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Para leer LA HISTORIA DE LA IGLESIA rigenes hasta el siglo xxi Jean Comby Editorial Verbo Divino Avenida de Pamplona, 41 31200 Estella (Navarra), Espafia Teléfono: 948 55 65 11 Fax: 948 55 45 06 Internet: wow-verbodivino.es E-mail: evd@verbodivino.es Este libro es una version corregida, ampliada y actualizada de los dos volimenes en que ha venido publicandose esta obra desde 1985 y 1987, respectivamente: ~ Para leer la historia de la Iglesia. De los orfgenes al sig xv (16 ediciones) ~ Para ler la historia de la Iglesia. Del siglo xv al siglo xx (13 ediciones) La traducci6n ha sido realizada teniendo en cuenta la de Nicolas Darvical de la 15* ed. (2005), 1Los dibbujos son de Liliane Piorkowski y C. Gémez con excepcién de aquellos cen los que figure DACL, que proceden dei Dictionnaire d'Archéologie Chétienne et de Liuugie (Paris, Letouzey et Ané, 1907-1953) Traduceién: Pedro Barrado y M* Pilar Salas. ‘Thulo original: Pour lire [histoire de Elise. Des origines au xxr siécle. Disenio de cubierta: Francese Sala © Editions du Cerf, Paris, 2003 pour la nouvelle édition, © Editorial Verbo Divino, 2007. Fotocomposicion: Megagrafic, Pamplona (Navarra). Impresién: Graficas Lizarra, Villatuerta (Navarra). Impreso en Espatia - Printed in Spain, ‘Depésito legal: NA. 2.058-2007. ISBN 978-84-8169-727-8 Févena. Mossico de san Apolinar el Nuevo (siglo: Peco y Andrés siuon a Jess, Introduccién El cristianismo en la historia del mundo yen la cultura contemporanea El cristianismo esté omnipresente en nuestros paises de Europa y América, y, en diversos grados, se ha extendido por el mundo ente- ro. En el calendario corriente universal, el afio 2000 de nuestra era es el del segundo milenio del nacimiento de Cristo. El descubri- miento del arte exige un minimo de conocimiento del cristianismo: todas esas virgenes, esas natividades, esas crucifixiones... No se puede entender a Bach, Haendel y muchos otros sin sus referencias cristianas. La historia de Occidente es inseparable de la historia de Ja institucién portadora del cristianismo, la Iglesia, absolutamente imbricada en el desarrollo de los veinte siglos que acaban de cum- plirse. Esta obra no es una historia universal, pero propone un ele- ‘mento importante en la comprensién de esta historia. El cristianis- mo es una de las maneras de responder a las grandes preguntas de Jos hombres y las mujeres. Esta arraigado en culturas preexistentes, se expresa a través de ellas a lo largo de sus veinte siglos de exis. tencia y, por lo mismo, crea una cultura o civilizacién que le es pro- pia y due forma parte de nuestra herencia, El cristianismo, como Jas otras religiones del mundo, no es sélo un pasado de viejas cos- tumbres 6 de folciore, sino un presente atin vivo para muchos, La historia de la Iglesia para los cristianos La Iglesia, «Jesucristo transmitido y comunicado» La historia de la Iglesia ocupa un lugar particular en la vida de Jos cristianos en una época en que aspiran a una fe reflexionada, In- cluso aunque algunos dan cuenta de la stibita irrupcion de Dios 0 de Jestis en su vida, saben que el conocimiento y Ia fe en Jestis les han sido transmitidos por generaciones que se hian sucedido desde unrropuccion 5 hace veinte siglos. Esta transmisi6n no es s6lo la de un libro escri- to y después impreso. Se lleva a cabo en la comunidad de aquellos que han escuchado la llamada de Dios proclamada por Jestis, es de- cir, la Iglesia, de la que Bossuet decia que es «esucristo transmiti- doy comunicados. Los cristianos no se encuentran con Jestis adhi- rigndose a la formula de un Credo fijado desde hace mucho tiempo 0 dando un salto atrés de veinte siglos. Se encuentran con él en la trama de su vida de hoy, tal como se ha transmitido y comunicado en la trama de la existencia de las generaciones precedentes. Mas que las formulas, son los acontecimientos y las personas los que son portadores de la fe, Por ello esos acontecimientos y esas personas interesan a los eristianos de hoy. Cuestionamientos miltiples Esta transmisi6n del cristianismo a través de la historia provo- ‘ca miiltiples cuestionamientos. El mensaje evangélico fue proclama- do por primera vez en una remota provincia del Imperio romano: Palestina. Sin embargo, el mensaje lleg6 a todas las orillas del Me- diterraneo y después al mundo entero. Sin cesar, ha sido necesa- rio expresarlo en nuevas lenguas, nuevas culturas, nuevas filosofias. Aquellos que lo acogieron eran agricultores, ciudadanos, némadas, intelectuales... Sigue siendo fiel el mensaje a su proclamacién ini- ial si cambia de cultura? ¢No habré quedado desnaturalizado, trai- jonado, como dan a entender los diversos tradicionalismos? Cuando el mensaje se ha expresado durante mucho tiempo en una cultura, cqué transmiten los mensajeros? ¢Sélo el Evangelio o todo junto, e! mensaje y su apoyo cultural? Con frecuencia se acu- sa a esta «civilizacion cristiana», extendida por el mundo entero desde el siglo xvi, de haber destruido o desestructurado las culturas de los pueblos con los que sv encontrs. Las experiencias religiosas, y la experiencia cristiana en par- ticular, no se limitan a le iluminaci6n interior de los individuos, El testimonio es Jo primero, pero exige una ensefianza y la organiza: cidn de tna institucién de acogida v de transmisién, Ahora bien, to da institucién hace que surja un poder, y todos los poderes se pare~ cen, La Iglesia, que transmnite a Jestis mediante su palabra y sus sacramentos, se organizé como una institucién politico-social, to- mando como modelo las sociedades que le rodeaban. Los cristianos se preguntaron entonces: «No nos hemos alejado de Jestis y su Evangelio? ;No debe ser purificada esta Iglesia?». Asi nacieron a lo largo de los siglos movimientos de retomno al Evangelio, que a veces, acabaron en escisiones en la Igesia, en nuevas Iglesias © confesio- nes crstianas, Esta obra se esfuerza en lo posible por concederes su lugar 6 PAPA LEER LA HISTORIA DE 1A IGLESIA oss erste ems eee tg Un buen uso de la historia Antafio se hablaba mucho de las «lecciones de la historia». Hoy Ja desconfianza se ha convertido en regla: se han justiheada ‘antes hotrores en nombre de pretendidos derechos y referencias histori cas! La historia nunca vuelve a comenzar: «aun se puede uno ba- flar dos veces en el mismo ro», deca un fildsofo antiguo. La histo- tia de la Iglesia no proporciona recetas directamente aplicables.. Pero es ese tesoro del que el escriba del Reino saca sin cesar lo an tiguo y lo nuevo. Los cristianos han tenido experiencias multiples a lo lango de los silos. La historia de