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7Bab62 "6453241 iGo Es Uw wiNo como cUALQUIER OTRO, SOLo QUE EL AMA PROTUNDAMENTE La WATURALEZA ADEMAS, IDO Y QUE GUARDA COMO UN TESORO, SIN EMBARGO, EL ‘TRRATENTENTE DEL Lt LUGAR INSEALA {IW ASEREADERO PAR EXPLOTAR EL BOSQUE NATIVO DE LA REGION, LO QUE OBLIGA AL MUCKACHO A FONER ENPELIGRO ESE SECRETO PARA SALYAR ASU ANADO BOSQUE AFORTUNADAMENTE, NO BSTA S010: SU FAMILIA, EN ESPECIAL SU HERMANA, ADEMAS DE MANARTITA, TA MACH, PHASTA La MIETA DE SU QUELO HAGAN, YA QUE TAMBI LS ANIMALES TIENEN ALGO QUE DECIR. SIN IMPORTAR S1 $01 CLERVOS RODOS 0 VACAS; TOD( TAPULEA, PELIPE JORDAN JIMENEZ ES U0 DEUDS AUTORES CHILENOS MAS DESTACADOS DEL MOMENTO EN TITERATVRA INFANTIL, POR SU OBA (ADA EN ESTA RERIO LS GALLtTO a4zz, MIsua coLICCION PREMIOS "BL BARGO DE VAPO! 2005) ¥ "MUNICIPAL DE Lmiatdaa’( on), xeon SH PUSLICO TAMSIEN LA EILARANTE NOVELA BL ABSURDO on, APARTIR.DE 9 Af10S La guerra del bosque Felipe Jordan Jiménez. Dreccion editors: Rodolfo Hidalgo Caprile Djroccén teria: Sergio Tanhnuz Peta liystraciones y cublerta: Malena Eysymontt Diagramacién: Pablo Aguime Ludueta © Felipe Jordsn Jiménez © Ediciones SM Chie S.A Pedro de Valdivia 885, piso 11, Providencia, Santiago, ISBN: 976-956-26¢-532-4 Doposito legal: N° 170.803, Primira ed cin: junio de 2008. Impresion: _Imprenta Salesianos S.A, General Gana 1486, Santiago IMPRESO EN CHILE PRINTED IN CHILE No esta permiida la repraduccion total o parcial de este libro, ni su tratamionia informatio, ni su transmisionde ninguna forma oporcuaguier media, ya sea electnica, mecénico, por ftocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y or escrito de los ttvlres de copyright —Tiéy ese animalitose parecen mucho —< la machi, apareciendo por entre los Arboles El chico y el cervo votvieron la cabeza para mirarla, pero ninguno parecié sorprenderse con su llegada. — {Por qué? —pregunts el nif. Ni él ni tai deberian estar aqui —explicd la machi seria—. Pero, a pesar de eso, los dos etn y son parte de esta tierra, —Acaso hay que nacer en un lugar para quererlo? —pregunto de nuevo Rigo. —No, solo hay que vivir en él y...cuidarlo —contesté ella sentindose a su lado. ‘Guarcaron silencio por un minutocompleto. Finalmente, sin dejar de acariciar al ciervo, Rigo dijo algo entre dientes. Qué? —pregunté la machi. —Marimari, Mamartita...—la salud6 el nit. sonrigndole. Ella lomir6 ya serieiad desu adusto rostro se quebré al devolverle su sontrisa con otra, al tiempo que le respondia: —Marimari, hermanito. ‘Yenellugar mas apartado del mundo, en un valle entre volcanes dormidos, cerros vestidos de bosques como mares verdes y potreros Ilenas de vaeas llenas de leche, la vida siguis apacible, aunque ya no tan igual como antes. FIN 150 Alla razin de mis palabras, mii hija Florencia... Ya mi sobrina Nati, por su caritio (ya Caro, Vale, Romi y Eduardito, porque los quiero). -As{ es —confirmé escuetamente su apa Solo mencionaste una: hablar con el tfo Emilio —insisti6 curiosa la nifia—. ;Cuél fue laotra? sa la sabrasal volver a Santiago. No, en. realidad, la sabrés un poco antes de volver a Santiago —explicé enigmatico su padre. —Cuéndo? —pregunis ella expectante. —Cuando tu mama venga a buscarte —Ie respondisé él sonriendo, Marichen tardé unos segundos en caer en ‘cuenta de lo que su padre queria decir —{Mi mama? Va a venir? cd? jNooo! —exclamé inerédtla, pero feliz Y lo abrazé como nunca lo habia hecho. Ala mafana siguiente, como todos los dias, Rigo se paseaba por el bosque, respirando ccontentoese aroma del verde que creyé perdido para siempre. Lleg6 hasta un claro'y se sent6 sobre un tronco al sol y allf esperd. Al poco rato, un hermoso y robusto ciervo rojo aparecié y se le acerc6 lentamente, hasta colocarse a su aleance. Entonces, Rigole acaricié suavemente eltestuz, Estuvo asf un rato, hasta que la vox de Mamartita lo sacé de sus cavilaciones. 