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3 Pinturas de Liliana Alemán 78 José Sarzi Amade
7 Recordando a Arnaldo Sepúlveda 83 Raúl Guadalupe
9 Gilberto Hernández Matos 89 Giovanna Benedetti
18 Edgardo Nieves Mieles 99 Ana Marina Rúa
26 Enrique Noriega 104 Edgardo Sanabria Santaliz
30 Arnaldo Sepúlveda 109 Pinturas de Damaris González Sandoval
39 Fotos de Vladislav Mikosha 115 La pupila del jabalí
47 Sílabas del boscaje 117 Luis Cotto
49 Alexandra Pagán Vélez 127 Roberto Ramos Perea
52 Luis Antonio Rodríguez 133 Bestiarum
55 Marisol Vera Guerra
64 Ernesto Pérez Chang
71 Francisco Nájera
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Liliana Alemán
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[Recordando al poeta
boricua Arnaldo Sepúlveda]
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Pero tú no escuchas.
Prefieres hablarme de Popa, de la muchacha dominicana
por la que una vez lo abandonaste todo,
y detrás de tu diálogo enardecido
el Hudson emprende su marcha
escondido en tu saliva de poeta tímido.
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Y triste es el destino.
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Arnaldo Sepúlveda (izq) junto a poeta Pedro López Adorno (centro) y Carlos A. Rodríguez,
(der.), poeta y profesor de la Universidad de Seton Hall South Orange, Nueva Jersey, 1990.
(Foto cortesía de Pedro López Adorno)
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Siempre te recuerdo
como el más primoroso charco de trinos.
De todos modos, ya no eres más aquella mujer
fugada de un lienzo de Modigliani
que, en un estrecho pero largo corredor
junto a la puerta de salida y de espaldas
al desabrido homenaje al difunto líder socialista,
hablaba por teléfono portátil.
Te sabías, entonces, observada.
(Recordé la fiebre que Vallejo vistió mañana
y mi ojo zurdo empezó a sonreír.)
Y sin dejar la conversación con tu interlocutor,
presumías y alardeabas ensayando coquetamente,
de aquí para allá y de allá para acá, una y otra vez,
rutinas que colocaban en vitrina el dominio de al menos un par
de lecciones de ballet aprendidas en la temprana niñez.
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Enrique Noriega
I
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puntual y con su
consabido
bueeenasnoches gua-te-mala
arnaldo sepúúúlll-ve-da
puelto-liqueño
II
mi buen arnaldo
ahora me cuenta un paisano tuyo
que no fue por complicaciones
de una gripe que te pelaste de este mundo
sino (sencillamente) por un acto
(llamémoslo así) de dignidad existencial
¿habías concluido tu ciclo productivo?
¿estabas harto de la indiferencia hacia tu obra?
¿se debió a una insostenible precariedad económica?
¿la sordera? ¿la imposibilidad de socializar?
¿el desgaste de los yo en batalla contra uno mismo?
la última vez que te vi
estabas (lobo solitario) ante una taza de café
abierta (pero olvidada) la libreta de apuntes
la pluma apartada de la mano
leías en tu mente no sé qué noticia o sombra
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Vladislav Mikosha
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[Sílabas del boscaje]
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que, al venir del futuro, algo de mi estado físico y tarde al Centro, la Convención de Astronomía Ar-
mental se aventajaba y salía con cierto poder de queológica tenía a todo el personal académico y
clarividencia que, aunque no podía precisar ni re- administrativo muy ocupados, nadie se presenta-
gistrar en la mente ni en el lenguaje, me brindaban ría a la sala. Había realizado unos cambios muy
un confort que se traducía en seguridad y placer. pertinentes en mi investigación y en las fórmulas
¿Quién diría que cinco minutos podían suponer que ahora (¡ahora!... de seguro me otorguen el No-
tanto? De cinco en cinco, pero para mí era de tres bel en Física) resolvían y concluían las grandes pa-
en tres segundos… radojas de los siglos pasados. El tiempo para tra-
El gozo que resultaba de toda esta experien- bajar en ello ya no era un problema; lo genial es
cia me causaba unos éxtasis que solo podía com- que termino la tesis (una versión mejorada y acer-
pararlos con los estados de conciencia alterados tada de ella), y compruebo precisamente la fór-
que provocan las estancias religiosas en el Centro mula que estoy esbozando en plena praxis.
Zen del Oeste. Eran realmente divinos, pero con Al guardia no le extrañó mi entrada al Cen-
el alivio no ser inducidos química ni lumínica- tro, al verme con productos de limpieza y carta-
mente. La brecha del tiempo, fui capaz de engran- pacios, asumió que haría lo propio, salvo en un
decer el tamaño del agujero 100 veces más de lo día inusual. Todo estuvo listo y entré tantas veces
que se había logrado y mi reloj registró todo el como el día me permitió. Escribía, corregía y en-
proceso. Luego pude entrar con dispositivos de traba, tres segundos, cinco minutos hacía atrás y
grabación que lamentablemente solo captaron es- seguía. Escribía y corregía… terminé, llegó la no-
tática y un sonido parecido al de la colisión de los che. No podía creer lo increíblemente alerta y feliz
hoyos negros… pero ¡cinco minutos! que me sentía. El guardia se mostró extrañado al
Una parte de mí muy egoísta y curiosa, verme salir. Probablemente nunca en un turno
quiso seguir deleitándose en el poder transforma- suyo había estado tanto tiempo organizando y
dor del desdoblamiento temporal, así que lo cal- limpiando la sala.
culé bien y examiné posibles intromisiones al Repetí mi tarea al día siguiente, no con la
plan: todo había sido arreglado como si ya lo hu- misma soltura. La noche anterior no pude dormir
biese pensado desde antes. Nadie vendría en la bien porque parece que la agitación y el estado de
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clarividencia me evitaron descansar como acos- Suiza, los libros… Mi felicidad era como dicen,
tumbraba. Aun así, me sentía en el cielo, clara, desmedida, mi asertividad y mi estado de con-
alerta, viva… Esta vez pude concluir mi tesis de ciencia me conectaban con algo superior a mí. No
modo definitivo. Al terminar me dio la impresión podía evitar descifrar los pensamientos del guar-
de que mi ropa se había estirado algo por el viaje dia, algún efecto secundario del desdobla-
continuo al pasado. Como dije: 5 minutos son mu- miento… no podía evitar imaginarme la reacción
cho si se piensa bien. Mas todo encajó perfecta- de mi madre cuando recibiera el Nobel. El em-
mente, mi conclusión, mi intervención en la sala, pleado de limpieza soltó el cubo al verme y con
mi manejo del tiempo. De algún modo tenía la ojos extrañados, espantados más bien, me saludó
sensación de que estaba todo predestinado y que y me preguntó si estaba bien. No pude conte-
esa agencia mía, tan egoísta, suponía un paso co- nerme y al salir del edificio me miré al espejo de
lectivo a un mejor futuro, aun cuando lo que hice la columna de salida, el dispositivo de identifica-
fue ir al pasado una y otra vez. Todo parecía haber ción tardó en reconocerme y yo, despavorida, me
sido planificado desde siempre, era parte de algo detuve a examinar mi largo cabello lleno de ca-
superior a mí que aún no entendía a la perfección. nas… más largo que antes, y absurdamente ca-
Salí de la sala y el guardia me preguntó si noso; mis ojos, hundidos y arrugados: mi rostro
estaba bien. Estaba perfecta. Podría graduarme, envejecido. Yo había envejecido… en dos días ha-
de seguro el Nobel, la plaza, la cátedra, el viaje a bía envejecido, no sé cuántos años.
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—No… la verdad es nunca nos dijimos los cia un amigo. Esa fue la última vez que lo vi. He
números de teléfono, ni nuestros nombres. Sólo pasado por aquí muchos jueves y nada de él. Ni
nos encontramos aquí unos minutos todos los jue- siquiera una nota musical que venga de alguna
ves; nuestras citas eran en esta estación llena de otra parte. Sólo me he topado dos o tres veces con
gente —dijo con gran tristeza y empezó a cantar aquellos dos deambulantes, con caras de huérfa-
sin despedirse—. “Fue en un pueblo con mar una nos, que me han jurado no saber nada de él y hasta
noche después de un concierto; tú reinabas detrás me ha tocado, darles un par de pesos. Mientras
de la barra del único bar que vimos abierto...” tanto pienso que tal vez decidió volver a la otra
Entendí que la conversación había termi- guitarra o ella regresó como en algunos boleros.
nado. Me despedí con la mano, un adiós como ha-
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Astillas
Desde el filo de la mesa mi taza favorita
ha caído
y un llanto vino a ser mortaja en el aire
no es que fuera especial
ni siquiera
tenía alguna buena historia que contarle al mundo
ni un diseño elegante
pero era mía
igual que es mía la cicatriz cerca de la muñeca
(hace años que dejé de jugar con cuchillos de cocina)
los fragmentos saltaron como si una voluntad los arrastrara
por el piso / las manos
de mis hijas se apartan
y yo no puedo ser adulta ahora
me acurruco en mi propia silueta
deshabitada
no siento el soplo
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Teselado
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hoy es viernes
volverá a casa antes del amanecer
dulce como un becerro que olisquea la teta de su madre
la benzodiacepina me doblará la visión
y estaré con mi enorme panza vacía
dormida junto al bote de basura
con las bragas en los muslos
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Sádico S.A.
