesión de abogado. Ese
mes de diciembre de 1983 fue pleno de novedades para mí, en el ámbito admi-
nistrativo y público en general.
Fui nombrado, comencé el trabajo y a los pocos días de ejercerlo me doy cuen-
ta, al proponérseme llenar toda la parafernalia de papeles que es propia de la
administración pública, que en realidad el concepto de funcionario público, a los
efectos del régimen de incompatibilidades, también cubre al personal ad honorem.

313
XIII-8 i. a mi padre: “éste soy yo”

Aclarado este punto, que antes no estaba claro en mí, pedí que se aceptara
mi renuncia sin haber ejercido el cargo y seguí colaborando. Estuve entonces de
hecho un mes en el directorio del INAP, pero seguí participando de distintas
maneras con sus actividades.
Esa experiencia me hizo escribir, con tono neutro, lo que fueron en mi interior
amargas páginas del tomo 1 criticando la reticencia administrativa a aceptar la
colaboración gratuita de los particulares. Los honores y los cargos honorarios, no
los ad honorem, se aceptaban como no generadores de incompatibilidad.
En cambio, fue feliz y fructífero integrar una misión oficial a Francia, pagada
por el gobierno francés, en la cual hice una breve pero intensa visita a los distintos
cuerpos del Consejo de Estado, guiado por Guy Braibant.

5. Mi vuelta a la Universidad
5.1. Asesor honorario del Rector y CS de la UBA

También en diciembre de 1983 se produce otra novedad de interés para mí en


la función pública, aunque con un cargo honorario, pues acababa de aprender
la lección: Me convocó el Rector de la UBA como asesor honorario. Él había
sido nombrado por A lfonsín para que actuara con absoluta libertad de acción,
salvo un límite concreto: Que los estudiantes no tomaran las calles para hacer
manifestaciones como era usual. Era una medida de supervivencia democrática
pues aún estaban las fauces militares salivando por la pérdida del poder y no
tolerarían “desmanes.”
Como asesor del Rector, participaba de algunas reuniones del Consejo Superior
de la Universidad.

5.2. Profesor y miembro del Consejo Consultivo

A su vez el nuevo decano de Derecho, Eugenio Bulygin, que fue Secretario


Académico de mi brevísimo decanato en 1973, me ofreció ser parte del Consejo
Consultivo de la Facultad. Volví pues a la Facultad como miembro de su Consejo
Consultivo y reintegrado por sentencia firme como profesor titular. En 1984 hubo
un concurso para titulares, al que tenía la opción de presentarme no obstante
estar reincorporado. Me presenté y luego de las clases de oposición y entrevistas,
el Jurado me propuso en primer lugar. Fuí nombrado nuevamente profesor titular
por concurso de antecedentes y de oposición.

6. El caso del profesor emérito

No es difícil advertir, a medida que me acerco en el tiempo, que mi relato se des-


dibuja y difumina otra vez como una acuarela, no porque disminuya la marca

314
xiii. cargos públicos XIII-9

indeleble de mi padre, sino porque la prudencia dificulta hablar más en detalle.


Seguiré contando lo que pueda, pero ahora sí llego de a poco al final de esta his-
toria, dando otra vez un salto al presente, dejando décadas en el camino.
Una alumna sobresaliente que, a mi pedido, era ayudante alumna en la cáte-
dra, me pidió en su momento que le entregara el diploma de abogada, lo que así
hice con honra y placer.
Con el correr de los años, como Profesora electa por el claustro como integrante
del Consejo Directivo, propicia per se mi candidatura como profesor emérito de
la Universidad. No buscó firmas, la suya bastaba. Fuí designado.
Así como Graciela Güidi, pues, me pidió al comienzo de su profesión que le
entregara el diploma de abogada, le pedí ahora que me entregara el de profesor
emérito para el que me había propuesto. Así lo hicimos, sin fanfarria y con hu-
milde afecto recíproco. Ella hizo más por mi que yo por ella.

7. Comisión de doctorado

Integré muchas veces en mi vida la Comisión de Doctorado, con diferentes com-


posiciones y tuve reparos a la forma en que funcionaba: A mi criterio, no ejercía
control de calidad de las tesis de doctorado.
El argumento opuesto era que nuestro rol no era decisorio, sino consultivo
del Consejo Directivo de la Facultad, lo cual era cierto, pero no resultaba pre-
misa mayor de las conclusiones que luego seguían. La Comisión recomendaba
y el Consejo decidía, aprobar las inscripciones y planes de trabajo presentados
por el candidato, disponer el nombramiento del director de estudios propuesto
y presentada la tesis con el aval del director de estudios, designar el jurado que
habría de calificarla.
El problema era que no todas las tesis estaban a la altura de lo deseable y el
jurado, al tomar conocimiento de su contenido, renunciaba en lugar de mandarla
rehacer o reprobarla. La comisión de doctorado durante un tiempo persistió en
proponer nuevos jurados, con el resultado que siempre algún jurado terminaba
por aprobar la tesis tal como estaba.
Entonces la comisión (en sus variantes composiciones) empezó a afinar sus
criterios, por ejemplo exigiendo que la renuncia debía presentarse dentro de los
cinco días de la notificación, antes que vieran la tesis, pero no fue suficiente. Se
puede alegar enfermedad sobreviniente.
Yo discutí que nuestro rol no era el de un sello de goma diciendo “Propongo
inscribir,” “Aconsejo aprobar el plan de estudios,” “Recomiendo aprobar la desig-
nación del Director de Estudios propuesto,” “Sugiero designar al siguiente jurado.”
En poquísimas oportunidades se aceptó mi criterio que lo que habíamos recibido

315
XIII-10 i. a mi padre: “éste soy yo”

como tesis no era ni siquiera admisible como tal, por el mismo criterio procesal
del rechazo in limine litis de algunas acciones, como demanda improponible.
En tales casos problemáticos un distinguido y viejo profesor, hace muchos
años, tuvo la idea de acercarse al problema invitando al director de estudios a
una reunión con la comisión de doctorado a fin de pedirle, con tacto y diplomacia,
explicaciones acerca de por qué había recomendado aprobar el trabajo cuando era
manifiesto que no estaba en condiciones de ser sometido al jurado.
He puesto énfasis en el término diplomacia para destacar que no era yo la
persona indicada para realizar esa tan delicada como difícil tarea. Otros la han
hecho, a veces con éxito: Algunos entendieron el mensaje y dieron explicaciones
de por qué no podía conseguirse más del candidato, con lo cual no quedaba sino
seguir adelante; otros tomaban el guante y prometían ocuparse de hacer mejo-
rar el trabajo. Otros, por fin, ponían cara de piedra y no manifestaron la menor
disposición a cambiar nada. Y nada hacía entonces la comisión de doctorado.
Luego la situación mejoró en cuanto a la comisión de doctorado, pero para
entonces yo estaba en la comisión de post–doctorado; mi último paso a la fecha
de este libro fue ser director de post–doctorado.

316
Capítulo XIV

MAGISTRATURAS INTERNACIONALES

Sumario

1. Introducción...............................................................................XIV-1 / 319
2. El Tribunal Administrativo del BID....................................... XIV-5 / 323
2.1. El Secretario del Tribunal Administrativo del BID...... XIV-6 / 324
2.2. La invitación para hablar en el vigésimo y trigésimo
aniversario de su creación. Otros Tribunales................. XIV-6 / 324
2.3. Esquisse comparativa con otros tribunales.................... XIV-7 / 325
2.4. Mi relación a través del tiempo...................................... XIV-8 / 326
3. El Tribunal Administrativo del Fondo Monetario Interna-
cional...................................................................................... XIV-9 / 327
3.1. Entrevistas de admisión................................................. XIV-9 / 327
Capítulo XIV

MAGISTRATURAS INTERNACIONALES

1. Introducción

Para más de un lector argentino, el provenir de la Argentina de Ascensión y


Avellaneda para llegar a funciones públicas en las grandes capitales del mun-
do, puede sonar a exageración sin mayor interés, aunque las semillas estaban
plantadas, sin saberlo, en aquel entonces. Pero la pregunta sigue en pie: Una
vez en un congreso internacional de tribunales administrativos, en Québec, un
participante me hizo desde el público la pregunta acerca de cómo se llega a un
cargo internacional de magistrado administrativo. (En ese momento yo estaba en
el tribunal administrativo del FMI y era presidente del tribunal administrativo
del BID, figurando in pectore para integrar el de la OEA.)
Este largo punto introductorio trata de explicar el origen de mis experiencias
en la magistratura internacional.
En cuanto al resultado, contribuye a mi formación contemporánea: Ver “Normas y principios,”
último capítulo del Libro II del tomo 9, Primeros manuales, pp. 613 a 624 e infra, el tomo
Hacia el derecho administrativo global. Es una versión ampliada de lo que expuse en 1988
en la CS de EE.UU., “Law-making at an International Tribunal,” op. cit.

Suele existir alguna relación con alguien, o una persona que dio el nombre:
Es un entramado inagotable. Contaré en lo que sigue una serie de supuestos
en la década del sesenta en los cuales tuve la oportunidad y la aproveché, de ir
construyendo relaciones internacionales sólidas. No sabía, con todo, que era eso
lo que estaba haciendo. El primer requisito es saber idiomas, inglés y francés
en ese orden y como mínimo. Si alguien no tiene interés por aprender idiomas,
no conocerá el mundo por más que viaje. O peor, realizará seudo aprendizajes
erróneos y llenos de los prejuicios o subjetividades que, en cada país, tengan los
hispano parlantes con quienes hable. Por eso muchos connacionales vuelven
del exterior con versiones equivocadas de la realidad de cada país visitado y del
mundo. Así se forman los pre–conceptos que muchos tienen sobre el exterior.
XIV-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

No es armar una agenda ni mencionar nombres: Tomando los conceptos orales


de F logaitis acerca de las ideas fundacionales del European Public Law Center,
EPLC, hoy EPLO, European Public Law Organization, se trata de demostrar
amistad (desinterés, emulación sin envidia, genuino deseo de colaborar sin
pedir nada a cambio, no armar camarillas o trenzas ni tejer conspiraciones),
dedicación (la suma de compromiso, cumplimiento, disponibilidad, voluntad de
contribuir, esfuerzo, constancia), excelencia. (Dar lo mejor de sí en cada ocasión,
honestidad intelectual, ausencia de plagio, buena información.)
Los ejemplos entre paréntesis son de mi cosecha personal. Expresan cómo he interpretado y
cumplido aquellos principios.

Si uno va mostrando algo parecido a lo largo de la vida con todas las personas
interesantes de distintas nacionalidades que le toca conocer, no es de extrañar
que ellas vayan dando las referencias que crean apropiadas, en su caso. Si las
supo ganar, serán buenas.
Pues no basta conocerlos y saludarlos, hay que demostrar en todo momento
que se tienen aquellas cualidades. No es acumular “contactos,” es generar con
dedicación y esmero genuinas buenas referencias.
Lo demás viene por añadidura, en mi experiencia. No siempre, sino como la
parábola bíblica del sembrador: Algunas semillas no germinan, pero sin siembra
no hay cultivo. Hay pues que sembrar en abundancia. Voy a contar algunas que
han fructificado, poco o mucho—nunca se sabe con certeza. Pero las hay también
que fructifican sin que se lo sepa.
Por ejemplo, conocí a Jean Rivero en su visita al país en 1964, le serví de
chofer y acompañante en esas dos semanas. Frente a mi dificultad para expresar
nuestras excusas nacionales por el modesto transporte de mi Fiat 600, aunque
por su baja estatura parecía estar cómodo en el asiento de acompañante, inter-
pretó con humor mi sentir diciendo “un grand docteur dans un petit auto.” Fue
Diez, por su parte, quien me asignó esa privilegiada tarea. Seguí en contacto
con Rivero el resto de su vida y tuve el honor de ser recibido en su casa cada vez
que viajé a París.
Cuando coincidimos por motivos académicos en 1983, en Louvain-la-Neuve,
Bélgica, con varios profesores más, entre ellos Spyridon F logaitis, Rivero le
recomendó que nos conociéramos y tratáramos, lo que hicimos mucho tiempo
después y fue la base de mi entrada al hoy European Public Law Organization.
Otra anécdota interesante fue cuando lo visité estando de profesor asociado
en París I, en 1984, invitado por Gérard Timsit; Guy Braibant participó y me
invitó también a Sciences Po.

320
xiv. magistraturas internacionales XIV-3

Rivero me preguntó en su casa por qué había ido a París I y no París II, que
era su Universidad. Mi contestación cierta y por ende sincera no fue con todo
diplomática:
—“Porque no me invitaron.”
Advertí de inmediato que había sonado como reclamo o reproche, pero su
pregunta también había sonado a reproche.
No me contestó, pero su mirada lo dijo todo: Para el año siguiente estaba
invitado por Yves Gaudemet como profesor asociado en el doctorado en derecho
administrativo de París II.
Al visitarlo a Rivero en su casa, le agradecí, aunque Gaudemet no había nun-
ca mencionado su intervención, pero para mí era obvio: No conocía de antes a
Gaudemet. El comentario de Rivero fue punzante y tuvo la lucidez de siempre:
—“Ahora lo vamos a tener por diez años de visita anual a París.”
—“¿Por qué?”
—“¡Porque hay once Universidades en París!”
No hacía falta que yo contestara, el mensaje estaba claro. A pesar de haber
conocido y tratado a profesores de otras universidades parisinas, evité siempre
el tema de una posible visita académica. Algunos colegas argentinos han sido
invitados por París XI, donde también tengo amigos.
Julien F rançois L aferrière, un distinguido integrante de su claustro adhirió al homenaje
de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, como consta en el Libro II, sección III, pp.
645-6. Junto a Jorge F ernández Ruiz , presidente fundador de la Asociación Internacional de
Derecho Administrativo, AIDA, patrocinan en el 2014 un “Encuentro Francés-Mexicano” de
Derecho Administrativo en Paris XI, similar al “Encuentro Mexicano-Argentino” celebrado
en Buenos Aires en febrero del mismo año.

Ello llevó años después a que recibiera la invitación de F logaitis para partici-
par del European Public Law Center, donde en consecuencia concurro hace más
de veinte años. Allí tengo la fortuna de frecuentar a algunos de los maestros
contemporáneos del derecho administrativo europeo.
F logaitis cuenta nuestra común relación con Rivero en diferentes momentos y
el consejo que Rivero le dio, en el Prefacio que ha tenido a bien hacer a dos libros
míos, en inglés y francés, que se hallan en www.gordillo.com. ¿Conocíamos alguno
de los tres, en 1983, el siglo XXI? Claro que no. ¿Lo intuía en 1964, cuando era
chofer de Rivero en sus dos semanas en Buenos Aires? Imposible.
Brewer Carías vino al país también en la época del ‘60 y luego gracias a él entré
a la Academia de Derecho Internacional Comparado en 1974 y en el mismo año,
al Comité de Redacción de la Revista Internacional de Ciencias Administrativas,
donde permanecí 14 años. He tenido con él un trato de toda la vida.

321
XIV-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

Así, además de haber tratado a los maestros del derecho administrativo argen-
tino de mi época juvenil, desde el inicio he tenido la fortuna de estar en contacto
con los otros grandes maestros de entonces, de buena parte del resto del mundo y
ser ahora amigo de muchos de sus discípulos o continuadores, además de los que
integran mi propia franja etaria. Con cada uno de ellos me unieron las variantes
anécdotas de la vida cotidiana que son parte de toda relación humana.
De las frecuentes visitas de Benvenuti al país y del hecho que me llamaba
y lo atendía, intercambiábamos publicaciones, resultó su Introducción a la pu-
blicación italiana, por Giuffrè, de La administración paralela y luego múltiples
visitas a Venecia. Lo tuve como guía personalísimo para descubrir con detalle
los tesoros de Venecia.
A veces me toca a mí, hoy en día, dar una opinión cuando soy consultado. Tam-
bién hay un largo entramado de relaciones internacionales de lo más variado, del
cual el elemento común es viajar por motivos académicos, dejar buena impresión
intelectual y personal y manejar idiomas.
He recibido en más de una ocasión una llamada del exterior de una persona
que me hace una consulta sobre elementos de hecho que necesita para adoptar
un determinado criterio. Mi respuesta la contrasta telefónicamente con otras
que ha tenido, sin identificar las fuentes y me hace dar cuenta de similitudes
y diferencias. Supongo que otros preguntarán sobre mí, si del caso se trata. La
tónica invariable es que no se recomienda amigos ni relaciones de poder, sino que
se opina de acuerdo a criterios objetivos, pues se es responsable de las opiniones
que de tal modo vierte.
Es algo similar al “expediente del aire” que menciono en el Libro II del tomo
6, el nivel de prestigio que cada uno haya cultivado a lo largo de su vida. Nadie
sabe muy bien cómo construyen los demás la opinión que tengan de uno, ni qué
uso darán a esa opinión, pero sin ninguna duda la tienen conforme a lo que se
haya demostrado.
Los magistrados de otros tribunales internacionales que he conocido, tenían
todos variantes de ese elemento común, salvo el caso de la propuesta política del
propio país, que podía o no tener en cuenta datos de esas características. He visto
propuestas nacionales no muy acertadas, aún de países desarrollados, pero tienen
el dato común que luego esas personas no se repiten en otros tribunales admi-
nistrativos internacionales. La política nacional de cada país a veces se mezcla,
pero no es lo más normal y son cada vez menos los tribunales internacionales
cuyos cargos se llenan de ese modo.
En suma, para acceder a posiciones de poder académico nacional hay una se-
rie de reglas posibles pero no indispensables, descriptas hace mucho tiempo por
Berlioz, A natole France, que son aplicables también para la academia argentina

322
xiv. magistraturas internacionales XIV-5

y sus vericuetos de poder, pero no son requeridas para una carrera académica
internacional, que no es cuestión de poder personal.
También hay reconocimientos que se otorgan espontáneamente, sin necesidad
de lobby, por ejemplo el premio Justicia que me otorgara en 2013 la UCES. Es el
primero otorgado a un administrativista. La larga lista de premiados elegidos
por este mecanismo es distinguida y fue llevada a cabo de igual modo. No es la
misma experiencia, en cambio, con premios que se dan previa inscripción. Allí
hay que consultar a Berlioz.
Lo otro, a nivel interno, son atajos de poder que llevan a posiciones equipara-
bles para el ojo del observador no entrenado. No hay diferencia en la reputación
ante el común de la gente, pero sí en el poder del que en un caso se carece y en
el otro se ejerce. ¿Cuál es cuál? Son metas diferentes en la vida, tan difíciles las
unas como las otras, pero como en el caso de la elección de vías, non datur re-
gressus ad alteram... El que eligió un derrotero no puede retornar al otro. Nadie
sabe qué pasos dio bien o mal, ni cómo enmendarlos. Seguramente nadie desea
siquiera hacerlo.
Los atajos son diferentes; hay respeto genuino o, a la inversa, la halagüeña
zalamería a quien es, desde su “poder,” lo suficientemente débil como para caer
ante ellas. Son los que no perdonan a quien no se humilla y premian al que lo
hace, que perpetuarán cada uno su poder del mismo modo. La busca del poder
culmina con un recuerdo vacío de contenido. No es la Unended Quest de Popper.
A nivel internacional, entonces, es el prestigio así construido y no el poder del
do ut des el que permite acceder a distintos organismos internacionales y sus
tribunales o cortes administrativas internacionales. Por supuesto, no se trata
de reglas absolutas.
La política internacional de cada organismo entra en juego, en cambio, para
armar en lo posible un tribunal compuesto de magistrados de distintos países,
continentes y culturas jurídicas.

2. El Tribunal Administrativo del BID

Un amigo que trabajaba en el Banco Interamericano de Desarrollo y estaba al


frente del respectivo sindicato de funcionarios, me propuso en 1984, en esa repre-
sentación, indicar mi nombre al Directorio para ser miembro del tribunal. Tres
sobre siete candidatos eran a propuesta del personal y el presidente lo elegía de
entre todos el propio tribunal.
Viajaba a Washington D.C. dos veces al año y nos reuníamos por algo menos
de una semana. Tanto en el viaje de ida como de regreso iba por Nueva York y me
quedaba en esa ciudad, por mi cuenta desde luego, dos o tres días, a veces más.

323
XIV-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

Fue la época más productiva y feliz de todos mis viajes internacionales como
magistrado de diversos tribunales. Las razones son múltiples. Nueva York, desde
luego, me permitía comprar los últimos gadgets y libros, ver los espectáculos de
Broadway y off Broadway. Washington D.C. es por su parte una ciudad agrada-
ble, interesante, cálida y también dotada de excelentes librerías y drugstores, mi
otra gran pasión consumista.
Creo que no se me aplican las críticas que muchos formulan al consumismo,
porque en mi caso se trata de consumismo dirigido a las pasiones de aprendizaje
de mi vida. No se puede estar de otro modo al día con la tecnología informática,
como antes no se podía estar informado sin consumismo por la compra de textos
usados o nuevos.
Mi juvenil consumismo de publicaciones en papel se ha transformado inexo-
rablemente en consumismo por la tecnología de la información. Las obras que
deseo y no tengo los hago escanear y los incorporo a mi biblioteca digital, que no
necesita paredes sino memoria digital. Creo que mis viajes a Washington D.C.
por el BID fueron el inicio de mi transición consumista.
En el tribunal comencé a recibir, casi de inmediato, las enseñanzas de Breitel
que cuento en otro lugar; las continué recibiendo hasta el final de su período e
incluso después. En efecto, almorzamos más tarde en Nueva York, a invitación
suya y seguí aprendiendo sin cesar. Hemos pasado muchos buenos momentos
juntos, creo haber sido como el hijo varón que no tuvo y sus ejemplos y enseñanzas
explícitas fueron infinitas. Le dediqué, junto a Genaro Carrió, mi Introducción
al Derecho. Lo hice desde el corazón, cuando ya ambos habían fallecido.

2.1. El Secretario del Tribunal Administrativo del BID

Cuando fui presidente, el nuevo secretario del Tribunal era un costarricense que
me enseñó mucho, de quien me hice muy amigo y me invita a su casa o a pasear
cada vez que voy a Washington D.C., desde la década del 80.
Algunas veces, menos, hemos tenido oportunidad de compartir la comida
cuando vino a Buenos Aires por uno u otro motivo. Pero nos hemos encontrado
en Europa, en eventos académicos, más de una vez.

2.2. La invitación para hablar en el vigésimo y trigésimo aniversario de su


creación. Otros Tribunales

Al cumplirse veinte años de la creación del Tribunal Administrativo del BID,


fui invitado a disertar. Diez años después, al celebrar en Diciembre de 2013 sus
treinta años de vida, he sido otra vez invitado a Washington D.C. para hablar en
el homenaje. Un año antes hice en Buenos Aires la apertura del coloquio realizado
para celebrar los 40 años del Tribunal Administrativo de la OEA.

324
xiv. magistraturas internacionales XIV-7

Estuve presente en la celebración en París de los veinte años del Tribunal


Administrativo del Banco Mundial y fui invitado a asistir a la celebración de los
veinte años del Tribunal Administrativo del Fondo Monetario, en cuya composi-
ción inicial, veinte años antes, fuera magistrado Asociado.

2.3. Esquisse comparativa con otros tribunales

En 1994 fui designado miembro del Tribunal Administrativo del Fondo Moneta-
rio Internacional, también en Washington D.C.; luego, de la Organización de los
Estados Americanos; más adelante, de la Organización de las Naciones Unidas,
al mismo tiempo miembro del Tribunal Administrativo de la Organización In-
ternacional del Trabajo.
En la actualidad soy solo miembro de la Corte Administrativa de la Organi-
zación Europea de Derecho Público. En total, seis tribunales administrativos
internacionales, intercalados en un lapso de tres décadas.
Toda mi experiencia del BID fue de intenso aprendizaje y por eso la consigno
en otras partes de este libro. Expresa los años de mi presencia allí, desde 1985
a 1989. Mi relato tiene un cierto aire de permanencia, pero con el caveat fun-
damental de que pretende reflejar nada más que un corto período de mi vida.
Aprovecho con todo para rescatar aquí algunas modalidades del trato admi-
nistrativo que merecen ser destacadas. El honorario era reducido, pero razonable.
En la OEA no era razonable por su crónica dificultad presupuestaria; en la ONU
de entonces, inexistente como en el EPLO; en el FMI y la OIT adecuado; en los
tribunales arbitrales nacionales o internacionales, generoso en comparación.
Esas diferencias de honorarios contrastan con un detalle muy especial del
Tribunal Administrativo del BID en la época en que lo integré. La organización
realmente quiere ver allí un tercer poder, como la asamblea o el órgano ejecutivo.
Dispensó así al tribunal, desde el comienzo, el trato correspondiente, alojándolo
por cuenta del BID en los mejores hoteles de Washington D.C. Es una experiencia
inolvidable, no por la calidad de los hoteles que era excepcional, sino porque a
esos hoteles asistían, a frecuentes cenas, los círculos áulicos de Washington D.C.,
ellos de smoking (argentinismo; en inglés americano, tuxedo; en inglés británico,
dinner suit/jacket), ellas de vestido negro largo. Uno se sentía casi parte de ese
poder mágico.
Además, como visitante, se podía presenciar las sesiones públicas de la Corte
Suprema de Estados Unidos, una experiencia que ningún abogado debiera dejar
de tener.
Fui invitado por Scalia a almorzar en su despacho e intercambiar comentarios
sobre la vida jurídica del mundo. Recuerdo que fue él quien me destacó la excep-
cionalidad de haber sido yo invitado a presenciar una Assemblée Restrainte del

325
XIV-8 i. a mi padre: “éste soy yo”

Consejo de Estado de Francia, algo que le fue vedado a él en una visita oficial.
Pero mi asistencia al Consejo de Estado francés no fue como magistrado, sino
como parte de una visita de función pública que explico en el capítulo XIII, § 4
in fine, p. XIII-8 / 314.
Por ello, al celebrar el Consejo de Estado francés su segundo centenario fui uno
de los dos latinoamericanos invitados a asistir, lo que llevó a García de Enterría,
allí presente, a preguntarme zumbonamente: “¿Tú qué haces aquí?” Nos conocía-
mos personalmente desde 1969 y esto era el año 2000, se podía perfectamente
permitir la chanza, en suma elogiosa y desde luego amistosa.
Ya nadie me pregunta qué hago en algún país.
A su vez el BID es la única entidad que yo conozca que organiza y brinda al
tribunal administrativo un almuerzo diario durante las sesiones en el salón
ejecutivo, no en la cafetería o el restaurante. A ese almuerzo diario durante las
sesiones asisten también miembros de la asociación del personal, de la dirección
de asuntos jurídicos y de las partes que en tales momentos tienen casos ante el
tribunal. Esto último fue insistencia de Breitel, quien señaló que no podíamos
almorzar con una de las partes sin la participación y presencia de la otra.
Si le sumamos los cócteles que organizaba el BID para ser presididos por el
Tribunal Administrativo, recibiendo a otros tribunales internacionales de paso
por Washington D.C., más el cóctel para magistrados y abogados federales en
la Corte Suprema de los Estados Unidos, estamos dando una pincelada de las
sutilezas de la vida política administrativa en Washington D.C.
En otras organizaciones el tribunal es más o menos dejado a su propia inicia-
tiva en cuanto a alojamiento, comida, reunión. Es más neutro, menos glamoroso.
También el tribunal administrativo del BID realiza audiencias públicas para
oír a los testigos y alegatos de las partes, igual que se hace en la OEA, no los
demás tribunales, pero la diferencia es que el BID lo hace en uno de los salones
más importantes de la organización, con amplia participación de público. La or-
ganización favorece la presencia de público, lo cual da a la operación del tribunal
una publicidad que no tiene en otras organizaciones, donde su funcionamiento
es menos público, más reservado.
Las discusiones no son públicas en ninguno de estos tribunales, aunque en la OIT
el ex Presidente de la Corte Suprema suiza nos contó que las sesiones de ésta son
públicas y hasta los votos de los miembros del tribunal se expresan ante el público.

2.4. Mi relación a través del tiempo

Mi relación con varios de esos tribunales continúa a través del tiempo, en mi


condición de ex magistrado. Además de lo recordado de los aniversarios en el
Tribunal del BID, rescato otros:

326
xiv. magistraturas internacionales XIV-9

El Tribunal Administrativo de la OEA dictó una amable resolución de todos


sus miembros adhiriendo al homenaje que se me hiciera en Formosa en 2013.
La Presidenta de la Corte de Apelaciones de los Tribunales Administratvos
de la ONU adhirió en persona, en Buenos Aires, a uno de los homenajes con que
he sido distinguido.
Infra, Libro II, sección III, p. 649.

3. El Tribunal Administrativo del Fondo Monetario Internacional

El procedimiento de selección fue, en lo que a mí respecta, cuidadoso. Algo debe


haber influido, entre otras circunstancias, que el gobernador del BID por los Es-
tados Unidos estuvo conmigo en un almuerzo del tribunal administrativo y ante
una reflexión mía de política económica dijo con énfasis “¡Ése es el pensamiento
que precisamos en Washington!”
La vida en Washington D.C. está muy entrelazada, como he contado y eso
debe haber influido para que mi nombre apareciera entre los candidatos cuando
se creó el primer tribunal del FMI. Recuerdo que el primer contacto lo tuve por
teléfono en Aruba, donde estaba de vacaciones con mi mujer. Me llamó la Subdi-
rectora de Asuntos Jurídicos del Fondo y se rió cuando, ante su invitación a ser
considerado para integrar el tribunal, mi respuesta fue un enfático “¡Yes, thank
you very much indeed!”
En cuanto a la elección de palabras, yo estaba repitiendo lo que había apren-
dido de un portero en un lugar familiar de diversión nocturna de Londres, The
Talk of The Town; cuando me abrió la puerta de salida, partí sin saludarlo ni
darle propina, pero al advertir mi error, retrocedí y le di una propina importante
para compensar mi gaffe. Él a su vez recompensó mi atención con un categórico
“Thank you very much indeed, Sir!, con el ¡Sir! enfatizado vocalmente como lo
hacen los marines estadounidenses, entre otros.
Me pareció expresamente simpático en las circunstancias y por eso lo utilicé,
para diversión de mi interlocutora. No dije “¡Madam!” al final, pero estaba joco-
samente casi implícito y provocó la risa de mi interlocutora telefónica.

3.1. Entrevistas de admisión

Al mes siguiente viajé a Washington D.C. para tener primero una entrevista
conjunta con el Director y los dos Subdirectores de Asuntos Jurídicos, luego una
entrevista personal y por fin un almuerzo conjunto.
La Sub Directora estuvo en la primera reunión general, pero no hizo preguntas
ni comentarios, ni participó del almuerzo: Era la representante letrada de la ad-
ministración ante el tribunal. Con extrema fineza, se abstuvo así de involucrarse
más en la selección.

327
XIV-10 i. a mi padre: “éste soy yo”

En la primera entrevista conjunta con los tres, una mañana antes del al-
muerzo al día siguiente, traté de mostrarme familiarizado con sus respectivos
derechos. Confundí por su apellido francés al director italiano y le hice copiosas
referencias al derecho francés. Me dediqué a recordar casos de derecho inglés
con el que me pareció tenía esa nacionalidad. Hablé del derecho norteamericano
con la funcionaria de ese país.
Cuando tuve, a la tarde, una entrevista personal con el primer sub-director,
lo primero que hizo fue corregir mi falsa impresión. Me dijo:
—“Yo soy australiano, pero ante la imposibilidad de utilizar mi acento en
este medio, tuve que optar entre el acento americano y el acento inglés. Por
supuesto, opté por el acento inglés.”
Me hizo luego una reflexión parecida a la de Juan Francisco Linares en ocasión
de prologar la primera edición de El acto administrativo, en 1963. (http://www.
gordillo.com/pdf_tomo5/02/02-prologo_intro.pdf.) Linares me dijo que no lograba
entender la lógica o el sistema con el cual recurría a las más diversas fuentes del
derecho comparado, pero en todo caso funcionaba bien. En la segunda edición del
libro El método doy cuenta detallada de ese aspecto que provocaba su pregunta,
(http://www.gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap13.pdf) y todavía se puede rastrear
un condimento en el epílogo del presente libro.
En el Fondo Monetario Internacional, el sub-director de Asuntos Jurídicos,
habiendo leído mi CV, me comentaba que no comprendía bien cómo había mezclado
y hecho tantas cosas diversas en mi vida, pero que en todo caso funcionaba. La
explicación está en el mismo libro del Método y en éste que lo acompaña.
Luego me preguntó por mis muy diferentes experiencias en la vida y concluyó,
“No sé cómo, pero la mezcla funciona.”
El almuerzo del día siguiente funcionó sin problemas. Mi estómago satisfecho
dejó libre a mi intelecto mientras pellizcaba la comida. (Traducción: mientras
comía con normalidad.)
Fui admitido, estuve muchos años en el tribunal hasta que se modificó el
estatuto y cambió la composición, haciéndolo en forma escalonada como es la
práctica internacional.
Si este relato parece trunco es porque lo está. No he creído prudente avanzar
más en las recientes décadas en tribunales administrativos internacionales, ni
tampoco en mi vida pública o privada. Lo mismo se aplica a la actividad como
árbitro, de la que nada comentaré aquí. Pero he incluido, como se ha visto, los
homenajes que resaltan valores que son enseñanzas de mi padre.

328
Capítulo XV

LA FACTURA DE ESTA OBRA

Sumario

1. Al comienzo................................................................................ XV-1 / 331


2. Mi método para otros libros y mi método para este libro........ XV-1 / 331
3. El caos como método..................................................................XV-5 / 335
4. La escritura, otros escritores.....................................................XV-6 / 336
5. Notas al pie no............................................................................XV-6 / 336
6. La lectura de una biografía, escritura de este relato y
reflexión sobre la actualidad tecnológica.................................XV-8 / 338
7. La interminable corrección...................................................... XV-11 / 341
Capítulo XV

LA FACTURA DE ESTA OBRA

1. Al comienzo

El presente capítulo lo rearmé con trozos escritos a lo largo de la confección de


la obra, recortados de cada lugar pero reunidos gracias a la magia digital. Los
reordené y traté además que sirvieran como muestra de un caso aplicado de mi
método, en este caso el método de escritura. Pero no busqué un orden secuencial
o cronológico: Ni siquiera todos los historiadores lo hacen.
Uno de quienes no lo hacen es Edward Gibbon, History of the Decline and Fall
of the Roman Empire, 1776. Es que él no busca explicar un momento determinado
sino un largo proceso. Aquí busco encontrar el sentido de una vida, lo que no se
halla en la secuencia cronológica de los hechos que la componen.
No significa que el resultado sea bueno ni imitable: Apenas quiere contar una
experiencia, por las ideas que pueda suscitar en los lectores.

2. Mi método para otros libros y mi método para este libro

Aparece así una primera diferencia sensible con mi anterior producción escrita, la
que intenté fuera ordenada. Lo que no puede calificarse de ordenado es el método
o el mecanismo que utilicé para escribir, para llegar al resultado que pretendo
haya sido, en ellas, ordenado y coherente.
Hay una importante confusión entre desordenada y descuidada que es ne-
cesario aclarar. Al escribir las primeras versiones, ellas fueron deficitarias y
necesitaron ser revisadas sin cansancio para ir puliendo las ideas, las referencias
y por último también la redacción y armonía. El estilo es al final, si hay tiempo.
Es el charme de un escritor autodidacta que nunca estudió con un profesor de
castellano y se nota.
XV-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

Esta insistente corrección en cuanto al fondo es una parte importante de la


creación, que la distingue de la improvisación pura y aislada, sin el contraste de
la investigación y el trabajo intenso y reiterado de revisión.
Muchos autores cuentan haber escrito algo de un tirón, a mí también me ha
pasado, pero no significa que esas hojas sean lo que el autor publicará. Se escribe
a veces de un tirón, en mi experiencia, el primer borrador, casi nunca la versión
que saldrá a luz.
Pues es frecuente en el mundo de las ideas, que lo que ha salido de adentro sea
así, pero responda a previas lecturas que casi sin darse cuenta incorporó a su
ser. En este libro cuento un par de anécdotas. Otras veces puede ser que lo que
se le ha ocurrido como aparente fruto de la inspiración creativa resulta no ser
original, no porque haya olvidado que lo leyó antes, sino porque no es el primero
en estar inspirado con esa idea.
Me ha pasado que al publicar un libro algún lector me pregunte por qué no
cito a alguien que está en la misma línea de pensamiento. Mi primera reacción es
decir que es porque no recuerdo haberlo leído, pero que lo leeré para comprobarlo.
En un caso eran ideas de Foucault, que a su vez deben haber influido a otros
autores que sí cito. Otros creen percibir influencias orientalistas, aunque cuando
pido que me las identifiquen son reflexiones sobre el inconsciente. Es cierto que
en Oriente se otorga gran trascendencia al inconsciente, pero en Occidente el
tema es también conocido aunque no popularizado.
En cualquier caso, si bien es imposible completar la tarea de encontrar y com-
parar todas las referencias que existan en el universo sobre una determinada
idea, para consignarlas como ajenas y no como propias cuando ello se justifique, lo
cierto es que a veces terminamos el trabajo, no por entender haberlo completado,
sino porque el hastío o el cansancio han agotado nuestras fuerzas.
Encontrar errores en la creación, al contrastarla con la investigación, nos pro-
porciona un placer culpable, porque sabemos que, gracias a que otros han escrito
bien lo que nos salió de entrada mal, se podrá modificar el trabajo que saldrá
a la luz, citando la fuente que ha permitido corregir la idea errónea, dejando
la sensación que, si bien se pensó lo contrario, se convenció luego de esa mejor
idea o referencia. O también lo puede presentar como hipótesis refutada: “Si se
sostuviera tal idea, cabría objetarle que...”
El proceso inverso debe también realizarse y quedar en la conciencia, aunque
se hace de un modo diferente según la persona y el caso. Así, la idea creativa que
se ha tenido y puesto en pantalla se la encuentra luego, a veces, igual, en otro
autor anterior sin que se tenga nada para agregar o comentar.

332
xv. la factura de esta obra XV-3

En tal caso no queda sino declinar y en un acto de honestidad hacia los lecto-
res, señalar que la idea es de otro y que uno coincide con ella. Pero la redacción
propia puede quedar, sin usar también la del autor de la idea original.
No tiene sentido lógico, salvo tal vez la satisfacción narcisista, puntualizar
que esa idea brillante que otro tuvo, se la pensó también después y sin haberlo
leído. Ya lo han contado autores serios y no es preciso sobreabundar en el tema.
Estoy seguro que es frecuente, pero es hacerle perder tiempo al lector introducirse
en esos vericuetos de la mente humana, además de que no se puede saber si de
verdad no la leyó nunca. La mente es traicionera en la calidad de la memoria.
En cualquier caso, luego de haber pensado y escrito cualquier idea, es necesario
abundar en las lecturas para ir puliendo el trabajo y poniendo las referencias
de lo que es parecido, lo que es opuesto y lo que antes, por un tiempo, se creyó
propio y diferente pero, según resulta de la investigación, es producto anterior
de otra mente humana.
He encontrado similitud en muchas actitudes y experiencias reiteradas de
biografías o memorias de personajes célebres, pero que no hacen al quid de su
creatividad. Comparar este homenaje a mi padre con la devoción que Mozart y
Miguel Á ngel mostraban en sus cartas al suyo, sería absurdo de mi parte. No
soy original en el sentimiento, punto. Parafrasearé una viñeta cómica de la pelí-
cula Iron Man de Robert Downey Jr., en la que ante sus exageradas y múltiples
genialidades cinematográficas (parece una sátira a Elon musk) le preguntan si
él es comparable a Leonardo da Vinci y el personaje fílmico contesta: “¡Ridículo!
¡Yo nunca pinté!” Imitando al personaje de Iron Man, yo jamás le escribí cartas
a mi padre.
El método que he empleado es el más apto a mi juicio para generar creatividad
real y útil para el lector. Desorden en la creación, sí, pero larga investigación
y ordenamiento para la publicación. En este libro, más personal, el cuidado no
impide que por distintos factores me repita un poco: Por ello las constantes re-
misiones internas.
De toda obra humana escrita habrá lectores cuidadosos y descuidados, como
siempre, pero los cuidadosos advertirán dónde ha terminado la investigación y
ha comenzado el cansancio, o dónde está presente la copia plagiaria, apta para
engañar a mentes descuidadas pero no a quienes investigan algo en serio.
Eso me presentó un problema con el presente libro, que se me hizo pronto
evidente: Las ideas surgían en desorden de mi interior y así las iba consignando
en la pantalla. Al agruparlas, que lo hice, descubrí que el orden le quitaba na-
turalidad de expresión a mi relato, en la que quería mostrarme con autenticidad
en cuanto a lo elegido para relatar.

333
XV-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

En algún momento de la escritura se me fueron ocurriendo temas que re-


querían tratamiento autónomo y presentaban además cierto orden, por ejemplo
mis anécdotas profesionales, o mis experiencias en la enseñanza, en la función
pública o en la magistratura internacional. Las ordené, truncadas en los hechos
contemporáneos.
Hube de difuminar mi historia al acercarme a seres vivientes, no porque la
influencia de mi padre decreciera sino porque virtudes como el tacto (que no
poseo, pero que imito), me fueron obligando a quitar casi todo lo interesante. He
dejado anécdotas de juristas que me pintan a mí pero poco o nada dicen del otro.
Hay algunos seres vivientes, con todo, cuyas anécdotas conmigo cuento, pero
estoy seguro que nadie salvo ellos mismos podrán descifrar el anonimato para el
caso improbable que lean esta historia de un abogado, dado que ellos no lo son.
Quizás sea explicable que mis emociones influyan para introducir desorden
en el relato de algo tan personal como mi propia vida y su relación con la vida y
enseñanzas de mi padre, que fueron tan decisivas en mi formación. Uno puede
ser libre de aceptar o no los consejos paternos, desde luego; yo siempre los acepté,
con sumo provecho para mi vida.
La cuestión era si debía dominar mis emociones para darles una forma exte-
rior de orden expositivo, o dejarlas en su desorden interno de origen, pero con las
infinitas correcciones necesarias.
Casi nunca he escrito nada de una vez y para siempre, todo ha requerido la
suma de un inmenso y esmerado trabajo adicional de creatividad, con la única
diferencia que, en este caso, no existe en los primeros capítulos (ni en los últimos,
donde hay una somera agrupación temática de supuestos no identificables salvo
por quienes participaron directamente en alguna anécdota aquí anónima), el
ordenamiento que es parte usual de ese esfuerzo.
Si fuera un libro sobre un tema más distante de mí, quizás hubiera resuelto
ponerle orden a toda la exposición, pero lo he hecho en algunos casos menos
íntimos. En lo que tiene de compromiso visceral, ello hubiera significado alterar
uno de los objetivos o finalidades del libro, que no representaría más quién soy
yo. Sería como si le hubiera dado este material a un tercero y le hubiera pedido
que, con él, hiciera algo ordenado y sistemático en función de la información
existente, que aquí dista de ser completa.
Ha sido ordenado mi dilecto prologuista del Tratado de derecho administrativo,
Jorge A. Sáenz. Yo, en cambio, he venido aquí a contar mi propia vida en la única
forma que me sale contarla, a borbotones: No sería yo si escribiera de entrada con
orden; el problema es que el producto de mis publicaciones anteriores pretendió
ser ordenado en la publicación y ése también soy yo. También ha sido ordenado
M ario Rejtman Farah en las entrevistas que se registran en el Libro II de este

334
xv. la factura de esta obra XV-5

tomo 10, infra, pp. 555 a 633. En cambio, los mails que agrupa en sus cuatro
primeros capítulos fueron “elegidos al azar,” según cuenta en la p. 365, in fine.
¿Orden o desorden?
Lo que quiero mostrar así es que el proceso de creación no es ordenado, al
menos no en mi caso y que la única cuestión a resolver, luego de tener el material
en su primera versión, es determinar hasta cuánto se lo corrige y reordena. Voy
a seguir corrigiendo hasta tanto mi corazón me lo diga, hasta que crea que no
tengo algo que corregir o que agregar, hasta que no tenga ideas pertinentes que
agregar o redacción que corregir.
Así como publiqué un casi ordenado libro sobre el método, este es una mues-
tra de mi desordenado modo de crear. Resolví no darle el orden ulterior que le
introduzco a mis demás libros; no sería contar de modo veraz mi vida con mi
padre y sus efectos en el tiempo.
Y si bien no he sido ordenado en buscar el sentido final de mi vida, sí me he
esforzado en tratar de conectar los puntos de ella con lo que pude encontrar de
la vida de otros y, en tal medida, rehacer lo escrito según cuál fuera el resultado
de la lectura.

3. El caos como método

Quizás por ello este libro no es una explicación secuencial o lineal, ni menos
completa, de cómo ha sido mi vida, sino de cómo se han desarrollado algunos
aspectos de ella en relación perceptible con las enseñanzas o la personalidad
heredada de mi padre.
Las anécdotas profesionales que relato son a propósito viejas, como un resguar-
do al anonimato con que son referidas; de tan antiguas que son, pocos han de
quedar con la posibilidad de reconocerlas. Pero las relato porque, aunque añejas,
creo que pueden ser de utilidad para el lector joven.
El caos es así temporal y temático, en función de los destinatarios del mensaje:
Mi padre, mi familia, mis alumnos, mis futuros lectores; en el espejo de la pan-
talla, soy el primero en leer/escribir/conocer estas memorias y así descubrirme
un poco más, buceando dentro de mí. (Joseph Conrad.)
Exploro en forma circular, una y otra vez, las mismas o similares épocas de mi
vida, salteando algunas y revisitando otras, cada vez desde un ángulo diferente.
A veces la inspiración de los grandes creadores, no el que escribe, puede en
un instante proveerles el andamiaje completo y hasta todos sus detalles, como
Mozart. Algo parecido cuenta Goethe cuando relata que primero “Reuní todos los
elementos que ya llevaba un par de años revolviendo en la cabeza […] pero, a pesar
de todo, no salía nada de allí […],” hasta que una noticia despertó nuevamente
su creatividad “en aquel mismo instante di ya con el plan de Werther; concurrió

335
XV-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

todo a formar el conjunto y cuajó en sólida masa. […] Retener esa extraña adqui-
sición, imaginarme y realizar en todas sus partes obra de tan principal y varia
enjundia, resultóme tanto más fácil” (De mi vida. Poesía y verdad, Libro III, en
sus Obras completas, t. III, México, Aguilar, 1991, p. 766.)
Aunque me hubiera gustado serlo, ése no soy yo. Pero siento la mayor admi-
ración por Mozart, a quien disfruto escuchar.

4. La escritura, otros escritores

Tengo varias líneas temáticas o ideas fuerza, que se entremezclan entre sí. No
ha sido de este modo como planeé hacerlo. Así es como salió, aunque en capas
sucesivas. La más difícil pero inicial fue la más íntima y personal, la referida a
la muerte de mi padre. Muy breve en el relato, es cierto, pero con la profundidad
de sentimientos que cualquiera puede imaginar.
A veces consigno el momento de la escritura, pues es una de las preguntas
que hacen los que me conocen poco: ¿En qué horario escribo? En ninguno, sigo
la inspiración del momento y en especial jamás la desoigo cuando llega; o sea,
cuando tengo ideas nunca postergo el momento de ponerlas en papel o en pan-
talla, lo hago de inmediato, siempre. Cuanto más moderno el adminículo y sus
programas, mejor.
Aparecen así algunas comparaciones no demasiado obvias, las más útiles para el lector son las
que se refieren a la escritura como arte creativo: The Writing of a Novel, de Wallace y muchos
otros que aparecen trabajados y citados en El método en derecho. Al que le interese indagar
esta faceta, puede comenzar por allí, en el Libro I del tomo 6, http://gordillo.com/tomo6.html.

Cartas a un joven poeta, de Rilke, es un título con el que jugué en muchos


momentos para una posible Carta a jóvenes abogados; Creo incluso haber escrito
algunos borradores de esta segunda posible obra. No sé si la haré o no, pero algo
de ella hay tanto en El método en derecho como en este libro dedicado a mi padre.

5. Notas al pie no

La primera dificultad técnica es que, al escribirlo y concebirlo con la intención


de publicarlo gratis en Internet, con libre acceso y reproducción universal, sin
perjuicio de hacer también una versión hedonista en papel (sin obligados derechos
de autor para nadie), era necesario pensar y llevar a cabo algunas adecuaciones
técnicas desde la escritura misma.
Toda mi vida me ha gustado escribir con notas al pie a las que el lector pueda
dar un vistazo en la misma página y determinar así, en un instante, si le interesa
o no leerla. Por eso este libro tiene sus notas concebidas para una versión digital,
sin engorrosos envíos y reenvíos. En verdad, no parece tener sentido escribir dos
libros casi iguales, uno de los cuales tendrá las ventajas del papel (notas al pie

336
xv. la factura de esta obra XV-7

de página) y no las desventajas actuales de la digitalización (notas al final o si


no links) y otro, las ventajas de la digitalización (acceso universal y duradero,
variabilidad del tamaño según el gusto del lector) sin las desventajas del papel.
(Objeto perecedero de acceso limitado.)
Claro que las tabletas han mezclado las fronteras. Son maniobrables, permiten
instantáneo acceso universal al libro (y duradero en Internet), se puede destacar
el texto con colores, buscar una palabra al segundo en cualquier diccionario (e
Internet en general o Wikipedia en particular), anotar, se pueden llevar casi
infinitos volúmenes en una sola tableta y su nube, agenda, lista de contactos,
cuadernos de anotaciones, mail. Casi la única limitación que le presentan al
escritor es forzarlo a cambiar su forma de hacer notas.
El problema con las tecnologías actuales de publicación digital es que al per-
mitir acomodar los contenidos a los distintos tamaños de pantalla y agrandar o
achicar el tamaño de la letra cuando se necesita, no permite aún visualizar la
nota al pie de página. A la inversa, si pone las notas al pie de página no permite
agrandar o achicar el texto con comodidad.
Ello implica que para saber si la nota tiene interés o no, hay que pulsar el
link hacia la nota oculta o ir al final de cada capítulo o del libro para, recién
entonces, estar en condiciones de determinar si la nota es una mera referencia,
buena para tenerla pero no indispensable para seguir leyendo, o es una larga
explicación incidental sobre algo que puede o no interesar seguir leyendo, lo que
se resolverá con mirar un par de renglones.
Me cuesta adaptarme al cambio: Los tomos 5, 6, 7, 8 y 9 no recogen este método
sino que repiten el antiguo. En esta etapa de transición no me es posible mantener
el esmero estético de armar cada página para que sus notas empiecen y terminen
allí. Ahora me conformo con que no existan excesivos renglones en blanco.
Como el sistema de Bielsa hacía engorrosa la lectura (algo que también me
reprochan algunos lectores a mis largas y profusas notas ¿de antaño?), al prin-
cipio había tratado de ser parco en su empleo, pero con el andar de las páginas
descubrí que eran demasiadas las reflexiones o datos que alteraban el relato
principal, con lo que hube de relegarlas a un tamaño menor en el texto. El lector
tiene la elección entre leer también los cuerpos menores o saltearlos, según sus
gustos, o mirar un par de renglones para determinar si despiertan su interés.
Muchos autores contemporáneos (sociólogos, antropólogos, etc.) optan por hacer
un ordenamiento diverso del material y/o pasarse al sistema de breves paréntesis
no muy detallados para al menos indicar cuál es la fuente de la idea, quizás con
una bibliografía al final para mayor precisión de la edición tomada en cuenta.
Pero con la explosión gigantesca de publicaciones ha aumentado también el
número de autores de cualquier materia que son descuidados en la factura del

337
XV-8 i. a mi padre: “éste soy yo”

libro, muchas veces no originales y más veces aún, sin indicar el origen o la fuente
de la idea expuesta, incluso sin siquiera saber de dónde vienen. Toca ahora a los
lectores un nuevo nivel de atención, antes desconocido (M annheim) de detección
y adecuada discriminación de autores originales y autores que se limitan a co-
piar sin indicar la fuente. Para copiar una caracterización que hace un amigo
de determinados autores, los hay al mismo tiempo “in-legibles” e “in-citables.»
(Argot académico, animus jocandi, para decir que no se debe leerlos, porque no
es seguro citarlos.) Los que citan a quienes no hacen sino meras copias refritas
de trabajos ajenos, se ubican a sí mismos junto a ellos.
Mis primigenios trabajos fueron también compuestos con notas al pie. En las
primeras tres décadas de la segunda mitad del siglo XX iba a la linotipia a agre-
gar o quitar algunas palabras para que la nota empezara y terminara “en caja:”
Antigua terminología de la época de la impresión “en caliente.” La impresión “en
frío” ha triunfado al punto que no lleva más ese calificativo, pues resulta superfluo
al no existir más la impresión “en caliente,” con una máquina de escribir gigante
(linotipo) que creaba las letras con plomo fundido.
Hice lo mismo con el Page Maker y el InDesign en las diferentes ediciones
que aparecieron en papel y también subí a Internet, hasta que ahora asumo que
la mayor accesibilidad de la obra, instantánea en cualquier lugar del universo y
su perdurabilidad en el tiempo, vuelcan la balanza a preferir, en la preparación
del texto, la versión digital.
Si las notas van al final, no sirven porque no se van a leer. Casi no vale la
pena haberlas escrito, si ese es su destino material. Entonces utilicé una mezcla
del sistema de indicar a veces en el texto o en una midnote el link, o el autor y
la obra, pero sin hacer una bibliografía al final porque no son fuentes ni biblio-
grafía de esta suerte de parcial autobiografía, que consiste en una indagación
de la mente y la memoria remota. Si hago una cita es con un propósito literario,
no para darle fundamento a lo que escribo de mi vida y lo que viví gracias a mi
padre y, por ende, no necesita ni admite el rigor de la cita técnica.

6. La lectura de una biografía, escritura de este relato y reflexión sobre la


actualidad tecnológica

Este libro se comenzó a escribir en la misma tableta en que, al mismo tiempo,


estuve leyendo la biografía de Steve Jobs. Ninguna relación existe entre ambas
salvo la contemporaneidad de su respectiva escritura y lectura, que me lleva a
frecuentes comparaciones.
Pero la lectura de su vida ha influido en motorizar la escritura parcial de la
mía. La lectura me inspiraba a la escritura, lo cual es un mérito más de dicha
obra. En suma, he leído de a ratos ese libro y de a ratos escrito el mío. En mi vida

338
xv. la factura de esta obra XV-9

cerebral, son dos aconteceres simultáneos en el tiempo. Pero también ocurrieron


en mi mente otras cosas en paralelo.
Al avanzar en la biografía sobre Steve Jobs, me fui acercando más en mi
conciencia al presente de la tecnología digital. Fue un detonante de este libro
la tableta y facilidad de acceso y uso para poner las primeras ideas en pantalla
(me corrijo in mente para no decir en el papel…) en formato digital, sino también
mi propia actualización tecnológica, que había descuidado un poco los últimos
años y decidí recomenzar en los últimos meses del 2011 y sobre todo en el verano
2011-2012, sin mucha actividad en Buenos Aires.
Aproveché la calma veraniega para atacar otra vez los molinos digitales,
destrozando los bolsillos y las tarjetas de crédito. Desde el verano del 2013 y en
el 2014 estoy otra vez preparado para receptar los nuevos cambios que se anun-
cian. Y mientras tanto, he leído una cantidad inagotable de obras gratis del tipo
memorias, biografías, relatos de viaje, en las mismas tabletas donde, en una al
igual que en la otra, madura, exfolia e hiberna este texto.
Cada vez que la lectura de un texto en la tableta me inspira alguna idea para
el mío, cambio de pantalla arrastrando cuatro o cinco dedos, hago la nueva aco-
tación o referencia, subo la nueva versión para que se duplique en la otra tableta
y regreso a mi lectura original o a lo que la curiosidad o el interés me indiquen.
Muchísimo más rápido y eficaz que trabajar en versión papel.
Había llegado antes a la conclusión equivocada que la tableta era maravillosa
pero insuficiente cuando se trataba de un trabajo más largo; que era necesario
recurrir a la PC para centralizar todo en el iTunes como Steve Jobs quería; que
debía de todos modos utilizar una Notebook y que quizás una tableta de mayor
tamaño sería beneficiosa para mi trabajo: Cualquier trabajo, pero por el momento
la escritura de este libro. No resultó ser así, pero observo atento el mercado digital.
Mientras leía el relato de la vida de Steve Jobs observaba (y me informaba,
leía, iba a negocios de tecnología digital) qué llegaba a nuestro mercado, qué se
podía acceder por Mercado Libre, qué estaba pasando en el mundo globalizado
con los anuncios de nuevos productos y a su vez, qué podía pasar al respecto en
un país que al momento parecía inclinarse por el aislamiento, la prohibición de
importaciones.
O sea, estaba pensando cómo seguir actualizado en un país de economía de
frontera, aislado del mundo. La depresión que el tema del libro evoca en mí por
la muerte de mi padre hace décadas, se suma a la tristeza de un país que repite
errores, recreando la administración paralela que comenté en 1982.
En las primeras consultas a Mercado Libre, una de mis preguntas era si daban
factura A, si había que agregarle el IVA, cómo se cotizaba el dólar, hasta irme
dando cuenta, de a poco y gracias a conocidos de conocidos, cómo funcionaba todo

339
XV-10 i. a mi padre: “éste soy yo”

en el mercado local. Había alcanzado a comprar mis recientes incorporaciones


tecnológicas, todo parece indicar que eso va a cambiar por un tiempo ante la
imposibilidad momentánea de seguir haciéndolo. Demasiada materia para la
reflexión simultánea, pero también inevitable si uno no se pone anteojeras.
La biografía de Steve Jobs proviene de un reputado biógrafo independiente,
por ello es imparcial y objetiva y no tiene piedad alguna en mostrar sus muchos
lados negativos, algunos de ellos prescindibles para una presentación equilibrada
de su persona.
Por si fuera poco, la traducción deja mucho que desear: Lo escrito en inglés
o francés hay que leerlo en su idioma de origen, no traducido; así lo hago desde
antes de los 20 años. Se mantiene vivo el idioma, lo perfecciona, no tropieza con
españolismos que distraen y sobre todo, entiende directamente al autor, no filtrado
por quién sabe cuántos traductores apurados. Pues 600 páginas no las traduce
una persona en pocas semanas…
Por la traducción y el proceso editorial, la edición castellana en papel parece
posterior por la fecha pero en verdad es vieja al salir.
Alguna explicación del fin puntual de la biografía de Steve Jobs aparece en la p. 692 del
capítulo 40 de la anterior edición castellana, aparecida después, en el mismo año 2011; en la
posteriormente escrita en inglés pero disponible en Kindle antes de la vieja edición castellana,
se trata del capítulo 41, p. 556 de 630 (posición 9557 de 12476), comprada antes a Amazon
por la mitad de precio. Diga el lector si no es más eficiente y barato estar actualizado en
tecnología y saber inglés: Multiplique ese ahorro por el uso y superará al infinito los costos
del aprendizaje.

Ello dice mucho del doble problema tecnológico e idiomático en que vivimos: Si
no aprendemos inglés ni podemos ir a leerlo primero en Internet, nos condenamos
a leer información desactualizada. Nuestro déficit informativo se convertirá en
sistémico.
En todo caso, la factura de ese libro sobre Steve Jobs no me deja satisfecho,
en cualquiera de sus versiones, pues relata demasiados aspectos de su vida que
no tienen relación con aquello por lo cual dejó una marca en el mundo, ni sirven
tampoco para comprender su personalidad, salvo que pidió fuera escrita para
que sus hijos lo conocieran.
Me pareció superfluo conocer sus relaciones de pareja, hijos, amores. Pero,
repito, Steve Jobs quería que sus hijos lo conocieran. Como sus lados negativos
los sabrían de sobra, creo que lo que les faltaba era saber a qué y cómo dedicaba
el tiempo que no estaba con ellos.
Eso es lo mismo que nos interesa a los demás, pues pocos hijos han tenido
para sí todo el tiempo de su padre. Yo soy uno de esos pocos hijos, pero no uno
de esos padres.

340
xv. la factura de esta obra XV-11

Los aspectos negativos de mi vida no serán entonces el voluntario relato del


autor, sino la eventual conclusión divergente del lector acerca de lo que el autor
tiene que decir. Yo no los veo ni ofrezco como aspectos negativos, aunque el lector
pueda verlos así.
Será pues una divergencia de criterios de apreciación de la vida, con la dife-
rencia que yo he vivido la mía; el lector podrá reflexionar comparándola con otras
vidas, todas distintas. O como decía Séneca: “Tú puedes comprender mi dolor,
pero tan solo yo lo siento.” Esto vale tanto para el autor como para el lector; para
el dolor como para el placer.
Suele ser razonable conocer la biografía de alguien en forma secuencial. Me
pasó al leer la de Steve Jobs, tener dificultad con un cierto uso del “flashback”
cinematográfico del autor hasta que comprendí su lógica por momentos temáti-
ca y no cronológica. A pesar de todo, este libro nació y quedó construido con un
constante ir y venir en el tiempo. En otras partes explico por qué.

7. La interminable corrección

Mi anónimo amigo poeta y matemático me señaló de entrada que según su com-


putadora había repetido 301 veces la palabra “ya,” siendo que en la mayor parte
de los casos su eliminación no altera el sentido, con lo que es superflua. Me puse
a revisar el texto y encontré que en no más de tres o cuatro ocasiones podía estar
justificada. Como lección a mí mismo usé otro giro verbal para evitar en todos
los casos el fatídico “ya.”
Me dijo también que según las novísimas reglas de la Academia “solo” rara-
mente va con acento. Decidí evitar la palabra, con o sin acento, salvo cuando
está en una cita textual. Pero no he sido fiel a mi nueva regla. Me gusta debatir
conmigo mismo.
Una de mis pre lectoras me objetó el abuso de la palabra “siempre,” por lo
que la eliminé... casi siempre. Me señaló también el uso excesivo de las palabras
terminadas en “mente,” lo que enmendé mucho pero... francamente me costó.
Ya aprendido el juego, empiezo a revisar las palabras que se repiten: Al co-
mienzo, dejé algunas utilizaciones, pero cuando quería avanzar en el texto, el
buscador de palabras comenzaba otra vez por el inicio. Esa prueba de resistencia
la pasé. Pero luego ensayé con eliminar “obra” (repetida hasta el hartazgo) en
casi todas las ocasiones.
Así continué, escribiendo palabras en el buscador y controlando su uso. Encon-
tré varios verbos coloquiales que se suman a otros verbos, el más insigne “saber
ver” de Miguel Á ngel, el que por supuesto dejé. Otros los eliminé.
A mi amigo poeta no le gustan los números en el texto, prefiere las letras.
Cambié todos los números que pude sustituir por una palabra corta. El día de mi

341
XV-12 i. a mi padre: “éste soy yo”

nacimiento y la muerte de mi padre y mi hermana, los dejé en el 22 que tuvieron


en mí hasta el presente.
Me rendí ante la evidencia que ignoro acusativo y dativo, objeto directo e indi-
recto. Si tuviera tanta perfección, no sería yo. Necesito dejar algunas muestras
de mi pobre gramática o si no, alguno va a sospechar que no debo haber escrito
el libro. Mis errores son así la marca de agua, las contraluces e hilos invisibles
que permiten diferenciar un billete falso de uno genuino. No digo que sea buena
moneda. Es moneda local, auténtica.

342
Capítulo XVI

SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

Sumario

1. El sueño.................................................................................... XVI-1 / 345


2. Consulta analítica.................................................................... XVI-3 / 347
3. Autoanálisis............................................................................. XVI-3 / 347
4. Retomo el relato del sueño.......................................................XVI-4 / 348
5. Un adivinador computarizado.................................................XVI-4 / 348
Capítulo XVI

SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

1. El sueño

Me he despertado temprano el lunes 18 de enero de 2012, a las 06.35 horas según


resultó ser, luego de haberme acostado cerca de las 01.00, escribiendo este libro.
Me despertó un sueño elaborado y en colores, festivo como la comedia de
Shakespeare con la que intitulo este capítulo, que trataré de poner sobre el papel
virtual con la máxima velocidad antes de olvidarlo, como enseñó F reud.
El sueño se desarrollaba en un ambiente tipo Spetses, mezcla con El Globo
de Londres (para soñar no hay que privarse de nada), donde hubo un enojoso
incidente entre iberoamericanos acerca de cómo iba a ser nuestra representación,
típica lucha por el poder en el lugar donde la primera regla es no luchar por el
poder. Ante la general incomprensión de todos los demás profesores del primer
mundo, que no hablan español pero sí inglés o francés, tomé derechef (argot de
San Antonio, el personaje novelesco de F rédéric Dard) la palabra, me puse de
pie y comencé a hablar en inglés, el idioma que hablo con más soltura luego del
castellano.
Como era un grupo numeroso en la paradisíaca isla del Egeo (ahora, cambio
de escenario y decoración onírica: Estábamos esta vez en la playa, todos correc-
tamente vestidos de seminario internacional, con zapatos, camisa y corbata),
hubo gritos amistosos y burlones de los colegas y amigos franceses, reclamando
que no había traducción simultánea (a quién se le puede ocurrir traducción si-
multánea en una playa paradisíaca: Pero era una ironía onírica, nada más) y no
se entendía lo que yo decía.
Entonces pasé, con alguna hesitación pues no lo domino por igual, al francés de
mi querido Brassens. Esa noche de madrugada durmiendo en mi vida nocturna,
media mañana en el sueño, Dios estaba de mi lado y además el que soñaba era
XVI-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

yo, desde la noche de mi descanso hacia la media mañana onírica. El discursito


mío comenzaba diciendo, en francés:
―“Queridos amigos, quiero participarles que algunos de nosotros, de distin-
tos países, piensan de una manera. En cambio otros de nosotros, también de
distintos países, pensamos de otra.”
Esto era una introducción, que recuerdo la pronuncié en francés, sin signifi-
cación alguna salvo ganarme un poco de tiempo mientras trataba de pensar qué
decir después; pero en el sueño no me preocupaba, era un sueño y no una pesadilla.
Si algún alumno mío hace lo mismo en clase, le advierto que eso molesta mucho
al auditorio, que es preferible el silencio antes que hablar sin sentido mientras
se piensa qué debe decir. Pero eso requiere control consciente, lo que no ocurre
en los sueños…
No tuve necesidad de pensar algo más para decir en mi comenzada alocución
onírica, pues vino en mi ayuda otro colega y amigo. Un francés de Montpellier,
camarista del Consejo de Estado de Francia, hombre zumbón y de buen corazón,
famoso por sus letanías de tono y advocación de púlpito antiguo, amable y ad-
monitorio, con voz alta y profunda al mismo tiempo, me interrumpe y comienza
las magistrales palabras finales de mi sueño, también en la lengua de Molière:
—“Quiero felicitar las habilidades diplomáticas de nuestro presidente…
(Lo juro, así lo soñé, pero era un mero recurso retórico para darme por ganada
la guerra de los pasillos del poder de nuestro submundo hispanoparlante, aunque
he sido presidente de un par de tribunales administrativos internacionales.)
—… al dar así por resuelto el problema que nos aquejaba. Pido un voto de
aplauso para él.”
Como no era común hacer aplausos, ni menos pedir votos de aplauso salvo
en este sueño mío, hubo un claro asentimiento general al cierre del debate con
conclusión no explícita pero clara, con lo cual hube de callarme en el sueño,
perplejo, pero comenzando a darme cuenta que al fin había ganado también la
guerra del poder de los pasillos, gracias no al intelecto sino al lenguaje y con la
especial ayuda de los francoparlantes, que tomaron mi uso de la lengua como el
mejor homenaje a la civilización.
Luego, todavía sin despertarme, comencé a decodificar lo que el Consejero de
Estado había querido expresar:
—“Comprendo bien las luchas de poder que deben tener entre ustedes [hispa-
noparlantes], pero a nosotros no nos interesa. Resuélvanla ustedes, no nos las
traigan a nosotros.”

346
xvi. sueño de una noche de verano XVI-3

Con lo cual en el sueño me senté en mi silla de la playa, sintiendo —aliviado—


que unas pocas palabras mías en francés habían sido utilizadas por un amigo
francés para declararme metafórica y oníricamente vencedor.
Con ese final me desperté, satisfecho y luego de lavarme los dientes y tomar mis
remedios, fui caminando (no corriendo, corresponde un poco de circunspección aún
en el triunfo de un sueño de una noche de verano; tampoco usé el pas de Sénateur
que cantara Brassens) hacia la tablet, la encendí y comencé a escribir el sueño.
Hasta aquí llegué con el sueño todavía fresco en mi mente, como quería F reud.
Lo demás lo puedo reconstruir sea con ayuda de la memoria, sea con la invención,
pues como es un sueño nadie tendrá forma de darse cuenta cuál es cuál, a menos
que cometa el error de someter todo esto a análisis, cosa que no haré porque sé
que para curarse primero hay que verse a sí mismo.
(El insight, al que sigue la depresión…¡¡¡OTRA VEZ NO!!! No parece un grito: Lo es.)

2. Consulta analítica

Sin embargo aquí estoy, luego de la sesión de análisis de ayer (febrero de 2012),
que pienso repetir en una semana, luego de décadas sin análisis alguno. En
esto he sido cambiante, pues luego de la segunda sesión terapéutica resolví ir a
la tercera por educación y dar por terminada la terapia, en términos elogiosos
para mi analista.
El elogio hasta podría ser verdadero, pues al iniciar la consulta quería recibir
ayuda para escribir sobre mí y al escribir este párrafo estoy por la página 230.
Sería injusto decir que él nada ha tenido que ver con el éxito material de mi
emprendimiento, en cuanto tengo escrito bastante y solo me queda redondear
recuerdos. No alcancé a ir a la tercera sesión.

3. Autoanálisis

Retomé este parágrafo a fines del 2013 y debo registrar que luego de la segunda
entrevista, mi analista falleció y a resultas de ello escribí un par de páginas
sobre medicina, una de mis pasiones de aprendizaje extrasistemático. Pero ma-
yor reflexión me hizo quitar esos párrafos, que por lo demás había cuestionado
firmemente uno de mis pre–lectores/as, para sustituirlos en cambio, en aras a
mantener la paginación del libro ya terminado, por estas anodinas reflexiones
que no provienen de mi inconsciente sino de mi conciencia. Ya una vez cometí un
grave error al introducir, cerca de la terminación de un libro, reflexiones sobre
otras disciplinas que molestaron a mis lectores. Ésa es la señal, entonces, para
cesar la revisión y corrección. Si mi conciencia se equivoca, al menos la omisión
no molestará, espero, a nadie.

347
XVI-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

Se aplica aquí la reflexión de A ragón que cito en el tomo 6: Hay que tener li-
bertad para crear sin autocensura, pero ésta hay que ejercerla antes de publicar.

4. Retomo el relato del sueño

No pude pues consultar la historia ni el sueño con el analista y tampoco busqué


otro. Resolví que era mejor no llegar a la curación que requiere el insight y la
depresión como pasos intermedios y prefiero terminar, semidormido y todavía
soñando, declarándome vencedor de los pasillos.
Mi boutade anglo-francófona, sin saber de antemano qué iba a decir, mi im-
provisación del sueño, me dio por ganada la guerra por los pasillos del poder,
que jamás peleé. En mi vida soñé mucho mientras dormía, además de soñar
mientras estoy despierto y dormirme en las conferencias que no son interesantes
porque repiten información como una mala clase de pregrado, sin problematizar
ni cuestionar, sin hacer pensar.
Pero nunca recuerdo haber tenido un sueño tan feliz como ése, en que al fin
ganaba la guerra que no había librado. No era del caso invocar a Shakespeare
en Ricardo III.
Era un sueño, sí, pero qué importa. A lo mejor lo que otros creen ver, o lo que
yo creo que algunos ven, no es más que una fantasía onírica de ellos y sólo yo he
visto el futuro, con ambos ojos, ambos oídos, todo el cerebro y unas pocas palabras
en inglés y francés, de mi sueño de una noche de verano.

5. Un adivinador computarizado

Después de todo, un adivinador profesional utilizando computadoras y, hechos


por ellas, gráficos de cartas celestiales, me hizo (un mes de diciembre de hace
algunas décadas) una carta astral enseñándome que soy libriano casi escorpiano
(tigre en el horóscopo chino, pero eso no era su especialidad) y que la posición
de las estrellas indica que enero es para mí el mes de los triunfos, en la vida
personal y quizás, de yapa, en la intelectual y profesional.
Para los conocedores, las 23.00 del día 22 de octubre explica lo de libra casi
escorpio. Pero me hubiera venido bien saber, años antes, la única incompatibili-
dad absoluta de Tigre en algunas versiones del horóscopo chino. No consulté a
tiempo al especialista adecuado.
Me predijo la felicidad y grandes destinos que se cumplieron. Sobre todo se
cumplió la paz y la felicidad.
¿Cómo predice el destino? Charla primero con la persona y a partir de allí, con intuición
pronuncia los posibles senderos del futuro, con una amplia serie de trucos verbales como los
que han utilizado todos los adivinadores de la historia.

348
xvi. sueño de una noche de verano XVI-5

Un mes de enero encontré la felicidad, un mes de enero escribí casi todo este
libro, un mes de enero dicté el curso de verano que evitó me echaran en 1974 de
la Universidad, un mes de enero reescribo este libro. Tuve buenos casos profesio-
nales muchos eneros, cuando casi no hay abogados en Buenos Aires.
Todos los meses de enero los paso en gran parte mirando el verde del campo,
escuchando el silencio mezclado con el rumor de las hojas y las fuentes, el repi-
quetear de la lluvia en los techos de chapa, el cantar de los pájaros, el ocasional
súbito ladrido de los perros sin motivo humanamente perceptible.
¿Trabajo físico en el campo? El mandato paterno y mi salud psíquica me lo
prohiben.
Era un buen adivinador computarizado. No me predijo los grandes destinos
que yo también esperaba pero no se han dado, porque no estaban en el sendero
de las estrellas.
Eso me pasa por soñar despierto. Hay que soñar dormido, lo demás es mera
ensoñación diurna, buena para los escritores, nada más.

349
EPÍLOGO

Sumario

1. Flashbacks y flashforwards......................................................... E-1 / 353


2. El método y su relación con el inconsciente................................ E-1 / 353
3. El desorden metódico................................................................... E-2 / 354
4. Utilizar el inconsciente................................................................ E-2 / 354
5. Interacción en sociedad................................................................ E-2 / 354
5.1. Los mayores o iguales que uno................................................ E-2 / 354
5.2. Ayudar a los más jóvenes......................................................... E-3 / 355
5.3. Tener amigos............................................................................ E-3 / 355
5.4. Las deudas que uno adquiere.................................................. E-4 / 356
6. El lector y su inconsciente........................................................... E-4 / 356
7. El poder y las ideas...................................................................... E-5 / 357
8. Un canto a la vida........................................................................ E-5 / 357
9. He dicho........................................................................................ E-6 / 358
EPÍLOGO

El prólogo tuvo por función adelantar algo del libro. Esa tarea puede integrarse
con este epílogo, como un repaso final, cuando el lector está en mejores condiciones
de apreciar el conjunto después de haber leído cuál ha sido el sentido de la vida
del autor según él lo cuenta. Es, otra vez, algo así como la reverberación de las
notas de una pieza musical.

1. Flashbacks y flashforwards

En el libro he adoptado el sistema de constantes flashbacks y flashforwards que


Clint Eastwood como director utilizó tanto en J. Edgar, llevado al paroxismo en
la historia de amor, racismo, espionaje y política que cuenta.
Si bien el método lo había adoptado antes de ver con mi mujer la película y no
es nada nuevo, verla me convenció que es otro de los modos de mantener al es-
pectador, o al lector, en vilo, cambiando a cada momento el objeto de su atención.
No tan solo en un film: Esta es la primera vez que cuento el desarrollo así. Pero
es también como he leído y escrito siempre, sin orden en el tiempo, con intensidad
en cada instante, sin jamás desaprovechar uno. Me pareció interesante mostrar
en crudo uno de los momentos de la creación, de la que muchos jóvenes preguntan.
En crudo en cuanto al orden, pero muy pulido gracias a los amables pre-lectores
que consigno. De no haber sido por ellos, los errores hubieran sido infinitos. El
compromiso emotivo de escribir este libro no ayudó, por cierto, a mi objetividad
para corregir.

2. El método y su relación con el inconsciente

A modo de recordatorio de algunas de las conclusiones metodológicas de mi vida


de aprendizaje iniciada al lado de mi padre, veamos las siguientes.
E-2 i. a mi padre: “éste soy yo”

3. El desorden metódico

Aquí recapitulo lo dicho en el cap. XV, § 2 (p. 331) y § 3 (p. 335) y en § 20 y § 21


del cap. II (pp. 97-102); reverbero como un gong porque hay demasiados cultores
del orden.
El desorden metódico es lo que explica la utilidad práctica que me brindó la
forma de preparar las materias de la carrera y mi forma de encarar la vida. Todo
respondiendo a la cambiante inspiración del momento. Ésa ha sido y es mi eficaz
forma de aprender y estudiar, pensar, leer, escribir, crear.
Mucho de lo que he hecho en mi vida se puede imputar a mi historia, pero cabe
también atribuirlo a mi método, producto principal de mi historia.

4. Utilizar el inconsciente

Ésta es la segunda gran clave de mi vida, la confianza absoluta en mi incons-


ciente, el respaldarme en él, nunca cuestionarlo sin antes haber escrito qué tenía
él que decirme; en caso de duda, hacerle caso. Las notorias ocasiones en que he
fallado había escuchado, en cambio de mis instintos, a mi razonamiento. Así me
fue. Razoné mal, me equivoqué.
Mi inconsciente cerebral trabaja sobre la base de mis neuronas y relaciones
neuronales: No me ha servido para adivinar un número a la ruleta, donde pierdo
y no me gusta aunque gane. La emoción de jugar por dinero me hace subir la
presión. Hasta partidos de ajedrez de cinco minutos me hacen subir la presión y
allí tampoco el inconsciente me resuelve las jugadas aunque sí se la resolvería a
un ajedrecista avanzado. Debe estar operando la frase paterna que el diploma no
me lo podría jugar. (Cap. VII, § 2, p. VII-2 / 216.) Es con el inconsciente que se
tira al blanco, se tiene inspiración, creación, innovación. No creo que sirva para
los juegos de azar, pero lo desconozco.

5. Interacción en sociedad
5.1. Los mayores o iguales que uno

La más compleja clave de mi vida es la interacción en sociedad. He explicado


antes de ahora que cada profesor o especialista de más edad que uno conoce en la
vida, puede ser una chance perdida o la posibilidad de construir una referencia
o incluso relación, por tenue que sea, basada en la propia dedicación, amistad,
excelencia (cap. XIV, § 1, p. 320) como para dejar una eventual impresión que,
con suerte, pueda tener frutos inesperados.
Amistad, dedicación, excelencia: Explico en el § 1 del cap. XIV, p. 320, qué
significado se le asigna a mi juicio a estos tres elementos en los ámbitos inter-
nacionales prestigiosos, para mostrar otra faz del mix de oportunidad u ocasión,

354
epílogo E-3

suerte y sobre todo empeño y esfuerzo constantes. No todos aquí los captan. En
mi caso ha sido fundamental para las primeras etapas de mi vida académica en
el país y para mi vida viajera por el mundo. Sugiero releerlos.
Como el estar a tiempo, va contra nuestra herencia cultural, por eso cuesta
tanto internalizarlos en su real significado: Estar antes de tiempo.

5.2. Ayudar a los más jóvenes

Hay que diseñar a los más jóvenes oportunidades nuevas en que puedan probarse
y construir su propio mundo. Sobre la base de cómo enfrenten cada desafío nuevo
estará cimentada nuestra opinión y la recomendación que daremos o no de ellos.
Unos y otros, jóvenes y mayores, van así sembrando las infinitas semillas que
podrán o no fructificar, según la parábola bíblica.

5.3. Tener amigos

El mayor capital en la vida es tener amigos, no aliados. Cuando termino el primer


borrador avanzado (ya sin más ideas propias) de cada artículo, cada libro, cada
edición, recomienzo la tarea con la ayuda crítica de los lectores amigos. Tal vez por
eso Vargas Llosa dice que lo que le gusta no es escribir sino reescribir. Escribir
tiene algo del dolor de parto, reescribir es la felicidad de ver crecer al hijo y ayudar
en su educación. Si la reescritura se hace en comunidad como este libro, es la
máxima felicidad creativa: Ajena y propia, una valiosísima creatividad colectiva.
Después de la feliz reescritura, queda la tediosa y repetitiva múltiple relectura para corregir
tantos errores como se pueda encontrar. Es una tarea infinita, trabajosa y que da mucha
humildad, de tantos errores que uno siempre encuentra.

Aquí figuran, en la aclaración final, los que me ayudaron muchísimo a mejorar


este relato. Es indispensable, pues, un gran círculo de amigos que no escatimen
las críticas y puedan, cuando uno lo ruega, hacer otra vez el esfuerzo de leer un
manuscrito ajeno y aportar el feed back que su lectura les produzca. Su propia
cultura, sus ideas, su visión del mundo y de la vida, todo confluye en el mejora-
miento del manuscrito.
Escribí a uno de mis pre–lectores, dentro de un mail más largo, lo siguiente:
“Muchas veces, ante potentes objeciones que me hicieron eliminar siempre
algo, llegué a tener fuertes y depresivas dudas sobre mi capacidad como escritor. “
“Ahora sé.”
“Años de terapia esporádica me sirven para concluir que, aunque no haya un
escritor en mí, no importa, porque igual le debo este libro a mi padre y me lo
debo a mí mismo. Escribir otro, o no, depende primero de mi imaginación y luego
de cuántos amigos me queden después del esfuerzo que les he pedido y me han
honrado haciéndolo.”

355
E-4 i. a mi padre: “éste soy yo”

Los amigos, claro está, hay que ganárselos. No es cuestión de pasillos ni re-
laciones, es una empatía más profunda.

5.4. Las deudas que uno adquiere

Las deudas en que incurre así el autor exceden el necesario agradecimiento expre-
so, primero por mail, luego público y escrito en la obra, cuando las circunstancias
lo justifican; exceden también la evidente reciprocidad a la que se está obligado
de distintas maneras.
No tanto las atenciones que uno debe a futuro, es como mínimo demostrar, en
la publicación, que uno analizó con cuidado, en cada punto, lo que le dijeron. Es
dar cuenta de los consejos recibidos, a través del debido análisis y argumentación
de cuanto ha sido sugerido, comentado o criticado.
El autor agradecido no deja sin respuesta ninguno de los interrogantes que
le fueron planteados. El diálogo final (pues los hay intermedios) es entre el co-
mentario crítico y aquello que ve la luz en la publicación del autor. Es una lenta
creación colectiva y todos los roles se entremezclan.
Por supuesto, hasta los amigos necesitan descanso. Trato de no recurrir
demasiado seguido a los mismos amigos y aun así cabe aceptar que la consulta
puede haberles llegado en momento inadecuado para ellos. No hay que desfalle-
cer en la confianza depositada en la amistad, sólo perseverar con otros o nuevos
amigos y esperar el momento adecuado, cuando llegue, para retomar parte del
circuito primigenio.
Incluso si ese momento no se repite, la amistad que nos honró con su crítica
queda en la memoria, en palabras de Confucio, como el aroma de una bella flor.
Mis agradecidas páginas, que son el registro indeleble de esa memoria, tienen,
desde siempre, ese inextinguible perfume.

6. El lector y su inconsciente

La tarea final es del lector. Verá que el tiempo le rinde mucho más, si lee en
desorden con interés. Alimente su inconsciente (estudiando, pensando, leyendo,
reflexionando) y luego confíe ciegamente en él, respételo, sígalo, porque biológi-
camente es lo mejor que tenemos. Siga su instinto de trabajo y aprendizaje, lo
guiará bien.
Esta distinción, antigua como la humanidad misma, continúa recibiendo
aportes científicos que la confirman. Esté atento a su evolución, desconfíe de la
información oficial.
Busque Usted mismo: Existe un mundo inexplorado que es inagotable, inicie
su propio rumbo. Lo por mí contado sobre el método, al menos, me ha servido
toda la vida como hipótesis de trabajo e instrumento de creación. El lector podrá

356
epílogo E-5

apreciar que he trabajado en forma no continua sino con intermitencias, con pau-
sas constantes, pero que, en cambio, he producido bastantes resultados.
La clave no es trabajar sin pausa, todo el tiempo o mucho tiempo, ordenada y
sistemáticamente, sino que cuando se trabaja es necesario hacerlo con ganas e
intensidad, con esmero y responsabilidad, en cada ocasión. Hasta mis clientes
han comentado que trabajo muchísimo, “como loco,” lo cual no es una referencia
al tiempo total sino a la calidad del tiempo, a la adrenalina desplegada en cada
ocasión que lo requería.
Por supuesto, cuando trabajo no existe el día ni la noche, los feriados ni otras
obligaciones. Sólo existe la epinefrina del organismo. Parece muy exigente, pero
en verdad no es frecuente. Quizás cabe agregar que cuando aparece el trabajo
extraordinario lo atiendo en toda su plenitud y jamás se me ocurre plantear en
ese momento, ni semanas o meses después, el rebus sic stantibus de los honora-
rios profesionales.
A la inversa, si no es trabajo debido a terceros sino labor autónoma, hay que
cortar cuando la inspiración flaquea. Volverá o no, depende del inconsciente.
Existen momentos estériles sin investigación ni trabajo activo, sin lecturas:
Pausas creadoras bajo la pauta de hierro de anotar siempre, de inmediato, toda
idea que surja de la nada durante ella. Pues el cerebro no cesa nunca de funcio-
nar, durante toda nuestra existencia, bajo sus propias reglas y no las nuestras.

7. El poder y las ideas

Nunca luché por el poder, que es efímero. (Moisés Naim, The End of Power.)
Aún sin haber luchado por él, a veces lo tuve. Luché en cambio por las ideas,
que perduran mucho más que la vida humana. Algunas de mis ideas quedaron
falsadas, en sentido popperiano y han ido al desván de los recuerdos. Otras se
mantienen como hipótesis vigentes. Sigo formulando hipótesis nuevas y haciendo
nuevas experiencias.
Hay personas que en la vida disfrutan del ejercicio del poder, sea musical o
académico como en ambos casos enseña Berlioz; otros disfrutan del poder político,
algunos de sus riquezas.
Yo siempre disfruté el valor de las ideas.

8. Un canto a la vida

Por ello, las enseñanzas de mi padre se retransmiten aquí a mis lectores, trans-
mutados por la alquimia de mi vida, como un homenaje a la vida y al eterno
aprendizaje.

357
E-6 i. a mi padre: “éste soy yo”

Vale la pena, ha valido la pena. Hay que resaltar lo positivo, para alentar a
seguir adelante, para sostener la esperanza.
El éxito, así sea parcial, borra todos los esfuerzos y todos los costos para lle-
gar ahí. Por eso me decía mi amigo y colega en la OEA en Buenos Aires (§ 7 del
cap. III, p. III-10 / 134) que yo era el antipóster de la revolución, porque mi vida
demostraba que se podía triunfar sin importar el origen ni la familia, la cuna o
las clases sociales.
No es lo que otros aportes interdisciplinarios sugieren, pero es la clara expe-
riencia familiar que aquí relato. Siguiendo a Popper, una única excepción invalida
la hipótesis contraria. Ésta es esa excepción.
Se puede pues, desde la Argentina profunda de Ascensión o las calles anegadas
de Avellaneda. Se puede y vale la pena. Al final se triunfa, cualesquiera sean
las adversidades.
Nessun dorma: “Al alba venceré.”
“Escribí, porque creo que hay un futuro:” Butlow, Daniel Enrique, Butlow en concierto.
Arquitectura legal para el siglo XXI, Buenos aires, Arquilegal, 2008.

En las graduaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo, su enton-


ces Decano Ismael Farrando cerraba el acto con tenores cantando “vincerò, vincerò, vincerò,”
ante las lágrimas de los progenitores presentes. Fue él, como se advertirá, quien me señaló a
Nessun dorma para este cierre inolvidable de Giacomo P uccini cantado por Pavarotti.

9. He dicho

Y como en literatura no tengo por qué privarme de nada, menos al final, quiero
terminar diciendo, como lo hacía con humor Cicerón: Dixi, He dicho.
Pero no es así: acompañaron (entre otros que por diferentes razones quedan
mentados pero innominados, o anónimos en el relato) mis diferentes borradores,
con sugerencias puntuales que atendí, pero que de ningún modo los hace suscri-
bir o de otro modo compartir mi relato, que por supuesto no conocen sino de su
lectura (ni siquiera equivalentes, pues les fui consultando cambiantes versiones),
en tanto yo creo haberlo vivido.
A todos ellos, muchísimas gracias: M ario Rejtman Farah, Luis A. Carello,
Nicolás Diana, Julio Raffo, Claudia Caputi, Ismael Farrando, Federico Campo-
lieti, Daniela Ugolini, Jorge Fernández Ruiz, Héctor A. M airal , M aría Isabel
A zaretto, M aría A ngélica Gelli, Daniel Enrique Butlow, Estela Van Acken,
Marcelo Bruno dos Santos, Daniela A letti, Carolina Fairstein, Guillermo Blus-
ke, M aría Eugenia Urquijo, Julio I. A ltamira Gigena, Tadeo Leandro Fernández,
Natalia Mainetti, Alberto L. Zuppi, Josefina Pazos, Estela B. Sacristán, Graciela
Güidi, Shaylih Muehlmann, José M aría Fernández, A lejandro Ruiz Schulze.
Y algunos más...

358
T R AT AD O DE DERECHO A D MI N I STRATI VO
y o bra s sel ectas

TOMO 10

Libro II
Mario Rejtman Farah
(Sección III por Isaac Augusto Damsky, coord.)
DIÁLOGOS CON AGUSTÍN GORDILLO
Tratado de Derecho
Administrativo
y obras selectas

TOMO 10

Primera edición

Libro II

Mario Rejtman Farah


(Sección III por Isaac Augusto Damsky, coord.)

DIÁLOGOS CON AGUSTÍN GORDILLO


Prólogo

Durante mucho tiempo, Agustín Gordillo, a través de múltiples e-mails, inició


con colegas, alumnos y amigos una suerte de diálogo virtual, el que se extendió
durante varios años.
Siempre percibí que ellos eran una continuidad de los que tenía, y tiene, con
cada uno de sus lectores, discípulos y alumnos, los que siempre nos hemos sentido,
en algún momento, interpelados por su obra.
¿Cuál ha sido la clave para ello? Creo que no existe ninguna. Agustín Gordillo
es un maestro. Del Derecho.1 Pero también de la vida. O, tal vez, deba corregirme:
De la vida, que el Derecho en gran parte refleja.
Cuando comenzó aquella cadena de e-mails los blogs recién empezaban a
aparecer. No existía Facebook, Twitter ni Linkedin. Hablar de redes sociales era
una cuestión limitada a una pequeña cofradía de expertos en comunicación. Y
cuando nada de ello estaba difundido alrededor de 1500 personas de la más va-
riada procedencia recibíamos sus correos electrónicos compartiendo información,
trasmitiendo opiniones, dando sugerencias, promoviendo iniciativas, comunicando
novedades o hasta contando alguna broma.
Releídos hoy suenan como una suerte de cuaderno de viaje que permiten a sus
lectores conversar libremente con su autor.
Sentí, desde el comienzo, que esos e-mails eran conversaciones casi persona-
les, partes de un tejido paciente de capital social, incentivos para pensar o, en
ocasiones, para desmitificar. Y con frecuencia para generar una sonrisa.

1
Como muchos saben Agustín Gordillo propicia limitar el uso de las mayúsculas cuando nos
referimos sea al Derecho o a la Administración. No es para él una mera cuestión gramatical la que
está en juego. Como cuestionador de la verdad que se fabrica en este mundo, su popperiana visión en
todos los planos de la vida, tal vez le provoque el fundado temor de legitimar, con ello, al autoritarismo
o al poder instituyente, ignorante del individuo. En todo caso propugnar fortalecer la libertad frente
a la “tutela” de la autoridad. Comparto plenamente tal objetivo, aunque no necesariamente opte
por aceptar su propuesta en relación al uso de tales mayúsculas. Es que cuando Agustín Gordillo
defiende férreamente sus ideas sabe que ellas podrán provocar disonancias o disidencias. Pero no
pretende con ello ejercer una actividad proselitista ni buscar adeptos.
P-2 ii. diálogos con agustín gordillo

Tuve en múltiples oportunidades la percepción que tenían algo de mágico.


Solían ser un impulso para desplazarme del eje de las discusiones cotidianas.
No sólo las vinculadas al derecho administrativo en particular sino para contar
con nuevas lentes para mirar al mundo.
Recibir esos correos electrónicos se convirtió, de a poco, casi en una necesidad.
Cuando el pensamiento parecía detenerse, una oleada de oxígeno intelectual
llegaba con nuevos e-mails con los que su autor lograba evitar el letargo que pro-
voca el pensamiento teórico o abstracto, sin acción, realidad o cuestionamientos.
A partir de la lectura de aquéllos y de un vínculo más personal con su autor,
nació la idea de intentar, a través de diálogos personales, y con cierta dosis de
liturgia, mostrar o compartir algunos aspectos de su vida y de su pensamiento,
no del todo conocidos. Procurar indagar cómo se fue construyendo esa trayectoria
que tantos admiramos. Los sociólogos, y por cierto lejos estoy de pretender ser uno
de ellos, dirían que las historias de vida son también un método de investigación
social y producción de conocimiento. Ojalá este objetivo, al menos en parte, pueda
alcanzarse a través de las conversaciones que mantuvimos durante varios meses.
Agustín Gordillo es, claro está, una mente inquieta. Creo que inagotable.
Recorrer su pensamiento lo es también. Si algo lo define, y creo que de allí nace
mi pretensión de singularizar las múltiples variables que lo atraviesan, es su
permanente invitación a desafiar al pensamiento consolidado. Ha buscado siempre
encontrar los problemas donde existían, para muchos, verdades consolidadas,
mostrar algún dilema allí donde se enunciaba un canon, plantear una dificultad
cuando la apariencia se presentaba sencilla, encontrar una novedad que parecía
estar a miles de kilómetros de profundidad y distancia y que, prontamente, se
nos presenta como real, tangible y necesaria. También es este libro un intento
por descubrir por qué Agustín Gordillo llega siempre a todo, antes que el resto.
Creo percibir algo en él que no aparece en sus libros ni en sus ensayos, artículos
o conferencias. Es aquello que se encuentra por detrás del hombre más público.
Si se me permite la presuntuosidad el propósito estuvo centrado en buscar a ese
Agustín Gordillo.
Muchos nos hemos nutrido de sus hallazgos e ideas, pero él nunca tuvo la
tentación de quedarse a disfrutar de lo conquistado.
He agradecido a Agustín, a lo largo de mucho tiempo, su estímulo, sus incen-
tivos, su marcada influencia sobre mi forma de pensar, no sólo en lo limitado al
derecho administrativo.
Ojalá encuentre aquí el lector una continuación de aquellos diálogos virtuales,
a través de las conversaciones que aquí se transcriben. En ocasiones ellos permi-
ten bordear el terreno de lo cotidiano o conocer como fueron sus actitudes contra
la probable esclerosis de un Derecho más ocupado en mirar su propio ombligo

364
prólogo P-3

que la realidad en la que aquél se inserta. De qué diversas maneras transitó ese
camino, cuyos márgenes jamás parecen estar fijos y que le permiten expandir
la libertad de pensamiento y advertir sobre todo potencial abuso de autoridad.
Estos diálogos, como diría Gilles Deleuze, no fueron sólo un proceso de bús-
queda sino de encuentro. Serán leídos en consecuencia de diferentes maneras,
según cada lector.
Claramente no se tratan de diálogos en el sentido literal del término. Mis in-
tervenciones se han limitado a la búsqueda de saber más de su historia de vida.
Creo sí, y ello por cierto no es mérito mío, que en estas páginas sus testimonios
quedan volcados sin pretensiones de falsos academicismos, con multiplicidad de
estilos, con variedad de formas de expresarlos, con el aire fresco que suelen dar
las palabras espontáneamente recogidas.
En algunas puntuales cuestiones, tal vez, no coincido con Agustín. Pero es tan
marcada su presencia en materia de derechos humanos, de equidad, de justicia,
de ética, de igualdad, de libertad que más allá de las materializaciones con que
ellas se traducen en su recorrido ideológico, hay un punto inexorable e inevita-
blemente común cuando esos valores adquieren singularidad.
Alguna vez se ha dicho que en la vida de cada uno de nosotros está toda la
sociedad vivida subjetivamente, que es la única manera de ser vivida que una
sociedad tiene, pues ella existe en sus miembros o no existe en absoluto. Con ello
podríamos aceptar que la sociedad está presente en Agustín Gordillo; sólo se
trata de descubrirla.
Este ha sido el desafío que intenté asumir en este trabajo: Rescatar sus expe-
riencias y con ello conocer algo más sobre la relevancia y trascendencia de sus
vivencias personales.
Encontraremos en estos diálogos, una vez más, al Agustín Gordillo cuestio-
nador, partidario de la falsación a nivel de la lógica, una suerte de filósofo de la
acción y un indeterminista. Alguien que ha procurado sistemáticamente fomentar
la crítica a la manera de aquellos presocráticos como Tales, Anaximandro o Ana-
xímenes, señalando el fin de la transmisión dogmática de verdades inmaculadas
y abriéndose a las discusiones críticas. El error deja de ser en él un problema
para convertirse en una ventaja. Ojalá ellos sirvan también como una pequeña
muestra para poder ver, además, al empecinado emancipador.
Estos diálogos van acompañados de algunos de aquellos e-mails, elegidos al
azar y de algunos de sus prólogos.
Me pareció imprescindible también reproducir las palabras pronunciadas por
diversos participantes en el homenaje que coordinó Isaac Augusto Damsky en la
Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en virtud del dictado de la ley 3607, a
través de la cual se lo reconoció como Personalidad Destacada en la Enseñanza

365
P-4 ii. diálogos con agustín gordillo

de las Ciencias Jurídicas. Finalmente se reproducen también breves testimonios


de diferentes personas que, con sus intervenciones, nos permiten contar con otras
perspectivas y visiones de Agustín Gordillo.
Las limitaciones propias de un libro de esas características obligaron a limitar
estas participaciones.
Sigo disfrutando, cuando las releo, cada una de estas conversaciones. No tengo
dudas que algo similar le ocurrirá a muchos de quienes tengan también la opor-
tunidad de acceder a ellas. Ojalá compartan mi percepción que no son una mera
exposición de la memoria, sino, por sobre todo, la narración de un aprendizaje
pensando en el futuro.
M ario Rejtman Farah

366
Sección I

mails

Capítulo I: El por qué de la red

Capítulo II: Método y Habilidades en la red

Capítulo III: Nubarrones en la red

Capítulo IV: ¿Cómo hacer?


Capítulo I

EL POR QUÉ DE LA RED: PERSONAL TRAINING

Se reproducen a continuación una serie de mails seleccionados al azar y reordenados, para dar
un muestreo de parte de lo que fue el contenido de los mails enviados por Agustín Gordillo
a los integrantes de sus listas de mailing en los años 2001 a 2005.

De: Agustín Gordillo


Para: Undisclosed recipients
Asunto: 1. ¿Por qué estos diálogos virtuales? ¿Tiene sentido incluir a
amigos, ajenos a un curso, en el intercambio de mails internos
sobre el desarrollo de éste?

El título Personal Training no aparece en este mail, pero es recurrente a lo largo de estos
cuatro capítulos de la sección I, al igual que las referencias a un “té virtual,” “tertulia,” web-
training, etc. Hoy se habla de una “red social.” El autor habla de la construcción de un “capital
social.” Su introducción se encuentra en la sección I, cap. IV, § 19, M-145 / 513 y § 20.5, M-149/
517. El comentario de una alumna, en el cap. IV, § 8.2, p. M-105 / 473.

[...]
He seguido pensando en tu sugerencia de poner este material en la web en
vez de mandarlo por e-mail. Mis razonamientos iniciales están un poco vacíos
de contenido, estoy advirtiendo. Creo que el approach que vos me sugerís es el
adecuado en tu caso y quizás en otros. Lo voy a seguir meditando. Algo más que
meditar también voy a hacer. Una cosa, por ejemplo, es poner en la web mi librito
Introducción al derecho. Quizás también algunos artículos que vaya publicando en
otros medios. Ese material intermedio está claramente mejor ubicado en tal lugar.
Para el resto y mientras tanto, me doy cuenta por qué mi reacción inicial ha sido
adversa a tu idea, más allá de las razones que inicialmente te dí. Voy a intentar
a continuación, “en voz alta,” una clasificación tentativa de mis corresponsales.
Creo que pondrá al menos un poco de orden en mis ideas.
M-2 ii. diálogos con agustín gordillo

1.1.

Básicamente, la red o listado de e-mails se compone en una gran mayoría de


alumnos de pre y post grado, un poco renuentes a estudiar y aprender a la in-
tensidad que mis e-mails proponen, sobre todo tratándose de personas sobre las
cuales temporariamente tengo alguna parte de ejercicio de poder. Para ellos es
una específica y formal carga de trabajo.
El mismo hecho de tener e-mail de parte de los destinatarios no ha sido en
muchos casos una opción libre y voluntaria sino una imposición que les hice
como docente.

1.2.

De los que no encuadran en la descripción precedente, la mayoría son colegas en


la docencia a los cuales el sistema se los muestro. Básicamente, para que decidan
si lo quieren a su vez emplear con sus propios alumnos: No se los mando tanto
como destinatarios de los mensajes, sino como colegas a los cuales les muestro
cómo funciona el software mental de este gadget. Ese efecto demostrativo está
funcionando y ya tengo al menos mis propios adjuntos con sus propias redes de
e-mails con los alumnos de cada cuatrimestre. Algunos colegas docentes en otras
Universidades y cátedras o incluso otras materias lo han percibido claramente
así y lo están recibiendo en ese entendimiento.
Tampoco tiene por qué ser un procedimiento sólo aplicado en el campo docente
stricto sensu. He sugerido, por ejemplo, que en determinadas unidades que la
cantidad de gente lo justifique, podría hacerse una red interna de información
puntual y actual, por e-mail. Si yo fuera titular de un juzgado y tuviera alrededor
de diez personas trabajando, creo que también lo haría, con ese alcance.

1.3.

Como a veces se cruzan mensajes de interés puntual, recibo y mando también


comunicaciones individuales concretas. Para que tengas una idea, las comu-
nicaciones que mando vinculadas con este e-mailing comencé a numerarlas al
mismo tiempo, como 2001-1 en adelante. Como ya supero la doble centena, es
una buena muestra de spam que no te llega. Tengo la impresión de que el mix
de comunicaciones generales, comunicaciones individuales no circularizadas y
otras circularizadas en parte, si bien desorienta un poco cuando se lee algo que
originariamente fue dirigido a otro, permite mejor tomarle el pulso al material
que circula.
Dado que la selección de mails fue realizada al azar (p. 365), cada mail menciona cantidades
no coherentes ni ordenadas de destinatarios.

370
i. el por qué de la red: personal training M-3

1.4.

Una tercera o cuarta categoría son ex alumnos de postgrado que en verdad ya no


tienen interés directo pero pueden tener alguna idle curiosity. Parecido a cómo
recibo yo el material de la red DIP de la Universidad de Palermo: Miro para ver
de qué se trata y si no me interesa, lo que es frecuente, lo borro sin leer. Pero me
sigue interesando estar en el listado, pues en ocasiones me ha sido muy útil. El
precio que pago es tener que chequear e-mails que no me interesan.
Pondría en este grupo de personas con un interés lateral y no frontal, a muchos
con los cuales no he tenido en verdad relación alguna pero sí un trato ocasional.
Si la cantidad no supera mucho la capacidad de sus casillas de correo, posible-
mente pueda continuar enviando este material. Me animaría a decir, sin hacer
cuentas, que es un diez por ciento.

1.5.

Queda una muy pequeña minoría que no encuadra tampoco en las categorías
anteriores y no es todavía tu caso. De ellos, algunos pueden estar en la siguiente
disyuntiva. Uno de ellos, por ejemplo, tiene su propia red de e-mails, con los cuales
está compartiendo sus propias reflexiones sobre el mundo en la hora actual. A
pesar de estar yo en su listado no tenemos la misma Weltanschauung. Lo que me
manda lo hojeo y no lo leo ni lo guardo; pero tampoco le pido que me saque de la
lista, estoy “haraganamente curioso.” En una suerte de retaliation, lo incorporé
a mis destinatarios. Presumo que él hace lo mismo con mis e-mails que yo con
los de él. Otros con un perfil semejante a él ni siquiera les mando el material, lo
tirarían sin siquiera fijarse de qué se trata. Es cuestión de no superar el umbral
de la tolerancia.
Téngase presente que los destinatarios de estos mails iban siempre como “copia oculta,” para
no difundir las direcciones o identidad de los destinatarios.

1.6.

La relación epistolar con los alumnos incluye el entrenamiento en tratar de ver la


realidad, aún en temas emocionalmente comprometidos y con diversos valores en
juego, o incluso distintos sistemas de valores. En tal sentido puedo recomendar,
por ejemplo, tomar noticia de que F idel Castro escribió (él mismo, por supuesto)
un mensaje que leyó (debe ser la primera vez) y fija la posición de su país en el
tema. (La Prensa, 23-IX-01, p. 6.) Quizás lo más interesante es que es un análisis
racional, desde un determinado sistema de valores, algunos de los cuales son
bienvenidamente comunes.
Me pareció excelente un artículo de John K ifner en el NYT, “Forget the past:
a war unlike any other,” reproducido en el BAH “On Sunday,” 23-09-01, p. 7.

371
M-4 ii. diálogos con agustín gordillo

Idem el editorial del NYT publicado en BAH del mismo día, p. 8: “Calibrating
the use of force.”
Nuestra prensa local ha comprado demasiado la noticia de la tercera guerra
mundial y la repite, aunque sea para hacer la contrapropuesta de la paz, tan equi-
vocada como la propuesta de guerra. El editorial del NYT y el discurso de Castro
son dos respuestas racionales, como debieran ser las reacciones de aquellos con
los cuales intercambio estos e-mails. Creo que ése el mínimo denominador común.
Tolerancia, diversidad, racionalidad. En esa línea está la sociedad de los
EE.UU. Por ello pienso que no habrá tercera guerra mundial. Es como cuando
hicimos la guerra por las Malvinas: Estaba seguro que nuestra irracionalidad
no arrastraba la de ellos y, por ejemplo, que no iban a bombardear Buenos Aires,
como pedía que no lo hicieran la canción de Charly García. Todo ello a pesar
de que en nuestra soberana estupidez un comando fue a España para intentar
bombardear Londres. Menos mal que los españoles los pararon. Obviamente
EE.UU. no va a bombardear ni ocupar Kabul (quizás ni siquiera Kandahar)1 ni
hacer nada que desate un mal peor que el que ya se cometió contra ellos.
Con lo cual puedo informar a mis atribulados contertulios del viernes que esto
no es solamente mi personal opinión, el NYT también la expresa.
El precedente punto 1.6 es un ejemplo de pequeña conversación culta, como se explica en el
Libro I, § 3, pp. XI-4/5 - 272/273, “Las banalidades de una conversación culta;” y se ejemplifica
en diversas ocasiones. Debe ser siempre algo del momento, transitorio pero no una charla de
café de televisión sino una charla informal de hombres cultos. La idea del autor es siempre
tener pensado alguno, por si se da la oportunidad que explica en el Libro I, pp. 272/3.

1.7.

Con vos la relación es de amistad y respeto recíproco y no quisiera yo incomodarte


con el repetido envío de material que en definitiva no te interesa todo y menos
en estas cantidades. Voy a intentar durante un tiempo un camino intermedio,
de hacer subediciones regionales o locales de mi Gordillo News. De este modo
procuraré no llenar en exceso tus casillas, o sacarte de las casillas. Pero no te
prometo hacer una edición individual como le hacían a Irigoyen.
Creo que tu propuesta de poner este material en la web es efectivamente la
mejor para todos aquellos que no encuadran en la categoría compulsiva que es-
bocé al comienzo. Te pido un poco de paciencia para dejarme estudiar y pensar
más tu idea, creo que voy a poder implementarla al menos en parte. El problema,
por cierto, no es de hardware sino de software, específicamente el de mi cabeza.
Dependiendo del tiempo que tengas, me ayudaría mucho si en algún momento
me puedes hacer llegar tus reflexiones sobre estas diversas reacciones a tu idea,
o sobre modos de implementarla. Me ayudaría mucho, en tal sentido, que en al-
1
La base del movimiento talibán. Ver BAH, 23-IX-01, p. 21.

372
i. el por qué de la red: personal training M-5

gunas semanas me hicieras un balance del material que te interesó menos o no


te interesó. No quiero perderte como corresponsal ni como amigo...
[...]

2. Sociedad civil 1. Poder político 0

La sociedad civil vs. el poder político


Ha despertado interés en el mundo, entre antropólogos, sociólogos, politólogos
(no abogados), los fenómenos de autogestión de ciertas comunidades excluidas,
como también la cuestión de los movimientos piqueteros. Hay estudiantes ex-
tranjeros todo el tiempo en la Argentina estudiándolos y pronto empezarán a
aparecer trabajos, imagino.
En la Provincia de Buenos Aires, a su vez, estamos presenciando una lucha a
brazo partido entre el poder político y la sociedad civil, digna de observación: El
sistema de conjueces de la SCPBA prevé una lista de 90 conjueces, designados
a propuesta de los diversos colegios de abogados de la provincia, que como Uds.
saben son electivos y de asociación obligatoria.
Los Colegios de Abogados, pues, son representativos de la comunidad de todos
los abogados privados de la Provincia (los funcionarios públicos y magistrados
suspenden su registro mientras tienen el cargo público) con lo cual son, en derecho
al menos, la sociedad civil.
Cuando una corte de conjueces desinsaculados de este conjunto social expresa
una decisión unánime diversa de los tres poderes del Estado, y lo hace en forma
consistente, razonada, fundada, creo que no solamente gana la batalla y como en
una lucha de sumo saca por un momento al contendor del círculo de poder, sino
que también da una magnifica lección, primero de derecho; segundo de poder
ciudadano; tercero de comportamiento político.
El que sepa oir, que oiga; el que pueda entender, que entienda. Esto no es un
movimiento piquetero, es realmente la sociedad civil organizada.
Eso es lo que ha pasado con los fallos que salieron el 30 de junio, cambiando
la jurisprudencia de la SCPBA y la decisión legislativa y ejecutiva, de reducir los
salarios públicos en un porcentaje. Son fallos muy bien armados, que no cuestionan
que hubo emergencia y que la hay, pero afirman que lo que fue proporcional un
tiempo inicial, deja de ser de proporcional y razonable en forma sobreviviente,
cuando el transcurso del tiempo muestra que nada cambia en el poder político,
salvo haber desplumado a una parte de la sociedad.
Merecen ser leídos, uno al menos de cualquiera de ellos. Ayer mandé una tanda,
hoy mando solamente uno para facilitar la recepción en los mails que tengan
mucho material, por si el anterior rebotó. No dejen de leerlo. Esto sí que da fe en

373
M-6 ii. diálogos con agustín gordillo

el derecho y en la sociedad, fe en las instituciones, fe en la democracia, ganas de


seguir luchando por el derecho.
Demuestra también la bondad de la colegiación obligatoria democrática, la
sordera del poder político pero la perseverancia de la sociedad civil, y que la
lista de conjueces no debe ser armada por el poder político sino por los colegios
de abogados.

3. Una anécdota sobre enseñar a pensar

Este material fue enviado anónimamente por un cursante de postgrado, que él relacionaba
con el objetivo de hacer pensar en dicho curso.

Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel


de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota:
Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega.
Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había
dado en un problema de física, pese a que éste afirmaba rotundamente que su
respuesta era absolutamente acertada.
Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui
elegido yo.
Leí la pregunta del examen y decía:
“Demuestre cómo es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda
de un barómetro.”
El estudiante había respondido: “Llevo el barómetro a la azotea del edificio
y le ato una cuerda muy larga. Lo descuelgo hasta la base del edificio, marco y
mido. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio.”
Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución
del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente.
Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el prome-
dio de su año de estudio, obtener una nota mas alta y así certificar su alto nivel
en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.
Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos
para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de
que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada.
Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas res-
puestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excusé por
interrumpirle y le rogué que continuara.

374
i. el por qué de la red: personal training M-7

En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: Tomo el baró-


metro y lo lanzo al suelo desde la azotea del edificio, calculo el tiempo de caída
con un cronómetro. Después se aplica la fórmula altura = 0,5 por A por t2. Y así
obtenemos la altura del edificio.
En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dió
la nota mas alta.
Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me
contara sus otras respuestas a la pregunta.
“Bueno —respondió— hay muchas maneras, por ejemplo: Tomas el barómetro
en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra.
Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una
simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.”
“Perfecto —le dije— ¿y de otra manera?”
“Sí —contestó— éste es un procedimiento muy básico para medir la altura de
un edificio, pero también sirve.
“En este método, tomas el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en
la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro
y cuentas el número de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del
barómetro por el número de marcas que has hecho y ya tienes la altura.”
“Éste es un método muy directo.”
“Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento mas sofisticado, puede atar
el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos
que cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero y si
tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el
barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de
la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica,
podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.”
“En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo des-
cuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la
altura midiendo su período de precesión.”
“En fin —concluyó— existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor
sea tomar el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del portero. Cuando
abra, decirle: «Señor portero, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice
la altura de este edificio, se lo regalo.»”
En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta
convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro
en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos
lugares) evidentemente, dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus
profesores habían intentado enseñarle a pensar.

375
M-8 ii. diálogos con agustín gordillo

El estudiante se llamaba Niels Böhr, físico danés, premio Nobel de física en


1922.

4. Sobre la incapacidad argentina de ver la realidad

Comienzo el año sin festejar, leyendo un libro sobre el período 1976-1982 que
me resulta amargo por algunos incomprensibles errores de personas que ima-
ginaba mejor informadas, concretamente Roberto Cox, ex director del Buenos
Aires Herald, diario del que fui devoto lector en ese mismo período y lo soy
actualmente. Pues no se trata de muchos años de exilio ya que son comentarios
contemporáneos a los hechos. Tiene el libro otros defectos sobre los que volveré
luego, pero como en la historia bíblica, tiene virtudes. Quizás la mayor sea que
ingleses con importante conocimiento del país y con aprecio obviamente sincero
por él, vienen a ratificar una arista del mismo plexo de juicios valorativos sobre
nuestra sociedad, que ya viene siendo señalada por siglos por los extranjeros que
se han ocupado de nosotros.
Cuando algún ingenuo local pregunta “¿Cómo nos ven afuera?” no necesita
viajar para averiguar la respuesta, ni preguntarle a los turistas argentinos que
regresan.
Necesita solamente leer lo que tantos han escrito y tan poco leemos los argen-
tinos: Ortega y Gasset en “El hombre a la defensiva,” Naipaul en “The Return
of Eva Peron.” (Para nuestra vergüenza, ni siquiera se encuentra traducido al
castellano, tan poco nos interesa realmente saber qué dice de nosotros un Pre-
mio Nobel de Literatura.) Lo mismo que Darwin en 1837 y que todos los que
pasaron por estas tierras en cualquier momento de nuestros más de quinientos
años de historia. Todavía falta citar a los argentinos que lo hemos escrito, como
nosotros en 1982, en La administración paralela, tema que retomó Nino en Un
País Fuera de la Ley, etc.
Es la incapacidad de ver la realidad, nuestro drama más profundo y quizás
incurable.

5. Orden, desorden y cambio económico: América Latina vs. Norteamérica

Mi amigo Pedro Enrique A ndrieu ha tenido a bien enviarme y destacar mi


atención sobre el artículo cuyo título figura en el epígrafe de este mail. Está
disponible en www.iigov.org/revista, del Instituto Internacional de Goberna-
bilidad de Cataluña. Es un trabajo interesante desde las primeras páginas y
directamente apasionante a partir de la p. 27 hasta el final en la p. 52; tiene
muchas referencias y bibliografía en apoyo de lo que sostiene. Creo que ayuda
mucho a entender nuestra realidad y nuestra historia. Yo pretendo utilizarlo en
un proyecto inclinado a mirar el futuro.

376
i. el por qué de la red: personal training M-9

A ndrieu me lo ha enviado, en efecto, a propósito de un trabajo que estoy ela-


borando, The Future of Latin America: Can the EU Help?, donde he incluido un
resumen de mi propia lectura de ese trabajo sobre “orden, desorden y cambio” en
el punto 3.8: What about the US?
Después publicado en http://gordillo.com/tfol.html.

Les envío la copia completa del trabajo publicado en www.iigov.org/revista y


el borrador actual del mío, por si les interesa aportarme algo, aunque sea sola-
mente críticas, que también me sirven muchísimo por mi denunciada vocación
popperiana.

6. La realidad en el 2003: ¿Tiene el Estado aptitud para operar o controlar un


servicio? La cuestión de los trenes

Este es otro ejemplo de posible breve conversación culta de ocasión para media hora en una
cena académica o profesional del primer mundo, como se explica en el Libro I, cap. XI, § 3,
p. XI-4 / 272 y ss.

Un artículo de M anuel A bdala en El Cronista de hoy jueves 13, “Lo que no se


dice sobre los trenes,” p. 8, señala que:
a) Ya el Estado argentino demostró que no puede administrar eficazmente los
servicios públicos (el autor se refiere solamente a los trenes);
b) también demostró que no supo hacer bien la privatización;
c) ahora está demostrando que tampoco los puede controlar adecuadamente.
d) El autor no lo señala expresamente, pero es obvio que los incumplimientos
del Estado han generado más deuda pública, parte al menos del casi 30% en que
se incrementó la deuda pública desde la pesificación.
Debíamos U$S 144.279 a fines del 2001, debemos U$S 186.478 ahora, un
29% más. En el 2001 debíamos un poco más del equivalente a tres presupuestos
anuales; ahora debemos 13,6 veces el presupuesto anual de 2003. En La Prensa
del domingo 9 de febrero, p. 3 del suplemento “Opinión,” Santiago Galicchio,
“La hora de pagar” se refiere así a lo que denomina la “Fiesta bancaria.” Los
argentinos vamos de fiesta en fiesta, pero cada vez más pobres.
e) Más deuda pública significa pues, en este contexto, mayor pobreza.
Se deduce de ello, me parece, lo que sigue:
f) Es posible que de ahora en más el Estado demuestre, en una línea pesimista,
que tampoco sabe renegociarlos en forma conveniente,
g) que luego no sabrá declarar la caducidad (en el sentido de hacerlo conforme
a derecho, con debido proceso, prueba, etc, que luego soporte el control judicial

377
M-10 ii. diálogos con agustín gordillo

o el control arbitral internacional); no sea cuestión que perdamos los pleitos y


volvamos derecho a e).
h) que tampoco sabrá cómo hacer el paso de la caducidad al nuevo operador;
i) que, entonces, no sabrá o no querrá evitar la renacionalización temporaria,
de hecho o de derecho:
j) por ende recomenzará el círculo vicioso del subdesarrollo, puesto que no
podrá administrar bien los servicios, tal como antes no pudo:
k) Ergo, volver al punto a) y recomenzar. Cuando llegue al punto e), enuncie
cuál es su programa de gobierno.
En este proceso, si alguien se pregunta cómo incrementar aún más la pobreza
en el país, ahí tiene un buen camino. Estábamos en menos del 50%, ahora estamos
en el 60%; ¿queremos seguir en ese camino?
P.S.: ¿Se dan cuenta por qué estoy explorando vías alternativas para el país?

7. Reflexiones para un amigo radicado en el extranjero

Me escriben argentinos desde un país desarrollado que no identificaré, con crí-


ticas a ese país que me dejan atónito. Mi respuesta, con algunas modificaciones
respecto de esta versión, fue mas o menos la siguiente:
Me deja estupefacto con sus noticias de cómo han hecho sus compañeros “de-
sarrollados” en…. Obviamente no he vivido en un país desarrollado, siempre de
paso. Pero si ello es así Ud. va a hacer entonces una carrera excepcionalmente
buena en ese mundo. Ahora entiendo por qué un amigo mío (extranjero) me dijo
una vez, contrariamente a mi creencia, que a mí también me hubiera ido bien allá.
Pero no nos demos manija con los argentinismos, bastante mal nos va como país.
Alguna vez escuché que si uno pone un argentino al lado de un americano o
europeo, el argentino es mejor; pone a diez juntos de ambos, diez americanos o
europeos y diez argentinos y el grupo argentino es peor. Mejor no juntarse con
argentinos, entonces. Algo nos pasa colectivamente, no sé qué es, aún partiendo
de la pretenciosa hipótesis de que de a uno somos mejores, en la que por supuesto
no creo en absoluto. Creo que es otra forma nuestra de evadirnos de la realidad.
Si me permite una reflexión personal, lo que puede ocurrirle a Ud. es que lo
tiene amargado la dificultad en conseguir trabajo. Pero convenga en que es un
problema mundial de los jóvenes profesionales, acceder al primer trabajo.
En general todos mis amigos que van por un tiempo largo a países desarro-
llados tienen una opinión crítica sobre el país en que están, cualquiera que él
sea. Eso puede tener varias explicaciones diferentes que no significan que aquí
en la Argentina estemos mejor, o seamos mejores, ni siquiera individualmente.

378
i. el por qué de la red: personal training M-11

Entre las posibles explicaciones, una es que el propio país quedó lejos y uno
no vive a diario los desaguisados. “Tú puedes comprender mi dolor, pero yo solo
lo siento.” En esa perspectiva, Ud. siente ese país, pero solamente comprende la
Argentina. Y, claro está, yo no siento ese país y tampoco lo “comprendo.”
Otra explicación puede tener que ver con el idioma, del siguiente modo: No está
seguro de lo que habla, porque no es su idioma natal y se preocupa (el otro no
se preocupa); ello le genera una incomodidad inconsciente que, como mecanismo
de compensación psicológica, lo hace sentir también incómodo con el medio y no
solamente con el lenguaje.
Es lo mismo, mutatis mutandis, que el comentario que un manual americano
del tipo “How To” decía respecto de la primera computadora: Los primeros dos
meses uno piensa si le devolverán el dinero; los segundos dos meses siente: “Me
parece que voy a poder usarla.” El quinto y sexto mes dice: “Qué porquería esta
lenteja, la tengo que cambiar por una mejor.”
No importa que en la calle no se entienda con la gente, la gente habla mal o
bien según su nivel cultural personal. Ud. trate de hablar bien y lo demás vendrá
por añadidura. Acabo de ver en una película norteamericana que un veterinario
se encuentra con un mafioso y en una escena el mafioso le dice más o menos:
“Donblon.” El veterinario no entiende y se hace repetir, el otro le contesta casi
despectiva y en todo caso instructivamente: “Don’ b’ long!”
Cuando pregunto a un profesor europeo por mi pronunciación e inteligibilidad,
siempre me dicen: Ud. pronuncia correctamente, como en la Universidad; le en-
tenderán, aunque por cierto el acento extranjero siempre se le notará. El acento
lo corrigen la televisión y el cine.

8. En busca de críticas o sugerencias sobre un proyecto de artículo a publicar

El año pasado mandé poco material, el anterior mucho. Este año parece que toca
mucho otra vez. Estoy haciendo un trabajo en castellano que resume, con varia-
ciones, dos trabajos en inglés que también estoy preparando, de mayor extensión.
Me gustaría recibir vuestras opiniones, críticas o sugerencias, con miras a
mejorarlo para su publicación ulterior, posiblemente en el libro que sacará La
Ley con motivo de los 150 años de la Constitución de 1853.
Se trata de “Una celebración sin gloria,” reproducido en el tomo 7, pp. 137-155.

Es un poco amargo, pido perdón, pero vean los datos que anoto en su desa-
rrollo. Desde ya muchas gracias por las críticas, sugerencias o comentarios que
puedan hacerme. Quédense tranquilos: Ya lo miraron muchas personas y casi
nadie está de acuerdo. Así que pueden criticar con libertad, en la certeza de que
no se equivocan.

379
M-12 ii. diálogos con agustín gordillo

9. Difundiendo un seminario sobre El derecho administrativo de la emergencia

Les anexo el programa tentativo del próximo seminario que haremos el 20 de


marzo en el palacio de Correos. Prometo no bombardearlos con chistes el día
del seminario, a algunos no les gustó. Quisiera también explicar cómo funciona
económicamente el seminario: Es a pérdida para la fundación y a pérdida para
todos los que ponen su esfuerzo y su sacrificio para hacerlo, exponer, etc. Su-
pongo que comprenderán que entregar dos libros cuyo precio de venta, ya bajo,
es de veinte pesos cada uno, más el refrigerio y los demás gastos materiales
del seminario (alquiler de micrófonos, filmación, fotografía, etc.), todo por $ 60
pesos, es siempre a pérdida, así vengan doscientas personas. Parte de los gastos
y de las pérdidas se deben a la necesidad de hacer afichetas y papelería, que se
podría evitar si tuviéramos inscripciones tempranas. Por eso la necesidad de la
preinscripción. Si mucha gente viene a inscribirse recién el día del seminario, no
podemos haber hecho un buen cálculo de material ni de servicio de lunch. Falta
comida, falta material, se recarga la organización del seminario tratando y no
pudiendo suplir estas circunstancias.
Ruego por ello comprendan que todo esto es un esfuerzo solidario de todos los
que trabajan y exponen en el seminario, y que les pedimos también a los asistentes
el esfuerzo solidario de preinscribirse con la mayor antelación posible, para que
podamos calcular los materiales y servicios. Si logramos para este seminario tener
una buena preinscripción (de lo cual no depende nuestro “éxito económico”, pues
no existe, sino nuestro éxito académico que es su aprovechamiento por el mayor
número posible de interesados), antes del seminario, nos permitirá contemplar
menores gastos de publicidad para el seminario de octubre, en que tendremos
invitados importantes y a lo mejor podemos limitarnos a la publicidad electró-
nica, que es sin costo. O sea, vuestra respuesta de preinscripción electrónica
nos permitirá medir la suficiencia de este medio y ahorrar gastos en el próximo
seminario de octubre, sobre todo ganar eficiencia.
Mi pedido de pronta preinscripción electrónica no es fruto de la “desesperación”
por el dinero, sino por la eficiencia y para que el esfuerzo solidario de los que
brindan su sacrificio personal al exponer, llegue a la mayor cantidad de desti-
natarios posible. Parece un crimen que no se aproveche al máximo el esfuerzo
solidario de tanta gente de valor y el sacrificio económico que todos hacen para
que el seminario funcione, el libro salga, etc.
Preferimos que se inscriban de más y luego no vengan si a último momento no
pueden, a que se inscriban demasiado tarde y no nos permitan un cálculo opor-
tuno de participantes. En esta ocasión no habrá precios especiales por grupos,
ni descuentos, ni precios diferenciales por condición de estudiante de grado o de
postgrado: Hacerlo antes no ha resultado sino en una complicación de las cuen-
tas. La intención parecía buena, el resultado no lo fue en medida proporcional.

380
i. el por qué de la red: personal training M-13

Espero que no les caiga mal mi manera directa de hablar las cosas. No sé
hablar en circunloquios.
Ojalá reciban a bien este mensaje y se inscriban tentativamente muy pronto.
Desde ya, muchas gracias por el interés que nos puedan brindar y si pueden asis-
tir, comer con amigos, llevarse dos libros y tal vez aprender algo nuevo de lo que
está pasando en este momento en el país, mejor. El título del seminario debería
ser “El derecho administrativo, hoy,” pero ese ya lo utilizó primero Comadira;
o “La actualidad del derecho administrativo,” pero ese ya lo utilizó Salomoni.
Salimos con “El derecho administrativo de la emergencia,” porque en emergencia
estamos, pero no vamos a repetir temas ya tratados. Cada seminario supone te-
mas nuevos o enfoques nuevos. No tendría sentido repetir lo viejo, porque como
después publicamos un libro con las ponencias, los libros saldrían repetidos. Lo
digo porque pueden estar un poco cansados de hablar u oír hablar de la emer-
gencia. Piénsenlo de otro modo: Van a oír hablar de los problemas actuales del
derecho administrativo argentino, hoy. (Con ¡chapeau! a Comadira y Salomoni.)
[...]

10. Proponiendo lecturas

¡¡Segunda edición de la obra de M aría A ngélica Gelli!!


Acaba de salir, con 1120 ps., el grueso volumen de la segunda edición, ampliada
y muy actualizada, de la Constitución de la Nación Argentina. Comentada y
concordada de M aria A ngélica Gelli, Buenos Aires, La Ley, 2003.
Ver también infra, cap. IV, § 27, pp. M-165 / 533 a M-169 / 537, donde se reproduce la nota biblio-
gráfica a la 1ª ed. La discrepancia cronológica obedece a la elección y ordenamiento “al azar.”

Ya he dicho antes de ahora que el libro, en su primera edición, es magnífico;


que es el mejor libro de derecho constitucional argentino. Ahora está aún mejor en
una segunda edición cuya ampliación y actualización no tiene fisuras ni altibajos;
ya no quedan palabras apropiadas salvo las de la misma autora:
“Cuando el vendaval de la crisis amenazaba con no dejar nada en pie, ni ins-
tituciones políticas y financieras, ni el juego reglado de la democracia, sucedió la
paradoja: Cuanto más se crispaban las reglas del sistema constitucional más se
apelaba a la Ley Suprema para buscar, en ella, amparo a los derechos vulnerados,
remedio a los problemas institucionales…” (P. XV.)
En esta segunda edición “vuelven a examinarse, en cada artículo de la Ley
Suprema, la tensión entre normas, valores y hechos; se reexamina el control de
razonabilidad aplicado a la nueva problemática que deparó la crisis y se anali-
zan las posibilidades de la inconstitucionalidad sobreviviente; se sostiene la raíz
constitucional de de los derechos contractuales […] se consideran los desajustes en

381
M-14 ii. diálogos con agustín gordillo

las relaciones entre usuarios y prestadoras de servicios públicos y los emergentes


sociales que peticionan en los lindes de la ley.”
Una excelente obra, para soñar con un país mejor, pero también un instrumen-
to para hacer un país mejor, de la mano de la Constitución y su sabia y certera
interpretación.
Por eso hemos puesto signos de admiración en el título de esta circular: Pues
no cabe sino admirar y aplaudir esta magnífica segunda edición de un excelente
libro de lo que más nos hace falta en la Argentina, el derecho constitucional
aplicado, con permanente armonización de la realidad, los valores y la norma.
Otras lecturas:
Deben destacarse dos artículos en La Nación del 27 de febrero de 2003, p. 15:
“El control de los honestos,” de Héctor A. M airal y “La Ciudad inundada,” de
A ntonio Elio Brailovsky, Defensor del Pueblo adjunto de la Ciudad de Buenos
Aires.

11. Proponiendo más lecturas

[...]
Acaba de salir un artículo titulado “Quiebra soberana. Hacia un nuevo procedi-
miento internacional de insolvencia de Estados,” de Sergio Gabriel Ruiz y Carlos
A lberto José, publicado en El Derecho, 4-III-2003. Vale la pena leerlo.
[...]

12. Informando sobre el seminario Derecho administrativo de la emergencia

Les mando el borrador de programa donde todavía hay que introducir pequeños
cambios de diagramación pero ya es definitivo en el contenido. Si llega a sobrar
tiempo en el desarrollo del seminario (lo que dudo) tenemos todavía más para
darles. Hay temas que van a estar para sacar balcones, como el debate sobre el
abuso del amparo en la emergencia. Más el libro de D’A rgenio; y el libro de la
jornada anterior y lunch, conferencias y amigos. Vengan a divertirse, enseñar
y aprender. Sobre todo a convivir en libertad, disenso y respeto, que tanto bien
nos hace a todos.
Hasta ahora tenemos 17 inscriptos, lo que nos permite adelantar trabajo de
preparación de facturas y recibos para el día del seminario. Si bien ya hemos
mandado a confeccionar las afichetas y trípticos, necesitamos saber si podemos
hacer el seminario de octubre solamente con el listado de e-mails. Les adelanto
qué pasa en octubre: Hablará Nazareno sobre “Globalización y regionalización
judicial,” tema del cual ya ha dado discursos en varias oportunidades y ahora
juntará todo para hacer un paper para nuestro seminario de octubre. Lo inte-

382
i. el por qué de la red: personal training M-15

resante es que estimo que no estará muy de acuerdo sobre la regionalización


supranacional judicial, pero la ve venir. Por lo conflictivo del tema y la jerarquía
judicial del disertante, me gustaría ver si puedo evitar afichetas públicas que
puedan traer ahorristas, manifestantes, etc., que nos arruinen el seminario y la
digestión. Sería bueno si pudiéramos mantener el disenso en el alto nivel en que
lo hemos mantenido hasta ahora en todos los temas polémicos que hemos tratado
desde diversos ángulos. También vendrá desde Bélgica F lorencia Oldekop, gran
amiga que fuera adjunta de nuestra cátedra hace ya algunos años y que está
comprometida para hablar de MERCOSUR y Unión Europea.
En una semana más salen las afichetas. Como me interesa saber qué efecto
tiene solamente el mail y las invitaciones personales, les ruego encarecidamente
que en esta semana que falta antes de largar públicamente las afichetas, me
manden la mayor cantidad posible de inscripciones previas, e inviten a los amigos
a que pueda interesarles para que se anoten por e-mail, todos en esta semana.
Gracias a todos por la colaboración que están brindando.