la Iglesia permite a los ctistia. of hos de hoy compartir esas experiencias y enriquecer la suya propia, aque sempre sera limitada. Descubren las sucesivas aportaciones de C.2 Jas diferentes épocas en la existencia cristiana de hoy. Toda heren. cia merece respeto, pero es recibida a beneficio de inventario. La historia no es en primer lugar un tribunal. Trata de iluminar, de hac ce gmmende octal comportamiento inchso aun os oo toriador esté obligado a emitir un juicio a posteriori. Por ejemplo, ramtona lc receces puede explicar el nacimiento de la Inquisicion y decir como con: Coressondents. clusion que esia institueion es contratia al espittu evangelico. | Herma, que escrbe en la primera mitad del siglo 1, est preocupado porlos vues espritu estaba emvejecido, problentas deta Iglesia de suc tempo, en particular por la penitenci, En alguias to y sin fuerza, por vuestra ‘siones, ut dgel que adguiere la forma de un joven pastor responde a sus pre y vuestras duds [J suntas. La wie deta Ilesa significa printeraamente su antigscdad en el peas Iniento de Dios, pera tambicn la debilad ¥ fos pecadas de las cristianos, que le than hecho perder sus fuerzas y su alegria, LA IGLESIA, UNA ANCIANA QUE REJUVENECE | Durante la segunda vision la vis. | ‘ede pe con un aspecto mis oveny | alegre que antes, pero con el cuetpo {los cabellos de una anciana [..), El ‘Senior ha tenido piedad de vosotres. Y llegd una anciana con vestidos _[..] Enla primera vision yo Iuha- Hla reuvenecide yuestro espirite: he, resplandecientes. con un libro en sus bia visto muy anciana y sentada en eis rechagado vuestra reclicie ta nuns, gente oly me salode: un ln Ena sigulent tenia unas erat os ha vue yess es «Buenos dias, Hermas». Yo. afligido pecto més joven, pero e1 cuerpo los en'la ef) Slorando, le dij: «Buenos dias, se- abellos auin eran viejos; me hablaba y i ios me hablaba En la tercera-visin la has visto tones) Ete ee OS ale ee ae ree ea er de Ne pecto encantador (J Aguellos que t «Quin 52s, Je progumté a} jo her eleere Jos layan hecho penitencia serdn reju. I ven, «La Iglesias, me dijo. Repligué: _ C@bellos; estaba extraordinariamente UN por ue es anelaneoe Bogue Segre estaba sentada en unbance, Yenecidos completamente yafianza- dos fue creada -dijo~ antes que las de- L..] «En la primera visién ~dijo ce tas conas, Por esoes tan anciana' el el joven gpor que apareta tan Hrs. Pastor 2,2 rune fue formado para ela Giana y sntada en ut silon? Porque sie ba torat introvuccron 7 Una pregunta vuelve sin cesar a los labios de los cristianos y de aquellos que les rodean: «En qué consiste ser cristiano hoy?s. Sa- ber como se era cristiano en los primeros siglos, en la Edad Media, en el Renacimiento, en el siglo xix, en el Xx... proporciona respues- tas parciales. La historia permite apreciar la herencia del pasado y relativizarla. Ofrece los medios para desdramatizar las crisis re- cientes, Ayuda a descubrir riquezas insospechadas y estimula la ‘imaginacién. EL CONTENIDO DE UNA HISTORIA DE LA IGLESIA Eusebio, abispa de Cesrea, en Pakestina (nacido hacia el 263 y nuerto ha- ne, afrontaron el combate en san- cia 0) contra come peda sora de Ign Ev nitro a tori ecestésriea nos ransnite mudttad de documentos de fos primeros silos trios de nuestros props tiempos, ¥ tue sa dl se habrin perdido, Ensebio nos cuenta los objetivos que se propone la proteccin benteo y propia de alescribisu obra. ¢ESperaros nosotros hay lo misivo de sna historiadela fle nucstro Salvador | sia? Al ponerme a la obra, no tomaré | Enel aaualanioes | tnienzos de la economia de nuestro | Es mi propésito consignar las erory llevando hasia el extremo sus Salvador y Senor Jesus, el Cristo de | sucesiones de los santos apéstoles, vy _novelerias, se proclamaron publica- Dios. 1 los. tiempos ttanscurrigos desde mente si mismos introgictores €e May. poy esto mismo la obra | nuestro Salvador hasta nosotros; e/ una ma lamada cienciayesguilma: gag Por esto, mismo, la obra Miurevlnfaddeloekechor sar Se Toes eegie cheung, et elatando comprension ene Tegstados porls hora elect Ge Gost, edema nclao las ges. YOIEME BTA que dcr ser supe Carvel mimerodelos que enela so: Yenturas gue se abtieron sobre tode ora ml eras el presenta aca Bresalleron en el gobierno’ en lan nacionJudin en seguda que dies $0 eo Je prometido, peeo que Presidencia de les Ilesian ms iase rom rematea ss conapiacion conta $74 Po" ahora el primero en aborday fres, asf como el mero delos que nuestro Salvador, ascomo tambien eT como aulen rep encadagneracn de vsvorpor lier, elearcter vl tikmpo de | escrito, fueron embajadores dela pa- los ataques de los paganos contra Buseato ne Cesaee, Jabra de Dios; y también quiénes y nuestra doctrina, la grandeza de Historia eclesidstice, cap. L Madrid, cudntos, y cuando, sorbides por el —cuantos, por ella, segtin las ocasio- La Editorial Catolica, 1973, pp. 4-6 8 PARA LEER LA HISTORIA DE LA IGLESIA Las huellas del pasado a través de los textos Las miiltiples huellas del pasado La historia descubre el pasado a través de las huellas que nos ha dejado. Para la historia del cristianismo, éstas pueden ser edificios, baptistetios, iglesias, obras de arte, estatuas, frescos. Se trata de ex- cavaciones arguecl6gicas. Los eificios del pasado ain son amplia- ‘mente utilizados para el culto, y la preservacién del patrimonio ha restaurado y valorado un gran mimero de ellos, ‘Sin embargo, a pesar de la importancia de la arqueologia y el ar~ te, los primeros documentos del historiador siguen siendo las fuen- tes eseritas, os textos. Por eso, la mitad de esta obra esta compuesta por textos, documentos del pasado, que ocupan tanto lugar como la narraci6n propiamente dicha de los acontecimientos que hace el au- tor. Ciertamente, en esie marco restringido, solo se puede pensar en. una seleccién, y no es posible ofrecer todos los textos que permiten el conocimiento de un acontecimiento. Conviene recordar aqut al- guinas reglas elementales para la Jectura de un texto historico. Para leer y estudiar un texto Una carta (correspondencia) y una inscripeién constituyen un todo y pueden bastar para su coniprensi6n, Pero en la mayor parte dle los casos, el texto propuesto es un fragmento de una obra mas 0 ‘menos extensa, No refleja necesariamente todo el contenido de la obra. Con la referencia es posible, y a menudo deseable, consultar la obra completa, o al menos lo que precede y lo que sigue. En una primera lectura hay que esforzarse por comprender bien todas las palabras del texto, fijarse en los personajes, los lugares men- cionados (« veces se necesitara un diccionario especializado 0 un atlas si las explicaciones dadas en el desarrollo no son suficientes). Estos textos son la mayor parte de las veces traducciones de ori- ginales en lenguas antiguas (griego, hebreo...) 