Cuando el hombre al que amas te traiciona
tienes varias opciones:
a) dejar que te piquen las abejas en la cara
b) adoptar un hámster para que dé vueltas alrededor de un planisferio
c) beber un licuado de cicuta / de cianuro o fresas en almíbar
d) fingir que eres una figura de porcelana
y pararte en el dintel
sin emociones
porque sabes
que su amante es el Vacío
recién te enteras que el Vacío es mujer
tiene dos manos / dos piernas / un overol de flores
algo de celulitis
y un corazón al rojo vivo
era ella
(la muchacha sin ojos) quien te llamaba por teléfono y decía
quiero comer en un restaurante chino
la que depositaba en tu cuenta bancaria
un poco de culpa
respirando con la boca abierta
mientras él desprendía trocito a trocito
de su cuerpo con un tenedor
siempre fue algo caníbal
un poco hiena
y no le importaba vender los desperdicios
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en el mercado negro
donde se venden también las ilusiones
de cualquier modo
te puso una mano en la hornilla
y prendió la estufa
para cocinarte / buena niña
sí
retuércete con el aderezo
unas gotas de limón en las fosas nasales
harina espolvoreada en el ombligo
para lamerte toda
desde el coño hasta el mentón
porque eres su chica favorita
la novia más hermosa de esta Tierra
aunque estarías mejor sin esa boca
sin esa lengua que no para de bramar
sin esa tráquea que resuella como vieja tubería
estarías mejor callada
como ausente
al estilo nerudiano
inmóvil estatua lista para el matadero
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solicitud de ver al director en persona y casi le doy Entonces le sonreí y, como si fuese un colegial re-
un puñetazo en el buró pero preferí serenarme. prendido, me encaminé hacia el pasillo oscuro.
Quizás lo más lógico hubiera sido deshacerme del Al parecer, en casos similares, era esa la di-
cadáver echándolo en el depósito de documentos rección definitiva, como cuando uno busca desha-
de la biblioteca, a donde iban a parar todos los de- cerse de algo y abre la puerta de un viejo aparador
sechos de nuestra institución, y por esa imperti- lleno de trastos inservibles o echa las barreduras
nencia mía que le complicaba la jornada, le caí ex- bajo una alfombra. Debía dar unos cuantos pasos
tremadamente mal, así que ella insistió en que de- dentro del pasaje hasta el punto en que ella no me
bía penetrar allí donde indicaba su dedo con im- viera y botar el cadáver en cualquier sitio. La mu-
periosidad, aunque primero, para hacer alarde de jer pesada o el propio director se encargarían de
su poder ilimitado, había terminado de examinar colocarlo en el lugar preciso o de averiguar quién
con parsimonia cada milímetro de la superficie de era y por qué había decidido morir al pie de mi
la mesa, después registró sin ningún propósito en puerta. Bueno, era mejor que no investigaran de-
una gaveta del escritorio, revolvió en el fondo, la masiado porque ese tipo de maniobra suele termi-
cerró y, como no encontraba nada más que hacer nar mal cuando hay un escritor viejo de por me-
se ajustó unas gafas. Continuó un par de minuto dio, y por el sentido oculto de la mirada hosca de
sin decir nada, se limitó a señalar con ese gesto la secretaria y de su balbuceo en el teléfono es po-
muy parecido a un regaño mientras descolgaba el sible que estuviera pensando que yo había asesi-
teléfono amenazante. nado al señor.
Ella sabía bien que aquí, en la dirección de Ciertamente, en cuanto a los escritores, ja-
cultura, nadie suele oponerse a ese tipo de reac- más nadie utilizaba la palabra “asesinato” porque
ción misteriosa donde es imposible avizorar si la sucedía todo el tiempo y sería como decir que al-
llamada será el comienzo de algún tipo de desca- guien asesinó a una hormiga o que ultimó a una
labro. Quiero decir, aquí en el mundo de la litera- pulga, no obstante, por una cuestión de estadísti-
tura la mayoría somos vulnerables y que un fun- cas o de razón de ser de nuestra institución, se de-
cionario de rango o su subalterno te señalen con bía velar por que la gente no anduviera por ahí
un dedo es algo así como un conteo de protección. aniquilando la especie. No me gustaba la mirada
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tas cosas. No iba a soportar de nuevo que, apun- dirección de cultura dejarían de mirarme como a
tándome con el dedo, me explicara que la compa- un imbécil incorregible. Pensé que bastaría con un
sión no era parte de su oficio y de paso me echara simple acto de mansedumbre para que todos olvi-
a la cara lo que pudiera pensar sobre los escritores daran mi extravagancia que a veces, como ahora,
muertos y sobre mí, el tipo raro del departamento ha puesto en peligro mi supervivencia económica,
de literatura. Como era aconsejable no escucharla incluso física. Sé que esa perseverancia puede lle-
alardear de todo cuanto había dejado de leer en su varme cualquier día a morir a puntapiés. Las ad-
vida cuando no quejarse de lo inútil y nocivo que vertencias no me han faltado, incluso ese gesto de
era mantener un departamento literario, preferí la secretaria de levantar el teléfono de manera
esperar. Creo que al final, a pesar de cualquier amenazante pudo ser un refinado aviso.
arrebato de rebeldía contra la estúpida, habría te- Esperar por el director era esencial. No le di
nido que terminar por darle la razón. importancia a la oscuridad y al frío cada vez más
Yo mismo me he preguntado por el sentido insoportables y me acurruqué en una esquina.
de todo cuanto me rodea en esta institución cultu- Desenrosqué el cadáver de mi cuello y, como es-
ral. Me alivia creer que somos algo semejante a taba mucho más dócil debido a las horas que lle-
una oficina de registros de cualquier cementerio vaba muerto, tanto como todo escritor al final de
respetable. En ocasiones he dudado de mi extraña su vida, lo extendí sobre mí como una colcha. Así
inclinación hacia un sujeto de otra especie pero si podía esperar un par de horas más. En algún mo-
algo me había llevado a estudiar literatura y a tra- mento el director llegaría e incluso premiaría mi
bajar en un departamento obsoleto era ese raro resistencia. “¡Cuánta molestia por llevar la basura
sentimiento de empatía con los escritores, muy a su verdadero destino!”, me diría con el afecto
cercano a la piedad, que tanto me reprochaban que habría de generar en él mi explicación de por
mis amigos y que mis padres siempre trataron de qué no había acudido primero al depósito de la bi-
corregir. Es debilidad, lo acepto, pero esa vez, cré- blioteca y utilizaría el argumento del mismo suje-
anme, más que preservar un cadáver buscaba ga- to que premiaron tiempo atrás: no estaba seguro
narme la gratitud del director y, de paso, ascender de que aquel trozo de carne era un escritor de ver
en el departamento. Mis padres y los colegas de la dad o, lo peor, un grafomaníaco, otra especie muy
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parecida pero para nada depositable. beber, terminé vencido por una fatiga tan intensa
En su momento los bibliotecarios se habían que aun deslizando las manos por mi cuerpo no
quejado al director porque todas las mañanas en lograba sentirlo. Esa sensación me llenó de un
el depósito aparecían basuras de todo tipo que las gran temor. Sabía de los efectos devastadores de
gentes dejaba allí para librarse de caminar hasta la congelación y pensé que padecía las primeras
un vertedero que ya nadie utilizaba. El director manifestaciones de una muerte por hipotermia.
debió instaurar una campaña de premios para es- Comenzarían los delirios, mi vida se iría apa-
timular en nosotros el sentido de la higiene y el gando poco a poco y a la mañana me encontrarían
orden, en un edificio que poco a poco se iría con- como a esos trozos de carne con que a veces uno
virtiendo en un pudridero. Ya imaginaba las pal- tropieza en los pasillos de la institución.
maditas en mis hombros y las miradas de demás Como el agotamiento no me dejaba conti-
empleados al pasar frente a mi foto, en la entrada nuar con los gritos pensé en golpear el piso con las
del edificio. Maldecirían haber ignorado el trozo manos o con algo que produjera un ruido más in-
de carne o el haberlo echado a mi puerta en una tenso. El cadáver estaba mucho más frágil y de-
broma de muy mal gusto. Con la alegría que me duje que si le arrancaba la cabeza, con un leve im-
proporcionaba el imaginar las escenas de un fu- pulso podía hacerla rodar hasta los pies de la se-
turo inmediato y abrigado por el cadáver, pude cretaria, al otro lado del pasillo. Con eso le avisa-
aguantar unas cuantas horas más, sin embargo, ría de que algo malo sucedía en la oscuridad.
nadie apareció por allí. Las cabezas de los escritores son muy fáciles
Previendo que llegara el momento del cierre de cortar, no se requiere de mucho esfuerzo, y de-
de las oficinas y seguro de que el frío intenso no bido a los constantes golpetazos que reciben van
me dejaría avanzar hasta la entrada del pasillo co- adquiriendo con el tiempo una especie de redon-
mencé a gritar con todas mis fuerzas para adver- dez casi tan perfecta como la de una pompa de ja-
tirle a la secretaria que no se olvidara de que yo bón. Es la presión del aire contra las paredes del
aguardaba por el director de cultura. Después de cráneo las que proveen tanto a la burbuja como al
vociferar un buen rato quedé sin voz y, tal vez escritor de esas propiedades tan admirables.
