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capitulo XVI onde quecla comprobade que fa ocasion es flor de wn dia, ASARON DOS, TRES O mas di. casen del depdsito, Agua t : cs comida de tanto en tanto y, por nuest bamos los mensajes necesarios par: siado solos ahi adentro, ; Pero DOr fin nos Hevaron al laboratorio. A los tres juntos. Para ellos éramos los tres perros, a secas, como siempre: dos machos y una hembra (sélo nosotros sabia- mos quiGnes Gramos y qué esperanzas tenfamos puestas en el mundo). Ta parte, nos manda- ‘4 no sentirnos dema- Cuando apoyaron las tres jaulas sobre la mesada pude observar a gusto a mis companeros y supongo que tam- bién ellos me habran observado. Noté con alegria que la Negrita estaba empezando a recuperar su negrura, aunque en forma alteada y muy despareja. El pelo le volvia a brotar, pero sin ton ni son, donde se le antojaba y de a ratos, y como resultado de eso la pobre ten{a el cuerpo tan leno de penachos negt os ie mas que perra parecia surtidor 0 Pune oe dos ojos bien abiertos y su mirada burlona cco ne El Huesos estaba flaco, muy Eee ae Oo bién A Yas épocas, casi invisible, puro perfi D ae yoladoras. Me 6l le brillaban los ojos debajo de las or eaunca porque, de di cuenta de que estaba mas elke ide lana, s6l0 tes Sus cuatro patas delgadas come hebr Apoyaban en el piso de la jaula. 107 Powered by (3 CamScanner «, me imagino que les habran J Por mi partes! re varrolladas orejas Bfeet atencion mis Mas que antes (especialmente. estaban més ‘ian una fuerte tendencia a enre, inquierda) 4 fetipso me obligaba a caminar con la eat entre a pata, Bes feat de orgullo que, franca see fg grande), & cers llegué a pensar ae ine avetipor hacerme falta el famoso portaorejas Noestdbamos igual, poro éramos los mismos. Podja, mos reeonocernos y eso ya era una forma de contento La. fres, como tres zonzos, esperabamos el suplicio y, gis embargo, moviamos la cola. Meimagino que fue esa alegria nuestra la que terming por convencer a los téenicos de que podian confiar ce Rosotros. Supongo que les parecimos perros sensatec solicitos, amistosos, dispuestos a colaborar como el que més con la belleza eterna. De modo que nos sacaron alg tres de la jaula y nos colocaron sobre la mesada de marmol, Fue una felicidad volver a olisquearnos, aunque no quisimos dar rienda suelta a la alegria: no cra el momento de intimar; era el momento de mantenerse tensos, esperando que la calesita pegase por fin el envién y diese su vuelta. Mado ta ‘amente creo, 1; darsem, Las cdpsulas del destiempo estaban en uno de los estantes, junto a un manojo de berro, Me pregunté cudntas nos dedicarian: al fin de cuentas un perro es, bastante mas que un sapo. Sacaron siete. Como siempre, las degollaron, Volearon el aceite nauseabundo en un balde. Agregaron mas liquido. Revolvieron con un pali- {o. Mis compaferos miraban sin recelo, con esa absurda ae ‘tue mi especie insiste en depositar en los huma- bias ra case yoconocia muy bien el final delareceta; Trae n cualquier momento comenzarian a agrega™ ¥ tenia panico de convertirme en ingrediente. 108 aeons fintonces sucedié otra yer parecido una verdadera seal, unsospece Huesos se puso a bailar. Bail su famess mUaeto:el enloquecido. Bailé genialmente, comp Joo emuombe verdadero artista. Pude comprobar eon gron es que ni el paso del tiempo ni su importantece nec conseguido empafiar en lo mas minimo el eel esa musica ritmica y contagiosa con quehshn eon brado siempre a sti auditorio, y que ahora, wage sobre tres patas, me parecié incluso mas inspirad, ada antes. Tan feliz me puse de que mi amigo hubiews cu, capaz de recuperar su vieja destreza que estuve a punto de desaprovechar la dulce ocasién que el giro de Ie calesita nos ponia ahi nomas, delante de los hacieos, Una ojeada apenas me aleanzé para constatar que los téenicos en belleza eterna no eran menos hechizables que los ratones: seguian el ritmo con la cabeza y revol- vian al compas el menjunje del balde. Empecé a pensar que era posible que lo que nos habia significado en un tiempo un buen almuerzo pudiese valernos, en este caso, una mejor huida Me alarmé un poco cuando noté que también la Negri- ta resultaba hechizable. Estaba rigida, atenta, encanta- da con el concierto, y me costé un poco convencerla, con empujones y hasta algun. tarasconcito carifioso, de que las ocasiones son flores que duran poco, que enseguida se marchitan. Pegamos el salto, los tres al mismo tiempo, Chocainos contra el balde. Lo hicimos tambalear. Se agit? menjunje. Nos salpicé apenas al Huesos ya mi a eb p6a la Negrita. Bl segundo salto nos a ee que, para completar la ocasién flor, estaba ; raron WS Con el lomo golpeé la estanteria, se agitaron la Gol- c4psulas del destiempo. Se tambalearon Cayeron. Jo que un dia me habia 109 Powered by (9 CamScanner eoron conte otros estantes. Se rompierOn sin neg, peng que nadie esserruchara el pescuczo. Se derray dad jogos sobre la escena que NOSOLTOS ya estabayn Rando airds. Of gritos primero y después unas pale® pete mal dichas, algunos ruidos gangos0s, y despuge Pearido muy parecido al que le salfa de adentro q sy) hermito preferido” cuando le apretaban el boton qet dolor de vidos. Después nada. Enun santiamén atravesamos el terreno que yo haba considerado propicio para una escena de amor entre Ing frascos. Nos aguardaba el mismo hueco cn el cero, Salimos. Seguimos corriendo. Corrimos. Corrimos, Gy. rrimos. 