149 su esposa, una ver que el muchacho se hubo alejado— ¢¥..? —¥.. qué? —replicé Laura—. Es un buen chico. Por lo que me acuerdo, vive con su abuela, porque es huérfano de madre y su apa trabaja en una salmonera de Puerto Escondido. Luego sontié mirando a su hija y agregé —jfada una “suegra’ la que conseguiste! Zor qué..? Quién es? —quiso saber Martin ‘Laura y Violeta cruzaron miradas serias y demoraron unos segundos en contestar —Antonio Heine Lincoqueo...—susurr6 casi la madre. Su abuela es Mamartita —elijo por fin la muchacha y se qued6 mirando a su padre con ojos expectantes. Martin se puso serio y también se tomo ‘un instante antes de decir algo. —Bueno... ~suspir6 resignado—. Espero que cuando la invitemos a comer, se le quite un poco la bronca que me tiene. Y sonriendo, abris los brazos para que su mujer y su hija lo abrazaran. —Dijiste quehabias ido Santiagoaarreglar dos cosas —senialé Marichen cuando iban ‘camino a casa. 148 De todos los lugares apartados del mundo, el més apartado era, sin duda, El Apartado, pueblo perdido en un valle entre volcanes semidormidos, cerros vestidos de bosques ‘como mares verdes y potreros llenos de vacas Tenas de leche. Porque si de algo se puede estar seguro en esta vida, es de que El Apartado era un pueblo lechero. No importando lo lejos y escondido ‘quese encontrara, ni que hubiese queatravesar tun lago y recorrer caminos indomados para egar hasta él, su gente se habia empecinado ‘en criar vacas y en vender leche. La mejor, la mas blanca, la mas sabrosa de las leches. No estaba escrito en ninguna parte, pero el lema de sus habitantes era: areas, mis vacas,y leche, ‘mucha leche. Como se ve, eran gente simple, ‘pero muy clara para sus cosas, Aunque la mayoria de los apartadinos vivia en las afueras del villorrio (lejos del supermercado, pero cerca de sus vacas), este congregaba un buen ntimero de casas, dispuestas con holgura en tomo a la plaza de armas, y alrededor de ella se levantaba el centro civico, es decir, los cuatro edificios ‘més importantes del pueblo: la iglesia, el colegio, el eonsultorio médico (donde también funcionaba el correo) y por supuesto, la sede de la Cooperativa Lechera de El Apartado S. A., sociedad a la que todos estaban ligados de una ‘wotra manera EL Apartado era el lugar mas tranquilo del mundo, donde habfa muchas celebraciones y pocas preocupaciones. No habia televisién Por cable (casino habia TV en realidad), porlo que la gente tenia que conversar y, como pocas casas contaban con teléfono, estaban abligados a hacerlo cara a cara la mayor parte de las veces, A trasmano de todo, era un pueblito sosegado, donde la vida transcurria sencilla y apacible... aburrida pensaria més de alguno. Sin embargo, hasta un lugar como este, puede estremecerse de vez en cuando, sobre todo si en él vive un chiquillo como Rigo. Porque Rigo era un nif... algo extrafio, en ‘eso estaban de acuerdo todos enel pueblo, pera nadie dejaba de quererlo por ser asi, Timido, sin duda, callado y meditabundo también, era 6 Esta bien, esta bien... cumpliré con las formalidades de rigor. Papa y mamé, él es Antonio Heine, nos conocimos en el colegio ‘hace varios aiios y hard cosa de... unos meses que nosotros... bueno, ya saben, —2Del colegio? —pregunté sorprendida Laura—. 