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TOMO 10
Libro I
Agustín Gordillo:
A MI PADRE: “ÉSTE SOY YO” (Carl Rogers)
Aprender y enseñar. Caos, creación y memoria
Libro II
Mario Rejtman Farah:
(Sección III por Isaac Augusto Damsky, coord.)
DIÁLOGOS CON AGUSTÍN GORDILLO
AGUSTÍN GORDILLO
MARIO REJTMAN FARAH
(Sección III por ISAAC AUGUSTO DAMSKY, coord.)
Tratado de Derecho
Administrativo
y obras selectas
TOMO 10
ISBN 978-950-9502-56-7
I.S.B.N.: 978-950-9502-56-7
TOMO 10
Libro I
Agustín Gordillo:
A MI PADRE: “ÉSTE SOY YO” (Carl Rogers)
Aprender y enseñar. Caos, creación y memoria
Tratado de Derecho
Administrativo
y obras selectas
TOMO 10
Primera edición
Libro I
Agustín Gordillo
Sumario
división de las tareas en la cual la relación mía con mi padre tuvo amplia oportu-
nidad de intenso desarrollo, pues él estaba siempre en el negocio y yo trabajaba
y estudiaba en el mismo local. Las charlas, indicaciones, consejos, comentarios,
respuestas a interrogantes infantiles, silencios y la educación por excelencia
que provoca el ejemplo del progenitor, se dieron en el negocio, por la cantidad de
tiempo allí compartido. Con mi madre tenía los almuerzos y las cenas; con mi
padre el resto del tiempo en vigilia.
Antes de las computadoras escribí con notas al pie de página. En la era digital
no es fácil y muchas editoriales agrupan las notas en algún lugar, haciendo o
no links.
Experimento aquí con notas dentro del mismo texto, con cuerpo e interlínea
menor y mayor sangría, que las haga visibles como anotaciones y no como parte
del texto.
En vez de footnotes, invento pues, estas midnotes. No seré Da Vinci, pero algo a veces se me
ocurre. Claro que pueden quedar como sus máquinas: Diseños que finalmente no sirven a
menos que otros los piensen mejor.
Hay distintos tipos de lectores: Los que leen o miran todas las notas, los que no
leen ninguna pues prefieren la lectura de corrido y otros, entre los que me cuento,
que según la ocasión curiosean el comienzo de alguna nota para determinar si
el resto les interesa o no y actuar en consecuencia. Mis notas no están escritas
para ser leídas en su totalidad, ni para que el lector vaya a sus fuentes salvo que
por algún motivo puntual le interesen. Pueden ser evitadas.
Mi vida se traduce en todo lo que he escrito y con ello en el oficio de escribir,
que aquí inicio con el relato de la puntual experiencia de haber escrito esta obra.
Todo este escrito es al mismo tiempo, en círculo vicioso o virtuoso, un aspecto
de mi vida. Ése, en parte, soy yo. A partir del capítulo II mostraré la simiente,
que es mi padre y avanzaré en nuestra compleja alquimia.
Este trabajo tuvo dos momentos definidos de escritura. El primero, desde la
Navidad de 2011 y el resto del verano de comienzos del 2012. Allí alcancé a algo
más de 300 páginas; luego suprimí cien y más tarde el libro volvió a crecer. El
título inicial y sus variantes giraron en torno a “A mi padre: Aprender y ense-
ñar (derecho o la vida).” Es un profundo sentimiento mío, pero no soy el último
sobreviviente de su espíritu indomable.
Una muy querida amiga, que tuvo importancia decisiva en mi vida intelectual,
me comenta alternativas como El magma interior; Caos y creación. Otra variante
es Pasión intacta de George Steiner. (Butlow.)
Los tres me gustan, pero el primero — que me deleita— mostraría mucho
mi natural inmodestia. He tenido versiones divergentes respecto a esto último,
desde algunos que piensan que tengo un problema de baja auto-estima (uno de
mis analistas, provocando risotadas de mi hijo mayor), otros que piensan que
36
prólogo P-3
La cuestión no pasa por cuánto uno se estime a sí mismo, sino cuál es su con-
cepción científica. Hay quienes creen poseer la Verdad, otros que piensan que no
hay sino hipótesis susceptibles de demostración de su falsedad. Lo primero no es
necesariamente vanidad, es en primer lugar error; pero algunos pueden cometerlo
y además estar orgullosos de ello. (Errare humanum est, sed perseverare diabo-
licum.) Lo segundo no es modestia, es conocer la moderna filosofía de la ciencia.
No me considero modesto pero soy sencillo, hablo y a veces escribo coloquial-
mente, no tengo engolamiento ni soy ceremonioso, no soy demasiado formal en la
vestimenta. Fomento la crítica y el disenso y doy la razón a quien me demuestra
un error. Soy sincero, “brutalmente sincero,” como a veces me han dicho.
Me dicen que este libro es corto, que faltan datos y es cierto, está plagado de
omisiones mías, de mi padre y mi familia. Tampoco soy Castañeda ni a él nadie
pidió datos y fechas de su personaje mítico. Mi personaje fue un hombre real,
que vive en mi corazón, pero al que no sentiría homenajear bien si contara even-
tuales aspectos suyos, míos o familiares que no hacen a esta historia. Prefiero
dejar su imagen en un halo de misterio, como al resto de mi familia, junto a mi
vida interior.
Él deseaba que el tiempo se concentrara con eficacia para la finalidad a cumplir.
Otro gran amigo me dice que un subtítulo posible sería “lo que aprendí en
la vida, viví de acuerdo a ello e intenté transmitir.” Esa frase nos reflejaría por
igual a mi padre y a mí. Quien me conoce lo conoce también a él. Quien conoció
a mi padre me conoce a mí. Nuestras actividades fueron diferentes, nuestras
personalidades son casi iguales.
En marzo o abril de 2012 se cortó el impulso creativo y el trabajo quedó en
hibernación. Aproveché ese tiempo para leer o releer muchas biografías y auto-
biografías, memorias, testimonios de viajes y recuerdos, con la sorpresa que las
coincidencias metodológicas eran bajas.
Cada historia individual es única e irrepetible en el contenido, la secuencia y
la manera de contarla. Acá se agrega el dato que son solamente algunos momen-
tos de mi vida los que cuento. Basta leer las obras semejantes existentes, para
verificar que todas han sido únicas, como nuestra alma y nuestro DNA.
En el Musée de la Decouverte de París se explicaba hace décadas que las
combinaciones posibles del genoma humano son tres mil quinientos millones de
individuos diferentes. Con una población excedida de sus límites genéticos se
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P-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
38
prólogo P-5
No he cubierto las actividades de mis últimos veinte o treinta años, salvo alguna
mención a cuestiones actuales que provienen de mi herencia paterna. Comienzo
con mi infancia y si bien de algún modo difumino el relato a partir de su muerte,
sin embargo cuento algo del presente de mi octava década.
Se trata, en suma, de pinceladas, no de un “Tratado orgánico de la familia
Gordillo.”
El leitmotiv son las enseñanzas de mi padre, pues esto es un canto a su vida
y a la de mis seres queridos.
39
P-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
necesidad interior de mejor contar este relato, cuyos primeros momentos explico
en el cap. I, § 4, p. I-10 / 54 y en el cap. XV, § 6, p. XV-8 / 338.
Este homenaje al padre se tiñe de las emociones y los sentimientos del hijo
que se recuerda selectivamente para él, como en una filial rendición de cuentas
de lo aprendido y lo hecho en función de ese aprendizaje.
Quizás ese dato de dedicar a mi padre el relato de aspectos cruciales de mi
aprendizaje con él y su materialización a través del tiempo sea esencial. Al haber
sido vividos y recordados no con quejas sino con admiración y profundo agrade-
cimiento son, antes que nada, producto del corazón y no de la razón. Por eso mis
amigos me han protegido in loco parentis, custodiando con su mente y con su
afecto las desprolijidades de mi ser.
Es con su auxilio que fui suprimiendo mucho material y agregando alguna
línea aquí y otra allá, con el sorprendente resultado material que la extensión
no varió, salvo las correcciones finales que lo acortaron bastante. Mis primeros
borradores son endebles y breves, salvo muy contadas excepciones; el tiempo y el
trabajo los mejoran y extienden. Es la primera vez que mis borradores son más
extensos que el trabajo que avanza hacia la luz.
No está escrito desde el dolor sino la felicidad, pues me he encontrado a mí
mismo y las pérdidas familiares quedan como un constante canto de afecto, más
que casi imperceptible pena.
¿Cómo se comunica un hijo con un padre muerto hace décadas, para contarle la
vivencia infantil y el resultado adulto de sus enseñanzas? No existe comunicación
directa posible y es también factible que en caso contrario las ideas no se expre-
saran con total libertad. Algo del respeto y amor al padre viviente dificultarían
la expresión del mensaje.
Así como mi padre entendía dejar una suerte de legado a la posterioridad, a sus
hijos y los hijos de sus hijos, así también creo que puedo elegir el mismo cuerpo
etéreo para compartir con otros lo que necesito decirle a él.
Decía mi padre que la deuda que cada generación tiene con la precedente no la
puede pagar sino a la próxima. En mi caso no sé cuánto he dado a la generación
que sigue, pero este intento de escribirle a mi padre recordando sus enseñanzas
puede ser un mensaje de él, no mío, para las siguientes.
40
prólogo P-7
Creo que esos preceptos, que intenté adaptar y retransmitir también a mis
jóvenes colegas, aparecen en las enseñanzas de mi padre desde el comienzo de
mi vida. No hice un acápite específico bajo ese título de Habilidades, pues el
lector interesado deberá descubrir que la primera habilidad profesional es darse
cuenta, el saber ver (sapere vedere) de Miguel Á ngel.
Hay también conexiones con El método en derecho, La administración para-
lela (ambos ahora en el tomo 6), El derecho administrativo en la práctica (tomo
7), Introducción al derecho y le subyace, como no podía ser de otra manera, mi
cosmovisión de toda la materia desde la impronta recibida primero de mi padre
y luego de R afael Bielsa.
Los tres pueden verse, respectivamente, en http://www.gordillo.com/pdf_tomo6/02/cap1.
pdf, http://www.gordillo.com/tomo7.html y http://www.gordillo.com/pdf/int_der/iad_1_ii.pdf.
Otra versión también fidedigna de la influencia de Bielsa, puede verse en el Libro II de M ario
Rejtman Farah, en la sección II, “Diálogos,” cap. V, pp. D-1 / 555 a D-2 / 556. He revisado
cuidadosamente este Libro I teniendo a la vista el material que él afectuosamente aporta,
para tratar de evitar repeticiones. No lo he logrado con plenitud, esta virtual autobiografía
parcial es ya parte de mí.
www.gordillo.com
agustin@gordillo.com
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Capítulo I
Sumario
1. Acerca de la dedicatoria...................................................................I-1 / 45
2. También, carta a mí mismo.............................................................I-3 / 47
3. Otras líneas temáticas.................................................................... I-4 / 48
3.1. La realidad y los papeles escritos.......................................... I-4 / 48
3.2. Mi padre, escritores muertos................................................. I-5 / 49
3.3. ¿Diálogos con otros, o conmigo mismo?................................. I-6 / 50
3.4. Vivir hasta la muerte, escribiendo y publicando...................I-7 / 51
3.5. La palabra escrita en la lucha por el Derecho y la Justicia. I-9 / 53
4. El nacimiento de la parte de mí que es esta obra. Fiestas y velo-
rios................................................................................................I-10 / 54
5. La construcción de la memoria......................................................I-11 / 55
6. Mi padre soy yo y yo soy mi padre................................................I-12 / 56
7. ¿Memoria, alucinación?..................................................................I-12 / 56
8. Problemas inversos de memoria....................................................I-13 / 57
9. Hermanos de este relato................................................................I-14 / 58
10. Mi lado docente extra sistemático en toda la vida......................I-16 / 60
11. Apostilla sobre el cerebro consciente e inconsciente...................I-16 / 60
Capítulo I
1. Acerca de la dedicatoria
46
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-3
47
I-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
tres ediciones de un libro sobre ella. Algo parecido a lo que me ocurrió con mi
tesis doctoral.
En lo referido a mi tesis, puede verse la explicación en el anexo al cap. XXXII del t. 7 del
Tratado de derecho administrativo y obras selectas, http://www.gordillo.com/pdf_tomo7/
capitulo32.pdf, pp. 651-655. Ampliar infra, cap. II, § 12, p. II-24 / 90. En lo que hace a la
planificación, parte de lo que he escrito se reproduce en el libro Marchas y contramarchas en
economía y derecho administrativo, de esta misma colección.
Empiezo otra vez desde más acá en el tiempo. En cualquier tema hay que hacerse
primero de los “papeles” físicos o digitales. Según mis viejos compañeros de oficina
48
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-5
Los escritos que “piensan” y hacen pensar no surgen solo de las enseñanzas de
mi padre, sino también de mis maestros: Hoy ninguno de ellos está con vida.
Eludí hablar de mis contemporáneos; en cambio no he tenido dudas al hablar
de aquellos que, desaparecidos del mundo de los vivos, los tuve de maestros o
compañeros en el sendero de la vida y el derecho, la escritura y la docencia, del
aprender y enseñar, leer y escribir.
49
I-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
Como anécdota, quizás macabra, quizás no, pero que no era vivida trágica sino
objetivamente por M arienhoff, recuerdo que en uno de los muchos sábados de
los años 1962 a 1969 que me invitó a visitarlo en su estudio, donde él escribía,
señaló a sus bibliotecas y me dijo:
—“Acá estoy, conversando con los muertos.”
Su tono no era trágico. El sentía que estaba dialogando con los autores del
pasado.
Es interesante contrastar la reflexión de M airal , sin el ingrediente sobre la muerte, en “Mis
diálogos callados con Agustín Gordillo,” infra, Libro II, pp. 697-8.
Quizás por eso, porque no esperaba ni era posible esperar respuesta alguna
de los muertos, todo lo que escribió y publicó quedó sin modificar. Él entendía
que escribía de una sóla vez, para la historia de las ideas, de allí su constante
preocupación: “No me puedo equivocar.”
Incluso temía ejercer una presión exagerada sobre funcionarios y magistrados
que, a su juicio, no estarían en condiciones subjetivas de contestarle sus puntos
de vista. Esta fantasía es más común de lo que parece al relatarla.
La única forma de llevarse bien con él era no discutirle en forma directa, de
palabra o por escrito. Algunos de sus discípulos han mostrado en sus propias
publicaciones que las alabanzas hacia él eran buen negocio en la lucha por el
poder académico y han retransmitido esa lección, que es la antípoda de la lucha
por la libertad.
Pero es la más persistente y eficaz arma de lo que José Ingenieros llamó a
comienzos del siglo pasado El hombre mediocre, libro devorado muchas veces
50
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-7
Todos vivimos hasta la muerte, quizás corresponda poner énfasis en vivir para
darle un poco más de sentido. Desde Buda hasta K rishnamurti han expresado
lo que hoy es un lugar común. Mi padre tenía una versión semejante: “Vivir la
vida como si se hubiera de morir al día siguiente, o no morirse nunca.” Vivir cada
día sin el fantasma de la muerte. Es una visión práctica y útil, tal como él la
entendía. Puede también tener un sesgo existencial o filosófico, pero no era así
como la veía él y me la transmitió de tal modo. No la he modificado.
Tanto M arienhoff como Diez, ambos de igual generación, me contaron ―como
lo deben haber hecho a otros― que querían apurarse con la publicación del tratado
respectivo para terminarlo antes de morir.
Con ambos me unen infinitas deudas de gratitud, mucho más con Diez, a quien
dediqué mi primer libro por su incansable y generoso apoyo a las vocaciones do-
centes, quien me dio la total y absoluta libertad de enseñar y aprender y jamás
se preocupó que yo hiciera cosas que poco tenían que ver con las que él hacía en
la enseñanza. Sin su generoso y permanente apoyo mi carrera docente, además
de más lenta y difícil, no hubiera sido igual.
Quise de entrada no comenzar a publicar el tratado a una edad en que ellos
(sin razón, según felizmente resultó ser) temían por su propia muerte antes de
terminarlo. Así es que comencé a publicar mi tratado en 1974, poco antes de
cumplir 35 años y seguí publicando sin apuro, de acuerdo a mi concepción del
tiempo y de la reflexión. Quería no enfrentar el dilema que ellos tuvieron.
¡Qué ironía del destino, entonces, que si bien al escribir este esbozo todavía
tengo tiempo de publicarlo antes de mi muerte, no esté seguro que ello también
ocurra con la colección en curso de ser publicada! En mi mente oscilo entre 14 y 15
volúmenes, pero falta tiempo y trabajo. Hace poco eran 12 en mi mente errabunda.
Ahora la versión papel se torna secundaria, pues lo principal era y sigue
siendo, dado que existe desde los albores de la Internet el sitio www.gordillo.
com, incluirlos primero allí como dominio público gratuito, de ideas de libre uso
51
I-8 i. a mi padre: “éste soy yo”
52
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-9
No estoy pues dando clases de qué ni cómo debe hacerse, estoy tratando de
descubrirme, en cuanto pueda ser útil para otros.
Recuérdese, por fin, que quiero situarme en el terreno de la literatura y es otra
forma distinta de acometer algunos de los grandes temas que me han ocupado.
53
I-10 i. a mi padre: “éste soy yo”
Varias veces pensé que estaba listo para escribirla, pero nunca apareció el impulso
vital necesario para tomar el teclado. No era como el bloqueo de mi infancia con
mi original vocación de escritor, pues entonces no tenía ni idea acerca de qué
escribir. Ahora la idea existía, todo el relato estaba en mi cabeza porque no es
sino mi propio recuerdo. No necesito reflexionar para escribir, todo lo he vivido
y es nada más que encontrar las palabras adecuadas o, mejor dicho, dejar que
ellas salgan de mi mente por la yema de mi dedo en la tableta. A pesar de ello,
escribir estas difíciles páginas fáciles es para mí un verdadero milagro.
Otra vez Demián, “¿Por qué había de serme tan difícil, Warum war das so
sehr schwer?” Mis trabas para escribir todo esto fueron profundas y duraderas,
a pesar de tener bastante hábito a soltar el inconsciente cuando éste me llama
la atención sobre algo.
Escribiéndola, no sale como agua de un manantial, ni siquiera a borbotones,
sino como una canilla caprichosa que en ocasiones deja salir un pequeño hilo de
agua. Hay que ir juntándolos con paciencia para construir el propio curso de agua.
Lo que evoca A llan Watts, El camino del curso de agua y su reminiscencia del principio chino
de no nadar contra la corriente, sino dejarse llevar por ella.
Si bien fue, como dije, esa Nochebuena cuando sentí llegado el momento, no
comencé esa misma noche por la carga emotiva que suelen tener los fines de año
en la familia de mis padres, negativa y con pesadumbre por tantas muertes de
diciembre que arrastraron desde generaciones pasadas, según me enteré por mi
madre cuando también falleció mi hermana, un 22 de diciembre de hace muchos
años, el mismo día y mes que antes mi padre.
Para colmo es el mismo día de mi nacimiento, aunque en otro mes. (El 22 fue
siempre mi número para jugar a la ruleta y perder, no ya el diploma sino mi
apuesta inconsciente a la muerte y a la vida, en simultáneo.) Las fiestas tuvieron
desde tiempos remotos un ánimo de velorio y no de festejo en casa de mis padres,
de lo que algo se ha pegado a mí, aunque felizmente no a quienes me siguen.
En la casa de mis padres no hubo jamás cumpleaños, aniversarios o regalos;
esto fue la impronta de una familia nacida en la pobreza de la década del 30. A
mis contemporáneos de hoy les cuesta entender que algo que para ellos es natural,
para mí sea desconocido y ajeno.
Varios acontecimientos familiares míos, posteriores y acumulativos, han dado
múltiples ocasiones de genuino festejo al mes de diciembre: El nacimiento de dos
54
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-11
5. La construcción de la memoria
No pretendo ofrecer una pintura equilibrada. Uso el efecto curativo del olvido y
recuerdo todo lo bueno que me ha pasado. No faltaré a la verdad, pero tampoco
contaré toda la verdad. Por ejemplo, trato de omitir las intrigas palaciegas,
trampas de corredor, golpes a traición. Quizás tuve demasiados, pero al final se
triunfa, en mi experiencia.
He tenido momentos amargos y no los olvido a todos, pero doy preferencia a
los buenos y entre ellos los que se refieren a lo que me dejó mi padre, con lo bueno
y con lo malo producto de mi propio decurso histórico. También debo llorar, sin
duda, su muerte, pero ése será el principal toque dramático voluntario y delibe-
rado de este trabajo. También hay algunas notas dolidas pero no las he vivido ni
las recuerdo así, salvo los diciembres tristes.
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I-12 i. a mi padre: “éste soy yo”
El consejo de una psicóloga de mis hijos fue que no indagara la relación entre
una madre y una hija, porque era posible que ni ellas mismas la comprendieran.
Esa reflexión me lleva a mi a sostener que mi padre soy yo y yo soy mi padre. Es
un misterio que tal vez mi padre entendería. Nuestras historias de vida están
inextricablemente unidas. Dos personas, dos vidas, un único continuum interior.
Hay muchas generaciones muy unidas, sin duda, pero siento que las nuestras
están fundidas en la misma fragua, son un mismo magma interior.
A él en todo caso se lo dedico y, como no está entre nosotros, el juicio es ina-
pelable. Aunque parezca soberbio (y no es que yo sea modesto) lo cierto es que se
trata de una cuestión propia de la intimidad del alma, la de mi padre y la mía,
que en representación suya cuento aquí con el alcance limitado que lo hago.
Al escribir salió a menudo a la pantalla un recomenzar, contar otra vez algún
aspecto mío o de mi padre empezando por otro lado, una suerte de Stirb und
Werden (morir y devenir) de Goethe.
Imposible darle una secuencia ordenada sin un sistemático recorte, que he
llevado a cabo en parte. No quiero presentar algo técnico ni científico y prolijo
para su consulta, quiero contar mis estudios y aprendizaje con su impronta, tal
como los recuerdo, en el orden en que salen. Me da placer hacerlo así y ello me
ayuda en el proceso de conocerme a través de la honra a mi padre, escribiéndole
y contándole mi proceso interior en el acto de esta escritura, aquella que ambos
alguna vez contemplamos como uno de mis posibles proyectos de vida.
Me gustaría que el lector pensara, buceara en su propia mente, cuestionara,
preguntara, dudara, sintiera. Los que conozcan sea mis clases o mis textos El
método en derecho o la Introducción al Derecho, se darán cuenta.
Como me comenta uno de mis queridos amigos que recuerdo al comienzo y al
final, este esfuerzo es una continuación de lo que he hecho toda mi vida.
Algo parecido a la que dijo Montaigne y repitió Goethe: “No enseño, cuento.” (Goethe, Obras
completas, Aguilar, México, 1991, t. III, p. 453.)
7. ¿Memoria, alucinación?
Otro problema que tiene toda memoria es su grado de confiabilidad. Una cosa es
lo que el propio autor advierte o reconoce como incierto, que puede entonces dejar
de lado, según esté queriendo hacer un relato de ficción o no ficción.
En un supuesto está sujeto a las falencias de su memoria, en otro se encuentra
en el ámbito de la libre creación y así debe tomarlo el lector: Si disfruta del relato,
vale por su entretenimiento e incluso reflexión, algo así como las enseñanzas del
personaje de Carlos Castañeda.
56
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-13
También el autor puede hacer uso deliberado de la ficción que presenta como
cierta, un recurso frecuente en muchas novelas, incluso best sellers como los de
Umberto Eco o algunos menos conocidos como el personaje de Flashman on the
Charge. Esta última novela utiliza un recurso de ficción que se encuentra mucho
antes en Borges, inventar citas de antiguas referencias bibliográficas que parecen
auténticas y dejar como desafío al lector calificarlas de irreales. Pero Borges fue
mucho más allá y entre otras invenciones de su juventud, publicó una impecable
reseña bibliográfica que luego, al incluirla en un volumen de ficciones, mostró
que el objeto de la reseña era inexistente.
Estoy aquí escribiendo un trabajo de ubicación literaria, pero su referencia a
mi propio padre parece demasiado fuerte como para no ser creíble. Muchos de los
datos pueden ser corroborados por la investigación histórica, si alguno quisiera
hacerla. Otros quedan en el plano de mi recuerdo o bajo el manto de duda de
quien lo cuenta.
Lo que apunto con vocación de escritor se refiere a recuerdos que albergo como
ciertos y, si resultaran no serlo, no habrá de ser por engaño voluntario al lector
o por uso deliberado de la ficción. De todas maneras, caben aquellas reflexiones
acerca de si la realidad existe o, apenas, nuestra percepción de ella; o si nuestra
mirada modifica el objeto observado y todas las demás elucubraciones existentes
al respecto. El lector verá algunas circunstancias en que dudo de mi recuerdo
o del de mi padre que aquí retransmito, a veces casi setenta años después de
haberle escuchado.
Puede ocurrir que un autor escriba largas páginas en la absoluta convicción que
son producto de su creatividad y otro, o él mismo, descubra luego que en verdad son
copia textual o casi textual de textos, monografías o artículos leídos por el autor.
Una explicación es el plagio, deliberado o no. En el segundo caso, me refiero
a lo que por ejemplo relata Carl J. Jung, El hombre y sus símbolos, Barcelona,
Caralt, 1977, p. 33 respecto de Así Habló Zathustra de Nietszche: “es inconcebi-
ble que tuviera idea alguna de estar plagiando aquel relato. Creo que cincuenta
años después se deslizó inesperadamente bajo el foco de su mente consciente.”
En sentido similar me contó Bartolomé F iorini que una vez publicó un tra-
bajo original, laborioso, reflexionado y escrito con cuidado, de su completa y
exclusiva autoría, en la “Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales”
de la Universidad Nacional de La Plata. Pero algún tiempo después encuentra
de casualidad en su propia biblioteca una revista italiana donde estaba, muy
subrayado por él, un artículo de un autor italiano que decía lo que él reprodujo
después, creyéndolo propio. Fue a visitar al Decano de la Facultad a contarle lo
acontecido y ofrecerle su renuncia, pero el Decano le respondió con una sonrisa
57
I-14 i. a mi padre: “éste soy yo”
que lo dejara nomás, que lo más probable es que nadie se diera cuenta. Y nunca
nadie se dio cuenta.
Pues bien, nadie se dio cuenta salvo F iorini y, como él era un creador original,
se puede perdonar el error de quien cite ese trabajo sin saber que el primer autor
era otro. Al que no se puede perdonar es al que cite a un plagiario renombrado,
el contenido de cuyas tapas son tijera y engrudo, poniendo en su autoría lo que
ha sido copiado por sus empleados y subcontratistas, sin atribución, del resto de
su nutrida biblioteca.
Otro caso que guarda alguna similitud, pero no analogía, es la referencia que
hace Baudelaire respecto de Poe: “La primera vez que abrí un libro suyo vi, con
espanto y arrebato, no tan sólo temas que yo había soñado, sino frases pensadas
por mí, y escritas por él veinte años atrás.” (Charles Baudelaire, Edgar Allan
Poe, Barcelona, Fontamarra, 1981, p. 184.)
Las anécdotas de F iorini y la de Nietszche que cuenta Jung, requieren un
método de trabajo que puede hacer uso de las modernas tecnologías, no para
copiarse de otros sino para evitarlo aún desde el inconsciente. En este sentido
creo que mi sistema de lectura y escritura, de muy vieja data, sirve para evitar
ese problema.
Todo este trabajo es una explicación subjetiva de lo que explico objetivamente en El método
en derecho. Ver en especial infra, cap. II, § 20 y § 21, pp. II-31 / 97 a II-39 / 105. Con todo,
no hay superposición.
Los que leen o escriben de un tirón largas páginas sin anotar, son los que
arriesgan más. Los menos expuestos, aquellos que leen un par de líneas y ano-
tan, escriben un par de líneas y buscan referencias (salvo la versión inicial) y
re–escriben sobre la computadora o la tableta, con referencias y basamento en
fuentes que tienen a la vista, en pantalla o en papel, al momento de escribir.
Pero aún los que escriben largas páginas de un tirón o sin recurrir a las fuentes,
como es a veces también mi caso, deben extremar el cuidado de revisar y controlar
el borrador contra todas las fuentes posibles, para detectarlas y consignarlas.
Lo explico con más detalle en http://www.gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap10.pdf; http://www.
gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap11.pdf; http://www.gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap12.pdf; http://
www.gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap13.pdf
58
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-15
el doble de un folleto, con lo que fui a verlo y abandonamos la idea inicial pero
continué la nueva.
En poco tiempo llegué hasta la extensión final que más tarde tuvieron la pri-
mera edición y sucesivas reimpresiones españolas del libro, con un inconveniente:
Lo tenía listo para mandar a imprenta, cuando advertí que en una transcripción
que para mí era fundamental y estaba entrecomillada, no constaba la cita al pie.
No sabía siquiera de qué autor provenía. Podía modificar la cita y quitarle las
comillas, omitirla, tantas cosas más. Pero pensé que por la importancia de la
cita era necesario encontrar al autor.
Era un típico bloqueo de los que explica F reud en su tomo I, aunque de bas-
tante más larga dilucidación: Tardé ocho meses en llegar al momento en que,
estando en casa, recordé de pronto, con exactitud, la fuente de la cita y el lugar
en mis bibliotecas donde se encontraba. Conocedor de F reud, subí de inmediato a
buscarlo, lo abrí de un vamos en la página requerida (F reud, claro), anoté la cita
faltante y mandé el original de El método en derecho a España. Nunca tampoco
indagué en terapia el posible significado de este bloqueo mental.
Lo olvidé y lo encontré “casualmente.” Carl Rogers, El proceso de convertirse
en persona. Mi técnica terapéutica. Leí su capítulo primero varias veces a través
del tiempo, con sumo cuidado. Han sido alumnos de postgrado que me señalaron
coincidencias metodológicas con otras partes de su libro; pero no creo haberlas
leído.
Otra cuestión al pasar, ¿por qué España? Es que a lo largo del tiempo fui cons-
truyendo relaciones que a su vez fueron evolucionando y cambiando y parecía un
país natural para seguir explorando, ante la oportunidad de editar otra vez por
Civitas, luego de haber mandado allí La administración paralela por sugerirme
algunos colegas que, en 1982, era preferible a publicarlo en la Argentina,
Ahora, décadas después de la primera edición de El método en Derecho, he subido a Internet
(además de imprimirlo en papel), una segunda edición dentro del tomo 6, http://www.gordillo.
com/pdf_tomo6/indice.pdf.
59
I-16 i. a mi padre: “éste soy yo”
otros sí, pero tal vez algunos se intriguen por mis explicaciones a la distancia y
quieran leer un sucedáneo de aquellos cursos, imaginar o revivir sus momentos.
Estos tres hermanos componen así la misma mágica trilogía que mis tres
hijos, la continuación de la sangre de mi padre Eulogio y sus ancestros Ignacio y
Agustín y otros en la historia. Después viene la joven cuarta generación, de cara
al siglo XXII, también tres por ahora, portando todos el apellido de mi padre,
abuelo y bisabuelo.
Hay tan solo cerebro, después de tantos siglos de sesuda discusión filosófica y
hasta religiosa sobre la dicotomía mente–cerebro, como si una cuestión científica
pudieran resolverla los filósofos o los santos, como intentaron —siglos antes de la
medicina contemporánea— A ristóteles y Santo Tomás de Aquino, al discurrir,
el primero, Sobre el alma y continuarlo el segundo.
Pero si no existe sino cerebro, ello no significa que no tenga subdivisiones
físicas y funcionales, ni que funcione unívocamente. Hay diversos planos que se
ha intentado ahondar en Schopenhauer, en Hegel con su “astucia de la razón,”
60
i. acuarela del acto de escribir a mi padre I-17
en Carl Sagan con Los dragones del Edén y otros autores. Ver lo escrito sobre el
tema en el capítulo II de este libro y en mi texto El método en derecho.
Aparecen en mi memoria los autores que a primera vista representan o cuen-
tan algo ocurrido (Umberto Eco, Castañeda, Flashman), para poner a prueba
el suspension of disbelief propio de las películas. Hay que pensar aún en las
fantasías que se leen.
Es la conexión con el inconsciente: Creo que Capablanca se refería al incons-
ciente al afirmar que todo buen jugador de ajedrez debe poseer suerte. Un amigo
dice encontrar vestigios de Tres momentos de una vida de Hesse en el espíritu
de este libro. Si bien no lo he leído hasta ahora, es posible que haya tomado de
otros autores u otros escritos suyos, secretos aromas de su pluma.
Queda mucho todavía, quizás siglos o milenios, hasta que la ciencia conozca
mejor la relación entre la conciencia y el inconsciente: Pero esa falta de descubri-
miento no significa que no exista, sino que la experimentamos sin conocerla. A
Sócrates le inquietaba: “Conócete a tí mismo,” tarea imposible sin acceso cierto
al inconsciente, pero que todos intentamos como lo hago en este libro y lo hice
en mi vida. Reflexiones parecidas en Sun Tzu, El arte de la guerra: “Hacerte
invencible significa conocerte a tí mismo.”
En los aspectos científicos de las series televisivas con frecuencia se está
dentro de lo tecnológicamente posible, aunque el producto no esté en el mercado
todavía ni el espectador esté seguro de una cosa o la otra. Recuerdo un aviso de
propaganda de Samsung, a página entera impar, con un hermoso dibujo y unas
excitantes descripciones tecnológicas, “alucinantes” como diría uno de mis hijos.
Todo eso en letras de molde. Al pie, en letra muy pequeña e imperceptible salvo
para el ojo entrenado de un abogado, una leyenda: “Esta descripción corresponde
al estado existente de la tecnología. El aparato mencionado no se encuentra en
el mercado.”
A veces los grandes magos gastan fortunas en utilizar como trucos lo que
la ciencia conoce como cierto, pero no está aún en el conocimiento colectivo ni
menos como productos ofrecidos a la venta. He visto hologramas en los teatros
de Las Vegas y mi inquietud novelesca me decía lo que luego resultó cierto: Que
era una técnica no disponible aún para el consumo masivo, pero existente. No
era magia, era ciencia aún no conocida, como si alguien, cuando aún el público
no conocía la técnica de los hermanos Lumière, hubiera hecho un espectáculo de
magia utilizando la proyección de cine.
Mecanismo que explota muy bien la dulce película El Ilusionista, aunque mezcla datos reales
y al mismo tiempo finge utilizar tecnología que en verdad no existe ni tal vez existirá nunca.
Allí el truco mental es doble, o triple, porque la película se sitúa en el siglo XIX.
Viendo ahora series de hace pocos años como CSI, advierto que lo que parecían
entonces prototipos o maquetas simuladas, en verdad eran productos que luego
61
I-18 i. a mi padre: “éste soy yo”
62
Capítulo II
Sumario
Imagen mental, primer plano de una mano con pincel de dibujo de caracteres
orientales, en alguna película sobre Japón o China.
El personaje comienza con trazo firme y mano elevada, sin apoyar el brazo, a
realizar con un solo gesto, lento y cuidadoso, el primer trazo grueso de una letra
del idioma, desde arriba hacia abajo. Luego seguirá su letra con otros trazos y yo
aquí los míos, pero ahora me concentro en el primer trazo grueso, visto por mí.
Al utilizar la tableta apoyo el antebrazo izquierdo sobre la mesa para asegurar
la espalda y en lugar de pincel utilizo el dedo índice en la pantalla. La tecnología
está avanzando hacia otros modos de escritura, sea dictando, mirando, quizás
pensando en WiFi: El chiste me lo hizo un vendedor de tecnología en el Datasoft
de Galería Jardín. Estaba antes en un film de Clint Eastwood, que comandaba,
pensando en ruso, un avión por él robado a la URSS. La serie Intelligence retoma
la idea, ahora con un chip en el cerebro.
Cuando inicio el título de este capítulo por la frase “Éste soy yo” estoy utili-
zando parte del título de este relato, que es a su vez el primer capítulo que más
me ha impresionado de cuanto libro he leído o comenzado a leer y que olvido pero
al que vuelvo en mi mente y en mis enseñanzas y aprendizaje. Años de terapia y
largas lecturas adolescentes de La psicopatología de la vida cotidiana de F reud
me hacen saber que es un bloqueo del inconsciente, con alguna explicación muy
profunda en mi psiquis, pero que nunca traté ni me interesa tratar en análisis,
ni siquiera indagar con análisis profano.
El primer tomo de F reud me convenció, cualquiera fuese el mensaje querido
por el autor, que es inútil tratar de explicarse esos bloqueos rutinarios, hay que
seguirlos y obedecerlos.
Es lo más práctico.
II-2 i. a mi padre: “éste soy yo”
El lector que conozca F reud en serio deberá notar que estoy contando una ex-
periencia subjetiva, no dando clases de F reud. Lo digo de entrada porque éste es
un tema recurrente en mí y sin embargo no volví sobre el primero de sus veintidós
tomos, aparecidos en Editorial Rueda, edición argentina de 1942.
Leo lo serio con sumo cuidado, resumiendo y anotando, comparando y pensando.
Bien leído, no necesito volver a leerlo. En cambio las novelas de ficción, que nunca
reflexioné demasiado, las he releído cada quince años cuando eran mis preferidas,
hasta tirarlas todas en tandas sucesivas, por falta de espacio y obsolescencia física
total del papel y tapas blandas. Tengo pues diferentes velocidades de lectura: Una
muy rápida para buscar algo, otra veloz para las novelas, una muy lenta para
lo técnico, en que con frecuencia releo con cuidado un párrafo más de una vez y
anoto, antes de seguir leyendo el siguiente; comparo, hago referencias cruzadas.
Es un resultado del método que descubrí para estudiar, como explico infra, § 20 y § 21, pp.
II-31 / 97 a II-39 / 105.
68
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-3
Aquí ese hacer es el acto de vivir, algunas décadas ya. Tengo 73/4 años al
redactar (75 al hacer las revisiones finales previas a la imprenta y la web) estas
líneas; en mi cerebro parecen comenzar en cualquier tiempo y lugar y luego
toman caminos diferentes.
Mi abuelo paterno Ignacio murió a los 43 años, dejando doce hijos en Piedra
Blanca, Catamarca.
Desde chico mi padre fue “bravo” (sus palabras) y les daba problemas a su
madre y a sus propias hermanas, según me contaba.
Uno de mis tíos, sacerdote; otro, Agustín, sin descendencia masculina con
igual apellido; las demás, hermanas mujeres. El único que transmitió el apellido
fue mi padre, a mí, pero tengo descendencia con el apellido de mis ancestros: Por
ahora, tres nietos varones. Con la muerte del abuelo, mi padre fue a vivir con su
hermano Agustín a Tucumán, sin haber terminado antes ni después la escuela
primaria. En su adolescencia hizo cursos de caligrafía por correspondencia. No
recuerdo haberlo visto leer, al contrario de mi madre, que lo hacía sin cesar. Pero
había escuchado con pasión y perseverancia los discursos políticos de Balbín en
las plazas públicas, notando las repeticiones.
69
II-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
No recuerdo sino lo que mi padre me contó de los primeros cinco o seis años de
mi vida, que para él eran los más importantes de la educación de una persona.
A partir de allí, en mi pueblo natal, mis recuerdos también son los que él me
contó, salvo poquísimos pantallazos: El gran tacho de preparación de helado de
crema, rodeado de sal y hielo, que yo era el primero en girar sobre su eje, con una
manija, hasta que mis fuerzas llegaban a su fin; luego, con igual límite, seguían
por turno mi hermana y mi madre; mi padre tomaba la posta final.
Recuerdo haber escalado el alambrado del patio trasero que daba a la calle
de atrás, para ir a jugar con unos chicos que estaban afuera; el comentario de
mi padre fue que estaba bien, pero que otra vez saliera por la puerta, avisando:
Era más un afectuoso consejo que un reproche o una orden. También recuerdo
haberme quedado fuera de hora en penitencia por hablar en clase, primero por
altura en la lista de castigados, con guardapolvo blanco, cabizbajo y pensativo,
jugando con un diminuto bandoneón que me había hecho con una hoja de cua-
derno. La demora fue de cinco minutos y mi madre no notó la tardanza, hasta
ver mi gesto y oír el relato de mi penitencia.
3.4. Avellaneda
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-5
durante el recreo: Me vio parado en el patio, sin jugar ni hacer nada, y me brindó
ese imborrable gesto de afecto. Mi mujer acostumbra hacerme el mismo gesto de
amor, que me llega cada vez al corazón.
Como dicen algunos de mis amigos, soy beneficiario del Estado de Bienestar y la
educación gratuita. Pero lo que trabajó mi padre y trabajé yo, eso no es frecuente
en el Estado de Bienestar sino en el capitalismo salvaje, pero aquí íntegramente
en provecho propio. Si es posible una síntesis del Estado de Bienestar y trabajar
como en el capitalismo salvaje pero en provecho propio y con alegría, mi padre
la descubrió y me la transmitió.
Este libro estaba escrito, con las enseñanzas y carácter con que mi padre me
formó, cuando vino a dar parecido testimonio, setenta años después, un hecho al
que rindo sincero agradecimiento, que lo doy también en nombre de mi padre. En
su búsqueda de un futuro de estudios para sus hijos visitó distintos lugares de
nuestro país, entre ellos la provincia de Formosa, antes de recalar en Avellaneda.
Una reverencia del destino hacia el espíritu viajero de mi padre, hizo que
fuera la ciudad de Formosa el lugar elegido por la Asociación Argentina de De-
recho Administrativo, para hacer en agosto del 2013 la celebración conjunta de
las XXXIX Jornadas Nacionales de Derecho Administrativo y el IX Congreso
Internacional de Derecho Administrativo de la AADA, ambos “En homenaje a
Agustín Gordillo y su obra.”
Mi amigo Ismael Farrando, en ese momento Presidente de la AADA, me entre-
gó públicamente una placa en representación de “todos los Miembros del Comité
Ejecutivo,” “autoridades y amigos,” “con profundo cariño,” “en reconocimiento de
su destacadísima trayectoria académica y docente, en la que demostró cabalmente
su compromiso con la verdad, la justicia y el bien.”
“En su lucha por la libertad y contra la arbitrariedad fue inclaudicable, con
valor, coraje y pasión.”
Ése es el legado de mi padre: La pasión, el valor y el coraje inclaudicables que
me enseñó con su conducta. Ése es el magma interior.
“Con especial creatividad, ha sido formador en el tiempo de innumerables
cuadros de discípulos y administrativistas con pensamiento crítico y capaces de
defender y afianzar las garantías ciudadanas. Es éste su mejor legado.”
Aquí aparece la genuina modestia o al menos la pragmática prudencia frente
a la dimensión del elogio. Nunca me sentí un “caposcuola” —la negación de la
libertad— pero es cierto que hay otros recorriendo mi sendero, estén o no de
acuerdo con mis ideas.
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II-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-7
Volvamos a mi niñez, para conocer la simiente que dio lugar a esos frutos. Niño,
adolescente y adulto hasta mis 24 años en Avellaneda: Fueron etapas sin solu-
ción de continuidad, un único profundo proceso de aprendizaje, de gran riqueza
personal e intelectual para mí. Es la época de mi vida en que pensé, leí y estudié
más intensamente. Lo más importante de mi vida intelectual ocurrió en ese
entonces. Allí se forjaron mi personalidad y el resto de mi vida.
También en esa primera juventud escribí bastante y luego tuve años muy
fructíferos en cuanto a producción escrita, además de ejercer la profesión y la
docencia, viajar y seguir todo lo de antes, por un tiempo con menos intensidad.
El trabajo compartido con mi padre constituyó una fuente inagotable de impulso
al aprendizaje. Mi padre logró que mi infancia y adolescencia fueran, en cuanto
al estudio, opuestas a las posibilidades suyas en igual edad. Vivía con profunda
satisfacción todo cuanto yo aprendí, como propio de sus enseñanzas. Si alguien le
decía que “tenía mucha suerte con sus hijos” su categórica y fuerte respuesta era:
—“¡Suerte no, los eduqué!”
Suscribo sus palabras. Pasaron innumerables cosas en esos años intensos,
todas gratas. En la Escuela primaria número 46 de Avellaneda, el maestro de
cuarto grado organizó una elección democrática de “Director de la biblioteca” del
aula. Todos sabíamos que el cargo era un mero símbolo y hubo dos candidatos
finales. Por cosas de niño, nada más, sentí mi deber cívico votar por el otro can-
didato. Así y todo gané la primera de muy pocas elecciones.
Pero mi destino no estaba en el voto popular, a pesar de ese temprano signo y
luego, en la escuela secundaria, haber sido electo Presidente del CEDA, Centro de
Estudiantes de Avellaneda. Con el tiempo fui varias veces nombrado presidente
de asociaciones académicas argentinas o internacionales, por consenso; dos veces
como presidente de un tribunal administrativo internacional. Eso fue todo, desde
aquella lejana votación que gané en cuarto grado. Una última mini votación: Fui
elegido por ambas partes para presidir un proceso arbitral entre la nación y un
importante grupo internacional.
En Avellaneda terminé la escuela primaria, hice la secundaria y la Universi-
dad, me doctoré, entré a la Facultad como profesor adjunto interino ad honorem,
publiqué varios artículos (alrededor de 24) y mis tres primeros libros (además de
escribir el cuarto, que se terminó de imprimir el 18 de agosto de 1964); aprendí
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II-10 i. a mi padre: “éste soy yo”
Ese relacionarme con gente de trabajo, desde la infancia, dejó alguna influencia
en mi formación y además una imperceptible aculturación del Sur de Italia, de
donde muchos de ellos eran descendientes, más un vasco y un japonés que fue
muy amigo en mi infancia. Cuando visité Nápoles no encontré raíces de aquella
aculturación suritálica, recién la descubrí en Calabria. He conocido frases del Sur
italiano hasta que por fin estudié italiano en mi octava década. Por eso algunos
de mis trabajos recientes han sido escritos en ese idioma. La abuela materna de
mi mujer nació en Catanzaro y tuve el privilegio de tratarla hasta su muerte,
sobre el filo de los cien años.
Cuando había clientes en el bar no necesitaba orden de mi padre pues inte-
rrumpía mi lectura para atenderlos al instante. Sentía las miradas y observaba
los gestos con la visión periférica, tratando de evitar que nadie necesitara llamar-
me de viva voz. Con levantar la mirada debía ser suficiente, ése era el lema de
mi padre y fue también mío desde entonces. Me molesta la persona que no está
atenta a su trabajo. Percibo las miradas ajenas, como algunos perciben las mías.
Mi padre decía también que cada movimiento suyo tenía que darle dinero, yo
tenía la idea, similar, de no dejar pasar un minuto sin estudiar o pensar, pues
si no, tendría que trabajar. Pero el trabajo era primero.
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7.2. La base
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II-14 i. a mi padre: “éste soy yo”
Si, en cambio, se está en un bajo fondo u orilla (Borges) en que se habla argot,
es posible que pueda escuchar en cambio, con igual sentido, la siguiente frase:
—“Ce picrate est vachement bon.”
Es el lenguaje ordinario, procaz, lleno de malas palabras, con el cual los teatros porteños
“adaptan” en el siglo XXI obras extranjeras que no lo utilizan. La calificación de “guarango”
que nos propinara Ortega y Gasset a comienzos del siglo XIX se ha extendido al teatro por-
teño, que se iguala en su lenguaje al arrabal de antaño. A veces incluso el arrabal es menos
grosero que el teatro capitalino.
He visto y escuchado gestos y frases obscenas ¡hasta en el Teatro General San Martín! Sé
que esto suena como Oscar Wilde con su People are as common in London as flowers are in
the country (en su obra The Importance of Being Ernest, 1895), pero la procacidad alcanza,
en el teatro porteño, a todas las preferencias de orientación sexual. Es la democratización de
la guaranguería, el populismo en la cultura.
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II-16 i. a mi padre: “éste soy yo”
Así me divierto y estudio y no soy el único que lo hace de ese modo. Una vez
conocí a un joven estadounidense que provenía de Nueva York y hablaba un per-
fecto español con acento mexicano. Le pregunto dónde lo aprendió y me contesta:
—“Viendo películas mexicanas en Nueva York.”
Viendo películas estadounidenses e inglesas, incluso australianas o canadien-
ses, empecé a ver las nuances, matices, las frases que una persona del bajo fondo
utiliza pero una persona universitaria no, aunque las entienda. Y cómo algunos
pueden percibirla mas fuerte y otros un insulto, según el contexto y de acuerdo
a él utilizar abreviaturas o no, hasta prescindir del vocablo. Ocurre en castella-
no, pero son palabras propias de cada idioma y no traducibles en forma directa.
El R.S.V.P. tiene una versión argentina, en distinta nuance, como C.N.S.T. Usarla o no depende
del contexto, luego de averiguar su significado.
Cuento todo esto para señalar que he logrado transformar el placer de ver
películas que me gustan, en el placer también de estudiar idiomas y sus nuances
o matices. Estaba una vez en París, queriendo comprar algo en una zapatería. La
vendedora era una dama culta que me miró primero con curiosidad y expresión
neutra; a continuación llamó a un hombre para que me atendiera. ¡Pero hasta el
hombre tenía dificultad en entender la palabra que yo estaba utilizando! Aprendí
luego que era una palabra común en las novelas que había leído de la primera
mitad del siglo XX. Con el tiempo su significado se fue abandonando para trans-
formarse en otro harto diferente... Desde entonces todos los zapatos me los hago
hacer con suela de goma, para no tener que averiguar cómo pido en París un
revestimiento de plástico para utilizar los días de lluvia.
En Washington D.C. tuve una experiencia opuesta pero similar, en que mi
palabra al vendedor era culta, al revés del caso parisino, pero el vendedor no la
entendía hasta que pudo captar mi mensaje y me lo corrigió con alegría al slang
estadounidense. El cockney londinense de los taxistas presenta iguales desafíos.
Ni qué decir de una serie televisiva en que los actores emplean inglés con el acento de diversos
países de donde, se supone, provienen: Crossing lines.
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Como era una prenda cara y poco vista en esa calidad de vicuña, mi padre la
usaba entre otras situaciones, para entrar a los palcos de los desfiles militares,
como si fuera un militar de graduación. Nunca lo interrumpieron. En sentido
similar en cuanto al procedimiento, contaba M arienhoff que Benjamín Villegas
Basavilbaso, siendo Presidente de la Corte Suprema de la Nación y trasladándose
en el coche oficial, no lo dejaban pasar por los controles militares para llegar al
palco que tenía asignado, por más que él y su chofer invocaran su status oficial de
cabeza de uno de los tres poderes del Estado. Villegas Basavilbaso hizo entonces
probar una entrada diversa y al acercarse bajó la ventanilla y dijo en voz clara
y fuerte, de mando como corresponde al grado, “General de la Nación” y nadie
lo interrumpió en su paso.
Cómo hizo mi padre, de a pie y con el poncho, para pasar, no lo sé. Debe haberlo
ayudado que en la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral le calificaron todos
los años con las más altas notas, con la única observación que tenía la mirada
“demasiado altanera.” Hace algunos años, me ha pasado más de una vez mirar a
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La idea recibida de mi padre fue, nunca jamás perder un segundo (Al Ándalus)
en otra cosa que no fuera estudiar o trabajar. Conviene citar también a Goethe:
“Aquellas enfermedades… y trastornos… [fueron] doblemente enojosos; pues nues-
tro padre… quería ... desquitarse enseguida de la pérdida de tiempo y cargaba
a los ya curados de lecciones dobles.”
De mi vida. Poesía y verdad, en Obras completas, Aguilar, México, 1991, t. III, p. 453.
Lo siento una decisión compartida, aún a mis 75 años y recorrer este sinuoso
curso vital me sigue dando placer, aunque no tanto a los míos: Mi padre no tenía
previsión para tantas generaciones felices trabajando con su esquema de vida,
aunque tampoco ha terminado aún de influenciar a nietos y biznietos. De los
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II-22 i. a mi padre: “éste soy yo”
tataranietos tendrán que dar razón, si lo quieren, los nietos y biznietos. Este
autor en su rol de hijo de 75 años tiene todavía fuerzas para escribir, imitando
al personaje central de Castañeda; pero esa otra tarea no le corresponde a él.
Si mis trayectos fueron producto de los suyos y sus eventuales traumas, o de
su percepción de mi propia personalidad y rutas a emprender, nunca me interesó
pues determinarlo.
Estoy contento y satisfecho de mi vida, en que estudiar, pensar, leer, escribir,
han sido y son el nervio central de mi personalidad. Si fueron su trauma no cambia
el sentido de mi vida, aunque como digo en el capítulo de su muerte, creo que he
logrado al menos lo que él se propuso y lo he hecho con ininterrumpido placer.
Infra, cap. VII, § 1, p. VII-1 / 215.
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-23
table que los integrantes de una biblioteca con estantes, tiene más posibilidades
de destacar en color, buscar en el mismo texto, hacer notas y además consultar
al instante en el diccionario correspondiente a cada idioma, Internet o Wikipedia.
Eso jamás lo logrará una edición en papel.
Ni tampoco se podrían llevar consigo cientos de tomos por si se quisiera leerlos,
ni menos en 700 ó 350 gramos. Napoleón al mando de sus tropas se hacía llevar
un arcón lleno de obras para leer; de haber existido la tableta la hubiera sin duda
utilizado en sus campañas militares.
El hueso más duro de roer fue una vieja colección de los primeros 150 (o algo
menos, sospecho, porque la cantidad exacta me suena a 138 pero no tengo dón-
de verificarlo) volúmenes de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, comprados de viejo por mí, encuadernados en negro, maltrechos,
amarillentos, con polillas.
Era mi primer año de la carrera de derecho y muestra cómo mi actitud pasa-
tista en el aprendizaje estaba acompañada de la convicción acerca de la necesidad
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II-24 i. a mi padre: “éste soy yo”
de estudiar aparte, en serio y no para pasar materias. Para ello era necesario
comprar por mi cuenta, según mi libre albedrío, más materiales y sistemas de
aprendizaje de idiomas que los que habría de leer o estudiar. Una vez alguien
me dijo “Ahora hay que utilizarlos.” No le contesté, pero mi lógica fue y es tener
varias posibilidades de elección.
Había comprado en Ginebra software digital para aprender cinco o seis idiomas y cometí el
error de comentarlo.
Nunca creí que iba a leer esa colección entera, pero ¡oh sorpresa! al hacer en
1958-1959 mi tesis doctoral sobre la responsabilidad del Estado la leí completa,
rápido pero con cuidado, mientras buscaba todo lo que pudiera referirse a mi
tema de tesis y allí me detenía con más atención al detalle.
Todos los fallos que encontré, se ha vuelto un lugar común citarlos, sin que
nadie indique de dónde obtuvo el dato; fui el primero que se leyó uno por uno
desde el tomo 1 en adelante todos los fallos de la Corte, hasta algo menos del 150.
En el resto no hice igual trabajo.
Ese hurgar en el pasado ha tenido el resultado que Héctor M airal generosamente atribuye a
mi definición de acto administrativo: Todo el mundo la repite y nadie sabe siquiera de dónde
viene. Así lo dice en “Hacia una noción más acotada del acto administrativo (donde se explica
cómo los argentinos pasamos, sin darnos cuenta, de obedecer la ley a obedecer a los funcionarios
públicos,” RPA, Res Publica Argentina, 2011-1 y 2, pp. 7-49, esp. pp. 19/20 y nota 69, también
en el t. 7, cap. XXVIII, pp. 507 a 556, http://www.gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo28.pdf
También se podría decir, como M ax P lanck , que “Una nueva [conjetura] … científica… triun-
fa… porque sus opositores eventualmente mueren, y se desarrolla una nueva generación que
está familiarizada con aquélla.” La escéptica referencia está hecha, junto a otras elucubraciones
parecidas, en M ichael Crichton, Travels, Nueva York, Knopf, 1988, p. 358.
Sobre la inutilidad y efecto nocivo del tipo de lectura sistemática que describo en el texto, algo
expliqué en el tomo 7 de mi tratado, al referirme a mi tesis de 1958/9 sobre responsabilidad
del Estado, pp. 651 y ss., http://www.gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo32.pdf. Ahora volveré
sobre el tema pues creo importante que mis lectores comprendan mejor mi error y puedan
evitar repetirlo.
Hay un segundo aspecto para reflexionar. Mi tesis tenía un gran marco teórico,
como postulan los profesores de metodología, pero no tenía hipótesis ni tesis.
Hoy no hubiera sido aprobada.
Como decía Bielsa en su época, “Hay algunos que estudian cinco horas y
piensan una. Es al revés, debieran estudiar una hora y pensar cinco.” Estuve
insatisfecho con ese trabajo, que era sin embargo el que más había estudiado.
Algunas veces, temprano en la docencia, pedía evaluaciones anónimas de los
alumnos preguntando entre otras cosas qué temas a su juicio yo había estudiado
menos. La respuesta invariable era “Responsabilidad del Estado.”
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-25
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II-26 i. a mi padre: “éste soy yo”
He tenido rencillas con terceros, pero no las cuento por consejo y afecto de mis
amigos más caritativos (el llorado Julio Comadira, Jorge Fernández Ruiz, tantos
otros más). Es el precio que pago con gratitud a tantos amigos espiritualmente
mejores que yo. Ahí no estoy cumpliendo con las enseñanzas que me transmitió
mi padre a mis tres años de edad. Creo que en la práctica él tenía razón, pero
me inclino ante la sabiduría espiritual de otros.
El consejo paterno a mis tres años lo cuento en el cap. III, § 8, primer párrafo, p. III-10 / 134.
Ahora que soy más grande a menudo me invitan a dar la “conferencia de clau-
sura” o de “apertura” o algún otro título genérico, siendo un valor entendido que
hablaré de lo que se me ocurra sobre el contenido del evento o la realidad de esos
días: El público y los organizadores quedarán contentos. Cada vez acepto menos
hablar sobre temas puntuales, porque es posible que mi enfoque no coincida con
el que tal vez tenían en mente los organizadores
Preparo las charlas en inglés, francés o italiano por escrito y por anticipado.
Las practico pronunciándolas en voz alta en la intimidad, tratando de cuantifi-
car el tiempo en que digo, sin apresuramiento, cada parte de la charla. En esos
ensayos muchas veces los nervios me traicionan (¡en privado!) y se me enreda
la lengua con alguna palabra, o me olvido de cómo seguir sin consultar el texto,
pero continúo en la experiencia incluso para pulir mi dicción en la expresión de
las ideas, hasta superar asimismo todas las lagunas que puedan presentarse.
Al exponer casi la sé de memoria pero igual leo y el conocimiento del texto me
permite levantar la vista con frecuencia para mirar al público, ingrediente indis-
pensable de una comunicación eficaz. Además me da la posibilidad de enfrentar
mejor eventuales modificaciones en el tiempo acordado por el presidente del panel.
Esa repetida práctica me permite tener soltura al hablar y enfrentar ocasiona-
les modificaciones en el tiempo acordado por el coordinador. En general se espera
que hable no más de veinte minutos, pero a veces el tiempo de los demás se corre
y piden que hable menos. La primera vez que me pasó me pidieron que hablara
nada más que diez o quince minutos. Como tenía cronometrada mi presentación
le informé al coordinador que mi participación duraba 17 minutos y medio, si
le parecía que podía hacerlo así. Con amplitud y simpatía me contestó que sí,
pero la reunión terminó tarde a la noche, cuando debíamos comenzar temprano
al día siguiente. No estuve acertado en la solicitud, aunque la indulgencia me
haya sido concedida.
Ahora estoy preparado para cualquier extensión que me indiquen y cuando
me toca cerrar un debate, durante su transcurso voy redactando varios párrafos
posibles, según el tiempo que luego puedan conceder. Me preparo así con algo
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escrito durante el debate, como para hacer el cierre en cinco, uno o dos minutos,
según me lo pidan o parezca oportuno. La concisión y brevedad en el cierre pro-
duce complacencia en el auditorio. Todo ello es trabajo y preparación.
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-29
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II-30 i. a mi padre: “éste soy yo”
En quinto año de la secundaria elegí otra más distante para estudiar todas
las tardes (pues a esa hora no había clientes) dos o tres horas de Introducción al
Derecho. Sabía que el paso a la Universidad sería fuerte y que debía prepararme
para el cambio de intensidad.
Una tarde de 1955, antes o después de cumplir los 17 años, se paró a mi lado un
típico abogado con la impronta del San Isidro de aquel entonces, traje y chaleco,
voz impostada pero simpática:
—“¿Que estás haciendo pibe?”
—“Estoy preparándome para la universidad porque sé que es un cambio difícil.”
—“¿Querés un consejo, pibe?”
—“Sí, claro, cómo no, por favor.”
—“Mirá, lanceáte todas las materias, no estudiés ninguna completa. Estudiá
las bolillas pares o las impares, o la mitad del programa de la materia y tratá
de recibirte lo más pronto que puedas. Lo importante es que sepas que en la
universidad no aprendés nada útil, sino que además todo lo que aprendés te
perjudica. Cuando te recibís tenés que saber que ahí sí tenés que empezar a
estudiar en serio, mientras vivas y que tenés que olvidar todo lo que te ense-
ñaron en la universidad porque es pernicioso.”
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-31
Un padre, cliente y empresario poderoso, me envió a su hija adolescente para que yo la acon-
sejara en sus próximos estudios de derecho. Su percepción de lo que su hija le transmitió de
nuestra conversación, que yo no recordaba ni siquiera entonces y menos ahora, le horrorizó:
Supongo que él quería que le explicara a ella la llave del éxito en sus futuros estudios de abo-
gacía, viendo mi éxito en mi profesión y no imaginaba que el consejo fuese el que se desprende
de este capítulo, motorizado por ese primer consejo in loco parentis.
Curiosamente, él también era en cierto modo un calco de mi padre, pues nunca lo consideré
muy estudioso ni muy culto, aunque sí muy exitoso en las empresas que formó, desarrolló y
multiplicó.
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II-32 i. a mi padre: “éste soy yo”
existo y otros enfoques parecidos, todos permiten una reflexión actual: Nuestra
esencia, nuestro ser, es el propio cerebro.
Esa es nuestra condición humana. Sin embargo, no la conocemos ni parece que
estemos próximos a conocerla, después de milenios de muy pequeños progresos.
Si ninguno de nosotros podrá avanzar mucho, por lo menos adoptemos el consejo
de Sócrates.
“Conócete a ti mismo.” Se refería, digo hoy, al cerebro.
Reitero la cita de la p. I-17 / 61, porque ese imperativo ha guiado este libro.
Llegué a la obvia conclusión que había estado leyendo sin suficiente atención o
concentración, agravada por la falta de motivación e interés en esas cuestiones.
Necesitaba entonces, ya que no tenía motivación y concentración suficientes,
encontrar un método que las supliera.
Antes de la Universidad, a mis diecisiete años, creo haber leído en 1955 un
folleto de algún gran psicólogo o psiquiatra de principios del siglo XX (sé que lo
presté y nunca me lo devolvieron, nunca más presté un libro; lo busqué en biblio-
tecas y librerías, luego en Internet, nunca lo encontré: ¿A dler, Jung, F reud?),
sobre Psicología de la atención. He encontrado otras cosas sobre el tema, menos
buenas que lo que estimo haber leído entonces, pero el mensaje es simple y claro:
La focalización constante sobre un tema sin la suficiente motivación puede dis-
persar la atención, pero el cambio de objeto de atención la aumenta.
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-33
Desde que apliqué esa regla en febrero o marzo de 1956, la seguí para todas
las sucesivas materias en la Facultad, luego de la Introducción al derecho que
había estudiado demasiado extensa e inútilmente por el método tradicional.
La Introducción al derecho que escribí y publiqué en inglés y francés en 2003, tiene menos
de doscientas páginas para pensar, en lugar de las más de mil para repetir de los “Manua-
les” de entonces. Nadie la utiliza para enseñar derecho, aunque espero que algunos hayan
aprendido algo con ella.
Decidí hacer el estudio y no la mera lectura, por el orden caótico del programa
de examen, con un cuidadoso apunte en que resumía cada punto del programa
de examen, en el orden en que aparecía.
Descubrí que estudiar según el programa de examen era la mejor preparación
para rendir examen con bolillero: Ésas eran las condiciones reales en las cuales
debería rendir la materia y por ello lo pragmático era utilizar, para estudiar, el
mismo sistema con el cual habría de ser evaluado. La Facultad, sin saberlo, me
indicó el camino.
Además de esa ventaja metodológica para rendir examen con bolillero, había
una ventaja más fundamental. Al estudiar una parte del caos deliberado del
programa de examen, tenía que hacer un esfuerzo de híper–concentración para
tratar de entender lo mejor posible esas dos o tres páginas descontextualizadas,
99
II-34 i. a mi padre: “éste soy yo”
Al terminar el apunte y el texto, leía dos o tres veces, con cuidado, el “desordena-
do” resumen, e inevitablemente mi cerebro encontraba las relaciones y contexto
de los temas puntuales en el total de la materia. No era el ¡Eureka! ni un click
en el cerebro, pero era un proceso rapidísimo y eficaz.
No importaba que la información fuese descontextualizada y casi inentendible.
Una vez terminado de resumir el libro y releído una y otra vez mi resumen, todo
adquiriría sentido. Pocas horas o días de estudio intenso de mi resumen y estaba
en condiciones de rendir examen con éxito. En las horas previas podía releer
muchas veces el apunte, a veces hasta las exactas bolillas que me podían tocar.
100
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-35
Vuelvo a mis personalísimos apuntes. Con tres o más lecturas detenidas (mi
única forma de estudiar) de mi breve pero intenso y muy cuidado resumen per-
sonal, tenía toda la materia unificada en mi cabeza, lista para dar examen. Con
ese método podía estudiar cualquier cantidad de horas sin cansancio. Estudiaba
desde que me despertaba hasta que me acostaba, con la única interrupción de las
comidas; una vez estuve sin afeitarme ni salir de mi casa durante doce días, entre
examen y examen, para preparar una materia a tiempo para el nuevo examen.
Era Obligaciones y saqué “Bueno.”
Terminaba de estudiar antes de comenzar la mesa examinadora y escuchaba
todos los exámenes. Hay profesores que tienden a repetirse y eso es el origen de
muchos apuntes textuales de sus exámenes. En La Plata conocí, siendo profesor,
un apunte llamado “Inesita” que se vanagloriaba —con razón— de tener todas
las 80 preguntas de examen del profesor titular de la cátedra.
Yo también había advertido esa reiteración y prestaba intensa atención a las
preguntas formuladas por la mesa examinadora a otros compañeros. Muchas
fueron después preguntas que también me hicieron a mí. Y sin embargo, no era
usual que todos los que estaban por rendir la materia presenciaran los exámenes
previos al suyo. Así estuvieran estudiando o repasando la misma materia, ello
no era la distribución más eficaz de su propio tiempo.
En los exámenes incluso me sentaba en primera fila y anotaba las bolillas
que salían y quedaban y hacía el cálculo de números. (Que está prohibido en
algunos casinos, pero no es ilegal.) Iba repasando de mi apunte las bolillas que
iban quedando y a veces las que me tocaban las tenía repasadas apenas unos
minutos antes.
Cuando me tocó ser profesor y tomar examen con bolillero, reponía pronto
algunas bolillas en el bolillero, sin mostrar cuáles, las reacomodaba como un
prestidigitador, para no facilitar la reiteración de la triquiñuela si alguien más
la había descubierto. Los que rinden al final de la lista, si tienen la habilidad
de escuchar todos los exámenes previos, tienen sin duda mejores posibilidades
de aprobar.
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II-36 i. a mi padre: “éste soy yo”
Cuando retomo el tema que dejé para ocuparme de otros o ninguno, no impor-
ta cuántos ni cuánto tiempo haya pasado, mi cerebro inconsciente encuentra de
inmediato las conexiones y retoma el nexo sin problema alguno. Claro que tomo
notas de todo o subrayo lo más importante y mucho más ahora con las tabletas.
102
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-37
En los negocios de Apple en EE.UU. la compra se firma en la pantalla con el dedo, no con
un stylus.
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II-38 i. a mi padre: “éste soy yo”
Estudié pues con total intensidad y concentración para recibirme muy pronto y
disminuir al máximo el daño de repetir información, en aquél entonces como hoy,
sin conexión con la práctica profesional que luego tocaría enfrentar.
Si esto parece un designio de alejarse de la Universidad, no era en absoluto
así. Pues al mismo tiempo estaba resuelto a ser profesor titular de la facultad;
me faltaba resolver en qué materia: La previa lectura de La lucha por el Derecho
lo explica. Al comenzar la carrera estaba buscando de qué materia ser profesor,
algo absurdo pero que pude llevar a cabo, sino que también me había formulado
un objetivo y hasta una decisión más absurda e irreal aún, tan ambiciosa como
fueron los sueños de mi padre para su propia realidad. Resolví temprano, con
una convicción total, que no viajaría al exterior a estudiar; viajaría recién, en su
momento, para enseñar. Quiso el tesón heredado del gen y el ejemplo paterno, que
lo lograra. Por supuesto hay en esta hipótesis algo simplista, pues no se aprende
o se enseña solamente: Una actividad implica la otra, si ambas suponen pensar
y no recibir o transmitir información que está publicada en cualquier parte.
Mi experiencia y balance final fue que aprobé mi carrera e incluso mi doc-
torado acumulando información, pero que aún antes de cumplidas esas metas
iniciales ya había comenzado a pensar por mi cuenta, como mis artículos de aquel
entonces lo demuestran.
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-39
que nunca reproduje ese nivel de fértil actividad mental. La facilidad de la escuela
secundaria me dejó el tiempo libre para la lectura y reflexión de los mejores libros
que concitaron mi interés.
La nota más disonante fue la Universidad en cuanto alumno y doctorando.
Nada hice allí para mejorar el sistema, contribuí a su “normal” funcionamien-
to. Reservé todas mis energías para cambiarlo después. Lo logré en mi propia
docencia; no pude en cambio influir lo suficiente como para cambiar el sistema
general, pero es un esfuerzo en el que no estuve solitario ni tampoco fui pionero.
Otros han tomado la posta y siguen enseñando a hacer y pensar.
Desde la adolescencia creí en el derecho y en la lucha por el derecho, lo que no
despertaba igual convicción era el modo en que ello se enseñaba en la Univer-
sidad. La triste conclusión de mi tesis, suprimida desde la conciencia, negaba
pues todas mis creencias juveniles. No eran estas últimas las erróneas, lo era el
no haber todavía aprendido a descifrar la realidad completa de cualquier caso
de derecho y su indispensable contexto.
Ampliar en http://www.gordillo.com/pdf/int_der/iad_1_v.pdf, cap. V, “Cómo leer una sentencia.”
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II-40 i. a mi padre: “éste soy yo”
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-41
Estudié con intensidad pero, por todo lo expuesto, en el grado no fui “buen” es-
tudiante, porque la carrera tenía entonces como objeto accesible leer (y repetir
sin cuestionar) información, no analizar ni discutir expedientes administrativos
ni judiciales, carpetas de estudios jurídicos, documentos reales de la profesión.
Tampoco se ofrecía estudiar el texto concreto de contratos civiles, comerciales
o de minería, no se proponía leer testamentos, actas o partidas de nacimiento,
casamiento o defunción; hipotecas, poderes generales o especiales, escrituras
de compraventa, servidumbres, usufructos vitalicios; sociedades anónimas o de
responsabilidad limitada; balances; estatutos de asociaciones civiles, cooperativas
o fundaciones; actos, reglamentos y contratos administrativos.
El primer cheque lo conocí siendo abogado, igual que el primer pagaré y nunca
he visto una letra de cambio.
Lo mío no es un caso excepcional, sino más bien normal. Los mejores alumnos
buscan obtener mejores notas y para eso la clave no es pensar más, sino estudiar
más; si el objetivo es la nota, el medio idóneo no son los problemas, inciertos, sino
la información, segura sobre todo si es oficial.
Algunos compañeros brillantes de mis épocas de estudiante invirtieron can-
tidades desproporcionadas de su tiempo en leer más y más información, no en
resolver casos o problemas porque eso no aseguraba la nota sobresaliente.
Nunca estudié problemas en la Facultad. Pero quise enseñar con ellos y no
acepto enseñar de otra manera. Los parciales escritos que tomé fueron a libro
abierto, pues no pedía que me repitieran información sino que supieran encon-
trarla y aplicarla en su razonamiento de los hechos del caso.
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II-42 i. a mi padre: “éste soy yo”
Mi sorpresa fue genuina y mi gesto auténtico. Miré el código que tenía delante
y al levantar la vista inquisitivamente el profesor me dice, bien claro, igual que
antes,
—“Sí, claro, fíjese en el código.”
Me fijo en el código, veo el artículo y miro al profesor, azorado.
—“Lea en voz alta.”
Procedí a hacerlo y el artículo decía lo que yo sostenía que expresaba, no lo
que él creía recordar. Con eso terminó mi exposición sobre el tema libre y de allí
en más el examen fue cruento. Pero con mi sistema yo sabía bien la materia. Al
terminar mis compañeros me felicitaban, “¡Sacaste sobresaliente, seguro!”
Yo, en cambio, sabía que me habían bochado, por la impertinencia de recordar
un artículo mejor que el profesor. Y así fue.
Ver y comparar infra, cap. II, § 25, p. II-50 / 116. Allí preví correctamente el resultado opuesto.
Como era una mesa notoria por sus arbitrariedades, en la siguiente clase
masiva, antes de la llegada del profesor, me puse de pie delante del alumnado y
les propuse hacer ese día una huelga y reclamar al Decano. Hubo instantáneo
asentimiento y nos fuimos todos del aula, derecho al Decanato para quejarnos.
El Decano aceptó recibir a una decena de nosotros. Era Guaglianone, profesor
de derecho civil, de indiscutible sapiencia en la materia. Luego de escucharnos,
lo que hizo fue hacernos preguntas de derecho civil a cada uno de nosotros, en
varias vueltas. Todos contestamos bien y de inmediato, pues no hubiéramos ido
en persona a quejarnos al Decano si no hubiéramos sabido bien la materia.
La mesa fue intervenida y rendimos examen con éxito. Había aprendido una
lección: Ni siquiera teniendo razón se pelea fácil con la autoridad.
Aprendí y luego repetí a mis alumnos de la carrera docente y a los integran-
tes de mi cátedra, que serían de verdad docentes el día que pudieran decir con
sinceridad a un alumno, cuando correspondiera, “No sé” y “Tiene razón.”
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-43
El Código Civil enseña y se lo repite sin pestañear, que quien sea generoso y
solidario será castigado a su muerte, en proporción a su generosidad. Una suerte
de juicio final anticipado en contra de la solidaridad social. ¿Se puede enseñar
Sucesiones sin decirlo?
La ayuda económica que di a mis padres hasta su muerte, ¿tiene castigo en
algo que pretende llamarse Derecho?
Sí, sé que todo se puede interpretar, ajustar, contornear.
¿Es ésa la lección universitaria?
Leyes y sentencias fueron lo único que, como gran dádiva, se me ofrecía para
atisbar la práctica profesional.
Nunca supe qué era un pliego (imaginaba un cuadernillo a partir de un
pliego grande de papel doblado muchas veces) de licitación, antes de entrar a la
administración pública; el primer expediente administrativo lo encontré allí. Mi
concurso de ingreso a la Procuración del Tesoro de la Nación en 1961 lo rendí
dictaminando, por primera vez, sobre el primer expediente administrativo que
tuve en mis manos, sin experiencia previa.
Al menos sabía escribir a máquina (algo que muchos de mis alumnos luchaban
por no aprender, como si pudieran andar en bote sin remos) porque había pasado
1958 y 1959 escribiendo a máquina la tesis doctoral y mis primeros artículos.
Primer expediente, primer dictamen, primer concurso, todo en 1961, en la
profesión. Ahora el problema es también la tablet, Internet, inglés.
Muchos alumnos siguen resistiéndose a aprender y a pensar.
Algunos periodistas no abogados peor, muchos aprendieron y se enseñaron entre ellos que
los jueces “dictaminan” en lugar de sentenciar. Técnicamente, un juez nunca “dictamina.” O
tal vez quieran mostrar una decadencia tan generalizada que incluso los jueces no deciden,
meramente “opinan.” O es una simple deficiencia de inglés al traducir “Opinion.”
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II-44 i. a mi padre: “éste soy yo”
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-45
Entonces pasé a experimentar como docente, a mi juicio con éxito, una relación
burocrática por expediente administrativo entre administración y administrado
con los alumnos, con la única diferencia que cada alumno tendría en sus manos
el expediente de su actuación en el curso, con sus propios escritos, foliatura,
cargos y demás proveídos.
Les dictaba reglamentos, hacía providencias, actos administrativos; interpo-
nían recursos administrativos que yo resolvía. Al final del curso presentaban un
alegato escrito en su propio expediente administrativo y luego un alegato oral
previo a la entrevista pública con el expediente de cada cursante a la vista, en
que daba y fundaba la calificación.
Muchos llegaban a la entrevista con su propio expediente no conocido ni
leído, pensando tal vez que yo tampoco iba a leerlo. Lo leía delante de ellos, les
preguntaba algo simple sobre su propia prueba, previo indicarles en qué folio se
encontraba el material, del que tenían copia en sus manos.
Los que no conocían su propio expediente, reprobaban y aprendían que como
abogados, no podían ir a un tribunal a hacer un alegato in voce con el expediente
mal leído: Una receta para el fracaso.
Apliqué el mismo método en los cursos de la especialización, en el postgrado de
distintas materias. Los expedientes son únicos e irrepetibles porque los trabajos
y problemas encomendados lo fueron.
Mucho de lo que aprendí fue con profesores de la Universidad, pero no en los cur-
sos regulares sino a veces en sus charlas y conferencias libres, conversaciones de
pasillos, o trabajando en un caso concreto. Recuerdo que por afecto compartido
a una persona pude hacerle ver un borrador de acción judicial a Genaro Carrió.
Al comenzar a leer, lo primero que me dijo fue: “Gordillo, el exordio debe llevar
distinta redacción, por supuesto, pero debe coincidir, en lo pertinente, con el
petitorio.”
Mis grandes mentores, mis grandes maestros, fueron a menudo profesores
universitarios (en el caso de Carrió, renunció en 1966 y nunca quiso regresar),
pero actuando fuera del ámbito de los cursos sistemáticos de la Universidad.
También aprendí mucho de compañeros de estudios que sabían de las cosas
prácticas que los profesores no nos enseñaban pero conocían. Uno de aquéllos
me contó la realidad de las subastas judiciales y tuve ocasión de comprobarlo,
111
II-46 i. a mi padre: “éste soy yo”
años después, al acudir a una con intención de compra. Allí conocí mejor cómo
funciona “la liga.”
Un colega de la profesión me contó que trabajando como secretario privado de
un camarista, éste le pidió que sacara algunas fotocopias. Cuando regresó con la
tarea cumplida, el magistrado lo hizo esperar y revisó delante de él los originales
y las copias. Faltaba una. Ergo, el que hace sacar fotocopias debe controlar bien
la tarea. A veces son miles y los abogados experimentados que llevan el caso no
se han tomado el trabajo de verificarlas, leerlas y analizarlas con detalle.
Dando clases en Bolonia en el 2001 conocí una abogada argentina que trabajaba en un im-
portantísimo y exitoso estudio jurídico, con sub sedes en varios países y ciudades. Al visitar
el estudio, imponente, me contó que el dueño “nunca estudiaba.” Le pregunté qué hacía y su
respuesta fue “se lo pasa todo el día leyendo expedientes y escribiendo.” Para ella, “estudiar”
era leer libros.
Todas son lecciones sencillas de aprender, pero hasta tanto cada una sea
aprendida, la espada de Damocles del error imperdonable pende sobre la cabeza
de cada uno.
La institución como tal no deja suficiente lugar a la creatividad didáctica de
sus mejores docentes y termina por exfoliarlos en beneficio de los más tradicio-
nalistas en la exposición, los más ordenados en el programa, los más previsibles
para seguirlos, los menos creativos para imaginar experiencias de los alumnos.
No busqué ni conocí todos los buenos profesores, porque no había guía alguna
para siquiera saber quiénes eran.
Sí sabíamos quiénes eran famosos, grandes autores, grandes juristas, mag-
níficos jueces, pero la urgencia en recibirse hacía ir de materia en materia,
alocadamente. En mi caso, buscaba la materia de la que sería profesor titular.
Primero pensé que sería derecho político, del que leí algo más de lo requerido;
luego derecho constitucional, donde también expandí mis lecturas; más adelante
finanzas y derecho tributario (donde llegué a escribir 110 páginas de una inédita
y desaparecida Teoría General de las Finanzas Municipales) y por fin derecho
administrativo. Como mi inclinación por el derecho público estaba clara y no
quedaban más opciones que explorar en la carrera, pues derecho administrativo
fue. No me arrepiento de la elección de la materia, sino de las alternativas que
no contemplé.
Cometí pues egregios errores, después descubrí que había profesores que ense-
ñaban con la realidad en la mano, como Bielsa lo hacía al contar sus anécdotas
(como yo aprendí de él a hacerlo), pero no al examinar. (Era demasiado bondadoso.)
Luego intenté enseñar como aquellos pocos profesores que entrenaban a expe-
rimentar, a contrapelo de la historia; pero el medio nos fue adverso y la opinión
pública estudiantil era contraria a quienes no éramos parcos con las exigencias
de experimentación del estudiante para el aprendizaje y la problematización de la
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-47
realidad, ni, por ende, generosos con las notas, como la profesión no es generosa
con sus propias notas a nuestro trabajo.
Los que fueron buenos alumnos en mis cursos tuvieron buenos desempeños,
a veces incluso extraordinario: No es que yo los haya formado así, es que pude
conocerlos desde temprano en sus verdaderas habilidades profesionales y no traté
de frustrarlas sino nutrirlas.
Fueron y fuimos apenas el 5% (figura de lenguaje) del profesorado los que
remábamos contra la corriente de lo que el estudiantado quería, que no era la
inseguridad de los problemas y los casos sino la seguridad de repetir el libro de
texto y pasar. Los españoles inventaron la palabra “pasatista.” Yo fui un excelente
pasatista, pero tenía conciencia que eso era un punto de partida, no de llegada.
Recuerdo que una alumna de alto promedio me comentó, muy al comienzo de
mi carrera docente, que mi método era muy interesante, parecido al de Winizky.
Horrorizado (pues Winizky era uno de los profesores que la mayoría de mis com-
pañeros de antaño recomendaban evitar), le pregunté qué hacía Winizky: “Nos
manda a una librería donde venden una bolsita con pagarés, letras de cambio,
cheques y otros documentos comerciales, nos los hace llenar y nos señala si son
válidos o no, o los llena él y nos pregunta si son exigibles y nos hace observar en
qué nos equivocamos.”
Allí lamenté no haber cursado con Winizky y no fue el único con quien lamenté
no haber cursado. Como el mundo es redondito y pequeñito, el centro de estudian-
tes recomendó, mientras fui profesor de grado en la facultad, no cursar conmigo.
El problema no es propio de ninguna universidad, sino de la sociedad en su
conjunto y los jóvenes que debieran ser el instrumento de cambio son, no obstante,
el obstáculo más fuerte a superar. Por eso no me queda sino apostar al futuro,
escribiendo y publicando como lo hago ahora y lo hice desde la juventud.
La mayoría estudiantil no quiere aprender, quiere recibirse: Fue la temprana
lección que recibí antes de entrar a la Universidad. Esa es la lucha constante,
que se sigue percibiendo en el postgrado, en las especializaciones, las maestrías,
los doctorados, los post-doctorados. Y de allí sale la madera de las siguientes
generaciones docentes.
En cualquier caso, para las clases en que el profesor no hacía sino repetir lo
que estaba escrito en manuales, artículos o fallos, yo tenía un cálculo cuidadoso
del tiempo que me insumía cambiarme, ir hasta la parada del colectivo, esperarlo,
viajar hasta la facultad, llegar hasta el aula, esperar al profesor, escucharlo y
tomar notas y repetir todo el proceso de regreso: La relación era de uno a tres.
O sea, yo podía estudiar tres veces más por mi cuenta que lo que aprovechaba
yendo a una hora de clase de tales características.
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II-48 i. a mi padre: “éste soy yo”
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-49
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II-50 i. a mi padre: “éste soy yo”
Al que cree contestar y utilizar su smartphone a escondidas, le molesta que uno tome la
tableta y haga lo mismo que él, pero sin tratar de “ocultarse.”
No la ficción con la que sueña, o pretende imaginar, pero que nada tiene que ver
con la realidad profesional, que es la que el alumno necesita para luego trabajar
con eficiencia y eficacia. Eso es lo que me alaban o reprochan haber tratado de
enseñar en la Universidad.
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ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-51
Uno de los miembros del jurado primero me negó que fuera uno de los temas
elegibles, hasta que el que lo presidía y por lo visto lo había puesto asintió con
la cabeza y los demás comprendieron. Luego otro de los miembros del jurado me
incitó a tratar el tema elegido, interrumpiendo con cuestionamientos, diciéndome
que seguía estando fuera de tema, que no perdiera el tiempo.
Por lo visto no entendían que el derecho se pudiera dar, entre otros medios,
a través de problemas y guías de estudio y reflexión preparadas por el profesor.
Finalmente me puse furioso ante la inutilidad de todas mis explicaciones y hube
de decir, “Perdón, pero yo no creo que sea una pérdida de tiempo enseñarle algo
a alguien que no lo sabe.”
Un adjunto mío, que había presenciado todas las exposiciones, me dijo al salir:
—“Te bocharon.”
—“No, porque es obvio que no han leído todavía el expediente.”
Yo sabía que en su mente mi exposición era para un “dos,” pero como mi ex-
pediente sugería otra cosa, acordaron ponerme un “ocho.”
Acerté en la apreciación de la realidad como antes, con opuesto resultado, en § 23.2, “Un
examen muy particular,” II-41 / 107 y II-42 / 108.
Otra vez, siendo yo jurado, había leído primero el expediente y tenía bien en
claro quién era quién. Uno de los expositores habló mal, tanto que al salir dijo
en público que se había ganado un bochazo; que era la peor clase que había dado
en su vida. Al reunirse el jurado, dije que si le poníamos el bochazo que mere-
cía, no podíamos de modo congruente proponerlo como profesor adjunto, que, en
cambio, merecía según sus antecedentes. Transamos entonces en ponerle un seis,
“bueno,” para que no quedara mal nuestra decisión de proponerlo como profesor.
Así es el derecho en la práctica. No sugiero que sea bueno o malo, no defiendo
ni censuro lo ocurrido. Tan solo lo cuento. Cada lector se formará su propio juicio
de valor.
Allí se termina de entender el consejo que recibí a mis 17 años y que, a mi
manera, seguí.
Comparar el concurso para ayudantes que relato en el cap. IX, § 5 in fine, p. IX-8 / 248.
117
II-52 i. a mi padre: “éste soy yo”
Desde que yo era niño mi padre miraba al futuro; en primer lugar el de sus hijos
cuando les tocara ir a la escuela secundaria y a la Universidad: La imagen del
hijo cuyo hijo supera al padre y al abuelo.
El golpe magistral de su mirada fue cuando me recibí a los 20 años: Aconsejó
no empezar a trabajar sino seguir estudiando. Eso, como lo dije en otros lugares,
permitió estar algo más de un par de años después, trabajando en mi propia espe-
cialidad, en un lugar cómodo donde sobre todo aprendí derecho, pude practicarlo
y además ganaba bien: La Procuración del Tesoro de la Nación. Un año antes
había llegado a profesor adjunto ad honorem de la UBA y profesor rentado de un
centro interdisciplinario de la OEA dedicado a la investigación y a la enseñanza
de posgrado para América latina. Eramos tres profesores argentinos y tres de
otros países de América del Sur.
Muchas veces pensé si podría tener semejante mirada para mis hijos. Me dí
cuenta que la tarea de mi padre había sido única e inimitable. Hice cuanto pude
118
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-53
por mis hijos, pero me tocó pensar en circunstancias diferentes. Tuve en claro que
no les convenía, por su propia salud y felicidad, seguir mi profesión. No habían
tenido mi cuna, mi infancia, mi adolescencia. No les podría transmitir lo que mi
padre me transmitió a mí.
No me culpo, pues el mío fue un hogar de pobreza, el de ellos uno de clase
media acomodada. Nada de lo que conté de mi padre se registró en sus mentes.
Era una realidad demasiado diferente.
Sí les dije que estudiaran lo que quisieran y que en aquello que estudiaran
deberían ser excelentes, porque el horizonte no se presentaba promisorio para
ellos ni para nadie.
Mi madre anticipaba que lo que vendría sería peor, según ella, que lo que había
vivido en la Gran Depresión de 1930. Si se considera las villas de emergencia
que entonces casi no existían y hoy no son erradicables, quizás tuviera razón.
Hay además otros fenómenos de pobreza, desde luego, como explico en “The economy of car-
toneros (from paper to book scrapping) in Buenos Aires: a literary essay,” http://gordillo.com/
articulos/art8.pdf.
Hasta las distancias operan peor: “I mezzi di trasporto da Buenos Aires,” Segunda Universidad
de Nápoles, http://www.gordillo.com/articulos/art5.pdf.
119
II-54 i. a mi padre: “éste soy yo”
Ver también el tomo 7 del tratado y Parole lette come introduzione al seminario sul libro “L’
Amministrazione Parallela,” Universidad Bocconi, Milán, accesible en los iBooks y en http://
www.gordillo.com/cv/art_56.pdf.
A partir de allí el joven alumno fue tomando interés por mi obra, sin conocer
los tiempos y edades o generaciones de cada una de las fuentes que había recibido
o conocido.
Ver también la ilustrativa experiencia que relata A lejandro Carrió en el Libro II, p. T-5 / 691.
120
ii. éste soy yo: el primer trazo grueso II-55
las tumbas, aunque sería bueno para los que expresen ideas, saber ellos mismos
si las pensaron por primera vez u otro las pensó antes; quién y cuándo lo hizo.
Y si bien lo que sigue no es un gesto de modestia, debo también señalar que
no es que mi mente haya tenido una inventiva con una visión rayana en la pre-
dicción astrológica. Tuve como norma analizar lo que pasa ahora en el mundo
desarrollado y en mi propia realidad, para desde allí tratar de escudriñar lo que
quizás ocurrirá con el tiempo.
Cuando escucho o leo a personas más inteligentes que yo o que tienen más
experiencia, presto atención y trato de aprender y luego enseñar. Es lo mismo
que hicieron, según cuenta la historia, los próceres de Mayo de 1810, que traje-
ron, de lo aprendido por ellos en Europa en sus viajes anteriores, ideas entonces
revolucionarias.
El método de mirar el futuro observando el espejo de las sociedades más
desarrolladas no es nuevo, en modo alguno: Hace falta conocer idiomas, viajar,
estar atento, observar, reflexionar. No digo que esto sea fácil ni que yo carezca
de todo mérito; pero no ha de ser fácil en nuestro medio. Hace muchas décadas,
hablando de uno de mis viajes a un señor mayor que no había salido del país, él
me observaba:
—“Lo que Usted cuenta es muy distinto de lo que cuentan otros que han via-
jado a los mismos lugares.”
Sí, muchas veces he tenido esa sensación. En mi largo periplo por Europa a fines
de 1982 y comienzos de 1983 me encontré con unos conocidos, de casualidad, en
una esquina de Madrid. Todos habíamos estado en Europa largo tiempo. Y todos
teníamos cosas divergentes que contarnos. Era como si no hubiéramos visitado
el mismo continente, habiendo estado en los mismos lugares. En un viaje fugaz
sería explicable, en varios meses es más difícil entenderlo.
También al día de hoy, comparando ciudades del mundo, veo que gente que ha
estado en algunas de las ciudades que conocí, tiene percepciones harto diferentes.
Quizás la mejor combinación la haya hecho Joseph Conrad tomando notas de
viaje de sus experiencias en el Congo belga, después recurriendo a ellas para
ambientar su Heart of Darkness, cuya magnífica frase culminante, tal vez una
variante de Macbeth (donde la exclamación original aparece tres veces), es
reiterada, con mínimas variaciones, por el personaje representado por M arlon
Brando en la película de F rancis Ford Coppola, Apocalypse Now.
El guión de Apocalypse Now está inspirado en la novela Heart of Darkness, aunque no trata
del Congo belga en el siglo XIX sino de la Guerra de Vietnam en el siglo XX.
121
Capítulo III
MI PRIMERA INFANCIA
Sumario
MI PRIMERA INFANCIA
Así, en esos para mí ignotos primeros cinco años, supuestamente le pedí que
me enseñaran a leer. Mi duda actual es si realmente le pedí, en esa temprana
edad, aprender a leer para entender las tiras cómicas. Ese habría sido el motivo
por el cual fui alumno particular de la directora de la escuela y pude saltear
primer grado inferior. Difusos recuerdos me hacen sentir cierta la historia, pero
como eso ocurrió en los primeros cinco años, la etapa para él más importante de
la educación, cabe también interrogarse si fui persuadido por él.
También al cumplir cinco años, según mi padre me contó después, resolvió
que no recibiera más juguetes. Cuando cuento esta historia, a las mujeres les
III-2 i. a mi padre: “éste soy yo”
resulta triste y tal vez lo sea, pero yo lo viví con naturalidad. En cualquier caso,
no recuerdo haber visto tampoco a otros niños con juguetes que yo no tenía: Mi
contexto de Ascensión no era uno de chicos con juguetes, en la década del 30 y
del 40. No hay pues ninguna referencia comparativa a terceros en mi ausencia
infantil de juguetes.
En casa hubo siempre un ambiente de fe en el futuro. Recuerdo que en Ave-
llaneda, una o dos veces al año, nos visitaba un franciscano que se había hecho
amigo de mi padre. Venía desde lejos, con sus sandalias descubiertas y su hábito
marrón. Lo imagino en una tarea personalmente evangelizadora con mi padre.
Fuere lo que fuese, nos trajo un día desde Roma una indulgencia plenaria para
papá y nosotros. De los cuatro, quedo solamente yo en vida.
Entre ese ambiente ocasionalmente visitado de santidad y pobreza francisca-
na, no había lugar para lamentar juguetes no conocidos. Pero en cualquier caso
contribuyó mucho, también, que tanto mi padre como mi madre eran muy afectos
a contar toda clase de chistes, en los que por norma estaba en juego la agudeza
e inteligencia, no la información.
Muchos chistes se referían a profesionales de distintas ramas del conocimien-
to carentes de destrezas intelectuales, en la mente del repetidor de los chistes.
Muchos son, a mi pesar, irreproducibles. De allí vengo yo.
Esa veta humorística me quedó para toda la vida, aunque no la realizo a cos-
ta de los profesionales. Trato en cambio, con humor, que tengan imaginación,
creatividad, capacidad de observación y sepan pensar. No lo tengo en claro, pero
parece que mis clases han sido divertidas, según me cuentan; también me han
dicho que este libro por momentos lo es. En ambos casos el humor ayuda a pensar
y fijar ideas, disipa las tristezas y enmascara las tragedias.
Además de lo ya contado y a contar, de esa infancia me ha quedado la fe en el
futuro y el humorismo, pero hay dos secuelas más, una seria para los demás y
la otra divertida para mí.
Una, no soy afecto a hacer regalos en las ocasiones que la sociedad y la familia
estiman que deben ser hechos. En mi familia paterna no hubo regalos de ninguna
especie, en ninguna ocasión social, para nadie. No estaba en su cultura ni en sus
tradiciones. Por mi parte, creo haber efectuado, con ayuda, los regalos de prácti-
ca, pero mi corazón no estuvo ni está allí: El peso de la memoria paterna estará
firme hasta mi muerte. Por todo eso es mi mujer quien se ocupa de los regalos
familiares y yo envidio la iniciativa de todas las mujeres que se las ingenian
para regalar cosas lindas, útiles, baratas, con el arte y la facilidad de preguntar
primero y parecerles natural que se cambie después.
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iii. mi primera infancia III-3
Hacer regalos bien es una habilidad que nunca estará conmigo. Creo que es una
herencia impensada de mi padre, que computo como “negativa” no por sentirla así,
sino en testimonio de respeto a toda la sociedad que piensa distinto a mi padre,
porque yo no le reprocho, en modo alguno, lo que pudo vivir. En cambio, hago
pequeños regalos sin justificación social, cuando la situación lo permite: Tomos,
folletos, artículos. Todos escritos por mí. No suena a modesto, lo sé.
La segunda secuela es ser lo que se suele llamar un gadget man, una persona
inclinada a comprarse aparatos a menudo inútiles, pero percibidos como intere-
santes. Es compensar una infancia sin juguetes. En el dicho “He who dies with
the most toys, wins,” estoy entre el pelotón de candidatos a ganador, salvo que
los juguetes tecnológicos perecen, por obsolescencia acelerada, mucho antes que
su propietario.
Me acuerdo, después de mis primeros cinco años, entretenerme clavando
clavos en maderas terciadas tratando de unirlas por los cantos, empresa como
es obvio infructuosa; pero cuyo fracaso no tomé a mal: A mi manera y en mis
posibilidades, jugaba.
De todas maneras, me queda la duda acerca de si alguna vez tuve juguetes y
no están mi hermana Hebe ni mi madre Carola (como la llamaban las amigas)
para preguntarles. Jamás le hubiera preguntado a mi padre, pues hubiera sido
cuestionarle su palabra. Si debo optar, diría que quizás no haya recibido tampoco
regalos en los primeros cinco años.
En todo caso, sus esfuerzos para mi educación fueron intensos desde mi primera
infancia, pero tengo muchos recuerdos posteriores de ejemplos y orientaciones
que fueron de extraordinaria utilidad, mientras viví en nuestra casa. Ese efecto
mágico desapareció, lo advierto ahora, cuando me casé y me mudé. Ahí se cortó
el cordón umbilical. Quizás yo mismo lo estaba deseando, es una etapa que se
cumple.
Entre las cosas inútiles que me compré de grande y que no tiré sino guardo
con cariño, hasta tanto se pierdan por el tiempo, figuran pequeños focos para
iluminar cuadros en las paredes sin que se vea de dónde viene la luz. El problema
es que son de 110v y como requieren entonces adaptador, su intentada discreción
desaparece. Y ahora que los hay minúsculos, no tengo ya cuadros que iluminar.
Se los llevó la vida.
También me compré unas hermosas piedras de decoración, falsas, de plástico,
que adentro tenían reproductores que simulaban música funcional en el jardín,
en la terraza, donde quisiera, sin cables. El problema era que al conectarse por
127
III-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
radio recibían transmisiones por error, con lo cual no servían. Aún las tengo,
no se por qué.
