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Derecho Constitucional. Modulo
Derecho Constitucional. Modulo
CURRÍCULUM VITAE
DATOS PERSONALES:
ESTUDIOS:
• Universitario: Abogado. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires. Fecha de
egreso: Septiembre de 1990. Matriculación como abogado: 07-08-1991. Tomo 45 - Folio: 164 C.P.A.C.F.
• Secundarios: Bachiller Mercantil en idioma extranjero (inglés) - Colegio San Francisco de Sales - Fecha de
egreso: 30 de noviembre 1982.
• Curso de Iniciación Profesional (Anual). Asociación de Abogados de Buenos Aires. Año 1991.
• Propiedad Horizontal: Asociación de Abogados de Buenos Aires. Año 1992.
• Curso Introductorio en Mediación. Dirección Nacional de Capacitación y Comunicación, Ministerio de Justicia de
la Nación. Año 1993.
• Mediación en Derecho de Familia, Carrera de Especialización en Derecho de Familia. Universidad de Buenos
Aires. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Departamento de Graduados. Año 1993.
• Reforma Constitucional. Asociación de Abogados de Buenos Aires. Año 1994.
• Introducción a la Mediación. Carrera de Actualización en Negociación y Resolución de Conflictos. Departamento
de Graduados. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Año 1994.
• Alimentos. Carrera de especialización en Derecho de Familia. Departamento de Graduados. Universidad de
Buenos Aires. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Año 1995.
• Derecho y Democracia. Asociación de Abogados de Buenos Aires. Año 1995.
• Constitución de la Ciudad. Seminario con exposición y debate. Asociación de Abogados de Buenos Aires. Año
1997.
• Derecho Constitucional Económico. Departamento de Derecho Público. Universidad de Buenos Aires. Facultad
de Derecho. Año 1999.
• Realización de dos talleres de carrera docente dictados por el Departamento de Carrera Docente. Universidad
de Buenos Aires. Facultad de Derecho (Módulos I y II). Año 2000.
• Temas de Derecho Público. Departamento de Derecho Público. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Dere-
cho. Año 2000.
• La emergencia en la jurisprudencia de la Corte Suprema. Carrera de Actuación en Derecho Constitucional Ar-
gentino. Departamento de Graduados. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Derecho. Año 2001.
• Seminario de Teoría Constitucional. Departamento de Derecho Público. Universidad de Buenos Aires. Facultad
de Derecho. Año 2002.
• Realización de un taller de carrera docente, dictado por el Departamento de Carrera Docente. Universidad de
Buenos Aires. Facultad de Derecho. (Módulo III). Año 2002.
• Interpretación Constitucional. Departamento de Derecho Público. Universidad de Buenos Aires. Facultad de
Derecho. Año 2002.
• Metodología de la Investigación en Ciencias Sociales. Departamento de Carrera Docente. Universidad de Bue-
nos Aires. Facultad de Derecho. Año 2003.
• Programa de Actualización en Derecho constitucional Profundizado y Procesal Constitucional (160 horas cáte-
dra). Facultad de Derecho UBA. Completado y aprobado en su totalidad, falta la presentación de la Tesina.
ANTECEDENTES LABORALES:
Actual:
• 1985 hasta la fecha: Biblioteca del Congreso de la Nación. A partir de diciembre de 1991 a diciembre de 2004:
Jefe de División Referencia a la Comunidad. Desde enero de 2005: Jefe de División Sala Infanto Juvenil Juan F.
Cafferata.
3
Anterior:
ANTECEDENTES DOCENTES:
Actual:
• Desde 2000: Auxiliar docente de la materia Elementos de Derecho Constitucional. Universidad de Buenos Aires.
Facultad de Derecho Cátedra: Dr. Alberto R. Dalla Vía. Profesor Adjunto. Dra. Graciela C. Zorzoli. Cargo actual:
Jefe de Trabajos Prácticos.
• Desde 2000: Auxiliar docente en la materia: Teoría y Derecho Constitucional. Carrera de Ciencias Política. Uni-
versidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Sociales. Cátedra: Dr. Fermín Pedro Ubertone. Profesor Adjun-
to: Dra. María Cristina Girotti. Cargo actual: Ayudante de 1º rentado por concurso.
• Desde 2003: Profesor de la materia Introducción a las Ciencias Políticas. Carrera de Administración Legislativa.
Centro Educativo de Nivel Terciario (C.E.N.T.) nº 12, dependiente del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Bue-
nos Aires. Desde 2004: Profesor de la materia Derecho Constitucional. Año 2005. Profesor de la materia: Dere-
cho Parlamentario.
Anterior:
• Año 2003-2005: Auxiliar Docente de la materia Introducción al Derecho. Universidad Católica de Salta. Instituto
de Estudios a Distancias. Profesor Titular Dr. Imerio Jorge Catenacci.
• Año 2001: Auxiliar Docente en Derecho Parlamentario. Universidad de Buenos Aires. Carrera de Tecnicatura en
Administración y Prácticas Legislativas. Cargo: Jefe de Trabajos Prácticos.
• 1997-2000: Auxiliar docente de la materia Teoría del Estado Universidad de Buenos Aires. Facultad de Derecho.
Cátedra: Dr. N. Guillermo Molinelli. Profesor Adjunto: Dr. Jorge Omar Bercholc.
• 1992-1994: Auxiliar docente en cursos del Ciclo Profesional Orientado, dictados por el Departamento de Filoso-
fía de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires. Cátedra Dr. Martín Diego Fa-
rell. Profesor Adjunto. Dr. Imerio Jorge Catenacci.
OTROS ANTECEDENTES:
• Concurrencia como Jefe de Grupo de la Dirección de Referencia General de la Biblioteca del Congreso de la
Nación a la Convención Nacional Constituyente. Santa Fe. Junio, julio y agosto de 1994.
• Participación al IV Congreso Nacional de Ciencia Política: “Desempeño Institucional y Control Democrático a
fines de siglo”, organización por la Universidad Católica Argentina y la Sociedad Argentina de Análisis Político
(SAAP). Buenos Aires, 17 al 20 de noviembre de 1999.
CURRÍCULUM VITAE
DATOS PERSONALES:
ANTECEDENTES DOCENTES:
EXPERIENCIA DOCENTE:
• En escuelas medias: desde 2006: profesor interino de economía (tercer año de escuelas de reingreso). EEM 6
de 21. av. Larrazábal 5430. Ciudad de Buenos Aires.
EN FACULTADES: Actual:
• Desde 2000: Auxiliar docente de la materia Elementos de Derecho Constitucional. Universidad de Buenos Aires.
Facultad de Derecho: Cátedra: Dr. Alberto R. Dalla Via. Profesor Adjunto: Dra. Graciela C. Zorzoli. Cargo actual:
Jefe de Trabajos Prácticos.
• Desde 2000: Auxiliar docente en la materia. Teoría y Derecho Constitucional: Carrera de Ciencia Política. Uni-
versidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Sociales. Cátedra: Dr. Fermín Pedro Ubertone. Profesor Adjun-
to: Dra. María Cristina Girotti. Cargo actual: Ayudante de 1º rentado por concurso.
• Desde 2003: Profesor de la materia Introducción a las Ciencias Políticas, Carrera de Administración Legislativa.
Centro Educativo de Nivel Terciario (C.E.N.T.) Nº 12, dependiente del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Bue-
nos Aires. Año 2005: Profesor de la materia: Derecho Parlamentario. Desde 2004: Profesor de la materia Dere-
cho Constitucional.
Anterior:
• 2003-2005: Auxiliar docente en la materia. Introducción al ocho. Universidad Católica de Salta. Megacampus
Instituto de Estudios a Distancia. Sede Buenos Aires. Profesor Titular: Dr. Imerio Jorge Catenacci.
• Año 2001: Auxiliar Docente en Derecho Parlamentario. Universidad de Buenos Aires. Carrera de Tecnicatura en
Administración y Prácticas Legislativas. Cargo: Jefe de Trabajos Prácticos.
• 1997-2000: Auxiliar docente de la materia Teoría del Estado Universal de Buenos Aires, Facultad de Derecho.
Cátedra: Dr. N. Guillermo Molinelli. Profesor Adjunto: Dr. Jorge Omar Bercholc.
• 1992-1994: Auxiliar docente en cursos del Ciclo Profesional Orientado, dictados por el Departamento de Filoso-
fía de la Facultad de Derecho Universidad de Buenos Aires. Cátedra: Dr. Martín Diego Farrell. Profesor Adjunto:
Dr. Imerio Jorge Catenacci.
CAPACITACIÓN DOCENTE:
• Cursado de los Talleres y Seminarios Pertinentes (Módulos) de la Carrera Docente de la Facultad de Derecho
de la Universidad de Buenos Aires.
ANTECEDENTES CIENTÍFICOS:
PRODUCCIÓN ORIGINAL:
• Se mencionan algunos trabajos realizados para el Programa de Actualización en Derecho Constitucional y Pro-
cesal Constitucional de la UBA: “El poder de Reforma Constitucional: su problemática” (42 páginas). “Algunas
consideraciones sobre el amparo y su futura regulación legal” (27 páginas). “Alberdi y la República Real” (17 pá-
ginas). “Reflexiones sobre el derecho fundamental a la participación” (55 páginas). “Algunas hipótesis sobre la
relación entre la Filosofía Política y el Derecho Constitucional” (27 páginas).”Veto parcial y promulgación parcial
en el Derecho Argentino” (21 páginas). Estos trabajos pueden ser acompañados en el momento en el cual sea
pertinente.
5
Curso de iniciación Profesional (anual). Asociación de Abogados de Buenos Aires. Año 1991.
• Propiedad Horizontal. Asociación de Abogados de Buenos Aires, Año 1992.
• Actualización en Derecho Previsional. Asociación de Abogados de Buenos Aires. Año 1992.
• Curso Introductorio en Mediación. Dirección Nacional de Capacitación y Comunicación. Ministerio de Justicia de
la Nación. Año 1993.
• Mediación en Derecho de Familia. Carrera de Especialización en Derecho de Familia. Universidad de Buenos
Aires. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Departamento de Graduados. Año 1993.
• Reforma Constitucional Asociación de Abogados de Buenos Aires. Año 1994.
• Introducción a la Mediación. Carrera de Actualización en Negociación y Resolución de Conflictos. Departamento
de Graduados. Universidad de Buenos Aires.
• Alimentos. Carrera de especialización en Derecho de Familia. Departamento de Graduados Universidad de
Buenos Aires. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Año 1995.
• Derecho y Democracia. Asociación de Abogados de Buenos Aires. Año 1995.
• Constitución de la Ciudad. Seminario con exposición y debate. Asociación de Abogados de Buenos Aires. Año
1997.
• Derecho Constitucional Económico. Departamento de Derecho Público Universidad d Derecho Constitucional
Económico. Departamento de Derecho Público. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Derecho. Año 1999.
• Realización de dos talleres de carrera docente dictados por el Departamento de Carrera Docente. Universidad
de Buenos Aires. Facultad de Derecho (Módulos I y II). Año 2000.
• Temas de Derecho Público. Departamento de Derecho Público. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Dere-
cho. Año 2000.
• La emergencia en la jurisprudencia de la Corte Suprema. Carrera de Actualización en Derecho Constitucional
Argentino. Departamento de Graduados. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Derecho. Año 2001.
• Seminario de Teoría Constitucional. Departamento de Derecho Público. Universidad de Buenos Aires. Facultad
de Derecho. Año 2002.
• Realización de un taller de carrera docente, dictado por el Departamento de Carrera Docente. Universidad de
Buenos Aires, Facultad de Derecho. (Módulo III). Año 2002.
• Interpretación Constitucional. Departamento de Derecho Público Universidad de Buenos Aires. Facultad de De-
recho. Año 2002.
• Metodología de la Investigación en Ciencias Sociales. Departamento de Carrera Docente. Universidad de Bue-
nos Aires. Facultad de Derecho (cursando actualmente año 2003).
• Programa de Actualización en Derecho constitucional Profundizado y Procesal Constitucional (160 horas cáte-
dra). Facultad de Derecho. UBA Completado y aprobado en su totalidad, falta la presentación de la tesina.
• Concurrencia como Jefe de Grupo de la Dirección de Referencias General de la Biblioteca del Congreso de la
Nación a la Convención Nacional Constituyente Santa Fe. Junio, julio y agosto de 1994.
• Participación al IV Congreso Nacional de Ciencia Política: “Desempeño Institucional y Control Democrático a
fines de siglo”, organizado por la Universidad Católica Argentina y la Sociedad Argentina de Análisis Político
(SAAP). Buenos Aires. 17 al 20 de noviembre de 1999.
6
ÍNDICE
HIPERVÍNCULOS .................................................. 70
8
REFERENCIAS DE ÍCONOS:
Actividad en el Foro.
Actividad Grupal.
Actividad Individual.
Atención.