porque llevaba unas cuantas horas sin comer ni Confiaba en que las pocas energías que con
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servaba me bastarían para la decapitación del ca- teratura en el mismo tono con que se habla de las
dáver pero ni siquiera eso pude. Debí comenzar a calamidades, pero jamás había estado en medio
golpear el piso con la mano y descubrí que apenas de tanta oscuridad y mucho menos donde me en-
lograba tocar el piso. Mis brazos se quedaban co- contraba.
mo flotando en el vacío aunque se hundían en una Sospeché que me había confundido de piso
especie de atmósfera densa generada por mi pro- o que la secretaria no me había comprendido o,
pio estado de congelación, ya muy susceptible a sencillamente, no había deseado escuchar. Como
las alucinaciones. Quise una vez más dejarme lle- resultado me encontraba en un lugar imprevisto,
var por los instintos y me alivié pensando en que siendo la víctima de algún tipo de burla malsana
la secretaria había escuchado mi alarma y que, a o de un experimento macabro. Se comentaba so-
pesar de su estupidez, ya se encaminaba en mi au- bre la existencia de ciertos departamentos subte-
xilio porque, lejos de velar por mi bienestar en ese rráneos, extra oficiales, donde era muy fácil equi-
pasillo, no le convenía que el director de cultura vocar las identidades y hasta perder el rastro fí-
se tropezara con dos cadáveres a la entrada de su sico de las personas. Siempre pensé en habladu-
despacho. rías, no obstante, esa vez, viéndome en peligro de
En esos momentos, debatiéndome entre las muerte, empecé a temer la realidad de sus existen-
paranoias y el sentido común, en medio de un cias. La certidumbre acrecentó mi angustia y quise
campo de batalla que el frío y la oscuridad habían hacer otro esfuerzo por recuperar el ímpetu. Qui-
sembrado en mi cabeza, una extraña sospecha co- zás si alcanzaba a concentrarme en una mínima
menzó a invadirme quizás para agudizar aún más posibilidad efectiva de salvar la vida, despoján-
esa extenuación que solo habría de aliviarse con dome de cualquier tipo de miedo y mal pensa-
mi aniquilamiento. Pude recordar que las veces miento, podía lograr arrastrar mi cuerpo milíme-
anteriores en que acudí a la oficina del director de tro a milímetro hasta alcanzar la salida. Dejé de
cultura jamás había tenido que penetrar en un pa- pensar en cuanto me había llevado hasta el lugar
sillo oscuro. Había sentido frío, sí, y hasta un sen- y en la recompensa futura y dibujé en la mente
tímiento muy similar a la impotencia y la incorpo- algo nebuloso, denso, parecido a ese instinto pri-
reidad, más cuando lo escuchaba parlotear de li mario de sobrevida. Mi mente quedó tan vacía co-
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Francisco Nájera
de maria galindo
en Radio Deseo y #Apocaelipsis
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franquear
atravesar
y que en tantos casos
es el único espacio que teníamos que
nos quedaba
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día a día)
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Guillaume Laporte: El que nos enseña que no es ― Ciudadanos del mundo, la situación es grave,
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incluso hoy en día el enemigo ha causado estra- sentes en el oîkos. De hecho, todos los conflictos
gos. Es una nueva guerra, contra un enemigo in- son al principio guerras familiares, de los oikeîos
visible; bla,bla,bla... frente a la situación insopor- pólemos. Me parece que nunca habrá reconcilia-
table, inmanejable e intolerable, bla,bla,bla... [Se ción entre los eupatrides y los kakoi, pero, en cam-
congela, fija su teleprompter y prosigue]: nuestro go- bio, tratemos de poner fin a las divisiones familia-
bierno ha decidido actuar y librarnos definitiva- res. [...] Por lo tanto, si me eligen, la primera me-
mente de esta plaga. Para esto, es imprescindible dida que aplicaré será prohibir los divorcios, la
consultarles, bla,bla,bla. Este es el principio fornicación, etc.
mismo de nuestras democracias. Las reglas son
simples, bla,bla,bla ... Presionen 1, 2, 3 o 4 para vo- La muchedumbre confinada: Algunos de sus co-
tar al líder, o sea al candidato de su elección. mentarios frente a su pantalla.
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confiada y soy el único que puede superarla. Así ― Todo será mejor si todos ponen en práctica mi
como lo saben todos, estas criaturas feas que les consejo. [...] Limpien sus hogares al menos 10 ve-
atacan día y noche provienen inicialmente de un ces al día, cambien las manijas de las puertas por
murciélago endiablado. Entonces, quién mejor unas de cobre. Remojen sus escaparates con creo-
que yo, Batman, conoce a este roedor alado. lina, tomen baños de agua sulfurosa, no duden en
Denme solamente su acuerdo y encontraré al beber un poco de legía, es radical pero efectivo.
murciélago culpable, es decir al primero que Finalmente, salgan de su hogar solamente vesti-
transmitió el mal. Les aseguro que puedo hacerlo dos con burka para las mujeres o traje de apicultor
porque son mis congéneres. Les garantizo que es para los hombres, etc.
una maldición y que todo acabará inmediata-
mente solo cuando lo habré aniquilado. La muchedumbre confinada: Algunos de comenta-
rios frente a la pantalla.
La muchedumbre confinada: Algunos de sus co- ― ¡Este tipo está completamente loco!
mentarios frente a su pantalla. ― Yo lo encuentro interesante, creo que tiene ra-
zón.
― ¡Es una gran idea! ― ¡Nunca me pondré un burka, prefiero morir!
― ¡Esa persona se ve muy bien con su traje!
― ¡Él dice la verdad!
― Al menos es gracioso. Escena V
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― ¡Buenas noches!, para nosotros los filántropos, lico. [Sonríe] ¡Ni siquiera estoy hablando con uste-
nuestro credo es el progreso, es lo que ha conmo- des acerca de todas las sorpresas que va a reservar
vido a toda la humanidad y es la tecnología la que el implante!, etc.
ha hecho, la que hace y la que nos mantendrá
avanzados. Es a través de ella que Prometeo trajo La muchedumbre confinada: Algunos de sus co-
luz a la humanidad, es a través de ella que nos mentarios frente a su pantalla.
movemos a diario, que fuimos a la luna, [Se atreve,
impasible] pronto iremos a Marte, Venus y Júpiter. ― ¡Es maravilloso, este tipo es un genio!
Es por ella que combatimos la enfermedad, baja- ― Confío en él, nunca se equivoca con sus 300 de
mos la mortalidad, alimentando a los más pobres. CI.
Hoy más que nunca, les propongo no un milagro ― Esto es realmente lo que necesitamos, ¡es la so-
sino una nueva tecnología que nos hará resisten- lución a todos los problemas!
tes a la enfermedad. Créanme, tenemos las horas ― ¡Es una revolución tecnológica, este tipo es in-
contadas, debemos actuar rápidamente para ven- cluso mejor que Leonardo da Vinci!
cer al enemigo que quiere reenviarnos a la edad
de piedra. Para hacer esto, solo necesitan aceptar
el implante de un chip digital subcutáneo multi- Escena VI
funcional: primero, detectará cualquier enferme-
dad y, por lo tanto, ni siquiera necesitarán un mé- El animador Quasimodo: Precisamente son las 21
dico, ni papel en general. Ustedes serán capaces horas, el momento tan esperado de la gran decisión “de-
de pagar todas sus compras con él, mágico, ¿no? mocrática”.
Entonces será una cura para la delincuencia ya
que todos sus datos, es decir, sus contraseñas, có- ―Ya han televotado por quien les liberará. Ahora
digos digitales, sus datos bancarios [Otra vez se voy a compartir los resultados con ustedes. [Es el
atreve, sin molestias] e incluso podrán arrancar su representante principal de las criaturitas quien, invisi-
automóvil con este chip. Además, en estos tiem- ble, le da al animador Quasimodo un sobre igualmente
pos difíciles, se les implantaría a un precio simbó invisible pero que hizo “casi desapercibido” parpadear
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Raúl Guadalupe
Historia de la Realidad
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hombros un pelo lacio blanco como la espuma y lugar y época”, decía el Kano.
lucía una barba inmensa que junto a su estatura Pericles llega, se sienta, y al instante el Kano
parecía que estábamos frente a un ser de otro lo aborda:
mundo. —Usted, ¿viene del fin del mundo o del Génesis?
En los tiempos tumultuosos de la universi- —Creo que vengo del mundo de maíz de los ma-
dad, Pericles siempre buscaba la forma de conti- yas.
nuar su reflexión sobre el problema filosófico que —Pues tenga cuidado que no lo confunda con
le obsesionaba en esos tiempos, la existencia de la una mazorca. De hecho, yo usted no iría al mercado.
realidad. Obsesión provocada por la invasión en —Tomaré en cuenta tu consejo y cuando nece-
la academia de una multitud de giros intelectuales site comprar alimentos te llamaré.
que, a su juicio, tenían como propósito oscurecer Con una mueca de sonrisa irónica que mos-
el entendimiento del mundo. Al menos los líderes traba el entendimiento entre estos dos individuos,
estudiantiles de la huelga todavía andaban sobre los ojos de Pericles se posaban en el rostro de su
sus pies con un inmenso triángulo cuyas rectas en amigo esperando la contestación: -Bueno, eso te
fuga hacían girar sus cabezas sobre la realidad. puede costar un paquete de Schaefer.