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iii. mi primera infancia III-5
Todo eso quedó superado con la tableta. Ofrece una ventaja adicional, la manio-
brabilidad de un libro y la posibilidad de colocarla a la distancia y ángulo de la
vista que se prefiera. Las nuevas notebooks y tablets con teclados desprendibles
de la pantalla ofrecen algo parecido: Poder acomodar la pantalla a la vista de
cada usuario. Seguiré comprando lo que el mercado ofrezca, para experimentar.
Para qué abundar, todo me ha dado placer y me lo sigue dando, aún desde la
utilidad de entonces o la inutilidad actual. Seguiré comprando cuanto adminículo
tecnológico aparezca, que atrape mi fantasía de serme más útil que los anteriores.
¿Es un resabio de los juguetes que no tuve de niño? No me interesa, me divierto
con todos ellos y a veces me resultan también útiles, hasta muy útiles. Mi in-
consciente los puede incluso tornar indispensables. Como le dijo un aduanero en
EE.UU. a un amigo residente que traía a ese país, desde el suyo y como adorno,
una antigua y muy grande máquina de coser, de hierro y con ruedas del mismo
metal, “You couldn’t live without it.”
4. Compartir
129
III-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
errores que ella habría cometido en su educación, a comienzos del siglo XX. La
respuesta de ella, que él me contaba, era:
—“¡Qué quiere, m’hijo, es la ignorancia!”
Tengo en claro, pero no lo exploro, que todo el tema que sigue en este acápite referido a las
propinas, no resulta de mayor interés para algunas de mis lectoras: Deberán saltear éste y el
siguiente, porque esta parte de la psicología masculina la conocen y experimentan los hombres.
Se me ocurre este título para contraponerlo, a años luz, al “Ver y ser visto” de
otros sectores sociales argentinos, que conocí por las revistas. Imagino que nadie
que sea o haya sido parte del “ver y ser visto” se enterará siquiera de este libro y,
en cualquier caso, carezco de elementos para la comparación, salvo el hiperbólico
retruque andaluz que conforma este pequeño subtítulo.
Vi a mi padre dar propinas a toda persona que le prestara algún servicio.
Jamás me dio consejo alguno en tal sentido, pero con el ejemplo basta y sobra,
como mi mamá leyendo.
Pero esto plantea aún hoy un problema de género: Por alguna razón mis-
teriosa, las mujeres no suelen dejar mucha propina y no por ello se resiente el
servicio que reciben. En el hombre, por ahora, es una parte de sus relaciones
interpersonales. Intentaré aquí explicar cómo, en la vivencia de mi padre y mía,
son fundamentales para el hombre.
A aquel primer ejemplo le sigue la propia experiencia como mozo en el café de
mi padre, desde la infancia hasta recibirme de abogado y después. Allí aprendí
a ser veloz y diligente, a trabajar sin el menor atisbo de desgano, a atender bien
y de inmediato a toda la gente, según su orden, a saber servir, ser cortés y res-
petuoso, a no tolerar el maltrato. Se debe estar mirando a todas las mesas, para
que un cliente que quiera llamarlo únicamente tenga que levantar la mirada
(papá dixit), para lograr que el mozo se acerque. Son pocos los mozos en el mundo
que están a la altura de estos estándares. Como la gente me daba propina, era
parte importante de mi trabajo.
Ver a mi a padre dar propina y recibir yo propinas, fueron pues dos actos pa-
ralelos muy formativos, con significado no económico sino moral, además de una
necesaria recompensa del trabajo ajeno y una muestra de solidaridad social. En
toda película o serie en que un mozo comenta la propia experiencia con algún
cliente, el tipo de comentario es análogo, sobre la generosidad o miserabilidad de
la propina. Los guionistas han encontrado igual percepción en los demás mozos
del mundo.
Cuando, adulto y sin la presencia física y ni siquiera moral perceptible de
mi padre a este respecto, repito esa conducta de dar el diez o veinte por ciento
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iii. mi primera infancia III-7
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III-8 i. a mi padre: “éste soy yo”
ni siquiera a una persona que está caminando. Estaba paseando por lo que era
entonces Berlín Oriental, del otro lado de la cortina de hierro, cuando un chico
de unos diez años se me acerca andando en bicicleta en sentido contrario y desde
unos cinco metros antes de cruzarse conmigo me mira a los ojos y me pregunta:
—“Wieviehl Uhr ist es?”
Era el muy simple ¿qué hora es?, pero hasta que lo decodifiqué en mi mente,
el chico estaba cinco metros atrás mío, pedaleando sin pausa. Demás está decir
que no comencé siquiera a elaborar en mi cerebro cómo decirle qué hora era y en
alemán. Ni siquiera atiné a mirar el reloj, tan rápido pasó todo, tan lento fue mi
cerebro en la decodificación. Tampoco, claro está, es el alemán mi fuerte.
El consejo completo para turistas (o nativos que se dirigen a un tercero des-
conocido, da lo mismo) sería entonces, no pregunte a nadie que no esté parado o
sentado sin hacer nada. De lo contrario se reciben respuestas descorteses, como
es habitual en algunas partes del mundo o, si no, mudas como la mía.
Creo que los únicos que ofrecen su consejo sin que le sea pedido son los bri-
tánicos (y habitantes de otras ciudades culturalmente desarrolladas), cuando
ven una persona dudando frente a un mapa o a los carteles de las esquinas. Su
amabilidad es extrema y hasta lo acompañan al lugar que quiere ir, si estiman
que las indicaciones pueden no ser suficientes. Sean Connery, en una película
hollywoodense de corte oriental, pronunciaba en el momento adecuado la frase:
“Perhaps I can be of assistance.”
6. La Perle du Lac
Tengo muchas anécdotas gratificantes por haber sabido dar propinas, de acuerdo
a mi capacidad económica y sin pretender llegar a los extremos muy novelescos,
pero reales, de M acoco de Á lzaga Unzué.
En el libro Tirando manteca al techo (Vida y andanzas de Macoco de Álzaga Unzué) en-
contramos sus propios relatos y más datos proporcionados por el autor Roberto A lifano. Su
extravagante historia despertó mi curiosidad y también la de Hollywood, que entre variadas
vinculaciones contemporáneas a su vida, hizo mucho después una película con Glenn Ford
en el rol de playboy hijo de un rico estanciero argentino, a su imagen. Creo recordar que se
llamaba Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Relata su actuación durante la guerra, la rela-
ción con los alemanes y los aliados como agente doble. El libro es más interesante aún, pues
incluye su relación con A l Capone, Errol flynn y un armador griego, entre otras cuestiones
más, todo lo cual merece ser leído. Es como Schoklender , son datos a veces delictivos pero
que un argentino debiera conocer.
Una que recuerdo en particular se divide en dos partes. Cuando iba dos veces
por año a Ginebra por el Tribunal Administrativo de la Organización Internacio-
nal del Trabajo, quince días cada vez, era frecuente que todo el tribunal reservara
un salón para agasajar a alguno de sus ex miembros que nos visitaba, o algún
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iii. mi primera infancia III-9
133
III-10 i. a mi padre: “éste soy yo”
Para mí, que vengo de la profesión en mis años mozos, la propina no es una cuestión de dinero,
es también y en primer lugar una cuestión de delicadeza, respeto, aprecio, agradecimiento.
Curiosamente, si bien la frase es de Nuland, él cita como referencia un artículo de 1878 de A dam
H ammer , “Ein Fall von thrombotischem Verschlusse einer der Krankarterien des Herzens,”
publicado en Viena. Uso la frase de Nuland que en su momento me gustó en su literalidad.
La frase original de H ammer , menos lograda, era “Frente a este remedio universal aún las
más leves hesitaciones […] eventualmente ceden.”
Es claro que no pretendo dar clase de nada, solo explico lo que sé que sentía
cuando servía y recibía propinas y lo que estoy seguro que transmito cuando
doy propina.
7. El antipóster
Esto se presta para muchos comentarios y desarrollos que no haré en este libro.
Pero sí me recuerda el comentario de un profesor de metodología de la investiga-
ción con quien, junto a otros cuatro profesores de la O.E.A. de diversa nacionali-
dad, compartimos cursos por toda América Latina durante muchos años, desde
comienzos de la década del ‘60 hasta 1978.
Con él en particular hablamos de todo, en las larguísimas horas de inactividad
en cualquier pueblo del interior latinoamericano (o ciudad, o capital), cada vez
que terminaban nuestras clases y hasta caer la noche o en los fines de semana
intermedios. Esos fueron todos viajes de trabajo, en los cuales aprendí mucho,
en vivo y en directo, de la polifacética América Latina.
Decía mi amigo, quien tenía importantes preocupaciones sociales (trabajaba
con la Iglesia, de la cual era asesor teológico, además de ser amigo del padre
Mugica) que yo era el antipóster de la izquierda, pues demostraba que se puede
atravesar las clases sociales sin la revolución armada.
8. El arte de la no pelea
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iii. mi primera infancia III-11
hago cuando resulta necesario, no por deporte ni menos con placer. No tolero la
injusticia ni el desconocimiento de mis derechos, debo rebelarme.
No sé quién se ajusta a la verdad. Tal vez discrepemos en cuanto a cuáles he-
chos son causa suficiente para una queja formal y cuáles no. En cualquier caso,
mi susceptibilidad a la agresión intelectual, verbal o física, es grande.
Otra anécdota y consejo de mi padre, lo leí luego en forma similar en El arte
de la guerra de Sun Tzu: Toda pelea (en el caso de Sun Tzu, toda guerra) se
gana o se pierde antes de empezarla. En la guerra están dadas de antemano las
condiciones para ganarla o perderla. En la pelea, casi nunca hace falta siquiera
hacerla, a menos que se enfrente a un psicópata, drogado o beodo, en cuyo caso
lo mejor es evitarla, desde luego.
La actitud frente al eventual contendiente, en los demás casos, resuelve la
contienda de antemano, sin necesidad de golpes. Presencié muchas veces amagos
de peleas en las que todo se resolvía sin la violencia, aunque sí, a veces, con el
suave y amenazante contacto físico. Es la amenaza creíble lo que funciona, no
hace falta superar el umbral del golpe.
Como se advierte, nuestro ambiente no era de lo mejor, enfrente del Mercado
de Abasto de Avellaneda hacia el fin de la primera mitad del siglo XX, aunque
todo el barrio ha mejorado y el Mercado hoy no funciona en ese edificio, sino el
Rectorado de la Universidad Nacional de Avellaneda.
Ver el gráfico de la p. 236.
135
III-12 i. a mi padre: “éste soy yo”
Ahora bien, no olvidar que mi padre también me enseñó a no ser tonto. Lo que
utilizo para los amagos callejeros no lo utilizo en mi profesión de abogado. Allí
las reglas y el arte son otros. Una vez me trajeron un caso absurdo, de mucha
cuantía económica, que me había reenviado un colega con el mensaje,
—“Andá a verlo a Gordillo, que no le tiene miedo a nada.”
El caso lo rechacé sin el menor atisbo de duda. Como suelo también decir,
estoy muy encariñado con mi propio pellejo, porque es el único que tengo y deseo
conservarlo lo más posible.
Solo se puede sobrevivir con honor (sin actos de cobardía ni convertirse en
delator voluntario de la dictadura, como lo hicieron conmigo) con extrema cautela
y prudencia, entereza y coraje, pero no con la puesta en escena de El Conventillo
de La Paloma, ni con el despliegue de los gorilas o el teatro de Norman Brisky.
Pero también allí me sirvieron las enseñanzas y los relatos de mi padre, que
además de haber hecho la carrera de suboficial en la escuela Sargento Cabral,
era partidario del servicio militar obligatorio, fue jefe de policía en un pueblito
de la Quebrada de Humahuaca en Jujuy, designado por el gobierno del Partido
Radical hasta que con el golpe del 30 lo despidieron, poco después que depusieron
por las armas al gobierno nacional de ese partido, electo por el pueblo.
Le gustaban los desfiles militares y las historias de guerra reales y se fue
en colectivo desde Avellaneda a Plaza de Mayo a presenciar más de cerca el
bombardeo de 1955. Nunca contó nada. Años después me enteré bien de lo que
había pasado en cuanto al bombardeo y las muertes. Imagino que mi padre fue
un testigo temerario, como a uno de mis hijos también le gusta serlo. Aunque no
lo sepa, tiene a quién salir.
Así fue la educación de mi padre hacia mí, muy entretejida con vacíos y omi-
siones cuyo significado fui comprendiendo a través del tiempo. Espero que mis
hijos lean esta historia del abuelo paterno, les completará un poco el cuadro.
136
iii. mi primera infancia III-13
137
III-14 i. a mi padre: “éste soy yo”
Resolví hacerlo a simple vista: Me dediqué a caminar por todo el colegio, su-
biendo y bajando escaleras, recorriendo pasillos, con paso veloz pero sin correr,
como persona apurada porque está haciendo algo importante que le mandaron.
Llevaba conmigo un ejemplar de Enfoques por si era confrontado y pensaba
inventar que estaba autorizado por la Directora de la Escuela para hacer algo
para la revista, o quizás que ella me lo había encomendado.
Para mi decepción, recorrí toda la escuela durante cincuenta minutos y no
fui confrontado por ningún docente ni celador. Los pasillos estaban desiertos y
cuando me crucé con una maestra que no conocía, por ende no la miré ni saludé
y proseguí con mi paso vivo de persona con un claro objetivo, que no parecía
“ratearse” cuando en realidad sí lo estaba haciendo.
No se le ocurrió preguntarme qué hacía caminando por los pasillos en hora
de clase, pues mi forma de comportarme parecía demostrar que estaba haciendo
algo necesario e importante, con las debidas autorizaciones u órdenes superiores.
Esa experiencia, que no tuve necesidad de repetir, me dejó muy feliz.
Allí estaba una conjunción de la carta robada de Edgar A llan Poe, La admi-
nistración paralela de mis años maduros, la actividad teatral que luego estudié
con Norman Brisky y las películas bélicas americanas en las que los prisioneros
burlaban a los guardias alemanes en los Stalags. Estas comparaciones y reflexio-
nes surgen recién ahora, al escribir este libro.
Esta historia verídica de la revista, la “rateada” y sus actuales evocaciones
sirven como escenario previo en el cual insertar la escena siguiente.
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iii. mi primera infancia III-15
Ya he contado cómo y por qué 1946 y 1950 fueron importantes para mí. Acabo de
contar el punto de inflexión de 1955. Era el último año de mi escuela secunda-
ria y lo pasé leyendo Introducción al Derecho para rendir al año siguiente en la
Universidad. Cumplí 17 años, recibí el consejo de no estudiar en la sistemática
Facultad, pero hacerlo después sin desfallecer, caso por caso, extra sistemática-
mente en cuanto a cursos oficiales, pero día por día. Aún sigo haciéndolo con el
mismo placer.
También en 1955 fue la elección en el Centro de Estudiantes de Avellaneda.
Había un grupo que lideraba y era en cierto modo oficial, integrado por tres
estudiantes de derecho. Yo comencé a armar un equipo diferente para pelear
las elecciones. Nos mirábamos de reojo, y amigos comunes me dijeron que uno
de ellos decía:
—“El día que Gordillo se reciba de abogado, si es que alguna vez se recibe, en
la mesa de examen final estaremos nosotros tres.”
Fue una apuesta y un desafío errados. Gané las elecciones, me recibí de abo-
gado y fui yo profesor de ellos tres, en diferentes años.
Con todo, mi presidencia del Centro de Estudiantes de Avellaneda tuvo sus
aspectos negativos. En lo positivo, intenté hacer muchas actividades académicas
y su organización y, a veces, el fracaso me enseñaron mucho para cuando luego
fui el primer presidente de la Asociación Argentina de Derecho Administrativo.
Éxitos y fracasos me fueron enseñando por igual.
En lo negativo, asistí por el Centro a un par simultáneo de congresos estu-
diantiles que se organizaron por ese mismo año en Buenos Aires, donde llené
una ficha de inscripción que me hizo ingresar a los archivos de la Secretaría de
Inteligencia de Estado.
Si bien se me escapó la naturaleza de ambos congresos, de los que nada útil
tuve que informar al Centro que presidía, lo cierto es que tales archivos consigna-
ron que yo había participado en tales encuentros de orientación “filo comunista.”
139
III-16 i. a mi padre: “éste soy yo”
Para ser nombrado decano en 1969 y 1973 era indispensable pedir el informe a
la SIDE, que volvía con esas dos magras líneas. El comentario que me hicieron
quienes pidieron y obtuvieron el informe, indispensable para realizar el nombra-
miento y percibir el sueldo, era que se trataba de una “tontería de la juventud.”
Yo no tengo en claro que haya sido una tontería de la juventud, ni tampoco
de un error de la SIDE en calificar de “filo comunista” al congreso que se auto-
numeraba como dos en uno, en que realicé una sola ficha y quedé “pegado” dos
veces. No sé si consigna todavía esos datos, pero lo curioso es que suponiendo
que fuera cierta la filiación política de la agrupación a la cual asistí un solo día
y firmé la ficha, quedaba fuera de proporción con el resto de mis décadas, de las
cuales nada más se agregó como constancia. Solamente el dato negativo de esa
inscripción, ninguna de mis otras actividades republicanas y democráticas.
A la inversa, lo mismo me ocurre con mis conexiones a gobiernos militares.
Los grupos estudiantiles y a veces de dirigentes académicos, no dejan de recordar
esos dos cargos de decano en gobiernos militares, sin consignar tampoco mis
otras actividades republicanas y democráticas.
En el primer borrador de este acápite escribí que en cada caso creí cumplir
con un deber cívico.
Mi amigo Julio R affo ha tenido a bien recordarlo y ampliarlo en el homenaje de la Legislatura
de la Ciudad de Buenos Aires, http://gordillo.com/homenajes.html; transcripto infra, Libro
II de este t. 10, sección III, pp. 637-8. La información correspondiente se complementa infra,
cap. XIII, § 2, p. XIII-2 / 308 y § 3, p. XIII-5 / 311 y ss. y los diálogos que figuran en el cap.
VIII, “Decanatos,” p. D-37 / 591 y ss.
140
iii. mi primera infancia III-17
Es una herencia importante como para ser contada, siendo la única crítica que
recuerdo respecto a la educación que me dio mi padre y que él, a su vez, quizás
recibió en su temprana infancia. Mi madre tal vez aprendió lo mismo de sus
padres madrileños del siglo XIX.
Del estudio y aprendizaje me alegro, de la gordura no; pero el paquete vino
cerrado, pareciera responder a un determinismo histórico. Así como aprendí de
mi padre a no tener miedo físico, heredé de mis ancestros españoles del siglo XIX,
pero en todo caso a través de mis padres, el miedo al hambre. El concepto no es
mío, sino de uno de los incontables médicos que consulté por mi gordura, quien
tenía una teoría antropológica al respecto. También era incurable, a juicio suyo.
Mis abuelos maternos eran madrileños del siglo XIX que emigraron en el XX
a la Argentina y Carolina, mi madre, nacida en nuestro país, tenía fortísimas
referencias críticas hacia sus ancestros remotos, calificándolos de “muertos de
hambre.” Era su forma favorita de desacreditarlos, por más que se refiriera a
dichos tal vez escuchados de sus padres en relación a su propia realidad en la
España del siglo XIX. Muchas veces intenté convencerla que estaba equivocada
y era al propio tiempo injusta con la España contemporánea. Sus oídos fueron
sordos.
La afirmación muestra, en su tozuda reiteración, que la necesidad de alimento
hasta el punto del exceso estaba incorporada a nuestra cultura familiar. De allí
el apellido. Imagino que, como dijo la médica de Shanghai que consulté en la
Argentina, habremos ganado este apellido gracias a ser obesos en una economía
y cultura donde imperaba la hambruna. Claro que así hemos venido acortando
nuestras vida, generación tras generación.
Imagino que a los Delgado les ha ido mejor en la adaptación para la supervi-
vencia de las especies. Pero mis hijos y sus hijos son delgados aún con la portación
del apellido Gordillo.
De niño era de contextura normal, pero mi padre tenía miedo a lo que llamaba
el estirón de la adolescencia, de modo que me transformó en un niño obeso, con
eficaz ayuda de mi madre.
Cuando pegué el estirón de la adolescencia quedé flaco, pero con pancita.
Desde entonces lucho contra el progresivo exceso de peso y hasta hace apenas un
lustro me acostaba a la noche comiendo de más, sin hambre, para no despertar
a la noche con hambre.
La médica china con diploma de Shanghai que antes referí, luego de escuchados
mis antecedentes me dijo:
—“Obesidad infantil y con ese apellido: ¡Incurable!”
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III-18 i. a mi padre: “éste soy yo”
Dado que pienso publicarlo en Internet y no dejaré entonces algo para que sea
dicho desde el más allá, este relato para nada se equipara con el libro final de
Bioy Casares Descanso de caminantes. Pues no estoy aún descansando, ni estoy
escribiendo para el descanso. No me disgustaría sin embargo el chiste de la lápida
en que constaría: “Aquí sigue descansando Fulano de Tal.” Algo parecido a la
bellísima Supplique pour être enterré a la plage de Sète, de Brassens.
Pues siento y he sentido mis años como un continuo descanso, un continuo
placer. Sé que no es cierto, pero tampoco tengo necesidad de ser coherente en mi
relato interior si ello me hace feliz ¿verdad? Las personas lo hacen, los países
lo hacen, los gobiernos lo hacen. La cuestión es saberlo, y neminem lædere, no
dañar injustamente a nadie con el relato.
Sobre esta dicotomía individual o colectiva entre realidad e imaginación, ver el excelente,
divertido e ilustrativo trabajo de Yannis Drossos, “Una conferencia en Harvard y una cena
en Buenos Aires,” RPA, Res Publica Argentina, 2008-1, p. 7 y ss., también publicado en griego
como libro, en Atenas, al año siguiente. En clave de humor, es la versión griega del relato.
142
iii. mi primera infancia III-19
Tal vez imaginó por un instante lo que luego Steve Jobs impuso a las nuevas
computadoras: Ser “instintivas” y “amigables,” en que el usuario aprende con la
natural curiosidad de un niño que explora su entorno y experimenta, sin manual
de aprendizaje. El manual es el usuario y su grupo de relaciones; de paso nos
ahorramos todos unos dólares. Mi padre se adelantó varias décadas pero fracasó
en implementar la idea.
Se podrá replicar que sirve como antecedente laboral, pero Robert Samuelson
destaca que a los seis meses de entrar a trabajar al mismo lugar el mejor egre-
sado de Harvard y el egresado de la peor Universidad, ganan según el mérito y
calidad de su trabajo efectivo, no de acuerdo a sus antecedentes y notas previas.
El sueldo inicial de un recién egresado puede ser influido por las notas univer-
sitarias, pero luego la performance decide.
Dicen mis amigos que el promedio cuenta para hacer el doctorado en una
Universidad extranjera. Pero creo que lo hace cuando proviene de instituciones
que enseñan a pensar, no a retener información perecedera. En el primer caso
la nota es un test previo de creatividad, inteligencia, imaginación, no uso de la
memoria. En el segundo es un lastre.
143
III-20 i. a mi padre: “éste soy yo”
Otra vez partiendo desde la infancia, por uno más de los senderos de la historia,
vuelvo a la cuarta década, aquélla en que la luz orientadora de mi padre se apaga,
pero no para mí. Y allí hay cuanto menos dos historias superpuestas.
La que debiera ser de interés e importancia para todos es ¿Cómo se estudia?
¿Cómo se aprende? ¿Cómo se crea? ¿Cómo se escribe? ¿Cómo se divulga el pen-
samiento? ¿Cómo se enriquece el pensamiento?
Son preguntas que de algún modo objetivo abordé en El Método en Derecho y
en Introducción al Derecho.
Aquí lo encaro de manera subjetiva, contando qué hice, qué me aconsejó mi
padre. O al revés, pues ambos nos confundimos en uno en la memoria. Al intro-
ducir esa versión subjetiva cambia el registro. Pues aunque esté hablando del
tema aprender, estudiar, enseñar, el colorido del anteojo le da una tonalidad muy
distinta. Aunque no lo quisiera, el tema central somos mi padre y yo y todo lo
demás pasa a un segundo plano.
Regreso entonces a mi primera infancia, en el siguiente capítulo.
144
Capítulo IV
NUESTRA POBREZA
Sumario
NUESTRA POBREZA
Al llegar a este punto, si el lector ha leído lo relativo a otros aspectos del tema,
le toca el momento de bucear un poco más dentro de sí mismo, como parte del
mismo proceso de introspección que quizás la lectura le ha generado. Todos
tenemos algunos miedos reprimidos: A la enfermedad (a los jóvenes y adultos
sanos no les gusta oír de las enfermedades ajenas; suprimí por ello dos capítulos
y toda mención relativa al cuidado de la salud), a la vejez (los viejos a veces son
menospreciados o cuanto menos ignorados), a la muerte (existe un profundo culto
a los muertos, que no es con todo mi objetivo), pero hay otros miedos más. Entre
ellos trato también el miedo al hambre, que no solemos tener a menos que car-
guemos con alguna historia familiar más allá de nuestra percepción consciente.
También hay miedos disociados: Mi cerebro no tiene miedo a los viajes aéreos,
ni siquiera se inquieta por las turbulencias, pero mi cuerpo en cambio registra
cada vuelo con un cansancio inhabitual y una necesidad extra de amplio descanso.
Transamos: Mi cuerpo acepta viajar, mi cerebro atiende sus reclamos de reposo;
trato entonces de no aceptar ningún paseo ni reunión, siquiera social, antes de
un día y medio o dos después del aterrizaje y en consecuencia viajo a cualquier
evento por lo menos dos o tres días antes de su inicio.
La pobreza campestre del gaucho es cantada con loas por innumerables cancio-
nes folklóricas, a veces mezcladas con un reproche al dueño de la tierra, aunque no
al comerciante del pueblo. En esa versión el pobre es bueno, de espíritu superior,
generoso, desprendido, solidario. La escucho hoy, sobre todo, en las radios locales
del campo y no conozco versiones folkóricas que se refieran a la pobreza urbana
y suburbana que hay en cada pueblo de campo.
Ése es el terreno del que se ocupa en cambio, en Buenos Aires, el tango, junto
al conventillo, los arrabales, las peleas de cuchilleros y los guapos del 900.
IV-2 i. a mi padre: “éste soy yo”
Son dos pobrezas distintas. Nací en un pequeño pueblo, como dije, frente a una
calle céntrica asfaltada, con luz, agua corriente y cloacas. En Avellaneda, tanto
el bar como luego nuestra casa estaban sobre el empedrado, con luz eléctrica y
todos los servicios urbanos y no eran inundables como sí lo era la calle Paláa,
cuyos desagües recién más tarde empezaron a funcionar bien.
Ver el gráfico de la p. 236.
Ahora bien, cada cual vive como puede el temor a la pobreza propia o ajena.
Existe una variante de miedo o fobia que se manifiesta como resquemor o resenti-
miento contra los pobres de antaño que han dejado de serlo, un rechazo instintivo
a que se atrevan a estar próximos a él, que “nunca fue pobre.” El parvenu, el
“venido a más,” le amenaza la seguridad inconsciente que necesita para su paz
espiritual. Es el miedo a ser alcanzado o superado por otro a quien consciente o
inconscientemente juzga o siente inferior, por no tener la estirpe que se atribuye.
El mecanismo de autodefensa que ese tipo de fobia a veces utiliza es pretender
que el otro no existe, ignorarlo, excluirlo de su círculo áulico, cortarle el paso de
los pasillos de poder (intereses, relaciones, negocios) que frecuenta, no aceptar-
lo en las cofradías que integra. Se olvidan que hasta las casa reales europeas
incorporan plebeyos a la familia real. Tales fóbicos, que sin embargo nunca
estuvieron a la mesa de un rey, a menudo fingen un abolengo que no tienen sino
en su febril imaginación.
Si el otro sufre por esto, él es feliz: La exclusión y la espiral de silencio funcionan
y lo protegen en su coraza de cristal que cree de acero. Si el otro en cambio ignora
esas exclusiones y encuentra otros senderos para realizarse y seguir progresando
en los infinitos caminos de la vida y del mundo, entonces su resentimiento puede
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iv. nuestra pobreza IV-3
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IV-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
fui designado profesor adjunto de la UBA en 1960. (A los 21 años, menor de edad
en aquel tiempo.) Ese mismo año fui designado profesor de un Centro de la OEA
en Buenos Aires, de postgrado interdisciplinario y así viajé seguido por América
Latina, enseñando y aprendiendo.
Ver también infra, cap. V, § 6, p. V-11 / 197 y cap. IX, § 6, p. IX-9 / 249.
Entré a trabajar al año siguiente (en 1961, a los 22 años) como Abogado Prin-
cipal de la Procuración del Tesoro de la Nación. En ese tiempo la pobreza había
quedado atrás y pude darme el lujo de educar luego a mis hijos y, desde antes,
sostener a mis padres.
La lucha por la vida la enfundé dentro del esfuerzo por el progreso intelectual
y por eso mi desarrollo material fue la resultante, no el motor, de mi crecimiento
intelectual. En 1969 fui designado profesor titular por concurso, fui decano. Todo
eso lo hice integrando la clase media–media.
Décadas después mejoraron mis ingresos, justo a tiempo para enfrentar las
inversiones tecnológicas hoy indispensables para no retrasarme en los tiempos
que corren. Como decía mi padre, soy un tipo con suerte.
Pago mis impuestos desde 1961 y hoy exhibo con orgullo, en el sitio web, la “data
fiscal” correspondiente que enmarca y da color al contexto. El mismo color cian
que utilizo en esta colección, como lo hice en el tratado desde 1974 en adelante.
Ampliar y comparar infra, § 13.2, tercer párrafo, p. IV-18 / 164; cap. X, § 5, p. X-6 / 266.
En plena Gran Depresión, 1934, mis padres se casaron. Mi padre tenía orgullo
no obstante la pobreza de los tiempos que le tocó vivir, orgullo que mantuvo in-
cólume en toda circunstancia y por toda su vida. Ese orgullo lo heredé también
y hoy lo llamo “complejo de pobre.”
Lo digo porque no todos saben respetar la pobreza ajena. Sentí, en algún lec-
tor que no menciono en la lista de agradecimientos, que me dejaba traslucir su
curiosa pérdida de respeto hacia mí al leer algunos relatos de la pobreza de mis
progenitores y mis esfuerzos tratando de imitar a mi padre para otras épocas
y otras circunstancias, para superar las limitaciones de distinto tipo que nos
signaron, a cada uno de manera diversa. ¿Cómo puede alguien menospreciar al
que hace un esfuerzo mayor que él?
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IV-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
¿Cuántos habrán sido en 1934, 1940? Yo ahora medía 1,70 m. Y descubrí que
en mi recuerdo el club estaba agigantado en la memoria de mi estatura infantil,
desde la entrada en más. Ahora al verlo con estatura de adulto todo parecía
erróneamente diminuto, triste, apagado, gris. Mi depresión regresó así por un
instante, ex post facto, al volver, sesenta años después, a lo que fue la casa de
mi primera infancia.
Pero es obvio que lo que me deprimió no fue el lugar sino todas las ausencias
irreparables que albergaba.
Ahora se está enmendando mi memoria al revisitar el recuerdo, escribiendo y
reconstruyendo o deconstruyendo lo que quedó en la retina de mi alma. En estas
páginas ya no tengo la memoria depresiva, al darme cuenta que en mi niñez
todo el para mí amplio club estaba a mi disposición, para recorrerlo según mi
libre albedrío. Así, gocé siempre de plena libertad en su predio de más de media
manzana para moverme a mi antojo.
En Avellaneda, fue la terraza del bar y el Mercado cerrado durante el día y
el fin de semana, pero al que podía entrar y explorar a mi gusto. Más grande,
pedaleaba por sus largas aceras en mi bicicleta.
La extensión del predio se puede apreciar en el gráfico de la p. 236.
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IV-8 i. a mi padre: “éste soy yo”
Logré pasar la Facultad sin por ello interrumpir mis verdaderos estudios.
Dediqué mis mejores esfuerzos a pensar y luego, desde aquel ámbito, a enseñar
a pensar.
Sé de abogados grandes, ex alumnos míos de grado y postgrado, que recuerdan
como exitoso mi método de enseñar a pensar.
Los alumnos brillantes, es claro, lo eran antes de ser alumnos míos. Por ser
brillantes no se amilanaron a mis desafíos docentes y se destacaron aún más y
me enseñaron mucho desde el pupitre y después.
Ubico por su apellido a notables que fueron alumnos míos pero no lo registran
en su memoria o al menos no me lo han mencionado nunca.
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iv. nuestra pobreza IV-9
Otros me han distinguido con su recuerdo, como se puede ver en la obra de M ario Rejtman
Farah, Diálogos con Agustín Gordillo, que figura como Libro II en este tomo 10. Me honran
con su recuerdo entre otros, los participantes del homenaje que coordinó Isaac Augusto Dam-
sky, sección III, pp. 637-84, 689-98 y los cuatro comentarios de la sección IV, pp. 689-698.
Aquellas ventas fueron indoloras, pues eran parte del indispensable lugar para
nuevas lecturas. Con el mismo destino final, tuvieron y tienen para mí una reso-
nancia diferente las novelas o best sellers de abogados, como las de Grisham (The
Pelican Brief, The Firm, The Street Lawyer, The Litigators) o las de Perry Mason.
El personaje bisoño de Grisham en The Litigators, por su parte, recurre a reruns
(repeticiones) de viejos programas de televisión de la serie de Perry Mason, no a
las novelas que ni en Estados Unidos se consiguen hoy. Las novelas son algo más
complejas y más argumentadas en derecho que lo que puede serlo una serie de
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IV-10 i. a mi padre: “éste soy yo”
televisión, dotada de otro formato y con una limitación de minutos harto inferior
a la cantidad de páginas de la obra escrita por un abogado experimentado.
Todas esas novelas tuvieron la doble condición de lecturas gratas en las que
presté mucha atención y aprendí mucho o al menos pensé bastante.
En 1960 iba a dar clases a la Facultad de Derecho, donde a menudo pasaba bue-
na parte del día (pues no recuerdo volver a Avellaneda a almorzar a la casa de
mis padres), con zapatos negros lustrosos, medias negras, traje oscuro, camisa
y corbata.
Después cambié a zapatos marrones y medias largas azules. Más tarde opté por
el saco sport azul y el pantalón gris topo cuando lo encuentro y si no, algún gris
oscuro o tirando a oscuro. Fui aprendiendo que hay muy poca libertad elegante
para combinar corbatas con traje, hasta para elegir corbatas y que una errónea
decisión de vestimenta puede hacer mal empleo de aquel principio según el cual
“There’s never a second chance to make a first impression.”
La elección del uniforme de saco azul y pantalón gris con zapatos marrones y
medias azules tuvo también en cuenta el consejo de uno los grandes de la moda,
que tenía una decena de pantalones negros, camisas negras, zapatos negros, me-
dias negras, con lo cual su uniforme era el negro y no tenía necesidad de pensar
cada mañana o cada noche cómo se vestiría para la ocasión. En la biografía de
Steve Jobs se advierte cómo en su edad madura eligió también su propio tipo de
uniforme, pantalones jeans azules y poleras negras.
Tengo pocos trajes grises para las ocasiones más formales de mi profesión.
Mis viejos trajes azules desaparecieron y el único traje marrón que una sola vez
tuve lo usé para fracasar en el examen de Finanzas, en el tercer y final año de
mi carrera. Cuando confronté mi vestimenta con la del profesor Ahumada, todo
vestido de negro, no hacía falta ser un genio para advertir que había equivocado
feo la vestimenta.
Hasta que aprobé su materia y un tiempo después, mientras lo seguí y escribí
sobre finanzas (todo inédito y desaparecido), pensando que podría ser mi materia,
vestí de negro.
Después, cuando supe de los zapatos más claros que el pantalón, pasé al cal-
zado marrón y los distintos tonos de gris para el pantalón. Hoy en día, cuando
veo algún abogado con traje negro, me da un cierto frisson.
A lo que agregué el motto de una olvidable pieza teatral que vi en Londres,
“Gentlemen never wear brown.” Obsérvese que la admonición es más estricta que
la clásica “Never blue before five, never brown after six.”
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iv. nuestra pobreza IV-11
6. Habilidades profesionales
Hay un viejo dicho de no dar puntada sin hilo, que yo he cambiado a que hay que
dar más de una puntada con la misma aguja e hilo; es decir, utilizar al máximo el
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IV-12 i. a mi padre: “éste soy yo”
material. En el punto anterior hice unas reflexiones sobre la vestimenta, que son
pasibles de mayor desarrollo en la profesión de abogado, tal como lo he tratado de
hacer en la materia que dictaba en la especialización en derecho administrativo,
Habilidades Profesionales junto a El método en derecho administrativo, hasta que
la segunda fue suprimida y la primera modificada, en el nuevo plan de estudios,
lo mismo que Audiencias públicas.
A ello cabe agregar habilidades profesionales en la postura, el movimiento
corporal, la colocación de la voz, las expresiones faciales (que ilustra muy bien la
serie Lie to Me), las expresiones actorales que necesitamos para nuestro trabajo
profesional, con más el hacer escritos profesionales y conocer las estrategias a
seguir en distintas hipótesis, tener ideas creativas, pensar.
Debemos estar preparados para actuar en diferentes ámbitos sociales y profe-
sionales. Yo lo aprendí quizás frente a circunstancias más adversas, pero todos
debemos saber manejarlas y reflexionar sobre ellas.
7. Complejo de pobre
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iv. nuestra pobreza IV-13
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IV-14 i. a mi padre: “éste soy yo”
Podría haber seguido mil senderos distintos, pero los que he seguido son los
que relatan esas páginas y no encuentro razón para arrepentirme.
Rindo cuenta, satisfecho, a mi padre: Viví según sus enseñanzas y enseñé a
todos los que pude.
8. Mi salud y la Universidad
Los enfriamientos al cruzar en invierno la inundada calle Paláa con los pies
mojados, agravaron un problema de rinitis alérgica y sinusitis crónica que ad-
quirí en la escuela secundaria, intentando aprender a nadar, en invierno, en la
pileta climatizada del club Racing. Los pasillos y demás instalaciones no estaban
calefaccionadas.
Algo más de medio siglo después, por constantes vacunaciones anuales, apenas
la alergia molesta. No me volví a engripar. Estornudo a menudo, estrepitosamen-
te y mis ojos lagrimean sin cesar. Una amplia dosis de pañuelos me acompaña
todo el tiempo
Pensé en algún instante comprarme una motocicleta. R aúl de Zuviría y
Z avaleta, compañero de trabajo y de oficina en el sector de obras públicas de
la Procuración del Tesoro de la Nación, biznieto de un constitucionalista, ar-
gumentó con irrefutables razones de decoro que sería un disparate llegar a la
Facultad de Derecho con casco, con las manos engrasadas sin poder reciprocar
la mano ofrecida por otro profesor. El ejemplo sirve para continuar mostrando
mis mundos diversos.
Me compré así un pequeñísimo Isard 400 sport, de dos puertas, que motivaba
gritos de:
—“¡Por qué no te comprás un auto!”
Cuando contaba esto, mi padre me sugería que cuando, en el futuro, me en-
contrara en la situación inversa, dijera comprensivamente:
—“No te preocupes, yo también fui pobre.”
En cualquier caso, la compra del Isard fue el tratamiento más eficaz para la
sinusitis crónica y la rinitis alérgica, porque nunca más sufrí tanto el frío de
la calle, en invierno. Desde los 65 años agregué la vacuna contra la neumonía,
además de las vacunas antigripales que siempre me apliqué.
9. Otros contrastes
En mis años de estudiante, durante los días de examen, pasaba el día entero
en la Facultad. En una de esas ocasiones, uno de mis compañeros me invita a
tomar un café a su casa. Recuerdo que se trataba de una importante mansión en
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iv. nuestra pobreza IV-15
una esquina de la Avenida Alvear, hoy intacta y que fue sede de una institución
pública no estatal, con una espléndida escalinata de mármol hasta un primer
piso muy elevado, con un enorme foyer vacío en el medio. Una casa de otro siglo
en todo el sentido de la palabra.
La casa estaba vacía y oscura, como deshabitada, aunque yo esperaba en cual-
quier momento ver aparecer algún ceremonioso mayordomo inglés a ofrecernos
té en bandeja de plata, mientras a mi vuelta en Avellaneda, si llovía tendría que
cruzar Paláa con los zapatos en la mano y los pantalones arremangados. Por
suerte no había nadie, ni siquiera un Butler inglés y mi amigo preparó café en
una cocina del primer piso, en ambiente distendido. La experiencia se ha repetido
en mi juventud.
Y me ha tocado volver a visitar de adulto el mismo edificio, en una de sus
nuevas funciones públicas no estatales, con una sonrisa burlona en mi corazón.
No me aceptaron, como corresponde. Es que, como bien dijo Groucho M arx, “Yo
nunca sería miembro de una institución que me aceptara.” (“I don’t care to belong
to any club that will have me as a member.”) Después se mudaron.
De adulto me acostumbré a las contradicciones y cuando los roles se invierten,
mutatis mutandis, trato de obrar como el anfitrión de aquella primera ocasión.
Creo que en la pobreza tuve mis prioridades claras. Pero a medida que los años
fueron pasando, mi progreso económico nunca fue acompañado pari pasu por la
necesaria cantidad de paredes con biblioteca del piso al techo, ni divisorias, ni
espacio que alcanzara.
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IV-16 i. a mi padre: “éste soy yo”
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iv. nuestra pobreza IV-17
He leído a Grisham con placer, pues es un abogado novelista que escribe muy
buenos y gratos best sellers, algunos llevados al cine con éxito. Pero pinta los
aspectos sórdidos de un supuesto modo de ejercer la profesión. No soy un santo
abogado, pero como abogado distingo la abogacía real de la ficción, sin por un
instante imaginar que ello pueda reflejar prácticas generalizadas.
No hay problema si la trama es muy fantasiosa e implica asesinatos apañados
desde la Corte Suprema de Estados Unidos o algún Senador como es la práctica
novelística estadounidense, o incluso el Presidente de los Estados Unidos. Allí
el suspension of disbelief dura tanto como la lectura (o el film), salvo para los
espíritus conspirativos que prefieran fabular y no estudiar o al menos escribir su
propia novela o denuncia. Eso es fácil de entender para cualquiera, sin importar
su grado de conocimiento o desconocimiento de la abogacía, el Poder Judicial o el
Senado estadounidenses. El informe pelícano y La firma entran en esa categoría,
excelentes novelas y películas, por lo demás.
Grisham tiene además el arte de pintar lo sórdido, en The Litigators, que re-
cuerda mucho a Dickens o Dostoievsky. Cada uno en su contexto, dado que estos
pintaban la pobreza siniestra en el siglo XIX y él muestra la miserabilidad de
alguna abogacía en el siglo XXI. La ambientación y escenografía cambian para
ser creíbles en su localización contemporánea, lo cual es todo un elogio en el arte
del suspension of disbelief.
Son aspectos siniestros los que caracterizan algunos best sellers contemporá-
neos pero ubicados en cambio en el siglo XIX, como El cementerio de Praga de
Umberto Eco, libro que no hay que regalar sin antes leer pues a algunos puede
causarles disgusto, no placer. Fue mi caso y como encima la novela es buena no
pude dejar de leerla, malgré moi. Nadie me la regaló, la compré y leí por mi propia
culpa. Cuando terminé la destruí, detestándola con pasión. Umberto Eco se ríe
del éxito de su novela negra.
Nuestra cultura tiene en su haber muchos poemas y reflexiones que son o parecen
eternas (Homero, Virgilio, Séneca: Los ejemplos sobreabundan), que nacieron al
conocimiento humano antes de la invención de la imprenta.
Los amantes de la cultura todavía hoy tenemos placer de hojear o leer; en mi
caso recuerdo incluso el primitivo placer de oler la tinta —¿tendría pegamento?—
en las imprentas, desde el periódico Enfoques en la escuela secundaria. Lejos de
ser eterno, fue una flor de primavera.
163
IV-18 i. a mi padre: “éste soy yo”
Hoy me debato entre el placer de tener, mirar, leer, consultar o anotar un libro
y el placer emocional de escribir y publicar digitalmente. Al acordar una edición
de muchos volúmenes, pedí que la colección se publique con la versión digital de
Proview incluida. No podré ser generoso (pues no pedí ejemplares para regalar)
con su distribución gratuita a mis amigos y colegas, porque de todos modos ya
tienen el libro en papel y mi versión digital en www.gordillo.com.
Los que quieran disponer del placer sensorial, que comparto, de tener la
colección encuadernada y consultar el Proview podrán acceder a tales placeres
por las leyes del mercado (como yo en toda mi vida), pero la información de base
continuará publicándose en mi sitio y los de soporte en papel seguirán existiendo
y distribuidos en edición de tapas blandas.
La información es pública, el placer es privado. Espero que algunos de los que
me quieren bien estén dispuestos a hacer el sacrificio a mi memoria, no de colocar
un busto en sus estudios, sino una reluciente colección celeste y blanca como la
bandera de Belgrano, sin el sol de la guerra.
El título del § 12 del cap. III, a sugerencia de un poeta amigo, fue un casi
freudiano: “El deseo de leer.” Acepté entonces, sin hesitación, esta otra evocación
de las sensaciones y emociones que comento ahora, que también me fue sugerida.
Pero no la percibo hoy en igual medida.
Supra, p. III-18 / 142.
Para compensar, sigo anticuado con la lectura, subrayado y recortes de los dia-
rios. Pero al final, más temprano que tarde, terminan tirados. Los suplementos
(deportes, compraventa, automóviles, moda, belleza, gastronomía, espectáculos,
countries, barrios, enfoques, conversaciones) que no me interesan, en el acto; lo
que queda de cada diario, al día siguiente. Algún recorte especial, hasta que se
estropee.
Los recortes, al colmarse el mueble abierto en el cual los voy depositando,
al lado de mi silla de trabajo. El placer de la lectura del diario no se repite al
consultar los polvorientos recortes y cada tanto es preciso, previo repaso final,
prescindir de ellos y alimentar la cadena socioeconómica de los cartoneros. Ayer
tiré otro año de recortes.
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iv. nuestra pobreza IV-19
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IV-20 i. a mi padre: “éste soy yo”
No entiendo por qué los autores, sin perjuicio de hacer una edición en papel, no
confían sus ideas en forma digital y gratuita, desde el vamos, como hice en los
últimos años, a la comunidad digital de Internet, a la gran biblioteca pública
universal que ella comporta.
Parecen caer en la trampa melancólica de utilizar únicamente el papel impre-
so, no habiendo atravesado, como yo, décadas y décadas de contemplar ediciones
amarillentas deshaciéndoseles en las manos. Allí el placer de amar un libro se
transformó en el dolor de ver un amigo enfermo. La etapa terminal de un libro
nada tiene que ver con la profundidad emocional de la agonía de un amigo, pero
comparte algunos de sus trazos de tristeza e inevitabilidad, resignación en suma.
Todo lo que digo a favor de Internet es sin perjuicio del hedonismo de tener una
edición en papel. Pero en el placer hedonista de ver multiplicarse volúmenes que
en el lomo ostenten la etiqueta (en sentido de la filosofía analítica del lenguaje,
que resumo en el capítulo I del tomo 1) con mi apellido, no puede estar ausente la
condición que la razón demanda: Que al mismo tiempo estén en versión digital,
en este caso del Proview y desde luego en Internet, la Fundación, etc.
El libro del siglo XXI debe crearse y hacerse digital, público y libre en Internet
desde su concepción misma, sin valor material que termine obstaculizando el valor
cultural de la difusión de las ideas. Versiones digitales y en papel como Proview
o Amazon tendrán para sus propietarios y adquirentes un valor de mercado; las
de Apple, Google o www.gordillo.com, no. El placer sensorial es distinto.
Sin negar los sentimientos placenteros de ver mis tomos encuadernados en
edición de lujo, es funcionalmente más satisfactorio encontrar ideas en Internet
en cualquier momento, a un click de la pantalla. Steve Jobs lo vio claramente
como la mejor opción para los lectores, al no tener que cargar las espaldas de los
estudiantes con mochilas de textos; o, en todo caso, llevar por la calle carritos
de avión, con ruedas, para acarrear sus papeles durante el día.
¿Puede alguien llevar siempre consigo diez tomos encuadernados, por las
dudas que llegue a necesitarlos? La mejor opción es cargarlo en una liviana
tableta portátil. Por ende es la opción que conviene a los autores que no acepten
entorpecer la difusión de sus propias ideas.
Es lindo deleitarse con el aroma, el tacto y observación del papel impreso, por
cierto, pero disfrutarlo no es incompatible con el análisis racional de maximizar
el aprovechamiento social de la obra, en el presente y a través del tiempo.
El papel no es único en dar placer, ni es mayor ese deleite visual que el intelec-
tual de observar la difusión de las propias ideas en Internet. Tenerlos gratuitos
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iv. nuestra pobreza IV-21
Algunos jóvenes que no leen desde Internet, a veces piensan que esta opción
está reservada para quien no puede comprar. En lo que me concierne, leer un
libro desde la tableta no me hace extrañar en nada la versión papel a la que no
accedo. A veces ella ni siquiera existe en Buenos Aires ni es fácil encontrarla en
Londres, París o Nueva York. Éste es el mundo de hoy: Globalizado, lo que no
está en Internet desaparece.
Por supuesto, hay múltiples sentidos de la palabra “globalización.” En este caso lo referimos
a Internet, un mecanismo de comunicación e información que traspasa cualquier frontera.
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IV-22 i. a mi padre: “éste soy yo”
Como es natural en un mundo libre, también hay sitios que permiten el acceso
gratuito a trabajos digitales, pero al mismo tiempo ofrecen otros a la venta y
pasan propaganda. Allí el libro digital gratuito es un señuelo que lleva a la venta
de otros productos, así sean usados y en papel. Complace que se multiplique el
acceso, pero el navegante/comprador deberá estar atento a lo que no es gratuito:
Caveat emptor.
También hay, en mi sitio y entre otros, videos con charlas, entrevistas, foto-
grafías, mapas: Esa versatilidad jamás la puede tener un texto en soporte papel.
Existen, por supuesto, ocasionales ediciones con láminas, bellísimas, como los
libros de arte y de medicina. El costo es mucho más alto que Internet, aún en
sitios pagos.
Oponerse a la Internet es como oponerse a la biblioteca pública, quizás con la
única salvedad que la biblioteca pública en papel tiene algún grado de selección
(pues debe dar de baja material sobrante y, es posible, orientar el acervo para los
lectores) mientras que la biblioteca pública universal, digital, no tiene mecanismo
alguno de selección que no sea el propio criterio de quien navega y lee.
El inconsciente es una fuerza muy poderosa: Aún quien es adoctrinado, en lo
profundo de su mente puede estar sembrando las semillas de la rebelión. Quien
navega sin aparente criterio por la Internet, aprende como autodidacta a navegar
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iv. nuestra pobreza IV-23
169
IV-24 i. a mi padre: “éste soy yo”
por su propia voluntad o la de sus potenciales herederos; o, peor, por una ley que
en el sigo XIX era cuestionable y hoy resulta aberrante.
Si alguien se puede hacer rico con sus publicaciones, enhorabuena para él,
pero al no ser mi caso lo mejor es producirlos en forma directa para Internet.
El bien inmaterial, así, no está ni habrá estado nunca económicamente en el
patrimonio del autor.
A fines del siglo XX tuve disponibles más paredes para bibliotecas, a más de es-
tar a full todas las paredes del estudio con excepción de una salita de diplomas
y algunas fotos en mi despacho. Hay fotos en blanco y negro y a color, tanto de
Facundo de Zuviría como mías. Nadie confunde las fotos de él con las mías, pero
fotos, libros y diplomas se hacen mudo reproche por el lugar que los otros ocupan.
Al empezar a amontonarse en nuestra casa, en el suelo y los pasillos, infinidad
de nuevos tomos que tampoco entraban, hubo que empezar otra vez desde cero
el ajuste, sintonía fina, racionalización, lo que se quiera.
Más importante que lo que se descarta es lo que se incorpora, en primer lugar
Popper gracias a una conversación con Vilanova en 1983, que luego Pelel fue
aumentando con los años con sus continuas sugerencias de lecturas ulteriores de
Popper, culminando con su espectacular autobiografía, brillantemente titulada
Unended Quest, traducida al español por algún no amante de Borges (que, me
cuentan los poetas, execraba la palabra), como “Búsqueda sin fin.” A Pelel, que
inició en 1961 mi vocación por la filosofía del derecho, le debo también haber
acicateado después mi curiosidad por la filosofía de Popper, acercando telefóni-
camente ideas, lecturas y sugerencias.
De lo viejo, en el campo había mucho de descarte, más todos los best sellers de
los últimos tiempos, que seguí, también con placer, a veces tanto en novelas como
en películas, como fue el caso del agente 007. Uno de mis accidentes de auto vino
luego de estar inspirado por una película de Sean Connery. Por eso aparecen
ahora los disclaimers que estos stunts no deben ser intentados en la casa por los
espectadores… Ni manejando el coche, Agustín, ni manejando el coche.
A esa penosa lista se agregaron, víctimas de la tecnología, todos los VHS y
alguno que otro texto superado de medicina, psiquiatría, economía, política, so-
ciología, incluso tratados referidos a la acústica, que aprendí luego de numerosas
lecturas.
Guardo algunas joyas muy clásicas y próximas a mi corazón (hasta tres ejem-
plares de todo Shakespeare, además de haber bajado algunas a mi tableta), pero
la escritura está en la pared.
170
iv. nuestra pobreza IV-25
Un buen libro digital es gratis o cuesta la mitad que en las librerías. Una Tablet
o tableta permite llevar una enorme cantidad de textos consigo. Se puede ir a
una reunión y leer (tomar notas, escribir o consultar el calendario) de cualquier
tema en los momentos previos a la reunión, durante ella y después, en cualquier
lugar que se esté, multiplicando el tiempo útil hasta la totalidad de las horas de
vigilia si se quiere.
Pero ese dinero que gano al adquirir obras digitales más baratas o gratuitas,
al no necesitar espacio de bibliotecas, al trabajar con más eficiencia, debo rein-
vertirlo en seguir al día con los avances de la tecnología de la información. Es
un proceso que no tiene fin, con ocasionales interrupciones como las que cuentan
las obras con las cuales me estoy inspirando para generar ideas.
También hay combinaciones casi exóticas de costo–beneficio. Haber comprado
las tabletas ha sido caro, pero al acceder a los innumerables textos y aplicaciones
digitales gratuitas del Apple Store, la ecuación económico–financiera cambia.
Lo mucho gratis se resta de manera constante del monto pagado; las mayores
comodidades tecnológicas, también. Ni qué decir de la mayor y mejor cantidad
de trabajo eficiente y veloz.
Además de trabajar en la profesión, ahora estoy leyendo en inglés, francés
o italiano, autores de otros siglos, la mayor parte por primera vez. Lo puedo
hacer con el lujo agregado de destacar texto, buscar definiciones instantáneas
en el diccionario de cualquier idioma, hacer notas, copiar, escribir con todos los
teclados virtuales de todos los lenguajes que conozca o quiera conocer y lo que
171
IV-26 i. a mi padre: “éste soy yo”
Esa liberación que produce la tecnología tiene un costo que acarrea traspiés fi-
nancieros. Es inevitable que se cometan equivocaciones, al no poder ver el futuro
desde un presente en constante evolución.
El peor error es el que los técnicos prefieren recomendar: “No compre el siste-
ma o programa nuevo, todavía tiene problemas, siga con el viejo que anda bien.”
Están hablando de sus propios problemas como técnicos, que todavía no conocen
lo nuevo pero manejan lo viejo con comodidad.
Mi consejo: Compre lo nuevo y cambie de técnico. Le dará dolores de cabeza,
frustración momentánea, necesidad de pensar e imaginar, usar la intuición. Su
cerebro se mantendrá vivo y en poco tiempo más tendrá mejores herramientas
para trabajar cada vez con mayor velocidad y eficacia.
¿Debí acaso privarme del Betamax o del VHS hasta ver cuál triunfaba? Desde un
punto de vista financiero sí, desde un enfoque económico creo que no. Pues mien-
tras se resolvía la lucha de titanes fui disfrutando de ambas tecnologías. Ahora
resulta que ganó el VHS, el Betamax se perdió en la oscuridad de los tiempos,
pero lo mismo le llega luego al VHS, cuyos video–casetes y reproductores estoy
también tirando. Imposible venderlos, no existe comprador. Regalar lo anticuado,
por otra parte, es hacer daño al otro.
172
iv. nuestra pobreza IV-27
Una notebook primitiva que compré en París en 1984 para mis clases en la
Sorbona, por U$S 2.000, me sirvió y dio inmensas satisfacciones por años, pero
un día se quedó atrás en la evolución tecnológica. Recuerdo haberla llevado a
Estados Unidos a ver si conseguía memorias para agregarle, pero fue inútil pues
no se fabricaban más.
Incansable, seguí buscando y las encontré de oferta en un negocio del ramo. Pero
se trataba de luchar contra un tsunami tecnológico. No servían ni la notebook ni
las memorias que utilizaba, que tenían una curiosa forma de cucaracha tecnoló-
gica, luego suplantadas por los cada vez más pequeños y mejores chips de Intel.
Compré las viejas memorias obsoletas a precio de regalo pero las pagué caras:
Hube de guardar sin uso las memorias extra y la notebook obsoleta. No las tiré
porque las guardo con cierta nostalgia, nada más. Algún día servirán para un
museo de la historia de la tecnología, tal vez, pero no sé de ninguno existente
aquí y ahora.
Como son objetos pequeños, puedo guardarlos por nostalgia, pero los grandes
no tendrán igual destino.
Por mis problemas de visión compré hace muchos años un monitor de un tamaño
enorme, por U$S 3.400. Todavía lo tengo en el campo, donde su tamaño pasa
inadvertido, pero en todo caso no lo uso más. Por supuesto, ya no sirve para nada.
He visto varios despachos con una vieja máquina de escribir a mano, Rem-
ington u Olivetti, expuesta como decoración. Este gigantesco monitor, cuando
ahora todo es pantalla plana, no sirve siquiera como decoración de oficina: Es
ofensivo a la vista.
173
IV-28 i. a mi padre: “éste soy yo”
16.5. Wang
Ya anoté en otro lado que cuando compré la primer computadora elegí IBM y casi
de inmediato me arrepentí de no haber comprado la Wang, con lo cual “rectifiqué
mi error” y compré la Wang también, a U$S 6.500 y, como su impresora era mejor,
U$S 2.000 más por ésta.
Era al revés, el error no fue no haber comprado la Wang, el error fue com-
prarla… Un cliente amigo me ofreció adquirirla a su vez, por piedad. Acepté,
vencido ante la muestra de afecto.
Del mismo modo, había optado por el sistema de clones de IBM utilizando el
Windows de Microsoft, cuando el proyecto editorial de hacer una edición anotada
de los tomos de Bielsa me hizo comprar una Apple, U$S 2.500, porque era la
tecnología que utilizaba en ese momento la editorial en cuestión.
Casi de inmediato cambiaron de tecnología y eligieron lo que yo había elegido
antes. Con lo cual la hermosa Apple de U$S 2.500 está en lo que fue habitación
de uno de mis hijos, arrumbada a la espera que alguien la quiera, no sé para qué.
Habrá que tirarla, no queda otro remedio. Si la vida humana no es eterna ¿por
qué habrían de serlo los utensilios humanos? Todo, vida y bienes muebles, perece.
Nada se construye o fabrica con una larga vida útil, porque no tiene sentido: El
cambio tecnológico llega antes que el cansancio de los materiales.
Los inmuebles construidos duran un poco más, pero también envejecen y se
deprecian. No sobreviven al paso del tiempo.
Hay excepciones, desde luego, como las pirámides egipcias y otras maravillas que se valorizan
con el tiempo; por su parte, el suelo mantiene su valor en tanto no se desertifique...
174
iv. nuestra pobreza IV-29
Pero fui preterido y los 400 lugares disponibles se los dieron todos a entidades
bancarias y financieras. Alguien en el sistema paralelo administrativo había re-
suelto que otros necesitaban la red ARNET más que yo. Tal vez tuvieran razón y
no intenté siquiera recuperar el dinero porque me hubiera costado más esfuerzo
y horas de trabajo lograrlo y estaría luchando contra el para–sistema que había
funcionado de esa manera.
Muchos años después fui asesor honorario del Ministro del ramo, en democra-
cia. Le comento la circunstancia y motivó su genuino enojo contra el sistema que
dependía de su cartera ministerial. Hizo una larga nota de Ministro ordenándole
a ENTel atender a su suscriptor número 1, quien aquí escribe.
ENTel me informó por escrito que cómo no, ARNET estaba a mi disposición.
Único problema, era obsoleta a su vez. Mis U$S 2.000 quedaron sacrificados en
el altar de la tecnología, esta vez en manos de una empresa estatal argentina,
hoy inexistente.
¿Me arrepiento? No, es el costo de estar atento a los cambios de la tecnología.
Es como en el 2013 comprar la notebook/tableta ASUS, sin posibilidad de exami-
narla pues sólo se vendía por teléfono. No debí haberla comprado, pues es inferior
a la Apple. Es difícil no equivocarse haciendo, pero no haciendo actualización
alguna, ni siquiera intentos, se comete un error más importante.
Voy a contar ahora una realidad diferente, al estilo de Carlos Castañeda. Una
vez puse en números el balance económico financiero de un viaje al África por
motivos académicos. Quedó anotado en los mails que hace una década mandaba
a mis colegas interesados en el derecho administrativo, como un personal trainer
intelectual.
Ver el Libro II de este t. 10, sección I, “Mails,” cap. II, § 18.1, pp. M-62 / 430 a M-67 / 435.
Aquella cuenta salió mal. El trabajo escrito que hice como relator pude publi-
carlo en castellano pero me fue rechazado para su publicación en inglés por la
revista de la organización que había organizado el evento y propuesto el tema.
Allí descubrí la esencia de una organización a cuya revista dediqué, como par-
te de su consejo de redacción, más de una década de esfuerzos y viajes pagados
de mi peculio. Temas desafiantes y de avanzada para sus congresos en el tercer
mundo; pero esos temas no son para la revista, que es del mundo desarrollado.
Así me lo explicó el entonces director canadiense de la revista, a quien escribí
furioso, como también escribí furioso a la organización, cuyas cuotas nunca más
pagué. Al director canadiense le hice un gran envío por correo privado con todos
mis volúmenes, todos los que tenía disponibles.
175
IV-30 i. a mi padre: “éste soy yo”
Entre eso y mis cartas entendió el mensaje, supongo, pues renunció a la di-
rección de la revista.
Enhorabuena.
He tenido conductas comparables y resultados equiparables en otras organi-
zaciones internacionales. No me arrepiento ni las puedo contar. Ese es mi padre,
ese soy yo.
Mi padre contaba un chiste: “Me gusta pelearme con los grandotes, por el ruido que hacen
cuando se caen.”
No soy una persona fácil ni tolerante con el error manifiesto, ni con la carencia
de las tres virtudes cardinales que enunció F logaitis. (Infra, p. XIV-2 / 320.) En
los cuerpos colegiados que integré en mi vida (consultivos, normativos, arbitrales,
ejecutivos, judiciales) nunca dejé de expresar mi opinión, en el debate interno, si
era distinta de las demás.
Cuando el organismo colegiado tiene la tradición de decidir por mayoría pero consignar el
resultado sin expresar disidencias, he seguido desde luego la regla consuetudinaria.
176
iv. nuestra pobreza IV-31
manejar ese tipo de información, la migración será mucho más barata, fácil y
rápida. Más aún, no será una migración a lo digital de lo que primero está en
papel, será la primacía de lo digital por sobre lo supletorio del papel. No hay
migración, todo nace en forma digital.
Todavía no terminé de hacer gastos o inversiones perecederas. Van apareciendo,
o me voy enterando de nuevos aparatos o programas que no conocía o no existían,
que hacen de mejor modo lo que yo antes efectuaba de una manera primitiva, por
ejemplo el almacenamiento de la vieja información digital. El sistema de server
que tenía en el estudio también ha quedado obsoleto y tuve que cambiarlo, como
el almacenamiento en disquetes rígidos, antes en floppy disks… y así en más.
Todo se tira por obsoleto e inútil, más a la corta que a la larga.
Las actualizaciones automáticas y gratuitas de todos los software que uno
adquirió son una realidad contemporánea, imposible de no seguir.
Estoy seguro que recordarán la lección, que viene con todo el bagaje de lo bueno
y lo malo que he recibido y puedo haber transmitido. Espero seguir ganándome
el costo creciente de mi supervivencia como para que ellos no me tengan que
mantener en mis años finales, si pueden, como yo tuve el privilegio de ayudar
a mis padres.
No creo tampoco que me pase lo de la anécdota que cuenta, de boca de un tercero, Bioy Ca-
sares, op. cit., p. 484, de Agustín P. Justo, a quien su hijo le reclamó el anticipo de lo que le
correspondería por herencia futura. Según Bioy, Justo “se disgustó, le dijo que se llevara todo
lo que quisiera, se inclinó sobre la mesa y murió.”
Hizo a su manera una versión de lo que, según una anécdota contada por Bielsa , haría un
honorable ministro, muchísimo tiempo después. Al pedirle el presidente un cargo para un
amigo suyo en el ministerio, el ministro metió la mano en el bolsillo y dijo, “Justamente tengo
uno disponible” y le dio la carta previamente escrita, a la que le faltaba la fecha y firma,
que allí colocó. Era su renuncia indeclinable al cargo de ministro, que llevaba lista sin firma
precisamente para una ocasión como ésa.
No tengo preparada mi muerte para algún reclamo intempestivo, porque sé que no se pro-
ducirá. Esa parte de la herencia moral de mi padre, acertada o equivocada, estoy seguro que
ha sido recibida por mis hijos. Puede haber siempre, sin duda, pedidos al desprendimiento
paterno mientras haya fondos, como yo le pedía en su momento a mi madre.
Qué herencia dejarán a sus propios hijos es cuestión de ellos, aunque los tiempos nuevamente
no parecen promisorios, como no lo fueron para mis padres, aunque con creatividad, inteli-
gencia y sacrificio pudieron superarlos.
Al escribir este punto dentro del total del libro, intenté utilizar la Notebook. Al
sentirme cansado, apago la Notebook para que de paso se enfríe (no tengo, donde
177
IV-32 i. a mi padre: “éste soy yo”
178
iv. nuestra pobreza IV-33
esperanza que luego aparecerá el aparatito nuevo, que cumplirá todas aquellas
funciones al mismo tiempo y algunas más.
Se advierte de lo que cuento que nací en la pobreza y salí de ella. Que pude edu-
car a mis hijos, en la medida que lo quisieron. Que pude ayudar a mis padres a
tener una vejez digna.
Pero aunque no lo haya dicho, los de mi generación sabemos al presente que
los tiempos no permiten que nuestros hijos puedan hacer lo mismo por nosotros.
Le toca a la siguiente generación reiniciar el ciclo, como lo probaron en el pasado
las constantes migraciones desde y a Europa, ahora hacia los Estados Unidos.
Los de mi generación, pues, quedamos por ahora solos frente al futuro.
No olvido que los sistemas jubilatorios jamás han servido en el país, al menos
al común de la población, para una vejez que no sea otra cosa que el regreso a la
pobreza. La administración pública no resiste la tentación de apropiarse indebi-
damente de las reservas para los fondos jubilatorios, ni ha sido nadie procesado
por esa malversación de caudales públicos. El fenómeno se repite en forma cons-
tante en nuestra historia.
Por ello, lo más a lo que se puede aspirar es a haber hecho un fondo personal
de jubilaciones, la propia inversión para ir disponiendo de ella a medida que se
necesite, en lo posible con el objetivo de no recaer en la pobreza si la muerte se
demora más allá de los bienes adquiridos o la capacidad de volver a generarlos.
Conociendo mi país y su historia, jamás cruzó por mi mente confiar en las AFJP
que el Estado, para mí previsiblemente, habría de confiscar este siglo. Las jubi-
laciones fueron siempre la “variable de ajuste” de nuestro sistema estatal.
Es progresivo comerse los ahorros y también parte del capital en el lento tránsi-
to final, sin saber si se alcanzará a sobrevivirlo, lo cual es harto difícil con el costo
actual de la medicina y la expectativa creciente de años, no de calidad, de vida.
Y mientras tanto seguir haciendo los gastos e inversiones necesarias para
tener la aptitud de generar ingresos en cada nuevo contexto.
Tal vez otra visión más optimista podría señalar que tenemos un sistema
fiscal adecuado para solventar los gastos corrientes e inversiones del Estado en
salud, educación, vivienda y un sistema de pensiones para quienes no puedan
físicamente trabajar.
Una mejor utilización de los recursos públicos, sin ahuyentar inversiones,
permitiría atender el gasto social (y de pensiones, no el sistema jubilatorio, un
resabio inviable del Estado de Bienestar en la realidad argentina de las recientes
décadas), sin endeudamiento excesivo y con equilibrio fiscal.
179
IV-34 i. a mi padre: “éste soy yo”
180
iv. nuestra pobreza IV-35
Madero, con vista privilegiada al río, en un lugar todavía custodiado por la Prefec-
tura, sin los controles de ingreso del pasado. Rascacielos más, rascacielos menos
(según mi modificación del cuento santiagueño), parece un barrio de Nueva York.
Pero también cambiaron otras realidades. Las eternas villas o asentamientos
irregulares de otras zonas de Retiro fueron desalojadas para reinstalarse en la
misma zona. Ya no son de emergencia, entraron al sistema socioeconómico en
forma permanente.
Con el tiempo primero se extendieron en superficie y luego crecieron en altura.
Cuando viajo hacia la Facultad de Derecho o hacia el norte de la ciudad también
puedo verlos desde la autopista, en distintos lugares, comenzando desde Retiro
pero replicándose en todas direcciones.
Ver las fotografías y planos agregados, en la versión de Internet, I mezzi di trasporto da
Buenos Aires, en http://gordillo.com/articulos/art5.pdf.
181
IV-36 i. a mi padre: “éste soy yo”
edificios con otros pisos de clases media y baja, con escalera común, como una
de las razones de no haber tenido ellos la revolución francesa.
Durante muchos años miré los asentamientos irregulares como una excepción
en la ciudad, pero luego he ido tomando cada vez más nota que se trata de un
fenómeno creciente y en definitiva connatural a esta ciudad, que se ha fomentado
desde el poder público con la copiosa entrega oficial de materiales de construcción
para que el asentamiento crezca, incluso verticalmente.
Lo del apoyo oficial con entrega abundante de materiales de construcción surge del creíble
aunque moral y jurídicamente objetable libro de Schoklender , aparecido en 2011.
182
iv. nuestra pobreza IV-37
el cambio. El futuro será mejor no tanto para las personas físicas que hoy viven
en tales asentamientos, sino para las ciudades que visitará el turista del futuro.
Mientras tanto, se puede rescatar del pasado siglo XIX la memoria contada por M atilde
Serao, Il ventre di Napoli, accesible en Internet. Lo que cuenta la pasión de Serao es más
dramático, sin duda, que la realidad de los asentamientos actuales en Buenos Aires, casi un
siglo y medio después. Pero muestra el sendero de la historia urbana.
183
IV-38 i. a mi padre: “éste soy yo”
184
Capítulo V
IN LOCO PARENTIS
Sumario
IN LOCO PARENTIS
1. Descansar intensamente
188
v. in loco parentis V-3
189
V-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
El segundo gran consejo que recuerdo me lo dio M aría Isabel A zaretto, estando
ambos en la Procuración del Tesoro de la Nación, en que me recomendó no hacer
una materia solamente, como derecho administrativo en mi caso, sin tener una
sólida formación de teoría general del derecho.
Ella hizo más aún, me recomendó a su amigo Rabossi, profesor como ella, quien
me dio clases personales peripatéticas de introducción y teoría general. Luego
seguí con los consejos de A lchourrón, Buligyn y finalmente Genaro Carrió. Más
tarde me enriquecieron otros puntos de vista y orientaciones de Juan F rancisco
Linares, Vilanova, mi gran amigo R affo, mi dilecto prologuista Jorge A. Sáenz.
Breitel y Rivero, entre otros, también aportaron sus gemas de sabiduría.
190
v. in loco parentis V-5
—“¿Si Usted publica un libro es porque cree que tiene algo que decir, no?
—“Sí.”
—“¡Entonces sepa que nadie se va a enterar de él si Usted no se ocupa!”
De hecho, en ese instante me estaba ocupando de ello, pero el consejo sirvió
para dejar marcado a fuego el principio. Veo ahora que Steve Jobs hizo un even-
to de cada una de sus presentaciones anuales de productos de Apple. Cada uno,
claro, en la medida de sus fuerzas, pero el principio es el mismo.
Para esa época recibí un consejo paralelo de Fernández A rias, que había per-
dido todos los ejemplares de sus primeras obras. Me recomendó que guardara
ejemplares para el futuro. Así lo hice y si bien no pude encontrarlos yo, al menos
los encontró mi mujer, los últimos cinco ejemplares, todos sanos, de mi primer
libro. Como dije en un prólogo, “El primer libro, jamás se olvida.”
Toda una hazaña luego de medio siglo de su aparición, pero también una ha-
zaña que se torna innecesaria para el futuro, porque de aquí en más todo libro
debe ser puesto por el autor en Internet, gratis.
Si termina sus días sin haberlo hecho, corre el riesgo que sus herederos crean
que hay interesantes sumas a cobrar por derechos de autor, con lo cual frustrará
todo posible acuerdo editorial, al no estar su propia voluntad y quedar la decisión
en las manos de ellos durante setenta años, sin pasar todavía al dominio público
para que cualquiera pueda editarlo y subirlo a Internet. Setenta años a partir
de su muerte, sin que se puedan publicar libremente las ideas de una persona,
es manifiestamente absurdo.
Por eso hay que subirlos a Internet como primer paso. Cada vez son más los
autores que saltan el valladar y suben la imagen de sus publicaciones a Internet.
Es la fuerza de atracción más potente, que espera la decisión del autor o la autora.
Recientemente: http://www.estelasacristan.com.ar; Bruno dos Santos, M arcelo (dir.), Una
mirada desde el fuero contencioso administrativo sobre el derecho procesal administrativo,
Buenos Aires, FDA, 2013 y en www.gordillo.com, “Otros libros gratuitos.”
De todos modos, creo que todo lo que no está en venta en el mercado es libre-
mente reproducible por cualquier medio, porque no compite con otros editores que
ejerzan su derecho. Todo derecho se pierde por falta de uso, es absurdo pretender
que un alegado derecho de editar libros de antepasados cercanos se mantenga
incólume en el no ejercicio del alegado derecho. Eso es abuso del derecho, por lo
tanto antijurídico. Reproducir artículos o capítulos propios de revistas o libros
colectivos no perjudica la venta de estos, sino que al contrario la promociona.
En el libro editado en Gran Bretaña y Estados Unidos cuyo capítulo mío
reproduje en http://www.gordillo.com/articulos/art4.pdf, previamente consulté
al director de la publicación, un profesor británico amigo, muy cuidadoso con el
191
V-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
derecho, quien me dijo que si yo ponía la fuente, indicando todos los datos del
libro, la editorial Hart no tendría problema alguno. Es lo que hice y hago con
todos mis artículos en revistas o libros y nunca tuve ningún reclamo.
Una cosa es no perjudicar la distribución de la herencia ordenada por el Código
Civil y otra muy distinta concebir el autor sus ideas ab initio para el dominio
público. ¿Alguien hará a tiempo y con éxito una interdicción de disponer de sus
ideas como de sus bienes? La historia contemporánea conoce casos de futuros
herederos adultos, con capacidad laboral, lograr impedir judicialmente la dispo-
sición de sus bienes por el padre vivo. Espectáculo grotesco y denigrante que la
sociedad debiera evitar.
He dispuesto libre y racionalmente de mi ideas al concebirlas gratis para In-
ternet y autorizar su reproducción también gratuita en papel por quien quiera;
cederlos a la Fundación de Derecho Administrativo, a Google Books, iBooks de
Apple, editarlos sin derechos patrimoniales para el autor en Argentina, Brasil,
Colombia, España, Estados Unidos, Gran Bretaña, Grecia, Italia, México, Perú,
Venezuela.
Me place afirmar que se han reproducido en Internet como hongos después de
la lluvia y no afectaron la venta ulterior de nuevas ediciones, muy al contrario:
Sirven de propaganda gratuita para la venta de la nueva edición y su conocimiento
en la medida de lo posible.
Aprendí también que difundir las ideas no es suficiente, si se quiere que
triunfen en su propio tiempo, en cuanto a reconocimiento público. Para ello es
necesaria otra batalla, la batalla del poder político y académico. Pero es una
auto–contradicción, pues el derecho administrativo al servicio del poder ilimita-
do niega su propia razón de ser, que es la protección de los particulares contra
eventuales abusos del poder administrador.
El derecho ha condenado, en toda su historia, la auto–contradicción bajo
cualquiera de sus formas, aunque algunos se dejan seducir por la cercanía al
poder que debieran controlar pero en cambio adulan y protegen. Eso, hasta que
se quedan sin acceso al poder y entonces deben recurrir a la justicia, invocado el
derecho administrativo de otros, pues el de ellos no les sirve para la defensa de
los derechos frente a la administración.
A pesar de no librar la batalla por el poder, a veces se puede ganar en vida
alguna de las batallas de las ideas. Me lo adelantó Sayagués L aso en una visita
a Buenos Aires a comienzos de la década del sesenta: “El profesor universitario
enseña y escribe sin pensar que pueda tener eco institucional o político pero,
décadas después, escucha discursos parlamentarios recordando sus enseñanzas,
lee leyes tomando ideas de su cátedra, actos oficiales y sentencias aceptando sus
interpretaciones del derecho.” O sea, al final se llega.
192
v. in loco parentis V-7
Aquella otra batalla puntual por el poder inmediato, en cambio, nunca la libré
y aunque llegué a ocupar altos estratos universitarios, nunca busqué el poder
académico real. Pues altos cargos y poder no son equivalentes. Si dijese que
esa batalla la libré, debería consignar que la he perdido. Pero no la he librado,
atentaría contra todos mis principios y los principios del derecho administrativo.
Aposté más lejos en el tiempo, a la vigencia de las ideas, no al poder que se pueda
ejercer desde los pasillos del mundo académico o del poder político.
Gané en vida muchas batallas por las ideas. Me queda solamente saber si el
resto las ganaré con el tiempo o no, pero en todo caso no necesariamente en mi
tiempo. No me importa, pues no es el poder lo que se debe buscar, sino el razo-
namiento. Otros dirían la Verdad, pero yo soy popperiano.
O también puede hacerse la reflexión de M ax P lanck recordada por Crichton,
que comento en otra parte de este libro.
Si Usted está leyendo en versión digital puede utilizar la función “buscar,” escribir “Max” y
encontrará la cita.
193
V-8 i. a mi padre: “éste soy yo”
194
v. in loco parentis V-9
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V-10 i. a mi padre: “éste soy yo”
5. La digitalización en particular
196
v. in loco parentis V-11
197
V-12 i. a mi padre: “éste soy yo”
198
v. in loco parentis V-13
Proyecto de código administrativo, 1964, que luego fuera tomado como fuente de muchas leyes
provinciales de procedimiento administrativo;
199
V-14 i. a mi padre: “éste soy yo”
200
Capítulo VI
Sumario
Frente a tanto que mi padre hizo por mí, es injusto decir que algo en particular
haya sido lo más importante. Entre las circunstancias vitales que agradezco,
está que cuando, al año de vida, tuve un “empacho” que se “curaba” “tirando el
cuerito” en el curandero del pueblo, mi padre dijo que si me tenía que morir, que
fuera en manos del médico, no de un curandero.
Hoy en día no es más optar entre el médico y el curandero, hay que optar entre
los médicos buenos y malos, actualizados y desactualizados; para ello se requiere
un seguimiento y atención informada y constante de todo lo referente a nuestra
salud y enfermedades con todo el historial clínico escaneado y ordenado en la
tableta y sus nubes. Un médico clínico lo llamaba “la historia clínica paralela.”
La salud es igual que la libertad y la lucha contra la corrupción, hace falta un
esfuerzo constante para defenderla o prevenirla.
Los relatos suyos de su propia infancia, comparados a sus relatos de mi in-
fancia, muestran dos actividades por momentos diferentes. Mi padre me contó
varias anécdotas de su infancia. En la casa de su madre en Piedra Blanca,
Catamarca, de niño muy pequeño una vez hachó un árbol y se lo llevó contento
a mi abuela, diciéndole:
—“Mamá, ¡mirá que linda talita que haché!”
¡Y era un frutal de la propia casa!
Otra vez tomó un chancho de una pata y lo despatarró, con lo cual hubo que
cocinarlo y para disimular el desastre comió tanto chancho que se enfermó.
Comían los doce hermanos de una gran fuente común y las hermanas se
quejaban:
—“¡Mamá, el Negro come ligero!”
VI-2 i. a mi padre: “éste soy yo”
204
vi. su infancia. mis cúspides VI-3
—“Mirá, si ahora empezás a trabajar, dentro de cinco años, cuando tengas 25,
no va a haber ninguna diferencia entre que te hayas recibido a los 20 o a los
25 años. En cambio, si ahora seguís estudiando, podrás hacer una diferencia.
Si mantenés el nivel modesto de gastos que tenés hasta ahora, yo te prometo
que te puedo mantener hasta los 25 años.”
Con el consejo y sobre todo el apoyo moral de mi padre fue sencillo: Continué
haciendo la tesis y yendo a la Facultad, para hacer más intensamente lo mismo;
seguir escribiendo y publicando.
Más me costó escuchar las preguntas de mis noveles colegas acerca de por
qué no estaba aún trabajando. No podían entender que siguiera estudiando. Ese
seguir estudiando con el mismo ímpetu e intensidad que traía desde mis años
pre y para–universitarios fueron absolutamente decisivos en mi futura carrera.
Pues apenas un año después, en 1960 era Doctor en Derecho y Ciencias
Sociales, profesor adjunto interino ad honorem de derecho administrativo en
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires
siendo menor de edad, profesor de la OEA; seguía publicando artículos y al año
siguiente era Abogado Principal, por concurso, en la Procuración del Tesoro de
la Nación, con excelente sueldo para mi nivel de gastos.
Poco de eso fue tan sencillo como contarlo.
En aquel entonces era muy verde, todavía lo soy pero no tanto, de las intrigas
palaciegas y los celos burocráticos del mundo académico local: Intrigas, conspi-
raciones de expertos navegantes en los tortuosos pasillos del poder, injusticias,
molestias, envidias, trabas; ataques desde atrás, jamás de frente, denigrando la
persona al no tener argumentos racionales que contraponer a las ideas ajenas.
(No me ocurre en Europa o Estados Unidos, por ser de otro continente.) La fuerza,
conexiones, amiguismo, eso es lo que cuenta en nuestro contexto de lucha por y
desde el poder político.
Entre los que no integramos esas cofradías del poder, sin embargo, se forman
a su vez lazos espontáneos de solidaridad, cooperación, ayuda, generosidad,
aporte mutuo de ideas, esfuerzos compartidos, pertenencia común a objetivos
de justicia y paz social a través del trabajo desinteresado. Sirven, como mínimo,
para el acicate a la acción y la reflexión, el recíproco estímulo y enriquecimiento
intelectual colectivo e individual.
Estos otros aportes más puros no quedan a la deriva, mientras el esfuerzo
persista. Por eso constituyen un factor de progreso económico e institucional,
por sus propios méritos individuales y grupales así desarrollados y sin rendir
cuentas ni tener deudas que saldar con factor alguno de poder.
205
VI-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
Al final se puede, al final se vence. Éste es otro motto de este libro y esta historia,
que retomo en el epílogo. A pesar de todo, vale la pena: Se triunfa. Algo parecido
expresé como cierre de las entrevistas que me hizo M ario Rejtman Farah en el
libro II, sección II, de este tomo 10. Me repito pues creo que es un consejo útil
para quien quiera hacer el esfuerzo.
He ganado muchas batallas de las ideas y también llegué a cierto prestigio
académico, autónomo e independiente, pues nunca fue mi objetivo ese engranaje
de prebendas y contraprestaciones de intereses.
El derecho administrativo es la lucha contra el poder. Mi padre era rebelde
frente al poder y yo heredé algo de esa particularidad. También mis hijos, sin
excepción, lo han replicado.
También se reforzó gracias a R afael Bielsa , que antes de los funestos golpes de estado que
comenzaron en 1930 pensaba y escribía lo mismo. Ver El cacique en la función pública. Pa-
tología política criolla, Buenos Aires, Lajouane, 1928. Es un libro del total de 525 que pude
elegir y comprar por mi propio precio de la muy extensa biblioteca de Jorge T ristán Bosch, a
su propia iniciativa. Intelectual y materialmente, fue una donación de extraordinaria impor-
tancia por su calidad y tratarse de libros inhallables. Su aporte a mi formación e información
fue invalorable y constituye uno más de mis tributos agradecidos a su memoria.
206
vi. su infancia. mis cúspides VI-5
Sin embargo, Bielsa vivió mal que rindiera mi tesis de Doctorado con un
jurado que pensaba lo contrario a sus ideas en ese asunto y así me lo hizo saber.
Cincuenta años después encuentro que yo me había equivocado con la tesis,
como lo explico en las ps. 651/5 del t. 7, El derecho administrativo en la práctica,
Buenos Aires, FDA, 2013, director M arcelo A. Bruno dos Santos, disponible
también en http://www.gordillo.com/tomo7.html. Quizás Bielsa estaba meramente
fastidiado con mi inexplicable dificultad para entender el tema en su contexto, lo
que me llevó medio siglo más comprender. Estudiar, estudié mucho toda mi vida,
pero este fracaso de aprendizaje es en mi interior el más estrepitoso que tuve.
Asistí al homenaje a su memoria en Rosario a los diez años de su fallecimiento
y su hijo Pedro se acercó para decirme que su padre me quiso mucho, como la
familia también me quería.
Aquello de 1960 había sido una rencilla íntima, en suma, tanto que el propio
Rafael Bielsa me saludó con afecto al terminar la votación del Consejo Académico
por la cual me designaron profesor adjunto interino ad honorem siendo aún menor
de edad y me felicitó por el nombramiento en los mejores términos, contándome
cosas de su propia juventud como para dejar en claro que toda aquella desave-
nencia había sido una cuestión del momento, por entonces superada.
Curiosamente, yo mismo no estaba demasiado convencido de mi designación,
por estimarla prematura. Así se lo dije a Diez cuando él me sugirió proponerme
para el cargo, pero su respuesta fue tan singular como definitoria:
—“Mire Gordillo, ahora Usted se dedica plenamente a estudiar y si lo desig-
nan va a continuar estudiando, mientras que si no es profesor se va a casar
y después va a emprender otras actividades profesionales y quién sabe si se
dedicará al derecho administrativo.”
Más allá del argumento del casamiento, por entonces prematuro pues ni si-
quiera estaba de novio, lo cierto es que a las vocaciones jóvenes hay que estimu-
larlas temprano. Eso Diez lo tuvo en claro y actuó en consecuencia. A él dediqué
por ello mi primer libro, escrito desde la casa paterna de Avellaneda, Colón 476.
Muchos consejeros opinaron y votaron en contra. Hubo que realizar varias
votaciones y la sesión demoró como tres horas, con consejeros que dieron vuelta
su voto. Algunos argumentaban no conocerme, lo cual era cierto.
Uno, amigo de Bielsa y también mío, argumentaba a la inversa, conocerme
y por ello votar a favor. Finalmente, en la tercera votación, por apenas un voto,
fui nombrado. Muchos años después, algunos de los distinguidos consejeros que
votaron en mi contra me presentaron sua sponte sus excusas, Dassen (padre)
uno de ellos.
Que mi designación haya sido tan difícil y contestada me hizo redoblar los
esfuerzos. En 1960 aparecieron los cursos de promoción sin examen y decidí dictar
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VI-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
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vi. su infancia. mis cúspides VI-7
El ejemplo más destacado de estas dos etapas es Hutchinson, a quien edité, con deliberación,
sólo sus dos primeros libros: Su futuro editorial estaba asegurado. El prólogo a su libro Las
corporaciones profesionales, 1982, se encuentra en el Libro II, pp. 707-710 de este tomo 10.
Como contrapartida, edité por iniciativa de Juan F rancisco Linares su libro final Los sistemas
dogmáticos del derecho administrativo, cuya tapa y contratapa fueron un cuadro pintado por
él y fotografiado a colores por Facundo de Zuviría. Ése fue un homenaje que él quiso hacer a
la fundación, tanto que sufragó de su bolsillo los costos de la reproducción fotográfica de su
cuadro. También se sintió complacido, es claro, por mi idea que uno de sus cuadros ilustrara
la tapa y contratapa de su libro. Me contó que cuando lo entregaba decía con humor: “Te
regalo un libro y un cuadro míos.”
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VI-8 i. a mi padre: “éste soy yo”
sería injusto con los que ocupan un lugar más especial en mi corazón. En primer
lugar, mis dos compañeros de oficina, aquellos con quienes más traté y quienes
más me enseñaron, hoy desaparecidos: R afael Castro Videla y R aúl de Zuviría
y Z avaleta. Al primero le he dedicado uno de mis tomos, señalando en particular
que fue él quien me enseñó derecho. Palabras sencillas pero de honda significación.
R aúl, amigo dilecto y una persona muy especial, me enseñó de todo.
Decía risueñamente que el Poder Ejecutivo debiera dictar un decreto diciendo
“Visto el libro Procedimiento y recursos administrativos, déjase cesante a Agustín
Alberto Gordillo.” Ese chiste era en 1964; fue premonitorio. Otro libro, otro cargo,
otra época, la misma idea pero no risueña.
En las oficinas vecinas se encontraba M aría Isabel A zaretto, Pelel, de quien
dije que me dio el consejo in loco parentis más importante que recibí; en otra,
Jorge A. Sáenz, prologuista dilecto.
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vi. su infancia. mis cúspides VI-9
211
Capítulo VII
SU MUERTE
Sumario
SU MUERTE
1. La cara de la tragedia
Tenía 68 años. Todo ocurrió al mismo tiempo, a las seis de la tarde del 22 de
diciembre de 1971, aunque no pueda ser descripto sino por instantes sucesivos.
Papá dijo:
— “Me muero…”
Las comisuras de sus labios marcaron entonces la máscara de la tragedia
en el teatro griego, mi madre extendió de inmediato su mano para bajarle los
párpados y cubrir unos ojos que no alcancé a ver volcarse hacia el infinito y yo
pensé, en tributo interior,
—“Descansa en paz, papá, porque tu objetivo en la vida se ha cumplido.”
Me acuerdo bien de la primera parte de esta reflexión, la segunda es apro-
ximada. Mi padre dedicó su vida a tratar que sus hijos hicieran de sus vidas
mucho más de lo que él pudo hacer, para sí, de la suya. Todo su enorme esfuerzo
y trabajo tuvo esa sola finalidad.
Ver también supra, pp. II-10 / 87 in fine y II-11 / 88.
—“Aquí yace un hombre cuyo hijo fue más grande que él y cuyo nieto fue más
grande que ambos.”
Aquí estaba también un segundo mandato no verbalizado. Ése era quizás su
objetivo central, que sus hijos y sus nietos fueran más grandes que él. Cuando
pienso la trayectoria que me ayudó a recorrer en relación a la suya, me doy cuenta
que jamás hubiera tenido la inteligencia, imaginación y creatividad para hacer
algo parecido por mis hijos, pero al menos ellos tienen una vida mejor que la
que él tuvo. El efecto de sus actos ha trascendido la primera generación y, con
certeza, también lo hará en las siguientes.
Recuerdo poco o nada del velatorio, nada más haber ido antes a comprar el
ataúd y luego estar acompañado por R aúl de Zuviría y Jorge A. Sáenz.
Sí recuerdo los posteriores días de silencio y lágrimas compartidos en inmo-
vilidad con mi madre.
Esto no significa que yo viví su vida deseada y no la mía, pues la suya era que yo
viviera la mía lo mejor que pudiera, en mis propios términos. No me alcanza el
sabio pensamiento de Steve Jobs en su conferencia de 2005 en Stanford, “Vivan
su propia vida, no la de otros.” Supongo que se refería a que sus mayores querían
que terminara la Universidad y él decidió no hacerlo; mi padre quería que hicie-
ra la universidad y lo hice llegando hasta profesor titular, decano, finalmente
profesor emérito, repetidas veces miembro de la Comisión de Doctorado, también
miembro de la Comisión de Post Doctorado y por último Director del Post Docto-
rado, pero en cada ocasión di más importancia a la formación para–sistemática
que a la sistemática.
Nada de eso fue fácil en un contexto adverso.
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vii. su muerte VII-3
dire mes adieus. Pero antes necesito contar a mis seres queridos al menos aquello
que me hubiera gustado que mi padre supiera.
He vivido la calidad de vida que él hubiera querido que viviera: Intensa, culti-
vada, sincera, auténtica, libre, útil, cómoda, sin temores y que él ayudó a construir
durante más de treinta años. Lo sigue haciendo desde la tumba.
La estrofa de Verlaine:
—Vous que voyez la lumière,
—¿Vous souvenez–vous de moi?
tuvo y tendrá categórica respuesta en cada instante mío bajo la luz del sol.
Estas páginas son pues un tributo escrito a su sabiduría, sacrificio y amor,
además de inteligencia y visión de futuro para sus hijos y los hijos de sus hijos.
3. Mi padre el gimnasta
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VII-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
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vii. su muerte VII-5
Rindo aquí tributo a algunas de mis lecturas adolescentes, como El árabe y El hijo del árabe.
Acá le doy un tono zumbón.
Creo que no me empujó a hacer algún deporte o actividad física, porque él hizo
actividad física por dos generaciones, la suya y la mía. Mis hijos han retomado
la posta que yo dejé caer, con deliberada distracción y conste que tampoco hice
nada para que la retomaran. Lo hicieron por su cuenta, por iniciativa propia. Yo
sabía que algo debía hacer, pero nunca tuve grandes proyectos ni mucho menos.
Por necesidad y no por vocación, a mis 75 años he comenzado un régimen de dos
clases semanales de gimnasia postural.
Cuando rendí las condiciones en el Tiro Federal Argentino, no podía siquiera
pegarle al blanco. Fui al oculista y descubrió un punto ciego en el centro de mi
ojo derecho, por lo que cuando hace pocos años comencé a practicar con distintas
versiones de pistolas de 9 mm., utilizo la posición militar de extender ambos
brazos y no hago mira con un ojo sino con los dos, o a lo sumo con el izquierdo.
En la soledad del campo es necesario contar con armas, para disuadir a la
eventual amenaza; además, claro está, de tener rejas y postigos de seguridad,
zanjas perimetrales (de riego, forestación y seguridad), perros guardianes, siste-
mas de alarma y seguridad, personal armado, precauciones complementarias y
sobre todo nada valioso que justifique un asalto tipo comando. No recuperarían
ni el valor de la nafta.
Un menor de edad, nieto de ex-empleados, ha realizado ya dos hábiles intrusiones, una de
ellas sin que sonara la alarma; como no encontró nada de valor para llevarse, la segunda
vez buscó comida y se llevó atún y yogurt. No da para una instancia judicial pero sirve para
testear y mejorar las alarmas y extremar los cuidados de no tener nada de valor en la casa.
Debiéramos agradecerle que nos ayude a estar alertas y asegurarnos de no tener nada, salvo
algo de comida y alguna manzana, en recuerdo a la canción de Brassens. La empresa que
maneja las alarmas dice en cambio que “se come un garrón” y mejora sus precauciones.
En una época se me dio por hacer varias cosas al mismo tiempo, durante algo
así como cinco años: Reiterada gimnasia aeróbica (varias clases por día), pesas,
mucho estiramiento, mucho yoga. En Plaza San Martín, podía haber alguien
desinformado pero bienintencionado que preguntaba si me sentía bien, cuando la
posición parecía demasiado rara; todavía hoy, cuando quiero estirar mi cintura en
una posición del yoga, debo interrumpirla para atender el solícito requerimiento
“¿Se encuentra Usted bien, Señor?” Una vez, alguien más informado me dice “¡El
cuchillo, el cuchillo!” o sea, operarme.
En ese mismo período hice meditación (nunca tuve introspección alguna por
ese medio), teatro (aprendí mucho durante tres años, en varias clases semana-
les tanto de comedia —o sea, tragedia— como generales con Norman Brisky),
expresión corporal, lo que encontré.
219
VII-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
Una doble curiosidad la presenta una de las actividades que era parte de los
cursos de teatro: Realizar una actividad ridícula delante del casi centenar de
compañeros (dos o tres éramos gerontes, los demás, veinteañeros, todos tratando
de encontrarnos nosotros mismos). Tuve una idea y pedí hacer el ejercicio. Fui el
primero. Para el caso hice una imitación, lo mejor que pude, de una de las más
difíciles danzas rusas, en que el bailarín, de cuclillas y con los brazos cruzados,
extiende alternativamente cada pierna hacia adelante.
Casi de inmediato Norman Brisky da por terminado mi ensayo, se me acerca
y me elogia al oído, “¡Qué coraje, Agustín, qué coraje!” O sea, cumplí a pleno la
consigna de hacer algo ridículo. En esa época yo era flaco, estaba en buen estado
atlético y era muy flexible (aún lo soy): En mi autopercepción hice bien la danza
rusa, no con ridiculez. Pero mi inconsciente me conocía mejor que mi conciencia
y por eso me dictó ese ejercicio, para cumplir con la consigna de hacer el ridículo.
Un antecedente que mi inconsciente debe haber registrado y aplicado fue que en la escuela
secundaria el profesor de música nos reunía a los alumnos para seleccionar candidatos al
coro. Debíamos cantar algunas estrofas de una canción patria, pero le bastaron dos notas
para excluirme.
220
vii. su muerte VII-7
Mi padre sabía desde temprano que ser escritor estaba entre mis posibles voca-
ciones. Lo habíamos charlado más de una vez y las posibilidades, tal como él las
resumía, estaban entre ser escritor, político, filósofo o abogado.
En esa evaluación que hacíamos yo pensaba que como filósofo me moriría de
hambre pero que como abogado me podría ganar el pan y luego estudiar filosofía,
en tanto que como escritor todo dependía de que pudiera escribir algo, lo que no
parecía demasiado probable pues había hecho algunos intentos infructuosos. Ni
un cuento, ni una poesía, nada. Ni una idea. No exploramos mucho la opción de
la política.