Audio.
Bibliografía.
Glosario.
Sugerencia.
Video.
9
UNIDAD I
CONSTITUCIÓN Y DERECHO CONSTITUCIONAL
Es muy posible que a lo largo de su vida haya escuchado o leído muchas veces acer-
ca de la Revolución Francesa; seguramente, en otras tantas ocasiones se habrá intere-
sado por la Independencia de Estados Unidos de Norte América. El movimiento inglés
del siglo XVII es un poco menos conocido. Pero todos ellos tienen en común que inicia-
ron lo que hoy conocemos como pensamiento constitucional.
Hagamos un poco de memoria: las revoluciones del siglo XVIII y la inglesa del XVII traje-
Con la denomi-
ron al primer plano ideas referidas a la limitación del poder mediante cierto tipo de ins- nación de “Es-
trumentos, que podrían verse plasmados en un documento escrito con características de tados Genera-
“súper ley”. Estas ideas fueron impulsadas por un sector de la sociedad al que se identi- les” se hace
ficó con el Tercer Estado de los Estados Generales de la Francia monárquica prerrevo- referencia a la
Asamblea
lucionaria, es decir aquellas personas que, sin ser nobles o miembros de la Iglesia, ha- Nacional fran-
bían accedido a una posición económica acomodada gracias a su actividades profesio- cesa (especie
nales, mercantiles o “protoindustriales”, pero que no podían desplegar todas sus poten- de Parlamento)
cialidades por no haber un medio por el cual detener al poder si es que este pretendiera formado por
desconocerle algún derecho. Claramente no estaban incluidos en este grupo los indi- tres órdenes, la
nobleza, el
gentes, campesinos o trabajadores manuales de la Revolución Industrial. “[E]l tercer clero y el lla-
estado o burguesía manejará una doctrina de autolegitimación filosófica, política, jurí- mado Tercer
dica y económica (la ideología individualista y liberal), y propiciará la sanción de ciertas Estado o Esta-
leyes supremas (las constituciones) destinadas a afianzar, de modo solemne y sólido, do Llano (las
demás perso-
el nuevo estado de cosas”. 1 nas). Institución
creada en 1302
De aquí resulta que el liberalismo individualista se haya “apropiado” del constituciona- por el Rey
lismo impregnándolo de su ideología. Con los años, el “cuarto estado” (obreros, em- Felipe IV, los
Estados Gene-
pleados, etc.), encontró, muy parcialmente, su lugar mediante el constitucionalismo rales no habían
social y la Doctrina Social de la Iglesia, aunque aún queden asignaturas pendientes. sido convoca-
dos desde
Por otra parte, del movimiento constitucionalista surgieron, o pretendieron surgir, las 1614. Más
información en
constituciones, y con ellas, el derecho constitucional. Como enfatiza Bidegain, es una http://en.wikipe
rama del derecho más (como la civil, penal, laboral, etc.) que participa de su método y dia.org/wiki/Fre
técnicas, pero, a su vez, se distingue porque su objeto de estudio es mucho más abar- nch_States-
cativo que la norma constitucional. Precisamente, es la definición que se dé del tér- General (en
inglés).
mino “constitución” lo que delimitará el campo de acción del derecho constitucional. Y
esta definición es la primera dificultad que se debe encarar.
Aun cuando las definiciones pueden ser esquivas, comenzamos a transitar el tercer
siglo de vigencia del constitucionalismo, del derecho constitucional y de las constitu-
ciones. Es posible, por lo tanto, señalar algunos caracteres comunes, aunque con al-
gunas modalidades. Varios de ellos nacieron conjuntamente con el concepto; otros,
son desarrollos más modernos.
1
Sagüés, Néstor, Elementos de Derecho Constitucional, Buenos Aires, Astrea, 1999, Tomo I, § 4, p. 6.
10
Dichos caracteres son: la idea de la limitación del gobierno por el derecho, que se
trata de una ley escrita, siendo, además, suprema y rígida. Debe proveer una ade-
cuada protección de los derechos fundamentales y diseñar el ejercicio del poder
mediante la división de sus funciones.
Según Loewenstein, desde hace muchos siglos que “el hombre político ha aprendido
que la sociedad justa, que le otorga y garantiza sus derechos individuales, depende de
la existencia de límites impuestos a los detentadores del poder en el ejercicio de su
poder, independientemente de si la legitimación de su dominio tiene fundamentos fác-
ticos, religiosos o jurídicos”. 2 Estos límites, desde hace poco más de doscientos años,
se han venido desarrollando para adoptar una técnica particular: la constitución, es
decir un documento sistemático cuyos contenidos mínimos serían la división de po-
deres, un conjunto de pesos y contrapesos que actúen como limitación a los deten-
tadores del poder, algún mecanismo que evite los bloqueos entre ellos, un método
para la reforma del orden fundamental y el “reconocimiento expreso de ciertas esfe-
ras de autodeterminación individual -los derechos individuales y libertades fundamen-
tales-, y su protección frente a la intervención de uno o todos los detentadores del po-
der”. 3
Mientras que la idea del poder constituyente surgió en la época de la Revolución Fran-
cesa, la exigencia democrática debió seguir un camino algo más complicado, ya que la
voluntad general de Rousseau puede ser no del todo compatible con la voluntad
mayoritaria y el respeto por las minorías.
Por medio del constitucionalismo, de las constituciones (escritas o no) se buscó darle
alguna estabilidad al sistema. De esto resulta que el Estado absolutista del siglo XVIII
fue mutando paulatinamente a uno de Derecho, y, a su vez, a uno de razón, o con más
precisión, a un Estado de razones, de motivos, en el que cada decisión debe ser fun-
damentada adecuadamente. Por supuesto que no se trata de un movimiento lineal, al
2
Loewenstein, Karl, Teoría de la Constitución, Barcelona, Ariel, 1976, p. 149.
3
Id., p. 153.
11
estilo del progreso indefinido del positivismo. La idea de fondo es que el sistema sea
estable y previsible.
Es posible que en la Argentina de hoy sea difícil reconocer las características previa-
mente señaladas. Desde hace más de setenta años que se transita por el camino de la
excepcionalidad y de la emergencia. Lo cual es un motivo más que poderoso para
estudiar con más ahínco el deber-ser planteado por la Constitución.
Actividad Nº 1
- Busque información acerca de las revoluciones inglesa, francesa y
la de Estados Unidos.
UNIDAD II
FUENTES. JERARQUÍA DE NORMAS
La doctrina suele distinguir entre lo que denomina la constitución formal (la norma
constitucional) y la constitución real, material o viviente (la que tiene vigencia o efi-
cacia y que se integra con las conductas que se consideran obligatorias o ejemplares).
El constitucionalismo desarrolló la teoría del poder constituyente que surgió como res-
puesta a la necesidad de retirar de la órbita de los “poderes constituidos” (típicamente,
el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial) la posibilidad de modificar la constitución, o
bien hacérselo más dificultoso. A su vez, se distinguió entre el poder constituyente
originario y el poder constituyente derivado o reformador. La diferencia entre uno
y otro, como se dijo más arriba, es la existencia o no de límites.
A este respecto, podría ser útil traer a colación lo ocurrido con la Constitución de 1826,
que fue rechazada por las provincias, entre otras cosas, por su carácter unitario, pero
a la que se la suele caracterizar como un fruto perfecto de la razón, del pensamiento
de un grupo iluminado de Buenos Aires. Precisamente no llegó a tener vigencia por-
que no tuvo en cuenta ningún elemento de la realidad.
Si bien parece acertado suponer que este poder constituyente no tiene límites jurídi-
cos, surgieron respuestas a la idea de un poder ilimitado. Podría ser suficiente señalar
que aun la razón indica que es necesario tener en cuenta las características propias
de cada grupo humano para el diseño de sus instituciones. Del mismo modo, y aunque
no se acepte la existencia de una escala de valores universal, dicho grupo habrá ela-
13
borado su propia gradación, reflejándose la misma en su norma de base. Las ideas del
historicismo tuvieron gran influencia en esta corriente.
La técnica constitucional indicará hasta dónde puede llevarse tal rigidez, ya que sería
preciso encontrar un “justo medio” para la cantidad de obstáculos que se pongan para
la reforma constitucional: mecanismos extremadamente dificultosos significarían la
casi imposibilidad de modificación y la posibilidad de ruptura revolucionaria; pocos
impedimentos podrían llevar a que mayorías parlamentarias ocasionales cambien la
constitución a su gusto y para sus propios fines.
Uno de los puntos más debatidos por la doctrina constitucional, dentro de la cuestión
de los límites al poder constituyente derivado o reformador, es la existencia o no de
cláusulas o contenidos pétreos.
De los autores modernos, Bidart Campos es quien con mayor énfasis defiende tal po-
sición, proponiendo los que, de acuerdo a su visión, deberían ser considerados implíci-
tos por una serie de argumentos históricos y/o sociológicos: “Decir que hay contenidos
pétreos en nuestra constitución significa afirmar que mientras se mantenga la fisono-
mía de nuestra comunidad y mientras la estructura social subyacente siga siendo fun-
damentalmente la misma, dichos contenidos no podrán ser válidamente alterados o
abolidos por ninguna reforma constitucional” 4. Tales contenidos serían la democracia
como forma de Estado, el federalismo, la forma republicana de gobierno, la confesio-
nalidad del Estado, entre otros.
La idea de que existan contenidos pétreos presenta algunas dificultades. Si son expre-
sos, dejaría al sistema sin salida ante su posible inadecuación con el devenir histórico
de la comunidad, o, como ocurrió en nuestro país en 1860, un cambio de circunstan-
cias importante obligó a pasar por alto la prohibición de reformas por diez años que se
4
Bidart Campos, Germán, Manual de Derecho Constitucional Argentino, Buenos Aires, Ediar, 1979, pp. 32-33.
5
Vanossi, Jorge R., Teoría Constitucional, Buenos Aires, Depalma, 1975, Tomo I, p. 202.
14
había decidido en 1853, lo que se hizo, precisamente, para darle continuidad al siste-
ma.
Pero:
El eje del asunto parece pasar por la búsqueda del equilibrio entre la auto-
preservación del sistema y el cambio (aunque el cambio se debe dar justamente para
la auto preservación). El sistema debe asegurar que mayorías circunstanciales no in-
troduzcan modificaciones en asuntos importantes, o con impacto en el largo plazo.
Vanossi proponer utilizar la técnica de la graduación de las dificultades en los meca-
nismos de reforma, es decir que se requerirían distintas mayorías para introducir modi-
ficaciones en artículos o asuntos con diverso grado de importancia, los que deberían
estar claramente expresados.
Actividad Nº 2
- Elabore su propio listado de contenidos a los que considera “pé-
treos”. Fundamente.
Es posible, por lo tanto, graficar al orden jurídico como una pirámide en la que la Cons-
titución está ubicada en su cúspide, y todas las demás normas están por debajo. Otro
modo es mediante la imagen de la pirámide invertida, en la cual el criterio es la gene-
ralidad de la norma: partiendo de la Constitución, se llega a la resolución del caso par-
ticular mediante una sentencia judicial. En ambos esquemas, cada escalón es deriva-
ción razonada y razonable del anterior.
están en un mismo plano, ¿cómo se garantizaría que una ley del Congreso desconoz-
ca lo establecido por la Constitución, o avance por sobre los derechos de las personas
establecidos por ella?
¿Y qué sucede, entonces, entre las leyes del Congreso y los tratados internacionales?
¿También entre estas disposiciones existe algún orden de prelación o están ambas en
un mismo plano? Aclaremos que mientras las leyes son normas destinadas a regir en
el ámbito interno de la Nación, los tratados pueden ser asimilados a contratos entre el
Estado argentino y otro u otros países extranjeros, en el que se asumen obligaciones
recíprocas. Durante muchos años la doctrina debatió sobre la jerarquía de estos ins-
trumentos: si alguno estuviera por encima del otro, el inferior no podría ir en contra del
superior; es decir que o bien el derecho interno argentino estaría subordinado a las
decisiones que el Gobierno tomara en el plano internacional, o, por el contrario, inter-
namente se podría desconocer las obligaciones internacionales. 6 Si estuvieran en un
mismo nivel, por aplicación de un viejo principio de interpretación legislativa (el de “ley
posterior deroga ley anterior”), podrían invalidarse unos a otros sucesivamente. Hasta
la reforma constitucional de 1994, esta última era la postura sostenida por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación (la igualdad de jerarquía entre unos y otros). A partir
de aquella, el legislador constituyente estableció la supremacía de los tratados inter-
nacionales por sobre las leyes (artículo 75, inciso 22, primer párrafo). Pero, además,
creó una categoría especial entre estos instrumentos: los que se refieren a los dere-
chos humanos. A un cierto grupo de ellos le otorgó “jerarquía constitucional” -es decir,
los puso en el mismo plano que la propia Constitución-, y habilitó al Congreso Nacional
a incluir otros de la misma temática en el futuro.