13. Incentivando a escribir y a difundir ideas

He recibido tanta correspondencia afectuosa con motivo del próximo seminario,


que esta vez me atrevo a hacer un pedido:
Dada la extraordinaria situación socioeconómica, los libros que estamos edi-
tando, de los seminarios, no logran entrar al circuito de librerías y no se están
vendiendo prácticamente nada.
El problema, contrariamente a lo que pueda parecer, no es tanto económico ni
financiero para la FDA. A largo plazo los libros terminarán vendiéndose. El pro-
blema es más bien académico, con una tangente de política y práctica ciudadana.
Dado que los análisis de esos libros representan distintas visiones de la reali-
dad actual, la falta de venta de los libros implica la falta de difusión de las ideas
allí contenidas. Ello lleva a que el círculo vicioso de las ideas desinformadas
que tanto andamiento tienen en nuestra sociedad no encuentre dónde abrevar,
en tiempo oportuno, para no seguir repitiendo aseveraciones que contribuyen a
nuestra desgracia nacional.
Tal vez yo exagere en creer que esos libros pueden hacerle bien al país, pero
al menos es lo que pienso.
Por ello quiero pedirles a todos los que puedan y tengan ganas, que hagan
comentarios bibliográficos y los publiquen donde quieran, difundiendo los libros de
los seminarios I y II, separados, y después el III, y el libro de la Dra. D’A rgenio,
todos comentarios separados en diversas publicaciones.
Yo puedo hacerlos publicar en varios lados, como ser La Ley, Jurisprudencia
Argentina, la RAP y puedo pedirle a otros colegas que los publiquen. Si Uds.

383
M-16 ii. diálogos con agustín gordillo

pueden hacerlos publicar directamente, por cierto, es mejor, en todas las publi-
caciones que sea posible.
Si los libros se venden en su totalidad dejan un pequeño margen de ganancia a
la Fundación, que lo puede utilizar para solventar los déficits que cada seminario
produce. Este comentario no es para pedir ese dinero, pues la Fundación tiene
sus cuentas equilibradas, sino para explicar el destino económico del esfuerzo
académico que les pido, que, repito, no está pensado por el dinero sino por la
difusión de ideas que estimo harán bien al país.
Agradezco lo que puedan hacer pues creo que es una manera de ayudarnos
todos a tener un país mejor. Es obligarnos a pensar en los datos de nuestra rea-
lidad, a partir de análisis concretos, honestos y serios como los de todos los que
participan en los seminarios.

14. Intercambio de comentarios sobre un fallo de la Corte

Escribe un contertulio:
“De la primera lectura del fallo San Luis podemos extraer que:
“a) No estabámos tal locos cuando en el Seminario del 2002 dijimos que los
“DNU” eran contrarios al art. 99, inc. 3°) de la CN, y en especial de los votos de
Fayt y Vázquez;
“b) tampoco cuando pedimos que sea cada Juez y en cada caso el que deberá
tratar la forma de ejecución de la sentencia (voto de Nazareno, Cons. 52);
“Lo que más me preocupa, es que los bancos ya están presionando al Estado
para que se haga cargo de la diferencia entre $ 1,40 más CER, y el valor del dólar.
Creo importante aquí el Cons. 25 del voto de Vázquez, que excluye cualquier tipo
de responsabilidad por parte del Estado. En caso que se pretenda y saque un
bono, lo pagaríamos todos los argentinos (hasta los desocupados de los planes
trabajar y jefe/a de hogar cuando adquieren comida) a través de los impuestos
directos e indirectos. Este sin lugar a dudas será un tema a tratar. Será perti-
nente una acción colectiva de parte del Defensor del Pueblo para impedir ello?
Un abrazo y hasta el jueves 20.”
A.G.: Muchas gracias por sus oportunas reflexiones, que esperamos nos las
comparta más a todos el día 20: Como verá, las estoy adelantando porque creo
que la irreflexión gubernativa y el peso corporativo sigue firme y avanzando,
hasta reconocido públicamente por Lemes Resnicov en La Nación de hoy, en un
artículo ¡con firma! (Viernes 7 de marzo de 2003, sección Economía y Negocios,
“Cualquier otra opción era peor.”)

384
i. el por qué de la red: personal training M-17

En el artículo que estoy preparando para los 150 años de la Constitución


de 1853, que se llama “Una celebración sin gloria,” inclui con ese motivo los
siguientes párrafos.
“Más aún, el propio Remes Lenicov dice que la idea de su gobierno «era pesificar
a $1,40 todo, sin asimetrías.» (Y con dólar libre, por lo tanto no era una mera
devaluación general, sino una fijación nominal y abstracta de un tipo de cambio
inexistente en la realidad.)
“Eso ya era inconstitucional, pero parece que los interesados que tenían influen-
cia y diálogo sectorial con el gobierno querían beneficiarse más aún (a espaldas
de la opinión pública, sin audiencia pública ni debate público, ni intervención
del Congreso de la Nación): «Pero los sectores de la producción […] clamaron […]
Los bancos, con alguna excepción, se plegaron al sector productivo, y el Gobierno
acordó entonces fijar la pesificación de 1 a 1 para los créditos.»2 Pretende que así
se produjo «un ahorro fiscal de US$ 15.000 millones» y que «La pérdida quedó
así balanceada.»
“Por supuesto que eso era inconstitucional y que los tribunales así lo habrían
de declarar. Cualquier abogado medianamente formado se lo hubiera dicho, si hu-
bieran preguntado. En lugar de ahorrar nada, esa decisión desviada le ha costado
al Estado, hasta el momento (falta aún la cuenta final, que será más elevada),
un tercio más de deuda pública que la existente al momento de tal aberrante
decisión, tomada en los pasillos del poder, a pedido y a favor de determinados
lobbys y en contra de todos los demás habitantes, de la Nación, de los pobres
de ese momento y los pobres que en ese acto se crearon, de la economía, de las
finanzas, de todos menos los beneficiarios directos e inmediatos de ese dispara-
te. La más cabal demostración y pública confesión de la cultura clientelista que
arrastramos hace cinco siglos.”
El artículo completo “Una celebración sin gloria” se puede leer en el t. 7, El derecho admi-
nistrativo en la práctica, Buenos Aires, FDA, 2013, cap. X, p. 139 a 155, http://gordillo.com/
pdf_tomo7/capitulo10.pdf.

15. Informando sobre publicación de un reglamento para Audiencias Públicas,


sobre la realización de dos seminarios y proponiendo lecturas
15.1. Reglamento de audiencias públicas para la renegociación de los contra-
tos, con participación de los usuarios

Hoy 19 de marzo salió en el B.O. un largo reglamento de procedimiento para


las audiencias públicas para la renegociación de los contratos de concesión, con
participación de los usuarios. No lo he leído aún, pero parece necesario tenerlo
a mano y mirarlo oportunamente.

2
Remes Lenicov, op. loc. cit.

385
M-18 ii. diálogos con agustín gordillo

Hay más correspondencia sobre audiencia públicas infra, p. M-36 / 404; cap. II, p. M-87 / 455;
cap. IV, § 10.2, M-117 / 485 y p. M-173 / 541. El tema está desarrollado en el t. 2.

15.2. Estudio sobre la jurisprudencia desde 1994 a la fecha, en materia de de


legitimación para la defensa del interés de todos

También hoy 19 de marzo salió en el diario La Ley un largo y muy trabajado artí-
culo de M aría Jeanneret de Pérez Cortés, titulado “La legitimación del afectado,
del Defensor del Pueblo y de las asociaciones. La reforma constitucional de 1994
y la jurisprudencia.” Son seis páginas del diario, con detalladísimas y completas
notas de todos los fallos que hay que conocer.
Es un trabajo que por momentos me ha emocionado, al contar con objetividad
total los problemas que tuvimos en los últimos años, desde 1994 al presente y
toda la jurisprudencia al respecto.
Al margen de que a uno pueda causarle más impacto que a otro, constituye
un trabajo que debe ser leído y estudiado cuidadosamente.
Es lo más completo y actualizado hasta el momento sobre el tema, hecho por
alguien que como magistrado ha sido actor fundamental de todo este proceso
histórico argentino de construcción de un nuevo y mejor derecho público.

15.3. Seminario de la Universidad Austral, 24 y 25 de abril

Me contaba un amigo la anécdota de Vicente López y P lanes, según la cual ha-


bían sido convocados dos himnos para ser presentados el mismo día por distintos
autores. Oído el de Vicente López y P lanes, el otro autor rompió el suyo delante
de todos. No se podía mejorar a ése.
Pues bien, yo hice un trabajo que debería romper pero ya mandé a la Uni-
versidad Austral para el “Balance de la ley de defensa del consumidor,” que se
hará los días 24 y 25 de abril, con aparición simultánea del libro de las jornadas.
Espiritual ya que no materialmente, lo rompo, pues, e indico a Uds. estudiar el
balance que hace Jeanneret de Pérez Cortés sobre la reforma constitucional de
1994 y la jurisprudencia. No se arrepentirán.
De todas maneras, pueden ir al Seminario, en lo demás parece bueno.

15.4. Seminario de mañana

Conforme a nuestra tradición de incorporar algunas figuras de último momento


(hacemos igual que los aviones, sobrevendemos), para que siempre nuestros se-
minarios tengan alguna agradable sorpresa adicional, les adjunto el programa
definitivo con los nuevos expositores adicionales. Tenemos al momento 138 inscrip-
tos, dentro de los cuales muchísimos que nos hubiera gustado invitar asimismo

386
i. el por qué de la red: personal training M-19

al estrado. Realmente es un seminario en que, como en otros, la audiencia es


tan calificada como los expositores. Y para mejor, todos amigos: Gracias, a todos.
Como dijo Jorge Sáenz, en el frontispicio de la Fundación habría que poner
“Ciencia, comida y amigos.”
Conferencia inaugural de Héctor A. M airal , 10 hs.: “La degradación del
derecho público argentino.”

16. Una opinión sobre la guerra en Irak

Una opinión sobre la guerra, antes de leer los diarios argentinos:


Ninguno de Uds. se inscribió en esta lista para recibir mis opiniones personales
y controversiales sobre nada menos que la guerra actual. Pero ayer, durante los
intervalos del seminario de todo el día 20, que fue magnífico gracias a todos los
presentes (¡¡¡Gracias, amigos!!!), fue imposible no hablar del tema. A mis interlo-
cutores ocasionales, se lo ví en la mirada, les pareció curiosa y quizás interesante
mi desinformada opinión. Ahí va.
Es, como otras que se verán en estos mails, ejemplos posibles de conversaciones banales
aunque cultas, de ocasión, como se estila en las cenas del primer mundo. Ver Libro I, § 3, p.
XI-4 / 272 y ss. El objetivo es plantear por sorpresa algo interesante para una charla durante
media hora. Hay que tener un repertorio armado.

16.1. Introducción. Pequeña guía institucional de USA

EE.UU. es un país de organización política mucho más compleja de lo que nos


parece a simple vista. (Para épocas de crisis, sugiero el relato de Roberto K en-
nedy sobre los 28 días de la crisis de Cuba, y el libro de Bob Woodward, Bush at
War, sobre sus primeros cien días después del ataque a las torres.) Si bien difiere
mucho de Gran Bretaña, tiene en común la complejidad de mecanismos sociales
y políticos de decisión y control que no están en ningún organigrama formal.

16.2. El día 1 a las diez de la mañana

El día del ataque a las torres, mientras a Bush lo mantenían volando de base
aérea en base aérea por razones de seguridad y Cheney estaba en su búnker, más
de cincuenta funcionarios de alto nivel de distintas reparticiones ya empezaron
a trabajar a las diez de la mañana del 11 de setiembre, racionalmente, organi-
zadamente, elaborando el temario de puntos sobre los cuales debería focalizarse
el análisis de la nueva situación, sobre qué puntos llevarían a la atención del
presidente, etc. Cada uno de esos 50 funcionarios de alto nivel tenía a su vez el
respaldo de los demás funcionarios de su propia repartición, que lógicamente lo
asesoraban sobre qué puntos deberían sus jefes llevar a la cumbre del proceso
de decisión.

387
M-20 ii. diálogos con agustín gordillo

16.3. Una comparación histórica argentina

Imaginen al Procurador del Tesoro de la Nación. Cuando la Procuración inter-


vino, en el gobierno de Illia–Perette, una task force de 12 personas trabajó en
la Procuración para asesorar al Procurador sobre cómo aconsejar al Presidente,
en el tema de la anunciada anulación masiva.
Yo estuve en esa task force, era de los más jóvenes.
Eso terminó mal, porque el vicepresidente Perette, no me pregunten con qué
autoridad, decidió la anulación lisa y llana de todos los contratos, contra la opi-
nión del Procurador y nuestra, de que eso requería decisiones diferentes según
distintos tipos de contratos.
Eso no puede ocurrir en EE.UU. con el grado de improvisación y autoridad que
ocurrió aquí. Ni Bush ni Cheney son capaces de actuar como Perette, porque el
sistema institucional no se lo permite aunque quieran hacerlo.
Cómo pudo Perette ejercer efectivamente esa autoridad que ejerció, hasta
el día de hoy no lo entiendo. Por supuesto, el error de Perette y la flaqueza de
las instituciones las pagamos todos, como todos pagamos los errores de nuestro
gobierno tal como es.
No razonen mal: EE.UU. no es la Argentina, institucionalmente hablando.

16.3.1. La reacción de Bush

Lo primero que dijo Bush cuando le comenzaron a presentar el problema fue


dejar bien en claro que él no es para nada un estratega militar, que eso se los
dejaba a los expertos.
No se confundan, amigos, con la imagen de cowboy malo que cultiva, o de
fundamentalista religioso que usa. No es Hitler dirigiendo sus tropas en forma
irracional. Simplemente, no las dirige. Sabe sus limitaciones.

16.3.2. El primer discurso de Bush en Naciones Unidas

Hace muchos meses, este Bush hizo un discurso de una hora ante la asamblea
de las Naciones Unidas fijando la posición de su país. Por supuesto trabajaron
en ese discurso, desde antes, muchísimos funcionarios y además lo ensayó ante
un círculo íntimo durante dos días para asegurar que saliera bien.
No será obra personal de él, pero el discurso de una hora fue una maravilla de
equilibrio y respeto ante el islamismo, combinado con firmeza frente al terroris-
mo de cualquier signo. Lo dijo de memoria, pues no usó los textos y teleprompter
que tenía. O sea, hizo un gran esfuerzo para no cometer equivocación alguna.
No la cometió.
Desechen la idea del cowboy loco: El sistema simplemente no lo permitiría.

388
i. el por qué de la red: personal training M-21

16.4. La lógica de una guerra sin lógica

Todos Uds. se dan cuenta, como todo el mundo, que no existe una razón directa
suficientemente poderosa como para justificar la invasión a Irak y el costo en
vidas y en dinero que supone, además del costo de relaciones públicas universales.
Todos se preguntan entonces cuáles son las verdaderas razones detrás de esta
invasión. Los que creen que es el petróleo de Irak tienen los números equivocados:
El costo de la guerra para EE.UU. supera lo que vale el petróleo de Irak, que
además no se va a beberlo de un barril.
Los que piensan que aprovechan para utilizar el armamento viejo y probar el
nuevo, simplifican la eficacia y eficiencia del país.

16.5. Mi idea de lo que puede ser la idea de ellos

Aclaro primero, como es obvio, que no tengo ninguna información que no sean
los libros de actualidad y lo que van escribiendo los periodistas extranjeros, de
los cuales trato de entresacar una conjetura a mi juicio más racional de esta
conducta a primera vista injustificada en términos prácticos, además de morales.

16.5.1. EE.UU. entró demasiado tarde a la segunda guerra

Cabe tener presente como antecedente lejano que los EE.UU. saben que fallaron
al mundo entrando demasiado tarde a la segunda guerra, que para hacerlo ne-
cesitaron la justificación formal del ataque de Japón en 1942.
Antes de eso, implícita aunque no explícitamente, siguieron la lógica del ap-
peasement de Chamberlain. Así les fue a los que pensaban como Chamberlain.
Por ese lejano antecedente, Eli Wiesel, sobreviviente del holocausto y claro
pacifista, está a favor de la presente guerra. Creo, también, porque ve un pano-
rama más amplio, como el que sigue. Perdón si esto suena canchero, pero estoy
poniendo mi esfuerzo en razonar, no en lucirme.

16.5.2. El problema no es Saddam Husseim, ni Irak, ni su petróleo

Es obvio que mientras en la segunda guerra el problema era Hitler y el horror


de su sistema, ahora Saddam no es el problema.
El problema es toda la región, extremadamente volátil:

16.5.2.1. Corea del Norte

Un peligro físicamente distante, pero real, es Corea del Norte. Recuerden el


dicho español: El que a uno castiga, a ciento avisa. Creo que esta invasión tiene
esa lógica.

389
M-22 ii. diálogos con agustín gordillo

16.5.2.2. Israel

Israel siendo potencialmente atacada con armas masivas y respondiendo con


toda su capacidad combativa: Puede hacer una hoguera de toda la región. Todos
lo saben.

16.5.2.3. Arabia Saudita

Todos saben por igual que la mayor parte de los autores intelectuales y materiales
del 11 de setiembre fueron terroristas nacidos en Arabia Saudita y llevados al
fundamentalismo por el gobierno feudal de ese país. Creo que ese es uno de los
objetivos racionales indirectos de esta guerra. Por eso Arabia Saudita no apoya
la invasión. Sabe lo que viene después.

16.5.2.4. Cómo hacer pie en la región

Para ejercer una presencia disuasiva en la región USA necesita bases en ella.
Kuwait y Quatar están un poco en las afueras de la región; Turquía no permitió
usar sus bases ni su espacio aéreo. Iraq está en el centro, geopolítica y militar-
mente hablando.

16.5.2.5. Japón y Alemania después de la segunda guerra

EE.UU. hizo un serio esfuerzo para reconstruir nuevos países democráticos luego
de la segunda guerra en ambos países. Lo logró.

16.5.2.6. El Plan Marshall

EE.UU. hizo una gigantesca inversión y esfuerzo para que Europa se levantara
nuevamente, después de la segunda guerra. Lo logró. Hoy la Unión Europea
ampliada tendrá un PBI de 9.500 trillones de dólares, vs. 10.000 trillones de
dólares los EE.UU.

16.5.2.7. El costo de Irak

En el costo estimado de Irak está no solamente la guerra sino sobre todo la


reconstrucción. USA pondrá allí todo su esfuerzo, como lo demostró antes en
Europa y Japón.
Por supuesto, ello supone varios años de presencia militar fuerte de EE.UU.
en el centro de toda la región.
Arabia Saudita, Jordania, Palestina, Irán, Israel, Líbano, Siria, recibirán
el efecto de oleada de una fuerte presencia institucional norteamericana en el
medio de la región.

390
i. el por qué de la red: personal training M-23

16.6. Conclusión

Mi pálpito es que la lógica de esta invasión y ocupación es lograr estabilizar una


región volátil y lograr erradicar algunas de las causas del fundamentalismo
terrorista, como son los regímenes feudales y opresivos que allí existen.
No digo que lo logren, ni digo que les saldrá bien, ni justifico moralmente la
invasión.
Pero no creo que el objetivo sea tan simple como Saddam Husseim o las reservas
petroleras de Irak o la experimentación de nuevo armamento, o deshacerse del
viejo, etc. Las respuestas simplistas no se ajustan a la complejidad de EE.UU.
Muchos de nuestros países son simplistas. Ellos no.
No confundan Perette con Bush: El sistema institucional es distinto. No hace
falta un genio para “dirigir” a EE.UU.: Es un país cuyas instituciones no necesitan
ni permiten que las dirija nadie, a la nostra. Es demasiado complejo. No busquen
pues respuestas simples detrás de esta guerra. Busquen respuestas complejas.
Perdón por compartir con Uds. estas reflexiones sobre un momento difícil para
nuestras vidas.

17. Agradecimiento vinculado al seminario sobre El derecho administrativo de


la emergencia

Es imposible poner en palabras nuestro agradecimiento por todo lo que han hecho
los que asistieron (y algunos que no pudieron hacerlo) al seminario. Distinguidas
personas que hubieran perfectamente podido decir “Yo soy autor de la casa,”
o “Yo soy expositor,” o “Yo no fui al seminario,” han insistido de todos modos
en pagar la inscripción. En tiempos normales, el decoro nos hubiera impedido
aceptar tales pagos.
No hay palabras que permitan agradecerlo. Puedo al menos informarles que
el seminario más las ventas del día han dado un modesto superávit, que per-
mitió pagar parte de la edición del Seminario III. Como la mayor parte de los
inscriptos lo hizo a raíz de las comunicaciones de e-mails o de terceros que les
avisaron, estamos estudiando ahora seriamente si corresponde hacer el gasto de
afichetas y trípticos, que es buenas relaciones públicas pero puede resultar un
gasto prescindible. En esto tenemos divergentes opiniones en la interna de todos
los que colaboran en la organización de estos seminarios. De modo que sobre ello
no tenemos todavía decisión definitiva.
De todas maneras, les ruego que hagan en lo posible el esfuerzo de incluir a
vuestros conocidos y amigos en nuestro listado “Gordillo2003.” Sé que es un poco
esotérico y a veces políticamente incorrecto, como el comentario sobre la guerra
que mandé hoy; pero también es útil cuando varios me envían el fallo de la SCJBA

391
M-24 ii. diálogos con agustín gordillo

y puedo reenviarlo a todos al día siguiente. Algunos ya lo tendrán, a otros les


servirá. Estar en este listado de e-mails es una manera de mantenerse interco-
municados entre Uds. mismos, en el sentido de que yo distribuyo la información
que me llega y me parece puede ser de interés para la mayoría. Naturalmente,
me equivoco tanto por acción como por omisión. Es muy difícil saberlo.
Gracias a todos: A la Secretaría de Comunicaciones, que nos brindó gratis el
palacio del Correo Central, a la RAP, La Ley, LexisNexis, a los expositores que
solventaron sus propios gastos y además insistieron en pagar la inscripción (un
ejemplo de solidaridad y sacrificio nunca visto por mí, salvo en la FDA), a los
que nos compraron los libros al precio de venta al público, que nos deja un mayor
margen que el que se obtiene por los canales de distribución. (No podemos armar
una distribuidora nosotros, porque no sería cost-efficient, pero sí podemos vender
en cada seminario.)
Gracias a los amigos que nos proveyeron de las magníficas empanaditas caseras
y demás delicias con que nos regalaron el espíritu. Seguiremos agradeciendo en
forma individual a todos ellos y a otros más que ahora puedo estar omitiendo.
Este ha sido un esfuerzo colectivo vuestro: De los expositores, de los organi-
zadores, de los asistentes, de todos los que de tantas maneras han apoyado este
esfuerzo recíproco.

18. Noticias de la Provincia de Buenos Aires

El viernes 4 próximo pasado se realizó el lanzamiento del primer número de


la RAP Buenos Aires, dirigida por el Dr. Homero Bibiloni, la RAP Azul en sus
palabras (yo debo ser daltónico), hermana de la RAP Naranja. El acto se realizó
en el Colegio de Abogados de La Plata, debatiéndose el tema del cumplimiento
o incumplimiento de la sentencia de la SCPBA que manda poner en marcha
el Código, y la negativa inequívoca que supone el posterior proyecto de ley de
reformas al Código.
Por supuesto, el debate ha de continuar. Este próximo viernes 11 a las 10 horas
se realizan en La Plata unas jornadas conjuntas de la Asesoría de Gobierno de
la Provincia de Buenos Aires y de la Procuración del Tesoro de la Nación, en la
cual han sido invitados también profesionales del foro y del mundo académico,
con presumibles divergencias de opinión. El pluralismo de ideas, una de las co-
sas buenas que cabe rescatar aún en épocas de emergencia, promete pues unas
jornadas interesantes.
Les acompaño el programa de las jornadas del viernes 11. La RAP Buenos
Aires distribuyó el día inaugural un análisis comparativo del código válido pero
no vigente (¿?) y el proyecto de reformas, que seguramente publicará luego en su

392
i. el por qué de la red: personal training M-25

número 2, de modo que no es necesario que lo agregue. La RAP Naranja también


lo ha distribuido.
Para los que interese el tema de la emergencia, recuerdo que hay tres libros
recientes: Miljiker (coord.), El derecho administrativo de la emergencia, I, Bue-
nos Aires, FDA, 2002; A he (coord.), El derecho administrativo de la emergencia,
II, Buenos Aires, FDA, 2002; A lanis (coord.), El derecho administrativo de la
emergencia, III, Buenos Aires, FDA, 2003; encontrándose en prensa Scheibler
(coord.), El derecho administrativo de la emergencia, IV, Buenos Aires, FDA,
2003; D’A rgenio, Inés, La Justicia administrativa en Agentina, Buenos Aires,
FDA, 2003. Precio de venta al público en librerías, $ 20 cada uno, los cinco libros.
Esto no parece publicidad: Lo es.
La distribuidora del libro, Astrea, nos ha pedido cinco (5) ejemplares de cada
uno para la venta en todo el país, parece que hay largas colas en cada librería,
como si fuera una embajada extranjera, con carpas y mate, esperando recibir el
ejemplar, arrebatárselo de las manos, pelearse por llevarlo, etc. Por favor, man-
tengan la calma aún en la emergencia, encarguen y compren los libros sin crear
alteraciones al orden público ni embotellamientos a la distribuidora.
[...]

19. Rectificación de una errónea publicación periodística a pedido de un colega

Hace unos días Clarín publicó un artículo de Osvaldo Guglielmino, padre, sobre
el peronismo. Osvaldo Guglielmino, hijo, juez federal, pidió al diario que acla-
raran que no era el juez sino su padre el autor del artículo y, como es habitual
en estas cosas, la aclaración se publicó pero ni con lupa es posible encontrarla.
Además el artículo se ha seguido reproduciendo, por el consiguiente interés que
despertaron las aparentes manifestaciones políticas de un juez federal, ignorando
que en realidad eran de su padre, que no es juez. Por supuesto que ninguno de
los dos es responsable jurídicamente por las acciones del otro.
Debo confesar que yo mismo pensé por un momento que el autor era el juez
federal, pero como me pareció improbable deseché la idea y no leí el artículo; no
se me ocurrió que fuera el padre, sino un homónimo. Cuando recibo ahora la
aclaración formal, entonces se torna indispensable transmitirla.
[...]

20. Compartiendo la alegría por dos publicaciones

Publicar algo es lindo, todo el que lo ha hecho lo sabe; todos debieran hacerlo:
Es un placer lícito que se gana con el esfuerzo. Cuando se ha publicado mucho a
través de las décadas el placer de verse en letras de molde en realidad no dismi-
nuye. El narcisismo es grande.

393
M-26 ii. diálogos con agustín gordillo

Pero el placer es mucho mayor cuando se trata, como en mi caso actual, de


dos libros aparecidos en inglés: Uno traducido pero corregido con mi personal
participación, el otro escrito directamente en inglés pero también corregido de
igual manera.
En ambos casos tienen un prólogo de Spyridon Flogaitis y mis agradecimientos
o Acknowledgements a quienes me ayudaron de uno u otro modo a hacerlos. He
confeccionado una lista de amigos y conocidos angloparlantes que lo recibirán,
en algunos meses, en sus manos, con los saludos del Centro Europeo de Derecho
Público y su director, el prologuista. Él transmitirá también los míos.
Mientras tanto, aquellos que no reciban el libro pueden bajarlo de Internet,
donde desde el día de hoy están disponibles y de acceso gratuito.
Por supuesto, esto es un reclame o publicidad para que los bajen y los miren.
El segundo, The Future of Latin America: can the EU Help? debe ser leído entero,
pues tiene muchas referencias internas cruzadas.
El primero, An Introduction to Law, puede ser leído salteado. Sugiero co-
menzar por el capítulo I y II, saltear el III y IV, seguir con el V, saltear el VI y
VII, leer con cuidado el X y quizás el VIII. El resto es lectura más laboriosa y
menos atractiva. Los he incluido a pesar de todo porque me parecieron también
necesarios. Si bien este libro es una traducción de la Introducción al derecho
que también se encuentra en mis sitios de internet www.gordillo.com y otros,
lo cierto es que en el proceso de traducción, del que participé y en el proceso de
edición, ha sufrido agregados y modificaciones. Francamente, sugiero estudiar
inglés utilizando estos libros. No será buen inglés, quizás (en todo caso no es
inglés nativo), pero al menos puede ser más interesante que leer I am the pupil,
This is a pencil, You are the teacher, etc.
Estoy en camino de preparar una edición francesa, pero sinceramente no haré
una re–traducción al castellano. Quizás bajar de la web la versión castellana
original y la versión inglesa y leerlas en tandem o comparativamente, sea una
buena forma de mejorar el conocimiento del idioma inglés y de paso reflexionar
sobre algunos temas.
Inglés y computación son dos cosas elementales de la vida moderna y lo serán
cada vez más en el futuro. El inglés lleva mucho tiempo, la computación requiere
superar inhibiciones pero no es tan difícil a nivel de usuario si tenemos ayuda
constante. Pero, fácil o difícil, son dos cosas indispensables hoy y mañana, por
el resto de nuestras vidas. No nos quedemos atrás.
Con lo dicho señalo que además de compartir entre mis amigos una alegría
personal, les ofrezco un instrumento de practicar dos conocimientos indispensa-
bles en el mundo moderno: Inglés y uso de la computación.

394
i. el por qué de la red: personal training M-27

También creo que los dos libros pueden ser de interés, compartan o discrepen
Uds. con su contenido. Como digo en uno de ellos, la lectura no es importante por
lo que se lee, sino por las reflexiones que el lector hace a propósito de lo que lee.
Algunos de Uds. han tenido la amabilidad, en ocasiones, de señalarme que
ciertas manifestaciones suenan a “autobombo” y pueden molestar. Las que me
han señalado las he eliminado, pero tal vez quedan demasiadas sin señalar.
También mis ideas provocan mucho enojo en algunos amigos.
En mis clases digo que uno puede enojarse, hacerse el enojado, enojar a otro,
pero algo es universal: El que se enoja, pierde. (Al menos pierde claridad de
razonamiento.)
Mi propósito, claro está, no es hacerlos enojar con relatos o afirmaciones que
puedan resultarles molestas por la autosuficiencia, falta de modestia, inclinación
ideológica, gustos personales, etc., que puedan detectar.
Traten de superar esos inconvenientes, en la medida en que el afecto no les
permita de entrada evitarlo y no piensen en lo que los libros denotan de mi per-
sona, sino en lo que pretenden señalar de la realidad.
Si logran reflexionar sobre la realidad a que estos dos libros intentan referirse,
les resultarán útiles. (Sus propias reflexiones, y los libros en la medida que les
sirvan para tenerlas.) Si yo soy desagradable o no es, en realidad, algo tan efímero
como la vida misma. No se detengan en algo que al polvo volverá.
Con todo mi corazón y todos mis defectos, pues, les invito a bajarlos de la
internet y tratar de adentrarse en su lectura.
P.S.: También ha salido, en cuatro tomos juntos, la edición peruana de mi
tratado (ARA Editores, Lima), y está por aparecer, igualmente en forma simul-
tánea de los cuatro tomos, la edición castellana que realiza en Brasil Editora del
Rey. (Belo Horizonte y San Pablo.) Gracias a los editores, sigue en pie la edición
gratuita en Internet. Estas ediciones, sumadas a las colombianas (Diké, Mede-
llín) y venezolana (FUNEDA, Caracas), ayudarán a hacerse de la obra en papel
a quienes no les lleguen o no les resultan accesibles las ediciones argentinas.
En cada sucesiva edición sigo corrigiendo y actualizando pequeños detalles que
van apareciendo, mejorando la referencia —en notas— al derecho comparado
latinoamericano, etc. Es un trabajo que nunca se termina. Como dijo Borges,
el concepto de obra terminada es producto de la fe o del cansancio. Me tengo fe,
pero no tanta, y todavía no estoy cansado: Uds. me ayudan a no estarlo. Gracias,
una y otra vez.

21. Sobre la divulgación de material enviado vía mail

Los materiales que son de tipo público por naturaleza, por ejemplo fallos, pueden
por supuesto ser reproducidos ad infinitum, sin necesidad de autorización.

395
M-28 ii. diálogos con agustín gordillo

Los materiales emanados de mí mismo revisten el carácter de correspondencia.


No han sido concebidos para su publicación inmediata, sin perjuicio de que en mu-
chos casos utilizo luego el material como elemento de base de alguna publicación.
En algunas ocasiones alguno de mis corresponsales le parece que este segundo
tipo de material puede interesar a otras personas conocidas suyas, y se lo envía,
generalmente previa autorización o al menos con conocimiento mío.
Otras veces el material es recirculado sin mi conocimiento y me toca recibir
cartas de personas que no integran mi lista y que me expresan su punto de vista,
sin tener yo idea alguna de si el emisor es un profesor, graduado, estudiante,
etc. Por supuesto que el tipo de trato es en cada caso diferente. Los estudiantes,
seguramente por su juventud, son los más propensos a considerar al material
como público.
A veces han mandado mails míos para su publicación en otro sitio de internet;
el operador del sitio ha tenido el buen tino de preguntarme si yo efectivamente
autorizaba la publicación por ese medio. Mi respuesta ha sido negativa. Si no
coloco el material en mi propio sitio de internet, es porque no lo considero material
listo para ese tipo de difusión.
Otro tipo de enfoque ha sido tomado por el Dr. Homero Bibiloni, que en varios
de sus cursos de post grado ha tenido a bien sugerir a sus alumnos que pidan ser
incorporados a este listado. Así lo han hecho y los he incorporado con gusto. Este
procedimiento me parece preferible a la recircularización de la información, que
en caso de multiplicarse impide conocer el circuito que ella ha tenido.
El que los posibles interesados estén en mi lista y reciban el material de manera
directa me permite dirigirme en forma también directa a la persona que tiene
algo que comentarme. Me permite manejar mejor las relaciones interpersonales
por este medio algo (pero no totalmente) impersonal.
[...]

22. Material para practicar inglés (molestando en inglés)

Muchos de Ustedes, los más cercanos en el aprecio, han advertido que mi costum-
bre de mandar cosas en inglés es una amable insistencia que pretende también
incitar el interés por seguir repasando la nueva lingua franca universal. En
los seminarios internacionales todavía se usa algo de francés, pero el inglés ha
devenido ya de rigueur; con lo cual muestro que el francés se usa como el latín,
para detalles coloridos, pero no ya como lengua oficial en los encuentros inter-
nacionales más comunes.
No digo que mi inglés sea flawless (sin fallas), sino que pueden leerlo con
ayuda de un profesor de inglés, quien no sólo les enseñará las fallas sino que de
paso les refrescará algo y les ayudará a seguir adelante en el esperanto que ha

396
i. el por qué de la red: personal training M-29

resultado exitoso. A los antinorteamericanos hasta podrá gustarles el contenido


del paper anexo, aunque desde luego no soy antinorteamericano sino que entro
en las denostaciones de F idel Castro.
Con estas modestas finalidades, pues, les mando un borrador de un paper
que estaré presentando en un seminario en Camerún. Espero que los profesores
de inglés no se enojen demasiado con mi inglés y se regocijen en cambio de los
clientes que trato de mandarles; en épocas de recesión: “Clientes se necesitan.
No hace falta experiencia previa.”
Anexo: International Organizations’ Future Accountability in Shared Public
Governance. El tema del seminario en el cual se presentará es Shared Public
Governance: combatting poverty and exclusion, en un subtema referido a las
organizaciones internacionales. Espero que practiquen este esperanto. En el
seminario al cual voy, en verdad, hay dos idiomas oficiales, inglés y francés; pero
uno del cual vengo, en Italia, utilizaba como es habitual solamente el inglés. Para
el turista, inútil es decirlo, el inglés (y el dinero, claro) lo llevan a todas partes…
Si lo leen y tienen críticas o comentarios, por favor háganmelos aun en castellano
así no pierden tiempo. Gracias.
Siguiendo con practicar inglés, hay un interesante editorial sobre el macartis-
mo de izquierda en el BAH de hoy 19 de junio, p. 16, al lado del siempre valioso
comentario de James Neilson: Nation–building is hard work. Si no quieren
practicar con mi artículo, tienen esta otra opción.
Otra variante, más liviana y divertida, pero siempre útil: M aureen Dowd,
Bushworld and Hillaryland, p. 17, mismo día.
Más para pensar: David E. Sanger, Cracking down on the terror-arms trade,
igual página y día.
Se trata de otras opciones a las breves conversaciones cultas de ocasión que se mencionan
en este libro, y se explican en el Libro I, cap. XI, § 3, “Las banalidades de una conversación
culta,” p. XI-4 / 272 y ss.

23. Agradeciendo a los que hicieron posible la edición de Temas de


derecho administrativo. En honor al Prof. Doctor Agustín A. Gordillo,
Botassi, Carlos A. (dir.)

He recibido y comenzado a mirar el libro de Botassi, Carlos A. (dir.), Temas de


derecho administrativo. En honor al Prof. Doctor Agustín A. Gordillo (La Plata,
LEP Librería Editora Platense, 2003, 518 ps.) y debo confesar que mi reacción
espiritual ha sido compleja y muy profunda. Como no voy a encontrar ahora las
palabras adecuadas para expresar mis sentimientos, he resuelto hacerlo en dos
etapas. Esta primera, general, para meramente acusar recibo y decir mis pri-
meras, elementales y primitivas, ¡Gracias!

397
M-30 ii. diálogos con agustín gordillo

Cuando se aquiete un poco más el atribulado y feliz estado espiritual en que


la aparición de la obra me ha sumido, trataré de expresarlo de manera más per-
sonal, directa y trabajada.
Por ahora, simplificadas ¡Gracias! a su director, al Decano de la Facultad
de Ciencias Jurídicas y Sociales de La Plata, a la Universidad Nacional de La
Plata que me ha nombrado Profesor Honorario, ¡Gracias! a la inspiradora del
homenaje, ¡Gracias! en conjunto a los 21 viejos y nuevos amigos que han querido
deleitar mi corazón de manera tan especial, tan profunda, tan querida, que me
ha brindado un verdadero éxtasis espiritual y emocional. He llegado Gracias a
todos ustedes a uno de los estadios del espíritu que la filosofía hindú propone de
manera muy difícil pero Uds. han hecho muy fácil para mí.
Escribiré a cada uno, pero será poco más lo que podré decir. El lenguaje no
alcanza cuando ni la palabra ¡Gracias! sirve siquiera para empezar.

24. Agradeciendo comentarios

A lejandro Pérez Hualde me hace llegar, entre otros, los siguientes comentarios:
“Hay una líneas muy lindas de Umberto Ecco donde señala que él hace algo
así (mi amigo se refiere al tema del método) porque en una oportunidad en que
le pidieron que diera una conferencia sobre “Jerusalén” fue a la biblioteca para
ver qué había sobre el tema. Creo que dijo que encontró en la voz «Jerusalén»
unas 50.000 referencias bibliográficas. 50.000 capítulos que no alcanzaba a leer
en el resto de su vida. Allí —dice— se dió cuenta que primero tenía que poner lo
que él ya pensaba de antes y luego compulsar con algunos autores más o menos
conocidos o prestigiosos.
“Lo que no sé es si este método a uno se le ocurre después de haber empleado
el tradicional y de haber leído un montón. El montón suficiente como para tener
algo de «olfato» sobre qué es lo que puede servir o «tener color» para atacarlo.”
Sobre el mismo tema, he recibido también el siguiente e-mail del Dr. Luis
Federico A rias:
“Estimado Dr. Gordillo: Cuando recibí su correo lo leí inmediatamente y sin
pausa porque las cuestiones metodológicas y epistemológicas relacionadas con el
derecho, son las de mi preferencia. Es un aspecto totalmente descuidado por la
doctrina. En seminarios de otras ciencias sociales es usual encontrar trabajos
o disertaciones vinculadas a los fundamentos científicos de la disciplina, pero
en el derecho eso no ocurre y es por ello que la ciencia del derecho avanza poco
con relación a otras disciplinas. La metodología que Ud. propone me remite a la
distinción entre lo que el epistemólogo H ans Reichenbach en su obra Experiencia
y predicción denomina contexto de descubrimiento y contexto de justificación.

398
i. el por qué de la red: personal training M-31

“En el contexto de descubrimiento importa la producción de una hipótesis o de


una teoría, el hallazgo y la formulación de una idea, la invención de un concepto,
todo ello relacionado con circunstancias personales, psicológicas, sociológicas,
políticas y hasta económicas o tecnológicas que pudiese haber gravitado en la
gestación del descubrimiento o influido en su aparición. Creo que esta etapa se
corresponde con lo que Ud. denomina «la primera y fundamental etapa de una
investigacion exitosa.»
“El contexto de justificación en cambio, aborda cuestiones de validación, es
decir, si el descubrimiento realizado es auténtico o no, si la creencia es verdadera
o falsa, si una teoría es justificable, si las evidencias o pruebas apoyan nuestras
afirmaciones o si realmente se ha incrementado el conocimiento disponible, es
decir, aquello a lo que Ud. se refiere como «la segunda etapa, clásica.»
“Otros epistemólogos (en particular Tomas Kuhn) cuestionan esta distinción,
porque afirman que la frontera entre los dos contextos no es nítida ni legítima,
pues habría estrechas conexiones entre el problema de la justificación de una
teoría y la manera en que se la ha construido en la oportunidad en que ella
surgió. Sin embargo, según K limovsky esta distinción sigue siendo útil. Este
último autor, incluso, agrega un contexto más, que es el de aplicación, en el que
se discuten las aplicaciones del conocimiento científico, su utilidad, su beneficio
o perjuicio para la comunidad o la especie humana.
“Este último contexto, como ya se lo anticipé en algún mail anterior, merece
—a mi juicio— particular atención por parte del derecho administrativo, porque
nuestra disciplina suele desentenderse de este aspecto, confiando la eficacia de
las normas a su aplicación por parte del Poder Judicial. No se realizan investi-
gaciones respecto del cumplimiento de las normas y principios que conforman el
enorme universo del derecho administrativo, cuyas implicancias, en la mayoría
de los casos no llegan a los estrados judiciales.”
[...]

25. Circularizando comentarios periodísticos sobre la situación internacional


en 2003

a) China y USA. Jorge Castro, “Los filos de la tijera chino-norteamericana,”


La Nación, 8 de setiembre de 2003, p. 17. El autor explica y desarrolla, con datos
importantes, la idea central: “se ha abierto una nueva fase de la globalización…:
el aumento estructural e irreversible de la productividad en Estados Unidos, que
le otorga una ventaja cualitativa en todo lo que sea producción basada en la alta
tecnología y en la nueva economía de la información, y la conversión de China
en la fábrica mundial de toda producción industrial en la que incida la ventaja
comparativa de su fuerza de trabajo abundante, barata y educada”.

399
M-32 ii. diálogos con agustín gordillo

Las consecuencias son obvias: “Esta nueva etapa histórica modifica las con-
diciones de competitividad internacional y, en consecuencia, las características
de la inserción en el sistema mundial de todos los países del mundo…”
b) USA y Medio Oriente. Un segundo tema de trasfondo, que no está en
ese artículo, es la creciente aparición de artículos norteamericanos que definen
la política a largo plazo de los EE.UU. en el medio oriente y son ab initio la
rationale de su intervención en Irak: Cambiar, en Irak por acción y, en muchos
países cercanos o que rodean a Irak, por efecto de comparación e imitación, los
modelos autocráticos y antiliberales actuales (que serían en conjunto el caldo
de cultivo del terrorismo internacional), por modelos democráticos, liberales,
abiertos. Esa fue y es la política de defensa de los EE.UU. contra el terrorismo
que definió como su enemigo. Un cambio gubernamental en EE.UU. no cambiará
esa política, sólo las tácticas.
En la lucha contra el terrorismo internacional son aliados naturales de los
EE.UU. tanto China (y con ella toda el Asia) como Rusia. India y otros acompa-
ñarán. La UE no lo entiende así todavía, está demasiado cerca del ojo de la tor-
menta y aun se ve a sí misma, además, como un contrapeso político de los EE.UU.
c) Parece indispensable prestar atención al desarrollo futuro de la Corte Pe-
nal Internacional, aunque USA no la integre, y a la World Trade Organization,
que integran tanto China como EE.UU y tiene tribunales de primera y segunda
instancia.
P.S.: No tengo inconveniente en que redistribuyan esta información y análisis,
pero por favor no me la atribuyan, para no recibir correspondencia no buscada.
Son análisis ajenos que simplemente reproduzco porque me parecen interesantes.

26. Pedido para citar trabajos de colegas en el Tratado

Transcribo parte de una carta que mandé recientemente, que puede ser de interés
a los demás y es, como siempre lo soy, absolutamente franca:
“Esta carta es un afectuoso y amigable cuasi reclamo y especial pedido, si Ud.
es tan gentil de permitírmelo.
“Ud. sabe que yo trato constantemente de hacer referencias a los trabajos
contemporáneos, e ir poco a poco eliminando los más antiguos.
[...]
“En los cursos de la Facultad, para suplir este problema del aburrimiento por
los temas muy repetidos, pido y propongo a los cursantes una tarea de interés
y ayuda mutua: Que escriban y publiquen una nota a fallo o un artículo y me
propongan en qué parte del tratado a su juicio debo incluir una nota, en su caso,
acompañando el texto de la nota que me proponen incluir.

400
i. el por qué de la red: personal training M-33

“Yo no me comprometo a incluirla, pero sí me comprometo a considerarla.


“El «argumento de venta» que doy, humorísticamente, es que con el mismo pre-
cio pagan un curso, publican una nota a fallo, si quieren hablan en un seminario
y aparecen en un libro, y están citados al año siguiente en un tratado (que se está
reeditando por América Latina), con más aparecer en la lista de agradecimientos.
“Casi todos lo toman a bien y hacen efectivamente todos los pasos sugeridos,
el último de los cuales es hacerme un proyecto de nota al tratado —y en su caso
modificación de texto— para que yo lo considere. Me ayuda extraordinariamente
y es una ayuda que de verdad necesito muchísimo. No la hubiera pedido a los 20
años, pero a los 65 ya la edad y las fuerzas decrecientes justifican un poco más
que no tenga el mismo ímpetu investigador que tenía hace 45 años. Otros en mi
lugar simplemente dejan de hacer citas, yo trato en cambio de pedir ayuda para
que las citas sigan estando, siempre, actualizadas.
“Por favor, mándeme el artículo, que no lo tengo, y mándeme también copia de
las demás cosas que haga ahora y en el futuro, haciendo la indicación que pido
a mis alumnos pero con mayor razón a mis colegas y amigos.
“Si tiene algo para esos tomos en esta próxima edición, que será la octava
(la séptima en México, si todo va bien), no se olvide de tenerme en cuenta. Y en
cualquier caso, como estoy haciendo ediciones muy pequeñas para poder reedi-
tarlas y actualizarlas con poca distancia de tiempo, téngame siempre al tanto.
Me ayudará enormemente.”

27. Informe sobre dos cursos y la realización de una audiencia pública


27.1. Tiempo de entrevistas

Acabo de terminar las entrevistas al más de medio centenar de participantes


de los cursos de El Método y Habilidades. Si bien consume muchísimo tiempo
(más que tomar exámenes), creo que es un buen elemento que debe integrar la
formación de postgrado. Si bien ya he concluído mi tarea, he pedido una veintena
de los expedientes para leerlos con más detenimiento y aprovechar su trabajo.
Algunos tienen más de 200 fojas. No todos los que pedí me fueron acercados.
Este es un problema de timidez que resulta necesario superar. Por favor, los que
faltan, háganmelos llegar. Los pedí porque me interesaron, quería leerlos más,
necesitaba el material que tenían. No me los retaceen. Algunos me han regalado
libros o información atinentes al curso. He tratado de corresponder.

27.2. Primer peldaño: Lecturas mínimas

En el curso de estas entrevistas reapareció el tema del orden de importancia de


asimilación de algunas lecturas recomendadas. A mi juicio son: 1°) Introducción
al Derecho; 2°) Nieto y Glosas a Nieto; 3°) el cap. I del tomo 1; 4°) el punto 20 del

401
M-34 ii. diálogos con agustín gordillo

cap. VIII en la 8ª edición del tomo 1; 5°) el libro El método; 6°) La Administración
Paralela; 7°) los capítulos generales sobre procedimiento administrativo de el
tomo 2; 8°) los diversos prólogos a todos los tomos del tratado; 9°) los índices de
los cuatro tomos; 10°) el e-mail sobre costo-beneficio y 11°) el trabajo que propone.
Todo eso constituye un primer peldaño formativo en estos cursos, que requiere
reelaboración, reflexión, tiempo.

27.3. Segundo peldaño: Una nota a fallo

Un segundo escalón en estos cursos fue la realización obligatoria de una nota a


fallo, con algunas consignas: La nota debe ser de derecho administrativo, debe
tener al menos una idea, no debe tener información disponible en otros lados,
no debe contar, repetir o resumir el fallo ni el sumario (el lector inteligente los
leerá por sí: No lo menosprecie); puede ser muy corta, diez renglones por ejemplo,
y no debe exceder en cualquier caso diez o veinte páginas.
Las notas deben estar colocadas con sentido utilitario para el lector o usuario.
O sea, deben servirle al lector, no al autor. No se trata de hacer relaciones públicas
ni quedar bien con la gente, si esto le hace quedar mal con los lectores. Hay que
servir a los lectores. Como recuerda Comadira, administrar viene de “servir” y
en tal sentido, “el administrado” (aquí el lector) es “el servido.” Comadira no lo
ha publicado aún, espero que lo haga. Por supuesto, esto no es una cita fidedigna
que lo comprometa; está trabajando en la idea.
Volviendo a las notas al pie de la nota a fallo: No se trata de mostrar cuánto
se ha leído (ello se advierte mejor de la cantidad de errores de información que
contiene o no contiene) sino de aportar un argumento al menos, una idea: A favor,
en contra o en ocasión del fallo.
Antes de concluir la nota es indispensable chequear con Altavista y los índices
de varios libros generales, si es que existe o no alguna información de background
que el autor debiera tener o no ignorar al confeccionar la nota a fallo.
No hace falta citar muchos libros o artículos, hace falta no cometer errores
debidos a falta de lectura o asimilación de la parte pertinente de la información
que se relaciona con el tema de la nota a fallo.
Por ejemplo, en uno de los casos, una nota trataba sobre el tema de la respon-
sabilidad del Estado por actividad judicial lícita, sin tener en cuenta el contexto
del estado actual de la responsabilidad del Estado en general, en la Argentina en
ambos casos. Expresé formalmente mi discrepancia metodológica con la nota a
fallo. En una segunda entrevista posterior en el bar de la Facultad, con el mismo
entrevistado, avanzamos en el detalle del problema metodológico. Fueron, entien-
do, dos entrevistas productivas aún cuando se haya encontrado un alegado error

402
i. el por qué de la red: personal training M-35

de método en el entrevistado. Pues se aprende de los errores, no de las conjeturas


provisionalmente válidas. (Popper.)

27.4. Tercer peldaño

Muchos cursantes, aún terminando el curso o los cursos y aprobándolos, todavía


no manejan lo mínimo indispensable de la PC. Por ejemplo, no utilizan la función
esquema y la numeración de párrafos que permite subir o bajar texto con un
cliqueo del mouse (con la renumeración automática del texto y las notas que ello
implica), en lugar del fatigoso y lento “copiar y pegar,” que sólo tiene sentido en
el primer armado del borrador de nota.
Si el trabajo sale mal o tiene partes que sobran, no hay que tirarlo. La PC tiene
suficiente memoria para guardarlo, y algunas partes podrán servir en el futuro,
o incluso la totalidad si con el tiempo se nos ocurre una nueva formulación.

27.5. Cuarto peldaño: Publicar y divulgar

Si uno cree que lo que escribió merece ser publicado es porque cree que merece
ser conocido. Esto no es un acto que se produce mágicamente ni por designio
divino, sino que es producto del esfuerzo individual de difusión.
Mi pedido expreso a los cursantes es que revisen los cuatro tomos con cuidado
para ver en qué lugares posibles sería razonablemente útil para el lector encontrar
una referencia a esa nota a fallo, preparar la nota de pie de página o modificación
del texto sugerida a consecuencia de la información o el criterio que el fallo y la
nota proporcionan, enviarla a mi oficina, asegurarse de que ha sido considerada,
colaborar en la revisión del texto en caso que haya sido incluida, supervisar que
no haya errores de tipeo u otros en su transcripción, verificar que en el prólogo a
incluirse en la siguiente edición se mencione la colaboración de haber sugerido la
modificación del tratado en ese u otros puntos, verificar que efectivamente salió.
Incluir en el CV el trabajo realizado.

27.6. Quinto peldaño

Algunos cursantes tuvieron la iniciativa, otros aceptaron la invitación general


que siempre existe al efecto, de participar en algún seminario, preparando la
exposición escrita de 10-20 páginas y su versión oral en veinte minutos. Luego
exponerlo, ver publicada la comunicación en un libro y repetir el cuarto peldaño.

27.7. La intercomunicación personal

Se ha enfatizado mucho en estos cursos la necesidad que cada uno tiene de


armar un tramado de relaciones interpersonales que yo denomino de “amistad
profesional” y mantenerlo y desarrollarlo a través del tiempo, en el cual la ética

403
M-36 ii. diálogos con agustín gordillo

de la reciprocidad es la norma: Reciprocidad en dar información, dar críticas u


opiniones cuando son requeridas, dar ideas, ser confiable, ser reservado en la
información que se recibe cuando ello corresponda.
Un artículo del republicano George Will, publicado en el Buenos Aires Herald
de hoy sábado 27 de setiembre de 2003, p. 11, titulado Human beings: hardwired
to connect, hace referencia a un informe de 33 científicos titulado Hardwired to
Connect. No tiene datos de publicación, pero resume que “nacemos para formar
relaciones, que nuestros cerebros están físicamente “cableados” (wired) para
desarrollarse en tandem con otros, a través de la comunicación emocional, comen-
zando antes que las palabras son pronunciadas.” En suma, en la vieja discusión
de genética versus educación y ambiente, el informe introduce una variante: No
es la educación y el ambiente per se, es el relacionarse con otras personas en
esos medios. Cuando hay problema, el problema es un “déficit de interconexión.”
Si alguien tiene más datos sobre el informe, pásemelos y los redistribuyo. Si yo
mismo encuentro más datos del informe Hardwired to Connect les paso el dato.
No lo voy a buscar en Internet, pero tal vez esté allí.

27.8. Una audiencia pública a la que asistir

Sobre el mismo tema general, ver también, en este cap., p. M-17 / 385; cap. II, p. M-87 / 455;
cap. IV, p. M-117 / 485 y M-173 / 541.

Los cursantes del tercero de los cursos que dicto en el postgrado, Audiencias
públicas (que aprobarán el seminario haciendo una audiencia pública real),
anuncian que ella se realizará el día 9 de octubre en la Facultad de Derecho de
la UBA, a las 17 hs., sobre el tema encomendado oficialmente por la Comisión de
Enseñanza del C.D. de la Facultad, acerca de la obligatoriedad del aprendizaje
de idiomas extranjeros como parte del currículo educativo.
Estos cursantes no tienen directiva alguna de mi parte para hacer la audiencia
pública y funcionan de manera totalmente autónoma: Han conseguido el encargo
y la delegación oficiales, han programado la tarea, la llevarán a cabo, informarán
de su resultado. Los integrantes de la mesa examinadora estarán presentes para
evaluar el trabajo, pero la consigna es que la materia se aprueba simplemente
haciendo la audiencia, siempre que sea una audiencia pública, sea ella o no un
éxito, tenga o no problemas, etc.
Es obvio que un tema teóricamente simple resulta endemoniadamente complejo
y consumidor de tiempo cuando se trata de hacerlo realidad. Esa es la verdadera
clave del aprendizaje. No he hecho cálculos reales, pero a mano alzada diría que
lleva por lo menos diez veces más tiempo hacer una audiencia pública que leer
todo el material escrito al respecto en la doctrina. Así es el conocimiento humano.
Todos los cursantes de la especialización, como mínimo, deberían asistir
para tratar de ver experimentalmente qué es una audiencia pública. (Aunque

404
i. el por qué de la red: personal training M-37

hayan asistido a otras, deberán también hacer una luego y este entrenamiento
previo es necesario.) Los que ya han hecho audiencias públicas debieran también
asistir para ofrecer sus comentarios y su ayuda y su apoyo personal a los que
realizan ésta. Los alumnos de la Facultad y también los graduados que no estén
ya convencidos de la necesidad de aprender al menos inglés (aunque desde luego
la audiencia no se encamina a ese idioma, sino a idiomas en general), pueden
también encontrarlo de interés.

27.9. Una falla recurrente

Ha sido frecuente encontrar expedientes con errores frontales de información


del propio curso, afirmando expresamente datos inexactos; con errores de tipeo,
inadmisibles si se utiliza la PC y un programa que tiene autocorrección.
Todo esto ha sido la excepción. La regla ha sido una excelente construcción de
los expedientes, un excelente manejo de ellos por los interesados, excelentes en-
trevistas, mucho trabajo, adecuada comprensión de la ecuación trabajo-resultado.
En algunos casos acordamos con el cursante antes o después de la entrevista, bajo
mi consejo, la conveniencia de cursar la materia nuevamente, en el interés de su
propia mejor formación. Según es práctica en la Facultad (ver La administración
paralela), quienes no aprobaron el curso y la entrevista no reciben calificación
y quedan registrados como ausentes al examen. Por cierto que hubo ausencias
también, desde luego.
Es uno de los años que termino más satisfecho del resultado de estos cursos.
Mis agradecimientos a todos por el enorme esfuerzo realizado, la responsabili-
dad y madurez demostradas, la comprensión y tolerancia por los defectos ajenos,
la solidaridad en todo momento, las relaciones profesionales interpersonales
construidas durante, en ocasión y a propósito de los cursos. Ojalá se construyan
más en el tiempo y se profundicen y amplíen durante toda la vida. Mis mejores
augurios a todos.

28. Justicia en la Provincia de Buenos Aires. “Vayamos a celebrar”

La lucha por la justicia administrativa en la Provincia de Buenos Aires ha co-


menzado a fructificar. El 1° de diciembre a las 15 horas juran los primeros jueces
procesal administrativos de la Provincia de Buenos Aires, poniendo en funcio-
namiento el Código Procesal Administrativo luego de largos años de batalla de
la sociedad civil contra el poder político. En marzo jura otra tanda. Finalmente
estamos dando vuelta una página de la historia. No está terminada, hay que
apoyarla y reforzarla.
Celebremos y apoyemos todos: Vayamos a felicitar a los nuevos jueces y a con-
gratular al Colegio de Abogados que tanto ha hecho para lograr este resultado,

405
M-38 ii. diálogos con agustín gordillo

sin olvidar a los propios magistrados que debieron superar su primera prueba
de fuego antes de asumir. Asumen ya templados por la lucha contra el poder que
les espera en el ejercicio futuro de su función. Yo no podré sumarme al evento
porque estaré afuera, pero todos los que puedan deben hacerlo. Vayan a darles
nuestro mayor y mejor abrazo y los que no puedan, mándenles al menos el cari-
ñoso saludo que yo también estoy mandando aquí. Dejen el granito de arena del
sólido respaldo de la sociedad civil.
[...]
LA PLATA, 18 de noviembre de 2003.
[...]
POR ELLO, la Suprema Corte de Justicia, en ejercicio de sus atribuciones,

RESUELVE:
1º) Disponer —a partir del 15 de diciembre de 2003— el inicio de actividades
de los Juzgados Contencioso Administrativo en los Departamentos Judiciales
que a continuación se detallan:
LA PLATA: Juzgado nº 1 a cargo del Dr. LUIS FEDERICO ARIAS (Dto. P.E
1948)
Juzgado nº 2 a cargo de la Dra. ANA CRISTINA LOGAR (Dto. P.E 1949)
MAR DEL PLATA: Juzgado nº 1: a cargo del Dr. SIMON FRANCISCO
ISACCH (Dto. P.E 1952)
Juzgado nº 2 a cargo de la Dra. ADRIANA MABEL SARDO (Dto. P.E 1953)
SAN MARTIN: a cargo del Dr. JORGE ANIBAL OCAMPO (Dto. P.E 1956)
LOMAS DE ZAMORA: a cargo de la Dra. GLADYS BEATRIZ MARTI (Dto.
P.E 1957)
SAN NICOLAS: a cargo de la Dra. MARIA ISABEL FULGHERI (Dto. P.E.
2129).
[...]

29. Saludo cibernético


29.1. Primero, uno de Neruda que me mandaron desde Brasil

De todos los e-mails que recibí, el que más me gustó fue un poema de Neruda,
tomado de su libro Extravagario. No leí el libro, copio el poema:
Era la parte final del poema que, completo, se encuentra infra, cap. III, § 23, pp. M-91-2 / 459-60.

406
i. el por qué de la red: personal training M-39

29.2. Todos aprendemos juntos

Este es un mensaje colectivo, que por ende no necesita respuesta alguna y puede
ser directamente borrado, como todos los mensajes míos que empiezan con mi
apellido y van seguidos del año.
He recibido varios centenares de saludos, lo que es realmente muy gratifican-
te. Pero han aparecido algunos problemas de la tecnología que conviene tener
presente y paso a relatar más abajo.
Los mensajes que están enviados a un número indeterminado de personas,
o son de todas maneras impersonales, no los contesto aunque los agradezco in
pectore. ¿Por qué no los agradezco por e-mail, que es tan fácil?
Porque en la cantidad se pueden producir errores como el que relato a conti-
nuación, que es un e-mail personal con el cual contesté un e-mail colectivo, que
dio lugar a un verdadero enredo.
Vean Uds.:
“Muchas gracias por sus saludos de fin de año. Como en una comunidad todos
debemos ayudarnos, le aviso que posiblemente le ha pasado algo que una vez me
pasó a mí con los e-mails generales: Que el e-mail indique quiénes son los demás
destinatarios o incluso agregue sus direcciones de e-mail; para ello es necesario
indicar al mandar el mail que se trata de “copia oculta” en el lenguaje cibernético.
Me pasó una vez y tengo que estar siempre alerta para que no ocurra. ¿Qué pasó
al mandar Ud. su mensaje? No puso “copia oculta”, y a todos sus destinatarios les
llegó no sólo el mensaje colectivo sino además la lista de todas las direcciones de
los demás destinatarios, con lo cual me entero, por ejemplo, que es [amigo/a] de
una persona a la cual he retirado formalmente el saludo hace ya quince años […]
A su vez el error sigue en cadena, porque una persona que no conozco, que figura
entre sus destinatarios, hace a su vez lo mismo y contesta sobre el mismo cuerpo
de e-mail en vez de hacer otro, con lo cual me llegan saludos de desconocidos.
Espero no recibir también saludos de […]
“[Querido/a amigo/a], espero que no se moleste por este e-mail, el sentido so-
lamente es advertirle de un error que nos puede pasar a todos, de hecho me ha
pasado a mí, pero sobre el que conviene que nos alertemos recíprocamente para,
en la medida de lo posible, evitarlo.
[...]
“Por eso, si bien es bueno y necesario estar al día con la tecnología, conviene
también estar advertidos sobre los posibles errores de comunicación a que puede
dar lugar. Yo, personalmente, no mando saludos colectivos porque me puede pasar
lo del amigo/a de la anécdota.

407
M-40 ii. diálogos con agustín gordillo

“Cual sería el mayor castigo que este mensaje podría traer para su emisor?
¡Que justamente al emitirlo se olvide de incluir la referencia a “copia oculta” y les
llegue a todo el conjunto de casi novecientos destinatarios y algunos contesten
a todos, con lo cual el enredo será mayúsculo y esta vez imputable a mí! Hago
mis plegarias para que esto no ocurra, pero vivimos en medio del riesgo y este
es uno de los de estas maravillas que son la Internet y el e-mail.”

29.3. Otra carta, distinta

El grupo de personas que trabaja más directamente conmigo en la Facultad,


con el cual tenemos estrecha amistad recíproca y trato constante de más de una
década (a veces varias décadas) ha intercambiado un saludo colectivo circular,
al cual cada uno se ha ido sumando con breves palabras de humor y de afecto.
En ese caso no me pareció objetable que figuren todos, pues nos conocemos muy
bien. Obviamente no era un caso para aplicar la regla previa que estoy sugirien-
do. Esto es pues parte de lo que les escribí, antes de mandar este mail general:
“La única regla es que no hay ninguna regla. Estoy armando un e-mail general
en el cual planteo el problema de los saludos enlatados enviados a demasiadas
personas.
“Uds. han intercambiado y me han hecho llegar, la expresión del más sincero
afecto y respeto recíproco que nos une a todos, además de intereses comunes y
metodologías comunes. Yo me sumo a Uds., de todo corazón, y les deseo igual-
mente el mejor de los futuros.”

30. El comienzo de una lenta despedida

Concluye el mail anterior con el siguiente párrafo:


“También es una ocasión para empezar una lenta y parcial despedida. En la
Facultad me han propuesto como profesor emérito, con lo cual seguiré estando
presente en cuanta actividad pueda, pero de todos modos solamente continuaré
en la cátedra hasta que se haga cargo el profesor titular que resulte ganador de
los concursos a realizarse próximamente.”

408
Capítulo II

MÉTODO Y HABILIDADES EN LA RED

1. Correspondencia recibida y enviada y diarios del día de hoy

Si bien este año estoy repetitivo reproduciendo correspondencia amable de ex


alumnos y colegas, la verdad es que la reiteración de algunas cuestiones a veces
puede ser útil. Con esas aclaraciones previas, va la parte central de un mail
recibido:
“Gracias también por su aliento para la terminación de la tesina, al principio
no parece una tarea sumamente complicada, pero si se quiere hacer con verdadera
seriedad, la verdad es que es un trabajo arduo que requiere muchísima dedica-
ción. Bueno... en definitiva como todo lo que en la vida se pretende hacer bien.”
Efectivamente, es sencillo de enunciar pero difícil de realizar. La perseverancia
es la única solución.
[...]
De paso comento algunas cosas interesantes en los diarios de hoy: Un libro
de John Ridgen titulado Einstein 1905: The Standard of Greatness, comentado
en el New York Times y reproducido en el Buenos Aires Herald de hoy jueves 3
de marzo, p. 11: Vincula la teoría de la relatividad del tiempo y del espacio, a un
siglo de formulada por Einstein en 1905, con la perseverancia de lo que el co-
mentarista llama communists and fundamentalists en criticar dicha relatividad,
desde que fue enunciada en 1905: Ellos prefieren verdades absolutas y denigran
a quienes no piensan así como “relativistas.” (Thomas Oliphant, Einstein’s cen-
tury.) Es algo parecido a la palabra “neoliberal,” forma actual de denostar una
corriente de pensamiento económico, que recuerda a la de “burgués” que hacían
los viejos comunistas.
[...]
Hablando de neoliberales o librepensadores, el artículo de James Neilson en
el mismo diario People power to the rescue debiera ser leído por toda persona que
M-42 ii. diálogos con agustín gordillo

esté en contra de Bush, USA o la invasión a Irak: No les gustará, pero debiera
hacerles pensar. Si no son capaces de leer una opinión adversa a lo que sienten
como justo en el corazón, no son librepensadores.
[...]
En castellano, un artículo de Rosendo F raga titulado “La candidatura del
MERCOSUR a la dirección de la OMC,” El Cronista, 3-III-05, p. 12, debe ser
leído para entender un poco más del mundo en el cual estamos. La propuesta
final es menos importante que la descripción que hace de la realidad mundial
actual en materia de comercio. Nadie que se precie de ver la realidad debiera
desconocerlo, aunque no todos sacarán las mismas conclusiones. En cualquier
caso y contrariamente al pesimismo que a veces se me adjudica, brinda un
interesante panorama optimista. Yo también leo a aquellos con cuya visión no
necesariamente concuerdo.
[...]
Ya estaba cerrando este mail cuando me pareció pertinente agregar una parte
de un mail que yo estoy enviando a un amigo mío, que no está en este listado.
Ocurre que le comenté una decisión que estaba por tomar en materia de bonos
en default (simplemente vender) y me dijo que no estaría tan seguro de ello y me
dio algunas alternativas. Con ello acerté y se lo agradecí. Cuando me dijo que
en verdad no me aconsejó y la decisión había sido mía, le escribí lo siguiente:
“[…] el riesgo que asumiste al darme una opinión sobre algo tan opinable,
solamente los verdaderos amigos lo hacen. Por supuesto que si el otro es recípro-
camente amigo, como lo soy yo, jamás se me hubiera ocurrido culpar al otro por
una opinión. Aunque es cierto que conozco muchas personas que piden opinión
y después se enojan cuando se la dan. Quedan en la categoría de ex amigos, por
propia determinación, pues con amigos como esos, ¿quién necesita enemigos?”
“En todo caso tu opinión fue justa, porque opinaste que yo debía pensar, no
guiarme por el simple hartazgo. Ese consejo fue de oro, lo seguí concienzudamen-
te y hasta ahora me dio resultado. En todo caso si me equivoco será por haber
pensado mal, haber calculado mal, etc. Y como me dijo A lberto R amón Real una
semana antes de morir, ante una consulta mía, «Agustín, cuando uno llega al
final de la vida, de lo único que no se arrepiente es de lo que hizo con convicción.»
Al hacerme pensar, me hiciste obrar con convicción (tanta como se puede tener en
materia tan volátil como gobierno y mercado) y quedé muy satisfecho con haber
obrado con tanta racionalidad como podía: Esa fue tu enorme ayuda y por ella
te estoy profundamente agradecido.”
[...]
A otro colega que pedía opinión sobre un trabajo, le adelanté lo siguiente:

410
ii. método y habilidades en la red M-43

“He separado en el estudio, para que Ud. las mande buscar cuando le resulte
cómodo, algunas publicaciones que le pueden resultar no solamente útiles sino
quizás necesarias, dependiendo del criterio que adopte al respecto.”
“En primer lugar se trata, muy particularmente, de un libro de Nieto con mis
notas, denominado Las limitaciones del conocimiento jurídico, en que se hace
una fuerte crítica a los trabajos que sustancialmente contraponen opiniones de
autores.”
[...]
“Por otra parte, no me parece bueno empezar con temas que se supone son
conocidos por todos, como la antiquísima jurisprudencia francesa […]. Eso ya no
resulta útil aprenderlo ni, menos, recordarlo: Sobre eso verá algunas reflexiones
muy importantes en Nieto. Le adjunto aquí también copia de una nota a fallo
que publiqué en noviembre del año pasado, titulada «¿Puede la Corte Suprema
de Justicia de la Nación restituir la seguridad jurídica al país?» En una de sus
notas hay una cita de Séneca sobre los libros de Dídimo; la misma frase está en
Nieto, citada de un tercero.
El artículo referido de halla ahora en Tratado de derecho administrativo y obras selectas, t. 7,
M arcelo A. Bruno dos Santos (dir.), El derecho administrativo en la práctica, Buenos Aires,
FDA, 2013, cap. XI, pp. 165 a 187, http://gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo11.pdf.

“La información reiterada en una publicación no le hace bien al autor, pues


cualquier lector medianamente informado salteará su lectura. Si bien es el estilo
de muchos profesores universitarios en los trabajos cuya lectura indican a los
alumnos, lo cierto es que existiendo múltiples fuentes de información no parece
muy justificado recopilarla una vez más. Lo que interesan son las ideas o el dis-
curso del texto, no las fuentes que se recuerdan. No se puede ignorar las fuentes,
desde luego, pero la cuestión es cómo trabajarlas. Ud. debe haber recibido, pues
está en mi lista «Gordillo2005,» un trabajo que he enviado hace tiempo con las
recomendaciones que hago a los autores desde mi lugar a cargo del Suplemento de
Derecho Administrativo en la revista La Ley, y a los participantes en los cursos
de postgrado donde dicto clases sobre método. El trabajo se denomina «Cómo
hacer una nota a fallo,» pero es adaptable a cualquier tipo de publicación jurídica.
“No obstante estas salvedades iniciales de un primer vistazo, por supuesto
que lo voy a leer como le adelanté, pero me parece indispensable que Ud. realice
las lecturas metodológicas que le indiqué, con miras a reestructurar el trabajo
con la misma información que ya tiene, pero dispuesta de otra manera. En esas
lecturas verá cómo, sin perjuicio de que continuaremos con este intercambio
avanzando sobre los detalles.”
[…]

411
M-44 ii. diálogos con agustín gordillo

2. Correo electrónico a Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón Fernández


sobre la edición argentina del Curso de Derecho Administrativo

Queridos amigos:
Les agradezco, además del extraordinario honor de permitir que sea yo quien
haga estas reflexiones para el derecho argentino a propósito de vuestra magna
obra, la fina gentileza adicional de absteneros de darme sugerencias de cambio.
Imagino que las diferencias de fondo y de forma sobre todo o casi todo han
de haber superado lo razonable en cuanto a posibilidades de observaciones o
sugerencias.
Ocurre que nuestra realidad es muy lacerante. Ahora el país empieza a re-
cuperarse, pero no los individuos que han quedado sumidos en la pobreza o la
indigencia, a niveles que el país nunca tuvo antes del 2002.
Por supuesto, como en toda la historia, quienes estábamos mejor continuamos
mejor aún. Es la lógica implacable del “círculo vicioso de la pobreza” y del “cír-
culo vicioso de la riqueza,” que se da tanto a nivel de países como internamente
en cada una de las sociedades. Cuanto más atrasado es un país, mayor es la
diferencia de clases sociales. Estar en el medio y verificar cómo uno está mejor
cuando otros están peor es todo un dilema de conciencia, imposible de resolver sin
gestos heroicos, que a esta altura de la vida, bueno es reconocerlo, ya no tientan.
No queda sino refugiarse en estudiar, aprender, escribir, pensar, viajar. Ya
que no logramos modificar la realidad, tratemos al menos de ser elementos útiles
de la sociedad.
Inicié estos comentarios sin un plan definido. Los primeros capítulos me fueron
relativamente fácil de comentar: Leía vuestro capítulo, uno por vez, en orden y
escribía mi borrador de dos páginas. A partir de allí tuve un parate, no producto
de la obra, sino de verificar el camino que estaban tomando mis comentarios. Me
costó mucho superar esa inhibición y poder concluir con mi parte de comentarios.
Tuve también casos difíciles como el relativo a los contratos administrativos,
que los “resolví” con remisión bibliográfica, nada más; algunos capítulos donde
la temática de un capítulo vuestro continuaba en el siguiente, me quedé con mis
dos páginas al primero de esos capítulos, señalando en el segundo solamente una
remisión a la hoja del comentario anterior. Idealmente debiera haber hecho otra
cosa, pero así es como me salió.
Al final, con ayuda de muchos, he logrado, creo, darle unidad a mis comentarios.
Así como quedaron son un muestreo de grandes problemas irresueltos del derecho
administrativo argentino. El balance empírico es malo, decepcionante, a pesar
de todos los esfuerzos que uno pueda haber hecho y sin duda seguirá haciendo.
Vuestra obra es magnífica, debo reiterarlo una vez más. Logra no solamente
llevar por doquier el espíritu de cambio sino también el indispensable contexto e

412
ii. método y habilidades en la red M-45

historia de los problemas. Creo que aún cuando los argentinos y latinoamericanos
no conocemos la historia de estos dos siglos de derecho administrativo español,
de todos modos el método de análisis y la pujanza del enfoque, son un faro que
nos continuará guiando por muchísimo tiempo, ciertamente más que el tiempo
de nuestras vidas.
El libro de Nieto con mis comentarios me ha permitido enfatizar mucho la
comparación, que siempre hace pensar y es por ello enriquecedora. Creo que
ahora, con el renovado empuje de haber leído en profundidad y con detenimiento
y renovada admiración vuestra obra, me encontraré en mejor situación de hacer
lo mismo, llevar a pensar con la comparación. Haré todo lo posible por seguir
promoviendo y divulgando la reflexión sobre vuestra obra en América Latina,
aunque ciertamente no lo precisa. Sí precisa que tratemos de hacer realidad algo
de lo mucho que vuestras ideas preconizan y que nuestras realidades están tan
lejos de conseguir.
Les quedo pues reconocido múltiplemente, por el honor y el afecto de esta dis-
tinción que me han conferido, por la posibilidad de reflexionar en clave de vuestro
pensamiento acerca de los innúmeros problemas irresueltos de nuestro derecho
y nuestra práctica política, administrativa, legislativa, jurisprudencial, social.
He salido espiritualmente enriquecido de esta experiencia. Se los agradezco
también.
El autor hizo una presentación de García de Enterría para la entrega del doctorado honoris
causæ de la UBA, luego utilizada, a pedido del propio García de Enterría , como prólogo a su
libro Conferencias de Argentina, que se reproduce en la sección V, p. P-37 / 737.

3. Una buena síntesis de normas de protocolo online

El Dr. Guillermo Ferrari ha tenido a bien enviarme copia de un breve artículo


(diario Clarín, 7-V-02) sobre reglas de comunicación en e-mail, que me pareció
de interés.
“PROTOCOLO ONLINE
“Respete las reglas de “netiqueta:” Los buenos modales también se aprecian
en Internet.
“No por anárquica, anónima y expansiva, la red de redes carece de normas
de protocolo. Todo lo contrario. Basado en la practicidad, el decálogo universal
de los buenos modales digitales apunta, justamente, a preservar el espíritu de
Internet, donde difundir datos de terceros y escatimar información son rasgos
de mala educación. Y ser claro para expresarse y tolerar los errores de tipeo,
ejemplos de buena conducta virtual. A ver...
“Por Pablo Strozza. De la Redacción de Clarín.com.

413
M-46 ii. diálogos con agustín gordillo

“Mientras que, en la mesa, las normas de buenos modales debutaron en el


siglo XV de la mano de la realeza europea, la “netiqueta” empezó a imperar en
los últimos años, cuando, alterados por las mismas incivilizadas conductas de
un creciente número de navegantes, un grupo de usuarios de Internet empezó a
bocetar una especie de manual no escrito de buenos modales para impulsar la
feliz convivencia en el ciberespacio.
“Claro está que la «netiqueta» no llegó para complicarnos la existencia con
pretenciosas cuestiones de estatus sino, en todo caso, a impulsar la practicidad,
un «bien» cada vez más necesario en la red. Así lo explicita la regla madre del
decálogo, que reza: «No moleste al prójimo.» (Léase, el destinatario de nuestros
e-mails o mensajes instantáneos.) Las principales propulsoras de este curioso
fenómeno son dos mujeres. Y, si de aventurarse al mundo de la «netiqueta» (cas-
tellanización del neologismo inglés «netiquette») se trata, la página inicial es
www.albion.com/netiquette/index.html.
“Desde allí, se puede acceder a la edición online del libro «Netiquette,» escrito
por la estadounidense Virginia Shea, considerada por los entendidos «la gurú de
los buenos modales online.» En el mismo rumbo, la página http://ns1.fau.edu/
netiquette/net/spanish.txt ofrece una traducción al español de «La red: Guía
del usuario y netiqueta,» redactada por A rlene H. Rinaldi, quien trabaja en el
Departamento de Sistemas de la Universidad del Atlántico de Florida, Estados
Unidos, (www.fau.edu/). Aquí, entonces, un decálogo condensado de las cada vez
más difundidas normas de buena conducta en Internet.
“1) Actúe en la red de la misma forma que en su vida cotidiana.
“A nadie le gusta llegar al kiosco y que no lo saluden. Y lo mismo ocurre en la
red: Si inicia una conversación por chat o por mensajero instantáneo, el saludo (al
empezar y al terminar) es más que una formalidad. La regla también vale para
el e-mail. En Internet, igual que en la vida real, la cortesía jamás será démodée.
“2) No divulgue datos ajenos sin permiso.
“El e-mail es maravilloso: Un único mensaje basta para no tener que realizar
decenas de llamados telefónicos para, por ejemplo, invitar a un cumpleaños. Sin
embargo, eso no implica que todos sus invitados quieran que su dirección electró-
nica circule «desnuda» por culpa suya. Disponible en casi todos los programas de
correo electrónico, la función copia oculta («CCO» o «BCC») elimina el problema
y permite eludir el modo «Con Copia» («CC»), que en ciertas ocasiones es, cuanto
menos, imprudente. Esta misma regla es también aplicable a los «spams» (correos
electrónicos no deseados que suelen contener publicidad) o a las siempre molestas
cadenas de mails.
“3) No abuse de los «emoticones.»

414
ii. método y habilidades en la red M-47

“El «emoticón» es una clase de jeroglífico muy utilizado en Internet para de-
mostrar emociones. Incluso, hay quienes han construido con ellos cuasilenguajes
comunes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todos los usuarios conocen
sus significados y, también, que a muchos otros (sobre todo en el ámbito laboral),
les molesta recibirlos, ya que prefieren las palabras (o los llamados telefónicos)
a los signos.
“4) No escriba e-mails ni chatee exclusivamente en mayúsculas.
“Por más redundante que parezca, no está de más recordar que, para la eti-
queta virtual, escribir todo en letras mayúsculas equivale a gritar en el mundo
real. Por lo tanto, salvo que esté realmente enojado con quien está chateando o
con el receptor de su mail, no abuse de las «altas.»
“5) No remplace el «cara a cara» por un e-mail o una sesión de chat.
“Si bien es cierto que el correo electrónico acorta las distancias, hay cuestio-
nes que se resuelven mejor en un encuentro cara a cara. Por ejemplo, enviar un
mail a su jefe para pedirle un día franco porque «es más cómodo» es un auténtico
disparate y un rasgo de mala educación. Para resolver cuestiones por el estilo,
la charla es y será el canal de comunicación adecuado.
“6) No envíe archivos adjuntos «muy pesados.»
“La capacidad de las cuentas de correo electrónico va en aumento y, con ello,
son cada vez más los usuarios de Internet que usan el correo electrónico para
enviar pesadísimos archivos de audio y/o de video. Muchas veces, el despachante
no tiene en cuenta que el software de la PC del remitente puede no ser el mismo
que el del destinatario, por lo que ese video «maravilloso» se convierte en una
pila de códigos fuente sin sentido. Un auténtico bodrio, aún sin estimar la pérdida
del tiempo empeñado...
“7) Sea benévolo con los errores ajenos.
“En Internet, todos hemos sido, alguna vez, principiantes. Por lo tanto, si
nuestro novato interlocutor comete una torpeza, no lo castigue ni lo descalifique.
Hágale notar su falta en privado y no se olvide que es muy probable que, algún
tiempo atrás, usted mismo haya cometido el mismo, idéntico, error.
“8) No suba (ni recomiende sin avisar) páginas muy pesadas.
“Las fotos grandes y de buena definición lucen, qué duda cabe, mucho mejor.
Pero también está claro que no todas las personas que navegan en Internet dis-
ponen de la misma velocidad de conexión. Entonces, lo que a algunos les lleva
unos pocos segundos bajar, a otros los interna en un suplicio que parece eterno.
Evite torturar a los demás.
“9) Sea claro en las «listas de discusión.»

415
M-48 ii. diálogos con agustín gordillo

“Aquellos que comparten una misma obsesión, suelen anotarse en las llamadas
«listas de discusión,» donde comparten ideas e intercambian información sobre el
objeto o sujeto en cuestión. Si usted es aficionado (o piensa serlo) a esta práctica,
tenga en cuenta que esas listas reúnen a gente de todo el mundo. No asuma,
entonces, que sus referencias culturales serán comprendidas por todos y, si no
puede evitarlas, explíquelas. Es preferible ser obvio que críptico.
“10) Comparta los resultados obtenidos en sus investigaciones.
“El crecimiento de Internet se debió, básicamente, a que cientos de científicos
de todo el mundo intercambiaron información para multiplicar y mejorar los
resultados de sus investigaciones. De allí se deriva que el compartir información
sea considerado un signo de cortesía virtual, sobre todo entre aquellos usuarios
suscriptos a los grupos de investigación virtual. Las razones son evidentes: En-
riquece la discusión y democratiza la información.
“Tener en cuenta estas reglas protocolares ayudará al usuario de la red a
aprovechar mejor el tiempo que «vive» en Internet. Y, por qué no decirlo, a qué
nuestras cuentas telefónicas sean un poco menos aterradoras...”

4. Carta a alumnos de El método en derecho

Una alumna de El Método 2004, que todavía no aprobó el curso pues no pudo
hacer los trabajos, se queja en un mail amable, es cierto, de las habilidades or-
ganizacionales y eficacia de la secretaría de mi estudio. Si estuviera cursando
“Habilidades” le diría que esa queja no es una conducta hábil, pues los mails
son leídos precisamente por aquellos que son objeto de la crítica, con lo cual no
parece la mejor táctica de relaciones públicas.
Además contraviene la regla elemental que da Sauvy en su libro sobre la
burocracia, que cito en La administración paralela, de encontrar la pequeña
manecilla con la cual mover el aparato. La secretaria de alguien de quien uno
quiere obtener algo desempeña a ese efecto un rol fundamental, el de hacerle
recordar al destinatario final que está pendiente de respuesta alguna cosa. Para
ello hay que ganarse su buen trato, tratarla bien, para poder lograr que con su
ayuda el objetivo deseado por uno respecto de aquel para quien ella trabaja,
se pueda materializar. Desde luego, no es suficiente con mandar un mail, hay
que hablar por teléfono también cuando el mail no da resultado. Así es con la
administración pública, que es el rol que yo desempeño con estos cursos. Claro
que si se trata de un cliente mío los roles se invierten: Allí somos nosotros los
que insistimos, hablamos con la secretaria del otro, llamamos por teléfono para
avisar que va o fue un mail, etc.
En segundo lugar, aunque ahora creo estar ahora en la buena senda en la
organización del estudio, lo cierto es que hubo varios recambios voluntarios de

416
ii. método y habilidades en la red M-49

personas que trabajaban en el estudio. La misma queja que tienen los cursantes,
sobre el a su juicio exagerado detalle de exigir que no haya errores, se darán cuenta
que incide mucho más en el trabajo del estudio. Es simplemente acostumbrarse a
hacer las cosas bien, cuando se puede. Algo a lo que no estamos acostumbrados los
argentinos: Nos parece un exceso que nos pidan que un escrito no tenga errores.
Además, cabe ponderar que en el estudio hay demasiado trabajo y las compen-
saciones no son precisamente las mejores. Además de llevar mis declaraciones
de IVA y múltiples otras tareas tributarias, tienen que atender trabajo de la
Fundación, del suplemento de La Ley, de la coordinación de la actualización de
mi tratado y otros trabajos míos, de la edición de los suplementos de los semi-
narios, recibir y enviar los mails, clasificarlos (mil por año, aproximadamente),
etc. La carga del impulso procesal es de los administrados, como lo explico en La
administración paralela y también en el capítulo sobre los principios generales del
procedimiento administrativo en el tomo 2. Como siempre, se trata de la clásica
dificultad de lograr concatenar las lecturas con la praxis. Hasta que la praxis
no recoja la lectura, todavía estamos en el camino.
La administración paralela, en Tratado de derecho administrativo y obras selectas, t. 6, El
método en derecho - La administración paralela, Buenos Aires, FDA, 2012, Libro II, http://
gordillo.com/tomo6.html.

“El procedimiento administrativo. Concepto y principios generales,” en Tratado de derecho


administrativo y obras selectas, t. 2, La defensa del usuario y del administrado, Buenos Aires,
FDA, 2009, 9ª ed., cap. IX, http://gordillo.com/pdf_tomo2/capitulo9.pdf. El tema se continúa en
“El procedimiento administrativo en la práctica,” reproducido en el t. 7, cap. XVII, pp. 289-319.

[...]

5. Un resumen de método de un ex alumno de 1998

Empiezo el año enviando copia parcial de un mail que recibí. Me parece intere-
sante como recordatorio del contenido de mis cursos de El método, aunque quizás
yo no usaría algún adjetivo como el de un cierto desprecio a la norma, no porque
sea en rigor estrictamente inexacto, sino porque no hace a las buenas relaciones
públicas de un profesor de derecho.
La parte pertinente del mail que recibí dice así:
“… empecé a asumir sin espasmos que la verdad no es más que una conjetu-
ra provisoria que va mutando, como mutan los hechos. Merced a sus consejos,
empecé a analizar con más cuidado la razonabilidad de un acto, y a entrenarme
en saber ver los hechos, el sustento fáctico y el contexto externo de los actos. Fue
tal la preponderancia que empecé a darle a los hechos que muchas veces, para no
incurrir en error metodológico, directamente soslayaba el texto normativo que
se suponía que era aplicable al caso. Mis primeras conclusiones del problema
jurídico las extraía de un análisis minucioso de los hechos confrontado al texto

417
M-50 ii. diálogos con agustín gordillo

constitucional, operación que, por sí sola, estaba implicando la adhesión a una


determinada filosofía jurídica. El texto de la norma lo leería después para verificar
si coincidía o no con la solución propuesta. Es sorprendente como se abre el arco
de matices y posibilidades para resolver un caso cuando se tiene cierto desdén
por la norma (principalmente porque muchas veces éstas son inconstitucionales).”

6. Haga el doctorado

Queridos amigos: En mi caso particular me recibí en 1959 y me doctoré en 1960.


Como se advierte, era más fácil entonces. Con el correr de los años el número de
doctores de derecho de la UBA ha tenido un ínfimo crecimiento. Sin embargo, cada
vez más se va exigiendo, normativa y empíricamente, el título máximo. Algunos
hablan de una posible maestría que se podría organizar, otros hacen maestrías
en otras universidades, otros la especialización en la UBA. (Programada para
tres años, suele llevar cinco o más años terminarla.)
Me parece que el mayor obstáculo empírico de los aspirantes al doctorado es
hacer la tesis, aunque se los exima de cursar materias del doctorado. No creo
que haga falta hacer una maestría (opinión personal) pero me parece que va a
resultar decisivo, en los años que seguirán, tener el título máximo de la UBA.
No creo que sea una salida real tener un título de doctorado de otra universidad
con menor nivel de exigencia.
Luego de observar empíricamente las dificultades reales, a través de mi des-
empeño en los últimos diez años años en la Comisión de Doctorado de Derecho
de la UBA (que integré anteriormente al menos en dos oportunidades, con dis-
tintas composiciones), he llegado a la conclusión personal que lo que más falta
hacer es un seguimiento estricto de la preparación de la tesis. Cuando he sido
director de tesis la falta de una obligación horaria formal ha significado que el
trabajo se eterniza porque se lo pospone ante otras tareas más urgentes, hasta
que finalmente se vence el plazo máximo (seis años totales desde la inscripción,
con opción a una única prórroga de dos años más).
Lo urgente precede así a lo importante hasta que lo importante se transforma
no en urgente sino en imposible de hecho.
[...]

7. Sobre las glosas al libro de Alejandro Nieto I

En una de las series que sigo, uno de los personajes pregunta por e-mail, Hey,
Are you there? Estoy recibiendo e-mails en que me piden los “reinstale” porque
no reciben nada mío hace tiempo, o preguntando por mi salud. Les agradezco a
todos. I’m here. Estoy bien, lo que casi suena obsceno. Pero no tengo nada para
contar, ni bueno ni malo, que no haya recibido amplia difusión periodística.

418
ii. método y habilidades en la red M-51

En todo caso y para romper el silencio, les mando copia autorizada por el autor
a estos únicos y exclusivos fines, del librito de A lejandro Nieto García, Sobre los
límites del conocimiento jurídico. Lo he leído más de media docena de veces, con
voracidad y cuidado. No estoy de acuerdo en algunas cosas, o en el modo de decir
algunas cosas, y le propuse a Nieto hacerle unas glosas o comentarios con ese
contenido crítico, recordando de algún modo su libro de contrapunto con Tomás
R amón Fernández, Del derecho y del revés. Nieto ha tenido la generosidad de
aceptarlo y combinamos en que yo haría notas a su texto que irían todas juntas
al final. Le he propuesto que haga una réplica a mis divergencias y me ha dicho
que piensa dejar el original suyo y la crítica mía sin respuesta suya, para hacerlo
más atractivo y dejar la idea de discusión abierta. Lo pinta de cuerpo entero.
Obviamente mi aprecio y admiración por él se agigantan con esta muestra de su
generosidad y sencillez en quien tiene una de las mentes más originales de la
historia del derecho, coincidamos o no con él.
El librito se publicaría en los próximos meses por editorial Trotta de España;
hemos hablado con el editor y está de acuerdo. Pero como el mismo Nieto ha
dicho, primero hay que matar el oso antes de vender la piel; o sea, debo todavía
escribir mi parte. Cuento todo esto a sugerencia de él mismo, aunque con el oso
todavía caminando.

8. Sobre las glosas al libro de Alejandro Nieto II

Aquí les acompaño mi proyecto de glosas al trabajo de Nieto. La numeración in-


terna corresponde al lugar de su texto donde he propuesto que se haga la llamada.
Como se puede leer de corrido creo que no tiene mucha importancia señalar a qué
punto específico me refiero, en todo caso lo encontrarán de inmediato repasando
la lectura de su propio libro, pues he puesto a mis glosas títulos casi siempre
iguales o análogos a los suyos que en cada caso comento.
[...]

9. Atención, memoria y lecturas flojas

En Clarín de hoy, p. 34, salió un artículo del cual transcribo la parte que me
parece útil y acertada. De ella resulta una información más: Que el proceso
intelectual de selección de la lectura determina la memoria. Otra explicación,
alternativa, es que la atención que uno presta a la lectura cuando decide si va
leer o no, es lo que fija lo leído en la memoria. En todo caso, que no vale la pena
leer trabajos flojos porque no se registran en la memoria y que no se debe leer sin
estar evaluando simultáneamente si vale la pena hacer esa lectura.
Por supuesto, todo esto son hipótesis, el cerebro sigue siendo lo que menos
conocemos a pesar de ser lo que más necesitamos.

419
M-52 ii. diálogos con agustín gordillo

Ojalá les sirva el dato. A mí me ha servido y me sirve. Lo pienso aplicar con


más rigor en el futuro,
“Ciencia: Investigación en los Estados Unidos
“Explican cuál es el mecanismo de selección de la memoria
“Es una función neuronal que controla la información que se almacena. Dicen
que tener más memoria no está relacionado con la capacidad de recordar muchas
cosas sino con la de seleccionar la relevante.
“Mariana Iglesias.
“miglesias@clarin.com
“La memoria visual a corto plazo es bastante limitada: a pesar de los nume-
rosos objetos que rodean al hombre, su capacidad le permite recordar sólo unos
pocos. Por eso, cuantos menos objetos irrelevantes se tengan en cuenta, mayor será
la capacidad de recordar las cosas realmente importantes. A esa conclusión llegó
un grupo de expertos de la Universidad de Oregón, Estados Unidos.
“La investigación se publica en la prestigiosa revista Nature porque es la
primera vez que se establece cuál es el mecanismo de selección de la memoria.
Y al contrario de lo que se creía, tener más memoria no está relacionado con la
capacidad de recordar la mayor cantidad de cosas posibles sino con la capacidad
de seleccionar qué es lo importante y desechar los datos o la información que no
vale la pena.
“Los investigadores hablan de bouncer («rebotador» o «rechazador») para ex-
plicar en forma simple cómo funciona este mecanismo neuronal que controla la
información que se almacena o no. Luego de analizar el comportamiento neuronal,
aseguraron que esto ayudará a tratamientos para mejorar la memoria, combatir
el déficit de atención cognitiva y hasta la esquizofrenia.”
(Comentario mío: ¿No sintieron muchas veces la sensación de que algo les «re-
bota» en la cabeza, que no entra? Pues aquí está explicado, es así nomás. O sea
que no hay que insistir con lo que rebota, sino dejarlo rebotado de una vez y para
siempre. Si rebota, es que para nuestro cerebro no vale la pena: Hagámosle caso.)
“Edward Vogel y sus colegas del departamento de Neurociencia Cognitiva
de la Universidad de Oregón mostraron a un grupo de estudiantes unos puntos
coloreados de una pantalla. Y compararon la habilidad de recordar lo que habían
visto con y sin otros puntos coloreados colocados para distraer. Grabaron y ana-
lizaron la actividad cerebral de cada uno. De esta manera, se descubrió que los
que habían grabado en su mente los objetos irrelevantes tenían menor capacidad
para recordar los que sí debían.
“Además, descubrieron que esta eficiencia al momento de seleccionar qué in-
formación se debe recordar y cuál no vale la pena varía de una persona a otra,

420
ii. método y habilidades en la red M-53

y que la memoria visual es una buena herramienta para predecir la capacidad


de filtrar de cada uno.
“«Creíamos que los que tienen gran capacidad de memoria visual podían
almacenar mayor información, pero ahora sabemos que lo más importante en
realidad es este mecanismo neuronal relacionado con la capacidad de discernir
y controlar qué cosas deben recordarse,» explicó Vogel.
“La percepción visual se refleja en la activación del hemisferio contralateral
(un estímulo izquierdo activa el hemisferio derecho y viceversa). Lo que midió
Vogel es la variación de esa activación en el hemisferio correspondiente de acuerdo
al número de estímulos que el individuo percibía en un momento dado. Los que
más variaciones registraban, eran los que mayor dispersión mostraron, lo que
les dificultaba memorizar.
“Los hallazgos tiran abajo la idea de que la capacidad de la memoria sólo
depende de la cantidad de información que puede guardar la mente al mismo
tiempo. Este giro en el concepto de memoria tiene varias implicancias: Desde
desarrollar mecanismos más efectivos para optimizar la memoria hasta mejorar
los diagnósticos y tratamientos del trastorno de déficit de atención.”
[…]
“Según el investigador, las diferencias individuales en la capacidad de memoria
no reflejan sólo la variabilidad del espacio del almacenaje sino la eficacia con la
que cada persona asigna ese espacio disponible.
“Ciencia: Opinión de un especialista del Hospital Italiano
“Según A ngel Golimstok, jefe de la sección Trastornos de Memoria y Con-
ducta del Hospital Italiano […] Cuanto más focos simultáneos o lo que es igual,
cuanto más difusa y abarcativa es nuestra atención, menor eficiencia en grabar
información.”
[…]
“Este experimento es muy novedoso en cuanto a que por primera vez hay evi-
dencia de algo que ya sabíamos o presumíamos, y es que a mayor cantidad de
información registrada simultáneamente sin categorización entre prioritaria e
irrelevante, menor posibilidad de almacenar correctamente en nuestra memoria
los datos que deben ser el blanco de nuestra captación”, opinó.
“La mejor forma de conectar las dos memorias es dirigir la atención hacia los
significados importantes.”
[…]
“Por eso, la memoria debe funcionar como un sistema que se construye y no
al azar. Para mejorar su rendimiento hay que educar a la mente: Olvidar lo que
no sirve y reaprender continuamente.”

421
M-54 ii. diálogos con agustín gordillo

10. Un hospital en la justicia (fallos de interés)

Con sensible demora, imputable a mí mismo, cumplo en distribuir un interesan-


tísimo fallo de primera y segunda instancia en materia de un intento judicial de
hacer funcionar un hospital. Me lo envió el Dr. A ndrés Barbieri, a quien le he
pedido me haga una nota al fallo.
Vale la pena leerlo, es una radiografía del país.
Adj: Tribunal en lo Criminal nº 3 de 1ª instancia de Mar del Plata, 4 de junio;
Cámara de Apelaciones idem, 7 de agosto.

11. Estado Supranacional


11.1. Los proyectos en danza

El proyecto de ley internacional de quiebra de los Estados está progresando pero


compite con él un proyecto de class action internacional de los acreedores de Es-
tados en default, a tramitar en los tribunales de Nueva York por los tenedores de
títulos, con efectos vinculantes universales para todo tenedor de títulos y para el
deudor. Mientras tanto estamos próximos a entrar en cross-default con todos los
organismos internacionales de crédito, si no pagamos al Banco Mundial.

11.2. Otra propuesta

En la búsqueda de nuevas soluciones internacionales estoy trabajando con un


borrador que eventualmente presentaré en Europa, en círculos académicos, en
el primer trimestre del 2003. Me gustaría conocer vuestras reacciones en este
último trimestre de 2002, para ver si seguir adelante con el proyecto o modifi-
carlo en algún sentido. Por supuesto, es solamente un primer borrador al que le
falta todo tipo de pulimento. Es sólo para plantear la idea y ver vuestra primera
reacción ante ella, si les interesa.
Aclaro pues que acá no estoy en rigor publicando nada, sino distribuyendo
un proyecto entre amigos. Por eso lo estoy escribiendo en inglés. A algunos les
servirá al menos para practicar la lengua. Los del grupo de inglés casi se puede
decir que debieran leerlo y mandarme algunas reacciones, aunque sea en caste-
llano. No estoy muy contento de la propuesta, hubiera preferido un país mejor,
pero ya estoy entrando en virtual estado de desesperación por nuestra falta de
salidas visibles.
Espero vuestros comentarios, aún en castellano. La explicación de por qué la
versión en inglés está dada más arriba. Son estos tiempos tan malos que ya pa-
rece un detalle. A veces digo con un dejo de nostalgia a mis amigos, y con mucho
de humor negro: Recordemos siempre estos momentos en que todavía podemos
hablar en castellano, porque con el tiempo el inglés será obligatorio...

422
ii. método y habilidades en la red M-55

12. Segundo seminario El derecho administrativo de la emergencia, II. El


libro de Nieto. Noticias varias

El 3 de diciembre hacemos el tercer seminario del año, del cual acompaño la


programación. Hemos hecho algunos cambios de último momento que espero
cuenten con vuestra aprobación.
El primero, de carácter material, constituye un incentivo económico-cultural
para asistir a este seminario en una época que obviamente no es lo más propicia,
aunque ya contamos con sesenta inscriptos.
Para esa fecha habrá hecho su aparición la edición del libro El derecho ad-
ministrativo de la emergencia, II correspondiente al seminario inmediatamente
anterior. Hemos resuelto, visto el poco tiempo que transcurre entre el seminario
y la publicación del libro, que podemos mejor emplear los recursos necesarios
para esta tarea distribuyendo en ocasión del seminario III, en lugar de las expo-
siciones de los oradores de ese día, el libro publicado del II, que tendrá alrededor
de 300 ps. Obviamente el libro será entregado gratuitamente como parte de la
documentación del Seminario, en lugar de la fotocopia de las exposiciones de ese
día. ¡A inscribirse pues!
Contribuye a esto que en el seminario II se han tratado algunos temas que
tienen su natural desarrollo y continuación en el III. Entre ellas el terma eléctrico,
que trató el Dr. Fernando Buzzo con su habitual aguda inteligencia, profundo
conocimiento y simpática causticidad. Nos dará ahora, “fuera de programa,” su
visión al 3 de diciembre. Con un apagón de 13 millones de personas y una central
atómica que lleva y llevará mucho más fuera de servicio, creemos que despertará
el interés de todos.
Hemos recibido muchos reclamos de personas que no han recibido esta serie
de e-mails, en particular los documentos del libro de Nieto. Aprovecho pues para
enviar, con muy ligeras modificaciones al enviado a comienzos de año, la versión
actual, en la cual sólo se modifica el lugar de las llamadas en el libro de Nieto
y el orden de las glosas mías que irán al final del libro. Señalo nuevamente que
estoy autorizado por el Dr. Nieto a hacer esta difusión, pues el libro está ahora
agotado y la disposición de los derechos de autor es suya. Luego que aparezca la
edición de Trotta, en el 2003, pues, ¡¡esperemos que lo compren!!
De verdad creo que es un trabajo fundamental, que nadie debería dejar de
haber leído, a la par de libros como los de Carrió.
Mientras tanto, sigue estando en mis sitios de Internet el último librito que
saqué, Introducción al Derecho, que está tanto en formato pdf (como los demás
libros) como en formato lit. (Como e-book.) Ruego también su lectura. Ahora es-
tamos terminando la revisión de las pruebas de galera de la edición inglesa que
saldrá en el 2003, con algunas modificaciones respecto de la edición castellana.

423
M-56 ii. diálogos con agustín gordillo

13. Sobre el seminario El derecho administrativo de la emergencia, II

Haciendo números para el seminario de mañana 3 de diciembre de 2002. [...]


Primero, vuestros números: Dado que distribuiremos gratis (o por la inscripción,
que es lo mismo) El derecho administrativo de la emergencia, II, que tiene 300
ps., no es irrazonable calcular un precio de $ 30 como proporcional, con lo cual
la inscripción de $ 40 se ve reducida a $ 10, sanguchitos y gaseosas incluidos,
café, carpetas, amigos y enseñanza-aprendizaje, todo junto. Es casi un precio
de dumping, esperamos no tener problemas con la Comisión de Defensa de la
Competencia.
En cuanto a la calidad: Además de las últimas novedades eléctricas de Buzzo,
tendremos agregadas fuera de programa las de los servicios públicos de Caplán,
en distintos paneles. Ni qué decir de la estelar presencia de M airal y los demás
importantes participantes amigos, en éste y los demás paneles. Tendremos todos
los gustos y todos los colores. No se olviden de venir temprano para escuchar a
Citara en su referencia orteguiana a “la emergencia y su circunstancia.” Pero
hagámoslo breve: Les mando el programa final, que habla por sí sólo de la calidad
del seminario.
En cuanto a las matemáticas nuestras: Estamos eliminado o reduciendo gastos
sensiblemente, pero hay uno en que necesitamos vuestra ayuda. Por supuesto
que siempre hay un número de personas que se anota y luego por diferentes
circunstancias no puede acudir. Nuestro problema de costo es que para no so-
brecargarnos de trabajo material, imposible de realizar ese día, confeccionamos
ahora con anticipación tanto los recibos como las facturas para todos los inscriptos
y también los diplomas. De este modo quienes asistan tendrán su diploma listo
para retirarlo, firmado, al final del día. No será necesario, ni posible, pedirlo ul-
teriormente. Esta mayor eficiencia en preparar facturas, recibos y diplomas con
anticipación se vuelve en pérdida o merma respecto a los que se inscriben pero
no vienen. Por supuesto que no todo inscripto podrá venir, eso es absolutamente
normal y la época lo suficientemente especial como para justificar imposibilidades
de último momento.
Pero hagamos todos un esfuerzo, el último del año académico. Demostremos
que podemos trabajar y seguir trabajando aún en la adversidad. O sea, sobre
todo vengan a recoger el recibo y la factura... (Perdón por el mal gusto, gracias
por las finanzas de la FDA.)
Hemos recibido muchas buenas ideas de las anteriores evaluaciones. Por favor
no dejen de seguir haciéndolas, nos sirven mucho. En nombre de los organizadores
y coordinadores de los paneles, de los distinguidos panelistas, y casi me animo
a decir de ustedes mismos que con su concurrencia contribuyen a alegrarnos la
vida y sernos útiles recíprocamente.

424
ii. método y habilidades en la red M-57

14. John Rawls

Carolina Fairstein nos escribe desde Estados Unidos:


“Estimados colegas y amigos,
“Me tomo el atrevimiento de utilizar la red de la cátedra para brindar Homenaje
y recordar a John R awls que murió el otro domingo y fue uno de los juristas y
filósofos del derecho contemporáneo más importantes e influyentes, independien-
temente de que uno pueda o no compartir todas sus posiciones.
“Un amigo me envió este artículo escrito por Nagel, otro jurista contempo-
raneo que mas alla de su reconocimiento y fama como filosofo del derecho es un
profesor inigualable. Yo tomé el curso de Moral Philosophy con él ahora en NYU
y no puedo mas que recomendarles altamente que lean cuanto encuentren de el.”
http://www.tnr.com/archive/1099/102599/nagel102599.html”
Gracias, Carolina Fairstein.

15. Algunas recomendaciones sobre la escritura

En una de las clases, que resultó funcionando como un taller de escritura, agre-
gué algunas recomendaciones a las que doy tradicionalmente. Las acompaño.
No usar normalmente calificativos antes de los apellidos que uno cita. Ni
doctor, ni profesor, ni maestro, nada. Si excepcionalmente uno quiere hacer un
homenaje, está bien hacerlo, pero no puede ser el estilo normal de la escritura el
andar calificando a las personas. Los no calificados quedan así descalificados,
innecesariamente.
No poner en el texto, normalmente, apellidos de autores. Hacerlo solamente
por excepción, cuando uno quiere homenajear a alguien o destacar en particular
lo que alguien ha hecho. Pero el texto no debe estar lleno de apellidos porque
dificultan la lectura.
Como norma general, no transcribir frases de terceros en el texto, ni normas.
Hacerlo solamente por excepción, cuando la cita que uno hace es verdaderamente
muy lograda y uno no encuentra otra forma, personal, de decir lo mismo, claro
que citando el origen de la idea en una nota al pie. Componer una pieza literaria
con trozos de terceros quita ilación a la nota, corta la narrativa, corta la lectura,
y lleva a que el lector saltee lo que está entrecomillado. No entrecomillar, claro,
es plagio. La sanción al plagiario es que no se lo cita.
Toda la información que uno adquiere cuando escribe no tiene que transmi-
tirla al texto. Es información que uno necesita tener en la cabeza al hacer lo que
hace, pero no debe cargarla en el texto a menos que crea que el lector no puede
encontrarla fácilmente o no tiene computadora o acceso a Internet. Si uno quiere

425
M-58 ii. diálogos con agustín gordillo

orientar la lectura, puede desde luego hacerlo, pero desde la nota al pie, nunca
desde el texto.
Determinar si el autor estudió el tema o no, es fácil: Si comete errores es que
no estudió bien.
Si cita mucho, con eso no muestra que estudió, muestra que no le interesa que
lo lean, porque justamente no está hablando él sino haciendo hablar a terceros.
La forma de demostrar que se ha estudiado el tema es no cometiendo errores de
información.
El texto tiene que tener simplemente el relato argumental de la idea del autor,
y toda información, referencia, fuente, etc., debe estar en las notas al pie para
que la lectura del texto se pueda hacer fácilmente y con agrado. Si uno quiere
ver más de lo que el autor está exponiendo, se fija en sus notas al pie. Si no le
interesa ver más, al menos que haya podido leer sin interrupciones lo que el
autor tenga que decir.
El papel no es para reproducir lo que ya está en Internet, eso lo busca cada uno
si lo necesita o lo quiere. No es función del papel reduplicar Internet. El trabajo
que uno hace debe argumentar, razonar, pensar, discutir, etc., y solamente in-
formar lo que no esté en el conocimiento público o accesible al conocimiento del
público, salvo las citas al pie que uno considere necesarias.
Todos tenemos un vicio adquirido del dar clase. Cuando se da la clase como
un mecanismo de transmitir información al alumno, entonces el profesor junta
información de donde lo cree pertinente y se la da predigerida al alumno, que así,
en vez de estudiar en las fuentes, estudia lo que le selecciona el profesor. Creo
que eso no es enseñar, pero en todo caso un material preparado con ese método
para los alumnos, tampoco es para publicar.
Lo mismo si a un alumno se le encarga realizar una monografía para aprobar
la materia. Quizás lo que el profesor quiere es que el alumno estudie, investigue,
y junte en una monografía todo lo que leyó. Si es así es un modo legítimo de apro-
bar la materia. Lo que no tiene sentido es publicar esa monografía donde sólo
hay recopilación de información. Eso no lo lee nadie y el autor se desprestigia.
Con tanto exceso como hay de material publicado, el lector selecciona constan-
temente qué va a leer, pues no puede leer todo. Si queremos ser leídos debemos
limitarnos a argumentar, razonar, discutir, etc., pensar y hacer pensar, pero
no informar sino en notas al pie y siempre que pensemos que el lector es un
desinformado tal que ni siquiera sabe donde buscar la información que no tiene.
En mi tesis doctoral hice capítulos de derecho comparado. Nunca la publiqué.
Cuando en una obra advierto un capítulo de derecho comparado, o un párrafo
de derecho comparado, no lo leo. Si me interesa, acudiré a las fuentes. Lo que
ciertamente no me interesa es la versión que me pueda dar otro de fuentes a

426
ii. método y habilidades en la red M-59

las cuales yo también puedo acceder. El derecho comparado se usa como parte
de un razonamiento, no como un relato autónomo y descolgado del resto de la
argumentación que uno está queriendo hacer.
Un escrito convence por sus argumentos, no por sus citas. Por cierto si las
ideas que uno utiliza han sido publicadas por otro, es del caso indicarlo al pie en
una nota, teniendo a su vez cuidado en no citar al tuntún, sino fijarse quién dijo
primero qué cosa. No sea que cometamos el imperdonable error de citar de algún
manual una frase o una definición como si perteneciera al autor del manual y
resulta que la frase o la definición ha sido dada por un tercero. Ahí queda en
descubierto la falta de estudio e investigación de quien publica la nota.
Además, claro, hay que poner títulos y subtítulos, utilizar la numeración de-
cimal para hacer subpuntos, utilizar la función esquema de la PC para intentar
distintas maneras de reordenar el material hasta que finalmente uno consiga
una ilación adecuada.
[…]

16. Algo de inglés, algo de método

El año 2001 redistribuí cartas que recibía o contestaba y juzgaba de interés para
los demás, omitiendo los datos del que lo enviaba y lo personal de la carta salvo
que fuera realmente un tema académico puro. Es mi fuerte deseo preservar la
privacidad de las comunicaciones de cada uno. Si en algo me llegara a equivocar,
por favor díganmelo sin vueltas así lo corrijo y evito su repetición. En realidad
me han expresado dudas acerca de la prudencia de tan amplia difusión, pero mi
argumento es la transparencia.
Estuve intercambiando correspondencia con uno de los que llamo “amigos
profesionales,” sobre los trabajos que estoy haciendo actualmente, básicamente
An Introduction to Law, Statutory Limitations of Administrative Tribunals y
Civilizations and Public Law. A View from Latin America.
An introduction to law, Prefacio de Spyridon F logaitis, Director, European Public Law
Center, Londres, Esperia Publications Ltd., 2003, http://gordillo.com/aitl.html; “Statutory
Limitations of Administrative Tribunals,” conferencia pronunciada en Washington, D.C., el
22 de noviembre de 2002; “Civilizations and Public Law: a View from Latin America,” paper
y exposición oral presentadas al seminario internacional “Civilizations and Public Law,”
European Public Law Center, Atenas, 17-19 de abril de 2003.

En lo que sigue va reproducida parte de la última carta que envié, que pensé
puede interesarles a algunos de ustedes. Tiene el vicio de incluir algunas frases
en inglés, porque el idioma en que están los trabajos se me pegó transitoriamente
un poco. Ruego disculpas.
[...]

427
M-60 ii. diálogos con agustín gordillo

“En castellano no tengo problemas en no leer, improvisar y acortar o alargar


según las necesidades del momento. Prefiero siempre no escribir antes la charla,
para ver qué se me ocurre cuando hablo. Luego la desgrabo o la escribo.
“En inglés no creo que nunca logre eso. Por ello, when the stakes are high, me
tomo algunas precauciones adicionales, además de escribirla con tiempo. En la
versión ya casi final del día anterior tenía una grabación en inglés hecha a mi
pedido por una traductora americana [...], leída con voz normal, que me permitió
confirmar mis temores: Duraba cuarenta y cinco minutos, demasiado exceso para
los 35 que estaban previstos. Que alguien me hubiera pasado un papelito con la
indicación del tiempo y yo sabiendo que no terminaba a tiempo podría destruir
mis nervios y perjudicar la exposición. Entonces y por mayor precaución, conté
los caracteres en la PC, saqué la cuenta de cuánto debía cortar para llegar a 35
minutos, y empecé a podar hasta tener una exposición de esa extensión. Procedí a
dividir, también en la computadora, 7 secciones de cinco minutos cada una, e hice
marcas en mi texto y puse papeles pegados en la página de atrás, en cada lugar,
marcando 5, 10, 15, 20, 25, 30, 35 minutos. Con el reloj en el podio, procedí a leer.
Con tantas precauciones estaba absolutamente tranquilo, pude hacer algunas
bromas, intercalar expresiones, hacer un poco de expresión. Estaba ya totalmente
en calma y realmente me fue bien.”
[...]
“Estos son pequeños trucos que es indispensable practicar cuando uno quiere
tener éxito, pero llevan mucho tiempo y preparación. A veces vale la pena, como
en este caso [...] sabía que hablar en ese ambiente era mucha exposición y mucho
riesgo y me tomé tantos recaudos como pude imaginar.”
[...] “Allí se aplica otra reflexión de Einstein, al lado de la que está en Civili-
zations y donde agregué su [...] cita de Oscar Wilde [...] y es que la creación es
noventa por ciento transpiración. Otro dato más: Llegué deliberadamente una
semana antes, para estar absolutamente reposado y prácticamente no salí del
hotel para seguir practicando y no pescarme un resfriado.”
[...]
“En el trabajo de Civilizations ya ando por la versión 26 y todavía no traté su
reflexión, por cierto exacta, sobre mi yanquismo y no europeismo: I’ts a tough one.
Ocurre en verdad que por ahora me siento muy cómodo en mi país y en realidad
no tengo la experiencia de vivir más de dos o tres meses afuera. Viajo mucho,
por cierto y en Europa lo paso mejor que en EE.UU., lo siento culturalmente
enriquecedor y más relaxed que USA. En USA en cambio siento que debo estar
más atento, que debo rendir más y mejor, que estoy más bajo la lupa del control
social. Eso lo hace menos placentero pero más formativo: Es como hacer ejercicio,
uno endurece los músculos y mejora la respiración. Hay otro atractivo de USA

428
ii. método y habilidades en la red M-61

y es sólo para hombres: Soy un amante de los gadgets. Tengo una característica
que dicen ser femenina, soy gastador y por ello también disfruto de la capital del
consumismo, más NY que Washington D.C. Eso por lo que hace a las preferencias
ocultas. En cuanto a las de fondo, creo que en USA se trabaja más que en Europa
y en Europa más que en América del Sur. Eso es lo que hace a una sociedad más
fuerte, eso es lo que hace una sociedad más débil, respectivamente.”
“Hay una reflexión que sí introduje tratando de dar respuesta a su interrogante
y su crítica, y creo que esta correspondencia lo ejemplifica. En América del Sur
entendemos mucho la amistad como lavishing time on the loved ones. Time, just
time and of course love. While that may be true and appropriate anywhere in
the world when you are talking about the intimate family, it is not when you are
dealing with professional friends. You want time to be meaningful, you don’t have
an excess of it. Esos son los amigos profesionales: Uno podrá no tener siquiera
contactos sociales, los sentimientos son menos personales y más profesionales.”
“Para que Ud. tenga una idea más concreta, este trabajo lo estoy mandando a
60 amigos o conocidos de estas características. Unos 40, de cuya amistad profe-
sional no dudo, ni siquiera me contestaron esta vez, ni una sóla palabra, ni una
vez. Es que cuando se trata de amigos no se necesita perder tiempo en disculparse
por no contestar, el otro sabrá que alguna razón habrá que no será el disgusto o
el enojo con uno, sino simplemente que en el momento tiene otras prioridades, o
el tema no le interesa, o vaya a saber qué. No importa, es cuestión del otro: Si se
cansa, borra el documento o me pide que lo saque de la lista.”
“De los que contestan algunos observarán detalles, otros el enfoque general,
otros algún enfoque particular, otros harán críticas puntuales y así sucesiva-
mente, con cada aporte de cada amigo uno tiene la oportunidad de ir reformu-
lando el trabajo y, con suerte, mejorándolo al menos en la tesitura que uno haya
resuelto. A veces uno la cambia. Por ejemplo un amigo americano me dijo, con
fundamentos, «The time is not now.» Pues me convenció y modifiqué ese aspecto.
Hasta le robé algunas palabras de su carta, sin atribución por cierto pues era
muy personal y tengo suficiente confianza y muy larga amistad (más de cuarenta
años) como para hacerlo.”
“El grupo de 60 del cual le hablo se refiere a los angloparlantes que pensé
podía interesarles estos trabajos y tal vez darme alguna sugerencia. A los his-
panoparlantes que les interesa el inglés los estoy agregando en esta ocasión
por si les interesa practicar el idioma, simplemente; pero también por si tienen
comentarios que me quieran hacer.”
“Tengo a su vez una lista más extensa de personas a las que interesa el derecho
en general o el derecho administrativo en particular, y algunas que no son abo-
gados también. A ellos les mando noticias de interés general, por si les resultan
de interés. A veces ocurre que sí, aún cuando el tema no sea de los que ellos les

429
M-62 ii. diálogos con agustín gordillo

interesa habitualmente. Esta lista la integran hasta personas que no conozco


personalmente pero si alguno desea ser borrado no tiene más que decírmelo.”
“Por último, cuando hago o recibo alguna carta que pienso puede interesar-
les a los demás, elimino normalmente el que me escribió o a quien contesto y
retransmito la información. No paso todo lo que recibo, pues a veces me parece
que es información que puede no interesarles a todos y tengo miedo de recargar
en exceso sus e-mails.”
[...]

17. Enfatizando cuestiones de método

[...]
(Este material se encuentra ahora en el Libro I, El método en derecho, 2ª ed, dentro del t. 6
del Tratado de derecho administrativo y obras selectas, cap. XIII, “Enfatizando cuestiones
de método,” http://gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap13.pdf.)

[...]
P.S.: Hay que buscar una buena idea, tener un buen comienzo, un buen final,
elegir un título con gancho, no dar información innecesaria o duplicada, cuidar
al lector final.

18. Preparando una clase extraña. Costo – beneficio

[...]

18.1. Segundo grupo de reflexiones

Una segunda tarea de aprendizaje para la clase del 8 de agosto consiste en que
lean —también superficialmente en cuanto al fondo: No interesa el contenido
sino nuestras dos materias— el trabajo que llevé a Yaoundé, que ya distribuí en
castellano pero por las dudas acompaño nuevamente. La idea es que hagamos
juntos una reflexión de costo–beneficio, o aplicación práctica del principio de
proporcionalidad, a fin de analizar cuánto esfuerzo obtiene qué resultado.
En este caso la idea es que las reflexiones que hagamos en clase las puedan
trasladar a su propia experiencia en la futura formación académica y profesional.
El objetivo, pues, debe en todos los casos estar orientado a determinar qué consejo
o guía práctica puede obtener cada uno para sí mismo.
No interesa aquí el contenido del trabajo ni su acierto o desacierto, sino sola-
mente el análisis de costo-beneficio personal. Para facilitar la tarea indico las
siguientes informaciones de costo de origen: Me enteré del congreso de Yaoundé
estando en otro Seminario del Instituto Internacional de Ciencias Administra-
tivas, en Frascatti. (Al sur de Roma.)

430
ii. método y habilidades en la red M-63

Me pareció que tenía que ver con mi libro The Future… y mi artículo Civi-
lizations… (trabajos y costos previos, el segundo preparado para el Congreso
que se realizó en Atenas en abril de este año) y pedí a mi secretaria, desde el
exterior (costo telefónico), que contactara al ponente general del tema específico,
Pedro Enrique A ndrieu, le adelantara mi deseo de participar en ese seminario,
le enviara el libro, etc. Luego lo llamé por teléfono a él también desde el exterior
para ver si mi inclusión era posible.
A mi regreso, finalmente pude determinar que asistiría y hablaría, todo lo cual
significó tiempo y esfuerzo de A ndrieu, pues los plazos hacía rato que estaban
vencidos.
También hubo que realizar un operativo para asegurar que me enviaran desde
Europa la cantidad de libros que se calculaba como necesaria, 150-200.
Mientras tanto, estuve pensando en una exposición que no fuera la repetición
de lo que ya tenía escrito (tiempo de reflexión) y comencé a trabajar sobre la idea
que había llevado para exponer en Frascatti (dos páginas), lo que transformé de
a poco en el documento que les distribuyo. (Hecho en inglés, luego traducido al
castellano por los coordinadores del libro López Olvera /Vocos Conesa —tiempo
y costo de ellos— y finalmente corregido por mí.) Para viajar debí darme obliga-
toriamente la vacuna contra la fiebre amarilla, y optativamente aproveché por
darme tres vacunas más de largo plazo. Ya estaba vacunado contra la gripe.
Las vacunas me ocasionaron un ligero estado febril y otras molestias (costo
en salud); además debí interrumpir una clase para ir a darme la vacuna en el
horario puntual en que la daban (de 15 a 16); también es un costo mío y ajeno. El
costo del viaje y la estadía estuvo a mi cargo, como la inscripción en el congreso.
El viaje de ida llevó cuatro días, el de regreso tres días; ello debido a la extrema
dificultad de combinar las conexiones.
Al costo del viaje hay que agregar el exceso de equipaje y costo de los libros,
de llevar 200 ejemplares del libro para distribuir y el exceso de equipaje de traer
documentación del congreso. (Para ello hube de pedirlos al exterior, pagarlos,
hacerlos retirar de la aduana, etc.) Los 200 libros se pusieron a disposición del
público, todos fueron retirados, pero pude advertir que varios participantes eu-
ropeos en mi tema no tomaron el libro.
No asistí sino a las reuniones de mi grupo de trabajo, que eran una por día, de
dos horas. El resto del tiempo lo dediqué a trabajar en el hotel sobre mi ponen-
cia, para reducirla a cuatro o cinco páginas que es lo que corresponde a quince o
veinte minutos. Con mucho esfuerzo finalmente pude reducirla a cuatro páginas;
en la exposición misma hube de saltear parte de la lectura porque con mi reloj
delante ví que me faltaría tiempo.

431
M-64 ii. diálogos con agustín gordillo

Para poder hacer ese trabajo previo de resumen y cálculo del tiempo debí llevar
la laptop y sus accesorios (costo, molestia, engorro de viaje) y utilizar artículos de
escritorio que llevé conmigo (ídem). El cómputo del tiempo de exposición ya lo tenía
predeterminado (costo previo) de cuando expuse en noviembre en Washington.
(“Restricciones normativas de los tribunales administrativos internacionales.”) En
aquella ocasión viajé una semana antes (a mi costo) para trabajar todo el tiempo
en el hotel con una grabadora y la computadora a fin de afinar el uso del tiempo.
De no haber efectuado ese entrenamiento antes, debiera haberlo efectuado
en Yaoundé. Ese entrenamiento, ahora en inglés, lo hice al comienzo de mi vida
académica en castellano. Cuando fui profesor en París I y París II tenía que
preparar cada clase por escrito, hacerla corregir y luego ensayarla hasta que me
saliera pulidamente. Bastante trabajo, costo previo.
Uds. deben también tener el entrenamiento de saber medir el tiempo en
cada minuto de exposición. Los que vayan a hablar en el seminario del 20
de agosto pueden calcular perfectamente el tiempo que cada uno dispondrá, y
prepararse consecuentemente. El costo de no prepararse es que a uno le recuer-
den que se le venció el tiempo y se desconcentre o ponga nervioso; que la gente
considere que uno cansó o aburrió, que no lo escuchen la próxima vez (recordar
Lord Denning), que no lo inviten de nuevo, etc.
Todo tiene su costo. No todo tiene su beneficio. A veces el beneficio es no tener
perjuicio.
Ni en Washington, ni en Yaoundé, hice paseo alguno. Ni siquiera tuve tiem-
po ni deseos de salir de mi habitación del hotel salvo para hacer la exposición:
Debía estar concentrado intelectualmente, descansado físicamente para estar
en forma casi óptima para dar lo mejor de mí. Mi objetivo no era pasear sino
exponer en las mejores condiciones. Cuando quiero pasear, voy a pasear; cuando
debo trabajar, trabajo.
Una persona holandesa dijo haber leído mi artículo “Civilizations…” Después
encontré un finlandés que también lo había leído. A ambos les gustó; el matrimo-
nio holandés llevó un libro más para la biblioteca del Congreso de Holanda. El
coordinador del panel, A ndrieu, me dijo que el nuevo trabajo (que menciono al
final) le pareció “fuerte” y “polémico”. El presidente de la mesa, un húngaro que
es vicepresidente del Instituto de Bruselas y representa a su país en París ante
la Unión Europea, me felicitó por haberme ajustado al tiempo (tenía 15 minutos,
utilicé catorce) y creo que le gustó la exposición.
Hicieron contacto conmigo e intercambiamos tarjetas, en total, 7 personas, a
todas ellas hube de darles el ejemplar del libro (me había quedado con algunos),
pues no lo habían retirado. Me prometieron leerlo y como europeos seguramente
cumplirán. Asistencia al Congreso: 260, en su mayor parte de lo que se denomina
Africa subsahariana, pero también de países asiáticos, medio oriente, etc.

432
ii. método y habilidades en la red M-65

De algún modo la cuenta es siete contactos directos sobre un total de 260


personas. Si alguien leerá el libro o no, si le gustará o no, ya escapa a mi posi-
bilidad de saberlo.
Los idiomas que se hablaban eran el francés y el inglés: Hay que computarlo en
el costo–beneficio como tiempo invertido previamente que era necesario tenerlo ya
gastado: Alguna proporción al menos cabe considerarla como “costos generales”
en el costo-beneficio de ir a Yaoundé.
En Yaoundé me enteré que el próximo Congreso del Instituto Internacional de
Ciencias Administrativas será en Seoul en julio de 2004, sobre el tema “Gobierno
electrónico y derecho.” Haber obtenido a tiempo el dato del próximo congreso es un
beneficio del viaje a Yaoundé. Haber sabido de Yaoundé es un beneficio del viaje a
Frascatti. Haber viajado a Frascatti es un beneficio de haber ido a Washington.
Cada cosa encadena otra.
La versión inglesa del nuevo trabajo que llevé a Yaoundé intenté primero
publicarla en el seminario que organiza el mismo IICA de Bruselas sobre inmu-
nidades de organismos internacionales, a que asistí en Frascatti y que publicará
un libro próximamente. El coordinador me contestó que no se encontraba en la
línea en que venían trabajando, lo cual es cierto y que por lo tanto no lo incluirá
en este próximo libro. Tampoco el congreso publica sus resultados, desde luego.
Entonces lo mandé a la revista de Bruselas, y escribí y mandé mails indivi-
duales para: El director y subdirector de la revista; el director general del IICA
que también integra el Comité de Dirección de la Revista y a quien conocí en
Yaoundé. Antes del congreso había enviado el libro a él y demás autoridades del
congreso (costo). También le escribí individualmente a varios miembros (cinco)
del comité de redacción que conozco, acompañándoles el trabajo y contándoles
que el coordinador del otro seminario lo había rechazado y señalando el motivo.
El coordinador que rechazó mi trabajo está también en el comité de redacción de
la revista y le escribí igualmente. A todos les dije que entendería por supuesto
si no lo consideraban publicable. A todos les dije que fui miembro del comité de
redacción de la revista desde 1974 a 1989 y publiqué dos artículos en ella, en
1982 y 1984. La explicación de que el artículo había sido rechazado me pareció
necesaria por el principio de buena fe. Todo esto tiene costo de tiempo (que incluye
destreza en el manejo de la computadora —tiempo de experiencia—, dinero —te-
ner la PC actualizada, los programas actualizados— e-mail, etc.), y de relaciones
personales. No sé si el artículo se publicará en inglés. En castellano aparece en
el libro de López Olvera /Vocos Conesa.
“International Organization’s Accountability in Shared Public Governance.” (Exposición en
Yaoundé, Camerún, el 18 de julio de 2003.) Traducido y corregido como “La futura respon-
sabilidad de las organizaciones internacionales en un gobierno compartido” en LL, 2003-E,
1195, http://gordillo.com/articulos/art37.pdf. Reproducido en el libro de L ópez Olvera y Vocos

433
M-66 ii. diálogos con agustín gordillo

Conesa (coords.), Perspectivas del derecho público en el umbral del Siglo XXI, Buenos Aires,
FDA, 2003, pp. 293-308.

A la vuelta de Yaoundé debo continuar durante cuatro semanas tomando un


antibiótico preventivo de la malaria, que debí comenzar a tomar dos días antes
de viajar. No he tenido ningún trastorno físico durante el viaje ni después, salvo
el extremo cansancio que todo viaje me provoca y me dura un par de días después
del viaje.
Antes de viajar, mi médico me indicó consultar en un centro de infectología,
donde tienen información sobre cada país y ciudad del mundo. Con esa informa-
ción y otras que me proporcionaron amigos y luego de consultarlo con el médico,
me dí las vacunas que antes mencioné y llevé conmigo latas de verdura, leche
en polvo descremada, aderezos. Me preparé las comidas en el hotel y comí en la
habitación. Llevé platos y vasos descartables, que en cada ocasión lavaba y tira-
ba. Llevé cubiertos normales en la valija. Mi médico me hizo, de iniciativa suya,
una certificación de por qué llevaba todo eso, por si tenía problemas aduaneros.
No los tuve en el tránsito y en el destino tuvimos recepción oficial a la entrada
y a la salida, de modo que nunca tuve problemas. Me lavé siempre los dientes
con agua mineral embotellada, según consejo del centro de infectología. Por sus
indicaciones llevé varios frascos de insecticida (Off) y me lo puse —siempre según
las indicaciones— antes de bajar del avión, pero como era invierno allá (aunque
con 25-30 grados) no había mosquitos. Resultó una precaución innecesaria. Me
sobró comida y Off, pero los dejé para no pagar mayor exceso de equipaje. Todo
ello supone costo económico y costo de incomodidad.
[...]
Mi propio balance: El tema de mi libro es sumamente raro y polémico. A casi
todos les parece interesante pero nadie está de acuerdo en mi propuesta. Que
existiera un congreso justamente sobre el mismo tema, gobierno compartido, me
pareció una oportunidad única e imperdible para difundir mi trabajo.
No me arrepiento de la decisión tomada y si hubiera de resolver de nuevo
sabiendo todo esto no sé si resolvería del mismo modo, pues el balance costo-
beneficio parece prima facie bajo; tendría que darse un cúmulo de razones muy
buenas para que quisiera repetir la experiencia de Yaoundé. Pero generalmente
ocurre lo mismo en todos los congresos internacionales, en cualquier parte del
mundo: acá la diferencia es que el propio lugar de reunión era más difícilmente
accesible por las pocas conexiones de vuelos y con mucho problema de posibles
enfermedades tropicales.
Pero es por ir a congresos que fui invitado a escribir, y pude publicar, los dos
libros en inglés; las ediciones que estoy haciendo en América Latina no surgieron
espontáneamente desde la distancia, sino en ocasión de encontrarme charlando
en otro país con otra persona y salir el tema.

434
ii. método y habilidades en la red M-67

O sea, el cálculo es siempre complejo y resulta más cualitativo que cuantitativo.


También hay un efecto acumulativo tanto de costo (cada vez uno se cansa más
de viajar, cada vez tiene menos ganas de conocer) como de beneficios: Cada vez lo
conoce a uno más gente, cada vez se venden o distribuyen más libros, cada vez
hay más personas que lo leyeron, cada vez hay más que piensan que uno puede
ser la persona indicada para algo, etc.
[...]