Buscando ayuda, fui en 1955 a un Instituto de Orientación Universitaria que
tenía entonces la Universidad de Buenos Aires. Me acuerdo que éramos pocos
aspirantes pidiendo orientación. Nos tuvieron dos o tres días completos haciendo
toda clase de dibujos, ensayos, números, trabajos sobre el pizarrón, tests, algu-
nos de los cuales recuerdo con bastante precisión, como así también cómo y en
qué términos me dieron razón del sorpresivo dictamen verbal que transmitió el
director del instituto en persona, en su escritorio:
—“Su orientación es claramente la arquitectura.”
—“Pero yo odio la arquitectura.”
Palabras irreflexivas de adolescente. Solo creía odiar la medicina y tampoco
era cierto.
—“Entonces puede estudiar ciencias exactas.”
—“Odio las matemáticas.”
En verdad, mucho no me gustaban, pero había sacado notas altas en la materia
durante la secundaria y recibido felicitaciones. Parece que tenía aptitudes para
ella, me gustara o no. Cuando le pregunté por qué me decía lo de las matemáti-
cas, me mostró cómo había tratado una progresión, que era cuestión de lógica,
no de números. Era la progresión F ibonacci, que no resolví pero al menos había
advertido que tenía un sentido a descubrir.
—“¿Usted qué quiere estudiar entonces?”
—“Estoy dudando entre filosofía y letras o abogacía.”
—“Puede estudiar cualquiera de las dos, no hay nada que indique lo contrario
en los estudios que le hicimos.”
Muchas veces me tocó trabajar en equipos interdisciplinarios de consultoría,
entre otros profesionales, con arquitectos: De ellos aprendí acerca de sus criterios
221
VII-8 i. a mi padre: “éste soy yo”
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vii. su muerte VII-9
Como relaté, este libro se basa en lo que me acuerdo de lo oído a mi padre y lo que
recuerdo y considero apropiado de mi vida y de la suya, así que tiene el doble o
múltiple filtro de la memoria de él y la mía, más el filtro adicional de mi selección
de recuerdos y el filtro casi final de lo que mis amigos me han aconsejado omitir.
Tal vez por esas omisiones es que escribo y escribo, dando vueltas asimétricas y
círculos no concéntricos, para que el lector tenga para armar la parte del rom-
pecabezas que crea que valga la pena.
Mi padre era muy orgulloso y pretendía tener razón, cualidades que mi mujer
me dice que he heredado. Si oigo razones opuestas, por supuesto que las escucho
y analizo; lo que no parece lógico, en cambio, es que sin ningún argumento nuevo
cambie de opinión por la mera repetición del mismo argumento contrario.
223
VII-10 i. a mi padre: “éste soy yo”
Creo que eso era lo que tenía mi padre, pues siempre le escuché argumentos
y razones, nunca el principio de autoridad salvo que se tratara de una orden de
trabajo. Creo que fue dialogando con él, desde la infancia, que aprendí a pensar.
Mis amigos dicen que escucho todas las opiniones y luego resuelvo lo que me
parece. Es cierto.
Él no era tan exagerado como sí lo soy yo. Rasgo andaluz, me parece, de la
lejana historia familiar. En todo lo demás, se me hace claro que justifico y excuso
su figura, pero así es como lo recuerdo. ¿O acaso si había momentos malos o fallas
de su carácter, tengo obligación moral de recordarlos, contarlos y quizás juzgarlos,
cuando yo no viví su vida? No soy un historiador, soy un hijo que escribe sobre
su padre para sus afectos y sus lectores.
Tengo presente los momentos buenos, los demás no están en mi conciencia.
Con lo cual soy feliz y puedo sentir que he sido feliz, aunque los demás no puedan
percibirlo desde afuera.
Los datos reales que proporciono, más los muchos que callo, les darían la razón
si la vida hubiera de ser juzgada por el prisma de los demás en lugar de quien
la ha vivido y la recuerda como la siente. Esta es mi vida y soy quien tiene el
derecho de contarla como me plazca, en tanto sea útil y de interés para el lector
y mis seres queridos.
Mi infancia y adolescencia de trabajo y estudio intenso me han permitido
triunfar temprano en la vida y disfrutar más tarde de muchas comodidades y
placeres, hasta el día de hoy, actualizándome sin cesar en tecnología sin importar
demasiado su costo, así como en otras épocas compré cuanto libro me interesó y
viajé cuanto quise con igual comodidad, con la sola limitación de haberme cons-
truido una moral casi luterana con motivo de mi origen humilde: Necesito una
excusa que tenga fundamento en el deber, para sentirme justificado en viajar.
Mi mujer ha logrado, en los últimos años, una combinación que nos funciona:
Viajamos juntos a Europa, ella se queda en algún circuito turístico de su elec-
ción y yo voy a mi destino profesional o académico y al final de mi periplo nos
encontramos para hacer otro paseo juntos. Es una combinación feliz para ambos.
Así conocí, de paseo, Praga. Deliciosa, llena de pequeñas iglesias con concier-
tos; paseos, el río, la casa de K afka; revivir e imaginar El castillo en la sombra
omnipresente que se ve desde cualquier ángulo de la ciudad y sobre todo desde
abajo de su cima, donde se encontraba la morada del escritor. (Sí, sé que la sombra
en la cúspide es de la catedral, no del castillo, pero el escritor podía tomarse su
licencia literaria, ¿no?)
224
vii. su muerte VII-11
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VII-12 i. a mi padre: “éste soy yo”
países fue para morigerar y dividir el posible desafío que mis ideas pudieran
provocar. No logro entender por qué, pero en mi país mis ideas terminan con
frecuencia siendo risquées, sin intención expresa de hablar así.
Publicar afuera en castellano, a su vez, me sirvió muchas veces para testear
la opinión pública local sin necesidad de enfrentarla ya mismo del todo.
Antes de las computadoras, viajaba con una máquina de escribir portátil,
una Remington Noiseless y tuve varias otras marcas a lo largo de la vida. Luego
adquirí cambiantes computadoras portátiles, a veces compradas en el exterior
porque eran más modernas, pero que luego terminaban arrumbadas por el
cambio tecnológico.
Aprendí a no esperar el nuevo subsiguiente mejor modelo, porque ése llega
demasiado tarde. Todo modelo deviene obsoleto, gracias a Dios; ello ocurre en
lapsos de tiempo cada vez más cortos y es absurdo esperar. Cuesta mucho dinero
estar al día, es cierto, pero también rinde dinero, por la creciente eficiencia y
rapidez que se logra en el trabajo.
Y a la inversa, se pierde mucho dinero estando atrasado en tecnología por la
menor eficiencia que se tiene para trabajar.
De todas maneras, reciclo las PC’s de mi mesa con las del escritorio de mi mu-
jer, las tres o cuatro del estudio, la de mi TV del dormitorio con WiFi e Internet,
entre otras cosas. Es un gran caos, que en todo momento necesito me ayuden a
desenredar, corregir, utilizar, aprender, actualizar, re-actualizar, re-re-actualizar.
Ese caos es también físico de papeles y libros sobre mi mesa de trabajo, que es
el comedor de casa...
Como dice Pedro M airal, con el humor de sus genes, ahora habrá que empezar
a guardar los malos libros, porque los buenos estarán todos en Internet.
Yo debo apostar a que mis libros sean de los segundos y por eso primero los
subo al ciberespacio.
En el siglo XXI, un libro escrito de manera digital debe ser dado al público de
ese modo, al menos; si se lo desea, también en versión papel, pero parece un total
desperdicio hacer la impresión en papel y no la previa distribución gratuita en
la forma digital en que está compuesto. Mi experiencia es que conviene subirlos
gratis a Internet en primer lugar.
8. No hacer nada
226
vii. su muerte VII-13
mirada era suficiente. Jamás la sentí amenazante, por lo demás: Solo firme y
afectuosa.
Incluso un recuerdo que afloró en el 2014 lo viví como sanción moral, no material: Supra, cap.
III, § 9.3, nota, p. III-13 / 137; conocedor de su fuerza, su tomada de mi oreja no dolió, solo el
bochorno de llegar así a la escuela.
Toda su vida fue empujarme a hacer algo, liberarme, darme confianza, sol-
tarme hasta mis límites, hacerme volar; en definitiva y en los hechos, leer y
estudiar, dos actividades mancomunadas a las que poco después agregaría, con
igual indiferenciación, escribir.
En cualquier caso, esa amenaza pendiente sobre mi cabeza, que si no hacía
nada tendría que hacer algo que él me ordenaría, llevaba a que la conducta más
auto–protectora para mí fuera estudiar o al menos leer, pues entonces no inte-
rrumpía mi actividad.
Nunca controló qué era lo que leía. Gocé de total privacidad. Y me quedó, como
necesidad, siempre leer algo.
Cuando viajo hago alto consumo de la prensa de varios países cuyos diarios
son económicamente menos accesibles en nuestro país y además a veces llegan
un día después.
También están en Buenos Aires, por cierto, pero afuera tengo más tiempo para
leer los diarios del día, que aparecen en ediciones múltiples en distintas ciudades
del mundo desarrollado: The New York Times, The International Herald Tribune,
The Guardian, The Times y lo que vaya encontrando en los quioscos.
Una vez un quiosquero ginebrino me preguntó lo que en mi adolescencia pre-
guntaban a mi padre, si los leería todos. Opté por el instinto paterno de contestar
que sí, aunque hay varias secciones que no suelo leer y otras como las deportivas
que jamás miro. Lo que sí leo, con diversos grados de atención y detalle, son las
noticias que despiertan mi interés. Me concentro más en los artículos de opinión,
y las miniactualizaciones que aparecen en diversos campos del conocimiento
humano.
Lo macabro no suele interesarme, aunque estuve tres días en Buenos Aires
pegado a los canales internacionales de cable cuando ocurrió el ataque a las
Twin Towers.
Cuando viajaba más al interior del país arrasaba con un ejemplar de cada uno
de los principales periódicos disponibles. Un quiosquero mendocino me preguntó
una vez, en palabras que no recuerdo, si mi trabajo tenía que ver con la opinión
pública; era un modo diverso de preguntarme por qué compraba tantos diarios.
Mi trabajo me acerca a la cosa pública: La actualización y contraste de opiniones
diversas sobre la realidad ayuda a pensar el pasado, presente y futuro de la vida
política.
227
VII-14 i. a mi padre: “éste soy yo”
228
vii. su muerte VII-15
Casi toda mi vida tomé notas de cada entrevista o reunión: Era un resabio de mis tiempos
de estudiante en que tomaba nota minuciosa de lo que leía. (Supra, cap. II, § 20 y 21, pp.
II-31 / 97 - II-36 / 102.) Ello llevó a mis colegas de la OEA a inventarme un lema: “Nada se
dice, todo se escribe,” como cuento supra, cap. I, § 3.1, pp. I-5 / 49. Sobre el tema de las notas
puede verse también el mail incluído en el Libro II, cap. II, § 19, p. M-67 / 435 a M-68 / 436.
229
Capítulo VIII
Sumario
Con tanta normativa prohibiendo el trabajo infantil elijo un título duro, porque
me parece que algunos de sus mejores ápices han sido olvidados por quienes
condenan con razón el trabajo infantil en relación de dependencia con terceros.
La ley no condena sino que algo condescientemente excluye de su prohibición
al trabajo de los hijos con sus padres.
Salvo casos de explotación por terceros a la familia entera, en mi propia y
limitada experiencia personal, el estado debería premiarlo, no perdonarlo. Es, o
ha sido para mí, una experiencia totalmente diferente. Hablo pues en primera
persona del singular, limitándome a contar cuán beneficioso fue para mí.
No estoy sugiriendo poner nuevamente en marcha las novelas de Dickens,
pero quiero destacar que los beneficios que obtuve de la educación de mi padre
los recibí en su mayor parte en las conversaciones que tenía con él en nuestro
negocio, en ocasión de trabajar o de pequeños descansos durante el trabajo común.
Eso fue así en Ascensión, donde recuerdo solo quitar la cáscara a los maníes
y cosas por el estilo, pero se potenció en Avellaneda.
Ver supra, cap. II, § 6, p. II-9 / 75.
234
viii. ¿el “trabajo infantil”? VIII-3
La atención del bar, con tan pocos clientes todo el día, no se interrumpía por el
almuerzo o la cena. Lo hacíamos por turnos y el bar atendía sin solución de conti-
nuidad hasta que nos acostábamos. En aquellos tiempos no se vivía inseguridad.
235
VIII-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
2– Colón 476.
https://www.google.com.ar/search?q=Pasaje+Magnasco+Avellaneda+Provincia+de+Buenos+
Aires&ie=UTF-8&oe=UTF-8&hl=es&client=safari
Sin embargo, el tener vivienda propia aparte del negocio no cambió el esquema
de relación, pues aún entonces las lecciones que recibí las aprendí en ocasión de
estar con él por el trabajo en común, no en casa.
El trabajo de mi padre era ocasión para compartir con mi trabajo de niño, ado-
lescente y finalmente adulto, pero ¿trabajo? al fin. Cualquier persona que trabaje
en cualquier lado sabe que es imposible hacerlo en forma continua, que tomamos
frecuentes pequeños descansos. Si el trabajo mismo tiene intermitencias, mucho
mejor, más tiempo para charlar entre los compañeros de trabajo.
Ahora, si los compañeros de trabajo son padre e hijo, la interacción es espec-
tacularmente sana, o al menos lo fue para mí.
Todo depende de si consideramos el trabajo como maldición divina, “Ganarás
el pan con el sudor de tu frente,” al ser expulsado Adán del Paraíso donde se
disfrutaba y no se trabajaba; pero también podemos considerarlo y así lo veo,
como una bendición divina cuando podemos elegir nuestro trabajo y lo podemos
cumplir con nuestra familia, haciendo con disfrute y goce lo que queremos, por
236
viii. ¿el “trabajo infantil”? VIII-5
4. Interrogante terapéutico
237
Capítulo IX
HOY
Sumario
HOY
242
ix. hoy IX-3
243
IX-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
De tal modo, las ediciones papel en el país y en el exterior no tributan derechos económicos
de autor, ni tampoco lo hacen las innúmeras ediciones en Internet; también se han hecho, de
igual modo, ediciones en CD en Costa Rica.
También los he subido, gratis, a Google Books y me causa placer recibir la “ren-
dición de cuentas” de Google Books contándome cuántas veces han sido bajados,
señalando lógicamente que los derechos económicos de autor en cada caso son cero.
También se hallan disponibles para la venta en Internet, de segunda mano, casi todas las
ediciones previas de mis obras, por si a alguno le pudieran interesar comparar ediciones ante-
riores. http://listado.mercadolibre.com.ar/agustin-gordillo-tratado-de-derecho-administrativo.
Mis amigos de larga data van guardando también las viejas ediciones pero el problema es,
como siempre, el espacio físico.
244
ix. hoy IX-5
Al mismo tiempo estaba leyendo otras cosas, todos los diarios independientes
(aclaración necesaria en nuestra frontera), bajaba música y libros de iTunes, obras
de Amazon y luchaba contra cada tropezón e inconveniente que me depararon en
esos días estas máquinas sin las cuales hoy no existo con esa eficacia.
Seguro, todavía escribo con birome y papel y leo con marcador y lapicera en
la mano, pero los avances tecnológicos son irrefrenables y es suicida prescindir
de ellos. Estar al día en tecnología es difícil en el primer mundo, imposible desde
un país que está prohibiendo las importaciones.
Suena absurdo que el adelanto tecnológico haya que conseguirlo con los me-
dios más apropiados de la administración paralela en una economía de frontera.
Hace muchos años miré con sorna a un colega que debía fijarse en la PC para
ver su agenda, ahora yo tengo que hacer lo mismo, aunque en verdad derivo a
mi secretaria y a mi mujer el manejo de mi agenda.
Sin darme cuenta, hace varios años que no tengo un calendario como los que
compraba cuando iba seguido a Estados Unidos, ultradelgado para no molestar
en el bolsillo. Compré este año el más delgado de nuestro medio, le arranqué
las tapas y cuantas páginas más pude, pero aún así es demasiado grueso para
llevarlo con comodidad en el bolsillo interior del saco.
Además me obligaría a utilizar lapicera fuera de casa, que hace demasiado
tiempo tampoco llevo conmigo. La birome me sirve en casa para anotar conver-
saciones telefónicas que luego pongo en la memoria digital. Cuando tengo una
próxima reunión profesional, repaso primero las conversaciones anteriores e
impresiono por mi memoria. No es memoria, es trabajo, precaución y estudio.
Utilizo un OMRON, pequeño aparato que permite hacerse un electrocardio-
grama; me da sensación de seguridad verificar mi funcionamiento cardíaco y en
caso necesario enviar los resultados acumulados, por mail, a mi cardiólogo. Se
descompuso y no encontré nadie en mi país que lo arreglara ni tampoco se hallaba
en el mercado nacional para comprarlo de nuevo. Esperé un viaje a Italia para
245
IX-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
pedirle a una familia amiga que me lo consiguiera y tengo la versión ulterior del
mismo aparatito conmigo, funcionando.
Al mismo tiempo que leía y escribía, también he visto series de televisión con
intensidad, como es habitual en mí.
En mi infancia la televisión no existía y a mi padre jamás le ví escuchar la
radio. Mucho de eso se trasladó, como por ósmosis. No escucho radio ni miro
programas populares de televisión. No miro los programas de aire ni tampoco
los de cable, sino las series de televisión por cable, que grabo con anticipación en
inglés, para mantener viva la lengua. Al saltear las propagandas, cada programa
de una hora se reduce a la mitad, paso rápido las series y las borro.
Otra alternativa, que me señala un amigo, es buscar por Internet http://www.moviesdatacen-
ter.com/Browse_TVShows.html, gratuito. También los canales de cable en HD pasan muchas
series en inglés sin subtítulos.
246
ix. hoy IX-7
o congelar alguna imagen que quiero ver con más detalle; para experimentar
(con el trípode apropiado, que lo tengo hace décadas) si con mi nueva máquina
fotográfica digital se puede hacer una fotografía pasable de la pantalla digital
en alta definición y concluir lo obvio: No. Las fotografías hay que bajarlas direc-
tamente de Internet si tienen buena resolución o hacerlas a partir de una versión
papel, o fotografiando la realidad. Todo eso es parte del placer que disfruto al
escribir, leer, pensar, explorar, hacer en cada instante lo que viene a la mente.
Escucho también música, pero poco, porque no me gusta tenerla como sonido
de fondo, sino que prefiero concentrarme en escucharla cuando lo hago y si se
trata de algún cantante preferido como Brassens me gusta tener la letra escrita
a la vista para mejor traducir, en la mente, los sonidos al lenguaje. Todo esto con
el orden que el gusto del inconsciente indique.
No hago pues cerebral multitasking simultáneo; pero sí puedo cambiar de tareas
en distintos momentos, con intermitencias o sin solución de continuidad, según
lo indique la atracción que cada una tenga en ese momento para mí.
247
IX-8 i. a mi padre: “éste soy yo”
248
ix. hoy IX-9
Pero había empezado a viajar mucho antes, en la década del 60, luego de entrar
en agosto de 1960 como profesor e investigador a un programa académico de la
OEA en América Latina con sede principal en Buenos Aires, el Proyecto 102.
Las novedades y los desafíos me fascinan; de allí vienen mis esfuerzos con la
planificación, la participación, el sector público de la economía, el cambio social.
Era el Proyecto 102 de Cooperación Técnica de la OEA, donde se dictaba el “Curso Intera-
mericano de Administración de Programas de Bienestar Social.” Ver también supra, cap. IV,
§ 1, p. IV-4 / 150 y cap. V, § 6, p. V-11 / 197.
249
IX-10 i. a mi padre: “éste soy yo”
250
ix. hoy IX-11
arbitrales fueron consentidos por las partes, por eso casi siempre he tenido casos
en que mis clientes quedaron conformes. El desacuerdo, si existe, se plantea al
comienzo, al diseñar mi estrategia y entonces, si no hay acuerdo, no hay relación
profesional. Me pasó pocas veces.
Pude contribuir así más tarde al armado de lo que fue el Instituto Internacional
de Derecho Administrativo Latino, que presidí en su fundación, sucedido en el
tiempo con distintas organizaciones académicas, latinoamericanas, iberoameri-
canas, internacionales. En algunas de ellas también fui el primer presidente.
La Asociación Iberoamericana de Derecho Administrativo, que presidí al inicio,
me homenajeó luego en Costa Rica: “Revista Iberoamericana de Derecho Público
y Administrativo,” San José, año 4, número 4, 2004, Homenaje al Dr. Agustín
Alberto Gordillo, ps. 3, 7, 9, 11 y ss.
De tal año es la fotografía publicada en ese número de la Revista, que desde
entonces luce en el Colegio de Abogados de Costa Rica. La elegimos con mi mujer
a partir de un “book” preparado a su requerimiento por una fotógrafa profesio-
nal, entre decenas y decenas de tomas. A pesar de mi pedido, la fotógrafa no
quiso agregarme más pelo con photoshop. Las arrugas, no las tenía ni las tengo.
Pero la foto no me representa bien, pues es la mejor toma posible de un sinfin
de posibilidades. Este libro es como esa foto, he prescindido de todos los ángulos
que menos me favorecen y muestro solamente mi mejor perfil, pero no usé el
Photoshop para mejorarlo.
Et voilà:
251
IX-12 i. a mi padre: “éste soy yo”
Poco antes de morir mi padre, me tocó leer, estando en Tobago (mal lugar para
estar con problemas del alma, créanme), un libro del psiquiatra español Carlos
Castilla del Pino denominado La depresión. Un ensayo de antropología dialéctica,
Madrid, Alianza, publicado a mediados del siglo pasado.
Furiosamente anotado a cuatro colores por mí, explicaba que era la enfer-
medad psiquiátrica del siglo XX, así como la histeria había sido la enfermedad
psiquiátrica del siglo XIX. Según su experiencia clínica, se podía presentar en
dos momentos en la vida: Primero al completar lo esencial del proyecto de vida,
en edad madura pero aún joven y luego alrededor de los 65 años. Hoy hay que
correr la segunda marca.
La causa determinante o desencadenante en edad joven, según él, se debía a
que cuando la persona había realizado lo principal de su proyecto de vida, era
posible que en su inconsciente se cuestionara si ése era el mejor que podría haber
elegido para sí.
Hay un antecedente lejano en F reud con “el fracaso del éxito,” según me han
dicho, aunque esa parte no la recuerdo ni la he buscado. Según Castilla del Pino,
en esta primera manifestación de la enfermedad, el enfermo puede cambiar de
raíz su proyecto de vida resolviendo por fin seguir el que no pudo elegir de joven
o remendarlo; o, por fin, haciendo cualquier otro cambio en su vida y olvidarse
del viejo proyecto y sus dudas.
La segunda gran manifestación de la enfermedad, según Castilla del Pino,
llegaba cuando la persona se daba cuenta que se aproximaba a la muerte y que,
nuevamente, su proyecto de vida había sido errado aún en el éxito y ésa era in-
curable, ante la real proximidad de la muerte.
Como corresponde, quedé deprimido por la lectura del libro y la muerte de mi
padre. En definitiva hice un combo: Introduje cambios en mi vida, hice remiendos
en mi proyecto y seguí adelante.
Sufrí así dos profundas depresiones acumuladas: La muerte de mi padre y la
insatisfacción con el proyecto de vida que habíamos construido e ideado juntos. Ello
multiplicaba el dolor. Épocas de dictadura y persecuciones, dudas de mi proyecto
vital, introspección, teatro, yoga, gimnasia, pesas, orientalismo, sin abandonar
sino al contrario aumentar el intenso ejercicio de la profesión. Económicamente,
etapa floreciente. Anímicamente, mala. (Pero finalmente pude superar el trance,
remendé de a poco mi proyecto y rehice mi vida.)
Desde 1978 aproveché para aceptar múltiples invitaciones para viajar más por
el mundo, publicar en el exterior, seguir estudiando y escribiendo, realizar toda
clase de actividades; pero nada me quitó la profunda depresión que arrastraba.
252
ix. hoy IX-13
La hipótesis de Castilla del Pino era que se había elegido el proyecto de vida
sin suficiente libertad, ¿Se aplicaba a mí y mi padre?
Pero yo a lo sumo podría decir que hubiera querido ser escritor, si hubiese
tenido idea alguna para hacer una novela, un cuento, aunque fuera un cuentito,
una poesía, una estrofa. Pero nada salió de mi mente. Ese aspecto fue nonato,
hasta estas páginas que pretenden enfrentar a ése, mi fracaso de toda una vida.
No podía culpar al sistema ni a la sociedad, las dos hipótesis preferidas de
Castilla del Pino en su Ensayo de antropología dialéctica; ni siquiera a mi
padre, el responsable perfecto que todo hijo tiene a su disposición. No creía que
pudiera en nada culparlo a él del fracaso íntimo de mi exitoso proyecto de vida.
¿Debía acaso deprimirme más porque yo mismo tenía la culpa de no haber
podido realizar mi “auténtico” proyecto de vida, por falta de aptitud suficiente,
por carencia de ideas y de inspiración?
¿Era mi problema no haber encontrado la musa inspiradora? ¿Tenía su ausen-
cia la culpa de mi fracaso como escritor, tanto que nunca tuve creatividad para
escribir nada en el ámbito de la literatura, salvo en el del derecho?
Por último, séame permitido consignar una crítica a estas reflexiones que me parece débil,
pero interesante: “¿Qué es esta extraña idea que se encuentra aquí y allá, la idea de distinguir
la literatura de la escritura?” “Cuando llega la puesta en palabras […] comienza la creación
literaria.” Elsa T riolet, La mise en mots, Ginebra, Skira, 1969, pp. 133/4.
253
IX-14 i. a mi padre: “éste soy yo”
Esa entereza que le tocó mostrar de adulto fue aquella con la que debe haber
afrontado la muerte de su padre cuando era niño, tener que abandonar la familia
paterna para irse a vivir con un hermano a Tucumán, no haber podido terminar
la escuela primaria, aprender tarde por correspondencia, haberse inscripto y
graduado con las mejores calificaciones en la Escuela de Suboficiales Sargento
Cabral, probar toda suerte de oficios: Trabajó, entre otras cosas, como empleado
en una tienda; el gobierno radical lo designó “Jefe de Policía” en Humahuaca, en
la segunda mitad de la década del 20, pero el gobierno militar del 30 lo despidió.
Hizo de todo en su vida, con una honestidad absoluta y un esfuerzo inagotable.
Fue una persona que se sobrepuso con entereza gigantesca a las adversidades
más extremas.
Esa energía heredada en los genes y el ejemplo diario de mi padre me sacó
a flote en la depresión generada o multiplicada por su muerte. Busqué temas y
experiencias nuevas, como mi propio padre. Que fueran circunstancias diferentes
no quita que algo de su temple haya florecido en un hijo con ocupaciones tan dis-
tintas, como lo fueron a su vez los desafíos de la vida que cada uno debió afrontar.
En muchos de los diversos esfuerzos que intenté para enfrentar mi propia
adversidad, fui precursor y estaba cansado de una nueva cuestión cuando la
sociedad decidía, finalmente, encararla. Me acostumbré a hablar, como algo
normal, del horizonte del derecho y hasta fui invitado a participar de un coloquio
en Barcelona donde la materia era los próximos cien años de cada disciplina. Fue
divertido. Fue mi padre, en algún sentido: Él tenía en su mira el futuro lejano.
(Lo que allí escribí formó parte del Tratado de Derecho Administrativo, tomo 1, Parte general,
Buenos Aires, FDA, 10ª ed., cap. IV, sección II, La prospectiva, parágrafo 3, ps. IV-16 a IV-27.
Ese capítulo ha cambiado de lugar en 2013 y de allí en más se encuentra en el tomo 7, http://
www.gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo08.pdf, en lo atinente en las ps. 112 a 117.)
254
ix. hoy IX-15
No me interesó nunca conocer nuevos lugares por más fascinantes que pa-
recieran. Preferí escuchar, comparar, informarme, observar y sobre todo leer y
escribir, pensar y actualizarme en tecnología para hacer todo con mayor eficacia.
255
IX-16 i. a mi padre: “éste soy yo”
Mirar el mar Egeo o el mar del Norte desde la escotilla del camarote es des-
estresante, sí, pero también lo es mirar el verde de los árboles y la pradera; o las
plantas del balcón y jardín de invierno en el comedor de mi casa. Lleva menos
tiempo y exige menos a la osamenta.
Otra vez me reencuentro, en paz y armonía, con mi padre y ahora también
conmigo mismo, en forma definitiva. Ahora llevo al menos dos décadas de tranqui-
lidad de espíritu, de felicidad y al mismo tiempo de intensa actividad profesional
e intelectual.
Es en estas últimas décadas que he ido formando parte, sucesiva y en algún
caso simultáneamente, de diversos Tribunales Administrativos Internacionales
que enriquecieron mi vida y mi intelecto y contribuyeron sin duda a mi creci-
miento profesional.
También, a mi visión de las normas y principios, como explico en el capítulo final, “Normas y
principios,” del tomo 9, Primeros manuales, Buenos Aires, FDA, 2014, pp. 613-624, aunque
su origen en mi pensamiento es más antiguo, como explico supra p. 249 in fine.
En los capítulos que siguen agrupo por afinidad otras anécdotas anteriores y
posteriores de mi vida. Contar anécdotas era una forma frecuente de expresarse
de mi padre, como lo fue también de R afael Bielsa.
Voy contando chistes y cuentos por los senderos de la vida, como si fuera parte
de un circo trashumante. Dicen muchos que enseño la vida, aunque el comentario
me deja perplejo. La he vivido con intensidad, tengo muchos cuentos para contar,
pero no sabría cómo se explica la vida.
En las anécdotas que siguen quiero mostrar, desde el recuerdo, cómo operó
en mí la formación recibida de mi padre, junto a todo lo demás que gracias a él
pude descubrir. El flashback y el flashforward continúan.
Una influencia tan grande como la que tengo de mi padre presenta un aparente
punto débil cuando he contado cómo nunca le he visto leer un libro, ni siquiera
el periódico y yo al contrario casi no he hecho otra cosa que leer y escribir. Pero
él razonaba todo el tiempo, y eso me lo transmitió en forma directa.
Creo que contar mi historia desde otros ángulos, como los que voy a mostrar
de aquí en más, puede ilustrar mejor nuestras similitudes bajo el manto de dos
vidas en apariencia muy diferentes.
256
ix. hoy IX-17
Satisfecho, bajó del andamio y siguió con lo que estaba haciendo en otro lado
de la ciudad.
En el libro de El Método está incluido un trabajo de A bre sobre el tratado de
la pintura de Leonardo Da Vinci, http://www.gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap22.
pdf que también ilustra aspectos universales de la creación. No incurriré en el
ridículo de comparar a mi padre con uno u otro, pero sí es bueno recordar que
suelen ser trazos comunes de la humanidad, cuando la motivación es fuerte.
257
Capítulo X
MI PRIVACIDAD
Sumario
MI PRIVACIDAD
1. Trazos generales
Hace muy pocos años, en plena libertad democrática, se comenzaron a ver nuevos
nubarrones, primero percibidos por los empresarios, que tienen especial olfato
para ello. Un artículo que hice con mucha profusión de notas, por lo tanto bas-
tante técnico y nada propagandístico, fue rechazado por dos editoriales. En una,
la más amiga, dijeron que no era para la revista de ellos pero que lo publicara
igual; lo mandé a otra editorial, pequeña, para un libro colectivo y me lo recha-
zaron con excusas. Fue el coordinador el encargado de decirme, en la intimidad
de la amistad recíproca, que en verdad había sido rechazado porque les parecía
demasiado atrevido. Lo tuve que publicar por mi cuenta, en una revista de la
cual era director independiente.
Se trata de “La constitucionalidad formal del eterno retorno,” Res Pública Argentina, RPA,
2006-6, pp. 59-102, también accesible en http://gordillo.com/articulos/art53.pdf; reproducido
en el tomo 7, El derecho administrativo en la práctica, cap. XII. Los temores de los editores
eran infundados, pues luego fui presidente, por común acuerdo de las partes, de un tribunal
arbitral por un litigio entre la Nación y un grupo privado; fui Procurador General de la Na-
ción sustituto en dos oportunidades, bajo distintos titulares de la Procuración General de la
Nación; participé en la defensa del Estado en uno de los juicios llevados por la Procuración
del Tesoro de la Nación en el CIADI; he sido repetidamente consultado por tirios y troyanos,
gobierno y oposición, distintos partidos políticos. La unidad de mi conducta frente a la diver-
sidad de situaciones proviene de un elemento común: Siempre digo lo que pienso. Podré estar
equivocado, pero soy coherente.
Es así una sociedad en que el miedo a Rosas (cuya imagen comanda nuestro
billete de veinte pesos y desde allí mancilla el art. 29 de la Constitución) en la gran
aldea, sigue siendo el miedo a la dictadura militar y a cualquier forma de poder
concentrado; continúa vigente en democracia, sin cesar de rendirle homenajes a
la Mazorca, el Terror, sus 42.000 muertos, su sistema prebendario, populista y
tiránico. Hemos aprendido a convivir con el miedo y el poder excesivo (visible u
X-2 i. a mi padre: “éste soy yo”
Si tengo que pagar algo por Internet, utilizo la tarjeta con límite más bajo, para
que la pérdida no sea grave si alguien hackea mi PC. Si para entregarme algo
gratis en Internet piden mis datos, lo rechazo. La identificación existe en Apple
de todas maneras, pero no es cuestión de extenderla demasiado.
Me disgusta cuando alguien curiosea en mi biblioteca. Volveré sobre esto más
adelante, pues el ocasional fisgoneo ajeno es perenne. Muy pocos resisten la curio-
sidad de investigar una biblioteca ajena, como si no tuvieran en casa suficientes
tomos de esa persona, de cuya lectura ocuparse.
No me gusta que nadie entre a mi habitación, salvo mi mujer. No me gusta
que nadie use mi TV, ni mi PC, ni ninguno de mis aparatos electrónicos, ni mis
colecciones de música, ni lo que tengo guardado en formato digital. Siempre, claro
está, con la misma salvedad conyugal.
Con todo, mis secretarias (quienes necesitan acceso remoto a todo cuanto
tengo en la PC y por consiguiente la red de computadoras que tengo en casa co-
nectadas por WiFi) me ayudan en todo momento con el manejo de la información
digital, pulimento tipográfico de borradores, actualización de índices, manejo de
la agenda, recordatorios.
Muchas veces las llamo para que me impriman en mi casa, por control remoto
desde el estudio, los documentos que quiero usar en papel. Pero también realizo
muchas de esas tareas yo mismo. Prefiero, como siempre, la duplicación como
forma de eficacia y control.
262
x. mi privacidad X-3
Hace varios años que no voy regularmente a la oficina y mi casa está más apta
para trabajar solo y/o o recibir amigos que para otra cosa. Puse vidrios dobles
y triples para evitar tanto ruidos como escuchas indeseadas. Tengo fuentes de
agua que enciendo cuando quiero oír su rumor.
Pero el estudio sigue existiendo y si alguien prefiere no reunirse en sus oficinas
o las de sus letrados tengo disponible, desde luego, mi propio estudio. Allí las
puertas están blindadas, como en mi casa.
Aprendí la lección de preservar mi hábitat de toda mirada, aún amiga: A veces
provoca algún comentario divertido para el otro, pero demasiado mordaz para
mí, o en todo caso indeseado.
263
X-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
Además, trato de reducir los compromisos sociales pues el peso sigue siendo
uno de los problemas centrales de mi salud, que se descontrola más en situación
social. No quiero la tarea extra de tener que resistir a ricas comidas, agradables
bebidas, solícitos paseos.
Escapo ahora a los viajes, aún por motivos académicos y agrego la advertencia
de Bioy Casares: “Líneas aéreas llevando a todos los rincones del planeta prestigio-
sos moribundos: los viejos escritores a quienes se agasaja y se mata con premios,
recepciones, entrevistas, doctorados honoris causa.” (Descanso de caminantes,
op. cit., p. 472.) Debo puntualizar que, a la inversa de lo expuesto por Bioy, viajo
con placer a recibir premios y homenajes. Pero escapo a las recepciones, desayu-
nos, comidas, fiestas. Viajar horas y horas en avión para hablar veinte minutos
en castellano no me atrae en absoluto, a esta altura de la vida. Lo hago solo por
excepción, pues lo considero una mala inversión del tiempo.
Quienes no han llegado a ese tramo de la vida y aún gozan de las razonables
fuerzas de la edad adulta, verán extrañas estas reflexiones. Nadie les cree a
los mayores el relato de sus penurias y limitaciones físicas si no están ostensi-
blemente en silla de ruedas; olvidan toda precaución y persisten en caminatas,
paseos, exóticas comidas lugareñas, horarios juveniles, hasta la presencia física
obligatoria del visitante a cuanta conferencia exista.
Cuando estoy en confianza respondo negativamente a la invitación de viajar
para hablar en público en mi idioma nativo:
—“Si la gente hispanoparlante no ha leído sino una pequeña parte de cuanto
tengo publicado en castellano, ¿para qué desgañitarme en repetirles oralmente
lo escrito o peor, decirles algo novedoso respecto de lo escrito, cuando no tienen
modo de saber que es original?”
Claro está, si la invitación es para hablar en Buenos Aires y no lleva mucho
tiempo de recorrido, en circunstancias adecuadas voy. Es que estoy administrando
mis fuerzas, tal como se las he visto administrar a Braibant en sus últimos años
y lo dije en el homenaje del que participé en su presencia, en Spetses, algunos
años antes de su muerte.
“Laudatio of President Guy Braibant / Laudatio du Président Guy Braibant,” en el folleto del
European Group of Public Law / Groupe Européen de Droit Public, Laudatio of President Guy
Braibant / Laudatio du Président Guy Braibant, European Public Law Center, Atenas, 2002,
264
x. mi privacidad X-5
265
X-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
No se respeta mucho la intimidad del otro. Les gusta escudriñar en los pliegos
ocultos de la mente ajena, a partir de un anaquel, para “descubrir,” cual programa
de TV abierta, servicio de inteligencia o mecanismo de espionaje, el “verdadero”
Fulano de Tal. No es un problema exclusivo. Lo hablo con mis colegas. Cada uno,
según la posición que le toca desempeñar en cada momento de la vida, preserva
su intimidad y se ajusta al contexto y a su circunstancia, en la frase de Ortega
y Gasset.
266
Capítulo XI
ANÉCDOTAS DE ENSEÑANZA
Sumario
ANÉCDOTAS DE ENSEÑANZA
1. Enseñanza y aprendizaje
Si mi padre no estudió ni leyó, ¿de dónde sacó esa reflexiva sabiduría? Para su
explicación, me imagino el personaje de Carlos Castañeda, con la diferencia que
aquí las personas son reales. No es que lo haya tomado por modelo, sino que lo
recuerdo para esta circunstancia y encuentro inspiración en el tono y la invitación
a pensar, aunque no exista coincidencia temática.
a las 10.00 de la mañana y cuenta Breitel que llegó al escritorio del secretario
y le dijo que tenía cita con aquél a esa hora.
Entonces el secretario consultó con ostento su reloj y con tono sentencioso le dijo:
— “You had an appointment at 10 o’clock.”
Breitel me contó que en ese momento eran treinta segundos pasadas las
diez de la mañana y que consideró una exageración que no lo recibiera por ese
motivo, máxime tratándose de un extranjero visitante en Londres, que pudiera
haber tenido algún inconveniente con el tráfico. Me enseñó, primero en la teoría
y luego en la práctica, que:
— “The only way to be on time, is to be ahead of time.”
Cuando lo he contado en mis clases de Habilidades Profesionales en Buenos
Aires, repitiéndolo en castellano, los cursantes tenían dificultad en retener y re-
petir lo relativo a que para estar a tiempo, hay que estar antes de tiempo. Por lo
visto, cuesta entender el concepto: A mí me costó aprenderlo y me cuesta explicarlo
de forma convincente. Por la importancia que tiene en el mundo desarrollado y
para mí también en el nuestro, creo que vale la pena detenerse un poco en el
examen de una cuestión crucial que escapa a nuestra cultura.
He señalado mucho antes este problema cultural que nos aqueja, sin mucho éxito, en: “8. The
Notion of Time,” en el libro The Future of Latin America: Can the EU Help?, en http://www.
gordillo.com/pdf_tfola/chapterII.pdf.
270
xi. anécdotas de enseñanza XI-3
A esa hora exacta salíamos a paso lento del hotel, rumbo al cercano edificio
del BID donde teníamos la reunión una hora más tarde, a las diez. Mientras
caminábamos solía detenerse para mostrarme y comentarme con parsimonia
algún interesante detalle cultural, edilicio o histórico de Washington D.C.
Él regulaba el paso y llegábamos a la puerta del edificio del Banco a las 09.25.
Allí cumplíamos los trámites de presentar el documento, la consulta telefónica
por la guardia de seguridad al piso correspondiente, la entrega de las tarjetas
de identificación y finalmente terminábamos ese trámite alrededor de las 09.35,
dependiendo de cuánta gente hiciera el mismo trámite.
Caminábamos sin apuro en dirección al grupo de ascensores que debíamos
tomar, bajábamos en el piso correspondiente, recorríamos los pasillos necesarios
para llegar a la sede del Tribunal y por lo general entrábamos por su puerta
principal a las 09.40.
Allí comenzaba el ritual social de colgar los abrigos en los guardarropas o
percheros, saludar a las secretarias y al personal que estuviere presente, tener
con cada persona las pequeñas amabilidades de ocasión, servirnos café y luego
entrar a la sala de sesiones y tomar nuestros respectivos asientos a las 09.55.
Éramos los primeros y a su vez lo primero que hacíamos era ordenar nuestras
carpetas, block de notas, lápices. A las 10.00 estábamos en condiciones de empezar
la sesión. Que la sesión no empezara a esa hora era responsabilidad de otros, no
nuestra. Todo esto me lo había contado Jorge Tristán Bosch de sus reuniones
de trabajo en el primer mundo, pero recién lo pude aprender al vivenciarlo con
las enseñanzas prácticas de Breitel.
Estas lecciones las aprendí: Cuando era presidente, estaba en la cabecera, a
las 10.00, listo para iniciar la sesión. Cada uno llegaba a su propia hora y uno
de ellos, cuya nacionalidad no recordaré, llegaba sin excepción una hora y media
después.
Cada vez que tuve alguna reunión u obligación en el mundo desarrollado el cál-
culo horario era igual. Si se trataba una reunión social, los invitados estábamos
afuera de la entrada al menos diez minutos antes, esperando que fuera la hora
en que abrieran las puertas y las volvieran a cerrar una vez que ingresaran los
invitados.
Así ocurrió en una cena para profesores extranjeros efectuada por el Decano
de la Universidad de París I, Panthéon–Sorbonne, en su departamento oficial
dentro del edificio al lado del Panthéon. La invitación era para las 20.30 y 10 ó
15 minutos antes varias personas hacíamos tiempo caminando por la zona; a las
20.29 todos nos acercábamos al pie de la escalera del departamento, como en una
271
XI-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
Cuando dicté por primera vez clase en Panteón–Sorbona invitado por su Rector,
Gérard Timsit, llegaba a la sala de profesores veinte minutos antes de mi clase
de las 13.30, pues me era más difícil calcular el tiempo desde el barrio latino.
Los demás profesores comenzaban a llegar con el tiempo mejor calculado, entre
las 13.15 y 13.25, casi no se saludaban y partían para su clase dos o tres minutos
antes de las 13.30, según pude observar.
Cada uno había calculado el tiempo que le llevaba caminar desde la sala de
profesores hasta la entrada al aula, de modo de hacerlo a las 13.30. En una clase
en que, a pesar que Gérard Timsit me había dicho: “Cincuenta minutos de ex-
posición, ocho minutos de preguntas,” estuve en el aula hasta las 14.30. Advertí
la gravedad de mi desliz recién cuando los alumnos que entraban y salían lo
hacían molestándose mutuamente y el siguiente profesor esperaba afuera con
una fría mirada.
Había que terminar dos minutos antes de la hora, para dar tiempo a los
alumnos a salir del aula y a los de la clase siguiente entrar, para que el profesor
los encontrara a todos sentados cuando llegaba a la puerta del aula exacta y
precisamente a las 14.30.
Dando charlas en Carolina del Norte, mis amigos argentinos residentes allá me
recordaban el momento de interrumpir la clase dos minutos antes de la hora, por
el mismo motivo de permitir a los presentes retirarse e ingresar los siguientes,
para comenzar la próxima clase en punto. El entusiasmo con que hacía la charla
me hacía olvidar una parte fundamental de ella, el reloj.
He dado clases sentado en el pasto en Stanford, con alumnos también sentados
a mi alrededor y no variaban las reglas horarias, ni ninguna otra.
272
xi. anécdotas de enseñanza XI-5
Podría extender los ejemplos hasta casi el infinito. ¿Se convencerán mis lectores
argentinos sin vivenciarlo? Creo que desde A ristóteles está claro que se aprende
haciendo y por ello generaba las vivencias de aprendizaje para mis alumnos en
los cursos de El método en Derecho y Habilidades Profesionales.
La pregunta puede también ser filosa. En una cena muy exclusiva y por ende de
pocas personas, en Grecia, estaba a mi derecha Paul Craig. Cuando, a la media
273
XI-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
hora precisa, concluyó su charla con la dama que tenía a su derecha, volvió su
mirada hacia mí para preguntar:
—“¿Cuánto tiempo hace que conoce a F logaitis?”
Contesté que hacía más de treinta años, en Louvain-laNeuve, en 1983. Su
mirada indicó que la respuesta era satisfactoria.
Cuando me nombraron juez de la Corte Administrativa de la EPLO, yo le
decía a Gérard Timsit del “milagro” del crecimiento exponencial de la EPLO y
él, amigo de décadas, me dijo con picardía: “También está el milagro Gordillo”
por mi ascenso algo meteórico no siendo europeo.
274
xi. anécdotas de enseñanza XI-7
decirlo; pero si hubiera sido Nueva York, imagino que alguna cosa me habría
sugerido que dijera en ese tono amable sobre la ciudad.
Se trató de “Law–making at an International Tribunal,” palabras pronunciadas en la Corte
Suprema de los Estados Unidos, Washington D.C., 6 de octubre de 1988. Son ideas que están
actualmente en el cap. VII, “Normas y principios,” del Libro II del tomo 9, pp. 613-624.
Una vez que me tocó hablar en Québec, en consecuencia, tuve esas palabras
previas en francés antes de comenzar mi exposición en inglés y la primera vez
que hablé en la isla de Spetses, en Grecia, también tuve unas palabras para el
sol mediterráneo, incluyendo un bocadito en griego: El cuero no me dio para
más. Cuando hablé en París, no me pareció del caso decir nada de la ciudad, era
demasiado obvio.
En Brasil prefiero alabar las instituciones en castellano; no retomé siete meses
de estudiar portugués en la década del setenta, aunque el 10 de enero de 1989
manuscribí una carta a Clovis Beznos, de siete páginas (aun conservo copia),
para contestarle y agradecerle al colega y amigo, que había publicado un libro
entero dedicado a criticar mi breve artículo de 1960 de cuestionamiento al poder
de policía. Era un homenaje de él, en suma, por eso le escribí en su lengua. Fue mi
único caso de escritura en portugués. Entiendo el portugués del mundo académico
de Brasil y ellos entienden mi castellano, no hace falta más para comunicarse.
Lo mismo ocurre entre los paises escandinavos con sus respectivos idiomas.
275
XI-8 i. a mi padre: “éste soy yo”
276
xi. anécdotas de enseñanza XI-9
aplicada a todo el curso. Estaba tan bien argumentado, que me limité a escribir
que por los fundamentos fácticos y jurídicos por él expuestos (que constaban en
el expediente), lo calificaba de Sobresaliente y firmé.
Para así hacerlo tuve presente la fórmula del antiguo derecho inglés para
resolver un caso judicial, consignando la decisión favorable, sin más, al dorso de
la petición. Se lo llamaba Endorsed on the Bill. Sus fundamentos eran los del
peticionante. Por supuesto esto fue un divertimento pero en la práctica real del
derecho administrativo a los cursos universitarios no invalidaba el acto.
Tenía como antecedente, en mi experiencia pre adolescente, que faltando veinte
días para concluir el primer año de la escuela secundaria, el profesor de mate-
máticas me calificó con 9 en el curso a su cargo y me liberó de seguir haciendo
los trabajos, no de mi asistencia a clase. Yo todavía no había aprendido derecho
y en mi alegría me limité a disfrutar la mera observación del curso restante.
No advertí hasta ahora que lo cuento, que me estaba estimulando a hacer un
poco más y sacar 10. ¡Más de sesenta años después, el profesor de matemáticas
sigue enseñándome desde el más allá! Ése quisiera ser yo.
Otro caso lo cuenta Butlow de su propio curso como alumno mío. Como su relato
es más completo y preciso, me limito a resumir aquí que le pregunté si sería un
acto válido calificarlo como sobresaliente, sin tomarle examen o entrevista final.
Su respuesta afirmativa fue correcta, puesto que en su expediente había sobrado
sustento fáctico para tal decisión y esa fue la nota que puse, dando por terminado
su curso. No recuerdo el caso con tanta precisión como él, pero lo cierto es que
intenté hacer ver cómo casos “iguales” o “parecidos” diferían mucho en los hechos
previos o externos al acto y, por lo tanto, en el derecho aplicable.
Ver Butlow en concierto, antes citado en este libro, op. loc. cit.
En otro caso se trataba de un examen libre y lo primero que hice fue tomar un
papel y escribir un largo acto administrativo con diversos fundamentos, dando
por aprobado el examen. Termino sus aspectos formales, lo firmo y lo entrego al
alumno. Éste lo lee, lo piensa y resuelve darse por notificado del acto. Pero no
hace gesto de levantarse e irse como quien aprobó un examen.
Le pido la hoja y escribo a continuación, con una larga y correcta fundamen-
tación, que no había existido sustento fáctico alguno para el acto, que se trataba
(como recuerdo en el tomo de El Acto Administrativo) de un claro ejemplo de
enseñanza o aprendizaje, que no había producido ni podido producir efecto jurí-
dico alguno y que por lo tanto me limitaba a constatar su inexistencia. No había
nacido nunca al mundo jurídico, a pesar de mi firma y su notificación. En aquel
tiempo un anexo del libro tenía una docena de casos de notas o actos míos en un
curso, todos por supuesto distintos, salvo su similar apariencia exterior.
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XI-10 i. a mi padre: “éste soy yo”
El alumno sabía por intuición, en cualquier caso, que todo ello no había sido
una real aprobación del curso. En lugar de notificárselo de conformidad, debiera
haber señalado su inexistencia. Como el error carecía de proporción en relación
al recién comenzado examen, éste continuó. Pero el alumno mantuvo su presencia
de ánimo y continuó el examen con normalidad hasta aprobarlo.
La vida nos sorprende, la Facultad debe enseñarnos a enfrentar con calma las sorpresas.
278
Capítulo XII
Sumario
1. Aclaración previa
posibilidad, a su muerte llegué a dudar del proyecto vital, no puedo ahora menos
que ratificar que el proyecto me fue útil y sigo creyendo en él, aún con remiendos.
Una vez me consultó un empresario mediano que quería hacerle un juicio de daños
y perjuicios a Gas del Estado por haberle denegado mal, según él, la aprobación
de la instalación de un tanque de butano propano.
El expediente, del que tenía fotocopiado el total, parecía darle la razón. Sin
embargo, de los informes y dictámenes administrativos, que no daban suficiente
razón de la decisión adoptada, surgía a mi criterio una autoconfianza adminis-
trativa que me parecía sospechosa, o al menos daba para pensar.
Sea que mi sospecha fuera buena o no, lo cierto es que tenía que observar los
hechos. Mi cliente se resistía mucho a hacerlo, porque la planta estaba a más de
trescientos kilómetros de Buenos Aires y además todo le parecía una pérdida
de tiempo, teniendo el expediente completo y no dando éste razón suficiente de
la negativa.
Insistí en que antes de hacer el juicio debía visitar el lugar donde estaba ins-
talado el tanque no aprobado por Gas del Estado. Le argumenté también, para
reforzar el criterio, que en el juicio se produciría prueba y que un perito iría
finalmente a informar sobre los hechos en el lugar.
Partimos entonces un sábado a la mañana, yo con mi máquina de fotos y su-
ficientes rollos de film. Al llegar al lugar y luego de saludar al personal fuimos
juntos a ver el tanque.
Estaba apoyado sobre dos pilotes de hormigón armado hechos a medida para
abrazar y así sostener en el aire los extremos del tanque; el tanque, a su vez,
tenía en la parte inferior de cada extremo dos lugares reforzados, para apoyarlos
sobre los pilotes.
El problema era que uno de los extremos del tanque sobresalía casi medio metro
del lugar de apoyo, con lo cual el tanque estaba bien asentado en su pilote en un
extremo; pero no en el otro, en que apoyaba no por la parte reforzada, sino por una
parte sin reforzar. Casi un cuarto de tanque estaba mal suspendido en el aire.
Habían construido los pilotes sin tener bien las medidas del tanque, o habían
comprado el tanque incorrecto. La solución era cambiar el tanque por uno que
tuviera los apoyos coincidentes con las bases de hormigón, o rehacer uno de los
extremos de las bases para que coincidiera con el tanque y éste pudiera apoyar
con normalidad.
El problema era tan auto evidente que ni mi cliente ni yo pronunciamos palabra.
Fuimos a almorzar con los empleados y nadie dijo nada sobre el tanque, que todos
sabían era el motivo de la visita. A nuestro regreso a Buenos Aires, tampoco.
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xii. casos prácticos profesionales XII-3
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XII-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
Yo no sabía nada en ese momento del butano propano, pero de alguna mane-
ra fantaseaba con la explosión de los tanques y su efecto sobre el ambiente y la
población.
Llevé ocho rollos de film y saqué fotos de los tanques, su emplazamiento y los
alrededores; subido a uno, saqué fotografías en 360 grados. Lo más importante
fue la explicación del técnico y, como siempre, la observación in situ.
Además, para ese momento había leído un poco sobre accidentes de camiones
tanques de butano propano, uno en Málaga con casi doscientos muertos, otro en
México con algo menos de un centenar de muertos.
De acuerdo a la información del técnico era imposible que los tanques explota-
ran. Aún en caso de recibir un impacto de tipo lanzacohetes, el tanque se rompe
y el butano propano se incendia y se derrama encendido, pero no explota. Eso
sí, no existe forma práctica conocida de apagar el fuego antes que se consuma.
Resta esperar entonces que se extinga al quemarse en su totalidad el gas líquido.
En precaución de tales accidentes las normas obligaban a construir una suerte
de denso muro perimetral capaz de contener la totalidad del contenido del tanque
para el caso que se derramara. Si además se incendiaba, pues habría que esperar
a que se consumiera, dentro del recipiente conformado por el muro perimetral.
Si, multiplicando la hipótesis, el muro cedía y el líquido encendido se derrama-
ba afuera de ese perímetro, entonces bajaba por la ley de la gravedad hacia los
terrenos más bajos, quemando todo cuanto encontrara. En esa nueva hipótesis de
peligro las fotografías del entorno eran fundamentales, pues en dos de los lados
había un cementerio, del tercer lado empresas que fabricaban y vendían lápidas y
del cuarto lado, poquísimas viviendas aisladas, conscientes del peligro potencial
en que se encontraban, pues habían tomado suficiente distancia.
Sumé a esto que los accidentes de Málaga y México eran de camiones tanques
que habían tenido accidentes de tránsito, con vuelco, incendio e incineración de
cuanto el líquido ardiendo encontró en la ruta. El peligro real no era la planta
de tanques en un lugar determinado, pues no existían siquiera registros de tal
tipo de accidentes que hubieran superado el muro de contención de cada tanque.
El peligro era el transporte en camiones tanque.
Escribimos mucho sobre los aspectos económicos y sociales del problema, la
pérdida de empleos en el lugar, tratando de demostrar que de todas las hipótesis
posibles, la menos peligrosa y mejor para la sociedad, era dejar la planta donde
estaba, en un lugar casi desierto. Tratamos también, con el máximo desarrollo,
la cuestión de la peligrosidad, explosión e incendio.
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xii. casos prácticos profesionales XII-5
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XII-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
Viene a cuento el viejo consejo de Augusto M ario Morello, más tarde aprendido
como indispensable habilidad profesional:
“No agotes los argumentos, dejá algunos para que el juez pueda utilizar sin
—
necesidad de repetir los tuyos.”
Es más hábil. En casi todos los casos que gané, el tribunal o la administración
me dieron la razón por distintos argumentos que los míos.
Lo mismo se aplica para las citas de jurisprudencia y doctrina: Más se cita,
menos latitud se le deja al juez para darle la razón. Más citas he hecho, más
dificultados le he ocasionado al juez. No es hábil.
En el caso, para ser honestos, no habíamos incluido ese argumento porque
no lo vimos.
Otra conclusión es que no hay que limitarse a la letra escrita del caso en su
decisión inicial o final, sino que es indispensable tomar en consideración todo el
contexto y todos los elementos de hecho que lo conforman en el plano de lo fáctico,
estén o no invocados en las decisiones que se adoptan.
Por supuesto no se trata de cuestiones jurídicas sencillas, por las limitaciones
del régimen probatorio a incluir en la argumentación judicial hechos que el juez
conoce, o no puede ignorar, pero que no han sido introducidos en la causa.
En ocasiones el juez puede introducirlos como medidas para mejor proveer, en
otras se comporta influenciado por esos hechos pero sin fundar en ellos su deci-
sión. El abogado debe tener la habilidad necesaria para percibir o intuir todos
estos elementos y obrar en consecuencia.
Ver supra, t. 4, caps. VI, “Apertura a prueba. Medios de prueba,” http://gordillo.com/pdf_tomo4/
capitulo6.pdf y VII, “Producción y valoración de la prueba,” http://gordillo.com/pdf_tomo4/
capitulo7.pdf. También, t. 2, cap. I, http://gordillo.com/pdf_tomo2/capitulo1.pdf.
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xii. casos prácticos profesionales XII-7
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XII-8 i. a mi padre: “éste soy yo”
El proyecto previsto en el pliego era hacer una calle de tierra sobre un pantano
formado por aguas del río que oscilaban con las altas mareas ordinarias y ex-
traordinarias y las sudestadas. Por esa oscilación natural del nivel de aguas del
pantano, el proyecto preveía caños por debajo del camino para facilitar el drenaje
del agua en ambos sentidos. (Hubiera sido más sensato hacer el camino sin caños,
obturando el pantano y dejándolo para que se secara naturalmente.) Cuando la
marea subía, el agua pasaba al lado interior del pantano. En bajante, la cañería
permitía que el agua atrapada del interior saliera hasta el nuevo nivel del río.
El nivel de ambos lados era oscilante y quedaba sujeto a la acción constante
de las aguas, pues las cañerías facilitaban la circulación hacia arriba, tierra
adentro en la creciente y hacia el río en las bajantes. Ni qué decir que cuando
a la tierra se le suma agua en constante movimiento, se transforma en barro.
La calidad de la tierra en la parte inferior fue, pues, deteriorándose y se hizo
necesario aumentar la cantidad de tierra nueva a aportar sobre él. Al finalizar
comenzaron las recriminaciones de la administración municipal sobre la cantidad
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xii. casos prácticos profesionales XII-9
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XII-10 i. a mi padre: “éste soy yo”
Segundo, es publicar gratis las bases del llamado en Internet, en lugar de poner-
le precio a la venta de los pliegos como para que nadie más que los interesados en
el negocio puedan comprarlo. De tal manera se ayuda o se impide, según el caso,
la participación ciudadana y que funcionen con eficacia las cautelares judiciales
que una ley inconstitucional pretende limitar.
Ver “Hay jueces en la Argentina: La inconstitucionalidad de la prohibicio ́n de imponer as-
treintes a los funcionarios públicos,” LL, 2004-C, 152-5, http://www.gordillo.com/cv/art_28.pdf
1º) Sin elaboración participada de los pliegos, 2º) sin publicidad gratuita de
las bases del llamado, 3º) sin medidas cautelares que puedan detener y corregir
el error humano en su nacimiento, la mesa está servida para el festín de los que
se equivocan o de los corruptos, pues el mecanismo es idéntico.
Me remito a Diritto amministrativo e criminalità, Copanello, Calabria, junio de 2013.
Una gran empresa constructora ganó una licitación internacional para construir
un dique sobre el curso de un ancho río que en determinado lugar había visto
invadido su curso decamilenario por una erupción volcánica. Había sobre el río
una pequeña montaña de piedra volcánica que desde milenios desviaba parte del
curso del agua hacia un estrecho costado en forma de hoz y luego retomaba su
cauce natural, otra vez ancho y recto. La piedra volcánica forma un cerro sobre
el curso natural y ancho del río y éste continúa por un costado en forma reducida
hasta volver a la dirección original ancha luego del cerro volcánico.
Nadie se preguntó a tiempo qué pasaba en los lugares en que el río era más
ancho, luego más angosto, luego más ancho otra vez. Se angostaba el cauce del
río, por supuesto, pero ¿se potenciaba y angostaba también el agua del río? Algu-
na explicación debía haber de ese fenómeno, pero los ingenieros de la consultora
internacional responsable del proyecto, que planearon hacer el dique en la parte
más angosta del río, no se lo preguntaron.
Así, una vez construido el dique sobre la parte más angosta, los proyectistas
internacionales descubren que no todo el caudal del agua del río pasa por el di-
que, sino que una parte importante sigue fluyendo por el cauce decamilenario, a
través del cerro volcánico. Entre los inspectores y los proyectistas internacionales
deciden hormigonar esos importantes drenajes a través del cerro, del curso normal
del río al lado del dique, a un costo alto. Hubo que construir túneles dentro del
cerro para hacer los nuevos trabajos imprevistos.
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xii. casos prácticos profesionales XII-11
Pero una vez que fueron tapados todos estos agujeros descubrieron que no
alcanzaba, que el agua seguía en realidad pasando subterráneamente por debajo
de la formación volcánica.
Cuando fui a visitar el lugar, me impresionó que desde lejos y lo alto de la
formación volcánica, no se veía la parte angosta del río desviado, sino las partes
anchas continuas antes y después del cerro.
Al descender del cerro hacia la parte angosta del río uno advierte, a simple
vista, cómo el río es más ancho aguas arriba y aguas abajo de la formación
volcánica y es más angosto, en cambio, cuando pasa a su lado. No se lo ve como
una forma natural del cauce en el lecho de piedra, sino como una interrupción y
desviación fugaz del cauce natural, por la montaña de lava que hace milenios lo
invadió y, en parte, corrió.
Si estuviéramos hablando de un cerro de piedra sólida el problema hubiera
dado lugar a más reflexión; pero siendo formación volcánica era obvio, para
cualquiera que supiera mirar, que la piedra volcánica es porosa, por lo tanto el
agua pasa a través de sus poros. Si el río es más ancho aguas arriba y aguas
abajo de la formación volcánica, es porque la parte que no se vuelca por el lado
angosto del curso del agua, continúa a través y por debajo de la piedra volcánica.
La cantidad de agua y el ancho del río son iguales aguas arriba y aguas abajo
del cerro volcánico; apenas una parte pasa por el lecho más angosto.
Quien imaginó construir el dique en la parte más angosta del río no advirtió
que el cerro volcánico es poroso y que el río no se angosta como a simple vista
parece, sino que se divide en dos cursos de agua: Uno por el lecho angosto, el
que está a la vista y otro, oculto a través y por debajo del poroso cerro volcánico.
Quien haya tenido en sus manos un trozo de piedra volcánica lo sabe de in-
mediato: Es porosa a simple vista.
Hubiera sido más eficiente y más barato construir un dique de una vez en
la parte más ancha del río, con un solo tipo de tecnología, que construirlo dos
veces, uno al lado del otro, con características tecnológicas diferentes, a un costo
multiplicado y con técnicas improvisadas por la administración y sus consultores
internacionales; haciendo, en suma, dos diques paralelos pero distintos, uno para
aprovechar la mitad del río en el curso angosto a la vista y el otro para taponar
el curso del agua en la parte fuera de la visión.
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xii. casos prácticos profesionales XII-13
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xii. casos prácticos profesionales XII-15
y debitaban los cheques, para calzar las acreditaciones de los cheques de terceros
con los débitos de los cheques que uno emitía contra ellos.
No era cuestión de esperar que estuvieran acreditados, la inflación diaria
era cuanto menos el 1% y a veces más. Podía ocurrir que, consultado el saldo al
cierre del día y no haber a esa hora cheques entrados, se librara un cheque para
que entrara al día siguiente en el débito de la propia cuenta, para encontrarse
con la sorpresa, la siguiente mañana, que el cheque emitido y entregado fuera
de horario bancario el día previo, había sido también depositado y debitado ese
mismo día anterior.
El destinatario del cheque, poderoso agente económico, había logrado que le
aceptaran el depósito después de hora y le acreditaran la suma en el mismo día,
con lo cual la cuenta propia quedaba al descubierto y debía irse corriendo, antes
del mediodía siguiente, a cubrir el saldo deudor.
Era una época de malabarismos en los depósitos y de caos económico. Como dato
económico y político, puede mencionarse que el país necesitaba más impresoras
de dinero y las tuvo que contratar afuera por razones de urgencia, pero no tuvo
más remedio que aceptar la condición puesta por el vendedor: Que él comenzaba
a fabricar las máquinas una vez recibido el pago completo de la operación, desde
luego en su propia divisa.
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XII-16 i. a mi padre: “éste soy yo”
Otra medida económica del gobierno militar fue tratar de ir domando de a poco
la locura hiperinflacionaria y así fue como se fijó la famosa “tablita” que preveía
una depreciación oficial mensual del peso en relación al dólar, del 6%.
Ese monto mensual parece hoy desmesurado y lo es, pero piénsese que se
pretendía bajar de una inflación proyectada del 10.000% anual.
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xii. casos prácticos profesionales XII-17
Evaluamos los pros y contras de presentarse con un precio absurdo que previera
el incierto acontecer de las medidas que eventualmente adoptara Cavallo, precio
absurdo con el cual quedaría fuera de los parámetros de la licitación.
En la inflación del 2012-2013 la situación está dentro de los parámetros que los empresarios
pueden calcular en situación de igualdad de riesgo. Se contrata, igual que en el pasado, por
ajuste alzado (sin actualización monetaria ni mayores costos), y los precios están en rangos
comparables. Pero contratar lo mismo un año antes o después contiene diferentes previsiones
inflacionarias de los ofertas y, por lo tanto, los precios de una licitación y otra difieren de ma-
nera sensible. La cuestión reside en que no se trata del mismo valor real del signo monetario.
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XII-18 i. a mi padre: “éste soy yo”
―“¡Es que si hay una inflación mayor al 10% mensual, el país se hunde!”
―“¿Y dónde está garantizado que el país no se va a hundir?”
El crudo diálogo debiera haber sustituido “país” por “empresa.” La empresa se
hundió y no el país; la administración le rescindió más adelante el contrato por
incumplimiento y le aplicó cruentas multas. Lo comunicaron a todas las demás
administraciones contratantes, que dispusieron también la rescisión en cadena,
“por culpa del contratista.” Inició juicios, consiguió alguna medida cautelar, la
suspensión de las multas, pero estaba escrito en la pared: El juicio principal se
ganó, pero tarde y por menos del daño real demostrado.
La sentencia final en el ámbito local calculaba la indemnización parcial que
se le otorgaba al contratista, pero no era una reparación integral del perjuicio.
Ante el recurso extraordinario de la provincia, la CSJN en sus laberintos revisó
la minucia de las cuentas locales para ver si no había algún despropósito y al
concluir que no lo había a favor sino en contra del contratista, rechazó el recurso
extraordinario de la Provincia.
Quedó así firme el monto de la condena, pero luego la Municipalidad se negó
con tesón a pagar si no se le hacía una nueva quita y espera adicionales. Se llegó
a firmar un convenio que la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Bue-
nos Aires nunca homologó; venció, se volvió a renegociar y por fin el intendente
reelecto desde hacía 23 años, comentó que había conseguido autorización del
Concejo Deliberante para hacer lo que se había acordado, en una open meeting
con la comunidad, para pagar la sentencia sin actualización, con una reducción
del 30% y en cuotas sin intereses.
Y nos señaló que era mucho hacerse cargo de la deuda de una administración
del gobierno militar, anterior a su gestión democrática durante 23 años. Esto no
era un argumento jurídico, desde luego, sino político. Pero se sabe que es imposible
ejecutar una sentencia contra la administración si no hay un juez muy fuerte y
resuelto, en un caso en que no esté en juego la vida de una persona. Aquí el juez
era la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires.
Mi cliente tuvo que aceptar y el depósito en el expediente todavía llevó alguna
demora más. Como la sentencia no había condenado en costas a la municipali-
dad, no tuve el estómago de cobrar los honorarios regulados y los renuncié en el
expediente.
298
xii. casos prácticos profesionales XII-19
Cuando el lunes leo en los diarios que el gobierno civil dictó por decreto el plan
Bonex por el que todos esos depósitos (y los había muchos y de empresas muy
grandes), quedaban congelados y estatizados y se pagarían en bonos, no tuve
dudas. El extremo recalentamiento de la economía, otra vez, había disparado una
escalada de intereses que era indispensable detener, por la salud de la economía.
Hubiera llegado, si no se la detenía, otra vez al 10.000% anual proyectado para
Isabel Perón a la fecha de su derrocamiento.
Todas las grandes empresas que sufrieron este enorme desapoderamiento
estuvieron mucho tiempo con grandes dificultades económicas y financieras,
pero sobrevivieron.
Tal como yo lo había calculado, la CSJN declaró la constitucionalidad del plan
Bonex, pero lo hizo con un complicado razonamiento que todavía hoy los juristas
estudian. A mi juicio fue una medida de emergencia justificada a la luz de los
hechos que la precedieron. No sienta ningún precedente ni enseña nada nuevo.
De todas maneras, no estará demás recordar un elemento fundamental de
aquella ecuación financiera de emergencia: En la historia argentina contempo-
ránea de esa época la diferencia de los Bonex con otros bonos del Estado era que
los primeros “siempre fueron pagados” y eran considerados “una inversión de
gran seguridad y altísimo rendimiento.”
Rivas, A níbal Ricardo; Bartolomé, Gerardo M iguel , Cómo invertir en Bonex, Buenos Aires,
Tesis, 1990, pp. 8 y 74.
Como curioso dato final, el Estado es tan afecto a la ficción que no siempre
hace con los bonos emisiones físicas como las de papel moneda. Todos son, por
lo general, meros registros contables. Algunas han hecho y hasta un cliente me
pagó con una lámina, la única que vi en mi vida. De mis otros bonos solo tengo
el registro contable y la fe inconmovible en el estado.
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XII-20 i. a mi padre: “éste soy yo”
Una multinacional fue notificada de que había cesado su derecho a realizar de-
terminada explotación, para la que había realizado considerables inversiones en
el país. Luego de diversas consideraciones procesales y de fondo, decidimos hacer
un juicio ordinario y pedir una cautelar para tener, al menos, el acto suspendido
mientras el juicio se llevaba a cabo. Si bien el acto era un disparate, el peso de la
administración se hacía sentir y costó conseguir que la primera instancia federal
otorgara la medida cautelar.
Manteníamos comunicación con la otra parte, incluso por la naturaleza de la
inversión; no dábamos traslado de la demanda, a la espera de que alguna de las
negociaciones iniciadas rindiera fruto. O sea, con la cautelar notificada, negociá-
bamos en primer lugar que no fueran a ejecutar el acto. (A pesar de la cautelar
que lo prohibía. Parece K afka, pero es lo que pasó.)
En el ínterin llega al país uno de los directivos mundiales de la multinacional
y se entrevista con el ministro del ramo. La decisión comunicada a los abogados
es que se ha resuelto desistir de la acción. Traté de explicar que desistir de la
acción implicaba consentir el acto, renunciando a todos los derechos patrimoniales
correspondientes a la inversión realizada.
La decisión se ejecuta y la empresa acepta mi negativa a patrocinar el desisti-
miento, pues es un acto que, aun teniendo expresas instrucciones del mandante,
podría interpretarse como falta de seriedad en el planteo y no estaba dispuesto
a dejarlo tan explícito.
Una vez desistida la acción y cerrado el asunto en sede administrativa, el
ministro del ramo, por contrario imperio, ¡revoca el acto anterior!
El razonamiento, las intuiciones, quedan para el lector. Piénselo.
8.2. Caso 2
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xii. casos prácticos profesionales XII-21
8.3. Caso 3
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XII-22 i. a mi padre: “éste soy yo”
noche del domingo (era bastante más joven) revisando 600 páginas que me habían
traído y escribiendo el borrador. Terminé a las nueve de la mañana del lunes
y llamé para decir que había terminado y se los enviaba, pero que necesitaba
dormir. No me objetaron que de ese modo no se podía presentarlo el lunes a la
mañana. El plazo real era entonces para que yo entregara el proyecto, no para
presentarse a la repartición.
Combinamos una reunión para las 15.00. Vienen dos abogados, dos contadores
y dos ingenieros. En la minuciosa revisión que hicieron del escrito, contesté todo
lo que me preguntaron o plantearon, e incluso me di cuenta que, con apenas tres
días de trabajo aunque muy intenso, conocía el material mejor que ellos. Casi no
hubo correcciones al escrito, salvo la que comento más abajo.
Esto no es una crítica a ellos ni mucho menos, como se verá, una alabanza a
mí mismo, sino la constatación que el asunto estaba frío, como lo indicaban los
papeles, pues no era una de las cuestiones que a la empresa le apremiara. El
apuro, entonces, era misterioso, máxime que habían venido nada menos que seis
profesionales, de tres carreras diferentes, a revisar palabra por palabra el escrito
para el que me habían dado un sábado y domingo como plazo.
Hubo una hesitación donde yo introduje el monto principal del asunto, lo que
derivaba de la documentación y equivalía al reclamo. Quedaron en consultar y
lo eliminaron: El recurso quedó con monto indeterminado aunque determinable.
Con mi firma estampada el lunes a la noche en la versión limpia del escrito,
el recurso se presenta el martes a la mañana.
El jueves a la tarde se desiste.
Por lo que pude reconstruir, la empresa estaba por ser contratada y existía
en la administración algún dejo de resistencia a adjudicarle, a pesar de ser la
mejor oferta.
Se me ocurre que deben haber conversado que era indispensable que la empresa
tuviera alguna carta negociadora que ofrecer para superar el obstáculo y se les
ocurrió que lo mejor sería desistir en forma definitiva de aquel reclamo que de
hecho habían dejado enfriar, pero que para que el desistimiento tuviera valor
de negociación, primero era necesario actualizarlo, fortalecerlo, vivificarlo, para
darle máximo vigor y credibilidad.
Así, con el desistimiento del muy buen recurso interpuesto el martes, el jue-
ves se les adjudicó la contratación. Tampoco hubo firma mía en el desistimiento.
8.4. Caso 4
Hace varias décadas una empresa privada internacional, con subsede en el país, se
presenta con otras tres empresas internacionales a una importantísima licitación
pública internacional llevada a cabo por una empresa estatal entonces existente.
302
xii. casos prácticos profesionales XII-23
El pliego del llamado, más las especificaciones técnicas, medía doce centíme-
tros de grosor. En sus ofertas los otros tres oferentes habían hecho toda clase de
reparos a las bases y especificaciones técnicas del llamado y, de hecho, habían
ofrecido algo distinto a lo solicitado. La empresa que yo asesoraba, en cambio,
se había ajustado en un todo al pliego.
La empresa estatal da vista cruzada de las ofertas y todos presentamos sesu-
dos trabajos sobre las cuatro ofertas. De su estudio resulta claro que, aunque los
únicos que habíamos ofertado conforme a pliego éramos nosotros, nuestra oferta
era la menos seria porque el proyecto no era serio.
Luego de analizado el expediente, el ministro del ramo cita a la empresa que
yo asesoraba y primero me dice a mí, que había sido asesor de él en alguna ad-
ministración anterior:
—“Dr. Gordillo, lo que me complace de esta licitación es que yo voy a decidir
lo que corresponde y Usted se tendrá que guardar el derecho administrativo.”
Yo recordaba que mis consejos (de no violar las normas jurídicas y los principios
administrativos) nunca le habían causado placer. De todas maneras, ahora los
roles eran diferentes porque yo no lo asesoraba a él sino a un particular.
El ministro comienza a explicar en lenguaje político-comercial, no técnico ni
jurídico, que le va a adjudicar a las otras tres ofertas, dividiendo el mercado entre
ellas, para lo que se harían los ajustes necesarios.
En cuanto a ellos, les recomendaba que instalaran una planta en el país, pues
si hacían esa inversión los tendría en cuenta en la siguiente licitación. Me callé la
boca, pero me sorprendió que mis clientes asintieron y prometieron la inversión
e incluso la hicieron después.
Habernos conformado al pliego fue nuestra condena, porque demostró la poca
seriedad de nuestra oferta, equiparable a la poca seriedad del proyecto y pliego
de la licitación. Triunfó la razón, perdió mi cliente.
En casi todos los casos de personas físicas que me consultaron aprendí con el
tiempo a asesorarles sobre la evaluación no solo de las chances de éxito y fracaso,
del costo en dinero y en tiempo, sino también del costo emocional de pelear un
asunto personal.
Mi experiencia de los primeros años de vida profesional atendiendo este tipo
de asuntos, es que cualquier persona física siente, en la inmediatez de la situa-
ción, una profunda sensación de injusticia que debe ser reparada y casi todos
piensan en ese momento inicial que están dispuestos a pagar cualquier costo,
303
XII-24 i. a mi padre: “éste soy yo”
Lo mismo con las heridas del alma. Uno puede creer que la mejor forma de
reparar el daño causado por una injusticia es pelear para remediarla, pero ello
requiere de personas con el temple y la vocación de abogados luchando por el
derecho propio y ajeno, perseverando a través del tiempo sin sufrir más de lo que
han sufrido con el injusto mal recibido.
Por eso hay que luchar por la participación ciudadana en todos los actos prepa-
ratorios, para prevenir los abusos, antes que intentar luego corregirlos. “Melius
est, intacta iure servare, quam vulneratæ causæ remedium quærere.”
304
Capítulo XIII
CARGOS PÚBLICOS
Sumario
CARGOS PÚBLICOS
Fue el mismo amigo, a quien le comento de un proyecto de nota para ser dirigida
desde un expediente que yo tenía cargado, pidiendo a determinada repartición
cierta información que necesitaba para dictaminar con eficacia, me dijo:
—“No Gordillo, que si la nota no vuelve contestada usted queda con el expe-
diente cargado y encima con una nota que dice que no lo puede resolver hasta
recibir contestación. Mande la nota con el expediente. A lo mejor no vuelve más.”
Nunca más volvió.
2. Decano en La Plata
Este punto y el siguiente se complementan con las reflexiones de Julio R affo en el Libro II,
pp. 637-8 y con las entrevistas de M ario Rejtman Farah en igual Libro II, pp. 591-4.
XIII-2 i. a mi padre: “éste soy yo”
Tuve algunas aproximaciones a la vida pública desde lados buenos, esto es, en
democracia y otros malos, en gobiernos militares. Mi primera gran aproximación
a la vida pública fue, como lo relaté, mi ingreso a la Procuración del Tesoro de
la Nación, por concurso, en un gobierno democrático. Allí tuve la oportunidad de
hacer el primer borrador de dictamen en los distintos expedientes que llegaban
a mis manos.
Estuve allí desde 1961 hasta 1969, en que tenía resuelto dejar la función pública
cuando un ofrecimiento fortuito me ayudó a dar el paso. Salí de la administración
pública para ingresar a otra función pública, de mayor envergadura, decano de
la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La
Plata. La posición me la ofreció Carlos A lchourrón, el decano saliente, de quien
después me hice amigo y que poco tiempo después, no estando tampoco yo en el
decanato que él había dejado, me dijo:
―“Qué lástima, si hubiera sido amigo tuyo entonces, no te hubiera ofrecido
el cargo.”
Si bien no es mi estilo arrepentirme de las cosas que he hecho con convicción
en mi vida, debo al menos consignar cuáles fueron los errores que no advertí al
momento de aceptar. Con todo, entrar a un torbellino, en tiempos de tormenta
interior, sirvió al menos para ahogar el dolor que por entonces comenzaba a
transitar.
No he corrido carreras de automóviles pero me ha gustado el vértigo del peligro,
la necesidad de la máxima concentración. Algo parecido pasa con esos cargos en
tiempos difíciles. Con lo cual concluyo que pude dar un respiro al alma, pero si
no fuera por ello la racionalidad de la conducta hubiera sido harto cuestionable
Sin perjuicio de todo lo antes expuesto, el primer gran error fue no haber
estado bien atento a la evolución de la vida pública o política argentina. Eran
tiempos calientes, en los que el gobierno militar era jaqueado con movimientos
armados. El año anterior se había producido “El Cordobazo,” un levantamiento
armado contra el gobierno militar. Recuerdo, sí, titulares del diario La Razón
que consignaban “Operaciones de limpieza en Córdoba.”
Pero esos fueron recuerdos rescatados del olvido por mi memoria cuando
estaba en el asiento caliente. Eran tiempos tan difíciles para el gobierno que ni
siquiera podían evaluar bien las designaciones a realizar en las vacantes que se
les producían, como la renuncia de A lchourrón al decanato en la Plata. Cuando
a su propuesta fui a una entrevista con el entonces rector de la Universidad, un
arquitecto de buenas intenciones, tuve al menos la previsión de decirle, pues no
lo conocía, que tenía desde el vamos mi renuncia a su disposición si no resultaba
la persona adecuada para el cargo.
308
xiii. cargos públicos XIII-3
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XIII-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
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xiii. cargos públicos XIII-5
311
XIII-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
Eran días turbulentos, no muy aptos para la reflexión madura de nada y un día
me llaman desde la universidad para pedirme la renuncia así me la aceptaba
el gobierno saliente y no quedaba sometido al tratamiento que dispusieran dar-
me las nuevas autoridades. El tema no había pasado por mi mente, pero en las
circunstancias pareció apropiado seguir el consejo y así lo hice. Mi renuncia fue
entonces aceptada por el gobierno saliente y publicada en el Boletín Oficial del
gobierno entrante.
Como profesor tenía molestias con el hecho que la tesorería atendiera nada más
que de mañana. Convoqué a la jefa del sector y le pregunté si sería posible, con
el personal existente, reordenar las tareas de modo que atendieran también a la
tarde. Me contestó que sí y entones dicté una resolución habilitando el horario
vespertino. El hecho es insignificante, pero el resultado final no.
Cuando asumió el decano del nuevo gobierno, una de las primeras medidas
que tomó fue dejar sin efecto la mía habilitando el horario de la tarde. Da para
muchas interpretaciones, quedan todas abiertas a la curiosidad del lector.
Estando en funciones el nuevo decano, llegó una gran cantidad de diplomas desde
la universidad que, por las demoras que provoca su confección caligráfica, tenían
fechas anteriores al cambio de gobierno. Todas las otras firmas estampadas en
alrededor de cuarenta diplomas, correspondían a las autoridades anteriores.
Se me invitó al decanato, que se puso para ello a mi disposición, a firmar los
cuarenta diplomas, con tinta china e invocando el inexistente cargo de decano
en ejercicio. Los conocedores del derecho administrativo saben que esto plantea
varios interrogantes jurídicos, al menos en el plano teórico. No tiene sentido
señalarlos en este lugar.
Ese mismo año llevé como siempre casos nuevos a clase, pues los casos viejos se
conocen y lo que interesa no es la capacidad de memoria del alumno para recor-
darlos, sino su aptitud de resolver problemas nuevos.
312
xiii. cargos públicos XIII-7
Uno de los cursos a mi cargo ese año era de parciales escritos, donde tenía
muy nutrida concurrencia de más de trescientos alumnos. Mi propuesta era no
tomar asistencia y en los exámenes dar un caso, con los textos que quisieran a
la vista. Para aprobar se requería lectura e inteligencia, no memoria.
Es de interés el generoso recuerdo de aquel u otro curso similar, que hace una profesora de
la Facultad, entonces alumna, infra, Libro II, p. 693.
En diciembre de 1983 estaba caminando por Plaza San Martín cuando me cruzo
con un amigo quien me saluda y en el acto me ofrece integrar el directorio del
Instituto Nacional de Administración Pública, lo que acepto allí mismo, en plena
plaza, aclarando que fuera ad honorem pues ejercía la profesión de abogado. Ese
mes de diciembre de 1983 fue pleno de novedades para mí, en el ámbito admi-
nistrativo y público en general.
Fui nombrado, comencé el trabajo y a los pocos días de ejercerlo me doy cuen-
ta, al proponérseme llenar toda la parafernalia de papeles que es propia de la
administración pública, que en realidad el concepto de funcionario público, a los
efectos del régimen de incompatibilidades, también cubre al personal ad honorem.
313
XIII-8 i. a mi padre: “éste soy yo”
Aclarado este punto, que antes no estaba claro en mí, pedí que se aceptara
mi renuncia sin haber ejercido el cargo y seguí colaborando. Estuve entonces de
hecho un mes en el directorio del INAP, pero seguí participando de distintas
maneras con sus actividades.
Esa experiencia me hizo escribir, con tono neutro, lo que fueron en mi interior
amargas páginas del tomo 1 criticando la reticencia administrativa a aceptar la
colaboración gratuita de los particulares. Los honores y los cargos honorarios, no
los ad honorem, se aceptaban como no generadores de incompatibilidad.
En cambio, fue feliz y fructífero integrar una misión oficial a Francia, pagada
por el gobierno francés, en la cual hice una breve pero intensa visita a los distintos
cuerpos del Consejo de Estado, guiado por Guy Braibant.
5. Mi vuelta a la Universidad
5.1. Asesor honorario del Rector y CS de la UBA
314
xiii. cargos públicos XIII-9
7. Comisión de doctorado
315
XIII-10 i. a mi padre: “éste soy yo”
como tesis no era ni siquiera admisible como tal, por el mismo criterio procesal
del rechazo in limine litis de algunas acciones, como demanda improponible.
En tales casos problemáticos un distinguido y viejo profesor, hace muchos
años, tuvo la idea de acercarse al problema invitando al director de estudios a
una reunión con la comisión de doctorado a fin de pedirle, con tacto y diplomacia,
explicaciones acerca de por qué había recomendado aprobar el trabajo cuando era
manifiesto que no estaba en condiciones de ser sometido al jurado.
He puesto énfasis en el término diplomacia para destacar que no era yo la
persona indicada para realizar esa tan delicada como difícil tarea. Otros la han
hecho, a veces con éxito: Algunos entendieron el mensaje y dieron explicaciones
de por qué no podía conseguirse más del candidato, con lo cual no quedaba sino
seguir adelante; otros tomaban el guante y prometían ocuparse de hacer mejo-
rar el trabajo. Otros, por fin, ponían cara de piedra y no manifestaron la menor
disposición a cambiar nada. Y nada hacía entonces la comisión de doctorado.
Luego la situación mejoró en cuanto a la comisión de doctorado, pero para
entonces yo estaba en la comisión de post–doctorado; mi último paso a la fecha
de este libro fue ser director de post–doctorado.
316
Capítulo XIV
MAGISTRATURAS INTERNACIONALES
Sumario
1. Introducción...............................................................................XIV-1 / 319
2. El Tribunal Administrativo del BID....................................... XIV-5 / 323
2.1. El Secretario del Tribunal Administrativo del BID...... XIV-6 / 324
2.2. La invitación para hablar en el vigésimo y trigésimo
aniversario de su creación. Otros Tribunales................. XIV-6 / 324
2.3. Esquisse comparativa con otros tribunales.................... XIV-7 / 325
2.4. Mi relación a través del tiempo...................................... XIV-8 / 326
3. El Tribunal Administrativo del Fondo Monetario Interna-
cional...................................................................................... XIV-9 / 327
3.1. Entrevistas de admisión................................................. XIV-9 / 327
Capítulo XIV
MAGISTRATURAS INTERNACIONALES
1. Introducción
Suele existir alguna relación con alguien, o una persona que dio el nombre:
Es un entramado inagotable. Contaré en lo que sigue una serie de supuestos
en la década del sesenta en los cuales tuve la oportunidad y la aproveché, de ir
construyendo relaciones internacionales sólidas. No sabía, con todo, que era eso
lo que estaba haciendo. El primer requisito es saber idiomas, inglés y francés
en ese orden y como mínimo. Si alguien no tiene interés por aprender idiomas,
no conocerá el mundo por más que viaje. O peor, realizará seudo aprendizajes
erróneos y llenos de los prejuicios o subjetividades que, en cada país, tengan los
hispano parlantes con quienes hable. Por eso muchos connacionales vuelven
del exterior con versiones equivocadas de la realidad de cada país visitado y del
mundo. Así se forman los pre–conceptos que muchos tienen sobre el exterior.
XIV-2 i. a mi padre: “éste soy yo”
Si uno va mostrando algo parecido a lo largo de la vida con todas las personas
interesantes de distintas nacionalidades que le toca conocer, no es de extrañar
que ellas vayan dando las referencias que crean apropiadas, en su caso. Si las
supo ganar, serán buenas.
Pues no basta conocerlos y saludarlos, hay que demostrar en todo momento
que se tienen aquellas cualidades. No es acumular “contactos,” es generar con
dedicación y esmero genuinas buenas referencias.
Lo demás viene por añadidura, en mi experiencia. No siempre, sino como la
parábola bíblica del sembrador: Algunas semillas no germinan, pero sin siembra
no hay cultivo. Hay pues que sembrar en abundancia. Voy a contar algunas que
han fructificado, poco o mucho—nunca se sabe con certeza. Pero las hay también
que fructifican sin que se lo sepa.
Por ejemplo, conocí a Jean Rivero en su visita al país en 1964, le serví de
chofer y acompañante en esas dos semanas. Frente a mi dificultad para expresar
nuestras excusas nacionales por el modesto transporte de mi Fiat 600, aunque
por su baja estatura parecía estar cómodo en el asiento de acompañante, inter-
pretó con humor mi sentir diciendo “un grand docteur dans un petit auto.” Fue
Diez, por su parte, quien me asignó esa privilegiada tarea. Seguí en contacto
con Rivero el resto de su vida y tuve el honor de ser recibido en su casa cada vez
que viajé a París.
Cuando coincidimos por motivos académicos en 1983, en Louvain-la-Neuve,
Bélgica, con varios profesores más, entre ellos Spyridon F logaitis, Rivero le
recomendó que nos conociéramos y tratáramos, lo que hicimos mucho tiempo
después y fue la base de mi entrada al hoy European Public Law Organization.
Otra anécdota interesante fue cuando lo visité estando de profesor asociado
en París I, en 1984, invitado por Gérard Timsit; Guy Braibant participó y me
invitó también a Sciences Po.
320
xiv. magistraturas internacionales XIV-3
Rivero me preguntó en su casa por qué había ido a París I y no París II, que
era su Universidad. Mi contestación cierta y por ende sincera no fue con todo
diplomática:
—“Porque no me invitaron.”
Advertí de inmediato que había sonado como reclamo o reproche, pero su
pregunta también había sonado a reproche.
No me contestó, pero su mirada lo dijo todo: Para el año siguiente estaba
invitado por Yves Gaudemet como profesor asociado en el doctorado en derecho
administrativo de París II.
Al visitarlo a Rivero en su casa, le agradecí, aunque Gaudemet no había nun-
ca mencionado su intervención, pero para mí era obvio: No conocía de antes a
Gaudemet. El comentario de Rivero fue punzante y tuvo la lucidez de siempre:
—“Ahora lo vamos a tener por diez años de visita anual a París.”
—“¿Por qué?”
—“¡Porque hay once Universidades en París!”
No hacía falta que yo contestara, el mensaje estaba claro. A pesar de haber
conocido y tratado a profesores de otras universidades parisinas, evité siempre
el tema de una posible visita académica. Algunos colegas argentinos han sido
invitados por París XI, donde también tengo amigos.
Julien F rançois L aferrière, un distinguido integrante de su claustro adhirió al homenaje
de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, como consta en el Libro II, sección III, pp.
645-6. Junto a Jorge F ernández Ruiz , presidente fundador de la Asociación Internacional de
Derecho Administrativo, AIDA, patrocinan en el 2014 un “Encuentro Francés-Mexicano” de
Derecho Administrativo en Paris XI, similar al “Encuentro Mexicano-Argentino” celebrado
en Buenos Aires en febrero del mismo año.
Ello llevó años después a que recibiera la invitación de F logaitis para partici-
par del European Public Law Center, donde en consecuencia concurro hace más
de veinte años. Allí tengo la fortuna de frecuentar a algunos de los maestros
contemporáneos del derecho administrativo europeo.
F logaitis cuenta nuestra común relación con Rivero en diferentes momentos y
el consejo que Rivero le dio, en el Prefacio que ha tenido a bien hacer a dos libros
míos, en inglés y francés, que se hallan en www.gordillo.com. ¿Conocíamos alguno
de los tres, en 1983, el siglo XXI? Claro que no. ¿Lo intuía en 1964, cuando era
chofer de Rivero en sus dos semanas en Buenos Aires? Imposible.
Brewer Carías vino al país también en la época del ‘60 y luego gracias a él entré
a la Academia de Derecho Internacional Comparado en 1974 y en el mismo año,
al Comité de Redacción de la Revista Internacional de Ciencias Administrativas,
donde permanecí 14 años. He tenido con él un trato de toda la vida.
321
XIV-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
Así, además de haber tratado a los maestros del derecho administrativo argen-
tino de mi época juvenil, desde el inicio he tenido la fortuna de estar en contacto
con los otros grandes maestros de entonces, de buena parte del resto del mundo y
ser ahora amigo de muchos de sus discípulos o continuadores, además de los que
integran mi propia franja etaria. Con cada uno de ellos me unieron las variantes
anécdotas de la vida cotidiana que son parte de toda relación humana.
De las frecuentes visitas de Benvenuti al país y del hecho que me llamaba
y lo atendía, intercambiábamos publicaciones, resultó su Introducción a la pu-
blicación italiana, por Giuffrè, de La administración paralela y luego múltiples
visitas a Venecia. Lo tuve como guía personalísimo para descubrir con detalle
los tesoros de Venecia.
A veces me toca a mí, hoy en día, dar una opinión cuando soy consultado. Tam-
bién hay un largo entramado de relaciones internacionales de lo más variado, del
cual el elemento común es viajar por motivos académicos, dejar buena impresión
intelectual y personal y manejar idiomas.
He recibido en más de una ocasión una llamada del exterior de una persona
que me hace una consulta sobre elementos de hecho que necesita para adoptar
un determinado criterio. Mi respuesta la contrasta telefónicamente con otras
que ha tenido, sin identificar las fuentes y me hace dar cuenta de similitudes
y diferencias. Supongo que otros preguntarán sobre mí, si del caso se trata. La
tónica invariable es que no se recomienda amigos ni relaciones de poder, sino que
se opina de acuerdo a criterios objetivos, pues se es responsable de las opiniones
que de tal modo vierte.
Es algo similar al “expediente del aire” que menciono en el Libro II del tomo
6, el nivel de prestigio que cada uno haya cultivado a lo largo de su vida. Nadie
sabe muy bien cómo construyen los demás la opinión que tengan de uno, ni qué
uso darán a esa opinión, pero sin ninguna duda la tienen conforme a lo que se
haya demostrado.
Los magistrados de otros tribunales internacionales que he conocido, tenían
todos variantes de ese elemento común, salvo el caso de la propuesta política del
propio país, que podía o no tener en cuenta datos de esas características. He visto
propuestas nacionales no muy acertadas, aún de países desarrollados, pero tienen
el dato común que luego esas personas no se repiten en otros tribunales admi-
nistrativos internacionales. La política nacional de cada país a veces se mezcla,
pero no es lo más normal y son cada vez menos los tribunales internacionales
cuyos cargos se llenan de ese modo.
En suma, para acceder a posiciones de poder académico nacional hay una se-
rie de reglas posibles pero no indispensables, descriptas hace mucho tiempo por
Berlioz, A natole France, que son aplicables también para la academia argentina
322
xiv. magistraturas internacionales XIV-5
y sus vericuetos de poder, pero no son requeridas para una carrera académica
internacional, que no es cuestión de poder personal.
También hay reconocimientos que se otorgan espontáneamente, sin necesidad
de lobby, por ejemplo el premio Justicia que me otorgara en 2013 la UCES. Es el
primero otorgado a un administrativista. La larga lista de premiados elegidos
por este mecanismo es distinguida y fue llevada a cabo de igual modo. No es la
misma experiencia, en cambio, con premios que se dan previa inscripción. Allí
hay que consultar a Berlioz.
Lo otro, a nivel interno, son atajos de poder que llevan a posiciones equipara-
bles para el ojo del observador no entrenado. No hay diferencia en la reputación
ante el común de la gente, pero sí en el poder del que en un caso se carece y en
el otro se ejerce. ¿Cuál es cuál? Son metas diferentes en la vida, tan difíciles las
unas como las otras, pero como en el caso de la elección de vías, non datur re-
gressus ad alteram... El que eligió un derrotero no puede retornar al otro. Nadie
sabe qué pasos dio bien o mal, ni cómo enmendarlos. Seguramente nadie desea
siquiera hacerlo.
Los atajos son diferentes; hay respeto genuino o, a la inversa, la halagüeña
zalamería a quien es, desde su “poder,” lo suficientemente débil como para caer
ante ellas. Son los que no perdonan a quien no se humilla y premian al que lo
hace, que perpetuarán cada uno su poder del mismo modo. La busca del poder
culmina con un recuerdo vacío de contenido. No es la Unended Quest de Popper.
A nivel internacional, entonces, es el prestigio así construido y no el poder del
do ut des el que permite acceder a distintos organismos internacionales y sus
tribunales o cortes administrativas internacionales. Por supuesto, no se trata
de reglas absolutas.
La política internacional de cada organismo entra en juego, en cambio, para
armar en lo posible un tribunal compuesto de magistrados de distintos países,
continentes y culturas jurídicas.
323
XIV-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
Fue la época más productiva y feliz de todos mis viajes internacionales como
magistrado de diversos tribunales. Las razones son múltiples. Nueva York, desde
luego, me permitía comprar los últimos gadgets y libros, ver los espectáculos de
Broadway y off Broadway. Washington D.C. es por su parte una ciudad agrada-
ble, interesante, cálida y también dotada de excelentes librerías y drugstores, mi
otra gran pasión consumista.
