Capitulo 6 Técnicas de conversacion, narracion (2): las entrevisias en profundidad 241
estas ttimas es mayor también Ia incidencia del paro y la dedicacién a las labores del
hogar, a diferencia de los mayores indices de ocupacién ‘activa’ en las otras subpo-
blaciones. Sin embargo las categorias socioecondmicas sefaladas en los solizaios tam-
bién aparecen en los cohabitantes, El lugar de residencia en la ciudad marca, asimis-
mo, diferencias entre las parejas cohabitantesy los solitaries, ya que aquellas se ubican
Galvo excepciones) en distritos periféricos, especialmente los cohabitantes con hijes,
Elcarécter inmigrante est también presente en el perfil de los cohabitantes, pero no
tan marcado como en los solitarias” (Cea y Valles. 1990: 51-52),
Ademés del aprovechamiento de esta fuente estadistica, se tuvo en cuen-
ta también la investigaciGn cualitativa de la cohabitacién, en Madrid y Barce-
Iona, de Cabré y otros (1988). En este trabajo, pionero en Espafia, sc llamaba
la atencién sobre el cardcter minoritario del fenémeno de la cohabitacion (a
juzgar por “los pocos datos cuantitativos hasta ahora recogidos a través de
encuestas”). Pero, por otro lado, se afirmaba la existencia de “indicios de que
las categorfas de edades més j6venes y en grupos sociales cuyas caracteristicas
estaban a priori por definir, el fenémeno esté revistiendo importancia signifi-
cativa” (Cabré y otros, 1988: 6).
Adviértase que uno de los propésitos del andlisis de la informacién padro-
nal para Madrid realizado por Cea y Valles, fue ir un paso més allé de los “indi-
cios” y la indefinicién declarados por Cabré y colaboradores. De las decisio-
nes muestrales de estos ihimos investigadores merece recogerse aqui un
fragmento textual, en el que se describe el casillero tipoldgico completo de su
proyecto mds amplio sobre la formacién de la pareja
“El estudio se ha basado en Ta realizacién de 144 entrevistas abiertas, semidi-
rectivas y en profundidad (...) La muestra de los entrevistados comprende perso-
nas de 20 a 40 afios, de los dos sexos, de tres niveles de instruccién, residentes on
las dreas metropolitanas de Madrid y Barcelona, Ademés de los criterios anterio-
res, también es una variables determinante en la composicién de la muestra Ia situa-
cién de pareja del entrevistado (casado, cohabitante 0 ‘solo’); se han considerado
también, secundariamente, factores de tipo econdmico, laboral ideol6gico, religio-
so, ntimero de hijos, etc. (..)
‘Cruzando todas estos criterios (dos Areas, dos sexos, cuatro grupos dc edades,
tres situaciones de pareja, tres niveles de instruccién), aparecen 144 casos posibles.
Nuestra muestra comprende un caso de cada categorfa.(..) Es evidente que la mues-
tra no es representativa, ni lo prentende en ningin momento. Sin embargo, se pro.
‘cur6 orientar su composicién (a través de los indicadores antes mencionados) a fin
de evitar un sesgo incontrolado o excesivo” (Cabré y otros, 1988: 7-9).
Adviértase que los “144 casos posibles” son “casos” (en el sentido de cel-
das, casillas) “posibles” (en el sentido I6gico-matematico sobre todo). Se tra-
ta del resultado numérico de una operacién de multiplicacién de categorfas de
variables. Si se aumentan las categorias, o las variables, el ntimero de “casos
posibles” aumentar4, y el casillero tipoldgico resultante también. No se trata212 Segunda Pare: Téenicascualtativas de investigacion octal
2)
3)
de ripos, propiamente, sociol6gicos (0 tipos ideates, por emplear la expresién
weberiana), Estos gltimos suelen caracterizarse por la sintesis de muchas varia-
bles o factores, y en consecuencia no son numerosos.
Entiéndase, por tanto, el casillero tipolégico como un dispositivo muestral,
de cardcter instrumental, del que se sirve el investigador para hacer operativa
una seleccién de entrevistados orientada a controlar (garantizar mfnimamen-
te) la heterogeneidad de la muestra, en variables consideradas analiticamente
relevantes, Se trata de diseftos muestrales en los que se halla proyectada (ata-
da en las variables que tejen el casillero) la comparacién de casos conceptual-
mente relevantes. A primera vista, sorprende el cerramiento de estos casille-
08, por el entramado de condiciones de seleccién que imponen. Pero, en la
prdctica, cumplidas estas condiciones, queda todavia un amplio margen de
apertura en la selecci6n de los entrevistados potenciales. En el Capitulo 8 se
verd que este procedimiento (de las condiciones de seleccién) est4 a la base,
también, del disefio muestral de los grupos de discusidn.