19. La tarea imposible de la nota perfecta

Toda mi vida luché, en mi interior, contra la nota. Mi padre me decía que no hacía
falta que yo fuera “el mejor,” sino que estuviera “entre los mejores.”
Salto deliberadamente a la Universidad como profesor, omitiendo por ahora mis
tiempos de estudiante. Por mi historia, siempre consideré con cierta extrañeza a
la gente que buscaba el diez absoluto o la nota perfecta. He puesto muchas veces
diez absoluto a alumnos que estaban cursando, a veces antes de que terminaran
el curso: Es obvio, siguiendo una simple regla estadística, que he tenido alumnos
brillantes. En efecto, puesto que hay personas brillantes en la vida, que a su vez
han pasado por la Universidad, es casi imposible que un profesor de más de cuatro
décadas de docencia no haya tenido muchos alumnos brillantes, merecedores del
diez absoluto. Pero a veces es difícil distinguirlos cuando los alumnos son muchos.
Recuerdo quejas desgarradoras de personas a las que destruí el promedio
calificándolas con un nueve, el único en su historia de todos diez. Nunca lo hice
intencionalmente y durante buena parte de mi posterior vida docente anuncié
que el que quisiera mantener promedio me lo anunciara al comienzo del curso,
así lo tenía en cuenta a esos efectos.
Se ve que esto sonó más a amenaza que a honesta advertencia, porque no re-
cuerdo que me haya sido dicho. Siempre aparece, con todo, alguien que me anuncia,
cuando ya termina el curso, que necesita nota porque piensa pedir una beca en
una universidad extranjera donde el promedio es requerido como condición: Me
lo acaban de decir en un curso de Habilidades Profesionales donde hace varios
años que califico solamente con “Aprobado,” ni siquiera desaprobado: El que no
aprueba le digo que debe recursar y lo anoto como ausente.
Para medir si alguien merece un diez se necesita tiempo y atención especial.
No comprendo que alguien busque el diez y no se atreva a decirlo al profesor al
iniciar el curso, para que lo pruebe y vea si merece el diez o no. Lo otro es jugar
a la lotería: Impresionar lo suficientemente bien al profesor como para que éste
considere necesario e inevitable ponerle un diez. Es claro que muchos conocen
este juego y se ganan un diez siendo siempre brillantes con comillas, no brillan-

435
M-68 ii. diálogos con agustín gordillo

tes en serio. Pero eso es de patas cortas, no dura demasiado. La vida no pone
sobresaliente a todos todo el tiempo.
Cabe recordar la anécdota de Norman Brisky que cuenta el Libro I, “no te
hagás el buen alumno.”
Por eso creo mejor tratar de derivar las energías no a conseguir promedio
alto, sino a tratar más y conocer mejor las enseñanzas de aquellos que se crea
que le pueden enseñar. En los cursos de postgrado muchos aprovechan y muchos
desaprovechan esa posibilidad. Algunos tratan de hacer contacto con los nombres
conocidos o famosos, no con los que les pueden enseñar algo. Tampoco es bueno.
Pocas veces me han pedido una carta de recomendación para una solicitud de
beca ante una universidad extranjera. En todos los casos menos uno, quienes me
lo pedían tenían una historia de trabajo y conocimiento profesional conmigo. Pude
empezar la carta diciendo desde cuándo los conocía, a través de qué actividades,
y qué impresión fueron causando en mí a través del tiempo. En todos los casos
en que hice recomendación genuina de una persona que conocía bien del mundo
académico, siempre fue aceptada para lo que se proponía conseguir. El problema
no es la nota, ni siquiera salir de una buena Universidad. El problema es cómo
la persona es y cómo trabaja o estudia.
[...]
A veces hay profesores extranjeros o miembros de comisiones de admisión o
reválida que me llaman por teléfono o me mandan un mail pidiéndome mi opinión
sobre algo relativo al mundo académico. Siempre contesto con sinceridad. Algunos
miembros argentinos de jurados hacen lo mismo solicitando opinión a las refe-
rencias que los concursantes ofrecen. Los resultados pueden ser sorprendentes.
El objetivo no debe ser la nota, sino el aprendizaje real que uno tenga en fun-
ción de haber cursado.

436
Capítulo III

NUBARRONES EN LA RED

1. Humor legal navideño

Mi gran amigo Enrique Saravia me ha enviado unas imperdibles “Lawyer’s


Christmas Greetings.” Creo que vale la pena reproducirlas, con agradecimiento
a su emisor:

A Lawyer’s Christmas Greeting


– This greeting is subject to further clarification or
withdrawal.
– This greeting is freely transferable provided that
no alteration shall be made to the original greeting
and that the proprietary rights of the wishor are ack-
nowledged.
– This greeting implies no promise by the wishor to
actually implement any of the wishes.
– This greeting may not be enforceable in certain
jurisdictions and/or the restrictions herein may not be
binding upon certain wishees in certain jurisdictions
and is revocable at the sole discretion of the wishor.
– This greeting is warranted to perform as reasonably
may be expected within the usual application of good
tidings, for a period of one year or until the issuance of
a subsequent holiday greeting, whichever comes first.
– The wishor warrants this greeting only for the
limited replacement of this wish or issuance of a new
wish at the sole discretion of the wishor.
M-70 ii. diálogos con agustín gordillo

– Any references in this greeting to “the Lord,”


“Father Christmas,” “Our Savior,” or any other festive
figures, whether actual or fictitious, dead or alive, shall
not imply any endorsement by or from them in respect
of this greeting, and all proprietary rights in any
referenced third party names and images are hereby
acknowledged.
From us (“the wishor”) to you (“hereinafter called the wishee”), please accept
without obligation, implied or implicit, our best wishes for an environmentally
conscious, socially responsible, politically correct, low stress, non-addictive,
gender neutral, celebration of the winter solstice holiday, practiced within the
most enjoyable traditions of the religious persuasion of your choice, or secular
practices of your choice, with respect for the religious/secular persuasions and/
or traditions of others, or their choice not to practice religious or secular tradi-
tions at all... and a financially successful, personally fulfilling and medically
uncomplicated recognition of the onset of the generally accepted calendar year
2004, but with due respect for the calendars of choice of other cultures or sects,
and having regard to the race, creed, color, age, physical ability, religious faith,
choice of computer platform or dietary preference of the wishee. By accepting this
greeting you are bound by these terms that…
Gracias, Enrique, ¡Maestro!

2. Sufriendo con el inglés

[...]
“Con el inglés, aunque tengo facilidad desde chico, tengo trabas que las defi-
niría como «psico-ideológicas». Como idioma no me gusta nada al igual que los
anglosajones, aunque los respete de alguna manera. Igualmente sé que tengo que
hablar la lengua que domina al mundo. Imagínese cuando los chinos dominen el
mundo, ahí sonamos todos.”
Amigo, gracias por sus saludos y por su inteligente honestidad en lo que los
psicoanalistas llamarían el insight. Reconocer el problema es el primer paso
hacia solucionarlo.
Estuve mirando nuevamente la película futurista Blade Runner y advierto
que allí hablan inglés, con una fuerte presencia asiática (china y japonesa), y
castellano en off. Creo que es una buena predicción del futuro, en el aspecto
lingüístico. En Europa es normal que cada persona hable tres idiomas, y ya
se va consolidando como política oficial de la Unión Europea. Si Blade Runner
acierta, podremos seguir con el castellano y deberemos, como yo creo, aprender

438
iii. nubarrones en la red M-71

el inglés, pero tal vez nos salvemos de aprender chino porque ellos aprenderán
inglés antes que nosotros.
Esas son las buenas y las malas noticias, al mismo tiempo.
Aclaro de paso que el congreso que comenté en el mail respectivo, donde dos
hablaron francés y tres italiano, y todo el resto inglés, incluso en los pasillos, no
había un solo anglosajón! O sea que el eventual disgusto que cada uno tenga con
los anglosajones no debiera dirigirlo también a la lengua universal. Es como si
criticáramos al español o castellano, o no quisiéramos hablarlo, si es que tenemos
alguna resistencia con España, o Castilla. Personalmente no tengo resistencia
con España (toda mi sangre es española; la mitad castellana) ni con el español
o castellano. Tampoco con los países anglosajones ni con el inglés.
Si hay que estudiar algún otro idioma que el español o castellano, y vaya que
lo hay, es menos sufrimiento estudiar y hablar inglés que francés. Además, hay
reuniones y organismos donde la única lengua es el inglés y no hay traducción
simultánea a ningún otro idioma, ni siquiera francés y mucho menos español,
portugués, italiano, alemán, etc. A mayor abundamiento, hay más películas para
practicar en inglés que en ningún otro idioma.
Y así como nadie confundiría el español o castellano con España, no confundan
el inglés con los anglosajones.

3. Circularizando información sobre un fallo de la Suprema Corte Americana


vinculado a detenidos en unidades militares en Guantánamo

Amigos: nuevamente mi amigo Enrique Saravia me envía una noticia de interés,


del 9 de enero. La reproduzco, con mi agradecimiento.
WASHINGTON, Jan. 9 — The Supreme Court stepped squarely into a mo-
mentous debate over national security and personal liberty today by agreeing
to consider the case of a man who has been held without charges by the United
States military since he was captured in the fighting in Afghanistan.
The justices agreed to hear the appeal of the captive, Yaser Esam Hamdi, who
is believed to hold both American and Saudi citizenship and who is in a Navy
brig in Charleston, S.C.
The Bush administration had urged the Supreme Court not to hear the Hamdi
case, so the announcement today represented a sharp rebuff to the president,
Attorney General John Ashcroft and other architects of administration policy.
In agreeing to hear the case, probably in April, the justices have decided in
effect to subject the Bush’s administration’s antiterrorism policies to a close
examination that could have consequences for decades to come.

439
M-72 ii. diálogos con agustín gordillo

The administration has argued that the threat of terrorism justifies some tough
measures in dealing with suspected enemies of the United States — holding such
people without specific charges in some cases or denying them access to counsel
if such tactics can prevent more attacks like those of Sept. 11, 2001.
But some civil libertarians have expressed fears that in so doing the govern-
ment, and the American people, may make mistakes that will be regretted many
years from now, much as the internment of Japanese-Americans during World
War II is today.
The justices’ decision to take the Hamdi case appeared to increase the likeli-
hood that they would also take another case that pits national security consider-
ations against issues of personal freedom. That case comes from New York City,
where the United States Court of Appeals for the Second Circuit ruled on Dec.
18 that President Bush lacks the authority to detain indefinitely a United States
citizen arrested on American soil on suspicion of terrorism simply by declaring
him “an enemy combatant.” The authorities say that suspect, José Padilla, plotted
with Al Qaeda to detonate a so-called “dirty bomb” in the United States.
On Wednesday, the Bush administration reasserted its broad authority to
declare an American citizen to be an enemy combatant, and it suggested that
the justices hear the Hamdi and Padilla cases at the same time.
The government said in its brief that the Second Circuit ruling in the Padilla
case was “fundamentally at odds” with court precedent on presidential powers,
which the courts have historically given greater deference to in matters of natio-
nal security. The decision “undermines the president’s constitutional authority
to protect the nation,” Solicitor General Theodore B. Olson wrote.
The justices have already agreed to look at a another case involving detentions
in the campaign against terrorism, decided on Dec. 18 by the United States Court
of Appeals for the Ninth Circuit, based in San Francisco. That court declared
that the administration’s policy of imprisoning some 660 noncitizens captured
in the Afghan war on a naval base in Guantánamo Bay, Cuba, without access
to United States legal protections was unconstitutional as well as a violation of
international law.
The Hamdi case comes to the Supreme Court from the United States Court
of Appeals for the Fourth Circuit, based in Richmond, Va. That tribunal, widely
considered the most conservative federal appeals court, ruled in July that the
president does have the authority to detain indefinitely as an enemy combatant
a United States citizen captured on the battlefield and to deny him access to a
lawyer.

440
iii. nubarrones en la red M-73

Mr. Padilla, the defendant in the case from the Second Circuit, was arrested
in the United States. He is a former Chicago gang member and has been held
in the same brig as Mr. Hamdi.

4. Dificultades en la defensa del consumidor, Pcia. de Buenos Aires

“Estimado Dr. Gordillo:


“Le envío archivo adjunto con el texto del Código Provincial de Implementa-
ción de los Derechos de los Consumidores y Usuarios de la Pcia. de Bs. As. (Ley
13.133), publicado en el Boletín Oficial de la provincia N° 24.859. 
“En el documento que envío está primero el texto tal cual fue sancionado y al
final el decreto de promulgación (Decreto 64/2004) que contiene las observaciones.
En el texto de la ley resalté en negrita y cursiva las partes que fueron observadas
por el Poder Ejecutivo.
“El texto sancionado difiere bastante del anteproyecto originario redactado
por Gabriel Stiglitz, al cual desde el Instituto de Derecho del Consumidor del
Colegio de Abogados de La Plata efectuamos algunos aportes durante el trámite
parlamentario (fundamentalmente lo referido a las atribuciones de los municipios).
“La redacción que había sido aprobada por el Senado, y en la cual tomamos
en cuenta las sugerencias que Ud. y el Dr. Hutchinson efectuaron cuando los
invitamos a la jornada organizada en diciembre de 2001, se aproximaba bastan-
te a la «ley ideal.» Sin embargo, fue modificada sustancialmente en la Cámara
de Diputados debido a la sed de protagonismo de algunos diputados que, pese a
no conocer el tema, trataron de dejar su impronta en la ley. También influyeron
negativamente las voluntades de algunos asesores parlamentarios que poseían
intereses personales que la ley podía afectar. Ud. con su experiencia, seguramente
sabrá muy bien de estas «cuestiones ajenas a la razón.»
“A su vez, el Poder Ejecutivo provincial observó parcialmente el texto sancio-
nado. El veto tampoco me parece del todo atinado y aquí Ud. por supuesto que
tendrá un mejor criterio que el mío. Me refiero puntualmente al veto del 2do
párrafo del art. 23 que establecía el trámite sumarísimo para los reclamos judi-
ciales en la materia (concordantemente con el art. 53 de la ley 24.240) y el art.
30 que establecía la competencia de la justicia civil y comercial (o los Juzgados
de Paz). El motivo del veto fue la «incompatibilidad» del texto con la ley 12.008
que establece la competencia contecioso administrativa provincial. No obstante,
las únicas cuestiones que caen dentro de esta competencia son «Las que se sus-
citen entre prestadores de servicios públicos o concesionarios de obras públicas y
usuarios, en cuanto se encuentren regidas por el derecho administrativo.» Ello no
justificaba, creo, el veto íntegro de los artículos que establecían el procedimiento
sumarísimo y la competencia de la justicia ordinaria en materia de defensa del

441
M-74 ii. diálogos con agustín gordillo

consumidor. Ahora, en estas dos importantes cuestiones, pese a contar con una
norma local, deberemos seguir invocando los preceptos de la ley nacional.
“Finalmente hemos obtenido la «ley posible» a costa de algunas claudicaciones
que no significan resignaciones: Intentaremos seguir perfeccionando el sistema.
A mi juicio, las modificaciones no llegan a empañar la calidad sustancial del texto
sancionado que, si bien no es una maravilla de la técnica legislativa, contempla
cuestiones sin precedentes en nuestro derecho nacional (v. gr. la enumeración de
las obligaciones del estado en la materia en cuanto a las «políticas» de protección,
de regulación, de control de los servicios públicos, de educación, etc.; los efectos
expansivos de la cosa juzgada y de los acuerdos homologados en la instancia
administrativa; etc.).
“Le pido disculpas por la extensión del correo, pero creo que la trascendencia
del asunto lo ameritaba.
“Aprovecho la oportunidad para agradecerle una vez más el aporte que opor-
tunamente nos hiciera, enviarle un abrazo cordial y desearle un muy buen año.
“Dr. Dante Rusconi
“Instituto de Derecho del Consumidor
“Colegio de Abogados de La Plata
“PD: Si entiende que la cuestión puede ser de interés para el resto de los «con-
tertulios virtuales,» y en razón que Ud. es tan cuidadoso con estas cuestiones,
autorizo expresamente a reenviar mi correo o las partes del mismo que considere.”

5. La internacionalización del derecho en la declaración de Monterrey

El Embajador de Paraguay ante la OEA, Dr. Luis Enrique Chase P late, me


hace llegar la declaración de los presidentes en Monterrey, México. Se advierte
el continuo compromiso a la internacionalización del derecho. Reproduzco la
parte pertinente, con mi agradecimiento al gentil colega y amigo. El destacado
me pertenece, y deseo señalar que estas ideas generales son luego implemen-
tadas y apoyadas por todos los medios por los diversos organismos del sistema
interamericano: Recuerdo los capítulos VIII y IX de mi Introducción al derecho.
“Tomaremos todas las medidas necesarias para prevenir y combatir el terro-
rismo y su financiación, en cumplimiento pleno de nuestros compromisos en el
marco del derecho internacional, incluidos el derecho internacional de los derechos
humanos, el derecho internacional de los refugiados y el derecho internacional
humanitario. De igual manera, nos comprometemos a luchar contra todas las
formas de delincuencia transnacional, incluido el tráfico ilícito de drogas, ar-
mas y personas, particularmente cuando generan fondos utilizados en apoyo a
las organizaciones terroristas. También nos comprometemos a adherirnos a las
normas mundiales contra el lavado de activos y la financiación del terrorismo. “

442
iii. nubarrones en la red M-75

“Hacemos un llamado a aquellos países que aún no lo hayan hecho a ratificar


la Convención Interamericana contra el Terrorismo, las doce convenciones y pro-
tocolos de las Naciones Unidas contra el terrorismo, así como otros instrumentos
relacionados. Instamos a todos los países a considerar con urgencia la firma y
ratificación de la Convención Interamericana sobre Asistencia Mutua en Mate-
ria Penal y a participar activamente en la Red de asistencia jurídica mutua en
materia penal.”
El destacado no figura en el original.

6. Un paradigma desde Brasil

Unos amigos brasileños me envían:


“VOCÊ SABE COMO NASCE UM PARADIGMA? (PARADIGMA = Modelo,
padrão, estalão, falsa verdade).
“Um grupo de cientistas colocou cinco macacos numa jaula, em cujo centro
havia uma escada e sobre ela, um cacho de bananas. Cada vez que um macaco
subia a escada para apanhar uma das bananas, os pesquisadores lançavam um
forte jato de água fria sobre os que estavam no chão. Não custou muito para que
a cada vez que um dos macacos ameaçava subir a escada, os demais o enchessem
de pancadas. Em pouco tempo nenhum macaco subia mais a escada, apesar da
tentação das bananas. Os cientistas substituíram então um dos cinco macacos. A
primeira coisa que o novo macaco fez foi subir a escada, dela sendo rapidamente
retirado pelos outros, que o surraram. Depois de algumas surras, o novo inte-
grante do grupo não mais subia a escada. Um segundo macaco foi substituído, e o
mesmo ocorreu, tendo o primeiro substituto participado, com entusiasmo da surra
ao novato. Um terceiro foi trocado, e repetiu-se o fato. Um quarto e, finalmente, o
último dos veteranos foi substituído. Os cientistas ficaram então, com um grupo
de cinco macacos que, mesmo nunca tendo tomado um banho frio, continuavam
batendo naquele que tentasse chegar às bananas. Se fosse possível perguntar
a algum deles porque batiam em quem tentasse subir a escada, com certeza a
resposta seria: «Não sei, as coisas sempre foram assim por aqui...» Não perca a
oportunidade de passar essa história para seus amigos, para que vez por outra,
questionem-se porque estão batendo. «É mais fácil desintegrar um átomo do que
eliminar um preconceito.»”

7. Entre amigos

Uno de los amigos contertulios virtuales me informa que el miércoles 14 de enero


salió en La Ley una nota de González Campaña comentando mi librito The Future
of Latin America: Can the EU Help?

443
M-76 ii. diálogos con agustín gordillo

El comentario es crítico sobre las conclusiones a que llego aunque parece


compartir las conjeturas sobre las que me fundo para el análisis. En todo caso
es un brillante trabajo, que me honra profundamente. Nada enriquece como el
disenso. Como he dicho en algún lugar, un trabajo vale no por lo que dice sino
por los pensamientos que hace nacer en nosotros al leerlo, sean ellos iguales o
contrarios a los del texto.
Si bien mi libro está en Internet y también en papel, creo que más vale la pena
leer la brillante y generosa nota de González Campaña que mi libro.
Y la verdad, casi estoy más de acuerdo con la crítica que con lo que yo mismo
escribí…

8. Dejando pasar el tiempo

Argentinos dejando pasar el tiempo; norteamericanos entendiendo a Bush.


“Whiling the time away,” así se llama el artículo de James Neilson en el Buenos
Aires Herald del jueves 22 de enero, p. 12. A mi juicio es lectura imperdible. Eso
es para nosotros argentinos.
Y para entender el mundo, nada mejor que un agudísimo artículo de David
M. K ennedy, “¿Qué dirá la historia de George Bush?,” La Prensa, 22 de enero,
p. 14. También imperdible.

9. Somos más de mil (a propósito de los contertulios virtuales)

Todas las estadísticas son engañosas, por eso hace varios años dejé de mirar el
número de consultas a mi sitio de Internet: Al cambiar el sistema de conteo de-
creció extraordinariamente el número de consultas. ¿Dónde está la verdad? Perdí
interés en saberlo, máxime que ahora tengo cambiantes hostings. Telefónica me
dio de baja, pero por suerte no es un monopolio en esta cuestión. En todo caso mi
primer hosting en www.gordillo.com y www.gordillo.com.ar sigue en pie en las
mismas manos, aunque ellos también han cambiado la ubicación física del host.
Esos sitios en Internet se los debo a un amigo que preserva mucho su privacidad
y no está en este listado: Fue él quien me hizo la reserva y me la regaló antes
que otro me ganara de mano. Lo doy como ejemplo permanente del valor de la
amistad y la solidaridad: Lo que parece inspiración o creatividad frecuentemente
es nada más que buenos amigos y, claro, saber escucharlos.
Volviendo a los números: Ahora mi secretaria me advierte que al referirme al
número de contertulios digo —decía— 900. En realidad yo pensaba que exageraba,
que eran algo así como 850, pero parece que salvando algunas depuraciones por
errores de domicilio electrónico, somos algo así como 1.050. Por eso ahora le pedí
que cada vez que yo haga referencia a cuántos somos, lo corrija directamente.

444
iii. nubarrones en la red M-77

Este crecimiento indica algo, de cualquier manera: Que son mis propios con-
tertulios virtuales quienes están difundiendo y promoviendo la inclusión en la
lista, lo cual indica que les parece de interés. Es que son muchos los que me dan
ideas para retransmitir a los demás, como advierten este año de la profusión de
mensajes que estoy redistribuyendo.

10. Chistes en inglés

Information Society (or the real Big Brother)


Operator : Thank you for calling Pizza Hut. May I have your order?
Customer: Hello, can I order...?
Operator: Can I have your multi purpose card number first, Sir?
Customer: It’s eh..., hold on....6102049998-45-54610
Operator: OK... you’re... Mr. Sheehan and you’re calling from 17 Meadow Drive.
Your home number is 494 2366, your office 745 2302 and your mobile is 014 266
2566. Would you like to have the delivery made to 17 Meadow Drive?
Customer: Yes, how did you get all my phone numbers?
Operator: We are connected to the system, Sir.
Customer: May I order your Seafood Pizza...
Operator: That’s not a good idea, Sir.
Customer: How come?
Operator: According to your medical records, you have high blood pressure
and even higher cholesterol level, Sir.
Customer: What...? What do you recommend then?
Operator: Try our Low Fat Soybean Yogurt Pizza. You’ll like it.
Customer: How do you know for sure?
Operator: You borrowed a book entitled “Popular Soybean Yogurt Dishes” from
the National Library last week, Sir.
Customer: OK I give up... Give me three family sized ones then, how much
will that cost?
Operator: That should be enough for your family of 10, Sir. The total is $49.99.
Customer: Can I pay by credit card?
Operator: I’m afraid you have to pay us cash, Sir. Your credit card is over the
limit and you’re owing your bank $3720.55 since October last year.
Operator: That’s not including the late payment charges on your housing
loan, Sir.

445
M-78 ii. diálogos con agustín gordillo

Customer: I guess I have to run to the neighborhood ATM and withdraw some
cash before your guy arrives.
Operator: You can’t do that Sir. Based on the records, you’ve reached your
daily limit on machine withdrawal today.
Customer: Never mind just send the pizzas, I’ll have the cash ready. How long
is it gonna take anyway?
Operator: About 45 minutes Sir, but if you can’t wait you can always come and
collect it on your motorcycle...
Customer: What the...?
Operator: According to the details in system, you own a Harley,... registration
number E1123...
Customer: @#%/$@&?#
Operator: Better watch your language, Sir. Remember on 15th July 1987 you
were convicted of using abusive language to a policeman...
Customer: (Speechless).
Operator: Is there anything else, Sir?
Customer: Nothing... by the way... aren’t you giving me that 3 free bottles of
Pepsi as advertised?
Operator: We normally would, Sir, but based on your records you’re also di-
abetic...!!!

11. Las cuentas afuera

Los jueces argentinos, según los diarios, están molestos porque desde Suiza les
señalan cómo se identifica en un banco desarrollado a un cliente: La fecha de
nacimiento, los familiares, datos de esa naturaleza.
No deberían estarlo, porque las tarjetas de crédito nacionales hacen lo mismo.
Y en cuanto a los bancos del exterior, por supuesto que todos hacen lo mismo.
La justicia suiza no puede, pues, pedir información a los bancos de ese país
sin precisarles tales datos.
Y los jueces argentinos no pueden cursarle oficios útiles a la justicia suiza si
no cumplen con los requisitos que el abogado de la Argentina en Suiza ha comu-
nicado a la cancillería y ésta ha hecho públicos.

12. Algo más sobre los exhortos

Tal vez mi último mail fue muy general. Desde luego me estaba refiriendo sola-
mente a los casos que comentan los diarios. En todo caso vale la pena la aclaración

446
iii. nubarrones en la red M-79

de cómo algunos tribunales han resuelto la cuestión. Según información oficial


que acabo de recibir y retransmito parcialmente,
“ […] la Corte de Mendoza creó  una oficina, el DECI, que es el Departamento
de Colaboración Internacional. Ese departamento está al frente de un abogado
que es profesor de Derecho Internacional Privado, […] (quien) controla todos
los exhortos que salen y que llegan. […] desde que creamos este departamento
NUNCA nos han devuelto un exhorto, hemos reducido en un NOVENTA POR
CIENTO el tiempo que se demoraban en tramitar los exhortos en la Provincia e,
incluso, hemos recibido felicitaciones del gobierno italiano por lo expeditivo […].”
O sea que se puede hacer un exhorto y que lo contesten. Si no lo contestan,
el problema está en el exhorto, no en el destinatario. Tal vez la CSJN debiera
organizar algo como la SCM.

13. Festejamos la justicia administrativa

¡Festejemos la justicia administrativa en la Provincia de Buenos Aires!


El Próximo miércoles 3 de Marzo a las 13 hs. juran el resto del primer grupo
de jueces contencioso administrativos:
Hugo Echarri: Mercedes
Hugo Guarnieri: Quilmes
Héctor Herrera: Necochea
M arcelo Schreginger: Zárate-Campana
A ntonio Escobar: Dolores
A belardo Servin: San Isidro
Amigos, hagamos acto de presencia en un momento solemne de la justicia
administrativa de la Provincia de Buenos Aires. Me cuentan que en el juramen-
to anterior hubo ovaciones, aclamaciones, aplausos, mucho público con mucha
alegría. En éste no me lo voy a perder!

14. Pedido de información para escribir una nota sobre la celebración del pri-
mer año del Código Procesal Administrativo de la Provincia de Buenos Aires

Aunque sea algo irreverente, siempre suelo decir que he desarrollado algo de la
mentalidad de la monjita que pide a todo el mundo. Por favor no me inunden con
las diferencias porque se atoraría toda la Internet para siempre. En todo caso
lo digo a modo de introito buscando una forma de pedir excusas por un nuevo
mangazo intelectual e informativo. La información que reciba y unifique al
menos la redistribuiré nuevamente, con lo cual lograrán el efecto acumulado y
multiplicador o “sinérgico” de todo lo que me manden. Si quisiera endulzar más
la píldora (hay un dicho español que dice más o menos “Si gustara la píldora, no

447
M-80 ii. diálogos con agustín gordillo

la dorarían”) agregaría que es casi información que se redistribuyen entre Uds.


mismos por mi intermedio…
La verdad, necesito ayuda de los tengan alguna información respecto a lo si-
guiente: Hoy le he aceptado a Mertehikian un pedido para hacer una nota, para
el número 13 de la RAP Provincia de Buenos Aires, en ocasión de cumplirse un
año del nuevo código. Mi problema es mayor porque hoy mismo estoy partiendo
para el exterior y regreso el 28 para dedicarme entonces al congreso que hace
la UBA en Buenos Aires del 29 al 1 de abril. El plazo que me dio Mertehikian
tiene como ultimo vencimiento el 10 de abril.
Mis problemas para esto son múltiples. Uno es que ignoro si se ha publicado
ya algo al respecto, cosa que yo no debiera ignorar. Otro, más importante, es que
carezco de información acerca de este primer año y sobre todo de los primeros
meses de funcionamiento del código. Algo he podido averiguar y justamente
lo estoy relatando en una nota a fallo que sacaré en el Suplemento de Derecho
Administrativo de La Ley, en marzo/abril.
Me gustaría, en verdad necesito, saber de otras experiencias de cualquier índole
que puedan ser publicables y de interés para los lectores de la RAP Provincia de
Buenos Aires. Cualquier información que estimen yo pueda utilizar, así sea la
más mínina, me servirá acumulada a las demás.
Pienso que el artículo sería una buena ocasión para informar a los lectores de
las direcciones y cargos de todos los nuevos juzgados, teléfonos, e-mails del juzgado
si lo hay, cualquier dato que pueda ser de interés incluso número de personas que
trabajan, número de causas en trámite, etc.: Esta información no es tan central
pero en una etapa formativa como ésta puede ser necesaria. Estoy tratando de
recopilar información por distintas vías y como estoy a punto de viajar es posible
tanto que este pedido se duplique como que no llegue a todos.
A todos los que puedan ayudarme, muchas gracias. Si quisiera seguir dorando
la píldora, casi diría que es una tarea de bien común o interés público, pero temo
que me recuerden mi propia cita de González Navarro referida al “anquilosado
paradigma de la prevalencia de un interés sobre otro.” Pero a qué mentir más,
si ya bastante imprecisiones y vaguedades tendrá mi artículo a menos que una
catarata de amigos me den una mano. (Falacia argumentativa adicional, que
apela a vuestras emociones.)
Al menos espero que no les moleste este dudoso sentido del humor y este
mangazo inoportuno de quien además tiene el tupé de contar que se va de viaje.
Pero al menos no voy de paseo, sino a dar algunas charlas sobre The Future of
Latin America. Acabo de ver la Avant Première de la nueva película de Solanas,
por invitación de mi amigo Julio R affo que asesoró jurídicamente la producción.
No deja muy optimista, o será el color de mis anteojos, no sé. Tampoco el mundo
pinta demasiado bien.

448
iii. nubarrones en la red M-81

15. Un chiste de abogados en inglés

Un amigo argentino me mandó el siguiente chiste, que me pareció de interés


reproducir para ayudar a la práctica de inglés.
In a trial, a Southern small town prosecuting attorney called his first witness
to the stand — a grandmotherly, elderly woman.
He approached her and asked, “Mrs. Jones, do you know me?”
She responded, “Why, yes I do know you, Mr. Williams. I’ve known you since
you were a young boy, and frankly, you’ve been a big disappointment to me. You
lie, you cheat on your wife, you manipulate people and talk about them behind
their backs. You think you’re a big shot when you haven’t the brains to realize you
never will amount to anything more than a two-bit paper pusher Yes, I know you.”
The lawyer was stunned. Not knowing what else to do, he pointed across the
room and asked, “Mrs. Jones, do you know the defense attorney?” She again re-
plied, “Why yes, I do. I’ve known Mr. Bradley since he was a youngster, too. He’s
lazy, bigoted, and he has a drinking problem. He can’t build a normal relationship
with anyone and his law practice is one of the worst in the entire state. Not to
mention he cheated on his wife with three different women. Yes, I know him.”
The defense attorney almost died.
The judge asked both counselors to approach the bench, and in a very quiet
voice, said, “If either of you bastards asks her if she knows me, you’ll be jailed
for contempt.”

16. Un divertido caso real en inglés

JUDGE: SAMUEL B. KENT, UNITED STATES DISTRICT JUDGE.


OPINION:
[*1008] ORDER OF TRANSFER PURSUANT TO 28 U.S.C. § 1404(a)
Plaintiff, the Republic of Bolivia, brings this action to recover from numerous
tobacco companies various health care costs it allegedly incurred in treating ill-
nesses its residents suffered as a result of tobacco use. This action was originally
filed in the District Court of Brazoria County, Texas, 239th Judicial District,
and removed to this Court on February 19, 1999, by certain Defendants alleging
jurisdiction under 28 U.S.C. § 1331 and 28 U.S.C. § 1332. For the following re-
asons, the Court exercises its authority and discretion pursuant to 28 U.S.C. §
1404(a) to sua sponte TRANSFER [*1009] this case to the United States District
Court for the District of Columbia.
This is one of at least six similar actions brought by foreign governments in
various courts throughout the [**3] United States. The governments of Guatema-

449
M-82 ii. diálogos con agustín gordillo

la, Panama, Nicaragua, Thailand, Venezuela, and Bolivia have filed suit in the
geographically diverse locales of Washington, D.C., Puerto Rico, Texas, Louisiana,
and Florida, in both state and federal courts. Why none of these countries seems
to have a court system their own governments have confidence in is a mystery to
this Court. Moreover, given the tremendous number of United States jurisdictions
encompassing fascinating and exotic places, the Court can hardly imagine why
the Republic of Bolivia elected to file suit in the veritable hinterlands of Brazoria
County, Texas. The Court seriously doubts whether Brazoria County has ever
seen a live Bolivian ... even on the Discovery Channel. Though only here by re-
moval, this humble Court by the sea is certainly flattered by what must be the
worldwide renown of rural Texas courts for dispensing justice with unparalleled
fairness and alacrity, apparently in common discussion even on the mountain
peaks of Bolivia! Still, the Court would be remiss in accepting an obligation for
which it truly does not have the necessary resources. Only one judge presides in
the Galveston Division--which currently [**4] has before it over seven hundred
cases and annual civil filings exceeding such number--and that judge is presently
burdened with a significant personal situation which diminishes its ability to
always give the attention it would like to all of its daunting docket obligations,
despite genuinely heroic efforts to do so. And, while Galveston is indeed an
international seaport, the capacity of this Court to address the complex and
sophisticated issues of international law and foreign relations presented by this
case is dwarfed by that of its esteemed colleagues in the District of Columbia
who deftly address such awesome tasks as a matter of course. Indeed, this Court,
while doing its very best to address the more prosaic matters routinely before it,
cannot think of a Bench better versed and more capable of handling precisely this
type of case, which requires a high level of expertise in international matters.
In fact, proceedings brought by the Republic of Guatemala are currently well
underway in that Court in a related action, and there is a request now before
the Judicial Panel on Multidistrict Litigation to transfer to the United States
District Court for the District of Columbia all [**5] six tobacco actions brought
by foreign governments, ostensibly for consolidated treatment. Such a Bench,
well-populated with genuinely renowned intellects, can certainly better bear
and share the burden of multidistrict litigation than this single judge division,
where the judge moves his lips when he reads . . . .
Regardless of, and having nothing to do with, the outcome of Defendants’
request for transfer and consolidation, it is the Court’s opinion that the District
of Columbia, located in this Nation’s capital, is a much more logical venue for the
parties and witnesses in this action because, among other things, Plaintiff has
an embassy in Washington, D.C., and thus a physical presence and governmental
representatives there, whereas there isn’t even a Bolivian restaurant anywhere
near here! Although the jurisdiction of this Court boasts no similar foreign offi-

450
iii. nubarrones en la red M-83

ces, a somewhat dated globe is within its possession. While the Court does not
therefrom profess to understand all of the political subtleties of the geographical
transmogrifications ongoing in Eastern Europe, the Court is virtually certain
that Bolivia is not within the four counties over which this Court presides, even
[**6] though the words Bolivia and Brazoria are a lot alike and caused some
real, initial confusion until the Court conferred with its law clerks. Thus, it is
readily apparent, even from an outdated globe such as that possessed by this
Court, that Bolivia, a hemisphere away, ain’t in south-central Texas, and that,
at the very least, the District of Columbia is a [*1010] more appropriate venue
(though Bolivia isn’t located there either). Furthermore, as this Judicial District
bears no significant relationship to any of the matters at issue, and the judge
of this Court simply loves cigars, the Plaintiff can be expected to suffer neither
harm nor prejudice by a transfer to Washington, D.C., a Bench better able to rise
to the smoky challenges presented by this case, despite the alleged and historic
presence there of countless “smoke-filled” rooms. Consequently, pursuant to 28
U.S.C. § 1404(a), for the convenience of parties and witnesses, and in the interest
of justice, this case is hereby TRANSFERRED to the United States District
Court for the District of Columbia.
IT IS SO ORDERED.
DONE this first day of March, 1999, at Galveston, Texas.
SAMUEL B. KENT
UNITED STATES DISTRICT [**7] JUDGE

17. La Acordada 7/2004 de la CSJN: Prohibición de reuniones ex parte

En Buenos Aires, a los veinticuatro días del mes de febrero del año dos mil
cuatro, reunidos en la Sala de Acuerdos del Tribunal, los señores ministros que
suscriben la presente,
CONSIDERARON:
Que resulta conveniente asegurar la bilateralidad de las entrevistas que suelen
efectuarse a pedido de los litigantes, como medio idóneo para aventar cualquier
suspicacia y brindar a las partes la posibilidad de ser oídas cuando alguna de
ellas aduzca ante el juzgador argumentos a favor de su pretensión o vinculados
al objeto del litigio.
Por ello,
ACORDARON:
Agregar como segundo párrafo del artículo 72 del reglamento para la Justicia
Nacional el siguiente texto:

451
M-84 ii. diálogos con agustín gordillo

Cuando los litigantes y profesionales soliciten audiencia con alguno de los


jueces del Tribunal, ella tendrá lugar siempre que dichas personas obtengan la
presencia de la contraparte o de su letrado en la causa contenciosa de que se trate.
Todo lo cual, dispusieron y mandaron ordenando que se comunicase y registrase
en el libro correspondiente, por ante mí, que doy fe.
Enrique S. Petracchi
Augusto Cesar Belluscio
Carlos S. Fayt
E. R aúl Z affaroni
A dolfo Roberto Vázquez
Juan Carlos M aqueda
A ntonio Boggiano
La pregunta es si esta prohibición cubre o no la de reuniones de los ministros
con el Poder Ejecutivo, tal como las cenas en la Casa Blanca que el Ministro
Scalia admitió públicamente (en un voto explicando su no excusación) que ocu-
rren en la CSJN de EE.UU. Esperemos que sí. El resto de los funcionarios de
la administración tienen entonces también prohibido visitar a los jueces sin la
presencia de la contraparte, y por analogía tampoco los jueces pueden citar o
admitir la presencia de una sóla de las partes.

18. Disquisiciones sobre cómo encabezar una carta

He mandado un mail individual a una alumna del curso de método, que me envió
a mi pedido un artículo de Cortázar. No sé si el tema lo vale, pero por las dudas
que a alguno le interese reproduzco primero mi carta, eliminando el nombre del
destinatario, y luego el artículo de Cortázar que me mandara. Aquí van:
Querida colega:
Creo que el pobre Cortázar ya estaba viviendo en París, porque no veo maestría
castellana en el dilema que plantea. Es cierto que casi siempre hay que elegir
uno u otro, o no poner nada, que es peor; pero ciertamente hay otras opciones.
El efecto que produce el artículo de Cortázar es paralizante porque no habiendo
al parecer opciones mejores, uno puede inclinarse por no usar ninguna de las
dos, como hizo usted, y esta no es tampoco una buena opción.
Algunos de mis amigos aborrecen que un amigo les diga “Estimado,” y a mí
tampoco me gusta.
En las relaciones protocolares se usa obviamente el “estimado,” u otras varian-
tes como “distinguido” o “apreciado” colega, etc. No sólo “estimado” y “querido.”
Y quedan también las variantes de “Muy estimado,” “estimado y querido,” “muy

452
iii. nubarrones en la red M-85

distinguido,” “distinguido y apreciado,” y múltiples combinaciones más, variando


con el empleo del nombre de pila o el apellido, con y sin título, el mote de “amigo,”
“colega,” etc. Las variantes y combinaciones son muchas. Ud. como abogada nece-
sita manejarlas, no se ate por artículos como el de Cortázar ni por ninguno otro.
Yo he encabezado esta carta con otra alternativa. Verá Ud. que al agregar “co-
lega” a “Querida,” de alguna manera el sustantivo opera cualificando el adjetivo:
no es una querida “amiga,” sino una querida “colega,” que cae fácilmente dentro
del grupo de queridos “amigos profesionales” a que suelo referirme. No suelo decir
en esas comunicaciones generales “estimados amigos” sino “queridos amigos.”
No es lo mismo tampoco decir “Querida (nombre de pila)” (un grado mayor de
intimidad), que decir “querida colega,” ni tampoco “querida colega” que “estimada
colega.”
“Estimada colega” sería frío, “querida colega” me parece más adecuado en el
caso.
También podría haber optado por “Querida Dra. (Apellido).”
Algo más frío hubiera sido “Estimada Dra. (Apellido).”
Otra variante hubiera seguido imitarla a Ud. y dirigir mi mail como “Dra.
(Apellido),” pero es demasiado duro y no me parece de estilo salvo para dirigirse
a alguien con quien se está enojado. Concretamente, creo que le erró en el estilo
por culpa del artículo que me mandó, que le imposibilitó buscar alternativas. Si
el artículo de Cortázar en vez de invitar a pensar paraliza, entonces no es bueno.
Son todos convencionalismos, cuya mayor o menor propiedad depende de las
circunstancias.
Pero creo que el literato franco-argentino está mejor en el francés que en el
castellano. No por nada vivió casi siempre en París. El “tu” y el “vous” franceses
son ciertamente muy estrictos y de pocas alternativas en ese idioma, pero ése era
un problema para “Cortazár,” no para nosotros, nous les argentins.

19. Más sobre encabezamiento de cartas

Recibí al respecto varias cartas.


[...]
“Querido Agustín: Vos bien sabés mi problema con el «estimado.» Me encantó
que tu «querida colega» promoviera este intercambio de ideas.
El artículo de Cortázar me gustó mucho, pero me parece que hay que ubicarse
en el tiempo en que fue escrito, más que en la lengua con el que se manejaba
Cortázar o en el país donde vivía.
Me parece que hoy el acartonamiento ha aflojado y hay más soltura en el
hablar y en el escribir. Me gustaron mucho tus reflexiones, que abre infinitas

453
M-86 ii. diálogos con agustín gordillo

posibilidades para dirigirse a ilustres desconocidos, conocidos a medias y muy


queridos amigos, colegas y otras yerbas.”
[...]
“Mi muy querido colega, y más que colega un amigo: Me reí mucho con el ar-
tículo de Cortázar y con tu glosa; por eso comienzo este mail con otra variante,
que someto a tu consideración.
“Saludos cariñosos (?)”

20. Carta a cursantes de Método y Habilidades. Cuestiones de privacidad

Aunque la copia que sigue pueda resultar un poco misteriosa al no incluir ni


siquiera un sumario de la carta que contesta, creo que de todos modos se puede
entender y ayuda a comprender el objetivo y los límites de uno de los trabajos
que encargué en Habilidades. La distribuyo a la lista completa porque entre
ellos estarán muchos otros potenciales ex cursantes alcanzados por el tema. A
los demás tal vez no les interese, salvo que se dediquen a la docencia.
“Querida doctora:
“Recibí la copia del mail que Ud. enviara a una compañera ofreciendo a pedido
de ella entregarle el expediente suyo del curso pasado de Habilidades y también
una entrevista para la tarea que yo le encomendara a ella como participante
del curso actual de Habilidades. Le adelanto que a mi juicio, de lo que Ud. dice
en su nota, se desprende que no debe desprenderse del expediente suyo de Ha-
bilidades sino guardarlo Ud. misma o incluso destruirlo si hay en él cosas que
no le satisfacen allí. Mi consejo, si me lo permite, es que no se desprenda del
expediente. Guárdelo.
“Por mi parte tenga la tranquilidad de que yo no lo he leído. Le dije antes de
ahora que el modo en que Ud. manejó desde el comienzo su participación en tareas
académicas fue prueba anticipada y suficiente de habilidades profesionales, al
menos para mí. Por lo tanto no me debo haber preocupado demasiado de seguir
su trabajo como cursante de ese curso de Habilidades: La verdad, la recuerdo
del curso del Método, no en cambio del de Habilidades.
“Lo que Ud. señala como pautas o límites son todos correctos y es bueno reite-
rarlos por si alguien no lo advierte: Estoy de acuerdo, pues. Pero no es suficiente,
a mi juicio.
“En algunos cursos, no sé si en el que Ud. hizo, suelo pedir que cada uno
haga un balance de las habilidades e inhabilidades que considera tener, a veces
al comienzo y al final del curso. El objetivo es que cada uno tome conciencia del
tema, su importancia, y resuelva qué atención le dará en el futuro de su vida
profesional. A veces lo he leído pero sólo delante del interesado, en la entrevista
final y jamás se me ocurriría deliberadamente hacerlo público.

454
iii. nubarrones en la red M-87

“En el caso suyo pienso que esta omisión de lectura de su expediente se debe
—además de mi juicio personal previo sobre sus habilidades profesionales— a que
debo haber intuido la reserva que Ud. señala. Recuerdo cómo Ud. hizo memoria
en el curso de Método sobre una pregunta de otro docente que Ud. consideró
impropia y por ende adecuadamente no contestó. También recuerdo cómo en
otro momento de ese curso o de alguna otra actividad Ud. dijo en público, sin
que nadie se lo preguntara, cuál era la respuesta a la pregunta a su juicio mal
formulada: Pero Ud. lo dijo porque quiso, no porque nadie se lo preguntara. Veo
pues muy claramente cuánto tutela Ud. su privacidad y jamás se me ocurriría
pedirle que la devele para sus compañeros de cursos ulteriores o, menos aún,
que devele la de terceros.
“Por cierto que tengo errores cometidos, más de una vez, de los que no me
enorgullezco y por los cuales me perdono porque son solamente eso, errores a
no repetir en tanto se pueda evitarlo. Digo que me perdono de mis errores por-
que pueden ocurrir al tratar una materia tan sensible como es la cuestión de la
percepción de las habilidades e inhabilidades de cada uno. Ya que doy el curso,
y que en general funciona, pueden ocurrir errores del docente en el manejo de
tantas personas al mismo tiempo. En este momento entre Método y Habilidades
tengo casi cien personas.
“La cantidad de personas me hizo recordar un trabajo para docentes que
hizo M ariscal en la Universidad de Belgrano con el auditorio lleno, unas mil
personas, en que demostró que se puede hacer enseñanza participativa aún en
grupos muy numerosos.
“Por eso estoy en estos cursos tratando de hacer una participación o interac-
tividad lateral, con los cursantes de los cursos precedentes y de los cursos que
sigan. Ya me funciona bien en Audiencias Públicas, donde doy la consigna y
encargo a los cursantes contactarse con los de anteriores cursos para aprovechar
sus enseñanzas y experiencias, y luego brindarse a los cursos siguientes para
transmitir las propias.
“Mi rol, en esa hipótesis de máxima, se limita a concebir el mecanismo de
enseñanza lateral y tratar de que los cursantes se conozcan lo más posible entre
sí, no solamente los compañeros de un mismo curso sino también de otros cur-
sos, para mejorar la red de amigos profesionales que a mi juicio tanto sirve en
la vida de trabajo.
“Sí acepto su generoso ofrecimiento de brindar su colaboración para este pro-
yecto (la entrevista), pero le pido que lo haga sin sacrificar privacidad de infor-
mación propia o ajena. No es en absoluto el fin de este ejercicio, sino al contrario,
compartir aquella información objetivamente necesaria para que todos mejoren
su desempeño profesional. La información personal y privada se la comparte sólo
con las personas que uno libremente elige. Nuevamente, reconozco que en mi rol

455
M-88 ii. diálogos con agustín gordillo

de docente puedo más de una vez cometer todo tipo de errores: Pero mi objetivo
es limitarlos tanto como humanamente se pueda.
“Le agradezco sus palabras, su actitud, el haberme informado. Le ruego ex-
cuse que divulgue esta carta, omitiendo su destinataria, porque me parece que
el tema es de interés para todos.”

21. Noticias contradictorias de la semana


21.1. EU Draft Constitution

El envío de este trabajo me costó, por ahora, una suscriptora que decidió borrarse
del listado.
Ver “The Draft EU Constitution and the World Order,” en AA. VV., The Constitution of the
European Union / La Constitution de l’Union Européenne, “European Public Law Series /
Bibliothèque de droit public européen,” vol. LXIII, Londres, Esperia Publications Ltd., 2003,
pp. 281-294 y separata. Reproducido —con modificaciones— en Revue Européenne de Droit
Public / European Review of Public Law / vol. 16, Nº 1, primavera-verano 2004, Londres,
Esperia, pp. 281-294.

[...]
Me toca hoy compartir dos noticias más, a mi juicio contradictorias, o sea que
me pueden costar más desafiliaciones.
Pero estos al menos son datos oficiales.

21.2. Normas contables internacionales, aceptadas en el derecho interno

Resolución 3/2004 de la Unidad de Información Financiera de la ley 25.246.


Establece la obligación de los contadores de consultar en www.uif.gov.ar la
lista actualizada de personas y organizaciones terroristas que figuren en las
resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Obliga a “conocer al cliente.”
Sigue los criterios internacionales fijados por la Comisión Interamericana para
el control del Abuso de Drogas de la Organización de los Estados Americanos,
CICAD-OEA.
Establece normas para prevenir e impedir el lavado de dinero o lavado de
activos y obliga a informar toda operación “inusual o sospechosa,” para lo cual
da detalladas pautas.
Adopta el listado de “países o áreas internacionalmente considerados como pa-
raísos fiscales o no cooperativos por el GAFI” y empresas off shore, “FATF-GAFI.”
Regula el “ROS6,” Reporte de Operación Sospechosa.
Son varias páginas de detalladas previsiones en que cabe señalar una nueva
entrada del derecho, la técnica y las normas internacionales en el plano interno.

456
iii. nubarrones en la red M-89

Es la tendencia universal que señalamos hace tiempo.


No parece que quepa objetar mucho a normas tendientes a luchar contra el
lavado de dinero, los paraísos fiscales, las organizaciones o personas terroristas,
los traficantes de drogas, etc., más allá de que el detalle técnico seguirá evolu-
cionando, como la lista de entidades y países sospechosos.

21.3. Normas internacionales que en el derecho interno se dice no aceptar

A contramano de esta información, la Procuración del Tesoro de la Nación


anuncia en los diarios que el fallo de la CSJN en Hidronor-Cartellone apunta
a la inconstitucionalidad de los tratados bilaterales de inversiones extranjeras.
El fallo no dice eso, pero tiene otras noticias a contramano del mundo contem-
poráneo, por ejemplo que un laudo arbitral irrevisable puede ser revisado por la
CSJN si violenta el orden público interno. Es un obiter dictum, sí, pero no parece
puesto allí por descuido, sino por aviso oportuno. Es una técnica que conocemos.
Luego nos dirán que “es doctrina del tribunal desde el precedente…” y allí vendrá
este obiter, hoy casi al pasar.
Conocida la tendencia de nuestra legislación a declarar de “orden público” lo
que le place al gobierno de turno, no parece un paso en la dirección de recuperar
la seguridad jurídica perdida, interna ni menos internacional.
Como dice M airal , la “mala” tendencia sería que todo siguiera igual, la
“buena” que poco a poco a través de los años se fuera lentamente recuperando
la seguridad jurídica.
En la dicotomía terminológica que sugiere M airal, esta noticia no parece ser
“mala” ni “buena,” ¿verdad?

21.4. Contradictio

Vean pues la contradicción: Normas internas que receptan todas las normas
internacionales, por un lado y un fallo, por el otro, que anuncia la inconstitucio-
nalidad interna de las normas internacionales que nos rigen, cuando violenten
lo que acá decidamos llamar orden público interno.

22. Mesa redonda sobre Economía y Poder Judicial

Tuve ocasión de coordinar un panel de magistrados sobre este tema. El hilo


conductor de las exposiciones fue mostrar tanto la infinita cantidad de circuns-
tancias particulares que se pueden presentar y de hecho han presentado desde
2002, como la creatividad judicial en resolverlas con prudencia y con justicia,
al mismo tiempo. Mi conclusión final como coordinador fue recordar que en el
2001, cuando Redrado anunciaba que se venía la negra noche y que la cuestión

457
M-90 ii. diálogos con agustín gordillo

era si el Estado haría carnicería o cirugía, yo publiqué “El Estado de Derecho


en estado de emergencia,” en el cual proponía que ante la previsible carnicería
de los otros poderes públicos, le tocaba al poder judicial hacer la cirugía. En la
mesa redonda quedó claro que el poder judicial lo hizo. Mi conclusión final fue
rogar que ahora la Corte Suprema no hiciera carnicería.
El art. referido se encuentra en LL, 2001-F, 1050, http://gordillo.com/articulos/art10.pdf.

Participaron en la mesa redonda, por orden de presentación que se acordó


entre los participantes, la Dra. M aría Elsa Uzal, magistrada titular del Juzgado
Nacional en lo Comercial Comercial Nº 26; el Dr. M arcos A rnoldo Grabivker,
magistrado de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico de la
Capital Federal, Sala “B”; el Dr. Domingo Juan Sesín, magistrado del Tribunal
Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba y Presidente de su Sala Conten-
cioso-Administrativa; el Dr. Luis A lvarez Juliá, magistrado titular del Juzgado
de Primera Instancia en lo Civil Nº 30, Capital Federal; y el Dr. Jorge Héctor
Damarco, magistrado de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal de la Capital Federal, Sala II.
Mis palabras iniciales fueron las siguientes.
Señoras y Señores:
He tenido honores muchas veces en mi vida, y a medida que avanza la edad
suele haber un efecto acumulativo. De todos los honores que he recibido estoy
inmensamente agradecido. Pero la verdad que el honor que tengo hoy es extraor-
dinariamente singular: Coordinar un panel compuesto exclusivamente de jueces
argentinos. Ser coordinador de un panel implica en este caso presentar a los
panelistas y luego, si corresponde, hacer una brevísima reseña de lo expuesto.
Tengo conmigo los curriculum vitae de los magistrados que comparten esta
mesa: Actividades académicas, publicaciones, carrera dentro y fuera de la justicia.
Pero para mi sincero juicio, explayarme en todo ello haría perder de vista el punto
central de su vida, de su ser, de su función en la sociedad. No tengo vacilación
alguna en decir que la función judicial es la más importante de las funciones no
solamente del Estado sino incluso de la sociedad.
Creo como R adbruch que en último análisis, en el orden de prelación de los
valores, el valor seguridad precede al valor justicia. Pero esos dos valores fun-
damentales de cualquier sociedad están a cargo nada menos que de los señores
magistrados judiciales aquí presentes. Ser Juez, con mayúscula, no requiere
lauros académicos aunque en este caso los magistrados los tengan.
Requiere en verdad otras condiciones mucho más importantes. En primer
lugar el coraje de sostener sus convicciones cuando, como tercero desinteresado
del proceso, su fallo no conforma a ninguna de las partes. En segundo lugar, el

458
iii. nubarrones en la red M-91

corazón de responder con sensibilidad ante el sufrimiento humano, y tratar de


comprenderlo y paliarlo en la medida de sus fuerzas en el ejercicio de su función.
Obviamente, requiere honestidad, imparcialidad, independencia. Artículos
normales que a veces se tornan artículos de lujo. Controlarlo es la tarea de la
sociedad. Nosotros, los ciudadanos comunes y en especial los abogados litigantes,
tenemos el deber social de saber ganar o perder, o ambas cosas a la vez, pero
tener nuestra mirada siempre atenta sobre la honestidad, imparcialidad, inde-
pendencia, coraje y sensibilidad de los jueces.
No podremos pedir el juicio político ni la censura jurídica por falta de coraje o
sensibilidad, pero sí debemos hacerlo cuando falta la honestidad, la imparcialidad
o la independencia.
Nuestra sociedad se encuentra realizando una intensa tarea de depuración de
las filas judiciales, a veces en forma extraordinariamente desprolija, que da hasta
pudor ajeno; otras veces con una estrictez que parece justificada pero también
asombra, por ser moneda nueva.
Pero en todo caso quienes se mantienen ejerciendo esta fundamental función
judicial sin estar en la mira de la sociedad por supuestos actos de corrupción,
tienen entonces la pureza de sus corazones muy en alto, el coraje de sus con-
vicciones demostrado en la lucha diaria por la vigencia del derecho en un país
eternamente al margen de la ley, como dijo Nino.
Señoras y señores: creo que luego de afirmar de estos magistrados que ellos
son Jueces con mayúscula, toda otra cosa está demás, aun cuando dispusiera
del tiempo que no tengo. Démosles pues el cálido homenaje de nuestro aplauso y
nuestro agradecimiento anticipado porque vienen a compartir con nosotros sus
reflexiones, desde la más alta magistratura de la Nación, que es el poder judicial
en todas sus instancias.

23. Neruda

Un amigo brasileño me mandó hace tiempo unos versos de Neruda. Ahora me


ha mandado el libro, usado, de su biblioteca, en envío postal dirigido “al amigo
Agustín Gordillo.” Yo mismo he hecho este tipo de regalos, de libros en uso de mi
propia biblioteca, de modo que el gesto lo aprecio más especialmente.
El poema figura en su libro Extravagario, y se llama “No tan alto.”
Comienza así:
“De cuando en cuando y a lo lejos
hay que darse un baño de tumba.
Sin duda todo está muy bien
Y todo está muy mal, sin duda.”

459
M-92 ii. diálogos con agustín gordillo

[...]
“Todo está bien, todo está mal.”
[...]
“Ví festejados los ladrones
por caballeros impecables”
[...]
“Yo sé que no me cree nadie.
Pero lo he visto con mis ojos.
Hay que darse un baño de tumba
y desde la tierra cerrada
mirar hacia arriba el orgullo.
Entonces se aprende a medir.
Se aprende a hablar, se aprende a ser.”
[...]
“Si quieren no me crean nada.
Sólo quise enseñarles algo.
Yo soy profesor de la vida,
Vago estudiante de la muerte
Y si lo que sé no les sirve
No he dicho nada, sino todo.”

460
Capítulo IV

¿CÓMO HACER?

1. ¿Cómo hacer? Reflexiones sobre el método a propósito de preguntas de los


amigos

Hace un par de años un amigo y maestro mío (que ya está en su octava década de
vida), que me conoce desde mis primeros libros al comienzo de los años sesenta,
me preguntaba retóricamente cómo hago para escribir. Sé que la pregunta era
retórica y de afecto, una forma de felicitar o expresar alegría y afectuosa admira-
ción. Pues él hace lo mismo que yo y sabe por ende, sobradamente, cómo se hace.
Preguntarlo es sólo una forma afectuosa de decir: Forza, avanti!
Cómo lo hago?
Es el método,1 perseverancia, fuerza de voluntad, siempre dejarse llevar por la
inspiración del momento, si es posible tener un personal trainer. Delegar, siempre
delegar, pero luego controlar y revisar.2

1
No olvidar que escribí un libro para esto. Creo que hay que leerlo muchas veces, no porque yo
haya escrito originalidades, sino porque hay la suma de grandes experiencias ajenas que he sabido,
creo, recortar y pegar. Siempre termino recordando y recomendando las mismas lecturas; el libro
del método, el capítulo I del tomo 1, el libro de Introducción al derecho, La administración parale-
la, mi tratado completo, mis notas a fallo. Lo mismo está en todas partes. Que es mucho trabajo,
sin duda que lo es. Y aunque no me crean, es más trabajo leerlos y aplicarlos que hacerlos, hasta
que un buen día uno también descubrió el método y lo sabe hacer y puede enseñar a otros. Allí, de
pronto, las visitas a las páginas del maestro no son nada más que placer, ya no es trabajo hacerlo.
Ya no es necesario, tampoco. Cuando descubra que todo esto le gusta y lo hace porque tiene
ganas, es que ha llegado, amigo. Muchos de mis contertulios están en esa situación y les escribo
no para enseñarles sino para compartir con ellos, en deleite común, las experiencias comunes de
la enseñanza y el aprendizaje.
2
Hay mucha literatura sobre el arte de la delegación. Fue una de las primeras cosas que aprendí
y a resultas de ello escribí “Descentralización y delegación de autoridad,” Revista de Administración
Pública, INAP, Buenos Aires, 1962, 3-4: 27. Pero no es necesario que lo busque en investigación
histórica o antropológica, como si fuera un texto sapiencial o sagrado. Es un artículo banal. Lo que
no es banal, ni fácil, es que siempre hay que delegar.
M-94 ii. diálogos con agustín gordillo

Los hinduistas le llaman “maestro,”3 con un tono inclinado casi al misticismo,


pero cuando vemos las películas de estilo oriental como el Karate Kid vemos que
el maestro manda hacer tareas muy sencillas de entender aunque trabajosas de
hacer, como levantar piedra a piedra una casa y luego desmontarla. (Esto no es
de esas películas, es un relato de un maestro oriental.)
La respuesta es siempre igual. Es, de algún modo, y para otra cuestión, le-
yendo muy despacio y pensando bien, El arte del tiro al blanco para quien quiera
entender el zen. Está allí; hace falta descubrirlo.
[...]
Una nota práctica en materia de correspondencia, que parece de humor negro
pero es de época negra: Lea el artículo “El marketing directo, otra víctima de la
bacteria,” en el mismo diario, cuerpo principal, p. 4, no tanto por el título como
por la diversa información y consejos que reproduce.
Si leyó con cuidado, mucho cuidado, mi artículo “Cómo leer una sentencia”
(cap. V de la Introducción al derecho, en Internet), trate de descifrar el verdadero
fundamento de la noticia del mismo diario, el mismo día, en la p. 14, firmado
por L aura Zommer.
http://gordillo.com/pdf/int_der/iad_1_v.pdf

3
Creo que era K rishna quien decía “Encuentra al gran maestro de tu tiempo.” En general la
filosofía hinduista enfatiza el maestro viviente de nuestro tiempo, a ése indica seguir. Es obvio
que no es un solo maestro para todo el universo en cada tiempo, que hay muchos maestros en cada
tiempo y en cada lugar. Sólo hay que encontrarlo, primero, y seguirlo, después. Como sus consejos
son siempre muy elementales, hay que tener una cierta dosis de fe o confianza en que es una persona
honesta, que lo que dice lo dice en serio, que no se está burlando de uno, y que lo cree en serio, que
esas estupideces que aconseja son de verdad lo que piensa que constituye en el caso la aplicación del
método que trata de transmitir. Porque muchas cosas que recomienda son estupideces que repite
hasta el hartazgo, y a veces hay quienes le siguen, hay también quienes denuncian a veces a los
maestros de ciertas escuelas hinduistas de hacer un lavado de cerebro a la gente, captarles su volun-
tad, inducirlos a la esclavitud, etc. No es baladí, ha habido causas penales por ello. Profesionalmente
tuve oportunidad de trabajar como abogado administrativista, en la década del setenta, con una
secta hinduista y vienen de allí mis lecturas orientales: Trabajé mucho en esa literatura y en esas
experiencias (no la de mis clientes), para tratar de entenderlos mejor. Me llevó tiempo entenderlos
y a ellos tiempo entenderme en mis consejos legales y administrativos para vivir en paz y armonía
con sus creencias y sus prácticas religiosas, dentro de un orden legal y social en el que armonizar
y no entrar en conflicto. Hoy en día la secta existe pero ha perdido gran parte de su ímpetu inicial.
Eso también es propio de las sectas místicas, religiosas o filosóficas: Muchas no están destinadas
a sobrevivir. De todas maneras el método de trabajo profesional es el mismo. No es hacer un dicta-
men ni un juicio. Es aplicar la experiencia, el conocimiento y la creatividad para llevar a través del
tiempo a un problema desde el lugar “A” al lugar “B,” eventualmente modificado. En la profesión
una y otra vez me piden un dictamen o un juicio. Digo puedo ayudarlo de la manera que creo que
le sirve, no de la que Ud. imagina que yo puedo ayudarlo. No siempre me toman como su abogado.
No siempre tienen, pues, confianza en mi honestidad y en la sinceridad de mis convicciones y en
la eficacia de mis consejos. Pues son consejos muy simples, siempre trabajo de personal trainer, en
este caso para ayudar a resolver un conflicto jurídico, administrativo, etc.

462
iv. ¿cómo hacer? M-95

2. Excusas por no asistir a una Jornada de Derecho Administrativo


2.1. Mis formales excusas por mi futura inasistencia

Pido mis excusas a las autoridades y a los socios de la AADA que asistirán a las
próximas [...] Jornadas Nacionales de Derecho Administrativo, a realizarse en [...],
donde se había anunciado mi participación como conferenciante, por mi próxima
inasistencia. Como nadie en este mundo es imprescindible y el cementerio está
lleno de los que lo fueron, no tengo dudas de que se podrá cómodamente suplir
mi participación, anunciada antes de ahora y con más que suficiente antelación.

2.2. La razón inmediata

Las razones son muchas y complejas. Una razón inicial es que si bien se me invitó
y acepté, no se combinó tema. Pensé que hablaríamos de eso después. No es la
primera vez que se me invita a un evento primero y luego se acuerda el tema.
En este caso apareció públicamente anunciado que yo hablaría sobre deter-
minado tema, del cual se anunció además que yo tenía muchas cosas novedosas
e interesantes que decir. Cuando por un intermediario expresé que esto era un
error, se me contestó que yo soy una persona muy creativa y seguramente tendría
algo interesante y novedoso que decir.
El tema sobre el cual yo tenía interés en hablar, por lo demás, fue asignado
a otro expositor y no se consideró oportuno que dos conferencistas distintos ha-
blaran del mismo tema.

2.3. Un primer trasfondo. Algo parecido al temor, aunque no lo es

A esta primera razón digamos “temática” se agregan distintos trasfondos. Uno


de ellos, ciertamente importante para mí, es que para ir a [...] hay que viajar por
avión. Pequeña elemental verdad. No he suprimido todos mis viajes en avión.
Iré por ejemplo a Brasil donde tengo la conferencia inaugural de unas Jornadas
nacionales e internacionales de derecho administrativo. Se me ha honrado de
ese modo en otras ocasiones y es con mucho gusto que iré, superando la natural
tendencia a no asumir riesgos físicos que parecen agigantados en la actualidad.
Otros viajes o los he cancelado yo mismo (cancelé un viaje a Europa el día 10 de
septiembre, Dios me dio un fuerte resfrío ese día por el cual estuve virtualmente
incapacitado durante un par de semanas) o han sido cancelados desde el lugar
de origen. Unas Jornadas en Mar del Plata y otras en México a las que había
comprometido mi asistencia se han cancelado por el momento. En cambio tal vez
vaya este mismo año a Costa Rica donde una de las instituciones organizadores
es presidida justamente por mí. Otros vuelos nacionales e internacionales que

463
M-96 ii. diálogos con agustín gordillo

pensaba hacer por distintos motivos he podido cancelarlos sin problema, al no


tener compromisos firmes adquiridos.
Confieso pues que una razón subyacente de mi inasistencia a [...] consiste en
una prudencia algo exagerada. No creo que sea temor, pero hay algo en el fondo
de mi mente que me dice que es mejor viajar lo menos posible por ahora.
[...]

3. Sugerencias sobre lecturas diversas

[...]

3.1. El Estado de Derecho en estado de emergencia. Tucumán. ¿Non valet?


Primero, algo de tecnología

Reproducido en http://gordillo.com/articulos/art10.pdf.

Se publicó en LL del 12 de octubre de 2001. Tengo mucho interés que lo lean,


tanto el texto como las notas. Se pueden leer las notas todas juntas, que se en-
tienden, y el texto sin las notas, que también se entiende. O el texto y las notas,
como corresponde a una lectura reflexiva aunque sé que a muchos les molesta
bajar a la nota porque les obliga a prestar atención para no perder la secuencia
del argumento principal. Para eso se hacen las notas, para hacer más eficaz, más
intensa y menos distraída la lectura.
Esta es una variante del método expuesto por el autor, cap. II, § 20 y 21, pp. 97-105.

Como el tema de la emergencia y la primera pregunta que ya contesté se refiere


al acceso a la justicia en la emergencia, creo que las 69 preguntas que me falta
recibir de los demás doctorandos de Tucumán (recibí una sobre 70 participantes)
podrían tal vez tomar este artículo para orientarse en algo de actualidad. Que
lo lean, en fin. Vale? O non valet?
El tema es retomado infra, § 8.3, p. M-105 / 473 y § 20.2, p. M-146 / 514.

¿Saben en qué contexto la CSJN invoca la frase non valet?


Para saberlo hay que tener buena memoria o buena organización en la PC. Si
no tiene buena memoria, hay que tener cargado en la PC el Altavista (gratis, lo
pueden pedir a mi estudio si no lo tienen) y mis libros (los bajan gratis de Internet),
y el Acrobat Reader. (Gratis, lo pueden bajar de mis páginas www.gordillo.com
o www.gordillo.com.ar.) Pregunten en Altavista/Advanced Search/extension:pdf
and “non valet” y les da en 2 segundos quince entradas.
[...]

464
iv. ¿cómo hacer? M-97

3.2. Naipaul, Graham-Yool

Magnífico editorial del BAH de hoy sábado 13 de octubre de 2001, no se lo pierda.


En inglés y castellano. Y esté atento que en estos días saldrán más cosas de Nai-
paul . Las que se refieren a los argentinos, debemos leerlas con cuidado. No como
hacemos con Ortega y Gasset, que ni siquiera lo tenemos presente, ni sabemos
cómo termina su artículo “El hombre a la defensiva.” ¿Lo leyó? ¿Se acuerda?
Es lo mismo, con otras palabras, que el anagrama que Jacinto Benavente
sugirió hacer desde arriba del barco que lo llevaba para no volver, luego de levar
las anclas.

3.3. El atroz encanto de leer a Marcos Aguinis

Con cierta resistencia pude ponerme a leer El atroz encanto de ser argentinos de
M arcos Aguinis.4 Es el primer libro en que no sirve la fórmula de Bielsa para
prejuzgar de un libro: 1º) Leer cuidadosamente el índice (no dice nada), 2º) leer
cuidadosamente el prólogo (no lo tiene),5 3º) leer cuidadosamente una página al
azar. (Generalmente es representativa del resto del libro, en este caso no.)
Pues bien, Aguinis logra la magia de hacer algunas páginas brillantes, ásperas,
cáusticas, con los puños llenos de verdades y otras olvidables.
Voy leyendo. Olvidable, hasta la p. 16. Lacerante, áspero, verdadero, duro, do-
loroso, desde la p. 17 a la 37, 42 a 45. Banal, hasta la página 55. Brillantemente
lacerante, la p. 56. Banal hasta la 83. Otra vez brillante, magnífico, descarnado,
con los puños llenos de verdades, desde allí hasta hasta la p. 97. Banal, 98/9.
Con todos sus muchísimos méritos, el libro es muy argentino. ¿Se le aplica una
o dos de las dos palabras finales de Ortega y Gasset? ¿Se le aplica el anagrama
que Benavente sugirió hacer? El primer interrogante creo que se responde por la
afirmativa, el segundo no. Para saber cual es el segundo, lea a Aguinis. Él lo trae.
Es fatigoso tener que leer lo flojo para encontrar lo bueno o buenísimo. Es como
buscar oro con una zaranda a la vera de un arroyo. [...]
O tal vez estoy viejo, sin haberme dado cuenta. Mis amigos más jóvenes dicen
que lo leen todo con placer y provecho. Sea todo o parte con placer y provecho,
ciertamente vale la pena leerlo.

3.4. Naipaul

Ahora que le han dado el premio Nobel por su obra de novelas y de ensayos y
libros de viaje, conviene recordar que Naipaul formalmente señala que todos
son del mismo nivel. No caigan en el error de despreciar sus libros de ensayos y

4
Planeta, Buenos Aires, 2001.
5
Como tampoco lo tiene mi libro El método en derecho.

465
M-98 ii. diálogos con agustín gordillo

de viajes, él no lo hace. Si leen con cuidado sus libros de viaje, verán que dedica
muchos meses de vida en un solo lugar para escribir apenas un capítulo. Es que
observa la realidad con cuidado. A veces se equivoca, los argentinos siempre
gustan recordar cómo confundió (por no haber entrado) una casa de citas6 con
un lenocinio.7 Bien, se confundió porque no entró. Es un error suyo, que nosotros
por lo visto no cometemos. Conocemos bien nuestra realidad.
Is that so? La mayor tesis de Naipaul sobre el subdesarrollo, todo país subde-
sarrollado y allí incluye su nativa Trinidad, el viejo Congo belga en África, su
país ancestral la India, esta pobre y por él tan visitada Argentina, Jamaica, el
Islam, es siempre que el principal defecto es uno, que consiste en una forma de
incapacidad; el segundo gran defecto que nos encuentra es una segunda forma
de incapacidad colectiva.
Como ambas cosas las he citado en uno de mis libros y lo pueden buscar por
Altavista en extension:pdf and “Naipaul” (Advanced Search) no voy a repetirlo
aquí.
Estuve el fin de semana en varias librerías preguntando por Naipaul. Los
vendedores ni lo habían oído nombrar. Pregunté: ¿Nadie vino a pedir un libro
del Premio Nobel de Literatura que tanto escribió sobre los argentinos? “¿Qué
libro?” “¿Cómo se escribe el nombre del autor que Ud. dice?” me decían. Esos
somos los argentinos.
Argentina, Dios es argentino, Allah is great. ¿Pero no pueden leer un poco más?
Traten de que no se les aplique el anagrama que Jacinto Benavente dijo que
se podía construir con nuestra nacionalidad.
Si, me enojó un poco mi paso frustrado y frustrante por todas las librerías
de la culta Buenos Aires, la París de América, la más europea de las ciudades
latinoamericanas. Yo también tengo los mismos defectos que Naipaul dijo con
acierto que tenemos todos.
Como premio, daré una felicitación8 al primero que utilizando Altavista o
por cualquier medio moderno o antiguo, incluso la memoria, pueda ayudarme a
recordar a los demás cuáles son los dos principales defectos de los países subde-
sarrollados según Naipaul.

3.5. Naipaul: No molestar a los pobres

Cuenta Naipaul en su libro India. Una civilización herida, Debate, Madrid, 1998,
p. 89, que una banda de delincuentes que lo eran “porque sus valores eran infe-
riores,” tenían como política y como mística religiosa “no molestar a los pobres.”

6
Qué lenguaje galante el mío. Hotel alojamiento, que le dicen.
7
Ahora, casa de masajes. ¡Cómo se complica y cambia el lenguaje para una realidad que no cambia!
8
Para los lectores de El acto administrativo, un acto no productor de efectos jurídicos directos.

466
iv. ¿cómo hacer? M-99

“El jefe dijo:


—Si lo haces, te maldicen. Y la maldición de los pobres es algo muy perjudicial.”

3.6. Ahora, a trabajar

Tienen como deber de cultura saber qué dos cosas fundamentales dijo Ortega y
Gasset de los argentinos, qué dijo Jacinto Benavente desde arriba del barco y
una vez levadas anclas, qué dos notas características tenemos según Naipaul.
Ortega y Gasset: Son dos palabras; Jacinto Benavente, es una. Naipaul, son
dos frases cortas. Puede darse el lujo de discrepar, no puede darse el lujo de ni
siquiera saber de qué trata. Lo siento, fue un mal fin de semana.

4. Más lecturas indispensables: Un artículo de James Neilson en inglés sin


esperar la traducción

Hoy 4 de octubre de 2001 hay un artículo de James Neilson en el Buenos Aires


Herald titulado “Unwelcome truth.”
Querido amigo de estos e-mails, no haga como otros hicieron en el proceso,
no ponga la cabeza bajo tierra como el ñandú. No espere a que salga el libro en
castellano dentro de diez o veinte años. El momento de leer es ahora.
En su “debe” de lecturas urgentes, inmediatas, impostergables, agregue, del
mismo autor: “Battle stations,” Buenos Aires Herald del 20 de septiembre de 2001,
página 16. “The old guard under siège,” Buenos Aires Herald, 16 de agosto, 2001,
p. 16; “The mysterious south,” Buenos Aires Herald, 20 de agosto de 2001, p. 16;
“The greatest disaster movie,” Buenos Aires Herald, p. 16, del día 26 de agosto
de 2001. Amigos, no nos podemos hacer los distraídos.

5. Me escriben
5.1.

“Quería agradecerle el habernos prevenido de la obra de M arcos Aguinis y comen-


tarle que, en la librería El Ateneo, ubicada en la Av. Santa Fe (donde funcionaba
el cine Grand Splendid), puede leer los libros sin necesidad de comprarlos y, si
quiere, puede hacerlo acompañado de un cafecito y de buena música, pues hay
un bar en el fondo del local y un músico que toca el piano.”
[...]

5.2. Contesto:

Agradezco el dato y lo paso por si a alguien más le interesa. Sigo aplicando el


criterio de Bielsa: Leer cuidadosamente el prólogo, el índice, una página al azar,
previo a comprar. No me arrepiento de haber comprado Aguinis, ni dejo de reco-

467
M-100 ii. diálogos con agustín gordillo

mendarlo; bien al contrario, sugiero leerlo con cuidado y anotarlo. Las páginas
buenas y excelentes superan las regulares o banales.
Permítaseme recurrir a la paráfrasis bíblica, y recordar Quien pueda enten-
der, que entienda (San M ateo, VI, 19:12 in fine); “El que lea, que entienda.” (San
M ateo, VI, 2, 24:15.) El que tenga oídos, que oiga. (2, 13:9.)
Y si algunos viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden, cumplen la profecía
de Isaías:
Oír, oiréis, pero no entenderéis,
mirar, miraréis, pero no veréis,
Esa es la incapacidad de ver la realidad que denuncia y destaca Naipaul. El
otro, la incapacidad de resolver problemas sencillos.
Sugiero que cada uno consiga los textos de Ortega y Gasset y Naipaul y los
lea con gran detenimiento, con papel y lápiz, con entradas en la PC, con aco-
gimiento en Altavista. Porque si los argentinos, setenta años después, todavía
no conocemos con unción religiosa lo que tienen que decirnos los que de afuera
se dignaron decirnos lo que piensan de nosotros, entonces caemos en el sayo de
Jacinto Benavente que recuerda, junto a los muchos propios, Aguinis. Libro que
recomiendo leer. No hace falta pensar que un libro es todo una maravilla para
tener que leerlo y conocerlo.

6. Algo más sobre Aguinis, Ortega y Gasset y Garzón Valdés junto con noticias
y cartas de amigos varios
6.1. Nueva edición virtual, gratis, del diccionario de la real Academia española

www.rae.es. Consultas: http://congresodelalengua.cervantes.es

[...]

6.2. Algo más sobre Aguinis, Borges, Ortega y Gasset, Garzón Valdés

Me pareció bien, sin estridencias, el capítulo IV de Aguinis sobre la picardía crio-


lla. Comparto sus críticas del capítulo V al peronismo. Entre sus críticas, leemos:
“Abundaban los holgazanes que no querían trabajar. Les decíamos vagos. Vagos
ricos y vagos pobres” (p. 33); “los señores no trabajaban.” (Ídem.) Recuerda a Or-
tega y Gasset y agrega una derivación en la p. 22: “...es superficial, apresurado...
Le falta precisión y tenacidad.”
Mucho mejor, más serio, documentado, anotado, es Garzón Valdés: Si tiene
un orden de compra y lectura de libros sobre la realidad argentina, empiece in-
defectiblemente por Garzón Valdés.

468
iv. ¿cómo hacer? M-101

6.3. Noticias y método

Cuando se publicó la primera información en la revista Noticias, dí el caso para


un examen de ingreso como ayudantes de segunda a la cátedra de Derechos Hu-
manos. Hubo sesudos análisis. Ahora que la revista está condenada por sentencia
firme no es legalmente posible reproducir la noticia originaria. Sin embargo
sospecho que todos los comentarios que están saliendo publicados adversos al
pronunciamiento de la Justicia, condenando en $ 60.000 a la revista, le están
errando al vizcachazo.
Primero, que el monto de la condena es más barato que la mejor publicidad
que la revista pudiera tener para mejorar sus ventas. Si algún siniestro M achia-
vello orientara su campaña de ventas, habría pagado con gusto y con ganancia
esa condena.
Segundo, me parece que todos están ahora haciendo un ejercicio colectivo de
Dostoievsky o de crítica ad hominem de las que reprocha la lógica común. Y
nadie parece detenerse a considerar el caso concreto, sino la imaginación actual
de lo que quizás haya sido el caso. Cada uno lo cuenta y lo inventa como quiere.
Mi recuerdo de aquella noticia es que era agraviante, deliberadamente hiriente.
La defensa que de su fallo hace uno de los integrantes del voto sin disidencias en
la CSJN, en la misma revista, tampoco entra mucho al tema.
Es un “Catch 22” o, parafraseando otra película, “Atrapado sin salida,” ya
que para convencer que fue innecesaria e injustamente agraviante habría que
repetir el agravio injusto, lo cual tampoco está bien. Es uno de los casos para
aplicar la lógica del Proceso, que recuerda tan “dulcemente” Bioy Casares en
su autobiografía póstuma: Acribillan a una viejita de 78 años y “Por algo será.”

6.4. Carta del Dr. Frare, Presidente Electo del nuevo Concejo Deliberante de
Cipolletti

“Comparto sus comentarios sobre el libro de Aguinis. Tampoco comparto la


apreciación indocumentada de lo manifestado supuestamente por don Jacinto
Benavente (para que alguno no lo vaya a confundir con nuestro Saulo Benavente),
acerca de la supuesta ignorancia.”
“La indolencia no es lo mismo que la ignorancia. Es peor. Es más fácil incor-
porar conocimiento que ética y disciplina.”
[…]
Dr. F rare, le saludo, sus palabras “La indolencia no es lo mismo que la igno-
rancia. Es peor. Es más fácil incorporar conocimiento que ética y disciplina,” son
magníficamente sabias. Le pido el favor de que me mande un comentario a fallo
incluyéndolas, para poder publicarlas y citarlas de fuente impresa. Por favor.

469
M-102 ii. diálogos con agustín gordillo

Mis felicitaciones por su elección. Ciudadanos como Usted necesitamos, dis-


puesto a afrontar responsabilidades sin estar pensando en costos ni ganancias.

6.5. Carta a una conprovinciana

Muchas gracias por su recuerdo y en especial por provenir del terruño. Yo no


volví nunca más a mi pueblo natal, es una deuda que tengo conmigo mismo. Ud.
me retrotrae pues a mis raíces, lo que le agradezco.
En el Libro I de este t. 10 se encuentra el relato de la visita, posterior, al pueblo natal. Cap.
IV, § 2, p. IV-5 / 151 in fine y 152.

En el tema del inglés tal vez le pueda ayudar que yo le mande, lo que voy a
hacer, las comunicaciones que hago a un grupo de personas con las cuales me
reúno y charlamos en ese idioma. Como los temas son los mismos de nuestra
profesión, nuestra especialidad y nuestra cultura, creo que le van a interesar
y de paso la van a obligar a forzarse un poco en la lectura, que siempre ayuda
para aprender. Mi primer consejo, serio: Busque cantidad, no calidad; olvídese
de la gramática y el diccionario. La calidad viene después. Primero tiene que leer
mucho aunque no entienda todo, y escuchar mucha televisión por cable si lo tiene,
a CNN o la BBC y películas puestas en SAT para escucharlas sin los subtítulos
en castellano. Con muchas, muchas películas y muchos, muchos programas de
televisión su inglés, mejorará sensiblemente, créame. Leer mi correspondencia
en inglés, también. Ojo que no enseño inglés. Simplemente trato de mostrar la
necesidad de saberlo.

7. Amparo colectivo (art. 43 CN y la Suprema Corte de la Provincia de Buenos


Aires)
7.1. La importancia del fallo anexo

El presente caso, que uno de los contertulios amablemente nos acerca, tiene una
importancia múltiple.

7.2. Aceptación expresa del amparo colectivo en el orden provincial

Por un lado, recepta expresa y categóricamente la figura del amparo colectivo


para la defensa de los derechos de incidencia colectiva, aplicable no solamente en
el ámbito nacional sino también, desde luego, en el provincial.9 La significación de
este fallo es mayor aún si se recuerda el problema existente en dicha jurisdicción

9
Que se lo aplique en una de las Provincias no hace sino señalar que es aplicable en la totalidad
de las provincias, como garantía federal que es. Conclusión que se refuerza con la invocación que
el fallo hace de las normas supraconstitucionales e internacionales en igual sentido amplio de la
tutela judicial.

470
iv. ¿cómo hacer? M-103

local, de no puesta en marcha del nuevo código procesal administrativo.10 Esa


no puesta en marcha del nuevo código se ve morigerada por la amplia recepción
que este fallo hace del amparo colectivo del art. 43 de la Constitución nacional.
Todavía más, esta solución adoptada por los conjueces de la Suprema Corte de
Justicia provincial es más respetable aún cuando el resultado final habría de ser
adverso a la pretensión de los impugnantes. Nos parece realmente más digno
resolver que no, en cuanto al fondo, que escaparle al asunto por alguno cualquiera
de los múltiples vericuetos procesales que siempre pueden encontrarse. Que sea
la Corte de conjueces la que resuelve del modo expuesto debiera también enviar
un mensaje a los tribunales constituidos: Que la colectividad jurídica entiende
también que su deber es pronunciarse en cuanto al fondo de las cuestiones que
llegan a sus estrados.
Ver también supra, sección I, § 2, “Sociedad civil 1. Poder político 0,” p. M-4 / 372.

7.3. Efectos erga omnes de la sentencia

Consecuencia necesaria de admitir la legitimación amplia son también los


efectos erga omnes de la sentencia, que si bien no carece de antecedentes en
nuestro ordenamiento y sistema jurídico viviente, lo cierto es que suele a veces
violarse con pronunciamientos innecesariamente ceñidos a una sóla causa, igual
a cientos o miles de otras, con el consiguiente dispendio de ya escasos recursos
jurisdiccionales y sociales. El efecto erga omnes de la sentencia en un caso de
derechos de incidencia colectiva es una de las obligaciones mínimas de eficiencia
y eficacia del sistema, de ahorro de fondos públicos, de déficit cero que también
el Poder Judicial se debe hallar abocado a buscar en su propio ámbito y el de los
justiciables. Se trata en suma de que como sociedad no incurramos en gastos
superfluos y plenamente evitables como aquí se demuestra una vez más. En este
punto el fallo es también destacable.

7.4. Inexistencia de voluntario acatamiento al cobro del salario. Inexigibilidad


de reserva alguna previa al amparo. Inexistencia de efecto liberatorio del pago

Otro aspecto relevante a merituar es el referente al hipotético “voluntario aca-


tamiento” que implicaría de parte de los agentes el hecho de cobrar sus sueldos
sin reservas; más el consiguiente efecto liberatorio del pago. El tribunal resuelve
acertadamente que los agentes “no tuvieron otra alternativa” que cobrar el sueldo
de ese modo, que “la acción de amparo no requiere procedimientos impugnatorios
previos como recaudo de procedencia formal” y que en suma “la vía del amparo
constituye el cauce procesal idóneo para resolver el fondo de la controversia
suscitada.”
10
Ver nuestro artículo “La Justicia Administrativa en la Provincia de Buenos Aires. (Una con-
trarreforma inconstitucional),” en ED, 30-XI-01 y sus referencias.

471
M-104 ii. diálogos con agustín gordillo

7.5. La necesaria y suficiente revisión judicial tanto por la infracción al


ordenamiento normativo como por arbitrariedad, irrazonabilidad, desviación
de poder

En cuarto lugar el fallo señala que tanto las leyes de emergencia como los de-
cretos del Poder Ejecutivo en la materia son “susceptibles de examen y revisión
judicial cuando se infringen las normas que reglan sus límites o se incurre en
irrazonabilidad, arbitrariedad o desviación de poder.” Vincula la cuestión con el
derecho supranacional del acceso a la justicia, al que ni siquiera en situación de
emergencia puede privarse de efectividad.

7.6. La cuestión objeto de la litis. Acertada decisión, en la emergencia

El fallo no entra a todas las cuestiones posibles de fondo relativas a la emergencia,


limitándose a pronunciarse sobre lo que sostiene era el objeto de la litis, la apli-
cación de la ley a los salarios del mes de julio en curso al momento de dictarse,
sancionarse, promulgarse y publicarse. En ese punto parece inobjetable, más
allá de que la realidad sea ingrata.

7.7. Determinación de oficio de inexistencia de controversia fáctica e innecesa-


riedad de apertura a prueba. Conformidad de las partes

Pero no puede menos que destacarse que el tribunal primero dicta una medida
por la cual señala no advertir la existencia de hechos controvertidos ni la ne-
cesidad de abrir a prueba la causa, lo que se notificó a las partes sin que éstas
manifestaran oposición. Resultaría de ello, como mínimo, que la existencia de
la emergencia no se encuentra en debate en la especie. Por lo demás, tal como
ha seguido la historia, ella era y es de público y notorio conocimiento, mal que
nos pese a todos. En suma, en medio de circunstancias sumamente adversas,
un excelente fallo.11

7.8. En el caos, una luz de optimismo

No debemos pues desesperanzar ante el caos que por doquier nos aqueja. Al menos
sigue habiendo jueces, en el caso conjueces, en el Palacio de Justicia. Jueces que
no escapan al deber de resolver las causas en cuanto al fondo, por más amarga
que sea la decisión a tomar.

11
Es lo que señalábamos que debía hacer la justicia en la emergencia, en “El Estado de Derecho
en estado de emergencia,” LL, 2001-F, 1050; reproducido en http://gordillo.com/articulos/art10.pdf
y en L orenzetti, Ricardo Luis (dir.), Emergencia pública y reforma del régimen monetario, Buenos
Aires, La Ley, 2002, pp. 53-64.

472
iv. ¿cómo hacer? M-105

8. Correspondencia general y tucumana


8.1. Otro punto de vista sobre información enlatada, en este caso provincial

Un gran amigo me escribe lo siguiente:


“En cuanto a tu documento 2001-15 en el numeral 7 planteas el interrogante
general sobre la utilidad de las bases de datos enlatadas. Te cuento que a mi me
da buen resultado el sistema JUBA de la Suprema Corte. Los sumarios son breves
(y a veces con algunos errores) pero si no son muy nuevos remiten a Acuerdos
y Sentencias y allí se encuentra el fallo completo. Si son demasiado recientes
los pido en la Hemeroteca de Tribunales y recibo fotocopias. Como baja muchas
sentencias de la Suprema Corte resulta útil para quienes actuamos en el conten-
cioso. Tiene también otras tres bases que contienen sumarios de los Superiores
Tribunales de Neuquén (NEUQUE), Santiago del Estero (JUSE) y una suerte
de “varios” que recoge fallos publicados en distintas revistas jurídicas (FANA).
Debés saberlo pero por las dudas lo digo: el JUBA lo entrega a quien lo solicite
el Colegio de Abogados por $ 5 (el último CD salió en marzo 2001). También se
puede acceder por la red en www.scba.gov.ar/juba para conocer la jurisprudencia
posterior a la última edición.”

8.2. Cartas de alumnos

“Sinceramente siento como alumna suya de una carrera de grado y a punto de


finalizarla, que si bien la agresividad es constitutiva del ser humano y como se
lo han dicho y comparto «la agresividad actual está en cabeza de la autoridad
que pisotea la libertad,» entiendo que el contenido y lineamientos que brinda el
tema en cuestión refleja todo lo contrario a lo agresivo, dándome en lo personal
la sensación de docilidad.
“Estimo que lo agresivo ha sido que durante los años de carrera nadie haya
sugerido esta figura, básica como entrenamiento, pero a la hora de pensar con-
sidero que siempre es buen momento para incorporar interesantes alternativas.
La del entrenador personal la he recibido como modelo de suma importancia, y
tal vez ahora que he leído diferente material sobre derecho administrativo me
doy cuenta que recién he dado mi primer paso en el tema. Falta tantísimo por
recorrer, pero por medio de este «nuevo método para mi,» siento que estoy co-
nectada con tanto material que me asombra, permitiéndome pensar y repensar.
Obviamente los efectos secundarios que en mí produce son altamente positivos:
“—estoy logrando aumentar mi entrenamiento en PC (abandoné el miedo a
manejar este aparato que llegó a mi vida no precisamente en la adolescencia);
“—estoy logrando —como decía Bielsa— estudiar una hora y pensar cinco;

473
M-106 ii. diálogos con agustín gordillo

“—estoy logrando como me lo sugirió mi personal trainer de derecho adminis-


trativo reconocer lectura y evitar aquella en la cual la agresividad de la autoridad
cercena todo derecho del individuo.”

8.3. Cartas tucumanas (1)

Ver también supra, cap. IV, § 3.1, p. M-96 / 464; infra, § 20.2, p. M-146 / 514.

He recibido la primera carta tucumana del doctorado de la UNT. Reproduzco la


parte pertinente junto a mi contestación.

8.3.1. La pregunta

“En la última década, con la reforma constitucional de 1994 y un conjunto de


normas, se han ampliado notablemente las posibilidades para que un particular
pueda acceder a la justicia, en defensa de sus derechos, frente al accionar ilegi-
timo de la administración pública.”
“Sin prejuicio de ello, con la sanción de la ley 25.344 de “Emergencia Económica 
Financiera” se ha modificado el régimen legal del reclamo administrativo previo
dificultando el acceso del particular a sede judicial.”
“¿Considera Ud. que el estado de emergencia en el que se encuentra el Estado
servirá como excusa para eliminar algunos de los avances logrados en la materia
en los últimos años?”

8.3.2. La respuesta

Tal como está planteada la pregunta, parece un caso abstracto, algo muy distinto
a lo que intento hacer según explico en el capítulo I del tomo 1 y en el capítulo I
del tomo 2, más el libro El método en derecho y el libro Introducción al derecho.
En lo que se refiere al reclamo previo, pareciera que nada tiene que ver la
emergencia con el dificultar el acceso irrestricto a la justicia, sobre todo que la
administración nada puede hacer para resolver la emergencia.12 Estimo que los
jueces de primera instancia y de cámara deben limitarse a aplicar la vieja juris-
prudencia de la CSJN y demás tribunales del país que antes de ahora permitían
hacer el juicio sin necesidad de reclamo previo, tal como lo expliqué en la segunda
edición, de 1971, de mi libro Procedimiento y recursos administrativos, anterior
al decreto-ley de 1972. Le acompaño copia en pdf del capítulo pertinente de esa
edición de 1971.13
En la 1ª edición de 1964, t. 5 de la colección, Libro IV, cap. X, § 22, nota 16 (p. PRA-X-10), se
enuncian diez excepciones a la regla.

12
Como lo explico en mi artículo “El Estado de Derecho en el estado de emergencia,” que ya distri-
buí antes de ahora y que saldrá el viernes 12 de octubre en LL, http://gordillo.com/articulos/art10.pdf.
13
Si no lo recibe reclámelo al estudio.

474
iv. ¿cómo hacer? M-107

Sostengo esto porque la ley, al suprimir las excepciones, no hace sino retro-
traer las cosas a antes de 1972 con lo cual a mi juicio la antigua jurisprudencia
deviene nuevamente aplicable.
En cuanto a la CSJN, es todavía un poco prematuro adelantar opinión sobre
cómo se pronunciará, eso depende de cómo y cuándo le lleguen qué causas. Por
ahora es cuestión de replantear la procedencia de las excepciones, a la luz de
aquella vieja jurisprudencia, y tratar de que los tribunales de primera y segunda
instancia la readopten.
En todo caso, coincido con Crivelli y Vega en cuanto a que la interpretación
literal de las normas del art. 32 de la ley 25.344 la tornan incompatible con el
derecho supranacional que garantiza el acceso irrestricto y rápido a la instan-
cia judicial.14 Se impone por ello una interpretación que la haga compatible con
aquellas normas supranacionales, que no admiten excepción a la tutela judicial
para los estados de emergencia, e interpretar en consecuencia que subsisten las
excepciones establecidas antes de 1972 por la doctrina y la legislación, que no
eran sino aplicación del principio más elemental de razonabilidad.
Lo escrito desde otro ángulo acerca de la tutela judicial efectiva en el caso del
amparo, por ejemplo,15 resulta igualmente extensible al juicio ordinario pues no
es congruente admitir una demora excesiva para acceder a la justicia cuando
ésta tiene el deber de pronunciarse a su vez en un plazo razonable (art. 8 del
Pacto de San José). Iguales consideraciones se hacen extensivas en la doctrina
a otros supuestos.16

9. Acerca de los curriculum vitæ


9.1. Mandar un CV

Este es un mecanismo elemental de evaluación, que siempre funciona: Por lo que


uno dice, por lo que no se dice, por la forma en que se lo dice, etc. Es la primera
y más importante carta de presentación de cada uno, toda la vida. Me animaría
a decir que es el documento más importante a producir, después de los de iden-
tidad. No es una tarea delegable a nadie, no puede alguien resolver cómo nos

14
Crivelli, Julio César , con la colaboración de Vega , Susana , La emergencia económica perma-
nente. Comentario al derecho argentino de la emergencia: ley 25.344. Legislación y jurisprudencia,
Ábaco, Buenos Aires, 2001, 36, “2. Artículo 32, ” pp. 170-172.
15
Nos remitimos a lo dicho en Un día en la justicia: los amparos de los artículos 43 y 75 inciso
22 de la Constitución nacional, LL, 1995-E, p. 988 y ss.; reproducido, con modificaciones, como
capítulo XII de la cuarta edición del libro Derechos Humanos, Buenos Aires, 1998 (y cap. XV de la
6ª ed., 2007); igualmente reproducido en A bregú, M artín, y Courtis, Christian (Compiladores), La
aplicación de los tratados sobre derechos humanos por los tribunales locales, CELS, Editores del
Puerto S.R.L., Buenos Aires, 1997, p. 201 y ss.
16
A berastury, P edro, Ejecución de sentencias contra el Estado, prólogo de Jorge A. Sáenz ,
Abeledo.Perrot, Buenos Aires, 2001, § 2 y 3, ps. 57 a 62.

475
M-108 ii. diálogos con agustín gordillo

presentaremos nosotros. No obedezcan consejos de nadie, sigan siempre el propio


instinto y la propia reflexión.
A lo largo de la vida y en la medida que la información, las estrategias u
objetivos personales cambian, hay que ajustarlo: Agregando o quitando tipos
de información o la forma de presentar la información. Uno pone y omite lo que
quiere y es juzgado por ello.
Como cabe esperar que lo hayamos hecho personalmente, es también un indica-
dor que otros pueden utilizar para tener una primera impresión. La consistencia
en el tratamiento de los propios datos es esencial. Una falla en el CV parece una
falla de uno. Nadie es perfecto, por cierto, pero es una pena descuidarse en algo
tan sencillo de controlar.
A su vez, el curriculum que uno presenta debe adaptarse a la circunstancia
para la cual se lo presenta. Si es la presentación de un abogado de un estudio
jurídico que ofrece sus servicios profesionales puede destacar aspectos que en otro
CV parecerían inadmisible propaganda. Si es una candidatura para un cargo
público, es otra situación y además depende obviamente de qué cargo se trata.
Si es para pedir trabajo también es distinto.
Pero hay algunos errores mínimos a evitar, que son comunes a cualquier
funcionalidad que el CV presentado haya de tener.

9.1.1. Perfección de computadora

El CV requiere un esfuerzo extra y permanente, es nuestra carta de presentación,


se tiene que tener tanto cuidado como el que ponemos sobre nosotros mismos. Peor,
es nuestra representación, tenemos que poner más cuidado aún. Su perfección
debe ser la que le exigimos a la imprenta para las tarjetas personales.
Primero, los errores ligeros se admiten solamente en un trabajo rápido. El
CV debe siempre estar preparado y actualizado, antes que se lo pidan a uno.
Por lo tanto debe ya estar libre de imperfecciones, tanto como la computación lo
permite. La revisión previa a la entrega singular debe serlo del fondo, la forma
debe estar controlada de antemano.
Existiendo en la PC control de ortografía y gramática tanto en castellano
como en otros idiomas, ningún error se admite salvo en el extremo los que tiene
el propio Windows. Luego que pase el corrector de ortografía y gramática (en
Herramientas) en todos los idiomas que utilice, su pantalla no debe registrar
ninguna rayita roja de alerta. Y no alcanza, pues hay errores de tipeo que ni las
últimas versiones de Word corrigen.
En los paréntesis hay nuevos criterios sobre el uso de los puntos. En EE.UU.
están poniendo el punto antes y luego adentro del paréntesis, no después. Yo

476
iv. ¿cómo hacer? M-109

he empezado a hacer lo mismo. Si no está seguro o no le gusta, mejor evite los


paréntesis con punto final.
Tampoco puede haber dificultades para centrar algo en la página, ni para nada
que tenga que ver con la presentación visual de la página. Debe, simplemente,
ser perfecta.
¿Por qué? Porque si la tiene que leer un perfeccionista y encuentra defectos,
no le causará la mejor impresión.17 En tanto que quien no sea perfeccionista no
se dará cuenta que está perfecta y no tendrá un juicio adverso contra la persona
por esa perfección. Prestarán atención, uno y otro, al contenido del CV y no se
detendrán en la forma. Que, se supone, era la idea, ¿verdad?

9.1.2. Corrección de abogado

La Universidad de Buenos Aires no es ni ha sido nunca la Universidad Nacio-


nal de Buenos Aires. Agustín Gordillo no es Agustín A. Gordillo. (Consejo de
M arienhoff, que unificara.) Si M arienhoff hiciera la entrevista, le diría lo del
segundo nombre; si Sáenz estuviera en la entrevista, le diría lo de la UBA y así
sucesivamente. Son perfeccionismos; pero hay gente perfeccionista en la materia.
La Facultad de Derecho ha sido en el pasado la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales. Cuando se mencione la Facultad hay que uniformar o al menos siste-
matizar el criterio. O se la llama siempre por el nombre actual o, si quiere seguir
utilizando también el viejo, se lo usa solamente cuando se refiere a tiempos en
que la Facultad era llamada de aquel modo.
En general en las actividades que pongan traten de introducir la mayor espe-
cificación razonable, por ejemplo los días y el lugar (institución, se entiende, no
dirección) precisos de realización.
El criterio de usar punto y rayita es propio de los abogados, no se usa fuera
del ambiente; es una reliquia de los tiempos de la máquina de escribir. Evítelo.

9.1.3. ¿Cuánto puede hablar de una caja de fósforos?

Hay un ejercicio intelectual tanto del hinduismo como de alguna parte de la


filosofía occidental: Tomar una caja de fósforos y decir de ella todo lo que pueda
imaginar, durante una hora o más.
Al ser un objeto en principio carente de interés no es un ejercicio fácil ni pla-
centero. Ud. quisiera terminar la tarea en un punto razonable. Sin embargo si
intenta continuar verá que siempre es posible, que siempre hay algo más que se
puede decir respecto de ella. El objetivo no es agotar las características infinitas
de la caja de fósforos (Leibniz)18 sino agotar los límites de nuestra imaginación.
17
There´s never a second chance to make a first impression.
18
Siempre tomo 1, capítulo I.

477
M-110 ii. diálogos con agustín gordillo

En ese sentido haga con su CV, o imagine que otro lo hace, el ejercicio de la caja
de fósforos. Siempre se puede pulir algo más, siempre se puede perfeccionar algo.

9.1.4. Producto no terminado que debe aspirar, aunque nunca llegue, a la


perfección

Las observaciones anteriores son solamente para que tenga en cuenta que el CV
nunca es un producto terminado, sino que siempre ha de estar en elaboración,
siempre bajo análisis y revisión.
Cada vez que tenga oportunidad de agregarle algo, revise una vez más el
resto: Le será útil hasta el más exagerado perfeccionismo, porque nunca puede
anticipar el exagerado escudriñar microscópico de los demás. Por definición, los
demás son un mundo variado y variable de gente. Su peso crítico acumulado es
impresionante.

9.2. La orden de enviar un CV y la práctica de la presunción de legitimidad


del acto administrativo

Es para mí motivo permanente de curiosidad una confusión que con frecuencia


se produce en este tema. La teoría es que el acto administrativo nulo de nuli-
dad absoluta y manifiesta no se presume legítimo y que el administrado puede
desobedecerlo, aunque a su riesgo.19 Ahora bien, si el acto no es nulo de nulidad
manifiesta hay que obedecerlo, no hay alternativa alguna en el ordenamiento
jurídico.
La conveniencia o inconveniencia del acto nunca fue motivo suficiente para
incumplirlo. En todo caso, si el particular cree que el acto es inconveniente,
puede recurrirlo con tal motivo y pedir su revocación o sustitución, pero no pue-
de incumplirlo a menos que encuentre razones de derecho muy poderosas para
hacerlo. Si las encuentra, entonces es posible que el acto sea otra vez nulo de
nulidad absoluta y manifiesta.
A su vez la teoría es que la administración impulsa de oficio el procedimiento,
pero la práctica es que sólo se mueve a impulso del interesado.20 Yo he pedido ya a
todo el mundo que me mande los CV y he advertido que no es una tarea a tomarse
a la ligera, que ese pedido debe ser un llamado de alerta para el destinatario y
que debe revisarlo una vez más con cuidado. He dicho que uno pone u omite lo
que quiera en el CV, pero que es juzgado por ambas cosas. He puntualizado que
es el documento personal más importante después del documento de identidad.

19
El tema está explicado en el tomo 3, cap. V. Lo doy por repasado.
20
Desarrolle esta cuestión en el cap. X del tomo 2.

478
iv. ¿cómo hacer? M-111

9.2.1. No envío por haberlo enviado antes

Ahora bien, hay quienes no mandaron el CV, porque ya lo habían entregado al


inscribirse. Esto supondría un juicio de inconveniencia o falta de necesidad o
sustento fáctico suficiente en mi orden de que enviaran los CV. Esos argumentos
pueden ser razonables, pero si no llevan a la nulidad absoluta y manifiesta del
acto no impiden que se deba cumplirlo. La pregunta sería también, puesto que la
finalidad de pedirlo es para revisarlo y asesorarlo sobre él, ¿qué interés jurídico
o material puede tener Ud. en incumplir la orden?

9.2.2. Enviar uno viejo sin actualizar

Otros que lo mandaron enviaron el que ya tenían preparado para otra ocasión.
Mandaron copia. Es también un incumplimiento ilegítimo del acto administra-
tivo presumido legítimo. Entiendo que les parezca por algún motivo innecesario
corregirlo: Pero ocurre que la autoridad competente lo ordenó y si no tienen un
motivo claro y concreto para desobedecer no es hábil, ni jurídico, hacerlo.
Cuando leo el CV y advierto en él referencias que son para otra entrevista o
para otra ocasión, resulta evidente que se ha incumplido la orden. Es como lle-
var, a una entrevista en la que están tomando personal, un cartel que dice: “Yo
no cumplo órdenes, ¿y qué?” El otro dirá: “Yo no tomo personal insubordinado
antes de entrar.”

9.2.3. Enviar uno para otro objetivo

Otros actualizan el CV para la ocasión pero le agregan, como parte del mismo
documento, el trabajo sobre qué habilidades uno tiene y carece, encargado en el
curso de Habilidades sobre la base de la idea del capítulo I de Rogers “Éste soy
yo” (El proceso de convertirse en persona.) La idea es buena. (Para otro caso.) En
este caso es como mi doctrina en el caso Allevato. No se aplica a los hechos del
caso. Es “buena” para dar una clase teórica en otra materia, en otra Facultad,
no para una organización burocrática cualquiera.
Esta semana dos CVs tenían esa divergencia con los recaudos exigidos. Si Ud.
considera que debo considerar otra cosa además de su CV, puede hacer un escrito
y acompañarlo sosteniendo y explicando o fundando por qué el CV debe llevar
otra información complementaria.
La textura abierta del lenguaje. Siempre podemos argüir que “Yo entendí
que...,” “Yo pensé que...,” pero es un mal argumento, porque no hay mucho lugar
a la incertidumbre sobre qué es, en el lenguaje ordinario, un CV. La respuesta
en un lugar de trabajo puede ser grosera para Ud. o costarle la carrera sin que lo
sepa. “Yo le pago para que obedezca, no para que discuta.” Ese enfrentamiento,

479
M-112 ii. diálogos con agustín gordillo

hay que tener buenas razones para hacerlo. Hacerlo por deporte es perder, siempre
perder. No es un deporte sano.

9.3. Otra vez la presentación formal

Hay que cuidar aspectos estéticos, pero antes hay que resolver adecuadamente
los aspectos materiales mínimos. La tipografía, por ejemplo, debe ser perfecta.
Existiendo corrector tanto gramatical como de puntuación y ortografía, ningún
error es admisible. Muchos, sin embargo, envían CVs con errores.
Mucho menos se puede enviar un CV con errores de composición: Por ejem-
plo no hacer bien el centrado. La máquina lo hace, el que lo hace a mano con el
espaciador o el indent simplemente demuestra no saber usar la PC, eso sólo lo
descalifica. Lo mismo va para la sangría. No puede hacerla a mano con la com-
putadora, tiene que usar la opción formato, párrafo, etc. Tampoco puede usar
otra cosa que “justificado.”
Cuando utilice palabras en otro idioma, tampoco se admite error alguno. Para
eso la PC tiene la función de corrección gramatical y ortográfica en cualquier
idioma. Un error es pues simplemente desidia, negligencia y como tal impresio-
nará al que lo lea. O sea, desfavorablemente.

9.4. Es un documento. Sigue las reglas del arte en la materia. Integra un expe-
diente. El expediente es como la historia clínica en la jurisprudencia

Como documento que es, se le aplican las reglas pertinentes. Como va a integrar
un expediente, conviene recordar la jurisprudencia sobre la historia clínica, que
es comparable al expediente de los abogados.
En La Ley del 30 de agosto de 2001 hay una excelente y brevísima nota de
redacción sobre “El valor probatorio de la historia clínica.” El expediente, como
la historia clínica, no es todo y “si bien la que está mal confeccionada puede
constituir una presunción hominis de culpa, por sí misma no es suficiente para
adquirir la eficacia causal o para erigirse en culpa con tal eficacia, pues aislada
de otros elementos al respecto y si no se conecta con otras presunciones, no es
admitido el nexo de causalidad entre al acto médico y el daño ocurrido al paciente.”
El expediente no es todo, Ud. puede intentar tirar abajo un mal expediente
con una muy buena entrevista o un muy buen alegato oral. También a un buen
expediente puede minarlo con una mala entrevista o alegato oral. La historia
clínica mala Ud. puede levantarla mostrando la salud del paciente. Si el pacien-
te está enfermo o muerto y la historia clínica es mala, todavía puede producir
pericias u otra prueba que demuestre que actuó bien aunque haya hecho mal la
historia clínica.

480
iv. ¿cómo hacer? M-113

Pero salvo esos supuestos, el expediente como la historia clínica son una suerte
de probatio probatissima.
“En tal sentido se recuerda que las anotaciones que allí se hacen... no son
tareas administrativas sino profesionales y que deben ser rigurosas, precisas y
minuciosas, pues caso contrario un error u omisión puede ser grave y hasta fa-
tal;” es una “obligación” “llevar un correcto registro,” “una descripción exacta de
estudios, análisis y síntomas, ... pues las omisiones son antecedentes contrarios
al ...” profesional actuante: él “puede ampararse en una exacta y veraz historia
clínica, pero soporta las consecuencias adversas que de ella surgen”. En estos
antecedentes que la nota de redacción puntualiza, se “ha aseverado que la no
registración de un acto... importó un ocultamiento, negligencia o impericia que
demuestra que no adoptó los cuidados para una buena praxis médica.” En cada
caso se citan fallos.
Estos mismos criterios con los cuales juzgamos a los médicos son los que se
aplican para juzgar vuestros expedientes.

9.5. Una reacción teórica frente a un problema empírico

Las consideraciones del punto precedente están encaminadas no a un estudio teó-


rico sino a una cuestión empírica; con conocimiento del derecho, sí, pero empírica.
Recibí en respuesta un estudio apurado sobre los instrumentos públicos, que
ya comenté en otra correspondencia. Lo lógico hubiera sido recibir un CV.

9.6. Si su CV indica que sabe inglés o computación o usa Internet


9.6.1. Introducción

Hoy en día es frecuente que el CV consigne algún dato sobre conocimiento de


inglés, o cursos realizados en el exterior, etc.; también se suele mencionar el uso
de Internet, que requiere algunos elementos de inglés. Con la computación pasa
algo parecido.21 En tales casos, se aplican las siguientes reflexiones.

9.6.2. Be careful, be attentive to detail

You must be extremely careful with your CV. Typing should be perfect. Be espe-
cially careful with your self-assessments of foreign languages. Since Bill Gates'
Windows, no mistakes are allowed. (Use Tools, Grammar and Spelling.)

21
Ud. debe saber cuánta memoria RAM tiene su máquina, y cuánto en el disco rígido, qué pro-
cesador utiliza y otras yerbas de “fierros.” Y debe saber qué programas de procesamiento utiliza,
qué versión, cuál es mejor. Debe poder decir qué browser usa para Internet y cuál para buscar en
su computadora. Cómo utiliza Altavista, cómo busca en un documento de Word (Ctrl más B), en un
documento pdf (Ctrl más F), en un documento de Page Maker. (Idem).

481
M-114 ii. diálogos con agustín gordillo

As a lawyer, you are expected to show a very skillful language, a sharp yet
somehow restrained mind. Be very careful with your language.
If you say anything at all about Internet you should provide more information
about you, how you proceed with a search, which browsers you prefer, which sites
you most frequently access and why.
Some people use the e-mail, and the files, relatively unaware of its consequen-
ces. One of the matters I insist on, in Law School, is to raise one’s awareness as
to the paper trail one leaves, to make pieces of paper speak, as they said at the
French Council of State a couple of centuries ago. (You will find the reference in
the book Legal Methodology.)
So, I naturally wonder if you are aware of all that. For instance, many people
add “papers,” not “documents,” to their files ―that is, instruments they take at face
value, without being fully aware of their contents. It provides for nasty surprises.
This does not mean not sending e-mails, or not having files, any more than it
means for a lawyer not to make legal briefs. Our life, our way of being, our raison
d’être, our trade, is making files and paper trails.
The worst mistake a lawyer can make is not reading carefully, not being
thoroughly familiar with, his or her own pieces of paper, of writing, whatever.
One mistake in your own sayings, proof, etc., and you put at serious risk your
whole enterprise.
First of all, did you carefully read it before sending it to me? Are you ready to
speak and be spoken about it? Did you think about these and other questions that
your e-mail and therefore your file entails? Would you be very much surprised
that this kind of questions should arise at the interview? Have you ever been
questioned by a lawyer?
Would you be able to hold the interview in English? You said you’re fluent in
English. Each time I say or assume or let it be assumed that I speak English, I
suffer beforehand of the consequences. Do you?

10. Audiencia pública 2001-11 y evaluaciones del sistema


10.1. Primeras evaluaciones del sistema

Me llegó otra evaluación que me parece importante compartir. Le he quitado


apenas algún detalle:
[...]
“1º) Algunas cuestiones previas
“Vengo recibiendo tus mails con distintas “sensaciones.” (Probablemente se-
gún el momento en que me llegan.) A veces con ansiosa expectativa e inmediata
lectura. A veces sólo leyéndolos a vuelo de pájaro y postergando la revisión más

482
iv. ¿cómo hacer? M-115

detenida para otra ocasión —que a veces no llega— con la consiguiente culpa
interna que ello me genera. Otras leyéndolos tardíamente con las lógicas di-
ficultades de seguimiento. En todos los casos sintiendo la misma “incitación,”
“provocación” y estímulo. La conclusión es siempre la misma: No hay “utilidad
marginal.” Es siempre un “valor agregado autónomo” el que se recibe, tan im-
portante como estar enterado de las limitaciones a las transacciones en dinero
efectivo, la reforma al régimen de contrataciones, la habilitación de instancia de
oficio, etc. Ser abogado, enseñar o aprender derecho, estar hoy y aquí en el mer-
cado no es igual siquiera a cómo nos posicionábamos años atrás. ¿Lo percibirán
igual todos? Los mails son como un electroshock para los que se olvidan que no
es el progreso el que se detiene, sino uno.
“2º) La evaluación pedida
“Aspectos positivos: Cuándo negociar, formular propuestas, escritos, contratos,
sugerencias, etc. por mail es inevitable e imprescindible. El fax, el teléfono y las
reuniones personales han quedado circunscriptas cada vez más a cuestiones
muy específicas. ¿Por qué entonces al enseñar y aprender derecho ignoramos la
realidad? Aspecto positivo pues: No es nada más ni nada menos que lo que diaria-
mente hacemos y lo que hacen nuestros actuales, potenciales o deseados clientes
en sus empresas. Y como suelo decir, en cada caso y en cada ocasión, me imagino
que del otro lado está el Presidente de Repsol YPF como mi cliente. ¿Esperaría
o haría algo distinto con él? Si lo hiciera ¿lo conservaría como cliente? Vulgares
y banales metáforas que, sin embargo, me han resultado muchas veces bastante
eficaces al momento de convencer a más de uno. Valen iguales consideraciones
para los mails en inglés, como lengua “supra nacional.”
“Aspectos negativos: A veces se hace difícil seguirlos. A veces presuponen algún
hecho que me es ajeno o son respuesta a alguna cuestión que no conozco y por lo
tanto la comprensión se ve dificultada.
“Sugerencias:
“Numerarlos o elegir un modo de sistematizarlos e identificarlos. A veces
recibo algunos casi idénticos entre sí y debo apelar a las herramientas de word
para compararlos, etc.
“Contemplar las dificultades —cuando los attachments son pesados— de quie-
nes lo bajan por Outlook (conectados por teléfono) porque casi inevitablemente la
comunicación se corta. (Advertirles sobre el Acrobat Reader.)
“Aclarar —sobre todo a las “nuevas categorías de destinatario”— que se trata de
compartir información, sugerencias o indicaciones dadas a grupos específicos, etc.
“Contemplar —sin perjuicio de las dificultades que ello puede traer para ad-
ministrar el sistema— el intercambio de información (fallos, normas, encuentros

483
M-116 ii. diálogos con agustín gordillo

académicos, novedades, etc.) sin perjuicio que puede circular por cuenta de cada
remitente al “grupo de correo” que se arme a tal fin.
“3º) Alumnos del grado
“No sabía que habían hablado sobre el tema de utilizar algo de esto a princi-
pios de año. Sin saberlo, adopté el sistema en el curso de... Los alumnos debieron
obligatoriamente constituir y enviar un mail para confirmar su asistencia a clase.
Les mando frecuentemente tareas, algunas reflexiones, ideas, preguntas (mu-
chas) sobre cuestiones que quedaron abiertas o pendientes en clase. Los invito a
volver sobre algunas cuestiones. Les planteo alguna tarea, etc. Por supuesto me
contestan, repreguntan, piden datos, etc. lo que me obliga a una tarea adicional
que trato de responder en tiempo y forma. (Sobre todo para demostrar la seriedad
de la cuestión y que no se convierta en un “jueguito” sin valor alguno más que el
mero entretenimiento.) Apelo al RLNPA 22 en materia de notificaciones, etc. Los
alumnos están —o al menos eso dicen— mucho más que interesados. Ya no quedan
excusas. Y sobre todo me parece que sienten que la tarea nuestra es asumida con
un grado de responsabilidad [...] De modo que no pasa sólo por la utilización del
medio como herramienta, sino que es el contenido que circula lo que ellos están
apreciando. Por supuesto algunos me han planteado las dificultades y presiones
que esto les origina; ni se imaginan las que les esperan en los próximos 20 años.
Y algunos comentarios hemos formulado sobre el particular, porque a punto de
recibirse estas cuestiones no son sino un anuncio de lo que harán y sentirán en
los próximos 30 ó 40 años de ejercicio profesional. He optado por circularizar to-
das las preguntas y respuestas; de paso aprenden la circularización de las notas
aclaratorias de los Pliegos. Con lo cual nadie queda afuera, todos saben en qué
están todos, etc. A veces, no muchas, el tiempo me falta y retraso las respuestas.
No me gusta. Y para no sentirme que quedo encerrado en una trampa propia,
en todos los casos que esto sucede, doy al menos alguna brevísima explicación
sobre la cuestión. Como la experiencia tiene poco tiempo (poco más de un mes)
veremos cómo sigue.
“4º) Posible extensión del número de destinatarios
“Me parece que la dificultad puede residir en que, muchas veces, es necesario
conocer el origen, la cuestión o los hechos que originaron el e-mail. En algunos
casos, hasta ahora, parecía que respondía a una cuestión puntual planteada en
algún curso, con algún cursante, etc. con lo que —inevitablemente— queda una
zona gris derivada del desconocimiento del sustento fáctico del que se deriva la
respuesta. Creo sin embargo que si los destinatarios están advertidos de esta
cuestión y, por otro lado, participan como una red de información o intercambio
y no necesariamente siempre como sujetos obligados a ejecutar algunas de las

22
Creo entender que mi buen amigo se refiere al que yo llamaría RDLNPA

484
iv. ¿cómo hacer? M-117

obligaciones planteadas en los e-mail, la dificultad perdería relevancia. La red


DIP es básicamente una fuente de información vinculada a difundirla. Releyendo
algunos correos tuyos anteriores, creo que con la advertencia anterior, la idea
podría funcionar (y en todo caso dejando aclarado que “the proccedure shall be
subject to any improvement performed hereafter.” Con el conocimiento por parte
de los destinatarios del contexto en que estos mail se inscriben, su propósito, etc.
me parece que vale la pena hacerlo. En todo caso puede derivar también en un
foro de discusión e intercambio y en tanto se tenga en cuenta que en qué casos se
espera una respuesta de algunos de los destinatarios y en cuáles no. De hecho,
conociendo previamente las reglas y las características, no desecharía la idea.
[...]

10.2. Audiencia pública

Ver también: Cap. I, pp. M-17 / 387 y M-36 404; cap. II, p. M-87 / 455 in fine y cap. IV, p.
M-174 / 542.

Da la sensación, seguramente errónea, de que los cursantes no hubieran toda-


vía estudiado la Resolución 16.041/85, que es el derecho vigente que se propone
supuestamente modificar en el objeto de la audiencia pública, objeto que todavía
no se ha podido definir con claridad.
El texto se encuentra transcripto en el t. 6, Libro I in fine, pp. Met-Res-1/5, http://gordillo.
com/pdf_tomo6/01/resolucion.pdf.

Las propuestas a debatir (pueden ser varias, alternativas) deben tener una mí-
nima adecuación al ordenamiento, señalando cómo y en qué pretenden modificarlo.
Ya se lo dije al grupo antes de la primera clase, en el desayuno de trabajo,
pero por algún motivo no logran “aterrizar” el caso a la realidad normativa de
la Facultad. Quizás el grupo es muy numeroso y no logra funcionar eficazmente
en el trabajo fuera de la Facultad. Habrá que juzgar en su momento cómo están
los trabajos individuales y los alegatos, para ver qué explicación convincente
pueden dar.
Es como si se olvidaran que van a ser especialistas en derecho administrativo
y pensaran que pueden hablar y proponer con la “libertad” del que no conoce
nada de derecho administrativo vigente en la Facultad. El único tema motiva-
dor parece ser la enseñanza en general, no la enseñanza concreta del derecho
administrativo en esta Facultad de Derecho que tiene una ordenanza vigente al
respecto, redactada además por el profesor del curso y que para mayores lleva
informalmente su nombre. Curiosamente y a pesar de haberlo ofrecido, nadie
se ha interesado por preguntar la génesis del proyecto ni en averiguar sobre las
alternativas de su debate en el Consejo Consultivo de la Facultad. Si bien los
organizadores de una audiencia pública no tienen por qué ser expertos en el tema

485
M-118 ii. diálogos con agustín gordillo

de la audiencia, deben conocer de su objeto al menos lo indispensable para poder


organizarla, hacer las entrevistas, la preaudiencia, etc. Si por algún motivo se
deseara cambiar el objeto, se está a tiempo de hacerlo. Pero cualquiera sea el
objeto, debe tener claridad, concreción, información, etc.
Como si no hubiera una instancia de evaluación. Como si no fuera una actividad
seria y formal de enseñanza y aprendizaje. Como si no quedara constancia de todo.
Como si cambiar los métodos de enseñanza fuera nada más que cuestión de no
dar clase magistral y dejar que los alumnos hagan lo que les parezca.23 Creo que
esto es explicable por la dinámica del grupo, la época del año,24 el compañerismo,25
etc., pero no por la especialización que se cursa, el método, etc.

11. Sobre el curso de Audiencias Públicas


11.1. Introito

Me han dicho que a veces estos materiales son poco claros pues faltan referen-
cias. Es un poco inevitable, me parece. Queda a criterio de los destinatarios
generales, determinar si vale o no la pena intentar leer misivas dirigidas a
destinatarios particulares.
Este es un buen ejemplo de ello.

11.2. Audiencia pública 14

No suelo ser supersticioso, pero salteo el trece. Porque veo que las cosas no están
yendo bien, con tres reuniones sin poder definir el objeto de la audiencia pública
y sin un mínimo conocimiento demostrado, de lo más básico de ese objeto.
En la reunión de hoy lunes 17 de septiembre no voy a asistir. Quizás tampoco
las siguientes. Irá, en ésta, M ario Rejtman Farah.
Mientras tanto, envié a uno de los participantes una carta que a continuación
circularizo, modificada para hacerla apta a esos fines.
Concretamente, como docente vengo observando que algunas personas están
trabajando al mismo tiempo intensa y eficientemente.
Otros están trabajando intensa pero a mi juicio no eficazmente.
En cuanto al resto, de la mayor parte no tengo aún criterio formado aunque
vengo observando su trabajo.
23
No ha dejado de llamarme la atención que todos los proyectos enfatizan la participación pero
no los trabajos de los alumnos. Es lo mismo que la insistencia con los derechos pero el olvido de
los deberes de los individuos.
24
El hartazgo con una carrera que les ha insumido ya más de cuatro años de especialización y
luego ven que en el puntaje para concursos tiene el mismo puntaje que otras más breves.
25
La solidaridad mal entendida. Si alguien no estudió o hace propuestas desinformadas o des-
acertadas no se le dice o no se le discute porque es un amigo, un compañero. Pero si el compañero
les pone a todos un salvavidas de plomo, ¿sigue siendo amigo?

486
iv. ¿cómo hacer? M-119

Como a nadie se le puede pedir resultados de los demás, les adelanto cuál es
el plan “B” en caso de fracaso grupal: Pasar a una evaluación de los expedientes
individuales y sus alegatos, por los profesores a cargo del curso. Algunos pueden
aprobar tanto de una como otra manera (con el resultado del trabajo, o con el
expediente); otros podrán aprobar con el esfuerzo del trabajo si lo acreditan bien
con el resultado del expediente, o sea en definitiva de la segunda manera.
Creo que he advertido suficientemente de todo esto por escrito en e-mails an-
teriores, no quisiera que esto pareciera algo de mala fe como algunos sospechan.
Antes de hoy se hicieron tres clases. Faltan tres más. Está pendiente la
instrucción inicial que dí, que este seminario se rinde y aprueba haciendo una
audiencia pública. En su defecto, si como grupo no logran hacer una audiencia
pública (no un seminario, jornadas, etc.), queda la alternativa de aprobación por
los expedientes individuales. En tal caso será un fracaso grupal pero no nece-
sariamente individual.
No hace falta que todos sigan el mismo camino. Algunos pueden separarse “in
pectore” y apuntar directamente a la hipótesis “B,” de aprobación por el expe-
diente. Los que anímicamente están ya separados, no olviden que para aprobar
deben hacerlo teniendo como prueba el expediente y como canal o elemento de
convicción el alegato.
Otros pueden persistir en el intento de cumplir la primera instrucción de hacer
una audiencia pública. Sigue siendo mi objetivo principal. La instrucción está
vigente, teniendo ahora como destinatario a todo el curso.
Esta circular es tan sólo el intento de mejor explicar lo que a mi juicio está
ocurriendo y lo que puede ocurrir si la audiencia pública fracasara, en el sentido
de que no se hiciera algo que fuera una audiencia pública.26 Con lo cual, me pa-
rece, todos deben tener cuidado con su expediente.

12. Sobre los e-mails


12.1. Lo “miro,” a veces lo leo

[...]
“Todo lo que envías, al menos, lo “miro,” a veces lo leo. Muchas de esas veces
me dan ganas de contestar; hasta ahora no lo he hecho porque en general com-
parto los contenidos y los objetivos.

26
No entraremos, desde luego, a la cuestión de la naturaleza o esencia de las cosas, como advierto
en el capítulo I del tomo 1. Pero así como algunos entendieron que no podían hacer el tema del agua
y las inundaciones y los reservorios, por ser muy complejo, y así como el tema de la enseñanza me
pareció excelente, queda en pie una condición: Conocer al menos el régimen jurídico que lo regula
y alguna bibliografía básica. Menos que eso ya no se puede admitir como cumplimiento racional de
una instrucción. Me pregunto también si conocen el viejo trabajo de psicomarxismo, “Psicopatología
de la relación docente-alumno.”

487
M-120 ii. diálogos con agustín gordillo

“Comparto tus observaciones sobre los “yankees.” ¿Es que alguna cosa la ves
fuera de libreto? ¿Hay algo que te haya sorprendido? Conocemos sus métodos,
sobre todo eso: Método. También sus finales. (Que nunca terminan.)
“Me gusta lo de la emergencia. Supongo que este texto es el que hizo escan-
dalizar [...] ¡Está muy bueno!
“Comparto eso de que se trata de ver lo que miramos todos los días y lo tene-
mos encima. Todo este proceso de una década tenía por objetivo evitar que nos
cerraran las puertas, lograr que nos prestaran dinero y vinieran inversiones. Ya
pasó todo y no nos prestan, no nos abren la puerta, no vienen inversiones sino
tan solo dibujos financieros poniendo un poco de lo que sale da acá mismo, nada
genuino. Íbamos a eliminar la corrupción pero resulta que no ha disminuido un
ápice, más bien, aumentó. (¡Y eso que [...] nos escribe sobre la “ecuación ética”
de los contratos!)
“Estamos técnicamente en default. Lo que pasa es que todavía queda para
sacar, o saquear. Vamos a ver que efectivamente estamos en default cuando ya
no quede algo suceptible de ser enajenado y llevado fuera del país. (¡Ojo!, llevado
por nosotros mismos los argentinos.)
“Pero no podemos darnos el lujo de ser pesimistas. Hay algunas señales. Son
pocas pero, al mismo tiempo que presenciamos algunos desmoronamientos (como
el del Estado “que-se-presume-solvente”) también se puede observar cómo surgen
nuevas actitudes que nos permiten abrigar esperanzas; las necesarias para seguir
poniéndonos al frente de una clase y poder francamente invitar a otros (que nos
miran y esperan) a reflexionar y a ocuparnos de los temas que nos preocupan.”
[...]

12.2. Haga lo mismo con sus alumnos

Le escribo a un colega:
Me dice Ud. que “leerá” mis comentarios a sus alumnos. Pero en realidad la
idea es que cada docente pida a sus alumnos que tengan una dirección de e-mail
y les dirija e-mails él mismo y conteste los de ellos. De ese modo aumenta consi-
derablemente la cantidad de tiempo que Ud. les puede dedicar a sus alumnos y
ellos a Ud. Los e-mails de ellos en su PC es para el docente una forma de controlar
sus trabajos y la regularidad de sus estudios. Aumenta mucho la eficiencia del
trabajo de unos y otros.
Espero que no tome a mal este consejo. Justamente una de las finalidades de
este correo es poder intercambiar experiencias, novedades e ideas que nos ayuden
en nuestro trabajo docente.

488
iv. ¿cómo hacer? M-121

13. La tecnología aplicada al trabajo intelectual. Balance tecnológico

Todos mis amigos saben de mi interés y preocupación por la tecnología aplicada


al trabajo intelectual. Como siempre, los cambios por venir son mayores que los
ya ocurridos. Por ello conviene detenerse un instante para hacer un balance de
adónde llegamos, dónde estamos. Algunos de mis amigos se han quedado tecno-
lógicamente un poco atrás.27 Otros están más adelante.
Algunos cambios han servido para mejorar, otros han hecho perder tiempo y
dinero. ¿Un balance mínimo de siete puntos al fin de septiembre de 2001 podría
ser el siguiente?

13.1. Indexar y buscar

En la PC, usar ctrl B para buscar algo adentro de un documento, ctrl. C y ctrl.
V para copiar. Hacer y tener un índice de cada documento (con la plantilla) y
un índice de todos los documentos (a mano); tener instalado Altavista Personal
Indexer (gratuito) e indexada toda la documentación de la PC (veinte minutos,
automático). Usar, en Altavista, Advanced Search, extension:pdf and “...” o NEAR.
Una vez encontrado el capítulo, buscar con ctrl. F. Está también Google Desk,
desde luego.

13.2. Manejar la información

En formación de derecho administrativo, Ud. está seriamente atrasado si no tie-


ne más o menos rumiada toda la información y el sistema de www.gordillo.com
Si no le gusta la PC, tiene al menos los libros en soporte papel. No conocer ni
uno ni otro ya es grave. Una forma de avanzar es, cada vez que le interesa un
tema o tiene que trabajar en algo, comenzar por buscar qué hay, incorporarlo a la
PC y leerlo. De paso adquirirá destreza en la búsqueda. Tenga presente, además,
que el método y la formación de base preceden en orden de importancia a la infor-
mación de actualidad. No puede manejar bien ésta si no maneja bien el sistema.