Creo que no se me aplican las críticas que muchos formulan al consumismo,
porque en mi caso se trata de consumismo dirigido a las pasiones de aprendizaje
de mi vida. No se puede estar de otro modo al día con la tecnología informática,
como antes no se podía estar informado sin consumismo por la compra de textos
usados o nuevos.
Mi juvenil consumismo de publicaciones en papel se ha transformado inexo-
rablemente en consumismo por la tecnología de la información. Las obras que
deseo y no tengo los hago escanear y los incorporo a mi biblioteca digital, que no
necesita paredes sino memoria digital. Creo que mis viajes a Washington D.C.
por el BID fueron el inicio de mi transición consumista.
En el tribunal comencé a recibir, casi de inmediato, las enseñanzas de Breitel
que cuento en otro lugar; las continué recibiendo hasta el final de su período e
incluso después. En efecto, almorzamos más tarde en Nueva York, a invitación
suya y seguí aprendiendo sin cesar. Hemos pasado muchos buenos momentos
juntos, creo haber sido como el hijo varón que no tuvo y sus ejemplos y enseñanzas
explícitas fueron infinitas. Le dediqué, junto a Genaro Carrió, mi Introducción
al Derecho. Lo hice desde el corazón, cuando ya ambos habían fallecido.
Cuando fui presidente, el nuevo secretario del Tribunal era un costarricense que
me enseñó mucho, de quien me hice muy amigo y me invita a su casa o a pasear
cada vez que voy a Washington D.C., desde la década del 80.
Algunas veces, menos, hemos tenido oportunidad de compartir la comida
cuando vino a Buenos Aires por uno u otro motivo. Pero nos hemos encontrado
en Europa, en eventos académicos, más de una vez.
324
xiv. magistraturas internacionales XIV-7
En 1994 fui designado miembro del Tribunal Administrativo del Fondo Moneta-
rio Internacional, también en Washington D.C.; luego, de la Organización de los
Estados Americanos; más adelante, de la Organización de las Naciones Unidas,
al mismo tiempo miembro del Tribunal Administrativo de la Organización In-
ternacional del Trabajo.
En la actualidad soy solo miembro de la Corte Administrativa de la Organi-
zación Europea de Derecho Público. En total, seis tribunales administrativos
internacionales, intercalados en un lapso de tres décadas.
Toda mi experiencia del BID fue de intenso aprendizaje y por eso la consigno
en otras partes de este libro. Expresa los años de mi presencia allí, desde 1985
a 1989. Mi relato tiene un cierto aire de permanencia, pero con el caveat fun-
damental de que pretende reflejar nada más que un corto período de mi vida.
Aprovecho con todo para rescatar aquí algunas modalidades del trato admi-
nistrativo que merecen ser destacadas. El honorario era reducido, pero razonable.
En la OEA no era razonable por su crónica dificultad presupuestaria; en la ONU
de entonces, inexistente como en el EPLO; en el FMI y la OIT adecuado; en los
tribunales arbitrales nacionales o internacionales, generoso en comparación.
Esas diferencias de honorarios contrastan con un detalle muy especial del
Tribunal Administrativo del BID en la época en que lo integré. La organización
realmente quiere ver allí un tercer poder, como la asamblea o el órgano ejecutivo.
Dispensó así al tribunal, desde el comienzo, el trato correspondiente, alojándolo
por cuenta del BID en los mejores hoteles de Washington D.C. Es una experiencia
inolvidable, no por la calidad de los hoteles que era excepcional, sino porque a
esos hoteles asistían, a frecuentes cenas, los círculos áulicos de Washington D.C.,
ellos de smoking (argentinismo; en inglés americano, tuxedo; en inglés británico,
dinner suit/jacket), ellas de vestido negro largo. Uno se sentía casi parte de ese
poder mágico.
Además, como visitante, se podía presenciar las sesiones públicas de la Corte
Suprema de Estados Unidos, una experiencia que ningún abogado debiera dejar
de tener.
Fui invitado por Scalia a almorzar en su despacho e intercambiar comentarios
sobre la vida jurídica del mundo. Recuerdo que fue él quien me destacó la excep-
cionalidad de haber sido yo invitado a presenciar una Assemblée Restrainte del
325
XIV-8 i. a mi padre: “éste soy yo”
Consejo de Estado de Francia, algo que le fue vedado a él en una visita oficial.
Pero mi asistencia al Consejo de Estado francés no fue como magistrado, sino
como parte de una visita de función pública que explico en el capítulo XIII, § 4
in fine, p. XIII-8 / 314.
Por ello, al celebrar el Consejo de Estado francés su segundo centenario fui uno
de los dos latinoamericanos invitados a asistir, lo que llevó a García de Enterría,
allí presente, a preguntarme zumbonamente: “¿Tú qué haces aquí?” Nos conocía-
mos personalmente desde 1969 y esto era el año 2000, se podía perfectamente
permitir la chanza, en suma elogiosa y desde luego amistosa.
Ya nadie me pregunta qué hago en algún país.
A su vez el BID es la única entidad que yo conozca que organiza y brinda al
tribunal administrativo un almuerzo diario durante las sesiones en el salón
ejecutivo, no en la cafetería o el restaurante. A ese almuerzo diario durante las
sesiones asisten también miembros de la asociación del personal, de la dirección
de asuntos jurídicos y de las partes que en tales momentos tienen casos ante el
tribunal. Esto último fue insistencia de Breitel, quien señaló que no podíamos
almorzar con una de las partes sin la participación y presencia de la otra.
Si le sumamos los cócteles que organizaba el BID para ser presididos por el
Tribunal Administrativo, recibiendo a otros tribunales internacionales de paso
por Washington D.C., más el cóctel para magistrados y abogados federales en
la Corte Suprema de los Estados Unidos, estamos dando una pincelada de las
sutilezas de la vida política administrativa en Washington D.C.
En otras organizaciones el tribunal es más o menos dejado a su propia inicia-
tiva en cuanto a alojamiento, comida, reunión. Es más neutro, menos glamoroso.
También el tribunal administrativo del BID realiza audiencias públicas para
oír a los testigos y alegatos de las partes, igual que se hace en la OEA, no los
demás tribunales, pero la diferencia es que el BID lo hace en uno de los salones
más importantes de la organización, con amplia participación de público. La or-
ganización favorece la presencia de público, lo cual da a la operación del tribunal
una publicidad que no tiene en otras organizaciones, donde su funcionamiento
es menos público, más reservado.
Las discusiones no son públicas en ninguno de estos tribunales, aunque en la OIT
el ex Presidente de la Corte Suprema suiza nos contó que las sesiones de ésta son
públicas y hasta los votos de los miembros del tribunal se expresan ante el público.
326
xiv. magistraturas internacionales XIV-9
Al mes siguiente viajé a Washington D.C. para tener primero una entrevista
conjunta con el Director y los dos Subdirectores de Asuntos Jurídicos, luego una
entrevista personal y por fin un almuerzo conjunto.
La Sub Directora estuvo en la primera reunión general, pero no hizo preguntas
ni comentarios, ni participó del almuerzo: Era la representante letrada de la ad-
ministración ante el tribunal. Con extrema fineza, se abstuvo así de involucrarse
más en la selección.
327
XIV-10 i. a mi padre: “éste soy yo”
En la primera entrevista conjunta con los tres, una mañana antes del al-
muerzo al día siguiente, traté de mostrarme familiarizado con sus respectivos
derechos. Confundí por su apellido francés al director italiano y le hice copiosas
referencias al derecho francés. Me dediqué a recordar casos de derecho inglés
con el que me pareció tenía esa nacionalidad. Hablé del derecho norteamericano
con la funcionaria de ese país.
Cuando tuve, a la tarde, una entrevista personal con el primer sub-director,
lo primero que hizo fue corregir mi falsa impresión. Me dijo:
—“Yo soy australiano, pero ante la imposibilidad de utilizar mi acento en
este medio, tuve que optar entre el acento americano y el acento inglés. Por
supuesto, opté por el acento inglés.”
Me hizo luego una reflexión parecida a la de Juan Francisco Linares en ocasión
de prologar la primera edición de El acto administrativo, en 1963. (http://www.
gordillo.com/pdf_tomo5/02/02-prologo_intro.pdf.) Linares me dijo que no lograba
entender la lógica o el sistema con el cual recurría a las más diversas fuentes del
derecho comparado, pero en todo caso funcionaba bien. En la segunda edición del
libro El método doy cuenta detallada de ese aspecto que provocaba su pregunta,
(http://www.gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap13.pdf) y todavía se puede rastrear
un condimento en el epílogo del presente libro.
En el Fondo Monetario Internacional, el sub-director de Asuntos Jurídicos,
habiendo leído mi CV, me comentaba que no comprendía bien cómo había mezclado
y hecho tantas cosas diversas en mi vida, pero que en todo caso funcionaba. La
explicación está en el mismo libro del Método y en éste que lo acompaña.
Luego me preguntó por mis muy diferentes experiencias en la vida y concluyó,
“No sé cómo, pero la mezcla funciona.”
El almuerzo del día siguiente funcionó sin problemas. Mi estómago satisfecho
dejó libre a mi intelecto mientras pellizcaba la comida. (Traducción: mientras
comía con normalidad.)
Fui admitido, estuve muchos años en el tribunal hasta que se modificó el
estatuto y cambió la composición, haciéndolo en forma escalonada como es la
práctica internacional.
Si este relato parece trunco es porque lo está. No he creído prudente avanzar
más en las recientes décadas en tribunales administrativos internacionales, ni
tampoco en mi vida pública o privada. Lo mismo se aplica a la actividad como
árbitro, de la que nada comentaré aquí. Pero he incluido, como se ha visto, los
homenajes que resaltan valores que son enseñanzas de mi padre.
328
Capítulo XV
Sumario
1. Al comienzo
Aparece así una primera diferencia sensible con mi anterior producción escrita, la
que intenté fuera ordenada. Lo que no puede calificarse de ordenado es el método
o el mecanismo que utilicé para escribir, para llegar al resultado que pretendo
haya sido, en ellas, ordenado y coherente.
Hay una importante confusión entre desordenada y descuidada que es ne-
cesario aclarar. Al escribir las primeras versiones, ellas fueron deficitarias y
necesitaron ser revisadas sin cansancio para ir puliendo las ideas, las referencias
y por último también la redacción y armonía. El estilo es al final, si hay tiempo.
Es el charme de un escritor autodidacta que nunca estudió con un profesor de
castellano y se nota.
XV-2 i. a mi padre: “éste soy yo”
332
xv. la factura de esta obra XV-3
En tal caso no queda sino declinar y en un acto de honestidad hacia los lecto-
res, señalar que la idea es de otro y que uno coincide con ella. Pero la redacción
propia puede quedar, sin usar también la del autor de la idea original.
No tiene sentido lógico, salvo tal vez la satisfacción narcisista, puntualizar
que esa idea brillante que otro tuvo, se la pensó también después y sin haberlo
leído. Ya lo han contado autores serios y no es preciso sobreabundar en el tema.
Estoy seguro que es frecuente, pero es hacerle perder tiempo al lector introducirse
en esos vericuetos de la mente humana, además de que no se puede saber si de
verdad no la leyó nunca. La mente es traicionera en la calidad de la memoria.
En cualquier caso, luego de haber pensado y escrito cualquier idea, es necesario
abundar en las lecturas para ir puliendo el trabajo y poniendo las referencias
de lo que es parecido, lo que es opuesto y lo que antes, por un tiempo, se creyó
propio y diferente pero, según resulta de la investigación, es producto anterior
de otra mente humana.
He encontrado similitud en muchas actitudes y experiencias reiteradas de
biografías o memorias de personajes célebres, pero que no hacen al quid de su
creatividad. Comparar este homenaje a mi padre con la devoción que Mozart y
Miguel Á ngel mostraban en sus cartas al suyo, sería absurdo de mi parte. No
soy original en el sentimiento, punto. Parafrasearé una viñeta cómica de la pelí-
cula Iron Man de Robert Downey Jr., en la que ante sus exageradas y múltiples
genialidades cinematográficas (parece una sátira a Elon musk) le preguntan si
él es comparable a Leonardo da Vinci y el personaje fílmico contesta: “¡Ridículo!
¡Yo nunca pinté!” Imitando al personaje de Iron Man, yo jamás le escribí cartas
a mi padre.
El método que he empleado es el más apto a mi juicio para generar creatividad
real y útil para el lector. Desorden en la creación, sí, pero larga investigación
y ordenamiento para la publicación. En este libro, más personal, el cuidado no
impide que por distintos factores me repita un poco: Por ello las constantes re-
misiones internas.
De toda obra humana escrita habrá lectores cuidadosos y descuidados, como
siempre, pero los cuidadosos advertirán dónde ha terminado la investigación y
ha comenzado el cansancio, o dónde está presente la copia plagiaria, apta para
engañar a mentes descuidadas pero no a quienes investigan algo en serio.
Eso me presentó un problema con el presente libro, que se me hizo pronto
evidente: Las ideas surgían en desorden de mi interior y así las iba consignando
en la pantalla. Al agruparlas, que lo hice, descubrí que el orden le quitaba na-
turalidad de expresión a mi relato, en la que quería mostrarme con autenticidad
en cuanto a lo elegido para relatar.
333
XV-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
334
xv. la factura de esta obra XV-5
tomo 10, infra, pp. 555 a 633. En cambio, los mails que agrupa en sus cuatro
primeros capítulos fueron “elegidos al azar,” según cuenta en la p. 365, in fine.
¿Orden o desorden?
Lo que quiero mostrar así es que el proceso de creación no es ordenado, al
menos no en mi caso y que la única cuestión a resolver, luego de tener el material
en su primera versión, es determinar hasta cuánto se lo corrige y reordena. Voy
a seguir corrigiendo hasta tanto mi corazón me lo diga, hasta que crea que no
tengo algo que corregir o que agregar, hasta que no tenga ideas pertinentes que
agregar o redacción que corregir.
Así como publiqué un casi ordenado libro sobre el método, este es una mues-
tra de mi desordenado modo de crear. Resolví no darle el orden ulterior que le
introduzco a mis demás libros; no sería contar de modo veraz mi vida con mi
padre y sus efectos en el tiempo.
Y si bien no he sido ordenado en buscar el sentido final de mi vida, sí me he
esforzado en tratar de conectar los puntos de ella con lo que pude encontrar de
la vida de otros y, en tal medida, rehacer lo escrito según cuál fuera el resultado
de la lectura.
Quizás por ello este libro no es una explicación secuencial o lineal, ni menos
completa, de cómo ha sido mi vida, sino de cómo se han desarrollado algunos
aspectos de ella en relación perceptible con las enseñanzas o la personalidad
heredada de mi padre.
Las anécdotas profesionales que relato son a propósito viejas, como un resguar-
do al anonimato con que son referidas; de tan antiguas que son, pocos han de
quedar con la posibilidad de reconocerlas. Pero las relato porque, aunque añejas,
creo que pueden ser de utilidad para el lector joven.
El caos es así temporal y temático, en función de los destinatarios del mensaje:
Mi padre, mi familia, mis alumnos, mis futuros lectores; en el espejo de la pan-
talla, soy el primero en leer/escribir/conocer estas memorias y así descubrirme
un poco más, buceando dentro de mí. (Joseph Conrad.)
Exploro en forma circular, una y otra vez, las mismas o similares épocas de mi
vida, salteando algunas y revisitando otras, cada vez desde un ángulo diferente.
A veces la inspiración de los grandes creadores, no el que escribe, puede en
un instante proveerles el andamiaje completo y hasta todos sus detalles, como
Mozart. Algo parecido cuenta Goethe cuando relata que primero “Reuní todos los
elementos que ya llevaba un par de años revolviendo en la cabeza […] pero, a pesar
de todo, no salía nada de allí […],” hasta que una noticia despertó nuevamente
su creatividad “en aquel mismo instante di ya con el plan de Werther; concurrió
335
XV-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
todo a formar el conjunto y cuajó en sólida masa. […] Retener esa extraña adqui-
sición, imaginarme y realizar en todas sus partes obra de tan principal y varia
enjundia, resultóme tanto más fácil” (De mi vida. Poesía y verdad, Libro III, en
sus Obras completas, t. III, México, Aguilar, 1991, p. 766.)
Aunque me hubiera gustado serlo, ése no soy yo. Pero siento la mayor admi-
ración por Mozart, a quien disfruto escuchar.
Tengo varias líneas temáticas o ideas fuerza, que se entremezclan entre sí. No
ha sido de este modo como planeé hacerlo. Así es como salió, aunque en capas
sucesivas. La más difícil pero inicial fue la más íntima y personal, la referida a
la muerte de mi padre. Muy breve en el relato, es cierto, pero con la profundidad
de sentimientos que cualquiera puede imaginar.
A veces consigno el momento de la escritura, pues es una de las preguntas
que hacen los que me conocen poco: ¿En qué horario escribo? En ninguno, sigo
la inspiración del momento y en especial jamás la desoigo cuando llega; o sea,
cuando tengo ideas nunca postergo el momento de ponerlas en papel o en pan-
talla, lo hago de inmediato, siempre. Cuanto más moderno el adminículo y sus
programas, mejor.
Aparecen así algunas comparaciones no demasiado obvias, las más útiles para el lector son las
que se refieren a la escritura como arte creativo: The Writing of a Novel, de Wallace y muchos
otros que aparecen trabajados y citados en El método en derecho. Al que le interese indagar
esta faceta, puede comenzar por allí, en el Libro I del tomo 6, http://gordillo.com/tomo6.html.
5. Notas al pie no
336
xv. la factura de esta obra XV-7
337
XV-8 i. a mi padre: “éste soy yo”
libro, muchas veces no originales y más veces aún, sin indicar el origen o la fuente
de la idea expuesta, incluso sin siquiera saber de dónde vienen. Toca ahora a los
lectores un nuevo nivel de atención, antes desconocido (M annheim) de detección
y adecuada discriminación de autores originales y autores que se limitan a co-
piar sin indicar la fuente. Para copiar una caracterización que hace un amigo
de determinados autores, los hay al mismo tiempo “in-legibles” e “in-citables.»
(Argot académico, animus jocandi, para decir que no se debe leerlos, porque no
es seguro citarlos.) Los que citan a quienes no hacen sino meras copias refritas
de trabajos ajenos, se ubican a sí mismos junto a ellos.
Mis primigenios trabajos fueron también compuestos con notas al pie. En las
primeras tres décadas de la segunda mitad del siglo XX iba a la linotipia a agre-
gar o quitar algunas palabras para que la nota empezara y terminara “en caja:”
Antigua terminología de la época de la impresión “en caliente.” La impresión “en
frío” ha triunfado al punto que no lleva más ese calificativo, pues resulta superfluo
al no existir más la impresión “en caliente,” con una máquina de escribir gigante
(linotipo) que creaba las letras con plomo fundido.
Hice lo mismo con el Page Maker y el InDesign en las diferentes ediciones
que aparecieron en papel y también subí a Internet, hasta que ahora asumo que
la mayor accesibilidad de la obra, instantánea en cualquier lugar del universo y
su perdurabilidad en el tiempo, vuelcan la balanza a preferir, en la preparación
del texto, la versión digital.
Si las notas van al final, no sirven porque no se van a leer. Casi no vale la
pena haberlas escrito, si ese es su destino material. Entonces utilicé una mezcla
del sistema de indicar a veces en el texto o en una midnote el link, o el autor y
la obra, pero sin hacer una bibliografía al final porque no son fuentes ni biblio-
grafía de esta suerte de parcial autobiografía, que consiste en una indagación
de la mente y la memoria remota. Si hago una cita es con un propósito literario,
no para darle fundamento a lo que escribo de mi vida y lo que viví gracias a mi
padre y, por ende, no necesita ni admite el rigor de la cita técnica.
338
xv. la factura de esta obra XV-9
339
XV-10 i. a mi padre: “éste soy yo”
Ello dice mucho del doble problema tecnológico e idiomático en que vivimos: Si
no aprendemos inglés ni podemos ir a leerlo primero en Internet, nos condenamos
a leer información desactualizada. Nuestro déficit informativo se convertirá en
sistémico.
En todo caso, la factura de ese libro sobre Steve Jobs no me deja satisfecho,
en cualquiera de sus versiones, pues relata demasiados aspectos de su vida que
no tienen relación con aquello por lo cual dejó una marca en el mundo, ni sirven
tampoco para comprender su personalidad, salvo que pidió fuera escrita para
que sus hijos lo conocieran.
Me pareció superfluo conocer sus relaciones de pareja, hijos, amores. Pero,
repito, Steve Jobs quería que sus hijos lo conocieran. Como sus lados negativos
los sabrían de sobra, creo que lo que les faltaba era saber a qué y cómo dedicaba
el tiempo que no estaba con ellos.
Eso es lo mismo que nos interesa a los demás, pues pocos hijos han tenido
para sí todo el tiempo de su padre. Yo soy uno de esos pocos hijos, pero no uno
de esos padres.
340
xv. la factura de esta obra XV-11
7. La interminable corrección
341
XV-12 i. a mi padre: “éste soy yo”
342
Capítulo XVI
Sumario
1. El sueño
346
xvi. sueño de una noche de verano XVI-3
2. Consulta analítica
Sin embargo aquí estoy, luego de la sesión de análisis de ayer (febrero de 2012),
que pienso repetir en una semana, luego de décadas sin análisis alguno. En
esto he sido cambiante, pues luego de la segunda sesión terapéutica resolví ir a
la tercera por educación y dar por terminada la terapia, en términos elogiosos
para mi analista.
El elogio hasta podría ser verdadero, pues al iniciar la consulta quería recibir
ayuda para escribir sobre mí y al escribir este párrafo estoy por la página 230.
Sería injusto decir que él nada ha tenido que ver con el éxito material de mi
emprendimiento, en cuanto tengo escrito bastante y solo me queda redondear
recuerdos. No alcancé a ir a la tercera sesión.
3. Autoanálisis
Retomé este parágrafo a fines del 2013 y debo registrar que luego de la segunda
entrevista, mi analista falleció y a resultas de ello escribí un par de páginas
sobre medicina, una de mis pasiones de aprendizaje extrasistemático. Pero ma-
yor reflexión me hizo quitar esos párrafos, que por lo demás había cuestionado
firmemente uno de mis pre–lectores/as, para sustituirlos en cambio, en aras a
mantener la paginación del libro ya terminado, por estas anodinas reflexiones
que no provienen de mi inconsciente sino de mi conciencia. Ya una vez cometí un
grave error al introducir, cerca de la terminación de un libro, reflexiones sobre
otras disciplinas que molestaron a mis lectores. Ésa es la señal, entonces, para
cesar la revisión y corrección. Si mi conciencia se equivoca, al menos la omisión
no molestará, espero, a nadie.
347
XVI-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
Se aplica aquí la reflexión de A ragón que cito en el tomo 6: Hay que tener li-
bertad para crear sin autocensura, pero ésta hay que ejercerla antes de publicar.
5. Un adivinador computarizado
348
xvi. sueño de una noche de verano XVI-5
Un mes de enero encontré la felicidad, un mes de enero escribí casi todo este
libro, un mes de enero dicté el curso de verano que evitó me echaran en 1974 de
la Universidad, un mes de enero reescribo este libro. Tuve buenos casos profesio-
nales muchos eneros, cuando casi no hay abogados en Buenos Aires.
Todos los meses de enero los paso en gran parte mirando el verde del campo,
escuchando el silencio mezclado con el rumor de las hojas y las fuentes, el repi-
quetear de la lluvia en los techos de chapa, el cantar de los pájaros, el ocasional
súbito ladrido de los perros sin motivo humanamente perceptible.
¿Trabajo físico en el campo? El mandato paterno y mi salud psíquica me lo
prohiben.
Era un buen adivinador computarizado. No me predijo los grandes destinos
que yo también esperaba pero no se han dado, porque no estaban en el sendero
de las estrellas.
Eso me pasa por soñar despierto. Hay que soñar dormido, lo demás es mera
ensoñación diurna, buena para los escritores, nada más.
349
EPÍLOGO
Sumario
El prólogo tuvo por función adelantar algo del libro. Esa tarea puede integrarse
con este epílogo, como un repaso final, cuando el lector está en mejores condiciones
de apreciar el conjunto después de haber leído cuál ha sido el sentido de la vida
del autor según él lo cuenta. Es, otra vez, algo así como la reverberación de las
notas de una pieza musical.
1. Flashbacks y flashforwards
3. El desorden metódico
4. Utilizar el inconsciente
5. Interacción en sociedad
5.1. Los mayores o iguales que uno
354
epílogo E-3
suerte y sobre todo empeño y esfuerzo constantes. No todos aquí los captan. En
mi caso ha sido fundamental para las primeras etapas de mi vida académica en
el país y para mi vida viajera por el mundo. Sugiero releerlos.
Como el estar a tiempo, va contra nuestra herencia cultural, por eso cuesta
tanto internalizarlos en su real significado: Estar antes de tiempo.
Hay que diseñar a los más jóvenes oportunidades nuevas en que puedan probarse
y construir su propio mundo. Sobre la base de cómo enfrenten cada desafío nuevo
estará cimentada nuestra opinión y la recomendación que daremos o no de ellos.
Unos y otros, jóvenes y mayores, van así sembrando las infinitas semillas que
podrán o no fructificar, según la parábola bíblica.
355
E-4 i. a mi padre: “éste soy yo”
Los amigos, claro está, hay que ganárselos. No es cuestión de pasillos ni re-
laciones, es una empatía más profunda.
Las deudas en que incurre así el autor exceden el necesario agradecimiento expre-
so, primero por mail, luego público y escrito en la obra, cuando las circunstancias
lo justifican; exceden también la evidente reciprocidad a la que se está obligado
de distintas maneras.
No tanto las atenciones que uno debe a futuro, es como mínimo demostrar, en
la publicación, que uno analizó con cuidado, en cada punto, lo que le dijeron. Es
dar cuenta de los consejos recibidos, a través del debido análisis y argumentación
de cuanto ha sido sugerido, comentado o criticado.
El autor agradecido no deja sin respuesta ninguno de los interrogantes que
le fueron planteados. El diálogo final (pues los hay intermedios) es entre el co-
mentario crítico y aquello que ve la luz en la publicación del autor. Es una lenta
creación colectiva y todos los roles se entremezclan.
Por supuesto, hasta los amigos necesitan descanso. Trato de no recurrir
demasiado seguido a los mismos amigos y aun así cabe aceptar que la consulta
puede haberles llegado en momento inadecuado para ellos. No hay que desfalle-
cer en la confianza depositada en la amistad, sólo perseverar con otros o nuevos
amigos y esperar el momento adecuado, cuando llegue, para retomar parte del
circuito primigenio.
Incluso si ese momento no se repite, la amistad que nos honró con su crítica
queda en la memoria, en palabras de Confucio, como el aroma de una bella flor.
Mis agradecidas páginas, que son el registro indeleble de esa memoria, tienen,
desde siempre, ese inextinguible perfume.
6. El lector y su inconsciente
La tarea final es del lector. Verá que el tiempo le rinde mucho más, si lee en
desorden con interés. Alimente su inconsciente (estudiando, pensando, leyendo,
reflexionando) y luego confíe ciegamente en él, respételo, sígalo, porque biológi-
camente es lo mejor que tenemos. Siga su instinto de trabajo y aprendizaje, lo
guiará bien.
Esta distinción, antigua como la humanidad misma, continúa recibiendo
aportes científicos que la confirman. Esté atento a su evolución, desconfíe de la
información oficial.
Busque Usted mismo: Existe un mundo inexplorado que es inagotable, inicie
su propio rumbo. Lo por mí contado sobre el método, al menos, me ha servido
toda la vida como hipótesis de trabajo e instrumento de creación. El lector podrá
356
epílogo E-5
apreciar que he trabajado en forma no continua sino con intermitencias, con pau-
sas constantes, pero que, en cambio, he producido bastantes resultados.
La clave no es trabajar sin pausa, todo el tiempo o mucho tiempo, ordenada y
sistemáticamente, sino que cuando se trabaja es necesario hacerlo con ganas e
intensidad, con esmero y responsabilidad, en cada ocasión. Hasta mis clientes
han comentado que trabajo muchísimo, “como loco,” lo cual no es una referencia
al tiempo total sino a la calidad del tiempo, a la adrenalina desplegada en cada
ocasión que lo requería.
Por supuesto, cuando trabajo no existe el día ni la noche, los feriados ni otras
obligaciones. Sólo existe la epinefrina del organismo. Parece muy exigente, pero
en verdad no es frecuente. Quizás cabe agregar que cuando aparece el trabajo
extraordinario lo atiendo en toda su plenitud y jamás se me ocurre plantear en
ese momento, ni semanas o meses después, el rebus sic stantibus de los honora-
rios profesionales.
A la inversa, si no es trabajo debido a terceros sino labor autónoma, hay que
cortar cuando la inspiración flaquea. Volverá o no, depende del inconsciente.
Existen momentos estériles sin investigación ni trabajo activo, sin lecturas:
Pausas creadoras bajo la pauta de hierro de anotar siempre, de inmediato, toda
idea que surja de la nada durante ella. Pues el cerebro no cesa nunca de funcio-
nar, durante toda nuestra existencia, bajo sus propias reglas y no las nuestras.
Nunca luché por el poder, que es efímero. (Moisés Naim, The End of Power.)
Aún sin haber luchado por él, a veces lo tuve. Luché en cambio por las ideas,
que perduran mucho más que la vida humana. Algunas de mis ideas quedaron
falsadas, en sentido popperiano y han ido al desván de los recuerdos. Otras se
mantienen como hipótesis vigentes. Sigo formulando hipótesis nuevas y haciendo
nuevas experiencias.
Hay personas que en la vida disfrutan del ejercicio del poder, sea musical o
académico como en ambos casos enseña Berlioz; otros disfrutan del poder político,
algunos de sus riquezas.
Yo siempre disfruté el valor de las ideas.
8. Un canto a la vida
Por ello, las enseñanzas de mi padre se retransmiten aquí a mis lectores, trans-
mutados por la alquimia de mi vida, como un homenaje a la vida y al eterno
aprendizaje.
357
E-6 i. a mi padre: “éste soy yo”
Vale la pena, ha valido la pena. Hay que resaltar lo positivo, para alentar a
seguir adelante, para sostener la esperanza.
El éxito, así sea parcial, borra todos los esfuerzos y todos los costos para lle-
gar ahí. Por eso me decía mi amigo y colega en la OEA en Buenos Aires (§ 7 del
cap. III, p. III-10 / 134) que yo era el antipóster de la revolución, porque mi vida
demostraba que se podía triunfar sin importar el origen ni la familia, la cuna o
las clases sociales.
No es lo que otros aportes interdisciplinarios sugieren, pero es la clara expe-
riencia familiar que aquí relato. Siguiendo a Popper, una única excepción invalida
la hipótesis contraria. Ésta es esa excepción.
Se puede pues, desde la Argentina profunda de Ascensión o las calles anegadas
de Avellaneda. Se puede y vale la pena. Al final se triunfa, cualesquiera sean
las adversidades.
Nessun dorma: “Al alba venceré.”
“Escribí, porque creo que hay un futuro:” Butlow, Daniel Enrique, Butlow en concierto.
Arquitectura legal para el siglo XXI, Buenos aires, Arquilegal, 2008.
9. He dicho
Y como en literatura no tengo por qué privarme de nada, menos al final, quiero
terminar diciendo, como lo hacía con humor Cicerón: Dixi, He dicho.
Pero no es así: acompañaron (entre otros que por diferentes razones quedan
mentados pero innominados, o anónimos en el relato) mis diferentes borradores,
con sugerencias puntuales que atendí, pero que de ningún modo los hace suscri-
bir o de otro modo compartir mi relato, que por supuesto no conocen sino de su
lectura (ni siquiera equivalentes, pues les fui consultando cambiantes versiones),
en tanto yo creo haberlo vivido.
A todos ellos, muchísimas gracias: M ario Rejtman Farah, Luis A. Carello,
Nicolás Diana, Julio Raffo, Claudia Caputi, Ismael Farrando, Federico Campo-
lieti, Daniela Ugolini, Jorge Fernández Ruiz, Héctor A. M airal , M aría Isabel
A zaretto, M aría A ngélica Gelli, Daniel Enrique Butlow, Estela Van Acken,
Marcelo Bruno dos Santos, Daniela A letti, Carolina Fairstein, Guillermo Blus-
ke, M aría Eugenia Urquijo, Julio I. A ltamira Gigena, Tadeo Leandro Fernández,
Natalia Mainetti, Alberto L. Zuppi, Josefina Pazos, Estela B. Sacristán, Graciela
Güidi, Shaylih Muehlmann, José M aría Fernández, A lejandro Ruiz Schulze.
Y algunos más...
358
T R AT AD O DE DERECHO A D MI N I STRATI VO
y o bra s sel ectas
TOMO 10
Libro II
Mario Rejtman Farah
(Sección III por Isaac Augusto Damsky, coord.)
DIÁLOGOS CON AGUSTÍN GORDILLO
Tratado de Derecho
Administrativo
y obras selectas
TOMO 10
Primera edición
Libro II
1
Como muchos saben Agustín Gordillo propicia limitar el uso de las mayúsculas cuando nos
referimos sea al Derecho o a la Administración. No es para él una mera cuestión gramatical la que
está en juego. Como cuestionador de la verdad que se fabrica en este mundo, su popperiana visión en
todos los planos de la vida, tal vez le provoque el fundado temor de legitimar, con ello, al autoritarismo
o al poder instituyente, ignorante del individuo. En todo caso propugnar fortalecer la libertad frente
a la “tutela” de la autoridad. Comparto plenamente tal objetivo, aunque no necesariamente opte
por aceptar su propuesta en relación al uso de tales mayúsculas. Es que cuando Agustín Gordillo
defiende férreamente sus ideas sabe que ellas podrán provocar disonancias o disidencias. Pero no
pretende con ello ejercer una actividad proselitista ni buscar adeptos.
P-2 ii. diálogos con agustín gordillo
364
prólogo P-3
que la realidad en la que aquél se inserta. De qué diversas maneras transitó ese
camino, cuyos márgenes jamás parecen estar fijos y que le permiten expandir
la libertad de pensamiento y advertir sobre todo potencial abuso de autoridad.
Estos diálogos, como diría Gilles Deleuze, no fueron sólo un proceso de bús-
queda sino de encuentro. Serán leídos en consecuencia de diferentes maneras,
según cada lector.
Claramente no se tratan de diálogos en el sentido literal del término. Mis in-
tervenciones se han limitado a la búsqueda de saber más de su historia de vida.
Creo sí, y ello por cierto no es mérito mío, que en estas páginas sus testimonios
quedan volcados sin pretensiones de falsos academicismos, con multiplicidad de
estilos, con variedad de formas de expresarlos, con el aire fresco que suelen dar
las palabras espontáneamente recogidas.
En algunas puntuales cuestiones, tal vez, no coincido con Agustín. Pero es tan
marcada su presencia en materia de derechos humanos, de equidad, de justicia,
de ética, de igualdad, de libertad que más allá de las materializaciones con que
ellas se traducen en su recorrido ideológico, hay un punto inexorable e inevita-
blemente común cuando esos valores adquieren singularidad.
Alguna vez se ha dicho que en la vida de cada uno de nosotros está toda la
sociedad vivida subjetivamente, que es la única manera de ser vivida que una
sociedad tiene, pues ella existe en sus miembros o no existe en absoluto. Con ello
podríamos aceptar que la sociedad está presente en Agustín Gordillo; sólo se
trata de descubrirla.
Este ha sido el desafío que intenté asumir en este trabajo: Rescatar sus expe-
riencias y con ello conocer algo más sobre la relevancia y trascendencia de sus
vivencias personales.
Encontraremos en estos diálogos, una vez más, al Agustín Gordillo cuestio-
nador, partidario de la falsación a nivel de la lógica, una suerte de filósofo de la
acción y un indeterminista. Alguien que ha procurado sistemáticamente fomentar
la crítica a la manera de aquellos presocráticos como Tales, Anaximandro o Ana-
xímenes, señalando el fin de la transmisión dogmática de verdades inmaculadas
y abriéndose a las discusiones críticas. El error deja de ser en él un problema
para convertirse en una ventaja. Ojalá ellos sirvan también como una pequeña
muestra para poder ver, además, al empecinado emancipador.
Estos diálogos van acompañados de algunos de aquellos e-mails, elegidos al
azar y de algunos de sus prólogos.
Me pareció imprescindible también reproducir las palabras pronunciadas por
diversos participantes en el homenaje que coordinó Isaac Augusto Damsky en la
Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en virtud del dictado de la ley 3607, a
través de la cual se lo reconoció como Personalidad Destacada en la Enseñanza
365
P-4 ii. diálogos con agustín gordillo
366
Sección I
mails
Se reproducen a continuación una serie de mails seleccionados al azar y reordenados, para dar
un muestreo de parte de lo que fue el contenido de los mails enviados por Agustín Gordillo
a los integrantes de sus listas de mailing en los años 2001 a 2005.
El título Personal Training no aparece en este mail, pero es recurrente a lo largo de estos
cuatro capítulos de la sección I, al igual que las referencias a un “té virtual,” “tertulia,” web-
training, etc. Hoy se habla de una “red social.” El autor habla de la construcción de un “capital
social.” Su introducción se encuentra en la sección I, cap. IV, § 19, M-145 / 513 y § 20.5, M-149/
517. El comentario de una alumna, en el cap. IV, § 8.2, p. M-105 / 473.
[...]
He seguido pensando en tu sugerencia de poner este material en la web en
vez de mandarlo por e-mail. Mis razonamientos iniciales están un poco vacíos
de contenido, estoy advirtiendo. Creo que el approach que vos me sugerís es el
adecuado en tu caso y quizás en otros. Lo voy a seguir meditando. Algo más que
meditar también voy a hacer. Una cosa, por ejemplo, es poner en la web mi librito
Introducción al derecho. Quizás también algunos artículos que vaya publicando en
otros medios. Ese material intermedio está claramente mejor ubicado en tal lugar.
Para el resto y mientras tanto, me doy cuenta por qué mi reacción inicial ha sido
adversa a tu idea, más allá de las razones que inicialmente te dí. Voy a intentar
a continuación, “en voz alta,” una clasificación tentativa de mis corresponsales.
Creo que pondrá al menos un poco de orden en mis ideas.
M-2 ii. diálogos con agustín gordillo
1.1.
1.2.
1.3.
370
i. el por qué de la red: personal training M-3
1.4.
1.5.
Queda una muy pequeña minoría que no encuadra tampoco en las categorías
anteriores y no es todavía tu caso. De ellos, algunos pueden estar en la siguiente
disyuntiva. Uno de ellos, por ejemplo, tiene su propia red de e-mails, con los cuales
está compartiendo sus propias reflexiones sobre el mundo en la hora actual. A
pesar de estar yo en su listado no tenemos la misma Weltanschauung. Lo que me
manda lo hojeo y no lo leo ni lo guardo; pero tampoco le pido que me saque de la
lista, estoy “haraganamente curioso.” En una suerte de retaliation, lo incorporé
a mis destinatarios. Presumo que él hace lo mismo con mis e-mails que yo con
los de él. Otros con un perfil semejante a él ni siquiera les mando el material, lo
tirarían sin siquiera fijarse de qué se trata. Es cuestión de no superar el umbral
de la tolerancia.
Téngase presente que los destinatarios de estos mails iban siempre como “copia oculta,” para
no difundir las direcciones o identidad de los destinatarios.
1.6.
371
M-4 ii. diálogos con agustín gordillo
Idem el editorial del NYT publicado en BAH del mismo día, p. 8: “Calibrating
the use of force.”
Nuestra prensa local ha comprado demasiado la noticia de la tercera guerra
mundial y la repite, aunque sea para hacer la contrapropuesta de la paz, tan equi-
vocada como la propuesta de guerra. El editorial del NYT y el discurso de Castro
son dos respuestas racionales, como debieran ser las reacciones de aquellos con
los cuales intercambio estos e-mails. Creo que ése el mínimo denominador común.
Tolerancia, diversidad, racionalidad. En esa línea está la sociedad de los
EE.UU. Por ello pienso que no habrá tercera guerra mundial. Es como cuando
hicimos la guerra por las Malvinas: Estaba seguro que nuestra irracionalidad
no arrastraba la de ellos y, por ejemplo, que no iban a bombardear Buenos Aires,
como pedía que no lo hicieran la canción de Charly García. Todo ello a pesar
de que en nuestra soberana estupidez un comando fue a España para intentar
bombardear Londres. Menos mal que los españoles los pararon. Obviamente
EE.UU. no va a bombardear ni ocupar Kabul (quizás ni siquiera Kandahar)1 ni
hacer nada que desate un mal peor que el que ya se cometió contra ellos.
Con lo cual puedo informar a mis atribulados contertulios del viernes que esto
no es solamente mi personal opinión, el NYT también la expresa.
El precedente punto 1.6 es un ejemplo de pequeña conversación culta, como se explica en el
Libro I, § 3, pp. XI-4/5 - 272/273, “Las banalidades de una conversación culta;” y se ejemplifica
en diversas ocasiones. Debe ser siempre algo del momento, transitorio pero no una charla de
café de televisión sino una charla informal de hombres cultos. La idea del autor es siempre
tener pensado alguno, por si se da la oportunidad que explica en el Libro I, pp. 272/3.
1.7.
372
i. el por qué de la red: personal training M-5
373
M-6 ii. diálogos con agustín gordillo
Este material fue enviado anónimamente por un cursante de postgrado, que él relacionaba
con el objetivo de hacer pensar en dicho curso.
374
i. el por qué de la red: personal training M-7
375
M-8 ii. diálogos con agustín gordillo
Comienzo el año sin festejar, leyendo un libro sobre el período 1976-1982 que
me resulta amargo por algunos incomprensibles errores de personas que ima-
ginaba mejor informadas, concretamente Roberto Cox, ex director del Buenos
Aires Herald, diario del que fui devoto lector en ese mismo período y lo soy
actualmente. Pues no se trata de muchos años de exilio ya que son comentarios
contemporáneos a los hechos. Tiene el libro otros defectos sobre los que volveré
luego, pero como en la historia bíblica, tiene virtudes. Quizás la mayor sea que
ingleses con importante conocimiento del país y con aprecio obviamente sincero
por él, vienen a ratificar una arista del mismo plexo de juicios valorativos sobre
nuestra sociedad, que ya viene siendo señalada por siglos por los extranjeros que
se han ocupado de nosotros.
Cuando algún ingenuo local pregunta “¿Cómo nos ven afuera?” no necesita
viajar para averiguar la respuesta, ni preguntarle a los turistas argentinos que
regresan.
Necesita solamente leer lo que tantos han escrito y tan poco leemos los argen-
tinos: Ortega y Gasset en “El hombre a la defensiva,” Naipaul en “The Return
of Eva Peron.” (Para nuestra vergüenza, ni siquiera se encuentra traducido al
castellano, tan poco nos interesa realmente saber qué dice de nosotros un Pre-
mio Nobel de Literatura.) Lo mismo que Darwin en 1837 y que todos los que
pasaron por estas tierras en cualquier momento de nuestros más de quinientos
años de historia. Todavía falta citar a los argentinos que lo hemos escrito, como
nosotros en 1982, en La administración paralela, tema que retomó Nino en Un
País Fuera de la Ley, etc.
Es la incapacidad de ver la realidad, nuestro drama más profundo y quizás
incurable.
376
i. el por qué de la red: personal training M-9
Este es otro ejemplo de posible breve conversación culta de ocasión para media hora en una
cena académica o profesional del primer mundo, como se explica en el Libro I, cap. XI, § 3,
p. XI-4 / 272 y ss.
377
M-10 ii. diálogos con agustín gordillo
378
i. el por qué de la red: personal training M-11
Entre las posibles explicaciones, una es que el propio país quedó lejos y uno
no vive a diario los desaguisados. “Tú puedes comprender mi dolor, pero yo solo
lo siento.” En esa perspectiva, Ud. siente ese país, pero solamente comprende la
Argentina. Y, claro está, yo no siento ese país y tampoco lo “comprendo.”
Otra explicación puede tener que ver con el idioma, del siguiente modo: No está
seguro de lo que habla, porque no es su idioma natal y se preocupa (el otro no
se preocupa); ello le genera una incomodidad inconsciente que, como mecanismo
de compensación psicológica, lo hace sentir también incómodo con el medio y no
solamente con el lenguaje.
Es lo mismo, mutatis mutandis, que el comentario que un manual americano
del tipo “How To” decía respecto de la primera computadora: Los primeros dos
meses uno piensa si le devolverán el dinero; los segundos dos meses siente: “Me
parece que voy a poder usarla.” El quinto y sexto mes dice: “Qué porquería esta
lenteja, la tengo que cambiar por una mejor.”
No importa que en la calle no se entienda con la gente, la gente habla mal o
bien según su nivel cultural personal. Ud. trate de hablar bien y lo demás vendrá
por añadidura. Acabo de ver en una película norteamericana que un veterinario
se encuentra con un mafioso y en una escena el mafioso le dice más o menos:
“Donblon.” El veterinario no entiende y se hace repetir, el otro le contesta casi
despectiva y en todo caso instructivamente: “Don’ b’ long!”
Cuando pregunto a un profesor europeo por mi pronunciación e inteligibilidad,
siempre me dicen: Ud. pronuncia correctamente, como en la Universidad; le en-
tenderán, aunque por cierto el acento extranjero siempre se le notará. El acento
lo corrigen la televisión y el cine.
El año pasado mandé poco material, el anterior mucho. Este año parece que toca
mucho otra vez. Estoy haciendo un trabajo en castellano que resume, con varia-
ciones, dos trabajos en inglés que también estoy preparando, de mayor extensión.
Me gustaría recibir vuestras opiniones, críticas o sugerencias, con miras a
mejorarlo para su publicación ulterior, posiblemente en el libro que sacará La
Ley con motivo de los 150 años de la Constitución de 1853.
Se trata de “Una celebración sin gloria,” reproducido en el tomo 7, pp. 137-155.
Es un poco amargo, pido perdón, pero vean los datos que anoto en su desa-
rrollo. Desde ya muchas gracias por las críticas, sugerencias o comentarios que
puedan hacerme. Quédense tranquilos: Ya lo miraron muchas personas y casi
nadie está de acuerdo. Así que pueden criticar con libertad, en la certeza de que
no se equivocan.
379
M-12 ii. diálogos con agustín gordillo
380
i. el por qué de la red: personal training M-13
Espero que no les caiga mal mi manera directa de hablar las cosas. No sé
hablar en circunloquios.
Ojalá reciban a bien este mensaje y se inscriban tentativamente muy pronto.
Desde ya, muchas gracias por el interés que nos puedan brindar y si pueden asis-
tir, comer con amigos, llevarse dos libros y tal vez aprender algo nuevo de lo que
está pasando en este momento en el país, mejor. El título del seminario debería
ser “El derecho administrativo, hoy,” pero ese ya lo utilizó primero Comadira;
o “La actualidad del derecho administrativo,” pero ese ya lo utilizó Salomoni.
Salimos con “El derecho administrativo de la emergencia,” porque en emergencia
estamos, pero no vamos a repetir temas ya tratados. Cada seminario supone te-
mas nuevos o enfoques nuevos. No tendría sentido repetir lo viejo, porque como
después publicamos un libro con las ponencias, los libros saldrían repetidos. Lo
digo porque pueden estar un poco cansados de hablar u oír hablar de la emer-
gencia. Piénsenlo de otro modo: Van a oír hablar de los problemas actuales del
derecho administrativo argentino, hoy. (Con ¡chapeau! a Comadira y Salomoni.)
[...]
381
M-14 ii. diálogos con agustín gordillo
[...]
Acaba de salir un artículo titulado “Quiebra soberana. Hacia un nuevo procedi-
miento internacional de insolvencia de Estados,” de Sergio Gabriel Ruiz y Carlos
A lberto José, publicado en El Derecho, 4-III-2003. Vale la pena leerlo.
[...]
Les mando el borrador de programa donde todavía hay que introducir pequeños
cambios de diagramación pero ya es definitivo en el contenido. Si llega a sobrar
tiempo en el desarrollo del seminario (lo que dudo) tenemos todavía más para
darles. Hay temas que van a estar para sacar balcones, como el debate sobre el
abuso del amparo en la emergencia. Más el libro de D’A rgenio; y el libro de la
jornada anterior y lunch, conferencias y amigos. Vengan a divertirse, enseñar
y aprender. Sobre todo a convivir en libertad, disenso y respeto, que tanto bien
nos hace a todos.
Hasta ahora tenemos 17 inscriptos, lo que nos permite adelantar trabajo de
preparación de facturas y recibos para el día del seminario. Si bien ya hemos
mandado a confeccionar las afichetas y trípticos, necesitamos saber si podemos
hacer el seminario de octubre solamente con el listado de e-mails. Les adelanto
qué pasa en octubre: Hablará Nazareno sobre “Globalización y regionalización
judicial,” tema del cual ya ha dado discursos en varias oportunidades y ahora
juntará todo para hacer un paper para nuestro seminario de octubre. Lo inte-
382
i. el por qué de la red: personal training M-15
383
M-16 ii. diálogos con agustín gordillo
pueden hacerlos publicar directamente, por cierto, es mejor, en todas las publi-
caciones que sea posible.
Si los libros se venden en su totalidad dejan un pequeño margen de ganancia a
la Fundación, que lo puede utilizar para solventar los déficits que cada seminario
produce. Este comentario no es para pedir ese dinero, pues la Fundación tiene
sus cuentas equilibradas, sino para explicar el destino económico del esfuerzo
académico que les pido, que, repito, no está pensado por el dinero sino por la
difusión de ideas que estimo harán bien al país.
Agradezco lo que puedan hacer pues creo que es una manera de ayudarnos
todos a tener un país mejor. Es obligarnos a pensar en los datos de nuestra rea-
lidad, a partir de análisis concretos, honestos y serios como los de todos los que
participan en los seminarios.
Escribe un contertulio:
“De la primera lectura del fallo San Luis podemos extraer que:
“a) No estabámos tal locos cuando en el Seminario del 2002 dijimos que los
“DNU” eran contrarios al art. 99, inc. 3°) de la CN, y en especial de los votos de
Fayt y Vázquez;
“b) tampoco cuando pedimos que sea cada Juez y en cada caso el que deberá
tratar la forma de ejecución de la sentencia (voto de Nazareno, Cons. 52);
“Lo que más me preocupa, es que los bancos ya están presionando al Estado
para que se haga cargo de la diferencia entre $ 1,40 más CER, y el valor del dólar.
Creo importante aquí el Cons. 25 del voto de Vázquez, que excluye cualquier tipo
de responsabilidad por parte del Estado. En caso que se pretenda y saque un
bono, lo pagaríamos todos los argentinos (hasta los desocupados de los planes
trabajar y jefe/a de hogar cuando adquieren comida) a través de los impuestos
directos e indirectos. Este sin lugar a dudas será un tema a tratar. Será perti-
nente una acción colectiva de parte del Defensor del Pueblo para impedir ello?
Un abrazo y hasta el jueves 20.”
A.G.: Muchas gracias por sus oportunas reflexiones, que esperamos nos las
comparta más a todos el día 20: Como verá, las estoy adelantando porque creo
que la irreflexión gubernativa y el peso corporativo sigue firme y avanzando,
hasta reconocido públicamente por Lemes Resnicov en La Nación de hoy, en un
artículo ¡con firma! (Viernes 7 de marzo de 2003, sección Economía y Negocios,
“Cualquier otra opción era peor.”)
384
i. el por qué de la red: personal training M-17
2
Remes Lenicov, op. loc. cit.
385
M-18 ii. diálogos con agustín gordillo
Hay más correspondencia sobre audiencia públicas infra, p. M-36 / 404; cap. II, p. M-87 / 455;
cap. IV, § 10.2, M-117 / 485 y p. M-173 / 541. El tema está desarrollado en el t. 2.
También hoy 19 de marzo salió en el diario La Ley un largo y muy trabajado artí-
culo de M aría Jeanneret de Pérez Cortés, titulado “La legitimación del afectado,
del Defensor del Pueblo y de las asociaciones. La reforma constitucional de 1994
y la jurisprudencia.” Son seis páginas del diario, con detalladísimas y completas
notas de todos los fallos que hay que conocer.
Es un trabajo que por momentos me ha emocionado, al contar con objetividad
total los problemas que tuvimos en los últimos años, desde 1994 al presente y
toda la jurisprudencia al respecto.
Al margen de que a uno pueda causarle más impacto que a otro, constituye
un trabajo que debe ser leído y estudiado cuidadosamente.
Es lo más completo y actualizado hasta el momento sobre el tema, hecho por
alguien que como magistrado ha sido actor fundamental de todo este proceso
histórico argentino de construcción de un nuevo y mejor derecho público.
386
i. el por qué de la red: personal training M-19
El día del ataque a las torres, mientras a Bush lo mantenían volando de base
aérea en base aérea por razones de seguridad y Cheney estaba en su búnker, más
de cincuenta funcionarios de alto nivel de distintas reparticiones ya empezaron
a trabajar a las diez de la mañana del 11 de setiembre, racionalmente, organi-
zadamente, elaborando el temario de puntos sobre los cuales debería focalizarse
el análisis de la nueva situación, sobre qué puntos llevarían a la atención del
presidente, etc. Cada uno de esos 50 funcionarios de alto nivel tenía a su vez el
respaldo de los demás funcionarios de su propia repartición, que lógicamente lo
asesoraban sobre qué puntos deberían sus jefes llevar a la cumbre del proceso
de decisión.
387
M-20 ii. diálogos con agustín gordillo
Hace muchos meses, este Bush hizo un discurso de una hora ante la asamblea
de las Naciones Unidas fijando la posición de su país. Por supuesto trabajaron
en ese discurso, desde antes, muchísimos funcionarios y además lo ensayó ante
un círculo íntimo durante dos días para asegurar que saliera bien.
No será obra personal de él, pero el discurso de una hora fue una maravilla de
equilibrio y respeto ante el islamismo, combinado con firmeza frente al terroris-
mo de cualquier signo. Lo dijo de memoria, pues no usó los textos y teleprompter
que tenía. O sea, hizo un gran esfuerzo para no cometer equivocación alguna.
No la cometió.
Desechen la idea del cowboy loco: El sistema simplemente no lo permitiría.
388
i. el por qué de la red: personal training M-21
Todos Uds. se dan cuenta, como todo el mundo, que no existe una razón directa
suficientemente poderosa como para justificar la invasión a Irak y el costo en
vidas y en dinero que supone, además del costo de relaciones públicas universales.
Todos se preguntan entonces cuáles son las verdaderas razones detrás de esta
invasión. Los que creen que es el petróleo de Irak tienen los números equivocados:
El costo de la guerra para EE.UU. supera lo que vale el petróleo de Irak, que
además no se va a beberlo de un barril.
Los que piensan que aprovechan para utilizar el armamento viejo y probar el
nuevo, simplifican la eficacia y eficiencia del país.
Aclaro primero, como es obvio, que no tengo ninguna información que no sean
los libros de actualidad y lo que van escribiendo los periodistas extranjeros, de
los cuales trato de entresacar una conjetura a mi juicio más racional de esta
conducta a primera vista injustificada en términos prácticos, además de morales.
Cabe tener presente como antecedente lejano que los EE.UU. saben que fallaron
al mundo entrando demasiado tarde a la segunda guerra, que para hacerlo ne-
cesitaron la justificación formal del ataque de Japón en 1942.
Antes de eso, implícita aunque no explícitamente, siguieron la lógica del ap-
peasement de Chamberlain. Así les fue a los que pensaban como Chamberlain.
Por ese lejano antecedente, Eli Wiesel, sobreviviente del holocausto y claro
pacifista, está a favor de la presente guerra. Creo, también, porque ve un pano-
rama más amplio, como el que sigue. Perdón si esto suena canchero, pero estoy
poniendo mi esfuerzo en razonar, no en lucirme.
389
M-22 ii. diálogos con agustín gordillo
16.5.2.2. Israel
Todos saben por igual que la mayor parte de los autores intelectuales y materiales
del 11 de setiembre fueron terroristas nacidos en Arabia Saudita y llevados al
fundamentalismo por el gobierno feudal de ese país. Creo que ese es uno de los
objetivos racionales indirectos de esta guerra. Por eso Arabia Saudita no apoya
la invasión. Sabe lo que viene después.
Para ejercer una presencia disuasiva en la región USA necesita bases en ella.
Kuwait y Quatar están un poco en las afueras de la región; Turquía no permitió
usar sus bases ni su espacio aéreo. Iraq está en el centro, geopolítica y militar-
mente hablando.
EE.UU. hizo un serio esfuerzo para reconstruir nuevos países democráticos luego
de la segunda guerra en ambos países. Lo logró.
EE.UU. hizo una gigantesca inversión y esfuerzo para que Europa se levantara
nuevamente, después de la segunda guerra. Lo logró. Hoy la Unión Europea
ampliada tendrá un PBI de 9.500 trillones de dólares, vs. 10.000 trillones de
dólares los EE.UU.
390
i. el por qué de la red: personal training M-23
16.6. Conclusión
Es imposible poner en palabras nuestro agradecimiento por todo lo que han hecho
los que asistieron (y algunos que no pudieron hacerlo) al seminario. Distinguidas
personas que hubieran perfectamente podido decir “Yo soy autor de la casa,”
o “Yo soy expositor,” o “Yo no fui al seminario,” han insistido de todos modos
en pagar la inscripción. En tiempos normales, el decoro nos hubiera impedido
aceptar tales pagos.
No hay palabras que permitan agradecerlo. Puedo al menos informarles que
el seminario más las ventas del día han dado un modesto superávit, que per-
mitió pagar parte de la edición del Seminario III. Como la mayor parte de los
inscriptos lo hizo a raíz de las comunicaciones de e-mails o de terceros que les
avisaron, estamos estudiando ahora seriamente si corresponde hacer el gasto de
afichetas y trípticos, que es buenas relaciones públicas pero puede resultar un
gasto prescindible. En esto tenemos divergentes opiniones en la interna de todos
los que colaboran en la organización de estos seminarios. De modo que sobre ello
no tenemos todavía decisión definitiva.
De todas maneras, les ruego que hagan en lo posible el esfuerzo de incluir a
vuestros conocidos y amigos en nuestro listado “Gordillo2003.” Sé que es un poco
esotérico y a veces políticamente incorrecto, como el comentario sobre la guerra
que mandé hoy; pero también es útil cuando varios me envían el fallo de la SCJBA
391
M-24 ii. diálogos con agustín gordillo
392
i. el por qué de la red: personal training M-25
Hace unos días Clarín publicó un artículo de Osvaldo Guglielmino, padre, sobre
el peronismo. Osvaldo Guglielmino, hijo, juez federal, pidió al diario que acla-
raran que no era el juez sino su padre el autor del artículo y, como es habitual
en estas cosas, la aclaración se publicó pero ni con lupa es posible encontrarla.
Además el artículo se ha seguido reproduciendo, por el consiguiente interés que
despertaron las aparentes manifestaciones políticas de un juez federal, ignorando
que en realidad eran de su padre, que no es juez. Por supuesto que ninguno de
los dos es responsable jurídicamente por las acciones del otro.
Debo confesar que yo mismo pensé por un momento que el autor era el juez
federal, pero como me pareció improbable deseché la idea y no leí el artículo; no
se me ocurrió que fuera el padre, sino un homónimo. Cuando recibo ahora la
aclaración formal, entonces se torna indispensable transmitirla.
[...]
Publicar algo es lindo, todo el que lo ha hecho lo sabe; todos debieran hacerlo:
Es un placer lícito que se gana con el esfuerzo. Cuando se ha publicado mucho a
través de las décadas el placer de verse en letras de molde en realidad no dismi-
nuye. El narcisismo es grande.
393
M-26 ii. diálogos con agustín gordillo
394
i. el por qué de la red: personal training M-27
También creo que los dos libros pueden ser de interés, compartan o discrepen
Uds. con su contenido. Como digo en uno de ellos, la lectura no es importante por
lo que se lee, sino por las reflexiones que el lector hace a propósito de lo que lee.
Algunos de Uds. han tenido la amabilidad, en ocasiones, de señalarme que
ciertas manifestaciones suenan a “autobombo” y pueden molestar. Las que me
han señalado las he eliminado, pero tal vez quedan demasiadas sin señalar.
También mis ideas provocan mucho enojo en algunos amigos.
En mis clases digo que uno puede enojarse, hacerse el enojado, enojar a otro,
pero algo es universal: El que se enoja, pierde. (Al menos pierde claridad de
razonamiento.)
Mi propósito, claro está, no es hacerlos enojar con relatos o afirmaciones que
puedan resultarles molestas por la autosuficiencia, falta de modestia, inclinación
ideológica, gustos personales, etc., que puedan detectar.
Traten de superar esos inconvenientes, en la medida en que el afecto no les
permita de entrada evitarlo y no piensen en lo que los libros denotan de mi per-
sona, sino en lo que pretenden señalar de la realidad.
Si logran reflexionar sobre la realidad a que estos dos libros intentan referirse,
les resultarán útiles. (Sus propias reflexiones, y los libros en la medida que les
sirvan para tenerlas.) Si yo soy desagradable o no es, en realidad, algo tan efímero
como la vida misma. No se detengan en algo que al polvo volverá.
Con todo mi corazón y todos mis defectos, pues, les invito a bajarlos de la
internet y tratar de adentrarse en su lectura.
P.S.: También ha salido, en cuatro tomos juntos, la edición peruana de mi
tratado (ARA Editores, Lima), y está por aparecer, igualmente en forma simul-
tánea de los cuatro tomos, la edición castellana que realiza en Brasil Editora del
Rey. (Belo Horizonte y San Pablo.) Gracias a los editores, sigue en pie la edición
gratuita en Internet. Estas ediciones, sumadas a las colombianas (Diké, Mede-
llín) y venezolana (FUNEDA, Caracas), ayudarán a hacerse de la obra en papel
a quienes no les lleguen o no les resultan accesibles las ediciones argentinas.
En cada sucesiva edición sigo corrigiendo y actualizando pequeños detalles que
van apareciendo, mejorando la referencia —en notas— al derecho comparado
latinoamericano, etc. Es un trabajo que nunca se termina. Como dijo Borges,
el concepto de obra terminada es producto de la fe o del cansancio. Me tengo fe,
pero no tanta, y todavía no estoy cansado: Uds. me ayudan a no estarlo. Gracias,
una y otra vez.
Los materiales que son de tipo público por naturaleza, por ejemplo fallos, pueden
por supuesto ser reproducidos ad infinitum, sin necesidad de autorización.
395
M-28 ii. diálogos con agustín gordillo
Muchos de Ustedes, los más cercanos en el aprecio, han advertido que mi costum-
bre de mandar cosas en inglés es una amable insistencia que pretende también
incitar el interés por seguir repasando la nueva lingua franca universal. En
los seminarios internacionales todavía se usa algo de francés, pero el inglés ha
devenido ya de rigueur; con lo cual muestro que el francés se usa como el latín,
para detalles coloridos, pero no ya como lengua oficial en los encuentros inter-
nacionales más comunes.
No digo que mi inglés sea flawless (sin fallas), sino que pueden leerlo con
ayuda de un profesor de inglés, quien no sólo les enseñará las fallas sino que de
paso les refrescará algo y les ayudará a seguir adelante en el esperanto que ha
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i. el por qué de la red: personal training M-29
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M-30 ii. diálogos con agustín gordillo
A lejandro Pérez Hualde me hace llegar, entre otros, los siguientes comentarios:
“Hay una líneas muy lindas de Umberto Ecco donde señala que él hace algo
así (mi amigo se refiere al tema del método) porque en una oportunidad en que
le pidieron que diera una conferencia sobre “Jerusalén” fue a la biblioteca para
ver qué había sobre el tema. Creo que dijo que encontró en la voz «Jerusalén»
unas 50.000 referencias bibliográficas. 50.000 capítulos que no alcanzaba a leer
en el resto de su vida. Allí —dice— se dió cuenta que primero tenía que poner lo
que él ya pensaba de antes y luego compulsar con algunos autores más o menos
conocidos o prestigiosos.
“Lo que no sé es si este método a uno se le ocurre después de haber empleado
el tradicional y de haber leído un montón. El montón suficiente como para tener
algo de «olfato» sobre qué es lo que puede servir o «tener color» para atacarlo.”
Sobre el mismo tema, he recibido también el siguiente e-mail del Dr. Luis
Federico A rias:
“Estimado Dr. Gordillo: Cuando recibí su correo lo leí inmediatamente y sin
pausa porque las cuestiones metodológicas y epistemológicas relacionadas con el
derecho, son las de mi preferencia. Es un aspecto totalmente descuidado por la
doctrina. En seminarios de otras ciencias sociales es usual encontrar trabajos
o disertaciones vinculadas a los fundamentos científicos de la disciplina, pero
en el derecho eso no ocurre y es por ello que la ciencia del derecho avanza poco
con relación a otras disciplinas. La metodología que Ud. propone me remite a la
distinción entre lo que el epistemólogo H ans Reichenbach en su obra Experiencia
y predicción denomina contexto de descubrimiento y contexto de justificación.
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i. el por qué de la red: personal training M-31
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M-32 ii. diálogos con agustín gordillo
Las consecuencias son obvias: “Esta nueva etapa histórica modifica las con-
diciones de competitividad internacional y, en consecuencia, las características
de la inserción en el sistema mundial de todos los países del mundo…”
b) USA y Medio Oriente. Un segundo tema de trasfondo, que no está en
ese artículo, es la creciente aparición de artículos norteamericanos que definen
la política a largo plazo de los EE.UU. en el medio oriente y son ab initio la
rationale de su intervención en Irak: Cambiar, en Irak por acción y, en muchos
países cercanos o que rodean a Irak, por efecto de comparación e imitación, los
modelos autocráticos y antiliberales actuales (que serían en conjunto el caldo
de cultivo del terrorismo internacional), por modelos democráticos, liberales,
abiertos. Esa fue y es la política de defensa de los EE.UU. contra el terrorismo
que definió como su enemigo. Un cambio gubernamental en EE.UU. no cambiará
esa política, sólo las tácticas.
En la lucha contra el terrorismo internacional son aliados naturales de los
EE.UU. tanto China (y con ella toda el Asia) como Rusia. India y otros acompa-
ñarán. La UE no lo entiende así todavía, está demasiado cerca del ojo de la tor-
menta y aun se ve a sí misma, además, como un contrapeso político de los EE.UU.
c) Parece indispensable prestar atención al desarrollo futuro de la Corte Pe-
nal Internacional, aunque USA no la integre, y a la World Trade Organization,
que integran tanto China como EE.UU y tiene tribunales de primera y segunda
instancia.
P.S.: No tengo inconveniente en que redistribuyan esta información y análisis,
pero por favor no me la atribuyan, para no recibir correspondencia no buscada.
Son análisis ajenos que simplemente reproduzco porque me parecen interesantes.
Transcribo parte de una carta que mandé recientemente, que puede ser de interés
a los demás y es, como siempre lo soy, absolutamente franca:
“Esta carta es un afectuoso y amigable cuasi reclamo y especial pedido, si Ud.
es tan gentil de permitírmelo.
“Ud. sabe que yo trato constantemente de hacer referencias a los trabajos
contemporáneos, e ir poco a poco eliminando los más antiguos.
[...]
“En los cursos de la Facultad, para suplir este problema del aburrimiento por
los temas muy repetidos, pido y propongo a los cursantes una tarea de interés
y ayuda mutua: Que escriban y publiquen una nota a fallo o un artículo y me
propongan en qué parte del tratado a su juicio debo incluir una nota, en su caso,
acompañando el texto de la nota que me proponen incluir.
400
i. el por qué de la red: personal training M-33
401
M-34 ii. diálogos con agustín gordillo
cap. VIII en la 8ª edición del tomo 1; 5°) el libro El método; 6°) La Administración
Paralela; 7°) los capítulos generales sobre procedimiento administrativo de el
tomo 2; 8°) los diversos prólogos a todos los tomos del tratado; 9°) los índices de
los cuatro tomos; 10°) el e-mail sobre costo-beneficio y 11°) el trabajo que propone.
Todo eso constituye un primer peldaño formativo en estos cursos, que requiere
reelaboración, reflexión, tiempo.
402
i. el por qué de la red: personal training M-35
Si uno cree que lo que escribió merece ser publicado es porque cree que merece
ser conocido. Esto no es un acto que se produce mágicamente ni por designio
divino, sino que es producto del esfuerzo individual de difusión.
Mi pedido expreso a los cursantes es que revisen los cuatro tomos con cuidado
para ver en qué lugares posibles sería razonablemente útil para el lector encontrar
una referencia a esa nota a fallo, preparar la nota de pie de página o modificación
del texto sugerida a consecuencia de la información o el criterio que el fallo y la
nota proporcionan, enviarla a mi oficina, asegurarse de que ha sido considerada,
colaborar en la revisión del texto en caso que haya sido incluida, supervisar que
no haya errores de tipeo u otros en su transcripción, verificar que en el prólogo a
incluirse en la siguiente edición se mencione la colaboración de haber sugerido la
modificación del tratado en ese u otros puntos, verificar que efectivamente salió.
Incluir en el CV el trabajo realizado.
403
M-36 ii. diálogos con agustín gordillo
Sobre el mismo tema general, ver también, en este cap., p. M-17 / 385; cap. II, p. M-87 / 455;
cap. IV, p. M-117 / 485 y M-173 / 541.
Los cursantes del tercero de los cursos que dicto en el postgrado, Audiencias
públicas (que aprobarán el seminario haciendo una audiencia pública real),
anuncian que ella se realizará el día 9 de octubre en la Facultad de Derecho de
la UBA, a las 17 hs., sobre el tema encomendado oficialmente por la Comisión de
Enseñanza del C.D. de la Facultad, acerca de la obligatoriedad del aprendizaje
de idiomas extranjeros como parte del currículo educativo.
Estos cursantes no tienen directiva alguna de mi parte para hacer la audiencia
pública y funcionan de manera totalmente autónoma: Han conseguido el encargo
y la delegación oficiales, han programado la tarea, la llevarán a cabo, informarán
de su resultado. Los integrantes de la mesa examinadora estarán presentes para
evaluar el trabajo, pero la consigna es que la materia se aprueba simplemente
haciendo la audiencia, siempre que sea una audiencia pública, sea ella o no un
éxito, tenga o no problemas, etc.
Es obvio que un tema teóricamente simple resulta endemoniadamente complejo
y consumidor de tiempo cuando se trata de hacerlo realidad. Esa es la verdadera
clave del aprendizaje. No he hecho cálculos reales, pero a mano alzada diría que
lleva por lo menos diez veces más tiempo hacer una audiencia pública que leer
todo el material escrito al respecto en la doctrina. Así es el conocimiento humano.
Todos los cursantes de la especialización, como mínimo, deberían asistir
para tratar de ver experimentalmente qué es una audiencia pública. (Aunque
404
i. el por qué de la red: personal training M-37
hayan asistido a otras, deberán también hacer una luego y este entrenamiento
previo es necesario.) Los que ya han hecho audiencias públicas debieran también
asistir para ofrecer sus comentarios y su ayuda y su apoyo personal a los que
realizan ésta. Los alumnos de la Facultad y también los graduados que no estén
ya convencidos de la necesidad de aprender al menos inglés (aunque desde luego
la audiencia no se encamina a ese idioma, sino a idiomas en general), pueden
también encontrarlo de interés.
405
M-38 ii. diálogos con agustín gordillo
sin olvidar a los propios magistrados que debieron superar su primera prueba
de fuego antes de asumir. Asumen ya templados por la lucha contra el poder que
les espera en el ejercicio futuro de su función. Yo no podré sumarme al evento
porque estaré afuera, pero todos los que puedan deben hacerlo. Vayan a darles
nuestro mayor y mejor abrazo y los que no puedan, mándenles al menos el cari-
ñoso saludo que yo también estoy mandando aquí. Dejen el granito de arena del
sólido respaldo de la sociedad civil.
[...]
LA PLATA, 18 de noviembre de 2003.
[...]
POR ELLO, la Suprema Corte de Justicia, en ejercicio de sus atribuciones,
RESUELVE:
1º) Disponer —a partir del 15 de diciembre de 2003— el inicio de actividades
de los Juzgados Contencioso Administrativo en los Departamentos Judiciales
que a continuación se detallan:
LA PLATA: Juzgado nº 1 a cargo del Dr. LUIS FEDERICO ARIAS (Dto. P.E
1948)
Juzgado nº 2 a cargo de la Dra. ANA CRISTINA LOGAR (Dto. P.E 1949)
MAR DEL PLATA: Juzgado nº 1: a cargo del Dr. SIMON FRANCISCO
ISACCH (Dto. P.E 1952)
Juzgado nº 2 a cargo de la Dra. ADRIANA MABEL SARDO (Dto. P.E 1953)
SAN MARTIN: a cargo del Dr. JORGE ANIBAL OCAMPO (Dto. P.E 1956)
LOMAS DE ZAMORA: a cargo de la Dra. GLADYS BEATRIZ MARTI (Dto.
P.E 1957)
SAN NICOLAS: a cargo de la Dra. MARIA ISABEL FULGHERI (Dto. P.E.
2129).
[...]
De todos los e-mails que recibí, el que más me gustó fue un poema de Neruda,
tomado de su libro Extravagario. No leí el libro, copio el poema:
Era la parte final del poema que, completo, se encuentra infra, cap. III, § 23, pp. M-91-2 / 459-60.
406
i. el por qué de la red: personal training M-39
Este es un mensaje colectivo, que por ende no necesita respuesta alguna y puede
ser directamente borrado, como todos los mensajes míos que empiezan con mi
apellido y van seguidos del año.
He recibido varios centenares de saludos, lo que es realmente muy gratifican-
te. Pero han aparecido algunos problemas de la tecnología que conviene tener
presente y paso a relatar más abajo.
Los mensajes que están enviados a un número indeterminado de personas,
o son de todas maneras impersonales, no los contesto aunque los agradezco in
pectore. ¿Por qué no los agradezco por e-mail, que es tan fácil?
Porque en la cantidad se pueden producir errores como el que relato a conti-
nuación, que es un e-mail personal con el cual contesté un e-mail colectivo, que
dio lugar a un verdadero enredo.
Vean Uds.:
“Muchas gracias por sus saludos de fin de año. Como en una comunidad todos
debemos ayudarnos, le aviso que posiblemente le ha pasado algo que una vez me
pasó a mí con los e-mails generales: Que el e-mail indique quiénes son los demás
destinatarios o incluso agregue sus direcciones de e-mail; para ello es necesario
indicar al mandar el mail que se trata de “copia oculta” en el lenguaje cibernético.
Me pasó una vez y tengo que estar siempre alerta para que no ocurra. ¿Qué pasó
al mandar Ud. su mensaje? No puso “copia oculta”, y a todos sus destinatarios les
llegó no sólo el mensaje colectivo sino además la lista de todas las direcciones de
los demás destinatarios, con lo cual me entero, por ejemplo, que es [amigo/a] de
una persona a la cual he retirado formalmente el saludo hace ya quince años […]
A su vez el error sigue en cadena, porque una persona que no conozco, que figura
entre sus destinatarios, hace a su vez lo mismo y contesta sobre el mismo cuerpo
de e-mail en vez de hacer otro, con lo cual me llegan saludos de desconocidos.
Espero no recibir también saludos de […]
“[Querido/a amigo/a], espero que no se moleste por este e-mail, el sentido so-
lamente es advertirle de un error que nos puede pasar a todos, de hecho me ha
pasado a mí, pero sobre el que conviene que nos alertemos recíprocamente para,
en la medida de lo posible, evitarlo.
[...]
“Por eso, si bien es bueno y necesario estar al día con la tecnología, conviene
también estar advertidos sobre los posibles errores de comunicación a que puede
dar lugar. Yo, personalmente, no mando saludos colectivos porque me puede pasar
lo del amigo/a de la anécdota.
407
M-40 ii. diálogos con agustín gordillo
“Cual sería el mayor castigo que este mensaje podría traer para su emisor?
¡Que justamente al emitirlo se olvide de incluir la referencia a “copia oculta” y les
llegue a todo el conjunto de casi novecientos destinatarios y algunos contesten
a todos, con lo cual el enredo será mayúsculo y esta vez imputable a mí! Hago
mis plegarias para que esto no ocurra, pero vivimos en medio del riesgo y este
es uno de los de estas maravillas que son la Internet y el e-mail.”
408
Capítulo II
esté en contra de Bush, USA o la invasión a Irak: No les gustará, pero debiera
hacerles pensar. Si no son capaces de leer una opinión adversa a lo que sienten
como justo en el corazón, no son librepensadores.
[...]
En castellano, un artículo de Rosendo F raga titulado “La candidatura del
MERCOSUR a la dirección de la OMC,” El Cronista, 3-III-05, p. 12, debe ser
leído para entender un poco más del mundo en el cual estamos. La propuesta
final es menos importante que la descripción que hace de la realidad mundial
actual en materia de comercio. Nadie que se precie de ver la realidad debiera
desconocerlo, aunque no todos sacarán las mismas conclusiones. En cualquier
caso y contrariamente al pesimismo que a veces se me adjudica, brinda un
interesante panorama optimista. Yo también leo a aquellos con cuya visión no
necesariamente concuerdo.
[...]
Ya estaba cerrando este mail cuando me pareció pertinente agregar una parte
de un mail que yo estoy enviando a un amigo mío, que no está en este listado.
Ocurre que le comenté una decisión que estaba por tomar en materia de bonos
en default (simplemente vender) y me dijo que no estaría tan seguro de ello y me
dio algunas alternativas. Con ello acerté y se lo agradecí. Cuando me dijo que
en verdad no me aconsejó y la decisión había sido mía, le escribí lo siguiente:
“[…] el riesgo que asumiste al darme una opinión sobre algo tan opinable,
solamente los verdaderos amigos lo hacen. Por supuesto que si el otro es recípro-
camente amigo, como lo soy yo, jamás se me hubiera ocurrido culpar al otro por
una opinión. Aunque es cierto que conozco muchas personas que piden opinión
y después se enojan cuando se la dan. Quedan en la categoría de ex amigos, por
propia determinación, pues con amigos como esos, ¿quién necesita enemigos?”
“En todo caso tu opinión fue justa, porque opinaste que yo debía pensar, no
guiarme por el simple hartazgo. Ese consejo fue de oro, lo seguí concienzudamen-
te y hasta ahora me dio resultado. En todo caso si me equivoco será por haber
pensado mal, haber calculado mal, etc. Y como me dijo A lberto R amón Real una
semana antes de morir, ante una consulta mía, «Agustín, cuando uno llega al
final de la vida, de lo único que no se arrepiente es de lo que hizo con convicción.»
Al hacerme pensar, me hiciste obrar con convicción (tanta como se puede tener en
materia tan volátil como gobierno y mercado) y quedé muy satisfecho con haber
obrado con tanta racionalidad como podía: Esa fue tu enorme ayuda y por ella
te estoy profundamente agradecido.”
[...]
A otro colega que pedía opinión sobre un trabajo, le adelanté lo siguiente:
410
ii. método y habilidades en la red M-43
“He separado en el estudio, para que Ud. las mande buscar cuando le resulte
cómodo, algunas publicaciones que le pueden resultar no solamente útiles sino
quizás necesarias, dependiendo del criterio que adopte al respecto.”
“En primer lugar se trata, muy particularmente, de un libro de Nieto con mis
notas, denominado Las limitaciones del conocimiento jurídico, en que se hace
una fuerte crítica a los trabajos que sustancialmente contraponen opiniones de
autores.”
[...]
“Por otra parte, no me parece bueno empezar con temas que se supone son
conocidos por todos, como la antiquísima jurisprudencia francesa […]. Eso ya no
resulta útil aprenderlo ni, menos, recordarlo: Sobre eso verá algunas reflexiones
muy importantes en Nieto. Le adjunto aquí también copia de una nota a fallo
que publiqué en noviembre del año pasado, titulada «¿Puede la Corte Suprema
de Justicia de la Nación restituir la seguridad jurídica al país?» En una de sus
notas hay una cita de Séneca sobre los libros de Dídimo; la misma frase está en
Nieto, citada de un tercero.
El artículo referido de halla ahora en Tratado de derecho administrativo y obras selectas, t. 7,
M arcelo A. Bruno dos Santos (dir.), El derecho administrativo en la práctica, Buenos Aires,
FDA, 2013, cap. XI, pp. 165 a 187, http://gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo11.pdf.
411
M-44 ii. diálogos con agustín gordillo
Queridos amigos:
Les agradezco, además del extraordinario honor de permitir que sea yo quien
haga estas reflexiones para el derecho argentino a propósito de vuestra magna
obra, la fina gentileza adicional de absteneros de darme sugerencias de cambio.
Imagino que las diferencias de fondo y de forma sobre todo o casi todo han
de haber superado lo razonable en cuanto a posibilidades de observaciones o
sugerencias.
Ocurre que nuestra realidad es muy lacerante. Ahora el país empieza a re-
cuperarse, pero no los individuos que han quedado sumidos en la pobreza o la
indigencia, a niveles que el país nunca tuvo antes del 2002.
Por supuesto, como en toda la historia, quienes estábamos mejor continuamos
mejor aún. Es la lógica implacable del “círculo vicioso de la pobreza” y del “cír-
culo vicioso de la riqueza,” que se da tanto a nivel de países como internamente
en cada una de las sociedades. Cuanto más atrasado es un país, mayor es la
diferencia de clases sociales. Estar en el medio y verificar cómo uno está mejor
cuando otros están peor es todo un dilema de conciencia, imposible de resolver sin
gestos heroicos, que a esta altura de la vida, bueno es reconocerlo, ya no tientan.
No queda sino refugiarse en estudiar, aprender, escribir, pensar, viajar. Ya
que no logramos modificar la realidad, tratemos al menos de ser elementos útiles
de la sociedad.
Inicié estos comentarios sin un plan definido. Los primeros capítulos me fueron
relativamente fácil de comentar: Leía vuestro capítulo, uno por vez, en orden y
escribía mi borrador de dos páginas. A partir de allí tuve un parate, no producto
de la obra, sino de verificar el camino que estaban tomando mis comentarios. Me
costó mucho superar esa inhibición y poder concluir con mi parte de comentarios.
Tuve también casos difíciles como el relativo a los contratos administrativos,
que los “resolví” con remisión bibliográfica, nada más; algunos capítulos donde
la temática de un capítulo vuestro continuaba en el siguiente, me quedé con mis
dos páginas al primero de esos capítulos, señalando en el segundo solamente una
remisión a la hoja del comentario anterior. Idealmente debiera haber hecho otra
cosa, pero así es como me salió.
Al final, con ayuda de muchos, he logrado, creo, darle unidad a mis comentarios.
Así como quedaron son un muestreo de grandes problemas irresueltos del derecho
administrativo argentino. El balance empírico es malo, decepcionante, a pesar
de todos los esfuerzos que uno pueda haber hecho y sin duda seguirá haciendo.
Vuestra obra es magnífica, debo reiterarlo una vez más. Logra no solamente
llevar por doquier el espíritu de cambio sino también el indispensable contexto e
412
ii. método y habilidades en la red M-45
historia de los problemas. Creo que aún cuando los argentinos y latinoamericanos
no conocemos la historia de estos dos siglos de derecho administrativo español,
de todos modos el método de análisis y la pujanza del enfoque, son un faro que
nos continuará guiando por muchísimo tiempo, ciertamente más que el tiempo
de nuestras vidas.
El libro de Nieto con mis comentarios me ha permitido enfatizar mucho la
comparación, que siempre hace pensar y es por ello enriquecedora. Creo que
ahora, con el renovado empuje de haber leído en profundidad y con detenimiento
y renovada admiración vuestra obra, me encontraré en mejor situación de hacer
lo mismo, llevar a pensar con la comparación. Haré todo lo posible por seguir
promoviendo y divulgando la reflexión sobre vuestra obra en América Latina,
aunque ciertamente no lo precisa. Sí precisa que tratemos de hacer realidad algo
de lo mucho que vuestras ideas preconizan y que nuestras realidades están tan
lejos de conseguir.
Les quedo pues reconocido múltiplemente, por el honor y el afecto de esta dis-
tinción que me han conferido, por la posibilidad de reflexionar en clave de vuestro
pensamiento acerca de los innúmeros problemas irresueltos de nuestro derecho
y nuestra práctica política, administrativa, legislativa, jurisprudencial, social.
He salido espiritualmente enriquecido de esta experiencia. Se los agradezco
también.
El autor hizo una presentación de García de Enterría para la entrega del doctorado honoris
causæ de la UBA, luego utilizada, a pedido del propio García de Enterría , como prólogo a su
libro Conferencias de Argentina, que se reproduce en la sección V, p. P-37 / 737.
413
M-46 ii. diálogos con agustín gordillo
414
ii. método y habilidades en la red M-47
“El «emoticón» es una clase de jeroglífico muy utilizado en Internet para de-
mostrar emociones. Incluso, hay quienes han construido con ellos cuasilenguajes
comunes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todos los usuarios conocen
sus significados y, también, que a muchos otros (sobre todo en el ámbito laboral),
les molesta recibirlos, ya que prefieren las palabras (o los llamados telefónicos)
a los signos.
“4) No escriba e-mails ni chatee exclusivamente en mayúsculas.
“Por más redundante que parezca, no está de más recordar que, para la eti-
queta virtual, escribir todo en letras mayúsculas equivale a gritar en el mundo
real. Por lo tanto, salvo que esté realmente enojado con quien está chateando o
con el receptor de su mail, no abuse de las «altas.»
“5) No remplace el «cara a cara» por un e-mail o una sesión de chat.
“Si bien es cierto que el correo electrónico acorta las distancias, hay cuestio-
nes que se resuelven mejor en un encuentro cara a cara. Por ejemplo, enviar un
mail a su jefe para pedirle un día franco porque «es más cómodo» es un auténtico
disparate y un rasgo de mala educación. Para resolver cuestiones por el estilo,
la charla es y será el canal de comunicación adecuado.
“6) No envíe archivos adjuntos «muy pesados.»
“La capacidad de las cuentas de correo electrónico va en aumento y, con ello,
son cada vez más los usuarios de Internet que usan el correo electrónico para
enviar pesadísimos archivos de audio y/o de video. Muchas veces, el despachante
no tiene en cuenta que el software de la PC del remitente puede no ser el mismo
que el del destinatario, por lo que ese video «maravilloso» se convierte en una
pila de códigos fuente sin sentido. Un auténtico bodrio, aún sin estimar la pérdida
del tiempo empeñado...
“7) Sea benévolo con los errores ajenos.
“En Internet, todos hemos sido, alguna vez, principiantes. Por lo tanto, si
nuestro novato interlocutor comete una torpeza, no lo castigue ni lo descalifique.
Hágale notar su falta en privado y no se olvide que es muy probable que, algún
tiempo atrás, usted mismo haya cometido el mismo, idéntico, error.
“8) No suba (ni recomiende sin avisar) páginas muy pesadas.
“Las fotos grandes y de buena definición lucen, qué duda cabe, mucho mejor.
Pero también está claro que no todas las personas que navegan en Internet dis-
ponen de la misma velocidad de conexión. Entonces, lo que a algunos les lleva
unos pocos segundos bajar, a otros los interna en un suplicio que parece eterno.
Evite torturar a los demás.
“9) Sea claro en las «listas de discusión.»
415
M-48 ii. diálogos con agustín gordillo
“Aquellos que comparten una misma obsesión, suelen anotarse en las llamadas
«listas de discusión,» donde comparten ideas e intercambian información sobre el
objeto o sujeto en cuestión. Si usted es aficionado (o piensa serlo) a esta práctica,
tenga en cuenta que esas listas reúnen a gente de todo el mundo. No asuma,
entonces, que sus referencias culturales serán comprendidas por todos y, si no
puede evitarlas, explíquelas. Es preferible ser obvio que críptico.
“10) Comparta los resultados obtenidos en sus investigaciones.
“El crecimiento de Internet se debió, básicamente, a que cientos de científicos
de todo el mundo intercambiaron información para multiplicar y mejorar los
resultados de sus investigaciones. De allí se deriva que el compartir información
sea considerado un signo de cortesía virtual, sobre todo entre aquellos usuarios
suscriptos a los grupos de investigación virtual. Las razones son evidentes: En-
riquece la discusión y democratiza la información.
“Tener en cuenta estas reglas protocolares ayudará al usuario de la red a
aprovechar mejor el tiempo que «vive» en Internet. Y, por qué no decirlo, a qué
nuestras cuentas telefónicas sean un poco menos aterradoras...”
Una alumna de El Método 2004, que todavía no aprobó el curso pues no pudo
hacer los trabajos, se queja en un mail amable, es cierto, de las habilidades or-
ganizacionales y eficacia de la secretaría de mi estudio. Si estuviera cursando
“Habilidades” le diría que esa queja no es una conducta hábil, pues los mails
son leídos precisamente por aquellos que son objeto de la crítica, con lo cual no
parece la mejor táctica de relaciones públicas.
Además contraviene la regla elemental que da Sauvy en su libro sobre la
burocracia, que cito en La administración paralela, de encontrar la pequeña
manecilla con la cual mover el aparato. La secretaria de alguien de quien uno
quiere obtener algo desempeña a ese efecto un rol fundamental, el de hacerle
recordar al destinatario final que está pendiente de respuesta alguna cosa. Para
ello hay que ganarse su buen trato, tratarla bien, para poder lograr que con su
ayuda el objetivo deseado por uno respecto de aquel para quien ella trabaja,
se pueda materializar. Desde luego, no es suficiente con mandar un mail, hay
que hablar por teléfono también cuando el mail no da resultado. Así es con la
administración pública, que es el rol que yo desempeño con estos cursos. Claro
que si se trata de un cliente mío los roles se invierten: Allí somos nosotros los
que insistimos, hablamos con la secretaria del otro, llamamos por teléfono para
avisar que va o fue un mail, etc.
En segundo lugar, aunque ahora creo estar ahora en la buena senda en la
organización del estudio, lo cierto es que hubo varios recambios voluntarios de
416
ii. método y habilidades en la red M-49
personas que trabajaban en el estudio. La misma queja que tienen los cursantes,
sobre el a su juicio exagerado detalle de exigir que no haya errores, se darán cuenta
que incide mucho más en el trabajo del estudio. Es simplemente acostumbrarse a
hacer las cosas bien, cuando se puede. Algo a lo que no estamos acostumbrados los
argentinos: Nos parece un exceso que nos pidan que un escrito no tenga errores.
Además, cabe ponderar que en el estudio hay demasiado trabajo y las compen-
saciones no son precisamente las mejores. Además de llevar mis declaraciones
de IVA y múltiples otras tareas tributarias, tienen que atender trabajo de la
Fundación, del suplemento de La Ley, de la coordinación de la actualización de
mi tratado y otros trabajos míos, de la edición de los suplementos de los semi-
narios, recibir y enviar los mails, clasificarlos (mil por año, aproximadamente),
etc. La carga del impulso procesal es de los administrados, como lo explico en La
administración paralela y también en el capítulo sobre los principios generales del
procedimiento administrativo en el tomo 2. Como siempre, se trata de la clásica
dificultad de lograr concatenar las lecturas con la praxis. Hasta que la praxis
no recoja la lectura, todavía estamos en el camino.
La administración paralela, en Tratado de derecho administrativo y obras selectas, t. 6, El
método en derecho - La administración paralela, Buenos Aires, FDA, 2012, Libro II, http://
gordillo.com/tomo6.html.
[...]
Empiezo el año enviando copia parcial de un mail que recibí. Me parece intere-
sante como recordatorio del contenido de mis cursos de El método, aunque quizás
yo no usaría algún adjetivo como el de un cierto desprecio a la norma, no porque
sea en rigor estrictamente inexacto, sino porque no hace a las buenas relaciones
públicas de un profesor de derecho.
La parte pertinente del mail que recibí dice así:
“… empecé a asumir sin espasmos que la verdad no es más que una conjetu-
ra provisoria que va mutando, como mutan los hechos. Merced a sus consejos,
empecé a analizar con más cuidado la razonabilidad de un acto, y a entrenarme
en saber ver los hechos, el sustento fáctico y el contexto externo de los actos. Fue
tal la preponderancia que empecé a darle a los hechos que muchas veces, para no
incurrir en error metodológico, directamente soslayaba el texto normativo que
se suponía que era aplicable al caso. Mis primeras conclusiones del problema
jurídico las extraía de un análisis minucioso de los hechos confrontado al texto
417
M-50 ii. diálogos con agustín gordillo
6. Haga el doctorado
En una de las series que sigo, uno de los personajes pregunta por e-mail, Hey,
Are you there? Estoy recibiendo e-mails en que me piden los “reinstale” porque
no reciben nada mío hace tiempo, o preguntando por mi salud. Les agradezco a
todos. I’m here. Estoy bien, lo que casi suena obsceno. Pero no tengo nada para
contar, ni bueno ni malo, que no haya recibido amplia difusión periodística.
418
ii. método y habilidades en la red M-51
En todo caso y para romper el silencio, les mando copia autorizada por el autor
a estos únicos y exclusivos fines, del librito de A lejandro Nieto García, Sobre los
límites del conocimiento jurídico. Lo he leído más de media docena de veces, con
voracidad y cuidado. No estoy de acuerdo en algunas cosas, o en el modo de decir
algunas cosas, y le propuse a Nieto hacerle unas glosas o comentarios con ese
contenido crítico, recordando de algún modo su libro de contrapunto con Tomás
R amón Fernández, Del derecho y del revés. Nieto ha tenido la generosidad de
aceptarlo y combinamos en que yo haría notas a su texto que irían todas juntas
al final. Le he propuesto que haga una réplica a mis divergencias y me ha dicho
que piensa dejar el original suyo y la crítica mía sin respuesta suya, para hacerlo
más atractivo y dejar la idea de discusión abierta. Lo pinta de cuerpo entero.
Obviamente mi aprecio y admiración por él se agigantan con esta muestra de su
generosidad y sencillez en quien tiene una de las mentes más originales de la
historia del derecho, coincidamos o no con él.
El librito se publicaría en los próximos meses por editorial Trotta de España;
hemos hablado con el editor y está de acuerdo. Pero como el mismo Nieto ha
dicho, primero hay que matar el oso antes de vender la piel; o sea, debo todavía
escribir mi parte. Cuento todo esto a sugerencia de él mismo, aunque con el oso
todavía caminando.
En Clarín de hoy, p. 34, salió un artículo del cual transcribo la parte que me
parece útil y acertada. De ella resulta una información más: Que el proceso
intelectual de selección de la lectura determina la memoria. Otra explicación,
alternativa, es que la atención que uno presta a la lectura cuando decide si va
leer o no, es lo que fija lo leído en la memoria. En todo caso, que no vale la pena
leer trabajos flojos porque no se registran en la memoria y que no se debe leer sin
estar evaluando simultáneamente si vale la pena hacer esa lectura.
Por supuesto, todo esto son hipótesis, el cerebro sigue siendo lo que menos
conocemos a pesar de ser lo que más necesitamos.
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M-52 ii. diálogos con agustín gordillo
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ii. método y habilidades en la red M-57
En una de las clases, que resultó funcionando como un taller de escritura, agre-
gué algunas recomendaciones a las que doy tradicionalmente. Las acompaño.
No usar normalmente calificativos antes de los apellidos que uno cita. Ni
doctor, ni profesor, ni maestro, nada. Si excepcionalmente uno quiere hacer un
homenaje, está bien hacerlo, pero no puede ser el estilo normal de la escritura el
andar calificando a las personas. Los no calificados quedan así descalificados,
innecesariamente.
No poner en el texto, normalmente, apellidos de autores. Hacerlo solamente
por excepción, cuando uno quiere homenajear a alguien o destacar en particular
lo que alguien ha hecho. Pero el texto no debe estar lleno de apellidos porque
dificultan la lectura.
Como norma general, no transcribir frases de terceros en el texto, ni normas.
Hacerlo solamente por excepción, cuando la cita que uno hace es verdaderamente
muy lograda y uno no encuentra otra forma, personal, de decir lo mismo, claro
que citando el origen de la idea en una nota al pie. Componer una pieza literaria
con trozos de terceros quita ilación a la nota, corta la narrativa, corta la lectura,
y lleva a que el lector saltee lo que está entrecomillado. No entrecomillar, claro,
es plagio. La sanción al plagiario es que no se lo cita.
Toda la información que uno adquiere cuando escribe no tiene que transmi-
tirla al texto. Es información que uno necesita tener en la cabeza al hacer lo que
hace, pero no debe cargarla en el texto a menos que crea que el lector no puede
encontrarla fácilmente o no tiene computadora o acceso a Internet. Si uno quiere
425
M-58 ii. diálogos con agustín gordillo
orientar la lectura, puede desde luego hacerlo, pero desde la nota al pie, nunca
desde el texto.
Determinar si el autor estudió el tema o no, es fácil: Si comete errores es que
no estudió bien.
Si cita mucho, con eso no muestra que estudió, muestra que no le interesa que
lo lean, porque justamente no está hablando él sino haciendo hablar a terceros.
La forma de demostrar que se ha estudiado el tema es no cometiendo errores de
información.
El texto tiene que tener simplemente el relato argumental de la idea del autor,
y toda información, referencia, fuente, etc., debe estar en las notas al pie para
que la lectura del texto se pueda hacer fácilmente y con agrado. Si uno quiere
ver más de lo que el autor está exponiendo, se fija en sus notas al pie. Si no le
interesa ver más, al menos que haya podido leer sin interrupciones lo que el
autor tenga que decir.
El papel no es para reproducir lo que ya está en Internet, eso lo busca cada uno
si lo necesita o lo quiere. No es función del papel reduplicar Internet. El trabajo
que uno hace debe argumentar, razonar, pensar, discutir, etc., y solamente in-
formar lo que no esté en el conocimiento público o accesible al conocimiento del
público, salvo las citas al pie que uno considere necesarias.
Todos tenemos un vicio adquirido del dar clase. Cuando se da la clase como
un mecanismo de transmitir información al alumno, entonces el profesor junta
información de donde lo cree pertinente y se la da predigerida al alumno, que así,
en vez de estudiar en las fuentes, estudia lo que le selecciona el profesor. Creo
que eso no es enseñar, pero en todo caso un material preparado con ese método
para los alumnos, tampoco es para publicar.
Lo mismo si a un alumno se le encarga realizar una monografía para aprobar
la materia. Quizás lo que el profesor quiere es que el alumno estudie, investigue,
y junte en una monografía todo lo que leyó. Si es así es un modo legítimo de apro-
bar la materia. Lo que no tiene sentido es publicar esa monografía donde sólo
hay recopilación de información. Eso no lo lee nadie y el autor se desprestigia.