0 en lenguas distin- tas del espaol. Todos sabemos que existen multiples traducciones de la Biblia y que puede haber en ellas divergencias importantes de un traductor a otro. Palabras tomadas de la Escritura pueden ad- quirir un sentido diferente a lo largo de la historia de la Iglesia, Por ejemplo, en el Nuevo Testamento se traduce episkopos y presbyteros por episcopo» y «presbitero», pues estas palabras tenian entonces lun sentido especifico. Su sentido evolucionara después v habra que esperar al siglo i para poder traducirlas por «obispo» y «sacerdo- te» 0 «presbiteron en el sentido actual Es importante considerar bien el género literario de un docu- ‘mento para captar las informaciones que puede ofrecer. Un informe wrropucciox 9 1.30 policial es diferente de un sermén, una correspondencia privada es distinta de un texto juridico. Un texto no proporciona tinicamente las informaciones que su autor quiere ofrecer explicitamente, Indirectamente puede procu- rarnos otras que son tanto mas preciosas o més seguras. Escri- biendo a Trajano, Plinio se preocupaba ante todo por mantener el orden y se mostraba preocupado por conservar el favor del empe- rador. Pero, al obrar asf, nos ofrece las mas antiguas informacio- nes que poteemos sobre las comunidades cristianas del norte de Asia Menor. eDénde esta la verdad? Ante cualquier texto hemos de plantearnos la pregunta: ¢nos di- ce el autor la verdad? ¢No se engafiara acaso? No querré engahar- nos? En Ja mayor parte de los casos no podemos responder simple- mente con un sf 0 con un no, Entran en juego muchos elementos. Conocemos muchos acontecimientos de la Antigdedad por un solo testigoo pr historiadores que ulizan fuentes dspares, Como las ‘emplean? Los perseguidores de los cristianos denigran a Sus adver- sarios. Para defenderse, los cristianos describen su propia comuni- dad de manera idilica. Un autor que escribe sus memorias hace una relectura de su pasado en un sentido autojustificativo. Lleva a cabo selecciones... El historiador se esfuerza por establecer lo que le pa- rece aceptable en un testimonio. Para tener una idea mas justa de un acontecimiento importante de Ia actualidad tenemos que leer varios periédicos de orientaciones politicas diferentes y tratar de forjarnos nuestra propia opinion. En historia hacemos la misma operacién cuando confrontamos varios testimonios o varios trabajos de historiadores anteriores. Para los petfodos més antiguos, nuestra documentacién tiene muchas lagu- nas. Los historiadores formulan hipotesis, hacen trabajar su imagi- rnacién 0 confiesan simplemente su ignorancia. Por tanto, no hay or qué extrariarse de que con los mismos documentos se pueda pre- sentar una historia muy diferente. No es posible empezar cada vez de cero el trabajo critico sobre los textos propuestos. Eso ya ha sido hecho. Pero es importante conocer el trasfondo de la tarea del his- toriador, asi como su fragilidad, y es preciso desconfiar de afirma- ciones perentorias. Una buena actitud es dejarnos descentrar por los testimonios del pasado, No los interpretemos segtin nuestras propias categorias. ‘Sepamos asombrarnos y admirarnos. No busquemos una utiliza- ccidn inmediata de Jos acontecimientos del pasado. En un segundo ‘momento podremos preguntamos cémo esos acontecimientos anti- uo nos afectan todavia hoy. 10 pana veer i wisroria De La icLesta Reglas de buen uso El libro consta de veinte capitulos de parecida extensién. Cada capitulo se compone de dos partes: un desarrollo seguido que pre- senta acontecimientos, instituciones... y una presentacion de textos ‘© documentos, que son la fuente de esa historia. Estos tiltimos es- ‘én enmarcados y numerados de una forma continua del principio al final de la obra. Las cifras al margen del desarrollo seguido re- miten a los textos-documentos. Es importante ir del relato al docu- mento y viceversa, pues se articulan y se iluminan mutuamente. El lector encontrar igualmente mapas, cronologfas y un indice de nombres y materias al final del volumen. Instrumentos de trabajo Aqui no se indica mas que un pequefio niimero de obras gene rales que pueden iluminar el conjunto de este libro, Otras se pro- pondran al final de cada capitulo, No se trata de una bibliografia ex- haustiva. No se ofrecen mas que las obras mas précticas y mas corrientes, relativamente recientes, que se pueden encontrar en una iblioteca media, y con frecuencia incluso en las librerias. inrropuceron AD | Guias bibliograficas D. Mousse, Guide bibliographique des sciences religieuses. Patis, Salvator, 2000, especialmente pp. 163-193. Sources et méthodes en histoire religieuse. Lyon, Profac, 2000, 192 pp. Algunos manuales en un solo volumen ‘J. Comay, Bréve histoire de lEglise et du christianisme. Ottawa-Paris, Novalis- ‘Bayard, 2000, 96 pp JB. DUROSELLE, Histoire du catholicisme. Que sais-je? 365. * 1996, 128 pp. J. Bausnor, Histoire du provestantisme. Que suse? 427, *1998, 128 pp, X. DE MontcLos, Histoire religieuse de la France. Que sais-je? 2428. "1997, 128 p. P. CuristopHe, Dex mille ans d'histoire de 'Eglise. Paris, Droguet-Ardant, 2000, 1.211 pp J. Compr, Dewx mille ans d’évangelisation. Paris-Tournai, Desclée, 1992, 328 pp, Historias generales del cristianismo R. AuneRt /M. D. KNowtes/ LJ. Roser (dirs), Nowvelle histoire de ME se, Pars, Sei, 1963-1975, 5 vol. A. FLICHE | V. Manny (dirs), Histoire de Elise depuis les origines jus nos jours Paris, Bloud et Gay, 1934-1963, 20 vols. aparecidos (ed. es- pafola: Historia de la fglesia, 30 vols. Mas dos complementos, Valen- ia, Edicep, 1975-1978). JeM, Maven Ch. y L, Prema / A. Vaucie2 / M. VENARD (dirs), Histoire da chuisianisme des orgies a nos jours. Pats, Deslée, 1990-200), 14 vols. 1.48 GoFF/R, Remok (dies), Histoire de fa France relgieuse. Paris, Seu, 1988-1989, 4 vos. Historia de los concilios G., Duweice (dir), Histoire des conciles oecuméniques. Paris, Ed. de VOran- te, 1962-1981, 12 vols, G. AtpeRico (ed.), Les conciles cecumeéniques. 