6
Dicho de esta manera no parece algo tan grave. Pero se debería pensar, por ejemplo, en un instrumento muy común desde
hace años como es un tratado de protección recíproca de inversiones, en el que se otorgan, entre otras cosas, ciertas venta-
jas a los nacionales de uno de los países signatarios para invertir en el otro. ¿Qué sucedería con las relaciones internaciona-
les entre ambos estados si por una norma de derecho interno posterior se desconocieran estas ventajas?
17
Actividad Nº 3
UNIDAD III
De acuerdo con Sagüés 7, se deben dar ciertas condiciones para que pueda darse: la
existencia de una constitución rígida, ya que de otra manera no podría hablarse de
una norma inconstitucional; un órgano de control independiente del órgano contro-
lado; que tal órgano de control posea facultades decisorias; que los perjudicados
puedan reclamar e impulsar el control y que no pueda haber quienes se autoexclu-
yan del control.
Completos
Incompletos
Negativos
En función de su Expresos
admisión Implícitos
Positivos
Comunes (difusos,
Judiciales concentrados)
(o con fisonomía Especializados
Judicial) Mixtos
Parlamentarios
Por su Ejecutivos
No judiciales
Dependencia Electorales
Institucional Órganos sui generis
En función del
órgano de Nacionales
control Internacionales
Letrados
Por su
Legos
composición
Mixtos
Por su Permanentes
duración Ad hoc
7
Elementos de Derecho Constitucional, Buenos Aires, Astrea, 1999, Tomo I, p. 169.
8
Id., p. 171.
19
Preventivo
Por el momento Reparador
Mixto
Restringido
En razón de l
Amplio
os sujetos que
Amplísimo
lo impulsan
Automático
No decisorio
La clasificación anterior pone de resalto los múltiples aspectos que pueden ser toma-
dos en cuenta en el tema del control de constitucionalidad.
El texto de Bidegain puede resultar útil para comprender algunas de las categorías
señaladas por Sagüés.
Hay varias formas de tratar de pasar de largo esta realidad ineluctable. Marshall [Pre-
sidente de la Corte Suprema de Estados Unidos, quien, en 1803, sentó las bases del
control judicial de constitucionalidad] intentó una de ellas cuando habló de ejecutar en
el nombre “del pueblo” los límites que él había ordenado para las instituciones de un
gobierno limitado… Pero la palabra “pueblo” tal como es usada aquí es una abstrac-
ción.
Tales ideas no eran desconocidas. Ya en 1610 un juez inglés, Sir Edward Coke, sos-
tenía, tal vez sin demasiado éxito en ese momento, no sólo la supremacía de los prin-
cipios del common law por sobre las decisiones del Rey y las del Parlamento (del que,
se dice, tiene poderes tan ilimitados que podría cambiar un hombre en mujer, si quisie-
9
Bickel, Alexander, The Least Dangerous Branch. The Supreme Court and the Bar of Politics, New Haven, 1986, p. 16-17.
10
Nino, ob. cit., p. 696.
21
ra), 11 sino la posibilidad de que sean los jueces los que la hagan valer. En Estados
Unidos tampoco fueron ideas extrañas. Lo trascendente fueron las circunstancias en
que nació la doctrina, y las enormes consecuencias que tuvo en los siglos posteriores.
Conviene leer con detenimiento el fallo del Juez Marshall, ya que en una primera lectu-
ra su razonamiento parece impecable, pero en cuanto se profundiza el análisis co-
mienza a surgir alguna que otra falacia. En el derecho norteamericano, basado princi-
palmente en los precedentes judiciales, se suele hacer una distinción entre los argu-
mentos principales de las sentencias necesarios para arribar a la decisión que se tome
-a los que se denomina “holding”- y los secundarios o que no tienen que ver necesa-
riamente con lo decidido -denominados “obiter dictum”- (esta distinción es también
aplicable en el derecho argentino). “Thomas Jefferson sostuvo durante todo el resto de
su vida que el fallo fue puro obiter dictum, pero esto no afectó el golpe político que
Marshall dio y la importancia histórica del fallo”. 12
Actividad Nº 4
11
Esta afirmación es de una época previa a la de las modernas técnicas quirúrgicas de hoy en día. Es posible que sea hora de
ir cambiando el ejemplo.
12
Miller, Jonathan -Gelli, María Angélica- Cayuso, Susana, Constitución y poder político, Buenos Aires, Astrea, 1987, p. 15.
22
13
Sagüés, ob, cit., § 300, p. 278 y ss.
23
en los que los jueces suponen que no están habilitados para decidir por ser de exclu-
siva competencia de alguno de los otros dos poderes, el Legislativo y/o el Ejecutivo (a
los que se los suele denominar como “políticos”, en contraposición al de los jueces que
no lo sería -cosa bastante discutible). En este contexto, los jueces no podrían interferir
en cuanto a la conveniencia de una determinada medida (¿es adecuado pagar toda
la deuda con el Fondo Monetario Internacional de una sola vez?); tampoco podrían
cuestionar la oportunidad de una decisión (¿se debe pagar toda la deuda ahora?); no
estarían habilitados, además, para establecer si una decisión sería preferible a otra, es
decir juzgar sobre su mérito (¿qué es mejor, pagar ahora o en sus vencimientos?).
Es obvio aclarar que hay casos que indudablemente corresponderían a alguna de es-
tas categorías, pero hay otros en que podría ser más discutible. De hecho, la jurispru-
dencia de la Corte Suprema, en este como en todos los demás temas, está en perma-
nente evolución, por lo que no puede sorprender que lo que ayer se consideraba una
cuestión política no justiciable, hoy no lo sea, o, se le haya encontrado algún matiz. Un
claro ejemplo de esto son las detenciones producidas durante la vigencia del estado
de sitio. 14 Durante muchos años, los jueces se autoexcluían de decidir en todos los
casos que involucraran decisiones tomadas con motivo de su vigencia; pero desde
hace unas décadas el criterio fue cambiando, y, si bien no se analiza si era adecuado
o no declarar el estado de sitio, sí se hace con las detenciones concretas, al estable-
cer si hay o no relación con entre estas y las circunstancias que llevaron a decidir su
declaración: no se estudia el qué, pero sí el cómo.
Actividad Nº 5
14
Ver el artículo 23 de la Constitución Nacional.
24
UNIDAD IV
EL TERRITORIO Y LA POBLACIÓN ARGENTINOS
Puede parecer obvio, pero una condición necesaria para la existencia de un Estado es
el territorio, es decir una porción mayor o menor de tierra en la cual un grupo de per-
sonas pueda ejercer su dominio. Aclaremos que esta “definición” es tan amplia que ni
siquiera debería ser tenida en cuenta. Los conceptos de la teoría política están basa-
dos en sucesivas ficciones que, sin embargo, hoy nos parecen concretas, reales y
que existieron siempre. Hoy en día, nos aparece como indudable la presencia de esta-
dos, con territorios definidos, y poblaciones perfectamente conscientes de su perte-
nencia a ellos. Aún más: hasta parece evidente identificar una Nación con su corres-
pondiente estado, como si hubiera una correlación exacta entre una y otro. “Nación” y
“estado” son conceptos diferentes: mientras el segundo tiene una apariencia más
definida, ya que tiene un componente jurídico importante, el primero tiene un contenido
sociológico y, si se quiere, más vago. Para despejar de nuestra mente dicha correla-
ción basta pensar en Medio Oriente o en Gran Bretaña (en la que Inglaterra es apenas
una porción). Para traer un ejemplo algo más cercano, podríamos recurrir a los ahora
llamados “pueblos originarios” (a los que la Constitución llama “pueblos indígenas” —
artículo 75, inciso 17). En fin, baste lo anterior para resaltar la necesidad de no tomar
como definitivas las ideas que estructuran los conceptos de “Nación”, “estado”, “pue-
blo”, “población”, “territorio”, etc.
Actividad Nº 6
- Elabore un cuadro con el objeto de resaltar las diferencias entre los
conceptos de “Nación”, “Estado”, “pueblo”, “población”, “ciuda-
dano”, “vecino” y todo otro término cuya idea le resulte similar.
- Sintetice las vías por las que una persona puede tener la nacionali-
dad argentina.
26
UNIDAD V
LAS DECISIONES FUNDAMENTALES DEL ORDENAMIENTO
CONSTITUCIONAL
A fines de 1852 se reunió el Congreso General Constituyente que daría, luego de va-
rias décadas de guerras civiles casi permanentes, una Constitución que regiría final-
mente en un conjunto multiforme de pueblos a los que se les dio el nombre de Provin-
cias Unidas del Río de la Plata, conocido también como Nación Argentina o República
Argentina. Si bien la imagen más difundida de las luchas internas que signaron en es-
pecial el período comprendido entre 1819 y 1853 (y aún algunos años más), se refiere
al disenso sobre la forma en que el poder central debía ser ejercido (“unitario” o “fede-
ral”), es más correcto afirmar que la base del conflicto era económico, específicamente
sobre la titularidad de lo que producía la aduana de Buenos Aires, así como las políti-
cas que se debían implementar en materia de comercio exterior (“proteccionismo” o
“libre cambio”) y la navegación de los ríos interiores.
Uno de los más intensos fue el tema de la religión del Estado (artículo 2º de la
Constitución). La tradición que se observa en las constituciones unitarias aprobadas
con anterioridad (y que nunca rigieron) y en los reglamentos que tuvieron vigencia
transitoria era otorgarle gran protección a la religión católica, apostólica y romana, o
declararla religión del Estado, con alguna garantía mínima para quienes profesaran
otros cultos, lo que ya no resultaba muy coherente con las ideas alberdianas sobre la
inmigración. Su defensa estuvo a cargo del convencional Zenteno, a quien se conside-
ra como representante de la intolerancia religiosa y del “espíritu inquisitorial y ultra-
montano”. 15 Otros artículos en los que la cuestión religiosa estaba involucrada, en es-
pecial el 14 que establecía la libertad de cultos, merecieron también su crítica, la que
fue respondida por Gorostiaga y por Lavaisse, sacerdote de tendencias liberales, entre
otros. Las votaciones resultaron favorables a los textos proyectados por un margen
amplio.
15
Galletti, Alfredo, Historia Constitucional Argentina, La Plata, Librería Editora Platense, 1987, Tomo II, p. 520.
27
Otro artículo discutido fue el tercero, el que, en 1853, establecía que Buenos Ai-
res sería la Capital de la República, declarada como tal por una ley especial sancio-
nada por el propio Congreso actuando en función legislativa, tal como era de práctica
hasta ese momento. La objeción se planteaba en el sentido de que Buenos Aires po-
dría aceptarlo o rechazarlo, aunque la cuestión terminó siendo abstracta por la sepa-
ración de esa provincia de la Confederación.
El tema de los recursos del Estado nacional (artículo 4º) mereció largas conside-
raciones, ya que, se planteaba, dejaba sin recursos a las provincias, lo que fue
respondido por el miembro informante Gorostiaga.
La posibilidad de que fuera el Senado el que llevara adelante el juicio político a los
gobernadores de provincia fue motivo de discusión. Si bien se argumentaba que esto
iría en contra de la “soberanía” e “independencia” de las provincias, la disposición fue
incluida (en 1860 se suprimió).
Es posible que recuerde el “rezo laico” con que finalizaba sus discursos uno de los
candidatos en el marco de la campaña presidencial de 1983 (si no lo recuerda -o es
joven para eso- lo invito a hacer una búsqueda en Internet): “constituir la unión na-
cional”, “afianzar la justicia”, “consolidar la paz interior”, “proveer a la defensa co-
mún”, “proveer a la defensa común”, “promover el bienestar general”, “asegurar los
16
Ibidem, p. 524-525.
28
beneficios de la libertad”. Son frases que seguramente nos suenan familiares. Fue-
ron los objetivos, los fines, que se propusieron los constituyentes de 1853,
los que se propuso el candidato de 1983, y aún hoy parecen ser la deuda in-
terna del Estado argentino con sus habitantes. 17
Como quedó dicho más arriba, luego de décadas de guerra civil, una decisión fun-
damental para la estructuración del poder como es la forma de Estado, se aprobó
sin discusión. Miles ya habían tomado como cierta la frase “federación o muerte”
ubicándose en alguno de sus términos (perfectamente pudo haberse dicho del
mismo modo “unitarismo o muerte”). Para la época del Congreso Constituyente de
1853, y habiéndose instrumentado en los conocidos como “pactos preexistentes”
-en especial, el Acuerdo de San Nicolás-, no había ninguna duda en cuál de las
opciones se iba a elegir, decisión que quedó reflejada en el artículo 1º de la Cons-
titución Nacional: “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma represen-
tativa republicana federal, según lo establece la presente Constitución”.