2Y cémo es que no me acuerdo de ti? —Solo me hizo clases un afio...en octavo —respondié el muchacho sonriendo—. ¥ yo era del montén, no mas. —2¥ qué haces ahora? —quiso averiguar Martin veladamente, ; —Ya salig el padre de familia! —exclamé molesta Violeta —Es ldgico, amor, zno crees? —le dijo Antonio, Iniego agregé orgulloso—. Estudio ‘medicina en la Universidad de Concepcién. segundo aio, Bien! ;Ya se los presenté y saben que es un buen partido! —interrumpié Violeta apresuradamente—. Ahora, l tiene que irse a su casa, porque su abuela lo esti esperando. —;Por Dios, hija ;Qué brusca! —la reprendié Laura—. Adis, Antonio, ya me acordé de ti. Saludos a tu abuela y qué bueno que la quieras tanto. —Se lo merece —contest6 él con vehemencia—. Por ella voy a ser médico... me Io inculed desde chico...;Adi6s! —zAsi que lo conoces? —pregunté Martin 147 sin embargo, me alegro de haberme topado contigo. —Hablas como siesta fuera una despedida —replics él con voz triste. —No,sefior—se rié Marichen—, tienes para Tato conmig Solo queria dcite so: que eres especial Rigo se revolvi6 incémodo, Nunca antes una nifia le habia dicho cosas como esas y no supo qué contestar. Pero ella lo miré comprensiva y ‘con una sonrisa algo apenada, se despidic: — Chao nos veremos.uno do ets das ___ Ysealej6 hacia su padre que la esperaba junto al vehiculo. Pero no alcanzé a dar dos pasos, —Majiana... —dijo Rigo de pronto. Qué? —pregunts la nifta volviéndose. __ —Mafiana nos vemos..enla tarde —explicé 41 sonriendo—. Te llevaré a conocer un lugar que te gustaré.. Ven con el Pampanito iy trae un caballo para mit (También me gusta montar! — Bien! —exclamé Marichen radiante—, Hasta mafana...! ‘Y corrié al encuentro de su padre. Martin y Laura miraban con disimulo a Violeta y Antonio, esperando pacientemente. Por fin, su hija no pudo aguantar més y, tomandoasu enamorado dela mano, seacers aellos, diciendo: 146 Ia anttesis de los demas chiquillos del lugar, tan bullangueros y traviesos. Fl no. Aunque era amigo de cas todos, no participaba mucho de los juegos ni diabluras de los ofros, que harto hacian rabiae a sus pacres y vecinos Rigo preferia pasearse por los bosques que encerfaban a villorrioen un manto de verdes hojas que junto a sus ramas y rafces casi se tragaba las casas del poblado. Siempre solo y sin prisa, observaba cada tronco, cada rote, cada insect, con fijcin de centifico y paciencia de colecconista. ‘Andaria porlos doce anos y no tenia mucho cuerpo; sin embargo, lo que le faltaba en porta, le sobraba en inteligencia y deseos de Eprender, Io que hacia que todo el tiempo se Te viera ensimismado y distraido, absorto en alguna lectura o perdido entre lesnubesdesus ‘encofaciones. Vivia en una casa pequeia, pero on mucho jardin, ala salida del pueblo junto Sl estero, con su papé, Martin, el veterinar su mama, Lawra, la profesora, y su hermana Violeta la alumna de tercero medio. Habian huido de Santiago algunos afios antes para radicarse en ese diminuto punto del mapa fureo donde encontraron una vida mds lenta $ylinguida tal vez, peo también més amabley transparente. El chico era quien més se habia bpenefciado con el cambio, al crecer enamorado de esa naturaleza tan viva que lo todeaba y 7 entre la que se paseaba por horas, miréndola, palpéndola, escuchéndola con embobada fascinacién. Pero, con todo, Rigo nunca hizo nada fuera de lo comin (aun para un nifio como él), sino hasta ese verano aciago en que don Orlando Meyer instald su infortunado aserradero. Don, Otto, como le decian todos, no se imaginé que su funesta idea de explotar los bosques nativos de la regién iba a desatar la tremenda trfulea que se armé, y todo por causa de un ‘mocoso obstinado que'se empens en arruinarle cel negocio, Pero la historia de Rigo comienza un poco antes, pasado el Afto Nuevo, cierto dia en ques! 