110 Capitulo XVIE Donde la Negrita disminuye y por poco seas pierde de vista a fuera de xtra eguimos corriendo sin de! momento, con el exclusive aftr D sive in de alejarnos todo To posible de Ia belleza eiema y na soe disgustase la hermosura sino porque habianeeeteny que resultaba demasiado costoso mantenerla ene mente en alto. tenernos ni por un Al comienzo, la Negrita llevaba la delantera (era una excelente corredora); detras iba yo, malgastando parte de mis energias en mantener la frente en alto para no tropezarme con las orejas, y ultimo el Huesos, agil como siempre, pero obligado, por surenguera, adesarrollar un estilo muy particular, mezcla de carrera ysaltto, que no dejaba de resultar musical y hasta vistoso, pero que reducia mucho su velocidad promedio. Un rato después pasé, sin demasiado esfuerzo, a la vanguardia. Y segui corriendo sin parar, que es lo que debe hacer siempre un fugitivo. Habiamos recorrido ya un trecho muy largo cuando noté que la Negrita nos habia abandonado. No so de de ofr su carrera, de porsi muchisimo massilenciosa ve el cloqueo persistente del Huesos, sino ave ni sia me Hegaba su olor, y eso si que era alarmant fies lanes Frené de golpe la carrerey me sol Far sucedia en la retaguardia. Bl Hueso’ Oa rita. en metros, pisindome casi los talones, Ps ca, rene cambio, estaba muy lejos. Sela veiamuy chien r62 i Powered by (9 CamScanner dudé que tanta pequeriez fuese gy, Me parecié algo torpe, ademas: gnc °ftty . Tia eo, mn tediminuta, ¥ dela distancia. 5 elegancia y sin ri entusiasmo, pero sin eleg: y tmo, a veces enttante y otras veces hacia un costado o hagia s/éia i] Hueeas se detuvo a mi lado y nos quedamos p>" quitos mirando elfondo delacalie por donde corse’ te aug ver con menos decision, cada vez més tituie 2 Jeleidosa, nuestra compariera de fuga. ‘ante Dadé, Pero deié de dudar cuando vi que se deteniaq pronto en mitad de la carrera y empezaba a torear g s¢® frjita seca que se le habia cruzado en el caming 2 chumbarle con furia. ¥ a empujarla con el morro, ¥'a ag. yueltas y mas vueltas alrededor de ella. Era imposikie seguir dudando: la Nogrita, como el desdichade y dee aparecido sapo, habia vuelto a la infancia Corrf hasta donde estaba, temiendo que, igual que su antecesor, terminara por disolverse en el aire, y que en elsitio s6lo quedase, al llegar yo, la hoja seca y acaso una brizna, un leve resabio del olor inolvidable. Pero no, Estaba ella, muy alegre, burlona como de costumbre y bastante peludita, Ilena de penachitos negros, pero deci- didamente cachorra, tropezdndose sobre unas patas de- masiado cortas todavia y demasiado gruesas, mordis- queando la hojita, alejandose de ella a los saltos, y desafiandola después a puro chumbido, para ver sila hojita era valientey también se animaba a mordisquearla a ella. En fin, cosas de cachorros. Supongo que no hard falta que mencione mi descon- fuse, ni el del Huesos, que se vino enseguida a cor: qenplar el espectdculo ese que nas deparaba el desticn a sear los perros adultos y, si bien conociamos oy obliged 3, mucho del hambre y nos habfamos vii moses & desempenar diversos oficios, jamés hav en el brete de tener que encargarnos de U a, y 112 — Powered by CamScanner Graciela Montes tra especie es més bien tradicional on ogg maa. mpro hemos considerado que los cachorros son, Path de porras, no de perros. Con eso quiero decir gu asunto de pr abise sido el Huesos —9 yo mismo—, Bis sie ach ita habia sabido qué hacer de nuestrag ramen neluso es probable que no lo hubiésemos pasagy vidas fo mal con el viraje. Pero no cra nuestro casy del ode tomo que nuestro instinto de madre era foo, Tendiendo incluso a inexistente. De modo que, cuando la Negrita —-que de cachorra resultaba diez veces mis Jmetona que de adulta— empez6 a brinear a nuestry ineNjedor, a metérsenos por entre las patas y a colgarse aymo una garrapata de mis infinitas orejas —que ya bastante me pesaban sin la ayuda de pendientes— me empecé a preocupar. Lo miré al Huesos con desolacién dieténdome que, si ya sin prole resultaba dificil conse- guir sustento, ahora, con un crio a cuestas, nuestra supervivencia podia llegar a convertirse en una empresa imposible. No era cuestién de dejarla abandonada a su suerte, por