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LA PENA DE MUERTE.

RESPUESTAS A TUS PREGUNTAS

¿Previene la pena de muerte la delincuencia? ¿Ofrece justicia a las


víctimas? ¿Existe una forma humana de ejecutar? Conoce toda la
información sobre la pena de muerte a través de las 10 preguntas más
frecuentes de Amnistía sobre la pena capital.
1. ¿Por qué se opone Amnistía Internacional a la pena de muerte?
La pena de muerte viola el derecho más fundamental, el derecho a la vida.
Es la forma más extrema de pena cruel, inhumana y degradante.
La pena de muerte se aplica de forma discriminatoria. Se usa con frecuencia contra
las personas más vulnerables de la sociedad, incluidas las minorías étnicas y
religiosas, los pobres, y las personas con discapacidad psíquica.
Algunos gobiernos la utilizan para silenciar a sus oponentes. Cuando los sistemas de
justicia tienen deficiencias y los juicios injustos están generalizados, existe siempre el
riesgo de ejecutar a una persona inocente.
Cuando se aplica la pena de muerte, es irreversible. Los errores cometidos no se pueden
deshacer. Una persona inocente puede ser liberada de la prisión por un delito que no
cometió, pero una ejecución nunca se puede revertir.
2. ¿No tienen las víctimas de delitos violentos y sus familias derecho
a justicia?
Sí lo tienen. Las personas que han perdido a seres queridos en crímenes terribles tienen
derecho a ver a la persona responsable rendir cuentas en un juicio justo sin recurso a la
pena de muerte. Al oponernos a la pena de muerte, no estamos intentando minimizar o
aceptar la delincuencia, pero, como han dicho muchas familias que han perdido a seres
queridos, la pena de muerte no puede verdaderamente aliviar su sufrimiento.
Simplemente extiende ese sufrimiento a la familia de la persona condenada.
La venganza no es la respuesta. La respuesta se basa en reducir la
violencia, no en ocasionar más muertes.
Marie Deans, cuya suegra fue ejecutada en 1972
No. Ejecutar a una persona porque le ha quitado la vida a otra es venganza, no justicia.
Una ejecución, o la amenaza de una ejecución, inflige un terrible maltrato físico y
psicológico. Una sociedad que ejecuta a delincuentes está cometiendo la misma
violencia que condena.
4. ¿No previene la pena de muerte la delincuencia?
De acuerdo con la investigación, no. No existen pruebas verosímiles de que la pena de
muerte disuada de cometer delitos de forma más eficaz que la pena de prisión. De
hecho, en los países en los que se ha prohibido la pena de muerte
no han aumentado las cifras relativas a la delincuencia. En algunos casos, la
realidad es que han disminuido. En Canadá, la tasa de asesinatos en 2008 fue
inferior a la mitad de la de 1976, cuando se abolió la pena de muerte en el país.
5. ¿Qué pasa con la pena capital para los terroristas?
Los Estados con frecuencia recurren a la pena de muerte tras producirse ataques
violentos, con lo que pretenden demostrar que hacen algo para “proteger” la seguridad
nacional. Pero es improbable que la amenaza de ejecución detenga a hombres y a
mujeres preparados a morir por sus creencias, por ejemplo, a terroristas suicidas. Sin
embargo, es muy probable que las ejecuciones creen mártires cuya memoria se
convierta en un motivo de reivindicación para sus organizaciones.
Es muy elevada la probabilidad de que a las personas acusadas de
“terrorismo” se las someta a un juicio injusto. A muchas se las condena e
virtud de “confesiones” extraídas bajo tortura. En algunos casos, tribunales
especiales o tribunales militares establecidos en aplicación de leyes contraterroristas
han condenado a muerte a civiles, lo que socava las normas internacionales.
[La pena de muerte] es una fórmula fácil que utilizan los políticos para
aparentar, ante un electorado temeroso, que se está haciendo algo para
combatir la delincuencia.
Jan van Rooyen, profesor de derecho sudafricano
6. ¿No es mejor ejecutar a una persona que encerrarla para siempre?
Diariamente, hombres, mujeres, incluidos menores, esperan la ejecución en el
“corredor de la muerte”. Independientemente del delito que hayan cometido, de si son
culpables o inocentes, un sistema de justicia que valora más el castigo que la
rehabilitación se cobra sus vidas. Mientras un preso o presa siga con vida, él o ella
mantiene la esperanza de la rehabilitación, o de la absolución
si posteriormente se determina que es inocente.
7. ¿Existe una forma humana e indolora de ejecutar a una persona?
Todas las formas ejecución son inhumanas. A menudo, se defiende que la
inyección letal es un método más humano porque, al menos
superficialmente, parece menos cruel y salvaje que otras formas de ejecución como la
decapitación, la electrocución, la cámara de gas o el ahorcamiento.
Pero la búsqueda de una forma “humana” de matar a una persona debería verse como
realmente es: un intento de hacer que las ejecuciones sean más aceptables para el
público en cuyo nombre se realizan, y que los gobiernos que ejecutan parezcan menos
asesinos.
8. ¿Es asunto de Amnistía que varias sociedades quieran usar la pena
de muerte?
Los derechos humanos, incluido el derecho más básico, el derecho a la vida, son
universales y están ratificados por la inmensa mayoría de países en el mundo. Nuestro
llamamiento a poner fin a la pena de muerte es consecuente con la misericordia, la
compasión y el perdón que enfatizan todas las grandes religiones del mundo. Hasta la
fecha, 140 países han abolido la pena de muerte en su legislación o en la práctica, lo que
demuestra que casi todas las regiones del mundo, culturas y sociedades comparten el
deseo de poner fin a la pena capital.
Los derechos humanos son válidos para las mejores personas, y también
para las peores.
Amnistía Internacional
9. ¿Qué ocurre si la opinión pública está a favor de la pena de muerte?
Un apoyo firme del público a la pena de muerte generalmente va acompañado de una
falta de información fiable: con frecuencia, se cree erróneamente que reducirá la
delincuencia. Muchos gobiernos se apresuran a promover esta creencia errónea,
incluso si no existen pruebas que la respalden.
Generalmente no se comprenden los factores fundamentales que sustentan la forma como
se aplica la pena de muerte, entre ellos, el riesgo de ejecutar a una persona inocente, la
ausencia de garantías procesales en los juicios y la naturaleza discriminatoria de la pena
de muerte, todo lo cual contribuye a tener una opinión realmente informada de la pena
capital.
Creemos que los gobiernos deben ser claros en lo que concierne a esta información, y
que deben promover el respeto por los derechos humanos a través de programas de
educación pública. Solo entonces, podrá haber un debate significativo sobre la pena
de muerte.
Aún así, la decisión de ejecutar a una persona no la puede tomar la opinión pública; los
gobiernos deben trazar el camino.
10. ¿Se está ganando la batalla para abolir la pena de muerte?
Sí. Actualmente, dos tercios de los países en el mundo han abolido la pena de muerte
por completo, o la han dejado de usar en la práctica. Aunque ha habido algunos pasos
en retroceso, éstos se deben contrastar con la clara tendencia mundial hacia la
abolición. Solo en 2015, Fiyi, Madagascar y Surinam dieron la espalada a la
pena de muerte de una vez por todas. Burkina Faso, Mongolia y Corea del Sur están
en camino de hacerlo. Europa está casi libre de la pena de muerte. Y Estados Unidos,
históricamente una de las naciones más reacia a abandonar la pena de muerte, se está
volviendo cada vez más contraria a la pena capital.
ARGUMENTOS A FAVOR Y EN CONTRA DE LA PENA DE MUERTE