El día en que se decretó la huelga, Pericles El Kano con su lengua de siglos le inquiere, esta
salía de su oficina cercana al Teatro de los aconte- vez con un tono de más seriedad, ¿habrá huelga
cimientos y se dirigía al cafetín de Juan, ya el es- otra vez? Y Pericles llevándose un sorbo de ex-
píritu necesitaba las energías de los alimentos. El preso a su paladar lo mira sobre la tasa y le dice:
cafetín de Juan era un espacio de fuga cósmica —Creo que es inevitable. El gobierno anda
para el profesor, desatendiéndose de la seriedad creando demasiadas confrontaciones con la población.
de la sala de clases podía sonreír ante las aparen- Asesinatos de independentistas, guerra contra los que
tes estulticias de uno de los empleados conocido no tienen casa y aumentos en el costo de la vida, es
como el Kano. Este sujeto tenía el don del habla y inevitable que la huelga estudiantil vuelva por sus rue-
con una carga irónica heredada de siglos, inquiría dos. Tienen que hacerlo, a este país le falta un poco de
trébol.
con un chiste en forma de pregunta a Pericles,
—No, no, no vengas con tus acertijos- le riposta el
“Para ver sonreír a aquel gigante nórdico fuera de
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Kano. Mientras toma la orden de un recién comen- ciudad respira las emociones y pasiones de los
sal que se sienta al otro extremo. acontecimientos creando una dulce atmósfera
La seriedad de su semblante indica que e mun- como preámbulo de los encuentros. Pericles se
do no anda bien, al menos para él. Pericles rota su toma su último sorbo de expreso y piensa cómo
mirada hacia el sujeto. Se percata de su semblante estos nuevos acontecimientos estremecerán al
ajado, raro de un hombre joven que exponga se- país. Habrá una ley inefable que determina el
mejante rostro al universo. El Kano le dice con los proceso de esta comunidad, piensa. Kano aparece
ojos a Pericles como interrogando de dónde había como saliendo de la paredes del restaurante y le
salido semejante individuo. Pericles con su disi- pregunta -¿Vas a comer? Pericles no contesta de
mulo no bien ensayado se percata que el joven inmediato, sigue observando de forma disimu-
ajado lleva bajo su hombro, El origen de la tragedia lada al individuo extraño. Esta vez lee de forma
de Federico Nietzche. He incursionando en la concentrada el texto en cuestión.
provocación en plena voz sobre el trajín, Pericles —Sírveme para llevar una de sopa de pollo con
le comenta al Kano, “sabes lo apolíneo se funde con un poco de arroz blanco.
lo dionisia-co en el ser, es precisamente esa tempestuosa Pasan tres minutos y la comida ya está servida,
tensión lo que en parte nos define …” Kano mira al el Kano como todos los días le apunta la orden en el
sujeto ajado que se presta a pedir una mixta de libro de las deudas semanales y el profesor se despide;
arroz blanco con habichuelas rojas y carne gui- —Te dejo con el lector de otro mundo.
sada, y le pregunta de que hablará ese señor de
pelo blanco –refiriéndose a Pericles-. El joven 2
ajado no cede al intento de provocación de los co-
mensales. Kano se retira para orde-nar la cmida a Al otro día, Lirio de camino a la universidad
la cocina. vuelve a repasar las notas que había redactado so-
Un viento viejo entra en el local que hace es- bre la pregunta que les había dejado sobre el tin-
quina con la avenida Ponce de León. Alisio que tero el profesor de filosofía.
viene y recoge el aroma de los árboles que alfom- —Cómo pensar que la realidad es un puro cons-
bran las veredas del campus universitario. La tructo del lenguaje. Si el lenguaje fónico se sabe que
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surgió mucho después de la existencia comunitaria de libro de Ferrater Mora. En un extraño giro mental
la especie humana. Cómo pensar que la piedra, los ríos se dice asimismo – ¿y si Berkeley y Kant tenían ra-
y la vegetación son meras palabras, que su realidad no zón?
es independiente de la conciencia. Ya la ciencia había En esos momentos una masa compacta de
descartado con evidencia ese postulado del idealismo fi- estudiantes entra por el edificio Luis Palés Matos
losófico. y comienza a sacar estudiantes de los salones. Gri-
En clases anteriores el profesor de La Torre taban consignas contra el gobierno. Lirio mira a
había disertado sobre la obra de Frege soste- Alejandra y ambos sin mucha confusión cierran
niendo que la misma había vuelto a recuperar el sus cuadernos y se suman. Habían rumores de
vínculo entre la ciencia y la filosofía. Vínculo que que Roberto Alejandro hablaría en el portón de
había quedado roto en los ascensos y descensos entrada de la universidad o que podría entrar en
del post-Kantismo. Para el profesor la obra de cualquier momento al recinto retando a las auto-
Frege vuelve a la función del organon aristoté- ridades jerárquicas de la institución y todos anda-
lico, la lógica servirá para establecer las proposi- ban emocionados.
ciones conducentes al objeto de la verdad.
A Lirio esas proposiciones de Frege no le 3
quedaban muy claras, nada le quedaba muy claro,
su pensamiento divagaba entre los desprendi- Cinco años después había ocurrido una po-
mientos teológicos de la iglesia protestante en la lémica intelectual entre Pericles de la Torre y Fer-
que sus padres lo criaron y los fundamentos de las nando de la Mirándola a propósito del Centenario
ideas colectivistas que había aprendido en los dis- de Carlos Marx. Fernando de la Mirándola había
tintos grupos rebeldes de universitarios. sido el responsable de ubicar a muchos estudian-
Así en su caminar reflexivo llega hasta el tes suspendidos en universidades estadouniden-
aula. Entra, y se topa con Alejandra que tranquila ses, Lirio Pavonsé fue uno de ellos. Pues en sus
y con desdén le dice, ya tienes tu discurso prepa- encrucijadas filosóficas trascendentales aquel día
rado para la tanda de hoy. Lirio le hace una en que de la Torre no llegó y se confundió con la
mueca y se sienta. Abre su libreta de notas y su marejada en protesta se dice que terminó clausu-
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rando salones con clavos de 5 pulgadas y que en Pensaba en las formas del regreso, cómo
su euforia alcanzó estar al lado de Roberto Alejan- volver con este baúl de historia en el cerebro. Los
dro y su cuadrilla de rebeldes. Por lo que fue ex- días de lecturas intensas en las bibliotecas de la
pulsado de la institución. universidad y de la ciudad de Boston, aprehen-
Los días de Lirio Pavonsé en las universida- diendo todas las lógicas de la sociedad postfor-
des de Nueva Inglaterra le había insuflado unas dista y los cuestionamientos, serios para él, sobre
ideas con las que congenió de forma más signifi- la centralidad del sujeto eran edénicos. ¿Podré te-
cativa para su futuro. Las críticas al mundo mo- ner está temporalidad en la isla? La galaxia ahora
derno occidental esbozaron planteamientos del era invadida por muchos signos, signos que lo di-
fin de todo, incluso de la realidad. Una filosofía rigían hacia el final de su carrera. ¿Ser o no ser?
del lenguaje hacia que la interpretación del Pregunta shakespereana que invadía las corrien-
mundo se posara en el verbo del Génesis bíblico. tes de axones de su sistema nervioso.
Toda una nueva fraseología era necesaria para Roberto Alejandro lo esperaba en un café en
huir de lo real. la ciudad histórica, cerca de la casa que fuera de
Los días de Lirio en las universidades de Edgard Allan Poe. Lirio llega unos minutos retra-
Nueva Inglaterra transcurrían entre las lecturas, el sados. Roberto quería comunicarle a su amigo de
café y el frío. Fueron momentos propicios para la su decisión de quedarse en esta parte del mundo,
reflexión y la divagación pausada para ver y en- antes Roberto le pregunta de cómo le fue en los
tender los fenómenos del mundo, incluso la situa- exámenes de grado. A lo que Lirio contesta que le
ción de su isla en el Caribe. Pensaba en la figura fue muy bien a pesar de los meses cargados de lec-
del hombre de Ponce que estuvo en estos lares es- turas y apuntes. En un giro casi sorpresivo Ro-
tudiando y cuando regresa al trópico se inserta berto Alejandro le muestra un texto de José Luis
con astucia e inteligencia huracanada en los deba- González, titulado Conversación en Llano Verde. Le
tes locales. Llevó una voz nueva sobre el ser y el dice este libro ha abierto un debate intenso en la
espacio que incomodo a los cómodos insulares. isla. José Luis pretende una reescritura de la his-
Pero Lirio dentro de sus nuevos aprendizajes con- toria política de la isla, siempre el debate abre ca-
traponía esos momentos a los suyos. minos y le obsequia el libro. Lirio se queda mi-
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rando el mismo y le pregunta, ¿Qué vas hacer, te
regresas o te quedas? Roberto Alejandro lo mira Pues en el mundo dominado por la informá-
fijamente y le dice, se va hacer difícil que regrese tica podemos estar en todos los mundos a la vez,
pues acá ya me ofrecieron un puesto en una uni- los instrumentos nómadas son el auténtico orga-
versidad y en la isla todavía me ven como el co- non que han producido una ruptura con la tradi-
munista sangriento por lo que será mejor que- ción y la fijeza, es el mundo del mercado posfor-
darse, además, no poseo un apellido universitario dista. Estas versiones estadounidenses de las nue-
a quienes le guardan puestos. Lirio, posa su mi- vas metafísicas francesas coparon el convenci-
rada en el texto y dice bueno, pues yo me regreso. miento de muchos estudiantes, entre ellos de Lirio
¿Llano Verde, existe? Roberto se percata que su y su amigo Jean Dukesne.