supuesto. Al fin de cuentas habja sido cautiva dele belleza eterna, como nosotros mismos. Y no sélo cautiva sino también cautivante, segun recordaba yo perfecta- mente, duefia del olor mas estupendo que pueda un perro enamorado imaginarse. Y, aun cuando ahora su olor fuese apenas un recuerdo, no convenia olvidar que las cachorras crecen y que se hacen perras y que, si, tal com? yo suponia, la Negrita habia concluido por fin su visit mele destiempo, sélo cabia esperar que diese ne wants recomenzase eu crecimiento. Con lo que, tart rane 0, acabaria por recuperar su tamano y ese ‘do el que yo me sentia capaz de dar la vuelta al mun Lal cucstién era saber e6mo arreglirselas entretant P or el momento, la Negrita era una cachorrita, ¥ erianza. Nues 114 OSE AS Y deswont, twras de Cay re Hamdg cachorrita bastante dificil de m; capaz de quedarse quicta ni po gavcamnino hacia una meta: bri de alla vuelta para aqui en el mas completo ret? BI Huesos no parecia demasiado preneuped en medio de la calle y parecié mas dispuests ee «eh del esfuerzo y a sonar con futures candoen disefar algun recurso con qué oo que a mas, de manera que quedé encargado de cancer, emergencia. ipitanear la ancjar por UE No pare F un instante nidedn, ncaba de a ality En lo inmediato lo nico que importaba era aleja cuanto antes de la belleza eterna y la cuestién erg convencer a la Negrita de que nos siguieseala carreras sin distracciones. Se me ocurrié que tal ve2, si echaba yo acorrer en el preciso momento en que ella se me prendia con los dientes de la oreja, podiamos llegar a hacer algunos buenos progresos, aunque fuera en desmedro de mi ya mi abusada anatomia. Y en eso estaba, planeando estrategias desesperadas, cuando de pronto se oye un poderoso estornudo. Un estornudo que no parecia de perro sino més bien, y que el cielo me perdone, de elefante (eso siempre y cuando los clefantes estornuden, cosa que no puedo atestiguar puesto que no conoci sino uno en toda mi vida y jamés lo vi resfriado). Un estornudo realmente poderoso. ¥ la Negrita quese va volando como una pelotita por el aire, sin remedio y a una velocidad inalcanzable. Echamos a correr tras ella como locos, temiendoquela violencia del lanzamiento hubiese terminado por regresarla al peligroso territorio de la belleza eterna Eso nos obligg a ovillar de nuevo varias calles a= Tt habiamos desovillado en nuestra huida —n Soa cuente desperdicio de energias— Per? por fin entre ramos: caddie en medio de un Tigustro, enrededs 15 Powered by (9 CamScanner Graciela Mone jasramasy gimiendo yberreando, como s6lo saben Ad STevear ios cachorros: ir Y Al tigustro era éspero, antipatico y lastimaba e vee cekin pude notar ewando me meti a reseatay)e rp, see cambio, la senti muy tibia ¥ muy ticrna en las escondi los dientes detras de los labios para a danarla. e Cuando la deposité en el suelo, creyendo que lo pe, habia pasadoy dispuesto a frotarme el morro con la pay para desprenderme una espina que se me habia clavady Yeo que le tiembla la punta del hocico, senal de que se deereaba un nuevo estornudo. ‘Tuve entonces el fogonazo de una idea y la certeza de que habia que actuar de inmediato. La recogi con los dientes del pellejo del cogote y le hice dar media vuelta en el aire, obligandola a apuntar con la nariz hacia la regidn de la belleza eterna. Me daba cuenta de que sus estornudos podian Iegar a ser una buena forma de locomocién, siempre y cuando se los despachase en la direccién contraria. Afortunadamente el método dio buen resultado, y al rato ya estdbamos los tres de vuelta en el sitio de donde nos habia hecho partir el primer estornudo, Dos estornudos mas y legamos al cerco del terra- plén, donde por fin nos sentimos salvados, y més ave salvados cuando notamos que habia algunas espléadi- das enredaderas para protegerse del sol y que juntoa las vias corria una cafiada no muy profunda pero suficiente para calmar a tres sedientos. Capitulo XVII Borde comomos poco pero N ESO ESTABAMOS, bel eapersds bueveler eee eae aliento, cuando veo quela Negrita se mete decdianne te entre las patas del Huesos, alza la cabeza y abre la boca buseandole una teta El Huesos es un perro manso, pero digno, y nunca ha tolerado los abusos de confianza. Se ofendié muchisimo. Aparté a la Negrita con un grufido que no dejaba lugar a equivocaciones, se eché boca abajo y ahi se quedé, con Japanza bien apretada contra los yuyos, os ojos cerrados y el morro hundido entre las patas, decidide ano dejarse humillar mas por una eachorra insolente, Pero la Negrita no se daba por vencida: le empujaba Ios flancos con el hocico y Io arafiaba con le pate. Cuando legaba el grufiido, se apartaba yretrocedia um poco, pero después volvia al ataque por el otro flanco. a i i »nos que recordar mis og os on cambio, ane no Pade dela tela, 12 miabe épocas de