Pero, ¿qué significa que un Estado sea federal, unitario o una confederación? Po-
demos tomar una definición de “diccionario” que, como todas ellas, tiene la limita-
ción de su generalidad:
“Una federación, Estado Federal o República Federal (del latín foedus, "pacto") es
una forma de estado, con un sistema político generalmente republicano y rara vez
monárquica, compuesto por regiones que se autogobiernan a las cuales también se
llega a dar con frecuencia el nombre de: estados, comunidades, estados regionales
u otras divisiones administrativas territoriales, que gozan de un mayor o menor gra-
do de autonomía pero que, en cualquier caso, tienen facultades de gobierno y/o
legislación sobre determinadas materias, distintas de las que corresponden a la
administración federal central”. 18
“Estado unitario es aquel estado organizado de forma que las unidades administra-
tivas interiores, aparte del municipio, siguen los lineamientos centrales. Si bien pue-
den elegir autoridades intermedias estas no tienen mayor poder de decisión o auto-
nomía financiera, legislativa, ejecutiva o legislativa en relación al gobierno nacional.
El ordenamiento territorial puede distinguir en departamento, provincia, sección,
etc.” 19
17
Cassani, Daniel Horacio, Derechos posibles para todos:
http://www.uces.edu.ar/publicaciones/archivos/publicaciones_juridicas/revista_juridica3/derechos_posibles_para_todos.doc.
18
http://es.wikipedia.org/wiki/Federaci%C3%B3n.
19
http://es.wikipedia.org/wiki/Estado_unitario.
29
Hoy en día, se habla de la “crisis del federalismo”, y hasta había quienes calificaban
a algunas provincias como “inviables” en la década del ’90. Parece difícil conciliar la
realidad con las previsiones constitucionales, aunque la reforma de 1994 dio, aun
con sus tareas pendientes, un nuevo impulso al federalismo argentino.
20
http://es.wikipedia.org/wiki/Confederaci%C3%B3n. Este artículo tiene la categoría de “esbozo”. Como está tomado de una
enciclopedia on-line abierta al aporte de los navegantes, lo invito a completarlo luego del estudio que realice de los textos
indicados más adelante.
21
“Es así que a fines del siglo XVIII, los Estados Unidos estaban en condiciones de iniciar el proceso de consolidación del
gobierno federal que la convención de Filadelfia había proyectado. La sanción de la Constitución había generado arduos de-
bates y su proceso de ratificación en las legislaturas estatales fue por momentos tumultuoso, dada la fuerte oposición de al-
gunas legislaturas estaduales para admitir la existencia de un gobierno central. Por ello el objetivo que las autoridades na-
cionales se trazaron desde el inicio, fue consolidar sus instituciones y pasarlas del papel a la realidad. En particular debía
darse contenido a los tres primeros artículos de la Constitución en donde estaban diseñados los poderes nacionales. Esta
tarea demandó aproximadamente unos ochenta años, que corren entre 1790 y 1870”. Alberto B. Bianchi, Una síntesis histó-
rica sobre la consolidación del gobierno federal en los Estados Unidos, en Revista Argentina del Régimen de la Administra-
ción Pública, Nº 314, p. 9.
30
Actividad Nº 7
UNIDAD VI
LA LEGITIMIDAD DEL PODER
Desde fines del siglo XVII y, en especial, con la Revolución Inglesa de 1688 y su breve
república, se abre la brecha que terminaría por quebrar a las monarquías absolutas
europeas, las que bien podrían caracterizarse con la famosa frase de Luis XIV “el Es-
tado soy yo”. En 1766, Luis XVI manifestó: “Es sólo en mi persona donde reside el
poder soberano, cuyo carácter propio es el espíritu de consejo, de justicia y de razón;
es a mí a quien deben mis cortesanos su existencia y su autoridad; la plenitud de su
autoridad que ellos no ejercen más que en mi nombre reside siempre en mí y no pue-
de volverse nunca contra mí; sólo a mí pertenece el poder legislativo sin dependencia
y sin división; es por mi autoridad que los oficiales de mi Corte proceden no a la for-
mación, sino al registro, a la publicación y a la ejecución de la ley; el orden público
emana de mí, y los derechos y los intereses de la Nación, de los que se suele hacer
un cuerpo separado del Monarca, están unidos necesariamente al mío y no descansan
más que en mis manos".
Sin embargo, el poder del Rey, aunque absoluto, asistió al ascenso de la burguesía,
grupo en buena medida independiente formado por comerciantes, profesionales, arte-
sanos, protoindustriales, quienes habían formado su patrimonio gracias a su esfuerzo
personal y no por la sola pertenencia a una clase social o por herencia. El pensamien-
to, los intereses, de este grupo respondía a la necesidad de ejercer su actividad
económica sin trabas. 23
Pero ejercer el poder absoluto requiere una dedicación absoluta. Si así puede conside-
rarse que ejerció el reinado Luis XIV, no fue lo mismo con sus herederos, los reyes
Luis XV y Luis XVI, a quienes se los identifica con el despilfarro y la irresponsabilidad,
respectivamente. Si, además, la monarquía no podía garantizar que se contendrían los
abusos de la nobleza y de la cúpula eclesiástica, ya no tenía sentido mantenerla. “Luis
XI había subyugado a las dinastías acaudaladas. Enrique IV, a los partidos religiosos.
Richelieu a los partidos políticos. Mazarino a los príncipes de la familia real. Luis XIV a
los Parlamentos”. 24 Una nueva elite, la burguesía, esperaba reemplazar a otra, la
nobleza. “El Estado llano había adquirido riqueza, cultura, poder; esperaba igualdad
de derechos y la carrera abierta a los talentos. Exigía, asimismo, la supresión de ba-
rreras que impedían a un liberalismo capitalista sustituirse a una economía medieval.
Una elite, la burguesía, buscaba reemplazar a otra, la nobleza. Esta había descuidado
22
Duverger, Maurice, Instituciones políticas y derecho constitucional, Barcelona, Editorial Ariel, 1984, p. 347.
23
Ver p. 25
24
Fayt, Carlos S., Historia del pensamiento político – La edad Moderna, Buenos Aires, La Ley, 2004, T. II, p. 225.
32
sus deberes de clase dirigente para entregarse a los placeres y a la cultura; no estaba
dispuesta a emplear la fuerza para defenderse. Estaba perdida.” 25
- Locke, John, “Tratado sobre el Gobierno Civil”, 1690, capítulo IX “De los
fines de la sociedad política y del gobierno”, parágrafo 151.
- Locke, John, “Tratado sobre el Gobierno Civil”, 1690, capítulo XVIII “De la
tiranía”, parágrafos 209 y 210.
25
Maurois, André, Historia de Francia, 3ª edición, Editorial Peuser, Buenos Aires, 1957, p. 253, cit. por Fayt, Carlos S., ibidem,
p. 226.
33
diante las leyes, no infunda confianza, del mismo modo que un padre de familia,
amante de sus hijos, se hace amar por ellos porque notan el afecto que les tiene.
Pero si todos ven claramente que los pretextos alegados por un gobernante son de
“La escuela
naturaleza perfectamente opuesta a las acciones que realiza y que emplea todos los
fisiócrata…”
artificios posibles para eludir la autoridad de la ley, y que todos los beneficios de la
prerrogativa (poder otorgado al soberano a fin de que lo use arbitrariamente para con-
seguir un bien para el pueblo y no un mal) son empleados contrariamente a su finali-
dad; si el pueblo advierte que la elección de los magistrados inferiores y de los oficia-
les subalternos se hace de acuerdo a finalidades contrarias al bien público y que son
más o menos favorecidos en proporción al celo que pongan en la obtención de tales
objetivos funestos; si los ciudadanos experimentan los efectos nocivos del poder arbi-
trario; si notan que clandestinamente se favorece una religión contraria al espíritu pú-
blico y se trata de introducirla en todas partes, aunque el gobierno públicamente se
declara contra ella, ¿cómo podría un hombre dejar de pensar que un peligro amenaza
la suerte del Estado y se hace necesaria una pronta salvación? Este caso es semejan-
te al de un cierto número de personas que se encuentran sobre una nave y compren-
den que el capitán los conduce a Argel al ver que el barco se dirige siempre en ese
sentido, y que sólo los vientos contrarios, la falta de hombres y de provisiones lo obli-
guen a variar la ruta por algún tiempo, volviendo a dirigirse, ni bien el viento y las de-
más circunstancias se lo permiten, hacia aquel país de esclavitud.
La burguesía criolla de principios del siglo XIX creyó ver en el liberalismo la tabla de
salvación tanto en lo político como en lo económico: el régimen español sólo le
permitía participar de algunos retazos del poder; a la economía se la percibía estanca-
da. El largo conflicto con los comerciantes de Lima finalmente se resolvió a favor de
Buenos Aires, pero aún quedaba por solucionar la contienda con los monopolis-
tas de uno y otro lado del océano. Mariano Moreno decía “el que sepa discernir
los verdaderos principios que influyen en la prosperidad respectiva de cada pro-
vincia, no podrá desconocer que la riqueza de la nuestra depende principalmen-
te de los frutos de sus fértiles campos”, 26 y es así que “la burguesía urbana co-
menzó a esbozar un programa de regeneración para la vida rural, elaborado a la luz
de las doctrinas fisiocráticas y el pensamiento liberal”. 27
Si la idea central del liberalismo es que las fuerzas económicas se desplieguen sin
trabas, que no haya escollos para sus actividades, aun la apertura limitada del régi-
men borbónico resultaba insuficiente para el desarrollo del comercio, de la pequeña
industria campesina y para el intercambio de los productores rurales.
De acuerdo con Romero, para la burguesía de Buenos Aires, la vida urbana era la más
acorde para que la promesa de la Ilustración de una existencia civilizada hiciera as-
cender a la sociedad desde los estadios primarios en que se encontraba y pudiera
alcanzar su mayor anhelo y solucionar su mayor problema: “el de la propia dirección
de su destino”. Belgrano, Moreno, su generación, “descubrieron” y creyeron impres-
cindible que estén garantizadas la libertad, la seguridad y la propiedad en una forma
mucho más extensa e intensa que el que podía brindarle el régimen absolutista ate-
nuado español. Todo el que de alguna forma se opusiera a esos ideales, pasaba a
revestir la categoría de tirano. Resulta clara, entonces, la incompatibilidad del régimen
con las ideas que se venían gestando, y que estallaría en la segunda década del siglo
XIX.
26
Citado por Romero, José Luis, Las ideas políticas en Argentina, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2002, p. 54.
27
Romero, ibidem, p. 54.
34
Actividad Nº 8
Es habitual que se exprese cierta nostalgia hacia algo que tal vez nunca haya existido:
la democracia directa. Es habitual pensar que en las ciudades griegas de hace por lo
menos dos mil quinientos años -en especial, en Atenas- sus habitantes se reunían,
discutían, sopesaban argumentos y decidían ellos mismos que era lo mejor para to-
dos. Es claro que la utilización de la palabra “habitante” es engañosa, ya que el dere-
cho a participar en estas reuniones habría sido dado sólo a algunos de los varones
libres. Así y todo, podríamos imaginar asambleas de varios miles de personas. Y aun-
que supongamos que estas reuniones realmente se llevaran a cabo, y que en ellas se
decidieran asuntos fundamentales, hay un aspecto que no podría ser dejado de lado:
“El verdadero autogobierno, tal y como lo practicaban los griegos, requería que el ciu-
dadano se dedicara por completo al servicio público. Autogobernarse significaba pa-
sarse la vida gobernando. ‘El ciudadano (…) se entregaba totalmente al Estado. Le
daba su sangre durante la guerra; su tiempo, en la paz; no era libre de dejar a un lado
los asuntos públicos para cuidarse de los suyos (…) por el contrario, el ciudadano de-
bía descuidarlos para trabajar por el bien de la ciudad’. El grado de implicación en polí-
tica exigido por la fórmula era tan absorbente que llegó a crearse un profundo desequi-
librio entre las funciones de la vida social. La hipertrofia política produjo la atrofia eco-
nómica. Cuanto más perfecta se hizo la democracia, más se empobrecieron los ciuda-
danos. Se entró así en el umbral del círculo vicioso de la búsqueda de una solución
política al problema económico: para compensar la insuficiente producción de riqueza
había que confiscar la riqueza. Uno tiene la impresión de que la democracia de la anti-
güedad estaba abocada a la destrucción dimanante de la lucha de clases entre pobres
y ricos: había creado un animal político en detrimento del homo oeconomicus. La ex-
periencia generó un ‘ciudadano total’ que fracasó en su intento porque pretendió abar-
car más de lo que realmente podía. … Así, pues cuando decimos que hay dos tipos de
democracia, una basada en el ejercicio directo del poder político, y otra, en el control y
la limitación del poder, no hablamos de sistemas intercambiables sino de la solución
35
moderna a gran escala de un problema que los antiguos no resolvieron. ¿Habría qui-
zás que decir que para realizar la democracia hay que conformarse con menos demo-
cracia? Es posible. Pero yo, más bien, diría que aunque el hombre moderno espera
menos de la ‘democracia literal’, es decir, de la soberanía popular, demanda mucho
más de la ‘democracia liberal’, la otra cosa que denomina democracia. Pues la dife-
rencia entre los dos sistemas radica principalmente en los ideales. La participación en
el ejercicio del poder no implica la libertad individual. Mi libertad frente al poder del
Estado no puede dimanar de la fracción infinitesimal de ese poder que me permite
cooperar con los otros en la creación de las normas a las que quedaré sometido. En
consecuencia, la limitación y el control del poder que nos proporcionan nuestras de-
mocracias liberales no es un logro menor respecto de la democracia griega. Pues en
gran medida hemos resuelto un problema que no se les planteó a los griegos: el de
proporcionar a cada individuo la seguridad de su libertad”. 28
28
Sartori, Giovanni, Teoría de la democracia, Madrid, Alianza Editorial, 2000, T. II, pp. 348-351.