13.3. Tener la información en la PC

En la bibliografía, tener en la PC todos los libros de Derecho administrativo


accesibles informáticamente. (Los míos se bajan gratis desde www.gordillo.com.)
Ir bajando las leyes que van saliendo o con que uno está trabajando, del Bo-
letín Oficial o de SAIJ. La mejor forma de acumular información útil es anotarla

27
Antes se notaba menos, ahora es creciente. Hace pocos días me llama una amiga de más de
cuatro décadas, a quien no veía hace meses, para preguntarme algo de derecho administrativo. Todo
lo que necesitaba saber ya lo hubiera tenido en su PC, si solamente tuviera e-mail. Por supuesto,
esto puede obligar a cambiar la PC, el proveedor de e-mail, etc. No dije que era fácil ni barato, sólo
que es indispensable.

489
M-122 ii. diálogos con agustín gordillo

uno mismo en el disco rígido cada vez que la encuentra, en el momento que la
encuentra y no después, que ya es tarde.

13.4. Tener e-books

Ahora que se empiezan a vender e-books, empezar a armar la biblioteca infor-


mática, al menos de los clásicos generales.

13.5. Saber inglés

En idiomas, todos ayudan, pero el inglés es indispensable. Para quien aún no lo


aprendió, debe ser un programa o fin a largo plazo pero permanente. En mi opi-
nión, sirven las películas de entretenimiento sin subtítulos (en la TV por cable,28
se programa con un televisor SAP) y los programas de televisión en inglés. Si
no le gusta CNN, vea al menos BBC. Para la palabra escrita, puede practicar
con www.bbc.com; www.iht.com.
Si no le gusta mirar todas las semanas Time y Newsweek: Para información
general y un lúcido análisis argentino, es absolutamente indispensable leer el
Buenos Aires Herald.
El contexto temporal de la afirmación es el comienzo del milenio.

[...]

14. Tecnología y distancia


14.1. Tecnología y distancia

Servirse adecuadamente de la tecnología hace inexistentes las distancias. A veces,


en cambio, no usarlas aumenta más el espacio. Potencian tecnológicamente el
espacio, la distancia. Se alejan más en su mente que lo que están lejos físicamente.
Dos pequeños ejemplos. Muchas veces se me invita a dar una charla. En un
caso, por un inconveniente de aeropuertos, no pude viajar. Pedí entonces que las
personas que iban a asistir me hicieran sus preguntas por e-mail a fin de contes-
társelas del mismo modo. Voy a ir de todos modos, en algún momento futuro. Pero
mientras tanto las preguntas no me llegan. Tienen el material, tienen la vocación
pues se han inscripto en un curso, supuestamente deben tener la curiosidad de
preguntar algo. Pero desaprovechan la oportunidad de hacerlo.
Ver también en el cap. IV, § 3.1, p. M-96 / 464; § 8.3., p. M-106 / 474.

28
Advierta que los personajes de mayor nivel social, jerárquico, intelectual, etc., hablan con
mayor claridad y mejor dicción. No intente aprender el inglés de los personajes que representan
un bajo nivel socioeconómico, cultural, intelectual, etc. Se desanimará al no entender bien; o peor,
adquirirá modismos o manerismos incompatibles con el nivel que su trabajo requiere.

490
iv. ¿cómo hacer? M-123

14.2. Tradición oral y tecnología de punta: La escritura

Otro ejemplo: Me invitan a charlar sobre un tema, en el que han preparado un


paper. Puesto que me invitan, cabe suponer que les interesa lo que puedo decir al
respecto. La respuesta es sí y no. Pues nadie leyó lo que tengo dicho al respecto.
Cuando me encuentro entonces dando la versión oral de lo que escribí con
anterioridad, teniendo que introducir primero información a la discusión, es
inevitable no tener un poco de sensación de futilidad. ¿Se me invita a hablar
para suplir leerme? No parece un uso racional del tiempo ni de la tecnología:
En el caso, Gutemberg.
Por otra parte, ¿es mejor escuchar que leer? En tal caso compre los audio-
books.
Hacerse leer, contar, dar clase, conferencia, de un texto escrito es una forma,
sí, de acceder al conocimiento; algo así como un personal trainer para hacer
ejercicio. Ayuda si es para practicar un idioma extranjero. Pero si es el propio
idioma, escuchar es muchísimo más lento que leer. O sea, es tecnológicamente
atrasado. Es mala inversión de su tiempo.
El encuentro cara a cara debe ser para complementar y mejorar la lectura
previa o el intercambio de e-mails previo, no puede nunca postularse que lo suple
eficazmente. Las dudas que le deja la lectura puede suplirlas la entrevista o la
clase. Los vacíos de la falta de lectura no los suple nada, salvo la imaginación.

14.3. Usando des-pa-cio la PC y la Internet

Cuando se utilizaban las máquinas de escribir manuales y eléctricas, había


gente que prefería las manuales; cuando aparecieron las electrónicas, algunos
se mantuvieron fieles a las eléctricas; cuando apareció la PC, muchos siguieron
con la máquina de escribir electrónica. Ahora que ninguna de ellas se consigue
y sólo hay PCs en los escritorios, hay siempre novedosas formas de lograr resis-
tir al avance tecnológico. Usar des-pa-cio la computadora, como si no fuera un
instrumento distinto de la máquina de escribir. No usar los diez dedos. No usar
las combinaciones de teclas que permiten avanzar rápido en un documento.29

29
Casi me da vergüenza, porque algunos corresponsales son muy ácidos, pero para ir al final
de una página, es control-end; para ir al comienzo, control-home; para cambiar de ubicación en un
renglón control-cursor izquierdo o derecho; para subir o bajar page down o page up o la ruedita del
mouse; para buscar una palabra control-B; para buscar una página control-i; para hacer un índice
alt-i; para mover algo control-x y control-v; para copiar control-c y control-v; para buscar algo de
derecho administrativo, altavista en la PC; para buscar algo en la web, google, altavista, copernic,
cualquiera; para buscar algo adentro de un sitio que tenga search box, ésta; para buscar adentro
de un texto en pdf, control-F; para buscar dentro de un texto en pm, lo mismo; todo eso funciona
también en internet.

491
M-124 ii. diálogos con agustín gordillo

También pueden utilizar des-pa-cio la Internet. Acaba de salir un artículo


en el NYT del 26-09-01, Business and Technology, p. 3,30 con los consejos que
Ud. puede desoir para andar más lento que lo necesario: Check the map, use the
search box, use the shortcuts, clear the cache, skip the intro, skip the ads. BTW,
learn English. En el punto skip the ads el artículo señala que hay dos programas
gratis que bloquean las propagandas en Internet: www.adsubtract.com y www.
panicware.com31

15. Correspondencia recibida y enviada. ¿Privacidad en las comunicaciones


dentro de la cátedra?
15.1. Correspondencia recibida. Una carta con todos los temas

Acabo de recibir una interesante y afectuosa comunicación.


“Trato en estas líneas de zanjar la deuda que tengo con Ud. en relación a su
... profusa producción de ideas transmitidas electrónicamente.
“Empiezo por el final:
“1) Carrera docente con Gordillo. Evaluación del método de e-mails (CIRCU-
LAR 2001 –1): Le mando esta líneas en respuesta a su pedido de evaluación del
método de e-mails en los cursos de Elementos de Derecho Administrativo imple-
mentado este cuatrimestre:
“a) Aspectos positivos:
“– La propuesta fue recibida sin resistencia lo cual resulta acorde a la edad
promedio de los cursantes, aunque sin demasiado entusiasmo —lo cual también
resulta propio de estas generaciones.
“– Facilita la intermediación docente-alumno extendiéndola más allá del tiem-
po de clase. Esto me resulta muy provechoso en lo personal. El sistema recién
se está aceitando pero me permite volver de clase, mirar los trabajos y mandar
un comentario general sobre ellos. O transmitirles mi evaluación del resultado
de la clase. De otra forma hay que esperar a la otra clase y las cosas se enfrían.
“– Por ejemplo me ha servido para remarcar algunas cosas y llamarles la
atención sobre su comportamiento frente a determinadas “órdenes” o sugerencias
dadas en clase y a las cuales no prestan atención o incumplen. Así como a otras
que surgen de la lectura de los trabajos o recepción de sus e-mails: Por ejemplo
si tienen en cuenta las direcciones de mail que han constituido. (Concretamente
un alumno constituye su dirección de una cuenta “aguanteel10”??)

J.D.Biersdorfer , “For Those with the Bandwidth Blues, Click Here to Speed Up”.
30

Informa el diario de otro software, por $ 29, www.webwasher.com, to “put a stop to pop-up
31

windows, banner ads, animated images and other elements that can slow a Web page.”

492
iv. ¿cómo hacer? M-125

“– De la misma manera les ha permitido a los alumnos aclarar sus puntos de


vista respecto a determinadas situaciones suscitadas en clase, p. ej. aclarar sus
“enojos” respecto al método presentados como críticas que en realidad reflejan
la incertidumbre de las primeras clases.
“– Me ha permitido envíarles por mail “Cómo leer una sentencia” luego de
haber trabajado la cuestión a propósito de una de las clases de Exploradores en
donde introduje el tema como pregunta y para su reflexión.
“– Permite fluída comunicación con los restantes docentes y ayudantes del
curso.
“b) Aspectos negativos:
“– Algunos alumnos todavía no han constituido su casilla aunque son los
menos y los que quizás abandonan el curso dentro de este primer mes que está
trascurriendo.
“– No se ha generalizado, de parte de los alumnos, la utilización de esta vía
de comunicación. Esta evaluación puede ser prematura. Igualmente en los dos
cursos se nota como característica generalizada la apatía. Me guardo el beneficio
de la duda: Están pensando.
“c) Sugerencias:
“– Seguir y profundizar.
“– Oportunamente me pareció bueno que en algún momento reciban un men-
saje suyo en forma directa. A esta altura del curso esa posibilidad me parece
prematura. Quizás antes del parcial. O después.
“d) Otros temas Elementos:
“– La última reunión de Cátedra no fijamos fecha para una próxima, me pa-
recería bueno proponerla. Aprovecho la oportunidad para informarle que [...] no
podré concurrir a ella. Debería fijarse para cuando Ud. vuelva de su viaje ahora
por la proximidad del parcial.
“Tema parcial: Estaría pendiente determinar su objeto —se acerca el momento
pues de acuerdo al cronograma correspondería alrededor del 10/10— tratando
de seguir la metodología del cuatrimestre pasado. Podríamos —quizás— aven-
turarnos con coligar el tema del 430/00 con la ley de déficit cero —sobre todo
teniendo en cuenta que ésta lo derogó. Habría que pensarlo. Si puedo precisar
algo más se lo envío.”
“2) Experiencia 2001 Método, Habilidades y Audiencia:
“He recibido y leído cada uno de los mails que formaron parte de la implemen-
tación de este sistema en los cursos de la Carrera. Más allá de los resultados,

493
M-126 ii. diálogos con agustín gordillo

visto un poco desde afuera, un poco desde adentro como ex-alumna y un poco
como receptora de algunas inquietudes que recibí o recibo de algunos cursantes
que conozco, me parece muy bueno el sistema.
“Me parece que recibir toda esa información ayuda porque:
“– Aunque la sensación sea de total desesperación frente a tanta información
o requerimientos, las reglas del juego —para el que sabe verlas— están más
claras. En cualquier caso es padecer en carne propia la exigencia de la vida
profesional cotidiana;
“– Como sea, el envío de todos estos mails “obliga” a la reflexión. No parece
posible cumplir con todo, lo que pasa siempre, pero sí pone en evidencia la reali-
dad. Por supuesto esto no siempre es agradable para el receptor. No deja de ser
la realidad. Cómo procesarlo está en cada uno.
“– Quizás fue demasiado en un punto, pero Ud. supo ordenarles la información.
Me pareció acertado, después del caos el orden. Es el método de trabajo que me
parece que sirve.
“En síntesis. La experiencia me pareció buena. Una de las reflexiones que nos
dejó a nosotros el curso de Habilidades cuando lo hicimos fue que en el momen-
to del examen terminamos de entender de qué se trataba el Curso. Quizás los
resultados en ese momento fueron un poco frustrantes —mitad aplazados o con
4. A partir de allí el «código» entre los cursantes de ese grupo quedó instalado
—sin previo acuerdo—: Todo se dividió entre lo «hábil» y lo «inhábil.» Por ahí
acá sufrieron más en el «durante» pero «debieron» estar más preparados al final.
Sapere vedere siempre mediante.
[...]
“3) Refreshment course, English group:
“– He tomado nota debida de la estadía en Buenos Aires de su Aprendiz. Estoy
alerta frente a cualquier posibilidad que pueda surgir y que me parezca pueda
resultarle útil.
“– También he tomado nota de las lecturas sugeridas. Las de actualidad que
pude las leí en cada momento. Otras pasaron. En cualquier caso gracias.
“– Las experiencias de Método y la cuestión de los expedientes que se susci-
taron llama a la reflexión. Esto se da también en el grado. Les cuesta entender
que se trata de un “expediente” real y que no son “trabajos prácticos,” y que se les
dan “órdenes,” que son los administrados y nosotros la Administración, etc. Lo
extraño es que en general los que desobedecen —ahora me refiero a la gente de
la Especialización de acuerdo a la propia experiencia— en general tienen actitud
de sumisión frente a la Administración en otras situaciones.

494
iv. ¿cómo hacer? M-127

“– En alguno de los mails proponía hacer una suerte de refreshment course de


habilidades. Tomé la idea y me pareció que una de las posibilidades era integrar
a esos ex alumnos al English group. Quizás hace dos años —o cinco o diez— ya
sabíamos que era necesario. Ahora es urgente. Les mandé un mail y recibí varias
respuestas. En principio así se incorporaron ... Espero puedan venir la próxima
reunión.”
“4) At-ten-tion
“– Tomé nota de la orden. El tema del “agua” propuesto me pareció inasible y
que excedía mis posibilidades temporales. Las inundaciones en la Provincia de
Buenos Aires y en la Ciudad de Buenos Aires, son un tema que viene de lejos y
en cuanto a la gestión y administración del recurso hídrico se han incorporado
otros problemas derivados de la decisión de segar los pozos de agua lo que pro-
vocó, unido a otras variables, la elevación de la capa freática. Contrariamente a
lo que se cree, este fenómeno también está apareciendo en la Ciudad de Buenos
Aires y no es sólo un problema de Lomas de Zamora, etc. Todo un tema. Muy
complejo por cierto.
“– Me quedo con la advertencia de la necesidad de la nota a fallo. Estoy en
deuda pero con ganas de saldarla asap y con creces si es posible.”
5) Progresiva extensión del numero de destinatario de e-mails
“– Me queda una duda con respecto a esto. La lista es grande y diversa, incluye
mucha gente de diversas características. ¿Están preparados para esto?
“– En realidad no me preocupan ellos. Sino Ud. Quizás es egoísmo, pero a veces
me parece demasiada exposición suya. Hay mucha gente mala suelta.”
Ver la respuesta del § 15.4.2., p. M-129 / 497 y el diferente comentario del Libro I, p. II-8 /
74 in fine y II-9 / 75.

“6) Final
“– Momentos difíciles si los hay para el derecho público. La Economía se fa-
gocita al Derecho. El Estado está en quiebra. ¿Cómo se piensa en derecho, y en
Derecho Público frente a esto? Qué difícil es pensar en estos tiempos. Todo parece
derrumbarse sin salida. Gracias por compartir sus pensamientos que mantienen
y avivan la aventura creadora.”

15.2. Viejos amigos

Extender el listado de e-mails ha tenido algunos efectos benéficos impensados,


magníficos para mí en lo personal. Uno ha sido reencontrarme con viejos amigos
a los cuales distintos caminos de la vida nos han apartado en la comunicación
pero no en el afecto.

495
M-128 ii. diálogos con agustín gordillo

Como esto es algo particularmente grato, reproduzco algunas frases. Recuerden


todos los demás por favor que se trata de amigos escribiéndose informalmente:
Por esa doble condición contesto acusando recibo de este modo extra informal.
Ninguno nos tomamos demasiado en serio a nosotros mismos.
Cada uno sabe que lo aprecio de veras y le agradezco.
“Mucho me alegro y lo acompañaré en lo que usted disponga, pero como es lo
primero que recibo y no viene acompañado de nada más, ignoro qué tengo que
hacer. (Si es que el natural deterioro de los años y las inclemencias del destino
aún me permiten hacer algo que no sea reírme de mí y de mi circunstancia.) Un
abrazo,”

15.3. Correspondencia enviada, contestando la pregunta: ¿Ud. me mandó esto?

Algunas personas con las cuales tengo confianza o amistad han contestado acep-
tando ser incluidas, lo mismo que otras que, aún no siendo de mi conocimiento
directo, esto podría interesarles. Entre ellas hay muchos estudiantes que han
escrito pidiendo alguna información, que en realidad no les he podido dar pun-
tualmente pero que en cambio compenso en parte haciéndoles partícipes de esta
información circularizada.
Otros, por fin, me han preguntado qué quiero yo significar o preguntándose
si no se trata de un error. He contestado de manera anfibológica:
“En realidad este material no tiene destinatario puntual y específico. Se trata
tan sólo de compartir materiales, experiencias, reflexiones, correspondencia,
etc., vinculada tanto a la enseñanza del derecho administrativo en post-grado
como a los problemas contemporáneos del derecho administrativo, en tanto ellos
aparecen en cursos de postgrado como El método, Habilidades, etc. Es de natu-
raleza más bien académica, cultural o universitaria, no de carácter profesional.
Por ello en principio hice extensiva la lista a todos los colegas, del poder judicial
o no, con los cuales he tenido algún tipo de contacto. En el caso del poder judicial
quizás en otras épocas no lo hubiera incluido, pero ocurre que en la actualidad
hay miembros del poder judicial, tanto nacional como local, haciendo cursos de
la especialización. Tengo incluso un grupo de trabajo con integrantes exclusiva-
mente del poder judicial de distintas jurisdicciones, a fin de discutir problemas
comunes. En suma y luego de todas estas vueltas le toca a usted juzgar, como
siempre, si le parece que la mantenga en el listado que recibirá este material.
Actualmente son casi quinientas personas. Como elemento adicional para que
Ud. resuelva le incluyo en esta ocasión la versión corregida de una charla que
dicté en La Plata en el mes de junio. Por supuesto puedo mientras tanto seguirle
mandando el material hasta que Ud. resuelva lo contrario o a la inversa, mientras
tanto quitarla de la lista y en todo caso luego agregarla nuevamente. Es un típico
caso de cautelares en el proceso judicial...”

496
iv. ¿cómo hacer? M-129

15.4. El tema de la privacidad

Un e-mail plantea problemas, que he utilizado como excusa para tratar diversos
temas vinculados entre sí. Lo que sigue no es la versión textual de mi respuesta.

15.4.1. Publicidad del listado de e-mails

Por de pronto le aclaro que ha sido un error del estudio que se agregara la lista
de todos los destinatarios. Es un error grave, trataré de ver qué pasó. Me pare-
ce obvio que la lista no debe incluir nombres ni direcciones de otras personas.
También es obvio que ello ocurre de todas maneras. Tendremos que reflexionarlo.
Vuelvo sobre ello más adelante.

15.4.2. Privacidad de comunicaciones de la cátedra

Una segunda cuestión, bastante vinculada a la primera, es si compartir o no afue-


ra de la cátedra las cuestiones que discutimos adentro, [...] teniendo en cuenta la
malevolencia de alguna gente. Tendremos que ver si nos reunimos para charlarlo
o lo manejamos de otra manera. Espero sus sugerencias.
Pero empecemos a conversar del tema aquí. Si la cátedra es un lugar donde se
reúne gente que quiere enseñar y gente que quiere aprender, no veo razón para
que ese proceso no pueda extenderse más allá del ámbito de los formalmente
inscriptos. Además, aunque conozcan nuestras miserias o nuestras grandezas
personas a quienes esto no interesa directamente, igual les puede resultar de
interés y de carácter formativo. Igual tiene un carácter docente, lato sensu. Si
cometemos algún error y nos lo advierten, pues enhorabuena: Lo corregimos e
intentamos no repetirlo. Pero no creo que la privacidad de las comunicaciones sea
la respuesta a la posibilidad de que se presenten problemas. Es el eterno conflicto
entre publicidad y secreto en el ámbito de las cuestiones del Estado y éste es un
segmento de la administración pública. Creo que tenemos que movernos como
queremos que se mueva la administración de un estado de Derecho. Abiertamente
y reconociendo todos y cada uno de nuestros errores para no repetirlos si ello es
posible.
A su vez, no circularizo todas las notas y sus contestaciones. El grupo que es
del poder judicial, o el grupo de inglés, presentan temáticas puntuales que no tiene
sentido redistribuir. En cuanto a las comunicaciones relativas a la cátedra, creo
que no tenemos nada muy especial que requiera un tratamiento de privacidad.
Nuestros errores serán los errores que comete toda persona de buena fe que inten-
ta hacer las cosas bien. Cuando incurramos en ellos aprenderemos. Mientras tanto
los demás también tienen oportunidad de observar el experimento y pensar si vale
la pena intentar alguna variante. Muchos de mis amigos son también profesores
de derecho administrativo y puede por lo tanto interesarles de veras saber cómo

497
M-130 ii. diálogos con agustín gordillo

manejo la cátedra, no para tomarlo como ejemplo por supuesto pero sí al menos
como una pauta comparativa que puede ser de interés. Que las comunicaciones
internas de la cátedra lleguen a manos de alumnos o autoridades o enemigos no
me parece tampoco determinante. Primero, porque con el sistema del expediente
cada alumno de grado o postgrado debe tener acreditada la actividad de apren-
dizaje con la cual aspira a ser calificado. Si cometemos alguna arbitrariedad en
la calificación será fácil revisarla mirando a sus constancias documentales. Si
nuestro sistema no gusta, no hay obligación de adoptarlo y es mejor advertirlo
antes para no incurrir en el mismo error. O a lo mejor a alguien se le ocurre, a
partir de nuestro error, una idea mejor. Es algo como lo que dice Linares en su
prólogo a la primera edición de El acto administrativo. Todo es cuestión de crite-
rio en el caso. A medida que voy escribiendo este e-mail voy pensando qué puedo
y qué no puedo usar de él y voy también resolviendo que para hacer la cuestión
más interesante voy a dar traslado de su inquietud. Que cada uno que lea esto se
pregunte a qué pregunta estaré contestando. Se que es un poco exagerado, pero
tampoco se trata de precisión de cirugía cerebral. A Ud. le mandaré personal y
directamente este primer borrador y luego lo editaré y modificaré para hacer con
él una parte del documento general. Veremos cómo funciona.

15.4.3. Privacidad del remitente

De las comunicaciones que recibo saco todo aquello que permita identificarlas
y reenvío solamente a) lo que me parece que es de interés para los demás y b)
puede pasarse sin riesgo de individualización. Piense que ahora son casi quinien-
tos destinatarios. Voy a incorporar cerca de setenta cursantes de doctorado en
Tucumán, provenientes de distintas provincias. Se hace muy difícil identificar
a la gente por los e-mails, salvo precisamente que uno los conozca. Una primera
protección a la intimidad está dada, pues, por los sheer numbers.
El tema que Ud. me plantea es en definitiva el problema de la privacidad en
el e-mail. Yo tomo como punto de partida para mí mismo lo que ya parece que va
siendo la tónica en USA: No existe privacidad ni intimidad en el e-mail, hay que
utilizarlo con esa premisa básica. Por cierto cuando recibo e-mails en los cuales
viene identificada la lista de los demás destinatarios y me encuentro yo mismo
entre ellos, hay varias reacciones típicas. Primero, la bronca de encontrase uno
allí. Segundo, el prurient interest de ver quiénes otros reciben esa información.
Hay dos mecanismos de prevención. El primero y más fácil es abrir una cuenta
de e-mail cuyo título no sea asimilable ni comparable al nombre y apellido de la
persona. Los alumnos, más duchos que nosotros en el arte de la paranoia, ya lo
están haciendo. En otro e-mail que circularizo se menciona el caso del alumno
no identificado que firma: “aguanteel10.” Cuando le critiqué a [...] su lista era
porque incluía direcciones de e-mail en que era imposible adivinar el titular.

498
iv. ¿cómo hacer? M-131

Una segunda forma de protección de la privacidad está en los grandes números.


En la red DIP ya tienen más de 3.000 destinatarios (hace apenas semanas eran
dos mil): eso ya torna intrascendente estar en el listado. Aspiro a que mi listado
sea de menor extensión pero similar en cuanto a su generalidad.
Hay personas que plantean temas tan personales o tan puntuales que ocurre lo
mismo. La división del trabajo en el estudio es la siguiente: Todo lo que es infor-
mación de rutina que pueden manejar ellos, la contestan directamente (reenviar
un documento, etc.) Las comunicaciones con “sustancia” las hago personalmente
y contesto de igual modo. No es gran garantía, pero al menos los errores serán
personales. Pero la necesidad que encuentro de compartir respuestas es que los
problemas y las inquietudes son de interés para todos.
[...]

16. Reflexiones sobre la realidad. Mirando TV extranjera. Leyendo diarios.


Escribiendo a los amigos

Éste es otro ejemplo de “las banalidades de una conversación culta,” cuyo manejo se explica
en el Libro I, cap. XI, § 3, p. XI-4 / 272.

16.1. Mirando TV extranjera

Estas son reflexiones al pasar mirando TV por cable. Forewarned is forearmed.

16.1.1. La primera transmisión privada en cadena que conozco32

Ayer viernes 21 de septiembre pasaron en cadena por casi todos los canales de
cable lo que parecía ser un show de Hollywood33 para recolectar fondos para las
víctimas del 11 de septiembre. Emocionante, agradable, interesante, como todo
Hollywood. (También instructivo, en la medida que transmite un determinado
estado de ánimo y una determinada actitud.) Quise verificar si todos los canales
estaban en cadena o sólo algunos. Eran la mayoría de los que ví, pero había al-
gunas series americanas con traducción al portugués o castellano, que seguían
pasando lo habitual. Una primera impresión tentativa es que la emisión vino
en cadena desde EE.UU., pero me gustaría tener más información si alguno la
encuentra. La BBC no estaba en cadena, por supuesto.
Cuando terminó la transmisión en cadena la TV retomó sólo parte de la pro-
gramación habitual, que hasta antes del show todavía indicaba la programa-
ción tradicional e incluso durante el show mantenía los títulos —solamente los
títulos— de dicha programación. Al retomar se había variado la programación.

32
El domingo me enteré que hubo solamente una antes, en 1942.
33
En algunas personas esto puede leerse como ligeramente despectivo. Quienes me conocen
saben que es admirativo.

499
M-132 ii. diálogos con agustín gordillo

16.1.2. Covert action against terrorism

Pude constatar una diferencia que me pareció importante: ya no estaba el pro-


grama de Nikita y no por falta de éxito pues hasta ayer estaba programado para
los horarios de 19 a 20, 21 a 22, 23 a 24, 2 a 3. Es cierto que los diarios (Buenos
Aires Herald, International Herald Tribune, New York Times) informan de las
películas que están siendo retiradas por Hollywood por razones de tacto: Towe-
ring Inferno, Rambo, etc.
La serie de Nikita se refiere a la lucha subterránea de los Estados modernos
contra el terrorismo, con medios ilegales, técnicamente de avanzada,34 moral-
mente reprobables y objetivos justos. Todo un tema. El sábado reapareció Nikita.
Habrá que ver cómo sigue.
Noté en conversaciones con diversas personas, durante el día, nerviosismo o
pesadumbre por la inminente guerra mundial. Contrasta con mi percepción de
la TV norteamericana y de la BBC, de que ahora los grandes países pasarán la
mayor parte de sus esfuerzos a la acción subterránea o encubierta, prima facie
ilegal, contra el terrorismo. (De eso trata, precisamente, Nikita.) No, entonces,
a la tercera guerra mundial. Todos los que escucharon este punto de vista me
desearon que yo tuviera razón. Aunque me gusta la falsación como método, esta
vez yo también espero tener razón.

16.1.3. Crimen contra la humanidad

Soy muy sensible al lenguaje de “crímenes contra la humanidad.” Creo que es


una frase cargada de mucho significado jurídico, entre otras cosas.
Así ha sido definido hoy el atentado contra el WTC.
Recuerden que el tema de los crímenes contra la humanidad es un derecho
penal desconocido para los que estudiamos derecho penal en la Facultad. También
un derecho internacional público que no estudiamos y un derecho constitucional
cuya jerarquía normativa nos fue enseñada distinta en el pasado.35
Hora de empezar a estudiar: Jurisdicción judicial de todos los Estados desa-
rrollados, no hace falta ley anterior, imprescriptibilidad, inaplicación de leyes
exculpatorias.
A ello se agrega que empezaron en Europa y EE.UU. a pulir los mecanismos
internacionales: Jurisdicción universal, innecesariedad de extradición. Repa-
sen Álvarez Machaín, tomo 1, cap. VI. De aquí en más todo se moverá rápido,

34
Un amigo me pregunta si se puede decir “de vanguardia” o hay que decir “de punta.” Ofrezco
otro sinónimo.
35
En mi caso, además la enseñé distinta.

500
iv. ¿cómo hacer? M-133

precisamente en el campo de su propio conocimiento. No se quede atrás. No siga


leyendo ediciones viejas.36

16.1.4. La recepción tardía de la noticia truncada

El domingo los diarios locales empiezan a comentar el show televisivo del viernes
a la noche. Pareciera que han tenido que esperar a leer algo en diarios del exte-
rior y rehornearlo, o que sus enviados en el exterior mandaran algo ya escrito.
En cualquier caso, como era un show de TV, la única condición requerida para
hacer una nota en Buenos Aires el día sábado era tener un aparato, mirar el
programa en cadena y entender inglés. No parece haber sido tarea fácil para los
periodistas de Buenos Aires. El show terminó a las 23 del viernes y el sábado
nada apareció en los diarios de Buenos Aires.
Hoy domingo 23 La Prensa, p.11, trae desde Los Ángeles la noticia...
¿No había nadie aquí mirando televisión?
El problema es peor de lo que parece, porque si no miraron televisión tampoco
se enteraron de que ahora no se aplicará la extradición, que ese atentado ha sido
correctamente definido como un crimen de lesa humanidad, que mejor es que
repasen todos Álvarez Machaín, etc.

16.1.5. Otras reflexiones

Para que todo no sea crítica, en el mismo La Prensa del domingo, un buen resumen
de uno de los libros sobre el capitalista Osama Bin L aden y el imperio económico
de su familia, ps. 22/3.
Algo para pensar en la muy curiosa revista Veintitrés, que formalmente dirige
L anata pero hace ya un tiempo vendió y actualmente se enrola en el menemis-
mo vía Kohan, según las versiones.37 En esa curiosa revista, mejor que Ámbito
Financiero, un curioso artículo de M artín Caparrós, “La cifra el 67,” desde una
compleja perspectiva de izquierda judía, semi atea, da vuelta los roles de la
historia, hace una comparación casi explícita con el momento mundial actual y
concluye: “Ahora, en la Argentina, en medio de este holocausto temperado, cuando
el Estado se deshace... me encuentro con que no tengo más remedio que querer

36
Esto me llama mucho la atención. Demasiadas personas piensan que es indistinto leer una
edición que la otra. En una universidad privada rindieron Derecho Administrativo con la segunda
edición (1966) de mi Introducción al derecho administrativo. Es como estudiar Derecho Internacional
Público solamente por Podestá Costa. No está mal per se, no hay que ignorar el pasado; pero no
alcanza.
37
Aunque da para pensar. Hay un anticipo de lo que parece un raro libro que sacaría Dalmiro
Sáenz , “Yo te odio, político.” Salvo la racionalidad de vender ejemplares, no se le advierte mucha
más racionalidad.

501
M-134 ii. diálogos con agustín gordillo

más estado, a ver si puede controlarlos.”38 A mi juicio no hace falta comprar la


revista y buscar el artículo, pues tiene altibajos y no está del todo bien construido.
Pero parece una buena veta de análisis y seguramente habrá nuevos y mejores
trabajos. En todo caso y más allá del razonamiento, la cita (trunca y por ende
no fidedigna) refleja, me parece que adecuadamente, un estado de ánimo que se
puede compartir.
Sí en cambio vale la pena comprar Noticias del 22-09-01, para leer el artículo
de James Neilson, “En un mundo sin escondites.” Así como antes los malos eran
los izquierdistas, ahora “figurarán en el bando de los malos aquellos militares
que sean sospechosos de antisemitismo o de simpatía por las manifestaciones
más violentas del nacionalismo.” A su vez, en el siempre confiable Buenos Aires
Herald del 24-09-01, p. 10, hay un excelente artículo de Gwynne Dyer, “The US's
new war: strategies,” de indispensable lectura inmediata.

16.2. Cartas a un amigo sobre el material enviado


16.2.1. Introducción

He seguido pensando en tu sugerencia de poner este material en la web en vez de


mandarlo por e-mail. Mis razonamientos iniciales están un poco vacíos de conte-
nido, estoy advirtiendo. Creo que el approach que vos me sugerís es el adecuado
en tu caso y quizás en otros. Lo voy a seguir meditando. Algo más que meditar
también voy a hacer. Una cosa, por ejemplo, es poner en la web mi librito de In-
troducción al derecho. Quizás también algunos artículos que vaya publicando en
otros medios. Ese material intermedio está claramente mejor ubicado en tal lugar.
Para el resto y mientras tanto, me doy cuenta por qué mi reacción inicial ha sido
adversa a tu idea, más allá de las razones que inicialmente te dí. Voy a intentar
a continuación, “en voz alta”, una clasificación tentativa de mis corresponsales.
Creo que pondrá al menos un poco de orden en mis ideas.

16.2.2. El grupo no voluntario

Básicamente, la red o listado de e-mails se compone en una gran mayoría de


alumnos de pre y post grado, un poco renuentes a estudiar y aprender a la in-
tensidad que mis e-mails proponen, sobre todo tratándose de personas sobre las
cuales temporariamente tengo alguna parte de ejercicio de poder. Para ellos es
una específica y formal carga de trabajo, les guste o no.

38
Debo advertir formalmente que de la forma que hago la transcripción truncada su sentido
cambia respecto del texto original. A quien le interese tendrá que ver el original. Destaco pues que
mi transcripción da deliberadamente un sentido distinto al que el autor claramente dice expresar.
Ocurre que dudo hasta de su sentido expreso. A pesar de estos circunloquios, creo que mi cita no
traiciona el sentido implícito de la nota.

502
iv. ¿cómo hacer? M-135

El mismo hecho de tener e-mail de parte de los destinatarios no ha sido en


muchos casos una opción libre y voluntaria sino una imposición que les hice
como docente.

16.2.3. Colegas de docencia

De los que no encuadran en la descripción precedente, la mayoría son colegas en


la docencia a los cuales el sistema se los muestro. Básicamente, para que decidan
si lo quieren a su vez emplear con sus propios alumnos: No se los mando tanto
como destinatarios de los mensajes, sino como colegas a los cuales les muestro
(o demuestro) cómo funciona el software mental de este gadget. Ese efecto de-
mostrativo está funcionando y ya tengo al menos mis propios adjuntos con sus
propias redes de e-mails con los alumnos de cada cuatrimestre. Algunos colegas
docentes en otras Universidades y cátedras o incluso otras materias lo han per-
cibido claramente así y lo están recibiendo en ese entendimiento.
Tampoco tiene por qué ser un procedimiento sólo aplicado en el campo docente
stricto sensu. He sugerido, por ejemplo, que en determinadas unidades que la
cantidad de gente lo justifique, podría hacerse una red interna de información
puntual y actual, por e-mail. Si yo fuera titular de un juzgado y tuviera alrededor
de diez personas trabajando, creo que también lo haría, con ese alcance puntual.

16.2.4. Comunicaciones puntuales

Como ocasionalmente se cruzan mensajes de interés puntual, a veces recibo y


mando también comunicaciones individuales concretas. Para que tengas una
idea, las comunicaciones que mando vinculadas con este e-mailing comencé a
numerarlas al mismo tiempo, como 2001-1 en adelante. Como ya supero la doble
centena, es una buena muestra de spam que no te llega. Tengo la impresión de
que el mix de comunicaciones generales, comunicaciones individuales no circu-
larizadas y otras circularizadas en parte, si bien desorienta un poco cuando se
lee algo que originariamente fue dirigido a otro, permite mejor tomarle el pulso
al material que circula.

16.2.5. El campo de la simple curiosidad

Una tercera o cuarta categoría son ex alumnos de postgrado que en verdad ya no


tienen interés directo pero pueden tener alguna idle curiosity. Parecido a cómo
recibo yo el material de la red DIP de la Universidad de Palermo: Miro para ver
de qué se trata y si no me interesa, lo que es frecuente, lo borro sin leer. Pero me
sigue interesando estar en el listado, pues en ocasiones me ha sido muy útil. El
precio que pago es tener que chequear e-mail que no me interesa.

503
M-136 ii. diálogos con agustín gordillo

16.2.6. Material indeseado

Con vos la relación es de amistad y respeto recíproco y no quisiera incomodarte


con el repetido envío de material que en definitiva no te interesa todo y menos
en estas cantidades. Voy a intentar durante un tiempo un camino intermedio,
de hacer subediciones regionales o locales de mi Gordillo News. De este modo
procuraré no llenar en exceso tus casillas, o sacarte de las casillas. Pero no te
prometo hacer una edición individual como le hacían a Irigoyen.
Creo que tu propuesta de poner este material en la web es efectivamente la
mejor para todos aquellos que no encuadran en la categoría compulsiva que es-
bocé al comienzo. Te pido un poco de paciencia para dejarme estudiar y pensar
más tu idea, creo que voy a poder implementarla al menos en parte. El problema,
por cierto, no es de hardware sino de software, específicamente el de mi cabeza.
Dependiendo del tiempo que tengas, me ayudaría mucho si en algún momento
me puedes hacer llegar tus reflexiones sobre estas diversas reacciones a tu idea,
o sobre modos de implementarla. Me ayudaría mucho, en tal sentido, que en al-
gunas semanas me hicieras un balance del material que te interesó menos o no
te interesó. No quiero perderte como corresponsal ni como amigo...

16.3. El entrenamiento en ver la realidad

La relación epistolar con los alumnos incluye el entrenamiento en tratar de ver la


realidad, aún en temas emocionalmente comprometidos y con diversos valores en
juego, o incluso distintos sistemas de valores. En tal sentido puedo recomendar,
por ejemplo, tomar noticia de que Fidel Castro escribió un mensaje que leyó (debe
ser la primera vez) y fija la posición de su país en el tema. (La Prensa, 23-09-01,
p. 6.) Quizás lo más interesante es que es un análisis racional, desde un deter-
minado sistema de valores, algunos de los cuales son bienvenidamente comunes.
Me pareció excelente un artículo de John K ifner en el NYT, “Forget the past:
a war unlike any other,” reproducido em el BAH “On Sunday,” 23-09-01, p. 7.
Idem el editorial del NYT publicado en BAH del mismo día, p. 8: “Calibrating
the use of force.”
Nuestra prensa local ha comprado demasiado la noticia de la tercera guerra
mundial y lamentablemente la repite, aunque sea para hacer la contrapropuesta
de la paz, tan equivocada me parece como la propuesta de guerra. El editorial
del NYT y el discurso de F idel Castro son dos respuestas claramente racionales,
como debieran ser las reacciones de aquellos con los cuales intercambio estos e-
mails. Creo que ése el mínimo denominador común.
Tolerancia, diversidad, racionalidad. En esa línea está el gobierno de los
EE.UU., no tengo ninguna duda de ello. Por ello pienso que no habrá tercera
guerra mundial.

504
iv. ¿cómo hacer? M-137

Es como cuando hicimos la guerra por las Malvinas: Estaba seguro que nuestra
irracionalidad no arrastraba la de ellos y, por ejemplo, que no iban a bombardear
Buenos Aires, como pedía que no lo hicieran la canción de Charly García. Todo
ello a pesar de que en nuestra soberana estupidez un comando fue a España
para intentar bombardear Londres. Menos mal que los españoles los pararon.
Obviamente EE.UU. no va a bombardear ni ocupar Kabul (quizás ni siquiera
Kandahar)39 ni hacer nada que desate un mal peor que el que ya se cometió
contra ellos.
Puedo informar a mis atribulados contertulios que esto no es mi personal
opinión, el NYT también la expresa.

16.4. Continuación. Estudio, memoria, capacidad de asociación, Altavista,


otra vez estudio

Al acordarme de Álvarez Machain puse en Altavista:


Extension:pdf and “Alvarez Machain,”40 me dio seis entradas: capítulos IX y
X de IAD; tomo 2, cap. XVI, tomo 1, caps. V, VI y XVI. Con lo cual van para Ud.
varias conclusiones metodológicas:
a) Mirando TV se puede aprender de los hechos y su calificación jurídica.
b) Hay que conectar eso con conocimiento previo. (Crímenes contra la huma-
nidad, Álvarez Machain.)
c) Con la memoria y capacidad de asociación no alcanza, hay que recurrir a la
tecnología: Tener los libros en pdf en la computadora, saber utilizar Altavista.
d) Sumando b) más c) resulta que el tema aparece en seis lugares, no en uno.
Como yo los escribí, recuerdo más fácil que Ud. Así y todo, no me acordaba del
cap. V del tomo 1 y sin embargo es importante. O sea, hay que chequear las
referencias que Altavista da a los libros.
e) Altavista da mejor resultado cuando se busca en [Advanced search]
[extension:pdf and “whatever”]
f) Just do it.

39
La base del movimiento talibán. Ver BAH, 23-09-01, p- 21
40
No puse los acentos pero puse las mayúsculas. Puse todo minúsculas y el resultado no cambió.
Alguno podría decir que esto es “aristotélico” si no hubiera leído el capítulo I del tomo 1 o no lo
quisiera creer o estuviera leyendo los libros equivocados.

505
M-138 ii. diálogos con agustín gordillo

16.5. Marginalia
16.5.1. Leyendo diarios extranjeros

En el International Herald Tribune del 20 de septiembre de 2001, p. 2, un artí-


culo “Designing a Safer Airliner” dice que hay múltiple solución tecnológica para
aumentar la seguridad de los vuelos. Faltan las decisiones.
Una posibilidad es que el sistema de computación de la cabina pueda ser mo-
nitoreado desde tierra y apagado en caso de toma del avión, que sería entonces
volado en piloto automático desde tierra.
Se puede:
– Hacer un sistema de piloto automático que no sólo avisa con alarma en caso
de posible choque, sino que además toma control del avión e impide el choque.
– Instalar en el sistema instrucciones que prohíben e impiden volar hacia
zonas que se determinen.
– Instalar en la cabina video que se pueda controlar desde tierra, para saber
en tiempo real de un hecho como el que ocurrió.
Se puede obviamente diseñar la cabina con entrada independiente, baño in-
dependiente, etc., que haga imposible tomarla en vuelo.
Están a la venta, pero nadie compra, puertas inviolables de acceso a la cabina.
En cierto sentido, se repite —en espejo— el esquema de la caricatura.41 Parecen
casi como nosotros, saben cómo hacerlo pero todavía no se deciden a hacerlo.

16.5.2. Divertimento: Test de estilo

Me han contado que otras carreras existe el siguiente extraño método de eva-
luación: Dan trozos de lectura no identificados, de autores conocidos, para que
el alumno determine, solamente por su estilo, a cuál autor pertenece. La clave
para este tipo de test es que la cita no adelante el contenido, solamente el estilo.
Por ejemplo, si el texto dijera “el decreto-ley de procedimiento administrativo”
cualquiera sabe que eso es mío, hasta el día de hoy. Cualquier cosa que se diga
de servicios públicos, poder de policía, contrato administrativo, seguramente será
identificado sin dificultad. Eso no es el test, aunque también podría serlo. (Claro,
si fracasa en un test que tenga contenidos visibles es porque Ud. ni siquiera lee.
Ese es un test no sofisticado, impropio de una especialización.)42 A su vez, si el
“estilo propio” de que se trata fuera no decir nada o nunca nada claro, también
es fácil.43

41
Parte, ahora, de la continuación de la controversia M airal-Cassagne.
42
Siempre que los participantes lean concienzudamente, lo que no siempre es el caso.
43
Hay un clásico que cultiva ese estilo, pero como se verá en el texto a continuación, está teniendo
imitadores.

506
iv. ¿cómo hacer? M-139

Sin ese tipo de ayudas, en un test sofisticado, va pues:


“Consideramos que constituye una discusión bizantina lo precedentemente
señalado, habida cuenta que la noción de... se encuentra sujeta a valoraciones
subjetivas de los autores que se han pronunciado a su respecto en cada momento
histórico, pero ello no significa que sea pertinente ni conducente a una eficaz
indagación científica que, para defender la propia posición se endilgue a tal o
cual autor un encasillamiento ideológico, en forma muchas veces falaz. Ello,
teniendo en cuenta que cada doctrinario, en una materia tan controvertida, sólo
intenta aportar su personal visión, que en este campo no tendrá seguramente
carácter absoluto.”
Lo desafío a sacarle algo útil.

16.5.3. Otro divertimento: Test (2) de estilo. Veamos otro caso

“En tercer lugar, está la corrupción del lenguaje jurídico y el hecho de que todas
las concepciones o principios sean susceptibles de una crítica desde el punto de
vista de la lógica formal en cuanto a su falta de precisión. Esta es una muleta
bastante desgastada, pero que sigue siendo usada por muchos para criticar con-
cepciones, no obstante hay que advertir que todo el derecho, está formado por
el lenguaje natural y al estar formado por el lenguaje natural tiene siempre un
marco de certeza y un halo de penumbra.44 De manera que lo que importa, en
definitiva, es la realidad y la respuesta real a los problemas del derecho, basada
en los principios dogmáticos de cada institución condensados siempre en una
solución positiva concreta que abreve en la diversidad del fenómeno jurídico,
que es una diversidad que se proyecta siempre en la norma, en la conducta (la
jurisprudencia) y en los valores, es decir, las tres dimensiones del derecho, como
acertadamente hace muchos años enseñaba el maestro... Creo, que muchas de
las discusiones a las cuales asistimos actualmente, son realmente discusiones
verbales, en gran parte, dado que el fondo de las discusiones en realidad, está en el
régimen jurídico más que en el verbalismo, en los conceptos y en la terminología.
Poco interés tiene que digamos que no existe más la institución del...45 cuando
le damos otro nombre a este fenómeno y sustituimos el concepto por de...46 pero
recoge los mismos principios del...;47 lo mismo pasa con... En el fondo lo que se
esconde, detrás de todos estos debates y discusiones no es tanto una discusión
sobre la existencia de una institución...”
Le doy uno más fácil:

44
Ross, H art, otros, lo dicen mejor.
45
Acá se podría poner “acto de gobierno.”
46
Acá podría ir “acto institucional.”
47
En este ejemplo inventado, el acto de gobierno.

507
M-140 ii. diálogos con agustín gordillo

“Ahora bien ese bagaje de principios, que provenían del antiguo Derecho Ad-
ministrativo, ha sido y está siendo objeto de una profunda revisión (aunque no
nos demos cuenta, todos los días) y consecuente transformación a fin de adaptar
el régimen jurídico... a las concepciones dominantes en la actualidad, a través de
un proceso que evidentemente es un proceso in fieri, en formación que nunca va
a culminar. Aunque... a veces no lo pueden entender, estos procesos de cambio,
de transformación de las instituciones, son permanentes y no nos debe llamar
la atención que lo que nosotros decíamos hace diez o quince años, no sea pronto
una afirmación pasada de moda o caiga la institución en desuso.”
No pruebe con Altavista.

17. Correspondencia sobre CVs


17.1. Los plazos, siempre los plazos

En el documento “Audiencia pública-6” de agosto de 2001 pedí a los cursantes


de ese seminario que no vinieran de hacer inmediatamente antes Habilidades
(donde ya me lo habían entregado, a mi pedido), que me enviaran el CV. En
un seminario como éste, si yo hubiera sido el destinatario del pedido, lo hubiera
cumplimentado antes de la siguiente reunión. Pues como ya expliqué en su lugar,
cuando uno puede, debe contar los plazos de la peor forma posible, para evitarse
toda clase de problema en el futuro. Si lo contó de la peor manera, nadie podrá
nunca discutirle si lo hizo en tiempo. En el caso, hacerlo para antes de la siguiente
clase era el plazo funcional mínimo.
Si no quieren usar el plazo funcional, queda el plazo legal o normativo. En el
caso y por aplicación del art. 1, inciso e), apartado 4, del decreto-ley 19.549/72, es
de diez días hábiles. Podía discutirse si el e-mail es notificación suficiente, desde
luego. En todo caso es preciso que relean con detenimiento el capítulo VIII del
tomo 4, sobre “El tiempo en el procedimiento.” No puede ser que a esta altura del
partido se les venza un plazo. Recuerden el Fugit irreparabili tempus de Virgilio.
El plazo, inexplicablemente, se les venció.

17.2. Es informalismo actuar fuera de plazo?

Si aceptan, como lo han hecho, que era una notificación válida, ¿por qué cumplirlo
fuera de tiempo? Eso no es aplicación del informalismo a favor del administrado. Si
bien ya lo puse en el documento “Audiencia pública 4,” parece necesario recordarlo:

17.2.1. Perfil del que puede invocar el informalismo. Tomo 2, cap. IX, nº 11

El informalismo a favor del administrado está concebido para, “en especial los
de menor condición económica”, “gente de modestos recursos y escasos cono-
cimientos jurídicos”, “sin posibilidad alguna de dominar los vericuetos del

508
iv. ¿cómo hacer? M-141

procedimiento y efectuando presentaciones que no reúnen sino raramente los


caracteres de un escrito judicial. Es para ellos que está destinado principalmente
el informalismo, una suerte de discriminación positiva.”
No creo que ese sea el perfil del alumno de este curso. Tampoco creo que sea
del caso aplicar el decreto 229/2000, que me obliga a ayudarles en el cumpli-
miento de los trámites y requisitos, lo que podría hacer invitándoles a recursar
El Método o Elementos de derecho administrativo. Pero si no es por ignorancia,
que obviamente no lo es, ¿entonces por qué?

17.2.2. “Condiciones de seriedad, de acuerdo con la persona del recurrente”:


Tomo 4, cap. III, § 8.3

Todo “deberá apreciarse de acuerdo con las condiciones personales del recurrente,
según que ellas (posibilidades materiales e intelectuales) hagan o no razonable,
en su caso, el medio empleado.” (Tomo 4, cap. III, § 8.2 in fine.) En “su” caso, como
dice el libro, vuestro caso, ¿es razonable que no cumplan en tiempo y forma con
el régimen vigente y aplicable?

17.2.3. “La complementación de un escrito con otro”

Tomo 4, cap. III, nº 14, p. III-31. Podían invocar los CVs presentados antaño.
Pero de todos modos no justificaba empíricamente no presentarlo nuevamente,
corregido y actualizado, en tiempo y forma.
[...]

17.2.4. Bastardilla, versalita

Las palabras en inglés debieran estar en bastardilla (Ctrl. K) o italics. Los nom-
bres y apellidos quedan mejor en versalita. (Ctrl. Shift L.) En general conviene
controlar los espacios en blanco, que existan donde deben ir.

17.2.5. One

Muchas gracias por el envío del CV a mi pedido. Le voy a hacer diversos comen-
tarios con el propósito de ayudar, en su caso, a una reelaboración. Es con esa
finalidad que los estoy pidiendo. Voy a hacerle mis reflexiones en forma desorde-
nada, no siguiendo el orden de su presentación; creo que Ud. debe aprovechar la
ocasión para reordenar, o intentar reordenar, todo el material.
Nunca en mi vida había visto “Curriculum vitae et studiorium.” Como no
conozco latín, no se si está bien escrito, aunque por lo menos debe estar mal la
“ae” en lugar de “æ.” ¿Lleva dos “i” la ultima palabra? ¿Es un ablativo o qué?

509
M-142 ii. diálogos con agustín gordillo

Como en idiomas no pone “latín” no debiera apartarse (sin un motivo concreto)


de los usos corrientes.
En el punto... hay una cuestión de orden que debe uniformar con el resto del
CV. O va del presente al pasado o viceversa, pero no uno y otro.
Todos hemos estudiado cosas que después no sirven. Aunque sea doloroso, tal
vez haya que eliminarlas. Me refiero al DOS. Haber hecho esos cursos está bien
pero ya no reviste interés ni actualidad.
No creo que se pueda poner que uno está familiarizado con el Mouse de Micro-
soft. Abre un campo de preguntas sobre diversos mouses de Microsoft y diversos
usos del botón derecho y de la rueda y comparación con otros mouses (¿por qué
el Mouse de Microsoft?)
En cualquier caso, en esa línea ¿especificaría acaso la marca de teclado que
usa? Creo que este capítulo le quedó colgado de CVs anteriores, actualmente ya
no tiene sentido ese grado de detalle. Mucho menos, desde luego, el dato sobre
el curso de dactilografía. Parece tomado de un CV para pedir un empleo como
secretaria administrativa.
Yo buscaría resumir y reordenar los puntos de idiomas y PC. Son importantes,
van a mi juicio luego de los diplomas.
Las publicaciones, un dato muy importante de todo CV, están un poco perdidas.
Creo que una forma de destacarlas es comprimir la presentación y el contenido
de lo que es secundario en importancia relativa frente a las publicaciones, pero
también buscar darles un lugar preeminente en el CV.
Sea o no cierto lo que le digo a continuación, es una impresión que el CV no
debe dar: Que se entregó el que tenía hecho, sin repensarlo para el destinatario
concreto. Es cierto que en el presente caso solamente lo pedí para hacer este tipo
de entrenamiento, con lo cual no se equivoca demasiado en no haberlo afinado
para el caso. Pero normalmente el CV debe ser el mejor esfuerzo de uno, aplicado
a aquello que uno debiera querer más, profesionalmente: uno mismo.
Cuando pueda, dele más tiempo a su CV. Dicho de otra manera, en el CV uno
siempre se puede querer un poco más sin llegar al narcisimo.

17.2.6. Two

Hay varias cuestiones de ordenamiento que pueden mejorarse. Unas, de orden


global (en qué orden coloca cada tema) y otras de lógica o presentación interna.
(Puede ir del presente al pasado, o viceversa, pero no alternativamente, con
voltefaces.)
Siguiendo el orden de su presentación, mi primera pregunta es si corresponde
a esta altura seguir poniendo la escuela secundaria. Creo que así como Ud. no
incluye la formación primaria, ya no cabe tampoco la secundaria.

510
iv. ¿cómo hacer? M-143

Tengo dudas con “Milenium,” ¿se escribe así? Otra cosa a pensar es si el “ae”
lo pone así o en cambio “æ” y al mismo tiempo si castellaniza o no “Curriculum.”
En EE.UU. ponen “CV,” para saltear ese problema.
En actividad docente (donde la secuencia temporal es inversa a la del punto
II) no indica los actos formales de designación. Si el CV tuviera en este caso un
destino profesional de la profesión de abogado, esa falta de detalle estaría bien.
Funcionalmente, en este caso no. Por lo demás, es el tipo de datos que con el
tiempo se pierde, mejor dejarlos anotados desde temprano: En el sector público
suelen ser formalistas al respecto.
Intente... No digo que necesariamente quede bien, pero por lo menos debe in-
tentarlo. Como dice A ragon, primero lo escribe (con lo cual lo piensa) y luego lo
piensa mejor, por ende lo repasa; por fin decide si lo publica o no en el CV, según
casa caso particular y concreto.
Una idea de carácter global: Un CV debe ser siempre un traje de medida,
jamás uno de confección. No importa si la ocasión lo justifica o no. Es una carta
de presentación y como tal requiere ser bien pensada en general pero también
afinada al caso particular. Este CV está claramente reflexionado para el objetivo
profesional que sin ninguna duda cumple eficazmente. Pero el objetivo no era
profesional en este caso, sino docente o de investigación o de sector público. En
cualquiera de estas variantes la parte profesional venía al final del CV. En lo
personal yo le doy más importancia que vestirme correctamente para una reu-
nión, pues el CV queda, indeleblemente.
Su CV da la impresión de bien pensado, de solvencia, seriedad profesional,
etc.; pero es perfectible en la forma y en el fondo. En la forma, me parece que hay
demasiados blancos y sobre todo interlíneas: El truco visible de abogado. Inten-
taría visualmente comprimirlo un poco. El objetivo de estas líneas es ayudarle
a la reflexión sobre el CV. Lo hago porque tengo entrenamiento en evaluar CVs.
Es, si lo quiere, un complemento de mi actividad en los cursos y por eso lo pedí
en ese marco. Es una habilidad que, como todas, se adquiere con la práctica.
Espero que le sea útil. Su CV refleja bien (pero podría hacerlo mejor) aquello
del capítulo I del libro de Rogers, El proceso de convertirse en persona. (“Éste
soy yo.”) Utilice el CV como una ocasión de repensar sus objetivos profesionales
y académicos y sus planes de trabajo en el mediano y largo plazo; en función de
ello, las acciones a corto plazo. El CV puede siempre utilizarse como una forma
de introspección. No hace falta hacer “Ohm...”

511
M-144 ii. diálogos con agustín gordillo

18. Mi primer e-book

Aprendiendo como A ristóteles, Santo Tomás: experimentalmente. Pero con una


buena hipótesis o conjetura (Popper), o intuición o idea, lo mismo que haciendo
una sentencia:

18.1. Memorias de un aprendizaje: E-books

Estuve mirando un poco los sitios de e-books en castellano. Bajé el Acrobat e-


book reader.
Bajé la Constitución nacional gratis, para probar. Los e-plus, que cuestan un
par de dólares o un par de dólares encima del e-book normal, se pueden imprimir
una vez. Los e-books normales no se pueden imprimir; no se puede buscar por
palabra clave con el control-b, control-F o control-H) no se puede copiar y pegar
con el control-c y control-v; no se puede bajar a la PC.
A algunos se los puede usar solamente conectándose a Internet. Aparentemente
hay funciones de las que aún no se dispone en la PC pero estarían en los e-book
readers, tales como Softbook, Rocketbook, Glassbook, Everybook. En ellos se po-
dría hacer anotaciones, buscar palabras; pero no copiar y pegar ni imprimir ni
poner en el disco rígido. La ventaja estaría solamente en mayor velocidad para
encontrar algo pero una vez encontrado no se puede hacer nada sino leerlo o co-
piarlo de la manera más tradicional posible. Lo único que se ganaría es espacio
de biblioteca en las paredes. No es poco, pero tampoco demasiado.
Comparar una distinta visión, más actualizada, acerca de los e-books en el Libro I, cap. IV,
§ 11, p. IV-15 / 161, § 13 y 14, pp. IV-17 / 163 a IV-23 / 169.

18.2. Consulté a un amigo

Por suerte un amigo me llamó y aproveché para comentarle mis dificultades. Me


orientó. Entonces reinicié el experimento, con una mejor hipótesis, etc.
Conectado a Internet, bajé el Microsoft e-book Reader. Tuve que aceptar las con-
diciones, que no sé cuáles eran. Al menos mientras estaba llenando el formulario
me dieron la chance de pasarles directamente los demás datos de mi e-mail. De
allí pasé a buscar en la librería de Microsoft, empecé por Barnes & Noble, tuve
mucha lentitud de acceso, entonces probé otras. Con un poco de dificultad, por
falta de práctica, compré en la sección “Law” de otra librería un nuevo libro de
Dershowitz, U$S 9.90, cargado a mi tarjeta de crédito.(Usé una con tope bajo,
por las dudas, pero el gran hermano Gates me dijo que no tenía problema.)
Gracias al consejo de mi amigo miré mejor la pantalla. Había a la derecha
un “menú,” que tenía la palabra “find.” Además comenzando a leer el libro de
Dershowitz y clickeando en el texto, encontré cómo destacar con amarillo, previo

512
iv. ¿cómo hacer? M-145

marcar texto, y cómo hacer anotaciones, etc. Andaba por un tercio cuando ya la
vista se me cansó y hube de dejar.

18.3. Volví al libro

El sábado abrí el MSReader, instantáneo; busqué la librería, ídem; estaba en


primer lugar mi ejemplar digital y la última página marcada, con mis anota-
ciones. Fui allí. Instantáneo. Los dejo, sigo leyendo Dershowitz, The Genesis of
Justice, Warner Books, 2000.
Buen libro, compara mucho su búsqueda en la Biblia con lo mismo que vemos en
El método para la búsqueda de la solución de un problema jurídico. El método del
aprendizaje es universal. Divertidas reflexiones sobre su juventud de estudiante
y madurez de docente, con cuarenta años de abogado.
Su explicación de reglas y principios es lo mismo, desde otra perspectiva,
que se explica en Introducción al derecho. Si no lee Dershowitz, lea al menos la
Introducción al derecho.
También puede verse “Normas y principios,” el capítulo final del tomo 9, pp. VII-1 / 613 a
VII-12 / 624, en el libro de 1978, corregido, Principios generales del derecho público.

El MS Reader permite hacer anotaciones al texto, que esas sí se pueden copiar


y pegar a un documento de Word, por ejemplo.
Otras referencias a la lectura de e-books gratuitos en la iPad, una década después, en el Libro
I de este tomo 10, cap. IV, § 11, 13, 14.

18.4. Biblia y justicia

El libro de Dershowitz me hace acordar al libro de A rmando Emilio Grau, escrito


junto a su hermano Jorge Enrique Grau.48 Ciertamente es mucho lo que se puede
trabajar creativamente la Biblia desde el derecho.

19. Personal training en derecho administrativo

Hace poco estuve señalando que cuando se me pide hablar sin antes haberme leído,
en el tema que se me pide que hable, es como pedirme que trabaje de personal
trainer. O sea, la persona sabe que debe hacer ejercicio, pero no tiene ganas y le
ayuda que venga alguien a insistirle que lo haga.
En las adicciones (droga, alcohol, obesidad, fumar) también están en boga
las llamadas terapias de acompañamiento, en que alguien le recuerda en todo
momento que no debe fumar, debe hacer ejercicio, debe bajar de peso, no debe

48
En realidad, en el libro ambos hermanos usan el apellido doble, Grau Carreño, que A rmando
Emilio Grau no usaba cuando lo conocí hace cuarenta años y en sus demás publicaciones desde en-
tonces. Yo sigo el consejo de M arienhoff, unificar para evitar confusiones. El libro se llama Pasión,
proceso y gloria de Jesús, ed. Bonum, Buenos Aires, 2000.

513
M-146 ii. diálogos con agustín gordillo

tomar alcohol, debe dejar la droga (y no leer derecho administrativo autoritario);


la profesión o la formación del terapeuta de campo (field therapist) es la psicología
o la psiquiatría.
Este tipo de problema psicológico tiene distintos abordajes en la historia. K ant,
que quería seguir haciendo filosofía y aceptaba que debía hacer algo de ejercicio
aunque no tenía demasiada voluntad, ponía su pañuelo lejos en la misma habi-
tación: Al estar resfriado por lo menos debía levantarse y moverse algo cada vez
que necesitaba usar el pañuelo.
Mi propuesta para obesos de derecho administrativo autoritario, es que ten-
gan los libros no autoritarios en la PC, tengan cargado el Altavista y el material
ya indexado y cada vez que tengan que hacer algo de derecho administrativo le
pregunten a Altavista si hay algún material que debieran conocer al respecto.
De este modo no necesitarán leer más de lo estrictamente indispensable.
Desde otro ángulo y de retornar al paralelismo con el field therapist, quizás
debiera invitarse a un psicólogo a hablar del derecho administrativo del Estado
de Derecho vs. el derecho administrativo de la autoridad y sus concesionarios.
En la otra analogía, también se podría señalar que así como el personal trai-
ner no necesita ser un gran deportista (basta que sepa indicar los ejercicios que
se deben hacer), el conferencista de derecho administrativo basta con que sepa
reconocer y evitar la lectura y repetición de los libros que alaban la autoridad (de
la administración o el concesionario de ésta) y se olvidan del individuo o usuario.
No es que sea difícil. Pero es como el cuento:
―“¿Cuántos psicólogos hacen falta para cambiar una lamparita?”
―“Uno sólo, pero hace falta que la lamparita quiera.”

20. Correspondencia y algo más


20.1. El domingo que viene

Este es el título del editorial del Buenos Aires Herald del 7 de octubre de 2001,
p.10. Luego de explicar que el abanico de candidatos cubre todas las opciones,
concluye que en tales circunstancias empeñarse en votar en blanco o anulado es
“despreciar la democracia y coquetear con la dictadura.”
Es cierto, el voto en blanco o anulado es una forma de expresar rabia contra
la realidad, el gobierno, los políticos, la clase dirigente, el mundo y nosotros
mismos. No está mal, si no fuera porque es pegarse colectivamente un tiro en el
pie propio y en el del vecino. Es un acto de hostilidad hacia los demás, incluidos
aquellos por los que declamamos.
Por ello he contestado a una corrosiva circular contra todos los partidos polí-
ticos y las elecciones, del siguiente modo:

514
iv. ¿cómo hacer? M-147

“Estimo que se ha cometido un error involuntario de mi parte al enviarle y


contestar los e-mails que circularizamos ambos. Veo, por el tenor de los suyos,
que estamos haciendo cosas que resultan incompatibles.”
“Le ruego por ello me quite de la lista y yo haré lo propio.”
“Le ruego acepte mis excusas por la equivocación.”
“Muy cordialmente”

20.2. Carta a Tucumán

Ver también cap. IV, § 3.1, p. M-96; § 8.3, p. M-105 / 473. Cabe puntualizar que el viaje a
Tucumán para disertar no se concretó, por no darse las circunstancias a que hace referencia
el mail que a continuación se reproduce.

[...]
Debí viajar, y no pude, el 29 de agosto. (Era el aniversario de la tragedia de
LAPA, y es una fecha en que siempre en Aeroparque se hacen dramáticos actos
de recuerdo y homenaje.) Está previsto ahora que viaje el 7 de diciembre, pero
aún no recibí ningún e-mail, ninguna pregunta, ningún indicio de
lectura previa.
Amigos tucumanos y norteños en general: Haré el esfuerzo de viajar en
estos malos tiempos. Ustedes hagan el esfuerzo de leerme y escribirme.
Creo que no es un pedido irrazonable. Comiencen por enviarme al menos sus
domicilios de e-mail, así les puedo hacer llegar este material que también
ha de interesarles en su especialización y doctorado en derecho público.
Como este mismo mensaje no llega a destino, porque no me mandan los e-mails,
pido a los que sí lo reciban que intercedan por mí ante ellos para que comiencen
a hacer acto de presencia electrónica.
Si me esperan en diciembre, deben asumir que también yo espero una
contrapartida. Es el viejo romano do ut des.
En vez de plata, es conocimiento mutuo, compartido, recíproco, interactivo,
participativo, en libertad responsable y madura. Siguiendo con la figura del
personal trainer, de nada les sirve que yo les pida que hagan un ejercicio si no
lo quieren hacer...
Si no, es tan absurdo como ver a un profesor de gimnasia saltando delante de
sus alumnos y a estos mirándolo saltar y brincar desde cómodas butacas. Eso
no es hacer gimnasia, no al menos los alumnos. Así no se mantiene la línea. Ese
profesor de gimnasia no debería saltar y brincar si sus alumnos no quieren
hacer ejercicio alguno de los que él indica. Sería una demostración contun-
dente de que no quieren hacer esa clase, que no quieren que el personal
trainer vaya; al menos, no todavía.

515
M-148 ii. diálogos con agustín gordillo

Tenemos tiempo todavía, si no están con ánimo podemos postergarlo para


el año que viene. Pero una cosa es segura: Mientras tanto, esta gimnasia no
la están haciendo, ni siquiera el precalentamiento. El profesor no les está
sirviendo. Deberán pensar en buscar otro a quien quieran hacer caso en los
ejercicios que indique. Las clases no son una representación teatral,49 son de
gimnasia colectiva.

20.3. Otro poco de historia contemporánea

Vista, en el caso, por Bioy Casares, Descanso de caminantes, Editorial Planeta.


El domingo 7 de octubre de 2001 en Página 12 Horacio Verbitsky hace largos
extractos, que han requerido leer todo el libro y saltear todo lo que no es historia
contemporánea, que es mucho.
Señala Verbitsky que Bioy Casares a) integraba “el sector liberal e ilustrado de
la alta burguesía argentina”, y que “detestaba al comunismo, al peronismo, a la
guerrilla;” b) que fue “una persona excepcional,” que escribe estas líneas con “la
profundidad de la mirada del artista.” Dice mucho de los males de la Argentina
de hoy que el comentarista no crea suficiente con señalar b) y que en realidad
lo presenta casi como una excusa para lo que incluye en a). Es el argumento ad
hominem, siempre. Debilita después el quejarse del argumento ad baculum.50
Dice el comentarista que a pesar de “la escasez de estos apuntes sobre la
realidad exterior” (o sea, a pesar de que dedica pocas páginas a la realidad, al
final de cuentas es un novelista), “El título del libro... es una merced del gran
escritor a los argentinos de hoy, agobiados por otras urgencias y desesperanzas.”
A juzgar por las transcripciones de Verbitsky no es, sin embargo, un bálsamo
espiritual. Todo lo contrario.
Son parientes de esta parte de la lectura de Bioy Casares, al parecer, los libros
de Neilson, Graham Yool y Garzón Valdés, que antes sugerí como imprescindibles.
La lectura (indirecta) de Bioy me recuerda a cuándo, muchos años después de
Vietnam, empiezan a aparecer las películas mainstream de Hollywood reflejando
más realista y objetivamente aquella guerra.
Todo este comentario, previo a mi propia lectura directa de Bioy, suena raro
luego de hojearlo. Pues los trozos citados por Verbitsky están, pero tan perdidos
en lo que parecería hojarasca que cuesta encontrarlos y, encontrados, cuesta
focalizarse en ellos.
49
No digo “clases de teatro”, porque éstas también son activas. Son los alumnos que deben actuar,
no el profesor actor.
50
Como hace tiempo que no mando lecturas obligatorias mías, si no lo leyó todavía, vea el tomo
3, El acto administrativo, 5ª ed., 2000, cap. IX, pp. 37-44, especialmente p. 39, texto y notas 37 y
39. Otra forma es buscarlo con Altavista: Advanced search, extension:pdf and “ad baculum”.
A
la fecha de este Libro II (2014) se puede googlear “ad baculum gordillo” o buscar ad baculum
en www.gordillo.com

516
iv. ¿cómo hacer? M-149

20.4. Chateo profesional

El Dr. ... me dice, entre otras cosas:


“Volviendo al tema específico de la comunicación quiero decirle que, no hace
mucho tiempo, he descubierto los sorprendentes beneficios (y ahorros en costos
de comunicaciones telefónicas) que me significó la utilización de el programa de
comunicación on line conocido como MSN Messenger Service (creo que el más
conocido de estos servicios es el ICQ, pero es un poco más complejo) por medio del
cual se puede «conversar» en tiempo real con nuestros contactos e incluso saber
constantemente —sin importar el lugar del mundo en que se encuentren— cuál
es su estado de conexión (si están ausentes, on line, off line, ocupado, etc.). En
mi caso, que mantengo vinculación laboral con un estudio jurídico de [...], es in-
creíble poder estar comunicado en todo momento con mis colegas de trabajo que
se encuentran a más de 2000 kms. de trabajo, como si estuvieran en la oficina
de al lado. Es una herramienta más que interesante para hacer reuniones «vía
chat» ya que permite conversar en forma simultánea hasta 5 personas.
“El Messenger se puede bajar en forma gratuita y en castellano de http://mes-
senger.latam.msn.com/, sólo es necesario sacar una cuenta de correo electrónico
en Hotmail y el ICQ se puede obtener también en forma gratuita de http://www.
icq.com/download/. Para este programa se puede utilizar cualquier cuenta de
correo electrónico. Para que su «entorno» sea en castellano, hay que bajar un
programita adicional que se llama LingoWare, también disponible en la misma
página de ICQ.
“Espero haber aportado algo para todos aquellos colegas con necesidades de
acceder a un modo más eficiente de comunicación.”

20.5. Una carta sobre personal training

Yo había preguntado a varios amigos, antes de mandarlo, si el e-mail sobre


personal training resultaba agresivo. Una carta que dijo que no, agregó estas
interesantes observaciones:
[...] “Agresiva en todo caso es la propia realidad, agresivas son las normas
jurídicas que se están dictando en estos últimos tiempos (y ni que hablar de las
que se están proyectando) donde los particulares dejamos de ser ciudadanos para
volver a convertirnos en súbditos, agresivo es en definitiva el derecho adminis-
trativo actual, en el que la autoridad pisotea la libertad.
“La semana pasada participé [...] en una nutrida reunión que organizó la
Jefatura de Gabinete a los fines de escuchar las opiniones y observaciones que
distintas Instituciones y Asociaciones teníamos respecto del proyecto de decreto
reglamentario del Dcto. 1023/01.

517
M-150 ii. diálogos con agustín gordillo

“Asistieron representantes del sector público y privado. Hacía tiempo que no


sentía de golpe tanta angustia; ni ganas de hablar tenía al salir tras tres horas
de debate. Los representantes de los Bancos propiciaban anular la “vista de las
actuaciones” en el procedimiento de selección y que todas ellas fueran secretas.
El sector público preocupado por cómo va a rescindir los contratos, declarar su
nulidad, su caducidad... o lo que fuere. La premisa es que todo contrato es nulo
de nulidad absoluta e insanable. ¡¡Dios mío!!
El tema del decreto 1023/01 se encuentra en el t. 1 de este Tratado de derecho administrativo
y obras selectas, Buenos Aires, FDA, 2013, 1ª ed., cap. XI y sus referencias, http://gordillo.
com/pdf_tomo1/capituloXI.pdf.

“Ya no le alcanza a la Administración con sus facultades y prerrogativas hasta


ahora existentes, busca más. Y así llega al extremo de pretender plasmar en una
norma, su derecho a ejercer todas aquellas prerrogativas y efectos reconocidos
por la doctrina y jurisprudencia a favor de ella.
“¿Acaso puede decir alguien que su texto es agresivo?
“Por otra parte, para mí —y creo que para muchos de los destinatarios de estas
comunicaciones— Ud. hace rato que es nuestro «entrenador personal» en derecho,
y salvo para aquellos que decidan voluntariamente dejar este entrenamiento, la
mayor rigurosidad del mismo nada nos tiene que extrañar: Así como cuando se
acerca el verano y los primeros «calorcitos,» el entrenamiento físico se intensifica
y refuerza notablemente, también es necesario intensificar y reforzar nuestro
entrenamiento cuando se acercan los ataques de autoritarismo: Los ya existentes
y los que están en camino, que no son pocos ni en cantidad ni en calidad.
“La lucha contra las «inmunidades del poder» requiere de esfuerzos mayores,
por lo que la preparación para enfrentarlas debe ser no sólo intensa sino cons-
tante.”

20.6. Otras cartas y su respuesta

[...]

20.7. Usted. ¿Yo? Argentino

Un amigo certificado como tal (de carné, como dirían los españoles), me manda
este críptico mensaje:
“(Fulano) «...decía que nosotros los abogados (y los argentinos en general)
convivimos con USTED. USTED está siempre presente; en las empresas, en los
estudios jurídicos, etc. USTED significa «Uso Subdesarrollado de TEcnología
Desarrollada».”
“Él decía, «en otras palabras: el problema es USTED».”

518
iv. ¿cómo hacer? M-151

20.8. Lecturas hechas

Otro colega me escribe:


“Ayer, después de recibir sus e-mails «Lecturas indispensables,» adquirí El
velo de la ilusión de Ernesto Garzón Valdés.
“Anoche, al llegar a casa comencé a leerlo (en forma salteada, como recomienda
leer su Introducción al Derecho, que también estoy leyendo de esa forma), y me
encontré con un libro fundamental, que permite volver a pensar muchos capítulos
de la historia que yo mismo viví.”

20.9. Causas judiciales y lecturas

Mientras tanto, todas las causas judiciales de interés público han de ser seguidas
con cuidado por todos. Hay mucho para reflexionar, para confirmar, para aprender.

20.9.1. El libro de Balza

Leí con respeto la prosa no muy lograda, el relato no apasionante, a veces genui-
namente inocente,51 de un libro que a pesar de ello no puede sino ser importante.52
No me interesó lo suficiente como para leerlo, sólo hojearlo. Pero no me arrepiento
de haberlo comprado y tenerlo en la biblioteca.
Creo que dada la jerarquía institucional que han tenido en el país, todos los
procesados debieran hacer su libro, ensayar su explicación, exponer a la ciudada-
nía su versión de lo que han vivido. No será lo único con lo cual se construirá la
historia, pero es un elemento que pienso tienen un cierto deber social y político de
brindar. No tiene por qué gustarnos cada uno de esos libros. Ese no es el objetivo
de leerlos o consultarlos.
Leí pues ―salteado― con respeto esta primera contribución a la información
y al debate público de una persona pública procesada y presa. Como ciudadano,
lo agradezco como contribución a mi información. Por supuesto, reservo opinión
sobre muchas cosas que el futuro aclarará mejor.
Leo también con respeto frases fuertes como “huestes de adictos a la dictadu-
ra militar” (p. 338), “ruin ingeniería mafiosa, concebida y diseñada desde altas
esferas políticas, allegadas al poder y con influencias sobre distintos funcionarios
y obviamente ministros”53 (p. 340); “Yo he vivido en esa mugre que significó la
51
En este sentido, hay muchísimos comentarios que son obviamente honestos pero sorprenden.
En este aspecto, el libro es útil y hasta estremecedor para entender el grado de incomprensión de
la cultura civil por parte de un militar que ha intentado e intenta, ciertamente, acercarse a ella.
No es lectura placentera, es lectura necesaria.
52
M artín Balza, Dejo constancia, Memorias de un general argentino, Planeta, Buenos Aires, 2001.
53
El autor formula estas expresiones en referencia a lo que considera una actual campaña en su
contra. La citamos, fuera de contexto, para mostrar la falta de sofisticación. Hay muchas más de
este tipo que inducen a pensar que realmente pudo haber pecado de excesiva ingenuidad en la causa

519
M-152 ii. diálogos con agustín gordillo

dictadura con apoyo civil” (p. 282); “... nunca le preocupó mucho el derramamiento
de sangre”54 (p. 107); “...sin munición, carentes de equipo de abrigo, agotados...
sin haber recibido alimentos en las últimas cuarenta y ocho horas.”55 (P. 106.)
Lo nuevo es quién lo dice.
[...]

21. Dicen que soy pesimista

No es gran cosa, pero conviene leer la columna As I see it de James Neilson en el


BAH del 6-XII-01, p. 16: “A dream dies.” Es bueno saber cómo nos ven, aunque
no nos guste.

22. Compartiendo información

Esto no es “Matrix” todavía, pero les mando de mi computadora a la vuestra, sin


leer, una ley y decreto que a mi juicio hay que tenerlos archivados para cuando se
precisen. Hoy no hacen falta, el día que los necesitemos no hay que salir apurado
a buscarlos. Tienen que estar desde antes en la PC, ese es el secreto.
Adjunto pues, como rata electrónica de biblioteca virtual, el decreto 1487/01
sobre reformas al Tribunal de Tasaciones, y la ley 25.488, sobre reformas al
CPCCN.
Los hice bajar del B.O., no los leí ni los hice controlar ni los controlé; espero
que estén bien, si alguno encuentra errores avíseme así paso el dato. Perdón que
el servicio no sea todavía más confiable, pero esperemos mejorar.

23. Respuestas, “acertijos” y promoviendo lecturas

En “G-2001-36. Otro cacho de cultura” hacía varios acertijos y dije que felicitaba
al primer que los resolviera.
Llegó la primera respuesta, acertando —de memoria— con uno de los acer-
tijos, el que dijo Benavente desde arriba del barco, zarpando del puerto. Para
cumplir con mi palabra, en este solemne acto virtual, hago entrega de mi expresa
felicitación al:
Dr. Roberto de Michele
Muchas gracias por participar
Faltan los dos de Naipaul y los dos de Ortega y Gasset.

principal. Ello es exculpación moral, quizás también penal, pero ciertamente no administrativa o
política; el deber de cuidado aumenta con el grado jerárquico que una persona ocupa.
54
Se refiere a Galtieri y la guerra de las Malvinas.
55
Por eso en e-mails anteriores señalaba el criterio extranjero de que los militares se preocupaban
de estrategia pero olvidaban la logística. Es un mal argentino, como discurrir de política tributaria
e ignorar la administración tributaria, etc.

520
iv. ¿cómo hacer? M-153

¡Vamos que falta menos!

23.1. Premio Ortega y Gasset

“G-2001-39-El acertijo” felicité al Dr. Roberto de Michele que ganó por esca-
sas horas a la segunda entrada, ya no premiada, del Dr. F rare de Cipolletti.
Como Mención de Honor reproduje sus muy interesantes palabras y no menos
interesantes referencias y pasé su e-mail, en mi “G-2001-41-Corespondencia y
numeración”, punto 3.
Ahora me llega el momento de felicitar a una colega que se acuerda de memo-
ria, de mis clases, cuáles eran las dos palabras con las cuales Ortega y Gasset
cerraba su artículo “El hombre a la defensiva.” Pero no dice haberlo releído, que
era el objetivo de mi concurso.
De allí en más mejor, pues manda el segundo artículo publicado por Ortega y
Gasset en La Nación del 13 de abril de 1930, que enmarcó la página 3 de mi edición
italiana de L’amministrazione parallela. Il parasistema giuridico-amminis­trativo,
Giuffrè, Milán, 1987; sólo que omite una parte fundamental sin explicar por qué.
Para cumplir con mi palabra, en este segundo solemne acto virtual, hago en-
trega de mi segunda felicitación, que por referirse a otro autor es también primer
premio, pero segundo primer premio:56
Dra. Cristina Domínguez
Faltan los dos de Naipaul
¡Vamos que falta menos!

23.2. El trabajo premiado

“Respecto al texto de Ortega y Gasset que habla sobre los argentinos en su obra
El hombre a la defensiva, creo recordar que las dos palabras a las que hacía
referencia cuando hablaba de los argentinos eran...”
“Con relación al texto Ud. sugirió en el curso de El Método al que asistía los
días lunes su lectura. En esa oportunidad ahondando en las obras de Ortega
y Gasset encontré una publicación en donde Ortega y Gasset explicaba porqué
había escrito El hombre a la Defensiva. Se la adjunto en caso de que quiera leerla.
“Cordiales saludos, Cristina A. Domínguez ”

56
Me encanta ser abogado, poder escribir y que nadie entienda qué es lo que uno quiere decir,
si es que quiso decir algo. A los ingenuos les parece sabio, porque no entienden. Los más viejos
sabemos que si algo no se entiende es porque está confuso. El que escribe difícil o confuso no es un
sabio, es una persona confusa, muy probablemente contradictoria, seguramente infiel a su palabra,
habiendo desarrollado el arte defensivo-ofensiva del innuendo y del argumento ad-hominem. Como
ésta es demasiado fácil, no hay premio.

521
M-154 ii. diálogos con agustín gordillo

Ortega y Gasset, Párrafos sobre América, recopilación Fundación Banco de


Boston, Segmento 4.
“Porqué he escrito «El hombre a la Defensiva,» Obras Completas, Madrid
1951, Tomo IV.
“Mi saldo de deuda con la Argentina, yo debo completamente en serio y he de
pagar no menos en serio. Ya he empezado. Las páginas irritantes del séptimo
“Espectador” son las primeras monedas.
“La forma del pago no podía para mí ser dudosa. Tenía que ser homogénea a
la deuda. Y si la Argentina ha contribuido a hacer mi vida, yo tengo que contri-
buir, bien que en la cuantía mínima posible a un escritor, a hacer la vida de la
Argentina.
“¿Sería contribuir a hacer la vida de la Argentina verbalizar elogios sobre ese
país que a nadie le interesarían ni a nadie convencerían? Pero aún en el caso que
interesasen y convenciesen, eso no sería hacer la vida Argentina, sino, a lo sumo,
hacer la opinión de los demás sobre ésta. Y resultado tal me parece demasiado
inoperante. Lo decisivo es lo que seamos, no lo que opinen los demás. Una vida bien
metida en su auténtico destino no vive de la benevolencia crítica de los prójimos.
“Pero, además, quien conozca la Argentina actual sabe que nada puede hacerle
tanto daño como alabarla, como interesaría con la opinión ajena sobre ella, antes
bien, es preciso empujarla hacia sí misma, recluirla en su inexorable ser. Esto se
propone «El hombre a la defensiva.»
“En él se dice que es la Argentina «el pueblo con resortes históricos más fuertes
que hoy existe.» Esto no se dice por decir: Se dice dos veces y con letra especial
para que conste.
“No hay más que una manera de colaborar en la vida de otro: Arrimar resuel-
tamente el hombro allí donde uno ve que hace falta.
“Ahora bien, yo he visto que hoy el problema más sustantivo de la existencia
Argentina es su reforma moral. Yo prefiero que el lector lo entienda por lo que
significa, no en la contraposición “moral – inmoral,” sino en el sentido que adquiere
cuando de alguien se dice que está “desmoralizado.” Un hombre desmoralizado es
simplemente un hombre que no está en posesión de sí mismo, que está fuera de
su radical autenticidad y por ello no vive su vida y por ello no crea ni fecunda ni
hinche su destino...57 Desde siempre y una vez más en mis conferencias últimas
de Buenos Aires, cuando anunciaba yo un posible curso de ética... proclamaba
como imperativo fundamental de la mía el grito del viejo Píndaro: “Llega a ser el
que eres.”58 En este sentido, el hombre Argentino está desmoralizado y lo está en
57
Me extraña esta omisión en la versión que me mandara la Dra. Domínguez. Mis editores italianos
no la omitieron y pusieron “Per me la morale no è ciò che l’uomo debe essere, ma in pratica può fare
a meno di essere, bensì è semplicemente l’essere inesorabile di ciascun uomo, di ciascun popolo.”
58
En la versión italiana de mi libro pusieron, “quanoio hos eisi.”

522
iv. ¿cómo hacer? M-155

un momento grave de su historia nacional, cuando —después de dos generaciones


en que ha vivido de fuera— tiene que volver a vivir de su propia substancia en
todos los órdenes, económico, político, intelectual. Tal es mi convicción madurada
calladamente durante muchos años y que no es fácil hagan vacilar lo más mínimo
las diatribas, insolencias y chistes de esos jóvenes intelectuales argentinos que
emplean en gesticulaciones narcisistas su tiempo.
“¿Saben esos jóvenes que emplean sus plumas más que para escribir —para
esa soberana labor de crear que es el escribir— tan solo, como el pavo real, para
hacer la rueda —saben esos jóvenes lo que es nacer en un pueblo que puede ser
una gran nación? ¿Saben que hay muy pocos pueblos que puedan serlo? Yo no
podía elegir mi tarea. No he hecho más que aceptarla y comenzar a cumplirla.
Es preciso llamar al argentino al fondo auténtico de sí mismo, retraerle a la
disciplina rigurosa de ser sí mismo, de sumirse en el duro quehacer propuesto
por su individual destino. Solo así podrá modificar la moral colectiva, el tipo de
valores preferidos, el “standard” de virtudes y modos de ser que, prestigiados,
informen con fértil automatismo la existencia Argentina.
“Un primer empujón hacia esto significan mis páginas del Espectador.”

23.3. A eso hay que agregar Naipaul, Garzón Valdés, James Neilson, Graham-
Yooll, Aguinis

Un argentino culto no puede ignorar lo que dice el mundo de nosotros. Cuando


uno va al extranjero, al regresar los compatriotas pueden preguntarle “¿Qué dicen
de nosotros allá?” Es fácil, con ir aquí a la biblioteca y leer, desde Buenos Aires
ya sabemos: Ortega y Gasset, Naipaul, ...
Si quiere leer autores argentinos, Garzón Valdés, Aguinis... Cuatro autores
eminentemente diferentes unos de otros. A ellos les puede sumar mis siempre
recomendados James Neilson y Graham-Yooll, dos grandes hombres de nuestra
historia contemporánea, argentinos, que viven en el país. Ya está. No tiene que
ir al bistro du quartier. Hay un solo problema: Hay que leerlos. De memoria no
sirve. Imaginando qué dicen tampoco. Sentarse y le-e-r-los.

24. E-mail de un amigo sobre Ortega y Gasset


24.1. El Dr. Ismael Farrando y Ortega y Gasset

Mendoza, 22 de octubre de 2001


“Querid­o amigo Agustín:59

59
“Sigo utilizando tu formato que para mí es muy agradable al leerlo. Al ser invento tuyo, su-
pongo que para vos también.”

523
M-156 ii. diálogos con agustín gordillo

24.1.1. Seguir con Ortega

“Ortega nos convoca. Brillante —no hay otra palabra— [...] y fecundos los resul-
tados de lo que está pasando después de tu convocatoria a releerlo.
“Te sugiero que sigas con esto. No cortemos la “cadena” de volver a Ortega; ya
que, estimo, como vos, que es imprescindible en estos momentos.
“Estoy dando un curso de Posgrado en la Universidad de Mendoza (la privada)
todos los viernes. Mi tema es Poder de Policía de Emergencia. Además de toda
la bibliografía básica y los fallos de rigor —fundamentalmente lo estoy dando a
partir de estudio de casos— el viernes último les llevé tu artículo publicado en
La Ley el 12 de octubre pasado(60) y el de Ortega y Gasset, El Hombre a la defen-
siva y el trabajo para hacer (pensar y reflexionar incluido) era “unirlos,” buscar
“líneas unitivas” (causas) y poder sacar conclusiones acerca de cómo habíamos
llegado los argentinos a esta emergencia “permanente.”
“Se quedaron al principio “atónitos” y no podían concebir tanta actualidad en
las palabras de Ortega. Deberán “pensar” —para cuando termine el seminario—
cómo podemos ahora los argentinos —con esas características orteguianas—
elaborar un plan para salir de la emergencia.61”

24.1.2. Ortega en el corazón

“La verdad que lo de Ortega me llegó. Lo he llevado siempre en el corazón y vos


ahora fuiste el promotor y la ocasión para que apareciera de nuevo “a flor de piel.”
“Te confieso que al principio uno tiene la tendencia a decir: “...Bueno, hasta
aquí llego...;” “... A Agustín no lo puedo seguir...;” “...Ahora es el inglés, ... mañana
será el alemán..., después será ... (no sé qué cosa...), este tren no lo puedo seguir...”
“Te confieso que a Ortega lo devoraba en la universidad (¿Que es filosofía?,
España invertebrada, la “clásica” Rebelión de las Masas, Estudios sobre el amor,
los “Espectadores”; El libro de las misiones, etc.), y lo he releído a posteriori,
aunque no orgánicamente. Pero, El Hombre a la defensiva, sólo me acordaba de
algo del “guarango” y nada más.
“Te confieso también que quise concursar. Por ello, me fui una mañana (tar-
de, ya que fue 2 o 3 días después que largaste el concurso) a buscar en mi vieja
60
“«El Estado de Derecho en Estado de Emergencia,» en base a tu exposición de aquí (Mendoza)
el 24 de agosto pasado. Cuando se programó el curso aún no estaba publicado ni expuesta tu con-
ferencia en Mendoza.”
61
“Por lo menos será un intento de cambiar —hoy— el adjetivo de Jacinto Benavente en aque-
lla partida una vez levada el ancla. ¿Seremos hoy menos ignorantes?. Si tuviera que proponer un
acertijo —¡quizás de humor negro!— para los chicos que hoy cursan la escuela primaria, podría ser
éste: Teniendo en cuenta alguno de los himnos a nuestros próceres que se cantan en «las horas de
música» –y que hoy han revivido, en nuevas y muy buenas versiones: Jairo, Víctor Heredia, Sandra
Mihanovich, León Gieco, etc. ¿tienen alma hoy nuestros niños?. (En una parte del himno a Sarmiento
se escucha: «...La niñez, tu ilusión y tu contento; la que al darle el saber, le diste el alma...!)»”

524
iv. ¿cómo hacer? M-157

biblioteca de filosofía (que no he podido trasladar —creo— por una cuestión


sentimental: Está en mi pieza de soltero en la casa de mi madre; no obstante la
tengo cerca, casa de por medio, cuando necesito algo) y no encontré El Espectador.
“Me fui esa misma mañana (tribunales por medio, gente esperándome en el
estudio, dictámenes por terminar, etc.) a la Fac. de Filosofía y Letras de la U.N.
Cuyo a consultar las Obras Completas (62) y fotocopiar el artículo.
“Luego de encontrarlo rápidamente, fotocopiarlo (63) y devorarlo de inmediato 3
veces; y quizás por mi error de leer muy de prisa tus news, no tenía bien en claro
que si lo que pedías eran «las dos última palabras» del libro; o las «dos notas más
importantes» del mismo. El libro termina con otra genial imagen de Ortega que,
para tratar de demostrar su equilibrio en las palabras «fuertes» del mismo, señala
que ha tratado de «... guardar la equidistancia entre el halago y el vejamen.»(64)
“Si pedías las «dos últimas palabras» la respuesta era «el vejamen.» No enten-
día del todo entonces el acertijo. ¿Sería para tomar más consciencia de nuestra
deuda externa? ¿o de lo que tendremos que soportar por esta emergencia? No me
terminaba de cerrar. Si por el contrario, eran las dos rasgos negativos —algunos
no del todo por lo mismo que dice Ortega— más importantes que se nos atribuía
a los hombres(65) argentinos, podrían ser: la falta de autenticidad y el Narcisismo.
“No obstante —ahora que después de muchos [muchos] años lo he vuelto a
leer, creo que lo más patético y clave de su artículo, quizás para entender toda
la historia de nuestro país en el siglo XX— y por ende la larga cadena de «autori-
tarismos,» es la idea agigantada del Estado. También, la causa del «narcisismo»
en esa «sobrevaloración de sí mismo.»(66)
“Por eso mi querido amigo: Te felicito (sinceramente, no es el «halago fácil»)
por haber echado a Ortega al ruedo en este momento; y estimo que debés seguir
con los acertijos: Más preguntas sobre Ortega; unir Ortega con «emergencia;»
unir Ortega con el destino de nuestro Estado; con el destino personal y de nuestro
país, etc. etc.”

62
“Están en el subsuelo de la Facultad, estante 1-6-C., los 9 tomos de la “colección oficial”, po-
dríamos decir, de la Revista de Occidente.”
63
“También fotocopié: “El deber de la nueva generación argentina,” en Obras Completas, T. III
(1917-1928), 5ª ed., Revista de Occidente, 1962, pP. 255-259; y “Por qué he escrito «El hombre a la
defensiva»,” en Obras Completas, t. IV (1929-1933), 4ª ed., Revista de Occidente, 1957, pp. 69-74.”
64
“O rtega y Gasset, «El hombre a la defensiva,» en El Espectador: «Intimidades,» Obras
Completas, t. II (1916-1934), 6ª ed., Revista de Occidente, 1963, p. 663.”
65
“Rescato también que las mujeres están afuera; cosa que recalca el mismo Ortega en dos
oportunidades en su artículo. (Ob. cit. en nota anterior, ps. 646 y 650.)”
66
“Te acuerdas de los viejos chistes sobre «argentinos» (en verdad aquí en Mendoza los contaban
como de «porteños»): «Cómo ganar mucha plata: Comprar a un argentino por lo que vale y venderlo
por lo que dice que vale.»”

525
M-158 ii. diálogos con agustín gordillo

24.1.3. “Argentina invertebrada”

“¿No estamos ante una Argentina invertebrada?


“[...]: El 2000 nos encontró dominados, “invertebrados.”
“Esa imposibilidad de honrar los $123.000.000 nos debe llamar a todos a la
reflexión. Por eso, me parece que en Ortega seguiremos encontrando respuestas,
claves, quizás «distanciamientos» que nos permitan la acción y que la mente no
se contamine.”

24.1.4. La cita es correcta

“En la contestación a la Dra. Domínguez sugerís controlar la cita (o edición) de


«Por qué he escrito «el Hombre a la defensiva.»
“Entiendo que la utilizada por ella es correcta. De la copia que saqué de las
Obras Completas, el texto completo (sin «...») es el siguiente: «...Un hombre des-
moralizado es simplemente un hombre que no está en posesión de sí mismo, que
está fuera de su radical autenticidad y por ello no vive su(67) vida y por ello no crea
ni fecunda ni hinche su destino. Para mí la moral es lo que el hombre debe ser,
pero por lo visto puede prescindir de ser, sino que es simplemente el ser inexorable
de cada hombre, de cada pueblo. Por eso, desde siempre y una vez más en mis
conferencias últimas de Buenos Aires, cuando anunciaba yo un posible curso de
Ética —que ya no sé bien si haré— proclamaba como imperativo fundamental de
la mía el grito del viejo Píndaro: quenoio hos eisi —llega a ser el que eres—.»(68)
“Por ello, imagino que tu editor italiano abrevió la cita, que no obstante quedó
impecable lo mismo como «liminar» a tu [...] libro milanés(69) que tuviste la gentile-
za de obsequiarme en 1993 en Mendoza cuando viniste para cerrar las «Jornadas
en Conmemoración a los XX años de la sanción la ley 3909,» en oportunidad de tu
[...] nombramiento como Profesor Honorario de la U.N.Cuyo. Por ello, y en cotejo
con la copia sacada de la edición «oficial» de la Revista de Occidente, estimo que
la cita que ahora efectúa la colega es correcta.”

24.1.5.

[...]

67
“Ortega y Gasset, «Por qué he escrito ‘El hombre a la defensiva’,» en Obras Completas, t. IV
(1929-1933), 4ª ed., Revista de Occidente, 1957, p. 72, in fine.”
68
“Ob. cit. en nota anterior, p. 73, primer párrafo.”
69
“Agustín Gordillo, L´ammnistrazione parallela. Il «parasistema» giuridico – ammnistrativo.
Introducción de Feliciano Benvenuti, Milano, Giuffrè Editore, 1987, p. 3.”

526
iv. ¿cómo hacer? M-159

24.1.6. Espinosa y Scalabrini Ortiz

“Ortega sigue produciendo frutos. He encontrado dos “líneas unitivas” para seguir
reflexionado en Nolberto Espinosa(70) (gran filósofo mendocino: estudió en Alema-
nia con Heidegger, doctor en filosofía, fue amigo del Padre Sepich que introdujo
el pensamiento de Hegel a la U.N.Cuyo, etc., profesor nuestro en la facultad y
desde hace 50 años —debe tener entre 75/78— etc.) y en Scalabrini Ortiz.(71)
[...]
“Un fuerte abrazo,
“Ismael.”

24.2. El guión largo

[...] me resulta muy grata tu pregunta por lo del guión largo. Grata porque es el
único medio por el cual podemos ayudarnos los unos a los otros en ese difícil y
fácil camino que es la informática. Difícil porque uno sólo casi siempre se pierde.
Fácil porque cuando te lo dicen uno podría preguntarse ¿Cómo no me dí cuenta?
Es que es demasiado para darse cuenta sólo; los amigos son indispensables.
Concretamente, tenés que abrir la ventana “Insertar” y allí adentro “Símbolo”;
una vez dentro de “Símbolos” hay que abrir la segunda solapa, que dice “Carac-
teres especiales.” Allí está, en primer lugar, el guión largo.
Te ruego que me preguntes todas las veces que quieras, yo como abogado sé lo
difícil que es aprenderse estos pequeños chirimbolos y me encanta poder pasar
los pequeños trucos que tanto nos cuesta a todos descubrir.

24.3. Ortega y Gasset en Internet

“[...] a los fines de colaborar con la lectura de Ortega y Gasset remito una página
de internet http://piedraverde.com/ortega/. Es completa y se puede acceder a los
textos del escritor. Atentamente. M aría del Carmen M artínez Medrano.”

25. E-mails sobre premios y no premios


25.1. Correspondencia “Número 1”72

Una de las muchas cartas recibidas (bueno, no tantas, algunas apenas) es muy
grata y quiero permitirme el lujo de reproducirla íntegramente. Como la carta es
70
“Nolberto Espinosa, La personalidad ideológica. Estudio sobre el carácter del hombre moderno,
Mendoza, Ed. Idearium, Distribución Abeledo – Perrot, 1989.”
71
“R aul Scalabrini Ortiz , El hombre que está solo y espera, Prólogo de José María Rosa, Buenos
Aires, Plus Ultra, 1973, 12ª ed. (1ª ed. 1931.)”
72
Para el English Group: la expresión castellana se utiliza ahora en inglés con otro significado,
y en castellano es al revés, pero el significado es el mismo. Como decía el Gaturro de Nick , en
castellano es el “namberguán”. Espero los comentarios del English Group, in English, of course.

527
M-160 ii. diálogos con agustín gordillo

en verdad un premio para mí, no puedo yo premiarlo a él. Así que, simplemente,
gracias.
Me dice amablemente el Dr. ...:
“No es mi intención ganar ningún premio, ni mención, me basta el desafío
intelectual para pensar y buscar, que me mantiene vivo, Me Moviliza.
“Lamentablemente no puedo contestar exactamente sus preguntas, porque
razones de trabajo electoral, hicieron que recién viera el mail el Lunes, con se-
rias dificultades para conseguir el ejemplar de Buenos Aires Herald del sábado,
diario que lamentablemente no actualiza como otros su site, lo cual me impidió
acceder a las palabras de Naipaul que menciona ese diario. En cuanto a Ortega
y Gasset, explico mi experiencia más abajo.

“No obstante quiero hacerle llegar lo que obtuve, en relación a ambos temas.
“La Nación, en su suplemento cultural del domingo 15, menciona algunas
frases sobre los países emergentes, del ganador del Premio Nobel.
“Expresa que «somos sociedades a medio hacer, que se hacen y se deshacen
incesantemente.»
“Que «el fracaso de los países latinoamericanos es su dificultad para ACEP-
TAR LA REALIDAD»
“Que los argentinos «tuvimos la ilusión de creernos ricos, después de años de
engañosa prosperidad,» que tuvimos «el sueño de la revolución distribucionista.»
“Respecto a Ortega y Gasset, mi búsqueda en Internet, me llevó a un sitio
donde pude leer los títulos de todas sus obras y artículos, distribuidos en 12
tomos, comprobando que «El hombre a la defensiva,» está en el Tomo II, y fue
publicado en 1929.
“Indagando llegué luego a un sitio relacionado, el prólogo de La Administración
Paralela, donde en la primera nota se menciona con precisión que el artículo fue
escrito por Ortega en «El Espectador» y puede ubicarse en la Obras Completas,
Tomo II, página 642, y siguientes.
“Allí vino la otra etapa, donde me pasó algo parecido a lo que a Usted con
Naipaul, en este caso más grave, recorrí varias librerías, algunas importantes,
No tienen las Obras Completas de Ortega.
“Espero disponer de tiempo a la brevedad para poder llegarme a la Biblioteca
Nacional.
“Sin embargo en otro site suyo al que llegué por Ortega, me encontré con
las conclusiones de El Método, donde hace referencia a una frase de Ortega
relacionada con lo que estamos hablando, referida a los argentinos «llega a ser
lo que eres.» (Como dice Erich F romm en Ética y Psicoanálisis «desarrolla tus
potencialidades.»)

528
iv. ¿cómo hacer? M-161

“Tanto la frase de Naipaul «aceptar la realidad,» como la de Ortega «llega a


ser lo que eres,» tiene relación con algunos temas tocados en el libro de Aguinis,
que compré ayer, y leí anoche en sus dos terceras partes. Y está muy relacionado
con lo que expresa Garzón Valdés en El Velo de la Ilusión.
“Respecto al libro de Aguinis coincido con Usted en que tiene partes muy
buenas, otras buenas, y otras olvidables.
“Dado que soy un consumidor nato de libros, le agradezco todas las recomen-
daciones, aunque a favor de mi bolsillo le ruego que sean más espaciadas. Tengo
una inclinación irrefrenable a comprar libros, y lo que es peor a leerlos.
“No resistí la tentación de comprar el libro de M aría A ngelica Gelli, una de
las mejores profesoras que tuve en el posgrado, por lo poco que leí salteado, no
se excedió con los elogios.
“También como producto de la lectura paralela que estoy haciendo de Intro-
ducción al Derecho —luego que sus secretarios amablemente me facilitaron en
su estudio el CD, lo imprimí y anillé para leerlo mas cómodamente, hasta que
salga la edición del libro— compré Bromas y Veras en la Ciencia Jurídica de
Ihering, que por lo poco que pude ojear, me parece que está tan sabroso como el
libro El derecho y el revés de Nieto y Tomás Fernandez.
“Por último con relación al anagrama de Benavente, leyendo a Aguinis pude
recordar que mi padre me había mencionado la anécdota hace tiempo, no hay
dudas que es genial, igual que su obra, pero injusto, no debió olvidar que sus
obras tuvieron gran éxito en este país de ignorantes.
“Saludo a Usted con mi afecto de siempre.”

25.2. Una segunda carta del Dr. ...:

“Después de haber recorrido varias librerías de la zona de Tribunales y sus


cercanías, sin encontrar las Obras Completas de Ortega, hice lo que debía ha-
ber hecho desde un principio, entré en Librería Santa Fe en Internet, ubiqué al
autor, su obra, y estaban las Obras Completas, busqué la sucursal más cercana
a mi domicilio, confirmando luego por teléfono si tenían en existencia, el tomo II.
“Pude leer el artículo, realmente muy interesante, parece mentira que hace
70 años este hombre pensante, nos llegara a conocer tan íntimamente, y eso que
aún no había llegado la época en que apartándose de la guerra civil española,
viene a residir por un tiempo en Argentina.
“Cómo pudo desentrañar esa situación espiritual que nos lleva a los argen-
tinos a querer ser distintos o más de lo que somos, en vez de preocuparnos por
desarrollar nuestras potencialidades.
“De todas formas su descripción es bastante moderada, entre el halago y el
vejamen.

529
M-162 ii. diálogos con agustín gordillo

“Nota: Esta librería tiene también tres obras de Naipaul.”

25.3. Otra carta

También me gustó la carta de la Dra. ..., que dice en lo pertinente:

25.3.1. Ortega y Gasset

“En su artículo «El hombre a la Defensiva,» cuya ubicación en las obras com-
pletas encontré en Internet y que luego busqué en una biblioteca —confieso no
tener las obras completas en mi casa—, Ortega y Gasset en septiembre de 1929,
manifiesta que intenta guardar la equidistancia entre el halago y el vejamen,
al hablar de los argentinos.
“Después recordé que Ud. había citado reiteradamente este artículo en La
Administración Paralela y al recurrir al libro, encontré las numerosas citas de
Ortega y Gasset y también una cita de Naipaul.
“Cuando Ud. se refiere a Ortega y Gasset en La Administración Paralela en
el Prólogo, lo hace respecto a esa dualidad o paralelismo que según Ortega y
Gasset ya se percibía a principios del siglo pasado y cuyo análisis en la Argentina
es el objeto de su libro.73
“Es importante recordar que Ortega y Gasset al recibir las críticas que su
artículo despierta entre los escritores argentinos, contesta con otro artículo «Por
que he escrito ‘El hombre a la defensiva’,» en el que concluye que esas páginas
podrían haberse denominado «Hacia la gratitud por el insulto.»”74

25.3.2. V. S. Naipaul

“Creo que Ud. se refiere a que Naipaul sostiene que los pueblos latinoamericanos
no somos capaces de aceptar la realidad.
“Carolina A renes en La Nación, en el suplemento de Cultura del domingo
recuerda que en los 70, este autor criticó lapidariamente al ser nacional, porque
radicaba en los «sueños de grandeza de los argentinos»75 que se resistían a
reconocer su propia imagen en el espejo de América latina.76
“En uno de sus artículos posteriores, Naipaul señalaba que el fracaso de los
países latinoamericanos residía en su dificultad para aceptar la realidad. Dos
eran las tentaciones a las que habíamos sucumbido «la ilusión de creernos ricos»
y el «sueño de la revolución distribucionista,» canalizada tanto a través de las

73
Ese es el tema de mi libro, pero no es el tema del acertijo.
74
Sí, pero hay que leerlo entero.
75
Como dijo Grondona en la cita que hice de él en LL del 12-X-01: los argentinos “Se la creyeron.”
76
Sí, pero hay que leer a Naipaul .

530
iv. ¿cómo hacer? M-163

banderas de la justicia social del peronismo como de las reivindicaciones clasistas


de los setenta.
“Esta periodista cita el mismo libro de Naipaul al que Ud. se refiere en la nota
5.4. (p. 72) de La Administración paralela, (The Return of Eva Perón, Londres
1980), cuando observa que no le parece casual que Borges sea argentino, en
particular por el doble sistema en que se maneja. Uno real y otro imaginario,
literario.77
“El diario Clarín, en un artículo del sábado 13 recuerda que Naipaul sostiene
que la clase dirigente argentina no tiene ningún otro proyecto de país que la
rapiña y que en febrero de 1992 escribió que «La Argentina destruyó la idea del
pionero, del éxito a través del trabajo, para reemplazarla por la viveza criolla.»”78

25.3.3. Anónimo79

Le damos de premio un zapato viejo (virtual) a) porque lo que interesa, de lo que


dijo Ortega y Gasset, no es “Argentinos, a las cosas.” Sí, también lo dijo, pero b)
no son las dos últimas líneas de su artículo, y c) no son tan fuertes como éstas (o
sea, es un escapismo más hacia el irrealismo argentino) y d) el ejercicio era re-
leerlo80 a Ortega y Gasset. Solamente se admiten hallazgos por computadora,
o lectura “manual” tradicional, a puro pulmón.
77
Leyendo a Naipaul encontrará más cosas.
78
Sí, pero hay más. Hay que leer a Naipaul .
79
Como soy un caballero chapado a la antigua, elimino así a las damas que participan gentilmente
de este té literario. No haré como los talibanes que al soltar a la periodista inglesa que tenían presa,
le dieron el premio de llamarla “Hombre Honorario!”
80
Soy generoso. A medida que pasan las décadas, cada vez más dudo que argentino alguno haya
leído en serio “El hombre a la defensiva”. Sus palabras de las dos últimas líneas quedan grabadas a
fuego, con letras de molde de vergüenza, en la memoria. Como en el medioevo (o era “Las Brujas de
Salem” se grababa a fuego en la frente (¿o era un cartel, o era un logotipo, o era una calcomanía?)
la letra “A” a la mujer adúltera, a los Argentinos habría que grabarnos en la frente las primeras
letras de las dos palabras nuestras con las cuales nos definió. Una de ellas (la letra, no la palabra)
ha sido suprimida, quizás por razones de protocolo internacional y porque según Aguinis en lo peor
somos como ellos, del nuevo diccionario virtual de la real academia. Es una ayudita, no.
Pero hay más ayuditas en el propio planteamiento del acertijo. Lo que no es un dilema, es que hay
que leerlo. Y leerlo bien, no superficialmente. Y estudiarlo. Y acordarse de lo que dijo. Y anotarlo.
Y poder rendir examen a lo clásico de Ortega y Gasset. Son apenas veinte páginas, el tamaño de
un artículo, y es fácil. ¿Nunca rindieron un examen de esos? ¿Cuánto tiempo lleva leer y estudiar
un capítulo? “Argentinos, a las cosas!”
Hágase de cuenta que es una pregunta lapidaria, central y final, de un examen tradicional, de
esos que a lo mejor Ud. todavía toma. Ortega y Gasset dijo que las palabras de un idioma que son
intraducibles son las que mejor representan la nacionalidad. En el caso argentino, dijo, son: a) ...
y b) ... ¿No lo sabe?
¡Siéntese! Hace tiempo que cuando alguien me habla de Ortega y Gasset le hago esta pregunta.
Todavía nadie me la ha podido responder. Don Jacinto Benavente, si es cierto que Ud. nos dijo
ignorantes como cuenta Aguinis, el punto no es ése. Ignorante es el que no sabe y ese puede ser
Sócrates. El que no quiere saber y pretende que sabe, ese tiene otros calificativos en el libro
de Aguinis, y uno de ellos es el que podría llevar con calcomanía (lavable) en la frente. El castigo
medieval sería usarlo en la Argentina, para que al vernos en la calle sepamos que ambos somos

531
M-164 ii. diálogos con agustín gordillo

En definitiva, es una tarea elemental o sencilla, de esas que los argentinos nos
da tanto trabajo completar. Para las difíciles, somos campeones. Las fáciles, no
podemos. Pueden seleccionar algunas páginas dilectas de Aguinis para abundar
en los calificativos que este premio-castigo conlleva. Pero no es solamente Ud.,
Dr. Anónimo. Muchos pueden compartir su premio, así que no se sienta injusta
y excesivamente premiado.
En cuanto a las reflexiones de Naipaul, tampoco son ésas. Por eso los libros
hay que comprarlos a tiempo, después desaparecen de las librerías. No olvide de
comprar Garzón Valdés, James Neilson, Graham-Yooll. Es como un ahorro o
inversión intelectual, para cuando necesite leerlos. Agregue por las dudas “El
hombre a la defensiva.” Además, querido Dr. Anónimo, me envía un acertijo Ud.,
sin haber resuelto el suyo. Tut, tut, tut.
Podría dar Premios Honorarios a los que por lo menos fueron a buscar las citas
que hago en La adminisración paralela. Ellas permiten identificar los libros. Pero
no tienen las palabras que andamos buscando. Algunos que han releído el libro
intentan reconstruir las frases. En una, han acertado. Tendrán que leer los dos
trabajos. Ortega y Gasset, El hombre a la defensiva y Naipaul, The Return of
Eva Perón. Todos pueden quedarse pensando: ¿existirá ese Dr. “Anónimo” o lo
inventé yo, para hacer pensar? Esa es la estocada secreta del maestro, de Nevers
no la enseña al discípulo.
No, ese libro no hay que buscarlo. Hay que haberlo leído en la escuela secun-
daria, en lugar de los textos aburridos que nos daban para repetir inútilmente.
Para mí la época de la escuela secundaria fue una etapa extraordinariamente
formativa, porque leí muchísimo por mi cuenta.
Ampliar supra, Libro I, cap. II, § 11, p. II-23 / 89. Es uno de los temas recurrentes del Libro I.

26. Tesinas, tesis, cursos y doctorado

Ante diversas preguntas sobre trabajos en curso de elaboración, especialización,


doctorado, tesinas y tesis, etc., comento a un amigo lo siguiente:
[...]
26.1. Doctorado: es igual que el título de abogado y la especialización. Son
patentes de corso que hay que acumular prontamente, mientras dura el ímpetu
juvenil. Después podrá dedicarse libremente a estudiar e investigar lo que le
interese y tenga público lector. La madurez viene después de los diplomas, no
antes ni con ellos. La “trayectoria” empieza después que termina el doctorado y
la especialización; estos tres diplomas son el rito de pasaje (rite of passage, de
la antropología) actual.

así, argentinos según Ortega y Gasset. Cuando viajamos no hace falta, cualquiera nos reconoce a
la legua y nosotros creemos que pasamos desapercibidos. Allí el logotipo perdería utilidad.

532
iv. ¿cómo hacer? M-165

El inglés, ese es un objetivo permanente: No lo descuide pues le llevará toda la


vida. Si bien la elección de palabras que voy a hacer es un poco brutal y demasiado
cruda, lo cierto es que en el mundo moderno no saber inglés se parece bastante
a una forma contemporánea de analfabetismo. Pues es no saber leer ni escribir
en la lengua que se usa. El castellano todavía es una lengua importante, tiene
buena literatura, etc., pero cada vez son más los libros que se publican solamente
en inglés y no tienen traducciones en castellano. En todo caso, la traducción es
siempre información tardía en un mundo veloz. Enfáticamente pues, termine la
especialización, haga el doctorado y después no haga más cursos como alumno,
libérese a sus propias, necesariamente cambiantes, inquietudes. Los cursos, a
partir del triple rito de pasaje,81 solamente hay que dictarlos82 y ya nunca más
cursarlos.
26.2. El mundo sigue existiendo y funcionando igual, con y sin normas expresas.
En cuanto al tema de tesina, le sugiero lo mismo que con el tema de tesis: No lo
consulte sino informalmente con el tutor de tesina o tesis, no se comprometa por
escrito con tal o cual tema, sólo el tiempo le dirá si ha elegido bien o debe cambiarlo
o ajustarlo en algún sentido más amplio o más reducido. Simplemente empiece
a trabajar con cualquier cosa que le atraiga, convérselo con el tutor potencial y
vaya avanzando. Cuando la tenga terminada en un sólo acto la presenta y pide
autorización. Si el trabajo es bueno tiene el 100% de seguridad de la aceptación.
Los artículos y notas a fallo que vaya publicando en el camino conviene que
sean partes potenciales del trabajo resultante. Eso le ayudará mucho y no obsta a
la calidad de “inédito” del conjunto, pues se admite que con autorización informal
del tutor se puedan publicar partes adelantadas. Tampoco diga, claro está, que
tal o cual artículo es parte de un plan de investigación mayor sobre tal o cual
tema. Eso lo develará al final, con el trabajo hecho.
Olvídese del reglamento, la vida es mucho más rica y complicada que las nor-
mas que nadie pueda escribir. Tenga presente lo que explico en la Introducción
al derecho. [...]

27. María Angélica Gelli, Constitución de la Nación Argentina, Comentada y


concordada

Nota bibliográfica a la 1ª ed.


Por Agustín Gordillo
Ver también supra, cap. I, § 10, p. M-13 / 381, comentario a la 2ª ed.

81
Uso el concepto en su estricto sentido antropológico; no estoy hablando facetitiously.
82
En el sentido de enseñanza que menciono en El método, desde luego. Lo cual no excluye de vez
en cuando el pecadillo de una conferencia o charla unilateral, para entretenimiento del público y
eventual lucimiento personal. Sirve en la medida que permite que la gente se vea e interactúe, no
por la inexistente comunicación que la ausencia de diálogo conlleva.

533
M-166 ii. diálogos con agustín gordillo

M aría A ngélica Gelli, Constitución de la Nación Argentina. Comentada y


concordada, editorial La Ley, Buenos Aires, 2001, un vol. de 926 ps.
El mejor libro de derecho constitucional argentino

A medida que la parábola de la vida académica toca a su fin va llegando, poco a


poco, el momento de las grandes definiciones, de las grandes claridades. No en
derecho administrativo, donde bien o mal las venimos tratando de hacer desde
el día 1. Pues eso era enseñar. Ante todo, ser honesto, con los demás y consigo
mismo. No dañar a nadie, como enseñaba Ulpiano. Dar a cada uno lo suyo.83
En estos actos semipóstumos de honestidad he dicho que Jorge A lberto
Sáenz fue el mejor Decano que tuvimos en nuestra Facultad, pidiendo perdón a
los muchos y excelentes Decanos que además son y fueron muy buenos amigos.84
He dicho que las dos personas más inteligentes que he conocido en mi vida
fueron, uno, Jorge T ristán Bosch.85 El otro no lo mencioné por obvio, pero diga-
mos la obviedad, era Genaro Carrió. No por nada, muy buenos amigos entre sí,
aunque la muerte se ha llevado a Genaro Carrió, no sus libros.86
También se llevó, algún tiempo después, al gran amigo y maestro Jorge T ristán Bosch.

Dije, recién 25 años después de su muerte, que mi gran maestro de derecho


administrativo fue R afael Bielsa. No pretendí ponerme ropas ajenas, disfra-
zarme era ridículo y mal homenaje. No lo pude decir a tiempo porque además
podía no creérseme, tantas son las discrepancias, tanta la aparente distancia,
que separa el texto de su producción y de la mía. Todos aquellos que cuentan sus
amigos por el número de citas que les hacen, por el número de asentimientos, y
sus enemigos por las discrepancias, no lo podrán entender. Lástima para ellos,
nunca entenderán qué es el derecho y qué es el espíritu científico. Con todo de no
haber sido Bielsa un hombre perfecto, que nadie lo es en la tierra, sin embargo,
si aspiro a que algún perfume, algún espíritu, algún estilo, alguna inspiración,
alguna genuina calidad, ilumine mis páginas, mi gran ilusión es creer que ese
espíritu y ese perfume y ese estilo haya sido Bielsa.87

83
Como en ello están también los castigos y no solamente los premios, es una materia en parte
pendiente, pero a la cual me abocaré.
84
Hice esa suerte de introspección en el prólogo a la cuarta ed., en 1997, del t. 1 de mi tratado, p.
31. Ya estaba terminando de pulir sus páginas pero tuve aún la suerte de hacer una quinta edición
argentina en 1998, una primera edición colombiana el mismo año, una sexta edición en Venezuela y
segunda en Colombia, y espero en algún momento una séptima (¿o la llamaré sexta?) ed. argentina.
85
Fue en el mismo momento de instrospección mencionado en la nota anterior.
86
No sus libros, para pesar de sus enemigos, impotentes frente a su humor, su claridad, su
profundidad y sobre todo de la luz de su pensamiento que como un foco ilumina las cuevas donde
pretenden esconderse. He tenido la bendición de que uno de los que lo denosta me honre también
con su enemistad, desde allende el derecho administrativo.
87
Una condición suya me ha faltado siempre. Estoy tratando de adquirirla, como deber cívico
académico.

534
iv. ¿cómo hacer? M-167

Dios es generoso conmigo y opera sus designios por impensados caminos. Ha


entregado ahora a mis manos el mejor libro de derecho constitucional argentino.
Quien comience a leerlo podrá encontrar una profusa y generosa cita al que
suscribe. Quienes antes de ahora me desprecien pensarán entonces que estoy
tan sólo “pagando un favor” al alabar el libro. Quienes amen las soluciones fáci-
les podrán advertir que es de la misma editorial de cuyo suplemento de derecho
administrativo estoy a cargo hace bíblicos siete años.88 A mis amigos que hacen
derecho constitucional y me quieren bien, les dejaría si no fueran puros de co-
razón, un posible sabor amargo en la boca: Ha salido lo que para mí es el mejor
libro hasta el momento y no es de ellos. Pero como son personas de bien, con un
corazón tan elevado como su espíritu y su mente, sabrán leer en estas páginas
de M aría A ngélica Gelli una clarinada a la sana emulación, una lección de
optimismo, el ímpetu por hacer mejor y no la fútil bajeza de intentar destruir:
Quien intenta “destruir” ya está reconociendo que se encuentra ante lo que para
él es inalcanzable. Amigos del derecho constitucional, hagan un libro aún mejor
que éste. Será maravilloso para todos.
Es como cuando a uno le toca ser jurado, o le toca ser juez: Debe decidir, bien
o mal, pero debe decidir.89 El que no sale ganador no queda contento. Yo tampoco
quedo contento cuando pierdo un juicio. No es esta nota un halago a mis amigos
que no escribieron este libro, en todo caso es un pedido de que elevemos juntos
una copa de brindis colectivo y hagan ellos, que pueden, un libro aún mejor.
Quiero compartir esta alegría intelectual con mis amigos, todos mis amigos,
y con mis alumnos y colegas venidos y por venir. La alegría colectiva de que
tenemos en las manos el hoy mejor libro de derecho constitucional. Un libro que
pertenece a la historia futura del país, del país que empieza a trabajar en serio,
a ver sus problemas, a pensar sus soluciones.
Curiosos son los caminos del destino. Pues su técnica cualquiera la reprobaría.
¿La Constitución comentada? Por favor, eso es positivismo jurídico, ¡hace tanto
tiempo superado!
El primer problema, mis amigos, es que nosotros como país nunca llegamos a
alcanzar, mucho menos a superar, la etapa del buen positivismo constitucional.
Jorge Sáenz decía, ya en nuestros comunes tiempos de estudiantes, que hacía
falta un buen civilista haciendo derecho constitucional. Alguien que se tomara
el trabajo de hacer el análisis en serio de las normas. Porque los constituciona-
listas demasiado tiempo tuvieron que sufrir el frustrado silencio de escribir bajo

88
Me pagarán, pues, millones de dólares por ello.
89
Con aquellas tres condiciones necesarias para ser juez: Coraje, corazón, cerebro. La primera y
la segunda, absolutamente indispensables. La tercera, buena y conveniente. Más, como saber dere-
cho, es ya un lujo. Sin la primera y segunda nada adicional suple; la tercera y cuarta no alcanzan
ni sirven si falta lo anterior.

535
M-168 ii. diálogos con agustín gordillo

gobiernos inconstitucionales por doquier. Es duro ser constitucionalista cuando


matan a la gente a izquierda y derecha.
Pero cuando llevamos décadas en libertad y sin dictadores y sin muertes ma-
sivas desde el aparato del Estado,90 era impensable que no hiciéramos al menos
buena exégesis constitucional. No digo que este sea un libro exegético. No haré
el elogio que me hicieron hace unos meses, cuando, explicando las palabras de
una ley de ese día, me presentaron como “el mejor dogmático argentino.”
Estuve leyendo vorazmente secciones y páginas sueltas de este monumental
pero amigable libro. No quiero leerlo a toda velocidad, no es posible hacerlo. Hay
que degustar cada página, cada una incita a pensar. Hay un maravilloso juego
en las citas, el juego de la cita omitida, que es simplemente excelente. Desde que
existe la computación y máxime desde una editorial tecnificada como “La Ley”,
bien podía la autora haber hecho un libro en que cada página fuera más de la
mitad citas a favor o en contra de lo que dice en el texto. Ya hay fallos que hacen
eso, como si los demás no tuviéramos PC ni base de datos.
Podría, pues, ser un libro lleno de “ruido” informático.91 No, ha elegido seleccio-
nar92 las referencias. Y lo ha hecho con un criterio que se va haciendo manifiesto
a medida que uno devora sus páginas. El lector podrá apreciarlo rápidamente.93
¿Debo extenderme en decir por qué cada página me fascina? ¿Debo suplir al lector
en su lectura? ¿Debo transformar la lectura del libro en lectura del comentario
al libro?
Digo, al menos, que el libro es fiel a su premisa de explicar como adelanta el
prólogo, “artículo por artículo, las fuentes y la historia política que subyace a su
aplicación; la tensión y armonización...” Es un libro de derecho viviente, es un
libro de la vida.
El libro trata “el impacto de la jerarquía constitucional de los Tratados de De-
rechos Humanos en el orden interno y en la responsabilidad del Estado; el alcance
de la jurisprudencia internacional y su recepción por la judicatura argentina;
la dinámica del poder y sus controles, a partir de las atribuciones ejecutivas de
dictar decretos de emergencia...” El libro considera, de los fallos que menta, “los

90
Si, la regla no es absoluta.
91
Como también se dice, con mayor precisión, garbage.
92
Es el trabajo del juez, del jurado, del científico: juzgar y decidir. La autora reúne en estas
páginas las tres calidades. Son un modelo para jurados, para jueces, para científicos del derecho.
93
Leyéndolo, ya me siento culpable de no hacer lo mismo en mis propias páginas. Desde su lectura
adquiero el deber de tratar de imitarla.

536
iv. ¿cómo hacer? M-169

hechos y las circunstancias,”94 esa variante tan ausente en un país donde la


realidad es siempre desagradable.95
Dice la Autora que ha tenido “el placer de escribir” estos comentarios. Ese
placer se nota en cada página y se transforma en el placer de leer, de pensar,
cada una de sus páginas y notas.96
Dice además la autora que tiene la esperanza implícita de “que los argentinos
sepamos honrar sus normas...”
Una cosa es cierta: Ella ha honrado las normas de nuestra Constitución. Haga-
mos lo mismo, al menos leyéndola con unción, con cuidado, con crítica. Hagamos,
los que puedan, un libro mejor.

28. Para entendernos mejor

[...]

28.1. El largo plazo en la formación de un docente

“...Mi gran defecto es que siempre digo la verdad de lo que pienso...”


“...me resulta muy decepcionante... que esta persona... se niega de plano (y
sin permitir el debate) al criterio de que un profesor de la facultad o aspirante
a profesor de la facultad deba algún día, en el mediano o largo plazo, ser un
especialista de la materia que quiere enseñar.”
[...]
“Si una vieja aspiración de Pancho de la Vega de hace más de cuarenta años
es todavía demasiado progresista para asumirla siquiera como aspiración a largo
plazo, entonces...”

94
Aquello que Carrió siempre enfatizaba, como los grandes juristas de todos los tiempos. Nosotros
también lo repetimos, pero qué difícil es hacerlo. Nos remitimos a nuestros libros El método en
derecho, Madrid, Civitas, 1988, 4ª reimpresión 2001; L’amministrazione parallela. Il parasistema
giuridico-amminis­trativo, Milán, Giuffrè, 1987; La administración paralela, Madrid, Civitas, 1982,
4ª reimpresión 2001.
95
Ya comenzamos, como en los tiempos del proceso, a tener que leerla en inglés pues en castellano
resulta demasiado fuerte. El 4 de octubre de 2001 hay un artículo de James Neilson en el Buenos
Aires Herald titulado “Unwelcome truth;” del mismo autor, “Battle stations,” Buenos Aires Herald
del 20 de septiembre de 2001, p. 16; “The old guard under siège,” Buenos Aires Herald, 16 de agosto,
2001, p. 16; “The mysterious south,” Buenos Aires Herald, 20 de agosto de 2001, p. 16; “The greatest
disaster movie,” Buenos Aires Herald, p. 16, del día 26 de agosto de 2001. Por cierto, no se puede
entender el derecho constitucional de hoy sin tener una visión fresca de la historia argentina de las
últimas décadas: para ello consideramos de imprescindible lectura Garzón Valdés, Ernesto, El velo
de la ilusión. Apuntes sobre una vida argentina y su realidad política, Buenos Aires, Sudamericana,
2000; Neilson, James, En tiempo de oscuridad 1976-1983, Buenos Aires, Emecé, 2001; Graham-Yool ,
A ndrew, Memoria del miedo, Buenos Aires, Fundación Editorial de Belgrano, 1999.
96
Nos ha resultado un libro tan grato y estimulante, en ese sentido, como el de A lan M. Ders-
howitz , The Genesis of Justice, Warner Books (edición como e-book por ipublish.com), Nueva York,
2000.

537
M-170 ii. diálogos con agustín gordillo

¿Qué fue lo que motivó este debate inconcluso? Que tomando como premisa la
afirmación de Genaro Carrió de qué debe hacer una Facultad de Derecho (formar
buenos profesionales que sean también buenos ciudadanos), yo quería especificar:
“...terminar con el facilismo en todos sus niveles, la degradación de la ense-
ñanza, la inutilidad profesional y social del producto final de nuestro esfuerzo
colectivo.”
“...propender a que la carrera de especialización sea previa al doctorado y
ambos condición sine qua non para el acceso a la titularidad por concurso, en el
mediano y largo plazo.”
En el curso del debate yo especificaba que el objetivo a largo plazo debiera ser
que el que enseñara en la Facultad hubiera obtenido, previa o concomitantemente,
los títulos que otorga la Facultad en que enseña: Abogado, especialista, doctor.
[...]

28.2. “One letter

“Thank you very much for the book you sent me: Lewis’ The problem of Pain.”

28.2.1. “The process of learning

“Learning is always a mutual and shared process. I would like you to help me a
little more with the reading you provided me with. I have started several times
by reading the first few lines, and I cannot find the willpower to keep on reading.
Perhaps you can be of assistance, as they say in GB.”

28.2.2. “Moral problems

“My first problem is, I rather abhor abstract discussions. I prefer concrete ones.
Moral treatises I used to love, but are a little too empty for me nowadays. I believe
morality is a rather simple matter. Perhaps Ulpiano’s phrase is good enough for
practical purposes (neminem lædere); or, in a higher concept, the Lord’s “Love
thy neighbor as you would love yourself.”97 Neither is easy to comply. So, while
we cannot live by these two very simple and straightforward principles of en-
lightment, should we really look for more complex ones? We should start from
the simple before trying to evolve to the complex. I have not yet mastered the
art of the simple.”
“But I am open to suggestions, other than merely reading a long book that
begins by stating (dare I say, boasting?) how little the author has read, and how
he made no notes, as if he were [...] [...] Not a promising beginning.”

97
My version. I don’t have St. James’ English version of the Bible.

538
iv. ¿cómo hacer? M-171

28.2.3. “Philosophical problems

“Also, I do remember philosophical discussions about the meaning of Pain, and


the meaning of the phrase «I feel pain.»”
“Too much has been written about that, and the result is pretty much clear:
No one knows what that phrase means to the other person.”
“I do not know what your pain is, even if you tell me, and so you don’t know
even if I do tell you about mine. Only each person knows what or how or how
deep his or her own pain is. More or less and as an old Greek philosopher once
said, «You can understand my pain, but only I can feel it;» which more or less
means you can understand and emphathyse with the fact that I say 98 that I am
in pain, but you just don’t know what (how deep, etc.) my pain is.

28.2.4. “Brain approaches

“I like neurobiological approaches more. They provide a little more information


and are a much more promising field of inquiry and reflection. Let me quote, in
Spanish, from Rita Carter’s El Nuevo mapa del cerebro, Integral, Barcelona,
99
1998, p. 13: «... no hay una cosa como un centro para el dolor. El dolor surge
fundamentalmente de la activación de zonas asociadas con la atención y la emo-
ción. Visto lo que es el dolor en términos de activación neural, queda claro por
qué lo sentimos tanto más cuando nos sentimos presionados emocionalmente. Y
por qué muchas veces no lo notamos siquiera­—incluso cuando nuestros cuerpos
están gravemente heridos— cuando nuestra atención está atrapada por cosas
más urgentes.»”
“Como el tema parece también místico, curiosamente algunos dicen haber
«localizado una zona en el lóbulo temporal del cerebro que parece producir in-
tensos sentimientos de trascendencia espiritual, combinados con una sensación
de presencia mística (idem).»”

28.2.5. “Galileo

“Me temo que el libro que me indica se equivoca de zona de cerebro y por lo tanto
dudo de la pertinencia de su lectura. Confieso que reconozco que estoy como los
consejeros del príncipe a quien Galileo invita a mirar por el telescopio, diciéndole
98
Most probably in earnest, honestly. And you have to discount my possible exaggerations,
twists of language, bouts of mysticism, delusions, and so on and so forth. Please do some reading
on language from Carrió. It is more useful than you can possibly imagine. But please do read it
carefully, slowly, as if it were a delicious food that you want to keep in your mouth (mind) longer,
to better feel the flavors coming from it. You must not eat hurriedly. You must not either read good
books in a hurry. Always eat slowly. Always read slowly, when you have found a good book. Eating
the whole platter means nothing. Reading the whole book neither, if you haven’t dutifully enjoyed
and appreciated your food.
99
Actually, the book was printed in Italy, if you must know.