busqueda infructuosa sere hacer con cierta simpatia y hasta con re valida ¥ cuenta de que la pobre estaba en un callin ene condenada a un futuro mas Rego sarat la porque, si a mi me habia resulta il sino pritiea meta por exceso de hermanos, Yan a a cariel mente imposible Je iba a resultar @ ‘gridas com Jas premio que buscaba en regiones t8? nuestras. U Powered by (9 CamScanner Graciela Montes ue me acerqué y le di un par aoa ae ue todo lo que podia darle; Tecordae . tarpian significado un Bran consuelo en mis antigu gpocas de seca oo En ese mismo instante, el reloj de mis tripas volyig woes Migaroso como siempre, ¥ sentt la vieja Punzada sere me habiaidoempujande deun sitio al otroenlavide quemetie le echara una ajeada al Tuesos, que ya % Basti asco de pie y husmeaba el aire con desconsuels, para darme cuenta de que estabamos bien sincronizadgg Patue también 61 la habia sentido; Era el hambre, que y que Womo siempre, ¥ cada vez éramos mas los ham. brientos, ‘Gomenzé entonces para todos, pero muy especialmen- teparami, por razones que expondré acontinuacién, una fgpea muy agitada, Ilena de trajines, atareadisima, que se rolongé durante algunas semanas y hasta bien eo menzado él frio. Nuestro deber principal era, por supuesto, cumplir con el hambre, s6lo que en esta oportunidad no parecia fan sencilla la tarea. En primer lugar, nos veiamos obligados a concurrir de a uno y no de a dos, como antes, f los asaltos. Y eso debido a que la Negrita exigis Vigilancia permanente; en parte porque tenia cieria tandencis 4 extravierss detréa dela primers lagerti, abrojo o chingolo que se le pusiera delante, pero sobre todo por la cuestién de los estornudos portentosos, que aunque menos frecuentes, de todos modos seguian 31° tandola de tanto en tanto y que era necesario orienta" con mucho esmero _Los asaltos solitarios son mas peligrosos, menos fru” tiferos y definitivamente mas aburridos que !os tr; fl Pareja, pero, con todo, habrian resultado al ment olerables si nos hubiésemos podido turnar ¢” !* Ca 112 [> Aes dase os de can "Hl Haag con el Huesos. Sin embargo, tal cosas, recayeron exclusivamente estaban dad Ia cuestion es que la Nogrita wen Pena ora, poco & poco, aotro tipo de aliments se ¥8Adapanda, pegjailusidn de conseguirae ne aires bane a Huesos se pusiese de pie paraie de eed@baquee Jo siguiese a los saltos, con la esperanatsPeraave la atrapar eso que el Huesos de ningig sais de puesto a prestarle. Estos afanes dela Nese BI Huesos a vivir echado; comta echado, hig ge grofiia echado y se ponia de pie extasreene Gesahogarse entre los yuyos cuando estabs bes eens de que la Negrita dormia. aba bien seguro Por otra parte, habiamos anclado en un barrio m magro, en el que lo que menos abundaba era Taconida Habia ‘casas que sacaban a la calle unas blaas de basura miserables que muchas veces no contenian mas que un earozo y seis o siete pelusas, Eso me olga a secorridas larguisimas y muchas veoesinfactnss ya tolerar meriendas bastante menos escogidas que las que hrabfamos sabido conseguir en nuestratemprana uventud ‘No ereo exagerar si digo que mi vida como nero fue tan esforzada por lo menos como mi vida de mascota, Me Tovantaba muy temprano, abandonaba nest refuge sevapoce eubierto de enrodaderas, muy cerca de f6 Ganda y salfa de caceria. Aunque tal vex caer rand abca demasiado prestgioss pore a0 TO an tae porque, si bien traté de hacer Dame Gupecie lo mejor posible y jams nee ils seers vetony calebraseme cTuZase Pore“ ton De Soa raeepan muchas ni era muehe TT punta modo que, por lo general debia cone yi recoger o trasladar @ nuestro refug fi 7 se me pareciese no ya apetitos® bo as Powered by (9 CamScanner nos digerible. Como las recorridas eran wscaso —-y a veces tenia que dedi irgas y el botin escaso —Y & icar argos Fras del dia en buscar a la Negrita que se nog 28 ort terraplén despues de algtin estornudo mal va y mds 0 me ja por el g peurioy del barrio al terraplén innumerable cantidad de veces, sin juzgar demasiado lo que traia entre los die, la, Creo, una tes, a punto tal que ya mds que perro part urraca. ‘Amontonaba sin pensar durante todo el dia y después, ala tarde, nos dedicabamos a descubrir los pocos trozos aprovechables que habia en esa pila de desperdicios. Bra un método cansador, poco eficaz y decididamente desprolijo, pero me sirvid, sin embargo, para descubrir algunos recursos novedosos, que me permito enumerar en beneficio de los hambrientos que puedan estar leyen. do esta historia. Las latitas de bettin, por ejemplo, son una merienda sabrosa; tal vez excesivamente crocante, pero de corazén jugoso y muy nutritivo. Un trozo de pan duro 0 de galleta vieja mezelado con algo de pasta dentifrica resulta una golosina casi insuperable, Los restos de crema de afeitar, las cdscaras de papa o el hollejo de naranja mejoran mucho si se los mezcla con un poco de barro. Los trapos no son tan secos como uno se imagina, es solo cuestin de gastar en ellos suficiente saliva. Y recomiendo especialmente los zapatos: son sustanciosos, buenos de digerir y entretienen mucho. Pero, con todo, estébamos bastante desnutridos y nunca logrébamos dormir al hambre, aunque la arrulla- bamos lo mejor posible para que no chillase. Cada tanto festejabamos el milagro de un hueso 0 de unos recortes de milanesa, y el resto del tiempo aceptabamos de buen grado cualquier cosa que fuera capaz de serenarnos las ripas. 