amigo quiere cambiar el rumbo de la conversa- Al regresar a la universidad, Lirio ya era
ción y le sigue, “Llano Verde es una ficción como todo un joven profesor que llegaba a matar al pa-
las entradas clandestinas de Roberto Alejandro al dre, sin duda, a su padre simbólico, Pericles de la
recinto clausurado”, Lirio no pudo aguantar la Torre. Llegaba a matar el estatuto de lo real, pues
risa y ambos deciden que es el momento para un el pasado, el presente y el futuro eran solo capsu-
scocht para calentar el cuerpo. las lingüísticas. Lirio recordando a su tío Segundo
Ese fue el último encuentro entre Liro y Ro- Pavonsé, según la historia contada por Don Emi-
berto. Luego se escribirían copiosamente en un in- lio D. Valcárcel, llegaba con el propósito de hacer
tento por reinventar el mundo. un funeral y con ello implantar un novedoso
campo de la evasión.
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Giovanna Benedetti
Música para las fieras
(Poema en quince cantos) -fragmento-
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II
Y se hablará
de encantamientos: que hubo pacto, maleficio.
Que traíamos ya indispuestas las líneas de las manos
y una cartilla de deudas en expansión perpetua.
Que nos habíamos hecho prófugos
de nuestras pobres narrativas
fermentando como espuma la fatiga de los vientos.
Y que atrapados como estábamos
entre el río y su turbulencia
discurríamos hacia arriba, alrededor, sin punto fijo:
(como esas necias crónicas viajeras del paisaje
que se acercan por detrás huyendo de los riesgos).
(…)
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XIV
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Pabellón de la rosa
Detrás de todo resplandor está la rosa.
En una sombra fugaz, también lo está.
Moviéndose silenciosa, en la nostalgia, está la rosa.
y está en el fondo del mar y en las promesas.
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muchedumbres de orquídeas.
Y fue su concha viva/viva fuente
ombligo primigenio
y hubo luna menguante
(día segundo).
Y dijo el Huracán:
¡Reviente el firmamento
y haya tormenta
y caiga el aguacero
y hierva el continente
de lagartos
de iguanas
y de grillos
y sean sus bestias
tantas como estrellas!
Y así fue.
Cayó la lluvia a flechas
sobre las sementeras
y zumbaron en las miasmas
las libélulas
las ranas
los zancudos.
Y hubo
en los cardinales trópicos y nieves
y desiertos y pampas y arco iris
(día tercero).
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¡Hágase el jaguar
—dijo la luz—
y se hicieron las selvas.
¡Sea el relámpago
la lengua de los valles!
y surgió la anaconda como un río.
¡Vuele hacia
el amanecer el cóndor
y sean sus alas nubes!
Y alzáronse los Andes
hasta el cielo.
¡Vénganos un dios!
—gritó la sangre—
y fue el pájaro quetzal
libre y altivo.
Y hubo en los altiplanos
pedernal de fuego nuevo
y serpientes emplumadas
(cuarto día).
El Corazón de la Montaña
habló sobre las serranías:
¡Que sea el maíz
el polvo de mi carne
que broten de su espiga
los murmullos
y de sus granos el hueso
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y la simiente!
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y de Occidente.
Y quedaron sus arcanos
sellados para siempre
(sexto día).
Nocturno de la luz
Cállate luz:
no me apagues la sombra.
Deja de golpear implacable en mis ventanas
y regresa a tus niveles: vade retro.
No te preocupes si enciendo otro sol bajo mi espejo
y descuélgate de los rosales que entoldan las azoteas;
de esos encajes larguísimos y de esos corpiños de seda
que la araña ha ido tejiendo con la fatiga del viento.
Cállate luz:
no me apagues la sombra.
No quiero que le abotones el aire a mis entretelas.
Anda y quédate, si quieres, con mi frasco de tormentas
pero devuélveme las tinieblas y pon rumbo a tu cortejo.
Cállate luz:
que me estás chamuscando el sueño.
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Asperas concordias
Me apuran los contornos
de una cruel correspondencia
que lenta y siempre torpe persigo con mis letras.
Y digo cruel, maldita sea, porque me abruma:
¡tanta luminosidad …y yo sin señas!
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cedía cuando una mano estaba en ella, cuando la mareada. La dejó tocar. Ella trazó la costura de
estrechaba y la rodeaba y la acercaba, tibia y la- una cicatriz con la punta del índice, suave, largo,
tiendo, en el instante antes de entrar. y creyó morir.
En un sueño repetido leía, explayándose en
una página improbable. Las letras se esfumaban
de las palabras tan pronto las descifraba, y ella ol-
vidaba lo leído y caía, volviendo a escalar las cur-
vas y ramas de las marcas, volviendo a leer. La
página desaparecía. Una mano hermosa surgía
El toque fue su alivio y su encierro. Le tomó
entonces, redondeando contornos, contando tre-
un tiempo darse cuenta de que medraba ahí, en lo
nes y estelas, y su sueño era entonces un vapor.
material. Y como sus únicas pérdidas eran las pal-
La mano era eterna y próxima, como ella imagi-
pables, no podía acercarse a lo que otros quizás
naba que existían en algún sitio las flores de con-
vivían: era incapaz de sentir por encima de ellas,
trabando. A veces se venía, y entonces desper-
de desear en abstracto o de sufrir conceptos. El
taba.
hambre persistente, el olor imposible del ámbar,
Las manos de sus pesadillas eran suyas y
el color de la sal: todo redundaba en su piel, en la
ajenas. Eran las manos surcadas de venas de vieja,
voluntad sencilla de sobar. Sus aflicciones no eran
las manos de la vieja que insistía en besarla, las
sino ausencias. Revestidas de ira y melancolía,
manos que mataban a cosquillas, la vena que en
ellas eran los agujeros que quedaban cuando ya
otras manos daría punzadas de deseo y que en és-
no había forma o textura. Así imaginaba el in-
tas protuberaba, henchida, y la invadía en dibujos
fierno: el deseo vejado de yemas dormidas.
fractales como las curvas del caracol.
Una lengua como una mano se escondía,
Un poco después, ya casi sanadas, él dejó
sorda a toda petición, convencida de que el con-
que ella le mirara las manos. Las posó, palmas
tacto con aquella otra la destruiría. Sabía muy
arriba, sobre las suyas. Dijo algo en chiste: no tra-
bien que pasaría así. El roce con la lengua que
tes, todavía no puedo jugar quemaíto. Lo oyó de
pide (la que busca entrar, hablando su lengua an-
lejos, porque ya eso se le derramaba por dentro,
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fibia, que sopla, que arde y humedece todo lo que rador que se lanza a catalogar nuevos territorios.
toca) tacharía a la otra de este mundo: la haría va- Los rusos entendían. Su ruso había enten-
por. Una lengua es buscada, y en su voz pasiva se dido, dicho sea de paso. Pero, como suele ocurrir,
mete muy adentro de sí, se enrosca casi al infinito. no recordaba mucho de la última vez que lo vio.
Casi. Al instante se alarga, dura e imposible, em- Ella lo había deseado una vez.
peñada en alcanzar a la otra que ama, a la que Algún tiempo después, algo pasó. Era un
teme. Así también se mueven las olas. Ella lo sa- llanto, y luego, todo a la vez: el salto del pecho, la
bía desde muy temprano. urgencia rapaz, la ría que quema y fluye, eléctrica.
Volvió a esta nota de prensa en torno a Ígor La voluntad que borra. La ceguera. Corrió hacia
Spiridónov, director del Centro de Tecnología él.
Biométrica de la Universidad Técnica Báumans- Llegó por fin, resoplando tropiezos. Se aba-
kaya de Moscú, recordada más o menos así: lanzó, lo agarró y sintió el átomo fuerte y caliente
El sistema biométrico, llamado "Malajit", se basa en el que tiembla y que pide. Y luego, todo a la vez: los
estudio de las crestas papilares, que presentan pliegues surcos llenos, veloz la corriente, se abrió el pedir
y dibujos epidérmicos que son intransferibles e irrepe- entero, bajó su leche y por fin, ay por fin, durmió
tibles. el ansia.