'y su padre, montados en la camioneta,corrian dando tumbos por un desastroso camino, ‘Rumbo ala casa de don Segismundo, un viejo rcelero que tenia unas cuantas vacas por las ue vivia y morfa,a tal punto quesse decia en el puebloquedona Rosaura, su mujer, paralograr Su atencién, en vez de hablarle, le mugia, Era {recuente, entonces, que el viejo requiriera los {pervicios del veterinario y, como siempre que ppodia, el chico acompafiaba a su paps, pues le ustaban los animales y ayudarlo le permitia estar en contacto con ellos. Ademss, aprendia tun montén de cosas que aquilataba como un tesoro en su cerebro avido de saber Cuanclo entraron al pusblo, et dia ya decinaba y odo estaba silencio, tranquil, ‘Al parecer ls emociones del ia habian sido muchas para la gente y todos etaban en sus sas, tratando de dgere lo que haba pasado Ela plaza, se detuvieron para la despedida Por un lado se iran Rigo ys fami, pore blr, Marichen y se pate (don Otto habla side trasladado rapidamente a st cae) Empeznbon aesaechars ls mance, tango Violeta exams Gigant ¥ los animales? Ya no estint Feito poh tnta—ledjRigorendose— ‘a no lenen nada que acer asi. so signifca quelas acne volves dar leche? ~pregunts con malicia dan Of, eto elcico no cays : Ceo qeieren quesepayoeso?—contesté Rigo encoglndose de hombres y os dems se ‘Antes de separarse, Matichen se Hevé apate a Rigo. chico mid ls os algo Mbockornado, pero todos se hicieron los deseo, ingen no vel 9 ge repro un poco mas tranquil "Pisabes? Eres elnino mas extrao gue he conetdo—ledjocllasonsendo-~Demasiado tranquil, cerrado como tna caja fuer 2 veves, un poco brusco y malhumorado, 145 —1Qué estas diciendo? —Io increp6 el viejo—. jTa que huiste como un cobarde y apareces ahora... —Yono escape! —o paré en seco su hijo— Fui a Santiago a resolver dos cosas. Visité al tio Emilio (Emilio Yanez Opitz —explicé a los demés—), con quien tuve una larga charla. Te rmand6 sus saludos y un papel firmado por 61 ¥y sus abogaclos en el que me traspasa a mi el Fideicomiso* de sus tierras. En otras palabras, ‘ni ya no eres el patrén, paps. —ifraidor! —le grits el viejo, colorado de indignacion, —iNo digas leseras, papé! —replicé su hijo. Ahora vamos a artglar ext entero, pero a mi manera. Para empezat, la préxima semana llegarén los expertos que elaborarén tun estudio de impacto ambiental...de verdad. Este negocio se hard como la ley manda o no se hard. En cuanto a ti, pap, creo que un viaje te haria muy bien para calmarte los nervios. Mafana mismo te vas a Santiago y de ahi a Europa... odonde quieras. ¥ no te preocupes, yo me encargo de todo aqui Don Otto, quiso replicar, pero se contuvo, adivinando en el rostro de su hijo una determinacién de la que no lo hubiera creido capaz. Estaba vencido, > Fidecom 0 et oo, poder Ing pore explore Hora 144 Cuando Hegaron, don Segismundo los recibié algo compungido y con cara de “usted disculpe” que solo entendieron cuando vieron | dovia Rosaura en la puerta, acompafada de tuna mujerbaja, morena, de edad indescifrable y vestida con el atuendo tradicional de su gente. Todos sabian quién era y sabfan, también, que clla y el veterinario no solian levarse muy bien. “Por san Rumiante... Le dije a mi mujer {que no la lamara, pero...explicé por lo bajo cl anciano cuando descendian del vehiculo. Pero el veterinario no pareci6 sentirse afectado por la presencia de la mujer de rostro inmutable y serio, que fruncio el ceho al verlo, —Buenas tardes, dota Rosaura —saludé cortésmente el médico a la duefa de casa. Luego, con la més amplia de sus sonrisas, se dirigié a a otra: —Mamartita, gcomo esta usted? Hace tiempo que no nos veiamos. ‘Marimar',dotorcito Matin —respondi6 ella, seca y sin sonreir—. Yo estoy como me ven, cada dia un poquito més vieja y otro poquito més sabia. —No me cabe ninguna duda de eso, Mamartita —respondié el papa de Rigo— "armas shade poche Espero que sea asi conmigo también, —Ti estudias, dotorcito, esoes