120 La ventaja de este t Ia actividad de los sohadone eae uno més lindos son los sucrgg yaa! 43 ham una tarde muy hambroada es't % ‘brieg tragar un trozode piolin, que nayetay 2! habia ogre Sol ° frago por el vaci néufrago pr ‘acio mar de mis tripas, teomo un verdaderamente extraordinarig “Cun suefio SoA con el rey de los osobucos, Aclaro que el osobuco es 'S Mi corte fay Vorito. No silo porque es sabroso yticrnosineve muchas maneras y reserva en el cents or saueAr de ese caracti maravilloso que es mie! del pare 2: perros. ¥ ol de mi sueriono era slo sahipernsn Parts enorme. Inmenso.lnfinito, Yovolaba porelairemontaty en mi osobuca, feliz, seguro de que nu titan , feliz, ica més faltar comida. meas Con suefios como esos se tolera mucho mejor et hambre No puedo asegurar que el Huesos y la Negrita hayan atravesado por fantasias parecidas porque los perros no tenemos por costumbre contarnos intimidades, pero doy fe de que los vi jadear en suefios muchas noches, y mover la cola con indecible alegria. 121 Powered by (9 CamScanner capitulo XIX Calle se produce el miler de las salle sp aespues viene el frio a ayudar al bambre. LMILAGRO DE LAS salehichas f eterno camino del hemes nance un alto enel para el pobre Huesos, algunas conse ambién tuvo, : cuenci i bles. Me permito narrarlo porque fui testige pn easa- cial y peneficiario inmediato. El camioncito de las salchichas —en rigor, de 1 salchichas y las hamburguesas—, se detenia siemy = frente al bar de Ja estacién. Yo interrumpia mi eee tarea de acarreo de desperdicios y me quedaba el rato mirando como descargaban esas cajas llenas de gloria. En parte porque el de la comida siempre resulta un espectaculo muy estimulante, y, en parte, porque tenia la secreta esperanza de poder recoger alguna que otra migaja de toda esa abundancia, del mismo modo en que, en el amanecer de mi vida, me quedaba junto al Tigre para aprovechar los restos de leche que se le escurrian por el morro. Ya esta visto que la vida no sélo da muchas ie sino vueltas impensadas a veces, raras, rusts Aa de tropezones. ¥ eso fue Jo que sucedié con mis ee) a (que asi corresponde nombrarlas & partir de en on humano del camién y el humane del bar se aaa Tos bra- una pelea. Primero ladraron, despues movengueld como zos en el aire y por fin s¢ revolcaron a j, en el suelo, perros rabiosos. Y las cajas quedare mi morro, qe n° medio ladeadas, abiertas, al alcance 4¢ 123 Powered by (3 CamScanner podia dejar de temblar el pabre al le tanta Sabrostueg, Comencé a acarrear paqu aa as de a dos, Cares 0 de a uno, como podia, hasta el refugig, Srortunadamente estaba muy cerea, Cusintas ng xe fu ocasiones en las que prefiero no malgasta tontabilizar las alegrias. Fueron muc s Simas. En lugar del habitual pilén de desperdicias t né por acumularala entrada del refugio una maj montaia de salchichas, prolijamente envucltas en inne dos plisticos, pero ficilmente rescatables del encierry Mis compaiieros me recibieron con un contento y ung admiracién que me terminaron de entibiar las tripas Fue un festin grandioso, inolvidable. Comi como nunea, porque nunca es tan rica la comida como cuando llega justo después del hambre. La Negrita, deslumbrada frente a esas delicias carniceras, se consolé definitiva- mente de su eterno destete, al punto que, a partir de ese dia, dejé de perseguir con sus requerimientos al Hucsos, Pero el que mas comié fue el Huesos. Comis infinita- mente. Comié demasiado. Aunque no fue precisamente por exceso de salchichas que termins por caer enfermo, sino mas bien por exceso de envases. El Huesos tenia un horrible vicio: el plastico. Habian sido tan largas y tan crueles sus hambrunas, que esa cosa vacia, muerta, con gusto y con olor a nada, le parecia un acompafiamiento delicioso. De modo que se comié las salchichas con su envase, que masticaba prolijamente, poniendo los ojos en blanco, y depués tragaba, supongo que no sin cierto esfuerzo. Pagé muy caro su vicio. Esa noche lo of gemir entre los yuyos, esforzandose por descomer, por donde mejor Se pudiera, lo que antes habia comido. ¥ luego se eché en elrineén més protegido de nuestro refugio y no se PUS? de pie sino hasta varios dfas después, a pesar de que !2 124 Ob Nag egrita no volvid a manife. Satan bajas. star