Asi ellos oraban alo largo de la ciudad; y los aqueos,
una vez que a las naves llegaron y al Helesponto,
se separaron en direccién a sus respectivas naves,
mas no dejaba Aquiles a los mirmidones marcharse,
sino que asi hablaba a sus belicosos compaifieros:
«.
Tal dijo; lo escucharon ellos atentos y obedecieron.
Y cuando a toda prisa hubo cada cual aderezado la cena,
cenaron sin que nadie de equitativa porcién careciera.
Cuando de bebida y comida echaron fuera el deseo,
a dormir se marché cada cual a su tienda,
pero en la ribera del mar estruendoso el Pelida
1013
6quedé con muchos mirmidones gimiendo hondamente
ena Iimpida arena, donde las olas batian la playa.
Cuando lo vencié el suefio, que las zozobras del alma disipa,
ydormia hondamente ~tan cansados tenia sus inclitos miembros
de perseguir a Héctor delante de la ventosa Ilio~,
se leacercé el alma del infortunado Patroclo,
en todo a él semejante: en a tala en los bellos ojos,
en la-voz y en las ropas con que vestia su cuerpo.
Se puso sobre su cabeza y le hablé de este modo:
«.
Tras hablarle asi, de nuevo en su lugar el Nelida Néstor
se senté, una vez que le explicé cada cosa a su hijo.
Meriones fue el quinto en uncir sus belcrinados caballos.
Subieron, pues, a sus carros y echaron a suertes;
removiolas Aquiles y salié la suerte del Nestérida
‘Antiloco. Después le tocé al poderoso Eumelo;
yacontinuacién al Atrida Menelao, inclito lancero;
1029
ca
Bs
*s