539
M-172 ii. diálogos con agustín gordillo

que puede ver lejos, y los asesores primero discuten en teoría si es o no posible
ver lejos, opinando que puesto que no se puede, para qué intentar mirar por el
telescopio de Galileo. Hay demasiados telescopios para mirar y poco tiempo en
la vida para verlos a todos. Hace falta ser avaro con el tiempo.”

28.2.6. “On learning the hard way

“You say I am hard. I have heard that before. I would like an opportunity to
expand on it. I know I have been hard. But learning is not a fun process, not
always and not necessarily anyhow. Sometimes one must face hard realities, and
how do you do that softly?”
“Did you take hard my criticism of the institutions where you studied? You
know why? You immediately adopted a defensive position, as if I was attacking
you or your beliefs instead of the actual working of a contemporary local institu-
tion, methodology-wise. Another example: Hindu philosophical morality forbids
the believer to lie, except to tell a woman that she’s beautiful. There might be
other cases in Western morality were a lie might be moral. Yet, morality tells
me not to lie, ever, with just the Hindu exception. Is that hard? Yes. But is it
one’s moral duty to tell the truth, or is one morally excepted from it, if the truth
were to be «hard»?”

28.2.7. “Dershowitz, Saint Thomas, The Genesis of Justice

“I cannot send you back, as my own gift, Dershowitz’s book The Genesis of Jus-
tice because as an e-book it cannot be reproduced. But that is the kind of book
I like, someone able to objectively and intelligently, rationally discuss the most
profound things without introducing feeling or beliefs or disbeliefs into it. If one’s
beliefs exist, they are not going to be threatened by a logical discussion. The belief
should be immune to that. Saint Thomas said that too: «You do not reason with
your faith, and you do not have faith through reason.»
[...]

28.2.8. “On learning in this group

“Returning to my former correspondent: Remember, the main objective is po-


lishing the language. The only difference is the method. Instead of trying to
perfect «I am the pupil, You are the teacher» and its many modern and more
sophisticated variations, the idea here is to discuss themes that we may all find
of interest. It may be not the best of English, but at least it will keep us busy with
the language. Perhaps I can make the following suggestion: Do write a letter
with your synopsis of the discussion, both oral and written, and send it together

540
iv. ¿cómo hacer? M-173

with the book on pain to the other members of the group. It should keep us busy
with the language.”

28.2.9. “Letter number two

“Normally I don’t make language observations. The theory is that what we all
most need is practice, even at the cost of mistakes.

28.2.9.1. “Don’t make fun of the language by distorting it

“But I see some of you tend to make fun of a language we do not all master.
You imitate the old inimitable Ramón, or Nick’s cat making fun of its English
teacher. I’m really sorry to act as censor here. But please don’t torture willfully
the language, not like Gaturro!”
“It is hard enough as it is to try to learn good English, to have the further
task of dissecting each other’s letters looking for «ramonadas.» Let us all try to
write good English and pray that when we cannot do so, it better be not that we
meant to write bad English, just that we couldn’t do better.”

28.2.9.2. “Don’t advise if you’re not sure

“Remember, we’re all trying to get a good grip on the language. So, unless you’re
absolutely sure that you can provide helpful English advice to the rest of us, try
to be very much sure of what you advise by way of language. Sorry to have to be
critical, but I am responsible for this group and I owe it to the others to provide
for its good functioning.”

28.2.10. “On jokes in any language

“Please do read volume 3 of F reud’s complete works, the «Joke and the subcons-
cious.»”
“Jokes are very dangerous things. I make jokes all the time, so I am a very
bad example of this. But pray remember one of my worst social blunders was
telling a joke to an English Lord, a member of the House of Lords and a Law
Lord. He did not speak to me again, until he accepted my written and published
apologies, and a wonderful common friend, as a way to transmit those apologies.
“It is convenient to read the comics in English in good newspapers. Since the
BAHerald’s come from elsewhere, they provide for good reading. The NYT and
the IHT also have jokes.
“There are excellent books of jokes, the best are from Buchwald, although they
are not always easy to find. Dave Barry ’s books are also excellent.
“It is not easy reading, although it may be fun sometimes.

541
M-174 ii. diálogos con agustín gordillo

“Since jokes always deal with innuendos and hidden meanings of language,
they are hard to get right. Even more difficult to tell right. So beware of telling
jokes. Please do not follow me on this very risky path.”
[...]

29. Reflexiones sobre el desarrollo del curso de Audiencias Públicas

Ver también cap. I, § 15.1, p. M-17 / 385; § 27.8, p. M-36 / 404; cap. III, § 20, p. M-87 / 455 in
fine; cap. IV, § 10.2, p. M-118 / 486.

[...]

29.1. Tercera reunión del lunes 10-09-01

Nos estamos aproximando a la tercera reunión del seminario. En esta reunión


y por ese medio les pido a los otros integrantes de este grupo docente, los Dres.
Sarciat y Rejtman Farah, que tengan a bien participar, en la medida que este
e-mail les llegue a tiempo y sus compromisos se lo permitan. À l’impossible, nul
n’est tenu. Para la reunión número 4 no estaré en Buenos Aires, como todos lo
saben. Como todos integramos el mismo cuerpo o grupo social, ruego a los partici-
pantes del Seminario que confirmen telefónicamente la recepción de este mensaje
por parte de ellos. Es una tarea de aquellas que aprendieron a practicar en los
viejos cursos de Habilidades y que evocan temas de La administración paralela.

29.2. Popper, Popper

A juzgar por la correspondencia de e-mails y algunas llamadas telefónicas y


breves entrevistas personales, es pertinente reiterar comentarios al pasar. En
primer lugar, si bien se puede invocar a Popper para decir que no se aprende
sino del error, no lo es que necesariamente se aprende con un solo error. Eso no
es Popper. Ya recordé que el hombre puede cometer dos veces el mismo error,
chocar dos veces contra el mismo obstáculo, etc.
Propondría como muy urgente reflexión, pues, si el tema del objeto de la au-
diencia pública que se va a trabajar en la tercera reunión está ya adecuadamente
resuelto o no. Repasen los problemas previos a la primera reunión y luego deba-
tidos implícita ya que no explícitamente en la segunda, y piensen si no se están
produciendo nuevamente, a pesar de todas las aparentes diferencias de tiempo,
espacio, personas, approach, etc., los mismos errores del pasado.
Propongo como materia de reflexión que a pesar de todas las aparentes dife-
rencias, el mismo problema, si bien reformulado o replanteado, sigue subsistiendo.

542
iv. ¿cómo hacer? M-175

29.3. Take off

La próxima reunión presenta, para el grupo de participantes, algunos problemas


similares aunque en escala mínima, a los propios de un despegue de avión. No
hago con muchas ganas esta comparación porque yo mismo viajo, como lo saben,
esta semana.
En todo caso, el primer mayor peligro de un viaje en avión es el despegue, el
take off. Hay piloto y copiloto, ingeniero de vuelo, personal de cabina, de man-
tenimiento, etc., pero la cuestión es si los demás son meros pasajeros del vuelo,
con todo lo que ello implica.
Si llegara a sonar una alarma como en el trágico vuelo de LAPA que se dio
después de la primera audiencia pública sobre el traslado o no del Aeroparque, la
cuestión metodológica es siempre la misma. ¿Se le presta atención y se aborta el
vuelo? ¿Se sigue a pesar de todo? ¿Algún pasajero intenta acercarse a la cabina?
(Recuerden las reflexiones de James Neilson en The greatest disaster movie.)
¿Han resuelto adecuadamente el tema del objeto? ¿Harán una audiencia pública
o alguna variante de “Open meeting,” “Debate participativo,” “Town meeting,”
etc.? Un Teachers and Pupils Getting Together tal vez no estaría mal, como expe-
riencia. Pero no sería en verdad una audiencia pública. En la convocatoria debe
haber una propuesta, un proyecto, algo que se piensa hacer o resolver, sometido
a debate. No tengo en claro que lo tengan. Me parece que, como desde casi el
comienzo, tienen un buen tema general (más aún, pulido y satisfactoriamente
mejorado) pero no un objeto concreto y específico de la audiencia pública.

29.4. El expediente individual

Es todo un arte y toda una destreza profesional, comunicarse en forma racional


y constructiva con la administración y también ir preconstituyendo la prueba
para el hipotético caso de controversia.
En nuestro caso, una mínima controversia posible es la aprobación individual
del seminario. Una mínima actividad probatoria, por ende, sería asegurar al
menos que ese objetivo esté suficientemente documentado como para resistir la
prueba del debate y la investigación.100
Postulo como hipótesis o conjetura popperiana que están siendo desparejos los
resultados probatorios, a juzgar por los e-mails que estoy recibiendo pero más
aún por los que no estoy recibiendo. Estos últimos son ensordecedores.
Señores, como dijo la Sala IV y lo he recordado en el tratado, hace falta un
mínimo de actividad probatoria.
100
Un mínimo estudio previo sería haber leído con todo cuidado los capítulos referentes a la
prueba en el procedimiento administrativo: Cap. I del tomo 2, (nunca hará mal a nadie repasar el
cap. I del tomo 1), cap. VII del tomo 3, caps. IX y X del tomo 2, caps. VI y VII del tomo 4.

543
M-176 ii. diálogos con agustín gordillo

[...]

30. Imitando a Naipaul


30.1. Para entender a Naipaul: Imitarlo

La imitación es una de las fuentes genuinas de la creación. Los libros de Naipaul


sobre crónicas de viajes se limitan a observar la realidad, sin hacer muchos
comentarios. Queda al lector imaginar lo que quiera. Con un buen número de
observaciones, voilà: Un ersatz101 Naipaul.

30.1.1. Monedas

La Nación, domingo 18 de noviembre de 2001, p. 26. Hernán Cappiello, “Cada


día hay más monedas falsificadas”, ps. 1 y 26, y “Un modelo que vulnera los
controles”, p. 26: “Las monedas de un peso son menos falsificadas, pero igual
hay muchas apócrifas. El Banco Central encargó su confección a tres empresas:
la Dirección de Monedas y Medallas de Francia, Poongsan, de Corea, y Royal
Mint, de Inglaterra. No todas son iguales. Las monedas coreanas tienen 15 hojas
de laurel en el anillo, las inglesas 19 y las francesas 15, pero con bordes lisos.
Todas son auténticas.”

30.1.2. Librerías

Con perversidad (pues llevará meses antes que tengan suficientes novelas o
libros de viaje de Naipaul) vuelvo a las mismas librerías a preguntar por libros
de Naipaul, en castellano o inglés. Oído este fin de semana: “Es que los pedidos
los hicimos antes de que fuera Premio Nóbel.”

30.1.3. El detalle y el conjunto

Mismo diario, p. 25, Joaquín Morales Solá, “La crisis y el sistema de decisión,”
“De la Rúa es un hombre obsesivo con los detalles y ese ensimismamiento lo
lleva, a veces, a perder el sentido de las proporciones y la visión del conjunto.”
Siguiendo este “razonamiento,” en la Casa de la Moneda, como no son obsesivos
con los detalles ni están ensimismados, deben estar en condiciones de ver bien el
conjunto: Que en el caso de las monedas de 50 centavos el propio Banco Central
no puede distinguir algunas falsas de las verdaderas. (Cappiello, “Un modelo
que vulnera los controles,” op. loc. cit.)
Cappiello no aporta el dato de cuántos laureles tienen las monedas falsas de
un peso: ¿Solamente 15 con bordes normales, 15 con el anillo liso, o 19, en los
101
“Ersatz” es una palabra alemana que significa sustituto; por algún motivo, se usa en inglés
americano. La extensión al castellano es un divertimento mío. El café de achicoria, en este uso,
sería un ersatz café.

544
iv. ¿cómo hacer? M-177

tres casos como las verdaderas? ¿O han caído en la tentación de hacerlas con otro
número de laureles? Total, en el Banco Central ni siquiera se fijan en el detalle
de los laureles de las monedas auténticas que encargan. Se dedican a ver “el
conjunto,” “el bosque.”

30.1.4. Ofensa gratuita

En cambio Jorge Elías, igual diario, p. 6, “Contame tu condena, decime tu fra-


caso,” recuerda a O´Neill y hace un comentario: “Han estado en problemas con
intermitencias desde hace 70 años o más. No tienen una industria de exportación.
Y les gusta. Nadie los obligó a ser lo que lo que son. Una ofensa gratuita;” “el único
que critica a su país... suele ser argentino.” Se deduce de esto que el autor no es
argentino, porque dice que es una “ofensa gratuita” afirmar lo que dijo O´Neill.
¿Se acuerdan cómo nos ofendimos cuando Ortega y Gasset escribió “El hombre
a la defensiva”? ¿O con el mismo Naipaul, con The Return of Eva Peron? No nos
gusta que nos digan la verdad y si la decimos nosotros mismos, entonces es un
vicio. Por eso mi crítica a Aguinis generalmente es tomada con sentido más amplio
y extendido que el que yo le puse. Lo que halagué, de su crítica, se pasa por alto.

30.1.5. El diagnóstico episcopal de corrupción generalizada

Claro que en el mismo diario, p. 13, la noticia es que “Procesan a directivos de la


Cruz Roja Argentina por desviar fondos;” pues como se dice en la p. 1, columna
6, el Episcopado señala que en el país hay “una corrupción generalizada.” No
dice el diario desde cuándo el Episcopado advierte esta circunstancia, ni si es la
primera vez que lo señala. Los libros argentinos de historia que he recomendado
(James Neilson, Graham-Yooll, Garzón Valdés) la han encontrado siempre. No
es novedad advertirlo. Novedad sería cambiarlo.
¿Considerará Elías, p. 6, mismo diario, que estas afirmaciones del Episcopado
y otros argentinos son una “ofensa gratuita”? ¿O pensará como aquel argentino
que dijo “Con la verdad no ofendo ni temo”?

30.2. Otro detalle y las donaciones de bien público

En la p. 18 está la conclusión de un artículo que se afirma ser continuación de la


p. 1, columna 6, que allí no está en mi edición. “El patrimonio que perdió el país”,
cuenta en la segunda (¿?) parte que algunos mecenas locales legaron obras de
arte al Museo Nacional de Bellas Artes con la condición de que fueran exhibidas
al público; como la condición no se cumplió, los herederos reclaman las obras y
generalmente las recuperan.

545
M-178 ii. diálogos con agustín gordillo

La condición de que fueran exhibidas por el Estado pudo parecer razonable


hace cincuenta o más años. Hoy en día lo razonable es construir también el museo
y exhibirlas uno mismo, como están haciendo Constantini y Fortabat.
[...]

31. Intercambio de e-mails con amigos y colegas

Las excepciones al reclamo previo en mi artículo de 1963 y libros de 1964 y 1971.


Correspondencia enviada y recibida.

31.1. Enviada: excepciones al reclamo previo

Estoy contestando a los amigos que escriben sobre las excepciones al reclamo
previo y me piden opinión:
“Estoy viendo aparecer nuevamente artículos o notas a fallo referidos a las
excepciones al reclamo previo. Casi todos empiezan con las excepciones del
decreto-ley 19.549/72 y terminan con la derogación de algunas de ellas por la
ley 25.344, para reempezar con las excepciones que la jurisprudencia introduce
nuevamente con posterioridad a esta ley.
“Me parece que les está faltando perspectiva histórica, fruto de aceptar la usual
falacia expresa o implícita de que el derecho administrativo argentino nació en
1972 con el decreto-ley. Entiendo que algunos hayan empezado a publicar para
esa época, que otros lo hagan más tarde, muchos y más jóvenes ahora, pero viejos
y jóvenes no pueden con objetividad e imparcialidad desconocer lo publicado una
década antes de 1972, por aquellos de nosotros que empezamos anteriormente.
También lo publicamos, con registro ISBN y todo. Empezar todo después, con la
fecha «mágica» de 1972 en un gobierno militar, e ignorar lo construido previa-
mente en democracia es una múltiple y peligrosa falacia. Sus originadores los
conocemos, debiéramos estar advertidos quienes participamos de los valores de
la democracia.
Ver también, al respecto, el prólogo a las Doctrinas esenciales, infra, sección V, p. P-67 / 767 y ss.

“Amigos, si se tomaran el trabajo de ir un poco más atrás que 1972, y vieran


mis trabajos de los años anteriores (1963, 1964, 1971), encontrarían que las excep-
ciones a la ley 3.952 las creó desde hace mucho tiempo la jurisprudencia, fundada
en las mismas razones que hoy en día se están comenzando a «redescubrir.»
“El decreto-ley de 1972 recogió lo que la jurisprudencia decía y su derogación
no debiera en consecuencia significar nada, pues el fundamento de las excepcio-
nes era de índole constitucional. Está bien que ahora también se invoquen los
pactos internacionales y la doctrina posterior. No lo parece, en cambio, ignorar la
anterior. He visto también encendidos elogios a estudios posteriores que repiten,
sin citar, lo que otros estudiaron y publicaron antes...

546
iv. ¿cómo hacer? M-179

“Amigos, las bases de datos existen, las bibliotecas existen, los documentos
se traspapelan pero no se pierden. No pierdan pues, que en el orden temporal la
secuencia es así:
“Primero: Mi artículo «La reclamación administrativa previa,» El Derecho,
tomo 6, Buenos Aires, 1963, ps. 106 y ss., reproducido con correcciones en la pri-
mera edición de mi Procedimiento y recursos administrativos, Álvarez, Buenos
Aires, 1964. La investigación histórica de primera mano, tanto legislativa como
jurisprudencial, que hiciera para mi tesis de 1959, se refleja parcialmente aquí.
El libro citado se encuentra hoy en el t. 5, Primeras obras, Libro III, http://gordillo.com/
tomo5.html.

“Segundo: No empiecen con, pero tampoco olviden, la segunda edición del


mismo libro del año 1971, todavía anterior al decreto ley de 1972;
“Tercero: Ni empiecen con la tercera versión de «El reclamo administrativo
previo,» El Derecho, 22 de agosto de 1980; reproducido con correcciones en el
libro Procedimiento administrativo de la A.A.D.A., La Plata, 1981, ps. 13 a 47 y
que luego encuentra lugar,
“Cuarto: En la tercera edición del mismo libro, como tomo 4.2.
“En la cuarta edición del tomo 4, 2000, eliminé el capítulo.
“Por favor no me eliminen también a mí, lo voy a volver a escribir para la
Quinta edición del tomo cuarto. Es injusto que se olviden de mencionar los tra-
bajos más pioneros de 1963, 1964 y 1971 cuando en verdad están volviendo, sin
saberlo o sin recordarlo, a ellos. Es una cuestión de mera objetividad científica.”

31.2. Recibida
31.2.1. Sobre la evolución del uso del e-mail

La Dra. [...] me acompaña copia de este breve e interesante artículo periodístico.


“En los Estados Unidos, casi la cuarta parte de las organizaciones recurre a
la capacitacion online. Aumenta el aprendizaje por Internet.
“M aria Copani.
“Casi la cuarta parte de las empresas y organizaciones de los Estados Unidos
están dando capacitación a sus empleados mediante el e-learning, es decir, el
«aprendizaje online,» según un estudio reciente. El uso corporativo del e-learning
creció del 16% registrado en el año 2000 al 24% en el 2001.
“El estudio, realizado por pedido de la publicación especializada Online Lear-
ning (http://www.onlinelearningmag.com/) a la consultora IDC, confirma la
creciente convicción de que el aprendizaje online es una aplicación vencedora en
el futuro inmediato de Internet.

547
M-180 ii. diálogos con agustín gordillo

“El 57% de los encuestados sigue prefiriendo respaldarse en un instructor que


guíe el proceso de aprendizaje. Pero el año pasado esa franja era del 65%.
“Notoriamente, no obtuvieron el mismo suceso —ni se acercaron— otros mé-
todos de aprendizaje a distancia, tales como el CD-ROM o el diskette (que man-
tuvieron el 6% que tenían el año pasado) y el video-tape. (Que bajó del 3 al 2%.)
“La videoconferencia (tecnología muy usada en el e-learning) tuvo, además,
un crecimiento fulminante. Un estudio de la firma eMarketer (http://www.emar-
keter.com/) había previsto que del año 2000 al 2002 los gastos relacionados con
videoconferencias crecerían de 175 millones a 400 millones de dólares. En medio
de ese lapso sucedieron los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y la
gente prefirió encontrar a otras a través de Internet en lugar de viajar, motivo
por el cual la previsión — que ya era notable— se quedó corta.
“Según la empresa de servicios financieros WR Hambrecht & Co, el volumen
de los negocios del training online se duplicará cada año, al menos hasta el 2003
y hasta superar el valor de 11.000 millones de dólares.”
[...]
Mientras las empresas refractarias al aprendizaje online aducen “los altos
costos” como motivo de su rechazo, varios analistas han llegado a la conclusión
de que las empresas que adoptan métodos de formación y capacitación a través
de Internet pueden llegar a conseguir un ahorro de hasta el 35%.
El fenómeno ha dado lugar a nuevas profesiones. Una de ellas es el oficio de
web trainer. Los cursos online no son simplemente cursos tradicionales plantados
forzadamente en la Web. Utilizan herramientas adicionales, tales como los chats,
foros de discusión, el correo electrónico, la ya mencionada videoconferencia. Un
web trainer deberá tener —además de los conocimientos de los maestros “tradi-
cionales”— un buen manejo de estos instrumentos de aprendizaje.
Son muchos los que está hablando del e-learning como la próxima killer appli-
cation de Internet, la próxima idea vencedora de la era digital. Una idea capaz
de crear nuevas tendencias, nuevos hábitos, profesiones y negocios.

31.2.2. Cartas de antiguos ex alumnos indirectos

“La frescura de un ex alumno/a.”


La palabra “frescura,” tanto en inglés como en castellano tiene un doble sentido.
Puede significar atrevido o puede significar natural, espontáneo. A veces puede
significar ambas cosas. En la carta que sigue, que recibí hace mucho tiempo y me
llegó anónimamente, existe una frescura que brota como agua de un manantial.
Como la carta es ya antigua, será imposible identificar al emisor/a.

548
iv. ¿cómo hacer? M-181

Sin sonrojarme, aunque debiera, reproduzco algunas de sus hermosas frases.


No es para mandarme la parte ni para criticar a colegas. Pero es un hecho, que
para mí resulta hermoso por un lado y doloroso por otro. Verán por qué:
“La verdad es que no sé cómo empezar esta carta, ya que lo que quisiera de-
cirle abarca tanto...
“Soy alumno/a de la Facultad de Derecho..., y estoy cursando Derecho Admi-
nistrativo...
“En esta cátedra utilizamos, como bibliografía de cabecera, sus obras sobre
Der. Administrativo, y realmente las sensaciones que tuve al leerlos, no las tuve
jamás en mi carrera. Debo antes aclarar que, estuve tratando de rendir, en
condición de libre, la materia en cuestión con la bibliografía que nos exigían en
la antigua cátedra, que por desgracia sigue existiendo, lo digo así porque hemos
estudiado a..., a..., a..., y si el estudiante quería ampliar, debía leer a..., ..., y a
un grupo de nuevos escritores sobre la materia, denominados, los autores..., que
son los Dres... y..., el problema que surgía era que no se podía encontrar un hilo
conductor sobre las ideas o institutos administrativos, desde el momento que
cada tema era estudiado de un autor diferente, tocando también, por supuesto,
algunos temas de su autoría, pero si tomamos como punto de partida el concepto
que cada uno adopta para el acto administrativo, es posible adivinar la difícil
tarea en la que el alumno se encontraba al querer «cerrar su círculo» sobre el
aspecto a estudiar, sobre todo me pasó al estudiar el acto administrativo de [...],
y de allí tomar para el reglamento, las enseñanzas de [...]
Comp. las reflexiones de A lejandro Carrió, infra, p. 691.

“Bueno, serían muchos los ejemplos, y esta carta no es una crítica a nadie,
sino justamente lo contrario, es un agradecimiento, ya que al leer sus obras,
he tenido la sensación de agradecimiento hacia usted, porque jamás estudié
alguna materia en la que la dignidad humana esté por sobre todas las cosas.
Usted enseña que la administración, aún con sus prerrogativas, está al servicio
del administrado, cuestión que se evidencia nítidamente al tratar el tema de la
presunción de legitimidad. Usted enseña lo que la administración debe hacer y
lo hace desde un punto de vista absolutamente contrario al autoritarismo que
fuí aprendiendo en mi carrera.
“Tal vez esta carta le parezca absurda, si pensamos que proviene de un(a)
alumno/a pronto/a a ser abogado/a, y desde ese punto admito mi culpa de no
haber leído más, y haberme estancado con lo que establecía la currícula, pero
después de conocer sus pensamiento me vi en la obligación de interiorizarme, y
sobre todo de prestar más atención a mi instinto de justicia, que hoy descubro la
razón por la que se encontraba en ascuas en algunos aspectos.

549
M-182 ii. diálogos con agustín gordillo

“Pienso que su intención, no solo fue la de enseñar, sino también de crear una
cierta mentalidad, o por lo menos despertarla de su letargo, en la que está la clara
influencia de los años de militarismo que hemos vivido. En [...] particularmente,
esas vivencias todavía están a flor de piel, de lo contrario no se explica la elección
triunfante de años atrás de [...], [...] eligió la clase media, y sacando estadísticas,
puedo decir que fue la más perjudicada en esos años de gobierno militar, y tan
solo el miedo que subsiste, me explica la razón por la que [...] eligieron. Esto
que le comento tiene correlación con lo que se estudia en mi carrera, ya que el
titular de la cátedra de derecho Administrativo [...] comulga sus ideas con cierto
autoritarismo, y hoy veo que no estamos en un proceso de cambio de mentalidad,
como usted propicia en sus obras, sino que estamos siempre con la cabeza gacha
esperando el retumbar de las botas. Acá [...], la presunción de legitimidad recae
sobre cualquier acto administrativo, y el mensaje subliminal es: Porque sí.
“Sin querer ser insistente, le digo que con sus obras primero viví un despertar,
realmente esa es la palabra que mas se acerca a mis sentimientos, y fue cuando
me decidí a escribirle; más tarde me dio vergüenza porque ví que para Usted era
tan obvio todo, que intentaba responderme a mi mismo/a el porqué tuve que llegar
a 6to año para descubrir lo que para usted está en la misma piel de las personas,
pero hoy pienso que era mi deber decirle, profesor, que gracias a mentes como la
suya es posible un cambio, y que cada uno debe aportar su cuota, pero sobre todo
quería decirle que, si su intención fue «abrir las mentes,» quiero que sepa que en
[...] lo está logrando, ya que lo que yo siento es compartido por muchos alumnos,
y eso es algo que no quería dejar de decírselo.
“Fue un placer leer sus obras, y empaparme del amor a la verdad que usted
no puede ocultar.
[...]
“No me olvido de lo que sentí y todavía siento respecto al derecho administra-
tivo, la justicia y el mensaje (subliminal a veces y frontal otras tantas) que Ud.
deja entrever en su obra...
“Desde ya le digo que, está autorizado a difundirlo, y le agradeceré que guarde
el anonimato...
“Por mi parte... desde las sombras también intento plantear una lucha por «dar
a cada uno lo suyo,» aunque es duro averiguar «lo suyo de cada cual.»”

31.2.3. Sobre el e-book

“Después de haber instalado el programa Microsoft reader, recién hoy encontré


tiempo para entrar en su sitio, y probar el e-book Introducción al Derecho.
“[...] tenía razón, la diferencia con el sistema anterior es grande. Se agiliza
muchísimo la lectura. Inclusive se puede subrayar.

550
iv. ¿cómo hacer? M-183

“Lo único que me queda por experimentar, es, si la lectura de varios capítulos
seguidos, no provoca mayor cansancio visual, que en el caso de un libro clásico.
“No se si reemplazará totalmente al libro en papel, pero es un avance relevante.”
En el trabajo obrante supra, Libro I, hay numerosas referencias al tema, desde la perspectiva
de su autor.

31.2.4. El Dr. ... nos manda la siguiente información

“Una empresa estadounidense presentó en Washington una demanda contra


el Estado Nacional, la provincia de Santa Fe y la comuna de Theobald, ante el
retraso judicial en autorizar el funcionamiento de una planta procesadora de
residuos patológicos [...] La presentación judicial de la firma Stericycle —socia
de la australiana Stericorp y la nacional Termogénesis— contempla una indem-
nización de alrededor de cinco millones de pesos por el lucro cesante de más de
un año sin poder trabajar, ya que, según el demandante, la planta está lista para
funcionar desde octubre del año pasado.
“Las mencionadas empresas invirtieron diez millones de pesos en la cons-
trucción de una planta de procesamiento de residuos patológicos, que funciona
mediante un avanzado sistema de radioondas. Sin embargo, un grupo de vecinos
de la localidad santafesina de Theobald interpuso hace dos años una medida
cautelar para impedir el inicio de actividades de la planta. En consonancia con
los resultados de las pericias técnicas ordenadas en el marco de la acción judi-
cial entablada, la juez Sylvia Suárez consideró que la tecnología a utilizar por
la empresa Termogénesis «asegura la inocuidad del método» y, en consecuencia,
desestimó la medida cautelar en abril del año pasado.
“Los vecinos apelaron esa resolución y hasta el momento la Cámara de Ape-
laciones de Rosario no se expidió al respecto.
“El juicio iniciado por Stericycle está formulado en el marco del convenio de
protección de inversiones suscripto entre nuestro país y los Estados Unidos. De
acuerdo a lo explicitado en el artículo VII del tratado bilateral, relacionado a
la solución de controversias, si los diferendos «no pudieran ser solucionados en
forma amigable, la sociedad o el nacional involucrados podrán elegir someterla
para su solución a los tribunales judiciales o administrativos de la Parte que sea
parte en la controversia.»”

31.2.5. Una sabrosa anécdota

Una distinguida contertulia me ha mandado hace tiempo una sabrosísima his-


toria. Finalmente no puedo resistir la tentación de compartir esta parte de su
carta, cuya autora prefiero dejar en el anonimato:

551
M-184 ii. diálogos con agustín gordillo

“Desde luego, le agradezco su cordial invitación a sumarme al té virtual, es


una idea sumamente interesante. Si me lo permite en calidad de novata recién
ingresada a esa experiencia, le acompaño un comentario. El año pasado leí las
novelas de Tom Wolfe: «La feria de las vanidades» —que llegó al cine— y «Todo
un hombre.» Me interesaron por el sarcasmo y la ironía con que retrata algunas
prácticas norteamericanas. Por ejemplo, de los tribunales de justicia y de los
medios de comunicación, sobre todo de la prensa amarilla. Algunas descripciones
son verdaderamente desopilantes. Después leía de ese autor «Ponche de ácido
lisérgico» que describe un largo viaje por el país de las drogas. Francamente me
aburrió. Como el autor resulta muy polémico en los EE.UU. por ser «políticamente
incorrecto» y estoy vivamente interesada en el problema de la comunicación, este
año compré «El periodismo canalla y otros artículos.» En una de esas crónicas
—por cierto muy desiguales entre sí— encontré una descripción de los avatares
de un tal Edward O. Wilson, figura destacada de la neurociencia, en una de las
grandes universidades norteamericanas. La especialidad de Wilson dentro de
la biología era la zoología, dentro de la zoología, la entomología, el estudio de los
insectos; y dentro de la entomología, el estudio de la mirmecología, el estudio
de las hormigas. Produjo un descubrimiento y «recibió aplausos clamorosos en
el campo de la mirmecología, aplausos considerables en el campo de la entomo-
logía, aplausos de regulares a medianos en el campo de la zoología y aplausos
simplemente corteses en el campo de la biología.» Pero, en 1971 Wilson comenzó
a publicar su famosa trilogía de sociobiología. «Esta vez el aplauso fue universal,
incluso entre los miembros del claustro de profesores de Harvard, que reprimie-
ron su rabia y su resentimiento.» No obstante, en desacuerdo con las teorías de
Wilson, se organizó un grupo dirigido por dos colegas —Gould y Lewontin que
«inició su campaña con una carta, firmada por quince miembros del claustro y
estudiantes de la zona de Boston, que dirigieron al principal órgano estadouni-
dense de protocolo intelectual y detección de desviaciones, The New York Review
of Books.» [...] «La larga campaña de desprestigio contra Edward O. Wilson es
uno de los episodios más desagradables de toda la historia académica estadou-
nidense, pero a los detractores les salió el tiro por la culata. Como dijo F reud,
«muchos enemigos, mucho honor.» De la noche a la mañana Wilson se convirtió
en el biólogo más famoso de los Estados Unidos... mientras Gould y Lewontin
se consumían de rabia y reflexionaban sobre su posible puesto en la historia de
la ciencia del siglo XXI: Un par de notas al pie entre el bosque de ibid de las
biografías de Edward Osborne Wilson.» ¿No le parece fantástico? Más allá de
las teorías de Wilson, me trajo a la memoria una dedicatoria que Ud. puso en
uno de sus libros «...a quienes me hostigaron...»”

552
Sección II

diálogos con agustín gordillo

Capítulo V: El derecho administrativo: ¿Autoritarismo vs. libertad?

Capítulo VI: Enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo

Capítulo VII: El Postgrado

Capítulo VIII: Decanatos

Capítulo IX: Miembro de Tribunales Internacionales

Capítulo X: El rol de un Juez

Capítulo XI: La comunicación y la crítica. Sus lecturas

Capítulo XII: La Fundación de Derecho Administrativo

Capítulo XIII: Los abogados del Estado. Los años como abogado en la
Procuración del Tesoro
Capítulo V

EL DERECHO ADMINISTRATIVO: ¿AUTORITARISMO VS. LIBERTAD?

M ario Rejtman Farah: Ha sido notoria tu contribución a la construcción de un


derecho administrativo que sirva como instrumento para la protección de los
derechos individuales frente a la administración, contra el autoritarismo y la
concentración del poder.
En las siguientes entrevistas de los caps. V a XIII, pp. 555-633 de este Libro II, se ha hecho
el esfuerzo de intentar evitar toda duplicación con el relato del Libro I. Es recíprocamente
el criterio de todo el t. 10. A los efectos de facilitar la comparación o ampliación, se hacen
algunas remisiones complementarias para facilitar la eventual consulta adicional del lector.

Agustín Gordillo: Esto tiene que ver, me parece, con quienes influenciaron
en mis orígenes. Bielsa tuvo, en su primera época, influencia del derecho impe-
rial europeo, imperial alemán, etc. y cita obras del siglo XIX. También, en las
primeras décadas de 1900, cita toda la bibliografía europea de esa época. Re-
cién después, en el ‘45 cuando aparece el peronismo, cambia. Yo lo conocí en esa
segunda etapa, en el ‘58. Era un furibundo defensor de las libertades públicas,
crítico del gobierno. Y ahí aparecen un poco, esas inquietudes mías. También
me quedó de él su estilo.
MRF: ¿A qué te referís con estilo? ¿Qué te quedó de él?
AG: Esto de hablar coloquialmente, hacer chistes, contar anécdotas. Si hablás
muy seriamente la gente se aburre. Son aspectos didácticos que tomé de él. Incluso
tenía técnicas de atención. Decía, por ejemplo, “Jéze.” Se levantaba y escribía
el nombre en el pizarrón. Por supuesto que no precisaba hacerlo, pero lo hacía
como algo que le daba movimiento a la clase. Otra cosa que hacía era dejar el
cigarrillo encendido en la boca, sin fumarlo. Se iba haciendo el hilito del tabaco
consumido y veías que se iba doblando y doblando y de pronto se caía. A veces
para enfatizar algún punto golpeaba sonoramente en el escritorio con todos los
dedos de la mano derecha. Todas tonterías, si querés, pero entretenían.
D-2 ii. diálogos con agustín gordillo

Yo estaba haciendo la llamada docencia libre, que existió tan solo dos años de
los cuatro previstos y que nunca funcionó del todo bien porque no se sabía qué
hacer. Como él era profesor de medio tiempo y dictaba 14 horas por semana, iba
a todas sus clases. Si daba conferencias, iba a todas. Era casi como un perrito
faldero, que lo seguía a todos lados. Iba también a sus clases normales. Recibí
mucho de él.
Pero no era una persona fácil. Me acuerdo por ejemplo, que en un curso de
promoción sin examen en el Instituto, me sentaba en cualquier lado y él me decía
que me sentara al lado de él. Después otra clase llegué y él no estaba. Me siento
a esperarlo. Cuando llega me dice en voz alta “pero hubiera empezado nomás.”
Otro día, se repitió lo mismo y empecé la clase. Y ahí me hizo una dura crítica,
aunque indirecta. A pesar de su incitación previa a hablar, no debiera haberlo
hecho. Es una cuestión de habilidades, conocer mi lugar.
Con los trabajos para la carrera de docencia, que existía entonces, escribí sobre
poder de policía criticando lo que él decía. Me aprobó cada uno de los dos años.
Después que apruebo el segundo año, presento mi tesis con la dirección de
Diez. Estuvimos dos horas en el medio de la Avenida Alem a media cuadra del
Hotel Waldorf, discutiendo sobre ese punto.
Esa noche volví muy amargado a mi casa. Le comento a mi mamá que iba a
renunciar. Su respuesta fue “No le prestes atención.” Mi madre lo vio en el ins-
tante. En cambio yo estaba muy conflictuado. La explicación la encuentro medio
siglo después.
Ver supra, Libro I, cap. II, § 21.8, p. 103; supra, t. 7, cap. XXXII, “La responsabilidad del Estado
en la práctica,” pp. 633-50; Anexo del 2012, “Palabras leídas en las «Jornadas intercátedra
de Derecho Administrativo sobre responsabilidad del Estado» de la Facultad de Derecho de
la Universidad de Buenos Aires,” pp. 651-55, http://gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo32.pdf.

MRF: Parecería que había una cierta contradicción entre lo que proclamaba
y lo que hacía.
AG: Lo mismo me ha dicho alguien respecto de mí. Fui una vez a una clase,
en un curso del que era titular, a observar una clase. Fue flojísima. Intervine
un poco. Alguien, con quien tengo mucha confianza y amistad, me criticó por la
forma en que había participado en la clase.
Es el clásico problema de ejercer o no la autoridad que da la función. De nada
sirve si no se la ejerce.
MRF: Pero más allá de cualquier característica de tu personalidad, claramente
en vos, dar la “lucha contra las inmunidades del poder” no es una mera proclama.
Lo tradujiste siempre en actos concretos.

556
v. el derecho administrativo: ¿autoritarismo vs. libertad? D-3

AG: Diría que es una línea que guía a todos mis trabajos. Creo que en eso he
sido uniforme. Es un presupuesto. ¿Puesto por quién? Por Bielsa. La preocupación
por la libertad la tengo siempre que veo cualquier tema.
MRF: Me parece que lo que hacés es mostrar donde están las pequeñas o
grandes concepciones autoritarias del poder y proponer, a partir de allí, dar esa
lucha muy concreta por la vigencia del Derecho.
AG: Miljiker en un artículo que se llama “¿Ley 19.549 o decreto-ley 19.549/72?
Un debate lingüístico y filosófico” dice que yo estoy haciendo lo que en Estados
Unidos se llama critical legal studies. Se ocupan de criticar las instituciones, no
meramente aplicar las normas. No estoy seguro si es exactamente así, pero es
necesario leer ese trabajo para analizar dicha reflexión.
Se encuentra en el tomo 7, El derecho administrativo en la práctica, Buenos Aires, FDA, 2013,
1ª ed., cap. III, http://gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo03.pdf.

MRF: ¿Cómo fuiste estructurando tu concepción del derecho administrativo


desde esas convicciones originarias?
AG: La he ido armando a lo largo del tiempo. Desde hace algunos años pienso
que en el Derecho lo principal son los hechos. Porque si no conocés los hechos,
no va a servir para nada lo que hagas. Una vez que los viste bien, casi simultá-
neamente, te vas haciendo un juicio de valor que es de parámetros variables. No
es siempre “voy a hacer lo justo.” A veces es hacer lo posible, otras lo imposible.
Hay muchos fallos que buscan lo imposible. Otros hacen lo posible o lo necesario.
O sea, los juicios de valor se van trabajando en la mente. Y hay toda una escuela
de Derecho en el mundo que es minoritaria, pero que lleva hasta Cicerón y pasa
por los norteamericanos desde comienzos del siglo pasado. Hay distinguidos
juristas continentales que dicen: “Primero tomo la decisión, después veo cómo
la fundamento.”
La idea no es tan así, pero el juicio de valor es algo intuitivo. Después vas a ver
si la norma te sirve o no te sirve. Si te sirve mejor y si no ves cómo le buscás la
vuelta. Un juez que no puede hacer justicia a pesar del Derecho no es buen juez.
Por supuesto es un pequeño cliché. Pero entonces de ahí me surge que trato de
buscarle la vuelta y allí me salen las críticas a lo que está.
Por ejemplo, en el Tribunal de la OIT, uno de sus integrantes, que es italiano
y fue miembro del Consejo de Estado de Italia, me dijo una vez: “Pero que raro,
vos votando así tan a favor de la administración.” Me quedé pensando. Y creo
que no es así. Pero la verdad es que hubo dos o tres fallos a favor de una persona
que reclamaba cifras muy altas, que no compartía. El rango de mis votos, en
otros precedentes, no estaba en ese orden. En el plenario voté pues en individual
y aislada disidencia.

557
D-4 ii. diálogos con agustín gordillo

Ver www.ilo.org, Administrative Tribunal Database, judgment 2861, 107th session “Partial
dissenting opinion by Judge Agustín Gordillo,” pp. 68-70.

No se si esto es un defecto mío o no, pero no tengo más remedio que ser cohe-
rente. Y eso me llevó también, un poco, a renunciar a ese tribunal. Trato siempre
de armar algo que sea más o menos factible, prudente. Esto también es una
influencia de Bielsa. Porque él siempre trataba de orientar el Derecho dentro de
lo posible. O sea, no ir con cosas que las van a rechazar del todo, sino ir siempre
solo un poco más allá. Es lo que vengo haciendo.
¿Qué es lo que pienso que es el Derecho y cómo creo que se hace el Derecho? Es
lo de Bielsa, en otra forma. Él se oponía a la existencia de la responsabilidad del
Estado sin ley expresa. Al principio no compartí esa posición. Toda la vida hablé
de la responsabilidad del Estado pero de pronto empecé a convencerme que no
funcionaba. Está en los fallos, pero no funciona. ¿Y por qué no funciona? Porque
el Estado no quiere pagar. Porque no tiene la plata. O sea, funciona para casos
de enfermedad, muerte, alimentos, remedios. Para clases menos favorecidas, lo
cual está muy bien. Si hay una vida de por medio, un juez hace responsable al
Estado. Pero si vos querés cobrar un vagón de dinero, por alguna empresa, se
te hace muy difícil.
El contexto de esta afirmación puede ampliarse en M airal , “¿Uno o dos derechos adminis-
trativos?,” en Tratado de derecho administrativo y obras selectas, t. 7, op. cit., cap. IX, pp.
119-134, http://gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo09.pdf.

MRF: ¿Esto que decís sería “el derecho de lo posible?”


AG: Sí. Por ejemplo, en el tema de la denominación usual de “ley” que se les da
a los decretos-leyes. En el año 66, en el mismo año que sale el primer decreto-ley,
la primera supuesta “ley” de Onganía, ahí lo critiqué y dije que era decreto-ley
y no ley, pero de una forma suave. Tres o cuatro años después, en el 70, hice
un artículo criticando esa denominación más duramente. A muchos les parecía
hasta cómico. Ese material lo usé para un artículo más reciente sobre el tema.
Esto de buscar una solución posible sin irse demasiado lejos, me parece que es
la clave. Porque si te vas demasiado lejos de lo posible no se va a transformar en
realidad nunca.
El tema está desarrollado con distintos aportes de autores en el t. 7, Sección I.

MRF: Has escrito sobre el derecho administrativo en el futuro. ¿Cómo lo ves?


AG: Es, otra vez, lo posible. O sea, estoy tratando de masajear el cerebro de
los lectores para que se vayan haciendo a la idea de que hay un derecho inter-
nacional por encima de su derecho nacional y que el Código Civil y el Código de
Comercio y todo lo demás van a ceder frente a normas y principios superiores.
Ver los ejemplos del tomo 9, Libro II, cap. VII, pp. 613 a 624.

558
v. el derecho administrativo: ¿autoritarismo vs. libertad? D-5

Yo sé que por ahora no voy teniendo éxito pero, de vez en cuando, otros van
citando esas ideas. Más adelante tal vez alguno lo va a aplicar, cuando le parezca.
Así que creo que es el arte de lo posible.
Eso es algo que dice Nieto: juris prudentia, prudencia “juris.” Y prudencia es
no tirarse con cosas locas. Que es, por ejemplo, lo que hicieron acá en la Ciudad,
al sentenciar asuntos vinculados al matrimonio homosexual. Hacerlo desde la
justicia local es algo absurdo. Una incompetencia manifiesta. Les salió bien en
el sentido que el Congreso de la Nación receptó esas ideas. Pero a mi juicio la
decisión judicial local no fue prudente.
Sobre el mismo tema puede verse “Comments by judge Gordillo,” en International Admi-
nistrative Tribunals and the Rule of Law, World Bank Administrative Tribunal / American
Society of International Law, Joint Colloquium, marzo 27, 2007, Washington, D.C., http://
gordillo.com/articulos/art2.pdf.

MRF: Como algunos otros fallos vinculados a temas sociales o de vivienda.


AG: Claro. Y que después son de imposible cumplimiento.
En el Libro I da como ejemplo un sistema jubilatorio justo.

MRF: Paralelamente ¿dónde crees que tus ideas no han avanzado como hu-
bieras querido?
AG: Yo creo que he ido progresando en cuanto a penetración de las ideas. Las
cuestiones vinculadas a los derechos humanos, por ejemplo. No hice nada impor-
tante por los derechos humanos durante el gobierno militar. Traté de sobrevivir,
nada más. Y asesoré a gente que tenía problemas o familiares desaparecidos.
Cuando se abrió el concurso en la Facultad para titular de esa materia, creí
que debía presentarme. Pero no podía hacerlo sin algo publicado. Entonces escribí
un libro, juntando cosas diversas. Y, de pronto, veo que soy considerado como
alguien que se interesa por los derechos humanos.
Por supuesto que me interesa el tema, pero no en el sentido que suele tener acá
de lucha contra las dictaduras, porque si no, tal vez no estaría vivo. Fui prudente
en muchas etapas de mi vida. Con el tema de los decretos–leyes seguí, porque
quería ser consistente, coherente.
Pero siempre hay un marco de prudencia. Soy consecuente pero nunca planteo
mis argumentos de modo agresivo o muy fuerte. Salvo un poco en el capítulo 1
del Tomo I del Tratado, en las últimas ediciones, cuando me refiero al derecho
al servicio del poder.
MRF: Sos pues consecuente, pero también paciente.
AG: Soy paciente y perseverante.
MRF: Imagino que la misma estrategia utilizaste con otras cuestiones. Por
ejemplo con las audiencias públicas. Nadie hablaba de ellas. Luego aparecen los

559
D-6 ii. diálogos con agustín gordillo

marcos regulatorios, y vos remarcaste que su celebración era obligatoria. Pero


continúan sin funcionar. Hasta en la especialización en derecho administrativo
en la Facultad de Derecho de la UBA, quienes cursaban la materia “Audiencias
Públicas” demoraban en aprobarla, porque para ello debían celebrar una audiencia
real y no conseguían que un funcionario les encomendara que la instruyeran.
AG: Lo que pasa es que hay una infinidad de asignaturas pendientes. Creo que
la mentalidad social es extremadamente autoritaria. Estoy leyendo ahora todos
los diarios respecto a lo que dicen del gobierno. Por supuesto, aún los opositores,
lo tratan con respeto. Incluso dicen que hay que reconocerle entre otras cosas
que en un momento de anarquía supieron construir poder. A mi no me gusta
tanto eso. Me acuerdo que una vez fue tema de discusión con un amigo que era
juez y decía que quienes afirmaban que hay que controlar al poder, no se daban
cuenta que primero hay que construirlo.
MRF: Es algo del planteo que hacés en el Capítulo II de The Future of Latin
America: Can the EU Help? Pero tal vez haya que mirar el tema de un modo más
amplio. Porque en realidad cuando el Estado no construye el poder, éste queda
en manos de otros.
AG: Han dicho alguna vez que me ven como anárquico, pero es erróneo. Ellos
sostienen que no debe haber Estado. Yo no estoy en esa idea pero sí en la que
tienen los norteamericanos respecto a que haya una fractura de poder, en tantos
pequeños pedazos como sea posible, de modo tal que nadie los pueda juntar a todos.
Montesquieu pensó en tres. No alcanza. Entonces empiezan a aparecen las
entidades reguladoras independientes, los jueces administrativos, las propias
federaciones de los estados federados, los condados, las reservas indígenas, todos
ellos con muchas facultades. Estados Unidos es un estado enormemente descen-
tralizado jurídicamente. Y funciona bien.
Canadá lo mismo. En Canadá hay alrededor de 5000 tribunales administra-
tivos independientes y tienen menos instancias que nosotros. Hay una enorme
diversidad entre ellos pero con algunas líneas comunes. Por ejemplo, la idea es:
“Experimente, siempre experimente. Si le va mal, no lo repita. Si le va bien, trate
de mejorarlo.”
Ellos están sujetos a control judicial suficiente y tienen mucha libertad para
el procedimiento pero atención, si no hay debido proceso legal, si no hay igualdad
de las partes, si no hay imparcialidad, si no hay oportunidad de hacerse oír, las
resoluciones de esos tribunales son anuladas por la Justicia.
Tienen que hacer un acto válido que la Justicia no anule. Después pueden
hacer el procedimiento oral o escrito. Cada tribunal tiene sus propias normas y
prácticas.

560
v. el derecho administrativo: ¿autoritarismo vs. libertad? D-7

Hay por ejemplo uno de una tribu en Canadá que se llama “Métis.” Me ex-
plicaron que ese tribunal administrativo, de acuerdo con la ley, tiene que decir
primero si va a actuar como árbitro, como amigable componedor o como tribunal.
Y eso es rarísimo, pero les funciona. O sea, si vos nombrás a una persona más o
menos seria, más o menos independiente, más o menos imparcial, le podés decir
“haga lo que crea mejor.”
El tema puede ampliarse en “Administrative Procedure Reform: The Experience of the Ame-
ricas,” European Review of Public Law, Londres, Esperia, vol. 21, Nº 2, summer 2009, pp.
699-727, http://gordillo.com/articulos/art3.pdf.

MRF: ¿Por qué crees que en nuestro país existe en gran parte de la sociedad
una concepción autoritaria del poder? ¿Es un problema cultural?
AG: Es que queremos tener un líder. Eso viene de la época de las tribus indí-
genas hace 500 años. El cacique de la tribu se imponía por peso propio. No tenía
que estar matando gente para ser el jefe.
MRF: Pero esto nos coloca en un espacio de mucha resignación, en la aparente
imposibilidad de cambiar.
AG: Hace 500 años que somos así. Siempre tenemos burbuja y pinchazo,
burbuja y pinchazo. Y eso es como una inhabilidad constante de la sociedad a
través de un tiempo de ver la realidad. Esto lo dice un escritor que ganó el Premio
Nobel, Naipaul en su libro The return of Eva Perón. Dice que es una incapacidad
sistemática de ver la realidad.
MRF: ¿No es una visión algo pesimista? Porque en realidad, de ser así, no
tendríamos demasiadas salidas.
AG: Soy pesimista intelectualmente pero optimista humanamente. Por lo tanto,
sigo trabajando contra viento y marea, con perseverancia total. Pero realmente
no tengo fe porque la historia no me da para pensar que pueda tener fe respecto
a que esto vaya a cambiar sustancialmente. Ahora vos fijate, pasando al plano
personal. Mi padre quedó huérfano de padre alrededor de los 6 años. Eran 12
hermanos. Su padre murió teniendo 43 años. Por supuesto que se desbandó la
familia. Mi padre se fue a vivir con un hermano, no hizo siquiera la escuela pri-
maria. Después tuvo que entrar a una escuela de suboficiales, donde aprendió
algo y después hizo un curso por correspondencia para aprender caligrafía. Era
un hombre brillante, pero la vida le vino mal. Si yo algo aprendí de mi padre,
es eso: La necesidad y la lucha por la supervivencia y el progreso. Él me decía
siempre: “Estudiá, porque si tenés que trabajar te vas a morir de hambre.” Me
lo decía por lo vago que yo era, en cuanto al trabajo físico.
Él siempre me apuró para estudiar y yo finalmente lo tomé como un mecanismo
propio y me ha ido bien en la vida. De la pobreza a estar en un perfil alto de la

561
D-8 ii. diálogos con agustín gordillo

sociedad. Gracias a ser perseverante. Yo no paro nunca y sigo, sigo, sigo. Eso tal
vez es una cualidad de la persona, no es tanto una decisión, sino que se es así.
MRF: ¿Elegís las discusiones jurídicas que vas a dar?
AG: Sí. Pero las elijo en función del gusto. O sea, trato de hacer las cosas que
me gustan. Entonces por eso lo de “yendo de la cama al living.” De pronto estoy
mirando televisión y se me ocurre una idea y la escribo. Estoy leyendo el diario
y se me ocurre algo, voy y lo escribo. Estoy con la tableta y me cansé, vuelvo al
diario. Estoy leyendo el diario y me aburro, vuelvo a mirar televisión. Y me la
paso yendo y viniendo. Entonces no creo que puedas considerar a eso un proceso
de toma de decisiones. Mas bien que cuando nace la intuición, es tomarla en ese
momento, cuando sale. Tomar la idea al vuelo. ¿Leíste el capítulo “Cómo nacen
las ideas” de El método en derecho?
MRF: Sí, claro.
AG: Porque ahí está. Todo el mundo dice lo mismo. Pintores, escritores, mú-
sicos, matemáticos.
MRF: Sí, pero ¿por qué se eligen ciertas batallas? No te imagino dándola para
que finalmente exista, por ejemplo, el juicio por jurado previsto en la Constitución.
Tal vez dirás, “si señores, una vez más, somos incumplidores de la Constitución.”
Pero creo que tus elecciones no son sólo una cuestión vinculada exclusivamente
a la creatividad.
AG: Si, creo que tenés razón. Pero voy seleccionando temas. Por ejemplo, esto
del juicio por jurado es una cuestión que me gusta. Sin embargo, es una pelea
que nunca dí porque me parece que acá no va a entrar jamás. Cuando hablan de
la creación o de las ideas creativas, hay dos o tres pasos. Uno es tener interés por
algún tema. Si no tenés interés, estás muerto. Segundo, ir trabajándolo, aunque
sea en tu mente, que lo vayas pensando. Eventualmente son dos caminos: Pensás
y empezás a escribir o a leer.
MRF: Decís que ante todo hay que tener interés por algún tema, ¿cómo nace
en vos ese interés?
AG: Diría que nace de ver la realidad, leer los diarios, ir al cine, ver televisión,
o sea, soy una persona curiosa intelectualmente, inquieta. Cuando veo algún tema
que me interesa, lo recojo. Tampoco me centro en uno solo. Junto varios y no me
importa cuántos sean, los sigo según el grado de interés que me despierten. Por
ejemplo, estoy haciendo un recurso, que por supuesto lo tengo que hacer sí o sí y
de pronto se me ocurre una idea de algún otro trabajo, voy y la escribo. Anotar
alguna idea que se me ocurre nunca me ha impedido terminar un trabajo en
término. Y esto me pasa mucho, haciendo una cosa se me ocurre algo de otra.
Eso les pasó a todos, a todos los creadores que lo cuentan les pasó lo mismo.

562
v. el derecho administrativo: ¿autoritarismo vs. libertad? D-9

MRF: ¿Esos variados intereses tienen algún común denominador?


AG: Son bastante heterogéneos. Cuando leo, leo mucho. Leo economía, sociolo-
gía, historia, política y medicina, psiquiatría, psicología, lo que sea. Novelas no,
ya no me interesan. Pero sí libros sobre algún aspecto de la realidad, como por
ejemplo “La teoría del caos.” Lo leí y de ahí no salió nada, pero lo leí con interés.
Del mismo modo, un amigo mío me regaló un libro sobre Esparta y Atenas. Lo
leí y fue un libro fascinante, buenísimo. Y de pronto doy una conferencia acá en
Buenos Aires y siento Esparta y Atenas: Esparta la Provincia de Buenos Aires
y Atenas la Ciudad de Buenos Aires, hace unos años. No me dio para más, pero
lo que me dio lo usé. Creo que uno va incorporando cosas y de pronto van apa-
reciendo ideas.
MRF: Aquellas luchas jurídicas en las que asumiste un rol destacado no te
fueron, en general, desfavorables. Me refiero a aquello de buscar lo necesario,
de hacer lo posible.
AG: Me resultó a nivel individual. Pero no a nivel social. Eso se ve bien en
el trabajo de D’A rgenio respecto a varias cosas mías que ahora los Tribunales
están empezando a recoger. Menciona ella, básicamente, cierta jurisprudencia de
la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la
Ciudad, menciona a A rias en La Plata, a algún otro juez, a la Cámara de Morón.
Incluso considera que el régimen institucional de la CABA es una imagen de mi
pensamiento. No en el resto del país, salvo cuestiones menores como las leyes de
procedimiento administrativo, que han tomado mucho de mi Proyecto de Código
Administrativo de 1964. Ciertas ideas me han servido a mí, pero no siempre han
funcionado en cuanto a influenciar en la realidad totalmente.
Ver supra, t. 5, Primeras obras, Buenos Aires, FDA, 2012, 1ª ed., Libro IV, Proyecto de código
administrativo, http://gordillo.com/pdf_tomo5/04/04-proyecto.pdf.

Ver también D'A rgenio, I nés, infra, sección III, pp. 655-6; “IV Congreso de la Asociación
Bonaerense de Derecho Administrativo en Homenaje al Dr. Agustín Gordillo,” Dolores, 23 de
noviembre de 2007; “Diez postulados de la obra de Agustín Gordillo,” Revista [áDA Ciudad,
nº 3, www.adaciudad.org.ar; La administración pública. Crisis del sistema autoritario, La
Plata, ed. Platense, 2012; Daniele, Nélida M abel , palabras pronunciadas en el IV Congreso
citado, Revista Derecho Administrativo, año 2, nº 3 y 4, www.abda.org.ar.

MRF: Precisamente hablando de influenciar en la realidad parecería que


algunas no funcionan en lo inmediato, pero sí en el largo plazo.
AG: Creo que ahí está la perseverancia. Yo había escrito primero sobre los
actos de gobierno y alguno de mis colegas me tomaba el pelo y se reía. “¿Así que
creés que no existe el acto de gobierno?”
Después viene M arienhoff y habla del acto institucional (ya no del acto de
gobierno) que según él no es controlable judicialmente. Aparecen las cuestiones

563
D-10 ii. diálogos con agustín gordillo

políticas no justiciables, y yo creo que voy influyendo sobre esas cosas, pero muy
lentamente en la doctrina. Me ocupo de no tomar el derecho pacíficamente, sino
como algo para ver y analizar aquello que no está bien. Y luego ver si se le en-
cuentra una salida o no. El éxito que tengas o no dependerá del azar. Y asimismo
de la perseverancia.
MRF: ¿Cuál es tu idea respecto a lo que se ha dado en llamar “derecho admi-
nistrativo global?”
AG: Lo que pasa es que eso es a muy largo plazo. Yo creo que la cuestión está,
como dice Julio Barberis, respecto a que el narcotráfico es un delito de lesa hu-
manidad in status nascendi. Está naciendo como derecho. Yo agregué, siguiendo
a Carello, que la corrupción también es un delito de lesa humanidad in status
nascendi. Con lo cual no te digo que ya ahora, pero cuidado, porque en cualquier
momento se viene. Y en ese sentido está la idea de mirar para donde va el futuro.
Para mí el futuro va por el derecho administrativo global. Ahora ¿cuándo va a
llegar? O ¿cuánto va a tardar? No tengo idea. Tal vez en 500 años, como dicen
los chinos. De hecho el comunismo va a ser un mero accidente en la historia de
China. Se está quedando como materia política, no como materia económica.
Ver “Access to Justice, Legal Certainty and Economic Rationality,” en el libro de Gordon
A nthony, Jean-Bernard Auby, John Morison y Tom Zwart (eds.), Values in global adminis-
trative law, Oxford (UK) y Portland, Oregon (USA), Hart, 2011, pp. 363-372, http://gordillo.
com/articulos/art4.pdf.

MRF: Algunos costos pagastes por dar ciertas peleas y entre ellos el de tu se-
paración como profesor de la Facultad de Derecho en la UBA, sin sumario previo.
AG: Si. Yo creo que hubo de todo en ese período. Para dar un ejemplo muy
diverso, alguien que respeto mucho, y que había sido ministro de Gobierno en
la Provincia de Mendoza y era profesor de la facultad, fue cesanteado por el
decano interventor, un militar. Lo va a ver y el decano militar le dice: “Usted
es peronista, ¿no?” “Sí,” le responde. “Fue Ministro de Gobierno, ¿no?” “¿Y qué
espera? ¿Se cree que no lo voy a echar? ¡Considere que la sacó barata!” O sea, de
pronto estás muy a contramano de la época y por dos cosas casi ridículas como
ser Ministro de Gobierno y ser peronista, te echan. Pero la verdad que esto ha
ocurrido mucho en la historia. Te echan por tener ideas distintas o por tener una
vinculación que no les gusta.
MRF: En tu caso, estoy convencido, fue por tener convicciones firmes y un
posicionamiento de fondo frente a un derecho administrativo autoritario, por
llamarlo de alguna manera.
AG: El tema de la libertad en todas sus manifestaciones es una posición de
fondo. Si encuentro algo que explora un aspecto noble de la libertad, lo veo, me

564
v. el derecho administrativo: ¿autoritarismo vs. libertad? D-11

gusta, me interesa. Y a veces me equivoco porque a veces cambia. Porque hay


cosas que van y vienen en el mundo.
MRF: Mencionabas que podés cambiar alguna idea si cambia la realidad. Pero
lo que persiste es la idea de la libertad. Y en aquella oportunidad, ese terrible
hecho fue la consecuencia de haber defendido tus ideas.
AG: Creo que más bien se basó en una pequeña vendetta. Esa siempre fue mi
opinión. Algún enemigo mío que lo usó, me denunció. Eso pasa en todo gobier-
no de extremo autoritarismo. La delación empieza a funcionar. En el nazismo
hubo mucha delación, entonces alguien que le tiene mucha bronca a otra va y
lo denuncia. “Aquél es un tipo que no piensa como nosotros” y van y lo limpian.
O sea, yo creo que en mi caso fue un poco dar una buena excusa a los enemigos
que me quisieron liquidar.
MRF: ¿Y cuál era la buena excusa? Porque en realidad parecería que no lo
fue. Era sumamente grosera. Creo que en un gobierno militar y en un gobierno
no democrático no era menor lo que decías.
AG: Sí. Pero creo que en las extremas dictaduras o en las dictaduras generales
del autoritarismo, voy bajando, o en democracia imperfecta o en democracia plena,
hay distintos grados en los cuales podés defender tus derechos y poder defender
una idea libertaria. En una sociedad libre lo podés hacer con mucha libertad y
a nadie se le ocurre molestarte en nada. Cuando van subiendo los niveles de au-
toritarismo, empezás a tener problemas y a pagar costos. Por supuesto, si llegás
a un sistema muy extremo te puede costar la vida.
MRF: ¿Fue una cuestión de ideología política?
AG: Diría que era política. Porque la doctrina que yo citaba justamente, tam-
bién traía muchos problemas. Yo cité un trabajo de A lthuser que era muy cortito.
Pero, claro, es un filósofo de izquierda. Que habla de los aparatos ideológicos del
Estado y a mí me gustó esa terminología y la usé. Pero que pasa, esto es como ir
contra las corporaciones. ¿Cuáles son las corporaciones? Los militares, la iglesia,
los empresarios. Entonces eso era lo que decía A lthuser: “La lucha hay que darla
dentro de los aparatos ideológicos del Estado.” O sea, en la diversidad, en la fa-
milia y esto los puso locos, realmente. ¿Por qué? Porque toqué un punto crucial.
MRF: Y eso es lo que sin duda seguís haciendo.
AG: Lo sigo haciendo. Pero te digo, por ejemplo, hablé en Salta hace tres años
aproximadamente, clausurando unas jornadas, había más de mil personas. En
definitiva lo que yo estaba diciendo era advertir un poco lo que se estaba vinien-
do. Cuando hablo anticipo que me voy a quedar sin tiempo, hacia el final de mi
exposición, pero no va a ser por mal cálculo de tiempo sino por un muy preciso
cálculo. Porque las cosas que iba a decir iban a ser muy rápidas para que no

565
D-12 ii. diálogos con agustín gordillo

causen tanto impacto. Al salir me para un camarista y me dice: “Agustín, vos


siempre pagaste por las cosas que decís y siempre vas a seguir pagando.” Me
impresionó. No lo publiqué.
El libro La administración paralela lo iba a publicar acá en 1982. Estaba
tomando examen en la Universidad de Belgrano. Y una adjunta mía lo mira y
me dice: “Ah, usted quiere tener problemas de nuevo, sale a provocar otra vez.”
Me lo dijo bien, no agresivamente. Entonces yo digo: “A la pucha, no me había
dado cuenta.” Entonces lo llevé a España y lo edité allá. No sabía que eso era tan
altamente explosivo en ese momento.
Para que veas una vez, también en el ‘82, publiqué, en una revista de Bélgica,
un artículo sobre la participación. En el INAP estaba prohibida en la biblioteca.
La tenían pero no era accesible. A alguien “le agarra la loca” y después vos pa-
gás el costo de que te empiecen a señalar con el dedo. Y si son muchos los que te
señalan con el dedo, quedas en minoría. Y acá yo creo que gran parte de la gente
está a favor de una autoridad fuerte.
MRF: Creo que ahí hay un problema. Y que en ciertos temas hay muchos
ausentes. Vos militás en espacios donde el tuyo no es el pensamiento dominante.
Posiblemente eso tenga un costo. Pero me parece que todos también admiran y
aprecian esa conducta.

566
Capítulo VI

ENSEÑAR, APRENDER Y PENSAR EL DERECHO ADMINISTRATIVO

Con este cap. VI se complementan tres versiones complementarias del tema: 1º) La aquí dia-
logada, 2º) la versión subjetiva relatada en el Libro I del presente t. 10, 3º) la versión objetiva
del libro El método en derecho, cuya 2ª ed. se encuentra como Libro I del t. 6. Se ha tratado
de evitar superposiciones pero mantener los distintos ángulos de mira.

M ario Rejtman Farah: ¿Qué influencias reconoces respecto a tu visión del


Derecho?
Agustín Gordillo: Diría, en primer lugar, que estuvo siempre en constante
evolución. Dependió mucho de la gente con la cual fui interactuando. Es un proceso
de ida y vuelta. En lo remoto me remito a M aría Isabel A zaretto con su consejo
respecto que no podía abordar exitosamente una disciplina sin tener una teoría
general. Ella me sugirió hablara con Eduardo Rabossi, a quien llamó previamente.
Me recibió y conversamos durante quince días. Estuve como un hijo con él. Lo
acompañaba a todos lados en sus actividades cotidianas, charlaba y me hablaba,
me hablaba, me hablaba… Me acuerdo que me hizo comprar muy pocos libros.
Otros los compré yo después, en el camino, pero no me atiborró de información.
Me formó. Esta es la verdad. Durante quince días todas las horas del día.
Ahí fue el momento en que tomé el camino de la filosofía analítica. Pero yo
ya había empezado antes, cuando me había interesado esa perspectiva al cursar
Introducción al Derecho. Todavía tenía ahí el matiz de filosofía analítica, la
realidad y los juicios de valor. Probablemente se debía a que había conocido a
Goldschmidt en la Procuración del Tesoro. También influyó Castro Videla, quien
me enseñó a ver los hechos y los problemas. A mí nunca me gustó en particular
la posición de Goldshmidt ni su terminología, reparto de potencia. Tampoco
me interesaron otros como Cossio o Reale, pero sí, por ejemplo Juan F rancisco
Linares, con quien discutí mucho, y a quien le gustaba enseñar. Con él aprendí
a sistematizar esto del enfoque de la realidad, el axiológico y el normativo como
tres componentes distintos del Derecho. Y ahí empecé a ver que muchos de los
D-14 ii. diálogos con agustín gordillo

que siempre estaban en esta corriente en verdad terminaban siendo más norma-
tivistas que otra cosa. O sea, no le daban más peso a los hechos, como en cambio
me enseñó Castro Videla. Entonces junté todo ello de distintas fuentes y lo fui
armando a través del tiempo.
Por eso los libros míos van cambiando. Fijate que la Introducción al Derecho es
distinta a otras cosas que yo escribí y digo allí cosas que no dije antes. El Método
en Derecho también fue un paso en mi vida, y todos estos pasos reflejan el trabajo
con la gente. Al comienzo, pero muy al comienzo, era un poco reacio a reconocer
el aporte de los demás. Enseguida me dí cuenta que ese no era el camino.
Cuando hice el Código Administrativo para la Municipalidad General de
Pueyrredón, en el año 1964, me ayudaron unos cuantos amigos que trabajaban
en la Procuración del Tesoro, donde estaba en ese momento. Me dieron múltiples
ideas. En la segunda edición de la Introducción al derecho administrativo incluí
un agradecimiento, mencionando a quienes me ayudaron. Y, al mismo tiempo,
me influenciaron.
Ahora esta en el t. 5, Primeras obras, Libro IV, Proyecto de código administrativo, http://
gordillo.com/pdf_tomo5/04/04-proyecto.pdf.

Ahí había gente que sabía Derecho en serio y derecho administrativo en par-
ticular. En la Facultad siempre trabajé mucho en equipo y cada vez me convenzo
más: No tiene sentido dar clase para una cantidad “X” de alumnos, en el sentido
de clase magistral. Por supuesto a veces las sigo dando, pero sé que por ahí no
pasa lo importante.
MRF: ¿Qué es, para vos, enseñar?
AG: Más que transmitir información es dar elementos para aprender, para
pensar, resolver problemas, encarar situaciones nuevas. Diseñarles el problema,
el caso y luego que hagan lo que puedan, busquen en los libros, en los hechos, en
la realidad, en su corazón, en el cerebro, en donde quieran. A su vez, una de las
cosas en las que más fracasa la gente es en la percepción de los hechos.
En un curso de posgrado, alguien, no recuerdo si era un caso que había dado
o uno que trajo un alumno, acompaña al expediente información médica. No
había visto antes su expediente. Lo veo delante de él. Me llama lógicamente la
atención. Me pongo a leer y está en inglés. Entonces veo que menciona varias
enfermedades y le pregunto: “Dígame, ¿qué es esta enfermedad?” “Ah no sé,” me
responde. “¿Pero cómo? Si esto es prueba suya. Dígame esta otra ¿qué es?” “No
sé,” vuelve a responderme.
Entonces le pregunto si había leído su propio expediente. “Sí lo leí, pero no
pensé que me iba a preguntar sobre eso.” “Pero si usted aportó la prueba, es su
prueba. Además acá hay un documento que confunde hombre con mujer.” Por
supuesto era un error de redacción. No estamos hablando de la discusión de hoy

568
vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-15

en día sobre la diversidad de género. Estamos hablando de que alguien se equi-


voca y esto lo aporta como prueba.
Entonces le advierto: “Si usted no mira la prueba que aporta o no la mira
críticamente, le va a funcionar en contra.” Es lo mismo que si voy a ver al juez o
al momento de la sentencia y aquél me pregunta algo del expediente y no lo sé.
Me pregunta algo de mi propia prueba y no lo sé.
¿Cómo no lo voy a saber, si es mi propia prueba? Como abogado, trabajo en la
producción de la propia prueba. Por supuesto no la puedo hacer yo. Pero vigilo su
producción. Por eso insisto mucho en la producción privada de la prueba, porque
el abogado es el que tiene que merituar que el técnico haga bien su trabajo, que
no diga cualquier cosa, porque un juicio después se va a ganar o perder por eso.
Ver supra, Tratado de derecho administrativo y obras selectas, t. 4, El procedimiento admi-
nistrativo, Buenos Aires, FDA, 2010, 10ª ed, caps. VI, “Apertura a prueba. Medios de prueba,”
http://gordillo.com/pdf_tomo4/capitulo6.pdf y VIII, “El tiempo en el procedimiento,” http://
gordillo.com/pdf_tomo4/capitulo8.pdf.

MRF: ¿Cómo se construye un equipo docente? ¿Qué condiciones debería reunir


quien elige ser docente?
AG: Empiezo por el final. Para ser docente hace falta poder decir con since-
ridad dos cosas: “No sé” y “tiene razón.” Ese día, para mí, se graduó de docente.
Busco algunas cosas deliberadamente. Por ejemplo, que sean buenas personas.
Me parece que no puede ser docente gente que no lo es porque el alumno está en
una situación muy frágil, casi subordinado en ese contexto a un poder que tal vez
sea muy absoluto. Si es una mala persona creo que no debiera estar en la docencia.
Luego, debe ser responsable. Alguien que se toma tal tarea con irresponsabi-
lidad no sirve tampoco. En tercer lugar debe dedicarse. Son condiciones, diría,
para casi cualquier emprendimiento. No trabajaría con alguien que fuese una
mala persona, me parece que es perder parte de la vida inútilmente. Salvo esas
cosas, que son medio intuitivas, en realidad no tengo ningún otro criterio.
Y ciertamente, hay algo que no es deliberado, pero que resulta como si lo fue-
ra. Y ésto me lo han comentado muchas veces: Termino integrando a personas
diferentes para un mismo proyecto, de diferente ideología, de diferentes partidos,
de diferentes formas de pensar, con diferentes juicios de valores y ésto no se da
nunca por una planificación. Por ejemplo, cuando dirigí el Suplemento por el 75º
aniversario de La Ley, los comentarios que hice en el prólogo, los hice después de
ver a quienes había invitado. No elegí en especial a fulano, zutano o mengano.
Los nombres que me fueron apareciendo, los fui poniendo. Incluí a gente que no
era amiga. Invité a todo el mundo. No hice tampoco una planificación del temario.
Si era toda gente buena, resolví que cada uno escribiera sobre lo que quisiera.

569
D-16 ii. diálogos con agustín gordillo

Después que lo hice y cuando ví los temas, sobre treinta personas había solo
dos temas superpuestos. A uno le pedí si lo podía cambiar y me dijo que sí, que
no había problema. Respecto al otro tema, se justificaba un tratamiento múltiple.
Era sobre los decretos de necesidad y urgencia una cuestión de tanta actualidad,
que valió la pena más de un trabajo.
MRF: ¿Cómo conciliás, dentro de una cátedra, esa diversidad de opiniones o
la de posicionamientos políticos?
AG: Como verás, la gente es distinta pero esto no es producto de un diseño
previo. Tengo un amigo en la Legislatura que es muy amigo desde que era estu-
diante. Una cosa muy curiosa. Nos hicimos amigos en la Facultad. Yo profesor, él
estudiante. Muy efusivo, muy abierto, muy simpático, muy trabajador. Es Julio
R affo. Él siempre fue peronista de izquierda. Estaba cercano al gobierno de
Cámpora y yo siempre fui más bien anti-peronista que peronista. Puedo pensar
distinto pero no lo llevo al plano laboral, profesional o académico.
Este amigo fue Rector de la Universidad de Lomas de Zamora y me invitó.
Tenía detrás de su escritorio una foto enorme de “Evita capitana.” Le hago un
chiste y se ríe. Sabíamos los dos que pensábamos distinto. Incluso me ha invitado
que vaya a su casa con mi mujer. Alguna vez, estaban, entre otros, una Abuela
de Plaza de Mayo, gente de cine, todos de izquierda por supuesto.
Yo por ahí hago chistes en contra de la izquierda y me lo bancan todos. ¿Por
qué? Porque está la amistad como característica principal. Por supuesto si yo
fuera ofensivo la amistad no alcanzaría.
Pero la gente entiende que soy chistoso y también me toman el pelo a mí. Pero
todo signado por la pluralidad. Alguna vez le preguntaron a él si yo era amigo
suyo. Contestó: “Leé el prólogo que hizo a mi libro y te vas a dar cuenta.” Dije allí
algo así como: “En la Universidad de mi vida, Julio R affo es profesor titular.”
Ver el prólogo completo infra, Libro II, sección V, pp. P-57-62 / 757/62, Prólogo a Julio R a-
ffo, Ley de fomento y regulación de la actividad cinematográfica comentada, Buenos Aires,
Lumière, 2003.

MRF: No obstante, lo que relatas puede darse en la vida cotidiana. Pero


una vez incorporado alguien a un equipo docente, ese grupo humano empieza
a asumir una identidad, a tener puntos en común, un perfil determinado. Pero,
seguramente, esa configuración no es tan sólo obra de la casualidad.
AG: Es obra del grupo. Conforme un dicho, seguramente carente de rigor, uno
a uno, un argentino y un norteamericano, es mejor el argentino (el dicho es obvia-
mente argentino), pero en 10 a 10, seguro que son mejores los norteamericanos.
¿Por qué? Porque tienen más sentido de pertenencia, de cosa común. En el caso
de ellos son muy patriotas en serio. Nosotros hablamos mucho de los colores de
la bandera pero no somos tan patriotas. En todo caso, ellos se unen y hacen más.

570
vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-17

Nosotros nos juntamos y hacemos menos. En mi caso intento entonces que


nos reunamos y hagamos más. ¿Es un diseño expreso? No. Creo que me sale así.
Y trato de sumar gente que sea compatible entre sí: Si son básicamente buenas
personas y son trabajadores responsables e inteligentes, necesariamente se
llevan bien.
MRF: ¿Cómo se da el sentido de pertenencia en el marco de una cátedra?
AG: Por el trabajo. Creo que convoco a una tarea. Que es lo mismo que hizo
Diez conmigo. Me acerqué y él me convocó. Conozco mucha gente a la que le veo
condiciones cuando son alumnos y les propongo que escriban. Por ejemplo, a una
graduada la invité para que diera una materia conmigo en el posgrado. Como
siempre, soy informal. No hice todos los caminos y vericuetos de la propuesta o la
designación. Por lo cual, en definitiva, me dijeron que no. Pero otro docente de más
alto rango, la misma persona que me dijo que no, siguió todos los pasos formales
y la propuso y fue designada. Luego siguió ascendiendo en su destino docente.
Ahora, ¿A quién fue que se le ocurrió? Como ella dice, “Usted descubrió en mi
una vocación que yo no sabía que tenía.” En realidad no sabía si tenía vocación o
no, pero pensé que podía servir para eso. Y efectivamente sirvió, sirve y servirá.
Ahora está dedicada a la docencia, trabaja con otras personas pero, según ella,
fui yo quien le descubrió la vocación docente que ella no había visto.
Es que estimulo a muchísima gente. Hace poco estuve por una razón profesio-
nal, con una funcionaria del Poder Judicial, que fue alumna mía. No voy a ir a
decirle “Buenas tardes vengo a hablar de tal asunto.” Más bien, vengo como amigo
y me recibe como amigo. Estuve charlando con ella 4 horas y hablamos de todo.
Recibo después un mail de ella donde me dice: “Quedé energizada, como siempre
quedo energizada al hablar con usted.” Para mí fue una sorpresa. Sé que había
hablado con ella de que hiciera un trabajo y que publicara. Me dijo que tenía
algunas líneas nomás. Le propuse “Mándemelo y le prometo, como amigo, que
si es malo le digo que no le conviene publicarlo, si es mejorable le digo qué cosa
puede ser mejor y si lo veo publicable, lo publico. Pero quédese tranquila que no
la voy a sacrificar a Usted porque confía en mí un borrador.” Finalmente, me
manda un artículo y estaba perfectamente hecho y era muy bueno.
Entonces ahí me pregunto, ¿qué hice yo? No sé que hice, pero me llama la
atención esto de que sale energizada y creo que es por eso de que entusiasmo a
la gente a hacer cosas.
MRF: ¿Qué importancia le atribuís a la conformación de equipos docentes y
con qué criterios fuiste armando los tuyos?
AG: Fui armando, como vos decías, equipos docentes, entendiendo que esa
era mi función como titular. Esto fue un descubrimiento con el tiempo y sobre
la marcha. En realidad visto desde afuera uno dice “entonces es tener libertad”.

571
D-18 ii. diálogos con agustín gordillo

Siempre tuve libertad de cátedra. Desde mis inicios con Diez, cuando daba mis
clases en su cátedra él jamás me hizo una observación. Ni una. Al comienzo
imité su técnica docente de proporcionar información, luego la fuí cambiando.
Por supuesto que lo que él hacía fue totalmente diferente a lo que yo finalmente
hacía. Pero tenía su apoyo. Y por eso el primer libro se lo dediqué a él por su
constante y generoso apoyo a las vocaciones docentes.
¿Cómo era ese apoyo? Dándole libertad a quien tiene la capacidad de trabajar y
pone su esfuerzo. Cuando llegué a profesor titular me dí cuenta que esa libertad
académica la tenía desde antes y no iba a transformar la libertad que yo tuve en
la subordinación de los demás. Me pregunté así qué era eso de ser titular.
Hice el descubrimiento que era ser como un gerente de recursos humanos. Al-
guien que selecciona, entrena y supervisa al personal docente, que fue a lo que me
dediqué de ahí en más. Por lo tanto seguí haciendo, mientras estaba en el grado,
concursos internos, entrevistas para resolver la promoción, todo tipo de actividad
formadora de gente. Es cierto que hay siempre mucho desgranamiento, mucha
gente finalmente se aparta por algún motivo o por otro, o porque la exigencia es
mucha, o tiene cosas que hacer. Fueron siempre grupos móviles.
También usé mucho las reuniones de cátedra, porque me gustaba hacerlas.
Los reunía siempre en casa, en alguna época con empanadas y vino. La gente
discutía libremente. Discutíamos a muerte y yo también discutía, por supuesto,
no me podía privar de hacerlo. Recuerdo, por ejemplo, una anécdota con M aría
Eva Miljiker. Estábamos un grupo chico, no éramos muchos, discutiendo uno
de los decretos de emergencia de los comienzos del 2002.
Era un bochinche de artículos y discutíamos darlo como un tema de examen.
En algún momento, no se qué dije, pero me encantó la respuesta de M aría Eva:
“Para usted lo menos importante es leer el decreto.” Por supuesto había que
leerlo, pero no era el punto donde había que focalizarse. Era una de las tareas
a hacer. Nada más.
En la profesión actúo igual. Recuerdo una vez que fui a Mendoza a un congreso.
Había salido el día anterior una ley y la comento con el texto en la mano. Era la
novedad del día. Alguien me elogia. Una felicitación de lo más exótica, para mi
gusto, delante de varios extranjeros. Me dice que soy el mejor exégeta y el más
dogmático de los autores argentinos. ¿Por qué? Porque sé leer la ley o digamos,
demuestro que la sé leer.
Fue la única vez que me calificaron de dogmático, en el sentido de buen exé-
geta de la norma. Creo que soy buen exégeta de la norma, pero eso no es hacer
el Derecho, eso es un pedacito.
Sucedió también una vez en Brasil. Iba a hablar de licitación pública y el día
anterior había salido una nueva ley. La estudio y la explico. Portugués entiendo,

572
vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-19

los principios son más o menos comunes, y trato de ver bien qué hay en un sentido
u otro. Y me acuerdo una persona que me dice: “Usted es un genio. ¿Cómo hace?”
Soy abogado y así como leo un contrato, leo una ley. Por supuesto la tengo que
leer con detenimiento, con atención y ver qué dice. Pero esto no es el Derecho.
Esta es la última tarea del Derecho, ver la norma.
En los cursos de grado creo que el grupo que se fue armando al lado mío hizo
las cosas mejor. No es que invité a nadie en particular. La gente venía y les decía:
“Acá las reglas son, básicamente que trabajen ustedes y yo coordino y superviso.”
Tenía control de lo que pasaba en las clases y trataba de que hubiera auto-
control. Esto es muy importante. El profesor que dicta una materia, siempre
termina comprándose al alumno y el alumno se lo compra al profesor también.
Se establece una suerte de conexión que después se refleja más en la nota o sea
elevando la nota del que mejor se conectó.
Pensé que ese no era el camino. Comenzamos a hacer pruebas objetivas. Que
no dependa de cuánto le guste el alumno al profesor o viceversa, sino qué opinan
los demás del trabajo de alguien que no conoce. Establecí como regla una que
aprendí en la Escuela Nacional de Administración Pública en Francia y es que
el que da la materia no la toma, no examina. Acá, los que tenían la comisión 1
examinan por ejemplo a la 3, los que tenían la 3 examinan a la 4 y los que tienen
la 4 examinaban a la 1. Todo cruzado.
MRF: Recuerdo que fue más complejo aún, porque dos profesores corregían
la comisión de un tercero y si no había consenso sobre la nota final se discutía
en una reunión de cátedra.
AG: Exactamente, agradezco que te acuerdes. Eso va construyendo un pensa-
miento común y es muy formador para todos, porque no estás discutiendo proble-
mas teóricos, estás discutiendo los hechos del caso, la racionalidad o la justicia
de la decisión y estás discutiendo una norma. Y ése es un trabajo en equipo en el
que todos interactúan con todos. Quizás la diferencia mía fue que yo duré más,
o sea, tuve más persistencia, más perseverancia a través del tiempo.
MRF:¿Crees que los profesores de derechos deben ser full time?.
AG: No. Creo que los profesores europeos son, a veces, menos útiles como abo-
gados. ¿Por qué? Porque casi siempre están full time. Entonces, inevitablemente,
se manejan con libros y con fallos y nunca pueden ver la profesión desde adentro.
En cambio, en Estados Unidos, se supone que los abogados, si quieren ser buenos
abogados o grandes abogados, tienen que estar un tiempo en una fiscalía viendo
acusar, otro tiempo ayudando a un juez para ver cómo se decide, un tiempo en la
administración pública y luego finalmente en la profesión. La gente más brillante
en Estados Unidos, como tiene varias experiencias, las tienen todas secuencial-
mente full time digamos, pero finalmente los mejores profesores, los que más se

573
D-20 ii. diálogos con agustín gordillo

cotizan, son part time, para seguir ejerciendo la profesión. Y ¿por qué? Porque la
profesión es lo que enseña los problemas reales y de eso trata la vida.
MRF: Lo cual explicaría también tu criterio de selección para integrar la
cátedra cuando en 1983 volviste a la Facultad de Derecho de la UBA. Estaban,
entre otros, José Meehan que era camarista, Roberto Solá, que era fiscal de
investigaciones administrativas, M aría Isabel A zaretto que era directora na-
cional en la Procuración del Tesoro, yo que era entonces fiscal de contrataciones
públicas en el Tribunal de Cuentas de la Nación, etc.
AG: ¿Sabes que eso no fue una decisión consciente sino inconsciente?
MRF: No me digas.
AG: Totalmente. Lo mismo que la selección del grupo para el suplemento por el
75º aniversario de La Ley. Ahora veo la diversidad de trabajos. Me la hacen notar.
Me dicen que hay gente que piensa totalmente distinto. Pero yo no tuve ningún
plan. Más aún, cuando alguien dirige una obra generalmente hace primero un
esquema y ofrece a ver qué parte quiere tomar cada uno.
Yo sin pensar, invité a todo el mundo. Lo interesante era contar con profesores
que tuvieran en su profesión roles distintos. Porque eso muestra una enorme
destreza, un enorme adiestramiento personal. Cuando se habla de la doble per-
sonalidad del estado, digo que en mi caso es la “séxtuple personalidad.”
Cuando voy a Ginebra soy juez del tribunal y me adapto a las pautas de ese
tribunal, soy juez. Cuando soy abogado, soy abogado. Hace tiempo que no soy
funcionario, pero cuando soy funcionario, soy funcionario. Y si un funcionario
del Estado me pide un consejo le doy un consejo en función de lo que él me pide,
o sea, le recomiendo lo que me parezca que le sirve como funcionario.
Y ahora estoy en dos tribunales, que son arbitrales, por las reglas de la Cá-
mara de Comercio Internacional de París y en uno soy presidente, la Nación es
una de las partes, un grupo de empresas es la otra parte. También allí cuando
soy presidente, soy presidente. ¿De qué? De un tribunal arbitral. Entonces aun-
que todos los integrantes somos casi de la misma generación, los otros cuando
llegamos a una puerta me hacen pasar primero. Siempre les digo: “¡Qué raro
esto de ser presidente!” Porque normalmente no tenemos ningún tipo de orden
preestablecido, pasamos en cualquier sentido como llegamos.
Y después en el que soy co–árbitro, no presidente, es otro rol. Entonces el pre-
sidente es aquél, lo maneja él de cierta manera. En cada uno tengo que preservar
mi autonomía, mi independencia, mi juridicidad, mi ética, mis cuidados. Por otra
parte en toda cuestión que hago siempre pienso la hipótesis del conflicto. Cuando
estoy trabajando, sin conflicto actual, pienso siempre en la hipótesis penal. Si un
juez penal me preguntara “¿Usted por qué hizo esto?” ¿Qué le contestaré? Tengo

574
vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-21

una autocrítica respecto a qué me va a preguntar hasta un juez penal sobre lo


que estoy haciendo, de modo de estar preparado para no cometer errores.
MRF: Tu metodología para enseñar y para aprender derecho requiere de
parte de los alumnos un entrenamiento especial, en tanto generalmente vienen
de un sistema formativo con estrategias diferentes y métodos de aprendizaje
totalmente distintos.
AG: El éxito o el fracaso lo da la habilidad del grupo docente, porque son ellos
los que van a estar frente a los alumnos para plantear los problemas y hacerlo de
tal manera que esto no se vea como algo imposible o demasiado difícil. En realidad
los alumnos aprobaban, no era que tuviéramos un alto porcentaje de bochazos.
Lo que teníamos era un alto porcentaje de abandono. Se iban. No se lo bancaban.
A veces pasaba en Derechos Humanos. Uno de los docentes era juez de cámara y
en la primera clase, él lo hacía deliberadamente, se ponía muy duro para que se
fueran todos los blandos. Entonces muchos se levantaban y se iban. Quedaban
los duros, para trabajar en serio. A mi me pasaba lo mismo indirectamente. La
gente se iba yendo.
MRF: Recuerdo también que proponías en tu cátedra no dar casos reales de
actualidad, porque los hechos concretos en que se desenvuelve la realidad no son
suficientemente conocidos y eso modificaba la solución y el abordaje del problema.
Lo planteas también en el Capítulo III de An Introduction to law.
AG: Cuando di casos de actualidad siempre me fue mal. En el ´75, cuando
estaba Isabel Perón en el gobierno, dicta un decreto clausurando un diario al
que califica como “subversivo.” Yo lo doy en una comisión. La gente se paralizó.
Nadie dijo una sola palabra. Nadie. ¿Cómo puede ser una parálisis total? Es que
la actualidad, cuando es muy fuerte, limita mucho o te hace responder, en todo
caso, de forma muy emotiva y no fría sobre los hechos. Esto me pasó varias veces.
Una vez dí el tema de la responsabilidad del Estado provocada por las desa-
pariciones en el gobierno militar. Frío todo el mundo, ni una palabra. Entonces
no sirve para enseñar. Esto lo hice varias veces y muy pocas encontré alguien
lo suficientemente lúcido como para poder trabajar en el momento. Recuerdo un
examen de una persona que se sacó sobresaliente. Yo había llevado el diario La
Nación que había publicado un nuevo régimen carcelario. Esto en la época del
llamado “Proceso.” Se lo doy a una alumna. Era el diario de la mañana y no
había tenido tiempo antes de leerlo ni de reflexionar. Hizo un análisis clarísimo,
dentro de lo que se puede en los pocos minutos de lectura. Para mí realmente
enfocó muy bien el problema. Le puse sobresaliente. Pero esto fue la excepción.
Luego fue profesora adjunta de la cátedra.
Lo normal es que el caso real complica demasiado. Incluso les daba, en alguna
época, un acto administrativo, le ponía la fecha, etc. “Por lo tanto califico con 6

575
D-22 ii. diálogos con agustín gordillo

(bueno) al alumno fulano.” Lo firmaba, aclaraba la firma y se los daba diciéndoles:


“Analicen este acto.” Un alumno me dijo: “Lo consiento y queda firme.” Le digo
entonces: “De acuerdo. Pero lamentablemente el acto es nulo de nulidad absoluta
y lo puedo revocar de oficio, así que le comunico que acabo de revocarlo. Olvídese
del acto. Esta parte del examen le fue mal así que sigamos un poco más.”
MRF: Y falló en la conducta que debía seguir, aún cuando el acto nulo lo
beneficiara.
AG: Yo creo que si uno puede, tiene que tratar de sanear los vicios. Por ejemplo,
en la administración el problema es que los vicios pueden estar de uno u otro
lado. Es lo que dice M airal. La administración pública no suele pedir dictamen
jurídico, y si no lo quiere hacer en forma previa como corresponde, ¿cómo la forzás
a que lo haga? No podés. Entonces dicta el acto sin dictamen jurídico.
Ver M airal , “¿Uno o dos derechos administrativos?,” en Tratado de derecho administrativo y
obras selectas, t. 7, op. cit., cap. IX, http://gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo09.pdf.

¿Qué podés hacer? Lo que hago con cualquier cliente que tiene problemas con
la administración es decirle: Primero hay que buscar una salida distinta. ¿Por
qué? Porque si usted tiene un problema, es porque hay dificultades. Entonces,
como abogado le digo: “Cambie la situación de hecho, mejore su posición, sobre
todo cámbiela, discutamos cómo se cambia, de qué manera usted se puede bancar
que esto cambie.”
Entonces soy, no la administración como interlocutor, sino alguien que en-
tiende cómo piensa la administración pública, solo que siendo él mi cliente trato
de conversar con él como si fuera la administración pública, aunque lo hago en
realidad como abogado.
En eso he tenido frecuentemente peleas con colegas que me traen un asunto
porque yo explico esto y me dicen: “Te vine a ver a vos para que me des una
solución de derecho y vos me querés cambiar los hechos.”
MRF: En ese ejemplo te estás refiriendo a conocer, con la mayor minuciosidad,
los hechos. Pero eso no suele ser tarea sencilla para los alumnos. En el posgrado
ya hay un ejercicio profesional más avanzado. En ese sentido, en el grado, ¿cómo
te parece que se logra alcanzar ese objetivo sabiendo que los alumnos suelen
estar más predispuestos a estudiar sólo contenidos teóricos?
AG: Creen eso, sin duda. El centro de estudiantes suele poner las opiniones
sobre las cátedras y con frecuencia las recomendaciones eran no cursar en algu-
nas, entre las cuales estaba la mía. En general los fundamentos eran que era muy
difícil. Pero una vez tuve un alumno, que es hoy amigo y también docente, que me
dijo que durante un tiempo iba a las comisiones de otras cátedras preguntándole
a los alumnos cuánto tiempo les había llevado la materia. Esto de compañero a
compañero. Cuánto le había llevado aprobar con Fulano, con Zutano. Él recons-

576
vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-23

truyó el tiempo que a él le había llevado cursar en mi cátedra. Era menos tiempo
con el sistema mío que con el otro.
Lo que pasa es que era tiempo pensando y en otras materias solo tiempo me-
morizando. Salvo en mis comienzos, nunca tomé un examen de teoría, sino de
casos, de problemas y siempre a libro abierto. El alumno para rendir conmigo no
necesita saberse los libros. Pero sí debía ser veloz para, por primera vez, encontrar
las respuestas y razonar bien —que si lo puede hacer, enhorabuena para él— y
si no por lo menos haber leído o haberse interiorizado algo del material.
MRF: Así expresado puede parecer simple, pero quebrar las inercias en el
método de estudio de los alumnos no debe resultar tarea sencilla.
AG: Tuve una vez un chico que era, creo, el presidente del centro de estudiantes.
Escribió como veinte páginas, básicamente copiando el Tratado, y le puse cero.
Esto no vale nada porque lo que hizo fue copiar del libro que tenia ahí abierto.
Y el joven lo aceptó. ¿Por qué? Porque era un papelón para él. Era un papelón
demostrar que como alumno no sabía utilizar un sistema que era para pensar.
Recuerdo, en otro examen, a una alumna que llevó un changuito y allí metió
el Código Civil, el Código Penal, la Constitución nacional, varias otras cosas y
los libros de derecho administrativo. Vino con el changuito al aula y dijo: “Por
las dudas tengo todo.” Era verdad y le fue bien.
MRF: Pareciera que esta cuestión se relaciona con la forma en que accedemos
a la información
AG: Es saber buscar también información y más ahora que ésta es exponen-
cialmente creciente, es terrible ver y saber buscarla.
Tiempo atrás, me llega una consulta de un empresario que quería que le diera
una opinión sobre un caso. Sólo para saber donde estaba parado. Entonces me
decía: “Si la voy a usar o no, no lo sé. Si la voy a hacer pública o no, no lo sé.
Acostumbro a ser cuidadoso, que es también algo que le digo a la gente. Le pido
pues que me envíe anillada y foliada la documentación del caso.
En el dictamen lo primero que hago es relatar la información. ¿Dónde lo apren-
dí? En la Procuración del Tesoro. ¿Para qué? Para que quede claro frente a qué
hechos digo qué y con qué documentación lo hago. Y ya con la documentación
empiezo a encontrar cosas. Por supuesto el expediente termina con un escrito
de la empresa con un recurso, con una posición determinada. Se trataba de una
licitación. La administración pública le dijo desde el comienzo: “Las cosas son
así.” Y jurídicamente le dio una posición. A la empresa le pareció que estaba
equivocada y se opusieron.
Entonces me pregunto como primera cuestión, que es de práctica, ¿Vale la pena
oponerse a un requerimiento que no es extraordinario? Básicamente era llenar

577
D-24 ii. diálogos con agustín gordillo

unos formularios o acreditar algo. Si piden sólo eso, ¿para qué le decís que no? Es
una posición absurda, más aun si la negativa se fundaba en la interpretación de
una ley. Eran dos artículos de dos normas sumamente complejas y quien no está
ducho en derecho administrativo se puede confundir. Básicamente se vinculaba
con la noción de “empresa del Estado” y de “empresa pública.” Y esto lo tomaron
como una sola cosa y se equivocaron en la interpretación de las normas.
MRF: Recuerdo que alguna vez mencionaste que cuando se trabaja en base a
casos no deberían darse consignas. Sólo plantear el problema. ¿A qué responde
esta idea?
AG: Básicamente cuando analizo un caso como abogado o como funcionario,
tampoco tengo consigna alguna. La consigna es “resuelva esto.” ¿Cómo? Y, como
a usted le parezca. Pero hágalo bien. Si uno da una consigna, de alguna manera
orienta la solución del caso y lo que interesa es el aporte creativo de la persona.
Cada uno lo puede ver de diferentes maneras, que cada uno lo vea como quiera
y después discutiremos, en el caso de un examen, si es suficiente para aprobar
o no. Pero nunca di consignas. La consigna es “piense” y es obligar en definitiva
a pensar.
MRF: Si esto es valorado por los alumnos y ellos reconocen su utilidad ¿por
qué no es esa la metodología docente más practicada?
AG: Porque plantea incertidumbres para los dos, para el docente y para el
alumno. Para el docente porque no sabe qué va a hacer el alumno. Y entre los
alumnos, si uno da un caso a cincuenta de sus compañeros, estadísticamente
es casi imposible que no haya alguno brillante. Entonces con uno brillante, que
tiene tanta plenitud de inteligencia, pone toda su capacidad, hará una cosa mucho
mejor de la que vos hubieras podido hacer.
MRF: Claramente enseñás lo que hacés como abogado. En ese sentido recuer-
do un caso profesional donde en el inicio conformaste un grupo de colegas para
indagar sobre los hechos y colectar y analizar pruebas. Solo tenían como función
buscar documentos, informes, etc. Luego pedir la opinión de los técnicos o los
expertos respecto a ellos y utilizarlos como medios de prueba para acreditar los
hechos. Esto fue, una vez más, empezar por conocer a fondo los hechos. ¿Por qué
otros docentes no insisten en este punto? ¿Por qué en el ejercicio de la docencia
parece, a veces, haber un desencuentro entre el ejercicio de la práctica profesional
y lo que se enseña? ¿Es sólo la incertidumbre de la cual hablabas?
AG: Hay veces que puede ser producto de la ignorancia.
MRF: ¿Ignorancia sobre...?

578
vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-25

AG: La profesión del derecho. De vez en cuando me encuentro con abogados


en ejercicio, que de pronto se le pasan los hechos o se le pasa la prueba o no se
ocupan de una solicitud de prueba.
MRF: En el mismo orden de ideas, ¿por qué la preocupación de muchos docentes
se centra en los contenidos teóricos, en “cumplir con el programa”?
AG: Una vez tuve, me acuerdo, un cuestionamiento de un grupo de estudiantes
o del centro de estudiantes. Se oponían a que tomara casos y con libro abierto. Les
digo: “Esta es una discusión larga: Propongan una hora que les quede cómoda y
nos reunimos y lo charlamos.” Recuerdo que eligieron las 8 de la noche y recuerdo
también haberles dicho en algún momento que si yo lo que tenía que hacer en la
Facultad era explicar el Derecho según estaba publicado y hacer que alguien me
cuente luego mi propia explicación me iba, porque eso es lo más aburrido para
hacer. Y, además, no sirve para nada.
Estuvimos discutiendo y en eso viene la mezcla del Derecho y la realidad y
la experiencia. Sé que una discusión la gana el más aguantador y yo, claro, era
entonces más joven, pero aún hoy lo haría. Empezamos hablando y hablando, un
grupo grande, como de treinta personas, y de pronto uno me dice: “Discúlpeme
doctor, me tengo que ir a cenar,” otro “discúlpeme me tengo que ir a mi casa.”
Finalmente nos fuimos, porque se fueron apagando las luces, a la escalinata de
la Facultad. El último se fue a las 4 de la mañana. Después que se fue él, me fui
yo. Me quedé solo pero hasta el último alumno seguí escuchándolo y argumentán-
dole. Por supuesto estaba muy convencido y ellos estaban, para mí, equivocados.
Les estaba dando la oportunidad de aprender en ese momento, aunque ello los
demorara un poco. Pero peor iba a ser después, con el título en la mano. Y además
estaba eso de ganar una discusión por resistencia física y por perseverancia.
Porque yo podría haber cortado cien veces la discusión. Pero no, la cortaron ellos.
Con lo cual, en definitiva, se dieron por vencidos. Ese es un tema, también, de
habilidades y que se aprende haciendo.
MRF: Una cuestión compleja es descifrar de qué modo uno es percibido como
docente por sus alumnos.
AG: Una ex alumna, brillante, que cursó una materia conmigo me trasmitió
una reflexión, bastante original. A todos sus compañeros les había dicho yo al-
gunas cosas algo agresivas que, por supuesto, no recuerdo ahora. Ella me dijo
luego que muchos no entendían que lo que les pretendía enseñar era templanza.
Y efectivamente algo que suelo decir es que uno puede hacerse el enojado, estar
enojado o hacer enojar a otro. Pero debe saber que el que se enoja, pierde. Suele
haber gente que me odia porque los he chumbado. Y no se dan cuenta que la idea
es que resistan, porque después en la vida le va a pasar que les van a chumbar
a ellos y hay que saber estar preparado para eso.

579
D-26 ii. diálogos con agustín gordillo

MRF: Esto ¿es explícito?


AG: Lo que pasa es que si lo hago explícito, entonces no aprenden. Para mi es
un proceso que requiere una evolución interior del otro y si no logra evolucionar
pues entonces no aprende y se va enojado y, el que se enoja, pierde.
MRF: Se podría afirmar que tu trabajo docente excede lo específicamente
intelectual.
AG: Te voy a dar una explicación. Creo que he logrado trabajar bastante con
las dos funciones del cerebro: La racional y la del inconsciente, a la cual las
mujeres acceden frecuentemente. Los dos hemisferios femeninos están además
muy conectados. Por eso sus movimientos intelectuales son tan veloces que ni
ellas mismas los suelen reconocer. No es que sean irracionales. Es que es el in-
consciente, no el razonamiento que lleva a esa conclusión.
MRF: En consecuencia, la intuición ocupa un lugar importante en tu trabajo.
AG: Diría que sí. Así trabajé en el Suplemento para el 75º Aniversario de La
Ley. Elegí a quienes invitar, intuitivamente. No hice ninguna planificación, nin-
gún esquema. Mandé treinta y tres mails, todos juntos, para que todos supieran
quién estaba invitado. Invité a gente de todos los colores. Eso si fue una decisión
consciente. Algunos no me contestaron, otros declinaron. Cuando recibí y publi-
qué los trabajos ví que recibía elogios que son, dentro de la generosidad, ciertos
en cuanto dicen que yo actúo con pluralismo, que invito a gente de diferentes
opiniones, para que discrepen civilizadamente entre sí. Efectivamente elogian
mucho mi generosidad, la apertura, pero esto no es un diseño deliberado. Me sale
así. Me pareció que en ese número en homenaje a la Editorial de La Ley tenía
que hacer algo de ese tipo. No podía invitar a quienes expusieran un sólo tipo de
pensamiento, tenía que invitar a todos.
MRF: Tal vez eso no es sólo intuición sino el resultado de una representación
sobre lo qué es el trabajo.
AG: Si, es cierto.
MRF: En tu trayectoria docente fuiste fiel a una metodología y eso siempre
generó el respeto de tus alumnos.
AG: Tengo mi propia hipótesis de mi tránsito por la Facultad. La Facultad en
la cual yo era estudiante, siempre fue muy conservadora en cuanto a distinguir
a profesores exigentes y profesores que regalan la materia. Al profesor exigente
siempre se lo respetaba.
Estoy hablando de los docentes más calificados de aquélla época, gente por la
cual yo al principio diría que pensaba muy distinto, pero que se sabía que eran
exigentes. Desde entonces pensé que la clave era ser exigente, o sea, no regalar

580
vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-27

la materia. Yo hacía cosas extrañísimas como dar problemas a libro abierto, pero
no regalaba la materia. Esto fue lo que me permitió hacerlo siempre y nunca tuve
un cuestionamiento, ni siquiera formal. Siempre traté que los alumnos aprendan
y no les regalé la materia.
Creo que esto es lo que me ha ayudado siempre. Porque saben que yo no regalo
nada. Entonces, como todos los años cambio, nunca saben que voy a hacer, qué
“locura” voy a hacer digamos. Pero saben que no voy a regalarla. Ser razonable-
mente exigente. Que no sea un “viva la pepa.” Lo mío no es un acto de populismo,
no es para quedar bien, sino para que piensen. Entonces, ¿quién te va a criticar
que lo hagas de un modo diferente?
Por ejemplo a un alumno que estaba haciendo un trabajo, la esposa, que
también había sido alumna mía le decía, “Gordillo te dio la tarea imposible.” La
tarea imposible es una tarea que doy, de vez en cuando. Les doy una tarea que
yo defino como imposible: “Lean para mañana cien tomos.”
Cualquier cosa. Entonces como la defino como imposible, la pregunta no es
“¿cómo hago lo imposible?,” sino “¿qué hago frente a una propuesta o un pedido
imposible?” La verdadera pregunta es “¿Qué hago? ¿Cómo me comporto? ¿Lo
recurro?,” algo tonto al menos en un posgrado. Otra es intentar cumplirla. Hay
alguno que lo hace y llega por ahí, porque nunca es “visiblemente imposible.” Yo
la defino como “imposible.” Algunos demuestran que es posible, matándose por
supuesto. Y algunos la pueden resolver en diez minutos. Entonces, ¿qué hay que
hacer? Hay que pensar. Pensar “cómo resuelvo esto.”
Y la pregunta es “¿qué hago frente a esta tarea imposible?” Una alternativa
puede ser entrar en pánico o con odio. Y otra puede ser tomarla fríamente y ver
que hacer. Y esa es la tarea imposible: Ver qué hacer frente a ella, racionalmente.
Ésto yo lo veo más del posgrado. De todas maneras, hay mucha mezcla entre
grado y posgrado.
MRF: ¿Podés darme un ejemplo de tarea imposible y de cómo se resuelve?
AG: A veces les doy para que lean mi libro Cien notas de Agustín o se los
regalo y les doy una semana para que respondan a una pregunta: “¿Qué fallos
prefiere Agustín Gordillo? ¿Qué fallos de los anotados allí son los mejores para
Agustín Gordillo?”
Esa es la tarea. La tarea “imposible.” Para resolverlo, tradicionalmente, habría
que conseguirse primero los cien fallos y leerlos, luego leer las cien notas y ver
entonces en ese balance de comparación entre cien fallos, cuáles son los que yo
prefiero. Eso es una forma tradicional de hacerlo.
Otra forma es, como me lo enseñó Bielsa y siempre trato de recordarlo, pensar
en cómo se decide si un libro es bueno o malo para comprarlo o no, para ver si
vale la pena mirarlo o no. Bielsa tenía tres reglas.

581
D-28 ii. diálogos con agustín gordillo

La primera, leer cuidadosamente el prólogo, porque si el propio autor no tiene


nada interesante para decir sobre su libro es la probatio probatísima.
La segunda, leer cuidadosamente el índice para ver cuál es el esquema que
elabora, si tiene un esquema racional que cierra o, en cambio, es un rejunte de
cosas que no están bien sistematizadas.
Tercero leer una hoja al azar. Con detalle. Por lo general una carilla al azar
es la medida del libro. Es muy difícil que después las demás sean mucho mejores
o peores. Lo usual es que sea la media. Ese juicio nunca me falló.
La otra cosa que digo siempre es “empezar a leer de abajo.” Porque a mi me
pasa, no sé si a otro también le pasará, que antes de llegar al final, dejo de leer.
Es una falla mental. No leo el último renglón. Me ha pasado infinidad de veces.
El último punto del índice decía “fallos para recordar.” Remitía a una pági-
na y en esa página decía otra vez “fallos para recordar:” Había siete fallos. Es
obvio que son los que más me gustan. O sea, eso se puede resolver en dos o tres
minutos, en diez minutos a lo sumo.
Las ventajas de empezar a leer de abajo las vi por primera vez en Zurich hace
muchísimos años, tratando de descubrir las instrucciones para sacar un boleto
para el tranvía. Estaban en alemán. Yo alemán había estudiado pero claro, era
un esfuerzo. Entonces leí las primeras reglas que eran cómo sacar la cuenta de
cuánto costaba. Cuando termino de calcular de acuerdo a las zonas, pongo la
moneda y veo que eran 80 centavos y no me da vuelto. La segunda vez me pasa
lo mismo, saco la cuenta y no me da vuelto pero me tuvo que pasar una tercera
vez, para que dijera “No, esto no son los suizos, soy yo. No es que están las tres
máquinas descompuestas. Soy yo que algo no estoy haciendo bien.”
Leo con atención, ya como si fuera un contrato, esas pequeñas instrucciones
para sacar boleto. La última decía: “Esta máquina no da vuelto.” Eso me pasó
por no leer hasta el último renglón.
Recuerdo que una vez, da una conferencia Sabsay sobre la nueva Constitu-
ción de la Ciudad de Buenos Aires y dice que en la ciudad está prohibido por la
Constitución que haya fondos secretos o reservados. No lo sabía. Cuando termina
su conferencia le pregunté en qué artículo estaba. Me menciona en cuál. Lo leo
y no lo encuentro. Lo leo una segunda vez y tampoco lo encuentro. Lo leo una
tercera vez y sigo sin encontrarlo. Entonces lo empecé a leer de abajo. Era el
último renglón. Siempre había dejado de leer antes de llegar al final. Eso me
hace muy necesario leer de muy diversas maneras y sobre todo empezar alguna
vez desde abajo.
MRF: Ponés especial énfasis en esta cuestión en An Introduction To Law.
Paralelamente y respecto al abordaje de la realidad, en una de las primeras

582
vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-29

ediciones de tu Tratado incluís un caso, “La cena de fin de curso,” que me parece
sintetiza mucho lo que estamos conversando.
AG: Recuerdo que lo daba sin ningún tipo de consigna y después en el pizarrón
anotaba las soluciones que daban, o sea cómo se resolvía. El caso era que yo iba
a consultar, ellos eran el estudio jurídico y yo el cliente. ¿Qué me había pasado?
Que me invitaban a una cena de fin de curso y después se van todos festejando
y dicen “Ya que robamos la materia, robemos también la cena” y tuve que pagar
la cuenta.
Primero, en la entrevista me tienen que preguntar. Ahí muy pocos se animan
a preguntarme, por ejemplo, ¿qué significación económica tuvo esto para usted?,
¿qué impacto? Cuando se acaban las preguntas viene el consejo.
Empiezan por los más obvios: Una acción de daños y perjuicios. Entonces
pregunto “es ¿ordinaria o sumaria?” Para que aprendan a encontrar la norma
procesal.
Voy haciendo similares consideraciones. Alguno propone hacer una acción
penal. Pregunto “¿querella o denuncia?,” para que aprecien que todo caso de
derecho requiere información de distintas fuentes.
Ponía en las líneas las distintas vías y dos columnas los pros y los contras que
mencionaban para cada una, a mi pregunta. Luego alguno proponía hacer una
denuncia administrativa a los alumnos y, nuevamente, pros y contras.
Había también una acción privada: Hacer una reunión con los alumnos, una
mediación, buscar un mediador, pros y contras.
Para mi, la respuesta adecuada, que normalmente la daban, pero había que
darles tiempo, era que aunque tenía derecho a hacer de todo, no convenía hacer
nada. Luego, plantearle a ese profesor si no había algo en el curso que había
hecho mal para que le haya pasado eso. O sea, tomárselo como una ocasión para
repensar la forma en que da la materia, para que otra vez no le pase lo mismo.
Hay algunos que han llegado a poner, que me vaya a psicoanalizar. Es un poco
agresivo. Uno no le va a decir eso al cliente, eso no es una respuesta de un abo-
gado a un cliente.
MRF: Además recuerdo que formulabas algunas preguntas tales como ¿cuánto
va a demorar el juicio si resolvieran iniciarlo? ¿Cuánto le van a cobrar de hono-
rarios a su cliente? ¿Cuál es la tasa de justicia que habría que pagar?
AG: Vos sabes que en las ediciones viejas de uno de los tomos del Tratado que
se refiere al proceso judicial, ponía siempre al final “casos” y una tarea era esa
que vos recordás: Vean colecciones de jurisprudencia y cuánto tarda un juicio
en promedio o en casos excepcionales. Por esta tarea, era la época del proceso
militar, hubo gente que quería querellarme dentro del Poder Judicial. Como si
yo los estuviera ofendiendo.

583
D-30 ii. diálogos con agustín gordillo

Y era solo una tarea puramente de constatación fáctica. “¿Cuánto dura?” Debe
durar mucho, pero ni siquiera digo que va a durar mucho. Sólo les preguntaba
cuánto dura y nada más. Y después saquen sus conclusiones. Me llegó la voz de
que había más de uno que estaba enojadísimo conmigo. También les pedía que
vieran expedientes, cuándo se habían iniciado y cuándo terminaron. Y después
hay que ver cómo lo cobró y cuándo lo cobró.
Di mucho tiempo ese caso de la cena de fin de curso. Es lindo porque permi-
te desempeñarse actoralmente, que es parte de ser abogado. A mí siempre me
resultó agradable hacerlo y los alumnos se divierten y le encuentran que tiene
utilidad y sobre todo a alguien que le pasó eso, no le conviene difundirlo porque
en realidad es un fracaso. Como docente lo que menos tiene que hacer es un jui-
cio, una querella. No tiene que hacer nada, cero, tiene que hacer introspección.
“¿Por qué me pasó esto?” “¿Ha sido una casualidad o hay algo que yo debiera
cambiar?” Y por supuesto si eso pasó “algo tengo que cambiar.” En cualquier caso
de derecho digo “si usted tuvo un problema, cambie, no persista en el error.” Si
una vez lo cometió y no le dio buenos resultados y lo vuelve a hacer igual, la otra
vez también se equivocará.
MRF: ¿Éste es un punto sin duda original y no suficientemente abordado, no?
AG: La profesión, en los últimos quince años, es una mezcla de procesal penal
y derecho administrativo. Los grandes asuntos terminan siempre en la justicia
penal. Cuando tienen algo de administrativo lo lleva el penalista pero necesita
el apoyo en lo administrativo.
He ido muchas veces a juzgados penales como abogado y como siempre digo,
conozco mucho Comodoro Py como abogado acompañante de un penalista, pero
quiero ir siempre como abogado, no como parte.
Siempre me planteo como hipótesis lo penal, siempre lo tengo presente, en lo
que sea. Y así lo enseño en clase.

584
Capítulo VII

EL POSTGRADO

M ario Rejtman Farah: Sería interesante abordar el tema del postgrado en


Derecho Administrativo de la Facultad de Derecho de la UBA. A ese postgrado
contribuiste con un perfil reconocido por la CONEAU al categorizarlo como “A,”
la que destacó expresamente dos materias que dictabas entonces: “Habilidades
Profesionales” y “Método en derecho.” ¿Cómo las concebiste y cuáles eran sus
objetivos?
Agustín Gordillo: Yo diría que fue al revés. La materia “Habilidades” existió y
no sé si existe todavía en la Universidad Austral y también en la UBA. En ambos
lados, tengo la impresión, la pensaron como una materia para enseñar a hacer
escritos. Eso para mí es de la carrera de grado para un estudiante de abogacía,
no para un abogado graduado. Lo que pensé fue, “Acá hay que hacer otra cosa”
Y ¿qué era esa otra cosa? Empecé buscando algunas y después fui cambiando.
Aprendí mucho a no repetirme demasiado o, a lo sumo, tener ciclos de repetición.
Se pueden encontrar más referencias en el Libro I de este t. 10, cap. XI, p. XI-1 / 269 y ss. Ver
la nota al comienzo del cap. V, p. 555.

Hay años, y eso lo hago muchas veces, que utilizo lo que aprendí en teatro.
Teatralizo la postura del cuerpo para mostrar cómo uno con el cuerpo tiene un
lenguaje, que puede ser de respeto, agresivo, etc. Actúo un poco y muestro el
lenguaje del cuerpo. Esto también es algo para lo que no estoy muy preparado,
porque fui unos años a teatro, nada más. Estudié algo pero tampoco demasiado.
Lo que hago es, entonces, como tirar la idea: “Cuando en algún momento en la
vida tengan un vacío, hagan teatro porque los va a enriquecer, les va a servir,
no con la idea de que se dediquen a las tablas.” Entonces lo insinúo, tiro la idea
pero no pretendo dar ni un curso de teatro ni un curso de lenguaje corporal, sino
sugerir “Acá hay una veta que usted tiene que investigar a lo largo de su vida,
tómesela como una cosa para la vida.”
D-32 ii. diálogos con agustín gordillo

Después utilicé cosas diversas de los libros y de cursos que hice de protocolo.
Siempre quedé muy impresionado con uno que dictaba el Conde Chikoff. Según
él había pertenecido a la Corte Imperial Rusa. Un hombre que era muy mayor,
cuando hice los cursos, hace varias décadas ya. Enseñaba cosas que eran de la
Corte Imperial Rusa. Algunas de ellas muy exóticas, al menos para mí. Por ejem-
plo decía que un príncipe debe saber limpiar el baño de la soldadesca. Una de las
tareas de los príncipes es limpiar los baños. ¿Te imaginás? Vencer el disgusto, la
repugnancia y tomarlo como una tarea digna de un príncipe.
MRF: En el mismo sentido, en relación al protocolo, recuerdo alguna charla
informal donde mencionabas que cuando a uno lo invitan a cierta hora, debe
resolver cuál es la tolerancia admitida o la aconsejable para llegar. Esto es una
habilidad: Saber si significa lo mismo una invitación para las 8 hs. en Argenti-
na o en Estados Unidos. Aludiendo a esta situación, decís “reflexionen sobre las
habilidades que son necesarias para ejercer la profesión. Éstas son algunas de
las que yo aprendí y que me resultaron útiles. Indaguen sobre las que tienen y
las que no tienen y que son necesarias y trabajen sobre ello.”
AG: Exactamente, así es. No les voy a enseñar nada. Siempre digo en la do-
cencia, pero también en todos los niveles, que trato que la otra persona tenga
motor propio.
Ese es mi objetivo. Que empiece a tener movimiento para seguir con sus
propias cosas. Y con Habilidades Profesionales es lo mismo. Les digo: “A mí se
me ocurren éstas. Piensen ustedes en qué cosas son hábiles y en qué cosas son
inhábiles. Escríbanlo. Esto es algo reservado entre ustedes y yo; al final del
curso, si quieren, hagan una reevaluación para ver en qué han mejorado en la
toma de conciencia o en la práctica dentro de las habilidades y las inhabilidades
que tenían.” A veces te encontrás con resultados sorprendentes.
Tuve un alumno que hizo como dos páginas de descripción de habilidades que
tenía. Francamente, me sorprendió porque era una descripción muy comprensiva.
Recuerdo que la entrevista la tomamos tres profesores. Le pregunté con detalle
para que explicara fundadamente, por qué era hábil en lo que había señalado.
Quedé impresionadísimo. Lo era en todas esas cosas que dijo. Algunas eran
condiciones que yo no tengo. Pero que él, obviamente, las tenía.
MRF: Cuando te referís a que un abordaje propio para la carrera de grado es
diferente al del posgrado, ¿cuáles serían las especificidades en uno y otro caso?
AG: Para mí en el grado es aprender lo más básico de la profesión. Por ejemplo
que los plazos se vencen. Que si se venció un plazo, perdiste. Segundo, que si un
plazo se puede computar de dos o tres maneras, elegí el más corto. Tercero que
aunque sea un horror de esfuerzo, que para el estudiante lo es, hay que presentar
los escritos en plazo. Por supuesto no me interesa sólo obligar a un alumno a que

586
vii. el postgrado D-33

presente escritos en término, porque sería un disparate, sino que aprenda que
hay que hacer escritos en término. Esta es la profesión nuestra y si no le gusta
que estudie otra carrera.
Pero si va a seguir siendo abogado debe recordar siempre: Por escrito y en
plazo. Y el plazo es exacto. Le ponen el sello fechador. Se equivocó un minuto y
quedó afuera. Porque un minuto, en ese caso, es un tema grave. Esto, para mí,
corresponde al grado. También en el grado se debe aprender a hacer escritos,
considerar alternativas, etc. Por supuesto un alumno puede recibirse según como
elija las cátedras, sin aprenderlo. Me parece que eso es para esa etapa.
Recuerdo que cuando daba Elementos de derecho administrativo, en el grado,
usaba unos casos prácticos que venían en el tomo 3 y ahora los pasé al tomo 6,
donde daba unos ejemplos de actos para que analizaran si estaban viciados, si
eran válidos, etc. Había uno que era retorcido. Como un caso circular bastante
difícil pero apto para pensar.
MRF: ¿Aquel caso de “ordénase al alumno impugnar este acto”?
AG: Exactamente. O sea, la verdad es para pensar y después ver como lo resol-
vés. Hay por supuesto diferentes formas de hacerlo. En ese caso, lo más sencillo es
cumplirlo y hacer lo que el acto pide: Un recurso ¿Por qué? Porque uno no se pelea.
Hace poco tiempo, también en un asunto profesional de una empresa importante,
me piden una opinión imparcial e independiente sobre un caso ya pasado porque
simplemente querían saber dónde están parados. Me aclaran que lo van a usar o
no, pero quieren saber qué pienso yo. Me dan los documentos. Primero pido que
los folien y luego describo el material foliado. ¿Qué había pasado en ese caso?
La administración les había pedido que llevaran cierta documentación e infor-
mación y la empresa se puso a pelear. Pero lo que le pedían no era un disparate,
debían a mi juicio haberlo llevado. Hay veces que instintivamente sale uno a
pelear. Pero en esto hay que tener cuidado. Pelearse con la administración, por-
que sí, es mal negocio. Hay que pelear cuando realmente existe un motivo. Esto
también es, otra vez, la vida.
Yo tengo una actitud producto tal vez de la vieja formación de Ihering de La
lucha por el derecho. Lucho permanentemente por el Derecho, en las situaciones
más chiquitas que me han tocado enfrentar. A veces no es pelear por el Derecho
en cuanto al derecho a algo, sino por los hechos. Por ejemplo, mis discusiones con
las editoriales generalmente son por pequeñas correcciones. El color de una tinta,
la graficación de una página. Eso me llevó hace décadas a hacer la Fundación
de Derecho Administrativo, para poder editar mis libros con mi propio criterio.
MRF: ¿Qué desafíos te planteaste cuando fuiste designado Director del
postdoctorado?

587
D-34 ii. diálogos con agustín gordillo

AG: Lo que tenía pensado y lo conversé con la Decana quien me dijo que le
parecía bien, era primero reunir a la comisión del postdoctorado para consultarle
sobre el reglamento que se hizo antes de la creación de la comisión, porque sus
miembros no estaban de acuerdo y querían modificarlo. Mi idea era hacer una
suerte de autoaprendizaje colectivo, lo mismo de Carl Rogers o sea, armar gru-
pos, dependiendo de su número.
¿Cuál sería la idea? Que cada uno informe por mail a todos el estado actual de
lo que están haciendo, que todos los demás por mail le contesten con sus críticas,
no con elogios. Críticas y sugerencias solamente, y que luego se haga una reunión
para debatirlas donde cada uno dice lo que quiere. Al post doctorando le sirve
ese aporte de los demás. Él resolverá si está bien o mal, si lo suyo es perfecto
o perfectible. Y yo como director, asistir a todas las reuniones. Es una carrera
que demanda un gran trabajo pero, al final de cuentas, quien no está dispuesto
a trabajar, será mejor que no se anote.
MRF: ¿Esta metodología puede presentar otras dificultades?
AG: Así es. Por ejemplo, en el año ‘69 tuve a mi cargo el dictado del doctorado
de derecho administrativo. Les dí la segunda edición del libro de acto adminis-
trativo y la obligación de cada uno era criticar un capítulo. Criticar, ése era el
trabajo. No precisaba ser largo, podía ser cortito, cada uno criticaba lo que quería,
por escrito. Y después la reunión era para debatir esas críticas. Ahí fue posible
hacerlo porque era una consigna. Nadie abandonó. No hubo problemas. Ahora
no sé, cuando el criticado sea uno de los post doctorandos, si le va a gustar. Re-
quiere de una mente un poco más sofisticada, que se dé cuenta que la crítica es
una ayuda, que no tiene sentido negativo. Pero eso hay que entenderlo y no todo
el mundo lo entiende.
MRF: De todos modos, no da la sensación que temas a la crítica.
AG: No, temeroso no. Temor creo no haber sentido nunca, salvo durante el
gobierno militar. Eso es otra cosa interesante también. Cuando se produce el
golpe militar empiezo a recibir gente que viene con diferentes problemas. Así me
viene a ver alguien totalmente relajado, muy recomendado por varios ex ministros
de la Corte. Alguien que evidentemente su profesión la tenía bien hecha y me
comenta que le habían aplicado unas de esas normas, llamadas antisubversivas
y lo habían echado de un cargo como factor subversivo actual o potencial o algo
así, como era la fórmula a la que entonces apelaban.
Él había hecho una carta en la cual había manifestado su disconformidad por
lo que habían hecho, en términos suficientemente vagos, de acuerdo a la época,
hablando de la Constitución, de la democracia, los valores republicanos, como
diciendo, “Usted está loco, yo no estoy en la subversión.” Pero tampoco se lo de-
cía claramente así. Encima era de un partido de centro. Cuando me termina de

588
vii. el postgrado D-35

contar, le contesto que a mi juicio estaba bien lo que había hecho. Pero su duda
era “¿Quiero saber qué pasa ahora? ¿Me matan, me meten preso? Tengo fortuna
y hay un congreso dentro de un mes en Europa al que me gustaría ir para que-
darme allí. ¿Qué me aconseja?”
Esa era la consulta. Le digo “Lo primero es que trabajen sin apuro, así que
vaya ya mismo a iniciar el trámite pidiendo el permiso para viajar al exterior.”
Ahora no se hace más, pero había que hacerlo en aquel momento.
Como verás, la realidad y los hechos, siempre en cualquier etapa de la carrera
o de la profesión.

589
Capítulo VIII

DECANATOS

M ario Rejtman Farah: Ejerciste la función de Decano en dos oportunidades.


Agustín Gordillo: Fueron dos brevísimos decanatos. Aceptar ambos fue un
error de mi parte. Uno fue en el ‘69, como Decano de La Plata y otro en el ‘73,
cuando fui decano en Buenos Aires.
Este cap. se complementa con lo expuesto en el Libro I de este t. 10, cap. XIII, § 2, p. XIII-2 /
308 y § 3, p. XIII-5 / 311 y ss. Ver la nota introductoria de la p. 555 de este volumen.

En el primer caso había estado fuera del país muchos días, así que no sabía
todo el desastre que había con el gobierno de Onganía. Un conocido mío, que de-
jaba el cargo, me propuso. Después me dijo que si hubiera sido antes amigo mío
no hubiera propuesto mi nombre, porque realmente era un polvorín. Traté de
comportarme democráticamente, en un gobierno obviamente autoritario. Esto dio
lugar a miles de problemas con el Rector aunque él, sin embargo, se portó como
un caballero. Porque, al aceptar, le advertí que si no estaba conforme conmigo,
me lo dijera y renunciaba. En algunas cosas no le hice caso. Traté de manejarme
con apertura, pero en un clima imposible. Con lo cual, me echaron. Pero como
argumentó entonces el Rector, “es una buena persona, no lo pueden echar,”
me aceptaron la renuncia que el Secretario Académico había anunciado a los
diarios en cuanto vió la noticia que fue determinante. Su sentido del tiempo fue
impecable. Fueron dos meses de tensión, problemas, reclamos, represión de todo
tipo. Curiosamente, para mostrar los argumentos ad hominem o de autoridad,
el haber sido Decano de La Plata fue utilizado positivamente por el jurado que
me nombró titular en la Universidad de Buenos Aires en el ‘69. O sea, a pesar
de haber estado dos meses, fue un argumento para ser titular.
En el ‘73 fue distinto, porque ahí estaba Vanossi en la Universidad y él me
propuso ante la renuncia de quien era hasta entonces decano de Derecho, que lo
hizo diciendo que “un cono de sombra avanza sobre el país.” Yo no era de los que
habían votado al gobierno que había ganado las elecciones con un 70% de votos,
D-38 ii. diálogos con agustín gordillo

pero sí creía, como creo hoy, en la democracia. Entonces me pareció que de un


régimen más duro había que hacer una transición a un régimen más blando,
para que no fuera tan abrupto.
MRF: ¿De qué manera se dio finalmente ese pasaje?
AG: Traté de hacer esa transición. Creo que en algún sentido lo logré, pero en
definitiva fue fallido también, porque una semana antes del 25 de mayo, en que
se producía el recambio, los estudiantes o ciertos grupos, tomaron la Universidad
y no pude entrar más, ni siquiera a mi despacho. Después vino una batahola con
lo cual no hubo ninguna transición. También estaba desinformado ahí.
Creo que esos dos errores me llevaron a ser después un asiduo lector de periódi-
cos. ¿Para qué? Para conocer el ambiente, para saber como están las cosas y poder
tomar decisiones en función del contexto y no equivocarme tanto. Por ejemplo, me
invitaron recientemente a participar en un congreso internacional oficial. El año
pasado, que también me habían invitado, tuve que preparar muy cuidadosamente
mi intervención para no cometer imprudencias ni tampoco decir nada en lo que
no creyera. Me costó mucho trabajo armar eso. Porque había muchas cosas para
criticar y yo soy normalmente crítico. Ahí no podía. Entonces tenía que hacer otra
cosa. No tenía ganas este año de volver a hacer el mismo ejercicio, sobre todo no
tenía ganas de ir cuando no estaba más Osvaldo Guglielmino como Procurador
del Tesoro, quien entonces me invitaba.
Para no ser confrontativo en el rechazo, dije que aceptaba pero que debían
pensar muy bien porque soy presidente de un tribunal arbitral en que la Nación
es parte. Me parecía que no era elegante que yo vaya a un acto, así sea académico,
de la Procuración del Tesoro o, al menos, sin preguntarle al abogado de la parte
actora e invitando también a los tres miembros del tribunal. Después, surgió un
viaje a Ginebra por lo que ni siquiera pude asistir al congreso y así lo comuniqué.
Pero toda esta prudencia y cautela es consecuencia de la lectura de los diarios,
que es lo que no hice cuando acepté los dos decanatos.
MRF: Imagino que la función de decano tiene, de todos modos, bastantes
limitaciones.
AG: En La Plata era decano interventor, o sea tenía las facultades del Con-
sejo Académico. Por lo tanto, la única limitación era la que el rector pretendiera
imponer. Pero de hecho la propia dinámica de una universidad intervenida hace
imposible al rector manejar a los decanos. Y cuando lo intenta, el decano hace
lo que quiere, o sea, obedece o no obedece. Me acuerdo que había autorizado una
asamblea de estudiantes y me llama el rector de la UNLP para decirme que venían
protestas marchando por la calle. Épocas de mucho tumulto. Le comento que en la
Facultad la asamblea de estudiantes había sido lo más tranquila. “¿Asamblea de
estudiantes? Termínela inmediatamente.” Se quería morir, porque por supuesto

592
viii. decanatos D-39

en aquel entonces no se admitían, pero yo lo pude hacer. Después me pidieron


hacer un acto académico, en el cual hablaron un profesor, un estudiante y un
egresado. Me dijeron que eso era volver al gobierno tripartito, y ahí fue donde me
tuve que ir. Y esa fue la causal de mi renuncia anticipada por el Secretario a los
medios, con precisión de relojero, como lo comenté en mi primera respuesta de hoy.
MRF: ¿Cuanto tiempo ejerciste, en esa oportunidad?
AG: Dos meses. Ciertas cosas breves de mi vida parecen haber durado largo
tiempo.
MRF: ¿Te habías propuesto un plan de acción o alcanzar determinados ob-
jetivos?
AG: No. Diría que era una mera administración, como el administrador de
una quiebra o de un concurso. Tratar de aflojar las tensiones. Autoricé en ambos
casos asambleas estudiantiles. Fui a ellas. Solo siempre, ni siquiera con algún
funcionario, totalmente solo y en las dos me respetaron. Después, cuando intenté
volver a La Plata en el ‘73, traté de seguir dando clases pero me esperaban los
estudiantes en la puerta de la Facultad para decirme que no me dejan entrar.
¿Por qué? Por haber sido decano de la dictadura. Entonces les pregunto “¿Por
que no revisan lo que hice y mis actos y van a ver que no he hecho nada en sí
mismo objetable?” Su respuesta fue que precisamente porque habían revisado
todo es que me estaban recibiendo cortésmente y con respeto. Porque si no, “me
hubieran tirado por la escalera,” en su figura de lenguaje. Pero lo cierto es que
no pude entrar.
MRF: Has sido o sos amigo de muchos de los decanos que estuvieron en fun-
ciones a partir del 83.
AG: Sí.
MRF: A partir de la experiencia que ellos te transmitieron, ¿cómo resumirías
los comunes denominadores o las improntas relativas a la función del decanato?
AG: Creo que hay algunas notas comunes que son la actitud abierta, pluralista,
participativa, democrática, tolerante. En ese sentido, me comporté como ellos.
Lo que sucedió es que ellos tuvieron la posibilidad de hacer cosas más profundas
que yo, por las circunstancias en las que ejercí ese cargo. Cuando fue decano
Eugenio Bulygin, que fue quien constituyó otra vez los claustros democráticos,
ahí estuve en el Consejo. O sea que me incorporé a la Facultad en el ‘83 de nuevo,
con relativa paz, digamos, y aparentemente si bien nadie está muy convencido
de mis dos decanatos, lo cierto es que, a pesar de ello, sigo siendo reconocido en
la universidad.
MRF: Se impuso la idoneidad profesional y tu trayectoria.