el menor interg i Lamentablemente, las salehi ellas se nos termind el milagro, De met 83h eon volvid al ataqu eal Gu el ham entonces si que estuvimos a punto de purge lo, y pre la pelea. er para siem El hambre era enemiga vieja, conve los d n horario fijo. Pero el fr y de improviso. De pronto, un di calentar como antes. ¥ desde entonceslacanadaten a amanecer dura de escarcha. Al principio nos amenre nabamos debajo de la enredadera para entrar en eden pero a los povos dias la enredadera nos abandon se lc fueron cayendo las hojas y al final quedamos tan deenu dos como siempre. El aire que se colaba por entre las ramas finas era tan frio que nos obligaba a cerrar los ojos, y a hundir el morro entre las patas. Yo sentia mis que nunca el peso de las orejas, que se me llenaban de agujas de hielo en las puntas. El Huesos, convaleciente de su banquete plstico, seguia echado, y tan triste que era dificil recordar que algdn dia nos habia hecho deleitar con sus candombes. Por fortuna, la Negrita estaba algo mds crecda § bastante mas peluda. No sélo se le habian multipicar® los penachos sino que le estaban creciendo (ante algunos de esos mechones ondulados ¥ sdb Nt tanto recordaba. Pero, con todo, seguia tenit Recrude- regiones de su piel desnuda y temblabamu ye cieron los estornudos, que acarreaban oe eg inconvenientes, aunque laestornudadors eT. sitio ra mas crecida y fuese capaz de Tere hacia donde la disparaba el estallide El frio se envalentoné y siguio 4? ida; atacaba tod m0 atch atraion ¥a no parecig Se nos 125 — Powered by (9 CamScanner enroscaba en el pescuezo como un lazo de hielo aplastaba los huesos, nos trituraba los pelos. Hasty por fin un dia, después de una noche de vient, punzante, amanecimos con los parpados y tongeladas y creimos que ya nunca mas ibamo; volver a mirar el mundo de frente ni a poner, para ladrarle a una mosca. E] Huesos irguié la cabeza, pero no se puso d rato volvié a aplastarse contra el suelo, como si esti; decidido a huir del frio con el sueiio. La Negrita estas” d6, se alejé unos cuantos metros y no tuvo dinimos par regresar al refugio. Ami las orejas me pesaban tantoqne levantar la cabeza me parecia una empresa poco meres que imposible Entonces senti que estabamos por llegar al fondo del barril, que ésta podia ser la ultima voltereta de la vida, y comencé a ladrar. Ladré y ladré, como si con eso pudiese hacer girar hacia el otro lado la calesita. Y segui ladrando. Y al rato también ladré la Negrita y vino corriendo de donde estaba para ladrar conmigo. Y un momento después también el Huesos se ponia de pie con esfuerzo, en tres patas temblequeantes, y se nos una con su ladrido ronco y hueco. Nos que 0 feroz las Ufiag S a poder OS de pig ¢ pie, y al Capitulo XX Donde queda demostrado que los by ‘son mucho majores cuando viene ss Sin cabeza fuera praise eB . erraplén se habia a eer Silendloso Ultimamente, ‘e trataba de un silencio nuey tante. En los primeros tiempos nu silgesnge ant periédico y siempre sorpresivo del tren sino, ademas, una especie de ronroneo permanente, un ronroneo heck, de aletear de alguaciles, de zumbar de moscas, de vibrat de chicharras y de tintinear de ranas. Pero eso habia sucedido en otros tiempos, cuando la tierra estaba tibia y la enredadera llena de hojas. Ahora el frio nos conde- naba al silencio. En cuanto terminaba de pasar el tren, rugiente como siempre, haciendo estremecer los rieles y abanicando los yuyos, sélo quedaba el silencio, unsilen- cio duro, vacio y chato, que se nos pegaba com el bro de la cafiada en el pellejo Cuando él llegé, estabamos en lo mejor delos ladrides. tas nos preocupé bastante, ie que viniera sin hecho de que vino una S062, con mucha convertido Que anduviera en dos pat pero nos tranquilizé un poco el : cabeza. Traia puesta ropa humana, tode ten nes, pero no se la ataba con cinturén sin¢ de la que colgaban una ollita’ bastantet grandes eyo de y tres latas. Se agaché y empezé aJUnU os siguid de ladrar y lo observé con tend Jadrando un rato mas y despues s° 2" Powered by (9 CamScanner ldescabezado hizosu pila de ramitas, ylas eneg Algomienco era un fuego diminuto, que p punto de apagarse. Lo aban} gue encontrtirado, Por fin consiguid lo qua tamas empezaron a chi sporrotear, ¥ ‘ icbo reconocer que Taba gusto escucharlas en medio del silencio, Nosotros estabamos en realidad muy cerca de é, porg al parecer no nos veia. Me dije que probablemente ng tuviese con qué vernos, dada su manifiesta ausoneia de cabeza, Pero me equivocaba, Después de ealenta manos junto al fuego durante un buen rato, las levg hacia ei sitio de los botones, abrié una grieta en la ropa que lo cubria y sacé por el agujero una cabeza peluda y bastante completa, con ojos, nat rastros de orejas. Yo le habia visto hacer ese truco a la tortuga del jardin de Ja tia Dora, pero de