1 Lhistoire I, Les décrets, Pa- vis, Cerf, 1994, 2, en 3 vols, 2.457 pp. Diccionarios Catholicism. Paris, Letouzey et Ané, 1948-2001, 15 vols, Dictionnaire d'Archéologie Chrétienne et de Liturgie (DACL). Paris, Letouzey et Ané, 1907-1953, 28 vols. 12 para Leer Ls msroriA DE 1A IGLESIA utc nnn meta mg Dictionnaire d'Histoire et de Géographie Eeclésiastigues (DHGE). Pais, Le- touzey et Ané, desde 1912, 26 vols. (letra L). Dictionnaire de Spiritualité, Ascétique et Mystique (DS). Paris, Beauchesne, 1932-1994, 20 vols. + I vol. de indices, 1996, Dictionnaire dle Théologie Catholique (DTCh, Pars, 1899-1950, 15 vols, +3 vols. de indices y complementos (1951-1972); un cierto nimero de artic los estin obsoletos. Ph, LeviLLaN (dit), Dictionnaire historigue de la papauté, Parts, Fayard, 1994, 1.776 pp. Atlas F. VAN DER MEER / Ch, MOHRMANN, Atlas de UAntiquité chréticnne. Paris- Bruselas, Séquola, 1960, 216 pp. LH. JuDIN//K, S. LarouRETTE/ I. Marmin, Alas d'histoire de UEglise. Turnhout, Brepols, 1990, 257 mapas comentados. HL Crapwick /G. R, Evans, Atlas du christianigne, Turnhout, Brepols, 1987, 240 pp, En espafiol Para una presentacin de conjunto de la historia de la Ilesia: R, Garcia Vittostapa (dir), Historia dela Iglesia catdtica, 5 vols. Madrid, La Editorial Catdlica, 1980 (BAC: 54, 76, 104, 199 y 411). — Nueva historia de ta Iglesia, 5 vols, Madrid, Cristiandad, 1977 (con abundantes jlustraciones) J-Lont2, Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiew- to, 2 vols. Madrid, Cristiandad, 1982 (con mapas eilustraciones), Hi. JeDix. Manual de historia de la Iglesia, 8 vols. Barcelona, Herder, 1978, — 2.000 atios de cristianisme, 10 vols. Madvid, Sedmay, 1980 (con ilus ‘acion abundante y bien cuidada. Incluye treinta dossiers con una parte dedicada al eayer, es deci, ala historia, y otra al «hoy, 0 sea, ala actualidad [hasta 1975]. No tiene indice) A, FLIoHE /'V, Marin (dirs.), Historia de la Iglesia, 30 vals. + dos comple- mmentos. Valencia, Edicep, 1975 (la edicién espafola, dirigida por J. M. Javierne, dedica amplia atencién a las euestiones referentes a Espana y Latinoamérica), El conjunto de la historia eclesidstica de Espasa es presentado por 2, Gacia ViaDa, Historia eclesidstica de sparta, 5 vols. Madrid, Razén y Fe, 1929-1936 (es una obra excelente que, por desgracia, no es facil encontrar fuera de las bibliotecas). inrropuccion 13, B. Luorca, epllogo a G. Punvat, Historia ilustrada de la Iglesia, Ul Madrid, 1961 (resume en un centenar de paginas la influencia de la Iglesia es- ppafiola en la historia universal de la Iglesia). Q. ALDEA et al, (dir), Diccionario de historia eclesidstica de Espara, 4 vols. Madrid, CSIC, 1972 (con abundantes referencias bibliogrificas). En la coleccién BAC, de La Editorial Catélica, se han publicado nume rosos textos del cristianismo primitivo: textos apécrifos (n. 148), Padres apostélicos (8, 65), actas de los martires (n, 75), textos eucaristicos primi- tivos (nn. 88 y 118), Padres apologistas griegos del siglo 1 (n. 116) y otras obras de santos Padres. Los doce voliimenes de la Historia de los concilios ecuménicos, desde Ni- cea al Vaticano Il, publicada en espafiol por la editorial Eset, de Vitoria, a Jos que nos referimos con frecuencia en esta obra, son més técnicos y difi- clles que la bibliografta citada anteriormente. 14 para Leen 1a nIsToRIA DE LA IOLESIA 1 Nacimiento de la Iglesia ‘Andstass (esurreccién), San Salvador de Kora, Constantnopa I-Elsiglo1 1. El cristianismo, religion de Cristo El cristianismo es la religion de aquellos que son discipulos de Jestis, el Cristo, que predicé en Pales- tina y murié bajo el emperador romano Tiberio ha cia el afio 30. Estos disefpulos reconacen a Jestis co- mo ef Cristo, en griego, xaquel que ha recibido la uncién del Seftor», el Mesias en hebreo, el salvador esperado por el pueblo de la Biblia. Muy pronto, los discipulos de Jestis e] Cristo recibieron el nombre de cristianos (Heh 11,26). La propia palabra cristianis- mo es-utilizada desde el siglo 1 por Ignacio, obispo de Antioquia El cristianismo esté bien arraigado en la perso- na de Jestis. Sin embargo, Jestis no fue un fundador de religion en el sentido ‘de Buda, Mahoma y mu chos otros. Estos predicaron y codificaron su mei je frecuentemente durante varias docenas de atios. Por el contrario, Jestis proclamé su Buena Nueva, su Evangelio, en un espacio que va de dos afios y medio a tres. Es un perfodo muy corto. No escribid nada, no codificé nada, no establecié ninguna orga- nizacién. Jamas salié de su pequetio pais. Simple: mente se consider6 como el heredero de la religion de Ja Biblia, queriendo purificarla y llevarla a su cumplimiento, 15 NACINIENTO DE LA NGLESIA Siguiendo a los antiguos profetas de Israel y a Juan Bautista, el ultimo de ellos, Jestis propuso a quien quisiera escuchar una buena noticia de con- versidn y salvaci6n, una revelacién de Dios, su Padre, teniendo como consecuencia una transformacién en Tas relaciones humanas. Muchos se escandalizaron de que Jestis se juntara con gente de mala reputacion y de que criticara el formalismo y la hipocresia de al- unos comportamientos religiosos. Considerado co- mo perturbador del orden puiblico, muri crucifica- do por los romanos, que ocupaban Palestina, hacia el ato 30, Pero al terver dia después de su muerte, se ‘manifest6 a sus desesperados discipulos. Esta vivo, resucitado, Esta obra no trata directamente de la historia de Jestis, objeto de una multitud de estudios que se han renovado mucho en los dltimos decenios y que el lec- tor encontrard en otras pattes. Pero, para compren- der los veinte siglos de cristianismo, hay que captar bien el lugar esencial de la resurreccidin de Jests, si- ‘tudndola desde el punto de vista historico. Citemos las palabras del historiador Marcel Simon (Les pre- riers chrétiens. Que sais-je? 551, pp. 39-40): «El his- toriador no tiene la capacidad para afirmar ni negar Ja realidad de Ja resurrecci6n; tanto la afirmacion ‘como la negacién superan el plano del historiador [1 Todo lo que el historiador puede y debe observar y afirmar es que algo sucedi6, para que todo el ulte- rior desarrollo del cristianismo no sea algo comple tamente impensable [..] Lo que es importante es la fe de los discipulos, la fe de la Pascua. Los discipulos de Jestis, a pesar de Ja brevedad de su predicacién y de su accion, fueron completa- mente transformados por su fe en la resurreccion de sui maestro. Recibieron de él tal dinamismo que pa- saron el resto de su vida proclamando su testimo- nio, que se transmitio de generacién en generacién. 