Con tanto exceso como hay de material publicado, el lector selecciona constan-
temente qué va a leer, pues no puede leer todo. Si queremos ser leídos debemos
limitarnos a argumentar, razonar, discutir, etc., pensar y hacer pensar, pero
no informar sino en notas al pie y siempre que pensemos que el lector es un
desinformado tal que ni siquiera sabe donde buscar la información que no tiene.
En mi tesis doctoral hice capítulos de derecho comparado. Nunca la publiqué.
Cuando en una obra advierto un capítulo de derecho comparado, o un párrafo
de derecho comparado, no lo leo. Si me interesa, acudiré a las fuentes. Lo que
ciertamente no me interesa es la versión que me pueda dar otro de fuentes a
426
ii. método y habilidades en la red M-59
las cuales yo también puedo acceder. El derecho comparado se usa como parte
de un razonamiento, no como un relato autónomo y descolgado del resto de la
argumentación que uno está queriendo hacer.
Un escrito convence por sus argumentos, no por sus citas. Por cierto si las
ideas que uno utiliza han sido publicadas por otro, es del caso indicarlo al pie en
una nota, teniendo a su vez cuidado en no citar al tuntún, sino fijarse quién dijo
primero qué cosa. No sea que cometamos el imperdonable error de citar de algún
manual una frase o una definición como si perteneciera al autor del manual y
resulta que la frase o la definición ha sido dada por un tercero. Ahí queda en
descubierto la falta de estudio e investigación de quien publica la nota.
Además, claro, hay que poner títulos y subtítulos, utilizar la numeración de-
cimal para hacer subpuntos, utilizar la función esquema de la PC para intentar
distintas maneras de reordenar el material hasta que finalmente uno consiga
una ilación adecuada.
[…]
El año 2001 redistribuí cartas que recibía o contestaba y juzgaba de interés para
los demás, omitiendo los datos del que lo enviaba y lo personal de la carta salvo
que fuera realmente un tema académico puro. Es mi fuerte deseo preservar la
privacidad de las comunicaciones de cada uno. Si en algo me llegara a equivocar,
por favor díganmelo sin vueltas así lo corrijo y evito su repetición. En realidad
me han expresado dudas acerca de la prudencia de tan amplia difusión, pero mi
argumento es la transparencia.
Estuve intercambiando correspondencia con uno de los que llamo “amigos
profesionales,” sobre los trabajos que estoy haciendo actualmente, básicamente
An Introduction to Law, Statutory Limitations of Administrative Tribunals y
Civilizations and Public Law. A View from Latin America.
An introduction to law, Prefacio de Spyridon F logaitis, Director, European Public Law
Center, Londres, Esperia Publications Ltd., 2003, http://gordillo.com/aitl.html; “Statutory
Limitations of Administrative Tribunals,” conferencia pronunciada en Washington, D.C., el
22 de noviembre de 2002; “Civilizations and Public Law: a View from Latin America,” paper
y exposición oral presentadas al seminario internacional “Civilizations and Public Law,”
European Public Law Center, Atenas, 17-19 de abril de 2003.
En lo que sigue va reproducida parte de la última carta que envié, que pensé
puede interesarles a algunos de ustedes. Tiene el vicio de incluir algunas frases
en inglés, porque el idioma en que están los trabajos se me pegó transitoriamente
un poco. Ruego disculpas.
[...]
427
M-60 ii. diálogos con agustín gordillo
428
ii. método y habilidades en la red M-61
y es sólo para hombres: Soy un amante de los gadgets. Tengo una característica
que dicen ser femenina, soy gastador y por ello también disfruto de la capital del
consumismo, más NY que Washington D.C. Eso por lo que hace a las preferencias
ocultas. En cuanto a las de fondo, creo que en USA se trabaja más que en Europa
y en Europa más que en América del Sur. Eso es lo que hace a una sociedad más
fuerte, eso es lo que hace una sociedad más débil, respectivamente.”
“Hay una reflexión que sí introduje tratando de dar respuesta a su interrogante
y su crítica, y creo que esta correspondencia lo ejemplifica. En América del Sur
entendemos mucho la amistad como lavishing time on the loved ones. Time, just
time and of course love. While that may be true and appropriate anywhere in
the world when you are talking about the intimate family, it is not when you are
dealing with professional friends. You want time to be meaningful, you don’t have
an excess of it. Esos son los amigos profesionales: Uno podrá no tener siquiera
contactos sociales, los sentimientos son menos personales y más profesionales.”
“Para que Ud. tenga una idea más concreta, este trabajo lo estoy mandando a
60 amigos o conocidos de estas características. Unos 40, de cuya amistad profe-
sional no dudo, ni siquiera me contestaron esta vez, ni una sóla palabra, ni una
vez. Es que cuando se trata de amigos no se necesita perder tiempo en disculparse
por no contestar, el otro sabrá que alguna razón habrá que no será el disgusto o
el enojo con uno, sino simplemente que en el momento tiene otras prioridades, o
el tema no le interesa, o vaya a saber qué. No importa, es cuestión del otro: Si se
cansa, borra el documento o me pide que lo saque de la lista.”
“De los que contestan algunos observarán detalles, otros el enfoque general,
otros algún enfoque particular, otros harán críticas puntuales y así sucesiva-
mente, con cada aporte de cada amigo uno tiene la oportunidad de ir reformu-
lando el trabajo y, con suerte, mejorándolo al menos en la tesitura que uno haya
resuelto. A veces uno la cambia. Por ejemplo un amigo americano me dijo, con
fundamentos, «The time is not now.» Pues me convenció y modifiqué ese aspecto.
Hasta le robé algunas palabras de su carta, sin atribución por cierto pues era
muy personal y tengo suficiente confianza y muy larga amistad (más de cuarenta
años) como para hacerlo.”
“El grupo de 60 del cual le hablo se refiere a los angloparlantes que pensé
podía interesarles estos trabajos y tal vez darme alguna sugerencia. A los his-
panoparlantes que les interesa el inglés los estoy agregando en esta ocasión
por si les interesa practicar el idioma, simplemente; pero también por si tienen
comentarios que me quieran hacer.”
“Tengo a su vez una lista más extensa de personas a las que interesa el derecho
en general o el derecho administrativo en particular, y algunas que no son abo-
gados también. A ellos les mando noticias de interés general, por si les resultan
de interés. A veces ocurre que sí, aún cuando el tema no sea de los que ellos les
429
M-62 ii. diálogos con agustín gordillo
[...]
(Este material se encuentra ahora en el Libro I, El método en derecho, 2ª ed, dentro del t. 6
del Tratado de derecho administrativo y obras selectas, cap. XIII, “Enfatizando cuestiones
de método,” http://gordillo.com/pdf_tomo6/01/cap13.pdf.)
[...]
P.S.: Hay que buscar una buena idea, tener un buen comienzo, un buen final,
elegir un título con gancho, no dar información innecesaria o duplicada, cuidar
al lector final.
[...]
Una segunda tarea de aprendizaje para la clase del 8 de agosto consiste en que
lean —también superficialmente en cuanto al fondo: No interesa el contenido
sino nuestras dos materias— el trabajo que llevé a Yaoundé, que ya distribuí en
castellano pero por las dudas acompaño nuevamente. La idea es que hagamos
juntos una reflexión de costo–beneficio, o aplicación práctica del principio de
proporcionalidad, a fin de analizar cuánto esfuerzo obtiene qué resultado.
En este caso la idea es que las reflexiones que hagamos en clase las puedan
trasladar a su propia experiencia en la futura formación académica y profesional.
El objetivo, pues, debe en todos los casos estar orientado a determinar qué consejo
o guía práctica puede obtener cada uno para sí mismo.
No interesa aquí el contenido del trabajo ni su acierto o desacierto, sino sola-
mente el análisis de costo-beneficio personal. Para facilitar la tarea indico las
siguientes informaciones de costo de origen: Me enteré del congreso de Yaoundé
estando en otro Seminario del Instituto Internacional de Ciencias Administra-
tivas, en Frascatti. (Al sur de Roma.)
430
ii. método y habilidades en la red M-63
Me pareció que tenía que ver con mi libro The Future… y mi artículo Civi-
lizations… (trabajos y costos previos, el segundo preparado para el Congreso
que se realizó en Atenas en abril de este año) y pedí a mi secretaria, desde el
exterior (costo telefónico), que contactara al ponente general del tema específico,
Pedro Enrique A ndrieu, le adelantara mi deseo de participar en ese seminario,
le enviara el libro, etc. Luego lo llamé por teléfono a él también desde el exterior
para ver si mi inclusión era posible.
A mi regreso, finalmente pude determinar que asistiría y hablaría, todo lo cual
significó tiempo y esfuerzo de A ndrieu, pues los plazos hacía rato que estaban
vencidos.
También hubo que realizar un operativo para asegurar que me enviaran desde
Europa la cantidad de libros que se calculaba como necesaria, 150-200.
Mientras tanto, estuve pensando en una exposición que no fuera la repetición
de lo que ya tenía escrito (tiempo de reflexión) y comencé a trabajar sobre la idea
que había llevado para exponer en Frascatti (dos páginas), lo que transformé de
a poco en el documento que les distribuyo. (Hecho en inglés, luego traducido al
castellano por los coordinadores del libro López Olvera /Vocos Conesa —tiempo
y costo de ellos— y finalmente corregido por mí.) Para viajar debí darme obliga-
toriamente la vacuna contra la fiebre amarilla, y optativamente aproveché por
darme tres vacunas más de largo plazo. Ya estaba vacunado contra la gripe.
Las vacunas me ocasionaron un ligero estado febril y otras molestias (costo
en salud); además debí interrumpir una clase para ir a darme la vacuna en el
horario puntual en que la daban (de 15 a 16); también es un costo mío y ajeno. El
costo del viaje y la estadía estuvo a mi cargo, como la inscripción en el congreso.
El viaje de ida llevó cuatro días, el de regreso tres días; ello debido a la extrema
dificultad de combinar las conexiones.
Al costo del viaje hay que agregar el exceso de equipaje y costo de los libros,
de llevar 200 ejemplares del libro para distribuir y el exceso de equipaje de traer
documentación del congreso. (Para ello hube de pedirlos al exterior, pagarlos,
hacerlos retirar de la aduana, etc.) Los 200 libros se pusieron a disposición del
público, todos fueron retirados, pero pude advertir que varios participantes eu-
ropeos en mi tema no tomaron el libro.
No asistí sino a las reuniones de mi grupo de trabajo, que eran una por día, de
dos horas. El resto del tiempo lo dediqué a trabajar en el hotel sobre mi ponen-
cia, para reducirla a cuatro o cinco páginas que es lo que corresponde a quince o
veinte minutos. Con mucho esfuerzo finalmente pude reducirla a cuatro páginas;
en la exposición misma hube de saltear parte de la lectura porque con mi reloj
delante ví que me faltaría tiempo.
431
M-64 ii. diálogos con agustín gordillo
Para poder hacer ese trabajo previo de resumen y cálculo del tiempo debí llevar
la laptop y sus accesorios (costo, molestia, engorro de viaje) y utilizar artículos de
escritorio que llevé conmigo (ídem). El cómputo del tiempo de exposición ya lo tenía
predeterminado (costo previo) de cuando expuse en noviembre en Washington.
(“Restricciones normativas de los tribunales administrativos internacionales.”) En
aquella ocasión viajé una semana antes (a mi costo) para trabajar todo el tiempo
en el hotel con una grabadora y la computadora a fin de afinar el uso del tiempo.
De no haber efectuado ese entrenamiento antes, debiera haberlo efectuado
en Yaoundé. Ese entrenamiento, ahora en inglés, lo hice al comienzo de mi vida
académica en castellano. Cuando fui profesor en París I y París II tenía que
preparar cada clase por escrito, hacerla corregir y luego ensayarla hasta que me
saliera pulidamente. Bastante trabajo, costo previo.
Uds. deben también tener el entrenamiento de saber medir el tiempo en
cada minuto de exposición. Los que vayan a hablar en el seminario del 20
de agosto pueden calcular perfectamente el tiempo que cada uno dispondrá, y
prepararse consecuentemente. El costo de no prepararse es que a uno le recuer-
den que se le venció el tiempo y se desconcentre o ponga nervioso; que la gente
considere que uno cansó o aburrió, que no lo escuchen la próxima vez (recordar
Lord Denning), que no lo inviten de nuevo, etc.
Todo tiene su costo. No todo tiene su beneficio. A veces el beneficio es no tener
perjuicio.
Ni en Washington, ni en Yaoundé, hice paseo alguno. Ni siquiera tuve tiem-
po ni deseos de salir de mi habitación del hotel salvo para hacer la exposición:
Debía estar concentrado intelectualmente, descansado físicamente para estar
en forma casi óptima para dar lo mejor de mí. Mi objetivo no era pasear sino
exponer en las mejores condiciones. Cuando quiero pasear, voy a pasear; cuando
debo trabajar, trabajo.
Una persona holandesa dijo haber leído mi artículo “Civilizations…” Después
encontré un finlandés que también lo había leído. A ambos les gustó; el matrimo-
nio holandés llevó un libro más para la biblioteca del Congreso de Holanda. El
coordinador del panel, A ndrieu, me dijo que el nuevo trabajo (que menciono al
final) le pareció “fuerte” y “polémico”. El presidente de la mesa, un húngaro que
es vicepresidente del Instituto de Bruselas y representa a su país en París ante
la Unión Europea, me felicitó por haberme ajustado al tiempo (tenía 15 minutos,
utilicé catorce) y creo que le gustó la exposición.
Hicieron contacto conmigo e intercambiamos tarjetas, en total, 7 personas, a
todas ellas hube de darles el ejemplar del libro (me había quedado con algunos),
pues no lo habían retirado. Me prometieron leerlo y como europeos seguramente
cumplirán. Asistencia al Congreso: 260, en su mayor parte de lo que se denomina
Africa subsahariana, pero también de países asiáticos, medio oriente, etc.
432
ii. método y habilidades en la red M-65
433
M-66 ii. diálogos con agustín gordillo
Conesa (coords.), Perspectivas del derecho público en el umbral del Siglo XXI, Buenos Aires,
FDA, 2003, pp. 293-308.
434
ii. método y habilidades en la red M-67
Toda mi vida luché, en mi interior, contra la nota. Mi padre me decía que no hacía
falta que yo fuera “el mejor,” sino que estuviera “entre los mejores.”
Salto deliberadamente a la Universidad como profesor, omitiendo por ahora mis
tiempos de estudiante. Por mi historia, siempre consideré con cierta extrañeza a
la gente que buscaba el diez absoluto o la nota perfecta. He puesto muchas veces
diez absoluto a alumnos que estaban cursando, a veces antes de que terminaran
el curso: Es obvio, siguiendo una simple regla estadística, que he tenido alumnos
brillantes. En efecto, puesto que hay personas brillantes en la vida, que a su vez
han pasado por la Universidad, es casi imposible que un profesor de más de cuatro
décadas de docencia no haya tenido muchos alumnos brillantes, merecedores del
diez absoluto. Pero a veces es difícil distinguirlos cuando los alumnos son muchos.
Recuerdo quejas desgarradoras de personas a las que destruí el promedio
calificándolas con un nueve, el único en su historia de todos diez. Nunca lo hice
intencionalmente y durante buena parte de mi posterior vida docente anuncié
que el que quisiera mantener promedio me lo anunciara al comienzo del curso,
así lo tenía en cuenta a esos efectos.
Se ve que esto sonó más a amenaza que a honesta advertencia, porque no re-
cuerdo que me haya sido dicho. Siempre aparece, con todo, alguien que me anuncia,
cuando ya termina el curso, que necesita nota porque piensa pedir una beca en
una universidad extranjera donde el promedio es requerido como condición: Me
lo acaban de decir en un curso de Habilidades Profesionales donde hace varios
años que califico solamente con “Aprobado,” ni siquiera desaprobado: El que no
aprueba le digo que debe recursar y lo anoto como ausente.
Para medir si alguien merece un diez se necesita tiempo y atención especial.
No comprendo que alguien busque el diez y no se atreva a decirlo al profesor al
iniciar el curso, para que lo pruebe y vea si merece el diez o no. Lo otro es jugar
a la lotería: Impresionar lo suficientemente bien al profesor como para que éste
considere necesario e inevitable ponerle un diez. Es claro que muchos conocen
este juego y se ganan un diez siendo siempre brillantes con comillas, no brillan-
435
M-68 ii. diálogos con agustín gordillo
tes en serio. Pero eso es de patas cortas, no dura demasiado. La vida no pone
sobresaliente a todos todo el tiempo.
Cabe recordar la anécdota de Norman Brisky que cuenta el Libro I, “no te
hagás el buen alumno.”
Por eso creo mejor tratar de derivar las energías no a conseguir promedio
alto, sino a tratar más y conocer mejor las enseñanzas de aquellos que se crea
que le pueden enseñar. En los cursos de postgrado muchos aprovechan y muchos
desaprovechan esa posibilidad. Algunos tratan de hacer contacto con los nombres
conocidos o famosos, no con los que les pueden enseñar algo. Tampoco es bueno.
Pocas veces me han pedido una carta de recomendación para una solicitud de
beca ante una universidad extranjera. En todos los casos menos uno, quienes me
lo pedían tenían una historia de trabajo y conocimiento profesional conmigo. Pude
empezar la carta diciendo desde cuándo los conocía, a través de qué actividades,
y qué impresión fueron causando en mí a través del tiempo. En todos los casos
en que hice recomendación genuina de una persona que conocía bien del mundo
académico, siempre fue aceptada para lo que se proponía conseguir. El problema
no es la nota, ni siquiera salir de una buena Universidad. El problema es cómo
la persona es y cómo trabaja o estudia.
[...]
A veces hay profesores extranjeros o miembros de comisiones de admisión o
reválida que me llaman por teléfono o me mandan un mail pidiéndome mi opinión
sobre algo relativo al mundo académico. Siempre contesto con sinceridad. Algunos
miembros argentinos de jurados hacen lo mismo solicitando opinión a las refe-
rencias que los concursantes ofrecen. Los resultados pueden ser sorprendentes.
El objetivo no debe ser la nota, sino el aprendizaje real que uno tenga en fun-
ción de haber cursado.
436
Capítulo III
NUBARRONES EN LA RED
[...]
“Con el inglés, aunque tengo facilidad desde chico, tengo trabas que las defi-
niría como «psico-ideológicas». Como idioma no me gusta nada al igual que los
anglosajones, aunque los respete de alguna manera. Igualmente sé que tengo que
hablar la lengua que domina al mundo. Imagínese cuando los chinos dominen el
mundo, ahí sonamos todos.”
Amigo, gracias por sus saludos y por su inteligente honestidad en lo que los
psicoanalistas llamarían el insight. Reconocer el problema es el primer paso
hacia solucionarlo.
Estuve mirando nuevamente la película futurista Blade Runner y advierto
que allí hablan inglés, con una fuerte presencia asiática (china y japonesa), y
castellano en off. Creo que es una buena predicción del futuro, en el aspecto
lingüístico. En Europa es normal que cada persona hable tres idiomas, y ya
se va consolidando como política oficial de la Unión Europea. Si Blade Runner
acierta, podremos seguir con el castellano y deberemos, como yo creo, aprender
438
iii. nubarrones en la red M-71
el inglés, pero tal vez nos salvemos de aprender chino porque ellos aprenderán
inglés antes que nosotros.
Esas son las buenas y las malas noticias, al mismo tiempo.
Aclaro de paso que el congreso que comenté en el mail respectivo, donde dos
hablaron francés y tres italiano, y todo el resto inglés, incluso en los pasillos, no
había un solo anglosajón! O sea que el eventual disgusto que cada uno tenga con
los anglosajones no debiera dirigirlo también a la lengua universal. Es como si
criticáramos al español o castellano, o no quisiéramos hablarlo, si es que tenemos
alguna resistencia con España, o Castilla. Personalmente no tengo resistencia
con España (toda mi sangre es española; la mitad castellana) ni con el español
o castellano. Tampoco con los países anglosajones ni con el inglés.
Si hay que estudiar algún otro idioma que el español o castellano, y vaya que
lo hay, es menos sufrimiento estudiar y hablar inglés que francés. Además, hay
reuniones y organismos donde la única lengua es el inglés y no hay traducción
simultánea a ningún otro idioma, ni siquiera francés y mucho menos español,
portugués, italiano, alemán, etc. A mayor abundamiento, hay más películas para
practicar en inglés que en ningún otro idioma.
Y así como nadie confundiría el español o castellano con España, no confundan
el inglés con los anglosajones.
439
M-72 ii. diálogos con agustín gordillo
The administration has argued that the threat of terrorism justifies some tough
measures in dealing with suspected enemies of the United States — holding such
people without specific charges in some cases or denying them access to counsel
if such tactics can prevent more attacks like those of Sept. 11, 2001.
But some civil libertarians have expressed fears that in so doing the govern-
ment, and the American people, may make mistakes that will be regretted many
years from now, much as the internment of Japanese-Americans during World
War II is today.
The justices’ decision to take the Hamdi case appeared to increase the likeli-
hood that they would also take another case that pits national security consider-
ations against issues of personal freedom. That case comes from New York City,
where the United States Court of Appeals for the Second Circuit ruled on Dec.
18 that President Bush lacks the authority to detain indefinitely a United States
citizen arrested on American soil on suspicion of terrorism simply by declaring
him “an enemy combatant.” The authorities say that suspect, José Padilla, plotted
with Al Qaeda to detonate a so-called “dirty bomb” in the United States.
On Wednesday, the Bush administration reasserted its broad authority to
declare an American citizen to be an enemy combatant, and it suggested that
the justices hear the Hamdi and Padilla cases at the same time.
The government said in its brief that the Second Circuit ruling in the Padilla
case was “fundamentally at odds” with court precedent on presidential powers,
which the courts have historically given greater deference to in matters of natio-
nal security. The decision “undermines the president’s constitutional authority
to protect the nation,” Solicitor General Theodore B. Olson wrote.
The justices have already agreed to look at a another case involving detentions
in the campaign against terrorism, decided on Dec. 18 by the United States Court
of Appeals for the Ninth Circuit, based in San Francisco. That court declared
that the administration’s policy of imprisoning some 660 noncitizens captured
in the Afghan war on a naval base in Guantánamo Bay, Cuba, without access
to United States legal protections was unconstitutional as well as a violation of
international law.
The Hamdi case comes to the Supreme Court from the United States Court
of Appeals for the Fourth Circuit, based in Richmond, Va. That tribunal, widely
considered the most conservative federal appeals court, ruled in July that the
president does have the authority to detain indefinitely as an enemy combatant
a United States citizen captured on the battlefield and to deny him access to a
lawyer.
440
iii. nubarrones en la red M-73
Mr. Padilla, the defendant in the case from the Second Circuit, was arrested
in the United States. He is a former Chicago gang member and has been held
in the same brig as Mr. Hamdi.
441
M-74 ii. diálogos con agustín gordillo
consumidor. Ahora, en estas dos importantes cuestiones, pese a contar con una
norma local, deberemos seguir invocando los preceptos de la ley nacional.
“Finalmente hemos obtenido la «ley posible» a costa de algunas claudicaciones
que no significan resignaciones: Intentaremos seguir perfeccionando el sistema.
A mi juicio, las modificaciones no llegan a empañar la calidad sustancial del texto
sancionado que, si bien no es una maravilla de la técnica legislativa, contempla
cuestiones sin precedentes en nuestro derecho nacional (v. gr. la enumeración de
las obligaciones del estado en la materia en cuanto a las «políticas» de protección,
de regulación, de control de los servicios públicos, de educación, etc.; los efectos
expansivos de la cosa juzgada y de los acuerdos homologados en la instancia
administrativa; etc.).
“Le pido disculpas por la extensión del correo, pero creo que la trascendencia
del asunto lo ameritaba.
“Aprovecho la oportunidad para agradecerle una vez más el aporte que opor-
tunamente nos hiciera, enviarle un abrazo cordial y desearle un muy buen año.
“Dr. Dante Rusconi
“Instituto de Derecho del Consumidor
“Colegio de Abogados de La Plata
“PD: Si entiende que la cuestión puede ser de interés para el resto de los «con-
tertulios virtuales,» y en razón que Ud. es tan cuidadoso con estas cuestiones,
autorizo expresamente a reenviar mi correo o las partes del mismo que considere.”
442
iii. nubarrones en la red M-75
7. Entre amigos
443
M-76 ii. diálogos con agustín gordillo
Todas las estadísticas son engañosas, por eso hace varios años dejé de mirar el
número de consultas a mi sitio de Internet: Al cambiar el sistema de conteo de-
creció extraordinariamente el número de consultas. ¿Dónde está la verdad? Perdí
interés en saberlo, máxime que ahora tengo cambiantes hostings. Telefónica me
dio de baja, pero por suerte no es un monopolio en esta cuestión. En todo caso mi
primer hosting en www.gordillo.com y www.gordillo.com.ar sigue en pie en las
mismas manos, aunque ellos también han cambiado la ubicación física del host.
Esos sitios en Internet se los debo a un amigo que preserva mucho su privacidad
y no está en este listado: Fue él quien me hizo la reserva y me la regaló antes
que otro me ganara de mano. Lo doy como ejemplo permanente del valor de la
amistad y la solidaridad: Lo que parece inspiración o creatividad frecuentemente
es nada más que buenos amigos y, claro, saber escucharlos.
Volviendo a los números: Ahora mi secretaria me advierte que al referirme al
número de contertulios digo —decía— 900. En realidad yo pensaba que exageraba,
que eran algo así como 850, pero parece que salvando algunas depuraciones por
errores de domicilio electrónico, somos algo así como 1.050. Por eso ahora le pedí
que cada vez que yo haga referencia a cuántos somos, lo corrija directamente.
444
iii. nubarrones en la red M-77
Este crecimiento indica algo, de cualquier manera: Que son mis propios con-
tertulios virtuales quienes están difundiendo y promoviendo la inclusión en la
lista, lo cual indica que les parece de interés. Es que son muchos los que me dan
ideas para retransmitir a los demás, como advierten este año de la profusión de
mensajes que estoy redistribuyendo.
445
M-78 ii. diálogos con agustín gordillo
Customer: I guess I have to run to the neighborhood ATM and withdraw some
cash before your guy arrives.
Operator: You can’t do that Sir. Based on the records, you’ve reached your
daily limit on machine withdrawal today.
Customer: Never mind just send the pizzas, I’ll have the cash ready. How long
is it gonna take anyway?
Operator: About 45 minutes Sir, but if you can’t wait you can always come and
collect it on your motorcycle...
Customer: What the...?
Operator: According to the details in system, you own a Harley,... registration
number E1123...
Customer: @#%/$@&?#
Operator: Better watch your language, Sir. Remember on 15th July 1987 you
were convicted of using abusive language to a policeman...
Customer: (Speechless).
Operator: Is there anything else, Sir?
Customer: Nothing... by the way... aren’t you giving me that 3 free bottles of
Pepsi as advertised?
Operator: We normally would, Sir, but based on your records you’re also di-
abetic...!!!
Los jueces argentinos, según los diarios, están molestos porque desde Suiza les
señalan cómo se identifica en un banco desarrollado a un cliente: La fecha de
nacimiento, los familiares, datos de esa naturaleza.
No deberían estarlo, porque las tarjetas de crédito nacionales hacen lo mismo.
Y en cuanto a los bancos del exterior, por supuesto que todos hacen lo mismo.
La justicia suiza no puede, pues, pedir información a los bancos de ese país
sin precisarles tales datos.
Y los jueces argentinos no pueden cursarle oficios útiles a la justicia suiza si
no cumplen con los requisitos que el abogado de la Argentina en Suiza ha comu-
nicado a la cancillería y ésta ha hecho públicos.
Tal vez mi último mail fue muy general. Desde luego me estaba refiriendo sola-
mente a los casos que comentan los diarios. En todo caso vale la pena la aclaración
446
iii. nubarrones en la red M-79
14. Pedido de información para escribir una nota sobre la celebración del pri-
mer año del Código Procesal Administrativo de la Provincia de Buenos Aires
Aunque sea algo irreverente, siempre suelo decir que he desarrollado algo de la
mentalidad de la monjita que pide a todo el mundo. Por favor no me inunden con
las diferencias porque se atoraría toda la Internet para siempre. En todo caso
lo digo a modo de introito buscando una forma de pedir excusas por un nuevo
mangazo intelectual e informativo. La información que reciba y unifique al
menos la redistribuiré nuevamente, con lo cual lograrán el efecto acumulado y
multiplicador o “sinérgico” de todo lo que me manden. Si quisiera endulzar más
la píldora (hay un dicho español que dice más o menos “Si gustara la píldora, no
447
M-80 ii. diálogos con agustín gordillo
448
iii. nubarrones en la red M-81
449
M-82 ii. diálogos con agustín gordillo
la, Panama, Nicaragua, Thailand, Venezuela, and Bolivia have filed suit in the
geographically diverse locales of Washington, D.C., Puerto Rico, Texas, Louisiana,
and Florida, in both state and federal courts. Why none of these countries seems
to have a court system their own governments have confidence in is a mystery to
this Court. Moreover, given the tremendous number of United States jurisdictions
encompassing fascinating and exotic places, the Court can hardly imagine why
the Republic of Bolivia elected to file suit in the veritable hinterlands of Brazoria
County, Texas. The Court seriously doubts whether Brazoria County has ever
seen a live Bolivian ... even on the Discovery Channel. Though only here by re-
moval, this humble Court by the sea is certainly flattered by what must be the
worldwide renown of rural Texas courts for dispensing justice with unparalleled
fairness and alacrity, apparently in common discussion even on the mountain
peaks of Bolivia! Still, the Court would be remiss in accepting an obligation for
which it truly does not have the necessary resources. Only one judge presides in
the Galveston Division--which currently [**4] has before it over seven hundred
cases and annual civil filings exceeding such number--and that judge is presently
burdened with a significant personal situation which diminishes its ability to
always give the attention it would like to all of its daunting docket obligations,
despite genuinely heroic efforts to do so. And, while Galveston is indeed an
international seaport, the capacity of this Court to address the complex and
sophisticated issues of international law and foreign relations presented by this
case is dwarfed by that of its esteemed colleagues in the District of Columbia
who deftly address such awesome tasks as a matter of course. Indeed, this Court,
while doing its very best to address the more prosaic matters routinely before it,
cannot think of a Bench better versed and more capable of handling precisely this
type of case, which requires a high level of expertise in international matters.
In fact, proceedings brought by the Republic of Guatemala are currently well
underway in that Court in a related action, and there is a request now before
the Judicial Panel on Multidistrict Litigation to transfer to the United States
District Court for the District of Columbia all [**5] six tobacco actions brought
by foreign governments, ostensibly for consolidated treatment. Such a Bench,
well-populated with genuinely renowned intellects, can certainly better bear
and share the burden of multidistrict litigation than this single judge division,
where the judge moves his lips when he reads . . . .
Regardless of, and having nothing to do with, the outcome of Defendants’
request for transfer and consolidation, it is the Court’s opinion that the District
of Columbia, located in this Nation’s capital, is a much more logical venue for the
parties and witnesses in this action because, among other things, Plaintiff has
an embassy in Washington, D.C., and thus a physical presence and governmental
representatives there, whereas there isn’t even a Bolivian restaurant anywhere
near here! Although the jurisdiction of this Court boasts no similar foreign offi-
450
iii. nubarrones en la red M-83
ces, a somewhat dated globe is within its possession. While the Court does not
therefrom profess to understand all of the political subtleties of the geographical
transmogrifications ongoing in Eastern Europe, the Court is virtually certain
that Bolivia is not within the four counties over which this Court presides, even
[**6] though the words Bolivia and Brazoria are a lot alike and caused some
real, initial confusion until the Court conferred with its law clerks. Thus, it is
readily apparent, even from an outdated globe such as that possessed by this
Court, that Bolivia, a hemisphere away, ain’t in south-central Texas, and that,
at the very least, the District of Columbia is a [*1010] more appropriate venue
(though Bolivia isn’t located there either). Furthermore, as this Judicial District
bears no significant relationship to any of the matters at issue, and the judge
of this Court simply loves cigars, the Plaintiff can be expected to suffer neither
harm nor prejudice by a transfer to Washington, D.C., a Bench better able to rise
to the smoky challenges presented by this case, despite the alleged and historic
presence there of countless “smoke-filled” rooms. Consequently, pursuant to 28
U.S.C. § 1404(a), for the convenience of parties and witnesses, and in the interest
of justice, this case is hereby TRANSFERRED to the United States District
Court for the District of Columbia.
IT IS SO ORDERED.
DONE this first day of March, 1999, at Galveston, Texas.
SAMUEL B. KENT
UNITED STATES DISTRICT [**7] JUDGE
En Buenos Aires, a los veinticuatro días del mes de febrero del año dos mil
cuatro, reunidos en la Sala de Acuerdos del Tribunal, los señores ministros que
suscriben la presente,
CONSIDERARON:
Que resulta conveniente asegurar la bilateralidad de las entrevistas que suelen
efectuarse a pedido de los litigantes, como medio idóneo para aventar cualquier
suspicacia y brindar a las partes la posibilidad de ser oídas cuando alguna de
ellas aduzca ante el juzgador argumentos a favor de su pretensión o vinculados
al objeto del litigio.
Por ello,
ACORDARON:
Agregar como segundo párrafo del artículo 72 del reglamento para la Justicia
Nacional el siguiente texto:
451
M-84 ii. diálogos con agustín gordillo
He mandado un mail individual a una alumna del curso de método, que me envió
a mi pedido un artículo de Cortázar. No sé si el tema lo vale, pero por las dudas
que a alguno le interese reproduzco primero mi carta, eliminando el nombre del
destinatario, y luego el artículo de Cortázar que me mandara. Aquí van:
Querida colega:
Creo que el pobre Cortázar ya estaba viviendo en París, porque no veo maestría
castellana en el dilema que plantea. Es cierto que casi siempre hay que elegir
uno u otro, o no poner nada, que es peor; pero ciertamente hay otras opciones.
El efecto que produce el artículo de Cortázar es paralizante porque no habiendo
al parecer opciones mejores, uno puede inclinarse por no usar ninguna de las
dos, como hizo usted, y esta no es tampoco una buena opción.
Algunos de mis amigos aborrecen que un amigo les diga “Estimado,” y a mí
tampoco me gusta.
En las relaciones protocolares se usa obviamente el “estimado,” u otras varian-
tes como “distinguido” o “apreciado” colega, etc. No sólo “estimado” y “querido.”
Y quedan también las variantes de “Muy estimado,” “estimado y querido,” “muy
452
iii. nubarrones en la red M-85
453
M-86 ii. diálogos con agustín gordillo
454
iii. nubarrones en la red M-87
“En el caso suyo pienso que esta omisión de lectura de su expediente se debe
—además de mi juicio personal previo sobre sus habilidades profesionales— a que
debo haber intuido la reserva que Ud. señala. Recuerdo cómo Ud. hizo memoria
en el curso de Método sobre una pregunta de otro docente que Ud. consideró
impropia y por ende adecuadamente no contestó. También recuerdo cómo en
otro momento de ese curso o de alguna otra actividad Ud. dijo en público, sin
que nadie se lo preguntara, cuál era la respuesta a la pregunta a su juicio mal
formulada: Pero Ud. lo dijo porque quiso, no porque nadie se lo preguntara. Veo
pues muy claramente cuánto tutela Ud. su privacidad y jamás se me ocurriría
pedirle que la devele para sus compañeros de cursos ulteriores o, menos aún,
que devele la de terceros.
“Por cierto que tengo errores cometidos, más de una vez, de los que no me
enorgullezco y por los cuales me perdono porque son solamente eso, errores a
no repetir en tanto se pueda evitarlo. Digo que me perdono de mis errores por-
que pueden ocurrir al tratar una materia tan sensible como es la cuestión de la
percepción de las habilidades e inhabilidades de cada uno. Ya que doy el curso,
y que en general funciona, pueden ocurrir errores del docente en el manejo de
tantas personas al mismo tiempo. En este momento entre Método y Habilidades
tengo casi cien personas.
“La cantidad de personas me hizo recordar un trabajo para docentes que
hizo M ariscal en la Universidad de Belgrano con el auditorio lleno, unas mil
personas, en que demostró que se puede hacer enseñanza participativa aún en
grupos muy numerosos.
“Por eso estoy en estos cursos tratando de hacer una participación o interac-
tividad lateral, con los cursantes de los cursos precedentes y de los cursos que
sigan. Ya me funciona bien en Audiencias Públicas, donde doy la consigna y
encargo a los cursantes contactarse con los de anteriores cursos para aprovechar
sus enseñanzas y experiencias, y luego brindarse a los cursos siguientes para
transmitir las propias.
“Mi rol, en esa hipótesis de máxima, se limita a concebir el mecanismo de
enseñanza lateral y tratar de que los cursantes se conozcan lo más posible entre
sí, no solamente los compañeros de un mismo curso sino también de otros cur-
sos, para mejorar la red de amigos profesionales que a mi juicio tanto sirve en
la vida de trabajo.
“Sí acepto su generoso ofrecimiento de brindar su colaboración para este pro-
yecto (la entrevista), pero le pido que lo haga sin sacrificar privacidad de infor-
mación propia o ajena. No es en absoluto el fin de este ejercicio, sino al contrario,
compartir aquella información objetivamente necesaria para que todos mejoren
su desempeño profesional. La información personal y privada se la comparte sólo
con las personas que uno libremente elige. Nuevamente, reconozco que en mi rol
455
M-88 ii. diálogos con agustín gordillo
de docente puedo más de una vez cometer todo tipo de errores: Pero mi objetivo
es limitarlos tanto como humanamente se pueda.
“Le agradezco sus palabras, su actitud, el haberme informado. Le ruego ex-
cuse que divulgue esta carta, omitiendo su destinataria, porque me parece que
el tema es de interés para todos.”
El envío de este trabajo me costó, por ahora, una suscriptora que decidió borrarse
del listado.
Ver “The Draft EU Constitution and the World Order,” en AA. VV., The Constitution of the
European Union / La Constitution de l’Union Européenne, “European Public Law Series /
Bibliothèque de droit public européen,” vol. LXIII, Londres, Esperia Publications Ltd., 2003,
pp. 281-294 y separata. Reproducido —con modificaciones— en Revue Européenne de Droit
Public / European Review of Public Law / vol. 16, Nº 1, primavera-verano 2004, Londres,
Esperia, pp. 281-294.
[...]
Me toca hoy compartir dos noticias más, a mi juicio contradictorias, o sea que
me pueden costar más desafiliaciones.
Pero estos al menos son datos oficiales.
456
iii. nubarrones en la red M-89
21.4. Contradictio
Vean pues la contradicción: Normas internas que receptan todas las normas
internacionales, por un lado y un fallo, por el otro, que anuncia la inconstitucio-
nalidad interna de las normas internacionales que nos rigen, cuando violenten
lo que acá decidamos llamar orden público interno.
457
M-90 ii. diálogos con agustín gordillo
458
iii. nubarrones en la red M-91
23. Neruda
459
M-92 ii. diálogos con agustín gordillo
[...]
“Todo está bien, todo está mal.”
[...]
“Ví festejados los ladrones
por caballeros impecables”
[...]
“Yo sé que no me cree nadie.
Pero lo he visto con mis ojos.
Hay que darse un baño de tumba
y desde la tierra cerrada
mirar hacia arriba el orgullo.
Entonces se aprende a medir.
Se aprende a hablar, se aprende a ser.”
[...]
“Si quieren no me crean nada.
Sólo quise enseñarles algo.
Yo soy profesor de la vida,
Vago estudiante de la muerte
Y si lo que sé no les sirve
No he dicho nada, sino todo.”
460
Capítulo IV
¿CÓMO HACER?
Hace un par de años un amigo y maestro mío (que ya está en su octava década de
vida), que me conoce desde mis primeros libros al comienzo de los años sesenta,
me preguntaba retóricamente cómo hago para escribir. Sé que la pregunta era
retórica y de afecto, una forma de felicitar o expresar alegría y afectuosa admira-
ción. Pues él hace lo mismo que yo y sabe por ende, sobradamente, cómo se hace.
Preguntarlo es sólo una forma afectuosa de decir: Forza, avanti!
Cómo lo hago?
Es el método,1 perseverancia, fuerza de voluntad, siempre dejarse llevar por la
inspiración del momento, si es posible tener un personal trainer. Delegar, siempre
delegar, pero luego controlar y revisar.2
1
No olvidar que escribí un libro para esto. Creo que hay que leerlo muchas veces, no porque yo
haya escrito originalidades, sino porque hay la suma de grandes experiencias ajenas que he sabido,
creo, recortar y pegar. Siempre termino recordando y recomendando las mismas lecturas; el libro
del método, el capítulo I del tomo 1, el libro de Introducción al derecho, La administración parale-
la, mi tratado completo, mis notas a fallo. Lo mismo está en todas partes. Que es mucho trabajo,
sin duda que lo es. Y aunque no me crean, es más trabajo leerlos y aplicarlos que hacerlos, hasta
que un buen día uno también descubrió el método y lo sabe hacer y puede enseñar a otros. Allí, de
pronto, las visitas a las páginas del maestro no son nada más que placer, ya no es trabajo hacerlo.
Ya no es necesario, tampoco. Cuando descubra que todo esto le gusta y lo hace porque tiene
ganas, es que ha llegado, amigo. Muchos de mis contertulios están en esa situación y les escribo
no para enseñarles sino para compartir con ellos, en deleite común, las experiencias comunes de
la enseñanza y el aprendizaje.
2
Hay mucha literatura sobre el arte de la delegación. Fue una de las primeras cosas que aprendí
y a resultas de ello escribí “Descentralización y delegación de autoridad,” Revista de Administración
Pública, INAP, Buenos Aires, 1962, 3-4: 27. Pero no es necesario que lo busque en investigación
histórica o antropológica, como si fuera un texto sapiencial o sagrado. Es un artículo banal. Lo que
no es banal, ni fácil, es que siempre hay que delegar.
M-94 ii. diálogos con agustín gordillo
3
Creo que era K rishna quien decía “Encuentra al gran maestro de tu tiempo.” En general la
filosofía hinduista enfatiza el maestro viviente de nuestro tiempo, a ése indica seguir. Es obvio
que no es un solo maestro para todo el universo en cada tiempo, que hay muchos maestros en cada
tiempo y en cada lugar. Sólo hay que encontrarlo, primero, y seguirlo, después. Como sus consejos
son siempre muy elementales, hay que tener una cierta dosis de fe o confianza en que es una persona
honesta, que lo que dice lo dice en serio, que no se está burlando de uno, y que lo cree en serio, que
esas estupideces que aconseja son de verdad lo que piensa que constituye en el caso la aplicación del
método que trata de transmitir. Porque muchas cosas que recomienda son estupideces que repite
hasta el hartazgo, y a veces hay quienes le siguen, hay también quienes denuncian a veces a los
maestros de ciertas escuelas hinduistas de hacer un lavado de cerebro a la gente, captarles su volun-
tad, inducirlos a la esclavitud, etc. No es baladí, ha habido causas penales por ello. Profesionalmente
tuve oportunidad de trabajar como abogado administrativista, en la década del setenta, con una
secta hinduista y vienen de allí mis lecturas orientales: Trabajé mucho en esa literatura y en esas
experiencias (no la de mis clientes), para tratar de entenderlos mejor. Me llevó tiempo entenderlos
y a ellos tiempo entenderme en mis consejos legales y administrativos para vivir en paz y armonía
con sus creencias y sus prácticas religiosas, dentro de un orden legal y social en el que armonizar
y no entrar en conflicto. Hoy en día la secta existe pero ha perdido gran parte de su ímpetu inicial.
Eso también es propio de las sectas místicas, religiosas o filosóficas: Muchas no están destinadas
a sobrevivir. De todas maneras el método de trabajo profesional es el mismo. No es hacer un dicta-
men ni un juicio. Es aplicar la experiencia, el conocimiento y la creatividad para llevar a través del
tiempo a un problema desde el lugar “A” al lugar “B,” eventualmente modificado. En la profesión
una y otra vez me piden un dictamen o un juicio. Digo puedo ayudarlo de la manera que creo que
le sirve, no de la que Ud. imagina que yo puedo ayudarlo. No siempre me toman como su abogado.
No siempre tienen, pues, confianza en mi honestidad y en la sinceridad de mis convicciones y en
la eficacia de mis consejos. Pues son consejos muy simples, siempre trabajo de personal trainer, en
este caso para ayudar a resolver un conflicto jurídico, administrativo, etc.
462
iv. ¿cómo hacer? M-95
Pido mis excusas a las autoridades y a los socios de la AADA que asistirán a las
próximas [...] Jornadas Nacionales de Derecho Administrativo, a realizarse en [...],
donde se había anunciado mi participación como conferenciante, por mi próxima
inasistencia. Como nadie en este mundo es imprescindible y el cementerio está
lleno de los que lo fueron, no tengo dudas de que se podrá cómodamente suplir
mi participación, anunciada antes de ahora y con más que suficiente antelación.
Las razones son muchas y complejas. Una razón inicial es que si bien se me invitó
y acepté, no se combinó tema. Pensé que hablaríamos de eso después. No es la
primera vez que se me invita a un evento primero y luego se acuerda el tema.
En este caso apareció públicamente anunciado que yo hablaría sobre deter-
minado tema, del cual se anunció además que yo tenía muchas cosas novedosas
e interesantes que decir. Cuando por un intermediario expresé que esto era un
error, se me contestó que yo soy una persona muy creativa y seguramente tendría
algo interesante y novedoso que decir.
El tema sobre el cual yo tenía interés en hablar, por lo demás, fue asignado
a otro expositor y no se consideró oportuno que dos conferencistas distintos ha-
blaran del mismo tema.
463
M-96 ii. diálogos con agustín gordillo
[...]
Reproducido en http://gordillo.com/articulos/art10.pdf.
464
iv. ¿cómo hacer? M-97
Con cierta resistencia pude ponerme a leer El atroz encanto de ser argentinos de
M arcos Aguinis.4 Es el primer libro en que no sirve la fórmula de Bielsa para
prejuzgar de un libro: 1º) Leer cuidadosamente el índice (no dice nada), 2º) leer
cuidadosamente el prólogo (no lo tiene),5 3º) leer cuidadosamente una página al
azar. (Generalmente es representativa del resto del libro, en este caso no.)
Pues bien, Aguinis logra la magia de hacer algunas páginas brillantes, ásperas,
cáusticas, con los puños llenos de verdades y otras olvidables.
Voy leyendo. Olvidable, hasta la p. 16. Lacerante, áspero, verdadero, duro, do-
loroso, desde la p. 17 a la 37, 42 a 45. Banal, hasta la página 55. Brillantemente
lacerante, la p. 56. Banal hasta la 83. Otra vez brillante, magnífico, descarnado,
con los puños llenos de verdades, desde allí hasta hasta la p. 97. Banal, 98/9.
Con todos sus muchísimos méritos, el libro es muy argentino. ¿Se le aplica una
o dos de las dos palabras finales de Ortega y Gasset? ¿Se le aplica el anagrama
que Benavente sugirió hacer? El primer interrogante creo que se responde por la
afirmativa, el segundo no. Para saber cual es el segundo, lea a Aguinis. Él lo trae.
Es fatigoso tener que leer lo flojo para encontrar lo bueno o buenísimo. Es como
buscar oro con una zaranda a la vera de un arroyo. [...]
O tal vez estoy viejo, sin haberme dado cuenta. Mis amigos más jóvenes dicen
que lo leen todo con placer y provecho. Sea todo o parte con placer y provecho,
ciertamente vale la pena leerlo.
3.4. Naipaul
Ahora que le han dado el premio Nobel por su obra de novelas y de ensayos y
libros de viaje, conviene recordar que Naipaul formalmente señala que todos
son del mismo nivel. No caigan en el error de despreciar sus libros de ensayos y
4
Planeta, Buenos Aires, 2001.
5
Como tampoco lo tiene mi libro El método en derecho.
465
M-98 ii. diálogos con agustín gordillo
de viajes, él no lo hace. Si leen con cuidado sus libros de viaje, verán que dedica
muchos meses de vida en un solo lugar para escribir apenas un capítulo. Es que
observa la realidad con cuidado. A veces se equivoca, los argentinos siempre
gustan recordar cómo confundió (por no haber entrado) una casa de citas6 con
un lenocinio.7 Bien, se confundió porque no entró. Es un error suyo, que nosotros
por lo visto no cometemos. Conocemos bien nuestra realidad.
Is that so? La mayor tesis de Naipaul sobre el subdesarrollo, todo país subde-
sarrollado y allí incluye su nativa Trinidad, el viejo Congo belga en África, su
país ancestral la India, esta pobre y por él tan visitada Argentina, Jamaica, el
Islam, es siempre que el principal defecto es uno, que consiste en una forma de
incapacidad; el segundo gran defecto que nos encuentra es una segunda forma
de incapacidad colectiva.
Como ambas cosas las he citado en uno de mis libros y lo pueden buscar por
Altavista en extension:pdf and “Naipaul” (Advanced Search) no voy a repetirlo
aquí.
Estuve el fin de semana en varias librerías preguntando por Naipaul. Los
vendedores ni lo habían oído nombrar. Pregunté: ¿Nadie vino a pedir un libro
del Premio Nobel de Literatura que tanto escribió sobre los argentinos? “¿Qué
libro?” “¿Cómo se escribe el nombre del autor que Ud. dice?” me decían. Esos
somos los argentinos.
Argentina, Dios es argentino, Allah is great. ¿Pero no pueden leer un poco más?
Traten de que no se les aplique el anagrama que Jacinto Benavente dijo que
se podía construir con nuestra nacionalidad.
Si, me enojó un poco mi paso frustrado y frustrante por todas las librerías
de la culta Buenos Aires, la París de América, la más europea de las ciudades
latinoamericanas. Yo también tengo los mismos defectos que Naipaul dijo con
acierto que tenemos todos.
Como premio, daré una felicitación8 al primero que utilizando Altavista o
por cualquier medio moderno o antiguo, incluso la memoria, pueda ayudarme a
recordar a los demás cuáles son los dos principales defectos de los países subde-
sarrollados según Naipaul.
Cuenta Naipaul en su libro India. Una civilización herida, Debate, Madrid, 1998,
p. 89, que una banda de delincuentes que lo eran “porque sus valores eran infe-
riores,” tenían como política y como mística religiosa “no molestar a los pobres.”
6
Qué lenguaje galante el mío. Hotel alojamiento, que le dicen.
7
Ahora, casa de masajes. ¡Cómo se complica y cambia el lenguaje para una realidad que no cambia!
8
Para los lectores de El acto administrativo, un acto no productor de efectos jurídicos directos.
466
iv. ¿cómo hacer? M-99
Tienen como deber de cultura saber qué dos cosas fundamentales dijo Ortega y
Gasset de los argentinos, qué dijo Jacinto Benavente desde arriba del barco y
una vez levadas anclas, qué dos notas características tenemos según Naipaul.
Ortega y Gasset: Son dos palabras; Jacinto Benavente, es una. Naipaul, son
dos frases cortas. Puede darse el lujo de discrepar, no puede darse el lujo de ni
siquiera saber de qué trata. Lo siento, fue un mal fin de semana.
5. Me escriben
5.1.
5.2. Contesto:
467
M-100 ii. diálogos con agustín gordillo
mendarlo; bien al contrario, sugiero leerlo con cuidado y anotarlo. Las páginas
buenas y excelentes superan las regulares o banales.
Permítaseme recurrir a la paráfrasis bíblica, y recordar Quien pueda enten-
der, que entienda (San M ateo, VI, 19:12 in fine); “El que lea, que entienda.” (San
M ateo, VI, 2, 24:15.) El que tenga oídos, que oiga. (2, 13:9.)
Y si algunos viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden, cumplen la profecía
de Isaías:
Oír, oiréis, pero no entenderéis,
mirar, miraréis, pero no veréis,
Esa es la incapacidad de ver la realidad que denuncia y destaca Naipaul. El
otro, la incapacidad de resolver problemas sencillos.
Sugiero que cada uno consiga los textos de Ortega y Gasset y Naipaul y los
lea con gran detenimiento, con papel y lápiz, con entradas en la PC, con aco-
gimiento en Altavista. Porque si los argentinos, setenta años después, todavía
no conocemos con unción religiosa lo que tienen que decirnos los que de afuera
se dignaron decirnos lo que piensan de nosotros, entonces caemos en el sayo de
Jacinto Benavente que recuerda, junto a los muchos propios, Aguinis. Libro que
recomiendo leer. No hace falta pensar que un libro es todo una maravilla para
tener que leerlo y conocerlo.
6. Algo más sobre Aguinis, Ortega y Gasset y Garzón Valdés junto con noticias
y cartas de amigos varios
6.1. Nueva edición virtual, gratis, del diccionario de la real Academia española
[...]
6.2. Algo más sobre Aguinis, Borges, Ortega y Gasset, Garzón Valdés
468
iv. ¿cómo hacer? M-101
6.4. Carta del Dr. Frare, Presidente Electo del nuevo Concejo Deliberante de
Cipolletti
469
M-102 ii. diálogos con agustín gordillo
En el tema del inglés tal vez le pueda ayudar que yo le mande, lo que voy a
hacer, las comunicaciones que hago a un grupo de personas con las cuales me
reúno y charlamos en ese idioma. Como los temas son los mismos de nuestra
profesión, nuestra especialidad y nuestra cultura, creo que le van a interesar
y de paso la van a obligar a forzarse un poco en la lectura, que siempre ayuda
para aprender. Mi primer consejo, serio: Busque cantidad, no calidad; olvídese
de la gramática y el diccionario. La calidad viene después. Primero tiene que leer
mucho aunque no entienda todo, y escuchar mucha televisión por cable si lo tiene,
a CNN o la BBC y películas puestas en SAT para escucharlas sin los subtítulos
en castellano. Con muchas, muchas películas y muchos, muchos programas de
televisión su inglés, mejorará sensiblemente, créame. Leer mi correspondencia
en inglés, también. Ojo que no enseño inglés. Simplemente trato de mostrar la
necesidad de saberlo.
El presente caso, que uno de los contertulios amablemente nos acerca, tiene una
importancia múltiple.
9
Que se lo aplique en una de las Provincias no hace sino señalar que es aplicable en la totalidad
de las provincias, como garantía federal que es. Conclusión que se refuerza con la invocación que
el fallo hace de las normas supraconstitucionales e internacionales en igual sentido amplio de la
tutela judicial.
470
iv. ¿cómo hacer? M-103
471
M-104 ii. diálogos con agustín gordillo
En cuarto lugar el fallo señala que tanto las leyes de emergencia como los de-
cretos del Poder Ejecutivo en la materia son “susceptibles de examen y revisión
judicial cuando se infringen las normas que reglan sus límites o se incurre en
irrazonabilidad, arbitrariedad o desviación de poder.” Vincula la cuestión con el
derecho supranacional del acceso a la justicia, al que ni siquiera en situación de
emergencia puede privarse de efectividad.
Pero no puede menos que destacarse que el tribunal primero dicta una medida
por la cual señala no advertir la existencia de hechos controvertidos ni la ne-
cesidad de abrir a prueba la causa, lo que se notificó a las partes sin que éstas
manifestaran oposición. Resultaría de ello, como mínimo, que la existencia de
la emergencia no se encuentra en debate en la especie. Por lo demás, tal como
ha seguido la historia, ella era y es de público y notorio conocimiento, mal que
nos pese a todos. En suma, en medio de circunstancias sumamente adversas,
un excelente fallo.11
No debemos pues desesperanzar ante el caos que por doquier nos aqueja. Al menos
sigue habiendo jueces, en el caso conjueces, en el Palacio de Justicia. Jueces que
no escapan al deber de resolver las causas en cuanto al fondo, por más amarga
que sea la decisión a tomar.
11
Es lo que señalábamos que debía hacer la justicia en la emergencia, en “El Estado de Derecho
en estado de emergencia,” LL, 2001-F, 1050; reproducido en http://gordillo.com/articulos/art10.pdf
y en L orenzetti, Ricardo Luis (dir.), Emergencia pública y reforma del régimen monetario, Buenos
Aires, La Ley, 2002, pp. 53-64.
472
iv. ¿cómo hacer? M-105
473
M-106 ii. diálogos con agustín gordillo
Ver también supra, cap. IV, § 3.1, p. M-96 / 464; infra, § 20.2, p. M-146 / 514.
8.3.1. La pregunta
8.3.2. La respuesta
Tal como está planteada la pregunta, parece un caso abstracto, algo muy distinto
a lo que intento hacer según explico en el capítulo I del tomo 1 y en el capítulo I
del tomo 2, más el libro El método en derecho y el libro Introducción al derecho.
En lo que se refiere al reclamo previo, pareciera que nada tiene que ver la
emergencia con el dificultar el acceso irrestricto a la justicia, sobre todo que la
administración nada puede hacer para resolver la emergencia.12 Estimo que los
jueces de primera instancia y de cámara deben limitarse a aplicar la vieja juris-
prudencia de la CSJN y demás tribunales del país que antes de ahora permitían
hacer el juicio sin necesidad de reclamo previo, tal como lo expliqué en la segunda
edición, de 1971, de mi libro Procedimiento y recursos administrativos, anterior
al decreto-ley de 1972. Le acompaño copia en pdf del capítulo pertinente de esa
edición de 1971.13
En la 1ª edición de 1964, t. 5 de la colección, Libro IV, cap. X, § 22, nota 16 (p. PRA-X-10), se
enuncian diez excepciones a la regla.
12
Como lo explico en mi artículo “El Estado de Derecho en el estado de emergencia,” que ya distri-
buí antes de ahora y que saldrá el viernes 12 de octubre en LL, http://gordillo.com/articulos/art10.pdf.
13
Si no lo recibe reclámelo al estudio.
474
iv. ¿cómo hacer? M-107
Sostengo esto porque la ley, al suprimir las excepciones, no hace sino retro-
traer las cosas a antes de 1972 con lo cual a mi juicio la antigua jurisprudencia
deviene nuevamente aplicable.
En cuanto a la CSJN, es todavía un poco prematuro adelantar opinión sobre
cómo se pronunciará, eso depende de cómo y cuándo le lleguen qué causas. Por
ahora es cuestión de replantear la procedencia de las excepciones, a la luz de
aquella vieja jurisprudencia, y tratar de que los tribunales de primera y segunda
instancia la readopten.
En todo caso, coincido con Crivelli y Vega en cuanto a que la interpretación
literal de las normas del art. 32 de la ley 25.344 la tornan incompatible con el
derecho supranacional que garantiza el acceso irrestricto y rápido a la instan-
cia judicial.14 Se impone por ello una interpretación que la haga compatible con
aquellas normas supranacionales, que no admiten excepción a la tutela judicial
para los estados de emergencia, e interpretar en consecuencia que subsisten las
excepciones establecidas antes de 1972 por la doctrina y la legislación, que no
eran sino aplicación del principio más elemental de razonabilidad.
Lo escrito desde otro ángulo acerca de la tutela judicial efectiva en el caso del
amparo, por ejemplo,15 resulta igualmente extensible al juicio ordinario pues no
es congruente admitir una demora excesiva para acceder a la justicia cuando
ésta tiene el deber de pronunciarse a su vez en un plazo razonable (art. 8 del
Pacto de San José). Iguales consideraciones se hacen extensivas en la doctrina
a otros supuestos.16
14
Crivelli, Julio César , con la colaboración de Vega , Susana , La emergencia económica perma-
nente. Comentario al derecho argentino de la emergencia: ley 25.344. Legislación y jurisprudencia,
Ábaco, Buenos Aires, 2001, 36, “2. Artículo 32, ” pp. 170-172.
15
Nos remitimos a lo dicho en Un día en la justicia: los amparos de los artículos 43 y 75 inciso
22 de la Constitución nacional, LL, 1995-E, p. 988 y ss.; reproducido, con modificaciones, como
capítulo XII de la cuarta edición del libro Derechos Humanos, Buenos Aires, 1998 (y cap. XV de la
6ª ed., 2007); igualmente reproducido en A bregú, M artín, y Courtis, Christian (Compiladores), La
aplicación de los tratados sobre derechos humanos por los tribunales locales, CELS, Editores del
Puerto S.R.L., Buenos Aires, 1997, p. 201 y ss.
16
A berastury, P edro, Ejecución de sentencias contra el Estado, prólogo de Jorge A. Sáenz ,
Abeledo.Perrot, Buenos Aires, 2001, § 2 y 3, ps. 57 a 62.
475
M-108 ii. diálogos con agustín gordillo
476
iv. ¿cómo hacer? M-109
477
M-110 ii. diálogos con agustín gordillo
En ese sentido haga con su CV, o imagine que otro lo hace, el ejercicio de la caja
de fósforos. Siempre se puede pulir algo más, siempre se puede perfeccionar algo.
Las observaciones anteriores son solamente para que tenga en cuenta que el CV
nunca es un producto terminado, sino que siempre ha de estar en elaboración,
siempre bajo análisis y revisión.
Cada vez que tenga oportunidad de agregarle algo, revise una vez más el
resto: Le será útil hasta el más exagerado perfeccionismo, porque nunca puede
anticipar el exagerado escudriñar microscópico de los demás. Por definición, los
demás son un mundo variado y variable de gente. Su peso crítico acumulado es
impresionante.
19
El tema está explicado en el tomo 3, cap. V. Lo doy por repasado.
20
Desarrolle esta cuestión en el cap. X del tomo 2.
478
iv. ¿cómo hacer? M-111
Otros que lo mandaron enviaron el que ya tenían preparado para otra ocasión.
Mandaron copia. Es también un incumplimiento ilegítimo del acto administra-
tivo presumido legítimo. Entiendo que les parezca por algún motivo innecesario
corregirlo: Pero ocurre que la autoridad competente lo ordenó y si no tienen un
motivo claro y concreto para desobedecer no es hábil, ni jurídico, hacerlo.
Cuando leo el CV y advierto en él referencias que son para otra entrevista o
para otra ocasión, resulta evidente que se ha incumplido la orden. Es como lle-
var, a una entrevista en la que están tomando personal, un cartel que dice: “Yo
no cumplo órdenes, ¿y qué?” El otro dirá: “Yo no tomo personal insubordinado
antes de entrar.”
Otros actualizan el CV para la ocasión pero le agregan, como parte del mismo
documento, el trabajo sobre qué habilidades uno tiene y carece, encargado en el
curso de Habilidades sobre la base de la idea del capítulo I de Rogers “Éste soy
yo” (El proceso de convertirse en persona.) La idea es buena. (Para otro caso.) En
este caso es como mi doctrina en el caso Allevato. No se aplica a los hechos del
caso. Es “buena” para dar una clase teórica en otra materia, en otra Facultad,
no para una organización burocrática cualquiera.
Esta semana dos CVs tenían esa divergencia con los recaudos exigidos. Si Ud.
considera que debo considerar otra cosa además de su CV, puede hacer un escrito
y acompañarlo sosteniendo y explicando o fundando por qué el CV debe llevar
otra información complementaria.
La textura abierta del lenguaje. Siempre podemos argüir que “Yo entendí
que...,” “Yo pensé que...,” pero es un mal argumento, porque no hay mucho lugar
a la incertidumbre sobre qué es, en el lenguaje ordinario, un CV. La respuesta
en un lugar de trabajo puede ser grosera para Ud. o costarle la carrera sin que lo
sepa. “Yo le pago para que obedezca, no para que discuta.” Ese enfrentamiento,
479
M-112 ii. diálogos con agustín gordillo
hay que tener buenas razones para hacerlo. Hacerlo por deporte es perder, siempre
perder. No es un deporte sano.
Hay que cuidar aspectos estéticos, pero antes hay que resolver adecuadamente
los aspectos materiales mínimos. La tipografía, por ejemplo, debe ser perfecta.
Existiendo corrector tanto gramatical como de puntuación y ortografía, ningún
error es admisible. Muchos, sin embargo, envían CVs con errores.
Mucho menos se puede enviar un CV con errores de composición: Por ejem-
plo no hacer bien el centrado. La máquina lo hace, el que lo hace a mano con el
espaciador o el indent simplemente demuestra no saber usar la PC, eso sólo lo
descalifica. Lo mismo va para la sangría. No puede hacerla a mano con la com-
putadora, tiene que usar la opción formato, párrafo, etc. Tampoco puede usar
otra cosa que “justificado.”
Cuando utilice palabras en otro idioma, tampoco se admite error alguno. Para
eso la PC tiene la función de corrección gramatical y ortográfica en cualquier
idioma. Un error es pues simplemente desidia, negligencia y como tal impresio-
nará al que lo lea. O sea, desfavorablemente.
9.4. Es un documento. Sigue las reglas del arte en la materia. Integra un expe-
diente. El expediente es como la historia clínica en la jurisprudencia
Como documento que es, se le aplican las reglas pertinentes. Como va a integrar
un expediente, conviene recordar la jurisprudencia sobre la historia clínica, que
es comparable al expediente de los abogados.
En La Ley del 30 de agosto de 2001 hay una excelente y brevísima nota de
redacción sobre “El valor probatorio de la historia clínica.” El expediente, como
la historia clínica, no es todo y “si bien la que está mal confeccionada puede
constituir una presunción hominis de culpa, por sí misma no es suficiente para
adquirir la eficacia causal o para erigirse en culpa con tal eficacia, pues aislada
de otros elementos al respecto y si no se conecta con otras presunciones, no es
admitido el nexo de causalidad entre al acto médico y el daño ocurrido al paciente.”
El expediente no es todo, Ud. puede intentar tirar abajo un mal expediente
con una muy buena entrevista o un muy buen alegato oral. También a un buen
expediente puede minarlo con una mala entrevista o alegato oral. La historia
clínica mala Ud. puede levantarla mostrando la salud del paciente. Si el pacien-
te está enfermo o muerto y la historia clínica es mala, todavía puede producir
pericias u otra prueba que demuestre que actuó bien aunque haya hecho mal la
historia clínica.
480
iv. ¿cómo hacer? M-113
Pero salvo esos supuestos, el expediente como la historia clínica son una suerte
de probatio probatissima.
“En tal sentido se recuerda que las anotaciones que allí se hacen... no son
tareas administrativas sino profesionales y que deben ser rigurosas, precisas y
minuciosas, pues caso contrario un error u omisión puede ser grave y hasta fa-
tal;” es una “obligación” “llevar un correcto registro,” “una descripción exacta de
estudios, análisis y síntomas, ... pues las omisiones son antecedentes contrarios
al ...” profesional actuante: él “puede ampararse en una exacta y veraz historia
clínica, pero soporta las consecuencias adversas que de ella surgen”. En estos
antecedentes que la nota de redacción puntualiza, se “ha aseverado que la no
registración de un acto... importó un ocultamiento, negligencia o impericia que
demuestra que no adoptó los cuidados para una buena praxis médica.” En cada
caso se citan fallos.
Estos mismos criterios con los cuales juzgamos a los médicos son los que se
aplican para juzgar vuestros expedientes.
You must be extremely careful with your CV. Typing should be perfect. Be espe-
cially careful with your self-assessments of foreign languages. Since Bill Gates'
Windows, no mistakes are allowed. (Use Tools, Grammar and Spelling.)
21
Ud. debe saber cuánta memoria RAM tiene su máquina, y cuánto en el disco rígido, qué pro-
cesador utiliza y otras yerbas de “fierros.” Y debe saber qué programas de procesamiento utiliza,
qué versión, cuál es mejor. Debe poder decir qué browser usa para Internet y cuál para buscar en
su computadora. Cómo utiliza Altavista, cómo busca en un documento de Word (Ctrl más B), en un
documento pdf (Ctrl más F), en un documento de Page Maker. (Idem).
481
M-114 ii. diálogos con agustín gordillo
As a lawyer, you are expected to show a very skillful language, a sharp yet
somehow restrained mind. Be very careful with your language.
If you say anything at all about Internet you should provide more information
about you, how you proceed with a search, which browsers you prefer, which sites
you most frequently access and why.
Some people use the e-mail, and the files, relatively unaware of its consequen-
ces. One of the matters I insist on, in Law School, is to raise one’s awareness as
to the paper trail one leaves, to make pieces of paper speak, as they said at the
French Council of State a couple of centuries ago. (You will find the reference in
the book Legal Methodology.)
So, I naturally wonder if you are aware of all that. For instance, many people
add “papers,” not “documents,” to their files ―that is, instruments they take at face
value, without being fully aware of their contents. It provides for nasty surprises.
This does not mean not sending e-mails, or not having files, any more than it
means for a lawyer not to make legal briefs. Our life, our way of being, our raison
d’être, our trade, is making files and paper trails.
The worst mistake a lawyer can make is not reading carefully, not being
thoroughly familiar with, his or her own pieces of paper, of writing, whatever.
One mistake in your own sayings, proof, etc., and you put at serious risk your
whole enterprise.
First of all, did you carefully read it before sending it to me? Are you ready to
speak and be spoken about it? Did you think about these and other questions that
your e-mail and therefore your file entails? Would you be very much surprised
that this kind of questions should arise at the interview? Have you ever been
questioned by a lawyer?
Would you be able to hold the interview in English? You said you’re fluent in
English. Each time I say or assume or let it be assumed that I speak English, I
suffer beforehand of the consequences. Do you?
482
iv. ¿cómo hacer? M-115
detenida para otra ocasión —que a veces no llega— con la consiguiente culpa
interna que ello me genera. Otras leyéndolos tardíamente con las lógicas di-
ficultades de seguimiento. En todos los casos sintiendo la misma “incitación,”
“provocación” y estímulo. La conclusión es siempre la misma: No hay “utilidad
marginal.” Es siempre un “valor agregado autónomo” el que se recibe, tan im-
portante como estar enterado de las limitaciones a las transacciones en dinero
efectivo, la reforma al régimen de contrataciones, la habilitación de instancia de
oficio, etc. Ser abogado, enseñar o aprender derecho, estar hoy y aquí en el mer-
cado no es igual siquiera a cómo nos posicionábamos años atrás. ¿Lo percibirán
igual todos? Los mails son como un electroshock para los que se olvidan que no
es el progreso el que se detiene, sino uno.
“2º) La evaluación pedida
“Aspectos positivos: Cuándo negociar, formular propuestas, escritos, contratos,
sugerencias, etc. por mail es inevitable e imprescindible. El fax, el teléfono y las
reuniones personales han quedado circunscriptas cada vez más a cuestiones
muy específicas. ¿Por qué entonces al enseñar y aprender derecho ignoramos la
realidad? Aspecto positivo pues: No es nada más ni nada menos que lo que diaria-
mente hacemos y lo que hacen nuestros actuales, potenciales o deseados clientes
en sus empresas. Y como suelo decir, en cada caso y en cada ocasión, me imagino
que del otro lado está el Presidente de Repsol YPF como mi cliente. ¿Esperaría
o haría algo distinto con él? Si lo hiciera ¿lo conservaría como cliente? Vulgares
y banales metáforas que, sin embargo, me han resultado muchas veces bastante
eficaces al momento de convencer a más de uno. Valen iguales consideraciones
para los mails en inglés, como lengua “supra nacional.”
“Aspectos negativos: A veces se hace difícil seguirlos. A veces presuponen algún
hecho que me es ajeno o son respuesta a alguna cuestión que no conozco y por lo
tanto la comprensión se ve dificultada.
“Sugerencias:
“Numerarlos o elegir un modo de sistematizarlos e identificarlos. A veces
recibo algunos casi idénticos entre sí y debo apelar a las herramientas de word
para compararlos, etc.
“Contemplar las dificultades —cuando los attachments son pesados— de quie-
nes lo bajan por Outlook (conectados por teléfono) porque casi inevitablemente la
comunicación se corta. (Advertirles sobre el Acrobat Reader.)
“Aclarar —sobre todo a las “nuevas categorías de destinatario”— que se trata de
compartir información, sugerencias o indicaciones dadas a grupos específicos, etc.
“Contemplar —sin perjuicio de las dificultades que ello puede traer para ad-
ministrar el sistema— el intercambio de información (fallos, normas, encuentros
483
M-116 ii. diálogos con agustín gordillo
académicos, novedades, etc.) sin perjuicio que puede circular por cuenta de cada
remitente al “grupo de correo” que se arme a tal fin.
“3º) Alumnos del grado
“No sabía que habían hablado sobre el tema de utilizar algo de esto a princi-
pios de año. Sin saberlo, adopté el sistema en el curso de... Los alumnos debieron
obligatoriamente constituir y enviar un mail para confirmar su asistencia a clase.
Les mando frecuentemente tareas, algunas reflexiones, ideas, preguntas (mu-
chas) sobre cuestiones que quedaron abiertas o pendientes en clase. Los invito a
volver sobre algunas cuestiones. Les planteo alguna tarea, etc. Por supuesto me
contestan, repreguntan, piden datos, etc. lo que me obliga a una tarea adicional
que trato de responder en tiempo y forma. (Sobre todo para demostrar la seriedad
de la cuestión y que no se convierta en un “jueguito” sin valor alguno más que el
mero entretenimiento.) Apelo al RLNPA 22 en materia de notificaciones, etc. Los
alumnos están —o al menos eso dicen— mucho más que interesados. Ya no quedan
excusas. Y sobre todo me parece que sienten que la tarea nuestra es asumida con
un grado de responsabilidad [...] De modo que no pasa sólo por la utilización del
medio como herramienta, sino que es el contenido que circula lo que ellos están
apreciando. Por supuesto algunos me han planteado las dificultades y presiones
que esto les origina; ni se imaginan las que les esperan en los próximos 20 años.
Y algunos comentarios hemos formulado sobre el particular, porque a punto de
recibirse estas cuestiones no son sino un anuncio de lo que harán y sentirán en
los próximos 30 ó 40 años de ejercicio profesional. He optado por circularizar to-
das las preguntas y respuestas; de paso aprenden la circularización de las notas
aclaratorias de los Pliegos. Con lo cual nadie queda afuera, todos saben en qué
están todos, etc. A veces, no muchas, el tiempo me falta y retraso las respuestas.
No me gusta. Y para no sentirme que quedo encerrado en una trampa propia,
en todos los casos que esto sucede, doy al menos alguna brevísima explicación
sobre la cuestión. Como la experiencia tiene poco tiempo (poco más de un mes)
veremos cómo sigue.
“4º) Posible extensión del número de destinatarios
“Me parece que la dificultad puede residir en que, muchas veces, es necesario
conocer el origen, la cuestión o los hechos que originaron el e-mail. En algunos
casos, hasta ahora, parecía que respondía a una cuestión puntual planteada en
algún curso, con algún cursante, etc. con lo que —inevitablemente— queda una
zona gris derivada del desconocimiento del sustento fáctico del que se deriva la
respuesta. Creo sin embargo que si los destinatarios están advertidos de esta
cuestión y, por otro lado, participan como una red de información o intercambio
y no necesariamente siempre como sujetos obligados a ejecutar algunas de las
22
Creo entender que mi buen amigo se refiere al que yo llamaría RDLNPA
484
iv. ¿cómo hacer? M-117
Ver también: Cap. I, pp. M-17 / 387 y M-36 404; cap. II, p. M-87 / 455 in fine y cap. IV, p.
M-174 / 542.
Las propuestas a debatir (pueden ser varias, alternativas) deben tener una mí-
nima adecuación al ordenamiento, señalando cómo y en qué pretenden modificarlo.
Ya se lo dije al grupo antes de la primera clase, en el desayuno de trabajo,
pero por algún motivo no logran “aterrizar” el caso a la realidad normativa de
la Facultad. Quizás el grupo es muy numeroso y no logra funcionar eficazmente
en el trabajo fuera de la Facultad. Habrá que juzgar en su momento cómo están
los trabajos individuales y los alegatos, para ver qué explicación convincente
pueden dar.
Es como si se olvidaran que van a ser especialistas en derecho administrativo
y pensaran que pueden hablar y proponer con la “libertad” del que no conoce
nada de derecho administrativo vigente en la Facultad. El único tema motiva-
dor parece ser la enseñanza en general, no la enseñanza concreta del derecho
administrativo en esta Facultad de Derecho que tiene una ordenanza vigente al
respecto, redactada además por el profesor del curso y que para mayores lleva
informalmente su nombre. Curiosamente y a pesar de haberlo ofrecido, nadie
se ha interesado por preguntar la génesis del proyecto ni en averiguar sobre las
alternativas de su debate en el Consejo Consultivo de la Facultad. Si bien los
organizadores de una audiencia pública no tienen por qué ser expertos en el tema
485
M-118 ii. diálogos con agustín gordillo
Me han dicho que a veces estos materiales son poco claros pues faltan referen-
cias. Es un poco inevitable, me parece. Queda a criterio de los destinatarios
generales, determinar si vale o no la pena intentar leer misivas dirigidas a
destinatarios particulares.
Este es un buen ejemplo de ello.
No suelo ser supersticioso, pero salteo el trece. Porque veo que las cosas no están
yendo bien, con tres reuniones sin poder definir el objeto de la audiencia pública
y sin un mínimo conocimiento demostrado, de lo más básico de ese objeto.
En la reunión de hoy lunes 17 de septiembre no voy a asistir. Quizás tampoco
las siguientes. Irá, en ésta, M ario Rejtman Farah.
Mientras tanto, envié a uno de los participantes una carta que a continuación
circularizo, modificada para hacerla apta a esos fines.
Concretamente, como docente vengo observando que algunas personas están
trabajando al mismo tiempo intensa y eficientemente.
Otros están trabajando intensa pero a mi juicio no eficazmente.
En cuanto al resto, de la mayor parte no tengo aún criterio formado aunque
vengo observando su trabajo.
23
No ha dejado de llamarme la atención que todos los proyectos enfatizan la participación pero
no los trabajos de los alumnos. Es lo mismo que la insistencia con los derechos pero el olvido de
los deberes de los individuos.
24
El hartazgo con una carrera que les ha insumido ya más de cuatro años de especialización y
luego ven que en el puntaje para concursos tiene el mismo puntaje que otras más breves.
25
La solidaridad mal entendida. Si alguien no estudió o hace propuestas desinformadas o des-
acertadas no se le dice o no se le discute porque es un amigo, un compañero. Pero si el compañero
les pone a todos un salvavidas de plomo, ¿sigue siendo amigo?
486
iv. ¿cómo hacer? M-119
Como a nadie se le puede pedir resultados de los demás, les adelanto cuál es
el plan “B” en caso de fracaso grupal: Pasar a una evaluación de los expedientes
individuales y sus alegatos, por los profesores a cargo del curso. Algunos pueden
aprobar tanto de una como otra manera (con el resultado del trabajo, o con el
expediente); otros podrán aprobar con el esfuerzo del trabajo si lo acreditan bien
con el resultado del expediente, o sea en definitiva de la segunda manera.
Creo que he advertido suficientemente de todo esto por escrito en e-mails an-
teriores, no quisiera que esto pareciera algo de mala fe como algunos sospechan.
Antes de hoy se hicieron tres clases. Faltan tres más. Está pendiente la
instrucción inicial que dí, que este seminario se rinde y aprueba haciendo una
audiencia pública. En su defecto, si como grupo no logran hacer una audiencia
pública (no un seminario, jornadas, etc.), queda la alternativa de aprobación por
los expedientes individuales. En tal caso será un fracaso grupal pero no nece-
sariamente individual.
No hace falta que todos sigan el mismo camino. Algunos pueden separarse “in
pectore” y apuntar directamente a la hipótesis “B,” de aprobación por el expe-
diente. Los que anímicamente están ya separados, no olviden que para aprobar
deben hacerlo teniendo como prueba el expediente y como canal o elemento de
convicción el alegato.
Otros pueden persistir en el intento de cumplir la primera instrucción de hacer
una audiencia pública. Sigue siendo mi objetivo principal. La instrucción está
vigente, teniendo ahora como destinatario a todo el curso.
Esta circular es tan sólo el intento de mejor explicar lo que a mi juicio está
ocurriendo y lo que puede ocurrir si la audiencia pública fracasara, en el sentido
de que no se hiciera algo que fuera una audiencia pública.26 Con lo cual, me pa-
rece, todos deben tener cuidado con su expediente.
[...]
“Todo lo que envías, al menos, lo “miro,” a veces lo leo. Muchas de esas veces
me dan ganas de contestar; hasta ahora no lo he hecho porque en general com-
parto los contenidos y los objetivos.
26
No entraremos, desde luego, a la cuestión de la naturaleza o esencia de las cosas, como advierto
en el capítulo I del tomo 1. Pero así como algunos entendieron que no podían hacer el tema del agua
y las inundaciones y los reservorios, por ser muy complejo, y así como el tema de la enseñanza me
pareció excelente, queda en pie una condición: Conocer al menos el régimen jurídico que lo regula
y alguna bibliografía básica. Menos que eso ya no se puede admitir como cumplimiento racional de
una instrucción. Me pregunto también si conocen el viejo trabajo de psicomarxismo, “Psicopatología
de la relación docente-alumno.”
487
M-120 ii. diálogos con agustín gordillo
“Comparto tus observaciones sobre los “yankees.” ¿Es que alguna cosa la ves
fuera de libreto? ¿Hay algo que te haya sorprendido? Conocemos sus métodos,
sobre todo eso: Método. También sus finales. (Que nunca terminan.)
“Me gusta lo de la emergencia. Supongo que este texto es el que hizo escan-
dalizar [...] ¡Está muy bueno!
“Comparto eso de que se trata de ver lo que miramos todos los días y lo tene-
mos encima. Todo este proceso de una década tenía por objetivo evitar que nos
cerraran las puertas, lograr que nos prestaran dinero y vinieran inversiones. Ya
pasó todo y no nos prestan, no nos abren la puerta, no vienen inversiones sino
tan solo dibujos financieros poniendo un poco de lo que sale da acá mismo, nada
genuino. Íbamos a eliminar la corrupción pero resulta que no ha disminuido un
ápice, más bien, aumentó. (¡Y eso que [...] nos escribe sobre la “ecuación ética”
de los contratos!)
“Estamos técnicamente en default. Lo que pasa es que todavía queda para
sacar, o saquear. Vamos a ver que efectivamente estamos en default cuando ya
no quede algo suceptible de ser enajenado y llevado fuera del país. (¡Ojo!, llevado
por nosotros mismos los argentinos.)
“Pero no podemos darnos el lujo de ser pesimistas. Hay algunas señales. Son
pocas pero, al mismo tiempo que presenciamos algunos desmoronamientos (como
el del Estado “que-se-presume-solvente”) también se puede observar cómo surgen
nuevas actitudes que nos permiten abrigar esperanzas; las necesarias para seguir
poniéndonos al frente de una clase y poder francamente invitar a otros (que nos
miran y esperan) a reflexionar y a ocuparnos de los temas que nos preocupan.”
[...]
Le escribo a un colega:
Me dice Ud. que “leerá” mis comentarios a sus alumnos. Pero en realidad la
idea es que cada docente pida a sus alumnos que tengan una dirección de e-mail
y les dirija e-mails él mismo y conteste los de ellos. De ese modo aumenta consi-
derablemente la cantidad de tiempo que Ud. les puede dedicar a sus alumnos y
ellos a Ud. Los e-mails de ellos en su PC es para el docente una forma de controlar
sus trabajos y la regularidad de sus estudios. Aumenta mucho la eficiencia del
trabajo de unos y otros.
Espero que no tome a mal este consejo. Justamente una de las finalidades de
este correo es poder intercambiar experiencias, novedades e ideas que nos ayuden
en nuestro trabajo docente.
488
iv. ¿cómo hacer? M-121
En la PC, usar ctrl B para buscar algo adentro de un documento, ctrl. C y ctrl.
V para copiar. Hacer y tener un índice de cada documento (con la plantilla) y
un índice de todos los documentos (a mano); tener instalado Altavista Personal
Indexer (gratuito) e indexada toda la documentación de la PC (veinte minutos,
automático). Usar, en Altavista, Advanced Search, extension:pdf and “...” o NEAR.
Una vez encontrado el capítulo, buscar con ctrl. F. Está también Google Desk,
desde luego.
27
Antes se notaba menos, ahora es creciente. Hace pocos días me llama una amiga de más de
cuatro décadas, a quien no veía hace meses, para preguntarme algo de derecho administrativo. Todo
lo que necesitaba saber ya lo hubiera tenido en su PC, si solamente tuviera e-mail. Por supuesto,
esto puede obligar a cambiar la PC, el proveedor de e-mail, etc. No dije que era fácil ni barato, sólo
que es indispensable.
489
M-122 ii. diálogos con agustín gordillo
uno mismo en el disco rígido cada vez que la encuentra, en el momento que la
encuentra y no después, que ya es tarde.
[...]
28
Advierta que los personajes de mayor nivel social, jerárquico, intelectual, etc., hablan con
mayor claridad y mejor dicción. No intente aprender el inglés de los personajes que representan
un bajo nivel socioeconómico, cultural, intelectual, etc. Se desanimará al no entender bien; o peor,
adquirirá modismos o manerismos incompatibles con el nivel que su trabajo requiere.
490
iv. ¿cómo hacer? M-123
29
Casi me da vergüenza, porque algunos corresponsales son muy ácidos, pero para ir al final
de una página, es control-end; para ir al comienzo, control-home; para cambiar de ubicación en un
renglón control-cursor izquierdo o derecho; para subir o bajar page down o page up o la ruedita del
mouse; para buscar una palabra control-B; para buscar una página control-i; para hacer un índice
alt-i; para mover algo control-x y control-v; para copiar control-c y control-v; para buscar algo de
derecho administrativo, altavista en la PC; para buscar algo en la web, google, altavista, copernic,
cualquiera; para buscar algo adentro de un sitio que tenga search box, ésta; para buscar adentro
de un texto en pdf, control-F; para buscar dentro de un texto en pm, lo mismo; todo eso funciona
también en internet.
491
M-124 ii. diálogos con agustín gordillo
J.D.Biersdorfer , “For Those with the Bandwidth Blues, Click Here to Speed Up”.
30
Informa el diario de otro software, por $ 29, www.webwasher.com, to “put a stop to pop-up
31
windows, banner ads, animated images and other elements that can slow a Web page.”
492
iv. ¿cómo hacer? M-125
493
M-126 ii. diálogos con agustín gordillo
visto un poco desde afuera, un poco desde adentro como ex-alumna y un poco
como receptora de algunas inquietudes que recibí o recibo de algunos cursantes
que conozco, me parece muy bueno el sistema.
“Me parece que recibir toda esa información ayuda porque:
“– Aunque la sensación sea de total desesperación frente a tanta información
o requerimientos, las reglas del juego —para el que sabe verlas— están más
claras. En cualquier caso es padecer en carne propia la exigencia de la vida
profesional cotidiana;
“– Como sea, el envío de todos estos mails “obliga” a la reflexión. No parece
posible cumplir con todo, lo que pasa siempre, pero sí pone en evidencia la reali-
dad. Por supuesto esto no siempre es agradable para el receptor. No deja de ser
la realidad. Cómo procesarlo está en cada uno.
“– Quizás fue demasiado en un punto, pero Ud. supo ordenarles la información.
Me pareció acertado, después del caos el orden. Es el método de trabajo que me
parece que sirve.
“En síntesis. La experiencia me pareció buena. Una de las reflexiones que nos
dejó a nosotros el curso de Habilidades cuando lo hicimos fue que en el momen-
to del examen terminamos de entender de qué se trataba el Curso. Quizás los
resultados en ese momento fueron un poco frustrantes —mitad aplazados o con
4. A partir de allí el «código» entre los cursantes de ese grupo quedó instalado
—sin previo acuerdo—: Todo se dividió entre lo «hábil» y lo «inhábil.» Por ahí
acá sufrieron más en el «durante» pero «debieron» estar más preparados al final.
Sapere vedere siempre mediante.
[...]
“3) Refreshment course, English group:
“– He tomado nota debida de la estadía en Buenos Aires de su Aprendiz. Estoy
alerta frente a cualquier posibilidad que pueda surgir y que me parezca pueda
resultarle útil.
“– También he tomado nota de las lecturas sugeridas. Las de actualidad que
pude las leí en cada momento. Otras pasaron. En cualquier caso gracias.
“– Las experiencias de Método y la cuestión de los expedientes que se susci-
taron llama a la reflexión. Esto se da también en el grado. Les cuesta entender
que se trata de un “expediente” real y que no son “trabajos prácticos,” y que se les
dan “órdenes,” que son los administrados y nosotros la Administración, etc. Lo
extraño es que en general los que desobedecen —ahora me refiero a la gente de
la Especialización de acuerdo a la propia experiencia— en general tienen actitud
de sumisión frente a la Administración en otras situaciones.
494
iv. ¿cómo hacer? M-127
“6) Final
“– Momentos difíciles si los hay para el derecho público. La Economía se fa-
gocita al Derecho. El Estado está en quiebra. ¿Cómo se piensa en derecho, y en
Derecho Público frente a esto? Qué difícil es pensar en estos tiempos. Todo parece
derrumbarse sin salida. Gracias por compartir sus pensamientos que mantienen
y avivan la aventura creadora.”
495
M-128 ii. diálogos con agustín gordillo
Algunas personas con las cuales tengo confianza o amistad han contestado acep-
tando ser incluidas, lo mismo que otras que, aún no siendo de mi conocimiento
directo, esto podría interesarles. Entre ellas hay muchos estudiantes que han
escrito pidiendo alguna información, que en realidad no les he podido dar pun-
tualmente pero que en cambio compenso en parte haciéndoles partícipes de esta
información circularizada.
Otros, por fin, me han preguntado qué quiero yo significar o preguntándose
si no se trata de un error. He contestado de manera anfibológica:
“En realidad este material no tiene destinatario puntual y específico. Se trata
tan sólo de compartir materiales, experiencias, reflexiones, correspondencia,
etc., vinculada tanto a la enseñanza del derecho administrativo en post-grado
como a los problemas contemporáneos del derecho administrativo, en tanto ellos
aparecen en cursos de postgrado como El método, Habilidades, etc. Es de natu-
raleza más bien académica, cultural o universitaria, no de carácter profesional.
Por ello en principio hice extensiva la lista a todos los colegas, del poder judicial
o no, con los cuales he tenido algún tipo de contacto. En el caso del poder judicial
quizás en otras épocas no lo hubiera incluido, pero ocurre que en la actualidad
hay miembros del poder judicial, tanto nacional como local, haciendo cursos de
la especialización. Tengo incluso un grupo de trabajo con integrantes exclusiva-
mente del poder judicial de distintas jurisdicciones, a fin de discutir problemas
comunes. En suma y luego de todas estas vueltas le toca a usted juzgar, como
siempre, si le parece que la mantenga en el listado que recibirá este material.
Actualmente son casi quinientas personas. Como elemento adicional para que
Ud. resuelva le incluyo en esta ocasión la versión corregida de una charla que
dicté en La Plata en el mes de junio. Por supuesto puedo mientras tanto seguirle
mandando el material hasta que Ud. resuelva lo contrario o a la inversa, mientras
tanto quitarla de la lista y en todo caso luego agregarla nuevamente. Es un típico
caso de cautelares en el proceso judicial...”
496
iv. ¿cómo hacer? M-129
Un e-mail plantea problemas, que he utilizado como excusa para tratar diversos
temas vinculados entre sí. Lo que sigue no es la versión textual de mi respuesta.
Por de pronto le aclaro que ha sido un error del estudio que se agregara la lista
de todos los destinatarios. Es un error grave, trataré de ver qué pasó. Me pare-
ce obvio que la lista no debe incluir nombres ni direcciones de otras personas.
También es obvio que ello ocurre de todas maneras. Tendremos que reflexionarlo.
Vuelvo sobre ello más adelante.
497
M-130 ii. diálogos con agustín gordillo
manejo la cátedra, no para tomarlo como ejemplo por supuesto pero sí al menos
como una pauta comparativa que puede ser de interés. Que las comunicaciones
internas de la cátedra lleguen a manos de alumnos o autoridades o enemigos no
me parece tampoco determinante. Primero, porque con el sistema del expediente
cada alumno de grado o postgrado debe tener acreditada la actividad de apren-
dizaje con la cual aspira a ser calificado. Si cometemos alguna arbitrariedad en
la calificación será fácil revisarla mirando a sus constancias documentales. Si
nuestro sistema no gusta, no hay obligación de adoptarlo y es mejor advertirlo
antes para no incurrir en el mismo error. O a lo mejor a alguien se le ocurre, a
partir de nuestro error, una idea mejor. Es algo como lo que dice Linares en su
prólogo a la primera edición de El acto administrativo. Todo es cuestión de crite-
rio en el caso. A medida que voy escribiendo este e-mail voy pensando qué puedo
y qué no puedo usar de él y voy también resolviendo que para hacer la cuestión
más interesante voy a dar traslado de su inquietud. Que cada uno que lea esto se
pregunte a qué pregunta estaré contestando. Se que es un poco exagerado, pero
tampoco se trata de precisión de cirugía cerebral. A Ud. le mandaré personal y
directamente este primer borrador y luego lo editaré y modificaré para hacer con
él una parte del documento general. Veremos cómo funciona.
De las comunicaciones que recibo saco todo aquello que permita identificarlas
y reenvío solamente a) lo que me parece que es de interés para los demás y b)
puede pasarse sin riesgo de individualización. Piense que ahora son casi quinien-
tos destinatarios. Voy a incorporar cerca de setenta cursantes de doctorado en
Tucumán, provenientes de distintas provincias. Se hace muy difícil identificar
a la gente por los e-mails, salvo precisamente que uno los conozca. Una primera
protección a la intimidad está dada, pues, por los sheer numbers.
El tema que Ud. me plantea es en definitiva el problema de la privacidad en
el e-mail. Yo tomo como punto de partida para mí mismo lo que ya parece que va
siendo la tónica en USA: No existe privacidad ni intimidad en el e-mail, hay que
utilizarlo con esa premisa básica. Por cierto cuando recibo e-mails en los cuales
viene identificada la lista de los demás destinatarios y me encuentro yo mismo
entre ellos, hay varias reacciones típicas. Primero, la bronca de encontrase uno
allí. Segundo, el prurient interest de ver quiénes otros reciben esa información.
Hay dos mecanismos de prevención. El primero y más fácil es abrir una cuenta
de e-mail cuyo título no sea asimilable ni comparable al nombre y apellido de la
persona. Los alumnos, más duchos que nosotros en el arte de la paranoia, ya lo
están haciendo. En otro e-mail que circularizo se menciona el caso del alumno
no identificado que firma: “aguanteel10.” Cuando le critiqué a [...] su lista era
porque incluía direcciones de e-mail en que era imposible adivinar el titular.
498
iv. ¿cómo hacer? M-131
Éste es otro ejemplo de “las banalidades de una conversación culta,” cuyo manejo se explica
en el Libro I, cap. XI, § 3, p. XI-4 / 272.
Ayer viernes 21 de septiembre pasaron en cadena por casi todos los canales de
cable lo que parecía ser un show de Hollywood33 para recolectar fondos para las
víctimas del 11 de septiembre. Emocionante, agradable, interesante, como todo
Hollywood. (También instructivo, en la medida que transmite un determinado
estado de ánimo y una determinada actitud.) Quise verificar si todos los canales
estaban en cadena o sólo algunos. Eran la mayoría de los que ví, pero había al-
gunas series americanas con traducción al portugués o castellano, que seguían
pasando lo habitual. Una primera impresión tentativa es que la emisión vino
en cadena desde EE.UU., pero me gustaría tener más información si alguno la
encuentra. La BBC no estaba en cadena, por supuesto.
Cuando terminó la transmisión en cadena la TV retomó sólo parte de la pro-
gramación habitual, que hasta antes del show todavía indicaba la programa-
ción tradicional e incluso durante el show mantenía los títulos —solamente los
títulos— de dicha programación. Al retomar se había variado la programación.
32
El domingo me enteré que hubo solamente una antes, en 1942.
33
En algunas personas esto puede leerse como ligeramente despectivo. Quienes me conocen
saben que es admirativo.
499
M-132 ii. diálogos con agustín gordillo
34
Un amigo me pregunta si se puede decir “de vanguardia” o hay que decir “de punta.” Ofrezco
otro sinónimo.
35
En mi caso, además la enseñé distinta.
500
iv. ¿cómo hacer? M-133
El domingo los diarios locales empiezan a comentar el show televisivo del viernes
a la noche. Pareciera que han tenido que esperar a leer algo en diarios del exte-
rior y rehornearlo, o que sus enviados en el exterior mandaran algo ya escrito.
En cualquier caso, como era un show de TV, la única condición requerida para
hacer una nota en Buenos Aires el día sábado era tener un aparato, mirar el
programa en cadena y entender inglés. No parece haber sido tarea fácil para los
periodistas de Buenos Aires. El show terminó a las 23 del viernes y el sábado
nada apareció en los diarios de Buenos Aires.
Hoy domingo 23 La Prensa, p.11, trae desde Los Ángeles la noticia...
¿No había nadie aquí mirando televisión?
El problema es peor de lo que parece, porque si no miraron televisión tampoco
se enteraron de que ahora no se aplicará la extradición, que ese atentado ha sido
correctamente definido como un crimen de lesa humanidad, que mejor es que
repasen todos Álvarez Machaín, etc.
Para que todo no sea crítica, en el mismo La Prensa del domingo, un buen resumen
de uno de los libros sobre el capitalista Osama Bin L aden y el imperio económico
de su familia, ps. 22/3.
Algo para pensar en la muy curiosa revista Veintitrés, que formalmente dirige
L anata pero hace ya un tiempo vendió y actualmente se enrola en el menemis-
mo vía Kohan, según las versiones.37 En esa curiosa revista, mejor que Ámbito
Financiero, un curioso artículo de M artín Caparrós, “La cifra el 67,” desde una
compleja perspectiva de izquierda judía, semi atea, da vuelta los roles de la
historia, hace una comparación casi explícita con el momento mundial actual y
concluye: “Ahora, en la Argentina, en medio de este holocausto temperado, cuando
el Estado se deshace... me encuentro con que no tengo más remedio que querer
36
Esto me llama mucho la atención. Demasiadas personas piensan que es indistinto leer una
edición que la otra. En una universidad privada rindieron Derecho Administrativo con la segunda
edición (1966) de mi Introducción al derecho administrativo. Es como estudiar Derecho Internacional
Público solamente por Podestá Costa. No está mal per se, no hay que ignorar el pasado; pero no
alcanza.
37
Aunque da para pensar. Hay un anticipo de lo que parece un raro libro que sacaría Dalmiro
Sáenz , “Yo te odio, político.” Salvo la racionalidad de vender ejemplares, no se le advierte mucha
más racionalidad.