Muchos años antes de leer esto, ella repetía La única cosa que logró bien lograda fue ali-
el acto, repetido. Se pasaba la mañana tocándose mentarlo.
la cascarita que le había crecido alrededor del tajo Un poco después, por un tiempo muy limi-
en su dedo pulgar. La sobaba y la rozaba con la tado porque así suele pasar, ella notaba algo.
uña, mirando, mientras tanto, hacia puntos inde- Cuando le agarraba la mano al hijo, se aferraba a
terminados y fluctuantes en la dirección general ella con un afán de respiros cortos, mudo y deses-
de la sala, tratando, sólo por medio del tacto y sin perado, porque esta mano estaba siempre justo
hacer trampa con la vista, de contar los valles y fuera de su alcance. A veces era porque el borde
cimas de su relieve. Su propia costra, de topogra- de una manga molestosa se interponía entre la
fía única e irrepetible, le proporcionaba una satis- muñeca del niño y su madre, pero la verdadera
facción plena y la anticipación gozosa del explo- razón es que esta mano, efímera y caprichosa, era
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de otro mundo, y por más que intentaba agarrarla tiempo: ni siquiera ocurre, de hecho, porque para
no llegaba a conocerla. A saberla. Tan pronto se ocurrir se necesitan las secuencias, y éstas desapa-
ofrecía a la suya, esta mano se le escurría por entre recieron en favor de la cosa. Y por eso los borrones
los dedos, y aun cuando estaba firmemente atra- de las esquinas, el embote de una punta, los lima-
pada se rebelaba, se esfumaba in situ, y ella no zos y sus polvos, los brazos fantasmas –ninguno
veía el truco, no sabía de dónde salía esa magia de ellos pasa, ninguno acontece. Todos dependen
negra de la mano errante. del ojo, del párpado que cierra a medias, de la luz
Una vez (y el recuerdo se escapaba, otra que los ilumina.
vez) su deseo lo sintió próximo a la devoción. En Cuando el ojo se acerca de reojo, éste ve los
el interior de la muñeca de ese hombre, su vena. vacíos y ve a sus inquilinos; soba las pieles y lame
Las letras de un sueño lejano se posaban ahí, ha- en sus huecos. Pero cuando se posa en directo, el
ciendo una leve presión, la ve y la ene acolchona- ojo no logra ver. O si ve, se aniquila y mata lo
das en piel, puente mullido entre sangre y aire. visto. Pasa con el sol, pasa con los gatos austria-
Ella apretaba un poco. La vena se retiraba y vol- cos; pasa, a veces, con el golpe del deseo. El ojo se
vía a salir, un resorte tierno, el rebote del pétalo posa ahí, fuera del tiempo, siempre ahí y nunca
que una vez rasgó sin querer queriendo. Podría antes visto, y las partes de ese cuerpo están, a to-
haber cortado, vaciándolo del todo, pero había das luces, en esfumo. Al mirar, todo retumba en
algo que se lo impedía, o que, quizás --fetiche al la piel. Así siguiera viendo ella, así podría seguir
fin-- la llevaría a ese lugar compulso, a pedir en- tocando, seguir siendo.
trada en la hora cruda. A minar esa vena. Pero ella se va quedando ciega. La cosa en
Ahora ya las partes se van borrando. Sus de- su mano ya no es. Un sentido y un fetiche, idos,
limitaciones se pulverizan en una tinta marina como la que los tuvo por tanto tiempo, como casi
que se expande por todo el lienzo, átomos falsos todos.
en riesgo y derrame. Esto no ocurre dentro del
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De repente
todos somos vaqueros
o ladrones de banco
con la cara medio tapada
para protegernos del polvo del camino
o para que no nos identifiquen,
a menos que ¿con valentía? exhibamos el rostro entero,
entonces llegaremos posiblemente a convertirnos
en polvo (mas no enamorado)
o en monedas (al César lo que es del César),
con los cuales, en el primer caso, cubriremos el propio o ajeno sepulcro,
o, en segundo término, le pagaremos el cruce del río a Caronte
para no tener que vagar cien años por la ribera antes de arribar al Hades,
donde en este momento están (o estarán) de fiesta los insensatos
que creyeron estar solos en este planeta
jugando a bolita y hoyo.
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[La pupila
del jabalí]
Max Ernst, Page from Une Semaine de Bonté, Volume II: Water, 1934
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saje de la ruina”. dianidad. Basta con leer “Bizarro”, relato que pre-
En la descripción del interior del faro, la au- senta a la narradora que, al expresar su voluntad
tora transmite la sensación de un tiempo suspen- de salir “para olvidar” y “escapar de sí misma a
dido, lo cual queda acentuado con la imagen de través de su propia piel”, se internó en una cueva
una pared llena de relojes que, según el narrador musical en que ella flotaba como en una especie
del relato, “[d]aban la sensación de que en aquel de paroxismo y, al tensarse en el baile, “todo co-
lugar se marcaba un tiempo remoto”. menzaba a ocurrir como una película sin sonido”;
De ese modo en “Pájaros”, como a través de “[c]omo cuando uno se hunde en el agua y no
los diversos relatos y poemas en “Conversación puede captar la propia voz. Ya fuera de ese estado
en la Neblina”, la autora plantea la elasticidad del de estupor, al salir de la “cueva”, se comu-nicaba
tiempo e instaura la atemporalidad como período con el filósofo Zier en “un pensamiento lelevitante
en el cual se desarrolla su narrativa y su poesía. Al que se transmite telepáticamente”. Toda esa mez-
sumergirse en la lectura, el lector advierte dicha cla de ideas y sentimientos que late en “Bizarro”
sensación de atemporalidad, pues los relatos y las es un paisaje abstracto y onírico a la vez, con pin-
personas parecen indistintamente de cualquier celadas ambientales de film noir. “Bizarro” es, a la
tiempo. Las arquitecturas y estructuras que des- vez que sensual, hipnotizante, un ensordecedor
cribe, aunque desoladas, transmiten de algún mo- grito callado de a quien “[s]e inundaba el cuarto
do la vida que una vez habitó en ellas y que, en más oculto de su mente.
cierta forma, persiste, pues para la autora el ser En “Pájaros”, la escritora expresa su frustra-
humano, con sus aspiraciones, sueños y el desa- ción ante una tecnología fallida, que no cumplió
rrollo de su quehacer, elaboró objetos y lugares las expectativas humanas. El supuesto “pájaro
con visos de permanencia, sin plantearse su des- perfecto” construido por el ser humano una vez
trucción u olvido. El ejercicio mismo de leer “Con- se extinguieron “los pájaros del mundo”, en reali-
versación en la Neblina” activa en la mente la idea dad “nunca pudo ser controlado.”
de un tiempo diferente, más pausado, lo cual con- En su pensamiento del mundo ideal, sin em-
trasta con el tiempo a un compás más acelerado bargo, la autora plantea la telepatía sistematizada
en que se encuentra inmerso el lector en su coti como consecuencia del desarrollo tecnológico y
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cómo esa posibilidad de comunicación podría metría del espacio, debe haber interrupciones si-
operar a un nivel superior al dolor que provoca el milares en la simetría del tiempo, generándose en
quebrantamiento físico humano. Aunque de cara éste un movimiento perpetuo. Este concepto reta-
a su deceso material, Dazai dialoga con el narra- dor ha estimulado la imaginación de muchos, al
dor mente a mente, con una asombrosa serenidad punto de teorizarse sobre la posibilidad de viajes
y lucidez, teorizando sobre el tiempo y el origen en el tiempo. Han explicado estudiosos del tema
de los miles de pájaros que amenazaban al ser hu- que en un cristal del tiempo, los átomos se en-
mano que creía haberlos hecho perfectos. El na- cuentran en el espacio a diferentes puntos en el
rrador advierte cómo, en su lecho de muerte, la tiempo, cambiando direcciones como si una
mente de Dazai se encuentra asediada por “[l]a in- fuerza los disparara.
terposición de los recuerdos, la memoria en des- En su escrito titulado “Could these crystals
orden, la precariedad del recuerdo…”. Se apodera help us travel through time?” (Popular Mecha-
del narrador, sin embargo, “[u]n pavor circun- nics, 11 de febrero de 2020),* Stav Dimitropoulos
dante por debajo de mi piel”, tanto por saberse ex- entrevista a Vladimir Eltsov, quien se dedica a la
puesto en su pensamiento, como por conocer a ca- disciplina de la Física Aplicada en la Universidad
balidad el pensamiento de Dazai. Aalto en Finlandia, y quien, en mayo de 2018, con
La narrativa y poesía de Glendalys se pre- otros dos colegas, llegó a transformar un cuasi-
senta hasta cierto punto como la manifestación li- cristal del tiempo en un superfluido cristal del
teraria de la teoría de los cristales del tiempo tiempo. En la entrevista a Eltsov, éste, si bien no
(“time crystals”), del físico Frank Wilczek, quien pudo descartar en principio la posibilidad del
fuera laureado en 2004 con el Premio Nóbel y viaje en el tiempo, explicó que entender dicha po-
quien, en 2012, causó revuelo con dicha teoría. sibilidad requeriría inmensas densidades de ener-
Wilczek aseguró tener prueba de la existencia de gía, que son imposibles de producir en un labora
cristales del tiempo, concepto que formuló en torio ahora o en un futuro previsible
atención a que, de ordinario, se piensa de manera La anterior digresión, si para algo sirve, es
simultánea en el tiempo y el espacio. Según el para que se pueda apreciar la fecunda imagina-
científico, así como los cristales interrumpen la si- ción de Glendalys, quien cuenta con las densida-
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des necesarias de energía para reflexionar y rego- el paso del tiempo se nos imponen modos, máqui-
nas, velocidades, métodos para hacer las cosas que
dearse en el tema y, tomándonos de la mano, lle-
nos arrojan a una época. Ya esa sensación de perte-
varnos de paseo por esos mundos alternos crea- nencia al mundo estaba fuera de contexto.