593
D-40 ii. diálogos con agustín gordillo

AG: Es lo que pasa con tres directores que tuvo el Buenos Aires Herald: Cox,
Graham–Yool y después James Neilson. Lo que dijo Cox cuando presentó el libro
que su hijo escribió sobre él, es que era uno libro que él no pudo escribir, porque
fueron demasiado fuertes esos años. Tener miedo por la vida constantemente,
realmente no da ganas de volver a hablar, revivir aquéllo.
Graham–Yool hizo un libro que se llama “Memorias del miedo” que es espe-
luznante, al mismo tiempo poético, pero espeluznante, y a su vez James Neilson
escribió dos libros sobre el proceso militar y vos ves, en ambos, el miedo que
había en aquella época.
MRF: Hoy a más de 30 años de democracia, y con una Facultad pluralista,
democrática, ordenada, ¿cuáles pensarías que deberían ser las prioridades de
quien ocupe ese cargo? ¿Qué rasgos o atributos, en tu opinión, deberían marcar
la gestión de quien asuma esa función?
AG: Creo que tratar, de alguna manera, de conseguir pautas de cada vez
mayor seriedad, de mayor exigencia y de mayor tecnificación. Lo cual para mí,
como siempre, es computación e inglés, cosa que se hace en menor medida, tal
vez porque son cuestiones que demandan mucha inversión. Pero hay que lograr
también una modificación cultural y eso es difícil de hacer. Es lo mismo que no
enseñar transmitiendo información, sino dando casos, problemas, tareas que
haya que pensar, razonar, no “recordar.” Tareas y problemas o casos a resolver
con libro abierto. Esa propuesta la hice en el Consejo Consultivo de la Facultad
en 1984 y sólo logré que se aceptara como criterio de implementación progresiva
y de algún modo voluntaria. La ordenanza está vigente pero se cumple muy poco.
Se halla publicada en el t. 6, Libro I, pp. Mét-Res-1/5, http://gordillo.com/pdf_tomo6/01/
resolucion.pdf. Hay referencias a ella en la sección I, “Mails.” En el presente t. 10, Libro I, se
trata muchas veces el tema de enseñar a pensar, no exigir información memorizada.

594
Capítulo IX

MIEMBRO DE TRIBUNALES INTERNACIONALES

Este cap. se complementa, no se superpone, al cap. XIV del Libro I, “Magistraturas interna-
cionales,” pp. XIV-1 / 319 a XIV-9 / 327 y ss.

M ario Rejtman Farah: Integraste diferentes tribunales internacionales. ¿Cómo


fueron esas experiencias y qué aprendizajes te dejaron?
Agustín Gordillo: En el ‘83 o el ‘84, un amigo que estaba en el BID y era
parte del sindicato me propone para el Tribunal Administrativo del Banco. Lo
hace la primera vez y el nombramiento no sale. Al año se produce otra vacante
y me propone de nuevo y esa vez salgo electo como representante del sindicato.
Me acuerdo que le pregunté “¿acá se supone que tengo que defender los derechos
de los funcionarios?” Su respuesta fue: “No. Vos sos juez. Hacé lo que te parezca.”
No conozco otros tribunales en que parte de los jueces se nombran a propuesta
del sindicato de empleados, pero la solución no varía: Se es juez y punto, nada
más ni nada menos.
Entré al tribunal y traté sobre todo de ser coherente y honesto conmigo mis-
mo. En todo tribunal colegiado hay siempre la tendencia a tratar de consensuar,
poniéndose de acuerdo. Pero claramente uno no firma aquello con lo que no está
de acuerdo. Puedo consensuar, aflojar, negociar. También en la negociación soy
duro. Integraba el tribunal Charles Breitel, uno de los grandes juristas nor-
teamericanos, sobre todo en filosofía del Derecho. Fue magistrado toda su vida,
asesor de tres presidencias distintas, lo cual era un gran honor. Estábamos una
vez tratando de armar un fallo. Yo lo respetaba enormemente. Pero a algunas
cosas puestas por él, les puse una marca al costado. No estaba de acuerdo y me
pareció que eso le molestó. Hasta en la forma en que se enojó mostró que tenía
mucha más experiencia y sabiduría que yo. Años después se produce la vacante
de presidente del tribunal.
Me acerqué a él without ingenuity o sea, no ingenuamente, para decirle que
se produjo la vacante y que yo querría proponerlo a él como Presidente. Se eno-
D-42 ii. diálogos con agustín gordillo

ja y me dice levantando la voz: “Usted sabe muy bien que yo no puedo serlo.”
Efectivamente, en el sistema implícito de frenos y contrapesos políticos e inter-
nacionales, en el BID, Estados Unidos tiene una posición que es la dirección de
asuntos jurídicos, pero no la presidencia del tribunal. Son acuerdos no escritos.
Lo mismo existe para otros países. Cada uno tiene un lugar, pero no otro. Son
cosas no escritas y efectivamente yo lo intuía y lo mío no fue ingenuo. Quería
saber si él lo consideraba o no. Por eso se enojó y entonces le sugiero el nombre
de otra persona. Sigue enojado y me dice: “Usted sabe muy bien que esa persona
no puede ser,” sin argumentos ni fundamentos. Y agrega: “Usted sabe muy bien
que esa persona tiene que ser Usted.” Mi respuesta fue: “Pero yo nunca fui pre-
sidente y no sé cómo se hace.”
A lo que contestó, ahora amablemente y con franca ironía: “Es muy sencillo.
Pero a usted le va a costar muchísimo. ¿Sabe por qué? Porque para ser buen
presidente hay que saber callarse la boca y eso a usted le cuesta demasiado.”
Pero me dio un consejo. “Presida y escuche lo que los demás miembros de-
batan. Como es un tribunal chico no hay que darle la palabra a uno o a otro.
Simplemente van charlando libremente. Esté atento y no abra la boca. Cuando
le parece que se ha logrado un acuerdo usted toma la palabra y dice: “Me parece
que hay un consenso en tal sentido.” Si usted lo logró percibir bien, el resto va a
estar de acuerdo. En realidad la sabiduría está en callarse la boca y esperar que
se produzca el consenso, identificarlo y ver si se puede sacar una conclusión del
debate.” Los dos o tres años que estuve de presidente de ese tribunal hice eso.
MRF: ¿Con qué dificultades te encontraste?
AG: Me tocaron cosas muy delicadas para manejar. De todo tipo y realmente
te aseguro que fue una experiencia bastante compleja de relaciones humanas, de
relaciones personales, manejo con la administración, manejo dentro del tribunal,
una muy rica experiencia. En ese tribunal existen cuatro escritos iniciales: De-
manda, contestación, réplica y dúplica. O sea que cada parte escribe dos veces
y al final viene la parte oral, los alegatos orales, en los que se repite lo mismo.
La parte actora habla treinta minutos, la parte demandada otros treinta, luego
la parte actora diez minutos, la parte demandada también y luego el Tribunal
formula preguntas a ambas partes, libremente.
Recuerdo un caso en el cual yo tenía siete preguntas encadenadas. En la pri-
mera el interrogado me dijo “No sé.” Con lo cual no le pude hacer las siguientes.
No me esperaba que me diera esa respuesta respecto a una cuestión vinculada a
los hechos del caso, de su propio caso. Pero Breitel hizo casi cuarenta preguntas,
todas distintas, no encadenadas, de modo que las respuestas podían ser afir-
mativas o negativas y él seguía preguntando. Ahí uno ve al pingo en la cancha.

596
ix. magistrado de tribunales internacionales D-43

MRF: ¿Cómo fue la experiencia de compartir ese tiempo con un jurista como
Breitel?
AG: Era un maestro a la hora de preguntar, además de conocer bien el caso,
su inteligencia, su creatividad. Esa fue mi primera experiencia, la más rica.
Recuerdo que hubo una distinción que se le otorgó a él como ex miembro y me
tocó a mí, como presidente, ir a Nueva York a dársela personalmente. Esa fue
una experiencia muy enriquecedora. Otra cosa que también me enseñó fue una
larga serie de reglas sociales. Una de ellas es que, cuando uno invita a comer,
quien invita tiene que estar mucho antes en el restaurante. Cuando un día él
me invitó a almorzar, tenía gran curiosidad y fui media hora antes de la hora
que tenía que estar. Él me había dicho, suponte a las 12.30 hs. y yo fui a las 12.
Espío y estaba sentado ahí. O sea, se tomó el trabajo de estar una hora antes.
Son esas reglas que para uno son inimaginables.
MRF: ¿Cómo se enfrenta la responsabilidad de ser presidente de un tribunal,
sobre todo en contextos complejos como los que describías anteriormente?
AG: Se negocia, siempre se intenta negociar. Recuerdo un caso de acoso sexual
en el cual estaba en discusión, primero, si el hecho había ocurrido o no. La ad-
ministración había ocultado la grabación de la denuncia. De esto nos enteramos
en las audiencias, en los alegatos finales. Yo era Presidente. Me acuerdo que me
quiso ver la abogada del Banco y no la quise recibir porque estaba realmente
ofendido por ese ocultamiento de prueba. Recuerdo que luego, en la mesa del tri-
bunal estábamos solamente tres jueces trabajando, sobre siete. Los otros cuatro
no estaban. ¿Quiénes éramos los tres? El juez suizo que después fue Presidente
de la Corte Europea de Derechos Humanos y el juez norteamericano que ya no
era Breitel, sino Buerghental y yo de Presidente.
Estábamos los tres leyendo por lo visto a igual velocidad, o sea, lento, con
cuidado, despaciosamente y cuando llegamos a la página 17 o cuando llegué yo
a la página 17, levanté la vista y veo que ellos también la levantaron al mismo
tiempo. Habíamos llegado a la misma conclusión y nos entendimos con una
mirada. Y era que efectivamente había existido el acoso sexual. Como siempre,
después se había transformado en acoso laboral. Entonces ahí empezamos a
discutir. Sobre siete, ya éramos tres y con uno más que votara igual ya estaba
resuelto. Quedaba como implícito pero no explícito que hubo acoso sexual, tres
por lo menos lo pensábamos así.
Se entra a discutir la indemnización y uno de los jueces partió de U$D 200.000.
Otro juez, que había sido Magistrado de la Corte Federal de Brasil y era muy
astuto, empezó a negociar la cifra de la indemnización para hacerla bajar y fuimos
bajando y bajando porque queríamos sostener el consenso o la mayoría.

597
D-44 ii. diálogos con agustín gordillo

Nos hizo llegar a USD 50.000 y cuando llegamos a ese punto anunció que
votaría pero en contra. Uno debería saber a qué atenerse y así lo sacamos por
simple mayoría. La minoría dijo que no hubo acoso sexual.
MRF: ¿Dirías entonces que la necesidad de encontrar consensos fue algo que
comenzó a aparecer allí?
AG: No, no hizo falta que me lo dijera nadie. Con los clientes siempre trato de
ponerme de acuerdo y si no pensamos lo mismo, no sirvo como abogado o no soy
el abogado para ese cliente al menos en ese momento. Discuto cuando hay que
discutir, pero sabiendo que estamos buscando lo mismo. Si es un cliente empre-
sario estoy buscando conocer la historia y el contexto económico y técnico de su
empresa y su contexto productivo y comercial. Si soy juez trato de hacer la mejor
justicia que pueda. En un tribunal, si uno está convencido de que esta posición es
justa y falta un voto, hay que reunirse y negociar para ver si se puede conseguir
el otro voto. Hay una película ya un poco vieja, creo que es de A ndy García, que
se llama The Swing Vote, el voto del desempate. Toda transcurre en la Corte
de los Estados Unidos y muestra cómo se van produciendo las discusiones y los
cambios. Parece que uno tiene cinco votos y el otro dos pero luego cambia y es al
revés, uno tiene cuatro y el otro tres.
Muestra como van discutiendo los jueces, tratando de influenciarse para
cambiar su voto con, a su vez, implicancias políticas. Todo esto en el film: Por
supuesto que en el interior de la Corte no tengo la más remota idea de cómo es.
Pero estoy seguro que no es como lo muestran al final de la película, porque
termina con una suerte de improvisación en la que uno de los jueces le pide al
más joven que él diga la sentencia. Eso no se hace así, de golpe. Y el otro por
supuesto se manda un discurso equilibrado, brillante y todos están de acuerdo
por unanimidad. Pero es una película. En la realidad cada uno discute lo que
cree que es la posición justa, a veces la posición posible y a veces la conveniente
o la necesaria o la influenciada por las propias ideologías.
MRF: ¿Cómo continuó tu trayectoria en los tribunales internacionales?
AG: El segundo fue el del Fondo Monetario Internacional. Ahí me llamó mucho
la atención que yo apareciera en la lista. Creo que tengo idea de cómo fue. Una
persona que había conocido en el tribunal del BID, un norteamericano, tenía
buena opinión de mí. Dió mi nombre y empezó a caminar. Éramos cinco candi-
datos. Había un japonés, un francés, un norteamericano que era en ese entonces
el Presidente de la Corte Internacional de Justicia, o sea, el cargo más alto que
hay en el mundo y estaba yo también.
La administración, de los cinco hizo una selección y nos propusieron a tres.
A uno como presidente, que era el Presidente de la Corte Internacional de Jus-
ticia, a dos —al francés y a mí— como asociados. Los otros dos eran un egipcio

598
ix. magistrado de tribunales internacionales D-45

que estaba en Suiza y un profesor japonés de derechos humanos. La idea era un


poco que estuvieran representados los cinco continentes. A mi me designan como
asociado y estuve allí como magistrado asociado dos años.
MRF: ¿Qué recordás de tu paso por ese tribunal?
AG: Me impresionó el alto nivel profesional de los profesionales del Fondo. Los
economistas tenían un mínimo de dos doctorados. Eran sumamente trabajadores
e inteligentes y no solían acudir al tribunal, más bien criticaban sus soluciones.
Creo que entre ellos había algunos que fueron premios Nobel de Economía. Su
vida no era la carrera en el Fondo ni menos, por ende, acudir al Tribunal.
Después entré en el de la OEA. Ahí también a través de una persona que me
conocía, aunque yo no lo conocía a él. Se le ocurrió mi nombre, me habla a ver
si me interesa, le digo que sí, lo maneja por los vericuetos internos y habla con
uno y con otro y con el embajador argentino ante la OEA, para que proponga mi
nombre. Por supuesto contactos en Cancillería. Como siempre un procedimiento
no escrito. A resulta de lo cual, finalmente, el embajador argentino una vez que
pasó de la Rúa por allá, que era Presidente en ese momento, le plantea el tema y
él dice que sí. O sea, le sacan la palabra casi en un pasillo. Y con eso me propone.
Toda una suma de cosas informales, absolutamente por derecha, pero al mismo
tiempo no por el camino burocrático formal. Entro al tribunal de la OEA donde
éramos todos muy distintos y teníamos percepciones muy diferentes del derecho.
MRF: Resulta interesante mencionar que en tribunales de este tipo conviven
personas provenientes de diferentes tradiciones y culturas. ¿Genera esto algún
inconveniente?. ¿Qué otra clase de problemas enfrentaste?
AG: El problema depende de las personalidades, la formación y hasta de la
ideología de cada uno. El norteamericano por ejemplo, era un activista de los
derechos humanos, muy apasionado, muy trabajador y muy difícil también.
Además ahí había el problema de la lengua. O se hablaba inglés o castellano y
el único bilingüe era yo. Porque de pronto hay conversaciones que no son fáciles
si uno no habla el idioma del otro. No había traducción simultánea en los deba-
tes internos. Ahí, la verdad, tuvimos muchos problemas con cada fallo por esa
diversidad de gente.
Me llamó luego un funcionario de Cancillería, que era el mismo que había sido
embajador cuando me propusieron, para preguntarme cuál era mi idea, porque
vencía el término de mi designación. Le manifesté que mi deseo era continuar. Me
dijo entonces: “Ah... el presidente en el Tribunal Administrativo de las Naciones
Unidas es un argentino al que se le venció el último mandato y a él le gustaría
ir a la OEA.”
Le propuse pues hacer en enroque. Mi nombre pasó a los filtros internos y fuí
propuesto por mi país en la Asamblea de la ONU. El juez argentino que terminaba

599
D-46 ii. diálogos con agustín gordillo

sus funciones en la ONU, en cambio, no fue propuesto por el gobierno argentino


para ocupar el lugar que yo dejaba en la OEA.
Naciones Unidas era un tribunal moribundo. Al año siguiente feneció aunque
entonces no se sabía cuando terminaría porque estaba pendiente la creación
de un nuevo tribunal, hacer concursos, entrevistas y exámenes muy complejos.
Yo estaba con un ojo puesto en el siguiente concurso y con otro en el tribunal,
donde otra vez había de antaño prácticas muy diversas. No era un tribunal que
fuera predecible y además, cuando entré, parece que algunos más antiguos espe-
raban que me comportara como el “benjamín.” Pero no pasa por el voto mismo. O
sea, el benjamín vota igual que el más viejo. Ahí algunos pensaban que yo como
benjamín tenía que encuadrarme. Así que tuvimos también muchas discrepancias,
muchos votos en disidencia. A veces yo solo, a veces con otros.
Generalmente tenía que hacer una disidencia y negociar desde la disidencia.
Marcaba en el proyecto de la mayoría en qué cosas no estaba de acuerdo y no
firmaría y por lo tanto las ponía en mi disidencia, en una versión corregida.
Venía luego otro proyecto, lo leía otra vez; veía que habían tomado algunas
cosas mías y habían dejado otras, entonces marcaba las que quedaban, modificaba
mi disidencia y veía que ésta se iba achicando, pero seguía siendo disidencia.
Hasta que al final sacaron todo lo que yo objetaba, con lo cual firmamos de
común acuerdo, sin disidencia alguna.
Pero tuve que pelear siempre con una disidencia escrita y eso me pasa también
en el tribunal de la OIT. Tengo que debatir con una disidencia escrita, si quiero
discutirla bien. Si no tenés la disidencia escrita pueden pensar que no estás
diciéndolo en serio, que no te vas a animar a hacerlo.
Lo hago no como algo habitual, sino cuando estoy realmente en desacuerdo.
En el Tribunal de Naciones Unidas se reunían durante todo un mes entero, lo
cual es demasiado. Reunirse un mes para resolver algunos casos era un error.
Entonces, en una oportunidad, les dije que no podía ir más de quince días, en
otra no pude ir, a una falté. Yo soy amigo del entonces presidente del tribunal,
F logaitis, pero él no podía manejar un tribunal que no había designado y que
traía un historial consistente de una forma de organización del trabajo que hacía
impredecibles los resultados. Cuando se hizo el concurso para el nuevo tribunal
me presento y, por lo poco que conversé con otros, tenía antecedentes impecables,
por lo menos para que me entrevistaran y me tomaran las pruebas. A todo esto
habían constituido un comité internacional indubitable y me llamó la atención,
pero me termino de dar cuenta después, que me dicen de entrada, en pocos días,
que no fui seleccionado, a través de una carta muy cortés, pero donde me agra-
decían por participar.
MRF: ¿De modo que no te convocaron a ninguna entrevista?

600
ix. magistrado de tribunales internacionales D-47

AG: No me invitaron a las entrevistas ni a las pruebas y me quedé bastante


pensativo. Pero contesté cortésmente y cuando ví la selección final ahí me dí
cuenta: Eligieron un perfil que yo no tenía, de un juez nacional en actividad. Yo
era profesor, académico, juez de tribunales de organismos internacionales, pero
no juez nacional en actividad y ese fue el perfil que eligieron. Y la verdad me
pareció una decisión acertada.
MRF: El requisito, sin embargo, no estaba explícito.
AG: Nada está explícito, todo es implícito. Eso lo deducís de ver lo qué pasó.
MRF: ¿Por qué crees que en este caso fue razonable buscar ese perfil y en
otros casos no?
AG: Porque fue un criterio objetivo.
Otras referencias en este mismo tomo 10, Libro I. También, del mismo entrevistado: “The
status of the Judge: Independence and Impartiality,” http://gordillo.com/articulos/art6.pdf;
“Access to Justice, Legal Certainty and Economic Rationality,” http://gordillo.com/articulos/
art4.pdf; “Restricciones normativas de los tribunales administrativos internacionales” en LL,
2002-F, 1540-8, http://gordillo.com/articulos/art29.pdf y “Frenos y contrapesos en la creación
del derecho en organismos internacionales. El caso de la discriminación,” LL, 2005-F, 1404,
http://gordillo.com/articulos/art51.pdf.

MRF: La experiencia que tuviste en esos tribunales, ¿la pudiste aplicar en


otros ámbitos de tu profesión?
AG: Sí. Pero te digo, cuando estuve en la Procuración del Tesoro donde el trabajo
era distinto, uno dictaminaba para el Estado pero era independiente, nadie me
daba instrucciones de cómo hacer el proyecto. Yo hacía el proyecto como si fuera
juez, lo que a mí me parecía. Se lo pasaba al jefe, si él estaba en desacuerdo me
lo decía. Pero él corregía. O sea, no es que me convencía a mí de nada. El que
firmaba era él, aunque en realidad él tampoco lo firmaba sino que, a su vez, lo
elevaba. Tenía dos escalones más. Entonces, eran cuatro revisiones a partir de
un proyecto independiente. Esa época la disfruté mucho porque escribía lo que
yo pensaba y, mi jefe me corregía, claro está, cuando veía que me equivocaba,
sobre todo en los primeros años.
En la profesión de abogado también soy independiente, en el sentido que no
entro en cosas que creo que no debo hacer y sí lo hago en aquellas que siento que
puedo ejecutarlo, así sea en el medio del barro. No tengo ningún problema en
hacerlo porque sé dónde estoy y qué voy a hacer yo y, por supuesto, cuido que lo
que haga esté bien hecho.
Siempre digo: “Mi solución tiene que pasar por el control judicial, tanto el de
la Corte como el de la justicia penal.” De modo que me planteo primero si un
juez penal me pregunta cómo hice algo, que le pueda contestar. En la profesión

601
D-48 ii. diálogos con agustín gordillo

también soy independiente en el sentido que solamente trabajé con gente con la
cual creí que tenía razón, defendí cosas en las cuales creía.
De modo que para mí no hay mucha diferencia entre haber sido abogado en la
Procuración del Tesoro, ser abogado particular o estar en tribunales internacio-
nales. Porque en todos los casos sos una persona autónoma.
En la Procuración no había que negociarlo, en la profesión hay que negociarlo
con el cliente y a veces con un universo de abogados. Y tenés que interactuar con
todos ellos. Yo ahí generalmente les digo: que hagan lo que quieran. Los acom-
paño pero si quieren mi opinión la digo claramente y después decide mi cliente.
Me ha pasado muchas veces llevar asuntos que se perdieron porque el cliente no
estuvo de acuerdo conmigo, pero el dinero era suyo, la empresa también y si la
quería arriesgar, por supuesto tenía derecho a hacerlo. Pero yo soy franco. Digo
siempre lo que pienso. Y en los tribunales que integré fue lo mismo.
La suma de todas estas experiencias me lleva, y no es casualidad, casi al final
de la vida, a escribir la Introducción al Derecho. En mis clases explico esto, que
se remonta a la filosofía del derecho, en que lo principal son los hechos.
Percibir los hechos es totalmente determinante y si te equivocás en los hechos,
hagas lo que hagas, no sirve para nada. Luego, la valoración es un ajuste fino,
el ajuste axiológico, qué se puede hacer, qué se debe hacer, qué dice la norma,
qué es lo justo, qué es lo conveniente. O sea, hay un juego de valores puramente
intuitivo pues así son los valores que cada uno tiene. Luego viene la búsqueda
en el Derecho. Ver qué está normado, qué jurisprudencia hay y ahí decir lo tuyo
y ver si lo podés introducir o no. Y si todos los precedentes están en contra, ahí
decidirás si cambiás los precedentes o si cambiás tu hipótesis y te pasás a la
jurisprudencia predominante. A mi me han pasado las dos cosas.
Además me gusta siempre hacer primero el borrador, así trabajaban mis cole-
gas en la oficina, R aúl de Zuviría y R afael Castro Videla. Como ellos, a medida
que voy viendo el expediente, voy armando mi hipótesis. Por supuesto puede ser
totalmente irresponsable, porque todavía no miré todo el expediente, pero me
gusta irla escribiendo. Entonces voy viendo y voy cambiando, modificando todo
esto con el expediente. O sea, tratando de ver los hechos y tratando de ver qué
juicio de valor tengo yo, cómo reacciono. Después que llego a un proyecto que está
más o menos armado, generalmente ahí entra siempre la discusión de alguna
norma que hay que interpretar, que son cuestiones necesarias y por último la
jurisprudencia para ver qué se ha dicho.
Jamás empiezo por la jurisprudencia, empiezo primero por los hechos y mi
visión personal, el expediente, la norma si aparece, los juicios de valor y al final
voy a ver la jurisprudencia, si valida o no valida esta hipótesis. Y ahí hago un
poco de salpicado de jurisprudencia o no, según como sea la estrategia.

602
ix. magistrado de tribunales internacionales D-49

Como abogado jamás cito jurisprudencia, porque entiendo que el tribunal la


conoce y entiende mejor que yo. Yo debo conocerla, pero no invocarla. Es como
decirle al tribunal que no conoce sus propios fallos. Y como abogado me parece
un poco agraviante citarle a un juez la jurisprudencia, porque la conoce mejor
que uno. Yo tengo que convencerlo que los hechos son estos y que sería bueno que
se resolviera bien para mí. Si él cree que esto es así argumenta en ese sentido
y si cree que no es así le van a sobrar fundamentos. O sea, lo convenzo o no lo
convenzo, pero no lo voy a convencer reproduciéndole fallos. Hay un norteame-
ricano o un francés, no recuerdo, lo cito en alguna parte, que dice “primero se
toma la decisión, después se estudia el Derecho.” El rol del juez de un tribunal
internacional no difiere de esto.

603
Capítulo X

EL ROL DE UN JUEZ

Ver también “Cómo leer una sentencia,” cap. V del libro Introducción al derecho, Buenos Aires,
La Ley, 2007, http://gordillo.com/iad.html.

M ario Rejtman Farah: Aún considerando la imprescindible necesidad que exis-


tan jueces independientes, ¿entendés que tienen algún peso las consideraciones
políticas, económicas o sociales al momento de dictar sentencia? ¿Creés que existen
casos en los que deben tenerse en cuenta esas circunstancias?
Agustín Gordillo: Claro, sí, sí. Yo una vez escribí sobre eso. No sé si lo pu-
bliqué. Fui a un seminario que se hacía en Rosario en base a la teoría trialista.
Traté de explicar por cuáles diferentes razones se decide en primera instancia,
por cuáles en Cámara y por cuáles en la Corte. Un intento objetivo de explicarlo.
Me acuerdo que el que organizaba el encuentro era un rosarino y había alumnos
presentes. Se ofendió porque yo decía eso públicamente y delante de alumnos. A
mi juicio el juez de primera instancia tiene muy poco en cuenta consideraciones
políticas, la Cámara las considera y la Corte las tiene muchísimo más en cuenta.
Todos están haciendo Derecho pero a diferentes niveles. Por ejemplo el caso del
matrimonio de personas del mismo sexo. La Corte había dicho que esperaba que
lo resolviera el Congreso. En primera instancia podés incorporar tus conviccio-
nes de forma absoluta. En segunda instancia no tanto y en tercera instancia se
requiere una muñeca constante. Veo al actual presidente de la Corte, Lorenzet-
ti, que cuando representa al Tribunal tiene un calibre fino para decir las cosas
excepcionalmente bien. Para eso se requiere un arte.
MRF: Tengo la presunción que muchos miembros de la Corte Suprema, en sus
fallos, van hilando finamente para no provocar un radical cambio jurisprudencial
y lograr consensos. Por ejemplo, en el tema de la responsabilidad del Estado por
prisión preventiva de inocentes parecería que, en cada fallo, la Corte da un paso
más. Creo que finalmente, en algún momento, se va a reconocer. Tal vez algunos
D-52 ii. diálogos con agustín gordillo

de sus integrantes estén pensando qué se puede cambiar, buscando algo posible,
para arribar a consensos.
AG: Una vez escribí algo vinculado al tiempo en la decisión jurídica. Y eso
siempre lo considera la Corte. Por eso a veces digo que para un abogado, hoy en
día, el tiempo son pocos minutos. Tener que decidir en cinco o diez minutos si
algo le interesa o no, si lo puede encarar o no. Y luego sos esclavo de la decisión
que tomaste porque o dejas el cliente o seguís. No tenés sino unos pocos minutos
para resolver si tomás un asunto o no. Como funcionario tenés un poco más de
tiempo, podés dejar el expediente a un costado, pero cuando llega a la firma he
visto funcionarios de alto rango que firmaban sin leer. Mientras hablaban iban
firmando. Recuerdo que un secretario de la Facultad me tenía que firmar el recibo
de sueldo y me dijo “¿Usted sabe por qué tengo la firma tan larga? Para poder leer
lo que firmo.” Mientras iba firmando iba viendo qué estaba firmando, eso es así.
“El tiempo en la decisión jurídica,” en Tratado de derecho administrativo, t. 7, El derecho
administrativo en la práctica, Buenos Aires, FDA, 2013, 1ª ed., cap. XX, http://gordillo.com/
pdf_tomo7/capitulo20.pdf.

MRF: ¿Qué perfil creés debería tener un miembro de la Corte?


AG: Uno similar al tuyo, por ejemplo. En primer lugar me parece fundamental
siempre lo mismo, que sea una buena persona; si no lo es, no podés ponerlo en la
cátedra, ni en la Corte, ni en un juzgado, ni en la administración, ni en ningún
lado. O sea, tiene que ser una buena persona. Esto implica un segundo aspecto,
que es la honestidad. Me llama la atención que la gente insista en la honestidad
pero se olvide lo de ser buena persona. Que sea una buena persona. Luego que
sea una persona responsable, dedicada, trabajador, cumplidor. Y luego, con las
mejores condiciones intelectuales posibles, lo cual no significa que tenga escrito
quinientos libros sino que tenga el intelecto suficiente para hacer un buen trabajo.
MRF: Abordás el tema de la independencia judicial en An Introduction To
Law y en las glosas al libro de Nieto, Las limitaciones del conocimiento jurídico,
entre otras obras. ¿Cuáles son tus ideas al respecto?
AG: El juez debe ser siempre imparcial. Quiero decir que es un tercero res-
pecto del proceso, no tiene ningún interés con cualquiera de las dos partes. Y
debe ser independiente, lo que significa no recibir instrucciones de nadie. Nadie
me va a venir a decir cómo tengo que hacerlo. Esto requiere valentía, porque no
va a hablar a nadie del proceso ni acepta que nadie le hable de algo que deba
hacer. Como abogado sólo en la profesión dialogo. Ahí sí, por supuesto. Pero si
integro un jurado no acepto que nadie me venga a dar una opinión sobre lo que
tengo que hacer. Me ha pasado una sola vez en la vida. Me llamó una persona
importante para pedirme que aprobara a un alumno que iba a rendir. Lo rechacé
frontalmente. Quedó ofendidísimo. Le dije de todo realmente y al alumno lo boché,

606
x. el rol de un juez D-53

no sé si con desviación de poder o no. Pero era en todo caso un castigo moral por
atreverse a pedir recomendaciones para rendir un examen
MRF: ¿Entendés que debería existir pluralidad ideológica entre los miembros
de la Corte?
AG: Pienso que sí, pero no sé si lo propondría como punto de partida. Encuen-
tro, a través de la vida, que los amigos que tengo piensan totalmente distinto a
mí en lo político. No es que elija formalmente tener amigos que piensen distinto.
Pero me hago amigo de seres humanos que me parecen buenas personas. Tam-
bién pues, en la amistad, busco tres condiciones: Que sean buenas personas, que
sean responsables y que sean más o menos inteligentes. Y si nos llevamos bien,
seguramente me haré amigo. Después descubro si es peronista, radical, de iz-
quierda o de derecha. Todo el tiempo me hago de amigos cuya ideología descubro
después. Y las diferencias ideológicas con mis amigos las tomamos en chanza y
nos tomamos el pelo los unos a los otros, sin importar que el otro piense distinto.

607
Capítulo XI

LA COMUNICACIÓN Y LA CRÍTICA. SUS LECTURAS

El contenido de esta entrevista tiene como trasfondo los cuatro capítulos de la sección I, “Mails,”
pero no existe duplicación y se pueden leer tanto separada como complementariamente. Lo
mismo ocurre con el relato del Libro I.

M ario Rejtman Farah: A lo largo de tu vida la comunicación ha sido una cons-


tante en relación con colegas, amigos, alumnos. ¿Por qué?
Agustín Gordillo: Fuí aprendiendo, desde que tengo memoria, que se aprende
mucho de los demás. A través de la vida, fui juntando consejos valiosísimos de
mucha gente. Ahí me di cuenta de la importancia de hablar con los demás. A
veces cosas sencillas. Una vez volvía de Mar del Plata en tren y una señora a mi
lado me pregunta si yo trabajaba en Washington o si había vivido allí muchos
años. Cuando le respondí que no me preguntó si al menos había estado muchas
veces. Nuevamente mi respuesta fue que no.
—“¿Por qué me lo pregunta?”
—“Porque usted tiene el típico acento de la gente que vive en Washington”
—“¿Y cómo es ese acento?”
—“Una mezcla de todos.”
Ahí me acordé que yo estaba trabajando en la OEA al lado de varias personas
de distintas nacionalidades: Un chileno, un brasileño, un colombiano y claro, se
me habían pegado cosas de todos. Eso, que en sí mismo es intrascendente, a mí
me quedó como un dato. Hablaba como una persona de Washington, según esa
señora.
No me acuerdo cuántos consejos recibí en mi vida pero respecto a lo que aprendo
de los demás, en la Facultad ví también que las mejores críticas que recibí, las
más constructivas, fueron de los alumnos. Me acuerdo de unos cuadros que puse
en las primeras ediciones del Tratado en el tomo de El acto administrativo. Eran
D-56 ii. diálogos con agustín gordillo

de un alumno que después lo seguí viendo a lo largo de la vida. Fue él que en su


examen puso esos cuadros sinópticos. Cuando le pregunté me dijo que siempre
estudiaba con cuadros y me mostró todos los que tenía hechos. Los puse en el
libro y siempre me arrepentí de no haber consignado su autoría. A partir de ahí
empecé a pedir siempre críticas a los alumnos.
Me acostumbré, con los libros o mis trabajos, a pedir opiniones. Cuando hice
el Código Administrativo para Mar del Plata, le pedía opiniones a la gente que
trabajaba en la Procuración, Zuviría, Sáenz, Desimone, y me las daban y las to-
maba en cuenta. O sea, el trabajo fue en definitiva con un equipo de gente amiga
que me daba ideas. No es que trabajaron conmigo, me daban ideas.
Siempre pido opinión y me he ido dando cuenta que esto que se llama redes
sociales es fundamental. Y estar reconocido a los que en la Facultad llamo ami-
gos profesionales, gente con la cual no soy amigo íntimo, no me veo, no vamos a
comer con las familias ni salimos todos juntos, ni nos saludamos para los cum-
pleaños, pero que sabemos que les podemos preguntar algo, que podemos recibir
una crítica o una opinión. Es importante tener gente en cuya sinceridad puedas
confiar. Eso lo cultivo al máximo.
MRF: Valorás las opiniones y los juicios de valor que te hacen llegar sobre tu
obra sin temor.
AG: No tengo temor a la crítica. Pero trato de actuar lo más prudentemente
que puedo cuando las formulo, para no despertar una reacción demasiado exa-
cerbada en quien las recibe. Porque ya una vez me pasó. No quiero que alguno
se sienta provocado por algún comentario mío.
Por ejemplo Guibourg escribe unos libros que se llaman “Provocaciones.” Lo
son con mucho humor, con mucha finura, con mucha elegancia. Está claro que
son provocaciones intelectuales puramente. Mi estilo es mucho más directo y
más llano. Entonces trato de bajar el tono y, además, sólo planteo lo que pienso
respecto de algún tema. No, no veo negativamente a la crítica.
Lo que me preocupa es tener gente que me odie por algo. Trataría de evitarlo.
Pero que me critiquen, en el plano académico y me digan que en algo no ten-
go razón, que me equivoqué, me parece perfecto, me ayuda a pulir mis ideas.
Agradezco la crítica. En todos los tomos, en todas las ediciones, siempre señalo
expresamente mi agradecimiento a quienes me han hecho llegar sus críticas y
con ellas pulo el libro. Las agradezco de veras, a todos. Esto no lo hacía siempre
en las primeras ediciones o libros, hasta que descubrí el principio.
MRF: En definitiva así como te parece necesario y conveniente recibir críticas
entendés que darlas también lo es.
AG: Es que el ida y vuelta no se da. Hay gente a la que yo critico con funda-
mentos, en lo que sostiene académicamente, y su respuesta frecuentemente es

610
xi. la comunicación y la crítica. sus lecturas D-57

ignorarme. En otros casos, por supuesto, no sucede así. Por ejemplo con M airal
es interesante, porque somos amigos, pensamos lo mismo en cuanto a un enfo-
que general liberal, democrático, republicano, pluralista. Pero discrepamos en
algunas cuestiones técnicas y ambos lo sabemos y existe como un acuerdo tácito
de no discutirlas. ¿Por qué? Porque son posiciones que están claras y ni él me va
a cambiar a mí, ni yo a él, porque los dos somos muy maduros, tenemos muchos
años ya, entonces todas las veces que con él hemos hecho mesas redondas juntos,
siempre hemos coincidido en todo, desde distintas experiencias.
MRF: ¿Y por qué sucede así?
AG: Porque hablamos de la realidad, de lo que pasa, con los mismos valores y
llegamos a las mismas conclusiones. Si él piensa algo en particular del servicio
público y yo pienso otra cosa, ¿qué importancia tiene? Nos han invitado a hablar
juntos de contratos administrativos.
Le propuse, y estuvo de acuerdo, que hiciéramos una exposición conjunta, libre,
nada pautado previamente. Él comenzó, a los 10 minutos lo interrumpo, digo otra
cosa, luego me interrumpe él, dice otra y se pasaron dos horas volando. Fue una
charla entre amigos, en la que ambos tenemos cosas que aportar. No hace falta
que digamos aquello en lo que opinamos distinto, porque eso ya está escrito.
En el mismo sentido M airal tiene una crítica excelente, y creo que por cortesía y
afecto la ha formulado muy suavemente, respecto a ciertas cuestiones que planteo
en el Tomo 3 del Tratado respecto al acto administrativo. Sostiene que frente a
cómo actúa la administración mejor sería que muchos temas no sean regulados
por el derecho administrativo. Por eso él habla de los actos no administrativos.
Por supuesto es una crítica fundamental al tomo 3 y la verdad es que no tengo
la solución, pero al menos la he consignado como un paso más avanzado a mi
posición en la edición más reciente del tomo 1.
Tratado de derecho administrativo y obras selectas, t. 1, Parte general, Buenos Aires, FDA,
2013, http://gordillo.com/tomo1.html.

Me recuerda lo que me dijo una vez Bosch hace muchos años: “Gordillo, esto
que usted hace está muy bien para que el derecho administrativo sea propio de
un Estado de Derecho, pero ¿no cree que es mejor que no haya derecho adminis-
trativo?” No era un chiste, era una reflexión en serio; es la de los ingleses que
prefieren aplicar el derecho común. Tienen un derecho administrativo pero bien
controlado por los principios, la justicia natural, la proporcionalidad, la defensa
previa y muchísimo más.
Algo de esto ha explicado en el tomo 9, cap. VII, “Normas y principios,” del libro Principios
generales del derecho público, versión corregida.

MRF: Leí unos e-mails tuyos donde a veces comenzabas, tal vez, hasta con
duros comentarios sobre algún proyecto de artículo para publicar que te habían

611
D-58 ii. diálogos con agustín gordillo

enviado, pero luego remarcabas que el trabajo te pareció muy bueno, que lo siga
trabajando, etc. Esto estaría en la misma línea de lo que venías mencionado,
aunque no sé si es comprendido por tus interlocutores.
AG: Fijáte, por ejemplo este año tomé en el estudio a un profesional. Y la ver-
dad fue un horror. Las cosas que me mandaba eran extremadamente desprolijas,
diría irrespetuosas de desprolijas y además me consultaba. En vez de ayudarme
me daba trabajo.
Después repasando su currículum vi que en todos sus empleos anteriores estuvo
dos meses. Claro, en todos lados le pasó lo mismo y nadie le dijo que escribiera
mejor, que fuera más prolijo, que corrigiera lo que hacía. Pero claro, si nadie se
lo dijo, es difícil darse cuenta.
Con el libro aquel de planificación, diría que me faltó también hacer suficientes
consultas. ¿Por qué? El libro estaba casi en la imprenta y decido agregarle un
capítulo más. Lo consulto con una amiga que trabajaba en la OEA, una señora de
su casa, con cinco chicos. Me sugiere poner ejemplos, más ejemplos, más ejemplos.
Como estaba apurado con el tiempo no lo consulté con más gente. Gravísimo error.
Entonces, ahí pienso: “Hay que consultar. Pero con mucha gente, no con uno
solo.”
A propósito de esto, en la Facultad, no iba a clase pero sí a escuchar exámenes
¿Por qué? Porque el examen es la realidad, lo que te va a tocar después. Y ahí
le preguntaba a todo el mundo cómo habían preparado la materia, qué habían
hecho, qué me recomendaban. Generalmente también iba a escuchar exámenes
antes de empezar a estudiar una materia, para oír las preguntas.
Escuchaba a muchos y cada uno me decía lo suyo. Después, hacía mi composi-
ción de lugar. Alguien me dijo que yo preguntaba a todo el mundo, pero después
hacía lo que me parecía. Efectivamente, es así. Después hago lo que me parece.
Pero luego de haber preguntado y teniendo en cuenta lo que me han dicho. Y por
supuesto que el que se va a equivocar soy yo. Pero pregunto, escucho, pienso,
evalúo y después decido. Lo que ofrezco a los amigos es lo mismo.
MRF: Considerás que una crítica objetiva es siempre útil, tanto para formu-
larla como para recibirla.
AG: Esto ha sido un problema. Hay gente que, en el posgrado, o donde sea,
me ama o me odia. Me han contado de situaciones en las cuales alguien se enojó
muchísimo. Seguramente, no entendió lo que le quería decir. Siempre fui gordo,
y a veces estaba muy gordo, más peligrosamente gordo de lo que estoy ahora.
Una vez vi a alguien también gordo, pero joven, que me comentó que tenía una
hija chiquita. Le pregunté si había pensado bien su gordura. Se ofendió todo el
mundo. Pensaron que lo discriminé. Una amiga, que también tiene “gusto por el
diente,” me dijo: “No entendieron nada. No se dieron cuenta que usted lo decía

612
xi. la comunicación y la crítica. sus lecturas D-59

desde el mismo lugar de él, era de gordo a gordo.” Él me podía decir exactamente
lo mismo a mí. La diferencia era que yo estaba más al final de la vida y él estaba
al comienzo, con una hija chiquitita.
MRF: Hay en vos una actitud de reciprocidad en relación con la crítica.
AG: Si, si. Ahora lo hago solamente si me las piden. Ya aprendí. Si me las
piden, las doy y si no, me callo. Porque veo que termino ofendiendo, cuando en
verdad quiero ayudar.
Y sobre todo ahora que soy más grande, hay un poco de este temor reverencial,
lo cual le da a mis críticas más peso del que le quiero dar. Lo que pretendo es
ayudar, pero si eso no sirve o le causa a alguien problemas, no lo voy a perjudicar.
Pero insisto, de toda la gente que me ha hecho críticas o dado consejos me han
quedado consejos valiosísimos que incorporé a mi vida. Alguien alguna vez me
dijo que yo supe a quiénes hacer caso, qué consejos seguir. Por supuesto, uno no
es un autómata. Cuando me dicen algo, lo pienso, lo evalúo, lo consulto con otro
y, finalmente, lo incorporo o no. Pero muchas de las buenas cosas que tengo en
mi vida, es porque me las han dicho otros.
MRF: Tu hábito por la lectura parece haber sido una constante en tu vida.
Probablemente, han ido cambiando tus intereses. En los años de la juventud leías
a F reud, a A ristóteles, política o economía. ¿Qué lees hoy?
AG: Diría que soy medio omnívoro. No leo novelas, pero sí leo historia, so-
ciología, antropología, política, mucho periodismo. Han salido como diez libros
de periodistas estudiando en detalle cosas del pasado no demasiado lejano. Por
ejemplo hay dos libros de Reato, periodista de quien ya he leído varios libros an-
teriores, “Operación Traviata” y “Operación Primicia.” No tenía registrado todo
lo que relata, porque fueron épocas muy caóticas. Lo leí y lo devoré. Terminé de
leer eso y empecé a leer “Sangre en el Monte,” de Daniel Gutman. La primera
mitad no me gustó mucho. Cuenta qué pensaban los guerrilleros. Pero la segunda
parte es qué hicieron y qué pasó. La verdad me pareció fascinante. Ahora estoy
leyendo “El escarmiento” de Jofré, también con mucha información que no la
tenía tan en detalle.
Me encuentro con una persona ocupadísima, le comento sobre estos libros y me
dice que ya los había leído. Y aparecieron hace una semana. O sea, hay otros que
leen igual que yo, intensamente, estas cositas que van saliendo: Rápidamente,
pero subrayando.
Antes leía mucho novelas, ahora no por razones de tiempo. Para mí la novela
era una forma de distracción. Hoy en día me distraigo con la televisión o con
una película. Las leía rápido, pero siempre marcaba lo que me interesaba y hacía
un índice. Todas mis novelas tienen un índice, al comienzo, de las cosas que me

613
D-60 ii. diálogos con agustín gordillo

interesaban. No es para irlo a ver después, pero me gusta anotar. La verdad que
las veces que quise encontrar algo no lo encontré, porque es tanto lo que he leído…
Solía decir que soy como una bicicleta de dieciséis cambios. Tengo distintas
velocidades de lectura. Lo que se refiere al derecho administrativo, a la velocidad
mínima. Con detenimiento leo y releo un par de renglones, los vuelvo a leer, los
pienso, luego leo un poco más. Lo cual limita mucho mi capacidad de lectura
porque al hacerlo tan detenidamente no puedo leer en cantidad.
Mi consejo de cómo leer un fallo viene de eso. Primero, veo qué se resolvió y
de acuerdo con eso, si vale la pena estudiarlo o no. A veces concluyo que ni se
justifica leerlo, porque ya sé lo que decidió, y con mi propia reflexión me es sufi-
ciente. Después, si algún día lo tengo que ver en detalle, lo veré. Pero digamos
que en todo lo que son lecturas de Derecho, sea para escribir o para la profesión
soy ultra minucioso y muy, muy lento.
Siempre subrayo. A muchos les llama la atención que tengo siempre una pila
de colores y voy marcando con distintos colores. En primer lugar es para concen-
trarme mejor, porque si no marco de pronto me pasé y digo “¿qué era lo que leí?”
Y no me acuerdo. Es una forma de concentrarme más. Y segundo, usar distintos
colores también es una forma de marcar distintas ideas. Con los diarios, lo que
me parece interesante lo pongo aparte. Después, termino tirando todo y no lo
veo más.
Pero es como una forma de ayudarme a la atención más que a la concentra-
ción. No leo sin varios colores al lado para marcar lo que sea, incluso cosas mías
y después veo qué hago. Otra cosa que hago es anotar en el acto cualquier idea
porque después no vuelve. M arienhoff hacía lo mismo, tomando cada tanto un
papelito del bolsillo izquierdo del saco, escribiendo algo, y guardándolo en el
bolsillo derecho.
MRF: ¿Tus focos de interés, respecto de la lectura, han ido o van variando?
AG: Lo que varió fue que abandoné la novela. Muy raramente releo alguna
novela vieja que me ha gustado. Por ejemplo, Michael Crichton me gusta y
muchas veces lo releo. En general, tengo una sensación de menos tiempo y por
tener menos tiempo, me dedico a cosas que son más útiles o sea de información
semi–contemporánea, como la de estos libros que te mencioné y que me cautivan.
Por ejemplo, el libro de L anata, Argentinos, me fascinó. Leí la primera edición,
leí la segunda, leí la segunda edición definitiva y la verdad es que lo hice con
mucho interés. Libros como Memoria del miedo los leo también casi con devoción.
MRF: En gran parte de tu obra, aparecen citas de autores no vinculados a
lo jurídico.
AG: Leer cosas no jurídicas es en mí una constante. Hace muchos años leí un
libro que se llama The Psychology of Study, la psicología del estudio. El autor dice

614
xi. la comunicación y la crítica. sus lecturas D-61

algo así como: “Estudiar cosas parecidas es como el casamiento consanguíneo; lle-
va a la esterilidad. Hay que estudiar cosas diversas, porque en la heterogeneidad
está lo fructífero. El casamiento consanguíneo lleva a la esterilidad.” Entonces,
siempre leí cosas diferentes y siempre las mezclé. Me encanta mezclar en un
trabajo jurídico referencias no jurídicas y creo que a mucha gente le ha gustado.
MRF: Pareciera que tus lecturas estuvieron siempre signadas por la curiosidad.
AG: Absolutamente. La guía mía es el placer. Tema que da lugar también a
malas interpretaciones. Yo digo “el placer” en el mismo sentido que lo menciona
Confucio: “Elige una profesión que ames y no trabajarás un día en tu vida”.
Mientras que, desde P latón, viene el principio del placer como la diversión, la
distracción, el bienestar, la satisfacción. Y también creo que en F reud está el
principio del placer opuesto al principio del trabajo. No coincido con eso. Para mí
el placer es trabajar. F reud diría que sublimo el placer en el trabajo. Como sea.
Si empiezo a leer algo y no me gusta, lo dejo y si después tengo ganas, vuelvo a
retomarlo.
Leo generalmente muchos libros simultáneamente, unas páginas de uno, otras
de otro. ¿Y qué hace que siga leyendo o no? El placer. Si me gusta, sigo. De pronto
me deja de gustar y paro. Y con el trabajo es lo mismo. Estoy leyendo el diario y
lo dejo para ir a la computadora. Me aburro allá y vuelvo al diario. Me aburro y
voy a ver televisión o me pongo a leer un libro. Como siempre me gustó escribir,
para mí es todo lo mismo. Por eso el subtítulo del libro El método en derecho es
“Hacer, crear, escribir,” todo junto. Para mí es todo una sola cosa. Entonces leer
y escribir es lo mismo. Hacer, escribir y leer es equivalente; crear, hacer, leer y
escribir es idéntico, es todo un solo proceso.
MRF: Cuando escribís, ¿hay un interés por atraer la atención del lector?
AG: Creo que no lo tengo muy consciente, pero las cosas que son aburridas,
las dejo de leer. Algunas veces comienzo la lectura, no me gustan los cinco pri-
meros renglones y dejo lo que estaba por empezar a leer. Soy consciente, al revés,
que si no capto el interés del lector, lo pierdo. Entonces trato de ser entretenido,
justamente, para que el lector siga leyendo.
Así y todo me doy cuenta que, de todo lo que escribo, una parte tremendamente
chica es leída o leída con cuidado.
A veces, retoco libros viejos, a veces no. Y eso es solamente por el placer, por
el gusto. Tengo ganas y lo hago. No tengo ganas de hacerlo y no lo hago. Ahora
estoy, por ejemplo, por hacer la segunda del libro El método en derecho, que ini-
cialmente lo hice en el año 1988, con varias reediciones, y ahora agregué otras
cosas que ya publiqué en el Tratado o en otros lados.
Mientras se desarrollaba el proceso de preparación y edición del presente libro, la referida
nueva edición de El método en derecho apareció como Libro I del tomo 6 de la colección.

615
D-62 ii. diálogos con agustín gordillo

Por eso, muchas veces, salto de un trabajo al otro. Estoy haciendo una cosa
que tiene un plazo de vencimiento. Pero se me ocurre una idea, voy y la escribo,
generalmente dos, tres minutos. Una sola vez en la vida me pasó de tener una
idea que me llevó como cinco horas escribirla, una sola vez en la vida.
Normalmente, son unos minutos. O sea que me permite seguir con lo que estoy
haciendo, permite distraerme en el buen sentido, hacer otra cosa dejando anotada
una idea y volver a ella. Como si hubiera tomado un recreo. Y volver con más
énfasis a lo que estaba haciendo. Creo que esa es la motivación primaria: Hacer
lo que a uno le gusta. La secundaria, cuando es por obligación.
Y en cuanto a escribir no logro convencer a muchos que las citas van al pie o
en notas intermedias de tamaño menor, no en el texto con igual cuerpo. No podés
poner una historia del pensamiento contemporáneo en un tema. Primero, porque
el que lo lee ya lo va a buscar por su cuenta, si quiere. Y lo que seguramente le
interesa es saber qué tenés que decir vos. Diría que es un estilo coloquial. Creo
que son muchos los escritores que dicen que ellos hablan con el lector. Porque
uno escribe para el lector. No escribe ni para los colegas, ni para un jurado ni
para el concurso. Escribe para el lector, o sea que tiene que quedar bien con el
lector. Al lector es a quien tiene que interesarle.
MRF: Esto aplica a dos cuestiones: una es el cómo escribís y la otra, sobre
qué temas escribís. No sé si es algo consciente, pero una de tus preocupaciones
parece ser instalar ciertas cuestiones en el Derecho. Frente a tus libros El método
en derecho, Introducción al Derecho, The Future of Latin America: Can the EU
Help?, o el siempre vigente Problemas de control de la administración pública
en América Latina, tu lector sabe que se encontrará con nuevas perspectivas o
abordajes. ¿Eso forma parte del caos creativo al que te referías?
AG: Efectivamente. Es el caos creativo. Ahora, ¿por qué llegué a ser original?
Es casualidad. Siempre buscando, siempre escuchando.
MRF: ¿Sólo casualidad? Me atrevería a ponerlo en duda.
AG: Lo que pasa es que soy curioso. Estoy siempre en la búsqueda de cosas
nuevas; abierto a ideas nuevas, leo mucho. Ese conjunto de cosas probablemente
es lo que produce las ideas nuevas. Hay un artículo de A simov, el autor de cien-
cia ficción, que se llama “De dónde salen esas ideas locas?” Me acuerdo que su
respuesta a esa pregunta es que no lo sabe, le salen. Creo que es un espíritu en
efervescencia, estar inquieto, tener curiosidad, leer cosas variadas, hablar con
gente distinta: Inevitablemente surgen ideas nuevas. Si vos leés siempre derecho
administrativo, perdiste.
MRF: Esto debe responder a tu permanente invitación o incentivo para que
otros publiquen.

616
xi. la comunicación y la crítica. sus lecturas D-63

AG: Sí, sí, porque creo que solamente publicando reciben una buena cosecha
de opiniones. Porque en el marco de una conversación es más limitado lo que
recibís. Pero si escribís lo que pensás y después pedís opiniones te darán críticas
más ciertas o te darán más aportes. A mí, infinidad de veces me los han dado.
Tengo un amigo peronista de toda la vida. Sabe que no lo soy y somos amigos.
A veces le mando un trabajo y me contesta proponiéndome una cita de Perón
sobre el tema que viene bien y me pasa el libro, la edición, la fecha, la página.
Y efectivamente, me viene bien. Y la uso. No soy lector de Perón, pero tengo ese
amigo que sí lo es y, como sabe también filosofía, me ha dado datos muy útiles.
Otra vez me sugieren leer la autobiografía de Popper y su visión sobre la fal-
sación. La compré y me fascinó. La gente que me conoce me da consejos que sabe
que me van a servir o me van a interesar. A muchos libros accedo así. La otra
forma es por los diarios. Leo detenidamente las reseñas bibliográficas. A veces
compro libros que no son útiles, a veces sí.
MRF: Una línea parece cruzar todo lo que me estás diciendo ahora y lo que
me has dicho en otras charlas: tu afán por conocer la realidad, lo cual se vincula
con tu interés por activar el Derecho, por hacerlo operativo. Esto no suele ser
sencillo. Pero tengo la impresión que esta tendencia se debe a que no te limitás
a leer teoría o escribir sobre cuestiones meramente teóricas.
AG: Sí. Por ejemplo con M aría A ngélica Gelli he hablado algunas veces de
esto. Ella estudió sociología jurídica y en muchas de las cosas que escribe incluye
la realidad, lo cual la hace más valiosa aún como constitucionalista que aquellos
que hablan sin tomarla en cuenta. Me parece que la realidad es indispensable. No
puede ser que uno la aprenda en la vida, en la calle y no leyendo un libro. Para
mí el libro tiene que contar también la realidad. Por supuesto si ella es mala,
criticarla, si es buena, elogiarla. Pero no se puede dejar de contarla.
Muchas veces he sido criticado, afectuosamente, por contar la realidad. Me
dicen que ello no es para un profesor. Sea para un profesor o no, para el lector es
importantísimo. La realidad es un poco la vida. Veo más de uno que me cita en
sus trabajos diciendo cuál es mi perspectiva sobre un tema, pero él no se suma.
O sea, no sabe si para él ello es así o no.
MRF: Esta conexión entre normas y realidad te ha permitido mantener una
coherencia en la profesión, en tu obra y en la práctica docente.
AG: Efectivamente. Mirá, a la Corte el problema que le provoca el fallo dictado
en el caso Sosa, que no puede hacer cumplir. Es una desesperación no poder hacer
cumplir un fallo. Y esa es la realidad, otra vez. Jueces como lo fue en su momento
Guglielmino o lo es A rias, son buenos ejemplos de quienes, cuando deciden algo
piensan primero cómo lo van a implementar. Y cuando lo deciden, lo implementan

617
D-64 ii. diálogos con agustín gordillo

ferozmente, hacen que se cumpla su fallo. Y si no están dispuestos o creen que


no pueden hacer cumplir el fallo, no lo dictan.
Dictar una sentencia para que la cite otro y no sirva para nada, no tiene sen-
tido salvo marcar una línea testimonial, teórica. Por supuesto, hacer cumplir el
propio fallo es una tarea más pesada que dictarlo. Y a mi me han contado, ambos,
anécdotas de las cosas que han hecho para hacerlos cumplir realmente; requiere
tener mucho carácter y saber ser juez en serio, para también ser ejecutor de su
propia sentencia.
El Consejo de Estado de Francia para su bicentenario publicó un trabajo de
Rivero que se llama “Une crise sous la ve République: de l’arrêt Canal à l’affaire
Canal.” O sea, del asunto tal al fallo tal. Es un tema político que tiene que ver,
creo, con algo de Argelia en esa época.
Él le da una sugerencia al Consejo de Estado: Lo que tienen que hacer es ocu-
parse de hacer cumplir sus sentencias. Y en ese asunto la hicieron cumplir. Esto
no implica que el Consejo de Estado siguió haciéndolo, porque tiene infinidad de
sentencias incumplidas.
Recuerdo el caso La Religiosa. Un abogado litigante en París, logra que se
prohiba una película que se llamaba La Religiosa, por inmoral. El Consejo de
Estado, nueve años después, anula esa resolución, cuando ya no estaba De Gaulle
en el poder. La película era tan vieja que nadie la había visto, nadie sabía qué
tenía para que la hubieran prohibido. Ese fallo fue para la historia, pero no fue
efectivo. El Tribunal lo sabe y por eso lo dictó nueve años después. Lo mismo que
hoy en día, las sentencias contra el Estado no las podés facilmente transformar
ni en bonos, menos en dinero.
MRF: ¿Por qué entonces se da, en materia de Derecho, esa frecuente desco-
nexión entre la teoría y la realidad?
AG: Creo que es un problema cultural. Tenemos muchísimos problemas
culturales y éste es uno de ellos. La gente considera que es más significativo o
más valioso para sí, dentro de su carrera y su imagen pública, hablar de cosas
teóricas y abstractas y piensa que lo desdibuja, lo baja a categoría de abogado, de
pinche, hablar de la realidad. “Que hay problemas en los tribunales, bueno eso
es problema de quien hace la procuración de un juicio, yo hago Derecho.”
Cuando oís jueces amigos hablar de los problemas que tienen con una senten-
cia, te das cuenta de que es otro mundo totalmente diferente, pero ese mundo lo
intuyen los abogados, lo conocen los que están adentro de la Justicia.
Y con la administración igual. Los que están adentro lo saben.
La propia Corte con sus decisiones ya en los ‘80 y pico con las jubilaciones.
Siempre lo mismo, nunca se cumplen. La misma Corte ha dicho que sus fallos
no se han cumplido, el Congreso quiere hacerlos cumplir. No puede. Entonces,

618
xi. la comunicación y la crítica. sus lecturas D-65

frente a lo que es imposible uno escribe un párrafo teórico que va para un libro,
pero no va a la realidad. Es muy doloroso decir que las jubilaciones el Estado no
las va a pagar fielmente; pero es una quimera repetir que debe pagarlas confor-
me a derecho, si el tribunal no encuentra el mecanismo para hacer cumplir sus
sentencias en la materia.
MRF: Pareciera que algunos sienten cierta incomodidad en relación a deter-
minados temas, cuando quien escribe sobre ellos no se limita a un mero análisis
teórico, tantas veces divorciado de los hechos.
AG: Si, tal cual, tal cual. Provoca incomodidad. Esto para mí se vincula con
una cosa. Hice en una época muy especial de mi vida, durante algunos años,
yoga, teatro y gimnasia, o sea, tres actividades no profesionales y lo hice inten-
samente. ¿Qué aprendí? Que hay que saber soportar y saber aceptar el ridículo.
MRF: Se requiere para ello, de todas maneras, una sólida formación y una
importante seguridad en sí mismo.
AG: Si, calculo que sí. Yo no tengo temor al ridículo. Lo aprendí en el teatro.
Es necesario no tener temor al ridículo y esto te da una ventaja competitiva muy
grande.
MRF: Volviendo a la lectura de libros de actualidad, ¿la abordás con algún
grado de ingenuidad y sin pre–conceptos?
AG: Siempre pongo un signo de pregunta y muchas veces al lado pongo un
interrogante cuando lo que me dicen, me parece, es erróneo o no lo creo. Y a veces
le pongo un signo de admiración. Como decir “atención con esto,” como que ni
siquiera dudo, pero le presto atención. Siempre leo críticamente. Además al leer,
lo que me gusta es hacerlo críticamente.
MRF: ¿Solés leer el mismo tema planteado por diferentes autores?
AG: Exactamente. Hace unos cuantos años leía siete diarios nacionales a
la mañana. ¿Qué te hace leer siete diarios? Leo los títulos, el artículo que me
interesa lo leo y lo marco. Tiro el diario al costado. Tomo el siguiente, leo los
títulos, lo que me interesa lo leo y así. Cuando termino con el séptimo hay temas
que los he leído dos o tres veces, marcando. En consecuencia tengo un panorama
no acotado. Y después, me gustan mucho los comentarios políticos y económicos
porque son hechos por quienes se preguntan cómo viene la mano, qué va a pasar,
aventuran ideas. Eso me gusta mucho, el escritor que indaga qué puede pasar.
Hace poco vi varios mails cruzados y veo que les llamó la atención a muchos
el fallo de la Corte en el caso Sosa y alguien escribiendo: “Miren ustedes, lo que
había dicho Gordillo hace un año se acaba de cumplir, o sea, la provincia ha dicho
que no iba a cumplir el fallo.”

619
D-66 ii. diálogos con agustín gordillo

Te digo la verdad, ni lo tengo presente como algo que yo haya dicho. Pero sí
tengo presente que siempre me pregunto si un fallo se puede cumplir o no, por-
que sé que, con mucha frecuencia, no se pueden cumplir o no se pueden cumplir
pronto. En el caso de La Religiosa, esperar nueve años para poder ver la película
no sirve para nada. Y acá, cobrar treinta años después tampoco sirve.
Hubo épocas en mi vida que leía algunos periódicos extranjeros, como se ad-
vierte en la sección “Mails;” luego pasé a leer siete diarios argentinos, pero con la
progresiva ingerencia gubernamental o paragubernamental en la prensa diaria,
en la actualidad leo solamente tres diarios nacionales.

620
Capítulo XII

LA FUNDACIÓN DE DERECHO ADMINISTRATIVO

M ario Rejtman Farah: ¿Por qué creaste la Fundación de Derecho Administra-


tivo? ¿Con qué perfil la imaginaste?
Agustín Gordillo: En primer lugar a mi me gusta siempre hacer las cosas
sin la premura de la muerte. Vi, tanto a M arienhoff como a Diez, haciendo sus
tratados y diciendo los dos, cada uno por separado: “Tengo que terminarlo antes
de morirme.” Y me dije que eso a mi no me iba a pasar. Con lo cual empecé a
escribir mi tratado bien temprano en mi vida. Ahora voy por la décima edición
y ya me puedo morir tranquilo. El Tratado está hecho. Incluso está actualizado.
Con la Fundación fue lo mismo. No quería que a mi muerte hubiera proble-
mas, sobre todo los problemas que siempre hay, que los herederos crean que el
libro es algo de valor económico, por ende potencialmente redituable. El costo de
escribirlo no se compensa con el derecho de autor que se cobra, por lo tanto no es
un negocio económico. He visto muchos libros que se dejan de editar porque los
herederos no se ponen de acuerdo con los editores. Por eso hice la Fundación. Por
supuesto sin fines de lucro. En caso de disolución sus bienes pasan a otra entidad
sin fines de lucro y soy sumamente prolijo en manejarla.
Una cosa interesante es que uno tiene la libertad de las formas, puede hacer
una contratación directa, pero está sujeto a un control de razonabilidad, que lo
hace la Inspección de Justicia. Controla el funcionamiento, los resultados y hace
sus comentarios, a veces verbalmente, generalmente no por escrito, pero uno tiene
una guía sobre si lo va llevando bien a criterio de ellos o no. La idea es tenerla
en equilibrio cero. Por lo tanto, de cada edición regalo de entrada una cantidad
de ejemplares suficiente como para que se consuman los eventuales ingresos de
esa edición. Entonces en una edición de 1000 ejemplares, por ejemplo, a lo me-
jor, regalo 500, con lo cual la ganancia que dé la venta queda compensada por
la parte entregada a título gratuito. Da mucha libertad porque nunca he tenido
problema con las donaciones, más aun, debo hacerlas para que esté satisfecha la
D-68 ii. diálogos con agustín gordillo

Inspección General de Justicia. Por lo general, cuando el libro sale nuevo, a veces
estoy hasta un mes, un mes y medio repartiendo libros. Es un proceso lento, de
empaquetarlo, encontrar el repartidor que lo lleve. El costo de mandarlo es enorme.
MRF: La Fundación, en alguna época, no sólo estaba orientada a publicar, sino
que era un espacio de formación o de reflexión, donde se impartían seminarios,
entre otras actividades.
AG: Creo que solamente aquéllos vinculados a la emergencia. No recuerdo
bien si cuando hice un cóctel para que se conocieran todos los ex alumnos de la
especialización en las materias que yo dictaba lo hice por la Fundación. Pero por
lo menos, en espíritu era de la Fundación. Tal vez suene medio raro. Un cóctel
¿para qué?
Ahora dejé de hacerlos. Creo que el motivo fue que temí que al estar haciendo
varios seminarios vinculados al derecho administrativo de la emergencia, estaba
en definitiva legitimándola, cuando en verdad la idea no era esa. Yo más bien
quise tomar títulos de impacto. Pero después de publicar cinco libros con lo que
allí se dijo, ya el impacto no existe y en cambio se puede dar el proceso inverso,
entonces decidí terminar con eso.
Después tuve ideas que nunca llegué a concretar. Por ejemplo comprar un
local para la Fundación y dar ahí charlas o conferencias. Pero nunca me termi-
né de decidir. Lo que la Fundación produce, se consume. Por supuesto que si se
me ocurrieran ideas de hacer cosas, podría hacerlas. Pero estoy orientando mi
vida más a escribir y a publicar y, en cambio, creo que ya está bastante suplida
la función de organizar ese tipo de eventos académicos. Hay muchos, realizados
por doquier. No veo la necesidad de también hacerlos yo. Ahora estoy escribiendo
directamente para el dominio público, ni siquiera para la Fundación.
MRF: No tendría mucho sentido seguir replicando los mismos formatos, ¿no?
Parecería que no la concebiste con el propósito de competir con otras instituciones.
AG: Claro, exactamente. Más aun, con la Fundación he apoyado económica-
mente varios de los eventos de la Universidad Austral. El sitio web, es un sitio
gratuito también y es de la Fundación, aunque con mi nombre y está incorporado
en los libros de la Fundación.
MRF: También publica obras de otros autores.
AG: Si. Ahí el criterio general fue publicar autores noveles, que sea el primer
libro. Por ejemplo a Hutchinson le publiqué el primero y el segundo libro. De
la misma manera le publiqué dos ediciones de un libro a Inés D’A rgenio, uno a
Obarrio contando su experiencia como juez. Saqué también, con correcciones
editoriales de Hutchinson, los dos tomos de Revidatti y así sucesivamente, siem-
pre obras no comerciales en su primera versión.

622
xii. la fundación de derecho administrativo D-69

Se pueden ver los respectivos prólogos de las tres primeras obras mencionadas infra, pp. P-7
/ 707, P-11 / 711 y P-51 / 751. En cuanto a todo el cap. XII, ha de verse también la opinión del
fundador sobre la incorporación al dominio público universal de su obra en el Libro I, cap.
IV, § 13 y 14, p. IV-17 a IV-25 / 163 a 171 y ss.

623
Capítulo XIII

LOS ABOGADOS DEL ESTADO.


LOS AÑOS COMO ABOGADO EN LA PROCURACIÓN DEL TESORO

Ver también Libro I, cap. XIII, § 1, p. XIII-1 / 307.

M ario Rejtman Farah: Respecto a los años en los que trabajaste como abogado
en la Procuración del Tesoro, si en ese momento hubieras tenido la oportunidad
de optar entre desempeñarte allí o en algún otro cargo, ¿hubieras tomado la
decisión de incorporarte?
Agustín Gordillo: No dudé mucho, pero no sé si estaba suficientemente in-
formado de todo lo buena que era la elección, al ser mi primer trabajo. Me halagó
mucho porque era un cargo importante, me pagaban bien. Había estado dos años
sin trabajar, deliberadamente, para estudiar nada más. Entonces pasar de no
trabajar, a trabajar con un buen sueldo, fue un cambio muy grande. No sabía
todo lo importante que iba a ser. Me acuerdo que mi desesperación era que mi
jefe, R afael Castro Videla, siempre que revisaba un proyecto mío, encontraba
que no había leído bien algún expediente.
MRF: ¿No los habías revisado con detenimiento?
AG: Alguna cosa no. Se me pasaba algo que no se me debía haber pasado. Dos
años cometiendo errores de lectura, que me los marcaba. Por eso en un libro le hice
un homenaje. Escribí “al hombre que me enseñó Derecho.” La verdad me enseñó
Derecho, me enseñó a leer un expediente. Después de ese tiempo nunca más me
equivoqué al leer los hechos, pero aprenderlo me llevó dos años de trabajo diario.
MRF: ¿Qué otra enseñanza pudiste capitalizar en tu paso por la Procuración
del Tesoro?
AG: El tener atención al contexto. Todas las mañanas había reuniones. Por
supuesto eran todos compañeros. Yo era el más chico. Se hablaba de política, en
términos totalmente amistosos. Ahí entendí que el contexto era importante. Con
D-72 ii. diálogos con agustín gordillo

todo, eso no lo aprendí enseguida y me llevó muchos años entenderlo. Me llevó


esos dos fracasos de las decisiones que tomé al aceptar los dos decanatos. Desde
entonces hasta hoy leo con fruición, con detalle, comparando varios periódicos.
Ver, sobre el mismo tema, la respuesta dada a la última pregunta del cap. XI, p. E-65 / 619.

MRF: Esos encuentros matinales no parecerían haber sido meras reuniones de


amigos, sino, más bien, algo constitutivo de la función que se desempeñaba allí.
AG: Se daba así. Yo creo que todos entendían que era algo que había que hacer.
MRF: La Procuración no fue nunca un organismo abstraído de los contextos
sociales, económicos o políticos. Por lo tanto, la realidad política, económica o
social influye al momento de dictaminar.
AG: Por lo menos en los años que estuve allí, no estaba abstraída. Se evaluaba
el impacto y más aun, había un dato reconocido: Que los dictámenes que salían
imparciales, los hacían el cuerpo de abogados y cuando había algún compromiso
político, lo escribía el Procurador y lo firmaba únicamente él. O sea que había
dictámenes políticos, pero quien más quien menos, reflexionaba sobre el impacto.
Recuerdo, por ejemplo, que mi entonces jefe, me comentó que una vez en el
‘40 y pico hicieron un dictamen e inmediatamente llamó el entonces Ministro de
Obras Públicas, desesperado. Le costaba al Estado cinco mil millones de pesos o
de dólares, por el impacto económico que tenía ese simple dictamen. Entonces, a
partir de allí, quedó siempre eso de pensar en el efecto de una decisión.
Le pasó a quien se opuso a la deuda externa y le pidieron la renuncia: Era el
primer Procurador del Tesoro del gobierno de Cámpora. Estaba proyectando el
dictamen y cuando lo voy a visitar me comenta que lo estaba haciendo sobre la
inconstitucionalidad de los empréstitos externos. Le advertí que lo iban a echar.
Y efectivamente le pidieron el cargo. Veinte días estuvo en el cargo. Gente que
no se ubica en el contexto, y entonces hace un dictamen fuera de contexto. No
quiere decir que vas a hacer algo a favor pero si por lo menos sabiéndolo, si vas
contra el contexto tenés que saberlo.
MRF: En ese sentido, el abogado que trabaja en el Estado, ¿debería contar
con otros recursos o habilidades, en comparación con quienes se desempeñan en
el sector privado? ¿O no existe ninguna diferencia?
AG: Creo que el abogado del Estado, por lo general, tiene bastante libertad
técnica e intelectual y está también en una función que es, en definitiva, la de
asesorar y defender al Estado, lo cual plantea un cierto margen para decir “no
hagamos este error que nos va a costar dinero.” Tiene que hacer una valoración
de eso. Como abogado privado, nunca me fijo tampoco sólo si tengo razón, sino
qué conviene hacer. En ese sentido los veo un poco parecidos. No voy a decir
“hagamos un juicio que lo ganamos,” aunque eso sea dentro de cuarenta años.

626
xiii. los abogados del estado.
D-73
los años como abogado en la procuración del tesoro

Ni loco. Busco, más bien y casi siempre, como abogado privado lo que veo que
buscan todos, hasta en la administración, es un acuerdo que permita resolver
algún problema. Generalmente eso ocurre modificando los hechos. O sea, si
una conducta de mi cliente dio lugar a un problema, en lugar de defenderla ju-
rídicamente digo “cambiemos la conducta.” Con mi cliente me dedico a explorar
qué otras alternativas de conductas hay que lo puedan dejar satisfecho a él y a
la administración, para que el funcionario tenga la posibilidad de decir “Usted
cambió, entonces no se aplica el acto anterior sino uno nuevo.” He visto muchos
casos resueltos así, con un cambio en la posición del particular.
MRF: Estamos, nuevamente, frente a una cuestión vinculada a esa ductilidad
para observar y comprender el contexto.
AG: Creo que es una característica mía que la aprendí en la Procuración del
Tesoro donde, por ejemplo, cuando se dictaminaba a favor del particular decían,
algo así como “que se podía llegar a un entendimiento y resolverle a favor siempre
que desistiera del recurso.” Eso después se ha marcado mucho con el tiempo y
hoy, si en algún recurso tenés razón y te la quieren dar, te dicen “primero desista
del recurso y después se lo resuelvo.” No les gusta tener que resolver un recurso
favorablemente. Entonces, si los convencés, desisten del curso de acción que tienen
emprendido pero a cambio de que vos desistas de tu recurso, de modo que queda
como que se cambió de idea, frente a una nueva realidad. Esa es la otra cosa: La
realidad tiene que ser distinta.
MRF: En la Procuración del Tesoro, una peculiaridad habitual era que, en el
dictamen final, se consignaran al margen de la hoja los datos de quienes habían
intervenido. ¿Esta práctica respondía a alguna razón en particular?
AG: La forma de trabajo era ésa. El primer borrador lo hacía el más junior, y
eso lo revisaba el jefe del sector, después de él lo revisaba el director general de
dictámenes y lo firmaba el subprocurador. La revisión del jefe del sector era más
intensa. A su vez, su nuevo proyecto iba al director general que lo revisaba. El
subprocurador lo firmaba, porque le tenía confianza al sistema. Alguna rara vez
se supo que el subprocurador mandó rever algún dictamen pero esa triple revisión
era suficiente garantía de buen trabajo, con lo cual los jefes de sector eran clave
y por supuesto la calidad de los abogados también. Eran grupos chicos pero con
una gran tradición de independencia, imparcialidad, neutralidad.
MRF: Ser abogado de la Procuración era una suerte de privilegio.
AG: Estar en la Procuración del Tesoro siempre fue un privilegio, porque aún
en las épocas duras de gobierno, siempre tuvo independencia. Si algo había que
transar, lo hacía el Procurador del Tesoro, no el resto del cuerpo. El cuerpo era
realmente independiente y neutro, con valoración democrática aun en gobiernos
autocráticos. Se decía siempre que aquello era un paraíso, que era un laboratorio.

627
D-74 ii. diálogos con agustín gordillo

Había miles de frases para decir que eso era la gloria. Por lo tanto era un trabajo
que daba mucha satisfacción personal.
Es lo mismo que ser juez. Hacés lo que vos querés y conforme lo que creés.
Después la vida dirá qué pasó con lo que vos hiciste. En la Procuración nadie te
decía cómo tenías que hacer un dictamen. Viví esa experiencia como una gran
realización. Y por supuesto estudiando los dictámenes, discutiendo con los colegas,
porque había mucha camaradería.
Hablar, discutir: Pasábamos mucho tiempo charlando unos y otros, así que si
bien no era trabajo en equipo diría que había mucha red social, en definitiva mu-
cha contención social. Eras amigos de todos, estábamos todos juntos trabajando,
todos juntos almorzábamos, todos más o menos sabíamos la vida de cada uno,
nos contábamos los problemas de la vida, sin ser amigos íntimos, éramos amigos
de mucha frecuentación, todos los días varias horas por días, a la mañana y a
la tarde. Eso fue importantísimo. Ahí recibí muchos consejos. Castro Videla me
enseñó realmente mucho.
Para mi fue una época muy linda. Ahora si era de prestigio o no, creo que
el prestigio es el cargo del Procurador. Trabajar en la Procuración, creo que es
interesante pero para el que trabaja no sé si eso le da reconocimiento social es-
pecial. Me inclinaría a decir que no, y que eso no ha variado a través del tiempo.
MRF: En nuestro país éste es un rasgo característico de la función pública en
general. Si bien no representa una fuente de prestigio social, en cierta medida
otorga un grado de satisfacción personal.
AG: Absolutamente, satisfacción personal 100%.
MRF: En tu opinión, ¿son las facultades de Derecho espacios de formación de
futuros abogados del Estado? Esta pregunta te la formulo, cabe aclararlo, reco-
nociendo en algunos casos ciertas características propias de la función pública,
la ausencia de estabilidad, la débil o a veces inexistente carrera administrativa.
AG: El problema no es diferente al de la enseñanza del Derecho en general,
allí o en la Escuela de Abogados del Estado. Prevalece la enseñanza teórica y no
se enseña con problemas, con casos. Entonces, claro, así no se prepara la gente
y se aprende a los ponchazos.
MRF: ¿A qué te referís con “aprender a los ponchazos”?
AG: Ayer me encontré con un abogado, muy importante, un hombre casi de mi
edad y me dice “yo fui alumno suyo” en el ‘71 y di examen final con el reglamento
del “Prode.” Se acordaba del examen. ¿Por qué? Porque le dí un reglamento vigente
para que lo analizara. Siempre enseñé con casos, con problemas, tratando que a
mis alumnos no les pasara lo que me había pasado a mí, que tuvieran que apren-
derlo después. Pero en general el alumno que no recibe esa enseñanza aprende

628
xiii. los abogados del estado.
D-75
los años como abogado en la procuración del tesoro

a los ponchazos, a los golpes, así como yo aprendí que no es bueno ser decano
del gobierno militar, los alumnos aprenden cómo se hace un caso, a los golpes.
MRF: ¿Sería un déficit de las facultades de Derecho?
AG: Si, creo que es un problema cultural de la abogacía, porque por ejemplo
a nadie se le ocurriría enseñar medicina teóricamente. En cambio, respecto al
Derecho, parecería que existe una dicotomía, que la gente le gusta tomarlo como
si fuera un ejercicio puramente teórico. Te debo haber contado ya una historia
antiquísima de un camarista que decía que le encantaba ser profesor de la facultad
porque ahí sí se hacía Derecho. Y era un camarista. ¿Qué hacía en tribunales?
Claro en tribunales tenía el contexto, los problemas, los consensos. En cambio
el Derecho explicado teóricamente de los libros, tiene una fascinación para al-
gunos, pero no sirve para enseñar. Por eso jamás mandé a estudiar mis libros.
Siempre dije, bueno ahí tienen el material, consúltenlo y después les voy a dar
problemas, lean como quieran, lo que quieran, lo que les parezca, pero tendrán
que resolver problemas.
MRF: ¿Durante cuánto tiempo ejerciste como abogado en la Procuración?
AG: Estuve del ‘61 hasta el ‘69. Curiosamente tenía ganas de irme, porque
sentía que era un ciclo terminado, pero tenía tanto afecto por el organismo, por la
tarea, por las personas, que me costaba. En el ‘69 ocurren dos cosas simultáneas.
Por un lado hubo una recategorización. Yo era A5 que era la clase superior del
funcionariado y en la recategorización me tocaba pasar a la C o sea clase pro-
fesional. Justo aparece lo de La Plata y ahí renuncié. O sea renuncié, digamos,
forzado o aprovechando una doble coyuntura, para tener una excusa ante mi
mismo para irme, porque sino tal vez estaba hoy todavía allí. Pero me costó irme.
MRF: Aún hoy representa un organismo atractivo para trabajar, ¿verdad?
AG: Si, pero me parece que el contexto se filtra un poco más. Antes el Pro-
curador del Tesoro era como una suerte de pararrayos, él asumía todo el costo
político y la gente de adentro trabajaba técnicamente. Me parece que hoy en día
se baja un poco más de línea.
MRF: Un ministro, en una ocasión, me mencionó que hay que recordar la di-
ferencia entre estar de un lado o del otro del mostrador. Para él no era lo mismo
ser abogado de la administración que estar afuera. ¿Qué opinas sobre visiones
como ésta?
AG: Creo que uno tiene que buscar soluciones que sirvan a la sociedad, de-
fender ciegamente a un particular o defender ciegamente al Estado no sirve. Yo
estuve hace poco en una audiencia en un tribunal acá, de la ciudad, en que había
dos actores legisladores, de un mismo grupo político, pero con personalidades
distintas, representados ambos por un abogado que es amigo de ellos. Cada uno

629
D-76 ii. diálogos con agustín gordillo

de los legisladores hizo un pequeño discurso informado técnicamente bien, luego


habló el Procurador General de la Ciudad, luego el ministro del área que habló
muy firmemente y aunque no era abogado tenía un buen conocimiento del tema.
Habló luego el abogado de los actores, que dijo una cosa distinta a lo que dijeron
las partes. Incluso estuvieron discutiendo entre ellos, porque el abogado quería
buscar una solución.
En definitiva todos queríamos una solución al problema pero cada uno tenía
que rescatar su propia posición o su propio discurso. Me acuerdo que, de nuestro
lado, habíamos ya acordado que hablara uno solo, que era el abogado interno.
Yo me senté al lado de él, pues me habían pedido que opinara o le dijera algo
si se me ocurría. A mi consejo él habló muy prudentemente, fue una exposición
breve y muy poco enfática.
¿Por qué? Porque se veía que todos querían solucionar el problema y cada uno
estaba explorando cómo se solucionaba, los propios actores, el abogado de los
actores, el del Estado y el de la empresa.
MRF: Entonces, en ambos casos es necesario reflexionar en el bien de la
sociedad. Algunos abogados pertenecen o defienden al sector privado; otros se
desempeñan en el Estado. Vos te has ocupado sistemáticamente de defender los
intereses sociales. ¿El abogado de un empresario, ¿no pretendería obtener el
mayor beneficio posible para su cliente, aún a costa del Estado?
AG: Es mas complicado. Los empresarios, en general, tratan de negociar con
el Estado. A veces si presentan un recurso o una acción es para negociar. Nin-
guno persigue la lucha por el Derecho, porque lo que buscan, y eso es legítimo,
es la mayor ganancia posible y la mayor ganancia posible no se logra haciéndole
juicios al Estado. Eso es un error total. Cuando se llega a presentar un recurso
o accionar judicialmente es porque no se pudo arreglar en ningún momento,
porque el empresario intenta siempre arreglar.
Hay abogados que tratan de darle el gusto al cliente. Yo pienso en los intereses
del cliente a largo plazo, si le sirve o no alguna conducta determinada. Gene-
ralmente la pelea no le sirve. Para mí, hay que buscar replantear la situación,
modificar la conducta y ver de llegar a un entendimiento. Y esto a los empresarios
en general les parece bien.
En el Estado, por lo menos mientras yo estuve en la Procuración, se buscaba
eso también.
Lo que varía es cuando ya hay un juicio entablado, porque ahí hay toda una
tradición, que es inmutable, que los abogados de la administración tienen el
deber de defender la posición del Estado y ahí son totalmente unilaterales, lo
cual lleva al que hace una demanda contra el Estado, también tiene que ser a su

630
xiii. los abogados del estado.
D-77
los años como abogado en la procuración del tesoro

vez unilateral. Entonces son dos posiciones extremas en la cual el Estado apela
hasta agotar todas las instancias.
Recuerdo que una vez el Consejo de Profesionales de Ciencias Económicas
me pide un dictamen sobre la conducta de su director de asuntos jurídicos, que
había consentido un fallo de Cámara y no había interpuesto un par de recursos
que tenía todavía, entre ellos el extraordinario. Yo al hombre no lo conocía. Me
piden un dictamen, estudio el caso, leo el expediente y entiendo que realmente
la sentencia era lapidaria. Habían encontrado bien la solución, que era adversa
al Consejo y seguir peleándolo lo único que producía era más costas en contra.
Por lo tanto me pareció que el abogado del Consejo había actuado correcta y
responsablemente. Así lo escribí.
Se enojaron porque ellos querían echarlo. Hay gente que huele lo que el cliente
quiere y le da el gusto, pero eso me parece que no es un ejercicio responsable de
la profesión. Creo que por lo menos hay que decirle, a criterio de uno, dónde está
parado. Además como digo siempre, uno inicia juicios creyendo tener razón pero
algunos de ellos se ganan y otros se pierden. Si encima se iniciaran acciones en
las que ni se sabe si se tiene razón, seguramente que se va a perder. Entonces,
por lo menos, es necesario que esté convencido.
Hay también otro problema. El abogado en la profesión está mas constreñido
por el tiempo, porque primero tiene que adoptar la decisión, si toma o no el caso
y no puede pedir “déme 15 días, que lo voy a ver.” Ni siquiera “déme dos días.”
En la primera entrevista le explican cuál es el problema y uno resuelve si eso lo
ve potable o no. Y una vez que lo ve posible ya queda un poco atado. Al abogado
de Estado le pasa lo mismo.
Ver t. 7, cap. XX, “El tiempo en la decisión jurídica,” http://gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo20.
pdf. La versión oral originaria se encuentra en www.gordillo.com, sección “Charlas.”

A veces sabe que el otro tiene razón, pero no hay más remedio que seguir ade-
lante. Tengo un juicio iniciado en el año ‘82, que tiene varios fallos de la Corte,
hasta que finalmente revocaron la sentencia de Cámara, porque no estaban de
acuerdo con la suma indemnizatoria. Pero todavía no se puede cobrar. Cuando
baja a primera instancia y se ordena que se deposite, el Ministerio de Economía
saca deliberadamente mal la cuenta y deposita la mitad de lo que debía. Se hace
un memorial.
El abogado va al Ministerio de Economía y les advierte que están equivocados
y que van a terminar pagando un incidente con costas. Igual siguieron adelante,
el juez no nos dio la razón, tuvimos que apelar. Después cambió el juez y otro juez.
En este momento la ejecución de sentencia, después del fallo de la Corte, tiene
22 cuerpos y todavía no se puede cobrar y lo que está depositado en el expediente,
que está en bonos, tiene una cautelar así que no se puede tocar. Ahí el abogado
del Estado no tiene posibilidad de cambiar de posición.

631
D-78 ii. diálogos con agustín gordillo

MRF: Insisto en que, al parecer, habría algún rasgo distintivo entre el abogado
del sector público y el del sector privado. Porque el estándar a la luz del cual será
evaluado el primero no pasará, probablemente, por el grado de eficiencia, sino por
el cumplimiento formal de las normas. ¿Estás de acuerdo con esta percepción?
AG: Digamos que se valora mucho la perseverancia formal y la interposición
de todos los recursos posibles. Pero el mal ejercicio profesional de un abogado del
Estado no es censurado. La mala defensa del Estado no es criticada, sino sólo si
no presenta todos los recursos pertinentes. Si lo pierde, lo pierde, pero tiene esa
sentencia definitiva y mientras tanto debe agotar todas las instancias.
En cambio el particular es juzgado en su eficiencia, o sea, en qué me mentiste,
qué hiciste, cómo me estás contando esto. Incluso de entrada, si uno empieza a
hablar de juicio, se comienza a pensar en la tasa de justicia y si vale la pena poner
un 3%; o si esa misma plata se la invierte y en 27 años se recupera la totalidad
del capital, con lo cual puede ser un disparate hacer juicio, si produciendo en la
empresa, con lo que representa la tasa de justicia se obtendrá el equivalente de
la plata que le debían. El resultado es neutro si es favorable; si es desfavorable
además habrá que pagar las costas. Esta es una reflexión de M airal.
MRF: Una diferencia notable entre un abogado del Estado y un abogado de
sector público es que el cumplimiento de los pasos formales está muy presente
en la labor del abogado de la administración.
AG: Esto sucede hasta en el modo de hacer los escritos. Si el escrito es malo
no importará demasiado.
MRF: ¿Crees que la Facultad debería asumir algún rol más activo o compro-
metido en la formación del abogado del Estado?
AG: El problema es que los profesores son muy reacios a este tipo de enseñanza.
Porque es un compromiso. Tenés que decir la verdad, tenés que dar problemas.
Con lo cual los propios estudiantes se quejan. Y si das problemas de abogados,
también se quejan los abogados.
A la gente no le gusta una enseñanza con problemas, con lo cual pareciera
que es casi imposible enseñar de tal modo, en el medio cultural en el cual nos
movemos los abogados.
Por ejemplo, Genaro Carrió en alguna de sus obras dice lo mismo que dije yo
de Castro Videla. Se lo dedicó a un socio suyo en el estudio, “a fulano de tal, que
me enseñó Derecho.” O sea que Genaro Carrió también reconoce haber aprendido
Derecho de alguien que se lo enseñó en el estudio donde empezó a trabajar.
MRF: Parecería que en ocasiones habría una cierta disociación en aquel abo-
gado que ejerce la profesión y luego se incorpora a la enseñanza académica del
Derecho. Suele ser consciente que los contenidos que imparte en el ámbito uni-

632
xiii. los abogados del estado.
D-79
los años como abogado en la procuración del tesoro

versitario no se corresponden con frecuencia con aquellos que el alumno aplicará


a la hora de su ejercicio profesional una vez graduado.
AG: Sí, sí lo sabe. Lo que pasa es que enseñar contra la corriente, o sea en
vez de teoría enseñar con problemas, genera dificultades con todo el mundo. En
primer lugar con los estudiantes. Se quejan. ¿Por qué? Porque quieren recibirse. Y
en el posgrado lo mismo. Quieren terminarlo y en el doctorado también. Quieren
obtener el título de doctor. O sea si problematizás a un estudiante, siente que le
estás dificultando lo que él cree que es su estudio y en realidad es su diploma.
Suelo decirles que la presunción de legitimidad vale para el acto administrati-
vo, no para el diploma. El diploma no tiene presunción de conocimiento. Es una
habilitación, como se decía en otros tiempos, es una licencia de corsario, o sea
podés ir a la guerra pero después, se verá ahí cómo te va.
Hacen falta pues la experimentación y aprendizaje constantes, la permanente
solución de problemas nuevos. Vale la pena, ha valido la pena. Al final se triunfa,
cualesquiera sean las adversidades.
Las palabras en bastardilla pertenecen al final de Epílogo al Libro I, A mi padre: “Éste soy
yo.” (Carl Rogers.) Aprender y enseñar. Caos, creación y memoria, pp. 357-358.

633
Sección III

homenaje

Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Homenaje al Dr. Agustín


Gordillo, Personalidad destacada en la enseñanza de las ciencias jurídicas.

Coordinador: Isaac Augusto Damsky


HOMENAJE AL DR. AGUSTÍN GORDILLO, PERSONALIDAD DESTACADA EN
LA ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS JURÍDICAS

Coordinador: Isaac Augusto Damsky


Locutor: La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires les da la
bienvenida al acto por el cual conforme lo dispuesto por la ley 3.607 de la Ciu-
dad Autónoma de Buenos Aires se entregará al Profesor Agustín Gordillo el
diploma que lo acredita como Personalidad Destacada en la Enseñanza de las
Ciencias Jurídicas
Preside la ceremonia el Señor Diputado de la Ciudad, vicepresidente segundo
a cargo de la presidencia de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, Dr. Julio R affo. Lo acompañan el señor Diputado de la Ciudad, Patricio
di Stéfano, autor de la iniciativa y el Diputado Eduardo Epszteyn.

Julio Raffo: En primer lugar darle la bienvenida a todos los presentes, ma-
gistrados, magistradas, a los que acompañan, personalidades, señor Vicedecano
de la Facultad de Derecho, en fin, todos los que estamos acá tenemos algo muy
importante en común, el respeto, el aprecio y en mi caso la admiración particu-
lar por el Dr. Agustín Gordillo, para mí es una emoción muy grande porque fui
alumno del Dr. Gordillo y con su generosidad nos fuimos haciendo amigos, y
ahora es Agustín, pero siempre fue el mismo.
Yo recuerdo que a fines del año 72, comienzos del 73, la facultad quedó de hecho
acéfala, y habían unos jóvenes revoltosos que tenían la idea de transformar de
raíces la sociedad argentina y todas sus instituciones y todos sus niveles, uno
de ellos era yo y el Dr. Gordillo aceptó por unos meses ser Decano, y yo lo fui a
ver, “Es un disparate” (tiene una onda de atropellar muchas cosas, algunas con
razón y otras sin razón) “y vos aceptás este cargo, en un momento que solo es
para asumir problemas.” Agustín me dijo que alguien se tiene que hacer cargo
de la facultad, alguien tiene que poner el cuerpo, es un patrimonio de todos, y él
aceptó y me dio una lección en ese momento de grandeza, generosidad, de voca-
H-4 ii. diálogos con agustín gordillo

ción por la fuerza pública, que sabiendo que venía una onda en ese sentido muy
crítica de todo lo que tuviese que ver con un gobierno militar, él se sacrificó por
la Facultad de Derecho, por sus alumnos, por sus docentes y no se si te lo dije,
estoy muy agradecido.
Esa vorágine me llevo a ser, para bien o para mal, rector de la Universidad
Nacional de Lomas de Zamora y en el año 74 realizamos para prestigiar a la
Universidad nueva, cursos para graduados de derecho administrativo, e invitamos
a Agustín a dar conferencias, y me tocó recibirlo como dueño de casa, porque yo
era Rector y él generosamente se vino hasta Lomas de Zamora a participar de
esas actividades académicas, también contribuyendo de alguna manera de un
proceso agitado de jóvenes agitados.
Pasaron largas décadas y muchas cosas, y ahora me toca recibirlo como repre-
sentante de todos los legisladores, presidente a cargo de la legislatura y lo hago
con gran alegría y gran ilusión, porque creo que la distinción tiene un defecto,
es ciudadano ilustre, es persona destacada, punto, además es docente, además
es jurista, además es otras cosas, así que habiendo hecho esta aclaración, y
agradeciéndole profundamente al diputado di Stéfano que tuvo esta iniciativa
que nos prestigia a los legisladores por saber otorgar esta distinción con criterio
profundo, criterio serio, cosa que no siempre es así, esta vez tenemos el lujo de
enriquecernos y enriquecer y prestigiar esta distinción, muchas gracias di Ste-
fano, muchas gracias por estar aquí.

Locutor: La ley 3607 en su artículo 1º, dice: “Declárase personalidad des-


tacada en la enseñanza de la ciencias jurídicas al jurista, profesor Dr. Agustín
A lberto Gordillo.” El autor de este proyecto es el Diputado Patricio di Stéfano,
que queda con todos ustedes.
Diputado Patricio di Stéfano: Bueno muchas gracias, yo voy a abordar
algunas palabras sobre el final, solamente ahora les quería agradecer todos los
presentes por estar acá, estoy muy contento y es para mi un orgullo por ser el
autor de esta distinción, la metodología es muy simple: Vamos a decir algunas
palabras los diputados presentes y yo como autor, y algunas personas que es-
pecialmente pidieron hacer uso de la palabra y dedicarle algunas palabras al
Dr. Agustín Gordillo, a continuación va a hacer uso de la palabra el Diputado
Eduardo Epszteyn, quien acompañó este proyecto.

638
Eduardo Epszteyn
Buenas tardes a todos, primero que nada tengo que agradecerle al diputado di
Stéfano, yo no soy un tipo envidioso, no es una de mis características, pero la
verdad lo envidio al diputado di Stéfano, porque se le ocurrió a él antes que a
mí, son esas cosas que uno puede hacer como Diputado, proponer que alguien sea
figura destacada y se me tenía que haber ocurrido y que se le haya ocurrido a
él y me haya invitado a participar, no puedo hacer otra cosa más que agradecer.
Pensé mucho qué iba a decir hoy, intenté escribir algún discurso, pero prefiero
improvisar un poco.
Allá por el año 97, a alguien se le ocurrió, alguien no, a Carlos Auyero se le
ocurrió, antes de la Alianza yo estaba en el Frente Grande, era un militante y
Agüero, digamos como toda fuerza emergente tenía legisladores y todo el mun-
do quería ser legislador; yo en aquel entonces no quería ser legislador, a mí me
gustaba más la administración propiamente dicha más que la tarea legislativa.
Y Auyero, con el que yo trabajaba, a quien siempre recuerdo, me insistía que
yo tenía que ir al ejecutivo, entonces el primer cargo que tuvo el Frente Grande
antes de la Alianza, un cargo en el ETOSS. Un día viene Carlos Auyero y me
dice: Hablé con De la Rúa y con Gauna y vos vas al ETOSS. Y qué es el ETOSS
pregunté yo? Es un ente regulador de agua, yo no tenía idea qué era y no tenía
idea cómo era un ente regulador, debo confesarlo, habla del proceso de selección
de la política, y espero que igual no haya salido tan mal.
Y por aquel tiempo también cuando entré al ETOSS me acuerdo, me invitaron a
unos desayunos que organizaba una fundación de Centro de Estudios Americanos
y ahí coincidimos en los desayunos con el Dr. Agustín Gordillo, más o menos
paralelamente en el tiempo. Recuerdo las anécdotas del antropólogo marxista
en la Embajada Americana, era muy divertida, porque eran debates de la histo-
ria de Estados Unidos, y lo daba un profesor absolutamente anarquista, lo cual
en la embajada de Estados Unidos era rarísimo, y cuando entro al ETOSS me
encuentro con que me tenía que pelear nada más y nada menos que con M aría
Julia A lsogaray que tenía como abogado a Barra, trabajando todo el estudio de
H-6 ii. diálogos con agustín gordillo

Barra a disposición de la Secretaría de Medio Ambiente, con Aguas Argentinas,


que estaba Juan Carlos Cassagne, con los otros 5 directores, que prefiero no
abundar en el tema, y yo dije acá Epszteyn esta jodido, perdónenme...
Y dije, si yo me tengo que pelear con Cassagne, con M aría Julia, con Barra,
con todos los directores, tengo que tener a alguien que me asesore, que me ayude
en esto y se me ocurrió convocar a Agustín, no por nada, sino porque lo conocía
a través de los desayunos, y además porque conocía sus posiciones, entendiendo
poco de derecho además debo decir porque soy economista, y estudié derecho
administrativo en España en los primeros años de la carrera y nunca más, pero
a través de los dictámenes uno encontraba en ese momento, el motivo por el cual
digo vamos a convocar al Dr. Gordillo, era si lo tengo que decir en términos
generales, la defensa de lo Público, porque uno se encontraba permanentemente
con el lobby de lo privado —lo digo fuera de todo contexto ideológico—, sino como
posición frente al problema.
Recuerdo cuando pedí que me financiaran el contrato para Gordillo tem-
blaron, porque el solo hecho que Agustín fuera asesor de uno de los directores,
hacía por lo pronto que la gerencia jurídica se cuidara y ni qué hablar de los
otros 5 directores y de ahí para delante Agustín, que nunca firmó nada, pero
que siempre me escribió.
Bastaba que yo leyera las actas, porque una de las cosas que aprendí después,
porque uno aprendió rápido, que uno tenía que dejar escrito en actas la posición
y ahí recién recordamos la frase de Linares, les estoy hablando de un momento,
que Aguas Argentinas terminó echada en Argentina, y estamos hablando de un
momento de revisión tarifaria, de negociación de contrato, valoración de activos, y
un Estado trabajando a favor de lo privado claramente y un ente regulador sobre
el cual en su dictamen técnico sobre el cual después la autoridad de aplicación
debía tomar su decisión.
Y yo no tengo más que agradecimiento para Agustín, primero porque siempre
desde una cosa muy intuitiva de mi parte, porque yo de derecho no…, aunque
aprendí que el derecho es lógica y que el aporte que hizo Agustín, primero al
proceso de renegociación, y yo creo que cualquiera que vaya a leer los dictáme-
nes nuestros, siempre estuve muy tranquilo, respecto de todos los dictámenes
que nosotros pusimos en los expedientes, no se cómo termina, lo que tengo en
claro que lo que nosotros escribimos en cada momento, eran temas por cierto
muy complicados, fue una defensa de interés nacional y de interés del estado. Lo
segundo que aprendí con Agustín y tal vez lo más importante ni siquiera es de
derecho, es de otra cosa, es de la relación con el poder, porque con Agustín tuve
la oportunidad de discutir mucho, porque después vino la Alianza y uno tenía
la posibilidad de influir sobre la parte programática de una fuerza política, más
allá del fracaso de la Alianza que no podía terminar de la manera que terminó,

640
eduardo epszteyn H-7

pero bueno. Y ahí había toda una discusión, era la discusión de lo que Agustín
denomina “introducción a la teoría de la manija uno,” es lo que me enseño Agustín,
que cuando tenés la manija no querés que nadie te saque la manija, y ahí era la
discusión entre las autoridad de aplicación y los centros reguladores, y como de-
berían funcionar los entes reguladores, y Agustín siempre me ponía un ejemplo y
me decía, el presidente de los Estados Unidos puede tomar muy pocas decisiones,
puede decidir declarar una guerra atómica, tocar el botón y destruir un país, pero
no puede decidir sobre la tarifa eléctrica de un estado de los Estados Unidos, y
esto como concepto general, es un concepto que yo la verdad lo incorporé mucho,
repito, más allá de la cuestión ideológica, que es la cuestión de la limitación del
poder y en lo que tienen que ver con la administración pública, se aplica como
pensamiento profundo que para mi tiene que atravesar a la izquierda y a la de-
recha, porque el autoritarismo puede ser de izquierda o puede ser de derecha y
la defensa, si ustedes quieren, la importancia de la descentralización del poder
es una idea muy importante que aprendí de Agustín. Bueno estas son de alguna
manera las cosas que yo quería recordar más allá de la anécdota cuando M aría
Julia, —ella nunca firmaba entonces, firmaba un jefe de asesores en nombre de
ella—, y un día pusimos un acta cuestionando la investidura al jefe de gabinete,
y se armó un despelote por cierto importante, que casi me cuesta el cargo y por
suerte nunca me echaron y creo que juntos pudimos hacer un buen trabajo.

641
Isaac Augusto Damsky
Buenas tardes a todos, muchísimas gracias a todos por venir, por sumar su ad-
hesión, muchísimas gracias a los diputados autores de la iniciativa, al licenciado
Patricio di Stéfano, al Dr. Julio R affo, especialmente a Eduardo Epszteyn con
quien tuve la oportunidad de colaborar en su gestión durante un breve tiempo.
Es un evento de máxima importancia para nosotros, para los que queremos en
lo personal a Agustín Gordillo, para quienes lo admiramos en lo académico y
también para quienes han sido sus alumnos.
Hechas estas breves palabras, me gustaría previamente pasar revista a algu-
nas de las adhesiones y leer algunas de ellas, por su envergadura institucional
provenientes de personas que por la premura y cuestiones organizativas no
pudieron estar presentes.
En primer lugar la Universidad de Buenos Aires, por intermedio de su Secreta-
ría General, nos hace llegar su adhesión a este acto y voy a darle lectura también
al acto que ellos nos han enviado: “En virtud de las cualidades académicas y pro-
fesionales que han motivado al reconocimiento como personalidad destacada en
la enseñanza de las ciencias jurídicas al Dr. Agustín A lberto Gordillo, desde la
Universidad de Buenos Aires queremos enfatizar la labor de excelencia académica
brindada por el profesor emérito de esta alta casa de estudios, conmemorando
además su trayectoria de 50 años que se cumple este año, y felicitándolo por el
compromiso asumido en el ámbito docente, destacando su amplio recorrido como
jurista. Nos sentimos orgullosos desde la Universidad de Buenos Aires, que
nuestro profesor sea reconocido por la Legislatura, adhiriendo con sumo agrado a
este homenaje.” Lo firman Carlos M as Vélez Secretario General, Miguel Á ngel
Mourinio, Secretario de Asuntos Jurídicos.
También la Procuración del Tesoro de la Nación, por intermedio de la Escuela
del Cuerpo de Abogados del Estado, nos hace llegar su reconocimiento en estos
términos: “Tenemos el agrado de dirigirnos a usted para expresar nuestra más
sincera felicitación con la honrosa y justa distinción que le ha sido conferida
mediante la ley 3607 de la Ciudad de Buenos Aires, le hacemos llegar nuestro
H-10 ii. diálogos con agustín gordillo

reconocimiento a quien ha prestigiado al Cuerpo de Abogados del Estado con su


labor profesional en la Procuración del Tesoro, ha integrado el claustro docente en
la Escuela del Cuerpo de Abogados del Estado, y colabora permanentemente con
los eventos de esta institución académica.” Firmado, Dra. M aría José Rodríguez.
Tenemos también el reconocimiento extendido por la Asociación de Abogados de
Buenos Aires, mediante el cual adhieren a este acto en reconocimiento al profesor
Agustín Gordillo como personalidad destacada en la enseñanza de las Ciencias
Jurídicas dispuesta por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
para quien a sido y es un referente indiscutible en el campo del derecho. Buenos
Aires, 30 de Noviembre.
Por otro lado quiero leer las palabras que muy sentidamente nos hizo llegar
nuestro queridísimo gran maestro Mexicano, el profesor Don Jorge Fernández
Ruiz, por intermedio del homenaje que la Asociación Internacional de Derecho
Administrativo viene a rendirle hoy al Dr. Gordillo y dice así:

Jorge Fernández Ruiz


“Desde mis años de estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Guadalajara, a mediados del siglo pasado me asomé al Derecho Administrativo
Argentino atraído por las obras monumentales de R afael Bielsa , Benjamín
Villegas Basavilbaso, poco después pude disfrutar las de Miguel M aría Diez,
M iguel M arienhoff, y otros autores. Años más tarde llego a mis manos en
cuatro volúmenes el Tratado de Derecho Administrativo, del entonces joven
Profesor Agustín Gordillo con un enfoque, merced al cual, pronto se convirtió
en una obra indispensable en toda biblioteca jurídica, así como en un referente
obligado en la nueva producción bibliográfica del derecho administrativo en
Iberoamérica, por cuya razón es el autor mas citado en la bibliografía mexicana
de dicha disciplina, fenómeno derivado de la solidez de sus tesis y su impecable
argumentación jurídica.
“Al inicio del presente siglo celebramos en el Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la Universidad Autónoma de México, un Congreso Iberoamericano
de Derecho Administrativo al que concurrimos Profesores de esa disciplina pro-
venientes de toda la región en cuyo desarrollo acordamos fundar la Asociación
Iberoamericana de Derecho Administrativo y por aclamación elegimos presidente
al profesor Agustín Gordillo.
“En el año 2008, durante la celebración de un Congreso Internacional de
Derecho Administrativo, celebrado en el Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la UNAM, los ponentes resolvimos crear una Asociación Internacional de esa
disciplina con un Instituto Internacional de Derecho Administrativo al que por
unanimidad le pusimos el nombre de Agustín A lberto Gordillo, un reconoci-
miento al distinguido doctrinario.

644
isaac augusto damsky H-11

“En razón de lo anterior, el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Univer-


sidad Autónoma de México, publicó en el año 2004 conjuntamente con la editorial
Porrea, la edición mexicana del referido Tratado de Derecho Administrativo del
Dr. Gordillo, con un sustancioso prólogo del profesor Jorge Sáenz, por todo ello
a nombre de los profesores de Derecho Administrativo de todo el orbe que inte-
gramos la Asociación Internacional de Derecho Administrativo, expreso nuestro
júbilo y adhesión a la ley expedida por la Legislatura de Ciudad de Buenos Aires,
en cuya virtud se declara al Dr. Agustín A lberto Gordillo como personalidad
destacada de la enseñanza de la ciencias jurídicas.” Firmado, Dr. Jorge Fernán-
dez Ruiz , presidente; fechado en la ciudad de México, Distrito Federal, el 29 de
Noviembre 2010.”
Adhiere el Foro Mundial de Jóvenes administrativistas en las palabras del
Dr. Miguel A lejandro López Olvera en carácter de Presidente. También adhiere
la Universidad París Sur XI, por intermedio de las palabras del Dr. F rançois
Julien L aferrière que no puede acompañarnos hoy y nos ha hecho llegar y que
voy a dar lectura muy brevemente. Nuestro colega francés nos dice:

François Julien Laferrière


“Un lamentable contratiempo no me permite estar presente en el homenaje que
rinde al Dr. Agustín Gordillo la comunidad académica y la Capital Federal Ar-
gentina, espero que Don Agustín me lo perdone. Agustín Gordillo es el modelo del
académico, que todos sus colegas quisieran ser, un profesor muy querido por sus
alumnos y un maestro admirado por sus discípulos, un investigador riguroso, que
hace avanzar las ciencias jurídicas, un servidor público cuidadoso del interés ge-
neral, además el Dr. Gordillo es uno de los administrativistas más destacados del
mundo occidental y del sistema jurídico Romano germánico a la vez que un puente
entre la cultura administrativista europea y la iberoamericana, especialmente
entre el derecho administrativo francés y el argentino. No es una mera casualidad
que haya sido profesor asociado de dos de las más prestigiosas Universidades
francesas, la de París I Panthéon-Sorbonne y la de Paris II Panthéon-Assas, su
Tratado de Derecho Administrativo es un clásico de la materia a tal punto que
la 10ª edición argentina fue publicada el año pasado y también existen ediciones
colombiana, peruana, venezolana, mexicana y brasileña, prueba de su difusión
y mayor proyección en todos los países de habla hispana.
“Agustín Gordillo no se contentó en ser un ejemplo de lo que un universitario
puede y debe ser, también puso sus talentos al servicio de la administración de
su país y de la comunidad internacional ocupando sucesivamente diversos cargos
en el ámbito internacional.
“Sobre todo Agustín Gordillo es un hombre de grandes cualidades humanas,
es bueno, alegre, cálido y modesto, estoy convencido que en el fondo no le gustan

645
H-12 ii. diálogos con agustín gordillo

las alabanzas que se le dirigen hoy, por todas estas razones y muchas más que
no tengo tiempo de señalar acá, considero tanto en mi nombre personal como en
nombre de la Universidad París Sur Once que el Dr. Agustín Gordillo merece
ampliamente el honor que se le hace hoy.”
Finalmente entre las adhesiones hay una muy especialmente que quiero leer
por la agudeza de su pluma, porque se trata de un profesor mexicano, que ade-
más de unirme un lazo fraterno, compartimos el amor por la materia, el amor
por la verdad, sobre todo el amor por la obra de Agustín Gordillo, además una
infidencia nos une otro dato singular: Ninguno de los dos hemos sido alumnos
de Agustín, pero sin embargo lo consideramos nuestro maestro, y se trata de
nuestro amigo David Cienfuegos Salgado.
Dice así:

David Cienfuegos Salgado


“Agustín Gordillo y la enseñanza del derecho. Mis primeros contactos con la
obra de Agustín, no fueron en el ámbito del derecho administrativo, lo leí en el
Método en Derecho, luego vendrían los años del doctorado, en Madrid escuché la
lección jubilar de A lejandro Nieto, Las limitaciones del conocimiento jurídico, y
años mas tarde vería la edición de dicha lección con los comentarios de Agustín
Gordillo, en ese tiempo me integré al Estudio de Investigación Jurídica de la
UNAM, en el área del Derecho Administrativo, bajo la batuta del maestro Don
Jorge Fernández Ruiz, ahí volví a encontrarme la obra de Gordillo, ahora en sus
términos, monumental, donde se aprecia la vocación de enseñanza, me refiero al
Tratado de Derecho Administrativo, que en su edición mexicana fue publicada
en el año 2004.
“Gracias a su constante relación a los administrativistas mexicanos, que le ha
traído muchas veces a México, tuve oportunidades de ir a eventos donde lo escuché
y también tuve la oportunidad de tener con él la charla franca y amena, que es la
que le caracteriza, leerlo, escucharlo y platicar con él, me permiten afirmar que
es un verdadero maestro. La lectura de su magna obra nos muestra al maestro
siempre dispuesto a contribuir a la formación de conocimiento, pues como bien
decía Ortega y Gasset, enseñar no es trasmitir ideas a otro, sino favorecer que
otro las descubra.
“Ésa es la escuela a la que pertenece Gordillo, la que contribuye a la cons-
trucción de respuestas no solo desde el Derecho Administrativo, sino desde el
Derecho en general, donde sus alumnos lo han encontrado gigante en la hora
de las respuestas, por ello se puede decir que no solo a través de la lectura se
aprecia su obra, también está presente en la generación de abogados y abogadas
en cuya formación ha participado; juristas de todas partes van dando cuenta

646
isaac augusto damsky H-13

de lo que Agustín Gordillo ha logrado construir desde su paciente y constante


labor magisterial.
“En tal sentido no será raro que la máxima de R amón y Cajal se haga aquí
grata realidad, la más pura gloria del maestro consiste no en formular discípulos y
discípulas que lo sigan, sino sabios y sabias que lo superen, esa generación tendrá
que rendirle cuenta pronto haciendo fruto de la vocación intelectual de quien los
acompañó en su formación. De la modestia que lo caracteriza no creo que haya
pedido un homenaje, sin embargo Buenos Aires lo rinde por ello lo menos que
podés hacer es unirnos en esta sencilla misiva para confirmar a quienes nos lean
que muchos mexicanos pensamos que el tributo es mas que merecido, máxime
ante su colosal estatura. Un abrazo en esta obra a los que homenajean a Agustín
Gordillo, nunca mejor dicho honrar, honra.” Firmado Don David Cienfuegos
Salgado, Investigador Nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México.”
Isaac Augusto Damsky: Hechas estas evocaciones y lectura de las palabras
de quienes concurren a homenajearlo y no están aquí presentes por compromisos
en el exterior, vamos a dar comienzo a las palabras de homenaje que los desta-
cados juristas de nuestro claustro académico nos han arrimado el día hoy, por
eso queremos abrir la mesa con los oradores. Quiero invitar en primer lugar al
estrado a la Dra. Inés Weinberg de Roca, quien nos dará el honor de dirigirnos
unas palabras.

647
Inés Weinberg de Roca
Muchas gracias, no quiero dejar de felicitar al Diputado di Stéfano, por la inicia-
tiva y a los diputados R affo y Epszteyn por haberla apoyado. Yo recordaba que
en octubre del 2000 cuando recién se crea el Fuero Contencioso Administrativo
de la Ciudad de Buenos Aires, llegamos 5 de nosotros, la Dra. Daniele, entre
ellos, a un edificio en Avenida de Mayo, en que teníamos unos escritorios, unas
computadoras todavía no conectadas, unos teléfonos que no funcionaban, unos
estantes vacíos y la consigna de empezar a trabajar, y lo primero que recibimos
fue un regalo del Dr. Gordillo, sus obras completas, este generoso profesor, el
hoy homenajeado.
El profesor Gordillo se ha caracterizado además de ser una buenísima persona
y un hombre extremadamente generoso, por su modernidad y originalidad en el
Derecho Administrativo y por no estar comprometido por ningún grupo de interés.
Su labor en el ámbito académico y como abogado en la Argentina se comple-
menta muchísimo con la tarea internacional, no hay tribunal Internacional de
Derecho Administrativo del cual el profesor Gordillo no sea o haya sido miembro.
Y en especial el Tribunal Administrativo de la Oficina Internacional del Trabajo,
tiene una jurisprudencia que se sigue en todos los otros Tribunales Administra-
tivos Internacionales. Yo he tenido la suerte de ser elegida para el Tribunal de
Apelaciones de Naciones Unidas, de cuyo antecesor el Tribunal Administrativo
de Naciones Unidas el profesor Gordillo ha sido miembro, y digo la suerte porque
cuando a mi me elige la Asamblea de Naciones Unidas, lo primero que después me
dicen “Usted es Argentina como el Juez Gordillo, entonces Usted debe ser buena.”
Maestro, lo felicito por la distinción y espero que la disfrute. Muchas gracias.
Alberto Bueres
Buenas tardes a todos, a las autoridades, al Dr. Gordillo, en nombre de la Fa-
cultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, de su Decana, del Consejo
Académico y en el mío propio, quiero felicitar a las autoridades de esta Legislatura,
por haber decidido otorgar esta honrosísima y merecidísima distinción al maestro
Agustín Gordillo, a quien todos admiramos y que en lo personal considero que
es el administrativista más representativo y más saliente que tiene el derecho
nacional y que inclusive ha tenido con sus obras, con su labor, con su dedicación
un trascendido y una repercusión internacional como creo que pocos juristas y
pocos profesores de esta casa de estudios y de otras han tenido, así que muchí-
simas gracias y felicitaciones al Dr. Gordillo.
Miriam Ivanega
Buenas tardes, estoy acá como alumna de la Universidad de Buenos Aires, como
profesora de la Universidad de Buenos Aires y como profesora y directora de
una maestría de la Universidad Austral y también como persona que conoció a
Agustín Gordillo, no hace tantos años personalmente, pero hace mucho desde
lo académico. Y realmente a partir de la enseñanza de Agustín Gordillo uno
piensa qué es lo que queda, y quedan varias experiencias.
La primera, la valentía que significa hablar de libertad en una época cuando
no se podía hablar de libertad, hablar de derecho cuando no se sabía qué era el
derecho, hablar de globalización, cuando no se hacía más que salir de un mero
derecho local y había dos opciones, o se era vidente o se veía el derecho como es,
influenciado por los fenómenos sociales, culturales, políticos y Agustín Gordillo
tuvo una visión, muchas visiones del derecho, pero no solo visiones, las desarrolló.
Y recorrer hacia atrás la obra de él, significa ver hace 20 años lo que hoy es-
tamos estudiando, el los detectó hace 20 años, hace 25 años. ¿Por qué? Porque
veía el derecho desde su esencia, eso es lo que queda, cómo debe verse, estudiarse
y enseñarse. Anécdotas hay muchas, yo voy a contar una muy cortita, porque
además uno está al lado de él, pero hay mucha gente que cuando conoce a Agustín
Gordillo, muchos alumnos, ve adelante como una persona de esas que ha escrito
cientos de libros y lo tiene al lado.
En la provincia de San Juan hace cuatro años aproximadamente, tuvimos
una jornada que nos convocó el Dr. Oscar Cuadros y había un pequeño fascículo
que había llevado del Dr. Gordillo, muy interesante, sobre la Globalización y
el nuevo Derecho Administrativo y que se ofreció a todos los cursantes. De re-
pente había una cola interminable para que el Dr. Gordillo autografiara esos
pequeños fascículos, y me acerqué al oído y le dije estas hecho un Luis Miguel del
Derecho Administrativo porque yo no creo que él convoque a tantos y mas allá
de las dedicatorias y de las firmas que podía poner Agustín en ese fascículo era
la admiración que alumnos del interior del país tenían por tenerlo ahí, al estar
Agustín ahí, entonces, esto tiene un significado mucho más allá y fíjense ustedes
H-20 ii. diálogos con agustín gordillo

que este reconocimiento de la legislatura, nos permite también reconocer que


los políticos ven en lo académico el futuro que necesita un Estado Democrático y
Social del Derecho. Así que Agustín muchas gracias, no desde el punto de vista
docente sino desde alumna, muchas gracias.

654
Inés D'Argenio
Cuenta Italo Calvino en Las Ciudades Invisibles, que Kublai K an había ad-
vertido que las ciudades de Marco Polo se parecían, como si el paso de una a la
otra no implicara un viaje sino un cambio de elementos. Ahora, de cada ciudad
que Marco Polo le describía, la mente del Gran K an partía por cuenta propia, y
desmontada la ciudad parte por parte, la reconstruía de otro modo, sustituyendo
ingredientes, desplazándolos, invirtiéndolos.
Marco entretanto continuaba refiriendo su viaje, pero el emperador ya no lo
escuchaba, lo interrumpía:
“—De ahora en adelante seré yo quien describa las ciudades y tú verificarás si
existen y si son como yo las he pensado. Empezaré a preguntarte por una ciudad
en gradas, expuesta al siroco, en un golfo en medialuna. Ahora diré alguna de
las maravillas que contiene: una piscina de vidrio alta como una catedral para
seguir la natación y el vuelo de los peces golondrina y extraer auspicios; una
palmera que con las hojas al viento toca el arpa; una plaza rodeada por una mesa
de mármol en forma de herradura…
—Sir (dijo Marco), estabas distraído. De esa ciudad justamente te estaba
hablando cuando me interrumpiste.
—¿La conoces? ¿Dónde está? ¿Cuál es su nombre?
—No tiene nombre ni lugar. Te repito la razón por la cual la describía: del
número de ciudades imaginables hay que excluir aquellas en las cuales se suman
elementos sin un hilo que las conecte, sin una regla interna, una perspectiva, un
discurso.... De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas,
sino la respuesta que da a una pregunta tuya.”
I. La vinculación de Agustín Gordillo con esta Ciudad de Buenos Aires tie-
ne que ver con su reconstrucción de otro modo. No sé a ciencia cierta la fuente
precisa y exacta en que se inspiró la reforma de la Constitución de 1996, pero la
Ciudad fue concebida en la magnífica obra de este jurista mucho antes de cons-
tituirse realmente. Como el Gran K an y con profundas convicciones que vienen
H-22 ii. diálogos con agustín gordillo

de incansables reflexiones de larga data, Gordillo desmontó la ciudad parte por


parte y la reconstruyó de otro modo, sustituyendo ingredientes, desplazándolos,
invirtiéndolos.
La democracia participativa declarada en el art. 1ª; los derechos garantiza-
dos en el art. 12, especialmente el acceso a la justicia de todos sus habitantes,
la legitimación de cualquier habitante y de las personas jurídicas defensoras de
derechos o intereses colectivos para interponer acción de amparo, con un proce-
dimiento desprovisto de formalidades procesales que afecten su operatividad, la
declaración judicial de inconstitucionalidad de oficio (art. 14), etc. Todo estaba
en su obra.
II. Por eso, en la Ciudad de Agustín Gordillo se suman elementos con un
hilo conductor, con una regla interna, una perspectiva, un discurso: La Ciudad
desarrolla políticas sociales coordinadas —dice la Constitución en el artículo
17— para superar las condiciones de pobreza y exclusión mediante recursos pre-
supuestarios, técnicos y humanos; y asiste a personas con necesidades básicas
insatisfechas y promueve el acceso a los servicios públicos para los que tienen me-
nores posibilidades. “Para todas esas personas que no tendrán la solución mágica
que elimine las desigualdades económicas y sociales —anticipa Gordillo en su
obra— ...la gran pregunta que debemos formularnos quienes nos preocupamos de
los problemas de la Administración y del Derecho Administrativo, es si tampoco
habremos de brindarles al menos una perspectiva jurídica e institucional que
les proporcione la dosis de acceso al poder a que en una democracia de objetivos
igualitarios deberán tener derecho. Sobre la base de este postulado de Gordillo la
Constitución proclama como política de Estado que la actividad económica sirva
al desarrollo de la persona y se sustente en la justicia social (art. 48), establece
el carácter participativo del presupuesto con procedimientos de consulta sobre
las prioridades de asignación de recursos (art. 52), propendiendo a la descen-
tralización de la ejecución presupuestaria y a la mayor transparencia y eficacia
en la gestión (art. 54) y previendo la convocatoria a audiencias populares para
debatir asuntos de interés general de la ciudad. (Art. 63.)
III. La Ciudad de Gordillo da respuesta a nuestras preguntas y procura la
participación efectiva de los ciudadanos en los asuntos de la polis mediante la
creación de un espacio público de interrogación. Siempre el método de la interro-
gación, porque si algo caracteriza a su obra es el desinterés por las certezas que
limitan las posibilidades de la inteligencia. La Constitución de la Ciudad prevé
organizaciones diferentes para articular su interacción con la sociedad civil (art.
19, por ejemplo) en el mismo sentido en que Gordillo proclamó siempre en su
obra la búsqueda colectiva de los consensos sociales necesarios a una sociedad
madura. Su percepción anticipada acerca del desplazamiento del poder centrali-
zado y burocrático, plasma en la Constitución de su Ciudad cuando promueve, por

656
inés d’argenio H-23

ejemplo, la descentralización en la gestión estatal de la salud con participación


de la población y previendo a la comunidad en el seno del Consejo respectivo.
(Art. 21, inc. 9.)
III. No pudo la Legislatura porteña elegir a un hombre de la Ciencia Jurídica
más adecuado para honrarlo en nombre de la Ciudad. Porque es el hombre de la
Ciudad encaramado en la colina del Pnix con la sensibilidad elaborada sobre la
base de su pensamiento profundo para percibir el desarrollo de la Asamblea y
caminar por el antiguo agorá imaginando que Buenos Aires puede ser realmente
autoinstituida. Trabajan en este sentido los jóvenes que comparten su doctrina
y la concretan a diario, insertando desde la Justicia los postulados del maestro
en la realidad social.
Por eso Buenos Aires tiene nombre y lugar y solo se parece a ella misma:
porque fue concebida desde larga data en la obra de un jurista excepcional que
partió por cuenta propia, y la describió utilizando el método de la interrogación
permanente, para que nosotros verifiquemos su existencia y formulemos las
preguntas adecuadas que exige su plena realización institucional.

657
Luis Arias
Querido Agustín, quiero agradecer la oportunidad que me han brindado de par-
ticipar de este sentido homenaje, organizado con motivo de reconocimiento de la
Legislatura porteña que ha declarado al Profesor Agustín Gordillo personali-
dad destacada en la enseñanza de la Ciencia Jurídica. Tengo muchas cosas por
decir, pero por la obligada brevedad del evento exige un esfuerzo de síntesis en
mis palabras, por esa razón solo voy a mencionar alguna anécdota que ilustra
acabadamente ciertas virtudes de Agustín, como personalidad destacada, no sólo
en el ámbito de la ciencia jurídica, si es que admitimos su existencia, sino que
también como ser humano, que es lo mas importante.
Como ustedes saben, la implementación del fuero al que pertenezco fue pro-
ducto de una extendida lucha contra la negativa del Poder Ejecutivo Provincial
encabezado en ese entonces por el Gobernador Carlos Ruckauf y la Suprema
Corte Provincial, que de consuno, hicieron lo posible para postergar indefinida-
mente su vigencia.
Transcurría el año 2001, tiempos muy difíciles en la Argentina, cuando la Su-
prema Corte de la Provincia de Buenos Aires a través de su Instituto de Estudios
Judiciales invitó al Dr. Gordillo, para brindar una conferencia en la sede del
Tribunal. En esa oportunidad estábamos presentes los jueces que habíamos sido
asignados por un concurso en el año 1999, diversas personalidades del ámbito
académico, algunos magistrados de la Corte y el Secretario de Demandas Ori-
ginarias, entre otros. En ese entonces, cuando la activa militancia de los Jueces
para la implementación del fuero no gozaba del apoyo de sectores vínculos del
establishment del derecho público, que como suele suceder en estos casos prefiere
no confrontar con el estado político.
El Dr. Gordillo con su característica y exagerada elocuencia, relató lo si-
guiente: “Yo creo que los Jueces en lo contencioso-administrativo deberían ini-
ciar acciones judiciales, pero no contra la provincia, sino contra los Jueces de la
Suprema Corte” (que estaban allí presentes) “entonces cuando reciban la cédula
de notificación en sus casas y sus respectivas mujeres digan «Querido, ¿qué es
H-26 ii. diálogos con agustín gordillo

esta demanda de dos millones de pesos?» van a ver como implementan el fuero
contencioso-administrativo de inmediato.”
En medio de las carcajadas, había rostros muy serios que no podían contener
la indignación. Yo no podía creer lo que había escuchado, una estocada letal a
los responsables de tamaña violación constitucional y las palabras provenían
nada menos que del máximo referente del Derecho Administrativo. El Profesor
Gordillo además dejó escrito su compromiso con la justicia administrativa pos-
tergada en cada uno de los eventos vinculados con esta problemática y en célebres
trabajos publicados en El Derecho bajo el título “La justicia administrativa de la
Provincia de Buenos Aires, una contra reforma inconstitucional.”
Y cuando la embestida del poder arreciaba sobre los jueces y en particular
mi persona, te ofreciste Agustín desinteresadamente a defender junto a la Dra.
D'argenio, la independencia de los Jueces e iniciar acciones judiciales ante la
Suprema Corte de la Nación, para evitar que la Suprema Corte Bonaerense
llevara a cabo un control ideológico de sentencias a través de diversos sumarios
iniciados por funcionarios administrativos de ese Tribunal. Fue así que la palabra
parresía, como una virtud revitalizada de Michel Foucault, fue adquiriendo un
significado actual y oportuno. Señalaba este destacado pensador que quien usa
la parresía, dice todo lo que tiene en mente, no oculta nada, sino que abre su
corazón y su alma por completo a otras personas a través de su discurso.
La parresía por tanto está vinculada al valor frente al peligro, requiere el
valor de decir la verdad a pesar de cierto peligro, el rey o el tirano no puede ge-
neralmente usar la parresía ya que no arriesga nada, quien utiliza la parresía es
políticamente incorrecto, corre riesgo, inclusive de muerte, por decir la verdad,
pero prefiere asumir el riesgo antes que descansar en la seguridad de una vida
en la que la verdad permanece silenciada.
Querido Agustín, en estos tiempos donde asistimos a la banalización de las
palabras y a la vacuidad discursiva, al cinismo y la hipocresía, deseo evitar la
utilización de términos halagüeños, remanidos y gastados, entonces para no caer
en lugares comunes, quiero expresarte que durante todos estos años he procurado
seguir tu ejemplo.
Mi verdad, mi pensamiento, mi discurso y mis acciones, han seguido una idén-
tica dirección, no presentan dobleces y no guardan dobles intenciones, la fuerza
inquebrantable de mi espíritu, como vos me enseñaste, enarbola la bandera de
mis ideales en cada acto de mi vida, equivocado o no, ahí está mi corazón y mis
ideas exhibidas francas y orgullosamente sobre escasos triunfos y demasiadas
derrotas.
Querido amigo, creo que es tu mejor legado, y mi mejor homenaje sin vacuas
palabras, ni fútiles halagos. Hechos, acciones sostenidas en el tiempo, con la
fuerza de la convicción, aunque vengan degollando, querido amigo. Gracias por

660
luis arias H-27

enseñarme el camino, es para mi una persona destacada como ser humano,


mas allá de tu aquilatada actividad en el campo de la Ciencias Jurídicas, y por
lo demás y con perdón de los legisladores presentes, no existe, porque como lo
señalara A lejandro Nieto, lo importante no es el derecho, sino la actitud que
adopta el jurista ante el derecho, no se trata por tanto de una actitud intelectual
sino vital, la justicia no es una teoría, sino una praxis, una convicción, no una
razón. Muchas gracias, nuevamente.