A favor

Hace algunos días la atención estuvo puesta en la sentencia de Edgar Tamayo, último
caso de aplicación de la pena de muerte a un mexicano en Estados Unidos. Lo cual
inevitablemente nos hizo cuestionarnos sobre la situación de este tipo de sentencia en
nuestro país. La pena de muerte se abolió de la Constitución federal mexicana de forma
definitiva apenas el 9 de diciembre del 2005. Pero el tema no ha quedado ahí y ésta
medida sigue teniendo partidarios. En el 2008 el Partido Verde Ecologista presentó una
iniciativa para legalizar la pena de muerte aplicable a secuestradores que asesinarán a
sus víctimas, y también a los policías y ministerios públicos que hubieran participado en
el delito. Y de nuevo en 2012, el gobernador del Estado de Chihuahua propuso algo
similar, considerando "la emergencia que vive la nación en materia de seguridad".

Los argumentos a favor aluden a la mejor rentabilidad económica de la pena de muerte,


pues el Estado ni los ciudadanos deben costear el mantenimiento en las cárceles de los
consignados por delitos graves; y también, el beneficio como medida preventiva ya que
intenta disuadir a quienes deseen participar en actividades delictivas. Al respecto de este
último argumento en una encuesta se preguntó si los entrevistados consideraban que
aplicar la pena capital ayudaría a reducir la tasa de violencia y homicidios: 6 de cada 10
personas respondieron afirmativamente; en cambio, sólo 3 de cada 10 consideran que no
ayudaría.

En contra

Amnistía Internacional sigue trabajando para poner fin a las ejecuciones y en favor de la
abolición de la pena de muerte en todo el mundo y en toda circunstancia. La
organización considera que la pena de muerte es un castigo inhumano e innecesario, que
supone una violación de dos derechos humanos fundamentales: el derecho a la vida y el
derecho de toda persona a no ser sometida a penas crueles, inhumanas o degradantes.

La pena de muerte es discriminatoria y a menudo se utiliza de forma desproporcionada


contra las personas económicamente desfavorecidas, las minorías y los miembros de
comunidades raciales, étnicas o religiosas.

La pena de muerte se impone y se lleva a cabo arbitrariamente. El intento de los Estados


de escoger los delitos "más abyectos" y a los "peores" delincuentes de entre los miles de
asesinatos perpetrados cada año es fuente irremediable de fallos inevitables. Mientras la
justicia humana siga sin ser infalible, nunca podrá eliminarse el riesgo de ejecutar a una
persona inocente.

La pena de muerte no es disuasoria. Ninguno de los estudios realizados ha podido nunca


encontrar pruebas convincentes que demuestren que la pena capital tiene un mayor
poder disuasorio frente al crimen que otros castigos.
Tampoco el estudio acerca de la relación entre la pena de muerte y los índices de
homicidios, elaborado para la ONU en 1988 y actualizado en el año 2002.

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