ninuna manera me parecié tortuga el que amanecié por ese agujero. Habia algo en su mirada que me hacia brotar sospechas. Y las sospe- chas, apenas brotadas, florecieron en certidumbres: alzé la cabeza, nos vio, nos miré detenidamente y largé unode esos ladridos finos y restallantes que ellos Haman earea- jada, No cabia la menor duda:-era_un hum desgracia nuestra, y boca, aunque sin no, para Ergui lo mejor que pude mi cabeza, a pesar de que las orejas me empujaban irremediablemente hacia abajo, ¥ lo miré de frente y con cierta severidad, recordando lo que me habia ensefiado la tia Dora en materia de digni- dad perruna. El Huesos, en cambio, que nunca pecé por exceso de amor propio, dio dos o tres vueltas en redondo y volvié a echarse. Pero la que se comport como una verdadera traidora fue la inconsciente de la Negrita. No sdlo no conserv6 !a minima discrecién que corresponde en esos casos, Sin? 128 EE Heri que se 1anz6 hacia donde est arrebatada y sin el menor reeaty, Ja cola como loca. Después se let propésito de lamerle de mil m; nacida. ‘Yo no sabia qué hacer frente ‘i Pensé en retirarme, siempre con ie ane eum, Jigeramente ladeada, para tener Ia seguridad 7 tropezarme con ningdn borde de orejal Ytalverdther haber hecho eso. Tal vez a deberia haber dante librada a su destino, nuevamente entre las perma Jos terribles humanos. Pero no podia evitar centmne responsable por ella; me resultaba intolerable la deeds volviesen a despellejarla como antes, justamente ahora que estaba recuperando su pelaje, De modoque, enlugar de alejarme, me acerqué, aunque con mucha prudencia Tal como me lo temia, el humano se apropié de ella enseguida. Sela metié debajo del brazoy, sin oltarla.fue hasta la cafiada y Hené con agua la ollita que llevaba atada a la cintura. Después la colocé sobre el fuego. Era una olla bastante grande y pensé que bien podia serir para cocinar un perro. Temblé por la Negrita.que seria” lamiéndole la cara con una ridicula confianza. { ‘Al rato la olla comenzé a echar humo y todo el ste ieadtarionte desde mi puesto helado. irradiar un calorcito que yo, ee muy en secreto, ambicionaba. Puse mi mer SI feroz y comencé aladrar.A ladraryagrunire ry, mente. E] humano no parecié intimidars’ Soy, adentro de un paquetito que tralia y a “a sitia donde seguia ladrando. ¥ la Negrita lamer pirand deberia haber tenido las orejas.¥ ¢ ras ests ae El humano revolvia Ja olla. = mee viendo. Yoe= traia siempre empaquetadas. es fechase adentro 2 18 peraba que en cualquier mom ‘aba el hombre ¢ de mane, e Corriends Moviends 06 Do el eenp en NeTas su cabere on 29 — Powered by (9 CamScanner ita como era, podia llegar a pare, Negrita, que, Cen salicioao Bera he. Push es a cualquier? py voted en cada una un poco de lo que habs lati lla. Elolor era, debo reconocer, muy agradablo, Después sacé una cuchara de adentro de la ropa y go pusoacomer Yadarle de comer ala Negrita, que pareeig tneontrar maravilloso el menjunje ese, porque movia Ja Sola sin parar y cuando la cuchara se demoraba un poco ensu regreso gemia como desesperada. El hombre me Ja cuchara en el tarro, la sacaba, echaba un soplidito y después se la comia, o se la dejaba sorber a la Negrita Una para él otra para la Negrita (debo reconocer que respetaba los turnos de manera rigurosa). Pero yo no me dejaba engafiar tan facil, yo no era un cachorro sin experiencia. Sabia que en cualquier mo- mento podia sacar de adentro del bolsillo un espantoso portaorejas o una pia gigante, que podfa obligar a la Negrita a meter las patas en el fuego para ver si chillaba bonito o untarla con algtin aceite para convertirla en ratén 0 en mariposa. Pero no, Se pasé el rato rascandole la cabeza y dandole a.ella permiso de rascarle la suya. Después me mir6. Me alejé dos pasos. Puso una de las latas cerca de donde yo estaba y dijo: en ae as take Ahi tiene, por si gusta Debo reconocer que me cayé muy bien que me tratara con tanto respeto; los humanos, en general, no son muy Tespetuosos. _Pensé en negarme a comer, por la cuestién de 1a dignidad, la discrecién y todo eso, pero el hambre y el frio patallaban juntos encima mio, me atacaban por todos los uid,’ % Para colmo, se peleaban entre ellos por ver auién me iba a dar la estocada final. De modo que opté 130 armen, Per hag por acercarme al calore prudencia. Tomé sopa. Primera vez.on no me parccié nada mal, aunque 18 12 toma con el osobuco. Le corriaa ung ur Pdier dentro. Y cada tanto venia fotang to fideo, una papa, un pellejito, algo ene chon Cn ue 0, sorpresa. que eran si fempre unalinds ito, si abandonar por g 80 la Gat El Huesos me vio y se aceres, eon la panza pegada al suelo, El hombne gore Bech otra lata, y el Huesos, que nu 4)0 entonces la nea fy hizo el debido honor al almueray. © 1° 2°23 togar le La comida no era mucha, per uuna paliza el fro y para