29
“Se constata que hay un crisis de legitimidad del sistema [político de representación] y se argumenta que la explicación de la
misma hay que encontrarla en la tecnificación de la política que ha provocado la exclusión de la ciudadanía del debate públi-
co”. Martínez, María Antonia, La representación política y la calidad de la democracia, en Revista Mexicana de Sociología,
Año 66, Nº 4, p. 691.
36
Actividad Nº 9
UNIDAD VII
LOS INSTRUMENTOS DE PARTICIPACIÓN
Aun cuando podamos encontrar diversos argumentos a favor del gobierno representa-
tivo en detrimento del directo, las razones que lo descalifican pueden tener el suficien-
te peso como para que se considere necesario desarrollar mecanismos por los cuales
la ciudadanía tenga ocasión de pronunciarse directamente en algunos asuntos o forzar
decisiones por parte de las autoridades. El surgimiento de los partidos políticos puede
considerarse una primera herramienta para ello, pero, en la actualidad, se supone que
se incrementa la “calidad democrática” recurriendo a la opinión directa de los habitan-
tes. Se debe aclarar, sin embargo, que instrumentos tales como el referéndum o la
revocación de mandatos tienen muchos años de vida.
Como verá en el texto, las formas y órganos de participación son múltiples, pero en la
actualidad, los que más sobresalen son, por acción o por omisión, los partidos políti-
cos. Es que “hablar de partidos políticos nos enfrenta hoy a un dilema. Mientras la teo-
ría, en su mayoría, los considera fundamentales para el funcionamiento del sistema
democrático, la opinión popular generalizada los mira con desconfianza, ve en ellos un
medio para la corrupción y enquistamiento en el poder y sólo la imposibilidad fáctica
de encontrar un sustituto le justifica una resignada tolerancia”. 30 En 1994, la Constitu-
ción Nacional los definió, precisamente, como “instituciones fundamentales del sistema
democrático” con lo que, por lo menos en un plano jurídico-constitucional, es claro que
no existiría duda alguna.
Sobre la cuestión del control ideológico de los partidos políticos, la Cámara Nacional
Electoral -el máximo tribunal judicial con competencia exclusiva sobre temas electora-
30
Girotti, María Cristina, Partidos políticos: ¿instituciones fundamentales o un mal necesario?, en la obra colectiva “A diez años
de la reforma de la Constitución Nacional”, Buenos Aires, Asociación Argentina de Derecho Constitucional, 2005, p. 435.
31
Dalla Vía, Alberto Ricardo, Derechos políticos y garantías constitucionales, en la obra colectiva “Derecho Constitucional”,
Buenos Aires, Universidad, 2004, p. 96.
38
Las invocaciones a la “soberanía popular” necesariamente deben tener como conse- Artículo 37
cuencia alguna participación del pueblo en el proceso de designación de ciertos fun-
cionarios, lo que típicamente se denomina “sistema electoral”. Los textos constitucio-
nales anteriores a 1853 contenían disposiciones electorales de mayor o menor grado
de complejidad, pero en todos había una instancia de participación del pueblo. Se
puede observar en ellos también que, en general, no había una definición muy precisa
de las características del voto, por lo que, en todo caso, debería ser materia de deci-
sión de los poderes constituidos. Lo mismo podría decirse de la Constitución de
1853/60.
Otra característica saliente del sistema electoral argentino fue su temprana universali-
dad, que data de las primeras décadas del siglo XIX. Pese a las ideas o tendencias
imperantes, las leyes electorales no establecían ni el voto calificado (por grado de
educación) ni el censitario (basado en el patrimonio).
Es claro que se deben hacer precisiones: aunque se hable de “voto universal” siempre
alguna restricción existe.
Tales restricciones podrán ser más o menos justificadas. Hoy en día, como usted ya lo
sabe, nuestro sistema es calificado de “universal”, pero los menores o los dementes
declarados en juicio, entre otros, no votan. Podremos encontrar varias buenas razones
para ello, pero lo cierto es que no todos los habitantes tienen derecho al sufragio.
La universalidad del sistema electoral argentino alcanzaba sólo a los varones, tal como
era de práctica en las democracias del siglo XIX, aunque en nuestro caso la restricción
se aplicó hasta 1952 (en Estados Unidos se introdujo el voto femenino en 1920).
Buenos Aires. Su in-fluencia resultó muy dilatada y podía sacar adelante una elección
que se creía perdida”. 32 Los votantes se encolumnaban en los atrios de las iglesias,
muchas veces haciendo fila de acuerdo al partido al que iban a votar, con lo que los
actos de violencia de quienes se creían perdidos era de práctica, a lo que se sumaba
las alteraciones y falsificaciones posteriores de las actas electorales.
Debe sumarse la gran cantidad de inmigrantes: hasta bien entrado el siglo XX la Ar-
gentina era un país de extranjeros y la proporción de quienes ejercían el derecho al
voto (en las condiciones apuntadas) sobre los habitantes era ínfima.
El conjunto de leyes que pasó a la historia con el nombre de “Ley Sáenz Peña” intro-
dujo una reforma profunda en el sistema electoral nacional. Unos años antes se había
cambiado el sistema de lista completa por el de circunscripción uninominal (los electo-
res no votan por una lista de personas, sino que votan por un único candidato). Gra-
cias a este cambio, pudo ganar una banca Alfredo Palacios, primer diputado socialista
de América.
Pero aún quedaban en pie los otros mecanismos descriptos anteriormente por los que
se distorsionaban los resultados electorales, es decir el voto cantado y facultativo.
Luego de la reforma de 1994, rige la elección directa tanto para senadores nacionales
como para Presidente, mientras que para la elección de diputados nacionales ya se
utiliza con anterioridad un sistema proporcional conocido como D’Hont (o D’Hondt).
32
Galletti, Alfredo, ob. cit., T. II, p. 673.
40
Se conoce con esta denominación a diversos mecanismos por los cuales el pueblo
tiene una participación algo más directa en los asuntos de gobierno, sea expresándose
en algún sentido u otro en una consulta popular, o auspiciando un proyecto de ley
que, cumplidas ciertas exigencias, es de tratamiento obligatorio por el órgano legislati-
vo (iniciativa popular). También se incluye en estos mecanismos la posibilidad de
impulsar la revocatoria del mandato de algún funcionario. En nuestro esquema consti-
tucional, sólo tuvieron recepción los dos primeros.
Es muy posible que más de una vez le hayan requerido su firma para impulsar alguna
requisitoria al Congreso, a la Legislatura, al Intendente, o a cualquier otro funcionario.
Como quedó dicho, la iniciativa popular debe cumplir ciertos requisitos, por lo que no a
cualquier petitorio se le puede dar el trámite de este mecanismo. Además, la iniciativa
popular sólo se puede utilizar para impulsar proyectos de ley. No habría inconveniente
alguno en presentar proyectos al Congreso Nacional, a las legislaturas, a los concejos
deliberantes, con cientos o miles de firmas, pero estos proyectos no necesariamente
entrarían en la categoría de iniciativa popular.
Actividad Nº 10
UNIDAD VIII
LA PROTECCIÓN DEL ORDEN INSTITUCIONAL Y DEL SISTEMA
DEMOCRÁTICO
En 1928, Hipólito Yrigoyen fue reelecto para la Presidencia de la Nación por un amplí-
simo margen: la Unión Cívica Radical obtuvo cerca del doble de votos que todos los
demás partidos juntos. Entre 1922 y 1928 había gobernado Marcelo Torcuato de Al-
vear, también proveniente del radicalismo, pero que intentó diferenciarse por todos los
medios del ya anciano caudillo. Casi como un acto reflejo de la historia argentina había
surgido una antinomia también entre las filas del radicalismo: los “antipersonalistas”
(contrarios a la figura de Yrigoyen) pretendían desplazar de la conducción a los “per-
sonalistas” (seguidores de Yrigoyen). El amplio arco social que el radicalismo iba re-
presentando parecía dar cierta cabida a los sectores más conservadores de la socie-
dad. Y Alvear alentó la conformación de una fórmula “antipersonalista” para las elec-
ciones de 1928.
Varios factores confluyeron a que la oposición a Yrigoyen se fuera haciendo cada vez
más virulenta. Aunque el resultado electoral fue un duro golpe, los grupos conservado-
res se reconstituyeron rápidamente. La edad avanzada de Yrigoyen fue un factor de-
terminante en cierto inmovilismo que aquejaba al gobierno, aunque no el único, ya que
en el Congreso se desplegaban todo tipo de técnica obstruccionista; algunos persona-
jes del oficialismo no dejaron de tentarse con el dinero fácil que puede obtenerse sólo
por ocupar espacios de poder, y el gobierno se vio envuelto en escándalos por corrup-
ción; algunos periódicos (como el diario “Crítica”, de Natalio Botana) ejercían una opo-
sición feroz; el descontento fue ganando la calle. La famosa crisis del ’29 en la Bolsa
de Nueva York, se hizo sentir en el siempre endeble sector externo de la economía
argentina provocando, también aquí, una fuerte recesión. Los militares estaban des-
contentos porque estaban perdiendo cierto aire patricio que su profesión conservaba
con el advenimiento de algunos hijos de inmigrantes en importantes posiciones de su
estructura.
33
Floria, Carlos Alberto y García Belsunce, César A., Historia de los argentinos, Buenos Aires, Larousse, 2004, pp. 848-849.
42
Como en ocasiones posteriores, había dos vertientes entre los militares que tomaban
el poder: una más dura (encabezada en este caso por Uriburu), y otra más “liberal”,
cuyo liderazgo le pertenecía a Agustín P. Justo, también general. Su acción conjunta
con algunos partidos políticos pudo impedir que el “ala dura” pudiera prevalecer. Su
obsesión era ser elegido presidente constitucional, pero no dudó ni un instante en fal-
sear los resultados electorales como en épocas anteriores, inaugurando así el sistema
al que se lo llamó “fraude patriótico”, ya que se suponía que cerrándole el paso a los
radicales yrigoyenistas se le hacía un gran servicio a la Patria. No advirtieron o no qui-
sieron advertir, sin embargo, que habían interrumpido un ciclo en el que, tal vez, las
instituciones constitucionales, podrían haber cuajado finalmente en la Argentina, conti-
nuando así con la vieja tradición de perseguir objetivos supuestamente valiosos me-
diante vías ilegales.
Como es bien sabido, la “técnica” del golpe de Estado fue utilizada en varias oportuni-
dades luego de 1930, matizada por los “planteos”, en los que las fuerzas armadas ha-
cían conocer al poder civil su descontento por alguna decisión. Hasta 1983, por lo me-
nos, los militares consiguieron gravitar fuertemente en la política. La sombra del golpe
militar hoy parece cada vez más lejana, pero durante casi sesenta años del siglo XX
se constituyó en un fantasma de agitación permanente por nacionalismos de toda es-
pecie. El modelo de sociedad cerrada se hizo fuerte detrás de esta amenaza al orden
institucional, a la vez que el corporativismo prebendario influía negativamente en el
desarrollo del sistema democrático. El paroxismo llegó con la dictadura de 1976-1983,
ya que si bien los regímenes anteriores habían mostrado poco respeto por los dere-
chos individuales, ninguno llegó al extremo de aplicar una metodología de exterminio
de los opositores políticos, entre otros, con utilización del aparato estatal.
Si se tiene en cuenta que de los más de cincuenta años del siglo XX que corrieron
entre 1930 y 1983, muchos transcurrieron bajo gobiernos militares que no sólo cerra-
ban el Congreso, sino que entregaban todos los poderes a quien ejerciera la Presiden-
cia, incluidos los necesarios para designar a dedo a los gobernadores provinciales, es
posible entrever algunas razones por las cuales se habla hoy de hiperpresidencialis-
mo, calificándoselo además de hegemónico. Los gobiernos democráticos entre los
militares y los que vinieron posteriormente a 1983, poco hicieron para revertir la ten-
dencia, si es que no la acentuaron.