2. El nacimiento de una comunidad nueva: la Iglesia Los Hechos de los Apéstoles, que constituyen la «primera historia del cristianismo» (Daniel Margue- rat), nos describen el nacimiento de esta comunidad 16 para cece ia aston DE 1A tLesia nueva de los disefpulos de Jests, la Iglesia: asamblea de aquellos que son llamados. Ciertamente se trata, como tendremos ocasion de ver, de una historia teo- logica, de una relectura de los acontecimientos por Ja segunda generaci6n cristiana mas que de un rela- to anecdstico de tipo periodistico. EI da de Pente- costés que siguié a la Pascua de la muerte de Jests, hacia el afo 30 de nuestra era, los Doce, los mas proximos a Jestis, se transformaron por la venida misteriosa del Espiritu Santo, que los llens de valor, En un discurso, el apéstol Pedro (Hch 2,22ss) pro- lama lo esencial de un mensaje nuevo: Jestis de Na- varet fue un enviado de Dios, un profeta. Lo mostré ‘con signos y milagros. Fue condenado a muerte poi los impios. Pero Dios lo resucits, Esta vivo, resuci tado, nosotros somos testigos de ello. Jestis es mas grande que todos los profetas de la Biblia, Recibié el Espiritu de Dios y lo extendi6. Dios ha constituido a Jestis Sefior y Cristo, «Sefiors es el titulo que los ju- dios reservaban habitualmente a Dios. «Cristo» quie- re decir aquel que ha recibido la uncién reserva Mesias esperado por el pueblo de la Biblia Los oyentes preguntan qué deben hacer, Pero les responde: «Convertios, cambiad de vida Haceos bautizar (sumergir en el agua) en nombre de Jests. Recibiréis el perdion y una vida nueva por el don del Espiritu de Dios». Los Hechos (caps. 2 v4) nos ofre- cen una magnifica imagen de esta comunidad nueva Que se constituve entonces. Igual que Jestis, estos primeros miembros de la Iglesia son judios, hablan arameo, la lengua semitica mas extendida en el Pro- ximo Oriente. Contintian Tlevando una vida de jucios piadosos: rezan en el Templo, respetan las prohibi- ciones alimentarias, practican la circuncision. En re- sumen, aparecen como un nuevo grupo judio en medio de otros muchos, fariseos, saduceos, zelotas, esenios. Algunos los llaman los nazarenos. Lo que les caracteriza propiamente es el bautis- mo en el nombre de Jestis, la asiduidad en la ense- fianza de los apéstoles, que les dan a conocer la vi- day las palabras de Jestis; es la constitucién de comunidades fraternas donde los bienes son pues- tos en comin; es la fraccién del pan. Asf empieza un gesto religioso particular que se lamara eucaristia (accion de dar gracias, de agradecer, de alezrarse) El apéstol Pablo, que haré una descripcion de ella (1 Cor 11,17ss), dice que esta comida recuerda la til. tima cena de Jestis con sus discipulos antes de su muerte, Es memoria de la vida, muerte y resurrec- cidn de Jest. Cristo esta a la vez presente y ausen- te, y sus discfpulos esperan su regreso, 3. Siguiendo los Hechos de los Apéstoles y las cartas de Pablo: de la secta judia a la religion universal Conocemos el cristianismo o la Iglesia del siglo 1 por los escritos del Nuevo Testamento, y entre ellos ‘esencialmente por las cartas de Pablo y por los He- cchos de los Apdstoles. Estos escritos, redactados en ariego, ponen el acento en la expansién geografica y cultural del cristianismo, considerada como lineal, por la cuenca mediterranea, desde Jerusalén hasta Roma y quizé a Espatia, Es la historia teol6gica de un grupo religioso particular que alcanza una di- mension universal por medio de varias aperturas y rupturas, No obstante, al desarrollar esta historia que ha marcado toda la vida de la Iglesia hasta nues- tos dias, no debemos olvidar, siguiendo numerosos: estudios recientes, las multiples dimensiones del cristianismo de los primeros siglos que se descubren San Pablo, Catedral de Amiens (ego A TRAVES DE LOS HECHOS APOCRIFOS etato (no garanticado} de Pablo Onesfforo siguid el camino real que conduce a Listra, y trataba sin cesar de descubrir a’ Pablo, obser- vvando el aspecto de los que pasaban, | segtin ls indicaciones de Tito. ¥ vio Yenir a Pablo, hombre de aja es tura, calvo, con las piemas arque: das, robusto, con las cejas juntas, la nari ligeramente curvada, lleno’de en una lectura més atenta de los textos del Nuevo Testamento y también en otros textos de desigual valor que la calificacién de «apécrifos» (misteriosos, inauténticos) no nos obliga a rechazar a priori. Vol. veremos mas adelante sobre esta dimension. El mensaje evangélico no est ligado a Jerusalén los judios de cultura aramea (hebrea) se unen pronto, en la comunidad de los discipulos de Jess, Judios de cultura griega, los helenistas. Algunas ti- Fanteces se ponen de manifiesto entre los dos gru- pos culturales. Mientras los Doce (apéstoles) estan al frente de la comunidad «hebrea», sicte hombres son designados para asumir la responsabilidad de los shelenistas» (Hch 6). La comunidad de los cre- yentes se abre asf a los judios de la diaspora (dis- persion), aquellos que no han surgido del marco pa- lestinense Esteban, el jefe de los Siete, dirige una requisi- toria contra el judaismo de Jerusalén. Condena el culto y el templo, puesto que Jestis fue incompren- dido y asesinado por los judfos de Jerusalén, Jestis, nancié un cult en espa y en verdad que no es- ti ligado a un edificio y a un lugar. Esteban, presen- simpatia; pues unas veces parecia un hombre, pero otras tenia el aspecto de un éngel. Cuando vio a Onestforo, Pablo sonri6; y Onesiforo le dijo: «Salve, siervo del Dios benditow; yél le contest6: «La gracia sea contigo y con tu casas, Hecho de Pablo, WAV, citado len F Autor, Evans apocrp hes, p.238 nacmsewro peta rctesia 17 | | | ! tando el mensaje de Jestis como un judafsmo depu- rado, da una nueva orientaci6n a la comunidad. Es- ta postura le vale ser lapidado como blasfemo. Es el primero en imitar a Jestis en su pasidn y su muerte (Heh 7). Los helenistas perseguidos deben huir de Jeru- salén hacia Samaria, la costa mediterranea y Antio- quia (Hch 8 y 11). Se convierten en misioneros en- tre Ios judios que habitan en esos lugares. Saulo (Pablo), primer perseguidor de los discipulos de Je- siis, s atrapado él mismo por Jesis en el camino de Damasco (Hch 9) y se convierte en el gran predica- dor del Evangelio. No es necesario hacerse judio para convertirse en discfpulo de Jestis Una visién hace comprender a Pedro que el Evangelio se dirige a todos Jos hombres. El Espiritu baja sobre el centurién romano Cornelio, que es acogido en la Iglesia por el bautismo (Heh 10 y 11). Tal era dés, Escit establecis, oma, le Via Apa. 18 para veer La wisrorta DE LA 1GLESIA C4 LA DISPERSION DE LOS APOSTOLES | __Bste Marcos dicen que fue el pri- | mero en ser enviado a Egipto, » gue el Ponto, en Galacia v en Bitinia, en all predico el evangelio que él habia Capadocia y en Asia, alos judios de puesto por escrito funds ilesias, co” Ja didspora; al inal llegs @ Roma y menzando por la misma Alejandefa Eusemo or Cesare, Historie eles Madi, La Eat Catoie, 1973p. situaci6n de los judtos, °00 la predicacién del Evangelio de imientras fos santos apdstolesy discs. Cristo y finalmente sufrié martirio pulos de nuestro Salvador se habfan £8 Roma bajo Ner6n? Esto lo dice Esparcido