enivetener anaes ta de Nos sentiamos casi satisfechos, °° ¢!bambre Y ahi estabamos los tres, sentados alrededor del fuego, agradecidos por los fideos que sentiamos nadat por ly tripas, cuando el humano nos miré y nos dijo —Bueno, 3i no es molestia, los voy a tener que bauti- zar; de alguna manera voy a tener que llamaros Cuando volvié a aparecer el famoso asunto de los nombres, senti que un horrible escalofrio me recorria el lomo: si habia empezado siendo Orejas y despuésTotoy después Lord y después Trux y después nada, ahora me tocaba ser menos que nada; eso queria decir que ya n0 podrian nombrarme mas y que tendrian que empezar & desnombrarme. De modo que para mi ya no quedabsn nombres sino no-nombres, que seguramenteeran much) mas peligrosos. Hundi el morro entre las Ea ojos y traté de clausurar mis orejas, para no ente del agujero en que me habia convertide, =, —A usted —dijo mirdndola a le Neerity wre ‘abia metido en un bolsillo y anidaba en BI Powered by (9 CamScanner Graciela Montes vrraca—lavoy allamar,consu permiso, Guendolina vonage emacs. Qué nombre, amigo! (Casi nada! Bstaba claro que ese humano no era nada mezquino, my a usted —dijo mirandolo al Huesos y pasdndole la mano por el lomo—Io llamo Bartolomé Pocapata, miisico de la Osamenta. ‘Tampoco me parecié nada mal. Ignoraba lo que queria decir Osamenta pero me parecia una palabra grande y Solemne, muy apropiada para un artista. El que seguia era yo. Y mi caso era diferente: a mi me habfan ido desnombrando de a poco, y ahora temblaba esperando que me cayese un no-nombre encima. “A usted, si no se opone, me gustaria lamarlo Casiperro Gil del Hambre, caballero de la Oreja. Casiperro Gil del Hambre. Caballero, ademas, y, como si eso fuera poco, de la Oreja, que fue siempre mi verdadero nombre. Senti que la vidame volviaal cuerpo. Nosélohabia sido beneficiado con un nombre y no con un no-nombre, como yo temia, sino que el nombre que me habian dado era tan completo, tan abundante, que me ponia a salvo de sucesivos achicamientos. Y fue el nombre, les juro, y no la sopa lo que me decidié a darles a los humanos una oportunidad de reconciliarse conmigo, el perro 132 GUENDOLINA Fig #NEGRa PRINCES A 7 ass Panchos, Baar CLOME. Bs CAPATA , MUsrce PE LA OSanents . GASTPERRO. " GIL DEL HAMBRE> | Capaliero De LAOREA Powered by (9 CamScanner Epilogo onde cierro mi relato con la sortija en ta man yuna breve descripcion del paraiso, ° CABO DE DARME CUENTA de que m qué por fin la sortija y vivo en el paraiso, Tal vez no se parezca del todo al paraiso que sofié al; ran dia. Sin 7 mas lejos, jamas aterrizé a mi lado mea osobuco gigante para invitarme a dar vueltas por el cielo. Es mAs: ni siquiera suelen venir a visitarme los osobucos de tamano corriente. Ni las tiras de falda. Ni las morci- llas. Ni los pollos. Y lo mas frecuente es que me alimente de sopa. Tampoco hemos logrado derrotar del todo al frio —aunque el habernos asociado con alguien capaz de encender fuego haya sido un gran progreso—, pero me parece que lo hemos dejado medio atontado: ya no pega como antes, y de a ratos desaparece. Por otra parte, acabo de notar que a nuestra enredadera le estan brotan- do algunas hojas. El humano me cae bien; sabe compartir la comida y esta lleno de olores apasionantes. Lastima esa mania que tiene de hacer musica con la cajita que lleva siempre enelbolsillo. Nos vienen unas tremendas ganas de gemir cuando la toca; a menudo nos vemos obligades a eae nos algunos pasos y a taparnos las orejas. Seine ofenderse por eso; nos trata siempre con respeto. eso. —Casiperro —me dice— ho, y le traje un lindo hu 135 Powered by (3 CamScanner Graciela Mantes ital 6n: Giie i a parte, la Negrita caer : ndolina Flor a pegado un buen estiron; y ya se esta ante a la perrita que yo recordaba, lade Ayer por la tarde volvi a sentir po, un momento el maravilloso olor de todas las promesas, y esta manana otra vez me cosquilleé = al hocico. Pienso que pronto podremos jugar nuestro viejo juego interrum. pido y podré por fin completar el paraiso. Bartolomé Pocapata, el de la Osamenta, es decir, g] Huesos, parece haber recuperado su alegria, y dos por tres nos regala algtin candombe nuevo. Y yo, Casiperro Gil del Hambre, caballero de la Oreja, me doy el lujo de anudar mi historia con la sortija en I z Ny) a mano y en medio del paraiso. Fue algo de lo que me di cuenta hoy, cuando estabamos los cuatro echados al sol, espantandonos los mosquitos, sueruelen a ronronearnos cerca. Me dije que la calesita estaba dando una de sus mejores vueltas. Y que esa vuelta venia a ser, precisamente, el paraiso. Tal vez no sea un paraiso eterno, ¢ ién dij » épero quién dijo que ha de ser eterno el paraiso? ea Por otr de Negra— pareciendo bast antes del destiempo. Powered by (3 CamScanner

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