Actividad Nº 11
UNIDAD IX
LA DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL. EL RÉGIMEN FEDERAL
La elección de un sistema federal como forma de estado tiene como lógica conse-
cuencia que se asienten sobre el territorio distintos entes con poder y jurisdicciones
propios, los que, en algunos casos, son auto excluyentes. Ello no obstante, se puede
hablar con certeza que en la actualidad el sistema se desarrolla mediante lo que se
conoce como “federalismo de concertación”, en lugar de un “federalismo de confronta-
ción” como el que existía en las primeras décadas.
Por lo tanto, es necesario analizar los diferentes “focos” de poder que se distribuyen
en el territorio: la Nación, las provincias, los municipios, las regiones, la Ciudad Autó-
noma de Buenos Aires y la capital federal. 34
9.1.1. Federalismo
9.1.1.1. Antecedentes
Desde las mismas discusiones del Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, que deri-
varía en la Revolución de Mayo, surgieron ciertos elementos o principios de nuestro
futuro modelo constitucional. Uno de ellos marcó a fuego la vida de los contemporá-
neos de la Revolución y la de las próximas generaciones, incluso hasta nuestros días:
la relación entre Buenos Aires y las provincias, cómo debía desarrollarse, sobre qué
bases políticas, jurídicas y económicas.
Según la teoría constitucional, deben darse ciertas circunstancias para que algunos
Estados decidan conformar una unión con características especiales: vecindad geo-
gráfica; comunidad de intereses políticos, económicos o estratégico-militares; tradición
común, aspiraciones comunes. La “razón principal para la preferencia de la organiza-
ción federal es la convicción de que, a pesar de la reconocida necesidad de unidad
nacional, las tradiciones regionales operan contra la fusión de Estados individuales en
una organización estatal unitaria, siendo necesario que las diferencias culturales de las
diversas entidades se mantengan por medio de un orden federal”. 35
34
Hoy hay identidad entre estas dos últimas, pero podría no ocurrir así en el futuro.
35
Loewenstein, Karl, Teoría de la Constitución, Barcelona, Ariel, 1983, p. 355.
45
En el Río de la Plata uno de los primeros actos de la Revolución de Mayo fue el envío
de las circulares del 25 y 27 de mayo de 1810. Diferentes en sus objetivos, ambas
coinciden en pasar por sobre los intendentes e invitar directamente a las villas y pue-
blos a que envíen a sus representantes a Buenos Aires, otorgando, de esta forma,
gran protagonismo a esas circunscripciones y efectuando un reconocimiento histórico
y legal de su existencia a la par de manifestar la necesidad del apoyo de las ciudades
del interior.
San Martino de Dromi cree ver en este hecho el origen legal de las provincias y su
vocación federalista. El tema ha sido muy debatido desde el siglo XIX. Una interpreta-
ción formulada inicialmente por Pelliza considera que se origina en el pensamiento de
Artigas, influido por el modelo norteamericano. En oposición a esa idea Ramos Mejía
encuentra raíces hispanas, considerando que “La Revolución de Mayo fue un movi-
miento de carácter esencialmente municipal. La federación argentina no es sino el
desenvolvimiento natural del comunalismo colonial”. Demicheli señala, a favor de la
primera tesis el rechazo que había provocado la concentración de poder impuesta por
la burocracia española. Sin dura fueron muchas las ideas novedosas que confluyeron
en las posturas originarias de nuestra organización, pero lo hicieron en el terreno pre-
parado por hábitos más propicios a la libertad que a la sumisión, a las autonomías que
a la concentración del poder. Por otra parte también resultó importante, en el litoral, el
factor económico, pues la libertad de comercio y de navegación de los ríos, sostenida
sucesivamente por Moreno, Artigas y Alberdi, lo favorecía. El primero de ellos propuso
tempranamente una organización federal, pues entre sus papeles se ha encontrado
una traducción del texto de 1787 [de la Constitución de Estados Unidos] con adapta-
ciones a nuestra realidad, que se ha interpretado como un primer borrador de constitu-
ción propia.
Las distintas ciudades dieron instrucciones a los diputados enviados a los primeros
congresos en las que se advierten las tendencias republicanas y federalistas. (…)
36
Romero, ob. cit., pp. 106-107.
46
demás que componen la Confederación sino bajo la forma federal”- como por el solo
hecho de dictarlas, que supone autonomía constitucional, es decir el rasgo más carac-
terístico de los estados miembros de un estado federal.
9.1.1.2. Características
Actividad Nº 12
- Piense en alguna iniciativa que desee proponer para que la ejecute el Es-
tado. Analice a qué nivel de gobierno le corresponde, y si es posible que
lo hagan en conjunto.
47
UNIDAD X
DINÁMICA DEL RÉGIMEN FEDERAL
En un Estado federal, las competencias deben ser distribuidas de algún modo entre el
ente federal (en nuestro caso, la Nación), y los entes que lo componen (en nuestro
caso, las provincias). Básicamente, se podría decir que hay dos técnicas: establecer
un catálogo de atribuciones que les correspondan a las provincias, y “todo lo demás” le
concerniría a la Nación; o, al revés, un catálogo de atribuciones a la Nación, y “todo lo
demás” a las provincias.
La Constitución eligió esta última técnica, que surge del juego de los artículos 121 y
126. El catálogo estaría dado principal, pero no únicamente, por el artículo 75, que es
el que establece las atribuciones del Congreso Nacional. Es decir que la jurisdicción
federal tendría un número cerrado (un catálogo) de facultades, y nada más que eso.
Es posible clasificar, asimismo, las facultades del gobierno federal y de los gobiernos
provinciales.
Entre las múltiples cuestiones a resolver para la organización nacional, estaba el tema
de los recursos con los que el Estado federal podría contar para cumplir con sus obje-
tivos, o, como se decía en la época, la conformación de un tesoro nacional. Los Esta-
dos Unidos habían ensayado en sus Artículos de Confederación y Unión Perpetua (el
pacto que reunió a las colonias previo a la Constitución) un sistema que demostró su
poca eficacia: el Estado federal se financiaba mediante aportes que harían los estados
miembros de la confederación, con lo que para quienes impulsaban una unión más
estrecha, el Estado federal se transformaba casi en un mendigo.
Es preciso complementar lo establecido por este artículo con lo que disponen los pri-
meros incisos del artículo 75 (el tercero fue introducido por la reforma de 1994). El
inciso 1 otorgó los recursos de la aduana al Estado federal. En 1853 era el ingreso
más importante con que disponía la provincia de Buenos Aires, y motivo del conflicto
con las otras provincias que retrasó la organización nacional. Al adjudicarlo al Estado
federal, en cierto modo, se adoptó la decisión de que no sea de ninguna provincia en
particular, y que todos los habitantes compartan ese recurso. Su importancia era tal
que durante las primeras décadas posteriores a 1853 el Estado Nacional se financiaba
casi totalmente con este recurso, por lo que los impuestos “internos” fueron adjudica-
dos casi en su totalidad a las provincias.
Con el paso del tiempo, de las crisis financieras, de la ampliación de funciones del
Estado, del mayor centralismo en que se desarrolló el federalismo argentino, aquellos
recursos resultaron insuficientes, por lo que el Congreso nacional comenzó a estable-
cer impuestos “internos”.
La Constitución utiliza una distinción que, para la técnica tributaria, está algo superada,
en cuanto diferencia los impuestos directos de los indirectos. Los primeros pueden ser
establecidos en forma transitoria por algún motivo grave. 37 Los indirectos, luego de la
reforma de 1994, son una facultad concurrente con las provincias.
37
Esta transitoriedad es bastante relativa, como seguramente ya lo sabe.
49
Actividad Nº 13
- Analice el presupuesto general del gobierno de su provincia y el de su
municipio. Observe la proporción entre los recursos propios de cada ju-
risdicción y los transferidos desde la Nación o desde la Provincia, en su
caso. ¿Qué puede resultar más conveniente, un sistema por el cual cada
jurisdicción se provea de todos sus recursos a su exclusiva costa, o el
actualmente vigente de coparticipación? Argumente a favor y en contra.
50
UNIDAD XI
EL ÓRGANO LEGISLATIVO
Algo muy importante es evitar el slogan, reflejo muchas veces de opiniones inexpertas,
como la que suelen dar los medios de comunicación social acerca de los mecanismos
de decisión. Un ejemplo claro es la repetida cantinela acerca de los legisladores va-
gos, que no trabajan, porque no asisten a las sesiones. Como en cualquier grupo, hay
algunas personas más trabajadoras que otras, pero la ecuación lineal “no asistencia a
una sesión = vagancia” es errónea, simplemente porque hay infinidad de razones para
que un diputado no se presente a una sesión determinada. 38 El simplismo de esta
fórmula es tan marcado que hasta resulta sospechoso, ya que muchas veces es repe-
tido por comunicadores que no son “simples”, precisamente. Lo mismo podría decirse
acerca de algunas opiniones sobre el funcionamiento del Poder Ejecutivo y del Poder
Judicial.
38
Tendremos ocasión de ver algunas de ellas, y de discutirlas.
39
La Constitución de 1819 estaba preparada para regir, con ligeras modificaciones, en un sistema monárquico, si es que hu-
biera sido necesario, el que aún conservaba cierto atractivo para los “diseñadores institucionales” de aquella época.
51
11.1.2. Organización
Como ya fue visto, los sistemas electorales aplicados para la elección de diputados y
de senadores son distintos. Si bien ambos desde 1994 son directos, para diputados la
elección en el primer caso es a “simple pluralidad de sufragios”, mientras que para el
segundo se aplica el denominado de lista incompleta.
Para el caso de los diputados, como ya lo pudo ver, el sistema electoral concreto utili-
zado fue cambiando con el tiempo, pero el que sea a “simple pluralidad de sufragios”
pone un límite en cuanto a la posibilidad de establecer la doble vuelta, por ejemplo. 40
40
Recuerde que en la actualidad se utiliza el sistema proporcional denominado “D’Hont”.
52
Es muy común que se produzcan vacantes tanto en una cámara como en la otra. Las
mismas pueden producirse por muchos motivos: muerte, enfermedad, destitución, o, lo
que es más habitual, porque algún legislador es designado para algún otro cargo, en el
Poder Ejecutivo o cualquier otro. La Constitución establece que se debe “proceder a
elección legal de un nuevo miembro” (artículo 62).
¿Usted recuerda alguna vez haber votado a un legislador nacional para que cubra una
vacante?
Como habrá observado en las boletas electorales, hay una lista de candidatos titulares
y otros suplentes. Pero, por aplicación del sistema D’Hont, puede haber una cantidad
importante de candidatos que no resultaron electos, por lo menos en los distritos nu-
merosos, por lo que los “no electos” se transforman automáticamente en suplentes. En
la práctica, cuando se produce una vacante, lo único que se hace es solicitar a la justi-
cia electoral los datos personales del primer candidato “no electo” de la lista corres-
pondiente.
Un ejemplo tal vez ayude a comprender la mecánica. Vamos a suponer que el partido
X de la provincia de Santa Fe obtuvo en los últimos comicios la elección de cinco de
sus candidatos. Desde el candidato Nº 6 para abajo todos se convirtieron en suplen-
tes. Uno de los cinco diputados que resultaron elegidos es designado embajador, y
debe abandonar la banca. Por tal motivo, la Cámara de Diputados le solicita al juez
con competencia electoral de la provincia de Santa Fe, le informe a qué ciudadano le
correspondería incorporarse en lugar del renunciante. Lo que el juez va informar, en-
tonces, son los datos personales del candidato Nº 6, con lo que la representación co-
rrespondiente al distrito Santa Fe del partido X volvería a ser de cinco. De producirse
otra vacante dentro de este grupo de diputados, le correspondería al candidato Nº 7, y
así sucesivamente.
En el caso del Senado, la mecánica es similar, pero recuerde que el sistema electoral
es diferente, por lo que no habría tantos suplentes.
11.2. FUNCIONAMIENTO
11.2.1. Sesiones
Las reuniones de los legisladores reciben el nombre de “sesiones”, las que son de
distinto tipo de acuerdo a variados criterios.
Respecto de las primeras, los artículos 63 y 99, inciso 9, prevén la posibilidad de que
las sesiones ordinarias sean prorrogadas. Esta facultad la ejerce el Presidente de la
Nación, pero siempre se discute si el Congreso podría autoprorrogar sus sesiones. En
la práctica nunca lo hizo hasta el momento. 42
Las segundas también las convoca el Presidente “cuando un grave interés de orden o
de progreso lo requiera”. En teoría, durante este período el Congreso sólo puede con-
siderar los proyectos de ley que indique el Poder Ejecutivo. La práctica es algo diferen-
te, ya que durante este lapso el Congreso no se limita a considerar aquellos proyectos,
sino que retoma todas las demás actividades que venía realizando. Es decir que, en
definitiva, la única restricción es para la consideración de los proyectos de ley no indi-
cados por el Presidente.