En ocasiones se opta por la realizacién de entrevistas en profundidad a s6lo algu-
nos tipos o perfiles sociol6gicos, basando la selecci6n de entrevistados en crite-
ios de marginalidad, de normalidad o de excelencia. Ruiz Olabuénaga & Ispi-
zuia (1989: 224-225) exponen estos criterios en relacién con las historias de vida;
pero también pueden resultar titiles en las dems técnicas cualitativas (de docu-
‘mentacion, observacién y,conversacidn). No se olvidan los profesores de la Uni-
versidad de Deusto del papel que juega, también, la casualidad en la seleccién
de los entrevistados:
“La decisi6n, muchas veces, es fruto de la casualidad que hace topar al soci6-
Jogo con un sujeto ‘interesante’, ‘motivado’ y ‘capaz’ de colaborar en un proyecto
de esta indole, Son no pocas las Historias de vida elaboradas a partir de una de estas
eventualidades fortuitas,
La mayoria de las veces, sin embargo, la decisiGn...¢s fruto de una deci pre-
via, que pone en marcha un proceso de busqueda... en funcidn de un eriterio expre-
so, Este criterio lleva al investigador a elegir a un individuo que ‘destaca’ bien por
su marginalidad, bien por su excelencia, bien por su representatividad como ele-
mento modal de su grupo” (Ruiz Olabuénaga & Ispizua, 1989: 224),
En el capitulo siguiente se volverd sobre estos criterios y se revisarén estu-
dios donde se han utilizado. Por ejemplo, el criterio de excelencia lo aplica Tere-
sa Bazo (1992) en su libro La ancianidad del futuro.
La seleccién de los entrevistados puede apoyarse también en la clasificacién.
de estos en tres “tipos generales”: claves, especiales y representativos (Gorden,
1975; 187-189).
Los primeros los considera este autor “informantes”, més que entrevista-
dos, dado el papel que desempeftan en las investigaciones de campo. Se trata
de personas que no aportan informaci6n “directamente relacionada con losCaptuulo 6: Técnicas de conversacién, narracién (I) las entrevistas en profundidad 213
objetivos de la entrevista”. En cambio, proporcionan informacién “sobre la
situacién local” donde se realiza el estudio, “asistiendo en la obtencién de coo-
peracién, localizando o contactando entrevistados”, entre otras actividades de
colaboracién, Aflade Gorden que los “informantes clave son particularmente
necesarios en comunidades hostiles y cerradas”. Su necesidad resulta, asimis-
mo, patente en el estudio de organizaciones y, en general, cuando se quiere
entrevistar a personas de alto estatus. Recuérdense las sugerencias de Moyser,
expuestas en la seccién 6.2.2, sobre los usos de las enirevistas a elites.
En la categoria de entrevistado especial sitéa Gorden a “cualquier persona
que da informacién directamente relevante para los objetivos del estudio y que
es seleccionada porque ocupa una posiciGn tinica en la comunidad, grupo 0 ins-
titucién a estudio”. Se vuelve a topar con las entrevistas a elites, a personas con
informacién especial debido a su posicién de observacién y actuacién. En los
trabajos de José Ignacio Cano y otros (1988; 1993), sobre el desarrollo social de
los pueblos madrilefios y zamoranos, se realizaron entrevistas en profundidad a
alcaldes, secretarios y concejales de ayuntamiento, médicos, representantes de
dicatos y asociaciones agrarias, entre otros entrevistados especiales.
‘Ademis de las entrevistas a estas “voces autorizadas”, se entrevist6 a gen-
te comiin de distintos grupos de edad, profesién, etc. Estos iltimos pertenece-
rian al tipo general de entrevistados “representativos”, en la terminologia de
Gorden (aunque este autor sp refiere a ellos no tanto como personas a entre-
vistar en profundidad, sino mediante entrevisias estandarizadas). También dan
‘“informaciGn directamente relevante a los objetivos de la entrevista”. Pero se
trata de una informacién més general posefda, por un numero amplio de per-
sonas de una condici6n social o earacteristicas sociocdemograficas similares.
4) Buceando, de nuevo, en la obra de Gorden (1975: 196 y ss.) se puede afiadir un con-
junto de criterios muestrales, de naturaleza préctica (una versién parecida, pionera,
se encuentra en Richardson y otros, 1965: 296-299). No se trata de un afiadido sin
importancia, pues tiene que ver con la selecci6n concreta y final de entrevistados
tuna vez tomadas las decisiones acerca de los ripos generales descritos en el punto
anterior. Para Gorden, “hay al menos cuatro preguntas criterio bésicas que deben
responderse en la seleccién de entrevistados”. Estas preguntas criterio son:
a) ,Quiénes tienen la informacién relevante?
'b) {Quiénes son més accesibles fisicamente y socialmente? (entre los informa-
dos.
) {Quignes estén més dispuestos a informar? (entre los informados y accesi-
bles).
4d) {Quiénes son mas capaces de comunicar la informacién con precisién?
(entre los informados, accesibles y dispuestos).
La respuesta a la primera pregunta criterio le lleva a Gorden a proponer
una serie de pares opuestos, a modo de tipos polares, que conviene barajar en