501
M-134 ii. diálogos con agustín gordillo
38
Debo advertir formalmente que de la forma que hago la transcripción truncada su sentido
cambia respecto del texto original. A quien le interese tendrá que ver el original. Destaco pues que
mi transcripción da deliberadamente un sentido distinto al que el autor claramente dice expresar.
Ocurre que dudo hasta de su sentido expreso. A pesar de estos circunloquios, creo que mi cita no
traiciona el sentido implícito de la nota.
502
iv. ¿cómo hacer? M-135
503
M-136 ii. diálogos con agustín gordillo
504
iv. ¿cómo hacer? M-137
Es como cuando hicimos la guerra por las Malvinas: Estaba seguro que nuestra
irracionalidad no arrastraba la de ellos y, por ejemplo, que no iban a bombardear
Buenos Aires, como pedía que no lo hicieran la canción de Charly García. Todo
ello a pesar de que en nuestra soberana estupidez un comando fue a España
para intentar bombardear Londres. Menos mal que los españoles los pararon.
Obviamente EE.UU. no va a bombardear ni ocupar Kabul (quizás ni siquiera
Kandahar)39 ni hacer nada que desate un mal peor que el que ya se cometió
contra ellos.
Puedo informar a mis atribulados contertulios que esto no es mi personal
opinión, el NYT también la expresa.
39
La base del movimiento talibán. Ver BAH, 23-09-01, p- 21
40
No puse los acentos pero puse las mayúsculas. Puse todo minúsculas y el resultado no cambió.
Alguno podría decir que esto es “aristotélico” si no hubiera leído el capítulo I del tomo 1 o no lo
quisiera creer o estuviera leyendo los libros equivocados.
505
M-138 ii. diálogos con agustín gordillo
16.5. Marginalia
16.5.1. Leyendo diarios extranjeros
Me han contado que otras carreras existe el siguiente extraño método de eva-
luación: Dan trozos de lectura no identificados, de autores conocidos, para que
el alumno determine, solamente por su estilo, a cuál autor pertenece. La clave
para este tipo de test es que la cita no adelante el contenido, solamente el estilo.
Por ejemplo, si el texto dijera “el decreto-ley de procedimiento administrativo”
cualquiera sabe que eso es mío, hasta el día de hoy. Cualquier cosa que se diga
de servicios públicos, poder de policía, contrato administrativo, seguramente será
identificado sin dificultad. Eso no es el test, aunque también podría serlo. (Claro,
si fracasa en un test que tenga contenidos visibles es porque Ud. ni siquiera lee.
Ese es un test no sofisticado, impropio de una especialización.)42 A su vez, si el
“estilo propio” de que se trata fuera no decir nada o nunca nada claro, también
es fácil.43
41
Parte, ahora, de la continuación de la controversia M airal-Cassagne.
42
Siempre que los participantes lean concienzudamente, lo que no siempre es el caso.
43
Hay un clásico que cultiva ese estilo, pero como se verá en el texto a continuación, está teniendo
imitadores.
506
iv. ¿cómo hacer? M-139
“En tercer lugar, está la corrupción del lenguaje jurídico y el hecho de que todas
las concepciones o principios sean susceptibles de una crítica desde el punto de
vista de la lógica formal en cuanto a su falta de precisión. Esta es una muleta
bastante desgastada, pero que sigue siendo usada por muchos para criticar con-
cepciones, no obstante hay que advertir que todo el derecho, está formado por
el lenguaje natural y al estar formado por el lenguaje natural tiene siempre un
marco de certeza y un halo de penumbra.44 De manera que lo que importa, en
definitiva, es la realidad y la respuesta real a los problemas del derecho, basada
en los principios dogmáticos de cada institución condensados siempre en una
solución positiva concreta que abreve en la diversidad del fenómeno jurídico,
que es una diversidad que se proyecta siempre en la norma, en la conducta (la
jurisprudencia) y en los valores, es decir, las tres dimensiones del derecho, como
acertadamente hace muchos años enseñaba el maestro... Creo, que muchas de
las discusiones a las cuales asistimos actualmente, son realmente discusiones
verbales, en gran parte, dado que el fondo de las discusiones en realidad, está en el
régimen jurídico más que en el verbalismo, en los conceptos y en la terminología.
Poco interés tiene que digamos que no existe más la institución del...45 cuando
le damos otro nombre a este fenómeno y sustituimos el concepto por de...46 pero
recoge los mismos principios del...;47 lo mismo pasa con... En el fondo lo que se
esconde, detrás de todos estos debates y discusiones no es tanto una discusión
sobre la existencia de una institución...”
Le doy uno más fácil:
44
Ross, H art, otros, lo dicen mejor.
45
Acá se podría poner “acto de gobierno.”
46
Acá podría ir “acto institucional.”
47
En este ejemplo inventado, el acto de gobierno.
507
M-140 ii. diálogos con agustín gordillo
“Ahora bien ese bagaje de principios, que provenían del antiguo Derecho Ad-
ministrativo, ha sido y está siendo objeto de una profunda revisión (aunque no
nos demos cuenta, todos los días) y consecuente transformación a fin de adaptar
el régimen jurídico... a las concepciones dominantes en la actualidad, a través de
un proceso que evidentemente es un proceso in fieri, en formación que nunca va
a culminar. Aunque... a veces no lo pueden entender, estos procesos de cambio,
de transformación de las instituciones, son permanentes y no nos debe llamar
la atención que lo que nosotros decíamos hace diez o quince años, no sea pronto
una afirmación pasada de moda o caiga la institución en desuso.”
No pruebe con Altavista.
Si aceptan, como lo han hecho, que era una notificación válida, ¿por qué cumplirlo
fuera de tiempo? Eso no es aplicación del informalismo a favor del administrado. Si
bien ya lo puse en el documento “Audiencia pública 4,” parece necesario recordarlo:
17.2.1. Perfil del que puede invocar el informalismo. Tomo 2, cap. IX, nº 11
El informalismo a favor del administrado está concebido para, “en especial los
de menor condición económica”, “gente de modestos recursos y escasos cono-
cimientos jurídicos”, “sin posibilidad alguna de dominar los vericuetos del
508
iv. ¿cómo hacer? M-141
Todo “deberá apreciarse de acuerdo con las condiciones personales del recurrente,
según que ellas (posibilidades materiales e intelectuales) hagan o no razonable,
en su caso, el medio empleado.” (Tomo 4, cap. III, § 8.2 in fine.) En “su” caso, como
dice el libro, vuestro caso, ¿es razonable que no cumplan en tiempo y forma con
el régimen vigente y aplicable?
Tomo 4, cap. III, nº 14, p. III-31. Podían invocar los CVs presentados antaño.
Pero de todos modos no justificaba empíricamente no presentarlo nuevamente,
corregido y actualizado, en tiempo y forma.
[...]
Las palabras en inglés debieran estar en bastardilla (Ctrl. K) o italics. Los nom-
bres y apellidos quedan mejor en versalita. (Ctrl. Shift L.) En general conviene
controlar los espacios en blanco, que existan donde deben ir.
17.2.5. One
Muchas gracias por el envío del CV a mi pedido. Le voy a hacer diversos comen-
tarios con el propósito de ayudar, en su caso, a una reelaboración. Es con esa
finalidad que los estoy pidiendo. Voy a hacerle mis reflexiones en forma desorde-
nada, no siguiendo el orden de su presentación; creo que Ud. debe aprovechar la
ocasión para reordenar, o intentar reordenar, todo el material.
Nunca en mi vida había visto “Curriculum vitae et studiorium.” Como no
conozco latín, no se si está bien escrito, aunque por lo menos debe estar mal la
“ae” en lugar de “æ.” ¿Lleva dos “i” la ultima palabra? ¿Es un ablativo o qué?
509
M-142 ii. diálogos con agustín gordillo
17.2.6. Two
510
iv. ¿cómo hacer? M-143
Tengo dudas con “Milenium,” ¿se escribe así? Otra cosa a pensar es si el “ae”
lo pone así o en cambio “æ” y al mismo tiempo si castellaniza o no “Curriculum.”
En EE.UU. ponen “CV,” para saltear ese problema.
En actividad docente (donde la secuencia temporal es inversa a la del punto
II) no indica los actos formales de designación. Si el CV tuviera en este caso un
destino profesional de la profesión de abogado, esa falta de detalle estaría bien.
Funcionalmente, en este caso no. Por lo demás, es el tipo de datos que con el
tiempo se pierde, mejor dejarlos anotados desde temprano: En el sector público
suelen ser formalistas al respecto.
Intente... No digo que necesariamente quede bien, pero por lo menos debe in-
tentarlo. Como dice A ragon, primero lo escribe (con lo cual lo piensa) y luego lo
piensa mejor, por ende lo repasa; por fin decide si lo publica o no en el CV, según
casa caso particular y concreto.
Una idea de carácter global: Un CV debe ser siempre un traje de medida,
jamás uno de confección. No importa si la ocasión lo justifica o no. Es una carta
de presentación y como tal requiere ser bien pensada en general pero también
afinada al caso particular. Este CV está claramente reflexionado para el objetivo
profesional que sin ninguna duda cumple eficazmente. Pero el objetivo no era
profesional en este caso, sino docente o de investigación o de sector público. En
cualquiera de estas variantes la parte profesional venía al final del CV. En lo
personal yo le doy más importancia que vestirme correctamente para una reu-
nión, pues el CV queda, indeleblemente.
Su CV da la impresión de bien pensado, de solvencia, seriedad profesional,
etc.; pero es perfectible en la forma y en el fondo. En la forma, me parece que hay
demasiados blancos y sobre todo interlíneas: El truco visible de abogado. Inten-
taría visualmente comprimirlo un poco. El objetivo de estas líneas es ayudarle
a la reflexión sobre el CV. Lo hago porque tengo entrenamiento en evaluar CVs.
Es, si lo quiere, un complemento de mi actividad en los cursos y por eso lo pedí
en ese marco. Es una habilidad que, como todas, se adquiere con la práctica.
Espero que le sea útil. Su CV refleja bien (pero podría hacerlo mejor) aquello
del capítulo I del libro de Rogers, El proceso de convertirse en persona. (“Éste
soy yo.”) Utilice el CV como una ocasión de repensar sus objetivos profesionales
y académicos y sus planes de trabajo en el mediano y largo plazo; en función de
ello, las acciones a corto plazo. El CV puede siempre utilizarse como una forma
de introspección. No hace falta hacer “Ohm...”
511
M-144 ii. diálogos con agustín gordillo
512
iv. ¿cómo hacer? M-145
marcar texto, y cómo hacer anotaciones, etc. Andaba por un tercio cuando ya la
vista se me cansó y hube de dejar.
Hace poco estuve señalando que cuando se me pide hablar sin antes haberme leído,
en el tema que se me pide que hable, es como pedirme que trabaje de personal
trainer. O sea, la persona sabe que debe hacer ejercicio, pero no tiene ganas y le
ayuda que venga alguien a insistirle que lo haga.
En las adicciones (droga, alcohol, obesidad, fumar) también están en boga
las llamadas terapias de acompañamiento, en que alguien le recuerda en todo
momento que no debe fumar, debe hacer ejercicio, debe bajar de peso, no debe
48
En realidad, en el libro ambos hermanos usan el apellido doble, Grau Carreño, que A rmando
Emilio Grau no usaba cuando lo conocí hace cuarenta años y en sus demás publicaciones desde en-
tonces. Yo sigo el consejo de M arienhoff, unificar para evitar confusiones. El libro se llama Pasión,
proceso y gloria de Jesús, ed. Bonum, Buenos Aires, 2000.
513
M-146 ii. diálogos con agustín gordillo
Este es el título del editorial del Buenos Aires Herald del 7 de octubre de 2001,
p.10. Luego de explicar que el abanico de candidatos cubre todas las opciones,
concluye que en tales circunstancias empeñarse en votar en blanco o anulado es
“despreciar la democracia y coquetear con la dictadura.”
Es cierto, el voto en blanco o anulado es una forma de expresar rabia contra
la realidad, el gobierno, los políticos, la clase dirigente, el mundo y nosotros
mismos. No está mal, si no fuera porque es pegarse colectivamente un tiro en el
pie propio y en el del vecino. Es un acto de hostilidad hacia los demás, incluidos
aquellos por los que declamamos.
Por ello he contestado a una corrosiva circular contra todos los partidos polí-
ticos y las elecciones, del siguiente modo:
514
iv. ¿cómo hacer? M-147
Ver también cap. IV, § 3.1, p. M-96; § 8.3, p. M-105 / 473. Cabe puntualizar que el viaje a
Tucumán para disertar no se concretó, por no darse las circunstancias a que hace referencia
el mail que a continuación se reproduce.
[...]
Debí viajar, y no pude, el 29 de agosto. (Era el aniversario de la tragedia de
LAPA, y es una fecha en que siempre en Aeroparque se hacen dramáticos actos
de recuerdo y homenaje.) Está previsto ahora que viaje el 7 de diciembre, pero
aún no recibí ningún e-mail, ninguna pregunta, ningún indicio de
lectura previa.
Amigos tucumanos y norteños en general: Haré el esfuerzo de viajar en
estos malos tiempos. Ustedes hagan el esfuerzo de leerme y escribirme.
Creo que no es un pedido irrazonable. Comiencen por enviarme al menos sus
domicilios de e-mail, así les puedo hacer llegar este material que también
ha de interesarles en su especialización y doctorado en derecho público.
Como este mismo mensaje no llega a destino, porque no me mandan los e-mails,
pido a los que sí lo reciban que intercedan por mí ante ellos para que comiencen
a hacer acto de presencia electrónica.
Si me esperan en diciembre, deben asumir que también yo espero una
contrapartida. Es el viejo romano do ut des.
En vez de plata, es conocimiento mutuo, compartido, recíproco, interactivo,
participativo, en libertad responsable y madura. Siguiendo con la figura del
personal trainer, de nada les sirve que yo les pida que hagan un ejercicio si no
lo quieren hacer...
Si no, es tan absurdo como ver a un profesor de gimnasia saltando delante de
sus alumnos y a estos mirándolo saltar y brincar desde cómodas butacas. Eso
no es hacer gimnasia, no al menos los alumnos. Así no se mantiene la línea. Ese
profesor de gimnasia no debería saltar y brincar si sus alumnos no quieren
hacer ejercicio alguno de los que él indica. Sería una demostración contun-
dente de que no quieren hacer esa clase, que no quieren que el personal
trainer vaya; al menos, no todavía.
515
M-148 ii. diálogos con agustín gordillo
516
iv. ¿cómo hacer? M-149
517
M-150 ii. diálogos con agustín gordillo
[...]
Un amigo certificado como tal (de carné, como dirían los españoles), me manda
este críptico mensaje:
“(Fulano) «...decía que nosotros los abogados (y los argentinos en general)
convivimos con USTED. USTED está siempre presente; en las empresas, en los
estudios jurídicos, etc. USTED significa «Uso Subdesarrollado de TEcnología
Desarrollada».”
“Él decía, «en otras palabras: el problema es USTED».”
518
iv. ¿cómo hacer? M-151
Mientras tanto, todas las causas judiciales de interés público han de ser seguidas
con cuidado por todos. Hay mucho para reflexionar, para confirmar, para aprender.
Leí con respeto la prosa no muy lograda, el relato no apasionante, a veces genui-
namente inocente,51 de un libro que a pesar de ello no puede sino ser importante.52
No me interesó lo suficiente como para leerlo, sólo hojearlo. Pero no me arrepiento
de haberlo comprado y tenerlo en la biblioteca.
Creo que dada la jerarquía institucional que han tenido en el país, todos los
procesados debieran hacer su libro, ensayar su explicación, exponer a la ciudada-
nía su versión de lo que han vivido. No será lo único con lo cual se construirá la
historia, pero es un elemento que pienso tienen un cierto deber social y político de
brindar. No tiene por qué gustarnos cada uno de esos libros. Ese no es el objetivo
de leerlos o consultarlos.
Leí pues ―salteado― con respeto esta primera contribución a la información
y al debate público de una persona pública procesada y presa. Como ciudadano,
lo agradezco como contribución a mi información. Por supuesto, reservo opinión
sobre muchas cosas que el futuro aclarará mejor.
Leo también con respeto frases fuertes como “huestes de adictos a la dictadu-
ra militar” (p. 338), “ruin ingeniería mafiosa, concebida y diseñada desde altas
esferas políticas, allegadas al poder y con influencias sobre distintos funcionarios
y obviamente ministros”53 (p. 340); “Yo he vivido en esa mugre que significó la
51
En este sentido, hay muchísimos comentarios que son obviamente honestos pero sorprenden.
En este aspecto, el libro es útil y hasta estremecedor para entender el grado de incomprensión de
la cultura civil por parte de un militar que ha intentado e intenta, ciertamente, acercarse a ella.
No es lectura placentera, es lectura necesaria.
52
M artín Balza, Dejo constancia, Memorias de un general argentino, Planeta, Buenos Aires, 2001.
53
El autor formula estas expresiones en referencia a lo que considera una actual campaña en su
contra. La citamos, fuera de contexto, para mostrar la falta de sofisticación. Hay muchas más de
este tipo que inducen a pensar que realmente pudo haber pecado de excesiva ingenuidad en la causa
519
M-152 ii. diálogos con agustín gordillo
dictadura con apoyo civil” (p. 282); “... nunca le preocupó mucho el derramamiento
de sangre”54 (p. 107); “...sin munición, carentes de equipo de abrigo, agotados...
sin haber recibido alimentos en las últimas cuarenta y ocho horas.”55 (P. 106.)
Lo nuevo es quién lo dice.
[...]
En “G-2001-36. Otro cacho de cultura” hacía varios acertijos y dije que felicitaba
al primer que los resolviera.
Llegó la primera respuesta, acertando —de memoria— con uno de los acer-
tijos, el que dijo Benavente desde arriba del barco, zarpando del puerto. Para
cumplir con mi palabra, en este solemne acto virtual, hago entrega de mi expresa
felicitación al:
Dr. Roberto de Michele
Muchas gracias por participar
Faltan los dos de Naipaul y los dos de Ortega y Gasset.
principal. Ello es exculpación moral, quizás también penal, pero ciertamente no administrativa o
política; el deber de cuidado aumenta con el grado jerárquico que una persona ocupa.
54
Se refiere a Galtieri y la guerra de las Malvinas.
55
Por eso en e-mails anteriores señalaba el criterio extranjero de que los militares se preocupaban
de estrategia pero olvidaban la logística. Es un mal argentino, como discurrir de política tributaria
e ignorar la administración tributaria, etc.
520
iv. ¿cómo hacer? M-153
“G-2001-39-El acertijo” felicité al Dr. Roberto de Michele que ganó por esca-
sas horas a la segunda entrada, ya no premiada, del Dr. F rare de Cipolletti.
Como Mención de Honor reproduje sus muy interesantes palabras y no menos
interesantes referencias y pasé su e-mail, en mi “G-2001-41-Corespondencia y
numeración”, punto 3.
Ahora me llega el momento de felicitar a una colega que se acuerda de memo-
ria, de mis clases, cuáles eran las dos palabras con las cuales Ortega y Gasset
cerraba su artículo “El hombre a la defensiva.” Pero no dice haberlo releído, que
era el objetivo de mi concurso.
De allí en más mejor, pues manda el segundo artículo publicado por Ortega y
Gasset en La Nación del 13 de abril de 1930, que enmarcó la página 3 de mi edición
italiana de L’amministrazione parallela. Il parasistema giuridico-amministrativo,
Giuffrè, Milán, 1987; sólo que omite una parte fundamental sin explicar por qué.
Para cumplir con mi palabra, en este segundo solemne acto virtual, hago en-
trega de mi segunda felicitación, que por referirse a otro autor es también primer
premio, pero segundo primer premio:56
Dra. Cristina Domínguez
Faltan los dos de Naipaul
¡Vamos que falta menos!
“Respecto al texto de Ortega y Gasset que habla sobre los argentinos en su obra
El hombre a la defensiva, creo recordar que las dos palabras a las que hacía
referencia cuando hablaba de los argentinos eran...”
“Con relación al texto Ud. sugirió en el curso de El Método al que asistía los
días lunes su lectura. En esa oportunidad ahondando en las obras de Ortega
y Gasset encontré una publicación en donde Ortega y Gasset explicaba porqué
había escrito El hombre a la Defensiva. Se la adjunto en caso de que quiera leerla.
“Cordiales saludos, Cristina A. Domínguez ”
56
Me encanta ser abogado, poder escribir y que nadie entienda qué es lo que uno quiere decir,
si es que quiso decir algo. A los ingenuos les parece sabio, porque no entienden. Los más viejos
sabemos que si algo no se entiende es porque está confuso. El que escribe difícil o confuso no es un
sabio, es una persona confusa, muy probablemente contradictoria, seguramente infiel a su palabra,
habiendo desarrollado el arte defensivo-ofensiva del innuendo y del argumento ad-hominem. Como
ésta es demasiado fácil, no hay premio.
521
M-154 ii. diálogos con agustín gordillo
522
iv. ¿cómo hacer? M-155
23.3. A eso hay que agregar Naipaul, Garzón Valdés, James Neilson, Graham-
Yooll, Aguinis
59
“Sigo utilizando tu formato que para mí es muy agradable al leerlo. Al ser invento tuyo, su-
pongo que para vos también.”
523
M-156 ii. diálogos con agustín gordillo
“Ortega nos convoca. Brillante —no hay otra palabra— [...] y fecundos los resul-
tados de lo que está pasando después de tu convocatoria a releerlo.
“Te sugiero que sigas con esto. No cortemos la “cadena” de volver a Ortega; ya
que, estimo, como vos, que es imprescindible en estos momentos.
“Estoy dando un curso de Posgrado en la Universidad de Mendoza (la privada)
todos los viernes. Mi tema es Poder de Policía de Emergencia. Además de toda
la bibliografía básica y los fallos de rigor —fundamentalmente lo estoy dando a
partir de estudio de casos— el viernes último les llevé tu artículo publicado en
La Ley el 12 de octubre pasado(60) y el de Ortega y Gasset, El Hombre a la defen-
siva y el trabajo para hacer (pensar y reflexionar incluido) era “unirlos,” buscar
“líneas unitivas” (causas) y poder sacar conclusiones acerca de cómo habíamos
llegado los argentinos a esta emergencia “permanente.”
“Se quedaron al principio “atónitos” y no podían concebir tanta actualidad en
las palabras de Ortega. Deberán “pensar” —para cuando termine el seminario—
cómo podemos ahora los argentinos —con esas características orteguianas—
elaborar un plan para salir de la emergencia.61”
524
iv. ¿cómo hacer? M-157
62
“Están en el subsuelo de la Facultad, estante 1-6-C., los 9 tomos de la “colección oficial”, po-
dríamos decir, de la Revista de Occidente.”
63
“También fotocopié: “El deber de la nueva generación argentina,” en Obras Completas, T. III
(1917-1928), 5ª ed., Revista de Occidente, 1962, pP. 255-259; y “Por qué he escrito «El hombre a la
defensiva»,” en Obras Completas, t. IV (1929-1933), 4ª ed., Revista de Occidente, 1957, pp. 69-74.”
64
“O rtega y Gasset, «El hombre a la defensiva,» en El Espectador: «Intimidades,» Obras
Completas, t. II (1916-1934), 6ª ed., Revista de Occidente, 1963, p. 663.”
65
“Rescato también que las mujeres están afuera; cosa que recalca el mismo Ortega en dos
oportunidades en su artículo. (Ob. cit. en nota anterior, ps. 646 y 650.)”
66
“Te acuerdas de los viejos chistes sobre «argentinos» (en verdad aquí en Mendoza los contaban
como de «porteños»): «Cómo ganar mucha plata: Comprar a un argentino por lo que vale y venderlo
por lo que dice que vale.»”
525
M-158 ii. diálogos con agustín gordillo
24.1.5.
[...]
67
“Ortega y Gasset, «Por qué he escrito ‘El hombre a la defensiva’,» en Obras Completas, t. IV
(1929-1933), 4ª ed., Revista de Occidente, 1957, p. 72, in fine.”
68
“Ob. cit. en nota anterior, p. 73, primer párrafo.”
69
“Agustín Gordillo, L´ammnistrazione parallela. Il «parasistema» giuridico – ammnistrativo.
Introducción de Feliciano Benvenuti, Milano, Giuffrè Editore, 1987, p. 3.”
526
iv. ¿cómo hacer? M-159
“Ortega sigue produciendo frutos. He encontrado dos “líneas unitivas” para seguir
reflexionado en Nolberto Espinosa(70) (gran filósofo mendocino: estudió en Alema-
nia con Heidegger, doctor en filosofía, fue amigo del Padre Sepich que introdujo
el pensamiento de Hegel a la U.N.Cuyo, etc., profesor nuestro en la facultad y
desde hace 50 años —debe tener entre 75/78— etc.) y en Scalabrini Ortiz.(71)
[...]
“Un fuerte abrazo,
“Ismael.”
[...] me resulta muy grata tu pregunta por lo del guión largo. Grata porque es el
único medio por el cual podemos ayudarnos los unos a los otros en ese difícil y
fácil camino que es la informática. Difícil porque uno sólo casi siempre se pierde.
Fácil porque cuando te lo dicen uno podría preguntarse ¿Cómo no me dí cuenta?
Es que es demasiado para darse cuenta sólo; los amigos son indispensables.
Concretamente, tenés que abrir la ventana “Insertar” y allí adentro “Símbolo”;
una vez dentro de “Símbolos” hay que abrir la segunda solapa, que dice “Carac-
teres especiales.” Allí está, en primer lugar, el guión largo.
Te ruego que me preguntes todas las veces que quieras, yo como abogado sé lo
difícil que es aprenderse estos pequeños chirimbolos y me encanta poder pasar
los pequeños trucos que tanto nos cuesta a todos descubrir.
“[...] a los fines de colaborar con la lectura de Ortega y Gasset remito una página
de internet http://piedraverde.com/ortega/. Es completa y se puede acceder a los
textos del escritor. Atentamente. M aría del Carmen M artínez Medrano.”
Una de las muchas cartas recibidas (bueno, no tantas, algunas apenas) es muy
grata y quiero permitirme el lujo de reproducirla íntegramente. Como la carta es
70
“Nolberto Espinosa, La personalidad ideológica. Estudio sobre el carácter del hombre moderno,
Mendoza, Ed. Idearium, Distribución Abeledo – Perrot, 1989.”
71
“R aul Scalabrini Ortiz , El hombre que está solo y espera, Prólogo de José María Rosa, Buenos
Aires, Plus Ultra, 1973, 12ª ed. (1ª ed. 1931.)”
72
Para el English Group: la expresión castellana se utiliza ahora en inglés con otro significado,
y en castellano es al revés, pero el significado es el mismo. Como decía el Gaturro de Nick , en
castellano es el “namberguán”. Espero los comentarios del English Group, in English, of course.
527
M-160 ii. diálogos con agustín gordillo
en verdad un premio para mí, no puedo yo premiarlo a él. Así que, simplemente,
gracias.
Me dice amablemente el Dr. ...:
“No es mi intención ganar ningún premio, ni mención, me basta el desafío
intelectual para pensar y buscar, que me mantiene vivo, Me Moviliza.
“Lamentablemente no puedo contestar exactamente sus preguntas, porque
razones de trabajo electoral, hicieron que recién viera el mail el Lunes, con se-
rias dificultades para conseguir el ejemplar de Buenos Aires Herald del sábado,
diario que lamentablemente no actualiza como otros su site, lo cual me impidió
acceder a las palabras de Naipaul que menciona ese diario. En cuanto a Ortega
y Gasset, explico mi experiencia más abajo.
“No obstante quiero hacerle llegar lo que obtuve, en relación a ambos temas.
“La Nación, en su suplemento cultural del domingo 15, menciona algunas
frases sobre los países emergentes, del ganador del Premio Nobel.
“Expresa que «somos sociedades a medio hacer, que se hacen y se deshacen
incesantemente.»
“Que «el fracaso de los países latinoamericanos es su dificultad para ACEP-
TAR LA REALIDAD»
“Que los argentinos «tuvimos la ilusión de creernos ricos, después de años de
engañosa prosperidad,» que tuvimos «el sueño de la revolución distribucionista.»
“Respecto a Ortega y Gasset, mi búsqueda en Internet, me llevó a un sitio
donde pude leer los títulos de todas sus obras y artículos, distribuidos en 12
tomos, comprobando que «El hombre a la defensiva,» está en el Tomo II, y fue
publicado en 1929.
“Indagando llegué luego a un sitio relacionado, el prólogo de La Administración
Paralela, donde en la primera nota se menciona con precisión que el artículo fue
escrito por Ortega en «El Espectador» y puede ubicarse en la Obras Completas,
Tomo II, página 642, y siguientes.
“Allí vino la otra etapa, donde me pasó algo parecido a lo que a Usted con
Naipaul, en este caso más grave, recorrí varias librerías, algunas importantes,
No tienen las Obras Completas de Ortega.
“Espero disponer de tiempo a la brevedad para poder llegarme a la Biblioteca
Nacional.
“Sin embargo en otro site suyo al que llegué por Ortega, me encontré con
las conclusiones de El Método, donde hace referencia a una frase de Ortega
relacionada con lo que estamos hablando, referida a los argentinos «llega a ser
lo que eres.» (Como dice Erich F romm en Ética y Psicoanálisis «desarrolla tus
potencialidades.»)
528
iv. ¿cómo hacer? M-161
529
M-162 ii. diálogos con agustín gordillo
“En su artículo «El hombre a la Defensiva,» cuya ubicación en las obras com-
pletas encontré en Internet y que luego busqué en una biblioteca —confieso no
tener las obras completas en mi casa—, Ortega y Gasset en septiembre de 1929,
manifiesta que intenta guardar la equidistancia entre el halago y el vejamen,
al hablar de los argentinos.
“Después recordé que Ud. había citado reiteradamente este artículo en La
Administración Paralela y al recurrir al libro, encontré las numerosas citas de
Ortega y Gasset y también una cita de Naipaul.
“Cuando Ud. se refiere a Ortega y Gasset en La Administración Paralela en
el Prólogo, lo hace respecto a esa dualidad o paralelismo que según Ortega y
Gasset ya se percibía a principios del siglo pasado y cuyo análisis en la Argentina
es el objeto de su libro.73
“Es importante recordar que Ortega y Gasset al recibir las críticas que su
artículo despierta entre los escritores argentinos, contesta con otro artículo «Por
que he escrito ‘El hombre a la defensiva’,» en el que concluye que esas páginas
podrían haberse denominado «Hacia la gratitud por el insulto.»”74
25.3.2. V. S. Naipaul
“Creo que Ud. se refiere a que Naipaul sostiene que los pueblos latinoamericanos
no somos capaces de aceptar la realidad.
“Carolina A renes en La Nación, en el suplemento de Cultura del domingo
recuerda que en los 70, este autor criticó lapidariamente al ser nacional, porque
radicaba en los «sueños de grandeza de los argentinos»75 que se resistían a
reconocer su propia imagen en el espejo de América latina.76
“En uno de sus artículos posteriores, Naipaul señalaba que el fracaso de los
países latinoamericanos residía en su dificultad para aceptar la realidad. Dos
eran las tentaciones a las que habíamos sucumbido «la ilusión de creernos ricos»
y el «sueño de la revolución distribucionista,» canalizada tanto a través de las
73
Ese es el tema de mi libro, pero no es el tema del acertijo.
74
Sí, pero hay que leerlo entero.
75
Como dijo Grondona en la cita que hice de él en LL del 12-X-01: los argentinos “Se la creyeron.”
76
Sí, pero hay que leer a Naipaul .
530
iv. ¿cómo hacer? M-163
25.3.3. Anónimo79
531
M-164 ii. diálogos con agustín gordillo
En definitiva, es una tarea elemental o sencilla, de esas que los argentinos nos
da tanto trabajo completar. Para las difíciles, somos campeones. Las fáciles, no
podemos. Pueden seleccionar algunas páginas dilectas de Aguinis para abundar
en los calificativos que este premio-castigo conlleva. Pero no es solamente Ud.,
Dr. Anónimo. Muchos pueden compartir su premio, así que no se sienta injusta
y excesivamente premiado.
En cuanto a las reflexiones de Naipaul, tampoco son ésas. Por eso los libros
hay que comprarlos a tiempo, después desaparecen de las librerías. No olvide de
comprar Garzón Valdés, James Neilson, Graham-Yooll. Es como un ahorro o
inversión intelectual, para cuando necesite leerlos. Agregue por las dudas “El
hombre a la defensiva.” Además, querido Dr. Anónimo, me envía un acertijo Ud.,
sin haber resuelto el suyo. Tut, tut, tut.
Podría dar Premios Honorarios a los que por lo menos fueron a buscar las citas
que hago en La adminisración paralela. Ellas permiten identificar los libros. Pero
no tienen las palabras que andamos buscando. Algunos que han releído el libro
intentan reconstruir las frases. En una, han acertado. Tendrán que leer los dos
trabajos. Ortega y Gasset, El hombre a la defensiva y Naipaul, The Return of
Eva Perón. Todos pueden quedarse pensando: ¿existirá ese Dr. “Anónimo” o lo
inventé yo, para hacer pensar? Esa es la estocada secreta del maestro, de Nevers
no la enseña al discípulo.
No, ese libro no hay que buscarlo. Hay que haberlo leído en la escuela secun-
daria, en lugar de los textos aburridos que nos daban para repetir inútilmente.
Para mí la época de la escuela secundaria fue una etapa extraordinariamente
formativa, porque leí muchísimo por mi cuenta.
Ampliar supra, Libro I, cap. II, § 11, p. II-23 / 89. Es uno de los temas recurrentes del Libro I.
así, argentinos según Ortega y Gasset. Cuando viajamos no hace falta, cualquiera nos reconoce a
la legua y nosotros creemos que pasamos desapercibidos. Allí el logotipo perdería utilidad.
532
iv. ¿cómo hacer? M-165
81
Uso el concepto en su estricto sentido antropológico; no estoy hablando facetitiously.
82
En el sentido de enseñanza que menciono en El método, desde luego. Lo cual no excluye de vez
en cuando el pecadillo de una conferencia o charla unilateral, para entretenimiento del público y
eventual lucimiento personal. Sirve en la medida que permite que la gente se vea e interactúe, no
por la inexistente comunicación que la ausencia de diálogo conlleva.
533
M-166 ii. diálogos con agustín gordillo
83
Como en ello están también los castigos y no solamente los premios, es una materia en parte
pendiente, pero a la cual me abocaré.
84
Hice esa suerte de introspección en el prólogo a la cuarta ed., en 1997, del t. 1 de mi tratado, p.
31. Ya estaba terminando de pulir sus páginas pero tuve aún la suerte de hacer una quinta edición
argentina en 1998, una primera edición colombiana el mismo año, una sexta edición en Venezuela y
segunda en Colombia, y espero en algún momento una séptima (¿o la llamaré sexta?) ed. argentina.
85
Fue en el mismo momento de instrospección mencionado en la nota anterior.
86
No sus libros, para pesar de sus enemigos, impotentes frente a su humor, su claridad, su
profundidad y sobre todo de la luz de su pensamiento que como un foco ilumina las cuevas donde
pretenden esconderse. He tenido la bendición de que uno de los que lo denosta me honre también
con su enemistad, desde allende el derecho administrativo.
87
Una condición suya me ha faltado siempre. Estoy tratando de adquirirla, como deber cívico
académico.
534
iv. ¿cómo hacer? M-167
88
Me pagarán, pues, millones de dólares por ello.
89
Con aquellas tres condiciones necesarias para ser juez: Coraje, corazón, cerebro. La primera y
la segunda, absolutamente indispensables. La tercera, buena y conveniente. Más, como saber dere-
cho, es ya un lujo. Sin la primera y segunda nada adicional suple; la tercera y cuarta no alcanzan
ni sirven si falta lo anterior.
535
M-168 ii. diálogos con agustín gordillo
90
Si, la regla no es absoluta.
91
Como también se dice, con mayor precisión, garbage.
92
Es el trabajo del juez, del jurado, del científico: juzgar y decidir. La autora reúne en estas
páginas las tres calidades. Son un modelo para jurados, para jueces, para científicos del derecho.
93
Leyéndolo, ya me siento culpable de no hacer lo mismo en mis propias páginas. Desde su lectura
adquiero el deber de tratar de imitarla.
536
iv. ¿cómo hacer? M-169
[...]
94
Aquello que Carrió siempre enfatizaba, como los grandes juristas de todos los tiempos. Nosotros
también lo repetimos, pero qué difícil es hacerlo. Nos remitimos a nuestros libros El método en
derecho, Madrid, Civitas, 1988, 4ª reimpresión 2001; L’amministrazione parallela. Il parasistema
giuridico-amministrativo, Milán, Giuffrè, 1987; La administración paralela, Madrid, Civitas, 1982,
4ª reimpresión 2001.
95
Ya comenzamos, como en los tiempos del proceso, a tener que leerla en inglés pues en castellano
resulta demasiado fuerte. El 4 de octubre de 2001 hay un artículo de James Neilson en el Buenos
Aires Herald titulado “Unwelcome truth;” del mismo autor, “Battle stations,” Buenos Aires Herald
del 20 de septiembre de 2001, p. 16; “The old guard under siège,” Buenos Aires Herald, 16 de agosto,
2001, p. 16; “The mysterious south,” Buenos Aires Herald, 20 de agosto de 2001, p. 16; “The greatest
disaster movie,” Buenos Aires Herald, p. 16, del día 26 de agosto de 2001. Por cierto, no se puede
entender el derecho constitucional de hoy sin tener una visión fresca de la historia argentina de las
últimas décadas: para ello consideramos de imprescindible lectura Garzón Valdés, Ernesto, El velo
de la ilusión. Apuntes sobre una vida argentina y su realidad política, Buenos Aires, Sudamericana,
2000; Neilson, James, En tiempo de oscuridad 1976-1983, Buenos Aires, Emecé, 2001; Graham-Yool ,
A ndrew, Memoria del miedo, Buenos Aires, Fundación Editorial de Belgrano, 1999.
96
Nos ha resultado un libro tan grato y estimulante, en ese sentido, como el de A lan M. Ders-
howitz , The Genesis of Justice, Warner Books (edición como e-book por ipublish.com), Nueva York,
2000.
537
M-170 ii. diálogos con agustín gordillo
¿Qué fue lo que motivó este debate inconcluso? Que tomando como premisa la
afirmación de Genaro Carrió de qué debe hacer una Facultad de Derecho (formar
buenos profesionales que sean también buenos ciudadanos), yo quería especificar:
“...terminar con el facilismo en todos sus niveles, la degradación de la ense-
ñanza, la inutilidad profesional y social del producto final de nuestro esfuerzo
colectivo.”
“...propender a que la carrera de especialización sea previa al doctorado y
ambos condición sine qua non para el acceso a la titularidad por concurso, en el
mediano y largo plazo.”
En el curso del debate yo especificaba que el objetivo a largo plazo debiera ser
que el que enseñara en la Facultad hubiera obtenido, previa o concomitantemente,
los títulos que otorga la Facultad en que enseña: Abogado, especialista, doctor.
[...]
“Thank you very much for the book you sent me: Lewis’ The problem of Pain.”
“Learning is always a mutual and shared process. I would like you to help me a
little more with the reading you provided me with. I have started several times
by reading the first few lines, and I cannot find the willpower to keep on reading.
Perhaps you can be of assistance, as they say in GB.”
“My first problem is, I rather abhor abstract discussions. I prefer concrete ones.
Moral treatises I used to love, but are a little too empty for me nowadays. I believe
morality is a rather simple matter. Perhaps Ulpiano’s phrase is good enough for
practical purposes (neminem lædere); or, in a higher concept, the Lord’s “Love
thy neighbor as you would love yourself.”97 Neither is easy to comply. So, while
we cannot live by these two very simple and straightforward principles of en-
lightment, should we really look for more complex ones? We should start from
the simple before trying to evolve to the complex. I have not yet mastered the
art of the simple.”
“But I am open to suggestions, other than merely reading a long book that
begins by stating (dare I say, boasting?) how little the author has read, and how
he made no notes, as if he were [...] [...] Not a promising beginning.”
97
My version. I don’t have St. James’ English version of the Bible.
538
iv. ¿cómo hacer? M-171
28.2.5. “Galileo
“Me temo que el libro que me indica se equivoca de zona de cerebro y por lo tanto
dudo de la pertinencia de su lectura. Confieso que reconozco que estoy como los
consejeros del príncipe a quien Galileo invita a mirar por el telescopio, diciéndole
98
Most probably in earnest, honestly. And you have to discount my possible exaggerations,
twists of language, bouts of mysticism, delusions, and so on and so forth. Please do some reading
on language from Carrió. It is more useful than you can possibly imagine. But please do read it
carefully, slowly, as if it were a delicious food that you want to keep in your mouth (mind) longer,
to better feel the flavors coming from it. You must not eat hurriedly. You must not either read good
books in a hurry. Always eat slowly. Always read slowly, when you have found a good book. Eating
the whole platter means nothing. Reading the whole book neither, if you haven’t dutifully enjoyed
and appreciated your food.
99
Actually, the book was printed in Italy, if you must know.
539
M-172 ii. diálogos con agustín gordillo
que puede ver lejos, y los asesores primero discuten en teoría si es o no posible
ver lejos, opinando que puesto que no se puede, para qué intentar mirar por el
telescopio de Galileo. Hay demasiados telescopios para mirar y poco tiempo en
la vida para verlos a todos. Hace falta ser avaro con el tiempo.”
“You say I am hard. I have heard that before. I would like an opportunity to
expand on it. I know I have been hard. But learning is not a fun process, not
always and not necessarily anyhow. Sometimes one must face hard realities, and
how do you do that softly?”
“Did you take hard my criticism of the institutions where you studied? You
know why? You immediately adopted a defensive position, as if I was attacking
you or your beliefs instead of the actual working of a contemporary local institu-
tion, methodology-wise. Another example: Hindu philosophical morality forbids
the believer to lie, except to tell a woman that she’s beautiful. There might be
other cases in Western morality were a lie might be moral. Yet, morality tells
me not to lie, ever, with just the Hindu exception. Is that hard? Yes. But is it
one’s moral duty to tell the truth, or is one morally excepted from it, if the truth
were to be «hard»?”
“I cannot send you back, as my own gift, Dershowitz’s book The Genesis of Jus-
tice because as an e-book it cannot be reproduced. But that is the kind of book
I like, someone able to objectively and intelligently, rationally discuss the most
profound things without introducing feeling or beliefs or disbeliefs into it. If one’s
beliefs exist, they are not going to be threatened by a logical discussion. The belief
should be immune to that. Saint Thomas said that too: «You do not reason with
your faith, and you do not have faith through reason.»
[...]
540
iv. ¿cómo hacer? M-173
with the book on pain to the other members of the group. It should keep us busy
with the language.”
“Normally I don’t make language observations. The theory is that what we all
most need is practice, even at the cost of mistakes.
“But I see some of you tend to make fun of a language we do not all master.
You imitate the old inimitable Ramón, or Nick’s cat making fun of its English
teacher. I’m really sorry to act as censor here. But please don’t torture willfully
the language, not like Gaturro!”
“It is hard enough as it is to try to learn good English, to have the further
task of dissecting each other’s letters looking for «ramonadas.» Let us all try to
write good English and pray that when we cannot do so, it better be not that we
meant to write bad English, just that we couldn’t do better.”
“Remember, we’re all trying to get a good grip on the language. So, unless you’re
absolutely sure that you can provide helpful English advice to the rest of us, try
to be very much sure of what you advise by way of language. Sorry to have to be
critical, but I am responsible for this group and I owe it to the others to provide
for its good functioning.”
“Please do read volume 3 of F reud’s complete works, the «Joke and the subcons-
cious.»”
“Jokes are very dangerous things. I make jokes all the time, so I am a very
bad example of this. But pray remember one of my worst social blunders was
telling a joke to an English Lord, a member of the House of Lords and a Law
Lord. He did not speak to me again, until he accepted my written and published
apologies, and a wonderful common friend, as a way to transmit those apologies.
“It is convenient to read the comics in English in good newspapers. Since the
BAHerald’s come from elsewhere, they provide for good reading. The NYT and
the IHT also have jokes.
“There are excellent books of jokes, the best are from Buchwald, although they
are not always easy to find. Dave Barry ’s books are also excellent.
“It is not easy reading, although it may be fun sometimes.
541
M-174 ii. diálogos con agustín gordillo
“Since jokes always deal with innuendos and hidden meanings of language,
they are hard to get right. Even more difficult to tell right. So beware of telling
jokes. Please do not follow me on this very risky path.”
[...]
Ver también cap. I, § 15.1, p. M-17 / 385; § 27.8, p. M-36 / 404; cap. III, § 20, p. M-87 / 455 in
fine; cap. IV, § 10.2, p. M-118 / 486.
[...]
542
iv. ¿cómo hacer? M-175
543
M-176 ii. diálogos con agustín gordillo
[...]
30.1.1. Monedas
30.1.2. Librerías
Con perversidad (pues llevará meses antes que tengan suficientes novelas o
libros de viaje de Naipaul) vuelvo a las mismas librerías a preguntar por libros
de Naipaul, en castellano o inglés. Oído este fin de semana: “Es que los pedidos
los hicimos antes de que fuera Premio Nóbel.”
Mismo diario, p. 25, Joaquín Morales Solá, “La crisis y el sistema de decisión,”
“De la Rúa es un hombre obsesivo con los detalles y ese ensimismamiento lo
lleva, a veces, a perder el sentido de las proporciones y la visión del conjunto.”
Siguiendo este “razonamiento,” en la Casa de la Moneda, como no son obsesivos
con los detalles ni están ensimismados, deben estar en condiciones de ver bien el
conjunto: Que en el caso de las monedas de 50 centavos el propio Banco Central
no puede distinguir algunas falsas de las verdaderas. (Cappiello, “Un modelo
que vulnera los controles,” op. loc. cit.)
Cappiello no aporta el dato de cuántos laureles tienen las monedas falsas de
un peso: ¿Solamente 15 con bordes normales, 15 con el anillo liso, o 19, en los
101
“Ersatz” es una palabra alemana que significa sustituto; por algún motivo, se usa en inglés
americano. La extensión al castellano es un divertimento mío. El café de achicoria, en este uso,
sería un ersatz café.
544
iv. ¿cómo hacer? M-177
tres casos como las verdaderas? ¿O han caído en la tentación de hacerlas con otro
número de laureles? Total, en el Banco Central ni siquiera se fijan en el detalle
de los laureles de las monedas auténticas que encargan. Se dedican a ver “el
conjunto,” “el bosque.”
545
M-178 ii. diálogos con agustín gordillo
Estoy contestando a los amigos que escriben sobre las excepciones al reclamo
previo y me piden opinión:
“Estoy viendo aparecer nuevamente artículos o notas a fallo referidos a las
excepciones al reclamo previo. Casi todos empiezan con las excepciones del
decreto-ley 19.549/72 y terminan con la derogación de algunas de ellas por la
ley 25.344, para reempezar con las excepciones que la jurisprudencia introduce
nuevamente con posterioridad a esta ley.
“Me parece que les está faltando perspectiva histórica, fruto de aceptar la usual
falacia expresa o implícita de que el derecho administrativo argentino nació en
1972 con el decreto-ley. Entiendo que algunos hayan empezado a publicar para
esa época, que otros lo hagan más tarde, muchos y más jóvenes ahora, pero viejos
y jóvenes no pueden con objetividad e imparcialidad desconocer lo publicado una
década antes de 1972, por aquellos de nosotros que empezamos anteriormente.
También lo publicamos, con registro ISBN y todo. Empezar todo después, con la
fecha «mágica» de 1972 en un gobierno militar, e ignorar lo construido previa-
mente en democracia es una múltiple y peligrosa falacia. Sus originadores los
conocemos, debiéramos estar advertidos quienes participamos de los valores de
la democracia.
Ver también, al respecto, el prólogo a las Doctrinas esenciales, infra, sección V, p. P-67 / 767 y ss.
546
iv. ¿cómo hacer? M-179
“Amigos, las bases de datos existen, las bibliotecas existen, los documentos
se traspapelan pero no se pierden. No pierdan pues, que en el orden temporal la
secuencia es así:
“Primero: Mi artículo «La reclamación administrativa previa,» El Derecho,
tomo 6, Buenos Aires, 1963, ps. 106 y ss., reproducido con correcciones en la pri-
mera edición de mi Procedimiento y recursos administrativos, Álvarez, Buenos
Aires, 1964. La investigación histórica de primera mano, tanto legislativa como
jurisprudencial, que hiciera para mi tesis de 1959, se refleja parcialmente aquí.
El libro citado se encuentra hoy en el t. 5, Primeras obras, Libro III, http://gordillo.com/
tomo5.html.
31.2. Recibida
31.2.1. Sobre la evolución del uso del e-mail
547
M-180 ii. diálogos con agustín gordillo
548
iv. ¿cómo hacer? M-181
“Bueno, serían muchos los ejemplos, y esta carta no es una crítica a nadie,
sino justamente lo contrario, es un agradecimiento, ya que al leer sus obras,
he tenido la sensación de agradecimiento hacia usted, porque jamás estudié
alguna materia en la que la dignidad humana esté por sobre todas las cosas.
Usted enseña que la administración, aún con sus prerrogativas, está al servicio
del administrado, cuestión que se evidencia nítidamente al tratar el tema de la
presunción de legitimidad. Usted enseña lo que la administración debe hacer y
lo hace desde un punto de vista absolutamente contrario al autoritarismo que
fuí aprendiendo en mi carrera.
“Tal vez esta carta le parezca absurda, si pensamos que proviene de un(a)
alumno/a pronto/a a ser abogado/a, y desde ese punto admito mi culpa de no
haber leído más, y haberme estancado con lo que establecía la currícula, pero
después de conocer sus pensamiento me vi en la obligación de interiorizarme, y
sobre todo de prestar más atención a mi instinto de justicia, que hoy descubro la
razón por la que se encontraba en ascuas en algunos aspectos.
549
M-182 ii. diálogos con agustín gordillo
“Pienso que su intención, no solo fue la de enseñar, sino también de crear una
cierta mentalidad, o por lo menos despertarla de su letargo, en la que está la clara
influencia de los años de militarismo que hemos vivido. En [...] particularmente,
esas vivencias todavía están a flor de piel, de lo contrario no se explica la elección
triunfante de años atrás de [...], [...] eligió la clase media, y sacando estadísticas,
puedo decir que fue la más perjudicada en esos años de gobierno militar, y tan
solo el miedo que subsiste, me explica la razón por la que [...] eligieron. Esto
que le comento tiene correlación con lo que se estudia en mi carrera, ya que el
titular de la cátedra de derecho Administrativo [...] comulga sus ideas con cierto
autoritarismo, y hoy veo que no estamos en un proceso de cambio de mentalidad,
como usted propicia en sus obras, sino que estamos siempre con la cabeza gacha
esperando el retumbar de las botas. Acá [...], la presunción de legitimidad recae
sobre cualquier acto administrativo, y el mensaje subliminal es: Porque sí.
“Sin querer ser insistente, le digo que con sus obras primero viví un despertar,
realmente esa es la palabra que mas se acerca a mis sentimientos, y fue cuando
me decidí a escribirle; más tarde me dio vergüenza porque ví que para Usted era
tan obvio todo, que intentaba responderme a mi mismo/a el porqué tuve que llegar
a 6to año para descubrir lo que para usted está en la misma piel de las personas,
pero hoy pienso que era mi deber decirle, profesor, que gracias a mentes como la
suya es posible un cambio, y que cada uno debe aportar su cuota, pero sobre todo
quería decirle que, si su intención fue «abrir las mentes,» quiero que sepa que en
[...] lo está logrando, ya que lo que yo siento es compartido por muchos alumnos,
y eso es algo que no quería dejar de decírselo.
“Fue un placer leer sus obras, y empaparme del amor a la verdad que usted
no puede ocultar.
[...]
“No me olvido de lo que sentí y todavía siento respecto al derecho administra-
tivo, la justicia y el mensaje (subliminal a veces y frontal otras tantas) que Ud.
deja entrever en su obra...
“Desde ya le digo que, está autorizado a difundirlo, y le agradeceré que guarde
el anonimato...
“Por mi parte... desde las sombras también intento plantear una lucha por «dar
a cada uno lo suyo,» aunque es duro averiguar «lo suyo de cada cual.»”
550
iv. ¿cómo hacer? M-183
“Lo único que me queda por experimentar, es, si la lectura de varios capítulos
seguidos, no provoca mayor cansancio visual, que en el caso de un libro clásico.
“No se si reemplazará totalmente al libro en papel, pero es un avance relevante.”
En el trabajo obrante supra, Libro I, hay numerosas referencias al tema, desde la perspectiva
de su autor.
551
M-184 ii. diálogos con agustín gordillo
552
Sección II
Capítulo XIII: Los abogados del Estado. Los años como abogado en la
Procuración del Tesoro
Capítulo V
Agustín Gordillo: Esto tiene que ver, me parece, con quienes influenciaron
en mis orígenes. Bielsa tuvo, en su primera época, influencia del derecho impe-
rial europeo, imperial alemán, etc. y cita obras del siglo XIX. También, en las
primeras décadas de 1900, cita toda la bibliografía europea de esa época. Re-
cién después, en el ‘45 cuando aparece el peronismo, cambia. Yo lo conocí en esa
segunda etapa, en el ‘58. Era un furibundo defensor de las libertades públicas,
crítico del gobierno. Y ahí aparecen un poco, esas inquietudes mías. También
me quedó de él su estilo.
MRF: ¿A qué te referís con estilo? ¿Qué te quedó de él?
AG: Esto de hablar coloquialmente, hacer chistes, contar anécdotas. Si hablás
muy seriamente la gente se aburre. Son aspectos didácticos que tomé de él. Incluso
tenía técnicas de atención. Decía, por ejemplo, “Jéze.” Se levantaba y escribía
el nombre en el pizarrón. Por supuesto que no precisaba hacerlo, pero lo hacía
como algo que le daba movimiento a la clase. Otra cosa que hacía era dejar el
cigarrillo encendido en la boca, sin fumarlo. Se iba haciendo el hilito del tabaco
consumido y veías que se iba doblando y doblando y de pronto se caía. A veces
para enfatizar algún punto golpeaba sonoramente en el escritorio con todos los
dedos de la mano derecha. Todas tonterías, si querés, pero entretenían.
D-2 ii. diálogos con agustín gordillo
Yo estaba haciendo la llamada docencia libre, que existió tan solo dos años de
los cuatro previstos y que nunca funcionó del todo bien porque no se sabía qué
hacer. Como él era profesor de medio tiempo y dictaba 14 horas por semana, iba
a todas sus clases. Si daba conferencias, iba a todas. Era casi como un perrito
faldero, que lo seguía a todos lados. Iba también a sus clases normales. Recibí
mucho de él.
Pero no era una persona fácil. Me acuerdo por ejemplo, que en un curso de
promoción sin examen en el Instituto, me sentaba en cualquier lado y él me decía
que me sentara al lado de él. Después otra clase llegué y él no estaba. Me siento
a esperarlo. Cuando llega me dice en voz alta “pero hubiera empezado nomás.”
Otro día, se repitió lo mismo y empecé la clase. Y ahí me hizo una dura crítica,
aunque indirecta. A pesar de su incitación previa a hablar, no debiera haberlo
hecho. Es una cuestión de habilidades, conocer mi lugar.
Con los trabajos para la carrera de docencia, que existía entonces, escribí sobre
poder de policía criticando lo que él decía. Me aprobó cada uno de los dos años.
Después que apruebo el segundo año, presento mi tesis con la dirección de
Diez. Estuvimos dos horas en el medio de la Avenida Alem a media cuadra del
Hotel Waldorf, discutiendo sobre ese punto.
Esa noche volví muy amargado a mi casa. Le comento a mi mamá que iba a
renunciar. Su respuesta fue “No le prestes atención.” Mi madre lo vio en el ins-
tante. En cambio yo estaba muy conflictuado. La explicación la encuentro medio
siglo después.
Ver supra, Libro I, cap. II, § 21.8, p. 103; supra, t. 7, cap. XXXII, “La responsabilidad del Estado
en la práctica,” pp. 633-50; Anexo del 2012, “Palabras leídas en las «Jornadas intercátedra
de Derecho Administrativo sobre responsabilidad del Estado» de la Facultad de Derecho de
la Universidad de Buenos Aires,” pp. 651-55, http://gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo32.pdf.
MRF: Parecería que había una cierta contradicción entre lo que proclamaba
y lo que hacía.
AG: Lo mismo me ha dicho alguien respecto de mí. Fui una vez a una clase,
en un curso del que era titular, a observar una clase. Fue flojísima. Intervine
un poco. Alguien, con quien tengo mucha confianza y amistad, me criticó por la
forma en que había participado en la clase.
Es el clásico problema de ejercer o no la autoridad que da la función. De nada
sirve si no se la ejerce.
MRF: Pero más allá de cualquier característica de tu personalidad, claramente
en vos, dar la “lucha contra las inmunidades del poder” no es una mera proclama.
Lo tradujiste siempre en actos concretos.
556
v. el derecho administrativo: ¿autoritarismo vs. libertad? D-3
AG: Diría que es una línea que guía a todos mis trabajos. Creo que en eso he
sido uniforme. Es un presupuesto. ¿Puesto por quién? Por Bielsa. La preocupación
por la libertad la tengo siempre que veo cualquier tema.
MRF: Me parece que lo que hacés es mostrar donde están las pequeñas o
grandes concepciones autoritarias del poder y proponer, a partir de allí, dar esa
lucha muy concreta por la vigencia del Derecho.
AG: Miljiker en un artículo que se llama “¿Ley 19.549 o decreto-ley 19.549/72?
Un debate lingüístico y filosófico” dice que yo estoy haciendo lo que en Estados
Unidos se llama critical legal studies. Se ocupan de criticar las instituciones, no
meramente aplicar las normas. No estoy seguro si es exactamente así, pero es
necesario leer ese trabajo para analizar dicha reflexión.
Se encuentra en el tomo 7, El derecho administrativo en la práctica, Buenos Aires, FDA, 2013,
1ª ed., cap. III, http://gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo03.pdf.
557
D-4 ii. diálogos con agustín gordillo
Ver www.ilo.org, Administrative Tribunal Database, judgment 2861, 107th session “Partial
dissenting opinion by Judge Agustín Gordillo,” pp. 68-70.
No se si esto es un defecto mío o no, pero no tengo más remedio que ser cohe-
rente. Y eso me llevó también, un poco, a renunciar a ese tribunal. Trato siempre
de armar algo que sea más o menos factible, prudente. Esto también es una
influencia de Bielsa. Porque él siempre trataba de orientar el Derecho dentro de
lo posible. O sea, no ir con cosas que las van a rechazar del todo, sino ir siempre
solo un poco más allá. Es lo que vengo haciendo.
¿Qué es lo que pienso que es el Derecho y cómo creo que se hace el Derecho? Es
lo de Bielsa, en otra forma. Él se oponía a la existencia de la responsabilidad del
Estado sin ley expresa. Al principio no compartí esa posición. Toda la vida hablé
de la responsabilidad del Estado pero de pronto empecé a convencerme que no
funcionaba. Está en los fallos, pero no funciona. ¿Y por qué no funciona? Porque
el Estado no quiere pagar. Porque no tiene la plata. O sea, funciona para casos
de enfermedad, muerte, alimentos, remedios. Para clases menos favorecidas, lo
cual está muy bien. Si hay una vida de por medio, un juez hace responsable al
Estado. Pero si vos querés cobrar un vagón de dinero, por alguna empresa, se
te hace muy difícil.
El contexto de esta afirmación puede ampliarse en M airal , “¿Uno o dos derechos adminis-
trativos?,” en Tratado de derecho administrativo y obras selectas, t. 7, op. cit., cap. IX, pp.
119-134, http://gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo09.pdf.
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v. el derecho administrativo: ¿autoritarismo vs. libertad? D-5
Yo sé que por ahora no voy teniendo éxito pero, de vez en cuando, otros van
citando esas ideas. Más adelante tal vez alguno lo va a aplicar, cuando le parezca.
Así que creo que es el arte de lo posible.
Eso es algo que dice Nieto: juris prudentia, prudencia “juris.” Y prudencia es
no tirarse con cosas locas. Que es, por ejemplo, lo que hicieron acá en la Ciudad,
al sentenciar asuntos vinculados al matrimonio homosexual. Hacerlo desde la
justicia local es algo absurdo. Una incompetencia manifiesta. Les salió bien en
el sentido que el Congreso de la Nación receptó esas ideas. Pero a mi juicio la
decisión judicial local no fue prudente.
Sobre el mismo tema puede verse “Comments by judge Gordillo,” en International Admi-
nistrative Tribunals and the Rule of Law, World Bank Administrative Tribunal / American
Society of International Law, Joint Colloquium, marzo 27, 2007, Washington, D.C., http://
gordillo.com/articulos/art2.pdf.
MRF: Paralelamente ¿dónde crees que tus ideas no han avanzado como hu-
bieras querido?
AG: Yo creo que he ido progresando en cuanto a penetración de las ideas. Las
cuestiones vinculadas a los derechos humanos, por ejemplo. No hice nada impor-
tante por los derechos humanos durante el gobierno militar. Traté de sobrevivir,
nada más. Y asesoré a gente que tenía problemas o familiares desaparecidos.
Cuando se abrió el concurso en la Facultad para titular de esa materia, creí
que debía presentarme. Pero no podía hacerlo sin algo publicado. Entonces escribí
un libro, juntando cosas diversas. Y, de pronto, veo que soy considerado como
alguien que se interesa por los derechos humanos.
Por supuesto que me interesa el tema, pero no en el sentido que suele tener acá
de lucha contra las dictaduras, porque si no, tal vez no estaría vivo. Fui prudente
en muchas etapas de mi vida. Con el tema de los decretos–leyes seguí, porque
quería ser consistente, coherente.
Pero siempre hay un marco de prudencia. Soy consecuente pero nunca planteo
mis argumentos de modo agresivo o muy fuerte. Salvo un poco en el capítulo 1
del Tomo I del Tratado, en las últimas ediciones, cuando me refiero al derecho
al servicio del poder.
MRF: Sos pues consecuente, pero también paciente.
AG: Soy paciente y perseverante.
MRF: Imagino que la misma estrategia utilizaste con otras cuestiones. Por
ejemplo con las audiencias públicas. Nadie hablaba de ellas. Luego aparecen los
559
D-6 ii. diálogos con agustín gordillo
560
v. el derecho administrativo: ¿autoritarismo vs. libertad? D-7
Hay por ejemplo uno de una tribu en Canadá que se llama “Métis.” Me ex-
plicaron que ese tribunal administrativo, de acuerdo con la ley, tiene que decir
primero si va a actuar como árbitro, como amigable componedor o como tribunal.
Y eso es rarísimo, pero les funciona. O sea, si vos nombrás a una persona más o
menos seria, más o menos independiente, más o menos imparcial, le podés decir
“haga lo que crea mejor.”
El tema puede ampliarse en “Administrative Procedure Reform: The Experience of the Ame-
ricas,” European Review of Public Law, Londres, Esperia, vol. 21, Nº 2, summer 2009, pp.
699-727, http://gordillo.com/articulos/art3.pdf.
MRF: ¿Por qué crees que en nuestro país existe en gran parte de la sociedad
una concepción autoritaria del poder? ¿Es un problema cultural?
AG: Es que queremos tener un líder. Eso viene de la época de las tribus indí-
genas hace 500 años. El cacique de la tribu se imponía por peso propio. No tenía
que estar matando gente para ser el jefe.
MRF: Pero esto nos coloca en un espacio de mucha resignación, en la aparente
imposibilidad de cambiar.
AG: Hace 500 años que somos así. Siempre tenemos burbuja y pinchazo,
burbuja y pinchazo. Y eso es como una inhabilidad constante de la sociedad a
través de un tiempo de ver la realidad. Esto lo dice un escritor que ganó el Premio
Nobel, Naipaul en su libro The return of Eva Perón. Dice que es una incapacidad
sistemática de ver la realidad.
MRF: ¿No es una visión algo pesimista? Porque en realidad, de ser así, no
tendríamos demasiadas salidas.
AG: Soy pesimista intelectualmente pero optimista humanamente. Por lo tanto,
sigo trabajando contra viento y marea, con perseverancia total. Pero realmente
no tengo fe porque la historia no me da para pensar que pueda tener fe respecto
a que esto vaya a cambiar sustancialmente. Ahora vos fijate, pasando al plano
personal. Mi padre quedó huérfano de padre alrededor de los 6 años. Eran 12
hermanos. Su padre murió teniendo 43 años. Por supuesto que se desbandó la
familia. Mi padre se fue a vivir con un hermano, no hizo siquiera la escuela pri-
maria. Después tuvo que entrar a una escuela de suboficiales, donde aprendió
algo y después hizo un curso por correspondencia para aprender caligrafía. Era
un hombre brillante, pero la vida le vino mal. Si yo algo aprendí de mi padre,
es eso: La necesidad y la lucha por la supervivencia y el progreso. Él me decía
siempre: “Estudiá, porque si tenés que trabajar te vas a morir de hambre.” Me
lo decía por lo vago que yo era, en cuanto al trabajo físico.
Él siempre me apuró para estudiar y yo finalmente lo tomé como un mecanismo
propio y me ha ido bien en la vida. De la pobreza a estar en un perfil alto de la
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D-8 ii. diálogos con agustín gordillo
sociedad. Gracias a ser perseverante. Yo no paro nunca y sigo, sigo, sigo. Eso tal
vez es una cualidad de la persona, no es tanto una decisión, sino que se es así.
MRF: ¿Elegís las discusiones jurídicas que vas a dar?
AG: Sí. Pero las elijo en función del gusto. O sea, trato de hacer las cosas que
me gustan. Entonces por eso lo de “yendo de la cama al living.” De pronto estoy
mirando televisión y se me ocurre una idea y la escribo. Estoy leyendo el diario
y se me ocurre algo, voy y lo escribo. Estoy con la tableta y me cansé, vuelvo al
diario. Estoy leyendo el diario y me aburro, vuelvo a mirar televisión. Y me la
paso yendo y viniendo. Entonces no creo que puedas considerar a eso un proceso
de toma de decisiones. Mas bien que cuando nace la intuición, es tomarla en ese
momento, cuando sale. Tomar la idea al vuelo. ¿Leíste el capítulo “Cómo nacen
las ideas” de El método en derecho?
MRF: Sí, claro.
AG: Porque ahí está. Todo el mundo dice lo mismo. Pintores, escritores, mú-
sicos, matemáticos.
MRF: Sí, pero ¿por qué se eligen ciertas batallas? No te imagino dándola para
que finalmente exista, por ejemplo, el juicio por jurado previsto en la Constitución.
Tal vez dirás, “si señores, una vez más, somos incumplidores de la Constitución.”
Pero creo que tus elecciones no son sólo una cuestión vinculada exclusivamente
a la creatividad.
AG: Si, creo que tenés razón. Pero voy seleccionando temas. Por ejemplo, esto
del juicio por jurado es una cuestión que me gusta. Sin embargo, es una pelea
que nunca dí porque me parece que acá no va a entrar jamás. Cuando hablan de
la creación o de las ideas creativas, hay dos o tres pasos. Uno es tener interés por
algún tema. Si no tenés interés, estás muerto. Segundo, ir trabajándolo, aunque
sea en tu mente, que lo vayas pensando. Eventualmente son dos caminos: Pensás
y empezás a escribir o a leer.
MRF: Decís que ante todo hay que tener interés por algún tema, ¿cómo nace
en vos ese interés?
AG: Diría que nace de ver la realidad, leer los diarios, ir al cine, ver televisión,
o sea, soy una persona curiosa intelectualmente, inquieta. Cuando veo algún tema
que me interesa, lo recojo. Tampoco me centro en uno solo. Junto varios y no me
importa cuántos sean, los sigo según el grado de interés que me despierten. Por
ejemplo, estoy haciendo un recurso, que por supuesto lo tengo que hacer sí o sí y
de pronto se me ocurre una idea de algún otro trabajo, voy y la escribo. Anotar
alguna idea que se me ocurre nunca me ha impedido terminar un trabajo en
término. Y esto me pasa mucho, haciendo una cosa se me ocurre algo de otra.
Eso les pasó a todos, a todos los creadores que lo cuentan les pasó lo mismo.
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v. el derecho administrativo: ¿autoritarismo vs. libertad? D-9
Ver también D'A rgenio, I nés, infra, sección III, pp. 655-6; “IV Congreso de la Asociación
Bonaerense de Derecho Administrativo en Homenaje al Dr. Agustín Gordillo,” Dolores, 23 de
noviembre de 2007; “Diez postulados de la obra de Agustín Gordillo,” Revista [áDA Ciudad,
nº 3, www.adaciudad.org.ar; La administración pública. Crisis del sistema autoritario, La
Plata, ed. Platense, 2012; Daniele, Nélida M abel , palabras pronunciadas en el IV Congreso
citado, Revista Derecho Administrativo, año 2, nº 3 y 4, www.abda.org.ar.
563
D-10 ii. diálogos con agustín gordillo
políticas no justiciables, y yo creo que voy influyendo sobre esas cosas, pero muy
lentamente en la doctrina. Me ocupo de no tomar el derecho pacíficamente, sino
como algo para ver y analizar aquello que no está bien. Y luego ver si se le en-
cuentra una salida o no. El éxito que tengas o no dependerá del azar. Y asimismo
de la perseverancia.
MRF: ¿Cuál es tu idea respecto a lo que se ha dado en llamar “derecho admi-
nistrativo global?”
AG: Lo que pasa es que eso es a muy largo plazo. Yo creo que la cuestión está,
como dice Julio Barberis, respecto a que el narcotráfico es un delito de lesa hu-
manidad in status nascendi. Está naciendo como derecho. Yo agregué, siguiendo
a Carello, que la corrupción también es un delito de lesa humanidad in status
nascendi. Con lo cual no te digo que ya ahora, pero cuidado, porque en cualquier
momento se viene. Y en ese sentido está la idea de mirar para donde va el futuro.
Para mí el futuro va por el derecho administrativo global. Ahora ¿cuándo va a
llegar? O ¿cuánto va a tardar? No tengo idea. Tal vez en 500 años, como dicen
los chinos. De hecho el comunismo va a ser un mero accidente en la historia de
China. Se está quedando como materia política, no como materia económica.
Ver “Access to Justice, Legal Certainty and Economic Rationality,” en el libro de Gordon
A nthony, Jean-Bernard Auby, John Morison y Tom Zwart (eds.), Values in global adminis-
trative law, Oxford (UK) y Portland, Oregon (USA), Hart, 2011, pp. 363-372, http://gordillo.
com/articulos/art4.pdf.
MRF: Algunos costos pagastes por dar ciertas peleas y entre ellos el de tu se-
paración como profesor de la Facultad de Derecho en la UBA, sin sumario previo.
AG: Si. Yo creo que hubo de todo en ese período. Para dar un ejemplo muy
diverso, alguien que respeto mucho, y que había sido ministro de Gobierno en
la Provincia de Mendoza y era profesor de la facultad, fue cesanteado por el
decano interventor, un militar. Lo va a ver y el decano militar le dice: “Usted
es peronista, ¿no?” “Sí,” le responde. “Fue Ministro de Gobierno, ¿no?” “¿Y qué
espera? ¿Se cree que no lo voy a echar? ¡Considere que la sacó barata!” O sea, de
pronto estás muy a contramano de la época y por dos cosas casi ridículas como
ser Ministro de Gobierno y ser peronista, te echan. Pero la verdad que esto ha
ocurrido mucho en la historia. Te echan por tener ideas distintas o por tener una
vinculación que no les gusta.
MRF: En tu caso, estoy convencido, fue por tener convicciones firmes y un
posicionamiento de fondo frente a un derecho administrativo autoritario, por
llamarlo de alguna manera.
AG: El tema de la libertad en todas sus manifestaciones es una posición de
fondo. Si encuentro algo que explora un aspecto noble de la libertad, lo veo, me
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v. el derecho administrativo: ¿autoritarismo vs. libertad? D-11
565
D-12 ii. diálogos con agustín gordillo
566
Capítulo VI
Con este cap. VI se complementan tres versiones complementarias del tema: 1º) La aquí dia-
logada, 2º) la versión subjetiva relatada en el Libro I del presente t. 10, 3º) la versión objetiva
del libro El método en derecho, cuya 2ª ed. se encuentra como Libro I del t. 6. Se ha tratado
de evitar superposiciones pero mantener los distintos ángulos de mira.
que siempre estaban en esta corriente en verdad terminaban siendo más norma-
tivistas que otra cosa. O sea, no le daban más peso a los hechos, como en cambio
me enseñó Castro Videla. Entonces junté todo ello de distintas fuentes y lo fui
armando a través del tiempo.
Por eso los libros míos van cambiando. Fijate que la Introducción al Derecho es
distinta a otras cosas que yo escribí y digo allí cosas que no dije antes. El Método
en Derecho también fue un paso en mi vida, y todos estos pasos reflejan el trabajo
con la gente. Al comienzo, pero muy al comienzo, era un poco reacio a reconocer
el aporte de los demás. Enseguida me dí cuenta que ese no era el camino.
Cuando hice el Código Administrativo para la Municipalidad General de
Pueyrredón, en el año 1964, me ayudaron unos cuantos amigos que trabajaban
en la Procuración del Tesoro, donde estaba en ese momento. Me dieron múltiples
ideas. En la segunda edición de la Introducción al derecho administrativo incluí
un agradecimiento, mencionando a quienes me ayudaron. Y, al mismo tiempo,
me influenciaron.
Ahora esta en el t. 5, Primeras obras, Libro IV, Proyecto de código administrativo, http://
gordillo.com/pdf_tomo5/04/04-proyecto.pdf.
Ahí había gente que sabía Derecho en serio y derecho administrativo en par-
ticular. En la Facultad siempre trabajé mucho en equipo y cada vez me convenzo
más: No tiene sentido dar clase para una cantidad “X” de alumnos, en el sentido
de clase magistral. Por supuesto a veces las sigo dando, pero sé que por ahí no
pasa lo importante.
MRF: ¿Qué es, para vos, enseñar?
AG: Más que transmitir información es dar elementos para aprender, para
pensar, resolver problemas, encarar situaciones nuevas. Diseñarles el problema,
el caso y luego que hagan lo que puedan, busquen en los libros, en los hechos, en
la realidad, en su corazón, en el cerebro, en donde quieran. A su vez, una de las
cosas en las que más fracasa la gente es en la percepción de los hechos.
En un curso de posgrado, alguien, no recuerdo si era un caso que había dado
o uno que trajo un alumno, acompaña al expediente información médica. No
había visto antes su expediente. Lo veo delante de él. Me llama lógicamente la
atención. Me pongo a leer y está en inglés. Entonces veo que menciona varias
enfermedades y le pregunto: “Dígame, ¿qué es esta enfermedad?” “Ah no sé,” me
responde. “¿Pero cómo? Si esto es prueba suya. Dígame esta otra ¿qué es?” “No
sé,” vuelve a responderme.
Entonces le pregunto si había leído su propio expediente. “Sí lo leí, pero no
pensé que me iba a preguntar sobre eso.” “Pero si usted aportó la prueba, es su
prueba. Además acá hay un documento que confunde hombre con mujer.” Por
supuesto era un error de redacción. No estamos hablando de la discusión de hoy
568
vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-15
569
D-16 ii. diálogos con agustín gordillo
Después que lo hice y cuando ví los temas, sobre treinta personas había solo
dos temas superpuestos. A uno le pedí si lo podía cambiar y me dijo que sí, que
no había problema. Respecto al otro tema, se justificaba un tratamiento múltiple.
Era sobre los decretos de necesidad y urgencia una cuestión de tanta actualidad,
que valió la pena más de un trabajo.
MRF: ¿Cómo conciliás, dentro de una cátedra, esa diversidad de opiniones o
la de posicionamientos políticos?
AG: Como verás, la gente es distinta pero esto no es producto de un diseño
previo. Tengo un amigo en la Legislatura que es muy amigo desde que era estu-
diante. Una cosa muy curiosa. Nos hicimos amigos en la Facultad. Yo profesor, él
estudiante. Muy efusivo, muy abierto, muy simpático, muy trabajador. Es Julio
R affo. Él siempre fue peronista de izquierda. Estaba cercano al gobierno de
Cámpora y yo siempre fui más bien anti-peronista que peronista. Puedo pensar
distinto pero no lo llevo al plano laboral, profesional o académico.
Este amigo fue Rector de la Universidad de Lomas de Zamora y me invitó.
Tenía detrás de su escritorio una foto enorme de “Evita capitana.” Le hago un
chiste y se ríe. Sabíamos los dos que pensábamos distinto. Incluso me ha invitado
que vaya a su casa con mi mujer. Alguna vez, estaban, entre otros, una Abuela
de Plaza de Mayo, gente de cine, todos de izquierda por supuesto.
Yo por ahí hago chistes en contra de la izquierda y me lo bancan todos. ¿Por
qué? Porque está la amistad como característica principal. Por supuesto si yo
fuera ofensivo la amistad no alcanzaría.
Pero la gente entiende que soy chistoso y también me toman el pelo a mí. Pero
todo signado por la pluralidad. Alguna vez le preguntaron a él si yo era amigo
suyo. Contestó: “Leé el prólogo que hizo a mi libro y te vas a dar cuenta.” Dije allí
algo así como: “En la Universidad de mi vida, Julio R affo es profesor titular.”
Ver el prólogo completo infra, Libro II, sección V, pp. P-57-62 / 757/62, Prólogo a Julio R a-
ffo, Ley de fomento y regulación de la actividad cinematográfica comentada, Buenos Aires,
Lumière, 2003.
570
vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-17
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D-18 ii. diálogos con agustín gordillo
Siempre tuve libertad de cátedra. Desde mis inicios con Diez, cuando daba mis
clases en su cátedra él jamás me hizo una observación. Ni una. Al comienzo
imité su técnica docente de proporcionar información, luego la fuí cambiando.
Por supuesto que lo que él hacía fue totalmente diferente a lo que yo finalmente
hacía. Pero tenía su apoyo. Y por eso el primer libro se lo dediqué a él por su
constante y generoso apoyo a las vocaciones docentes.
¿Cómo era ese apoyo? Dándole libertad a quien tiene la capacidad de trabajar y
pone su esfuerzo. Cuando llegué a profesor titular me dí cuenta que esa libertad
académica la tenía desde antes y no iba a transformar la libertad que yo tuve en
la subordinación de los demás. Me pregunté así qué era eso de ser titular.
Hice el descubrimiento que era ser como un gerente de recursos humanos. Al-
guien que selecciona, entrena y supervisa al personal docente, que fue a lo que me
dediqué de ahí en más. Por lo tanto seguí haciendo, mientras estaba en el grado,
concursos internos, entrevistas para resolver la promoción, todo tipo de actividad
formadora de gente. Es cierto que hay siempre mucho desgranamiento, mucha
gente finalmente se aparta por algún motivo o por otro, o porque la exigencia es
mucha, o tiene cosas que hacer. Fueron siempre grupos móviles.
También usé mucho las reuniones de cátedra, porque me gustaba hacerlas.
Los reunía siempre en casa, en alguna época con empanadas y vino. La gente
discutía libremente. Discutíamos a muerte y yo también discutía, por supuesto,
no me podía privar de hacerlo. Recuerdo, por ejemplo, una anécdota con M aría
Eva Miljiker. Estábamos un grupo chico, no éramos muchos, discutiendo uno
de los decretos de emergencia de los comienzos del 2002.
Era un bochinche de artículos y discutíamos darlo como un tema de examen.
En algún momento, no se qué dije, pero me encantó la respuesta de M aría Eva:
“Para usted lo menos importante es leer el decreto.” Por supuesto había que
leerlo, pero no era el punto donde había que focalizarse. Era una de las tareas
a hacer. Nada más.
En la profesión actúo igual. Recuerdo una vez que fui a Mendoza a un congreso.
Había salido el día anterior una ley y la comento con el texto en la mano. Era la
novedad del día. Alguien me elogia. Una felicitación de lo más exótica, para mi
gusto, delante de varios extranjeros. Me dice que soy el mejor exégeta y el más
dogmático de los autores argentinos. ¿Por qué? Porque sé leer la ley o digamos,
demuestro que la sé leer.
Fue la única vez que me calificaron de dogmático, en el sentido de buen exé-
geta de la norma. Creo que soy buen exégeta de la norma, pero eso no es hacer
el Derecho, eso es un pedacito.
Sucedió también una vez en Brasil. Iba a hablar de licitación pública y el día
anterior había salido una nueva ley. La estudio y la explico. Portugués entiendo,
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vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-19
los principios son más o menos comunes, y trato de ver bien qué hay en un sentido
u otro. Y me acuerdo una persona que me dice: “Usted es un genio. ¿Cómo hace?”
Soy abogado y así como leo un contrato, leo una ley. Por supuesto la tengo que
leer con detenimiento, con atención y ver qué dice. Pero esto no es el Derecho.
Esta es la última tarea del Derecho, ver la norma.
En los cursos de grado creo que el grupo que se fue armando al lado mío hizo
las cosas mejor. No es que invité a nadie en particular. La gente venía y les decía:
“Acá las reglas son, básicamente que trabajen ustedes y yo coordino y superviso.”
Tenía control de lo que pasaba en las clases y trataba de que hubiera auto-
control. Esto es muy importante. El profesor que dicta una materia, siempre
termina comprándose al alumno y el alumno se lo compra al profesor también.
Se establece una suerte de conexión que después se refleja más en la nota o sea
elevando la nota del que mejor se conectó.
Pensé que ese no era el camino. Comenzamos a hacer pruebas objetivas. Que
no dependa de cuánto le guste el alumno al profesor o viceversa, sino qué opinan
los demás del trabajo de alguien que no conoce. Establecí como regla una que
aprendí en la Escuela Nacional de Administración Pública en Francia y es que
el que da la materia no la toma, no examina. Acá, los que tenían la comisión 1
examinan por ejemplo a la 3, los que tenían la 3 examinan a la 4 y los que tienen
la 4 examinaban a la 1. Todo cruzado.
MRF: Recuerdo que fue más complejo aún, porque dos profesores corregían
la comisión de un tercero y si no había consenso sobre la nota final se discutía
en una reunión de cátedra.
AG: Exactamente, agradezco que te acuerdes. Eso va construyendo un pensa-
miento común y es muy formador para todos, porque no estás discutiendo proble-
mas teóricos, estás discutiendo los hechos del caso, la racionalidad o la justicia
de la decisión y estás discutiendo una norma. Y ése es un trabajo en equipo en el
que todos interactúan con todos. Quizás la diferencia mía fue que yo duré más,
o sea, tuve más persistencia, más perseverancia a través del tiempo.
MRF:¿Crees que los profesores de derechos deben ser full time?.
AG: No. Creo que los profesores europeos son, a veces, menos útiles como abo-
gados. ¿Por qué? Porque casi siempre están full time. Entonces, inevitablemente,
se manejan con libros y con fallos y nunca pueden ver la profesión desde adentro.
En cambio, en Estados Unidos, se supone que los abogados, si quieren ser buenos
abogados o grandes abogados, tienen que estar un tiempo en una fiscalía viendo
acusar, otro tiempo ayudando a un juez para ver cómo se decide, un tiempo en la
administración pública y luego finalmente en la profesión. La gente más brillante
en Estados Unidos, como tiene varias experiencias, las tienen todas secuencial-
mente full time digamos, pero finalmente los mejores profesores, los que más se
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D-20 ii. diálogos con agustín gordillo
cotizan, son part time, para seguir ejerciendo la profesión. Y ¿por qué? Porque la
profesión es lo que enseña los problemas reales y de eso trata la vida.
MRF: Lo cual explicaría también tu criterio de selección para integrar la
cátedra cuando en 1983 volviste a la Facultad de Derecho de la UBA. Estaban,
entre otros, José Meehan que era camarista, Roberto Solá, que era fiscal de
investigaciones administrativas, M aría Isabel A zaretto que era directora na-
cional en la Procuración del Tesoro, yo que era entonces fiscal de contrataciones
públicas en el Tribunal de Cuentas de la Nación, etc.
AG: ¿Sabes que eso no fue una decisión consciente sino inconsciente?
MRF: No me digas.
AG: Totalmente. Lo mismo que la selección del grupo para el suplemento por el
75º aniversario de La Ley. Ahora veo la diversidad de trabajos. Me la hacen notar.
Me dicen que hay gente que piensa totalmente distinto. Pero yo no tuve ningún
plan. Más aún, cuando alguien dirige una obra generalmente hace primero un
esquema y ofrece a ver qué parte quiere tomar cada uno.
Yo sin pensar, invité a todo el mundo. Lo interesante era contar con profesores
que tuvieran en su profesión roles distintos. Porque eso muestra una enorme
destreza, un enorme adiestramiento personal. Cuando se habla de la doble per-
sonalidad del estado, digo que en mi caso es la “séxtuple personalidad.”
Cuando voy a Ginebra soy juez del tribunal y me adapto a las pautas de ese
tribunal, soy juez. Cuando soy abogado, soy abogado. Hace tiempo que no soy
funcionario, pero cuando soy funcionario, soy funcionario. Y si un funcionario
del Estado me pide un consejo le doy un consejo en función de lo que él me pide,
o sea, le recomiendo lo que me parezca que le sirve como funcionario.
Y ahora estoy en dos tribunales, que son arbitrales, por las reglas de la Cá-
mara de Comercio Internacional de París y en uno soy presidente, la Nación es
una de las partes, un grupo de empresas es la otra parte. También allí cuando
soy presidente, soy presidente. ¿De qué? De un tribunal arbitral. Entonces aun-
que todos los integrantes somos casi de la misma generación, los otros cuando
llegamos a una puerta me hacen pasar primero. Siempre les digo: “¡Qué raro
esto de ser presidente!” Porque normalmente no tenemos ningún tipo de orden
preestablecido, pasamos en cualquier sentido como llegamos.
Y después en el que soy co–árbitro, no presidente, es otro rol. Entonces el pre-
sidente es aquél, lo maneja él de cierta manera. En cada uno tengo que preservar
mi autonomía, mi independencia, mi juridicidad, mi ética, mis cuidados. Por otra
parte en toda cuestión que hago siempre pienso la hipótesis del conflicto. Cuando
estoy trabajando, sin conflicto actual, pienso siempre en la hipótesis penal. Si un
juez penal me preguntara “¿Usted por qué hizo esto?” ¿Qué le contestaré? Tengo
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vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-21
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D-22 ii. diálogos con agustín gordillo
¿Qué podés hacer? Lo que hago con cualquier cliente que tiene problemas con
la administración es decirle: Primero hay que buscar una salida distinta. ¿Por
qué? Porque si usted tiene un problema, es porque hay dificultades. Entonces,
como abogado le digo: “Cambie la situación de hecho, mejore su posición, sobre
todo cámbiela, discutamos cómo se cambia, de qué manera usted se puede bancar
que esto cambie.”
Entonces soy, no la administración como interlocutor, sino alguien que en-
tiende cómo piensa la administración pública, solo que siendo él mi cliente trato
de conversar con él como si fuera la administración pública, aunque lo hago en
realidad como abogado.
En eso he tenido frecuentemente peleas con colegas que me traen un asunto
porque yo explico esto y me dicen: “Te vine a ver a vos para que me des una
solución de derecho y vos me querés cambiar los hechos.”
MRF: En ese ejemplo te estás refiriendo a conocer, con la mayor minuciosidad,
los hechos. Pero eso no suele ser tarea sencilla para los alumnos. En el posgrado
ya hay un ejercicio profesional más avanzado. En ese sentido, en el grado, ¿cómo
te parece que se logra alcanzar ese objetivo sabiendo que los alumnos suelen
estar más predispuestos a estudiar sólo contenidos teóricos?
AG: Creen eso, sin duda. El centro de estudiantes suele poner las opiniones
sobre las cátedras y con frecuencia las recomendaciones eran no cursar en algu-
nas, entre las cuales estaba la mía. En general los fundamentos eran que era muy
difícil. Pero una vez tuve un alumno, que es hoy amigo y también docente, que me
dijo que durante un tiempo iba a las comisiones de otras cátedras preguntándole
a los alumnos cuánto tiempo les había llevado la materia. Esto de compañero a
compañero. Cuánto le había llevado aprobar con Fulano, con Zutano. Él recons-
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vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-23
truyó el tiempo que a él le había llevado cursar en mi cátedra. Era menos tiempo
con el sistema mío que con el otro.
Lo que pasa es que era tiempo pensando y en otras materias solo tiempo me-
morizando. Salvo en mis comienzos, nunca tomé un examen de teoría, sino de
casos, de problemas y siempre a libro abierto. El alumno para rendir conmigo no
necesita saberse los libros. Pero sí debía ser veloz para, por primera vez, encontrar
las respuestas y razonar bien —que si lo puede hacer, enhorabuena para él— y
si no por lo menos haber leído o haberse interiorizado algo del material.
MRF: Así expresado puede parecer simple, pero quebrar las inercias en el
método de estudio de los alumnos no debe resultar tarea sencilla.
AG: Tuve una vez un chico que era, creo, el presidente del centro de estudiantes.
Escribió como veinte páginas, básicamente copiando el Tratado, y le puse cero.
Esto no vale nada porque lo que hizo fue copiar del libro que tenia ahí abierto.
Y el joven lo aceptó. ¿Por qué? Porque era un papelón para él. Era un papelón
demostrar que como alumno no sabía utilizar un sistema que era para pensar.
Recuerdo, en otro examen, a una alumna que llevó un changuito y allí metió
el Código Civil, el Código Penal, la Constitución nacional, varias otras cosas y
los libros de derecho administrativo. Vino con el changuito al aula y dijo: “Por
las dudas tengo todo.” Era verdad y le fue bien.
MRF: Pareciera que esta cuestión se relaciona con la forma en que accedemos
a la información
AG: Es saber buscar también información y más ahora que ésta es exponen-
cialmente creciente, es terrible ver y saber buscarla.
Tiempo atrás, me llega una consulta de un empresario que quería que le diera
una opinión sobre un caso. Sólo para saber donde estaba parado. Entonces me
decía: “Si la voy a usar o no, no lo sé. Si la voy a hacer pública o no, no lo sé.
Acostumbro a ser cuidadoso, que es también algo que le digo a la gente. Le pido
pues que me envíe anillada y foliada la documentación del caso.
En el dictamen lo primero que hago es relatar la información. ¿Dónde lo apren-
dí? En la Procuración del Tesoro. ¿Para qué? Para que quede claro frente a qué
hechos digo qué y con qué documentación lo hago. Y ya con la documentación
empiezo a encontrar cosas. Por supuesto el expediente termina con un escrito
de la empresa con un recurso, con una posición determinada. Se trataba de una
licitación. La administración pública le dijo desde el comienzo: “Las cosas son
así.” Y jurídicamente le dio una posición. A la empresa le pareció que estaba
equivocada y se opusieron.
Entonces me pregunto como primera cuestión, que es de práctica, ¿Vale la pena
oponerse a un requerimiento que no es extraordinario? Básicamente era llenar
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D-24 ii. diálogos con agustín gordillo
unos formularios o acreditar algo. Si piden sólo eso, ¿para qué le decís que no? Es
una posición absurda, más aun si la negativa se fundaba en la interpretación de
una ley. Eran dos artículos de dos normas sumamente complejas y quien no está
ducho en derecho administrativo se puede confundir. Básicamente se vinculaba
con la noción de “empresa del Estado” y de “empresa pública.” Y esto lo tomaron
como una sola cosa y se equivocaron en la interpretación de las normas.
MRF: Recuerdo que alguna vez mencionaste que cuando se trabaja en base a
casos no deberían darse consignas. Sólo plantear el problema. ¿A qué responde
esta idea?
AG: Básicamente cuando analizo un caso como abogado o como funcionario,
tampoco tengo consigna alguna. La consigna es “resuelva esto.” ¿Cómo? Y, como
a usted le parezca. Pero hágalo bien. Si uno da una consigna, de alguna manera
orienta la solución del caso y lo que interesa es el aporte creativo de la persona.
Cada uno lo puede ver de diferentes maneras, que cada uno lo vea como quiera
y después discutiremos, en el caso de un examen, si es suficiente para aprobar
o no. Pero nunca di consignas. La consigna es “piense” y es obligar en definitiva
a pensar.
MRF: Si esto es valorado por los alumnos y ellos reconocen su utilidad ¿por
qué no es esa la metodología docente más practicada?
AG: Porque plantea incertidumbres para los dos, para el docente y para el
alumno. Para el docente porque no sabe qué va a hacer el alumno. Y entre los
alumnos, si uno da un caso a cincuenta de sus compañeros, estadísticamente
es casi imposible que no haya alguno brillante. Entonces con uno brillante, que
tiene tanta plenitud de inteligencia, pone toda su capacidad, hará una cosa mucho
mejor de la que vos hubieras podido hacer.
MRF: Claramente enseñás lo que hacés como abogado. En ese sentido recuer-
do un caso profesional donde en el inicio conformaste un grupo de colegas para
indagar sobre los hechos y colectar y analizar pruebas. Solo tenían como función
buscar documentos, informes, etc. Luego pedir la opinión de los técnicos o los
expertos respecto a ellos y utilizarlos como medios de prueba para acreditar los
hechos. Esto fue, una vez más, empezar por conocer a fondo los hechos. ¿Por qué
otros docentes no insisten en este punto? ¿Por qué en el ejercicio de la docencia
parece, a veces, haber un desencuentro entre el ejercicio de la práctica profesional
y lo que se enseña? ¿Es sólo la incertidumbre de la cual hablabas?
AG: Hay veces que puede ser producto de la ignorancia.
MRF: ¿Ignorancia sobre...?
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vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-25
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D-26 ii. diálogos con agustín gordillo
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vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-27
la materia. Yo hacía cosas extrañísimas como dar problemas a libro abierto, pero
no regalaba la materia. Esto fue lo que me permitió hacerlo siempre y nunca tuve
un cuestionamiento, ni siquiera formal. Siempre traté que los alumnos aprendan
y no les regalé la materia.
Creo que esto es lo que me ha ayudado siempre. Porque saben que yo no regalo
nada. Entonces, como todos los años cambio, nunca saben que voy a hacer, qué
“locura” voy a hacer digamos. Pero saben que no voy a regalarla. Ser razonable-
mente exigente. Que no sea un “viva la pepa.” Lo mío no es un acto de populismo,
no es para quedar bien, sino para que piensen. Entonces, ¿quién te va a criticar
que lo hagas de un modo diferente?
Por ejemplo a un alumno que estaba haciendo un trabajo, la esposa, que
también había sido alumna mía le decía, “Gordillo te dio la tarea imposible.” La
tarea imposible es una tarea que doy, de vez en cuando. Les doy una tarea que
yo defino como imposible: “Lean para mañana cien tomos.”
Cualquier cosa. Entonces como la defino como imposible, la pregunta no es
“¿cómo hago lo imposible?,” sino “¿qué hago frente a una propuesta o un pedido
imposible?” La verdadera pregunta es “¿Qué hago? ¿Cómo me comporto? ¿Lo
recurro?,” algo tonto al menos en un posgrado. Otra es intentar cumplirla. Hay
alguno que lo hace y llega por ahí, porque nunca es “visiblemente imposible.” Yo
la defino como “imposible.” Algunos demuestran que es posible, matándose por
supuesto. Y algunos la pueden resolver en diez minutos. Entonces, ¿qué hay que
hacer? Hay que pensar. Pensar “cómo resuelvo esto.”
Y la pregunta es “¿qué hago frente a esta tarea imposible?” Una alternativa
puede ser entrar en pánico o con odio. Y otra puede ser tomarla fríamente y ver
que hacer. Y esa es la tarea imposible: Ver qué hacer frente a ella, racionalmente.
Ésto yo lo veo más del posgrado. De todas maneras, hay mucha mezcla entre
grado y posgrado.
MRF: ¿Podés darme un ejemplo de tarea imposible y de cómo se resuelve?
AG: A veces les doy para que lean mi libro Cien notas de Agustín o se los
regalo y les doy una semana para que respondan a una pregunta: “¿Qué fallos
prefiere Agustín Gordillo? ¿Qué fallos de los anotados allí son los mejores para
Agustín Gordillo?”
Esa es la tarea. La tarea “imposible.” Para resolverlo, tradicionalmente, habría
que conseguirse primero los cien fallos y leerlos, luego leer las cien notas y ver
entonces en ese balance de comparación entre cien fallos, cuáles son los que yo
prefiero. Eso es una forma tradicional de hacerlo.
Otra forma es, como me lo enseñó Bielsa y siempre trato de recordarlo, pensar
en cómo se decide si un libro es bueno o malo para comprarlo o no, para ver si
vale la pena mirarlo o no. Bielsa tenía tres reglas.
581
D-28 ii. diálogos con agustín gordillo
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vi. enseñar, aprender y pensar el derecho administrativo D-29
ediciones de tu Tratado incluís un caso, “La cena de fin de curso,” que me parece
sintetiza mucho lo que estamos conversando.
AG: Recuerdo que lo daba sin ningún tipo de consigna y después en el pizarrón
anotaba las soluciones que daban, o sea cómo se resolvía. El caso era que yo iba
a consultar, ellos eran el estudio jurídico y yo el cliente. ¿Qué me había pasado?
Que me invitaban a una cena de fin de curso y después se van todos festejando
y dicen “Ya que robamos la materia, robemos también la cena” y tuve que pagar
la cuenta.
Primero, en la entrevista me tienen que preguntar. Ahí muy pocos se animan
a preguntarme, por ejemplo, ¿qué significación económica tuvo esto para usted?,
¿qué impacto? Cuando se acaban las preguntas viene el consejo.
Empiezan por los más obvios: Una acción de daños y perjuicios. Entonces
pregunto “es ¿ordinaria o sumaria?” Para que aprendan a encontrar la norma
procesal.
Voy haciendo similares consideraciones. Alguno propone hacer una acción
penal. Pregunto “¿querella o denuncia?,” para que aprecien que todo caso de
derecho requiere información de distintas fuentes.
Ponía en las líneas las distintas vías y dos columnas los pros y los contras que
mencionaban para cada una, a mi pregunta. Luego alguno proponía hacer una
denuncia administrativa a los alumnos y, nuevamente, pros y contras.
Había también una acción privada: Hacer una reunión con los alumnos, una
mediación, buscar un mediador, pros y contras.