661
Mario Rejtman Farah

Al no poder estar presente hizo llegar unas palabras que leyó en su nombre M aría E va
M iljiker.

Lamento profundamente estar a muchos kilómetros de distancia en un día tan


significativo. Y más cuando con estas palabras intento reflejar el pensamiento
de varios de los discípulos y amigos de Agustín Gordillo. Agradezco pues que sea
M aría Eva Miljiker quien las lea frente a mi obligada ausencia.
Creo que esta ceremonia —y efectivamente lo es en el sentido más estricto de
la palabra— tiene un alto valor simbólico, que no quisiera dejar de mencionar.
Por un lado el acto en el que se exteriorizó el reconocimiento a Agustín Gordillo
como “Personalidad Destacada en la Enseñanza de las Ciencias Jurídicas” ha
sido una ley y aunque ésta fue ya formalmente sancionada y promulgada, como
suele suceder con muchas otras normas, su promulgación efectiva y real, me
parece, se efectúa hoy y aquí.
Por otra parte adquiere significativa relevancia que lo que reúne a tantos
amigos hoy en esta Legislatura sea una celebración donde todos nos sentimos
parte de ella y no meros espectadores.
Esta ley une también física y espiritualmente al maestro con sus discípulos.
Y cuando digo maestro utilizo la palabra en su sentido más profundo. Maestro
es el hacedor, el que da ejemplo cotidiano de integridad. A pocos les cabe esta
palabra. Y Agustín Gordillo es uno de ellos.
Este reconocimiento demuestra, además, que hay una sociedad, representada
por los legisladores de la Ciudad de Buenos Aires, que está convencida que se
debe distinguir a aquéllos que la honran, recuperando de tal modo para toda la
comunidad el valor del mérito, la honradez, la coherencia intelectual y la gene-
rosidad puesta al servicio de las instituciones.
Todo ello resulta alentador. Por eso en este ámbito donde se hacen las leyes,
rendimos homenaje a quien ha mostrado, a través de su obra, su cátedra y su
vida la siempre necesaria lucha por el Derecho. En ese sentido reconocemos en
H-30 ii. diálogos con agustín gordillo

Agustín Gordillo una práctica en el ejercicio del Derecho que no ha claudicado


ni ha rehuido jamás al debate. Agustín es muchas veces sujeto y objeto de la
crítica, a la que entiende como un modo de crecimiento.
Es Agustín Gordillo quien nos enseñó que ni la Constitución ni la ley ni las
sentencias judiciales son meros documentos o productos técnicos, apolíticos o
supuestamente neutrales u objetivos.
Nos enseñó también que es necesario escribir, enseñar o trabajar buscando
cada intersticio y ámbito donde sea posible bregar por la igualdad, combatir la
inequidad o las jerarquías ilegítimas, generando mecanismos que posibiliten que
el Derecho conserve su aspiración de ser un mecanismo de integración. Es que
en definitiva eso es él: Un integrador de gente, de pensamientos, de ideologías
y de saberes.
Es también pues, como maestro, un buscador de encuentros sin que importen
las diferencias políticas o aquellas meramente circunstanciales. Y es también
alguien que siempre nos sorprende: Un descubridor, un curioso, un artesano,
un pensador agudo, un aventurado y atrevido explorador que logra adelantarse
con su mirada mucho más lejos que el resto o varias millas más profundo, para
imaginar nuevas soluciones o diferentes alternativas. Hoy una ley de la Ciudad
de Buenos Aires le ha puesto nombre y apellido a estos valores.
Si me viera obligado a elegir, probablemente diría que esto es lo que mejor lo
define. No estamos frente a un médico forense al que le pueda interesar hacer
autopsia de las normas ni ante un mero reproductor de soluciones aparentemente
ya consagradas. Es siempre y en todo caso, un creador.
Sigue abriendo todos los días nuevos caminos, incitándonos a explorarlos,
tema por tema, discusión por discusión. Es quien sigue creyendo que el Derecho
es, por sobre todas las cosas, el producto de un espacio de debate y deliberación
democrático y plural. Porque para Agustín Gordillo no existe un Derecho des-
contextualizado, abstracto o sospechosa y presuntamente objetivo, formalista o
autónomo. Sabe y se ocupa de mostrárnoslo, que por detrás de cada interpreta-
ción existe siempre una ideología a cuyo servicio se pone el Derecho. Por eso su
persistencia en que veamos los hechos, siempre los hechos.
Creo que Agustín Gordillo se ha embarcado en la incesante empresa intelec-
tual de descongelar al Derecho, poco a poco, desenmascarando discursos jurídicos
que han contribuido a tal congelamiento. Aunque él diga que su objetivo es sólo
que cada uno tenga “motor propio para seguir con sus propias cosas y su propio
camino.”
Agustín: No sos vos quien se lleva hoy el mejor premio. Ése nos lo llevamos
nosotros. Los que tenemos el honor, el placer y la honra de tenerte como maestro
y amigo.

664
mario rejtman farah H-31

A veces es difícil romper con las simplificaciones y vencer las generalizaciones.


Pero al decirte hoy “gracias” estoy seguro no incurro en una ni en otra. Hice mis
mejores esfuerzos. Pero no encuentro otra palabra.

665
María Eva Miljiker
Cuando pensaba en las palabras que iba a decir esta tarde, trataba de encontrar
una idea fuerza que pudiera resumir y explicar la influencia de Gordillo en la
enseñanza del derecho. Y la respuesta la encontré cuando me pregunté qué fue
lo que aprendí gracias a él y qué sigue sirviéndome de guía todos los días en mi
vida profesional.
Por un lado, aprendí a reconciliarme con la incertidumbre, a perderle el miedo.
Sin embargo, aprendí algo más, que considero mucho más valioso: Ahora desconfío
de todo aquello que se presenta como verdadero e incuestionable.
Es que el ídolo de la certidumbre a Gordillo no le interesa, no sólo porque
congela la posibilidad de seguir avanzando y corrigiendo nuestras posiciones, sino
porque es una categoría sospechosa. Sospechosa de ignorancia, de injusticia, de
irrazonabilidad, de poder autoritario.
Gordillo se encargó de mostrar constantemente que el discurso jurídico y en
especial el discurso del derecho administrativo, es un discurso de poder. Y nos
hizo ver que algunos de los más sofisticados argumentos dogmáticos, racionalistas,
resignados y abrumadores que presentan soluciones autoritarias como inevitables
y necesarias son, simplemente, falaces y erróneos. Él desenmascaró varios de
estos: La presunción de legitimidad, las cuestiones políticas no justiciables, los
actos institucionales, el poder de policía, la zona de reserva de la Administra-
ción, y tantas categorías más … muchas categorías ya no las recuerdo y otras ni
llegué a estudiarlas porque, afortunadamente, me crucé a Gordillo temprano.
Además, Gordillo actúa coherentemente con esta forma de concebir el cono-
cimiento y el derecho. Es un crítico constante de las posturas propias y ajenas.
Por eso cada vez que escribe un artículo o un libro, cada vez que actualiza el
tratado, cada vez que tiene una idea nueva, la circula por mail multitudinaria y
democráticamente. Es que Gordillo cree en las ideas y por eso quiere lanzarlas
al mundo y está ansioso por tener feedback. Y cuando digo que cree en las ideas
es porque, realmente, valora la idea por su contenido, por su capacidad de hacer
H-34 ii. diálogos con agustín gordillo

pensar a las personas, de poner en duda posturas anteriores y de evolucionar,


avanzar. Sus mails incluyen alumnos, grandes profesores, socios de importan-
tísimos estudios jurídicos, jueces, políticos, estudiantes extranjeros. Todos son
igualmente valiosos para él, valiosos por su interés intelectual, por su potencia-
lidad de cambiar el mundo y porque cualquiera de ellos, sin saber cuál, puede
darle una mejor idea sobre lo que escribió o pensó.
Por todo lo que dije, como muchísimos de sus alumnos y ex alumnos compar-
tirán conmigo, le agradezco a Gordillo por haberme ayudado a ver más allá de
los dogmas, a descongelar y martillar las categorías rígidas y dogmáticas a las
que el discurso del derecho me expone cada día, por haber denunciado y explici-
tado el conflicto entre autoridad y libertad latente constantemente en el derecho
administrativo y por hacerme ver que “el derecho del poder” puede pasar a ser
una herramienta para la libertad y la igualdad.

668
Ismael Mata
En primer lugar, quiero expresar que, además de mi testimonio de homenaje per-
sonal, traigo el de la Facultad de Derecho de la Universidad de Rosario. A pesar
de que tenemos la misma edad, yo fui alumno de Gordillo; no quiero marcar
con esto un gap generacional, sino que hice mi monografía de derecho público
poco antes de terminar la carrera, y en ese entonces Agustín era un profesor
muy joven ya que se recibió en el 1959 a los 20 años. Al año siguiente obtuvo
el doctorado con una tesis brillante, recomendada al Premio Facultad, sobre el
tema de la responsabilidad extracontractual del Estado.
En el curso de la monografía de derecho público tomé contacto por primera vez
con Agustín Gordillo, recibiendo un elemento muy importante en mi formación,
que fue la visión interdisciplinaria del derecho administrativo, no sólo con respecto
a las otras disciplinas del derecho, sino también con relación a todas las ciencias
sociales. También advertí entonces y siempre que tuve la oportunidad de escuchar-
lo, que Agustín no es un mero expositor de temas jurídicos ni un comentarista de
ideas ajenas, como suele acontecer en el ámbito del derecho administrativo. En
cambio, su figura es la de un creativo sustancial, un generador de ideas nuevas,
porque considera que no hay tema de derecho exento de un examen crítico.
Agustín, si bien admite que hay valores y principios jurídicos permanentes,
tal circunstancia no autoriza la creencia sobre la inmovilidad del mundo jurídi-
co, por lo tanto, desde siempre ha emprendido la renovación o una nueva visión
de las materias de derecho. En esa línea, debe destacarse la multitud de temas
abordados con ese espíritu por Agustín, valgan como ejemplos el poder de policía,
donde más allá de la denominación, advierte que existe un modelo autoritario
de la administración pública; a ello debe añadirse su mirada original sobre el
derecho supranacional, que ya anunció desde hace muchos años. De allí que, sin
ánimo de trazar paralelos con figuras evangélicas, creo que en esto Agustín fue
el precursor del impacto del derecho internacional sobre el derecho interno y, en
especial, el administrativo.
H-36 ii. diálogos con agustín gordillo

Se adelantó también a temas que hoy revisten candente actualidad, como la


participación ciudadana, anunciada desde una obra que le valió el honor de que
lo dejaran cesante en la Facultad de Derecho durante un gobierno militar, debido
a su concepto de la libertad. En otras palabras, fue condenado por las opiniones
que había expuesto en su libro Libertad, Planificación y Cambio.
Otro valioso aporte fue su obra sobre La Administración Paralela, que por
mi parte utilizo continuamente en mis clases sobre la materia “Organización
Administrativa;” allí Agustín señala la existencia de un doble estándar o moral
paralela, tanto en la vida pública como en la privada, ofreciéndose el raro espec-
táculo de declarar los valores de rectitud y honestidad desde el discurso público,
mientras se aceptan desde lo privado las prácticas de corrupción. Con agudeza
señala Agustín que no se trata de transgresiones a la moral, sino estrictamente
la vivencia de una doble moral, problema arraigado en nuestra cultura. En de-
finitiva, desde lo institucional se vive en un sistema jurídico de gran densidad y
elevada anomia. Agustín culmina la monografía expresando que para corregir la
distorsión del sistema debe consolidarse la participación ciudadana, idea que ya
había aparecido con toda firmeza y claridad en su libro Libertad, planificación
y cambio. La participación constituye el instrumento apto para el control y la
crítica creadora y moderadora de la gestión del Estado.
Agustín, además de su talento y férrea voluntad de trabajo expresados a través
de una obra inmensa, se destaca por otras cualidades: Su generosidad, ya seña-
lada por quienes hablaron antes, que siempre lo llevó a compartir y comunicar
su inagotable conocimiento; su vocación por la enseñanza, que contribuyó a la
formación de generaciones de discípulos con los que creó lazos permanentes, y
quienes recurren a su consejo y orientación y son nombrados cuidadosamente
y con profundo agradecimiento, cuando colaboran con Agustín en sus tareas
docentes y académicas.
Agustín Gordillo también se destaca por .su testimonio cívico, firme e inque-
brantable en favor de la libertad y la dignidad de las personas.
Finalmente, querido maestro y amigo, quiero expresarte el reconocimiento de
quienes como yo tuvimos el privilegio de conocerte y recibir los bienes provistos
por tu talento y generosidad.

670
Gregorio Flax
Buenas tardes a todos y a todas, voy a ser breve, no solo para no apartarme de lo
programado, sino porque nunca fui muy buen orador. Si nos pusiéramos verdade-
ramente a decir qué representa y qué representó Agustín Gordillo para sus dis-
cípulos tendríamos actividad de trasnoche. Quería agradecer a los organizadores
del evento por el privilegio que me han dado al invitarme a decir unas palabras
en este acto, donde se celebra la declaración como Personalidad Destacada en
la Enseñanza de las Ciencias Jurídica al Dr. Agustín Gordillo. A decir verdad,
cuando me invitaron a decir unas palabras, comenzaron a pasar por mi cabeza
mil ideas, cuál podría ser el contenido de las palabras, y no sé muy bien por dónde
empezar. Manifestar que ha sido magistrado de distintos tribunales arbitrales o
tribunales administrativos como el de la OIT, del Banco Interamericano, OEA,
Naciones Unidas, podría haber sido un comienzo, destacar que ha sido decano de
la Facultad de Derecho de la Universidad de La Plata, de Buenos Aires, que lleva
50 años enseñando derecho y también enumerar su obra bibliográfica, El Tratado
de Derecho Administrativo, El Método en Derecho, Derechos Humanos, algunas
de las cuales tuve el honor de poder colaborar, el problema es que seguramente
dejaría afuera alguna obra importante y esto generaría un reproche del maestro,
no me daría el tiempo para enumerar todas las publicaciones. En realidad si tengo
que hablar de Agustín, tengo que hablar del Maestro, Maestro con mayúsculas,
tendría que hablar aunque sea superficialmente de los contenidos académicos
que siempre nos ha transmitido, que no son pocos. Mencionar como mínimo que
Agustín nos ha enseñado a todos los que somos sus alumnos la supremacía del
derecho internacional sobre el derecho local, la operatividad de los Tratados de
Derechos Humanos, el tema de la globalización, que ya lo ha comentado en la
supremacía del derecho internacional y esto cuando todavía ni se hablaba de lo
que era la globalización. Nos ha inculcado una mirada del Derecho Administra-
tivo despojada de todo resabio del pensamiento medieval y oscurantista con lo
que esta disciplina aun hoy tiende a desarrollarse en ciertos ámbitos, porque
H-38 ii. diálogos con agustín gordillo

nos transmitió una mirada democrática del derecho administrativo desde la que
siempre el sujeto a proteger es el ciudadano.
Agustín asumió el costo de sostener esta posición cuando no era tan sencillo
sostenerla, hoy parece sencillo, pero no lo fue siempre, pasaron años oscuros,
pesados y Agustín nunca se acomodó a esos tiempos que corrían, jamás negoció
los valores. Todo esto podría decir y tal vez profundizar en cualquiera de estos
temas, pensaba, pero después pensé que lo más importante pasa por otro lado,
por la calidad personal de Agustín.
Agustín merece reconocimiento por su conducta de tolerancia tanto con las
personas, como con las ideas, por su generosidad, donde siempre abrió las puertas
a todos, y nos allanó caminos espinosos, por enseñarme en lo personal ese camino
de la defensa de los derechos humanos, por su humildad y respeto a las ideas, a
veces descabelladas, donde con fundamentos sólidos, nos hizo reflexionar y nos
hizo fortalecer algunas de esas ideas y desechar otras.
A alejarnos de los dogmatismos y las definiciones encasilladoras, que toda
verdad es provisoria y transitoria y que cualquier afirmación es pasible de dis-
cusión y refutación.
Eso es lo que nos hace crecer en la enseñanza del derecho, por habernos enseña-
do a alejarnos del tótem de la certidumbre, a estar de pie frente al autoritarismo
y al poder, que la enseñanza del derecho no es encerrar a los alumnos en un aula
y ponerse a recitar información, citas y fallos, sino más bien sembrar dudas, an-
tes que certezas, ante quienes tienen la avidez de aprender; la duda intelectual
vital, la que busca el conocimiento, la que no nos permite conformarnos nunca;
por todo esto, nada más justo que este humilde, pero no por ello menos justo y
honroso reconocimiento.
Agustín, te las ingeniaste para crear generaciones de discípulos, decenas de
propagadores de tus enseñanzas, nosotros tenemos que decir que si cada uno de
nosotros somos la amalgama producto de aquello en lo que interactuamos, vos
sos las manos del orfebre, gracias.

672
Carlos Botassi
Tengo la fortuna de conocer a Agustín Gordillo desde hace 40 años y he tenido
el privilegio de estar presente en numerosos homenajes, algunos más o menos
implícitos como parte de la valoración de su obra, otros absolutamente explícitos
como el que hoy nos convoca, sumando al elogio de su producción científica la alta
calificación de su calidad humana.
Remontándonos muchos años atrás, año 1978, en el Colegio Mayor de Nuestra
Señora del Rosario en Bogotá, prestigiosos profesores de Derecho Administra-
tivo de toda Latinoamérica eligieron a Agustín primer Presidente del Instituto
Internacional de Derecho Administrativo Latino. Desde entonces los homenajes
se sucedieron permanentemente y su sola enumeración insumiría demasiado
tiempo y resultaría tediosa.
Deseo señalar que traigo a este acto la felicitación y el cariño de varios ámbitos
diferentes de la Ciudad de La Plata. Uno de nuestra Universidad Nacional de la
cual Agustín Gordillo es profesor honorario por decisión de su Consejo Superior
desde el año 2003. De la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, de la que fue
Decano y en la cual fue distinguido como miembro del Comité Académico Asesor
en la Carrera de Especialización de Derecho Administrativo. Traigo también
el saludo y felicitación del Colegio de Abogados del Departamento Judicial de
La Plata donde Agustín es miembro de su Comité Académico. Por último soy
portavoz del Comité Directivo de la Asociación Bonaerense de Derecho Admi-
nistrativo, sumando una nueva felicitación y para recordar que en noviembre de
2007 realizó en la ciudad de Dolores su Cuarto Congreso “en Homenaje al Dr.
Agustín Gordillo.”
Eventos de ese tipo se suceden permanentemente y no solo en nuestro país.
En el año 2001, en la Universidad Cándido Méndez de Río de Janeiro, una quin-
cena de los más destacados profesores de Derecho Administrativo llegaron a Río
provenientes de ciudades muy distantes mostrando su emoción de participar en
el agasajo, para orgullo de los argentinos presentes. Más tarde escribieron sus
H-40 ii. diálogos con agustín gordillo

colaboraciones para dar forma a un libro, que se llamó Estudios en homenaje a


Agustín Gordillo.
En el año 2009, en oportunidad de realizarse en Roma las Cuartas Jornadas
de la Asociación Ítalo Argentinas de Profesores de Derecho Administrativo, los
más importantes doctrinarios italianos se mostraran honrados con la presencia
de Agustín y muchos de ellos hicieron mención a la calidad de su obra.
No puedo agregar mucho más a todo lo que han dicho quienes me precedie-
ron en el uso de la palabra. Solo finalizo adhiriendo al cariño y a la admiración
que sentimos por este querido amigo y maestro, que marcó un rumbo nuevo en
el Derecho Administrativo. Que fue pionero, anticipándose varias décadas en
una nueva impronta humanista y garantista de la disciplina, oponiéndose al
ejercicio abusivo del poder; propiciando un Derecho Administrativo democrático,
republicano, solidario, inclinado hacia la defensa del ciudadano y vinculado a los
derechos humanos.
No cabe menos que felicitarlo una vez más por su monumental obra científica
y agradecerle haberla puesto al alcance de todos quienes sentimos vocación por
el Derecho Público.

674
Ariel Caplan
Felicidades Agustín, la verdad que un reconocimiento merecido, y estoy contento
de participar en un día de fiesta, porque no siempre se da que desde el Estado
se reconozca la enseñanza del Derecho, sobre todo del Derecho Administrativo,
entendido como las normas que debe seguir el Estado para respetar los derechos,
los intereses y la libertad de los individuos. El Derecho Administrativo tal como
lo entiende Gordillo es lo opuesto a los plazos de caducidad, a las perenciones, a
la pérdida de los derechos, al reclamo administrativo perpetuo previo que a veces
nunca se resuelve, es una enseñanza para que el derecho se haga efectivo, para
que se haga realidad, y no para que sea un mero enunciado, porque así es como se
entiende el Derecho Administrativo desde todas las publicaciones y la visión del
Dr. Gordillo, lo cual parece que fuera la generalidad, pero no es la generalidad.
Yo creo que justamente lo que distingue el pensamiento del Dr. Gordillo
de otros profesores de la misma materia, que si bien no lo dicen expresamente
encuentran en los plazos de caducidad, las pérdidas de los derechos, en los recla-
mos administrativos previos, en las dificultades presupuestarias, la lista es muy
larga, motivos y excusas, en realidad varias, para que los derechos no se hagan
efectivos, es decir, son los profesores que enseñan un derecho para que no sea
existente, para que no se verifique en la realidad.
La enseñanza del Dr. Gordillo es muy distinta y aparte es muy generoso,
porque para que esto sea posible el Dr. Gordillo reconoce, alienta y estimula que
cada uno tenga sus propias ideas, sea el motor de sus propios pensamientos y sea
la espada de la defensa de su propio derecho, es por eso que no tiene verdades
reveladas, ni verdades absolutas, sino que todo lo que se plantea esta sujeto a ser
cuestionado, repensado y adecuado a la realidad. El dogma no solo es enemigo del
derecho, sino que es enemigo de la realidad; el dogma es una verdadera adicción,
el dogma es algo que nos asfixia y nos saca libertad.
Y lo que realmente hace el profesor Gordillo es enseñarnos a ser libres, libres
pensadores, libres como ciudadanos y libres incluso ante la defensa del derecho.
H-42 ii. diálogos con agustín gordillo

Pero el Dr. Gordillo no solo enseñó en la cátedra, sino también enseñó en los
tribunales, y en los tribunales como abogado litigante. El Dr. Gordillo inició
una acción declarativa de inconstitucionalidad cuando se encontraban excusas
de plazos y normativas poco atendibles, para que los jueces posterguen, no se
sabía hasta cuándo, sus representaciones en el Consejo de la Magistratura de la
Ciudad de Buenos Aires y la acción declarativa de inconstitucionalidad la inició
el Dr. Gordillo.
También el Dr. Gordillo ha patrocinado causas de interés publico, de defensa
de los consumidores, y la realidad no le pasó por un costado y la ha advertido.
Fue así como en los 90’ tituló el segundo tomo de su Tratado de Derecho Ad-
ministrativo, como La defensa del usuario y del administrado. Ese calificativo
protagonista del Derecho Administrativo, que se llama Administrado, lo cual es
bastante poco cómodo para los que nos sentimos administrados, da la sensación
de que uno está administrado por otro, mas allá de esa terminología, incluyó
al usuario, alguien que era una figura soslayada en el derecho administrativo,
y en un momento donde Servicios Esenciales, habían pasado del Estado a ser
prestados por empresas particulares, incluyó dentro del derecho administrativo
al usuario, es decir, había que defender no solo a los sufridos ciudadanos en su rol
de administrados, sino también a los sufridos ciudadanos en su rol de usuarios.
Así, no solo ha enseñado en la cátedra, sino que también enseñó en la práctica
judicial cotidiana, y eso es algo que pocos profesores de Derecho Administrativo
pueden ser, puesto que es mucho más cómodo y rentable defender a los grandes
intereses y no a los importantísimos intereses de la mayoría. En ese sentido, yo
creo que el reconocimiento de la Legislatura tiene un importante contenido y es
realmente algo que lo califica y lo distingue al Dr. Gordillo.
Y por supuesto para terminar algo que todos saben y que todos nos hemos
referido, es su calidad humana, Gordillo es un gran hombre y para todos los que
nos consideramos amigos de él, es una virtud que no todos saben tener; ejerce
la amistad con mucha solidaridad, con un gran desprendimiento y una gran
generosidad. Esa característica del Dr. Gordillo que le conocemos los alumnos,
también se la conocen sus estudiantes porque también es generoso en la forma,
no solo en compartir el conocimiento, porque esa es una generosidad que uno le
agradece a los profesores, pero que es muy fácil para el profesor, tiene otro tipo
de generosidad, que es dar lugar a cada uno, a expresar y difundir sus opiniones,
y no necesariamente a estrellas rutilantes, a veces a estrellas ascendentes, pero
otras veces a estrellas que han caído en desgracia.
Hubo una vez que un juez que renunció a la Magistratura, cansado que se lo
recuse en forma sistemática, y cansado que la Cámara que en lugar de revocarle
sus sentencias se las anulara y ese juez escribió un libro contando sus experiencias
como juez y quién le publico ese libro: La Fundación de Derecho Administrativo del

676
ariel caplan H-43

Dr. Gordillo. Así que Agustín, muchas gracias, felicitaciones, y tu reconocimiento


que a vos te honra y aún más a la Legislatura y a la Ciudad, muchas gracias.

677
Mabel Daniele
Muchísimas gracias a todos, hoy traje escrito el pequeño discurso, porque cuando
uno tiene que homenajear a una persona tan querida y tan respetada como es
Agustín Gordillo, corre el riesgo de emocionarse, entonces como él nos enseña
uno escribe y entonces es más fácil. Nos encontramos nuevamente en un muy
justo homenaje al maestro. Por eso en primer lugar quiero felicitar al legislador
di Stéfano y los legisladores Epszteyn y Julio R affo por tener esta idea brillante
de premiarlo a Agustín Gordillo, en una de sus tantas geniales facetas, la de
Hombre Destacado de la Enseñanza de las Ciencias Jurídicas, en segundo lugar
agradecer a los organizadores en especial a Isaac Damsky que me haya invitado
para estar aquí y ponerle voz y sentimiento a lo que muchos pensamos en su gran
mayoría están sentados aquí hoy compartiendo y poblando las butacas de este
salón tan emblemático. Los amigos de la cátedra, los amigos de la Asociación de
Derecho Administrativo de la Ciudad, de nuestra hermanita melliza, la Asocia-
ción Bonaerense de Derecho Administrativo, los miembros del Fuero Contencioso
Administrativo y Tributario, de Posgrado, en fin, los amigos. Esta distinción
enfoca uno de los aspectos más valiosos de nuestro homenajeado, que lo hace ser
maestro entre los maestros, se preocupó por alertarnos a quienes pasamos por
las aulas de la Facultad, que para adquirir conocimientos jurídicos y más aun,
para tener criterio jurídico, había que trabajar, estudiar y sapere vedere.
Si uno hace un poco de memoria, algunos tenemos que hacer un ejercicio más
grande que otros, pero al hacer un poco de memoria y si repasa quiénes fueron
los profesores de cada uno, va a recordar que son contados con los dedos de una
manos los que nos han dejado una huella y Agustín Gordillo jamás va a poder
pasar desapercibido. Lea salteado, vea los hechos, cuidado con las valoraciones
personales, argumente de diferente manera, vea otra cosa, siga, no le tenga miedo
a la incertidumbre, lea primero a Carrió, lea a Ortega y Gasset, lea a Cooper,
lea a L anata, lea a los diarios, claro, él no nos dice que lea el Tratado, porque es
una persona muy humilde, está claro que si lo escribió no es para que esté en los
anaqueles de las bibliotecas, él no propone leer y estudiar, sino pensar.
H-46 ii. diálogos con agustín gordillo

No le tengan miedo al argumento de autoridad, anímese, cuestione, critique,


cuestiónenme a mí, tome un capítulo del Tratado y critíquelo por escrito, no
tenga temor, en definitiva piense, estudie, trabaje, resuelva problemas, porque
esa es la tarea del abogado. En palabras de Genaro Carrió, lo que los abogados
necesitamos para ejercer bien la profesión es tener los ojos abiertos y la mente
alerta y lúcida, vaya si ha sabido ser buen abogado Agustín Gordillo. Maestro
generoso si los hay, que comparte abiertamente el producto de su trabajo, su
valiosa obra, sus enseñanzas. Una de sus características fue la de producir una
obra escrita tan copiosa, transcendente y formadora para estudiantes, graduados,
estudiosos y juristas. Cada vez que se relee El Método, Introducción al Derecho,
La Administración Paralela, El Tratado, entre otras, uno descubre nuevas cosas
o se resignifica otras.
Ver las fechas de las primeras impresiones, da la idea de la dimensión de este
creador. A esta altura uno ya se esta preguntando algo que está en el aire, y
que algunos ya dijeron, hay cientos de notas y artículos que figuran como obra
menor en la página Web, El Tratado, los libros ya nombrados, los que escribió en
inglés, ¿Cuándo los escribió? ¿Cómo lo hace? Si uno lo escucha, si uno aprende a
pensar, si se aprecia el trabajo de una mente inteligente y abierta y sobre todo
eso, si se trabaja de manera inclaudicable, se puede tratar de entender cómo
hizo siendo tan joven para producir todo lo que ha publicado, el siempre ha sido
y es muy original, posee una copiosa producción, no como dicen Les Luthiers,
respecto a Johan Sebastian M astropiero, varias veces acusado de plagio, que en
su curriculum cuando dice su copiosa producción debe decir copiada producción,
no de ninguna forma, eso sí, es cierto que algunos escritos que uno lee por ahí,
que para decirlo finamente el maestro ha inspirado, el problema de que quien lo
escribe no cita la fuente de inspiración.
Pero ya en breve se podrá comprobar qué cosas escribía, cómo era su versión
original, cual su evolución y en que época fueron expuestas, gracias a una pro-
puesta que también es un homenaje a la trayectoria Agustín Gordillo, la Edito-
rial La Ley, va a publicar lo que nosotros llamamos entrecasa los 12 tomos, que
son las obras completas de Agustín Gordillo, completas no, porque completas es
imposible, son obras escogidas, se han tomado las más importantes, y lo valioso
que va a tener la publicación y si bien es cierto que esta actualizado El Tratado
hasta sus últimas consecuencias, la versión original del Acto Administrativo, la
versión original de la primera Introducción al Derecho Administrativo, etc., va
a constar en esos tomos y entonces ahí uno va a poder ver quién dijo qué cosas
y cuándo.
Estamos agasajando hoy a nuestro profesor, nuestro Agustín Gordillo, ese mis-
mo de prestigio internacional que es reconocido en cada rincón que exista alguien
estudiando Derecho Administrativo. Hoy Isaac dio muestra muy chiquitita de

680
mabel daniele H-47

algunos homenajes que no pudieron venir, nosotros no nos damos cuenta, porque
él nos viene a dar clases todas las semanas, nos convoca a reuniones de cátedra,
en su casa, nos invita al diálogo, debate con nosotros permanentemente, y claro
lo vemos ahí todos los días y uno a veces puede perder la dimensión de la figura
que él representa internacionalmente, si no hay que ver las palabras de Spyridon
F logaitis o A lejandro Nieto o cualquiera de estos grandes, reconociéndolo a él
como uno de los más grandes.
Homenajes como éste se reproducen en todo el mundo, se crean institutos que
llevan su nombre, lo requieren para ser presidente de institutos regionales del
mayor prestigio, etc.
Decía Ihering, que la lucha que exige el derecho para hacerse práctico no es
un castigo, es una bendición, y resistir a la injusticia, y es un doble deber, es un
deber del individuo para consigo mismo, porque es un precepto de la existencia
moral, y es un deber para con la sociedad, porque esa resistencia no puede ser
coronada con el triunfo, más que cuando es generada.
Por eso querido Dr. Agustín Gordillo, nuestro homenaje es mas bien humilde
y sentido, pero sabemos va a poder degustarlo, lo venimos gestando desde hace
unos cuantos años. Sus pensamientos y enseñanzas las venimos plasmando en
nuestras clases, sentencias, notas, artículos, libros, proyectos de ley, escritos, etc.,
somos unos cuantos, somos una legión silenciosa y seguidora, ha sembrado Usted
en suelo fértil, no somos tan generosos como Usted, lo necesitamos, lo seguimos
reclamando, queremos que nos siga llenando de esperanza, en poder hacer lo
que Usted nos enseñó, poder trabajar en un mundo más justo. Muchas gracias.

681
Isaac Augusto Damsky
Creo que algo que grafica la presencia de Agustín Gordillo y el acto de hoy, es
su frescura y la frescura que él inspira en las nuevas generaciones. El evento de
hoy surge motorizado por uno de los Legisladores más jóvenes, Patricio di Sté-
fano, por alguien de acción y fuertes convicciones. Y también surge de la mano
de un colaborador de Patricio y un ex alumno mío y que se hizo un estudioso de
la obra de Gordillo. Se trata del joven Guido Bertoni quien ha sido junto con el
Diputado Patricio di Stéfano alma mater de este evento.
Pero el agradecimiento no estaría completo sin la mención de otro queridísimo
amigo nuestro, prestigiosísimo abogado de la matrícula, docente, a quien además
de querer mucho admiro profundamente. Se trata de Diego Sarciat, es conocido y
querido por casi todos los que están aquí, sin Diego esto no hubiera sido posible,
porque hace casi más de una década, razón por lo cual Diego y yo ya no podemos
llamarnos jóvenes, Diego me llevó a la casa de Agustín y allí tuve el enorme
privilegio de conocerlo. Por eso todo mi agradecimiento.
Evocar a Agustín el pensador y el autor, es una tarea ya cumplida por quienes
me precedieron en el uso de la palabra. Agustín quien en su obra, en su origi-
nalidad de pensamiento nos enseñó a modular, nos enseñó a que el sistema de
derecho es el elemento modulador del sistema de poder y que el sistema de derecho
funge como finalidad de las políticas públicas, agasajar al Agustín el maestro,
una personalidad, un over average si se me permite, alguien sobresaliente y con
un estilo personalísimo.
Una gran enseñanza de él es la importancia del pensar situado en la con-
textualización, eje sobre el cual trazamos nuestra actividad cotidiana. Agustín
Gordillo, la persona y el amigo, creo que aquí ha quedado más que graficada su
generosidad, pero sobre todas las cosas yo quiero destacar de él algo muy especial,
la honestidad brutal de Agustín.
La honestidad brutal de Agustín en su férreo amor a la verdad, que a veces
llevan a decir cosas que quizás nos desagraden o nos agraden, pero terminan
H-50 ii. diálogos con agustín gordillo

siendo ciertas y que si las sabemos aceptar y sabemos tener la humildad y aper-
tura suficiente, generalmente constituyen grandes enseñanzas en la vida.
Y finalmente la magnanimidad de Agustín, como aquella virtud, por sobre
aquellas virtudes que cualifica la persona humana. Agustín, en esto hago mías
las palabras con las cuales el Dr. Jorge Sáenz —en su ya célebre prólogo— gra-
ficara una de las cualidades más destacadas de nuestro homenajeado: Agustín
no condenó a ningún adversario a la espiral de silencio. Agustín no condena ni
silencia a sus adversarios, una de las más grandes virtudes que un académico
puede llegar a tener, por cuanto las prácticas de silenciamiento son moneda
constante en la disciplina y en el ámbito académico. Por mi parte nada más. Solo
agradecer a todos por estar aquí presentes.

684
Patricio di Stéfano
Ante todo les quiero agradecer a todos los que están presentes aquí, se que día
de semana no es fácil. Mi nombre es Patricio di Stéfano, soy diputado desde el
año 2008 y es la primera vez que presento un proyecto para proponer a alguien
para una distinción, a pesar de todos estos años en la Legislatura de la Ciudad
de Buenos Aires. No solo no soy alumno o ex alumno del Dr. Gordillo, tampoco
soy abogado, soy licenciado en Ciencias Políticas y siendo ésta la primera vez que
promuevo a una persona como personalidad destacada en este caso en la educa-
ción y de la Ciencias Jurídicas, por varios motivos, no solamente por su vastas
publicaciones y por su obra, por todos su años de enseñanza, creo que son 50 años
o casi 50 años que se están cumpliendo, sino por haber sido el primer jurista en
pensar al Derecho Administrativo desde la óptica de los derechos fundamentales
contribuyendo así a profundizar nuestro modelo democrático.
No quiero dejar de destacar el carácter plural del consenso que tuve al presentar
el proyecto para este reconocimiento a Gordillo, verdaderamente fue fácil, según
me dicen otros, es la primera vez que un profesional, que un doctor de derecho
administrativo de estas características, hubo otros caso, hubo otras propuestas
que sin embargo que por ser un perfil mas político no lograron prosperar.
En este caso fue ciertamente fácil, este proyecto fue acompañado por el Di-
putado Epszteyn que es del Diálogo por Buenos Aires, cuyo referente es A níbal
Ibarra, fue acompañado por el Diputado R affo de Proyecto Sur, cuyo referente
es Pino Solanas, fue acompañado por el Diputado Fernando Sánchez que no se
encuentra aquí presente, cuya referente es Elisa Carrió, fue acompañado por
quien les habla diputado del PRO, por mí, cuyo referente es M auricio M acri, es
decir, donde otros candidatos habían fallado, el Dr. Agustín Gordillo consiguió
el consenso para acompañar el proyecto, no solamente para votarlo, es decir que
lo firmaron como coautores de representante de todos esos espacios políticos,
algo que me he dado cuenta en mi corta experiencia, es muy difícil conseguir un
consenso tan amplio. Es la primera vez que declaro una personalidad destaca-
da, y no siendo abogado propuse al Dr. Agustín Gordillo y uno de los motivos
H-52 ii. diálogos con agustín gordillo

principales fue modificar el criterio con el cual se estaban o muchas veces se


proponen estas distinciones en la Ciudad de Buenos Aires, por desgracia a mi
entender, pasa mucho en la política Argentina, un criterio muy usado es el de la
fama, de que tan conocida es la persona mediáticamente, de cuantas apariciones
en la televisión tuvo y lo que me propuse en este sentido es cambiar este criterio,
casi diría yo, es darle prestigio a la distinción, cosa rara que en este caso, la
distinción no solamente le da prestigio a la persona, al Agustín Gordillo, sino
que el Dr. Agustín Gordillo le da prestigio a la distinción, y eso es un poco lo
que estábamos buscando, lo que estaba buscando.
Una distinción lo primero que hace es buscar ponderar un comportamiento
como mejor y más virtuoso que el resto de los comportamientos y por eso se lo
premia. En el caso de personalidad destacada lo que se premia es la obra y la
trayectoria de una persona, y al premiar una persona, la Legislatura, los repre-
sentantes del pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, además enviamos un mensaje
claro: Ésto es lo que hay que hacer para ser premiado, éste es el ejemplo a seguir.
Y porque queremos, o porque se pretende los que hemos votado que se siga este
ejemplo, y este es el quid de la cuestión y el motivo es que su obra y trayectoria
resultaron en un mejor derecho y una mejor educación y por lo tanto contribuyeron
a hacer de ésta una mejor sociedad y una mejor comunidad. Por transcender la
enseñanza del derecho y festejando también sus 50 años de docencia y sobre todo
por haber contribuido a hacer de ésta una sociedad mejor, es que consideramos
al Dr. Agustín Gordillo como pleno merecedor de este homenaje y yo particu-
larmente me siento honrado en poder rendírselo. Nada más y muchas gracias.
Locutor: Entregado el diploma que acredita según la Ley 3.607 de la Legisla-
tura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en su artículo 1º, la declaración como
Personalidad Destacada en la Enseñanza de las Ciencias Jurídicas, al Profesor,
Dr. Agustín A lberto Gordillo. El Dr. Gordillo cierra con sus palabras este acto.

686
Agustín Gordillo
Qué bueno es tener amigos, tántos amigos, tan queridos amigos, tan generosos
amigos, y además todos juntos para compartir el mismo instante de afecto. Están
las cosas permanentes y las cosas temporales de la vida, este día pertenece a
las cosas permanentes de mi alma, porque nunca me encontré con una tan pro-
fusa demostración de cariño, de amistad, de afecto, de generosidad, de elogios.
Merecidos o inmerecidos ya casi no importa, sí importa que provienen del más
profundo afecto. Gracias a todos los que hablaron y los que nos acompañan y
también a los ausentes que no pudieron venir, pero están dentro de mi espíritu.
Es éste obviamente un homenaje que supera cualquier posible expectativa
a lo largo de la vida, transcurrida y por transcurrir, más importante aún para
mí, cuando se me lo hace en el mes de Noviembre en que en 1960, hace 50 años
exactos, fui designado Profesor de Derecho Administrativo por el Consejo Tri-
partito de la Facultad, en muy debatida sesión: Mi destino estuvo signado por el
debate desde el inicio. Que ese reconocimiento venga del pluripartidario y multi
ideológico palacio de las leyes locales, es una emocionante novedad, que no deja
de sorprenderme y no alcanzo a agradecer con las palabras.
Medio siglo de una persona no es poco para ella, es casi una vida. Coronarla
como hoy, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, es para mí el sumo
de la exaltación espiritual. Me he visto sorprendido y sobrepasado al recibir el
homenaje también de aquellos que no han revestido la condición formal de alum-
nos y creo que ello tiene que ver con algo que siempre he tratado de transmitir,
que se piensa y se crea en el acto de hacer y el hacer es trabajar, leer, enseñar,
aprender, dialogar, debatir, como los legisladores de esta Ciudad de Buenos Aires
lo hacen de una manera ejemplar.
Enseñar es el acto oral en sus infinitas variantes y sobre todo el acto escrito,
y consecuentemente la lectura, vinculo etéreo y entrecruzado, entre lectores y
autores, en el acto común del progreso social.
H-54 ii. diálogos con agustín gordillo

A todos, queridos amigos participantes de los diálogos de antes y del futuro, des-
de lo más profundo de mi corazón, reciban ustedes mi infinita y eterna gratitud.

688
Sección IV

testimonios

M aría Isabel A zaretto Amistad en constante recarga

A lejandro Carrió Agustín Gordillo, miembro honorario de la ADC

M aría A ngélica Gelli Agustín Gordilllo. Un joven brillante, un profesor


excepcional

Héctor M airal Mis diálogos callados con Agustín Gordillo


TESTIMONIOS

María Isabel Azaretto


Amistad en constante recarga

Agustín Gordillo es una personalidad de facetas múltiples que no se agota en


su rol de tratadista, más que destacado, del derecho administrativo. La publica-
ción de este material apunta a mostrar esos otros aspectos que son para muchos
desconocidos.
M ario Rejtman Farah entiende que, de alguna manera y sin buscarlo, soy una
especie de testigo calificado del desarrollo de una personalidad que nunca deja de
sorprender por su creatividad, su entusiasmo para investigar y para trasmitir el
resultado de sus afanes. Esto último, por supuesto, siguiendo a nuestro admirado
Popper en busca de la refutación.
El mismo Agustín Gordillo siempre me recuerda como la persona que le dió a
comienzos de la década de los 60 el mejor consejo que había recibido en su vida.
Tal como él lo cuenta le señalé en ese momento que, antes de seguir avanzando
en la rama del derecho que había elegido, necesitaba contar con el fundamento
de una sólida teoría general del derecho.
Como estaba dispuesto a seguir el consejo que le había dado, encontramos
quienes podían brindarle esa formación y fue Eduardo R abossi quien lo tuvo de
“alumno full time peripatético” por un breve período. De ahí en más, ya por las
suyas, Agustín Gordillo nunca abandonó la filosofía del derecho y su vínculo
con los especialistas argentinos y extranjeros de esa materia es bien conocido.
La lectura de su obra es la mejor prueba de que esa semilla cayó en el terreno
más fértil que uno pueda imaginar.
Agustín Gordillo es así; tiene la capacidad no solo de hacer fructificar en
grado superlativo las ideas que lo convencen sino también de ser operativo para
cumplir con los objetivos que se propone en base a ellas.
T-4 ii. diálogos con agustín gordillo

Desde que nos conocimos en el año 1962, cuando como abogado entró a tra-
bajar en la Procuración del Tesoro, hasta hoy siempre hemos estado en contacto
con distintos grados de asiduidad. Hemos trabajado juntos tanto en el ámbito
público como privado, juntos hemos enseñando en la Facultad y siempre hemos
cultivado nuestra amistad.
Cuando su mirada enfoca algún punto de realidad y se despierta su interés,
ya nada puede impedir el desborde de su caudal creativo.
Luego de ser sometidas a un severo proceso de refutación, expone con claridad
sus conclusiones en diversos ámbitos, para promover así una nueva ronda de
confrontaciones que enriquecen el proceso.
Pensándolo bien, así se trabajaba en los años sesenta en la Procuración del
Tesoro, en una forma artesanal pero no por ello menos seria. Cada caso sobre
el que teníamos que dictaminar era objeto de un primer análisis que a su vez
era objeto de diversas revisiones que motivaban cambios de ideas, discusiones y
nuevas redacciones, para terminar en un último proyecto acordado que pasaba
a consideración del Procurador de turno.
Siempre he creído que, además de la temática del derecho administrativo, la
filosofía del derecho, su paso por la Procuración del Tesoro, el método socrático
de enseñanza y la enseñanza del derecho a través de casos, son las claves para
entender el pensamiento de Agustín Gordillo y a Agustín Gordillo como persona.
Si a todo esto agregamos que a su privilegiado talento se une su gusto por
conocer y manejar otros idiomas, su inefable sentido del humor y su permanente
compromiso para defender los derechos de los administrados, habremos descu-
bierto los rasgos que definen a este hombre singular que es, por sobre todo un
amigo tan querido.
Una de las últimas veces que hablé con Agustín Gordillo por teléfono me
comentó que esperaba con entusiasmo la sanción del nuevo Código Civil. Anun-
ció que tenía una serie de ideas para exponer en relación a la nueva normativa.
Sentí un frío en la espalda imaginando lo que nos tiene preparado su mente
creadora si se aboca a este nuevo objetivo.
Agustín Gordillo no dejará nunca de sorprendernos.

690
Alejandro Carrió
Agustín Gordillo, miembro honorario de la ADC

¿Qué puede decirse de Agustín Gordillo que quepa en solo dos o tres páginas?
De Agustín G ordillo siempre me impresionó esa combinación de talento
jurídico, conocimiento del Derecho y utilización de lenguaje llano. Conocí sus
libros antes que a él, y debería decir que desde esas lecturas iniciales le tomé
simpatía. (En la Universidad, cursé Derecho Administrativo en una cátedra que
no recomendaba sus libros, más bien los desalentaba. Quizás como muestra de
temprana rebeldía, era el único alumno del curso que seguía sus textos, producto
de una insuperable razón: Los entendía.)
Con los años lo traté profesionalmente y pude comprobar las características
que arriba expreso. Gordillo habla como una persona, más que como un abogado.
Por temas propios de la profesión tuve también acceso a sus escritos judiciales y
advertí esa nota de claridad que en nuestro medio es infrecuente.
Pero mi relación más próxima con Agustín no se dio en el ámbito académico
ni en el ejercicio de la abogacía por dinero. (Hasta los abogados merecemos co-
brar por lo que hacemos.) Esa relación surgió a raíz de algunas invitaciones que
le hicimos para colaborar con la Asociación por los Derechos Civiles (ONG que
integro y que trata de hacer lo que puede) y fue en ese ámbito donde Agustín nos
honró con sus opiniones en ciertos temas y con el dictado de alguna conferencia
cuando, con la Asociación muy en sus inicios, necesitábamos desesperadamente
que el público nos conociera. Agustín se convirtió así en socio honorario de la
ADC, categoría que integra de manera exclusiva, pues otros miembros honora-
rios (Genaro Carrió, quien no necesita presentación y la Dra. A driana L abatón,
cuyo caso judicial derivó en la instalación de rampas para discapacitados en los
edificios de Tribunales), lamentablemente ya no nos acompañan.
Agustín Gordillo es conocido además por otras dos características salientes:
escribe obras jurídicas y las actualiza con una capacidad de trabajo que asombra.
Y además, para que no nos olvidemos de él (o de sus obras) tiene la generosidad
T-6 ii. diálogos con agustín gordillo

de enviar a sus amistades cada ejemplar recién aparecido, incluso varias veces.
Cuando en algún momento le hice notar esto (que me estaba enviando sus libros
en forma repetida), su franca respuesta fue que el autor de una obra necesita
que sus libros se difundan, y nadie tendría más entusiasmo para hacerlo que él
mismo. (Es así que la biblioteca del Estudio ofrece varios ejemplares de las obras
de Agustín, con alguna repetición que su autor, más que consentir, incentiva.)
Me alegra mucho que se esté preparando una obra como la que permitirá la
inclusión de estas breves palabras. Ello será un homenaje que Agustín Gordillo
se ha ganado merecidamente.

692
María Angélica Gelli
Agustín Gordillo. Un joven brillante, un profesor excepcional

Finales de la década de los sesenta. Por los pasillos de la Facultad de Derecho


de la Universidad de Buenos Aires, presuroso, rodeado de jóvenes como él que
beben sus palabras, camina y habla al mismo tiempo una persona singular.
Muy delgado, serio, concentrado, sin gesticular casi, llega con su equipo al que
hoy es el Salón Azul de la Facultad. Dentro bulle un enjambre de estudiantes.
Muchos y ansiosos, quienes se conocen hablan entre sí, mientras otros guardan
silencio. Comenzarán, inmediatamente la primera clase del curso de Derecho
Administrativo. La programación que se les presenta es ardua y el régimen de
evaluación muy exigente: Tres exámenes y una evaluación final con resolución
de casos —¡ya entonces!— y una nota mínina que debe obtenerse en los tres
primeros para mantener la regularidad en el curso, creo recordar de 6 puntos.
El profesor es Agustín Gordillo, un joven brillante que ya escribe y publica
libros. El respeto que despierta es generalizado. Me encuentro entre sus estu-
diantes, junto a dos alumnas más —Dorita Roteta y H aydeé Tallarico — todas
llegadas del interior de la Provincia de Buenos Aires que se alojan en una Re-
sidencia Universitaria de la calle Moreno. Allí, en la enorme Biblioteca, hasta
altas horas de la noche, tratarán de desentrañar, juntas, los misterios de “El Acto
Administrativo” que no se explican cómo pudo ser escrito por un profesor que
no parece mucho mayor que ellas, ¡Y qué profesor! Muy, muy exigente, sí, pero
excepcional. Aprobar su curso constituye una aventura y un desafío propuesto
a la inteligencia y al trabajo de los estudiantes. Agustín Gordillo exige mucho
porque se exige mucho a sí mismo. ¡Cuánto se aprendía en sus clases! En especial
a desconfiar de la primera, apresurada impresión acerca del conflicto y de cómo
resolverlo. A indagar, más allá de las normas, la realidad que subyace a ellas.
A interrogarse siempre y a apreciar el derecho como modo pacífico de resolver
las controversias.
T-8 ii. diálogos con agustín gordillo

Esa inicial, lejana impresión trazó para mí el perfil admirado de Agustín


Gordillo. Pero, ya se sabe, una persona es muchas personas para quienes lo
observan desde distintas perspectivas y en diferentes etapas y circunstancias de
la vida. Más allá de su extensa y calificadísima obra escrita —no descubro nada
nuevo al afirmarlo, es casi un lugar común del derecho en nuestro país y en el
exterior la calidad jurídica de las publicaciones de Gordillo — de su trayectoria
como jurista y magistrado internacional, algunos rasgos de la personalidad del
profesor, debo confesarlo, me sorprendieron y admiraron ya no como la estudiante
que fui en su curso de Derecho Administrativo.
A instancias de Jonathan Miller pude hablar con Agustín Gordillo acerca de
una colaboración que aceptó escribir para “Constitución y Derechos Humanos”
(1991) el libro de casos que dirigimos con Jonathan y Susana Cayuso y en el que
participaron, también, otros profesores notables, como A lberto Bianchi, A lejan-
dro Carrió, R olando Gialdino, Jaime M alamud Goti, Hernán Gullco, Claudia
M azkin, Carlos S. Nino, Néstor P. Sagués, Leopoldo Schiffrin, entre otros.
Tenía noticia acerca de cuán cuidadoso era el profesor Gordillo sobre el método,
la diagramación y el estilo que debían de tener sus obras. Eran legendarias —¿un
mito?— las discusiones que mantenía el autor notable con quienes pretendían
ser sus editores sin conseguirlo, acerca de cómo debían publicarse sus escritos.
Pues bien, cuando lo contacté, se mostró flexible a propósito de algunos cambios
que sugeríamos para armonizar la obra; preguntó mucho acerca de lo que hacía-
mos para elaborar las «Preguntas y Notas» que escribíamos a continuación de
las sentencias; los criterios que utilizábamos, todo con verdadero interés, como
si fuéramos pares. Se hacía evidente, en la conversación, que lo que de verdad
le preocupaba era el producto final; en lo personal no exhibía exigencia alguna;
desde luego, no se trataba de mudar el contenido que había dado a su colaboración.
Esa calidad distintiva de su persona, la advertía cuanto más lo conocía en
su trato con otros publicistas más jóvenes que daban sus primeros pasos en la
Universidad, o se manifestaba en la gran generosidad con la que valoraba y
apoyaba lo que cada quien tenía para aportar. Y en ese sentido, mucho es lo que
debo agradecerle.
Más tarde, tuve la satisfacción de patrocinarlo en una defensa en la que él
representaba un interés institucional. También en esa ocasión me sorprendió.
El procedimiento ante el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, donde tramitaba la causa, preveía una audiencia pública en
las que las partes son escuchadas por los integrantes del Tribunal, por un lapso
determinado y exiguo. La Sala de Audiencias estaba colmada de público porque
participaba Gordillo. Sin embargo me cedió la palabra y —genio y figura— sacó
un reloj con el que cronometró el tiempo que utilizaría, a fin de que no me exce-
diera. Así que estaba controlada por el Tribunal y por mi representado.

694
maria angélica gelli T-9

Esa perfección que presidía todo lo que emprendía, aún la mínima tarea, lo
pinta de cuerpo entero. Siempre más y mejor. Aunque sus Salieris lo criticaran.
Respondió a las incomprensiones con mayor excelencia y escribió, en uno de sus
libros, una dedicatoria reveladora —y cito de memoria— “a quienes me comba-
tieron porque al cabo me fortalecieron.” Esa manera con la que enseñó, publica
o ejerce la profesión hace de Agustín Gordillo, en todo, un verdadero maestro.

695
Héctor Mairal
Mis diálogos callados con Agustín Gordillo

Conocí a Agustín Gordillo a fines de la década de 1950 cuando yo cursaba Dere-


cho Administrativo con M anuel M aría Diez. Él acababa de recibirse de abogado
con sólo veinte años y ya se aproximaba a la docencia como ayudante de cátedra.
Poco tiempo después publicó la primera edición de su “Acto Administrativo”,
obra que impactó a Diez (quien modificó, en su Tratado, la definición del acto
administrativo para seguir la de Gordillo), así como a M arienhoff quien se
ocupó de sus opiniones en extensas notas del Tratado.
Accedió pronto y merecidamente a la cátedra. Años después lo seguimos Jorge
Sáenz y yo. Los tres anudamos una amistad que tiene ya medio siglo.
Recuerdo una vez que los invité a ambos a comer un día de semana y nos
quedamos hablando de Derecho Administrativo (en realidad hablaban ellos y yo
escuchaba) hasta las cuatro de la mañana. Desde ese día mi mujer me prohibió
invitar administrativistas a casa.
He dialogado mucho con Agustín. Compartimos una visión crítica del derecho
administrativo argentino autoritario y un parecido sentido del humor. Esos diá-
logos nos han permitido luego citarnos recíprocamente y así rescatar frases que
de otra manera nunca hubieran conocido la imprenta.
Pero los diálogos más ricos con Gordillo los he tenido en silencio. Cada vez que
escribo algo sobre la materia leo primero lo que él ha escrito al respecto. Inicio
entonces un diálogo con sus razonamientos, sus afirmaciones y sus fundamen-
tos, diálogo que él ignora pero que a mí me enriquece y constituye un verdadero
desafío intelectual. Porque se podrá estar de acuerdo o no con lo que él sostiene
(por lo general, lo estoy) pero siempre se sabe qué opina: Agustín prefiere ser
esclavo de sus claridades y no dueño de sus ambigüedades.
Siempre, también, fundamenta sus opiniones. Podría, como ningún otro,
invocar el “magister dixit” o limitarse a citar autores extranjeros como único
T-12 ii. diálogos con agustín gordillo

basamento de sus afirmaciones, pero tiene la honestidad intelectual de explicar


el por qué de sus ideas y de compartir sus razonamientos con sus lectores.
En una materia ardua, en la que hay que batirse contra una legislación pro-
fusa y desordenada, y una doctrina tan confusa que permite apoyar cualquier
afirmación con una cita, la obra de Gordillo ilumina, con su punto de vista
coherente, todos los temas que trata. A lo largo de su vida esa obra ha defendido
consistentemente los valores fundamentales del Estado de Derecho y ha bregado
por mantener el derecho administrativo argentino cerca de sus bases constitucio-
nales, rechazando injertos anacrónicos o incompatibles con nuestro sistema, así
como por “aggiornarlo” para llevarlo al nivel común de protección del individuo
frente al Estado que hoy se observa en todos los países democráticos del llamado
“Primer Mundo.”
Labor titánica ésta, ante la insistencia de nuestros legisladores en privilegiar
el corto plazo ante los intereses permanentes de la sociedad y del Estado.
Sean, pues, estas líneas no sólo la evidencia de una larga amistad sino también
el reconocimiento por el privilegio que significó para mí compartir, durante todo
ese tiempo, tantos diálogos callados con Agustín Gordillo.

698
Sección V

prólogos

Por razones de espacio se han seleccionado solo algunos prólogos, al azar. Los que han sido
elegidos están reproducidos por orden cronológico.

Sumario

Héctor A. M airal, La licitación pública, Buenos Aires, Depalma, 1972.....P-1


Tomás Hutchinson, Las Corporaciones Profesionales, Buenos Aires,
FDA, 1982..................................................................................................P-7
M auricio Obarrio, De cómo fuí juez, Buenos Aires, FDA, 1988.................. P-11
Nidia K arina Cicero, Servicios públicos. Control y protección, Buenos
Aires, UBA y ECA, 1996.........................................................................P-19
Daniela Ugolini, Código contencioso administrativo y tributario y de-
más normas del proceso administrativo de la ciudad de buenos aires.
con nota de Daniela Ugolini, Buenos Aires, La Ley, 1999.....................P-23
M ario Rejtman Farah, Impugnación judicial de la actividad adminis-
trativa, Buenos Aires, La Ley, 2000.......................................................P-25
M aría Claudia Caputi, La ética pública, Buenos Aires, Depalma, 2000....P-29
A lberto B. Bianchi, La Regulación Económica, Buenos Aires, Ábaco,
2001..........................................................................................................P-33
Eduardo García de Enterría, Conferencias de Argentina, Madrid, Civi-
tas, 2002...................................................................................................P-37
Ismael Farrando (dir.), Contratos administrativos, Buenos Aires, Lexis
Nexis, 2003...............................................................................................P-41
Inés D’A rgenio, La justicia administrativa en argentina. situación
actual. Necesidad de su adaptación a nuestro sistema institucional,
Buenos Aires, FDA, 2003 (2ª ed., 2006).................................................P-51
Julio R affo, Ley de fomento y regulación de la actividad cinematográfi-
ca comentada, Buenos Aires, Lumière, 2003.........................................P-57
Héctor M airal, Las raíces legales de la corrupción: O de cómo el dere-
cho público fomenta la corrupción en lugar de combatirla, Cuadernos
de la RPA, Editorial Rap, Buenos Aires, 2007...................................... P-63
Editorial L a Ley (dir.), Derecho administrativo. Doctrinas esenciales,
Buenos Aires, La Ley, 2010.....................................................................P-67
Prólogo a Héctor A. Mairal
La licitación pública, Buenos Aires, Depalma, 1972

1. El doctor Héctor A. M airal, profesor adjunto por concurso de derecho admi-


nistrativo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, forma
parte de un grupo hoy ya maduro de profesores que tuvo el placer y la distinción
de formarse bajo la guía y el aliento infatigable del Dr. M anuel M aría Diez: Por
ello es justo y honesto dedicarla, como el autor lo hace, al profesor titular consulto
de la materia. Todos los que llegamos a la cátedra del Dr. Diez sabemos de la
excepcional apertura intelectual y personal que lo singularizó desde siempre en
su predisposición constante para apoyar a todo aquel que manifestara vocación
por la enseñanza y la investigación en derecho administrativo; todos sabemos
lo mucho que hemos recibido, reiteradamente, sin adquirir ninguna obligación
que no fuera la propia contracción al estudio y a la investigación. No puede un
prologuista pretender sumarse al homenaje que implica la dedicatoria de un libro
como éste, pieza vital y cuidadosamente elaborada de la propia personalidad,
pero puede al menos congratularse en nombre de todos quienes participaron y
participan de aquel esfuerzo conjunto de aprendizaje y enseñanza, de que una
voz más de reconocimiento se haya ahora sumado a otras.
2. El Dr. M airal se caracteriza, para quienes hemos trabajado a su lado, no
sólo por su capacidad de trabajo y su rigor teórico, sino también por su especial
vocación intelectual por vivir al mundo del derecho en función de solución de
problemas reales antes que de vacíos esquemas conceptuales. Cuando aún pocos
docentes en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires hacían su
enseñanza tomando como elemento indispensable de ella la formulación y solución
de casos prácticos, ya el profesor M airal estaba en la vanguardia, planteando
los problemas vivos de la realidad, en la cual se pone a prueba todo el conoci-
miento, toda la información y toda la imaginación que cada uno puede aportar.
Esta actitud no podía menos que reflejarse en el desarrollo del libro, donde se
advierte una saludable prescindencia de analizar o crear fórmulas sin referencia
P-2 ii. diálogos con agustín gordillo

empírica, y una igualmente importante actitud de ubicar al lector en el plano de


la realidad, sin dejar de sopesarla axiológicamente y resolverla normativamente.
3. La obra que prologamos trata un tema cuya importancia es acertadamente
puesta de relieve por el autor al señalar que en la actualidad la contratación
con el Estado para la provisión de bienes y servicios o la ejecución de obras, es
una experiencia creciente, tanto por parte de la administración central o de las
múltiples formas de empresa pública, como por parte de la empresa privada que
funciona en una economía de activa participación estatal. Por tanto, “mientras
anteriormente las contrataciones con el Estado las celebraba un sector ...actual-
mente la mayoría de las empresas de alguna significación... mantiene vínculos
contractuales con el Estado,” a lo que debe agregarse la concreción de grandes
proyectos industriales, que modernamente se realizan o deben realizarse también
en un proceso de selección pública.
A este respecto, M airal destaca la importancia de canalizar el poder de compra
del Estado hacia las empresas que se desempeñan con mayor eficiencia y por ende
con menores costos, para lo cual es fundamental el empleo de la licitación pública,
que evita distorsiones al régimen de la libre competencia empresaria; en otras
palabras, todo el sistema económico se ve influenciado por el empleo de la licitación
pública en las diversas contrataciones del Estado.
De esta forma, el autor nos indica desde las primeras páginas que la forma en
que se instrumente este régimen de selección del contratista del Estado deja de
ser un microfenómeno exclusivo del ámbito del derecho administrativo clásico,
para pasar a influir en un amplio sector de la actividad privada.
No obstante esto, M airal se hace cargo de las múltiples críticas y divergencias
doctrinarias, algunas varias veces centenarias, respecto al procedimiento de
la licitación pública. Su opinión es que debería flexibilizarse normativa e inter-
pretativamente el funcionamiento de la licitación y evitar actitudes formalistas
que a veces asumen los funcionarios encargados del trámite, “para quienes suele
pesar más el deseo de evitar problemas con los órganos de control que el interés
de obtener un contrato provechoso para la Administración.” Advierte también
que no sólo es cuestión de extremar las precauciones precontractuales y olvidar
luego la aplicación del mismo celo en la ejecución del contrato celebrado.
4. Pasando al desarrollo de la obra, y sin entrar en reseñas propias de un
comentario bibliográfico, es oportuno resaltar de ella diversos aspectos de par-
ticular interés.
En primer lugar mencionamos la aguda exposición de la problemática de la
tutela del interés legítimo en el ámbito judicial que sirve de basamento al aná-
lisis de las soluciones propuestas por el autor. Al respecto, M airal formula una
atrayente y convincente analogía con el sistema norteamericano de protección de
lo que entre nosotros se denominaría interés legítimo, para pasar a continuación

702
héctor a. mairal, la licitación pública P-3

a plantear el problema en términos de filosofía jurídica. Aparece aquí claramente


el enfoque jusfilosófico que al comienzo de este prólogo señalamos como una de
las facetas de la personalidad del autor: Sostiene que, ante la ausencia de claras
pautas legislativas, los jueces en realidad no se preguntan primero si el actor
está legitimado para accionar, y luego si tiene derecho en cuanto al fondo de la
cuestión, sino que la pregunta de hecho se formula en términos de conveniencia
práctica y política, además de una valoración de justicia en el caso concreto; es en
función de tales premisas no expresadas que el juzgador resolverá, según M airal,
que un individuo tenía derecho subjetivo y “consecuentemente” acción judicial
o que no tiene acción judicial porque estaba en juego “únicamente” un interés
legítimo. La referencia que M airal hace a la orientación de la jurisprudencia de
intereses, como teoría general del derecho a aplicar en la solución del problema, es
explícita y categórica: “De esta manera se evita centrar la discusión en conceptos
abstractos y se traen a la luz los verdaderos argumentos que pueden inclinar al
intérprete hacia una u otra solución.”
Creemos que el aporte de M airal adquiere aquí una renovada utilidad y signifi-
cación en nuestro medio, tan apegado a concepciones más formalistas del derecho.
Aun sin compartir enteramente la ubicación del autor en esta línea de pensamiento
filosófico–jurídico, no puede menos que reconocerse que ella es al menos una de
las vertientes de las cuales se necesita para arribar a cualquier solución que no
sea un mero juego de palabras, o una solución artificial y falsamente normativa
“pura.” El valor del trabajo de M arial es, pues, indiscutible, y su originalidad en
el tema indubitable.
Por otra parte, M airal complementa el enfoque antedicho con un exhaustivo
análisis normativo en aquellos aspectos en que considera que las normas vigentes
arrojan luz sobre las posibles soluciones.
Así, al tratar el control administrativo, el autor realiza una cuidadosa exégesis
de las normas de la Ley de Procedimientos Administrativos y de su decreto re-
glamentario. Destacamos el interés de algunas conclusiones cuya trascendencia
excede el marco de la licitación para abarcar aspectos de la teoría del acto ad-
ministrativo. Tal, las reflexiones del autor sobre las consecuencias de la falta de
autorización previa, las que contienen una persuasiva crítica de la idea, sostenida
por nosotros, de que la autorización a posteriori sería inadmisible; considera él,
en cambio, que debe admitirse el efecto convalidatorio de una autorización ex
post. Igual solución propugna para una autorización o habilitación presupuestaria
tardía. Sostiene el autor que el vicio no ocasiona la nulidad del acto, y aun para
el supuesto de que se entendiera lo contrario recuerda que por la aplicación del
art. 17, in fine, del decreto-ley 19.549/72, el acto de adjudicación no podría de
cualquier manera revocarse por carencia de autorización previa, cuando ella fuere
necesaria, porque estaría en tal caso amparado por el principio de la estabilidad.

703
P-4 ii. diálogos con agustín gordillo

En cambio, en el acápite relativo al control judicial, y en particular en lo


referente a la posible suspensión o anulación de un contrato ya celebrado y en
vías de cumplimiento, M airal retoma firmemente la argumentación empírica y
axiológica, y concluye en negar aquella posibilidad, por tal tipo de argumentos.
Su razonamiento merece cuidadosa lectura y, compártanse o no sus apreciacio-
nes sobre los valores en juego y la realidad, no se podrá negar que la temática
analizada es harto significativa y la argumentación muy valiosa, a pesar de no
haber aquí análisis normativo estricto de por medio. Aun anotando nuestra dis-
crepancia con las conclusiones del enfoque, no podemos sino pasar a continuación
a plantear el problema en términos de filosofía jurídica. Aparece aquí claramente
el enfoque jusfilosófico que al comienzo de este prólogo señalamos como una de
las facetas de la personalidad del autor: Sostiene que, ante la ausencia de claras
pautas legislativas, los jueces en realidad no se preguntan primero si el actor
está legitimado para accionar, y luego si tiene derecho en cuanto al fondo de la
cuestión, sino que la pregunta de hecho se formula en términos de conveniencia
práctica y política, además de una valoración de justicia en el caso concreto; es en
función de tales premisas no expresadas que el juzgador resolverá, según M airal,
que un individuo tenía derecho subjetivo y “consecuentemente” acción judicial
o que no tiene acción judicial porque estaba en juego “únicamente” un interés
legítimo. La referencia que M airal hace a la orientación de la jurisprudencia de
intereses, como teoría general del derecho a aplicar en la solución del problema, es
explícita y categórica: “De esta manera se evita centrar la discusión en conceptos
abstractos y se traen a la luz los verdaderos argumentos que pueden inclinar al
intérprete hacia una u otra solución.”
Creemos que el aporte de M airal adquiere aquí una renovada utilidad y signifi-
cación en nuestro medio, tan apegado a concepciones más formalistas del derecho.
Aun sin compartir enteramente la ubicación del autor en esta línea de pensamiento
filosófico–jurídico, no puede menos que reconocerse que ella es al menos una de
las vertientes de las cuales se necesita para arribar a cualquier solución que no
sea un puro juego de palabras, o una solución artificial y falsamente normativa
“pura.” El valor del trabajo de M airal es, pues, indiscutible, y su originalidad en
el tema indubitable.
Por otra parte, M airal complementa el enfoque antedicho con un exhaustivo
análisis normativo en aquellos aspectos en que considera que las normas vigentes
arrojan luz sobre las posibles soluciones.
Así, al tratar el control administrativo, el autor realiza una cuidadosa exégesis
de las normas de la Ley de Procedimientos Administrativos y de su decreto re-
glamentario. Destacamos el interés de algunas conclusiones cuya trascendencia
excede el marco de la licitación para abarcar aspectos de la teoría del acto ad-
ministrativo. Tal, las reflexiones del autor sobre las consecuencias de la falta de

704
héctor a. mairal, la licitación pública P-5

autorización previa, las que contienen una persuasiva crítica de la idea, sostenida
por nosotros, de que la autorización a posteriori sería inadmisible; considera él,
en cambio, que debe admitirse el efecto convalidatorio de una autorización ex
post. Igual solución propugna para una autorización o habilitación presupuestaria
tardía. Sostiene el autor que el vicio no ocasiona la nulidad del acto, y aun para
el supuesto de que se entendiera lo contrario recuerda que por la aplicación del
art. 17, in fine, del decreto-ley 19.549/72, el acto de adjudicación no podría de
cualquier manera revocarse por carencia de autorización previa, cuando ella fuere
necesaria, porque estaría en tal caso amparado por el principio de la estabilidad.
En cambio, en el acápite relativo al control judicial, y en particular en lo
referente a la posible suspensión o anulación de un contrato ya celebrado y en
vías de cumplimiento, M airal retoma firmemente la argumentación empírica y
axiológica, y concluye en negar aquella posibilidad, por tal tipo de argumentos.
Su razonamiento merece cuidadosa lectura y, compártanse o no sus apreciacio-
nes sobre los valores en juego y la realidad, no se podrá negar que la temática
analizada es harto significativa y la argumentación muy valiosa, a pesar de
no haber aquí análisis normativo estricto de por medio. Aun anotando nuestra
discrepancia con las conclusiones del enfoque, no podemos menos que resaltar
la importancia de sacar a luz, para su discusión y evaluación, los argumentos
en pro y en contra que M airal lúcidamente expone.
5. Tanto en los puntos aquí mencionados como en muchos otros se observa
cómo el autor relaciona el tema en análisis con instituciones de otros capítulos
del derecho administrativo y aun de distintas disciplinas jurídicas. Tal lo que
ocurre con las limitaciones al recurso de alzada por razones de oportunidad,
tema arduamente debatido en doctrina y al cual el autor aporta una original
contribución.
En punto a las relaciones con otras ramas del derecho, cabe mencionar la inte-
resante y original vinculación con la ley de represión del monopolio que formula
Mairal, para sostener que sería ilegítimo adjudicar una oferta gratuita, o de precio
irrisorio, o de precio claramente inferior al costo de la prestación respectiva, pues
cualquiera de esas hipótesis puede indicar la intención de excluir paulatinamente
la participación de competidores, con el resultado final de monopolizar la oferta y
cotizar precios muy superiores a los reales del mercado; a la inversa, claro está,
también puede darse el caso de acuerdos de oferentes en cuanto a sus respectivas
ofertas, acuerdos éstos que un competidor ajeno al círculo puede intentar destruir
cotizando un precio real pero mucho menor del que resulta de tales convenios o
pactos internos de las empresas. Estas y otras consideraciones llevan a M airal
a sostener, a nuestro juicio con razón, que el más bajo precio no puede tomarse
como un criterio automático para adjudicar, sino que deben ponderarse todos los
factores que inciden en el costo.

705
P-6 ii. diálogos con agustín gordillo

6. En sus conclusiones, M airal afirma que la efectividad práctica de los re-


medios jurídicos propuestos no es satisfactoria: Existen atendibles razones por
las cuales los particulares tienen reticencia para interponer recursos (“... pueden
hacer incurrir al recurrente en el disfavor del organismo licitante, consideración...
que... es muchas veces puesta de relieve por los mismos funcionarios a cargo de
la licitación”), para lo cual propone como alternativa que se permita recurrir a
las cámaras gremiales que agrupan a los contratistas. Esta tesis, que requeriría
la modificación de las normas o de la interpretación de ellas vigente, nos parece
un verdadero hallazgo del autor y solucionaría en gran medida el problema de la
renuencia de los oferentes a recurrir personalmente de los actos que los agravian.
7. Esta cuidadosa, profunda, aunque concisa, y creativa obra de M airal, pone de
relieve sus dotes de investigador, su clara ubicación en la realidad administrativa
y la por cierto descontada elaboración sistemática de los elementos normativos,
jurisprudenciales y doctrinarios de los problemas estudiados. Se podrá discrepar
con algunas de sus soluciones, se podrá disentir con alguno de sus enfoques, pero
habrá de acordarse que se trata de una obra y de una contribución que marca un
jalón importante en el derecho administrativo argentino, y de un libro que desde
su concepción misma es ya posible vaticinarle con certeza que se transformará
en una obra clásica de nuestro derecho público.

Agustín Gordillo

706
Prólogo a Tomás Hutchinson
Las Corporaciones Profesionales, Buenos Aires, FDA, 1982

1. Nuevamente se enriquece el derecho administrativo argentino con la apari-


ción de una figura pujante en el campo de la investigación, que en muy pocos
años ha producido obras de gran significación. Coautor del Manual de derecho
administrativo y el Derecho procesal administrativo con el Dr. M anuel M aría
Diez, autor de La acción contenciosoadministrativa1 y de numerosos y agudos
trabajos monográficos en revistas nacionales y extranjeras, con otro libro im-
portante en preparación, nos presenta ahora el Dr. Hutchinson esta obra sobre
Las corporaciones profesionales que tenemos el placer de prologar, y que fuera
galardonada con el Premio Diez, discernido por el Colegio de Abogados de la
Ciudad de Buenos Aires.
El premio otorgado a esta obra no hace sino confirmar una trayectoria por
demás conocida en nuestro país: El autor acompañó a la Asociación Argentina
de Derecho Administrativo desde sus albores, culminando con su elección como
Presidente del Comité Ejecutivo; en esas funciones ha dado también nuevos im-
pulsos al progreso del derecho administrativo argentino. Destacamos con ello la
vocación de servicio que lo inspira y su desinteresada colaboración a la sociedad.
Ninguna referencia a la personalidad del autor puede prescindir tampoco de
un aspecto central de su espíritu y su experiencia, que es su ya larga y fructífera
carrera judicial. Desde este punto de vista, aporta la vertiente invalorable de un
modo de contacto con la realidad jurídica que no puede sino contribuir sustanti-
vamente al derecho público argentino.
Su experiencia del derecho en la judicatura, su vocación por el estudio y la inves-
tigación, se aúnan asimismo a una intensa dedicación a la docencia: Es Profesor
Titular de Derecho Administrativo y Asociado de Derecho Público en la Universidad
Argentina de la Empresa, y Profesor Adjunto de Derecho Administrativo en las

1
Buenos Aires, Fundación de Derecho Administrativo, 1981.
P-8 ii. diálogos con agustín gordillo

Universidades de Belgrano y Nacional de La Plata; fuera de la cátedra, ha dictado


y dicta regularmente cursos y conferencias.
Toda la obra y la vida del Dr. Hutchinson, plena de actividad reflexiva, se
cualifica y enaltece más aún con su permanente defensa de los valores más pu-
ros de nuestro sistema jurídico: Con la libertad y la democracia, con la repulsa
de todos los excesos autoritarios de cualquier signo que fueren, con la tutela de
los derechos de los individuos por encima de excusas, prejuicios y formalismos
frustratorios de la libertad individual. Es mucho lo que el país precisa que se
haga por él en esta materia, y es mucho por lo tanto lo que la historia habrá de
agradecer a quienes como el autor estén dispuestos a asumir este compromiso.
2. Las corporaciones profesionales estudian un tema relativamente olvidado
en el campo teórico nacional, aunque de notable vigencia práctica. Casi todas las
profesiones en las diferentes jurisdicciones de nuestro país están organizadas
legalmente bajo un sistema de colegiación obligatoria, y es con ello un extenso
sector intermedio de la sociedad el que desenvuelve todo o parte de su actividad
bajo el signo y el régimen legal de la corporación; ello nos dice ya de la importancia
y trascendencia del tema objeto de análisis.
La obra desarrolla interesantes posiciones y argumentos que dan al libro el
sello personal de su creador. Hay coincidencias y discrepancias, como es obvio,
con opiniones vertidas en la doctrina; ciertamente no es éste el lugar en que el
prologuista puede comentar aquellos puntos en que el autor ha planteado sus
discrepancias con él; baste decir que la crítica no está ajena a las páginas del
libro, como tampoco la continuación de algunas líneas de investigación trazadas
antes de ahora.
El tema objeto de la obra tiene en la actualidad particular vigencia en la opinión
pública y en el derecho argentino, con la renovada discusión acerca de la colegia-
ción obligatoria y de la percepción centralizada de los honorarios profesionales por
parte de estas corporaciones, como así también por el carácter de “orden público”
que algunas leyes acuerdan a tales honorarios profesionales. En este contexto
de corporación profesional y clientela, en el marco del interés público, los agudos
y mesurados razonamientos de este libro habrán de constituir un basamento
insustituible para el análisis y el debate ahora coyuntural. La calificación de
tales colegios o corporaciones profesionales como personas privadas no estatales
(la posición que sustenta el autor) o como personas públicas no estatales (según
otra posición doctrinaria), es sin duda un punto de partida de especial y relevante
interés. También lo es la fundamental distinción que formula entre el interés de la
corporación o categoría profesional, y el interés público: El hecho de que en estas
corporaciones exista un interés más generalizado que el puro interés individual,
no quita para el autor que su interés sea de carácter privado.

708
tomás hutchinson, las corporaciones profesionales P-9

El autor ubica la cuestión no en la calificación que corresponda a estas cor-


poraciones, sino en la delegación que el Estado les hace de algunas funciones
administrativas, y así considera regido por el derecho administrativo lo atinente a
los poderes disciplinarios, control sobre la actividad, poder certificante y pericial,
potestad sancionadora del instrusismo, etc. y sus relaciones con la administra-
ción central. Deslinda en cambio como regido por el derecho privado lo referido
al personal, los bienes y los contratos de las corporaciones, incluso el régimen
financiero y la responsabilidad.
En lo que hace a la actividad o función administrativa de estas corporaciones
profesionales, apunta que por lo general la legislación no dispone la aplicación
directa y expresa de las leyes de procedimiento administrativo, pero que corres-
ponde efectuar su aplicación analógica. Puntualiza que en algún caso la legis-
lación provincial de procedimiento administrativo establece expresamente la
aplicación de algún remedio de control administrativo, tal como la Provincia de
La Rioja, a la cual podríamos agregar Corrientes, Formosa, Mendoza, Neuquén
y Salta: En ellas, sea por ley de procedimiento administrativo o por el código
procesal administrativo, se admite a texto expreso la procedencia del recurso de
alzada ante la administración central, contra los actos de las personas públicas
no estatales o personas privadas que ejercen funciones administrativas. A su vez,
cabe señalar que diversas leyes provinciales disponen también expresamente la
aplicación de sus disposiciones en lo atinente al régimen administrativo de tales
entidades. (Así Corrientes, La Rioja, Neuquén, Salta.)
El autor estudia lúcidamente el tema de la potestad reglamentaria, sosteniendo
que el Estado no ha delegado dicha potestad a las corporaciones profesionales
frente a sus miembros ni a terceros. (Por ejemplo, en relación a la clientela.) Las
normas que la corporación puede dictar se refieren solamente a su organización
interna en cuanto no afecte a los terceros, y a su juicio otras normas obligatorias
sólo pueden imponerse por una técnica convencional como en cualquier asociación,
por voluntad de la mayoría y no a título de potestad reglamentaria.
En el caso de los actos de admisión de sus miembros, y en aquellos en que se
ejerce una potestad disciplinaria, es categórico en afirmar que ellos constituyen
actos administrativos, tomando así partido en una discusión que no sólo ha tenido
expositores doctrinarios sino también reflejos y consagración legislativa, en pro
y en contra de la solución.
A tales actos administrativos les asigna las características de presunción de
legitimidad (por analogía, no por aplicación directa de las leyes de procedimiento
administrativo), negándoles en cambio presunción de oportunidad y aclarando que
les es aplicable la anulación de oficio. En cualquier caso aclara que la presunción
de legitimidad no alcanza al acto nulo que padece de un vicio manifiesto. En
materia de ejecutoriedad, adhiere a la interpretación según la cual sólo excep-

709
P-10 ii. diálogos con agustín gordillo

cionalmente el acto administrativo es ejecutorio en el sentido de que la propia


administración pueda ejecutarlo directamente mediante la coerción, y aplica
dicha conclusión al acto administrativo de las corporaciones profesionales, en
todo lo cual coincidimos plenamente.
Reconoce también a tales actos la estabilidad como característica, con igual
aplicación analógica de la ley de procedimiento administrativo, y su impugna-
bilidad tanto administrativa como jurisdiccional, conforme en cada caso a los
ordenamientos locales existentes.
La parte final de la obra constituye un sistemático análisis del tema de la in-
tervención a las distintas personas jurídicas, comenzando por la intervención a los
entes estatales descentralizados. Señala el autor que todas las leyes provinciales
de procedimiento administrativo que tratan el tema indican idénticas causales
(que, agregamos, tienen a su vez como fuente el artículo 75 de nuestro Proyecto
del año 1964) y extiende por analogía esta facultad de intervención también a las
corporaciones profesionales.
3. Por encima de posibles discrepancias que puedan existir con algún punto de
la obra, resalta en cualquier caso el juicio de aprobación que ella suscita y merece
ampliamente, por la labor de investigación y creatividad que aporta.
Nos encontramos ante un libro vigoroso y profundo, rico en ponderación de
ideas, que invita al análisis y al debate, y que llega muy oportuno para la discu-
sión de problemas que están hoy en día en el tapete de la actualidad nacional. Su
contribución es de especial importancia, y no podrá prescindirse de su estudio
cualquiera sea la posición que se haya de adoptar en la materia.
Saludamos así la vigorosa presencia de este reflexivo y agudo jurista en el
mundo del derecho administrativo argentino y americano, que viene a enrique-
cerlo decisivamente.
Agustín Gordillo

710
Prólogo a Mauricio Obarrio
De cómo fuí juez, Buenos Aires, FDA, 1988

1. El efectivo acceso a la justicia

Este libro tiene innumerables valores, en primer lugar por la necesaria polémica
que es de esperar habrá de provocar sobre el alcance o la existencia efectiva del
acceso a la justicia en el orden nacional que el autor centra —con sustento en la
realidad— en la acción de amparo, la legitimación de los intereses difusos y el
recargo de tareas jurisdiccionales por la insuficiencia de juzgados.

2. El análisis realista del problema

La segunda gran virtud de esta obra es poner sobre la mesa aspectos de la rea-
lidad que todo el mundo forense conoce, pero que pocas veces han dado lugar a
exposiciones escritas de los actores principales del proceso, quedando relegados
a las conversaciones informales, fuera del conocimiento de la opinión pública.
Pareciera existir una suerte de “tabú” para exponer y discutir estos temas, y
también hay que felicitar al autor por la valentía en apartarse de él. Presta así a
la justicia, desde afuera, parte del mismo servicio que le prestó desde adentro al
cambiar, como él mismo lo cuenta, su formación tradicional y tratar de innovar
en procura de hacer justicia. El Juez Obarrio, valiente innovador en su último
paso por la justicia, prosigue así su labor avanzando ahora contra algunos de los
obstáculos que le llevaron a dejar de intentar ejercerla.

3. Las presiones externas y la existencia de un Poder Judicial independiente

Cualquier lector informado que haya leído la breve explicación de Jonathan Mi-
ller al fallo Marbury vs. Madison sabe que en todo asunto existe un contexto
sociopolítico que influye en la decisión del tribunal.
P-12 ii. diálogos con agustín gordillo

Sabe también que hay intereses sociales y económicos en juego que es nece-
sario componer adecuadamente en el acto de hacer justicia en el caso singular.
Y no desconoce que existen cabildeos, entretelones, pasillos.
También supone que habrán de ejercerse presiones.
De esta compleja argamasa el Juez Obarrio escoge desarrollar una que obvia-
mente templó y puso su espíritu a prueba en su paso final por la magistratura.
Entre las presiones externas que menciona se encuentran desde la más ingenua
y legal de que acompañen un escrito determinadas firmas, pasando por la omni-
presente presión de los medios de difusión que perturban, con sus comentarios,
la necesaria tranquilidad de espíritu con que debe obrar el magistrado, llegando
en el clímax a las más ominosas presiones de los poderes públicos y sociales que
quieren a veces imponer una determinada decisión sobre el juez.
En esa lista de situaciones cabe incluir también, y se infiere del libro de Obarrio,
las presiones que ejerce el propio medio o “familia” judicial, con su natural búsqueda
de coherencia, uniformidad, sistema, que puede también desde otra perspectiva
llegar a ser conformismo a un orden establecido, resistencia al cambio, etc.

4. No importa lo que el Juez dice que hace, sino lo que hace

Nos habla el autor de su inseguridad, y es ello reconfortante, ante la máxima


popperiana de que “Nunca se puede estar seguro de nada.” Todos los grandes
juristas han manifestado su inseguridad al decidir, y si la pertenencia a este
grupo no hace del autor ni de quienes estemos con él grandes juristas, sí hace no
juristas, no hombres de ciencia, a quienes crean poder manejarse con certezas
y verdades.
Confirma Obarrio plenamente el axioma de que “no importa lo que un Juez
dice que hace, sino lo que hace,” y por ello su relato acerca de cómo optó por hacer
sentencias breves, renunciando a darles abundante sustento jurisprudencial o
doctrinario, deja incólume su afirmación de que hacerlo de otro modo no hubiera
cambiado su decisión en el caso, y sólo hubiera significado resolver menos casos,
hacer menos sentencias, por ende dejar más abierta la privación de justicia.
El autor destaca que una sentencia tardía es denegación de justicia, y considera
que una sentencia parca no lo es, si es oportuna. Es casi obvio, pero no fue ese el
final de la historia judicial del Juez Obarrio. La parquedad de sus sentencias, que
fuera primero objeto de comentarios irónicos en la alzada, y que finalmente llevó
a algunas salas a anular en lugar de revocar sus pronunciamientos, no impidió
nunca ver con toda claridad qué era lo que el Juez Obarrio estaba decidiendo, y
esto era más que suficiente para los justiciables.
Tal vez nadie pensó que exfoliaba un buen juez cuando ironizaba a su costa,
o cuando en algún caso puntual se anulaba su sentencia; tal vez nadie sacó la

712
mauricio obarrio, de cómo fuí juez P-13

cuenta del porcentaje de casos en que sus pronunciamientos innovativos fueron


finalmente confirmados por la Cámara o la Corte, infinitamente superior al de
pronunciamientos revocados o anulados.
Tal vez nadie pensó que sancionándolo estaban disminuyendo aún más el
acceso a la justicia en la Argentina.
Tal vez demasiados sintieron en él un opositor al gobierno, no advirtiendo que
parte de un buen gobierno es tener una justicia que lo controle y le anule sus actos
cuando los perciba ilegítimos. Tal vez no advirtieron que un órgano de control
que sirva de algo, debe precisamente criticar y en su caso invalidar la acción del
gobierno de turno a tiempo, y no llegar con su sentencia recién cuando el gobierno
ya cambió, y la sentencia sólo alcanza al gobierno anterior. Tal vez molestaron
sus medidas cautelares, los amparos que tramitó con celeridad procesal. Tal vez
los poderes públicos no comprendieron que jamás debieron permitir que órganos
menores del Estado se pronunciaran públicamente en contra de un magistrado de
la Nación, y olvidaron sancionar a los funcionarios administrativos que comenza-
ron a perseguirlo y hostigarlo. Tal vez todos se dejaron llevar por el rechazo a lo
diferente, a lo extraño, aquello que por ser distinto parece constituir una amenaza,
por poder llegar a erigirse en ejemplo de conducta a imitar antes que rechazar.
En todo caso, ido ya Obarrio de la Justicia por la suma de propia y ajena
determinación, sigue el poder público disconforme con la justicia: Que hay dema-
siadas condenas contra el Estado, demasiados juicios ganados por particulares,
condenas demasiado altas, etc. Preocupación ésta que no parece ser exclusiva
del gobierno nacional, sino compartida por los gobiernos provinciales. Y que no
parece haber merecido demasiados comportamientos en sentido contrario de
los restantes grupos de poder (o sea, proyectos de ley aumentando el número de
juzgados en esta materia para llevarlo, en relación a la población, al siguiente
escalón mínimo, el de los jueces penales.)
Parece como si todos estuvieran en el fondo de acuerdo, lo mismo que en no
instituir el Defensor del Pueblo, no hacer justicia barrial o de menor cuantía para
la defensa del consumidor, no promover la tutela judicial del medio ambiente y
de los intereses difusos, el derecho a la salud y a la vida, etc.
Viene pues oportuno el libro de Obarrio, con reflexiones que preceden a este
último embate que ahora se cierne sobre sus ex pares, para que tanto la ciuda-
danía como el poder, y el poder judicial en particular, vuelvan a re-pensar en qué
grado real se encuentra el efectivo acceso a la justicia en la Argentina, y qué se
puede hacer por mejorarlo o instituirlo por primera vez en forma sistemática y
generalizada, al alcance de todos, como si fuera un derecho de todos los ciuda-
danos o habitantes y no el privilegio de algunos pocos a los cuales el sistema, de
hecho, y de “derecho,” apenas entreabre una muy pequeña rendija de sus puertas.
Veamos qué más tiene que decirnos un ex Juez al respecto.

713
P-14 ii. diálogos con agustín gordillo

5. Resolver en contra por cuestiones formales, o entrar al fondo de la cuestión

Para que el juez no se atenga a cuestiones formales al rechazar la acción de


amparo, como el autor nos cuenta hacía en su etapa inicial, y sepa superar las
vallas formales para hacer justicia pronunciándose sobre el fondo de la cuestión,
necesita él mismo no verse superado por el número y atraso de todas las causas
de su juzgado y el permanente y endémico recargo de trabajo.
La jurisprudencia y los pronunciamientos denegando justicia por cuestiones
procesales no son sino una respuesta inevitable de un sistema sepultado por lo
que percibe la avalancha de casos, la agresión de los justiciables, el embate de los
abogados que pretenden llevar causas a los tribunales en procura de justicia ...
Si esto ocurre es humano que en una suerte de autodefensa el sistema de órganos
jurisdiccionales, camaristas, jueces, empleados, busque cerrar las vías de acceso a
la justicia, y nada más fácil que hacerlo por los infinitos argumentos procesales que
nuestra jurisprudencia de todos los tiempos ha sabido crear. La clave, nuevamente,
es el recargo de trabajo fruto de la escasez de juzgados.

6. El remedio heroico de la delegación de justicia

Quienes frecuentan la experiencia de la judicatura conocen que una de las for-


mas de enfrentar el problema del recargo de tareas es distribuir trabajo entre
los empleados del juzgado.
Es un secreto a voces que los estudiantes de derecho hacen sentencias. Como
nos decía un excelente juez de otra jurisdicción, a cuyo juzgado entran 6.000
causas anuales, no tiene más remedio que elegir las causas más importantes
para decidirlas él mismo, y en el resto, tratar de que sus empleados hagan la
mejor justicia que puedan.
El propio Obarrio nos lo cuenta de sus tiempos de empleado en la justicia, y
aunque no nos informa acerca de si esto también ocurrió cuando Juez, es obvio de
su relato que eligió el camino opuesto, es decir el de estudiar y redactar él mismo
sus sentencias.
Pero delegar o no la justicia en los empleados, por más grave que parezca, no
es lo esencial: lo cierto es que ni siquiera con el remedio heroico de que todos los
empleados del juzgado resuelvan, sean abogados o estudiantes de derecho, o ni
siquiera estudiantes de derecho –que también los hay–, se llega al desiderátum de
un número suficiente de órganos con función jurisdiccional, que puedan resolver
en tiempo oportuno el número de causas que la población tiene derecho a llevar
pero no puede llevar por falta de jueces y hasta de empleados que hagan de juez.
Faltan jueces en medida mucho más heroica que la solución heroica de que los
empleados hagan sentencias.

714
mauricio obarrio, de cómo fuí juez P-15

Resulta así que tanto el rechazar acciones por aspectos formales y no de fondo,
como el dictar sentencia en tiempo oportuno, o poder efectuar un más acabado
estudio del caso, todo depende del número de juzgados en relación a la población.

7. El número de causas entradas y salidas cada año

De todos modos, aún trabajando al máximo en lo que denomina “tarea de titanes”


de tener al día un juzgado, lo cierto es que al alejarse Obarrio de sus funciones,
tenía conciencia que en su juzgado estaban entrando cerca de dos mil causas
anuales, en tanto salían de su despacho poco más de mil quinientas.
Surge de allí, una vez más, que ni siquiera en una tarea de titanes, ni siquiera
con sentencias parcas o de “carta documento” como lo expresa el autor, se logra
acceso a la justicia, si no se aumenta el número de jueces y se lo establece y ac-
tualiza en relación a la población.
Esta necesaria correspondencia del número de jueces con la población, que el
autor también plantea, y esta enumeración de causas entradas por año, que del
mismo modo corresponde vincular a la población, da la medida exacta del acceso
a la justicia o su denegación y privación.
También se relaciona, desde luego, con el interés de los particulares en defender
sus derechos frente a la administración, que el autor destaca como necesario, por
cierto, pero que resulta interdependiente de que existan jueces suficientes que en
tiempo razonable puedan darle una decisión, buena o mala, adversa o favorable,
sobre el fondo de la cuestión.
En materia penal, a título de ejemplo, hay un juez por cada 50.000 habitantes en
la Capital Federal, y un juez penal cada 300.000 o 350.000 habitantes en el Gran
Buenos Aires. Si a ello se suman parecidos guarismos en materia de número de
policías, móviles, institutos de detención, etc., fácil es encontrar una explicación
concurrente de por qué en dicha área ciertas formas de criminalidad presentan
aparentemente mayor frecuencia o en todo caso menor efectividad en la represión
del sistema institucional.
En materia civil y comercial, por lo general y salvo para los asuntos de menor
cuantía, en la Capital Federal hay juzgados donde se puede acudir a peticionar
acceso a la justicia. No hay en cambio justicia barrial, ni para cuestiones de ve-
cindad, ni para la tutela del consumidor que adquiere una mercadería cualquiera
en un negocio, etc.
Pero es en materia administrativa donde la cantidad de juzgados y de asuntos
excede lo meramente cuantitativo para transformarse en cualitativo, en verdadera
sistemática privación de justicia.
Sigamos considerando la Capital Federal: seis jueces federales en materia admi-
nistrativa para tres millones de habitantes daría un juez por 500.000 habitantes,

715
P-16 ii. diálogos con agustín gordillo

peor que los juzgados penales en el Gran Buenos Aires. No sea entonces de extrañar
que los índices de criminalidad en aquella zona guarden razonable comparación
con las irregularidades administrativas que no pueden llevarse a la justicia en la
Ciudad de Buenos Aires.
La cuestión es con todo peor que lo que tales números sugieren, pues a los tres
millones de habitantes de la Ciudad de Buenos Aires hay que agregar los cinco
millones de habitantes del Gran Buenos Aires que son usuarios de los servicios
de la administración situada en esta ciudad (hospitales, grandes empresas pú-
blicas nacionales de gas, teléfonos, transporte aéreo y ferroviario, electricidad,
provisión de agua, etc.), y los administrados de todo el país que deben demandar
a la Nación en su propio domicilio, o sea en la Capital Federal.
Sean diez millones de justiciables potenciales, u ocho millones, o seis millones,
de todos modos estamos en los grandes números: Más de un millón de “justicia-
bles” por cada juez de primera instancia. Pensamos que desde esta perspectiva
cualicuantitativa y estadística, no puede sino arribarse a la conclusión que no
existe, simplemente, poder judicial al cual acceder.
Por cierto que a esta grave aseveración pueden oponérsele las aproximadamen-
te dos mil causas que cada año entran a cada juzgado. Pero la cuenta se puede
rehacer: Diez millones dividido diez o doce mil implica en trazos gruesos que sólo
una persona de cada mil tendrá posibilidad de acceder a la justicia, cada año. Si
tomamos como ejemplo los 20.000 estudiantes de derecho, 20 de ellos pueden llegar
a acceder a la justicia, estadísticamente hablando.
Ahora bien, considerando:
1º) la lentitud de la justicia,
2º) la cantidad de valladares formales que aplica la jurisprudencia (llámense
“habilitación de instancia,” “agotamiento de la vía administrativa,” plenario
“Petracca,” “vista al fiscal,” “cuestión susceptible de mayor debate y prueba,”
“existencia de otra vía,” “no impugnación de actos generales en forma directa,”
“no declaración de inconstitucionalidad de actos,” no legitimación de los intereses
difusos o legítimos, interposición del recurso en tiempo y forma, etc.),
3º) la lógica incertidumbre en cuanto al resultado,
4º) el necesario pago del impuesto de justicia,
5º) el tener que recurrir a un abogado,
6º) afrontar los gastos de pericia,
7º) las costas del juicio en caso de perderlo, y
8º) teniendo en cuenta el contexto social y político en que desde el poder se
presiona a los jueces, como lo cuenta Obarrio y lo saben todos quienes viven en

716
mauricio obarrio, de cómo fuí juez P-17

la realidad, fácil es saber que la fila teórica de mil justiciables se ve ab initio


muy raleada.
Si de cada mil justiciables sólo uno puede acceder a la justicia, y aún ese uno
no entra al Paraíso sino a un lugar kafkiano donde habrá de librar todas las
batallas que venimos de enumerar, afrontar los gastos, asumir los riesgos, ex-
ponerse al poder público, a veces a todos los poderes públicos, incluso la prensa,
más escueta se vuelve otra vez la fila imaginaria.
Muchos dirán, muchos dicen, que ni en sueños se colocan en esa fila de aspirar
a acceder a la justicia. La maldición gitana “Que tengas juicios, y los ganes,” es así
una doble manifiesta imposibilidad. No es simplemente posible, estadísticamente,
tener juicios contra el Estado, no más de uno de cada mil ciudadanos por año.
Repensemos ahora quiénes se encuentran, hipotéticamente, en esa posible lista
de mil justiciables de imposible acceso a la justicia.
Son parte de los millones de usuarios queriendo reclamar por su factura de gas,
de teléfono, de obras sanitarias, por el boleto de transporte, por el servicio mal
prestado o dejado de prestar, por la obtención de la conexión al servicio, por los actos
de la administración nacional centralizada y descentralizada; son los millones de
jubilados y pensionados, los usuarios de servicios hospitalarios, los lectores de los
medios de difusión masiva que se oponen al derecho de réplica y no lo reconocen
espontáneamente a quienes atacan desde sus páginas. En la misma cuenta hay
que poner al millón de empleados públicos que quisieran reclamar por su carrera,
su salario, su ascenso, sus concursos, su estabilidad.
En esa lista entran por fin los grandes contratistas y proveedores de la ad-
ministración, los grandes intereses perjudicados o lesionados por el Estado, y
alguno que otro individuo motivado o exacerbado más allá de lo razonable, como
para querer entablar pleito a pesar de todo.
Allí se encuentra la selección del uno por mil que componen en materia admi-
nistrativa la clientela del poder judicial existente y posible, aquel que está con-
cebido a razón de un juez y dos mil causas por cada millón de habitantes o más.
Puede uno extrañarse que los juicios contra el Estado, en tal situación de in-
accesibilidad de la justicia, estén constituidos por dos grandes grupos de casos:
a) Los asuntos de elevado monto económico, en que el empresario no tiene más
remedio que sortear todas las vallas, afrontar todos los riesgos, soportar todos los
costos del sistema, para intentar recuperar el quebranto que el Estado le impuso;
b) los asuntos “exóticos,” “raros,” “quijotescos,” “de moda,” etc.: Aparecen allí de
tanto en tanto sean los depósitos en dólares, los pasajes de Aerolíneas, la crotoxina,
algunas acciones de amparo de algunos individuos lesionados por la administración,
hermanados todos por la igual situación de relativo poder en la sociedad (no era
“cualquiera” que iniciaba la acción de amparo), etc.

717
P-18 ii. diálogos con agustín gordillo

Si ésta fuera la realidad, si estas reflexiones que el libro del Dr. Obarrio pro-
voca fueren conjeturas razonables, cabe entonces concluir que en la Argentina de
hoy y de siempre, a nivel nacional —¿y por qué no provincial?— el acceso real y
efectivo constituye nada más que un mito, nunca una posibilidad real y concreta
al alcance de todos y cada unos de tales miles y millones de ciudadanos.
¿Soluciones? Primero, que indaguemos si ésta es efectivamente la realidad. La
lectura de la obra que prologamos hace indispensable el aporte de cada lector a
través de la reflexión crítica pero informada empíricamente. Si la hipótesis del
prologuista, encendida en esta oportunidad por la llama viviente de la obra, no
fuera demostrada falsa, y si todos tomáramos conciencia que esta realidad impide
la vida civilizada en sociedad, consagra la ley de la selva, la justicia por mano
propia, la venganza, la corrupción, el amiguismo y la influencia como modos
de encarar los asuntos de la administración pública por los particulares, o el
descreimiento, la desesperanza, la falta de fe, el cinismo, y si queremos paliar o
evitar todo esto y tener realmente vigente un eficaz acceso material a la justicia
en materia administrativa, entonces podremos pasar al punto siguiente, la in-
evitable y única conclusión posible.
Hay que aumentar el número de jueces en materia administrativa para que llegue
por lo menos al número de jueces penales por habitante, y todavía sería ínfimo. Un
juez por cada 50.000 usuarios de los servicios nacionales, a razón de ocho o diez
millones, da como resultado doscientos juzgados contenciosadministrativos más
en el orden nacional, nada más que en primera instancia.
Hoy hay seis, antes había tres, mucho antes había uno. Saque el lector las
consecuencias, diga el lector si con esta relación de usuarios–juzgados–causas,
existe en la realidad el acceso a la justicia en materia administrativa.
Lea el potencial justiciable el relato de un juez que intentó estar al día en su
juzgado, quiso obrar con inmediación, redactó él mismo sus sentencias aunque
fueran cortas, se equivocó muchas veces pero acertó bastantes más, soportó
con estoicismo las presiones del medio y de los medios, fue sancionado por sus
superiores; repase estadísticas el lector, ajústelas, corríjalas, saque cuentas más
exactas que las de trazo grueso de este prólogo, y vuelva a formularse la funda-
mental pregunta.
Agustín Gordillo

718
Prólogo a Nidia Karina Cicero
Servicios públicos. Control y protección, Buenos Aires, UBA y ECA, 1996

Resulta difícil resistirnos a parafrasear a Juan F rancisco Linares en el prólogo


que nos hiciera en 1963: Cuán grato resulta para el espíritu poder felicitarnos
por el ingreso de un jurista nuevo al mundo del derecho, que con sus nuevas
ideas, preocupaciones e inquietudes viene a enriquecer el debate jurídico. La Dra.
Cicero, profesora adjunta de derecho administrativo en la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, llega al mundo con el más
ilustre apellido de la historia del derecho, y comienza a hacerle honor con un
trabajo breve, como los de su antepasado, agudo e inteligente, original y práctico
a la vez, pleno de ideas y sugerencias. También acompañado de datos, materiales
y la frondosa información normativa hoy en día indispensable para que el lector
pueda contrastar en todo momento, desde la comodidad de un mismo libro, las
ideas de la autora con las normas comentadas o comparadas.
La originalidad de su enfoque comienza por la sistematización que ha diseñado
creativamente para el tema. Efectúa el estudio comparativo, en un imaginario
cuadro mental de doble entrada, por una parte de cuatro grandes servicios
públicos privatizados (telecomunicaciones, energía eléctrica, gas, agua, a veces
algunos más) y por otra, al mismo tiempo, de cuatro de sus aspectos centrales (el
nacimiento en la privatización, el contenido de la concesión o licencia, el control
ejercido por los entes reguladores, la protección del usuario.)
En el ordenamiento expositivo Cicero ha dividido la materia con la verdadera
secuencia histórica de la realidad nacional reciente: 1º) “las privatizaciones y adju-
dicaciones,” 2º) “los contratos,” 3º) “los organismos de control,” 4º) la “protección a
los usuarios;” así han nacido, así pueden ser expuestos para invitar a la reflexión
crítica del lector. Dentro de la idea central o leit motiv de cada uno de ellos aparece
entonces la temática comparada de las telecomunicaciones, la energía eléctrica, el
gas, el agua, y a veces otros servicios y entes.
P-20 ii. diálogos con agustín gordillo

Es comparar desde los cuatro y más ángulos de servicios concretos, cuatro


privatizaciones, cuatro concesiones, cuatro entes reguladores, cuatro sistemas de
tutela del usuario, en ese tempo que da un crescendo singular a la obra. Se lee con
verdadero interés y provecho.
Son así dieciséis ideas directrices para una reflexión que se presenta actuali-
zada a contraluz del artículo 42 de la Constitución de 1994 y que invita inexora-
blemente a soltar la mente en la prospectiva mediata e inmediata.
Tiene esta obra una sustancial ventaja sistemática respecto no solamente de
muchos trabajos actuales referidos puntualmente a unos u otros de los servicios
privatizados, sino también sobre los tratados de la materia. Todos sabemos que
mientras en el derecho civil se explican con cierta atención muchas institucio-
nes comunes a todos los contratos antes de entrar al análisis particular de cada
contrato, en el derecho administrativo es más frecuente hallar la mayor parte
de la exposición dedicada a cada contrato en particular. Falta entonces al lector
inquieto el análisis comparativo de cada solución particular de un contrato con
la solución particular de otro, y otro; queda una inasible y leve pero real insatis-
facción comparativa al lector.
Anotamos entonces para nuestra propia cosecha, de este imaginativo trabajo
de investigación y análisis, la hipótesis metodológica central de que un libro de
contratos administrativos debe buscar las instituciones comunes y en cada una
de ellas analizar todos los contratos, antes que explicar cada contrato en forma
singular. Tal vez quepa diferenciar entre distintas categorías de contratos, pero
en todo caso en lo que esta obra expone nos hallamos en la misma tipología de
contratos prestados en un régimen de concesión o licencia, en monopolio o exclu-
sividad, que por el artículo 42 de la Constitución y una tradicional jurisprudencia
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación deben siempre ser interpretados a
favor del usuario.
La clasificación del gran esquema de cuadro de doble entrada mental que nos
propone Cicero, se afina y puntualiza en cuadros comparativos individuales: En
un caso, la comparación del número de ofertas y sus montos en la privatización; en
otro; el contraste de los presupuestos de diversos entes reguladores. Al que falta,
cierto es, puntualizar los montos que la administración central anualmente le
quita a uno de ellos; pero para eso basta con usar la vieja fórmula de la Escuela
Nacional de Administración Pública de Francia: El “hacer hablar los papeles”
permite preguntarle al cuadro de Cicero, en singular acertijo, cómo, quién, por
qué, para qué, con qué resultado. Pensamos, no sin alguna malicia, que la autora
nos propone, sin decirlo, el acertijo: Que el lector sepa leer.
Hay también un listado de los organismos de control y sus fuentes y normas
aplicables (y autoridades, direcciones, teléfonos, líneas de cobro revertido), un
cuadro comparativo del número de miembros, duración del mandato y causales

720
nidia karina cicero, servicios públicos. control y protección P-21

normativas de remoción en sede administrativa anteriores al principio de indepen-


dencia y consiguiente estabilidad del artículo 42 de la Constitución, que consagra
una verdadera derogación orgánica de tales normas de rango inferior. Encontra-
mos también diversos mapas con las áreas concedidas en los distintos servicios
privatizados. El elemento gráfico o cartográfico, inusual en obras jurídicas, más el
marco económico comparativo, tampoco demasiado frecuente en trabajos jurídicos,
y el contraste de datos empíricos puede también hacer creer al lector que estamos
ante un pequeño manual práctico de las privatizaciones. Cierto, lo es: Hasta tiene
lo que podría llamarse un esquemático “manual del usuario.”
Pero es más que eso, es un cabal trabajo de reflexión e investigación jurídica,
en el cual la autora ha desagregado del inmenso fárrago normativo y contractual
las normas que dan pie a discusiones tales como si en cada caso y más allá de la
semántica normativa se trata de concesión, licencia o permiso; de cómo funciona
en los diversos contratos la propiedad de los activos, el rescate, la reversión, cuáles
son las similitudes y diferencias entre los contratos llamados de concesión o licen-
cia suscriptos por el Estado nacional; el problema central del monopolio actual y
la necesaria tendencia a la libre competencia que es el marco no sólo de la ley de
reforma del Estado sino de la Constitución misma.
En este punto conviene anotar que la vieja solución legislativa de abandonar
la punición del monopolio y sustituirla por la represión solamente del abuso de
posición dominante en el mercado, ha quedado ahora reformada por la Constitu-
ción que, al igual que el modelo norteamericano en tantos aspectos seguido, sienta
el principio jurídico del control y limitación del monopolio, haya o no abuso de
posición dominante. La más antigua legislación antimonopólica tenía pues razón.
Este libro, breve pero con punch, será útil y hará pensar. Ya es mucho. El
lector coincidirá o discrepará con sus ideas, pero abrevará en sus páginas. Tal
vez las emule y ojalá supere, pero el prior in tempore de sus ideas fuerza, junto
a la sistematización y análisis comparativo propios, con un firme pie a tierra:
Todo ello le quedará de primacía a su autora.
Siguiendo la paráfrasis, concluyamos en un contrapunto con el autor de la
imperecedera y siempre actual Actionis in c. Verren secundæ, “Temo parecer,
ante los que no lo han visto, exagerar o embellecer.” Vea pues el lector por sí
mismo la obra.
Agustín Gordillo

721
Prólogo a Daniela Ugolini
Código contencioso administrativo y tributario y demás normas del proceso
administrativo de la ciudad de buenos aires. con nota de Daniela Ugolini,
Buenos Aires, La Ley, 1999

El novísimo fuero procesal administrativo (así llamado contencioso administra-


tivo y tributario) de la Ciudad de Buenos Aires, que a pesar de tener un código
posterior al de la Provincia de Buenos Aires, la Ciudad lo ha puesto en funcio-
namiento antes, es una prueba de cómo se debe tener justicia.
Tras un largo proceso de selección la Ciudad de Buenos Aires ha designado
un sólido núcleo de magistrados de probada independencia, imparcialidad, co-
nocimientos, dedicación, que harán honra a estas nuevas normas y tendrán una
fructífera carrera ulterior.
Es por ello que resulta un singular honor poder hacer estas palabras intro-
ductorias al trabajo realizado por Daniela Ugolini, Fiscal ante la Cámara de
Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario y profesora adjunta
de derecho administrativo, también por concurso, en la Facultad de Derecho de
la Universidad de Buenos Aires. No quedará quizás demasiado mal ufanarnos
en decir que fue alguna vez alumna nuestra, con lo cual, que nos permita reali-
zar esta presentación constituye un motivo de renovado orgullo. Desde entonces
hemos tenido el privilegio de tratarla académica y profesionalmente en múltiples
ámbitos, comprobando en cada ocasión sus muy altos méritos intelectuales y fi-
nas condiciones personales. Más allá de algunas diferencias de puntos de vista
jurídicos teóricos, el que a pesar de todo nos recuerde y nos permita ser ahora
partícipes de ésta su opera prima, ciertamente nos halaga sobremanera. Aunque
esta página sea apenas una presentación de su obra, el homenajeado resulto
indubitablemente ser yo.
Con una amplia experiencia en la Procuración General de la Ciudad, pero
también en otros ámbitos académicos y profesionales, aporta una visión harto
enriquecedora del sistema normativo que ahora ha entrado en vigencia. Los
P-24 ii. diálogos con agustín gordillo

justiciables debemos celebrar su incorporación, como la de sus demás colegas, y


este interés demostrado tempranamente para contribuir también desde el Poder
Judicial al conocimiento, difusión y desarrollo del sistema normativo puesto en
vigor, que toca al nuevo fuero transformar en derecho viviente.
La visión introductoria que nos plantea resulta de especial interés y lúcida
orientación, no solamente para el lector previamente interesado en estos temas,
sino también para todo aquel que quiera o necesite acercarse a conocer lo esencial
del sistema: Es una fuente óptima para abrevar. Agregamos que el ordenamien-
to informativo que acompaña al estudio introductorio, tanto a nivel de normas
como de doctrina y jurisprudencia, ha sido realizado personalmente por la Dra.
Ugolini con particular cuidado y esmero, lo cual no hace sino agregar interés y
utilidad a esta publicación. Por todo ello, es un libro de indispensable utilización.
Felicitamos pues a la Dra. Ugolini por su excelente trabajo y celebramos que
haya querido brindarnos ésta su contribución al desarrollo del derecho procesal
administrativo. Otros habrán de seguirla, pero no podrán dejar de tener como
norte estas hermosas e inteligentes páginas suyas. Ella también, a no dudarlo,
nos dará todavía más de sí. Enhorabuena.
Agustín Gordillo

724
Prólogo a Mario Rejtman Farah
Impugnación judicial de la actividad administrativa, Buenos Aires, La Ley,
2000

Descubro que es difícil prologar el libro de un amigo, máxime si es un buen libro


como éste y buen amigo como M ario. Debo sopesar los elogios y transformar en
palabras simples el abrazo fraternal en ocasión de entregarnos, el autor, una
muestra de su intelecto, un retazo de su vida y su persona. Hemos compartido
con el Dr. Rejtman Farah actividades académicas y profesionales por alrededor
de un cuarto de siglo. Lo que significa, queridos lectores, que no estamos ante un
joven que hace sus primeras armas en el derecho administrativo, sino ante un
fino y avezado jurista. Pleno en experiencia, de equilibrio, prudencia, agudeza.
Maduro, pero que todavía mira la vida desde el lado joven del medio siglo.
Son las mismas cualidades que adornan esta obra bien trabajada, elaborada,
reflexiva, llena de información y fruto de laboriosa investigación. No hace alardes
de derecho comparado, pero lo conoce sobradamente. Trabaja en cambio con esmero
y eficacia la jurisprudencia nacional y pondera acabadamente las circunstancias
fácticas y políticas que conforman la administración y la justicia, las dos grandes
protagonistas del debate que nos dejan las últimas décadas, para enfrentar con
los ojos perspicaces del autor los albores del nuevo milenio.
El gran debate de nuestro tiempo, aquél que marcará el futuro de todos.
¿Cuánta justicia, qué justicia? ¿Cuánta administración, qué administración?
El Dr. Rejtman Farah lo enfoca como hábil abogado que es, no de una causa
en particular, sino de la causa de la justicia; la causa eterna del Derecho.
Sabe, y la fecha de su libro lo indica, que está escribiendo para la historia.
Para contribuir a transformarla, para modelarla con su aporte. La historia no
será esquiva.
Integrante en sus comienzos de las cátedras de Carlos Grecco y Guillermo
Muñoz en la Universidad del Salvador, los primeros maestros se viven y palpitan
P-26 ii. diálogos con agustín gordillo

en estas páginas. M ario Rejtman Farah nos demuestra, otra vez más, el valor
de las enseñanzas de aquéllos.
Su discípulo de otros tiempos, pero discípulo fiel a sus primeros maestros,
siguió su camino sin olvidar lo recibido.
Después fue —hace ya mucho tiempo— la Universidad de Buenos Aires quien
lo recibió en su claustro. Otras Universidades también lo tuvieron. Enseñó y
aprendió también en otras fuentes.
Docente dedicado, con el corazón en la mano en todo instante, ha llegado en
su camino el momento de sembrar más cosechas. No ya la palpitante e invalora-
ble enseñanza personal, sino la más difícil enseñanza desde el papel, otro arte
expresivo que Rejtman Farah domina, como este libro lo demuestra.
Decía Bielsa que antes de comprar un libro había que leer el prólogo, el índice
y una página al azar. Nunca falla. Invitamos al lector a hacerlo con esta obra.
No se equivocará. Su lectura le hará comprar y estudiar el libro. Damos fe que
no se arrepentirá de ello, como nadie se arrepiente de aprender y de saber.
Los que estamos en algunos de los ejes de la polémica que analiza esta obra
—justicia, Administración, justiciables, sus letrados— sabemos y apreciamos que
estas cuestiones de cómputos de plazos y otras, no son meras cuestiones forenses.
La vida de los derechos pasa por allí. Llega a la justicia, o se pierde en el camino.
O se queda en la administración.
Cada paso son opciones, que el autor explica con claridad y constante referencia
empírica. Alguien más debe haber influido en su pensamiento. Admito que creo
que fui yo. Pero no nos robamos discípulos, ellos son actores con letra mayúscula
del proceso de transformación del Derecho. Cada uno vuelca su aporte, que es lo
recibido más lo propio, agregando, quitando, transvasando, recreando.
El abogado, el administrador, el juez no podrán prescindir de esta obra de
Rejtman Farah. Libro lleno del vigor de un pensamiento que no hesitó en seguir
con paso propio la huella trazada por M airal, en su Control Judicial de la Admi-
nistración Pública. Hemos prologado su primer libro a M airal, pero hace ya más
de un cuarto de siglo. Prologamos, antes todavía, a Dromi. Después a Hutchinson.
Cada libro prologado fue casi un canto de cisne para el prologuista, admirado
ante el despliegue de alas de una nueva aventura en el espacio, percibida —ab-
surdamente— casi como propia. Si todas las comparaciones son odiosas, esta
merece una excepción. Pues relatamos un ángulo de nuestra propia vida, aqué-
lla que vemos encenderse en otros libros. Hay otros despertares, otros prólogos.
Pero ésta es la obra de un hombre formado, con un libro formativo. Este no es su
primer libro, es el libro de la meseta madura de una vida dedicada al derecho.

726
mario rejtman farah, impugnación judicial de la... P-27

Sea este libro, en las lecturas de Borges que aprendimos de M airal, otro ho-
menaje a todos los libros. Un homenaje, hoy, del prologuista al autor.
Agustín Gordillo

727
Prólogo a María Claudia Caputi
La ética pública, Buenos Aires, Depalma, 2000

Conocí a la Dra. Caputi durante el segundo semestre de 1996, en la Carrera


de Posgrado de la Especialización en Derecho Administrativo Económico de
la Universidad Católica Argentina, donde pude tempranamente advertir su
inteligencia, dedicación y vocación por temas novedosos en nuestro medio —por
ejemplo, el derecho japonés—; ello, sin perjuicio de su fluido dominio del derecho
administrativo argentino.
Luego de terminado el curso tuve oportunidad de conocer su vocación por la
investigación en la inestimable ayuda que me brindó en la actualización del tomo
4 de mi Tratado, tarea a la cual dedicó años de intenso y generoso trabajo. Publicó
asimismo, a mi pedido, trabajos de valor en el “Suplemento de Derecho Administra-
tivo” de la editorial La Ley, durante 1997 y 1998, en los que demostró su agudeza,
empalmada con una intensa y fructífera dedicación al trabajo intelectual. Tuve
también oportunidad de valorar sus méritos académicos en ocasión de dirigir,
a su pedido, la tesina que hizo en la UCA y que constituye la base de este libro.
Dije en esa ocasión, al elevar mi informe:
“He seguido este trabajo de la Dra. Caputi desde su programación y primeras
formulaciones, y he podido verificar tanto su calidad académica y profesional como
su ahínco, dedicación, esfuerzo y especial cuidado y esmero en la investigación
y el desarrollo de sus ideas.
“Estimo [...] que el trabajo de la Dra. Caputi es acreedor a la máxima cali-
ficación que corresponda conforme a las normas de la Carrera de Posgrado en
Derecho Administrativo Económico. Se trata, en efecto, de un trabajo singular y
sobresaliente, sobre un tema de máxima actualidad y proyección futura.”
La autora defendió su tesis ante el tribunal integrado por los Dres. Juan Carlos
Cassagne y Beltrán Gambier, logrando, efectivamente, la más alta calificación. Me
complace especialmente, pues, ver que aquel juicio que expresé quedó confirmado
por mis colegas.
P-30 ii. diálogos con agustín gordillo

Le sugerí, al igual que lo hicieron mis colegas, la publicación del trabajo y


la preparación de su Prólogo. Me halaga, sin duda, que me haya conferido ese
privilegio.
Ya la elección del tema me había producido especial satisfacción, porque es
uno de los que considero de mayor importancia; tanto es así que lo vengo inclu-
yendo como capítulo final del tomo 1 en las ediciones cuarta y quinta. Han sido
publicados numerosos trabajos sobre el particular, a los cuales este libro agrega
un indudable plus.
En su Introducción, la autora expone el panorama de cambio que experimenta
el derecho argentino con la incorporación de instituciones y normas tendientes a
favorecer la ética pública. Trata la Ley de Ética de la Función Pública (25.188),
la Convención Interamericana contra la Corrupción (C.I.C.C.) —incorporada a
nuestro sistema jurídico mediante la ley 24.759—, los decretos relativos a la
Oficina Nacional de Ética Pública, y el decreto 41/99 —mediante el cual se puso
en vigencia el Código de Ética para la Función Pública.
El estudio se centra en la visión sobre el tema desde el derecho administrati-
vo, lo que complementa los enfoques asociados con los aspectos criminales y el
derecho penal.
En “El marco de la nueva legislación,” el libro pone al descubierto que la nor-
mativa citada no está aislada, sino que responde a una tendencia observable no
sólo en nuestro país, en los niveles nacional y local, sino también en muchos otros.
El particular valor de esta sección consiste en que no se limita a una compilación
de información, sino que señala las relaciones, similitudes y contrastes entre los
diversos ordenamientos. Es particularmente importante el análisis de la vin-
culación con el art. 36 de la Constitución nacional, las distintas cláusulas sobre
la ética de los funcionarios en otros países de América, Europa y Asia (Brasil,
Costa Rica, España, Filipinas, Honduras, Italia, Méjico, Nicaragua y Uruguay),
reflejando los diferentes matices entre aquéllas. En el ámbito local, repasa la si-
tuación de varias provincias (Buenos Aires, Chaco, Formosa, la Rioja, Salta, San
Juan, Santiago del Estero y Tierra del Fuego) y de la Ciudad de Buenos Aires.
Otra valiosa observación es la relativa al rol de la participación ciudadana
en el control de la corrupción. En definitiva, los habitantes de un país son los
que resultan más directamente perjudicados por aquella lamentable práctica y
los que más pueden hacer por combatirla, de lo cual la autora brinda un señero
ejemplo con su propia obra.
La autora realiza también una completa descripción del eco que ha tenido la
ética pública, máxime en virtud de las novedades normativas comentadas, que
se han producido en nuestro sistema jurídico en el campo del derecho adminis-
trativo: Falta ahora ver la evolución de la realidad en el futuro próximo. Ahí
debemos luchar todos.