bueno —pero Ja mujer no parecié alegrarse por lo que decia en realidad. Marta Lincoqueo, a quien todos llamaban Mamartita, era la machi? mas respetada de la.zona, y de mas alla incluso, De ella y de stu sabiduria habian dependido los lugarenios, mapuches y no mapuches, pata mantener st. salud y lade sus animales, y, la verdad, lo habia hecho bastante bien durante muchos afios. Pero la modernidad y el progreso la relegaron @ un segundo plano en la vida comunitaria, sobre todo cuando Hlegaron los médicos y su. consultorio rural, con todas sus medicinas, exémenes ¢ interconsultas al hospital regional, loque le signifies dejar de asisti a las personas ¥ tener que dedicarse casi exclusivamente a los animales. Pero, finalmente, lleg6 también el padre de Rigo, con lo que sus actividades ‘como meice’ disminuyeron al minimo. Por eso no sentia simpatia alguna por el veterinario, ¥ encontrarse con él no le gustaba para nada, [pues sabia que su palabra no tenia peso ante lo que 6! dijera, —Yo ya miré la vaquita, don Segismundo —sefial6 muy seria la machi— y no es nada Merde ma, Cue, 10 —Seor Meyer, cumploconcomunicarleque las faenas de su aserradero ncluida la tala, por supuesto, deben suspenderse indefinidamente, or orden del juzgado. po per hombre~-marmunsinerumpiéndolo cl anciano, tratando de incorporarse—, sabe ‘cuanto he invertido en este proyecto? —Eso no me incumbe, sefior —le contest6 el policia—. Su aserradero no cumple con los requisitos legales para funcionar, por lo tanto, no tiene autorizacién para operar. —jNadie me impedir4 que...! —trat6 tozudamente de discutar don Otto. No intente reamudar ls faenas si la autorizacién correspondiente —Io interrumpik el cabo—, o tendré que arrestarlo. Est adivertido. . —Pero...—el anciano quiso decir algo més, sin embargo, la sabita aparicién de alguien lo detuvo. Era don Ottito apa! —exclamé Marichen que no To habia visto descender del mismo vehiculo en aque llegaran Antonio y el cabo Carrasco. —Hola, hija —la saludé él sonriendo carifoso, pero sin atreverse a abrazarla. wn ro, por fin! —sacdlavor de muevodon ‘Otto—, jHaz que este sefior entienda que no lems cerrar.! Pou basta, paps! Io intercampis don ‘Ottito—. Se acab6, zme entiendes? ;Se acabé! 143 Ja multitud marcharse. Martin esperé unos minutos antes de hablar. —No sé lo que pasa entre ti y los animales —dijo acariciando al chico en la cabeza— y exéeme, ino quiero saberlo! Solo me interesa que sepas dos cosas: primero, sea lo que sea, ‘cuidalo y tisalo siempre para bien... —@¥ la segunda? —pregunt6 su hijoal notar que callabe. Martin lo miré sontiendo emocionado. Estoy tremendamente orgulloso de ti, bandido —e contest6 abrazandolo. En eso, aparecié por elcamino un vehiculo que se acercaba répidamente y que se detuvo ‘a unos diez metros de ellos. Se abrieron las puertas traseras y, por un Jado, bajé un hombre joven con un balso en la mano. Por el otro, el cabo Carrasco. —iAntonio! —exclamé Violeta y corrié a abrazar al muchacho de la “Pica del Diablo", que la recibi6 sontiente y carifioso. Martin abrié la boca sorprendido interrog6 con la vista a Laura, quien se encogié de hombros sonriendo. Después de la bienvenida, los tres se acercaron al jeep doncle permanecia don Otto. El cabo Carrasco pregunts cémo estaba el anciano, Una vez informado, se enfrent6 2 él yledijo: 142 para preocuparse... Tiene malo el humor, nada mas. {EI humor! ;Santa lactosa! ~exclamé el anciano muy poco diplomético—. ;Absurdo! ase, pase, doctor. Enel corral esté la Chabelita, que no ha querido comer nada y me tiene preocupadisimo. ;Por san Bartolo ordenador! El padre de Rigo, aunque no pudo evitar sonteir ante el particular santoral del anciano, no quiso ser mal educado con la machiry, para