Las sesiones preparatorias son una vieja práctica de los cuerpos parlamentarios que
se utilizan para la toma de juramento de los miembros electos, la elección de autorida-
des, la fijación de días y horas de sesión para el período subsiguiente, etc. Hasta hace
algunas décadas, podían insumir varias reuniones por los conflictos suscitados a raíz
de actos eleccionarios irregulares, entre otras cosas, ya que se debían considerar y
decidir todas las impugnaciones que se hicieran a los legisladores electos. La adop-
ción de un sistema más ágil para esto hizo que las sesiones preparatorias perdieran
algo de su peso relativo en el trabajo parlamentario. 43
Otras denominaciones que reciben las reuniones, aplicable a las ordinarias, ordinarias
de prórroga y extraordinarias, son “sesiones de tablas” o “sesiones especiales”. Las
primeras son las que se realizan en los días y horas fijadas con anterioridad en las
sesiones preparatorias (suelen ser los miércoles por la tarde). Las sesiones especiales
se realizan a pedido de un número determinado de legisladores para considerar un
asunto o asuntos determinados fuera de los horarios establecidos.
En las páginas Web de la Cámara de Diputados y del Senado nacional, así como de la
mayoría de las legislaturas provinciales y concejos deliberantes, es posible consultar
41
El año parlamentario es diferente del año calendario, ya que corre desde el 1º de marzo de cada año hasta el 28 (o 29) de
febrero del siguiente.
42
La práctica parlamentaria, o, más generalmente, la práctica constitucional se integra a la Constitución escrita (Bidart Cam-
pos diferencia a la constitución formal de la Constitución material), por lo que la referencia a la práctica es relevante. Ahora
bien, que algo se haga de una determinada manera no significa que no se pueda cambiar. Por supuesto que a medida que
pasa el tiempo puede hacerse cada vez más difícil cambiar la forma de hacer las cosas.
43
La sesión preparatoria del 6 de diciembre de 2005 realizada en la Cámara de Diputados con motivo de la incorporación de
los diputados electos podría ser considerada una variante “light” de las antiguas. Su versión taquigráfica puede ser consulta-
da en la página Web del cuerpo (www.hcdn.gov.ar).
54
11.2.2. Quórum
Una etapa del trabajo parlamentario que suele ser descuidada o que es poco conocida
es la que llevan adelante las comisiones parlamentarias. Podemos definirlas como
grupos de trabajo con una competencia más o menos específica y que están integra-
dos por legisladores con intereses o conocimientos afines.
La mayoría de las comisiones tienen por objeto el análisis de los proyectos, pero no
todas las comisiones se dedican a ello, ya que se ocupan también de realizar estudios
específicos o el seguimiento de ciertas actividades, como, por ejemplo, la que tiene
como fin el seguimiento de las obras de aprovechamiento integral del Río Bermejo,
creada en la Cámara de Diputados de la Nación o la encargada de controlar a los or-
ganismos de inteligencia.
Existen, además, comisiones que realizan los primeros pasos en el juzgamiento de los
funcionarios sujetos al juicio político.
Todas, o casi todas de las comisiones mencionadas, pueden estar integradas por le-
gisladores de una sola cámara (a las que se denominan “unicamerales”) o de ambas
cámaras (y serán, por lo tanto, “bicamerales”).
Pueden ser creadas para actuar sin plazo, por lo que serán “permanentes”, o por un
plazo determinado o determinable, en cuyo caso se las denomina “especiales”.
55
COMISIONES PARLAMENTARIAS
Estudios
Objeto Asesoramiento específicos y/o Investigación Juzgamiento
control
Duración Permanentes Especiales P E E P
Integración Unicameral Bicameral U B U B U B U B U
Proyecto desechado
No puede repetirse en las
(rechazado en su totali-
sesiones de ese año.
dad)
No puede desechar el
proyecto ni introducir
nuevas adiciones o co-
rrecciones:
a) Acepta las adiciones y Sanción del texto aproba-
correcciones do en la Cámara Reviso-
ra. Pasa al Poder Ejecuti-
vo
b) Insiste en la redacción Sanción del texto aproba-
originaria, para lo que se do en la Cámara de Ori-
requiere mayoría absolu- gen. Pasa al Poder Ejecu-
ta. tivo
c) No logra la mayoría Sanción del texto aproba-
absoluta para insistir en la do en la Cámara Reviso-
redacción originaria. ra. Pasa al Poder Ejecuti-
vo
No puede desechar el
proyecto ni introducir nue-
vas adiciones o correc-
ciones:
a) Acepta las adiciones y Se sanciona el texto apro-
correcciones bado en la Cámara Revi-
sora. Pasa al Poder Ejecu-
tivo.
b) Insiste en la redacción Se sanciona el texto apro-
originaria, para lo que se bado en la Cámara de
requiere los 2/3 de votos. Origen. Pasa al Poder
57
Ejecutivo.
c) No logra los 2/3 de los Se sanciona el texto apro-
votos para insistir en la bado en la Cámara Revi-
redacción originaria. sora. Pasa al Poder Ejecu-
tivo
Una vez sancionado por las Cámaras, el Poder Ejecutivo promulga (aprueba) y
publica, u observa (veta) el proyecto, total o parcialmente.
Se reputa que lo aprueba, si no lo devuelve al Congreso en el término de diez
días útiles (hábiles).- (Se la llama promulgación tácita. En cambio la sanción que
hagan las cámaras legislativas debe ser expresa, ya que el Art. 82 de la Consti-
tución Nacional, prohíbe la sanción tácita o ficta.-)
Los proyectos observados parcialmente no podrán ser aprobados en la parte
restante, a menos que esta última tenga autonomía normativa y su aprobación
parcial no altere el espíritu ni la unidad del proyecto sancionado por el Congreso.
En este supuesto, (el de observación parcial y promulgación parcial) será de
aplicación el procedimiento previsto para los decretos de necesidad y urgencia.-
NOTAS ACLARATORIAS:
DELEGACION EN LAS COMISIONES: TRATAMIENTO EN PARTICULAR DE UN
PROYECTO:
Cada Cámara, una vez de aprobado en general un proyecto, puede delegar en las
Comisiones, que correspondan por la materia, el tratamiento en particular de ese pro-
yecto (artículo por artículo), por el voto de la mayoría absoluta del total de legisladores.
Igual mayoría se requerirá:
GLOSARIO
REFERENCIAS
CONSTITUCION DE LA NACION ARGENTINA: Capítulo Quinto - De La Formación
y Sanción de las Leyes
Artículo 77. - Las leyes pueden tener principio en cualquiera de las Cámaras del Con-
greso, por proyectos presentados por sus miembros o por el Poder Ejecutivo, salvo las
excepciones que establece esta Constitución.
Los proyectos de ley que modifiquen el régimen electoral y de partidos políticos debe-
rán ser aprobados por mayoría absoluta del total de los miembros de las Cáma-
ras.(Volver)
Artículo 78. - Aprobado un proyecto de ley por la Cámara de su origen, pasa para su
discusión a la otra Cámara. Aprobado por ambas, pasa al Poder Ejecutivo de la Na-
ción para su examen; y si también obtiene su aprobación, lo promulga como
ley.(Volver)
Artículo 79. - Cada Cámara, luego de aprobar un proyecto de ley en general, puede
delegar en sus comisiones la aprobación en particular del proyecto, con el voto de la
mayoría absoluta del total de sus miembros. La Cámara podrá, con igual número de
votos, dejar sin efecto la delegación y retomar el trámite ordinario. La aprobación en
comisión requerirá el voto de la mayoría absoluta del total de sus miembros. Una vez
aprobado el proyecto en comisión, se seguirá el trámite ordinario. (Volver)
Artículo 80. - Se reputa aprobado por el Poder Ejecutivo todo proyecto no devuelto en
el término de diez días útiles. Los proyectos desechados parcialmente no podrán ser
aprobados en la parte restante. Sin embargo, las partes no observadas solamente
podrán ser promulgadas si tienen autonomía normativa y su aprobación parcial no
altera el espíritu ni la unidad del proyecto sancionado por el Congreso. En este caso
será de aplicación el procedimiento previsto para los decretos de necesidad y urgen-
cia.(Volver)
Artículo 81. - Ningún proyecto de ley desechado totalmente por una de las Cámaras
podrá repetirse en las sesiones de aquel año. Ninguna de las Cámaras puede
desechar totalmente un proyecto que hubiera tenido origen en ella y luego hubiese
sido adicionado o enmendado por la Cámara revisora. Si el proyecto fuere objeto de
adiciones o correcciones por la Cámara revisora, deber indicarse el resultado de la
votación a fin de establecer si tales adiciones o correcciones fueron realizadas por
mayoría absoluta de los presentes o por las dos terceras partes de los presentes. La
Cámara de origen podrá por mayoría absoluta de los presentes aprobar el proyecto
59
Artículo 84. - En la sanción de las leyes se usará de esta fórmula: El Senado y Cáma-
ra de Diputados de la Nación Argentina, reunidos en Congreso, decretan o sancionan
con fuerza de ley.
Actividad Nº 14
- Analice la Constitución de su provincia y compare lo dispuesto para
el Poder Legislativo provincial y el nacional, en especial los requisi-
tos para ser legislador y forma de elección.
UNIDAD XII
EL PODER EJECUTIVO
Régimen Régimen
parlamentario presidencialista
En general, los miembros Rígida separación. Incom-
Relaciones entre los pode-
del gobierno son parlamen- patibilidad de ejercer funcio-
res Ejecutivo y el Legislativo
tarios nes simultáneas
44
Una visión crítica de ambos sistemas puede verse en
http://www.upd.oas.org/lab/documents/fiapp/georgetown_2004/mario_fernandez_spa.pdf.
45
Esta designación, que en una primera etapa del sistema le era libre, suele recaer en el líder del partido que gana las elec-
ciones de renovación del parlamento. Por este motivo, en España o Gran Bretaña por ejemplo, se sabe con anticipación
quién es el “candidato” a Primer Ministro.
61
Salvo un pequeño período entre 1810 y 1814 en los comienzos de la época patria, en
el que gobernaron poderes ejecutivos colegiados (Primera Junta, Junta Grande y
triunviratos), la característica saliente del órgano ejecutivo, tanto en la etapa de domi-
nación española como en los gobiernos criollos, es la existencia de un poder ejecutivo
unipersonal, el que podía concentrar o no en sus manos el poder legislativo. Como
primer antecedente se puede señalar la creación del Directorio, en 1814, que era ejer-
cido por un ciudadano con el título de Director Supremo. Esta institución rigió hasta la
provincialización de Buenos Aires en 1820, año a partir del cual la provincia estuvo a
cargo de un gobernador, al igual que las demás. En 1826, el Congreso General Cons-
tituyente creó el cargo de Presidente de la Nación, y se designó para tal función a Ber-
nardino Rivadavia, pero el rechazo de las provincias de la Constitución unitaria de ese
año determinó la existencia efímera de tal institución, que estaba vaciada de poder,
por otra parte. Durante los mandatos de Juan Manuel de Rosas, gobernador de Bue-
nos Aires, las demás provincias delegaban en el mismo el manejo de las relaciones
exteriores de la confederación. El famoso Pronunciamiento de Urquiza de 1851, prólo-
go de la batalla de Caseros y de la Organización Nacional, consistió en la reasunción
de las relaciones diplomáticas por parte de la provincia de Entre Ríos, entre otras co-
sas.
46
Sabsay, Daniel, La forma de gobierno en nuestra Constitución, en la obra colectiva “Derecho Constitucional”, Buenos Aires,
Universidad, 2004, pp. 59-60.
62
no asume la Presidencia, sino que mantiene su cargo y ejerce el Poder Ejecutivo. Por
tal motivo, se utiliza la fórmula “El Vicepresidente de la Nación en ejercicio del Poder
Ejecutivo…”.
Esta decisión del Congreso, ¿se debe tomar en cada caso en que se produzca esta
situación, o podrá adoptar una resolución aplicable para todos los casos?
Ante esta situación, el Congreso adoptó una solución aplicable en toda circunstancia:
mediante la ley 252 de 1868 determinó un orden de sucesión para el caso de vacancia
de la Presidencia y de la Vicepresidencia. Los funcionarios encargados de cubrir la
vacante en forma transitoria son el Presidente Provisional del Senado, el Presidente
de la Cámara de Diputados y el Presidente de la Corte Suprema, quienes van a estar
encargados de ejercer el Poder Ejecutivo hasta tanto el Congreso elija a la persona
encargada de completar el mandato del Presidente ausente. La ley 252 limitó esta
elección del Congreso a un senador, a un diputado o a un gobernador de provincia, ya
que todos ellos son funcionarios electos mediante el voto popular. El régimen vigente
en la actualidad es el de la ley 20.972, con las modificaciones introducidas por la ley
25.716.