730
maría claudia caputi, la ética pública P-31

En un momento crucial de esa evolución sale, pues, a la luz esta investigación


seria y exhaustiva, que constituye la respuesta a interrogantes que todos nos
formulamos. Con nitidez, con detalle y con creatividad, Claudia Caputi va profun-
dizando en cada una de las facetas de un tema de actualidad y proyección futuras,
cuestiones que, como puse de relieve en determinado momento, constituyen un
“corte trasversal al derecho administrativo.”
Ha prestado atención a la jurisprudencia, analizando tanto fallos en los cuales
se invocan por primera vez las cláusulas de la C.I.C.C., como también pronun-
ciamientos mediante los cuales se resalta la necesidad imperiosa de construir
una sociedad sobre cimientos éticos, y de contener las arbitrariedades de una
burocracia a veces irracional.
La obra incluye un examen de los avances logrados en los Estados Unidos de
América, Francia, Reino Unido y España, seguido de un panorama global del resto
del mundo. Esto es útil para entender mejor los tipos de respuesta de distintos
sistemas para afrontar la corrupción: Aquellos en los cuales se hace hincapié en
las medidas preventivas y los que se concentran en el plano represivo.
En “El marco histórico” describe lo ocurrido desde la antigüedad hasta el
presente, pasando por el sistema colonial y la evolución durante este siglo. En
esta sección se da una perspectiva del contexto histórico, por medio de la cual se
permite comprender cómo se llega hasta la actualidad y cómo es posible evitar
las situaciones que conspiraron, en el pasado, contra el combate de la corrupción.
La corrupción ha sido un fenómeno eterno, como lo demuestra la tesis de John T.
Noonan Jr., Bribes; así también ha de ser nuestra vigilancia.
En “Presente y futuro de la ética pública” señala “Los deberes de los funciona-
rios públicos,” la concepción actual sobre aquéllos, la tendencia a la ampliación
de los sujetos abarcados: Con particular referencia a los cargos a los cuales se
accede por elección. Destaca la borrosa diferencia entre la ética y la eficiencia; la
aparición de detallados códigos de ética; los principios de la ética pública tal como
son formulados en nuestro país y en el extranjero; la renovada importancia de la
presentación de declaraciones juradas; el encuadre de la publicidad y el acceso
público a aquéllas, etc. Tuvo especial esmero en el examen de las novedades en
materia de obligaciones y prohibiciones, aprobadas recientemente por el decreto
41/99, lo que constituye una actualización plena de su obra.
En relación con “Los derechos vinculados con la ética pública,” son destacables
las alusiones a la protección de los denunciantes (temática cuyo examen merece
especial detenimiento) y a la necesidad de establecer remuneraciones adecuadas
y equitativas para los funcionarios.
En lo atinente a “Las medidas preventivas,” hace mención de la transparencia
como principio cardinal del obrar estatal, de la publicidad de los archivos y de los
documentos públicos, y de las tendencias en materia de contratación pública. En

731
P-32 ii. diálogos con agustín gordillo

cuanto a “La creación de organismos especializados,” delinea el perfil de la Oficina


Nacional de Ética Pública y los contrastes y similitudes de ésta en comparación
con la Comisión Nacional de Ética Pública prevista por la ley 25.188. En “La
efectividad de la prevención: De lo legal a lo cultural” pone especial énfasis en la
incorporación de la ética a la vida cotidiana, por medio de la instrucción y de la
educación, de modo tal que forme parte de las pautas culturales de la sociedad.
En “Las obligaciones a cargo de las empresas” señala la incidencia de la conducta
del sector privado para permitir la realización de la ética pública, y los posibles
métodos de control sobre la corrupción promovida desde aquel sector.
En la “Dimensión internacional de la ética pública,” sitúa la ubicación que la
cuestión debe tener en este plano mediante la cooperación y colaboración entre
los distintos Estados. Destaca que la lucha contra la corrupción trasciende las
fronteras, y que el fenómeno se desarrolla y se multiplica a tal velocidad que el
combate aislado no es suficiente. Aparece allí, indubitable, el sustento fáctico de
la jurisdicción internacional y extranjera.
En su Epílogo concluye con una exhortación por la cual todos y cada uno de
nosotros en especial, debemos sentirnos convocados.
Tuve la satisfacción de ir siguiendo este trabajo desde sus primeras formula-
ciones hasta que quedó constituido en la tesina inicial, que fue incesantemente
enriquecida con posteriores investigaciones de obras nacionales y extranjeras,
llegando a ser finalmente la obra que el lector tiene en sus manos.
He tenido antes de ahora la oportunidad de prologar libros que resultaron luego
los primeros de toda una trayectoria: Dromi, M airal, Hutchinson. Ojalá la autora,
que tempranamente se ha dedicado con tanto ahínco y esmero a la investigación,
pueda también brindarnos más libros que, como el presente, nos inciten a la re-
flexión y nos sirvan para el progreso de nuestras instituciones.
Bienvenida, pues, Dra. Caputi, al Derecho Administrativo, cuyo portal atraviesa
en uno de sus más delicados y difíciles temas, con una simbología de eternidad y
actualidad, de desafío y de rigor intelectual.
Agustín Gordillo

732
Prólogo a Alberto B. Bianchi
La Regulación Económica, Buenos Aires, Ábaco, 2001

1. Diez libros ha publicado A lberto B. Bianchi, uno de los más prolíficos y desta-
cados jóvenes autores y profesores de derecho público de nuestro país. En todos
ha tenido la hidalguía de ofrecer la incorporación de un prólogo, nota introduc-
toria o palabras preliminares. He aquí que hemos llegado a su décimo prólogo.
Todos le han sido singularmente encomiásticos y no era para menos, dado su
rigor investigativo, su agudeza de criterio, su despliegue informativo. ¿Podemos
agregar algo en el décimo prólogo que no hayan dicho los prologuistas anteriores?
2. Así como las propiedades de las cosas o los datos de la realidad son infinitos,
según Leibniz, así también son inagotables las facetas que exhibe Bianchi y los
cauces que sus libros marcan. Diremos, pues, algo más. Es una tarea que por la
personalidad del autor y por ser su décimo libro se hace grata y hasta sencilla.
Claro está que para decir algo distinto debemos primero dar por reproducidos
y remitir al lector a todos los prólogos previos con que ha distinguido a sus pares
y ha sido distinguido por ellos.
3. Pues aquí está la primera singularidad: No hay otras razones que justifi-
quen a Bianchi ofrecer sus primeras páginas a un prólogo de pluma ajena que
no sean el afecto y la cortesía, la bonhomía y el buen trato que caracterizan a
su autor. Está entre pares y a su vez ha prologado a pares. Es, pues, un prólogo
entre prologuistas, un diálogo de iguales. Buena muestra del intenso desarrollo
del derecho público en nuestro medio es que somos muchos. Enhorabuena. Nos
potencia a todos cada aporte de este calibre.
4. Prologar un libro excelente es uno de los pocos placeres de los cuales uno
puede enorgullecerse. Pues no hay duda de que la vanidad del prologuista se
halla más que colmada con poder adherir su nombre y borronear las primeras
páginas de un libro de la actualidad, profundidad, magnitud, agudeza y seriedad
informativa que luce toda la obra del doctor Bianchi.
P-34 ii. diálogos con agustín gordillo

5. El libro alcanza en mí dimensiones más incisivas por su prolijísima y siste-


mática indagación comparada del derecho estadounidense. Bianchi retoma, en
buena hora, la tradición de los padres de la patria. Así como nuestra Constitución
fue moldeada en la idea del sistema estadounidense, así también debe trabajarse,
para mí, la Constitución de 1994 y el futuro de los próximos años. No hay que
copiar, es obvio. Hay que inspirarse. El autor lo hace, e inspira al lector.
6. Es cierto que todos hemos pasado por la influencia benéfica del viejo dere-
cho continental europeo, principalmente francés, español, italiano, alemán, con
algunos aditamentos de derecho belga, austríaco, etc., y ahora el derecho de la
Unión Europea.
7. Pero el derecho estadounidense, y con él el derecho inglés, australiano, indio,
pakistaní, etc., tiene un magnetismo derivado de nuestra clara y convencida in-
serción en ese modelo constitucional norteamericano. Los cultores del detalle nos
dirán rápidamente que son sistemas harto disímiles y lo consentimos ex ante. Sin
embargo, hay en ellos una semilla de búsqueda de realismo y justicia, que nos parece
común y que no tiene su único hilo conductor en el idioma inglés y su cultura. Due
process of law, fair procedure, fairness, fair trial y tantos otros vocablos significan
más en su cultura jurídica de origen que lo que logramos expresar en otras.
8. Cierto, el modelo evoluciona y ha cambiado mucho. Sigue cambiando. No por
nada en sus 200 años es la democracia en funcionamiento ininterrumpido, como
gusta señalar Scalia, más antigua del mundo.
9. La primera democracia en la historia, Grecia, tiene por su parte una gale-
ría estelar de juristas de primer rango internacional, de los que siempre hemos
aprendido: Stassinopoulos, Spiliotopoulos, Dagtoglou, K akouris, F logaïtis.
Nos hermana, entre muchas cosas y además del afecto, una historia reciente de
sorprendentes paralelismos y una visión universalista del derecho.
10. Ahí debemos también acudir, siempre. Pero esta otra democracia, la es-
tadounidense, ejerce también el peso adicional de la influencia de su país en el
mundo. Es difícil discutir con un modelo exitoso, pero no es siempre fácil encon-
trar ni menos adaptar las ideas germinales, las claves de su éxito. Justamente
allí está el criterio de lucidez de acudir nuevamente a las fuentes, de indagar
cómo sigue allá, en los EE.UU., la historia que acá adoptamos en sus comienzos
pero no hemos sido capaces de seguir ininterrumpidamente, como allá, ni mucho
menos bien. Dicha indagación es tarea nada fácil, por cierto, pero para ella el
Dr. Bianchi se halla singularmente dotado.
11. Es el momento exacto en la historia, el tema adecuado, la persona justa-
mente convocada por esa conjunción mágica de tiempo y problema. Allí hace su
nueva vigorosa aparición la obra de este jurista poderoso intelectualmente, cuyo
rico timbre de voz conduce magistralmente a su auditorio y que sabe hacerlo tan

734
alberto b. bianchi, la regulación económica P-35

bien desde la página escrita como desde el podio, cautivando por igual tanto a
sus lectores como a sus alumnos.
12. Bianchi es uno de los exponentes argentinos del constitucionalismo y del
administrativismo a la vez. Cierto es que los cultores de una rama conocen a
veces muy bien la otra, en mayor o menor grado, y los hay eminentísimos. Pocos
han hecho como Bianchi este doble cúmulo de formación, intereses, aportes, crea-
tividad y caudalosa información en ambas disciplinas. De esa que sólo la pujanza
de la madurez con más innúmeras horas de esfuerzo, paciencia, inteligencia,
dedicación, perseverancia, logran producir.
13. Diez libros, con éste, nos ha brindado el autor. La lista de ellos y de sus
prologuistas es estelar. Agregamos, no sin algún dejo de ostentación, nuestro
décimo prólogo. Los nueve libros previos de Bianchi y sus nueve distinguidos
prologuistas se desgranan fácilmente: El primero, Competencia originaria de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, Abeledo–Perrot, 1989, con prólogo de
Germán J. Bidart Campos. A partir de allí, todos los restantes han sido publicados
por Ábaco: La delegación legislativa. Teoría de los reglamentos delegados en la
Administración Pública, 1990, nota preliminar por Rodolfo C. Barra; Control
de constitucionalidad. El proceso y la jurisdicción constitucionales, 1992, pró-
logo de Néstor P. Sagüés; Jurisdicción y procedimiento en la Corte Suprema de
los Estados Unidos. Análisis de los mecanismos procesales que hoy emplea la
Corte argentina, 1994, prólogo de Julio C. Cueto Rúa; Dinámica del Estado de
Derecho. La seguridad jurídica ante las emergencias, 1996, prólogo de Pedro
J. F rías; La sentencia definitiva ante el recurso extraordinario. Estudio de las
resoluciones interlocutorias equiparables por sus efectos a sentencias definitivas,
1998, prólogo de A lberto A. Spota; El juicio por jurados. La participación popu-
lar en el proceso, 1999, prólogo de Jorge Reinaldo Vanossi; En contra del aborto.
Un genocidio cotidiano, silencioso y protegido, 1999, prólogo de Augusto César
Belluscio; Responsabilidad del Estado por su actividad legislativa. Estudio sobre
los efectos jurídico–patrimoniales de los actos normativos lícitos, 1999, prólogo
de Juan Carlos Cassagne.
14. Son tiempos de construcción democrática, institucional, política. El autor
lo sabe y lo demuestra pujantemente. El tema que aquí nos propone obliga a
colocar, como siempre, ese nervio de acero, liberal y humanista, como columna
vertebral de todo lo que se edifique. Tenemos que ver la regulación como un tema
de política arquitectónica, como decía Linares. Tenemos que tratar de construir
un país mejor, un país que sirva a la hora actual y en el mundo actual, un país al
cual la historia no le pase de lado. Para ello hay que aprender a mirar el derecho
comparado no solamente con el prisma europeo y sin perjuicio, para nosotros,
del latinoamericano, que ignoramos a nuestra propia costa. Si nuestras raíces
familiares y de sangre vienen de Europa, nuestro placer y nuestro humanismo

735
P-36 ii. diálogos con agustín gordillo

se alimentan allí y en esta parte de las Américas. Natura, ventura y sepultura


nos rondarán por aquellos y estos lugares. Hemos tomado de allí el Estado de
Bienestar. No abjuremos nunca de ese rico presente, pasado y porvenir.
15. Pero no podemos desconocer dónde está nuestra inserción histórica. Está
junto al modelo constitucional de entonces, de hoy, de siempre. Con cara al futuro,
ese también es el modelo político y constitucional a tomar como punto de partida
para la reflexión crítica. Al trabajar en los temas locales, debemos saber que no es
una cuestión de normas u ordenamientos especiales, sino de grandes principios
del orden jurídico y el sistema político. Ningún sistema más adecuado que el es-
tadounidense para indagar y abrevar en esta hora de inflexión democrática, en
este lugar en el mundo y en la historia, al menos en derecho público, y sin nuestra
megadosis histórica de autoritarismo, que llevamos también en la sangre, que
nos corrompe el espíritu y la mente, pero sobre todo el corazón. Sepamos mirar
siempre a los países democráticos y entre ellos a aquél cuyo modelo constitucional
ostentamos ab origine, sin poder realmente emular.
16. Tenemos los entes reguladores delante de nosotros, aquí y allá. Tenemos
el fenómeno regulatorio paralelamente en ambos lugares, y un Congreso que
institucionalmente, en los papeles al menos, sigue el modelo. Las agencias regu-
ladoras debieran ser también las mismas, porque las empresas reguladas han
trascendido todas las fronteras nacionales, nuestras y de ellos. Sólo falta mirar
la realidad y aprender: Partir de que los hechos no son nuestros enemigos; son
la realidad, como dijo Carl Rogers, y construir de allí en más lo posible, en el
arte de la política y del derecho.
17. Para esa tarea Bianchi nos da un magistral empujón, un golpe de timón,
casi. Aprovechemos todos de sus reflexiones, su ponderación, su sólida información
para navegar con él este mar de incertidumbres y estudiemos detenidamente
su obra. Empecemos por éste, el primer volumen de su décima obra. Pensemos
junto a él o disintamos de él. Critiquemos, que la crítica honra por igual a quien
la recibe y a quien la hace.
18. Pero no apuntemos un listado de disidencias y coincidencias; ellas no cuen-
tan entre hombres lúcidos. Sintámonos suficientemente hermanados por la común
vocación de investigar problemas iguales, sabiendo que las disimilitudes son las
que enriquecen la cultura; las convergencias verticales, las que la esterilizan.
En todos los casos su labor intelectual nos habrá llevado a mayores distancias,
a playas más seguras, de la mano de su agudo intelecto.
Gracias, pues, doctor Bianchi; muchas gracias.
Agustín Gordillo

736
Prólogo a Eduardo García de Enterría
Conferencias de Argentina, Madrid, Civitas, 2002

1. Los primeros homenajes

En la década de los ochenta, un nutrido grupo de profesores iberoamericanos


suscribimos una petición para que se diera el premio Príncipe de Asturias a don
Eduardo García de Enterría. Antes y después, se sucedían y sucedieron por todo
el mundo, como corresponde a su ecumenismo, las distinciones académicas, las
láureas, los honores. Más allá de las laudatios que serán y las que han sido,1 más
allá de la pompa,2 su fama y su prestigio no tienen fronteras, no tienen idiomas.
Ya no es la lengua castellana, es la lengua de los derechos. Sus auditorios se
han multiplicado como los panes y los peces. No existe gran ocasión académica
en el mundo desarrollado que no lo cuente como principal expositor. Ahí están
los doscientos años del Conseil d´État para probarlo, las teleconferencias inter-
nacionales simultáneas a muchos países y academias.
En el alba de esta semana, hemos releído y escuchado con ensimismada unción
su fervor de Borges y nos aprestamos a dejarle, al caer la tarde, nuestro saludo
final de éste su Buenos Aires,3 en ésta su facultad.
Sabemos, gracias a él mismo, cuál es su numen. Si nos dejamos llevar por la
mente, hallamos casi de inmediato al imperfecto bibliotecario4 Jorge en El nombre
de la rosa. Con ese eco de mil libros y mil simbolismos, con el orden del caos,5
podemos encontrar el diapasón para intentar lo imposible, un nuevo homenaje
1
Como parte del homenaje, se han tomado palabras y frases de la poesía de Borges analizada
por García de Enterría en su libro Fervor de Borges, Madrid, 1999. Se señalarán aquí algunas,
remitiendo a las páginas del mencionado libro en el que ellas son referidas y comentadas. La pre-
sente corresponde a las pp. 133, 135 y 143. También se han utilizado títulos de trabajos de García
de Enterría y trozos de frases suyas que serán fácilmente identificables.
2
Op. cit., p. 29.
3
Op. cit., p. 107.
4
Op. cit., p. 133.
5
Op. cit., pp. 94 y 132.
P-38 ii. diálogos con agustín gordillo

al maestro. No un simple halago, sino la afectuosa reverencia, l´affectueuse


révérence,6 de quienes se inclinan ante los grandes.
¡Cómo decir algo en su homenaje que no haya sido dicho y mejor! Don Eduardo
sigue ganándose siempre nuestro renovado afecto con esa simpatía, bonhomía,
savoir faire, calidez y sencillez a la que no mancillan los elogios, por más merecidos
que son. Es que ese auténtico caballero, fino y austero, de mirada por momentos
severa y por momentos plena de afecto, está mucho más allá de los elogios. A lo
sumo, un reflejo de pícara ironía destella a veces en su mirada cuando un extraño
verso7 regresa a su memoria. No aceptaría estratagemas, retruécanos y argucias,
ni la veneración de las astucias, los execrables juegos.8
No necesita que lo defiendan de ser el que ya ha sido, pues ya es otro.9

2. Escritor, pensador

Que es un gran jurista, un grande entre los grandes, no lo describe. Ha resuelto,


hace tiempo, aplicarse al otro enigma y a las otras Leyes.10 Une lo profano del De-
recho con lo poético, las letras, las montañas, sus montañas,11 que pisa y camina
sin fatiga,12 como fiel reflejo de su vida. La poesía de su espíritu, la galana prosa
de sus libros y de su verbo lo ubican en una categoría infrecuente en la historia
del espíritu: Un gran escritor, un gran pensador.
Hombre apasionado por la vida y las ideas, con una amplitud de inquietudes, de
intereses, de experiencias vitales, que requerirían varias vidas para ser vividas.
En esa pasión, no hay delirios ni alucinaciones,13 sino un esfuerzo mantenido
por la lucidez, por la clarividencia total sobre los grandes misterios del poder.
Aunque lo embelesan, no son de él los tomos enigmáticos ni las ediciones secretas14
o los hermetismos15 que otros crean, sino la cristalina comprensión del maestro
de maestros. Cuando habla o cuando escribe, no hay que preguntarse qué quiso
decir, pues tiene el don de la claridad, ese don que no es fácil gracia del destino
sino fruto del trabajo y la honestidad, de la integridad intelectual y moral que
se construye en cada acto de la vida.
Debe enseñar. Por ello escribe, siempre. Como otro poeta, podría decir J´écrit
/ Pour quoi? / Je ne sais pas / Parce qu´il faut.16
6
Georges Brassens, en homenaje a su poeta preferido.
7
Op. cit., p. 54.
8
La principal referencia a este conjunto se encuentra en la obra citada, p. 39.
9
Op. cit., pp. 58 y 76.
10
Op. cit., pp. 64, 71, 76, 102 y 128.
11
Ver su libro De montañas y hombres, 2ª. ed., Madrid, 2001, colección Austral.
12
Borges poeta utiliza mucho el vocablo, pero como verbo, pp. 55, 73, 133, 139, 141.
13
Op. cit., pp. 134 y 139.
14
Op. cit., p. 132.
15
Op. cit., pp. 132 y 133.
16
Paul Valéry.

738
eduardo garcía de enterría, conferencias de argentina P-39

3. La hermosa guerra17

Para ofrecerle el doctorado honoris causa de nuestra alma mater, mis colegas han
elegido un hombre venido del confín de Buenos Aires, del asfalto, pues quizás
pensaron que debíamos darle un sabor de barrio, un Je ne sais quoi porteño, a
su último homenaje de esta semana. Otra cosa no soy que esas imágenes.18
Desde éste que es también su Buenos Aires, desde nuestros oscuros callejo-
nes, recordamos y homenajeamos con el corazón a pleno su desafío de todos los
tiempos por la libertad y contra el poder. Decir de sus virtudes... no alcanzan las
estrellas; o tal vez sea que no hay otra virtud que ser valiente.19
En estas augustas paredes, retumba quizás la voz de algún orillero que hace
un siglo entonaba en Buenos Aires Yo soy de un barrio malevo/ Donde relumbra
el acero/ Lo que digo con el pico/ lo sostengo con el cuero.20
Por eso, de este lado del ocaso21 es nuestro arquetipo. No los arquetipos úl-
timos22 que el griego soñó del otro lado,23 no del mundo mitológico de héroes y
demiurgos,24 sino un arquetipo humano, con quien podemos debatir y disentir,
como si fuéramos iguales. El amanecer arquetípico lo encontró, en la mitad del
viejo siglo, atacando lo que otros, los que no piensan con el corazón, creían ser
molinos de viento. No lo eran, bien lo demostró. Debieron finalmente ceder el paso
a los nuevos tiempos, majestuosamente precedidos por don Eduardo.
Un maestro en el más pleno sentido de la palabra; su temprana autoridad mo-
ral y científica lo hizo polo de atracción de cuantos pensaron que debían también
librar, como él y en la estela de su paso, la lucha contra las inmunidades del poder,
por el orden que es producto del equilibrio social y de la justicia.
Tuvo siempre la visión del estratega, del estadista, del que sabe mirar lejos y
ver siempre el bosque, no solamente los árboles. Por eso, aquellas luchas lo vieron
siempre vencedor. Hace poco, ha librado la batalla de las medidas cautelares y
ya está venciendo. Se decía, hace medio siglo, que su escuela era el Ministerio
de la Oposición. Qué va, era y es la fuerza moral de un país, la institución iure
proprio, la alternativa de poder genuino, no aquel que se ejerce en los pasillos y
trastiendas, sino el que deviene realidad a partir de la sola fuerza moral de quien
lo transmite, lo irradia, lo dimana. No le hace falta ejercerlo, le es consustancial
a su existencia como ser creador, como brújula, como inspiración creadora.

17
Op. cit., p. 55.
18
Op. cit., pp. 20 y 47. El presente párrafo y el siguiente toman el Buenos Aires de Borges, op.
cit., pp. 117, 127, etc.
19
Op. cit., pp. 59, 71, 77, 81 y 91.
20
Evaristo Carriego, a quien Borges solía recordar; op. cit., p. 90.
21
Op. cit., pp. 66, 140 y 143.
22
Op. cit., p. 63.
23
Op. cit., pp. 63, 140 y 141.
24
Op. cit., p. 130.

739
P-40 ii. diálogos con agustín gordillo

Libró la hermosa guerra.25 Puso la intensa agudeza de su ingenio al servicio


de las nobles causas. Ejemplarizó desde la Revolución Francesa, desde la tópi-
ca, la justicia y no la norma transformada en burocracia. Nos deja su simiente
intelectual y moral en todo el mundo, en los discípulos de su escuela y en los
discípulos de sus discípulos: Eduardo, eres los otros. Su canon está cumplido.26

4. Humanista

He admirado siempre su espíritu libertario y humanista. He tratado de seguir


sus grandes ideas y las ideas de aquellos que han continuado sus pasos. Pasan
los años y así como el mundo cambia y se renueva, así también don Eduardo tiene
siempre la aguda percepción creadora. Cada vez que lo he visto he aprendido.
Cada vez que lo he leído, he reflexionado. Cada vez que hablé con él, he crecido
como hombre de Derecho, pero, por sobre todo, como persona humana.
Eduardo, no es polvo la palabra escrita por tu mano ni el verbo pronunciado
por tu boca.27 Tu verso incorruptible no morirá jamás.28
Sólo una cosa no hay. Es el olvido.29

25
Op. cit., p. 55.
26
Op. cit., pp. 25, 42, 68, 69, 75 y 86.
27
Op. cit., p. 42.
28
Op. cit., pp. 20, 47, 54, 61, 103, 104, 118, 199, etc.
29
Op. cit., pp. 56, 65 y 142.

740
Prólogo a Ismael Farrando (dir.)
Contratos administrativos, Buenos Aires, Lexis Nexis, 2003
I. Los autores

Este es un libro destacado ab initio por la riqueza y brillantez intelectual pero


también integridad personal de sus autores y coordinador, cuestión no menor en
un tema de tanto interés y trascendencia económica, propio del “terreno de la
ciencia y de la conducta,” como señalara brillantemente Jorge A. Sáenz recordando
a nuestro común admirado y querido amigo en ambos terrenos, A lejandro Nieto.1
Los autores tienen pues autoridad moral, además de académica, para tratar los
temas que encaran. Son jóvenes pero maduros y muy distinguidos profesores de
la Universidad Nacional de Cuyo (que también tengo la distinción de integrar
como profesor honorario), en las cátedras de Derecho Administrativo I y II de
la Facultad de Derecho; en su mayoría son miembros del Instituto Argentino de
Estudios Constitucionales y Políticos, fundado en Mendoza en 1982 por el profesor
Dardo Pérez Guilhou —y presidido hasta hace poco tiempo por él—, con otros
miembros cofundadores.
A todos ellos los une el afecto, el respeto mutuo, la colegialidad y solidaridad
que resulta tan necesaria como productiva y a veces tan esquiva en nuestro me-
dio, donde el individualismo se exacerba tantas veces en cacicazgo, no liderazgo.
Complace como argentino ver una obra grupal llevada a cabo con tanta enjundia,
como coordinación y esfuerzo colectivo.
Aunque los autores no son de hacer distinciones entre sí, es claro que la voz
determinante del conjunto es la de nuestro querido amigo el Dr. Ismael Farrando
(h.), director de la obra. Él es profesor titular por concurso, en cuyo jurado tuve
hace mucho tiempo el honor de participar. Ello me permitió, conocer de cerca sus
aptitudes científicas y docentes, unidas a la bonhomía que signa a los hombres de
1
Sáenz, Jorge A., “Los contratos administrativos en la emergencia,” Miljiker, M aría Eva (coord.),
“El derecho administrativo de la emergencia,” t. 1, Fundación de Derecho Administrativo, Buenos
Aires, 2002, ps. 157–167, esp. p. 167.
P-42 ii. diálogos con agustín gordillo

bien como él: Siempre resulta un placer personal e intelectual reencontrarlo en


persona o ahora en las páginas escritas. Antes había sido secretario académico
y profesor titular del área seminarizada de Derecho Público en la Facultad de
Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo, y actualmente consejero directivo
de ella. Es codirector del ampliamente reconocido Manual de derecho adminis-
trativo (Ismael Farrando [h.] – Patricia M artínez y otros, Buenos Aires, Depal-
ma, 1996 y reimpresiones 1999 y 2000), que mucho he tenido el placer de citar
en mis trabajos y coautor de sus capítulos I, II, III, XV y XVIII. Es director de
equipos de investigación ante la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad
Nacional de Cuyo, y evaluador externo, clase II, ante la Secretaría de Ciencia y
Técnica del Ministerio de Educación de la Nación. Sus numerosas publicaciones
abarcan temas tales como: Procesos de integración y MERCOSUR; la relación
jurídica del usuario con el concesionario de servicios públicos; servicios públicos y
privatizaciones; esquema para un balance del derecho administrativo al finalizar
los ’90; la responsabilidad de los prestadores en los marcos regulatorios; corra-
lito financiero; inflación reglamentaria; deflación jurídica; límites al derecho de
emergencia; etc. Es profesor de posgrado de la Universidad Nacional de Cuyo, y
lo ha sido de la Católica de Cuyo. Ha sido también jurado de tesis. El compromiso
con la investigación y la docencia en todas sus facetas aparece así como uno de
sus rasgos fundamentales, habiendo servido también en la judicatura ad hoc en
notable pronunciamiento, que tuviéramos ocasión de anotar.
Otro distinguido y valioso amigo que integra este destacado grupo de investi-
gadores de la Universidad de Cuyo es el Dr. A lejandro Pérez Hualde, profesor
titular por concurso de Derecho Administrativo II en la Facultad de Derecho
de esa Universidad y profesor del área seminarizada de Derecho Público. Es
ampliamente conocido por la publicación de distintos libros sobre temáticas es-
pecializadas, tales como: Decretos de necesidad y urgencia; El concesionario de
servicios públicos privatizados; Coparticipación federal de impuestos; Constitución
y economía, etc.; como así también, coautor de los capítulos XII, XIII, XIV y XV
del recién recordado Manual de derecho administrativo. Es profesor de cursos de
posgrado en las Universidades de Mendoza, Nacional de Cuyo; Austral y Católica
de Cuyo; evaluador de la Coneau para las carreras de posgrado.
Patricia R aquel M artínez, codirectora del Manual y coautora de sus capítu-
los IV, XIX y XX, es profesora titular, por concurso, de la cátedra de Derecho
Administrativo, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universi-
dad Nacional de Cuyo. Ha tenido vasta experiencia en la vida universitaria e
institucional en la provincia de Mendoza, desempeñándose en distintos cargos
universitarios y asesorando al Poder Ejecutivo provincial en la materia de su
especialidad, durante tres administraciones. Ha sido jurado de concursos de
profesores efectivos. Son conocidas sus publicaciones sobre: El sistema de control

742
ismael farrando (dir.), contratos administrativos P-43

de los servicios públicos privatizados en la Argentina; el silencio administrativo


y el debido proceso; motivación del acto administrativo; etc. Ha sido profesora de
maestrías y cursos de cuarto nivel en la Universidad Nacional de Cuyo.
José Luis Correa es profesor titular asociado, por concurso, de la cátedra de
Derecho Administrativo I de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de
Cuyo y autor, también de distintas publicaciones de derecho administrativo, tales
como: “Institutos del procedimiento administrativo;” “El proceso administrativo;”
“La suspensión de la ejecución del acto administrativo;” “Audiencias públicas;” el
capítulo XXV del referenciado Manual, etc. Ha sido profesor en cursos de espe-
cialización en la Universidad Nacional de Cuyo, de Mendoza, Austral y Católica
de San Juan; y jurado de concursos de profesores efectivos.
Eduardo O. Emili es profesor adjunto, por concurso, de la cátedra de Derecho
Administrativo II de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo.
Entre sus trabajos encontramos: “El estatuto de los agentes del Estado;” “La ley
federal de educación;” “Los decretos de necesidad y urgencia;” “La audiencia
pública;” etc.
Daniel Gómez Sanchis se desempeña como profesor adjunto por concurso de la
cátedra de Derecho Administrativo I de la Facultad de Derecho de la Universidad
Nacional de Cuyo. Es autor de: “La revocabilidad del acto administrativo recurrido
por terceros legitimados;” “El silencio administrativo;” “La protección jurídica
del administrado;” “Principios, sujetos y actos del procedimiento administrativo
e impugnación de la decisión en sede administrativa,” que corresponden a los
capítulos XXII, XXIII y XIV del citado Manual.
M aría Gabriela Á balos es profesora adjunta de Derecho Constitucional de la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Mendoza y adjunta
por concurso, de la misma cátedra en la Facultad de Derecho de la Universidad
Nacional de Cuyo. Es coautora del Manual en sus capítulos XVI, XVII y XXI,
referidos a los servicios públicos, concesión de servicios públicos y responsabilidad
del Estado. Es jueza tributaria, por concurso, del Poder Judicial de Mendoza.
Tiene también otras publicaciones de interés, y uno de sus temas de preferencia
es el derecho municipal, donde ha hecho importantes contribuciones.
Mónica Buj Montero se encuentra a cargo, por concurso, de la Jefatura de
Trabajos Prácticos de la cátedra de Derecho Administrativo I de la Facultad de
Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo. Es coautora del Manual y son de
su pluma los capítulos V, VI, VII, VIII, IX, X y XI, que versan sobre el acto ad-
ministrativo; elementos esenciales; caracteres; vicios; nulidades; modificación y
extinción; reglamento administrativo; otros actos y hechos de la administración.
A rmando Héctor M artínez se desempeña como jefe de Trabajos Prácticos,
cargo obtenido por concurso, de la cátedra de Derecho Administrativo I de la

743
P-44 ii. diálogos con agustín gordillo

Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo. También se desempeña


en ella, actualmente, como secretario académico.
Ernesto N. Bustelo es jefe de Trabajos Prácticos, por concurso, de la cátedra
de Derecho Administrativo II de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacio-
nal de Cuyo y magíster en Derecho Público de la Universidad Católica de Cuyo.
Carina Cocuelle y M arcelo Hugo Parrino se desempeñan como profesores
adscriptos en la cátedra de Derecho Administrativo I de la Facultad de Derecho
de la Universidad Nacional de Cuyo, y A ndrea J. L ara en Derecho Administrativo
II en la misma Facultad.

II. Los autores y su metodología

En la metodología empleada por los autores, desde la concepción misma de la


obra, cada uno contó en sus respectivos capítulos con autonomía conceptual y
didáctica. Pero era imposible que no se advirtiera, en un grupo tan homogéneo e
intercomunicado como éste, una evidente línea directriz de la metodología y del
discurso, a través de la aceptación de cánones comunes, por ejemplo, la primacía de
la libertad frente a la autoridad. En algunos puntos se advierte una aproximación
al problema que pone en cuestión el objeto mismo del derecho: Algunas páginas
parecen reflejar que el objeto del derecho fuera la doctrina de los autores. Quienes
lean a A lejandro Nieto en Los límites del conocimiento jurídico (Madrid, Trotta,
2002, con nuestras glosas [en prensa]) sabrán a qué me refiero. Claro que no se
les pueden criticar algunas páginas que no han seguido al gran iconoclasta de
nuestro tiempo. Él sería el primero en reconocerlo.
En las muchas veces que hemos tenido la oportunidad de confraternizar con
todos o parte de ellos, tantas que en muchas ocasiones algún porteño que me en-
contraba por aquellos lares me dijo haber creído que yo era mendocino, he podido
comprobar cómo y hasta qué punto los autores son amigos entre sí, hacen culto
tanto de la tradición fraternal que los une, como de su terruño mendocino que
los equipara en respeto, confianza y solidaridad recíprocas. Hombres y mujeres
con tal grado de cooperación, respeto, seriedad, honestidad y dedicación son los
que precisa la patria en mayor medida para ser mejor de lo que es. Por supuesto,
hay otros igualmente amigos de ellos y nuestros aunque no toda Mendoza haya
trabajado en el libro que tengo el honor de presentar...
Felicitémonos pues como argentinos de tener este grupo de hombres y mujeres
que nos dan este fruto del trabajo honesto, de la independencia de criterio, de la
objetividad, de la amistad.

744
ismael farrando (dir.), contratos administrativos P-45

III. La primera parte de la obra, adjetiva

1. Hacia lo internacional

Como se señala en la “Introducción” la obra consta de dos partes. La primera


referida a “La licitación pública” y demás sistemas de contratación pública, es
una contribución de significativo valor a un tema que siempre ha despertado el
interés de los doctrinarios y prácticos argentinos y del derecho comparado, sin
poder nunca lograrse que la praxis rinda luego buen testimonio de la teoría. Por
ello es que hacia el final del tema se incluya el capítulo XI donde se exponen las
conclusiones y las propuestas que, de lege ferenda, proponen los autores como
colofón de las instituciones estudiadas. No ha estado ajena a su preocupación la
experiencia de la jurisprudencia provincial, nacional y también, en algunos casos,
de la Unión Europea y el Mercorsur. Rumbean, pues, por el buen camino pues no
queda al país otra esperanza de destino que la progresiva inserción internacional.2

2. Ética, corrupción, equidad, eficiencia, eficacia

Los autores retoman preocupaciones expuestas antes, en relación a la transpa-


rencia, la moral y el accionar de los funcionarios públicos.3 Por ello, uno de los
grandes temas en juego de la obra es la ética, que las regulaciones normativas
procuran ahora preservar a través de la equidad, eficacia y eficiencia de la deci-
sión. Una decisión ineficiente es casi siempre sospechosa, máxime si es por alto
monto. Quien compra caro y por mucho dinero no puede escudarse en las bases
y los procedimientos de contratación; quien contrata cantidades ingentes de lo
que no hace falta, concede enormes privilegios sin adecuada contraprestación y
control; etc. De tal modo contribuye a la ruina del Estado y de la sociedad que
mal puede invocar esta parte del derecho administrativo en su favor.

3. Qué legamos a nuestros nietos con los contratos administrativos

Hoy nos toca como país, y en cada provincia se repite una historia parecida,
reconocer que con el uso del sistema de contrataciones administrativas en el
Parlamento y la Administración y con el simultáneo y ulterior descontrol social
y judicial, legamos a nuestros nietos una deuda irresponsablemente acumulada

2
Así lo hemos sostenido en trabajos recientes como “Primero: Crear el Banco Central Inte-
ramericano,” LL, 25-VII-2002, pp. 1–2; “G–8, UE, FMI, Argentina,” LL, 12-VIII-2002, pp. 1–3;
“Introducción,” Miljiker, M aría E va (coord.), El derecho administrativo..., cit., pp. 11–19. Algo
dijimos antes en “El Estado de Derecho en estado de emergencia,” LL, 2001–F–1050, reproducido
en L orenzetti, Ricardo Luis (dir.), Emergencia pública y reforma del régimen monetario, Buenos
Aires, LL, 2002, pp. 53–64.
3
Farrando, Ismael (h.), “Procesos de selección del contratista. Burocracia y formalismo v. Trans-
parencia y moralidad pública,” Temas de Derecho Administrativo, t. 3. Foro de Abogados de San
Juan, Instituto de Derecho Administrativo, San Juan, 1999, pp. 37 y ss.

745
P-46 ii. diálogos con agustín gordillo

por nuestros colegas y conocidos, a través de licitaciones y contrataciones espu-


rias. ¿Qué hemos hecho para impedirlo? ¿Cómo rendiremos cuenta a nuestros
nietos de la herencia pavorosa que en esta profesión y en este tema les dejamos?4
El derecho se concibe para producir resultados valiosos, no disvaliosos y
cuando a resultas de la pretendida aplicación de procedimientos que se dicen
“del derecho” lo único que se logra es el dispendio público, obvio es que se lo ha
aplicado mal, en contravención como mínimo a la Convención Interamericana
contra la Corrupción.

IV. Segunda parte, sustantiva

1. La remanida cuestión de la “sustantividad”

La segunda parte de la obra está dedicada a la “Ejecución de los contratos admi-


nistrativos” y allí los autores tratan el régimen concreto. Analizan los elementos
y caracteres de los contratos, como corresponde, pero no han querido sustraerse
a la dialéctica de algún otro autor acerca de la “sustantividad” del contrato
administrativo, al parecer encuadrada en las antiguas discusiones sobre la “na-
turaleza jurídica” de las instituciones.5 Pero tampoco podían los autores, claro
está, hacer caso omiso de todo lo escrito. Por nuestra parte, a veces nos tienta la
reflexión de Von Ihering.6
Debemos destacar que estas parte de la obra, como labor de investigación, fue
subsidiada oportunamente por el Conicet, a través del Instituto Argentino de
Estudios Constitucionales y Políticos.

2. El régimen jurídico

En cuanto al régimen jurídico, se analizan las posibilidades y límites de la mo-


dificación unilateral del contrato, la exceptio non adimpleti contractus, las po-
testades de dirección y control; el control, de los entes reguladores, la institución
de la rescisión unilateral y sus cargas, las sanciones contractuales, el equilibrio
contractual, los derechos y obligaciones de las partes y las formas de extinción de
la voluntad concurrente. Quizás por su larga preparación la alcanza, sin resolver,
el dramático tema actual de las tarifas de servicios públicos, con renegociaciones
en puerta y juicios arbitrales en camino,7 más los juicios locales por falta de acceso
a la información, dolarización de lo que estaba pesificado, futuras declaraciones
4
Es la pregunta que formula lúcidamente Sáenz , Jorge A., “Los contratos...,” cit.
5
Que hemos largamente criticado en las diversas ediciones y reimpresiones del cap. I de nuestro
Tratado de derecho administrativo. Parte general, t. 1, FUNEDA y FDA, Caracas, 2001, 6ª ed.
6
Que recordamos en nuestra Introducción al derecho, ed. como e–book en www.gordillo.com y
otros sitios.
7
Nos remitimos a los distintos trabajos del libro de M iljiker , M aría Eva (coord.), El derecho
administrativo..., cit.

746
ismael farrando (dir.), contratos administrativos P-47

de reservado de la información de estructura de costos de las empresas, con las


cuales sustentan los pedidos de aumento, etc.
En síntesis, se presenta una obra que procura poner al día esta importantí-
sima temática en el rol del Estado en quiebra, con el riesgo de que las continuas
modificaciones normativas y sobre todo fácticas –que algo seguramente han
influido, en el retraso con que esta obra ve la luz– puedan mellar el objetivo de
actualización de la temática abordada. La dimensión de la emergencia después
de la hecatombe normativa de 2002 introduce –otra vez– una nueva realidad que
obliga al permanente reexamen,8 pero por encima de ello estarán los principios
del procedimiento licitatorio y los de la correcta conformación y ejecución de los
contratos públicos que, a través de su implementación por honrados y eficaces
funcionarios públicos,9 podrán dar utilidad y frutos al sistema.

3. Control social, control judicial

El control judicial de la eficiencia y eficacia de las contrataciones es un impe-


rativo de la hora si esperamos no seguir dejando a las generaciones venideras
más y peores deudas que las que ya acarreamos. El control social, a su vez, debe
ejercerse sobre los jueces, los funcionarios y los ex funcionarios: En su vida, en
sus escritos, en su acción. Pues como dice el texto sagrado, “Por sus obras los
conoceréis.” Sus doctrinas, tantas veces apodícticas, dicen poco de su vida. De
ella dan testimonio los hechos. Esta obra procura con razón tomar distancia de
esos ejercicios.

4. Conceptos y principios

Analizan la figura del contrato administrativo (concepto, diferencias en la doc-


trina tradicional acerca de los contratos públicos y privados y las distintas “teo-
rías”); los principios contractuales (buena fe, legalidad, concurrencia e igualdad
de tratamiento); las teorías llamadas positivas y negativas; los principios de las
contrataciones públicas en la normativa nacional, provincial, municipal y regional.
(Principios constitucionales, normativas de compras del Estado, ley orgánica de
municipalidades, régimen de compras y gastos públicos, suministros, ventas de
bienes secuestrados en causas penales, ley de ganadería, ley de obras públicas,
concesión de obras públicas, etc.) En suma, un desarrollo temático completo y
ordenado, sistemático, satisfactoriamente exhaustivo.

8
Algo de ello puede verse en las Jornadas “El derecho administrativo de la emergencia, I” y “El
derecho administrativo de la emergencia, II,” de la fundación de Derecho Administrativo.
9
Ésta, claro está, es la clave del sistema. En tanto no tengamos un eficiente control social del
enriquecimiento de los funcionarios públicos, en tanto no tengamos condena social de quienes la
merecen, no resolveremos la cuestión.

747
P-48 ii. diálogos con agustín gordillo

5. Sujetos

Estudian los sujetos (los sujetos públicos, la competencia del ente público, los
órganos competentes para contratar); los “otros” sujetos públicos: Sociedades de
economía mixta, empresas del Estado, sociedades anónimas con participación
total mayoritaria, sociedades del Estado y otros tipos de empresarios públicos:
Corporaciones públicas, fuerzas armadas y entes binacionales. También son objeto
de análisis las contrataciones públicas de los sujetos “privados:” Particulares,
unión transitoria de empresas, joint ventures, consorcios, inspecciones de cauce,
agrupaciones de colaboración, empresas privadas controladas por el Estado, etc.
La modernidad de la obra resulta así incuestionable en todas sus facetas, en
todos sus temas, en todos sus contenidos.

6. Concesión de obra pública

La obra luce asimismo un puntual análisis de la concesión de obra pública. (Dec.-


ley 17.520 y ley 23.696, legislación provincial, elementos del contrato –objeto,
riesgo, finalidad y modalidades–, rentabilidad y retribución del concesionario,
sujeto concedente, concesionario, formas de otorgamiento, procedimientos de ini-
ciativa privada.) Quizás hubiera ilustrado más la obra una referencia específica,
mayor, al caso más destacado de concesión de obra pública nacional actual, las
concesiones de rutas y autopistas por peaje, con todos sus problemas. Pero tampoco
se puede pedir a los autores que agoten todo y cuanto posible tema se le haya de
ocurrir al lector. No están muy lejos, con todo, dada la completitud de su obra.

7. Elementos

Se recopilan las nociones de los elementos relativos a sujetos, consentimiento,


objeto, causa, forma y finalidad; y sus caracteres: Formalismo, desigualdad e
intuitu personae. No toman posición acerca de si los constantes cambios de pa-
quetes accionarios que se han producido en casi todas las concesiones de servicios
públicos del país son o no causal de caducidad, ahora que se avecinan tantos
pleitos arbitrales por sus demás incumplimientos anteriores y actuales, sumados
al colapso generado por el Estado en el año 2002: En realidad es un tema que
todavía se encuentra in statu nascendi. Se estudian los principios relativos a
continuidad y mutabilidad. (Ius variandi.)
Respecto de la admisión o no de la exceptio non adimpleti contractus, los auto-
res no comparten la extensión de las obligaciones que en su nombre se pretende
imponer al contratista particular. Para ellos es oponible por el contratista par-
ticular en casi todos los contratos administrativos, en la misma forma y con los
mismos requisitos que en el derecho privado; no en los servicios públicos, que es

748
ismael farrando (dir.), contratos administrativos P-49

el caso más destacado a analizar. Tema sobre el cual seguramente habrá mucho
debate en los próximos años.10
En cuanto a las potestades de dirección y control, abarcan los aspectos téc-
nicos, legales, contables, financieros, laborales, previsionales, sobre los lugares,
las personas, las cosas, de calidad y de seguridad de la obra. El control de los
servicios públicos puede ser organizado por el propio Estado, a través de la Ad-
ministración centralizada o descentralizada sin independencia política ni poderes
propios; o por entes reguladores independientes. (Public boards en Inglaterra,
public commissions o regulatory commissions o agencies en Estados Unidos.) En la
Argentina, los entes y comisiones reguladoras de aquellos países han sido muchas
veces creados como autoridades administrativas independientes para el control
del cumplimiento de los contratos de concesión o licencia. Mucho hay por decir
en esta materia, y la reflexión de los autores será fundamental en la cuestión.
En lo que respecta al precio del contrato se sostiene que el derecho al precio
que le corresponde a quien contrata con un ente que actúa en ejercicio de la fun-
ción administrativa, como se ha visto, no siempre ha obtenido, por parte de la
doctrina, los jueces y el legislador, la misma protección. A nuestro juicio faltaría
una mayor consideración del tercero ausente en esta relación, el usuario de los
servicios públicos al que la Convención Interamericana contra la Corrupción
menciona cuando exige la equidad del contrato administrativo. Entre esos terceros
ausentes están nuestros hijos y nuestros nietos a quienes dejamos este legado
que se hace evidente en el año 2002. Pero esto ya es historia.
Agustín Gordillo

10
Como lo adelanta Sáenz , Jorge A., “Los contratos administrativos...,” cit.

749
Prólogo a Inés D’Argenio
La justicia administrativa en argentina. situación actual. Necesidad de su
adaptación a nuestro sistema institucional, Buenos Aires, FDA, 2003, 2ª ed.,
2006

Tenemos el privilegio de contarnos entre los amigos de la Dra. D’A rgenio desde
hace mucho tiempo y tenemos, junto a ella, un hermoso ramillete de muchos otros
amigos comunes, todos del mismo campo del derecho administrativo. Es un honor
y un placer que todos compartimos recíprocamente, fundado en la comunidad de
ideales, a veces incluso de ideas y de metodología, de aspiraciones, de luchas por
mejorar nuestras instituciones, de dolor por la falta de justicia administrativa en
la Provincia de Buenos Aires, por momentos de rabia e indignación. En ello hay
también comunidad de sentimientos con todos los justiciables de esa jurisdicción.
Tengo una importante deuda de gratitud con ella y con el grupo de sus amigos
que lo son también míos; mi deuda es también por hacerme sentir esperanza por
un país en que tantos declinan a veces sus responsabilidades éticas con la sociedad.
Ninguno de sus amigos estará jamás en esa lista, y ella es primus inter pares.
Es importante poder decir de alguien que culmina una trayectoria llena de
realizaciones de todo tipo en el sector público administrativo y judicial, que puede
mostrar la rectitud de su vida y su conducta bien a las claras, bien en alto, sin
que haga falta una declaración de bienes para que uno sepa que es una persona
insobornable en todo sentido, intachable, infatigable en la lucha por el derecho
y la justicia, íntegra, transparente en este aspecto esencial de la vida pública.
Esto nos hace mucha falta en el país. Necesitamos muchos hombres y mujeres de
los quilates de Inés D’A rgenio, y ella es una de las personas que como un imán
logra atraer a su alrededor nuevas generaciones de jóvenes hombres y mujeres
imbuidos de los mismos ideales a los que inculca igual rigor teórico y empírico.
Su vida ha estado dedicada íntegramente al servicio del bien público, tanto
desde la administración como desde la justicia administrativa y la cátedra uni-
versitaria en derecho administrativo, como desde la profesión y la comunidad,
P-52 ii. diálogos con agustín gordillo

como ciudadana solidaria que es. Su conocimiento del derecho administrativo


es así el ideal complemento de la experiencia y la práctica con la construcción
teórica: De ambos elementos nos brinda el magnífico ejemplo de este libro que
tengo el honor de prologar.
Le pedí que escribiera este libro que ahora tengo la inmensa distinción de pro-
logar. Ella hubiera preferido sin duda el prólogo de su gran maestro Bartolomé
F iorini, pero el destino nos lo quitó hace ya muchos años, como a tantos otros
amigos que se van yendo. No soy un substituto adecuado pero al menos creo que
podemos decir que todos compartíamos con él el mismo conjunto de ideales y de
aspiraciones.
En el recorrido de La justicia administrativa en la Argentina, la Autora ad-
vierte la necesidad de empezar de nuevo, pero a partir de nuestra historia, con
un lenguaje claro, erradicando abstracciones autoritarias e instituciones ajenas
a nuestro sistema de derecho e instituyendo el acceso directo a la justicia, la eli-
minación de las cuestiones no justiciables. Debe haber, señala, una indiscutible
relación de igualdad de las partes, sin especialidad ni privilegio alguno a favor
de la administración, sin requisitos de procedencia de la demanda que remitan
a cuestiones inconcebiblemente previas. Todo ello dentro de un panorama de
juzgamiento pleno, donde la ejecución de la sentencia contraria a la Administra-
ción no podrá dispensarse por motivo alguno. Reconoce al Poder Judicial como
esperanza última de reestablecer una relación armónica entre la sociedad y el
Estado. Al leer sus páginas y evocar todo lo que está haciendo la justicia conten-
cioso administrativa nacional, no puedo evitar la reflexión de que la justicia es
el único poder del Estado que funciona; salvo, claro está, en los ordenamientos
que han creado deliberadamente el vacío de poder judicial. Parece increíble que
como sociedad no podamos lograr de ninguno de los tres poderes de gobierno
que cumplan con uno de sus más primitivos mandatos constitucionales, en esa
jurisdicción local que a veces se critica por su policía cuando debiera criticársela
por su falta de control judicial de la administración. Claro, la frase es menos
patética, no hay muertes de por medio, no al menos de vidas humanas en forma
directa e inmediata, pero sí hay muerte de los derechos frente al poder. ¿Quién
podría asegurar que una cosa no lleva a la otra?
En su libro la Dra. D’A rgenio nos enseña que la justicia administrativa ha
sido considerada siempre en nuestro país como una justicia “distinta.” Hay mu-
chas maneras de connotar por qué es “distinta.” Digamos primero que es distinta
porque es donde más se advierte la necesidad del coraje cívico que debe tener el
juez administrativo; o no es juez, pura y simplemente. La Dra. D’A rgenio, que ha
transitado parte de su vida por los estrados judiciales en materia administrativa,
ha aportado cabalmente esas condiciones, al igual que sus demás colegas y amigos

752
inés d’argenio, la justicia administrativa en argentina P-53

en el tribunal, además de la imparcialidad e independencia que también son parte


indispensable de todo magistrado que se precie de tal.
El proceso judicial en materia administrativa no es diferenciado por la materia
de que trata: Ello es un dato accidental, como decir división por materias. Pero esta
materia es de especial gravitación en la vida pública del país, pues en ella incide
la presencia de una autoridad pública como elemento singular de configuración:
El poder público, el ciudadano, y los infinitos lazos que se tienden entre ambos.
La presencia de una autoridad administrativa en ejercicio de una función esta-
tal supone, para buena parte de la doctrina tradicional en nuestro país, heredera
de las tradiciones autoritarias de hace un par de siglos en Europa, una situación
de privilegio procesal derivada de su potestad de emanar un acto de autoridad
como pronunciamiento previo del derecho. Esa suposición resulta inadecuada en
el marco de un proceso judicial signado, en nuestro sistema institucional, por la
premisa de igualdad entre las partes.
Este libro procura rescatar los principios elaborados por la doctrina nacional
que puso el acento, hace ya más de medio siglo, en las bases constitucionales
del derecho administrativo argentino, rechazando la influencia de instituciones
extranjeras derivadas de otras constituciones que no guardan identidad alguna
con la nuestra. Destaca el absurdo de contar con una justicia administrativa
desarrollada sobre la base de elementos propios de sistemas institucionales que
nos son ajenos.
De tal modo, la Autora considera imprescindible una depuración terminológica
y conceptual que erradique expresiones carentes de sentido en el sistema institu-
cional argentino. Demuestra la incongruencia de mantener en nuestro sistema
resabios absurdos del principio francés de doble jurisdicción. En su visión, que
comparto con muchos otros autores, es inadmisible la aplicación local de los
elementos restrictivos del contencioso administrativo francés o sus vestigios en
otros derechos. Nada tienen ellos que ver en el ámbito del proceso judicial propio
de la jurisdicción única que consagra nuestra Constitución.
En esa inteligencia, analiza con sentido crítico la ausencia de fundamentación
adecuada de todas y cada una de las cuestiones previas que en la actualidad
constituyen trabas incompatibles con el principio general del acceso a la justicia;
profundiza acerca de la errónea concepción de la naturaleza “revisora” de la jus-
ticia administrativa, que desnaturaliza a la justicia misma trastocándola con un
carácter diferenciador incompatible con la función del Poder Judicial; descarta la
trascendencia históricamente acordada a la determinación de la materia.
Postula en suma la eliminación de las trabas impuestas tradicionalmente al
juicio pleno sostenidas en el mito del “interés público” ejercido como privilegio
exclusivo de la burocracia. Sólo a un emperador y a sus seguidores de turno
en cada gobierno concreto puede ocurrírsele que la mejor expresión del interés

753
P-54 ii. diálogos con agustín gordillo

público la da él mismo y su organización jerárquica. Es casi ridículo, si no fuera


patético. Esa concepción autoritaria ha sido sustituida modernamente por un
derecho administrativo garantizador en el marco de una sociedad civil activa;
aunque siempre quedan resabios del pasado en algunos autores.
La Autora realiza un análisis crítico acabado de la jurisprudencia vigente en
el orden nacional, incluida la correspondiente a las jurisdicciones y legislación
locales.1 Pone de relieve un intento frustrado para acordar, aunque parezca men-
tira, algún sentido nacional al sistema de doble jurisdicción. Por supuesto, destaca
que se debe orientar la interpretación normativa hacia el sistema de jurisdicción
judicial única: No existe otra alternativa constitucionalmente válida en nuestro
sistema institucional. Claro está, lamentablemente, un recorrido por los códigos
provinciales de la materia llevan a la Autora a concluir en la utilización irreflexi-
va que han hecho de terminología propia de sistemas jurídicos extranjeros. Es
verdaderamente lamentable que todavía estemos en el tercer milenio discutiendo
temas como estos.
En definitiva, con apoyo en la reforma constitucional operada en la Provincia
de Buenos Aires en 1994 y siempre sobre la base de la doctrina de los autores
que considera acertada, la Autora elabora una propuesta orientada al pleno
juzgamiento de toda actividad desarrollada en el ejercicio de función adminis-
trativa, con la sola condición de que ese ejercicio tenga injerencia en el ámbito
de los derechos que se pretenden en Justicia. La Autora se propone, y lo logra,
demostrar que resulta insostenible la aceptación de un sistema agotado por su
incompatibilidad ostensible con nuestras instituciones.
Cabría agregar que el sistema francés del cual debemos apartarnos con urgen-
cia en el marco local, está siendo jaqueado en la Unión Europea por el principio
del acceso a la justicia previsto en la Convención Europea de Derechos Humanos.
Al menos los franceses pueden invocar su historia. Nosotros podemos invocar
solamente nuestra vocación autoritaria y antiliberal.
El problema llega al rojo vivo con la Provincia de Buenos Aires. Allí se ha
librado y continúa librando una batalla entre los dos derechos: El derecho viejo,
perimido, autoritario, antiliberal, estatista, napoleónico, que se ha atrincherado
en no poner en vigencia el nuevo código y por ahora parece ir ganando la batalla,
magüer todos los esfuerzos que tantos de nosotros realizamos.2
1
Como buen auspicio del renovado interés del tema cabe destacar que la Revista Argentina del
Régimen de la Administración Pública acaba de publicar un volumen con todas las legislaciones
locales en materia procesal administrativa, I-2003, año XXV, Nº292, “Proceso Contencioso Admi-
nistrativo. Legislación Provincial,” Buenos Aires, RAP, 2003.
2
Hasta estudiosos del exterior han venido al país a observar este fenómeno: ver Police, A ristide,
Il processo amministrativo in Argentina. Garanzie dello Stato di diritto ed emergenza economica,
Milán, Giuffrè, 2002, esp. cap. IV, pp. 119–127. Ver las referencias de A rias, Luis F ederico, “El
«descontrol» judicial de la función administrativa en la Provincia de Buenos Aires,” Ahe, Dafne
Soledad (coord.), “El derecho administrativo de la emergencia,” t. 2, Buenos Aires, FDA, 2002, pp.

754
inés d’argenio, la justicia administrativa en argentina P-55

La Dra. D’A rgenio, con todas las armas de su intelecto, su experiencia y su


coraje, está desde siempre en las primeras trincheras de esa batalla, y la lleva
adelante en todos los ámbitos. Ahora lo trae con brillantez al ámbito de la opinión
pública, aquél del que no podrán ocultarse los que nos están privando de justicia.
Agustín Gordillo

227–253; nuestra presentación de la RAP Buenos Aires, “Entre el descreimiento y la esperanza,”


Buenos Aires, 2003, Nº1, versión corregida de “La justicia administrativa en la Provincia de Buenos
Aires (Una contrarreforma inconstitucional),” ED, 30–XI–01; también en Revista de Estudios de
Derecho Público, REDEp, Querétaro, FUNDAp, Fundación Universitaria de Derecho, Administra-
ción y Política, S.C., 2001–1, Nava Negrete, A lfonso (dir.), “Justicia administrativa en México y
en Iberoamérica,” número especial, pp. 205–226.

755
Prólogo a Julio Raffo
Ley de fomento y regulación de la actividad cinematográfica comentada, Bue-
nos Aires, Lumière, 2003

1. El autor, el Amigo

Conozco y admiro a Julio R affo desde hace décadas. En aquellos viejos tiempos
pensábamos distinto de la realidad y la política nacional; hoy ya no hablamos de
aquel tema porque ha quedado lejos en la historia y hemos encontrado infinidad
de otros en los cuales hablar y coincidir o discrepar. Nos hicimos amigos muy poco
tiempo después de que fuera mi alumno y comenzara una trayectoria académica
ascendente y trascendente, dentro y fuera del país.
Todavía hoy me honra con la actitud del amigo “discípulo,” en el sentido que
guarda un generosamente grato recuerdo de aquellos lejanos momentos en que
compartiéramos el proceso de enseñanza y aprendizaje. Aun, a veces, me cuenta
cosas que me sorprenden y me dice las escuchó de mí. Confiado en la amistad, le
creo, pero en mi fuero íntimo me pregunto, me cuestiono. En todo caso, si dije lo
que él dice, coincido hoy con mi otro yo de hace tantos años. Que mantenga esa
actitud décadas después del hecho muestra a las claras la clase de persona que
él es: Intrínsecamente buena, intrínsecamente honesta.
Pero ciertamente no lo siento como alumno y ni siquiera como ex alumno: es
un par que con frecuencia me enseña, en la modesta creencia suya de que me
pide consejo. Creo que recurre a mí sólo para “validar” lo que ya sabe es cierto.1
Otras veces, como tantos otros amigos que tengo, me acerca libros o citas o in-
formación. Mis amigos conforman para mí una Universidad ambulante, de la
que soy alumno: De ella R affo es Profesor Titular.
Su modestia personal y su amistad le llevan a pedirme un prólogo. Con
igual justicia podría yo pedirle un prólogo a él. Pero él insiste en que yo sea el

1
Pido perdón a los que conocen filosofía del derecho. Ya sabemos que la verdad es inalcanzable,
sólo la falsedad lo es. Pero entre buenos amigos no se hila tan fino.
P-58 ii. diálogos con agustín gordillo

prologuista, como un tributo lejano a aquella hermosa relación de la enseñanza


recíproca hace tanto tiempo, nunca olvidada por él. Pocas veces en la vida me he
sentido tan honrado como ahora de hacer un prólogo: no porque no haya hecho
antes prólogos de obras valiosísimas, sino por todo lo que acabo de decir en las
líneas que preceden a éstas.
A ello hay que agregarle una inteligencia superior, no meramente abstracta,
sino aplicada a la realidad. Hace décadas que él es profesor de filosofía del de-
recho, desde su inicio junto a José Vilanova, a quien yo también debo muchos
conocimientos de teoría de la ciencia y en particular mi inclinación popperiana.2
Algo de la común formación de ellos como discípulos de Cossio se me debe haber
trasladado, como por una tangente, a mi mente. Sin pretender en absoluto ser
uno de ellos (ni siquiera lo he leído en profundidad a Cossio, aunque tengo muchos
amigos que sí lo han leído y me transmiten constantemente su conocimiento,
aunque sea en forma oral; otras veces leyéndolos a ellos, formados por Cossio:
Julio César Cueto Rúa, Juan Francisco Linares, Julio Raffo), siento que siempre
me interesa lo que tienen que decir, por su énfasis en no dejar de considerar la
realidad. Cada vez que hablo con R affo, aprendo.
Compartimos con Raffo también una inclinación común por algunas cuestiones
cercanas a la filosofía del derecho, con la diferencia que él ha sido además profesor
de ellas: lógica jurídica, hermenéutica jurídica, metodología jurídica, sociología
del derecho; administración pública.3 Esta vertiginosa carrera de enseñanza ju-
rídica y metodológica o científica lo ha llevado por Brasil, Gran Bretaña, Chile,
España, Cuba y Estados Unidos.
Tiene la juventud esencial, la juventud del alma y del corazón. Su mente aguda
lo es hoy como lo era hace décadas, más la madurez y reflexión que inevitable-
mente aportan los años.
R affo no solamente ha sido y es profesor de filosofía del derecho, en el país y
en el extranjero: no solamente tiene varios importantes libros sobre filosofía del
derecho. Ha sido también, y se le nota en el trato, profesor de derecho público y
administrativo, derechos humanos y garantías, deontología de la comunicación,
cinematografía.
Es allí, en la cinematografía, donde encontró su vocación profesional más es-
pecífica, uniendo el derecho a la experiencia cinematográfica. Sobre ello volveré
en este prólogo, pidiendo desde ya excusas por la extensión. La brevedad no fue
nunca mi virtud.
Hemos también tenido la oportunidad de trabajar juntos. Y en ese largo proceso
de conocimiento recíproco hemos siempre revertido los roles iniciales en muchí-
2
Mi hijo Gastón Gordillo también me acercó a Popper cuando estudiaba en la Universidad de
Buenos Aires su primera carrera. Ahora no le gusta tanto que yo sea popperiano, creo.
3
Bueno, en ese punto yo también he pretendido enseñar.

758
julio raffo, ley de fomento y regulación... P-59

simas materias, y desde ya en lo que hace a la filosofía del derecho, donde me ha


enseñado más de lo que él ha podido aprender de mí en otros tiempos.
Allí sus contribuciones han sido magnas,4 pero además es un docente nato,5
humanista,6 jurista7 y filósofo del derecho pero con los pies muy bien puestos en
la tierra. Como filósofo del derecho sabe que la realidad es importante, funda-
mental, y lo destaca en todas sus obras.

2. Su especialización profesional

Todo ello lo aplica en su trabajo cotidiano en la profesión. Allí ha creado lo que


podríamos llamar en términos contemporáneos un “nicho,” un Atelier propio:
publicaciones y trabajos fundamentales, plasmados en la cinematografía algunos
(desde su constante contribución profesional al arte cinematográfico), en el papel
otros: Ley de Cine Comentada, Buenos Aires, Cámara Argentina de la Industria
Cinematográfica, 1995, Fundamento económico de la Protección al Cine Nacio-
nal, Buenos Aires, Publicación de la Cámara Argentina de la Industria Cine-
matográfica, 1997, “El Cine Nacional en el Proyecto de la ley de Radiodifusión,”
Revista de la Asociación de Directores de Fotografía, 2001-VIII-20, “Protección
a la película nacional,” LL, 15-X-94, “La película como obra resultante en la
ley 11.723,” JA, 25-I-94, “El Espacio Radioeléctrico y el Espectro en el Proyecto
COMFER 2001,” Soluciones, 18-VII-01; y muchas otras más. Es pues un experto
en el tema extraordinariamente formado y superlativamente dotado, con una
sólida base cultural, humanista y filosófica. Y, por cierto, con un inalterable
compromiso con la realidad.

4
Quizás injustamente debo relegar a una nota obras tan importantes como la excelente Intro-
ducción al derecho, inicialmente de A ftalión y Vilanova , actualmente a su cargo como coautor y
responsable de su constante actualización. Participó en ella desde las ediciones de 1989, 1992,
1994, efectuadas en Buenos Aires por la editorial Abeledo Perrot; o su Introduçao ao conhecimiento
jurídico, Río de Janeiro, Forense, 1982, que he utilizado y citado en más de una oportunidad, aquí
y en el extranjero; Curso de filosofía del derecho, en coautoría con Vilanova , Buenos Aires, 1971;
“Carlos Cossio, el Iusfilósofo de los nuevos horizontes,” LL, 15–11–83, etc.
5
Entre sus publicaciones de esta índole cabe mencionar “La Universidad que queremos,” Boletín
de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, 1973–1, “La universidad que necesita el país,”
revista Perspectiva Universitaria, 1982–11/12, “A diez años de una experiencia universitaria,” re-
vista Perspectiva Universitaria, 1983–13; “Natureza da função académica,” A Folha do Professor,
Río de Janeiro, 1983–118.
6
Meditación del exilio, Buenos Aires, N. América, 1985, prólogo de Paulo F reire; “Reflexiones
sobre el exilio,” Nueva Presencia, 22–X–82; traducido como “Reflexões sobre o exilio,” Jornal das
Letras, Río de Janeiro, 1983; “Esquilo nos está diciendo algo,” Diario Río Negro, 14–I–87; “El
artículo que no escribiré,” Diario Río Negro, 21–VI–87; “El mito del exilio dorado,” revista Nueva
Presencia, 4–I–85 e infinidad de notas periodísticas.
7
Entre sus publicaciones jurídicas cabe también mencionar “El concepto de sanción,” LL, 13–X–75;
“Conflicto jurídico y conflicto social,” ídem, 20–I–77, “La Lógica jurídica como lógica de la acción,”
ídem, 31–X–77; “O Direito como reprodução do Poder, Río de Janeiro, Vozes, 1978–10; “Estructura,
órganos y funciones en la actual situación institucional,” LL, 14–III–77; y muchas otras más.

759
P-60 ii. diálogos con agustín gordillo

3. Su fama

Queda claro con lo antes expuesto que el Autor es un hombre de muy bien ganado
prestigio. Pero además tiene fama, lo cual ya es privilegio de pocos. Es su cer-
canía con el arte cinematográfico lo que le da estas cualidades accidentales que
nos están vedadas a los demás hombres de derecho. Por eso no podemos resistir
la tentación de reiterar que la revista dominical del diario La Nación, le dedicó
hace ya años una nota titulada “El Abogado del Cine” cuyo epígrafe decía que
“el equipo de un film incluye a un hombre del Derecho. Julio R affo se ha hecho
un camino propio en el mundo del espectáculo a fuerza de preparar contratos y
resolver pleitos.” El lector interesado no debiera perderse esa entrevista, plena
de humor y agudeza.

4. El objeto de esta obra

La ley 17.741, con sus sucesivas reformas y reglamentaciones, fomenta y regula la


actividad cinematográfica nacional, y constituye el instrumento mediante el cual
se procura brindar protección a una parte importante de los “espacios culturales
y audiovisuales” en los términos del art. 75 inc. 19 de la Constitución Nacional.
Ella crea el organismo que debe aplicarla –el Instituto Nacional de Cine y
Artes Audiovisuales–, define la “película nacional,” establece las condiciones
para su comercialización y exhibición obligatoria, genera y destina recursos para
el crédito y el subsidio a la producción, fomenta las coproducciones, promociona
nuestro cine en el exterior y prevé el apoyo y protección al cortometraje.
Como Raffo nos muestra, toda norma legal o reglamentaria, configura siempre
un marco de posibilidades que debe llenarse día a día con decisiones concretas
de la administración real; y ello exige un proceso permanente de interpretación
a cargo de los órganos, de los profesionales del derecho, de la doctrina y, en la
eventualidad del litigio, de los jueces. El resultado de esa labor conjunta configura
la realidad del Derecho vigente.8
Sabemos por el Autor que en la esfera propia de la producción cinematográfica
hay pocos litigios que llegan a la instancia judicial, porque la dinámica del sector
aconseja con fuerza la composición del conflicto, y por esta razón es muy escasa,

8
Para compensar el ataque de modestia que hemos tenido en el resto del prólogo, digamos que
esta misma reflexión, que hemos compartido más de una vez en las charlas personales con el Autor,
la he recogido igualmente en An Introduction to Law, Londres, Esperia Publications Ltd., en prensa;
su anterior versión castellana como Introducción al derecho se encuentra publicada digitalmente
en www.gordillo.com y www.gordillo.com.ar. Esa fundamentación en teoría general del derecho es
indispensable a toda obra singular como la de R affo o general como nuestro Tratado de derecho
administrativo, cuyos cuatro tomos ya han tenido ediciones en Colombia, Venezuela, Perú, Brasil
y desde luego en la Argentina, además de la edición digital en el mismo sitio web: En todas ellas
aparece citado Julio R affo. Por cierto que también lo estará esta obra que ahora tenemos el honor
de prologar.

760
julio raffo, ley de fomento y regulación... P-61

en este ámbito, la jurisprudencia de esa naturaleza. También ha sido escasísima


la reflexión doctrinaria sobre el régimen legal de la película cinematográfica y
la protección que la ley brinda,9 la jurisprudencia administrativa del órgano de
aplicación no se difunde más allá del Boletín Oficial y, salvo honrosas excepciones,
las normas reglamentarias suelen pecar de cierta oscuridad terminológica y de
remisiones y modificaciones recíprocas que dificultan la labor de los interesados
en participar de los beneficios de la ley y de sus abogados. O sea, la administra-
ción en su función reglamentaria obra en materia cinematográfica como en todos
los demás ámbitos.10
Por ello es que en este trabajo, al igual que en sus publicaciones anteriores,
R affo ha logrado un eximio equilibrio entre la reflexión jurídica, de vocación
académica, la descripción de aspectos legales vinculados con la práctica real
del sistema y la inclusión de información útil para el productor de cine. En ese
objetivo deliberado el autor ha volcado su experiencia docente desde hace más de
doce años en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (San Antonio, Cuba),
su formación jurídica y lo aprendido con su larga experiencia profesional como
abogado de la producción cinematográfica nacional.
Esa ley, en cuya reforma de 1994 Raffo participara en su carácter de asesor en
la Comisión de Cultura de la H. Cámara de Diputados de la Nación y su órgano
de aplicación, nacieron claramente dentro de la esfera del Derecho administrativo.
Si bien la reciente e importante reforma introducida por el dec. 1536/02 asignó a
ese organismo el ser un “...ente público no estatal...” el autor de este trabajo, por
las razones que expone en el comentario al artículo primero, considera que su
funcionamiento “...continúa sometido a los principios y procedimientos adminis-
trativos que establece la ley de facto 19.549...” Coincidimos con su criterio, quizás
pecando de defecto profesional. Un antiguo dicho señala que la ley crea a las
ficciones y no las ficciones a la ley; debemos corregir ese dicho señalando que las
ficciones no crean la ley, pero tampoco las ficciones que pretende crear la ley tienen
larga vida cuando van demasiado en contra de la realidad. Lamentablemente
la historia argentina nos demuestra que existirán inevitables contradicciones y

9
El libro germinal de Isidro Satanosky, La Obra cinematográfica frente al Derecho, tuvo su
última edición en 1956 y, lamentablemente, se encuentra hace ya mucho tiempo desactualizado en
sus previsiones legales y superado por la innovación tecnológica del sector. Desde entonces hubo un
largo vacío doctrinario hasta que, en 1995, R affo publicara la primera versión de esta ley comen-
tada, algunos artículos y, en 1998 su libro La Película Cinematográfica y el Video. R affo viene así
a ocupar el lugar de liderazgo especializado que en su momento tuviera su cetro en Satanosky. Con
el humor que caracteriza a los inteligentes, R affo suele decir que sus trabajos sobre estos temas
son, al mismo tiempo, “lo mejor” que se ha escrito y también “lo peor” que se ha escrito, porque es
lo único que, desde Satanosky, se ha publicado al respecto. El hecho de que sea lo único que se ha
escrito puede tener una clara explicación: Lo que escribe convence y no tienta a tratar de refutarlo.
Lo que escribe es claro y no necesita intérpretes; es completo; es agudo; ergo, nadie compite con él.
10
Éste ha sido un tema de permanente preocupación para nosotros, como sabrán los que nos
hayan leído.

761
P-62 ii. diálogos con agustín gordillo

desorientación en el camino hacia una interpretación estable del orden norma-


tivo del que aquí se trata. Pero parece claro que los fondos públicos estatales no
pueden sino manejarse con los criterios de transparencia y control que supone el
derecho administrativo. Como reflexión incidental, tampoco el decir que es una
persona pública no estatal, aún si fuera cierto, significa que se la puede manejar
con el arbitrio con que los que no se manejan en el ámbito empresario creen que
se puede manejar una sociedad anónima, como si no se respondiera ante nadie.
Si fuera una persona jurídica no estatal, sería una persona jurídica pública no
estatal, y ello importa el control y los procedimientos del derecho público.
Con este trabajo se contribuye a la reflexión jurídica y a la acción en el especial
ámbito de la producción de nuestro cine, por ello es que acepté con satisfacción y
honra escribir este prólogo a pedido de quien fuera mi alumno, pasó a ser mi colega
y es hoy mi amigo y profesor recíproco. Si bien todos aprendemos de todos, y el
profesor aprende sin duda del alumno, es grato encontrar en la vida una circuns-
tancia de vida en que los roles estén tan entrelazados como en el caso presente.
Vaya con ello mi más calurosa felicitación al profesor, colega, amigo, excelente
y sagaz profesional pero por sobre todo hombre de bien.
Agustín Gordillo

762
Prólogo a Héctor Mairal
Las raíces legales de la corrupción: O de cómo el derecho público fomenta la
corrupción en lugar de combatirla, Cuadernos de la RPA, Editorial Rap, Bue-
nos Aires, 2007

Esta colección de Cuadernos de Res Publica Argentina se inicia con un primer


y excepcional número cuya calidad difícilmente podrá luego mantenerse, mucho
menos superarse. M airal es uno de los pensadores más originales del derecho
público argentino y también del mundo hispanoparlante, que más ha hecho por
la lucha por el derecho en nuestro país, con un estilo de caballero inglés que le es
intransferible. Hay quienes sólo son “originales” en oponerse a las ideas originales
de otros, otros que son originales pero no pueden evitar la indignación, M airal
en cambio es supremamente agudo e invariablemente original, pero dentro de
un estilo marcadamente sobrio y elegante.
Lo del estilo parece una constante en su familia. Su padre, traductor de obras
de Goldoni y autor novel de una obra de teatro premiada por La Prensa. Su hijo,
ganador de diversos premios por sus obras en prosa y en verso.
Es por ello que bien puede decirse que M airal es un autor único en su estilo en
el derecho administrativo argentino y comparado, que en los últimos años nos ha
ido dando obras y reflexiones cada vez mejores, cada vez más lúcidas y maduras,
profundas y originales pero siempre sobrias, sobre la realidad de nuestro tiempo.
Hace unos años, M airal iniciaba un fuerte debate acerca de la peligrosidad
de la teoría del contrato administrativo, tal como se la postula generalmente
entre nosotros.1 Su hipótesis quedó ampliamente corroborada en los hechos, que
le dieron la razón una y otra vez, cada vez con mayor contundencia como si ella
hubiera hecho falta. Tenía la más plena y absoluta razón. No hay en la actualidad
contrato administrativo que no sea peligroso para los derechos del contratista y
por ende instrumento de coacción y de corrupción, lo que tampoco se traduce desde

1
M airal , Héctor A., “De la peligrosidad o inutilidad de una teoría general del contrato admi-
nistrativo,” ED, 179:655.
P-64 ii. diálogos con agustín gordillo

luego en tutela del usuario y del consumidor, sino a la inversa, en pareja y mayor
desprotección.2 La historia se ha encargado de reforzar la tesis de M airal, por
si alguien se animara a abrigar dudas sobre la peligrosidad de la noción, que es
la peligrosidad a la que han llevado algunos cultores del derecho administrativo
que están siempre a favor del poder de turno, sin importar quién lo ejerza, pues
es con él que se hacen los negocios, no con los que están fuera del poder. Por eso es
que el contrato administrativo está además armado para favorecer los negociados
y la corrupción, la lisa y llana extorsión al particular como lo explica M airal en
el presente libro que tengo el honor de presentar.
Denuncias de corrupción hay muchas, estudios teóricos sobre la corrupción
también. Pero la originalidad de esta obra de M airal es señalar que más que un
“sistema paralelo” de corrupción, en realidad tenemos un sistema legal hecho
formal y expresamente para canalizar o favorecer la corrupción: No hay aquí
inocentes. Así como cuando el funcionario quiere cometer alguna irregularidad
primero dicta la nueva norma general que le hace luego “obligatoria” la conducta
que quería adoptar, escudándose ahora —en acto de suprema hipocresía— en
el principio de “legalidad,” así también las normas son proyectadas no para con-
trolar sino para impedir el control de la corrupción. La corrupción generalmente
se analiza a través de la mirada sobre sus culpables,3 pero como conocemos a
los corruptos y no les castigamos con la censura social que merecen, M airal va
mucho más allá en la identificación de las causas legales, estructurales, de la
corrupción y sus posibles remedios.
Para Mairal es el marco jurídico el que fomenta la corrupción, a pesar del dictado
de leyes generales de ética pública y de la suscripción de tratados internacionales
contra la corrupción.4 No por nada cuando se votó en el Congreso la Convención
Interamericana contra la Corrupción el borrador de la sesión taquigráfica señalaba:
“Risas en la sala.” Esas leyes y tratados anticorrupción no han logrado impedir en
el país que el derecho actúe independientemente como factor de corrupción, como
su mejor aliado.
A lo largo de su trabajo nos desgrana el análisis tan agudo como atinado de
cada uno de los factores legales que inciden directa o indirectamente sobre la
corrupción, pero además nos aporta diversos mecanismos de prevención que po-
2
M airal , Héctor A., “Los contratos administrativos, en el marco de la emergencia pública
argentina,” A lanis, Sebastián D. (coord.), El derecho administrativo de la emergencia, III, FDA,
2003, pp. 129-135; M airal , Héctor A., “La teoría del contrato administrativo a la luz de recientes
normativas,” AA.VV., El contrato Administrativo en la actualidad, Buenos Aires, La Ley, 2004.
3
En nuestro país hay solidaridad en dar comida a los más necesitados, pero no hay solidaridad
en pagar los impuestos correctamente y trabajar esforzadamente para el bien de todos. Tampoco hay
solidaridad en condenar públicamente a los corruptos: Mi artículo “Una celebración sin gloria,” LL,
Número Especial Supl. de Derecho Constitucional –150º “Aniversario de la Constitución nacional,”
abril de 2003, LL, pp. 13-24, 2003-C, 1091.
4
Recientemente se ha sancionado la ley 26.097 que ha aprobado la Convención de las Naciones
Unidas contra la Corrupción adoptada en Nueva York en el año 2003.

764
héctor mairal, las raíces legales de la corrupción P-65

drían establecerse en lo que denomina Ley de Moralización. En forma especial,


sugiere que “sería conveniente exigir que antes de aprobar todo proyecto de ley
o reglamento que regule una industria o sector de la actividad, o que de otra
manera cree oportunidades para que la corrupción actúe, se prepare un estudio
de su impacto moral, a fin de determinar el posible efecto de la nueva norma en
la lucha contra la corrupción.” Cualquiera podría pensar que esto es una salida
humorística, una boutade, pero no hay autor más serio que M airal: Ni un asomo
de ligera sonrisa anima su lectura cuando propone el estudio de impacto moral
de la legislación, antes de sancionarla.
Las causas legales de la corrupción son para M airal más neutrales desde el
punto de vista ideológico que las económicas y políticas, lo que permitiría gene-
rar un grado de coincidencia tal que posibilite un acuerdo político que supere
las diferencias partidarias, a menos que todos los partidos estén de acuerdo en
ejercer y perpetuar la corrupción pública, a menos que ya no tengamos futuro
como sociedad. Lo que está claro es que se puede ser corrupto desde la derecha,
el centro y la izquierda; se hace corrupción desde el neoliberalismo que hoy está
de moda denostar, y desde la intervención reguladora y dirigista de la economía
que hoy está de moda intentar hacer revivir; desde el gobierno y fuera de él. La
corrupción no hace asco a las ideas económicas ni políticas, todo es bueno a la
hora de hacer dinero inmoralmente, desde la cabeza en una escala descendente
en la cual nadie “saca los pies del plato.”
Es aquí donde la sociedad civil debe hacer un esfuerzo denodado de imponer a
la sociedad política un mínimo ético indispensable y M airal lo hace, proponiendo
múltiples ideas en este combate contra las causas legales de la corrupción. Es
también la misión que impusiera M airal a los abogados en cuanto a “enfatizar
continuamente el valor del Derecho. Cuando el Derecho está presente la corrup-
ción disminuye; cuando el Derecho desaparece surgen otros factores que inciden
en la decisión pública. La corrupción es el más importante de estos otros factores
[...] Este es el mensaje que podemos dar los abogados, mensaje que excede a un
determinado partido político y aún a un determinado sistema económico, porque
el Estado de Derecho es la única base sobre la cual se puede edificar un sistema
económico compatible con un régimen republicano de gobierno.”5 Tal mensaje no
debe perder de vista la advertencia que nos hiciera sobre la crisis del Estado de
Derecho que estamos viviendo,6 en el que la degradación del derecho constitucional
y administrativo produce graves consecuencias que afectan el funcionamiento

5
M airal , Héctor A., “El efecto de la crisis económica en el Derecho,” RAP, Doctrina Pública,
XXVI-2, pp. 239-245.
6
M airal , Héctor A., “La degradación del derecho público argentino,” Scheibler , Guillermo
(coord.), El derecho administrativo de la emergencia, IV, Buenos Aires, FDA, 2005, pp. 17-32.

765
P-66 ii. diálogos con agustín gordillo

básico de nuestro sistema económico y social, no ya solamente jurídico y político.7


Nuestra viabilidad en el mundo depende de que podamos superarla.
M airal toma así una posición de liderazgo por su significativa contribución en
la lucha contra la corrupción sistémica y endémica en la Argentina.8 Nos queda a
los argentinos que todavía sintamos vergüenza por la corrupción ajena, el deber
moral de leerlo y ponerlo en práctica en la medida de nuestras fuerzas.
Agustín Gordillo

7
En su momento dije que las palabras de M airal parecían todavía poco, era también la de-
gradación del tejido social y del aparato productivo, de la esperanza misma por momentos: “Una
celebración sin gloria,” op. cit.
8
Podemos medir sencillamente la magnitud que debe tener la lucha contra la corrupción en
base a la información que está a nuestro alcance. En el informe anual de 2004 de Transparency
International la República Argentina recibió una puntuación de 2,5 (puesto 109), según el Índice
de Percepción de la Corrupción 2004 (escala de 0 a 10) sobre un total de 146 países.

766
Prólogo a AA.VV. (director Agustín Gordillo), Editorial La Ley
El derecho administrativo de los últimos 75 años en la editorial La Ley, Bue-
nos Aires, La Ley, 2010
Por Agustín Gordillo,1 Daniela Aletti, Mercedes Aveldaño, Ana Pasqualini y
Leonardo Toia

Aunque presentamos aquí un resumen —extremadamente conciso— de los


últimos 75 años del derecho administrativo en la Editorial La Ley, es justo que
hagamos también un objetivo reconocimiento a lo que los precedió. El derecho
administrativo nació casi con el Estado mismo, como en todo el mundo.2 Ya en el
siglo XIX se libraron célebres debates en el Congreso de la Nación sobre puntos
aún hoy claves del derecho administrativo vigente,3 haciendo aplicable aquella
afirmación que “Si miramos lejos, es porque estamos parados sobre los hombros
de gigantes.”
En ese mismo siglo XIX se dictaron y comenzaron a aplicar las leyes de conce-
sión de servicios públicos, como la llamada Ley Mitre de ferrocarriles, y la vieja ley
de obras públicas, no por antigua y derogada menos importante en la formación
del derecho administrativo argentino a través de la jurisprudencia, que sobrevive
en las bibliotecas en la vieja Gaceta del Foro, que tanto hubimos de leer quienes
empezamos hace más años el estudio de esta disciplina.4 También sobreviven en
1
Como se verá, éste es un testimonio en gran medida subjetivo, pero la labor de las Doctrinas
Esenciales que aquí damos fue un auténtico trabajo en equipo, sobre todo de los distinguidos cola-
boradores del presente artículo.
2
Lo explicamos en el Tratado de Derecho Administrativo, t. 1, Parte General, 10ª ed., Buenos
Aires, FDA, 2009, p. II-1 y ss. Actualmente es el t. 1, 1ª ed., del ahora denominado Tratado de
derecho administrativo y obras selectas, Buenos Aires, FDA, 2013, http://gordillo.com/pdf_tomo1/
capituloII.pdf.
3
Recordados en su momento por Villegas Basavilbaso y M arienhoff, entre otros.
4
En nuestro caso, en 1958 tuvimos una beca de iniciación científica bajo la dirección de M anuel
M aría Diez , al mismo tiempo que cursábamos el primer año de la Docencia Libre en Derecho Ad-
ministrativo con R afael Bielsa y el quinto año de la carrera. En esa época de temprano trabajo de
investigación recopilamos todo el material de los primeros centenares de volúmenes de la CSJN,
y todas las leyes del Congreso de Paraná previo a su instalación en Buenos Aires. Ese material de
P-68 ii. diálogos con agustín gordillo

la colección de dictámenes de la Procuración del Tesoro de la Nación, el máximo


creador de nuestro derecho administrativo viviente. En cualquier caso y como
bien lo explicara M arienhoff hace más de seis décadas, el país tuvo su primera
obra en el libro publicado en el siglo XIX por Ferreyra, el primer Procurador
del Tesoro de la Nación argentina. La Procuración del Tesoro de la Nación fue
desde casi siempre la más alta autoridad en el país en asesoramiento al Poder
Ejecutivo nacional en materia de derecho administrativo, sin perjuicio claro está
de la jurisprudencia de los tribunales y en última instancia de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación.
Ese primer hito fundamental en el nacimiento de la disciplina fue evolucio-
nando a lo largo de los años, con la riquísima jurisprudencia administrativa y
judicial en materia de la interpretación y aplicación de las primeras y sabias
leyes patrias de derecho administrativo. Esa construcción se pierde de vista en
la actualidad, normalmente, porque el transcurso del tiempo y de la normativa
vigente hace a los más jóvenes en su dedicación a esta disciplina cada vez más
difícil acudir a las viejas fuentes. Quedan, sin embargo, como peldaños originales
sobre los que se sigue luego construyendo.
En la colección de más de trescientos tomos, frecuentemente de más de un
volumen, de los Fallos de la Corte Suprema de Justicia, se encuentra aún hoy la
más que cuantiosa y por supuesto valiosísima jurisprudencia de nuestra CSJN
incorporando al derecho argentino, conforme a la entonces —y aún hoy— indu-
bitada fuente norteamericana de nuestro derecho constitucional;5 aunque Juan
Carlos Cassagne la pone en duda, sosteniendo que la fuente es la constitución
monárquica de Cádiz de 1812 —el famoso “Viva la Pepa”— o, en distinta posición,
Bianchi recordando que en esa constitución monárquica, anulada en 1814, existe
un artículo que es fuente de la nuestra,6 que es republicana. Pareciera señalar,
aunque no lo dice expresamente, que una golondrina no hace verano.
En esos casi siempre magníficos fallos de la Corte se encuentra desde el inicio
referencia constante a la jurisprudencia de la Corte Suprema de los Estados
Unidos, con casos ya históricos que aún hoy están en la memoria colectiva de
los juristas argentinos, por ejemplo el famoso Munn v. Illinois y tantos otros.
Nuestra Corte Suprema, que sepamos, no ha recurrido nunca —en su siglo y
medio de existencia— a la Constitución de Cádiz ni al derecho medieval español
para fundar sus sentencias sobre la Constitución argentina. En otras palabras,
para nuestra Corte Suprema, desde su nacimiento hasta el presente, el origen y
nuestra tesis de 1959, que nunca publicamos, sirvió a muchas publicaciones ulteriores; en algunas
se hizo reconocimiento explícito de la fuente, como Graciela Reiriz; otras ...
5
Lo hemos recordado en múltiples lugares, entre ellos en nuestro Tratado de derecho adminis-
trativo, tomo 4, El procedimiento administrativo, 10ª ed., Buenos Aires, 2010, FDA, p. 39 y nota 4.
6
“Declinación y caída del control judicial de la Administración Pública,” Suplemento Extraor-
dinario Administrativo. 75° Aniversario, Buenos Aires, La Ley, 2010, p. 9 y ss., esp. 10/1, texto y
notas 4, 5 y 13.

768
agustín gordillo, derecho administrativo. doctrinas esenciales P-69

la influencia norteamericana fueron siempre indubitables en el derecho constitu-


cional viviente de nuestro país, como para la totalidad de los autores argentinos,
con la excepción mencionada.
En la primera mitad de la década del treinta se dictó el primer decreto regu-
lando el recurso jerárquico, que tantos lúcidos trabajos mereciera luego de Rafael
Bielsa, distinguidísimo autor de Editorial La Ley. Allí también la Procuración
del Tesoro de la Nación y la jurisprudencia judicial fueron puliendo las bases del
procedimiento administrativo argentino,7 y del derecho sustantivo.
Existía pues un notable acervo jurídico que publicar, y por eso apareció en
1936 el diario de la Editorial La Ley. Allí se repotencian los recientes 75 años
de derecho administrativo argentino y comparado, publicado sistemáticamente
en las diversas colecciones y revistas de la misma Editorial, siempre creciente,
ahora recogida y sumariada en la presente colección.
Por supuesto que las normas han cambiado, siguen y seguirán constante-
mente cambiando, pero también es cierto que los principios se van puliendo y
perfeccionando desde sus más remotos orígenes del derecho romano y del derecho
medieval inglés y del inmediato precedente del derecho constitucional y admi-
nistrativo norteamericano, como es el caso de la razonabilidad,8 que mereciera
en nuestro país el temprano y fundamental libro de Juan F rancisco Linares;
pasando luego por la jurisprudencia del Consejo de Estado de Francia cuyos
dos centenarios celebramos hace una década, y que tanto alimentara también a
nuestra doctrina y jurisprudencia administrativa y judicial y la creación cons-
tante de los tribunales argentinos y de la Procuración del Tesoro de la Nación.
La Revue de Droit Public que, donada por Pedro A berastury en el primer año
de vida de la Asociación Argentina de Derecho Administrativo, aún se encuentra
en su biblioteca, da cuenta de la influencia del Consejo de Estado de Francia en
nuestra disciplina de entonces.
Pero hay también autores como Cassagne que logran el enfático homenaje a
su “españolidad,” en palabras de Eduardo García de Enterría también publi-
cadas en La Ley.9 El panorama es pues extraordinariamente multifacético, con
la ineludible obligación para el lector: Pensar. Lo cual renueva el viejo criterio
7
Como tiene a bien recordarlo Tawil , Guido S., “A propósito del 75 aniversario de La Ley, su
influencia en nuestra especialidad y en el futuro del procedimiento administrativo,” en Suplemento
Extraordinario 75° Aniversario, op. cit., p. 88 y ss., esp. p. 93, notas 48 y 49, y en esta colección, t.
1, cap. 1, p. 105.
8
Su origen medieval inglés es reconocido: Delmas-M arty, M ireille, Towards a Truly Common
Law. Europe as a Laboratory for Legal Pluralism, Cambridge, Gran Bretaña, 1ª ed., 2002, y 2ª ed.,
s/d, p. 83; en igual sentido y de la misma autora francesa, Pour un droit commun, Paris, du Seuil,
1994; Sir William Dale, “The Use of Standards in the English legal system,” Revue de recherche-
juridique 4 (1998), pp. 887-94; ver también Bielsa , R afael , “Las reglas del derecho en la ley, en
la doctrina y en la jurisprudencia a propósito del «standard» jurídico,” LL, 1950-59, pp. 867-891.
9
García de Enterría , LL, 2010-A, 1303-06, que hemos incluido en el pantallazo bibliográfico de
la sección 1 de estas Doctrinas esenciales, t. 1, p. 369.

769
P-70 ii. diálogos con agustín gordillo

que alguna vez expusimos, que una obra vale, no por lo que dice, sino por las
reflexiones que evoca en la mente del lector.
En la primera mitad del siglo XX comienzan a aparecen por Editorial La Ley las
diversas ediciones del Derecho Administrativo de R afael Bielsa,10 posiblemente
el más grande constructor, en la doctrina, del tradicional derecho administra-
tivo argentino. A él se debe mucho de lo existente aún hoy en nuestro derecho
administrativo, sin olvidar las contribuciones que a lo largo de los años fueron
haciendo autores de la talla de Bullrich, Villegas Basavilbaso, M anuel M aría
Diez, F iorini, Linares, Bosch, Heredia, luego Presidente de la CSJN; Petracchi,
padre de quien también fuera Presidente de la CSJN y tantos otros.
De esa segunda gran etapa del derecho administrativo argentino cabe destacar
el caso de Petracchi, que en la década del 40 del siglo XX fuera Procurador del
Tesoro de la Nación y junto a quien trabajaran grandes maestros del derecho
administrativo argentino dentro de la Procuración del Tesoro de la Nación. Allí
estuvo Jorge T ristán Bosch durante muchos jóvenes pero intensos años, apor-
tando en esa etapa toda su creatividad y todo su conocimiento a la elaboración del
derecho administrativo argentino dentro del más alto órgano de asesoramiento
letrado de la administración: Las notas al pie de los dictámenes,11 indicando
quiénes participaron en su elaboración, son testimonio temprano de la creativa
y profunda labor de estos y otros juristas dentro de la PTN, desde aquella época.
Allí estuvo mi maestro R afael Castro Videla quien me enseñó desde 1961 en
adelante el derecho administrativo en su funcionamiento real y a quien ya rendí
homenaje en otro lugar; M aría Isabel A zaretto, Werner Goldsmidt, que me
enseñaron cada uno su visión de la filosofía jurídica en su aplicación al derecho
administrativo que se construía día a día en ese organismo.
Pasaron también por allí, entre otros, Jorge A lberto Sáenz, cuyas calidades
intelectuales eximen de todo comentario, que por supuesto aportaron todos
constantes y sólidos peldaños en una infinita construcción y reconstrucción. Sin
olvidar, desde luego, los distinguidísimos juristas que desempeñaron el cargo de
Procurador del Tesoro de la Nación en su más que centenaria historia, y que la
galería de fotos de la sala de espera de la PTN honra con elocuente homenaje.
Tal es el verdadero sustento del derecho administrativo argentino. Vinieron
desde el pasado, también, aportes crecientes de algunos de los juristas menciona-
dos, y antes entraron en escena las obras de M anuel M aría Diez, a quien —como
adjunto desde 1960 de su cátedra en la UBA— dediqué mi primer libro, en 1962,12
por su generoso, constante e indeclinable apoyo a las vocaciones docentes y de
10
Con los brillantes comentarios bibliográficos que le hiciera Jorge T ristán Bosch, que se incluyen
en la colección mencionada, t. 1, sección 1, p. 307.
11
Algo así como las “escaleritas” de la jerga burocrática de aquellos tiempos.
12
Introducción al derecho administrativo, Buenos Aires, Perrot, 1962, a reimprimirse en el tomo
5, Primeras obras, del Tratado de derecho administrativo y obras selectas.

770
agustín gordillo, derecho administrativo. doctrinas esenciales P-71

investigación, ejemplo que siempre he tratado de emular. Por su cátedra pasaron


autores de la talla de Miguel S. M arienhoff,13 Jorge T ristán Bosch, Héctor
M airal, Jorge Sáenz, Juan Carlos Cassagne, Graciela Reiriz, Héctor Herraiz y
tantos otros distinguidos juristas de nuestra historia del derecho administrativo
argentino, todos inolvidables por su multiplicidad de aportes.
Por ser parte de una historia ya demasiado lejana para algunos que no han
tenido el privilegio de algo más de un largo medio siglo dedicado a la especialidad,14
se hacía necesario plasmar toda esa evolución, no en una secuencia lineal que
hubiera carecido de sentido salvo para los muy especialistas, pues todos quienes
se dedican desde antaño a la especialidad la conocen de todos modos, sino en
una publicación conjunta y sistemática, ordenada temáticamente, de todo aquello
que reviste hoy actualidad y que apareció en las publicaciones de la Editorial
LA LEY en sus primeros 75 años de vida. He sido observador cercano y actor en
los últimos 52 de aquellos 75 años, lo cual me autoriza a dar testimonio de ese
pasado ya por pocos recordado.
Ese no es el objetivo central de esta colección, sino hacer desde esa perspec-
tiva cercana un sumario de toda esa extraordinaria producción, lo cual fue un
trabajo en equipo donde la tarea más distinguida y esforzada les correspondió a
Daniela A letti, Mercedes Aveldaño, A na Pasqualini y Leonardo Toia, que en
incansables meses de ímprobo trabajo rescataron alrededor de cuatro mil trabajos
aparecidos en la editorial La Ley en sus 75 años, abarcando más de veinte mil
páginas publicadas, lista que se incluye completa en el tomo V de esta colección
para referencia de los que deseen bucear más profundamente en la evolución del
derecho administrativo argentino en estos últimos 75 años. La totalidad de ese
material hubiera llevado varias decenas de volúmenes, magnitud claramente
fuera de proporción en relación a las demás colecciones de las Doctrinas Esen-
ciales de la Editorial La Ley. Por eso debimos incluir en el t. V sólo el listado del
total de los trabajos reseñados, pero en cambio publicar en los primeros cuatro
volúmenes de esta colección apenas un puñado de todo ese riquísimo material.
Para que el lector tenga una idea aproximada de la magnitud de la tarea, se hizo
una clasificación de los aproximadamente cuatro mil trabajos según su posible
grado de interés actual, del O al 4, pensando que tal vez el 3 y 4 podrían ser la
base de la colección. Pero al sacar las primeras cuentas, vimos que sólo el nivel 4
más que duplicaba el número de páginas contemplado por la Editorial. Efectuada
la pertinente consulta, hubimos de inventar un nivel 5 para poder acercarnos
a la cantidad programada, y aún así hubo que hacer ajustes finales, tal es la
13
Que a su vez recordara su medio siglo de enseñanza y creación del derecho administrativo
argentino en “A cincuenta años de mi primera clase como profesor de Derecho Administrativo. Valor
docente y aportes para la teoría del derecho público. Universidades y Academias Nacionales: Misión
de ambas,” en DJ, 1991-1, 957.
14
Ver supra, nota 4. Luego, en 1960, fui designado profesor adjunto interino ad honorem de la
cátedra del Dr. Diez.

771
P-72 ii. diálogos con agustín gordillo

cantidad de material publicado en La Ley a través de sus primeros 75 años de


fértil y fructífera existencia, en todo lo que hace al derecho administrativo o es
de interés para él.
Ante la imposibilidad de publicar todo aquel material recopilado, se evitó
minimizar la posible duplicación de trabajos publicados en otras colecciones ac-
tuales de la misma editorial, sean los Anales de la Academia, las colecciones de
jurisprudencia y doctrina de derecho administrativo, las colecciones de Doctrinas
esenciales en otras disciplinas, donde siempre aparecieron trabajos de derecho
administrativo; en alguno que otro caso nos hemos duplicado, pero la regla ge-
neral fue evitar hacerlo.
Hubo también que excluir muchos trabajos no estrictamente de derecho ad-
ministrativo pero que son importantes para el derecho administrativo, pero al
menos se dejaron algunos de los de teoría general del derecho que hacen a la
base metodológica del derecho administrativo, según distintas vertientes: Cossio,
Carrió, etc., o a la base constitucional y política, como Lorenzetti, Z affaroni,
Gordillo, etc.
Como con todas esas exclusiones e inclusiones aún nos excedíamos de las
previsiones de la Editorial La Ley, fue entonces necesario recurrir directamente
a medidas heroicas, como la dolorosa omisión, que ha sido traumática para el
director, de trabajos de Bielsa, Waline, De L aubadère, Genaro Carrió, H ans
K elsen, Carlos Cossio, Werner Goldschmidt, Spota, Nerva, P róculo, Bielsa
comentado a Gaston Jèze (dos verdaderos titanes); Morello, Sabsay, Valls,
Mosset Iturraspe, mi amigo Gordon A nthony,15 Stiglitz, Spota, Tau A nzoátegui,
Vanossi, Dromi, Vidal Perdomo, tantos otros, que fueron quedando a la vera del
cada vez más estrecho camino que tuvimos que recorrer.
Otra difícil decisión que hubimos de tomar fue no incorporar sino muy pocos
de los trabajos relativos a temas realmente puntuales, buscando solamente
aquellos de especial trascendencia actual. Decisión cuestionable, a no dudarlo,
pues nos encontramos dentro del campo de quienes consideran que el derecho
es una ciencia de problemas singulares y concretos: Pero como ésta no es una
opinión compartida por todos, y que muchos lectores prefieren las doctrinas más
generales, hemos optado por honrar también ese criterio, excluyendo más de un

15
Recordamos con Gordon A nthony a nuestro común amigo Spyridon F logaitis, que prologara
las ediciones francesa, inglesa y castellana de nuestra Introducción al Derecho. Hacemos con ello,
también, un sentido homenaje al European Group of Public Law/ Groupe Européen de Droit Public,
que tenemos el honor de integrar, como así también a la Honorary Board de la European Academy
of Public Law y la Administrative Court de la European Public Law Organization, que también
integramos. Sin perjuicio, claro está, de otros tribunales administrativos internacionales que hemos
tenido el honor de integrar en el pasado.

772
agustín gordillo, derecho administrativo. doctrinas esenciales P-73

centenar de nuestras propias notas a fallo,16 y algunos trabajos nuestros más que
quizás sean historia, pero no ya derecho viviente en el país.17
De todas maneras han quedado dentro de la colección notas a fallo de autores
como Bielsa, F iorini, Barra, Pérez Hualde, Corti, Bianchi, Tawil, García P u-
llés, Gelli, Cassagne, Cárdenas, Botassi, Monti, Mertehikian, Rejtman Farah,
Ugolini, Daniele, Sarciat, M abromata, Gallardo, D’A rgenio, Caplan y también
nuestras y de algunos jóvenes autores que hemos querido destacar por ese motivo,
por la importancia del tema y por la jerarquía intelectual de su tarea. Es que
haber dirigido desde su inicio y durante tantos ininterrumpidos años lo que se
llamó en un primer tiempo Suplemento de Jurisprudencia de Derecho Adminis-
trativo me ha hecho siempre privilegiar en la publicación las notas a fallo, por
considerarlas de mayor interés para el suscriptor, y no puedo ahora abandonar
totalmente tal forma de ver el derecho.
Se hizo además necesario buscar una selección que tuviera atractivo para
el lector contemporáneo, lo que implicó sacrificar mucho de lo muy excelente
publicado a través del tiempo. Así por ejemplo el tema de las retenciones a las
exportaciones, que recibe un tratamiento distinto a partir del 24 de agosto de
2010, nos pareció que si bien ello no tornaba menos interesantes los trabajos
publicados con anterioridad a esa fecha, los hacía de menor vigencia y tampoco
quedaban como trabajos clásicos pues la realidad normativa ha cambiado muy
fuertemente el 24 de agosto de 2010;18 lo mismo ha ocurrido con otros temas.
Por supuesto, los especialistas tendrán a bien investigar y comparar también
el material histórico no incorporado en esta cuidadosa pero casi extrema selec-
ción: Por eso se incluye en el tomo V de la colección el listado completo de los
aproximadamente cuatro mil trabajos reseñados, más completo que el fichero de
biblioteca alguna, porque mis jóvenes y brillantes colegas recorrieron muchas
para encontrarlos, con harta perseverancia y sacrificio por los cuales todos les

16
El primer centenar, luego discontinuado, fue publicado como Cien notas de Agustín, Buenos
Aires, FDA, 2009, y por ello la editorial dejó librado a nuestro criterio incluir o no ese material.
Hemos dejado solamente las notas referidas a fallos que en su momento consideramos muy funda-
mentales y hemos omitido en su totalidad las notas nuestras firmadas como A.G., la casi totalidad
de las firmadas como Agustín, etc.
17
Los que quieran tener una versión más completa de nuestra producción en La Ley y fuera de
ella deberán esperar al Tratado de Derecho administrativo y Obras Selectas, en doce volúmenes,
en elaboración para la misma editorial. Pero incluso allí no pudimos poner todo, y por eso el título
original de Tratado de derecho administrativo y Obras Completas que nos fuera propuesto por la
editorial hubo de modificarse el calificativo originario de “Completas” y poner en su lugar Selectas.
La lista realmente completa se encuentra en http://www.gordillo.com/Autor.htm
18
La decisión ha sido también muy difícil, porque no cabe duda alguna que a partir de ahora se
publicarán muchas notas al respecto, las que tendrán como referencia obligada los trabajos espe-
cíficos a publicados en La Ley antes de 2010, que aquí omitimos. Pero los autores que a partir de
ahora encaren el tema tendrán al menos, en el listado completo de los cuatro mil trabajos en el tomo
V de esta colección, todo lo publicado en La Ley sobre retenciones antes de ahora. Esta colección les
servirá pues a ellos también, a pesar de las omisiones en la selección.

773
P-74 ii. diálogos con agustín gordillo

quedamos en deuda. Pero el abogado que ejerce en el derecho administrativo,


sea en la justicia, la administración, las empresas o la profesión, requería un
documento más ágil, que presentara un alto grado de selección, por razones que
no van en detrimento de la calidad de los trabajos excluidos, sino tan sólo por su
interés actual a juicio del director de la colección, pero con el brillante trabajo
en equipo de los cuatro coautores de esta magna tarea.
Cedo ahora la palabra a mis colegas en esta tarea, quienes dicen, empecemos
por el final: De nuestro derecho público, lo mejor. El pasado, presente y futuro
se encuentra en esta obra.
Desde la agudeza de Bielsa, pasando por Bosch, Carrió, Linares, M arienhoff,
Fiorini, Diez, hasta nuestros más destacados autores actuales nos presentan, con
su pluralidad de enfoques, el panorama viviente de nuestro derecho administra-
tivo, en todos sus aspectos. Hemos privilegiado a autores de pensamiento muy
diverso, que no suscribirían por ejemplo las primeras páginas de esta nota, pero
que tienen entonces el mayor número de doctrinas incorporadas a esta colección,
para que se vea bien clara la diversidad del derecho administrativo argentino y
la multiplicidad de enfoques que lo distinguen: A veces francamente opuestos,
otras proteicos como la realidad misma, a veces claros, otras no.19 Nuestro deber
irrenunciable ha sido dar cabida, aquí también y como es norma de la Editorial, a
todos aquellos criterios y puntos de vista que se publicaron en sus páginas, desde
los más diversos enfoques y estilos literarios. La colección de Derecho Adminis-
trativo. Doctrinas esenciales no podía ser completa, por lo explicado en cuanto al
espacio, pero al menos se trató que la selección, si bien confesadamente extrema,
al menos fuera representativa de la rica variedad que siempre ha caracterizado
a las revistas de la Editorial.
La tarea de componer estas Doctrinas Esenciales nos ha llevado a un esfuerzo
casi imposible pero finalmente concretado: Primero, recopilar todo el material
que publicó esta Editorial a lo largo de sus 75 años y a lo ancho de sus vastas y
múltiples revistas y suplementos, en distintas bibliotecas. Hemos dado así con
piezas memorables de nuestra disciplina que el silencioso transcurso del tiempo
había pasado al olvido de muchos. Trabajos aún hoy sumamente actuales, fruto
de la reflexión y el análisis, que serían difíciles de hallar si no fuera por esta
publicación.
De esta manera, la obra nos permitió, por un lado, recuperar el muy valioso
material que atesora La Ley en sus múltiples publicaciones, y por otro, elaborar
un índice completo con todos los trabajos publicados por la Editorial en nuestra
19
¿Por qué incluir trabajos que no reputamos claros? Pues simplemente porque gozan de prestigio
en nuestro medio, quizás por su misma inaccesibilidad, que les hacer presentar una apariencia de
complejidad que en verdad no tiene el asunto. Decía Boileau en el siglo XVII: «Ce que l’on conçoit
bien s’énonce clairement / Et les mots pour le dire arrivent aisément» (L’art poétique, canto I.) Lo
oscuro algunos lo reputan sublime, otros simplemente oscuro. Demos pues lugar a los dos gustos.

774
agustín gordillo, derecho administrativo. doctrinas esenciales P-75

disciplina, o que son de interés para ella. Su objeto es la utilidad que debe re-
presentar para su consulta diaria y también para el estudio y la investigación.
Confiamos que el Derecho Administrativo. Doctrinas esenciales no descansa-
rá cerrado, elegantemente, en una biblioteca sino que será una obra viviente,
interactiva y de consulta obligada para el abogado litigante, el académico, el
funcionario, el magistrado y todo aquél que quiera acudir a los trabajos más
selectos de nuestro derecho administrativo; con un listado adicional del total de
lo publicado en estos 75 años de la Editorial La Ley.
Las horas oscuras de nuestras instituciones no pueden, por supuesto, pasarse
por alto, pero tampoco cabe detenerse demasiado en ellas; son parte de una histo-
ria superada aunque luego nuevos esfuerzos hegemónicos y autoritarios parecen
querer revividas bajo distinto ropaje. En ese sentido cabe recordar el debate “Gor-
dillo - Campolieti ”20 y las inteligentes reflexiones de M iljiker y otros.21 También
el más reciente trabajo del primero en un paneo histórico sobre el mismo tema
denominado “Cuarenta y cuatro años continuos de Ley en la Argentina, desde
1966 hasta el presente.” (Aquí incluido en el tomo 1, pp. 299-305.)
Ese debate subsiste, pero se le agrega el creciente hiper-presidencialismo,
donde trabajos luminosos como los de Z affaroni y Rizzo, M airal, Pérez Hualde,
Gelli, Gordillo, Rejtman Farah, Eliaschev, García Sanz, Campolieti, Oroz y
tantos otros más, son todos de urgente actualidad: Ellos también se encuentran
presentes en esta colección.
El Estado de Derecho constituye un hilo conductor hoy nuevamente fundamen-
tal: Carrió, Lorenzetti, Zaffaroni, Gordillo, muchos otros. Pensar, repensar una
y otra vez, como un imperativo republicano, las reflexiones que en 1956 realizaba
Bosch en “Lo contencioso administrativo y la Constitución nacional,” Linares en
el año 1959 en “Lo contencioso administrativo en la justicia nacional federal,”
F iorini en el mismo año con “La crisis del contenciosoadministrativo” y en 1973
con “Inexistencia de las reservas del poder administrador.”
Tampoco puede omitirse la lectura de los aportes de M airal, Hutchinson,
Cassagne, Barra, Bianchi, Comadira, entre muchos otros. Sin obviar los que,
simbióticamente, se complementan con la presente: El Tratado de Derecho Admi-
nistrativo y Obras Selectas, del director de esta colección que ahora presentamos,
a ser también editado por La Ley.

20
Gordillo, Agustín y Campolieti, F ederico, “Un debate epistolar y generacional,” LL, 2006-F,
892.
21
M iljiker, M aría Eva, “¿Ley 19.549 o Decreto-Ley 19.549/72? Un debate lingüístico y filosófico,”
en LL, 2007-A, 777. Ver también, en otra publicación, Yacovino, Cecilia , “Discurso y realidad: otra
mirada sobre el debate Gordillo-Campolieti,” en Res Publica Argentina, RPA 2007-1: 83-92, Buenos
Aires, RAP, 2007; Diana , Nicolás, “La fuerza de las palabras o las palabras de la fuerza,” RPA,
2007-1:90. Hemos vuelto sobre el tema con un uso emotivo del lenguaje, ante el fracaso relativo de
las argumentaciones racionales, en el trabajo que se incluye en el tomo 1 de esta colección, p. 299.

775
P-76 ii. diálogos con agustín gordillo

En el ordenamiento final de la selección efectuada creamos una categoría gene-


ral, introductoria, sobre la producción jurídico-administrativa en los 75 años de la
Editorial La Ley, donde incorporamos no sólo algunos trabajos que se refieren a
la totalidad o grandes partes de ese período, sino también notas bibliográficas de
obras señeras en su momento, o notas contemporáneas muy ilustrativas, o notas
puntuales sobre determinados momentos que consideramos han sido definitorios
del proceso. Pensamos que así se podría dar un primer pantallazo somero de
todo el período cubierto.
Introdujimos luego, fieles a nuestra forma de entender el derecho, un capítulo
referente al caso, con comentarios tanto filosóficos (Cossio, Linares, Russo) como
empíricos (Barra, Daniele, D’argenio) y procesales. (García P ullés, Gozaíni.)
Pusimos un capítulo con “Principios del Pasado,” no con el sentido del Tratado
de Derecho Administrativo, sino con el criterio que hay cuestiones que parecen
haberse olvidado en el pasado reciente pero que quizás puedan volver (Villegas
Basavilbaso, Bielsa , L inares, F iorini, Cassagne.) Hay allí también trabajos
de muchísima actualidad, mostrando la agonía de instituciones que creíamos
vigentes, pero no sabemos si sobrevivirán en el conocimiento colectivo. (Vega.)
Hemos hecho un capítulo sobre la emergencia aún declarada, esperando que
pueda transformarse en realidad lo postulado por Lorenzetti: “Nunca más,” pero
sin olvidar que García Sanz, como otros, ya predicen la próxima emergencia que
se está gestando ahora, en épocas de aparente bonanza. Padilla, Gordillo, Pérez
Hualde, Monti, Botassi, M abromata, García Sanz, no son sino algunos de los que
han contribuido, a veces desde múltiples ángulos, sobre el tema.
Pusimos un pequeñísimo capítulo sobre los principios generales (Bielsa, H au-
riou), para destacar cuán poco se los tiene en cuenta en nuestro funcionamiento
normativista. Los principios, para algunos, pareciera ser lo de menos. Para otros,
son lo más importante que tiene el derecho, desde el derecho romano a la actua-
lidad. Nos remitimos a la fuente indicada en la nota 8 y sus propias referencias.
Los derechos y garantías sociales, tan presentes y mutables en nuestra reali-
dad, han tenido su puntual tratamiento (F iorini, Barra, Daniele, D’A rgenio), lo
mismo que el ambiente (M airal, Tawil, García P ullés, Cassagne, Hutchinson,
Sarciat, Sabsay y otros). Temas ambos de indiscutida vigencia en nuestro tiempo.
Los debates sobre la función administrativa en la hora actual seguramente
no dejarán de llamar la atención del lector con inquietud por diseñar una nueva
administración pública, participativa, transparente, etc. Las lúcidas ideas de
D’A rgenio y Scheibler constituyen aportes invalorables para redefinir el rol de
la administración en el futuro y sus funciones.
Pero junto a lo novedoso, también se tratan los aspectos clásicos, como ser
la discrecionalidad administrativa. Contamos en este punto con los múltiples

776
agustín gordillo, derecho administrativo. doctrinas esenciales P-77

aportes de Cassagne,22 siempre ricos en derecho y doctrina comparada23 y por


su parte Grecco, Sarciat y Beltrán Gambier nos brindan su punto de vista en
relación a los “conceptos jurídicos indeterminados.”
Han recibido en esta obra poca atención cuantitativa temas clásicos como la
organización administrativa (centralización, descentralización, desconcentra-
ción), la función pública. Es el espacio... Pero los trabajos elegidos siguen siendo
fundamentales, en sus diversas ópticas: Bielsa, Linares, F iorini, Levene (h.),
Caballero, M airal, Cassagne, Barra, Grecco, Sarciat.
Las fuentes del derecho y la práctica administrativa, aspectos centrales que no
pueden estar ausentes en la obra para comprender la real vigencia del principio
de legalidad, no son ajenas a esta colección. La situación actual de nuestro país
frente a los órganos supranacionales24 y al orden jurídico mundial,25 tampoco
dejó de ser abarcada, ni puede dejar de serlo en cualquier obra que quiera mere-
cer la calificación de fundamental, básica, esencial.26 El trabajo de Botassi27 es
cabal muestra de ello, recordando a otros que hicieron el mismo camino que él
profundiza; simultáneamente, se publicaron en el Suplemento Extraordinario.
Administrativo. 75° Aniversario, trabajos de Guglielmino, Bohoslavsky, Schei-
bler , Caputi, Salvatelli, entre otros más.28

Las fuentes del derecho han recibido especial atención, a partir de las fuentes
supranacionales,29 siguiendo por las nacionales (Constitución, Ley, reglamentos,
actos y contratos administrativos en general y en particular, con una riquísima
bibliografía) y algunos otros grandes temas puntuales de ayer, hoy y mañana,
como los servicios públicos y su regulación y control. Se destacan los trabajos
22
Quédese el lector tranquilo, la pluralidad de opiniones ha sido guía fundamental de nuestra
selección.
23
Recientemente, más focalizado en el derecho español, tanto clásico como contemporáneo, como
lo destaca Eduardo García de Enterría en su nota bibliográfica a su más reciente libro en editorial
española, aquí también incorporado en el t. I, p. 369.
24
Claudio L ozer , “La Argentina puede ser sancionada en el FMI,” Ámbito Financiero, 8 de
septiembre de 2010, p. 5. Hay elementos de juicio que indican lo contrario, pero lo cierto es que
estamos en la mira de los países que integramos en el grupo de los 20. Algún día tendremos que
sincerar las estadísticas.
25
Al cual hizo referencia en diferentes lugares, entre ellos en el Tratado de derecho adminis-
trativo, tomo 2, La defensa del usuario y del administrado, 9ª ed., Buenos Aires, FDA, 2009, cap.
XXII, “Hacia la unidad del orden jurídico mundial.”
26
Vocablo susceptible de diversos usos. La utilizada aquí, obviamente no es la originaria de
Aristóteles, como se explica en el Tratado de derecho administrativo, tomo 1, Parte general, 10•
edición, Buenos Aires, Fundación de Derecho Administrativo, 2010, cap. I, punto 5.5, p. I-19, y en
Introducción al Derecho, La Ley, Buenos Aires, 2007, p. 87 y sus referencias, y también en www.
gordillo.com.
27
“Derecho administrativo supranacional,” La Ley, Suplemento Extraordinario Administrativo.
75 Aniversario, op. cit., pp. 102-114.
28
Quizás el primero en tomar un camino categórico en este sentido sea el de Gordillo, “La supra-
nacionalidad operativa de los derechos humanos en el derecho interno,” LL, 1993-A, 1115, reproducido
en Derecho Constitucional. Doctrinas esenciales, Buenos Aires, La Ley, 2008, tomo I, pp. 61-73.
29
Ver nota precedente.

777
P-78 ii. diálogos con agustín gordillo

de Z affaroni y Rizzo, Bielsa, M arienhoff, Ymaz Cossio, Oyhanarte, M airal,


Cassagne, Tawil, Balbín, Pérez Hualde, Barra, Botassi, Farrando, Comadira,
Rejtman Farah, Monti, Vega, y otros, distribuidos en distintos temas.
La teoría del acto administrativo es abordada asimismo por autores que ga-
rantizan la excelencia y prestigian cualquier obra, aún en la divergencia o qui-
zás más aún por ella. Por nombrar algunos de ellos en esta colección: Heredia,
Linares, Bosch, M arienhoff, Fiorini, M airal, Cassagne, Hutchinson, Tawil, etc.
En cuanto a las contrataciones administrativas, las cuestiones clásicas y las
novedosas, como ser la relativa al arbitraje internacional y la emergencia públi-
ca, son tratadas con notable profundidad. Lorenzetti, M airal, Cassagne, Tawil,
Corti, Casás, Cárdenas, Gelli, Pérez Hualde, Bianchi, Botassi, Rejtman Farah,
Guglielmino, M abromata, Mertehikian, son sólo parte de los autores de los cali-
ficados trabajos que se incluyen en distintos capítulos de la obra, pues todos son
multifacéticos en su temática. El lector deberá repasar siempre los índices del
tomo V de esta colección, para no encontrar omisiones donde en realidad no las
hay, sino dudas en cuanto a su mejor ubicación.
Los servicios públicos tienen asimismo tratamiento de sus diversos aspectos.
Primero, con un enfoque sobre cuestiones generales y luego con el estudio de los
servicios en particular. Cabe mencionar aquí el trabajo de Gordillo publicado en
1962 en La Ley (“Reestructuración del concepto y régimen jurídico del servicio
público”) y luego, en el año 1995 “La interpretación restrictiva de concesiones
y privilegios,” aplicando la clásica —y vigente— jurisprudencia constitucional
argentina, inspirada en la norteamericana. Como asimismo las reflexiones de
Tawil en “Servicio público: ¿eficacia o desgobierno? (A propósito de privilegios,
tarifas, atención al público y otros problemas presentes en la reforma del Estado.)”
El tema del procedimiento administrativo atraerá, pues es tan extenso como
rico en contenido (Linares, F iorini, Grau, Morello, Cassagne, Tawil, Grecco y
otros), tal como lo explica Tawil en el trabajo que honra estas Doctrinas Esenciales
en las pp. 105-128. Pero un lugar más predominante aún ha sido reservado al
proceso judicial (Carrió, F iorini, Linares, Bidart Campos, Gelli, Pérez Hualde,
Tawil, Botassi, Bianchi, Hutchinson, Cassagne, Cárdenas, Comadira, Gambier,
Daniele, Balbín, Jeanneret De Pérez Cortés, García P ullés, Barra, Rejtman
Farah, A rias, Miljiker, D’A rgenio, Bruno dos Santos, etc.), con especial refe-
rencia a los procesos colectivos, el nuevo concepto de caso, el amparo, las medi-
das cautelares innovativas, autónomas, autosatisfactivas, etc. y las astreintes
personales a los funcionarios de la administración,30 entre tantos temas más de
30
Que Guglielmino como juez de primera instancia declarara de rango constitucional, y que la
CSJN aplicara en el caso Mendoza, lo que lleva a que el juez federal de Quilmes haya aplicado en
la actualidad importantes multas personales a un Secretario de Estado nacional por el tema de la
cuenca del Riachuelo. La constante desobediencia a los mandatos judiciales tiene su claro remedio,
como bien lo practica en La Plata el juez A rias, que se ocupa personalmente de hacer cumplir sus

778
agustín gordillo, derecho administrativo. doctrinas esenciales P-79

candente actualidad. En el proceso hemos dado preferencia a quienes desde el


ámbito judicial efectivamente hacen o hicieron el derecho argentino; por nombrar
sólo algunos, Carrió, Lorenzetti, Z affaroni, Daniele, Muñoz, Grecco, Gauna,
Balbín, tantos más. Pero tampoco están ausentes los protagonistas más polémi-
cos de la judicatura, como Luis A rias y otros, en distintas partes de la colección.
También hemos dado lugar fundamental al arbitraje internacional y sus re-
percusiones nacionales, más la responsabilidad del Estado y el dominio público.
La responsabilidad del Estado es abordada de manera detallada,31 de allí la uti-
lidad de su consulta. No podían tampoco faltar, aunque fuera muy brevemente,
materias tales como el dominio público y privado del Estado; la expropiación y
las servidumbres administrativas; la función pública, el enriquecimiento ilícito
de los funcionarios públicos, la corrupción administrativa. El ambiente, los con-
sumidores, el acceso a la información, la transparencia y la participación social,
entre otros, también resultaron abarcados y a esta altura el lector ya apreciará
que este trabajo fue sumamente ambicioso.
Las Doctrinas esenciales han resultado para nosotros un increíble desafío,
pues: ¿El lector se imagina que fueron relevados todos los tomos de la revista
La Ley desde su volumen Nº l y todas las distintas publicaciones y suplementos
especializados de esta editorial? Esto implicó, necesariamente, revisar cuidado-
samente los trabajos impresos que hasta este momento no habían sido guardados
digitalmente. La investigación se desplegó y extendió en toda la Editorial, a lo
largo y a lo ancho de sus 75 años.
Así, durante meses hemos recorrido sus extensas bibliotecas. Hemos combatido
al olvido y abierto el juego, transformando además esa búsqueda en una obra
actual, de consulta rápida, eficaz, de suma utilidad, con los más destacados y
prestigiosos pensadores de nuestro derecho administrativo.
Les invitamos a recorrer el camino de los últimos 75 años del derecho admi-
nistrativo, al compás de las distintas visiones y estilos de sus más connotados
autores, en el deseo que el lector disfrute este dialéctico encuentro de voces clási-
cas y nuevas, tradicionales y audaces que hacen de este Derecho administrativo.
Doctrinas esenciales una obra única de consulta obligada.
No podemos dejar de destacar que estas Doctrinas Esenciales se encuentran
en sintonía con el Tratado de Derecho Administrativo y Obras Selectas de
Agustín Gordillo, a publicarse por la misma Editorial. Se trata de dos obras
que interactúan entre sí, complementándose en función de su contenido. No hay
coincidencia de sus índices, pero sí consistencia temática, aunque en las Doctri-
sentencias, como también lo hacía Guglielmino cuando fuera juez de primera instancia, antes de
pasar a desempeñarse en la Procuración del Tesoro de la Nación.
31
A pesar de la posición algo escéptica del director, recordada por Bruno dos Santos y cálida y
afectuosamente retrucada por A lejandra Villasur , en sólidos trabajos por supuesto incorporados
a esta colección.

779
P-80 ii. diálogos con agustín gordillo

nas Esenciales la clasificación final se ha amoldado al contenido seleccionado,


buscando que cualquiera sea la obra de base que se tome para complementarla
con estas Doctrinas Esenciales, el criterio clasificatorio aquí empleado pueda ser
fácilmente comprensible por todos.
Se podrá cuestionar —por cierto— tanto la forma de selección, que admitimos
desde ya como fruto del inevitable ajuste en menos hasta lograr el resultado cuan-
titativamente deseado, como el ordenamiento, que ha sido dado en función del
resultado del trabajo seleccionado y no cómo camisa de fuerza previa en la cual
encajar el resto: Elegimos los trabajos, no los temas, y entonces el ordenamiento
temático es ex post a la selección, no ex ante y fue constantemente reelaborado, en
su fase final por el director de la publicación, en la búsqueda del mejor equilibrio
posible dentro de la limitación cuantitativa. Casi todos los trabajos son suscepti-
bles de ser encuadrados en más de un tema; lo intentamos, pero resultó confuso,
y preferimos en cambio privilegiar alguno de sus aspectos para encuadrarlo en
tal o cual tema, sin perjuicio que quepa también considerarlos para varios temas
más, tarea que queda ya para el lector pero que no le será difícil de resolver, con
sólo leer detenidamente los índices del tomo V, para completar por su cuenta lo
mucho —muchísimo— que aquí falta. Compare el lector los trescientos trabajos
a que hubimos de limitarnos cuantitativamente con los aproximadamente cuatro
mil detectados y se dará cuenta de la casi imposibilidad de la tarea: El trabajo
en equipo de los firmantes deberá ser completado con la ampliación que el lector
debe necesariamente hacer, yendo de esta lista parcial reproducida en los cuatro
primeros tomos, hacia la lista total enumerada en el tomo V o viceversa. La lectura
inicial de los diversos índices, y su comparación, será un acicate intelectual para
empezar a aprehender esos 75 años de historia y derecho argentinos.
También es legítimamente cuestionable el orden de los temas, el orden de los
trabajos dentro de cada tema, el significado que cada decisión supone en cada
caso, pero no debe quedarle al lector duda alguna en cuanto al esfuerzo, cuidado
y dedicación que se ha puesto en la recopilación de los aproximadamente cuatro
mil artículos reseñados, y luego en su selección, buscando aquello que pueda
interesar al más atento lector contemporáneo. El amable lector deberá comparar
en el tomo V de esta obra el listado total de los trabajos encontrados, frente a
nuestro criterio de selección y ordenamiento, lo que nos brinda al menos la tran-
quilidad de conciencia de no haber consignado ninguno al olvido: Allí están todos,
para los que se interesen en bucear más y mejor en el derecho administrativo de
los últimos tres cuartos de siglo de la Editorial La Ley. El lector debe consultar
detenidamente ese listado total, pues se sorprenderá de cuánto de calidad no ha
podido ser incluido en los cuatro primeros tomos: Waline, De L aubadère, Bielsa,
H ans K elsen, Genaro Carrió, son una palidísima expresión de lo excluido por
razones de espacio. Por ello esta colección es, apenas, un estímulo para que el

780
agustín gordillo, derecho administrativo. doctrinas esenciales P-81

lector continúe la investigación que quedó trunca por la magnitud de todo lo que
existe publicado como artículo o nota a fallo en la Editorial La Ley, sin contar
las extensas bibliotecas de libros que han sido producidas en nuestro país. Esta
colección es apenas un palmo de arena en una gran playa,32 pero es un punto
de partida sólido para comenzar a caminarla; para armar en su mente o en su
disco rígido su propia colección, bajo su propia mirada.33 Al menos esa ha sido
nuestra intención, aunque pueda hallarse plagada de defectos en la ejecución, a
distintas miradas de distintos lectores y autores.
Como cierra con gracejo A lejandra Villasur García el Suplemento Extraor-
dinario. Administrativo. 75° Aniversario de la Editorial La Ley: ¡Bon appetit!34

32
O, si nos acercamos al renglón final de este prólogo, un amuse-bouche, un appetizer. No deci-
mos “vermut” para no complicarnos con el ejemplo del whisky y el agua que dimos en “Cuarenta y
cuatro años continuos de Ley en la Argentina, desde 1966 hasta el presente,” pp. 299-305 del t. 1.
33
Para lo cual debe no sólo analizar el listado completo de los aproximadamente 4.000 artícu-
los, sino también mirar aunque sea someramente el Capítulo 1, que trata de brindar el pantallazo
completo, pp. 3-392.
34
Ver, en dicho suplemento, el último párrafo de la p. 313. En esa publicación quisimos cerrar
el libro con dicha frase, y por ello su trabajo figura al final. Aquí le rendimos homenaje expreso.

781
ΕUROPEAN GROUP OF PUBLIC LAW

REUNION 2015

Laudatio in honour of Prof. A. Gordillo

Excerpts

Saturday 12 September, 2015


Isaac Augusto Damsky*
Mr. President, Members of the Steering Committee, Fellows of the European Group
of Public Law and dear friends all,
This afternoon, I wish to humbly share with you some thoughts about Agustín
Gordillo. I wish to tell you of the many times I witnessed distinguished members
of the academic legal community of Latin America claiming Agustín Gordillo to
be the most prominent jurist of our time. He is, undoubtedly, a beacon for all of us.
Without his light, without his outstanding work, without his utmost genero-
sity that enlightens us, the study and application of public law in Latin America
would be submerged in darkness: That same darkness that used to engulf our
perception of public law, when an authoritarian bias was its rule of application,
before the influence of this celebrated author.
He represents a turning point for the Latin American Public Law community.
He was the only professor to propose the need to develop citizen participation as
a true instrument of change in the defense of their rights. He did this as early
as 40 years ago, in a time of political turmoil, when the military Junta was in
power and there was no place for the defense of individual rights or grassroots
activities. He is, for all of us, a huge step ex umbra in lux.
It would take the lifetime of a significant number of academics to achieve what
Agustín Gordillo has already achieved in more than fifty-five years of work,
which make him the legal professor with the longest career in our young Latin
America. All his writings are coherent, fully useful, up-to-date and visionary,
even those he conceived at an early age. As a young man, he got to the top of
the academic world and stayed there for all these years, being always one of the
most original teachers there are when it comes to explaining to his students the
world reality and how it pertains to Latin America. His skills in this area are
surpassed by no one.

*
Professor of Administrative Law at the University of Buenos Aires, Argentina.
ERPL/REDP, vol. 28, nº 1, spring/printemps 2016.
A-4 tomo 10

Agustín Gordillo seems to have lived many lives in one. He is the treatise
writer who taught us to place reality above theory, and also the Grand Master
who showed us the keys to solve the cases straight from the facts, their legal value
and the regulations. He is also a prominent attorney and advisor, ‘of counsel’ to
many legal firms, national governments and associations throughout the world,
as well as a prestigious Arbitrator and Judge in International Courts.
The epicenter of his original production is placed on his Treaty of Administra-
tive Law and selected works, ranging from fifty years ago and up to the present,
always being expanded and updated. Until today, the Treaty comprises more
than eleven volumes and we hope there will be more than fifteen. His work is
something larger than a mere theoretical formulation within the traditional
canons of the legal writing of Hispanic America.
His methods, contents, and theoretical approaches are absolutely unprece-
dented in his field. His work intersects theory and practice of Law alike, while
having a broad scope: He analyzes with a keen eye national, international and
supranational institutions. Agustín Gordillo offers the Latin American legal
community an absolutely original method in Public Law, urging us to study the
Law with a special focus on the facts. He is always inviting us to “sapere vedere”
—know to see— the reality to understand the changes in our field of study and
its theory within the national, international and supranational dimension. His
method imposes the need to center our analysis on the facts before any theoretical
formulation is made, and to link and connect those facts in order to find the legal
answer that better suits the resolution of the problem at hand.
He was the first in Latin America to propose to Latin Americans the use of
an own method in the study of Law. He was also the first to think and discuss
Public Law with the system of rights as the starting point, unlike other authors
whose starting point was the all- grasping state power system, lodged in decades
of military governments. In sum, he was the first to fully explain the Adminis-
trative Law system in Latin America. In doing so, he led the “democratization of
the legal speech,” long before the Inter-American Court of Human Rights even
began to discuss this need.
In the preface of Agustín Gordillo’s book An Introduction to Law, Professor
Spyridon F logaitis praises his academic quality by saying: “…Agustín Gordillo’s
new book is different from his previous works. The difference lies within the con-
tent as well as within the style. This book is not another essay on administrative
law. It is a book dealing with the true essence of law in general, legal studies, the
relation between theory and practice in law; in a few words, this book reflects all
the experience and the wisdom of a man who is already at an advanced stage of
his legal career and feels ready to share with the world his findings in a lifelong
learning process about law”. The importance that Agustín Gordillo gives to the

788
anexo A-5

context in which each of his works is written makes each of them “to a great
extent, autobiographic,” as Professor Spyridon F logaitis points out.
For these reasons, the works of Agustín Gordillo are an incredible learning
experience, useful and meaningful as they come. His works are much more than
just a theoretical study of legal matters; they approach a multitude of aspects of
interest to the legal studies. In the pages he has written we find the marriage
between his wisdom and his practice. There, we also find the national, regional
and international reality explained by the legal theory. We can also find a meeting
point for such legal theory with politics, economy and history.
To properly assert the scope and brilliance of Agustín Gordillo’s works in La-
tin America, it is necessary to understand the brutal historical context in which
they were conceived. He started writing in the 1960s, a decade of turmoil for
Agustín Gordillo’s region, marked by an escalation of political violence. Many of
the countries of the Americas swung back and forth between democratic intervals
and increasingly violent military dictatorships.
These fluctuations strengthened the state power system without precedent
and gave rise to legal theories functional to those in power, which justified any
transgression with alleged raison d’Etat. These theories deeply impacted on the
civil rights and public liberties, restricting them to their lowest level. Adminis-
trative Law stagnated, reduced to only smoke and mirrors. Freethinking was
suppressed. Universities were intervened.
Argentina and most of Latin America suffered an escalation of political vio-
lence and social repression during the 1960s, both of which reached a peak in
the 1970s and would last until the first half of the 1980s. During this period,
the Latin American Public Law became power-centric. From that time onwards,
the only influence that Latin America took from the European continental Pu-
blic Law, were some isolated elements of its theory to justify the naked use of
state power by its dictatorships, in the context of a weak judicial system, unable
to exert any control. Theories that justified state power prospered and public
freedoms withered. This reality became consolidated through a legal philosophy
that increasingly distanced the constitutional rights from Administrative Law.
Agustín Gordillo was the first to question the dominant ideology of that time.
He defied the power system by proposing the preponderance of a system of rights.
He created a literature equally filled by theory and practice. He studied our le-
gal reality far beyond the laws; he also considered other conditioning elements
such as politics, economics, social and cultural aspects. He created a method.
He denounced the workings of the schizophrenic and corrupt state apparatus in
Latin America. He unveiled the existence of a “parallel public administration.”
He stood his ground against a power that used the law to justify itself.

789
A-6 tomo 10

His thought, wit and works inspired many of us. He initiated a legal activism
in Latin America that knew no precedent. His theories enabled us not only to
comprehend the reality of the Argentinean and international legal context but
also to improve our administrative judicial review. In a state of darkness, Agustín
Gordillo was the first author to speak to us in a straight, clear and meaningful
language.
Agustín Gordillo was the first Latin American author to teach us that Ad-
ministrative Law takes place in an International open space, in a public arena
within a global governance. This reality, masterfully analyzed in Europe by
Sabino Cassese, was firstly introduced in Latin America by Agustín Gordillo.
He was the first to explain to the Latin American community about the interna-
tional and supranational scope of Public Law; the first one to show the interaction
between international human rights treaties and the public administration,
thirty years ago.
Agustín Gordillo is an intellectually honest man. He lives as he thinks. He
is a freethinker. He is only committed to the search of the Truth. No strings
attached. He is the pioneer of technology in favor of the application of law. He
was the first one to upload his Treaty and all of his works on the internet for all
students to be able to access them. He was also the first to show us the need to
modernize the Argentinean public administration through information techno-
logy empowerment.
Dear friends,
Allow me to say that Agustín Gordillo is a revolutionary jurist and a brilliant
interpreter of the realities of different times; a man full of new ideas; a center of
union for those who have different conceptions within the legal community. He
represents a sun in the equinox, in its zenith, which lights the paths of all of us,
who have decided to follow his footsteps, wherever they take us. So mote it be!

790
Acknowledgments**
Agustín Gordillo***

Good afternoon, Ladies and Gentlemen.


I really did not expect to be given the floor, but I cannot miss the opportunity
to join all of you in the remembrance of our dear friend Luis Ortega Á lvarez.
Further, I would like to also join you in the homage to M assimo Severo Giannini,
to whom I sent a book in 1969 and who replied with a warm, yet very critical,
letter. I later visited him both at his office and his house and will always re-
member him as one of the great masters of Administrative Law, together with
Jean Rivero, whose kind memory binds many of us, as Professor F logaitis has
warmly recounted. I would be remiss in not mentioning Professor H.W.R. Wade,
who had received me at Caius College in Cambridge, yet there are so many great
masters in the history of this European Group of Public Law, that it would be
almost impossible to render justice to them all.
Please allow me to go back to the starting point of this wonderful story which is
my relationship with the European Group of Public Law. It was in the beginning
of the 1980’s when I met Professor Flogaitis, today Director of the European Pu-
blic Law Organization, at a conference in Louvain-La-Neuve. This acquaintance
evolved into an exchange of ideas on European Administrative Science and later
to a close friendship.
Jean Rivero, whom I mentioned at the beginning of my speech, became —after
my first acquaintance with Professor F logaitis — the link that motivated the
continuation of our relationship based on our mutual interest in Public Law. This
is where the origins of my bonds with the European Group of Public Law are found,
which were strengthened even more by my participation in the workings of the
Group and culminated to my membership of the EGPL and of the EPLO Board

**
ERPL/REDP, vol. 28, nº 1, spring/printemps 2016.
***
Professor Emeritus at the University of Buenos Aires.
A-8 tomo 10

of Directors, the EPLO Honorary Board of the Academy of European Public Law
and the EPLO Board of Trustees of the European Law and Governance School.
I value this participation and membership since it gave me the opportunity
to enrich my knowledge of European Administrative Law, a field I was always
very interested in. In fact, all those who know my itinerary up to here know that
I always focused on the study of Administrative Law, having teached law from
1958 to the present in Argentina and throughout Latin America and Europe and
having published more than 20 legal works and textbooks, numerous contributions
to Latin American and European Law journals and having served since 1982 as
the Founding President of the Administrative Law Foundation in Argentina. I also
served Administrative Law from the position of a Judge in several international
tribunals (Administrative Tribunal of the Organization of American States; of
the International Monetary Fund; of the International Labor Organization; of
the United Nations and others).
My interest in Law has exceeded the boundaries of Latin America and found
its best expression in my involvement in the activities of the European Public
Law Organization.
I am proud to be one of its members and I am glad that today I am having the
opportunity to thank you for this through this short speech.
Dear friends,
I would like to thank all of you who have enriched my mind throughout the
many years that I have been able to attend these meetings, but I most specially
thank these three friends that have joined in generously pouring so much warmth
into my heart today: Director Spyridon F logaitis, Professor José Esteve Pardo
and Professor Isaac Damsky.
A British Diplomat once told his audience, on a similar occasion, that he
had prepared three different speeches from which to choose the one to deliver,
according to the circumstances. I have done the same, and just as he showed us,
now I have also decided to deliver all three of them:
Thank you, thank you very much, thank you very much indeed.

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