compensarla de la brusquedad de don Segismundo, dijo: —Vaya..! Justamente, ayer no més estuive leyendo un estudio, hecho en algunas granjas de Israel, que hablaba del humor en los animales domésticos. Era muy interesante... —iYa, doctor! —se ri6 burlén don Segismundo—. No me embrome! ;Después me saldré con que va a curar a mi vaquita conténdole un chiste! —Noesbroma, hombre—afirmé seriamente cl veterinario—. Pero, por si acaso, vamos a revisar a la Chabela. Dos opiniones son mejor que una. Y partieron los tres presurosos hacia el corral. Mamartita no abrié la boca, pero, sin hacer caso de dona Rosaura, los siguié con paso tranquilo y menudo. En tanto su papa revisaba la vaca, Rigo se dedicé a acariciarle el testuz y a mirarla 1 fijamente a los ojos. Se hubiese dicho que buscaba algo en ellos, que se veian opacos y legatiosos. Por fin, después de quince minutos de una acuciosa inspection, el veterinario guard6 sus instrumentos y, meneando la cabera, miré al animal un tanto desconcertado, —No parece haber nada malo con ella, don Segismundo —dijo, y la meica, que asistis impasible a toda la revision, esboz6 una ligera sontrisa —Pero, jgué le pasa entonces, doctor? ~pregunté el anciano No sabria decirle, mi amigo —admitis el padecle Rigo, luego afadié—. Dice usted que ocome hace dias? ;Cusntos? 7 —iSantas vaquillas! No sé... uno 0 dos = contesté don Segismundo, haciendo un gesto vigo con la mano, "—Tres—la vor timida de Rigo los sorprendi sttodos. eee —gQust —te prepunts su pap —Hace tres lias que no come —explicé el chico distatdament sin jar de acacia a animal ~2 cémo sabes ti eso, temerillo? —esta vez fue don Segismundo quien pregunts. —Porque hace tres dias se llevaron a la Palomita...—respondi6 simplonamente Rigo. 12 increiblemente, no solo no lo atacaron, sino que se calmaron y sin rugir, ni mostrar los colmillos,nierizar la pelambre de sus lomos, ‘sealearon del nifioy del anciano para echarse, indiferentes, unos cuantos metros mas all Entonces, Rigo se agaché y despabilando a don Otto, logr6 que se piisiera de pie y caminara apoyado en él. A la mitad de su recorrido, Martin y Laura, aliviados,salieron a su encuentro y lo ayudaron con el anciano. Por Dios, Rigo! —lo reprendié su padre tuna vez que dejaran al viejo en otras manos— {Una cosa es que todos digan que hablas con los animales, pero ofra muy distinta es que ti tecreas el cuento! Peco su hijo nole respondi6. Solose limit6 a velversesonriendo hacia les pumas, que fron deinmediato susojosen él, Alz5,entonces, una ‘mano como despidiéndose los animales, sin gruairni volver la vista tras, se levantaron de donde estaban y, rotando, volvieronal bosque, «que se los trago para siempre. Por supuesto, después de todo to pasado, el {abajo se terming, porese dia al menos, y todos volvieron al pueblo, En el campamento de los taladores solo quedaron algunos encargados de cuidar las cosas. Don Otto, no repuesto del todo, permanecia en st jeep tratando de recuperarse, asistido por Laura y Marichen. Padre e hijo, sentados en un tronco, vefan a 41 detent por lapsed de “[Abuclo! —exclamé Marichen steroid, Rigo! —aris Laura cuando mito ech a corer hacia os pumas “No. vuelve! —lo lamé Martin indian Tigo cori sin pensar eno que hai. Justo cuando estaba po lgaruna dels ess salts sobre el anciano serinconsint,acereando Peligotamente el hecco au culo, LS mulltud hogs un child, sin saber qushacer {No oyeronentonces al chico gitar, Lego eon crs enamene es animales, queo mitaban como sorprndidos de su valor temerario. aoe Martin coatenia a Laura, que Horaba descantolacn y Villa aftmaba s Mache, nbn ora, ale una many ls pumas sequedaron quietes. Mamartita se apoyaba en un drbol, conteniendo la respiracién, El muchacho