Una forma de entender este mecanismo es analizar los hechos que ocurrieron en di-
ciembre de 2001 a raíz de la renuncia del Presidente De la Rúa.
47
La Constitución no prevé ningún mecanismo para su solo reemplazo.
48
En la oportunidad, se debatió si la designación debía ser también provisoria, como para que haya un llamado inmediato a
elecciones.
63
La historia podría haber terminado aquí, pero luego de producirse la muerte de dos
manifestantes en el Puente Avellaneda, el Presidente renuncia “con fecha adelantada”,
es decir que anunció su intención de abandonar el cargo para el día 25 de mayo de
2003. Una de las previsiones de la Ley de Acefalía es que el ciudadano que es Presi-
dente electo lo tome provisionalmente hasta el día en el que efectivamente le hubiera
correspondido asumir, con lo que se adelantaron las elecciones presidenciales, el ciu-
dadano Néstor Kirchner asumió el 25 de mayo de 2003 en su carácter de Presidente
electo, completó el mandato de De la Rúa hasta el 9 de diciembre de ese año, y co-
menzó a ejercer su propio mandato desde el 10 de diciembre de 2003, el que se debe
extender hasta el 9 de diciembre de 2007.
La obligación del informe mensual se trata más bien de una especie de control de ges-
tión que el Congreso está habilitado a realizar sobre la marcha diaria del gobierno, ya
que uno de los objetivos de la creación de la figura del jefe de gabinete era descom-
primir en cierto modo las tareas del Presidente al asignarle la administración general
49
María Angélica Gelli, Constitución de la Nación Argentina, comentada y concordada, Editorial La Ley, Buenos Aires, 2003, p.
739.
64
del país. 50 De esta manera, y dada la periodicidad de los informes a rendir, el Congre-
so podría contar con un grado de detalle importante de la marcha del gobierno.
A este respecto, es interesante recordar las expresiones del actual Jefe de Gabinete al
presentar su primer informe un mes después de asumir en el cargo: “Me fue enorme-
mente traumática [la primera experiencia de rendir un informe ante el Congreso] por-
que la realidad es que hemos tenido dos días hábiles para recibir las preguntas y con-
testarlas. Es más, venía con la enorme satisfacción de haber contestado el noventa y
ocho por ciento de las preguntas, cosa que me generó el odio del resto del gabinete
porque no los he dejado vivir las últimas cuarenta y ocho horas.
”Pero [dadas las expresiones de algunos oradores] parece ser que las respuestas no
fueron lo suficientemente amplias.
”Simplemente les quiero decir que tomo el compromiso de corregir esta mecánica.
Pero quiero que entiendan que también deben corregirse cosas en el Senado y en
Diputados. Es imposible contestar doscientas sesenta preguntas, las cuales deben
distribuirse en varios ministerios y secretarías en el término de cuarenta y ocho horas.
Es virtualmente imposible contestar a todos los requerimientos.
”En verdad aspiro (…) a que no tenga que venir una vez al mes a contarles lo que hi-
cimos, sino a trabajar junto a ustedes. Cuando trabaje junto a ustedes no van a tener
necesidad de esperar treinta días para encontrar una respuesta. Y si agilizamos los
canales de diálogo entre senadores, diputados y el Poder Ejecutivo, no necesitaremos
treinta días para encontrar una respuesta. Yo aspiro a eso.” 52
Hay, en efecto, una mecánica que dificulta la fluida comunicación que parece preten-
der el artículo 101 de la Constitución. Dicha mecánica no sólo se evidencia por la gran
cantidad de preguntas que se hacen cada vez que el Jefe de Gabinete anuncia o soli-
cita se fija fecha para su informe, sino por la tendencia a que las intervenciones de los
parlamentarios en el debate posterior a la presentación del ministro coordinador, si
bien pueden contener interrogantes, se transformen en discursos en el que fijan posi-
ciones políticas para el diario de sesiones. 53
50
En el debut parlamentario del Jefe de Gabinete, el mismo expresó lo que entendía era el objeto de los informes: “No me
compete emitir un mensaje a las Cámaras, ni referirme al estado de la Nación, formular políticas o hacer recomendaciones
que están reservadas al señor Presidente. El Presidente es, constitucionalmente, el jefe supremo de la Nación, jefe del go-
bierno y responsable político de la administración general del país. Tampoco se trata de una rendición de cuentas, que es
otro acto constitucionalmente previsto.
”Es mi obligación, sí, hacer una narración de los actos y decisiones relevantes que suceden, mes a mes, en el transcurso del
gobierno. Es un informe de ejecución de las acciones propuestas por el Presidente de la Nación, de las políticas dispuesta
por el Congreso, de las respuestas del gobierno ante las crisis y demandas que debieron enfrentarse, más una relación de
las principales actividades en los distintos departamentos ejecutivos”. (Diario de Sesiones del H. Senado, 23 de agosto de
1995, p. 3744).
51
Artículos 198 a 202 del Reglamento de la H. Cámara de Diputados, y el 215 del Reglamento del H. Senado.
52
Versión taquigráfica de la sesión del H. Senado del 25 de junio de 2003, pp. 36-37, en:
http://proyectos.senado.gov.ar/wa/web/owai/250603.pdf.
53
“[E]l primer tema que deseo citar es que quisiera que las sucesivas visitas del jefe de Gabinete rompan esa inercia de los
errores que todos hemos cometido y que han hecho que esto sea más aburrido que la telenovela de la tarde, ya sea ésta
nacional o alguna que ocasionalmente viene del exterior.” Intervención del senador Baglini, versión taquigráfica de la sesión
del H. Senado del 25 de junio de 2003, p. 12, en:
http://proyectos.senado.gov.ar/wa/web/owai/250603.pdf
65
Podría decirse, en definitiva, que pareciera que estamos ante otra promesa incumplida
de la reforma de 1994.
12.5. ATRIBUCIONES
Actividad Nº 15
UNIDAD XIII
PODER JUDICIAL
El Poder Judicial es el encargado de resolver los conflictos que puedan suscitarse en-
tre las personas por aplicación de las normas que dicta el Congreso y ejecuta el Poder
Ejecutivo. Pero si esta fuera toda su tarea, tal vez sería más apropiado hablar de una
“administración de justicia”. Como ya vimos (página 22), tiene (o tomó) a su cargo el
control de constitucionalidad de normas y actos, con lo que sí entonces resulta más
apropiado la denominación de “poder”, ya que le es posible dejar sin efecto o, por lo
menos, no aplicar las decisiones de los otros dos departamentos.
Esta facultad la debe equilibrar con una “debilidad” que parece resultarle propia: “…es
bien claro que el Poder Judicial es el más débil de los tres programados por la Consti-
tución. Hamilton, en El Federalista, recuerda que no tiene ni las armas ni el tesoro: ‘No
posee fuerza ni voluntad, sino únicamente discernimiento, y ha de apoyarse en defini-
tiva en la ayuda del brazo ejecutivo hasta para que tengan eficacia sus fallos’. El peso
político del Poder Judicial reside en el respeto que le tengan los demás poderes del
Estado y en el prestigio que encuentre en una comunidad. Ese prestigio es producto
de la justicia, prudencia y, sobre todo, de la imparcialidad de sus decisiones”. 54
13.1. ORGANIZACIÓN
Un reflejo de la organización federal del país puede verse también en la forma en que
se establece el funcionamiento de la el Poder Judicial, ya que por un lado tenemos a la
justicia federal (o nacional), cuya competencia está expresamente en el artículo 116 de
la Constitución, y los poderes judiciales provinciales, los que, entre otras cosas, tienen
a su cargo la resolución de conflictos por aplicación de legislación nacional tan impor-
tante como es la legislación civil, comercial, penal, laboral, etc. (ver el inciso 12 del
artículo 75).
54
Sagüés, Néstor, Elementos de Derecho Constitucional, Buenos Aires, Astrea, 1999, T. I, § 580, p. 618.
67
Actividad Nº 16
UNIDAD XIV
DERECHOS FUNDAMENTALES
Obviamente que no alcanza con que simplemente se exprese en un texto cuáles son
los derechos de los habitantes, sino que se deben dar las condiciones para que todos
ellos puedan ejercerlos. Esta última podría ser considerada una tarea pendiente de
todos los gobiernos.
Actividad Nº 17
- Compare el catálogo de derechos de la Constitución de su provin-
cia con el de la Constitución Nacional. ¿Qué importancia tiene que
se garanticen los mismos derechos en ambos niveles de gobierno?
¿Tiene alguna relevancia? Fundamente.
HIPERVÍNCULOS
Constitución Nacional
Algo que no debemos perder de vista es que la Constitución Nacional se puede asimilar a un “acuerdo”
entre las provincias, las que hasta el momento de su dictado funcionaban como entes, como Estados
separados. Mediante el dictado de la Constitución, las propias provincias se “despojaron” de ciertas atri-
buciones y las delegaron en el Estado federal. El cumplimiento de este acuerdo, de esta delegación,
debería estar garantizado de alguna forma: la supremacía del orden federal por sobre el provincial. (El
avance del Estado federal por sobre el provincial es otra cuestión.)Volver
Artículo 28.- Los principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser
alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio.
Artículo 27.- El Gobierno federal está obligado a afianzar sus relaciones de paz y comercio con las po-
tencias extranjeras por medio de tratados que estén en conformidad con los principios de derecho públi-
co establecidos por esta Constitución”.Volver
Lectura N°1
La mañana de ese día domingo 1º de mayo, veintidós representantes de las trece provincias suscribie-
ron la Constitución para las Provincias Unidas del Río de la Plata y se difirió el juramento para la hora
de la tarde. El presidente del Congreso, Zuviría, ofreció al mediodía un refrigerio en su casa. Allí, fuera
de la solemnidad de una sesión, se entonaron las estrofas del Himno Nacional y se brindó por la Patria
y la nueva Constitución.
Hacia el atardecer en el Cabildo, a cuyo alrededor se habían reunido tropas y numerosos vecinos, los
congresales juraron solemnemente la Constitución. El presidente Zuviría, que había cuestionado la
oportunidad de su sanción, pronunció una histórica alocución, cabal muestra de valor democrático: “Por
lo que hace a mí, señores, el primero en oponerme a su sanción, el primero en no estar de acuerdo con
muchos de sus artículos […] quiero también ser el primero en jurar ante Dios y los hombres, ante voso-
tros que representáis a los pueblos, obedecerla y acatarla hasta en sus últimos ápices […]. Quiero ser el
primero en dar a los Pueblos el ejemplo de acatamiento a su soberana voluntad expresada por el ór-
gano de sus representantes en su mayoría, porque, señores, en la mayoría está la verdad legal. Lo de-
más es anarquía y huya ésta para siempre del suelo argentino…”. Acto seguido los congresales junto al
gobernador Crespo salieron a los balcones del Cabildo a proclamar la nueva Constitución en medio de
la algarabía general que entonó el Himno Nacional.
Una comisión integrada por Del Carril, Gorostiaga y Zapata partió el 15 de mayo a hacer conocer la
nueva Constitución a Urquiza que se encontraba en su campamento de San José de Flores, en las
afueras de Buenos Aires. La Constitución fue promulgada en una fecha emblemática, el 25 de mayo de
1853, y mandada a jurar por los pueblos en otra fecha señera: el 9 de julio.
Sergio Díaz Ricci, Los 25 “padres constituyentes” de Santa Fe, en la obra colectiva publicada por la
Asociación Argentina de Derecho Constitucional con motivo de haberse cumplido 150 años de la misma
en 2003.Volver
La Escuela Filosófica
“La escuela fisiócrata surge en el siglo XVIII y es a juicio de algunos autores la precursora de la econo-
mía moderna. Esta escuela considera a la agricultura como la única actividad realmente productiva por-
que es la única que da un producto neto, y a la industria, al comercio y a los servicios como económi-
camente estériles, en vista de su concepción materialista de la riqueza; que las sociedades humanas al
igual que el mundo físico están sujetas a un orden natural, al que frecuentemente atribuyen carácter
providencial y que tiene las notas de un ser universal e inmutable, por lo que el Estado debe limitar su
intervención, de manera que el individuo pueda desenvolverse libremente; estima que la riqueza circula
a través de las clases sociales por cauces establecidos y que el Estado es copartícipe de la propiedad
por lo que debe cubrir sus gastos a través de un impuesto único a cargo de los propietarios territoriales.”
http://www.uaim.edu.mx/segundotrimestre/matesegundo/economia.doc
Volver
71
Artículo 37 - Esta Constitución garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos, con arreglo al prin-
cipio de la soberanía popular y de las leyes que se dicten en consecuencia. El sufragio es universal,
igual, secreto y obligatorio.
La igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a cargos electivos y partida-
rios se garantizará por acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y en el régimen elec-
toral. Volver
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