dos en su exquisita literatura. Esa ilusión de futuro no materializada, que,
Glendalys misma reconoce las fluctuaciones mientras mantiene en sopor al ser humano pare-
temporales en su narrativa y su poesía, y el miste- ciera vendarle sus ojos e impedirle ver de qué “es-
rio respecto al contexto temporal en que se desen- taba hecha la vida”, exige un despertar; que el ser
vuelve su libro, siendo el aire de lo desconocido humano haga honor precisamente a su naturaleza
posible por ser muy del pasado o muy del futuro humana, pues como expresa Glendalys:
en el tiempo, rompiéndose una simetría que Las quimeras no estuvieron nunca descifradas. Lo
puede lanzar los relatos y las imágenes en cual- que se supone trajera el futuro nunca llegó a ser, los
quier dirección. Explica la autora: “El mismo libro robots con alma, los robots que sudan, la máquina
se va revelando ante el lector como algo inapren- humanizada. Eso jamás llegó para quedarse. Mien-
tras el ser humano mecaniza, automático, despojado
sible que, por inaprensible, pareciera algo que
de su humanismo, de su tiempo. Luego de la era de
viene de lo ignoto, o del futuro”. la tecnología fallida había que enfrentarse al mundo
Ahora bien, ese cristal del tiempo literario otra vez, tal cual lo habíamos dejado, si para algo
que arroja la trama en cualquier dirección, con- servía la vida era para eso.
lleva también un sentimiento de cierto desaso- Y con “enfrentarse al mundo otra vez”, se im-
siego y decepción por el futuro mismo, pues como pone de manera inevitable el careo del ser hu-
expresa la autora en “Pájaros”: mano con su mortalidad. Así lo expresa Glendalys
Uno hubiese pensado el futuro con todos los ses- de manera muy lúcida y dolorosa a su vez:
gos de futuro, lo lejano, lo remoto. Pero lo cierto es ¿Qué queda después de todo? Cuando no hay mente ale-
que estábamos allí, décadas luego sin nada de aque- daña, un universo de ideas antepuesto a otro, cuando la
llo del futuro que se había presagiado en las revis- profundidad del ser es infinita, cuando se acaba el con-
tas o en los periódicos. El futuro es ese lugar que traste de las cosas, las ideas y la humanidad es lanzada a
imaginamos sin olor. Estábamos ante el futuro diseñar su propia precariedad, sus miedos, sus algoritmos,
mismo, pero con ojos truncos. Era cosa de no saber su automatismo del deseo. Qué es un ser humano solo en-
de lo que estaba hecha la vida. Repentinamente en medio de la nada, sin gestos, sin espejos que nos acompa-
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ñan, las conversaciones, las diatribas, la literatura, el ma entraña, se activa la imaginación y nos plan-
amor, la matemática, la geometría, los mitos, los diálogos,
la ira, el silencio, la música, arte, preguntas, teorías, ma-
teamos cómo lograr succionar el alma y la mente
ravillas, extrañezas, la imaginación, los miedos, la cien- de cada ser humano y archivarla de manera per-
cia, la risa y la estupidez. manente, no solamente sus recuerdos y senti-
En lo personal, ese pensamiento recurrente mientos, sino sus procesos pensantes y emotivos,
que compartimos los seres humanos, ha afian- esto es, llegar al punto en que no tuviéramos que
zado mi fe en Dios, pues ¿qué sentido tendría lle- adoptar una actitud resignada ante la inevitabili-
gar equipados con la capacidad de generar tantos dad de la desaparición de esa savia emocional e
estímulos que se desbordan de lo material si a fin intelectual que conforma a cada ser humano. Y no
de cuentas todo se extinguirá con la materia? me refiero a perpetuar una persona en el recuerdo
¿Puede acaso algo tan concreto, orgánico y sensi- y en el corazón, que es el recurso que siempre uti-
ble a los sentidos como es un corazón que bombea lizaremos para no dejar morir del todo a los seres
acompasadamente, o el sistema respiratorio hu- entrañables al alma. Mi deseo es poder preservar
mano, determinar la trascendencia de lo que nos todo eso tan perfecto y maravilloso que entiendo
hace humanos: la capacidad de llorar, reír, amar, no es lógico que desaparezca con el deceso de la
odiar, disfrutar del arte, de la vida, de sostener materia.
una conversación alma a alma con otro ser hu- “Pájaros” es un tratado existencial de con-
mano, angustiarse sobre qué hay después de la tundencia; una punzada al alma que inquieta y
muerte? ¿Quién colocó en primera instancia esos duele, pues la escritora nos encara con los temas
sentimientos en el ser? Me resisto a pensar, y acep- fundamentales que muchas veces, en el deseo de
tar, que algo tan concreto y corruptible como es el ignorar la precariedad de la existencia, preferimos
cuerpo, dicte los caminos del alma. Otros tendrán no ver. Recuerdos, memoria, sueños, vida,
diferentes explicaciones a la mía, pero lo cierto es muerte, vacío existencial, temor ante el dejar de
que todos siempre nos planteamos la pregunta ser, o llegar a “no ser”, dentro de un clima gélido,
que lanza la escritora: “¿Qué queda después de oscuro, son temas que Glendalys plantea sin timi-
todo?” dez y con la urgencia de encontrar respuestas.
Y con su pregunta, y la angustia que la mis- “Pájaros” puede haber recibido su estímulo ini-
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cial, o quizás el decisivo, en ese viaje a Salinas las musitaciones literarias de la autora, y no po-
desde Aibonito del que habla la autora, por un ca- dría ser de otro modo, pues nos acompañan en to-
mino que era “una gran piedra agarrada de la do momento, hasta en ese instante en que, de cara
nada”. En Dopplegänger, como en otros relatos en a la muerte, telepáticamente el narrador de “Pája-
su libro, Glendalys muestra el ambiente frío, os- ros” descubrió la mente de Dazai asediada por
curo y misterioso de la montaña, acentuado su te- “[l]a interposición de los recuerdos, la memoria
nebrismo en horas de la noche, cuando la mente en desorden, la precariedad del recuerdo…” Tan
suele producir monstruos goyescos. Es una espe- constantes son los recuerdos que no escapan del
cie de determinismo geográfico matizado más por sueño mismo, que es también una especie de
el efecto del frío que por el calor que encontró de- muerte. Los recuerdos se transforman, reconcep-
terminante en el temperamento del habitante de tualizan y metaforizan en el sueño. En su sublime
la Isla la Generación del 30 de Puerto Rico. Quizás y rica expresión onírica en “Vitrales”, Glendalys
ello explique que ante la recriminación lanzada al expresa que “[l]os sueños son como libros perdi-
(la) narrador(a) de “Dopplegänger” por no ha- dos que reencontramos y hay una trama que se
berse detenido luego de golpear a un gato en la queda ahí atrapada a modo de lenguaje escrito,
carretera, surja la pregunta de: “¿Sabes de qué críptico e impenetrable… En aquel sueño todo a
está hecho el mundo a esa hora? ¿Sabes de qué mi alrededor cambiaba de forma, asumía un nue-
está hecha la mirada de un gato a esa hora?”. vo modo de existir. Hay veces que prefiero mante-
Y, como consecuencia ineluctable del viaje y nerme en el sueño. La ilusión de existir en esa ma-
la incertidumbre de haber o no matado a un gato, nera siempre ha despertado mi interés”. Es en el
con la carga histórica que tal posibilidad podía en- sueño que la narradora le indica a Dafne que “…la
trañar, la autora expresa: “No hallaba imaginar vida se asemeja a lo que sueñas cuando estás cerca
cuánto podría durar el recuerdo de aquel frío, la del mar”, mientras “[u]na melodía de Satie entra-
neblina, la carretera”. Sobre el tiempo, reflexiona ba como una brisa desde afuera de la casa, pero el
la autora: “El tiempo es una cosa no fija. No es piano estaba adentro”. Su referencia a Satie añade
como los calendarios; se expande”. riqueza y sentimiento a la imagen del sueño, pues
El recuerdo y la memoria son pie forzado en el lirismo del francés, como en sus fascinantes
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llismo que hermanó arte y ciencia, Seurat logró abandonar esa ciudad donde las palabras se
perpetuar de manera memorable en el tiempo un tornaron cosas que se vuelven vida.”. La autora
paisaje bucólico en que el joie de vivre misteriosa- honra esas ciudades perdidas que una vez fueron
mente se imbrica con la melancolía, esto es, el lo- reales y, de alguna forma, ve perpetuadas
grar ver “[l]os colores del mundo a través de mo- conforme a la voluntad original con que fueron
saicos”, sin olvidar que el mismo paisaje invita a construidas, pues fueron sede de sueños de
que nos fijemos “en ese modo lento que tiene la permanencia, no de la aniquilación tantas veces
tristeza. Parece refractar la luz de una manera dis- provocada por la intemperancia humana.