por toda la tiera:a Tomas, Orieenes literalmente en el tomo Il segiin quiere una tradicion, le tocé en de us Comentarios al Genesis, suerte Partia (a Mateo, Bartolomé, la India anterior & An- ‘Juan, Asia, donde se uriendo en Efeso. No es necesario pasar por la religién judia para ac- ceder a la fe. En Antioquia, donde se habian refu- giado muchos helenistas, los discfpulos de Cristo reciben el nombre de cristianos (Hch 11,26). Es el signo que los distingue a partir de ahora de otros grupos religiosos. Antioquia se convierte en él pun- to de partida de la evangelizacién del Impetio ro- Alo largo de un primer viaje misionero (Heh 13, y 14), Pablo, acompafiado por Bernabé, se dirige en primer lugar a los judios en las sinagogas, y después a las egentes de las naciones» (paganos) sin impo- nerles las practicas judias. La comunidad de Jerusa- én piensa, sin embargo, que hay que imponer la cir- cuncisién a los nuevos cristianos. En Antioquia hay dos comunidades de creyentes: los que proceden del judaismo y conservan sus prescripciones, y los que vienen de las religiones tradicionales paganias. Estos cristianos de orfgenes diferentes dificilmente pueden comer juntos 2 causa de las prohibicfones alimenta- rias del judaismo; rechazo de ciertos alimentos y preparaciones culinarias, de la sangre... ¢Pueden ce- POR TODO EL MUNDO Pedro, segiin parece. predicé en fue crucificado con la cabeza para abajo, come él mismo habia pedido XVI Padecer: aY qué decir de Pablo, que desde Jerusalén hasta el Irico cumplié iopia, a Esto ob Cease Historia eclesidstica, W113. Madd, La Euitorial Catlin 1973, pp. 119+120, lebrar juntos Ia eucaristia, que es generalmente la conclusién de una comida? Este es el origen de un conflicto referido de forma distinta en Heh 15 y en Ia carta de Pablo a los Galatas (cap. 2). Pedro vacila, Admite la acogida de Jos paganos en la comunidad sin condiciones, pero tiene miedo de los cristianos de Jerusalén y no se atreve a comer con los cristia- nos que proceden de las religiones paganas. Pablo se lo reprocha con aspereza (Gal 2). Esta tensién quedaré regulada con un compro- iso al que se ha dado el nombre de «concilio de Je- rusalény (Fich 15). Por una parte, Santiago, el jefe de la comunidad de Jerusalén; por otra, Pablo y Ber- nabe de regreso de su misién, En medio, Pedro ac- {ta como pacificador: Es posible que el autar de los Hechos haya dulcificado la controversia y sus con- clusiones. La postura de Pablo es admitida, Ya no se impondrén la mayorfa de las prescripciones judias. Sin embargo, Santiago consigue que los cristianos venidos del paganismo hagan algunas concesiones cuando estén mezclados con aquellos que proceden del judaismo: no consumiran sangre... Asi, la fe cris- tiana ya no esté ligada a la religion judia, Aquel que guiera acceder al Evangelio no debe sulrir un tras- plante cultural. El cristianismo puede convertirse en universal. Sin embargo, las tensiones no desapare- cen, y Pablo se esfuerza por mantener la unidad en- tve los grupos mediante la caridad, haciendo a tra. viés de sus viajes mediterraneos una colecta para los cristianos de Jerusalén en dificul:ad (1 Cor 16,1-3;, Gal 2,10), El Evangelio despliega velas con Pablo En el curso de un segundo viaje que emprende a través de Asia Menor, Pablo tiene una visién en Teoade: «Un macedonio, de pie, le digia este rucgo: “Pasa a Macedonia y ven en nuestra ayudal”» (Hch 16,9). Es una etapa capital que privilegia el Occi- dente griego y latino en la expansidn de la Iglesia Nacen las comunidades de Filipos, Tesal6nica, Co- Finto... Pablo se ditige incluso a la capital de la cul- tura, Atenas, Se esfuerza por mostrar la convergen- entre la filosofia griega y el Evangelio. Incluso cita @ un poeta griego, En vano. «Te escucharemos en otta ocasion...» (Hch 17,16-33). Cuando predica en Corinto esta menos preocupado de agradar a stt auditorio y anuncia solamente a «Jesucristo, y a és- te crucificado» (1 Cor 2,2), Alo largo de un tercer viaje, Pablo visita de nue- vo las comunidades de Asia y Europa. No faltan las dificultades, y Pablo se hace eco de elias en sus car- tas. Tropieza con la hostilidad de los judfos, que no aceptan su mensaje sobre Jestis, y de los paganos, ‘que ven peligrar el comercio ligado a las peregri- naciones y los templos (Hch 19). Dentro de las co- munidades, particularmente en Corinto, Pablo debe atemperar a veces el desbordante entusiasmo: se manifiestan toda clase de carismas, entre los que el mas espectacular es el de hablar en lenguas miilti- ples e incomprensibles (1 Cor 13 y 14). Al mismo tiempo hay disputas entre clanes rivales (1 Cor 3,3- 9); los ricos no comparten con los pobres (1 Cor 11); algunos abusan de la libertad cristiana (1 Cor 5). Un cuarto viaje conduce a Pablo a Roma, pero como prisionero (Hh 21-28). Habia ido a Jerusalén & encontrarse con Santiago y entregarle la colecta de sus viajes misioneros, Para mostrar su adhesion a la tradiciGn judia, acepta acudir al Templo. Este gesto se ve como una provocacién, Inmerso en una re- vuelta, Pablo es artestado, Pasa dos altos en Cesarca Maritima, Haciendo uso de su prerrogativa de ciu- dadano romano, apela al emperador ante el procu- rador, que lo envia como prisionero para ser juzga- ASEULVBEVEMBERE, NTIQVIVICXITANNY. SEXMESISOCTODIES XXL Los apestoles Peco y Pablo (Esitafo de Aneetus) (DACL, NaciienTo DE LA reLESA «19 do en Roina, Al final de un accidentado viaje, llega a Ja capital del Imperio. Dos afios de libertad vigilada le permiten «proclamar el Reino de Dios y ensefiar Jo que concierne al Senior Jesucristo con plena segu- ridad y sin obstéculos» (Hch 28,31). A partir de ese momento ya no sabemos nada con seguridad sobre Pablo, Estamos en el afio 63... 