dio dos pasos y los animales rugieron. La gente esperé lo peor, Pero nada pas6. Oyeron a Rigo decir algo dando otro paso hacia los pumas que, 140 {La Palomita? —su padre no entendfa nada La vaquilla —sehal6 don Segismundo—. Lu ltima ternera que parié a Chabela. La vend hace tres dias justamente. Rigo asintio con la cabeza y acoté: —La Chabela est triste, porque la echa de menos, por eso no come, Don Segismundo solt6 una carcajada fuerte y desagradable y el veterinario fruncié 1 cof. Tha a preguntarlea su hijo cbmo sabia 61 lo de la Palomita, pero la vor triunfal de Mamarita lo interrumpis. —Les dije que tenia malito el humor. —reeordé la machi —2De dénde sacaste eso de que la vaca estaba triste? —pregunt6 el veterinario, ‘mientras conducia camino a casa, —Estabaclaro..—respondié Rigo mirando por la ventana. —:Cémo que estaba claro? —su padre le «cho un vistazo confundido. —5i, poh...Se lenotaba en a caraala pobre. —contesté el chico sin dejar de mirar hacia fuera. Al domingo siguiente, Rigo y su familia se cencontraban en el Estadio Comunitario de E ‘Apartado, que no era otra cosa que un potrero ‘en las afueras del pueblo, que los dias en que no 13 se ugaba fitbolerainvadide por las vacas, que no hacfan fintas, ni cabeceaban, ni remataban al arco, pero si recortaban el pasto con sus dientes y abonaban el circulo central de una no muy perfumada manera. El domingo de fitbol era sagrado para los apartadinos, tanto, queel cura habia tenido que amenazarcasi con la excomunisn a sus fieles para evitar que los hombres fueran a misa con los chuteadores puestos. En la cancha, los jugadores emulaban 4 sus astros favoritos (aunque solo fuera en Ja manera de revolearse en el piso después de recibir una patada), en tanto sus familias Yy amigos los alentaban desde el borde del ‘campo de juego, mientras engullian las viandas y bebidas con que solian reponer fuerzas, ‘agotados de tanto gritar para que los jugadores smojaran la camiseta El veterinario, que jugaba de delantero, ya habia anotado dos goles, y buscandoel tercero, ppates con todas sus ganas la pelota antes de que los defensores se le echaran encima, Pero su furibundo tiro se fue por sobre el arco y el balén se perdié entre unos matorrales ‘ercanos. Como era el tinico que habia, tres © cuatro chiquillos corrieron a buscatlo, entre ellos Rigo, que iba al final de todos. Los primeros encontraron rapidamente la pelota ¥ yala trafan de vuelta, cuando alguien grité: “el Veneno, el Veneno.!”, haciendo que los “4 El painico fue totaly los taladores huyeron en desbandada. Ninguno de ellos habia visto tun puma en su vida, como no fuera en fotos ‘oenla televisin, pero les bastaba ver que era un gato muy, pero muy grande, con garras y colmillos proporcionalesa su tamano. Uno los hhabria hecho corer tres ni hablar. La muchedumbre, en tanto, protestaba a sritos contra don Otto, que fingia ignorarlos, pero sin aireverse a darles la espalda. Por eso ‘no vio venir nia los aladoresnialoscausantes ddesuhuida. Al ver pasar alos hombres por st lado, nocomprendiénada, y menosatin.cuando la gente frente a él dejé de gritarle groserias, para exclamar: “Cuidado, cuidadot” Solo al notar que la muchedumbre corria hacia el camino, se volvis y, entonces, se dio cuenta de todo. Stbitamente, se encontrd rirando caraa cara aun puma salvaje, a menos de dos metros de distancia, gruaéndoleirvitado ‘ymiréndolo con cara dehambrefelina. Lo peor fs que habia dos ms tras el primero. Fue mas de lo que el anciano pudo resistr ysconmocionado, trat6 de refugiarse en el ep, pero perdié el equilbrio y cayé de espaldas al suelo, donde se quedé atontado. Los animales, tugiendo, se encaramaron al vehiculo y

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