tinta”. “Conversación en la Neblina” será referente
Esa tristeza también se escucha en el obligado en la literatura puertorriqueña, pues es-
ensordecedor “sonido atroz de lo imposible” que timula el intelecto y pulsa la cuerda más sensible
provoca escalofríos cuando se reconoce que del lector. Su lectura enamora, reta y, pese a lo que
“[p]ara el hijo con hambre no me quedan sugiere el título, la autora le regala al lector una
brazos…”, y se acepta resignadamente que “[l]a cálida conversación que se siente como un abrazo.
muerte es un tren que nos atraviesa” sin haber Su libro es de esos que se aferran a esa memoria y
logrado descifrar el sueño de la vida, pues recuerdos tan neurálgicos a las inquietudes hu-
“¿[a]caso no es la vida, de todos los sueños, el manas y literarias de la autora.
menos descifrado?”. Cuando la muerte hace su Como lector, uno sabe cuando se encuentra
reclamo, la madre acuna en esos brazos que ya no ante una expresión literaria a la que no bastará
le quedan, al hijo con hambre, pues sabe que “en dispensarle una sola lectura, pues el deleite inte-
las fauces del océano habita lo innombrable”. lectual y emocional que de ella emana, cual buen
Mientras tanto, la niña, quien también es mujer manjar, exigirá repetidas degustaciones. “Conver-
con alma de madre “[c]ubre con su pequeña sación en la Neblina” es una de esas exquisiteces
mano los ojos de su muñeca, que abren y literarias que, le advierto, podría causarle adic-
cierran…”, pues “ella no quiere observe las ción.
ruinas de la ciudad donde construyeron sueños”,
haciendo increíble que una vez era “[i]mposible
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*En el artículo se da el ejemplo del “Large Hadron Colli- artículo fue también entrevistado Stephen Holler, físico de
der” (“LHC”), que es el más grande y poderoso acelerador la Universidad de Fordham que efectúa experimentos con
de partículas en el mundo; pesa sobre 38,000 toneladas; cristales en sistemas ópticos, y quien explicó que el LHC
tiene una longitud de 27 kilómetros en un túnel subterrá- es realmente monumental, pero que, para tan siquiera lo-
neo; y cuenta con partículas guiadas por titánicos magne- grar un atisbo a la posibilidad de viajes en el tiempo, haría
tos superconductores a velocidades de 11,000 circuitos por falta algún objeto de dimensiones y capacidades muy su-
segundo, ello a un costo de cerca de de cuatro mil ocho- periores a las del LHC.
cientos millones de dólares ($4.8 billones). Para el referido
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sus 70 años, los sudores de su La otra mano pesca una caliente lata de cerveza
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-Son chismes. Yo lo amaba poéticamente… era y Luis un borracho. Los dos juntos no hacen un
mi primo, y era un dios para mi, aunque digan que los hombre. Y ya yo estoy harta de los gritos de Luis. Me
primos se exprimen; no… vamos, quita. (se ríe como tira con cosas, y me empuja mucho. No puedo decir
la que quisiera decirte más). que me golpea porque …
-Las percepciones de lo que es un golpe
Pero dices con la mano que de ese no están cambiando, Clara. Te maltrató de palabra y
quieres hablar. Mientras, uno o dos de tus gatos gesto.
se cruzan entre tus piernas y las mías buscando -No importa, era mi primo y yo lo adoraba. Era
rascarse con ellas. Los espantas con un lento un pendejo, pero yo lo adoraba. Igual que a… mi pobre
movimiento de tus chanclas de goma rosada y Jóse… A veces se me escapaba y le decía Jóse, con
grimosa. Fumas otra vez. acento en la o.
-Me es fácil volver a esa “otra vida”. Ya le perdí “De la uva exhausta de mis cinco sentidos exprimo
el miedo a los truenos. en tu honor, pardo Adonis, esta gota de vino ...
¡Vino de tedio tinto!
-Vuelve-, le digo. Quiero saber más.
¡Hincha a solas el río seco de mi instinto!
-Todo lo que quieras saber de mi, está en mis
¡Hincha y suelta mi río hacia el bosque perdido
versos, niña. Léeme bien. de lo desconocido!”
-¿Cómo? ¿Cómo te leo, Clara Lair?
-Cada verso es un latido. Ahora veo que se yergue, muy poco en el
sillón Kennedy que le regaló Doña Fela. Como
Y la veo que vuelve. Y se me queda lleva catorce o quince minutos por esa “otra
mirando. (“If You Could See Me Now” de Chet vida”, veo que su rostro se ha desfigurado en el
Baker). de una bellísima mujer de 46 años. Hago zoom a
-¿Hasta donde llegaste, Clarita? su mirada y con ella me dispara ante su completa
-Estoy allí con 46 años. Es 1936. Alfonso Lastra imagen. La diosa antillana, altísima, delgada,
y Luisito se buscan para caerse a tiros. Boberías
pero robusta. De senos turgentes y duros. De ver-
políticas, buchipluma no más. Alfonso es un bellaquín
des ojos en una piel de azúcar pulido que enmar-
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enmarca un rubioso pelo agringado. Sí, parece na, dieciséis o diecisiete veces. Y entonces él la
gringa. Casi gringa, pero no. Por algún lado se le aprieta contra sí y le pega sus labios a los de ella,
sale lo de montaña adentro, Cidra, Barranquitas sin tocarlos, demasiado cerca pero sin… “y ahora,
y demás cerros donde diste tus primeras meadas. muñeca, ¿qué nos hacemos?”
Ahora de fondo de vellonera entra “Azuquita” -¿Nos hacemos?, dice ella separándolo con
de Johnny Rodríguez. Y con él, por la estrecha suavidad y tras recoger su whisky, sube la
puerta del “Saloon”, entra José B. escalera que todos ya sabemos a dónde nos lleva.
Abre la puerta del cuarto – estaba abierta de
“El día, pardo Adonis, donde mi tedio estanco, hecho- y al lado de la cama hay una pequeñita
/es todo blanco ... mesa con dos sillas… pone el Whisky en la mesa,
¡Tedio de la blancura, del color sin color... !
lo mira, en un giro de Greta Garbo cae en la silla
¡Por tu cuerpo y la noche, de mis ojos lo arranco!
y cruza la pierna para él que cierra la puerta tras
¡Mis ojos quieren sombra!
¡Mis ojos quieren triste resplandor!” de sí. Ella saca un cigarrillo y se lo espeta entre
los pintarrajeados labios, esperando fuego. Él
Este negro es muy negro. Es Negro obedece dando de bocadillo un gesto con
diamante brilloso y chispeante, (que los negros no profesión de esclavo. Él se queda mirándola
somos carbón de nadie, pendejos.) Y él viste tan bien mientras ella vuelve a entrecerrar los ojos
que maravilla, por eso hay en la mirada de ella, buscando hombres desnudos.
un soporcito de envidia. Como si los negros
siempre tuvieran que apestar y vestir harapos. -Quítate toda la ropa.
No, este negro no. Y atusándose el bigote 3 cruza -Pero belleza, déjame…
la pista de baile, como quien se va a comer un -Obedéceme, mi negro.
filete con una rica salsibiri de fondo.
“Mi pena quiere alfombra y cortinaje negro ...
-Mira a este…, dice, levantando su ceja Mi pena quiere frente a sí el allegro
altanera ante el titán negro que se le allega de máscara de tu reír sin fondo ...”
rodándole la mano hambrienta por la fina cintura El negro se quita la ropa despaciosamente,
que ante el roce le tiembla hasta la flor de la vagi- mientras ella, en el instante de ver el abrigo aca-
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[Bestiarium]
Enrique Noriega
Guatemala. Poeta y editor. Entre sus poemarios: Post actus y Épica del ocio. Fue premio nacional “Miguel Angel
Asturias” en 2010, por su trayectoria literaria.
Arnaldo Sepúlveda
Puerto Rico. Poeta y traductor. Fenecido miembro de la Generación de los Setenta. Publicó Sangre y Clamor, El libro
del sí, Jugar al escondite de Popa y su srto. Pinguín, colindantes y desamados y Autosucción.
Vladislav Mikosha
Unión Soviética. Guionista, cinematógrafo, documentalista y fotógrafo. Entre sus filmes, se encuentra Primer vuelo
a las estrellas, en toeno al viaje al espacio del cosmonauta Yuri Gagarin.
Francisco Nájera
Guatemala. Poeta, narrador y ensayista. Ha publicado los poemarios Espejo de gran placer y Libro de la historia
universal. , por mencionar algunos. En narrativa corta tiene, entre otros, El Sueño de Dios y Juam, hijo de María.
Giovanna Benedetti
Panamá. Poeta, narradora y ensayista. Premio Nacional Ricardo Miró. Algunos de sus libros son La lluvia sobre el
fuego (poesía), Música para las fieras (poesía) y Lorca: el pentagrama poético de su infinito (ensayo).
Ana Marina Rúa Kahn
Puerto Rico. Asidua colaboradora de Letras Salvajes. Es autora de la novela La anémona. Actualmente vive en los
Estados Unidos.