4. Los otros terrenos de la evangelizacién Pablo, el apéstol de las naciones Los exegetas y los historiadores de la Iglesia pri- miitiva han comentado mucho sobre la frase de Pablo en Ja carta a los Gélatas relativa a las tensiones entre Pablo y la Iglesia de Jerusalén: «drfamos nosotros ~dice Pablo- a los paganos [naciones} y ellos [San- tiago, Pedro y Juan] a la circuncisién» (Gal 2,9). Una leclura tradicional y superficial deducira de esto que Pablo era el «apéstol de las naciones», mientras que los otros apéstoles y discipulos se encargaban de la cevangelizacin de los judios. Pablo aparecfa enton- ces como el gigante de la evangelizacién, mientras {que el terreno de los otros estaba absolutamente res- ttingido, Una lectura més rigurosa, particularmente Ja de Lucien Legrand, conduce a conclusiones dife- rentes. En la Escritura sigue existiendo una ambi- gliedad en la traduccion de ethné, enaciones» ¥ ganos», aquellos que no son judios. Pablo aparece como aguel que se lanz6 a la evangelizacion del mundo de ias «naciones», de aquellos que no eran ju- «dios, esencialmente hacia el Occidente mediterraneo del Imperio romano. Por sus escritos o por aquellos {que se le atribuyen y por Ta segunda parte de los He- cchos de los Apéstoles, Pablo es el mejor conocido en- tre aquellos que anunciaron el Evangelio, y se descu- bre que el cristianismo mediterréneo triunf6 sobre las otras formas de cristianismo. E] mundo de la «circuncision» Pero es preciso restablecer un cierto equilibrio. En realidad, este mundo de la «circuncisién, es de- 20 rant seee 2A HistORIA DE La IGLESIA cir, el de los convertidos al judaismo o de la didspo- ra judia, era el de numerosas regiones de Asia en el sentido ‘actual, Asia Menor, Mesopotamia y Africa (Alejandria y Egipto). Esto nos lleva a considerar gue el campo reconocido por el propio Pablo a los «otros», Santiago, Pedro y Juan, era un ambito in- ‘menso, tan extenso, si no mas, que al que él estaba entregado. Ast podiemos contemplar de una nueva ‘manera la evangelizacién del siglo 1 a través de los datos del Nuevo Testamento y de otros datos tradi- cionales menos seguros y a veces legendarios, que también pueden tener un fundamento. Relectura geografica de la evangelizacién en el Nuevo Testamento El relato de Pentecostés menciona una muche- dumbre de peregrinos legados a Jerusalén que es- cuchan el discurso de Pedro (Heh 2,5-12): éste pue- de ser el indicio de las primeras implantaciones cristianas hasta en el lejano Oriente: partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea, Ca- padocia, ei Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto, Libia cirenaica, romanos, cretenses y drabes. Ade mas de las implantaciones que nos revelan los viajes de Pablo en Asia Menor, en Grecia y hasta en Roma, cl Apocalipsis menciona las siete Iglesias suridas de la irvadiacién de Juan. La carta de Pablo a los Ro- manos supone en la capital del Imperio una impor- tante comunidad, y va antigua. E] viaje de Pablo a Espafa (Rom 15,24) sigue siendo hipotético. Si la lcgada de Pedro a Roma es un dato tradicional, y ciertamente fundamentado por la arqueologia, los textos que nos informan de ella son tardios y poco seguros. Por el contrario, la primera carta attibuida a Pedro menciona un extenso campo geografico de Ja evangelizaciin del apéstol (1 Pe 1,1 y 5,13). Otras tradiciones Eusebio de Cesarea, completado por su traductor latino, Rufino, imagina ingenuamente un reparto de la evangelizacién de la tierra por parte de los Apés- toles, sugerido por implantaciones cristianas conoci- das después. El pais de los partos corresponde al a “ J. Amigaua Lica ; conto J Pisidia Ponfilia Cilicia Chipre of essa Pentapolis LAS MAS ANTIGUAS COMUNIDADES CRISTIANAS erie las principales mencionadas en los documentos del siglo Osroene Palestina Coe 21 ons ons. cu Irin actual; Escitia, a Jas regiones del norte del mar Negro. Algunos escritos apdcrifos nos proporcionan informaciones dificilmente controlables. La literatu- ra en tomo al apéstol Tomas (Evangelio y Hechos) quizé contenga elementos auténticos sobre la evan- gelizacién de Oriente hasta la India. Pero la dificul- tad de las relaciones entre el Mediterraneo y este Oriente debido al hecho de la permanente hostilidad entre el Imperio de los partos (y luego de los persas) y el Imperio romano, explica a Ja vez los limites de la evangelizacién y los de nuestra informacién, 5. Acontecimientos decisivos de finales del siglo 1 La persecucién de Nerén La persecucién de los cristianos por Nerén en el afio 64, sobre la que volveremos en el préximo capi- tulo, supone, segtin la tradicion, la desaparicién de los apdstoles Pedro y Pablo. Sin embargo, los histo- riadores dudan sobre una fecha precisa. Pedro seria tuna victima de esa persecucién en el 65. Pablo ha- bria muerto en el 63 segtin unos, en el 67 segin otros, Estas muertes de cristianos indican que eran distinguidos de los judios, cuya religién tenia un es- ‘atuto legal. La destruccién de Jerusalén La ruina de Jerusalén marca una ruptura decisi- va en la vida de la Iglesia primitiva. Los judfos de Pa- lestina se habfan rebelado contra los romanos para reconstruir una nacién independiente que honrara a Dios segtin la ley de sus antepasados. Una despiada- 22 para Leen 1a misToRIA DE LA IGLESIA da guerra condujo a la destruccién de la ciudad y del Templo por Tito en el 70. Desde el principio de la re- vwuelta, Ia comunidad cristiana de Jerusalén habia abandonado la ciudad para refugiarse al otro lado del Jordan. Privado del Templo, el judafsmo se organiza en Yamnia (al sur de Tel-Aviv) marcando radicalmen- te su oposicién a las diversas sectas anteriores, y par- ticularmente a los cristianos. La tendencia ferisea triunfa con un calendario unificado y con la defi cién de los libros reconocidos de la Biblia. La nuptu- ra entre judios y cristianos se convierte en defini Aungue, entre los cristianos, algunos conservan atin las précticas judfas -se habla de judeocristia- nhos-, no constituyen mas que Pequetios grupos en vias de extincién, més o menos asimilados a sectas. La desaparicién del Templo acaba de separar a los ctistianos del judaismo, Pensaban que Dios mostra- ba asf que la antigua Ley estaba periclitada. El acon- tecimiento reforzaba el universalismo del Evangelio, Formacién de las Escrituras cristianas Ao largo del oscuro period de los tltimos de- ccenios del siglo 1 se constituyen poco a poco las Es- crituras cristianas que hoy llamamos el Nuevo Testa- ‘mento. Se retinen las cartas de Pablo. Los evangelios, cuya redaccién est influida por la ruina de Jerusa- len, que invita a una relectura de las palabras de Je- stis, adquieren su forma definitiva.... Pero ain haré falta mucho tiempo para que las comunidades se pongan de acuerdo en los escritos que hay que con- siderar como revelados y como regla de fe. En este final del siglo 1, el cristianismo, aunque habia sido anunciado en el Oriente asiitico, se habia vuelto resueltamente hacia Occidente, utilizando las, estructuras que le ofrecia el Imperio romano. PEDRO Y PABLO EN ROMA La tradicién asocia a Pedro y Pa monumento descubierto bajo la bastl- blo con la Iglesia de Roma, de la que ca de San Pedro y el trofeo de Gayo son sts columnas y fundamento. Ro- mencionado por Eusebio. ma seria el lugar de su martirio y con- Los Hechos afirman claramente le ‘servaria sus tumbas, Sin embargo, la Jlegada de Pablo a Roma (Hch 28,16- critica histérica, poniendo de relieve 31), La incertidumbre estriba en los tl {que los'testimonios relativos al