Para mi, la respuesta adecuada, que normalmente la daban, pero había que
darles tiempo, era que aunque tenía derecho a hacer de todo, no convenía hacer
nada. Luego, plantearle a ese profesor si no había algo en el curso que había
hecho mal para que le haya pasado eso. O sea, tomárselo como una ocasión para
repensar la forma en que da la materia, para que otra vez no le pase lo mismo.
Hay algunos que han llegado a poner, que me vaya a psicoanalizar. Es un poco
agresivo. Uno no le va a decir eso al cliente, eso no es una respuesta de un abo-
gado a un cliente.
MRF: Además recuerdo que formulabas algunas preguntas tales como ¿cuánto
va a demorar el juicio si resolvieran iniciarlo? ¿Cuánto le van a cobrar de hono-
rarios a su cliente? ¿Cuál es la tasa de justicia que habría que pagar?
AG: Vos sabes que en las ediciones viejas de uno de los tomos del Tratado que
se refiere al proceso judicial, ponía siempre al final “casos” y una tarea era esa
que vos recordás: Vean colecciones de jurisprudencia y cuánto tarda un juicio
en promedio o en casos excepcionales. Por esta tarea, era la época del proceso
militar, hubo gente que quería querellarme dentro del Poder Judicial. Como si
yo los estuviera ofendiendo.
583
D-30 ii. diálogos con agustín gordillo
Y era solo una tarea puramente de constatación fáctica. “¿Cuánto dura?” Debe
durar mucho, pero ni siquiera digo que va a durar mucho. Sólo les preguntaba
cuánto dura y nada más. Y después saquen sus conclusiones. Me llegó la voz de
que había más de uno que estaba enojadísimo conmigo. También les pedía que
vieran expedientes, cuándo se habían iniciado y cuándo terminaron. Y después
hay que ver cómo lo cobró y cuándo lo cobró.
Di mucho tiempo ese caso de la cena de fin de curso. Es lindo porque permi-
te desempeñarse actoralmente, que es parte de ser abogado. A mí siempre me
resultó agradable hacerlo y los alumnos se divierten y le encuentran que tiene
utilidad y sobre todo a alguien que le pasó eso, no le conviene difundirlo porque
en realidad es un fracaso. Como docente lo que menos tiene que hacer es un jui-
cio, una querella. No tiene que hacer nada, cero, tiene que hacer introspección.
“¿Por qué me pasó esto?” “¿Ha sido una casualidad o hay algo que yo debiera
cambiar?” Y por supuesto si eso pasó “algo tengo que cambiar.” En cualquier caso
de derecho digo “si usted tuvo un problema, cambie, no persista en el error.” Si
una vez lo cometió y no le dio buenos resultados y lo vuelve a hacer igual, la otra
vez también se equivocará.
MRF: ¿Éste es un punto sin duda original y no suficientemente abordado, no?
AG: La profesión, en los últimos quince años, es una mezcla de procesal penal
y derecho administrativo. Los grandes asuntos terminan siempre en la justicia
penal. Cuando tienen algo de administrativo lo lleva el penalista pero necesita
el apoyo en lo administrativo.
He ido muchas veces a juzgados penales como abogado y como siempre digo,
conozco mucho Comodoro Py como abogado acompañante de un penalista, pero
quiero ir siempre como abogado, no como parte.
Siempre me planteo como hipótesis lo penal, siempre lo tengo presente, en lo
que sea. Y así lo enseño en clase.
584
Capítulo VII
EL POSTGRADO
Hay años, y eso lo hago muchas veces, que utilizo lo que aprendí en teatro.
Teatralizo la postura del cuerpo para mostrar cómo uno con el cuerpo tiene un
lenguaje, que puede ser de respeto, agresivo, etc. Actúo un poco y muestro el
lenguaje del cuerpo. Esto también es algo para lo que no estoy muy preparado,
porque fui unos años a teatro, nada más. Estudié algo pero tampoco demasiado.
Lo que hago es, entonces, como tirar la idea: “Cuando en algún momento en la
vida tengan un vacío, hagan teatro porque los va a enriquecer, les va a servir,
no con la idea de que se dediquen a las tablas.” Entonces lo insinúo, tiro la idea
pero no pretendo dar ni un curso de teatro ni un curso de lenguaje corporal, sino
sugerir “Acá hay una veta que usted tiene que investigar a lo largo de su vida,
tómesela como una cosa para la vida.”
D-32 ii. diálogos con agustín gordillo
Después utilicé cosas diversas de los libros y de cursos que hice de protocolo.
Siempre quedé muy impresionado con uno que dictaba el Conde Chikoff. Según
él había pertenecido a la Corte Imperial Rusa. Un hombre que era muy mayor,
cuando hice los cursos, hace varias décadas ya. Enseñaba cosas que eran de la
Corte Imperial Rusa. Algunas de ellas muy exóticas, al menos para mí. Por ejem-
plo decía que un príncipe debe saber limpiar el baño de la soldadesca. Una de las
tareas de los príncipes es limpiar los baños. ¿Te imaginás? Vencer el disgusto, la
repugnancia y tomarlo como una tarea digna de un príncipe.
MRF: En el mismo sentido, en relación al protocolo, recuerdo alguna charla
informal donde mencionabas que cuando a uno lo invitan a cierta hora, debe
resolver cuál es la tolerancia admitida o la aconsejable para llegar. Esto es una
habilidad: Saber si significa lo mismo una invitación para las 8 hs. en Argenti-
na o en Estados Unidos. Aludiendo a esta situación, decís “reflexionen sobre las
habilidades que son necesarias para ejercer la profesión. Éstas son algunas de
las que yo aprendí y que me resultaron útiles. Indaguen sobre las que tienen y
las que no tienen y que son necesarias y trabajen sobre ello.”
AG: Exactamente, así es. No les voy a enseñar nada. Siempre digo en la do-
cencia, pero también en todos los niveles, que trato que la otra persona tenga
motor propio.
Ese es mi objetivo. Que empiece a tener movimiento para seguir con sus
propias cosas. Y con Habilidades Profesionales es lo mismo. Les digo: “A mí se
me ocurren éstas. Piensen ustedes en qué cosas son hábiles y en qué cosas son
inhábiles. Escríbanlo. Esto es algo reservado entre ustedes y yo; al final del
curso, si quieren, hagan una reevaluación para ver en qué han mejorado en la
toma de conciencia o en la práctica dentro de las habilidades y las inhabilidades
que tenían.” A veces te encontrás con resultados sorprendentes.
Tuve un alumno que hizo como dos páginas de descripción de habilidades que
tenía. Francamente, me sorprendió porque era una descripción muy comprensiva.
Recuerdo que la entrevista la tomamos tres profesores. Le pregunté con detalle
para que explicara fundadamente, por qué era hábil en lo que había señalado.
Quedé impresionadísimo. Lo era en todas esas cosas que dijo. Algunas eran
condiciones que yo no tengo. Pero que él, obviamente, las tenía.
MRF: Cuando te referís a que un abordaje propio para la carrera de grado es
diferente al del posgrado, ¿cuáles serían las especificidades en uno y otro caso?
AG: Para mí en el grado es aprender lo más básico de la profesión. Por ejemplo
que los plazos se vencen. Que si se venció un plazo, perdiste. Segundo, que si un
plazo se puede computar de dos o tres maneras, elegí el más corto. Tercero que
aunque sea un horror de esfuerzo, que para el estudiante lo es, hay que presentar
los escritos en plazo. Por supuesto no me interesa sólo obligar a un alumno a que
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vii. el postgrado D-33
presente escritos en término, porque sería un disparate, sino que aprenda que
hay que hacer escritos en término. Esta es la profesión nuestra y si no le gusta
que estudie otra carrera.
Pero si va a seguir siendo abogado debe recordar siempre: Por escrito y en
plazo. Y el plazo es exacto. Le ponen el sello fechador. Se equivocó un minuto y
quedó afuera. Porque un minuto, en ese caso, es un tema grave. Esto, para mí,
corresponde al grado. También en el grado se debe aprender a hacer escritos,
considerar alternativas, etc. Por supuesto un alumno puede recibirse según como
elija las cátedras, sin aprenderlo. Me parece que eso es para esa etapa.
Recuerdo que cuando daba Elementos de derecho administrativo, en el grado,
usaba unos casos prácticos que venían en el tomo 3 y ahora los pasé al tomo 6,
donde daba unos ejemplos de actos para que analizaran si estaban viciados, si
eran válidos, etc. Había uno que era retorcido. Como un caso circular bastante
difícil pero apto para pensar.
MRF: ¿Aquel caso de “ordénase al alumno impugnar este acto”?
AG: Exactamente. O sea, la verdad es para pensar y después ver como lo resol-
vés. Hay por supuesto diferentes formas de hacerlo. En ese caso, lo más sencillo es
cumplirlo y hacer lo que el acto pide: Un recurso ¿Por qué? Porque uno no se pelea.
Hace poco tiempo, también en un asunto profesional de una empresa importante,
me piden una opinión imparcial e independiente sobre un caso ya pasado porque
simplemente querían saber dónde están parados. Me aclaran que lo van a usar o
no, pero quieren saber qué pienso yo. Me dan los documentos. Primero pido que
los folien y luego describo el material foliado. ¿Qué había pasado en ese caso?
La administración les había pedido que llevaran cierta documentación e infor-
mación y la empresa se puso a pelear. Pero lo que le pedían no era un disparate,
debían a mi juicio haberlo llevado. Hay veces que instintivamente sale uno a
pelear. Pero en esto hay que tener cuidado. Pelearse con la administración, por-
que sí, es mal negocio. Hay que pelear cuando realmente existe un motivo. Esto
también es, otra vez, la vida.
Yo tengo una actitud producto tal vez de la vieja formación de Ihering de La
lucha por el derecho. Lucho permanentemente por el Derecho, en las situaciones
más chiquitas que me han tocado enfrentar. A veces no es pelear por el Derecho
en cuanto al derecho a algo, sino por los hechos. Por ejemplo, mis discusiones con
las editoriales generalmente son por pequeñas correcciones. El color de una tinta,
la graficación de una página. Eso me llevó hace décadas a hacer la Fundación
de Derecho Administrativo, para poder editar mis libros con mi propio criterio.
MRF: ¿Qué desafíos te planteaste cuando fuiste designado Director del
postdoctorado?
587
D-34 ii. diálogos con agustín gordillo
AG: Lo que tenía pensado y lo conversé con la Decana quien me dijo que le
parecía bien, era primero reunir a la comisión del postdoctorado para consultarle
sobre el reglamento que se hizo antes de la creación de la comisión, porque sus
miembros no estaban de acuerdo y querían modificarlo. Mi idea era hacer una
suerte de autoaprendizaje colectivo, lo mismo de Carl Rogers o sea, armar gru-
pos, dependiendo de su número.
¿Cuál sería la idea? Que cada uno informe por mail a todos el estado actual de
lo que están haciendo, que todos los demás por mail le contesten con sus críticas,
no con elogios. Críticas y sugerencias solamente, y que luego se haga una reunión
para debatirlas donde cada uno dice lo que quiere. Al post doctorando le sirve
ese aporte de los demás. Él resolverá si está bien o mal, si lo suyo es perfecto
o perfectible. Y yo como director, asistir a todas las reuniones. Es una carrera
que demanda un gran trabajo pero, al final de cuentas, quien no está dispuesto
a trabajar, será mejor que no se anote.
MRF: ¿Esta metodología puede presentar otras dificultades?
AG: Así es. Por ejemplo, en el año ‘69 tuve a mi cargo el dictado del doctorado
de derecho administrativo. Les dí la segunda edición del libro de acto adminis-
trativo y la obligación de cada uno era criticar un capítulo. Criticar, ése era el
trabajo. No precisaba ser largo, podía ser cortito, cada uno criticaba lo que quería,
por escrito. Y después la reunión era para debatir esas críticas. Ahí fue posible
hacerlo porque era una consigna. Nadie abandonó. No hubo problemas. Ahora
no sé, cuando el criticado sea uno de los post doctorandos, si le va a gustar. Re-
quiere de una mente un poco más sofisticada, que se dé cuenta que la crítica es
una ayuda, que no tiene sentido negativo. Pero eso hay que entenderlo y no todo
el mundo lo entiende.
MRF: De todos modos, no da la sensación que temas a la crítica.
AG: No, temeroso no. Temor creo no haber sentido nunca, salvo durante el
gobierno militar. Eso es otra cosa interesante también. Cuando se produce el
golpe militar empiezo a recibir gente que viene con diferentes problemas. Así me
viene a ver alguien totalmente relajado, muy recomendado por varios ex ministros
de la Corte. Alguien que evidentemente su profesión la tenía bien hecha y me
comenta que le habían aplicado unas de esas normas, llamadas antisubversivas
y lo habían echado de un cargo como factor subversivo actual o potencial o algo
así, como era la fórmula a la que entonces apelaban.
Él había hecho una carta en la cual había manifestado su disconformidad por
lo que habían hecho, en términos suficientemente vagos, de acuerdo a la época,
hablando de la Constitución, de la democracia, los valores republicanos, como
diciendo, “Usted está loco, yo no estoy en la subversión.” Pero tampoco se lo de-
cía claramente así. Encima era de un partido de centro. Cuando me termina de
588
vii. el postgrado D-35
contar, le contesto que a mi juicio estaba bien lo que había hecho. Pero su duda
era “¿Quiero saber qué pasa ahora? ¿Me matan, me meten preso? Tengo fortuna
y hay un congreso dentro de un mes en Europa al que me gustaría ir para que-
darme allí. ¿Qué me aconseja?”
Esa era la consulta. Le digo “Lo primero es que trabajen sin apuro, así que
vaya ya mismo a iniciar el trámite pidiendo el permiso para viajar al exterior.”
Ahora no se hace más, pero había que hacerlo en aquel momento.
Como verás, la realidad y los hechos, siempre en cualquier etapa de la carrera
o de la profesión.
589
Capítulo VIII
DECANATOS
En el primer caso había estado fuera del país muchos días, así que no sabía
todo el desastre que había con el gobierno de Onganía. Un conocido mío, que de-
jaba el cargo, me propuso. Después me dijo que si hubiera sido antes amigo mío
no hubiera propuesto mi nombre, porque realmente era un polvorín. Traté de
comportarme democráticamente, en un gobierno obviamente autoritario. Esto dio
lugar a miles de problemas con el Rector aunque él, sin embargo, se portó como
un caballero. Porque, al aceptar, le advertí que si no estaba conforme conmigo,
me lo dijera y renunciaba. En algunas cosas no le hice caso. Traté de manejarme
con apertura, pero en un clima imposible. Con lo cual, me echaron. Pero como
argumentó entonces el Rector, “es una buena persona, no lo pueden echar,”
me aceptaron la renuncia que el Secretario Académico había anunciado a los
diarios en cuanto vió la noticia que fue determinante. Su sentido del tiempo fue
impecable. Fueron dos meses de tensión, problemas, reclamos, represión de todo
tipo. Curiosamente, para mostrar los argumentos ad hominem o de autoridad,
el haber sido Decano de La Plata fue utilizado positivamente por el jurado que
me nombró titular en la Universidad de Buenos Aires en el ‘69. O sea, a pesar
de haber estado dos meses, fue un argumento para ser titular.
En el ‘73 fue distinto, porque ahí estaba Vanossi en la Universidad y él me
propuso ante la renuncia de quien era hasta entonces decano de Derecho, que lo
hizo diciendo que “un cono de sombra avanza sobre el país.” Yo no era de los que
habían votado al gobierno que había ganado las elecciones con un 70% de votos,
D-38 ii. diálogos con agustín gordillo
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viii. decanatos D-39
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D-40 ii. diálogos con agustín gordillo
AG: Es lo que pasa con tres directores que tuvo el Buenos Aires Herald: Cox,
Graham–Yool y después James Neilson. Lo que dijo Cox cuando presentó el libro
que su hijo escribió sobre él, es que era uno libro que él no pudo escribir, porque
fueron demasiado fuertes esos años. Tener miedo por la vida constantemente,
realmente no da ganas de volver a hablar, revivir aquéllo.
Graham–Yool hizo un libro que se llama “Memorias del miedo” que es espe-
luznante, al mismo tiempo poético, pero espeluznante, y a su vez James Neilson
escribió dos libros sobre el proceso militar y vos ves, en ambos, el miedo que
había en aquella época.
MRF: Hoy a más de 30 años de democracia, y con una Facultad pluralista,
democrática, ordenada, ¿cuáles pensarías que deberían ser las prioridades de
quien ocupe ese cargo? ¿Qué rasgos o atributos, en tu opinión, deberían marcar
la gestión de quien asuma esa función?
AG: Creo que tratar, de alguna manera, de conseguir pautas de cada vez
mayor seriedad, de mayor exigencia y de mayor tecnificación. Lo cual para mí,
como siempre, es computación e inglés, cosa que se hace en menor medida, tal
vez porque son cuestiones que demandan mucha inversión. Pero hay que lograr
también una modificación cultural y eso es difícil de hacer. Es lo mismo que no
enseñar transmitiendo información, sino dando casos, problemas, tareas que
haya que pensar, razonar, no “recordar.” Tareas y problemas o casos a resolver
con libro abierto. Esa propuesta la hice en el Consejo Consultivo de la Facultad
en 1984 y sólo logré que se aceptara como criterio de implementación progresiva
y de algún modo voluntaria. La ordenanza está vigente pero se cumple muy poco.
Se halla publicada en el t. 6, Libro I, pp. Mét-Res-1/5, http://gordillo.com/pdf_tomo6/01/
resolucion.pdf. Hay referencias a ella en la sección I, “Mails.” En el presente t. 10, Libro I, se
trata muchas veces el tema de enseñar a pensar, no exigir información memorizada.
594
Capítulo IX
Este cap. se complementa, no se superpone, al cap. XIV del Libro I, “Magistraturas interna-
cionales,” pp. XIV-1 / 319 a XIV-9 / 327 y ss.
ja y me dice levantando la voz: “Usted sabe muy bien que yo no puedo serlo.”
Efectivamente, en el sistema implícito de frenos y contrapesos políticos e inter-
nacionales, en el BID, Estados Unidos tiene una posición que es la dirección de
asuntos jurídicos, pero no la presidencia del tribunal. Son acuerdos no escritos.
Lo mismo existe para otros países. Cada uno tiene un lugar, pero no otro. Son
cosas no escritas y efectivamente yo lo intuía y lo mío no fue ingenuo. Quería
saber si él lo consideraba o no. Por eso se enojó y entonces le sugiero el nombre
de otra persona. Sigue enojado y me dice: “Usted sabe muy bien que esa persona
no puede ser,” sin argumentos ni fundamentos. Y agrega: “Usted sabe muy bien
que esa persona tiene que ser Usted.” Mi respuesta fue: “Pero yo nunca fui pre-
sidente y no sé cómo se hace.”
A lo que contestó, ahora amablemente y con franca ironía: “Es muy sencillo.
Pero a usted le va a costar muchísimo. ¿Sabe por qué? Porque para ser buen
presidente hay que saber callarse la boca y eso a usted le cuesta demasiado.”
Pero me dio un consejo. “Presida y escuche lo que los demás miembros de-
batan. Como es un tribunal chico no hay que darle la palabra a uno o a otro.
Simplemente van charlando libremente. Esté atento y no abra la boca. Cuando
le parece que se ha logrado un acuerdo usted toma la palabra y dice: “Me parece
que hay un consenso en tal sentido.” Si usted lo logró percibir bien, el resto va a
estar de acuerdo. En realidad la sabiduría está en callarse la boca y esperar que
se produzca el consenso, identificarlo y ver si se puede sacar una conclusión del
debate.” Los dos o tres años que estuve de presidente de ese tribunal hice eso.
MRF: ¿Con qué dificultades te encontraste?
AG: Me tocaron cosas muy delicadas para manejar. De todo tipo y realmente
te aseguro que fue una experiencia bastante compleja de relaciones humanas, de
relaciones personales, manejo con la administración, manejo dentro del tribunal,
una muy rica experiencia. En ese tribunal existen cuatro escritos iniciales: De-
manda, contestación, réplica y dúplica. O sea que cada parte escribe dos veces
y al final viene la parte oral, los alegatos orales, en los que se repite lo mismo.
La parte actora habla treinta minutos, la parte demandada otros treinta, luego
la parte actora diez minutos, la parte demandada también y luego el Tribunal
formula preguntas a ambas partes, libremente.
Recuerdo un caso en el cual yo tenía siete preguntas encadenadas. En la pri-
mera el interrogado me dijo “No sé.” Con lo cual no le pude hacer las siguientes.
No me esperaba que me diera esa respuesta respecto a una cuestión vinculada a
los hechos del caso, de su propio caso. Pero Breitel hizo casi cuarenta preguntas,
todas distintas, no encadenadas, de modo que las respuestas podían ser afir-
mativas o negativas y él seguía preguntando. Ahí uno ve al pingo en la cancha.
596
ix. magistrado de tribunales internacionales D-43
MRF: ¿Cómo fue la experiencia de compartir ese tiempo con un jurista como
Breitel?
AG: Era un maestro a la hora de preguntar, además de conocer bien el caso,
su inteligencia, su creatividad. Esa fue mi primera experiencia, la más rica.
Recuerdo que hubo una distinción que se le otorgó a él como ex miembro y me
tocó a mí, como presidente, ir a Nueva York a dársela personalmente. Esa fue
una experiencia muy enriquecedora. Otra cosa que también me enseñó fue una
larga serie de reglas sociales. Una de ellas es que, cuando uno invita a comer,
quien invita tiene que estar mucho antes en el restaurante. Cuando un día él
me invitó a almorzar, tenía gran curiosidad y fui media hora antes de la hora
que tenía que estar. Él me había dicho, suponte a las 12.30 hs. y yo fui a las 12.
Espío y estaba sentado ahí. O sea, se tomó el trabajo de estar una hora antes.
Son esas reglas que para uno son inimaginables.
MRF: ¿Cómo se enfrenta la responsabilidad de ser presidente de un tribunal,
sobre todo en contextos complejos como los que describías anteriormente?
AG: Se negocia, siempre se intenta negociar. Recuerdo un caso de acoso sexual
en el cual estaba en discusión, primero, si el hecho había ocurrido o no. La ad-
ministración había ocultado la grabación de la denuncia. De esto nos enteramos
en las audiencias, en los alegatos finales. Yo era Presidente. Me acuerdo que me
quiso ver la abogada del Banco y no la quise recibir porque estaba realmente
ofendido por ese ocultamiento de prueba. Recuerdo que luego, en la mesa del tri-
bunal estábamos solamente tres jueces trabajando, sobre siete. Los otros cuatro
no estaban. ¿Quiénes éramos los tres? El juez suizo que después fue Presidente
de la Corte Europea de Derechos Humanos y el juez norteamericano que ya no
era Breitel, sino Buerghental y yo de Presidente.
Estábamos los tres leyendo por lo visto a igual velocidad, o sea, lento, con
cuidado, despaciosamente y cuando llegamos a la página 17 o cuando llegué yo
a la página 17, levanté la vista y veo que ellos también la levantaron al mismo
tiempo. Habíamos llegado a la misma conclusión y nos entendimos con una
mirada. Y era que efectivamente había existido el acoso sexual. Como siempre,
después se había transformado en acoso laboral. Entonces ahí empezamos a
discutir. Sobre siete, ya éramos tres y con uno más que votara igual ya estaba
resuelto. Quedaba como implícito pero no explícito que hubo acoso sexual, tres
por lo menos lo pensábamos así.
Se entra a discutir la indemnización y uno de los jueces partió de U$D 200.000.
Otro juez, que había sido Magistrado de la Corte Federal de Brasil y era muy
astuto, empezó a negociar la cifra de la indemnización para hacerla bajar y fuimos
bajando y bajando porque queríamos sostener el consenso o la mayoría.
597
D-44 ii. diálogos con agustín gordillo
Nos hizo llegar a USD 50.000 y cuando llegamos a ese punto anunció que
votaría pero en contra. Uno debería saber a qué atenerse y así lo sacamos por
simple mayoría. La minoría dijo que no hubo acoso sexual.
MRF: ¿Dirías entonces que la necesidad de encontrar consensos fue algo que
comenzó a aparecer allí?
AG: No, no hizo falta que me lo dijera nadie. Con los clientes siempre trato de
ponerme de acuerdo y si no pensamos lo mismo, no sirvo como abogado o no soy
el abogado para ese cliente al menos en ese momento. Discuto cuando hay que
discutir, pero sabiendo que estamos buscando lo mismo. Si es un cliente empre-
sario estoy buscando conocer la historia y el contexto económico y técnico de su
empresa y su contexto productivo y comercial. Si soy juez trato de hacer la mejor
justicia que pueda. En un tribunal, si uno está convencido de que esta posición es
justa y falta un voto, hay que reunirse y negociar para ver si se puede conseguir
el otro voto. Hay una película ya un poco vieja, creo que es de A ndy García, que
se llama The Swing Vote, el voto del desempate. Toda transcurre en la Corte
de los Estados Unidos y muestra cómo se van produciendo las discusiones y los
cambios. Parece que uno tiene cinco votos y el otro dos pero luego cambia y es al
revés, uno tiene cuatro y el otro tres.
Muestra como van discutiendo los jueces, tratando de influenciarse para
cambiar su voto con, a su vez, implicancias políticas. Todo esto en el film: Por
supuesto que en el interior de la Corte no tengo la más remota idea de cómo es.
Pero estoy seguro que no es como lo muestran al final de la película, porque
termina con una suerte de improvisación en la que uno de los jueces le pide al
más joven que él diga la sentencia. Eso no se hace así, de golpe. Y el otro por
supuesto se manda un discurso equilibrado, brillante y todos están de acuerdo
por unanimidad. Pero es una película. En la realidad cada uno discute lo que
cree que es la posición justa, a veces la posición posible y a veces la conveniente
o la necesaria o la influenciada por las propias ideologías.
MRF: ¿Cómo continuó tu trayectoria en los tribunales internacionales?
AG: El segundo fue el del Fondo Monetario Internacional. Ahí me llamó mucho
la atención que yo apareciera en la lista. Creo que tengo idea de cómo fue. Una
persona que había conocido en el tribunal del BID, un norteamericano, tenía
buena opinión de mí. Dió mi nombre y empezó a caminar. Éramos cinco candi-
datos. Había un japonés, un francés, un norteamericano que era en ese entonces
el Presidente de la Corte Internacional de Justicia, o sea, el cargo más alto que
hay en el mundo y estaba yo también.
La administración, de los cinco hizo una selección y nos propusieron a tres.
A uno como presidente, que era el Presidente de la Corte Internacional de Jus-
ticia, a dos —al francés y a mí— como asociados. Los otros dos eran un egipcio
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ix. magistrado de tribunales internacionales D-45
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D-46 ii. diálogos con agustín gordillo
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ix. magistrado de tribunales internacionales D-47
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D-48 ii. diálogos con agustín gordillo
también soy independiente en el sentido que solamente trabajé con gente con la
cual creí que tenía razón, defendí cosas en las cuales creía.
De modo que para mí no hay mucha diferencia entre haber sido abogado en la
Procuración del Tesoro, ser abogado particular o estar en tribunales internacio-
nales. Porque en todos los casos sos una persona autónoma.
En la Procuración no había que negociarlo, en la profesión hay que negociarlo
con el cliente y a veces con un universo de abogados. Y tenés que interactuar con
todos ellos. Yo ahí generalmente les digo: que hagan lo que quieran. Los acom-
paño pero si quieren mi opinión la digo claramente y después decide mi cliente.
Me ha pasado muchas veces llevar asuntos que se perdieron porque el cliente no
estuvo de acuerdo conmigo, pero el dinero era suyo, la empresa también y si la
quería arriesgar, por supuesto tenía derecho a hacerlo. Pero yo soy franco. Digo
siempre lo que pienso. Y en los tribunales que integré fue lo mismo.
La suma de todas estas experiencias me lleva, y no es casualidad, casi al final
de la vida, a escribir la Introducción al Derecho. En mis clases explico esto, que
se remonta a la filosofía del derecho, en que lo principal son los hechos.
Percibir los hechos es totalmente determinante y si te equivocás en los hechos,
hagas lo que hagas, no sirve para nada. Luego, la valoración es un ajuste fino,
el ajuste axiológico, qué se puede hacer, qué se debe hacer, qué dice la norma,
qué es lo justo, qué es lo conveniente. O sea, hay un juego de valores puramente
intuitivo pues así son los valores que cada uno tiene. Luego viene la búsqueda
en el Derecho. Ver qué está normado, qué jurisprudencia hay y ahí decir lo tuyo
y ver si lo podés introducir o no. Y si todos los precedentes están en contra, ahí
decidirás si cambiás los precedentes o si cambiás tu hipótesis y te pasás a la
jurisprudencia predominante. A mi me han pasado las dos cosas.
Además me gusta siempre hacer primero el borrador, así trabajaban mis cole-
gas en la oficina, R aúl de Zuviría y R afael Castro Videla. Como ellos, a medida
que voy viendo el expediente, voy armando mi hipótesis. Por supuesto puede ser
totalmente irresponsable, porque todavía no miré todo el expediente, pero me
gusta irla escribiendo. Entonces voy viendo y voy cambiando, modificando todo
esto con el expediente. O sea, tratando de ver los hechos y tratando de ver qué
juicio de valor tengo yo, cómo reacciono. Después que llego a un proyecto que está
más o menos armado, generalmente ahí entra siempre la discusión de alguna
norma que hay que interpretar, que son cuestiones necesarias y por último la
jurisprudencia para ver qué se ha dicho.
Jamás empiezo por la jurisprudencia, empiezo primero por los hechos y mi
visión personal, el expediente, la norma si aparece, los juicios de valor y al final
voy a ver la jurisprudencia, si valida o no valida esta hipótesis. Y ahí hago un
poco de salpicado de jurisprudencia o no, según como sea la estrategia.
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603
Capítulo X
EL ROL DE UN JUEZ
Ver también “Cómo leer una sentencia,” cap. V del libro Introducción al derecho, Buenos Aires,
La Ley, 2007, http://gordillo.com/iad.html.
de sus integrantes estén pensando qué se puede cambiar, buscando algo posible,
para arribar a consensos.
AG: Una vez escribí algo vinculado al tiempo en la decisión jurídica. Y eso
siempre lo considera la Corte. Por eso a veces digo que para un abogado, hoy en
día, el tiempo son pocos minutos. Tener que decidir en cinco o diez minutos si
algo le interesa o no, si lo puede encarar o no. Y luego sos esclavo de la decisión
que tomaste porque o dejas el cliente o seguís. No tenés sino unos pocos minutos
para resolver si tomás un asunto o no. Como funcionario tenés un poco más de
tiempo, podés dejar el expediente a un costado, pero cuando llega a la firma he
visto funcionarios de alto rango que firmaban sin leer. Mientras hablaban iban
firmando. Recuerdo que un secretario de la Facultad me tenía que firmar el recibo
de sueldo y me dijo “¿Usted sabe por qué tengo la firma tan larga? Para poder leer
lo que firmo.” Mientras iba firmando iba viendo qué estaba firmando, eso es así.
“El tiempo en la decisión jurídica,” en Tratado de derecho administrativo, t. 7, El derecho
administrativo en la práctica, Buenos Aires, FDA, 2013, 1ª ed., cap. XX, http://gordillo.com/
pdf_tomo7/capitulo20.pdf.
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x. el rol de un juez D-53
no sé si con desviación de poder o no. Pero era en todo caso un castigo moral por
atreverse a pedir recomendaciones para rendir un examen
MRF: ¿Entendés que debería existir pluralidad ideológica entre los miembros
de la Corte?
AG: Pienso que sí, pero no sé si lo propondría como punto de partida. Encuen-
tro, a través de la vida, que los amigos que tengo piensan totalmente distinto a
mí en lo político. No es que elija formalmente tener amigos que piensen distinto.
Pero me hago amigo de seres humanos que me parecen buenas personas. Tam-
bién pues, en la amistad, busco tres condiciones: Que sean buenas personas, que
sean responsables y que sean más o menos inteligentes. Y si nos llevamos bien,
seguramente me haré amigo. Después descubro si es peronista, radical, de iz-
quierda o de derecha. Todo el tiempo me hago de amigos cuya ideología descubro
después. Y las diferencias ideológicas con mis amigos las tomamos en chanza y
nos tomamos el pelo los unos a los otros, sin importar que el otro piense distinto.
607
Capítulo XI
El contenido de esta entrevista tiene como trasfondo los cuatro capítulos de la sección I, “Mails,”
pero no existe duplicación y se pueden leer tanto separada como complementariamente. Lo
mismo ocurre con el relato del Libro I.
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xi. la comunicación y la crítica. sus lecturas D-57
ignorarme. En otros casos, por supuesto, no sucede así. Por ejemplo con M airal
es interesante, porque somos amigos, pensamos lo mismo en cuanto a un enfo-
que general liberal, democrático, republicano, pluralista. Pero discrepamos en
algunas cuestiones técnicas y ambos lo sabemos y existe como un acuerdo tácito
de no discutirlas. ¿Por qué? Porque son posiciones que están claras y ni él me va
a cambiar a mí, ni yo a él, porque los dos somos muy maduros, tenemos muchos
años ya, entonces todas las veces que con él hemos hecho mesas redondas juntos,
siempre hemos coincidido en todo, desde distintas experiencias.
MRF: ¿Y por qué sucede así?
AG: Porque hablamos de la realidad, de lo que pasa, con los mismos valores y
llegamos a las mismas conclusiones. Si él piensa algo en particular del servicio
público y yo pienso otra cosa, ¿qué importancia tiene? Nos han invitado a hablar
juntos de contratos administrativos.
Le propuse, y estuvo de acuerdo, que hiciéramos una exposición conjunta, libre,
nada pautado previamente. Él comenzó, a los 10 minutos lo interrumpo, digo otra
cosa, luego me interrumpe él, dice otra y se pasaron dos horas volando. Fue una
charla entre amigos, en la que ambos tenemos cosas que aportar. No hace falta
que digamos aquello en lo que opinamos distinto, porque eso ya está escrito.
En el mismo sentido M airal tiene una crítica excelente, y creo que por cortesía y
afecto la ha formulado muy suavemente, respecto a ciertas cuestiones que planteo
en el Tomo 3 del Tratado respecto al acto administrativo. Sostiene que frente a
cómo actúa la administración mejor sería que muchos temas no sean regulados
por el derecho administrativo. Por eso él habla de los actos no administrativos.
Por supuesto es una crítica fundamental al tomo 3 y la verdad es que no tengo
la solución, pero al menos la he consignado como un paso más avanzado a mi
posición en la edición más reciente del tomo 1.
Tratado de derecho administrativo y obras selectas, t. 1, Parte general, Buenos Aires, FDA,
2013, http://gordillo.com/tomo1.html.
Me recuerda lo que me dijo una vez Bosch hace muchos años: “Gordillo, esto
que usted hace está muy bien para que el derecho administrativo sea propio de
un Estado de Derecho, pero ¿no cree que es mejor que no haya derecho adminis-
trativo?” No era un chiste, era una reflexión en serio; es la de los ingleses que
prefieren aplicar el derecho común. Tienen un derecho administrativo pero bien
controlado por los principios, la justicia natural, la proporcionalidad, la defensa
previa y muchísimo más.
Algo de esto ha explicado en el tomo 9, cap. VII, “Normas y principios,” del libro Principios
generales del derecho público, versión corregida.
MRF: Leí unos e-mails tuyos donde a veces comenzabas, tal vez, hasta con
duros comentarios sobre algún proyecto de artículo para publicar que te habían
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D-58 ii. diálogos con agustín gordillo
enviado, pero luego remarcabas que el trabajo te pareció muy bueno, que lo siga
trabajando, etc. Esto estaría en la misma línea de lo que venías mencionado,
aunque no sé si es comprendido por tus interlocutores.
AG: Fijáte, por ejemplo este año tomé en el estudio a un profesional. Y la ver-
dad fue un horror. Las cosas que me mandaba eran extremadamente desprolijas,
diría irrespetuosas de desprolijas y además me consultaba. En vez de ayudarme
me daba trabajo.
Después repasando su currículum vi que en todos sus empleos anteriores estuvo
dos meses. Claro, en todos lados le pasó lo mismo y nadie le dijo que escribiera
mejor, que fuera más prolijo, que corrigiera lo que hacía. Pero claro, si nadie se
lo dijo, es difícil darse cuenta.
Con el libro aquel de planificación, diría que me faltó también hacer suficientes
consultas. ¿Por qué? El libro estaba casi en la imprenta y decido agregarle un
capítulo más. Lo consulto con una amiga que trabajaba en la OEA, una señora de
su casa, con cinco chicos. Me sugiere poner ejemplos, más ejemplos, más ejemplos.
Como estaba apurado con el tiempo no lo consulté con más gente. Gravísimo error.
Entonces, ahí pienso: “Hay que consultar. Pero con mucha gente, no con uno
solo.”
A propósito de esto, en la Facultad, no iba a clase pero sí a escuchar exámenes
¿Por qué? Porque el examen es la realidad, lo que te va a tocar después. Y ahí
le preguntaba a todo el mundo cómo habían preparado la materia, qué habían
hecho, qué me recomendaban. Generalmente también iba a escuchar exámenes
antes de empezar a estudiar una materia, para oír las preguntas.
Escuchaba a muchos y cada uno me decía lo suyo. Después, hacía mi composi-
ción de lugar. Alguien me dijo que yo preguntaba a todo el mundo, pero después
hacía lo que me parecía. Efectivamente, es así. Después hago lo que me parece.
Pero luego de haber preguntado y teniendo en cuenta lo que me han dicho. Y por
supuesto que el que se va a equivocar soy yo. Pero pregunto, escucho, pienso,
evalúo y después decido. Lo que ofrezco a los amigos es lo mismo.
MRF: Considerás que una crítica objetiva es siempre útil, tanto para formu-
larla como para recibirla.
AG: Esto ha sido un problema. Hay gente que, en el posgrado, o donde sea,
me ama o me odia. Me han contado de situaciones en las cuales alguien se enojó
muchísimo. Seguramente, no entendió lo que le quería decir. Siempre fui gordo,
y a veces estaba muy gordo, más peligrosamente gordo de lo que estoy ahora.
Una vez vi a alguien también gordo, pero joven, que me comentó que tenía una
hija chiquita. Le pregunté si había pensado bien su gordura. Se ofendió todo el
mundo. Pensaron que lo discriminé. Una amiga, que también tiene “gusto por el
diente,” me dijo: “No entendieron nada. No se dieron cuenta que usted lo decía
612
xi. la comunicación y la crítica. sus lecturas D-59
desde el mismo lugar de él, era de gordo a gordo.” Él me podía decir exactamente
lo mismo a mí. La diferencia era que yo estaba más al final de la vida y él estaba
al comienzo, con una hija chiquitita.
MRF: Hay en vos una actitud de reciprocidad en relación con la crítica.
AG: Si, si. Ahora lo hago solamente si me las piden. Ya aprendí. Si me las
piden, las doy y si no, me callo. Porque veo que termino ofendiendo, cuando en
verdad quiero ayudar.
Y sobre todo ahora que soy más grande, hay un poco de este temor reverencial,
lo cual le da a mis críticas más peso del que le quiero dar. Lo que pretendo es
ayudar, pero si eso no sirve o le causa a alguien problemas, no lo voy a perjudicar.
Pero insisto, de toda la gente que me ha hecho críticas o dado consejos me han
quedado consejos valiosísimos que incorporé a mi vida. Alguien alguna vez me
dijo que yo supe a quiénes hacer caso, qué consejos seguir. Por supuesto, uno no
es un autómata. Cuando me dicen algo, lo pienso, lo evalúo, lo consulto con otro
y, finalmente, lo incorporo o no. Pero muchas de las buenas cosas que tengo en
mi vida, es porque me las han dicho otros.
MRF: Tu hábito por la lectura parece haber sido una constante en tu vida.
Probablemente, han ido cambiando tus intereses. En los años de la juventud leías
a F reud, a A ristóteles, política o economía. ¿Qué lees hoy?
AG: Diría que soy medio omnívoro. No leo novelas, pero sí leo historia, so-
ciología, antropología, política, mucho periodismo. Han salido como diez libros
de periodistas estudiando en detalle cosas del pasado no demasiado lejano. Por
ejemplo hay dos libros de Reato, periodista de quien ya he leído varios libros an-
teriores, “Operación Traviata” y “Operación Primicia.” No tenía registrado todo
lo que relata, porque fueron épocas muy caóticas. Lo leí y lo devoré. Terminé de
leer eso y empecé a leer “Sangre en el Monte,” de Daniel Gutman. La primera
mitad no me gustó mucho. Cuenta qué pensaban los guerrilleros. Pero la segunda
parte es qué hicieron y qué pasó. La verdad me pareció fascinante. Ahora estoy
leyendo “El escarmiento” de Jofré, también con mucha información que no la
tenía tan en detalle.
Me encuentro con una persona ocupadísima, le comento sobre estos libros y me
dice que ya los había leído. Y aparecieron hace una semana. O sea, hay otros que
leen igual que yo, intensamente, estas cositas que van saliendo: Rápidamente,
pero subrayando.
Antes leía mucho novelas, ahora no por razones de tiempo. Para mí la novela
era una forma de distracción. Hoy en día me distraigo con la televisión o con
una película. Las leía rápido, pero siempre marcaba lo que me interesaba y hacía
un índice. Todas mis novelas tienen un índice, al comienzo, de las cosas que me
613
D-60 ii. diálogos con agustín gordillo
interesaban. No es para irlo a ver después, pero me gusta anotar. La verdad que
las veces que quise encontrar algo no lo encontré, porque es tanto lo que he leído…
Solía decir que soy como una bicicleta de dieciséis cambios. Tengo distintas
velocidades de lectura. Lo que se refiere al derecho administrativo, a la velocidad
mínima. Con detenimiento leo y releo un par de renglones, los vuelvo a leer, los
pienso, luego leo un poco más. Lo cual limita mucho mi capacidad de lectura
porque al hacerlo tan detenidamente no puedo leer en cantidad.
Mi consejo de cómo leer un fallo viene de eso. Primero, veo qué se resolvió y
de acuerdo con eso, si vale la pena estudiarlo o no. A veces concluyo que ni se
justifica leerlo, porque ya sé lo que decidió, y con mi propia reflexión me es sufi-
ciente. Después, si algún día lo tengo que ver en detalle, lo veré. Pero digamos
que en todo lo que son lecturas de Derecho, sea para escribir o para la profesión
soy ultra minucioso y muy, muy lento.
Siempre subrayo. A muchos les llama la atención que tengo siempre una pila
de colores y voy marcando con distintos colores. En primer lugar es para concen-
trarme mejor, porque si no marco de pronto me pasé y digo “¿qué era lo que leí?”
Y no me acuerdo. Es una forma de concentrarme más. Y segundo, usar distintos
colores también es una forma de marcar distintas ideas. Con los diarios, lo que
me parece interesante lo pongo aparte. Después, termino tirando todo y no lo
veo más.
Pero es como una forma de ayudarme a la atención más que a la concentra-
ción. No leo sin varios colores al lado para marcar lo que sea, incluso cosas mías
y después veo qué hago. Otra cosa que hago es anotar en el acto cualquier idea
porque después no vuelve. M arienhoff hacía lo mismo, tomando cada tanto un
papelito del bolsillo izquierdo del saco, escribiendo algo, y guardándolo en el
bolsillo derecho.
MRF: ¿Tus focos de interés, respecto de la lectura, han ido o van variando?
AG: Lo que varió fue que abandoné la novela. Muy raramente releo alguna
novela vieja que me ha gustado. Por ejemplo, Michael Crichton me gusta y
muchas veces lo releo. En general, tengo una sensación de menos tiempo y por
tener menos tiempo, me dedico a cosas que son más útiles o sea de información
semi–contemporánea, como la de estos libros que te mencioné y que me cautivan.
Por ejemplo, el libro de L anata, Argentinos, me fascinó. Leí la primera edición,
leí la segunda, leí la segunda edición definitiva y la verdad es que lo hice con
mucho interés. Libros como Memoria del miedo los leo también casi con devoción.
MRF: En gran parte de tu obra, aparecen citas de autores no vinculados a
lo jurídico.
AG: Leer cosas no jurídicas es en mí una constante. Hace muchos años leí un
libro que se llama The Psychology of Study, la psicología del estudio. El autor dice
614
xi. la comunicación y la crítica. sus lecturas D-61
algo así como: “Estudiar cosas parecidas es como el casamiento consanguíneo; lle-
va a la esterilidad. Hay que estudiar cosas diversas, porque en la heterogeneidad
está lo fructífero. El casamiento consanguíneo lleva a la esterilidad.” Entonces,
siempre leí cosas diferentes y siempre las mezclé. Me encanta mezclar en un
trabajo jurídico referencias no jurídicas y creo que a mucha gente le ha gustado.
MRF: Pareciera que tus lecturas estuvieron siempre signadas por la curiosidad.
AG: Absolutamente. La guía mía es el placer. Tema que da lugar también a
malas interpretaciones. Yo digo “el placer” en el mismo sentido que lo menciona
Confucio: “Elige una profesión que ames y no trabajarás un día en tu vida”.
Mientras que, desde P latón, viene el principio del placer como la diversión, la
distracción, el bienestar, la satisfacción. Y también creo que en F reud está el
principio del placer opuesto al principio del trabajo. No coincido con eso. Para mí
el placer es trabajar. F reud diría que sublimo el placer en el trabajo. Como sea.
Si empiezo a leer algo y no me gusta, lo dejo y si después tengo ganas, vuelvo a
retomarlo.
Leo generalmente muchos libros simultáneamente, unas páginas de uno, otras
de otro. ¿Y qué hace que siga leyendo o no? El placer. Si me gusta, sigo. De pronto
me deja de gustar y paro. Y con el trabajo es lo mismo. Estoy leyendo el diario y
lo dejo para ir a la computadora. Me aburro allá y vuelvo al diario. Me aburro y
voy a ver televisión o me pongo a leer un libro. Como siempre me gustó escribir,
para mí es todo lo mismo. Por eso el subtítulo del libro El método en derecho es
“Hacer, crear, escribir,” todo junto. Para mí es todo una sola cosa. Entonces leer
y escribir es lo mismo. Hacer, escribir y leer es equivalente; crear, hacer, leer y
escribir es idéntico, es todo un solo proceso.
MRF: Cuando escribís, ¿hay un interés por atraer la atención del lector?
AG: Creo que no lo tengo muy consciente, pero las cosas que son aburridas,
las dejo de leer. Algunas veces comienzo la lectura, no me gustan los cinco pri-
meros renglones y dejo lo que estaba por empezar a leer. Soy consciente, al revés,
que si no capto el interés del lector, lo pierdo. Entonces trato de ser entretenido,
justamente, para que el lector siga leyendo.
Así y todo me doy cuenta que, de todo lo que escribo, una parte tremendamente
chica es leída o leída con cuidado.
A veces, retoco libros viejos, a veces no. Y eso es solamente por el placer, por
el gusto. Tengo ganas y lo hago. No tengo ganas de hacerlo y no lo hago. Ahora
estoy, por ejemplo, por hacer la segunda del libro El método en derecho, que ini-
cialmente lo hice en el año 1988, con varias reediciones, y ahora agregué otras
cosas que ya publiqué en el Tratado o en otros lados.
Mientras se desarrollaba el proceso de preparación y edición del presente libro, la referida
nueva edición de El método en derecho apareció como Libro I del tomo 6 de la colección.
615
D-62 ii. diálogos con agustín gordillo
Por eso, muchas veces, salto de un trabajo al otro. Estoy haciendo una cosa
que tiene un plazo de vencimiento. Pero se me ocurre una idea, voy y la escribo,
generalmente dos, tres minutos. Una sola vez en la vida me pasó de tener una
idea que me llevó como cinco horas escribirla, una sola vez en la vida.
Normalmente, son unos minutos. O sea que me permite seguir con lo que estoy
haciendo, permite distraerme en el buen sentido, hacer otra cosa dejando anotada
una idea y volver a ella. Como si hubiera tomado un recreo. Y volver con más
énfasis a lo que estaba haciendo. Creo que esa es la motivación primaria: Hacer
lo que a uno le gusta. La secundaria, cuando es por obligación.
Y en cuanto a escribir no logro convencer a muchos que las citas van al pie o
en notas intermedias de tamaño menor, no en el texto con igual cuerpo. No podés
poner una historia del pensamiento contemporáneo en un tema. Primero, porque
el que lo lee ya lo va a buscar por su cuenta, si quiere. Y lo que seguramente le
interesa es saber qué tenés que decir vos. Diría que es un estilo coloquial. Creo
que son muchos los escritores que dicen que ellos hablan con el lector. Porque
uno escribe para el lector. No escribe ni para los colegas, ni para un jurado ni
para el concurso. Escribe para el lector, o sea que tiene que quedar bien con el
lector. Al lector es a quien tiene que interesarle.
MRF: Esto aplica a dos cuestiones: una es el cómo escribís y la otra, sobre
qué temas escribís. No sé si es algo consciente, pero una de tus preocupaciones
parece ser instalar ciertas cuestiones en el Derecho. Frente a tus libros El método
en derecho, Introducción al Derecho, The Future of Latin America: Can the EU
Help?, o el siempre vigente Problemas de control de la administración pública
en América Latina, tu lector sabe que se encontrará con nuevas perspectivas o
abordajes. ¿Eso forma parte del caos creativo al que te referías?
AG: Efectivamente. Es el caos creativo. Ahora, ¿por qué llegué a ser original?
Es casualidad. Siempre buscando, siempre escuchando.
MRF: ¿Sólo casualidad? Me atrevería a ponerlo en duda.
AG: Lo que pasa es que soy curioso. Estoy siempre en la búsqueda de cosas
nuevas; abierto a ideas nuevas, leo mucho. Ese conjunto de cosas probablemente
es lo que produce las ideas nuevas. Hay un artículo de A simov, el autor de cien-
cia ficción, que se llama “De dónde salen esas ideas locas?” Me acuerdo que su
respuesta a esa pregunta es que no lo sabe, le salen. Creo que es un espíritu en
efervescencia, estar inquieto, tener curiosidad, leer cosas variadas, hablar con
gente distinta: Inevitablemente surgen ideas nuevas. Si vos leés siempre derecho
administrativo, perdiste.
MRF: Esto debe responder a tu permanente invitación o incentivo para que
otros publiquen.
616
xi. la comunicación y la crítica. sus lecturas D-63
AG: Sí, sí, porque creo que solamente publicando reciben una buena cosecha
de opiniones. Porque en el marco de una conversación es más limitado lo que
recibís. Pero si escribís lo que pensás y después pedís opiniones te darán críticas
más ciertas o te darán más aportes. A mí, infinidad de veces me los han dado.
Tengo un amigo peronista de toda la vida. Sabe que no lo soy y somos amigos.
A veces le mando un trabajo y me contesta proponiéndome una cita de Perón
sobre el tema que viene bien y me pasa el libro, la edición, la fecha, la página.
Y efectivamente, me viene bien. Y la uso. No soy lector de Perón, pero tengo ese
amigo que sí lo es y, como sabe también filosofía, me ha dado datos muy útiles.
Otra vez me sugieren leer la autobiografía de Popper y su visión sobre la fal-
sación. La compré y me fascinó. La gente que me conoce me da consejos que sabe
que me van a servir o me van a interesar. A muchos libros accedo así. La otra
forma es por los diarios. Leo detenidamente las reseñas bibliográficas. A veces
compro libros que no son útiles, a veces sí.
MRF: Una línea parece cruzar todo lo que me estás diciendo ahora y lo que
me has dicho en otras charlas: tu afán por conocer la realidad, lo cual se vincula
con tu interés por activar el Derecho, por hacerlo operativo. Esto no suele ser
sencillo. Pero tengo la impresión que esta tendencia se debe a que no te limitás
a leer teoría o escribir sobre cuestiones meramente teóricas.
AG: Sí. Por ejemplo con M aría A ngélica Gelli he hablado algunas veces de
esto. Ella estudió sociología jurídica y en muchas de las cosas que escribe incluye
la realidad, lo cual la hace más valiosa aún como constitucionalista que aquellos
que hablan sin tomarla en cuenta. Me parece que la realidad es indispensable. No
puede ser que uno la aprenda en la vida, en la calle y no leyendo un libro. Para
mí el libro tiene que contar también la realidad. Por supuesto si ella es mala,
criticarla, si es buena, elogiarla. Pero no se puede dejar de contarla.
Muchas veces he sido criticado, afectuosamente, por contar la realidad. Me
dicen que ello no es para un profesor. Sea para un profesor o no, para el lector es
importantísimo. La realidad es un poco la vida. Veo más de uno que me cita en
sus trabajos diciendo cuál es mi perspectiva sobre un tema, pero él no se suma.
O sea, no sabe si para él ello es así o no.
MRF: Esta conexión entre normas y realidad te ha permitido mantener una
coherencia en la profesión, en tu obra y en la práctica docente.
AG: Efectivamente. Mirá, a la Corte el problema que le provoca el fallo dictado
en el caso Sosa, que no puede hacer cumplir. Es una desesperación no poder hacer
cumplir un fallo. Y esa es la realidad, otra vez. Jueces como lo fue en su momento
Guglielmino o lo es A rias, son buenos ejemplos de quienes, cuando deciden algo
piensan primero cómo lo van a implementar. Y cuando lo deciden, lo implementan
617
D-64 ii. diálogos con agustín gordillo
618
xi. la comunicación y la crítica. sus lecturas D-65
frente a lo que es imposible uno escribe un párrafo teórico que va para un libro,
pero no va a la realidad. Es muy doloroso decir que las jubilaciones el Estado no
las va a pagar fielmente; pero es una quimera repetir que debe pagarlas confor-
me a derecho, si el tribunal no encuentra el mecanismo para hacer cumplir sus
sentencias en la materia.
MRF: Pareciera que algunos sienten cierta incomodidad en relación a deter-
minados temas, cuando quien escribe sobre ellos no se limita a un mero análisis
teórico, tantas veces divorciado de los hechos.
AG: Si, tal cual, tal cual. Provoca incomodidad. Esto para mí se vincula con
una cosa. Hice en una época muy especial de mi vida, durante algunos años,
yoga, teatro y gimnasia, o sea, tres actividades no profesionales y lo hice inten-
samente. ¿Qué aprendí? Que hay que saber soportar y saber aceptar el ridículo.
MRF: Se requiere para ello, de todas maneras, una sólida formación y una
importante seguridad en sí mismo.
AG: Si, calculo que sí. Yo no tengo temor al ridículo. Lo aprendí en el teatro.
Es necesario no tener temor al ridículo y esto te da una ventaja competitiva muy
grande.
MRF: Volviendo a la lectura de libros de actualidad, ¿la abordás con algún
grado de ingenuidad y sin pre–conceptos?
AG: Siempre pongo un signo de pregunta y muchas veces al lado pongo un
interrogante cuando lo que me dicen, me parece, es erróneo o no lo creo. Y a veces
le pongo un signo de admiración. Como decir “atención con esto,” como que ni
siquiera dudo, pero le presto atención. Siempre leo críticamente. Además al leer,
lo que me gusta es hacerlo críticamente.
MRF: ¿Solés leer el mismo tema planteado por diferentes autores?
AG: Exactamente. Hace unos cuantos años leía siete diarios nacionales a
la mañana. ¿Qué te hace leer siete diarios? Leo los títulos, el artículo que me
interesa lo leo y lo marco. Tiro el diario al costado. Tomo el siguiente, leo los
títulos, lo que me interesa lo leo y así. Cuando termino con el séptimo hay temas
que los he leído dos o tres veces, marcando. En consecuencia tengo un panorama
no acotado. Y después, me gustan mucho los comentarios políticos y económicos
porque son hechos por quienes se preguntan cómo viene la mano, qué va a pasar,
aventuran ideas. Eso me gusta mucho, el escritor que indaga qué puede pasar.
Hace poco vi varios mails cruzados y veo que les llamó la atención a muchos
el fallo de la Corte en el caso Sosa y alguien escribiendo: “Miren ustedes, lo que
había dicho Gordillo hace un año se acaba de cumplir, o sea, la provincia ha dicho
que no iba a cumplir el fallo.”
619
D-66 ii. diálogos con agustín gordillo
Te digo la verdad, ni lo tengo presente como algo que yo haya dicho. Pero sí
tengo presente que siempre me pregunto si un fallo se puede cumplir o no, por-
que sé que, con mucha frecuencia, no se pueden cumplir o no se pueden cumplir
pronto. En el caso de La Religiosa, esperar nueve años para poder ver la película
no sirve para nada. Y acá, cobrar treinta años después tampoco sirve.
Hubo épocas en mi vida que leía algunos periódicos extranjeros, como se ad-
vierte en la sección “Mails;” luego pasé a leer siete diarios argentinos, pero con la
progresiva ingerencia gubernamental o paragubernamental en la prensa diaria,
en la actualidad leo solamente tres diarios nacionales.
620
Capítulo XII
Inspección General de Justicia. Por lo general, cuando el libro sale nuevo, a veces
estoy hasta un mes, un mes y medio repartiendo libros. Es un proceso lento, de
empaquetarlo, encontrar el repartidor que lo lleve. El costo de mandarlo es enorme.
MRF: La Fundación, en alguna época, no sólo estaba orientada a publicar, sino
que era un espacio de formación o de reflexión, donde se impartían seminarios,
entre otras actividades.
AG: Creo que solamente aquéllos vinculados a la emergencia. No recuerdo
bien si cuando hice un cóctel para que se conocieran todos los ex alumnos de la
especialización en las materias que yo dictaba lo hice por la Fundación. Pero por
lo menos, en espíritu era de la Fundación. Tal vez suene medio raro. Un cóctel
¿para qué?
Ahora dejé de hacerlos. Creo que el motivo fue que temí que al estar haciendo
varios seminarios vinculados al derecho administrativo de la emergencia, estaba
en definitiva legitimándola, cuando en verdad la idea no era esa. Yo más bien
quise tomar títulos de impacto. Pero después de publicar cinco libros con lo que
allí se dijo, ya el impacto no existe y en cambio se puede dar el proceso inverso,
entonces decidí terminar con eso.
Después tuve ideas que nunca llegué a concretar. Por ejemplo comprar un
local para la Fundación y dar ahí charlas o conferencias. Pero nunca me termi-
né de decidir. Lo que la Fundación produce, se consume. Por supuesto que si se
me ocurrieran ideas de hacer cosas, podría hacerlas. Pero estoy orientando mi
vida más a escribir y a publicar y, en cambio, creo que ya está bastante suplida
la función de organizar ese tipo de eventos académicos. Hay muchos, realizados
por doquier. No veo la necesidad de también hacerlos yo. Ahora estoy escribiendo
directamente para el dominio público, ni siquiera para la Fundación.
MRF: No tendría mucho sentido seguir replicando los mismos formatos, ¿no?
Parecería que no la concebiste con el propósito de competir con otras instituciones.
AG: Claro, exactamente. Más aun, con la Fundación he apoyado económica-
mente varios de los eventos de la Universidad Austral. El sitio web, es un sitio
gratuito también y es de la Fundación, aunque con mi nombre y está incorporado
en los libros de la Fundación.
MRF: También publica obras de otros autores.
AG: Si. Ahí el criterio general fue publicar autores noveles, que sea el primer
libro. Por ejemplo a Hutchinson le publiqué el primero y el segundo libro. De
la misma manera le publiqué dos ediciones de un libro a Inés D’A rgenio, uno a
Obarrio contando su experiencia como juez. Saqué también, con correcciones
editoriales de Hutchinson, los dos tomos de Revidatti y así sucesivamente, siem-
pre obras no comerciales en su primera versión.
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xii. la fundación de derecho administrativo D-69
Se pueden ver los respectivos prólogos de las tres primeras obras mencionadas infra, pp. P-7
/ 707, P-11 / 711 y P-51 / 751. En cuanto a todo el cap. XII, ha de verse también la opinión del
fundador sobre la incorporación al dominio público universal de su obra en el Libro I, cap.
IV, § 13 y 14, p. IV-17 a IV-25 / 163 a 171 y ss.
623
Capítulo XIII
M ario Rejtman Farah: Respecto a los años en los que trabajaste como abogado
en la Procuración del Tesoro, si en ese momento hubieras tenido la oportunidad
de optar entre desempeñarte allí o en algún otro cargo, ¿hubieras tomado la
decisión de incorporarte?
Agustín Gordillo: No dudé mucho, pero no sé si estaba suficientemente in-
formado de todo lo buena que era la elección, al ser mi primer trabajo. Me halagó
mucho porque era un cargo importante, me pagaban bien. Había estado dos años
sin trabajar, deliberadamente, para estudiar nada más. Entonces pasar de no
trabajar, a trabajar con un buen sueldo, fue un cambio muy grande. No sabía
todo lo importante que iba a ser. Me acuerdo que mi desesperación era que mi
jefe, R afael Castro Videla, siempre que revisaba un proyecto mío, encontraba
que no había leído bien algún expediente.
MRF: ¿No los habías revisado con detenimiento?
AG: Alguna cosa no. Se me pasaba algo que no se me debía haber pasado. Dos
años cometiendo errores de lectura, que me los marcaba. Por eso en un libro le hice
un homenaje. Escribí “al hombre que me enseñó Derecho.” La verdad me enseñó
Derecho, me enseñó a leer un expediente. Después de ese tiempo nunca más me
equivoqué al leer los hechos, pero aprenderlo me llevó dos años de trabajo diario.
MRF: ¿Qué otra enseñanza pudiste capitalizar en tu paso por la Procuración
del Tesoro?
AG: El tener atención al contexto. Todas las mañanas había reuniones. Por
supuesto eran todos compañeros. Yo era el más chico. Se hablaba de política, en
términos totalmente amistosos. Ahí entendí que el contexto era importante. Con
D-72 ii. diálogos con agustín gordillo
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xiii. los abogados del estado.
D-73
los años como abogado en la procuración del tesoro
Ni loco. Busco, más bien y casi siempre, como abogado privado lo que veo que
buscan todos, hasta en la administración, es un acuerdo que permita resolver
algún problema. Generalmente eso ocurre modificando los hechos. O sea, si
una conducta de mi cliente dio lugar a un problema, en lugar de defenderla ju-
rídicamente digo “cambiemos la conducta.” Con mi cliente me dedico a explorar
qué otras alternativas de conductas hay que lo puedan dejar satisfecho a él y a
la administración, para que el funcionario tenga la posibilidad de decir “Usted
cambió, entonces no se aplica el acto anterior sino uno nuevo.” He visto muchos
casos resueltos así, con un cambio en la posición del particular.
MRF: Estamos, nuevamente, frente a una cuestión vinculada a esa ductilidad
para observar y comprender el contexto.
AG: Creo que es una característica mía que la aprendí en la Procuración del
Tesoro donde, por ejemplo, cuando se dictaminaba a favor del particular decían,
algo así como “que se podía llegar a un entendimiento y resolverle a favor siempre
que desistiera del recurso.” Eso después se ha marcado mucho con el tiempo y
hoy, si en algún recurso tenés razón y te la quieren dar, te dicen “primero desista
del recurso y después se lo resuelvo.” No les gusta tener que resolver un recurso
favorablemente. Entonces, si los convencés, desisten del curso de acción que tienen
emprendido pero a cambio de que vos desistas de tu recurso, de modo que queda
como que se cambió de idea, frente a una nueva realidad. Esa es la otra cosa: La
realidad tiene que ser distinta.
MRF: En la Procuración del Tesoro, una peculiaridad habitual era que, en el
dictamen final, se consignaran al margen de la hoja los datos de quienes habían
intervenido. ¿Esta práctica respondía a alguna razón en particular?
AG: La forma de trabajo era ésa. El primer borrador lo hacía el más junior, y
eso lo revisaba el jefe del sector, después de él lo revisaba el director general de
dictámenes y lo firmaba el subprocurador. La revisión del jefe del sector era más
intensa. A su vez, su nuevo proyecto iba al director general que lo revisaba. El
subprocurador lo firmaba, porque le tenía confianza al sistema. Alguna rara vez
se supo que el subprocurador mandó rever algún dictamen pero esa triple revisión
era suficiente garantía de buen trabajo, con lo cual los jefes de sector eran clave
y por supuesto la calidad de los abogados también. Eran grupos chicos pero con
una gran tradición de independencia, imparcialidad, neutralidad.
MRF: Ser abogado de la Procuración era una suerte de privilegio.
AG: Estar en la Procuración del Tesoro siempre fue un privilegio, porque aún
en las épocas duras de gobierno, siempre tuvo independencia. Si algo había que
transar, lo hacía el Procurador del Tesoro, no el resto del cuerpo. El cuerpo era
realmente independiente y neutro, con valoración democrática aun en gobiernos
autocráticos. Se decía siempre que aquello era un paraíso, que era un laboratorio.
627
D-74 ii. diálogos con agustín gordillo
Había miles de frases para decir que eso era la gloria. Por lo tanto era un trabajo
que daba mucha satisfacción personal.
Es lo mismo que ser juez. Hacés lo que vos querés y conforme lo que creés.
Después la vida dirá qué pasó con lo que vos hiciste. En la Procuración nadie te
decía cómo tenías que hacer un dictamen. Viví esa experiencia como una gran
realización. Y por supuesto estudiando los dictámenes, discutiendo con los colegas,
porque había mucha camaradería.
Hablar, discutir: Pasábamos mucho tiempo charlando unos y otros, así que si
bien no era trabajo en equipo diría que había mucha red social, en definitiva mu-
cha contención social. Eras amigos de todos, estábamos todos juntos trabajando,
todos juntos almorzábamos, todos más o menos sabíamos la vida de cada uno,
nos contábamos los problemas de la vida, sin ser amigos íntimos, éramos amigos
de mucha frecuentación, todos los días varias horas por días, a la mañana y a
la tarde. Eso fue importantísimo. Ahí recibí muchos consejos. Castro Videla me
enseñó realmente mucho.
Para mi fue una época muy linda. Ahora si era de prestigio o no, creo que
el prestigio es el cargo del Procurador. Trabajar en la Procuración, creo que es
interesante pero para el que trabaja no sé si eso le da reconocimiento social es-
pecial. Me inclinaría a decir que no, y que eso no ha variado a través del tiempo.
MRF: En nuestro país éste es un rasgo característico de la función pública en
general. Si bien no representa una fuente de prestigio social, en cierta medida
otorga un grado de satisfacción personal.
AG: Absolutamente, satisfacción personal 100%.
MRF: En tu opinión, ¿son las facultades de Derecho espacios de formación de
futuros abogados del Estado? Esta pregunta te la formulo, cabe aclararlo, reco-
nociendo en algunos casos ciertas características propias de la función pública,
la ausencia de estabilidad, la débil o a veces inexistente carrera administrativa.
AG: El problema no es diferente al de la enseñanza del Derecho en general,
allí o en la Escuela de Abogados del Estado. Prevalece la enseñanza teórica y no
se enseña con problemas, con casos. Entonces, claro, así no se prepara la gente
y se aprende a los ponchazos.
MRF: ¿A qué te referís con “aprender a los ponchazos”?
AG: Ayer me encontré con un abogado, muy importante, un hombre casi de mi
edad y me dice “yo fui alumno suyo” en el ‘71 y di examen final con el reglamento
del “Prode.” Se acordaba del examen. ¿Por qué? Porque le dí un reglamento vigente
para que lo analizara. Siempre enseñé con casos, con problemas, tratando que a
mis alumnos no les pasara lo que me había pasado a mí, que tuvieran que apren-
derlo después. Pero en general el alumno que no recibe esa enseñanza aprende
628
xiii. los abogados del estado.
D-75
los años como abogado en la procuración del tesoro
a los ponchazos, a los golpes, así como yo aprendí que no es bueno ser decano
del gobierno militar, los alumnos aprenden cómo se hace un caso, a los golpes.
MRF: ¿Sería un déficit de las facultades de Derecho?
AG: Si, creo que es un problema cultural de la abogacía, porque por ejemplo
a nadie se le ocurriría enseñar medicina teóricamente. En cambio, respecto al
Derecho, parecería que existe una dicotomía, que la gente le gusta tomarlo como
si fuera un ejercicio puramente teórico. Te debo haber contado ya una historia
antiquísima de un camarista que decía que le encantaba ser profesor de la facultad
porque ahí sí se hacía Derecho. Y era un camarista. ¿Qué hacía en tribunales?
Claro en tribunales tenía el contexto, los problemas, los consensos. En cambio
el Derecho explicado teóricamente de los libros, tiene una fascinación para al-
gunos, pero no sirve para enseñar. Por eso jamás mandé a estudiar mis libros.
Siempre dije, bueno ahí tienen el material, consúltenlo y después les voy a dar
problemas, lean como quieran, lo que quieran, lo que les parezca, pero tendrán
que resolver problemas.
MRF: ¿Durante cuánto tiempo ejerciste como abogado en la Procuración?
AG: Estuve del ‘61 hasta el ‘69. Curiosamente tenía ganas de irme, porque
sentía que era un ciclo terminado, pero tenía tanto afecto por el organismo, por la
tarea, por las personas, que me costaba. En el ‘69 ocurren dos cosas simultáneas.
Por un lado hubo una recategorización. Yo era A5 que era la clase superior del
funcionariado y en la recategorización me tocaba pasar a la C o sea clase pro-
fesional. Justo aparece lo de La Plata y ahí renuncié. O sea renuncié, digamos,
forzado o aprovechando una doble coyuntura, para tener una excusa ante mi
mismo para irme, porque sino tal vez estaba hoy todavía allí. Pero me costó irme.
MRF: Aún hoy representa un organismo atractivo para trabajar, ¿verdad?
AG: Si, pero me parece que el contexto se filtra un poco más. Antes el Pro-
curador del Tesoro era como una suerte de pararrayos, él asumía todo el costo
político y la gente de adentro trabajaba técnicamente. Me parece que hoy en día
se baja un poco más de línea.
MRF: Un ministro, en una ocasión, me mencionó que hay que recordar la di-
ferencia entre estar de un lado o del otro del mostrador. Para él no era lo mismo
ser abogado de la administración que estar afuera. ¿Qué opinas sobre visiones
como ésta?
AG: Creo que uno tiene que buscar soluciones que sirvan a la sociedad, de-
fender ciegamente a un particular o defender ciegamente al Estado no sirve. Yo
estuve hace poco en una audiencia en un tribunal acá, de la ciudad, en que había
dos actores legisladores, de un mismo grupo político, pero con personalidades
distintas, representados ambos por un abogado que es amigo de ellos. Cada uno
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D-76 ii. diálogos con agustín gordillo
630
xiii. los abogados del estado.
D-77
los años como abogado en la procuración del tesoro
vez unilateral. Entonces son dos posiciones extremas en la cual el Estado apela
hasta agotar todas las instancias.
Recuerdo que una vez el Consejo de Profesionales de Ciencias Económicas
me pide un dictamen sobre la conducta de su director de asuntos jurídicos, que
había consentido un fallo de Cámara y no había interpuesto un par de recursos
que tenía todavía, entre ellos el extraordinario. Yo al hombre no lo conocía. Me
piden un dictamen, estudio el caso, leo el expediente y entiendo que realmente
la sentencia era lapidaria. Habían encontrado bien la solución, que era adversa
al Consejo y seguir peleándolo lo único que producía era más costas en contra.
Por lo tanto me pareció que el abogado del Consejo había actuado correcta y
responsablemente. Así lo escribí.
Se enojaron porque ellos querían echarlo. Hay gente que huele lo que el cliente
quiere y le da el gusto, pero eso me parece que no es un ejercicio responsable de
la profesión. Creo que por lo menos hay que decirle, a criterio de uno, dónde está
parado. Además como digo siempre, uno inicia juicios creyendo tener razón pero
algunos de ellos se ganan y otros se pierden. Si encima se iniciaran acciones en
las que ni se sabe si se tiene razón, seguramente que se va a perder. Entonces,
por lo menos, es necesario que esté convencido.
Hay también otro problema. El abogado en la profesión está mas constreñido
por el tiempo, porque primero tiene que adoptar la decisión, si toma o no el caso
y no puede pedir “déme 15 días, que lo voy a ver.” Ni siquiera “déme dos días.”
En la primera entrevista le explican cuál es el problema y uno resuelve si eso lo
ve potable o no. Y una vez que lo ve posible ya queda un poco atado. Al abogado
de Estado le pasa lo mismo.
Ver t. 7, cap. XX, “El tiempo en la decisión jurídica,” http://gordillo.com/pdf_tomo7/capitulo20.
pdf. La versión oral originaria se encuentra en www.gordillo.com, sección “Charlas.”
A veces sabe que el otro tiene razón, pero no hay más remedio que seguir ade-
lante. Tengo un juicio iniciado en el año ‘82, que tiene varios fallos de la Corte,
hasta que finalmente revocaron la sentencia de Cámara, porque no estaban de
acuerdo con la suma indemnizatoria. Pero todavía no se puede cobrar. Cuando
baja a primera instancia y se ordena que se deposite, el Ministerio de Economía
saca deliberadamente mal la cuenta y deposita la mitad de lo que debía. Se hace
un memorial.
El abogado va al Ministerio de Economía y les advierte que están equivocados
y que van a terminar pagando un incidente con costas. Igual siguieron adelante,
el juez no nos dio la razón, tuvimos que apelar. Después cambió el juez y otro juez.
En este momento la ejecución de sentencia, después del fallo de la Corte, tiene
22 cuerpos y todavía no se puede cobrar y lo que está depositado en el expediente,
que está en bonos, tiene una cautelar así que no se puede tocar. Ahí el abogado
del Estado no tiene posibilidad de cambiar de posición.
631
D-78 ii. diálogos con agustín gordillo
MRF: Insisto en que, al parecer, habría algún rasgo distintivo entre el abogado
del sector público y el del sector privado. Porque el estándar a la luz del cual será
evaluado el primero no pasará, probablemente, por el grado de eficiencia, sino por
el cumplimiento formal de las normas. ¿Estás de acuerdo con esta percepción?
AG: Digamos que se valora mucho la perseverancia formal y la interposición
de todos los recursos posibles. Pero el mal ejercicio profesional de un abogado del
Estado no es censurado. La mala defensa del Estado no es criticada, sino sólo si
no presenta todos los recursos pertinentes. Si lo pierde, lo pierde, pero tiene esa
sentencia definitiva y mientras tanto debe agotar todas las instancias.
En cambio el particular es juzgado en su eficiencia, o sea, en qué me mentiste,
qué hiciste, cómo me estás contando esto. Incluso de entrada, si uno empieza a
hablar de juicio, se comienza a pensar en la tasa de justicia y si vale la pena poner
un 3%; o si esa misma plata se la invierte y en 27 años se recupera la totalidad
del capital, con lo cual puede ser un disparate hacer juicio, si produciendo en la
empresa, con lo que representa la tasa de justicia se obtendrá el equivalente de
la plata que le debían. El resultado es neutro si es favorable; si es desfavorable
además habrá que pagar las costas. Esta es una reflexión de M airal.
MRF: Una diferencia notable entre un abogado del Estado y un abogado de
sector público es que el cumplimiento de los pasos formales está muy presente
en la labor del abogado de la administración.
AG: Esto sucede hasta en el modo de hacer los escritos. Si el escrito es malo
no importará demasiado.
MRF: ¿Crees que la Facultad debería asumir algún rol más activo o compro-
metido en la formación del abogado del Estado?
AG: El problema es que los profesores son muy reacios a este tipo de enseñanza.
Porque es un compromiso. Tenés que decir la verdad, tenés que dar problemas.
Con lo cual los propios estudiantes se quejan. Y si das problemas de abogados,
también se quejan los abogados.
A la gente no le gusta una enseñanza con problemas, con lo cual pareciera
que es casi imposible enseñar de tal modo, en el medio cultural en el cual nos
movemos los abogados.
Por ejemplo, Genaro Carrió en alguna de sus obras dice lo mismo que dije yo
de Castro Videla. Se lo dedicó a un socio suyo en el estudio, “a fulano de tal, que
me enseñó Derecho.” O sea que Genaro Carrió también reconoce haber aprendido
Derecho de alguien que se lo enseñó en el estudio donde empezó a trabajar.
MRF: Parecería que en ocasiones habría una cierta disociación en aquel abo-
gado que ejerce la profesión y luego se incorpora a la enseñanza académica del
Derecho. Suele ser consciente que los contenidos que imparte en el ámbito uni-
632
xiii. los abogados del estado.
D-79
los años como abogado en la procuración del tesoro
633
Sección III
homenaje
Julio Raffo: En primer lugar darle la bienvenida a todos los presentes, ma-
gistrados, magistradas, a los que acompañan, personalidades, señor Vicedecano
de la Facultad de Derecho, en fin, todos los que estamos acá tenemos algo muy
importante en común, el respeto, el aprecio y en mi caso la admiración particu-
lar por el Dr. Agustín Gordillo, para mí es una emoción muy grande porque fui
alumno del Dr. Gordillo y con su generosidad nos fuimos haciendo amigos, y
ahora es Agustín, pero siempre fue el mismo.
Yo recuerdo que a fines del año 72, comienzos del 73, la facultad quedó de hecho
acéfala, y habían unos jóvenes revoltosos que tenían la idea de transformar de
raíces la sociedad argentina y todas sus instituciones y todos sus niveles, uno
de ellos era yo y el Dr. Gordillo aceptó por unos meses ser Decano, y yo lo fui a
ver, “Es un disparate” (tiene una onda de atropellar muchas cosas, algunas con
razón y otras sin razón) “y vos aceptás este cargo, en un momento que solo es
para asumir problemas.” Agustín me dijo que alguien se tiene que hacer cargo
de la facultad, alguien tiene que poner el cuerpo, es un patrimonio de todos, y él
aceptó y me dio una lección en ese momento de grandeza, generosidad, de voca-
H-4 ii. diálogos con agustín gordillo
ción por la fuerza pública, que sabiendo que venía una onda en ese sentido muy
crítica de todo lo que tuviese que ver con un gobierno militar, él se sacrificó por
la Facultad de Derecho, por sus alumnos, por sus docentes y no se si te lo dije,
estoy muy agradecido.
Esa vorágine me llevo a ser, para bien o para mal, rector de la Universidad
Nacional de Lomas de Zamora y en el año 74 realizamos para prestigiar a la
Universidad nueva, cursos para graduados de derecho administrativo, e invitamos
a Agustín a dar conferencias, y me tocó recibirlo como dueño de casa, porque yo
era Rector y él generosamente se vino hasta Lomas de Zamora a participar de
esas actividades académicas, también contribuyendo de alguna manera de un
proceso agitado de jóvenes agitados.
Pasaron largas décadas y muchas cosas, y ahora me toca recibirlo como repre-
sentante de todos los legisladores, presidente a cargo de la legislatura y lo hago
con gran alegría y gran ilusión, porque creo que la distinción tiene un defecto,
es ciudadano ilustre, es persona destacada, punto, además es docente, además
es jurista, además es otras cosas, así que habiendo hecho esta aclaración, y
agradeciéndole profundamente al diputado di Stéfano que tuvo esta iniciativa
que nos prestigia a los legisladores por saber otorgar esta distinción con criterio
profundo, criterio serio, cosa que no siempre es así, esta vez tenemos el lujo de
enriquecernos y enriquecer y prestigiar esta distinción, muchas gracias di Ste-
fano, muchas gracias por estar aquí.
638
Eduardo Epszteyn
Buenas tardes a todos, primero que nada tengo que agradecerle al diputado di
Stéfano, yo no soy un tipo envidioso, no es una de mis características, pero la
verdad lo envidio al diputado di Stéfano, porque se le ocurrió a él antes que a
mí, son esas cosas que uno puede hacer como Diputado, proponer que alguien sea
figura destacada y se me tenía que haber ocurrido y que se le haya ocurrido a
él y me haya invitado a participar, no puedo hacer otra cosa más que agradecer.
Pensé mucho qué iba a decir hoy, intenté escribir algún discurso, pero prefiero
improvisar un poco.
Allá por el año 97, a alguien se le ocurrió, alguien no, a Carlos Auyero se le
ocurrió, antes de la Alianza yo estaba en el Frente Grande, era un militante y
Agüero, digamos como toda fuerza emergente tenía legisladores y todo el mun-
do quería ser legislador; yo en aquel entonces no quería ser legislador, a mí me
gustaba más la administración propiamente dicha más que la tarea legislativa.
Y Auyero, con el que yo trabajaba, a quien siempre recuerdo, me insistía que
yo tenía que ir al ejecutivo, entonces el primer cargo que tuvo el Frente Grande
antes de la Alianza, un cargo en el ETOSS. Un día viene Carlos Auyero y me
dice: Hablé con De la Rúa y con Gauna y vos vas al ETOSS. Y qué es el ETOSS
pregunté yo? Es un ente regulador de agua, yo no tenía idea qué era y no tenía
idea cómo era un ente regulador, debo confesarlo, habla del proceso de selección
de la política, y espero que igual no haya salido tan mal.
Y por aquel tiempo también cuando entré al ETOSS me acuerdo, me invitaron a
unos desayunos que organizaba una fundación de Centro de Estudios Americanos
y ahí coincidimos en los desayunos con el Dr. Agustín Gordillo, más o menos
paralelamente en el tiempo. Recuerdo las anécdotas del antropólogo marxista
en la Embajada Americana, era muy divertida, porque eran debates de la histo-
ria de Estados Unidos, y lo daba un profesor absolutamente anarquista, lo cual
en la embajada de Estados Unidos era rarísimo, y cuando entro al ETOSS me
encuentro con que me tenía que pelear nada más y nada menos que con M aría
Julia A lsogaray que tenía como abogado a Barra, trabajando todo el estudio de
H-6 ii. diálogos con agustín gordillo
640
eduardo epszteyn H-7
pero bueno. Y ahí había toda una discusión, era la discusión de lo que Agustín
denomina “introducción a la teoría de la manija uno,” es lo que me enseño Agustín,
que cuando tenés la manija no querés que nadie te saque la manija, y ahí era la
discusión entre las autoridad de aplicación y los centros reguladores, y como de-
berían funcionar los entes reguladores, y Agustín siempre me ponía un ejemplo y
me decía, el presidente de los Estados Unidos puede tomar muy pocas decisiones,
puede decidir declarar una guerra atómica, tocar el botón y destruir un país, pero
no puede decidir sobre la tarifa eléctrica de un estado de los Estados Unidos, y
esto como concepto general, es un concepto que yo la verdad lo incorporé mucho,
repito, más allá de la cuestión ideológica, que es la cuestión de la limitación del
poder y en lo que tienen que ver con la administración pública, se aplica como
pensamiento profundo que para mi tiene que atravesar a la izquierda y a la de-
recha, porque el autoritarismo puede ser de izquierda o puede ser de derecha y
la defensa, si ustedes quieren, la importancia de la descentralización del poder
es una idea muy importante que aprendí de Agustín. Bueno estas son de alguna
manera las cosas que yo quería recordar más allá de la anécdota cuando M aría
Julia, —ella nunca firmaba entonces, firmaba un jefe de asesores en nombre de
ella—, y un día pusimos un acta cuestionando la investidura al jefe de gabinete,
y se armó un despelote por cierto importante, que casi me cuesta el cargo y por
suerte nunca me echaron y creo que juntos pudimos hacer un buen trabajo.
641
Isaac Augusto Damsky
Buenas tardes a todos, muchísimas gracias a todos por venir, por sumar su ad-
hesión, muchísimas gracias a los diputados autores de la iniciativa, al licenciado
Patricio di Stéfano, al Dr. Julio R affo, especialmente a Eduardo Epszteyn con
quien tuve la oportunidad de colaborar en su gestión durante un breve tiempo.
Es un evento de máxima importancia para nosotros, para los que queremos en
lo personal a Agustín Gordillo, para quienes lo admiramos en lo académico y
también para quienes han sido sus alumnos.
Hechas estas breves palabras, me gustaría previamente pasar revista a algu-
nas de las adhesiones y leer algunas de ellas, por su envergadura institucional
provenientes de personas que por la premura y cuestiones organizativas no
pudieron estar presentes.
En primer lugar la Universidad de Buenos Aires, por intermedio de su Secreta-
ría General, nos hace llegar su adhesión a este acto y voy a darle lectura también
al acto que ellos nos han enviado: “En virtud de las cualidades académicas y pro-
fesionales que han motivado al reconocimiento como personalidad destacada en
la enseñanza de las ciencias jurídicas al Dr. Agustín A lberto Gordillo, desde la
Universidad de Buenos Aires queremos enfatizar la labor de excelencia académica
brindada por el profesor emérito de esta alta casa de estudios, conmemorando
además su trayectoria de 50 años que se cumple este año, y felicitándolo por el
compromiso asumido en el ámbito docente, destacando su amplio recorrido como
jurista. Nos sentimos orgullosos desde la Universidad de Buenos Aires, que
nuestro profesor sea reconocido por la Legislatura, adhiriendo con sumo agrado a
este homenaje.” Lo firman Carlos M as Vélez Secretario General, Miguel Á ngel
Mourinio, Secretario de Asuntos Jurídicos.
También la Procuración del Tesoro de la Nación, por intermedio de la Escuela
del Cuerpo de Abogados del Estado, nos hace llegar su reconocimiento en estos
términos: “Tenemos el agrado de dirigirnos a usted para expresar nuestra más
sincera felicitación con la honrosa y justa distinción que le ha sido conferida
mediante la ley 3607 de la Ciudad de Buenos Aires, le hacemos llegar nuestro
H-10 ii. diálogos con agustín gordillo
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isaac augusto damsky H-11
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H-12 ii. diálogos con agustín gordillo
las alabanzas que se le dirigen hoy, por todas estas razones y muchas más que
no tengo tiempo de señalar acá, considero tanto en mi nombre personal como en
nombre de la Universidad París Sur Once que el Dr. Agustín Gordillo merece
ampliamente el honor que se le hace hoy.”
Finalmente entre las adhesiones hay una muy especialmente que quiero leer
por la agudeza de su pluma, porque se trata de un profesor mexicano, que ade-
más de unirme un lazo fraterno, compartimos el amor por la materia, el amor
por la verdad, sobre todo el amor por la obra de Agustín Gordillo, además una
infidencia nos une otro dato singular: Ninguno de los dos hemos sido alumnos
de Agustín, pero sin embargo lo consideramos nuestro maestro, y se trata de
nuestro amigo David Cienfuegos Salgado.
Dice así:
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isaac augusto damsky H-13
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Inés Weinberg de Roca
Muchas gracias, no quiero dejar de felicitar al Diputado di Stéfano, por la inicia-
tiva y a los diputados R affo y Epszteyn por haberla apoyado. Yo recordaba que
en octubre del 2000 cuando recién se crea el Fuero Contencioso Administrativo
de la Ciudad de Buenos Aires, llegamos 5 de nosotros, la Dra. Daniele, entre
ellos, a un edificio en Avenida de Mayo, en que teníamos unos escritorios, unas
computadoras todavía no conectadas, unos teléfonos que no funcionaban, unos
estantes vacíos y la consigna de empezar a trabajar, y lo primero que recibimos
fue un regalo del Dr. Gordillo, sus obras completas, este generoso profesor, el
hoy homenajeado.
El profesor Gordillo se ha caracterizado además de ser una buenísima persona
y un hombre extremadamente generoso, por su modernidad y originalidad en el
Derecho Administrativo y por no estar comprometido por ningún grupo de interés.
Su labor en el ámbito académico y como abogado en la Argentina se comple-
menta muchísimo con la tarea internacional, no hay tribunal Internacional de
Derecho Administrativo del cual el profesor Gordillo no sea o haya sido miembro.
Y en especial el Tribunal Administrativo de la Oficina Internacional del Trabajo,
tiene una jurisprudencia que se sigue en todos los otros Tribunales Administra-
tivos Internacionales. Yo he tenido la suerte de ser elegida para el Tribunal de
Apelaciones de Naciones Unidas, de cuyo antecesor el Tribunal Administrativo
de Naciones Unidas el profesor Gordillo ha sido miembro, y digo la suerte porque
cuando a mi me elige la Asamblea de Naciones Unidas, lo primero que después me
dicen “Usted es Argentina como el Juez Gordillo, entonces Usted debe ser buena.”
Maestro, lo felicito por la distinción y espero que la disfrute. Muchas gracias.
Alberto Bueres
Buenas tardes a todos, a las autoridades, al Dr. Gordillo, en nombre de la Fa-
cultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, de su Decana, del Consejo
Académico y en el mío propio, quiero felicitar a las autoridades de esta Legislatura,
por haber decidido otorgar esta honrosísima y merecidísima distinción al maestro
Agustín Gordillo, a quien todos admiramos y que en lo personal considero que
es el administrativista más representativo y más saliente que tiene el derecho
nacional y que inclusive ha tenido con sus obras, con su labor, con su dedicación
un trascendido y una repercusión internacional como creo que pocos juristas y
pocos profesores de esta casa de estudios y de otras han tenido, así que muchí-
simas gracias y felicitaciones al Dr. Gordillo.
Miriam Ivanega
Buenas tardes, estoy acá como alumna de la Universidad de Buenos Aires, como
profesora de la Universidad de Buenos Aires y como profesora y directora de
una maestría de la Universidad Austral y también como persona que conoció a
Agustín Gordillo, no hace tantos años personalmente, pero hace mucho desde
lo académico. Y realmente a partir de la enseñanza de Agustín Gordillo uno
piensa qué es lo que queda, y quedan varias experiencias.
La primera, la valentía que significa hablar de libertad en una época cuando
no se podía hablar de libertad, hablar de derecho cuando no se sabía qué era el
derecho, hablar de globalización, cuando no se hacía más que salir de un mero
derecho local y había dos opciones, o se era vidente o se veía el derecho como es,
influenciado por los fenómenos sociales, culturales, políticos y Agustín Gordillo
tuvo una visión, muchas visiones del derecho, pero no solo visiones, las desarrolló.
Y recorrer hacia atrás la obra de él, significa ver hace 20 años lo que hoy es-
tamos estudiando, el los detectó hace 20 años, hace 25 años. ¿Por qué? Porque
veía el derecho desde su esencia, eso es lo que queda, cómo debe verse, estudiarse
y enseñarse. Anécdotas hay muchas, yo voy a contar una muy cortita, porque
además uno está al lado de él, pero hay mucha gente que cuando conoce a Agustín
Gordillo, muchos alumnos, ve adelante como una persona de esas que ha escrito
cientos de libros y lo tiene al lado.
En la provincia de San Juan hace cuatro años aproximadamente, tuvimos
una jornada que nos convocó el Dr. Oscar Cuadros y había un pequeño fascículo
que había llevado del Dr. Gordillo, muy interesante, sobre la Globalización y
el nuevo Derecho Administrativo y que se ofreció a todos los cursantes. De re-
pente había una cola interminable para que el Dr. Gordillo autografiara esos
pequeños fascículos, y me acerqué al oído y le dije estas hecho un Luis Miguel del
Derecho Administrativo porque yo no creo que él convoque a tantos y mas allá
de las dedicatorias y de las firmas que podía poner Agustín en ese fascículo era
la admiración que alumnos del interior del país tenían por tenerlo ahí, al estar
Agustín ahí, entonces, esto tiene un significado mucho más allá y fíjense ustedes
H-20 ii. diálogos con agustín gordillo
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Inés D'Argenio
Cuenta Italo Calvino en Las Ciudades Invisibles, que Kublai K an había ad-
vertido que las ciudades de Marco Polo se parecían, como si el paso de una a la
otra no implicara un viaje sino un cambio de elementos. Ahora, de cada ciudad
que Marco Polo le describía, la mente del Gran K an partía por cuenta propia, y
desmontada la ciudad parte por parte, la reconstruía de otro modo, sustituyendo
ingredientes, desplazándolos, invirtiéndolos.
Marco entretanto continuaba refiriendo su viaje, pero el emperador ya no lo
escuchaba, lo interrumpía:
“—De ahora en adelante seré yo quien describa las ciudades y tú verificarás si
existen y si son como yo las he pensado. Empezaré a preguntarte por una ciudad
en gradas, expuesta al siroco, en un golfo en medialuna. Ahora diré alguna de
las maravillas que contiene: una piscina de vidrio alta como una catedral para
seguir la natación y el vuelo de los peces golondrina y extraer auspicios; una
palmera que con las hojas al viento toca el arpa; una plaza rodeada por una mesa
de mármol en forma de herradura…
—Sir (dijo Marco), estabas distraído. De esa ciudad justamente te estaba
hablando cuando me interrumpiste.
—¿La conoces? ¿Dónde está? ¿Cuál es su nombre?
—No tiene nombre ni lugar. Te repito la razón por la cual la describía: del
número de ciudades imaginables hay que excluir aquellas en las cuales se suman
elementos sin un hilo que las conecte, sin una regla interna, una perspectiva, un
discurso.... De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas,
sino la respuesta que da a una pregunta tuya.”
I. La vinculación de Agustín Gordillo con esta Ciudad de Buenos Aires tie-
ne que ver con su reconstrucción de otro modo. No sé a ciencia cierta la fuente
precisa y exacta en que se inspiró la reforma de la Constitución de 1996, pero la
Ciudad fue concebida en la magnífica obra de este jurista mucho antes de cons-
tituirse realmente. Como el Gran K an y con profundas convicciones que vienen
H-22 ii. diálogos con agustín gordillo
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inés d’argenio H-23
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Luis Arias
Querido Agustín, quiero agradecer la oportunidad que me han brindado de par-
ticipar de este sentido homenaje, organizado con motivo de reconocimiento de la
Legislatura porteña que ha declarado al Profesor Agustín Gordillo personali-
dad destacada en la enseñanza de la Ciencia Jurídica. Tengo muchas cosas por
decir, pero por la obligada brevedad del evento exige un esfuerzo de síntesis en
mis palabras, por esa razón solo voy a mencionar alguna anécdota que ilustra
acabadamente ciertas virtudes de Agustín, como personalidad destacada, no sólo
en el ámbito de la ciencia jurídica, si es que admitimos su existencia, sino que
también como ser humano, que es lo mas importante.
Como ustedes saben, la implementación del fuero al que pertenezco fue pro-
ducto de una extendida lucha contra la negativa del Poder Ejecutivo Provincial
encabezado en ese entonces por el Gobernador Carlos Ruckauf y la Suprema
Corte Provincial, que de consuno, hicieron lo posible para postergar indefinida-
mente su vigencia.
Transcurría el año 2001, tiempos muy difíciles en la Argentina, cuando la Su-
prema Corte de la Provincia de Buenos Aires a través de su Instituto de Estudios
Judiciales invitó al Dr. Gordillo, para brindar una conferencia en la sede del
Tribunal. En esa oportunidad estábamos presentes los jueces que habíamos sido
asignados por un concurso en el año 1999, diversas personalidades del ámbito
académico, algunos magistrados de la Corte y el Secretario de Demandas Ori-
ginarias, entre otros. En ese entonces, cuando la activa militancia de los Jueces
para la implementación del fuero no gozaba del apoyo de sectores vínculos del
establishment del derecho público, que como suele suceder en estos casos prefiere
no confrontar con el estado político.
El Dr. Gordillo con su característica y exagerada elocuencia, relató lo si-
guiente: “Yo creo que los Jueces en lo contencioso-administrativo deberían ini-
ciar acciones judiciales, pero no contra la provincia, sino contra los Jueces de la
Suprema Corte” (que estaban allí presentes) “entonces cuando reciban la cédula
de notificación en sus casas y sus respectivas mujeres digan «Querido, ¿qué es
H-26 ii. diálogos con agustín gordillo
esta demanda de dos millones de pesos?» van a ver como implementan el fuero
contencioso-administrativo de inmediato.”
En medio de las carcajadas, había rostros muy serios que no podían contener
la indignación. Yo no podía creer lo que había escuchado, una estocada letal a
los responsables de tamaña violación constitucional y las palabras provenían
nada menos que del máximo referente del Derecho Administrativo. El Profesor
Gordillo además dejó escrito su compromiso con la justicia administrativa pos-
tergada en cada uno de los eventos vinculados con esta problemática y en célebres
trabajos publicados en El Derecho bajo el título “La justicia administrativa de la
Provincia de Buenos Aires, una contra reforma inconstitucional.”
Y cuando la embestida del poder arreciaba sobre los jueces y en particular
mi persona, te ofreciste Agustín desinteresadamente a defender junto a la Dra.
D'argenio, la independencia de los Jueces e iniciar acciones judiciales ante la
Suprema Corte de la Nación, para evitar que la Suprema Corte Bonaerense
llevara a cabo un control ideológico de sentencias a través de diversos sumarios
iniciados por funcionarios administrativos de ese Tribunal. Fue así que la palabra
parresía, como una virtud revitalizada de Michel Foucault, fue adquiriendo un
significado actual y oportuno. Señalaba este destacado pensador que quien usa
la parresía, dice todo lo que tiene en mente, no oculta nada, sino que abre su
corazón y su alma por completo a otras personas a través de su discurso.
La parresía por tanto está vinculada al valor frente al peligro, requiere el
valor de decir la verdad a pesar de cierto peligro, el rey o el tirano no puede ge-
neralmente usar la parresía ya que no arriesga nada, quien utiliza la parresía es
políticamente incorrecto, corre riesgo, inclusive de muerte, por decir la verdad,
pero prefiere asumir el riesgo antes que descansar en la seguridad de una vida
en la que la verdad permanece silenciada.
Querido Agustín, en estos tiempos donde asistimos a la banalización de las
palabras y a la vacuidad discursiva, al cinismo y la hipocresía, deseo evitar la
utilización de términos halagüeños, remanidos y gastados, entonces para no caer
en lugares comunes, quiero expresarte que durante todos estos años he procurado
seguir tu ejemplo.
Mi verdad, mi pensamiento, mi discurso y mis acciones, han seguido una idén-
tica dirección, no presentan dobleces y no guardan dobles intenciones, la fuerza
inquebrantable de mi espíritu, como vos me enseñaste, enarbola la bandera de
mis ideales en cada acto de mi vida, equivocado o no, ahí está mi corazón y mis
ideas exhibidas francas y orgullosamente sobre escasos triunfos y demasiadas
derrotas.
Querido amigo, creo que es tu mejor legado, y mi mejor homenaje sin vacuas
palabras, ni fútiles halagos. Hechos, acciones sostenidas en el tiempo, con la
fuerza de la convicción, aunque vengan degollando, querido amigo. Gracias por
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Mario Rejtman Farah
Al no poder estar presente hizo llegar unas palabras que leyó en su nombre M aría E va
M iljiker.
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María Eva Miljiker
Cuando pensaba en las palabras que iba a decir esta tarde, trataba de encontrar
una idea fuerza que pudiera resumir y explicar la influencia de Gordillo en la
enseñanza del derecho. Y la respuesta la encontré cuando me pregunté qué fue
lo que aprendí gracias a él y qué sigue sirviéndome de guía todos los días en mi
vida profesional.