marti timos atlos de Fable ls chemeet ee Tio romano de los dos apéstoles no se yn fecha de wa mucre, Pathe hates Femontan mis que aos uitimos aos Inanifestado su deseo de ir a Espana del siglo 1, ba querido exaiminar mis eapuge de una staa somana Georn de cerea el final de ambos apéstoles. {$134.28} Bebemaos tuponen por tanto, [La funcién det papa en la Iglesia su'absoluci6n en el 63, la predicacion universal se fundamenta en el hecho en Espa, después de nuevo en Asia ide que el obispo de Roma esel sucesor Menor y Grecia. Ahi se situasian las ide Pedro. Ahors bien, dirén los protes-_cartas a Timoteo y a Tito, Encarcelado tantes en la época dela Reforma, la Es- de nuevo (I'Tim 1), Pablo habia sido ceritura no indica en ninguna parte que ejecutado en el 67, Vemos una alusion @ Pedro huhiera ida a Roma. Es un apo- este viaje a Espana cuando Clemente crifo tardio el que narra li crucifixion de Roma dice que Pablo saleanz los I de Pedro, Sin embargo, los historiado- mites de Oceidenter. Sin embargo, tes actuales piensan que la presencia y otros historiadores interpretan el silen el maitirio de Pedro en Roma estén cio del final de Hechos como la conte- raronablemente basados en un haz de sién implicita de la muerte de Pablo, indicios convergentes: el examen mi- que habia sido ejeeutado en el 63, El rnucioso de algunos textos del Nuevo primer testimonio conocido dela deca- ‘Testamento, de los mas antiguos escri-___pitacién de Pablo en Roma se encven- los cristianos (Clemente de Roma), de fra en Tertliano, que escribe a finales algunos textos litirgicos el resultado del siglo, Las exeavaciones efectuadas de excavaciones arqueoldgicas, Uno de bajo la basilica de san Pablo Exttam: los argumentos que se consideran mis ros permiten pensar igualmente que se decisivos es la relacidn que se ha po- han encontrado los restos del trotea de dido establecer recientemente entre el Ia Vig Ostiense del que habla Gave. Co, El final de los apéstoles Pedro y Pablo segiin Clemente, obispo de Roma (ca. 95) 1a Carta de Ia iglesia de Roma a la Iglesia de Corinta es probablemente el tev formas antiguo de la literatura crstiana despues det Nuevo Testamento, La tradicion es unarnime en atribuirsela a Clemente, ele de la Iglesia de Roma hacia el 95, Cle mente quiere establecer la paz ela comunidad de Corinto, turbada por un grupo que hha destituido alos presbiteras. La causa de ello es -dice- ta envidia que ha provoca- dole muerte de Pedro y Pablo. La alsin resulta oscura para nosotros, pero consti tye el testimonio mas antiguo sobre a muerte de los dos apéstoles. Mas dejemos Jos ejemplos anti- Por emulacion y envidia fueron y vengamos alos luchadores que _perseguidos los que eran maximas vivido més proximos a nosotros: _justisimas columnas de la Iglesia y sos. tomemos los nobles ejemplos de nues- tuvieron combate hasta la muerte ta generacién, Pongamos ante nuestros ojos alos san tos apéstoles, A Pedro, quien, por ini- cua emulscién, hubo de soportar no uno ni dos, sino muchos mas trabajos, Y sexys de dar ast testimonio, ‘marché al lugar dela gloria que le era debido, Por la envidia y rivalidad mostré Pablo el galardén de la paciencia, Por seis veces fue cargado de cadens; fue desterrado, apedireado; hecho heraldo de Cristo en Oriente y en Oceldente al- canz6 la noble fama de su fe: y de cde haber ensefiado a todo el mundo la justcia y de haber llegado hasta elimi te Occkente y dado su tetimonio ante los principes, sali asf de este mun: doy marché al lugar santo, dejandonos cel més alto dechado de pacienci. CCLewsice Ds Rona nuevs Carta Jos CCovintios, 8, en Padres apstoico, Madi, a Eatoral Catlien, 1950, p. 182 7’ Las tumbas de los apéstoles Pedro y Pablo en Roma Efectivamente, se dice que, bajo Jmperio de Neron, Pablo fue decapitado en la misma Roma, y Pedro fue erucii- ado. ¥ de esta referencia da fe el stulo {de Pedro y Pablo que hi predominade para los cementerios dle age! lugar hus {rel presente, ¥ no menos to confirma un vari eclesisstico llamado Gayo, que vivio ‘iano Ceferino (198.217) eta obispo de Roma. Disputando por escrito con Pro- clo, drigente de Ja Secta catafrgia, dice Acerca de los mismos lgares en que e=- an depositads los despojos sagrados de Jos apestoles mencionads lo que sigue Yo, en cambio, pueda mostrarte los trofeos de los apéstoies, argue si quieres inal Vaticano 0 al camino de Osta, en ‘ontrarés fos tofeos de ls gue fundaton esta Iglesias Busguo as Casa, stoi cei TMV, 5:7 Made, La Baril Cathet Toa pp. nels WACHMENTO DE LAIGLESIA 23, one II - El Imperio romano 1. El Imperio romano, «preparacién evangélica» ‘Melitén, obispo de Sardes, en Asia Menor, se di- tige en una carta en el siglo m al emperador Marco Aurelio, que tiene la reputacién de filésofo; es deci de sabio. Para defender alos eristianos perseguidos, Melitén presenta su doctrina como una sabiduria de vida, una sfilosofia», y muestra que hay una provi- dencial coincidencia entre el comienzo del Imperio y la aparicién del cristianismo: Jestis naci6 bajo Au- ‘gusto y predicé bajo Tiberio. Iglesia e Imperio estén asociados por su reciproca expansién, Este tema del Imperio, marco providencial para la predicacién del Evangelio, sera retomado con frecuencia, Tanto Pas- cal como Péguy dan testimonio de ello. Hoy no somos tan sensibles 2 esta lectura de la historia. Sin embargo, el cristianismo no es una doctrina intemporal. Después de su nacimiento en. el mundo semitico biblico, se arraigé profundamen- te en el mundo romano, convertido en el primer te- reno de evangelizacién desde que Pablo escuchs la Namada del macedonio (Hch 16,9). Muy pronto fue- ron evangelizadas Persia y quiz la India, pero la ba- rrera politica y militar constituida por el Imperio per- A Efectivamente, nuestra filo £8 sofia aleanzo su plena made rez entre batbaros, pro, habiendose extendido tambien a ts pueblos ba- joel gran imperio de tu antepasado Augusto, se ha convertido, sobre todo para tu reinado, en un buen aiguo, pres desde entences la fueraa de los fomanos ha crecido en grandeva ‘y esplendor. De lla eres tie) deseado heredero yseguirissiéndolo con tt fifo i proteges ala Rlosofin que se cné con cl imperio'y comencé aa vez que Augusto ya la que tus ante- pesados incluso hontaron a la par fue alas otras relighones. La prueba mayor de que nuestra dloctring florecis para bien junto con et imperio felizmente comenado aque, desde el reinado de August, dltmao ha sucedio, antes, al contra- Fo, todo ha sido brillant ¥ plorioso, Seguin las plegaias de todos. Carta de Melitén, obispo de Sardes, al emperador Marco Aurelio ca. 170,

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