Por un lado, aprendí a reconciliarme con la incertidumbre, a perderle el miedo.
Sin embargo, aprendí algo más, que considero mucho más valioso: Ahora desconfío
de todo aquello que se presenta como verdadero e incuestionable.
Es que el ídolo de la certidumbre a Gordillo no le interesa, no sólo porque
congela la posibilidad de seguir avanzando y corrigiendo nuestras posiciones, sino
porque es una categoría sospechosa. Sospechosa de ignorancia, de injusticia, de
irrazonabilidad, de poder autoritario.
Gordillo se encargó de mostrar constantemente que el discurso jurídico y en
especial el discurso del derecho administrativo, es un discurso de poder. Y nos
hizo ver que algunos de los más sofisticados argumentos dogmáticos, racionalistas,
resignados y abrumadores que presentan soluciones autoritarias como inevitables
y necesarias son, simplemente, falaces y erróneos. Él desenmascaró varios de
estos: La presunción de legitimidad, las cuestiones políticas no justiciables, los
actos institucionales, el poder de policía, la zona de reserva de la Administra-
ción, y tantas categorías más … muchas categorías ya no las recuerdo y otras ni
llegué a estudiarlas porque, afortunadamente, me crucé a Gordillo temprano.
Además, Gordillo actúa coherentemente con esta forma de concebir el cono-
cimiento y el derecho. Es un crítico constante de las posturas propias y ajenas.
Por eso cada vez que escribe un artículo o un libro, cada vez que actualiza el
tratado, cada vez que tiene una idea nueva, la circula por mail multitudinaria y
democráticamente. Es que Gordillo cree en las ideas y por eso quiere lanzarlas
al mundo y está ansioso por tener feedback. Y cuando digo que cree en las ideas
es porque, realmente, valora la idea por su contenido, por su capacidad de hacer
H-34 ii. diálogos con agustín gordillo
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Ismael Mata
En primer lugar, quiero expresar que, además de mi testimonio de homenaje per-
sonal, traigo el de la Facultad de Derecho de la Universidad de Rosario. A pesar
de que tenemos la misma edad, yo fui alumno de Gordillo; no quiero marcar
con esto un gap generacional, sino que hice mi monografía de derecho público
poco antes de terminar la carrera, y en ese entonces Agustín era un profesor
muy joven ya que se recibió en el 1959 a los 20 años. Al año siguiente obtuvo
el doctorado con una tesis brillante, recomendada al Premio Facultad, sobre el
tema de la responsabilidad extracontractual del Estado.
En el curso de la monografía de derecho público tomé contacto por primera vez
con Agustín Gordillo, recibiendo un elemento muy importante en mi formación,
que fue la visión interdisciplinaria del derecho administrativo, no sólo con respecto
a las otras disciplinas del derecho, sino también con relación a todas las ciencias
sociales. También advertí entonces y siempre que tuve la oportunidad de escuchar-
lo, que Agustín no es un mero expositor de temas jurídicos ni un comentarista de
ideas ajenas, como suele acontecer en el ámbito del derecho administrativo. En
cambio, su figura es la de un creativo sustancial, un generador de ideas nuevas,
porque considera que no hay tema de derecho exento de un examen crítico.
Agustín, si bien admite que hay valores y principios jurídicos permanentes,
tal circunstancia no autoriza la creencia sobre la inmovilidad del mundo jurídi-
co, por lo tanto, desde siempre ha emprendido la renovación o una nueva visión
de las materias de derecho. En esa línea, debe destacarse la multitud de temas
abordados con ese espíritu por Agustín, valgan como ejemplos el poder de policía,
donde más allá de la denominación, advierte que existe un modelo autoritario
de la administración pública; a ello debe añadirse su mirada original sobre el
derecho supranacional, que ya anunció desde hace muchos años. De allí que, sin
ánimo de trazar paralelos con figuras evangélicas, creo que en esto Agustín fue
el precursor del impacto del derecho internacional sobre el derecho interno y, en
especial, el administrativo.
H-36 ii. diálogos con agustín gordillo
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Gregorio Flax
Buenas tardes a todos y a todas, voy a ser breve, no solo para no apartarme de lo
programado, sino porque nunca fui muy buen orador. Si nos pusiéramos verdade-
ramente a decir qué representa y qué representó Agustín Gordillo para sus dis-
cípulos tendríamos actividad de trasnoche. Quería agradecer a los organizadores
del evento por el privilegio que me han dado al invitarme a decir unas palabras
en este acto, donde se celebra la declaración como Personalidad Destacada en
la Enseñanza de las Ciencias Jurídica al Dr. Agustín Gordillo. A decir verdad,
cuando me invitaron a decir unas palabras, comenzaron a pasar por mi cabeza
mil ideas, cuál podría ser el contenido de las palabras, y no sé muy bien por dónde
empezar. Manifestar que ha sido magistrado de distintos tribunales arbitrales o
tribunales administrativos como el de la OIT, del Banco Interamericano, OEA,
Naciones Unidas, podría haber sido un comienzo, destacar que ha sido decano de
la Facultad de Derecho de la Universidad de La Plata, de Buenos Aires, que lleva
50 años enseñando derecho y también enumerar su obra bibliográfica, El Tratado
de Derecho Administrativo, El Método en Derecho, Derechos Humanos, algunas
de las cuales tuve el honor de poder colaborar, el problema es que seguramente
dejaría afuera alguna obra importante y esto generaría un reproche del maestro,
no me daría el tiempo para enumerar todas las publicaciones. En realidad si tengo
que hablar de Agustín, tengo que hablar del Maestro, Maestro con mayúsculas,
tendría que hablar aunque sea superficialmente de los contenidos académicos
que siempre nos ha transmitido, que no son pocos. Mencionar como mínimo que
Agustín nos ha enseñado a todos los que somos sus alumnos la supremacía del
derecho internacional sobre el derecho local, la operatividad de los Tratados de
Derechos Humanos, el tema de la globalización, que ya lo ha comentado en la
supremacía del derecho internacional y esto cuando todavía ni se hablaba de lo
que era la globalización. Nos ha inculcado una mirada del Derecho Administra-
tivo despojada de todo resabio del pensamiento medieval y oscurantista con lo
que esta disciplina aun hoy tiende a desarrollarse en ciertos ámbitos, porque
H-38 ii. diálogos con agustín gordillo
nos transmitió una mirada democrática del derecho administrativo desde la que
siempre el sujeto a proteger es el ciudadano.
Agustín asumió el costo de sostener esta posición cuando no era tan sencillo
sostenerla, hoy parece sencillo, pero no lo fue siempre, pasaron años oscuros,
pesados y Agustín nunca se acomodó a esos tiempos que corrían, jamás negoció
los valores. Todo esto podría decir y tal vez profundizar en cualquiera de estos
temas, pensaba, pero después pensé que lo más importante pasa por otro lado,
por la calidad personal de Agustín.
Agustín merece reconocimiento por su conducta de tolerancia tanto con las
personas, como con las ideas, por su generosidad, donde siempre abrió las puertas
a todos, y nos allanó caminos espinosos, por enseñarme en lo personal ese camino
de la defensa de los derechos humanos, por su humildad y respeto a las ideas, a
veces descabelladas, donde con fundamentos sólidos, nos hizo reflexionar y nos
hizo fortalecer algunas de esas ideas y desechar otras.
A alejarnos de los dogmatismos y las definiciones encasilladoras, que toda
verdad es provisoria y transitoria y que cualquier afirmación es pasible de dis-
cusión y refutación.
Eso es lo que nos hace crecer en la enseñanza del derecho, por habernos enseña-
do a alejarnos del tótem de la certidumbre, a estar de pie frente al autoritarismo
y al poder, que la enseñanza del derecho no es encerrar a los alumnos en un aula
y ponerse a recitar información, citas y fallos, sino más bien sembrar dudas, an-
tes que certezas, ante quienes tienen la avidez de aprender; la duda intelectual
vital, la que busca el conocimiento, la que no nos permite conformarnos nunca;
por todo esto, nada más justo que este humilde, pero no por ello menos justo y
honroso reconocimiento.
Agustín, te las ingeniaste para crear generaciones de discípulos, decenas de
propagadores de tus enseñanzas, nosotros tenemos que decir que si cada uno de
nosotros somos la amalgama producto de aquello en lo que interactuamos, vos
sos las manos del orfebre, gracias.
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Carlos Botassi
Tengo la fortuna de conocer a Agustín Gordillo desde hace 40 años y he tenido
el privilegio de estar presente en numerosos homenajes, algunos más o menos
implícitos como parte de la valoración de su obra, otros absolutamente explícitos
como el que hoy nos convoca, sumando al elogio de su producción científica la alta
calificación de su calidad humana.
Remontándonos muchos años atrás, año 1978, en el Colegio Mayor de Nuestra
Señora del Rosario en Bogotá, prestigiosos profesores de Derecho Administra-
tivo de toda Latinoamérica eligieron a Agustín primer Presidente del Instituto
Internacional de Derecho Administrativo Latino. Desde entonces los homenajes
se sucedieron permanentemente y su sola enumeración insumiría demasiado
tiempo y resultaría tediosa.
Deseo señalar que traigo a este acto la felicitación y el cariño de varios ámbitos
diferentes de la Ciudad de La Plata. Uno de nuestra Universidad Nacional de la
cual Agustín Gordillo es profesor honorario por decisión de su Consejo Superior
desde el año 2003. De la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, de la que fue
Decano y en la cual fue distinguido como miembro del Comité Académico Asesor
en la Carrera de Especialización de Derecho Administrativo. Traigo también
el saludo y felicitación del Colegio de Abogados del Departamento Judicial de
La Plata donde Agustín es miembro de su Comité Académico. Por último soy
portavoz del Comité Directivo de la Asociación Bonaerense de Derecho Admi-
nistrativo, sumando una nueva felicitación y para recordar que en noviembre de
2007 realizó en la ciudad de Dolores su Cuarto Congreso “en Homenaje al Dr.
Agustín Gordillo.”
Eventos de ese tipo se suceden permanentemente y no solo en nuestro país.
En el año 2001, en la Universidad Cándido Méndez de Río de Janeiro, una quin-
cena de los más destacados profesores de Derecho Administrativo llegaron a Río
provenientes de ciudades muy distantes mostrando su emoción de participar en
el agasajo, para orgullo de los argentinos presentes. Más tarde escribieron sus
H-40 ii. diálogos con agustín gordillo
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Ariel Caplan
Felicidades Agustín, la verdad que un reconocimiento merecido, y estoy contento
de participar en un día de fiesta, porque no siempre se da que desde el Estado
se reconozca la enseñanza del Derecho, sobre todo del Derecho Administrativo,
entendido como las normas que debe seguir el Estado para respetar los derechos,
los intereses y la libertad de los individuos. El Derecho Administrativo tal como
lo entiende Gordillo es lo opuesto a los plazos de caducidad, a las perenciones, a
la pérdida de los derechos, al reclamo administrativo perpetuo previo que a veces
nunca se resuelve, es una enseñanza para que el derecho se haga efectivo, para
que se haga realidad, y no para que sea un mero enunciado, porque así es como se
entiende el Derecho Administrativo desde todas las publicaciones y la visión del
Dr. Gordillo, lo cual parece que fuera la generalidad, pero no es la generalidad.
Yo creo que justamente lo que distingue el pensamiento del Dr. Gordillo
de otros profesores de la misma materia, que si bien no lo dicen expresamente
encuentran en los plazos de caducidad, las pérdidas de los derechos, en los recla-
mos administrativos previos, en las dificultades presupuestarias, la lista es muy
larga, motivos y excusas, en realidad varias, para que los derechos no se hagan
efectivos, es decir, son los profesores que enseñan un derecho para que no sea
existente, para que no se verifique en la realidad.
La enseñanza del Dr. Gordillo es muy distinta y aparte es muy generoso,
porque para que esto sea posible el Dr. Gordillo reconoce, alienta y estimula que
cada uno tenga sus propias ideas, sea el motor de sus propios pensamientos y sea
la espada de la defensa de su propio derecho, es por eso que no tiene verdades
reveladas, ni verdades absolutas, sino que todo lo que se plantea esta sujeto a ser
cuestionado, repensado y adecuado a la realidad. El dogma no solo es enemigo del
derecho, sino que es enemigo de la realidad; el dogma es una verdadera adicción,
el dogma es algo que nos asfixia y nos saca libertad.
Y lo que realmente hace el profesor Gordillo es enseñarnos a ser libres, libres
pensadores, libres como ciudadanos y libres incluso ante la defensa del derecho.
H-42 ii. diálogos con agustín gordillo
Pero el Dr. Gordillo no solo enseñó en la cátedra, sino también enseñó en los
tribunales, y en los tribunales como abogado litigante. El Dr. Gordillo inició
una acción declarativa de inconstitucionalidad cuando se encontraban excusas
de plazos y normativas poco atendibles, para que los jueces posterguen, no se
sabía hasta cuándo, sus representaciones en el Consejo de la Magistratura de la
Ciudad de Buenos Aires y la acción declarativa de inconstitucionalidad la inició
el Dr. Gordillo.
También el Dr. Gordillo ha patrocinado causas de interés publico, de defensa
de los consumidores, y la realidad no le pasó por un costado y la ha advertido.
Fue así como en los 90’ tituló el segundo tomo de su Tratado de Derecho Ad-
ministrativo, como La defensa del usuario y del administrado. Ese calificativo
protagonista del Derecho Administrativo, que se llama Administrado, lo cual es
bastante poco cómodo para los que nos sentimos administrados, da la sensación
de que uno está administrado por otro, mas allá de esa terminología, incluyó
al usuario, alguien que era una figura soslayada en el derecho administrativo,
y en un momento donde Servicios Esenciales, habían pasado del Estado a ser
prestados por empresas particulares, incluyó dentro del derecho administrativo
al usuario, es decir, había que defender no solo a los sufridos ciudadanos en su rol
de administrados, sino también a los sufridos ciudadanos en su rol de usuarios.
Así, no solo ha enseñado en la cátedra, sino que también enseñó en la práctica
judicial cotidiana, y eso es algo que pocos profesores de Derecho Administrativo
pueden ser, puesto que es mucho más cómodo y rentable defender a los grandes
intereses y no a los importantísimos intereses de la mayoría. En ese sentido, yo
creo que el reconocimiento de la Legislatura tiene un importante contenido y es
realmente algo que lo califica y lo distingue al Dr. Gordillo.
Y por supuesto para terminar algo que todos saben y que todos nos hemos
referido, es su calidad humana, Gordillo es un gran hombre y para todos los que
nos consideramos amigos de él, es una virtud que no todos saben tener; ejerce
la amistad con mucha solidaridad, con un gran desprendimiento y una gran
generosidad. Esa característica del Dr. Gordillo que le conocemos los alumnos,
también se la conocen sus estudiantes porque también es generoso en la forma,
no solo en compartir el conocimiento, porque esa es una generosidad que uno le
agradece a los profesores, pero que es muy fácil para el profesor, tiene otro tipo
de generosidad, que es dar lugar a cada uno, a expresar y difundir sus opiniones,
y no necesariamente a estrellas rutilantes, a veces a estrellas ascendentes, pero
otras veces a estrellas que han caído en desgracia.
Hubo una vez que un juez que renunció a la Magistratura, cansado que se lo
recuse en forma sistemática, y cansado que la Cámara que en lugar de revocarle
sus sentencias se las anulara y ese juez escribió un libro contando sus experiencias
como juez y quién le publico ese libro: La Fundación de Derecho Administrativo del
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ariel caplan H-43
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Mabel Daniele
Muchísimas gracias a todos, hoy traje escrito el pequeño discurso, porque cuando
uno tiene que homenajear a una persona tan querida y tan respetada como es
Agustín Gordillo, corre el riesgo de emocionarse, entonces como él nos enseña
uno escribe y entonces es más fácil. Nos encontramos nuevamente en un muy
justo homenaje al maestro. Por eso en primer lugar quiero felicitar al legislador
di Stéfano y los legisladores Epszteyn y Julio R affo por tener esta idea brillante
de premiarlo a Agustín Gordillo, en una de sus tantas geniales facetas, la de
Hombre Destacado de la Enseñanza de las Ciencias Jurídicas, en segundo lugar
agradecer a los organizadores en especial a Isaac Damsky que me haya invitado
para estar aquí y ponerle voz y sentimiento a lo que muchos pensamos en su gran
mayoría están sentados aquí hoy compartiendo y poblando las butacas de este
salón tan emblemático. Los amigos de la cátedra, los amigos de la Asociación de
Derecho Administrativo de la Ciudad, de nuestra hermanita melliza, la Asocia-
ción Bonaerense de Derecho Administrativo, los miembros del Fuero Contencioso
Administrativo y Tributario, de Posgrado, en fin, los amigos. Esta distinción
enfoca uno de los aspectos más valiosos de nuestro homenajeado, que lo hace ser
maestro entre los maestros, se preocupó por alertarnos a quienes pasamos por
las aulas de la Facultad, que para adquirir conocimientos jurídicos y más aun,
para tener criterio jurídico, había que trabajar, estudiar y sapere vedere.
Si uno hace un poco de memoria, algunos tenemos que hacer un ejercicio más
grande que otros, pero al hacer un poco de memoria y si repasa quiénes fueron
los profesores de cada uno, va a recordar que son contados con los dedos de una
manos los que nos han dejado una huella y Agustín Gordillo jamás va a poder
pasar desapercibido. Lea salteado, vea los hechos, cuidado con las valoraciones
personales, argumente de diferente manera, vea otra cosa, siga, no le tenga miedo
a la incertidumbre, lea primero a Carrió, lea a Ortega y Gasset, lea a Cooper,
lea a L anata, lea a los diarios, claro, él no nos dice que lea el Tratado, porque es
una persona muy humilde, está claro que si lo escribió no es para que esté en los
anaqueles de las bibliotecas, él no propone leer y estudiar, sino pensar.
H-46 ii. diálogos con agustín gordillo
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mabel daniele H-47
algunos homenajes que no pudieron venir, nosotros no nos damos cuenta, porque
él nos viene a dar clases todas las semanas, nos convoca a reuniones de cátedra,
en su casa, nos invita al diálogo, debate con nosotros permanentemente, y claro
lo vemos ahí todos los días y uno a veces puede perder la dimensión de la figura
que él representa internacionalmente, si no hay que ver las palabras de Spyridon
F logaitis o A lejandro Nieto o cualquiera de estos grandes, reconociéndolo a él
como uno de los más grandes.
Homenajes como éste se reproducen en todo el mundo, se crean institutos que
llevan su nombre, lo requieren para ser presidente de institutos regionales del
mayor prestigio, etc.
Decía Ihering, que la lucha que exige el derecho para hacerse práctico no es
un castigo, es una bendición, y resistir a la injusticia, y es un doble deber, es un
deber del individuo para consigo mismo, porque es un precepto de la existencia
moral, y es un deber para con la sociedad, porque esa resistencia no puede ser
coronada con el triunfo, más que cuando es generada.
Por eso querido Dr. Agustín Gordillo, nuestro homenaje es mas bien humilde
y sentido, pero sabemos va a poder degustarlo, lo venimos gestando desde hace
unos cuantos años. Sus pensamientos y enseñanzas las venimos plasmando en
nuestras clases, sentencias, notas, artículos, libros, proyectos de ley, escritos, etc.,
somos unos cuantos, somos una legión silenciosa y seguidora, ha sembrado Usted
en suelo fértil, no somos tan generosos como Usted, lo necesitamos, lo seguimos
reclamando, queremos que nos siga llenando de esperanza, en poder hacer lo
que Usted nos enseñó, poder trabajar en un mundo más justo. Muchas gracias.
681
Isaac Augusto Damsky
Creo que algo que grafica la presencia de Agustín Gordillo y el acto de hoy, es
su frescura y la frescura que él inspira en las nuevas generaciones. El evento de
hoy surge motorizado por uno de los Legisladores más jóvenes, Patricio di Sté-
fano, por alguien de acción y fuertes convicciones. Y también surge de la mano
de un colaborador de Patricio y un ex alumno mío y que se hizo un estudioso de
la obra de Gordillo. Se trata del joven Guido Bertoni quien ha sido junto con el
Diputado Patricio di Stéfano alma mater de este evento.
Pero el agradecimiento no estaría completo sin la mención de otro queridísimo
amigo nuestro, prestigiosísimo abogado de la matrícula, docente, a quien además
de querer mucho admiro profundamente. Se trata de Diego Sarciat, es conocido y
querido por casi todos los que están aquí, sin Diego esto no hubiera sido posible,
porque hace casi más de una década, razón por lo cual Diego y yo ya no podemos
llamarnos jóvenes, Diego me llevó a la casa de Agustín y allí tuve el enorme
privilegio de conocerlo. Por eso todo mi agradecimiento.
Evocar a Agustín el pensador y el autor, es una tarea ya cumplida por quienes
me precedieron en el uso de la palabra. Agustín quien en su obra, en su origi-
nalidad de pensamiento nos enseñó a modular, nos enseñó a que el sistema de
derecho es el elemento modulador del sistema de poder y que el sistema de derecho
funge como finalidad de las políticas públicas, agasajar al Agustín el maestro,
una personalidad, un over average si se me permite, alguien sobresaliente y con
un estilo personalísimo.
Una gran enseñanza de él es la importancia del pensar situado en la con-
textualización, eje sobre el cual trazamos nuestra actividad cotidiana. Agustín
Gordillo, la persona y el amigo, creo que aquí ha quedado más que graficada su
generosidad, pero sobre todas las cosas yo quiero destacar de él algo muy especial,
la honestidad brutal de Agustín.
La honestidad brutal de Agustín en su férreo amor a la verdad, que a veces
llevan a decir cosas que quizás nos desagraden o nos agraden, pero terminan
H-50 ii. diálogos con agustín gordillo
siendo ciertas y que si las sabemos aceptar y sabemos tener la humildad y aper-
tura suficiente, generalmente constituyen grandes enseñanzas en la vida.
Y finalmente la magnanimidad de Agustín, como aquella virtud, por sobre
aquellas virtudes que cualifica la persona humana. Agustín, en esto hago mías
las palabras con las cuales el Dr. Jorge Sáenz —en su ya célebre prólogo— gra-
ficara una de las cualidades más destacadas de nuestro homenajeado: Agustín
no condenó a ningún adversario a la espiral de silencio. Agustín no condena ni
silencia a sus adversarios, una de las más grandes virtudes que un académico
puede llegar a tener, por cuanto las prácticas de silenciamiento son moneda
constante en la disciplina y en el ámbito académico. Por mi parte nada más. Solo
agradecer a todos por estar aquí presentes.
684
Patricio di Stéfano
Ante todo les quiero agradecer a todos los que están presentes aquí, se que día
de semana no es fácil. Mi nombre es Patricio di Stéfano, soy diputado desde el
año 2008 y es la primera vez que presento un proyecto para proponer a alguien
para una distinción, a pesar de todos estos años en la Legislatura de la Ciudad
de Buenos Aires. No solo no soy alumno o ex alumno del Dr. Gordillo, tampoco
soy abogado, soy licenciado en Ciencias Políticas y siendo ésta la primera vez que
promuevo a una persona como personalidad destacada en este caso en la educa-
ción y de la Ciencias Jurídicas, por varios motivos, no solamente por su vastas
publicaciones y por su obra, por todos su años de enseñanza, creo que son 50 años
o casi 50 años que se están cumpliendo, sino por haber sido el primer jurista en
pensar al Derecho Administrativo desde la óptica de los derechos fundamentales
contribuyendo así a profundizar nuestro modelo democrático.
No quiero dejar de destacar el carácter plural del consenso que tuve al presentar
el proyecto para este reconocimiento a Gordillo, verdaderamente fue fácil, según
me dicen otros, es la primera vez que un profesional, que un doctor de derecho
administrativo de estas características, hubo otros caso, hubo otras propuestas
que sin embargo que por ser un perfil mas político no lograron prosperar.
En este caso fue ciertamente fácil, este proyecto fue acompañado por el Di-
putado Epszteyn que es del Diálogo por Buenos Aires, cuyo referente es A níbal
Ibarra, fue acompañado por el Diputado R affo de Proyecto Sur, cuyo referente
es Pino Solanas, fue acompañado por el Diputado Fernando Sánchez que no se
encuentra aquí presente, cuya referente es Elisa Carrió, fue acompañado por
quien les habla diputado del PRO, por mí, cuyo referente es M auricio M acri, es
decir, donde otros candidatos habían fallado, el Dr. Agustín Gordillo consiguió
el consenso para acompañar el proyecto, no solamente para votarlo, es decir que
lo firmaron como coautores de representante de todos esos espacios políticos,
algo que me he dado cuenta en mi corta experiencia, es muy difícil conseguir un
consenso tan amplio. Es la primera vez que declaro una personalidad destaca-
da, y no siendo abogado propuse al Dr. Agustín Gordillo y uno de los motivos
H-52 ii. diálogos con agustín gordillo
686
Agustín Gordillo
Qué bueno es tener amigos, tántos amigos, tan queridos amigos, tan generosos
amigos, y además todos juntos para compartir el mismo instante de afecto. Están
las cosas permanentes y las cosas temporales de la vida, este día pertenece a
las cosas permanentes de mi alma, porque nunca me encontré con una tan pro-
fusa demostración de cariño, de amistad, de afecto, de generosidad, de elogios.
Merecidos o inmerecidos ya casi no importa, sí importa que provienen del más
profundo afecto. Gracias a todos los que hablaron y los que nos acompañan y
también a los ausentes que no pudieron venir, pero están dentro de mi espíritu.
Es éste obviamente un homenaje que supera cualquier posible expectativa
a lo largo de la vida, transcurrida y por transcurrir, más importante aún para
mí, cuando se me lo hace en el mes de Noviembre en que en 1960, hace 50 años
exactos, fui designado Profesor de Derecho Administrativo por el Consejo Tri-
partito de la Facultad, en muy debatida sesión: Mi destino estuvo signado por el
debate desde el inicio. Que ese reconocimiento venga del pluripartidario y multi
ideológico palacio de las leyes locales, es una emocionante novedad, que no deja
de sorprenderme y no alcanzo a agradecer con las palabras.
Medio siglo de una persona no es poco para ella, es casi una vida. Coronarla
como hoy, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, es para mí el sumo
de la exaltación espiritual. Me he visto sorprendido y sobrepasado al recibir el
homenaje también de aquellos que no han revestido la condición formal de alum-
nos y creo que ello tiene que ver con algo que siempre he tratado de transmitir,
que se piensa y se crea en el acto de hacer y el hacer es trabajar, leer, enseñar,
aprender, dialogar, debatir, como los legisladores de esta Ciudad de Buenos Aires
lo hacen de una manera ejemplar.
Enseñar es el acto oral en sus infinitas variantes y sobre todo el acto escrito,
y consecuentemente la lectura, vinculo etéreo y entrecruzado, entre lectores y
autores, en el acto común del progreso social.
H-54 ii. diálogos con agustín gordillo
A todos, queridos amigos participantes de los diálogos de antes y del futuro, des-
de lo más profundo de mi corazón, reciban ustedes mi infinita y eterna gratitud.
688
Sección IV
testimonios
Desde que nos conocimos en el año 1962, cuando como abogado entró a tra-
bajar en la Procuración del Tesoro, hasta hoy siempre hemos estado en contacto
con distintos grados de asiduidad. Hemos trabajado juntos tanto en el ámbito
público como privado, juntos hemos enseñando en la Facultad y siempre hemos
cultivado nuestra amistad.
Cuando su mirada enfoca algún punto de realidad y se despierta su interés,
ya nada puede impedir el desborde de su caudal creativo.
Luego de ser sometidas a un severo proceso de refutación, expone con claridad
sus conclusiones en diversos ámbitos, para promover así una nueva ronda de
confrontaciones que enriquecen el proceso.
Pensándolo bien, así se trabajaba en los años sesenta en la Procuración del
Tesoro, en una forma artesanal pero no por ello menos seria. Cada caso sobre
el que teníamos que dictaminar era objeto de un primer análisis que a su vez
era objeto de diversas revisiones que motivaban cambios de ideas, discusiones y
nuevas redacciones, para terminar en un último proyecto acordado que pasaba
a consideración del Procurador de turno.
Siempre he creído que, además de la temática del derecho administrativo, la
filosofía del derecho, su paso por la Procuración del Tesoro, el método socrático
de enseñanza y la enseñanza del derecho a través de casos, son las claves para
entender el pensamiento de Agustín Gordillo y a Agustín Gordillo como persona.
Si a todo esto agregamos que a su privilegiado talento se une su gusto por
conocer y manejar otros idiomas, su inefable sentido del humor y su permanente
compromiso para defender los derechos de los administrados, habremos descu-
bierto los rasgos que definen a este hombre singular que es, por sobre todo un
amigo tan querido.
Una de las últimas veces que hablé con Agustín Gordillo por teléfono me
comentó que esperaba con entusiasmo la sanción del nuevo Código Civil. Anun-
ció que tenía una serie de ideas para exponer en relación a la nueva normativa.
Sentí un frío en la espalda imaginando lo que nos tiene preparado su mente
creadora si se aboca a este nuevo objetivo.
Agustín Gordillo no dejará nunca de sorprendernos.
690
Alejandro Carrió
Agustín Gordillo, miembro honorario de la ADC
¿Qué puede decirse de Agustín Gordillo que quepa en solo dos o tres páginas?
De Agustín G ordillo siempre me impresionó esa combinación de talento
jurídico, conocimiento del Derecho y utilización de lenguaje llano. Conocí sus
libros antes que a él, y debería decir que desde esas lecturas iniciales le tomé
simpatía. (En la Universidad, cursé Derecho Administrativo en una cátedra que
no recomendaba sus libros, más bien los desalentaba. Quizás como muestra de
temprana rebeldía, era el único alumno del curso que seguía sus textos, producto
de una insuperable razón: Los entendía.)
Con los años lo traté profesionalmente y pude comprobar las características
que arriba expreso. Gordillo habla como una persona, más que como un abogado.
Por temas propios de la profesión tuve también acceso a sus escritos judiciales y
advertí esa nota de claridad que en nuestro medio es infrecuente.
Pero mi relación más próxima con Agustín no se dio en el ámbito académico
ni en el ejercicio de la abogacía por dinero. (Hasta los abogados merecemos co-
brar por lo que hacemos.) Esa relación surgió a raíz de algunas invitaciones que
le hicimos para colaborar con la Asociación por los Derechos Civiles (ONG que
integro y que trata de hacer lo que puede) y fue en ese ámbito donde Agustín nos
honró con sus opiniones en ciertos temas y con el dictado de alguna conferencia
cuando, con la Asociación muy en sus inicios, necesitábamos desesperadamente
que el público nos conociera. Agustín se convirtió así en socio honorario de la
ADC, categoría que integra de manera exclusiva, pues otros miembros honora-
rios (Genaro Carrió, quien no necesita presentación y la Dra. A driana L abatón,
cuyo caso judicial derivó en la instalación de rampas para discapacitados en los
edificios de Tribunales), lamentablemente ya no nos acompañan.
Agustín Gordillo es conocido además por otras dos características salientes:
escribe obras jurídicas y las actualiza con una capacidad de trabajo que asombra.
Y además, para que no nos olvidemos de él (o de sus obras) tiene la generosidad
T-6 ii. diálogos con agustín gordillo
de enviar a sus amistades cada ejemplar recién aparecido, incluso varias veces.
Cuando en algún momento le hice notar esto (que me estaba enviando sus libros
en forma repetida), su franca respuesta fue que el autor de una obra necesita
que sus libros se difundan, y nadie tendría más entusiasmo para hacerlo que él
mismo. (Es así que la biblioteca del Estudio ofrece varios ejemplares de las obras
de Agustín, con alguna repetición que su autor, más que consentir, incentiva.)
Me alegra mucho que se esté preparando una obra como la que permitirá la
inclusión de estas breves palabras. Ello será un homenaje que Agustín Gordillo
se ha ganado merecidamente.
692
María Angélica Gelli
Agustín Gordillo. Un joven brillante, un profesor excepcional
694
maria angélica gelli T-9
Esa perfección que presidía todo lo que emprendía, aún la mínima tarea, lo
pinta de cuerpo entero. Siempre más y mejor. Aunque sus Salieris lo criticaran.
Respondió a las incomprensiones con mayor excelencia y escribió, en uno de sus
libros, una dedicatoria reveladora —y cito de memoria— “a quienes me comba-
tieron porque al cabo me fortalecieron.” Esa manera con la que enseñó, publica
o ejerce la profesión hace de Agustín Gordillo, en todo, un verdadero maestro.
695
Héctor Mairal
Mis diálogos callados con Agustín Gordillo
698
Sección V
prólogos
Por razones de espacio se han seleccionado solo algunos prólogos, al azar. Los que han sido
elegidos están reproducidos por orden cronológico.
Sumario
702
héctor a. mairal, la licitación pública P-3
703
P-4 ii. diálogos con agustín gordillo
704
héctor a. mairal, la licitación pública P-5
autorización previa, las que contienen una persuasiva crítica de la idea, sostenida
por nosotros, de que la autorización a posteriori sería inadmisible; considera él,
en cambio, que debe admitirse el efecto convalidatorio de una autorización ex
post. Igual solución propugna para una autorización o habilitación presupuestaria
tardía. Sostiene el autor que el vicio no ocasiona la nulidad del acto, y aun para
el supuesto de que se entendiera lo contrario recuerda que por la aplicación del
art. 17, in fine, del decreto-ley 19.549/72, el acto de adjudicación no podría de
cualquier manera revocarse por carencia de autorización previa, cuando ella fuere
necesaria, porque estaría en tal caso amparado por el principio de la estabilidad.
En cambio, en el acápite relativo al control judicial, y en particular en lo
referente a la posible suspensión o anulación de un contrato ya celebrado y en
vías de cumplimiento, M airal retoma firmemente la argumentación empírica y
axiológica, y concluye en negar aquella posibilidad, por tal tipo de argumentos.
Su razonamiento merece cuidadosa lectura y, compártanse o no sus apreciacio-
nes sobre los valores en juego y la realidad, no se podrá negar que la temática
analizada es harto significativa y la argumentación muy valiosa, a pesar de
no haber aquí análisis normativo estricto de por medio. Aun anotando nuestra
discrepancia con las conclusiones del enfoque, no podemos menos que resaltar
la importancia de sacar a luz, para su discusión y evaluación, los argumentos
en pro y en contra que M airal lúcidamente expone.
5. Tanto en los puntos aquí mencionados como en muchos otros se observa
cómo el autor relaciona el tema en análisis con instituciones de otros capítulos
del derecho administrativo y aun de distintas disciplinas jurídicas. Tal lo que
ocurre con las limitaciones al recurso de alzada por razones de oportunidad,
tema arduamente debatido en doctrina y al cual el autor aporta una original
contribución.
En punto a las relaciones con otras ramas del derecho, cabe mencionar la inte-
resante y original vinculación con la ley de represión del monopolio que formula
Mairal, para sostener que sería ilegítimo adjudicar una oferta gratuita, o de precio
irrisorio, o de precio claramente inferior al costo de la prestación respectiva, pues
cualquiera de esas hipótesis puede indicar la intención de excluir paulatinamente
la participación de competidores, con el resultado final de monopolizar la oferta y
cotizar precios muy superiores a los reales del mercado; a la inversa, claro está,
también puede darse el caso de acuerdos de oferentes en cuanto a sus respectivas
ofertas, acuerdos éstos que un competidor ajeno al círculo puede intentar destruir
cotizando un precio real pero mucho menor del que resulta de tales convenios o
pactos internos de las empresas. Estas y otras consideraciones llevan a M airal
a sostener, a nuestro juicio con razón, que el más bajo precio no puede tomarse
como un criterio automático para adjudicar, sino que deben ponderarse todos los
factores que inciden en el costo.
705
P-6 ii. diálogos con agustín gordillo
Agustín Gordillo
706
Prólogo a Tomás Hutchinson
Las Corporaciones Profesionales, Buenos Aires, FDA, 1982
1
Buenos Aires, Fundación de Derecho Administrativo, 1981.
P-8 ii. diálogos con agustín gordillo
708
tomás hutchinson, las corporaciones profesionales P-9
709
P-10 ii. diálogos con agustín gordillo
710
Prólogo a Mauricio Obarrio
De cómo fuí juez, Buenos Aires, FDA, 1988
Este libro tiene innumerables valores, en primer lugar por la necesaria polémica
que es de esperar habrá de provocar sobre el alcance o la existencia efectiva del
acceso a la justicia en el orden nacional que el autor centra —con sustento en la
realidad— en la acción de amparo, la legitimación de los intereses difusos y el
recargo de tareas jurisdiccionales por la insuficiencia de juzgados.
La segunda gran virtud de esta obra es poner sobre la mesa aspectos de la rea-
lidad que todo el mundo forense conoce, pero que pocas veces han dado lugar a
exposiciones escritas de los actores principales del proceso, quedando relegados
a las conversaciones informales, fuera del conocimiento de la opinión pública.
Pareciera existir una suerte de “tabú” para exponer y discutir estos temas, y
también hay que felicitar al autor por la valentía en apartarse de él. Presta así a
la justicia, desde afuera, parte del mismo servicio que le prestó desde adentro al
cambiar, como él mismo lo cuenta, su formación tradicional y tratar de innovar
en procura de hacer justicia. El Juez Obarrio, valiente innovador en su último
paso por la justicia, prosigue así su labor avanzando ahora contra algunos de los
obstáculos que le llevaron a dejar de intentar ejercerla.
Cualquier lector informado que haya leído la breve explicación de Jonathan Mi-
ller al fallo Marbury vs. Madison sabe que en todo asunto existe un contexto
sociopolítico que influye en la decisión del tribunal.
P-12 ii. diálogos con agustín gordillo
Sabe también que hay intereses sociales y económicos en juego que es nece-
sario componer adecuadamente en el acto de hacer justicia en el caso singular.
Y no desconoce que existen cabildeos, entretelones, pasillos.
También supone que habrán de ejercerse presiones.
De esta compleja argamasa el Juez Obarrio escoge desarrollar una que obvia-
mente templó y puso su espíritu a prueba en su paso final por la magistratura.
Entre las presiones externas que menciona se encuentran desde la más ingenua
y legal de que acompañen un escrito determinadas firmas, pasando por la omni-
presente presión de los medios de difusión que perturban, con sus comentarios,
la necesaria tranquilidad de espíritu con que debe obrar el magistrado, llegando
en el clímax a las más ominosas presiones de los poderes públicos y sociales que
quieren a veces imponer una determinada decisión sobre el juez.
En esa lista de situaciones cabe incluir también, y se infiere del libro de Obarrio,
las presiones que ejerce el propio medio o “familia” judicial, con su natural búsqueda
de coherencia, uniformidad, sistema, que puede también desde otra perspectiva
llegar a ser conformismo a un orden establecido, resistencia al cambio, etc.
712
mauricio obarrio, de cómo fuí juez P-13
713
P-14 ii. diálogos con agustín gordillo
714
mauricio obarrio, de cómo fuí juez P-15
Resulta así que tanto el rechazar acciones por aspectos formales y no de fondo,
como el dictar sentencia en tiempo oportuno, o poder efectuar un más acabado
estudio del caso, todo depende del número de juzgados en relación a la población.
715
P-16 ii. diálogos con agustín gordillo
peor que los juzgados penales en el Gran Buenos Aires. No sea entonces de extrañar
que los índices de criminalidad en aquella zona guarden razonable comparación
con las irregularidades administrativas que no pueden llevarse a la justicia en la
Ciudad de Buenos Aires.
La cuestión es con todo peor que lo que tales números sugieren, pues a los tres
millones de habitantes de la Ciudad de Buenos Aires hay que agregar los cinco
millones de habitantes del Gran Buenos Aires que son usuarios de los servicios
de la administración situada en esta ciudad (hospitales, grandes empresas pú-
blicas nacionales de gas, teléfonos, transporte aéreo y ferroviario, electricidad,
provisión de agua, etc.), y los administrados de todo el país que deben demandar
a la Nación en su propio domicilio, o sea en la Capital Federal.
Sean diez millones de justiciables potenciales, u ocho millones, o seis millones,
de todos modos estamos en los grandes números: Más de un millón de “justicia-
bles” por cada juez de primera instancia. Pensamos que desde esta perspectiva
cualicuantitativa y estadística, no puede sino arribarse a la conclusión que no
existe, simplemente, poder judicial al cual acceder.
Por cierto que a esta grave aseveración pueden oponérsele las aproximadamen-
te dos mil causas que cada año entran a cada juzgado. Pero la cuenta se puede
rehacer: Diez millones dividido diez o doce mil implica en trazos gruesos que sólo
una persona de cada mil tendrá posibilidad de acceder a la justicia, cada año. Si
tomamos como ejemplo los 20.000 estudiantes de derecho, 20 de ellos pueden llegar
a acceder a la justicia, estadísticamente hablando.
Ahora bien, considerando:
1º) la lentitud de la justicia,
2º) la cantidad de valladares formales que aplica la jurisprudencia (llámense
“habilitación de instancia,” “agotamiento de la vía administrativa,” plenario
“Petracca,” “vista al fiscal,” “cuestión susceptible de mayor debate y prueba,”
“existencia de otra vía,” “no impugnación de actos generales en forma directa,”
“no declaración de inconstitucionalidad de actos,” no legitimación de los intereses
difusos o legítimos, interposición del recurso en tiempo y forma, etc.),
3º) la lógica incertidumbre en cuanto al resultado,
4º) el necesario pago del impuesto de justicia,
5º) el tener que recurrir a un abogado,
6º) afrontar los gastos de pericia,
7º) las costas del juicio en caso de perderlo, y
8º) teniendo en cuenta el contexto social y político en que desde el poder se
presiona a los jueces, como lo cuenta Obarrio y lo saben todos quienes viven en
716
mauricio obarrio, de cómo fuí juez P-17
717
P-18 ii. diálogos con agustín gordillo
Si ésta fuera la realidad, si estas reflexiones que el libro del Dr. Obarrio pro-
voca fueren conjeturas razonables, cabe entonces concluir que en la Argentina de
hoy y de siempre, a nivel nacional —¿y por qué no provincial?— el acceso real y
efectivo constituye nada más que un mito, nunca una posibilidad real y concreta
al alcance de todos y cada unos de tales miles y millones de ciudadanos.
¿Soluciones? Primero, que indaguemos si ésta es efectivamente la realidad. La
lectura de la obra que prologamos hace indispensable el aporte de cada lector a
través de la reflexión crítica pero informada empíricamente. Si la hipótesis del
prologuista, encendida en esta oportunidad por la llama viviente de la obra, no
fuera demostrada falsa, y si todos tomáramos conciencia que esta realidad impide
la vida civilizada en sociedad, consagra la ley de la selva, la justicia por mano
propia, la venganza, la corrupción, el amiguismo y la influencia como modos
de encarar los asuntos de la administración pública por los particulares, o el
descreimiento, la desesperanza, la falta de fe, el cinismo, y si queremos paliar o
evitar todo esto y tener realmente vigente un eficaz acceso material a la justicia
en materia administrativa, entonces podremos pasar al punto siguiente, la in-
evitable y única conclusión posible.
Hay que aumentar el número de jueces en materia administrativa para que llegue
por lo menos al número de jueces penales por habitante, y todavía sería ínfimo. Un
juez por cada 50.000 usuarios de los servicios nacionales, a razón de ocho o diez
millones, da como resultado doscientos juzgados contenciosadministrativos más
en el orden nacional, nada más que en primera instancia.
Hoy hay seis, antes había tres, mucho antes había uno. Saque el lector las
consecuencias, diga el lector si con esta relación de usuarios–juzgados–causas,
existe en la realidad el acceso a la justicia en materia administrativa.
Lea el potencial justiciable el relato de un juez que intentó estar al día en su
juzgado, quiso obrar con inmediación, redactó él mismo sus sentencias aunque
fueran cortas, se equivocó muchas veces pero acertó bastantes más, soportó
con estoicismo las presiones del medio y de los medios, fue sancionado por sus
superiores; repase estadísticas el lector, ajústelas, corríjalas, saque cuentas más
exactas que las de trazo grueso de este prólogo, y vuelva a formularse la funda-
mental pregunta.
Agustín Gordillo
718
Prólogo a Nidia Karina Cicero
Servicios públicos. Control y protección, Buenos Aires, UBA y ECA, 1996
720
nidia karina cicero, servicios públicos. control y protección P-21
721
Prólogo a Daniela Ugolini
Código contencioso administrativo y tributario y demás normas del proceso
administrativo de la ciudad de buenos aires. con nota de Daniela Ugolini,
Buenos Aires, La Ley, 1999
724
Prólogo a Mario Rejtman Farah
Impugnación judicial de la actividad administrativa, Buenos Aires, La Ley,
2000
en estas páginas. M ario Rejtman Farah nos demuestra, otra vez más, el valor
de las enseñanzas de aquéllos.
Su discípulo de otros tiempos, pero discípulo fiel a sus primeros maestros,
siguió su camino sin olvidar lo recibido.
Después fue —hace ya mucho tiempo— la Universidad de Buenos Aires quien
lo recibió en su claustro. Otras Universidades también lo tuvieron. Enseñó y
aprendió también en otras fuentes.
Docente dedicado, con el corazón en la mano en todo instante, ha llegado en
su camino el momento de sembrar más cosechas. No ya la palpitante e invalora-
ble enseñanza personal, sino la más difícil enseñanza desde el papel, otro arte
expresivo que Rejtman Farah domina, como este libro lo demuestra.
Decía Bielsa que antes de comprar un libro había que leer el prólogo, el índice
y una página al azar. Nunca falla. Invitamos al lector a hacerlo con esta obra.
No se equivocará. Su lectura le hará comprar y estudiar el libro. Damos fe que
no se arrepentirá de ello, como nadie se arrepiente de aprender y de saber.
Los que estamos en algunos de los ejes de la polémica que analiza esta obra
—justicia, Administración, justiciables, sus letrados— sabemos y apreciamos que
estas cuestiones de cómputos de plazos y otras, no son meras cuestiones forenses.
La vida de los derechos pasa por allí. Llega a la justicia, o se pierde en el camino.
O se queda en la administración.
Cada paso son opciones, que el autor explica con claridad y constante referencia
empírica. Alguien más debe haber influido en su pensamiento. Admito que creo
que fui yo. Pero no nos robamos discípulos, ellos son actores con letra mayúscula
del proceso de transformación del Derecho. Cada uno vuelca su aporte, que es lo
recibido más lo propio, agregando, quitando, transvasando, recreando.
El abogado, el administrador, el juez no podrán prescindir de esta obra de
Rejtman Farah. Libro lleno del vigor de un pensamiento que no hesitó en seguir
con paso propio la huella trazada por M airal, en su Control Judicial de la Admi-
nistración Pública. Hemos prologado su primer libro a M airal, pero hace ya más
de un cuarto de siglo. Prologamos, antes todavía, a Dromi. Después a Hutchinson.
Cada libro prologado fue casi un canto de cisne para el prologuista, admirado
ante el despliegue de alas de una nueva aventura en el espacio, percibida —ab-
surdamente— casi como propia. Si todas las comparaciones son odiosas, esta
merece una excepción. Pues relatamos un ángulo de nuestra propia vida, aqué-
lla que vemos encenderse en otros libros. Hay otros despertares, otros prólogos.
Pero ésta es la obra de un hombre formado, con un libro formativo. Este no es su
primer libro, es el libro de la meseta madura de una vida dedicada al derecho.
726
mario rejtman farah, impugnación judicial de la... P-27
Sea este libro, en las lecturas de Borges que aprendimos de M airal, otro ho-
menaje a todos los libros. Un homenaje, hoy, del prologuista al autor.
Agustín Gordillo
727
Prólogo a María Claudia Caputi
La ética pública, Buenos Aires, Depalma, 2000
730
maría claudia caputi, la ética pública P-31
731
P-32 ii. diálogos con agustín gordillo
732
Prólogo a Alberto B. Bianchi
La Regulación Económica, Buenos Aires, Ábaco, 2001
1. Diez libros ha publicado A lberto B. Bianchi, uno de los más prolíficos y desta-
cados jóvenes autores y profesores de derecho público de nuestro país. En todos
ha tenido la hidalguía de ofrecer la incorporación de un prólogo, nota introduc-
toria o palabras preliminares. He aquí que hemos llegado a su décimo prólogo.
Todos le han sido singularmente encomiásticos y no era para menos, dado su
rigor investigativo, su agudeza de criterio, su despliegue informativo. ¿Podemos
agregar algo en el décimo prólogo que no hayan dicho los prologuistas anteriores?
2. Así como las propiedades de las cosas o los datos de la realidad son infinitos,
según Leibniz, así también son inagotables las facetas que exhibe Bianchi y los
cauces que sus libros marcan. Diremos, pues, algo más. Es una tarea que por la
personalidad del autor y por ser su décimo libro se hace grata y hasta sencilla.
Claro está que para decir algo distinto debemos primero dar por reproducidos
y remitir al lector a todos los prólogos previos con que ha distinguido a sus pares
y ha sido distinguido por ellos.
3. Pues aquí está la primera singularidad: No hay otras razones que justifi-
quen a Bianchi ofrecer sus primeras páginas a un prólogo de pluma ajena que
no sean el afecto y la cortesía, la bonhomía y el buen trato que caracterizan a
su autor. Está entre pares y a su vez ha prologado a pares. Es, pues, un prólogo
entre prologuistas, un diálogo de iguales. Buena muestra del intenso desarrollo
del derecho público en nuestro medio es que somos muchos. Enhorabuena. Nos
potencia a todos cada aporte de este calibre.
4. Prologar un libro excelente es uno de los pocos placeres de los cuales uno
puede enorgullecerse. Pues no hay duda de que la vanidad del prologuista se
halla más que colmada con poder adherir su nombre y borronear las primeras
páginas de un libro de la actualidad, profundidad, magnitud, agudeza y seriedad
informativa que luce toda la obra del doctor Bianchi.
P-34 ii. diálogos con agustín gordillo
734
alberto b. bianchi, la regulación económica P-35
bien desde la página escrita como desde el podio, cautivando por igual tanto a
sus lectores como a sus alumnos.
12. Bianchi es uno de los exponentes argentinos del constitucionalismo y del
administrativismo a la vez. Cierto es que los cultores de una rama conocen a
veces muy bien la otra, en mayor o menor grado, y los hay eminentísimos. Pocos
han hecho como Bianchi este doble cúmulo de formación, intereses, aportes, crea-
tividad y caudalosa información en ambas disciplinas. De esa que sólo la pujanza
de la madurez con más innúmeras horas de esfuerzo, paciencia, inteligencia,
dedicación, perseverancia, logran producir.
13. Diez libros, con éste, nos ha brindado el autor. La lista de ellos y de sus
prologuistas es estelar. Agregamos, no sin algún dejo de ostentación, nuestro
décimo prólogo. Los nueve libros previos de Bianchi y sus nueve distinguidos
prologuistas se desgranan fácilmente: El primero, Competencia originaria de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, Abeledo–Perrot, 1989, con prólogo de
Germán J. Bidart Campos. A partir de allí, todos los restantes han sido publicados
por Ábaco: La delegación legislativa. Teoría de los reglamentos delegados en la
Administración Pública, 1990, nota preliminar por Rodolfo C. Barra; Control
de constitucionalidad. El proceso y la jurisdicción constitucionales, 1992, pró-
logo de Néstor P. Sagüés; Jurisdicción y procedimiento en la Corte Suprema de
los Estados Unidos. Análisis de los mecanismos procesales que hoy emplea la
Corte argentina, 1994, prólogo de Julio C. Cueto Rúa; Dinámica del Estado de
Derecho. La seguridad jurídica ante las emergencias, 1996, prólogo de Pedro
J. F rías; La sentencia definitiva ante el recurso extraordinario. Estudio de las
resoluciones interlocutorias equiparables por sus efectos a sentencias definitivas,
1998, prólogo de A lberto A. Spota; El juicio por jurados. La participación popu-
lar en el proceso, 1999, prólogo de Jorge Reinaldo Vanossi; En contra del aborto.
Un genocidio cotidiano, silencioso y protegido, 1999, prólogo de Augusto César
Belluscio; Responsabilidad del Estado por su actividad legislativa. Estudio sobre
los efectos jurídico–patrimoniales de los actos normativos lícitos, 1999, prólogo
de Juan Carlos Cassagne.
14. Son tiempos de construcción democrática, institucional, política. El autor
lo sabe y lo demuestra pujantemente. El tema que aquí nos propone obliga a
colocar, como siempre, ese nervio de acero, liberal y humanista, como columna
vertebral de todo lo que se edifique. Tenemos que ver la regulación como un tema
de política arquitectónica, como decía Linares. Tenemos que tratar de construir
un país mejor, un país que sirva a la hora actual y en el mundo actual, un país al
cual la historia no le pase de lado. Para ello hay que aprender a mirar el derecho
comparado no solamente con el prisma europeo y sin perjuicio, para nosotros,
del latinoamericano, que ignoramos a nuestra propia costa. Si nuestras raíces
familiares y de sangre vienen de Europa, nuestro placer y nuestro humanismo
735
P-36 ii. diálogos con agustín gordillo
736
Prólogo a Eduardo García de Enterría
Conferencias de Argentina, Madrid, Civitas, 2002
2. Escritor, pensador
738
eduardo garcía de enterría, conferencias de argentina P-39
3. La hermosa guerra17
Para ofrecerle el doctorado honoris causa de nuestra alma mater, mis colegas han
elegido un hombre venido del confín de Buenos Aires, del asfalto, pues quizás
pensaron que debíamos darle un sabor de barrio, un Je ne sais quoi porteño, a
su último homenaje de esta semana. Otra cosa no soy que esas imágenes.18
Desde éste que es también su Buenos Aires, desde nuestros oscuros callejo-
nes, recordamos y homenajeamos con el corazón a pleno su desafío de todos los
tiempos por la libertad y contra el poder. Decir de sus virtudes... no alcanzan las
estrellas; o tal vez sea que no hay otra virtud que ser valiente.19
En estas augustas paredes, retumba quizás la voz de algún orillero que hace
un siglo entonaba en Buenos Aires Yo soy de un barrio malevo/ Donde relumbra
el acero/ Lo que digo con el pico/ lo sostengo con el cuero.20
Por eso, de este lado del ocaso21 es nuestro arquetipo. No los arquetipos úl-
timos22 que el griego soñó del otro lado,23 no del mundo mitológico de héroes y
demiurgos,24 sino un arquetipo humano, con quien podemos debatir y disentir,
como si fuéramos iguales. El amanecer arquetípico lo encontró, en la mitad del
viejo siglo, atacando lo que otros, los que no piensan con el corazón, creían ser
molinos de viento. No lo eran, bien lo demostró. Debieron finalmente ceder el paso
a los nuevos tiempos, majestuosamente precedidos por don Eduardo.
Un maestro en el más pleno sentido de la palabra; su temprana autoridad mo-
ral y científica lo hizo polo de atracción de cuantos pensaron que debían también
librar, como él y en la estela de su paso, la lucha contra las inmunidades del poder,
por el orden que es producto del equilibrio social y de la justicia.
Tuvo siempre la visión del estratega, del estadista, del que sabe mirar lejos y
ver siempre el bosque, no solamente los árboles. Por eso, aquellas luchas lo vieron
siempre vencedor. Hace poco, ha librado la batalla de las medidas cautelares y
ya está venciendo. Se decía, hace medio siglo, que su escuela era el Ministerio
de la Oposición. Qué va, era y es la fuerza moral de un país, la institución iure
proprio, la alternativa de poder genuino, no aquel que se ejerce en los pasillos y
trastiendas, sino el que deviene realidad a partir de la sola fuerza moral de quien
lo transmite, lo irradia, lo dimana. No le hace falta ejercerlo, le es consustancial
a su existencia como ser creador, como brújula, como inspiración creadora.
17
Op. cit., p. 55.
18
Op. cit., pp. 20 y 47. El presente párrafo y el siguiente toman el Buenos Aires de Borges, op.
cit., pp. 117, 127, etc.
19
Op. cit., pp. 59, 71, 77, 81 y 91.
20
Evaristo Carriego, a quien Borges solía recordar; op. cit., p. 90.
21
Op. cit., pp. 66, 140 y 143.
22
Op. cit., p. 63.
23
Op. cit., pp. 63, 140 y 141.
24
Op. cit., p. 130.
739
P-40 ii. diálogos con agustín gordillo
4. Humanista
25
Op. cit., p. 55.
26
Op. cit., pp. 25, 42, 68, 69, 75 y 86.
27
Op. cit., p. 42.
28
Op. cit., pp. 20, 47, 54, 61, 103, 104, 118, 199, etc.
29
Op. cit., pp. 56, 65 y 142.
740
Prólogo a Ismael Farrando (dir.)
Contratos administrativos, Buenos Aires, Lexis Nexis, 2003
I. Los autores
742
ismael farrando (dir.), contratos administrativos P-43
743
P-44 ii. diálogos con agustín gordillo
744
ismael farrando (dir.), contratos administrativos P-45
1. Hacia lo internacional
Hoy nos toca como país, y en cada provincia se repite una historia parecida,
reconocer que con el uso del sistema de contrataciones administrativas en el
Parlamento y la Administración y con el simultáneo y ulterior descontrol social
y judicial, legamos a nuestros nietos una deuda irresponsablemente acumulada
2
Así lo hemos sostenido en trabajos recientes como “Primero: Crear el Banco Central Inte-
ramericano,” LL, 25-VII-2002, pp. 1–2; “G–8, UE, FMI, Argentina,” LL, 12-VIII-2002, pp. 1–3;
“Introducción,” Miljiker, M aría E va (coord.), El derecho administrativo..., cit., pp. 11–19. Algo
dijimos antes en “El Estado de Derecho en estado de emergencia,” LL, 2001–F–1050, reproducido
en L orenzetti, Ricardo Luis (dir.), Emergencia pública y reforma del régimen monetario, Buenos
Aires, LL, 2002, pp. 53–64.
3
Farrando, Ismael (h.), “Procesos de selección del contratista. Burocracia y formalismo v. Trans-
parencia y moralidad pública,” Temas de Derecho Administrativo, t. 3. Foro de Abogados de San
Juan, Instituto de Derecho Administrativo, San Juan, 1999, pp. 37 y ss.
745
P-46 ii. diálogos con agustín gordillo
2. El régimen jurídico
746
ismael farrando (dir.), contratos administrativos P-47
4. Conceptos y principios
8
Algo de ello puede verse en las Jornadas “El derecho administrativo de la emergencia, I” y “El
derecho administrativo de la emergencia, II,” de la fundación de Derecho Administrativo.
9
Ésta, claro está, es la clave del sistema. En tanto no tengamos un eficiente control social del
enriquecimiento de los funcionarios públicos, en tanto no tengamos condena social de quienes la
merecen, no resolveremos la cuestión.
747
P-48 ii. diálogos con agustín gordillo
5. Sujetos
Estudian los sujetos (los sujetos públicos, la competencia del ente público, los
órganos competentes para contratar); los “otros” sujetos públicos: Sociedades de
economía mixta, empresas del Estado, sociedades anónimas con participación
total mayoritaria, sociedades del Estado y otros tipos de empresarios públicos:
Corporaciones públicas, fuerzas armadas y entes binacionales. También son objeto
de análisis las contrataciones públicas de los sujetos “privados:” Particulares,
unión transitoria de empresas, joint ventures, consorcios, inspecciones de cauce,
agrupaciones de colaboración, empresas privadas controladas por el Estado, etc.
La modernidad de la obra resulta así incuestionable en todas sus facetas, en
todos sus temas, en todos sus contenidos.
7. Elementos
748
ismael farrando (dir.), contratos administrativos P-49
el caso más destacado a analizar. Tema sobre el cual seguramente habrá mucho
debate en los próximos años.10
En cuanto a las potestades de dirección y control, abarcan los aspectos téc-
nicos, legales, contables, financieros, laborales, previsionales, sobre los lugares,
las personas, las cosas, de calidad y de seguridad de la obra. El control de los
servicios públicos puede ser organizado por el propio Estado, a través de la Ad-
ministración centralizada o descentralizada sin independencia política ni poderes
propios; o por entes reguladores independientes. (Public boards en Inglaterra,
public commissions o regulatory commissions o agencies en Estados Unidos.) En la
Argentina, los entes y comisiones reguladoras de aquellos países han sido muchas
veces creados como autoridades administrativas independientes para el control
del cumplimiento de los contratos de concesión o licencia. Mucho hay por decir
en esta materia, y la reflexión de los autores será fundamental en la cuestión.
En lo que respecta al precio del contrato se sostiene que el derecho al precio
que le corresponde a quien contrata con un ente que actúa en ejercicio de la fun-
ción administrativa, como se ha visto, no siempre ha obtenido, por parte de la
doctrina, los jueces y el legislador, la misma protección. A nuestro juicio faltaría
una mayor consideración del tercero ausente en esta relación, el usuario de los
servicios públicos al que la Convención Interamericana contra la Corrupción
menciona cuando exige la equidad del contrato administrativo. Entre esos terceros
ausentes están nuestros hijos y nuestros nietos a quienes dejamos este legado
que se hace evidente en el año 2002. Pero esto ya es historia.
Agustín Gordillo
10
Como lo adelanta Sáenz , Jorge A., “Los contratos administrativos...,” cit.
749
Prólogo a Inés D’Argenio
La justicia administrativa en argentina. situación actual. Necesidad de su
adaptación a nuestro sistema institucional, Buenos Aires, FDA, 2003, 2ª ed.,
2006
Tenemos el privilegio de contarnos entre los amigos de la Dra. D’A rgenio desde
hace mucho tiempo y tenemos, junto a ella, un hermoso ramillete de muchos otros
amigos comunes, todos del mismo campo del derecho administrativo. Es un honor
y un placer que todos compartimos recíprocamente, fundado en la comunidad de
ideales, a veces incluso de ideas y de metodología, de aspiraciones, de luchas por
mejorar nuestras instituciones, de dolor por la falta de justicia administrativa en
la Provincia de Buenos Aires, por momentos de rabia e indignación. En ello hay
también comunidad de sentimientos con todos los justiciables de esa jurisdicción.
Tengo una importante deuda de gratitud con ella y con el grupo de sus amigos
que lo son también míos; mi deuda es también por hacerme sentir esperanza por
un país en que tantos declinan a veces sus responsabilidades éticas con la sociedad.
Ninguno de sus amigos estará jamás en esa lista, y ella es primus inter pares.
Es importante poder decir de alguien que culmina una trayectoria llena de
realizaciones de todo tipo en el sector público administrativo y judicial, que puede
mostrar la rectitud de su vida y su conducta bien a las claras, bien en alto, sin
que haga falta una declaración de bienes para que uno sepa que es una persona
insobornable en todo sentido, intachable, infatigable en la lucha por el derecho
y la justicia, íntegra, transparente en este aspecto esencial de la vida pública.
Esto nos hace mucha falta en el país. Necesitamos muchos hombres y mujeres de
los quilates de Inés D’A rgenio, y ella es una de las personas que como un imán
logra atraer a su alrededor nuevas generaciones de jóvenes hombres y mujeres
imbuidos de los mismos ideales a los que inculca igual rigor teórico y empírico.
Su vida ha estado dedicada íntegramente al servicio del bien público, tanto
desde la administración como desde la justicia administrativa y la cátedra uni-
versitaria en derecho administrativo, como desde la profesión y la comunidad,
P-52 ii. diálogos con agustín gordillo
752
inés d’argenio, la justicia administrativa en argentina P-53
753
P-54 ii. diálogos con agustín gordillo
754
inés d’argenio, la justicia administrativa en argentina P-55
755
Prólogo a Julio Raffo
Ley de fomento y regulación de la actividad cinematográfica comentada, Bue-
nos Aires, Lumière, 2003
1. El autor, el Amigo
Conozco y admiro a Julio R affo desde hace décadas. En aquellos viejos tiempos
pensábamos distinto de la realidad y la política nacional; hoy ya no hablamos de
aquel tema porque ha quedado lejos en la historia y hemos encontrado infinidad
de otros en los cuales hablar y coincidir o discrepar. Nos hicimos amigos muy poco
tiempo después de que fuera mi alumno y comenzara una trayectoria académica
ascendente y trascendente, dentro y fuera del país.
Todavía hoy me honra con la actitud del amigo “discípulo,” en el sentido que
guarda un generosamente grato recuerdo de aquellos lejanos momentos en que
compartiéramos el proceso de enseñanza y aprendizaje. Aun, a veces, me cuenta
cosas que me sorprenden y me dice las escuchó de mí. Confiado en la amistad, le
creo, pero en mi fuero íntimo me pregunto, me cuestiono. En todo caso, si dije lo
que él dice, coincido hoy con mi otro yo de hace tantos años. Que mantenga esa
actitud décadas después del hecho muestra a las claras la clase de persona que
él es: Intrínsecamente buena, intrínsecamente honesta.
Pero ciertamente no lo siento como alumno y ni siquiera como ex alumno: es
un par que con frecuencia me enseña, en la modesta creencia suya de que me
pide consejo. Creo que recurre a mí sólo para “validar” lo que ya sabe es cierto.1
Otras veces, como tantos otros amigos que tengo, me acerca libros o citas o in-
formación. Mis amigos conforman para mí una Universidad ambulante, de la
que soy alumno: De ella R affo es Profesor Titular.
Su modestia personal y su amistad le llevan a pedirme un prólogo. Con
igual justicia podría yo pedirle un prólogo a él. Pero él insiste en que yo sea el
1
Pido perdón a los que conocen filosofía del derecho. Ya sabemos que la verdad es inalcanzable,
sólo la falsedad lo es. Pero entre buenos amigos no se hila tan fino.
P-58 ii. diálogos con agustín gordillo
758
julio raffo, ley de fomento y regulación... P-59
2. Su especialización profesional
4
Quizás injustamente debo relegar a una nota obras tan importantes como la excelente Intro-
ducción al derecho, inicialmente de A ftalión y Vilanova , actualmente a su cargo como coautor y
responsable de su constante actualización. Participó en ella desde las ediciones de 1989, 1992,
1994, efectuadas en Buenos Aires por la editorial Abeledo Perrot; o su Introduçao ao conhecimiento
jurídico, Río de Janeiro, Forense, 1982, que he utilizado y citado en más de una oportunidad, aquí
y en el extranjero; Curso de filosofía del derecho, en coautoría con Vilanova , Buenos Aires, 1971;
“Carlos Cossio, el Iusfilósofo de los nuevos horizontes,” LL, 15–11–83, etc.
5
Entre sus publicaciones de esta índole cabe mencionar “La Universidad que queremos,” Boletín
de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, 1973–1, “La universidad que necesita el país,”
revista Perspectiva Universitaria, 1982–11/12, “A diez años de una experiencia universitaria,” re-
vista Perspectiva Universitaria, 1983–13; “Natureza da função académica,” A Folha do Professor,
Río de Janeiro, 1983–118.
6
Meditación del exilio, Buenos Aires, N. América, 1985, prólogo de Paulo F reire; “Reflexiones
sobre el exilio,” Nueva Presencia, 22–X–82; traducido como “Reflexões sobre o exilio,” Jornal das
Letras, Río de Janeiro, 1983; “Esquilo nos está diciendo algo,” Diario Río Negro, 14–I–87; “El
artículo que no escribiré,” Diario Río Negro, 21–VI–87; “El mito del exilio dorado,” revista Nueva
Presencia, 4–I–85 e infinidad de notas periodísticas.
7
Entre sus publicaciones jurídicas cabe también mencionar “El concepto de sanción,” LL, 13–X–75;
“Conflicto jurídico y conflicto social,” ídem, 20–I–77, “La Lógica jurídica como lógica de la acción,”
ídem, 31–X–77; “O Direito como reprodução do Poder, Río de Janeiro, Vozes, 1978–10; “Estructura,
órganos y funciones en la actual situación institucional,” LL, 14–III–77; y muchas otras más.
759
P-60 ii. diálogos con agustín gordillo
3. Su fama
Queda claro con lo antes expuesto que el Autor es un hombre de muy bien ganado
prestigio. Pero además tiene fama, lo cual ya es privilegio de pocos. Es su cer-
canía con el arte cinematográfico lo que le da estas cualidades accidentales que
nos están vedadas a los demás hombres de derecho. Por eso no podemos resistir
la tentación de reiterar que la revista dominical del diario La Nación, le dedicó
hace ya años una nota titulada “El Abogado del Cine” cuyo epígrafe decía que
“el equipo de un film incluye a un hombre del Derecho. Julio R affo se ha hecho
un camino propio en el mundo del espectáculo a fuerza de preparar contratos y
resolver pleitos.” El lector interesado no debiera perderse esa entrevista, plena
de humor y agudeza.
8
Para compensar el ataque de modestia que hemos tenido en el resto del prólogo, digamos que
esta misma reflexión, que hemos compartido más de una vez en las charlas personales con el Autor,
la he recogido igualmente en An Introduction to Law, Londres, Esperia Publications Ltd., en prensa;
su anterior versión castellana como Introducción al derecho se encuentra publicada digitalmente
en www.gordillo.com y www.gordillo.com.ar. Esa fundamentación en teoría general del derecho es
indispensable a toda obra singular como la de R affo o general como nuestro Tratado de derecho
administrativo, cuyos cuatro tomos ya han tenido ediciones en Colombia, Venezuela, Perú, Brasil
y desde luego en la Argentina, además de la edición digital en el mismo sitio web: En todas ellas
aparece citado Julio R affo. Por cierto que también lo estará esta obra que ahora tenemos el honor
de prologar.
760
julio raffo, ley de fomento y regulación... P-61
9
El libro germinal de Isidro Satanosky, La Obra cinematográfica frente al Derecho, tuvo su
última edición en 1956 y, lamentablemente, se encuentra hace ya mucho tiempo desactualizado en
sus previsiones legales y superado por la innovación tecnológica del sector. Desde entonces hubo un
largo vacío doctrinario hasta que, en 1995, R affo publicara la primera versión de esta ley comen-
tada, algunos artículos y, en 1998 su libro La Película Cinematográfica y el Video. R affo viene así
a ocupar el lugar de liderazgo especializado que en su momento tuviera su cetro en Satanosky. Con
el humor que caracteriza a los inteligentes, R affo suele decir que sus trabajos sobre estos temas
son, al mismo tiempo, “lo mejor” que se ha escrito y también “lo peor” que se ha escrito, porque es
lo único que, desde Satanosky, se ha publicado al respecto. El hecho de que sea lo único que se ha
escrito puede tener una clara explicación: Lo que escribe convence y no tienta a tratar de refutarlo.
Lo que escribe es claro y no necesita intérpretes; es completo; es agudo; ergo, nadie compite con él.
10
Éste ha sido un tema de permanente preocupación para nosotros, como sabrán los que nos
hayan leído.
761
P-62 ii. diálogos con agustín gordillo
762
Prólogo a Héctor Mairal
Las raíces legales de la corrupción: O de cómo el derecho público fomenta la
corrupción en lugar de combatirla, Cuadernos de la RPA, Editorial Rap, Bue-
nos Aires, 2007
1
M airal , Héctor A., “De la peligrosidad o inutilidad de una teoría general del contrato admi-
nistrativo,” ED, 179:655.
P-64 ii. diálogos con agustín gordillo
luego en tutela del usuario y del consumidor, sino a la inversa, en pareja y mayor
desprotección.2 La historia se ha encargado de reforzar la tesis de M airal, por
si alguien se animara a abrigar dudas sobre la peligrosidad de la noción, que es
la peligrosidad a la que han llevado algunos cultores del derecho administrativo
que están siempre a favor del poder de turno, sin importar quién lo ejerza, pues
es con él que se hacen los negocios, no con los que están fuera del poder. Por eso es
que el contrato administrativo está además armado para favorecer los negociados
y la corrupción, la lisa y llana extorsión al particular como lo explica M airal en
el presente libro que tengo el honor de presentar.
Denuncias de corrupción hay muchas, estudios teóricos sobre la corrupción
también. Pero la originalidad de esta obra de M airal es señalar que más que un
“sistema paralelo” de corrupción, en realidad tenemos un sistema legal hecho
formal y expresamente para canalizar o favorecer la corrupción: No hay aquí
inocentes. Así como cuando el funcionario quiere cometer alguna irregularidad
primero dicta la nueva norma general que le hace luego “obligatoria” la conducta
que quería adoptar, escudándose ahora —en acto de suprema hipocresía— en
el principio de “legalidad,” así también las normas son proyectadas no para con-
trolar sino para impedir el control de la corrupción. La corrupción generalmente
se analiza a través de la mirada sobre sus culpables,3 pero como conocemos a
los corruptos y no les castigamos con la censura social que merecen, M airal va
mucho más allá en la identificación de las causas legales, estructurales, de la
corrupción y sus posibles remedios.
Para Mairal es el marco jurídico el que fomenta la corrupción, a pesar del dictado
de leyes generales de ética pública y de la suscripción de tratados internacionales
contra la corrupción.4 No por nada cuando se votó en el Congreso la Convención
Interamericana contra la Corrupción el borrador de la sesión taquigráfica señalaba:
“Risas en la sala.” Esas leyes y tratados anticorrupción no han logrado impedir en
el país que el derecho actúe independientemente como factor de corrupción, como
su mejor aliado.
A lo largo de su trabajo nos desgrana el análisis tan agudo como atinado de
cada uno de los factores legales que inciden directa o indirectamente sobre la
corrupción, pero además nos aporta diversos mecanismos de prevención que po-
2
M airal , Héctor A., “Los contratos administrativos, en el marco de la emergencia pública
argentina,” A lanis, Sebastián D. (coord.), El derecho administrativo de la emergencia, III, FDA,
2003, pp. 129-135; M airal , Héctor A., “La teoría del contrato administrativo a la luz de recientes
normativas,” AA.VV., El contrato Administrativo en la actualidad, Buenos Aires, La Ley, 2004.
3
En nuestro país hay solidaridad en dar comida a los más necesitados, pero no hay solidaridad
en pagar los impuestos correctamente y trabajar esforzadamente para el bien de todos. Tampoco hay
solidaridad en condenar públicamente a los corruptos: Mi artículo “Una celebración sin gloria,” LL,
Número Especial Supl. de Derecho Constitucional –150º “Aniversario de la Constitución nacional,”
abril de 2003, LL, pp. 13-24, 2003-C, 1091.
4
Recientemente se ha sancionado la ley 26.097 que ha aprobado la Convención de las Naciones
Unidas contra la Corrupción adoptada en Nueva York en el año 2003.
764
héctor mairal, las raíces legales de la corrupción P-65
5
M airal , Héctor A., “El efecto de la crisis económica en el Derecho,” RAP, Doctrina Pública,
XXVI-2, pp. 239-245.
6
M airal , Héctor A., “La degradación del derecho público argentino,” Scheibler , Guillermo
(coord.), El derecho administrativo de la emergencia, IV, Buenos Aires, FDA, 2005, pp. 17-32.
765
P-66 ii. diálogos con agustín gordillo
7
En su momento dije que las palabras de M airal parecían todavía poco, era también la de-
gradación del tejido social y del aparato productivo, de la esperanza misma por momentos: “Una
celebración sin gloria,” op. cit.
8
Podemos medir sencillamente la magnitud que debe tener la lucha contra la corrupción en
base a la información que está a nuestro alcance. En el informe anual de 2004 de Transparency
International la República Argentina recibió una puntuación de 2,5 (puesto 109), según el Índice
de Percepción de la Corrupción 2004 (escala de 0 a 10) sobre un total de 146 países.
766
Prólogo a AA.VV. (director Agustín Gordillo), Editorial La Ley
El derecho administrativo de los últimos 75 años en la editorial La Ley, Bue-
nos Aires, La Ley, 2010
Por Agustín Gordillo,1 Daniela Aletti, Mercedes Aveldaño, Ana Pasqualini y
Leonardo Toia
768
agustín gordillo, derecho administrativo. doctrinas esenciales P-69
769
P-70 ii. diálogos con agustín gordillo
que alguna vez expusimos, que una obra vale, no por lo que dice, sino por las
reflexiones que evoca en la mente del lector.
En la primera mitad del siglo XX comienzan a aparecen por Editorial La Ley las
diversas ediciones del Derecho Administrativo de R afael Bielsa,10 posiblemente
el más grande constructor, en la doctrina, del tradicional derecho administra-
tivo argentino. A él se debe mucho de lo existente aún hoy en nuestro derecho
administrativo, sin olvidar las contribuciones que a lo largo de los años fueron
haciendo autores de la talla de Bullrich, Villegas Basavilbaso, M anuel M aría
Diez, F iorini, Linares, Bosch, Heredia, luego Presidente de la CSJN; Petracchi,
padre de quien también fuera Presidente de la CSJN y tantos otros.
De esa segunda gran etapa del derecho administrativo argentino cabe destacar
el caso de Petracchi, que en la década del 40 del siglo XX fuera Procurador del
Tesoro de la Nación y junto a quien trabajaran grandes maestros del derecho
administrativo argentino dentro de la Procuración del Tesoro de la Nación. Allí
estuvo Jorge T ristán Bosch durante muchos jóvenes pero intensos años, apor-
tando en esa etapa toda su creatividad y todo su conocimiento a la elaboración del
derecho administrativo argentino dentro del más alto órgano de asesoramiento
letrado de la administración: Las notas al pie de los dictámenes,11 indicando
quiénes participaron en su elaboración, son testimonio temprano de la creativa
y profunda labor de estos y otros juristas dentro de la PTN, desde aquella época.
Allí estuvo mi maestro R afael Castro Videla quien me enseñó desde 1961 en
adelante el derecho administrativo en su funcionamiento real y a quien ya rendí
homenaje en otro lugar; M aría Isabel A zaretto, Werner Goldsmidt, que me
enseñaron cada uno su visión de la filosofía jurídica en su aplicación al derecho
administrativo que se construía día a día en ese organismo.
Pasaron también por allí, entre otros, Jorge A lberto Sáenz, cuyas calidades
intelectuales eximen de todo comentario, que por supuesto aportaron todos
constantes y sólidos peldaños en una infinita construcción y reconstrucción. Sin
olvidar, desde luego, los distinguidísimos juristas que desempeñaron el cargo de
Procurador del Tesoro de la Nación en su más que centenaria historia, y que la
galería de fotos de la sala de espera de la PTN honra con elocuente homenaje.
Tal es el verdadero sustento del derecho administrativo argentino. Vinieron
desde el pasado, también, aportes crecientes de algunos de los juristas menciona-
dos, y antes entraron en escena las obras de M anuel M aría Diez, a quien —como
adjunto desde 1960 de su cátedra en la UBA— dediqué mi primer libro, en 1962,12
por su generoso, constante e indeclinable apoyo a las vocaciones docentes y de
10
Con los brillantes comentarios bibliográficos que le hiciera Jorge T ristán Bosch, que se incluyen
en la colección mencionada, t. 1, sección 1, p. 307.
11
Algo así como las “escaleritas” de la jerga burocrática de aquellos tiempos.
12
Introducción al derecho administrativo, Buenos Aires, Perrot, 1962, a reimprimirse en el tomo
5, Primeras obras, del Tratado de derecho administrativo y obras selectas.
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15
Recordamos con Gordon A nthony a nuestro común amigo Spyridon F logaitis, que prologara
las ediciones francesa, inglesa y castellana de nuestra Introducción al Derecho. Hacemos con ello,
también, un sentido homenaje al European Group of Public Law/ Groupe Européen de Droit Public,
que tenemos el honor de integrar, como así también a la Honorary Board de la European Academy
of Public Law y la Administrative Court de la European Public Law Organization, que también
integramos. Sin perjuicio, claro está, de otros tribunales administrativos internacionales que hemos
tenido el honor de integrar en el pasado.
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agustín gordillo, derecho administrativo. doctrinas esenciales P-73
centenar de nuestras propias notas a fallo,16 y algunos trabajos nuestros más que
quizás sean historia, pero no ya derecho viviente en el país.17
De todas maneras han quedado dentro de la colección notas a fallo de autores
como Bielsa, F iorini, Barra, Pérez Hualde, Corti, Bianchi, Tawil, García P u-
llés, Gelli, Cassagne, Cárdenas, Botassi, Monti, Mertehikian, Rejtman Farah,
Ugolini, Daniele, Sarciat, M abromata, Gallardo, D’A rgenio, Caplan y también
nuestras y de algunos jóvenes autores que hemos querido destacar por ese motivo,
por la importancia del tema y por la jerarquía intelectual de su tarea. Es que
haber dirigido desde su inicio y durante tantos ininterrumpidos años lo que se
llamó en un primer tiempo Suplemento de Jurisprudencia de Derecho Adminis-
trativo me ha hecho siempre privilegiar en la publicación las notas a fallo, por
considerarlas de mayor interés para el suscriptor, y no puedo ahora abandonar
totalmente tal forma de ver el derecho.
Se hizo además necesario buscar una selección que tuviera atractivo para
el lector contemporáneo, lo que implicó sacrificar mucho de lo muy excelente
publicado a través del tiempo. Así por ejemplo el tema de las retenciones a las
exportaciones, que recibe un tratamiento distinto a partir del 24 de agosto de
2010, nos pareció que si bien ello no tornaba menos interesantes los trabajos
publicados con anterioridad a esa fecha, los hacía de menor vigencia y tampoco
quedaban como trabajos clásicos pues la realidad normativa ha cambiado muy
fuertemente el 24 de agosto de 2010;18 lo mismo ha ocurrido con otros temas.
Por supuesto, los especialistas tendrán a bien investigar y comparar también
el material histórico no incorporado en esta cuidadosa pero casi extrema selec-
ción: Por eso se incluye en el tomo V de la colección el listado completo de los
aproximadamente cuatro mil trabajos reseñados, más completo que el fichero de
biblioteca alguna, porque mis jóvenes y brillantes colegas recorrieron muchas
para encontrarlos, con harta perseverancia y sacrificio por los cuales todos les
16
El primer centenar, luego discontinuado, fue publicado como Cien notas de Agustín, Buenos
Aires, FDA, 2009, y por ello la editorial dejó librado a nuestro criterio incluir o no ese material.
Hemos dejado solamente las notas referidas a fallos que en su momento consideramos muy funda-
mentales y hemos omitido en su totalidad las notas nuestras firmadas como A.G., la casi totalidad
de las firmadas como Agustín, etc.
17
Los que quieran tener una versión más completa de nuestra producción en La Ley y fuera de
ella deberán esperar al Tratado de Derecho administrativo y Obras Selectas, en doce volúmenes,
en elaboración para la misma editorial. Pero incluso allí no pudimos poner todo, y por eso el título
original de Tratado de derecho administrativo y Obras Completas que nos fuera propuesto por la
editorial hubo de modificarse el calificativo originario de “Completas” y poner en su lugar Selectas.
La lista realmente completa se encuentra en http://www.gordillo.com/Autor.htm
18
La decisión ha sido también muy difícil, porque no cabe duda alguna que a partir de ahora se
publicarán muchas notas al respecto, las que tendrán como referencia obligada los trabajos espe-
cíficos a publicados en La Ley antes de 2010, que aquí omitimos. Pero los autores que a partir de
ahora encaren el tema tendrán al menos, en el listado completo de los cuatro mil trabajos en el tomo
V de esta colección, todo lo publicado en La Ley sobre retenciones antes de ahora. Esta colección les
servirá pues a ellos también, a pesar de las omisiones en la selección.
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P-74 ii. diálogos con agustín gordillo
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agustín gordillo, derecho administrativo. doctrinas esenciales P-75
disciplina, o que son de interés para ella. Su objeto es la utilidad que debe re-
presentar para su consulta diaria y también para el estudio y la investigación.
Confiamos que el Derecho Administrativo. Doctrinas esenciales no descansa-
rá cerrado, elegantemente, en una biblioteca sino que será una obra viviente,
interactiva y de consulta obligada para el abogado litigante, el académico, el
funcionario, el magistrado y todo aquél que quiera acudir a los trabajos más
selectos de nuestro derecho administrativo; con un listado adicional del total de
lo publicado en estos 75 años de la Editorial La Ley.
Las horas oscuras de nuestras instituciones no pueden, por supuesto, pasarse
por alto, pero tampoco cabe detenerse demasiado en ellas; son parte de una histo-
ria superada aunque luego nuevos esfuerzos hegemónicos y autoritarios parecen
querer revividas bajo distinto ropaje. En ese sentido cabe recordar el debate “Gor-
dillo - Campolieti ”20 y las inteligentes reflexiones de M iljiker y otros.21 También
el más reciente trabajo del primero en un paneo histórico sobre el mismo tema
denominado “Cuarenta y cuatro años continuos de Ley en la Argentina, desde
1966 hasta el presente.” (Aquí incluido en el tomo 1, pp. 299-305.)
Ese debate subsiste, pero se le agrega el creciente hiper-presidencialismo,
donde trabajos luminosos como los de Z affaroni y Rizzo, M airal, Pérez Hualde,
Gelli, Gordillo, Rejtman Farah, Eliaschev, García Sanz, Campolieti, Oroz y
tantos otros más, son todos de urgente actualidad: Ellos también se encuentran
presentes en esta colección.
El Estado de Derecho constituye un hilo conductor hoy nuevamente fundamen-
tal: Carrió, Lorenzetti, Zaffaroni, Gordillo, muchos otros. Pensar, repensar una
y otra vez, como un imperativo republicano, las reflexiones que en 1956 realizaba
Bosch en “Lo contencioso administrativo y la Constitución nacional,” Linares en
el año 1959 en “Lo contencioso administrativo en la justicia nacional federal,”
F iorini en el mismo año con “La crisis del contenciosoadministrativo” y en 1973
con “Inexistencia de las reservas del poder administrador.”
Tampoco puede omitirse la lectura de los aportes de M airal, Hutchinson,
Cassagne, Barra, Bianchi, Comadira, entre muchos otros. Sin obviar los que,
simbióticamente, se complementan con la presente: El Tratado de Derecho Admi-
nistrativo y Obras Selectas, del director de esta colección que ahora presentamos,
a ser también editado por La Ley.
20
Gordillo, Agustín y Campolieti, F ederico, “Un debate epistolar y generacional,” LL, 2006-F,
892.
21
M iljiker, M aría Eva, “¿Ley 19.549 o Decreto-Ley 19.549/72? Un debate lingüístico y filosófico,”
en LL, 2007-A, 777. Ver también, en otra publicación, Yacovino, Cecilia , “Discurso y realidad: otra
mirada sobre el debate Gordillo-Campolieti,” en Res Publica Argentina, RPA 2007-1: 83-92, Buenos
Aires, RAP, 2007; Diana , Nicolás, “La fuerza de las palabras o las palabras de la fuerza,” RPA,
2007-1:90. Hemos vuelto sobre el tema con un uso emotivo del lenguaje, ante el fracaso relativo de
las argumentaciones racionales, en el trabajo que se incluye en el tomo 1 de esta colección, p. 299.
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P-76 ii. diálogos con agustín gordillo
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Las fuentes del derecho han recibido especial atención, a partir de las fuentes
supranacionales,29 siguiendo por las nacionales (Constitución, Ley, reglamentos,
actos y contratos administrativos en general y en particular, con una riquísima
bibliografía) y algunos otros grandes temas puntuales de ayer, hoy y mañana,
como los servicios públicos y su regulación y control. Se destacan los trabajos
22
Quédese el lector tranquilo, la pluralidad de opiniones ha sido guía fundamental de nuestra
selección.
23
Recientemente, más focalizado en el derecho español, tanto clásico como contemporáneo, como
lo destaca Eduardo García de Enterría en su nota bibliográfica a su más reciente libro en editorial
española, aquí también incorporado en el t. I, p. 369.
24
Claudio L ozer , “La Argentina puede ser sancionada en el FMI,” Ámbito Financiero, 8 de
septiembre de 2010, p. 5. Hay elementos de juicio que indican lo contrario, pero lo cierto es que
estamos en la mira de los países que integramos en el grupo de los 20. Algún día tendremos que
sincerar las estadísticas.
25
Al cual hizo referencia en diferentes lugares, entre ellos en el Tratado de derecho adminis-
trativo, tomo 2, La defensa del usuario y del administrado, 9ª ed., Buenos Aires, FDA, 2009, cap.
XXII, “Hacia la unidad del orden jurídico mundial.”
26
Vocablo susceptible de diversos usos. La utilizada aquí, obviamente no es la originaria de
Aristóteles, como se explica en el Tratado de derecho administrativo, tomo 1, Parte general, 10•
edición, Buenos Aires, Fundación de Derecho Administrativo, 2010, cap. I, punto 5.5, p. I-19, y en
Introducción al Derecho, La Ley, Buenos Aires, 2007, p. 87 y sus referencias, y también en www.
gordillo.com.
27
“Derecho administrativo supranacional,” La Ley, Suplemento Extraordinario Administrativo.
75 Aniversario, op. cit., pp. 102-114.
28
Quizás el primero en tomar un camino categórico en este sentido sea el de Gordillo, “La supra-
nacionalidad operativa de los derechos humanos en el derecho interno,” LL, 1993-A, 1115, reproducido
en Derecho Constitucional. Doctrinas esenciales, Buenos Aires, La Ley, 2008, tomo I, pp. 61-73.
29
Ver nota precedente.
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lector continúe la investigación que quedó trunca por la magnitud de todo lo que
existe publicado como artículo o nota a fallo en la Editorial La Ley, sin contar
las extensas bibliotecas de libros que han sido producidas en nuestro país. Esta
colección es apenas un palmo de arena en una gran playa,32 pero es un punto
de partida sólido para comenzar a caminarla; para armar en su mente o en su
disco rígido su propia colección, bajo su propia mirada.33 Al menos esa ha sido
nuestra intención, aunque pueda hallarse plagada de defectos en la ejecución, a
distintas miradas de distintos lectores y autores.
Como cierra con gracejo A lejandra Villasur García el Suplemento Extraor-
dinario. Administrativo. 75° Aniversario de la Editorial La Ley: ¡Bon appetit!34
32
O, si nos acercamos al renglón final de este prólogo, un amuse-bouche, un appetizer. No deci-
mos “vermut” para no complicarnos con el ejemplo del whisky y el agua que dimos en “Cuarenta y
cuatro años continuos de Ley en la Argentina, desde 1966 hasta el presente,” pp. 299-305 del t. 1.
33
Para lo cual debe no sólo analizar el listado completo de los aproximadamente 4.000 artícu-
los, sino también mirar aunque sea someramente el Capítulo 1, que trata de brindar el pantallazo
completo, pp. 3-392.
34
Ver, en dicho suplemento, el último párrafo de la p. 313. En esa publicación quisimos cerrar
el libro con dicha frase, y por ello su trabajo figura al final. Aquí le rendimos homenaje expreso.
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ΕUROPEAN GROUP OF PUBLIC LAW
REUNION 2015
Excerpts
*
Professor of Administrative Law at the University of Buenos Aires, Argentina.
ERPL/REDP, vol. 28, nº 1, spring/printemps 2016.
A-4 tomo 10
Agustín Gordillo seems to have lived many lives in one. He is the treatise
writer who taught us to place reality above theory, and also the Grand Master
who showed us the keys to solve the cases straight from the facts, their legal value
and the regulations. He is also a prominent attorney and advisor, ‘of counsel’ to
many legal firms, national governments and associations throughout the world,
as well as a prestigious Arbitrator and Judge in International Courts.
The epicenter of his original production is placed on his Treaty of Administra-
tive Law and selected works, ranging from fifty years ago and up to the present,
always being expanded and updated. Until today, the Treaty comprises more
than eleven volumes and we hope there will be more than fifteen. His work is
something larger than a mere theoretical formulation within the traditional
canons of the legal writing of Hispanic America.
His methods, contents, and theoretical approaches are absolutely unprece-
dented in his field. His work intersects theory and practice of Law alike, while
having a broad scope: He analyzes with a keen eye national, international and
supranational institutions. Agustín Gordillo offers the Latin American legal
community an absolutely original method in Public Law, urging us to study the
Law with a special focus on the facts. He is always inviting us to “sapere vedere”
—know to see— the reality to understand the changes in our field of study and
its theory within the national, international and supranational dimension. His
method imposes the need to center our analysis on the facts before any theoretical
formulation is made, and to link and connect those facts in order to find the legal
answer that better suits the resolution of the problem at hand.
He was the first in Latin America to propose to Latin Americans the use of
an own method in the study of Law. He was also the first to think and discuss
Public Law with the system of rights as the starting point, unlike other authors
whose starting point was the all- grasping state power system, lodged in decades
of military governments. In sum, he was the first to fully explain the Adminis-
trative Law system in Latin America. In doing so, he led the “democratization of
the legal speech,” long before the Inter-American Court of Human Rights even
began to discuss this need.
In the preface of Agustín Gordillo’s book An Introduction to Law, Professor
Spyridon F logaitis praises his academic quality by saying: “…Agustín Gordillo’s
new book is different from his previous works. The difference lies within the con-
tent as well as within the style. This book is not another essay on administrative
law. It is a book dealing with the true essence of law in general, legal studies, the
relation between theory and practice in law; in a few words, this book reflects all
the experience and the wisdom of a man who is already at an advanced stage of
his legal career and feels ready to share with the world his findings in a lifelong
learning process about law”. The importance that Agustín Gordillo gives to the
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anexo A-5
context in which each of his works is written makes each of them “to a great
extent, autobiographic,” as Professor Spyridon F logaitis points out.
For these reasons, the works of Agustín Gordillo are an incredible learning
experience, useful and meaningful as they come. His works are much more than
just a theoretical study of legal matters; they approach a multitude of aspects of
interest to the legal studies. In the pages he has written we find the marriage
between his wisdom and his practice. There, we also find the national, regional
and international reality explained by the legal theory. We can also find a meeting
point for such legal theory with politics, economy and history.
To properly assert the scope and brilliance of Agustín Gordillo’s works in La-
tin America, it is necessary to understand the brutal historical context in which
they were conceived. He started writing in the 1960s, a decade of turmoil for
Agustín Gordillo’s region, marked by an escalation of political violence. Many of
the countries of the Americas swung back and forth between democratic intervals
and increasingly violent military dictatorships.
These fluctuations strengthened the state power system without precedent
and gave rise to legal theories functional to those in power, which justified any
transgression with alleged raison d’Etat. These theories deeply impacted on the
civil rights and public liberties, restricting them to their lowest level. Adminis-
trative Law stagnated, reduced to only smoke and mirrors. Freethinking was
suppressed. Universities were intervened.
Argentina and most of Latin America suffered an escalation of political vio-
lence and social repression during the 1960s, both of which reached a peak in
the 1970s and would last until the first half of the 1980s. During this period,
the Latin American Public Law became power-centric. From that time onwards,
the only influence that Latin America took from the European continental Pu-
blic Law, were some isolated elements of its theory to justify the naked use of
state power by its dictatorships, in the context of a weak judicial system, unable
to exert any control. Theories that justified state power prospered and public
freedoms withered. This reality became consolidated through a legal philosophy
that increasingly distanced the constitutional rights from Administrative Law.
Agustín Gordillo was the first to question the dominant ideology of that time.
He defied the power system by proposing the preponderance of a system of rights.
He created a literature equally filled by theory and practice. He studied our le-
gal reality far beyond the laws; he also considered other conditioning elements
such as politics, economics, social and cultural aspects. He created a method.
He denounced the workings of the schizophrenic and corrupt state apparatus in
Latin America. He unveiled the existence of a “parallel public administration.”
He stood his ground against a power that used the law to justify itself.
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A-6 tomo 10
His thought, wit and works inspired many of us. He initiated a legal activism
in Latin America that knew no precedent. His theories enabled us not only to
comprehend the reality of the Argentinean and international legal context but
also to improve our administrative judicial review. In a state of darkness, Agustín
Gordillo was the first author to speak to us in a straight, clear and meaningful
language.
Agustín Gordillo was the first Latin American author to teach us that Ad-
ministrative Law takes place in an International open space, in a public arena
within a global governance. This reality, masterfully analyzed in Europe by
Sabino Cassese, was firstly introduced in Latin America by Agustín Gordillo.
He was the first to explain to the Latin American community about the interna-
tional and supranational scope of Public Law; the first one to show the interaction
between international human rights treaties and the public administration,
thirty years ago.
Agustín Gordillo is an intellectually honest man. He lives as he thinks. He
is a freethinker. He is only committed to the search of the Truth. No strings
attached. He is the pioneer of technology in favor of the application of law. He
was the first one to upload his Treaty and all of his works on the internet for all
students to be able to access them. He was also the first to show us the need to
modernize the Argentinean public administration through information techno-
logy empowerment.
Dear friends,
Allow me to say that Agustín Gordillo is a revolutionary jurist and a brilliant
interpreter of the realities of different times; a man full of new ideas; a center of
union for those who have different conceptions within the legal community. He
represents a sun in the equinox, in its zenith, which lights the paths of all of us,
who have decided to follow his footsteps, wherever they take us. So mote it be!
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Acknowledgments**
Agustín Gordillo***
**
ERPL/REDP, vol. 28, nº 1, spring/printemps 2016.
***
Professor Emeritus at the University of Buenos Aires.
A-8 tomo 10
of Directors, the EPLO Honorary Board of the Academy of European Public Law
and the EPLO Board of Trustees of the European Law and Governance School.
I value this participation and membership since it gave me the opportunity
to enrich my knowledge of European Administrative Law, a field I was always
very interested in. In fact, all those who know my itinerary up to here know that
I always focused on the study of Administrative Law, having teached law from
1958 to the present in Argentina and throughout Latin America and Europe and
having published more than 20 legal works and textbooks, numerous contributions
to Latin American and European Law journals and having served since 1982 as
the Founding President of the Administrative Law Foundation in Argentina. I also
served Administrative Law from the position of a Judge in several international
tribunals (Administrative Tribunal of the Organization of American States; of
the International Monetary Fund; of the International Labor Organization; of
the United Nations and others).
My interest in Law has exceeded the boundaries of Latin America and found
its best expression in my involvement in the activities of the European Public
Law Organization.
I am proud to be one of its members and I am glad that today I am having the
opportunity to thank you for this through this short speech.
Dear friends,
I would like to thank all of you who have enriched my mind throughout the
many years that I have been able to attend these meetings, but I most specially
thank these three friends that have joined in generously pouring so much warmth
into my heart today: Director Spyridon F logaitis, Professor José Esteve Pardo
and Professor Isaac Damsky.
A British Diplomat once told his audience, on a similar occasion, that he
had prepared three different speeches from which to choose the one to deliver,
according to the circumstances. I have done the same, and just as he showed us,
now I have also decided to deliver all three of them:
Thank you, thank you very much, thank you very much indeed.
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